de certeau-la belleza del muerto

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Page 1: De Certeau-la Belleza Del Muerto

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DE CERTBAJJ, MICHEIJ"Labelleza de lo muerto: Nigardll

Page 2: De Certeau-la Belleza Del Muerto

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InLL\. BELLEZA DEL lVIUEH.TO

Escrito cn colaboración conDomilliquc Julia y Jacqucs Rcuel

Nnciic consicnte scr cnterrado ViVD,!:!magniiJccncin dc ia tumb:l no h~¡¡'{\ en·cO:1trar más pJaccntc.a su estanci;"

Charles J\Ji,.~m!

La «cultura populu.::-.• supone una opcració:1 que no se co¡¡f)es::LHa sido necesario censur:J.rla "¡)ara poder estudiada. Desdeces, se ha convertido €:1 un objeto de imerés porque susido eJiminado. El nacimiento de los estudios consagradosliteratura de cordel (el libro iniciador de Njs<lr¿ es de 18::1'1),en efecto, ligado a b. ce:1sura sod,,] de 5U objeto. Ese nRCtmiod.odesarrolla un o<!;:.J.bio diseño .. de la polida. Una n::prc¡;ió:1se halla en el origen de unn curiosidnd científica: la climin w.:; Ónlos libros con!;idcmdos "subversivos» e .•inmorales"'. Es éSH': unaspecto del probJcm3, pero p1apt.ea una cu!):sLjóngeneraL

¡i

En el comienzo hay un muert.o iII

. ILos estudios cons:.1gTados desde entonces al esta literatura hansido posibles por el gesto que la ha retiraqo al pueblo y \::1 bareservado a los letrado:! o a los aficionados. Dé este modo, no puedesorprender que éstes la hayan juzgado «envías de desaparición,·,que se atenga!). a preservar 12.sruinas, o que vean, con la cahn;:¡ deun lugarmfi.s !1clÍ de 1:1 historia, el horizonte de un parnísopcrdioo.En su búsqueda. de una literatura o de una cu1tura 'popular, 1n

"Vemos aquí el concepto d~ .cu1lura popular- dejando provisorillmcnlc de¡••do lodo el probJcmn de la lit.crnt.um orl1! (nI como cncsludind<1 <1ctuohm:nícpor los folkloriGt.¡¡s.

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Nacimiento de un exotismo(Siglo XVJlI)

los trabajos mismos que inspiran hoy convÍl:c¡ur,es.del pasado. Ayer, eran conservat.lofns, con pasiÓn ycia, como ocurra con Nisard. Desde 19GO, sobre todo,puesta 01 servicio de la cultura popular es de inspir;¡ciÓn ,ta, o nI menos ",populista". Se inscribe a continuación de••historia sociD.J~, en pleno ascenso desde nace treinta 'Ji1()~" Estuerudición diseña finalmente la utopía de'otra forme de relac.iÓnpoJítica entre 111smasas y Ja cJite.J Pero ,Jél opcr(J(:.ióI1¿obedece a otras Jeyes que 12.5 del pas~\do? P:lTcce, al C('

sometida todavía a los mecanismos muy rmtiguos de la cxcomu·nión. "La sociolof,'Ía de ];1 cultura· popnlar, decía ¡VIcomienza con el lai c:ismo de los hen,jes,-." El mismoeliminación se prolonga. El suber siguc ligado íl unnutoriza.

Lo que se encuentra en la causa no son ni bs ideoJcgf8s ni b5opiniones, sino las relaciones que un objet.o y sus métodos cirTltí-ficos mantienen con la sociedad qne lOS Y si ¡osmientas científicos no son inocentes, si sus objetivosuna organi:tación poHtica, el discurso mismo de In ciencia dd;f:revelanma acción que le es encomendada por Jrr socicebd: [J':ulUnlo que pretende mostrar-. Esto significa que un mejor<!.miento delos métodos Duna inversión ddas convicciones no cambiu3]o ¡mcla operación científica ha hecho de )a cultura pOpUJLlLEs nc,;c;;':1ria una acción política.

Un poco de historia nos -esciarecení, por otra parte, sobre susreiteraciones actuales.

¿Cómo nace este exotismo de lo interior, esta perspectiva quesupone oprimida la realidad que objetiva y que idealiza? Dosmomentos privile!g1ados son reveladores de esta óptica: los finalesdd sig10 XVlI!, por una parte, y los años 1850-1890 por otra. Unasuerte de entusiasmo por 10 «popular" agitaba a la aristocracj~lliberal e ilustrada n finales de! siglo XVHI. Pero esta ~rusticofi¡ia"

curiosidad científica ya no sabe que ella reiter;:¡ sus orígenes y quelo que busca do este modo 00 es cncontmr nI pucblo.

Sus rcsult.:.¡dos y sus métodos traicioonn, sin embargo, estosorígenes, de los cuales la censurn de 1852 !la es, como se verá, más'1\H~ un caSo particular. Numerosos trabajos recientes nos dicenmucho sobre este tema, incluso si ignomo lo que ha constituido ellugar en el cual se sostienm sus discursos. El propio Nisard no 10ígnc¡-aba: se vanagloriaba incluso de este lugar, el de "sccretnrjo!HJjunto" de la policía. ~Cuf.\ndo, afectado por In influencia desas-trosa que había ejercido hast.a entonces sobre todos los espírituse;;;a cantidad de malos libros que vendían los buhoneros sin.obst(¡culo alguno en toda Francia, Charles de Maupas, ministrode b poJjcjn genernl, concibió)' ejecutó eJ sabio designio dees~abJccer una comisión permanente para el examen de esoslibros (30 de noviembre de 1852), tuvo In bondad de convocarmea form<Jr parte de eHa, con ellítulo de secretario adjunto. Esto medio ln ocasión de reunir esws pequeños libros y de estudiarJos con",1 "smero más escrupuloso.,,1

Esta deciaración venía después de le.sjornadas repubJicanas defubrero y de junio de 1848, y después de 1852, fecha de larC3lauración del Imperio. De lo que se había sometido, se podíahacer un ~objeto. científico ... "

Viejo ref1ejo, M.Soriano demuestra que ya había actuado en lostiempos de la Fronda, entre 1647 Y1653, cuando el lenguaje de la '..•cananan, minuciosamente introducido por los he!rrnanos Pe-' 'rrauit en sus poemas burlescos, se había convcrtido en objeto derisa al mismo tiempo que permitía ridiculizar a los 4<c1ásicos~. Porun lado, este caballo de,Troya les servía e!n la polémica contra ¡os•.antiguos": querella de Jiteratos, C0l110la de nuestros díos entrec1ásicos"y modernos. Pero, por otro 19do, estos sustmtos popula-res, de momento ÚtiJes, se volvían temibles en la medida en quese des!'JTo1Jaban 105 levantamientos populares de la Fronda. Deeste modo,: 105 Perrault van tomando más y más distnncia,irónicos y hostiles, en la medida e!nqu~ se acercan a Mazarino. L!.•comicidad- yla ~curiosidad ••de este ~ablarvan a la par, entre! losgrandes burgueses amenazados, del :triunfo del orden obra delCardenaL La buda mide el fracaso del pueblo, cuya cultura estanto más ~curiosa ••cuanto que menos se teme a sus sujetos.2 .

Este sistema funciona todavía, aunque sobro otras modas y en

.1. ChnrJes Nisard, lli~loire des ljures populcires; 2'. edición, 18G4, p. lo2,1Ilarc Sona:¡o .BudosQuo et langllge populairc de 1G.J7 a 1653: Sur deux

poémcs de jcuncssc d~s freres Perrault-, en·Annalcs ESe, lDG9, pp. 949-975.

I3. Retornamos esto9 términos -elile-, ·mas:)-, -pueblo- clc.-l:ll y curno son

empleados en b. Jilerntura sobre cste tema.4. W. Míihlmann, Messillnísmcs révolulÍonaires, GaJlimard, 19513, p. ~ lB.

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que se halla en las noveJas de louvct y Restif es tambi~n, :) 1ajl\vorsn, un tC!l1or: eJ de la ciudad nmcnnz.nda }' corrupta porqueJasjerarqufns tradicionnlc~ se van a pique. De a1!f, cste retorno aesta pureza origiIl2.1 de las campiñ:¡s, símbolo de Jas, virtuc1é!sconservadas desde 105 tiempos más remotos. Pero este salvaje de]interior que es-e] campesi~o francés -el espesor de la historiareemplaza aquí i1 la distancia geogyáfica- presenta Jas\,,'entajasde ser, al mismo tiempo, civilizado en St!S costumbres cristianas:Ja proximid:ld de Ja naturaleza ligada a siglos de moral cristianaproduce "estos sujetos Deles, dóci}es y laboriosos •.5 que 6e pucdenver, por ejempJo, en 'Sabn:y, Picardía, donde cada año, el 8 dejunio, se corona un rosal.

Salanc)', por sie"lprc favoredd:! del cieJo, si jam:\s se ha escrito lehistoria cie Ja virlud, lu fiesta será C6Jebre en sus f:.lstos. Aquí, sedirá, los s;¡bios y ¡os buenos ciucadanos viven en una simplicidaddigna de]a primera Ed:J¿. Aquí, ]ejos de ]as f:Jlsas neccsid:1des, 1:15manos bboriosas ;!]i:nent:m cuerpos vigorosos CO:1 una diet.n fru-

. pl.Aquí, bs castas esposas pintan de dicha los días de los honestosesposos. Aquí, un::ljoven :10 apor:.a otra dote a aquel que la requierc,que su s::lbiduría, su duhura y Ja gloria de haber merecido In Rosa.En fin, bajo un Pa3tor sabio, u;). puebJo industrioso, sumiso 1\ susdulces leyes, cumpJe e;"1paz, todos los deberes del cristiano y del

. ciudadano ...¡Fiesb de]a Rosa, instit'Jcióa cons;¡gTada por la s:¡biduria y por elhOrloo! ¡Au¡;ust:\ solemnidad donde el premio deJ m:)s simple esotorgado a Ja inocencia qc ]a más pura!C

La moda de las fiestas de Jos rosaJes :l paitir de los aílos 1770es eJ regTeso n un pueblo al cual se ha despojado de la paJabr::l par::lmejor domesticarlo.7 La ideaJización de lo "popul::lr" es tanto m¿sfúcil cuanto que se efectú:¡.bajo Ja forma del ¡nonÓJogo. Por otr.:J.parte, si el puebJo 110 había, bien 'puede cant::lr. Las canciones

5.Rrlalion d~ la cé.-fl:1oniede Ic rose qui ,,'cs!(cite drws le uillage de Salar:c:!le 8 juin 1766. La ccremonia fué presidid:. por e] inte;¡denle de P¡c:.ru~a LePeIlelier de MorfQ:1tninc que estaba nco::lp:.ñado de la condcs~ de Genhs~ J:¡futura educador;¡ de Lu:s Felipe de Qrlcllns. ¿Es COSU;¡! que la hter;¡tur;¡ bienpens:Jllle dcstin;¡da :. los obreros de LilIe durante el Segundo Imperio incJuynLa Rosicre de Sclar:cj' de Jeseph,Chantrel'0867, 120 p.)? Cf. pjerrc PieTT:1rd,La Vic ouuricre iJ l.il/e so:!s le Se~ond Empíre, moud el G:JY,1965, p. 274.

6. Hisloirc de la rosícre de Sc7cncj' ou recueil de picces lc:::!en prose qu 'e11

IJcr.~ sllr In rosiere don! lJuellJuci.:ms ri'ont poinl cncor pam, París, Mengol,1777, p. 83.. - _.

7. En 13smuy numerosas re!aclones de fiest::ls de rosas del UrI del slglo).;"I,el puebJono figur;¡ más que:. tr;¡'''¿s de les ojos atenles de las cortesanos que nanvenído D ver un vj;¡jc :. la Arc:1di, ..

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populares estuvieron en Lug:J -·Madame Poitrine r"vel" MoItIÍJn¡se va a la gucrrn en 1781, en la corte de Luis XVI, a la t.:lí:l:

Beaumarchais debía poner, tres ai'ios :-n6.$ t.arde, en DO::,) deQuerubfn- lo cunl constituye otro signo de esta confisc:1cion de:tesoro perdido. El placer demostrado respecto del b:¡lo -PO)1uj¡¡f'"

que recubre <:!slasmelodías -inocentes- c:,justamenLe el clerncn lOfundador de una concepción cJitista de la cul Lura. La emociÓn nacede Jn distancia misma que scpara al oyente deJ supucsto compo·sitor.

Pero 1:1 actitud así expresada no C3 el únit:o acto de un;1

aristocracia méls o menos masoquista. Es también In cie losCon?tituyentes. La in\icstig:Jción que el abad Grégcire, cu¡-;"!ueEmbermesnil, inicia en agosto de 1790 sobre los palois de Fra Dcjay que concluye can su famosa reJación de Pr;¡di:¡] del Ai'1o 11:Su:'la nécessilé el les mo)"cns d'cr;écntir les patois el d'I!llit'cTsnllzcr['usagc de la langue frar.r;aisc -Sobre la :Ic-ccsidad de destruir dpalois .J' de uniucrsdizar el llSO d.e la lengua [mnr;cs(:-.!' e~re',reJadora de sus preocupaciones. 10que cuenta aquí :;on mena;;Jos informes -que el hist{)rj::ldor pucde y debe descch<\, póJI"a un::m~lisis de Ja cultura popuJa.- que Ja intención m<:Jnifestada P:J!"eJ investigador y sus informantes, Se trata a la vez de coleccio,jQr(•.¿Tenéis obrc.s en patois impresas o manuscritas, antigu<:J$ omodernas? ¿Será posible procurárseJ:ts f¿cilmente?~ )10 y de .wl¡¡-cir (¿Cuál será la irl1port.:mcill religiosa y poW.ica de destruirenteramente cstepa.lois? ... ¿Los ha~iL-:ntcs de la campajla ti'2IHmprejuicios y de qt:é género? ¿Son más esclarecidos desde haceveinte años a la fecha?). L~ mayoria ee las respuestas (proceden-tes en su mayor p:!rte de burgueses, ha:nbres de Jeyes o CUT;).S) seDronuncia a Ínyor de una elimin;:¡ción de los patois. Sin dud¡¡, 1:1~azór¡ más frecuenternente alegada para Ja uni\'~rs:JlizacióI1 (kla len¡p.Ja frances:! es la destrucción ue ln odiosa feud::lici:;d qtlC,

como forma de rev:mchn, se segufa m~l1teniendo gyaci:1s :1 J;!

supervivencia de Jcs particularismos. Pero estos ciladinos iJustr;¡-dos no tienen en .cuenta, en su ignor:;.ncia, la antorcha dc' lacampaña escolar conducida por J~ Iglesia de Ja R~forma cahí!ica:la unidad nacional-del mismo modo que el retorno del herejt'- seh::lrá por medio de la instrucción, es decir, p~r b eliminación de

8. er. tod:1\"[:\ho)' Henri D:.venson,LC Liure dr3 cltn:¡~ons, Club UC5libr;lirC',:de Fronee, 1958, p. 20.

9. Cr. Lcltre3 i: Grér.cire sur/es palois de Frr,:¡cc,170-1794, public:Hbs por ,\.G:Jzier, P:.ris, 1580 (reimprcsión, Geneve, Sbtkinc. 1969).

10. L., bibiiotec:l de]a Socie¿:1d de I'ort-ROj·lll consen·a un colrcciún ,le piez:\:.\ impre5:'s en petois y cn,·jadas u Gre¡;oire.

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Charles Nisard (]854)

unll rcsistencia dcbida n la ignorancia. Sin duda, algunos selamentan de este hecho por la "pureza» de las costumbres rusli-c~s; pcro, como not3. uno de los informantes, el palois ya eslácondcnado:

Las costumbres de nuestros buenos abuelos eran simples como lasue los palois y eUas parecen hechas para adquirir simplicidad ybonhomía. De alH {que podrín ser un error] que abandonarm: lasvirtudes simples y naturales antes de que este funeslo CU!IJbl~ sehaya operado; pero mantener la ignora;¡cia unida a la corrupcIónseria el peor de todos los males. Il

La constntación se impone de nuevo: es en el momento en queuna cultura ya no' tie~e los medios para defenderse cuandoaparecen el etnólogo o el arque610go. Como lo dijo el propioGrcgoire en su informe a la Convención: ..

El conoc:imientode ]05 dialectos puede echar luz sobre los monu-mentos de la Edad Media. Casi todos los idiomas cuentan con obras

-.. que les olorgan cierta reputación. Ya Ja Comisión de lI..rlcs, en suinstrucci :, ha recomendado Ulla colección ue esos monume;¡tosimpresos o manuscritos; es necesario buscar Jas pe;];¡s hasta en elestiércol de Ennio.12

IJ

El periodo 1850-1890 definió una segunda ctdra de este cultoc<!strador librado a un pueblo que queda cons(ituido, de a1lí en .más, como objeto de -ciencia». Todavía, es necesario interrogarsesobre los postulados subyacentes del ••folkloriismo". Es en elmomento mismo en oue la literatura de cordel es perseguida conel mayor vigor que los bel10s espíritus se in~lin2n con delectación-sobre los libros o lás argumentos populares. En una circular deaplicación de la ley del 27 rle jnl\o de 1849 sobre la prensa, el •ministro del Interior escribía a 'los prefectos:

El carácter más t;OmÚDde los escritos que se esfuerzan por cxtenderen este momentJ y a los cuales se dI) la forma más popular es quedividen alR 50ci(:dllden dos cJases, los ricosylos pobres;pre5cntnn-

11. Op. cil., p. lIB.12. Op.ál., pp. 300-.301.

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do a los primeros como tir:mog y IJ ]05 segundos ':01110

excitando la envidia y el rencor de unos contra otros yasí en nuestra sociedad, que tanta necesidnd tiene defraternidad, todos los elementos de una guerra civ{i.• 1J

De allí la crccción por el ministro de Policía general, el 30 denoviembre de 1852, de una ~comisión de cxnmen de ¡os libros decorde]..; no alcanzaba conyigilnr a los buhoneros, f3Jt303 contro-lar, por el otorgamiento de est..ampiIJas, el contenido de las obrDSque se difundían, para ve:i!icar que no fueran conlr;:,,:j:::; ~o.¡orden, a la moral y a la religión". A]10ra bien, es a Charles Nis3rd,secretario de esta comisión, como recordéuDOS más .:Juib2, a qujQndebemos la primera Hisloire des liures populaires el de la littÚa..ture de colportagc.l' En el prefacio de su primera edición, el autorconfiesa sus intenciones con una inoccncia que conmueve:

Estimé que si, en e] interés de personas fáciles de seducir, como son. los obreros y los habitantes de Jos campos, la Comisión no ddJla'dejar ue prohibir el cordel en I::tstres cuartas partes de sus lj!.no$,esta prohibición nosecxtcndía a 1:1spersonns n prueb" de ¡as m;¡J:¡~Jecturas, es decir a ¡es eruditos, ¡os bibJiófilos los coleccionistas yaun a los simples curiosos de la literatura ~xcéntric.;1. Por f~s'tarazón, creí h¡¡cer una cosa que seria agrndable a unos y ti otros alreunir todos estos libros bajo un 6010 punto de "ista, y salvarlos en

. masa de! naufragio en que iuan a perecer aislados.,j

A.sí pues, el pueblo es unni/io, al cual conviene mantener en supureza original, preservándolo de los malas lecturas. Pero losaficionados esclarecidos puedcn preservar, en el estante eJe ~cu.riosos» de sus bibliotecas 109 colecciones de los folkJoristas como:lntes los aristócratas hacían rcJeer los almanaques 11 S,JS sirvien-tes. E.l interés del coleccionista es correlativo de una represión queexorClsa el peligTo revolucionario que en las jornadas de junio de1848 había mostrado que estaba siempre próximo y latente.

13. Circular del 4 de enero d!!1851, Archivosnacionales F (18) 555.14. 1" edici6n, ]854, 2" edición, ]864, recdicjón, Maisonneu\'c ct Lnrose

196B..15. Charles Nisnrd, op. cil., edici6nde 1854, p. IV.

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La bcllc époqllC dcl folklore(la Tcrcera Hcpública)

Veinticinco años más tllrde,la primern oleada folklórica es con· r;:temporánea de los comienzos de la Tercera República. Se nutrióen un mundo rural qua las vías férreas, el servicio militar (menostodavía los medios de comunicación masiva), aÚn no habíanpuesto en contacto con la ciudnd: un munno que se dislocará~ápidamente después de la Primera Guerra Mundial. La preocu-pación folklórica, sin embargo, no está exenta de dobJes pensa~mientas: quiere situar, integrar, garantizar. Su interés es cop1o lacontracara de la censura: una integración razo:1:Jda. La cultur:lpopular se define así como un patrimonio, ~egún una oob].e gril!ahistórica (la interpolación Cf:: temas garant1za una comumdad dehisloria) y geográfica (su ge¡:cralización en el espaci.o ~testi~ua lacohesión de)a misma). La genealogía y el comparatJvJsmo VJenenasí a reforzar la existencia de una unidv,d del repertorio francés cnel cual se expresa una mer..talickd francesa. Así empa~ado, el

. dominio popular deja de ser el munuo inquietante que NJsard seesforzllbaen exorcizar}' recluir menos de un CU2rto de siglo antes.El folklore asegura la asimilacióncullural de un m.useo de aHí c!,más t.ranquilizador: "La audición de nuestras cancJOnes campCSJ-Das ya no se hará sin provecho para los músicos y los poetas. Sedarán cuenta mejor, escuchándolas, de que el secreto de c?nmovery de encantar no consiste: en 111 búsqueda de sono~ldad?s yvocablos bizarros sino en lajusLeza del acento y en la smcendad "

.~~,de la inspiración: ..". proclama la misma revista que niega todo·~ - interés 11 la etnografía co16nialy, 11 fin de cuentas, proclama, ",ante

todo, quedémonos en Franc.ia.»16 ...Este interés es, por olra parte, ambiguo en otro senbdo. Las

connotaciones del término popular que se encuentran en lasrevistas de la éDoca son esclarecedoras: lo popular esto. 3sociadoaquí a lo nalur;l, a 19verdadero, a lo ingenuo, a los espontáneo,a la infancia. A menudo, el celo folklórico se desdobla en preocu-paciones federalistas en las que el sentido polí.tico es e.vide~te. Noes por ázar que, de allí en más, popplar sea.s1empr<: ld.ent\ficadocon campesino. La cultura dl~ las elites, las el1tes en SI mIsmas, sonamenazadas desde otro frente: las clases trabajadoras Y peJigro-,sas de las ciudades, ante todo París, se muestran desde ahoracomo una amenaza presenfe de otro :nodo. G. Paris no trató de

16. La TraditioT1 '/lalionalc, oe: ubre 189G, pp. 4·5.

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ocultarlo cunndo, en un un discurso solemne en b Sorbor.:l.definió al arte popular: "Todo lo que se produce o se conserV¿J enel pueblo, lejos de 13 influencia de los centros urbanos.·I; L"reivindicación de una restauración de 13vida provinciana, sancio·nada por un medievalismo de buena lcy, la exigencia de Hila

renovación socinl que debía reencontrar al campesino en el obreroy conocer las virtudes primitivas de lnlierrn.,15la voluntad eJe IIn

regreso a lns fUent~ estéticas contra "el refinamienlo confuso yel malentendido intelectual»: sun éstos ¡os temas Que anuncian J:¡TIevolución nacional - Vichy, esa otra ednd de oro' de la tradicióny del folklorismo- y que, en lo i.nmedinto, mnnifiest.nn la exislp.n·cia de un populismo de los poderosos, surgido a 1:1búsqucda de \11);}

nueva alianza. Se encuentra un ec'o en este vuelo curiosamenteactual y, sin emb~rgo, enternmente teñido de Déroulcde:

Sí, vnmos '3 los obreros y 3. los C3!11p~sinos; mejor, si los podemo~co;wertir en c3mpcsinos, ooreros, nosotros mismos, me~ciémfJnosen sus fiestas, hagamos renacerloquc la i:1toJcrancia oei olvido h;¡nmatado, creémoslos nuevament~. le. '

L3 Francia qurguesa ¿una inmensa kermesse? Un ben~riciojamás se pierde. "

Espontáneo, inocente, el pueblo es el ~iño una vez más. Ya noese niño vagamente amenazantey.;.b::ut<il que se ha queridomutiJar: el hijo pródigo viene de lejos y:'se nacrna con losatmdivosdel exotismo. De su distancia también:1'ara G. Vi::;¡ire,' ~l;¡trndición, un mundo de sensaciones inéditas ••debe ensc:ñ3rnossobre ~el alma tan oscura, tan dificil de penetrar del camp1s¡I10~.~El pueblo es un Japón: es necesario devolverle el gnstp por elcanto; es un río, es ncccsnr10 calmar sus alteraciones.~¡ ¡Es, porcierto, una mujer que es necesario rcveJar a sí misma: ,¡

, " , I

En suma, toda cre~ci6n del ~spjritu humano debe, par:¡ p1crfcccio.narse, recorrertrcs estadios: en principio, concepción cua~i.cspon-t:'1nea de un ideal en el im:Jg1nario popular, es decir, Tr:tdición eJnconciencia; Juego, organización rezonnda de este io",,; eh J;¡obr:¡de un genio, es decir, Conciencia y Arte; por úJtimo, enci1n1:¡ciónde·

17. Discurso dcl24 de marzo de 1895, en Le. Trnd/tion en PoilOIl el ('I1(1/'CIII,'

Pnris, 1896, p. VI. ' •18. ¡bid., p. XIV (discurso de G. DoucJier).19. ¡bid., p. XVIII.

. 20. G. Vícairc, -Nos ideécs sur le lradidionisme., en ¡¡Cl'Ur:: drs IradililJlI!'populaircs, 1886, n"7, p.189 .. '

21. ¡bid., pp. 190-191.

Page 7: De Certeau-la Belleza Del Muerto

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este idea! en la realidad es decir, Progreso Social... En un granhombre b:1y siempre, y debe haberlo, un incunsciente nervioso ysentimental como ~na mujer· pero }¡;¡y tamhién, y debe haberlosielnpre. otro elemento, una ciarividcntc y dominante virilidad ...:2

'Elogio de vuelo dialéctico? En todo caso, revela apenas a untr:vesii de una violencia antigua que oscila ::Ibora entre el voyeu-ri:;me y la ped:lgogfa_ En este terreno, todo es po:;ib!e. Ellib:ra-li.5mo, un poco despre:iativo, de algunos grupos senala preclso-mente que ·el espíritu nuevo no desprecin a nadie: en la natura-leza en la humanidad, nada le es indiferente ....ZI El pueblo es, ensurn'a: el buen snlveje: en la reafirmación cultural pue?e aconte-cede 1:1 reserva o el museo. La perspectiva de los eruditos puedequererse neutra y, P?r qu.é no, simp{¡tic~. Es la más s~crelaviolenci:l del primer folklonsmo lo que debió cnmuf1ar Sll vIOlen-cia. La misma-que nO$ conduce al presente.

El mi~o del origen perdido

¿Q.uées lopDp~lar?En:St.i eSludiosobre «popul~ry pueblo ••, !\'rarc:lh-hlgct babla de la «imposibíJidad de definir- y de «aporías lóg¡-cas-. Suma y multiplica los crit~rios que su crítica remite a otros,indefinidamente, hasta el vértigo.2~ ¿Es la historia más nfortuna-aneuando se pone a indagar la literatura popular bajó el Anti~oHcgimen?Es posiblediIdarde eHo, pese a los esfuerzo¿ de estudIOsnot:lbles como los Robert Mandrou, Genevieve BoJ)eme, MareSenano, ctc.::S En este flujo de libros eruditos, 14 literaturapopular no siempre di_:::esu nombre .. _. l.

Comoolros más Que otros, M. Sonano dlstmgue en la hteratu-, - 1ra asIUamada popular,los •.escritos al uso del pueblo.iy las ••obrasnuiénticamente popula.res ••.Sin embargo, los mismos, textos -los

,..22. Lo Trnr!iijon_. 1887, t. 1, pp. 3·4 ..23. lbici., p. 8. / .' •24.. En Jca:1 Ppi••icr led.), Ethnologie 8énérale, Encj'clopédie de 1n P1éiade,

19GB, pp. 1219-13D4.25. Hobcrt Mandrou,De la culture populaire en Fra 11ceaux xvrf et XVI/f ,¡tele:>.

La Rib!W1hf1Juebleuede TrO)'es,Siock, 1954; Geneviévc Bollemc, ·Littéralure el]iL1t!r.1tun:dcco1portageauxvlII sieclc> cnLivre el Socil!lé dans la France dU:>.YUfsii:rle, MDUloa, 1965, pp. 61-92; G. Holleme, LesAlmanachs populaires auxXVufsied=. Essoi d'hisloire so::iale, Moulon, 1969; Marc Soriano, Les Con/es del'crn:¡ull. ~!~un:_=vanle d lrac!itions populaires, Gallimard, 1968, etcéLera.

55

cuentos escritos por 105 Pcrr:mlt, scguramente, y también ¡osalmanaques (G. Bolleme lo ha demosirado)- tienen por...culorcs fl

profesionales.2G Revela entonces la mentalidad de !os"liieraios.Pero estos especialistas, ~stos letrados ¿no se habrían ildaptado

. ellos mismos a los gustos de su público'? Dicho de otro modo:¿habrá que buscar lo "popular. del lado de los leclores? Es pocoprobable, pese ala difusión de los almanaques durante el Anti~uoRégimen (72.000 del de Colombat, de 150.000 a 200.000 de losotros). En una Francia todavía analfabeta en un 60 por cientoh:Jcia 1780 (80 por ciento en 1685),105 :1Jmanaques se encuentrana menudo en ¡as bibliotec'as de las cJases medias -Roger Chartier10 ha notaclo,Z7y muchos archivos lo cunfirman. Estos libritos delsiglo >""111 parecen haber ocupado la misma posición nue nueslralitemtura de bolsillo: se dirigía a más lectores pero, al parecer, sinpasar la frontera de las cJases acomodadas y medias.:!

¿Dónde ubicar entonces 10 «aulénlieamente popular •.? Unos Job.uscarán en el tesoro ocu1to de una tradición oral, fuente "primi-tIva ••y "natural- que desemboca en la literatura escrita. Olrospostularán una unidad de la cultun:, pero extendida. a Jo largo ne ..•un movimiento que hará de la literatura de elite la anunciauorade ias evoluciones globales. Hay'pues muchos sistemas de e~:pli-cación. :

Para G. Bolieme, lalireratura de elite 'del A.ntigl1ORégimen 'se~egra9ó en una cultura "'popuJar» elabornda por literatos especia-

. }¡st:lS, pero que tiene en sí la función trnnsitorin de hL!cer brotar enel pueblo una necesidad de saber y de bienestar. Una vez cumplido

. ese papel, al fin del siglo >""V!I1, el almanaque ya no tuvo ,azón de

.ser: devbo "desusado, perimido", pues el pueblo se pone a hablarahora de la fiJo$ofía única «conjugnción de buen vivir de cicncinde indagación y de gusto por)a verdnd, de deseo de bi~nestar y d~esfuerzo hacia la virtud».::9 Pero, para G. BolJeme, todo estofunciona porque c.=iste, en el pueblo, un "gusto-, el de saber, o el de«ser instruido_:W que los almanaques hicieron brotar eJe su somno-liencia. Este «gusto-, equivalente a una •.necesidad •. o a unanaturaleza profunda, fue puesto a la luz Dar 111 excitación de losnlmanaques que, desde un principio, presentaron al puebJo cornoel lugardondehabita un Dios pobre en el cual la sabiduria jnterio:-

26. cr. por ejemplo G. I3olJeme, cLitlér;ture populnire-, pp. 66-67.27. R. Chartier, en RCL'ue his/ariquc, 495 (1970), p. 193.197.28. cr. por ejemplo ,!ean·Paul Scrtre, .Poinls ue \'Uf'; cultura de poche el

culLure di! mn55C-, en Lcs Temps modernes, n>208, m/lya eJe WG5.29. G. Do]Jcme, Les AlmclI(;chs/mpu/aires, pp.' J23. ¡2.1.30. G. Dullimre; en Liure el Sacié/¿, pp. 75 Y 89 ..

57

Page 8: De Certeau-la Belleza Del Muerto

se trans~ormaba n sí misma, Pero, finalmente, ¿no se debe concluirque el DIOsoculto no es otra cosa que est.e ~gusto» y esta ••necesidad"so) que las trompet.ns de los 1itcratos hicieron sa1ir de su noche? '

En M. Soriano el esquema parece inverso. Pira él, esta 1it~m.tU:-1l popular es. en :í misma ••muy anti[;lla~, arraigada en losongenes de la. hlslorla y tr~nsmitidll por una tradición oral queemerge en la hteratura clásica. Se transparentó poco a poco en laobra ~e los let:ados',incluso.en la de aquellos que, como Permult, -cllrecum de «slmpatJas partlculares por las masas tmbajadorns"y.creían solamente servjrsede ellas, Contrariamente a la hjp6le~SISde G. Bolleme, M. Sorian'o ve al movimiento remontarse desdelas profundidades de la lr •.idici6n hasta la obras clásicas, y nodescender desde una jitcnt.urn de elite para dar lugar a unavulgarización simuladora ..... ,

Este proceso de ascens.o sacó sus fuerzas de .•necesidadesfundamentales •• y de «aspiraciones profundas», La expresión~opula.r es la que. se manifiesta en primer lugar.J1 La historia!¡ternr:!!. encuentrn?Cluí su ',:odgen ••natural. En la perspectiva deM. Sona~o, este uongen ••no es tot:llmcnte invisible ni reducido aJa evocaciÓn de las aspiraciones populares. Tiene, más cerca de sí

. que las obras de los letrados, UDa expresión "auténtica~ en cJ nrtepopular. La cuestión 'del origen pasa pues por unn búsqueda detextos "primitivos ••, Un método textual, por otra parte muynot?ble, debe d.arpor sentado entonces que estos textos primitivosestán caractenzados por un ••estilo sobrio, vigoroso y eficaz". Deesta suerte, se hace posiblejerarquizar las versiones de un mismocuento y señalar ••10 autént"kamentc popular» en In literatura debs clites. La «sobriedad ••, lil versjóñ cort<1, el vigor: Lodos estosrasgos, provistos por una genialidad fundamental, permi tcn decirdónde se encuentra lo ••primitivo». '

Por cierto, esta construcción reposa enteramente en lo quepretende probar. Supone qu"e la popularidad es el comienzo de lalit.e.rlltura, y la ~nfancia de la cultura; que la pureza de un origensocIa] está arraIgada en la historia; que una genialidad primitivaestá siempre comprometida por la literatura, y siempre la preser·,va y la rce_n~ue_ntra; finalmepte, que la/tradición popular articu]alas profundld~des de la naturaleza (las «aspiraciones profundas,,)y Jas perfeccIones del arte (sobriedad, vivacidad, eficaci a delrelato). Con un poco de psicoanálisis se explicará fácilmente lain~ibición de este origen y d retorno del.rechazo en el lenguajemIsmo de Ja represión. ~

31. M:lrc Soriano, ¡,es: Contes cÍ-!Perral/lt, pp. 48!J.

58 ¿a

Lo que sorprende de estos ználisis no es, comodeda M. J\bget. bs~aporia$JO queresult:ln dela forma enqueseplant.ea el probl<::ma.sinoel alc.:lnce mismo del problema: encontrar los orígenes perdidof;.Cualquicra sen su tratamiento cient.ifico, esta fascin¡¡ción of'1 objetoperdido adquiere Jos métodos en el vértigo de su c0l1tn-tdicci6ninterna. Es 10 que l~s preocupa en su imposibilidad,

Antes que criticar el aporte, considernble como se sabe, de losestudios señnlndos, nuestro examen advierte la presió:l t::1siobsesiva que ejerce sobre ellos esta cuestión de los origene¡;, Est:lcuestión va de suyo en el coneeptD mismo de ••cultura popHbr ..,

¿De dónde procede esta sombra?,¿Cómo se constituye ('~t:lforma que no aparece él los investigadores más que como e\';1I1(,~'cente e inasible? En su beJ1a y sabia •.Introducción a la ci"1nciónpopular francesa", se ha visto, Henri Marrou ya decía que. enúltima instancia ••la canción folkJórica toma sus característicasdist.intivas del haJo popuJar que la recubre :l nuestros ojO$",;I~ Deeste fantasma que designa el origen ocultándolo, de csí/; ·hnJo·que muestra •.recubriendo", ¿cuál es el sentido?

Una hipótesis se impone, aun cuando no dé cuenta de todo.Estos estudios sobre la cultura popubr se dan por objeto Sil propioorigen. Persiguen en la superficie de 105 textos, delante (k::;í, 10que en realidad es 'su condición de posibilidad: la eliminaciónde una amenaza popuJar. No es sino 5~primiendo este objeto deinterés que toma la figura de un origen perdido: la ficción de unarealidad que debe encontrarse guarda el trazo de la acción poJflic:¡ Ique la organizó. La liternturfl científica hace funcionar CDmO 'una!representación mítica el gesto que está en su nacimiento, Enton-Ices, no seria capaz de introducir en su discurso, como un objeto dun resultado de procedimientos rigurosos, el acto inici[lj quc h.:\;constituido una curiosidad suprirruendo una realidi1d, Y, sin:ninguna duda, no resolverá sus contradicciones internas en ianLo¡!este gesto no sea ••olvidado ••o negado ..

Lecturas ilustr3dns do temns populares

Se encuentra, en el nivel del ,m'á1isis y de la intcrpret.ación de ]0$

temas, la ambiguedad deJ objeto cultura popular que Y:J dej:'surgir las formulaciones contrarias, y sin embargo so)idari;-¡::,

32. Hcnri Davcnson,l.é Uvrc Ilr$ chrlllsons. p, 21.-

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Page 9: De Certeau-la Belleza Del Muerto

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respecto dcl problema del origen. El pfimer mom'eólo es el delinvenLnrio.Es úi.ily necesario, lo que no quiere decir que ulcance.G. Bollmne y R.M~drouhnn constituido repertorios, por otraparte abiertos, de temns esenciales que se encuentran en losalrnanaques oeri lo libritos de la BiblioLheC}lIe bleue: "Explorar losLemas mayores, ]aS.~senci8s y las ausencias en el interior delrepertorio dcla Bibliofheque bleue es llegar a abarcar, en buenamedida. los temaS mismos de la cultura popular francesa bajo elAntiguo Régimcn ..••~ Muy bien. Pero he aquí que estos temas sedan a si mismos cornO"pertinentes, y que las -unidades significn-tivás- así inventáriJdiS 10son realmente. Aquí se encuentra unavez más el problema~~tante y clásico que plantea a los história-dores, como a otros'plVestigadorcs de las ciencias humanas, lamodestiaagresivadttJosfolkloristas-de la clasificación de Aarne-ThÓinpson alManual ¿e Van Gennep: sólidamente retraidos a un

. positiviSmo proclampiD, én el rech:izo de toda interpretación ocónclusión, ¿estos irtventarios no son unaúhima estratagema,una especie de deSqui~ de la interpretación? Se sabe hoy queninguno está libre d~las opiniones de su autor. "

Nace de allí un dob.Jcinterrogante: ¿desde dónde hablan loshistoriadores de]a culfura popular? ¿Y qué objeto constituyen en

"consecuencia? No,es indiferente destacar que todas las nocionesQue ban servidD Fa constituir su grma de inventario están~m8das de las .categorías del saber (en G. Bolleme) o, másgenéricamente,dela'cultura ilustrada, a la que R. Manq.rou quisorestituir UD doble pOpular,3t"un nivel cultural desconocido, olvi-d:uJo-: 10 fantástico, lomara'uilloso, 10pagano, los"conocimientoscientíficos u ocUltos, definen menos el cont.enido de u,na cultura"populnr que la perspectiva desde In cual parte el historiador. "Lainflexión hacia 10 reihhacia 10actual, hacia lo humano" q~e G.

, BolJeme lee en los almanaques del siglo XVII! ¿cuán real es, paracuál historiador ya qué tipo de hombre se refiere? El rechazo dela duración en la que se ve, por otra parte, la característica de estetrasfondo cultur.al35¿no es ante todo el reconocimiento, por partede la cultura ilustrada de nuestro tiempo, de su temporalidádeSencia] }',al fin de cu~ntas, la confesión de una sorpresa frentea su otro? La incertidumbre reconocida sobre las fronteras deldominiopopular,sobre"su homogenéidad ante la unidad profunda..

. "í"33. R. lfBndrou, op. cit.,'p. 21.34. 1.:1:1ÍiTlD8óón implici~ de una siroe.tria parece en sí misma muy

1"C\--cI:ldorade la c:ullura ilusLrada, quo quiere hacer olvidur y sin dudo olvidasu rel:Jtión represiva respecto de la culLura popul::lr.. 35: C. 8oUemc, en LifITC.et S~iélé, 1965.

60

y siempre vigorosa" de la cultura de elite, podría muy bien signi-ficarque el dominio popular no existe nada más que porque somosincapaces de hablar sin hacer que siga existiendo. R. Mandrouescribe que las "incoherencias forman parte de esta visión delmundo que la Bibliotheque bleue expandió a 10 largo de eJossiglos_.36Son, paradójicamente,los mismostérn1inos de los censo-res. Estas incoherencias son, si~ embargo, la conlrncara denueslra impotencia para encontrar ln coherencia de u"nntolalidadcultural: he aquí n nuestros primitivos. De aquí resulta, yeso esmás grave, unn descalificación del objeto así clasificado, re-situado y, de aquí en más, pacificado.

Lo popular en 1:1historia social

Pero hay m¿s. Los problemas de inventario remiten más profun.damente a los de la interpretación de los temas y, más que n3d3,a .105 planteados por el status mismo de la interpretnción. ¿QuédIcen los textos puestos al dfa. qué pueden decir? 1.:1 temática dela cultura popular se presenta en nuestras obras como]a manifes-tación de otra cosa que soportarin lo popular. Nada es másesclarecedor,. desde esta perspectiva, que el capítulo sumarioconsagrado por M. Soriano a las masas campesinas y al folklorea finales del siglo )'·VTI;37 cuestiona, haciendo más groseros 105problemas, la existencia misma de una historia social de lacultura: una evocación rápida del "'sombrio siglo XVII", algunagcneraJidades sobre las tensiones sociales en el call1pesinndofrancés (las revueltas) y sobre 1as derivaciones ideológicas su-puestas Oa brujeria), las alusiones al mundo de la creencia y de lasuperstición tomadas de 3utores recientes terminan por servir de

" garantía histórica. o.1a investigación .••Es -dice Soriano- en estecontexto donde es necesario situar el folklore, es decir, e1conjuntode manifestaciones artísticas de estos campesinos: danzas, cere-monias, canciones y, naturalmente, cuentos.,,38Además de que Inidentidad entre 10 "artístico» y lo "'popular- no se anaJiza, se

. 36. R. M~ndrou, op. dt., p.150. Diferencia sin embnrgo fundarmml..al: Ja .•JJ~coheren~¡¡l» de Ja cU::llhabbm esLas censuras comporLa un juicio moral y se?ne~

bta

lh::lcla un dc:sorden mental; en R..:...11androu,designa -Jo que escllpo., Jo

ma!'1 e.37. M. Soriano, op."cit., 2" parte, cap. 1, pp. 88·98 .38. Ibid., p. 95.. ' "

61

Page 10: De Certeau-la Belleza Del Muerto

aprecia nquf que la cultura popular no se define sino de maneralnuiológiC3: es •.popul:!r •. lo que ref1eja inmediatamente la situa-ción histórica del pueblo bajo ·el Antiguo Régimen. El trabajoconsiste ahora en trner a In historia cultural los mismos tem:1S dela historin socia1. Se cr.tra en un sistema sin fin de glosas yde referencias. La inventiva se cierra en el reconocimie ••to y elcorpus se convierte en U:1 repertorio de citns. Ni el folklore ni ]ahistoria parecen tenerse en cuenta.

¿Cómo funcionn la exp::-esión cultural en relación n su inserciónsocial? ¿Ser¡'¡ verdad que.)o que denominamos cultura popuJar hapenetrado todos los aspectos de la vida campesi ••a del siglo XVII yha organizado sus sueños y sus mitos?:19 Para. respo ••der a unapregunta de E. Le Roy Ladurie, Soriano querría poder restituir]agrilla segú!l ]a cual Perrault hahría procedido con su repertorjofolklórico; se trata, en efecto de una de las claves de sus Con.les... <o¿Cómo puede entonces suponer. que el problema se resuelve por

.. contarsóJocon el reperto;;o? Nosorprende que los temas, es decir,10 propiamente popu.1ar :Je los mismos, osciJen entre 1:1 descrip-ción social positivista (••el contenido soci:;¡l de Jos cuentos •.) y ]anJusión a 10 incomprcnsib1c de un dominio falsamente evidente.Dernanera muysintomática, Soriano se desvja del problema de la

. coherencia y del funcionamiento de, 1a cultura popular hacia. la búsqueda gcnea16gica·del texto primitivo. La cultura popular

es mantenida aquí como supuesto n 10 largo de Ja marcha queprocura observar. Pero resulta ser'siempre otra cosa; yal finaJ noes nada.

Algunas notas, aquí y aJJá, dan sin embargo Jn idea de aJgo quepodría ser una análisis .temático. }'rabajando sobre un corpusb:!stante cercano, R. Mandrou y G. 13olJeme, historiadores másatentos, notan que, en la representaci6n rigida e impuesta desde!o alto que brindan de la sociedad, libros y almanaques dejan

. aparecer una rendija: la función de] pastor, marginal so~ial ~~ruT'ofe,sión, sujeto y objeto de una naturnleza en la cual la slmphcl-dnd se regula sobre la evidencia evangélica, donde la inocenc;3., ala vez que garantiza la fiesta; conlleva la violencia, podria revelarmuy bien, jncidentalmen~, la mirada lanzada por el otro sobre una''sociedad que se construyeisobrc el silencio y Ja exclusión del otro.

39. CC. Ins notas de Nico)e Dr.lmont, -Les Croynnccs populaires commc réciL~mytho)ogiqucs-, en L'Hommc,abril.junio de 1~70, p. 9-1-108.

40. M. Soriano .Tllblc rond!: sur ¡es contes de PeITnult. en Annolcs ESe,m¡wo-junio de 1970, p. 65. Sr.rín, en el oriéen, un ¡¡bordaje esencinl de I:!srelácirmcs hislóricas entre una eulturn ilustrada y Jns l.odieionc5 IX'Pul¡¡rcs.Cl. t.,mbién Annclcs ESe, ]9E9, pp. 9<19·975.

62 2.2..

Además, G. Dollemc not..1 que ••el catolicismo es las pobresgentes •.y que el Dios de los almanaques es el.Dios de 101; pobres ..;tema evangéJico, lugar común de rico p:!s~do y de porvenir m:i¡;ric~ todavía, sin duda; podría ser tentador ver aqui ¡¡ un grupcisocial ocupado en hacer entender su verdad (es decir, <1 situar,!;!:' enla verdad desde el principio) a través de su participación alegóricaen 101; sufrimientos del Evangelio. Tan <!.síes que l<lautor¡¡ nota ¡;¡

importancia ap¡¡rentemente paradójica de un hmgunje reljgjo~o(por otra parte sccularizatlo) en los almnÚaques del sjglox\'lI. ~I Sepodria ver aquf tanto cl índice de una religiosidad poplllnr enexpansión corno el reflujo de 1:1 cultllr:: popular hncia el únicr)lenguaje que todnvía le permitfa c:,presarse Írente al tri unfo tiC laraz6n que quiere negada. EJ lenguaje de ]a religión podría serentonces el último recurso de una cultura que ya no puedeexpresarse y que debe callarse o mascuJlnr para poder h¡¡cerfrente a un orden social diferente. Se encuentra aquí la raíz .misma de nuestro probJcma: la cultllra popular no se preocupamás que por el modo de desaparecer, porque nuestro saber nosimpone, querámoslo o no, no poder entenderlo o no saber decido)'3 de otro modo.

Finalmente, y más allá de los métodos y de los contenidos, m¿sallá de loque se dice, una oh:-a sejuzga porloque cal1a. Ahora bien,es necesario constatarJo, los' estudios científicos -y sin dudatambién las obras que privilcgian- comportan extraiios y vastospiéla¡;os de silencio. Estos vacíos diseñan en negativo la sj]uetn dc'problemáticas instaladas negro sobre blanco en los libros eruditos.

Una geografía de 10 eUminndo

Para prq,curar un esbozo de esta geografía, tres regiones parece.nausentes de estos estudios, cualquiera sea la diferencia de sustítulos: el niño, la sexualidad, la violencia.

1. El niño

¿Ausencja del niño? Parece paradójico decirlo mientms estos tra-bajos tienen por lcitnw"tiu ]a asociación entre eJ njño y el ¡juchlo.

41. G. Bollcmc, en Liurc ct Sacié/é, p. 79.

..

I·1

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IIIII

I

Pdr olra patL~, 't>~L1n a t11cnudo de la litl!trllura infantil n laliteratura popular. Literatura para niños, literatura provenientede la infancia y de los origenes del hombre, literatura pedagógica:todos ellos, temas que favorecen la asimilación entre el pueblo yel niño y explican su sentido. Pero es todo esto 10 quc hace m:1Ssintomático lo que se dic/! del niño, figura que sirve de alegoría a10 que se piensa del pueblo.

M. Soriano ha demostrado magistralmente que la figura de]padre es una de las claves de la obra de Perrnult. Sin duda, esnecesnrio hecer de esta tesis una hipótesis mucho más general yextenderla a un.número muy grande de cuentos y leyendas. Pero¿es seguro, comocree M.Soriano, que falta inlerpretar este hechocomoel indicio de una .muerte~ o desaparición del padre? Ve laprueba de ello en el hecho d~ que nace una generación privada depadres y sin .m~yores-, librada de allí en más a su propia suerte,educada solamente por los libros que le son propios. La. literaturainfanti1sería una forma de sustitución de la presencia de los padres .

Muchos signo~ llevan a pensar lo contrano. Desde un principio,hay muy pocosniños en la literatura relevada. Los adultos se dan,ante todo, en el4spejo de los relatos supuestamente destinados alos niños, una in'aagen de sí mismos tal como la sueñan. Se ofrecena si mismos su propia leyenda parla mediación de los adultospresentados a los niños. Sin duda, es necesario preguntarse

. también si no oéurría lo mismo para los miembros de las clasesmedias que sc r~presentaban y se idealizaban en la imagen quepretendían :ofrecer de sí mismos al .buen pueblo». Sorprendenamenos, enesle :caso, 'que los nobles y los burgueses se hayanaficionado tnnto'a leer esta literatura, que constituyeran la partemás importantc' de su clientela. El adullo se comportaría de lamisma manera cuando 'Ildqui~re ••para el placer de sus niños ••cuenles concebidos para su propio placer. Una autosatisfacciónque eS,al mism~ tiempo, una tautología de adultos, que haría delos niños su pretexto, su medio y su garantía.

Pero más aun: el niño, cuando aparece, tiene precisamente elsabery las virtudes de 105 adultos. El.pequeño brujo ••, el "pequeñomago", etc.U O ••el niño sabio .de tres años ••(3 que sabe tanto cemo105 grandes y m4s aún. ¿Es acaso contestatario? No, repite a sus •predecesores, incluso va más' allá. Confirma que no hay dossabidurías,ni dps morales, sino que la de los padres seguirásiendo la de lo:; niños, en el futuro y siempre. El trasfondo

.: 42. Nisard, edici6J\ de 1864, lo 1, p. 184.. 43.1bid~ LII, p~ '15. - -, --,

(i4

. "natutaf. :ért 'ti1~"i1fñ'¡)sencuentra el discurso de los pl1cJrcs y ]0nprueba mucho más de 10 que lo amenaza. La espontaneidadinfantiJ, SUpuf!$tnmente, escnpa a los.adultos, pero estn diferenciaes una garantía que les nsegurn mejor su sDber.

De este modo¡ los nutores de la litemturn iní;¡ntil-lo$ ••padres •.de estos libritos .••al referirse a una "naturaleza. infantil, confir-man así sus cQnCl!pcionesYsus aspiraciones, las cuales es mejorque pasen por dtros para ser mejor reconocidas, Los niños,entonces, ya. no tendrian ~mlÍs padres •.y ya no se encontrarinnotra vez ante la violencia del padre por la sencilla razón de que hansido hechos a imagen y semejanza de In literatura qUe hnbJn ueellos. A partir de nlH, se hl.lbla de un poder cn elJo:;, a través deellos, sin que se 10 confiese como t.:11.Pronto, sin embnrgo, cuarrdola «nueva pedagogín ••pretenda conocer, como un objeto, la ••natu-raleza ••del niño, adelantará los •.inst.intos••olas "necesidades- quequerrá desnrrol1e.r.~(

••Los niños, escribe M. Maget, son dcpositnrios de una culturaque se transmite nI margen de la cultura Lldulta, de la que puederepresentar una forma alterada ••.•sAquí SO!1 los infantes los que;:emodelan los estudios elnoJógicos. ~u cultura se presenta enton-ces como alterada porque se presenta distinta de lade los adultos,En otras palabras, ha sido necesario ••alte:-nrla •• para poderajustarla n l~ imaginación de los ndultos y colocarJa bajo el signode .civi1izados ••(6 o de ••espejos de ]as virtudes~; se han borradopara eso dos aspectos fundamentales: la sexualidad y Javiolencia.

· 2. La sexualidad"· .

¿No se ha hecho suficiente con el pueblo para conformarlo a laimagen de si mismo que el exotismo etnográfico o ••populista»,

· como todo exotismo, tiene por objeto proveer <lladulto, al hombreo al burgués? No hay nada tan bello ••como la grosería y la Tud<l

· honestidad del artesano» escribe el periódico Le Frcn9ais enagosto de 1868 a propósito de un librito: La Malice dc.::;grandesfiLles. También "desgracia que turba la limpidez de sus ojos-oLaComisión de censura será ••el angel guardián •• que protege alinocente pueblo contra ••las fotografias impums •..

Nisllrd, olra vez como San Juan BOC3 de oro de esta cicnci:J.,se

41. Cf. CI:usde Rabant, .L'iIJusion pédn¡;o¡:ique-, en L'lncon.~cie¡¡l. n·,S. pp,89-118 .

015. M. M4R~t en Jenn Poiricr (edJ. EIl:r.o!ogic 8énéra/c, p. 1283 .46. Nisard, op. cil:, t; 11; PP:,381 ss, .

65

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expresa cxtensame:1te sobre este tema. Así, a prop6sito de losconocimientos sexuales de los niños, se extasía con ¡as «neceda-des ••que encuentra en el'Catéc:hismc dcs amants, par dema.ndeset répons!!s, ou sont cnseignés les principalcs maxime:; de l'amour elle deuoirde u.nuéritable amant (TOUIS, 1838) cuando dice: ••la. edaden la cual se puede comenzar!:!. hacer el amor, que es a los cntorceaños para los muchachos y de doce para las muchachaS»,~7 No sabíadcmnsia.do sobre las costumbres infantiles y campesinas .

Pero el adulto tiene la necesidad de ••la inocencia- que otorga alos niños {y que han desmitificado, por ejemplo, ]os trabajos deGaignebet sobre los ~stribj]]os de.losjuegos infantiJes).<.S Niega ]0que se opone Ii su ilusión. RCflejo característico del cual seránecesario ana)jzar n:ñ.s extensamente zu papel en la elinúnaciónde la seA1.lalidnd y de'la violencia. Contentémonos con señalar Uinsólo esta dos regionés en blanco., De hecho, en los estudios citados, impresiona el silencio que se

extiende respecto de la sexualidad. M. Soriano nos relata ia" extraña lllstoria QU~ sucedió en el cuentO de La. bella. dllrmúmlc

del Bosque: en él, "el hombre casado que era su amante es. sustituido por un prS;ncipe adolescente, y no es sino inconscierJte,en el medio de un sueño mágico, que hacen el amor y que eHa dan luz.'9 ' ' .. , , ....

¿Puede·varse en 'esta historia la alegoría de lo que pasa conciertos estudios ~n¡>agrados a la cultura,popular? Los conoci-mientos o las relaciones amorosas caen dentro .dei campo del

I sueño mágico; Entra'n en el inconsciente de la Literatura ilustra-Ida. De Nisard a G.I?olJeme se trata casi de.la misma cuestión,, salvo por el modo de, gritar las inverosimilitudes.

'. '

3. La uiolencia,.....IDe las .•cll1SespeligroSas ••; de las reivindicacio:1es amenazantes, no'hay ninguna apmción en esta literatura. Para que ésl:..:1s sa haganpresentes, por ejemplQ, M.Soriano debe abandonar "J terreno'litera-rio y pllSar n la histonc (~obre todo en su artículo de Annales) para'analizar la]ÍL11ción y ellugarsocin1 de esta literatura. La nrricwaciónde los.textos con la h\'Stori~ política es, sin embargo, fundamental.Ella sola e:-:plicacómo se constituye una perspectiva.

47. [bid., t: 1, p. 294.48. Clnudc Gnigncbet, El Folklore obscene des en{er.:s {rantyais, Maisonnue·

ve el LaTose, 1974.49. M. Soriano, op. cil., pp. 125·130.

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Incluso sc olvida 10 que concic:-nc a las revueltas campesirl:1s.las rciyindjc.:lciones re[,riona]jstas, ]05 connictos autonomistas, 1:1violen6ia, en sume., Robert Mandrou ha subrayado cómo, en elsiglo~I, la litcrntura popular dcsl)mpei16 el papel de una wurta-da y funcion6 como un¡~ alienación del pueblo al cual ~distrBíu~ o

, «represenL"lba.T':> Lo mismo ocurre en el siglo XIX:di; !o<¡ c"!!'":')pesi.nos, los fol~loris¡¿5 bOrraIll2.s guerras: de ellas apenas queda un.•alma'oscura». Las rebdioncs provinciales no dejan por traza, enla Sociedad de ¡os "Tradicionalistas", más que •.las reservasprofundas en Jas que duermen la snngTe y las lágrimas del pueblo-(1887). Las sublenciones populares c.mergen solamente, en b:;invcstigaciones de 105 erudiLos, bajo la forma de un objet{) lastimo,so n.•.preservar»: "las tradiciones francesas abolidas o desfigura·das •. ,

¿Se puede tcr oretón? preguntaba Morvan-Lebesque. No, nosresponde la literatura científica, si no es a título de objeto",abolido.. y nostálgico. Pero la hjst.oria demuestra que la vio]cncinhasido er;·;',dicadi.! de la lit€ratura porque ésta basido antes objetode una fonna de violencia. LDs datos 50:1elocuent.es. Las .\:;:lrJas ..-de Perr:mIt (1653) siguen ala represión de las frondas poJítica$ .El interés de los informa:1tes do Grégoire por los patois 0790·1792) acompaña y ~sW:me la supresión poJítiCll. de los regionalis-mos ante el "pztriotism~. Los estuclios de Nisard sobre la ¡¡tern·tUTIlde cordci (1854) son posibles contragolpes para la derrota delos"movimientos rcpublica.lOs y sociaHstas de 1848 y la instala-

" ci6n del Imperió en 1852. Una violencia política explica la elimi-naci6n de la violencia en el estudio de los particularismos o de la-cultura •. popular. 10 que ha perm.itido ofrecer este paraísoperdido ul c.;:.mpode los letrados es, en cada ocasión, Wla victorindel poder ..

Por otra parv.?, lampo,:o se podría reprochar a esta literatura elarticularsc sobre la base de una violencia (dado que es siempreel caso), sino no haberla confesado.

50. Los pequeños Jibrng,¡¡;:de9 de TroJcs, dice, conslitu)'cD -un obst;\cuJo;:!lo lomo de conciencia de Ins condiciones sociales y poilticns g Jor. ¡;U~ les csr..,bansometidos estos sectores popula;-es- (D~ le culture pcpuiairc, p. 163):

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l'

1!i,

Ciencia y poUticn: un interrogante

-Donde q~jcra que se mire, se encuentran siempre Jos ~roblem~sque, desaeTrisles tropiq~s ¡de C. Lévi-StraussJ a JnreCIente Purxblan.che de R. Jnu1in, la etnología vuelve a encontrar en unapráctica más inmediatamente concreta y .políti~a, más fá~i~ dedescifr.ar que la de los historiadores. En 10 lnmedl!lto, se q~lIsleraant.e todo extraer la lecdón de algunos de estcs libros reCIentes,

. importantes, demasiado fácilmente y demasiado exten~amente.criticados aquL Tienen el mérito, en absolutc d~~:eclabll:, dehaberinventadoul1 tema tópico en su misma amblgucd~d. Tam-bién de basarse soi>reun enorme trabnjo de desciframiento, que

.sugiere cierto número de pistas a estudiar; la más c1~si:-n,la.másdificil a causa qui.8. de la rareza de doc~m~ntos slgm?cattvos,señalaviadeunasociologfa de la cu1tura,'desu prod)Jcclón, de sudifusión de su circclación: quizá seá,si así se lo quiere, el abordajeexterno de una cohereni:ia, necesaria y, sin embargo, jnsuñciente.L~ otra via pasa por una critica interna de la misma c?h:rcncia:ést:!. puede recuni~ a útilf75.ta'!1 dive~sos (pero ta~~l~n tan

. problemáticos) como el análisIs lingiiístico, la formahz8C16n.d7lre]alo reducido a csqúemas tipos,61el xn.élodo-textual, el análisIsde ]as representaciones conceptúales, ett. No son, sin e~baigo,mas que ab.ordajes cny~ primera función es definir ?J1alIllI'ada, ya través deella, inVentar un objeto. - - -, .PaT:1el hisloriador,-como para'el etn610go, la meta es nacer,Tuncionanm conjunrocultural, hacer aparecer las leyes, entenderlos silencios. estructurar un paisaje que no debería ser un simple_reDejo,so pena de no ser nada. Pero sería. eqwvoéa'do creer que

'estos útiles son neu'~osy su mirada inerte: nada está dado, todoest:á por hacer, e induso la violencia de la interpretación puedeaquí crcnr osuprimir. Lamás ambigua de nuestras obras,las más:ludaz, es también la-menos histórica y la que carece más segura-mented~ su objeto, desde el momento en que pretende someterloal fuegocruzado de una serie de inlerrogantes (literarios, folkJó-

-ricos, 1ingillsticos, históricos, psicoanalíticos, etc.). M,Sorianodcd:u'a -asu.-mrvoluntar.amentc la p.liq·!?ta de! eclecticismo~.62Pi:r.tJ ¿UD es un' eclecticismo de indiferelicin e ilusorio el quepre~de someter al1IÚsmoobjeto a tantos intcrrogantes, como sicada nnn de ellos constituyese, en,su especificidad, un nuevo

51. CUas Tecient.Cs lPlducciones de V. Propp.Murp}¡olocie du con/e, Le Scui!y Callilnan!. 1970_ .

52 ...Artia110 citndo~.A1:nc.lc:S ESC ..1970. pp. ,638 .

58 2.s

óbjeto en eJ cual es constitutiva la dislallcia respecto de los olrosy no Ja inmediata similit.ud? El riesg-o no es, como el autor sedefiende, utilizar4al mismo tiempo métodos reputados inconci1ia-bles.•, sino utilizarlos de la misma manera, sin extr::\Crnada de susdiferencias. En esta sentido,la enseñanza n',ns rica es todavía laarquitectura casi autobiográfica del libro en la cual se pu~deintentar leer la manera en la que la investigación •.ha dirigido» asu D.utor.~ Y es que en última instancia nos informa menos sobrela cultura popular qué sobre Jo que es, pnru un universitario

_progresista de nuestros días, hablar de Ja cultura popular. Estonos remite a una pregunta quese encuentra por todas partes, y ala cual es necesario intentar responder: ¿Desde dónde se habla,qué se puede decir? Pero también, al fin, ¿desde ¿ónde hablamosnosotros? El problema se convierte en inmediatamente politico,ya que pone en cuestión la función social -es decir, en principio

- represiva..., de la cultura letrada. ,_Va de suyo que a través de la critica de Soriano, es nuestro

propio lugar el que se nos impone definir. ¿En. dónde estamosnosotros sino en la cultura ilustrada? O, si se prefiere de estemodo¿existe la cultura popuJarmás que en el acto queJa suprime? Estáclaro, por 'otra parte" que nuestra agresividad postula, menasinmediatamente quizá pero también con más seguridad que elprogresis':D0 confiado de nuestros autores, un tipo de relaciónpolítica y social en la cual la relación de la cultUl'a popular con lacultura ilustrada podría no ser una simple jernrquización, sino

·-una sperte de d~moC!acia cultural en el cual la 'Utopin no es másque e~ contratipo de la'violencia que ejercemos. Si rechazamos ladistinción elitc/puebloque nuestras obras admiten sin problemascomobase de sus investigaciones, no podemos ignorar que un actoescrit9 (el nuestro, por ejemplo), una mirada no podría suprimirJa historia de una represión, ni pretender seriamente fundar untipo riuevo de relación: es el último ardid de un saber que sereserVa la profecía política. Por otra parle, ¿se puede pensar en\.tna nueva organización en el seno de una cultura que no fuerasolidaria con un cambio de relación de 1as fuerzas sociales?

Es precisamente 10 que el histOriador -este es, después de todo.nuestro lugar- puede indicar a los análisis literarios de la cultura.Por su función, aparlaa estos últimos de un status pretendido depuros espectadores, poniendo de manifiesto en todas partes lapresencia de mecanismos sociales de elección de critica derepresión. La historia es, en sí misma, aunque ~o sea más 'que

53. lbid .• p. 636.

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esto, un lugar pri\'ilegiado donde se inquietan las perspectivas.Será vano, sin em;,argo, esperar de un cuestionnrniento políticouna liberación de 1as culturas, un brote por fin Jiberndo, unaespontaneidad 1iberada, como 10 deseaban ambiguamente 105primeros folkloristas. LA historia de ]05 antiguos repartos nosenseña que algunos de e]Jos no son indiferentes, que toda organi-zación supone una represión. Simplel:1ent(:, :'.0 es seguro que 2,,:arepresión deba hacerse siempre según una distribución socialjerárquica de las c:1lturas. Quizá sea ésta la experiencia po1ítica

· viviente que tengErnos que aprender, si es que sabemos ¡eerla. Noes malo recordar e] momento en que se plantean las cuestiones

· acuciantes de unn política y de una acción culturales.· :' Quedan pormar::ar los límites de la interrogación ITÚsmn.TodnantropoJogie. articu.la cuJtura y naturaleza según un orden que eseJ mayoritario y es~tico de Jo.perspectiva deJ saber. La invenciónpolítica puede plantear nuevas articulo.ciones 'que tengan encuenta una dinámica de Ja represión. No es cuestión de prever ode querer este nueyo orden que es eJ acto po1itico inismo, algo asícomo el revés de la historia. E1 acto político puede reivindicar todala cultura y cuestionar todos los ri?partos. Sin embargo, otracuJtura supondrá ~mbién una represión, aun si funda una nuevaparticipación política. EJ lenguaje está instaJado en esta ambigiie-dad, entre lo que impJica y lo que anuncia. Del acontecimientopolítico, la ciencia xÍlisma recoge sus objetos y su formn, pero no sustatus, porque no e,s reductiblc a aquél. Sin duda, siempre haráfalta ud muerto Eara que haya tenido la palabra; PC¡:o éstaindicar~ Ja ausencia o la carencia, y no es posib1e explicar de eIJamás quq Jo que ha hecho posible en talo cual momento. Apoyadasobre 19 desaparec"ido donde ha dejado su traza, mirando II lo.inexistepte que promete sin dar, permanece como eJ enigma de JaEsfinge.! Entre las ncciones que simboliza, mantiene aún el espa-cio prob!emático de una interrogación.

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