Lidón Porcar

de Capricornio a Cáncer

ada es lo que parece, puede asemejarse a la realidad, pero en el fondo sabemos que Nno es así.

La vida da muchas vueltas, unas veces se gana y otras se pierde ¿O no? Creo que de todo se puede sacar una buena experiencia. Aunque parezca raro, cuando me diagnosticaron el cáncer de mama, (en mi fuero interno ya lo sabía), la sensación que experimenté fue extraña. En lo primero que pensé fue en mis dos hijos, mi madre, mi familia... ¿Cómo se lo iba a decir? No quería que sufrieran por mí antes de tiempo, así que demoré todo lo posible contarles la verdad. Lo siguiente que me vino a la mente, fue mi pelo; parece absurdo ¿verdad? Pues para mí era algo importante, llevaba varios años sin cortármelo y por fín lucía una larga melena. Como comprenderéis el pensar que en breve lo iba a perder, no me hacía un pelo de gracia, nunca mejor dicho.

Aunque nací bajo el signo

de Capricornio,

durante un tiempo

fuí Cáncer...

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Acudí a la consulta del cirujano, y me confirmó que tenía el cáncer de mama. >>...pero hasta que no me hicieran todas las pruebas, no sabría si me tendría que quitar todo el pecho, o solo un cuadranteYo le escuchaba atentamente e impasible y

cuando terminó con la explicación le dije: -¡Está bien! ¡Vamos a por ello!

Él me miró y me dijo: -Si quieres llorar, llora, es lo más normal en estos casos.

Pero de verdad... en ese momento, en lo que menos pensaba era en coger una llorera.

El camino del hospital al trabajo se me hizo corto, era muy extraño, parecía que viajaba por dentro de un túnel. Estaba yo sola, no veía a la gente que se cruzaba en mi camino, en mi cabeza se aglutinaban un motón de pensamientos y sensaciones. Todo iba muy deprisa.

Cuando llegué al trabajo y conté lo que me habían diagnosticado, ya podéis imaginar... Lloros, lamentos y no lo voy a negar, me hicieron llorar.Pero solo lloré esa vez, ya no volví a hacerlo más. ¿Para qué? ¿De qué me servía? Mi cabeza me decía que había que luchar y se-guir adelante con mi vida

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Fueron veinte días de pruebas y más pruebas; al final se decidió que lo mejor era quitar todo el pecho, es decir: hacerme una masectomía radical y quitar unos cuantos ganglios que también se veían afectados. Llegó el día de la operación. No tenía miedo, estaba tranquila, pendiente de todo lo que acontecía a mi alrededor y...

¡...Menos mal!

Porque el informe que dejaron a los pies de mi cama, no era el mío y pensé... ¿Mira que si me quitan el que tengo bueno? Les dije que esa no era yo, que se habían confundido de informe. Enseguida se subsanó la confusión y me entraron a quirófano. Ya no recuerdo muy bien cuántas horas duró la operación pero, cuando desperté, me encontraba bien; con un accesorio menos, pero muy bien, con ganas de ver a los míos y hacer un poco de humor negro sobre el tema. Después de cuatro días ingresada, me fuí a casa

Empezaba una nueva etapa.

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Lo que más me dolía era ver la mirada de mis hijos y de mi madre, se les veía tristes y preocupados, y yo no quería eso. Así que me senté con ellos y les dije: -¡Estoy muy bien! No quiero que os preocupéis, y mucho menos que penséis lo que se os pasa por la cabeza... >>Tengo la intención de seguir dando guerra mucho tiempo. Lo cierto es que la gente, cuando sabe lo que te ha pasado, te mira con compasión, de una manera distinta a como lo hacía antes... ¡Lo odiaba! Porque en el fondo sé que pensaban: <<Pobre, qué desgracia, con la gente mala que hay por el mundo y no les pasa nunca nada... Y mírala a ella...>> soy sincera, nunca pensé: ¿Por qué a mí? ¿Qué he hecho yo para merecer esto? Pues oye, que las cosas pasan porque sí, que al que le toca le toca; y no hay que darle más vueltas ¡Que no es ningún castigo divino! Y mira tú por dónde que todavía sigo en pie y aquí pienso seguir hasta que Dios quiera. Evidente es, que nadie es eterno, con lo cual no me preocupa en absoluto.

Una vez restablecida de la operación, fuí a la oncóloga, gran mujer y excelente profesional. Me río un montón con ella.

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Respecto a la químio, al menos a mí me fue muy bien. Me dieron 6 sesiones de una químio que era de color rojo, yo decía que me ponían un Bloody Mary por vena y otras 8 sesiones de otra que era transparente, a la que bauticé como Gin Tonic. Debo decir que todo el personal de oncología es intachable... Muy humanos y cercanos. Te arropan y te hacen sentir como en casa en esos momentos. Yo estaba una media de 5 horas enchufada a la máquina, pero se pasaba pronto. Leía, veía la tele o charlaba con los de al lado. Cada jueves que me tocaba la químio, iba super feliz y contenta, siempre entraba con una sonrisa, e intentaba animar a alguna paciente, que estuviera un poco de bajón ese día. En la segunda sesión de químio, empecé a notar que se me caía el pelo... Había oído tantas cosas... >>Como que de repente te despiertas y te encuentras mechones y mechones de pelo en la almohada.... >>Que si esto, que si lo otro... BLA, BLA, BLA....

Así que lo que hice fue raparme al cero antes que cayera a saco; y mira por donde no me quedaba tan mal... Parecía la Teniente O´Neill. Y me miré al espejo y me dije: -¡Lo que vas a ahorrar en peluquería, champú y suavizante! ¡Ja,ja,ja!

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Entonces llegó el momento de decidir: ¿Pañuelo o Peluca? Tengo una buena amiga, Carmen, que tiene una peluquería y está especializada en pelucas para estos casos. Sinceramente prefería pañuelo, pero bueno, accedí a probarme alguna peluca a ver qué tal. ¡Madre mía! ¡Lo que pude reírme esa tarde con mi amiga! Me las probé todas: largas, cortas, rubias, caobas, morenas... Y tal y como yo pensaba opté por ponerme el pañuelo. Al principio resulta (no diría yo complicado) pero sí que se requiere de cierta maña para ponértelo bien. Yo la fui adquiriendo, y la verdad, modestia aparte, es que me sentaba genial. Los combinaba con la ropa. Mis amigas me regalaron unos cuantos y los tenía de todos los colores. Además, no dejaba de maquillarme ni un solo día; incluso cuando solo me quedaba una pestaña me ponía rimmel... ¡Hasta que cayó! La suerte es que el pelo de las cejas y las pestañas es lo último que cae y lo primero que sale. El cabello es punto y aparte.

Alrededor de las seis de la tarde salía con mi amiga Paz, (le estoy y estaré eternamente agradecida por estar siempre ahí). Había tardes que nos íbamos a caminar por la ermita de Lidón, otras a tomar algo, o de compras por el centro... ¡Vamos... Que no parábamos !

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Durante nuestros paseos, me llamaba la atención que la gente me mirara descaradamente, yo pensaba: -¿En lugar del pañuelo me habré puesto una paella en la cabeza? Pues al final, me hice yo también descarada y les miraba a ellos fíjamente, hasta que apartaban la mirada. >>Imagino que no lo hacen con maldad, sino por compasión o por pena. Lo cierto es que cuando sales el primer día de casa con el pañuelo, y te tienes que enfrentar a todo el mundo, resulta un poco acojonante, pero solo es en ese primer momento, luego ya ni te acuerdas. Pero al principio tienes miedo de que se te caiga, que se tuerza o se vaya hacia atrás... En fín, un montón de neuras. Y los días y los meses fueron pasando y empecé a dejar de ser la señora potato, lo digo porque cada día tenía que ponerme más accesorios y me tenía que reinventar para salir a la calle lo mejor posible

Pero como digo, el tiempo pasa muy deprisa y de repente llega el día que has terminado con la quimio ¡Ole tú! Y empezamos con la radio. Con la radioterapia no cae el pelo... ¡Menos mal! Me dieron 33 sesiones y mi pelo empezaba a salir. Las enfermeras me preguntaban si me podían tocar la cabeza, decían que era como tocar el pelo de un bebé, tan suave... También me decían que cuando me creciera, el nuevo saldría más fuerte y rizado. ¡YA! ¡Pues a mí no! Me salió igual que lo tenía antes, fino y liso... ¡Yo que me veía con un melenón rizado y abundante!

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Pero bueno... Ya han pasado 4 años de todo esto, ya quedó atrás. Tengo una melena bonita, pero ante todo tengo SALUD Y UNAS INMENSAS GANAS DE VIVIR Y DE DISFRUTAR LA VIDA, que es el mejor regalo que nos podrían hacer. Dicen que una vez pasada una enfermedad así, cambias, que se ven las cosas desde otra perspectiva. Yo me pregunto si realmente he cambiado, posiblemente sí. Aunque antes y durante el cáncer, adoraba y disfrutaba de la vida, le daba valor a las pequeñas cosas que te hacen sentir bien, que te hacen sentir viva. EXACTAMENTE IGUAL QUE AHORA.

Creo que soy la misma en esencia, porque sigo siendo puro nervio, a veces me altero y me tomo las cosas a la tremenda, SALGO, ENTRO, RÍO, LLORO, ME DIVIERTO, tengo un trabajo que me encanta, unos hijos maravillosos, una familia a la que adoro, unos amigos que valen su peso en oro y a mi pareja, Alfons que me comprende, que me ama, que le gusto por dentro y por fuera, que ha aceptado mi cuerpo tal y como es, que me hace sentir una mujer plena y que me ama con locura, tal y como yo a él.

NO SÉ SI HE CAMBIADO, TAL VEZ SÍ O TAL VEZ NO, YA SABES QUE NO TODO ES LO QUE PARECE.

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spero haber sabido transmitir mis ganas de

vivir, mi positividad y mi fuerza.E La vida es un precioso regalo que hay que cuidar y

valorar.

Hay que saborear cada minuto, cada segundo.

Exprime la vida, ríe, llora, diviértete, disfruta,

res-pira hondo y haz siempre lo que el corazón te

dicte.

Ama la vida y, sobretodo, ámate a tí misma.

Si le sonríes a la vida, ella te sonreirá y de

corazón os lo digo: NUNCA, NUNCA, NUNCA TE RINDAS,

LUCHA CON TODA TU ALMA...

NUNCA, NUNCA, NUNCA TE RINDAS,

LUCHA CON TODA TU ALMA...

...Y NO OLVIDES SER FELIZ

Texto: Lidon Porcar -Diseño www.byagarcia.com