david un hombre segun el corazon de dios - emiliano jimenez hernandez

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David Un hombre según el corazón de Dios Emiliano Jiménez Hernández cruzgloriosa.org

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la historia de David

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  • DavidUn hombre segn

    el corazn de Dios

    Emiliano Jimnez Hernndez

    cruzgloriosa.org

  • .......................................................................................................................................PRESENTACION! 1

    ............................................................................................................................1. MARCO HISTORICO ! 6

    .................................................................................................2. NACIMIENTO DE DAVID EN BELEN! 10

    .................................................................................................................................3. DAVID, PASTOR ! 20

    ....................................................................................................................4. DIOS RECHAZA A SAUL! 24

    .............................................................................................................................5. UNCION DE DAVID! 30

    .........................................................................................6. DAVID CALMA CON SU CITARA A SAUL! 38

    ....................................................................................................................7. COMBATE CON GOLIAT! 43

    ...............................................................................................................8. MEDITACIONES DE DAVID ! 55

    .............................................................................................9. RIVALIDAD DE SAUL CONTRA DAVID! 58

    .......................................................................................................................10. DAVID PERSEGUIDO ! 66

    .............................................................................................................................................11. ABIGAIL! 73

    ...................................................................12. MUERTE DE SAUL Y SUBIDA DE DAVID AL TRONO ! 76

    .................................................................................................................................................13. JOAB! 82

    ..............................................................................................................14. LA DANZA ANTE EL ARCA! 86

    .....................................................................................................15. LUCHA CONTRA LA IDOLATRIA! 91

    ...............................................................................................................16. LAS GUERRAS DE DAVID! 95

    ........................................................................................................................17. DAVID COMO JUEZ! 102

    ..............................................................................................................18. LA PROFECIA DE NATAN! 104

    .........................................................19. PECADO DEL 'HOMBRE SEGUN EL CORAZON DE DIOS'! 109

    ...............................................................................................................20. CONVERSION DE DAVID ! 114

    ......................................................................................................21. SUBLEVACION DE ABSALON! 121

    ....................................................................................................................22. HUMILDAD DE DAVID ! 127

    .........................................................................................................................23. AJITOFEL Y JUSAY! 131

    ..............................................................................................24. SUBIDA DE SALOMON AL TRONO ! 140

    ........................................................................................................................25. MUERTE DE DAVID ! 145

    ........................................................................................................................26. EL ARPA DE DAVID ! 149

    .................................................................................................................27. DAVID EN EL PARAISO ! 156

    ...................................................................................................................28. LA ESPADA DE DAVID ! 158

    .................................................................................................................29. JESUS, HIJO DE DAVID! 163

  • DAVID: UN HOMBRE SEGN EL CORAZN DE DIOS

    Emiliano Jimnez Hernndez

    Dios suscit por rey a David, de quien dio este testimonio: He encontrado a David, un hombre segn mi corazn, que realizar todo lo que yo quiera.

    He13,22

    El Seor se ha buscado un hombre segn su corazn. 1Sam 13,14

    _________

    Versin electrnica creada sin fines de lucro para ser puesta al servicio de la Nueva Evangelizacin queriendo hacer llegar este texto a quienes tengan

    dificultad para obtenerlo en su versin impresa

    cruzgloriosa.org

  • PRESENTACION

    Yo crea que conoca a Dios. Como tambin crea conocer a David. Pero el Dios que yo conoca no se pareca a David. El corazn de Dios y el corazn de David no parecan semejantes en nada. Por ello, al leer el testimonio de Dios sobre David, me qued sorprendido. Una de dos: o yo no conoca a Dios o yo no conoca a David. El testimonio de Dios es veraz, aunque no encaje en mi razn.

    De aqu naci este libro. Me puse a escrutar las Escrituras para conocer a Dios y para conocer a David. He querido conocer a David para conocer el corazn de Dios. Lo primero que he descubierto es que las apariencias engaan. El testimonio de Dios sobre David no coincida con el mo porque "la mirada de Dios no es como la mirada del hombre, pues el hombre mira las apariencias, pero Yahveh mira el corazn".

    Por lo que se refiere a Dios, el mismo David le proclama "juez justo" (Sal 7,12), pues Dios juzga siempre con justicia. Y, como juez justo, "a ste humilla y a ste ensalza" (Sal 75,8). Y cuando humilla a uno y ensalza a otro lo hace con justicia y rectitud, aunque al hombre le parezca lo contrario. Por ello, aunque nos parezca que humilla a quien correspondera ser ensalzado y que ensalza a quien correspondera ser humillado, el hombre piadoso no deja que su corazn se incline a dudar de la justicia del Seor. El sabe que siempre habr un motivo que se le oculta o que escapa a su comprensin. Los sabios, bendita su memoria, nos han dejado muchos relatos en los que, al final, se descubre la razn de la actuacin del Seor.

    Se cuenta que un santo varn, despus de ayunar y rezar, pidi a Dios que le permitiera acompaar a uno de sus ngeles para ver las maravillas que les encomendaba realizar en el mundo. Dios, aunque le amaba y sola escuchar sus splicas, esta vez se negaba a concedrselo:

    -No comprenders lo que veas hacer. Entorpecers la accin del ngel con tus continuas preguntas para que te explique las razones de cada uno de sus actos.

    -Te prometo, Seor, que no le cansar ni molestar con mis preguntas, slo deseo ver lo que le mandas hacer, nada ms.

    Dios le puso la condicin de que el ngel se separara de l cuando quisiera saber la razn de su obrar. Aceptada esta condicin, Dios accedi a su peticin. As, el ngel del Seor se present, en la figura de un profeta, ante el siervo de Dios y le invit a acompaarlo. Caminaron los dos juntos y, al cabo de un rato,

    1

  • se encontraron ante la casa de un pobre hombre, que no tena ms que una vaca. Entraron en la casa y hallaron al hombre sentado a la mesa con su mujer. Este pobre hombre, apenas los vio, se levant y los recibi con toda amabilidad, ofrecindoles la mejor comida que encontr en la casa. Los dos peregrinos comieron y bebieron y el buen hombre les honr todo lo que pudo. Cuando amaneci, el ngel se levant, mat la vaca y se marcharon los dos.

    El santo varn no entenda por qu el ngel haba matado la vaca y se deca para sus adentros:

    -No es justo lo que acaba de hacer. No puede ser un ngel del Seor. Qu ha hecho este pobre hombre para que le mate la vaca? No ha hecho ms que agasajarnos y...

    -No te ha puesto el Seor la condicin de que cuando veas algo que no entiendes permanezcas callado? Es que quieres que me separe de ti?

    El buen hombre se call.

    Siguieron andando todo el da y por la tarde se hospedaron en casa de un hombre rico, que no se ocup absolutamente nada de ellos; ni agua o un mendrugo de pan les dio. Cuando se levantaron, a la maana siguiente, el ngel se dirigi hacia una de las paredes de la casa del rico, que estaba para derrumbarse, y la apuntal para que no se cayera.

    Y, sin comentar nada, se marcharon los dos.

    El asombro del santo varn iba en aumento, pero esta vez se abstuvo de preguntar nada, para que el ngel no se alejara de l, dejndole en la total confusin.

    Caminaron todo el da. Al anochecer entraron en una sinagoga en la que haba sillas de oro y plata. En cada silla haba un hombre sentado, con su libro de oraciones en las manos. Los recin llegados saludaron y dijeron:

    -Quien convidar esta noche a estos dos pobres?

    Uno de los que estaban sentados, sin levantar siquiera la cabeza del libro, contest:

    -Con pan y sal tenis suficiente.

    Y no se ocuparon ms de ellos. Los dos se echaron en un rincn y se durmieron. Al despertar, el ngel salud a todos, dicindoles:

    2

  • -Dios os haga jefes a todos!

    Siguieron caminando todo el da. El santo varn iba apesadumbrado y arrepentido de haber querido saber lo incomprensible. As, al caer el sol, llegaron a una ciudad. Entraron en ella y se detuvieron ante la casa de unos hombres pobres e indigentes. Cuando stos los vieron se apresuraron a acogerlos con alegra y muestras de amabilidad. Les honraron segn sus posibilidades y les ofrecieron abundante comida. Comieron y bebieron y pernoctaron en paz. Cuando se levantaron por la maana, el ngel les dijo:

    -Dios os d un solo jefe!

    El santo varn no pudo contenerse ms y exclam:

    -Seor mo!, lbrame de esta incertidumbre y me separar de ti. No puedo comprender nada de lo que te he visto hacer.

    El ngel le dijo:

    -Lo que le ocurri al pobre hombre, que se le muri la vaca, tiene una explicacin muy sencilla. Su mujer tena que morir aquel mismo da en que llegamos nosotros a su casa. Yo ped a Dios que muriera la vaca a cambio de la esposa.

    -Y por qu apuntalaste la pared de la casa del rico, que no nos hizo el mnimo caso?

    -Apuntal el muro que estaba a punto de caer, porque si hubiera cado habran quedado al descubierto los cimientos y el impo hubiera encontrado en ellos un tesoro, que no mereca. Por eso lo apuntal, para que resista an un tiempo y el tesoro lo descubra otro que se lo merezca. Lo que hice en los otros dos casos, podras entenderlo por ti mismo. Desear a los malvados que todos ellos lleguen a ser jefes es anunciarles su ruina. No has odo nunca el refrn: "con muchos capitanes se hunde la nave"? En cambio, al desear a los otros que tuvieran un solo jefe, les dese su bien pues "por uno inteligente se puebla la ciudad" (Eclo 16,4), es decir, con un experto se salva la nave.

    Despus aadi:

    -Ahora que nos separamos, te dar un consejo que te ser til: si ves a un impo que prospera y se enriquece, no te asombres de eso, pues ser para su mal. Y lo mismo, si ves a un justo, que est necesitado o sometido a pruebas, ciertamente se le evita con esto una desgracia mayor. Por esto cuida que tu corazn no te engae con sus juicios.

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  • Los libros de Samuel, como los libros de los Reyes y de las Crnicas, llenos de narraciones, son la base de este libro. Sus palabras son lo bastante luminosas como para transmitirnos la historia de David. Pero nos acercaremos a esta historia tambin desde el Midrash y el Targum, como una ayuda para hacer resonar y revivir el color fascinante de la historia. De este modo intentaremos desvelar las palabras dormidas bajo el velo de polvo, que cubre todo libro antiguo. Se trata de dar a las palabras su brillo antiguo, para que suenen hoy con toda su fuerza actual. Mi deseo es llegar hasta el corazn de David, hasta ese corazn en donde se halla la semejanza con Dios. No se trata simplemente de seguir la historia para conocer cmo termina, sino de descubrir el sentido de los acontecimientos, para participar del mensaje escondido en ellos. Se trata de descubrir las races del rbol en que estamos injertados.

    Los salmos, que la antigua tradicin juda atribuye a David, nos ayudarn a descubrir la unin ntima que se da entre la fe y la historia concreta del elegido de Dios. La historia, con su multiplicidad de hechos, es una cadena de acontecimientos unidos por la mano de Dios, que teje interiormente dicha historia. La alianza que Dios pacta y mantiene fielmente es el hilo conductor que unifica la historia de la salvacin. La historia, misteriosamente trenzada por la accin de Dios, es el seno de la salvacin. La salvacin de Dios se perfila en el correr del tiempo y no en la huida del tiempo y altibajos de la vida. Hasta el pecado, confesado y perdonado, anuda ms fuertemente la alianza. La insatisfaccin, la miseria, la oscuridad de los hechos llenan aparentemente la vida, pero, por debajo de esos hechos, corre el ro de agua salvadora, que se abre cauce y aparece despus luminoso, como fuente de alegra y reconocimiento en el canto de los salmos. La fe transforma los hechos en acontecimientos, que restan como memoriales de salvacin.

    Los salmos llenan la vida del israelita. Por generaciones han llevado los salmos en sus manos como libro de compaa, gua del camino, voz de la plegaria, consuelo en el infortunio, fuerza en la adversidad, luz en las tinieblas de la existencia. En todo momento y en toda ocasin brota de sus labios una frase de un salmo. Una lgrima o una sonrisa, un triunfo o un fracaso son ocasiones para entonar un salmo. Diariamente, la oracin de los salmos saca del corazn los sentimientos y deseos ms ntimos. Toda emocin o experiencia halla en los salmos su acorde preciso. En ellos escuchamos la voz de David y la vida de fe de sus descendientes.

    David compone los salmos en medio del aprieto. El libro de los salmos no es un libro de memorias escrito en la calma posterior a los acontecimientos. No es un libro de poemas. Los salmos son frecuentemente un grito de ayuda, lanzado en medio de la tribulacin, con la urgencia de la situacin y la tensin del momento: "Seor, escucha mi voz, atiende mi splica". Para descubrir el alma de David es preciso prestar odo al son del arpa. Al son del arpa nos revela el misterio de su corazn. Cuanto ms vigorosamente se puntean las cuerdas del

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  • arpa ms fuertes son sus sonidos, ms resuenan sus tonos. Del mismo modo, cuanto ms fuerte Dios toca el corazn de David con la afliccin ms fuerte y ms bello es su canto. En la angustia, David recurre a su arpa: "Despierta alma ma! Despertad ctara y arpa! El alma es despertada y estimulada al mismo tiempo que el arpa y la ctara.

    Los datos y fechas de la historia se registran en los anales del reino de David. Los acontecimientos se graban en el corazn y brotan a travs de los labios en la plegaria ntima, que se hace canto e invitacin al canto, haciendo partcipes a los dems de la propia alegra. Los hebreos no han llamado libros histricos a los libros de Samuel, de los Reyes, como el libro de Rut y de los Jueces, sino que los han considerado como "profetas anteriores". La historia es profeca, en ellos est el dedo de Dios actuando. Y ya sabemos que Dios escribe derecho hasta con lneas torcidas. Con ojos de fe podemos intuir la profeca luminosa debajo de la opacidad de la historia. La fe saca a la luz lo que se encuentra escondido debajo de la envoltura contingente de los hechos. Cada hecho nos revela una teofana, una epifana de Dios encarnado en la historia. David se nos hace figura anticipada del Mesas, Hijo de David.

    En David se anticipa en figura la encarnacin del Mesas. La cruz atraviesa toda la revelacin y en David se dibujan sus rasgos con luminosidad casi transparente. Se desvelar abiertamente en el cumplimiento de la figura en Cristo, hijo de David. El trazo vertical de la cruz es el designio de Dios sobre los hombres, que penetra como rayo de fuego las entraas de David. Y el trazo horizontal son los hechos, el cuerpo que presta David al desarrollo del designio divino. En el largo y difuso acontecer de la existencia de David, con todo lo transitorio, contingente, desciende Dios y anuda en cruz al hombre con El. Es la alianza entre lo humano y lo divino, entre Dios y el hombre, lo que hace de la historia salvacin, historia de salvacin.

    Con el barro de David, profundamente pasional y carnal, circundado de mujeres, hijos y personajes que reflejan sus pecados, Dios plasma el gran Rey, Profeta y Sacerdote, el Salmista cantor inigualable de su bondad: "Un hombre segn su corazn".

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  • 1. MARCO HISTORICO

    No es el marco lo importante, sino el cuadro. Pero el marco da realce al cuadro. Esto pretenden estas notas: enmarcar la vida de David en el marco histrico, para realzar la historia del rey segn el corazn de Dios.

    La historia de David la encontramos en los libros de Samuel, que nos narran el advenimiento de la monarqua y de los dos primeros reyes: Sal y David. Samuel es el ltimo Juez, por ello es como el anillo de la cadena que une la etapa de los jueces y la de la monarqua. Los jueces eran figuras dispersas, locales, sin dinasta que les prolongara. Con Samuel se acaba la era de los jueces. Y l mismo, ms que juez-jefe, es un profeta. No empua nunca la espada ni el bastn de mando. En realidad es el confidente del Seor; recibe sus orculos y los transmite a Israel.

    Con la entrada en la Tierra prometida Israel comenz un proceso lento, que le lleva a establecerse en Canaan, configurndose como "pueblo de Dios" en medio de otros pueblos. La experiencia del largo camino por el desierto, bajo la gua directa de Dios, le ha enseado a reconocer la absoluta soberana de Dios sobre ellos. Dios es su Dios y Seor. Durante todo el perodo de los jueces no entra en discusin esta presencia y seora divina. Pero, a medida que se van estableciendo, pasando de nmadas a sedentarios, poseyendo campos y ciudades, su vida y fe va cambiando. Las tiendas se sustituyen por casas, el man por los frutos de la tierra, la confianza en Dios, que cada da manda su alimento, en confianza en el trabajo de los propios campos. Israel, establecido en medio de otros pueblos, contempla a esos pueblos y le nace el deseo de organizarse como ellos. Quiere cambiar sus estatutos polticos, sin darse apenas cuenta que con ello algo est cambiando en su alma. Pidiendo un rey, "como tienen los otros pueblos", Israel est cambiando sus relaciones con Dios.

    Samuel, el viejo juez, llamado por Dios en tiempos de El (1Sam 3), debe retirarse para dejar lugar al rey, que el pueblo reclama en un deseo incomprensible de autonoma respecto al mismo Seor. "Samuel haba adquirido autoridad porque el Seor estaba con l y no dej caer en vaco ni una sola de sus palabras. Por eso, todo Israel, desde Dan a Bersabea, saba que Samuel haba sido constituido profeta por el Seor" (1Sam 3,19-20). Pero ahora el pueblo le pide que se retire y les d un rey. Samuel, persuadido por el Seor, ceder ante las pretensiones del pueblo. Pero, antes de desaparecer, se mostrar como verdadero profeta del Seor, manifestando al pueblo el verdadero significado de lo que est aconteciendo. Con ojos iluminados penetrar en el presente ms all de las apariencias, descifrando el designio divino de salvacin incluso en medio del pecado del pueblo: 1Sam 12,6-11.

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  • Samuel lee al pueblo toda su historia, jalonada de abandonos de Dios y de gritos de angustia, a los que Dios responde fielmente con el perdn y la salvacin. Pero el pueblo se olvida de la salvacin gratuita de Dios y cae continuamente en la opresin; grita de nuevo, confesando su pecado, y el Seor, incansable en el perdn, les salva de nuevo. El pecado de Israel hace vana la salvacin de Dios siempre que quiere ser como los dems pueblos. Entonces experimenta su pequeez y queda a merced de los otros pueblos ms fuertes que l. Esta historia, que Samuel recuerda e interpreta al pueblo, se repite constantemente... hasta el momento presente:

    Pero, en cuanto habis visto que Najs, rey de los ammonitas, vena contra vosotros, me habis dicho: No! Que reine un rey sobre nosotros, siendo as que vuestro rey es Yahveh, Dios vuestro. Aqu tenis ahora el rey que os habis elegido. Yahveh ha establecido un rey sobre vosotros. Si temis a Yahveh y le servs, si escuchis su voz y no os rebelis contra las rdenes de Yahveh; si vosotros y el rey que reine sobre vosotros segus a Yahveh, vuestro Dios, est bien. Pero si no escuchis la voz de Yahveh, si os rebelis contra las rdenes de Yahveh, entonces la mano de Yahveh pesar sobre vosotros y sobre vuestro rey.

    Estamos en el ao mil. Los filisteos, que llegaron a Palestina poco despus que los israelitas, han convivido codo con codo junto a Israel unos doscientos aos, en intermitentes pero crecientes fricciones durante la poca de los Jueces. Pero hacia el ao mil, los filisteos, no muy numerosos pero formidables guerreros, pretendieron la hegemona sobre Palestina, hostilizando constantemente a los israelitas. De aqu que fueran una amenaza permanente para Israel. Su monopolio del hierro les daba una preeminencia militar sobre los israelitas, mal equipados. Para proteger su monopolio del hierro, los filisteos prohibieron a Israel, sometido a ellos, la industria de los metales, dependiendo, para todos los servicios, de los artesanos filisteos (1Sam 13,19-22). Adems los tiranos filisteos actuaban concertadamente entre ellos. Los israelitas, divididos en tribus, difcilmente podan hacerles frente.

    Las doce tribus de Israel estaban completamente divididas entre s, con fuertes tensiones entre ellas. En las ltimas pginas del libro de los Jueces se narra que la tribu de Benjamn ha cometido un delito tan grave que las otras tribus deciden eliminarla. Slo un resto se salvar refugindose en los bosques. Estas tensiones internas debilitaban su fuerza frente a los enemigos externos.

    Los israelitas sufrieron un primer duro golpe en el ao 1050 cerca de Afeq (1Sam 4). Los israelitas, para frenar el avance filisteo, llevaron a la batalla desde Silo el Arca de la alianza con la esperanza de que la presencia de Yahveh les diera la victoria. Pero el ejrcito fue desbaratado; Jofn y Pinjs, los sacerdotes que llevaban el arca, fueron matados, y el Arca misma fue capturada por los filisteos. Aunque los filisteos devolvieron pronto el Arca a los israelitas,

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  • a causa del terror que les inspir una plaga (1Sam 5-7), sin embargo siguieron dominando sobre Israel.

    En estas circunstancias Israel eligi a Sal como primer rey de Israel, una vez vencida la resistencia a la monarqua que opuso el vidente Samuel, que finalmente fue quien le ungi, primero en privado en Ram y, luego, pblicamente en Misp (1Sam 9,1-10.16;10,17-27). La expansin de los filisteos pona en peligro la existencia misma de Israel e impuso la monarqua. Sal es, en un principio, como un continuador de los Jueces, pero su reconocimiento por todas las tribus le convierte en una autoridad universal y permanente, naciendo as la realeza.

    La monarqua es fruto del miedo. A pesar de la larga experiencia de intervenciones salvadoras de Dios, Israel ante la amenaza olvida su historia y se deja condicionar por el peligro presente. Cancelada la memoria, slo queda el peligro presente y la bsqueda angustiosa de una solucin inmediata.

    Esta transicin a la monarqua fue fatigosa y dramtica. El primer rey, Sal, caer muy pronto. Samuel, fiel al Seor, rompi con Sal y se convirti en su enemigo. La eleccin de Sal haba sido hecha por designacin proftica y por aclamacin popular (1Sam 10,1ss; 11,14ss). Las primeras empresas de Sal contra los filisteos fueron tales que justificaron la confianza depositada en l. Israel respir de nuevo y cobr nuevas esperanzas. Los filisteos son arrojados hasta su territorio, quedando liberada la tierra de Israel. En los confines israelitas tendrn lugar los posteriores encuentros, en el valle del Terebinto y en Gelbo. Pero el respiro fue slo temporal. Sal acab con un triste fracaso, que dej a Israel peor que antes. El combate de Gelbo acab en desastre.

    Sal, con su inestabilidad emocional, cay en depresiones al borde de la locura. Oscilando como un pndulo entre momentos de lucidez y disposiciones de nimo oscuras, queriendo agradar a Dios y a los hombres, slo lograba indisponerse con todos. Sus compromisos le enemistaron con Dios, y Samuel rompi con l. Sal llega a usurpar la funcin de sacerdote (1Sam 13,4-15) y viola el anatema (1Sam 15). El "espritu malo" de Yahveh le invadi hundindolo en la depresin, de la que slo se libraba con los acordes de la msica del joven David, el ltimo de los ocho hijos de Jes.

    La popularidad de David acrecent la ruina de Sal, a quien le coman las entraas los celos. Pero David, a quien Sal necesitaba y odiaba, se gan la amistad de Jonatn, hijo de Sal y la mano de Mikal, hija del mismo Sal. La fama de David fue as eclipsando al primer rey de Israel. Obsesionado por perseguir a David, Sal se olvid de los filisteos, que volvieron a someter a Israel. En la batalla de Gelbo las tropas israelitas fueron aniquiladas, los tres hijos de Sal murieron y el mismo Sal, gravemente herido, se suicid. Sal lo ha perdido todo y no logra siquiera encontrar uno que lo mate; se expone en primera fila, pero los enemigos no le matan; no le quiere matar su escudero,

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  • pues no desea incurrir en tal sacrilegio. No le queda a Sal ms que abandonarse l mismo a la espada clavada en tierra.

    Dios ha rechazado a Sal.

    En este marco se encuadra la historia del rey David.

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  • 2. NACIMIENTO DE DAVID EN BELEN

    David, el elegido de Dios, desciende de una familia de elegidos de Israel. Entre los elegidos de Israel se encuentran Abraham y Jacob, Lev y Jud, Moiss y Salomn. Pero, entre todos, sobresalen Moiss y David: Moiss, el gran profeta, es el elegido entre los profetas; y David, el gran rey, es el elegido entre los reyes.

    En la genealoga de David, los sabios, bendita su memoria, han llegado hasta Miriam, la hermana de Moiss. Tambin entre sus antepasados se cuenta Naason, "el prncipe de la tribu de Jud", el primero en atravesar el mar Rojo despus de la salida de Egipto... Pero ya cercanos a su nacimiento, estn, como elegidos de Dios, su abuelo y su padre. La vida de su abuelo Obed no tuvo otro objetivo que el servicio a Yahveh, como indica su mismo nombre: "el siervo". Y Jes, el padre, fue uno de los ms grandes sabios de su tiempo y uno de los cuatro que murieron sin contaminarse con el pecado. Si el Santo, bendito sea, no hubiese decretado, a raz del pecado de Adn, la muerte para todos los hombres, ciertamente Jes hubiera vivido para siempre. Por ello, Jes no muri de muerte natural, sino que, al cumplir cuatrocientos aos, muri de muerte violenta a mano del rey de Moab, a cuyo cuidado dej David su familia cuando hua de Sal.

    A pesar de su piedad Jes no se libr de ser tentado en su vida. Una de sus

    esclavas se encaprich con l y trat de acostarse con l. Pero Dios le salv de ello, inspirando a su esposa, Nazbat, que se disfrazara de esclava. Y as, gracias a esta treta, Jes se encontr con su propia esposa en lugar de tener relaciones ilcitas con la esclava.

    El nio que naci a Nazbat fue entregado como hijo a la esclava, ya liberada, para que el padre no descubriera el engao de que haba sido objeto. Este nio, de cabellos rojos, despreciado por sus hermanos, era David.

    En realidad, el nacimiento de David participa del misterio de todo elegido de Dios. Su vida se la debi a Adn. Cuando el Santo, bendito sea, hizo pasar ante Adn a todas las futuras generaciones, viendo que a David slo se le concedan tres horas de vida, Adn rog al Seor que concediera a David setenta de los mil aos que le haban sido destinados a l. El Seor accedi y el hecho fue escrito con letras de oro y rubricado por Dios y por el ngel Metatrn. Setenta aos de Adn fueron cedidos a David y, de acuerdo con los deseos de Adn, belleza, dominio y un don potico acompaaron a estos aos.

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  • Metatrn se encargara de hacer cumplir este decreto en el futuro, cuando llegara el tiempo del nacimiento de David en Beln de Jud. Al ver los cabellos rojos, sus hermanos sospecharon que era fruto de un adulterio de su madre y estuvieron a punto de matar a madre e hijo ya a las tres horas del parto. David ms tarde comparar su suerte con la de Abel a quien mat su hermano: "Esto no me sucedi a m porque Dios me ha guardado y ha mandado a sus ngeles que me protegieran; pero tambin yo fui vctima de la envidia de mis hermanos y mi padre y mi madre no me tuvieron en cuenta".

    Protegido por los ngeles del Seor, David salva su vida, pero slo a condicin de ser considerado como siervo y as, durante veintiocho aos, se dedic a pastorear el rebao de su padre Jes en los campos de Beln.

    Beln, la aldea de casas blancas como palomas, anida en la falda de las montaas de Jud. En ella nace David. En la aldea de Beln, al aire y libremente, goza David de una paz larga y tendida, fruto de la bendicin del Seor, que le infunde una alegra que supera a la alegra que produce la abundancia del trigo y el vino. Con razn puede cantar, al caer la tarde: "En paz me acuesto y en seguida me duermo, porque T, Seor, me haces vivir tranquilo".

    Es el recuerdo de sus aos de pastor lo que David evocar cuando, ms tarde, se sienta inmerso en las intrigas de la corte del rey Sal, acusado y acosado por sus enemigos que, amantes de la falsedad y el engao, ultrajan su honor, hasta hacer dudar a sus fieles compaeros, que le susurran: "Quin podr darnos la dicha si la luz del rostro del Seor ha huido de nosotros?".

    Pero esto ser ms tarde. Ahora es el momento de acumular la experiencia de la paz de Dios, que con sus favores le ensancha el corazn, le da holgura cada vez mayor, segn le va colmando de alegra. Es la anchura de la tierra, dilatada en el Valle del Terebinto, con su asombro de oro en sus latitudes. Tras sus rebaos de ovejas, David recorre los valles y las colinas, sube a la cumbre de las montaas, desde donde sus ojos hacen la ronda en torno hacia Hebrn, Engad, Nob... Y en la noche, el sueo le dilata el horizonte hacia atrs y hacia adelante. Revive la historia de su bisabuela Rut, que le ha contado su abuelo Obed, a la sombra de los arbustos a medioda:

    En el tiempo de los jueces, cuando an no haba rey en Israel y cada uno haca lo que mejor le pareca, hubo una caresta en el pas, caresta de pan y pobreza de alma y corazn. Entonces Elimlek (mi Dios es rey), descendiente del patriarca Jos, viva en Beln en los montes de Judea, en el corazn de la Tierra Santa.

    (Y los sabios, bendita su memoria, aprovechan la ocasin para intercalar su enseanza: Has de saber que fueron diez las recias carestas que se decretaron

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  • desde los cielos para que aconteciesen en el mundo, desde el da en que fue creado el mundo hasta el tiempo en que venga el rey Mesas. Caresta primera: en los das de Adn. Caresta segunda: en los das de Lamek. Caresta tercera: en los das de Abraham. Caresta cuarta: en los das de Isaac. Caresta quinta: en los das de Jacob. Caresta sexta: en los das de Booz, que era de Beln. Caresta sptima: en los das de David, rey de Israel. Caresta octava: en los das del profeta Elas. Caresta novena: en los das de Eliseo, en Samara. Caresta dcima: ha de ser no hambre de pan, y no ser sed de agua, sino de or la palabra de Yahveh).

    En los tiempos del hambre de Beln nuestro antepasado Elimlek, con su mujer Noem (mi gracia y alegra) y sus dos hijos, Majln y Kilyn abandonaron la alta tierra de la promesa de Dios para descender a las bajas llanuras de Moab, ms all del Jordn, instalndose junto a los paganos cananeos, descendientes de Moab. Triste historia, pues si abandonan la tierra prometida a nuestros padres es, sobre todo, porque han perdido la esperanza en Israel y en el Dios de Israel. No han dejado la tierra de Israel transitoriamente, mientras pasa la caresta, sino que "llegados a los campos de Moab, se establecieron all". El glorioso Elimlek ha decidido dejar tras de s, en el pasado, la patria de Israel. Qu bien expresan los nombres de los hijos la situacin a que ha llegado esta familia: Majln, el enfermizo, y Kilyn, el anonadado! Esta era la situacin de Israel al final de la poca de los jueces. El pueblo elegido se estaba arruinando, enfermo y anonadado. De aqu la necesidad de instaurar un rey, que salvara a Israel.

    Moab, junto con Ammn, al este del Jordn, son dos pueblos que viven sin espritu, en la ms cruda exterioridad materialista. All espera Elimlek encontrar la solucin para su familia. Pero, al poco tiempo, Elimlek muri y Noem qued viuda. Sus dos hijos, violando la ley de Moiss, se casaron con Orp y Rut, dos muchachas moabitas no convertidas, de las que no tuvieron hijos. El dedo de Dios, que conduce la historia, les cerr el seno, hacindoles estriles. Y, a los diez aos, murieron tambin los dos esposos, los hijos de Noem. La descendencia de Elimlek y Noem se ha terminado en Moab; parece cancelada para siempre su existencia.

    Noem, entonces, sin esposo y sin hijos, decidi regresar a Beln, pues Yahveh haba visitado nuestra tierra, dndola de nuevo pan. Lo que ella esperaba encontrar en el exilio, lo descubre en medio de sus hermanos, los israelitas. Pero Noem retorna a Israel sin marido, sin hijos ni descendencia alguna: una viuda envejecida y pobre, sin ninguna posibilidad de futuro. Parti de Israel con hambre de pan y regresa "con las manos vacas". Se presentar diciendo a sus conciudadanos: "No me llamis ya Noem, sino Mara, amargada, porque el Omnipotente me ha amargado tanto".

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  • Noem, pues, se puso en camino hacia Jud. Sus dos nueras la acompaaban. Pero Noem, besndolas, les dijo:

    -Volveos cada una a casa de vuestra madre. An sois jvenes y Yahveh tendr piedad de vosotras como vosotras la habis tenido conmigo, alimentndome, y con mis hijos, pues os habis negado a tomar marido despus de su muerte. Yahveh os har encontrar un esposo con quien vivir una vida apacible.

    Al orla, las dos nueras rompieron a llorar y le dijeron:

    -No volveremos a nuestro pueblo ni a nuestro dios. Iremos contigo a tu pueblo y aceptaremos a tu Dios.

    Noem, conmovida, se trag las lgrimas y respondi:

    -Volveos, hijas mas. Qu sacarais con venir conmigo? Acaso tengo yo hijos en mi seno que puedan ser esposos vuestros? Yo soy ya una vieja para casarme otra vez. Y, aun cuando me quedara alguna esperanza y decidiera hoy mismo casarme de nuevo y me nacieran hijos, esperarais, sin casaros, hasta que ellos fueran mayores? No, hijas mas, aunque se me rompe el corazn, es mejor que os volvis a casa de vuestra madre, ya que la mano de Yahveh ha cado sobre vosotras, privndoos del esposo en vuestra juventud. Os lo suplico, hijas mas, no amarguis ms mi alma, haciendo que viva angustiada por m y por vosotras.

    Las dos nueras se echaron a su cuello entre sollozos. Finalmente, Orp bes a su suegra y se volvi atrs, "a su pueblo y a su dios", permaneciendo para siempre en la idolatra del dios Moloch. Pero Rut no quiso separarse de ella. Noem le dijo:

    -Mira, Orp, tu cuada, ha regresado a su pueblo y a sus dioses. Vete tambin t en pos de ella a tu pueblo y a tus dioses.

    Pero Rut le respondi:

    -No insistas en que te abandone y me separe de ti, porque donde t vayas, yo ir, donde t habites, habitar yo. Tu pueblo ser mi pueblo y tu Dios ser mi Dios. Donde t mueras all ser enterrada tambin yo.

    Noem le dijo:

    -Nosotros hemos recibido la orden de observar los sbados y los das festivos, sin caminar ms de dos mil codos.

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  • Rut replic:

    -Donde tu vayas ir yo.

    Noem aadi:

    -Hemos recibido la orden de no habitar en compaa de las naciones.

    Rut replic:

    -Donde t habites, habitar yo.

    Sigui an Noem:

    -Hemos recibido la orden de no dar culto a dioses extraos.

    Respondi Rut:

    -Te lo he dicho y repito, no insistas, tu Dios ser mi Dios. Que esto me haga Yahveh y esto otro aada sobre m, si me separa de ti otra cosa que no sea la muerte!

    Al ver lo decidida que estaba, Noem no insisti ms. As es como Noem y Rut marcharon juntas y llegaron juntas a Beln, al comienzo de la siega de la cebada. Al verlas llegar, las mujeres de Beln, conmovidas, se comunicaban la noticia unas a otras, diciendo:

    -No es sta Noem?

    Pero ella repeta una y otra vez:

    -No me llamis ya Noem -"mi dulzura"-, sino Mara, porque Sadday me ha llenado de amargura. March satisfecha con mi marido y mis hijos, pero Yahveh me ha hecho volver vaca sin ellos. Por qu, pues, me llamis Noem? Ante Yahveh ha sido testificada mi culpa contra m y El me ha llenado de amargura.

    Y contaba a todas la historia de su peregrinacin en los campos de Moab, donde dej enterrados a su esposo y a sus dos hijos.

    As es como Rut, la moabita, mi madre y bisabuela tuya, lleg a Beln acompaando a su suegra Noem.

    Con esto el abuelo Obed, siervo de Dios, daba por terminada la historia. Pero David quera conocer la continuacin y suplicaba a su abuelo que siguiera contndole de su familia. Obed entonces se remontaba en la genealoga hasta

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  • Miriam, la hermana de Moiss, como su ascendiente; otras veces llegaba hasta los patriarcas Jacob, Isaac y Abraham o hasta Adn, formado por las mismas manos de Dios. A David, en estas narraciones, siempre le llamaba la atencin el papel de las tres mujeres, que se incluan en el rbol genealgico de su familia: Tamar, que se disfraz de prostituta para tener descendencia de Jud, Rajab, la madre de Booz, y Rut la moabita...

    David amaba a su abuelo, que le haba enseado el arte de apacentar los rebaos, a distinguir las hierbas tiernas para los corderos y las duras para las cabras. Tambin le haba enseado a tocar la flauta, la ctara y el arpa y a mirar las estrellas, el ro y los rboles, y a cantar al Seor, Creador del cielo y de la tierra. Nadie como David conoca la piedad de su abuelo y, por ello, le molestaba que algunos pastores le llamaran el nieto de Obed, aludiendo a la madre de su abuelo que vivi sus primeros das entre los siervos de Booz, el padre. No se avergonzaba David de esa parte de su historia, ms bien le conmova la ternura y sencillez de Rut. Aunque su abuelo se resistiera a contarla, l la conoca y se enterneca con ella:

    Booz era pariente de Noem. Pero Noem haba vuelto a Beln en la ms completa miseria y Booz, absorbido por su riqueza, o no se enter de la vuelta de su pariente o no quiso darse por enterado. Pero el amor de Rut a su suegra Noem la llev a las tierras y a los brazos de Booz.

    Era la poca de la siega de la cebada. Rut dijo a Noem:

    -Djame ir al campo a espigar detrs de aquel a cuyos ojos halle gracia.

    Con pena y un tanto humillada, Noem le respondi apenas:

    -Vete, hija ma.

    Rut sali al campo y se puso a espigar detrs de los primeros segadores que encontr. Quiso la suerte -Bendito sea el Seor de la suerte!- que Rut fuera a dar en una parcela de Booz, de la familia de Elimlek, el esposo de Noem. A media maana lleg Booz, despierto y campechano, saludando a los segadores:

    -Yahveh con vosotros!

    -Yahveh te bendiga!, respondieron ellos a coro.

    Booz, entonces, descubre a Rut y pregunta:

    -De qu nacin es esa muchacha?

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  • Le respondi el criado que Booz haba constituido como jefe de los segadores:

    -Es la joven moabita que ha venido con Noem de los campos de Moab.

    Ella, con los ojos bajos, pero con el coraje del amor, se acerc y le dijo:-Permitidme espigar detrs de los segadores. Aqu estoy en pie detrs de

    ellos desde la madrugada.

    Algo toc el corazn de Booz al escuchar la splica de la mujer. Con solicitud inusitada le dijo:

    -Alza tu frente, hija ma, y escchame. Que t recibas una recompensa plena de parte de Yahveh, Dios de Israel, bajo cuyas alas has venido a refugiarte; que El te recompense lo que has hecho, dejando tu madre, tu pueblo y tu dios para seguir a Noem. No vayas a espigar a otros campos, qudate aqu junto a mis siervos. Cuando terminen esta parcela vete con ellos a la siguiente. Espiga tras ellos, que no te molestarn. Y si tienes sed bebe del agua de sus vasijas.

    Conmovida, Rut cay a sus pies y exclam:

    -Cmo es que he hallado gracia a tus ojos para que te fijes en m no siendo ms que una extranjera, perteneciente a las hijas de Moab, que no hemos obtenido la gracia de participar en la asamblea de Yahveh?

    Y Booz le respondi:

    -Hija ma, nuestros sabios, bendita su memoria, me han ilustrado que el decreto de Yahveh sobre tu pueblo slo se refiere a los varones. Tambin se me ha comunicado profticamente que de ti han de salir reyes y profetas, pues has dejado a tu dios y a tu pueblo, la casa de tu padre y la tierra de tu nacimiento y has venido a un pueblo que antes no conocas. Que Yahveh te colme de sus bendiciones pues has venido a cobijarte bajo las alas de la Shekinah de su gloria! Que tu porcin est con Sara, Rebeca, Raquel y La!

    Le replic ella:

    -Encuentre yo gracia ante ti, seor mo, porque t me has confortado considerndome digna de ser aceptada en la asamblea de Yahveh.

    Y a la hora de la comida le dijo Booz:

    -Ven aqu y moja tu rebanada en el caldo de los segadores.

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  • Ella se sent al lado de los segadores y Booz le ofreci trigo tostado y comi y se saci, y guard lo que le sobr. Luego estuvo espigando en el campo hasta la tarde. Vare las espigas que haba recogido. Se carg la cebada y volvi a casa, mostrando satisfecha a su suegra el fruto de su trabajo. Luego le dio tambin el alimento que le haba sobrado despus de que ella se haba saciado.

    Le pregunt su suegra:

    -Dnde has espigado hoy, que te fue tan bien? Que sea bendito quien se ha interesado por ti!

    Le respondi:

    -La suerte me llev a los campos de un varn llamado Booz.

    Y Noem dijo a su nuera:

    -Que le bendiga Yahveh, pues su bondad no ha abandonado a los vivos ni a los muertos! Ese hombre es pariente nuestro; es uno de nuestros go'el.

    Y Rut le dijo:-El me ha dicho: Contina con mis muchachos hasta el tiempo en que se

    concluya toda mi cosecha.

    Y Noem, conmovida, dijo a su nuera:

    -Bueno es, hija ma, que vayas con ellos y que no te encuentren en otros campos.

    Sin marido, sin fortuna, extranjera, Rut no es ms que una hurfana espigadora. Pero, aunque sea hija de idlatras, se ha refugiado en Beln bajo las alas del Santo de Israel. Aconsejada por su suegra, en la noche clida y casta de junio, Rut descender a la era donde duerme Booz, despus de haber aventado la parva de cebada, haber comido y bebido con la alegra de la cosecha. Con el pasmo en el corazn descubrir los pies de Booz y se acostar junto a l. Y aqu entra en accin el Santo, bendito sea, que desde la creacin se encarga de combinar los matrimonios, haciendo que se encuentren el hombre y la mujer creados el uno para el otro segn sus designios. En los montes de Judea, coronados de estrellas, Booz se despert sobresaltado de su profundo sueo y se encontr, como en los orgenes Adn, con una mujer acostada a sus pies. En la semioscuridad de la noche de verano, con voz ronca pregunta:

    -Quin eres?

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  • Rut le responde con las palabras de bienvenida que l mismo Booz le ha dirigido la vspera:

    -Soy Rut, tu sierva, extiende las alas de tu manto sobre tu sierva y tmame como esposa, porque t eres mi go'el.

    -S, yo te rescatar, como es verdad que el Eterno vive.

    Es la respuesta solemne de Booz, que siente la presencia del Dios vivo, bendiciendo el amor que El mismo ha suscitado entre l, avanzado en edad, y la joven Rut, que "no ha ido a buscar esposo entre los jvenes". Gracias al Santo, bendito sea, los dos pueden empezar a vivir y a esperar que, en un da futuro, de su descendencia nazca el Esperado de Israel.

    As Rut es rescatada por Booz, su go'el que, segn la ley del levirato, la esposa y la hace madre en Israel. De este modo, a travs de Rut, entra en la historia de la salvacin el pueblo de Moab, condenado a las tinieblas desde sus orgenes incestuosos. Lot, el ascendiente de Rut, se une finalmente a Abraham, ascendiente de Booz. Lot, el ambicioso sobrino de Abraham, se separ del to descendiendo a las llanuras frtiles de Sodoma para establecerse en ellas. Rut, en cambio, siguiendo la fe de Abraham, decide emigrar "lejos de la casa de su padre, de su ciudad", para seguir a Noem a Beln, al encuentro de su redentor (su go'el). De esta unin inesperada de un descendiente de Abraham y de una moabita, ms tarde, nacer el Mesas de Israel.

    El Santo, bendito sea, bendijo a Rut y a Booz con un hijo, a quien llamaron Obed, y que Noem, la abuela, adopt como hijo. As la felicitaron en Beln:

    -Un hijo le ha nacido a Noem!

    Pero a Booz, todo el pueblo de Beln, junto con los ancianos reunidos a la puerta de la ciudad, le felicitan con el curioso augurio:

    -Que tu casa sea como la casa de Peres, el hijo que Tamar dio a Jud, gracias al semen (a la posteridad) que Yahveh te dar a travs de esta mujer.

    Son los designios misteriosos del Santo, que salva y lleva adelante la historia por vas insondables, por encima de los pecados del hombre. Si Rut es Moabita, hija del incesto de la hija mayor de Lot, tambin Booz es descendiente de Peres, el hijo de la unin medio incestuosa de Tamar con su suegro, el inocente Jud, hijo del patriarca Jacob. As es la genealoga del rey David, que va desde Peres a Booz, que engendr a Obed, padre de Jes, del que naci David.

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  • La voz de la sangre o el Dios de la historia arranca la confesin del corazn de Booz. Abuelo y nieto, en la paz de Beln, entonan a coro el cntico:

    Oh Dios, t mereces un himno en Sin,porque t escuchas las splicas.Los habitantes del extremo del orbese sobrecogen ante tus signos,y a las puertas de la aurora y del ocasolas llenas de jbilo.

    T cuidas de la tierra, la riegasy la enriqueces sin medida;la acequia de Dios va llena de agua;preparas sus trigales.

    As la preparas: riegas los surcos,igualas los terrones,tu llovizna los deja mullidos,bendices sus brotes;coronas el ao con tus bienes,tus carriles rezuman abundancia;rezuman los pastos del pramoy las colinas se orlan de alegra;las praderas se cubren de rebaosy los valles se visten de miesesque aclaman y cantan.

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  • 3. DAVID, PASTOR

    Belleza y talento, los dones de Adn a David, no libraron a David de dificultades. Eliab, el hermano mayor de David, encendido en clera, le apostrof:

    -A quin has dejado el rebao en el desierto? Qu has venido a hacer aqu? Ya conozco tu atrevimiento inconsciente y la maldad de tu corazn. Has venido a curiosear, a ver la batalla.

    Es el hermano mayor, el primognito, alto y fuerte, que no tiene ojos para el hermano pequeo. Le ciega el orgullo y la clera. Por ello ofende injustamente a David, que con calma le responde:

    -Dime, qu he hecho? Es que no se puede hablar?

    Y mientras responde a su hermano, que no le escucha, David entra en su interior, donde Dios dirige su mirada, y ora: "Examname, Seor, ponme a prueba, sondea mis entraas y mi corazn, porque tengo ante los ojos tu bondad". Y Dios realmente fija sus ojos en el corazn de David lo mismo que examina el corazn de sus hermanos. Sus hermanos mayores, orgullo de su padre, son presentados a Samuel y, ms tarde, enviados al ejrcito de Sal. Son grandes y fuertes, hombres de guerra. David es el pequeo, que nadie invita al sacrificio de Samuel ni se cuenta con l para luchar contra los filisteos. En cambio, David, el pequeo, va y viene, va a la corte del rey y vuelve a cuidar el rebao de ovejas. Pero no va con armas, sino con su arpa; no se le invita a la guerra contra los extranjeros, sino a sanar con la msica el corazn del rey de sus enemigos internos.

    Ante la mirada de Dios, David se senta libre. Y esa libertad se expresaba en sus ojos limpios y ardientes como el arco iris, formado de sol y lluvia. Por ello el corazn le lata al ritmo de la sangre y sus labios susurraban salmos, casi sin darse cuenta, algo as como brotan y maduran las frutas en los rboles. Las notas y las slabas iban cayendo como gotas de roco que el viento arranca de las palmeras de Engad.

    David era un joven apuesto, inteligente y valiente. Por ello, su padre, Isa, le encomend el cuidado de su rebao de ovejas, aunque era el ms joven de sus hijos. Esto es lo que dicen los sabios, bendita su memoria. Pero no todos piensan como ellos. David no estuvo libre de sospechas infamantes. Su cabello rojizo le hizo sufrir el desprecio de sus mismos hermanos. Las sospechas de que fuera hijo de una esclava, afirman las malas lenguas, fue la causa de que fuera

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  • alejado de la compaa de sus hermanos y mandado al desierto, donde pas sus das pastoreando el rebao de su padre.

    Pero el Santo escribe derecho con lneas torcidas. A Dios le gusta el juego del columpio. Lo pobre y despreciado, lo que no pesa es lo que sube y es ensalzado, mientras que la arrogancia hace al hombre pesado y en el columpio del Seor baja hasta quedar en tierra. Fue la vida de pastor lo que llev a David a su exaltacin. David se dedicaba al pastoreo con gran amor. Se levantaba al alba y, recitadas sus plegarias, con el zurrn al hombro y el cayado en la mano, se diriga al aprisco, sacaba el rebao y le llevaba a los pastos del campo.

    Beln est situada en una zona radiante de montes en la regin de Judea. A Beln se la llama casa del pan, posada de reposo, campo de pastores. Al salir el sol, el roco brilla en la amplia campaa que circunda la ciudad. La llanura de trigo verde comenzaba a dorarse, cuando una bandada de palomas torcaces, alborotadas, revolote entre los olivos. En las grutas calientes y umbras penetra el sonido de las esquilas de las ovejas, que se desperezan al alba. Los hilos de las araas se trenzan entre las briznas de paja y heno... Todo el paisaje de Beln entraba por los ojos de David hasta hacer vibrar su alma. La alegra pujaba entonces incontenible hasta convertirse en canto. Transportado, en armona dedos y labios, brotaban msica y palabras desde el hondn de su ser.

    El corazn del joven pastor rebosaba de contento ante la vista del luminoso paisaje. Delante del rebao, al comienzo, y detrs de l, ms tarde, David iba canturreando las melodas, que luego seran los "salmos de David". El salmo brota en el corazn de Beln silenciosamente como los sueos de la hierba en la noche.

    No le gustaba a David detenerse en los prados cercanos a los campos cultivados de trigo; tema que las ovejas se le escaparan y pisotearan las espigas. Por ello, prefera caminar hasta los pastos, aunque fueran lejanos, pero no cultivados de cereales. A lo largo del camino se distraa arrancando melodas a la ctara, sosteniendo con la msica el cansancio de las ovejas ms dbiles.

    Su odo excelente le permita distinguir y reproducir los ms variados sonidos de la naturaleza: el piar de las aves, el roce de las mieses, el susurro del viento en los rboles, el murmullo de las aguas. Pasaba largas horas escuchando la palabra del rbol y el eco de las piedras rodando por el arroyo; tras noches enteras escuchando la ininterrumpida pltica del cielo con la tierra, de los abismos con las estrellas, nadie mejor que el pastor conoce el idioma de los bosques, de los vientos y las nubes: "El cielo proclama la gloria de Dios, el firmamento pregona la obra de sus manos; el da pasa el mensaje al da; la noche se lo susurra a la noche".

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  • As segua al rebao, sin perderlo de vista por un instante. Se cuidaba de que los corderillos no se quedasen rezagados y, si alguno se cansaba y no consegua mantener el paso, David lo cargaba en torno a su cuello. Llegado al lugar de los pastos, se preocupaba de que todos encontraran su alimento; l mismo cortaba el pasto y se lo daba en la boca a las ovejas recin paridas o a los corderillos. Al medioda, escuchando a los pjaros, el pastor se duerme contemplando sus alas. En otras ocasiones, el olor a lluvia del campo le penetra en el corazn, ablandndolo y dilatndolo para acoger la vida y sembrarse de esperanzas. Las nubes gotean el gozo y el amor de lo alto. Dios dibuja y desdibuja su nombre para su pastor en el firmamento. As, da a da, de sbado a sbado, se va llenando el corazn de David del canto al Seor, del mismo modo que, al caer la tarde entre los montes, las sombras se van acomodando por todos los rincones.

    El elegido del Seor se prepara a su misin de rey de Israel, ejercitndose como pastor del rebao de su padre, tomando cada da conciencia de su pequeez; aprendiendo a cuidar de los hombres que le sern encomendados, cuidando ahora de las ovejas y corderos; abandonndose con confianza a Dios, se va vistiendo cada da las armas de la fe y la obediencia.

    Se cuenta que en cierta ocasin no logr encontrar ms que un campo de malezas y arbustos. Qu hizo? Por temor a que las ovejas ms jvenes y fuertes se comieran los tallos ms tiernos y que las dems no encontraran luego nada qu comer, David hizo entrar primero slo a los corderos para que se nutrieran de lo ms tierno del pasto; luego hizo entrar a las ovejas ms viejas y achacosas y, finalmente, cuando stas se hubieron saciado, dej pastar a las jvenes, que podan triscar y comer hasta de las hierbas ms duras o difciles de alcanzar. De este modo consigui saciar a todo el rebao...

    Yahveh, que escruta al justo, examinaba a David en el pastoreo. As el Seor apreci el comportamiento de David con el ganado y, viendo su corazn de pastor, se dijo el Santo, bendito sea su nombre:

    -Quien sabe apacentar a cada oveja segn sus fuerzas, ser el que apaciente a mi pueblo.

    As Yahveh "eligi a David su servidor, le sac de los apriscos del rebao, le tom de detrs de las ovejas, para pastorear a su pueblo Jacob, y a Israel, su heredad. El los pastoreaba con corazn perfecto, y con mano diestra los guiaba". Los sabios, bendita su memoria, nos narran la sorprendente actuacin de Dios muchas veces con palabras transmitidas de los labios al odo, en cadena ininterrumpida. As despiertan la espera vigilante de la intervencin de Dios en el momento menos esperado:

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  • -Uno sale de casa a buscar unas asnas perdidas y vuelve transformado en rey, en "otro hombre". Como le sucede a un joven pastor con la nica pasin de cantar a las estrellas y lanzar piedras con la honda

    David ve pasar los das, sin darse cuenta de que cada da le acerca al cumplimiento de la profeca. Sin pensar en Jacob, su antepasado, "ata a la vid su asno". Ve cmo la luna crece y mengua mes tras mes y canta: "Toda carne es como hierba del campo; su magnificencia, como flor que brota y enseguida se seca y desaparece". Pero esto no le impide amar a las flores y a las estrellas, al agua que corre y canta, las ondulaciones del desierto sobre las que cabalga su alma. La poesa polcroma de la jornada se le hace msica y silencio. S, al final de su vida podr confesar: "He amado la belleza, transformndola en salmos; he amado apasionadamente, con vehemencia la vida y las cosas, sin importarme su fragilidad, ms an, su fragilidad aumentaba mi amor por ellas".

    Con un trozo de pan, un puado de aceitunas y medio queso se senta feliz cada maana. Con los ojos cerrados poda recorrer el camino, orientado por los olores diversos, que conoca de memoria: desde los aromas de los jazmines hasta el hedor de los troncos podridos. Y luego, con los brazos cruzados bajo la nuca, cuantas horas mirando al cielo! A veces sin una nube que amortiguara el fuego del medioda, cuando hasta los pjaros y los insectos callan, esperaba que se alargaran las sombras del peasco y de los arbustos para sacar a su rebao de la modorra. Otras veces se deleitaba con el fuerte sabor de los dtiles. Y cmo olvidar los das de esquileo, en que se come bien y se bebe an ms? Todo es una invitacin al canto:

    Sabed que Yahveh mima a su amigo,Yahveh escucha cuando yo le invoco!Muchos dicen: Quien nos har ver la dicha?Alza sobre nosotros la luz de tu rostro!Yahveh, t has dado a mi corazn ms alegraque cuando abundan el trigo y el vino nuevo.En paz yo me acuesto y me duermo,pues t solo, Yahveh, me haces vivir tranquilo.

    Contra el cielo del atardecer se alzaba la roca de Sin, como "alas de paloma, revestidas de plata, cuyas plumas con reflejos de oro" envuelven el sueo del pequeo pastor. La sinfona de los insectos no turbaba el silencio de la noche. As, los das, semanas y lunas se iban desgranando lentamente como una espiga de cebada.

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  • 4. DIOS RECHAZA A SAUL

    Sal y David son dos figuras unidas y contrapuestas. Sal es el primer rey de Israel. Con l se instaura la monarqua, deseada por el pueblo, para ser "como los dems pueblos", cosa que contradice la eleccin de Dios, que separ a Israel de en medio de los pueblos, unindose a l de un modo particular: "T sers mi pueblo y yo ser tu Dios". Pero el pueblo quiere ser como los dems pueblos. Se han cansado de ser distintos. Es pesado ser diferente! Ser el pueblo elegido, separado, consagrado a Dios, con una misin para los otros pueblos... es maravilloso, pero la diferencia pesa, cansa. Ser como los dems no es muy sublime, pero es cmodo. Es la tentacin. En Ram Samuel y los representantes del pueblo se enfrentan en una dramtica discusin:

    -Mira, t eres ya viejo. Nmbranos un rey que nos gobierne, como se hace en todas las naciones.

    Samuel se disgust con ellos y les replic:

    -Ya habis olvidado la palabra de Geden, cuando el pueblo quiso aclamarlo como rey, dicindole: T sers nuestro jefe, y despus tu hijo y tu nieto, pues nos has salvado de los madianitas?

    -Y qu es lo que Geden respondi?

    -Ni yo ni mi hijo seremos vuestro jefe. Vuestro jefe es el Seor.

    Como los ancianos insistan en su peticin, Samuel les record la fbula de los rboles, que quisieron elegirse un rey:

    -Escuchadme. Una vez los rboles se pusieron en camino para elegirse un rey. Dijeron al olivo: S t nuestro rey. Pero el olivo les dijo: Y voy a renunciar a mi aceite, con el que son honrados los dioses y los hombres, para ir a mecerme sobre los rboles? Entonces dijeron a la higuera: Ven t a ser nuestro rey. Pero la higuera les respondi: Y voy a dejar la dulzura de mi fruto sabroso para ir a mecerme sobre los rboles? Dijeron entonces a la vid: Ven a ser nuestro rey. Pero la vid replic: Y voy a dejar mi mosto, que alegra a dioses y hombres, para ir a mecerme sobre los rboles? Entonces dijeron todos a la zarza: Ven a ser nuestro rey. Y les dijo la zarza: Si de veras queris ungirme rey vuestro, venid a cobijaros bajo mi sombra, y si no, salga fuego de la zarza y devore a los cedros del Lbano.

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  • Por si no haban entendido el aplogo, Samuel aadi la moraleja:

    -Estos son los derechos del rey que os regir: a vuestros hijos los llevar para enrolarlos en sus destacamentos de carros y caballera, y para que corran delante de su carroza; los emplear como aradores de sus campos y segadores de su cosecha. A vuestras hijas se las llevar como perfumistas, cocineras y panaderas. Vuestros campos, vias y los mejores olivares os los quitar para drselos a sus servidores. De vuestro grano y de vuestras vias os exigir el diezmo. A vuestros criados y criadas, vuestros mejores bueyes y burros, se los llevar para l. De vuestros rebaos os exigir el diezmo. Y vosotros mismos seris sus esclavos! El rey es la peligrosa zarza que devora a cuantos se acogen a su sombra.

    Samuel, el profeta de Dios, se opone visceralmente a la monarqua, calificndola de idolatra. Pero Dios, en su fidelidad a la eleccin de Israel, mantiene su alianza y transforma el pecado del pueblo en bendicin. El rey, reclamado por el pueblo con pretensiones idoltricas, es transformado en don de Dios al pueblo: "Dios ha constituido un rey sobre vosotros". Dios saca el bien incluso del mal, cambiando lo que era expresin de abandono en signo de su presencia amorosa en medio del pueblo. Por ello dir a Samuel:

    -Maana te enviar un hombre de la regin de Benjamn, para que lo unjas como jefe de mi pueblo, Israel, y libre a mi pueblo de la dominacin filistea; porque he visto la afliccin de mi pueblo; sus gritos han llegado hasta m.

    Samuel, el profeta de Dios, se tragar sus ideas y ungir como rey, primero, a Sal y, despus, a David. Los profetas, que sucedan a Samuel, vivirn siempre esta misma tensin interior: No es Dios nuestro rey? Para qu queremos otro rey en su lugar? Los salmos superan la tensin exaltando al rey futuro, el Mesas, el Rey salvador. David, el rey pastor encarna ya, en figura, al Rey Mesas: potente en su pequeez, inocente perseguido, exaltado a travs de la persecucin y el sufrimiento, siempre fiel a Dios que le ha elegido.

    De todos modos, aceptada la peticin del pueblo, Samuel unge rey a Sal, que entra en escena con toda solemnidad, como sobre un palco. Sal es descendiente de la tribu de Benjamn, la ms pequea de las tribus de Israel y que, poco antes, ha sido casi eliminada, por el grave delito de Guibe. Sal aparece en una ambientacin de simpleza aldeana. Est en el campo, buscando unas borricas perdidas, se encuentra con unas aguadoras, el profeta le ofrece el pernil en la comida y una estera para dormir en la azotea. Pero el retrato de Sal es majestuoso; su presencia llena el escenario, incluso cuando, derrotado, cae por tierra:

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  • Haba un hombre de Loma de Benjamn, llamado Quis, hijo de Abiel, de Seror, de Becor, de Afiaf, benjaminita, de buena posicin. Tena un hijo que se llamaba Sal, un joven alto y apuesto; nadie entre los israelitas le superaba en gallarda: sobresala por encima de todos, de los hombros arriba.

    Cuando Samuel, que suba a la colina de Suf, se encontr con Sal, reconoci en l al designado:

    -ste es, sin duda, el hombre que regir a Israel.

    Samuel invit a Sal a comer en su casa, donde le prepar alojamiento. Al despuntar el sol, Samuel acompa a Sal a las afueras del pueblo. Tom el cuerno de aceite y lo derram sobre la cabeza de Sal. Y le bes, diciendo:

    -El Seor te unge como jefe de su heredad, de su pueblo Israel; t gobernars al pueblo del Seor, t lo salvars de sus enemigos.

    Tras esta uncin en las afueras del pueblo, al amparo del alba, sin testigo alguno, Samuel convoc al pueblo en Misp, sac a Sal de su escondite, lo puso en medio del pueblo y dijo a los israelitas:

    -Veis al que ha elegido Yahveh? No hay otro como l en todo el pueblo.

    Y el pueblo lo aclam:

    -Viva el rey!

    Y Samuel, cumplida su tarea, despidi al pueblo.

    El espritu de Dios invadi a Sal, que reuni un potente ejrcito y salv a sus hermanos de Yabs de Galaad de la amenaza de los amonitas. El pueblo, tras esta primera victoria, coron solemnemente como rey a Sal en Guilgal.

    Sal, reconocido como rey por todo el pueblo, comienza sus campaas victoriosas contra los filisteos. Pero Sal, a quien tuvieron que buscar y sacar de su escondite para proclamarlo rey, ahora que ha saboreado el gusto del trono real no quiere perderlo; se aferra al poder a toda costa, arrogndose funciones que no le competen. La historia de Sal es terriblemente dramtica. Constituido rey contra su deseo, se siente seducido por la "enfermedad del poder". Ante la amenaza de los filisteos, concentrados para combatir a Israel con un ejrcito tan numeroso como la arena de la orilla del mar, los hombres de Israel se vieron en peligro y comenzaron a esconderse en las cavernas, en las endiduras de las peas y hasta en las cisternas. En medio de esta desbandada, Sal se siente cada vez ms solo, esperando en Dios que no le responde y aguardando al profeta que no llega. En su miedo a ser completamente abandonado por el

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  • pueblo llega a ejercer hasta la funcin sacerdotal, ofreciendo holocaustos y sacrificios, lo que provoca el primer reproche airado de Samuel:

    -Qu has hecho?

    Sal mismo se condena a s mismo, tratando de dar las razones de su actuacin. Ha buscado la salvacin en Dios, pero actuando por su cuenta, sin obedecer a Dios y a su profeta. Se arroga, para defender su poder, el ministerio sacerdotal:

    -Como vi que el ejrcito me abandonaba y se desbandaba y que t no venas en el plazo fijado y que los filisteos estaban ya concentrados, me dije: "Ahora los filisteos van a bajar contra m a Guilgal y no he apaciguado a Yahveh. Entonces me he visto obligado a ofrecer el holocausto.

    Samuel le replica:

    -Te has portado como un necio. Si te hubieras mantenido fiel a Yahveh, El habra afianzado tu reino para siempre sobre Israel. Pero ahora tu reino no se mantendr. Yahveh se ha buscado un hombre segn su corazn, que te reemplazar.

    Y Samuel se alej hacia Guilgal siguiendo su camino.

    Pero Samuel volver de nuevo a enfrentarse con Sal y anunciarle el rechazo definitivo de parte de Dios. Se repite, de nuevo, la historia. Sal, el rey sin discernimiento, pretende dar culto a Dios desobedecindolo. Enfautuado por el poder, que no quiere perder, se glorifica a s mismo y condesciende con el pueblo, para buscar su aplauso, aunque sea oponindose a la palabra de Dios. Samuel, pasado algn tiempo, se present y dijo a Sal:

    -El Seor me envi para ungirte rey de su pueblo, Israel. Por tanto, escucha las palabras del Seor, que te dice: "Voy a tomar cuentas a Amalec de lo que hizo contra Israel, cortndole el camino cuando suba de Egipto. Ahora ve y atcalo. Entrega al exterminio todo lo que posee, toros y ovejas, camellos y asnos, y a l no le perdones la vida".

    Amalec es la expresin del mal y Dios quiere erradicarlo de la tierra. La palabra de Dios a Sal es clara y perentoria. Pero Sal es un necio, como le llama Samuel. Ni escucha ni entiende. Dios entrega en sus manos a Amalec. Pero Sal pone su razn por encima de la palabra de Dios y trata de complacer al pueblo y a Dios, buscando un compromiso entre Dios, que le ha elegido, y el pueblo, que le ha aclamado. Perdona la vida a Agag, rey de Amalec, a las mejores ovejas y vacas, al ganado bien cebado, a los corderos y a todo lo que

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  • vala la pena, sin querer exterminarlo; en cambio, extermin lo que no vala nada.

    Entonces le fue dirigida a Samuel esta palabra de Dios:

    -Me arrepiento de haber constituido rey a Sal, porque se ha apartado de m y no ha seguido mi palabra.

    Samuel se conmovi y estuvo clamando a Yahveh toda la noche. Por la maana temprano se levant Samuel y fue a buscar a Sal. Cuando Sal le vio ante s, le dijo:

    -El Seor te bendiga. Ya he cumplido la orden del Seor.

    El orgullo le ha hecho inconsciente e insensato, creyendo que puede eludir el juicio del Seor. Pero Samuel, con ira mezclada de irona, le pregunt:

    -Y qu son esos balidos que oigo y esos mugidos que siento?

    Sal contest:

    -Los han trado de Amalec. El pueblo ha dejado con vida a las mejores ovejas y vacas, para ofrecrselas en sacrificio a Yahveh, tu Dios...

    Pero Samuel le replic:

    -Cmo a Yahveh, mi Dios? Es que no es el tuyo y el del pueblo?

    -S, lo es... Y en cuanto al resto lo hemos exterminado.

    -Basta ya y deja que te anuncie lo que Yahveh me ha revelado esta noche.Pero Sal, aunque ya no tan seguro, insista:

    -Pero si yo he obedecido a Yahveh! He hecho la expedicin que me orden, he trado a Agag, rey de Amalec, y he exterminado a los amalecitas. Del botn, el pueblo ha tomado el ganado mayor y menor, lo mejor del anatema, para sacrificarlo a Yahveh, tu Dios, en Guilgal.

    Sal, hipcrita, se atribuye a s los actos de obediencia y descarga sobre el pueblo la culpa de las transgresiones. Pero Samuel no se deja engaar y le replica:

    -Acaso se complace Yahveh en los holocaustos y sacrificios como en la obediencia a la palabra de Yahveh? Mejor es obedecer que sacrificar, mejor la docilidad que la grasa de los carneros. Pecado de adivinos es la rebelda, crimen

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  • de idolatra es la obstinacin. Por haber rechazado la palabra de Yahveh, El te rechaza hoy como rey.

    La excusa del sacrificio no tiene valor alguno. El culto sin fe en la palabra de Dios, manifestada en la vida, es algo que da nusea a Dios. El rito sin que vaya acompaado del corazn no sube al cielo. Dios busca y desea un corazn fiel y no el humo del sacrificio. Es lo que Dios encontrar en David:

    Los sacrificios no te satisfacen;si te ofreciera un holocausto, no lo querras.Mi sacrificio es un espritu quebrantado;un corazn quebrantado y humilladoTu no lo desprecias.

    Samuel, pronunciado el orculo del Seor, se dio media vuelta para marcharse, pero Sal se agarr al orlo del manto, que se rasg. El manto rasgado es el signo de la ruptura definitiva e irreparable, como explica Samuel, mientras se aleja:

    -El Seor te ha arrancado el reino de Israel y se lo ha dado a otro mejor que t.

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  • 5. UNCION DE DAVID

    Observ el Seor todas las montaas y no encontr ninguna tan digna de que sobre ella se diera la Tor y se posara la Shekinah como sobre el monte Sina. Por qu? Porque se humill a s mismo. Cuando el Sina vio al monte Hermn y al monte Siryon que contendan entre s, diciendo uno: "se posar sobre m", y el otro: "no, se posar sobre m"; viendo cmo rivalizaban el uno con el otro y cmo se ensalzaban a s mismos, el monte Sina se humill y no abri la boca. Por ello, el Seor, que no se fija en las apariencias, repar en su humildad e hizo posar la Shekinah sobre l, porque Dios es Alto y Excelso, "pero se fija en el humilde y al soberbio le mira desde lejos".

    Samuel, el profeta de Dios, est al centro de la historia de David. Desde su nacimiento, Samuel es una irradiacin de la presencia de Dios en medio de Israel. Elcana y su esposa Ana vivan en Rama, un pequeo pueblo de la llanura de Sarn, frente a las montaas de Efram. Se haban casado realmente enamorados. Pero pasaban los aos y el seno de Ana segua cerrado. Mientras tanto, Pennina, la otra mujer de Elcana, orgullosa de su seno, continuamente engendraba hijos, suscitando los celos de Ana. Y, aunque Elcana repitiera que su amor vala por diez hijos, no lograba ocultar la arruga de amargura que cruzaba de vez en cuando su frente. Y, cuando Ana contemplaba esa arruga, cada vez ms honda, en la frente de su esposo, senta una inquieta ansiedad en su corazn.

    Con su pena acuestas, cada ao acompaaba Ana a su esposo al Santuario de Silo, donde se hallaba el Arca del Seor, para la fiesta de las Tiendas. Se trata de la fiesta otoal de la vendimia, una de las fiestas ms populares de Israel. Las gentes se trasladaban a las vias y durante varias semanas habitaban en tiendas. Ms tarde, sin perder este colorido, la fiesta pas a evocar las tiendas del peregrinar por el desierto, bajo la proteccin de Dios.

    En el Santuario las gentes ofrecan sus sacrificios al Seor y despus se sentaban en los alrededores del templo. En medio del bullicio de la fiesta, Ana se sent a comer su pan baado en lgrimas, disimuladas por los cantos. Despus de comer, mientras Elcana se qued adormilado, Ana se levant sigilosa y se fue al templo, en aquella hora, solitario. Slo el sacerdote El cabeceaba ante la puerta, sentado en su silla baja. Sin dejarse ver ni hacerse sentir, Ana penetr en el interior fresco y oscuro del Santuario.

    Ana suplicando

    En un murmullo, apenas perceptible, comenz a susurrar su pena ante el Seor:

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  • -Seor, Dios mo, si te dignas mirar la afliccin de tu sierva y acordarte de m, dndome un hijo, yo te lo entregar por todos los das de su vida y la navaja no tocar su cabeza.

    Postrada ante el Seor, Ana sigui moviendo sus labios, orando en su corazn, sin percibir el paso del tiempo ni los pasos de El que, intrigado, se acerc a ella. La sac de su ensueo la voz irritada del sacerdote:

    -Hasta cundo va a durarte la borrachera, mujer? Echa ya el vino que llevas dentro!

    Ana se sobresalt y con un hilo de voz respondi:

    -No, seor, tu sierva no est borracha. Soy una mujer acongojada, que desahoga su corazn ante el Seor. No he bebido vino ni nada embriagante. No juzgue mi seor a esta pobre sierva, que slo por su afliccin habla al Seor.

    Compadecido, el anciano sacerdote coloc la palma de su mano arrugada sobre la cabeza de Ana y la bendijo:

    -Vete en paz y que el Dios de Israel te conceda lo que has pedido.

    Fruto de la oracin de Ana y de la bendicin del sacerdote, naci Samuel, como un verdadero don de Dios. Ana lo consagr al Seor, entonando ante El su canto de alabanza. Cuantas veces se inspirara David en este canto al elevar a Dios sus salmos!

    Porque, sin conocerse entre ellos, Samuel y David se encontraron en Beln. Dios, que eligi al uno como profeta y al otro como rey de su pueblo, hizo que sus vidas se entrecruzaran. Samuel era ya avanzado en aos y David era an un muchacho con quien nadie contaba. Samuel entraba y sala en la corte del rey Sal; David, en cambio, no haca otra cosa que pastorear los rebaos de su padre Jes. No, ninguno de ellos pensaba en el otro. Slo Dios, el Seor de la historia, pensaba en el uno y en el otro, encaminando los pasos del uno hacia el otro.

    Desde los tres aos, apenas destetado, Samuel sirvi al Seor en el santuario de Silo. All, envuelto en su vestidura de lino, creci y recibi la llamada de Dios, que lo constituy en su boca, su profeta, mensajero de sus designios para El y sus perversos hijos, para Sal...y para David.

    La verdad es que, aunque Dios haba rechazado a Sal, Samuel no consegua aceptarlo. No haba sido el mismo Dios quien le haba enviado a ungirlo como primer rey de Israel? Despus de toda su repugnancia, Samuel se

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  • haba doblegado a la voluntad del pueblo y a la voluntad de Dios y haba ungido a Sal como rey. Y ahora, poda ungir a otro, mientras Sal estaba en vida?

    El Seor, que hizo una concesin al pueblo, ante la desobediencia de Sal, no retira su don al pueblo, pero s a Sal:

    -T me pediste: Dame un rey. Airado te di un rey, y encolerizado te lo quito.

    Pobre profeta que tiene que ser siempre profeta! Siempre hablando y actuando en nombre de otro! El Otro, el Seor, se le apareci y le dijo:

    -Hasta cundo vas a estar llorando por Sal, despus que yo le he rechazado para que no reine sobre Israel? Llena tu cuerno de aceite y vete. Te envo a Jes, de Beln, porque he visto entre sus hijos un rey para m.

    Samuel, el profeta fiel, pero respondn, replic:

    -Cmo voy a ir? Se enterar Sal y me matar!

    Pero ya, mientras est farfullando, Samuel busca la ampolla del leo santo que Moiss haba preparado en el desierto para la consagracin del Sumo Sacerdote y destinado a la uncin de los reyes de Israel hasta el final de los tiempos. De ese leo milagroso, que jams se agota, Samuel llen su cuerno y se dispuso a cumplir el deseo del Seor. Pero, temiendo que Sal se enterase del propsito de su viaje, Samuel tom consigo una becerra y esparci la noticia de que iba a Beln a ofrecer un sacrificio en honor del Seor. En honor al Seor, slo por obediencia al Seor, emprende Samuel el viaje hasta Beln. El Seor es el nico protagonista y Samuel no es ms que el profeta intermediario:

    -Yo te har saber lo que has de hacer y ungirs para m a aquel que yo te indicar.

    Llegado a Beln, los ancianos de la ciudad, llenos de estupor, salieron al encuentro de Samuel. No se explicaban el porqu de la inslita visita del profeta. Samuel les tranquiliz:

    -He venido en son de paz. Vengo a ofrecer un sacrificio al Seor. Purificaos y venid conmigo al sacrificio.

    Jes y los ancianos se congregaron a la sombra del emparrado, en el patio de la casa. Bajo la parra, cargada de racimos verdes, inmolaron la becerra. De un modo particular purific a Jes y a sus hijos y les invit al sacrificio. Jes tena siete hijos: Eliab, Abinadab, amm, Netanel, Radai, Ozem y David. Pero slo seis de ellos se presentaron ante Samuel para el rito, ya que el ms

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  • pequeo no estaba con ellos en casa, sino que se hallaba en el campo pastoreando el ganado.

    Samuel an no ha recibido la indicacin del Seor sobre quin ser el ungido. Por ello, Samuel comienza llamando al hermano mayor, a Eliab. Se trataba de un joven alto, de impresionante presencia. Samuel, al verle, crey que estaba ante el elegido de Dios. Se dijo a s mismo:

    -Sin duda est ante Yahveh su ungido.

    Dios quiso que Samuel fuera engaado por las magnficas apariencias de Eliab, pues deseaba humillar a su profeta que haba tenido la pretensin de llamarse a s mismo El Vidente. El Santo, bendito sea, le convenci de que l no vea ms que lo que se le conceda ver.

    Por otra parte el error de Samuel tena su justificacin. La eleccin del Seor, inicialmente, haba sido de Eliab y, por ello, le haba dado esa estatura y aspecto real. Pero Dios, que escruta el corazn, descart a Eliab por la violencia que descubri en su interior y por la dureza con que siempre trat a David, su hermano menor. Mas Dios, fiel a s mismo, aunque neg la realeza a Eliab, le compens, aos ms tarde, haciendo que a una hija suya la tomara por esposa el rey Jeroboam.

    Tom, pues, Samuel en su mano derecha el cuerno del leo y se dispuso a derramarlo sobre la cabeza de Eliab. Pero, al inclinar el cuerno, con gran sorpresa Samuel se dio cuenta de que el cuerno estaba vaco; ni una gota cay sobre Eliab. El Seor, de nuevo, contradeca a su profeta:

    -No mires su apariencia ni su gran estatura, pues yo le he descartado.

    La mirada de Dios no es como la mirada del hombre. El hombre mira las apariencias, pero Yahveh mira el corazn. La similitud de Eliab con Sal deban haber ayudado al profeta a descubrir que Dios, como ha rechazado a Sal, ha descartado tambin a Eliab. Su estatura imponente no les hace ms aptos para regir al pueblo. Los criterios de Dios no coinciden con los criterios humanos. Dios, probando a su profeta, le est invitando a mirar no segn el esquema o concepto humano sobre el rey. Dios ha elegido a otro, diverso. El profeta lo reconocer renunciando a sus ideas para poder escuchar la indicacin del Seor: "Ungirs a quien yo te indicar".

    Con un gesto, Samuel hizo retirarse de su presencia a Eliab. Jes, apesadumbrado, llam a su segundo hijo, Abinadab, que se coloc ante el profeta, inclinando la cabeza. Apenas se haba retirado Eliab el cuerno se haba llenado del leo santo. Pero, ya un poco desconcertado, Samuel no mir siquiera a Abinadab, sino que apenas le tuvo ante s se dispuso a derramar sobre l el

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  • leo santo. Una vez ms el Seor hizo desaparecer el leo del cuerno, para que su profeta entendiera que no era Abinadab el elegido. Retirado Abinadab, el profeta meti casi en el cuerno sus ojos miopes y pudo comprobar que estaba lleno de leo. Sigui as con los seis hijos de Jes, uno detrs de otro.

    Los ancianos de la ciudad y el pueblo, que asista al rito, todos haban visto a los hijos de Jes acercarse, uno tras otro, al profeta, inclinar la cabeza hacia el cuerno del leo y, luego, retirarse sin haber sido ungidos. Todos haban contemplado la turbacin de Samuel cada vez que inclinaba el cuerno y no goteaba en absoluto nada. Una especie de terror sagrado se haba ido difundiendo entre los presentes.

    Jes asista a la escena con una mezcla de estupor y de dolor por la humillacin de sus hijos. El mismo profeta participaba de su estupor y no saba qu pensar ni qu hacer. El Seor era misterioso en su eleccin. Pero Samuel, en su infancia, durmiendo junto al Arca en el templo, haba aprendido a distinguir la voz del Seor. El saba que el Seor le haba hablado claro: era un hijo de Jes el elegido. Y tambin saba que el Seor no se contradice. Cmo es que ha descartado a todos los hijos que Jes le ha presentado? De repente se le ilumin el rostro y, dirigindose a Jes, le pregunt:

    -No tienes otros hijos?

    Con voz apagada y sin dar importancia a lo que deca, pues no poda imaginar que, despus de haber descartado a los hijos mayores, el profeta fuera a ungir al pequeo, Jes respondi:

    -S, falta el ms pequeo que est pastoreando el rebao.

    -Manda que lo traigan!, -exclam Samuel-. No haremos el rito hasta que l no haya venido!

    El muchacho no slo es el menor de los hermanos, sino tambin el ms pequeo, tan pequeo, tan insignificante que se han olvidado de l. Nadie ha contado con l. Pero Dios s le ha visto. En su pequeez ha descubierto el vaso de eleccin para manifestar su potencia en medio del pueblo. Es un pastor, que es lo que Dios desea para su pueblo como rey: alguien que cuide de quienes El le encomiende. Mejor la pequeez que la grandeza; mejor un pastor con un bastn que un guerrero con armas. Con la debilidad de sus elegidos Dios confunde a los fuertes. En la fragilidad de su cabellera rubia est su belleza a los ojos de Dios, aunque a los ojos ciegos de los hombres provoque el desprecio.

    Jes, ms por respeto al profeta que por otra cosa, mand que fueran a buscar a David. Corrieron al campo y, sin explicacin alguna, llevaron a David ante el profeta. El corazn le dio un vuelco en el pecho a Samuel apenas vio a

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  • David ante s. A Samuel, al ver a David agitado y lleno de polvo de los pies a la cabeza, no le pareci que tuviera el aspecto de un rey y se pregunt si una persona de cabellos tan rojos no sera un sanguinario como Esa. Se qued fijo, mirndole, mientras David clavaba sus ojos en los ojos del profeta, a quien le palpitaba el corazn como si quisiera salrsele. Pero la voz del Seor cort sus reflexiones y dudas:

    -Aunque ser un rey guerrero, no combatir ms que cuando yo se lo ordene. Cundo aprenders a no fijarte en las apariencias y mirar al corazn que se asoma en la mirada? Levntate! Mi ungido est ante ti, y t ests sentado?

    Samuel, un poco confundido, se levant y fij su vista en los ojos de David y ya no le qued la mnima duda. Sus ojos eran bellos y luminosos, rebosantes de bondad. En ellos resplandeca la piedad de su corazn. Su frente era lmpida, signo de su inteligencia. Hasta los cabellos rojos le parecieron diversos, como si fueran un mechn de oro. De verdad su aspecto, superada la inicial apariencia, era admirable. Era la contrafigura de Sal, corpulento y tosco, pura apariencia. De la frente de David emanaba el halo del artista, delicado, dbil, el ltimo en quien pensar para rey. Samuel se extasiaba ahora contemplndolo. El Seor tuvo que sacarlo de su arrobo con su voz irresistible:

    -Es el elegido! Anda, ngelo!

    Samuel tom el cuerno y lo derram sobre la cabeza rubia de David. El aceite se extendi sobre la cabellera brillando a la luz del sol como una corona de oro. Con la uncin, el espritu de Yahveh se pos sobre David. El espritu que haba irrumpido ocasionalmente sobre los jueces, se posa para permanecer sobre David. Es el espritu que se ha apartado de Sal, dejndole a merced del mal espritu, que le perturba la mente.

    Ante su hijo, esplendente por la uncin, la madre revel a Jes su secreto, declarando, para asombro de sus hermanos, que ella era realmente la madre. Dios haca justicia, ensalzando al ltimo, al despreciado de todos, olvidado hasta de su padre. Entonces David exclam:

    Dad gracias a Yahveh, porque es bueno,porque es eterno su amor!En mi angustia grit al Seor y me escuch, ponindome a salvo.

    Samuel respondi:Mejor es refugiarse en el Seor,que confiar en los hombres.

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  • Jes cant:La piedra que desecharon los constructores es ahora la piedra angular.

    David exult:Abridme las puertas del triunfoy entrar para dar gracias al Seor.

    Los hermanos, a coro, cantaron:Es el Seor quien lo ha hecho,ha sido un milagro patente.

    Samuel proclam:Este es el da en que actu el Seor,sea nuestra alegra y nuestro gozo.

    Los hermanos, danzando en corro, prosiguieron:Seor, danos la salvacin,Seor, danos prosperidad.

    Jes, conmovido, entre lgrimas exclamaba:Bendito el que viene en nombre del Seor.

    Y Samuel, con voz de profeta:Os bendecimos desde la casa del Seor.

    Y todos a coro proclamaron:El Seor es Dios: El nos ilumina. Dad gracias a Yahveh, porque es bueno,porque es eterno su amor!

    Celebrado el sacrificio, Samuel se volvi a Ram y David regres con su rebao, dando vueltas en su corazn lo que el profeta haba hecho con l, esperando que el Seor le revelase el sentido y el momento de cumplir la misin para la que le haba ungido. Pero ya desde aquel da se dio un profundo cambio en la vida de David. La gente deca:

    -El Espritu del Santo est en el muchacho.

    Y, al son del arpa, David cantaba:Te cantar, Seor, con todo mi corazn,yo narrar todas tus maravillas.

    Pero cuando Samuel se march, tambin David sinti deseos de huir. En pie, el viejo profeta era imponente, infunda respeto con su mirada que

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  • escrutaba hasta los huesos. Pero y ahora qu? David slo deseaba huir, pero a dnde, cmo y de quin? David volvi al campo con su rebao y en la noche el arpa susurr:

    Yahveh, t me escrutas y conoces,sabes cuando me siento y cuando me levanto,te son familiares todas mis sendas.A dnde ir yo lejos de tu espritu,a dnde de tu rostro huir?Si subo hasta el cielo, all ests t,si desciendo hasta el abismo, all te encuentras.Si tomo las alas de la aurora,si voy hasta los confines del mar,tambin all te encuentras t...

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  • 6. DAVID CALMA CON SU CITARA A SAUL

    Cuando el profeta Samuel parti, la vida de Beln volvi a su normalidad, como si nada hubiera ocurrido. La uncin de David se guard en secreto, aunque su efecto se mostraba en el don de profeca y de canto que actuaba en David. Naturalmente estos dones despertaron la envidia en algunos con quienes David se encontraba. Nadie sinti mayores celos que Doeg, el sabio ms grande de su tiempo.

    De todos modos la vida de David era tranquila en el campo, transcurriendo en la rutina del pastoreo del rebao. El Espritu del Seor, en cambio, se haba apartado de Sal. Un mal espritu le perturbaba el nimo. El malhumor oprima su corazn, como si no pudiera respirar. El rey gema desesperado y no soportaba la presencia de nadie junto a l. Era el mes de las lluvias y el goteo montono del agua llenaba an ms el aire de melancola. Los rboles perdan sus hojas como si participaran de la desolacin del rey. Venciendo la resistencia del rey, sus servidores lograron que aceptara un cantor:

    -La msica aleja los malos humores y calma el espritu; queremos traerte un hombre que sepa tocar el arpa.

    -Cuando te asalte el mal espritu, l tocar para ti y te har bien.

    No muy convencido, Sal pregunt:-Y quin es ese cantor, que pueda aliviarme?

    Uno de los siervos le respondi:-Tu siervo conoce a un hijo de Jes, betlemita, que toca muy bien. Es un

    pastor.

    -Es que queris traerme un rudo maloliente?, grit el rey.

    -Oh, no, seor, es de palabra amable y de agradable presencia. Sin duda el Seor est con l...

    La ltima frase se le clav al rey en el corazn. "Est con l y a m me ha abandonado", pens para sus adentros. El saba que ah estaba la causa de su mal, pero no lo quera confesar, por ello dijo:

    -Est bien, tradmelo.

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  • Abner eligi un mensajero y lo mand a Beln, en busca del hijo de Jes, "el que est con el rebao". Al llegar el mensajero del rey se rompi, de nuevo, la monotona de Beln. En las tiendas de Jes haba una gran agitacin. La conmocin invadi a los betlemitas, que difundan la noticia de odo a odo:

    -Un mensajero del rey Sal ha llegado a pedir a Jes que mande a su hijo al palacio real.

    En privado, bajo el gran algarrobo, que se levanta detrs de la casa, rogndole que guardara el secreto, el mensajero explic a Jes:

    -El rey est enfermo. No se trata de una enfermedad del cuerpo, sino de una turbacin interior. La tristeza y la angustia le han paralizado y no quiere salir de su tienda. Se dice que tu hijo es un prodigio tocando el arpa. El hijo del rey, Jonatn, te suplica que lo mandes a palacio. As, cuando al rey le d una crisis de tristeza, tu hijo tocar el arpa ante l y quizs la msica logre sanarlo.

    Era otoo. Haca poco que haban celebrado la fiesta de Fin de ao, que culmina con el Yom Kipur. David estaba pastoreando en las cercanas. Su hermano lleg corriendo:

    -Regresa a casa, que te necesitan.

    -A m?

    Es lo nico que se le ocurre preguntar. Pero, sin esperar la respuesta, David recoge su arpa y su honda y desciende a todo correr a su casa. A llegar a casa, David encuentra a toda la familia agitada. Su padre ha preparado pan, un odre de vino, un cabrito y fruta seca, que cargan sobre un asno.

    -Pondrs a los pies del rey este presente, le dice su padre con voz apagada.

    -Lvate y ponte tus mejores vestidos, le dice su madre sin levantar la cara para que no se vieran las lgrimas de sus ojos.

    Cuando estuvo listo, David volvi donde estaban los dems. Dos soldados, con cara de aburrimiento, esperaban a David para conducirlo a la casa real de Sal. As David tuvo que dejar una vez ms su rebao y parti con los mensajeros del rey. Pero, de pronto, uno de los soldados pregunt a David:

    -No habrs olvidado tu arpa?

    S, la haba olvidado. Nadie le haba hablado de msica ni de la enfermedad del rey. En realidad no saba lo que queran de l. Uno de sus hermanos, corriendo, le alcanz el arpa, que David abraz contra su pecho y

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  • continu la marcha tras los soldados. David, con tri