damian - el tiempo necesario para el florecimiento humano. la gran utopía.pdf

Upload: ana-maria-vazquez

Post on 15-Oct-2015

15 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

  • Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=13902306

    Red de Revistas Cientficas de Amrica Latina, el Caribe, Espaa y PortugalSistema de Informacin Cientfica

    Araceli DaminEl tiempo necesario para el florecimiento humano. La gran utopa

    Desacatos, nm. 23, enero-abril, 2007, pp. 125-146,Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropologa Social

    Mxico

    Cmo citar? Fascculo completo Ms informacin del artculo Pgina de la revista

    Desacatos,ISSN (Versin impresa): [email protected] de Investigaciones y Estudios Superioresen Antropologa SocialMxico

    www.redalyc.orgProyecto acadmico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto

  • De acuerdo con el enfoque del florecimiento humano es mediante el trabajo que los individuospueden desplegar todas sus capacidades y necesidades humanas. Este artculo discute la posibilidadde alcanzar el florecimiento humano en una sociedad dividida en clases, como la capitalista, dadoel carcter alienado del trabajo.Cuestiona tambin la idea de que el tiempo libre pueda ser el espa-cio para alcanzar el florecimiento humano, dada la creciente alienacin a la que est sujeto, que semanifiesta en la proliferacin de actividades encaminadas a matar el tiempo libre, o como diraGianni Toti, nuestra vida misma.

    PALABRAS CLAVE: florecimiento humano, tiempo libre, alienacin, trabajo

    According to the human flourishing approach, individuals can deploy all their capabilities and humanneeds through work.This paper debates the possibilities of attaining human flourishing within a so-ciety divided in classes, such as capitalism, given the alienated characteristics of work. It also ques-tions the idea that free time can function as the space where human flourishing can be achieved,due to the increasing alienation it's being subjected to, which can be seen in the proliferation ofactivities oriented towards the annihilation of free time or, as Gianni Toti would say, of life itself.

    KEY WORDS: human flourishing, free time, alienation, work

    4

    El tiempo necesario para el florecimientohumano. La gran utopa

    Araceli Damin

    ARACELI DAMIN: Centro de Estudios Demogrficos, Urbanos y Ambientales, El Colegio de Mxico, Mxico-Distrito [email protected]

    Desacatos, nm. 23, enero-abril 2007, pp. 125-146.Recepcin: 27 de septiembre de 2006 / Aceptacin: 30 de diciembre de 2006

  • Desacatos -

    Nadie aceptara ser esclavo por doshoras; para ser aceptada, la esclavi-tud debe durar cada da el tiemposuficiente para quebrantar algo den-tro del hombre.

    Simone Weil, La condition ouvrire

    E l elemento constitutivo del florecimiento huma-no1 lo define Julio Boltvinik como el desarro-llo de las capacidades y necesidades humanas,entendidas como una unidad interactiva del lado pasivoy el activo del ser humano (vase el artculo de Boltviniken este mismo nmero)2. A partir del anlisis de la esen-cia y de las necesidades humanas Boltvinik identifica lasprecondiciones (sociales e individuales) que deben cum-plirse para abrir la posibilidad del florecimiento humano.Boltvinik reconoce que tanto la alienacin como la du-racin de la jornada de trabajo (y la falta de su anttesis,el tiempo libre) representan limitaciones objetivas quelos individuos deben superar como condiciones nece-sarias previas a la posibilidad de florecimiento humano.

    De la propuesta de Boltvinik (2005) se deriva que enel capitalismo, a nivel individual y societal, la clase su-bordinada requiere ganar, al tiempo de trabajo, el tiem-po libre necesario para alcanzar el florecimiento huma-no. La discusin en torno a la limitaciones objetivas paraque se d el florecimiento humano puede ampliarse,introduciendo la pregunta de si efectivamente en el ca-pitalismo pueden darse tales condiciones sin modificarlas relaciones sociales de produccin3. Con este cuestio-namiento en mente, desde diversas perspectivas, retomoalgunos trabajos que abordan la cuestin de la jornada

    laboral y el tiempo libre. Especial atencin merece el tra-bajo del socilogo marxista italiano Gianni Toti (Tiempolibre y explotacin capitalista, 1975), quien establece quela nica posibilidad objetiva para alcanzar la unificacindel tiempo de trabajo y del tiempo libre, unificacin equi-parable al florecimiento humano, es la eliminacin de lasociedad dividida en clases, ya que en sta la alienacinno slo se da durante el tiempo de trabajo, sino tambindurante el tiempo libre.

    Boltvinik y Toti coinciden en que el florecimiento hu-mano no ser posible en cuanto no se satisfagan las ne-cesidades humanas ms bsicas (que en trminos de Mas-low, 1943, seran las de mayor jerarqua o las de menorpotencia: las que dominan al ser humano cuando todaslas necesidades estn insatisfechas). Coinciden tambinen que la alienacin es un obstculo al florecimiento hu-mano (o a la unificacin del tiempo de trabajo y el libre).

    Para Boltvinik, el florecimiento humano se dar en lamedida en que se supere la alienacin (junto con la po-breza). No obstante, advierte que a pesar de que en la ac-tualidad el tiempo libre se ha convertido en el espacio casinico para el florecimiento, ste puede terminar siendodesperdiciado en actividades con un alto grado de alie-nacin (como ver la televisin), sin conducir al floreci-miento. Sobre los dos principales obstculos para lograrel florecimiento humano (la pobreza y la alienacin), Bolt-vinik nos dice:

    La pobreza econmica es slo el primer obstculo a vencerpara que ello [el florecimiento humano] sea posible. Peroes un obstculo que la inmensa mayora de los habitantesdel planeta no ha superado hoy. Despus hay muchos obs-tculos ms, el ms importante de los cuales es la aliena-cin. Si lo nico que posee la inmensa mayora de las per-sonas del planeta, que es su propio cuerpo y mente, con lascapacidades y conocimientos, pocos o muchos, que hayanpodido desarrollar, lo tienen que vender para sobrevivir. Silo nico que posee la persona lo usa alguien ms por ochoo ms horas diarias, qu es la persona? Si en ese uso que otrohace de sus capacidades humanas, la persona no se sienterealizada, no siente sus fuerzas esenciales transformando almundo y transformndose a s misma; si slo siente can-sancio y tedio, si siente el producto del trabajo como algoajeno y es, en efecto, ajeno, ya que pertenece al patrn, qusentido tiene que la paga recibida sea suficiente para so-brevivir, si al da siguiente, y al ao siguiente, ser igual. Esto

    3

    1 Este concepto proviene de la filosofa analtica y es similar al de au-torrealizacin propuesto por Maslow (1943) en su famosa jerarqua delas necesidades humanas.2 El lado activo se refiere a la capacidad del ser humano de hacer cosas,mientras que el pasivo alude a sus necesidades. Eentre ambos ladosse establece una relacin dialctica, al existir en los seres humanos lanecesidad de desarrollar sus capacidades.3 Debe aclararse que el objeto de la tesis de Boltvinik, como l mismolo precisa en la introduccin a su voluminosa obra, no es el de los de-terminantes, sino el de los elementos constitutivos del florecimientohumano.

  • - Desacatos

    es lo que Marx llam la alienacin. La pobreza y la aliena-cin son los dos obstculos fundamentales para el floreci-miento humano.

    La esperanza de muchos seres humanos que viven para so-brevivir est fincada en el tiempo libre. Huyendo del traba-jo que se hace para sobrevivir, piensan como Luis Buuelcuando haca las pelculas que llam alimenticias, o comoKafka, que escriba en el tiempo libre que le dejaba un tra-bajo que odiaba, que en el tiempo libre podrn hacer lo quesiempre han querido hacer o convertirse en lo que siemprehan querido ser. La mayora, sin embargo, termina desperdi-ciando ese valioso tiempo libre frente al televisor viendo pro-gramas chatarra que pauperizan su intelecto (Boltvinik,2005: 419).

    Toti, sin embargo, plantea que la sociedad dividida enclases (incluyendo al capitalismo) es el principal obstcu-lo para que el tiempo libre se transforme en un tiempode libre creacin. De acuerdo con el autor:

    en la sociedad dividida en clases, la actividad de relacin en-tre el hombre y la naturaleza se ha desdoblado trgica-mente. El trabajo ha hecho al hombre dueo de las fuerzasnaturales, se ha convertido en la fuente de su inspiraciny de su dicha futura; al propio tiempo, lo ha hecho esclavode s, lo ha privado de sus fuerzas y de su tiempo (1975: 281).

    Ms adelante sostiene que es slo en el socialismo enel que:

    El trabajo se deja prever como algo distinto a s mismo, untrabajo que ya no es trabajo sino actividad creadora, quese transfiere siempre ms en el tiempo de libertad, hastaidentificarse totalmente con l. El trabajo, la ganancia, yano constituyen del todo las medidas para la reparticin delos bienes producidos colectivamente. La medida no es eltrabajo sino el hombre. El hombre: final y verdadera me-dida de todas las cosas. El trabajo y el arte, las dos caras deJano, se unifican en una sola fisonoma (1975: 281).

    La diferencia fundamental en la discusin sobre los al-cances del tiempo libre en el capitalismo entre ambos au-tores radica en que Boltvinik lo identifica como una pre-condicin para el florecimiento humano, mientras queToti lo precisa como un sntoma de la alienacin del tra-bajo en el actual sistema de produccin, que se manifies-ta en una escisin de ste con el tiempo de trabajo. No

    obstante, aunque este ltimo autor considera que la uni-ficacin del tiempo de trabajo y el libre slo ser posibleen el socialismo, reconoce que en el capitalismo existenhombres cuyo trabajo es el fruto de su libre eleccin enun alto nivel intelectual artistas, cientficos, polticos[que] nunca se acogen al retiro y se mantienen en un tra-bajo durante toda la vida, diferenciando muy poco eltrabajo del tiempo libre (1975: 200). Estos individuoshabran alcanzado lo que Boltvinik llama florecimientohumano. Pero la existencia de stos para Toti se presen-ta como una rareza, algo fuera de lo comn.

    La escasez de individuos que alcanzan el florecimien-to humano tambin es sealada por Abraham Maslow,reconocido psiclogo estadounidense. En su jerarquade necesidades humanas Maslow (1943: 382-383) afirmaque, una vez satisfechas las de menor jerarqua, los in-dividuos sienten la necesidad de hacer lo que pueden ydeben hacer, es decir, aparece la necesidad de autorreali-

    4 Ferrocarril viejo Mxico-Cuautla, ca. 1964.

    Rod

    rigo

    Moy

    a

  • Desacatos -

    zacin4. Es entonces cuando podemos esperar la ma-yor (y ms sana) creatividad5. Maslow tambin sea-la que en nuestra sociedad este tipo de personas sonuna excepcin.

    Por su parte, Sebastian De Grazia (1994), filsofo deEstados Unidos que analiz las formas que asume eltiempo libre en la sociedad estadounidense moderna,tambin habla de la existencia de una clase social mino-ritaria dedicada al ocio, entendido ste en su sentido fi-losfico clsico como la actividad de contemplacin (esdecir, el teorizar y el filosofar) y la de la msica6.

    Al contraponer la concepcin occidental del tiempo li-bre frente a la griega de ocio, De Grazia hace notar quequienes disfrutan del ocio no son

    aquellos de riqueza, posicin o nacimiento, sino los que amanlas ideas y la imaginacin. En un siglo pueden ser cient-ficos, en otro telogos, cualquiera que sea la categora, s-ta les garantiza la libertad de jugar con sus mentes [] Es unselecto y pequeo mundo de pensadores, artistas y msicos,que encuentran su felicidad en lo que hacen, que no pue-den hacer otra cosa, su espritu no los deja (1994: 377).

    De Grazia identifica una clase social que practica demanera rudimentaria el ocio en nuestra sociedad, la cualest constituida por los pintores, poetas, filsofos, etc., queuno puede encontrar en cada pueblo o ciudad. No obs-tante, si bien estas personas pueden tener la necesidad deocio, no llevan a cabo el ocio propiamente dicho, dadoque viven bajo la sombra de la necesidad (1994: 386).Es decir, para De Grazia tambin las personas deben es-tar libres de la necesidad (de trabajar para subsistir) paraque puedan disfrutar del ocio (o florecimiento humano).

    Con base en los diversos autores analizados hasta aho-ra nos podemos preguntar: es acaso la escasez de indivi-duos autorrealizados (o libres o que han logrado el flo-recimiento humano) una muestra de que no existen lascondiciones socialmente generalizadas para que la mayo-ra de la sociedad llegue a este nivel de realizacin? Has-ta dnde el tiempo libre nos puede conducir al floreci-miento humano? Por qu el florecimiento humano noha sido alcanzado por proporciones mayores de la pobla-cin a pesar de la reduccin de la extensin de la jorna-da laboral (y por tanto, de la ampliacin de su anttesis,el tiempo libre)? Para contestar estos interrogantes, el pre-sente artculo aborda la determinacin de la duracin dela jornada laboral en el capitalismo, incluyendo las luchasobreras que han tenido como resultado una mayor dis-ponibilidad de tiempo libre y la resistencia y respuestadel capital a tal reduccin. Asimismo, se analiza la formacmo el capitalismo transforma la vida del trabajador,produciendo una escisin entre el tiempo de trabajo y eltiempo libre (diferencia poco presente en formas preca-pitalistas de produccin)7. Por otra parte analizar c-mo, dada la apropiacin privada de los medios de pro-duccin y la alienacin del trabajo, la fragmentacin delproceso productivo conlleva a un desencanto por el tra-bajo en el obrero (o sensacin de vaco), que se trasladaal tiempo libre. Finalmente, discuto las barreras que seerigen en el capitalismo para limitar el florecimiento hu-mano, aun en los casos en los que existen condicionesobjetivas para que ste se d.

    3

    4 En el esquema de Maslow, la autorrealizacin es la necesidad huma-na de menor jerarqua (y la ms alta, la ms especficamente humana),la cual aparece slo cuando se satisfacen las necesidades de mayor je-rarqua (fisiolgicas, de seguridad, de amor y de autoestima). El esque-ma de Maslow no aborda directamente la cuestin de la disponibilidadde tiempo para satisfacer las necesidades humanas. Sin embargo, ha-bla de ello de manera marginal al enfatizar el efecto destructor que tieneen los menores de edad el moverse constantemente,el no vivir en un am-biente seguro, libre de miedo, ansiedad y caos, as como la necesidadde vivir estructuradamente con orden, lmites, etc. Un menor aban-donado por falta de tiempo tendr seguramente serias dificultades paraavanzar en la realizacin de necesidades de menor jerarqua y, por tan-to, una menor posibilidad de alcanzar la autorrealizacin (o floreci-miento humano).5 Maslow reconoce la existencia de casos en los que la jerarqua de ne-cesidades no sigue el orden identificado por el autor. Por ejemplo, enlas personas con creatividad innata puede que el impulso de la creati-vidad sea ms importante que cualquier otro determinante. Su creativi-dad puede aparecer no como autorrealizacin motivada por la satisfac-cin de necesidades bsicas, sino a pesar de la falta de satisfaccin destas (Maslow, 1943: 387).6 De Grazia retoma la definicin de Aristteles sobre el ocio, el cual esconcebido como la libertad de la necesidad de trabajar. El ocio era con-siderado por los griegos como un estado del ser en el que la actividadrealizada es llevada a cabo por su propio fin (1994: 13-15). Las nicasdos actividades que eran consideradas constitutivas del ocio eran lacontemplacin (filosofar o teorizar) y la msica. Para De Grazia, el ocioen su sentido clsico nos trae el beneficio de cultivar la mente libremediante la creatividad, la verdad y la libertad (1994: 413).

    7 Posiblemente en el esclavismo se da ms claramente la divisin entretrabajo manual y no manual; sin embargo, las personas no vivan la es-cisin propiamente dicha, ya que los esclavos dedicaban su vida al pri-mero, mientras los hombres libres lo hacan al segundo.

  • - Desacatos

    LOS LMITES DE LA JORNADA DE TRABAJO

    Si para la inmensa mayora el tiempo libre aparece comola nica oportunidad de realizar actividades libremente ele-gidas y creativas (Boltvinik, 2005: 433)8, es entonces im-portante analizar el proceso histrico mediante el cual seestablecen los lmites de la jornada de trabajo y apareceel tiempo libre como una necesidad del trabajador en elcapitalismo.

    En los distintos modos de produccin, basados en laobtencin de la riqueza mediante la propiedad privada delos medios de produccin, la clase dominante busca con-trolar el uso del tiempo de la clase subordinada, ya quees el trabajador el que produce para asegurar la repro-duccin de l mismo y de los dueos de los medios deproduccin. As fue expresado por Marx cuando analizael plustrabajo:

    Dondequiera que una parte de la sociedad ejerce el mono-polio de los medios de produccin, el trabajador, libre o no,se ve obligado a aadir al tiempo de trabajo necesario parasu propia subsistencia tiempo de trabajo excedentario y pro-ducir as los medios de subsistencia para el propietario delos medios de produccin, ya sea propietario un aristcra-ta ateniense, un teocrtico etrusco o civis romanus (ciuda-dano romano), el barn normando, el esclavista nortea-mericano, un bayordo valaco, el terrateniente moderno oel capitalista (1999 [1867]: 282).

    Pero, cul es el lmite de la jornada de trabajo? Deacuerdo con Marx,

    en el capitralismo de la naturaleza del intercambio mercantil(que se da cuando el trabajador vende su fuerza de trabajo alcapitalista) no se desprende lmite alguno de la jornada la-boral, y por tanto lmite alguno del plustrabajo. El capita-lista, cuando procura prolongar lo ms posible la jornadalaboral y convertir, si puede una jornada en dos, reafirma suderecho en cuanto comprador. Por otra parte, la naturalezaespecfica de la mercanca vendida trae aparejado un lmite

    de consumo que de la misma hace el comprador, y el obreroreafirma su derecho como vendedor cuando procura redu-cir la jornada laboral a determinada magnitud normal(1999 [1867]: 282).

    Aunque la jornada laboral nunca ha tenido una medi-da constante en suma, sino una medida variable que semueve dentro de lmites fsicos, sociales y morales muydistintos segn las diferentes condiciones, la obtencinde plustrabajo se ha presentado muchas veces en formashorribles (como dira Marx) a lo largo de la historia.Uno de los ejemplos ms extremos lo encontramos enlas narraciones del historiador griego Diodoro Sculo so-bre las condiciones de trabajo en las minas de oro enEgipto, Etiopa y Arabia durante el esclavismo:

    [] no se puede contemplar a esos infelices [] que nisiquiera pueden asear sus cuerpos o cubrir su desnudez,sin dolerse de su trgico destino. Pues all no tienen nin-guna indulgencia ni miramiento por los enfermos, los en-clenques, los ancianos, por la endeblez femenil. Obligadosa golpes, todos deben continuar trabajando hasta que lamuerte pone trmino a sus tormentos y su miseria (cit. enMarx, 1999 [1867]: 283).

    La generalizacin de las relaciones capitalistas de pro-duccin conllev la imposicin de jornadas laborales ex-tremas, en las que se lleg literalmente a la apropiacin detodo el tiempo de vida de los trabajadores. Al respecto,E. P. Thompson describe la jornada laboral prevalecienteen la Inglaterra del siglo XVIII, que aparece en los Analesde la Agricultura (de 1796):

    [] ellos [los trabajadores] deben trabajar de cinco de lamaana hasta las siete-ocho de la noche, desde mediadosde marzo hasta mediados de septiembre y de aqu enadelante desde el despertar del da hasta la noche, con dosmedias horas para beber, una hora para cenar y (slo en elverano) media hora para dormir: en cualquier caso, porcada media hora de ausencia se descontar un penique(1967: 61)9.

    4

    8 Me parece importante volver a insistir en que este autor considera laexistencia del tiempo libre como una condicin necesaria pero no sufi-ciente (para el florecimiento). Una fraccin mayoritaria de la poblacin(tambin difcil de precisar) usa el tiempo libre disponible en activida-des que prolongan la enajenacin del trabajo de otra manera (como vertelevisin comercial de baja calidad) (Boltvinik, 2005: 433).

    9 Sin embargo, esta forma de explotacin no era exclusiva de este tiem-po. Toti cita el primer Statute of Labourers, de la Inglaterra de EduardoIII (fechado en 1349), en el que se estableca que de marzo a septiembrelos trabajadores agrcolas y artesanos tena un horario de las cinco de lamaana hasta alrededor de las siete y ocho de la noche, con una hora

  • Desacatos -

    No obstante, a lo largo del capitalismo los dueos delos medios de produccin enfrentaron la resistencia de lostrabajadores a dedicarse de manera exclusiva al trabajoasalariado. Desde los albores de este modo de produc-cin, los empleadores tenan dificultades para aduearsede toda la semana del obrero, as como de toda la fuerzalaboral.Al respecto, Thompson cita el Commercial & Agri-cultural Magazine de 1800 para mostrar cmo los em-pleadores de aquel tiempo se quejaban pblicamente de

    la escasa mano de obra dispuesta a emplearse de ma-nera regular, es decir, dispuesta a dedicar dos terceraspartes de su tiempo al trabajo asalariado (1967: 76-77).En cuanto a la resistencia de los pequeos propietarios,los empleadores manifestaban:

    cuando un trabajador se convierte en poseedor de un pe-dazo de tierra mayor al que puede cultivar con su familiapor las tardes-noches [] el agricultor no puede ya msdepender de l para trabajar constantemente.

    Asimismo, se criticaba ferozmente la ineficiencia y laprdida de tiempo de los granjeros, que tambin se ne-gaban a emplearse en aquella poca:

    [] si les ofreces trabajar, ellos te dirn que deben cuidarde sus ovejas, cortar el grano, llevar a sus vacas a pastar; di-rn que deben llevar a sus caballos a poner herraduras, quelo tienen que llevar a una carrera de caballos o a un par-tido de criket (Arbuthnot) (todas las citas en Thompson,1967: 76-77).

    Esta poca disposicin a emplearse de tiempo com-pletose extendi hasta el siglo XIX, y en cierta medida pre-valeci entre los trabajadores rurales que se negaban aemplearse de manera regular a cambio de un salario.

    Durante los siglos XVII y XVIII, el capital enfrent noslo la resistencia de los trabajadores a emplearse de ma-nera regular, sino tambin su apego tenaz a sus tradicio-nes y fiestas religiosas que se extendan durante una bue-na parte del ao10.

    La posibilidad de no emplearse a tiempo completo pu-do ser posible gracias a que en los albores del capitalismolos trabajadores (tanto agrcolas como industriales) po-dan vivir una semana completa con lo obtenido en cua-tro das de trabajo (Marx, 1999 [1867]: 333). De acuerdocon E. P. Thompson, slo los trabajadores agrcolas o sir-vientes que no tenan derechos comunes o tierra estabansujetos a una disciplina de trabajo intensa (1967: 77).

    3

    Minas, Oaxaca, 1960.

    Rod

    rigo

    Moy

    a

    de descanso para el desayuno, hora y media para el almuerzo y mediahora para la merienda de las cuatro. Por otra parte, Marx describe c-mo, cuando se aprueba la reduccin de la jornada de trabajo a diez ho-ras, los capitales eliminaban de la cuenta neta de tiempo dedicado altrabajo el destinado a la alimentacin y el descanso, derechos que eranreconocidos cuando la jornada legal era de doce horas diarias (1999[1867]: 345).

    10 Por ejemplo, segn Paul Lafargue (yerno de Marx), antes de la Re-volucin francesa se garantizaban a los obreros noventa das (sic) dedescanso al ao, o sea, cincuenta domingos y treinta das de fiesta enlos que se prohiba trabajar (El derecho a la pereza, citado en Toti,1975: 156).

  • - Desacatos

    Ante la resistencia de los trabajadores a emplearse seisdas a la semana se implementaron diversas medidas pa-ra someterlos. Por ejemplo, Marx (1999 [1867]: 331) citaa Postlethway (muy famoso en su tiempo, autor de undiccionario de comercio), quien manifiesta su desacuer-do con las tcticas de los polticos ingleses que, con talde obligar a los artesanos y obreros manufactureros aemplearse los seis das de la semana, aumentaban losimpuestos, el precio de los medios de subsistencia o bienbajaban los salarios.

    Fue a finales del siglo XVIII y principios del XIX queel capital logr aduearse de toda la semana del obreromediante pagos semanales (excepto el domingo, ya queera considerado da sagrado). De acuerdo con Marx,tu-vieron que pasar siglos para que el trabajador libre se adap-tara voluntariamente, como consecuencia del modo ca-pitalista de produccin es decir, que fuera obligadosocialmente a vender, por el precio de sus medios de sub-sistencia, todo el periodo activo de su vida, su capacidadmisma de trabajo: a vender su primogenitura por unplato de lentejas (El capital, cit. en Toti, 1975: 19).

    Adems de volverse dependiente de un salario, la fuer-za de trabajo, acostumbrada a guiarse por los tiempos dela naturaleza, tuvo que ser obligada a ajustarse a los tiem-pos de la produccin mecanizada, a concentrarse duran-te un nmero determinado de horas en un local cerradoy someterse al ritmo de la mquina. La nueva sociedad secaracterizaba por

    la introduccin de sistemas de avasallamiento y de explo-tacin que ni siquiera el Medioevo haba conocido, por lomenos en aquellas proporciones. Nunca fue tan envilecida ladignidad humana como en aquellas primeras dcadas, nun-ca fueron impuestas y practicadas formas de trabajo tan bru-tales como en los talleres del sudor (as se denominaronporque los locales carecan de aire, de luz y de espacio) queproliferaron entonces, y en los que las jornadas laboralesoscilaban de ochenta a cien horas a la semana. El tiempolibre era el tiempo para dormir (cuatro, cinco o seis horasmximo), para comer e ir y venir de la fbrica []. La reduc-cin de los costos de produccin [] se obtena desfal-cando los salarios y rapiando tiempo humano, aumentan-do las horas de trabajo hasta el lmite fsico constituido porla necesidad de dejar a la mquina humana el tiempo dereintegrar su propia fuerza. El capitalismo en expansinse alimentaba del tiempo, se desarrollaba con el tiempo de

    trabajo y su hambre de tiempo aumentaba en lugar de dis-minuir (Toti, 1975: 24-25).

    El progreso tcnico, por su parte, agudizaba las condi-ciones de explotacin. A la par de que el capital se adue-aba de la vida misma del obrero, se generalizaba el usode mquinas, plasmndose de manera contundente lacodicia del capital por apropiarse progresivamente deltiempo vivo. Por ejemplo, la iluminacin con gas permi-ti aumentar, sobre todo en el invierno, la duracin de lajornada de trabajo. El advenimiento de la mquina de va-por elimin el paro obligado durante la sequa en las fbri-cas dependientes del motor hidrulico. De acuerdo conMarx, a partir del nacimiento de la gran industria, en elltimo tercio del siglo XVIII, tuvo lugar una violenta ydesmesurada arremetida del capital para extender la jor-nada laboral. Afirmaba: todas las barreras erigidas por lacostumbre y la naturaleza, por la edad y el sexo, por el day la noche, saltaron en pedazos (1999 [1867]: 335).

    La mecanizacin del proceso productivo se presenta enel sistema capitalista como un desarrollo que busca, en par-te, aligerar la carga de trabajo; sin embargo, en verdadest guiada ms por la lgica de extraccin de plustraba-jo. Para Marx, en la sociedad basada en la propiedad pri-vada de los medios de produccin,

    el tiempo de trabajo como medida de la riqueza hace de lariqueza misma algo basado en la miseria y en el tiempodisponible que existe en oposicin al tiempo de plustrabajo;y, a travs de ello, considera todo el tiempo de un individuocomo tiempo de trabajo, degradndolo, por consiguiente, amero trabajador. Por esta razn, las mquinas ms perfec-cionadas obligan ahora al trabajador a laborar por mstiempo que el salvaje, o ms que lo que ste trabajaba con losinstrumentos ms simples y toscos (Marx cit. en Toti, 1975:270-1, cursivas originales en el texto).

    Por otra parte, Marx narra en El capital cmo muje-res, hombres y nios por igual eran sometidos a prolonga-das jornadas laborales, tanto en horarios matutinos comonocturnos, lo que desemboc en luchas obreras que pre-sionaron por la reduccin de la jornada laboral.

    Pero adems, en su avidez por el trabajo vivo, el capita-lismo instrument mecanismos para domesticar y utili-zar a la fuerza de trabajo desde la niez. El capitalismo,

    4

  • Desacatos -

    afirma Toti, estaba hambriento de tiempo de trabajo, noslo de manera genrica, sino de tiempo joven. Al res-pecto E. P. Thompson (1967: 84) narra cmo la escuelase constituy en una de las principales instituciones paraacostumbrar a la fuerza de trabajo a los nuevos ritmosindustriales. Cita la recomendacin de un empresario denombre William Temple (considerado un gran benefac-tor en su tiempo) sobre la conveniencia de que los niospobres fueran enviados a las casas de trabajo desde laedad de cuatro aos. Ah deban recibir educacin doshoras diarias y ser empleados (durante el resto de unajornada laboral normal en la manufactura). Con ellose lograra que a la edad de seis o siete aos, los menores sehubiesen habituado, por no decir naturalizado, al Traba-jo y la Fatiga11 (maysculas en el original).

    En poco tiempo los nios se volvieron ms valiososque los adultos. La primera ventaja fue que eran ms ba-ratos, la segunda, su adaptabilidad a la disciplina de lasfbricas. Los talleres del sudor que proliferaron en la re-volucin industrial empleaban a nios12. De esta ma-nera, de su trabajo en los cultivos de algodn pasaron alas minas, de la elaboracin de cermica a las cerilleras.Marx narra cmo la legislacin britnica del siglo XIX dejpor dcadas vacos que permitan emplear por hasta docehoras diarias a jvenes y nios (1999 [1867]: 338-346).Por lo general, las jornadas infantiles eran ms restrictivasque la de los jvenes, pero los capitalistas siempre busca-

    ban formas de emplear la fuerza laboral desde tempranaedad. Marx afirma de manera irnica: segn la antro-pologa capitalista, la edad infantil termina a los diez aos,o cuando ms, a los once. Las lagunas legislativas eranaprovechadas por los fabricantes deseosos de hacer tra-bajar su maquinaria ms de diez horas, empleando anios desde los ocho aos de edad, hacindolos laborarhasta las 8:30 de la noche (1999 [1867]: 338).

    Cuando De Grazia analiza este proceso nos dice: al fi-nal el Parlamento los rescat. Al final, pero para enton-ces la industria haba encontrado su fuerza de trabajo, yla siguiente generacin haba sido propiamente educadaen los hbitos del trabajo (1994: 200)13.

    La ingente explotacin de la fuerza de trabajo en gene-ral provoc luchas obreras que proclamaban no slo unamejor remuneracin, sino una humanizacin de las con-diciones de trabajo, incluyendo la reduccin de la jor-nada laboral. Nace as, en el obrero capitalista, la necesidadde contar con un tiempo libre, un tiempo para l.

    LUCHAS OBRERAS POR LA REDUCCIN DELA JORNADA LABORAL

    Las primeras agitaciones obreras por el tiempo libre semezclaron con reivindicaciones salariales. Por muchotiempo la necesidad de un trabajo de cualquier duracindomin cualquier otra exigencia. Fue en 1791 que sur-gieron las primeras luchas obreras organizadas en Fila-delfia, Estados Unidos, para exigir el tiempo libre. Losalbailes de esa ciudad denunciaban que los patronestrataban de reducir el salario, adems de obligarlos a tra-bajar por el entero curso de las ms largas jornadas deverano, sin recompensa inmediata. Sus exigencias con-

    3

    11 Los capitalistas no se limitaron a la bsqueda de mecanismos salva-jes de domesticacinde los nios al trabajo en las fbricas. En el traba-jo publicado por Paul Lafargue (El derecho a la pereza) se cita un reporteal Primer Congreso de la Beneficencia que tuvo lugar en Bruselas en1857, en el que un rico manufacturero afirmaba: Nosotros hemosintroducido algunos medios de distraccin para los nios. Les ense-amos a cantar durante el trabajo: eso los distrae y les hace soportarvlidamente las doce horas de trabajo que deben emplear para conse-guirse los medios de subsistencia (cit. por Toti, 1975: 154).12 Al respecto, Toti relata las atrocidades cometidas contra los nios enesos talleres. Una encuesta realizada en las fbricas inglesas en 1831 sos-tiene que en algunas de stas,pocas veces pasa una hora sin que se oi-gan los gritos de los nios golpeados. Y a menudo sucede que sean lospropios padres los que pegan a sus hijos para evitarles castigos todavams brutales. Los muchachos son golpeados con el bill roller, una barrade hierro pesada, y es frecuente el caso de muchachos que se deslizanmuertos de sueo bajo las mquinas, quedando horriblemente muti-lados. Para mantener despiertos a los muchachos durante las largas ho-ras de trabajo se les da con el ltigo. El ltigo es parte corriente de losinstrumentos esenciales para el desarrollo de la produccin (1975: 26).

    13 No fue sino hasta 1834 que se prohibi el trabajo de los menores denueve aos (con excepcin de los talleres de seda que requeran las pe-queas manos giles infantiles) y se limit la jornada laboral a nuevehoras para los nios que tenan entre nueve y trece aos de edad, y adoce horas para los de 14 a 18 aos. En 1933 se estableci en Gran Bre-taa la edad de doce aos como la mnima para trabajar. En la actuali-dad es de 13 aos en ese pas y de 14 en el nuestro. Cabe resaltar que enel captulo VIII del tomo I de El capital, Marx narra el infame uso de lafuerza de trabajo en los siglos XVIII y XIX, as como la resistencia de loscapitalistas a dejar de hacerlo.

  • - Desacatos

    sistan en reducir el horario de trabajo y ser retribuidospor el trabajo extraordinario (Toti, 1975: 21-22). En Eu-ropa, las organizaciones gremiales que exigan como unade sus principales reivindicaciones una reduccin de lajornada de trabajo se enfrentaron no slo con los due-os de las empresas (como suceda en Estados Unidos)sino tambin con Estados nacionales que combatan di-rectamente los derechos de los trabajadores14.

    No fue sino hasta el 1 de mayo de 1848 que entra envigor la ley de diez horas en Inglaterra (Marx, 1999 [1867]:344). Todava a finales del siglo XIX, an con horarios muyprolongados, la lucha obrera por el tiempo libre tenacomo objetivo general lograr la jornada de diez horas(aparte comidas) por da. No obstante, se iba creando enel obrero colectivo una conciencia de la necesidad delimitarla a ocho horas15, que se generaliz en el mundooccidental en las primeras dcadas del siglo XX.

    Aun as, a lo largo del siglo pasado continuaron las lu-chas reivindicativas por una mayor reduccin de la jorna-da laboral16. A pesar de ello, existen grandes diferenciasen la duracin de la jornada de trabajo en el mundo. Pre-

    valecen formas salvajes de explotacin, sobre todo enpases pobres, mientras que en los ms desarrollados lospromedios han bajado significativamente. Por ejemplo,en Estados Unidos, Japn e Inglaterra, el promedio dehoras trabajadas por ocupado era, en 2004, de un pocoms de 40 a la semana, y en algunos pases europeos, in-cluyendo ex socialistas (entre otros, Blgica, Espaa, Aus-tria, Suecia, Suiza, Bulgaria, Lituania, Ucrania y Estonia,etc.), y Australia, el promedio era de entre 30 y 35 horas.En cambio, en pases menos desarrollados como Brasil,Colombia, Costa Rica, Croacia, y algunos otros asiticosms desarrollados (Hong Kong, que no es un pas propia-mente dicho, y Singapur) el promedio de la jornada la-boral oscila de 42 a 48 horas a la semana, y es posible en-contrar datos an ms extremos, como el de Egipto, quereporta 56 horas trabajadas en promedio a la semana17.

    Algunos otros estudios han mostrado que en ciertasramas de actividad econmica siguen prevaleciendo jor-nadas laborales extremas, sobre todo en pases pobres.Un estudio de Oxfam (2004), que analiza las condicioneslaborales de las mujeres en grandes cadenas comerciali-zadoras, denuncia que 75% de las mujeres que trabaja enel sector agrcola en Chile tienen contratos temporales yjornadas de ms de 60 horas a la semana en los periodosde cosecha. No obstante, una de cada tres de ellas ganamenos del salario mnimo.Asimismo, en la provincia chi-na de Guangdong, una de las reas industriales de ma-yor crecimiento en el mundo, las mujeres tienen que tra-bajar cerca de 35 horas extras a la semana, adems de las48 horas de la jornada laboral legal: 50% de ellas no tie-ne contrato por escrito y 90% no tiene seguridad social.

    Por otra parte, a pesar de que importantes sectores la-borales gocen de una jornada laboral corta y, por tanto,de mayor disponibilidad de tiempo libre, se sigue presen-tando en muchos trabajadores una resistencia a aceptaralegremente la explotacin. Toti argumenta que este te-ma es de inters para el capital, en tanto se ha compro-bado que la eficiencia en el trabajo aumenta si la satis-faccin del trabajador en su espacio laboral es mayor18.

    4

    14 Una muestra de cmo los Estados-naciones realizaban acciones afavor del capital se ejemplifica con la accin del Estado prusiano, queaboli mediante una ley, en 1783, la costumbre del lunes azul (SanLunes, como se conoce en Mxico), que era considerado por muchosgremios de trabajadores alemanes como da de descanso. En Francia,despus de la abolicin del rgimen feudal, Bonaparte toma lasprimeras medidas del Estado burgus moderno para mantener lasumisin de los trabajadores e impedir la formacin de coalicionesobreras, discutir las condiciones de trabajo, etc. Por otra parte, en 1834el parlamento ingls aprob una enmienda a la ley de pobres en la quese estableca el trabajo forzado para los pobres y, adems, priv de losderechos electorales a las personas que eran objeto de la caridad pbli-ca (Toti, 1975: 22, 29-30 y 39).15 Por ejemplo, en un opsculo titulado La nueva ley sobre las fbri-cas, de 1897, Lenin planteaba como reivindicacin obrera la jornadade ocho horas: Es necesario que el obrero trabaje al mximo ochohoras diarias para tener as el tiempo de descansar, instruirse, disfru-tar de sus derechos de hombre, de miembro de la familia y de ciuda-dano (cit. en Toti, 1975: 83-84).16 De Grazia pone en duda la idea de que los trabajadores contempor-neos gocen de una mayor disponibilidad de tiempo libre que los tra-bajadores de mediados del siglo XIX, a pesar de que los primeros tenganjornadas laborales ms cortas. De acuerdo con este autor, si considera-mos el tiempo que nos toma ahora realizar las actividades fuera deltrabajo (pero relacionadas con ste), como el transporte, o bien el he-cho de que un mayor nmero de mujeres participe en el mercado la-boral, la cantidad de tiempo dedicado por la sociedad a estas activi-dades es casi la misma que en el pasado (1994: cap. III).

    17 Datos provenientes del Yearly Data, 2004, Organizacin Internacio-nal del Trabajo (pgina web).18 No es casual entonces que a la par de que se desarrollaba la lucha

  • Desacatos -

    Podemos entonces adelantar que, si bien la reduccinde la jornada laboral a lmites normales y moralmenteaceptables constituye un importante avance de la luchade los trabajadores, el sentimiento de aburrimiento y de-sinters prevalece en la medida en que la naturaleza de laexplotacin y la alienacin contina dominando las re-laciones sociales de produccin. En la siguiente seccinanalizo cmo ha sido explicado el surgimiento del sen-timiento de descontento laboral en el obrero capitalista.

    LA ESCISIN ENTRE VIDA Y TRABAJO

    El sentimiento de insatisfaccin respecto al trabajo en elsistema capitalista ha sido asociado a las diversas trans-formaciones en la organizacin del trabajo y en las rela-ciones sociales que caracterizan a este modo de produc-cin. De acuerdo con E. P. Thompson (1967: 61), con lageneralizacin de las relaciones sociales capitalistas deproduccin el trabajador experimenta (objetiva y subje-tivamente) una escisin entre la vida y el trabajo. Lanocin (y medicin) del tiempo presente en la psiquedel trabajador en contextos en los que las diferentes si-tuaciones de trabajo se relacionan con los ritmos natu-rales ha sido descrita como orientacin por tarea (task-orientation). Trabajar del amanecer al anochecer aparececomo naturalen una comunidad agrcola, especialmen-te en los meses de cosecha. En las comunidades primiti-vas la medicin del tiempo estaba comnmente relacio-nada con el ciclo de trabajo y de las actividades domsticas(Thompson, 1967: 58). El patrn de trabajo era uno dealternancia entre periodos de intenso trabajo y desocu-pacin, pero en cualquier momento el hombre mantenael control de su propia vida laboral (working life).

    Una vez generalizadas las relaciones sociales de explo-tacin en el capitalismo, es decir, la compra-venta de la

    fuerza de trabajo, se produce un cambio en la apreciacindel tiempo entre el empleador y el empleado:

    Tan pronto como se contratan empleados (actual hands),se marca el cambio entre la orientacin del tiempo por ta-rea (task-orientation) hacia el trabajo cronometrado []Aquellos que son contratados experimentan una distincinentre el tiempo de su empleador y su propio tiempo. Y el em-pleador debe usar el tiempo de sus trabajadores, y velarporque no sea desperdiciado: no es ya la tarea en s mismala dominante, sino el valor del tiempo, traducido en dine-ro. El tiempo se vuelve ahora moneda de cambio: no se pasasino que se gasta (Thompson, 1967: 61, cursivas aadidas).

    Podemos decir entonces que el trabajador pierde el con-trol de su vida laboral que ahora le pertenece al capital19.

    Esta apropiacin de la vida laboral del obrero se con-jug con una frrea disciplina en el trabajo. El cuidadodel tiempo en el trabajo pagado depende, en gran medi-da, de la necesidad de sincronizar el trabajo. Pero en tan-to que la industria manufacturera segua dominada porla produccin domstica o en pequeos talleres, sin unaintrincada subdivisin del proceso, el grado de sincroni-zacin demandado era menor, y prevaleca la orientacinde las actividades de acuerdo con las tareas. Pero comobien seala Thompson, si consideramos la irregularidaden los ritmos de trabajo en las sociedades precapitalistas,podremos entender tanto la severidad de las doctrinasmercantilistas como la de la necesidad de bajar los sala-rios como una medida preventiva contra la holgazanera(idleness), as como que no haya sido sino hasta la segun-da mitad del siglo XVIII que los incentivos salariales capi-talistas normales empezaran a ser ampliamente efecti-vos (1967: 70-71). Otra de las medidas para obligar a lafuerza de trabajo a someterse a los ritmos del reloj fuela puesta en marcha, por parte de algunos propietariospioneros de la industria manufacturera a gran escala, dealgo equivalente a un cdigo penal y civil basado en elcontrol del tiempo (retardos, horas de comida, de descan-so, etc.) (ibid.: 81).

    3

    obrera, desde finales del siglo XIX se iniciaran en Inglaterra las prime-ras investigaciones en torno al efecto en la productividad de la reduc-cin de la jornada de trabajo. Se concluy que a menudo esta reduccindisminua la frecuencia de los infortunios, las enfermedades y las au-sencias, y se demostr que el factor humano es importante, como diraToti: vaya descubrimiento! (1975: 159).

    19 En la jerga marxista, este proceso se conoce como subsuncin for-mal y real del trabajo al capital.

  • - Desacatos

    Para mostrar la severidad del cambio en la sensacindel tiempo a que fueron sometidos los trabajadores, E. P.Thompson hace notar algunas caractersticas de la nociny medicin del tiempo por tarea y su contraste con eltiempo cronometrado: 1) de acuerdo con algunos es-tudios (citados por el autor) existe una sensacin ms hu-manamente asimilable en la primera nocin de tiempoque la que est dominada por el trabajo cronometrado;2) en una comunidad en la que predomina la orientacinpor tarea es comn tener una menor distincin entretrabajo y vida y; 3) para el hombre acostumbrado altrabajo cronometrado con reloj, el trabajo orientado portarea aparece como una prdida de tiempo (1967: 60)20.

    Adems de la escisin entre vida y trabajo, De Graziaobserva que la generalizacin de la produccin en fbri-cas y del uso del reloj21 redujo el mbito de eleccin de laorganizacin de la vida, as como el de las posibilidadesde los individuos de socializar (1994: 59). Lo anterior loejemplifica describiendo el tipo de vida que llevabanlos artesanos que realizaban la produccin de mercancasen pequeos talleres, a inicios del capitalismo. Un arte-sano que produca zapatos poda salir libremente de sutaller para ver pasar una procesin, tener a su familiaalrededor, tomar una cerveza con el amigo que pasa yregresar ms tarde para terminar su trabajo, o bien lodejaba para el da siguiente. Los zapatos podan esperar;la mquina, en cambio, no puede apagarse.

    De Grazia argumenta que la produccin en serie tras-lad a hombres, mujeres y nios de la libertad de los ta-lleres y casas y los puso bajo los techos de las fbricas,cronometrando sus movimientos de acuerdo con los rit-mos de las mquinas. La amistad, la charla y el coqueteoquedaron prohibidos en el trabajo, porque interfierencon los ritmos de las mquinas. El resultado fue el debi-litamiento de la socializacin22 y la eliminacin de la po-sibilidad de que los individuos elijan libremente su ac-tividad en cada instante de su vida.

    Como hemos visto, la adaptacin del trabajador a lasrelaciones sociales y formas de produccin capitalista im-plic un cambio en la apreciacin y organizacin deltiempo. Su trabajo dej de estar entrelazado con su vida.Su vida y su trabajo se desarrollan ahora en temporali-dades distintas. Por tanto, el ser humano se escinde.

    4

    Papantla, Veracruz, ca. 1956.

    Rod

    rigo

    Moy

    a

    20 De Grazia sostiene que de la profunda transformacin en los ritmosde trabajo impuestos, no slo por la maquinaria automatizada sinotambin por el uso de reloj, ha provocado que en la actualidad veamosel tiempo de reloj como real. De acuerdo con el autor, a lo que llamamostiempo no es ms que el movimiento sincronizado de los relojes. Nosrecuerda que existen diversas imgenes o concepciones del tiempo: 1) lalineal, asociada a la concepcin moderna del tiempo, en la que ste nose repite, sino que es marcado por el tic del reloj en una lnea recta, queva de t a t1 en un continuo; 2) la concepcin circular, con eternos retor-nos, que es biolgica ms que mecnica; 3) la impresionstica, es decir,aquella en la que se considera que las actividades rutinarias no tomantiempo, slo los instantes vvidos, periodos excitantes, eventos impor-tantes dejan la impresin de tiempo o duracin; 4) la que carece de sis-tema de tiempo, en relacin con comunidades que ni siquiera tienenuna palabra o verbo que designe al tiempo, por ejemplo, la tribu hopi,que slo tiene expresiones tales como ms temprano o ms tarde.21 Es importante resaltar que De Grazia no utiliza la terminologa mar-xista ni se refiere al modo de produccin capitalista. En su anlisis men-ciona el cambio de vida experimentado a partir de la generalizacin de laproduccin mecanizada y del uso del reloj en todos los mbitos humanos.

    22 ste es uno de los aspectos que, desde mi punto de vista, puedenllevar al sentimiento de soledad experimentado en sociedades mo-dernas.

  • Desacatos -

    Otro de los grandes cambios a los que condujo la im-plantacin de la forma capitalista de produccin fue lareduccin del mbito de eleccin de las actividades a serrealizadas por los individuos, al estar sujeta la vida del tra-bajador a la mquina. Pero tambin se redujo el mbitode la socializacin, base de toda organizacin social.

    Este ltimo punto es de vital importancia si conside-ramos que los aspectos ms bsicos del comportamien-to humano requieren de la disponibilidad de tiempo delos adultos para ensear y transmitir normas ticas, mo-rales, sociales y de uso de los objetos producidos por elhombre. La importancia de dicha transmisin la ponede relieve Mrkus cuando seala que

    las capacidades y las necesidades humanas desarrolladasen el pasado se encuentran ya, como hadas madrinas, en suforma objetivada, a la cabecera de su cuna, en un mundoen el cual los resultados de toda la precedente evolucinsocial estn ya a su disposicin en forma material, le es po-sible empezar su desarrollo no en la incoacin del primerprincipio, sino en el punto en que las generaciones anterio-res lo han dejado (1985: 22).

    Sin embargo, hace referencia a la necesidad de que loshombres desarrollen en s mismos en alguna medi-da las cualidades humanas especficas que permiten eluso adecuado de los objetos del trabajo. Este desarro-llo requiere de la socializacin del conocimiento de ge-neracin a generacin23. Igualmente importante son lasnormas sociales del empleo de los objetos, ya que mien-tras que las de uso son tcnicas, las sociales permiten, de-mandan o prohiben prcticas especficas dependiendodel sujeto o de la circunstancia24.

    DIVISIN Y ALIENACIN DEL TRABAJO

    En el capitalismo la divisin tcnica del trabajo aparececomo otra fuente de insatisfaccin laboral. Retomandoa Marx y Mrkus, Boltvinik presenta esta insatisfaccincomo resultado de la fragmentacin de las diversas ope-raciones requeridas para producir un valor de uso, lo quearranca de las manos del artesano la visin y el controldel proceso de produccin en su conjunto. La importan-cia que tiene para el hombre la visin de conjunto de laproduccin, en un sentido humano, queda claramenteexplicitada por Marx en el siguiente pasaje:

    Concebimos el trabajo bajo una forma en la cual pertene-ce exclusivamente al hombre [] Una araa ejecuta opera-ciones que recuerdan las del tejedor, y una abeja avergon-zara, por la construccin de las celdillas de un panal, ams de un maestro albail. Pero lo que distingue ventajo-samente al peor maestro albail de la mejor abeja es que elprimero ha modelado la celdilla en su cabeza antes deconstruirla en la cera. Al consumarse el proceso de traba-jo surge un resultado que antes del comienzo de aqul yaexista en la imaginacin del obrero, o sea, idealmente []Adems de esforzar los rganos a que trabajen, se requieredel obrero, durante todo el transcurso del trabajo, la volun-tad orientada a un fin, la cual se manifiesta como atencin.Y tanto ms se requiere esa atencin cuanto menos atra-yente sea para el obrero dicho trabajo, por su propio con-tenido y la forma y manera de su ejecucin, cuanto me-nos, pues, disfrute el obrero de dicho trabajo como de unjuego de sus propias fuerzas fsicas y espirituales (Marx,1999 [1867]: 216).

    Sin embargo, en el capitalismo, el obrero individualpierde la posibilidad de orientar su voluntad a un fin. Es-te cambio empieza en el capitalismo con la produccinsimple de manufacturas. De acuerdo con Marx, en estaetapa muchos artesanos (con los mismos oficios o conoficios diversos, pero requeridos para la produccin fi-nal de un valor de uso, por ejemplo, una carreta) eranpuestos a trabajar simultneamente en los talleres (1999[1867]: 409-411). Al requerir una cantidad mayor demercancas, por unidad de tiempo25, los dueos del ca-

    3

    23 En una entrevista que realic recientemente a una educadora de pre-escolar en la ciudad de Mxico, ella manifest el atraso con el que seincorporan algunos miembros de las nuevas generaciones. Seal,por ejemplo, nios mayores de tres aos que no saben hacer uso devasos o tazas para beber lquidos, o bien que siguen utilizando paaldado que no han recibido atencin en sus hogares para desarrollarestas capacidades elementales.24 En su lectura sobre la esencia y las necesidades humanas en GyrgyMrkus, Boltvinik (2005) ejemplifica la existencia de normas socialesde la siguiente manera: mientras que la regla implcita de uso de uncigarrillo es que debe encenderse con fuego y el humo debe ser aspira-do, etc., la norma social de su empleo prohibe fumar a los menores y atodos en ciertos lugares. 25 Esta necesidad de mayor produccin puede responder a la bsqueda

  • - Desacatos

    pital notaron la conveniencia de la divisin tcnica deltrabajo:

    En vez de hacer que el mismo artesano ejecute las diversasoperaciones en una secuencia temporal, las mismas se di-socian, se aslan, se las yuxtapone en el espacio; se asignacada una de ellas a otro artesano y todas juntas son efec-tuadas simultneamente por los cooperadores [] La mer-canca, antes producto individual de un artesano indepen-diente que haca cosas muy diversas, se convierte ahora enel producto social de una asociacin de artesanos, cada unode los cuales ejecuta constantemente slo una operacin,siempre la misma (Marx, 1999 [1867]: 411).

    En estas circunstancias, el obrero que trabaja bajo lasrdenes del capitalista pierde el control del proceso de pro-duccin. En esta etapa del proceso, el obrero se presentacomo un simple vendedor de su fuerza de trabajo, des-pojado de la esencia misma de su actividad humana: sucapacidad creativa. Al respecto, Mrkus afirma: el traba-jo, de libre autoactuacin en la que el hombre desarrollasus propias capacidades pasa a ser, en las circunstanciasde la alienacin, una actividad constrictiva, externa, queunilateraliza y deforma al individuo (1985: 70). La si-guiente cita de este mismo autor resume magistralmen-te el proceso de alienacin:

    [] la fuerza social, esto es la multiplicada fuerza de produc-cin que nace de la colaboracin de varios individuoscondicionada por la divisin social del trabajo, no aparece aestos individuos como su propia fuerza unificada pues-to que la cooperacin misma no es voluntaria, mas espon-tnea sino como un poder ajeno, exterior a ellos, del queno saben de dnde viene ni adnde va, al que, por lo tan-to, no pueden dominar [] La divisin espontnea del tra-bajo aliena necesariamente al individuo de su propia acti-vidad productiva: por el lado del individuo, el trabajo pierde sucarcter auto-activo, deja de formar multilateralmente alsujeto y de desplegar libremente la capacidad de ste []Por el nacimiento de la propiedad privada, el producto deltrabajo se separa del trabajo, se convierte en objeto ajeno,en propiedad de otro; el objeto y resultado de la actividadse aliena del sujeto activo (Mrkus, 1985: 79-83).

    Sin embargo, contina Mrkus, para Marx la alie-nacin es una fase no slo necesaria, sino tambin posi-tiva, creadora aunque en forma contradictoria deldespliegue del ser del hombre. La disolucin de las co-munidades puramente espontneas, mezquinamentelocales, no fue posible sino a travs del periodo hist-rico y de los mecanismos de la alienacin. La riqueza ob-jetual de las necesidades y las capacidades humanas quees presupuesto objetivo de la emancipacin humana no sepuede constituir sino en las condiciones de la alienacin(1985: 86-87). He aqu pues el carcter contradictoriodel proceso de despojo por el hombre de la actividadcreadora del hombre. Surge aqu la duda de si ser posi-ble que el desarrollo de la riqueza objetual conduzca a laemancipacin humana y, una vez lograda, el hombre des-pliegue todas sus capacidades y potencialidades huma-nas (que le han sido despojadas a nivel individual), pa-ra lograr el florecimiento humano26.

    De Grazia sostiene que ms que la simplicidad de losmovimientos realizados por los obreros en sus trabajos27

    es lo impersonal del tiempo en las fbricas lo que aburreal trabajador (1994: 315). Este autor resalta la imposibi-lidad de los trabajadores para controlar sus actividadesdurante un da de trabajo. Afirma:

    [] probablemente [el trabajador] se sienta con ganas dehacer las cosas ms rpidamente esa maana, pero no pue-de, o puede que tenga ganas de tomar una siesta o platicaro hacer el amor o salir a tomar el aire, un trago o ejercitardiferentes msculos. Un trabajador puede estar usandociertos msculos mientras que excluye casi totalmente aotros, de esta forma, a veces por razones que no se puedeexplicar, est a punto de explotar u odia la idea de levan-tarse por la maana (1994: 315).

    De Grazia cae en lo que Toti (1975: 104) critica en al-gunos otros autores, quienes al analizar el aburrimien-

    4

    de mayor plusvalor por parte del capitalista, o bien como respuesta deste a una reduccin en la jornada laboral.

    26 Cabe aclarar que en estos textos de Mrkus no hay una distincin ex-plcita entre los efectos de la divisin social y de la divisin tcnica deltrabajo.27 Este autor seala que la operacin realizada por los trabajadores nosiempre es simple, sino que pueden estar en empleados en puestos enlos que se realizan actividades complejas y delicadas.

  • Desacatos -

    to en el trabajo han identificado las cuestiones tcnicascomo el origen del problema. Toti cita el trabajo de Je-molo, quien sostena:

    La maldicin bblica del sudor de la fatiga ha sido sustituidapor la del trabajo annimo, sin alegra, sin un porqu vi-sible. En una sociedad burocratizada como la nuestra, enuna industria en la que el producto pasa a travs de infini-tos ciclos de elaboracin, en un mundo de trabajo dondeel resultado ltimo es obra de infinitos colaboradores quese ignoran recprocamente, se hace siempre ms difcil, in-natural, el amor por el propio trabajo (cit. en Toti, 1975: 104).

    Sin embargo, para Toti, ms que la despersonaliza-cin, el anonimato del trabajo moderno como la causade que se eche a perder y se vuelva penoso trabajar, son

    las relaciones sociales de produccin las que provocaneste sentimiento28.

    Toti tambin critica a George Friedmann, uno de losestudiosos ms interesados en el maquinismo indus-trial, por caer en el mismo error. De acuerdo con Toti, alreferirse Friedmann a la crisis de la civilizacin industrialcapitalista como una crisis del intelecto humano soste-na que:

    la crisis llega a ser as una crisis general del espritu huma-no, inherente al desarrollo de las fuerzas productivas y nopropia de una sociedad dominada por relaciones supera-das entre las fuerzas de la produccin [] El maquinismoindustrial: he aqu la causa de todos los males. Desde lasmquinas de produccin hasta las mquinas en general, elenemigo se insina en todas las dimensiones de la vida so-cial [] En estas sociedades, el hombre se enfrenta duran-te su jornada a las mquinas, el ciudadano deja una m-quina slo para pasar a otra: de la mquina con la quetrabaja a la que lo transporta, al aparato domstico, al tel-fono, a la televisin (1975: 104-107)29.

    Toti finaliza la crtica a estos autores sosteniendo: esosestudiosos de sociopsicologa, quienes, una vez observa-dos agudamente los efectos del mal (la ausencia de fi-nalidades comunes entre todos los participantes en elproceso productivo, trabajadores y patronos), deducen deello que la verdadera vida de muchos trabajadores nopuede ser vivida ms que en las horas de descanso, y porconsiguiente, resuelven todos los problemas indicandola solucin de una adecuada e inteligente poltica de ladiversin en las horas libres (1975: 109). Sin embargo,para Toti la diversin no puede constituirse en felicidad30

    si la medida de la misma es un hombre no educado en laverdad (1975: 11).

    3

    Vallejo, ciudad de Mxico, 1967.

    Rod

    rigo

    Moy

    a

    28 Toti critica adems la actitud de los socilogos estadounidenses y delos tericos catlicos que en el capitalismo intentan devolver al obre-ro la alegra cristiana del trabajo y la satisfaccin del trabajo.29 Para su crtica, Toti cita los textos de Friedmann titulados: Proble-mas humanos del maquinismo industrial, A dnde va el trabajo hu-mano? y Trabajo desmenuzado.30 Toti retoma la concepcin de Aristteles de felicidad que consistaen la actividad contemplativa. Desarrollos sucesivos de su pensamientohan expresado que la actividad contemplativa es la actividad del inte-lecto, la vida del espritu, la filosofa, la especulacin pura, el arte, todolo que no es necesario ni til (aunque pueda ser utilizado), y que sirve

  • - Desacatos

    ALIENACIN EN EL TIEMPO LIBRE

    La prolongacin desmesurada de la jornada laboral res-ponde a la hambruna de plustrabajo que experimenta elcapitalismo. Marx aclara que, si bien la necesidad del plus-trabajo no es exclusiva al capitalismo, la diferencia estri-ba en el deseo de obtener cada vez una mayor cantidad deplustrabajo, ya que en nuestra sociedad domina el valorde cambio ms que el valor de uso, lo que lleva a los capi-talistas a instrumentar formas que le permitan obteneruna mayor cantidad de plustrabajo. De acuerdo con Marx,

    cuando en una formacin econmica-social no preponderael valor de cambio sino el valor de uso del producto, el plus-trabajo est limitado por un crculo de necesidades msestrecho o ms amplio, pero no surge del carcter mismode la produccin una necesidad ilimitada de plustrabajo(1999 [1867]: 282).

    Es precisamente en el marco de esta hambruna de plus-trabajo que desaparece por completo la sensacin de au-tonoma y libertad que experimentaba el trabajador enlos sistemas precapitalistas. Si bien en las primeras eta-pas del capitalismo no era posible formular una claracontraposicin entre el tiempo de trabajo y el tiempo delibertad como categoras temporales, sociales y cultu-rales (dado que las ocupaciones eran fundamentalmenteagrcolas o artesanales), la necesidad del tiempo libre31

    en la clase obrera capitalista surge, como vimos anterior-mente, en la medida en que se da la apropiacin paula-

    tina de todo el periodo activo de la vida del trabajadorpor parte del capital, escindiendo los espacios de la viday el trabajo. En este proceso se impone una nueva dis-ciplina del tiempo, en la que se obligaba a los trabajado-res (hombres, mujeres y nios) a mantener jornadas de14 o 16 horas diarias, tiempo que fue reducido paulati-namente mediante la lucha obrera por la bsqueda de lareduccin de la jornada laboral.

    Algunos sectores obreros prevean que la reduccinde la jornada laboral sera una condicin necesaria parasatisfacer necesidades en el tiempo libre como las dela educacin, la socializacin (con otros trabajadores) y laconvivencia familiar. Sin embargo, los capitalistas veancon muy malos ojos el tiempo libre ganado por la clasetrabajadora, ya que lo consideraban la madre de todos losvicios o bien un tiempo para la concientizacin obrera.

    La ideologa puritana impuesta por la nueva disciplinalaboral coadyuv a satanizar el tiempo libre de los tra-bajadores (Thompson, 1967: seccin VI). Bajo esta con-cepcin, el trabajo es una obligacin divina y se recha-zan los hbitos pecaminosos en los que la clase obreraconsume su tiempo libre (los cuales eran asociados conla vagancia, el alcoholismo y la delincuencia). Se impusouna concepcin moral del bien y del mal, en la que el sa-crificio en el trabajo sera recompensado con la gloriaeterna (ibid.)32. La moral mercantilista puritana fue acom-paada por una propaganda sobre la escasez de tiem-po y la idea de que el tiempo es oro, por tanto, el tiempolibre es improductivo (Thompson, 1967: 90).

    Adems del peligro que implicaba que los trabajado-res destinaran su tiempo libre a la vagancia y al alcohol,la burguesa se percat de que el tiempo libre se constituaen un espacio fundamental de la lucha obrera. Toti narracmo una vez ganado el tiempo libre, diversos sectoresobreros fundaron escuelas, salas de lectura, crculospara elevar el nivel de las masas, considerado como fun-damento de cualquier promocin social (1975: 44).

    4

    nicamente para vivir del modo ms elevado el propio tiempo libre, osea, el propio tiempo personal, el propio bien individual e imposible deenajenar, la propia vida (1975: 11). De Grazia utiliza la palabra ocio pa-ra denominar lo que Toti llama felicidad, y aclara que la concepcin aris-totlica de ocio es muy distinta a nuestra concepcin de tiempo libre, yaque en ste no se desarrollan actividades constitutivas de la contempla-cin (teorizar y filosofar) ni tampoco actividades libremente elegidas.31 La concepcin moderna del tiempo libre se parece a la que preva-leca en la Roma antigua. En la revisin que realiza sobre las diferentesconcepciones del ocio, desde los griegos hasta nuestros das, De Graziaexplica que, en latn, la palabra ocio era otium y, como en el griego, suantnimo fue construido con un prefijo negativo: negotium (1994:21). Segn este autor, entre los escritores romanos era tpico encontrardescripciones del ocio como stas: Un hombre est ocupado en susactividades militares, comercio o estado, lo que sea y posteriormen-te descansa y se recrea a s mismo. La vejez en s misma es un descan-so pacfico bien ganado por el negotium (ibid.: 22).

    32 Al respecto, De Grazia (1994: 27) identifica el inicio de la concepcinpuritana del ocio tras la cada de Roma, cuando los monjes cristianosimpusieron nuevas ideas sobre cules deberan ser las actividades delocio.Adems de la contemplacin (actividad que se vuelve sagrada, nopor s misma, sino porque en ella se busca encontrar a Dios), el trabajo,pero sobre todo el trabajo manual, se convierte en un instrumento deautopurificacin, de arrepentimiento o de ayuda a otros en caridad.

  • Desacatos -

    Ante la importancia que haba adquirido la accin de lasorganizaciones populares durante el tiempo libre la bur-guesa tom sus medidas,sustrayendo al control del mo-vimiento reformador un cierto nmero de institutos decultura obrera, transformndolos en rganos destina-dos a difundir en el pueblo solamente los conocimientosy las ciencias que se revelaban tiles a la consolidacindel orden moral de la burguesa (ibid.: 45).

    El capital desarroll tambin actividades lucrativas quellenaran el tiempo libre de los trabajadores. Se crea en-tonces una industria del tiempo libre con sus propias re-glas de consumo. Como nos dice De Grazia al respecto:un nuevo grupo aparece en escena, aquellos cuyos bol-sillos se llenan ms rpido si los trabajadores, una vez quehan terminado su da de trabajo, se convierten en gasta-dores, gastadores y frvolos (1994: 203).

    La moral cristiano-protestante impuesta por el mundodel trabajo capitalista tambin asign normas al uso deltiempo libre. E. P. Thompson plantea que bajo esta ideo-loga es ofensivo que la fuerza de trabajo solamente pa-se el tiempo (1967: 91). Por tanto, el tiempo deba serconsumido, comercializado, usado. La sociedad con tiem-po libre disponible no puede desperdiciarlo, la industriadel entretenimiento trata por todos los medios de trans-formar al ciudadano en una termita consumidora perma-nente, que destruye ininterrumpidamente los productos.Incluso la sobriedad tradicional puritana se ha vuelto an-tieconmica y ha perdido su esmalte espiritual; el ciu-dadano virtuoso es el que se configura como un hedo-nista plcido, sometido, alistado (Toti, 1975: 219).

    De Grazia enumera (de manera irnica) las reglas quebajo esta nueva ideologa consumista deben seguirse du-rante el tiempo libre. La primera es que la persona tieneque hacer cosas que den evidencia visible de que esthaciendo algo (el autor agrega: en Estados Unidos pen-sar no es considerado una actividad). En segundo lugar,debe hacer cosas que lo ayuden a mejorar su propiedad(hgalo usted mismo), su apariencia (ejercitarse), o reali-zar cualquier actividad que permita hacer ms dinero(1994: 307)33.

    Al momento en que los trabajadores haban ganadotiempo libre, ste haba perdido ya todo significado y eraidentificado con el aburrimiento. De Grazia cuenta c-mo, bajo la ideologa puritana a mediados del siglo XIX,el domingo se convierte en el da ms muerto de la se-mana. El primer paso lo dio Lutero al determinar que elnico da sagrado que tena que ser observado era el do-mingo. Otro paso fue la reduccin de los santos a la mor-talidad y, por tanto, la eliminacin de al menos 100 dasfestivos del calendario. En Londres, cuna de la industria-lizacin, las bandas de msica que llenaban los parqueslos domingos fueron prohibidas y se rechaz la propuestade abrir el Museo Britnico y la Galera Nacional despusdel servicio dominical matutino. El domingo era un dapara pasarlo en silencio y meditando, no para ir a misa yluego disfrutarla cantando, bailando, hablando, bebien-do o haciendo lo que el da ofreciera (1994: 202-203).

    La respuesta ms fcil sobre qu hacer con el tiempolibre, visto como espacio de aburrimiento, es matar eltiempo. Aparecen as los cursos para mejorar, los ho-bbies, la televisin, se cuenta el nmero de veces que seva al cine, a los museos, se sale de viaje, etc. Como lo ex-presa Toti: Relaxing hobbies! (1975: 125). Y se orga-niza la gran matanza del tiempo que es, al fin de cuentas,el gran suicidio: el tiempo es el enemigo al que hay quematar. El tiempo, es decir, nuestra vida34. La industriadel entretenimiento y el consumo crece y se fortalecemediante actividades que llenan y controlan el tiempovaco de trabajo; slo produce distracciones, valoresmuertos que se queman y nicamente dejan las cenizasdel tiempo (ibid.: 150).

    3

    tivamente libre si consideramos que el trabajador tiene que demostrarque est haciendo algo, que existen reglas para el uso del tiempo y quetiene que decidir cada media hora o cada hora de su tiempo librequ hacer.34 Toti afirma que est confirmado por las estadsticas y los socilo-gos del tiempo libre siempre razonan estadsticamente que duranteel tiempo libre se mata no solamente al tiempo, sino tambin a la gen-te. Los psiquiatras han descubierto que el fin de semana es un periodocrtico para las perturbaciones psquicas provocadas por la organiza-cin social moderna (1975: 127). Por su parte, De Grazia nos dice queal quitar el gozo al da del seor (es decir, el domingo), muchos tra-bajadores se dedicaron a emborracharse (1994: 203). El lento suicidioparece haber sido la respuesta.33 En este punto, De Grazia pone en duda que el tiempo libre sea efec-

  • - Desacatos

    En su anlisis sobre el uso del tiempo libre en la socie-dad estadounidense, De Grazia resalta el papel que hadesempeado la publicidad para promover los hbitosconsumistas de esa sociedad y afirma: deslumbrado porestafadores, el individuo vendi su tiempo por objetosbrillantes(1994: 223). Este mismo autor se pregunta tam-bin:En qu momento las personas compran y consu-men?, y responde: En su tiempo libre (ibid.: 275).

    De Grazia pone en duda que los trabajadores estado-unidenses dispongan de mayor tiempo libre en compa-racin con los trabajadores de mediados del siglo XIX, yaque el crecimiento de las ciudades trajo como consecuen-cia que el tiempo libre, ganado mediante luchas obre-ras, se destinara cada da ms al transporte. Pero si quedaalgo de tiempo libre, nuestra moderna sociedad nos ofre-ce entretenimiento, el cual est dominado por la televi-sin35. Este autor denomina a dichas actividades (juntocon otras en las que el individuo es un simple espectador)sin pensamiento (unthinking), ms que pasivas. Toti,por otro lado, resalta el papel de control que ejercen losgrandes monopolios de la cultura proporcionando pro-ductos culturales de la clase dominante, despersonaliza-dos, anestsicos, hipnotizantes como la televisin actual[que] penetran diariamente en el corazn mismo de lasinstituciones, de las casas obreras y en las capas avanza-das de la poblacin (1975: 46).

    De Grazia agrega a las actividades enajenantes todasaquellas que proporcionan diversin y fuga. El traba-jador ideal, afirma, necesita descansar y una distraccinpoco demandante o somnfera para traerlo cada da al ci-clo de trabajo disciplinado y cronometrado, pero necesitatambin periodos en los que debe dejarse ir en el ruido yla violencia (especialmente en viernes por la noche y s-bados). Adems, el trabajador necesita carnavales, fiestasespirituales (ao nuevo, navidades, etc.), participar o pre-

    senciar competencias de equipos, etc. El placer de hacerlo que uno no pudo durante la semana de trabajo afir-ma este autor es lo que se llama diversin (1994: 336).

    El florecimiento humano no puede realizarse duranteel tiempo dedicado a las actividades sin pensamiento,de diversin o de fuga, ya que requiere del desarrollo delintelecto. Pero adems, este tipo de actividades desarro-llan una audiencia acrtica, la cual tampoco es afn al flo-recimiento humano. Al respecto, De Grazia explica queel desarrollo de una audiencia acrtica se debe a que losmedios transmiten no comunican. No ofrecen la opor-tunidad de respuesta verdadera (1994: 335)36.

    La sociedad enajenada nada puede hacer, se enfrenta auna libertad controlada por la industria del consumoy la diversin de masas. Ante este panorama, surge unavez ms la pregunta de si es posible el florecimiento hu-mano en el capitalismo durante el tiempo libre.

    ES POSIBLE EL FLORECIMIENTO HUMANOEN EL CAPITALISMO?

    Para lograr el florecimiento humano se requiere contarcon una serie de precondiciones para que los individuospuedan desplegar sus capacidades humanas. Sin embar-go, en el sistema capitalista el desarrollo de la inteligen-cia del trabajador ha sido obstruido de diversas maneras.Hemos sealado la forma en que la fragmentacin y alie-nacin del trabajo provoca un desinters en el obrero porel trabajo debido a que ha sido despojado de la visin y elcontrol del proceso productivo. Lo anterior implica redu-cir la actividad creadora del hombre a operaciones sim-

    4

    35 De Grazia presenta un cuadro con datos de mediados del siglo XXsobre el porcentaje de la poblacin de 15 aos y ms que declar ha-ber realizado una actividad de ocio la noche anterior. Se observa que elmayor porcentaje (57%) declar haber visto la televisin (1994: 460-462). Otros estudios a los que se refiere el autor mostraron, por suparte, que nueve de cada diez hogares tenan un televisor o ms, y que90% de los televisores estaba prendido todas las noches de la semanadurante cuatro horas y media en promedio por noche (1994: 113).

    36 Para este autor, la causa por la que las actividades de tiempo libre sonpasivas y acrticas debe encontrarse en el cambio de tipo de espectado-res. En el pasado, cualquier persona de la audiencia poda hacerse es-cuchar al momento, poda comunicar su acuerdo o desacuerdo con lapieza de msica tocada, la obra de teatro, el discurso. Sin embargo, lasactividades pasivas como la televisin no ofrecen esta oportunidad.Aun cuando uno pueda escribir o llamar al programa de radio o televi-sin para expresar su opinin, sta no se comparte (salvo raras excep-ciones) con el resto de la audiencia (De Grazia, 1994: 336). El ser huma-no requiere de la interaccin directa con otras personas. Qu bien lepuede hacer a un hombre gritar muerte al imperio a un aparato de te-levisin? Podr de igual manera dormitar frente a l, asegura De Grazia.

  • Desacatos -

    ples, constantes y repetitivas que limitan la reflexin yel desarrollo mental del trabajador. Si suponemos quetal desarrollo mental en la mayora de los hombres estnecesariamente ligado a su trabajo habitual, mientrasms simple sea ste, menor ser el desarrollo mental deltrabajador y, por tanto, menor ser su posibilidad de te-ner acceso al florecimiento humano.

    Esta caracterstica del proceso productivo en el capita-lismo fue sealada, de acuerdo con Toti, tanto por AdamSmith como por Engels. El primero observaba que elhombre que emplea su vida en ejecutar simples opera-ciones cuyos efectos siempre son los mismos o casi losmismos, no tiene oportunidad de ejercer su raciocinio, nide poner en funcin sus propias capacidades inventivaspara buscar medios que eliminen dificultades que nuncase presentan (cit. en Toti, 1975: 181). Por su parte, En-gels, en sus escritos, mostraba preocupacin por el fen-meno de atrofia intelectual que aquejaba al obrero in-dustrial:

    [] en la fbrica moderna el obrero no desarrolla una ac-tividad que exija de l un esfuerzo de pensamiento; pero, alpropio tiempo, ese tipo de trabajo le impide ocupar su men-te en otras cosas. Por otra parte, ese trabajo no ofrece nin-gn desahogo a los msculos, a la actividad fsica. De modoque no es un verdadero trabajo, sino un mero aburrimien-to, o sea, la cosa ms mortificante y enervante que exista; elobrero de la fbrica est condenado a ver sus energas fsi-cas e intelectuales consumirse completamente en este tedio:desde los ochos aos en adelante tiene la tarea de aburrirsetodo el da []. En realidad, para embrutecer a un hombreno es fcil encontrar un mtodo mejor que el trabajo en lafbrica. El obrero que trabajaba en esas condiciones no vi-va, era reducido a objeto (cit. en Toti, 1975: 142).

    Pero no slo es la actividad rutinaria la que atrofia lainteligencia humana; los trabajadores se enfrentan conel cansancio producido por la intensificacin del traba-jo mismo. Al respecto, Toti cita a Pierrette Sartin, quienafirmaba que el cansancio humano no ha disminuidoen absoluto con la mecanizacin, por lo menos no en lamedida que se poda esperar:

    Muchas son las mquinas que imponen posturas incmo-das y que estn mal adaptadas para los que las utilizan. A

    menudo son demasiado calientes, desarrollan un calor di-fcil de soportar, someten el cuerpo a temblores que pertur-ban gravemente el equilibrio fsico. Aun en las mquinastotalmente automatizadas, la lectura de los relojes a me-nudo es difcil, exige una gimnasia mental, un esfuerzo deatencin que a la larga extena. Ms de un obrero agrco-la que trabaja con material muy moderno aora el tiem-po en el cual su labor se realizaba con los caballos a un ritmoms lento; se queja del ruido, las sacudidas y el cansancioque resultan de las posturas que debe tomar para manejarlas nuevas mquinas []. En cuanto al cansancio nervio-so (que puede llegar hasta producir lesiones orgnicas y ver-daderas neurosis) est en aumento continuo (cit. en Toti,1975: 261)37.

    Si bien la mayora de los textos aqu citados se refierenal trabajo manual, la sensacin de insatisfaccin (o abu-rrimiento) tambin se presenta entre los trabajadores decuello blanco (o burcratas), quienes al igual que los obre-ros realizan actividades que no les satisfacen ni les per-miten desarrollar sus capacidades humanas. Para ilustrarlo anterior, retomo el ejemplo hipottico que Boltvinikutiliza para explicar su tipologa de riquezas/ pobrezas,humanas y econmicas, construidas de acuerdo con lacondicin del ser/estar. Este autor nos dice que considere-mos a Juan, cuya profesin, la antropologa fsica, es supasin38. Desde el punto de vista del ser, Juan es un hom-bre humanamente rico, porque ha desarrollado sus ca-pacidades (y se siente satisfecho con ellas). Sin embargo,si trabaja como burcrata realizando una actividad aje-

    3

    37 De Grazia, por su parte, pone en duda la eficacia de los aparatos elec-trodomsticos como ahorradores del trabajo en el hogar. Se preguntasobre los beneficio que puede tener el que una batidora bata huevosen lugar de nosotros mismos. Para comprarla y mantenerla funcionan-do alguien tiene que trabajar. Tambin se pregunta: cunto se ha redu-cido de manera efectiva el esfuerzo de las mujeres que realizan trabajodomstico con dichos aparatos? Segn De Grazia, si bien un ama decasa estadounidense de mediados del siglo XX tena la fuerza de hasta90 sirvientes convertidos en aparatos, ello no parece haber reducido enigual magnitud el trabajo domstico. Estos cuestionamientos son im-portantes, aunque no podemos despreciar que gracias a dichos apara-tos ms mujeres tienen la opcin de dedicarse a actividades distintas altrabajo domstico. La cuestin es que no necesariamente se dedican aellas por libre eleccin, la mayora comparte con los hombres el tedio yaburrimiento que no les permite tener acceso al florecimiento humano.38 Aunque esta actividad no necesariamente sea la nica pasin de Juan.Boltvinik plantea la posibilidad de que dicho sujeto pueda florecer me-diante otras actividades que le sean satisfactorias, como la msica.

  • - Desacatos

    na a la antropologa fsica, Juan estara pobre desde elpunto de vista del florecimiento humano, ya que no tieneposibilidad de aplicar sus capacidades desarrolladas. Encambio, si logra obtener un empleo de antroplogo fsi-co, Juan estara humanamente rico (aunque su riqueza/pobreza econmica dependera del nivel de ingreso) (Bolt-vinik, 2005: 68-70)39. Ms adelante, Boltvinik afirma:

    La persona bien alimentada, sana y educada puede tenerciertas capacidades de trabajo. Aqu queda claro cmo la sa-tisfaccin de necesidades hace posible el desarrollo de capa-cidades de las personas. Pero en las sociedades capitalistaslas capacidades individuales tienen que venderse en el mer-cado de trabajo para poderse aplicar. Esta venta puede serpara hacer el trabajo de sobrevivencia (Juan trabajando deburcrata) o para hacer el trabajo de autorrealizacin (Juantrabajando de antroplogo fsico). En el primer caso, sloaplica algunas de sus capacidades menores, mientras queen el segundo aplica sus capacidades fundamentales. Perolas capacidades tienen que venderse no slo para aplicarsesino para hacer posible la satisfaccin de las necesidades,que, a su vez, hacen posible la reproduccin de la capaci-dad. Esta circularidad, esta integralidad entre capacidades ynecesidades, se pierde en los enfoques que slo miran unlado del asunto, como en algunos enfoques de necesidades(2005: 70).

    Pero, qu pasa cuando los trabajadores no pueden ex-presar o realizar su propia humanidad en las actividadesimpersonales de la produccin que le son ajenas? El pro-pio Boltvinik plantea que si Juan trabaja como burcra-ta para poder sobrevivir, al ser un trabajo en el que nose autorrealiza, puede tratar de mantener como intersdel tiempo libre tanto la antropologa fsica como la m-sica (2005: 69.) Sin embargo, por limitaciones econ-micas o sociales, sus ms profundas necesidades puedendesaparecer.

    A pesar de que algunos individuos puedan sobrepo-nerse a las limitaciones que el modo de produccin im-pone para lograr su florecimiento humano, la inmensamayora busca su libertad en lo que considera como locontrario absoluto del reino de la imposicin; es decir,las actividades de entretenimiento de masa (Toti, 1975:181). De esta manera, la idea de tiempo libre se imponesobre la de la libertad para el propio desarrollo.

    Para Toti, el problema de la libertad y del tiempo de li-bertad se confunde con el problema del aburrimiento queno logra ser superado mediante el entretenimiento. Sur-ge as la preocupacin por la ampliacin del tiempo adisposicin del hombre un tiempo que es siempre msdifcil controlar y llenar de contenidos. El hombre deltiempo libre se vuelve entonces objeto de preocupacio-nes, ya que aparece precisamente como un objeto, comoun vacuum por llenar, una pasividad, una inercia quehay que activar. Al respecto, este autor plantea que en elcapitalismo, la cultura y la recreacin popular aparecencomo actividades en las que se requiere hacer un con-sumo ms inteligente del producto tiempo. La cuestincultural se presenta como un problema de programaseducativos para los adultos y jvenes, en vez de un pro-

    4

    39 La tipologa de riquezas/pobrezas en las dimensiones del ser/estardesde el punto de vista humano y econmico es una tabla de contingen-cia de cuatro entradas, por lo que las posibilidades de satisfaccin denecesidades y desarrollo de capacidades son diversas y dependen de lacelda en la que se ubique el individuo. Por ejemplo, desde el punto devista econmico, Juan podra ser rico (o tener satisfechas sus necesida-des) en un empleo en el que humanamente sea pobre, ya que aun cuan-do ganara lo suficiente realizara actividades ajenas a lo que considerasu pasin, la antropologa fsica.

    Opopeo, Michoacn, ca. 1972.

    Rod

    rigo

    Moy

    a

  • Desacatos -

    blema de lucha global por una sociedad distinta (Toti,1975: 173-175).

    Pero, cmo imaginar una sociedad distinta basada enla bsqueda universal del florecimiento humano (o uni-ficacin del tiempo de trabajo y el tiempo libre) cuandoel desarrollo del intelecto ni siquiera es considerado unvalor en la actual sociedad moderna? Toti propone quepara solucionar el problema del aburrimiento del traba-jador, es decir, para lograr el florecimiento humano, nose debe buscar tanto mejorar las armas para asesinar altiempo: los medios de diversin, los sistemas de utiliza-cin del tiempo libre, sino ms bien devolver al tiempolibre un significado (1975: 181). Para este autor, el tiem-po libre debe transformarse

    en un tiempo de conciencia, un tiempo de lucha por librarsedel trabajo, una relacin consciente tambin en la diver-sin y en el entretenimiento de la contradiccin entre eltrabajo y el tiempo libre, de la necesidad de volver a reunificarel tiempo del hombre, de reconstruir al hombre en toda ladimensin temporal de su existencia, como agente primerode la sociedad, como creador de la sociedad. Pero, para lle-gar a este resultado, hay que partir de la bsqueda de unaconciencia de las contradicciones sociales, o sea, hay quepartir del trabajo, de las estructuras de la sociedad y no de sussuperestructuras, es decir, del tiempo libre (1975: 181).

    Sin embargo, Toti contesta slo de manera indirecta lapregunta sobre la situacin que resultara, en trminosde creatividad del trabajo humano, si se abolieran las rela-ciones capitalistas de produccin sin transformar el pro-ceso productivo. Al finalizar la crtica a diversos autoresque ponen el acento en la divisin tcnica del trabajocomo causa de la alienacin del trabajo (Fromm, Ries-man, Friedmann), alude (sin precisarlas) a las dificulta-des que sin duda se debern superar en la sociedad so-cialista para realizar individuos de desarrollo integral.Ms adelante, Toti se pregunta, pero no responde: C-mo reaccionan fsica y mentalmente los millones detrabajadores soviticos ante sus respectivos trabajosfraccionados, los trabajos en cadena? (1975: 172)40. No

    obstante, afirma que se requieren modificar las relacio-nes de produccin existentes, que transforman en mer-canca tambin el tiempo libre del hombre. Hasta queno se consiga cambiar esta sociedad, slo se podr cons-tatar amargamente que la espontaneidad del hombrecesa de existir, tambin en el uso de su tiempo libre, enel momento en que se hace un esfuerzo excesivo para al-canzarla, o sea, para comprarla (1975: 111).

    Podemos decir que si bien la unificacin plena deltiempo de trabajo y el libre en una sntesis humana su-perior pasa por la transformacin de las relaciones socia-les, en tanto no hayamos alcanzado tal transformacin,tenemos que hacer uso de la superestructura, es decir,del tiempo libre, para crear la conciencia de la existencia delas contradicciones sociales que permita esta sntesis.De lo contrario, el florecimiento humano aparece leja-no, si no imposible41.

    REFLEXIONES FINALES

    En el captulo final de su libro, Toti concluye:actualmen-te, las clases subalternas son mantenidas en un nivel cul-tural bajo, o sea, en el nivel de una recreacin al estadopuro, sin preocupaciones informativas ni culturales, enel nivel de la diversin, o sea, de la divagacin, de la dis-traccin, y no de la atencin ni la contemplacin (1975:258). A ms de cuatro dcadas de que Toti llegara a estaconclusin (la versin original del texto en italiano fue

    3

    nmero). No obstante, no puede negarse que, en trminos de derechoslaborales, durante su existencia serva de freno y contrapeso al desa-rrollo del capitalismo voraz que prevalece actualmente y que niega losderechos fundamentales a los trabajadores, sobre todo en los pasesms pobres.41 De Grazia plantea dos condiciones necesarias para lograr el accesogeneralizado a la posibilidad de disfrutar el ocio. La primera es que elEstado debe transformarse para lograr proveer las condiciones mate-riales que permitan a todos la posibilidad de disfrutar el ocio (aunqueplantea que no necesariamente todos llegaremos a l dadas nuestras di-ferentes capacidades) (1994: 435). Sugiere tambin que es necesarioromper el ansia consumista, ya que aniquila toda posibilidad de dis-frutar el ocio debido a que la espiral de produccin-trabajo-necesidadde tiempo de consumo no se detiene. Lo anterior implicara modificarla idea estadounidense de que la posesin de bienes los coloca en la ci-ma del nivel de vida (1994: 345).

    40 Luis Arizmendi es muy crtico de los sistemas sociales denominadossocialistas, bajo el argumento de que el socialismo realmente existentees un Estado capitalista desptico (vase su artculo en este mismo

  • - Desacatos

    escrita en 1961) la situacin de la clase obrera en el mun-do se ha agravado con la globalizacin y la derrota del so-cialismo realmente existente. Cada da aparece ms remo-ta la posibilidad de que el trabajador logre trascender elgrado de alienacin en el que se halla y encuentre el ca-mino al florecimiento humano.

    Adems del tedio en el trabajo y la vacuidad de la cultu-ra de masas, un aspecto ignorado en el planteamientotanto de Toti como de Boltvinik es el desgaste de la fuer-za de trabajo en el transporte. Si bien el uso de la Inter-net ha logrado que una pequea proporcin de la fuerzade trabajo, sobre todo la que realiza trabajo intelectual,no tenga necesariamente que enfrentarse al agotamientoque implica el traslado en las grandes ciudades y subur-bios de nuestra moderna sociedad, para la gran mayorade los trabajadores llegar a sus lugares de trabajo repre-senta casi media jornada laboral normal (o sea cuatrohoras diarias)42. Como lo expresa Toti casi al final de suobra, la msica culta requiere una atencin que ya hasido totalmente gastada en el trabajo (y en el transporte,habra que aadir).

    Se podra argumentar que el tiempo destinado al trans-porte puede convertirse en un espacio para la concienti-zacin. Al recordar, por ejemplo, que una de las grandesrevoluciones de la cultura obrera en Inglaterra fue la pro-duccin de los llamados libros de bolsillo, podramosdecir que en las actuales circunstancias los aparatos elec-trnicos de bolsillo que permiten la reproduccin de