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  • La políticaEl Proceso de Reorganización Nacional

    El 24 de marzo de 1976 fue destituida lapresidenta María Estela Martínez de Perón. Ensu reemplazo, las Fuerzas Armadas asumieronla conducción política del país a través de unaJunta de Comandantes conformada por Jorge R.Videla (Ejército), Emilio E. Massera (Marina) yOrlando R. Agosti (Fuerza Aérea). Videla asumióla primera magistratura. El clima en el que sedesarrollaban estos hechos era de angustia ge-neralizada debido a la concurrencia de variosfactores: la multiplicación de conflictos entre losmiembros del gobierno peronista, la inseguridadfísica y la explosión inflacionaria del período com-prendido entre diciembre de 1975 y marzo de1976. Este marco reflejaba la disolución del po-der estatal para dirimir conflictos y conducir laeconomía.

    En un primer momento, los sectores empre-sariales apoyaron la nueva intervención militar.Tanto las Fuerzas Armadas como los actoressociales que acompañaron el golpe militar seña-laban que el estancamiento crónico de la econo-mía y la profunda inestabilidad del sistema políti-co eran el resultado de la contraposición entredos proyectos antagónicos. El primero de ellosera el sustentado por la burguesía agraria con-solidada a partir del afianzamiento del modeloagroexportador en el siglo XIX y parte del XX.Según el diagnóstico de los nuevos gobernan-tes, esa burguesía habría proporcionado a nues-tro país un período de florecimiento económico,social y político y, en definitiva, la única verdade-ra fuente de riquezas en toda su historia. El se-gundo proyecto era el que se había desarrolladocon el proceso de industrialización por sustitu-ción de importaciones. Sostenían este proyecto,por un lado, un empresariado nacional depen-diente de los subsidios y las protecciones delEstado y, por el otro, los sectores sindicales vin-culados a la industria y el sector servicios. Esteúltimo conjunto de actores -representado políti-camente por el peronismo- se había transforma-

    do en una alianza con poder suficiente para fijarlos precios internos y los salarios, con indepen-dencia de los valores internacionales y en perjui-cio del sector agrario. Según la interpretación dequienes tomaron el poder en marzo del 76, esaalianza utilizaba el aparato estatal en su propiobeneficio, mediante una dinámica de concesio-nes mutuas que perjudicaban al conjunto de lasociedad.

    El «empate» entre estas dos formas de de-sarrollo incompatibles, industria sobreprotegidaversus producción agropecuaria exportable, erael causante directo de la inestabilidad política, lainflación y las dificultades para un crecimientosostenido. Uno de los objetivos centrales del Pro-ceso sería precisamente intentar romper ese«empate» en favor de las actividadesagropecuarias, reduciendo al máximo el poderpolítico del otro sector en pugna. Paralelamente,se crearía una nueva clase dirigente que encau-zaría en el futuro esos cambios a través de lasenda republicana.

    Desde 1976 se puso en práctica el plan eco-nómico de José A. Martínez de Hoz, destinado aproducir un cambio drástico en la estructura eco-nómica. Los efectos sociales y políticos de lasmedidas adoptadas no se hicieron esperar. Lafalta de protección arancelaria en algunas áreasproductivas provocó la quiebra de innumerablesempresas expuestas a la competencia interna-cional y la transformación de miles de trabajado-res industriales en cuentapropistas: los dos sec-tores sociales en que se apoyaba el Estado be-nefactor comenzaban así a debilitarse.

    Paralelamente, las entidades bancarias yfinancieras, alentadas desde el poder estatal, semultiplicaron. El sistema económico comenzó agirar en torno de estas instituciones, cuyo papelestaba sobredimensionado por el estímulo delEstado. Así se generó lo que se denominaría la«patria financiera».

  • En 1980-1981, cuando el sistema colapsó,una gran cantidad de pequeños ahorristas per-dieron sus depósitos debido a la quiebra de im-portantes bancos. A esa altura, casi la totalidadde los sectores sociales que habían apoyado elProceso comenzaban a mostrar signos de recha-zo hacia el plan económico a través de sus orga-nizaciones corporativas; a la crítica de la CARBAPen 1979 se le sumó la de la UIA, que hacia 1981censuró duramente el Proceso Militar.

    Por su parte, y a pesar de las persecucio-nes y los encarcelamientos, los trabajadores lo-graron articular medidas de protesta al prome-diar la gestión de Martínez de Hoz, como el paroorganizado por una de las centrales obreras. Elgobierno de Videla tuvo que sortear, entre otrasdificultades,la amenaza de una inminente gue-rra con Chile por problemas limítrofes en el áreadel Canal de Beagle y una sublevación militar en-cabezada por Luciano B. Menéndez.

    El terrorismo de Estado

    Uno de los objetivos centrales de los milita-res era desarticular, acallar y eliminar a los sec-tores que protagonizaron el gran cuestionamientosocial de comienzos de los 70.

    Las Fuerzas Armadas se propusieron ter-minar con la amenaza que, según ellas, todavíarepresentaban para el país las organizacionesguerrilleras de origen peronista y marxista. Elaccionar de las Fuerzas Armadas había comen-zado en 1975, merced a una orden emanada delgobierno de Isabel Perón. En ese momento seintensificó la lucha contra los gruposinsurreccionales instalados en Tucumán, quehabían adoptado la forma de guerrilla rural. Enlas ciudades, el tipo de acción predominante dela guerrilla era diferente y exigía una mayor ta-rea de inteligencia para combatirla. En amboscasos, el objetivo prioritario del Ejército, la Aero-náutica y la Marina fue terminar con los gruposarmados, pero también remover aquellos secto-res que, sin participar directamente en los gru-pos armados de izquierda, constituían su apoyoy fuente de reclutamiento.

    Las juntas militares llevaron acabo una de-tallada planificación a nivel nacional de la repre-sión de las organizaciones armadas. Se monta-ron centros de detención clandestinos y los de-nominados «grupos de tareas» procedieron alarresto de personas, en su gran mayoría jóve-nes, sin recurrir a las vías judiciales. Este fue el

    origen de los «desaparecidos»: víctimas de larepresión cuyo paradero o restos en la mayoríade los casos nunca fueron identificados. Los de-tenidos-desaparecidos no eran sólo miembros delas organizaciones armadas; simpatizantes de laguerrilla, activistas sociales e integrantes de lascomisiones internas de fábricas también fueronobjeto de los grupos represivos. En definitiva, elpeso de la represión estatal se hizo sentir sobretoda expresión de protesta o cualquier proyectode una sociedad alternativa.

    En los centros de detención se aplicabansistemáticamente diversos métodos de torturapara extraer información de los detenidos. En lamayoría de los casos, la detención ilegal de ciu-dadanos culminaba con la muerte, destino quede acuerdo con las investigaciones realizadas porla Comisión Nacional sobre Desaparición de Per-sonas (CONADEP) alcanzó una cifra cercana alas 9.000 personas -los organismos de derechoshumanos denuncian alrededor de 30.000. Asimis-mo se registraron numerosos casos de apropia-ción ilegítima de niños nacidos durante el cauti-verio de sus madres desaparecidas. El gruesode este accionar se desarrolló hasta 1978, cuan-do ya era un hecho la desarticulación del ERP yMontoneros. En 1979, la Junta Militar recibió lavisita de la Comisión Interamericana de DerechosHumanos de la OEA, que realizó un informe dealto contenido crítico sobre la situación de los

  • derechos humanos en la Argentina. Esta fue sólouna de las innumerables denuncias que se reali-zaron en contra del gobierno militar, sobre tododesde el exterior. I

    Las madres de desaparecidos comenzaron aorganizarse desde los primeros años del gobierno

    militar para indagar sobre el paradero de sus hijos ynietos. En sus reuniones de los jueves, caminabanalrededor de la pirámide de la Plaza de Mayo para

    evitar la dispersión por parte de la policía. Así nacióuna de las agrupaciones pioneras de la resistencia

    contra elgobierno militar: las Madres de Plaza de Mayo..¿Qué otras organizaciones buscan actualmen-te esclarecer el destino de los desaparecidos?

    ¿Cuáles son sus reclamos y qué métodos utilizan?

    Al finalizar el gobierno de Videla era notorioque muchos de los objetivos planteados por elProceso no se habían logrado: la crisis de diso-lución del Estado que comenzó en 1975 se ha-bía profundizado y había envuelto también a losmilitares en el poder. Hacia 1981 no había indi-cios de la formación de una nueva clase dirigen-te, a pesar del apoyo decidido de políticos e inte-lectuales de derecha a los militares. Además, bue-na parte de la clase empresarial había enajena-do su apoyo al gobierno.

    Hacia octubre de 1980 fue designado enreemplazo de Videla el general Eduardo Viola.Sin embargo, el recambio generó en el seno delas Fuerzas Armadas enfrentamientos internosque rompieron su unidad. El sucesor jerárquicode Videla en la jefatura del Ejército durante elProceso, Viola, debió asistir como presidente defacto no sólo al fortalecimiento de la crecienteoposición civil (nucleada en la denominada Jun-ta Multipartidaria) y el fracaso del plan económi-co, sino también al desarrollo de las apetenciaspolíticas personales de sectores de la Marina (re-presentados sobre todo por el almirante Massera)

    El resurgimiento de la oposición y la guerra de Malvinas

    y del tercer comandante en Jefe del Ejército du-rante el Proceso, Leopoldo F. Galtieri. Este últi-mo finalmente logró desplazarlo de la presiden-cia un año más tarde.

    La revista Humor,fundada en junio de1 9 7 8 , c o m e n z ócomo uno publica-ción de humor gene-ral, para profundizarmás tarde la veta dela crítica al régimenmilitar y la sátira po-lítica..Investiguen cuálfue la actitud de losprincipales mediosde prensa duranteel Proceso.

  • El gobierno de Isabel Perón fue derrocadoen marzo de 1976 en el contexto de una profun-da crisis económica. Esta (que respondía a losmecanismos cíclicos de la economía argentina)se produjo en el marco de una crisis financierainternacional que daría pie a una depresión eco-nómica mundial, que se inició en 1973 y llegaríahasta los años 90. Esta crisis significaría el fin delas políticas del Estado de Bienestar, sistema queprogresivamente retrocedería en Occidente. Elfenómeno más característico de aquella crisis fuela aparición de la estanflación; este término seacuñó para designar un fenómeno novedoso, laconjunción de inflación de precios y estancamien-to de la actividad económica. Con el correr delos años, la crisis originaría la puesta en marchade nuevas formas de organización del trabajoindustrial, la aplicación de modernas tecnologíasen la producción y una redefinición de las rela-ciones sociales en todo el mundo capitalista.

    En abril de 1976, los militares dueños delpoder en la Argentina pusieron en marcha un planeconómico encabezado por el ministro de Ha-cienda Martínez de Hoz. Este plan, que preten-día combatir la inflación, sería complementadoen 1977 con una profunda reforma financiera. Loseconomistas del gobierno militar adherían a laescuela monetarista* y aplicaban así los supues-tos de apertura de la economía que proponíaaquella corriente de pensamiento económico. Setrataba de una forma de liberalismo económico aultranza que se aplicó también en otros paísesperiféricos (coincidiendo a menudo con el esta-blecimiento de dictaduras, como en el caso deChile bajo el gobierno de Augusto Pinochet).

    El plan económico pretendía fomentar lasactividades en las que el país manifestaba ven-tajas comparativas. Al mismo tiempo, imponía al

    La economíaLa política económica del Proceso

    Estado la obligación de abstenerse de interveniren la economía, de modo de garantizar las con-diciones para una efectiva competencia que es-timulara la productividad de las empresas y au-mentara su eficiencia. En realidad, la renunciadel Estado a intervenir en la economía y promo-cionar determinados grupos económicos no fueabsoluta.

    La política económica de Martínez de Hoz tuvo efectosdevastadores sobre los sectores de la población más apoya-dos por el Estado benefactor, que vieron retroceder notable-mente sus niveles de vida.-Analicen los «trofeos» de la caricatura de Pratico publi-cada por Tía Vicenta en 1979. ¿Quiénes fueron los princi-pales perjudicados por las medidas económicas de es-tos años?

  • En términos generales, la política del Pro-ceso significó un cuestionamiento de la indus-trialización y el mercado interno como motoresde la economía argentina. Con el objetivo finalde modernizar e incrementar su eficiencia, se

    implantó una política basada en un programa deliberalización y apertura de los mercados quedesamparó casi completamente un sector de laindustria y el poder adquisitivo de la población.

  • La meta de modernizar la estructura eco-nómica argentina suponía, según el plan deMartínez de Hoz, restaurar las condiciones idea-les del mercado eliminando toda intervención delEstado. De esta manera se lograría aumentar laeficiencia de las empresas para adecuarlas almercado internacional. El fomento de la compe-tencia implicaba supuestamente la eliminación detoda protección estatal para una industria localcuya productividad dejaba mucho que desear.

    Esta deliberada falta de protección, que per-mitiría sobrevivir sólo a quienes más esfuerzosrealizaran por aumentar su productividad, se lle-vó acabo a través de la reducción de los arance-les que gravaban los bienes importados. La bajade los derechos de importación sumada a unamoneda sobrevaluada derivaron en un irracionalcrecimiento de las importaciones.

    La industria local, imposibilitada de compe-tir con los productos importados, entró en su peorrecesión por varias razones. Por un lado, no po-día competir con la producción de los países cen-trales, que tradicionalmente ostentaban una ma-yor productividad. Además, se importaron pro-ductos de nuevos países industrializados del Ex-tremo Oriente (como Corea y Taiwan), cuyos pre-cios eran menores porque los costos de manode obra eran más bajos. Por último, la industriaargentina, aun la que había surgido de la radica-ción de empresas transnacionales, se habíaacostumbrado a trabajar con un mercado prote-gido y se había preocupado poco por lograr au-mentos de productividad.

    Además de la competencia extranjera, laindustria local debió enfrentar el encarecimientodel crédito provocado por el alza de las tasas deinterés. Por último, la política socioeconómica delProceso redujo en gran medida el poder adquisi-tivo de los sectores populares, causando unaconsiderable disminución del mercado interno.

    La desindustrialización argentina y los «capitanes de la industria»

    Estas circunstancias produjeron un colap-so en las pequeñas y las medianas empresas ydieron pie al proceso de desindustrialización.

    Un efecto de la recesión industrial fue la fuer-te concentración económica producida en aque-llos años. Esta se derivaba de la serie de quie-bras que afectaron el sector, pero también res-pondía a la creación de redes de empresas alre-dedor de bancos o entidades financieras con fuer-tes contactos con el Estado. Se trataba de losdenominados «capitanes de la industria», que lo-graban escapar entonces de la crisis mediantedistintas estrategias.

    Estas empresas tenían una implantaciónmultisectorial, es decir, que podían transferir ca-pitales con rapidez de un sector a otro (indus-tria, finanzas, explotación agropecuaria) y con-taban con la liquidez suficiente como para apro-vechar la especulación financiera. Por otro lado,usufructuaban determinados beneficios que ofre-cía el Estado, como subsidios o ciertos regíme-nes de promoción industrial que se mantuvieron(como el de la industria automotriz) y la garantíaestatal ante los acreedores externos. Pero el prin-cipal estímulo era su condición de proveedoresdel Estado (como ocurrió con las empresascementera que aprovecharon la ola de obras devialidad de aquella época). El déficit del Estadohacía imposible que este cumpliera a tiempo consus obligaciones. Sin embargo, esto no perjudi-caba a sus proveedores, sino todo lo contrario:la renegociación de contratos se convirtió paramuchas empresas en un mecanismo que gene-raba ganancias.

    Los resultados finales de la experiencia eco-nómica del Proceso fueron nefastos. En primerlugar, la deuda externa sería de allí en más laamenaza con la que lidiarían los gobiernos de-mocráticos y condicionaría cualquier política gu-bernamental. En segundo término, ladesindustrialización del país daría lugar desde

  • La desindustrialización produjo también un cambio del paisaje urbano: proliferaron las fábricas abandonadas, conocidas como cemente-rios industriales. En años posteriores, muchos de esos solares fueron ocupados por centros de actividades terciarias de la economía. Eneste caso, en la ciudad bonaerense de Avellaneda, donde se radicó uno de los primeros frigoríficos de capitales nacionales, se encuentrainstalado actualmente un hipermercado..¿Identifican en sus barrios procesos similares? ¿Cuáles son las consecuencias?

    La política económica del gobierno de RaúlAlfonsín intentó en un principio responder a lasfuertes demandas de equidad social que el pro-ceso de restauración de la democracia habíagenerado en la población. Se trataba, entonces,de mejorar los ingresos de los sectores popula-res a través de aumentos de salarios, y dereactivar el mercado interno con el otorgamientode créditos a medianos empresarios. Como con-trapartida se buscaba eliminar la inflación, com-batir el déficit público y mejorar la recaudaciónfiscal.

    Sin embargo, el partido gobernante, al lle-var adelante prácticas similares a las que había

    entonces a un proceso de terciarización de sueconomía, es decir, una preponderancia de laactividad terciaria (comercio y finanzas) sobre laproducción primaria y secundaria. En tercer lu-gar, sería el comienzo de una fuerte concentra-ción que haría del predominio de los grandesgrupos económicos un dato incuestionable. Es-

    tos, junto con los acreedores extranjeros, se con-vertirían en los tutores del Estado argentino: ten-drían la capacidad de vetar cualquier política eco-nómica gubernamental que fuese contra sus in-tereses, demostrando así un poder mayor que eldel propio Estado.

    La economía en el período radical

    implementado la última vez que había estado enel poder (1963-1966), revelaba su incapacidadpara medir las dimensiones de la grave situa-ción económica. Las dificultades que debía en-frentar el gobierno eran completamente distin-tas de las que había tenido que sortear cualquiergobierno previo a 1976: la deuda externa, cuyovolumen siguió creciendo a pasos agigantadostan sólo con la acumulación de intereses; el dé-ficit de un Estado desvencijado tras años de abu-sos y falta de inversión y, por último, una infla-ción incontrolable desde los años finales del Pro-ceso y que se había instalado en los comporta-mientos económicos de la población (ahorros endólares, depósitos a plazo fijo, etcétera).

  • Antes del año de su implementación, lasprimeras medidas económicas del gobierno ra-dical habían terminado en fracaso. La crecienteinflación, la fuga hacia el dólar, el servicio de ladeuda externa, la falta de nuevas inversionesdebido a los altos costos, el desequilibrio de labalanza comercial y la ausencia definanciamiento externo condujeron la economíahacia un desborde inflacionario. El estancamientode la economía se conjugaba con una fuerte pre-cariedad del sector externo: el deterioro de losprecios argentinos en el exterior señaló, además,el agotamiento del empuje que el agro había re-cibido desde los años 60. En la década del 80 seprodujo un cierre de mercados, principalmenteen la Comunidad Económica Europea, que pasóen esos años a subsidiar su propia agricultura,reduciendo las importaciones extracomunitariascomo las argentinas.

    En junio de 1985 se anunció un nuevo planeconómico, el «Plan Austral», cuyo objetivo prin-cipal era superar la crisis coyuntural y estimularla economía en el largo plazo. Las medidas queel ministro Juan Sourrouille anunció para dete-ner la inflación fueron el congelamiento de sala-rios, precios y tarifas de servicios públicos; la eli-minación de la emisión monetaria y el control decambios y tasas de interés. Todo ello en conjun-ción con un cambio en la moneda nacional: sereemplazó el peso por el austral. Hasta fines de1985, la inflación fue controlada gracias al apo-yo de los grupos empresariales. Asimismo, nohubo caída de la actividad ni desocupación, yaque no se produjeron despidos. Se mejoró la re-caudación, pero no se redujeron los gastos delEstado.

    A fines de 1985, el aumento de la inflación ylas dificultades en el sector externo estimularonlas pujas corporativas, tanto por parte de los sin-dicatos nucleados en la CGT, como de las distin-tas organizaciones de empresarios. El gobierno,por otra parte, contaba con una base política es-casa: la oposición justicialista en el Congresotenía la capacidad de vetar sus iniciativas legis-lativas. Fue entonces cuando el gobierno comen-zó a apoyarse en los grupos empresariales y seperfilaron cambios más profundos (reforma fis-cal, proyectos de privatización de empresas pú-blicas y desregulación de la economía).

    En julio de 1987 se implementó un nuevoplan de reformas, avalado por los organismos decrédito internacionales, que consistía en una re-forma impositiva, privatizaciones de empresasestatales y reducción de gastos. Desde el comien-zo, este plan no tuvo apoyo político de la oposi-ción peronista en el Poder Legislativo, ni de lapoblación en general.

    Los resultados económicos fueron escasos,y en agosto de 1988 se aplicó un nuevo plan lla-mado «Primavera» con el objeto de controlar lainflación hasta las elecciones del año siguiente.Este plan implicó nuevos impuestos, que teníanpor finalidad lograr el equilibrio en las cuentasdel Estado, y el congelamiento de precios, sala-rios y tarifas, pero terminó en un fracaso. A prin-cipios de 1989, la negativa del Banco Mundial yel FMI para librar créditos a la Argentina produjoun descontrol total de la economía. Se devaluóel austral, se produjo una corrida hacia el dólar yse desató la hiperinflación.

    Desde que Menem asumió la conducciónpolítica del país en 1989, se implementó una se-rie de cambios estructurales de la economía quesignificó una verdadera revolución en el capita-lismo argentino. En la práctica, su gestión impli-

    Las transformaciones económicas y el fin del Estado benefactor

    có un viraje de ciento ochenta grados con res-pecto a las concepciones sobre el funcionamientode la economía que mantenía tradicionalmenteel partido peronista. Este viraje debe ser analiza-do en el contexto del proceso hiperinflacionario

  • en que había colapsado el gobierno saliente, quehizo tomar conciencia de la necesidad de refor-mas estructurales en la economía y el Estadocon la activa participación de los grupos econó-micos dominantes. Esto constituyó el reconoci-miento implícito de la impotencia del Estado paraentablar políticas autónomas.

    Pese al inicial rebrote de la inflación, la alian-za de poder se fortaleció con la incorporación deotros grupos económicos dominantes. Esta alian-za confirió al gobierno la capacidad para lograruna estabilidad que nadie había obtenido desde1955, y permitió la puesta en marcha de algunasleyes que constituyeron la piedra fundamental dela transformación económica. Entre ellas, la Leyde Reforma del Estado y la Ley de EmergenciaEconómica, así como también el decreto deDesregulación Económica y el programa deprivatizaciones.

    En este momento, se llegó a la culminaciónde las políticas de apertura y desregulación de laeconomía que con discontinuidad veníanimplementándose desde 1975. Este proceso con-cordaba, además, con la globalización de la eco-nomía mundial. Se procedió a una liberalizacióntotal de la actividad económica: liberación de losprecios y la importación, eliminación de la pro-moción industrial y fin de la regulación del Esta-do sobre el mercado financiero. Paralelamente,comenzó un movimiento hacia la «flexibilizaciónlaboral», que modificaba la reglamentación de loscontratos de trabajo y reducía la capacidad denegociación de las grandes organizaciones sin-dicales.

    A fines de marzo de 1991, con DomingoCavallo como titular de la cartera de Economía,se sancionó en el Congreso Nacional la Ley deConvertibilidad. La característica más importan-te de este programa fue el cambio de la moneda:el austral se reemplazó por un peso convertible.Esto significaba que el gobierno garantizaba porley la fijación del tipo de cambio nominal (la pari-dad peso-dólar uno a uno, libremente converti-bles), sólo modificable por medio de una reformalegislativa. El Estado se comprometía también a

    garantizar la base monetaria con reservas sufi-cientes en el Banco Central al que, por otra par-te, se le imponían restricciones para emitir mo-neda (no así para endeudarse si los organismosinternacionales tenían voluntad de prestarle): lacreación de dinero quedaba supeditada a los re-sultados positivos del balance de pagos, de modoque no sería posible la emisión sin tener respal-do. El Plan de Convertibilidad implicaba tambiénla eliminación de cualquier restricción a los mo-vimientos de divisas y el condicionamiento de losaumentos salariales de acuerdo con los incre-mentos de la productividad.

    El Plan de Convertibilidad tenía como tras-fondo el crecimiento de la deuda externa. Esta,que había alcanzado a mediados de los 80 los50.000 millones de dólares, se había vuelto prác-ticamente inmanejable. Solamente en conceptode intereses se pagaban 6.000 millones anua-les, cifra que equivalía aproximadamente al 80%de las exportaciones del país. El gobierno deMenem trató de mejorar la relación con los acree-dores externos. Logró una renegociación globalde la deuda que implicó un compromiso de plande pagos estricto, a cambio de una reducción yel apoyo de los organismos financieros interna-cionales para nuevos créditos.

    El otro pilar del plan económico fue laprivatización de las empresas públicas. Esta sig-nificaría una fuente de financiamiento para unEstado que estaba obligado, ante el compromi-so de no emisión, a una reducción de gastos. Eneste punto, se procedió a la privatización de gran-des empresas estatales(compañías telefónicas,de electricidad, de agua corriente, de ferrocarri-les, de aviación, siderúrgicas, petroquímicas,etc.), al cierre de otras y a la paralización de obraspúblicas financiadas desde el Estado (con la con-secuente transferencia o el despido de personal).Las empresas privatizadas quedaron en manosde consorcios conformados por representantesde diferentes nacionalidades, grupos locales,bancos y otras instituciones financieras. De estareestructuración salieron beneficiados algunosgrupos económicos que habían diversificado sus

  • actividades. Por otra parte, los usuarios de losservicios privatizados recibieron en algunos ca-sos mejores prestaciones a partir de las nuevasinversiones que aumentaron el nivel de eficien-cia, aunque también sufrieron aumentos en lastarifas. La ola de privatizaciones no era un asun-to exclusivo del Estado argentino: se trataba deun fenómeno corriente en el mundo capitalistadesde la crisis del Estado benefactor en la déca-da del 70.

    El hecho de que las privatizaciones se pa-garan en general con títulos de la deuda externafacilitó que los acreedores extranjeros pudierancobrar. Como buena parte de los recursos obte-nidos con la venta de las empresas fueron deri-vados al pago de la deuda, el Estado se vio obli-gado a buscar nuevas fuentes de ingresos a tra-vés de un aumento de la presión fiscal. Por unlado, la reducción en los derechos de importa-ción significó un aumento de la recaudación, puesaquella medida fomentó las importaciones, quese triplicaron entre 1990 y 1992. Pero a largo pla-zo la recaudación fiscal terminaría basándose engran medida en el Impuesto al Valor Agregado(IVA), tributo indirecto que recae sobre la masageneral de consumidores y no grava la riqueza.El descanso de las rentas fiscales sobre la re-caudación de IVA provocaría que el Tesoro Na-cional dependiera fuertemente del nivel generalde la actividad económica. Si la economía se

    reactivaba, como ocurrió en los primeros añosde la gestión de Menem, la recaudación fiscalcrecía. Pero si se producía una recesión, comola que tuvo lugar en 1995, el resultado era unadisminución de las rentas públicas. Este sería unode los aspectos más vulnerables del modelo eco-nómico.

    Otro flanco débil del plan era su dependen-cia del flujo de capitales que ingresaban en elpaís para compensar el creciente déficit de labalanza comercial. En estos últimos años aflu-yeron capitales productivos, pero también ingre-saron otros atraídos por las altas tasas internasde interés, que sólo tenían fines cortoplacistas.Ante una eventual crisis financiera internacional,como la que tuvo lugar en México a principios de1995, conocida como «efecto tequila», o la delos mercados del Sudeste asiático, estos capita-les se retiraban del circuito financiero argentino.

    Entre los efectos positivos del plan, se asis-tió en todos estos años a un sensible aumentodel PBI y una modernización general de la es-tructura económica. Esto se percibe en el áreadel consumo a partir del incremento de algunosrubros, especialmente aquellos que cuentan conuna tecnología de avanzada.

    La experiencia económica en este períodoprofundizó una tendencia previa: la de la progre-siva terciarización de la economía. La industriasería parcialmente desplazada por el sector deservicios y su manifestación más visible fue elauge de los hipermercados y los shoppings.

    Un acontecimiento en la economía argenti-na fue la constitución de un mercado común consus vecinos luego de la firma en marzo de 1991del Tratado de Asunción. Como consecuencia deeste acuerdo, se constituyó con Brasil, Paraguayy Uruguay el Mercado Común del Sur (Mercosur).En años posteriores se acordó la asociación par-cial de Chile y se promovieron negociaciones conorganizaciones pares de América del Norte (NAF-TA, formada por Estados Unidos, Canadá y Méxi-co) y de Europa (Unión Europea). Los países

    .Interpreten los cifras del cuadro según las alternati-vas de lo economía en estos años. Averigüen cuál fue la evo-lución del PBI en el período 1955- 1976. Según lo leído eneste módulo y el anterior, ¿cómo explicarían sus variaciones?

  • miembros del Mercosur establecieron una uniónaduanera; esta medida implicaba la eliminaciónde tributos para el comercio entre los miembrosy la fijación de un arancel externo común. ElMercosur también significó la constitución de dis-tintos organismos para regular el comercio y laproducción y el diseño de políticasmacroeconómicas comunes.

    La formación del Mercado Común del Surconstituyó una respuesta regional al crecienteproceso de globalización de la economía mun-dial. Asimismo, resultó una salida para la restric-ción de las exportaciones que había provocadoel cierre en los años 80 de la Comunidad Econó-mica Europea. El socio mayoritario en el Mercosursería Brasil; desde la conformación del mercadocomún, el comercio argentino con este país cre-ció en forma espectacular (un 191% entre 1991y 1994). La articulación de la economía nacionalcon la brasileña sería tal que algunos empresa-

    rios argentinos consideraron que nuestro paíscomenzaba a depender de las decisiones de suvecino, en particular de sus medidas unilatera-les, como la devaluación de su moneda.

    La política económica de los gobiernos deMenem significó un corte de raíz con la sociedaddel pasado. Produjo profundas transformacionesque, sobre todo durante su primer mandato, con-taron con el apoyo de la población, que aprecia-ba el logro de la estabilización de precios luegode años de inestabilidad económica representa-dos en los altos índices de inflación. Este aval dela población se mantuvo incluso a pesar de losefectos negativos como el desempleo y la con-centración de riqueza en cada vez menos ma-nos. La impronta de estas transformaciones enla economía nacional fue tal que el espectro po-lítico mayoritario las ha asumido como un datoincontrastable de la realidad.

    Los cambios del modelo económico que seiniciaron a mediados de los años 70 tuvieron efec-tos notables sobre la estructura social argentina.

    La alta concentración económica provocóun marcado proceso de polarización social. Porun lado, la elite había sufrido transformacionesrespecto del pasado desarrollista de la décadadel 60. Junto a los grupos transnacionales cre-cieron en forma espectacular grupos localesempresariales, encabezados por algunas fami-lias que en un primer momento hicieron de la aso-ciación con el Estado su modus vivendi. Luego,con el fin del Estado interventor, estos sectoresconservaron la posibilidad de invertir en ámbitostales como la construcción de carreteras y edifi-cios públicos y privados, etc., y amasar fabulo-sas ganancias.

    LA SOCIEDADEl reacomodamiento de los sectores sociales argentinos

    A partir de esas riquezas acumuladas, lossectores dominantes han renovado y ampliadosus bases de consumo, acorde con lo que ocu-rre en otros lugares del mundo occidental. Losnuevos lujos y modelos sociales son exhibidosostentosamente y copiados por un sector de lasclases medias que hacen de la «imagen» su ra-zón de vivir.

    También dentro de estas últimas se ha re-gistrado un proceso de cambio y diferenciacióninterna. Por un lado, un sector nada desdeñablese lanzó a revertir años de consumo restringidoy economía cerrada. Son ejemplos de este fenó-meno la difusión de las computadoras persona-les y la televisión por cable (nuestro país ocupael segundo lugar en América en cuanto al núme-ro de abonados), así como los viajes al exterior yla renovación del parque automotor. La posibili-

  • dad de acceso al crédito hipotecario posibilitóasimismo que una porción de los sectores me-dios pudiera comprar una vivienda, aunque me-diante un endeudamiento por años y con altastasas de interés. La difusión masiva de los servi-cios financieros (como las tarjetas de crédito ycompra) posibilitaron atemperar la realidad de losmagros salarios. El ahorro y la previsión caracte-rísticos de otros tiempos parecen perder impor-tancia como valores culturales de estos secto-res.

    Por otro lado, parte de la clase media per-dió posiciones y actualmente se equipara con lossectores trabajadores, sobre todo a partir de ladepresión de sus salarios. También los peque-ños comerciantes, doblegados en gran medidapor la competencia de las grandes cadenas decomercialización, se han transformado en asala-riados. Sin embargo, los cambios más notablesse produjeron en los sectores populares. En losúltimos años, las transformaciones en la estruc-tura económica han tenido indudable incidenciaen su conformación social como clase y tambiénen su poder sindical.

    La población económicamente activa, deacuerdo con datos del Instituto Nacional de Es-

    tadísticas y Censos (INDEC), se concentrabahasta 1980 en las edades intermedias. Hasta esafecha, la edad de ingreso en el mercado laboralse había ido incrementando progresivamente,fruto del funcionamiento pleno del Estado de Bien-estar, que permitía la ampliación y la extensióndel sistema educativo y la mejora de los ingre-sos medios de las familias. En cuanto a la edadde egreso, disminuía gracias a la expansión delsistema previsional.

    Por el contrario, el último período intercensal(1980-1991) marcó una extensión de la pobla-ción económicamente activa en los extremos dela pirámide poblacional. La tasa de actividad delos más jóvenes ascendió respecto de registrosanteriores, debido a la menor capacidad de re-tención del sistema escolar y la mayor necesi-dad de ingresos por parte de los hogares, ten-dencia que se proyecta hacia el futuro.

    Por otra parte, la tasa de actividad de lapoblación de entre cincuenta y cinco y sesenta ycuatro años aumentó del 39% al 49% en el mis-mo período. Este dato resulta más significativosi añadimos que la tasa para los de sesenta ycinco y más años creció del 10% al 17%, invir-tiendo la tendencia sistemática a la baja registra-da desde 1947.

    El deterioro de los haberes proevisionales

  • provocó que las personas de edad avanzada ten-dieran a permanecer en el mercado laboral pos-poniendo su retiro, al mismo tiempo que los yajubilados se vieron impulsados a retornar a laactividad. Por otra parte, los cambios en las le-yes previsionales tendieron a aumentar la edadrequerida para acceder al beneficio de la jubila-ción.

    Otro cambio significativo en los últimos añosha sido el ingreso masivo de las mujeres en elmercado laboral: el deterioro de los ingresos fa-miliares obliga a incorporar más miembros asa-lariados por hogar.

    El proceso de desindustrialización que seinició en los años 70 ha tenido dos efectos en laestructura ocupacional: por un lado, el descensodel porcentaje de población vinculada al sectorsecundario; por el otro, el crecimiento significati-vo de los sectores no asalariados.

    Si bien esta tendencia comenzó a manifes-tarse en los 70, el crecimiento de los no salariadosen la década siguiente duplicó el registrado porlos asalariados. Por cada cien puestos de traba-jo generados entre 1980 y 1991, sesenta y cincocorrespondieron a no asalariados.Además, la inserción laboral dentrode este último grupo puede ser cali-ficada de informal por ser inestable,discontinua y precaria -desde elpunto de vista de su cobertura so-cial y previsional.

    Hasta comienzos de la déca-da del 90, la situación laboral sehabía caracterizado por un nivel re-lativamente bajo de desocupados(lo cual constituía un dato central delos últimos cuarenta años en elmercado laboral). Sin embargo, enel último decenio asistimos a un fe-nómeno nuevo en la Argentina con-temporánea: la desocupación es-tructural.

    La aparición de un ejército de

    reserva en el mercado laboral comenzó a reper-cutir en forma directa en la merma de la capaci-dad de respuesta de los sindicatos que, ademásde ver en algunos casos raleadas sus filas por ladisminución relativa de sus afiliados, debieronenfrentar la realidad concreta de una competen-cia por los puestos de trabajo cuyo efecto esmantener deprimido el salario.

    Por otro lado, la modernización de la es-tructura económica argentina y la globalizaciónhan equiparado los estándares productivos delas empresas en la Argentina con sus similaresen otros países. La necesidad de las empresasde competir a nivel internacional las impulsó abuscar el máximo de productividad. Esto se tra-dujo en reducciones de personal que provoca-ron sensibles cambios en su organización inter-na. La incorporación de tecnología de punta re-dundó asimismo en la disminución de los traba-jadores requeridos, al mismo tiempo que se co-menzó a exigir un mayor nivel de capacitación y«compromiso» con las tareas realizadas.

    De esta forma se combinan tendencias quecomenzaron en décadas anteriores (pérdida deestabilidad, terciarización, descenso constante de

  • la proporción de asalariados, etc.) con factoresnuevos que tienden a desestructurar un sectorsocial que ha perdido la consistencia y la fuerzadel pasado industrial.

    El balance de las transformaciones regis-tradas en la estructura social argentina desde ladécada del 70 muestra una ampliación de la dis-

    tancia entre los que más y los que menos tienen,con sectores medios que según los casos sedesplazan hacia un lado o el otro. La polariza-ción social se observa en el grado en que se asu-mió la concentración de la riqueza como un datode la realidad y el debilitamiento de las redessociales características del Estado benefactor(servicios públicos, entidades intermedias, etc.).

    Los efectos del Proceso de ReorganizaciónNacional sobre el movimiento obrero fuerondevastadores. La implementación de un planeconómico de corte liberal que se proponía trans-formar la economía y la sociedad implicaba ladesarticulación de todo intento posible de pro-testa y resistencia obrera. Para ello, fueron de-clarados ilegales e intervenidos diversos sindi-catos, la CGT y las 62 Organizaciones, a la vezque muchos dirigentes fueron encarcelados.

    Sin embargo, pese a la represión, que in-cluía la ocupación de plantas fabriles por la poli-cía y el ejército, existieron protestas obreras du-rante todo el Proceso. Estas giraron alrededorde cuestiones salariales (dado que las comisio-

    El movimiento obrero, del Proceso al gobierno de Menem

    nes paritarias habían sido anuladas), la defensade las condiciones de trabajo y la desocupación,sobre todo a partir de 1980 y 1981, cuando losíndices de desempleo aumentaron. No hay dudade que aunque en forma «molecular»,es decir,desde los propios ámbitos laborales, hubo du-rante todo el período de la dictadura militar unainsistente resistencia de los trabajadores a laspolíticas estatales y los avances de las empre-sas sobre sus derechos adquiridos.

    Desde el punto de vista de su organización,el movimiento sindical comenzó a recuperar enesos años su poder de movilización para el de-sarrollo de las actividades reivindicativas. Estoquedó demostrado en forma clara a través de la

    .Según lainformación que

    aporta elgráfico,¿qué

    sector aumentósu participaciónen el ingreso en

    los últimosaños? ¿Cuál

    disminuyó?¿Qué sector no

    se vio afecta-do? ¿Por qué?

  • huelga general contra los militares que se llevó acabo el 27 de abril de 1979, pese a la división enel seno del movimiento obrero. Las paros gene-rales de julio de 1981 y especialmente el del 30de marzo de 1982, que culminó con una ferozrepresión, no hicieron más que confirmar estarecuperación y el clima de protesta generalizadaque se difundía por la Argentina.

    Si bien las luchas sindicales durante todo elProceso lograron poner algunos límites precisosa la política gubernamental y las iniciativas delas empresas, no pudieron impedir los retroce-sos de orden global vinculados a ladesindustrialización, la terciarización de la eco-nomía y la mayor precariedad del empleo. Laparticipación de los trabajadores sindicalizadosen la industria cayó del 38% (1975) al 31% (1984-1986). Por su parte, en el sector comercio subiódel 41% al 51% en el mismo período.

    Cuando Raúl Alfonsín asumió la primeramagistratura en 1983, intentó imponer un mode-lo de Estado que podía gobernar por encima delos principales actores sociales. Para ello eranecesario desarmar la capacidad de respuestadel sindicalismo, de forma de alinearlo con losobjetivos del Estado. A tales fines, se intentaríadesde el gobierno cambiar la estructura de lossindicatos a través de la Ley de ReordenamientoSindical o «Ley Mucci». El proyecto de la UCR,si bien admitía la unidad sindical (la existenciade una única representación por rama de activi-dad), exigía la existencia de organizaciones sin-dicales con pluralismo ideológico y estructuras ymecanismos democráticos de representación deminorías. La UCR, que carecía de base sindicalpropia, se planteaba así promover desde afuerade los gremios un nuevo sindicalismo. Las res-puestas del gremialismo -amenazadas sus ba-ses de poder- no se hicieron esperar. Este sindi-calismo, más débil por el menor peso de los tra-bajadores industriales en la economía y por suspropias divisiones, estableció una política de con-frontación que se tradujo en trece paros genera-les durante la gestión de Alfonsín. En el corto y elmediano plazo, esa política de confrontación tuvo

    éxito en tanto neutralizó los intentos del radica-lismo por modificar la estructura de funcionamien-to del movimiento obrero.

    Una vez refrenada la ofensiva gubernamen-tal, la dirigencia sindical tradicional pudo, pormedio de elecciones, recuperar y fortalecer susposiciones. Pero de hecho comenzaron a sentir-se en su seno los efectos de la disparidad depoder y estrategias. Por un lado, el grupo de sin-dicatos más grandes negociaba con sus respec-tivas cámaras patronales y así conseguía mejo-ras salariales. Incluso un sindicalista fue nom-brado ministro de Trabajo. Por otro lado, la CGT,apoyándose sobre todo en la imagen de SaúlUbaldini, desarrolló una política de enfrentamien-to con el gobierno y sus planes económicos apartir de los gremios más contestatarios, pero depeso productivo significativamente menor.

    La táctica de paro y movilización terminó convirtiéndose en una gimnasiadesgastante para el sindicalismo, que agotaba casi todos sus impulsos endemostraciones de fuerza.En la foto, lo movilización de la CGT del viernes 8 de setiembre de 1988, el«viernes negro», que terminó en una serie de graves disturbios.

  • El tiempo reveló las limitaciones de un ac-cionar sindical centrado en las demandas al Es-tado, que no daba cuenta de los cambios sufri-dos en la estructura social argentina, los esca-sos recursos estatales y la finalización de unmodelo de desarrollo orientado hacia el merca-do interno y la redistribución estatal de los recur-sos.

    Las políticas implementadas por elEstado desde 1989 pusieron una bisa-gra histórica en sus relaciones con lostrabajadores. Hasta ese momento el sin-dicalismo había ocupado el lugar que to-das las sociedades industriales de la se-gunda posguerra le reservaban. En laArgentina, ese papel había estado fuer-temente determinado por la aparición deun tipo de Estado particular, el Estadobenefactor peronista. Con él, quedaríamodelado un sindicalismo atado a las de-cisiones gubernamentales, dado el pa-pel de árbitro que asumió el Estado enlas disputas con los empresarios. Estaaceptación de una posición subordinadano le impidió -bajo otras condiciones po-líticas luego de 1955- oponerse fuerte-mente a las políticas estatales contrariasa sus intereses. Sin embargo, el aban-dono implícito o explícito que hizo el Es-tado del programa de industrialización fueerosionando la base sobre la que se ha-bía forjado su poder.

    La ofensiva del Estado iniciada en1989 produjo confusión y una verdaderadiáspora entre las filas sindicales. Si bienla mayoría de los gremios prosiguieronen la CGT, surgieron agrupaciones alter-nativas como la Confederación de Tra-bajadores Argentinos (CTA) y el Movi-miento de Trabajadores Argentinos (MTA). Laprimera resultó de la reunión de gremios quecuestionaban la política oficial, básicamente laAsociación de Trabajadores del Estado (ATE) yla Confederación de Trabajadores de la Educa-ción de la República Argentina (CTERA) y orga-

    nizaciones combativas del interior del país.La ofensiva gubernamental tomó forma en

    los proyectos de flexibilización laboral, a travésde algunas reformas institucionales: Ley de Em-pleo (creación de nuevas modalidades de em-pleo como los contratos por tiempo determina-do, la fijación de un tope para lasindemnizaciones, etc.), reglamentación del de-recho de huelga, revisión de los convenios co-

    Una de las acciones gremiales más novedosas de los últimos años ha sido la insta-lación de la Carpa Blanca frente al Congreso de la Nación, en la Ciudad Autónomade Buenos Aires, por iniciativa de la CTERA. Desde allí se han reivindicado mejo-ras salariales y de las condiciones educativas..¿Qué reacciones ha generado en la opinión pública esta forma de protesta?

    lectivos de los trabajadores del Estado y supedi-tación de los aumentos de salarios a los incre-mentos de productividad. A ello se sumó la modi-ficación del régimen de obras sociales, vital parael financiamiento de las arcas sindicales.

  • Este conjunto de políticas introdujo modifi-caciones sustanciales en las relaciones entre elEstado y los sindicatos. La imposición de aumen-tos de salarios según productividad requería unadiscusión por ramas y no por sectores, como tra-dicionalmente se hacía. Significaba, en los he-chos, modificar las convenciones colectivas detrabajo. En agosto de 1993, la UOM y la SMATAfueron los primeros gremios que aceptaron lascláusulas de reforma, al acordar una serie depolíticas con las empresas automotrices. Poste-riormente, otros sectores (textiles, siderúrgicos,metalmecánicos y electrónicos) se incorporarona esta modalidad de aumento salarial de acuer-do con rendimientos. En lo concerniente a la re-lación entre empresarios y sindicatos, la Ley deEmpleo introdujo también modificaciones impor-tantes. Por un lado, estableció nuevos regíme-nes laborales a través de la polivalencia (que per-mitía la circulación de un trabajador por diversospuestos dentro de la unidad productiva).

    Trabajadores ydesocupados ensayaron

    en los últimos añosacciones de protesta

    espontáneas, como loscortes de ruta.

    Estas reformas condujeron a una pérdidapaulatina del peso político y social del sindicalis-mo tradicional. En su reemplazo surgieron en losúltimos años acciones de protesta másinorgánicas.

    En los últimos años, la sociedad argentinaasistió a una serie de sensibles cambios en ám-bitos tan dispares como la estructura familiar, elhábitat, las costumbres y las formas de expre-sión.

    La estructura familiar ha adquirido nuevosrasgos. A los cambios en las relacionesgeneracionales característicos de las décadas delos 60 y los 70, se sumaron otros, fruto de lasmodificaciones legislativas en los 80 que no hi-cieron más que reconocer la existencia de nu-merosas situaciones de hecho. En efecto, la san-ción de la Ley de Divorcio Vincular en 1987 per-mitió sincerar separaciones de larga data. Porotro lado, la institución matrimonial parece haberperdido el significado que ostentaba en el pasa-do. En la Capital Federal, la cifra de casamien-tos celebrados se redujo de 21.957 en 1990 a16.000 en 1995. Inversamente, lo que ha aumen-tado es la cantidad de parejas que viven bajo el

    mismo techo sin unión legal o religiosa. La boda,que antes constituía el símbolo de inicio de lavida conyugal, ahora es un paso que puede dar-se o no en el transcurso de la relación. En estenuevo panorama, que los hijos de padres sepa-rados vivan en dos casas o dentro de familias«ensambladas» ya no sorprende a nadie.

    Las modificaciones en el paisaje urbano noson menos significativas. Por una parte, las prin-cipales ciudades argentinas comenzaron a po-blarse en los últimos años de centros de recrea-ción y consumo similares a los de los países de-sarrollados: los shoppings y los hipermercados.Muchos de estos «paseos de compra» han sidomontados sobre antiguos establecimientos indus-triales, y es allí donde los sectores medios y po-pulares disfrutan de gran parte del tiempo libre.Así, asistimos a un tipo particular de cultura, enel que la recreación está asociada al consumo.

    La sociedad argentina en el nuevo siglo

  • Por otra parte, ante la disminución de lasfunciones del Estado, buena parte del manteni-miento o las mejoras de las zonas urbanas hanquedado en manos privadas, como el recicladode áreas abandonadas o descuidadas y la cons-trucción de autopistas. Esto ha dado lugar a quesurjan urbanizaciones que no siempre siguen lasnormas de edificación o no tienen en cuenta lasnecesidades globales de desarrollo de los po-bladores de una ciudad.

    Otro cambio propio del último decenio delsiglo XX es la migración hacia los suburbios. Lafalta de seguridad y la complejidad creciente dela vida en las grandes ciudades han incentivadoel traslado masivo de sectores pudientes y declase media alta hacia la periferia. Así nacieronlos barrios cerrados con servicios de seguridadprivada, especie de «fortalezas»que no son másque el reflejo de la segmentación social de losúltimos años.

    Por último, las formas de expresión y movi-lización de los argentinos también han cambia-do. Pese a la instalación del terror estatal en laArgentina a mediados de los 70, asistimos luegode la guerra de las Malvinas a un verdadero es-tallido de movilizaciones populares que hacíanhincapié en temas tales como la democracia, losderechos humanos y sociales y la defensa delas libertades. Si bien eran notablemente diferen-tes de aquellas de principios de los 70, aún sepensaba la voluntad política de las mayoríascomo capaz de torcer el rumbo de los aconteci-mientos. Hacia fines de los 80, la realidad diopaso a coyunturas políticas menos dramáticas(no había ya posibilidades de golpe) pero pocopropicias para generar entusiasmos colectivos.La democracia política y la economía aparecencomo aspectos de la realidad poco menos queimposibles de modificar, lo que redunda decidi-damente en un aumento del escepticismo, la fal-ta de participación y el individualismo. Los recla-mos sociales de estos últimos años se manifies-tan casi siempre al margen de los partidos políti-cos o las organizaciones sindicales. El ejemplo

    más contundente es la movilización de sectoresde la población que antiguamente aparecían inte-grados a otros grupos, como los jubilados, quecomenzaron a manifestarse en forma autónomapara hacer frente al retroceso del sistemaprevisional.

    Las «marchas del silencio» constituyen otraforma de protesta contra los abusos policiales odel poder, sobre todo en el interior del país. Anivel local, también los vecinos suelen organizar-se para defender los derechos que consideranlesionados por las autoridades o la acción deotros actores sociales. En esos casos, es muycomún que acudan a los medios de comunica-ción para lograr que su pedido o protesta tomeestado público.

    Llenar la democracia de contenido, canali-zar estas inquietudes sociales y reconstituir lasredes de solidaridad son los nuevos desafíos parala sociedad argentina de comienzos de siglo.

    La muerte de la adolescente María Soledad Morales, en septiembre de1990, provocó masivas «marchas del silencio» en la provincia deCatamarca, una forma de protesta radicalmente diferente en relacióncon las instrumentadas en el pasado.

  • Del libro:Miranda, E. – Colombo, E., (2000), Historia Argentina Contemporánea, Kapelusz, Buenos Aires.

    Texto:“La política. El Proceso de Reorganización Nacional”, Páginas 277 a 279.

    A- Antes de leer los textos propuestos, elaborá una posible definición de Estado terrorista.B- Respondé:¿Cuáles fueron los motivos de la represión y cuál fue su respaldo ideológico? Para ello podés consultar

    el capítulo V del Informe de la CONADEP.

    C- En función de lo leído y discutido, reelaborá el concepto enunciado en A.

    Texto:“La economía. La política económica del Proceso”, Páginas 287 y 288, 290 y 291.

    - Respondé: ¿Por qué se puede considerar que las políticas económicas implementadas por la Dictadu-ra militar fueron de corte neoliberal?

    Texto:“La economía en el período radical”.“Las transformaciones económicas y el fin del Estado benefactor”.Páginas 291 a 295.

    Respondé:- ¿Cuáles fueron las causas de que se profundizara el modelo neoliberal en la década del noventa?- ¿Por qué se considera que es el “fin del Estado benefactor?

    Texto:“La sociedad. El reacomodamiento de los sectores sociales argentinos”, Páginas 295 a 298.

    - Respondé: ¿Por qué se habla de polarización social?- Proponé un título nuevo para el texto.

    Texto:“El movimiento obrero, del Proceso al gobierno de Menem”, Páginas 298 a 301.

    Respondé:- ¿Qué conflictos se plantearon en el movimiento obrero?- ¿Cuáles fueron los cambios principales que experimentó desde la etapa de los primeros gobiernos de

    Perón?Texto:“La sociedad argentina en el nuevo siglo”, Páginas 301 y 302.

    Elaborá un listado de temas que requieren de urgente solución en la Argentina actual.