curso para la bendición de lectores

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Page 1: Curso para la Bendición de Lectores

CURSO DE LECTORADOCURSO DE LECTORADOCURSO DE LECTORADOCURSO DE LECTORADO

A continuación les propongo el siguiente curso para la bendición de lectores. La

misma bendición se puede sacar del bendicional.

El curso está dividido en 3 jornadas, en las mismas se comienza con una breve

reflexión, luego vamos a los consejos prácticos y finalemente a la práctica.

Pbro. Juan Lisandro Sccarabino

Las disertaciones serán las siguientes:

1) La Sagrada Escritura en la Iglesia Católica.

2) El servicio de la lectura en la celebración litúrgica.

3) La fe proviene del oír.

“Para que los fieles lleguen a adquirir una estima viva de la sagrada Escritura

por la audición de las lecturas divinas, es necesario que los lectores desempeñen este

ministerio, aunque no hayan sido oficialmente instituidos en él, sean de veras aptos y

estén cuidadosamente preparados.

Esta preparación debe ser, en primer lugar, espiritual, pero también es necesaria

la preparación técnica. La preparación espiritual supone, por lo menos, una doble

instrucción: bíblica y litúrgica. La instrucción bíblica debe encaminarse a que los

lectores puedan comprender las lecturas en su contexto propio y entender a la luz de la

fe el núcleo central del mensaje revelado. La instrucción litúrgica debe facilitar a los

lectores una cierta percepción del sentido y de la estructura de la liturgia de la palabra

y la relación entre la liturgia de la palabra y la liturgia de la eucaristía. La

preparación técnica debe capacitar a los lectores para que cada día sean más aptos en

el arte de leer ante el pueblo, ya sea de viva voz o con la ayuda de los instrumentos

modernos para amplificar la voz.”1

Consejos prácticos. Normas fundamentales 1. Saber leer

o Leer la línea siguiente mientras se está proclamando la anterior de forma que

se puedan prever las palabras difíciles o los posibles errores de impresión; para

poder dar la entonación conveniente en las pausas, puntos, interrogaciones…

o Señales de puntuación.

o Saber subrayar las palabras claves.

2. Antes de pasar a leer o Leerla antes: así se sabe el sentido.

o Reverencia al entrar en el presbiterio.

o Lugar en el que tengo que estar antes de leer.

o Cómo estar vestidos

3. Una vez en el Ambón o Colocar bien el micrófono. Volumen de la lectura.

1 OLM 55.

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CURSO DE LECTORADOCURSO DE LECTORADOCURSO DE LECTORADOCURSO DE LECTORADO

o No leer lo que está en rojo. Por lo tanto NO se lee “primera lectura”, “salmo

responsorial”, “segunda lectura”. Directamente se comienza a leer diciendo de

dónde está tomada la lectura.

o Vigilar la posición del cuerpo. No se trata de adoptar posturas hieráticas y

rígidas, pero tampoco leer con las manos en los bolsillos, con el cuerpo echado

sobre un solo pie o sobre el ambón. Posición de las manos.

o Leer con entonación el título.

o No precipitarse. La mayoría corre demasiado. Es muy importante como se

empieza. Para ello al llegar al ambón, respirar antes de empezar, establecer con

la mirada conexión con los oyentes y leer sosegadamente haciendo las pausas

oportunas para que se pueda ir asimilando lo que se oye.

o Luego de leer, haciendo una pausa más prolongada que durante la lectura, hay

que decir con solemnidad la aclamación final: “¡Palabra de Dios!” Esta

fórmula es como un juramente pronunciado a la Asamblea. Hay que decirla

mirando al Pueblo y esperar su respuesta al retirarse. No hay que usar otras

fórmulas.

El que lee la segunda lectura, luego de la aclamación final, tiene que leer la

aclamación antes del Evangelio. Para leerlo tendrá que esperar unos segundos.“Junto

con el Sínodo, pido que la liturgia de la Palabra se prepare y se viva siempre de

manera adecuada. Por tanto, recomiendo vivamente que en la liturgia se ponga gran

atención a la proclamación de la Palabra de Dios por parte de lectores bien instruidos.

,unca olvidemos que cuando se leen en las Iglesias las Sagradas Escrituras, Dios

mismo habla a su Pueblo, y Cristo, presente en su palabra, anuncia el Evangelio…Para

comprender bien, la Palabra de Dios ha de ser escuchada y acogida con espíritu

eclesial y siendo conscientes de su unidad con el Sacramento eucarístico. En efecto, la

Palabra que anunciamos y escuchamos es el Verbo hecho carne, y hace referencia

intrínseca a la persona de Cristo y a su permanencia de manera sacramental. Cristo no

habla en el pasado, sino en nuestro presente, ya que él mismo está presente en la

acción litúrgica. En esta perspectiva sacramental de la revelación cristiana, el

conocimiento y el estudio de la Palabra de Dios nos permite apreciar, celebrar y vivir

mejor la Eucaristía. A este respecto, se aprecia también en toda su verdad la

afirmación, según la cual desconocer la Escritura es desconocer a Cristo.

Para lograr todo esto es necesario ayudar a los fieles a apreciar los tesoros de la

Sagrada Escritura en el leccionario, mediante iniciativas pastorales, celebraciones de

la Palabra y la lectura meditada. Tampoco se ha de olvidar en la tradición, la liturgia

de las Horas, sobre todo Laudes, Vísperas, Completas y también las celebraciones de

las vigilias. El rezo de los Salmos, las lecturas bíblicas y las de la gran tradición del

Oficio divino pueden llevar a una experiencia profunda del acontecimiento de Cristo y

de la economía de la salvación, que a su vez puede enriquecer la comprensión y la

participación en la celebración eucarística.”2

9 consejos para mejorar nuestro servicio de lectura

1) Leerse antes la lectura. Dos veces: la primera para saber qué dice; la segunda para

fijarse en las palabras o nombres que nos pueden resultar más difíciles. Leerlas en vos

alta, así “tropezaremos” con las dificultades y luego las podremos evitar mejor.

2 Benedicto XVI, Sacramentum Caritatis, 45.

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2) Es decisivo cómo comenzamos la lectura. Para el que lee y para quienes escuchan. Para

quien lee, porque si empieza a acelerarse desde el principio o empieza inseguro, la cosa

irá empeorando. Para quien escucha, porque si el principio no se entiende, la atención

cae en picado.

3) Para que se nos oiga y entienda bien, son importantes dos cosas: la primera es no bajar

la cabeza, la segunda es abrir más la boca de lo habitual. Con la cabeza alta, la voz

resultará más clara y el tono más elevado (si nos hace falta, podemos levantar el libro).

Abriendo bien la boca, las vocales nos saldrán más redondas y las consonantes más

contrastadas. Nunca hay que bajar el tono al final de una frase.

4) Durante la lectura, nos ayudará el mantener la ilusión en el servicio que estamos

realizando (prestamos nuestra voz a la Palabra de Dios y servimos a la comunidad

cristiana). Esta ilusión por hacer bien este servicio, hará que leamos con una tonalidad

amable, no agresiva ni hiriente pero tampoco desganada. Porque toda lectura de la

Palabra de Dios es una “buena y alegre noticia”.

5) Conviene leer en el libro del Leccionario, no en hojas. Porque para eso está el

leccionario (y es dar nobleza a la lectura). Y porque su letra es más grande y el texto

está mejor distribuido.

6) Si nos equivocamos en una palabra lo correcto es detenernos un momento y volverla a

decir con calma (pero no hace falta decir “perdón”).

7) Ya que antes de leer en público, nos habremos leído el texto, sabremos si se trata de una

narración, una exhortación, una reflexión, etc. Y se leerá muy bien si sabemos el modo

adecuado de leerlo. Por ejemplo, si es una narración, saber distinguir el tono del

narrador, el de los diálogos… Si es una exhortación saber leerla con convicción. Atinar

en todo eso no es difícil: basta buen sentido y ganas. Hay que leer de un modo

expresivo, pero nunca exagerando, ni actuando.

8) Puede sorprender pero para una buena lectura son muy importantes los silencios. Los

silencios (las pausas) dan luz a las palabras. El lector que sabe respetar los silencios y

además los aprovecha para respirar, es casi seguro que se hace escuchar.

9) En todo es bueno escuchar la opinión de otros. Es muy conveniente que las personas

que leen intercambien sus opiniones sobre cómo se leyó.

Monición inicial:“Queridos hermanos, que vais a desempeñar cristiana el

servicio de leer la palabra divina en las celebraciones litúrgicas: vuestra misión, que os

hace como el último eslabón entre el Dios que se ha revelado en las sagradas

Escrituras y el hombre a quien éstas están destinadas, contribuirá a que los fieles

crezcan en la fe, alimentados por la palabra de Dios. Cuando proclaméis la palabra,

sed vosotros mismo dóciles oyentes de ella, conservándola en vuestros corazones y

llevándola a la práctica guiados por el Espíritu Santo.”

Oración de bendición: “Oh Dios, que en distintas ocasiones y de muchas

maneras has hablado a los hombres, para darles a conocer el misterio de tu voluntad,

bendice + a estos hermanos nuestros, para que, cumpliendo fielmente el oficio de

lectores, anuncien la palabra de Dios a los demás, meditándola primero en su corazón.

Por Jesucristo, nuestro Señor.”

Conclusión: “Dios, Padre misericordioso, que envió su palabra al mundo y, por

medio del Espíritu Santo, nos guía hasta la verdad plena, nos haga heraldos del

Evangelio y testigos de su amor en el mundo.”

Lectura del Salmo El ideal es que el salmo de la primera lectura se cante. Pero si no se canta,

conviene que no lo lea la misma persona que leyó la primera lectura. Con todo, sobre lo

lee la misma persona, debe dejar un espacio de silencio antes de empezar.

Page 4: Curso para la Bendición de Lectores

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Al empezar, NO se dice “Salmo responsorial”, o “al Salmo respondemos”. Se

comienza diciendo la antífona, que se deberá repetir. La antífona debe ser dicha de

modo claro y lento, de tal manera que los fieles puedan escucharla con mucha claridad.

Una vez que la lee por primera vez, alzará la vista y él comenzará a repetirla. Y así

siempre que se deba repetir. Esto es muy importante porque muchas veces, al ser el

único que tienen el texto escrito adelante, ayudará a que el resto también pueda

repetirla. Además el lector del salmo marcará el ritmo y la velocidad de la repetición.

Esto ayudará a que toda la Asamblea se escuche como una sola voz.

La lectura del salmo es diferente del resto de la lectura, porque los salmos son

géneros poéticos y deben ser leídos como tales. Su lectura debe ser más pausada que las

otras y deben respetarse mucho más signos de puntuación. Tiene que ser una oración

sentida.

“Elementos” para la lectura litúrgica Leccionarios: hay tres, en la vieja edición. En la nueva son cuatro.

¿Cómo saber lo que toca leer?

El calendario litúrgico: hay 34 domingos, el último es Cristo Rey.

TDA: Ciclo dominical: A (Mt), B (Mc + Jn 6) y Cristo (Lc)

Ciclo ferial: Par/Impar: Mc � Mt � Lc.

Santoral: subordinada al año litúrgico.

Los colores de la celebración: blanco, verde, rojo, morado (rosa).

Tipos de celebración: feria, memoria libre, memoria obligatoria, fiesta,

solemnidad. Misas votivas, misas por alguna necesidad.

El tema de las vísperas: ¿Cuándo comienza el día litúrgico? Dos tradiciones

que se intercambian: la romana y la judía.

Tiempo litúrgico: ciclos de Navidad, ciclo Pascual y tiempo durante el año (o

tiempo ordinario).

Instrucción general al misal romano.

Ordenación de las lecturas de la Misa.