curso de encuadernacion

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Encuadernación (I/II) Mar Aige (T-CUA Tutories Culturals i Artístiques) 1.1. Las encuadernaciones en sus formas arcaicas Los documentos escritos o grabados eran tan apreciados y raros en la antigüedad que pronto se pensó en buscar el medio para protegerlos. Los ladrillos cocidos de Babilonia estaban numerados en el orden en que debían ser leídos y se almacenaban en estanterías cuidadosamente catalogadas, pues cada tablilla llevaba el título de la obra de la que formaba parte. A partir del momento en que fue posible escribir sobre algo susceptible de enrollarse, como la seda, el papiro o el pergamino, el problema de verificar el orden de los documentos y de cómo podían ser protegidos se resolvió más fácilmente. Los rollos que trataban de un mismo tema se colocaban juntos y apretados, muchos de ellos se han encontrado dentro de jarras que fueron enterradas para sustraerlas a la calamidad de los tiempos. Los rollos preciosos eran guardados en cofrecillos de madera de esencia rara, a menudo maderas olorosas con finalidad profiláctica, o bien en cofres de metal más o menos preciosos y decorados. Los textos griegos o romanos se unían a menudo con un cordoncillo que se pasaba por una de las esquinas o se cosían sobre el lado izquierdo. Habitualmente se escribía sobre tablillas de madera o marfil recubiertas de cera. Estas tablillas estaban a veces unidas mediante bisagras o por un grueso hilo para formar dípticos y trípticos. En las civilizaciones del sudeste asiático o amerindias los "libros" estaban a menudo hechos con hojas de palmera o bambú. Estas hojas estaban cortadas en rectángulo y todas ellas eran agujereadas en el mismo lugar para permitir el paso de la cuerdecilla que las reunía. La protección estaba asegurada por dos planchas de madera o de corteza de árbol que tenían las mismas dimensiones que las hojas y estaban atadas con ellas. 1.2. La aparición del libro Según la leyenda —y las leyendas a menudo están en lo cierto— cuando Cleopatra invitó a César a visitar los talleres de Alejandría, le mostró los primeros pasos de una nueva fórmula de presentación de los documentos. En lugar del habitual rollo o volumen, a los egipcios se les había ocurrido la idea de doblar las hojas de papiro en dos partes, cortar varias de estas hojas del mismo modo para que tuviesen idénticas dimensiones y unirlas entre sí cosiéndolas de modo que formaran una especie de "ladrillo cuadrangular" fácil de consultar. Este "ladrillo" se llamará codex y es el antecedente del libro. El codex se extendió desde Egipto a comienzos de nuestra era. Dado que el papiro se plegaba con cierta dificultad, se decidió utilizar en su lugar el pergamino. Fue en los monasterios coptos, en los primeros siglos de nuestra era, donde el arte del libro empezó verdaderamente su andadura y donde la técnica fue inventada. Quedan muy pocas encuadernaciones de esa época. A veces se trata de un sólo y grueso cuadernillo recubierto de piel, otras de varios cuadernillos cosidos con una aguja o dos agujas que trabajan separadamente para formar una cadeneta muy sólida. Los lomos son lisos, pues los hilos de costura pasan simplemente por el fondo de los cuadernillos sin hilo ni nervio de apoyo. Las tapas son de madera o hechas de papiro pegado con cola. Tienen la dimensión exacta de los cuadernillos, así pues, no hay cejas. Esta técnica influyó en todos los países de la ribera oriental mediterránea y la Europa carolingia. Los europeos no abandonaron la técnica copta hasta la invención del telar entre los siglos X y XII. 1.3. El papel de imprenta Para imprimir libros se utilizan numerosos tipos de papel: hechos con trapos, con pulpa de madera química o con pulpa de madera mecánica. También pueden ser gruesos o finos, duros o blandos. Las características del papel desempeñarán un importante lugar en la elección del tratamiento adecuado para el libro. Por ejemplo, si el papel es fino y duro, y el tomo tiene muchas páginas, se deberá usar un hilo delgado para coser entre sí sus diversas secciones; si, por el contrario, es blando y algo más grueso, habrá que emplear un hilo de también mayor grosor. El papel blando resulta además más difícil de recortar, por lo que se deberá tener más cuidado cuando nos ocupemos de los bordes o los cortes del libro. También se deberá descubrir la dirección de la veta del papel utilizado en el libro, pues repercute sobre las articulaciones entre las tapas (portada y contraportada) y el lomo. 1.4. Tipos de papel Papel de periódicos: se utiliza únicamente como base o apoyo para las operaciones de pegado o encolado. Papel de estraza: se trata de un papel fuerte de envolver, hecho con pulpa sulfatada. Se vende en distintos grosores y 1. Introducción Manucrito copto (1000-1400 d. C.)

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Page 1: CURSO DE ENCUADERNACION

Encuadernación (I/II) Mar Aige

(T-CUA Tutories Culturals i Artístiques)

1.1. Las encuadernaciones en sus formas arcaicas

Los documentos escritos o grabados eran tan apreciados y raros en la antigüedad que pronto se pensó en buscar el medio para protegerlos. Los ladrillos cocidos de Babilonia estaban numerados en el orden en que debían ser leídos y se almacenaban en estanterías cuidadosamente catalogadas, pues cada tablilla llevaba el título de la obra de la que formaba parte.

A partir del momento en que fue posible escribir sobre algo susceptible de enrollarse, como la seda, el papiro o el pergamino, el problema de verificar el orden de los documentos y de cómo podían ser protegidos se resolvió más fácilmente. Los rollos que trataban de un mismo tema se colocaban juntos y apretados, muchos de ellos se han encontrado dentro de jarras que fueron enterradas para sustraerlas a la calamidad de los tiempos. Los rollos preciosos eran guardados en cofrecillos de madera de esencia rara, a menudo maderas olorosas con finalidad profiláctica, o bien en cofres de metal más o menos preciosos y decorados.

Los textos griegos o romanos se unían a menudo con un cordoncillo que se pasaba por una de las esquinas o se cosían sobre el lado izquierdo. Habitualmente se escribía sobre tablillas de madera o marfil recubiertas de cera. Estas tablillas estaban a veces unidas mediante bisagras o por un grueso hilo para formar dípticos y trípticos.

En las civilizaciones del sudeste asiático o amerindias los "libros" estaban a menudo hechos con hojas de palmera o bambú. Estas hojas estaban cortadas en rectángulo y todas ellas eran agujereadas en el mismo lugar para permitir el paso de la cuerdecilla que las reunía. La protección estaba asegurada por dos planchas de madera o de corteza de árbol que tenían las mismas dimensiones que las hojas y estaban atadas con ellas.

1.2. La aparición del libro

Según la leyenda —y las leyendas a menudo están en lo cierto— cuando Cleopatra invitó a César a visitar los talleres de Alejandría, le mostró los primeros pasos de una nueva fórmula de presentación de los documentos. En lugar del habitual rollo o volumen, a los egipcios se les había ocurrido la idea de doblar las hojas de papiro en dos partes, cortar varias de estas hojas del mismo modo para que tuviesen idénticas dimensiones y unirlas entre sí cosiéndolas de modo que formaran una especie de "ladrillo cuadrangular" fácil de consultar. Este "ladrillo" se llamará codex y es el antecedente del libro. El codex se extendió desde Egipto a comienzos de nuestra era. Dado que el papiro se plegaba con cierta dificultad, se decidió utilizar en su lugar el pergamino.

Fue en los monasterios coptos, en los primeros siglos de nuestra era, donde el arte del libro empezó verdaderamente su andadura y donde la técnica fue inventada. Quedan muy pocas encuadernaciones de esa época. A veces se trata de un sólo y grueso cuadernillo recubierto de piel, otras de varios cuadernillos cosidos con una aguja o dos agujas que trabajan separadamente para formar una cadeneta muy sólida. Los lomos son lisos, pues los hilos de costura pasan simplemente por el fondo de los cuadernillos sin hilo ni nervio de apoyo. Las tapas son de madera o hechas de papiro pegado con cola. Tienen la dimensión exacta de los cuadernillos, así pues, no hay cejas. Esta técnica influyó en todos los países de la ribera oriental mediterránea y la Europa carolingia. Los europeos no abandonaron la técnica copta hasta la invención del telar entre los siglos X y XII.

1.3. El papel de imprenta

Para imprimir libros se utilizan numerosos tipos de papel: hechos con trapos, con pulpa de madera química o con pulpa de madera mecánica. También pueden ser gruesos o finos, duros o blandos. Las características del papel desempeñarán un importante lugar en la elección del tratamiento adecuado para el libro. Por ejemplo, si el papel es fino y duro, y el tomo tiene muchas páginas, se deberá usar un hilo delgado para coser entre sí sus diversas secciones; si, por el contrario, es blando y algo más grueso, habrá que emplear un hilo de también mayor grosor. El papel blando resulta además más difícil de recortar, por lo que se deberá tener más cuidado cuando nos ocupemos de los bordes o los cortes del libro. También se deberá descubrir la dirección de la veta del papel utilizado en el libro, pues repercute sobre las articulaciones entre las tapas (portada y contraportada) y el lomo.

1.4. Tipos de papel

� Papel de periódicos: se utiliza únicamente como base o apoyo para las operaciones de pegado o encolado. � Papel de estraza: se trata de un papel fuerte de envolver, hecho con pulpa sulfatada. Se vende en distintos grosores y

1. Introducción

Manucrito copto (1000-1400 d. C.)

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calidades, bien en rollos, bien en pliegos. Se usa para rellenar el lomo y hacerlo más suave. También se puede utilizar para aumentar el grosor de las tapas, con el fin de adecuarlo a la articulación del libro.

� Papel blanco (papel hilo): Si el papel empleado en el libro es ligeramente coloreado u oscuro, es mejor no utilizarlo para separar, ya que su color haría demasiado contraste. El papel blanco también se usa para reparar los pliegos del libro. Para este fin es importante encontrar la dirección correcta de la veta, sobre todo cuando se emplee para reforzar el lomo o doblez de un pliego.

� Hojas de final: este papel se puede adquirir de muy diversos tipos y calidades. Puede llevar dibujos sobre un solo lado o sobre los dos. Ambos lados pueden tener una textura lisa, o uno lisa y el otro rugosa. En el segundo de los casos, a las tapas se les pegará la superficie lisa. Si las guardas llevan algún dibujo impreso, el reverso suele ir marcado y deberá reforzarse con papel blanco (de hilo).

� Papeles para las tapas: estos papeles se encuentran también de muy distintas calidades y clases, desde los más baratos, simplemente impresos, hasta los más caros, coloreados a mano. También existe la posibilidad de crearlos uno mismo.

� Cartón: los cartones más adecuados para las labores de encuadernación son los de color gris. Conviene evitar los blancos, pues se rompen con facilidad, así como el cartón de paja, salvo para trabajos poco importantes.

� Papel parafinado: se trata de un papel fuerte y brillante, hecho con lino y cáñamo. Puede adquirirse en pliegos. Se coloca debajo de las hojas recién pegadas o encoladas para impedir que la humedad de la sustancia empleada llegue a otras partes del libro.

1.5. Otros materiales

� Cuerda: suele estar hecha de cáñamo, y se compra en forma de bolas o bobinas. Se vende en distintos grosores. � Hilo: está hecho con lino o cáñamo. Por lo general, se vende ya encerado, y se desliza más rápidamente. � Tejido de encuadernar: se trata de un tejido parecido a la gasa, llamado tarlatana por los profesionales. Se compra por

metros y se corta en tiras para reforzar las guardas. � Cinta: se utiliza cinta en lugar de cuerda para coser libros de notas, álbumes de fotografías y otros que no necesitan

abrirse del todo por el lomo; por la misma razón esos libros carecen de articulación. � Tela de encuadernación: consiste en tela de algodón muy densamente tejida. Es muy resistente y fácil de usar.

Nuestro primer paso consistirá en colocar juntos todos los pliegos del libro, asegurándonos que están en el orden correcto. Pueden numerarse opcionalmente todas las páginas del libro.

A continuación, deberá colocarse el tomo hacia arriba, apoyado sobre el lomo. Deberemos sostenerlo con ambas manos y dejar que caiga por su propio peso sobre la mesa, consiguiendo así que todos los pliegos queden perfectamente alineados.

Ahora colocaremos cuidadosamente el libro entre dos tableros de prensar, que pueden ser dos maderas de peso medio. Podemos incluso poner objetos pesados encima para ejercer más presión.

Después, lo sacaremos de la prensa, quitando el primer y último pliegos y dejando los restantes entre los dos tableros, de modo que el lomo sobresalga aproximadamente 5 mm.

Ahora volveremos a colocar el libro en la prensa y trazaremos una marca a 15 mm del corte inferior y otra a 10 mm del superior. Luego trazaremos dos marcas más, cada una de ellas a 20 mm de las primeras. Finalmente trazaremos una marca justo en el centro de las dos marcas interiores, y las prolongaremos a través de todo el libro con ayuda de un cartabón que sostendremos a lo largo del lomo.

2. Ejercicios

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Serraremos a lo largo de las líneas trazadas, con profundidad suficiente. Podemos ayudarnos de una lima, que dará la anchura y profundidad adecuadas. Cada corte de sierra o surco deberá ser lo suficientemente profundo como para que quepa el hilo, pero no más, ya que de lo contrario los hilos quedarían sueltos.

Prepararemos las hojas de final: colocaremos una hoja más al principio del tomo, con un pequeño trozo sobrante doblado que se utilizará como pestaña para sujetar la hoja a la cubierta.

Cortaremos una tira de gasa de la misma altura que el libro y de 25 mm de ancho. Colocaremos la hoja con la pestaña plegada hacia dentro, sobre un trozo de papel, y la cubriremos con otro, doblado una vez. Este segundo trozo de papel se pondrá de tal manera que la hoja sobresalga 5 mm.

Page 4: CURSO DE ENCUADERNACION

Extenderemos pasta o engrudo sobre este borde saliente y quitaremos el trozo de papel de arriba a abajo. Apretaremos la tira de gasa firmemente sobre la hoja, de modo que quede pegada al borde untado de pasta o engrudo.

Doblaremos la hoja de manera que la pestaña quede hacia fuera y la pondremos sobre la mesa con la pestaña hacia abajo. Colocaremos una regla sobre el borde en el que pusimos la gasa, a 6 mm del mismo, y doblaremos el papel hacia arriba con la ayuda de un abrecartas. Colocaremos las hojas de final y las guardas sobre el libro, asegurándonos que las pestañas quedan hacia fuera.

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El tomo ya está listo para ser cosido. Para ello, trazaremos marcas para el cosido sobre el pliegue o doblez de cada una de las guardas y pliegos finales, utilizando como guía los pliegos anteriormente serrados.

Pasaremos los hilos por la ranura del tablero inferior del bastidor de cosido, y aseguraremos sus extremos. Colocaremos uno de los pliegos del libro en el bastidor y alinearemos los hilos con los tres cortes de sierra internos. Los tensaremos dando vueltas a las palomillas de la parte superior del bastidor.

Colocaremos el libro previamente preparado con el último pliego hacia arriba. La hoja final deberá elevarse y tensarse hasta el borde superior del lomo. Llevaremos el último pliego hasta el bastidor sobre un tablero de presión.

Perforaremos agujeros a través de la guarda y el pliego en las marcas de sierra externas. Para cada uno de los tres cortes de sierra internos o centrales, perforaremos dos agujeros a 2 o 3 mm, a ambos lados del corte de la sierra, y luego una vez más a 2 mm por encima del pliegue o doblez de la pestaña.

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Pondremos la mano izquierda dentro del centro del pliego, y con la derecha empujaremos la aguja a través del primer agujero de la derecha.

Continuaremos de la misma manera hasta llegar al último agujero del pliego.

Tiraremos del hilo tensándolo desde el libro en dirección paralela al lomo, y apretaremos el libro con un abrecartas.

Colocaremos el penúltimo pliego encima y pasaremos el hilo a través de él, de izquierda a derecha. Ataremos el hilo al extremo suelto del último pliego y coseremos los pliegos restantes. No deberemos tensar el hilo en exceso. Una vez finalizada la labor de cosido, se pasará la aguja entre el segundo y tercer pliegos, contando desde arriba, y se aflojarán los cordones.

Ahora habrá que cortar el libro del bastidor, asegurándonos que quedan 25 mm de cordón de sobra a ambos lados del mismo. Tensaremos fuertemente los hilos con unos alicates y cerraremos el libro, apretándolo con los dedos.

Colocaremos el libro en la prensa con el lomo sobresaliendo unos 6 mm, y extenderemos sobre el lomo una fina capa de cola, eliminando el exceso con un papel. Al cabo de 15 minutos, lo sacaremos y empujaremos el primer y último pliegos. Pondremos el lomo sobre un cartón y colocaremos la portada y la contraportada, cortando las partes sobrantes con tijeras. Pondremos las esquinas al libro y cubriremos la portada. Se puede recubrir las cubiertas con otro papel.

3. Glosario

● Adelantar: la operación de encuadernar un libro, como algo opuesto a su "acabado" o decoración. Tradicionalmente, las dos operaciones eran llevadas a cabo por secciones distintas del taller de encuadernación.

● Cabezada: tira coloreada de material pegada a la parte superior e inferior del canto o lomo para fines de decoración.

● Colación: disposición de las páginas o pliegos en el orden correcto. ● Encuadernación perfecta: método de encuadernación en el que el lomo o canto de un libro se recubre con cola

PVA flexible para sujetar las hojas individuales en su sitio. ● Guardas: tira de papel o tejido utilizado para reforzar el lomo de un pliego. ● Pegadura: unir una hoja a otra mediante una fina pincelada de cola. Se emplea para pegar ilustraciones a toda

página, mapas, etc.

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BIBLIOGRAFÍA:

- VV. AA.: Artes del libro: manuscritos, grabados y carteles, l'Isard, Barcelona, 2000.

- VV. AA.: Del encanto y la extrañeza, Creaciones gráficas Fernando, Barcelona, 1986.

- CUSA, Juan de: Cómo encuadernar un libro, CEAC, Barcelona, 1990.

- DUDIN, René: Arte del encuadernador, Ollero, Madrid, 1997.

- HASKELL, Francis: El laborioso nacimiento del libro de arte, Instituto de Estudios Iconográficos Ephialte, 1991.

- LÓPEZ Serrano, M.: La encuadernación española, Madrid, 1942.

- MONJE, Mariano: El arte de la encuadernación, Editorial Clan, Madrid, 1992.

- PERSUY, Annie y SUN, Evrard: La encuadernación. Técnica y proceso, Ollero y Ramos, Madrid, 1999.

- SABREL, M.: Manual completo del encuadernador, Clan, Madrid, 1992.