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1 CURSO DE AUTORREALIZACIÓN DE ANANDA EN ESPAÑOL INTRODUCCIÓN Al completar las lecciones de Iniciación a la Meditación y Raja Yoga has dado un gran paso en el sendero del yoga. Sin duda habrás experimentado los beneficios -a nivel físico, mental y espiritual- de las prácticas que has aprendido. El siguiente paso te llevará a nuevos niveles de despertar espiritual. Es una alegría para nosotros compartir contigo la Tercera Parte del Curso de Autorrealización de Ananda en Español titulada El Sendero del Kriya Yoga. Esta Tercera Parte incluye: Lecciones de Discipulado, la Técnica de OM y Preparación a Kriya Yoga. El estudio y la práctica de estas lecciones te ayudará a prepararte para tomar la Iniciación en Kriya Yoga. Kriya Yoga es la técnica de meditación más avanzada que enseñó Paramhansa Yogananda. Yogananda decía con frecuencia a su audiencia: “No fui enviado a Occidente por Cristo y los grandes maestros de La India para dogmatizarte con una nueva teología. El mismo Jesús pidió a Babaji que enviara a alguien aquí para enseñarte la ciencia de Kriya Yoga, para que la gente aprendiera a comulgar directamente con Dios. Quiero ayudarte a conseguir una experiencia real de Él por medio de tu práctica diaria de Kriya Yoga”. Tu estudio comenzará con Lecciones de Discipulado. Estas lecciones, basadas en charlas de Swami Kriyananda, discípulo directo de Paramhansa Yogananda desde 1948, ofrecen un profundo conocimiento de la relación discípulo-gurú. Abarcan cuatro temas: Comprensión de la Necesidad del Gurú, La Parte del Discípulo, Sintonía con el Gurú y La Vida con un Maestro. El discipulado no se entiende con rapidez y es importante que en tu meditación diaria atraigas la vibración y la gracia de Yogananda. La sintonía con el gurú se profundiza leyendo sus libros, escuchando su voz, mirando su fotografía e intentando sentir su presencia en tu vida. Después de tomar la Iniciación al Discipulado cumplirás los requisitos para aprender la técnica de meditación en OM y las técnicas de Preparación a Kriya a través de la segunda parte de El Sendero de Kriya Yoga titulada Preparación a Kriya Yoga. Después de leer la lección de la técnica de OM, comienza tu práctica de OM añadiéndola a tu meditación diaria. Yogananda dijo “Experimentar a Dios como sonido es comulgar con el Espíritu Santo o OM, la Vibración Cósmica. Cuando estás inmerso en OM nada puede afectarte. OM eleva la mente por encima de los engaños de la existencia humana, hasta los cielos puros de la conciencia divina”. Después de practicar OM durante al menos seis meses, añadido a la práctica diaria de los Ejercicios de Energetización y la técnica de Hong-Sau, tendrás derecho a iniciarte en Kriya Yoga. Los requisitos y la información necesaria para tomar Kriya están incluidos en las Lecciones de Preparación a Kriya. Las Iniciaciones en Kriya Yoga son dadas en persona por un ministro de Kriya de Ananda. La iniciación se da al final del Curso de Preparación a Kriya Yoga que se

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CURSO DE AUTORREALIZACIÓN DE ANANDA EN ESPAÑOL

INTRODUCCIÓN

Al completar las lecciones de Iniciación a la Meditación y Raja Yoga has dado un gran paso en el sendero del yoga. Sin duda habrás experimentado los beneficios -a nivel físico, mental y espiritual- de las prácticas que has aprendido. El siguiente paso te llevará a nuevos niveles de despertar espiritual.

Es una alegría para nosotros compartir contigo la Tercera Parte del Curso de Autorrealización de Ananda en Español titulada El Sendero del Kriya Yoga. Esta Tercera Parte incluye: Lecciones de Discipulado, la Técnica de OM y Preparación a Kriya Yoga. El estudio y la práctica de estas lecciones te ayudará a prepararte para tomar la Iniciación en Kriya Yoga. Kriya Yoga es la técnica de meditación más avanzada que enseñó Paramhansa Yogananda. Yogananda decía con frecuencia a su audiencia: “No fui enviado a Occidente por Cristo y los grandes maestros de La India para dogmatizarte con una nueva teología. El mismo Jesús pidió a Babaji que enviara a alguien aquí para enseñarte la ciencia de Kriya Yoga, para que la gente aprendiera a comulgar directamente con Dios. Quiero ayudarte a conseguir una experiencia real de Él por medio de tu práctica diaria de Kriya Yoga”.

Tu estudio comenzará con Lecciones de Discipulado. Estas lecciones, basadas en charlas de Swami Kriyananda, discípulo directo de Paramhansa Yogananda desde 1948, ofrecen un profundo conocimiento de la relación discípulo-gurú. Abarcan cuatro temas: Comprensión de la Necesidad del Gurú, La Parte del Discípulo, Sintonía con el Gurú y La Vida con un Maestro. El discipulado no se entiende con rapidez y es importante que en tu meditación diaria atraigas la vibración y la gracia de Yogananda.

La sintonía con el gurú se profundiza leyendo sus libros, escuchando su voz, mirando su fotografía e intentando sentir su presencia en tu vida. Después de tomar la Iniciación al Discipulado cumplirás los requisitos para aprender la técnica de meditación en OM y las técnicas de Preparación a Kriya a través de la segunda parte de El Sendero de Kriya Yoga titulada Preparación a Kriya Yoga. Después de leer la lección de la técnica de OM, comienza tu práctica de OM añadiéndola a tu meditación diaria. Yogananda dijo “Experimentar a Dios como sonido es comulgar con el Espíritu Santo o OM, la Vibración Cósmica. Cuando estás inmerso en OM nada puede afectarte. OM eleva la mente por encima de los engaños de la existencia humana, hasta los cielos puros de la conciencia divina”.

Después de practicar OM durante al menos seis meses, añadido a la práctica diaria de los Ejercicios de Energetización y la técnica de Hong-Sau, tendrás derecho a iniciarte en Kriya Yoga. Los requisitos y la información necesaria para tomar Kriya están incluidos en las Lecciones de Preparación a Kriya.

Las Iniciaciones en Kriya Yoga son dadas en persona por un ministro de Kriya de Ananda. La iniciación se da al final del Curso de Preparación a Kriya Yoga que se

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imparte en los centros y retiros de Ananda y dura cinco días. Recomendamos que todos aquellos que se inicien en Kriya Yoga por primera vez participen en estos cursos.

Las lecciones de esta parte del Curso de Autorrealización de Ananda son de uso personal. Debes comprometerte a no transferir su contenido ni las claves para acceder a ellas. Es responsabilidad tuya mantener la pureza de las técnicas y evitar su difusión y la práctica incorrecta por personas no preparadas.

Si conoces a alguien que esté interesado en estas lecciones, indícale que para acceder a ellas puede inscribirse en nuestra página y seguir este curso paso a paso. También puedes indicarle que puede ponerse en contacto con nosotros.

Recibe nuestras bendiciones al comenzar a estudiar El Sendero del Kriya Yoga. Que el tiempo de preparación y práctica de estas técnicas transforme tu conciencia y te llene de la luz y la alegría de Dios.

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CURSO DE AUTORREALIZACIÓN DE ANANDA EN ESPAÑOL

Lecciones sobre discipulado

Introducción

Es una rara oportunidad explorar el camino del discipulado con el discípulo de un maestro completamente realizado. Kriyananda, discípulo directo de Paramhansa Yogananda, nos ayuda a entender el profundo valor espiritual de la relación gurú-discípulo. Su guía es de particular valor en este momento en el que muchas personas tratan de redefinir este tema de acuerdo con las circunstancias del momento.

Estas lecciones han sido extraídas enteramente de clases, entrevistas y cartas publicadas por Kriyananda, recogidas a lo largo de un periodo de veinte años, y de las palabras de Yogananda recopiladas por él. Han sido compiladas y ordenadas para arrojar luz sobre las distintas facetas de este tema complejo

Cuando se estudia la ciencia del Yoga, es fácil concentrarse solamente en las técnicas del sendero y comenzar a ilusionarse con el pensamiento de que podemos encontrar a Dios por nosotros mismos, utilizando únicamente nuestro esfuerzo. A través del discipulado aprendemos a darnos cuenta de que para el progreso espiritual es esencial el equilibrio entre el esfuerzo personal y la gracia divina. Pues lo ideal sería que las técnicas de yoga nos ayudaran a cooperar con la corriente de la gracia en nuestras vidas. El cambio interno real sólo se produce por medio de la gracia, atraída desde el gurú por el discípulo sincero.

Esperamos que a través de estas lecciones llegues a conocer cómo atraer la gracia del gurú a tu vida y cómo recibirla plenamente hasta que llegues a ser uno con Dios.

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CURSO DE AUTORREALIZACIÓN DE ANANDA EN ESPAÑOL

Lecciones sobre discipulado

Lección 1

COMPRENSIÓN DE LA NECESIDAD DEL GURÚ

Palabras de Yogananda 

La gente que sigue encerrada en la jaula del ego considera a menudo la posibilidad de tener un gurú como una amenaza a su libertad personal. No se da cuenta de que la libertad es precisamente lo que ahora no tiene.  

El  papel  del  gurú  es  abrir  la  puerta  de  la  jaula.  Si  un  discípulo  se  siente  aún apegado a sus  limitaciones y grita, “¡Déjame en paz, Mi pequeño nido de placeres y deseos me gusta!”, el gurú no insistirá más. Simplemente dirá: “He venido porque me llamaste, de otro modo no me hubiera preocupado. No  fue mi necesidad  la que me trajo aquí, sino la tuya. De modo que esperaré hasta que vuelvas a llamarme”. 

¡Aceptar a un gurú no es asumir una carga, ni una amenaza contra el libre albedrío y  la  felicidad! Es  la mayor bendición que  tú, que nadie, pueda  llegar a  tener en este mundo.  Se  necesitan  encarnaciones  de  buen  karma  para  atraer  la  ayuda  de  un auténtico gurú. 

Dios envía primero una guía indirecta al aspirante espiritual por medio de libros y maestros de menor  categoría. Sólo  cuando el deseo por Él  se vuelve muy  intenso,  le envía ayuda en forma de un gurú autorrealizado. No se trata de que el estudiante haga un  favor  al  gurú  aceptándole  como maestro,  sino  que  el  estudiante  tiene que haber rezado intensamente en esta vida y en vidas anteriores para merecer una bendición tan grande. 

Eso no quiere decir que tengas que salir en busca de un gurú. El Señor te lo enviará o te conducirá hacia él cuando estés preparado espiritualmente.  

Tomado de La esencia de la Autorrealización, palabras de Paramhansa Yogananda recopiladas por Kriyananda.

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Comprensión de la necesidad del gurú

Tomado de charlas de Kriyananda

Vivimos en una época en que a la mayoría de las personas no les resulta grato pensar en el discipulado. Yo mismo, mientras fui joven, tuve tendencia a ser un rebelde intelectual. Cuando entré en la religión no pensaba que nadie pudiera enseñarme nada. Posteriormente pensé que encontrar la verdad era algo que pedía tal integridad por parte de uno mismo, que asumir las respuestas de cualquier otro no sería ser leal a uno mismo. Finalmente llegué a un punto en que vi que todos mis esfuerzos por mejorar no llevaban a ninguna parte. Trabajaría una faceta de mi naturaleza tratando de mejorarla, sólo para encontrar que otra faceta estaba deteriorándose por falta de suficiente energía.

Reconocí también qué ignorante había sido y cómo a menudo las cosas que me Gparecían idóneas para mí, por alguna extraña razón resultaban no ser adecuadas en absoluto. Aunque ni siquiera aceptaba que existía un Dios, estaba desesperado por encontrar la verdad. Esto fue por lo que, aunque creí que nunca diría esto a nadie, las primeras palabras que pronuncié cuando conocí a Paramhansa Yogananda fueron, “Quiero ser su discípulo”. No lo deseaba en el sentido de ser sirviente de alguien, o pasivamente, dejando la responsabilidad de mi vida en manos de otro. Sino que comprendí que si quieres ser un buen pintor, al final tienes que dirigirte a alguien que conozca este arte. Si quieres conocer a Dios, tienes que aprender de alguien que lo ha encontrado.

¿Necesitamos un gurú? ¿Por qué necesitamos un gurú? Planteémoslo de este modo: la corriente de la

dinamo de una fábrica de electricidad no puede ser conectada directamente a los circuitos de nuestras casas. Quemaría estos circuitos porque es muy potente. Tiene que rebajarse mediante transformadores a un voltaje que lo permitan nuestros circuitos. Lo mismo puede decirse respecto a nuestro sistema nervioso y nuestra conciencia. La Conciencia Cósmica está tan increíblemente mas allá de nuestras percepciones humanas y más allá de nuestra capacidad humana para recibirla, que no podríamos utilizarla. Debe sernos dada gradualmente y rebajada por transformadores. El gurú es el transformador para la conciencia divina de Dios.

Otro punto a tener en cuenta es que algunas veces en meditación puedes sentir un toque del poder divino, que es aplastante. ¡Es tan inmenso! Es tan inconcebiblemente grande, que cuando entras en contacto con ese poderoso aspecto de Dios sientes que podrías ser aniquilado y ni siquiera te darías cuenta. No es cierto, pero sientes que ese poder es tan inmenso que, en comparación, nada de lo que seas puede tener importancia. Es un estado que el ego no está preparado para aceptar. Es por eso por lo que necesitamos crecer gradualmente en la expansión de la conciencia. Necesitamos darnos cuenta de que la Divinidad, llena de amor por nosotros, nos envía un gurú para ayudarnos. Dios, a través del gurú, rebaja su conciencia a un nivel en que podamos relacionarnos y comulgar con Él.

¿Todo el mundo necesita un gurú? Eso depende de lo que estés buscando. Es un hecho evidente que no hay mucha gente que merezca tener un gurú. No se tiene un gurú simplemente por entrar en un sendero espiritual. No es tan fácil. Tienes que ganar el derecho a estudiar con un gran artista. Él no va a perder el tiempo con niños de guardería, porque es una pérdida de energía.

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Hacia el final de su vida, Yogananda dijo, “Estoy cansado de tratar con viejos rocines. Ahora quiero caballos de carreras” En otra ocasión dijo, “Si tratas de despertar a algunas personas cuando están dormidas, se darán la vuelta y dirán ‘déjame dormir’. Otras se despertarán durante un momento, pero si las dejas solas se irán a dormir de nuevo. Por último habrá algunas que sólo con que digas su nombre se levantarán, listas para marchar y seguir adelante”. Éste es el tipo de discípulo realmente adecuado para la clase de disciplina que el gurú puede dar. No es una cuestión de que el gurú desee seguidores, o que algunas personas sean especialmente elegidas. Se trata de tener un nivel suficientemente elevado como para poder recibir lo que el gurú tiene que darte.

Sri Yukteswar en su libro, La Ciencia Sagrada, explica que lo primero que uno necesita desarrollar para ser capaz de atraer las bendiciones de un auténtico gurú, es el amor natural del corazón. Dijo que no es posible poner un pie delante del otro en el camino espiritual sin desplegar este amor natural del corazón. Sólo cuando este amor se despliega te haces digno de seguir a alguien capaz de guiarte en el camino hacia el Infinito.

Cuando desarrollamos este amor natural llegamos a un punto en que somos aptos para mantener la compañía de un gurú realizado en Dios. En ese momento, ¿es necesario tener un gurú? Bien ¿es necesario tener a alguien que de verdad pueda ayudarte a pintar bien? Probablemente. Pero pintar es por lo menos algo que puedes ver físicamente y trabajar si tienes un poco de talento. La dificultad es mucho mayor cuando hablamos de aprendizaje a nivel espiritual, tan sutil que a menudo no podemos ver los cambios en los que estamos trabajando. Los cambios espirituales son generalmente tan lentos que no puedes ver si estás yendo en la dirección correcta hasta que han pasado varios años. Los años pasan y se marcan en nuestros rasgos y en nuestra conciencia. Es posible que después de muchos años de pronto despiertes y digas, “Oh, me he equivocado de camino”. ¡Con que frecuencia he oído esta historia! Es más sabio tener a alguien que ha estado en el sendero, que ha llegado hasta el final y que puede decirte cuál es el camino correcto.

¿Entonces, es “necesario” tener un gurú? Únicamente no es necesario si has venido a esta encarnación tan avanzado que eres ya tu propio gurú. Recuerda que el propósito del gurú es hacer de ti tu propio gurú. Él está aquí únicamente para ayudarte y guiarte hasta el momento en que puedas substituirlo por ti mismo.

No está aquí para continuar manteniéndote como discípulo. Él está para hacerte tan grande como él o incluso más grande que él. En Dios no existen los celos. Un gurú trata de hacerte suficientemente fuerte, suficientemente sabio, para ser capaz de pisar firme por ti mismo, sin ninguna ayuda posterior por su parte.

Algunas veces un discípulo avanza más que su gurú, pero aún así tiene reverencia por el gurú, sabiendo que éste fue el canal a través del cual Dios vino a él. Tanto es así, que incluso un alma como Yogananda, que nació ya iluminado, pasó por la relación gurú-discípulo para mostrar el ejemplo correcto a otras personas. Pero fuera de estos casos raros, sólo puedo decir esto: No, no necesitas un gurú si no deseas a Dios. Pero si realmente deseas a Dios y estás empeñado en encontrarlo, entonces necesitas un gurú.

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Cómo encontrar un Gurú

¿Cómo encontrar un gurú? Oí una historia verdadera acerca de un hombre que fue a las montañas a meditar. Un día, después de muchos años de meditación profunda, salió fuera para dar un paseo. Cuando volvió a su choza encontró a un hombre en posición de loto. El hombre le dijo: “He venido a ayudarte”. Se dice que cuando el discípulo está preparado, el maestro aparece. Por tanto encontramos al gurú desarrollando nuestro propio amor y buscando a Dios de todo corazón. Pero debemos recordar que Dios es el gurú –ningún ser humano puede ser un gurú. Dios es el gurú, actúa por delegación a través de un alma iluminada. Pero un verdadero gurú nunca acepta para sí mismo el mérito de ser un gurú.

Yogananda nunca aceptó que él era el gurú. Siempre dijo “Dios es el gurú”. Una vez, en un almuerzo en la Iglesia de Hollywood después del servicio, una mujer le dijo, “Creo que el Dr. Lewis fue su primer discípulo en América. Yogananda le respondió un poco severo, “Eso es lo que ellos dicen”. Ella se sorprendió por la respuesta. Entonces Yogananda le explicó, “Yo nunca les llamo discípulos. Ellos son discípulos de Dios”. El verdadero gurú siempre concede el mérito a quien realmente le corresponde, a Dios. De hecho él no tiene ego para aceptar el mérito. Él es consciente de ser un instrumento de Dios.

Por eso, si quieres encontrar al gurú y tener una verdadera relación con él, recuerda que sea primero una relación en Dios. No esperes la intensa relación personal que la gente tiende a mantener con otros seres humanos. Un gurú no aceptará esto.

El gurú actúa por medio del magnetismo La influencia del gurú es como un imán. Cuando tienes una barra de acero que no

ha sido imantada, sus moléculas se disponen al azar, anulándose unas a otras. Cuando pones esa barra de acero cerca de un imán, gradualmente todas sus moléculas se alinean en la dirección Norte-Sur. Entonces la barra no imantada desarrolla su propio magnetismo. No adopta el magnetismo del imán original, simplemente es influida para alinear sus propias moléculas.

En nuestro subconsciente tenemos almacenados toda clase de deseos y tendencias desde muchas, muchas encarnaciones. Estos deseos están alojados, como vórtices de energía, en la columna vertebral. Si pensamos en todos los billones de deseos que podemos tener almacenados, tendremos que hacernos la siguiente consideración, “¿Cómo podremos jamás satisfacerlos todos?”. Es como tratar de girar los billones de pequeñas moléculas de la barra de acero en la dirección Norte-Sur una por una. Giras unas pocas y en el momento en que pasas al siguiente grupo, las primeras empiezan a girar otra vez a su propio modo.

Como un imán, el gurú trata de alinear los vórtices de energía de tu columna. No trata de imponerte su conciencia, intenta ayudarte a desarrollar tus propios poderes internos, de este modo tú puedes orientar todas esas energías hacia el cerebro, todas en dirección Norte-Sur. No es sólo él quien lo hace; tú también tienes que hacerlo por ti mismo. Los que piensan, “Ahora soy discípulo de un gurú. Él lo hará todo por mí”, se equivocan. En todos los ashram te darás cuenta de que los discípulos que realmente consiguen algo son los que hacen el trabajo por sí mismos. Toman la guía del gurú para saber qué hacer, pero hacen el trabajo ellos mismos. El gurú nos ayuda dándonos una fuerza extra, bajando hasta nosotros y elevándonos, pero aún así nosotros tenemos que hacer el duro trabajo de escalar la montaña y alcanzar las alturas.

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Te ayudará en tus meditaciones sentir que tu gurú está sentado dentro de tu cuerpo, que él está haciendo las prácticas a través de ti. Pregunta mentalmente a tu gurú, “¿Cómo debería hacer esto? Enséñame”. Si le haces preguntas interiormente con sintonía, notarás que las respuestas aparecen.

La forma de relacionarte con el gurú es siempre interior, no exterior. Él está siempre dispuesto a ir a tu columna e intentar elevar la energía. Esto es lo que hace del Kriya Yoga esa ciencia tan maravillosa. Nos ayuda a interiorizar y elevar la energía por la columna y magnetizar la columna. Lo que sucede en este caso es bastante literal. Es un hecho literal que cada pequeño deseo o tendencia que hayamos tenido ha formado un pequeño vórtice. Toda esa energía interior está destinada a muchas otras cosas.

La influencia del gurú es ese poder dentro de nosotros que nos ayuda a liberar y elevar la energía interior. Nosotros también tenemos que hacer el esfuerzo del Kriya Yoga, de la devoción, de otros tipos de yoga, para elevar la energía y dirigirla hacia arriba, hacia el ojo espiritual. Hasta que alcanzamos la iluminación, la energía del ego está atrapada en el bulbo raquídeo. Un maestro tiene su ser centrado en el ojo espiritual y todo él irradia hacia fuera desde ese punto. Cuanto más aprendamos a llevar todas esas energías hacia arriba por la columna y ofrecerlas en el entrecejo, más creceremos espiritualmente. El propósito del gurú es ayudarte a hacer esto.

¿El gurú debe estar presente físicamente?

¿El gurú debe estar contigo físicamente? No, no tiene que estar presente físicamente, porque es una relación interna. En distintos ashrams he visto que quienes sólo se relacionaron con el gurú exteriormente durante años, nunca llegaron muy lejos espiritualmente. Los discípulos realmente serios eran los que lo llevaban dentro, quienes no sentían necesidad de estar con el gurú externamente, sino que buscaban la sintonía interior. Lo que importa es la influencia del gurú, su radiación espiritual hacia el discípulo.

Yogananda vino al interior de un cuerpo sólo durante unos pocos años, pero su poder es algo que vivirá durante mucho tiempo. Su divina misión es ayudar a la gente. Es por eso por lo que tantos de sus discípulos, que nunca han tenido la posibilidad de conocerle en carne y hueso, sienten su presencia con tanta fuerza. Esto es lo que permite a alguien como Yogananda ser un salvador del mundo.

Es también bueno conseguir la guía de sucesivas líneas de quienes están en sintonía con el gurú y comprenden que es su poder el que fluye a través de ellos. El gurú trasmitirá su poder a través de los que estén en sintonía con él y puedan dar su diksha, el toque físico de su bendición. No tiene que estar vivo en su cuerpo físico porque tiene muchos otros cuerpos a través de los cuales actúa. Pero, una vez más, para ti el verdadero objetivo es llegar a estar en sintonía interior con él y sentir su guía dentro de ti mismo.

He hablado de Yogananda en concreto, pero desde luego él no es el único mensajero que Dios ha enviado. Puedes reconocer a los verdaderos santos por los signos que les convierten en maestros: presencia de compasión, calma, sabiduría, júbilo en todas las circunstancias, devoción a Dios, desinterés – por mencionar sólo unos pocos.

¿Tratan los verdaderos maestros de conducir a la gente hacia ellos mismos o hacia Dios? Si tratan de llevar a la gente hacia Dios, entonces estás en buenas manos. Si tratan de conducir a la gente hacia sí mismos, más que fortalecerte te debilitarán.

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Un discípulo preguntó una vez a Yogananda “¿Debería pensar en usted como la Madre Divina?”. El Maestro dijo “Piensa en la Madre Divina”. No quería que la gente pensara en él como una persona. Quería que se entendiese siempre y sin ninguna duda que era la Madre Divina, que era Dios, quien estaba actuando a través de él y ésa era su única autoridad para enseñar: El reconocimiento de que el gurú nunca debe ser personal, sino siempre impersonal, siempre grandioso, siempre inmenso. Cuando pienses en un gran maestro, quienquiera que sea, piensa siempre que estás viendo una ventana a través de la cual se manifiesta Dios.

Reconociendo tu propio sendero

¿Cómo puedes reconocer a tu propio gurú? Por el poder divino que crece cada vez más dentro de ti. No siempre es fácil conocerlo. Pero si sigues un camino verdadero, a medida que crezcas espiritualmente llegará el momento en que lo sabrás. O bien sabrás que es el correcto o bien serás conducido al correcto. No hay celos entre maestros. Están aquí únicamente para guiarnos a lo largo del sendero hacia nuestra propia iluminación. Muchas veces el mismo Maestro le dijo a alguien que él no era su gurú y lo envió a otro.

Tenemos un potencial divino dentro de nosotros –nosotros somos el alma perfecta. Así pues forma parte de la Ley Divina no sólo alimentar este ser humano con pequeñas inspiraciones, sino también mostrarnos en qué podemos convertirnos. Ésa es la meta del gurú. El gurú es ese ser humano que ha alcanzado la Conciencia Infinita y que es capaz de expresar en todo su ser su propia conciencia expandida, todas esas cosas que hasta ahora están muy por encima de lo que sabemos en nuestro estado egocéntrico humano.

El fin del gurú no es simplemente plantarse como un faro y mostrarnos en qué se ha convertido. Está para hacer descender el rayo de energía divina hasta el nivel humano y elevarnos y perfeccionarnos. Quizá haya otros santos que han alcanzado la perfección, pero sólo necesitamos profundizar en una relación. La relación más profunda posible para un hombre es la que se tiene con ese mensajero que Dios ha enviado al discípulo. A través de esta relación con un santo, con un maestro, somos capaces de profundizar mucho más de lo que haríamos a través de las bendiciones generales de muchos santos diferentes.

Cuando Dios ve que el devoto se esfuerza, primero le envía distintas cosas que puedan ayudarle, libros, enseñanzas, etc. Cuando el devoto se vuelve realmente sincero, entonces Dios le envía un verdadero gurú. Estar con él físicamente no es suficiente, tiene que haber un vínculo espiritual profundo formado interiormente. La misión del gurú es (podrías decir que él no tiene elección en esto porque Dios le envía con este propósito) la salvación de las almas concretas que se le han enviado. Para nosotros no hay mayor bendición posible en este reino de ilusión.

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CURSO DE AUTORREALIZACIÓN DE ANANDA EN ESPAÑOL

Lecciones sobre discipulado

Lección 2

LA PARTE DEL DISCÍPULO

Palabras de Yogananda Cuando  conocí  a  mi  gurú,  Swami  Sri  Yukteswar,  me  dijo:  “Déjame  que  te 

discipline”. 

“¿Por qué, maestro?”. Pregunté. 

“Cuando  conocí  a  mi  gurú,  Lahiri  Mahasaya,”  contestó,  “mi  voluntad  estaba guiada por los caprichos. Pero cuando la sintonicé con la voluntad de Lahiri Mahasaya, guiada por la sabiduría, mi propia voluntad se volvió libre, ya que estaba guiada por la sabiduría”. 

Del mismo modo, descubrí que al sintonizar mi voluntad con la de Sri Yukteswar, guiada por la sabiduría, mi voluntad se volvió también libre. 

Éste  es  el  objetivo  del  discipulado  y  de  la  obediencia  que  lleva  consigo.  El propósito  de  la  obediencia  al  gurú  no  es  esclavizar  al  discípulo,  sino  liberar  su voluntad de lo que realmente la esclaviza: los caprichos, y sobre todo, el sometimiento a lo que nos gusta y no nos gusta y a los deseos y apegos. 

La mayor parte de las personas considera una afirmación de libertad satisfacer sus deseos  ‘libremente’.  No  ven  que  el  deseo  en  sí  mismo  es  compulsivo  y  ciega  su discernimiento.  ¿Dónde  está  la  libertad  en un acto que  te  lleve a un  engaño  todavía más profundo? La curación espiritual requiere la voluntaria cooperación del discípulo. No  puede  alcanzarse  mediante  la  pasividad.  La  entrega  a  la  voluntad  divina, expresada a través del gurú, debe ser ofrecida libre, voluntaria e inteligentemente. 

 Tomado de La esencia de la Autorrealización, palabras de Paramhansa Yogananda recopiladas por Kriyananda.

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Preguntas y Respuestas

Pregunta: ¿Es necesario tener un gurú para avanzar espiritualmente? Realmente no siento la necesidad de uno y me resulta difícil pensar en la devoción a un gurú.

Kriyananda: Necesitas un gurú si deseas encontrar a Dios. Entiende lo que realmente es el gurú, porque es una ley incuestionable del camino espiritual que para encontrar a Dios, de hecho para ir hasta el final en el camino espiritual, se necesita un gurú. Un gurú verdadero no es simplemente un hombre, sino un canal, libre de ego, para la Divinidad. Su cuerpo humano y su personalidad son los aspectos más superficiales. Para entender cómo es realmente, hay que verle como una luz resplandeciente brillando a través de la estrecha “ventana” de su humanidad. Dices que tienes dificultades con la idea de devoción a un gurú, pero la devoción al gurú “como hombre” no es lo que se pide realmente al devoto. (Aunque supongo que si uno está sediento, no despreciará un vaso de agua con la excusa de estar buscando un lago). Mi gurú, Paramhansa Yogananda, dijo que solamente Dios es el verdadero gurú, actuando por mediación de las almas que están despiertas en Él.

Por otra parte, buscar a Dios sin quererle sería contradictorio. Quererle es sentir devoción por Él. Para sentir devoción por Él se necesita sentir amor por Él en todas sus manifestaciones, tanto ignorantes como sabias. Inevitablemente entonces, los verdaderos devotos sienten especial amor por estas grandes almas en las que Él se manifiesta con más pureza.

Uno debería buscar la presencia impersonal de Dios en el gurú y no simplemente al gurú mismo como ser humano. El mismo Maestro nos enseñó este tipo de devoción y siempre rechazó los excesivos afectos personales hacia él.

Pregunta: ¿Cuál es la diferencia entre un instructor espiritual y un gurú? Mucha gente está deseando aceptar un instructor espiritual, pero el concepto de gurú como encarnación de Dios, como un ser perfecto, es un problema para ellos.

Kriyananda: Yo diría que son bastante diferentes. Hay muchos gurús que no son verdaderos gurús. Para ser un verdadero gurú una persona tiene que estar unida con Dios. Tiene que conocer la Conciencia del Infinito. Es como la diferencia entre dirigirse a S. Francisco de Asís en busca de instrucción para la vida espiritual o dirigirse al maestro de novicios, que no tiene ninguna clase de autorrealización. Jesús llamó a eso “un ciego guiando a otro ciego”. Los dos caerán al foso. Esto no significa que los instructores espirituales sean malos, pero han de reconocer sus limitaciones. Han de reconocer que no tienen todas las respuestas. Tienen que ser honestos acerca de lo que son y lo que no son, por lo menos en la medida en que sean capaces de verse a sí mismos.

Un instructor es alguien que tiene cierta experiencia, que es capaz de guiarte hasta cierto punto y quizá es capaz de transmitir algún poder espiritual, pero no será un gurú. Por lo tanto la persona que quiera llegar a lo más alto necesita ser guiada por un alma que ha alcanzado la total realización.

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La Parte del discípulo Tomado de charlas de Kriyananda

La relación gurú-discípulo es quizá la relación más importante que pueda tener el alma en este mundo de relatividad. También es la relación más importante que pueda tener el ego, en el sentido de que es la única a través de la cual se demuele el ego. Pero las personas mundanas no ven el atractivo de esta relación; no les gusta ponerse en una posición de subordinación respecto a alguien a quien consideran únicamente una persona más. Sienten que su opinión es tan buena como la de cualquier otro. En lo referente a la búsqueda de Dios, no ven la necesidad de que otro ser humano interceda, sino que piensan establecer su propia relación directamente con Dios.

Es muy importante hablar no solamente de porqué necesitamos un gurú, sino más concretamente de cómo podemos ser buenos discípulos. Ésta es una cuestión aún más difícil y que, por lo general, no se entiende a nivel profundo.

Un verdadero discípulo no es alguien que está tratando siempre de hacer proselitismo o que va por todas partes diciendo “Oh, Maestro, Maestro, Maestro”. Ni tampoco es alguien que actúa como quien se siente miembro de un club especial. Un verdadero discípulo, ante todo, ha de tener la recta actitud que hace de él un buen discípulo. Tiene que desarrollar cada vez más la clase de conciencia que le aporta el gurú.

Discípulos hacia el infinito

Al principio es absolutamente ineludible que el discípulo vea al gurú solamente en términos humanos. Ante todo, el gurú tiene un cuerpo, una personalidad, un ego – todo lo necesario para que el cuerpo funcione. Pero el gurú reside en su propio Ser y observa todos estos elementos como si los mirara desde fuera. Como escribió el Maestro en su bello poema, Samadhi, “Yo, el mar cósmico, veo el pequeño ego flotando en mí”. Tiene que existir un ego o el cuerpo no podría sostenerse, pero es una clase de ego diferente. No es el ego del orgullo o de la identificación con una conciencia individual.

Una vez pasé un periodo de tiempo con el Maestro en su retiro del desierto. Por las tardes, después de terminar el dictado diario de sus comentarios sobre el Bhagavad Gita, solía salir fuera a pasear conmigo. Paseaba en silencio y despacio, porque estaba en un estado de conciencia muy profundo. En esos momentos manifestaba el aspecto de la sabiduría de Dios, muy impersonal. Algunas veces descansaba su mano en mi hombro como soporte, mientras caminábamos. Entonces se paraba, se tambaleaba hacia atrás y hacia delante y se apoyaba en mí para no caerse. Una vez me dijo, “es tan difícil saber qué cuerpo se supone que mantengo en moviendo cuando me siento presente por igual en todos los cuerpos”.

Le suponía un gran esfuerzo mantener la mente dentro de ese pequeño cuerpo. Podría decirse que es tan difícil para un maestro mantener su mente a nuestro nivel como lo es para nosotros subir al suyo, excepto que él podía hacerlo y nosotros no. Pero debemos recodar que sí podemos. No debemos pensar constantemente en nuestras limitaciones humanas, sino pensar interiormente en nuestra divinidad. Ésta es una de las actitudes necesarias de un verdadero discípulo.

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Necesidad de la actitud correcta En primer lugar, necesitamos desarrollar actitudes de humildad, de querer aprender,

de estar dispuestos a dejar nuestros propios deseos, de renunciar a la normal tendencia humana a justificarse a sí mismo, para insistir en ser correctos. Desgraciadamente también es bastante común en los discípulos actuar como si el gurú fuera una especie de esclavo celestial, siempre haciéndoles pequeños favores. Puedes encontrar esta clase de persona diciendo, “Oh, el Maestro hizo esto por mí o, el Maestro hizo eso por mí”. Ellos no entienden qué es el Maestro. Reducen al Maestro al nivel de una personalidad humana, cuando es mucho más.

Una vez oí una historia sobre un discípulo del Maestro que en cierto modo era dulce, pero no me pareció expresar una comprensión correcta. Este discípulo estaba en un avión que empezó a tener problemas con el motor y fue obligado a dar vueltas por el aeropuerto varias veces. Temiendo por las vidas de las personas a bordo, el discípulo comenzó a orar. Entonces decidió que era mejor no orar al Maestro, ya que él tenía tal sentido del humor, que probablemente les haría dar una vuelta más antes de dejarles aterrizar. Entonces oró a Babaji. Bien, es una historia preciosa, pero no me satisface.

El Maestro tenía un maravilloso sentido de humor, pero a menudo la gente lo trataba como si eso fuera todo lo que él era: una persona maravillosa, una sonrisa maravillosa, un sentido del humor encantador, un gran amor hacia las personas y así sucesivamente. Él era todo eso, pero muchísimo más. Incluso en medio de la risa tenía tal profundidad en sus ojos, que mirar dentro de ellos era como fundirse en un océano. Decir él era esto o él era aquello, es quedarse corto. Él era todo. Él estaba tan por encima de todo, que realmente la única manera de ser un verdadero discípulo era intentar “ser” eso también. No había ninguna separación entre él y nosotros, pero era mucho más que eso -él estaba ya en nuestros corazones. Sabía todo lo que pensábamos. Sabe todo lo que tú piensas ahora mismo. Nos lo demostró una y otra vez. Cómo un hombre podía conocer cada uno de los pensamientos de cada uno de sus discípulos, estaba para mí siempre más allá de la imaginación, pero nos lo demostró una y otra vez. Dijo, “conozco cada uno de los pensamientos que cada uno de vosotros está pensando”. ¿Cómo se puede ser un verdadero discípulo de alguien así?

Desprenderse del ego El primer paso para llegar a ser un verdadero discípulo, es ser un auténtico ser

humano, lo cual significa renunciar a todo aquello que nos impide alcanzar el estado de conciencia del gurú. ¿Cómo es un ser humano en un estado humano inadecuado? En primer lugar está aferrado a dicho estado. Dice “Yo soy real, mi cuerpo es real; mi personalidad es real; mi ego es real”. En segundo lugar dice, “Yo soy más real que nadie. Si los demás sufren, no lo siento. Sin embargo si yo sufro lo siento. Por lo tanto yo soy más real. Cuando soy feliz, lo siento. Cuando las demás personas son felices, me alegro por ellas, ¡pero de manera distinta!”.

Esto se debe a que el ego está deseando situarle en oposición a las demás personas. Está deseando apoderarse de cosas que pertenecen a los demás y hacer cosas que puedan dañarles, siempre que esto le sea útil. Esta clase de personas participa en competiciones, guerras, luchas y sufrimientos que son parte de la conciencia centrada en el ego. Mantiene sus propios deseos y la satisfacción de los mismos a toda costa. No

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quiere someterse a la obediencia y la disciplina de ningún ser humano. Después de todo, esto disminuye lo más precioso para él, el sentido de identidad separada.

Para ser un auténtico discípulo necesitamos también tener una actitud de apertura hacia el gurú, para desear ser corregidos en todo momento. Tenemos que ser tan discípulos al final del sendero como lo fuimos al comienzo. Una vez el Maestro le dijo a Rajarsi (su discípulo más avanzado), quien había alcanzado ya nirbikalpa samadhi, “No olvides de dónde procede tu poder”. Aunque era multimillonario, además de un yogui muy avanzado, Rajarsi dijo, como un niño pequeño “No lo haré, Maestro. Procede de ti”.

El amor que encuentras entre maestro y discípulo, cuando el discípulo se ha desprendido del ego y son sólo Dios relacionándose con Dios, es tan bello y dulce. Veíamos al Maestro y Rajarsi paseando por los jardines cogidos de la mano y observando todas las cosas con tal asombro porque estaban viendo a Dios en ellas.

Para ser un verdadero discípulo debemos estar abiertos a la vida, abiertos a la verdad allá donde se encuentre. De este modo encontraremos muchas oportunidades para crecer. En esta apertura, que es auténtica humildad, nos damos cuenta de que podemos aprender de las piedras, las nubes, de todo.

Pruebas para el Discípulo

El camino del discípulo no es fácil. El gurú nos pide cosas que no son cómodas y, como consecuencia, el ego pasa por ciertas pruebas. Todo devoto pasa en el sendero por las mismas pruebas básicas, aunque cada uno tendrá también sus propios desafíos individuales. La primera es negativa. Sucede invariablemente que cuando comienzas el sendero, alguien intenta apartarte de él. Alguien dirá cosas negativas y tú empezarás a escuchar. O bien te dejas influir por esta negatividad o bien resistes y dices no.

En una ocasión el propio padre del Maestro comenzó a hablar en contra de Sri Yukteswar. El Maestro le atajó diciendo “De todas las cosas, el nacimiento humano es algo, pero el nacimiento divino lo es todo. Si alguna vez vuelves a decir una palabra más contra mi gurú, te repudiaré como padre”. Desde entonces su padre no volvió a decir nada contra Sri Yukteswar. Todo el mundo pasa esta prueba de una forma u otra. Es parte del sendero. Es parte del esfuerzo de la ilusión por echarte atrás.

Podrás reconocer si algo es la fuerza de la ilusión por la clase de conciencia que desarrolle en ti. ¿Te da paz? ¿Te da alegría? ¿O socava la paz y la alegría? Las cosas de Dios te ayudan a desarrollar estados divinos de conciencia. Las cosas nacidas de la ilusión alejan tal sintonía y la destruyen. Quien sigue el camino negativo no volverá a estar tranquilo o en armonía, sino que perderá la sintonía y se replegará en el egocentrismo y el egoísmo.

La siguiente prueba que se presenta es una cierta rebelión. El discípulo piensa “Está pidiéndome demasiado. No voy a hacer tanto. Tengo que dedicarme también a mi vida”. El discípulo no quiere que se le pida renunciar a todo. No le parece justo. Así que, como reacción, se rebela.

La tercera prueba es el pensamiento “Lo que dice el gurú puede ser adecuado para él y para unos pocos más, pero no me entiende ni a mí ni a mis necesidades”. La hermana Gyanamata, la discípula más avanzada de Yogananda, llegó a él muy mayor, bastante delicada y enferma. Su dedicación fue tan grande, que aunque su cuerpo estaba muy débil, corría incesantemente escaleras arriba y abajo en Mt. Washington sirviendo

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a su gurú. No le importaba, porque nunca pensaba en ella misma. Un par de discípulos le dijo “Usted también tiene voluntad propia. No debería hacerse esclava de su voluntad”. Ella replicó: “Bueno, soy demasiado vieja para cambiar. Además, no he conocido nunca en mi vida una felicidad como la que tengo ahora, estando en sintonía con mi gurú”.

Sintonizarse con la voluntad del gurú

Es inevitable que pases alguna de estas pruebas, pero pasar por ellas es ser un buen discípulo. Lo que significa intentar sintonizarse siempre con la voluntad del gurú, intentar hacer siempre lo que el gurú desea. La voluntad del gurú se expresa de varias formas. Incluso cuando el Maestro estaba con nosotros, en su cuerpo, su voluntad se expresaba más interiormente que exteriormente. Muy a menudo se expresaba exteriormente de tal manera, que confundía completamente a la razón. Un ejemplo fue cuando me dio el trabajo de corregir sus interpretaciones del Bhagavad Gita. La tarea que se me asignó fue “corregir” los artículos de la revista que aparecieron en los números 30 y 40. Dijo “Trabaja a la velocidad del rayo, no hay tiempo que perder. Pero no cambies una palabra”. Cómo iba a corregir y no cambiar una palabra era algo que no podía entender. A veces te cogía tan desprevenido que ni siquiera sabías de qué estaba hablando. La razón de esto era que deseaba que te volvieras hacia dentro y comprendieras interiormente lo que deseaba. No quiero decir que nunca diera un consejo o instrucciones específicas externas. Por supuesto lo hacía, pero más que esto lo que deseaba era que comprendieras con la conciencia.

Había un discípulo al que el Maestro estaba reprendiendo por algo, el discípulo decía, “Sí, Maestro, lo sé. Comprendo lo que está diciéndome”. El Maestro dijo “No lo comprendes. Si lo comprendieras harías lo que estoy diciendo”. Se trataba de que conocer las palabras y comprender los conceptos no era suficiente. El Maestro intentaba llevar su conciencia al interior de nuestra conciencia, así le entenderíamos realmente y a continuación actuaríamos. Hasta que seamos capaces de actuar en sintonía, hasta que se alcance el verdadero entendimiento, no estamos obedeciendo, ni siquiera cuando realizamos gestos externos, porque eso es una cosa superficial.

Lealtad, la primera ley de Dios

El aspecto más importante para ser un verdadero discípulo y superar las pruebas del sendero es el compromiso de lealtad, el compromiso de verdad. El Maestro decía que la lealtad es la primera ley de Dios. Incluso mientras estuvo vivo, muchos discípulos corrieron de un maestro a otro, pero no alcanzaron a Dios. Se tiene que ser leal a un camino, al camino que ha enviado Dios. Haciendo esto, la lealtad llega a ser tal conducto directo al espíritu, que somos totalmente absorbidos en esa vibración. Muchos discípulos pensarán, “Tomaré tanto de las enseñanzas del gurú y no más”. Tenemos que ponernos como primera premisa, aceptar lo que él dice.

Ésta ha sido siempre mi pauta desde que comencé en el camino. Era tan nuevo en esto, no sabía nada. Una semana antes de llegar hasta el Maestro, no había oído hablar nunca de las palabras “gurú”, “yoga”, “karma” o cualquiera de las cosas que ahora damos por sentadas. Cuando llegué me encontraba en un estado de confusión mental con todas las nuevas ideas que me eran lanzadas a derecha e izquierda por discípulos que las daban por sentadas.

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La única salida fue tener fe absoluta en la integridad del Maestro. A veces lo que los otros discípulos decían no tenía sentido, pero yo preguntaba “¿Lo dijo el Maestro?”. Si la respuesta era sí, lo aceptaba. Si no lo era, me enfrentaba con ellos. Debemos tomar esto como nuestro punto de partida, si vamos a ser buenos discípulos.

Quizá haya cosas dichas por otros maestros, que parezcan contradictorias. Es parte del reino de la relatividad, que uno no pueda decir nada sin excluir otras cosas que quizá sean igualmente ciertas. Por eso es necesario seguir a un gurú. Todos ellos dicen básicamente lo mismo, pero de diferentes modos, que a nuestro entendimiento limitado no le parecen lo mismo. Es por esto también por lo que es necesario seguir un sólo camino. Si no, tienes los pies entre dos barcas y caes en medio y te ahogas. He visto sucederles esto a devotos que leían demasiado de diferentes enseñanzas espirituales. Existen ciertas cosas, que dichas por diferentes grandes personas, al entendimiento del principiante le parecen en conflicto.

Recuerdo algo bello que me dijo un gran santo de la India una vez. Le pregunté sobre algo que dijo y que me pareció contradecir al Maestro. Me dijo, “Si todos los discípulos de maestros entendieran realmente a sus maestros, no habría todas las discrepancias que existen en religión”. En otras palabras, él no estaba diciendo nada distinto del Maestro. Sólo me lo pareció a mí porque todavía no entendía en un nivel suficientemente profundo. Hasta que no alcances ese nivel de entendimiento, comprométete con un camino.

El discipulado significa ofrecer todo a Dios Además de las pruebas, todo devoto tiene altos y bajos en el sendero. Durante sus

ascensos hay momentos en que siente como si estuviera a dos pasos de Dios. Sólo tiene que ir un poco más lejos y estará allí. Todo el mundo pasa por tales periodos en los cuales se siente tan en sintonía, que está realmente como en una carrera hacia el cielo. De pronto esta cualidad se pierde y las nubes aparecen de nuevo y se pregunta qué pasó.

Podemos entenderlo así: tan pronto como alcanzamos un estado divino de conciencia, la fuerza de la ilusión es tal, que nos bendecimos a nosotros mismos y creemos que somos especiales e importantes. Conseguimos alguna experiencia de Dios y en vez de expresar agradecimiento, comenzamos a pensar “Oh, ahora tengo algo, ahora soy alguien especial”. El ego entra de nuevo y es por esto por lo que nos derrumbamos y tenemos que empezar todo otra vez.

El modo de evitarlo es dirigir siempre todas nuestras energías hacia Dios. El verdadero discípulo sólo piensa siempre en cómo servir más a Dios y al gurú, en qué más puede dar. Si el devoto comienza a pensar en cómo conseguir más experiencia o más realización, cae de nuevo en la ilusión. Tiene que ser un constante dar y en este dar, Dios puede darnos más. Es como un circuito cerrado que acumula más y más potencia.

Tenemos que llegar a ser recipientes vacíos, vaciarnos de todo aquello que es humano para que la Divinidad pueda llenarnos. Debemos dejar de pensar en nuestra relación con el gurú de modo simplemente humano. El gurú es omnipresente. Como verdaderos discípulos, debemos intentar llegar a ser omnipresentes como él.

Un verdadero discípulo no debería pensar de él y el gurú, o del gurú, como un ser humano que vive en el tiempo y el espacio. Deberíamos pensar en nosotros mismos de forma más impersonal. Deberíamos intentar siempre desarrollar esas cualidades interiores a un nivel tan impersonal, que nuestro amor no fuera ya el amor de un ser

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humano por otro ser humano. Es el amor del Infinito por el Infinito, de lo Desconocido por lo Desconocido o, como dijo un gran santo “De lo Solo por Solo”. Estamos siempre solos en este universo. No hay nada, en última instancia, sino Dios y tú. Todo lo demás es únicamente un apeadero en el camino. Como el Maestro solía decir, “Maté a Yogananda hace mucho tiempo. Nadie mora ahora en este templo sino Dios”.

Nosotros no somos pequeños devotos humildes dando tropezones y cometiendo errores. Somos esa Luz Infinita. Somos esa Sabiduría Infinita. Somos ese Alma Divina. La misión del Maestro fue enseñarnos que somos eso. Hasta que alcancemos esa comprensión, no habremos llevado a la perfección la más maravillosa de todas las relaciones, la relación del gurú y el discípulo.

Preguntas y respuestas Pregunta: ¿Cuál fue su mayor prueba cuando comenzó el sendero?

Kriyananda: En el fondo yo era un escéptico. De hecho ese fue probablemente mi mayor defecto en este sendero, la tendencia a pensar que tenía que haber algo equivocado, a buscar el fallo, a encontrarle la pega. Pero desde el momento en que comencé a leer la Autobiografía de un yogui, estuve convencido de que Yogananda era un ser elevado y la única persona que había encontrado en mi vida en la que podía confiar plenamente. Aceptaba esto a nivel intuitivo, pero mi mente tenía el hábito de cuestionar, criticar, dudar, etc.

Creo que probablemente el mayor periodo de prueba que pasé fue el de cuestionarme y dudar de la sabiduría del Maestro, no en el plano espiritual sino en el humano. Comprendo que esto suena ridículo, pero supongo que entonces yo estaba siendo ridículo. Es algo que tuve que resolver. El Maestro diría que las cosas tienen cierto significado, pero tomadas desde un punto de visto distinto, pueden significar otra cosa. Me costó mucho llegar a apreciar cuánto más complejo era este modo de pensar, porque la verdad es como un diamante de muchas caras.

Con el tiempo llegué a comprender que era precisamente mirando la verdad desde diferentes ángulos, como puede darnos una imagen mucho mayor. Mirando hacia atrás, estas dudas parecen absurdas, pero fueron una prueba tan real para mí entonces. Finalmente comprendí que la respuesta a este dilema no podía alcanzarse en un nivel intelectual. Sólo podía resolverse a nivel del corazón. Cuando llegué a amarle más profundamente, mis dudas se disolvieron y con su disolución, repentinamente vino también una comprensión intelectual más profunda.

Pregunta: Usted ha hablado de que se practique sentir la presencia de Dios. ¿Qué ocurre si una persona no tiene un gurú? El hermano Lawrence escribió sobre hablar con Dios como si Él estuviera contigo.

Kriyananda: Utilices la técnica que utilices, practicar el sentir la presencia de Dios es algo que debes hacer siempre. Las palabras no son lo importante. Lo importante es que tengas tu mente siempre centrada en el interior y observes todo lo que hagas como si no fuera realmente tuyo. Con o sin técnicas de yoga, nunca conseguirás nada si no adoptas esa actitud.

Yo diría que lo importante no es buscar un gurú. Busca a Dios. Dios te enviará lo que necesites en el momento que lo necesites. Nuestra devoción debería ser siempre a Dios. Recuerdo que Yogananda dijo a un discípulo, “No importa lo que me ocurra. No olvides a Dios”. Dios es nuestro Padre común. Es a quien estamos buscando.

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CURSO DE AUTORREALIZACIÓN DE ANANDA EN ESPAÑOL

Lecciones sobre discipulado

Lección 3

SINTONÍA CON EL GURÚ

Palabras de Yogananda La sintonía con el gurú significa aceptar su guía totalmente, sinceramente y 

aceptar  también  sus  actividades.  Tu  aceptación  debe  ser  incondicional.  No debes decir, por ejemplo: “Acepto lo que me dice el gurú en esta situación, pero no  en  aquélla”. Ni  tampoco:  “Acepto  lo  que me  dice,  pero  no  lo  que  dicen quienes me ha señalado como representantes suyos”. 

Sintonía significa también escuchar en tu corazón la guía interior del gurú. Pregúntale mentalmente  en  todo  qué  debes  hacer,  cómo  debes  comportarte, cómo puedes amar a Dios con mayor intensidad. Más que guía, pídele que te de el poder de desarrollarte espiritualmente. 

Además  debes  guiarte  por  el  sentido  común.  Nunca,  en  nombre  de  la sintonía, te comportes de manera que atentes contra la razón o las normas de la conducta  correcta.  Sri  Yukteswar  solía  decir:  “Aprende  a  comportarte”.  Es decir,  ¡no  permitas  que  tu  sintonía  con  el  gurú  te  sirva  de  excusa  para  dar rienda suelta a la imaginación!. 

******** Para sintonizarte con la conciencia del gurú, visualízale en el ojo espiritual. 

Llámale mentalmente allí.  Imagina que  sus ojos  te están mirando.  Invita a  su conciencia a inspirar la tuya.  

Tras  evocarle  durante  unos momentos,  intenta  sentir  su  respuesta  en  tu corazón.  El  corazón  es  el  centro  de  la  intuición  del  cuerpo.  Es  tu  ʺradio receptora ʺ. 

Tu  ʺestación  emisora  ʺ  está  situada  en  el  centro Crístico,  en  el  entrecejo. Desde ese centro tu voluntad transmite al universo tus pensamientos e ideas. 

Cuando sientas una respuesta en el corazón, pídele  intensamente al gurú: “Haz que conozca a Dios.”  

Tomado de La esencia de la Autorrealización, palabras de Paramhansa Yogananda recopiladas por Kriyananda.

Sintonía con el gurú

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Tomado de charlas de Kriyananda

En la lengua India, la palabra “discípulo” tiene un significado bastante distinto del que tiene en inglés, implica una relación mucho más dulce y personal. En Occidente pensamos en un discípulo como alguien que está dispuesto a aceptar disciplina y ser modelado por el maestro -lo cual es perfectamente válido y parte muy importante de lo que significa el discipulado con un gran maestro. Hay, sin embargo, otra connotación que se deja de lado cuando se piensa sólo en términos de disciplina.

En la India, la diferencia entre siksha o estudiante y chela o discípulo, es la diferencia entre alguien externo, que toma notas pero no está auténticamente comprometido, y quien es tu hijo. El chela es, de hecho, considerado como hijo del gurú. Esto incluye ser disciplinado y enseñado, pero lo que es más importante, significa tener una cercana y amorosa relación con el gurú, siendo parte de su familia y heredero de su riqueza espiritual.

Recuerdo un tiempo en que el Maestro ofrecía programas musicales públicos en el Lago Shrine. Los visitantes visitaban el maravilloso entorno, escuchaban un bello concierto bajo las estrellas y se marchaban. Refiriéndose a ellos, el Maestro dijo una vez “Aquellos que no son nuestros vienen, disfrutan durante un rato y se van. Pero aquellos que son nuestros nunca se marchan”. Esto es totalmente cierto. Los verdaderos discípulos que se marchan en apariencia nunca se van realmente. No pueden arrancar al Maestro de sus corazones, porque esta relación está establecida por Dios.

Esta cariñosa relación de las almas es la esencia de lo que el Maestro vino a traer a nuestras vidas. Puedes conseguir enseñanzas espirituales a través de libros, pero lo que los grandes maestros traen realmente es su conciencia. Lo que debemos intentar hacer como discípulos, es sintonizarnos con la conciencia del Maestro, con su afectuosa presencia y su guía, en todos los actos de nuestra vida.

No es suficiente leer libros sobre cómo lo han hecho otros o dejar a un lado nuestro contacto interior con él mientras intentamos ser prácticos. Por supuesto tenemos que ser prácticos también, pero debemos desarrollar esa clase de fe, esa clase de discipulado, que recurre a la guía del Maestro para responder a todas las preguntas de nuestra vida.

¿Qué ha hecho a las religiones de la India tan vitales a lo largo de miles de años? No tienen una iglesia organizada -puede decirse que es la religión más desorganizada del mundo. La cultura india tiene un innato respeto por las expresiones vivas de sus enseñanzas espirituales, por el gurú. Ellos se inspiran amorosamente en estas expresiones, por eso la Divinidad se manifiesta allí una y otra vez. Con todas las locuras, superficialidad y errores que se deslizan en las religiones, esta simple verdad ha mantenido la religión viva en la India a lo largo del tiempo -pues gracias a la sintonía personal con quienes conocen a Dios, otros pueden encontrar la realización.

¿Qué es lo más importante que podemos hacer como discípulos? Estar en sintonía y cuando se presenten dificultades, conseguir más sintonía. Lo más grande que el Maestro puede darnos es esa sintonía. Su enseñanza, su misión, todas esas cosas, son muy importantes, sí, pero secundarias respecto a la sintonía.

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El silencio es el Altar de Dios Recuerda que ha habido grandes maestros que no dijeron nunca una palabra y sin

embargo fueron capaces de llevar a sus discípulos hasta Dios. Cuando el Maestro tenía invitados era el anfitrión más encantador que puedas imaginar. Comía con ellos, contaba bellas verdades y les obsequiaba con bromas e historias encantadoras. A menudo los invitados decían a los monjes y monjas que vivían en el ashram: “¡Qué suerte tenéis de contar con esa clase de energía siempre! ¡Qué bendición tenéis!”. Nosotros sonreíamos amablemente, porque el hecho era que él alentaba a los discípulos a mantener silencio a su alrededor.

El Maestro a menudo nos decía “El silencio es el altar de Dios”. Decía que sólo en silencio puedes sentir realmente la presencia de Dios. Cuando permites que la mente se inquiete con pensamientos y deseos, bajas a un nivel en el que Dios no puede comunicarse contigo.

El cuerpo de Dios es espacio. Si quieres sentirle debes sentir espacio en tu cuerpo y a su alrededor. Lo mismo es cierto respecto al silencio. La voz de Dios es silencio. Si realmente quieres comunicarte con Él, tienes que hacerlo en el silencio de tu propia mente y después en el silencio del Infinito. En ese silencio oirás la voz del Infinito retumbar con el gran poder de OM en toda la creación. En primer lugar debemos intentar vaciar nuestra conciencia del ego y después rellenarla de forma divina.

Como discípulos de este gran maestro, nos conmueven naturalmente las cosas que dijo e hizo. Nos atrapa su personalidad, porque eso es lo que podemos ver, pero debemos recordar siempre que fue mucho más que eso. Representaba para mí una dificultad, cuando quería meditar en la presencia interior del Maestro, que él entrara de pronto en el habitación. Estaba sintiéndole en el interior y pensaba “¿Qué hace ahí fuera?”. Es difícil sacudirse esa ilusión.

En este sentido es mucho más fácil sentirle exclusivamente en el interior para quienes nunca le han visto. Viviendo con él, sin embargo, a veces era complicado para mí, porque al mismo tiempo que estaba intentando sentirle dentro, podía oírle hablar en la habitación contigua. Una vez incluso me gastó una broma cuando estaba intentando sentirle de esa forma, se acercó a mí, me miró directamente a los ojos ¡y me tendió una manzana!

Sintonizarse con la Omnipresencia

Un gran maestro vive en la omnipresencia y enseña desde ese nivel de realidad. No explica con todo detalle la verdad que está tratando de transmitir. Cada uno de sus discípulos tiene que profundizar en esa verdad, entender su esencia y desde la sintonía con él, manifestar ese rayo en su vida.

¿Dijo el Maestro algo sobre cómo debería conducirse un contable cuando está rellenando el libro de contabilidad? No creo. ¿Significa eso, por consiguiente, que un contable no puede utilizar las enseñanzas de Maestro mientras lleva los libros? Por supuesto que puede.

Tenemos que aplicar esta verdad. Tenemos que profundizar en lo que el Maestro dijo. Cuando comencé Ananda tuve muy pocas directrices, especialmente para las cosas que surgieron a partir de ese momento. Muchas de estas cosas necesitaban decisiones instantáneas y no podía ir corriendo a los libros para leer qué decía el Maestro, antes de

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regresar con una respuesta. Tenía que sintonizarme con él. Tú también debes sintonizarte con él como maestro, comprendiendo que su realidad está en ti -no como una realidad que nació en 1893 o que murió en 1952.

El Maestro abrió una senda especial en el vasto océano de la superconciencia y dijo “Si entras aquí, serás capaz de profundizar”. Lo que tienes que hacer es meditar profundamente en sus palabras, incluso en una frase que pronunciara, escogiendo aquello que tenga un significado especial para ti. Vete al fondo de las enseñanzas y en silencio intenta percibir su latido, su esencia. Intenta utilizar esa esencia activamente en tu vida diaria. Si lo haces y espiritualizas esa verdad, cambiará tu vida.

Lo que el Maestro vino a traernos fue un mensaje y una misión específicos. Nosotros, en Ananda, estamos llevando a cabo parte de esa misión. Lo hemos hecho con su gracia y sólo por medio de su gracia ha sido posible. Esta gracia es un poder con el que tú puedes conectarte, si lo deseas, exactamente igual que a una corriente eléctrica. Te conectas a la corriente eléctrica de la ciudad y entonces puedes encender una luz eléctrica. Conéctate así también con la presencia del Maestro y pídele que te guíe. Estad en sintonía, solía decirnos.

La verdadera sintonía Una cosa es leer los libros de Yogananda y otra fue vivir con él y ver su ejemplo.

En la Autobiografía de un Yogui se leen muchos milagros. Desde luego muchas cosas de naturaleza milagrosa sucedieron en torno a él, pero nunca hablaba de ello. Sólo hablaba de devoción.

Cuando se piensa en sus enseñanzas, uno imagina que estaría allí sentado dándonos toda clase de instrucciones. Me puso a cargo de la organización de los monjes y supondrás que tuvo largas charlas conmigo sobre lo que deseaba. Muchas veces, de hecho, dijo que quería hablar de ello, ¡pero nunca lo hizo! Lo que realmente deseaba que yo hiciera -lo que desea que hagamos todos- es sintonizarnos con su conciencia.

En la Autobiografía de un yogui el Maestro dice que las interpretaciones de Lahiri Mahasaya sobre el Bhagavad Gita, fueron hechas a menudo por los discípulos de Lahiri sintonizados con él y después escritas. Fue Lahiri quien les inspiró para escribir lo que escribieron y lo hicieron en completa sintonía con sus enseñanzas. Esto es el discipulado, ésta es una auténtica sintonía.

Durante el tiempo que el Maestro estuvo con nosotros, decía siempre “Estad en sintonía, estad en sintonía”. Hablaba de ello como de lo más importante que podía darnos, porque a través de esa sintonía puede inspirarnos siempre las decisiones correctas, la comprensión correcta, en cualquier situación.

Desarrollar nuestra propia intuición He visto tan a menudo que gracias a la intuición nacida de la sintonía, llega de

repente la respuesta a una pregunta que he estado buscando, a veces durante años. Es importante procurar desarrollar nuestra intuición, pero también es fácil engañarse. No quiero engañarme, y mucho menos a vosotros, con la idea de que es intuición lo que no lo es. Es muy difícil conocerla. Por eso yo siempre digo provisionalmente “Bueno, lo parece”. Este parecer, sin embargo, normalmente nace de un sentimiento interior auténtico. Nunca lo doy por seguro.

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Durante años he visto este sentimiento confirmado objetivamente, porque cuando este sentido intuitivo especial aparece, las cosas parecen ir bien. Sin embargo, no debemos depender de la sintonía o intuición de otra persona. El Maestro vino a enseñarnos que es algo que todos tenemos que desarrollar.

Muy a menudo la respuesta del Maestro a una cuestión profunda o importante era sólo un indicio, algo en lo que tenías que trabajar para desarrollar tu propia sabiduría interior. Lo que él transmitía no era un conjunto de cosas concretas para ser aprendidas de memoria; era la sintonía con el rayo de luz divina.

Cuando te sintonices con este rayo, cometerás errores, yo ciertamente he hecho mi cupo. No quieras llevarte a ti mismo al extremo de pensar “Siempre tengo razón”. Tan pronto como tengas ese pensamiento, la Madre Divina dirá “¡Ajá, es el momento de una lección!”. Debes tener la humildad ante Dios de reconocer que puedes estar equivocado. Tu personalidad, tus deseos, tus apegos, tus atracciones y repulsiones, tu modo de pensar en oposición al de los demás, están muy probablemente predisponiendo un flujo que en sí mismo es totalmente impersonal y universal. La verdad puede estar tanto del lado de un borracho como de un santo.

Debes conducirte con cautela y humildad -y con fe. Por eso el Maestro solía decir que el sendero espiritual es como caminar por la cuerda floja. ¿Cómo puedes tener cautela y al mismo tiempo fe? Ofrece todas las cosas a Dios y al gurú y utiliza tu sentido común, porque la verdadera fe tiene que mantenerse dentro de la razón o se convierte en dogmática.

Por tanto, con ese grado de auto ofrenda y cautela, confía cada vez más en la guía que sientes en tu interior. Descubrirás que primero en pequeñas cosas y en grandes cosas después, eres guiado. Esta amorosa guía estará contigo asombrosa y constantemente.

Descubrir la Solución Divina

Con frecuencia me acercaba al Maestro con preguntas, pero después descubría, cuando ya no estaba en su presencia, que no le había formulado una sola. Me sentía descontento conmigo mismo, hasta que descubrí que no hacía mis preguntas porque él me había dado las respuestas. En otras palabras, las respuestas a tus preguntas a menudo no se formulan intelectualmente, verbalmente. Nuestra auténtica pregunta es “¿Cómo puedo conseguir paz? ¿Cómo puedo conseguir ese estado de conciencia en que me comprenda a mí mismo?”. En su presencia lo teníamos y veíamos que no había nada que preguntar.

Las preguntas aparecen cuando la mente se encuentra en un nivel de funcionamiento inferior. No tienes nada que preguntar cuando estás en la superconciencia. Como Ramakrishna solía decir “El abejorro hace mucho ruido antes de entrar en la flor. Una vez dentro es silencioso porque está succionando el néctar”.

Con su ejemplo cotidiano, el Maestro nos enseñó cómo estar en ese estado de sintonía al responder a cuanto le planteábamos. Deberíamos hacer el máximo esfuerzo por sintonizarnos lo más profundamente posible con esa guía del Maestro. Él es el poder real en todo aquello que intentemos hacer. Él trajo de Dios un rayo del Infinito con el que nosotros podemos sintonizarnos. Como dijo Lahiri Mahasaya a la madre del Maestro, “Tu hijo será una potente locomotora que arrastrará muchas almas al reino de

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Dios”. El Maestro dijo que muchos encontrarían a Dios a través de él tras su fallecimiento.

Si te sintonizas con el rayo de luz divina, te darás cuenta de que el Maestro no era un hombre que fue a América, puso en marcha una organización, escribió libros y tuvo una gran profundidad y un maravilloso sentido del humor. Él no era nada de eso. Él era el poder de Dios.

Una vez un discípulo le escribió una nota diciendo, “Cuando le veo, sólo veo a la Madre Divina”. El Maestro no se rió tontamente o se sonrojó, ni hizo ninguna observación de desprecio hacia sí mismo. Lo que hizo fue dar un ligero golpecito al discípulo con su bastón y dijo: “Entonces compórtate en consecuencia”. Eso es lo que él es, una ventana para que la Madre Divina nos hable, nos traiga lo que necesitemos.

Tal como se dice en la Biblia “A cuantas personas le recibieron, les dio el poder de llegar a ser hijos de Dios”. Ese poder está en el Maestro, al igual que en Cristo, y puede dártelo, pero sólo si te sintonizas con él. ¿Cómo puedes sintonizarte? Conservando siempre su presencia en tu corazón, haciendo siempre referencia en tus pensamientos, necesidades, cuestiones, tu búsqueda de orientación, a esa presencia interior.

“Para aquellos que me piensen cerca”, dijo el Maestro, “estaré cerca”. Piensa que está contigo ahora, porque está contigo. Él tiene el poder de hacerte a ti, su hijo, uno con Dios.

Preguntas y respuestas Pregunta: ¿Por qué algunos profesores afirman que debes tener un gurú vivo,

cuando Paramhansa Yogananda dijo que continuaría siendo el gurú de aquellas personas que se sintieran atraídas por sus enseñanzas, después de que dejara el mundo?.

Kriyananda: La cuestión que planteas me la han preguntado muchas personas. Ciertamente no creo que el Maestro dijera a la gente que continuaría siendo su gurú y llevándoles a Dios después de su mahasamadhi, si no hubiera querido decir eso. Además, considerando que era de verdad un maestro iluminado, no creo que se hubiera referido a esto y lo hubiera dicho, si no supiera de qué estaba hablando.

Pero éste es el enfoque dogmático de tu pregunta. Debemos pensar también las cosas por nosotros mismos o terminaremos simplemente repitiendo como un loro los sabios dichos de otros, sin llegar nunca a sabios. Así es como examino yo la cuestión en sus diversas ramificaciones.

Existen muchos canales para la ayuda y gracia del Maestro. Primero y más importante, está nuestro propio contacto con él en meditación. Segundo, está el canal de los discípulos que se encuentran en sintonía con él. Tercero, está el canal de innumerables personas y experiencias en nuestra vida, a través de los cuales nos instruye y disciplina de vez en cuando.

El mismo Maestro me habló de un interesante, y creo, poco conocido aspecto de la ley espiritual. Dijo que debe haber al menos un contacto físico entre el gurú y el discípulo en algún momento del sendero espiritual. Pero ni siquiera mientras él estuvo vivo tuvo personalmente este contacto con todos los discípulos. Algunas veces me pidió a mí o a los otros discípulos iniciar a personas en su nombre. Si el necesario contacto físico podía realizarse a través del canal de los discípulos mientras él todavía vivía físicamente, queda claro que él cumple su promesa de ser el gurú de los llegados tras su

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mahasamadhi. El contacto todavía puede hacerse a través de discípulos que recibieron la gracia de su toque físico y en los cuales, gracias a su continuada sintonía con él, está todavía mucho más vivo. Así podemos ver el principal medio por el cual el contacto con un gran maestro puede ser perpetuado a través de sucesivas “generaciones” de discípulos. (Un maestro también puede, por supuesto, actuar a través de personas muy avanzadas, lo suficiente para recibir directamente su gracia. Él me dijo, por ejemplo, que Jesús se apareció al gran maestro Sri Ramakrishna en el último siglo y le pidió que liberara a cierto discípulo suyo, caído una vez, quien finalmente había expiado su gran pecado).

El criterio para la perpetuación de este contacto físico con el gurú, no es el simple hecho de la iniciación formal como discípulo. La iniciación sola no constituye realmente el discipulado. Recuerdo un devoto que había recibido la iniciación en Kriya Yoga varias veces del propio Maestro, pero que dejó el sendero durante mis primeros años en el monasterio. Algunos otros discípulos también se habían marchado durante este periodo. (Hacia el final de la vida de un gran maestro parece ser normal tener una especie de “limpieza de casa” espiritual. Los discípulos que no están totalmente entregados, sienten su retraimiento mental e imaginan que él se ha vuelto frío hacia ellos. Olvidan sus sonrisas y sus risas y no están suficientemente desarrollados interiormente para sentir su continua y sutil bendición en el alma). Durante este periodo, al Maestro le preguntaron algunas veces cuánto tiempo tardaría esta o aquella persona en volver a él. “En la próxima encarnación”, respondía el Maestro a veces o “Dentro de dos o tres vidas”. Pero del discípulo al que acabo de referirme, cuando al Maestro le hicieron la misma pregunta, respondió “Nunca volverá. Nunca estuvo aquí”. Sin embargo, como dije, esta persona fue iniciada en el discipulado formal muchas veces por el Maestro personalmente.

Obviamente, entonces, la iniciación sola no basta. No es una formalidad exterior o una simple ordenación institucional. Lo que cuenta es un sentido interior de sintonía, la propia comprensión profunda, personal, de la presencia viva del gurú. Una vez pregunté al Maestro “Después de que se vaya, ¿estará con nosotros tanto como ahora?”. Respondió “Para aquellos que me piensen cerca, estaré cerca”. El discípulo debe estar interiormente en sintonía. Cuanto más profunda sea su sintonía, llegará a ser un instrumento tanto más perfecto de la gracia del gurú.

Pero su propia sintonía no es el único factor importante en la transferencia de esa gracia. Las personas que él inicia y bendice deben ser también receptivas. Recuerda, en última instancia solamente Dios es el gurú. Es el poder de Dios, a través del gurú, lo que los discípulos transmiten a los demás. El gurú es un gurú sólo por su completa apertura a la corriente de la gracia divina. Es solamente esta apertura la que determina la aptitud espiritual de cada uno, tanto para recibir como para transmitir.

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CURSO DE AUTORREALIZACIÓN DE ANANDA EN ESPAÑOL

Lecciones sobre discipulado

Lección 4

LA VIDA CON UN MAESTRO (Primera Parte)

Palabras de Yogananda En  la  vida  del Maestro  descubrí  con  todo  detalle  la  separación  entre  el 

realismo  espiritual  y  el  obscuro  misticismo  que  pasa  falsamente  como  su homólogo. A mi Maestro no le gustaba hablar sobre los reinos suprafísicos. Su única  ʺmágica”  aura  estaba  constituida  por  una  simplicidad  absoluta.  En  su conversación  evitaba  hacer  referencias  sorprendentes  y  en  la  acción  se expresaba  con  libertad.  Otros  hablaban  de  maravillas  y  milagros,  pero  no podrían realizar uno solo. Sri Yukteswar rara vez mencionaba las leyes sutiles, pero secretamente operaba con ellas a voluntad. 

“El  hombre  que  se  ha  realizado  a  sí mismo  no  hace  ningún milagro  sin recibir previamente una sanción interna”, decía mi Maestro. “Dios no desea que los secretos de Su creación sean promulgados promiscuamente. Además, cada individuo tiene el inalienable derecho al libre albedrío. Los santos no violan esa independencia.ʺ 

El  silencio  habitual  de  Sri  Yukteswar  era  causado  por  su  profunda percepción  del  Infinito.  No  le  quedaba  tiempo  para  las  interminables “revelaciones” que ocupan  los días de  los  instructores sin  realización. “En  los hombres superficiales, el pececillo de  los pensamientos provoca mucho  ruido; en  las mentes oceánicas,  las ballenas de  la  inspiración apenas si dejan estela”. Esta descripción de las escrituras hindúes no deja de tener muy buen humor. 

Debido  a  la  apariencia  nada  espectacular  de mi  gurú, muy  pocos  de  sus contemporáneos lo reconocieron como un superhombre. El adagio popular que dice:  ʺNecio  es  aquel  que  no  puede  ocultar  su  sabiduríaʺ,  nunca  podría  ser aplicado a Sri Yukteswar. Aunque nacido como todo mortal, mi Maestro había realizado su identidad con el Señor del tiempo y del espacio. Él no encontraba ningún obstáculo insuperable para fusionar lo humano con lo divino. Llegué a comprender  que  no  existen  tales  obstáculos,  salvo  en  el  hombre  que  no emprende la aventura espiritual. 

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Solía conmoverme íntimamente el simple contacto con los santos pies de mi Maestro. Los yoguis enseñan que un discípulo se magnetiza espiritualmente a través  del  devoto  contacto  con  un  Maestro:  una  corriente  sutil  se  genera entonces. El mecanismo de los hábitos indeseables del discípulo es cauterizado en  su  cerebro  y  el  conjunto  de  sus  tendencias  mundanas  se  ve  afectado beneficiosamente. Momentáneamente, cuando menos, éste puede ver  los velos de maya  levantarse y asomar  los destellos de  la felicidad real. Mi cuerpo todo respondía  con un  arrobamiento de  liberación,  siempre  que me  arrodillaba  al estilo de la India ante mi gurú. 

Tomado de La Autobiografía de un Yogui de Paramhansa Yogananda 1946 1ª Edición.

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La Vida Con Un Maestro Cómo formaba Yogananda

a sus discípulos

Tomado de charlas de Kriyananda

Me encontré por primera vez con La Autobiografía de un Yogui en una librería de Nueva York en Septiembre de 1948. La compré, la leí de un tirón en tres días y a continuación cogí el primer autobús a California para conocer a Yogananda. De todas las personas que he conocido y Dios sabe que he conocido a muchas decenas de miles, ninguna me ha inspirado tanto como el Maestro. Antes de leer aquel libro ni siquiera sabía qué era un maestro ni había oído nunca la palabra “gurú”. Había sido siempre de la opinión de que no seguiría a nadie en mi vida, que sólo seguiría mi luz interior. Sin embargo, cuando leí aquel libro sentí que existía alguien que podía ayudarme a encontrar lo que estaba buscando.

Tras conocer al Maestro, supe que él era la única persona, de todas las que yo había conocido o podía imaginar conocer, a quien estaría dispuesto a seguir. Viviendo con él llegué a ver qué grandeza espiritual tenía, al menos en la dimensión que yo era capaz de comprender en aquel tiempo. Algunas veces él no satisfacía mis expectativas de grandeza; algunas veces tenía que estudiar detenidamente lo que él había dicho o hecho. Siempre que lo hice, sin embargo, descubrí que era superior, no inferior, a mis expectativas.

Cuando llegué hasta él, muy pronto me llevé una sorpresa, porque yo había supuesto que un maestro era siempre grave, que nunca reía y que todo cuanto decía era como un oráculo. Llevaba con él alrededor de un mes, cuando nos llevó a algunos de nosotros al retiro de Twenty-Nine Palms, en el desierto. Me llamó a su habitación una noche, cogió una pequeña bolsa de papel y apagó la luz. Oí el ruido del papel al arrugarse y una risita, de repente vi chispas saltando por la habitación. Tenía una de esas pequeñas pistolas que disparan chispas azules. A continuación encendió la luz y tenía otra pistola que disparó algo hacia arriba. Era un pequeño paracaídas que descendió flotando despacio. Yo estaba atónito. Él me preguntó: “¿Qué te parecen?”. Sintiéndome bastante violento contesté: “Son estupendas, señor”. Entonces me miró penetrantemente y dijo “Dejad que los niños se acerquen a mí, pues de ellos es el reino de Dios”.

El gurú enseña de diversas formas

Muchas veces Yogananda se mostraba juguetón y el juego mismo era un tipo de lección. A menudo enseñaba de forma indirecta, como por la puerta de atrás. En aquel momento sólo podías sospechar que estaba dándote una lección, pero por alguna razón años después mirabas atrás y veías claramente lo que él tenía en mente. Tenía también un enorme sentido del humor y de la diversión. No se trataba de que todo fuera una especie de lección cósmica. Él era la persona más sencilla y humilde que conocí jamás. Jamás pensaba en aceptar la devoción hacia sí mismo por parte de nadie, sino dirigida siempre hacia Dios.

Había tantos niveles en su conciencia. No conocí nunca a un maestro o a un santo, qué decir de un ser humano normal, que fuera tan equilibrado. Algunos santos son grandes en su amor, o en su compasión, o en su sabiduría, pero él era grande en todo. Cuando estaba en el bhav, o actitud, de sabiduría, era como un yogui de los Himalayas

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en una cueva. Cualquier cosa que dijera entonces, era una perla de tal profundidad que resultaba apasionante. Tan sólo un momento después podía reír y jugar como un niño.

En una ocasión algunos de los niños estaban meditando cuando sintieron que algo les golpeaba en la parte posterior de la cabeza. Resulta que el maestro estaba lanzándoles bolas de papel. Se reía a carcajadas, un momento después podía estar totalmente distante. Tenía absoluto control sobre sí mismo para pasar de un instante a otro. Me daba cuenta incluso de que en medio de su risa podías mirarle a los ojos y era como mirar el océano, completamente indiferente. Su risa era como un pequeño rizo en la superficie de su mente, pues él estaba más allá de todo.

A veces era un poco violento estar a su alrededor porque en cierto sentido no era en absoluto como estar con un ser humano. Siempre tuve la sensación de que Dios mismo estaba presente. Incluso cuando jugaba, se reía o cavaba una zanja, uno no podía dejar de sentir su divinidad.

Omnisciencia del Gurú Ocasionalmente, cuando hablaba atravesaban nuestras mentes ideas relativas a lo

que estaba diciendo. En ese momento nos miraba como si supiera exactamente qué estábamos pensando. Otras veces, en medio de un grupo, si pensabas algo que demostraba una actitud correcta, te miraba, sonreía y continuaba hablando a los demás. Incluso cuando había mucho público se daba cuenta de nuestros más pequeños pensamientos. Si decía algo que fuera especialmente significativo para ti, te miraba en ese instante, sonreía y continuaba con su charla. Tenía una conciencia tan maravillosa, que estaba en auténtica sintonía con todos, exactamente como si estuviera dentro de ellos, porque estaba dentro de ellos. Algunas veces nos decía “Conozco cada uno de los pensamientos que cada uno de vosotros está pensando”. ¡Que afirmación más increíble!. Y sin embargo lo demostró una y otra vez.

Yogananda me dijo una vez “Tengo planes para ti”. Creí que se refería a que quería mandarme a La India, porque me había hablado de ir. Quedé encantado, porque para mí ir a La India era muy emocionante, después de dejarle ese día, me asaltó el pensamiento de que si iba a La India no estaría cerca de él nunca más. Me sentí envuelto por una obscura atmósfera de rechazo, pensando que no era un discípulo suficientemente bueno para que me mantuviera con él, que estaba deshaciéndose de los sobrantes. Estuve de un humor negro durante un par de días. Pero finalmente me lo quité de encima pensando “Él hará únicamente lo que sea bueno para mí. Si quiere que vaya es porque eso es lo que necesito, no porque quiera deshacerse de mí”. Enseguida me sentí mucho mejor. Cuando volví a verle me sentía estupendamente. No le había hablado a nadie de aquel estado de ánimo y la última vez que le había visto me sentía perfectamente feliz. Tan pronto como me vio, me dijo: “Ahora, nada de mal humor. ¿Cómo podrás ayudar a los demás?”. Él sabía por lo que había pasado.

Nos lo demostró una y otra vez. Algunas veces lo demostró de formas bastante divertidas. Uno de los discípulos no era capaz de atenerse a las normas. Trabajaba en la Iglesia de Phoenix y regresaba a Encinitas para ver al Maestro. Una noche, ya tarde, mientras conducía por la carretera, tuvo hambre y se detuvo a comer en un restaurante. Era el único abierto y todo lo que tenían eran hamburguesas. El Maestro nos había dicho que no comiéramos carne, especialmente carne de vaca. Pensó para sí mismo, “No se enterará” y comió un par de hamburguesas. Continuó alegremente hasta Encinitas y cuando llegó habló con el Maestro por teléfono. El Maestro no alardeó de su perspicacia, pero al final de la conversación le dijo: “Ah, por cierto, cuando te

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encuentres en la carretera a última hora de la noche y el único sitio para comer no tenga más que hamburguesas, mejor no comas”.

Protección divina para el Discípulo. Los discípulos de Yogananda se vieron tantas veces divinamente protegidos de

formas sorprendentes. Este mismo discípulo, por mucho que contraviniera las normas, era muy amado por el Maestro. En otra ocasión, conduciendo, cogió a un autostopista, a pesar de que el Maestro nos decía que no lo hiciéramos. El autostopista estaba sentado detrás mientras viajaban, cuando el discípulo oyó que la voz del Maestro le decía “¡Tiene una navaja!”. Miró a su alrededor y se convenció de que el autostopista estaba listo para atacarle con una navaja. El discípulo le dijo con fuerza “Baja esa navaja”. Temblando, el hombre bajó la navaja y saltó del coche.

En una ocasión otro discípulo estaba bajando la empinadísima colina de Mt. Washington en un ancho camión con plataforma. Justo cuando iba a tomar una curva, puso el pie en el freno, pero el pie hizo todo el recorrido hasta el suelo. No se le opuso ninguna resistencia. Los frenos no respondían. Continuar bajando aquella cuesta significaba la muerte, porque se habría caído por el empinado terraplén. Preguntó interiormente “Maestro, ¿es esto lo que quieres?”. Inmediatamente el camión se detuvo.

El doctor Lewis tuvo una experiencia de la protección divina del Maestro en una ocasión en que iba a un centro de reunión en Massachussets. Su coche patinó en un camino helado justo cuando se aproximaba a un puente. En condiciones normales se hubiera deslizado fuera del puente y caído al agua helada, pero dijo que fue como si hubiera una mano sobre el capó del coche empujándole hasta que se detuvo.

Alrededor del Maestro ocurrían milagros continuamente, pero por alguna razón nunca parecían particularmente importantes, porque él no quería prestarles atención. Nunca hacía hincapié en ellos porque no eran la esencia de nuestra vida con él.

Otra cosa que vi viviendo con él fue que la gente decía a veces, “Bueno, no creo que realmente sepa de este campo concreto. Después de todo no tiene esta clase de experiencia”; o “después de todo él es indio y nosotros americanos”. Oí decir esto a los discípulos muchas veces y siempre sucedía que el discípulo caía en el engaño y sufría por ello durante muchos años.

Recuerdo a una discípula que había encontrado a otro maestro espiritual, quien proclamaba que podía cerrar los ojos en meditación en lo alto de una montaña y al abrirlos estar en otra cumbre. No creo que nadie le viera hacerlo jamás, pero él lo proclamaba y esto era suficiente para esa discípula. Decidió que alguien con estos poderes tenía que ser grande. Así que se dirigió al Maestro y le dijo: “He encontrado a otro gurú al que quiero seguir”. No era una discípula cercana, de otro modo el vínculo hubiera sido a nivel más profundo. Él le dijo, “Muy bien, entonces retiraré mi rayo”. Había sido una persona brillante, pero cuando regresó un año después, la luz de sus ojos había desaparecido. No había encontrado nada. Aunque el amor del Maestro era el infinito amor de Dios, no podía imponérselo a nadie.

Una Expresión de Compasión por Todos Su amor divino se extendía continuamente a los demás. Otro discípulo me contó una

historia encantadora sobre el Maestro, que había ocurrido en una ocasión en que estaban de viaje. Iban conduciendo cuando el Maestro dijo de repente “Detén el coche” y entró en una tienda. Para asombro de todos, estuvo muy ocupado comprando toda clase de

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baratijas inútiles. Por último colocó todas sus adquisiciones sobre el mostrador y se las dio a la mujer que estaba allí. Ella hizo la cuenta y él le pagó. Tan pronto como la mujer cogió el dinero rompió a llorar y dijo, “Necesitaba mucho, muchísimo, esta suma exacta para pagar hoy la renta. Mi hijo está en el hospital, tuvimos que cerrar la tienda y no sabía dónde iba a conseguir el dinero. Dios le ha enviado a usted aquí a comprar estas cosas para que yo pueda tener justo lo que necesito”. Esta compasión universal que puede sintonizar con la pena de todo el mundo, nos deja entrever lo divino.

Él solía caminar arriba y abajo frente a los bares en Los Ángeles, para enviar sus vibraciones a aquellas personas y sacarles de sus sufrimientos. Conozco ese poder. Recuerdo una ocasión, recién llegado, estando fuera, en Twenty-Nine Palms con él. Yo estaba tendido en el suelo una noche en el saco de dormir, cuando repentinamente me desperté. Sentí que Dios mismo estaba en la habitación. Era una vibración tan poderosa que ni siquiera podía dormir e inmediatamente comencé a meditar. Miré alrededor y vi que otro de los discípulos también estaba meditando. Miré por la ventana y allí estaba el Maestro, se marchaba. Había estado allí simplemente para darnos su bendición, para ayudarnos a vencer nuestra oscuridad interior.

Dios ayudando a Dios A menudo pienso en mí mismo con pesar, qué poco le comprendí mientras estuve

con él. A medida que envejezco y comienzo a apreciar cosas que daba por sentadas, a ver su grandeza en aspectos que había pasado por alto, desearía tener la oportunidad de volver a vivir mis años con él. Desearía tener la oportunidad de ser un discípulo mejor mientras vivió. Pero también comprendo que dentro de veinte años diré lo mismo de mi estado actual. Hasta que alcanzamos el estado de unión divina, nuestra ignorancia es verdaderamente inconmensurable. Lo mejor que podemos hacer es olvidarnos de nosotros mismos. Nosotros no somos importantes. Lo que tenemos que hacer es escapar del engaño de que estamos separados de los demás. Deberíamos intentar ser los sirvientes de todos y comprender entonces que es sólo Dios sirviendo a Dios.

Recuerdo un episodio especialmente dulce de nuestra vida con el Maestro. Iba a salir cuando nos paró a algunos de los monjes y nos dijo, “Es un día caluroso, ¿verdad?”. Sabíamos que eso significaba que quería darnos dinero para comprar helados. No queríamos abusar de su amabilidad y le dijimos “No hace mucho calor, señor”. Nos miró con dulzura y nos dijo “¿Estáis seguros de que no hace mucho calor? ¿Quizá un poco de calor?”. Finalmente concedimos “Bueno señor, si usted lo dice”. Entonces dijo “No puedo ni quiero guardar dinero. Aquí va algún dinero para helados”. Nos dio un dólar a cada uno, pero yo utilicé mi propio dinero y todavía tengo el dólar que me dio.

Hubo una época en que tuvo muchas dificultades en las piernas por asumir el karma de otros. No podía andar, así que estábamos ayudándole en el coche. Nos dijo amorosamente: “Sois todos tan amables con tantas atenciones”. Nosotros protestamos “¡Pero señor, es usted quien es amable con nosotros!”. Nos sonrió y contestó: “Dios está ayudando a Dios. Éste es su drama”. Nunca aceptó la idea de que estaba en una posición que merecía una consideración especial. Era tan sólo Dios sirviendo a Dios. Él era verdaderamente el sirviente de todos. Nunca quiso otra cosa que dar y servir.

También se mostró como el amigo de todos, el amigo más fiel que yo haya visto nunca. A pesar de todas sus responsabilidades, si decía que haría algo por alguien, lo hacía, no importaba lo insignificante que fuera la petición. Una vez mi madre vino de visita y yo le pregunté si le sería posible verla. Era reacio a pedírselo, porque sabía lo

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ocupado que estaba, pero me dijo: “Sí, por supuesto”. También le pedí “¿Podría por favor orar para que ella entre en este sendero?”. Aceptó. Esto fue bastante antes de que ella llegara y yo pensé que él, teniendo tantas otras cosas en mente, probablemente olvidaría mi solicitud. Sin embargo, después de la entrevista de mi madre con él, justo cuando ella iba a marcharse, la tomó de la mano y rezó en voz alta, intensamente, para que su alma fuera traída a este sendero. Me conmovió profundamente que hiciera esto por mí, que lo hubiera recordado. El hecho de que pudiera prestar tanta atención a todas las peticiones que se le hacían me demostró su grandeza.

Creo que parte de su grandeza consistía en que era absolutamente consciente de las cosas más pequeñas, las menores atenciones, las menores consideraciones. Como ser humano era tan fiel, tan leal y tan preocupado por el bienestar de los demás. Era el amigo de todos, hasta el punto de que sabías que, nadie a quien pudieras encontrar nunca, lo sería tanto como él. Él dijo: “Cuando me haya ido, sólo el amor podrá ocupar mi lugar”. Es este amor el que reside en los corazones de sus devotos. A medida que las personas se sintonizan más con él, son mejores discípulos, puedes ver cómo ese amor y esa conciencia crecen en sus ojos. En cierto modo es como si el Maestro estuviera encarnado en todos sus discípulos.

Para complacerle, sirve a todos El amor y la alegría son las cualidades que se manifestaban con más fuerza en la

vida de Yogananda. Esto es lo que sentimos en nuestra sintonía mutua. El vínculo de Dios amando a Dios, de Dios sirviendo a Dios. Nuestra gratitud y realización crecen con la oportunidad de servir a Dios unos en otros.

El Maestro nos mostró la forma de hacerlo. Recuerdo un incidente que ocurrió en Monte Washington en la cena de Navidad. Teníamos la mesa dispuesta con tarjetas indicando el sitio de cada uno. Todos los sitios estaban ocupados y se había preparado comida para ese número exacto de personas. De pronto aparecieron inesperadamente veinticinco personas extra y veinticinco de nosotros teníamos que dejar nuestros asientos. Normalmente la gente diría: “Yo no dejo mi asiento”. Esperábamos durante todo el año a que llegara el banquete de Navidad con el Maestro y oírle hablar a continuación. Era de esperar que la gente luchara por conservar su asiento. En aquella cena la única lucha fue por el privilegio de ceder nuestros asientos. Cuando más tarde lo supo el Maestro, dijo: ”Ésas son las cosas que me gustan”.

Ésa es la manera de complacer al Maestro, ponerse a uno mismo en último lugar, ponerse a uno mismo después de los demás. Ésa es la meta y eso es lo que el Maestro nos enseñó. Creo que de todas las cosas que le conciernen, su gran sabiduría, sus poderes milagrosos, su samadhi, lo que más me emociona es la dulzura de su humildad. Hay tanta inspiración en esas cosas que hizo por los demás, cosas que son en apariencia pequeñas y sin importancia, pero que en último término son el sumum de la grandeza.

Sintamos agradecimiento por tener como guía la vida y la inspiración de tal Maestro. Él vive con nosotros. Está en nuestros corazones. Está con nosotros tanto como entonces. Todo lo que tenemos que hacer es sintonizarnos con él, sentir su guía, sentir sus bendiciones. Desde que se fue nos ha demostrado una y otra vez qué cerca está realmente y qué querido es.

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CURSO DE AUTORREALIZACIÓN DE ANANDA EN ESPAÑOL

Lecciones sobre discipulado

Lección 4

LA VIDA CON UN MAESTRO (Segunda Parte)

Paramhansa Yogananda: Encarnación del Amor Divino

Tomado de una charla de Kriyananda

Hay muchos aspectos que se pueden tratar a este respecto, pero quiero hablar especialmente de la naturaleza del amor divino que encarnaba Yogananda –la presencia de ese amor aquí mismo, ahora, en esta habitación, en nuestros corazones y en el infinito. Nuestra ignorancia puede tener eones de edad y sin embargo, la realidad de este amor es siempre nuestra.

Hay cierta tendencia en sus discípulos a pensar en él como las cosas que hizo o dijo y olvidar que su auténtica realidad, incluso mientras estuvo en la tierra, no era su expresión externa. Como decía a menudo, “Maté a Yogananda hace mucho tiempo. Nadie habita ahora en este templo sino Dios”. Ésta era la realidad de la que debíamos tomar conciencia de vez en cuando al estar con él. Podíamos sentir su realidad dentro de nosotros, pero cuando le veíamos sonreír o le oíamos hablar, la tendencia era a mirarle en su aspecto personal.

Recuerdo que en una ocasión, refiriéndose a comenzar una nueva encarnación, me dijo, “Cuando tengo que asumir una nueva personalidad, es como ponerse un buen abrigo en un día de calor. Es incómodo, pero al final me acostumbro”. Decía “asumir una nueva personalidad” porque él no era esa personalidad. Si al mirarle a los ojos éramos capaces de ir mas allá de su expresión física, sentíamos de pronto que estábamos mirando al infinito. Sus ojos eran diferentes de los ojos de la mayoría de las personas, no sólo en su quietud o su amor, sino en la ausencia total de ego, atracciones y aversiones. Cuando miras a los ojos de la mayoría de las personas, ves el gusto por ciertas cosas, la aversión hacia otras. Incluso cuando la hoguera de la vida se apaga, todavía quedan amontonadas esas encendidas ascuas de deseo. Pero con Yogananda era como si sus ojos se abrieran a panoramas infinitos.

Yogananda no inventó el amor divino, lo manifestó. Podemos utilizarle como ejemplo para entendernos mejor a nosotros mismos, porque nuestra experiencia humana del amor es tan pequeña comparada con lo infinito del amor divino. Hay un aspecto de este amor que muchas personas no sólo no tienen en cuenta, sino que casi les asusta.

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La Hermana Gyanamata dio un ejemplo fascinante en este sentido. Era una de las más cercanas y por tanto, debemos admitirlo, su más querida discípula. Digo “la más querida” no en el sentido de un afecto personal, sino en el sentido de que satisfacía las expectativas espirituales que él tenía acerca de ella. Él nos ofrece este amor divino a cada uno de nosotros, pero esa expectativa es incumplida cada día de nuestra vida de una forma o de otra, hasta que finalmente salimos a la luz. Por eso podía decir, “Éste es mi hijo”, como solía decirlo de Rajarsi y como lo sentía por la Hermana Gyanamata.

Estuvo muy enferma durante los últimos veinte años de su vida. Él podía haberla curado, pero no lo hizo. Podía haberla dejado irse, porque había llegado su hora, pero la retuvo. Hizo un trato con Dios por el que ella no se iría hasta que él no la liberara. A consecuencia de su enfermedad sufría mucho físicamente y él la mantuvo en ese cuerpo sufriente. Puedes pensar: “¿Qué clase de amor es ése que le permitía sufrir?”. Pero ¿qué es un pequeño sufrimiento si te permite liberarte del sufrimiento eterno? Al final de su vida ella alcanzó la liberación en Dios.

Los Maestros nos permiten sufrir para encontrar la libertad Ésta es la clase de amor que tiene el Maestro. Lo vemos reflejado en una esfera

muy limitada en un doctor que trata a sus pacientes. No quiere hacerles daño, pero sabe que por medio del dolor que les inflinge puede liberarles de un dolor mayor. Así que lo que realmente está haciendo es manifestar compasión y amor. Esto mismo es cierto en mucho mayor grado respecto de un maestro que es uno con Dios, o de Dios mismo a través de la ley del karma. Puedes pensar, “¡Qué terrible ley ha creado Dios con esta ley del karma que puede llevar a la gente a sufrir hasta tal punto!”. Cuando observas las cosas por las que pasa la gente -angustia física, mental y espiritual- a veces sobrepasan la imaginación.

En el Bhagavad Gita, Krishna dice a Arjuna, “Escapa de mi océano de sufrimiento y miseria”. Dice “mi” porque él lo creó. ¿Es eso señal de falta de amor? Para nuestro limitado entendimiento humano es muy fácil creer que lo es. Muchas personas han perdido la fe en Dios precisamente por el dolor que ellos u otros han soportado. La ley se ha establecido para ayudarte a convertirte en lo que realmente eres, de modo que finalmente, y esto te llevará un tiempo tan largo o tan corto como tú elijas, aprendas dónde residen tus respuestas, felicidad y libertad. Esto no ocurre sólo por vivir en la mazmorra de este mundo.

Si eres padre y ves a tu hijo jugando en un charco fangoso, ¿qué haces? ¿Dirás, “¡Oh, qué lástima! Es un sucio charco fangoso. ¿Me permites que te lo limpie?”. No, retirarás de allí a tu hijo. El propósito de Dios es sacarnos de este fangoso charco de sufrimiento, no mejorar el mundo para que pueda ser un encantador charco fangoso. Seguiría siendo una mazmorra comparada con la felicidad infinita que es nuestro auténtico destino.

Yogananda contaba la historia de una rana que vivía en la orilla de un vasto lago. Detrás de una gran duna de arena que recorría la orilla, la rana oía a muchas otras ranas croar. Pensaba: “Algún día iré allí y veré qué hacen”. Por fin decidió dejar su disfrute en el lago durante un tiempo y saltó la duna. Para su asombro, encontró miles de ranas reunidas alrededor de una charca pequeña. Trepaban unas por encima de la espalda de las otras para conseguir llegar al agua. Había también una rana reina en esta charca diminuta, que estaba orgullosa porque podía exigir el derecho de caminar sobre la espalda de las demás ranas. Viendo todo esto la rana pensó: “¡Esto es terrible!”. Bajó y

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habló con algunas de ellas sobre el grande y hermoso lago que había justo detrás de la duna de arena.

Ellas dijeron, “Pareces estar loca, pero mejor te llevaremos a nuestra reina. Ella sabrá qué hacer contigo”.

Así que la llevaron a la reina y le contó todo sobre el gran lago.

La rana reina dijo, “Eso es ridículo. No puede existir una charca mayor que ésta. Ja, ja, ja, tú y tu lago. Eso es imposible”. Pero la rana del lago continuó insistiendo hasta que finalmente ellas se enfadaron mucho y la trataron como impostora.

La reina dijo, “¿Quieres decir que tu lago es, ja, ja, ja, tan grande como esto? Entonces saltó una cuarta parte de la charca aterrizando sobre varias ranas esclavas, porque casi no había acceso al agua.

La rana del lago dijo, “Oh, es mucho más grande que eso”.

“¿Quieres decir que tu lago se atreve a ser así de grande?”, dijo la rana reina, y saltó la mitad de la charca.

La primera rana dijo, “No, es más grande que mil de tus pequeñas charcas”.

Entonces todas comenzaron a perseguirla para crucificarla y hacer todo lo que pudieran para acallar a aquella rana, porque era una amenaza para el bien público. Lo cierto era que en el lago había agua suficiente para todas aquellas ranas y muchas, muchas más.

Éste es el aprieto en que se encuentran los grandes maestros cuando vienen a este mundo. Vienen aquí viendo que esto es un charco de fango y su única idea es ayudar a la gente a estar en comunión con el Infinito. Los maestros comprenden que la gente, salida de la ignorancia, les atribuirá cualquier posible móvil erróneo por atreverse a decir la verdad. Con compasión, sabiendo que toda alma tiene que pasar por el mismo proceso, los maestros intentan enseñarnos el camino de la libertad. Si tienen que ser crucificados, lo aceptan y regresan para intentarlo otra vez.

Éste es el camino de los maestros. Tienen un amor infinito por las personas porque saben, en primer lugar, que ellos mismos lo recorrieron. En segundo lugar, saben que bajo nuestra ignorancia hay un germen potencial para despertar en la sabiduría. Ésta es su meta, ayudarnos a alcanzar ese despertar.

Si no existiera la ley del karma, la gente permanecería en su ignorancia para siempre. Es un trabajo duro eliminar todas nuestras ilusiones y encontrar finalmente el meollo de la realidad en nosotros mismos. La ley del karma tiene que ser como es, aunque a ti y a mí no siempre nos guste.

Yogananda lo ilustraba así: Cuando pones la mano en una estufa caliente, te quemas. La próxima vez lo sabrás. Pero si la estufa no causara dolor, dejarías la mano allí y le causarías a tu cuerpo mucho más daño.

Los dolores de este mundo están destinados únicamente a ayudarnos a comprender qué dirección tomar. Algunas veces insistimos en seguir nuestro camino y continuamos yendo en la dirección equivocada. el Maestro dijo una vez, “Stalin sufrirá durante 100.000 años por el karma que ha acumulado en esta vida".

Debi Mukerji, un discípulo de Yogananda, preguntó, “¿Sólo 100.000 años?".

El Maestro contestó, “¿Cuánto quieres?".

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El hombre desea que los demás sufran eternamente, pero Dios no desea eso. Él ama a todos. Ama a Stalin tanto como ama a Jesucristo o a Krishna, porque Él se ama a Sí mismo -la conciencia divina- en todo.

Pero tenemos que aprender algunas lecciones si tomamos el camino equivocado. Éste es un aspecto de la vida de un gran maestro que no es fácil entender, porque expresa amor divino, no humano. Su amor no es amor por nuestros cuerpos o nuestras personalidades, no para nuestra conveniencia terrenal. He visto a muchos discípulos tratando de que el maestro aprobara su ego, pero él no respondía a esa clase de energía. Cuando los discípulos lo miraban con ese deseo, le he visto mirar hacia atrás tranquilamente como si fuera su ser superior quien les mirara.

Al ego le asusta el poder del Amor Divino

Hay un aspecto del amor divino que asusta francamente al ego. Como dice el santo que levita en la Autobiografía de un yogui, “mi norma de no estar disponible no es por mi bien, sino por el de los demás”.

A la gente le resulta incómodo estar cerca de un maestro porque su percepción allana sus egos. No es cómodo estar junto a alguien que puede descubrir instantáneamente tu juego. En los primeros años del trabajo del Maestro en Monte Washington, aquello era como un hotel, la gente se registraba y se marchaba continuamente. Pensarás, “¡Caramba!, con ese gran maestro, todos querrían estar allí y disfrutarlo”. Pero muchos no se quedaban porque no era fácil cuando él comenzaba dándoles, no leche y miel, sino vinagre. Era muy franco, amable en un sentido, pero muy duro en otros.

El poderoso amor divino no es únicamente un sentimiento dulce. Cuando yo miraba a los ojos del Maestro y sentía ese amor, las lágrimas me resbalaban por las mejillas, porque era tan conmovedor, tan inspirador, tan tranquilizador darse cuenta de que eso era yo. Ese mismo amor podía regañar, pero nunca lo hacía con cólera.

Hay una historia encantadora en El Sendero en la cual Jean Haupt estaba sentado en el extremo de una habitación y una discípula en el otro. El Maestro reñía a la discípula gritando, yendo y viniendo a grandes zancadas por la habitación. Se hubiera dicho que estaba furioso con ella, pero era como un padre intentando reñir a su hija para inculcarle una lección. Cada vez que el Maestro daba la espalda a la discípula, miraba a Jean guiñándole un ojo y sonriendo, cuando daba la espalda a Jean, gritaba. Pero nunca estaba enfadado -en él no existía el enfado.

Este poder es un aspecto del amor divino que deseo que entiendas, porque es algo con lo que debes vivir ahora. No creas que si Dios te pone pruebas y dificultades no te ama. Lo cierto es que cuanto más te ama, con más prontitud te pondrá a prueba para liberarte del sufrimiento eterno.

Agradece todo cuanto Él te de. No pienses, “Oh, Dios, ¿por qué me haces esto?”. Sabes porqué. Él quiere sacarte de este océano de miseria y a través del poder del amor divino, romper para siempre las cadenas que te mantienen en la ilusión.

Cuando la gente lee la Autobiografía de un Yogui, a veces piensa en el Maestro como un ser sólo dulzura y el poder de su personalidad no es siempre comprendido. Por eso siempre es un golpe para la gente oír una grabación de su voz por primera vez. Su voz era muy potente, como sabes si le has oído decir, “Yo, Paramhansa Yogananda, estoy cantando para ti”. Incluso aunque en ciertos momentos su forma de hablar derretía

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tu oído de dulzura, detrás de esa voz podías oír tal poder y gozo, que era una inspiración escucharle. No encuentro palabras para compartir esta inspiración contigo, porque realmente era el tono de su voz el que expresaba ese poder.

Con todo, no debemos pensar obsesivamente en el tiempo en que vivió entre nosotros como si fuera su única realidad. No pienses, “Oh, qué maravilloso fue entonces”, recuerda que él vive ahora. Hay una bella historia que le ocurrió hace pocos años a la madre de una residente en Ananda mientras visitaba a su hija. Paseaba por una de las praderas de la comunidad y tuvo una visión de Yogananda. Él habló con ella durante mucho tiempo y contestó a muchas preguntas que ella le planteó. (Esto tuvo lugar en español porque ella hablaba muy poco inglés). Al final ella le preguntó, ¿Vienes aquí a menudo?”.

Yogananda le respondió, “Estoy siempre aquí”. Durante varias horas después de esta experiencia, estuvo en un estado de profunda iluminación y no podía hablar.

Él está siempre aquí. Puedes sentir su presencia en esta habitación, mientras sabes al mismo tiempo que es omnipresente. No está más en un lugar que en otro, aunque existan ciertos focos de esta energía divina.

En una ocasión nos dijo, “He meditado en cada rincón de Mt. Washington”. Cuando fuimos al Lago Shrine la primera vez, quiso que nos pusiéramos los bañadores y nos metiéramos en el agua. Entonces dijo, “Estoy enviando la luz divina a este agua. Desde ahora ésta es agua sagrada”.

Tú también eres un foco de su presencia. ¿Qué mayor manifestación de la divinidad puede haber que un ser humano? En una ocasión el Maestro le dijo al doctor Lewis que cuando un alma se libera, también su familia se libera siete generaciones hacia atrás y hacia delante. Aclaró esto diciendo que no se liberan completamente, pero que su evolución se acelera enormemente de forma que alcanzan un plano de conciencia elevado después de la muerte. Entonces el doctor Lewis le preguntó al Maestro, “¿Y los discípulos?”.

El Maestro contestó, “Oh, ellos están antes”. Así que ya ves, es lo mismo -siete generaciones de discípulos se liberan, también. Quienes somos sus discípulos directos constituimos la primera generación y todos vosotros sois la siguiente. Realmente esto se extiende a mucho más que siete generaciones de discípulos. El poder de Buda vive en los budistas de hoy, del mismo modo que el poder de Jesús está vivo en los cristianos de hoy.

Los Maestros son intransigentes con nuestro bienestar Hay aspectos, incluso en la vida de una encarnación del amor divino como

Yogananda, que son difíciles de comprender porque fueron desafiantes y absolutamente inflexibles. Jean Haupt, un discípulo directo, contaba una historia que había oído sobre un hombre que quería ser aceptado como discípulo. El Maestro dijo que ese hombre había estado con Sri Yukteswar y se había reencarnado, pero que él no le permitiría unírsele. Jean me contó que finalmente este hombre le suplicó al Maestro de manera conmovedora, pero aun así él dijo con dureza, “Rotundamente no. Nunca”. Uno no hubiera esperado eso, ¿verdad?

Recuerdo en la Autobiografía de un Yogui la historia del hombre que quería unirse al grupo de Babaji, pero él le dijo que no estaba kármicamente preparado. En su desesperación el hombre afirmó que saltaría al precipicio si no le aceptaba y Babaji dijo

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indiferente, “Entonces salta”. Su compromiso total, mostrado al saltar al precipicio, le purificó lo suficiente para que Babaji le devolviera a la vida y lo incluyera en su grupo. Pero ¿y si no lo hubiera hecho? ¿Dirías entonces que Babaji había sido cruel? En este ejemplo vemos que el amor era la razón que estaba tras la disciplina. ¿Y si esta razón quedara oculta por el hecho de que este hombre todavía no estaba preparado, ni siquiera después de hacer ese sacrificio? ¿Hubieras dicho entonces, “Oh, qué maestro más cruel?”. En absoluto.

Siempre que un maestro parece castigar a alguien, le retira el amor con el propósito final de liberar a esa persona.

Es como la historia del gran yogui tibetano Milarepa, que pasó por grandes pruebas y sufrimientos ocho veces antes de purificarse lo suficiente para recibir de su gurú la iniciación. ¿Y si hubiera renunciado después de seis periodos de pruebas? Hubiera tenido que regresar y hacerlo de nuevo. Entonces la gente hubiera dicho, “¡Que gurú tan cruel que permite que esto suceda! Pero debemos comprender que nunca hay crueldad en el amor divino. Hay poder y este poder permanece contigo y te cambia para siempre.

La hermana Gyanamata contaba la historia de un gurú que castigaba a sus discípulos arrojándoles ladrillos. Ellos huían como patos ante un cazador. Uno de los discípulos, sin embargo, recogió un ladrillo con gran devoción y se lo llevó a casa, porque sintió que era una bendición. “Mi gurú eligió este modo de tratarme”, pensó, “y lo que me ha dado tiene que ser un signo de su gracia”. Cuando llegó a casa se encontró con que el ladrillo se había convertido en oro.

Éste es un ejemplo de cómo es el camino espiritual. No creas que el Maestro expresa su amor por ti especialmente cuando te da cosas agradables, lo que hace también. Aprecia casi más el hecho de que se tome contigo la molestia de darte experiencias difíciles, porque son ellas, después de todo, las que te ayudarán a crecer.

Si quieres llegar a ser libre en esta vida, se un guerrero. No seas un mendigo agarrándose por un miserable céntimo a las puertas del cielo. Cuando un Maestro viene a este mundo, todo lo que da es una bendición.

En una ocasión hubo una persona a quien el Maestro dio amor divino y esta persona se volvió contra él. Me comentó, “Cuando te opones al amor divino, te crucificas a ti mismo”. Dijo que aquel hombre se había crucificado a si mismo por esa acción y tendría que pasar por grandes sufrimientos. El Maestro no deseaba que le sobreviniera tal sufrimiento, sin embargo a través de ese sufrimiento se le daría una lección a un nivel mucho más profundo.

Hubo una persona que golpeó al Maestro públicamente y cuya mano quedó, tras esto, paralizada durante seis meses. ¿Dijo el Maestro, “Te lanzo mi rayo”? En absoluto. Es que cuando actúas en contra de ese amor, actúas en contra de la ley divina. Es como un cable que no está aislado, si lo tocas te dará una descarga. Si hieres a un santo, recibirás de forma natural una descarga mayor. La mano de esa persona se paralizó, pero eso también fue una bendición.

Cuando consigues ese poder de Dios, aunque te hiera o destruya tu cuerpo, es un poder divino. Se hundirá en tu alma y te traerá bendiciones que de otra forma te costaría muchas encarnaciones alcanzar.

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Ten fe en el poder y la presencia constante del Amor Divino Cuando un Maestro nace en este mundo, derrama gran poder y amor, no sólo

dulzura. En ese amor se encuentra el poder de liberar, de destruir la ilusión, de elevarte hasta la verdad única de la que eres una manifestación, vivas como vivas. Para comprender a través de cuántas vidas debes pasar antes de llegar siquiera a pensar en Dios, todo lo que tienes que hacer es caminar arriba y abajo por la calle y tratar con las personas cuyas mentes no han pensado ni por asomo en ello. No sabrán de qué estás hablando. Tener un contacto real con el amor divino, ser bendecido por ese poder aunque te hiera temporalmente, te bendecirá mas de lo que puedes imaginar. Ten fe en esta verdad.

No estoy tratando de dogmatizar. Simplemente estoy diciendo, “Por sus obras los conoceréis”.

Fíjate en la vida de los santos. Verás que de todas las personas que han encontrado a Dios, ninguna ha dicho, “Qué estafa”.

No lo hacen. Todas ellas dicen, “Todo cuanto soportamos mereció la pena”.

Hay una historia encantadora sobre Teresa de Ávila, que al Maestro le gustaba contar. Aunque ella soportó muchos sufrimientos físicos, sirvió incesantemente a Dios. Incluso al final de su vida todavía estaba dedicada a servir a Cristo fundando nuevos monasterios y conventos. Un día al final de su vida, cuando era ya bastante vieja y casi no podía caminar, la llevaban en una litera a fundar un nuevo convento.

Llegaron a un arroyo que se había desbordado e intentando vadearlo el caballo la hizo resbalar y la arrastró. fue arrastrada hasta una zona de aguas turbulentas quedando casi ahogada. De pronto se encontró a sí misma en la orilla opuesta exhausta y empapada. Jesús se le apareció y le dijo con inmenso amor, “No te preocupes, Teresa. Así es como trato a mis amigos”.

Teresa, siempre ocurrente, replicó, “¡Ay, Señor!, por eso tienes tan pocos”. Así que debemos fortalecernos.

Hemos hablado de dos aspectos del amor divino de los cuales el Maestro fue una encarnación. El primero es el poder y la rectitud de ese amor, todo cuanto ocurra es siempre lo mejor para nosotros. El otro es la presencia constante de ese amor. No es algo que se haya expresado sólo hace mucho tiempo. Es algo que puedes llevar contigo ahora. Lo que necesitas es hacerla más y más dinámica en tu conciencia presente. No pienses, “Oh, qué afortunadas fueron las personas que vivieron con él”.

En los años de construcción de Ananda, nunca dije, “Yo viví con él. ¿No crees que debería saberlo?”. Yo viví con él y debería saberlo, pero no quiero llevar las cosas a ese plano. Eres tú quien debe reconocer la verdad dentro de ti mismo. Si no lo haces, ¿qué importa lo que yo diga? Intento apelar a aquello que dentro de ti reconozca esto. Así es como enseñó el Maestro y es como debemos vivir.

No pienses en término de entonces, vive con el pensamiento de que él está viviendo contigo ahora. Está en esta habitación, y por encima de todo, está en tu corazón.

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Preguntas y Respuestas Pregunta: ¿Puede ser transmitida la gracia del gurú por sus discípulos después de

su muerte? Kriyananda: Solía creer que mi deuda como discípulo de un gran maestro era

atraer gente a él, pero una vez hecho esto, no “entrometerme” en el flujo de su gracia. (En nombre de la devoción, como ves, practicaba una especie de irresponsabilidad espiritual). Más tarde vi que había asuntos en los cuales los nuevos discípulos podían recibir ayuda de mi experiencia en el sendero. Yo raramente, o nunca, ofrecía sugerencias o consejos, pero cuando la gente venía a mí pidiendo ayuda, les decía lo que podía, siempre tímidamente, casi con temor, considerando mis palabras como una intrusión.

Con el tiempo llegué a comprender que la deuda de todo discípulo es ser constantemente un canal de la gracia de su gurú. Me di cuenta, también, de que el flujo de esa gracia depende, no de actos externos de conversión o de consejos intelectuales, sino de un sentido interior de la presencia divina. El grado en que una persona puede mantener y compartir esa sensación de la presencia viva de su gurú, determina su preparación para el papel del discipulado.

Por eso actuando como canales de la divinidad ella nos bendice también. Ésta es la verdadera esencia del karma yoga, el sendero de la acción correcta, del cumplimiento del deber.

El Maestro me dijo una vez que uno debe liberar al menos a otras seis personas antes de ser completamente liberado de todas las ataduras del karma. Cuando su discípula más avanzada, la Hermana Gyanamata, murió, nos comentó a algunos de nosotros que había alcanzado la liberación final. Al decir esto una pregunta cruzó mi mente, “¿Cómo puede haberse liberado si no tenía discípulos?”. El Maestro, leyendo mis pensamientos, dijo, “Ella tenía discípulos”.

Contestó, como ves, poniendo de relieve la verdad de lo que estoy diciendo, que todos debemos ser instrumentos espontáneos de las bendiciones de Dios y del gurú.

Además, los discípulos que alcanzan la Autorrealización, merecerán ser llamados gurús de acuerdo con lo que el Maestro dijo de la Hermana Gyanamata. Pero mientras que él era el gurú de todo el movimiento que Dios fundó por su mediación, ellos serán gurús sólo de grupos limitados de estudiantes, para los cuales él seguirá siendo siempre el gurú supremo.

Así es como se entienden estos temas unánimemente en la India. Pero en ese país muchas personas han llevado las cosas demasiado lejos. Cuando un gran avatar o encarnación divina, nace en este mundo, viene con extraordinario poder para iluminar a otros. Raramente pueden, ni siquiera los discípulos iluminados, acercarse a él en esta capacidad. Pero en la India, cuando un gran maestro muere, a menudo es ignorado en favor de sus discípulos vivos, quienes de hecho no pueden reflejar ni una mínima parte de su gloria. Debería ser más adecuado para ellos ser considerados siempre tan sólo sus instrumentos. Porque de hecho él actúa a través de ellos. La perfección con que lo haga depende de su grado de sintonía interior, pues un gran maestro puede hacer al menos milagros menores incluso a través de discípulos poco importantes pero fieles.

El Maestro dijo que muchos encontrarían a Dios, serían atraídos a él, después de que dejara este mundo. Él vive ahora y actúa con diversos grados de poder a través de aquellos que están en sintonía con él, del mismo modo que bendice a todos los que apelan a él directamente.

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Oración del Discipulado Padre  Celestial,  Madre  Divina,  querido  Amigo  Dios,  Jesucristo,  Babaji‐

Krishna, Lahiri Mahasaya, Swami Sri Yukteswar, Paramhansa Yogananda, me inclino ante vosotros. 

Divina Madre, vengo ante Ti hoy, habiendo buscado durante mucho tiempo Tu luz eterna, habiendo reflexionado durante mucho tiempo sobre las verdades eternas,  siguiendo  durante  años  el  sinuoso  camino  que  conduce  a  Ti.  He caminado  con mi propia  fuerza, muy pocas veces  con  la Tuya. He  caminado pensando  “Quiero  esto de  la  vida,  estas  respuestas,  esta  guía,  este  camino  o aquél”.  

Pero he visto que  tan pronto como hacía  reclamaciones a  la vida, ésta me esquivaba. Tan pronto como abusaba de Tu voluntad, ella  se apartaba de mí. Demasiado tiempo Madre, te he buscado solo para mi, no con la ayuda de Tu amor. Ahora sé que si Tú no  infundes en mi Tu fortaleza, uniéndola a  la mía, nunca Te encontraré. Tuyo es el poder, la gracia y la gloria infinitas. 

Con  amorosa  fe  te  busco  ahora  a  través  del  rayo  de  Tu  luz  que me  has ofrecido. Ascenderé a Ti no sólo con mi poder, sino con el poder de Tu amor infinito. Yo soy Tuyo, Madre, sé Tú eternamente mía 

Voto del Discipulado Me  ofrezco  en  servicio  y  devoción  a  Tu  causa,  y  al  rayo  de  luz  divina 

representado  por  Tus  canales,  Jesucristo,  Babaji‐Krishna,  Lahiri  Mahasaya, Swami Sri Yukteswar y Paramhansa Yogananda. Acéptame en esta  familia de Auto‐realización  y  hazme  también,  a  través  de  ellos,  instrumento  de  Tus bendiciones. Para que así, al igual que yo recibo, otros sean también bendecidos al recibir. 

Uniré mis energías a las de mis “gurubhais”, mi familia espiritual en la tierra. 

Cooperaré con ellos, y especialmente con los representantes y guías vivos de mi línea divina de gurús. 

Disciplíname,  guíame,  purifícame.  Enséñame  a  sintonizarme  con  Tu  rayo hasta que, a través de la meditación diaria, el servicio y la devoción, mi alma se una finalmente con Tu Espíritu Infinito. 

Si tienes alguna pregunta no dudes en ponerte en contacto con nosotros.

Teléfono: 1-530-478-7569 E-mail: [email protected]

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