cuerpo, movimiento y cognición humana

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López A. Kinesiología (2020) 39(2): 116-125 116 López A. Kinesiología (2020) 39(2): 116-125 Kinesiología ISSN: 0716-4173 ARTÍCULO ESPECIAL Cuerpo, Movimiento y Cognición Humana. Antonio López Suárez Resumen El objetivo de este escrito es analizar la interdependencia entre los fenómenos del cuerpo, movimiento y cognición en el comportamiento humano. Se exponen argumentos que defienden el rol constitutivo del cuerpo y movimiento en la implementación de procesos cognitivos. Aplicando conceptos y tesis del enfoque enactivo de la cognición corporeizada, se describe el cuerpo físico y el cuerpo vivido como un aspecto dual del ser humano. En tal marco, se construyen conexiones con el movimiento como acción intencional en tanto fenómeno básico en la emergencia de la cognición. Asimismo, destaco el rol clave del cuerpo en acción en modalidades de cognición como la percepción activa en la interacción cuerpo-ambiente y la cognición social basada en la coordinación de cuerpos intersubjetivos. Finalmente, se transfieren teorías del enfoque enactivo a la práctica en escenarios educativos, la ejecución experta de ciertas habilidades y a procesos propios de la ontogenia durante el desarrollo infantil. Palabras claves: cuerpo, movimiento, cognición, kinesiología Introducción El cuerpo humano es la mejor imagen del alma humana. Ludwig Wittgenstein Con el devenir del conocimiento y las aproximaciones inter y transdisciplinarias de los enfoques de investigación e interpretación, el core de la Kinesiología, esto es, el estudio del movimiento humano y sus aplicaciones, avanza por caminos que se ensanchan y divergen. En la práctica, no es salud el único foco de transferencia de conocimientos kinesiológicos. Actualmente interesa cubrir brechas y espacios de aplicación con potencial de mejora de acciones y tecnologías útiles para aportar al desarrollo social en distintos ámbitos. A la interrogante tradicional de cómo el movimiento humano contribuye a optimizar estados de salud, funcionalidad y bienestar de las personas, surgen otras como estas: ¿cómo el movimiento corporal potencia la cognición humana? o ¿en qué consiste la relación de dependencia entre cuerpo, movimiento y cognición? E incluso más radical, ¿son los procesos cognitivos constituidos por fenómenos asociados al cuerpo y el movimiento? o más bien, ¿debemos asumir identidad entre cognición y proceso cerebral? En virtud de la herencia cartesiana que nos autodefine con un sesgo racionalista - el homo sapiens como marca distintiva de la especie humana - la creencia hegemónica ha sido que el cerebro es para pensar y una condición necesaria del buen pensar es tener óptimas capacidades de procesamiento de información a nivel cerebral 1,2 . Sin embargo, actualmente en neurociencia, ciencia cognitiva, psicología ecológica y filosofía de la mente, entre otras disciplinas, existen posturas que sostienen algo enteramente distinto 3,4,5,6,7,8 . A saber, el cerebro existe porque nos movemos y si nos movemos, es porque tenemos un cuerpo. En términos evolutivos, Malafouris expresa que “la principal razón de por qué tenemos un cerebro es para movernos, actuar, no para entretener estados mentales como creencias o deseos” 9 . Así, el cuerpo en acción es la base de la cognición y, en tal medida, del pensamiento. Este escrito adopta este enfoque para indagar en la relación constitutiva entre cuerpo, movimiento y cognición. Para ello usaré herramientas conceptuales de la cognición corporeizada de orientación enactiva. Si bien éstas no implican un paradigma unificado, subrayan el rol del cuerpo, la acción e interacción en la explicación

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López A. Kinesiología (2020) 39(2): 116-125 116

López A. Kinesiología (2020) 39(2): 116-125 Kinesiología ISSN: 0716-4173

ARTÍCULO ESPECIAL

Cuerpo, Movimiento y Cognición Humana.

Antonio López Suárez Resumen El objetivo de este escrito es analizar la interdependencia entre los fenómenos del cuerpo, movimiento y cognición en el comportamiento humano. Se exponen argumentos que defienden el rol constitutivo del cuerpo y movimiento en la implementación de procesos cognitivos. Aplicando conceptos y tesis del enfoque enactivo de la cognición corporeizada, se describe el cuerpo físico y el cuerpo vivido como un aspecto dual del ser humano. En tal marco, se construyen conexiones con el movimiento como acción intencional en tanto fenómeno básico en la emergencia de la cognición. Asimismo, destaco el rol clave del cuerpo en acción en modalidades de cognición como la percepción activa en la interacción cuerpo-ambiente y la cognición social basada en la coordinación de cuerpos intersubjetivos. Finalmente, se transfieren teorías del enfoque enactivo a la práctica en escenarios educativos, la ejecución experta de ciertas habilidades y a procesos propios de la ontogenia durante el desarrollo infantil. Palabras claves: cuerpo, movimiento, cognición, kinesiología

Introducción El cuerpo humano es la mejor imagen del alma humana.

Ludwig Wittgenstein Con el devenir del conocimiento y las

aproximaciones inter y transdisciplinarias de los enfoques de investigación e interpretación, el core de la Kinesiología, esto es, el estudio del movimiento humano y sus aplicaciones, avanza por caminos que se ensanchan y divergen. En la práctica, no es salud el único foco de transferencia de conocimientos kinesiológicos. Actualmente interesa cubrir brechas y espacios de aplicación con potencial de mejora de acciones y tecnologías útiles para aportar al desarrollo social en distintos ámbitos.

A la interrogante tradicional de cómo el movimiento humano contribuye a optimizar estados de salud, funcionalidad y bienestar de las personas, surgen otras como estas: ¿cómo el movimiento corporal potencia la cognición humana? o ¿en qué consiste la relación de dependencia entre cuerpo, movimiento y cognición? E incluso más radical, ¿son los procesos cognitivos constituidos por fenómenos asociados al cuerpo y el movimiento? o

más bien, ¿debemos asumir identidad entre cognición y proceso cerebral?

En virtud de la herencia cartesiana que nos autodefine con un sesgo racionalista - el homo sapiens como marca distintiva de la especie humana - la creencia hegemónica ha sido que el cerebro es para pensar y una condición necesaria del buen pensar es tener óptimas capacidades de procesamiento de información a nivel cerebral1,2. Sin embargo, actualmente en neurociencia, ciencia cognitiva, psicología ecológica y filosofía de la mente, entre otras disciplinas, existen posturas que sostienen algo enteramente distinto3,4,5,6,7,8. A saber, el cerebro existe porque nos movemos y si nos movemos, es porque tenemos un cuerpo. En términos evolutivos, Malafouris expresa que “la principal razón de por qué tenemos un cerebro es para movernos, actuar, no para entretener estados mentales como creencias o deseos”9. Así, el cuerpo en acción es la base de la cognición y, en tal medida, del pensamiento. Este escrito adopta este enfoque para indagar en la relación constitutiva entre cuerpo, movimiento y cognición. Para ello usaré herramientas conceptuales de la cognición corporeizada de orientación enactiva. Si bien éstas no implican un paradigma unificado, subrayan el rol del cuerpo, la acción e interacción en la explicación

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de los procesos cognitivos inmersos en comportamientos humanos anidados en la relación organismo-ambiente5.

Según lo anterior, el objetivo de este trabajo es analizar la interdependencia entre los fenómenos del cuerpo, movimiento y cognición en la estructuración del comportamiento humano. Esto se abordará mediante la descripción de tesis y argumentos acerca del rol constitutivo del cuerpo y movimiento para implementar procesos cognitivos.

Cuerpo

Como disciplina de estudio y área de acción profesional la kinesiología tiene un vínculo estrecho con el cuerpo humano. Desde el punto de vista curricular, es foco de indagación académica y transferencia de conocimientos en múltiples áreas del saber. Al respecto, históricamente ha prevalecido un enfoque biofísico como herencia de la aproximación empírico-analítica de la comprensión del cuerpo objeto, una visión que epistémicamente lo sitúa en la categoría de máquina2. Este sesgo conlleva un estándar implícito, con limitada discusión sistemática en círculos académicos. La reflexión crítica acerca de las motivaciones y consecuencias de este paradigma es marginal, con escasa presencia en proyectos de investigación, encuentros de perfeccionamiento o en diseños curriculares de formación profesional.

Si bien la noción de cuerpo tiene rasgos identitarios para la kinesiología, con excepciones, sorprende la poca visibilidad de teorías que ofrecen una plataforma conceptual para organizar descripciones y explicaciones de fenómenos relativos al cuerpo humano. El caso no es ausencia de teorías o de filósofos interesados en este tópico. Más bien se describe e investiga el cuerpo con una especie de telón de fondo reconocible y aceptado. Nótese, además, que el cuerpo es foco privilegiado de evaluación diagnóstica e intervención destinadas a recuperar capacidades, habilidades y desempeños dependientes del movimiento corporal. Como lo expresan Nicholls y Gibson.

“El cuerpo, así parece, ha asumido una ´obviedad` histórica para los fisioterapistas, quienes parecen practicar algo distraídos, inconscientes de la complejidad teórica del cuerpo. La fisioterapia mantiene una relación paradójica con el cuerpo, puesto que el cuerpo es ubicuo en la práctica, pero en ninguna teoría”10.

Para aportar a cubrir esta brecha, haré uso de distinciones acerca del cuerpo humano provenientes de la fenomenología, filosofía antropológica y ciencia cognitiva (ver Tabla para definiciones). Todo esto en un esquema sintético para abordar específicamente la relación entre cuerpo, movimiento y cognición. El fin es revelar conexiones sedimentadas en enfoques teóricos que enfatizan el íntimo entrelazamiento entre estos fenómenos del comportamiento humano.

Tabla 1. Definiciones

Cuerpo vivido

El filósofo alemán Edmund Husserl describió el cuerpo humano según dos sentidos interdependien tes: i. Körper, como una cosa física; dimensión que exploran las ciencias naturales, en la cual el observador-científico se autodefine neutro (perspectiva en tercera persona) y ii. Lieb, como sujeto de percepción, el cuerpo vivido a través del cual sentimos, actuamos e interactuamos con otros (perspectiva en primera persona)11. En tal marco, el cuerpo es concebido como eje constitutivo de la experiencia pues habitamos el mundo en y a través del cuerpo12. Asimismo, para Zahavi13 el cuerpo otorga una perspectiva particular acerca del medio físico y social que nos rodea; así, según Husserl:

“…todas las cosas del mundo circundante poseen una orientación para el Cuerpo […]. Lo ´lejano` es lejos de mi, desde mi Cuerpo; lo ´a la derecha`refiere al lado derecho de mi cuerpo, esto es, a mi mano derecha”13.

Por su parte, Merleau-Ponty14 hizo contribuciones sustantivas a la comprensión del cuerpo al identificar su centralidad en la agencia, intencionalidad y percepción humana (Nota 1). De

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distintas formas, su legado enfatiza la descripción de la corporeidad en directa relación con el mundo. En palabras de Merleau-Ponty, “el sujeto que soy, entendido concretamente, es inseparable de este particular cuerpo y de este particular mundo”14, entendiendo lo externo como un paisaje de posibilidades para actuar. En tal sentido, estar situado en el ambiente no es mera ubicación espacial; es “estar en relación con circunstancias que son corporalmente significativas”12. Para esto el ser humano despliega habilidades y hábitos que le permiten fluir en la integración cuerpo-ambiente.

En tanto cuerpo subjetivo, Merleau-Ponty elabora el concepto de “esquema corporal” (Nota 2) para describir la habilidad de conocimiento directo de nuestra experiencia corporal en constante disposición para actuar11,15. Así, el cuerpo vivido se abre a la interacción cuerpo-ambiente por medio del esquema corporal instituido como espacio existencial. Actúa como medio entre la acción o movimiento intencional en curso y el cuerpo habituado a posibilidades prácticas de interacción según habilidades adquiridas o un saber hacer15.

La apertura corporal al mundo implica procesos de auto-individuación que garantizan condiciones de viabilidad interna e identidad. Esto es sustentado por la propiedad de autonomía, cuyo origen son procesos de auto-organización en acoplamiento a variables externas en un dominio relacional8,16. Sin embargo, los cuerpos existen en condiciones de estabilidad dinámica y sometidos a múltiples tensiones que definen su estado de precariedad (nota 3).

Por otra parte, el cuerpo estándar no es suficiente para explicar la integración al mundo físico y social. De hecho, un cuerpo disfuncional, dañado o mutilado eventualmente interfiere en el acoplamiento cuerpo-ambiente; pero esto no es condición sine qua non. Según capacidades de adaptación, sinergias corporales e intercorporales o re-organización de interacciones socioculturales, es posible acualizar el balance perturbado17. Es el caso de personas con restricciones físicas permanentes que pese a limitaciones funcionales o barreras contextuales logran implementar patrones de comportamiento acorde a sus motivaciones y expectativas. Luego, delimitar condiciones de salud y bienestar según etiquetas basadas en entidades patológicas no hace justicia a la complejidad inscrita en la relación cuerpo-ambiente, toda vez que dicha interacción es mediada por una historia biológica y sociocultural, orgánica y ambiental, normativa y experiencial17.

Cuerpos intersubjetivos

Desde el nacimiento, la exploración del mundo está cimentada en experiencias intercorporales en el seno de la relación infante-adulto. Los recursos desplegados son interactivos y todos instanciados corporalmente: miradas, gestos, entonaciones de voz, posturas o movimientos corporales, acoplados dinámicamente y en sintonía afectiva3.

Este tipo de interacción configura un sistema relacional autónomo, de mutualidad pre-reflexiva, sustentado en procesos sensoriomotores y afectivos que conectan cuerpos vividos. Según los postulados de Merleau-Ponty, en la intercorporalidad los cuerpos co-existen y actúan sincronizando posturas, movimientos y gestos4,14,18. Es una espacio de resonancia intercorporal19, enriquecido en términos de comunicación no verbal, que si bien es primaria, tiene continuidad ontogenética como soporte esencial de la intersubjetividad, el desarrollo socioafectivo y el aprendizaje cultural3.

Transferido a la interacción social, estos encuentros intercorporales no implican perfecta sincronización entre los agentes; más bien es un proceso on-line, un continum de coordinación corporal y emocional.12,19,20 En palabras de Tewes et al.“una dinámica completa emerge a través de interacciones corporales y resonancia intercorporal”21.

Así, la intersubjetividad es conducida por la “coordinación de actividades intencionales en y a través de la interacción”22, de tal forma que los participantes construyen significados en encuentros corporizados. Es un modo de interacción yo-tú o modo nosotros23,24. Notemos que el paradigma tradicional falla en reconocer la influencia recíproca de agentes insertos en una relación interpersonal, asumida en propiedad por una aproximación interactiva de la cognición social22 (más detalle en sección Movimiento Corporal y Cognición Social).

Movimiento. Cuerpo en Acción

El movimiento humano es objeto privilegiado de estudio en kinesiología, con múltiples enfoques paradigmáticos que modelan su exploración25. Para nuestro propósito, en este apartado el movimiento se abordará como acción humana, destacando su base fenoménica como experiencia corporizada. Con esto se hace fructífera la estrategia basada en herramientas conceptuales de ciencias cognitivas y

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fenomenología en pos de iluminar los vínculos con la cognición.

Existen expresiones de movimiento corporal discernibles según su base fenomenológica y mecanismos internos. Los reflejos son movimientos gatillados por conexiones directas entre redes neurales y efectores. Si alguien recibe un golpe en un tendón y abruptamente se mueve su extremidad, la persona no dice: quise mover la pierna. Lo puede observar, pero ese reflejo en principio está fuera de su control . Una clase distinta de movimientos son aquellos en los que opera la intención12. Luego, diremos que los movimientos intencionales forman parte de acciones que expresan la intención de un agente. Un reflejo que libera un movimiento aislado no es una acción; el agente puede incluso desconocer su ocurrencia. Pero si el mismo movimiento, con similar trayectoria cinemática, surge desde la intención del agente, entonces adquiere la categoría de acción.

Un movimiento intencional enmarcado en una acción puede ser explicado como acto en un cuerpo vivido12. No basta con describir intrincados mecanismos neuromecánicos; es necesario aproximarse a la experiencia del agente en interacción cuerpo-ambiente. Ahora bien, esto no implica tener razones para ejecutar una acción (como si fuese necesario deliberar antes de actuar). En la práctica, muchas acciones cotidianas son parte de hábitos cuya organización motora se arraiga en patrones de comportamiento de orden sub-personal12,26,27. Si enciendo el televisor, dicha intencionalidad pulsa hacia el sentarme, como un fluir en la acción anclada al hábito de mirar televisión sentado. Inscritas en historias de interacción, estos esquemas vuelven familiares acciones consolidadas en hábitos. En casos de consecuencias negativas (como las adicciones), pueden desencadenar desbalances en el cuerpo objeto y vivido que demanda al agente algún tipo de ajuste o acomodación26.

En suma, en la relación cuerpo y acción debemos integrar intención, afectos y contingencias sensoriomotoras.28 En la interdependencia de estos tres componentes el agente sustenta la interacción con el ambiente. De esta conexión íntima, corporizada y embebida en un espacio socio-material, surge lo que llamamos conocer el mundo o cognición. En la siguiente sección se delinea una articulación entre cuerpo, movimiento y cognición, correspondiente al propósito primario de este escrito.

Cuerpo, movimiento y cognición En la segunda mitad del siglo XX, sin

contrapeso, el paradigma dominante en ciencias cognitivas fue el cognitivismo-computacionalista.1,2 En este enfoque, la tarea esencial de la cognición es representar objetivamente el mundo de manera análoga al funcionamiento de un computador. El sistema operativo estaría inserto en un hardware auto-configurable equivalente al cerebro (Nota 4). Implicancias del modelo computacional es que la representación interna del mundo es una operación independiente de la acción del sujeto, salvo por los mecanismos neurales1,2,29. En breve, esta teoría identifica los sistemas cognitivos con sistemas computacionales cuyas operaciones se realizan en base a estructuras simbólicas, a saber, el lenguaje del pensamiento, o sub-simbólicas, como es la activación de redes neuronales1,5.

En este esquema de cognición, el cuerpo y las acciones derivadas cumplen un rol secundario; son fuente y canales de información que deben ser procesados intra-cranealmente4,29. El comando central es neurocéntrico, por tanto la unidad de análisis está únicamente en el cerebro humano.

Si bien autores como Maurice Merleau-Ponty (Nota 5), James Gibson y Hubert Dreyfus, entre otros, relevaron el cuerpo y la acción en los procesos cognitivos, fue el chileno Francisco Varela y su equipo quienes inauguran un paradigma revolucionario en ciencias cognitivas, conocido genéricamente como Cognición Corporeizada.8 En la versión enactiva, existen premisas que subrayan el rol de cuerpo en acción. Así, según Gallagher4: i. La cognición emerge desde procesos distribuidos en el espacio cerebro-cuerpo-ambiente (Figura 1) y ii. La percepción y cognición están orientados a la acción, con esquemas sensoriomotores y afectivos que sostienen el acoplamiento al ambiente sociomaterial. La percepción activa como cognición.

Retomando el enfoque fenomenológico, para Marleau-Ponty15 la percepción es el modo primario de interacción con el mundo. Así, la actividad de los órganos sensoriales gatillan estados corporales y no estados mentales (en términos de creencias, emociones o deseos). Por esta razón, argumenta que la orientación hacia objetos o eventos externos es antes que todo una intencionalidad motora, corporal (nota 6). Esta idea se alinea con la premisa de que la percepción es activa (Nota 7). Percibir no es reducible a la captura de información por órganos

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especializados que envían datos a centros de procesamiento cerebral para elaborar un modelo interno del mundo. Más bien es un proceso activo, sensoriomotor, en un ciclo percepción-acción que conecta el ser vivo directamente con un medio sociomaterial. En pocas palabras, percibimos según lo que hacemos; en la acción y para la interacción4,7.

En una vena similar, Helmuth Plessner30

(anticipando postulados de Merleau-Ponty) expresó lo siguiente:

“…[Yo] percibo los movimientos corporales de otra persona como interpretable y significativo, si es que de hecho la entiendo o no. Yo no enfrento un mero cuerpo (körper) cuyos movimientos específicos puedo registrar, sino más bien un cuerpo vivo animado (Leib)”30.

En esta visión, la percepción es un item primario de la cognición, dependiente del cuerpo en movimiento y que nos otorga acceso al mundo. No hay un punto de inicio o de término (salvo en estado de muerte), se trata de una continuidad de procesos de acoplamiento cuerpo-ambiente. Asimismo, para Noë31 la percepción en tanto experiencia es un fenómeno relacional entre percibidor y objeto, de forma que el agente percibe según el registro de cómo es el objeto y de la relación establecida con el mismo; en sus palabras:

“Un objeto o cualidad está perceptualmente presente (esto es, es un objeto de consciencia perceptual) cuando el percibidor entiende - en una forma práctica y corporal - que se alcanza una relación física y sensoriomotora entre el percibidor y el objeto o cualidad”31.

En tal perspectiva, la percepción del mundo, sean objetos o personas, es dependiente de habilidades individuales. Percibimos porque adquirimos conocimiento práctico que da acceso a determinados eventos y no a otros. Emerge una selectividad ambiental no deliberativa (que prescinde de tener razones) relacionada con habilidades pragmáticas o formas de vida32. Un pianista experto, un deportista de élite o un artesano en arcilla, dadas sus habilidades sensoriomotoras e historias de interacción, acceden a una relación con el piano, gestos deportivos o modelamiento de material, en tanto acciones habituales; no es el piano, el gesto o el material en sí mismo lo que hace la diferencia en la experiencia perceptual, es la acción de tocar el piano, practicar el deporte o modelar la arcilla.

En tal sentido, hábitos y patrones de acción residen en el cuerpo en y a tavés de dinámicas de interacciones. Así, emergen nuevas modalidades para moverse y relacionarse con el mundo, ajustando o reorganizando el espacio corporal del agente. En tales patrones, comportamientos basados en movimientos y objetos materiales llegan a ser interdependientes. En el hecho, para un intérprete experto las teclas de un piano son una extensión de su cuerpo, y tal como éste y sus segmentos, durante las ejecuciones motoras el teclado se vuelve transparente14,33. Como lo describen Brinck y Reddy:

“Basados en contingencias sensoriomotoras que conectan sensación y percepción para el movimiento y acción, el hábito opera independientemente de la conciencia atencional... Las respuestas que surgen desde el hábito son garantizadas para mantener el equilibrio entre cuerpo y mundo y en ese sentido pueden considerarse óptimas”33.

Algo similar ocurre con la dependencia entre cognición social y predisposiciones de relación interpersonal implementadas en esquemas corporales, afectivos e intersubjetivos, situación que analizamos en la siguiente sección.

Figura 1: En el enfoque enactivo de cognición corporeizada, los procesos cognitivos se realizan de manera distribuida en el espacio cerebro-cuerpo-ambiente, de forma que existe un carácter causal o constitutivo de las variables o factores que operan en los tres ámbitos.

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Movimiento corporal y cognición social. La corriente principal ha privilegiado una mirada

intelectualista de la cognición social, entendida como la capacidad de entender a otros23,24,34. Se ha asumido que la cognición social opera con procesos inferenciales pues la mente humana es una entidad oculta e inaccesible a nuestras capacidades perceptuales12. Con esto, la teoría prevaleciente apela a procesos de lectura mental como mecanismos básicos para entender a otros; esto es, nos entendemos gracias a gimnasia mental. En tal marco, el cuerpo funciona como interfase entre programas internos (procesos cerebrales) y los estados mentales de otros.

Sin embargo, el enfoque enactivista niega la necesidad de tender un puente entre mentes o lo relega a ocasiones especiales. Así, lo habitual es que entendemos a otros producto de que los estados mentales son transparentes y observables a través de nuestra intercorporalidad20,23,24,34. Esto se sustenta en la tesis de percepción directa; a saber: podemos acceder a creencias, emociones y deseos de otros pues son ostensibles en la postura, movimientos y gestos corporales en contexto, fenómenos corporeizados que hacen públicos los estados mentales20,23. En términos fenomenológicos, al mirar a otra persona percibimos directamente qué significan sus movimientos o gestos corporales. En esta visión la cognición social es dependiente de procesos interactivos y no atada a operaciones intelectuales o gimnasia mental del individuo.

Además del espacio perceptual compartido, en los encuentros interpersonales un elemento central es compartir propósitos en situaciones prácticas, lo que Satne denomina acción conjunta básica35. Si pensamos en un juego colectivo o en la danza en parejas, lo que prima es que los agentes se acoplan y sintonizan movimientos, afectos, propósitos de forma que la acción en curso instancia un conocimiento práctico que es inviable de manera individual. Como enfatiza Satne, en casos en que se comparten propósitos, estos son distribuidos entre dos o más agentes en la medida que interactúan, promoviendo un entendimiento recíproco no aplicable a situaciones en que el agente opera como observador pasivo35.

Articulando en la práctica La motivación de este escrito es mostrar que los

vínculos entre cuerpo, movimiento y cognición tienen bases teóricas sólidas y que existen herramientas conceptuales, en particular del

enfoque enactivo, para explicar cómo opera la interdependencia de estas dimensiones del comportamiento. En lo que sigue, se ilustran interconexiones entre tales fenómenos al interior de procesos y prácticas humanas específicas, haciendo visibles casos de articulación concreta y aplicaciones promisorias.

i. ¿Desarrollo motor o motor del desarrollo?

Es sabido que Piaget postuló que las acciones motoras de exploración ambiental gatillan procesos internos que guían el desarrollo cognitivo durante la infancia36,37. Con esto estableció un puente entre esquemas sensoriomotores y la posterior adquisición de esquemas conceptuales del pensamiento. Sin embargo, el sesgo cognitivista de Piaget limitó una apertura de su teoría hacia una visión extendida de este nexo durante la ontogénesis. Según Adolph et al., en las últimas décadas el estudio del desarrollo infantil muestra que “la adquisición de habilidades motoras puede inducir una cascada del desarrollo que es tan lejana desde el comportamiento motor y tan lejana en tiempo que, en la superficie, apenas parecen conectadas”36. Así, diversas asociaciones entre logro de hitos motores y habilidades cognitivas son verificables durante la infancia y niñez (Nota 8). No es el caso discutir aquí la métrica de dichas conexiones; lo que interesa es explorar su interdependencia causal. Si apelamos al comportamiento del niño como un todo sistémico, aquello definido como motor y cognitivo son subsistemas que interactúan en una red de procesos auto-organizados en patrones de acción16,37,38,39,40.

En términos dinamicistas, los estados de cualquier entidad que compone un sistema, es fuertemente dependiente de los estados y patrones de alguna o varias entidades interconectadas.38,39,40 El comportamiento es resultado de la integración de factores contenidos en el acoplamiento cuerpo-ambiente. La integración de dominios o entidades se implementa en distintas escalas de espacio y tiempo, desde el nivel neurofisiológico hasta el evolutivo, con ritmos de cambio específicos para cada dominio. Este relato teórico tiene expresión empírica y fenomenológica documentada por diversas fuentes36,16,26,39,40, lo cual es compatible con enfoques del desarrollo centradas en procesos y relaciones multiescala cuyas interconexiones se distribuyen en el espacio cuerpo, cerebro y ambiente (Figura 2).

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Asimismo, esta aproximación dinamicista puede formularse en la síntesis acción como eje del desarrollo.38,40 Como ejemplo, Adolph destaca que si un infante alcanza la bipedestacion cambia su relación con el medio físico y social, incrementa sus habilidades para detectar oportunidades para la acción (affordances) y esto abre nuevas interacciones perceptuales y cognitivas.36 Luego, la integridad de los sistemas orgánicos, en especial del sistema nervioso y sus funciones neurales, son necesarias pero no suficientes para pavimentar el trayecto del desarrollo y la adquisición de habilidades cognitivas sofisticadas como el lenguaje o el pensamiento matemático.

ii. Integrando el cuerpo a la sala de clases.

Se asume que la sala de clases es un espacio enriquecido en oportunidades de aprendizaje. Sin embargo, con tal fin, ¿en qué medida el cuerpo y el movimiento han sido incorporados en este espacio? Esta pregunta abre diversas perspectivas de análisis, ya sea de orden histórico-cultural o relativo a modelos teóricos y epistemológicos. Existen reportes de sinergias notables al aplicar estrategias que conectan actividad mental con acción corporal42,43.

Para ser directo. No hay razón para persistir en prácticas pedagógicas que omiten el rol del cuerpo en la sala de clases. Si la meta es optimizar los métodos de enseñanza, la investigación está del lado de la integración del cuerpo en actividades bajo la etiqueta de mentales o cognitivas. De otro modo, tienden a prevalecer prácticas impregnadas del racionalismo cartesiano43,44.

Las teorías de cognición corporeizada abren la puerta a un enfoque de prácticas distinto. Si los procesos cognitivos se implementan en dinámicas corporales, hay espacio para mirar los mecanismos de aprendizaje por sobre lo estrictamente mental. La solución de problemas, operaciones lógico-matemáticas, adquisición de lenguaje, entre otras, pueden ser concebidas como habilidades dependientes de procesos cognitivos corporeizados.4,43 La clave está en fenómenos perceptuales e interactivos que sustentan la experiencia.44 Al respecto, se acumulan evidencias que avalan prácticas docentes basadas en el cuerpo en acción, y no sólo en gimnasia mental44,45,46,47,48.

iii. El cuerpo del conocimiento. Si consultamos a una persona mayor experta en

cocina tradicional ¿cómo sabe cuánto aliño agregar a una preparación?, la respuesta puede ser del tipo: la medida la tengo en la mano. Así es, diversas habilidades culinarias, artísticas, deportivas, entre muchas otras, son parte de patrones de acción que configuran hábitos arraigados en la memoria corporal. Este saber hacer no es explicable a través de operaciones mentales registradas simbólicamente en el cerebro y que se despliegan para alcanzar la acción deseada. Más bien son esquemas de acción pragmáticos adquiridas mediante historias de interacción cuerpo-ambiente basadas en coordinaciones sensoriomotoras que cimientan actuaciones expertas.26,33 En este tipo de conocimiento, el cuerpo es el que sabe. Al respecto, lo que sabe no es un plan constituido por reglas para actuar; es un fluir en la acción en contextos pragmáticos pertenecientes a un nicho ecológico definido27,32.

Sin embargo, no sólo el actuar experto se nutre de este conocimiento corporal. En numerosas acciones triviales, como conducir un vehículo, tomar una taza de café o escribir, ciclos de percepción-acción sostienen hábitos personales que promueven, anticipan e impulsan interacciones con el mundo y con otros sin mediar operaciones deliberativas de orden mental. Sobre esto, la perspectiva corporeizada enfatiza el rol del acoplamiento sensoriomotor como un fenómeno nuclear para la emergencia de la cognición y el movimiento con intención12,24,25. De hecho, tal acoplamiento como entidad natural y experiencial depende del cuerpo para su implementación; en palabras de Di Paolo, Buhrmann, Barandiaran “la percepción y otros procesos cognitivos no están en

Figura 2: El comportamiento humano (sean acciones motoras o de otro orden) deriva de las interacciones con el ambiente socio-material, lo cual es cimentado en ciclos percepción acción cuya realización cognitiva se origina en las interconexiones cerebro-cuerpo-ambiente.

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el cerebro; ni siquiera están en la cabeza, sino más bien emergen desde los procesos sensoriomotores en sí mismos”26.

Este tipo de perspectiva corporeizada y enactiva, aterrizan la cognición al espacio agente-ambiente en una dinámica interactiva sustentada en procesos multinivel y multiescala temporal.4,16 En tal marco, el cuerpo físico y el cuerpo vivido son concebidos como fuente explicativa de habilidades cognitivas de distinta naturaleza, desde destrezas psicomotoras como caminar, dominar gestos deportivos y realizar manualidades en artesanía, a otras ligadas a procesos etiquetados como puramente cognitivos, como razonar para solucionar problemas o elaborar palabras y frases para comunicarnos.

Conclusiones

Asumiendo que el desafío tradicional de la kinesiología es aplicar conocimientos y tecnologías para optimizar estados de salud, funcionalidad y bienestar de las personas, se ha analizado la contribución del movimiento corporal en la cognición humana. Según esto, se abordó la pregunta ¿en qué consiste la relación de dependencia entre cuerpo, movimiento y cognición?

Sustentando la idea que el cuerpo en acción es la base de la cognición, este escrito analizó la relación constitutiva entre cuerpo, movimiento y cognición. Para ello se usaron herramientas conceptuales de la cognición corporeizada de orientación enactiva, debido a que subrayan la interacción cerebro-cuerpo-ambiente en la explicación de los procesos cognitivos.

En tal marco, se caracterizó el movimiento como acción intencional en tanto fenómeno básico en la emergencia de la cognición. Asimismo, se destaca el rol del cuerpo en acción en la percepción activa y la cognición social, ésta última basada en el acoplamiento de cuerpos intersubjetivos. Finalmente, se transfieren teorías del enfoque enactivo a la práctica en escenarios educativos, la ejecución experta de ciertas habilidades y a procesos propios de la ontogenia durante el desarrollo infantil.

En síntesis, indagar en la íntima relación entre cuerpo, movimiento y cognición abre la puerta a la exploración interdisciplinaria de nuevas tecnologías kinesiológicas en ámbitos como educación, rendimiento deportivo, condiciones de trabajo, entre otras. Así, este tipo de tesis se proyectan en la

innovación de estrategias de diagnóstico, pronóstico e intervención en kinesiología, pues se resignifica o amplía el enfoque de indagación para comprender problemáticas de personas o grupos y diseñar acciones para mejorar desempeños o prácticas humanas en contextos socioculturales definidos. Por añadidura, surgen desafíos formativos en kinesiología que expresen necesidades de educación contínua en diversas áreas de acción profesional. Notas 1 En este caso intencionalidad se entiende como “dirigida hacia algo” (cosa o evento), lo cual es distinto a seguir metas o planes. La intencionalidad entonces es una propiedad de la mente y tiene como atributo básico la direccionalidad, cuya fuente es un agente activo o interactuando con el mundo 2 En términos de Merleau-Ponty, esquema corporal alude a la conciencia propioceptiva y pre-reflexiva de la postura y el movimiento en actos intencionales. Este fenómeno permite acceso directo a conocimiento corporal referido a espacio y relaciones cuerpo-ambiente que, a su vez, invitan a la acción.11,12 3 Tal como lo expresa Di Paolo, “Los cuerpos operan bajo condiciones de precariedad: ninguno de sus procesos constitutivos está de alguna forma garantizado para operar como un supuesto, ninguna de sus relaciones externas habilitantes es inquebrantable, y cambios catastróficos pueden ocurrir de un momento a otro”16 4 En teoría computacional, el pensamiento, como una de las operaciones cerebrales básicas, sería producto (output) de una acción de cálculo basada en la información recibida vía input relevantes para su operación.29 5 Como ejemplo, nótese esta cita “La experiencia motora corporal no es un caso particular de conocimiento; mas bien, esta nos ofrece una manera de alcanzar el mundo y el objeto, una ‘praktognosia’, que debe ser reconocida como original, y tal vez como originaria. Mi cuerpo tiene su mundo, o entiende su mundo sin tener que ir a traves de ‘representaciones’, o sin estar subordinado a lo ‘simbolico’ o ‘funciones de objetivacion 14. 6 Para Wehrle y Doyon la Intencionalidad Motora “es caracterizada por sensaciones kinestésicas o de propiocepción, así como una conciencia corporal del ambiente circundante y de las cosas mundanas que son relevantes para la acción corriente. Esta opera en un nivel pre-reflexivo, … como cuando llevamos a cabo ciertas acciones mientras nuestra atención es dirigida a otro lugar, al caminar o conducir mientras hablamos con una amigo”15. 7 Para Gallagher la idea de percepción activa se sostiene en la premisa de cognición corporeizada. Esto es, el cerebro no sólo está integrado en un cuerpo humano, sino que además trabaja acoplado dinámicamente al ambiente. En la elaboración de este autor “ Este acoplamiento cerebro-cuerpo-ambiente es estructurado por los aspectos físicos de procesos neuronales, movimientos corporales, afectos, anatomía y función, y en regularidades ambientales”4 8 Para una revisión sobre el tema, ver Adolph y Hoch36 y también von Hofsten.41

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Financiamiento

Este proyecto no cuenta con financiamiento

Conflicto de interés

Los autores declaran no tener conflicto de interés

Detalles del autor

Departamento de Kinesiología, Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación.

Correspondencia a:

Antonio López Suárez Departamento de Kinesiología, Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación. Luis Bisquert # 2765, Ñuñoa, Santiago de Chile.

[email protected]

Recibido: Octubre 2020

Publicado: Diciembre 2020

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