cuentos sobre los derechos humanos

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Selección de cuentos escritos por alumnos de 6º de Primaria inspirados en artículos de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

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CUENTOS SOBRE LOS DERECHOS HUMANOS

6º PRIMARIA

COLEGIO NTRA. SRA. CARMEN PUEBLA DE LA CALZADA

CURSO 2014-2015

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CUENTOS SOBRE LOS DERECHOS HUMANOS

ÍNDICE

EL PARTIDO de Manuel Jiménez Mendoza…………………………… EL PARQUE de Ángeles Alcalá Carrillo………………………………….. LA MUJER MALTRATADA de Delia Jiménez Barrena…………….. EL MEJOR TRABAJO de Juan Diego Murillo Cordero…………….. ¡ESO NO ES JUSTO! de Marta Pérez Rodríguez…………………….. LA MUJER ARRESTADA SIN MOTIVO de Mario López Rodríguez……………………………………………………………………………. JOSÉ LUIS Y SU VIDA LLENA DE SORPRESAS de Nazareth Gracia Vega…………………………………………………………………………. EL COLOR NO HACE LA DIFERENCIA de Marta Rodríguez Martín…………………………………………………………………………………. CULTURA DE TODOS LOS COLORES de Sara Pijierro Carretero………………………………………………………………………………

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EL PARTIDO MANUEL JIMÉNEZ MENDOZA

ARTÍCULO 2: Toda persona tiene todos los mismos derechos y libertades sin distinción alguna por razón de sexo, idioma, color, religión, opinión política, origen nacional o posición económica.

Érase una vez dos entrenadores. Uno tenía un equipo con 11 jugadores y el otro entrenador otro equipo con 11 jugadores pero esos 11 jugadores últimos eran personas de color. Los entrenadores se llaman: Juan y Damián. Los 22 jugadores de fútbol eran de la misma clase.

El día 25 de mayo tenían un partido y los dos equipos se enfrentaban. Cuando llegó ese día los entrenadores les dieron ánimos a sus equipos. El entrenador Juan dijo:

-¡Venga equipo! Hay que machacar a esos negros.

Un jugador dijo:

-Bueno, tampoco vamos a llamarles negros, un poco de respeto.

-A mí me da igual, yo solo quiero ganar.- dijo el entrenador Juan.

Este equipo, con su entrenador Juan, se llaman: The Snakes.

El entrenador del otro equipo que se llamaba Damián dijo:

-¡Vamos equipo! Les vamos a enseñar que aquí mandamos nosotros. Que esos blancos no son tan fuertes como nosotros.

El portero de ese equipo dijo:

-Vale, pero yo creo que deberíamos ser todos iguales ya sea por color de piel, sexo, idioma, religión, opinión política o posición económica. Lo dice el artículo 2 de la Declaración de los Derechos Humanos.

Este equipo, con su entrenador Damián, se llaman: The Winners.

Empezaron a jugar el partido. En el minuto 25 de la primera parte marcó el equipo The Snakes. El entrenador del otro equipo se puso muy enfadado. Iban 1-0. Pero en el minuto 89 marcó el equipo The Winners. Al final del partido

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quedaron empate 1-1. Los dos entrenadores les echaron una bronca a los dos equipos porque no habían ganado.

Cuando estaban en el colegio, jugaban al futbol y los equipos se hacían aleatoriamente, todas las personas se mezclaban. En estos equipos no se quería ganar sino disfrutar del futbol y aprovechar el tiempo de recreo.

El día 30 de junio tenían una convivencia en la que los entrenadores podían elegir si los equipos los hacían los entrenadores o se hacían aleatoriamente. Una vez en el recreo se reunieron los 22 jugadores de los dos equipos y dijo un jugador del equipo The Winners:

-¿Por qué no le decimos a nuestros entrenadores que se hagan los equipos aleatoriamente?

-Porque ellos solo quieren ganar y seguramente los van a elegir ellos. Y como, todos los años, lo harán con su plantilla normal, sin mezclar.

-A ver, pero si los 11 jugadores de cada equipo, que somos nosotros, les convencemos todas las tardes cuando vayamos a entrenar.-dijo un jugador de The Snakes.

Al final pasaron los días hasta la concentración de futbol. Los jugadores de los dos equipos se reunieron en la misma portería y los dos capitanes de los dos equipos y les dijeron:

-Por favor, entrenadores, podéis elegir que los equipos se pongan aleatoriamente, que nosotros no queremos ganar sino queremos participar. Y le explicaron lo que ponían el artículo 2 de la Declaración de los Derechos Humanos. Los entrenadores empezaron a hacer los equipos y los hicieron aleatoriamente.

En la concentración ganó el equipo del entrenador Damián, que no tenía nombre. Lo celebraron todos juntos sin que los entrenadores fueran racistas.

Pasaron al siguiente curso y llegaron 6 alumnos nuevos. Esos alumnos empezaron a decir que querían estar con personas normales no con negros. Los 22 alumnos que jugaban al futbol le explicaron lo que ponía en el artículo 2 de la Declaración de los Derechos Humanos y que lo tenían que comprender, porque ellos jugaban mezclados y con quien te toque te tocó. Porque no hay que discriminar a nadie por razón de su color.

FIN

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EL PARQUE ÁNGELES ALCALÁ CARRILLO

Artículo 3: Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona.

Hace poco tiempo, en un parque, siempre pasaba una mujer corriendo llamada Margarita. Era una mujer que siempre tenía prisa.

Un día empezaron a hacer obras, entonces pasar por el parque era peligroso porque había muchas piedras grandes, polvo y niños que no paraban de correr…. Margarita pensó que por qué había tanta gente, si el parque estaba casi siempre estaba vacío. Pero a ella le dio igual y pasó corriendo. Al pasar por la caja de arena vio a una niña que se llamaba Rosa. La conocía porque era una de las tres hijas de su amiga Claudia. Era la más tímida. Margarita le preguntó qué hacía y Rosa le contestó que iba a jugar con su nueva amiga Beatriz. Rosa le recordaba a Margarita a su infancia.

Cuando Margarita se iba de hablar con Rosa, de repente se tropezó, y estuvo a punto de caerse por culpa de una piedra. Un niño desconocido la cogió y la ayudó a no caerse. Margarita asombrada por el niño que le había ayudado le preguntó cómo se llamaba. El niño le contestó que se llamaba Prudencio, pero Margarita en vez de reírse le contesto que su nombre era muy bonito.

Prudencio le preguntó que si le acompañaba a su casa, que estaba al lado de su trabajo. Cuando llegó a la casa de Prudencio la madre le dijo que si quería quedarse algún día a jugar con Prudencio, y Margarita le dijo que sí. Cuando Margarita llegó a su trabajo, aunque le hubiera reñido su jefe y tuviera más trabajo que hacer, ella estaba supercontenta.

FIN

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LA MUJER MALTRATADA DELIA JIMÉNEZ BARRENA

ARTÍCULO 5: Nadie será sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes.

Una vez una mujer, llamada Clara, estaba en su nueva casa. Acababa de mudarse con su marido. Ella estaba colocándolo todo mientras su marido estaba trabajando.

Manolita, su nuera le ayuda en las tareas de la casa y le ayuda a poner las cortinas. Manolita se tiene que ir ya que su familia la está esperando para comer todos juntos.

Su marido, Juan, llega a casa y le da un beso como de costumbre. Le dice:

-Clara, cariño. ¿Y la comida?

A lo que ella le contesta:

-Ay Juan, lo siento, pero con colocar las cosas de la mudanza y tal no he tenido tiempo. Además, ha estado aquí Manolita y me ha estado ayudando, pero ella tenía un problema y no puedo decirle que no a mi nuera.

Entonces él se levanta y le da un puñetazo. Le dice a Clara:

-Pues si no tienes la comida hecha ya estás yendo a la cocina a hacerla. Que yo no sé algunas, pero yo he estado trabajando y vengo cansado y hambriento.

Clara, casi llorando, le mira, asiente con la cabeza y se va corriendo a la cocina para hacerle la comida. Cuando ya se la ha hecho, se la sirve y le dice:

-Aquí tienes y, ahora, si me disculpas, voy a ir a la habitación un momento a descansar. Él sigue comiendo y no le hace ni caso.

Mientras, Clara se encierra en la habitación y no para de llorar y de repetirse a sí misma una y otra vez:

-¿Por qué me tiene que pasar esto a mí? ¿Qué he hecho yo para merecer esto?

Decide parar de llorar por si su marido la escucha.

A la mañana siguiente se va a trabajar a la tienda de cosméticos, perfumes y productos de limpieza donde ella siempre se siente a gusto y a salvo.

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Se va a las taquillas donde está su amiga Lucía y allí le cuenta lo que le ha pasado, ella es la única persona en la que puede confiar.

De repente llaman a la puerta y entra el encargado, el jefe de la tienda. Ve a Clara llorando y a Lucía consolándola, entonces se da cuenta de que no es momento para molestar y ya que no era nada importante decide irse y dejarlas solas a las dos.

Clara quiere dejar de llorar, pero no puede, su amiga Lucía la intenta consolar pero ella tampoco puede dejar de llorar ya que explotó una bomba en un bar de al lado y murió gente que ella conocía.

Lucía toma la iniciativa y dice:

-A ver Clara, vamos a dejar de llorar ya, que así no solucionamos nada.

Clara asiente y se abraza con su amiga, se seca las lágrimas y salen para ver si hay clientes y para ayudar a la nueva empleada, que al ser joven y tener poca experiencia, está un poco despistada.

Al llegar a casa después de trabajar, Clara se encuentra que su nuera y su yerno están allí para comer. Ella se queda estática al ver que están allí y ella sin comida. De repente llega Juan de hacer la compra y le dice que no se preocupe, que ha hecho la compra y Manolita le ayuda a cocinar…

FIN

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EL MEJOR TRABAJO JUAN DIEGO MURILLO CORDERO

ARTÍCULO 6: Todo ser humano tiene derecho, en todas partes, al reconocimiento de su personalidad jurídica.

Érase una vez un hombre que en plena guerra encontró a una mujer herida y le preguntó:

- ¡Oh, Dios mío! ¿Qué te ha pasado?¿Necesitas ayuda?- Dijo el hombre de color.

-Muchas gracias buen hombre, Dios te lo pague.– Respondió la mujer, y después de ser ayudada dijo:

-A todo esto ¿cuál es tu nombre?

-Mi nombre es José y ¿el tuyo es…? – Respondió él.

- Mi nombre es Andrea y no tengo novio.- Dijo ella.

-¿Y te gustaría tener uno?- Respondió José mientras una bomba cayó cerca asustando a los dos.

-¡Andrea!, ¿estás bien?-dijo José.

-Sí ¿y tú?

-Yo también estoy bien, pero bueno no has respondido a mi pregunta.

-Claro que no he respondido, se supone que ya sabes la respuesta…¡la respuesta es que sí!-dijo Andrea casi llorando, había encontrado al amor de su vida.

Ambos estaban contentos y José interrumpió este bonito momento para decirle a Andrea:

-Andrea rápido vivo lejos de aquí y he venido en coche, vamos vente a mi casa, allí estaremos seguros. –Dijo José a Andrea.

Después de un largo viaje, José y Andrea llegaron a casa y pasó un tiempo hasta que Andrea se pone enferma y dice:

-José me encuentro mal, creo que…¡estoy embarazada!

Los dos corrieron al coche y fueron al hospital.

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Ya en el hospital el médico dijo:

-Según las pruebas el bebé será niño. Los dos gritaron por la alegría de tener un hijo.

Pasó mucho tiempo y Andrea seguía estando cada vez más gorda, el bebé estaba creciendo en su vientre.

Era ya el 5 de mayo cuando Andrea avisó a José de que ella creía que había roto aguas y los dos fueron de nuevo al hospital.

Ya allí los dos corrieron a la sala donde estaba el médico para que se produjera el parto.

El bebé nació y a lo largo del tiempo fue creciendo y ya con 20 años encuentra su primer trabajo y lo echaron por una simple razón: ser negro. Le preguntaron su nombre y él respondió amigablemente:

-Mi nombre es José Miguel.

Y así mismamente con los otros 5 trabajos que encontró, ninguno tuvo éxito, en todos ellos fue echado por comportamientos racistas, recibiendo insultos como “mono”, “negro”, “vete a tu país” y así siempre que buscaba trabajo hasta que un día decidió escapar de casa y huir a otro país llamado Francia, donde buscó trabajo y recibió los mismos insultos pero en distinto idioma.

Un día José Miguel encontró a un hombre llamado Alfred y le dijo:

-Oye por casualidad ¿no querrás trabajar conmigo? -Dijo Alfred.

-Pues sí muchas gracias, lo necesito.

Al final José Miguel tuvo trabajo y además siempre que llegaba al trabajo decía:

-Que bien ser negro y tener un trabajo sin que me echen o me insulten. Siempre he querido encontrar a un hombre como tú, Alfred.

FIN

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¡ESO NO ES JUSTO! MARTA PÉREZ RODRÍGUEZ

ARTÍCULO 8: Toda persona tiene derecho de amparo ante los tribunales contra actos que violen sus derechos fundamentales.

Hace unos años, ocurrió una cosa que no era nada justa. Una mujer de 19 años tuvo un accidente de coche. Ella salió herida y con muy mala suerte atropelló a un joven llamado Lucas. Lucas se murió. Los familiares de Lucas estaban muy tristes porque Lucas era un niño listo amable y amigo de sus amigos. Lucas no cruzó por el paso de cebra. La mujer recibió insultos y nadie la quería y se reían de ella. Ella no tenía familia, se sentía muy sola y apenas salía de casa. Un día fue a comprar el pan. Allí se encontró a un joven muy guapo. Ella se enamoró nada más verlo. Todos los días bajaba y siempre se lo encontraba allí. Hasta que un día se atrevió y le dijo: - Hola, me llamo Sara. Enseguida él le contestó: - Hola yo me llamo Javier. ¿Quieres ir a tomar un café? Sara le dijo enseguida: -Vale. Los dos se fueron a una cafetería muy famosa. Ellos hablaron de muchas cosas. Al día siguiente volvieron a quedar e igual durante un mes. Él era abogado por eso le ayudó con el tema del accidente. Sara todas las mañanas iba al despacho de Javier para poder conseguir un juicio. Juntos lo consiguieron, el juicio sería el 6 de junio de 2015. Todos los días ellos quedaban es esa cafetería donde se hicieron tan amigos, para preparar el juicio.

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Por fin llegó el día, los dos estaba muy nerviosos. El juicio empezó, Javier le explicó lo que sucedió al juez. Al juez le costó mucho decidirse. Los familiares de Lucas, Javier y Sara estaban esperando a que el juez se decidiera. Sara se levantó y dijo unas palabras, todos se quedaron asombrados con sus palabras. El juez se levantó y dijo: - “Sara tiene razón ella no tiene culpa de nada”. Sara y Javier saltaron de alegría. Los dos seguían yendo a aquella cafetería que les había unido. Ellos tuvieron hijos, se casaron y fueron felices. Sara estudió derecho y los dos montaron un despacho donde todo el mundo acudía a su ayuda.

FIN

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LA MUJER ARRESTADA SIN MOTIVO MARIO LÓPEZ RODRÍGUEZ

ARTÍCULO 9: Nadie podrá ser arbitrariamente arrestado, preso ni desterrado.

Érase una vez una mujer con mucho dinero que lo repartía con los pobres, pero había dos policías, llamados Juan y Pedro, que le tenían mucha rabia. Cuando la mujer, llamada Marta, iba por un camino dando un paseo se le presentaron los dos policías y le dijeron que fuera a comisaría. Allí Marta explicó que ella no había hecho nada, pero el policía no le creía. La metieron en la cárcel y se formó una revolución de pobres y campesinos. No paraban de protestar y se formó una pequeña guerra en la que los policías Juan y Pedro murieron. Sus esposas Juana y María denunciaron a la policía que sus maridos no habían hecho nada. Cuando Marta cumplió su condena todos los pobres gritaron de alegría, y a Marta se le ocurrió una gran idea. Decía que se iban a ir a lo más profundo del bosque, y eso hicieron todos los pobres y campesinos. Huyeron hacia el fondo del bosque, allí hicieron casas de madera, bares…Todos eran felices hasta que las esposas de los policías se presentaron en el campamento diciendo que era propiedad privada y no podían estar allí. Marta dijo: -“¿Quién eres tú para decirnos dónde vivir?” Los policías dijeron que no podían talar árboles ni pescar ni hacer fuego, etc. Fueron a avisar al resto de policías que quedaron después de la guerra. Todos acudieron al bosque, pero Marta actuó rápido y huyó para el mar. Alquiló un barco y zarpó. La policía la buscó durante semanas pero no la encontraron y vieron que Marta se había dejado a un niño llamado Fran. Fran era un niño pobre y huérfano que vivía con Marta y los millones de pobres que estaban con ella. Cuando Marta estuvo en mar abierto se dio cuenta de que le faltaba un niño. De repente cogió un bote salvavidas y se puso a remar. Tardó como dos días. Cuando llegó vio que a Fran lo tenían metido en una cárcel en el bosque.

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Marta vio que había dos guardias vigilando a Fran. Los distrajo tirándoles un pequeño palo de madera, pero no sirvió de nada. Lo único que consiguió fue que la vieran. No se quedó de brazos cruzados y salió a correr. Cuando estaba por el bosque vio la cabaña donde ella vivía. Allí fue donde se escondió de los dos guardias. Cuando estaban distraídos buscándola, corrió hacia la cárcel y liberó a Fran. Los dos cogieron el bote salvavidas y llegaron al barco sanos y salvos.

FIN

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EL COLOR NO HACE LA DIFERENCIA MARTA RODRÍGUEZ MARTÍN

ARTÍCULO 16: Las mujeres y los hombres tienen derecho, sin restricción alguna por motivo de raza, nacionalidad o religión a casarse y fundar una familia.

Érase una vez una mujer llamada Sara que iba a ver a su amiga Celia. Celia y Sara son muy buenas amigas y se quieren mucho. Celia le dijo a Sara que podían ir a cenar un día a un restaurante y Sara le respondió que sí. Fueron a llamar a sus otras amigas para ir todas juntas y quedaron en cenar. Al llegar Sara al restaurante le llamó mucho la atención un camarero, pero siguió adelante hasta llegar a la mesa donde estaban sus amigas y se lo comentó. Sus amigas le recomendaron pedirle una cita para que se conocieran, pero Sara no sabía si pedírsela porque como era de color, no sabía si a su padre le iba a parecer bien. Se fueron a casa y Sara comenzó a pensar sobre lo del muchacho. Al día siguiente, Sara fue a comprar al centro comercial y vio al muchacho que le gustaba. Pensó en pedirle una cita sin contárselo a nadie. Se acercó a él y le dijo que si podían quedar por la noche para cenar. El muchacho, que se llamaba Óscar, le dijo que sí. Sara muy contenta se fue a su casa para ponerse guapa para la cena con Óscar.

Ya por la noche en el restaurante empezaron a hablar y Sara le contó lo de su padre. Él le comentó que ya le había pasado con sus otras relaciones. Pero se dieron cuenta de que coincidían en muchas cosas y quedaron para comer al día siguiente. En la segunda cita empezaron a hablar sobre sus familiares y pensaron en casarse algún día. Sara estaba muy contenta y

pensó en que ya era hora de contárselo a su madre y a sus amigas para que la ayudaran con lo de su padre. Ellas le dijeron que con que ella fuera feliz y el muchacho fuera buena persona no importaba el color. Tras una semana Sara invitó a su padre a comer para contarle lo de Óscar. Su padre le dijo que tendría que conocerlo para ver que le parecía. Sara invitó a Óscar a cenar con su familia para que su padre lo conociera ese mismo día. Y Óscar le pidió matrimonio a Sara.

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Después de tres meses preparando la boda llegó el día, se juntaron las dos familias, la boda fue muy bien y las familias al completo se conocieron. Dos días después de la boda en una comida en la que estaban las dos familias Sara les comunicó que estaba embarazada. Todos empezaron a saltar de alegría. Tras nueve meses de embarazo el niño salió muy bien y todos estaban muy contentos. Ese día el padre de Sara se dio cuenta de que el color no importaba, que aunque no fuéramos iguales por fuera somos iguales por dentro y que no hay que fijarse en el color de la piel, sino en el corazón.

FIN

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JOSÉ LUIS Y SU VIDA LLENA DE SORPRESAS NAZARETH GRACIA VEGA

ARTÍCULO 23: 1º Toda persona tiene derecho al trabajo y a la protección contra el desempleo. 2º Toda persona tiene derecho, sin discriminación alguna, a igual salario por trabajo igual. 3º Toda persona tiene derecho a fundar sindicatos y a sindicarse para la defensa de sus intereses.

José Luis era un hombre que no encontraba trabajo. Tenía dos hijas Cristina y María, y su mujer que solo trabajaba en casa de un pobre anciano. Le cuidaba y le limpiaba pero su sueldo no llegaba para fin de mes. El pobre hombre (José Luis) no paraba de buscar trabajo, estaba desesperado. Todos los días jugaba al cupón, pero nunca tenia suerte. Sus hijas eran muy trabajadoras, estaban todo el día ayudando a su padre y a su madre. Una tenía quince años y la otra veintidós. La mayor, Cristina, buscaba trabajo sin parar. También no paraba hasta que su madre descansara de cuando venía de trabajar. Ella fregaba los platos, preparaba la mesa y limpiaba la casa con ayuda de su hermana María. María era una niña tranquila que ayudaba a su padre a encontrar trabajo. Un buen día vino el cartero a casa de José Luis. Le dio una buena noticia, ya que nunca las tenía. Le dijo que le había salido una solicitud de trabajo en una fábrica de cebollas. Él sin lugar a duda acepto, y llamo al número que le venía para aceptar la solicitud. Cuando llego la noche José Luis, le dio la buena noticia a su familia. De que se la dio a su familia y se enteraron todos, saltaban de alegría porque ya podían llegar a fin de mes. Dos meses después de que el ya tuviera trabajo, todo les iba mucho mejor, su mujer y él trabajando, sus hijas podían estudiar las carreras que quisieran… Él seguía jugando a los cupones y hasta le compró uno a su hija pequeña para que tuviera más suerte a ver si le tocaba. Se acercaban las Navidades y, como es habitual, la familia entera se reunía, primos, tíos, abuelos…

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Llegó la noche de Nochebuena y todos se reunieron en casa de José Luis. Comieron y bebieron como una gran familia unida que eran. Cuando ya pasó la noche, José Luis, sus hijas y su mujer se fueron a la cama para descansar. Unos días después, llego la Nochevieja y tocaba comer en casa de sus primos. Cuando llegó la hora de comer las uvas todos se las comieron con mucha ilusión, porque ya llegaba el nuevo año. Todos se felicitaron el Año Nuevo y brindaron para que tuvieran mucha suerte. A los cuatro se les dio muy bien el nuevo año. Llegó el verano y, como siempre, José Luis siempre jugaba al cupón, hasta que un día le tocó. Les tocaron veintitrés millones de euros. Era un día nublado pero con mucho calor. Cuando José Luis les dio la buenísima noticia, sus hijas, su mujer y él empezaron a reírse y a decir que como hemos podido tener tanta suerte, gracias a Dios. Él y su mujer terminaron de pagar la casa, sus hijas se pagaron las carreras que eligieron y se compraron un chalet con un montón de animales y también celebraron por todo lo alto las bodas de plata con su familia y amigos, con un banquete con comida y bebida de todas las clases. Todo el dinero se les quedó en nada, pero por lo menos, se lo habían gastado en cosas útiles que podían aprovechar y algún más que otro capricho, pero bueno había que gastárselo. Al final, la vida de José Luis era como una montaña rusa. Un día tenía trabajo, otro no, un día le tocaba la lotería, otro no y al fin de al cabo, su vida volverá a cambiar como siempre cambiaba. Y por eso debemos aprender a que tu puesto de trabajo hay que trabajártelo ya sea de una forma o de otra pero hay que hacerlo si lo quieres conservar, e intentar ponerle alegría a la vida para no venirse abajo. José Luis siguió con su vida de tantas sorpresas y su familia intentando buscar lo mejor para ellos, como siempre lo hacían.

FIN

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CULTURA DE TODOS LOS COLORES SARA PIJIERRO CARRETERO

ARTÍCULO 27: Toda persona tiene derecho a tomar parte libremente en la vida cultural de la comunidad.

Había una vez un mundo en el que cada día había una fiesta. En esas fiestas sólo podían participar los que eran blancos, ya que los negros no tenían derecho a nada, ni siquiera a tener una casa donde vivir. Trabajaban como esclavos y así se ganaban dónde dormir esa noche. Mientras los blancos se lo pasaban fenomenal en las fiestas, los negros trabajaban sin descanso. Muchos intentaron colarse en una fiesta, pero nadie conseguía quedarse en ella ya que, si los pillaban, los mandaban directos a la cárcel. Así de crueles eran. Un niño negro, que se llamaba Juan, siempre intentaba colarse en alguna fiesta, pero siempre acaba en la cárcel, donde pasaba la noche en vela pensando en lo malos que eran los blancos. Una noche, cansado de lo que sucedía con los de su raza, le propuso a sus compañeros de celda: -Os propongo una cosa, si queréis escucharme acercaos. Pero como él era un pequeño niño de 11 años, ¿quién querría escuchar sus tonterías? Un compañero de celda, cansado de sus voces, le dijo: -Oye, ¿quieres callarte de una vez? Estamos hartos de que no podamos hacer nada sólo por nuestro color de piel, pero estamos aún más hartos de tus gritos todas las noches. Juan se deprimió mucho al oír eso, pero cogió aire y gritó con toda su furia y su ira: -¡Esta bien! Haced lo que queráis pero yo no me pienso quedar de brazos cruzados viendo como ellos disfrutan y nosotros trabajamos. ¡Adiós! Y Juan salto por la ventana ya que no era muy alta. Aterrizó en el suelo de pie y fue corriendo a la fiesta de ese día. Cuando llegó todos le miraron y llamaron a la policía. Pero Juan, como era muy delgado, pasó por debajo de las personas y corrió muy rápido. Fue a la estación y se coló en un tren.

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La gente le miró sorprendida ya que era muy raro ver a un niño de once años negro y sólo en un tren. Alguien dijo: -¡Eh! ¡Niño! ¿Qué haces aquí? No tienes derecho a usar medios de transporte, como cualquier negro, deberías ir andando, vosotros no tenéis derecho a NADA. -¡Sí! ¡Por supuesto! –dijo un señor. -Jajaja –rieron todos. Juan contestó muy triste y enfadado a la vez: -A mí no me importa lo que digáis, sé que por fuera soy diferente pero por dentro soy igual que todos vosotros. Esa es mi opinión y nadie la cambiará. Todos aplaudían mientras decían: -Tienes razón, lo sentimos. -Sí, nos portamos mal con los de tu raza, a partir de ahora eso cambiará. -Gracias, pero…adiós, debo irme a hacer justicia con este problema.

FIN