cuentos infantiles

37
RECOPILACIÓN DE CUENTOS INFANTILES ALEXANDER DUQUE OSPINA RECOPILACIÓN DE CUENTOS INFANTILES ALEXANDER DUQUE OSPINA

Upload: alexander-duque-ospina

Post on 21-Mar-2016

222 views

Category:

Documents


0 download

DESCRIPTION

recopilacion de cuentos para niños

TRANSCRIPT

RECOPILACIÓN DE CUENTOS INFANTILES

ALEXANDER DUQUE OSPINA

RECOPILACIÓN DE CUENTOS INFANTILES

ALEXANDER DUQUE OSPINA

CAPERUCITA ROJA PAGINA 4 A LA 8 LA PRINCEZA Y EL SAPO PAGINA 10 A LA 19

EL GATO CON BOTAS PAGINA 20 A LA 29

RAPUNZIEL PAGINA 30 A LA 37

CONTENIDO

4

Erase una vez

Caperucita Roja

5

ya que siempre andaba acechando por allí el lobo. Caperucita Roja recogió la cesta con los pasteles y se puso en camino. La niña tenía que atravesar

el bosque para llegar a casa de la Abuelita,

pero no le daba miedo porque allí

siempre se encon-traba con muchos

amigos: los pá-jaros, las ardil-las... De repente vio al lobo, que

Había una vez una niña muy bonita. Su madre le había hecho una capa roja y la muchachita la llevaba tan a menudo que todo el mundo la llamaba Caperucita Roja. Un día, su madre le pidió que llevase unos pasteles a su abuela que vivía al otro lado del bosque, recomendándole que no se entretuviese por el camino, pues cruzar el bosque era muy peligroso,

6

era enorme, delante de ella.- ¿A dónde vas, niña?- le preguntó el lobo con su voz ronca.- A casa de mi Abuelita- le dijo Caperucita.- No está lejos- pensó el lobo para sí, dándose media vuelta. Caperucita puso su cesta en la hierba y se entretuvo cogiendo flores: - El lobo se ha ido -pensó-, no tengo nada que temer. La abuela se pondrá muy contenta cuando le lleve un hermoso ramo de flores además de los

pasteles. Mientras tanto, el lobo se fue a casa de la Abuelita, llamó suavemente a la puer-ta y la anciana le abrió pensando que eraCaperucita. Un ca-zador que pasaba por allí había ob-servado la llegada del lobo. El lobo devoró a la Abuelita y se puso el gorro rosa de la desdichada, se metió en la cama y cerró los ojos. No tuvo que espe-rar mucho, pues Caperucita

7

Roja llegó enseguida, toda contenta. La niña se acercó a la cama y vio que su abuela estaba muy cambiada.

- Abuelita, abueli-ta, ¡qué ojos más

grandes tienes!- Son para verte mejor- dijo el lobo tratando de imitar

la voz de la abuela.- Abuelita, abuelita,

¡qué orejas más grandes tienes!- Son para oírte mejor- si-guió diciendo el lobo.

- Abuelita, abuelita, ¡qué dientes más grandes tienes!- Son para...¡comerte me-joooor!- y diciendo esto, el lobo malvado se abalanzó sobre la niñita y la devoró, lo mismo que había hecho con la abuelita. Mientras tanto, el caza-dor se había quedado preo-cupado y creyendo adivinar las malas intenciones del lobo, decidió echar un vista-zo a ver si todo iba bien en la casa de la Abuelita. Pidió ayuda a un segador y los dos juntos llegaron

8

Fin

al lugar. Vieron la puerta de la casa abierta y al lobo tumbado en la cama, dormi-do de tan harto que estaba. El cazador sacó su cuchillo y rajó el vientre del lobo. La Abuelita y Caperu-cita estaban allí, ¡vivas!. Para castigar al lobo malo, el cazador le llenó el vientre de piedras y luego lo volvió a cerrar. Cuando el lobo despertó de su pesado sueño, sintió muchísima sed y se dirigió a un estanque próximo para beber. Como las piedras pesaban mucho,

cayó en el estanque de cabe-za y se ahogó. En cuanto a Caperucita y su abuela, no sufrieron más que un gran susto, pero Caperucita Roja había aprendido la lección. Pro-metió a su Abuelita no hablar con ningún descono-cido que se encontrara en el camino. De ahora en adelante, seguiría las juicio-sas recomendaciones de su Abuelita y de su Mamá.

Fin

11

Una hermosa tarde una joven princesa se puso el sombrero y los zuecos, y salió a dar un paseo por ella misma en un bosque, y cuando llegó a un manantial de agua fresca, que se levantó en medio de ella, ella se sentó a descansar un rato. Ahora

tenía una pelota de oro en la mano, que era su juguete fa-

vorito, y ella siempre estaba girando de arriba en el aire, y lo agarra de nuevo al caer. Después

de un tiempo ella lo

arrojó tan alto que echaba de menos que se enganche al caer; y el balón se precipitó, y rodó a lo largo en el suelo, hasta que al fin se derrumbó en la prima-vera. La princesa miró en la primavera después de su pelota, pero era muy profundo, tan pro-fundo que no podía ver el fondo de la misma. Entonces ella comenzó a llorar su pérdida, y le dijo: «¡Ay! si yo pudiera conseguir mi balón de nuevo, yo daría toda mi ropa fina y joyas, y todo lo que tengo en el mundo “.

12

Mientras ella hablaba, una rana poner su cabeza fuera del agua, y dijo: “Princesa, ¿por qué lloras tan amargamente? «¡Ay! dijo-, ¿qué puedes hacer por mí, rana desagradable? Mi bola de oro ha caído en la primavera. “ La rana dijo: “Yo no quieres que tu perlas y joyas, o de vestidos lujosos, pero si usted me quiere, y déjame vivir con usted y comer de tu plato de oro, y dormir en tu cama, te voy a traer a su balón de nuevo. “ «Qué tontería», pensó la princ-esa, esta rana es una tontería

hablar! Incluso puede nunca salir de la primavera a visitarme, aunque pueda ser capaz de obtener mi bola para mí, y por lo tanto voy a decirle que tendrá lo que pide. “ Así que le dijo a la rana, “Bueno, si me traigo mi bola, voy a hacer todo lo que pides.” Entonces la rana asomó la cabeza hacia abajo, y se sumergió en las profundidades del agua, y después de un rato se le ocurrió otra vez, con la pelota en su boca, y lo arrojó a la orilla de la primav-

13

era. Tan pronto como la joven princesa vio su pelota, corrió a recogerlo, y ella estaba tan emo-cionado de tenerlo en la mano una vez más, que nunca pensó en la rana, pero corrió a su casa con ella tan rápido como pudo. La rana la llamó: «Sentaos, princesa, y me lleve con usted como usted dijo,” Pero ella no se detuvo a escuchar una pa-

labra.Al día siguiente, al

igual que la princesa se había sentado a cenar, escuchó un extraño ruido

toque-toque murmullo, murmullo, como si algo se acercaba por la escalera de mármol: y poco después se produjo un golpe suave en la puerta, y una voceci-ta gritó y dijo: ‘Abre la puerta, mi princesa querida, Abra la puerta a tu verda-dero amor aquí! Y la mente las palabras que tú y le dije En la fresca fuente, a la sombra verde bosque. “

14

Entonces la princesa corrió hacia la puerta y la abrió, y allí vio a la rana, a quien había olvidado por completo. Al verlo se asustó con tristeza, y cerrando la puerta tan rápido como pudo volvió a su asiento. El rey, su padre, al ver que algo la había

asustado, le preguntó qué le ocur-ría. ‘No es una rana desa-gradable-dijo ella-, en la puerta, que me levantó la pelota para mí de la primavera esta mañana: le dije que él debería vivir con-migo aquí, pensando que nunca podría salir de la primavera , pero ahí está en la puerta, y él quiere venir pulg ‘ Mientras ella hablaba de la rana volvió a llamar a la puerta, y dijo: ‘Abre la puerta, mi princesa querida, Abra la puerta a tu verda-dero amor aquí!

15

Y la mente las palabras que tú y le dije En la fresca fuente, a la sombra verde bosque. “ Entonces el rey dijo a la joven princesa “, como usted ha dado su palabra que hay que man-tener, así que ir y dejarlo entrar” Así lo hizo, y la rana saltó a la habitación, y luego todo recto-tap, tap salpicar, chapoteo, desde el fondo de la sala al principio, hasta que se acercó a la mesa donde la princesa sáb “Le ruego que me levante a la silla, le dijo a la princesa, y déjame

sentarme a tu lado.” Tan pronto como lo había hecho esto, la rana dijo: ‘Pon tu plato más cerca de mí, que voy a comer fuera de él. “ Y ella lo hizo, y cuando él había comido tanto como pudo, dijo: “Ahora estoy cansado, me llevan de arriba, y

16

me metieron en la cama.” Y la princesa, aunque muy a su pesar, le tomó en su mano , y lo puso sobre la almohada de su cama, donde dormía toda la noche. Tan pronto como aman-eció, saltó, saltó las escaleras y salió de la casa. “Ahora, pues, el pensamiento de la princesa, al fin, se ha ido, y yo estaré con problemas con él no más.” Pero se equivocaba, porque cuando llegó la noche de nuevo oyó el golpeteo en la puerta misma, y la rana asomó una vez más, y dijo: ‘Abre la puerta, mi princesa

querida, Abra la puerta a tu verda-dero amor aquí! Y la mente las palabras que tú y le dije En la fresca fuente, a la sombra verde bosque. “ Y cuando la princesa abrió la puerta de la rana entró, y se durmió sobre la almohada como antes, hasta el amanecer. Y la tercera noche se hizo lo mismo.

17

Pero cuando la princesa se despertó a la mañana siguiente ella se sorprendió al ver, en lugar de la rana, un apuesto príncipe,

mirándola con los ojos más hermosos que había visto nunca, y de pie en la cabecera de su cama. Él le dijo que había sido encantada por un hada maligna, que lo había transformado en una rana, y que había sido destinado para cumplir hasta una princesa debe sacarlo

de la primavera, y le permitirá comer de su plato, y dormir en su cama durante tres noches. “Usted-dijo el príncipe,” ha roto su encanto cruel, y ahora no tengo nada que desear, pero que hay que ir conmigo al padre el reino de mi, cuando me casaré contigo, y te amo, siempre y cuando usted vive. ‘ La joven princesa, usted puede estar seguro, no tardó en decir sí a todo esto, y mientras hablaban un entrenador gay acercó en su auto con ocho hermosos caballos, adornados con penachos de plu-

18

mas y un arnés de oro, y detrás el coche cabalgó príncipe siervo, fiel Heinrich, que había llora-do las desgracias de su querido maestro durante su encanto tan larga y amargamente así, que su corazón se había poco menos que estalló también. Luego se despidió del rey, y se metió en el coche con ocho caballos, y todos los que figuran, lleno de alegría y regocijo, de príncipe del reino, a donde llega-ron con seguridad, y allí vivieron felices muchos años.

Fin

19

Fin

20

21

Había una vez......Un molinero que tenía tres hijos.A su muerte, el pobre molinero les dejó a sus hijos, como úni-cos bienes: su molino, su burro y su gato. Muy pronto se hizo el reparto, para el cual no se necesitó notario ni otra autoridad; nada sobró del pobre patrimonio. El hijo mayor se quedó con el molino, el segundo recibió el burro y el

menor sólo se quedó con el Gato; estaba desconsolado por tener tan poco.—Mis hermanos —decía— podrán ga-narse la vida honra-damente trabajando juntos; en cambio yo, en cuanto me haya comido mi gato y haya hecho una bufanda con su piel, moriré de hambre.El Gato, al oír este discurso, le dijo con un aire comedido y

22

grave:—No te aflijas en lo absoluto, mi amo, no tienes más que darme un saco y hacerme un par de botas para ir por los zarzales, y ya verás que tu her-encia no es tan poca cosa como tú crees.Aunque el amo del Gato no hizo mu-cho caso al oírlo, lo había visto actuar con tanta agilidad para atrapar ratas y ratones, y cuando

se colgaba de sus pa-tas traseras o cuan-do se escondía en la harina haciéndose el muerto, que no perdió la esperanza de que lo socorriera en su miseria. En cuanto el Gato tuvo lo que había solicitado, se calzó rápidamente las botas, se colocó el saco al cuello to-mando los cordones con sus patas delan-teras y se dirigió ha-cia un conejal en

23

donde había muchos conejos. Puso salvado y hierbas dentro del saco, y se tendió en el suelo como si estu-viese muerto; esperó que un tierno conejo poco conocedor de las tretas de este mundo viniera a meterse en el saco para comer lo que en él había. Ap-enas se hubo acostado tuvo un gran regoci-jo; un tierno y atur-dido conejo entró en el saco. El Gato tiró

de los cordones para atraparlo y luego lo mató sin misericor-dia. Orgulloso de su proeza, se dirigió ha-cia donde vivía el Rey y pidió que lo dejaran entrar para hablar con él. Le hicieron pasar a las habitaciones de Su Majestad; después de hacer una gran rev-erencia al Rey, le dijo:—He aquí, Señor, un conejo de campo

24

que el Señor Mar-qués de Carabás (que es el nombre que se le ocurrió dar a su amo) me ha encargado of-recerle de su parte.—Dile a tu amo —contestó el Rey—, que se lo agradezco, y que me halaga en gran medida.

En otra ocasión, fue a esconderse en un trigal dejando tam-bién el saco abierto; en cuanto dos perdices

entraron en él, tiró de los cordones y capturó a ambas. Enseguida se fue a regalárse-las al rey, tal como había hecho con el conejo de campo. Una vez más, el Rey se sintió halagado al recibir las dos perd-ices, y ordenó que le dieran de beber. Du-rante dos o tres me-ses el Gato continuó llevando al Rey las piezas que cazaba y le decía que su amo

25

lo enviaba. Un día se enteró que el Rey iría de paseo por la ribera del río con su hija, la princesa más bella del mundo,. y le dijo a su amo:—Si sigues mi con-sejo podrás hacer for-tuna; no tienes más que meterte en el río en el lugar que yo te indique y después de-jarme actuar.El Marqués de Car-abás hizo lo que su Gato le aconsejaba,

sin saber con qué fines lo hacía. Mien-tras se bañaba, pasó por ahí el Rey, y el Gato se puso a gritar con todas sus fuerzas:—¡Socorro! ¡Aux-ilio! ¡Que se ahoga el Marqués de Carabás!Al oír los gritos el Rey se asomó por la ven-tanilla y al recono-cer al Gato que tan-tas piezas de caza le había entregado, ordenó a sus guardias que fueran prestos al

26

auxilio del Marqués de Carabás. Mientras sacaban del río al po-bre Marqués, el Gato se acercó a la carroza y le dijo al Rey que durante el baño de su amo unos ladrones habían llegado y se llevaron sus

ropas, a pesar de que él les gritó con toda su fuerza; el Gato las había escondido tras una enorme piedra. Al instante, el Rey

ordenó a los oficiales de su guardarropa que fueran a buscar uno de sus más bellos trajes para dárselo al Marqués de Carabás.

El Rey le hizo mil halagos, y como los hermosos ropajes que acababan de darle realzaban su figura (pues era guapo y de buen porte), la hija del rey lo encontró muy de su agrado; además, como el Mar-

27

qués de Carabás le dirigió dos o tres mira-das, muy respetu-osas y un poco tier-nas, ella se enamoró enseguida de él. El rey quiso que subiera a su carroza y que los acompañara en su paseo. El gato, en-cantado al ver que su plan empezaba a dar resultado, se adelantó a ellos, y cuando encontró a unos campesinos que

segaban un campo les dijo:—Buena gente, si no decías al rey que el campo que estáis segando pertenece al Marqués de Carabás, seréis hechos picadil-los y convertidos en paté.Al pasar por ahí, el rey no olvidó pregun-tar a los segadores de quién era el campo que segaban.-Estos campos

28

pertenecen al Marqués de Car-abás, Señor.- re-spondieron los labriegos- Al marqués de Car-abás, al Marqués de Carabás.El rey, al ver tantas riquezas del Marqués de carabás, decidió casar a su hija

con el hijo menor del molinero, mientras el gato le presentaba to-dos los respetos y se había con-vertido en el gato más famoso de toda la comarca.Y su Señor, el marqués de Car-abás, en un jo-ven príncipe, y

29

las puertas re-ales se abrieron para dar paso a la feliz pareja.y allí vivieron felices, y el gato con botas, como recompensa de su amo, vivió tam-bién en aquel castillo tan bo-nito.

Fin

30

31

porque allí vivía una bruja. Un día, mirando hacia el jardín, la mu-jer se fijó en un árbol cargadito de espléndi-das manzanas que se veían tan frescas que ansiaba comerlas. Su deseo crecía día a día y como pensaba que nunca podría comerlas, comenzó a debilitarse, a perder peso y se puso enferma. Su marido, preocupado, decidió realizar los deseos de la mujer.

Habia una vez una pareja que hacía mu-cho tiempo deseaba tener un bebé. Un día, la mujer sintió que su deseo ¡por fin! se iba a realizar. Su casa tenía una pequeña ventana en la parte de atrás, desde donde se podía ver un jardín lleno de flores hermosas y de toda clase de plantas. Estaba rodeado por una muralla alta y na-die se atrevía a entrar

32

En la oscuridad de la noche el hombre cruzó la muralla y entró en el jardín de la bruja. Ráp-idamente cogió algunas de aquellas manzanas tan rojas y corrió a en-tregárselas a su esposa. Inmediate-mente la mujer empezó a comerlas y a ponerse buena. Pero su deseo aumentó, y para man-tenerla satisfecha, su marido decidió volver al huerto para recoger

mas manzanas. Pero cuando saltó la pared, se encontró cara a cara con la bruja. “¿Eres tu el ladrón de mís man-zanas?” dijo la bruja furiosa. Temblando de miedo, el hombre explicó a la bruja que tubo que hacerlo para salvar la vida a su es-posa. Entonces la bruja dijo, “Si es verdad lo que me has dicho, permitiré que recojas cuantas manzanas qui-eras, pero a cambio me

33

tienes que dar el hijo que tu esposa va a tener. Yo seré su madre.” El hombre estaba tan ater-rorizado que aceptó. Cuando su esposa dio a luz una pequeña niña, la bruja vino a su casa y se la llevó. Era hermosa y se llamaba Rapunzel. Cuando cumplió doce años, la bruja la encerró en una torre en medio de un cerrado bosque. La torre no tenía escal-eras ni puertas, sólo una pequeña ventana en lo

alto.Cada vez que la bruja quería subir a lo alto de la torre, se paraba bajo la ventana y gritaba: “¡Rapunzel, Rapunzel, lanza tu trenza! Rapun-zel tenía un abundante cabello largo, dorado como el sol. Siempre que escuchaba el lla-mado de la bruja se sol-taba el cabello, lo ataba en trenzas y lo dejaba caer al piso. Entonces la bruja trepaba por la trenza y se subía hasta

34

la ventana. Un día un príncipe, que cabalga-ba por el bosque, pasó por la torre y escuchó una canción tan glorio-sa que se acercó para escuchar. Quien canta-ba era Rapunzel. Atraí-do por tan melodiosa voz, el príncipe buscó entrar en la torre pero todo fue en vano. Sin embargo, la canción le había llegado tan profundo al corazón, que lo hizo regresar al bosque todos los días

para escucharla. Uno de esos días, vio a la bruja acercarse a los pies de la torre.

El príncipe se escondió detrás de un árbol para observar y la escuchó decir: “!Rapunzel! ¡Rapunzel!, ¡lanza tu trenza!” Rapunzel dejó

caer su larga trenza y la bruja trepó hasta la ventana. Así, el princ-ipe supo como podría subir a la torre. Al día

35

siguiente al oscurecer, fue a la torre y llamó: “¡Rapunzel!, ¡Rapun-zel!, “¡lanza tu trenza!” El cabello de Rapunzel cayó de inmediato y el príncipe subió. Al prin-cipio Rapunzel se asus-tó, pero el príncipe le dijo gentilmente que la había escuchado cantar y que su dulce melodía le había robado el cora-zón. Entonces Rapun-zel olvidó su temor. El príncipe le preguntó si le gustaría ser su esposa

a lo cual accedió de inmediato y sin pen-sarlo mucho porque estaba enamorada del príncipe y porque esta-ba deseosa de salir del dominio de esa mala bruja que la tenía pre-sa en aquel tenebroso castillo. El príncipe la venía a visitar todas las noches y la bruja, que venía sólo durante el día, no sabía nada. Hasta que un día, cuando la bruja ba-jaba por la trenza oyó

36

a Rapunzel decir que ella pesaba mas que el príncipe. La bruja re-accionó gritando: “Así que ¿has estado enga-ñándome?” Furiosa, la bruja decidió

cortar todo el cabello de Rapunzel, aban-donándola en un lugar lejano para que viviera en soledad.

Al volver a la torre, la bruja se escondió

detrás de un árbol hasta que vió llegar al príncipe y llamar a Rapunzel. Entonces enfurecida, la bruja salió del escondite y le dijo: “Has perdido a Rapunzel para siem-pre. Jamas volverás a verla”. Por lo que el principe se quedó desolado. Además, la bruja le aplicó un hechizo dejando ciego al principe. Incapaci-tado de volver a su cas-tillo, el principe acabó vivien-

37

do durante muchos años en el bosque hasta que un día por casualidad llegó al solitario lugar donde vivia Rapunzel. Al escuchar la melo-diosa voz, se dirigió hacia ella. Cuando es-taba cerca, Rapunzel lo reconoció. Al verlo se volvió loca de alegría, pero se puso triste cuan-do se dio cuenta de su ceguera. Lo abrazó tier-namente y lloró. Sus

lágrimas cayeron sobre

los ojos del príncipe ciego y de inmediato los ojos de él se llenaron de luz y pudo voler a ver como antes. Entonces, felizes por estaren re-unido con su amor, los dos se casaron y vivi-eron muy felices.

Fin