cuentos en verso para ninos perversos

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Cuentos en verso para niños perversos Roahl Dahl Editorial Alfaguara LA CENICIENTA ¡SI, ya nos la sabemos de memoria!, me diréis. Y, sin embargo, de esta historia tenéis una versión falsificada, rosada, tonta, cursi, azucarada, que alguien con la mollera un poco rancia consideró mejor para la infancia... El lío se organiza en el momento en que las Hermanastras de este cuento se marchan a Palacio y la pequeña se queda en la bodega a partir leña. Allí, entre los ratones llora y grita, golpea la pared, se desgañita: ¡Quiero salir de aquí! ¡Malditas brujas! ¡¡Os arrancaré el moño por granujas!!. Y así hasta que por fin asoma el Hada por el encierro en el que está su ahijada. ¿Qué puedo hacer por ti, Ceny querida? ¿Por qué gritas así? ¿Tan mala vida te dan esas lechuzas? . ¡Frita estoy porque ellas van al baile y yo no voy! . La chica patalea furibunda: ¡Pues yo también iré a esa fiesta inmunda! ¡Quiero un traje de noche, un paje, un coche, zapatos de charol, sortija, broche, pendientes de coral, pantys de seda y aromas de París para que pueda enamorar al Príncipe en seguida con mi belleza fina y distinguida! . Y dicho y hecho, al punto Cenicienta, en menos tiempo del que aquí se cuenta, se personó en Palacio, en plena disco, dejando a sus rivales hechas cisco.

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Roahl Dahl

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  • Cuentos en verso

    para nios perversos

    Roahl Dahl

    Editorial Alfaguara

    LA CENICIENTA

    SI, ya nos la sabemos de memoria!,

    me diris. Y, sin embargo, de esta historia

    tenis una versin falsificada,

    rosada, tonta, cursi, azucarada,

    que alguien con la mollera un poco rancia

    consider mejor para la infancia...

    El lo se organiza en el momento

    en que las Hermanastras de este cuento

    se marchan a Palacio y la pequea

    se queda en la bodega a partir lea.

    All, entre los ratones llora y grita,

    golpea la pared, se desgaita:

    Quiero salir de aqu! Malditas brujas!

    Os arrancar el moo por granujas!!.

    Y as hasta que por fin asoma el Hada

    por el encierro en el que est su ahijada.

    Qu puedo hacer por ti, Ceny querida?

    Por qu gritas as? Tan mala vida

    te dan esas lechuzas? . Frita estoy

    porque ellas van al baile y yo no voy! .

    La chica patalea furibunda:

    Pues yo tambin ir a esa fiesta inmunda!

    Quiero un traje de noche, un paje, un coche,

    zapatos de charol, sortija, broche,

    pendientes de coral, pantys de seda

    y aromas de Pars para que pueda

    enamorar al Prncipe en seguida

    con mi belleza fina y distinguida! .

    Y dicho y hecho, al punto Cenicienta,

    en menos tiempo del que aqu se cuenta,

    se person en Palacio, en plena disco,

    dejando a sus rivales hechas cisco.

  • Con Ceny bail el Prncipe rocks miles

    tomndola en sus brazos varoniles

    y ella se le abraz con tal vigor

    que all perdi su Alteza su valor,

    y mientras la mir no fue posible

    que le dijera cosa inteligible.

    Al dar las doce Ceny pens: Nena,

    como no corras la hemos hecho buena ,

    y el Prncipe grit : No me abandones! ,

    mientras se le agarraba a los riones,

    y ella tirando y l hecho un pelmazo

    hasta que el traje se hizo mil pedazos.

    La pobre se escap medio en camisa,

    pero perdi un zapato con la prisa.

    El Prncipe, embobado, lo tom

    y ante la Corte entera declar:

    La duea del pie que entre en el zapato

    ser mi dulce esposa, o yo me mato! .

    Despus, como era un poco despistado,

    dej en una bandeja el chanclo amado.

    Una Hermanastra dijo: Esta es la ma!,

    y, en vista de que nadie la vea,

    pesc el zapato, lo tir al retrete

    y lo escamote en un periquete. Y

    en su lugar, disimuladamente,

    dej su zapatilla maloliente.

    En cuanto sali el Sol, sali su Alteza

    por la ciudad con toda ligereza

    en busca de la duea de la prenda.

    De casa en casa fue, de tienda en tienda,

    e hicieron cola muchas damiselas

    sin resultado. Aquella vil chinela,

    incmoda, pestfera y chotuna,

    no le sentaba bien a dama alguna.

    As hasta que fue el turno de la casa

    de Cenicienta... Pasa, Alteza, pasa! ,

    dijeron las perversas Hermanastras y,

    tras guiar un ojo a la Madrastra,

    se puso la de ms cara de cerdo

    su propia zapatilla en el pie izquierdo.

    El Prncipe dio un grito, horrorizado,

  • pero ella grit ms: Ha entrado! Ha entrado!

    Ser tu dulce esposa! . Un cuerno frito! .

    Has dado tu palabra, Principito,

    precioso mo! . S? -rugi su Alteza.

    -Ordeno que le corten la cabeza! .

    Se la cortaron de un nico tajo y

    el Prncipe se dijo: Buen trabajo.

    As no est tan fea . De inmediato

    grit la otra Hermanastra: Mi zapato!

    Dejad que me lo pruebe! . Prueba esto! ,

    bram su Alteza Real con muy mal gesto

    y, echando mano de su real espada,

    la descocorot de una estocada;

    cay la cabezota en la moqueta,

    dio un par de botes y se qued quieta...

    En la cocina Cenicienta estaba

    quitndoles las vainas a unas habas

    cuando escuch los botes -pam, pam, pam

    pam, del coco de su hermana en el zagun,

    as que se asom desde la puerta

    y pregunt: Tan pronto y ya despierta? .

    El Prncipe dio un salto: Otro meln! ,

    y a Ceny le dio un vuelco el corazn.

    Caray! -pens-. Qu brbara es su alteza!

    Con ese yo me juego la cabeza...

    Pero si est completamente loco! .

    Y cuando grit el Prncipe: Ese coco!

    Cortdselo ahora mismo! , en la cocina

    brill la vara del Hada Madrina.

    Pdeme lo que quieras, Cenicienta,

    que tus deseos corren de mi cuenta!

    Hada Madrina -suplic la ahijada-,

    no quiero ya ni prncipes ni nada

    que pueda parecrseles! Ya he sido

    Princesa por un da. Ahora te pido

    quiz algo ms difcil e infrecuente:

    un compaero honrado y buena gente.

    Podrs encontrar uno para m,

    Madrina amada? Yo lo quiero as ...

    Y en menos tiempo del que aqu se cuenta

    se descubri de pronto Cenicienta

    a salvo de su Prncipe y casada

  • con un seor que haca mermelada.

    Y, como fueron ambos muy felices,

    nos dieron con el tarro en las narices

  • JUAN Y LA HABICHUELA MAGICA

    La madre de Juan dijo: Se acab

    No queda un chavo en casa... Y digo yo

    que en el mercado, echndole tup,

    podrs vender la vaca, conque ve

    y cuenta all lo sana que es la Juana,

    aunque t y yo sepamos que es anciana

    Se fue Juan con la vaca y volvi luego

    diciendo: Madre, cmo les di el pego!

    Jams habr un negocio tan redondo

    como el que hizo tu Juan . Mira el sabiondo!

    Seguro que tu trato es un desastre

    y que te ha dado el timo algn pillastre ... .

    Mas cuando Juan, con gesto artero y pillo,

    extrajo una habichuela del bolsillo

    su madre salt un cudruplo mortal,

    se puso azul y le grit: Animal

    Te has vuelto loco? Dime, tarambana,

    te han dado una habichuela por la Juana?

    Te mato! , y tir al huerto la habichuela,

    agarr a Juan y le atiz candela

    con la mangueta de la aspiradora

    zurrndole lo menos media hora.

    A las diez de la noche, sin embargo,

    la alubia empez a echar un tallo largo,

    tan largo que la punta se perda

    entre las nubes cuando lleg el da.

    Juanito grit: Madre, echa un vistazo

    y dime si ayer no hice un negociazo! .

    La madre dijo: Calla, pasmarote!

    Acaso da habichuelas ese brote

    que pueda yo meter en el puchero?

    No agotes mi paciencia, majadero! .

    Por Dios, mam, que no hablo de semillas!

    No ves que es de oro? Mira cmo brilla! .

    Cunta razn tena el rapazuelo!

    All afuera, estirndose hasta el cielo,

    brillaba una alta torre de hojas de oro

    ms imponente que el mayor tesoro.

    La madre de Juanito, espeluznada,

    peg otro brinco y dijo: Qu burrada!

    Hoy mismo compro un Rolls, me voy a Ibiza

    y abro una cuenta en una banca suiza.

    Vamos, mastuerzo, treme las que puedas

    y las que no sean de oro te las quedas! .

    Y Juan, sin atreverse a vacilar,

    trep por la habichuela sin tardar,

    ganando altura -no preguntis cunta

  • hasta alcanzar la punta de la planta.

    Ms una vez all ocurri una cosa

    de lo ms espantable y horrorosa:

    se levant un estruendo tremebundo

    como si se acercara el fin del mundo

    y habl una voz terrible,

    muy cercana, que dijo:

    iiESTOY OLIENDO A CARNE HUMANA! .

    Juanito se dio un susto de caballo

    y sin pensarlo ms baj del tallo.

    Ay, madre!, si lo s yo no te escucho,

    que arriba hay un seor que grita mucho,

    que yo lo he visto, y me parece injusto

    subir y que me peguen otro susto...

    Es un gigante. Y anda bien de olfato .

    Qu tonteras dices, mentecato! .

    Me oli sin verme, madre, te lo juro.

    Es un gigante enorme, estoy seguro ... .

    Naturalmente que te oli, marrano,

    que no te duchas ms que en el verano

    y apestas como un chivo y no obedeces

    por ms que te lo mande cien mil veces... .

    Juan respondi: Mam, por qu no subes,

    ya que eres tan valiente, hasta las nubes

    t misma? , y ella dijo: Desde luego!

    Yo sin luchar a tope no me entrego .

    Se arremang las faldas y de un salto

    tom la enorme planta por asalto

    se perdi en sus hojas, mientras Juan

    dudaba del buen xito del plan,

    temiendo que el tufillo mareante

    de su mam enfadara a aquel gigante.

    Mirando arriba estaba... hasta que un ruido

    que no esperaba, ms bien un chasquido

    terrible, y una voz desde la altura

    llegaron a su odo: iESTABA DURA Y

    LE SOBRABAN HUESOS, PERO AL MENOS

    LOS DOS MUSLITOS ME HAN SABIDO BUENOS.

    Atiza! -exclam Juan-. Ese chiflado

    se merend a mi madre de un bocado!

    --Olfate- ya lo deca yo.

    ese tufillo horrible ... . Y contempl

    la inmensa planta de oro: Mala suerte!

    Tendr que enjabonarme y frotar fuerte

    para poder pasar por inodoro

    si quiero reincidir en lo del oro .

    Conque se dirigi al cuarto de bao

    por la primera vez en aquel ao,

  • gast siete champs, doce jabones

    y se llen los pelos de lociones,

    se cepill las muelas y los dientes

    y se dej las uas relucientes.

    Volvi luego a la planta nuestro chico

    y all arriba segua, hecho un borrico,

    sorbindose los mocos y escupiendo,

    nuestro gigante brbaro y horrendo:

    NO ESTOY OLIENDO A NADA POR AHORA!! ,

    grua sordamente. Varias horas

    esper Juan. Por fin cay dormido

    el monstruo, y el muchacho,sin un ruido,

    hizo cosecha de oro a troche y moche

    y durmi billonario aquella noche.

    Baarse --dijo- es algo muy seguro.

    Me dar un bao al mes en el futuro .

  • BLANCANIEVES Y LOS SIETE ENANOS

    Cuando muri la madre de Blanquita

    dijo su padre, el Rey: Esto me irrita.

    Qu cosa tan pesada y tan latosa!

    Ahora tendr que dar con otra esposa ...

    --es, por lo visto, un lo del demonio

    para un Rey componer su matrimonio-.

    Mand anunciar en todos los peridicos:

    Se necesita Reina y, muy metdico,

    recort las respuestas que en seguida

    llegaron a millones... La elegida

    ha de mostrar con pruebas convincentes

    que eclipsa a cualquier otra pretendiente .

    Por fin fue preferida a las dems

    la seorita Obdulia Carrascls,

    que trajo un artefacto extraordinario

    comprado a algn extico anticuario:

    era un ESPEJO MAGICO PARLANTE

    con marco de latn, limpio y brillante,

    que contestaba a quien le planteara

    cualquier cuestin con la verdad ms clara.

    As, si, por ejemplo, alguien quera

    saber qu iba a cenar en ese da,

    el chisme le deca sin tardar:

    Lentejas o te quedas sin cenar .

    El caso es que la Reina, que Dios guarde,

    le preguntaba al trasto cada tarde:

    Dime Espejito, cuntame una cosa:

    de todas, no soy yo la ms hermosa? .

    Y el cachivache siempre: Mi Seora,

    vos sois la ms hermosa, encantadora

    y bella de este reino. No hay rival

    a quien no hayis comido la moral .

    La Reina repiti diez largos aos

    la estpida pregunta y sin engaos

    le contest el Espejo, hasta que un da

    Obdulia oy al cacharro que deca:

    Segunda sois, Seora. Desde el jueves

    es mucho ms hermosa Blancanieves .

    Su majestad se puso furibunda,

    arm una impresionante barahnda

    y dijo: Yo me cargo a esa muchacha!

    La aplastar como a una cucaracha!

    La despellejar, la har guisar

    y me la comer para almorzar! .

    Llam a su Cazador al aposento

    y le grit: Cretino, escucha atento!

    Vas a llevarte al monte a la Princesa

  • dicindole que vais a buscar fresas

    y, cuando estis all, vas a matarla,

    desollarla muy bien, descuartizarla

    y, para terminar, traerme al instante

    su corazn caliente y palpitante .

    El Cazador llev a la criatura,

    mintindole vilmente, a la espesura

    del Bosque. La Princesa, que se oli

    la torta, dijo: Espere! Qu he hecho yo

    para que usted me mate, seor mo?

    --el brazo y el cuchillo de aquel to

    erizaban el pelo al ms pintado-.

    Djeme, por favor, no sea pesado! .

    El Cazador, que no era mala gente,

    se derriti al mirar a la inocente.

    Aljate corriendo de mi vista,

    porque, si me lo pienso ms, vas lista ... ! .

    La chica ya no estaba -qu iba a estar!

    cuando el verdugo termin de hablar.

    Despus fue el hombre a ver al carnicero,

    pidi que le sacara un buen cordero,

    compr media docena de costillas

    amn del corazn y, a pies juntillas,

    Obdulia tom aquella casquera

    por carne de Princesa. Que mi ta

    se muera si he faltado a vuestro encargo,

    Seora ... ! Se hace tarde... Yo me largo ... .

    Os creo, Cazador. Marchad tranquilo

    la Reina-. Y ese medio kilo

    de chuletillas y ese corazn

    los quiero bien tostados al carbn! ,

    y se los engull, la muy salvaje,

    con un par de vasitos de brebaje.

    Que haca la Princesa, mientras tanto?

    Pues auto-stop para curar su espanto.

    Volvi a la capital en un boleo

    y consigui muy pronto un buen empleo

    de ama de llaves en el domicilio

    de siete divertidos hombrecillos.

    Haban sido jockeys de carreras

    y eran muy majos todos, si no fuera

    por un vicio que en sbados y fiestas

    les devoraba el coco: las apuestas!

    As, si en los caballos no atinaban

    un da, aquella noche no cenaban...

    Hasta que una maana dijo Blanca:

    Tengo una idea, chicos, que no es manca.

  • Dejad todo el asunto de mi cuenta,

    que voy a resolveros vuestra renta,

    pero hasta que yo vuelva de un paseo

    no quiero que juguis ni al veo-veo .

    Se fue Blanquita aquella misma noche

    de nuevo en auto-stop -y en un buen coche

    hasta Palacio y, siendo chica lista,

    cruz los aposentos sin ser vista;

    el Rey estaba absorto haciendo cuentas

    en el Despacho Real y la sangrienta

    Obdulia se encontraba en la cocina

    comiendo pan con miel y margarina.

    La joven pudo, pues, llegar al fin

    hasta el dichoso Espejo Parlanchn,

    echrselo en un saco y, de puntillas,

    volver sobre sus pasos dos mil millas

    -que eso le parecieron, pobrecita-.

    Muchachos, aqu traigo una cosita

    que todo lo adivina sin error!

    Queris probar? . S, s! , dijo el mayor

    Mira, Espejito, no nos queda un chavo,

    as que has de acertar en todo el clavo:

    quin ganar maana la tercera? .

    La yegua Rififi ser primera ,

    le contest el Espejo roncamente...

    Imaginad la euforia consiguiente!

    Blanquita fue aclamada, agasajada,

    despachurrada a besos y estrujada.

    Luego corrieron todos los Enanos

    hasta el local de apuestas ms cercano

    y no les qued un mal maraved

    que no fuera a parar a Rififi:

    vendieron el Volkswagen, empearon

    relojes y colchones, se entramparon

    con una sucursal de la Gran Banca

    para apostarlo todo a su potranca.

    Despus, en el hipdromo, se vio

    que el Espejito no se equivoc,

    y ya siempre los sbados y fiestas

    ganaron los muchachos sus apuestas.

    Blanquita tuvo parte en beneficios

    por ser la emperatriz del artificio,

    y, en cuanto corri un poco el calendario,

    se hicieron todos superbillonarios

    -de donde se deduce que jugar

    no es mala cosa... si se va a ganar.

  • RIZOS DE ORO Y LOS TRES OSOS

    Jams debi ponerse en un estante

    una bellaquera semejante!

    Cmo una madre amante y responsable

    puede dejar la historia detestable

    de esta malvada nia entre las manos

    de-unos retoos cndidos y sanos?

    Si de m dependiera, Rizos de Oro

    estara entre rejas como un loro...

    Imagnense ustedes qu gracioso

    resulta hacer potaje para oso,

    caf y bollitos con su mermelada

    y, con la mesa puesta y preparada,

    que diga Pap Oso: Mil cornejas!

    La sopa est que quema las orejas!

    Vamos a darnos un paseo juntos

    hasta que este potaje est en su punto.

    Adems, caminar un buen ratito

    nos abrir mejor el apetito .

    Ninguna ama de casa se opondra

    a propuesta de tal sabidura

    -y menos con el genio singular

    de un oso cuando es hora de almorzar.

    Pues bien, en cuanto dejan la mansin

    se cuela Rizos de Oro en el saln

    y, cual reptil sinuoso y repelente,

    lo curiosea todo soezmente.

    Al punto ve el potaje apetitoso

    que puso en los tres platos Mam Oso

    y, en menos tiempo del que aqu se cuenta,

    sobre ellos se abalanza violenta.

    Imagnense, insisto, qu faena,

    despus de preparar cosa tan buena,

    que acabe en el estmago incivil

    de alguna delincuente juvenil.

    Y no acaba ah la cosa!, lo mejor

    viene a continuacin de lo anterior.

    Como mujer de hogar que usted se siente,

    ha ido con todo amor, pacientemente,

    coleccionando muchos trastos viejos:

    un angelote manco, dos espejos,

    tres sillas y un armario estilo imperio

    comprados en subasta y, lo ms serio,

    una silla de nio isabelina

    que un da hered usted de su madrina.

    Es esa silla orgullo, prez y gloria

    de su querida casa y no hay historia

  • que usted no cuente de ella y se derrita

    cuando la ensea ufana a las visitas.

    Pues, como iba diciendo, Rizos de Oro

    sin el menor recato ni decoro

    coloca su trasero gordinfln

    sobre la silla histrica en cuestin

    y, como no le importa tres pepinos

    el mobiliario estilo isabelino,

    se carga en un segundo malhadado

    de su saln el mueble,ms preciado.

    Cualquier nia dira: Qu desgracia!

    Merezco un buen castigo por mi audacia! .

    Pero no Rizos de Oro que, al contrario,

    exhibe su peor vocabulario:

    Maldito cachivache! y otras cosas

    que, de tan malsonantes y espantosas,

    no puedo ni me atrevo a transcribir

    ni creo que se deban imprimir.

    Ustedes pensarn que aqu termina

    su expedicin fatal nuestra herona...

    Pues yo lo siento mucho, amigos mos,

    pero no acaba aqu todo este lo.

    La miserable quiere echar la siesta,

    as que va a mirar dnde se acuesta.

    Sube a los dormitorios de los osos,

    compara qu edredn es ms lanoso,

    los prueba del derecho y del revs,

    y se echa en el ms blando de los tres.

    Como sabis, la gente de provecho

    se suele descalzar cuando va al lecho,

    pero con Rizos de Oro no hay enmienda

    ni se le ocurre cosa que no ofenda.

    Podis imaginaros lo muy guarros

    que estaban sus zapatos, cunto barro

    pestfero llevaban en las suelas .

    Hasta algo que hizo un perro y, por que huela

    tan slo a tinta el libro, uno se calla....

    Y, digo una vez ms: Es que no estalla

    cualquiera a quien un monstruo dormiln

    le ponga hecho una cuadra su edredn?

    Os dais cuenta cabal de la cadena

    de crmenes tramados por la nena?

    Crimen nmero uno: la acusada

    comete allanamiento de morada.

    Crimen nmero dos: el personaje

    se queda con tres platos de potaje.

    Crimen nmero tres: la muy cochina

  • destroza una sillita isabelina.

    Crimen nmero cuatro: la madama

    se limpia los zapatos en la cama...

    Un juez no dudara ni un instante:

    Diez aos de presidio a esa tunante! .

    Pero en la historia, tal como se cuenta,

    la miserable escapa tan contenta

    mientras los nios gritan, encantados:

    Qu bien; Ricitos de Oro se ha salvado! .

    Yo, en cambio, le dara otro final

    a un cuento tan infame y criminal:

    Pap! -grita el Osito- estoy furioso.

    No tengo sopa . Vaya! -dice el Oso-.

    Pues sube al dormitorio: est en la cama,

    metida en la barriga de una dama,

    as que no tendrs ms solucin

    que dar cuenta del caldo y del tazn .

  • CAPERUCITA ROJA Y EL LOBO

    Estando una maana haciendo el bobo

    le entr un hambre espantosa al Seor Lobo,

    as que, para echarse algo a la muela,

    se fue corriendo a casa de la Abuela.

    PuedQ pasar, Seora? , pyegunt.

    La pobre anciana, al verlo, se asust

    pensando: Este me come de un bocado! .

    Y, claro, no se haba equivocado:

    se convirti la Abuela en alimento

    en menos tiempo del que aqu le cuento.

    Lo malo es que era flaca y tan huesuda

    que al Lobo no le fue de gran ayuda:

    Sigo teniendo un hambre aterradora...

    Tendr que merendarme otra seora! .

    Y, al no encontrar ninguna en la nevera,

    gru con impaciencia aquella fiera:

    Esperar sentado hasta que vuelva

    Caperucita Roja de la Selva!

    --que as llamaba al Bosque la alimaa,

    creyndose en Brasil y no en Espaa-.

    Y porque no se viera su fiereza,

    se disfraz de abuela con presteza,

    se dio laca en las uas y en el pelo,

    se puso la gran falda gris de vuelo,

    zapatos, sombrerito, una chaqueta

    y se sent en espera de la nieta.

    Lleg por fin Caperu a medioda

    y dijo: Cmo ests, abuela ma?

    Por cierto, me impresionan tus orejas! .

    Para mejor orte, que las viejas

    somos un poco sordas . Abuelita,

    qu ojos tan grandes tienes! . Claro, hijita,

    son las lentillas nuevas que me ha puesto

    para que pueda verte Don Ernesto

    el oculista , dijo el animal

    mirndola con gesto angelical

    mientras se le ocurra que la chica

    iba a saberle mil veces ms rica

    que el rancho precedente. De repente

    Caperucita dijo: Qu imponente

    abrigo de piel llevas este invierno! .

    El Lobo, estupefacto, dijo: Un cuerno!

    o no sabes el cuento o t me mientes:

    Ahora te toca hablarme de mis dientes!

    'Me ests tomando el pelo ... ? Oye, mocosa,

    te comer ahora mismo y a otra cosa .

    Pero ella se sent en un canap

  • y se sac un revlver del cors,

    con calma apunt bien a la cabeza

    y -pam!- all cay la buena pieza.

    Al poco tiempo vi a Caperucita

    cruzando por el Bosque... Pobrecita!

    Sabis lo que llevaba la infeliz?

    Pues nada menos que un sobrepelliz

    que a m me pareci de piel de un lobo

    que estuvo una maana haciendo el bobo.

  • LOS TRES CERDITOS

    El animal mejor que yo recuerdo

    es, con mucho y sin duda alguna, el cerdo.

    El cerdo es bestia lista, es bestia amable,

    es bestia noble, hermosa y agradable.

    Mas, como en toda regla hay excepcin,

    tambin hay algn cerdo tontorrn.

    Dgame usted si no: qu pensara

    si, paseando por el Bosque un da,

    topara con un cerdo que trabaja

    hacindose una gran casa... de PAJA?

    El Lobo, que esto vio, pens: Ese idiota

    debe de estar fatal de la pelota...

    Cerdito, por favor, djame entrar! .

    Ay no, que eres el Lobo, eso ni hablar! .

    Pues soplar con ms fuerza que el viento

    y aplastar tu casa en un momento! .

    Y por ms que rez la criatura

    el lobo destruy su arquitectura.

    Qu afortunado soy! -pens el bribn.

    Veo la vida de color jamn! .

    Porque de aquel cerdito, al fin y al cabo,

    ni se salv el hogar ni qued el rabo.

    El Lobo sigui dando su paseo,

    pero un rato despus grit: Qu veo?

    Otro lechn adicto al bricolaje

    hacindose una casa... de RAMAJE!

    Cerdito, por favor, djame entrar! .

    Ay no, que eres el Lobo, eso ni hablar! .

    Pues soplar con ms fuerza que el viento

    y aplastar tu casa en un momento! .

    Farfull el Lobo: Ya vers, lechn! ,

    y se lanz a soplar como un tifn.

    El cerdo grit: No hace tanto rato

    que te has desayunado! Hagamos un trato

    El Lobo dijo: Hars lo que yo diga! .

    Y pronto estuvo el cerdo en su barriga.

    No ha sido mal almuerzo el que hemos hecho,

    pero an no estoy del todo satisfecho

    -se dijo el Lobo-. No me importara

    comerme otro cochino a medioda .

    De modo que, con paso subrepticio,

    la fiera se acerc hasta otro edificio

    en cuyo comedor otro marrano

    trataba de ocultarse del villano.

    La diferencia estaba en que el tercero,

    de los tres era el menos majadero

    y que, por si las moscas, el muy pillo

    se haba hecho la casa... de LADRILLO!

  • Conmigo no podrs! , exclam el cerdo.

    T debes de pensar que yo soy lerdo!

    -le dijo el Lobo-. No habr quien impida

    que tumbe de un soplido tu guarida! .

    Nunca podrs soplar lo suficiente

    para arruinar mansin tan resistente

    le contest el cochino con razn,

    pues resisti la cas - a el ventarrn.

    Si no la puedo hacer volar soplando,

    la volar con plvora... y andando ,

    dijo la bestia, y el lechn sagaz

    que aquello oy, chill: Sers capaz!

    y, lleno de zozobra y de congoja,

    un nmero marc: Familia Roja? .

    Al! Quin llama? -le contest ella-.

    Guarrete! Cmo ests? Yo aqu, tan bella

    como acostumbro, y t? . Caperu, escucha.

    Ven aqu en cuanto salgas de la ducha .

    Qu pasa? , pregunt Caperucita.

    Que el Lobo quiere darme dinamita,

    y como t de Lobos sabes mucho,

    quiz puedas dejarle sin cartuchos .

    Querido marranin, porquete guapo!

    Estaba proyectando irme de trapos,

    as que, aunque me da cierta pereza,

    ir en cuanto me seque la cabeza .

    Poco despus Caperu atravesaba

    el Bosque de este cuento. El Lobo estaba

    brillando cual puales relucientes9

    en medio del camino, con los dientes

    los ojos como brasas encendidas,

    todo l lleno de impulsos homicidas.

    Pero Caperucita -ahora de pie

    volvi a sacarse el arma del cors

    y alcanz al Lobo en punto tan vital

    que la lesin le result fatal.

    El cerdo, que observaba ojo avizor,

    grit: Caperucita es la mejor!

    Ay, puerco ingenuo! Tu pecado fue

    fiarte de la chica del cors.

    Porque Caperu luce ltimamente

    no slo dos pellizas imponentes

    de Lobo, sino un maletn de mano

    hecho con la mejor... PIEL DE MARRANO