cuentos dispersos - horacio quiroga

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Cuentos Dispersos - Horacio Quiroga

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Algomás de un tercio de los cuentos publicados en periódicos y revistas,durante toda la trayectoria de Horacio Quiroga como narrador, nunca fuerecopiladoenlibro.Elpresentevolumen—ampliaseleccióndedichomaterial—incorpora,además,unprólogodelaescritoraargentinaLilianaHeker.ElQuirogaqueaquí recuperamos,elquesemultiplicóenpublicacionesdevasto tiraje y heterogéneo público, confirma sus dotes de extraordinarioconstructordeficciones,abriendoelcaminoparaquequieneslosucedieron—Borges, Cortázar, Rulfo, Ribeyro— pudieran llevar el cuentohispanoamericanoalainsuperablemaestríaquealcanzópocodespués.Portodoello,suaportesiguevivoyactual.

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HoracioQuiroga

CuentosdispersosePUBv1.0jugaor09.09.12

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HoracioQuiroga,1906-1935.Diseñodeportada:Shammael

Editororiginal:jugaorePubbasev2.0

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Prólogo

Profesor de literatura, lector refinado, áspero amante de la selva y de muchachasadolescentes, fotógrafo, admirador precoz del cine, loco, humorista,malhumorado,dispéptico, químico aficionado, testigo y causante de muertes cercanas, ciclista,mecánico amateur, padre singular. Qué imagen privilegiar. Apenas uno trata decapturareldeslumbramientomúltiplequeleprovocaHoracioQuirogasufiguraseleescapaporloscuatrocostados.Y,sinembargo,amedidaqueunovaadentrándoseenlavidayen laescrituradeestehombre,empiezaaentenderquecadaunodeestosroles,elegidooprovistoporlafatalidad,fueindispensableparaconstituirlo,omejor,quelavoluntadferozdeQuiroga,unavoluntadibseniana(ynoescasualqueIbsenhaya sido uno de susmaestros de vida) consiguiómantener en caja tantos papelesdivergentes,quecontodosellosseconstruyóyconstruyósuobra.Ahí,talvez,estálaclave, la función aglutinante que contiene a todas las otras, que justifica, ante losdemás, tanto machetazo, tanto bicarbonato y tanta muerte: la escritura. Másprecisamente,lanarrativa.Yaquelamúltipleexperienciayelmúltipledeseoqueloconstituían (hambre, lo llamaba él, y fue una palabra reiterada hacia el final de suvida, cuandoel cáncerenel estómagocasi le impedíacomer,hambre,aunquemásampliamentealudíaaldeseo,alasaludyalajuventud),todoloquevivió,encrudootrastocado,irrumpeensuscuentos.

Narradornato,estabacondenado—sivaleeltérminoparaunaactividadtanbellay necesaria como la de contar— a no poder hacer otra cosa con lo vivido queconjurarloenunrelato.Poreso,entrelosescritoresaquieneseligiócomomaestrosdel género —Poe, Maupassant, Kipling, Chéjov, nada menos—, a quien más separeceesaMaupassant.Ciertoquedeloscuatrodebióaprenderydeloscuatroestáhecho,peronodelamismamanera.AunqueconChéjovpuedahaberdescubiertolaposibilidaddeatraparlaluzdelotrascendenteaunenseresoscuros,difícilmentesepuedecaptar la respiraciónchejovianaen loscuentosdeQuiroga.Encambio, síesadvertiblelainfluenciadePoe,sobretodoenalgunosdesuscuentosfantásticosyenla tendencia a privilegiar elmiedo entre los sentimientos fecundos («Si se debierajuzgar el valor de los sentimientos por su intensidad, ninguno tan rico como elmiedo», dice el narrador en su cuento “El galpón”), pero de ninguna manera elascendientedePoeseadvierteenbuenapartedesuscuentosrealistas.Encuantoalainfluencia deKipling, en apariencia transparente en los cuentos que ocurren en laselvamisionera,citoloque,apropósito,señalaAbelardoCastillo:«¿QuéesloquelodiferenciadeKipling,conquientieneencomúnlaselva?(…)Sumaneradesituarseenelmundoquenoscuenta.RodríguezMonegallohaseñalado:Kiplingnuncadejódeserunsahib.KiplingeraelcolonizadoringlésnacidoporazarenlaIndia,aquienlanaturalezaysuscriaturasdeslumbrabanunpococomoaunviajerodeltiempoque

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visitaunmundoperdido.ParaKipling,lajunglaeraunasuntopoético(…);deahíeltonoépico—esdecirasombrado,enfatizado—desuscuentosdelaselva.Quiroganoera un colonizador sino un habitante de Misiones: no es raro que su primeraexperienciacomo«patrón»fracasaralamentablemente.Lecostótodosudineroymásde un cargo de conciencia, porque no podía, ni aun proponiéndoselo, estafar a losindios.HoracioQuirogaeligiólaselva,escierto,valedecirquetambiénaél leeraajena,perolaeligiócomounanimalcerrilque,sinsaberlo,vuelvealaselva.(…)poresonohayénfasis,nicolorlocal,nielocuenciadescriptivaensusrelatos;y,cuandolos hay, se puede asegurar que no se está ante el mejor Quiroga. (…) RudyardKipling,aunqueingléssóloamedias,eraunrepresentanteprivilegiadodelImperio;Quiroga,blancoypatrón,fueunescritordelacolonia».

Con Maupassant tiene en común no sólo la capacidad feroz de trabajo y lacompulsión de narrarlo todo (los dos parecen escribir bajo el principio básico del«nadadelohumanomeesajeno»),también,ysobretodo,lacualidaddecapturarlosingular, lo narrable que hay en los tipos humanos más inesperados. Los dosabarcarondesdelasmodascitadinasy lavidagalantehasta loshábitosy las luchasdel ámbito rural; los dos tuvieron una mirada desprejuiciada sobre desclasados ymarginales,y,conmuchamásfrecuencia,encontraronel terrorenlasamenazasdelmundo real, en las alucinaciones y en la locura, que en lo inexistente. Los dosescribieron novelas (varias, en el caso de Maupassant, sólo dos en el caso deQuiroga) de las que su historia literaria podría haber prescindido porque suexcepcionalidad se manifestó sólo en sus cuentos, que configuraron un universocompleto.Escribieronadestajo,pelearoncontraelríoagolpederemo,amaronlostransportesderiesgo(elgloboaerostáticodeMaupassant,lamotocicletaprecariadeQuiroga),fueronimplacablesconlaimbecilidadylosprejuiciosdelasociedaddesutiempoy,a lavez,formaronpartedeesasociedad.Ahíse terminaelparalelo,que,porotraparte,reconozcotendencioso,dictadopor lanecesidaddeverunidosadosintegrantes amados de mi familia literaria. Si a Quiroga le faltó la guerra franco-prusiana,Maupassantnotuvolaselva,esaeleccióndevida—ydemuerte—quefuelaselvamisionera.Además,construirsecuentistaenLatinoaméricayenelRíodelaPlatanoeralomismoqueserunescritorfrancés.Acáhabíaqueinventarlocasitodo.Y Quiroga lo inventó. Desde un espacio más espinoso que la nada: desde laadversidad.

Unhechoqueseconsiderafundantedeestaadversidadeslamuerteaccidentaldesu padre cuando Quiroga tenía pocos meses. Ante los ojos de su madre, que lollevabaenbrazos,elpadre,quevolvíadeunacacería,poraccidentesepegóuntiro.El episodio es feroz, parece prefigurar la vida deQuiroga, el pertinaz asedio de lamuertequeatravesósuvida,comosieseasedioseestuvieraorganizandoapartirdeeste disparo inaugural. Aceptemos, sin embargo, que el horror de esta muerte fue

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vividoporlamadre,noporelchicoqueestabaensusbrazos.Loquealchicoleibaallegar más tarde sería el relato del tiro, y la posibilidad de dar un sentido a eseincidente, de vincularlo con otros similares (doce años después iba a presenciar elsuicidio de su padrastro, también de un disparo), de construir con todos ellos supropia historia. Sólo que, para que hubiera esa construcción, tenía que estar elhombre que la construyera. Y la vida de ese hombre, paramí, tiene otro episodioinauguralqueleconciernesóloasímismo,desdeelcualdaráunsentidoalamuertedesupadreya ladesupadrastro,ya todo loque,ademásdeesasmuertes,debióconstituirlo. Tres cuentos, no necesariamente autobiográficos pero sí, en lapercepción, claramente autorreferenciales, permiten armar, no sólo conmuertes, almuchachito que Quiroga debió ser: “Nuestro primer cigarro”, en que resultareveladora la pasión por la aventura y por la transgresión de ese chico, todavíaprotegido por unmundo burgués y que no se diferencia demasiado de otros niñosaventurerosytransgresores,salvocuandoesmiradoatravésdenuestroconocimientodeque,eseniñoquefueQuirogaundíaquebróelhaloprotectorycumplióconsudestinodetransgresiónydeaventurahastalasúltimasconsecuencias.“Frangipane”,cuento de una sutileza excepcional, con reminiscencias proustianas, donde puedeapreciarseelchicolector,reflexivoysensible.Y“Elagutíyelciervo”,queplantealacontradicciónnoresueltaentre lasensibilidadexacerbadayel instintocazador—elinstintocriminal—,que,comotodoslossentimientosenlainfancia,seexpresaaquí,atravésdelpersonajeniño,sinfiltrooatenuantealguno.

¿Enquémomentoeseniño,esejoven—lector,aventurero,escritorincipiente,dealgunamaneraburgués—empiezaadarse formaasímismo,acoincidirconciertaideadesímismo?Elepisodioinauguraldequehablabaocurreenalgúnmomentodesu viaje a París, en el año 1900, cuando Quiroga tiene veintidós años. En quéconsistióexactamenteeseepisodio,quéhecholohizointerrogarsehastatocarfondo,esoestáenunacajanegraquecadaunodesarmaráasumodo.Loquesesabeesqueviajóconeldinerodelaherenciapaterna,queparticipóenuncertamendeciclismo,queteníaintencionesdeasistiralaExposiciónUniversal,quenaturalmente(tambiénlo hacía en su Uruguay natal) se reunió con poetas. Algo más ocurrió. Porque elhombre que salió para París tenía aspecto mundano y mostraba inclinacionesliterarias. El que volvió, cuatro meses después, andaba medio desarrapado, teníadeudas,estabaapuntodefundarconvariosamigosescritoreslaagrupaciónliterariaycultural llamadaelConsistoriodelGaySaberyusabaunabarbaqueledaríaunacaraparasiempre.

Dos hechos terminan de confirmar esa transformación: en 1901, mientras estálimpiandounarmaconlaquesuamigoFedericoFerrando(unodelosco-fundadoresdelConsistoriodelGaySaber)debebatirseaduelo,seleescapauntiroymataasuamigo.Estamuertepesamásquelasanteriores:Quirogayanoesunchico;además,

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estavezesresponsabledehaberprovocadolamuerte.PocotiempodespuésdejadevivirenelUruguayyseinstalaenBuenosAires.Elsegundohechoocurreen1903.En junio,participacomofotógrafodeunaexpedicióna las ruinas jesuíticasquehaorganizado Lugones. Es entonces que conoce Misiones y se enamora de la tierramisioneraparasiempre.

Conocer hoy la casa que construyó y en la que vivió, muy cerca de la selva,ubicarsefrentealbarrancoanteelquesesentabaparaescribir,imaginaresatierra—la desolación, la violenta exuberancia de esa tierra— tal como debió ser un sigloatrás, lleva a la convicción de que Quiroga es inabarcable. El lector refinado, elhombrequehabíaejercidocomoprofesorde literaturaysemovíaen loscenáculosliterarios,quehabíaviajadoaParís,quehabíapublicadoyael librodecuentosLosarrecifesdecoral,eligeeldesafíodeconvivir—delucharcuerpoacuerpo—conlaselva,conelsolcomofuegoyconelrío.Allí,cercadelasruinasdeSanIgnacio,fuecuriosojuezdePaz,destiladoryagricultormalogrado,allíremócontralacorrienteyse abrió paso a machetazos, allí nacieron sus hijos Eglé y Darío, allí asistió a lamuerte lenta de su mujer, AnaMaría Cirés, una muchacha muy joven que, al nopodersoportarlavidaenlaselva,tomócianuroparasuicidarse.Allí,deunamaneramuysingular,criósoloasusdoshijos(“Eldesierto”reflejademaneraexcepcionalesa crianza y lleva los riesgos de la situación padre-hijos a un punto límite). Delrespetoque le tuvoQuirogaa la selva,a lospersonajescuriososquehabitabansuscercanías, a cada uno de sus bichos, al río, da cuenta lo mejor de su narrativa.Sabiéndoseextrañoélmismo,teníalacapacidaddeentender,derespetarloextrañoque había en cada uno de los seres de frontera que lo rodeaban. Misiones loacompañóaunensuvidaenlaciudad.Enrigor,nuncaregresódelaselva.EzequielMartínezEstrada,aquienQuirogaconsiderabasuhermanomenor,cuentacómoerasu casa deVicenteLópez, en la que vivió con su segundamujer, una adolescente,compañeradesuhijaEglé,ycon lapequeñahijade losdos,Pitoca.«Elchaleterauna especie de bungalowdestartalado, conmoblaje rural, y el garaje-galpón-livingeraunatiendadeantigüedades,dondenohubierandesentonadounhelicópteroyunesqueleto de dinosaurio. En el enorme patio estaba la casilla del coatí, animalitosociable y cariñoso a quienQuiroga presentaba con lamisma ceremonia que a unmiembrodelafamilia».

Por otra parte, también fuera de la selva la vida de Quiroga fue un continuodesafío,unsituarsesiempreenelborde.Viajabaenmoto,manejabacomoun loco,todoloquehacíaparecíacolocarloalfilodelamuerte;desdeesefilo,sinembargo,eraunamadorempedernidodelavida.Detodoestodacuentasunarrativa.

Sus cuentos tienen, entonces, una doble fascinación: se instalan como sistemascerrados, rigurosos, exponentes magistrales del género cuando Quiroga alcanza elmáximode su excelencia.Ymuestran, a retazosy reformuladas, su experienciade

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vidaysuvisióndelmundo.

Engeneral,unarecopilacióndecuentosesunrecorridodevidaenmásdeunaspecto.El cuentistava experimentandocambiosde escritura, de ámbito, vamoviendoa lolargodesuvidaelcentrodesuinterés,demodoque,involuntariamente,vallevandoensuscuentosunregistrodeloscambios.Lanovelaseconstituyesiemprecomounatotalidad,unhecholiterarioquedebetenerunaunidadaunquesuautorhayavenidotrabajando en ella durante veinte años; los cambios, los crecimientos, afectarán enalgúnmomentodelprocesoalatotalidadyelresultadoseráúnico.Loscuentos,encambio,sonhechosunitarios,correspondenaunaépoca,aunmododelaescritura,aunamanera singular de registrar la experiencia vivida y de elegir las experienciasnarrables.EncasoscomoeldeQuiroga,además,lovivido—sobretodolovividoenla selva— suele emerger luminosamente, constituyendo lo más excepcional de sunarrativa.

Haycuentosantológicos:“Lagallinadegollada”,“Elalmohadóndeplumas”,“Elhombremuerto”,“Aladeriva”,“Unpeón”,“Elhijo”;podrían—entreotrasposibles— constituir una breve selección canónica. Y hay, sin duda alguna, un libro que,como totalidad, es antológico, Los desterrados, donde Horacio Quiroga consiguefundirtodassuscualidadesliterarias.Ycuandohablodecualidadesliterariasnosólome refiero al rigor formal, a la precisión de los adjetivos, a lo ajustado de laestructura:hablo,sobretodo,desucapacidaddesaberalotro,deverseinclusoasímismocomoelotro (ocurre en “El techode incienso”), de captar lagrandezay lalocuraquealientanenseresmarginales:bandoleros,matones,mensús,hombresqueaveces,apenascondoslíneas,quedendefinidosdemaneraimborrable.Quirogadicede todos ellos: «No son tímidos gatitos de civilización los tipos que del primerchapuzón o en el reflujo final de sus vidas han ido a encallar allá» (“Tacuara-Mansión”).Hombresenlafronteraquehuyendealgooqueyanotienennadaqueperderoqueentiendenlavidacomounpermanentedesafío,unaluchainútilcontralaadversidad:éseeselmundodeLosdesterrados.Cadaunadesushistoriasdacuentadeunoodevariosdeestospersonajes,queavecessedefinenconsólohablar,porqueésaesotradelavirtudesdeQuiroga:ladeencontrarelhabla(yporlotantoconocerla psicología profunda) de sus personajes. «A vos, negro, por tusmotas, te voy apagardospesosylarapadura.Noteolvidesdeveniracobrarafindemes»,lediceelestancieroaJoãoPedro,enelcuentoqueledatítuloallibro.Ymásadelante,JoãoPedroalestanciero:«Euvengoaquitaravocêdeenmedio.Atirevocêprimeiro,enãoerre».Elepisodioterminadeestemodo,conunasintaxisquenotienenadaqueenvidiarlealmejorBorges,sóloquecompuestaalgunasdécadasantes:«Elestancieroapuntó,peroerróeltiro.Ytambiénestavez,delosdoshombresregresóunosolo».Éstos son apenas unos ejemplos de la manera en que Quiroga crea para cada

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personaje una sintaxis y un lenguaje, y de la economía con que puede contar,elusivamente, un acontecimiento tanpoco trivial como lamuerte.Para comprenderademássugrandeza,sucapacidaddesaberqueloshombressoncapacesdedejarlavidaporelsueñodeunafelicidadquenovanaalcanzarnunca,bastaleerelfinaldeestemismocuento,enqueJoãoPedroysucompadreTirafogomuerenatrapadosenunespejismoqueloshacemomentáneamentedichosos.

Lamanera elusiva es constante en lamejor escritura deQuiroga. Van-Houten,otropersonajeinolvidabledellibroLosdesterrados,esdescritodeestamanera:«Lo-que-queda-de-Van-Houten,enrazóndequelefaltabanunojo,unaorejaytresdedosdelamanoderecha(…)Enelrestoeraunhombrebajo…»Repáreseenlosutilmentehumorístico de ese «en el resto».Hacia el finalVan-Houten será descrito con estaeconomía:«Hombreguapopara lapiedrayduroparamoriren lamina».Asuvez,Van-Houten describe así a un milanés, compañero de trabajo: «Cuando no estababorracho, era un hombre duro para el trabajo». No hace faltamás. En esemismocuento, Quiroga describe así la caída de Van-Houten en un pozo: «Allá arriba,apareciólacabezademihermano,gritándome.Ycuantomásgritaba,másdisminuíasucabezayelpozoseestirabayseestirabahastaserunpuntitoenelcielo».Manerasucintadecontaratravésdesupropiapercepcióncómoelpersonajesevahundiendo.Elmismomecanismoseutilizaenestepárrafo:«Desdeel ríoen tinieblasvibrillartodavíaporlargoratolaventanailuminada.Despuésladistancialaapagó».Bastacondetenerseunmomentoenlabellezadeestaluzdeunaventanaqueesapagadaporladistancia para prepararse a los hallazgos que nos deparará la prosa deQuiroga.Ybasta con atender a la descripción que el propio Quiroga hace de algunos de suspersonajes para atisbar la fascinación que tendrá para nosotros esa gente pordescubrir:«AsíJuanBrown,quehabiendoidoporsólounashorasamirarlasruinas,sequedóveinticincoañosallá;eldoctorElse,aquienladestilacióndenaranjasllevóa confundir a su hija con una rata; el químico Rivet, que se extinguió como unalámpara,demasiadorepletodealcoholcarburado».Alosquehabríaqueagregarlosya citados Van-Houten, João Pedro y Tirafogo, o Corazón-Lindito (“La cámaraoscura”),yOrgaz,extravagantejefedelRegistroCivil,cuyafunciónprincipalpareceser lade lucharobsesivamentecontra lasgoterasde su techode incienso.Enestosdosúltimoscuentos,ademásdequepuederastrearseelpropioQuirogatomadocomopersonaje(comonarrador,en“Lacámaraoscura”,comoprotagonistaen“Eltechodeincienso”),seadviertenítidamenteunrasgoque tambiénatraviesaotroscuentosdeQuiroga, pero en el que se reparapoco: el humor.Como si costara aceptar queunautor que se adentró de estamanera en el horror y en lamuerte tuviera, como lostiene, brillantes y a veces ácidos ramalazos de humor. Tal vez la frase de IsidoroBlaisten:«Elhumoreslapenúltimaetapadeladesesperación»echealgunaluzsobreestaaparentecontradicción.

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Encuantoalhorror,enelqueesespecialista,sueficaciaresideenlamaestríaconqueomiteelpuntoculminantedeesehorror,dejandoacargodelaimaginacióndellector la tarea de hacerlo crecer hasta lo intolerable. Bastan dos ejemplos,seguramentesusdoscuentosmáscélebres,yentrelosmejoresquesehayanescritodentro de ese campo en la narrativa latinoamericana: “El almohadón de plumas”,dondelapequeñayfríaaclaraciónenelfinalprovocaenellectorunescalofríoquepersiste,comopersisteparasiempreelestremecimientoqueproduceelvaciamientodelojoen“Elgatonegro”,dePoe,y“Lagallinadegollada”,dondelaferocidadrealocurre detrás de una puerta que el autor no abrirá nunca, aunque nos hayaproporcionadodatoscolateralestannítidosquequerríamosdeteneralaimaginaciónparanoenterarnosdeloque,lentamente,hasucedidodelotrolado.

Comoelhorror, también lo—enapariencia—fantásticosuelehundirsusraícesen la realidad.Ciertoquehaycuentosgenuinamente fantásticos (“Elespectro”,porejemplo,dondelafascinacióntempranadeQuirogaporelcinehacequeseanticipeenmuchasdécadasaWoodyAllen,alintercambioentrelospersonajesdelapantallay losde la realidadqueconsigueAllenenesahermosahistoriadeamorqueesLarosapúrpuradelCairo;sóloqueen“Elespectro”,ademásdelamorestánpresenteslaculpaylamuerte).Pero,enlamayorpartedeloscasos,elefectofantásticosueletener suorigen en las alucinacionesy en la locura: ocurre en “El síncopeblanco”,ocurreenuncuentoespecialmenteconmovedor:“Elhijo”.

No tiene demasiado sentido discutir si los cuentos de Quiroga que adoptan elpunto de vista de un animal podrían o no considerarse fantásticos. En últimainstancia, sólose trataríadeunacuestióndeclasificaciones.Loquesívale lapenadestacar es que, igual que “Midelienzo”, de Tolstoi, o “Cocó”, de Maupassant,cuentos como “La insolación”, el “El alambre de púa” o las dos partes de“Anaconda” muestran el amplísimo registro del punto de vista de su autor, suprofunda capacidad de comprensión, que no sólo se constituye en personajeshumanos singulares (o captados en su singularidad); también en ciertos animalesdesde los cuales Quiroga expresa una percepción desusada de la naturaleza y elestadodeperplejidadantelaconductainexplicabledeciertoshombres.Hayotraclasedeidentificaciónconlosanimales,quesísepuedevincularconlofantásticoo,mejor,conlofabuloso.Elcasodeanimalesquehablanyque,aveces,secomportancomohumanossucedeen“Laseñorita leona”yen“JuanDarién”,exponentescerterosdeunaluchainteriorsinsoluciónentrelocivilizadoylosalvaje.

Encuantoalaspectosocialensuliteratura,auncuandoQuirogatieneeltalentodenohacerexplícitosumensaje,porelmerohechodeencarardelamaneraenqueencara a ciertos personajes marginales y muestra a la naturaleza amenazada dedestrucciónporlaambicióndeloshombres,suideologíavaemergiendoconclaridad.Sin embargo, en algunos cuentos o fragmentos de cuentos, lo social pasa a primer

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plano.Es el caso de “La igualdad en tres actos”, cuento lúcido respecto de lo queentienden por igualdad las buenas conciencias. Las luchas sociales aparecenlateralmente en el cuento “Los desterrados”. «Para mayor extravío, iniciábase enaquellos días el movimiento obrero, en una región que no conserva del pasadojesuíticosinodosdogmas:laesclavituddeltrabajoparaelnativo,ylainviolabilidaddelpatrón.ViéronsehuelgasdepeonesqueesperabanaBoycott,comoaunpersonajedePosadas,ymanifestacionesencabezadasporunbolicheroacaballoquellevabalabanderaroja,mientraslospeonesanalfabetoscantabanapretándosealrededordeunode ellos para poder leer la Internacional».Y constituyen la temática del cuento en“Losprecursores”,dondesecuentanestosmismoshechos,peroahoracomocuestióncentral,conelagregadodelafascinaciónqueadquiereaquíelrelatomismo,alaluz—enrarecida—delhablacoloquialylamiradasingulardeunmensú.

Malhumorado, desbordante, de complicadas relaciones matrimoniales (comoreflejodeesto,valelapenadetenerseenlaferocidaddeciertaspeleasentremaridoymujer narradas en algunos de sus cuentos), tierno con los chicos y con ciertosanimales, obsesivo, maestro impar de cuentistas (porque no sólo desentrañó losmecanismos del cuento; también, como quien deja un legado, ordenó esosmecanismos para los otros: “Los trucs del perfecto cuentista”, el “Manual delperfectocuentista”yel“Decálogodelperfectocuentista”sontextosqueunaprendizdenarradornodeberíaignorar),todoestoconformaalhombrequevamosarmandoatravésdesuescrituraydeltestimoniodequienesloconocieron.DosfragmentosdeMartínezEstradadancuentadesuarbitrariedadysushumorescontradictorios:«GranimportanciaparanuestraamistadtuvolatardeindelebleencasadeNorahLange(…)Quiroga estaba retozón, comunicativo, desbordante, locuaz como nunca lo oí. Elpatio parecía un jardín de infantes.Allí lo conocí como era realmente».Y en otrotexto: «Abrí la puerta para recoger el diario y encontré a Quiroga sentado en unescalóndelumbral.Apesardelcalor,teníapuestoelenormecasacóndecuero,alquelehabíahechounhilván en la espalda conunhilode talabartero.Había saltado laverjay leía el diario (…)Estabadepésimohumor.Había tenidoundisgusto en lacasa.Comoleacaecíaentrancesanálogos,tartamudeaba.Suresoluciónerasencillayextrema:novolveríamásaVicenteLópez.Mepreguntósi teníacomodidadesparaalbergarloporunosdías».

Éste es el escritor queno sólo contó la vida (la pasiónmúltiple que implica lavida); también, y de manera excepcional, contó la muerte como acto de vida. Seadentrócomopocosenlaincredulidad,enlarebeldía,enlaesperanzaengañosadelhombre que sabe—que no está dispuesto a aceptar— que se está muriendo. Suspersonajesseresistenalamuerte, lapeleanhastaelúltimoaliento,poresosontandolorosos.Bastaleer“Eldesierto”,dondeelhombrequevaamorirnopuedesiquieraconcebiralgotanespantosocomoeldejarsolosydesguarnecidosasusdospequeños

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hijos.Bastaleer“Aladeriva”y“Elhombremuerto”,doscuentosmemorablesdondesecuentaesepasaje,intolerable,inevitable,delavidaalamuerte.

SehatratadovastamenteelvínculodeQuirogaconlamuerte.Muertesviolentaslas que lo asediaron, además. La de su padre, la de su padrastro, la de su amigoFerrando (las tres provocadas por armas de fuego), el suicidio con cianuro de suprimeramujery,muchosañosdespuésde lamuertedeQuiroga, el suicidiode sushijosEgléyDarío.Sinduda,desdeelobservador,desdeaquelquemiraestasmuertescomounatotalidadqueenvuelveyatraviesaaQuiroga,sufiguraaparecemarcadayunívocamentedefinidaporellas.Pienso,sinembargo,queQuiroganopuedeserbiencomprendidoalaluzdeesasmuertes,salvodeuna,quelorepresentaentero:lasuyapropia. Cuando se entera de que tiene cáncer, se suicida con cianuro. Ese acto devoluntad,esaeleccióndecerrarsuvidasinposibilidaddeclaudicación,escoherenteconelhombrequeadmirabaelBranddeIbsenyviviódeacuerdoconsusprincipiosimplacables, el que resistió lamuerte de tanta gente queriday, sin embargo (oporeso),fuecapazdenarrarlamuertesincaerenlaautocomplacenciadeldolor.CuandosaliódeunadesusinternacionesenelHospitaldeClínicas,pocoantesdemorir,fuealacasadeMartínezEstrada.Seacostóenlacama,yMartínezEstradalocuentaasí:

«Quiroga, de espaldas, con las piernas abiertas sobre la colcha, echaba humocomosiselequemaralabarba.Estrada(medijo),¿notienealgunamúsicanueva?»Estrada cuenta que puso la Sexta Sinfonía de Tchaikovsky y luego la Muerte deIsolda,ysigue:«Seguíaglorioso,feliz,bajosusnúmenesangélicos,olvidadodesusterriblesdolencias,desuvejez,desusoledad,desufracaso,desupobreza,consuvientreperforadoporlacánuladegomaysuignoradocáncer(…)Entrecerrabalosojos,yterminóeldiscocuandoélarrojólacolilla.Unamuerteconmiseenscène.Locontemplábamoscomoaunángel».

LilianaHeker,BuenosAires,noviembrede2007

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Elgerente

¡Presoyenvísperasdeserfusilado!…¡Bah!Siento,sí,ymedueleenelalmaesteestúpido desenlace; pero juro ante Dios que haría saltar de nuevo el coche si elgerenteestuviesedentro.¡Quécaída!Saliócomodeunahondadelaplataformayseestrellócontra lavictoria. ¡Quélecostaba,digoyo,habersidounpocomásatento,nadamás!Sobre todo,bien sabíaqueyoeraalgomásqueun simplemotorman,yestasolaconsideracióndebierahaberleparecidodesobra.

Yadesdeelprimerdíaqueentrénotéquemicaranolegustaba.—¿Quéesusted?—mepreguntó.—Motorman—respondísorprendido.—No, no —agregó impaciente—, ya sé. Las tarjetas estas hablan de su

instrucción:¿quées?Le dije lo que era.Me examinó de nuevo, sobre todo mi ropa, bien vieja ya.

Llamóaljefedetráfico.—Estábien;paseadentroyentérese.¿Cómoesposiblequedesdeesedíano le tuvieraodio? ¡Mi ropa!…Pero tenía

razón al fin y al cabo, y la vergüenza de mí mismo exageraba todavía esa falsahumillación.

Pasé el primer mes entregado a mi conmutador, lleno de una gran fiebre detrabajo,cuyainferioridadexaltabamipropiahonradez.Poresoestabacontento.

¡Elgerente!Tengotodavíasusmuecasenlosojos.Unamañanaa las4falté.Habíapasadolanocheenfermo,borracho,quéséyo.

Pero falté.A las8, cuando fui llamadoalescritorio, elgerenteescribía: sintióbienqueyoestabaallí,peronohizoningúnmovimiento.Alcabodediezminutosmevio—¡cómoloveoyoahora!—ymereconoció.

—¿Quédesea?—comenzóextrañado.Pero tuvovergüenzaycontinuó—:¡Ah!,sí,yasé.

Bajódenuevolacabezaconsuscartas.Alratomedijotranquilamente:—Mereceunasuspensión;perocomononosgustanempleadoscomoustedvenga

alasdiez.Puedeirse.Volvíalasdiezyfuidespedido.Algunavezencontréalgerenteylomirédetal

modo,queasuvezmeclavólosojos,peromeconocióotravez—¡malditosea!—,yvolviólavistaconindiferencia.¿Quéerayoparaél?Peroasuvez,¿quémehallabaenlacaraparaodiarmeasí?

Undíaqueestaballenodehumanidad,conunaclaraconcepcióndelosdefectos—perdonablesporlotanto—detodoelmundo,ysobretododelosmíos,vencímisquisquillosidadesvanidosasehicequeeljefedetráficointervinieraenloposibleconelgerenterespectoamí.

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El jefeme quería, y pasé toda lamañana contento. Pero tuve que perder todaesperanza.Entreotrosmotivos,parecequenoqueríagenteinstruidaparaempleados.

¡Bienseguroestabadelgerente!Esoeraperfectamentesuyo.Enesemomentovidegolpetodoloquepasódespués.Lafacilidaddehacerlo,la

disparada y el gerente dentro. Vi las personas también, vi todo lo horrible de lacosa…¡Quédiablo!¡Yahapasadoañoymedio,ysientoncesnomeenternecí,nolovoyahacerahora,envísperadeserfusilado!

Paséelmessiguienteamirechazoenlamásgrandenecesidad.Llevénoobstanteuna vida ejemplar, visitando amenudo aquella persona queme había dado su altarecomendaciónparalacompañía.Lehablabacalurosamentedeltrabajoregenerador,delanobleconformidadcontodoesfuerzo,hechovalientementeyalsol,demividafrustrada,demiexoficiodemotorman, tanquerido. ¡Sipudieradenuevovolveraeso! Tan bien hablé, que esamisma persona se interesó efusivamente y obtuve denuevolaplaza.Elgerentenoquisonivermeenelescritorio.Yyo,¡quétranquilidadgocédesdeentonces!,¡quérestregonesdemanosmedabaasolas!

Pero el gerentenoquería subir ami coche.Hastaqueunamañana subió, a lasnueve ymedia en punto. Emprendimos tranquilamente el viaje. Tenía tan clara lacabezaquelogrétodaslasvecesdetenerelcocheenlaesquinajusta;estomealegró.AlentrarenReconquista, recorrí inquieto toda lacallea lo largo;nada.EnLavalleabrí el freno, pero tuve que cerrarlo enseguida: había demasiados carruajes, y eraindispensablequehubierapocos,porlomenosdurantelaprimeracuadradecorrida.Al llegar a Cuyo vi el camino libre hasta Cangallo; abrí completamente elconmutadoryelcocheselanzóconunsaltoadelante.Yaestabatodohecho.Volvílacabeza, algunos pasajeros inquietos, inclinados hacia adelante, se levantaban ya.Saquélallave,calcéelfrenoymelancéalavereda.Elcochesiguiózumbando,llenode gritos que no cesaron más. Pero enseguida, noté mi olvido terrible; me habíaolvidado del troley. ¿Se acordaría el guarda o algún pasajero? Seguí ansioso ladisparada.ViqueenCangallo alcanzó las ruedas traserasdeunavictoriay lahizosaltaradiezmetros,con loscaballosalaire.Desdedondeyoestabaseoíaentreelclamorelzumbidoagudodelcoche,hamacándosehorriblemente.Lagentecorríaporlasveredasdandogritos.EnPiedaddeshizoaunautomóvilqueno tuvo tiempodecruzar. Siguió arrollando la calle como un monstruo desatado, y en un momentoestuvo en Rivadavia. Entonces se sintió claro el clamor: ¡la curva!, ¡la curva! Vitodos los brazos desesperados en el aire. Pero no había nada que hacer.Devoró lamediacuadrayentróenlacurvacomounrayo.

¿Quémás?Aunqueunpocotarde,elguardaseacordódel troley;peronopudoabrirsecaminoentre ladesesperaciónde todos.Habíadentro treintapersonas,entreellas ocho criaturas.Ni una se salvó.La cosa es horrible, sin duda, pero ami vezmañanaalascuatroymediaseréfusilado,yestoesunconsueloparatodos.

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Decaza

Unavez tuveenmividamuchomásmiedoque lasotras.Hasta Juancito lo sintió,transparenteapesardesu inexpresiónde indio.Ningunodijonadaesanoche,perotampoconingunodejóunmomentodefumar.

CazábamosdesdeesamañanaenelPalometa,Juancito,unpeónyyo.Elmonte,sin duda, había sido batido con poca anterioridad, pues la caza faltaba y losmachetazosabundaban;apenassideochoadieznosdestrozamos laspiernasenelcaraguatá tras un coatí. A las once llegaron los perros. Descansaron un rato y seinternaron de nuevo. Como no podíamos hacer nada, nos quedamos sentados.Pasarontreshoras.Entonces,alasdos,másomenos,nosllegóelgritodealertadeun perro. Dejamos de hablar, prestando oído. Siguió otro grito y, enseguida, losladridosderastrocaliente.MevolvíaJuancito,interrogándoloconlosojos.Sacudiólacabezasinmirarme.

La corrida parecía acercarse, pero oblicuando al oeste. Cesaron un rato; y yahabíamosperdidotodaesperanzacuando,depronto,lossentimoscerca,creciendoendirecciónnuestra.Nos levantamosdegolpe, tendiéndonosenguerrilla,parapetadostras un árbol, precaución más que necesaria, tratándose de una posible y terriblepiara,todoenuno.

Losladridoseran,momentoamomento,másclaros.Fueraloquefuera,elanimalveníaderechoaestrellarsecontranosotros.

Hecazadoalgunasveces;sinembargo,elwínchestermetemblabaenlasmanosconeseataqueprecipitadoenlínearecta,sinpodervermásalládediezmetros.Porotra parte, jamás he observado un horizonte cerrado demalezas, conmás fijeza yangustiaqueenesaocasión.

La corrida estaba ya encima de nosotros, cuando, de pronto, el ladrido cesóbruscamente,comocortadodegolpeporlamitad.Losveintesegundossubsiguientesfueron fuertes; pero el animal no apareció y el perro no ladrómás. Nosmiramosasombrados.Talvezhubieraperdidoel rastro;mas,por lomenos,debíaestaryaalladonuestro,conlasllamadasagudasdeJuancito.

Alratosonóotroladrido,estavezanuestraizquierda.—NoesBlack—murmurémirándolosorprendido.Yelladridosecortódegolpe,

exactamentecomoelanterior.La cosa era unpoco fuerte ya y, de golpe, nos estremecimos todos a lamisma

idea.Esamadrugada,deviaje,JuancitonoshabíaenteradodelostigressiniestrosdelPalometa(era laprimeravezqueyocazabaconél).Apenasunodeellossiente losperros,seagazapasigilosamentetrasuntronco,ensupropiorastrooeldeunanta,gamaoaguará,sileesposible.Alpasarelperrocorriendo,deunamanotadalequitade golpe vida y ladrido. Enseguida va al otro y así con todos. De modo que, al

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anochecer,elcazador seencuentra sinperrosenunmontede tigrespsicólogos.Lodemásescuestióndetiempo.

Loquehabíapasadoconnuestrosperroserademasiadoparecidoaaquelloparaque no se nos apretara un poco la garganta. Juancito los llamó, con uno de esosaullidoslargosdeloscazadoresdemonte.Escuchamosatentos.Alsurestavez,perolejos, un perro respondió. Ladró de nuevo al rato, aproximándose visiblemente.Nuestraconcienciaangustiadaestabaahoratodaenteraeneseladridoparaquenosecortara.Yotravezelgrito tronchadodegolpe. ¡Tresperrosmuertos!Nosquedabaaúnotro,peroaésenolovimosnuncamás.

Ya eran las cuatro; el monte comenzaba a oscurecerse. Emprendimos el mudoregreso a nuestro campamento, una toldería abandonada, sobre el estero delPalometa.Anselmo, que fue a dar agua a los caballos, nos dijo que en la orilla, aveintemetrosdenosotros,habíaunaciervamuerta.

Nosacostamosalrededordelafogata,precauciónqueafirmabanlanochefrescayloscuatroperrosmuertos.Juancitoquedódeguardia.

Alasdos,medesperté.Lanocheestabaoscuraynublada.Elmontealtísimo,alladonuestro,reforzabalaoscuridadconsumasanegra.Meincorporéenuncodoymiréatodoslados.Anselmodormía.Juancitocontinuabasentadoalladodelfuego,alimentándolodespacio.Miréotravezelmonterumorosoymedormí.

A lamediahora,medespertédegolpe;habíasentidoun rugido lejano,sordoyprolongado.MesentéenlacamaymiréaAnselmo;estabadespierto,mirándomeasuvez.MevolvíaJuancito.

—¿Toro?—lepregunté,enunadudatanlegítimacomoatormentadora.—Tigre.Nos levantamosynos sentamosal ladodel fuego.Losmugidos se reanudaron.

¿Qué íbamos a hacer? Desde ese instante, no dejamos un momento de fumar,apretandoelcigarroentrelosdedosconsobradafuerza.Durantemediahora,talvez,losmugidoscesaron.Yempezarondenuevo,muchomáscerca,aintervalosrítmicos.Enlaesperaangustiosadecadagritodelanimal,elmontenosparecíadesiertoenunvastosilencio;nooíamosnada,conelcorazónensuspenso,hastaquenosllegabalapesadillasonoradeesemugidoobstinadorastreandoarasdelsuelo.

Tras una nueva suspensión, tan terrible como lo contrario, recomenzaron endireccióndistinta,precipitadosestavez.

—Estásobrenuestrorastro—dijoJuancito.Bajamoslacabezaynonosmiramoshastaquefuededía.Duranteunahora, losmugidoscontinuaron,a intervalosfijos,dolorosos, ahogados, sin que una vez se interrumpiera esa monotonía terrible deangustiaerrante.Parecíadesorientado,nosécómo,yaseguroquefuecruelesanochequepasamosalladodelfuegosinhablarunapalabra,envenenándonosconelcigarro,sindejardeoírelmugidodel tigrequenoshabíamuerto todos losperrosyestaba

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sobrenuestrorastro.Unahoraantesdeamanecer,cesaronynolosoímosmás.Cuandofuededía,nos

levantamos;JuancitoyAnselmoteníanlacaraterrosa,cruzadadepequeñasarrugas.Yodebíaestar lomismo.Llevamosal riachoa lospobrescaballos, enuncontinuodesasosiegotodalanoche.Vimoslaciervamuerta,peroahoradespedazadaycomida.

Durantelahoraenquenolooímos,eltigresehabíaacercadoensilencio,porelrastro caliente; nos había observado sin cesar, contándonos uno a uno, a quincemetrosdenosotros.Esaindecisión—característicadetodosmodoseneltigre—nossalvó, pero comió la cierva. Cuando pensamos que una hora seguida nos habíaacechadoensilencio,nossonreíamos,mirándonos;yaeradedía,porlomenos.

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Micuartasepticemia

(Memoriasdeunestreptococo)

Tuvimosqueesperarmásdedosmeses.Nuestrohombreteníaunaridículaprolijidadasépticaquecontrastabacruelmenteconnuestradecisión.

¡EduardoFoxterrier!¡Quénombre!Estofuecausadelavagaconsideraciónquese le tuvounmomento.Nuestrosujetonoeraen realidadpeorque losotros;antesbien, honraba la medicina—en la cual debía recibirse— con su bella presunciónapostólica.

Cuandose rasgó lamanoen lavértebradenuestromuertoendisección—¡quépleuresíajusta!—nosediocuenta.Alrato,alretirarlamano,violaerosiónyquedóunmomentomirándola.Tuvolaideafugitivadecontinuar,yaunhizounmovimientopara hundirla de nuevo; pero toda la Academia de Medicina y Bacteriología seimpuso,ydejóelbisturí.Selavócopiosamente.DetardevolvióalaFacultad;hízosecauterizarlaerosión,aunqueerayaunpocotarde,cosaqueélviobastanteclaro.Alas22horas,minutoporminuto,tuvoelprimerescalofrío.

Ahorabien;apenasdesgarradalaepidermis—enelincidentedelavértebra—noslanzamos dentro con una precipitación que aceleraba el terror del bicloruroinminente,segurosdelascobardíasdeFoxterrier.

Alosdosminutosselavó.Lacorrientearrastró,inutilizóyabrasólatercerapartedelacolonia.Eltermocauterio,detarde,conelsacrificiodelosquequedaron,sellósupropiatumba,encerrándonos.

Al anochecer comenzó la lucha. En las primeras horas nos reprodujimossilenciosamente.Éramosmuchos,sinduda;pero,comoalos20minutos,éramoseldoble(¿cómohansubidoéstos, losotros?)ya los40minutoselcuádruple,a las6horaséramos180.000vecesmás,yestotrajoelprimerataque.

Creoestar segurodeque—anosernosotros—cualquieraotracoloniahubierasucumbido el primer día, dada la enérgica fagocitosis de Foxterrier.Algo era paranuestraenergíanuestrapropiameditacióndelcrimen.Sillegamosalúltimogradodeexasperación séptica, hicimos lo posible por conseguirlo, siquiera en honor delinfiernoblancoconqueíbamosatenerquecombatir.Nosenvolvíansinpazposible,pero llevaban la muerte con nosotros en la propia absorción. Continuábamosincansablesnuestrasecreciónmortífera,moríamosatrillones,multiplicábamonosdenuevoy,alas22horasdeestaluchadesesperada,lacoloniaenteravibródealegríadentrodeFoxterrier:acababadetenerelprimerescalofrío.

Justoesquelodiga,noabrigóniremotamenteunasoladudarespectoaloquesedesplomabasobreél.

Seacostóenseguida.Sintiosemejor,sinduda,comoeranatural.Peroalosveinte

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minutosrepitioseelescalofrío,latemperaturasubió,ydesdeesemomento,elcuadrodesuhorribleenfermedadajustoseenuntodoaloquehabíamosdecidido.

En casa de Foxterrier no había estufa. Como esos días fueron crudos,encendiéronseen sucuartodoso tres lámparas,queno seapagaronmáshastaquemurió. Sus compañeros no le dejaron un momento, turnándose, llenos de tristeserenidadfraternalanteesesacrificioquecompartíasuapostoladocomún.Algomásgravedebíaserparanosotroslaacademiareunida.

La quinina fue nuestro tormento continuo con el hielo de su presencia,enfriándonos, deteniendo nuestra vertiginosa reproducción. Y el suero, el malditosuero claro, ampliando una energía cardiaca tan ridícula como desesperada,sosteniendo la corriente, barriendo nuestra obra con su estéril purificación. Losbaños, el café, los paños fríos, sostenían a su vez la química. Luego, los riñoneseliminaban demasiado… De modo que a la mañana siguiente, último día deFoxterrier, decidimos subir la temperatura y sostenerla a toda costa. Lo primero,indudablemente,eranolocalizarnos,apesardequeunaespléndidabronconeumoníanos tentaba como enuna criatura.Ya la trementina inyectada a nuestro pasohabíasido nuestromartirio, en razón de su reducción casi irresistible. Hubiera sido unalocura fijarnos, y sobre todo una crueldad más con Foxterrier, ya que nuestraexcitacióndebíadetodosmodosconcluirconél.

No puedo recordar las últimas horas sin un violento escalofrío que Foxterrierhabía compartido ya. En efecto, a las tres, Foxterrier tenía 41,5 grados de fiebre.Resistióunmomentoaún,puessienelmundoqueabandonóconnosotroshubouncerebroclaro,fueeldeEduardo.Alascuatro,latemperaturasubióa42gradosyserindióenfrancodelirio.Nohuboyaesperanza;elpulsonodabamás,apesardelasestricninasylosaceites.Alascincocayóencomaylafiebresubióa42,4grados.Enestemomento tuvimos recién la idea de nuestro propio peligro. Hubo una voz dealarma, sin duda, que salió de lo profundo de nuestra angustia: ¡la temperatura, latemperatura! ¿Pero qué podíamos hacer? Tan grande había sido y era nuestraexasperación, que nuestras toxinas se tornaban luminosas. Ni aun podíamosdetenernos,enunaviolenciadesecreciónmeditadadosmesesenteros.Alascincoycuarto, Foxterrier tenía 43,1 grados y murió. Fue en balde nuestra desesperación.Continuamos multiplicándonos, secretando nuevos ríos de toxinas, subiendo,subiendosiemprelatemperatura.Alamediahorallegóa44,5grados.

La mitad de la colonia murió. Un ambiente de fuego, asfixia y honracomprometida se llevó los últimos restos de nuestra actividad, ymis recuerdos secortanaquí,alahoraydoceminutosdehabermuertoFoxterrier.

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Ellobisón

Una noche en que no teníamos sueño, salimos afuera y nos sentamos. El tristesilenciodel campoplateadopor la luna sehizo al fin tan cargantequedejamosdehablar,mirandovagamenteatodoslados.DeprontoElisavolviólacabeza.

—¿Tienemiedo?—lepreguntamos.—¡Miedo!¿Dequé?—¡Tendríaquever!—serióCasacuberta—.Amenos…Estavez todos sentimos ruido.Dingo,unode losperrosquedormían, sehabía

levantadosobrelaspatasdelanteras,conungruñidosordo.Mirabainmóvil,lasorejasparadas.

—Es en el ombú—dijo el dueño de casa, siguiendo lamirada del animal. Lasombranegradelárbol,atreintametros,nosimpedíavernada.Dingosetranquilizó.

—Estosanimalessonlocos—replicóCasacuberta—,tienenparticularodioalassombras…

Por segunda vez el gruñido sonó, pero entonces fue doble. Los perros selevantaron de un salto, tendieron el hocico, y se lanzaron hacia el ombú, conpequeñosgemidosdepremurayesperanza.Enseguidasentimos lassacudidasde lalucha.

Lasmuchachasdieronungrito,laspollerasenlamano,prontasparacorrer.—Debeserunzorro.¡Porfavor,noesnada!¡Toca,toca!—animóCasacubertaa

susperros.YconmigoyVivascorrióalcampodebatalla.Alllegar,unanimalsalióaescape,

seguidodelosperros.—¡Esunchanchodecasa!—gritóaquélriéndose.Yotambiénmereí.PeroVivas

sacó rápidamenteel revólver,ycuandoel animalpasódelantedeél lomatódeuntiro.

Conrazónestavez,losgritosfemeninosfuerontales,quetuvimosnecesidaddegritaranuestroturnoexplicándolesloquehabíapasado.EnelprimermomentoVivassedisculpócalurosamenteconCasacuberta,muycontrariadopornohabersepodidodominar. Cuando el grupo se rehízo, ávido de curiosidad, nos contó lo que sigue.Comonorecuerdolaspalabrasjustas,laformaesindudablementealgodistinta.

—Antetodo—comenzó—confiesoquedesdeelprimergruñidodeDingoprevíloqueibaapasar.Nodijenada,porqueeraunaideaestúpida.Poresocuandolovisalircorriendo,unacoincidenciaterriblemetentóynofuidueñodemí.Heaquíelmotivo.

»Pasé, hace tiempo, marzo y abril en una estancia del Uruguay, al norte.Miscorreríasporelmontefamiliarizáronmeconalgunospeones,noobstantelaobligadaprevenciónamifachaurbana.Supeasíundíaqueunodelospeones,alto,amarilloy

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flaco, era lobisón. Ustedes tal vez no lo sepan: en el Uruguay se llama así a unindividuoquedenochesetransformaenperroocualquierbestiaterrible,conideasdemuerte.

»Devueltaa laestanciafuialencuentrodeGabino,elpeónaludido.Lehiceelcuento y se rió. Comentamos con mil bromas el cargo que pesaba sobre él. Mepareció bastante más inteligente que sus compañeros. Desde entonces éstosdesconfiaron de mi inocente temeridad. Uno de ellos me lo hizo notar, con susonrisitacompasivadecampero:

»—Tengacuidao,patrón…»Durantevariosdíaslofastidiéconbromasalterriblehuéspedquetenían.Gabino

sereíacuandolosaludabadelejosconalgúngestodemostrativo.»En laestancia,situadoexactamentecomoéste,habíaunombú.Unanocheme

despertólaatrozgriteríadelosperros.Mirédesdelapuertaylossentíenlasombradelárboldestrozando rabiosamenteaunenemigocomún.Fuiynohallénada.Losperrosvolvieronconelpeloerizado.

»Aldíasiguientelospeonesconfirmaronmisrecuerdosdemuchacho:cuandolosperrospeleanaalgunacosaenelaire,esporqueellobisóninvisibleestáallí.

»BromeéconGabino.»—¡Cuidado!Silosbull-terrierslopescan,novaasernadaagradable.»—¡Cierto!—merespondióenigualtono—.Voyatenerquefijarme.»El tímido sujeto me había cobrado cariño, sin enojarse remotamente por mis

zonceras. Élmismo a veces abordaba el tema para oírme hablar y reírse hasta laslágrimas.

»Unmes despuésme invitó a su casamiento; la novia vivía en el puesto de laestancialindera.AunquenoignorabanallálafamadeGabino,nocreían,sobretodoella.

»—No cree —me dijo maliciosamente. Ya lejos, volvió la cabeza y se rióconmigo.

»Eldía indicadomarché;ningúnpeónquiso ir.Tuveenelpuestoel inesperadoencuentrodelosdueñosdelaestancia,omejordicho,delamadreysusdoshijas,aquienes conocía.Como el padre de la novia era hombre de toda confianza, habíandecididoir,divirtiéndoseconlaescapatoria.Lescontélaterribleaventuraquecorríalanoviacontalmarido.

»—¡Verdad!¡Lavaacomer,mamá!¡Lavaacomer!—rompieronlasmuchachas—.¡Quélindo!¡Vaapelearconlosperros!¡Losvaacomeratodos!—palmoteabanalegremente.

»Enesetonoya,proseguimosforzandolabromahastatalpuntoque,cuandolosnoviosseretirarondelbaile,nosquedamosensilencio,esperando.Fuiadeciralgo,perolasmuchachassellevaroneldedoalaboca.

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»Y de pronto un alarido de terror salió del fondo del patio. Las muchachaslanzaronungrito,mirándomeespantadas.Lospeonesoyeron tambiény laguitarracesó.Sentíunallamaradadelocura,comounafatalidadquehubieraestadojugandoconmigomucho tiempo.Otroalaridode terror llegó,yelpelosemeerizóhasta laraíz.Dijenoséquéalasmujeresdespavoridasymeprecipitélocamente.Lospeonescorrían ya. Otro grito de agonía nos sacudió, e hicimos saltar la puerta de unempujón: sobre el catre, a los pies de la pobremuchacha desmayada, un chanchoenormegruñía.Alvernossaltóalsuelo,firmeenlaspatas,conelpeloerizadoylosbelfos retraídos. Miró rápidamente a todos y al fin fijó los ojos en mí con unaexpresióndeprofundarabiayrencor.Durantecincosegundosmequemóconsuodio.Precipitoseenseguidasobreelgrupo,disparandoalcampo.Losperros lo siguieronmuchotiempo.

»Éste es el episodio; claro es que ante todo está la hipótesis de que Gabinohubiera salido por cualquier motivo, entrando en su lugar el chancho. Es posible.Perolesaseguroquelacosafuefuerte,sobretodoconladesapariciónparasiempredeGabino.

»Este recuerdo me turbó por completo hace un rato, sobre todo por unacoincidenciaridículaqueustedeshabránnotado:apesardelasterriblesmordidasdelosperros—ycontratodasucostumbre—elanimaldeestanochenogruñónigritóunasolavez.

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Laserpientedecascabel

La serpiente de cascabel es un animal bastante tonto y ciego.Ve apenas, y amuycortadistancia.Espesada,somnolienta,sininiciativaalgunaparaelataque;demodoque nada más fácil que evitar sus mordeduras, a pesar del terrible veneno que laasiste. Los peones correntinos, que bien la conocen, suelen divertirse a su costa,hostigándolaconeldedoquedirigenrápidamenteaunoyotroladodelacabeza.Laserpientesevuelvesincesarhaciadondesientelaacometida,rabiosa.Sielhombrenolamata,permanecevariashoraserguida,atentaalmenorruido.

Sudefensaesavecesbastanterara.Ciertodíaunboyeromedijoqueenelhuecodeunlapachoquemado—amediacuadradecasa—habíaunaenorme.Fuiaverla:dormíaprofundamente.Apoyéunpaloenmediodesucuerpo,ylaapretétodoloquepudecontraelfondodesuhueco.Enseguidasacudióelcascabel,seirguióytirótresrápidosmordiscosaltronco,noamivaraquelaoprimíasinoaunpuntocualquieradellapacho.¿Cómonosediocuentadequesuenemigo,aquiendebíaatacar,eraelpaloque le estaba rompiendo lasvértebras?Tenía1,45metros.Aunquegrande,noeraexcesiva;perocomoestosanimalessonextraordinariamentegruesos,elboyerito,quelavioarrollada,tuvounaideaenormedesutamaño.

Otradelasrarezas,enloqueserefiereaestaserpiente,eselruidodesucascabel.Apesardelaszoologíasylosnaturalistasmásomenosdeoídas,elruidoaquelnosepareceabsolutamentealdeuncascabel:esunavibraciónopacayprecipitada,muyigual a la que produce un despertador cuya campanilla se aprieta con lamano, o,mejoraún,aunescapedecuerdadereloj.Estodelescapedecuerdasuscitaunodelosporveniresmásturbiosquehayatenido,yfueorigendelamuertedeunodemisaguarás. La cosa fue así: una tarde de septiembre, en el interior del Chaco, fui alarroyoa sacaralgunasvistas fotográficas.Hacíamuchocalor.Elagua, tersapor lacalma del atardecer, reflejaba inmóviles las palmeras. Llevaba en una mano lamaquinaria,yenlaotraelwinchester,pueslosyacaréscomenzabanarevivirconlaprimavera.Micompañerollevabaelmachete.

Elpajonal,quemadoymaltrechoenlaorilla,facilitabamicampañafotográfica.Mealejébuscandounpuntodevista, lohallé,yalafirmareltrípodesentíunruidoestridente,comoelqueproducenenveranociertaslangostitasverdes.Miréalrededor:nohallénada.Elsueloestabayabastanteoscuro.Comoel ruidoseguía, fijándomebienvidetrásdemíaunmetro,unatortugaenorme.Comomeparecióraroelruidoquehacía,meinclinésobreella:noeratortugasinounaserpientedecascabel,acuyacabezalevantada,prontaparamorder,habíaacercadocuriosamentelacara.

Eralaprimeravezqueveíatalanimal,ymenosaúnteníaideadeesavibraciónseca, a no ser el bonito cascabeleo que nos cuentan lasHistoriasNaturales.Di unsaltoatrás,yleatraveséelcuellodeunbalazo.Micompañero,lejos,mepreguntóa

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gritosquéera.—¡Una víbora de cascabel!—le grité ami vez.Y un poco brutalmente, seguí

haciendofuegosobreellahastadeshacerlelacabeza.Yo tenía entonces ideas muy positivas sobre la bravura y acometida de esa

culebra; si a esto se añade la sacudida que acababa de tener, se comprenderá miensañamiento. Medía 1,60 metros, terminando en ocho cascabeles, es decir, ochopiezas.Estepareceserelnúmerocomún,noobstantedecirsequecadaañoelanimaladquiereunnuevodisco.

Micompañerollegó;gozabadeunfuerteespantotropical.Atamoslaserpientealcañóndelwinchester,ymarchamosacasa.Yaeradenoche.Latendimosenelsuelo,y los peones, que vinieron a verla,me enteraron de lo siguiente: si unomata unavíboradecascabel,lacompañeralosigueaunohastavengarse.

—Tesigue,che,patrón.Los peones evitan por su parte esta dantesca persecución, no incurriendo casi

nuncaenelagraviodematarvíboras.Fuialavarmelasmanos.Micompañeroentróenelranchoadejarlamáquinaen

unrincón,yenseguidaoísuvoz.—¿Quétieneelobturador?—¿Quécosa?—lerespondídesdeafuera.—Elobturador.Estádandovueltaselresorte.Prestéoído,ysentí,comounapesadilla,lamismavibraciónestridenteysecaque

acababadeoírenelarroyo.—¡Cuidado!—legritétirandoeljabón—.¡Esunavíboradecascabel!Corrí,porquesabíadesobraqueelanimalcascabeleasolamentecuandosienteel

enemigo al lado. Pero ya mi compañero había tirado máquina y todo, y salía deadentroconlosojosdefuera.

En esa época el rancho no estaba concluido, y a guisa de pared habíamosrecostadocontralacumbrerasurdosotreschapasdecinc.Entreéstasyelbancodecarpinterodebíaestarelanimal.Yanosemovíamás.Diunapatadaenelcinc,yelcascabelsonódenuevo.Pordentroeraimposibleatacarla,pueselbanconoscerrabael camino.Descolgué cautelosamente la escopeta del rincónoscuro,mi compañeroencendió el farol deviento, ydimosvuelta al rancho.Hicimos saltar el puntal quesostenía las chapas, y éstas cayeron hacia atrás. Instantáneamente, sobre el fondooscuro, apareció la cabeza iluminada de la serpiente, en alto y mirándonos. Micompañero se colocó detrás de mí con el farol alzado para poder apuntar, e hicefuego.Elcartuchoteníanuevebalines;lellevaronlacabeza.

SabidaeslafamadelChaco,encuantoavíboras.Habíallegadoeninvierno,sinhallaruna.Yheaquíqueelprimerdíadecalor,enel intervalodequinceminutos,dosfatalesserpientesdecascabel,yunadeellasdentrodecasa…

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Esa noche dormí mal, con el constante escape de cuerda en el oído. Al díasiguienteelcalorcontinuó.Demañana,alsaltarelalambradode lachacra, tropecéconotra:vueltaalostiros,estavezderevólver.

A lasiesta lasgallinasgritaronysentí losaullidosdeunaguará.Saltéafuerayencontréalpobreanimalitotetanizadoyapordosprofundasmordeduras,yunanubeazuladaenlosojos.

Tenía apenas veinte días. A diez metros, sobre la greda resquebrajada, searrastrabalacuartaserpienteendieciochohoras.Peroestavezuséunpalo,armamásexpresivayobviaquelaescopeta.

Durantedosmesesyenplenoverano,noviotravíboramás.Después sí;pero,paralenitivodelaintranquilidadpasada,noconlaturbadorafrecuenciadelprincipio.

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EnelYabebirí

El cazador que tuvo el chucho y fue conmigo al barrero de Yabebirí se llamabaLeoncio Cubilla. Desde días atrás presentía una recidiva, y como éstas eranprolongadas,esperamosunasemana,sinnovedadalguna,porsuerte.

Partimos por fin unamañana después de almorzar. No llevábamos perros; dosestaban lastimados y los otros no trabajaban bien solos. Abandonamos la picadamaestra tres horas antes de llegar al barrero. De allí un pique de descubierta nosaproximóleguaymedia;ylaúltimaetapa—hechaamachetedeunaacuatrodelatardemáscalientedeenero—acabóconmiamoralcalor.

Elbarreroconsistíaenunalagunavirtualdeltamañodeunpatio,entreunmardebarro. Acampamos allí, en el pajonal de la orilla, para dominar el monte, a cienmetros nuestro. El crepúsculo pasó sin llevarnos un animal, no obstante parecerhabituallarastrilladadetapiresquesubíanalmonte.

Porsobriedad—oesperanzasdecarnefresca,sisequiere—nollevábamossinounas cuantas galletas que comí solo; Cubilla no tenía ganas. Nos acostamos. Micompañerosedurmióenseguida,larespiraciónbastanteagitada.Pormiparteestabaunpocodesvelado.Mirabaelcielo,queyaalanochecerhabíaempezadoacargarse.Haciaeleste,enlabrumaahumadaqueentoncessubíaapenassobreelhorizonte,treso cuatro relámpagos habían cruzado en zig-zag. Ahora la mitad del cielo estabacubierta.Elcalorpesabamásaúnenelsilenciotormentoso.

Por fin me dormí. Presumo que sería la una cuando me despertó la voz deCubilla:

—¡Elaguaráguazú,patrón!Sehabíaincorporadoymemirabadehitoenhito.Saltésobrelaescopeta:—¿Dónde?Volviócautelosamentelacabeza,mirandoatodoslados,yrepitióconteniendola

voz:—¡Elaguará!Su cara encendidame hizo sospechar y le tomé el pulso: volaba de fiebre. La

fatigayhumedaddeesedíahabíanprecipitadoelaccesoqueéljustamentepreveía.Paramayortrastorno,éstosseiniciabanenélsinchuchosyenfrancodelirio.

Sedurmiódenuevofelizmente.Tendidodeespaldas,observéotravezeltiempo.Aunque aún no había relámpagos, el cielo cargado tenía de rato en rato sordasconmociones fosforescentes.Nonosesperababuenanoche.Volvimesinembargoadormir,peromedespertóungritodeterror:

—¡Patrón,elaguará!AbrílosojosyviaCubillaquecorríahaciaelmonteconelmacheteenlamano.

Salté trasély logrésujetarlo.Temblaba,empapadoensudor.Volviódemalagana,

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mirandoatrásacadamomento;barbotabasordas injuriasenguaraní.Yenelfogónsentose en el suelo, abrazándose las rodillas y el mentón sobre ellas. Observabafijamente el fuego, luciente de fiebre. A ratos lanzaba una carcajada, tornandoenseguidaasumutismo.

Así llegaron lasdosde lamañana.DeprontoCubilla removió lasmanosporelsueloyfijóenmísusojos,másexcavadosaúndemiedo:

—¡Elaguarásevaatomartodaelagua!…—Nomequitabalavista,enunpavorprofundo.Ledidebeber,lehablé,envano.

Pero a mí mismo comenzaba a desazonarme el aguará y el desamparo de esanoche, ¡en qué compañía! La tormenta arreciaba. El tronar lejano del monteanunciaba el viento que pronto estaría sobre nosotros. El cielo relampagueante seabríaycerrabaacadamomento,encegueciendo.Enunafulguración,mássostenidaquelasanteriores,elmonteserecortólargamentesobreelcielolívido.Cubilla,quedesdehacía ratonoapartabade él lavista, incorporose amediasy sevolvió amí,desencajadodeespanto:

—¡Elaguarávaavenir,patrón!…—Noesnada—lerespondí,mirandoapesarmíoatodoslados.—¡Ahíestá!¡Sevaatomartodaelagua!—gritó,levantándoseyvolviéndosea

todosladosconimpulsosdefuga.Yeneseinstante,entredosráfagasdeviento,oímosclaroydistintoelaullidode

un aguará. ¡Qué escalofrío me recorrió! No era para mí el aullido de un aguarácualquiera,sinode«ese»aguaráextraordinarioqueCubillaestabaolfateandodesdelasdocedelanoche.Éste,aloíralanimal,sellevólamanocrispadaalagarganta,paralizadodeterror.Quedóasílargoratoescuchandoaún,yalfinbajólentamentelamano,ysesentóserioytranquilo.Echoseareírenseguida,despacio:

—Elaguará…nohayremedio…nosvaaquitarelagua…nohayremedio…—Memirabairónicamenteporentrelascejas—.¡Elaguará!…¡elaguará!…

El animal aulló otra vez, pero ya sobre nosotros, desde la punta delmonte.Alfuego de otro relámpago se destacó en la greda su silueta inmóvil y cargada dehombros.Avancé cincuentametros, temblando demiedo y ansia de acabar de unavez. Apunté en su dirección, y en el primer relámpago sostenido rectifiquérápidamente e hice fuego. Cuando pude ver de nuevo, el páramo de greda estabadesierto; no había sentido ni un grito. Al volver, Cubilla no parecía haberseinquietado.Proseguíabalanceándoseyriendosuavemente:

—Noesnada;vaavolver…setomaelagua…vuelvesiempre…Así siguió hasta el alba, y así continué, crispado por su profecía delirante y

resignada, con la escopeta en las manos, mirando a todos lados, completamenteperdidoenelmonte.Talvezsimihombrehubieradichoqueelaguaránoscomería,ocosa así, no habría visto en ello más que una lógica sobreexcitación de cazador

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enfermo.Peroloquemeconturbabaeraesedetalledebrutalrealidad,yafantásticopor su excesiva verosimilitud: «a pesar de todo», el animal vendría a tomarse«nuestra»agua.

Novino,por suerte.Al abrir eldía,Cubilla se tendióenun soporprofundo, elpelopegadoalafrenteamarillaylabocaabierta.Despertosealasocho,sinfiebre;nosupocómodisculparsedehabermehechoperder lacacería.Evitéhablarledesudelirioyvolvimos.

Esamismatarde,debiendoCubillatornarasuhacha,dejélaCarreríayregreséalObraje,despuésdequincedíasdeausencia.

Conésaeranyadoslasnochesdecazaquepasabadetalmodo.NovolvímásalYabebirí,yhaceunmes,supealllegaraquíqueCubillahabíamuertodechucho.

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Lacompasión

CuandoEnriquetasedesmayó,mimadreyhermanasseasustaronmásdelopreciso.Yoentrabapocodespués,yalsentirmispasosenelpatio,corrierondemudadasamí.Costomealgoenterarmecumplidamentedeloquehabíapasado,puestodashablabana la vez, iniciando entre exclamaciones bruscas carreras de un lado a otro.Al fin,supequemomentosanteshabíansentidounruidosordoenlasala,mientraselpianocesaba de golpe. Corrieron allá, encontrando a Enriqueta desvanecida sobre laalfombra.

La llevamos a su cama y le desprendimos el corsé, sin que recobrara elconocimiento.Paracalmaramamátuvequecorreryomismoenbuscadelmédico.Cuando llegamos, Enriqueta acababa de volver en sí y estaba llorando entre dosalmohadas.

Como preveía, no era nada serio: un simple desmayo provocado por lasdigestiones anormales a que la someten los absurdos regímenes que se crea. Diezminutosdespuésnosentíayanada.

Mientras se preparaba el café, pues por lomenosmerecía esto el inútil apuro,quedámonos conversando.Era ésa la quinta o sexta vez que el viejomédico iba acasa.Llamadoundíaporrecomendacióndeunamigo,quedaronmuycontentasdesumodo cariñoso con los enfermos. Tenía bondadosa paciencia y creía siempre quedebemos ser más justos y humanos, todo esto sin ninguna amargura ni ironíaspsicológicas,cosarara.Estabanencantadasdeél.

—Tengo un caso parecido a éste —nos decía hablando de Enriqueta—, perorealmente serio. Es un muchacho también muy joven. Parece increíble lo que hahechoparaperderdeltodosuestómago.Haleídoqueelcuerpohumanopierdepordíatantosytantosgramosdenitrógeno,carbono,etc.,yélmismosehacelacomida,despuésdepesarhastaelcentigramo ladosisexactadesustanciasalbuminoideasydemás que han de compensar aquellas pérdidas. Y se pesa todos los días,absolutamente desnudo. Lomalo es que ese absurdo régimen le ha acarreado unagravedispepsia,yestoesparausted,Enriqueta.Cuantosmásdesórdenespropiosdesu inanición siente,menos come.Desde hace dosmeses tiene terribles ataques degastralgiaquenosécómocontener…

—Duelemuchoeso,¿no?—interrumpióEnriqueta,muypreocupada.—Bastante —inclinó la cabeza repetidas veces, mirándola—. Es uno de los

doloresmásterribles…—ComomihermanaConcepción—apoyómimadre—cuandosufríadecálculos

hepáticos.¡Quéhorror!¡Niquieroacordarme!—Ytalvezlosdelaperitonitisseanpeores…olosdelameningitis.Nosquedamosunratoensilencio,mientrastomábamoselcafé.

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—Yonosé—reanudómimadre—,yonosé,peromeparecequedeberíahallarsealgo para no sufrir esos dolores. ¡Sobre todo cuando la enfermedad esmortal, miDios!

—Apresurandolamuerte,únicamente—sesonrióelmédico.—¿Yporquéno?—apoyóvalientementeClara,lamásexaltadademishermanas

—,¡Seríaunaverdaderaobradecaridad!—¡Ya lo creo! —murmuró lentamente mi madre, llena de penosos recuerdos.

Luisa y Enriqueta intervinieron, entusiasmadas de inteligente caridad, y todasestuvieronenarmonía.

Elmédicoescuchaba,asintiendoconlacabezaporcostumbre.—Sin embargo no crea, señora—objetó tristemente—.Lo que para ustedes es

obradecompasión,paraotrosessencillamenteuncrimen.Debehaberquiénsabequéoscurofondodeirracionalidadparanoverunacosataninteligente—yanodigojusta—comoesladeevitartormentosalaspersonasqueridas.Haceunmomento,cuandohablábamos de los dolores, me acordé de algo a ese respecto que me pasó a mímismo.Despuésdeloqueustedeshandicho,notengoinconvenienteencontarleselcaso:hacedeestobastantetiempo.

»Una mañana fui llamado urgentemente de una casa en que ya había asistidovarias veces. Era unmatrimonio, en el segundo año de casados.Hallé a la señoraacostada,enincesantesvómitosyhorribledolordecabeza.Volvídetardeytodoslossíntomassehabíanagravado,sobretodoeldolor,elatrozdolordecabezaquelateníaen un grito vivo. En dos palabras: estaba delante de una meningitis, con todaseguridad tuberculosa.Ustedes saben quemuy poco hay que hacer en tales casos.Todoel tratamientoescalmante.No lesdeseoqueoigan jamás los lamentosdeunmeningítico:eslacosamásangustiosaconsuritmoconstante,siempreaigualtono.Acabanporperdertodaexpresiónhumana;parecengritosmonótonosdeanimal.

»Aldíasiguienteseguíaigual.Elpobremarido,muchachoimpresionable,estabadesesperado.Tenía crisisde llanto silencioso, echadoenun sillóndehamacaen lapiezacontigua.Norecuerdohaberllegadonuncasinquesalieraarecibirmeconlosojosenrojecidosysupañuelodemediolutohechounovilloenlamano.

»Hubo consulta, junta, todo inútil. El tercer día el dolor de cabeza cesó y laenferma cayó en semiestupor. Estaba constantemente vuelta a la pared, las piernasrecogidashastaelpechoyelmentóncasisobrelasrodillas.Nohacíaunmovimiento.Respondíabrevemente,demalagana,comodeseandoqueladejáramosenpazdeunavez.Porotrolado,todoestonofaltajamásenunmeningítico.

»Lanochedelcuartodíalaenfermedadseprecipitó.Lafiebresubiócondelirioa40,6 grados, y tras ella la cefalalgia,más terrible que antes, los gritos se hicierondesgarradores. No tuve duda ninguna de que el fin estaba próximo. La crisis deexaltaciónpostrera—cuandolashay—sueledurarhoras,undía,dos,raravezmás.

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Mienfermapasó tresdíasenesaagoníadesesperante,gritandoconstantemente,sinun solo segundo de tregua, setenta y dos horas así. Y en el silencio de la casa…figúrenseelestadodelpobremarido.Niantipirina,nicloral,nadalocalmaba.

»Poreso,cuandoalséptimodíaviquedesgraciadamentevivíaaúnenesaatroztortura suya y de sumarido y de todos, pesé, con las manos sobre la conciencia,antecedentes,síntomas,estado;ydespuésdelamásplenaconviccióndequeerauncasoabsolutamenteperdido,reforcélasdosisdecloral,yesamismatardemurióenpaz.

»Yahora,señora,dígamesi todosveríanenesolaverdaderacompasióndequehablábamos.

Mimadreyhermanassehabíanquedadomudas,mirándolo.—¿Yelmaridonuncasuponada?—lepreguntóenvozcasibajamimadre.—¿Paraqué?—respondiócontristeza—.Nopodíatenerlaseguridadmíadela

muertedesumujer.—Sí,sinduda…—apoyófríamentemifamilia.Nadie hablaba ya. El doctor se despidió, recomendando cariñosamente a

Enriquetaquecuidarasuestómago.Ysefue,sincomprenderquedecasanuncamáslovolveríanallamar.

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Elmonoahorcado

Estilicón,unmonomíodeantes[1], tuvounhijo,cuyavidaamargué.Éstemurióen1904,ycomoescribísuhistoria—porlomenosladelacatástrofe—elmismodíadehaberlo enterrado, la fecha de estas impresiones es, pues, anterior a diciembre de1904.

AcabodeenterraraTitán.Hehechoabrirunagujeroenelfondodeljardín,yallílohemos puesto con su soga. Confieso que ese desenlace me ha impresionadofuertemente.Despuésdeunacortavidaenpaz,misexperienciasextravaganteslohanprecipitadoenunensayodelqueyanosaldrá.

Enresumen,quisehacerhablaramimono.Heaquíloqueyopensabaentonces:Lafacultaddehablar,enelsolohechodelapérdidadetiempo,hanacidodelo

superfluo: esto es elemental. Las necesidades absolutas, comer, dormir, no hanmenesterde lenguajealgunopara su justoejercicio.Elbuenanimalque seadhiereenérgicamentealavidaasientasurazóndesersobrelatierra,comoungruesoysanoárbol,ladescomposicióndeunaguamuerta.Unanecesidad,exactamentecumplida,esgrandeantelamadretierraquenohablanunca.Ellenguaje(elpensamiento)noessino la falla de la acción, o, si se quiere, su perfume. Porque es falla no puederepetirse con honor, estableciendo así la diferencia capital entre acción ypensamiento.Unaacciónpuedecopiarse,ysilaprimerafuegrande,loserátambiénlasegunda.Encambio,todossabemosquedecirloqueotroshandicho,denigraenun todo. La acción es siempre propia, cada una tiene valor intrínseco, sin que suigualdadaunmillóndeaccionesidénticasalcanceadisminuirla.Laintenciónpuedeestardetrásdeellascondiversosgradosdeheroísmo;perocomotodaslascosasqueseharán,alfinyalcabohandeserhechas,novalemásensíunaobrafuertementediscutidaquelaquesehizodegolpeysinpensar.Elhecho,unavezdepie,tienelasinceridadincontrastabledelascosas,aundelasqueconservanportodoslossigloslacontexturafinamentequebradizadelasquefueronhechasafuerzademeditación.

Encuantoallenguaje,losloros,cuervos,estorninos,hablan.Losmonos,no.¿Porqué? Si se admite que la animalidad delmono es superior a la del loro, podemosadmitirtambiénquelafacultaddehablarnoesprecisamentesuperior.Enelpájarosecortaparareaparecerenelhombre.¿Porquéenelmono—organizacióncasiperfecta—noexiste?Estabizarríameparecíademasiadosutil.

MuchodeestosemeocurrióunanocheenqueTitánrompióentresusmanosunbastón que halló debajo del ropero.Me quedé comentando con Luis la fuerza delanimal.Luiscreíaenunafalladelamadera;yo,no.Alfindelargacharla,Luis,paraconvencerse, cogió un palo semejante, y después de gran esfuerzo logró astillarlo.

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Titán, apelotonado en un rincón, había seguido con ojos inquietos el incidente.Cuandoésteconcluyó,nosmiróprofundamenteasombrado.¿Paraquéhaberperdidotantotiempohablando,sialfinyalcabohabíamosdehacerlomismoqueél?

En este terreno puesto, lo preciso para que hablara era sugerirle la idea de losuperfluo.¿Perocómo?

Laprimeraexperienciatuvolugarenelcampo,alsur.Lallanurarasaymonótonase extendía hasta el fin. Sólo en medio del pasto amarillo se levantaba un árbolabsoluto.Durante unmes fui allá conTitán todas las tardes, haciéndole subir a lacopadeaquél.Tanbienaprendió,quecorríaatreparsesinindicaciónmía.Unanochehicecortarelárbolalrasdelsueloyllevarlelejos:noquedórastroalguno.Alatardesiguiente fuimos de nuevo e insté a Titán a que subiera al árbol. El animal buscóinquieto por el aire, memiró, volvió los ojos a todos lados, memiró de nuevo ygimió.Insistíveinteveces,instándolocontodalapersuasiónquepudeaquesubiera.Memirabaaturdido,peronosemovía.Devuelta,alllegaracasa,corriódealegríaatreparsealparaísodelpatio.

Meditéotrascosasmás,perotodaslaspruebasposiblesvariabanalrededordelaprimera.Inútildebíaserloquenoleservía,ylaconcepcióndeestoerajustamentelodifícil.Undíarompióunglobodevidriopendientedeunhilo.Conelmismopaloledio un segundo golpe, y ahí se detuvo su idea de lo superfluo. La conciencia delglobo era absolutamente de ese globo: otro era un mundo aparte. Una hormiga,perfectamenteconscientede laexistencia íntimadeunahoja, ignoraenabsoluto lapiedraconque tropieza,noexisteparaella,aunqueexistasu impedimento.¿Cómollegaralaideaabstracta?Ledihaschichamihombre,porfin,nociertamenteparaquehablara,sinoparaobservarunladoporelquepudierasercogido.Elresultadofuegrotesco.

Después de cincomeses de pruebas—algunas tan sutiles, lo confieso, quemedabanmiedopormímismo—hiceunensayopostrero.Sujetéalparraldos fuertessogasconsendosnudoscorredizos;unoerafalso.Pasééstepormicuelloymedejécaer,losbrazospendientes.Titánhizolomismoenelotrolazo,peroprestollevólasmanos al cuello y descorrió el nudo.Memirópensativodesde el suelo,muertodeenvidia.Repitiótodalatardelahazaña,conigualresultado.Nosecansaba,comonose cansó en los días sucesivos, afanándose por soportar el dolor. Aunque en losúltimos tiempos lenotéextraños titubeosensuprodigiosaprecisióndebestia, todopasó.Hacedeestounmes,unmeslargo.Yestamañanaamanecióahorcado.Probéelnudo;comocorríasinelmenorentorpecimiento,tuvelaplenaconviccióndequeesamuertenoeracasual.

Ignorosilasanterioresexperienciashaninfluidodecididamente.Puedetratarsedeun esfuerzo de curiosidad—¡a qué gradomorboso!—o de una simple ruptura deequilibrioanimaltorturadoseismesesseguidos:lamenorangustiahumanadevacío

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enlacabezalohallevadofatalmenteaesedesenlace.Siesasí,unavezabandonadoslosbrazos—élconocíaelpeligrodeesasituación

—sudecisiónhaidoderechoalamuerte,cosaqueélhavistoynoqueridoevitar.Decualquiermodo,hadebidosufrirmucho;perolacaranosehaconvulsionado,firmeyseria por el gran esfuerzo de voluntad para morir. Los ojos se han vueltocompletamente para arriba. Su blanca ceguera, bajo el ceño contraído, da al rostrosombríounaexpresiónestatuariadeconcentración,ydominadoporunaseriedeideasconfusas, he seguido a su lado y lo he hecho enterrar en el patio, con los brazostendidosalolargodelcuerpo.

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LaausenciadeMercedes

Hipólito Mercedes, del Ministerio de Hacienda, tenía veintisiete años cuando leaconteció su extraordinaria aventura.Era unmuchacho grueso,muy rubio, de ojosirritadosyparpadeantes,queusabalentesporqueeramiope.Erabastantetímido,susmuslos rechonchos se rozaban hasta la rodilla, como los de las mujeres. Tenía lainteligenciacircunscrita,asemejanzadelaspersonasadictasafilosofar,yparacolmosellamabaMercedes,comounahermanamía.

Era extremadamente pulcro. De modo que no pudo ser más grande laestupefaccióndesuscompañeroslatardeenquelevieronlevantarsedelamesaconuntinteroenlamano,vaciarloenelpisoyarrodillarse,frotandoconcienzudamentelasrodillassobrelatinta.Despuésvolvióaescribirplácidamente.Losoficinistas,sinsaber qué pensar, dispusiéronse a gozar el resultado. Indudablemente el pobreMercedesnosehabíadadocuentadeloquehabíahecho,porquesalióenpaz,comosienrealidadnollevaradosgrandesmanchasenlasrodillas.Aldíasiguientehuboquejas, protestas, que agitaron la oficina hasta las dos. Mercedes llegó a proferirpalabrasbastantegroseras,alasquesuscompañerosreplicaronquecuandosesufredistraccionesmásbienestúpidas,esinútilacusaranadieymuchomenoslevantarlavoz.

Mercedesquedómuypreocupadodesímismo.Esatardesaliósolo.AltomarlaveredadeVictoria,leyódistraídoenlosvidrios:MiguelMihanovich-LíneasaBahíaBlanca…Siguióadelante,deletreandomentalmente:Mi-ha-no-vich…Yalllegaralaúltimasílabaseacordó,deunmodotannítidocomoinesperado,deunpardebotinescon puntera de bronce que había tenido en Chivilcoy cuando era chico, y que lehabíanduradosietemeses.Entróenunbar,pidiócafé,llevólatazaaloslabios,yaldejarlaenelplatoseencontróenCallaoySantaFe.Posiblementecaminaba;perosusorpresafuetangrandequequedóparado.Susegundasorpresafueque,alevocarelbardelqueacababadesalir,tuvolaimpresióndeunrecuerdovago,difícil,lejano,deesosqueobliganacerrarlosojoscontrayendoelceño.Eratalsuestupefacciónqueno sabía cómo comenzar a dilucidar eso. Se dirigió a su casa, completamenteaturdido.Depronto,conunescalofrío,vioelsolenlosbalcones:era«mástemprano»que cuando había tomado el café. Y con un nuevo chucho, esta vez de frío yespantadaconfusión,notóqueerainvierno.

Ahorabien:paraunhombrequellevaunatazadecaféensuslabiosenlaPlazadeMayo, en verano, y al dejarla se halla enSantaFe yCallao, en invierno y consobretodo,laaventuraesabrumadora.

«¡Estoy loco, loco!», se dijoMercedes,muertode angustia. «Mamámedirá loquehapasado,sinohehechoalgunalocura».Comounapersonamojadayenferma,deseaba ardientemente verse de una vez en su casa. Vivía en Soler entre Díaz y

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Bulnes.En la esquinadeDíaz, al levantar lavista, sedetuvodegolpeyquedóunmomentoinmóvil.Apresuróelpaso.

—Esacasanoestabaantes.¡Antes!…¿Cuándo?…Llegóporfin.Atravesóligeroelpatio,entróenelcomedor,yunamujer,conuna

criaturadepechoenlosbrazos,lepreguntósorprendida,mirandoelpéndulo:—¡Oh!,¿porquévienesaestahora?Sonapenaslascuatroymedia.Mercedes ahogó una exclamación y dio torpemente un paso atrás, cogiendo de

nuevoelpicaporte.—Perdón…meheequivocado…¿Noviveaquímamá…laseñoradeMercedes?

—secorrigióenseguida.Lajovenbromeó:—No,señor;estáahoraenChivilcoy,encasadelseñorJuanMercedes,hermano

delseñorHipólitoMercedes,padredelseñorPolitoMercedes,servidordeusted—yextendiólacriaturahaciaMercedes.

Elaturdimientodeésteeramuchomayorquesuquebranto.Laexpresióndesurostronodebíasernormal,porquelajovenseacercóaél,mirándoloextrañada:

—¿Qué tienes?Algo te pasa—y le apoyó el revés de lamano en la frente—.Estáshelado…¡Pobre!—agregópasándoleelbrazoporlacinturayapretándoseaél—.Daleunbesoatuhijo…Pero¿quétienes?¿Porquémemirasasí?

—N… nada… —murmuró Mercedes, desesperado por no saber qué partidotomar.Apesardetodo,lequedabasuficienteserenidadparanopromoverunaescenaridícula.

—¿Teduelealgo?—N…no.—¿Yentonces?—Noséloquetengo…Perolacabezaseleiba,yseempeñabahumildementeencreerselocoanteesos

horriblesfenómenos,noobstantehabérseleocurridoquesisumujerlorecibíaasí,nodeberíaestarlo.Paramayorencanto,unchicodedosañosentrócorriendoaecharsecontrasupierna,llamándolopapá.Asíesquecuandoalospocosmomentoslajovenlodejósolo,huyódesesperadoenbuscadesumédico.Asusangustiasseagregóunadecisiva:enelvestíbulohabíaunalmanaquedepared,yhacíamediahoraque leíacomounestúpido:«1906,14dejuniode1906»,¡yélacababadetomarcaféel2demarzode1902!

Contótodo,extraordinariamenteabatido.¿Cómoeraeso?¿Cómocuatroaños?…¿Su mujer y sus hijos?… El otro, tras el cúmulo de sus preguntas insidiosas demédico, hablole al fin en términos precisos—no para Mercedes, por cierto— deepilepsia,ausenciasdeepilepsia.PareceserqueenelmomentoenqueMercedesibaadejarlatazadecafé,adquiriódegolpeunacomoespeciedeotrapersonalidad,que

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se casó, tuvo dos hijos y continuó haciendo en un todo lo que hacía siempreMercedes.Hastaqueunbuendía,enCallaoySantaFe,volvióbruscamenteaserelprimer individuo, reanudando su vida y recuerdos donde los había dejado, y sinacordarseenlomásmínimodeloquehabíahechoenesoscuatroaños.

A instancias del pobreMercedes, tan desalentado que daba lástima, elmédico,buenmuchachoensuma,loacompañóasucasa,explicandoalaseñoradeMercedesquesuesposohabíasufridounalevecongestióncerebralquehabíalehechoolvidardemuchascosasyconfundirlasotras,etcétera.

Unmomentoantes,Mercedesnohabíadejadodedarleaentender,congransustode célibe, un posible divorcio si… y se detuvo hipócritamente, recordando condiscretopregusto,comoleconvenía,elbellorostrodesupasadayfuturamujer.

Perolascosasnodeberíanhaberidoprecisamentemal,porquediezdíasdespués,cuando su médico le pidió nuevas de su fresco estado, Mercedes lo miróextremadamente satisfecho, tantoque a la indiscreta sonrisadel otro, concluyóporponersecolorado.

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Recuerdosdeunsapo

Es curioso cómo los espíritus avanzados encarnan, en cierta época de su vida, lamodalidadcomúnde ser, contra lacualhande luchar luego.Generalmenteaquelloocurreenlosprimerosaños,ylapáginaquesiguenoessinosuconfirmación.

Quienlaescribeymelaenvía,M.G.,figuraentrelosmásfirmesprecipitadoresdelarevoluciónsocialyes,precisoescreerlo,tanexaltadocomosincero.Contadosporél,nodejandetenersaborpicanteestosrecuerdos.

Aqueldíafueunafiestacontinua.Lasleccionesdelamañanasedieronmal,lamitadpor culpa nuestra, la otra mitad por la impaciencia tolerante de los profesores,deseososasuvezdehuirportodaunatardedelcolegio.

Ese inesperado medio día de asueto tenía por motivo el advenimiento de laprimavera,nadamás.Latardeanterior,eldirector,quenosdabaclasedemoral,noshabíadirigidounpequeñodiscursosobrelaestaciónqueentraba,«ladulcenaturalezaque muere y renace con más bríos, los sentimientos de compasión que hacen delhombreunsersuperior».Hablabadespacio,mirandofijayatentamentecomoparanoolvidarunapalabradesudiscursoaprendidodememoria.Loquenorecuerdobienesla ilación que dio a la primavera y la compasión humana.De todosmodos, el díasiguiente,23deseptiembre,nuestro2.ºañodebíairalJardínBotánico.

Fuimos.Eldíaeramaravilloso.Comonohacíaviento,latemperaturacasiestivalparecíamásdensa.Avanzábamosbulliciosamenteporlossenderos,mirandoatodoslados. Cuando el director se detenía ante alguna planta extraña, lo rodeábamos yclasificábamos hojas y flores sin ton ni son.A pesar de ese nuestro servilismo deestudiantesenpupilaje,quenosllenabalabocadelamásembrutecedoravanidaddeerudición para adular al director, no dejábamos de saludar con caliente emociónmuchas plantas realmente útiles: las pitas, de hojas concéntricas y cónicas conespolónnegro,cuyasúltimasvainasdecolorcremasirven,yaparahacerbarcas,yacomoarmaofensivacontratodalagartijadelcamino;losparaísos,cuyasramasardenconmuchohumo,indispensablesparabiensacarcamoatíes;losmembrillos,afiladosenvarasreciasydelgadasqueazotanamaravillaelancadelospetizos;loslaureles,sagradosporsushorquetasparahondas;losdamascos,quesecretangomainteresanteal gusto, al revés de la del eucalipto, que es picante; los talas, gracias a cuyosbastonesirrompiblesloslagartosyvíborasvivenmásbienmal,sobretodosisetienecuidadodeescogerunaramaencorvada,demodoquesepuedagolpeardeplanosinagacharsemucho.

Todoestoveíamos.Eldirectorestabamuyalegre,yparamayorgocenuestro,nose acordaba casi de sus eternos y aburridores discursos de clase sobremoral: «ser

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bueno, es ser justo; todo proviene de ahí… cuanto más humilde es el objeto denuestracompasión,tantomásnobleesésta…»,etcétera.

Aunquenoentendíamospoconimuchotalesaforismos,creíamosenlasupremavirtuddenuestrodirector.Hubiéramonosllenadodelmásespantableasombrosinoshubierandichoquequienasíapostolizabaadiario,podíanoejecutarprecisamenteloquedecía:de talmodoen lascriaturasson inseparables losconceptosdeprédicayejemplo.

Entretanto, habíamos recorrido el jardín en todo y contra sentido. Ya era lascuatroymediaydebíamosvolver.Nosencontrábamos,pues,haciaelportón,cuandoalinclinarmesobreunviburnumprunifollium(¡cómorecuerdoelnombre!)viensusombrahúmeda,sentadogravementejuntoaunterrón,unsapo,unsencillosapoquesemanteníaquietoanteelruido.Loempujéconelpieyelanimalrodó;distinguíunmomentosuvientreblancoamarillentoyenseguidasediovuelta,quedandoinmóvilen tres cuartos de perfil a mí. Mis compañeros llegaron. Ante nuevos piesamenazantes,elanimaldiodossaltitosysedetuvodenuevo.Posiblementehubierapasadoenuninstanteaunavidamuchomenosaccidentada,sieldirector,alacercarseyverelbuenanimaljardinero,nohubieratenidounaideamaravillosa.

—¡Déjenlo,déjenlo—nosgritóalegremente,conteniéndonosconambosbrazosabiertos—,traigandosramas!

Sin comprender aún, nos desbandamos y volvimos presto con lo pedido. Eldirector dobló una de aquéllas hasta que sus extremidades se tocaron y,manteniéndolasasí,colocósobreesaangarillaalsapo,mientras,conlaotraramaleoprimíaellomo.Entoncesseirguió,mirándonosconlosojosbrillantesdemalicia:

—Lovamosaponerenlavíadeltramway—nosdijoarticulandodespacio,paradar más sugestión a la ingeniosísima idea. Es de suponerse los festejos que éstamereció.Aunelmenos imaginativodenosotrosvioenunmomentoelmaravillosoaplastamiento.¡Quéaplastamiento!¡Quémododeaplastarlo!Ennuestroentusiasmonobuscábamoscomparaciónalguna,porquecomprendíamosconfusamentequenadahabíaaquéequipararesatrituración.

—Novaacaberniundedoentrelaruedayél—seatreviótímidamenteunodelosmenores.Nosreímosensucara.

—¡Ni un dedo!…—replicó otro mirando despreciativamente a la criatura, yaavergonzada—.¡Niunaaraña!¡Niunavíboraporchicaquesea!

Todosloapoyamoscalurosamenteconlamirada.Esode«lavíboraporchicaquesea»nospareciósobretodomuybelloyjusto.

Enseguida nos encaminamos en triunfo a la calle. Yo, particularmente, estabaexcitadísimo.Amiladomarchabaunchicodemiedad,delgadoypálido,quevestíasiempre de terciopelo castaño, pantalón de bombacha sujeto sobre las rodillashuesosas,yungrancuelloblancoquelellegabahastaloshombros.Decíamosdeél

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queeraunmarica:yasesabeeldesamoralosjuegosenérgicosyladulzurafemeninaquecaracterizanalascriaturasaquienessecalificaasí.

—¡Quégusto,mataralsapo!—medijoconsuclaravoz—.¿Atitegusta?—¿Amí?—le respondí fogosamente, desafiándolo—. ¡Tresmil saposmataría!

¡Cuatromilsapos!¡Cincomilsaposmataría!—Amínomegusta—repuso,sintiendoenelfondonosercomonosotros—.Es

unanimalinofensivo.—¿Ysitehubieramordido?—¡Perosinomuerden!—¡Oh,noseas idiota! ¡Cómose tequedan las leccionesdemoral!—Ylodejé

parairadelante.En un momento el sapo estuvo colocado sobre la vía, y pronto para

proporcionarnos la más dulce emoción. Hablábamos todos a la vez. El directoralentabaelentusiasmo.

—¡Ahoravanaver!—nosdecía,conteniendosiemprenuestraimpetuosidadconsusbrazos—.¡Ahoraveráncuandopaseeltramway!¡Esperen,esperen,todosvanaver!

Gozabamásque todosnosotros,yaqueélhabía tenido la idea.Elanimalito semanteníamalsobreel riel, relevadoenaquellosdías; resbalabaacada instanteunapata.Mirabaatentamenteconsusojossaltones,sincomprendernada.

Uncochesedesprendióporfindelaestación,comenzóacreceryenunmomentoestuvosobrenosotros.Elmotorman,inquietodelejosalverlosmuchachosalineadossobrelavía,seserenóalaproximarseyvernuestraatencióndeloquesetrataba.Sinembargo,laposibilidaddehabertenidoquedetenerelcochehizoquecontinuaraelnaciente malhumor, y al ver un hombre de barba dirigiendo escrupulosamente lamatanzadeunsapo,gritóalpasar:

—¡Quévaliente!Nocabedudadequeelbuenmotormannohabíavistonuncaporeseladoelacto

de matar un sapo: una cobardía; pero es creíble que el contraste entre el grupotriunfanteyelpobreanimallesugirióesaexpresiónquenosentía.

Elcocheibayalejos.Eldirector,quehabíaoídobien,losiguióconlosojos,mássorprendidoqueotracosa.Alfinsevolvióanosotros,tomándonosdetestigos:

—¡Quéimbécil!¿Oyeronloquedijo?Atodosnospareciótambiénunaimbecilidad.—¡Quéestúpido!—sevolvióaacordaral rato, caminodel colegio.Enverdad,

ningunorecordabamáselsapo.Peropocoapococomenzóainquietarmevagavergüenza.Loqueelmotormanno

había sentido al calificar nuestra hazaña, lo sentía yo ahora. Posiblementemi rudasusceptibilidad de muchacho criado en el campo entraba no poco en esto. Veía

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planteada así la gracia: un hombre y veinticuatro muchachos martirizando a unanimalindefenso.Sielanimalhubierasidomásgrande—pensaba—,másfuerte,másmalo, si «hubiera podidodefenderse», enunapalabra, el director nunca se hubieraatrevidoahacereso.Enmicondicióndemuchachoprimitivo,yporlotantocazador,yohabíavistosiempreunenemigodemiespecieentodoanimalhuraño,enespecialenlosquecorrenligero.Habíamuertonopocossaposindefensos,ciertoes;perosien aquellos momentos hubiera oído decir a alguien: «es fácil matarlo porque nopuede defenderse», enseguida hubiera dejado caer la piedra. No habría precisadomayores razonesdehumanidad,queporotrapartenohubieracomprendido;yoeraun cobarde al hacer eso, y me bastaba. Pensando esto surgió nítido entonces elrecuerdodeunapereáalquerompíelmuslodeunapedrada,una tardedespuésdemuchas de acecho en que no pude tenerlo a tiro. El animalito quedó tendido,gimiendo.Alverloasí, todamianimosidaddesaparecióy lo levantéen losbrazos,sosteniéndolocontraelpecho,arrepentidohastaelnudoenlagargantademihazaña.Mi«único»deseo—pasión—mientras loviquejarsedulcemente,boqueandoysintratar ni remotamente de morderme, fue que no muriera, para cuidarlo y quererlosiempre.Peroalratomurió.

Esterecuerdoacerbabalaimpresióndelpobresapo—sentíamellenodepóstumoamorporél—cobardementemuertoentreveinticincopersonasquehabríandisparadosielmíseroanimalhubierapodidohacerlamásleveresistencia.Miindignaciónnoibahastaeldirector,porquemeensañabavalerosamenteconmipropiahumillación.Ycuantomásrabiasentíacontramímismo,máslasentíaporelmuchachoderodillasal aire, pues comprendía que él tenía razón al exponerme la inutilidad de nuestragracia,yyonoqueríaconcederleeso.Sihubierahabidootrosapolohabríadeshechoapatadas,paraprobarlequeyonoeracapazdesentirridículacompasióndeunsapo.Meacerquéaélperversamente.

—¡Eh!—ledije,refiriéndomealdelavía—.¡Reventó!¡Ojaláhubieraotros!Sinembargo,alatardesucediólanocheconnuevasimpresiones,yaunaquélla

habíasidodemasiadoagudayprecozparaquedurara.Nomeacordabadelsaposinoaratosperdidos,ymásquetodoporquepensabacontarlelaaventuraapapá,paraqueviera qué clases de moral práctica nos daba el director. En el fondo, lo que yobuscabaeranlosaplausosdepapápormissentimientosgenerosos.

Efectivamente,elprimerdomingodesalidalecontétodoapapá;pero,contraloqueyoesperaba,nihallónadaciertamentereprensibleenelprocederdeldirector,nise explicómis indignaciones sin objeto. Como yo, cortado, comentara un poco elcaso, bastante dudoso de mi pretendida humanidad, papá me miró sorprendido eirónico.

—Cuidado—medijo—,porahísevaalanarquismo.Mequedéfrío.

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—Sí—agregó empujándome del hombro para que lo dejara en paz—, con lacompasiónalossaposseempieza.

Yo tenía ideas vagas y heroicas sobre lo que nombraba papá, como defendergrandes y nobles causas, odiar hasta morir y especialmente tirar bombas. Pero alsaberque,envezdeeso,elanarquismoconsistíaentenercompasiónacualquiercosa—¡un sapo!— me avergoncé profundamente de mis veleidades de humanidad,hallando completamente ridículo lo que había sentido tras la aventura del JardínBotánico.Éstassonlasprimerasleccionesprácticasdemoralquerecibíymediamímismo.

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Lavidaintensa

Cuando Julio Shaw creyó haber llegado a odiar definitivamente la vida de ciudad,decidiose a ir al campo, mas casado. Como no tenía aún novia, la empresa eraarriesgada, dadoque el 98por cientodemujercitas, admirables en todo sentido enBuenosAires,fracasaríanlamentablementeenelbosque.Lavidadeallá,seductoracuando se la precipita sin perspectiva en una noche de entusiasta charla urbana,quiebra en dos días a unamuñeca de garden party. La poesía de la vida libre esmucho más ejecutiva que contemplativa, y en los crepúsculos suele haber lluviastristísima,ymosquitos,claroestá.

Shawhallóalfinloquepretendía,enunapersonitadedieciochoaños,buclesdeoro,sanayconbriosaenergíademuchachaenamorada.Creyódebersuyoiniciarasunoviaentodoslosquebrantosdelaescapatoria:lasoledad,elaburrimiento,elcalor,lasvíboras.Ella loescuchaba, losojoshúmedosdeentusiasmo—«¡Quéeseso,miamor, a tu lado!»—.Shawcreía lomismo,porque en el fondo sus advertenciasdepeligronoeransinopruebasdemáscalurosaesperanzadeéxito.

Durante seismesesanticiposeella tal sumade felicidadenproyectosde loqueharíancuandoestuvieranallá,queyalosabíatodo,desdelahorayminutosjustosenqueéldejaríasutrabajo,hastaelnúmerodepollitosquehabríaaloscuatromeses,aloscincoyalosseis.Estoincumbiríaaella,porcierto,ylaaritméticafemeninahacíaalrespectocálculosdesconcertantesqueélaceptabasiempresinpestañear.

CasáronseysefueronaunacoloniadeHohenlau,enelParaguay.Shaw,queyaconocía aquello, había comprado algunos lotes sobre el Capibary. La región esadmirable; el arroyo helado, la habitual falta de viento, el sol y los perfumescrepusculares,fustigaronlaalegríadeljovenmatrimonio.

Entresdíasorganizóellalavida.Shawtrabajaríaenlachacra,enelmonteoencasa; no era posible precisar más. Ella, en cambio, tenía horas fijas. Temprano,administraría lasgallinas—comodecíaShaw—ycuidaríade losalmácigos.A lasseis,vigilaríamuybienelordeñamientodelasvacas.Alassiete,tomaríancaféconleche.Alasocho,etcétera.

Asísehizo.LapreocupacióndesutrabajoydelospeonesdionaturalmentemásseriedadalcarácterdeShaw.Peroella,almes,conservabaaúnsuembriaguezfebril,locadeentusiasmoporsunuevavida.«Demasiadafiebre»amonestábalaél,entredosrisasymásbesos.En efecto, nohabíaquerido llevar pianoni siquieragramófono,dadoqueésaseranhorriblescosasdeciudad,yelladeseabaolvidarsedetodo,parasermásdignadesunuevaexistencia,franca,sencillaeintensa.Perosuintensidadfuecompleta.

Unanoche,Shawescribíaunacarta,cuandocreyóoírafueracautelosaspisadasdecaballo.Eltiempoestabatormentosoyensilencio.Amboslevantaronlacabezay

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semiraron.—¿Quéserá?—preguntóellaconvozbajayunpocoansiosa,prontayaairasu

lado.—Nosé;parecenpasosdecaballo.Prestóoído, envano.Volviódenuevoalpapel,peroadivinandoqueellahabía

quedado intranquila, fue a la pieza contigua y abrió la ventana, asomándose. Lanoche estaba muy oscura y calurosa. Apoyó las manos en el marco y esperó unmomento.Estandoasí,sintióquesobresuspiescaíaalgodesmenuzado,comoarena.Movió el pie, constatando que efectivamente era eso. «De la argamasa», pensó.Como no oía nada, cerró la ventana, y, al volverse, vio sobre el piso, en el agudotriángulodela luzquedejabapasar lapuertaentornada,unaserpientenegraquesedeslizaba hacia el cuarto en que estaba sumujer. Shaw comprendió por qué habíacaídolaarenaalpasodelreptilsobreelmarcoyentresusmanos.Sabíatambiénquemientrasnoselehostigara,elanimalnoatacaría.Peropensótambién,conunnudoenlagarganta,quesumujerpodríanoverlaypisarla.

—¡Inés!—lallamóenvoznialtanibaja.—¿Quéhay?—oyó.—Óyeme bien —añadió lentamente y en calma—. No te muevas. No tengas

miedo.Óyemebien.Perono temuevaspor nada.Ha entradounavíbora… ¡No temuevas,porDios!

Ungritodeespantolehabíarespondido.—¡Julio,Julio!—¡Nocorras,nocorras!—gritóélasuvez,precipitándosesobrelapuerta.—¡Julio!…—oyóaún.Yenseguidasualarido.Selanzóaél,lívidadeterror—.

¡Mepicóaquí!¡Ay,noquieromorir!¡Julio,noquieromorir!—¿Dónde?—rugióShaw,máslívidoqueella.—¡Aquí, en lamano!…Tropecé… ¡Ay,meduele,meduelemucho! ¡Julio,mi

Julio,tequiero!…Shawsedesprendióunsegundoyaplastódeunsilletazoalaserpiente,prestaa

unnuevoataque.Ligóenérgicamentelamuñecayhendióconsucortaplumas,hastael fondo, losdospuntosquehabíandejado loscolmillos,dequecorríandoshilitosnegros. Al ver saltar la sangre, la joven dio un nuevo grito, tratandodesesperadamentededesprenderlamano.PeroShawresistióehizocorrercontodassusfuerzaslasangrehacialaherida.

—¡Meduele,Julio,meduelemucho!…¡Noquieromorir!¡No,noquieromorir!—gritabadesesperada,alzandocadavezmáslavoz.Shawcorrióyllenócomopudode permanganato la jeringa. Pero ella, al ver la aguja, logró arrancar esta vez sumano.

—¡Inés,porfavor!—clamóShawrudamente,esforzándoseenrecobrarla.

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—¡No, no!—se debatía ella—. ¡No quieromás!Ay, no sé… ¡Me ahogo! ¡Ay,Julio,meahogo!…

Shaw vio su instantánea palidez, y los dos hilitos de sangre lenta y negrasurgieron fúnebres. «Ha picado en una vena… se muere», se dijo aterrado. Supensamientoseretrató,apesarsuyo,detalmodoensusojos,queellacomprendió.

—¡Inés,mivida!—¡No,noquieromorir,noquieromorir!—gritóenloquecida,ahogándose.—¡Inés, mi Inés querida! —se le quebró la voz en un sollozo. Pero ella lo

rechazó,lanzándoledereojounamiradadura.—¡Tútieneslaculpa!Mehastraídoaquí…Yonoqueríamorir…¡Mehasdejado

morir!…Shawsintióquealgodesupropiaconcienciavitalsequebrabaparasiempre,al

revivir en un segundo los siete meses en que ella lo había mirado con los ojoshúmedosdefeydeconfianzaenél.

—¡Memueroportuculpa!…¡Mehastraídoamoriraquí!…¡Mamá!…Shawhundiólacaraenlacolcha.—Perdóname—ledijo.—No…yonoqueríavenir…—Seasfixiaba,jadeandoconvozronca,dehombre

casi—.Mehasmatado…¡mamá!…¡mamá!…Un instante despuésmoría. Shawquedó largo rato sinmoverse en el cuarto en

silencio.Alfinsalió,dioórdenesalospeonesqueconlosgritossehabíanlevantadoy vagaban curiosos por el patio, y se sentó afuera contra la pared, en un cajón dekerosene,bebiendohastalashecessutriunfodevidaintensa.

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Ladefensadelapatria

Durante la triple guerra hispano-americana-filipina, la concentración de fuerzasespañolas en las islas Luzón y Mindanao fue tan descuidada, que muchosdestacamentosquedaronaisladosenel interior.Talpasóconeldel tenienteManuelBecerroyBorrás.Éste,aprincipiosde1898,recibióordendedestacarseenMacolos.Llegaba de España, y Macolos es un mísero pueblo internado en las más bajaslejaníasdeLuzón.

Mudarse todos los días de rayadillos planchados y festejar a las hijas de losimportadores es porvenir, si no adorable, por lo menos de bizarro sabor para unpeninsular. Pero desaparecer en una senda umbría hacia un país de lluvia, barro,mosquitosyfiebresfúnebres,desagrada.

Comoel teniente era hombre joveny entusiasta, aceptó sin excesivas quejas elmandato.Internoseenlosjuncalesalfrentedecuarentayochohombres,seembarróseisdías,yalséptimollegóaMacolos,bajounalluviademonótonadensidadqueloempapabahacíacincohorasyhabíaconcluido,con laexcitaciónde lamarcha,pordarlegranapetito.

El pueblo en cuestión merecía este nombre por simple tolerancia geográfica.Había allí, en cuanto a edificación clara, algo como un fuerte, bien visible,blanqueado,triste.Elsórdidorestoeradelmismocolorquelatierra.

Pasadoelprimermesdeactividadorganizadoraydemás,el tenienteaprendióaconocer,porlossubsiguientes, loqueseríanveinticuatrodedestacamentoavanzadoenFilipinas.

No tuvo tiempo; en comienzos de abril recibió voz de alerta, pues sabíase aciencia cierta que los nativos se disponían a levantarse el 31 demayo. El tenienteaprestoseconcienzudamente,comounalumnoreciénegresadodelaescuelamilitar,aladefensa.Rodeabaelfuerteunaempalizadadebambú,tandescuidadaqueelrecintoestaba siempre lleno de gallinas ajenas. Deshízola y en su lugar dispuso una degruesos troncos, amontonando contra ella bolsas de arena. En el arroyo adyacentelevantóunatrincheradepiedra,consufoso.Talóelcañaduzalvecino,cuyomacizollegabahastadoscientosmetrosdelfuerte.Precauciónhonorable,puestalplantacióntiene por misión, en tiempo de guerra, fusilar a los europeos de un modoprofundamente anónimo.Hizomuchas cosasmásdeque entienden losmilitares, yporúltimoacopiócuantosbueyesycarabaospudo,sincontarelarroz.

Llegóasíel4dejunioytuvonoticiadequelainsurrecciónhabíaestalladoenlafecha anunciada: la nueva llegaba de un pueblo. Las comunicaciones conManilahabíansidocortadasdosmesesantes,ynoleextrañóyaelsilenciodeaquélla.Porotraparte,enesosdosdurosmesesManilaolvidólosdestacamentosavanzadosporproblemasmásestruendosos.

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LosescasospeninsularesdeMacolosabandonaronelpueblo,hartomezquino.Elteniente, con tranquila decisión, había resuelto agujerear cuantas camisas blancaspudieran ser cubiertas por el máuser, hasta ser macheteado él mismo. Tal vez sihubiera vivido algomás en la colonia no hubiera pensado cosas irreparables; perollegabadeEspaña,conhonradoamoralapatria.

El 15 de junio comenzó la lucha en la trinchera del arroyo. El enemigo, poconumeroso, retirose, para volver dos días después; pero a pesar de la confortantegritería,seestrellódenuevo,dadoqueeltenientenomostrabaningunaprisaporsalirdeallí.Nuevatregua,yestavezporunmes.Cuantasexploracionesparaconcentrarsese hicieron fueron rechazadas, hasta que el enemigo volvió un día al arroyo. Perocomo los tagalosnoparecían tenerdecididaurgenciaenhacerseabrir elvientredeabajo arriba, los españoles pudieron retirarse. La tregua nocturna era oficial, porsuficiente desconfianza y no escasa cordura. El teniente pudo así mantenerse tresdías. Retornaban al fuerte de noche, deshechos de cansancio, con el pantalón a larodillay laspiernasembarradaspor la travesíade las sementeras.Algunosvolvíancondosfusiles,puesalláquedabancompañerostodaslastardes.

Losfilipinosseapoderaronalfindelarroyo,ydesdeesemomentoladefensasecircunscribió en la empalizada. La munición, pródigamente acopiada, continuócruzandoelaireydandoenelblancocontalperseverantesolicitud,queelenemigodesistiódeasaltarelfuerte.Elsitioporhambrecomenzóllenodejuicio,ilustrado—esosí—paraactivarlo,confusiladassutilesquetendíanclaramenteainsinuarseentrelosojosdelosespañolesparapetados.

Losdíassiguieronasí,conelloslosmeses,ytanbienqueelúltimocarabaofuecomido.Pocodespuéselcafédesapareció,ydesdeentonceslaguarniciónalimentosede arroz cocido en agua. A esto, ya profundamente disgustante, agregáronse laslluviasde invierno,cuyasfiebreshicieronfielmentepresadeheridosconhambreycentinelas empapados. Las heridas, mal cuidadas, se gangrenaban; cinco soldadospasarondetalmodorápidamenteaunamáscompletadisolución.

Sobre todo,elhambrey las lluvias.Devezencuando,unexploradorasaltodegritos y balas llevaba a la mísera guarnición a la empalizada, y alguno se hacíasiempre agujerear las cejas, golpeando la cara muerta entre los intersticios de lostroncos.

Cuando el arroz se hubo picado y el teniente vio a sus hombres, heridos,enfermos,mudos,hoscosdehambreyrabia,seenternecióydecidioseadecirlesalgo,apesardesuincapacidad.

—Compañeros—les dijo—. Sime ayudan, estoy dispuesto a no entregarme aestos traidores… Estamos abandonados y sufrimos todos; pero allá lejos está lapatria,España…¡Españaesnuestrapatria,compañeros!…¡EstotambiénesEspaña,compañeros!Estamosmuertosdehambre,peromientrashayaunosolodenosotros,

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aquí, rodeada de traidores, está nuestra historia…La patria y su gloria están aquí,aquí…¡NuestraEspaña,miEspaña,compañeros!…

Lapatriasacraselesubióalagargantaynopudocontinuar.Seestiróelbigotetenazmente,mirandoalapared.Lossoldadossintieron,sobresumiseriayexclusivaansiadealimentoydescanso,nadamás,lagloriahumanadesacrificarlavidaaunaidea.Aunvibrandodeternura,ningunodijonada.Perocuandounoseatrevióa¡VivaEspaña!, todos le respondieron enseguida con un grito rabioso de intensidaddesahogada.

Diez días después las intentonas de asalto recrudecieron, no fue más posibledefenderlaempalizada,ylaguarniciónsesostuvoenelfuerte.Unasemanadespuéselenemigoseretiróyaldíasiguientedesembocóenelcañaduzalrozadounafuerzaregular.Bajarontodos;eranapenasonce,harapientos,flacos,huraños,aniquiladosdefiebreylucha,conelalmaplena,sinembargo,dehaberhechotodoloposible.Peroelbatallóneranorteamericano,ynoesenvidiableloquehabrásentidoaquellagentecuandoseenteródequeEspañahabíavendidoFilipinashacíacincomeses,yhabíanestadodefendiendoelpabellónenemigo.

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LamadredeCosta

Unhombrecasadosedebeasumujer;perounsolterosinfamilia,asudueñadecasa.AbalcázarCosta—enprovinciashay siemprenombres raros—vinode la suya

con excelentes notas en bachillerato y escaso dinero. Púsose a buscar una casa dehuéspedes donde se comiese bien—porque losmuchachos que vienen tienen granapetito—yhubieratranquilidad.

HallolaenlacalleCevallos,unaviejacasadedospatios,quequedaraenclavadaentre altísimos muros. Por cierto, no había sol. En verano, y durante dos meses,alcanzabaainsinuarsehastaelmarcosuperiordelaspuertas,nadamás.Eninvierno,losfrisosteníanunalíneaverdedehumedadyenlacasaoscurareinabaunvahodesótano.

Con todo, había tranquilidad, y Costa propúsose aprovecharla, lo que erainnegable,ypensóvivirallímuchotiempo,loquenolofuetanto.Sehospedabanenaquéllaochoodiezinquilinos,yregíasudestinoladueñadecasa,personarepletadepromesasyquevestíasiempredenegro,comoconvieneaunapatronaseriaymadredesushijos.

Costaencantosedeella,puesesciertoqueenlosprimerostiemposladueñadecasatuvoconélgraciasextraordinarias.NosesabecómopudoCostaobtenerunmesentero la comidaa lahoraqueéldeseaba.Para losdemás—yentre ellos,yo—elproblemaerairresoluble.Acaso,acasoenuntiemporemoto,cuandonosinstalamos,nos cupo a nosotros igual dicha; pero la subsecuentemala suerte nos había hechoolvidar de la buena. Lo cierto es que durante unmes, Costa fue servido antes demediahoradesentarsealamesa,hallósiempreazúcarenlaazucarerayaguaenlasjarras,ydemáscircunstanciasfelices,propiasdeunapersonaafortunada.

Nosotros llamábamos a nuestra solícita madre, doña Josefa; Costa decía misiaJosefa,ylatratabacondeferencia.Elmuchachoeramuycultoensusexpresiones.

Masandandoeltiempo,Costallegóasuvezaconocerlacantidaddepanquesepuedecomerantesdeque llegue la sopa,ycomenzóadudardeque«Enseguidita,señor» supusiera precisamente ser servido acto continuo.Nodejaba jamásdeoír asuscircunspectasobservaciones:«¡Peroseráposible!…Sí,señor;tienerazón…tienerazón…¡Enseguidita!».

Unmesmástardesupersonapudierahaberentradoenlanormadelanuestra,loque vale decir que a fuerza de haber perdido la paciencia hubiérale sido posibleadquirirla en modo prodigioso. Pero Costa tenía un concepto perjudicial, del quenosotrosnoslibrábamosbien,yeraeldelajusticia.Costapagabareligiosamenteel31decadames;no incomodabanuncaa lacocina,puescomíaahoras fijas;noseolvidabadelallavedecalle;noteníajamásocurrenciasdecambiarlaposicióndesuscuadros a las once de la noche y a rotundomartillo. Todo esto, que constituía las

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garantíasdesuexcelentecondicióndehuésped,noleeradevueltoenidénticogrado.Ladueñadecasanoera«justa»sirviéndoleasí,yestaconsideraciónqueennosotrosnolevantabayanisiquieralapresuncióndequedoñaJosefapudierahaberlosidooserloenlossiglosvenideros,disgustabamuchoaCosta,puesnoimpunementeseesbueno,provincianoyserioestudiantedeDerecho.

Así,Costa llegóaversecaenél laúltimaradículadesubuenafecuandodoñaJosefa le respondía: «¡Ay, pobrecito señor Costa!… ¡Enseguidita, enseguidita,señor!»…Con lo cual habría llegadomansamente a ser comonosotros, «hijos»deella,sisuconceptodejusticianolohubiesearrastradomuchomáslejosdeloqueéljamássoñó.

Unanochedecrudo frío, a lasocho,estabayoenel cuartodeunodenuestroscompañeros, vecino—tras puerta amurada— de Costa. Oímos que éste entraba ycomenzaba a desvestirse, sin los previos gorgoreos habituales, pues se limpiabasiemprelosdientesantesdeacostarse.

—Costanosededicahoyalestudio—dijomiamigo.Efectivamente,noeraesarecogidatempranounhábitodesuinstrucción.Luegosonósuvozenlapuerta:

—¡DoñaJosefa!Pasóunratoensilencio.Yotravezsuvoz,yaimpacientada:—¡DoñaJosefa!Nosotrosnosmiramos.Lacasaerahonday sudueña teníael cariñosooídoun

pocodébilparalavozdesushijos.Alfinllegó,caminandoapresurada:—¡Peromeestaballamando,pobrecitoseñorCosta!¿Quéquiere?¿Quéquiere?Costapidióalgoysentimosqueseacostaba.Corrióunahora,acasomuchomás.LociertoesquevolvimosaoíradoñaJosefaqueabríalapuertadeCosta.—Aquíestálaleche.¿Noseránadaesoquetiene,no?PobrecitoseñorCosta…Seguramente Costa había probado la leche, porque nos llegó su voz, esta vez

bastantealta:—¡Llévese al diablo su leche! ¡Después de dos horas, y sabiendo que estoy

enfermo,melatraefría!—¡Pero,señorCosta,acabodesacardelfuegosulechecita!…—¡Llévela, llévela! —y aquí una expresión, no fuerte en nosotros, pero

extraordinariaenél.—¡Bueno,señor,bueno!—respondiódoñaJosefa.Ysalió.—¡PobreCosta!—murmurómicompañero—.Nosabeloqueesnuestramadre.Dosdíasdespués,alanochecer,disponíameasalir,cuandosentíquellamabana

mipuerta.Abrí, yunmuchacho joveny rubio, aquienhabíavisto en el cuartodeCostaalgunasveces,medijo,profundamentealterado:

—Costaseestámuriendo.Fuimos a su pieza. Lo que primero sentí fue la atmósfera pesada, con un olor

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ácidoavómito.Enlacama,completamentecambiado,elpelopegadoalafrenteylabocaabierta,Costaseibaarazóndedoscientasinspiracionesporminuto.

—¿Haceratoqueustedlovio?—preguntéamiamigo.—¡Recién!—merespondióangustiado,envozbaja—.Nosabíanada…Abríla

puertaylovi…¿Quétiene?—Nosé.Mejoresquevayacorriendoabuscarunmédico.Diezminutos después llegaba con éste. El hombre lomiró de cerca, le bajó el

párpado,lopulsó,loauscultó.—Estemuchachosemuere—nosdijo—.Tieneunedemapulmonar.¿Quiénloha

cuidado?Elmuchachorubiomemiró.—Nosé…creoquenadie…Elmédicoasuveznosmiróalosdos.—Cómo,creoquenadie…Entoncesledijeloquesabía:laentradadeCosta,dosnochesantes,lahistoriade

laleche,ynadamás.Elmédicoechóunaojeadaasuspiesyalrededor,yseencogiódehombros:

—¡Estamosfrescos!Aquínohaentradonadiedesdehacedosdías.Una hora más tarde, Costa estaba muerto. Comentábamos el caso en la pieza

vecina,cuandoentródoñaJosefa,llorandoalágrimaviva.—ElpobrecitoseñorCosta…Habersemuertoasí,solito…Yoqueloqueríacomo

aunhijo…Lacosaerademasiadofuerteylerogamosquefueraasucuartoalloraratodos

losdemáshijosqueseguramentehabíamatado.SehizotelegramaalafamiliadeCosta.DenochedoñaJosefavolvióajurarnos,

llorando, quehabía idovarias veces a preguntar al pobrecito señorCosta si queríaalgo,peroquenohabíarespondido…Quetalvez,talveznohabíaido,loconfesaba,peroquenoscompadeciéramosdeella…

Al fin arranconos la promesa de no decir nada. Pero dos días después tresinquilinosdelprimerpatio abandonabana subuenamadre sindecirporqué,y losdemásnosquedábamosporperezadebuscarnuevacasa.

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Lasvocesqueridasquesehancallado

Haypersonascuyavozadquierederepenteunainflexióntalquenostraesúbitamentea la memoria otra voz que oímos mucho en otro tiempo. No sabemos dónde nicuándo; todo ello fugitivo e instantáneo, pero no por esto menos hondo. Laimpresión,sobradoinconsistente,nodejahuellaalguna;yjustamentelocontrariofueloquenospasóaArriolayamí,ciertavezqueveníamosdeCorrientes.

El muchacho tenía diez u once años. Era delgado, pálido, de largo cuellodescubiertoyojosadmirables.Estabaenelsalón,sentadoconvarioschicosanuestramesa vecina, y cuando oímos su voz Arriola y yo nos miramos. Era indudable:habíamossentidolamismaimpresión;ytanbienlaleímosmutuamenteennuestrosojosqueaquélseechóareírconsuportentosagravedadlocal.

—¡Pero es sorprendente!—le dije—. ¿A usted también le ha hecho el mismoefecto?

—¡Elmismo!¡Esunavozqueheoídomucho,peromucho!—Sí,yunavozquerida…—Ydemujer…—Muertaya…Coincidíamosdeunmodoalarmante.Loqueélobservabaeraexactamenteloque

sentíayo,yviceversa.Estábamossinceramenteinquietos.Cadavezqueelmuchachodecíaalgo—consusinflexionesfalseadasdevozqueestácambiando—tornábamosa mirarnos. ¡Pero dónde, dónde la habíamos oído! Yo había evocado ya en unsegundotodaslasvocesmásomenosqueridas,yesdesuponerqueArriolanohabíahechocosadistinta.Ynolahallábamos.Masacadapalabradelchicosentíamosquenuestros corazones se abrían estremecidos de par en par a esa voz que remontaba.¿Dedónde?

Habíaalgomás:¿porquéambossentíamoslomismo?Biencomprensiblequeéloyohubiéramosamadomuchoaunapersonamuertacuyavozrenacíaenlagargantademuchachodébil.Perolosdos,almismotiempo…

—¡Quénotable!—murmurabaArriola,sinapartarsusojosdelosmíos,mientrasoíamos—.¡Estoysegurodequehequeridolocamenteesavoz!

—Yo,igual.¿Cómodiabloshemosamadoalamisma?…Consideramos todo lo que es posible de tal rareza, y cuando tres días después

llegábamos aBuenosAires,Arriola se separaba demí con la certeza de que en labellamiradadelchicohabíaalgomás.

Como,enconceptogeneral,dudode lasmanifestacionesdeArriolacuandosonexcesivas,noséhastaquépuntopudoélhaberoídolaimploracióndesualmaaesamuertavozdeamorquellegabaotravezaacariciarla.Perosédemíquemicorazónhabíase abierto con ansiosa sed de toda la dicha que ya conocía y tornaba a

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prometerlesuinflexión.Yonorecordabaningunamujerquehubieratenidoesetimbre.Haberlaamadoen

una existencia anterior, y justamente en compañía de mi amigo, era bastanteinadmisible, tanto como en esta suposición: la personita —debiendo haber sidomujer,predestinadaauncuádrupleamor,deArriolayyoaellaydeellaaambos—habíanacidoequivocadamentevarón.

Mas corrieronveintedías.Arriolahabíavuelto aCorrientes, yhaciéndoloyo acasa,unatarde,vipasaralmuchachoencuestión.Lollamé.

—¡Buenastardes,compañerodeviaje!¿Teacuerdasdemí?Elchicosepusocolorado,muycontento.—Sí;ustedveníaconunseñor…—¿…?—Devozmuygruesa…—Esoes.¿Vivesaquí?—EnBarracas…Díjelequefueraavermeacasaaldíasiguiente,yesanochetelegrafiéaArriola:

Encontrémuchacho.Vozigual.

Ylarespuesta:

Alégrome.Noolvidoimpresión.Averigüealgo.

Teníaprobablementemásinterésqueéldesaber.Habíavueltoasentirlasacudidaprimeray,paramayor turbación, a las respuestasdelmuchachomialma respondíaconunecodeamor,comosiantes,anteshubieratenidolasmismasdeella.

No es, sin embargo, sensato permitir que el propio corazón cree y llore por sucuenta amores que ignoramos en absoluto. Decidí hacer hablar al chico y quememirarabienconsusbellosojos…¡Susojos!…Medetuvebruscamente.¡Eranojosdemujer, sin duda! Y si su hermana tiene la misma voz y la misma mirada… Unapredestinación de raciocinio, en verdad. Pero claro se nota que el nuevo giro—pudiendo ser tan absurdo como los anteriores— era al menos extraordinariamenteagradable.

Undíadespuéselchicoveníaaverme.Supequeeranpobres,queélseemplearía,porsupuesto,sinodebieratrabajarmuchoporquenoerafuerte,yqueenefectoteníaunahermana.

Cuatro horas más tarde llegaba a su casa, dos pobres piezas en Barracas. Lamadremostrosemuyagradecidaamisolicitud,pero lamuchachano tenía losojosdelhermano—dueña,encambio,comodeunaenaguadebombasí,deunadomésticayrobustavoz.

Aloírminombre,lamadremiromeconatenciónydiscretocariño.—Perdónemelaindiscreción,señorCorrea:¿sufamiliaesdeMercedes?

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—Sí,señora.Volvióaobservarmedetenidamente.—Heconocidomuchoasupapá…Salí lleno de curiosidad por el inesperado giro demi amormuerto, y torné al

telegrama,estavezamimadre:

¿ConocesfamiliaR.?Escríbemeenseguida.

La carta llegó, bastante agria, por otro lado, para la aludida. La familia habíavividoenmipueblonatal,másomenosenlaépocadelnacimientodemiamiguito,yella,mimadre,noteníafuertesmotivosparaquereraladelchico.

¡Roto,miencanto!Mialmasehabíaequivocadobuenamente,sintiendodulzurasdeamorfemeninoenlasinflexionesdeunavozquenoerasinohermanasuya.

Yenesemomentomeacordédegolpe:¿YArriola?¿QuéteníaqueverArriolacontodoesto,yporquééltambiénhabíasentido?…

Como se ve, la nueva complicación era suficientemente grotesca para motivarotrotelegrama,estavezurgenteyrecomendado:

Muchachoacasoparientemío.¿Quéhacemosdeusted?

AloqueArriolarespondió:

Noseaestúpido.Abrazos.

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Elgalpón

Sisedebierajuzgardelvalordelossentimientosporsuintensidad,ningunotanricocomoelmiedo.El amory la cólera,profundamente trastornantes,no tienenni conmucho la facultad absorbente de aquél, siendo éste por naturaleza elmás íntimo yvital,pueseselquemejordefiendelavida.Instinto,lógica,intuición,todosesublimade golpe. El frío medular, la angustia relajadora hasta convertir en pasta inertenuestrosmúsculos,lohorribleinminente,nosdicenúnicamentequetenemosmiedo,miedo; esto solo basta. Por otro lado, su reacción, cuando felizmente llega, es elmayor estimulante de energía física que se conozca. Un amante desesperado o unhombreardiendoeniraforzaránalcuerpohumanoaqueentreguesuúltimoátomodefuerza;peroatodosconstaquesiaaquélloselparoxismodesupasiónescapazdehacerlescorrercienmetrosendiezsegundos,elsimplemiedolesharácorrercientodiez.

Estas conclusiones habían sido sacadas por Carassale de charla al respecto yéramos cuatro en un café de estación: el deductor; Fernández, muchacho de caramaculada con opalinas cicatrices de granos y gruesa nariz, cuyos ojosmuy juntosbrillaban como cuentas en la raíz de aquélla;Estradé, estudiante de ingeniería casisiempre,ygranjugadordecarrerascuandonosabíaquéhacer,yyo.

FernándezconocepocoaCarassale.Hedadoalaconsideracióndeésteuntonodogmático—forzado por razones de brevedad—de que estámuy lejos el discretoamigo.Aunasí,Fernándezlomiróconjuvenilyalegreimpertinencia.

—¿Ustedesmiedoso?—preguntole.—Creoqueno,nomucho;aveces,denada,perootras,sí.—¿Peromiedo,no?—Sí,miedo.Ahorabien;estambiénsabidoqueenamoryvalornosonaquellosquesedicen

ungidosdegracialosmásafortunados.MasFernándezeramuyjovenaúnparatenerdiscreciónenloprimero,yyasobradoviejoparasersinceroenlootro.EstradéapoyóaCarassale.

—Sí,yotambién.Pormiparte,aexcepcióndelosmiedosformidablescomoeldeuna criatura que abrazada a su madre siente forzar las cerraduras de la quintaasaltada, creo que los miedos reales pervierten mucho menos la inteligencia queaquellosabsurdos.Unodemisrecuerdosmásfuertesprovienedeesto.Enfin…

—No,no;cuente.—Seríamenesterhaberlopasado;perodetodosmodosahíva.»Ustedes saben que soy uruguayo. De San Eugenio, en el norte. Voy allá—o

mejordicho,ibatodoslosveranos.Tengoallídoshermanassolterasaún,quevivencon mi tía. Creo que ahora la familia ha hecho edificar algo conveniente, pero

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entonces la casa era mísera. El cuarto que yo ocupaba en esas ocasiones estabaaisladoylejosdelgrupo,graciasaunadeesasanomalíasdelascasasdepueblo,porlascuales lacocinaquedasolayperdidaenel fondo.Demodoquecomoyosolíavolver tardedenoche,ymispasosnohansidonuncaleves,preferíahacerlopor labarraca, lindantecon la casade familia, comoesnatural.Entrabaasíporatrás, sinincomodar a nadie. Mi tío hacía a menudo lo mismo, pero él por vía dereconocimientofinal.

»Latravesíaerabastantelarga.Primeroelalmacén,despuéseldepósito,luegoelsitioparaloscarrosyporfinungalpónconcueros.

»Unanochevolvíaacasaalaunadelamañana.Excusocomprobarleselsilenciode un San Eugenio a esa hora y sobre todo en aquella época. Había una lunaadmirable.Atraveséalmacénydepósitoaoscuras,puesconocíadesobraelcamino.Peroenelgalpóneradistinto.Loscuerossecaíanavecesylasgarrasdelosotrosrozabanlacaramuchomásdelonecesario.

»Abrílapuerta,cerrela,ycomosiempre,medetuveaencenderunfósforo.Peroapenasbrillólaluz,seapagó.Quedéinmóvil,elcorazónsuspenso.Nohabíaadentroel menor soplo de viento, ni mi mano había tropezado con nada. Estabaabsolutamenteaisladoenlaoscuridad.Perohabíatenidolasensaciónnetadequemehabíanapagadoelfósforo;alguienhabíasopladolallama.

»Tenso, volví suavemente la cabeza a la izquierda, luego a la derecha: no veíanada,lastinieblaseranabsolutas;apenasalláenelfondoyarasdelsuelofiltrabanentrelastablasfinasrayasdeluz.

»En el recinto, sin embargo, estaba el soplo queme había apagado el fósforo.¿Por qué?Conun esfuerzode serenidad, logré reaccionar y abrir denuevo la cajapara encender otro. Túvelo ya presto sobre el frotador. ¿Y si me lo soplaban denuevo?Comprendíqueelfrío,elterriblefríoenlamédulamesubiríahastaelpelosimeloapagabanotravez…Apartélamano:¡yahabíaadmitidolaposibilidaddequeami frente, ami lado, detrás demí hubiera, en la oscuridad, un ser que en fúnebrefamiliaridad conmigo estaba ya inclinado para soplar de nuevo e impedirme queviera!

»Nopodíaquedarmemás; rompí la angustia avanzandoa tientas.Supondrán laimpresiónquesentíaltocarconlamanoalgocomogarradecuero.Tropecé,arañemelacara,perodespuésdeveintemetrosrecorridosconesalentituddemiedoqueestáyaapuntodeserdisparadadelirante,lleguéalapuertaopuestaysalí,conunhondosuspiro.Entré enmi cuarto, leí hasta las tresymedia, atento sinquerer almínimoruido.Esunadelasnochesmásdurasquehetenido…

—Sinembargo—lointerrumpióCarassale—,laimpresiónfuecorta.—Notanto.Alanochesiguientemitíofuemuertodeunapuñaladaalentrarenel

galpón.Elhombre,queesperabaamitío,mehabíasopladoelfósforoparaquenolo

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viera.

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Losguantesdegoma

El individuo se enfermó. Llegó a la casa con atroz dolor de cabeza y náuseas.Acostoseenseguida,yenlasombríaquietuddesucuartosintiósindudaalivio.Masalas tres horas aquello recrudeció de tal modo que comenzó a quejarse a labioapretado.Vino elmédico, ya de noche, y pronto el enfermo quedó a oscuras, conbolsasdehielosobrelafrente.

Lashijasdelacasa,naturalmenteexcitadas,contáronnosenvoztodavíabaja,enelcomedor,queeraunataquecerebral,peroqueporsuertehabíasidocontrarrestadoa tiempo. La mayor de ellas, sobre todo, una muchacha fuertemente nerviosa,anémicaydesaliñada,cuyosojossesobreabríanalmenorrelatocriminal,estabamuyimpresionada. Fijaba la mirada en cada una de sus hermanas que se quitabanmutuamentelapalabrapararepetirlomismo.

—¿Yusted,Desdémona,nolohavisto?—preguntolealguno.—¡No,no!Sequejahorriblemente…¿Estápálido?—sevolvióaOfelia.—Sí,peroalprincipiono…Ahoratieneloslabiosnegros.Laschicasprosiguieron,ydenuevolosojosdilatadosdeDesdémonaibandela

unaalaotra.Supongoqueel enfermopasóestrictamentemal lanoche,puesaldía siguiente

halléelcomedoragitado.Loqueteníaelhuéspednoeraataquecerebralsinoviruela.Mascomoparaeldiagnósticoanterior,laschicasardíandeoptimismo.

—Por suerte, es un caso sumamente benigno. El mismo médico le dijo a lamadre:«Noseaflija,señora,esuncasosumamentebenigno».

Ofeliaaccionababien,yArtemisasecundabasuseguridad.Lahermanamayor,encambio, estabamuda,máspálidaydespeinadaquedecostumbre,pendientede losojosdelqueteníalapalabra.

—Ylaviruelanosecura, ¿no?—atrevioseapreguntar, ansiosaenel fondodequenosecurarayaunhubieracosasmuchomásdesesperantes.

—¡Es un caso completamente benigno! —repitieron las hermanas, rosadas deespíritu profético. Si bien horas después llevábanse al enfermo y su contagio a laCasadeAislamiento.Supimosdenochequeseguíamal,conlamásfúnebreviruelanegra que es posible adquirir en la Aduana. Al día siguiente fueron hombres adesinfectar la pieza donde había incubado la terrible cosa, y tres días después elindividuomoría,licuadoenhemorragias.

Bien que nuestro contacto con el mortal hubiera sidomínimo, no vivimos deltodotranquiloshastapasadossietedías.Fatalmentesurgíaadiario,enelcomedor,elsepulcral tema, y como en la mesa había quienes conocían a los microbios, éstostornaronsospechosatodaagua,aireytacto.

La muerte, ya habitual seguramente en los terrores nerviosos de Desdémona,

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cobróestavezformamástangibleenlapersonadesussutilesnietos.—¡Oh,quéhorror, losmicrobios!—apretábase losojos—.Pensarqueunoestá

llenodeellos…—Tenga cuidado con sus manos, y descartará muchas probabilidades —

compadeciolauno.—Notanto—arguyóotro—.Hahabidocontagiosporcarta.¿Aquiénselevaa

ocurrirlavarselasmanosparaabrirunsobre?Los ojos desmesurados de Ofelia quedáronse fijos en el último. Los otros

hablaban, pero éste había sugerido cosas maravillosamente lúgubres para que lamirada de la joven se apartara de él. Después de un rato de inmóvil ensueñoterrorífico,mirosebruscamentelasmanos.Noséquiéntuvoentoncesladesdichadeazuzarla.

—Llegará a verlos. La insistencia en mirarse las manos desarrolla la vista enmodotalquepocoapocosellegaavertreparlosmicrobiosporella…

—¡Quéhorror!¡Cállese!—gritóDesdémona.Peroyaeltrastornoestabaproducido.Díasdespuésdejabayodecomerallá,yun

añomástardefuiunanocheceraveralagenteaquella.Extrañomeelsilenciodelacasa; hallé a todos reunidos en el comedor, silenciosos y los ojos enrojecidos;Desdémona había muerto dos días antes. Enseguida recordé al individuo de laviruela;teníaporqué,sindarmecuenta.

Duranteelmessubsiguienteamiretirada,Desdémonanoviviósinolavándoselasmanos.Enposde cadaabluciónmirábasedetenidamente aquéllas, satisfechade suesterilidad.Maspocoapocodilatábansesusojosycomprendíabienqueenposdeunmomentodecontactoconlamangadesuvestido,nadamásfácilquelosmicrobiosdelaterribleviruelaestuvierantrepandoaescapeporsusmanos.Volvíaallavatorio,saliendodeélalcuartodehoraconlosdedosenrojecidos.Diezminutosdespuéslosmicrobiosestabantrepandodenuevo.

La madre —que habiendo leído antes de casarse una novela, conservaba aúndebilidadporelmásrománticodelostresnombresfiliales—llegóahallarexcesivoesedistinguidotemor.Lapieldelasmanos,terriblementemortificada,lucíaenrosavivo,comosiestuvieradespellejada.

Elmédicohizonotarclaramentealajovenquesetratabadeunamonomanía—peligrosa,sisequiere,peroalfinmonomanía.Querazonara,etcétera.

Desdémona asintió de buen grado, pues ella lo comprendía perfectamente.Retirose muy feliz. Después de reírse de sí misma con sus hermanas, llevose lasmanosvendadasalosojos,conunhondosuspirodeobsesiónconcluidaalfin.

—Pensarqueyocreíaque trepaban…—sedijo;ycontinuómirándolas.Pocoapocosusojosfuéronsedilatando.Sacudióporfinaquéllasconunmovimientobruscoyvolvió lavista aotro lado, contraída, esforzándoseporpensar enotra cosa.Diez

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minutosdespuéseldesesperadocepillotornabaadestrozarlapiel.Durante largos meses la locura siguió, volviendo alegre de los consultorios,

curadadefinitivamente,para,despuésdedosminutosdemudacontemplación,correralagua.

Fueseaotromédico,elcual,másescépticoquesuscolegasrespectoaideasfijas,librosemuybiendesugestionesintelectuales,tentando,encambio,lacuraciónenlamismacorrientedeaquéllas.Enposdeunatentoexamendelamanoentodosentido,dijoaDesdémona,convozyojosmuyclaros:

—Esta piel está enferma. Su cepillo la maltrata más aún, pero hay quemodificarla;siempre,sino,estaríaexpuesta.

YperdiódoshorasentocarlamanocasiporoporporoconunajeringuillallenadesoluciónA.Luego,cadadiezcontactos,unalgodónempapadoensoluciónB,yoprimidoallísilenciosamentemediominuto.

EsedíafueDesdémonatandichosaqueenlanochedespertosevariasveces,sinlamenortentación,aunquepensabaenello.Peroalamañanasiguientearrancosetodaslasvendasparalavarsedesesperadamentelasmanos.

Asíelcepillodevoró laepidermisyaquéllasquedaronencarneviva.Elúltimomédico, informado de los fracasos en todo orden de sugestión, curó aquello,encerrandoluegolasmanosenherméticosguantesdegoma,ceñidosalantebrazoconcolodiones,tirasygutaperchas.

—De este modo —le dijo—, tenga la más absoluta seguridad de que losmicrobiosnopuedenentrar.Amás,debodecirlequeenelestadoenqueestánsusmanos,alamenorlocuraquehagapuedeperderlas.

—¡Siséquesonlocurasmías!—reíaseconfundida.Y fue feliz hasta el preciso momento en que se le ocurrió que nada era más

posiblequeunmicrobiohubieraquedadoadentro.Razonódesesperadamenteyserióenvozaltaenlacamaparaafirmarsemás.Peroalratolapuntadeunatijeraabríaundiminuto agujero en los guantes. Como era incontestable que los dos microbiossaldrían de allí, tendiose calmada. Pero por los agujeros iban a entrar todos… Lamadresintiósuspiesdescalzos.

—¡Desdémona,mihija!—corrióadetenerla.Lajovenllorólargorato,lacabezaentrelasalmohadas.

A la mañana siguiente la madre, inquieta, levantose muy temprano y halló alcostado de la palangana todas las vendas ensangrentadas. Esta vez los microbiosentraronhastael fondo,yalcontarmeOfeliayArtemisa loscincodíasde fiebreymuerte,recobrabanelanimadoderrocheverbaldeotraocasión,paraelactualdrama.

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LasJulietas

Cuando el matrimonio surge en el porvenir de un sujeto sin posición, este sujetorealizaproezasdeenergíaeconómica.Triunfacasi siempre,porqueelacicatees suamor,valedecirhorizontederesponsabilidadoentotalrespetodesímismo.Perosielestimulanteeselamordeella,lascosassuelenconcluirdistintamente.

Ramos era pobre y además tenía novia.Ganaba ciento treinta pesos asentandopólizas enuna compañíade seguros, ybienveíaque, aun conmayor sueldo, pocopodría ofrecer a los padres, supuesto que es costumbre regalar a la que elegimoscompañera de vida una fortuna ya hecha, como si fuera una persona extraña. Elmutuoamor,sinembargo,pudomás,ysecomprometió,loqueequivalíaaperderdegolpesuperezadesolteroenloquerespectaamayoromenorposición.

Luego,Ramoseraunmuchachohumildequecarecíadefeensímismo.Jamásensumonótonavidahubierasidocapazdeun impulsoadelante,sielamorno llegaadespertar lagran inquietuddesupobreza.Averiguó,propuso,hasta insinuó, loqueeraformidableenél.ObtuvoalfinunempleoenciertoingeniodeSalta.Comoallálasubdivisióndetrabajonoesrígida,porpocoavisadoqueseaeldesempeñante,llegafácilmenteahacerlo todo.Ramos teníaexcesodecapacidad,yacababadeadquirirenergíaenlamiradadesuJulieta.

Lanocheenquehablóconelladelproyecto,Julietallorómucho,aratosinerteypensativa,yaratosabrazadaaél.¡Salta!¡Eratanlejoseso!¿Nopodíaquedarseaquí?¿No podían vivir con ciento treinta pesos?… Ramos conservaba un poco más derazónynegabamelancólicamenteloúltimo.Amás,nosequedaríasiempreallá.Élcreíaqueendosañospodríaahorrarmucho,mucho,ylasrelacionescomerciales…Luego se casarían.Y como la diminuta frase: «cuandonos casemos» sugiere a lasnoviasestadosmuydistintosdelatristeza,Julietarecobrabaesperanzas,valoryfeenelporvenir.ConlocualelmuchachomarchóaSalta.

Ramoshallóelingenioenunmalmomento.Laslibretasdelospeonesestabanenundesorden tal, que fuéronlemenesterveinticincodíaspara asentarmedianamenteaquéllas.Tanbien trabajóy tantapaciencia tuvocon lospeones—precisoeshabertratadodedesenredar ladialécticaeconómicadedoscientosindios—queelgerentevioenseguidaasuhombre.Noselodioaconocer,sinembargo,cualesprudenteenunpatrón.

Entretanto, llegabancartasdeBuenosAires.«Nomeconformoconeldestino».«Sufromuchomásquetú».«Yo,entucaso,volaríaaveratuJulieta».«¿Nopuedesvenir,aunqueseapordosdías?»

Ramoscontestabaqueporesomismo,porquererlamucho,debíaquedarseallá.Yenefecto,talcomoestabanlosasuntosdereorganización,nopodíasoñarsiquieraconello.

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Hasta que una noche recibió un telegrama de Julieta: estaba grave. Tras laprofundasacudidadesuamorcentuplicado,Ramospensóconangustiaensutrabajoamediohacer.Fuesinembargoahablaralgerente,quienconvozsecalehizonotarlainconvenienciadeesamedida.Ramosinsistió:sunoviasemoría.

ApenasllegadoaBuenosAires,volóacasadeella;peroJulietasaltócorriendoasuencuentro.

—¡Viniste,porfin!—sereía—.¿Aquesinotehacíaeltelegrama,novenías?PeroRamoslahabíaqueridodemasiado,enesostresmesesdeduravida,parano

sentirhastaelfondodelalmaelhielodesusupremoaislamiento.—Nodebíashabermeescritoeso—dijoalfin.—¡Perosiqueríaverte!—Sí,ycuandovuelvameechan.—¡Yquéimporta!—loabrazó.Lanochenofueserena;ycuandoRamosdijoasunoviaquepartiríaalotrodía,

Julietatornosehurañaydisplicente.—Sí,yasé;tevasporquenomequieres.—¡Noeseso,no!¿Quieresquememueradehambreaquí?—¡Nosé,nosénada!Perotevasporquenomequieres.El muchacho volvió a Salta, envejecido de desánimo. En la ciudad, donde se

detuvocuatrodías, llegolecartadeJulieta.Lanoviarompíaconél,comprendiendoqueesoseríaparafelicidaddelosdos.Ramoscomprendiótambiénquelainfluenciadelamadre,irreductibleyvencedoraalfin,pesabaenesadeterminación.Quedábalesu trabajo.Él,quehabía luchadoañosporcomer,sabíabienqueestapreocupaciónvitalabsorbealfin.Podríaserrico,yacasohubieradichaluego.Masalgerentenoleagradabannovioscomoempleados,ylecomunicóquepreferíaesperarotrotenedordelibrosmenosexpuestoatrastornosdeamor.

No lequedabanada.Volveríaapasarmesesdehambre,emplearíasealcaboenuna u otra compañía con cien pesos, hasta el fin de su vida. Amor, felicidad—confianzaensímismo,sobretodo—,sehabíanidoparasiempre.

UndomingodetardeenqueRamosibaaLinierssubióasucocheunaseñoracondoscriaturas.Eltrensalíaya,yaquéllasedejócaer,agitadaaún,frenteaRamos.Éste,quemirabaafuera,volviólavistaysereconocieron.Trasunafugazojeadaalvestidode ella,Ramos la saludó cortado. Pero su compañera le sonrió con grata sorpresa,tambiéndespuésdeunamirada,muchomásrápidaqueladeél,alaropadeRamos.Estabamuygruesaylacaralucíaledehartafelicidad.Hablaroncordialmente.

—¿Viajaamenudoporaquí?—preguntoleella.—No;hoyporcasualidad…—¡Quésuerte!Yoestoyaburrida.PasamoslosveranosenHaedo…Tenemosuna

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quinta.Ellahablabamuchomásqueél.—¿Yusted,secasó?—inquirióluegoconsincerointerés.—No…—Yomecaséunañodespués…Sonrioseycallópordiscreción.Pero larisaretornó,estavezfrancamente,pues

hacíaseisañosqueeracasadayteníadoshijos.—¿Seacuerdadeltelegramaquelehice?Cuandorecuerdo…¡Chicha,súbetelas

medias!—inclinosefelizalacriaturaquetrepabaalasientoybajabadeélsincesar.Ramosmiródesoslayo;laschicasestabanmuybienvestidas,comosabenvestirasushijoslasmujeresquecuentan,desdequesecasan,conlaposicióndelmarido.

Llegaban a Liniers, y Ramos se despidió, soportando, como lo preveía, otrarápidaojeadaasuropa.

—Muchogusto,Ramos…Yquecuandoloveadenuevoestécasado,¿eh?—serió.

—No hay duda —pensó él melancólicamente, mientras recordaba las finasmediasdelascriaturas—;yonosirvoparanada.

Locualhabíasidovistomuchísimoantesporlamadre.

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Ounouotro

—¿Porquénoteenamorasdenosotras?ZumFeldemiróatentamenteunotrasotroaloscuatrodominósquehabiéndolo

notadosolo,acababandesentarseenelsofá,compadecidosdesuaislamiento.ZumFeldecolocósusillafrenteaellas.Perocomohubierarespondidoqueposiblementeno sabía qué hacer, un dominó concluía de lanzar aquella pregunta con afectuosapereza.Bajoelmedioantifazcorríaenlíneafraternallamismaenigmáticasonrisa.

—Sonmuchas—repusoélpacíficamente.—¡Oh,noesperamostantadichadeti!—Nopodríadeotromodo.¿Cómoadivinaralaqueluegohadegustarme?—¿Esdecir,lamáslindadenosotras?—…quenoerestú,¿cierto?—Cierto;soymuyfea,Zum…Felde.—No,noeresfea,aunquealarguestantomiapellido.Perocreo…—… ¿te refieres amí?—observó dulcemente otra. Zum Felde lamiró en los

ojos.—¿Ereslinda,deveras?—Nosé…ZumFelde.Realmentenosé…Perocreoquedemíteenamoraríastú.—¿Ytúnodemí,amor?—No;deti,yo—repusootralánguidavoz.Zum Felde se sonrió, recorriendo rápidamente con lamirada, garganta, boca y

ojos.—Hum…—¿Porquéhum,ZumFelde?—Por esto. Tengo un cierto miedo a las aventuras de corazón mezcladas con

antifaz.Ysiustedesentendieranunpocodeamor,meatreveríaacontarlesporqué.¿Cuento?

Losdominóssemiraronfugazmente.—Yoentiendounpoquito,ZumFelde…—Yotengovagaidea…—Yootra,ZumFelde…Faltabauna.—¿Ytú?—Yotambiénunpoquito,ZumFelde…—Entonces cuento.Hace dos años, yo cortejaba a una señoritamuymona que

parecíabastanteinclinadaagustardemí.Habíahabladopococonella,demodoqueno conocía bien mi voz. Esto es muy importante para la historia. En vísperas decarnavaltuvequeiraMendozaporasuntoscomerciales,pensando—esdecir,estaba

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seguropermaneceralláunmes.Esomeeratantomásdurocuantoqueconfiabaenelcarnavalparadefinirmisituaciónconella.Aunqueteníamotivosparacreerquemequería,enunapalabra,ustedessabenquenoesprudentealejarsedeunamuchachamuy festejada, en comienzo de amor. Con todo, hallé ocasión, antes de irme, dehablarconellaycomunicarlemidesastrosaausencia.Ymefui,muyconfiado.

»Peroresultóqueelhombrequevendíasuviñedocambiabaenuntododeidea,ytrasunaseriedetelegramasconlacasa,tuvequevolveralasemanadehabermeido.

»Supe que esamismanoche la cuñada demi futura novia daba una tertulia deampliodisfraz,ysemeocurrióenseguidadeirdisfrazadoyprobarsucariño.

»Así lo hice. La observé durante una hora conversar, bailar con aire bastanteaburrido y gran satisfacción mía. Al fin me acerqué a ella; respondió sin placerninguno, supondránbien,a lascuatroocincozoncerasque ledecía lamáscara.Alprincipiohabíatemidoquemeconocieraporlavoz;peroestabatanseguradequeyomeencontrabaenMendozarecorriendoviñedos,quenotuvolamenordesconfianza.Amás,ustedessabenqueelantifazcompletocambiamuchoeltimbredevoz.

»Muy pronto, sin embargo, dejé las bromas de lado e insistí en que bailaraconmigo. Como realmente me gustaba mucho, no tenía que esforzarme en sergalante. Poco a poco fue perdiendo la desconfianza que le producía el disfraz, ycomenzóahallarsemásagustoamilado.Alfinaccedió,sinoabailar,porlomenosapasearunmomentoconmigo.

»Peroelmomentofuebastantelargo.Duranteéllacortejécontodoelcariñoquepude.Ellasereíaaratos,yaunquemirandosincesaraunoyotroladodelasala,noperdíaunasolapalabramía.Alamediahoramedejó.Perocuandomástardevolvíainvitarla,vi,porsuafectaciónennovermecruzarlasalahaciaella,quemeesperaba.

—¿Estásseguro,Zum…Felde?—Mucho.Endospalabras:cuandoporterceravezpaseamos,tuvelaconvicción

dequeyolegustaba.Esdecir,quelegustabalapersonaenmascaradaquelehacíaelamor;noyo,porqueyoestabaenMendoza.Desdeentoncesno lahevistomás.Yaquí tienen ustedes por qué desconfío de combinaciones de antifaz y amor. ¿Lesinteresalahistoria?

Niundominósemovió;lasbocasconservabansupersistentesonrisa.—Sí, bastante—respondió al rato una voz—. ¿Es decir que tuviste celos de ti

mismo?—No,demíno;delotro.—¡Peroerastú!Siellatehabíaqueridoati,porqueerastú,conelsegundoamor

alotro,queerastúmismo,teprobababienquetequeríaatisolo.—Muy bien dicho, pero ése es un razonamiento demujer.Un hombre lo hace

también, pero no lo acepta.Y después de todo—concluyómirándolas tranquilo—ningunadeustedesesella,¿creo?

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Lascuatrosonrisasseacentuaronligeramente.—Sospechamosqueno,ZumFelde…Éstedecidioseaabandonarelcuarteto,puesteníadeseosdefumar.—¿Sabesloúnicociertodetuamor?—dijounavoz,allevantarseZumFelde—.

Quetúnolaquerías.—¡Al contrario!—se rió él—. Porque la quería tuve celos yme retiré. Si no,

hubieraproseguidoalegrementelaaventura.

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Unchantaje

Eldiarioibatanmalqueunamañanasuspropietariossereunieronenconsejo,afindeponer términoa aquello.Losdueños eran también sus redactores, cosabastanterara: cuatromuchachos sin rastros de escrúpulos, que habían obtenido a fuerza deelocuenciauncapitaldecienmilpesos,ahoraenriesgoinminentededesaparecer.

Ladeuda—habíapagarésdepormedio—losinquietabasuficientemente.Apesardeestonohallaronesamañananadaquepudierasalvarlos,agotadosyacomoestabanlos pequeños recursos lucrativos que ofrece un diario cuando sus redactores sedeciden a ello. Resolvieron, sin embargo, sostenerse quince días más, mientras sebuscabadesesperadamentededóndeasirse.Ydeestemodo,unamañanadeésassepresentó a la direcciónunhombrecito cetrino,muy flaco, lentes conguarnicióndeaceroyropanegra,bastantesucia;peromuyconscientedesítodoél.

—Tengounaideaparalevantarundiario;deseovenderla.Losmuchachos,muysorprendidos,miraronatentamentealsujeto.—¿Unaidea?—Sí,señor;unaidea.—¿Utilizableenseguida?—Hoymismo;mañanaseobtendráelresultado.—¿Quéresultado?—Cienmilpesos,fácilmente.Estavezlosochoojosseclavaronenelhombrecito.Éste,despuésdemirarlosa

su vez tranquilamente, púsose a observar los mapas que colgaban de las paredes,comosisetrataradetodoelmundomenosdeél.

—Enfin,sinosquisieraindicar…—Conmuchogusto.Solamentedesearíaantesunpequeñocontrato.—¿Contrato?…—Sí,señor.Ustedessecomprometeríananoutilizarmiidea,sinolesconviniera.—¿Ysinosconviene?—Milpesos.El negocio era bastante fuerte y difícil de ser adivinado, aun para los cuatro

muchachosavezadosentodainextricableestafa.¿Peroquésearriesgaba?Silaideaerarealmentebuena,nadamásjustoquesuautorobtuvierasuparte;sieramala,nolautilizarían,desdeluego,nientoncesninunca.

Asíesqueextendieronelsiguientecompromiso:

LosabajofirmadossecomprometenanoutilizarjamásensudiariolaideadelseñorX,sinolaponenenprácticaaldíasiguientedeserlesparticipadaporel señorX,elcualpercibirá lacantidaddemilpesosm/n,enelcasoymomentodeseraceptada.

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Llamoseatestigos.—Mi idea es ésta—dijo el sujeto sin apresurarse en lomásmínimo—. En la

sección Necrología, en vez de la fórmula habitual, hacer esta pequeña reforma:«FulanodeTal(Q.E.P.D.)Fallecióeltantodetanto,asistido…»

—¡Basta,basta!—lointerrumpieron,tapándolecasilaboca—.Aceptamos.Esuncaso neto de extorsión, un chantaje por el cual mereceremos cuatro tiros, peroaceptamos.

—Sí—apoyó el hombrecito sucio, con igual tranquilidad de ideas, palabras ymirada—.Esperfectamenteunchantaje.

—¡Yalocreo!Peroaceptamos.Uncuartodehoradespuéselautor se retirabaconsusmilpesos.Sinembargo,

discutiose aún la operación, aunque ella entraba en losmás estrictos derechos delperiodista.Mas lospagarés avencerse eraunporvenirmuchomásnegroque todoesto, y de este modo a la mañana siguiente se leyó en Necrología: «Juan Pérez(Q.E.P.D.) Falleció el 28 de mayo de 1906, asistido por el doctor Luis PonceZabaleta…»; «Luis Fernández (Q.E.P.D.) Falleció el 28 demayo de 1906, asistidoporeldoctorLuisPonceZabaleta…»;«PedroGonzález(Q.E.P.D.)Fallecióel28demayode1906,asistidoporeldoctorLuisPonceZabaleta…»

Y así toda la fe de errata de cadamuerto. Losmuchachos habían tenido buencuidado de comenzar con Ponce Zabaleta, médico que, por ser famoso y enconsecuenciamuysolicitado,perdíanaturalmentemásclientes.Eraposibleque losenfermosdePonce,vivosaún,queleyeranesasucesióndeantecesoresatendidosporsumédicoyfallecidosbajosuasistencia,eramuyposiblequesoñaranenseguidaconlamuerte,disfrazadadePonceZabaleta.

Nadamáspenosoqueesto:peroenelloresidíalagraciadelhombrecitosucio.

AlasdiezdeesamismamañanaelporterohizopasaraladirecciónaldoctorPonceZabaleta.

—Acabode ver—comenzó con la voz unpoco jadeante por las escaleras y laindignación— mi nombre en la sección Necrología, cer-ti-fi-can-do que yo heasistidoaesosenfermos.Yoentiendo…

—Unmomento,doctor—lointerrumpieron—.Nosotrosentendemosquesetratade una simple información, completamente correcta y absolutamente veraz, desdeluego,quenodañaenlomásmínimosureputación.Nohemoshechopúbliconadaoculto,nisiquieradisimulado.Suasistenciaaeseenfermoconstaentodalafamilia,entodoelbarrio,ynosotrosnohacemosmásqueinformaraunapartedelpúblicoloqueyasabelaotramitad.Sentiríamosqueledesagradaranuestrainformación,perocreemos haber hallado una verdadera novedad en el periodismo, que (estamosseguros)agradeceránnuestroslectores…

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Eldoctorcomprendióadóndequeríairelcalurosoorador.Miróaunotrasotroconhondodesprecio.

—Yocreoqueesosellamachantaje.—Si usted da ese nombre a nuestra información, nosotros, visto el interés que

ustedtieneenocultardefunciones,lasllamaremosasesinatos.Cuestióndenombres;peroabandonarnuestroplannosocasionaríagravespérdidas.

—¿Yquécantidadcreenustedesqueperderían?—Veintemilpesos,seguramente.—Dentrodedoshorasestaránacá.Ylospillastresreplicaronconlamismahistoriaatodoslosmédicosanunciados

ese día, variando razonablemente la tarifa. La profecía del hombrecito sucio serealizópuntoporpunto.Lagananciaascendióacienmilpesos,aunque,claroestá,esemismodíaeldiariodesaparecíadelmundo.

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Paraestudiarelasunto

No ha habido probablemente empresa más contrariada en sus principios que laHidráulicaContinentaldeLuz,CalefacciónyFuerzamotriz.Yaseve:unrivaldeesecalibreperjudicabaenlomáshondodesusestatutosatodaslascompañíasexistentesnacionales o transatlánticas, de gas o electricidad. Hubo obstrucciones sin cuenta,tratándose naturalmente de una lucha de millones. Pero cuando el pozo de laContinental hubo llegado a cuatrocientos ochenta y tres metros, y la columnaartesianasurgióconmuchomayorempujedelcalculado,lahostilidadarreció.

LaContinental,sinembargo,maniobrótansabiamente,queobtuvomaravillosasgarantías,yactoseguidolaconcesiónpasabaalCongreso.

Ahorabien,lamayoríadelosdiputadoshallóquelasgarantíasdelgobiernoeranexcesivas,ylaconcesión,conproyeccioneshastaelJuicioFinal.

Demodoque laHidráulica, viendo en esa resistencia un peligromuchomayorque los hasta entonces corridos, resolvió iluminar debidamente el cerebro de loscongresales.

El primero a quien le cupo el honor de esta respetable enseñanza—ydecimos«primero» por simple cálculo de probabilidades— fueDavidSeguerén, correntino,jurisconsulto, y de blancura más bien disimulada. Este joven sensato, electo porcualquiermisteriodelapolítica,debíaconcluirsuperiodoelpróximoaño.Hallábasedesprovisto de toda esperanza de reelección, y aunque antes había atendido sunaciente estudio con éxito, volviendo allá no tendríamucho que hacer, después decuatroañosdeclientelaperdida.Luego,habíaunamadreymuchashermanas,pobrescomoélycomolohabíansidosiempre.Seguerénveía,pues,acercarseelmomentode su cesantía, con la constante inquietud del hombre que alimenta a su familiapaterna.

Estainquietudfuelabrechaaquesedirigiólaempresa.Unatarde,Segueréndisponíaseasalir,cuandorecibiólavisitadeciertocaballero

en representación de la Compañía Hidráulica Continental de Luz, Calefacción yFuerzamotriz.Yseentablóelsiguientediálogo:

—¿ElseñordiputadoSeguerén?…—Sí,señor.—Comoeldoctorhabrávisto,representoalaHidráulicaContinental,yvengoen

sunombrearogarledosminutosdeatención.Serémuybreve.—Usteddirá.—Endospalabras:creemosnoignorarqueelseñordiputadohallaexcesivaslas

garantíasqueelSuperiorGobiernohaconcedidoalaCompañía,yqueseopondráenconsecuenciaalaconcesión.¿Estamosbieninformados?Yave,doctor,quenopuedosermásexplícito.

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—Muybien.Hallo,efectivamente,quesonexcesivas.—¿Ylasegundaparte?…—Tambiénescierta.Consideroquemipaís…—Perdón,doctor;unainterrupción.¿Nosconcedeelseñordiputadoquenosotros

tengamosalaparquenuestrofinparticulareinnegable,laplenaconviccióndequenuestraempresaseráungranbeneficioparaelpaís?

—Sinduda.—¿Yquehemosestudiadoentodosualcanceelasunto,yconunaatenciónqueel

señordiputadonohatenidoposiblementetiempodededicarle?Supongoqueesto…—¡No, de ninguna manera! En efecto, concedo muy bien que la Compañía

conozcamásqueyosusintereses.—Pornuestraparteagregamos:ylosdelpaís,enloqueserefierealaproyección

deestaempresa.Comoeldoctorsupondrámuybien,tenemoselmásgrandeinterésenladecisióndelCongreso;ybasadoenesto, lerogamosnospermitalosiguiente,queeselobjetodemivisita:enviarlealgunoslibrosque,estamosseguros,aportaránmuchaluzalatrascendenciadelaCompañía.Elseñordiputado…

—¡Oh,no,señor!Muybien.Notengoningúninconveniente:hojearéeso.AldíasiguienteSeguerénrecibíaunacartadelaCompañíaenqueéstadeploraba

no haber hallado hasta ese momento los libros ofrecidos, pero fácilmente sesubsanaba el inconveniente, rogándole se sirviera adquirir tales libros, para cuyaadquisiciónenviabalasumanecesaria.

Acompañabaalacartaungiroasunombreporveinticincomilpesos.Elgolpe,deunvalordignodetodoencomio,dioenfalso.Segueréneraposeedor,amásdesuinquietud pecuniaria, de algunas de esas condiciones negativas que tienen ciertoshombreshabilísimosencomprarpordiezpesosunartículoquevale tres,e inútilesdeltodoparavenderporquinceloquesólolescostócuatro.

Seguerén devolvió el giro junto con la carta, y veinte días después, cuando sediscutíaenplenaCámaralaconcesióndelaContinental,Seguerén,quecombatíaelproyecto,perdióunpocolapacienciaantelabriosadefensadeuncolega.

—Elseñordiputado—lointerrumpióSeguerén—habráleídoesoqueafirmaenalgúnlibro…

—¡Yonoheleídoningúnlibro,señordiputado!—vociferó,elotro,rojo.—¡Oh,nomereferíaa«ésos»!SesentóSeguerén,antelasonrisaunánimedelaCámara.

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Enunlitoralremoto

Llamamosenlavidadiarialiteraturaaunaseriedeestadosyaspiracionesquetienenporbaselabelleza,yfarsaconsigomismo.

Así,elhombreindeciso,irresoluto,queseplanteadíaadíaaccionesenérgicasdelascualessabebiennoescapaz,aspiraenliteratura.

El derrochador impenitente que simula confiar al futuro matrimonio suapremiantenecesidaddeeconomía,aunquenoignoraquederrocharásiempre,piensaenliteratura.

Elenfermoporlaciudadysupropiaalmaurbana,quejuracomenzarsurégimendevidacuandovayaalcampo,dondeselevantaráalascuatrodelamañana,sabiendoaconcienciaquenopasaráasí,sueñaenliteratura.

El hombre estrictamente honrado que, no obstante su vital inutilidad para lacompraventa,deliraconempresascomercialesacrecentadorasdesuexiguohaber;esehombre que ignora la diferencia que hay entre treinta y treinta y cinco centavos,especulaenliteratura.

Elescritorqueatribuyeasuspersonajes,nolasaccionesysentimientos lógicosenéstos,sinolosqueélcreeseríabellotuvieran,escribeenliteratura.

Los histéricos de todoorden, los lectores de novelas irreales, los que aspiran aotravidadistintadeaquellaparalacualhannacido,yfingenestarsegurosdepoderafrontarla:losfarsantes,todoslosqueporfaltadesinceridadseengañanasímismosenprodeunestadodemayorbelleza,vivenenliteratura.

Losdesencantossuelenserfuertes,enrazóndelapropiailegitimidaddelmiraje.VéasesinoloqueocurrióaTezanos,unamigomíodeMontevideo,aquienquieromucho.Lasanterioresconsideracionesfuéronmeenviadasporél,dosdíasdespuésdesuveraneoen las costasdel este, ypreciso es creerque elmuchachoha adquiridoduraexperiencia.

Antetodo,Tezanosesmuyafectoalarte,loqueexplicaríalafacilidadconquesemienteasímismo.Así,llevandoenMontevideounavidabullentequereparteentresuestudio—apenas—,charlasliterariasyexposiciones,dioderepenteenconsiderarlasoledadcomounidealdevida.

«Voyaveranearenalgúnpuntodondelagentenomeirrite.Lasoledad,serdueñodeunomismo,estarsoloconsigomismo,¡solo,solo!»,meescribió.

Le respondí que si él, muchacho nacido como el que más para el agitadocomerciode loshombres,pensaba seriamente eso, estaba loco.Dosmesesdespuésmecomunicabaqueseibaalasplayasdeleste.

Creoahoraqueenlosúltimostiemposhabíaleídomuchosobrelaregeneracióndel almapor el campo.Por lodemás, nohay casi sujeto afecto a literaturaquenoarribeundíaadescubrirlanecesidaddevivirlavida.Tezanoshabíallegadoya,antes

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desudecisiónfinal,asoñarconlagranja—laferme,comoéldecía—lasvacas,lospollos,losgansos,losatardeceresdichosos…Delachacraalaislamientoabsolutonohay más que un paso, cuando el sujeto confunde sus facultades con sus deseosaprendidos.

EsolepasóaTezanos.Asuúltimacartarespondílargamente,mostrándolebienclaroloqueélqueríaatodafuerzaocultarse:quenoerahombreparalasoledad,niportreshorassiquiera.Nomeoyó,porcierto,yheaquíloquelepasó:

Primeramente pensó en las sierras de Minas. Hay allí soledad árida, vastossilenciosde siestay acasovíborasde cascabel.Perohabía tambiénen todaspartesvendedoresdelascasasdeMontevideo,cosacargante.Fijosealfinenlasplayasdeleste,paísdesiertoquenadiefrecuenta.Alquilóunchalecitodeloscuatroocincoquehansidoconstruidosenplenaarena,yquehastaahoranadieocupó.Allípasaríasusdos meses de vacaciones, absolutamente solo. En cuanto a comida, había yaconvenidoenelloporcartaconelmatrimonioquecuidabadelhotel,aúninconcluso.

Tezanos, muchacho civilizado, llevó un cómodo sillón, un primus, variadacoleccióndegalletitas,unjuegodetéyrevólver.Comolibros,pocos;peroencambiode un corte completamente especial: La negación suprema, Las almas solitarias,¿Quésomos?,Elmarmuerto.

Levantarse al salir el sol; hacerse el té con dichosa lentitud de alma fresca ycompletaensímisma;caminarunahoraporlaplayaventosa;sentarseenelcorredorcon un libro, frente almar tónico, solo, solo. Éste era su sueño.Y lo cumplió delsiguientemodo:

Llegóde tarde,molidopor el tren y siete horas de galera a través de la sierra.Instaloseensuchalet,yaprovechandolaúltimaluz,recorriólaplaya.Lacostaformaallíunextensohemicicloquecierrandosaltoscantiles.Tezanosabarcóconlavistatodalaplaya,deunoaotroconfín:laarenaestabacompletamenteblancaylibredehombres. Observó el mar, desierto también, sin un vapor, una vela, la más ligeramanchadehumo;nadarompíasusoledad.

Tezanos volvió lentamente al chalet. «Soy completamente feliz —se decía—.Ésta es la vida». Ya de noche fue a cenar, informándose entonces de que en esosmomentoscomíanallívariospeones,motivodeunviñedopróximo.Viodoso tresque se cruzaron con él, mirándolo de reojo. «No tienen muy buena cara», pensóTezanosmientrasseacostaba.

Hacía mucho calor, y el tiempo se había nublado. Acaso lloviera luego, peroentretantoel airepesaba inmóvil; laarenaardíabajoel cielocaldeado.Tezanosnopudodormirentodalanoche,angustiadoporlapesadezdelaatmósfera.Ycuandoalamadrugadaunaligerasensacióndefrescuralepermitióconciliarelsueño,llegaronlasmoscas,acosándolo.Llenaronliteralmenteelchalet,yfueenvanoquepretendierataparselacabeza;entrabanportodoslados,yademásseasfixiababajolasábana.

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Tuvoquelevantarsealsalirelsol,tomósutéybajóalaplaya.Caminóporelladoskilómetrossinencontrarelmenorrastrodehuellahumana,nisiquieraunpapelamedio hundir en la arena. Volvió, sentándose a leer frente al mar raso hasta elhorizonte.Sinquererlo, levantabaacada rato lavista:unavela,cualquiercosaquerompierasuinmensavaciedad;nada.

A las diez comenzó la arena a reverberar, irritándole los ojos. Fue a almorzar,quisodormir lasiesta,perolasmoscasloatormentarondenuevo;noseoíasinosuzumbido.Tornóasentarseconunlibroenelcorredor,massinpoderleerporelcalor,las moscas y el profundo abandono que empezaba a hallar dentro de sí. El marcontinuabadesiertohastaelremotohorizonte;laplayaabrasadatemblabasiempreensuextensacurva.

Asíllególanoche,igualalaanterior,deunapesadezsofocante.Sedespertabaacadamomento,empapadoensudor.Elcielosehabíacubiertootravez,ynosoplabalamenorbrisa.Tanfuertetornosealfinelvahoasfixiantedehorno,queTezanosselevantó,asomándosealcorredorenbuscadeaire.

Alláenelconfín,laluna,deocreamarillo,caíaenelmar.Lamitaddeldiscosehabía hundidoya.A su luz cadavérica, el hemiciclo de arena se extendía desoladoentre los negros promontorios. Aquella luna angustiosa, el mar lívido, la playaabandonada,diéronle la sensacióndeun litoral remoto, inexplorado,yaunañodeviajedetodaregióncivilizada.

Pretendiódormirapesardetodo,perollegabanyalamadrugadaylosenjambresdemoscasenloqueciéndoloconsuscarreritasentrecortadas.

Pasóasíotrodía,sintiendocadavezmayorelabandonoenquesehallaba.Yelmarcontinuabasalvaje,desierto,comoseguramentelohabíaestadodesdeelperiodoterciario;ylaplaya,calcinadaysola,reverberabasincesar.

Alllegarlanoche,susensacióndedesamparoseacrecentóhastaelterrorapasarunanochemásallí.Tuvomiedo,noobstantesus razonamientosysu revólver.¿Dequé?Posiblemente de su almavacía, de su cuarto en que nadie antes que él habíadormido,delasotraspiezasoscurasdelchalet.Lapresenciainmediatadelosperros,sinembargo,lotranquilizóalgo.

—Aquínohaypeligroninguno,¿verdad?—dijoasuhuéspedmientrascomía—.Todoslospeonesdebendeserdeconfianza.

—No,señor;elmásantiguohacequincedíasqueestá.Comía en el salón del hotel —paredes y techo únicamente— y todo él en la

oscuridad, fuera de la mísera vela que alumbraba su mesa. Oyó de pronto unprolongadosilbido,ysurostroirradió:

—¡Porfin!¡Unvapor!—No,señor;eselvientoenlasrendijas.Tezanoshundiólamiradaenelfondosombríodelsalón,ytuvofríocasi.

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Todoaquelloerasindudaelfindelmundo.Ylaangustiadedormirotranocheallícrecíasincesar.

—Perosialgopasaraporcasualidad—sesonrió—,sepodríadaralarmaconuntiro.

—¡Oh,no!Nadiehacecaso.Lospeonestirancasi todaslasnochesaloszorrosquevienenacomerlasuvas.

La impresión de que nuncamás volvería almundo civilizado llenole de nuevaangustia.¡Yaúnotranocheallí!¡Enaquelladesolación!

Durmió mal, agitado por pesadillas de destierro a perpetuidad en litoralesremotos.Elvientosilbabaahora,peroelcalorpersistíaasfixiante.¡Yalláafuera,laplayalívidaydesolada!¡Ylalunadeocre,hundiéndoseenelmar!

A la tarde siguiente debía llegar la galera, pero no quiso permanecer una horamás.Apenasamanecióalquilópor loque lepidieronuncaballo,yhuyódeaquellaplayainfernal,dejandotodosuequipaje.Tuvoquehacercatorceleguas,bajolluvialamitaddeellas.

Ycuandosubióaltren,llagado,achuchado,hambriento,lanzóunhondosuspirodesde el fondo de sus tres días de soledad regeneradora: ¡Por fin! ¡Hombres!¡Hombres!¡Civilización!

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Lospollitos

Cuando Eizaguirre llegó a la chacra que acababa de comprar allá, hallose con uncampo raso y un rancho en el mayor abandono, sin otra cosa de estable queprodigiosa cantidad de vinchucas en los palos carcomidos, ymuchos piques en elsuelo.Losinformesdelvendedorhabíansidobiendistintos.Eizaguirre,espíritullenode calma y paciencia, consideró que todo el tiempo que perdiera en meditar lainjusticiacometidaconélseríaalfinyalcaboenperjuiciosuyoynodelvendedor.Porconsiguiente,desdeelprimerdíaentregoseainspeccionarelrancho,aafirmarelpozoydemás.

Como no tenía peón y trabajabamucho, al llegar la noche caía rendido en sucatre.Noobstanteestafatigaysupocoamoralasfríasnochesdeaquelpaís,habíaenelranchoundetalleturbadorqueloarrojóadormirafuera:lassombríasvinchucas.Eizaguirre tenía mosquitero pero se ahogaba bajo él como acontece a algunaspersonassinsuerte.Debiópues,fabricarconlasarpillerasenquellegaraenvueltosucolchónunaespeciedepaliosobrecuatroramas,ybajoelquedormíanencompañíalagallinaysusochopollos.

Esta familia habíale sido regalada por un colono compasivo, a quien élcompadecía a su vez, pagándole siempre los dos o tres choclos que comíadiariamente.Eizaguirrecuidabadesuspollitosconmuchomayorafectoqueeldelapropiamadre; tan solícito éste, que una tarde, cuando el tiempo hubo pasado, lospollosemprendieroncaminodelpalioadormirbajoel catre.Envano lagallina seobstinó con infinitos glu-glú y falsos picoteos en llevarlos al dormidero habitual.Tuvoquetransaryenpocosdíasseacostumbró.

Como lospollosqueríandormirunoencimadelotro,provocandoesto ruidosasprotestascadavezquesecaían,Eizaguirresedespertómuchasvecesconeldesorden;pero como comprendía que ello estaba en el modo de ser de los pollos, esperabapacientementequelapazyelsilenciovolvieran,paradormirdenuevo.Unanoche,sin embargo, fueron las caídas y los píos tan incesantes, que Eizaguirre perdió lacalma.

—Sinoestánquietos—lesdijo—,losvoyaecharafuera.Fue pocos días después de esto cuando una mañana los pollos, dejando a su

madre que picara vanamente la tierra, siguieron tras Eizaguirre. Éste se detuvosorprendidoy los pollos hicieron también alto. «Tendránhambre», pensóy les diomaíz, aunque no lo hacía nunca hasta las ocho. Los pollos comieron bien, perocuando Eizaguirre se fue a lavar la cara, lo siguieron de nuevo. Desde entoncesEizaguirrecontóconochohijoschicos.Noseapartabandesulado,ycuandoaquélsesentabaaleer,lospollossesentabantambiénasualrededor.

EnestetiempolafamiliadeEizaguirreaumentóconlapersonadeunbull-terrier

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que le enviaron de aquí. La perra, novicia, en vida libre, creyó utilísimo perseguirdesesperadamentealospolloshastaarrancarlesplumas.Eizaguirrelaconteníaconlavoz,yavecesconlavainadelmachete;masnoestandoconstantementesobreello,laperraseguíaensuidea.

Estoduróunmes,resultasdelocuallasrelacionesdeEizaguirreconsushijosseenfriaronmucho.Eraevidentequeélteníapuestasucomplacenciaenlaperra,simuygrande, no excesiva; pero los pollos creíanse desdeñados del todo, y caminabantristes en grupo, sin atreverse a acercarse. Al fin Eizaguirre logró comunicarles laseguridaddequelesqueríacomoantes,conlocuallafamiliasereintegró.

Comoentretantoeltiempohabíacorrido,lospolloseranyagallinas,aexcepcióndeuno solo.El reposode la edaddioun tonomás apacible al cariñoque tenían aEizaguirre,yasí lavidaprosiguió, tranquila,sinmalentendidosdeningunaespecie,hastaquellegóelconflictodeloshuevos.

Unagallinitacenizafuelaprimeraensentirlamaternidad.Yadesdemuchosdíasatráshabíadadosilenciosospaseosportodoslosrinconesdelrancho,estirandoconsigiloelcuelloymirandoconunsoloojoenprocuradeunnidofelizparasusfuturospollitos. Halló por fin lo que deseaba, y cuando Eizaguirre descubrió los cuatrohuevosmostrosemuysatisfechodeesavarianteasuralomenúhabitual,comiendotresesamismatarde.

Pero la gallinita ceniza lo había visto recoger sus huevos, aniquilar así a sufamilia,puestoqueloshuevossonpollitos,ensuma.CuandoalamañanasiguienteEizaguirre echolemaíz a las gallinas, éstas acudieron como de costumbre, pero sealejaronenseguida.Envanoaquél,extrañado, las llamóconelchistidohabitual;niunavolvió.

Hubotalveztentativadereconciliación,cuandounagallinabatarazafueasuvezaprepararsuspollitosenelrancho.Eldespojoserepitió.

Eizaguirre que las había querido, ¡de quémodo!, cuando eran chicas, deseabaahora la muerte de sus gallinas. Éstas cambiaron también y desde entonces lasrelacionessecortarondeltodo.Ansiandoconstantementeverserodeadasdepollitos,lasgallinasbuscabanloslugaresmásdisimuladosdelcampopararealizarsusueño.Aprendieronadisimularsualborozo,acaminaragachadasbajoelpasto;peroelotrolasdescubríasiempre.

Enestascircunstancias,habiendollegadoyalaprimavera,ycuandoEizaguirresedisponía a echar entonces sus gallinas, pues sabido es que el frío perjudicagrandemente a los pollos, su atención se vio solicitada por los tres cachorros queacababa de tener su perra. Eran admirables de redondez y blancura y su madrelamiéndolessincesar;mientrasmamaban,vivíacompletamentefeliz.

Eizaguirreestabamuycontento.Lasgallinas—suspollitosdeantes—loveíanencuclillas ante el grupo, acariciando a los cachorros y sacudiendo ligeramente el

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hocico húmedo de la perra.Ellas habían también querido ser felices como la bull-terrier;masEizaguirre lohabíaaniquilado todo.De lejos,quietas, contemplabanelcuadrodefelicidadaquehabíanaspiradovanamente.

Yasíundíacuandoloscachorrostuvieronyatressemanas,laperralosdejóunmomento y disparando de alegría fue con Eizaguirre al monte, cuya nostalgia latorturaba. Al volver Eizaguirre oyó un tumultuoso aleteo en el patio, y vio a lasgallinas, todas encarnizadas sobre el cadáver de los tres cachorros, sin ojos ya.Laperra,conunaullidogimiente,cayósobreellasydosminutosdespuéstodasestabandeshechas.Laperraquedó toda la tarde trotandoporelpatio,sacudiéndoseaún lasplumasensangrentadasdelaboca.

Eizaguirre,antesustresperritosmuertos,nohabíatenidovalorparaconteneralaperra.Lamentó,unpocotarde,haberolvidadoquelasgallinassonenemigosnatosdetodomamíferoencrianzaaún.Loscachorros,extrañadossindudadenosentirasumadre,habíansalidoalpatio,ylasgallinasloshabíanvisto.

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Elsieteymedio

CuandoelañopasadodebíiraCórdoba,AlbertoPatronímico,muchachomédico,medijo:

—AndaaveraFunes,NovilloyRodríguezdelBusto.Seleshaocurridoinstalarunsanatorio;debedesermaravillosoeso.Entretodosjuntosnoreunieron,cuandolosdejéelañopasado,muchomásde15ó20pesos.Nomeexplicocómohanhecho.

—Perosiendomédicos…—argüí.—Esquenosonmédicos—merespondió—,apenasestudiantesdequintoosexto

año.Sehicieron,sí,deciertareputacióncomoenfermeros.Habíanfundadounacomoespeciede sociedad,queponíanadisposiciónde lagentede fortuna.Claroesqueentrepagardiezpesospornocheaungallegodehospitalquerecorreeltermómetrotresvecesdeabajoarribaparaleerlatemperatura,ypagarcincuentaaunestudiantedemedicina,noesdifícillaadopción.Cobrabancincuentapesospornoche.Además,suapellido,delinajealláenCórdoba,dabaciertomatizdearistocráticosacrificioaestajugarretadelaenfermería.Loquenomehubierapasadoamí.

Enefecto,llamarsePatronímicoytenerelvalordedarelnombreenvozalta,soncosas que comprometen bastante una vida tranquila. Cuantos tienen un apellidoperturbador del reposo psíquico, conocen esto. Patronímico, siendo ya hombre,perdiómuchasocasionesdeadquirirbuenascosasenremate,pornodarelnombre.Sus vecinos de los costados, de delante, se volvían enseguida y lomiraban.Y sermiradoasí,sintenerderechodeconsiderarseinsultado,fatigamucho.

Mas losmuchachosdeCórdobano teníanporcierto impertinenciasemejante,ymuchomenosenelpaísdelosFunes,BustosyNovillos.Fuipuesallí,yalsegundodíameencaminéalSanatorioNormal,nombreserioycargadodepromesas.Ocupabaunperfectoedificioparaelcaso,claro,abiertoysobreunaaltacolinaquedominabala ciudad. Quedaba en Nueva Córdoba, lindante con la Escuela de Agricultura, y,comoésta,teníahaciaeloesteelmejorpanoramaqueexisteenloscontornos.Nadadebía de ser más agradable que convalecer allí, sentado a la caída de una tardedorada,teniendoalospies,alláabajo,elvalleoscuroyhúmedoporlahora,yenelhorizonte,lasierramacizayazulqueelsolacababadetrasponer.

Lleguéaesahora.Subíadelvallesombrío,delashuertasycanalesderiego,unavivificantefrescuradetierrahúmedaybrotesdeálamo.Estabasegurodeencontraramistreshombressentadosporallí,enmudoarrobodecalmacrepuscular.

Pero no fue así. Lameseta y el jardín estaban desiertos.Di a un enfermero latarjetadePatronímicoenqueéstemerecomendabaalosmuchachos,yalratosalió,haciéndome pasar. Atravesamos no pocos corredores, descendiendo al fin por unamuyoscura,angostayretorcidaescalera.

«¿Quédemoniosharánestosjóvenessabiosenunsótano?»,pensaba.«¿Tendrán

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allíunlaboratorio?»Pero no se trataba de laboratorio sino de su morada particular. Era un sótano

pequeño,muybajo,todoblanqueado,quetrascendíafuertementeahumedad.Habíaallítrescatresdehierroenelmásespantosodesordenderopa.Porlopronto,encadacama,unovillodesábanas,corbatas,cobijas,cuellos,almohadas,sacosyzapatossincinta.Un catre estaba ocupado por una guitarra en equilibrio sobre el ovillo.Otroservía de silla a un muchacho rubio, de larga barba, y sobre el tercero estabanechados sus dos compañeros. No había en todo el sótano otro mueble que unacómodadecaoba:niunasolapercha,niunasolasilla.Aguisadeveladorusabanlosjóvenes sabios, al lado de cada catre, una valija de pie, con el cuero fuertementeaccidentadodeesterina.LostresdirectoresdelSanatorioNormal jugabanalsieteymedio.

—¡Hola,adelante!—megritaronalegrementesindejarlasbarajas—.Disculparáquelorecibamosasí;peroPatronímiconosdicequeconusted…

—Sí;yoentiendounpocodeestascosas—respondí,sentándomeentodoloquemepermitíandelcatrelaspiernasdeunodeellos—.Perolesruegoquenosuspendanpormí.

—¡No, no!—contestarondecidiéndose a dejar las cartas—.Comono teníamosnadaquehacer.

—Sobre todo—agregó Funes—, porque no hacemos otra cosa; demañana, alsieteymedio;detardealsieteymedio.Yave.

—¿Ylosenfermos?—meatreví.—¡Oh!Ésosenunmomentoestánprontos.Tenemosexcelentesenfermeros.—¿Muchosclientes?—No,desgraciadamente;porahorano.Casitodosdelcampo.Ycomonoessino

sanatorioquirúrgico…Avecestenemosoperacionesbuenas.Con todo no podíamenos de ojear aquel sótano húmedo, con su extravagante

mobiliario.—¿Cómodiablosvivenaquí?—lesdije—.¡Debendetenerarribaotraspiezas!—Sí,peronopodríamosestarasí—respondieron,señalandosusfachas.Elmejor

vestido de ellos tenía una blusa de operaciones sobre camiseta y calzoncillos, ychinelassinmedias.

—¡Ysusclienteslosvenasí!—Aveces;perocasisiempresubimosvestidos.Aalgunoslesgusta,sinembargo.

Tenemosunpaisanoviejo,porejemplo,alqueleoperamosunquiste.Esgranamigode las barajas, aunque no logra entender el siete ymedio, y baja a veces a vernosjugar.

—¡Ynoseasustadeesto!—yseñaléeldesorden.—No;hallegadoapersuadirse,nosécómo,denuestracapacidadcientífica,yle

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encantaverjugaralosniñosquelesacaronelquiste.Sivienemañanatalvezlovea.UstedsequedaporvariosdíasenCórdoba,¿no?

—Dosotres,nadamás.—Venga mañana; le enseñaremos el sanatorio. Ahora vamos con usted a la

ciudad.Losmuchachoscomenzaronavestirse,sinquehastaestemomentosepayocómo

hicieron para desenredar aquellos ovillos. Lo cierto es que media hora despuésmarchábamosalaciudaddondenopasamosmalanoche,segúneslícito.

A lamañana siguiente, aunque conun atrozdolor de cabeza, fui al sanatorio adespedirme,pueshabíaapresuradomiregresoqueefectuaríaesemismodía.Eranyalasonce,peroNovilloyRodríguezestabanacostadosaún,sibienconelbustohaciaafueraeinclinadossobrelavalijaquecabalgabaFunes.Jugabanalsieteymedio.

Algunodeellosdebíadeperdermucho,dandoasíalpartidofuerteinterés,porqueles pareciómaravillosami proposición de visitar el sanatorio acompañado por unaenfermera;elloscontinuaríandoblandolaspuestas.

Cuandovolví,mishombresproseguían jugando,masahoraenpúblico.Elviejoaficionadodequemehablaranestaba sentadoen la cama, siguiendo las cartas conarrobadaexpresión.

Memiróunpocodesconcertado,perolosmuchachoslotranquilizaron:—EsuncompañeronuestrodeBuenosAires…Gran jugadordesieteymedio,

también.Elviejosesonrió,tímidoyentusiasmado:—¡Quehadeserlindoestejuego!—exclamó—.¡Ymegustaríasaber!Losmuchachosse rieron.Eraevidenteque talestadodeansiosoentusiasmono

era llamado a la curación definitiva de un enfermo. En el fondo, acaso no lesdesagradaba a los muchachos esta circunstancia, pues el viejo cliente tenía sólidafortuna.

Llevabayaveintedíasdesanatorio,quepodríanmuybienextenderseacuarenta.Yesto,agregadoalasumayaredondadelaoperación,importaríabuenhaberalosjugadoresdesieteymedio.

MasentretantoeljuegocorríadesastrosamentemalparaNovillo,yelviejo,conloscodossobrelasrodillas,persistíaensuencantadaatenciónaaqueljuego,quenoentendía ni entraría yamás en su vieja cabeza. Después de observar pormi parteaquelinsustancialsieteymediodetrespersonas,medespedí.

Losmuchachosinterrumpieronporfineljuego.—Esta vez no lo acompañamos —me dijeron—. Tenemos que hacer hoy y

almorzaremos aquí. ¿Por qué no se queda a comer con nosotros?Tiene tiempo desobrahastalanoche.

—Sí,perotengoqueirhastaLaCalera,aún.Volveréapenasa tiempo.Porotro

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lado—agregué—,acasoelañoquevienenosveamos.—¡Muybien!Avísenoscontiempo.Loacompañaremosmásqueahora.—¡Diablos!Sijuegansiemprealsieteymedio.—Asimismo.Antesjugábamosalpóquer;peroentretresnova.—¡Nomuchomásesto,sinembargo!—Sí,pero…Espéreseunmomento—concluyóRodríguez,echandolasábanaa

lospies—.Vamos,arriba.Estasmalditasmedias…Funes,¿dóndeestánmismedias?—¡Quéséyodetusmedias!Loquequisierasaberesquésehahechomicuello.Elcuelloaparecióporfin,eigualmenteunamedia,halladadentrodelaguitarra.

Delaotramedia,jamássevolvióasaber.Subíporfin,ysóloNovillollegóconmigohastalarejaadespedirme.

Seismesesdespués,aquíenBuenosAires,esperabaunatardeeltranvíaenMaipúyCangallo, cuandoun sujetodetenidoami ladopor el tráfico,me saludóconciertatimidez. El hombre seguramente hacía rato que me miraba, pues su saludo partiócomounaflecha,apenasfijémisojosenél.Antemiagradecidasonrisa,bienidiotaporcierto,yaquenosabíapoconimuchoquiéneraelhombreamable,ésteseacercó.

—¿Noseacuerdademí,don?—medijoextendiéndomeunamanotorpeydura.—Sí,peronopuedoprecisar…—meatrevíaresponder.Ydeprontorecordé:era

elenfermodemismuchachosdeCórdoba,aquelhepáticoquedelirabaporaprenderel siete ymedio—. ¡Sí, ahora sí! En el SanatorioNormal, ¿no? ¿Hacemucho quesaliódeallí?

—Bastantetiempo…Pocodespués…Estoysanoahora,mecurarondeltodo.—¿Ynoaprendióajugaralsieteymedio?Elhombreserió.—Aprendí.—¿Yjugóconellos?—Sí:juguéunpoco—memirósonriendoconmaldisimuladamalicia—.Jugué

unpoco.Hubieraqueridosaberalgomásdeaquelloperoeltranvíallegó,arrancándomea

lacompañíademiviejoconocido.

Pasó un año aún y volví un año a Córdoba. No quise comunicar el viaje a losmuchachos, e hice mal, porque ya allí, cuando pretendí hacerme conducir alsanatorio, el cocheromedijoquenohabíamásSanatorioNormal, ni al ladode laEscueladeAgricultura,nienningunaparte.Lascontadasvecesquemehabíavistocon Patronímico, habíamos hablado de todo, menos de Córdoba, y de aquí miignoranciaalrespecto.

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Di al fin conRodríguez delBusto.Todos ellos habíanse recibido en losmesesanteriores,yejercíanhonorableysensatamente lamedicinaensendosconsultorios.HacíayaunañoqueelSanatorioNormalhabíamuerto.

—¡Hola! ¡Vinopor fin!—megritóalegrementeRodríguez—.Loesperamosendiciembre.¿Pormuchosdías?Unsegundo:vamosabuscaraNovilloyFunes.

Mediahoradespués recogíamosa éstos,ymientras andábamoshacia elParqueLas Heras, los muchachos me contaron cómo y por qué habían abandonado elsanatorio.

—En el fondo—concluyó Funes— lo que hubo es que no teníamos clientelasuficiente. Los médicos amigos nos enviaban buenos sujetos, pero asimismo lasoperacionesdevalorescaseaban.

EntoncesmeacordédelviejohepáticoquehabíaencontradoenBuenosAires,ydelasesperanzascifradasensufortuna.

—Apropósito—lesdije—.¿SabenaquiénviunavezenBuenosAires?—Sí—merespondieronlostresdegolpe,riéndose—.Alviejoqueustedconoció

enelsótano.Mequedéunpocosorprendido.—Nolosabíamos—meexplicóRodríguez—.PerocuandoFuneshablóhaceun

momento de las operaciones de valor, nos acordamos nosotros y usted de aquelsujeto,pazyesperanzanuestra.

—¿Yaprendióajugaralsieteymedio?—Unpoco…¿Hablóconél?—Apenas…Medijoqueefectivamentehabíaaprendidoajugar.—¡Ah!¿Nosabeloquepasó?Esmuycurioso.Todosnosotrostenemosunagran

veneraciónporaquelhombre.Ustedrecuerdaqueelviejobajabaavernosjugar,¿no?Puesbien:pocosdíasdespuésdehaberseidousted,lafístulaempeoróbastante,yloacostamosotravez.Laperspectivaparaélnoeramayormentedolorosa,yexcelenteencambioparanosotros.Fíjese:veintepesosdiarios.Peroelviejoseaburríamucho,ynosrogóquefuéramosahacerlecompañía:anosotrosnoseraindiferentejugarennuestrapiezaoallíyélseentreteníamuchoviéndonos.

»Así lohicimos.Nodejabaunmomentodeobservar lascartas,verdaderamenteentusiasmado con el siete y medio. Tanto, que al fin le dijimos un día si queríaacompañarnos.Elhombreseechóareír,contentoymiedosoalavez:noseatrevía…queríajugar,sí,peronoconocíatodavíajuegotanlindo…

»Porfinsedecidió.Comoustedrecordará,jugábamosacincocentavoslaficha.Elviejoentróconunacaja,yalastreshoras,cuandodejamos,habíaperdidocincocajas:dospesosymedio.Noporestoestabamenoscontento.

»—¡Ydeahí!—sereía—.Mañanamevaatocaramí.¡Peroesjuegodifícil!…—nosmirabaconveneraciónyenvidia.

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»Al día siguiente perdió cinco pesos, y veinte en el posterior. Fue ya eso paranosotroscasiuncargodeconciencia.

»El viejo iba a perder todo, día por día. Pero si usted ha jugado alguna vez,conoceráelinmensoplacerdeganar,tanfuerteparanosotrosenaquellaépoca,quenonospermitiólamenorconsideracióndechangüíconelpobrediablo.

»Este estadode cosasduróuna semanamás, hastaqueuna tardenosdijomuyalegre,alcomprarsucaja:

»—¡Elúltimodinero!Mañanavoyamandarpediralaciudad…sipierdo.Perohoyvoyaganar—concluyófrotándoselasmanos.

»Ya estábamos acostumbrados a sus certezas de ganar. Pero esta vez ganó, ycomo natural reacción después de tanta mala suerte, nos ganó a todos. Al díasiguiente,volvióaganarnos,ynosganótodavíaalposterior.Tanbienlohizoqueenuna semana más nos dejó sin un mísero centavo. Y con unas terribles ansias dedesquite,encambio.

»Elbuenviejonodejabaunsegundodecompadecernos.»—¡Es una desgracia! ¡No tienen suerte! ¡Y tan bien que juegan…! Otro

partidito,¿quieren?»—¡Si no tenemos un solo centavo! —le respondimos casi con rabia,

levantándonos.»Estábamosabsolutamentepobres.Antesporlomenos,cuandojugábamosentre

nosotros,eradetodosmodosunasatisfacción,paraelqueperdía,saberqueelcapitalquedabaencasa.Ahoraelviejoselohabíallevadotodo,élsolo,absolutamentetodo.Yeldeseoderevanchanoshostigabaatalpunto,quehallamosunrecurso.

»Asíaldíasiguiente,cuandofuimosaexaminarlo,elviejonosanimódenuevo.»—¿Ydeahí?¿Nohacemosunpartidito?»—Notenemosplata.»—¡Ah,ah!…»—Pero si usted tiene muchos deseos de jugar, podríamos arreglarnos. Le

jugamoslaoperación,acincocajas.»El viejohizo infinitos aspavientos, pero aceptó.El partidoduró cincohoras y

excuso probarle que el viejo pillastre, jugador de siete y medio desde que habíanacido, nos ganó la operación y la asistencia completa. Desde un principio habíasoñadoconesoynoshabíallevadocontodaalevosíaaesefinal.

»Poreso,cuandoustedlepreguntóenBuenosAiressihabíaaprendidoajugar,serióacordándosedenuestrainfelizinocencia,yporigualmotivonosreímosnosotros,alhacernosacordarusteddelasoperacionesquehabíahechoél.

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Elretrato

Lanoche estabaoscuray sofocante.Apesar de los ventiladores el salóndelParísabrasaba y, dejando que la señorita del piano prosiguiera sus valses, salimos conKelvinalatoldilladepopa.Nohabíaviento,perolamarchadelbuquetraíadeproabocanadasdeaire.Muylejos,alOeste,eldestellodeBuenosAiresaclarabaelcielo,ydevezencuandolosarcosdeladársenafosforescíanaúnaflordeagua.

Nosrecostamosenlaborda.Sinquitarelmentóndelamano,veíamosahogarseunoaunolospuntoseléctricos.Elresplandorlechosodelhorizonteseibahundiendolentamente,yalaizquierda,ensemicírculo,elcieloiluminadodeQuilmesydeLaPlataseapagabatambién.

Había en ese paisaje nocturno vasto teatro de ausencia, fuera de lamelancolíainherentealabandonodeunlugarcualquiera,queporesesolohecho,nosparecehainteresado mucho nuestra vida. Pero cuando se ha charlado dos horas sobredisociacióndelamateria,ysehapensadounratoenelactualconceptodeléter:unsólido sin densidad ni peso alguno; después de ese desvarío mental, los paisajespoéticosadquierenrarafisonomía.

Enefecto,yoleíaentonceselcuriosolibrodeLeBonLaevolucióndelamateria.Había visto en él cosas tan peregrinas como la antedicha definición del éter, y elconstanteaniquilamientodelamateriaquesedesmenuzasincesarcontanespantosaviolencia,quesuspartículasseproyectanenelespacioconunavelocidaddecienmilkilómetrosporsegundo.Ymuchascosasmás.

Le Bon prueba allí, o pretende probar, que la incesante desmaterialización delradio es general a todos los cuerpos.De donde,millón de siglosmás omenos, lamateriavolveráalanadadequehasalido.

Secomprendeasíquelanegranoche,yelúltimodestellosobreelhorizontedelas ciudades muertas, nos provocaran ideas concomitantes de inutilidad,aniquilamientoirreparableytumbaeneléter.

Tantomás fácil nos era eso cuanto queKelvin conocía el libro deLeBon. Suapellido,desdeluego,mehabíallamadolaatención,amíquesalíadeBuenosAiresmuyintrigadoconLaevolucióndelamateria.LordKelvin,unodelosmásilustresfísicos contemporáneos, esquienenefectohadado la extraordinariadefinicióndelétersideraleinteratómico:«esunsólidoelástico,sindensidadnipeso,quellenatodoelespacio».

—¡Rudyard Kelvin! —había exclamado yo al oír su nombre en la mesa (lacasualidadnoshabíasentadounoalladodelotro)—.Permítamelaindiscreción:seríaustedparientedeKelvin,elcélebre…

—No,señor—merespondió—.Mifamiliaesinglesa,yaundelamismaciudadquemisabiohomónimo;peronotengoparentescoalgunoconél.

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Supeasíqueminuevoconocido, educadoen Inglaterra,vivía enBuenosAiresdesde diezmeses atrás. Pero en el transcurso de nuestra charla científicame cuposaberotrascosas.

EntrelosmáscuriososexperimentosdeLeBon,mehabíainteresado—acasoenmi condición de antiguo aficionado a fotografías— el hecho de que un cuerpoexpuestounmomentoalsol,ycolocadoenplenaoscuridadsobreunaplacasensible,la impresiona.Aúnmás: si se interponeungruesopapelnegro entre el objetoy laplaca,lareproducciónfotográficaesigualmentenítida.

Recordé el fenómeno, agregando que sentía no trabajar más en eso, pues mehubieraagradadoconstatarlo.

—Ylohubieraconstatado—respondióKelvin—;esperfectamentefácil.—Sinembargo…—Sí, ya sé lo que va usted a decir: no es regular el fenómeno, no siempre se

produce.Amí…Ysecalló.—¿Qué?—pregunté.—Nada —repuso brevemente cambiando de postura—. Tengo recuerdos no

alegresdeesascosas.Lo miré entonces con curiosa indiscreción. Seguramente Kelvin dominaba el

asunto.—Peroustedhainvestigadomuchoeneso—insistí.—Mucho. Hasta hace seis meses… Realmente hace mucho calor; tal vez se

levantetemporal.Eramuyposiblequeeltemporalselevantara:peroeratambiénevidentequemi

interlocutorhabíasidotocadoenlovivoporesosasuntos.¿Quérelaciónpodíahaberentretalgranpenayunmíserocuerpoasoleado?Nomeeraciertamentesencilla lasolución,yaunmicuriosidadnofuegrande.Demodoqueeneltranscursodelviaje,ydurantelacharlaposterior,nomeacordémásdeLeBon,materiadisociadaylordKelvin.NosseparamosaldíasiguientealdesembarcarenMontevideo.

Peroapesardetodo,laimpresióndeaquelincidentedebedehabersidoduraderaenmí,porqueunmesmástarde,ydenuevoenBuenosAires,memostrémuycuriosoalhallaraunapersonaqueconocíaunpocoaRudyardKelvin.Supequemiamigodeunanochehabíainvestigadohondamenteloquellamaríamosmagianegradelaluz:rayos catódicos, rayos X, rayos ultravioleta y demás. Por otra parte, Kelvin habíaperdidoasunoviadosañosantes.

Comoenotraocasión,nopudehilvanar lógicamente lamuertedesuprometidacon la radioactividad de una piedra asoleada. Hasta que cuatro meses después lacasualidadnosreuníadenuevoabordodelParís,estavezderegresodeMontevideo.

Lovicuandoconcluíamosdecomer,eigualescircunstanciasdedepresiónycalor

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sofocantenosreunieronotravezenlatoldilla.Igualnegracalmasilenciosa,eigualvasto panorama de ausencia en esa nocturna huida en vapor.Montevideo aclarabatambién el cielo sobre el horizonte, y la melancolía de otro momento tornaba arecostarmeenlaborda.

Y supe la historia. No sé si inspiré a Kelvin esa confianza ciega que suelearrancarnos de golpe un individuo al que apenas conocemos, por un detallecualquiera, el modo de mirar, la manera de cerrar los labios, la brevedad de unarespuesta.Acasohayainfluidotambiéneltéowhiskyqueenlarazainglesaremediaa tan alto grado la depresión atmosférica. Su tensión sentimental puede haberlojustificado. De todos modos Rudyard Kelvin me hizo el honor de contarme estaextrañahistoria:

—¿Ustedquedóintrigadolaprimeravez,conlosfenómenosdefotografíadequehablamos, no es cierto?Y sobre todo porque le había hecho entrever un drama entodoeso,¿noesverdadtambién?¡Sí,sí!Ustedquieresaberporquéycómolaplacasensible…Óigame: yo habitaba entonces enEpsom, y desde que había llegado deLondres vivía huroneando sombríamente entre bobinas, pantallas de sulfuro yespectroscopios.Creohabersidodelosprimerosenobservarelfenómenodeemisiónde rayos especiales en los cuerpos asoleados. Pasé días enteros en la oscuridadimpresionandoplacas,sinotroresultadoqueconstatarlairregularidaddelfenómeno,comoledijelaotravez.LeBonabandonóporigualmotivo.

»Noeraesosólo.Vea,aquíentrelosdedos…¿ve?Sí,tuvetresmeseslosdedosulcerados…Son los rayosX.Después,una tarde…¿No lehedichonadaaún?Yoteníaunanovia…Edith.Enfin…Ustedsabecómosequierealanovia,¿noeseso?

»Una tarde el automóvil volcó. Se rompió las dos piernas, justamente las dospiernas, los dos muslos por el medio… Pasé tres días como un loco, llorandorabiosamente sobremispuños.Alprincipiohuboesperanza:después sobrevinieronlascosasdesiempre,faltadereacción,arterias,¡quéséyo!Loquelepuedoasegurares que me enloquecía verla… Y fíjese: ¡los dos muslos rotos! Muriéndose ymirándomesincesar…lanoviadeuno,¿noesverdad?

»Luego…Nomeseparabacasiunmomentodesulado…Ynomemirabasinoamí…Nopodíahablar.Peroesamiradadilatada,fijaenmí,sinverasuspadres,niasushermanos,nianadie…¿Ustedcomprende?

»Almorirhabló.»—¡Rudyard!—medijo—,quieromorirsolacontigo…»Lospadresestabanallí,yloshermanos…Ynoapartabasusojosdemí…»—¡Rudyard!—repitió—,quenosdejensolos…quieromorircontigo…»¡Suvoz,ronca!…Ustedhaoídoesaronqueradelavozcuandosemuere,ynos

llamanpesadamente,insistentementeconesavoz…»—¡Rudyard!,morircontigo…

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»¡Ah!Ynadiemásexistía fuerademí…Se fueron todos,yquedéconella, enmisbrazos…

»Bueno; ya le he dicho cómomurió. Entonces lisa, cabal y llanamente decidímatarme.Peroestoseve,¿noescierto?Seveenseguidaenlacaradeuno.Elpadremerecordóqueyo,antesquetodo,erahombre.¡Sí,losé!¿Peroquéharíasinella?

»—Júremequeresistirásietedías—medijo.»Se loprometí.Pasados los sietedíashabíahallado fuerzaspara continuar.Me

encerré en el laboratorio, y trabajé—¡no sé cómo al principio!— y fue entoncescuandoobtuvesuretrato.

»Habíavuelto a la impresióndeplacas a través deunobstáculo, pormediodecuerpos asoleados. Una mañana caí en la cuenta de que el ojo humano podríaperfectamente, como un cuerpo cualquiera, impresionar la gelatina. Pero como suinterior ha sido herido por la luz, y hay allí una lente biconvexa… ¿Ustedcomprende? Enseguida abrí la ventana, miré largo rato fijamente la pared delcorredor,yencerradodenuevoen laoscuridad,mepusedecodos sobreunaplacasensible.Nomemovídurantecincominutos.Revelé,ymuylentamenteapareciólaparedblancadelcorredorylamanchaoscuradelcuadroenelmedio,unpaisajedecaza…

»Perocompletamentefueradefoco…Nielirisnielcristalinopodíanajustarseenlaoscuridad.Recurríalaluzroja,yentonceselresultadofuepreciso…PeroenesosdíasleíqueenEstadosUnidoselexperimentosehabíahechoya.

»¡Yquédíasesos,sinembargo!Cuandovolvíabruscamenteenmí…Ustedsabe,esasensacióndesúbitapesadilla…¡Yanovivíamás!¡Nunca,nuncamáslavería!…

»Bueno; no sé ni le podría decir por qué seme ocurrió ese absurdo… Fíjese:dispuseunaplacasensible,ydurantemediahoratuvemisojosenella,pensandoenEdithconcuantodesesperadoamormedesbordabadelalma.Laveíaallí,memiraba,lamiradadeamorqueserecuerdasobretodaslascosas,¿verdad?Fíjeseenesto:alrevelarlaplacaapareciósuimagen.Ustedve,metemblabanlasmanos…¡Laveía!¡Aella!Memirabasonriendoapenas,comosiemprequenosmirábamosdecerca…

»Eraunperfectoretrato.Fijéeimprimívolando.¡Eraellamisma!¡Quélocuradedolor!…Labesé…¿noescierto?Nosécómonomematéesavez.

»Enfin,duranteunmes,dosmeses,obtuvetodoslosdíassuretrato.Luego,cadatresocuatro.Unatardeentréenellaboratorio,despuésdequincedíasdeabandono,yrepetíelexperimento.

»Lavi,eraellasiempre,siempremirándome…perosobreelrostrohabíaunveloblanquecinoqueenvanotratédecorregir.Losojos,sobre todo;unvelopálidoquenublabasumirada.Unmesdespués—¡solamenteunmesdespués!—meacordédenuevodeverla…Dispuselaplaca,lamirémáslargamentequeantes,ylavimuerta.Estabamuerta,¿ustedcomprende?¡Losojoscerrados,hundidos,labocaentreabierta,

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muertacompletamente!»Yentonces,sóloentoncescomprendíqueyahabíadejadodequererla.Kelvincalló.Yrecostándoseenlaborda,fijólosojosenelcielodeMontevideo

queunlechosodestelloaclarabaaún.Pormiparte,confiesoquehabíaolvidadoelaspectocientíficodelfenómeno.—Apesardetodo—ledijealrato—meparecequeustedhavueltoaquererla.Nomerespondió.—Yo,ensulugar,repetiríaelexperimento—continué.Estavezsevolvió,sentándosedenuevoconunasacudidadehombros.—¿Para qué? —repuso—. Hace seis meses lo repetí. Estaba a mi lado un

muchachodecasaquemearreglabael laboratorio.Elchicomepreguntóqué ibaahacer; le dije que miraría fijamente… Revelé y su imagen, la de Edith, apareciónítida,sonriente,radiantedevida…Peroconlosojosdirigidosalmuchacho…Éstela había visto dos o tres veces apenas, y seguramente habíamirado como yo…Ybastabaarevivirla…Elínfimocariñoquepudierahaberletenidoaellalarevivía…

»¿Quéquiereustedqueyohagadespuésdeeso?

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Cuentoparaestudiantes

Ladisciplinausualquierequeelprofesortengasiemprerazón,adespechodecuantode inmoral cabe en esto. Las excepciones fracasan casi siempre porque en ellas lacátedrareconocesuequivocaciónoignoranciaporconceptopedagógico—loquenoengañanuncaalalumno—ynoporfrancahonradez.Esdetodosmodosduratareasostener un error con vergonzosos sofismas que el escolar va siguiendo tangente atangente,ygraciasaestainfalibilidaddogmáticahacabidoalaFacultaddeCienciasExactas la inmensa suertedequeelqueestas líneas escribeno seahoyunpésimoingeniero.

El caso es edificante. Yo tenía, en verdad, cuando muchacho, muy pocasdisposicionespara lasmatemáticas.Peroelprofesorde lamateriadioundíaenunfeliz sistema de aplicación, cuyo objeto sería emularnos mutuamente a base deheridasenelamorpropio.Dividiólaclaseendosbandos:cartaginesesyromanos,encadaunode loscuales loscombatientesocuparían las jerarquíascorrespondientesasucapacidad.Hubo libreeleccióndepatria;yyo—a fuerdegloriosoanibalista—convertimedeuruguayoencartaginés.Éstefuemiúnicotriunfo,yauntriunfodemiparticular entusiasmo; pues cuando se distribuyeron los puestosme vi delegado alduodécimo.Éramoscatorceporbando.Luego,enuntotaldeveintiochomatemáticos,sólohabíacuatromásmalosqueyo:misdoscartaginesesdelúltimobanco,ylosdoslegionarioscorrelativos.

Comoseve,esta imperialclasificacióndenuestrosméritos,yquemecoronabacon tal diadema de inutilidad, debía hacerme muy poca gracia. En consecuenciadecidítranquilamentellegaralmandosupremoenmipartido.

Paraestosehabíaestablecidoquelossábadoshubieradesafíosdepuestos,comolos llamábamos, por los cuales un inferior estaba facultado para llevar a un jefecualquiera de su propio ejército ante el pizarrón, y allí someterlo al examen de laleccióndeldía;cadaerrordeldesafiadovalíaunpuntoalinsurgente,elqueasuvezpagabaalotroenigualformasuspropiosyerros.Alfinalsecomputabanlasfaltas,yhabía—ono—truequedepuestos.

En los demás días los duelos eran de bando a bando, pero sin que fuera lícitodesafiar a un miembro del partido contrario que ocupara un grado inferior al delatacanteenelsuyopropio.

Habíaunaexcepciónalsistema:permitíasedesafiaratodoelpartidocontrario.Yrecuerdo (esto fuemás tarde, cuando llegué a ser general en jefe) a unmalhadadodecuriónovelite,omenostodavía,queretóadueloatodoelejércitocartaginés.Yono sabía ese día una palabra de nada, ymis hombres se empaparon en silenciosoterror ante ese ataque que suponía terrible preparación, dado el coraje delmísero.Pero como la dignidad del puesto que ocupaba me forzaba al heroísmo, me

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sacrifiqué.Yolehicedospuntos,yélmehizoveintiocho.Pero esto vino luego. Antes, como he dicho, había decidido apoderarme del

primerpuesto.Loquedebíestudiarparaellonotienecasimedida,enunmuchachodetanmezquinapacienciacomoerayo.Maselamorpropio,eldesprecioajenoylasombradeAníbalhicierondemodoquealaprimerasemanahabíatrepadoaloctavopuesto,yenloscincosábadosposterioresataquésucesivamentealcuarto,segundo,segundo,segundoyprimero.Comoseve,fracasédosvecesseguidasanteelsegundopuesto.Eraaquélunobstinadoindividuo.

Una vez en la cumbre me sostuve, resistiendo la saña sin tregua de misMaharbalesquenoperdonabanaunadvenedizocomoyo.Concluyeronpordejarmeenpaz,ymeaceptaronluegodecorazón.Atalpuntohabíallegadodeaplicaciónconesaconstanteguardia,quecuandosesuscitabaenclasealgúnequívoco,lasmiradasdemiscompañeros—inclusoladelprofesor—sedirigíanamí.Yoresolvíaentonces,paramayorgloriadelainstitución.Secomprenderáahoracuánprodigiosadebehabersidolafacultaddeestudiarqueadquiríentonces.

El desastre llegó así: quiso la desgracia que cierto domingo falleciera un altopersonaje, y cuando a lamañana siguiente nos enteramos de que ese día no habíaclase,nuestraalegríafuegrande—pocorecomendabletalvez—perorealmentemuygrande.Ytuvoestaconsecuencia,muchomenosdivertidaparanosotros:eltemadeálgebra que debíamos estudiar esa tarde del lunes, pasó a un profundo olvido, tanhondo y oscuro que al día siguiente las siete octavas partes de la clase no habíanencontrado ni aun siquiera el asunto de la lección. Más: el profesor tenía unendiablado malhumor que le había infiltrado con idiota terquedad la idea de quenosotrosdebíamossabersiemprelalección,murieraquienmuriere,elzar,elsultánoelpapadetodaslasreligiones.Supóngaseahoraelsilencioquereinaríaenclase.

ElasuntoatratareraunodelostantoslúgubresproblemasqueGuilminincluyeensuálgebra,yparamayordesventuradeldía,unodelosmásdifíciles.Estoseviodespués,porlomenosparalaclaseentera,puesyoparticularmentehabíalogradolatarde anterior acordarme del problema. ¡Ojalá no lo hubiera hecho nunca! Logréresolverlo, y descartado así el peligro de que el campo enemigo repitiera a misexpensassuruidosotriunfodeunmesatrás,reanudéenelrestodeldía,eldueloquehacíayoamimaneraalpersonajemuerto.

La clase comenzó. Todos teníamos buenas caras hipócritas de indiferencia,porqueyadesdeelprimerañohabíamosaprendidoanodisimularnostorpementetrasla espalda del compañero, como es deber en los grados. De nada nos valió. Elprofesorrecorriólalistadosvecesconmiserablelentitud,ylevantólacabeza:

—¡Sequeira!Elaludidorespondióconunesbozodelevantamiento:—Nosé.

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Elprofesorlomiróunmomento,ybajódenuevolacabeza:—¡Bilbao!Bilbaocontestó:—Nosé.Elprofesorlomirótambiénuninstante,yduranteunlargorato,enplenosilencio,

serepitióelcuadro:—¡Flores!—Nosé.—¡Dondo!—Nosé.—¡Otaegui!—Nosé.—¡Narbondo!—Nosé.Jamáshevueltoaverunensañamientocomoeldeaquelhombrefatal.Nohacía

un solo gesto de disgusto, ni su voz subía un décimo de tono. Uno tras otro, losnombres salían fríos de su boca, y las respuestas eran tan uniformes, que el plenosilencio del aula, entre el pizarrón vacío y la luz tamizada de las celosías, parecíadeber quedar sonoro para siempre de: «Maury»… «no sé»; «Frades»… «no sé»;«Gutiérrez»…«nosé».

Porfinsedetuvo.Habíanpasadoyaveintidósnombres,yporrabiosoquefuerasumalhumor,concluyóportenervergüenzadesupropiaclase.

—Perfectamente—dijodeshaciendolaplumacontraelpupitre—:ningunosabeunapalabradespuésdedosdíasdeharaganear…Siustedes tuvieranvergüenza,unsolomiligramodevergüenza,nohabríanpuestolospiesenclase.¡Ytieneneltupédeveniraquí!

Suvistarecorriólasfilas,segandoasupasolascabezasanonadadas,ysurostrocambiótotalmentedeexpresiónaldetenerseenmí.

—Aver,Ávila—dijoconvoztranquila.Laclaseseremovióporfin,hubocambiosdeposturas,comosielpesoaplastador

hubieracesadodegolpe.Me levanté.Yoera la salvación,yenesemomentomeadoraroncasi.Ninguno

recordaba más que yo era jefe de un partido; en la miseria común, no había yacartagineses ni romanos, sino pobres muchachos, o asnos de edad aún felizmentetemprana,comohabíatenidoelbiendeadvertírnosloelprofesor.

Anteeldesahogodemiscompañerosy lamiradadeconfiadoorgullodeaquél,queme siguió durante todo el desarrollo del problema, planteé éste, lo razoné, loanalicé,yloconcluíendiezlargosminutosconesteresultado:

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queeralojusto.Dejélatizaymesacudílosdedos,mientraselprofesorsevolvíaalaclaseconun

tonillodevivísimodesprecio.—¡Ahí tienen ustedes, caballerines! Si en vez de pasar el tiempo en cosas que

másvalenosaber—¡sí,mocitos,talcomodigo!—,sienvezdeesotuvieranustedesmásdignidaddehombres, nodarían el vergonzoso espectáculoque acabandedar.Aprendan de éste —continuó señalándome—, ¡así se trabaja, así se resuelve unproblema!¡Bien,Ávila,bien!

Mesentédenuevo.Laclasehabíadejadodemirarelproblema,paramurmuraralegrementelasalvacióngeneral, todos,conexcepcióndeGómez,unmuchachodecara rojaygruesosgranos,que teníaaún lavista fijaenelpizarrón.De repente selevantó,yseñalándoloconlacabeza:

—Señor—dijo—,eseproblemaestámal.Júzguese del asombro. La vista del profesor se volvió vivamente al pizarrón,

enseguidaaGómezydenuevoalpizarrón.—¿Queestámaleseproblema?¿Esoesloquedice,señorHilarioGómez?—Sí,señor,esodigo—repusoelmuchacho—.Eseproblemaestámalresuelto.—Puesbien,dígnesepasaralpizarrónaprobarlo.Perounmomento:¿quémerece

quelehagamosporhacernosperderestúpidamenteeltiempo?—Yonosé—respondióGómez,siempreempecinado—,peroeseproblemaestá

mal.—¡Muy bien, pase, pase, veamos eso! —concluyó el profesor, paseando una

miradadefieraenacechosobreloscompañerosdeaquelpobremártir.Ahorabien,yonoséenquédiabloshabíapensado,nicómopudeequivocarme

así;perolociertoesqueenciertaecuacióncambiélossignos,yaunquelaresoluciónhabíaquedadomomentáneamentepervertida,siguiendolascosaslossignostornaronainvertirsedenuevo,llegandoporfinalmagníficoresultadoque

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Letraporletra,ysignoporsigno,Gómezprobótodoestoconperfectalógica.Nohabíaotra cosa: yomehabía equivocado,mi resolución eraviciosa, y elPRO-FE-SOR se había hecho solidario, ante toda la clase insultada, de un disparateformidable.

Peromuyporencimadelasonrisitasarcásticaqueyacomenzabaablanquearenelrabillodelosojosdemiscompañeros,muyporencimaestabalainfalibilidaddelacátedra. De modo que midiéndome de abajo arriba, con expresión de viejo zorro

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encanecidoenartimañas,elprofesormedijo:—¡Bravo, Ávila, bravo! Cuadra esto perfectamente en su carácter hipócrita y

simulador.¡Perosiustedcreyóunmomentoqueyomeibaadejarcogerenlatrampa,se engaña, amiguito!Desde el principio lo he dejado seguir a ver hasta qué puntollegabasucobardía,pretendiendoengañarasuscompañeros,etcétera.

Desdeesedíanovolvíaabriruntextodeálgebra.Hoynoséyamásquéesunaecuación,ydemiantiguayfugazgloriadematemáticoygeneralcartaginés,nomequedasinoelrecuerdodelafigurafinal.

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Laigualdadentresactos

Laregenteabriólapuertadeclaseyentróconunanuevaalumna.—SeñoritaAmalia—dijoenvozbajaalaprofesora—.Unanuevaalumna.Viene

delaescuelatrece…Noparecemuydespierta.Lachicaquedódepie,cortada.Eraunacriaturaflaca,deorejaslívidasygrandes

ojosanémicos.Muypobre,desde luego,condiciónqueel sumoaseonohacía sinoresaltar.Laprofesora,trasunarápidaojeadaalaropa,sedirigióalanuevaalumna.

—Muy bien, señorita, tome asiento allí… Perfectamente. Bueno, señoritas,¿dóndeestábamos?

—¡Yo,señorita!¡Elrespetoanuestrossemejantes!Debemos…—¡Unmomento!Aver,ustedmisma,señoritaPalomero:¿sabríausteddecirnos

porquédebemosrespetaranuestrossemejantes?Lapequeña,denuevocortadahastaelardorenlosojos,quedóinmóvilmirando

insistentementealaprofesora.—¡Veamos,señorita!Ustedsabe,¿noesverdad?—S-sí,señorita.—¿Veamos,entonces?Perolasorejasymejillasdelanuevaalumnaestabandetalmodoencendidasque

losojosselellenarondelágrimas.—Bien,bien…Tomeasiento—sonrió laprofesora—.Estaniñaresponderápor

usted.—¡Porquetodossomosiguales,señorita!—¡Esoes!¡Porquetodossomosiguales!Atodosdebemosrespetar,alosricosya

lospobres,alosencumbradosyaloshumildes.Desdeelministrohastaelcarbonero,a todos debemos respeto. Esto es lo que quería usted decir, ¿verdad, señoritaPalomero?

—S-sí,señorita…La clase concluyó, felizmente. En las subsiguientes la profesora pudo

convencersedequesunuevaalumnaeramuchísimomásinteligentedeloquehabíasupuesto. Pero ésta volvía triste a su casa.Apesar de la igualdad recomendada enclaserecordababienelairegeneraldesorpresaantesusgruesosyopacosbotinesdevarón. No dudaba de que en los puntos extremos del respeto preconizado con talfervor,ellaocupabaelúltimo.Supadreeracarbonero.Yvolvíaasílafrasecausantede su abatido desaliento. Desde el ministro hasta el carbonero, a todos debemosrespeto. La criatura era precoz y el distingo de ese hasta fue íntimamentecomprendido. Es decir que no existía ni remotamente tal igualdad, pero siendo elministro de InstrucciónPública lamás respetable persona, nuestra tolerancia debíallegarporsupremacompasiónaadmitircomoigualhastaauncarbonero.Claroestá,

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la criatura no analizaba la frase, pero en sus burdasmedias suelas sentía el límiteintraspasableenqueelladebíadetenerseenesaigualdad.

—Hastapapáesdignoderespeto—serepetíalachica.Y cuantohabía en ella de ternura por su padre y respeto por su instrucción, se

deshizoenlágrimasalestarconél.Contótodo.—¡No es nada, Julita! —sonriose el padre—. ¿Pero de veras dijo hasta el

carbonero?—¡Sí,papá!—¡Perfecto!Para serenunaescuelanormal…Dime,¿túsabesenquéconsiste

esa igualdad de todos los hombres que enseñaba tu profesora? Pues bien,pregúntaseloaellaenlaprimeraocasión.Quisierasaberquédice.

Laocasiónllegóalmessiguiente.—…porquetodossomosiguales,tantoelricocomoelpobre,elpoderosocomo

elhumilde.—¡Señorita!…Unacosa;yonosé…¿Enquésomosigualestodos?La profesora quedó mirándola muy sorprendida de tal ignorancia, bien que la

aprovechara ella misma para buscar a todo trance una respuesta que no hallóenseguida.

—¡Pero, señorita!—prorrumpió—. ¿En qué está usted pensando? ¿Quiere quehagamosvenirunaniñadeprimergradoparaqueleenseñeeso?¿Quédicenustedes,señoritas?

Las chicas, solicitadas así por la profesora, se rieron grandemente de sucompañera.

—¡Hum! —murmuró luego el padre al enterarse—. Ya me parecía que larespuestaibaasermásomenosésa.

Lapequeña,desorientadayaydolorida,lomiróconhondadesconfianza.—¿Yenquésomosiguales,papá?—¿Enqué,mihija?…AllátehabránrespondidoqueporsertodoshijosdeAdán,

oigualesantelaleyolasurnas,quéséyo…Cuandoseasmásgrandetedirémás.En el repaso de octubre, el respeto a nuestros semejantes surgió otra vez y la

profesorapareciórecordardenuevolapreguntaaquella,manteniendouninstanteeldedoenelaire.

—Ahora que recuerdo… ¿No fue usted, señorita Palomero, la que ignoraba enquésomosiguales?

Lachica,enlosmesesanteriores,habíaaprendidoelfamosoapotegma;ysiendo,como es, terrible la sugestión inquisitoria de tales dogmas en las escuelas, estabaconvencidadeél.Peroanteelcariñoyrespetoalamentalidaddesupadre,creyósudebersacrificarse.

—No,señorita…

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Julia salió de clase llorando sin consuelo. Días después la escuela entera seagitabaparacelebrareljubileodesudirectora.Habríafiesta,ylaspequeñasfuturasmaestras fueron exhortadas a llevar un ramo de flores, uno de los cuales seríaofrecidoaladirectoragloriosa.Y,desdeluego,invitaciónalafamiliadelasalumnas.

Aldíasiguientelasubregenterepartiólastarjetasentrelasescolaresparaquelasllevaranasuspadres.PeroJuliaesperóenvanolasuya;sólohabíanalcanzadoalasalumnasbienvestidas.

—Hum…—dijo el carbonero—. Esto es hijo de aquello… ¿Quieres llevar elmejorramoquehayaesedía?

Lapequeña,rojadevanidad,serestregabacontralosmuslosdesupadre.Deestemodonocupoensícuandotodassuscondiscípulasdirigieronunamirada

deenvidiaasuramo.Erasindudaningunaelmáshermosodecuantoshabíaallí.Yanteelpensamientodesuramo,dequeellaentretodassusbrillantescompañerasloofreceríaaladirectora,temblabadelocaemoción.

Pero al llegar el momento del obsequio, la profesora de su grado, después deacariciarla,tomóelramodesusmanosylocolocóentrelasdelahijadelministrodeInstrucciónPública,condiscípulasuya.Éstaentrefrenéticosaplausosloofrecióaladirectoraenternecida.

Elcarboneroperdióestavezlacalma.—Llora,pequeña,llora:esoteníaquepasar;erainevitable.¿Peroquieresquete

digaahora?—exclamóhaciendosaltar lamesadeunviolentopuñetazo—.¡Esquenadie,¿oyes?,nadie,desdetudirectoraalaúltimaayudante,nadiecreeunapalabrade toda esa igualdad que gritan todo el día! ¿Quieresmás pruebas de las que hastenido?…Perotúeresunacriaturaaún…Cuandoseasmaestrayenseñesesascosasatusalumnasacuérdatedeturamoymecomprenderásentonces.

—Sí—medecíasonriendoalrecuerdolaactualprofesoranormal—,muchomecostóolvidarlaheridaaquella.Y,sinembargo,papánoteníarazón.Cuandoseposeeunainstrucciónmuysuperiora ladelmedioenquesevive, la razónseofuscaynoseaprecianbien lasdistancias…¡Pobrepapá!Eramuy inteligente.Peromis alumnossabenmuybien,porquenomecansode repetírselo,quedesdeelministrohastaelzapatero,todossomosiguales…

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EllobodeEsopo

Eraunmagníficoanimal,altísimodepatas,y flaco,comoconvieneaun lobo.Susojos,normalmenteoblicuos,seestirabanprodigiosamentecuandomontabaencólera.Teníaelhocicocruzadodecicatricesblanquecinas.Lahuelladesupataencendíaelalmadeloscazadores,pueserainmensa.

Lamagníficabestiaviviólajuventudpotente,empapadaenfatigaysangre,quees patrimonio de su especie, y durante muchos años sus grandes odios naturalesfueronelperroyelhombre.

Elbríojuvenilpasó,sinembargo,yconlaedadmadurallegáronlelenta,difícil,penosamente,ideasdeuncorteprofundamenteperegrino,cuyoefectofueaislarleenariscasymudascaminatas.

La esencia de sus ideas en tortura podía condensarse en este concepto: «Elhombreessuperiorallobo».

Estasuperioridadqueélconcedíaalsoberbioenemigodesuespecie,desdequeelmundoesmundo,noconsistía,comopudieracreerse,enlavivísimaastuciadeaquél,complicadacon sus flechas.No: elhombreocupaba lamásalta escalaporhabersesustraídoa labestialidadnatal,elasalto feroz, ladentelladaencarneviva,hundidasilenciosamentehastaelfondovitaldelapresa.

Como se comprende, largos años pasaron antes que este concepto de superiorhumillación llegaraacristalizarse.Perounavez infiltradoensus tenacescélulasdelobo,noloabandonómás.

Sucedieron interminables meditaciones a la entrada de su guarida, sentadoinmóvil, la cabeza de lado; arrastró por los campos, bajo las heladas nocturnas, sudesvarío de bestiamordida por una idea en la entrañamisma; soportó las ojeadasirónicasdesuscompañerosqueveíanvagarsilenciosoyhundidodevientreaaquelgran capitán de antaño, hasta que una noche, al sentir entre sus patas las entrañasdesparramadasdeunaoveja,comprendió,enlaprofundavibracióndesuserentero,queacababadetraspasarellímitequeencerrabaaúnsuhondoinstintodebestia.Fijóunalargamiradaenlostreslobeznosentremezcladosquesedisputabanfuriosamentelacarneviva,yfueabañarenelarroyosuspatasmaculadas.

Desde entonces no mató. El salto estaba dado: no aspiraba ciertamente a unaperfectabondadyjusticia,porqueelconceptodehumanidadplenapertenecíadesdeluegoaloshombres.Perosentíaquesualmaliviana—demasiadolivianaacasoparaserdelobo—tocabaasuvez,yadespechodesusviolentoscolmillos,lalíneaqueloseparabadelHombre.

Permanecía, así, largas horas en la selva del bosque, mirando a lo lejos a unhombre o una mujer doblado tenazmente sobre su azadón de labranza. Cuandollegabaelcrepúsculo,elhombreenderezabasucinturadoloridayregresabamudoa

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sucasa.—¡Quéinmensasuperioridad!—sedecíaamargamente.Yseconcretó,porúnicoalimento,acomerraíces.Comenzó entonces para él una vida dura, repelido, insultado, burlado por sus

compañerosquesereíandesuespectralflacura.—Noeressinounesqueleto—ledecían—.¿Paraquétesirventusfilosofías?—Notengohambre—respondíaél,apacible.—¿Nohabráunpocodeflojedadentuspatas?—argüíairónicamenteotro—.¿Te

atreveríasaentrarenlamajada?—Meatrevería—contestaba—peronoloharé.—¿Ysitetrajéramosaquíunbuencorderito,eh?¿Ouncachorrodehombre?—Nocomería.—Pero¿porqué,viejoloco?—Porquenosedebematar—concluíaélserenamente.Porlosojossangrientosdelamanadapasóelmismoresplandorverdoso.—¡Notevenderásaloshombres,supongo!—castañeteóunoentredientes.—No—repusoinmutableaquél—.Peroloshombressonmejoresquenosotros.La manada contempló un momento con hondo desprecio al viejo loco, y el

conciliábulodehambreseelevódenuevoenunangustiosoaullido.Peroflaco,muertodehambre,heladohastaelfondodesushuesos,elcomedorde

raícesproseguíasumarchaascendentehaciaelheroísmo,teniendopornorteelamoryjusticiaqueencarnabaelHombre,ybajoél,bajosualmaluminosadelobofilósofo,labestiaoriginal,vencida,domada,aplastadaparasiempre.

—¡No matemos! —se repetía constantemente—. Toda nuestra inferioridadprovienedeahí.Sinohombres,lleguemoscuantoseaposiblehastalapurezadesusmanos.

Yroídodehambre,continuabanutriendoconraícessuheroicaytrémulavejez.Hastaqueundía,habiéndoseaproximadopordemásaunlugarpoblado,vioalos

hombresconsuscriaturasquedegollabanycomíanunaoveja.

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ElcompañeroIván

Una fría tarde de septiembre cruzábamos con Isola la Chacarita. En una cruz dehierro,igualytanherrumbradacomotodaslasdemás,leíalpasar:

IVANBOLKONSKY

Nadamás.Elapellidomellamólaatención,yselohicenotaraIsola.—Elmismoque lamadredeTolstoi—ledije—.Peroéste seguramentenoera

conde—agregué,considerandolaplebeyauniformidaddelascrucesarasdetierra.Isolasevolvióvivamente,miróunratolacruz,ymerespondió:—No,noeraconde,peroeradelaestirpedelosTolstoi…¡PobreIván!Yocreo

quenuncalehehabladodeél.—Creoqueno—lerespondí—.Nomeacuerdo.—Seguramente —agregó pensativo—. No nos conocíamos entonces…

Sentémonosunmomento…Mehahechoacordardetantascosas…¡PobreIván!¡Elamor que le he tenido! Teníamos todos una admiración profunda por él. Y ¡tras!Falló,comocualquieradenosotros…

—Cuente—ledije.—¡Pst!—sesonriótristementeIsola,despejándoselafrente—unabellafrentede

muchacho,porlodemás—.Enpocaspalabrassecuentaeso.Figúresequejamásleconoció nadiemás que por Iván. Todos sabíamos su apellido, pero para todos eraIván,nadamás.LlegóaBuenosAires,nosédedónde,porqueentodasparteshabíaestado.Habíaalgodeadmiraciónreligiosaenesellamadoporelnombre,ytengolaseguridad de que hubiera llegado a ser algomás que un simple compañero.Ustedsabe que yo era compañero entonces. No he dejado de serlo, pero de un mododistinto… Iván también lo era, desde luego. Lo conocí en un taller de vitraux.Yoaprendía entonces el oficioy él eramimaestro. ¿Usted sabemanejar el diamante?Figúresequeélsacabaunaespiralíntegradeunsologolpe.Frecuentabalaredacciónde nuestro diario, y yo hacía allí mismo mis primeras letras, también de gratuitocolaborador.LosartículosdeIvánnocreohoyquefuerangrancosa;peroelhombre,sugrancultura,suserenidadmoral,suestupendabondad,eranextraordinarias.Delainextricablemezcladeamoryodioquehayentodosnosotros,élnosentíamásqueelamor; viejos obreros en la calle, obreras encinta, criaturas muriéndose detuberculosis,enfin, todas las iniquidadesde la injusticia.Ganabaunbuenjornal,yjamásteníauncentavo;todolodabaaquienesnecesitabanmásqueél.Nolecabíauna pizca de odio. Tenía toda lamadera de un Jesucristo. Supóngaselo ahora alto,rubio,joven,yconunaclarasonrisa.Ynocreaquelehagounahistoria:pregúnteleacualquiercompañerodel1900,yverásiexagero.

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»Así como hay individuos que por su inmensa tolerancia pierden del todo lapersonalidad, creíamos que Iván, a fuerza de amor y ternura por todo lo que essufrimiento,seríainaccesiblealamujer.Nadaenparticularnoshacíasuponeresto;pero había en sus ojos tal luz de sencilla y cariñosa renuncia al goce personalmientras sus centavos pudieran evitar la pulmonía de una criatura mediante unsaquitoabrigado,queelhechonossorprendió.YofuiconélvariasvecesacasadeBorissoff,ynosospechélomásmínimo.Verdadesquefuealprincipio.Yoeracasiunacriaturaentonces,yteníaporIvánesaadmiracióntumultuosayciegaquenoesraro encontrar en los muchachos por algún condiscípulo mayor. Borissoff eradecorador,ysehabíanconocidoconIvánenEuropa,cuando lamujerdeBorissofferaunacriatura.IvánsefuedespuésalosEstadosUnidos,yaquísehabíahalladodenuevoconBorissoff,yacasado.Ivánreconocióapenasasupequeñaamigadeantes,ylaamistadseestrechódenuevo.

»QuétiempodemoróIvánenenamorarsedeella,nosé;perosídebióserlargoelplazotranscurridohastadarsecuenta,bienplenaycabal,dequeamabaalamujerdesuamigo,ydequeellaloamabatambién.

»Ahora,dadoelhombrequelehepintado,IvánnosoñóuninstanteenengañaraBorissoff. Resistió cuanto pudo, ella hizo lomismo, pero llegó un instante en queambos no pudieron más. Tuvieron una conferencia en casa de ella, con Borissoffdelante,yresolvieronhacersunidojuntosaldíasiguiente.

»Eltranceesserio;peroIváneraruso;ella,lomismo,yBorissoff,también.Lostres tenían un concepto tal de la honradez, la justicia, la lealtad, que se hubieransentidosuciosdeinfamiaalnoprocederasí.YestostiposdeleyendahanvividoaquíenBuenosAires,unoenuntallerdevitraux,yelotrodecorandocielorrasos.Nosonlosúnicos,porcierto;lacuestióneshallarlos.YhalléaIván,yporélsupetodo.

»Lociertoesquemientrastomabanelté,mirándosebienalosojosconlealtad,sintiéndose los tresmásdignosunodelotro,alnodejardeslizarentreellos lamásleve sombra de deshonor, decidieron la cosa. Como los fondos de Iván no eransuficientes para comprar algún mueble, Borissoff le dio cien pesos que tenía.Hablaron tranquilamente y se despidieron con un buenas noches. Ella se puso aarreglarsuropaenelbaúl,yBorissofflaayudóélmismo.Aunbajódosvecesalacalle a comprarle alguna zoncera indispensable. Lo que Borissoff debía sufrir,cualquieralosufre,yellalosentíamásquenadie.Perodadoelestadodelascosas,cualquier otro proceder hubiera sidovil.Así es que se acostaron juntos por últimavez,conunnuevobuenasnochesdepaz.

»Aldíasiguiente,muytemprano,recibídoslíneasdeIván.Fuiaverlo,ylleguéenelmomentoenquesalía.

»—Lomandéllamar—medijo—paraquenosayude…Sematóanoche.»—¿Qué?—ledijeespantado.

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»—Sí,anoche…Vamos.»Fuimos, y la vi, tendida en la cama. Borissoff estaba tranquilo, caminaba en

puntasdepie,aunquenocreoquesefijaramuchoenlascosas.Amí,porlomenos,nome reconoció.Tuvo una triste sonrisa para Iván, y se pusieron a hablar en vozbaja.

»Pasaron cinco días sin que viéramos a Iván. Al fin apareció una noche en eldiario.Estabacomosiempre,hablódetodoconnosotros,yprometióunartículoparaeldíasiguiente.Mellevóatomarcafé,yenelcaminosedetuvosonriendo:

»—Esquenotengoplata—medijo—.¿Ustedtiene?»Me habló de sus proyectos, entre ellos uno sobre las criaturas—su flaco de

siempre— hacinadas en un cuarto goteando agua todo el día en invierno, porqueestánrevocadosconarenademar,muriéndoseuna trasotradebronconeumonía.Ytodoelloconlahondaternuradesiempre.Nohizolamenoralusiónalpasado.

»“Bueno—pensé—.Sehasalvado.EselmismoIvándesiempre,eldeantes”.»Alanochesiguientetrajoelartículoalaredacción,ymedijo:»—MañanamevoyalRosarioporunpardedías.¿Quierescorregirmeeso?»Lamismanochesepegóuntiro.Tambiénestavezfuielprimeroquellegué,yle

aseguroquesufríporél,pornosotros,porcuantotienedebuenolaespeciehumana,alveraquelgranmuchacho,caídocomocualquieradenosotros.

»Luchó,sinduda,luchóloindecible,comohabíaluchadoella,yestoysegurodequeélmismocreíahabersesalvado.

»Yaquítienelahistoria—concluyóIsolalevantándoseyarrojandohacialacruzlaramitaqueteníaenlamano—.Unasencillahistoriadeamorentrepersonas,todovergüenzaytodoamor…Conmuchísimomenos,otrossonbienfelices.

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Loscorderoshelados

Lahistoria—deunextremoalotro—sedesarrollóenunfrigorífico,ydurantevariosmesesmísterDougaldvivióenperfectaperplejidadsobrelaclasedeofensaquepudohaber inferidoasucapataz.Perounamañanadelveranoúltimola luzsehizo,yelgerente del frigorífico sabe ahora perfectamente por qué el odio y los cerrojos deTagliaferrosevolcarontrassuespalda.

Esa cálida madrugada de febrero, míster Dougald, que en mangas de camisapaseasupipapor losmuellesdel frigorífico,havisto llegarhastaéla laesposadeTagliaferro.

—Buenosdías,místerDougald—hadichoella,deteniéndoseasufrente.—Buenosdías—harespondidoél,dejándoseenfrentar.—Hequeridohablarleahora,místerDougald—prosigueellacongratasonrisa—,

porquemástardeesdifícil…Espormihermanito,Giacomo…ustedsabe.PeromísterDougald,quesinmoversefija lavistaenla joven—rostrofrescoy

ojoscálidos—lainterrumpe:—Sí,sí…malacabeza.Usted…lindacara.—Sí,místerDougald—seríeella—,yasé…Peronose tratadeeso.Giacomo

estámalaconsejado.Laúltimahuelga…—Pocacosa…—cortaél,sacudiendolacabeza—.Perousted…muylindacara.—Bueno,místerDougald; seamás serio. Sabemos que usted esmuy bueno, y

Duilio lo reconoce… Él se acuerda siempre de que usted no lo echó después deaquello…Vea,místerDougald:cambiandodetalleraGiacomo…

—Imposible—cortadenuevo.Paraagregar,considerandosiemprelosojosdelajoven,quesemareancadavezqueélinsiste—:Usted…muylindaboca.

Ellaoptaporreírse,ydarporfracasadasuembajadamatinal.—Otrodíalehablaré,cuandoestémásbueno.—Esqueyodigo:ustedes…—¡Sí,muy linda,muy linda!Me lohadichomuchasveces, ymiDuiliono se

cansadehacérmelover…Pero tengacuidado,místerDougald,ennodecírmeloencualquierparte,cuandoDuiliolopuedeoír…

Estavezlapipabajalentamentedelaboca:—¿Yolehedicho…austedeso…otravez?—Sí,acuérdese…Ymelodecíamuchomáscercaqueahora.Duiliooyó.Poreso

hizoaquello.—¡Ah, ah! —exclama el gerente, satisfecho—. Ahora sí… sí… Hasta luego.

Usted estaba… sí, sí… Su hermano, mala cabeza. Nada que hacer. Su cara… tanlindacomoantes.

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Así, pues, míster Dougald ponía su ojo frío de gerente en todo. En los últimosrinconesde lasmáquinas,puestoqueera ingeniero;enelmatadero,puestoqueeracapazdedesollara lacarreraaunprimerpremiodeexposición;en lascámarasdefrío,puestoquelosplanos—ecuaciones,mecánicasydemás—eransuyos.Después,cuarentaañosymúsculostansólidoscomosudirección.

Eldestinoquiso,sinembargo,queunatardecerdeinviernobajaraalassalasdecongelaciónconlabrújuladesuvidafuertementedesviada.MísterDougaldrecorriólassalas,examinóloscorderos,lostermómetros,yestuvocontentodesímismo.Perocuandoquisosalir,hallóquelapuertaestabacerrada.Tanbiencerrada,quedespuésde ligero examen el gerente tuvo el convencimiento —tan pleno como si en élhubieranmediadoalgunasdocenasde«azules»—dequelapuertahabíasidocerrada«apropósitotrasél».

Ahorabien, lascámarasde fríodeun frigorífico tienenestaparticularidad:quesonsordascomotumbas,yestántanaisladasdelcalor,delruido,delmundoenteroen general, que el zumbido de un moscardón haría estremecer por lo inesperado.Reina pues, en esas tumbas de frío, el más absoluto y blanco silencio. Estánpoderosamente iluminadas, con esa luz glacial de los arcos voltaicos. Por el techocorrenlascañeríasdefrío.Delmismotechopendenenfilaloscorderoshelados,cadaunocuidadosamenteenvueltoensubolsa,comoenunsudario.Ningunosebalancea,claro está. Todo está perfectamente inmóvil, iluminado, muerto. Luego, hay allíconstantemente,niunadécimamenos,unfríodeveintegradosbajocero.

Bien sabido es que esta temperatura es bien soportable haciendo la digestiónsobre patines, o arrastrando trineos en el polo. Pero en un profundo sótano defrigorífico,teniendoalaespaldaunapuertacerrada«intencionalmente»yarriba,muyarribadelosbrazos,unareddecañosblancosdehielo,entalsituaciónloúnicorealque hay allí para el espectador, fatal, inevitable, ineludible, es la muerte. MísterDougald lo apreció así, y se decidió, por lo tanto, a esperar sosegadamente el díasiguiente.

Eran las cinco de la tarde. Se quitó el sobretodo, luego el saco, y después elchaleco.Recogioselasmangasdelacamisa,yprestoya,descolgóelprimercorderodelafilamáspróxima,ypusoensulugarelúltimodelamismaserie.Enelganchode éste, colgó el primero que había desprendido. Era un cambio total de posición,peroquenoalterabaenesencialasblancasfilasdesudarios.

Descolgóelsegundocordero,ypusoensulugarelpenúltimo;envezdeéste,elsegundo;yasítransportandoensushombrosloscorderosamortajados,unoporuno,cambiótodaslasfilas.

Suspasoseranlargos—terriblementesonoros—perolasfilasdecadávereseraninterminables. No sentía frío, claro está. Al fin, tratando siempre de identificar alhombredelapuerta,sacóelreloj:eranlasochoymedia.Esdecir,quelefaltabanaún

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nueve horas para vivir la vida como todo el mundo, siempre que se apresurara avolverasuscorderos.

Cuántas veces cambió una fila por otra hasta la llegada del día, él mismo nopodríadecirlo.Perosíestáperfectamenteprobadoquecuandoalasseisymediadelamañana se abrió sigilosamente la puerta, y apareció la cara deTagliaferro conunarecelosamiradaal interior,místerDougaldempleósusúltimas fuerzasenunmudopuñetazo a los ojos de su capataz. No le dijo nada, pero le amortilló la carasatisfactoriamente.

Esamismatardehizopasarloscerrojosdelaspuertasalinterior,demodoquenopudiera asegurarse sino de adentro, y no pensó ni un momento en levantar inútilpolvoechandoasucapataz.Secontentócon llamarloasuescritorioyboxearlodenuevo.

En cuanto a los motivos de Tagliaferro para hacerle cambiar de lugar a loscorderospor trecehoras seguidas, ahora los conoce,ypiensa avecesqueelpodertener un poco más cerca aquellos ojos de madona, bien valdría una hora más decorderos.

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JuanPoltí,half-back[2]

Cuandounmuchacho llega, por a o b, y sin previo entrenamiento, a gustar de esefuertealcoholdevaronesquees lagloria,pierde lacabeza irremisiblemente.Esunparaíso demasiado artificial para su joven corazón. A veces pierde algo más, quedespuésseencuentraenlalistadedefunciones.

Tal es el caso de Juan Poltí, half-back del Nacional de Montevideo. Comoentrenamiento en el juego, elmuchacho lo tenía a conciencia. Tenía, además, unacabezamuydura,yponíaelcuerporígidocomountacoalsaltar:porlocualjugabaalbillarconlapelota,lanzándoladecorridahastaelmismogol.

Poltíteníaveinteaños,yhabíapisadolacanchaalosquince,enunignoradoclubde quinta categoría. Pero alguien del Nacional lo vio cabecear, comunicandoenseguidaasugente.ElNacionallocontrató,yPoltífuefeliz.

Almuchacholesobraba,naturalmente,fuego,yestebruscosaltoenlasendadelaglorialohizogirarsobresímismocomountorbellino.Llegardesdeunaporteríadejuzgado a unministerio, es cosa que razonablemente puedemarear; pero dormirseforward de un club desconocido y despertar half-back del Nacional, toca en lodelirante.Poltídeliraba,pateaba,yaprendíafrasesdeefecto:«Yo,señorpresidente,quierohonrarelbaldónquemehanconfiado».

Élqueríadecir«blasón»,perolomismodaba,dadoqueelmuchachovalíaenlacanchaloqueunaodosdocenasdeprofesoresensusrespectivascátedras.

Sabíaapenasescribir,yseleconsiguióunempleodearchivistacon50pesosoro.Dragoneabafurtivamenteconmayoromenorlujodepalabrasrebuscadas,yadquirióunanoviaenforma,conmadre,hermanasyunacasaqueélvisitaba.

La gloria lo circundaba como un halo. «El día que no me encuentre más enforma»,decía,«mepegountiro».

Unacabezaquepiensapoco,yseusa,encambio,comosuelade tacodebillarpara recibir y contralanzar una pelota de fútbol que llega como una bala, puedeconvertirseenuncaracolsopanto,dondeeltronardelosaplausosrepercutemásdelodebido. Hay pequeñas roturas, pequeñas congestiones, y el resto. El half-backcabeceabatodaunatardedeinternacional.Suscabezazoserantaneficacescomolaspatadasdelcuadroentero.Teníatrespies:éstaerasuventaja.

Pues bien: un día, Poltí comenzó a decaer. Nadamuy sensible; pero la pelotapartíademasiadoaladerechaodemasiadoalaizquierda;odemasiadoalto,otomabademasiadoefecto.Cosasestas todasquenoengañabananadie sobre ladecadenciadelgranhalf-back.Sóloélseengañaba,ynoeratareaamablehacérselonotar.

Corrióunañomás,ylacomisiónsedecidióalfinareemplazarlo.Medidadura,silashay,yqueunclubmasticamesesenteros:porqueesalgoquellegaalcorazóndeunmuchachoquedurantecuatroañoshasidolagloriadesucampo.

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CómolosupoPoltíantesdeserlecomunicado,ocómoloprevió—loqueesmásposible—, son cosas que ignoramos. Pero lo cierto es que una noche el half-backsaliócontentodecasadesunovia,porquehabía logradoconvencera todosdequedebíacasarseel3delmesentrante,ynootrodía.El2cumplíaañosella,yseacabó.

Así fueron informados losmuchachos esamisma noche en el club, por dondepasó Poltí hacia medianoche. Estuvo alegre y decidor como siempre. Estuvo uncuartodehora,ydespuésdeconfrontar,relojenmano,lahoradelúltimotranvíaalaUnión,salió.

Estoesloquesesabedeesanoche.Peroesamadrugadafuehalladoelcuerpodelhalf-backacostadoenlacancha,conelladoizquierdodelsacounpocolevantado,ylamanoderechaocultabajoelsaco.

Enlamanoizquierdaapretabaunpapel,dondeseleía:

«Queridodoctorypresidente:Lerecomiendoamiviejayaminovia.Ustedsabe,miqueridodoctor,porquéhagoesto.¡VivaelclubNacional!»

Ymásabajo,estosversos:

«Quesiempreestéadelanteelclubparanosotrosanhelo.Yodoymisangreportodosmiscompañeros,ahoraysiempreelclubgigante.¡VivaelclubNacional!»

El entierro del half-back Juan Poltí no tuvo, como acompañamiento deconsternación,sinodosprecedentesenMontevideo.Porqueloquellevabanapulso,porespaciodeunaleguaeraelcadáverdeunacriaturafulminadaporlagloria,pararesistirlacualesmenesterhabersufridomuchotrassuconquista.Nada,menosquelagloria,esgratuito.Ysiselaobtieneasí,sepagafatalmenteconelridículo,oconunrevólversobreelcorazón.

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Elalcohol

Unhombre honradopuedemantenerse tal entre pillos, y a un cuerdo le es posibledesempeñar entre locos un papel bastante agraciado. Pero el hombre que se hallaineludiblemente entre borrachos deberá inmediatamente sumergir su cabeza en elalcohol,porpocoquesupropiointerésleinspirerespeto.

—Esta máxima es vulgar —dijo el hombre que hablaba con nosotros— peroprofunda.Su transgresiónhacostadoalgunos tronosynopocascabezas.Otroshanperdido su novia, y es una aventura de éstas la que traído al recuerdo aquellasentencia.Ustedesveráncómo.

Hacealgunosaños,lacasualidad,oseaseriedecircunstanciasanodinasquereúnenalrededor de una mesa de bar a cinco o seis individuos que esa mañana no seconocían, quiso que yo me hallara en esa situación en un nine o’clock rhum delBoston,concuatrocompañerosalamesa,ytresjaponesesenfrente,hundidosenlosdivanes,quenosobservabanensilencioconsusojillosentornados.

LosdivanesdelBoston,ustedeslosaben,seprestanaestasirónicasmeditaciones.El ron subía, y con él nuestro calor.Demis cuatro compañeros sólo recordaba

bien,conunavisiónanterioralaentradaenelBoston,adosviejosamigos.Losotrosdos debían haberme sido presentados probablemente en el día. Pero a todos lostuteabaporigual.Digomal:conunodenosotrosnoestabacontentoporquenobebía.Era un hombremayor que nosotros, tranquilo y serio, pero de sonrisa sumamenteagradablecuandonosdirigíamosaél.Fueradeesto,nada.Seabsteníadecididamentede beber, con una breve sonrisa que pedía lo dejáramos en paz, y nadamás. Perocomonoparecíahaberenellonirastrodehipocresía,yaúninterveníadebuengradoennuestroscomentariosenvozalta,cortesesyprofundamenteprovocativos,respectodelostresorientalesquecreíandominarlasituacióndesdeelfondodesusdivanes,noinsistimos.Elronhabíaalcanzadoyaunaalturainfranqueable,ydecidimossalirenautoatomarunpocodeaire.

Esto es una perífrasis. Pero cuando el señor abstemio se convenció de que nodejaríamosdeefectuaresatomadeaire,ymenosdeabandonarloaélasuspropiosdioses, llamó al mozo y tranquilamente apuró, una tras otra, cinco copas de ron.Hecholocualseacodóalamesaynosdijo:

—Cuandoustedesquieran.¡Magnífico! En el auto, que iba rompiendo el viento como una sirena, porque

cantábamos todos, accedió a explicarnos aquel súbito cambio de frente. Hubieraaccedidoacualquiercosa,porquecincocopasmasivasde ronabren tiernamentealalmaonoimportaqué.

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—Es muy sencillo —nos dijo—. Mientras ustedes se mantuvieron dentro deciertolímite,yomeabstuve.Perocuandoviqueustedeslosaltabanapiejunto,melibrémuybiendequedarmeatrás,ysaltéamivez.Soysoltero,tengocuarentaydosaños,yelhígadoperdido.Tuveunanovia,queperdípornohacer loqueacabodeefectuarenelbar.Bienhecho.Erajovenentonces,ycreíaenlasvirtudesextremas.Porestonomehabíaembriagadonunca.Despuésmehedadocuentadequenoesposible llegar a una real estimación de sí mismo, sin conocer la longitud de laspropiasdebilidades.

»Puesbien, yovivía entonces enFernandoPoo.Yo soy español, y aquél esunpaís del infierno. Lasmujeres europeas no resisten un año.He conocido allá a unpastor protestante que enviudaba todos los años y se iba a Inglaterra a casarse denuevo, de donde volvía con una nueva mujer que se moría en breve tiempo. Elgobernador intervino por fin, extralegalmente, y puso coto a la fiebre de aquelenterradordemujeres.Loshombressesalvan,conelhígadodestruidoparasiempre.Esto,losquellevanlapeorparte.Losmásafortunadosmuerendeunavezenseguida.YestopasaporquelasbocasdelNíger—enfrente,digamos—estánhechasdecienopodridoydefiebrespalúdicas,alpuntodequenohaymemoriadequemortalalgunohayacruzadolasbocasdelNígersinguardar,paraelrestodesusdías,unpequeñofocodepodredumbreensuhígadohipertrofiado.

»Tal eselpaísdondeyoatendíauna factoríaespañola,de lasmuycontadasdeestanacionalidadquehabíaentoncesporallá.Todaseranalemanas,algunasinglesasy una francesa. El tráfico, muy escaso y absolutamente comercial, llevaba sinembargoaveceshastaalláaalgúnbuquedeguerracostero,yasíenunaocasióntuveeldisgustoylaobligacióndeatenderalaoficialidaddealgunoscañonerosdedistintopabellón,fortuitamentedeescalaenelpaís.

»Atendilos,pues,lomejorquepude.Ladespensadeloscañoneros,trasunamuylarga travesía,estabaagotada.LanuestradeSanta Isabelnoeraenaquelmomentomenosmezquina.Organicénoobstanteunpasablealmuerzo,abasedelatas,tarrosyfrascosde todaespeciedeconserva.Yocontaba, sobre todo—ahora lo recuerdo—como triunfo final, con una botella, unaminúsculamedia botella de «chartreuse»,reservada en mi despensa. Al tomar el café, dos o tres negras trajeron a la mesasolemnemente la preciosa botella. Pero quedaban apenas dos dedos, porque lasnegras, de nariz y oído muy duros, creyendo que aquello era petróleo—un buenpetróleo—habíanvertidoelrestoenlalámpara…

—¡Buenpetróleo!—ratificóunodenosotros,lamiéndoseloslabios.—Noeramalo;peroapenasalcanzamosagustarlo.Lasegundaparte—prosiguió

—de losfestejosquepodíaofreceramisoficiales,consistióenunaascensióna lamontañainmediata,cosatrivialenelpaísperosabrosaparagentesenmohecidaslargotiempoenelmar.

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»Laascensiónesdura,aunconlaventajadelbosquequecobijaengranparteelcerro.Subíamos,asimismo,airosamente,traselrastrodelosindígenasquecargabanla impedimenta del picnic. Impedimenta de subida, nada más, pues casi toda ellaconsistía en botellas que debían quedar vacías allá. Los marinos, sabido es, seresarcenentierradelaforzosaabstencióndeabordo.

»Así,pues,misoficialestrepabanbienquemal,tropezandoysujetándosedelasraícesqueatravesabanelsendero;bañadosensudor,perocontentos.Lacortesíadelcasomellevabadelunoalotro,paraoírsiemprelassemiconfidenciasmalévolasdelos oficiales franceses respecto de los alemanes, y las de éstos que me contabanchismesdelosfranceses.Ylosinglesesdeambos.Siempreelmismotema.

»Llegamos, por fin, cuando la sed y el hambre nos devoraban. Bebimos —bebieron, mejor dicho— de una manera insondable. A la vuelta, bajaban de lamontaña,delbrazo,alemanes,inglesesyfranceses,todosmezclados.Alamitaddelcaminocantaban,enarbolandolachaquetillablancacomounainsignia,ycadaunoseempeñaba en cantar canciones del país de su compañero de brazo. El efecto eraextraordinario.

»Yocreíaentoncesqueenungrupodeamigosdesprovistosderazón,unoporlomenosdebepermanecercuerdo.Paguécaroestacreencia.

»En efecto, como yo había bebido apenas por lo antepuesto, era fuertementesolicitado por mis oficiales que venían por turno a ofrecerme con voz pastosa laseguridaddeunaeternaamistad.Yolesasegurabaigualessentimientosdemiparte,conloqueseretirabanconsolados.Unodeellos,unalférezdenavíoinglés,quehastaentoncessehabíamantenidocasienforma,aunqueunpocorígido,vinodeprontoagimotearenmicuellotaleshondasycontenidaslágrimasdeamistadnocomprendidapormí, que hube, ami vez, de tenerlo por largo rato abrazado para que cesara dellorar.Sealejóporfin,tragándoselaslágrimas,paravolveralrato;peroyasegurodemiamistad,porqueyonoeradelapastadeesosoficialillosfrancesesyalemaneseingleses:«tuttiquanti».Estábamosligadosporunafraternidadhastalamuerte.

»Yenpruebadeella,alcostearunprecipicio,arrojóalvacíosuchaquetillaysugorra,exclamandoquenolasprecisabaparanadaporqueposeíamiamistad.

»Comoyoeraenciertomodoresponsabledeldecorodemigente,logréhacerleaceptar mi blusa y mi sombrero, y continuamos bajando, siempre al son de laalgarabíainternacional.

»El tiempo, dudoso hasta ese instante, se resolvió en brusca manga que nosempapóhastaloshuesos.Pasópronto,perodejóelsenderohechountorrente.Inútilque les cuente al detallemi tarea con catorce locos que pretendían a cada instanteregresar arriba a acampar allá por el resto de sus días. Al caer la tardemi oficialingléscayóenunzanjóndisimuladoporzarzasespinosasyllenodeagua.Nopudesacarlosinoaexpensasdesupantalónquequedóenelfondoretenidoporlasespinas.

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Seguimosadelante,hastaquemiamigoseechóalsueloydijoquenopodíadarunpasomásporquenoteníapantalón.Jurabaconelpuñoenelbarroquesequedaríaallípara siempre. Tuve que darle mi pantalón, y sus compañeros agradecidos meincorporarondelbrazoasugrupo,porqueyo,aunqueespañol,eraunhombrerepletodeméritos.

»Ahorabien:elpastoringlés,enterradordemujeresdequeleshabléalprincipio,había llevadoconsuprimeraesposaasucuñada.Tuveocasiónde trataraésta:nocreoquebajoelsolhayalatidojamásuncorazónmásllenodeternuraqueelsuyo.Nuestrasimpatíafuetanvivaquetresmesesdespuésestábamoscomprometidos.Estopasabapocosdíasantesdelaaventura.

»EnSantaIsabelnohabíaentoncesmásqueunacallequemerecieraelnombredetal, y arrancaba lógicamente del puerto. Por ella habíamos ascendido doce horasantes,yporellameviforzadoabajarconmisoficiales,yadenocheoscura,agritoheridoyentreuninfernalladridodeperros.Conformeíbamospasando,laspersianasse enderezaban, y nos veían. Supondrán cuánto había hecho yo para disuadir amigente de esa entrada triunfal. Nada conseguí. Descendíamos la calle del brazo,roncos,desprendidosyembarrados.Peroyo,ademásdeesto,pasabaencalzoncillosyconlasmangasdelacamisaabiertasendos.

»ÉsteeselespectáculoquedimosatodoSantaIsabelquenosatisbabadetrásdelaspersianas.Elescándalofuevivoy,sobretodo,enminovia,puescasiúnicamenteamísemecreyórealmenteborracho.Elalcohol,paraunamiss,noescosademayormonta.PeroquinientosañosdeBibliavelanlanaturalidaddemuchasalmas,yaundela de aquella mujercita, que era un ángel. La enorme ligereza de mi ropa, lucidafrenteasucasa,noteníaredención.Rompióconmigo,sinunaexplicación.

»PocodespuésabandonéFernandoPoo,comopensabahacerlo,ysupemástardeque lacriatura, reintegradaa supaís antesde serdevoradapor laanemia, sehabíacasadoconsucuñado,alenviudaréste.DemodoqueregresóaSantaIsabel,dondemurió,naturalmente,antesdeunaño.

»Nada más —concluyó nuestro hombre— puedo decirles. Si en vez deconvertirme en guardián de locos en aquella ocasión, corro la aventura con ellos,hubiera bajado la calle sin distinguirme de los otros, y con un pantalón, porconsiguiente.Deaquímiactituddehaceunrato.Desdeaquellahistoria,meapresuroasumergirmicabezaenelalcoholcadavezquemiscompañeroscomienzanahablarlenguasquenoconocen.Sigamos,pues. ¿Dóndeestábamos?Yoséunacanciónennebi-nebi,losnegrosdeallá.¡Atención!,parahombressolos.Comienzaasí…

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Suchauffeur[3]

LoencontréenlabarrancadePino,haciendoesesconsuautomóvilantelaComisiónExaminadoradetráfico.

—Aquí me tiene —me dijo alegremente, a pesar del sudor que lo cubría—,enredadoenestosengranajesdelinfierno.Unmomento,yconcluyo.¡Vamos!¡Arre!

Yo no le conocía veleidades automovilísticas, ni tampoco otras, fuera de unaculturageneralquedisimulabarisueñamentebajosublancadentaduradejovenlobo.

—Yaconcluimos.¡Uf!Debodehaberrotounoodosdientes…¿Noleinteresaelauto?…Amítampoco,hastahaceunasemana.Ahora…¡Buendía,compañero!Voyalimpiarmelosoídosdelruidodelosengranajes.

Ycuandoseibaconsuautomóvil,volviólacabezaymegritósinpararelmotor:—¡Unasolapregunta!¿Quéautorestáenestemomentodemodaentrelasdamas

demundo?Misveleidadesparticularesnoalcanzanhastaeseconocimiento.Ledialazarun

pardenombresconocidos.—…¿YTagore?Perfectamente.—Agregue Proust —agregué después de un momento de reflexión—. Bien

mirado,quédeseconéste.¿ParaquéquiereaProust?Se rióotravez, echandomanoa suspalancaspor todadespedida, y enfiló a la

AvenidaVertiz.

Dosmesesdespuéshallábameyoenelcentroesperandofilosóficamenteunclaroenlacerradafiladecoches,cuandoenunautomóvildefamiliatuvelasorpresadeveramichauffeur,de librea,hieráticoydignoensuvolantecomounchauffeurdegrancasa.

Creíquenomehubieravisto;peroalpasarelcoche,ysinalterarlalíneadesusemblante,melanzódereojounaguiñadadereconocimiento,ysiguióimperturbablesucamino.

Yohubieraconcluidoporhacer lomismoconelmío,siun instantedespuésnomesaludanconlamanoenlavisera,ymecogendelbrazo.Eramichauffeur.

—Tenemosveinteminutosparacharlar—medice—.Entremosenestalechería…Loquemenosseimaginabaustederavermeasí,¿eh?Levoyaenterardeunaporcióndecosas,porquenobastanlaguiñaditaquelehiceyestebanquete,parapagarlelodeProust.¿Seacuerdausted?Bien.Yomeacuerdodequeledebolaaventurilladeestosdos meses, y el motivo de haberla emprendido. Empezaremos por el principio. Ycomienzo:

»Yotenía,desdemillegadaaBuenosAires,unadebilidadmásgrandequeporel

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automóvil,porlaschicasdemundo.Teníatambiénlacertidumbredequetaleschicassólo son accesibles a dos categorías dehombre: a sus iguales en ambiente, y a loshombres de su servicio. Ningún otro mortal puede tratarlas asiduamente. Yo noesperaba, bien entendido, que la charladeuna chicademundopudiera reservarmesorpresas. Pero hay el demonio del paraíso reservado, el lujo de las ropas, laimpertinenciaconsentida,quéséyo.Paratratarlasdeigualaigual,nomesentíaconfuerzas.Entoncesresolvíentrarasuservicio.

»Desdeelprimerinstante,penséenelautomóvil.Elchauffeurmirayadmiraalaparde lasniñas.Sufreaveces sucontactoen ladirección.Todobienpensado,medecidíporeloficio.Yentalaprendizajemehallóusted,rompiendoengranajesenlabarrancadePino.

»Peronobastaserchauffeurdeunachicademundoparainteresarle.Serequiereelmisteriodelacontradicciónentreeloficioyelhombre,delmismomodoquelosniños bien logran dar algún interés a su charla, pasando por revolucionarios. Lacontradicción, en mi caso, consistiría en aprovechar la primera coyuntura parasembrarlainquietudamirespecto.

»Las chicas demundo se interesan a sumodo por las cuestiones de arte. Unasacudida literaria, el temible alborozo de tener a su servicio a un universitario—humillarle un poquito y coquetear con él otro poquito—me pareció lomás eficazdentrodelgénero.Deaquímipreguntaaquella,ysurecomendacióndeProust,quebendigoenloquesemerece.

»Obtuve, pues, la plaza deseada. ¿Vio la cara de las chicas en el coche?Es laprimeravezquehetenidosuerte,suertefrancamenteacordada,depalmaapalmademano.

»La hermana menor es una pobre cosa, aunque cree a su sangre azul y lee aRonsard dememoria. Lamayor, con su salud plebeya, sus ojos de incendio, y sucarnedoloridaporelgolpearsintasadelasmiradas,esmuchomásinteresante.

»Ésta fue el blanco elegido. Por algún tiempo no hallé ocasión propicia. Laschicas iban, salían y volvían con otras, siempre a mis espaldas, como si yo noexistiera.Me daban órdenes mirando al radiador, y apenas si en las tres o cuatroprimeras palabras que respondí desde la portezuela, me habían lanzado una breveojeada.

»Pormiparte,melibrababiendeexcitarsospechas,cosatantomásfácilcuantoque la conversación de las chicas pocas veces se prestaba a disquisiciones de artepuro.

»Así las cosas, mis niñas y un par de amigas se alzaron una tarde conmigo aasolearseycomertonteríasenlacostadelrío.Nohabíaallíotrapersonadeservicioqueyo.Máximoaquí,Máximoallá,yollevélosalmohadones,trajeagua,yesperédepienuevasórdenes.

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»Laschicasseconocíandeayer.Porestosacaronabrillarsuslucesintelectuales,discutiendoarteenfrancés.Enmediodeesto,lasvocessecortarondegolpecuando,acompásdeltermoqueyodeponíaentreellas,dejécaer,apropósito:

»—…SiesposiblecontarconProust.»Proust nohabía sidonombrado aún.Elchauffeur, envarilladoy absurdo entre

losmilplieguesdesusbreeches,eraquienacababadecitarlo.¿Comprendeusted?¡AProust!

»Yoestabadenuevojuntoalaruedadelcoche,secándometranquilolasmanos.Laschicasnovolvíandesusorpresa.

»—¿Perofueél?—insistíaconvozbajayangustiada.»—¡Máximo!—mepreguntóenelsilenciomíniñamayor—.¿Fueustedelque

nombróaProusthaceunmomento?»—Sí,niña—respondí.»—¿Ustedlohaleído?—prosiguióella.»—No,niña—contestéyo.»Brevepausaenelcorro.»—¿Ycómolocita,entonces?—reanudómichica.»Yoentoncesdejéeltrapoyrespondíconelmásinsolenterespeto:»—Hevistosunombreenunavidriera…»Ytornéamicoche.Peroyomerestregabalasmanosenmiinterior.Elgransalto

estabadado.ConmenorcontrastequeeldemilibreayesezonzodeProust—yustedperdone—,unmillóndemujereshanperdidosualmadecuriosidad.

»Volvimos.Laschicascharlabanahoraencriollocorrido,yconevidenterecelo.»Al día siguiente, cuando los patrones subían al coche, advertí su mirada

inquisitorialamisemblante.Lasmuchachasdebíandehaberlosinformadodelcaso.Por el espacio de varios días se me buscó la boca. Yo, como si nada oyera. Medejaronenpaz,porfin.Todos,menosmichicamayor.

»Yocreoqueseforjabalailusióndequemiespaldaeraunespejoparamirarse.La llevésolaavariaspartes,yapropósitodecualquiercosa tratódedespegarmislabios. Lo consiguió, pero no quedó contenta. ¡Figúrese! ¡Echar a perder mimagníficaposición,satisfaciendoprematuramentesucuriosidad!

»Después quiso aprender a manejar el automóvil. Le di la dirección, y poralgunos días estuvimos al lado, con mis guantes sobre los suyos en el volante, ycayendo ella sobremí en los virajes. Se reíamucho de su torpeza, y se cansaba amenudo,pidiéndomeentoncesexplicaciones,conlosojosbienpuestosenlosmíos.

»Haymujeresalasqueesnecesarioexigirtodo,puessiseentreganunapartenoconceden nada más. De éstas era mi chica. Ningún sismógrafo adaptado al casohubiera acusado elmenor temblor demimano sobre la suya.Y esto la enervaba,comodicenellasenfrancés.

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»Soportéasimismouncuestionariosobremispreferenciasamatorias,oporestamucama, por la otra o la de más allá, o por cualquier otra persona, en fin, cuyaposesiónconstituyeraparamíunideal…inalcanzable.

»Respondí a todo con la brevedad y el tranquilo respeto de quien se siente aresguardodecualquiersospecha.

»Undía,enplenacarretera,elmotorsedescompuso.Mientrasyoestababajoél,michicamedijo:

»—Máximo:¿quéharíaustedsiyodegolpepusieraenmarchaelmotor?»Yolerespondí:»—Posiblementemoriría.»—Ynoseperderíagrancosa,¿verdad,Máximo?»—Nada,niña—afirméyo.»—Entonces…¡Atención!¡Embrío!»—Cuandoguste,ni…»Peronopudeconcluir,porqueeldemoniohabíaembriado,enefecto,yelcárter

habíaestadoapuntodeaplastarme.»—¡Máximo!—oísuvozalterada—.¿Lehehechodaño?»—Ninguno,niña—contesté,prosiguiendoelajuste.»Ella lo comprendió así por el ruido de las llaves; y tras una pausa, desde el

volanteseechóareírdiciendo:»—Ustedperdone,chauffeur…Creíqueeradeotrapasta…Prosigatranquilocon

sumaquinita…»Yoproseguí, en efecto, y cuando hube dejado en forma elmotor,me quité el

overol,me lavé concienzudamente lasmanos, y saltando a la direcciónhablé amichicaenestostérminos.

»—Ahora, señorita, ha llegado elmomentode explicarnos.Desdehaceunmeslargo, usted me viene provocando de todos modos y en todas formas. Sinconsideración alguna por la librea que visto.Hasta hoy no he conocido unamujercapaz de burlarse de mí: y usted es muy poca cosa para intentarlo con éxito. Enconsecuencia,levoyadarlalecciónquemereceyojalálesirvadeprovecho.

»Y sin que tuviera fuerzas ni tiempo para evitarlo, la tomé en los brazos,besándolaamigusto.

»Cogídenuevoelvolante,yenfiléelcocheasetentakilómetros,sinapartarlosojos de la carretera. La chica, entretanto, me insultaba, llorando de rabia, con unvastísimorepertorio.«Inmundo»y«chusma»sonsusvocablosmásdulces.

»Doseventualidadesibacorriendoyoconelautomóvil:quelachicaenteraradelcasoasupadre,yquemecobraraodio.Comoustedbiencomprende,lasdospodríanresumirseenlaúltima.Ynoeradeesperar.

»Antesbien,afiancémisituación,puescomoenlosdíassubsiguienteslachicano

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hallara tono bastante duro para darme órdenes, aproveché la ocasión en que elladescendíasola,paradecirleconlamanoenlagorra:

»—Le advierto, señorita, que si la primera vez que ustedme hable no baja eltono,abandonosuservicioenseguida.

»¿Audaz, verdad? Y aquí tiene el resultado. Continúo de chauffeur. En estoestamos.Nadamáshapasado.Yodescanso.Ella…secansa.¿Elfinaldetodoesto?Alláveremos.Yahora,hastaotromomento.Vuelvoalcoche.Felicidad,ygraciasdenuevo.

Unmesmástarde,lasvicisitudesdelavidamellevabanaunareunióndemundo.Enun rincón y rendidísimo con una madura y sólida chica, percibí a mi amigo elchauffeur.Mehizounaseñaaldistinguirme,yratodespuésveníaamiladoconsublancasonrisadelobo.

—¡Encantadodehallarlo, le juro!¿Leextrañavermeaquí?Peroéstanoesunalibrea.Estoydenuevoen funcionesparticulares.Sí, abandoné laplaza.Lavidadeservicioesdura.Sesumaneneldíaunascuantascositas.¿Quiereelrematedeldía?Vausted con sumotor en falla al taller recomendado.Examen, tal y tal. ¿Cuánto?Cuatrocientos pesos. Usted, chapetón, salta. El mecánico se vuelve a reír con losotros. Son doscientos para él; los otros doscientos para usted. Ahora soy libre denuevo.

—Yseconsuelabastanterápidodesusamores—advertí.—¿Lachicaconquienhablaba?Esellamisma.Sóloqueahoralacortejodeigual

a igual.Es todaunahistoria.Ya loenterédel temperamentode laniña¿no?Esdeaquellas a quienes no se puede conceder armisticio.Deben rendirse, con todos loshonores,peroadiscreción.Michicainsistíaenaprenderelmanejo,ymisituaciónenelvolantesetornabainsostenible.Susmanossecrispabanbajomisguantes,yenlosvirajes,elpolvoysuscabelloscaíansobremicaraporigual.

»Un día me tomó las manos sobre el volante, a trueca de lanzar el cochealcantarillaabajo.

»—¡Máximo!—medijo—,¿porquéesustedasíconmigo?»Yorespondí:»—Nocreoquetengaustedquejasdemiservicio,niña.»—¿Peroustedesidiota,oquées?—agregóella.»Yonocontesté,yenderecéel auto. ¿Ustedcomprende loquehubierapasado?

Unbeso,dos,talveztres.Yasíeternamentealrededordelvivero.»Abandoné,pues,elservicio.Lahebuscadoenotroambiente,comoustedacaba

dever,yhablamosamenudo.»Peronohaysoluciónparanosotros.Creoqueellaestima losuficientea suex

chauffeur,comoparasaltarporsobredosotresprejuicios.Yolehedicho:“Gracias”.

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Nomevendíalmecánico,ymenosalosmillonesdemipatroncita.»Tales,alpresente,lasituación.Vuelvootravezconella,aversijuntoshallamos

unasoluciónsalvadora.Ciao,ynoolvidequecuandoquieraaprenderelmanejotieneasudisposiciónmiautitodePino.

Unmesmástarde,encircunstanciassemejantesalaanterior,tornéaveramiamigo;peroestabavivamentecontrariado.

—¿Bien, usted?Me alegro.Ojalá pudiera yo decir lomismo…Allí está, la veusted,conunsemblantecomoelmío.Nohagajamás,porDios,tonteríassuperioresasusfuerzas,porgrandesquesean.Yocreíinmensaslasmías,yestoyfundido.Soyyoahora,¿entiendeusted?,elquedaríalavidaporunbeso.Adiós.

—¿Novuelveotravezconsuchica?—ledije.—¿Aqué?—sevolvióél—.Nosédeotracosaquehacerqueésta:¡volartodos

losautomóvilesyloschauffeursenunasolabomba!Ysefue.

Han pasado siete días. Ayer, al detenerme en la esquina, veo pasar en un granautomóvil de lujo a la chica en cuestión, hundida en los cojines como quien vasaboreandounagranfelicidad.Vuelvolosojosaladirección,yadviertoenelvolanteamichauffeur.

Estaveznomehavisto.Sonríoalrecuerdodesusinquietudes,ylossigoconlosojoshastaquesepierdendevista.

—Heaquíaunhombre—medigoyotambiénsatisfecho—quehahalladoporfinlasolucióndesuproblema.

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Elagutíyelciervo

Elamoralacazaestalvezlapasiónquemásligaalhombremodernoconsuremotopasado.Enlainfanciaes,sobretodo,cuandosemanifiestamásciegoesteanhelodeacechar, perseguir y matar a los pájaros, crueldad que sorprende en criaturas decorazóndeoro.Conlosaños,estapasiónseaduerme;perobastaavecesunaligeracircunstanciaparaqueellaresurjaconviolenciaextraordinaria.

Yo sufrí una de estas crisis hace tres años, cuando hacía ya diez años que nocazaba.

Unamadrugadadeveranofuiarrancadodelestudiodemisplantasporelaullidode una jauría de perros de caza que atronaban el monte, muy cerca de casa. Mitentación fuegrande,puesyosabíaque losperrosdemontenoaúllan sinocuandohanvistoyaalabestiaquepersiguenalrastro.

Durantelargorato,logrécontenerme.Alfinnopudemásy,macheteenmano,melancétrasellatirdelajauría.

Enun instanteestuveal ladode losperros,que tratabanenvanode treparaunárbol. Dicho árbol tenía un hueco que ascendía hasta las primeras ramas y, aquídentro,sehabíarefugiadounanimal.

Durante una hora busqué en vano cómo alcanzar a la bestia, que gruñía conviolencia. Al fin distinguí una grieta en el tronco, por donde vi una piel áspera ycerdosa.Enloquecidoporelansiadelacazayelladrarsostenidodelosperros,queparecíananimarme,hundípordosveceselmachetedentrodelárbol.

Volvíacasaprofundamentedisgustadodemímismo.Enelinstantedemataralabestiaroncante,yosabíaquenosetratabadeunjabalínicosaparecida.Eraunagutí,el animalmás inofensivo de toda la creación. Pero, como hemos dicho, yo estabaenloquecidoporelansiadelacaza,comoloscazadores.

Pasarondosmeses.Enesaépocanos regalaronunciervitoqueapenascontaríasietedíasdeedad.Mihija,aúnniña, locriabaconmamadera.Enbreve tiempo,elciervitoaprendióaconocerlashorasdesucomidaysurgíaentoncesdelfondodelosbambúes a lamer el borde del delantal de mi chica, mientras gemía con honda ypenetrantedulzura.Eraelmimadodecasaydetodosnosotros.Nadie,enverdad,lohamerecidocomoél.

TiempodespuésregresamosaBuenosAiresy trajimosalciervitoconnosotros.LollamábamosDick.AlllegaralchaletquetomamosenVicenteLópez,resbalóenelpisodemosaico,contanpocasuertequehorasdespuésrengueabaaún.

Muy abatido, fue a echarse entre el macizo de cañas de la quinta, que debíanrecordarlevivamentesusselvososbambúesdeMisiones.Lodejamosallí tranquilo,pueseltejidodealambrealrededordelaquintagarantíasupermanenciaencasa.

Ese atardecer llovió, comohabía llovido persistentemente los días anteriores y,

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cuandodenocheregresédelcentro,medijeronencasaqueelciervitonoestabamás.La sirvienta contó que, al caer la noche, creyeron sentir chillidos afuera.

Inquietos,mischicoshabíanrecorridolaquintaconlalinternaeléctrica,sinhallaraDick.

Nadiedurmióencasatranquiloesanoche.Alamañanasiguiente,muytemprano,seguía en la quinta el rastro de las pisadas del ciervito, que me llevaron hasta elportón.Allí comprendí por dónde había escapadoDick, pues las puertas de hierroajustabanmalensuparte inferior.Afuera,en laveredade tierra, lashuellasdesusuñas persistían durante un trecho, para perderse luego en el barro de la calle,trilladísimoporelpasodelasvacas.

Lamañana eramuy fría y lloviznaba.Hallé al lechero de casa, quien no habíavistoaDick.Fuihastaelalmacén,conigualresultado.Miré,entonces,atodosladosenlamañanadesierta:nadieaquienpedirinformesdenuestrociervito.

Buscandoalaventura,lohallé,porfin,tendidocontraelalambradodeunterrenobaldío.Peroestabamuertodedosbalazosenlacabeza.

Esmenester haber criado con extrema solicitud—hijo, animal o planta—paraapreciar el dolor de ver concluir en el barro de un callejón de pueblo a una dulcecriaturademonte,todavidayesperanza.Habíasidomuertadedostirosenlacabeza.Yparahacerestosenecesita…

Bruscamente me acordé de la interminable serie de dulces seres a quienes yohabía quitado la vida. Y recordé al agutí de tres meses atrás, tan inocente comonuestrociervito.Recordémiscaceríasdemuchacho;meviretratadoenelchicodelavecindad, que la noche anterior, a pesar de sus balidos, y ebrio de caza, le habíaapoyadopordosvecesenlafrentesupistolamatagatos.

Esechico,comoyoasuedad,tambiénteníaelcorazóndeoro…¡Ah! ¡Es cosa fácil quitar cachorros a sus madres! ¡Nada cuesta cortar

bruscamentesupazsindesconfianza,sutranquilolatir!Ycuandounchicoanimosomataenlanocheaunciervito,dueleelcorazónhorriblemente,porqueelciervitoesnuestro…

Mientras lo retornaba en brazos a casa, aprecié por primera vez en toda suhondura lo que es apropiarse de una existencia.Y comprendí el valor de una vidaajenacuandollorésupérdidaenelcorazón.

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Losprecursores

Yo soy ahora, che patrón, medio letrado, y de tanto hablar con los catés y loscompañerosdeabajo,conozcomuchaspalabrasdelacausaymehagoentenderenlacastilla. Pero los que hemos gateado hablando guaraní, ninguno de ésos nunca nopodemosolvidarlodeltodo,comovasaverloenseguida.

Fue entonces en Guaviró-mi donde comenzamos el movimiento obrero de losyerbales. Hace ya muchos años de esto, y unos cuantos de los que formamos laguardia vieja —¡así no más, patrón!— están hoy difuntos. Entonces ninguno nosabíamosloqueeramiseriadelmensú,reivindicacióndederechos,proletariadodelobraje,ytantasotrascosasquelosguainosdicenhoydememoria.FueenGuaviró-mi,pues,enelbolichedelgringoVansuite(VanSwieten),quequedabaenlapicadanuevadePuertoRemansoalpueblo.

Cuando pienso en aquello, yo creo que sin el gringo Vansuite no hubiéramoshechonada,pormásqueélfueragringoynomensú.

¿Austedleimportaría,patrón,meterteenlasnecesidadesdelospeonesyfiarnosporquesí?Esloquetedigo.

¡Ah!ElgringoVansuitenoeramensú,pero sabía tirarsemacanudodehachaymachete.EradeHolanda,deallaité,yenlosdiezañosquellevabadecriollohabíaprobado diez oficios, sin acertarle a ninguno. Parecía mismo que los erraba apropósito. Cinchaba como un diablo en el trabajo, y enseguida buscaba otra cosa.Nuncanohabíaestadoconchabado.Trabajabaduro,perosoloysinpatrón.

Cuandopusoelboliche,lamuchachadacreímosqueseibaafundir,porqueporlapicadanuevanopasabaniungato.Nidedíanidenochenovendíaniunarapadura.Sólocuandoempezóelmovimientolosmuchachoslemetimosdefirmealfiado,yenveintedíasnolequedóniunalatadesardinasenelestanteo.

¿Quecómofue?Despacio,chepatrón,yahoratelodigo.LacosaempezóentreelgringoVansuite, el tuertoMallaria, el turcoTaruch,el

gallegoGracián…yopama.Telodigodeveras:niunomás.AMallaria ledecíamos tuertoporque teníaunojograndoteymediosaltónque

mirabafijo.Eratuertodebalde,porqueveíabienconlosdosojos.Eratrabajadorycalladocomoélsoloenlasemana,yalborotadorcomonadiecuandoandabadevagolos domingos. Paseaba siempre con uno o dos hurones encima—irara, decimos—quemásdeunavezhabíanidoadarpresosalacomisaría.

Taruch era un turco de color oscuro, grande y crespo como lapacho negro.Andabasiempreenlamiseriaydescalzo,aunqueenGuaviró-miteníadoshermanosconboliche.Eraungringobuenazo,ybravocomounayararácuandohablabadelospatrones.

Y falta el sacapiedra. El viejoGracián era chiquito, barbudo, y llevaba el pelo

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blanco todo echado atrás comounmono.Teníamismo cara demono.Antes habíasidoelprimeralbañildelpueblo;peroentoncesnohacíasinoandardurodecañadeunladoparaotro,conlamismacamisetablancaylamismabombachanegratajeada,pordondelesalíanlasrodillas.EnelbolichedeVansuiteescuchabaatodossinabrirlaboca;ysólodecíadespués:«Ganas»,sileencontrabarazónalquehabíahablado,y«Pierdes»,sileparecíamal.

De estos cuatro hombres, pues, y entre caña y caña de noche, salió limpito elmovimiento.

Poco a poco la voz corrió entre la muchachada, y primero uno, después otro,empezamosacaerdenochealboliche,dondeMallariayelturcogritabancontralospatrones,yelsacapiedradecíasólo«Ganas»y«Pierdes».

Yoentendíayamedio-mediolascosas.PeroloschúcarosdelAltoParanádecíanque sí con la cabeza, como si comprendieran, y les sudaban las manos de purobárbaros.

Asimismosealborotamoslamuchachada,yentreunoquequeríaganargrande,yotro que quería trabajar poco, alzamos como doscientos mensús de yerba paracelebrarelprimerodemayo.

¡Ah,lascosasmacanudasquehicimos!Ahoraavostepareceraro,patrón,queunbolicherofueraeljefedelmovimiento,yquelosgritosdeuntuertomedioborrachohayan despertado la conciencia. Pero en aquel entonces losmuchachos estábamoscomoborrachosconelprimertragodejusticia,¡cha,quéiponaicito,patrón!

Celebramos, como te digo, el primero de mayo. Desde quince días antes nosreuníamos todas las noches en el boliche a cantar la Internacional. ¡Ah!, no todos.Algunos no hacían sino reírse, porque tenían vergüenza de cantar. Otros, másbárbaros,noabríannisiquieralabocaymirabanparaloscostados.

Así y todo aprendimos la canción. Y el primero demayo, con una lluvia queagujereabalacara,salimosdelbolichedeVansuiteenmanifestaciónhastaelpueblo.

¿La letra, decís, patrón? Sólo unos cuantos la sabíamos, y eso a los tirones.TaruchyelherreroMallarialahabíancopiadoenlalibretadelosmensualeros,ylosquesabíamosleeríbamosdeatresydeacuatroapretadoscontraotroquellevabalalibretalevantada.Losotros,losmáscerreros,gritabannoséqué.

¡Iponáesamanifestación, tedigo,ycomonoveremosotra igual!Hoysabemosmás loquequeremos,hemosaprendidoaengañargrandeyaquenonosengañen.Ahora hacemos las manifestaciones con secretarios, disciplina y milicos al frente.Pero aquel día, burrotes y chúcaros como éramos, teníamos una buena fe y unentusiasmoquenuncamásnoveremosenelmonte;¡añamembuí!

Así íbamos en la primeramanifestaciónobrera deGuaviró-mi.Y la lluvia caíaquedabagusto.TodosseguíamoscantandoychorreandoaguaalgringoVansuite,queibaadelanteacaballo,llevandoeltraporojo.

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¡Eraparaverlacaradelospatronesalpasodenuestraprimeramanifestación,ylosojosconquelosbolicherosmirabanasucolegaVansuite,durocomoungeneralanuestro frente!Dimos la vuelta al pueblo cantando siempre, y cuando volvimos albolicheestábamoshechossopayembarradoshastalasorejasporlascostaladas.

Esanochechupamosfuerte,yahímismodecidimospedirundelegadoaPosadasparaqueorganizaraelmovimiento.

A lamañanasiguientemandamosaMallariaalyerbaldonde trabajaba,a llevarnuestropliegodecondiciones.Depurochambonesqueéramos, lomandamossolo.Fue con un pañuelo colorado liado por su pescuezo, y un hurón en el bolsillo, asolicitardesuspatroneslamejorainmediatadetodoelpersonal.

El tuerto contó a la vuelta que los patrones le habían echado por su cara quepretendieraponerleselpieencima.

—¡Madona!—habíagritadoelitaliano—.¡Maquépieniquénada!¡Setratadeideas,ynodehombres!

Esamismatardedeclaramoselboicotalaempresa.Sí, ahora estoy leído, a pesar de la guaraní que siempreme se atraviesa. Pero

entonces casi ninguno no conocíamos los términos de la reivindicación, ymuchoscreíanquedonBoycotteraeldelegadoqueesperábamosdePosadas.

El delegado vino, por fin, justo cuando las empresas habían echado a lamuchachada,ynosotrosnoscomíamoslaharinaylagrasadelboliche.

¡Qué te gustaría a usted haber visto las primeras reuniones que presidió eldelegado! Los muchachos, ninguno no entendía casi nada de lo que el másdesgraciado caipira sabe hoy día dememoria. Losmás bárbaros creían que lo queibanganandoconelmovimientoerasacarsiemprealfiadodelosboliches.

Todosoíamosconlabocaabiertalacharladeldelegado;peronadanodecíamos.Algunoscorajudosseacercabandespuésporlamesayledecíanenvozbajaalcaray:«Entonces…Memandódecirelotromihermano…quelodisculpésgrandeporquenopudovenir…»

Un otro, cuando el delegado acababa de convocar para el sábado, lo llamabaapartealhombreyledecíaconmisterio,mediosudando:«Entonces…¿Yotambiénesparavenir?»

¡Ah,loslindostiempos,chepatrón!Eldelegadoestuvopococonnosotros,ydejóencargado del movimiento al gringo Vansuite. El gringo pidió a Posadas másmercadería, y nosotros caímos como langosta con las mujeres y los guainos aaprovistarnos.

Lacosaibalindo:paroenlosyerbales,lamuchachadagordamedianteVansuite,y la alegría en todas las caras por la reivindicación obrera que había traído donBoycott.

¿Mucho tiempo? No, patrón. Mismo duró muy poco. Un café yerbatero fue

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bajadodelcaballodeuntiro,ynuncanosesupoquiénlohabíamatado.¡Yahí,cheamigo,lalluviasobreelentusiasmodelosmuchachos!Elpueblose

llenó de jueces, comisarios ymilicos. Semetió preso a una docena demensús, serebenqueóaotra,yelrestodelamuchachadasedesbandócomourúsporelmonte.Ninguno no iba más al boliche del gringo. De alborotados que andaban con lamanifestacióndelprimero,noseveíamásaunonipara remedio.Lasempresas seaprovechabandelacosa,ynoreadmitíananingúnpeónfederado.

Poco a poco, un día uno, después otro, los mensús fuimos cayendo a losestablecimientos. Proletariado, conciencia, reivindicación, todo se lo había llevadoAñáconelprimerpatrónmuerto.Sinmirarsiquiera loscartelonesquellenabanlaspuertasaceptamoselbárbaropliegodecondiciones…yopama.

¿Quecuántoduróesteestado,dice?Bastantetiempo.PormásqueeldelegadodePosadashabíavueltoaorganizarnos,ylaFederaciónteníaenelpueblolocalpropio,la muchachada andábamos corridos, y como avergonzados del movimiento.Trabajábamos duro y peor que antes en los yerbales. Mallaria y el turco Taruchestaban presos en Posadas. De los de antes, sólo el viejo picapiedra iba todas lasnochesallocaldelaFederaciónadecircomosiempre«Ganas»y«Pierdes».

¡Ah!ElgringoVansuite.Yahoraquepiensoporsurecuerdo:éleselúnicodelosquehicieronelmovimientoquenolovioresucitar.Cuandoelalborotoporelpatrónbaleado,elgringoVansuitecerróelboliche.Mismo,noibamásnadie.Nolequedabatampocomercaderíaniparalamediaprovistadeunguaino.Ytedigomás:cerrólaspuertasyventanasdelrancho.Estabaencerradotodoeldíaadentro,paradoenmediodelcuartoconunapistolaenlamano,dispuestoamataralprimeroquelegolpearalapuerta.Asílovio,segúndicen,elbugréJosecito,queloespióporunarendija.

Peroesciertoquelaguainadanoqueríapornadacortarporlapicadanueva,yelbolicheatrancadodelgringoparecíaalsolcasadedifunto.Yeracierto,patrón.UndíalosguainoscorrieronlanoticiadequealpasarporelranchodeVansuitehabíansentidomalolor.

La conversa llegó al pueblo, pensaron esto y aquello, y la cosa fue que elcomisarioconlosmilicoshicieronsaltarlaventanadelboliche,pordondevieronenelcatreelcadáverdeVansuite,quehedíamismofuerte.

Dijeronquehacíaporlomenosunasemanaqueelgringosehabíamatadoconlapistola.Peroenlugardemataraloscaipirasqueibanagolpearlelapuerta,sehabíamatadoélmismo.

Yahora,patrón:¿quémedice?YocreoqueVansuitehabíasidosiempremedioloco—tabuí,decimos.Parecíabuscarsiempreunoficio,ycreyóporfinqueelsuyoerareivindicaralosmensús.Seequivocótambiéngrandeesavez.

Ycreotambiénotracosa,patrón:niVansuite,niMallaria,nielturco,nuncanosefiguraronquesuobrapodíaalcanzarhastalamuertedeunpatrón.Losmuchachosde

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aquínolomataron,tejuro.Peroelbalazofueobradelmovimiento,yestabarbaridadelgringolahabíaprevistocuandosepusodenuestrolado.

Tampoco la muchachada no habíamos pensado encontrar cadáveres dondebuscábamos derechos. Y asustados, caímos otra vez en el yugo. Pero el gringoVansuite no era mensú. La sacudida del movimiento lo alcanzó de rebote en lacabeza,mediatabuí,comotehedicho.Creyóqueloperseguían…Yopama.

Peroeragringobuenoygeneroso.Sinél,quellevóelprimerotraporojoalfrentedelosmensús,nohubiéramosaprendidoloquehoydíasabemos,niestequetehablanohabríasabidocontarteturelato,chepatrón.

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Loshombreshambrientos[4]

—Estasituación—dijoelhombrehambrientoenseñandosuscostillas—provienedemisgrandes riquezas.Tal cual.Noesparadoja.Ni antesnidespués.Enel instantemismo,conloquemesobraparavivir—¿entiendenustedesbien?—podríaarrancardelatumbaalmillónymediodeindividuossuicidadosporhambreen1933.Conloquemesobraparavivir,amí.Ymemuerodehambre.

Miramos conmayor atención a quien hablaba. Hallábase, en efecto, en estadoatrozdeflacura.Pordebajode lacamisetanosenseñabasuscostillas,mientrasnosobservaba con desvarío. Un gran fuego de exasperación lucía en sus ojos dehambriento,ylaspalabraslanzábanseprecipitadamentedesuboca.

Nos llegaba, no sabemos de dónde, acaso del fondo del bosque, donde él yalgunos compañeros habían ido a trabajar la tierra. Durante largo tiempo nadahabíamos sabido de ellos; suponíamoslos prósperos. Y he aquí que se hallaba denuevoantenosotros,élsolo,sinmásropaqueunpantalónyunacamisetaquealzabaconmanotemblante.

—Talcual—prosiguiótrasunalargapausaconlaqueparecíahabernosofrecidotiemposuficienteparajuzgarhastalashecessusituación.

»Conloquemesobraparavivir,hedicho,yoymiscompañerospodríamoshacerlafelicidaddeotrostantosmiserables.¡Comer,comer!¿Entienden?Alláestánellos,vigilándose unos a otros desde lo alto de sus riquezas, mientras se mueren deinanición, y cada cual sentado sobre pirámides demandioca que se pudren con lahumedad,yabrazadosacachosdebananasquesedeshacenentresusdedos.

»Bien. Esto no significa nada: avaricia, roña y todo lo demás. ¡Pero es quetampocoesesto!¡Esvanidad,envidiayrencorloquelesimpidecomer!¡Notienenojos sino para atisbar las crecientes necesidades del vecino, y enloquecidos por lasuficiencia y los celos, se están muriendo de hambre en el seno de lasuperproducción!

»Tal cual. Éramos diez, y nos instalamos en plena selva a machetear, rozar,tumbar,barbear—todalasecueladeltrabajomontés—conuncorajeyunacapacidadparabastarnosanosotrosmismos,talcomonosevolveráahallarendiezindividuosqueseinternaronundíaenelbosqueaeso,talcual.

»¡Y coraje, amigos! ¡Brotaban del filo de las azadas chispas de energías yperseverancia!¡Yenelhonradocorazónmáschispas!

»Afinesdelprimerveranoéramoslibres.Nodependíamosdenadie,eizamoslagranbanderaempapadaensudordelbienestarlogrado.

»En aquel fondode selva representábamos la especie humana.Nuestras hachasparticulares eran en verdad una sola gran hacha que manejaban veinte brazos dehombres.Porestoéramoshermanos; ¡porquealbatirdeaquellahachadiezpechos

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resonabanconelmismojusto,tremendoytriunfalestertor!»Peronojuntos.Cadacualarrancabaalatierralosfrutosdesuparcelaqueerade

cadacual,yconelproductodetodasformábamoselgranbienestarsolidario.»Yoobteníamandioca,y sólomandioca,¿entiendenbien?,porquemi tierraera

ingrataacualquierotrocultivo.Yheaquíqueelotroobteníasólomaíz.Yelotro,sólobananas.Yaquél,soja.Yeldemásallá,mandarinas.Taleslacondicióndeesastierrasirregulares.¿Porquépretenderaduracostadelatierrapropialoqueelvecinologra fácilmente de la suya? Trocábamos los productos, claro está. Mi mandiocaalimentabaalosdemás,ylasbananasdelotronosnutríanatodos.Elexcedentedecadacultivoparticulariba,pues,allenarlasnecesidadesdelquecarecíadeaquél.

»Mas¡quéabundancia!¿Ustedessaben—añadióenseñandotodavíasuvientre—lo que es estar bien alimentado, bien nutrido, con la conciencia recta, y estaconcienciayelalmayelpuñorobustoimantadoshacialapaz?Taleséramos.Ahoranoquedansinopingajos,yyo,unmiserable,ynadamás.

»¡Soles protectores! Cada cual luchaba ardientemente por su cosecha, propiasuya,peroqueeradetodos,puestoqueintercambiábamossusproductos.

»¿Celos?¡Oh,no!¡Benditaeralalluviaqueempapabaaliguallasdiezparcelas!¡Ysíorgullodevivircontentos,deapretartraslaprimeracercaquesecruce,lamanodeunigual!

»Un día cayó, como un rayo, la suficiencia sobre la tierra húmeda. Quisimosenriquecernosaisladamente.

»¿Ven ustedes la situación, verdad? Solo, aislado cada cual en su rincónfertilísimoparaun solo cultivo, pero ingratopara losdemás, cadaunodenosotrosvalíaapenasunmoribundo.Exactamente:ladécimapartedeunhombreensalud.

»Anteelnuevodogma,alguienclamóentonces:»—¡Pero es una locura! ¡Nos empobreceremos hasta lamiseria si procedemos

así!»—¿Cómo miseria? —le respondieron—. ¡Miseria sobre el que habla! Antes

bien,nadaremosenlaopulencia.Cadacualdebebastarseasímismo,sindebernadaanadie.Éstaeslaley.

»Masobjetaronotros:»—¡Hambriento, mil veces hambriento se tornará el hombre que pretenda

especular con las necesidades del vecino! ¿Qué locura es ésa, compañeros, que hacaídosobreelplaneta?¿Dóndepuedehallarseelorigendeestaaberraciónpandémicade pretender bastarse a símismo, cuando no se posee ni sol, ni agua, ni tierra, nifuerzassuficientesparaproducirlotodo?Eltrabajosetornaruincuandosutremendorendimientosóloseempleaeninflarlavanidad.¡Alerta,compañeros!

»Masrespondíanotros:»—¡Engaño y cobardía predica la voz que habla! El destino del trabajo es la

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riqueza,yéstanoselograsinliberarsedela labordelvecino.Bastarseasípropio.Taleslaley.

»—Sí, la leyde lamiseria, ¡oh,hermanosdeantaño! ¡Y lamiseriaenvidiosayemponzoñada,queeslapeordetodas!

»Taldijoenvano.Porquetodosnosconvertimosalnuevodogma,yyoelprimerode todosmedi a plantar y almacenarmandioca, ¡másmandioca!Y el otro hizo lomismo con su maíz, y aquél con sus bananas. Y arrastrando por el suelo la granbanderadeltrabajosolidario,izamosencadaparcelaladeléxitopersonal.

»¡Qué éxito, señores! Pirámides de naranjas y bananas, chauchas, espigas ydemás alzábanse ahora desmesuradamente, puesto que la clave de dicho éxitoradicaba precisamente en ello. ¿Comprenden ustedes bien? Vender caros nuestrosproductosycomprarbaratoslosdelvecino.

»¿Están?¿Aprecianhastaelfondoladiabólicamartingala?Dosporuno.¡Estoescomerciar,triunfar,amigos!

»Bien.Cuandolosprimerosfríosfortificaronelapetitoyelmercadoseabrió,elpasmo, también como un rayo, cayó de pleno sobre nuestras cabezas: la sublimemartingalaquecadacualcreíaunhallazgosuyo,habíainfectadotambiénelcorazóndetodos.Cadacuallaalimentabacomosagradofuegodelucroqueibaaenriquecerloacostadelanecesidaddelvecino.

»Por eso cuando el mercado se abrió, ninguna sed honesta, ningún apetitohonradopudosersatisfecho.

»—¿Precisas bananas, no es cierto? Nada más fácil. Te cambio cada una porcincomandarinas.Esbienclaro.

»—Perotúmismo,¿nonecesitasacasomandarinasparatunutrición?Teesbienfáciladquirirlas.Damecincobananasporestamandarina,yestuya.

»¡Señores! Todos, todos caímos de boca en la sima abierta. ¡El más nimiopostulado, el más elemental criterio de la sensatez para ver la burda trampa nosfueron negados! Todos creímos a pie juntillas que al trocar una banana por cinconaranjas, el damnificado iba a devolvernos generosidad por ratería. Fuimos tansolemnementetontosque,tardeya,comprendimosqueelarmateníadosfilos.Yalláestán, sentados como dioses en descomposición sobre pirámides de alimentosexclusivosquenoalcanzananutrirlos,verdososdeenvidia,conlosojoshambrientospuestos sobre las pirámides vecinas que se van hundiendo a la par de todas,carcomidasporlasuficienciaylaespeculación.

»Tal cual. ¡Nos morimos, nos asfixiamos de hambre sobre la riqueza! ¿Quéhacer?

Conunademándedesvarío,elhombrecalló.Mirámosloensilencio,comoaundios, en efecto, que hubiera surgido quién sabe de qué religión de opulenciadescompuestaymiserabledesnutrición.

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Denuestrogrupo,entonces,alguiendejócaerunaspalabras.—Quemenustedeslaspirámides—dijo—yconellaselgusanoquelascreóylas

carcome.Recomiencenluegosuvidaanterior.El hombre hambriento abrió cuan grandes eran sus ojos, tembló por un largo

instantedelacabezaalospiesysúbitamenteselanzóalbosque,enarbolandoungajoamododetea.

Nosabemossisiguióelconsejo,nisilasestérilesyvergonzosaspirámidesfueronarrasadasjuntoconsugusanocreador.Dadaladistanciaquenosseparadeaquéllas,lahumareda,siexiste,nohallegadotodavíahastanosotros.

Peroesperamosverlaalgúndía.

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Elinvitado

Trasaquelaccidentedeautomóvilquemecostóelusodedosdedos,sufríenelcursode la infección una carga de toxinas tan extrahumanas, por decirlo así, que lasalucinacionesaquedieronlugarnotienenparangónconlasdenoimportaquédelirioterrenal.

Por fuera, era la calma perfecta; pero en el fondo del ser humano yacente ytranquilo,lapsiquisenvenenadabatíatanconvulsivamentelasalas,quelosinauditostumbos que hemos dado juntos, la psiquis y yo, sólo mi médico pudo valorarloscuandoalamañanasiguienteleexpresémiangustia.

—Noesnada—medijoelgaleno,hombremásinteligentequeyo—.Esosepaga.—¿Qué«eso»?—Sufacultaddeentreverregionesanormalescuandoescribe.Esafacultadnola

poseeustedgratis,ytienequepagarla.¡Aldiabloconelmédico!Puede que tenga razón, a pesar de todo. Si la tiene, acaso sea él el único que

comprenda lo que contaré dentro de un instante. Si ha errado, en cambio, una vezmás,cargaréelrelatoencuentadelasnoaúnbienestudiadastoxinasA,B,C,YyZ,queamododelasvitaminasenotroorden,rigen,exaltan,confundenoaniquilanlassecrecionesmentales.

Lasituaciónenquenoshallamoshoymimujeryyotienesuorigenenunincidentetrivial,elmásnimiodelosquecercandíaynocheaunhombrequeescribeparaelpúblico:elpedidodeunlibrosuyo.

Pornaturalezasoyreacioaofrecerlibrosmíos.Creoentenderqueeslavanidad,másqueeldeseodeleernos,ladeterminantedetalespetitorios.Porestoprestéoídodemercadera lahijadeunamigomío lavezquemepidióun libroparaunseñorFersen, capaz como pocos, según afirmó, de comprender mis historietas más«anormales».

Eradichoseñorargentino,yhabíaprestadoalgunavezserviciosenladiplomacia.Porelmomentosehallabasindestino,yentanmalasituacióneconómica,peseasualtacultura,quedosdíasdespuésdelpetitorioinfructuosolajovenmesolicitóparaelseñor Fersen un puesto de corrector de pruebas, si yo sabía de alguno endisponibilidad.

Nadasabíayoalrespecto;porsermuyparcasmisrelacionesconlosdiarios.Perolociertoesqueaquellasolicitudmehabíaconquistado.Unexdiplomáticoquepasasin rubor a corregirdíaynochepruebasde imprentaposeemásde loprecisoparamerecerunpobre libro.Envieleuno,pues,queeldestinatariomemandóagradecer

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cumplidamente.Roto el hielo, lahijadenuestro amigonos invitó a conocer al señorFersen en

casadeella.—Esextraordinariamenteinteresante—afirmabacongraveemoción.Según lo vimos luego, la gran diferencia de edad entre la pequeña amiga y el

señorFersen,desvaneciócomounsoplolasospechademimujer.¡Eratanapasionadaaquellacriatura!—decíaella.

Fuimos, pues, a almorzar, como lo hacíamos de vez en cuando. Allí estaba elseñorFersen.Fueradelosdatosapuntadossobresupersona,puedoagregarque,pesea su apellido, parecía perfectamente criollo. Delgado, casi trigueño, representabamenosedaddelaquetalveztenía,peseasucabellocasiblanco.Perosurostro,suscanas prematuras y su persona en total, hallábase dominada por grandes anteojososcuros. Sus labios, entretanto, bosquejaban sin tregua la leve sonrisa común a laspersonasquevelansumirada.

Resumen:cambiéalgunoscumplidosconelseñorFersen;peronienellos,nienel curso de la conversaciónmuy viva de sobremesa, pude atisbar el extraordinariointerésatribuidoporlajovenAliciaadichoseñor.

—Ysinembargo,esadmirable—reafirmabaaquéllacuandonosretirábamos.Yvolviéndose amí—: ¡Estoy segura, perobien segura,deque austed lo comprendeperfectamente!

—Esposible.Peronopruebaellograncosa—asentísonriendo.Salimostrasesto,ydesdeentoncesnohemosvueltoavermásalseñorFersen.Más todavía; hasta su recuerdo se borró de nuestramente con la preocupación

diaria de nuestros últimos días en Buenos Aires y nuestra instalación aquí enMisiones,alpuntodequenoscostóalgúntrabajorecordarsunombre,unanocheenqueevocamoslargamenteamiviejoamigoysujovenhijaencuestión.

—¡Fersen!—exclamódeprontomimujer.—Fersen, en efecto —confirmé. Y a dúo recordamos la figura del

extraordinariamenteinteresanteseñorFersenysuslentesoscuros.Alcabodeunlargorato,agregué:—Extrañotipo,apesardetodo…Ycontinuamospensandoenéldeunmodocadavezmenospreciso,hastaquesu

recuerdosedesvaneció.Pero no definitivamente, como se verá, porque hace tres meses, mientras

recordábamosalosamigosquedebíamosverconmayoragradoennuestropróximoviajeaBuenosAires,acudiónaturalmenteanuestramenteaquelamigoencuyacasahabíamosalmorzadoconelseñorFersen.

Fuetambiénestavezmimujerquienseacordódelnombredeaquél,ycomoenocasionesanterioresasurespecto,quedamosunmomentoensilencio.

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—¡Quéraroesesto!—murmurómimujer—.Meacuerdodeestehombre,desucaramuyangosta,sobretodo,comodeunapersonanoreal…

—¡Exacto!—exclaméyoprecipitadamente—.¡Éstaeslaimpresiónnebulosaqueteníayotambién,yquenopodíaprecisar!¡Personano«real»!Estoexactamente.Yloextraordinario, ahora, es que ambos hayamos tenido, sin el más vago motivo, lamismaimpresiónsobreeseindividuo.

—¿Y por qué, dime?—inquirió mi mujer, ya fuertemente interesada—. ¿Quéhabíaenélparaquesurecuerdo…?

—¡Ah, Mariucha! —exclamé—. ¡Cualquiera logra saberlo! Pero lo realmenteextraordinariodelcasonoesqueyohayatenidoestaimpresióndeirrealidadacercadeundiplomático conhambre.Al finy al cabo,mi imaginación suele traspasar ellímitedelosaludable,segúndicen.Perolatuyaesperfectamentenormal.¿Cómoypor qué sin consultarnos, sin cambiar una palabra al respecto, tú y yo vemos albenditocomilón(¿teacuerdasdesuapetito?)comoaunserfantasmal?¿Quédiablodeabsurdoeséste?

Yquedamosconellotanfuertementeintrigadosqueunasdelasprimeraspalabrascambiadasconlahijadenuestroamigo,cuandoacudióllenadecariñoasaludarnosenBuenosAires,fueronéstas:

—¿YelseñorFersen,Alicia?¿Siempreinteresante?—¡Oh,sí!—riólajoven,casisonrojadaporelexabrupto—.Esqueustednolo

conoce;cambiarádeideaeldíaquellegueahablarconél.—Yahahabidoocasiónparaello—observé.Lajovenmemiróentoncesconsorpresa.—¿Ocasión?…—repitió.—Desdeluego;aquellamañanaensucasatuvoalgúntiempodeabrirsualma.—Pero¿quédice?…—interrumpióAlicia,fijandodirectamenteenmísusbellos

ojosespantados.Mimujerseechóareírentoncesconunpocodemalaintenciónhacialadormida

memoriadelaapasionadajoven.—No,Mariucha—intervine—.Déjame amí.Vamos a ver.Alicia: aquella vez

quecomimosjuntosconelseñorFersenensucasa,por invitacióndeustedmisma,Alicia,yquierosuponerqueconagrado tambiéndelpropioseñorFersen,¿tuvosuamigo ocasión o no de cambiar dos palabras de confraternidad espiritual con unhombrecuyaprosadecíacomprendercomonadie?Sonsuspropiaspalabras,Alicia.¿Seacuerdaustedahora?

Masmimujerriódenuevoanteelmutismorealmentedolorosodelajovenymelanzóunarápidamirada.¿Quéhabíapasadoallídurantenuestraausencia?

Conelcambiodetema,Aliciamostroseevidentementealiviada.Masnodeltodo,comoseverá,porquealvolverlaaverdosdíasdespuésensupropiacasa—solapor

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elmomento—,sedemudódel todocuandomimujer(mujeralfin) lepreguntóconinocentevozporelseñorFersen.

Perodenuevointervine.—¡No,noestábien!—observé—.Alicia:nosetratadedisgustarlaaustedenlo

másmínimo,ymuchomenosatormentarla.Conoceusteddesobraelafectoquenosprofesamosconsupadre,enelqueestáincluidatotalmenteusted,paraMaríayparamí.No;nuestracuriosidadporelseñorFersentieneparanosotrosunorigenqueustedni remotamente sospecha. Le voy a decir en dos palabras de lo que se trata: apropósitodeaquellavezquealmorzamosaquíconelseñorFersen…

Perolajoven,bruscamentevueltaamí,mehabíainterrumpido.—¡Un momento, señor Grant! —me dijo con voz traspasada de angustia—.

Perdónemeustedtambién,peroyonopuedocontinuarcallándome…Ustedessabentambiéncuántolosquieroyo…¡Ynopuedocallar!Loquehepensadoestosdosdíasenustedes,sóloDioslosabe…SeñorGrant:ustedmedicequeconocióaquíalseñorFersen.

—Exacto—afirmé.—Bueno, señorGrant… ¡yDiosmeperdone!Usted no conoció nunca aquí en

casaal señorFersen…Niustedni laqueridaMaríaalmorzaron juntosaquíconél,porque esa mañana que ustedes vinieron a almorzar, el propio señor Fersen metelefoneó excusándose de no poder asistir… Esto y nada más es lo que queríadecirle…¡YDiosmeperdonedenuevo!—concluyólajoventapándoseelrostro.

Nadamáshapasado,enefecto,agregoyoalfinaldeestahistoria.Estosólo,talcual,es lo que ha pasado. Alicia no está loca. Hemos comprobado la exactitud de susasertos.NimimujerniyohemostenidoalseñorFersenanuestrofrenteenlamesa,ni hemos visto su sonrisa, ni hemos estrechado su mano al despedirnos,entremezcladosentreochopersonas.

Nadamássencillo;laexplicacióndelmalentendidonoshasidoexpuestacontodaclaridadamimujeryamí.

Todoestoestámuybien.Pero¿ynosotros?

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Cronología

Comoinformaciónbibliográficade los relatosdeestaselección,presentamoselmedio impreso (todos de Buenos Aires, Argentina) y su fecha de publicaciónoriginal:

“Elgerente”,CarasyCaretas,añoIX,n.º379,enero6,1906.

“Decaza”,CarasyCaretas,añoIX,n.º391,marzo31,1906.

“Micuartasepticemia”,CarasyCaretas,añoIX,n.º398,mayo19,1906.

“Ellobisón”,CarasyCaretas,añoIX,n.º406,julio14,1906.

“Laserpientedecascabel”,CarasyCaretas,añoIX,n.º411,agosto18,1906.

“EnelYabebirí”,CarasyCaretas,añoX,n.º447,abril27,1907.

“Lacompasión”,CarasyCaretas,añoX,n.º468,septiembre21,1907.

“Elmonoahorcado”,CarasyCaretas,añoX,n.º472,octubre19,1907.

“La ausencia deMercedes”,Caras y Caretas, año X, n.º 477, noviembre 23,1907.

“Recuerdosdeunsapo”,CarasyCaretas,añoXI,n.º485,enero18,1908.

“Lavidaintensa”,CarasyCaretas,añoXI,n.º502,mayo16,1908.

“Ladefensadelapatria”,CarasyCaretas,añoXI,n.º511,julio18,1908.

“LamadredeCosta”,CarasyCaretas,añoXI,n.º521,septiembre26,1908.

“Las voces queridas que se han callado”,Caras y Caretas, año XI, n.º 529,noviembre21,1908.

“Elgalpón”,CarasyCaretas,añoXII,n.º535,enero2,1909.

“Losguantesdegoma”,CarasyCaretas,añoXII,n.º547,marzo27,1909.

“LasJulietas”,CarasyCaretas,añoXII,n.º549,abril10,1909.

“Ounouotro”,CarasyCaretas,añoXII,n.º552,mayo1,1909.

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“Unchantaje”,CarasyCaretas,añoXII,n.º567,agosto14,1909.

“Para estudiar el asunto”,Caras y Caretas, año XII, n.º 571, septiembre 11,1909(conelseudónimodeLuisA.Ghigliani).

“Enunlitoralremoto”,CarasyCaretas,añoXII,n.º574,octubre2,1909.

“Lospollitos”,CarasyCaretas,añoXII,n.º578,octubre30,1909.

“Elsieteymedio”,ElDiario,diciembre26,1909.

“Elretrato”,CarasyCaretas,añoXIII,n.º639,diciembre31,1910.

“Cuentoparaestudiantes”,CarasyCaretas,añoXIV,n.º665,julio1,1911.

“La igualdad en tres actos”,Caras yCaretas, añoXIV, n.º 683, noviembre4,1911.

“EllobodeEsopo”,FrayMocho,añoIII,n.º131,octubre30,1914.

“ElcompañeroIván”,FrayMocho,añoV,n.º210,mayo16,1916.

“Loscorderoshelados”,MundoArgentino,n.º248,junio14,1916.

“JuanPoltí,half-back”,Atlántida,añoI,n.º11,mayo16,1918.

“Elalcohol”,ElHogar,añoXV,n.º527,noviembre14,1919.

“Suchauffer”,LaNación,abril5,1925.

“Elagutíyelciervo”,primeraversiónenElHogar,año22,n.º844,septiembre4,1926.Lasegunda,recogidaaquí,apareceenObrasinéditasydesconocidas,t.VI«LavidaenMisiones»,Montevideo,Arca,1969.

“Losprecursores”,LaNación,abril14,1929.

“Loshombreshambrientos”,LaPrensa,marzo10,1935.

“Elinvitado”,LaPrensa,octubre27,1935.

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HORACIOQUIROGA nació en 1878, en Salto, Uruguay, y murió, por su propiamano, en Buenos Aires, Argentina, en 1937. Aunque dandy y modernista en sujuventud,pocoapoco,ygraciasasucontactoconlaselvadelnoresteargentino,suobrasefuealejandodelornatovacíoparaganarenexpresividad.Suprimerlibro,elpoemarioLosarrecifesdecoral(1901)dacuenta,precisamente,desusinicios.Perosuverdaderocaminoestabaenelcuento,génerodelquesindudafuefundadorenelcontinente americano. Entre sus obras destacan Cuentos de amor de locura y demuerte (1917),Cuentosde laselva (1918),Elsalvaje (1920),Anaconda (1921),Eldesierto(1924),Losdesterrados(1926)yMásallá(1935),conjuntosdecuentosqueseñalan lapaulatinacreacióndeunbestiariopropio,pobladodeanimalesmíticosyseresmágicosde las riberasdelParaná;y lanovelaPasadoamor (1929), de cortemodernista.

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Notas

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[1]Apareceen“HistoriadeEstilicón”,relatoincluidoensulibroElcrimendelotro(1904).TómeseasimismoencuentalanouvelleElmonoqueasesinó,originalmentepublicada por entregas entremayo y junio de 1909, con el seudónimoB. FragosoLima.<<

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[2]Enlamayoríadebibliografíasfiguracomoartículo,graveerrorsuperableconunasimple lectura.El relato se origina enun suceso real, ocurrido al jugador delClubNacionaldeFútboldeMontevideoAbdónPorte,miembrodelequipodesde1911.ElpresidenteeraJoséMaríaDelgado, íntimoamigodeQuiroga,quienseguramenteleenviólacartadelsuicidaolecomentóelacontecimiento.ResultatambiéninnovadorreconocerquefueQuirogaquienescribióelprimertextoliterario sobre elmuy popular deporte en elRío de la Plata, cuando aún no lo eratanto.<<

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[3] Según Enrique Amorim: «Quiroga era insolente cuando le tomaba fastidio aalguien.NuncaquisoaVictoriaOcampo.JamáscolaboróenSur.Uncuentoquesetitula“Suchofer”(sic)tieneespinasquequizásladirectoradelarevistanuncaacusócomopinchazosdirigidosasupersona»(en:ElQuirogaqueyoconocí,Montevideo,Arca, 1983, pp. 24-25). Este testimonio de un amigo muy próximo, en el últimodeceniode lavidadelescritor,confirmasuenfrentamientoconla jovengeneraciónargentinaqueemergehacia1925.Alrespecto,puedeleersetambiénsuartículo“Anteeltribunal”(1930).<<

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[4]Apropósitodeestecuento,elautorescribeaEzequielMartínezEstrada:«Quedaporsuerteelinconmovible,tenazyconstantetoneldeLaPrensa,dondeparecenosecansan jamás de uno. Entiendo que les plació “Los hombres hambrientos”. Y mealegra,comosupondrá,elquemuypreferentementelehayaplacidoausted.Loquees de lamentar es que lo que usted ve en dicho relato: lo interior, que no estáprecisamenteeneltema,noloveanallíniconcandil(en:CartasinéditasdeHoracioQuirogat.I,Montevideo,INIAL,1959,p.84.DesdeSanIgnacio,abril24,1935).<<

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