La Flor Azul 2012

LA FLOR AZUL

Pedro Manay SáenzLibro: Al Pie de la Luna

Basilio cruzó raudamente el bosque en su corcel blanco. Iba en busca de la exquisita Flor Azul. La princesa Natasha estaba enferma. Una dolencia

inverosímil, extraña: al salir la Luna llena, entraba en su sueño tan profundo del que era casi imposible despertar. Igual de insólito – o más- era el hecho de que podía permanecer 3 y hasta 4 días sin recibir alimento alguno; pero su rostro permanecía igual de sereno y hermoso, como siempre, “¿Una nueva bella durmiente?”, preguntó con ironía el bufón del palacio (sin que lo oyera el rey, lógicamente). La corte estaba intrigada. La reina, cada noche, se desvanecía en llanto suplicando que los médicos supieran hacer lo correcto… Pero, no era por indicación de ellos que Basilio iba a toda velocidad hacía el Bosque de las Orquídeas, sino por recomendación expresa de Nikolái Kezim, el misterioso alquimista de Volgogrado, quien advirtió que, aun cuando el aspecto físico de la princesa Natasha parecía normal, su organismo sufría un severo desgaste interno que significaba una muerte segura.

Había que actuar rápido. Era evidente que el rey Andreiev tenía una fe muy grande en Kezim.

- Es un acontecimiento, Majestad. Debemos conseguir la Flor Azul.

- Es imposible. Los tártaros no permiten que alguien de mi reino ingrese al Bosque de las Orquídeas.

- Hay una forma.

- ¿Cuál?

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- Envíe a su prometido.

- ¿A Basilio?

- Si, pero debe ir solo.

- ¿Solo?

- Así es.

- No, no puedo hacer eso, ¡Es enviarlo a la muerte segura!

- Escuche, Majestad. Los tártaros son guerreros crueles e imbatibles; pero hay una costumbre antigua que establece que, durante el día exacto de la Luna Llena, nadie puede usar sus armas ni tampoco hacer daño a nadie. De hecho, la diosa de la Luna les enviarían un castigo terrible…

- Entonces, puedo enviar a uno de mis mejores soldados.

- ¿Olvida, Su Majestad, que la Flor Azul sólo puede ser arrancada por príncipes y reyes?

- No lo olvido, Nikolái; pero, ¿lo permitirá su padre?

- El rey Abisinio le ama y le respeta. Es más, ¡el debió hacer algo muy similar por la reina Bellina, hace 40 años aproximadamente!

El rey Andreiev sabía todo eso. Pero, aun así, temía por el valiente Basilio. Por un lado, era el temor a los tártaros; y por otro lado, el peligro de los pantanos. Incluso, generales expertos habían visto el fin de sus días en los sombríos pantanos que el bosque bien disimulaba con las hojas y las ramas secas de los árboles.

- Le sugiero, Majestad, que converse con el rey Abisinio y con el príncipe Basilio.

- Lo haré. Pero quiero que también participes de ese diálogo.

- ¿Cuántos?

- Partiremos dentro de 2 horas.

- Iré con ustedes.

Efectivamente, en 2 horas, la caravana real partió hacia el palacio del rey Abisinio. Una hora antes, habían salido 4 heraldos, en fuerte caballos, para anunciar la visita del rey Andreiev. El viaje duró 4 días.

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Y el diálogo no pudo ser más cordial y más fructífero. Ambos, el rey Abisinio y el príncipe Basilio, estuvieron plenamente de acuerdo con la arriesgada misión.

- Haré lo mismo que hizo mi padre hace 40 años por mi madre Bellina.

- ¡Ruego a todos los dioses – expresó emocionado el rey Andreiev-, de éste y de todos los reinos del Universo, que protejan y permitan volver con vida a nuestro valiente príncipe Basilio!

- La fuerza de su amor lo protegerá – vaticino Nikolái Kezim, con enigmática certidumbre.

- Ve, hijo mío – concluyó el generoso rey Abisinio-; el tiempo apremia. Que la historia registre que nuestros príncipes son capaces de arriesgar la vida no sólo por defender su reino; sino, también, por amor.

Así que Basilio, el príncipe y prometido oficial de la hermosa Natasha, salió a todo galope del gran palacios, 2 días antes del plenilunio. Una escolta de 20 soldados lo acompañó hasta la frontera del legendario Bosques de las Orquídeas, donde debían esperar el retorno del príncipe, 2 días después. Sólo que podía no haber retorno.

Largas y difíciles fueron las horas durante las cuales el príncipe cabalgó. La soga que Nikolái le regalara le ayudó a salarse cuando, en el último tramo, perdió el equilibrio y cayó en un pozo de arenas movedizas. Fue una experiencia como de renacimiento. Al fin cuando llegó al inmenso espacio de las orquídeas, notó que faltaba poco tiempo para la salida de la Luna llena. Así que, dando ánimo a su albo caballo, enrumbó directo hacia su destino…

- ¿Quién eres y a dónde vas?

El corcel paró en seco. Tuvo razón de hacerlo. Frente a su noble jinete… ¡se encontraban unos 30 tártaros aproximadamente! El autor de la pregunta era un fornido hombre de unos 28 años, miraba de

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acero, violentos bigotes negros, que era, sin duda, el jefe de aquel temible grupo.

-Busco la Flor Azul. Mi prometida está enferma y el mago Kezim dice que sólo la Flor Azul puede curarla.

- ¿Quién es tu rey?

- Andreiev IV.

- Sí, ustedes son los tártaros, enemigos de mi rey.

La serena respuesta de Basilio sorprendió a los agresivos tártaros.

- Entonces, sabes también que te espera una nueva segura.

- Lo sé – respondió Basilio, escogiendo cuidadosamente cada palabra que pronunciaba.

Holguín, el musculoso tártaro, encontraba en Basilio una temeridad bastante extraña,

- ¿Por qué quieres desperdiciar tu vida?

Basilio no supo, en ese difícil instante, que todavía faltaba 1 hora para el plenilunio. En realidad estaba viviendo la antesala de la muerte. Empero, el dejarse llevar humildemente por el corazón, fue su tabla de salvación.

- ¿Para qué me sirve la vida si la mujer que amo con toda mi alma muere en este instante? Fue el amor quien me trajo hasta vuestros ojos, temibles tártaros. Venía por la Flor Azul para romper el encantamiento que sufre mi amada, y que sufrimos todos los que la queremos.

- ¿Cómo se llama?

- Natasha. Y es la mujer más hermosa d todo el reino.

Hubo un extraño silencio. Las palabras de Basilio habían horadado una piedra. El príncipe bajó del caballo y se acercó al jefe de la horda. Sacó se bella espada con incrustaciones de esmeralda en la empuñadura, y se arrodilló ante los tártaros, mostrando resignación ante su final. Más, el corpulento Holguín miró a Basilio con repentino e ilógico afecto. Y, luego, con voz fuerte para que escuchen todos, dijo:

- ¡No ha de ser mi mano la que destruya a este corazón valiente y enamorado! ¿Quién podría hacerlo?

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Miró a su grupo y se dio cuenta que todos habían captado el sentido de sus palabras. Finalmente, agregó:

- Tengo tiempo para enviarte al mundo de tus ancestros, porque todavía falta un buen rato para que salga la Luna llena.

Pero es tu corazón, y no tu linaje ni tu espada, la que te ha salvado. Ve, intruso. Busca la Flor Azul y salva a tu amada. Algún día, tú serás rey. Y, entonces, tendré el placer de combatirte; pero con fuerzas parejas. Ten muchos hijos y críalos como nosotros a los nuestros: con fuerza y valor.

La tropa se alejó. Y Basilio respiró profundo y aliviado. Por la urgencia de su misión, todavía no tenía plena conciencia de la situación de la que se había salvado. Subió de nuevo a su fiel caballo y, sin preocuparse mucho ya no por el plenilunio, arrancó la Flor Azul que se hallaban entre helechos y orquídeas. Y cabalgó como nunca antes había cabalgado, para poder llegar a tiempo… Hasta que se vio tocando la hermosa puerta del aposento de la princesa Natasha.

Tuvo razón Nikolái Kezim. En un cuarto cerrado, hizo un brebaje utilizando los pétalos de la mítica Flor Azul. Natasha lo bebió durante 7 días seguidos. Al amanecer el 8vo. día, la princesa Natasha paseaba muy alegre por los jardines del gran palacio, absolutamente curada del dañino encantamiento. Algunos días después, Nikolái Kezim le revelaría al príncipe Basilio que la enfermedad de la princesa había sido causada por Bolsok, el malvado hechicero de los Urales, en venganza porque el rey Andreiev lo había desterrado para siempre. Pero. ya no había nada que temer de Bolsok, porque la Flor Azul protegería a Natasha de cuanto encantamiento quisiera hacérsele.

No pasaría ni un mes de estos hechos, cuando llegó al reino la noticia del fallecimiento del maléfico Bolsok. Un iracundo oso polar lo había atacado y herido mortalmente. Kezim dijo que el oso materializaba la Fuerza Universal del Bien que había actuado para poner fin a las maldades del cruel hechicero.

Medio año después, precisamente, cuando aparecía la Luna llena se oían los violines y oboes en el refulgente Salón Dorado del gran palacio. Era una maravillosa fiesta. Se celebraba la boda de la bella Natasha y del valiente y amoroso Basilio.

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