cuatro paradigmas de la vida religiosa - ja garcia, sj

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Excelente material para la reflexión.

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  • DESDE EL VATICANO II HASTA HOY,____________________ CUATRO PARADIGMAS DE VIDA RELIGIOSA

    In tro d u c c i n

    1. T re s p r im e ro s p a ra d ig m a s . V a lo ra c i n c rtic a

    1.1. P r im e r paradigma: de la observancia a la autorrealizacin

    1.2. El paradigma proftico

    1.3. El paradigma com unitar io

    2. Un c u a rto p a ra d ig m a : v o c a c i n -c o n v o c a c i n -m is i n

    2.1. Vocacin

    2.2. Convocacin

    2.3. Misin

    3. Q u d icen los te lo g o s de la V id a R e lig io sa?

    3.1. La Vida Religiosa como "pasin de Dios"

    3.2. Por el Dios del mundo"

    3.3. La VR como "paradigm a de bsqueda

    3.4. La VR, un ecosistema en la Iglesia

    3.5. Puntos neurlg icos de este nuevo paradigma

    4 . P is tas

    4.1. Provocar procesos de conversin

    4.2. Visiones com part idas: santos y msticos

    4.3. Estar presentes en los nuevos escenariosX_______I_______________________ Jos A. Garca es jesuta, actualm ente d irector de la revista Manresa. Fue durante m uchos aos jefe de redaccin de la revista Sal Terrae, y despus d irector de la m isma, a l tiem po que trabajaba en la parroquia "La Pilanca" de Valladolid. Ha estado vinculado a la form acin de los jesutas, prim ero como superio r de telogos y ms tarde como Ins truc to r de Tercera Probacin. Entre sus publicaciones cabe destacar Hogary ta lle r3] 985), En el mundo desde Dios (31989), Orar con el P. Arrupe (2007), Karl Rahner: Dios, amor que desciende. Escritos espirituales (22008), Ventanas que dan a Dios. Experiencia humana y proceso espiritual (22010), y num erosos artculos sobre espiritualidad y Vida Religiosa.

    Folleto CON LDirector editorial: Juan Rubio Fernndez Autor: Jos A. Garca, S.J.Coordinacin: Pascual Cebollada, S.J. y Maite Lpez Maquetacin: Sonsoles HernndezFotografas: Archivo SM, Daniel V illanueva, S.J. Olmo Calvo, M iguel Castao y Marko Ivan Rupnik, S.J. Edita PPC, S. A.Direccin: Im presores 2, Urbanizacin Prado del Espino 28660. Boadilla del Monte, Madrid Im prim e: M onterreina

  • Desde el Vaticano II hasta hoy, cuatro

    paradigmas de Vida Religiosa[JOS A. GARCA, S.J.]

    INTRODUCCIN

    Desde los aos previos al Vaticano li hasta aqu, la Vida rel ig iosa activa (VR) ha vivido tras fo rm ac iones de gran calado. Ha girado, por dec ir lo as, en to rno a d is t in tos para digmas, modos de en tenderse a s m ism a, en el in te r io r de la Iglesia y en su m is in hacia el mundo. En esas evo luc iones, ni todo ha ido a peor como pretenden sus de trac to res, ni tam poco ha sido todo bueno.

    Lo que p re tendem os en este fo lleto es tra za r un reco rr ido s in t t i co de esa evolucin para descub r i r la novedad que aport a la VR ca da uno de d ichos m ode los y t a m bin sus am b igedades . Estam os

    en un m om en to bueno para hace rlo ya que las c ircunstancias nos han vu e l to m s h u m i ld e s ; m s ca p a ces tam b in de reconoce r el paso de Dios por nuestras vidas, a la vez que nuestras propias obstinaciones.

    Lo m ism o que el Resucitado p ro voc en sus d iscpulos una ' ' re lec tura ' ' de la vida y m uer te de Jess m uchos re l ig iosos y re l ig iosas actua les qu is i ra m o s hace r una re lectura s im i la r de nuestro pasado. Si est movida por el Espr i tu del Resucitado esta re lec tu ra nos invitar a m o rir a de te rm inadas cosas de ese pasado para poder resuc ita r a otras. No es sa ju s ta m e n te la "experienc ia pascual" de m ue r te y resu rrecc in por la que pasa la VR

    en el m om en to p resen te?1 A qu debemos morir, segn ella, de nuestro pasado inmedia to? Qu debem os acoge r y s e c u n d a r de l? a qu debemos resuc ita r?

    El trabajo constar de tres partes: En la p r im era harem os un breve

    recorrido y una evaluacin crtica de los d istin tos paradigm as que de fin ieron la identidad y m isin de la VR activa desde los aos previos al Vaticano II hasta aho ra2.

    En la segunda nos ce n tra re m o s en el que, al pa recer de muchos y el nuestro propio, est l lam ado a se r el nuevo paradigm a de VR. Este paradigma no sera una mezcla de los an te r io res sino un m odelo nuevo que asum iendo lo m e jo r ->

    F 0 ||E T 0 GON Li/SEPTIEMBRE 20T2 1

  • CUATRO PARADIGMASDE LA VIDA RELIGIOSA

    -> de cada uno de ellos, Los despojara al m ism o t iem po de sus contam inac iones.

    En la te rce ra parte a lud irem os a los puntos neurtgicos de este nuevo paradigm a que condic ionarn, a nues tro modo de ver, la v iab il idad de la VR tan to hacia aden tro de s m ism a como en su tarea m is ionera .

    I. TRES PRIMEROS PARADIGMAS. . VALORACION CRITICA

    La gente de mi generacin (los que en tram os en la vida re l ig iosa en la dcada de los c incuenta) sabe muy bien que en aque l m om en to el eje dom inante de la VR era la observancia. Uno era buen o m a l re l ig ioso en funcin (principalmente aunque, por supuesto , no slo) de su capacidad de acep ta r unos cauces ya es tab le cidos. La "san ta observanc ia" nos haca santos...

    Banalizar este modelo de VR a base de s im p li f icac iones y cha sca rr i l los es cosa tan fc i l como inexacta porque debajo de l latan rea l ida des m uy vivas al igua l que mucha santidad. Lo que sucede es que v is to desde hoy resu lta ir recuperab le . No nos de tenem os ms en su descripcin, vo lveremos a l ms tarde.

    Hacia el f ina l de esa m ism a dcada, aos 50, y duran te los aos del p re -conc i l io fue surg iendo en la VR una inqu ie tud de fondo que poco a poco pas de brisa a v iento im p e tuoso y ms ta rde a huracn. Qu tra jo consigo aquella cr is is?

    1. Primer paradigma: de la observancia a la autorrealizacin

    Son va r ios los n o m b re s que se han dado a este nuevo m ode lo de VR que nace antes del Concil io y se p ro longa despus de l, l legando inc luso hasta nues tros das. En el rea anglosajona se le conoce como parad igm a l ibera l, teraputico, etc. Entre nosotros es ms conoc ido como parad igma de la au to r rea - Lizacin personal.

    Lo p r im e ro que habra que decir de l es que su or igen estuvo ms fuera que dentro de la vida re l ig io sa; que el fac to r que lo hizo e n tra r en escena fue p r im eram en te cu l tu ra l y slo en segundo t rm in o re l i gioso. Veamos por qu.

    Ms o m enos por aque llos aos se produjo en nuestro pas una aceleracin inaudita en el trnsito de lo que podramos l la m a r mundo an tiguo al mundo moderno. Las causas que provocaron esta mutacin (cuyos orgenes estaban mucho ms atrs, pero que experimentaron una especie de explosin en aquel momento) son m u yva r ia d a syn o e s ste el m omento de analizarlas. Lo que s re sulta c laro es que la incidencia de la Ilustracin por una parte (que l ibera al individuo de concepciones arcaicas sobre el mundo, sobre Dios y sobre s mismo, comunicndole al m ismo t iem po un fuerte sentido de su au tonoma), de la Industrializacin por otra (que te rm ina progresivamente con el trabajo esclavo y posibil ita al sujeto unas posibil idades de consumo y d isfrute de la vida jam s vistos)

    y de la Pluralizacin de tos mundos- de-vida trasformaron profundamente la autoconciencia del hombre y m uje r modernos. De todos, incluidos los religiosos. En palabras de Peter Ber- ger, esa nueva identidad se hizo especialmente abierta, especialmente diferenciada, especialmente re flexiva y especialmente individuada"3. Es decir, que el ser humano comenz a entenderse a s m ism o ms desde s que desde fuera, ms desde su mundo in ter io r que desde las instituciones, ms desde un proyecto de auto-rea lizacin que desde otro de auto-trascendencia grupal o religiosa.

    Aunque pueda se r d iscutib le, no c re e m o s que la p o s te r io r fu n d a - mentacin bb lico-teolgica de m u chas de aque llas aspirac iones sea independ ien te de este fenm eno. Lo c ie r to es que la inc idenc ia de ambos fac to res en la VR, el cu l tu -

  • Durante ios aos del pre-conciiio fue surgiendo en la VR una in-

    pas.de.y ms tarde a huracn.

    ra l y el teolgico, fue c lam orosa. Y con ella el nac im iento de un nuevo m ode lo de VR m uy cen trado en el m undo in te rno y en los sueos de cada sujeto; de ah que se le des igne con el nom bre de paradigm a de auto-rea lizacin personal.

    Fue bueno o m alo para la VR este trns ito de un modelo a otro? Fue bueno sin duda en m uchas de sus aportac iones pero estuvo tam b in cargado de am bigedades. Am bas cosas han sido puestas de re lieve m uchas veces y apenas es necesario in s is t i r en e l la s4. Las iden t ida des "e s p e c ia lm e n te sub je t ivadas, ind iv iduadas y separadas t ienen la pos ib il idad de c rece r desde dentro de s y no desde im pera t ivos e x te r nos; de se r ms l ib res y creativas; de gozar ms de la vida y del m u n do de las re lac iones. En resum en, de ser ms s m ismas. Eso es cierto

    como lo es tam b in que estn ms expuestas a con fund ir subjetiv idad con verdad, individuacin con egosmo, separacin con des-implicacin.

    Ms in te resan te que la p re g u n ta por el " s a ld o que dej t ras de s ese parad igm a de la realizacin persona l es otra nacida del m iste rio pascual por una parte y del in te rs prctico por otra: a qu debem os m o r i r de aquel

    m ode lo po r re s u l ta r in c o m p a t i ble con nues tro modo de segu ir a Jesucr is to?

    qu nos tra jo de ms evanglico? Esa es la verdadera cuestin en la

    que nos detendremos ms adelante.

    2. 1 paradigma proftico

    Casi al m ismo tiempo que el ante- r io rapa rece en escena otro modelo, el paradigm a proftico. Este modelo

    de VR vena empujado desde dentro por la f igura de Jess redescub ie rta por las fo rm idab les cr is to logas ed itadas en aque l t ie m p o y desde fue ra por la revo luc in s o c io -c u l tu ra l que tuvo luga r en tre los aos sesenta y ochenta.

    Por lo que respecta a Jess, esas nuevas c r is to log as , acog idas por m uchos de nosotros con autntica pasin, nos ayudaron a descubrir la im p licac in h is tr ica de Jesucr is to con los pobres, e n fe rm o s y pecadores de su t iempo, al igual que su crtica f ro n ta l a las acti tudes, m e canismos y es truc tu ras excluyentes de aquella sociedad. De ellas aprendimos tam bin que Jess no ju s t i f i caba la novedad de su mensaje en s m ismo, como fuente l t im a de ve rdad y legit imacin, sino en su Padre Dios, lo cua l resu ltaba mucho ms subversivo y retador. Pronto nos d imos cuenta de dos cosas: que la pobreza, los pobres y la op

    cin p re ferenc ia l por el los fo rm a ba parte del ncleo de la c r is to lo - ga, no de su peri fer ia ;

    y que el ideal de la a u to - rea l iza cin, rescatados sus innegables logros, no poda co n s t i tu i rse en e je de l se gu im ien to de Jess. Cmo m a n te n e r lo en pie ante un Seor que dijo: "e l que ganasu vida la p ie rde o el que quiera ^

  • ^ es.CUATRO PARADIGMASDE LA VIDA RELIGIOSA

    ven ir conm igo que tom e su cruz y m e s ig a ? Cmo, an te el Seor c ruc if icado a quien la VR deca a m a r y seguir?No sin c ierta gracia, un au to r m o

    derno ha escrito que tam bin Jess buscaba su a u to r re a l iz a c i n , que tam b in l era pos t-m oderno , slo que "dando un rodeo" para a lcan zarla. Porque segn l, es dando la vida por los dems como se la re a liza, y buscndola como se la pierde5.

    Lo c ie rto es que este parad igma p ro f t ic o e je rc i en la VR un a u t n t ic o v e n d a v a l de l que se s ig u ie ro n dos e fe c to s : po r una parte , un gran xodo de re l ig iosas y re l ig io sos desde el c e n tro de las c iudades a sus per i fe r ias , y po r o tro una c o n frontac in en el in te r io r de las congregaciones que l le v a m uchos desencuen tros , a un gran desgaste re lac iona l y apos t lico, y tam b in a num erosos abandonos. Quiz no pudo s e r de o tra m ane ra , pero v is to a la d is tanc ia que dan los aos es d ifc i l ev ita r la im pres in de que aquella etapa la v iv imos bastante mal.

    As pues, el ba lance de aquellos aos vue lve a s e r - c o m o todo lo hum ano - am biguo. La VR gan en

    Los pobres y la opcin preferencial por ellos formabs parte del n- dm jiiEL la j^ is l io g a ,

    a ce rcam ien to al Jess h is t r ico y a l Evangelio del Reino de Dios. La opcin p re fe renc ia l por los pobres, ir renunc iab le en la com prens in y segu im ien to de Jess, pas a f o r m a r parte de la mayora de las congregaciones religiosas. Nuestra vida gan en sencillez, sobriedad y com padec im iento activo. Nos volv imos ms cercanos y tam b in ms v u l nerables... Pero tam b in es c ierto que c o m e t im o s no pocos e rro res . En la bsqueda de l Reino de Dios nos o lv idamos frecuen tem en te del

    Dios del Reino; en la prosecucin de la Causa de Jess, Cristo y su Espr itu pasaron ms de una vez a ocupa r un segundo lugar y en a lg u no s ca sos ninguno: fu e ro n s u s t i t u i d o s s im p le m e n te por

    un h u m an ism o o una ideologa de tras fo rm ac in social.

    3. El paradigma comunitario

    Difc i lm ente encon tra rem os una vocacin a la VR en la que el ideal de v iv ir con o tros el se g u im ie n to de Jess (la com un idad re lig iosa) no aparezca en un plano des taca do. Y con toda razn pues, al igual que existe un segu im ien to del Se

    or que no requiere este tipo de comunidad, al seguim iento de la VR le es esencial. Tanto que una dificultad seria y pers is ten te en este te rreno sera seal inequvoca de ausencia de vocacin re l ig iosa en un de te rm inado sujeto.

    Pues bien, este ideal de v iv ir en com un idad el segu im ien to de Je ss fue tam bin para bastantes re ligiosos, y sobre todo re lig iosas, eje centra l de su vida y aunque sus m anifestaciones fueron menos visibles que en los dos casos anteriores, nos atrevemos a decir que su incidencia en los procesos interiores de mucha gente no fue menor. Vivir-en-com u- nidad fo rm aba parte del imaginar io vocac iona l p r im e ro y, cuando ese im ag ina r io choc con la dura rea l i dad, produjo muchos desencantos y tam b in num erosas salidas.

    Hoy las cosas han cambiado, pero no siem pre en la direccin correcta. Nos encon tram os f recuen tem ente con el hecho de que, ante la d if icu ltad de las re laciones com unita r ias y los repetidos fracasos a la hora de in tentar superar los, bastantes re l i- giososy religiosas (ms nosotros que ellas) decidieron sin ms que la comunidad relig iosa no era im p o r ta n te, que lo im po r tan te en todo caso era la misin. La comunidad pasaba as a tene r un sentido cuasi-funcio- nal, ta l vez amigable, pero poco ms.

    A este fenmeno, que no es exclusivo de la VR sino caracterstica de la cu l tu ra am b ienta l y heredado de ella, lo han l lamado algunos socilogos bsqueda de enclaves de vida social. "Un enclave de estilo de vida se com pone de a lgunos individuos que comparten algunos rasgos de la vida privada. Sus m iem bros expresan su identidad mediante modelos de apariencia, consum o y activ idades de ocio (...). No son interdepen- d ientes, no actan con jun tam ente en poltica ni comparten una misma historia. Cuando estas caracters t icas comienzan a surg ir, el enclave

  • Vivir-en-comunidad formaba parte del imaginario vocacional primero y, cuando ese imaginario choc con la dura realidad, produjo muchos desencantos y tambin numerosas salidas.

    empieza a trans fo rm arse en c o m u n idad"6. Ms que a un deseo de in- te r re lac in para un proyecto cvico o evanglico parecen re sponde r a una huida de la soledad mediante un co m p a r t i r sec to r ia l pe r fec tam ente "contro lado". Enclave de vida social y comunidad no son, po r tan to , conceptos que puedan in tercam biarse.

    No te n d r a m o s que re c o n o c e r con hum ildad que, en a lgunas ocasiones, nue s tra s co m un idades se han parecido ms a uno de esos en claves que a una verdadera c o m u nidad relig iosa?

    Sea de esto lo que fuere, la p re gunta se centra por ahora en si el paradigma com un ita r io como tal, y

    aun en el caso en que la comunidad relig iosa funcionase perfectamente bien, puede const i tu irse en el "eje vertebrador" de la VR. De nuevo vo lvemos a a f i rm a r que no, que el e le mento com un ita r io y corporativo es esencial en nuestra forma de seguim iento del Seor, pero que l solo no puede ser el fundam en to l t im o que sostenga el edific io de nuestra vida consagrada . Y que de p o n e r lo en l se han seguido num erosas frus trac iones y cr is is vocacionales.

    Ah de jam os po r aho ra el tem a de estos tres p r im eros parad igm as hasta que vo lvamos a e l los con una nueva m irada menos evaluadora ya y ms in tegradora.

    II. UN CUARTO PARADIGMAr.VOCACIQN- CONVOCACION-MISION

    En l es tam os o, al menos, hacia l cam inam os. No es fc il darle un nom bre ms s im p le y contundente ya que este nuevo modelo de VR est fo rm ado por tres d im ensiones que, por una parte, son interdependientes entre s y, por otra, mant ienen una autonom a re la tiva : cada una de las tres posee entidad en s m isma, pero s iem pre en referencia a las otras dos. En cua lqu ie r caso, el nom bre no es lo im portan te .

    Tal vez (y aunque este texto evang l ico no gua rde re lac in d irecta con la VR sino ms bien con el g ru po de los apsto les y en todo caso con la Iglesia) en ningn otro lugar se haya expresado m e jo r este parad igm a que en Me 3,13-15: "A l su bir a la montaa, Jess l lam a los que quiso y v in ie ron donde l (...) [Y los l lam ] para que estuvieran con ly para env ia r losa p red ica rcon el poder de echa r dem onios".

    "L lam a los que quiso": vocacin. "Para que estuv ie ran con l": convocacin. "Y para env iarlos a p red icar y echa r dem on ios" : m isin. He ah los tres e lem entos fundantes de este cuarto parad igm a que que re mos ana l iza r ahora.

    A l c i ta r este texto evanglico no t ra ta m o s de ins tru m e n ta l iza r lo en favor de una de te rm inada teologa de la VR. Es, m s bien, que la v i da re l ig iosa en cua lqu ie ra de sus fo rm a s naci as, como un acontec im ie n to e c les ia l en el cua l se ve ref le jado perfec tam en te ese tr ip le e lem en to de la l lam ada de Jess: un hom bre o una m ujer, y fre cu e n tem en te un grupo de m u je res o de hom bres, exper im entan en su vida una llamada del Seor que los invita a de jarlo todo y segu ir le (vocacin); viviendo jun tos en to rno a l (convocacin); para l leva r a cabo jun tos una tarea pecu l ia r en la Iglesia y en

    FOLLETO CON L/SEPTIEM BRE 2012 5

  • CUATRO PARADIGMASDE LA VIDA RELIGIOSA

    -> el mundo (misin). Las llamadas del Seor no te rm in a ro n con los A pstoles, s iguen vivas en la Iglesia por obra de l E sp r i tu de l R esuc itado. Estos hom bres y m u je res tuv ie ron una experiencia s im i la r a la de los d iscpulos, experiencia que la Ig le sia ha con f irm ado como autntica y hecho suya en cada caso.

    P e rm ta se n o s ahora d ec ir unas palabras sobre cada uno de los tres elementos que conforman este cuarto parad igm a:

    1. Vocacin. Si algo est c la ro en las l lam adas evanglicas, a l igual que en las de nues tros fundadores y fundadoras, es que la inic iativa la toma el Seor. Curiosamente cuando en el Evangelio son otros quienes "deciden" se g u ir Jess, la cosa no suele te rm in a r bien.

    Qu ingenuas nos resu ltan a esta luz algunas expresiones de aquellos aos pasados!: "He optado por la v ida re l ig iosa " , "he decidido de jar lo todo y consag ra rm e al Seor", "he resue lto e n t ra r en la Compaa de Jess", etc. Es c ierto que la opcin y decisin personales son necesarias, pero en ta les expres iones la in ic ia tiva persona l parece ir por delante de la del Seor; nuestra respuesta por de lante de su l lam ada ; el yo y sus p re tens iones por de lante de la escucha y obediencia a Dios. D if c i lm ente se encuen tra hoy un estudio sobre la VR en el que no se de tecte un de te r io ro de esta d im ens in en aque llos aos pasados. Hoy nos hem os hecho ms consc ientes de aque l e rro r .

    Porque ni el segu im iento com unitario de l Seor ni s iqu iera la m isin a la que som os enviados podra oscu re ce r este p r im e r nivel de la vocacin. l sustenta a los otros dos y, aunque re ferido a ellos, ha de m a n te n e r s ie m p re su p rop ia en tidad : Dios es a n te r io r a nosotros, a n te r io r a la c o m u n id a d y a la m is in aunque sea inseparab le de ellas. Y

    es que sin una re ferenc ia pr im era y to ta l a Dios y su l lam ada el resto de nuestra vida se des-fonda y p ie rde signif icacin para la Iglesia y para el mundo.

    2. Convocacin. Un dato ina lienable de la l lam ada a la VR es que se t ra ta de una vocacin con-vocada. S om os p e rs o n a lm e n te l la m a d o s a s e g u i r a l Seor, pobre, c l ibe y obediente, pero con otros, no ind iv idua lm ente ; en Cuerpo apostlico, no por libre. Ello in troduce factores nuevos en esta forma de seguim iento del Seor de los que no podemos p resc ind ir sin tras tocar lo .

    Vocacin y convocacin t ienen su espacio propio, su autonoma re la t iva, pero en la VR no pueden en ten derse a is ladamente. Ni son idn t icas ni son separab les. Uno puede s e n t i r s e p e rs o n a lm e n te l la m a d o por Dios, puede da r le grac ias por ello, tendr que cuidar y cu lt ivar esa vocacin, pero nunca al m argen de que ha sido l lam ado con otros; sin e l los tam poco l sera l lamado. De ah que, en cada caso concreto, vocacin y convocacin tengan la m is ma densidad teo loga l y m is ionera aunque, como ensea la expe r ien

    cia, no s ie m p re nos sea fc il pe rc ib ir lo de esta manera.

    De dnde nace esa d i f icu ltad? Por qu nos cuesta tanto heredar y ge n e ra r idea les com partidos que acten com o m o to r de em presas apost l icas co rpo ra t ivas y no slo de aventuras individuales? Por qu la vocacin puede se r todava fu e n te de consolacin, m ien tras que la con-vocacin no lo es tanto, o t ie n de a ser lo contario?

    Lo que sucede no l lueve del cielo. Suele tener sus causas aqu abajo, unas de t ipo a n tro p o l g ic o o c u l tu ra l y o tras de cuo esp ir itua l. En este caso, la rea l idad soc io -cu ltu - ra l p res iona fu e r te m e n te en cada uno de noso tros hacia el ind iv idualismo, no prec isamente hacia la comunidad o los ideales compartidos. Si a eso aad im os la d if icu ltad in nata que experim enta el se r hum ano para con jugar equ i l ib radam en te indiv iduacin y pertenenc ia nos exp l ica rem os por qu la dif icu ltad de pertenecer es hoy mayor que en otros t iem pos lejanos.

    Pero en ta l p roceso s hay a lgo de lo que somos responsables. Me re f ie ro al necesario d isce rn im ie n to c u l tu ra l capaz de de tectar y se

    6 FOLLETO CON L / SEPTIEMBRE 2012

  • para r lo que de evanglico traen las m utac iones cu l tu ra le s de otras cosas que no lo son. El jus to vive de la fe que acta en la cu ltu ra , no de la cu l tu ra que dom est ica la fe. Toda situacin cu l tu ra l t iene sus pos ib i l i dades y sus lmites. No podemos re chazarlas de plano, ni asum ir las sin ms. (...) Debemos acoger el espr itu de la poca, nunca el C r is t ian ism o ha podido avanzar en contra de l; pero no podem os a s u m ir lo sin d is cern im iento. Tampoco ha sobreviv ido el C r is t ian ism o que se ha iden t i f icado en exceso con la cu l tu ra que lo envuelve y lo p e rm e a "7. Nuestro prob lem a no es ya la acomodacin al mundo sino a Jesucr is to a quien el Espr i tu Santo hace p resen te y contemporneo en el in te r io rd e las culturas, para in te rpre tar las , habitar las y tra n s fo rm a r la s segn l".

    3. Misin, Vocacin y convocacin son para la misin, es c ierto. Pero ser jus tam ente la misin quien su fra las consecuencias de no vivir la desde ellas. No es lo mismo estar en una m is in com o l lam ado y enviado por A lgu ien que es ta r como au tnomo. No es lo m ism o ope ra r en ella desde una comunidad o Cuerpo

    apostlico que discierne el deseo de Dios que como franco t i rado res . No es lo mismo. Vocacin y convocacin bienviv idas modulan poderosamente la m is in y tam b in al enviado...

    Porque, d igm oslo una vez ms, m is in no equivale a traba jo o t a rea, a unque casi s ie m p re los in cluya. Su s ignif icado e t im o lg ico y ms real es envo". Equipararlos es nefasto porque en ta l caso desaparece la re lac in v ita l y re l ig iosa entre quien enva y quien es enviado. Y qu d is t in to es i r a tra b a ja r en la via del Seor (el mundo) en n o m bre propio o en su nombre... ! Tarde o tem prano el xito o el fracaso en nuestro traba jo se volvern contra noso tros en fo rm a de a g o ta m ie n to, de f rus trac in o incluso de xito vaco". Es lo que a f i rm a J. Laplace en un texto lcido y precioso M ientras Jess no llegue a se r para noso tros una persona viva, las obras que em prendam os por l, por muy hero icas que sean, estn abocadas al hund im ien to en tre las a m a rg u ras del fracaso o entre los xitos de la edad m adura. Por eso, antes de dec ir 'yo qu iero hacer esto o aquello ', conviene p regun ta rse quin es l para m. Y vosotros, quin decs que soy y o l " .

    Si vamos en misin "sin l", unas cosas nos saldrn bien porque estamos dotados para l levarlas a cabo. Tendremos incluso xitos, con el pel igro aadido de volvernos autosufi- cientes y engredos. Pero no pasar

    mucho t iempo sin que nos topemos con otras realidades que nos sobrepasan, que nos pueden y que nos devuelven una sensacin real de inseguridad, amenaza, miedo, angustia...

    Que las cosas sucedan as es natu ra l , pero g ran parte de ese poder reactivo y am enazante t iene su causa en nosotros m ism os, no fu e ra: en que accedemos a la realidad sin Dios" y tam poco lo e n co n tra m os en e lla, a l l donde rea lm en te nos espera com o m e d ia d o r" para que la dureza de la vida y de los necesarios com prom isos en ella no nos destruyan.

    En defin itiva, que tam poco la m i sin podra se r el eje es truc tu rado r de nuestro se r y nuestra accin en cuanto re l ig iosos. El caso ms c la ro lo tenem os en los profetas y en el propio Jess para quienes la misin era algo dado en una l lam ada p re via que les consti tu a como ta les8.

    HINQU DICEN LOS TEOLOGOS DE LA VIDA RELIGIOSA?

    El nac im ien to e ins tau rac in de este cuarto parad igm a de VR no es de hoy. Viene al menos de la lt im a dcada de l s ig lo pasado. A su im p lantacin y p rogresiva relevancia c o n tr ib u ye ro n var ios fac to res en tre los que nos gustar a destacar, adem s de l m ag is te r io de la Ig le sia, el de la re f lex in teolgica l ie -

    #181

    FOLLETO CON L/SEPTIEM BRE 2012 7

  • CUATRO PARADIGMAS DE LA VIDA RELIGIOSA

    vada a cabo por m uchos te logos y te logas de los que nos gustara c i ta r aqu a los cuatro s igu ien tes9:

    1. La Vida Religiosa como pasin de Dios

    En 1991, J. B. Metz escrib i un l i- br i to sobre la VR t i tu lado Pasin de Dios. Una joya. En l a f i rm aba que la VR surge en la Iglesia como una rebelin intraeclesial, como una exageracin de Dios, como un juda ism o potenciado'10. A luda con estas m e tforas al dato h is t ricamente co m probab le de que la VR nace en un m o m e n to en que el Dios c r is t iano se hace cu l tu ra l y eclesisticamente aceptable, p lausib le , no rm a l. Ya no es necesario el m a r t i r io para te s t i m o n ia r a Dios, puesto que Dios es un dato aceptado. Aceptado y al m is mo tiempo rebajado", domesticado.

    En un m o m e n to as, la VR nace com o un in tento de devo lve r Dios su ca l idad de A bso lu to , de se r un Dios que no se deja h om o loga r con lo que la cu l tu ra o la Iglesia piensen de l, de m a n te n e r en pie su d iso nancia. En ese sentido calif ica Metz a la VR de rebelin in traeclesia l, una protesta contra la as im ilac in ec le s istica de Dios, contra su adap ta cin a las necesidades de la po l t i ca y de la cu l tu ra .

    Que la VR sea una exageracin de Dios, un ju d a ism o potenciado, son m e t fo ra s que v ienen a s ig n i f ica r lo m ism o. Todo judo piadoso tiene c la ro el p r im e r m andam ien to de la Ley: am ars al Seor tu Dios con todo tu corazn, con toda tu mente, con todas tus fuerzas (...) y a l solo adora rs". Con todo el corazn, con toda tu mente, con todas tus fu e r zas... a l solo... Eso es lo que quiso enca rna r la VR en sus orgenes, para esa exageracin de la im p o r ta n cia de Dios naci. Encarnando h is tr icam en te esa pasin, la VR quera se r en la Iglesia y en el m undo un "m o d e lo p roduc t ivo " para ambos,

    8 FOLLETO CON L /SEPTIEM BRE 2012

    una m et fora p lst ica" del p r im e r y ms importan te ingrediente de to da vocacin cristiana: el am or a Dios y al pr jimo.

    Porque a m a r a l Seor con todo el corazn no presupona el olvido del a m o r a los dems, sino su con dicin necesaria. La VR llevaba im presa en su a lm a una convicc in: que para am ar bien a todo y a todos hay que am ar a A lguien sobre todas las cosas ya que en caso contrario se te rm ina amando mal. Sin ese A m o r absoluto en el que se han de a r t icu la r todos los am ores humanos, estos l t im os se ins trum enta l izan , se

    s Dios, para se r ese "don que el Seor hace a su Ig lesia", segn la be l ls ima expresin del Vaticano II: "Los consejos evanglicos de castidad consagrada a Dios, de pobreza y de obediencia, (...) son un don divino que la Iglesia rec ib i de su Seor y que con su gracia conse rva s iem pre " (Lum en gentium , 43).

    Pero, por qu con ms urgencia que nunca?

    Si a lgo define a nues tro m undo desde el Renacim iento hacia ac, y sobre todo en estos tres l t im os s i glos, es que la primaca de Dios ha quedado sus ti tu ida por la primaca

    Y qu.distinto.es ir a trabajar en(el mundo) en no m bre propio o

    degradan con una facil idad pasm osa. No resis ten el paso del t iempo, las d if icu ltades de la convivencia, la cruz de la vida, etc.

    Pues bien, nuestro convencim iento es que sa sigue siendo hoy la f i nalidad de la VR y ta l vez con ms urgencia que nunca: se r pasin de Dios en el in te r io r del mundo y en el seno de la Iglesia. Para eso la pen-

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  • del hom bre, el cosm os y la tecno- ciencia. Hemos desplazado a Dios de l ce n tro de la v ida y de l cen tro de nues tros co razones y ese d e s p lazam iento no es bueno para la humanidad, opera en su contra. Ese g iro desafa el corazn de la VR. Por eso, cua lqu ie r rep lan team ien to que qu iera hacerse de s m ism a, tanto de su identidad como de su mis in ec les ia l e h is trica, habr de nacer de esa pasin po r Dios, el Dios de Je sucr is to no otro, que dio origen a su nacim iento . Tal es su m ayor y ms rad ica l desafo.

    2. Por el Dios del mundo

    Un poco ms tarde, en el ao 2000,A. Torres Queiruga public otro libro t i tu lado Por el Dios del mundo, en el mundo de Dios. Sobre la esencia de la Vida R elig iosa11. Curiosam ente, otro sacerdote diocesano, al igual que J.B. Metz, se a treve a d e f in ir la esencia de la Vida re l ig iosa de un modo que, con o tro s t rm in o s , te rm in a coinc id iendo con la an ter io r .

    Existen dos fo rm as cristianas fu n dam en ta les de e s ta r en el m undo de parte de Dios y con l: el modo la ico y el modo re lig ioso. Qu se ra lo tpico del p r im ero , de l modo laico? E n ca rna ry encarnarse en las rea l idades que configuran nuestro mundo -m a tr im o n io , fam il ia , po l t i

    ca, economa, etc.- para log ra r as, desde dentro de e l las m ism as, que el m undo sea como Dios lo quiere, como l lo suea. se es el acento laical de la gracia al que alude la segunda parte del t tu lo "en el mundo de Dios". Ah se sita el modo laico de existir c r is t ianamente en el m u n do y en la Iglesia.

    Cul sera entonces el ca r ism a relig ioso, su modo pecul iar de cont r ib u i r a la construccin del mundo que Dios quiere? La expresin "por el Dios del mundo" sugiere que el acento especf ico que est l lamada a encarnar la VR no es otro que Dios m ismo: la confesin de su primaca, de su radical importancia para la construccin de este mundo nuestro. se sera el carisma relig ioso, el modo re l ig ioso de es ta r en el mundo. Al lado de los laicos, y m uchas veces im p licados en sus m ism as tareas, lo nues tro es e n c a rn a r la a f i rm a cin de que nuestro mundo no ser nunca el mundo que Dios suea para el hombre si Dios no est presente en su construccin, si no lo cons- t ru im o s ju n to a l y fundam entados en su amor. El carisma laico foca l iza, por tanto, y pone en p r im e r p lano las es truc tu ras del mundo para hacer de ellas un mundo segn Dios-, el acento relig ioso focaliza y pone en p r im er plano al Dios del mundo con la m isma finalidad. No se trata de dos

    ca r ism as con trapues tos s ino ms bien complementar ios . Cada uno de ellos necesita del otro para lograr su comn objetivo final.

    3. La VR como paradigma de bsqueda

    Dos aos antes, en 1998, apare ci la traducc in de otro l ib ro sobre la VR que obtuvo una gran difusin, El fuego en estas cenizas. E sp iritua lidad de la vida relig iosa hoy, de Joan C h it t is te r , una bened ic t ina n o r te americana que define la VR como un parad igm a de bsqueda12. "La rea lidad es que la vida re l ig iosa nun ca ha pretendido se r s im p lem en te mano de obra de la Iglesia, sino que quera se ru n a presencia abrasadora, un paradigma de bsqueda". Por eso, pros igue ms tarde, cuando lo que hacemos o lo que pensamos hacer, cuando nues tros planes y est ra te g ia s apos t l icas - e m p r e n d i das supuestam ente por el Reino de Dios- sean para nosotros ms im portantes que la bsqueda de Diosy la fide l idad a su Palabra en aquello que hacemos, habr sonado la ms pel igrosa seal de a la rm a. Dios no estara ya en el cen tro de nuestro corazn y, por ello m ismo, tampoco en el centro de nuestra vida y nuestra actividad como el fuego capaz de c a le n ta r e i lu m in a r al m undo y de q u e m a r nuestras propias cenizas.

    La bsqueda esp ir itua l exige que vayamos a l l donde est Dios; y que donde no est l levemos a esa s i tua cin la visin de la que en ese mo-

    FOLLETO CON L/SEPTIEM BRE 2012 9

  • CUATRO PARADIGMASDE LA VIDA RELIGIOSA

    m ent la s ituacin carece. Para ha- ce r to d a s estas cosas, sin embargo, debemos im pregnarnos del espr itu de Dios, v iv ir en ese espr itu y es ta r ms en sintona con l que con la ta re a "13.

    Aclaracin necesaria. Cuando la au to ra a f i rm a que la VR es y est l lam ada a se r una quest fo r God', una bsqueda de Dios, un parad ig ma de bsqueda, ta l a f irm ac in no podra entenderse como un ejercicio esp ir i tua l al m argen de la im p l ica cin humana, sino en el in te r io r de la misma. En caso contrario, muchos

    la presencia, el es ta r con la gente ayudndola a pie de calle, a su m is mo nivel... . Una in te rp re tac in as del papel de la VR en la Iglesia y en el mundo sera, a mi modo de ver, e rrnea. Es en el in te r io r de la v i da, de la im p licac in , de la ac t iv idad ins t i tuc iona l o de la presencia en el m undo donde la VR ha de hacerse bsqueda constante por Dios: cmo ests, Dios, qu qu ie res de nosotros?

    Se tra ta de que nuestra vida haga presente a Dios y la pregunta por l en todo lo que somos y hacemos. T am b in , po r tan to , en el t raba jo

    de nosotros no podram os iden t i f i carnos con ta l defin ic in.

    A c la rac in inn e cesa r ia ? No lo creo. A mi modo de ve r existe hoy un c ie rto pe l ig ro de u t i l iza r exp re s iones como esas para jus t i f ica r a l gunas de n u e s tra s f ru s t ra c io n e s , sobre todo las re la tivas a nuestras instituc iones apostlicas. Lo nuest ro no e ran las in s t i tu c io ne s , por eso h e m o s f ra casado en la ta rea de la evangelizacin. Lo nuestro es

    ins t i tuc iona l cuando ste es asu m ido por razones de ndole apos t l i ca y ca r ism t ica . Que resu lte fc i lo no enca rna r esa pregunta en a l gunas de nuestras instituciones, es ya otra cuestin, bien espinosa por cierto. En todo caso, tampoco es f ci l encarnar la fuera de ellas, pero en ambos casos el p rob lem a est a o tro nivel: en si debajo de las cen izas hay fuego o slo ms cenizas. En ese sentido, s me parece c ierto

    lo que a firm a Jean Lafrance: "El valor de una existencia no se mide por las activ idades, sino por la ado ra cin. El va lo r de una vida es el peso de su ado ra c i n "14. Eso ju s ta m e n te qu iere te s t im o n ia r la VR dentro y fuera de toda actividad.

    4. La VR, un ecosistema en la Iglesia

    Esta vez fue el dom in ico T. Rad- c l i f fe quien defini a la Iglesia bajo la m et fora de bosque tropical, y a la VR como uno de sus ecosistem as15. Lo que confiere su belleza a este tipo de bosques es precisamente la variedad de los e lementos que lo componen. Si fuera un iforme deja ra de se r lo que es, perdera su belleza especf ica. Eso m ism o su cede en la Iglesia.- son las d istintas fo rm as de seguim iento de Jess - la laical, la rel ig iosa, la juvenil , la sacerdota l, etc.- las que constituyen su te j ido in te rno y las que apuntan s in rg icam en te a la belleza d e lJ e - ss total.

    Pues bien, siguiendo esa imagen, cul sera lo tpico de la VR como un pequeo ecosistema dentro de la Iglesia, cul su co lo r y su sonido? C ris to ! "C r is to ayer, hoy y s ie m p re como reza la l i tu rg ia de la noche de Pascua. A l lado de otros ca- r ism as y en com unin con ellos, la VR acenta la centra lidad de C ris to y su Evangelio en la Iglesia y en cada creyente ta l como la puso de relieve Jess y llevando sus propias "m a rcas " (pobreza, castidad y obediencia, vida a la apostlica...). Tal es su vocacin dentro de la Iglesia con vistas al reinado de Dios.

    En otra conferencia suya a los super io res mayores f ranceses16 dice el a u to r que el hom bre moderno, al que podra ca rac te r iza r le un oso como sm bo lo de la fuerza, est v iv iendo de tres h is to r ias acabadas, que no dan ya ms de s: la "historia del p rogreso indefin ido", que est

    10 FOLLETO CON L / SEPTIEMBRE 2012

  • agudizando las d iferencias y c re a n do nuevas pobrezas; la "h is to r ia de la autonoma del se r hum ano , causante de m i l h is to r ias de soledad; y la "h is to r ia de la l ibertad sin t r a bas que est d a n d o lu g a ra nuevas esclavitudes.

    A l lado de l oso, est la m onja. C uen ta R a d c l i f fe que en un via je a La t in o a m r ica oy c a n ta r a una monja en una vig il ia de Pascua, f i gu ra y can to que le co n m o v ie ro n p ro fundam ente . Aque lla monja, d i ce, cuenta otra h is to r ia ", la h is to ria de Jesucr is to . Su canto era "la h is to r ia de un am n al t ie m p o d i la tado de Cristo: Cristo ayer, hoy y s iem pre " .

    A pa r t ir de esos dos prototipos -e l oso y la m on ja - concluye Radcliffe que la oportunidad de la VR est hoy en contar una historia nueva en el inte r io r de otras historias que han perdido ya toda cred ib il idad, o que estn en proceso de perder la. Aunque la evolucin histrica sea lentsima, seguimos teniendo la oportunidad de con ta r h is to r ias donde Dios no sea ya un enem igo del hom bre sino su

    a l iado, una v e rd a dera Buena Noticia.

    El p rob lem a ser c mo narrarlas, cmo en

    ca rna r las en nuestra vida, cmo hacerlas c re b les . Qu po dramos hacer para lograr lo?

    La.bsqueda espiritual.est Dios; y.que donde no est llevemosla visin de la que en ese momento la situacin carece.

    5. Puntos neurlgicos de este nuevo paradigma

    Llegados a este punto, y antes de pasar a mayores concreciones, nos g u s ta r a e c h a r una m ira d a hacia a trs para ve r cmo lo m e jo r de los tres paradigmas anteriores est l la mado a in teg ra rse en este cuarto. Pero en el luga r que le co r respon de, no en otro.

    En p r im e r lugar, el re l ig ioso o re lig iosa de este cuarto paradigma (cuyo eje es truc tu rador es vocacin- convocacin-m is in] necesita c ie r tas "obse rvanc ias " bsicas en su

    vida sin las cuales ni la vocacin ni la convocacin resu ltan posibles a largo plazo. No se trata slo de observancias externas,

    f I que tambin, sino de cultivos internos, espirituales. Porque, co

    mo ha hecho notar el socilogo de la re lig in ya citado, P. Berger,

    las convicciones "her ticas , es decir, distintas de la cultura imperante, slo se mantienen en pie y creativamente si las sostiene una fuerte experiencia in te r io r y una "estructura social de p lausibil idad" que las apoye y confirme. En nuestro caso esa fuerte experiencia personal estara situada sobre todo en la " l lam ada" (que s iem pre es llamada a y llam a da con), m ientras que la estructura de p laus ib i l idad estara ms en la

    comunidad (que s iem pre es com unidad para).

    Es lo que m ode rnam en te se l la ma "c u l tu ra c o n g re g a c io n a l que a la vez que nos da v is ib i l idad hacia a fuera sos tiene nues tra identidad hacia adentro . Y ya se sabe, no hay posib il idad de c rea r cu ltura com part ida sin responsab il izarnos de c ie rtas "observanc ias" tam bin com par t idas . . . Tal es el e lem en to s iem pre vlido de lo que hemos l la mado "m ode lo observancia".

    Sigue siendo im portan te , en segundo lugar, que el re l ig ioso o re l ig iosa ac tua les se s ien tan a gusto en su vida y su m in is te r io , que se desa rro l len in te r io rm e n te y expresen toda su potencia lidad in te r io r sin m uchas de las co rtap isas innecesarias del pasado. Tal fue la aportac in del parad igm a de la au- torrealizacin persona la l que no hay por qu renunc ia r sin ms. Se trata ms bien de s ituarlo en su lugar debido, es decir, no como eje en torno al cua l g ire nuestra vida, sino como resu ltado de la au to - trascendenc ia del yo hacia el Seor y su Evangelio: D ichosos vosotros si...".

    No podrem os ser, en te rc e r lu gar, ve rdaderos segu idores de Je ss sin he reda r de l su lan p ro - ftico, su a m o r p re fe renc ia l por los pobres, en fe rm os y pecadores, su crt ica pro f tica. El re l ig ioso o re - ->

    FOLLETO CON L/SEPTIEM BRE 2012 11

  • fe CUATRO PARADIGMAS P DE LA VIDA RELIGIOSA\V

    -> Ligiosa de este cu a r to pa rad igm a habrn de v iv ir esta pasin de J e ss pe ro s in d e s v i r tu a r la , es d e cir, sin desga ja r la de su eje axial, la l lam ada de Dios. As sucedi en los pro fe tas, com o reco rdbam os m s a rr iba , as suced i en Jess. Ni e l los ni l d e sa rro l la ro n su activ idad pro f t ica desde m o t ivac io nes ideolgicas, o slo ticas, sino desde un yo m andat (P. Ricoeur), es decir, l lam ado y "m andado" por Dios a e je rc e r esa vocacin. Para e l los m is in y l lam ada eran inse parables. Como eran inseparab les el Dios A m o r y la defensa de todas las v c t im as del des -am or.

    Queda dibujado as lo que podra parecerse a un rbo l de cuyo t r o n co salen varias ramas. El tronco sera nues tro cuarto parad igm a: vo- c a c i n -co n vo ca c i n -m is i n vivido segn el ca r ism a de cada co n g re gacin re l ig iosa. Las ram as seran los parad igm as an te r io res que in je r tndose en el t ronco y rec ib ien do de l su ser, al m ism o t iem po lo a l im en tan . A l im en tan al tronco, es c ierto, pero no pueden e r ig irse en eje cen tra l del c rec im ien to del r bol. Su luga r es el que es.

    Pasemos ahora, en este tra m o f i nal, a la pregunta del in ters p rc t i co: en qu tend r am os que ins is t ir hoy para hacer ms fecunda y e f i caz esa vocacin que el Seor nos ha confiado como don para la Iglesia?

    Soy muy consciente de que se t r a ta de los qus y los cmos, p re g u n ta inqu ie tan te por dos razones. En p r im e r lu g a r porque an u n c ia r hor izon tes para la VR sin descender a los m ed ios que los hagan p o s ib les no basta y puede inc luso re s u l ta r f ru s t ra n te . En segundo lu ga r porque no es nada fc i l a t ina r con medios que sean un iversa liza- bles. Confieso, pues, que part ic ipo de ese desasosiego.

    Con todo, y consciente de esa d if icu ltad, propongo tres pistas de ni

    vel in te rm ed io (es decir, que se s i tan entre los horizontes abstractos y las apl icaciones concretas) con la esperanza de que puedan insp ira r prcticas individualizadas para contextos que d i f c i lm ente pueden hom o logarse entre s.

    13 La VR actual necesita provocar procesos de conversin que nos ayuden a re-centrarnos en Cristo de un modo nuevo. No podemos sa lta r a leg rem ente de Jess a la misin sin abrirnos constantem ente al Espritu de Jesucristo en e lla . (Otra form a de a lu d ir a la centralidad del discernim iento como actitud perm anente).

    Esta primera lnea de actuacin nos a lerta contra una tram pa en la que sin duda hemos cado ms de una vez: conectar con Cristo en un p r i m er momento y d ir ig irnos despus a la misin desarrollando en ella otras lgicas d istin tas a la suya. Como si el Espritu de Cristo no tuviera nada que ensearnos en su realizacin! Un telogo tan poco sospechoso en este te rreno como Jon Sobrino nos

    advirti hace ya aos de que el espri tu de la praxis cristiana es tan im portante como la praxis misma. Es decir, que son inseparables. Cmo podra se r la VR en caso contrario un paradigma de bsqueda de Diosy del mundo que l suea?

    Una de las acusaciones ms f r e cuentes que nos vienen de fuera es que la VR activa (no la c laustra l) se ha secu larizado hacia adentro de s m ism a, que ha descuidado su "a l ma", que se ha funcionalizado al se rvicio de causas humanas olv idndose de lo que sera ms suyo segn los te logos citados ms arr iba.

    Sin duda alguna hay mucho de injus to en esas crt icas a veces despiadadas, pero haramos bien en no ce rra rnos enteram ente a ellas. No ser cierto, ta l vez, que algo de eso nos pas en el necesario proceso de renovac in p o s te r io r al Concilio, y que de fo rm as nuevas puede segu ir pasndonos ahora?

    En todo caso es im p re sc in d ib le una precisin. El meollo de la cuestin no estara nunca en que la VR se haya preocupado de las caren-

    l os lo.recordar todo y os guiar hasta la verdam m pleta (. J recibir de lo mo y os lo comunicar

    vosotros (Jn 14,26; 16,13-14

    12 FOLLETO CON L / SEPTIEMBRE 2012

  • cas y t raged ias hum anas como ta l vez no lo hizo nunca sino en que en esa implicacin masiva su anuncio y tes t im on io del D ios -A m or m an ifes tado en Jesucris to hubiera pasado a un segundo plano, se hubiera v u e lto de a lguna m anera irre levante.

    Qu sign if icara entonces la l la mada a re -ce n tra rn os en Jess de un m odo nue vo "? Dnde rad ica esa novedad?

    En la desped ida re la tada por el Evangelio de san Juan, Jess habla largamente sobre el Espritu que enviara a sus discpulos despus de su m uer te : Cuando venga el Parc l ito, el Espr itu de la verdad que p ro cede del Padre, y que yo os enviar de junto al Padre, l dar te s t im o nio de m..." (Jn 15,26); "Os conviene que yo me vaya porque si no me voy, no vendr a vosotros el Parc l ito" (Jn 16,7); "l os lo recordar todo y os guiar hasta la verdad completa (...) recibir de lo mo y os lo com un icar vosotros" (Jn 14,26; 16,13-14).

    La novedad est en que, t ra s la m ue r te de l Jess h is tr ico que actu de P arc l i to para sus d isc pu

    los, no podemos sa l ta r sin ms de su recuerdo pun tua l a la accin. Es esa accin la que debe es ta r t r a n sida tam b in por el encuentro con ese otro Parcl ito (cf. Jn 14,16) que rec ib i de Jess la m is in de ha ce r presente al Padre y con tem po rneo nuestro a Jesucr is to en toda nuestra vida.

    Qu otra cosa es el d iscern im iento esp ir i tua l sino eso? Pero no slo el d iscern im iento puntua l ante algo que necesitamos decidir, sino el d isce rn im ien to perm anente , es decir, el hbito de v iv ir con esa pregunta na/'f incorporada perm anentem ente a nuestro corazn y a nuestra praxis cristiana: cmo ests, Seor?, qu qu ieres de m, de nosotros, en esta c ircunstanc ia concreta?

    Pienso que nada es tan importante para nosotros hoy como ese proceso de conversin a Cristo buscado tan to en la oracin como en el in te r io r de nuestra implicacin y tanto en el plano personal como en el com un itario. Pero no a travs de un s imple retroceso m e n ta la l Jess de la h istoria, sino p o re l encuentro con el Vi

    viente posibilitado en nosotros po re l Espritu Santo. Porque, como afirma VctorCodina citando a K. Rahner "Si no queremos caeren un jesuanismo corto, hemos de reconocer que segu im os a Cristo porque l nos comunica la vida divina, el Espritu. (...) Hoy da se pide una cristologa espir itual, pneumatolgica, que re lac ione a Cristo con el Espr i tu"17.

    A len ta r esos procesos de conversin es sin duda la tarea ms im portante, y tam b in la m s ardua, de esos l de res re l ig iosos de los que tan necesitada est hoy la VR. Pero no slo de ellos, tam bin nuestra, ya que frecuen tem en te somos noso tros , la gente de a pie, qu ie nes m s f re n a m o s las in ic ia t ivas en ta l sentido.

    2a En tiempos de declive [cultural, poltico, religioso] la gente cesa de in vertir energas en un proyecto comn y se vuelve hacia proyectos ms personales re la tivos a l desarro llo y plenitud del yo (...). Carecemos de visin, de modelos, de m etforas por las que vivir. Slo los santos y los msticos viven bien unos tiem pos como estos18.

    Esta a f i rm ac in es muy cierta, no s lo ap l icada a la c o m u n id a d c i v i l sino tam b in a la relig iosa. Que esto sea as t iene mucho de na tu ra l" , es decir, de exp l icab le desde las c iencias soc io -ps ico lg icas. El p rob lem a entonces no est en que las cosas sean lo que son, sino en qu vamos a hacer con ellas, cmo las vamos a procesar. Nos de jaremos l le va r sin ms por la pres in que segregan las c ircuns tanc ias o idearem os otra a l te rna t iva apoyados en el Espritu de Jess resuc itado, el Viviente? ->

    FOLLETO CON L / SEPTIEMBRE 2012 13

  • CUATRO PARADIGMASDE LA VIDA RELIGIOSA

    -> V iv im os -e s c r ib e J. B. L ibnio- m om en tos de paradoja ms que de lgica, de fragmentacin ms que de sistema, de especializacin ms que de visin g lobal, de reconstrucc in ms que de construcc in , de ob jetivos inm ed ia tos ms que de g ra n des metas, de experienc ias re l ig io sas p lu ra les ms que de institucin re l ig iosa norm ativa, de p lu ra l ism o m s que de to ta l idad , de l ib e r ta d ind iv idua l m s que de va lo res colectivos, de novedades ms que de trad ic iones conoc idas"19.

    Expresado en t rm inos de d iscern im ien to esp ir itua l podramos decir que el m a l espr itu" penetra en esa s i tuacin para induc ir en nosotros m ociones a la baja, procesos esp ir i tua les regresivos cons is tentes en una des-inversin de energas en los proyectos de l Cuerpo apost l ico y en una h ipe r- inve rs in de p reocu paciones en las cuestiones del yo.

    Pero, qu hace e l buen e s p r i tu en esa m is m a s i tu a c i n? P o r que tam b in l habita esa realidad y traba ja en ella... Hace ya t iem po que el p lu ra l ism o e ind iv idua lism o cu l tu ra le s (en p r inc ip io sanos) deja ron de ser evanglicamente crea-

    corpo ra t iva en el que la identidad persona l y la de cuerpo apost lico se a l im en ten m u tuam en te

    Es c ie r to : n e ce s i ta m o s visiones com partidas po r las cua les v iv ir y m o r ir , y ta l cosa no podemos espera r la sin ms as im ilndonos al espr itu del t iem po. Hablando de los jesutas comenta un a u to ra le m n , p rov inc ia l en aquel m om ento : Con d if icu ltad som os capaces de c o m p rende r lo que esto puede s ig n i f i car [lo que san Ignacio dice en las Constituciones sobre la uniformidad in te r io r] , pero de hecho la empresa m oderna m ira prec isam ente a este dato como la clave del xito. Una empresa necesita una 'fi losofa ' comn, y objetivos y mtodos com unes. Las reglas y normas especficas llevan s im u ltneam ente a la 'cu l tu ra' de la empresa, a su identidad de cuerpo. (...) Todo e l lo consti tuye la base necesaria para un buen t raba jo en equ ipo "20.

    En estos ltimos aos se habla m ucho de nuestra invisib ilidad cu ltu ra l en el seno de la sociedad. Un autor lo expresaba as de tajantemente: Hombres y mujeres santos

    portante como la parables. Cmo podra ser ia VR en caso contrario un paradigma de bsqueda de Dios y del mundo que El suea?

    t ivos en m uchas s i tuac iones de la VR. Funcionan ms bien como m o to re s de anom a y des in teg rac in hacia dentro de ella m ism a y hacia fuera. El buen espr itu , el Espritu santo , d i f c i lm e n te puede q u e re r eso. Nos inspira ms bien y nos da energa para que m an tengam os en pie el p rops ito" de nuestros fu n dadores; un sentido de pertenencia

    se encuentran en la VR portodas partes; Cuerpos santos no . Por qu?

    La causa p r inc ipa l est, creo yo, en que la p lu ra lizac in hasta el in f in i to en las fo rm a s de ser, a c tu a ry aparece r de una m ism a congrega cin relig iosa la vuelve socia lmente invis ib le" como Cuerpo social. Esa invisibilidad pblica minim iza su im pacto en el contexto c u l tu ra l en el

    que acta y, por otra parte, influye negativamente en el problema de las vocaciones: un Cuerpo soc ia lm ente invis ib le no atrae a fo rm a r parte de l". Neces itam os c recer en una "cu l tu ra de Cuerpo", apoyados en n ue s tra s pa labras y experienc ias fundantes, que nos identif ique ms hacia adentro y tambin en nuestro modo de ser, actuar y aparecer hacia fuera. Los tres verbos parecen m uy importantes.. .

    Es lo que a f irm a el famoso " In fo rme FORUS" en sus conclusiones.- El Vaticano II invit a los relig iosos a volver al espr itu de los fundadores. Si bien es verdad que la mayora de las congregaciones han dedicado gran esfuerzo al estudio de este tema y han avanzado en esa direccin, la ausencia de un compromiso corporativo para responder las necesidades actuales a la luz de los imperativos del Evangelio, contrasta con la visin y la accin colectivas inspiradas po r Dios que sealaron el nacimiento de la mayora de las congregaciones apostlicas, monsticas y contem plativas"21.

    No hay v u e l ta posib le al espr i tu de los fu n dadores que no incluya la re-elaboracin de una identidad corporativa.

    En tal empeo, hemos de devolverle a Cristo el p o d e r de c o n c e n t r a rn o s en to rn o a El para

    poder as ser enviados, no slo como ind iv iduos sino tam b in como com un idades y cuerpos re l ig ioso- apostlicos. Para los dos de Emas fue prec isamente su encuentro con el Resucitado lo que les hizo volver a Jerusaln en busca de sus compaeros. De dnde esperamos nosotros ese m ism o milagro? Bienvenidas sean todas las tcnicas humanas

    14 FOLLETO CON L / SEPTIEMBRE 2012

  • Su Presencia ms cercana, su pasin (en el doble senildo de amor y sufrimiento) apunta a las vcti-

    vctimas

    fermos, los pecadores

    que a l ienten ese proceso con ta l de que no opaquen el medio principal: el conocimiento, a m o ry segu im iento com partidos de Jesucristo.

    3 9 Estar p resentes en los nuevos escenarios de la Pasin de Dios en e l mundo.

    En el In fo rm e c itado se sealan dos condic iones del fu tu ro de la VR en los Estados Unidos y por ex ten sin en todo el Occidente, y ta l vez en todo el m undo:

    Prim era. Una conexin viva, co rporativa con el "espr itu" que dio o r i gen a cada congregacin.

    Segunda. La capacidad de re s ponder a a lguna de las "neces idades humanas bsicas no satisfechas, no resue ltas". Se trata, segn dicho estudio, de dos condic iones v incu ladas en tre s: la p r im e ra sin la segunda no ga ran t iza r a el fu tu ro , y tam poco al revs.

    especial la cercana y defensa_d_c._j_5 ii 5 *

    De la p r im era ya hemos hablado en el apartado anter io r . Vengamos pues a la segunda con una p re g u n ta inicial: si estam os l lamados a ser una hum i lde pero decidida e n c a r nacin de la "pasin de Dios" en el m undo (J. B. Metz), un " re la to de Dios que pasa" (J. Moingt), dnde t iene Dios su pasin en este m u n do? Por dnde pasa ese Dios, bien sea como tem pestad o como brisa?

    Dios es A m or. Su Presencia ms cercana, su pasin (en el doble sentido de a m o r y su fr im ien to ] apunta a las vc t im as del des -am or. En el Evangelio esas v ct imas son los pobres, los enfermos, los pecadores y m arg inados sociales que atraen de un modo especial la cercana y defensa de Jess.

    Quines son esas vctimas hoy...? Por el las pasa Dios. A co m u lga r activam en te con ese Dios apas iona do est convocada la vida relig iosa.

    Con tres p rec is iones necesarias que nos a le jan de p lan team ien tos reduccion istas:

    a) El a m o r de Dios es un iversa l y su oferta de salvacin tam bin. No podemos tr iv ia l iza r este tema p re sen tando un dios sec ta r io que no sera el de Jess. Pero quien quiera leer el Evangelio sin las gafas p re vias de un p re - ju ic io ver cmo ese a m o r un iversa l - y jus tam en te para que lo sea- fija su mirada de un modo especial en los exclu idos de la vida que quiere Dios para todos. Y cmo sera eso posible si los exc lu idos de todo tipo no son los p r im e ros que a tra igan nuestra atencin y nuestro cuidado...? As sucede en Dios, as debe suceder tam bin en noso tros si que rem os "s ign i f ica r" en el m undo su Pasin. A l h ab la r de la "opc in p re fe re n c ia l por los pobres" Gustavo Gutirrez, e l padre de la Teologa de la Liberacin, no quera que desapareciera de esa expresin la palabra "p re fe renc ia l ju s tam en te para sa lvar lo que acabamos de decir. El t rm in o p re fe rencia l no est pensado para a m o rt ig u a r la opcin por lo pobres, sino para s ituarla , a l modo de Jess, en un proceso de un iversa lizac in de la salvacin crist iana.

    b) La segunda p rec is in me parece tam b in im portan te . Los p ro cesos de humanizacin de la sociedad en favor de los pobres se juegan en m uchos lugares sociales, no slo en uno (por e je m p lo en el slo lu g a r que ocupan e llos). Se juega tam b in , y m ucho, en la t r a n s fo r macin del ethos de las clases m e dias por medio de la educacin, la inserc in en sus espacios v ita les, la fo rm ac in de com unidades c r is tianas, parroqu ia les o no, etc. Con una condicin, es c ierto: que nuestra vida y el Evangelio que anunc ia mos en esos medios sea el m ism o de l que ven im os hab lando : el del re ino de Dios cuyos p r im eros dest ina ta r io son los pobres. Porque es

    FOLLETO CON L / SEPTIEMBRE 2012 15

  • NO

    TAS

    CUATRO PARADIGMASDE LA VIDA RELIGIOSA

    -^c ie r to que a veces no somos nosot ro s los que e v a n g e l iza m o s esos m edios socia les sino e l los quienes nos t r a s m i te n su prop io evangel io" a nosotros.

    c) F ina lm ente , cu les sean esas "necesidades bsicas no resueltas" es algo que cambia con los tiempos. En un m om ento determ inado pudieron ser la enseanza y la sanidad, hoy han podido desplazarse a otras. Joan C h it t is te r seala los escenarios s iguientes: "la globalizacin, la ecologa, la esclavitud industrial, la paz, el vaco esp ir itua l y el s e x is m o "22. Los Lineamenta para el prx imo Snodo sobre la Nueva Evangelizacin, por su parte, aluden a los seis s igu ientes: a) el escenario de la cu ltura de fondo (profundamente secularizada, consumista, relativista...); b) el escenario de l fenm eno m igra tor io ; c) el escenario de los medios de com un icacin social; d) el escenario econmico; e) el de la investigacin c ientfica y tecno lg ica ; f) el escenario poltico. El c r is t ian ism o est l la m a do a "teere interpretar, hab itar y tras- fo rm a r" esos escenarios 23.

    Sealar esos escenarios donde la humanidad se juega su presente y su fu turo no signif ica au tom ticam ente que la VR deba abandonar otras instituciones tradicionales cargadas an de sentido. Pero s que esos "escenarios de la nueva evangelizacin" han de convert irse en preocupacin trasversal de todo nuestro ser y hacer en ellas. Tambin seg u ra m en te que pensemos en la creacin de o tras p resenc ias que incidan ms d irectam ente en esas "necesidades bsicas no resueltas" aun a costa de dejar otras... La falta de movilidad en este sentido es una seal clara de la "pobreza de nuestro d isce rn im ien to" (P. Adolfo Nicols).

    T e rm in o ya con una l t im a r e flexin. Creo que, en cua lqu ie r caso, lo que la VR est l lamada a enca rna r en la Iglesia y en el mundo no se sita en el n ivel de los g ra n des proyectos y las g randes pa labras sino ms bien en el nivel de los signos. Signos de lo nuevo que Dios qu iere para nuestro mundo.

    Tal vez en o tro t iem po pud im os p ronunc ia r esas grandes palabras y soar en grandes tra n s fo rm a c io nes como fru to de nuestro trabajo... Hoy no. Socia lmente somos lo ms parecido a una gota de agua en un gran lago, o a un gram o de levadura en una masa inmensa de harina. No caben pues los d iscursos a lt isonantes. Lo que s cabe es la fe y la esperanza en que, puesto que Dios "toc" al mundo en la creacin y "se hizo m undo" en Jesucris to , ya nunca lo dejar de su mano. Lo nuestro es colaborar con l creando seales de su Presencia salvadora. N a rra r una nueva h is to r ia cuyo centro es Jesucristo, en medio de h istorias ya viejas o amenazadas de caducidad: "Jesucris to ayer, hoy y s iem pre" .

    1. Cf. S. P. Arnold, Adonde vamos? Una teologa de la vida consagrada para un tiempo de crisis y esperanza, Paulinas, Lima 2012, p. 14.

    2. La denominacin de estos paradigmas est inspirada en J. Ferdom, "Religious Formation. A Contemplative Realignment": Reviewfor Religious 48 (1989) 698-710.

    3. P. Berger - B. Berger - H.Kellner, Un mundo sin Hogar. Modernizacin y conciencia, Sal Terrae, Santander 1979, pp. 75- 80. A pesar de los aos, este libro sigue siendo importante para comprender los cambios que se han operado en nuestro mundo y sus efectos sobre las identidades modernas. Es una lstima que no se haya reeditado.

    U. Vanse, entre otros, dos excelentes libros de J. A. Merkle, Comprometidos por eleccin. La vida religiosa hoy, Sal Terrae, Santander 1999;

    e Id, Un toque diferente. Los votos en la vida religiosa, Sal Terrae, Santander 2001.

    5. Cf. K. Berger, Jess,Sal Terrae, Santander 2009, pp. 216-219.

    6. R. N. Bellah et Al.,Hbitos del corazn, Alianza, Madrid 1989, p. 397.

    7. . Cordovilla, Crisis de Dios y crisis de fe. Volver a lo esencial, Sal Terrae, Santander 2012, pp. 83-84.

    8 . Cf. P. Ricoeur, Amour et Justice, Editions Points,Paris 2008, pp. 75s.

    9. Retomo aqu casi literalmente lo que escrib hace aos en Presente y futuro de la Vida religiosa": Cuadernos de Formacin permanente 8|2002] 155-176, principalmente 157-163.

    10. Cf. J. B. M etz-T . R. Peters,Pasin de Dios. La existencia de

    rdenes religiosas hoy, Herder, Barcelona 1992, pp. 15-16.

    11. A. Torres Queiruga,Por el Dios del mundo, el mundo de Dios. Sobre la esencia de la Vida Religiosa, Sal Terrae, Santander 2000.

    12. J. Chittister, El fuego en estas cenizas, Sal Terrae, Santander 1998, p. 20.

    13. ib., p. 76.

    14. J. Lafra nce, Morar en Dios, San Pablo, Madrid 1996, p. 87.

    15. Cf. T. Radcliffe, Elmanantial de la esperanza,San Esteban, Salamanca 1998, pp. 51-52.65.181.

    16. Cf. Id, El sentido actual de la vida religiosa": Ecclesia n 2.942 (1999] 632-638.

    17. V. Cod ina, "Elementos para una antropologa pneumtica": Revista

    Latinoamericana de Teologa 28, n 84 (2011)300-301.

    18. M. J. Leddy, Reweaving Religious Life. Beyond the Liberal Model, Twenty-Third Publications, Mystic, CT 1990, p. 24 [citando a Denys Arcand).

    19. J. B. Libnio, "Vida consagrada y mundo de hoy": Testimonio n 243 (2010) 8-9.

    20. F. Meu res, "identidad corporativa S.J. Promover la unin y la cohesin en la Compaa de Jess": Manresa 76, n 300 (2004)254-255.

    21. D. J. Nygren - M. D. Ukeritis, "The Religious Life Futures Project: Executive Summary": Reviewfor Religious 52(1993) 6-55.

    22. J. Chittister, o.c., p. 28.

    23. La nueva evangelizacin para la trasmisin de la fe cristiana. Lineamenta, Ciudad del Vaticano, 2011, n 6.

    16 FOLLETO CON k /'SEPTIEMBRE 2012