cuando estéis angustiados - Élder jeffrey r. holland

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  • 8/3/2019 Cuando Estis Angustiados - lder Jeffrey R. Holland

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    CUANDO ESTIS ANGUSTIADOS

    lder Jeffrey R. Holland

    Del Qurum de los Doce.

    Quisiera hablar de un conflicto universal que puede surgir en cualquier momento y sobreveniren cualquier lugar.

    Lo considero una faceta de la maldad; al menos, s que puede surtir efectos perjudiciales queobstaculizan nuestro progreso, nos desalientan, menoscaban nuestras esperanzas y nosdejanindefensos ante otros males de considerable magnitud. Me gustara tratar este tema,pues no conozco ningn otro recurso que Satans emplee tan astuta y hbilmente como stepara llevar a cabo su obra maligna; me refiero al desaliento que hace presa de nosotros,derrotndonos hasta el punto en que llegamos a creernos incapaces de salir adelante: ensuma, al desnimo y a la desesperacin.

    Al abordar este tema, no es mi intencin descartar el hecho de que, en efecto, existe un buennmero de otras cosas en el mundo que nos producen angustia. En la vida, individual ycolectivamente, as como en el mbito local, nacional e internacional, ciertamente pululanverdaderas amenazas a nuestra felicidad. Sin embargo, lo que me inquieta no son lascomplejidades y problemas que publican los peridicos y que transmite la radio, sino aquellascosas que si bien no aparecen en grandes titulares, son importantsimas en nuestro cotidianovivir, y, por tanto, en la historia de nuestra vida.

    A modo de introduccin, me gustara citar un pensamiento del escritor estadounidense F.Seott Fitzgerald (1896-1940), quien dijo que los conflictos no tienen necesariamente querelacionarse con el desaliento, puesto que ste tiene su propia "bacteria" que lo causa, la cual

    es tan diferente del conflicto en s, como la artritis es diferente de la rigidez de lasarticulaciones(The Crack-Up, ed. por Edmund Wilson, New York: James Laughlin, 1945, pg.77).

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    Todos tenemos problemas y conflictos, pero la "bacteria" del desaliento, empleando eltrmino expresado por Fitzgerald, no yace en el conflicto, sino en nosotros, o -para ser msprecisocreo que yace en Satans, el prncipe de las tinieblas, el padre de la mentira; y l quiereque incubemos esa bacteria en el alma. Las ms de las veces es una bacteria aparentementeinsignificante, pero el problema es que se multiplica, crece y se propaga. De hecho, puedellegar a convertirse prcticamente en un hbito, o sea, en un modo de vivir y de pensar, que escuando produce el mayor dao, ya que entonces comienza a ocasionar una devastacin cada

    vez mayor en nuestro espritu, consumiendo los ms grandes cometidos religiosos quepodamos fijarnos; esto es, los que ataen a la fe, a la esperanza y a la caridad. Nos tornamosintrovertidos y volvemos la mirada hacia abajo, deteriorando as -o cuando menos, mermando-esas grandiosas virtudes cristianas. Nos sentimos desdichados y no tardamos en hacerdesdichadas a otras personas... y Lucifer se regocija.

    Tal como se trata cualquier suerte de bacteria, debiramos recurrir a la medicina preventivapara contrarrestar los progresos de la bacteria del desaliento que se halla en aquellas cosasque nos deprimen. Recordemos el concepto expresado por Dante Alighieri en su obra LaDivina Comedia, en la parte El Paraso, canto 17, que dice: "Cuando la flecha se ve venir deantemano, el impacto que produce es menos fuerte" (Traduccin libre).

    Por lo dems, las Escrituras dicen: Y ngeles volarn por en medio del cielo, clamando en voz

    alta... Preparaos, preparaos (D.y C. 88:92).

    Si estis preparados, no temeris" (D. y C. 8:30).

    El temor forma parte de lo que me propongo refutar en esta ocasin. Vemos que las Escriturasnos ensean que la preparacin o prevencin es una de las armas ms poderosas de las quepodemos echar mano para defendernos del desaliento que puede llevarnos progresivamente ala derrota. Por ejemplo, es probable que nos sintamos abrumados por los problemaseconmicos; pero debemos tener valor y recordar que no somos los nicos que enfrentamos

    esta dificultad. Este tipo de problemas puede ser muy penoso, es cierto, pero tenemos laobligacin -aunque sea para con nosotros mismos- de velar, de manera que no nos resultedestructivo. Tal vez vivamos sin algunas cosas que necesitamos, y nos consideremos en lapobreza; pero tengamos en cuenta lo siguiente:

    Y si la hierba del campo que hoy es, y maana se echa en el horno, Dios la viste as, no harmucho ms a nosotros, hombres de poca fe? (Mateo 6:30).

    Preparmonos, planeemos con anticipacin, esforcmonos, sacrifiqumonos. Empleemosnuestro tiempo y el dinero de que dispongamos en cosas de valor. Aprovisionmonos ahora dela tranquilidad y la paz interior que se esprenden del saber a conciencia que se ha hecho lo

    mejor que se ha podido con lo que se ha tenido. Si trabajamos con ahnco y nos preparamoscon perseverancia, ser muy difcil que nos dejemos abatir. Si nos esforzamos con fe en Dios,en nosotros mismos y en nuestro futuro, edificaremos sobre una roca; y cuando vengan elviento y la lluvia - como de cierto vendrn- stos no nos derribarn. Ahora bien, si nosesforzamos todo lo que podemos y vivimos rectamente, y an as, las cosas todava nosresultan gravosas y difciles, tengamos valor. Recordemos que otras personas han pasado porlas mismas experiencias.

    Nos consideramos impopulares y diferentes? Leamos nuevamente la historia de No yveamos lo que era la popularidad en el ao 2.500 a. de J. C.Se nos presenta la vida como uncamino lleno de interminables obstculos? Leamos nuevamente sobre Moiss. Tratemos de

    figurarnos cun pesada debe de haber sido la carga de tener que lidiar con el faran, y luego,la de vagar cuarenta aos por el desierto. Algunas tareas requieren tiempo. Aceptemos estehecho, y tengamos presente que la escritura dice que todo se cumple; s, todo tiene su fin.

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    Llegar el da en que superaremos los problemas que ahora nos acongojan, en que todoquedar atrs. La vida de otras personas nos da la prueba de ello.

    Nos acosa el temor de que los dems no gusten de nosotros? El profeta Jos Smith podrahablarnos extensamente

    sobre eso. Tenemos problemas de salud? Ciertamente hallaremos consuelo en el hecho de

    que un verdadero Job haguiado esta Iglesia a travs de una de las dcadas ms emocionantesy reveladoras de esta dispensacin. En los ltimos treinta aos, el presidente Kimball haconocido pocos das libres de dolor, desconsuelo o enfermedad. Es censurable preguntarse sil no habr, en cierto sentido, llegado a ser lo que es no slo a pesar de sus problemas desalud sino tambin en parte por motivo de ellos? No ha de infundirnos valor el sacrificio deeste coloso de hombre que ha arrostrado la enfermedad, desafiado a la muerte y a los poderesde las tinieblas, y que, dndole apenas las fuerzas para seguir adelante, ha clamado, comoCaleb: "Oh Seor,todava tengo fuerzas! Dame, pues, ahora este monte!" (Vase "Dame,

    pues, ahora este monte", Liahona, enero de 1980 pgs.122-125.)

    Nos sentimos alguna vez desprovistos de talentos, incapaces o inferiores? Nos ayudara en

    algo saber que todas las dems personas sienten lo mismo, inclusive los profetas de Dios? Alprincipio, Moiss intent oponerse a su llamamiento, alegando que careca de elocuencia paradirigir la palabra. Jeremas se consideraba nio y tena miedo de enfrentarse a la gente. Y deEnoc? Ruego a todos que recordemos a Enoc durante el resto de nuestros das. l fue el jovenque, al ser llamado a llevar a cabo una tarea al parecer imposible, dijo: "Cmo es que hehallado gracia en, tu vista, si no soy ms que un jovenzuelo, y toda la gente me desprecia, porcuanto soy tardo en el habla? . .."(Moiss 6:31.) Pero Enoc era un hombre creyente; hizoacopio de valor y, aunque tambaleante, sigui el camino que deba seguir. S, el sencillo, sintalentos e inferior Enoc. Y he aqu lo que los ngeles llegaron a escribir de l: "Y tan grande fuela fe de Enoc, que dirigi al pueblo de Dios; y sus enemigos salieron a la batalla contra ellos; yl habl la palabra del Seor, y tembl la tierra, y huyeron las montaas, de acuerdo con su

    mandato; y los ros de agua se desviaron de sus cauces, y se oy el rugido de los leones en eldesierto; y todas las naciones temieron en gran manera, por ser tan poderosa la palabra deEnoc, y tan grande el poder de la palabra que Dios le haba dado. (Moiss 7:13.)

    El sencillo e incapaz Enoc, cuyo nombre es ahora sinnimo de suprema rectitud! La prximavez que nos sintamos tentados a considerarnos insignificantes e intiles, recordemos que losmismos temores han acometido a los ms esplndidos hombres y mujeres de este reino.Repito lo que Josu dijo a las tribus de Israel al enfrentarse a una de sus pruebas ms difciles:"Santificaos, porque Jehov har maana maravillas entre vosotros" (Josu 3:5).

    Por otro lado, existe, naturalmente, una fuente de desesperacin de mayor gravedad que

    todas las dems, y que radica en una mala preparacin de ndole mucho ms seria. Es locontrario de la santificacin; es la clase de desaliento ms destructivo tanto en esta vida comoen la eternidad. Me refiero a la transgresin contra Dios, a la depresin o el abatimientoderivados del pecado. El punto crtico en este plano, una vez que reconozcamos la seriedad denuestros errores, ser llegar a creer que podemos cambiar, que efectivamente podemos llegara ser diferentes. El no creerlo es manifiestamente una artimaa satnica para desalentarnos yderrotamos. Arrodillmonos y demos gracias a nuestro Padre Celestial porque pertenecemos asu Iglesia y porque hemos aceptado el evangelio que promete el fruto del arrepentimiento atodos aquellos que estn dispuestos a pagar el precio. El arrepentimiento no es una palabra demal presago; es, despus de la fe, el termino ms alentador del vocabulario cristiano; essencillamente la invitacin de las Escrituras al crecimiento, al mejoramiento, al progreso y a la

    renovacin.

    Desde luego que podemos cambiar! Si la rectitud es nuestra constante, podemos ciertamentellegar a ser lo que queramos. Si hay una lamentacin que no puedo tolerar, es la dbil,

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    lastimera y mustia excusa: "Y qu puedo hacer si as es como soy!' Si hemos de hablar dedesaliento, eso me desalienta a m. Desarraiguemos de nuestros pensamientos eso de: "Esque yo soy as!". He odo esa expresin de labios de muchsimas personas que queran pecar yque hallaron un principio de psicologa que lo justificara. Y quiero dejar en claro que empleo lapalabra pecado para abarcar una amplsima gama de hbitos, algunos aparentementeinocentes, que, no obstante, traen consigo el desaliento, la derrota y la desesperacin.Podemos cambiar cualquier cosa que queramos, y podemos hacerlo muy rpidamente. Otra

    superchera satnica es aquello de que el arrepentirse supone una tardanza de aos y aos. Enarrepentirnos, tardaremos tanto como tardemos en decir: "Cambiar", y en decirlo con laverdadera intencin de hacerlo. Claro que habr problemas que solucionar y restituciones quehacer. De hecho, bien podramos pasarnos el resto de la vida -y sera preferible que as fuera -probando que nuestro arrepentimiento es verdadero mediante un cambio permanente. Enrealidad, el cambio, el progreso, la renovacin, el arrepentimiento, en fin, pueden llegar aformar parte de nuestra vida de un modo tan sbito como lo fue para Alma y los hijos deMosah. Aun cuando tengamos que reparar serios daos, es muy poco probable quemerezcamos el calificativo de "los ms viles pecadores" (Mosah 28:4), que es la forma en queMormn describe a esos jvenes. Con todo, Alma relata su propia experiencia en el captulo 36del libro que lleva su nombre, la cual revela que su arrepentimiento y cambio radical fueron

    tanto sbitos como asombrosos. Mas no erremos en el entendimiento de esto: Elarrepentimiento no es algo fcil que no causa dolor; y no, tampoco, es algo cmodo... es laamarga copa del infierno. Pero nicamente Satans que all mora desea que pensemos que lanecesaria incomodidad temporaria que nos causa el reconocimiento de nuestros pecados esms desagradable que tener que permanecer all todo el tiempo. Slo l podra decirnos: "Nopodrs cambiar.

    No cambiars; pues para cambiar se tarda muchsimo y es muy difcil lograrlo. Renuncia a todoempeo por cambiar, rndete. No te arrepientas. T eres como eres, y basta". Esto, amigosmos, es una mentira que proviene de la desesperacin. No creis en ella.

    Debemos sumergirnos en las Escrituras. All veremos descritas nuestras propias experiencias;en ellas hallaremos espiritualidad y fortaleza, soluciones y consejos referentes a nuestrosproblemas. Nefi dice: "Las palabras de Cristo os dirn todas las cosas que debis hacer" (2 Nefi32:3). Oremos fervientemente y ayunemos con propsito y devocin.

    Algunas dificultades, como algunos demonios, no salen "sino con oracin y ayuno". (VaseMateo 17:21.) Sirvamos a nuestro prjimo. Por paradjica que parezca la admonicin, es real:que slo al servir a los dems podamos salvarnos nosotros mismos. Tengamos fe. "Ha cesadoel da de los milagros? O han cesado los ngeles de aparecer a los hijos de los hombres? Oles ha retenido l la potestad del Espritu Santo? O lo har, mientras dure el tiempo, o existala tierra, o haya en el mundo un hombre a quien salvar? He aqu, os digo que no; porque... es

    por la fe que aparecen ngeles y ejercen su ministerio a favor de los hombres." (Moroni 7:35,37.)

    Elseo, con un poder que slo los profetas conocen, haba aconsejado al rey de Israel cmo,dnde y cundo defenderse de los guerreros sirios. Por su parte, el rey de Siria, turbado por elconocimiento proftico de Elseo en cuanto a sus movimientos, dese librarse del Profeta deIsrael, para lo cual envi a sus soldados a prenderlo. A continuacin cito el relato de lasEscrituras sobre esta expedicin: "Entonces envi el rey all gente de a caballo, y carros, y ungran ejrcito, los cuales vinieron de noche, y sitiaron la ciudad.... y he aqu el ejrcito que tenasitiada la ciudad, con gente de a caballo y carros."

    Desde luego, aquello s era como para desalentar el corazn de cualquiera, de hallarse en ellugar de Elseo. Este, junto con el joven que era su criado, contempl aquel espectculo: unprofeta y un muchacho contra el mundo... y el joven qued paralizado de miedo al ver alenemigo por todos lados; s, dificultades y preocupacin y desesperacin por todos los flancos,

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    y sin modo de escapar. Flaquendole la fe, el muchacho exclam: Ah, seor mo! Quharemos?" Y qu le respondi Elseo? "No tengas miedo, porque ms son los que estn connosotros que los que estn con ellos. Y or Elseo, y dijo: Te ruego, oh Jehov, que abras susojos para que vea. Entonces Jehov abri los ojos del criado, y mir; y he aqu que el monteestaba lleno de gente de a caballo, y de carros de fuego alrededor de Elseo. " (2 Reyes 6:14-17.)

    En el Evangelio de Jesucristo, contamos con ayuda de los dos lados del velo, y esto nodebemos olvidarlo jams. Cuando la decepcin y el desaliento nos agobien -y alguna vez decierto nos agobiarn -, debemos recordar y nunca olvidar que si nuestros ojos fueran abiertos,veramos, hasta donde llegara el alcance de nuestra vista, gente de a caballo y carros de fuegoque vienen con velocidad vertiginosa a brindarnos su proteccin. S, las huestes celestialessiempre estn a nuestro alrededor, en defensa de la simiente de Abraham. Deseo terminar,citando la siguiente promesa de los cielos: "De cierto, de cierto os digo, sois nios pequeos, ytodava no habis entendido cun grandes bendiciones el Padre tiene en sus propias manos yha preparado para vosotros;

    Y no podis llevar ahora todas las cosas; no obstante, tened buen nimo, porque yo os guiar."

    "Ir delante de vuestra faz. Estar a vuestra diestra y a vuestra siniestra... y mis ngelesalrededor de vosotros, para sosteneros. "De vosotros son el reino y sus bendiciones, y las

    riquezas de la eternidad son vuestras." (D. y C. 78:1718; 84:88; 78:18.)

    Oh s, en el sitio "do Dios lo prepar, buscaremos lugar". Y por el camino, cantemos, s, en altavoz; dad glorias al Seor y Dios, y ms que todas el refrn: Oh, est todo bien!" (Himnos deSin, 214.) En el nombre de Jesucristo. Amn.

    (Jeffrey R. Holland, Presidente de la Universidad de BrighamYoung. Adaptado de un discurso

    pronunciado en la Universidad de Brigham Young. Discurso publicado en la revista Liahona en

    enero de 1982, pgs. 7-13.)