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  • 7/29/2019 Cuadernos del Pensamiento Crtico Latinoamericano N 29 Hacia una nueva reconfiguracin de lo global/nacional

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    Como citar este documento: Milln, Mrgara. Hacia una nueva reconfiguracin de lo global/nacional? Historia,

    repeticin y salto cualitativo

    en Cuadernos del Pensamiento Crtico Latinoamericano N 29. CLACSO, abril de 2010.Publicado en La Jornada de Mxico, Pgina 12 de Argentina y Le Monde Diplomatique de Bolivia, Brasil, Colombia,Chile, Espaa y Per.

    HACIA UNA NUEVA RECONFIGURACIN DE LO GLOBAL/ NACIONAL? HISTORIA, REPETICIN Y SALTOCUALITATIVO1

    MRGARA MILLNSociloga y doctora en antropologa. Investigadora del Centro de Estudios Latinoamericanos de la Facultad de Ciencias Polticas y

    Sociales de la Universidad Nacional Autnoma de Mxico (CELA-FCPyS/UNAM).

    Esta intervencin intenta ser una puesta en balance de procesos que en la ltima dcada han hecho ms visible lacrisis civilizatoria que define nuestro tiempo presente. Obedece a la necesidad de preguntarse cmo pensar hoy nuestrotiempo, un tiempo comn en el cual perviven y se reproducen diferencias sustanciales y de diverso signo, no slodiferencias negativas (injusticias, pobreza) sino tambin diferencias positivas por su negacin a incorporarse plenamentea la dinmica totalizante de la produccin capitalista.

    Dos ejes guan estas reflexiones. Por un lado, reconocer la fuerza del capital como relacin social que se impone enel proceso reproductivo de la modernidad, a pesar de la conciencia cada vez mayor del riesgo que comporta en sucamino, el de llevar a la humanidad a la catstrofe. Por otro lado, la persistencia de movimientos y agencias sociales queenfrentan el (des)orden de cosas existente, y que en este enfrentamiento, ya sea a travs de la protesta, la insurgencia,la resistencia organizada o la ensoacin de otro estado de cosas, prefiguran lo que se ha ido denominando o tro mundoposible.

    En este entramado recin descripto, un registro imprescindible es la relacin dialgica entre lo local (nacional) y loglobal; donde lo local puede ser la referencia excntrica al Estado-nacin, simultneamente a la referencia nacional enrelacin al sistema mundo. Vivimos una poca de grandes acumulaciones tericas y prcticas en el esclarecimiento delos contenidos de la emancipacin humana, as como de sus principales obstculos. Desde mltiples vectores desubordinacin y opresin se han ido articulando conocimientos que aportan a la configuracin de lo que sera el otromundo posible. El feminismo crtico y decolonial, las ecologas de saberes, la prctica de la interculturalidad nocolonizante, las experiencias de sntesis colectivas orientadas a la autodeterminacin, las experiencias de economassolidarias y la prctica de lgicas de reciprocidad son algunos referentes para pensar hoy de una nueva manera a lacomunidad humana y sus caminos emancipatorios. Son algunas maneras de andar hacia una realidad incierta yexperimental, donde haya un re-encuentro con la naturaleza humana y no humana. Eso que queremos denominarposcapitalismo.

    Al mismo tiempo, encontramos poderes econmicos y polticos ultraconcentrados, nos acercamos a los lmites de lacrisis medioambiental, presenciamos el agrandamiento de las desigualdades sociales, los lmites de la poltica en lasdemocracias capitalistas, la tozudez de un entendimiento del mundo como mero presente, de una nocin de la historiacomo una competencia hacia una cumbre ilusoria. Se trata de un tiempo sin duda singular, que llama a la accin y a lainvencin de otros horizontes.

    CRISIS DEL MODELO DE LA MODERNIDAD REALMENTE EXISTENTE Y SUS POLTICAS DE RECONSTITUCIN

    1Fuente: El texto publicado en este Cuaderno se public en el tercer nmero de la revista Crtica y Emancipacin. Buenos Aires,

    CLACSO, 2010 y est disponible enwww.biblioteca.clacso.edu.ar.

    http://www.biblioteca.clacso.edu.ar/http://www.biblioteca.clacso.edu.ar/http://www.biblioteca.clacso.edu.ar/http://www.biblioteca.clacso.edu.ar/
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    Adhiero a una concepcin de la modernidad que la sita como una forma histrica de totalizacin civilizatoria de la

    vida humana, cuyo origen se remonta a un momento de la civilizacin europea en el que, a partir de un cambiotecnolgico indetenible, se inicia una transformacin de la relacin del ser humano con la naturaleza. Esta transformacinse basa en una organizacin del conjunto de la vida humana que se gua por lo que se conoce como el progreso de lasfuerzas productivas y de la tcnica abrindose un horizonte de abundancia que aparece por primera vez en la historiahumana (Echeverra, 1995).

    Dos procesos coadyuvan y acompaan a esta configuracin capitalista de la modernidad: por un lado, la invencindel otro, el brbaro, el salvaje, el indio; esta construccin del otro inicia con la invencin propia de Europa adentro deEuropa, el des-cubrimiento de Amrica, la invencin de Amrica, el orientalismo, en una compleja construccin dereferencialidad mutua en la cual se genera la hegemona de lo que llamamos lo occidental, tambin el norte (o lo norte).En este proceso, la idea de civilizacin como colonizacin se despliega como una idea-fuerza que de distintas manerasllega hasta nuestros das.

    El otro proceso que constituye la configuracin de esta modernidad capitalista es la que podramos enunciar

    siguiendo a Horkheimer y Adorno, en la forma y el sentido patriarcal: en que el intelecto que vence a la supersticindebe dominar la naturaleza desencantada. [En que] el saber, que es poder, no conoce lmites . [] La tcnica es laesencia de tal saber [que aspira] al mtodo, a la explotacin del trabajo de los otros, al capital (1969: 60).

    Instrumentalidad radical, invencin-objetivacin del otro, pasan por el vector diferencial de gnero que deja de ser unadiferenciacin con jerarqua de complementariedad, para pasar a ser la primera forma de diferenciacin jerarquizadahacia la subordinacin.

    Al propio objeto de la crtica de la economa poltica, esto es, la construccin de la actividad humana como trabajosujeto a la explotacin, se le agregan los procesos de colonizacin, androcentrismo, racionalismo, heteronormatividad,como los fundamentos cada vez ms evidentes y contestados de la modernidad capitalista.

    Estos fundamentos complejos re-modelan el sentido de la vida misma, anteponiendo la valorizacin del valor, lapresencia y la vida del hecho del capital sobre lo que podemos denominar el mundo natural de la vida, es decir, sobrelos seres humanos concretos. El sentido mismo de lo humano aparece desde entonces como un campo en disputa,

    como un dilema por resolver o, al menos, como un proyecto inconcluso y en constante tensin.Walter Benjamin usa el concepto de ensueo o de mundo soado en su consideracin de que la modernidad es el

    nuevo embelesamiento del mundo. Esta dimensin propiamente del imaginario cultural de la modernidad es retomadapor Susan Buck-morss para avanzar una idea que a mi parecer es muy clarificadora. Ella plantea que en contra de laidea generalizada y simplista de la victoria de occidente en la guerra fra y el triunfo del capitalismo sobre el socialismo,el experimento histrico del socialismo se encontraba tan profundamente arraigado a la tradicin modernizanteoccidental que su derrota no puede sino poner en tela de juicio la totalidad de la narrativa occidental (Buck -Morss, 2004:16).

    Es el sueo desarrollista de la modernidad el que se pone en juego. Pero el sueo desarrollista no slo es el que secentra en el industrialismo para resolver el dilema de la humanidad. Se acompaa de una forma poltica, un dispositivoque funciona articulando la totalidad de manera antagnica, formando bloques en competencia y creando continuamenteal enemigo contra el cul las polticas de Estado requieren de la seguridad nacional, la centralizacin del poder poltico y

    el tutelaje de las masas.La puesta en cuestin de la totalidad de la narrativa occidental por el fin de la guerra fra se recompone entonces a

    travs de otras narrativas que adquieren centralidad, y que permiten, hasta cunto tiempo ms?, el decurso de lamodernidad desbocada. Si la guerra fra para el llamado tercer mundo implic la intervencin militar directa, el apoyoirrestricto a regmenes de derecha, las presiones econmicas, la desestabilizacin y los golpes de estado a los gobiernosno alineados, la era del libre mercado global reinscribi la lgica del enemigo, sin eliminar del todo la anterior. Lasnuevas guerras contra el narcotrfico y, tras septiembre de 2001, contra el terrorismo, donde, como se ha visto, selegaliza (y reifica) la tortura, son parte de esta rearticulacin del horizonte del antagonismo.

    Las llamadas polticas de seguridad nacional que permi ten la violacin cotidiana de los derechos humanos de laspoblaciones, la judicializacin y criminalizacin de los movimientos sociales de protesta o en resistencia, la represinselectiva y desaparicin de dirigentes sociales, la militarizacin y paramilitarizacin del campo y las ciudades en la gran

    mayora de nuestros pases son las caractersticas de lo que el zapatismo ha identificado como la cuarta guerra mundial.

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    El Estado neoliberal toma la forma de un Estado democrtico de excepcin, que protege a los ciudadanos con el ejrcito

    y nuevas policas de lite, lo cual slo garantiza la ecuacin que dice: a mayor seguridad nacional menos derechoshumanos y civiles.Nuestros gobiernos neoliberales llevan al punto el nuevo modelo de acumulacin por desposesin (Harvey, 2005),

    como sabemos: el borramiento de los lmites entre Estado y corporacin privada, que ha tenido como fin una grantransferencia de la riqueza pblica a manos privadas de corporativos multinacionales, entre otros medios a travs de uncreciente endeudamiento; el ahondamiento de la brecha entre los inmensamente ricos y los pobres muy pobres; lacategora de poblaciones dispensables, de territorios dispensables; y un nacionalismo agresivo que gasta mucho endefensa y seguridad y en propaganda televisiva y meditica, para no gastar en educacin y salud. Por supuesto, en estaforma de poder estatal, las poblaciones estn impedidas de constituirse en parte de la socialidad instituyente de formasde vida y de poltica, a la vez que son lanzadas a resistir y enfrentarse con poderes globales que son los que imponen ygestionan los mega proyectos que constituyen la actual propuesta de desarrollo, a veces incluso, propagandizadoscomo desarrollo eco-sustentable.

    El Estado neoliberal, por su propia naturaleza, demanda la autoorganizacin de la sociedad a travs de programasque fomentan redes populares y agrarias reinscriptas en un nuevo modelo de control asistencial. Junto con lostrabajadores desaparecen sus derechos, y aparecen en cambio los programas de solidaridad de un asistencialista, en mipas (mxico) bajo el logo de para vivir mejor. El Estado neoliberal en Amrica Latina reinscribe muy rpido y demanera ultraeficientista en su propia retrica las demandas de la sociedad civil. Retomando las consignas de solidaridad,del vivir mejor, de inclusin y de equidad (incluso de gnero), establece los mecanismos para no reconocer derechos,trasladar responsabilidades al mbito ambiguo del altruismo y el tercer sector y, adems, convertir a los movimientossociales en contenciosos.

    LAS CONTESTACIONES AL PRESENTE ESTADO DE COSAS

    El modelo de acumulacin por desposesin se caracteriza por la lucha por el espacio urbano, la tierra y el territorio. Al

    despojo y desposesin de recursos naturales, del territorio, del paisaje, de los centros ceremoniales, acompaan losprocesos de desposesin por endeudamiento, manipulacin del crdito y acciones, la evanescencia de las bolsas. Setrata entonces no slo de una empresa neoliberal, sino tambin neocolonial y neoimperial, como muchos autores hansealado.

    Para Amrica Latina, ello implica un vuelco hacia el modelo extractivista la minera, los hidrocarburos, y al modeloagro-productor con las bio-tecnologas, como el modelo sojero, lo cual implica una lucha por el territorio en lo que puedeser entendido como una expansin de las fronteras y una reactualizacin de la tipologa del enclave, directamentevinculado con el centro (Svampa, 2009). Los mega-proyectos, avalados por los consorcios mediticos como ruta paradescubrir nuestras riquezas, ya sea como el tesoro escondido en la campaa meditica de Felipe caldern paraavanzar su proyecto de privatizacin del petrleo en Mxico, o como las reconfiguraciones exotizantes del eco-turismoque se muestran como aliadas de la naturaleza; proyectos que tienen en comn no tomar en cuenta a las poblacionesimplicadas, con las cuales, sin embargo, generalmente se topan en procesos organizativos de resistencia.

    Todo lo hasta aqu descripto reactualiza la nocin de territorio y moviliza resistencias de diversa ndole: la guerra delgas y la del agua en Bolivia; los ahorristas, asamblestas y piqueteros en Argentina; la negativa de la comunidad deAtenco a vender sus tierras para la construccin de un mega aeropuerto en Mxico; la toma de Oaxaca capital por unmovimiento magisterial que rpidamente se convierte en la Asamblea popular de pueblos de Oaxaca, Appo; elenfrentamiento en defensa de la Amazona peruana en la zona de Bagua en junio 2009; por mencionar algunosmovimientos y slo de este continente que defienden sus derechos a formar parte de la definicin y puesta en prcticadel modelo de desarrollo.

    Lo que es nuevo, a mi parecer, es que estas resistencias locales muy pronto se convierten en alientos globales de unhorizonte an fragmentario de eso que se denomina ya otro mundo posible. Como sabemos, los movimientos socialesson prcticas y discursos que intervienen en la arena de lo poltico, modificando los imaginarios colectivos y ampliandolos espacios de la representacin del mundo. Esto provoca transformaciones en los sujetos que participan en ellos, a

    travs y en contra de las sedimentaciones socio-subjetivas que los conforman. Los movimientos sociales son

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    intervenciones tendientes a modificar la interpretacin del orden nacional e internacional, local y global, y muy

    singularmente tambin, intervenciones en lo cotidiano, conformando marcos ticos, identitarios y subjetivos otros, siendoel asidero de lo que podramos denominar un nuevo horizonte civilizatorio:

    Una actitud tica de resistencia y rebelda frente al modo capita lista de la vida civilizada [] una toma departido por el valor de uso de la vida y la forma natural de la vida humana [y de la vida toda] y en contra dela valorizacin capitalista del mundo y esa vida (Echeverra, 2006: 263).

    En este contexto, los movimientos sociales han sido novedosos porque dan cuenta de una nueva heterogeneidad delos sectores subalternos, de las clases medias populares, un contorno multiorganizacional y la confluencia, pormomentos, de diferentes matrices poltico ideolgicas en un espacio comn.

    Tanto los movimientos sociales como la teora crtica apuntan a horizontes emancipatorios que exceden el campo delo que hasta ahora se ha instituido como lo poltico, para aunar a la crtica de la economa poltica un proceso complejo y

    abierto de decolonizacin cultural, de cuestionamiento al modelo de desarrollo, de replanteamiento de la relacin con lanaturaleza, tanto la naturaleza humana como la no humana.

    Pensar nuestro tiempo hoy implica avanzar poltica, epistemolgica, ontolgicamente, en vertientes creativas,interculturales, multidimensionales. En ello confluyen en las ltimas dos dcadas la praxis y la teora. Si el movimientozapatista fue pensado como el primer movimiento poscomunista, las epistemologas del sur, la hermenutica diatpica(Santos, 2009), la transcrtica (tapia et al., 2009) podran ser consideradas como desplazamientos tericos que corres-ponden a este cambio de paradigma, donde cada vez es ms evidente que la teora social no se sostiene como meraacumulacin academicista, sino como energa y fuerza orientada a la construccin-enunciacin de otro(s) mundo(s)posible(s).

    El mundo global alter que se autoconvoca en los Foros Social mundiales, y que tiende puentes entre una diversidadimportante de gneros, lenguas, colores de piel y visiones de mundo, converge en la necesidad de ir dibujando un mundoposible, poscapitalista y muy probablemente post-Estado-nacin. La red global de contrainformacin es una herramientaimportante en un mundo donde los medios son altamente monopolizados. La interaccin informativa y el conocimientolibre son partes esenciales de la construccin de ese otro mundo posible; una nueva cultura poltica alterna alcorporativismo, autnoma, por fuera de las vas estatalistas, impulsa sistemas de economa solidaria que incluye elcomercio justo, la banca popular, las empresas asociativas, el microcrdito, dentro de una tica que poco a poco se vaextendiendo.

    Muchas de las experiencias de los movimientos sociales de las ltimas dos dcadas despliegan ciertas formascomunes, como la accin directa, nfasis en la autonoma, en la autodeterminacin, en la comunalidad y horizontalidadde la representacin, en la dispersin del poder. Las dimensiones de lo local son mltiples; pueden referirse a laautonoma territorial presente en una fbrica tomada, o en los caracoles y las juntas de Buen gobierno zapatistas.Territorialidad de la contrahegemona. Todas ellas son experiencias valiosas de donde hay mucho que aprender entrminos del ensayo y error que implica lo que me parece estamos viviendo: un incierto y lento salto cualitativo

    civilizacional.Amrica Latina presenta no slo bolsas creativas llenas de resistencia, como las llama Submarcos, en respuesta alas bolsas de valor del sistema financiero dominante, sino tambin concreciones de estas resistencias en la toma delpoder del Estado. es decir, en Amrica Latina se experimenta hoy da la prefiguracin de un estado-nacin (quiz esmejor llamarle nacin (Es)tado, que al estar comprometido con la traduccin de su mandato (autodeterminacin de lascomunidades concretas) sea por primera vez un poder central coadyuvante en la dispersin del poder, es decir,facilitador del poder (diverso) societal-comunal. Pero ese Estado tambin debe recorrer de manera decidida el camino dela decolonizacin cultural, que es el de la deconstruccin con el embelesamiento de la modernidad industrializada. esdecir, un que transite de la defensa de los recursos naturales frent e al corporativo local-global, hacia la consideracinde lo que hoy llamamos recursos naturales como nuestra naturaleza no humana, pero igualmente viva y con necesidadesy derechos.

    ALTERNATIVAS LOCALES, IMPACTOS GLOBALES

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    Qu tanto de este nuevo imaginario de otra poltica, que es tambin otra manera de entender la vida (y de convivircon la muerte), es decir, de entender el pasado y la promesa que contiene la natalidad de lo nuevo (Arendt, 1958),decolonial, despatriarcal, intercultultural, y abierta a las dimensiones no seculares de cosmogonas no modernas, son ypueden ser recuperadas por los Estados ah donde las luchas y movilizaciones por la representacin ha fortalecido lareforma del Estado?

    Una de las derivas es aquella que sostiene la centralidad productivista como motor del movimiento del capitalismo,tanto de su prctica como de su ideologa. Los proyectos redistributivos eluden la crtica a esta centralidad, y proponencorregir la desigualdad social mediante un incremento del excedente que ser la base de una redistribucin nivelatoria.No trascienden el horizonte de formacin societal productivista, y ello se constituye, a la larga, en un lmite para laformacin real de una sntesis societal otra, indita hasta hoy da, poscapitalista.

    As, el proceso que estamos esperando es aquel que, por un lado, recupere la nacin para sus poblaciones (es decir,nacionalice sus recursos naturales y los vuelva pblicos revirtiendo el proceso de desposesin), pero, por otra parte, al

    mismo tiempo intervenga y cuestione el modelo de desarrollo del cual participa. Esa tensin inherente del poder delEstado en el momento actual no puede dejrsela slo al Estado. Por ello mismo, los representantes deben mandarobedeciendo. La soberana es, entonces, un ejercicio constante de movilizacin y enunciacin de ese nuevo mundo, nocomo cambio inmediato, eso es cierto, sino como paciente ejercicio cotidiano.

    La transformacin societal a la que apunto requiere de la movilizacin constante, as como tambin, de compromisosclaros del Estado en su propio proceso de transformacin. Se trata de un Estado que debe enfrentar fuertemente lareaccin desconstituyente que los portadores de antiguos privilegios le imponen, al tiempo que debe dar paso a lasformas instituyentes del poder societal que es diverso.

    Lo sealado no es nuevo, repite los peligros de ciertas conformaciones histricas en nuestra cultura polticalatinoamericana en lo particular y moderna en lo general: la expropiacin de la soberana del pueblo por parte del Estado,la concentracin del poder poltico, el caudillismo, el desmantelamiento y la divisin de los movimientos sociales por partedel Estado, sin duda.

    Sin embargo, quiero pensar que hay dos componentes nuevos que marcan una diferencia: por un lado, el lmite realdel mundo de la vida en el presente modelo de desarrollo y, de manera simultnea, la fuerza con la que la vida hoy esentendida no como un modelo de desarrollo, sino como equilibrio consigo misma; quiero pensar que hoy da estamosmucho ms cercanos a una verdad contrahegemnica, que es en s misma holstica, y que desestabiliza, tanto en elnorte como en el sur, tanto en oriente como en occidente, el embelesamiento por la modernidad capitalista, suspromesas y sus dicotomas.

    Una verdad que pueda sustentar el sobrepasar lo que seala de una manera muy clara Slavoj iek: es ms fcilpensar e invertir ms dinero e ingenio en cmo resolver la siguiente catstrofe a la cual nos lleva el capitalismo, quepensar en modificar el capitalismo mismo.

    Desde muchos registros diversos, tanto disciplinarios como de movimientos sociales, caminos espirituales e inclusodesde polticas de organismos internacionales, se va articulando un terreno comn, me parece, y es el que apunta arecuperar el mundo concreto de la vida como centro del ordenamiento del mundo. Desde distintas experiencias desubordinacin se compone de manera fragmentaria el contenido de esa forma deseada por la gran mayora de lahumanidad, y que no puede clausurar los contenidos de la emancipacin, sino apenas incitar a sus formulacionesplurales.

    Los horizontes posibles de transformacin civilizacional desde luego se articulan de una manera central eimprescindible con el modo indio, negro, oriental, es decir, no occidental, de pensar y estar en el mundo. Pero lejos depensar a los occidentales como entidades claramente definidas, de lo que se trata es de reconocernos todos comoterritorios cruzados, mezclados, ambivalentes, donde no ha enraizado del todo el desencantamiento del mundo y dondela relacin intersubjetiva con el entorno emerge incluso en el marco de los procesos de autodeterminacin y de gestinde la vida cotidiana.

    Aprendiendo pues de las distintas experiencias de subordinacin se producen recursos que sean facilitadores deladvenimiento de esta nueva cultura, una que vaya domesticando poco a poco a la fuerza que nos ha domesticado a

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    todos, es decir, al capital: porque hoy, como bien lo sealan las feministas chicanas, que reivindican la identidad liminal

    de lo mezclado en contradiccin con lo hegemnico, de lo que se trata es de saber qu ponerle delante al dinero.La desestabilizacin del sujeto universal abstracto del que hablamos, sujeto que es blanco y masculino, no se articulacomo el reverso identitario, no transita por un choque de civilizaciones que amenaza a la humanidad. No plantea echarpor la borda al pensamiento occidental sino redimensionalizarlo, provincializarlo (como sugiere dipesh chakrabarty) ocomprenderlo como un localismo globalizado (como plantea Boaventura de Sousa Santos). por ello, el salto cualitativo,que da pasos hacia un nuevo horizonte civilizacional, inicia con la idea de por un mundo donde quepan muchosmundos, completada por la idea de que ninguno de estos mundos domine a los otros.

    Ello nos llevar, con suerte, a una idea de comunidad, no porque nos pertenezca algo en comn, algo queposeemos, sino porque comn y compartida es nuestra obligacin, una obligacin comn, un don irrenunciable, que es laresponsabilidad por el otro (esposito, 2009); comunidad como el amor por el mundo (Arendt, 1958). Son estos losposicionamientos resistentes al hecho del capital. Pensando as, desde un eclecticismo radical, podemos construir denuevo una nocin de equilibrio; la que ya se asoma en los derechos de la naturaleza, manera propiamente moderna de

    restituir el encantamiento del mundo.

    BIBLIOGRAFA

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