cronistas de indias

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Page 1: Cronistas de Indias
Page 2: Cronistas de Indias

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

CRONISTAS DE INDIAS por

el Profesor D. Francisco Márquez Villanueva (Autor del texto base)

y Luis Madrid

(Edición: revisión crítica del original, correcciones ortográficas y sintácticas, revisión bibliográfica, y aclaraciones, correcciones históricas y comentarios añadidos entre

paréntesis en cursivas)

Basado en los apuntes de una asignatura del mismo nombre de Preuniversitario, curso 1958-59, dirigida por el primer autor en el Colegio

San Francisco de Paula de Sevilla

Marzo-Mayo 2013

Page 3: Cronistas de Indias
Page 4: Cronistas de Indias

   1   

   

Presentación

El texto que sigue se ha escrito siguiendo casi textualmente los

apuntes procedentes de un curso sobre “Cronistas de Indias” impartido por

el autor principal en el colegio San Francisco de Paula de Sevilla durante el

curso académico 1958-59, formando parte de lo que entonces se llamaba

Curso Preuniversitario. He considerado que el extraordinario nivel del texto

merecía que fuera conservado y difundido, especialmente considerando los

contenidos poco objetivos, históricamente hablando, de la enseñanza en

Historia española durante aquellos años de la dictadura franquista. En

aquellos años cualquier texto sobre la conquista de América destinado a la

enseñanza escolar estaba tan impregnado por la llamada “Leyenda Rosa”

que era realmente difícil saber con un mínimo de objetividad lo que allí

pasó, y cualquier aspecto negativo era inmediatamente achacado a la

“Leyenda Negra”. Creo que aquellos españoles que pasaron a las Indias,

bien buscando fortuna en aquellas tierras u obligados por encargos de

gobierno de la autoridad real, quedan dibujados en estas páginas como

gentes de su tiempo, ni ángeles ni demonios, con sus miserias y sus

grandezas, pero que llevaron a cabo un trabajo que apenas resulta creíble

que pudiera llegar a hacerse con los medios de la época por unos pocos

miles de personas. En uno de los apéndices añadidos al final se da una

estimación del número de españoles que pasaron a América en el siglo XVI

– estimación que procede a su vez de una de las fuentes que también he

consultado –, pero pienso que es un número bajo. En uno de mis

comentarios intercalados en cursivas hago referencia a otra estimación

encontrada en varias de las fuentes que he consultado y que se me antoja

más real. Se cometieron muchos crímenes sin duda (incluso entre los

propios españoles), en muchos casos del tipo que ahora se llamarían

genocidios, pero no muy diferentes de los que se cometían en las guerras de

Page 5: Cronistas de Indias

   2   

   

la época entre las naciones del Viejo Continente (crímenes que

probablemente no se aceptaban como tales, sino como actos de guerra

“normales”), por no hablar de otras guerras ocurridas mucho más

recientemente. También hay que citar en el lado negativo el contagio

involuntario de enfermedades que allí no se conocían, y que mermaron

considerablemente la población autóctona. Pero al mismo tiempo se

dictaron leyes para proteger al indígena, se procesó y condenó a numerosos

conquistadores por los abusos cometidos contra los indígenas, etc., y quizás

no muchas potencias con pasado colonial puedan decir algo parecido.

Bartolomé de las Casas consideraba la conquista de América como una de

las “maravillas” del mundo, al mismo tiempo que la definía también como

“la destrucción de las Indias”.

He tenido especial cuidado en respetar el texto original, limitándome

a algunas correcciones de redacción, ortográficas o de puntuación, o

escribiendo algunos nombres con la ortografía admitida actualmente.

También he intercalado, entre paréntesis y con otro tipo de letra para que

sean distinguibles, diversos comentarios, aclaraciones y algunas

correcciones de lo que me parecían errores históricos, de acuerdo con mis

consultas en varios textos a mi disposición (Enciclopedia Universal Salvat,

Diccionario de la RAE, diversos textos sobre el reinado de Carlos V, etc.) o

recogidos de internet (páginas web de universidades y otras entidades

académicas latinoamericanas, escritores de ese origen, Diccionario Breve

de Mexicanismos de la Academia Mexicana de la Lengua, páginas

bibliófilas como la International Federation of Library Associations, la

Sociedad de Bibliófilos Chilenos, etc., publicaciones del CSIC, la Revista

de Filología Española, revistas de Historia, etc.; en algunos casos en que

estaban accesibles en internet, he consultado obras de los propios cronistas

comentados, o textos legales que se conservan concediendo las

Page 6: Cronistas de Indias

   3   

   

“capitulaciones” a los conquistadores). Cuando en el texto original aparece

una contradicción al comparar con la popular Wikipedia, dicha

contradicción la menciono como posible solamente, a no ser que me la

confirmen otras fuentes. Generalmente no cito las fuentes consultadas, pues

tampoco pretendo escribir una obra científica estricta, sino más bien un

texto que querría fuera ameno al mismo tiempo que informativo. El texto

original, obviamente, recoge información procedente en gran parte de

cronistas de la época, como corresponde al título original. Como explico en

alguno de esos comentarios intercalados, aunque he corregido algunos

errores ortográficos, he evitado a conciencia sustituir en el texto (aunque sí

lo he hecho en mis comentarios) las palabras “Méjico” y derivados por las

actualmente consideradas más correctas “México” y sus derivados, en aras

de una mayor fidelidad con el texto original. Por la misma razón he

preferido utilizar el término “azteca” en vez del de “mexica”,

probablemente más correcto y preferido actualmente, como explico en uno

de los comentarios intercalados entre paréntesis.

La división en “temas”, que responde al programa que fue el oficial

en aquel año de 1958 para el curso preuniversitario, la he respetado

literalmente, aunque fácilmente podrían haberse llamado “capítulos”. No

obstante he añadido, en sendos apéndices, dos textos procedentes de

publicaciones recientes, mencionando obviamente las procedencias y

autores, referentes a dos personajes a mi juicio insuficientemente tratados

en el texto original, Juan Ponce de León y Núñez de Balboa. Con ello

pretendo hacer justicia a estos dos exploradores.

Luis Madrid

Page 7: Cronistas de Indias

   4   

   

Page 8: Cronistas de Indias

   5   

   

ÍNDICE DE MATERIAS

 

TEMA I: EL IMPERIO ESPAÑOL .............................................................................................. 9 

Personalidad de Carlos V.  ........................................................................................................ 9 

La Emperatriz. ......................................................................................................................... 12 

La política interior de Carlos V. .............................................................................................. 13 

La política exterior de Carlos V.  ............................................................................................ 17 

La idea imperial de Carlos V. .................................................................................................. 24 

El sistema de gobierno. ........................................................................................................... 27 

La economía y la hacienda. ..................................................................................................... 29 

El erasmismo. .......................................................................................................................... 33 

Consecuencias del reinado de Carlos V. ................................................................................. 35 

TEMA II: LA EXPANSIÓN ESPAÑOLA EN AMÉRICA A TRAVÉS DE LOS HISTORIADORES DE INDIAS ................................................................................................ 38 

Antecedentes del descubrimiento. ........................................................................................... 38 

Cristóbal Colón. ...................................................................................................................... 39 

Colón como escritor de Indias. ................................................................................................ 41 

Pedro Mártir de Anglería. ........................................................................................................ 42 

La crónica de Indias. ............................................................................................................... 43 

Gonzalo Fernández de Oviedo. ............................................................................................... 45 

La obra historiográfica de Gonzalo Fernández de Oviedo. ..................................................... 48 

Lecturas. .................................................................................................................................. 51 

Fray Bartolomé de las Casas. .................................................................................................. 51 

La obra de Las Casas. .............................................................................................................. 56 

Otros cronistas de Indias. ........................................................................................................ 60 

TEMA III: LA LITERATURA CABALLERESCA EN EL DESCUBRIMIENTO Y CONQUISTA DE INDIAS ......................................................................................................... 65 

Introducción. ........................................................................................................................... 65 

El Amadís de Gaula................................................................................................................. 65 

Lecturas. .................................................................................................................................. 69 

Difusión en España y América de los libros de Caballerías. ................................................... 69 

Lecturas: Escrutinio de la librería de Don Quijote. ................................................................. 70 

La literatura caballeresca y las Indias...................................................................................... 71 

TEMA IV: HERNÁN CORTÉS Y LA CONQUISTA DE MÉJICO ......................................... 74 

Page 9: Cronistas de Indias

   6   

   

Infancia y juventud del conquistador. ..................................................................................... 74 

Planteamiento de la conquista de Méjico. ............................................................................... 75 

Preparativos de la expedición de Cortés. ................................................................................. 77 

Primeros contactos en el continente. ....................................................................................... 78 

La marcha sobre Méjico. ......................................................................................................... 81 

La entrada en Méjico. .............................................................................................................. 83 

La Noche Triste. ...................................................................................................................... 85 

Conquista definitiva. ............................................................................................................... 87 

Organización de la Nueva España. .......................................................................................... 88 

Triunfo de Cortés. ................................................................................................................... 89 

La conquista espiritual. ........................................................................................................... 90 

Cortés hasta su primera vuelta a España. ................................................................................ 92 

Cortés en la península. ............................................................................................................ 94 

Últimos años de la vida de Cortés. .......................................................................................... 94 

Lecturas. .................................................................................................................................. 96 

TEMA V: LOS CRONISTAS DE LA CONQUISTA DE MÉJICO .......................................... 97 

Introducción. ........................................................................................................................... 97 

Cortés como cronista. .............................................................................................................. 97 

Bernal Díaz del Castillo. ......................................................................................................... 99 

Lecturas: Segunda Carta de Relación de Cortés. .................................................................. 101 

Bernal Díaz: Retrato de Cortés. ............................................................................................. 102 

Francisco López de Gómara. ................................................................................................. 103 

Lecturas. ................................................................................................................................ 104 

TEMA VI: EXPLORACIONES Y CONQUISTAS EN AMÉRICA CENTRAL Y SEPTENTRIONAL ................................................................................................................... 106 

Introducción. ......................................................................................................................... 106 

Actividades marítimas de Cortés. .......................................................................................... 106 

Penetraciones en América Central: Pedro de Alvarado. ....................................................... 108 

Alvarado como cronista. ....................................................................................................... 111 

Otras expediciones a América Central. ................................................................................. 112 

Expansión del virreinato por el norte. ................................................................................... 114 

La penetración en los Estados Unidos. .................................................................................. 115 

Soto y Coronado. ................................................................................................................... 116 

Alvar Núñez Cabeza de Vaca. ............................................................................................... 118 

Page 10: Cronistas de Indias

   7   

   

TEMA VII: LA PRIMERA VUELTA AL MUNDO ............................................................... 122 

El comercio de las especias. .................................................................................................. 122 

Datos biográficos de Fernando de Magallanes. ..................................................................... 124 

Magallanes en Portugal. ........................................................................................................ 127 

Magallanes en España. .......................................................................................................... 128 

El gran viaje de Magallanes. ................................................................................................. 130 

El resto del viaje. ................................................................................................................... 132 

Antonio Pigafetta. ................................................................................................................. 133 

TEMA VIII: LA CONQUISTA DEL PERÚ ............................................................................ 135 

Introducción. ......................................................................................................................... 135 

Francisco Pizarro. .................................................................................................................. 135 

La conquista definitiva. ......................................................................................................... 137 

Las guerras civiles. ................................................................................................................ 140 

La intervención de Pedro de Lagasca. ................................................................................... 142 

TEMA IX: CRÓNICAS DE LA CONQUISTA DEL PERÚ ................................................... 145 

Introducción. ......................................................................................................................... 145 

Francisco de Jerez. ................................................................................................................ 145 

Pedro Cieza de León. ............................................................................................................ 146 

Agustín de Zárate. ................................................................................................................. 148 

La obra historiográfica de Zárate. ......................................................................................... 149 

TEMA X: DESCUBRIMIENTO DEL AMAZONAS Y OTRAS CONQUISTAS EN AMÉRICA DEL SUR ............................................................................................................... 151 

Introducción. ......................................................................................................................... 151 

La exploración del Amazonas. .............................................................................................. 151 

Francisco de Orellana. ........................................................................................................... 152 

Lope de Aguirre, el traidor. ................................................................................................... 154 

La conquista de Chile. ........................................................................................................... 156 

La conquista de Venezuela. ................................................................................................... 158 

La conquista del reino de Quito. ........................................................................................... 159 

La conquista de Colombia. .................................................................................................... 160 

Jiménez de Quesada. ............................................................................................................. 160 

Conquista de los territorios del Plata. .................................................................................... 163 

TEMA XI: LA OBRA DE ESPAÑA EN AMÉRICA .............................................................. 167 

Introducción. ......................................................................................................................... 167 

Page 11: Cronistas de Indias

   8   

   

División territorial. ................................................................................................................ 168 

El Consejo de Indias. ............................................................................................................. 169 

La Casa de la Contratación. ................................................................................................... 171 

La población. ......................................................................................................................... 172 

El intercambio de plantas. ..................................................................................................... 177 

Las Leyes Nuevas de Indias. ................................................................................................. 180 

La enseñanza y la cultura en las Indias. ................................................................................ 181 

La imprenta. .......................................................................................................................... 182 

La lengua española. ............................................................................................................... 184 

TEMA XII: LA CONQUISTA DE AMÉRICA EN LA LITERATURA ESPAÑOLA ........... 186 

La vida literaria en Indias. ..................................................................................................... 186 

La mujer en la literatura de Indias. ........................................................................................ 188 

“La Araucana” de Ercilla. ..................................................................................................... 190 

Hernán Cortés en la literatura posterior. ............................................................................... 193 

APÉNDICES ............................................................................................................................. 197 

Page 12: Cronistas de Indias

   9   

   

TEMA I: EL IMPERIO ESPAÑOL

Personalidad de Carlos V. –

Carlos V representa probablemente la personalidad de mayor altura

alcanzada nunca en la casa de Austria, tanto en su rama alemana como en

la española. Dotado de unas cualidades personales verdaderamente únicas,

conduce a España y al Imperio a sus momentos de mayor grandeza

histórica.

Era hijo del archiduque Felipe el Hermoso, hijo del Emperador

Maximiliano, y de Doña Juana, hija de los Reyes Católicos. Nació el 24

de febrero (día de San Matías) del año 1500. La noticia de su nacimiento

produjo una extraordinaria alegría a su abuela Doña Isabel, que hasta

entonces veía muy comprometida la posibilidad de una sucesión masculina

y firme para sus estados; se dice que Doña Isabel dedujo de un versículo de

las Sagradas Escrituras que el niño que acababa de nacer sería el verdadero

sucesor de sus estados.

La niñez de Carlos V transcurre en Flandes, y la educación que

recibe es muy cuidada bajo la supervisión de su tía Doña Margarita de

Austria (que había sido la esposa del Príncipe Don Juan). De jefe de

estudios actuó Guillermo de Croy, señor de Chievres. También influye

mucho en su educación el deán de Lovaina, Adriano de Utrecht, que años

más tarde habría de escalar las más altas dignidades eclesiásticas. El

ambiente de estos años juveniles es muy importante para la posterior

evolución de su personalidad, si bien su formación no era del todo

adecuada para un futuro rey de los reinos españoles. Incluso su nombre

había sido elegido por ser el de Carlos el Temerario, el gran duque de

Borgoña. La mayoría de edad se proclama en el año 1515 en Bruselas.

Page 13: Cronistas de Indias

   10   

   

Carlos V era un joven de aspecto poco robusto, de rostro muy puntiagudo,

y al parecer algo tardo de comprensión. Desde edad muy temprana se le

advirtió una anomalía ósea consistente en que la mandíbula inferior

continuó creciendo después de haber llegado a la edad adulta

(prognatismo). Ese rasgo fisonómico se advierte en todos sus retratos y

estaba destinado a tener importante repercusión en la salud del Emperador,

pues debió de inducirle a una gota temprana y que le atormentó de un modo

extraordinario.

Los primeros años de residencia en España están llenos de

dificultades. Don Fernando el Católico había muerto en 1516 y dejó como

regente al cardenal Cisneros. En Flandes se comenzó muy pronto a

preparar la venida de Carlos V a tomar posesión de sus estados españoles.

Desembarcó en la costa asturiana en septiembre de 1517. No logra el

cardenal Cisneros tener con él una entrevista personal que hubiera sido

muy útil al joven monarca. Como se sabe, Carlos le despidió en una carta

muy fría, que aceleró la muerte del cardenal. Uno de sus primeros cuidados

fue sin embargo visitar a su madre Doña Juana, que estaba recluida en

Tordesillas. Desde el primer momento los señores flamencos, que venían

en su séquito y que influían sobre él de una manera excesiva, comenzaron a

dar amplio motivo a críticas y a descontentos. No obstante es de admirar la

relativa rapidez con que el joven monarca reacciona contra aquellas

influencias adversas. El chispazo de la Comunidades y los asuntos

religiosos de Alemania despertaron en él una conciencia plena de sus

responsabilidades y de sus poderes; en lo sucesivo, Carlos seleccionará un

grupo excelente de consejeros, colaboradores y secretarios, pero siempre

conserva en sus manos el control directo de todos los asuntos de

importancia. Entre los aspectos más importantes de las transformaciones

que Carlos V introduce en la vida política de España, sobresale su nuevo

Page 14: Cronistas de Indias

   11   

   

concepto de la personalidad real. Es significativo que abandone el

tratamiento de Alteza, tradicional en los reyes de Castilla, para emplear el

de Majestad. Al mismo criterio responde su introducción del ceremonial

borgoñón, mucho más lujoso y complicado que el tradicional, y que si, por

un lado, realza el prestigio de la persona del Rey, tiende por otro a aislarlo

en grado algo excesivo.

La posterior evolución de la personalidad de Carlos V le muestra

cada vez más compenetrado con todo lo español. Es muy conocido cómo

defendió el uso del castellano como lengua diplomática. Entre los consejos

que dio a su hijo Felipe estaba el de agradecer los servicios prestados por

los reinos españoles, que habían sido los más fieles y que no habían

regateado sacrificios.

Los últimos días de su vida transcurren en medio de preocupaciones

tan graves que le inducen a traspasar todos sus reinos a la persona de su

hijo. Las abdicaciones tienen lugar en 1555 y 1556. A continuación se

retira al monasterio jerónimo de Yuste, en el cual fallece el 21 de

septiembre de 1558. Estos últimos días de su vida no transcurrieron en el

abandono de que se ha hablado; estaba rodeado de una servidumbre

numerosa y el Emperador tuvo ocasión de dedicarse en el mayor reposo a

sus actividades favoritas: componer relojes, interpretación y composición

de música, etc. El Emperador suscitó en todos los ambientes la mayor

simpatía. Su carácter era sincero, agradable y de buen humor; amigo de los

placeres de la mesa, fuerte ante las mayores penalidades, a las que se

expuso como un soldado más durante sus campañas. De esta forma, nadie

puede negarle el título del primer estadista del siglo XVI.

Page 15: Cronistas de Indias

   12   

   

La Emperatriz. –

Carlos V solo contrajo un matrimonio, aunque casi desde el mismo

día de su nacimiento se le concertaron varios que fueron siendo descartados

por motivos políticos.

Llegado a la mayoría de edad, él mismo llevó adelante sus proyectos

de matrimonio, que constituían un negocio político de primer orden, pues

era preciso continuar la sabia dirección de los matrimonios iniciada por los

Reyes Católicos y que había de ser típica de la Casa de Austria. Se abren

ante él dos proyectos: uno inglés, y otro portugués. Durante algún tiempo

se inclina por el primero, con su sobrina (prima, pues era nieta de los

Reyes Católicos como él) María Tudor, pero ante la política equívoca de

Enrique VIII se inclina por fin hacia el segundo, con Doña Isabel, hija de

Manuel I el Afortunado y de Doña María de Castilla (hija de los Reyes

Católicos, por tanto Doña Isabel era también prima de Carlos V), nacida

en 1503. El matrimonio se realizó en Sevilla, durante el mes de marzo de

1526; aunque se trataba en principio de una unión de pura conveniencia

política, ambos cónyuges llegaron a profesarse el mayor afecto. Doña

Isabel era mujer muy agraciada, de porte elegante y de temperamento

cariñoso y dulce, con propensión a la melancolía. Tiziano ha dejado de ella

maravillosos retratos. La Emperatriz asistió a su marido en las tareas de

gobierno, aunque nunca significó ninguna tendencia peculiar; todas las

ausencias del Emperador quedaban compensadas por su regencia, que

desempeñó siempre a la perfección. Su cariño por el esposo era tal, que

cada separación le costaba enorme sufrimiento y largas crisis de llanto,

extremos que conocemos muy bien y hasta en sus detalles más íntimos a

través de la crónica burlesca de Don Francesillo de Zúñiga (el bufón

corcovado), y las obras del médico Villalobos. En el año 1527 nació el

futuro Felipe II, y en 1528 la futura Emperatriz María; nacieron además

Page 16: Cronistas de Indias

   13   

   

algunos hijos que no sobre vivieron, y el 1 de mayo de 1539 fallecía en

Toledo la Emperatriz a consecuencia de unas fiebres puerperales. Su

muerte sumió al Emperador en la mayor tristeza, y le produjo un quebranto

del que jamás volvió a reponerse.

La política interior de Carlos V. –

Esta se centra sobre todo en los primeros años del reinado, en que

Carlos ha de vencer una fuerte oposición primero, y una gravísima guerra

civil después. Apenas llegado a la península convoca las Cortes de Castilla

en Valladolid, para pedir un servicio que compensara sus fabulosos gastos.

Aquí se manifestaron ya fuertes quejas contra las personas que rodeaban al

Rey y contra los desafueros cometidos en su nombre. El Procurador de

Burgos, Zumel, desarrolló en un brillante discurso la teoría de que el Rey

no era sino un servidor de la comunidad (un mercenario) y no su dueño

absoluto, según propugnaba la teoría cesarista. Los subsidios fueron por fin

votados, si bien se advirtió un fuerte espíritu de protesta. En 1518 se

convocaron Cortes de Aragón en Zaragoza también, y en 1519 las de

Cataluña en Barcelona.

Los apuros económicos motivados por los gastos necesarios para

asegurarse la elección imperial y su coronación en Aquisgrán impulsaron a

Don Carlos a convocar de nuevo las Cortes de Castilla. El ambiente no

podía ser más desfavorable a las pretensiones de prolongar los servicios

concedidos en las Cortes de Valladolid. La idea de la elección imperial no

suscitaba gran entusiasmo en los reinos españoles, pues se consideraba que

obligaría al Rey a residir casi siempre fuera de la península, con los

trastornos consiguientes. La ciudad de Toledo, que venía sufriendo de

abusos como el nombramiento del joven flamenco Guillermo de Croy para

ostentar la sede primada, propuso al Emperador que no se ausentara de la

Page 17: Cronistas de Indias

   14   

   

península. Para alejar a los procuradores de sus ciudades, se recurrió al

artificio de reunir las Cortes en Galicia, en Santiago primero y después en

La Coruña, a principios de 1520. La resistencia de los procuradores fue

grande; no querían votar la prolongación del subsidio, y el Rey tampoco

quería ceder de sus aspiraciones, por lo cual se llegó a un punto muerto.

Los procuradores pretendieron también que el Rey les otorgase sus

peticiones antes de votar el subsidio, pero el Rey se oponía y prefería la

fórmula tradicional de conceder el dinero y presentar después las

peticiones. Multitud de gestiones diplomáticas y el empleo del soborno

dieron por fin la victoria al Rey, quien marchó por mar en el mes de mayo

de 1520. Como Gobernador del Reino quedaba el cardenal Adriano de

Utrecht, hombre bien intencionado pero débil y de no mucha habilidad

política.

El regreso a sus ciudades de los procuradores fue catastrófico, pues a

algunos de ellos, como el de Segovia, Rodrigo de Tordesillas, les costó la

vida. El Cardenal Adriano se creyó obligado a castigar a los segovianos,

reunió a sus consejeros y, contra el parecer de algunos de estos, encargó al

alcalde Rodrigo Ronquillo, hombre brutal y feroz, de dirigir una

expedición militar para castigar a los segovianos; estos lo derrotaron en

campo, bajo la dirección de Juan Bravo. El alcalde Ronquillo se dirigió

entonces a Medina del Campo para sacar del castillo de la Mota un parque

de artillería con que bombardear Segovia, y las autoridades locales, a pesar

de permanecer fieles, se negaron a entregarlo, lo cual motivó la brutal

represalia de incendiar Medina del Campo, hecho muy impolítico, porque

afectaba a la economía de todo el país, que dependía en gran parte de las

ferias de Medina del Campo. Esta dureza motivó el que se unieran a los

descontentos ciudades andaluzas y extremeñas: Sevilla, Jaén, Cáceres,

Badajoz, etc. La ciudad de Toledo convocó entonces (julio de 1520) una

Page 18: Cronistas de Indias

   15   

   

junta de las ciudades en Ávila que se tituló a sí misma Junta Santa.

Nombró como presidente al toledano Don Pedro Lasso de la Vega y dio

un nombramiento de capitán general a favor de Juan de Padilla, otro

toledano. Redactaron un programa político y procuraron jugar la carta de

actuar en nombre de la reina Doña Juana, que permanecía recluida en

Tordesillas. El cardenal intentó lo mismo, pero sus propuestas no fueron

bien acogidas por ella, mientras que acogió bien a los representantes de la

Junta, aunque tampoco se comprometió. Don Carlos, ausente, pero

perfectamente informado de todo, parece haber reaccionado con la mayor

inteligencia en este momento, y tomó medidas políticas geniales: la

primera, nombrarle al cardenal dos adjuntos, el almirante Don Fadrique

Enríquez y el condestable Íñigo de Velasco, hombres de guerra, enérgicos

y que arrastraban detrás de sí a toda la alta nobleza de Castilla; de esta

forma se compensaba la debilidad del cardenal, que había llegado hasta el

punto de disolver su ejército. La otra medida política consistió en

garantizar una serie de peticiones de los sublevados, con lo cual quedaban

estos faltos de justificación política.

La guerra estaba declarada desde el 31 de octubre de 1520. Los

comuneros dieron pruebas de falta de solidaridad y de escasa visión

política. Don Pedro Lasso se pasó al bando del rey, y el mando militar se

dividió en realidad en dos cuerpos de tropas: uno dirigido por Padilla, y

otro por el obispo de Zamora, Acuña, que guarnecía Toledo. El desenlace

militar de la contienda sobrevino el 23 de abril de 1521 en Villalar, donde

el ejército comunero, desmoralizado por las continuas marchas y los

desacuerdos políticos, fue deshecho casi sin combatir, en una posición

estratégica muy desfavorable. Padilla y los principales jefes militares

fueron ajusticiados horas después. Menéndez Pelayo ha resumido en unas

frases exactas el valor de los hombres que dirigieron las Comunidades en

Page 19: Cronistas de Indias

   16   

   

su juicio sobre la personalidad de Padilla: “Buen caballero, aunque no muy

avisado y medianísimo caudillo de una revolución”.

Los focos comuneros resistieron todavía algún tiempo. La mujer de

Padilla, Doña María Pacheco, resistió todavía seis meses en Toledo,

incluso logró salvar para sus hijos el patrimonio y cargos del infortunado

capitán general, además de una oportunidad para reivindicar su honor. No

obstante, la viuda de Padilla hubo de terminar por huir a Portugal.

El Emperador volvió de Alemania en 1522, y uno de sus primeros

actos fue dar una amplia y generosa amnistía general a los culpables de

delitos políticos con excepción de algunas personas excluidas

nominalmente.

En 1521 fueron testigos el reino de Valencia y de Mallorca de otro

movimiento social contrario al Emperador. Se trata de las Germanías o

Hermandades de personas plebeyas, que lograron hacerse con el dominio

de los principales núcleos de población y que cometieron toda suerte de

desafueros. Se caracterizan en primer lugar por carecer de la envergadura

política del movimiento de las Comunidades en Castilla, y en segundo

lugar por su carácter de revuelta social y anarquizante.

Las Comunidades dejaron, a pesar de todo, una profunda huella en la

España de los Austrias. Hemos de ver cómo la ciudad de Toledo siguió

siendo durante muchos años un foco de descontento, de crítica y oposición

al poder de los Austrias, lo cual llegó a reflejarse en la literatura (Lazarillo

de Tormes) e impidió que se estableciese allí la capital del reino.

La crítica actual ha discutido mucho acerca de la interpretación del

movimiento de las Comunidades. Según unos, se trata de una rebelión

popular contra la autoridad o persona de Carlos V, mientras que para otros

críticos señala el último coletazo del sistema político feudal. Últimamente

Page 20: Cronistas de Indias

   17   

   

se insiste en su carácter ciudadano, de rebelión gestada y mantenida por las

oligarquías burguesas que se habían enriquecido a lo largo del siglo XV y

en las que siempre latió un germen de oposición a un poder central fuerte.

También se tiene ahora en cuenta el papel desempeñado por los judíos

conversos, que vieron en la revuelta una ocasión propicia para destruir la

Inquisición, que era para ellos una amenaza constante. Precisamente la

oligarquía concejil estaba integrada por gran cantidad de conversos.

La política exterior de Carlos V. –

Este reúne un poderío europeo casi inigualado desde la época de los

romanos. Es Rey de los diversos reinos españoles a partir de 1515, Señor

de los Países Bajos, de Flandes, de Artois, Luxemburgo, el Franco

Condado; del Charolais, enclave en el interior de Francia, y es dueño

también de los presidios del norte de África (conquistados en tiempos de

los Reyes Católicos), así como de las posesiones aragonesas en Italia,

Nápoles, Sicilia, Cerdeña, etc. La muerte del Emperador Maximiliano en

1519 lo sitúa en circunstancias de aspirar y lograr la corona imperial

alemana, la cual llevaba consigo la administración directa de los estados

patrimoniales de los Habsburgo y la alta dirección de toda la política

alemana. Este inmenso conjunto de tierras aumentó enormemente durante

su reinado con la incorporación de inmensos territorios en América (Nueva

España, Nueva Granada, Perú, Chile, etc.), a consecuencias de la expansión

ultramarina de los castellanos. Conviene insistir en que todos estos reinos

se reúnen en Carlos V a título meramente personal, sin implicar por tanto

una interdependencia entre ellos.

La política exterior de Carlos V se debate en el interior de un

triángulo de problemas, cuyos vértices son de un lado la pugna con Francia,

de otro la política interior alemana, muy revuelta por los asuntos de la

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   18   

   

reforma, y finalmente el poderío amenazador de los turcos, que amenaza a

Europa en dos direcciones: mediante la supremacía naval del Mediterráneo,

que entregaría al gran Señor de Constantinopla el dominio de los países

ribereños, y también a través de los Balcanes, por donde llaman a las

puertas de Alemania, hasta el punto de sitiar Viena. Como hemos de ver,

los tres problemas suelen dar origen a una especie de entente o alianza

contra Carlos V en la que entran franceses, protestantes alemanes y turcos.

La política tradicional de los Reyes Católicos había sido encerrar a

Francia en un cinturón de alianzas para impedirle todo movimiento

expansivo. Francia, nación muy unida y de inmensos recursos, no se

resigna a desempeñar un papel secundario en la política europea. Francisco

I, el gran rival de Carlos V, intenta sin éxito hacerse elegir Emperador

alemán o impedir al menos la elección de Carlos V.

La base de la política imperial en los primeros años es la constitución

de lo que se ha llamado el eje Lotaringio (por las tierras de Lotario II),

que consistía en la unión de las posesiones del Imperio en el norte de

Europa con las de la corona aragonesa en Italia. Para este objetivo era

esencial que Carlos V dominase en el Milanesado, y para la política

francesa era también vital impedirlo.

Por eso se inicia la lucha en el Milanesado en el año 1521; el rey de

Inglaterra había garantizado su intervención favorable a Carlos V. A pesar

de algunos éxitos brillantes como el obtenido en Bicoca en 1522, lo cierto

es que los comienzos de la guerra no fueron favorables a Carlos V. Sin

embargo el panorama cambió de un modo sensacional en el año 1525,

cuando el ejército francés que sitiaba la ciudad de Pavía fue destrozado por

las tropas enviadas en socorro de la ciudad (24 de febrero). La nobleza de

Francia pierde allí a muchos de sus mejores hombres, y el propio Francisco

Page 22: Cronistas de Indias

   19   

   

I queda prisionero del Emperador en esta batalla, que es una de las más

trascendentales de la Historia.

El dominio español en Italia quedaba consolidado con el del

Milanesado. Francisco I es trasladado a Madrid, y allí firma, en enero de

1526, un tratado enteramente favorable a las aspiraciones del Emperador

(Tratado de Madrid).

El triunfo imperial causó muchos recelos en toda Europa y motivó un

cambio general de política exterior. Ahora es Francia la que logra urdir

grandes alianzas contra el Emperador. Muy pronto, en 1526, se forma de

Santa Alianza o Liga de Cognac, en la cual entraban el Papa Clemente

VII, el Duque de Milán, Francisco Sforza, Venecia, Florencia, Francisco I

y, en cierto modo, también Enrique VIII de Inglaterra.

En el año 1527 sobrevino un acontecimiento extraordinariamente

favorable al Emperador, que fue la toma y saqueo de Roma, suceso que

conmovió al mundo entero, y que tuvo grandes consecuencias culturales; el

Saco de Roma señala el final del Renacimiento paganizante que había

caracterizado al siglo XV italiano. Los erasmistas españoles celebraron

ruidosamente el triunfo, y escribieron varias obras para justificar el hecho

(Diálogo de las Cosas Sucedidas en Roma, de Alfonso de Valdés, La

Lozana Andaluza, acusación contra la corrupción de la Corte romana). El

Saco de Roma constituyó de todas maneras un acontecimiento favorable al

desarrollo de la Reforma en Alemania. La guerra seguía de todas formas, y

no marchaba muy bien para el Emperador, sobre todo en el mar, donde la

situación se resolvió favorablemente cuando el marino genovés Andrea

Doria se pasó al Emperador, consciente de que Génova no conservaría su

independencia teniendo a sus espaldas un Milanesado francés. Cesa la

lucha y en 1529 se firma la Paz de Cambray, llamada también Paz de las

Damas, por haber sido concertada por una tía de Carlos V y la madre de

Page 23: Cronistas de Indias

   20   

   

Francisco I. Como resultado de este tratado, renuncia Carlos V a su sueño

de hegemonía universal, pero alcanza también la mayor plenitud de su

poderío. Como expresión externa de esto tenemos su coronación imperial

celebrada en Bolonia en 1530. El periodo de paz que se vislumbraba lo

dedicó Carlos V a una resolución definitiva de las alteraciones causadas en

Alemania por la Reforma protestante. Como sabemos, los trastornos de

Alemania databan de los primeros años de su reinado. Lutero había

defendido sus 95 proposiciones en el año 1517, y había roto con Roma al

ser excomulgado en 1520. Apenas coronado Emperador, se enfrentó Carlos

V con el problema protestante en la reunión o Dieta de Worms en 1521;

asistió a ella el propio Lutero, provisto de un salvoconducto imperial, y

Carlos V rechazó los halagos de los protestantes para que se uniera a su

causa, captó con inteligencia el carácter heterodoxo del movimiento

luterano y formuló un decreto condenatorio contra este con el edicto de

Worms. Se dice que en sus últimos años sintió remordimientos el

Emperador por haber respetado el salvoconducto dado a Lutero y haberle

permitido retirarse de la Dieta sin ser molestado, si bien este respeto a la

palabra dada constituye, en asunto de tanta envergadura, una auténtica

gloria para el Emperador.

Tras la Dieta de Worms el escenario político alemán se divide en dos

Ligas, una católica y otra luterana, que tomó el nombre de Liga de Torgau

(1526). El movimiento reformista entró en un periodo de grandes

dificultades internas, debido a las diferencias doctrinales y a su carácter

cada vez más pronunciado de revolución social, que culminó en las

rebeliones de campesinos y de sectarios extremistas (anabaptistas), que

obligaron a un esfuerzo común para reducirlos. Es este el momento en que

Carlos V hubiera podido desarticular fácilmente el movimiento luterano, a

no ser por la inoportuna guerra que la coalición presidida por el Pontífice le

Page 24: Cronistas de Indias

   21   

   

había suscitado en Italia. Las reuniones de la Dieta de Spira no lograron

resultados apreciables. El movimiento protestante había tomado desde la

guerra contra los campesinos un giro derechista, identificándose cada vez

más con los intereses de la nobleza feudal alemana.

En 1529 se rechazó un ataque de los turcos contra Viena, y en 1530

el Emperador convoca la Dieta en Augsburgo con muy buenas perspectivas

para una solución pacífica del problema alemán que ahora parecía deseada

por todos. Melanchton, quizás el hombre más valioso del lado protestante,

hacía esfuerzos por acortar las divergencias doctrinales que separaban a

protestantes y católicos; sobre todo trataba de apartar a Lutero del

extremista Zwinglio y acercarlo a Roma en la medida de lo posible. Sin

embargo las ilusiones se quebraron pronto, pues no se llegó a ningún

acuerdo. El Emperador volvió a confirmar el edicto de Worms y el

problema retrocedió a una situación similar a la de 1521. En el aspecto

cultural, esta Dieta significó sin embargo un relativo progreso por cuanto la

corriente del pensamiento erasmista se orientó definitivamente hacia el

campo católico, aunque sin renuncias a algunos de sus ideales.

Los protestantes constituyen en el mismo año de 1530 un frente

común contra Roma y el Emperador (Liga de Esmalcalda); encontraron

un excelente aliado en Francisco I y en los turcos, que en 1532

desarrollaron una nueva ofensiva contra el Imperio. Carlos V se vio así

obligado a firmar con la Liga la Paz de Núremberg, que establecía una

tregua hasta la solución del problema religioso en el próximo Concilio. Los

intentos de conciliación seguían fracasando, y aquel estado de cosas

resultaba favorable a los protestantes. En 1535 el Emperador tuvo que

intervenir en el Mediterráneo para contener el avance del poderío naval

turco; es ahora cuando realiza la conquista de Túnez y La Goleta. En 1536

Turquía y Francia establecen una alianza estrecha, y sobreviene una especie

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   22   

   

de guerra general sobre la eterna cuestión del Milanesado. Francia ocupó la

Saboya y el Piamonte, que conservó al firmarse la Paz, o más bien Tregua

de Niza en 1538. El peligro turco seguía en aumento, por lo cual intentó

Carlos V una repetición del golpe contra Túnez, pero dirigido esta vez

contra Argel. El ataque resultó, sin embargo, un completo fracaso (1541).

Francisco I aprovechó la ocasión para volver a emprender la lucha.

Sus aliados los turcos llegaron a dominar el Mediterráneo, pero el escenario

principal de la lucha fue la región NE de Francia, en las proximidades de

los Países Bajos, significativo cambio de centro de gravedad en las luchas

europeas. La guerra tuvo muchas alternativas, pero resultó en conjunto

favorable al Emperador y a su aliada Inglaterra. En 1544 se firmó la Paz de

Crêpy, que volvía al estado anterior salvo que autorizaba las conquistas

realizadas en Francia por Carlos V. Francisco I prometió en esta paz

desistir de sus alianzas con los protestantes y con los turcos, para facilitar la

labor imperial.

Carlos V firmó la Paz de Crêpy para poderse dedicar a fondo

nuevamente al problema alemán. La Liga de Esmalcalda estaba en aquellos

momentos desunida a consecuencia precisamente de sus anteriores triunfos,

así como por la inmoralidad de algunos de sus jefes (doble casamiento del

Landgrave de Hesse). La diplomacia imperial consiguió atraerse a muchos

personajes influyentes con una política de benevolencia. Lutero, además,

murió en 1546. El Emperador inicia una campaña en las tierras del Danubio

contra las fuerzas protestantes, que en principio no marcha muy bien, pero

que al año siguiente, 1547, conduce al triunfo de Mühlberg, que representa

otro de los grandes momentos del Emperador.

Sin embargo no se pudo sacar a este triunfo el partido político que

era de esperar, pues de nuevo sobrevino la discordia con el Papado, debida,

según unos, a la intransigencia de Roma, según otros, al excesivo

Page 26: Cronistas de Indias

   23   

   

intervencionismo de Carlos V en asuntos puramente religiosos; sin

embargo, hay que tener en cuenta el influjo de las ideas de fundamentación

erasmista del Emperador, que le inducían al ideal de un arreglo pacífico

más bien que una guerra a sangre y fuego, así como su visión clara de que

el protestantismo estaba definitivamente arraigado en Alemania. Por eso la

dieta que convoca en Augsburgo en 1547-1548, si bien aumentó el poderío

político del Emperador, no avanzó nada en el campo religioso, pues se

redactó una fórmula de compromiso entre católicos y protestantes llamada

interim de Augsburgo, redactada por teólogos de formación erasmista, y

que no satisfizo a protestantes ni a católicos.

En 1547 sucedió a Francisco I Enrique II, quien se dispuso a seguir

la política de su antecesor. Para ello firmó un acuerdo con los jefes

protestantes para financiar un levantamiento anti-imperial, mientras que los

príncipes alemanes le reconocían el derecho a la ocupación de los

Obispados de Metz, Toul y Verdún, en la Lorena, con lo cual se daría pie

a continuas fricciones entre Alemania y Francia que han llegado hasta

nuestros días. El levantamiento alemán fue tan repentino que estuvo a

punto de hacer prisionero al Emperador en Innsbruck, y la campaña de

Enrique II dominó muy pronto los tres obispados, situación que se agravó

con nuevos ataques turcos e inquietudes en Italia. El Emperador tiene que

acceder a la firma con los alemanes del Tratado de Passau (1552) que

como era de esperar resultaba favorable a las aspiraciones protestantes. El

intento de recuperar Metz fracasó completamente. De esta forma, hubo de

firmar con Francia la Tregua de Vaucelles, igualmente favorable a

Francia, porque le permitía conservar la Lorena.

El asunto alemán fue arreglado rápidamente por Carlos V con vistas

a su inmediata abdicación. En 1555, la Dieta de Augsburgo consagró el

principio de la no intervención imperial en los asuntos religiosos alemanes.

Page 27: Cronistas de Indias

   24   

   

La elección religiosa quedaba abandonada al arbitrio de los Príncipes y a la

conciencia de los ciudadanos. Era la más completa derrota del Emperador.

Todavía la disputa con Francia dio su último coletazo en vida de

Carlos V, aunque ya bajo el reinado de Felipe II. Se trata de la guerra que

quedó resuelta en la batalla de San Quintín, en 1557, y que condujo a la

Paz de Cateau-Cambresis, que zanjaba definitivamente las diferencias

franco españolas, dejando mano libre a España en Italia y renunciando

España a la alianza con Inglaterra, de la que tantos beneficios se habían

logrado durante más de medio siglo.

La idea imperial de Carlos V. –

Carlos V es, en realidad, el último personaje histórico que se

encuentra, tanto por la extensión de sus dominios como por su carácter de

Emperador, en condiciones de realizar el viejo sueño de una unidad

europea que extendiese la cultura cristiana y clásica al mundo entero.

Desde muy joven, se advierte en Carlos V una notable ambición, una

tendencia a hacer realidad grandes concepciones políticas, como refleja el

lema latino que, para sus armas, inventó Luis Marliani (humanista

milanés), obispo de Tuy, el famoso Plus Ultra. El acceso a la dignidad

imperial traía consigo, por fuerza, la ilusión, por una parte, de aspirar a un

dominio universal como el de los Emperadores de Roma, o a la hegemonía

semifeudal a que aspiraron los Emperadores alemanes de la Edad Media.

Según la teoría más divulgada, las ideas imperiales de Carlos V

fueron sugeridas por uno de sus colaboradores más inmediatos, el canciller

Mercurino de Gattinara, jurista piamontés que permaneció al lado del

Emperador desde 1518 a 1530, y que se atribuye dicha influencia en sus

memorias. No obstante, se sabe que las ideas imperiales de Gattinara no

pasaban de constituir una aspiración a una monarquía universal, con

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   25   

   

dominio directo sobre todo el orbe, de acuerdo en esto con el pensamiento

político más cerradamente gibelino que se había enunciado durante los

últimos siglos de la Edad Media. A raíz de su subida al Imperio, Carlos V

se esforzó por lo pronto en dar al Imperio alemán una mayor cohesión, para

lo cual procuró que el Emperador ejerciese una autoridad que en realidad

venía siendo ostentada por diversos príncipes feudales, ya que en los

últimos tiempos el influjo de los Emperadores venía siendo casi nulo fuera

de los Estados patrimoniales de la Casa de Habsburgo. La involucración

del problema político de dominar al feudalismo alemán con el problema

religioso de la Reforma sabemos que dio al traste a la larga con estos

proyectos de Carlos V; el resultado fue un retardo de varios siglos en el

logro de la unidad alemana.

Son varios los testimonios que conservamos acerca de las ideas

imperiales de Carlos V. Se considera el primero la declaración del obispo

Don Pedro Ruiz de la Mota ante las Cortes de La Coruña. En la dieta de

Worms, de 1521, fue el propio Carlos V quien pronunció una información

tajante respecto a sus intenciones de asumir la defensa de la fe católica

contra todas las amenazas que se levantaron contra él; en este momento

parece como si estuviera bajo el influjo de la corriente del pensamiento

güelfo medieval (Los términos güelfos y gibelinos proceden de los términos

italianos guelfi y ghibellini, con los que se denominaban las dos facciones

que desde el siglo XII apoyaron en Alemania, respectivamente, a la casa de

Baviera (los Welfen, pronunciado Güelfen, y de ahí la palabra «güelfo») y

a la casa de los Hohenstaufen de Suabia, señores del castillo de

Waiblingen (y de ahí la palabra «gibelino»). La lucha entre ambas

facciones tuvo lugar también en Italia desde la segunda mitad del siglo. Su

contexto histórico era el conflicto secular entre el Pontificado, que pasaría

a estar apoyado por los güelfos, y el Emperador del Sacro Imperio

Page 29: Cronistas de Indias

   26   

   

Romano Germánico, apoyado por los gibelinos, esto es, los dos poderes

universales que se disputaban el Dominium mundi).

Una buena ocasión de contrastar las ideas imperiales de Carlos V la

constituye el Tratado de Madrid con Francisco I. Un grupo de consejeros,

entre los que estaba, naturalmente, Gattinara, le aconsejaba el imponer a

Francia unas condiciones durísimas, que llevasen aparejada la concesión de

grandes territorios. Sin embargo, Carlos V prefirió imponer unas

condiciones benévolas en vías de establecer una auténtica concordia de

todos los Príncipes cristianos que permitiera la vigorización de toda Europa

y la realización de grandes empresas colectivas para quebrantar el poderío

islámico, que amenazaba todavía la mayor parte de Europa. Al tomar esta

decisión seguía Carlos V las opiniones de personas como Ruiz de la Mota,

y la orientación general del pensamiento erasmista. Por eso se ha observado

modernamente que el Emperador es el primer gobernante europeo que ha

fundado su política exterior sobre la idea del pacifismo.

Las ideas de Carlos V acerca de estos problemas volvieron a

manifestarse todavía en otras ocasiones. Y así revisten mucho interés las

respuestas entregadas al nuncio Baltasar de Castiglione para defenderse

de las acusaciones que le lanzaba Clemente VII por el Saco de Roma.

Ratificaba allí un ideal de paz y de defensa de las ideas cristianas aun por

encima de los intereses del Papa; documentos tan enérgicos habían sido

redactados nada menos que por Alfonso de Valdés, y demuestran con toda

claridad la identificación del Emperador con el pensamiento erasmista. De

1528 data también un discurso de Carlos V en el que, precisamente, se

fustiga la idea de dominio político universal al modo de Gattinara, y

además se ataca la idea de guerra de conquista; este discurso había sido

redactado por otro gran prestigio literario de la época: Fray Antonio de

Guevara. Como acertada expresión literaria de esta idea imperial

Page 30: Cronistas de Indias

   27   

   

concebida como pacífico dominio del cristianismo, se ha considerado

siempre el soneto dirigido a Carlos V por el poeta Hernando de Acuña,

que comienza con el siguiente cuarteto:

Ya se acerca, señor, ya es llegada,

La edad gloriosa que promete el cielo,

Una grey y un pastor solo en el suelo,

Por suerte a vuestros tiempos reservada.

Hernán Cortés, en sus cartas de 1522, propuso también a Carlos V

la idea del imperio americano, alegando que la posesión de aquellas tierras

era comparable ventajosamente, por su extensión, riqueza, etc., con la de

cualquier reino europeo, y que debía plantear su política a base de

considerar los reinos españoles y las tierras americanas como elemento

primordial.

El sistema de gobierno. –

Teóricamente, la única fuente del poder reside en la persona del Rey,

de acuerdo con lo que se ha llamado teoría cesarista, de abolengo romano,

que había sido conocida ya durante los últimos siglos medievales. Sin

embargo es curioso cómo esta omnipotencia teórica no era de un lado

aceptada por los grandes teóricos políticos españoles, y de otro resultaba en

la práctica muy restringida debido a la actividad de ciertas instituciones y

tradiciones de gobierno.

Carlos V prosiguió con el sistema oriundo de la Edad Media, y

comenzado por los Reyes Católicos, de crear consejos, es decir cuerpos

especializados, con el fin de estudiar los problemas y de proponer

soluciones maduras que el Monarca adopta casi siempre de un modo

sistemático. Entre las creaciones más importantes de Carlos V está la del

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   28   

   

Consejo de Estado, que desde 1520 examina los asuntos más graves, y que

adquiere una importancia enorme bajo Felipe II, quien llevó a la perfección

este sistema de gobierno esbozado por su padre.

Una institución política de muchísimo interés son las Cortes, que se

reunían por separado en cada uno de los reinos peninsulares; se trata de una

institución legada por la Edad Media, y que tiene por finalidad un triple

objetivo: jurar a los sucesores, conceder los servicios extraordinarios y

proponer al Rey la adopción de ciertas medidas de gobierno conducentes al

bien común. El Emperador pretendió ampliar la composición de las Cortes,

en el sentido de hacerlas más representativas mediante la concurrencia de

representantes de la nobleza y del clero, si bien parece que ambos

estamentos no acogieron la idea con entusiasmo, pues no quisieron

concurrir a las Cortes de Toledo en 1538 alegando que su presencia no era

del todo necesaria.

La labor de las Cortes, proponiendo remedios contra los abusos,

reviste extraordinario interés, sobre todo en relación con la economía; el

Rey accedía casi siempre a las peticiones de los procuradores y las

transformaba en legislación. Sin embargo las Cortes dejaron de sostener

una dirección fija ni siquiera en los asuntos económicos, de tal modo que

sus ideas son fluctuantes y hasta contradictorias de una reunión a otra.

También merecen mucha atención los colaboradores del Emperador

en asuntos de gobierno. En primer término hay que mencionar al mismo

cardenal Cisneros, cuyas cartas enviadas a Flandes durante la época de su

regencia constituyen verdaderas lecciones de sabiduría política. También

hay que tener en cuenta la labor de las personas de su intimidad familiar

que colaboraron asiduamente en la labor de gobierno; ya hemos

mencionado a la Emperatriz Isabel, y hay que recordar a su tía Margarita,

Page 32: Cronistas de Indias

   29   

   

mujer dotada de gran tacto diplomático. Persona de cualidades muy

parecidas a las del Emperador fue su hermana María, Reina de Hungría,

que fue una excelente Gobernadora de los Países Bajos. También actuó en

España como regente su sobrino Maximiliano, hijo de su hermano Don

Fernando, Rey de Romanos.

Como inspiradores y consejeros hay que mencionar también al

obispo de Badajoz, Don Pedro Ruiz de la Mota, y al propio canciller

Mercurino de Gattinara, que ejerció gran influjo hasta que su cargo pasó a

muy segundo plano en 1530. En las más delicadas cuestiones teológicas

hemos observado el influjo de Erasmo, que le llegaba a través de un

magnífico estado mayor de entusiastas del sabio holandés, que

capitaneaban los hermanos Valdés, sobre todo su secretario Alfonso, el

inquisidor Don Alonso Manrique, etc. Y finalmente multitud de

secretarios, personas de enorme ingenio e increíble capacidad de trabajo.

Entre los más capacitados mencionaremos a Don Francisco de los Cobos,

y a Gonzalo Pérez, padre de Antonio Pérez, el secretario infiel de Felipe

II.

La economía y la hacienda. –

En este punto nos encontramos ante problemas muy complicados,

todavía no bien conocidos y acerca de los cuales tampoco existieron en la

época nociones muy claras. La economía de los Reinos peninsulares es en

esta época fundamentalmente agrícola; sobre el campesino recaen multitud

de cargas que lo mantienen a un nivel de enorme pobreza; elemento

importantísimo en este panorama agrícola es el morisco, que en realidad

continúa con su religión y tradiciones islámicas, más inteligente que el

cristiano viejo para sacar adelante los cultivos. Son frecuentes las sequías

Page 33: Cronistas de Indias

   30   

   

catastróficas y con mucha frecuencia se precisaba la importación de

cereales de Sicilia.

Existen, sin embargo, grandes centros industriales, centrados en

torno a la producción de paños. El foco más importante es, con mucho,

Segovia, cuyas pañerías, de extraordinaria calidad, llegaron a ser muy

cotizadas incluso en mercados extranjeros. Sin embargo la industria pañera

no llega al desarrollo que era de esperar debido a que Carlos V adoptó un

criterio proteccionista respecto a las pañerías flamencas, en detrimento de

la industria castellana.

Esta cuestión se implica con la de la ganadería; desde los últimos

siglos de la Edad Media, España venía siendo uno de los primeros focos

europeos en producción de lanas, tanto en cantidad como en calidad. Sin

embargo la explotación de las lanas se montó sobre la base de la

exportación a Flandes y no sobre su transformación en el país; de esta

forma, parte de la lana española se consumía aquí transformada en las

ciudades flamencas.

El desarrollo del comercio de exportación de lanas trajo consigo la

formación de un centro de transacciones en Burgos, de donde se expedían

las partidas a los puertos del Cantábrico. Este comercio lanero llevó

aparejadas muy graves consecuencias para la agricultura. Los ganaderos

castellanos habían formado una asociación llamada el Honrado Concejo

de la Mesta para defender sus intereses. La Mesta logró así una serie de

privilegios para favorecer la explotación del ganado en régimen de

trashumancia, que implicaba consecuencias desastrosas para los

agricultores, que, por ejemplo, se veían privados del derecho a cercar sus

campos.

Page 34: Cronistas de Indias

   31   

   

La minería contaba con algunos centros fundamentales, como el

hierro de Vizcaya y sobre todo el mercurio de Almadén. Las minas se

consideraban propiedad real, y siguiendo una costumbre islámica se

obligaba al pago de un quinto de la producción para la Hacienda real. En

América se continuó con este régimen, que produjo enormes beneficios al

aplicarse a los grandes yacimientos de oro y de plata.

La Hacienda real presenta en tiempos de Carlos V un panorama

complejísimo y, a menudo, incluso caótico. El Emperador pretendió

introducir algún orden en estos asuntos con la creación en 1523 de un

Consejo de Hacienda.

Los tributos eran numerosos y de naturaleza muy diversa. Existía la

alcabala, que teóricamente alcanzaba al 10 % de las ventas; las tercias de

cesión eclesiástica; los ingresos de las aduanas interiores y de los puertos,

tanto secos como marítimos; el montazgo, sobre el paso de los ganados

trashumantes; las minas; las Tres Gracias, de la Cruzada, Subsidio y

Excusado; rentas de cesión eclesiástica; además de muchos otros tributos

más o menos pintorescos, como las hierbas de los maestrazgos, la abuela

de Granada, el chapín de la reina, etc. A todo esto hay que sumar los

servicios otorgados por las Cortes, así como las rentas líquidas producidas

por los reinos extrapeninsulares. El mal estado de la hacienda real impulsó

la creación de impuestos nuevos, como el de millones, en 1538, y que

gravaba el consumo de artículos de primera necesidad. También se recurrió

a la creación de monopolios como el estanco de sal y de tabaco. También

se creó el impuesto llamado de las siete rentillas, sobre naipes, pólvora,

etc. Como se ve, el sistema tributario era anárquico, complicado y resultaba

por tanto costosísimo. Hay que añadir que gran parte de estos ingresos se

hipotecaban a particulares con muchos años de antelación, y que muchas

rentas no producían nada para la hacienda real por constituir garantía de los

Page 35: Cronistas de Indias

   32   

   

juros o deuda pública. De esta forma se explica que el Rey tuviera que

recurrir de continuo a los préstamos de particulares, sobre todo de

banqueros especializados en este negocio. Carlos V contó con el apoyo

económico de los Fugger de Augsburgo (castellanizado, Fúcar); gracias a

préstamos de los Fugger se pudo hacer frente por ejemplo a los gastos de la

elección imperial. Estas operaciones de crédito recibían el nombre de

asientos, y se concertaban a un interés muy elevado. Carlos V tenía que

ofrecer garantías sustanciosas para obtener el dinero, y así hipotecaba

explotaciones muy seguras, como la de las minas de Almadén, o bien

extendía concesiones especiales para empresas de conquista y colonización

en territorio americano, especialmente en la zona de la actual Venezuela.

Según los resultados del estudio realizado sobre este aspecto por Ramón

Carande, Carlos V concertó durante su vida más de 500 (518) operaciones

de préstamo, o asientos. Sobre la mediación del siglo comienza a decaer el

poderío económico de los banqueros alemanes, en beneficio de los

banqueros genoveses, tan famosos como execrados en la literatura por

razón de su rapacidad.

La hacienda real efectuaba sus pagos en la feria de Medina del

Campo, que se celebraba dos veces al año, y centraba la vida económica

del país. En estas ferias podía verse toda suerte de mercancías exóticas y

costosas, pero además fueron adquiriendo cada vez mayor importancia

como mercado de capital, al desarrollarse el crédito como base del

comercio internacional; se seguía, por lo común, el sistema de girar letras

de feria a feria, en combinación, sobre todo, con la de Amberes, que

centraba todo el gran comercio del norte de Europa. La grandeza

económica de Medina del Campo comenzó a declinar durante el reinado de

Felipe II, debido a la informalidad y bancarrota de la hacienda real, así

como a otras razones debidas al empeoramiento de la situación

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   33   

   

internacional de España y a sus crecientes dificultades en el terreno

financiero.

El erasmismo. –

Es esencial para comprender las más profundas modalidades

culturales de la época de Carlos V un breve estudio acerca de la influencia

de Erasmo de Rotterdam (1466-1536).

Erasmo combatió con la mayor lucidez los abusos introducidos en las

prácticas religiosas, la decadencia de las órdenes religiosas, el huero

tecnicismo de la teología escolástica y los abusos del poder de los

príncipes. Defendía Erasmo una religiosidad íntima y sincera (cristianismo

interior, philosophia Christi), la corrección de devociones milagreras, la

aplicación de una crítica de carácter racional ante todos los asuntos,

incluidos los religiosos que no afectasen directamente al dogma. En el

terreno político aspiraba Erasmo a una paz universal, establecida sobre el

concepto de la justicia cristiana. Armas favoritas de Erasmo son, en primer

término, los conocimientos filológicos (latín, griego, hebreo) para entender

adecuadamente las Sagradas Escrituras, de donde extraía la base de sus

doctrinas, sobre todo de San Pablo. Erasmo reunía además una profunda

ironía, un agudo sentido del humor, un estilo latino fascinante, en el que

sus argumentaciones se hacían irresistibles. Refugiado en Basilea, mantenía

correspondencia con los mejores espíritus de su tiempo, y publicaba, una

tras otra, multitud de obras que la imprenta de su vecino Froben (o, en

latín, Frobenius) divulgaba por todo el mundo. De estas citaremos el

Enchiridion (Enchiridion Militiis Christiani) los Colloquia, etc. Todo el

pensamiento del siglo XVI lleva de una manera o de otra el sello de

Erasmo.

Page 37: Cronistas de Indias

   34   

   

Muchas de las ideas de Erasmo pasaron a nutrir los conceptos

fundamentales de la reforma luterana. Durante mucho tiempo esperaron los

luteranos poder arrastrar a Erasmo a su campo, pero este se mantuvo

inconmovible en el campo de la ortodoxia, y atacó fuertemente a Lutero

cuando este negó la libertad humana, respondiendo al (De) Servo Arbitrio

de Lutero con su De Libero Arbitrio.

Erasmo encontró en España un ambiente de entusiasmo colectivo, y

sus especulaciones fueron seguidas por extensas e influyentes zonas del

alto clero, de la aristocracia y, en general, por las personas más cultas; tuvo

acogida favorabilísima entre los judíos conversos, de quienes salieron sus

entusiastas más decididos. Erasmo también despertó pronto en España una

reacción desfavorable, por lo cual también tuvo aquí a sus más acérrimos

impugnadores, reclutados sobre todo en el seno de las Órdenes

Mendicantes. Durante los primeros años de su reinado, Carlos V estuvo

muy influido por el pensamiento erasmista; tenía a su lado a los hermanos

Alfonso y Juan de Valdés, al inquisidor Manrique y a otras muchas figuras

del estado mayor del erasmismo; así llegó a estar en correspondencia

epistolar con el propio Erasmo, al que señaló una pensión.

El erasmismo llegó, en cierto modo, a su cumbre con la obra política

de Alfonso de Valdés, y con la publicación, en 1526, de la traducción del

Enchiridion realizada por el Arcediano del Alcor (Alonso Fernández de

Madrid), que incluso mejora notablemente el original de Erasmo. Esto

mismo motivó el que las protestas contra Erasmo arreciaran tanto que el

Inquisidor General Don Alonso Manrique mandó reunir en Valladolid el

año 1527 una congregación de teólogos con encargo de dictaminar acerca

de la ortodoxia de Erasmo. Como la congregación estaba integrada por

mitad de partidarios e impugnadores, se disolvió sin haber llegado a ningún

acuerdo, y el inquisidor impuso silencio a los que atacaban al sabio

Page 38: Cronistas de Indias

   35   

   

holandés. No obstante, a medida que los problemas de la herejía luterana

iban haciéndose más candentes, la situación se fue volviendo peligrosa para

los erasmistas; la Inquisición comenzó a vigilarlos muy de cerca, y poco a

poco fueron siendo objeto de proceso los principales partidarios de Erasmo.

El influjo del erasmismo en el pensamiento español del siglo XVI y

apenas si comienza a ser conocido hoy en sus debidas proporciones, sobre

todo gracias a la obra del hispanista francés Bataillon. La literatura, el

pensamiento, la teología, las ideas políticas, estuvieron fuertemente

afectados por las ideas de Erasmo, incluso mucho después de que este

constituyera una figura de actualidad.

Consecuencias del reinado de Carlos V. –

Carlos V, en líneas generales, logra coronar la fortaleza del poderío

español, cuyos cimientos habían abierto los Reyes Católicos. La

identificación con el cargo imperial le dio una enorme preponderancia

europea, y ligó los reinos españoles a la suerte y acontecimientos políticos

del centro y del norte de Europa. Carlos V es el último estadista europeo

que mantiene la idea del imperio cristiano como norma suprema de su

actuación. Durante algún tiempo intentó el Emperador traspasar esta

dignidad a su hijo Felipe, con el fin de que continuase su obra, propósito

que no logró, si bien Felipe II se impuso voluntariamente un papel de

defensor universal de la ortodoxia aun más radical que el de su padre, y

evidentemente desproporcionado a sus fuerzas y aun a los intereses

españoles. Esta actitud idealista y desinteresada hasta el exceso contrasta

notablemente con la que han de seguir los Habsburgo alemanes, cada vez

más unidos políticamente a los vaivenes y conveniencias de sus estados

patrimoniales; esta diferencia de puntos de vista llegó a demostrarse en

forma dramática años más tarde, durante la guerra de los treinta años, en

Page 39: Cronistas de Indias

   36   

   

tiempos de Felipe IV; España entra en la contienda llevada únicamente por

un sentimiento de solidaridad religiosa y familiar, pero el Imperio, después

de haber sido salvado por la intervención española, abandona a su aliada

cuando le resulta conveniente y contribuye así de una manera directa al

ocaso definitivo del poderío hispánico.

En contraste con la amplitud irrealizada de la idea imperial europea,

Carlos V fue, de un modo más o menos consciente, el fundador del imperio

español en sentido moderno, que como sabemos viene a significar el

dominio de un país sobre extensas zonas geográficamente alejadas y que se

convierten en base de la vida económica y de la política exterior de la

metrópoli. Hemos de ver cómo el problema americano se planteó en sus

aspectos más complicados durante aquella época, y que las soluciones,

justas y de fuerte fundamento jurídico, que entonces se arbitraron

resultaron eficaces durante mucho tiempo; y esto, a pesar de que las Indias

y sus asuntos preocupaban relativamente poco al Emperador.

Hay que admitir también la importancia de Carlos V como forjador

del instrumento que había de imponer en el mundo el poder español

durante el siglo venidero. Se trata del ejército, se revela como irresistible en

las campañas alemanas del Emperador, concretamente en Mühlberg,

victoria alcanzada con tropas casi exclusivamente españolas. Carlos V

advirtió inmediatamente la importancia de este hecho, que motivó en él una

creciente preocupación y cariño por sus reinos españoles.

Del mismo modo hay que destacar su responsabilidad en el fracaso

rotundo de la política económica, llamada a tener cada día más importancia

en la vida de los estados modernos. La política de gastos volvió estéril en

gran parte la afluencia de metales americanos, que se gastaban en el

extranjero y que solo servían en la península para producir un

Page 40: Cronistas de Indias

   37   

   

encarecimiento fabuloso del coste de la vida. De esta forma, todo el poder

de los Austrias españoles se veía amenazado gravemente, y tendía a

convertirse en una ficción; la vida de los súbditos fue siempre trabajosa y

con tendencia a empeorar.

Page 41: Cronistas de Indias

   38   

   

TEMA II: LA EXPANSIÓN ESPAÑOLA EN AMÉRICA A TRAVÉS DE LOS HISTORIADORES DE INDIAS

Antecedentes del descubrimiento. –

El descubrimiento de las Indias no constituye sino un capítulo, el

más importante desde luego, de un proceso de expansión y curiosidad

geográfica que estaba en curso desde principios del siglo XV. Desde esa

época venían explorándose las rutas atlánticas, bajo la atracción de fáciles

explotaciones comerciales. Primeramente fueron colonizadas las islas

Canarias, y. más tarde, cuando se pudo explorar el litoral africano, la meta

dee los viajes estuvo en Guinea, de donde se traían esclavos y oro en polvo.

Esto motivó una auténtica guerra sorda entre Castilla y Portugal, que se

disputaban el señorío del Atlántico. Portugal había comprendido

perfectamente, a través del genio del Infante Don Enrique el Navegante,

la importancia de esta labor de exploración geográfica. Castilla, con

muchos y graves problemas, deja esta preocupación a la iniciativa de

particulares, especialmente de los marineros de las rías de Huelva, que

lucharon a menudo con sus rivales portugueses. Esta situación de pugna

quedó resuelta por el tratado de Alcaçovas (1479-80) en el que se

reconocía el absoluto dominio castellano sobre las Canarias a cambio de la

admisión del completo dominio portugués sobre Guinea.

El descubrimiento colombino llegó a producir una situación grave

entre Castilla y Portugal, pues según la teoría portuguesa las nuevas tierras

e islas quedaban dentro de la zona reservada a Portugal; de ahí los

esfuerzos diplomáticos de Fernando el Católico para presentar las

adquisiciones castellanas como una isla de Canarias por ganar. La cuestión

fue resuelta, sin embargo, en el año 1493 mediante la aceptación de una

bula papal, hábilmente gestionada por Don Fernando, en la que se

Page 42: Cronistas de Indias

   39   

   

confirmaba el acuerdo de Alcaçovas y se establecía un meridiano a 370

leguas de las islas de Cabo Verde, a cuya izquierda todo sería portugués, y

a cuya derecha todo sería castellano. Este acuerdo reglamentó en el futuro

las relaciones entre Portugal y Castilla, y permitió además el dominio

portugués sobre la costa de Brasil.

Don Fernando procuró desde el primer momento obtener toda suerte

de títulos para poder ostentar con legitimidad la soberanía de las tierras

recién descubiertas, para lo cual gestionó bulas de Alejandro VI en que se

legitimaban sus aspiraciones (cuestión estudiada por Giménez

Fernández). También hay que destacar el interés de Don Fernando en

anexionar las Indias a la Corona de Castilla exclusivamente, lo cual

acredita su acertada concepción política acerca de porvenir de los reinos

españoles.

Cristóbal Colón. –

Su estudio aparece doblemente justificado, ya que además de su

importancia intrínseca en el plano histórico, reviste además en cierto modo

la de escritor y cronista de las nuevas tierras.

Actualmente se le considera nacido en Génova, en 1451 como fecha

más probable. Su muerte sobreviene en 1505. De origen muy modesto, se

dedica desde su juventud a la navegación, lo cual le permite adquirir la

magnífica experiencia náutica de la marina mediterránea. Tras una serie de

andanzas se establece en las Azores, donde contrae matrimonio con Doña

Felipa Moniz de Perestrello, y actúa como agente comercial de algunas

fuertes casas de comerciantes italianos (Centurione). Mucho se ha

especulado sobre la atención prestada por el descubridor a los esfuerzos

geográficos de los portugueses, y acerca de noticias más o menos

fabulosas, como la de haber recibido, de un piloto moribundo que recogió

Page 43: Cronistas de Indias

   40   

   

en su casa, la idea de hallar una nueva ruta para alcanzar la India por vía

occidental. Sabida es su larga estancia en Castilla, entretenido por los

Reyes, que sin aceptar su proyecto tampoco le quitan toda esperanza. En

esta época tiene un hijo natural de la cordobesa Beatriz Enríquez de

Arana. Hay un momento en que los Reyes proponen el examen técnico del

proyecto colombino a una junta de cosmógrafos, que presidió Fray

Hernando de Talavera y cuyo dictamen no fue favorable. Aun entonces

continuó Colón protegido por personas influyentes, como Fray Diego de

Deza. El acuerdo final (capitulaciones de Santa Fe) accedió por fin a las

peticiones no poco exigentes de Colón y estableció la norma para las

futuras empresas de descubrimiento y conquista, a las que en el futuro

precedió ese documento de acuerdo previo entre la Corona y el particular.

El dinero necesario para preparar la expedición fue proporcionado por

opulentos conversos aragoneses, como Luis de Santángel.

Colón realizó cuatro viajes. En el primero descubrió islas difíciles de

identificar hoy, en las Bahamas, la isla de Cuba, que llamó Juana, y la de

Haití, que llamó Española. La carabela Santa María embarrancó en

circunstancias sospechosas, y con sus restos se construyó el fuerte de

Navidad (el naufragio ocurrió en Nochebuena), donde dejó una pequeña

guarnición. El segundo viaje se preparó con gran prisa, y llevó a gran

cantidad de personajes influyentes cegados por la ambición y los relatos

maravillosos del primer viaje. Recorrieron una serie de islas en el Caribe,

tocaron en Puerto Rico y descubrieron arrasado el fuerte de Navidad.

En 1494 se contorneó casi toda la isla de Cuba, a pesar de lo cual

Colón insistía en que se trataba de tierra firme. En la Española, mientras

tanto, surgían graves dificultades políticas, agravadas por la intransigencia

de Colón y su escasa diplomacia. En el tercer viaje se lleva sobre todo una

finalidad pobladora. En 1498 se llega a la isla de Trinidad, y se alcanza la

Page 44: Cronistas de Indias

   41   

   

tierra firme en la zona del golfo de Paria, la actual Venezuela. En el cuarto

viaje (1502) se recorre Jamaica, la isla de Pinos y, sobre todo, la zona de

Centroamérica, desde Honduras hasta el Darién. Este cuarto viaje fue uno

de los más penosos y constituyó casi un desastre a pesar de su rendimiento

geográfico.

Colón como escritor de Indias. –

No conservamos el texto completo del diario del primer viaje,

aunque se ha conservado en extracto en una obra de Las Casas; a veces,

este resumen presenta largos párrafos transcritos textualmente.

El primer problema que nos presentan los escritos colombinos es el

de la presencia de continuos portuguesismos, tal como era lógico que

ocurriera a persona que hubiera aprendido primero el portugués. Estos

portuguesismos han sido utilizados por algunos para defender la teoría del

origen gallego de Cristóbal Colón, si bien Menéndez Pidal ha demostrado

que siempre se trata de auténticos portuguesismos y no galleguismos. Sin

embargo poseemos datos acerca del curiosísimo hecho de que Colón

dominaba el castellano antes de pasar a Castilla, lo cual también se ha

pretendido hacer valer para demostrar su españolismo. Menéndez Pidal ha

aclarado, sin embargo, que al proceder así Colón seguía un hábito muy

extendido entre la clase letrada de Portugal en aquellos tiempos, en que se

consideraba elegante escribir en castellano al mismo tiempo que en

portugués (poetas del Cancionero de Resende). En alguna ocasión

también se le escapan al descubridor algún que otro italianismo. Parece ser

que Colón, aunque no muy letrado, dominaba también algo de latín, pues se

conservan de él ciertos documentos redactados en latín ginovisco, lengua

de uso curial consistente en un latín degenerado.

Page 45: Cronistas de Indias

   42   

   

En cuanto al relato de su viaje, hay que advertir su interés en todos

los sentidos. Colón es un buen observador, y se expresa con claridad y

sencillez. Como era de esperar, su reacción ante la realidad americana es de

entusiasmo. Exagera la bondad del clima, la hermosura de la tierra, la

docilidad de los naturales y la riqueza de aquel mundo nuevo.

Continuamente le preocupa la posibilidad de sacar a todo aquello el mayor

provecho económico, hace referencias a la cercanía de los grandes imperios

asiáticos y hasta se ilusiona creyendo haber encontrado especias, sobre todo

una que él llama almáciga, y que había conocido durante sus viajes por el

oriente mediterráneo. Incluso hay un momento en el que cree haber visto

unas sirenas, aunque especifica a continuación que no eran tan hermosas

como se ha dicho. Se registran también el diario del primer viaje algunos

hechos de importancia científica, como la observación de que la aguja

magnética no señala al norte astronómico con toda exactitud,

descubrimiento del que se ha dicho que bastaría para inmortalizar aquel

viaje aunque no se hubiera descubierto ninguna tierra. Menéndez Pidal ha

señalado la belleza de algunos párrafos de Colón; destaca en sus

descripciones tanto al hacer la de las nuevas tierras como al narrar una

horrible tempestad.

Pedro Mártir de Anglería. –

Se trata (Pietro Martire d'Anghiera) de uno de los primeros

escritores americanos y que presenta la particularidad de no ser español,

sino italiano. Es un humanista nacido en 1459 que trajo a España el conde

de Tendilla para que actuase de preceptor en la Corte de los Reyes

Católicos.

Mártir es ante todo un latinista, que escribe epístolas latinas a sus

conocidos y comenta en ellas noticias de actualidad en las que se recogen

Page 46: Cronistas de Indias

   43   

   

toda suerte de rumores que circulan por la Corte de los Reyes Católicos. De

ahí el interés de su obra historiográfica titulada Opus Epistolarium. En

1510 se le dio el título de Cronista de las Indias y también fue nombrado

Abad de Jamaica. Respecto a las Indias escribe una obra muy valiosa

llamada Décadas de Orbe Novo. Recoge allí las narraciones que los

conquistadores envían a la Corte y las adorna con su erudición clásica.

Influido por los historiadores latinos, sobre todo por Tito Livio, tiende a

aproximar todo lo americano a los recuerdos del mundo antiguo, y de esta

forma los conquistadores llegan a parecer unos héroes romanos, y el Nuevo

Mundo una especie de realización de los sueños de Virgilio sobre la Edad

de Oro. Por eso relata allí leyendas como la de las amazonas. Por lo demás,

anota también datos muy curiosos sobre costumbres, animales y otros

aspectos de la realidad natural y humana de las Indias.

Esta tendencia de Pedro Mártir es muy interesante, porque da origen

a la interpretación utópica de América. Es una actitud muy típica de un

hombre del Renacimiento esta de imaginar en tierras lejanas la existencia

de una sociedad desprovista de los defectos comunes en la europea de su

tiempo. Es la actitud que culminará en Rousseau y en sus ideas acerca de

los salvajes como hombres que viven felices por haber escapado a nuestros

convencionalismos, y que hace de estos primitivos seres dignos de ser

imitados por todos.

La crónica de Indias. –

La repercusión literaria del descubrimiento y conquistas de las Indias

es muy escasa en el campo poético. El romancero puede decirse que no se

hace eco de aquellos acontecimientos. La repercusión en el campo de los

grandes poemas épicos sí es de cierta importancia, pero en cambio es tardía

y la realidad americana casi desaparece por el afán de imitar modelos

Page 47: Cronistas de Indias

   44   

   

clásicos o italianos. Este es el caso de la Araucana de Ercilla y varios

poemas semejantes.

La repercusión literaria de las Indias es en cambio muy fuerte en el

campo de la Historia, en las crónicas. Hay que tener en cuenta que el

género histórico había adquirido un desarrollo creciente a lo largo de

nuestra Baja Edad Media, y que durante el siglo XV especialmente (tras la

perfección del género en manos del canciller Pedro López de Ayala) llegó

a alcanzar una posición dominante en el campo de la prosa literaria. El

siglo XV nos legó obras perfectas en todos los géneros históricos, desde las

grandes crónicas de todo un reinado, como la de Alvar García de Santa

María, hasta las crónicas de hechos individuales, como el Victorial de

Don Pedro Niño, de Gutierre Díez de Games, y los relatos en prosa de

insuperable verismo psicológico de Fernán Pérez de Guzmán.

Los hechos de Indias inducen a tomar la pluma a toda suerte de

gentes, conquistadores como Cortés, soldados como Bernal Díaz del

Castillo, náufragos infortunados como Cabeza de Vaca, frailes como Las

Casas y fray Toribio de Benavente (Motolinia) ( vocablo que significa “el

que es pobre o se aflige”, pobrecito, desgraciado, en náhuatl, apodado así

por los indígenas en México. Aunque esta versión del origen del

sobrenombre es la que aparece en fuentes modernas, véase en la sección

“Otros cronistas de Indias” otra versión de dicho origen), burócratas como

Gonzalo Fernández de Oviedo, etc. Cada uno lo hace por un interés

especial: para justificarse a sí mismos, por interés en la defensa del indio,

para dar a conocer los hechos de los humildes soldados, para divulgar la

acción evangelizadora, de determinada orden religiosa, para observar y

transmitir datos acerca de las costumbres de los indígenas, para estudiar la

exuberante naturaleza americana, etc.

Page 48: Cronistas de Indias

   45   

   

Si nosotros componemos todas las piezas sueltas que exponen estas

crónicas, nos encontraremos con el mosaico más completo y atrayente para

comprender el gran acontecimiento del descubrimiento y conquista en

todos sus aspectos y hasta en sus menores detalles.

Las crónicas de Indias presentan la dificultad de estar poco

estudiadas. No abundan las ediciones críticas, y muchas de ellas

permanecen inéditas. También se adolece por lo común de falta de datos

acerca de sus autores. De esta forma las crónicas de Indias guardan aún

filones de datos sin aprovechar.

Gonzalo Fernández de Oviedo. –

Nace en Madrid en el año 1478. No se conoce muy bien su origen

familiar, y hace unos meses (se refiere a la fecha de estos apuntes, 1958) se

ha puesto de relieve la posibilidad de que fuera de linaje de judíos

conversos, según un artículo de Don José María de la Peña. La reina Isabel

lo nombró mozo de la cámara del príncipe Don Juan, con 8000 maravedíes

de renta. A la muerte del Príncipe en 1497 hubo de marchar a Italia, y años

más tarde escribió, nostálgico, el Libro de la Cámara del Príncipe Don

Juan, que nos permite reconstruir con el mayor rigor la vida íntima del

desdichado hijo de los Reyes Católicos. En Italia conoce al Gran Capitán y

no logra tampoco resolver su vida, por lo que regresa a Castilla a principios

del siglo XVI. En Madrid casa con la hermosa Margarita de Vergara, que

muere diez meses más tarde, y cuya pérdida es lamentada por el futuro

cronista con acentos desgarradores.

Fernández de Oviedo participa en la campaña de Rosellón en 1503, y

en 1505 el Rey Don Fernando le encarga en Toro de escribir sobre los

hechos de los Reyes de España. Aún con su vida sin resolver, viene a

Sevilla y se alista en la armada del siniestro Pedrarias Dávila, que se

Page 49: Cronistas de Indias

   46   

   

preparaba para marchar a Castilla del Oro (nombre dado a principios del

siglo XVI por los colonizadores a una región entre Centroamérica y el

norte de Suramérica); tuvo la suerte de que muriera el veedor de las

fundiciones de oro, y de ser nombrado en sustitución. Zarpó en 1514, y

ostentaba además el cargo de escribano. Desde el principio se llevaba mal

con Pedrarias, y en 1515 regresó a Castilla con memoriales y quejas por su

mal gobierno. Como a poco murió Don Fernando, se trasladó a Bruselas en

un viaje muy accidentado para informar a Don Carlos, quien no parece

haber tomado demasiado interés en los asuntos de Fernández de Oviedo, en

vista de lo cual se retira a Madrid para escribir un libro de caballerías

llamado Don Claribalte (nombre completo, Libro del muy esforzado e

invencible caballero de la Fortuna propiamente llamado Don Claribalte).

Más tarde, en 1519, se traslada a Barcelona para reunirse con la Corte, pues

se estudiaban entonces los problemas de Indias y él pretendía hacer valer

sus conocimientos. En esta ocasión se enfrentó rotundamente con otro gran

cronista, Fray Bartolomé de las Casas. Oviedo, letrado y hombre de

armas, era partidario de resolver los asuntos del gobierno de Tierra Firme

mediante el envío de un gobernador enérgico y de un buen prelado,

mientras que Las Casas, el entusiasta defensor de los indios, defendía una

política limitada a la predicación y al ejercicio de la caridad con los

naturales. Esto fue causa de que en lo sucesivo profesara Las Casas una

fuerte antipatía a Gonzalo Fernández de Oviedo y le dirigiera múltiples

ataques al redactar sus obras históricas.

Gonzalo Fernández de Oviedo consigue, sin embargo, de la Corte un

nombramiento de regidor perpetuo de la ciudad de Nuestra Señora de la

Antigua, a la que marcha, además, con los cargos de escribano general y

receptor de penas de cámara. Su misión se agravó mucho al saberse que

Pedrarias Dávila había condenado a muerte a Balboa, pues correspondía

Page 50: Cronistas de Indias

   47   

   

ahora a Oviedo la misión de rescatar los bienes de los condenados. Esto

motivó el que a su llegada tuviera que enfrentarse con el terrible Pedrarias

Dávila. Transcurren ahora tres años, durante los cuales le sobrevienen

múltiples amarguras; pierde a su segunda mujer, tiene que enfrentarse a

continuas intrigas y unos enemigos políticos terminan por hacerlo víctima

de un atentado en el que recibió una herida considerada como mortal, pero

de la que se restableció rápidamente; interesado en abandonar aquel

ambiente, hubo de someterse a un juicio de residencia extraordinariamente

embrollado, del que salió incólume. En 1523 llega a Cuba en un estado de

salud cercano al desahucio, pero poco después se repone y regresa a la

península en compañía de Don Diego Colón. Sorprende que en los tres

años anteriores tuviera lugar y tranquilidad para comenzar su gran obra La

Historia General y Natural de las Indias (, islas y tierra firme del mar

océano), y para redactar una Crónica de los Reyes Católicos que incluyó

después en su Catálogo Real de Castilla. En la península se dirige

enseguida a la Corte, y vuelve a su villa natal de Madrid, donde por

aquellos días estaba preso Francisco I, lo cual le dio tema para escribir una

relación acerca de la estancia del rey francés en la Torre de los Lujanes. En

la Corte procuró Oviedo la caída de Pedrarias, asunto muy difícil porque

este contaba con buenos valedores, aunque se consiguió por fin su

destitución. Cuando estaba a punto de regresar a América, Don Carlos, que

estaba en Toledo, sintió curiosidad por informarse acerca de la vida en

Indias y ordenó a Oviedo que se presentase ante él. El cronista, con su

memoria prodigiosa y su increíble laboriosidad, redactó entonces un

Sumario de la Natural Historia de las Indias, que se imprimió en Toledo

en 1526.

Vuelto de nuevo a las Indias, interviene en la política interior de

Castilla del Oro y de Nicaragua; además, durante un viaje marítimo los

Page 51: Cronistas de Indias

   48   

   

malos vientos lo desviaron a Panamá. En 1530 está de nuevo en la Corte de

Carlos V con sus habituales quejas. Vuelve a Santo Domingo, donde había

centrado su vida y residía habitualmente su familia, con el cargo de regidor

y de cronista de Indias en 1532. Adquiere ahora correspondencia con

Carlos V, que le estimula a proseguir su obra historiográfica. A ruegos del

Emperador escribió también el Libro de la Cámara del Príncipe Don

Juan, con el fin de que sirviera de modelo para la organización de la casa

del futuro Felipe II, si bien no logró el fin que se proponía, pues Don

Carlos decidió por fin organizarla a la borgoñona. En 1535 aparece en

Sevilla su obra principal. El año de 1536 le trae nuevas amarguras: la

muerte de su tercera mujer,¡ y la de un hijo suyo en el reino de Chile,

además de una serie de acusaciones calumniosas por su actuación en Santo

Domingo. Todavía realizó Oviedo varias idas y venidas a la península,

ocupado en sus eternos asuntos políticos. Murió en la fortaleza de Santo

Domingo, de la que era alcaide, en el año 1557.

La obra historiográfica de Gonzalo Fernández de Oviedo. –

Oviedo es una personalidad literaria interesante; no es un hombre

extraordinariamente culto, hasta el punto de que apenas sabía un poco de

latín, por lo cual le zahería Las Casas, su gran enemigo. Sin embargo es

hombre muy suelto de pluma, y sobre todo muy exacto en su expresión,

quizás por su hábito escribanil de levantar actas. Su pluma se anima con

gracia siempre que narra algo visto por él. Su exactitud es muy grande en la

parte que a él le tocó vivir, que no fue poca ni de escasa importancia, ya

que fue actor de algunos de los hechos históricos más sobresalientes de

aquella época. Sin embargo, cuando tiene que relatar hechos sucedidos en

ambientes alejados del suyo (conquista de Méjico o del Perú) (en lo

sucesivo en este texto se utilizarán los términos “Méjico” y “mejicanos”

Page 52: Cronistas de Indias

   49   

   

siempre que se usen en el texto original para respetarlo, aunque en la

actualidad se considera que las formas correctas son “México” y

“mexicanos”) ha tenido que recurrir a relaciones de otras personas y con

ello se han introducido en su obra numerosos errores, según él mismo

reconoce. Su importancia como historiador es grande, por cuanto trató a

muchas personas interesantes de su época (el Príncipe Don Juan, Don

Fernando el Católico, Carlos V, el Gran Capitán, los descendientes de

Colón, Pedrarias Dávila, etc.). Destacan sobre todo sus noticias sobre el

descubrimiento: estuvo relacionado con la familia de Colón desde su

juventud, ya que los hijos de este estuvieron, como él, adscritos a la

Cámara del Príncipe Don Juan; sin embargo no es un entusiasta de la figura

del genovés, sino que pone de relieve con justicia sus grandes errores

políticos y la participación de sus colaboradores, como la de los hermanos

Pinzón, durante el primer viaje. Sin embargo quizás sea lo más interesante

de Oviedo considerado como historiador su declarado propósito de dar

entrada en su obra a la Naturaleza, y describir con el lujo de detalles que le

permitía su excelente memoria el paisaje y las peculiaridades naturales de

las nuevas tierras.

En cuanto a los grandes problemas políticos del momento, adopta

Oviedo una postura realista y objetiva. Ya hemos dicho cómo chocó en

1519 con Las Casas, con cuya utopía de imperio misional no simpatizaba lo

más mínimo su espíritu práctico de soldado y hombre de leyes. Por eso

gustó de poner de relieve el fracaso de Las Casas en su intento misional de

Cumaná. De ahí que Las Casas jamás le perdonase y le cubra en sus

escritos de sartas de insultos como la siguiente: “embaydor, hipócrita,

inhumano, ladrón, blasfemo, y mentiroso”. No simpatiza tampoco con los

excesos dee los encomendados. Ante el indio dista de considerarlo un ser

Page 53: Cronistas de Indias

   50   

   

perfecto: pone de relieve sus malas inclinaciones y su incapacidad para el

trabajo, aunque reconociéndole siempre su dignidad humana.

Oviedo es autor de una obra historiográfica muy extensa. De ella lo

que más interesa es la Historia General y Natural de las Indias, Islas y

Tierras Firmes del Mar Océano. De esta obra hay una especie de

compendio en la edición de Toledo de 1526, a que ya hemos hecho

referencia. Sus otras dos partes, que comprenden la conquista de Méjico y

del Perú, no se imprimieron hasta fecha casi contemporánea, desde 1851

hasta 1855, bajo la dirección de Amador de los Ríos. El hecho de que la

mayor parte de su obra quedara inédita en su época suele atribuirse a los

manejos de Las Casas. Escribió también Oviedo otras obras de corte

histórico: las Quincuagenas de la Nobleza de España (1880), y las

Batallas y Quincuagenas, que permanece inédita, aunque varias veces ha

existido el proyecto de editarla; ambas obras abundan en datos de primera

mano, y a menudo permiten a Oviedo trazar los retratos psicológicos de

interesantes personajes de la Corte de los Reyes Católicos y de la de Carlos

V a los que tuvo ocasión de tratar. También realizó Oviedo una traducción

del italiano, la titulada Reglas de la Vida Espiritual y Secreta Teología

(Sevilla, 1548).

Tan amplia producción literaria queda completada con el libro de

caballerías Don Claribalte (ya citado antes), y es curioso que en sus

últimos años Oviedo se arrepintiera de haberlo escrito; a pesar de ello, hay

algunos autores actuales que dudan de que sea Oviedo el verdadero autor

de este libro, pues según aquellos críticos el autor del Claribalte sería un

homónimo, también madrileño, apellidado de Sobrepeña.

Page 54: Cronistas de Indias

   51   

   

Lecturas. –

En el proemio de la Historia Natural explica el motivo por el que

escribe: “Quiero o deseo imitar al Plinio”, dice. En el proemio es fácil de

ver la falta de orden muy propia de su obra. También se encuentra el lector

pruebas la diferencia del carácter actual y la autoridad que daban los

humanistas a cualquier afirmación sin base, solo porque lo dijera un gran

hombre, por ejemplo Aristóteles. En su obra hace alusión a las ocho veces

que ha atravesado el océano, y a la teoría de que Colón sabía los secretos

del mar por haberlos descubierto un piloto que alojó en su casa. Relata en

la obra de la Historia Natural y General de las Indias, contando la pérdida

de la Gallega (nombre dado a la Santa María), y de lo sucedido en el Fuerte

Navidad, mandado por el cordobés Rodrigo de Arana (aquí hay una

confusión, pues según varias fuentes quien quedó al mando fue Diego de

Arana, cuyo padre se llamaba Rodrigo. Alguna otra fuente habla de Pedro

de Arana, pero esto puede ser una confusión de personajes, pues con

Arana parece ser quedaron allí como lugartenientes Pedro Rodríguez y

Rodrigo de Escobedo).

Fray Bartolomé de las Casas. –

Nació en Sevilla en 1474 (según algunos 1484), probablemente en el

barrio de San Lorenzo. Su familia es muy poco conocida. Se sabe que

estudió en Salamanca, y que su padre le regaló un niño indio para que le

sirviera, aunque la orden de Doña Isabel de repatriar a los indios vendidos

por Colón lo apartó pronto de él.

Parece ser que su familia tuvo desde el primer momento ciertos

contactos profesionales con los asuntos de Indias. Por eso no puede

extrañar que el joven Bartolomé intente labrar allí su fortuna; marcha a

Page 55: Cronistas de Indias

   52   

   

América con la expedición de Ovando (Nicolás de Ovando, en una gran

expedición de unos 2500 colonizadores y 32 naves; junto a él viajó

Francisco Pizarro, el futuro conquistador del imperio inca) en 1502.

Parece ser que allí intervino en acciones guerreras contra los indios y fue

considerado desde el primer momento como persona de relieve.

En 1510 se ordena sacerdote, y es fama que fue el primer

misacantano de América. Se sabe que su ordenación fue un acontecimiento

al que asistió el propio almirante Don Diego Colón, y lo más selecto del

elemento español de aquellas tierras. En 1511 se prepara la colonización de

la isla de Cuba, y su gobernador, Diego Velázquez, lo lleva consigo en

calidad de ayudante. Una vez en Cuba asiste a los principales

acontecimientos de la conquista, sobre todo a uno que le impresionó en lo

más hondo, la terrible matanza del Caonao; a raíz de este lamentable

suceso, consiguió Las Casas, no obstante, lograr un acuerdo pacífico entre

los indios y el terrible Pánfilo de Narváez. Las Casas recibió en

recompensa a sus servicios durante la pacificación de Cuba un magnífico

repartimiento de indios, es decir un crecido número de indígenas para que

trabajaran para él bajo régimen de esclavitud.

Pronto, sin embargo, comienza a inquietarse su conciencia, sobre

todo al preparar un sermón sobre el texto del Eclesiastico conocido como

Inmolantes ex Iniquo oblatio est maculata. Convencido de que, por lo

tanto, no podía poseer un repartimiento con la conciencia tranquila, predicó

contra la servidumbre de los indios con gran escándalo, y presentó ante

Diego Velázquez la renuncia a su repartimiento. No contento con su

sacrificio entró en contacto con algunos frailes dominicos allí establecidos,

entre los cuales destaca Fray Pedro de Córdoba, que ya habían

denunciado en varias ocasiones la injusticia de la situación de los indios.

Desde este momento Las Casas se propone dedicar su vida a la defensa de

Page 56: Cronistas de Indias

   53   

   

la libertad y dignidad humana de los indios. Como de sus conversaciones

con sus dominicos había nacido la convicción de que aquel estado de cosas

no se podía resolver con predicaciones, sino que requería una rectificación

general de la colonización española, vuelve a España para dar a conocer en

las altas esferas la situación verdadera del problema indígena. Le acompañó

en el viaje un personaje simpático, Fray Antonio de Montesinos, el

primero que se había atrevido a predicar en América sobre aquella

cuestión.

Una vez llegado a la península, en 1515, intenta denunciar la

situación al Rey Don Fernando, con el que logró una entrevista, que no

tuvo resultado positivo debido a que el monarca estaba casi inconsciente

por un padecimiento renal. Por eso intentó captarse a las personas que

manejaban entonces todos los asuntos de Indias, el obispo Don Juan

Rodríguez de Fonseca y el secretario (Lope de) Conchillos. El secretario

intentó halagar su vanidad y ofrecerle recompensas materiales, sin

resultado alguno. Con Fonseca la ruptura fue aún más violenta. Sin

embargo la situación varió pronto por el fallecimiento de Don Fernando y

el hecho de haber quedado Cisneros como dueño absoluto del reino. Se

inicia ahora un nuevo capítulo de la lucha. La recia personalidad moral de

Cisneros no se desentiende del enojoso problema indiano, máxime cuanto

que estaba muy descontento de la actuación de Fonseca y de Conchillos.

Cisneros se ocupó personalmente de los asuntos de Indias. La aspiración de

Las Casas era que se derogasen las leyes de Burgos de 1512, en las que el

sistema de repartimientos había quedado legalizado. El triunfo de Las

Casas tuvo lugar precisamente durante una lectura de este texto legal, en el

que el secretario que lo leía pretendió de modo fraudulento introducir

modificaciones. Cisneros decidió aplicar en Indias reformas radicales, y

para ello comenzó a planear el envío de tres monjes jerónimos, encargados

Page 57: Cronistas de Indias

   54   

   

de aplicar con plenos poderes una legislación justa y de mediar en las

disputas que en aquellas tierras mantenían franciscanos y dominicos. El

propio Las Casas recibió el nombramiento de procurador de los indios, con

un buen salario, y marchó en 1517 a La Española con los frailes jerónimos.

Estos, que eran personas timoratas y de escasísima experiencia política, se

intimidaron en Indias ante el problema y no se atrevieron a suprimir las

encomiendas, motivo por el que Las Casas regresó desilusionado a Castilla

en el mismo 1517. El ambiente en España había cambiado, con la llegada

de Carlos V, entre cuyo círculo de cortesanos supo manipular Las Casas

con tanta habilidad que vino a quedar convertido en una especie de árbitro

de los asuntos de Indias; le resultó muy favorable el bondadoso cardenal

Adriano, mientras que les seguían siendo desfavorables el obispo Fonseca y

los franciscanos, siempre partidarios de la encomienda.

Las Casas proponía un sistema de colonización exclusivamente

pacífico puesto bajo el cuidado de religiosos y de agricultores, proyecto

que su imaginación adornaba con detalles del tipo de hacer vestir a estos

colonos un hábito blanco con una gran cruz roja en el pecho. En 1519 se

enfrenta con Gonzalo Fernández de Oviedo y obtiene la aprobación para

aplicar su experimento en un territorio que ocupaba una extensión de 260

leguas de costa desde la provincia de Paria hasta Santa Marta.

Las Casas se dispuso con júbilo a aplicar sus planes, pero nada más

llegar a Santo Domingo comenzaron a sobrevenir dificultades; aquella

tierra había sido recorrida por Alonso de Ojeda, cuyos hombres

cometieron algunos desafueros y recibieron a su vez el castigo de los

indígenas, por lo cual se preparaba en Santo Domingo una expedición de

castigo bajo el mando de Gonzalo de Ocampo, a quien inútilmente intentó

disuadir Las Casas. Este hubo de desembarcar por tanto en un momento

muy desfavorable tras la implacable represión de Ocampo. La empresa

Page 58: Cronistas de Indias

   55   

   

colonizadora marchó mal desde los primeros momentos, sobre todo porque

el territorio seguía siendo objeto de depredaciones por parte de algunos

españoles; Las Casas marchó a Santo Domingo a reclamar contra estas

irregularidades, pero al llegar se encontró con la noticia de la ruina

definitiva de su establecimiento, que había sido asaltado. En 1523 Las

Casas toma el hábito de sus fieles amigos los dominicos, y dedica varios

años en La Española a perfeccionar y ampliar sus conocimientos

teológicos. En 1527 comenzó su Historia Apologética (Por esas fechas

parece ser que empezó su “Historia de las Indias”, que en 1552 sería

dividida en General y Apologética o Natural). Fue también prior del

convento dominico de Puerto Plata, y actuó como intermediario para la

sumisión pacífica del temible cacique indígena Enriquillo. No se sabe bien

si hacia 1530 haría un viaje a España para protestar de los abusos

cometidos con motivo de la conquista del Perú que habían llegado a su

noticia. Estuvo después en Nicaragua, siempre en tremendas luchas con los

encomenderos. Marchó más tarde a Guatemala, donde fue protegido por el

obispo Marroquín, y escribió entonces su tratado De Unico Vocationis

Modo. Allí mismo tuvo Las Casas los mayores éxitos prácticos de su vida,

pues consiguió la sumisión de algunos caciques temibles, y en 1537 la

pacificación de Tezulutlán, región que había llegado a ser conocida con el

nombre de Tierra de la Guerra, y que en adelante llamó de la Vera Paz.

Vuelve a España en 1538, y una vez más actúa en los altos círculos

políticos, de tal forma que logra también un sonadísimo triunfo al

conseguir que Carlos V promulgue en Barcelona el 20 de noviembre de

1542 las famosas Leyes Nuevas, verdadero motivo de gloria para la labor

de España en Indias.

A continuación fue nombrado obispo de Chiapas, en la Nueva

España, y como repugnaba a sus convicciones el ser prelado absentista, se

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   56   

   

trasladó a esta sede en 1544. Su actuación como obispo se caracterizó por

las luchas con los encomenderos que eran de esperar. En efecto, el obispo y

sus súbditos se mantuvieron en un continuo forcejeo, pues cuando Las

Casas notó que no conseguía nada con sus predicaciones a favor de los

indios les impuso graves penas espirituales que llegaban hasta la privación

de sacramentos. Cansado de esta lucha terminó por renunciar a la mitra y

trasladarse a Méjico. En 1550 está de nuevo en España, y mantiene una

polémica famosísima con Juan Ginés de Sepúlveda, quien mantenía

teóricamente el punto de vista de los encomenderos acerca de la

servidumbre de los indios. De la importancia de esta discusión da idea el

hecho de que interesó a los mayores teólogos de la época y que recibiera el

encargo de resumir las conclusiones el famoso Fray Domingo de Soto,

confesor de Felipe II. Desde entonces hasta fecha cercana a la de su muerte

residió en el convento de San Gregorio de Valladolid, dedicado

incansablemente a defender con la pluma las ideas a que había dedicado su

vida. Su muerte sobrevino en Madrid (convento de Nuestra Señora de

Atocha) en 1566 (en el año 2002 se inició el proceso de beatificación y

canonización de Las Casas).

La obra de Las Casas. –

La más famosa de ellas apareció en Sevilla el año 1552 bajo el título

de Brevísima Relación de la Destrucción de las Indias (En 1542, estando

en España, acaba una primera redacción). En ella se hacía un inventario

de las crueldades y desafueros cometidos en Indias por los españoles en un

tono apasionado y violento hasta la exageración. Se esfuerza en presentar a

los indios como seres poco menos que perfectos y calcula el número de los

que han fallecido víctimas de los conquistadores en un número altísimo

pero arbitrario, de “cuentos” o millones. Polemiza contra la encomienda y

Page 60: Cronistas de Indias

   57   

   

para la solución del problema de la mano de obra aconseja el empleo de

esclavos negros (después ha surgido la opinión de que es falsa esta defensa

de la esclavitud de negros, de tal modo que, por el contrario, se dice que

denunció la trata esclavista de negros africanos, especialmente tras

conocer una crónica portuguesa sobre la captura de negros en la costa

africana, e incluyó en su Historia de las Indias dos capítulos defendiendo a

los negros en los mismos términos que a los indios. En uno de mis

comentarios en el tema XI se vuelve sobre esta cuestión de los negros y Las

Casas). Esta obra de Las Casas ha sido siempre muy discutida. Ya en la

época la combatió un escrito atribuido al franciscano Motolinia, y también,

en 1599, fue impugnada por Don Bernardo Vargas Machuca. Este libro

escandaloso se tradujo a varias lenguas extranjeras, en 1578 se imprimió en

Amberes la primera edición francesa, y algo después se hizo otra italiana,

por lo cual adquirió una enorme reputación europea y constituyó para

muchas personas una fuente única y deformadora acerca de la conquista

española en Indias. De esta forma ha sido Las Casas, sin proponérselo,

quien más ha contribuido a la difusión de la Leyenda Negra americana y

sobre todo a partir de la obra del abate Raynal, que maneja hábilmente los

textos de Las Casas para desacreditar a España. No obstante, estas

orientaciones críticas han sido superadas hace tiempo, y Las Casas ha

vuelto a ser considerado con mayor justicia, si bien todavía existen algunos

críticos que lo denigran considerándolo autor de dicha Leyenda Negra. La

“Brevísima Relación…” se considera hoy relativamente secundaria al lado

de otros libros de Fray Bartolomé.

En el mismo año de 1552 se publicó también el resumen hecho por

Soto de la controversia mantenida con Sepúlveda, y también varios

opúsculos, entre los que descuella un resumen doctrinal acerca del dominio

sobre los infieles, y los títulos de los Reyes de Castilla para dominar las

Page 61: Cronistas de Indias

   58   

   

Indias, y asimismo un Confesionario destinado a servir de guía a los

confesores de los españoles en Indias. Entre todas estas obras de Las Casas

merece especial atención la ya citada de Unico Vocationis Modo acerca de

cómo debía de llevarse la obra de evangelización.

En cuanto a su obra propiamente historiográfica hay que señalar

sobre todo dos títulos, la Historia General de las Indias y la Historia

Apologética de las Indias. Esta segunda era en su primitivo proyecto una

parte de la primera, que el autor decidió después considerar como obra

distinta.

La más importante, con mucho, es la primera, que Las Casas

comenzó a escribir en 1527, impulsado por su despecho al conocer mla

obra de Oviedo; sin embargo no pudo dedicarse a trabajar en ella con

intensidad sino hasta 1547. Consta de tres libros muy voluminosos y que no

alcanzan más que hasta 1520.Según algunos debió escribir algún libro más

que no se conserva, pero que sería de un interés extraordinario, porque es

precisamente a partir de 1520 cuando Las Casas intervino más en los

asuntos que allí relatase. Es curioso que Las Casas no publicó esta obra en

vida, y dejó ordenado en su testamento que no se imprimiera hasta pasados,

por lo menos, 40 años de su muerte, extraña disposición que tal vez se

explique por temor a represalias e impugnaciones cuando él no pudiera ya

responder a ellas, o por aminorar el escándalo. Como quiera que la obra de

Las Casas se hizo con el tiempo sospechosa y llegó a estar en el índice de

la Inquisición a partir de 1660, permaneció inédita hasta el año 1875 en que

la editaron en cinco volúmenes los eruditos José Sancho Rayón y el

Marqués de la Fuensanta del Valle.

Se conservan incluso los manuscritos autógrafos de Las Casas en la

Biblioteca Nacional. Se sabe que Las Casas dejó también una

Page 62: Cronistas de Indias

   59   

   

correspondencia nutridísima que él mismo deseaba ver publicada, pero que

por desgracia no se ha conservado.

La Historia General de las Indias es una obra escrita con reposo y, en

cierto modo, la menos polémica de su autor. Como hemos dicho, su

minuciosidad es extraordinaria; Las Casas inserta siempre que puede

documentos copiados o resumidos que han llegado a sus manos. Destacan

sus informaciones sobre todo referentes a Colón y sus actividades, pues

pudo manejar papeles privados del descubridor que se conservaban en el

monasterio de Las Cuevas de Sevilla y en el de San Pablo, en el que él

residió en varias ocasiones. En Las Casas existía un interés innato por las

labores históricas, como lo demuestra el hecho de que ya en 1502

comenzara a reunir datos y documentos.

Sin embargo, su obra no carece de defectos. El más considerable,

además de su apasionamiento de polemista, un cierto desorden y falta de

plan que le precipita en numerosos errores y contradicciones, defecto hijo

de su carácter. Su estilo literario es también muy desaliñado y falto de

corrección y pulimento, pues se aprecia su rapidez excesiva de trabajo, a

pesar de los cual contiene algunos relatos narrados con gran precisión de

detalle y colorido, como la hazaña de Pedro de Ledesma, que moribundo

hacía retroceder a los indios con sus coléricos gritos.

Las Casas es hoy uno de los personajes más discutidos del siglo XVI.

Su persona sigue siendo objeto de polémicas y de discusiones, como

cuando estaba vivo. Para uno es el apóstol de los indios y defensor de la

justicia, para otros un fanático intolerante y sectario, enemigo de los

españoles y fundador de la Leyenda Negra. Desde luego no era una persona

falta de grandes defectos, y a menudo su exageración y su apasionamiento

pasan de la raya. Sin embargo los últimos estudios, realizados por

Page 63: Cronistas de Indias

   60   

   

extranjeros como Bataillon y Hanke, o por españoles como Jiménez

Fernández, les son ampliamente favorables, y coinciden en reconocer la

enorme altura moral y la nobleza de sus actividades.

Otros cronistas de Indias. –

Ya dijimos cómo, en realidad, constituyen un catálogo casi

inagotable, y cómo todos ofrecen algún interés particular en mayor o menor

grado. Por eso distaremos aquí mucho de agotar su enumeración.

En primer lugar merece la pena mencionar a los cronistas del pasado

indígena. Casi todos ellos son religiosos y se ocupan de la personalidad

humana, histórica y etnológica del indio. Actualmente se encuentran estos

cronistas entre los más apreciados, pues constituyen una auténtica mina de

información acerca de la etnología americana y otras cuestiones científicas

similares (ciencias naturales, geografía, medicina, etc.). Figura

destacadísima en este campo es la de Fray Bernardino de Sahagún

(1500-1590), quien escribió en lengua mejicana (en náhuatl) una Historia

General de las Cosas de la Nueva España, que después se tradujo al

español. Su característica es la objetividad, al considerar al indígena

americano, al que profesa gran respeto, sin idealizarlo a la manera de Las

Casas.

Personaje muy simpático es Fray Toribio de Benavente (muerto en

1569), mucho más conocido por el sobrenombre, que él mismo se dio, de

Motolinia, que quiere decir “el pobre”, por ser esta la primera palabra que

aprendió en lengua indígena (otra versión se mencionó en un comentario

anterior en la sección “La crónica de Indias”). Al tratar del problema

indígena, corrige a menudo a Las Casas.

Page 64: Cronistas de Indias

   61   

   

Para terminar, citaremos al obispo (Diego de) Landa, cuya crónica

ha resultado de un valor inestimable para reconstruir la cultura del pueblo

maya (Yucatán), considerado como el de mayor desarrollo intelectual entre

todos los núcleos humanos precolombinos. Un poco afín a estos cronistas

puede considerarse la figura del padre José de Acosta, autor de una obra,

en realidad de ciencias naturales y etnografía, titulada Historia Natural y

Moral de las Indias.

Libro de gran interés humano es la relación de los Naufragios de

Alvar Núñez Cabeza de Vaca, superviviente de expediciones

desdichadas, que se recorrió a pie gran parte de Norteamérica y llegó a

adaptarse de tal forma a la vida de los indios que después le costó mucho

trabajo habituarse de nuevo a la existencia normal de un español. Sus

penalidades, desesperación e ingenio para sobrevivir hace de estos

Naufragios una obra de lectura muy agradable. La vida de Alvar Núñez

tuvo una segunda parte como gobernante en el Paraguay, experiencia

desdichada, aunque en otro sentido, de la que nos ocuparemos más

adelante. Murió a mediados del siglo XVI.

Entre los cronistas de Nueva España destaca también Francisco

Cervantes de Salazar, intelectual refinado que marcha a las Indias con su

cultura ya hecha, y escribe allá una elegante Crónica de la Nueva España,

sirviéndose a manera de fuentes de los cronistas anteriores, sobre todo

Cortés (al que conoció personalmente). Muere Cervantes en 1575 (en

Méjico).

La conquista de Nueva Granada, del Perú y del Río de la Plata

produce también su correspondiente hornada de cronistas. En el Perú

destaca Francisco López de Jerez (1504-1539), quien escribió una

Verdadera Relación de la Conquista del Perú (y provincia de Cuzco,

Page 65: Cronistas de Indias

   62   

   

llamada la Nueva Castilla, como rectificación a “La conquista del Perú

llamada la Nueva Castilla”, publicada pocos meses antes por el también

conquistador Cristóbal de Mena), interesante por haber sido el autor

secretario de Pizarro, y haber estado por tanto muy bien informado. Las

luchas intestinas que sobrevinieron entre los conquistadores han sido

recogidas por Pedro Cieza de León (1518-1560) en su Crónica de Perú,

en la que también se ocupa de cuestiones indígenas. De estas crónicas la de

más valor literario es la de Agustín de Zárate (muerto después de 1560),

que fue testigo de la rebelión de Gonzalo Pizarro. Su obra se titula

Historia del Descubrimiento y Conquista del Perú.

Una curiosidad histórico-literaria es la crónica de Alonso Henríquez

de Guzmán, quien da de la conquista una versión humorística y picaresca.

Respecto a Colombia (antigua Nueva Granada), aparece también su

principal conquistador como destacado cronista, igual que Cortés en el caso

de Nueva España, Gonzalo Jiménez de Quesada, quien escribió mucho

acerca de su conquista aunque gran parte de su valiosísima obra, propia de

un hombre muy culto, se ha perdido.

Respecto al río de la Plata, cuya pacificación constituyó durante

muchos años un problema insoluble, hay que mencionar a Fray Luis de

Miranda, quien escribió un romance alusivo a los desastres que aquella

tierra producía a los españoles.

También es digno de mención el secretario de Alvar Núñez Cabeza

de Vaca, Pero Hernámdez, quien escribió unos Comentarios destinados a

defender la gestión política de Cabeza de Vaca durante su gobierno en

Asunción frente a la facción del revoltoso (Domingo de) Irala.

Page 66: Cronistas de Indias

   63   

   

La crónica de Indias produjo también un brote de pretensiones más

estrictamente literarias, que tendían a identificar el poema épico

renacentista de corte italiano con el relato de hazañas verídicas de los

españoles. La obra maestra de esta género es la Araucana de Alonso de

Ercilla, cuyas diversas partes se fueron publicando desde 1569 a 1589. A

través de la imitación constante de Ariosto, ciertos cantos de este

larguísimo poema en octavas reales, abundante también en episodios

fantásticos, dan la impresión de una especie de crónica rimada.

La impresión producida por la Araucana fue tal que movió a algunos

a versificar, incluso, las crónicas que escribían en prosa, y esto con

resultado nada brillante, según era de esperar. El capítulo de las crónicas en

verso es tan pintoresco como de escaso valor literario. Citamos como

ejemplo más curioso el de Juan de Castellanos, quien después de pasar a

Indias tuvo una vida azarosa como monaguillo, aventurero, pescador de

perlas, párroco y, finalmente, beneficiado de la catedral de Tunja en Nueva

Granada; su obra se titula Elegías de Varones Ilustres de Indias, y

contiene unos 12000 versos endecasílabos (según algunas fuentes, más de

cien mil). Aunque su valor literario es casi nulo contiene gran cantidad de

datos y observaciones curiosas acerca del ambiente de la conquista.

Castellanos murió en 1607 (algún autor ha defendido que con el nombre de

Castellanos se confunden dos personajes homónimos, y el beneficiado de

Tunja sería alguien diferente que moriría en esa fecha).

Otro grupo interesante de cronistas son los propios indios, bien puros

o mestizos. La figura más importante, con mucho, es la del Inca Garcilaso

de la Vega (1539-1616) (verdadero nombre Gómez Suárez de Figueroa,

hijo natural del conquistador Sebastián Garcilaso de la Vega Vargas y

sobrino-nieto del poeta del Siglo de Oro Garcilaso de la Vega). Él es al

mismo tiempo consanguíneo de los Mendoza (la gran casa nobiliaria

Page 67: Cronistas de Indias

   64   

   

fundada por el Marqués de Santillana) y de la familia real inca, a través de

su madre, que era una “ñusta” o princesa (en quechua). En su niñez vivió la

época tumultuosa de las discordias civiles en el Perú, y tuvo ocasión de

seguir viviendo el ambiente incaico a través de sus parientes; él recordará

toda su vida los relatos nostálgicos que ha escuchado durante la infancia a

sus tíos maternos, que habían sido grandes dignatarios hasta la llegada de

los españoles. Venido a España, no logra ver reconocida su pretensión de

ser tratado como persona de sangre real, y devorado por la nostalgia escribe

bellos libros en su refugio cordobés, donde disfruta de un cómodo

beneficio eclesiástico, escritos en la mejor prosa de aquel siglo, en los que

se contiene su reconstrucción idealizada y entusiasta del imperio incaico.

En esto consiste el valor de sus Comentarios Reales y de su Historia

General del Perú. Garcilaso Inca realizó también una espléndida y

perfecta traducción de textos platonizantes. De esta manera, Garcilaso es

un símbolo de lo logrado por España en las Indias, de la incorporación de

un mundo nuevo al patrimonio común de la cultura grecolatina, así como

de la generosidad en el trato y dignificación del indígena.

Muy distinta en cuanto a valor literario, que es nulo, resulta la obra

del indio peruano Don Felipe Guamán Poma de Ayala, hombre de alguna

instrucción que escribió, para aspirar a un cargo, una larga relación sobre

los indígenas del Perú y su tradición inca. Su valor es alto como documento

informativo, sobre todo en los toscos dibujos con que adornó su trabajo.

El ciclo de crónicas de Indias puede considerarse cerrado, en cierto

modo, con la obra del cronista Antonio de Herrera y Tordesillas, quien

en sus Décadas de Indias realiza una gran recopilación bien construida y

relatada, aunque confusa por haber querido seguir a todo trance un sistema

cronológico al narrar los hechos.

Page 68: Cronistas de Indias

   65   

   

TEMA III: LA LITERATURA CABALLERESCA EN EL DESCUBRIMIENTO Y CONQUISTA DE INDIAS

Introducción. –

La literatura caballeresca se nos presenta bajo la forma típica de

extensos relatos en prosa en los que se narra una dilatada serie de aventuras

fabulosas, cuyo protagonista es invariablemente un caballero esforzado e

invencible que realiza las hazañas más portentosas, siendo además muy

frecuente la intervención de poderes maravillosos (encantadores,

talismanes, traslados por los aires, monstruos, etc.).

Nos encontramos ante un brote literario específicamente medieval,

acerca de cuyos orígenes se ha discutido mucho. En Francia se aprecia con

claridad cómo estos relatos maravillosos provienen de la degeneración de

los cantares de gesta, que desembocan en largas relaciones prosificadas en

las que el elemento fabuloso tiene una intervención constante.

Sin embargo es en España donde el género caballeresco logra sus

obras maestras; una de ellas, el Amadís de Gaula, con la que comienza el

género, y la otra el propio Quijote, parodia cómica con la que este

desaparece.

El Amadís de Gaula. –

En su forma primitiva presenta el Amadís numerosos problemas.

Hoy lo conocemos a través de su edición impresa de 1508, hecha por Garci

Rodríguez de Montalvo (llamado “el Viejo”, siendo “el Mozo” su nieto),

regidor de Medina del Campo. En sucesivas ediciones, este personaje, de

quien existen bastantes noticias, se llama Garci Ordóñez (o Gutiérrez) de

Page 69: Cronistas de Indias

   66   

   

Montalvo. Ahora bien, Montalvo no se declara autor de la obra, sino que

confiesa haber trasladado y enmendado ciertos de sus libros, de haber

corregido otro y de haber añadido el quinto y último libro.

La declaración de Montalvo es evidentemente cierta, puesto que

existen multitud de testimonios que desde la segunda mitad del siglo XIV

se refieren a la historia de Amadís, que circulaba en castellano. Entre estos

testimonios se encuentran el del canciller Pedro López de Ayala, que se

acusa de haber perdido el tiempo en su juventud con las historias de

Amadís y Lanzarote, y el de un sepulcro de la Iglesia de la Universidad de

Sevilla fechado como de principios del siglo XV y en el que se ve un perro

en cuyo collar va grabado el nombre de Amadís. Desconocemos el nombre

del autor de la versión primitiva. Se ha especulado mucho sobre la

posibilidad de que la versión original del Amadís estuviera redactada en

portugués, pues una serie de indicios, aunque insuficientes para deducir

conclusión definitiva, se orientan en este sentido. Se ha mencionado

incluso el nombre de un portugués llamado (Vasco de) Lobeira, que sería

su autor según ciertas noticias tardías (las del cronista Azurara (Gomes

Eanes de Azurara en 1454)); en efecto existe un personaje del mismo

nombre, que es autor de un lai (lai o lay, canción del norte de Europa,

principalmente Francia y Alemania, siglos XIII-XIV, que originalmente

servía de conclusión para un relato. Probablemente similar al lay bretón,

romance medieval en francés o inglés, canción rimada de amor y

caballería de origen celta que aparece en relatos artúricos. El nombre

puede proceder del alemán leich o el irlandés laid, una clase de canción),

que también está incluido en el Amadís y comienza con los versos:

Leonoreta, fin roseta,

Bella sobre toda flor,

Non me meta

Page 70: Cronistas de Indias

   67   

   

En tal coita,

Vosso amor.

Sin embargo, la hipótesis portuguesa suscita también muchas

dificultades que distan de estar resueltas, y en el siglo XVI el traductor de

español de Francisco I, (Nicolás de) Herberay des Essarts, (que tradujo al

francés los primeros ocho libros por encargo del Rey) habló de una

primitiva versión francesa redactada en picardo, de la que derivaría el

Amadís castellano, suposición que parece aún más problemática que la

anterior.

De esta forma seguía en pie el problema de cuál fue la verdadera

intervención de Montalvo al arreglar la versión primitiva. Un hallazgo

afortunado ha permitido al gran erudito Don Antonio Rodríguez Moñino

responder hace unos meses a tal interrogante. Se han encontrado algunos

fragmentos del Amadís medieval, en que se aprecia que Montalvo intervino

menos de lo que se había creído en la estructura del argumento, y que

realizó su arreglo con el criterio de abreviar el original, que era más largo;

en esta labor no siempre le acompañó el éxito.

El desarrollo del Amadís consta de un encadenamiento de estupendas

aventuras. Amadís (niño fruto de los amores del rey Perión de Gaula y de

la princesa Elisena de Bretaña) es arrojado al río en una cesta embetunada

con un anillo y una espada que han de servir más tarde para reconocerlo. Es

recogido milagrosamente de las aguas y lo cría en su casa el caballero

Gandales de Escocia. En edad juvenil interviene en la Corte, donde se

enamora de la princesa Oriana, y precisamente la descripción del juvenil

idilio es uno de los fragmentos más bellos de la obra. Es armado caballero,

y acomete sus primeras empresas; queda preso del maligno encantador

Arcalaus, del que se libera por la intervención de la benéfica Urganda la

Page 71: Cronistas de Indias

   68   

   

Desconocida. Vuelve a aparecer en las Cortes que celebra en Londres el

Rey Lisuarte, a quien ayuda en la reconquista del reino de Sobradisa.

El libro segundo está lleno de episodios mágicos, como la prueba del

Arco de los Leales Amadores y la penitencia de Amadís en la Peña

Pobre, imitada por Don Quijote en Sierra Morena. Amadís obtiene después

una victoria sobre un monstruo llamado Endriago, personificación

simbólica del mal. Amadís y Oriana contraen matrimonio por palabras de

presente en la Ínsula Firme. El libro cuarto contiene una parte didáctica,

consistente en un doctrinal de caballeros y el casamiento canónico de

Amadís con Oriana y de las demás parejas de amantes. Sale del mar

Urganda la Desconocida, reina de la Ínsula non Fallada, que pronostica

las futuras hazañas de Esplandián, el hijo de Amadís, de quien se ocupa

casi por entero el libro quinto, invención ya de Montalvo.

Es curioso el parentesco que se advierte entre el Amadís y las

aventuras reunidas en el llamado ciclo bretón (como se conocería en

Castilla al ciclo artúrico o “materia de Bretaña”, conjunto de relatos

originalmente en francés centrados en el mítico personaje Artús o Arturo y

sus caballeros de la Tabla Redonda, galicismo que ya aparece en textos

castellanos medievales) de relatos medievales. El continuo desfilar de

nombres propios y geográficos característicos de las mismas regiones

(Gaula es Gales, Vindilisora es Windsor, etc.) viene a indicar también una

remota procedencia similar.

El Amadís constituye, por lo tanto, un intento deliberado de resumir

en una obra de ficción todo un mundo de fantasía en el que, sin embargo,

adquirían máxima vigencia los ideales más queridos de la Edad Media: el

ideal caballeresco, considerado como el privilegio de defender a los

débiles, el ideal del amor cortés, que sin embargo aparece mezclado con

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   69   

   

una tendencia hacia una enfermiza sensualidad, muy característica de los

últimos siglos de la Edad Media y en general de las etapas finales de todas

las culturas. El libro de Caballerías venía pues a constituir un típico

producto de época. Tal vez haya sido este género la primera literatura que

ha triunfado por su carácter evasivo, es decir por refugiar a sus lectores en

un mundo ideal. Ya sabemos hasta qué punto podían los libros de

caballerías fascinar y entusiasmar a sus aficionados. El caso de Don

Quijote es bien claro.

Lecturas. –

Es de admirar el fragmento que cuenta cómo el Rey Lisuarte, padre

de Oriana, deja a esta con su amigo el Rey Languines. El “doncel del mar”

(Amadís), quien cree que su padre es Gandales, es puesto al servicio de

Oriana. El doncel se enamora de la joven, y los amores son narrados con

gran belleza. El rey Perion, padre del doncel, aunque este lo ignora, pide

ayuda a Languines contra un enemigo que lo ataca. Entonces el doncel pide

a Perion que lo arme caballero para ir a la guerra, siendo advertido por el

rey, que le dice que la caballería es algo “ligero de haber y grave de

mantener”. Al fin, al insistir Amadís, es armado caballero.

Difusión en España y América de los libros de Caballerías. –

El libro de Caballerías se propaga de una manera rapidísima a partir

de la aparición impresa del Amadís en 1508. Los primeros cincuenta años

del siglo marcan el apogeo del género, claramente visible a través de la

multitud de ediciones impresas. La segunda mitad del siglo muestra el

declive de la afición; hay muchas menos ediciones y las obras que se

escriben son ya verdaderos engendros literarios. A principios del siglo

XVII aparece el Quijote, la segunda obra maestra producida por el género,

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   70   

   

destinada a ridiculizarlo y que termina con él definitivamente; el ataque a

los libros de Caballerías contenido en la obra de Cervantes no constituye,

sin embargo, una novedad esencial, pues desde hacía tiempo los moralistas

venían atacándolos, sobre todo por su tendencia libertina, y los críticos

literarios aplicándoles las ideas de la preceptiva aristotélica, por su

desproporción e inverosimilitud.

Los libros de caballerías tuvieron una enorme difusión europea.

Ariosto recuerda en su Orlando algunos pasajes del Amadís, y Bernardo

Tasso, padre del gran poeta italiano Torcuato Tasso, compuso un poema

llamado Amadigi (Venecia, 1560). Por orden de Francisco I lo tradujo al

francés (Nicolás de) Herberay des Essarts. En Inglaterra fue también muy

leído en sus versiones francesas, aunque tampoco faltaron algunas

realizadas directamente, como la de Paynel (1560), y más tarde la de

(Robert) Southey, a principios del siglo XIX. En Alemania hubo

traducciones desde 1583, y el Amadís continuó siendo muy estimado

durante la época prerromántica. El poeta Wieland escribió, inspirándose en

él, una obra titulada Gandalin.

En España hemos visto la multiplicidad de obras caballerescas que

contenía la biblioteca de Don Quijote. Es interesante advertir el influjo del

libro de caballerías sobre la obra de Gil Vicente, que transportó a la escena

primitiva, con el mayor éxito, los aspectos más líricos de este mundo

caballeresco, con su tragicomedia de Don Duardos y su tragicomedia de

Amadís de Gaula.

Lecturas: Escrutinio de la librería de Don Quijote. –

En este fragmento del Quijote es curioso ver la opinión de Cervantes

sobe la literatura de la época. Hace ver que Don Quijote estuvo a punto de

escribir un libro de caballerías continuación de alguno de los que leyó. Eran

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   71   

   

además frecuentes las discusiones de Don Quijote con el cura y el barbero

sobre libros de caballerías.

Cuando Don Quijote vuelve de su primera correría, el cura y el

barbero deciden quemar los libros de Don Quijote, para evitar que se

vuelva loco de nuevo. Había en la biblioteca “más de cien cuerpos de libros

grandes”. La sobrina de Don Quijote le va dando libros al cura, y este los

va condenando al fuego o poniéndolos a un lado. Habla de la belleza del

Amadís de Gaula, que no queman; echan a la hoguera las Sergas de

Esplandián, Amadís de Grecia, Don Olivante de Laura, Florismarte de

Hircania, Platir, hijo de Primaleón, etc. Y perdona El Espejo de

Caballerías, Palmerín de Inglaterra, Don Belianis (de Grecia) y Tirant lo

Blanc. Después aparecen libros de pastores, entre ellos La Galatea,

opinando Cervantes de él mismo, y dice que, no siendo muy malo, tampoco

es un libro excesivamente bueno, y que no se quema, esperando la segunda

parte, que puede ser mejor.

La literatura caballeresca y las Indias. –

Si observamos las fechas de mayor auge del libro de caballerías

advertiremos que coinciden con las de los momentos cruciales del

descubrimiento y de la conquista. En efecto, el libro de caballerías

contribuyó en parte no pequeña a crear el estado de ánimo que hizo posible

aquellas empresas. Los libros de caballerías eran leídos absolutamente por

todo el mundo; soldados, como Iñigo de Loyola; santos como Santa Teresa;

el mismo Emperador Carlos V se sabe era muy aficionado a ellos, y que le

gustó sobremanera el Don Belianis de Grecia; en algún rato de ocio tradujo

además una obra antigua de cierto parecido con los libros de caballerías, el

Chevalier Deliberé, de Olivier de la Marche. Los descubridores y

conquistadores no constituyeron, en absoluto, una excepción. El ambiente

Page 75: Cronistas de Indias

   72   

   

de las crónicas de Indias muestra a veces que sus autores tenían en la mente

aquel tipo de relatos, cuyo influjo se transparenta a menudo. Recordemos

cómo el propio Gonzalo Fernández de Oviedo fue uno de aquellos que no

resistieron la tentación de escribir un libro de caballerías. Bernal Díaz del

Castillo, soldado de no muchas letras, recuerda continuamente que algunas

de las cosas contempladas por los españoles durante la conquista del

imperio azteca les recordaban al Amadís de Gaula. Cortés, cuando

esforzaba a los soldados españoles en San Juan de Ulúa, les recordaba

también a los héroes de los relatos caballerescos, que sin duda se leerían

más de una vez en común para entretener la forzada quietud del

campamento. Aunque teóricamente estaba prohibida la exportación a las

Indias de libros de entretenimiento, es decir, libros que no tratasen de

devoción y conocimientos útiles, sabemos que tales disposiciones distaban

mucho de cumplirse, y en realidad las nuevas tierras seguían con toda

comodidad el movimiento bibliográfico de la península.

La atmósfera de los libros de caballerías nos ayuda a comprender la

eficacia de mitos y leyendas como estímulo de exploraciones y conquistas.

Ya vimos cómo desde el primer momento existió la tendencia a la

interpretación utópica de la realidad indiana (Pedro Mártir, etc.). Desde el

primer momento también se intentó ver allí la concreción de mitos como el

de la isla Antilia, de la que se contaban multitud de leyendas. La

exploración de la Florida por Ponce de León se hizo en busca de ciertas

fuentes que por estar al lado de una vegetación de supuestos árboles de la

vida comunicaban a sus aguas el poder de rejuvenecer. La fantasía del

conquistador no tenía límites. El fraile Marcos de Niza localizaba en una

región del sur de los Estados Unidos, alrededor de la actual Kansas City, la

situación de las siete ciudades de Cibola, donde según una leyenda

medieval siete obispos portugueses que emigraron del reino fundaron cada

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   73   

   

uno una ciudad, relato que se convirtió en señuelo de muchas expediciones.

La toponimia muestra también a veces curiosas reminiscencias de la

literatura caballeresca. El nombre de California parece ser que procede de

las Sergas de Esplandián. En América del Sur florecieron también las más

desatentadas fantasías. Tenemos que anotar el mito de El Dorado, que

tenía cierta base real en cierta ceremonia de los indios chibchas. La

esperanza de encontrar la tierra de las amazonas ha quedado recogida en el

nombre de la mayor corriente fluvial de América. Gonzalo Fernández de

Oviedo fustigaba la credulidad insensata de los conquistadores para dar

crédito a cualquier noticia fabulosa que oyeran a un indio. Los libros de

caballerías contribuyeron grandemente a la creación de tal estado de ánimo.

Page 77: Cronistas de Indias

   74   

   

TEMA IV: HERNÁN CORTÉS Y LA CONQUISTA DE MÉJICO

Infancia y juventud del conquistador. –

Hernán Cortés nació en Medellín en 1485; sus padres, un hidalgo

llamado Martín Cortés de Monroy y Doña Catalina Pizarro

Altamirano (por vía materna era pariente del Francisco Pizarro que

conquistó Perú, no confundir con otro del mismo nombre que le acompañó

en la conquista de México), que parece haber sido de más alta categoría

social que su marido. Este participó en una campaña del Clavero (En

algunas órdenes militares, caballero que tenía cierta dignidad y a cuyo

cargo estaba la custodia y defensa del principal castillo o convento) de

Alcántara, Alonso de Monroy, hombre típico del feudalismo, contra Doña

Isabel la Católica, lo cual parece explicar la pobreza y oscuridad en que

vivió (aquí parece haber cierto desacuerdo con otras fuentes, según las

cuales Alonso de Monroy apoyó a Doña Isabel en varias ocasiones, como

por ejemplo respecto de la Beltraneja).

Poco se sabe de la niñez del futuro conquistador de Méjico. Este era

de constitución enfermiza y despejado para los estudios, por lo que a los 14

años fue enviado a estudiar leyes en Salamanca. No se sabe con exactitud

lo que allí hizo, y desde luego no llegó a licenciarse. Sin embargo allí debió

de adquirir su amor por las letras (dominaba bien el latín) y su agudo

sentido jurídico, que le ganaría en el futuro sus mayores triunfos. A los 17

años vuelve a la casa paterna, probablemente cansado de los estudios, por

lo que decidió iniciar la carrera de las armas; dudaba si marchar a Italia,

donde lucía la estrella del Gran Capitán, o a las Indias, que se tenían por

tierras de grandes riquezas. Se sabe que decidió pasar a Indias con el

Gobernador General Fray Nicolás de Ovando, comendador mayor de

Alcántara, que era paisano de su familia. Lo impidió el que en aquel mismo

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   75   

   

año de 1502, poco antes de partir, sufrió graves heridas al caerse por un

tejado durante una aventura amorosa. Meses más tarde partió hacia

Valencia con ánimos de embarcar para Italia, pero al cabo de unos meses

durante los que, como dice en una de sus crónicas, “anduvo a la flor del

berro”, en 1504, sin embargo, marchó a las Indias, como pasajero de una

naves de comercio; el viaje estuvo a punto de resultar un desastre por causa

de la ambición e incompetencia de los mandos de su navío. Los primeros

tiempos de su estancia en Santo Domingo fueron muy duros; se dice que

usaba para salir una capa que compartía con dos compañeros más. Sin

embargo, parece ser que pronto se las ingenió para introducirse en el

negocio de la minería, aunque adquirió también un cargo jurídico, la

escribanía de Azúa, lugar cercano a Santo Domingo. La situación de la

colonia en aquellos días estaba dominada por Ovando, quien en 1509 fue

sustituido por el virrey Don Diego Colón, que llevó a aquellas tierras un

ambiente de lujo y cortesanía. Con él llegó Catalina Juárez, dama con la

que más tarde había de casarse Cortés. En 1511, tras una empresa militar

contra Puerto Rico, se decidió someter la isla de Cuba. Dirigió esta

expedición un personaje llamado Diego Velázquez, que fue auxiliado en el

aspecto militar por Pánfilo de Narváez, y llevó también consigo a Cortés y

a Las Casas. Cortés llegó pronto a ser nombrado secretario de Velázquez y

tesorero del Rey.

Planteamiento de la conquista de Méjico. –

A pesar de su amistad con Velázquez, parece ser que Cortés conspiró

muy pronto contra él. Sin embargo fue descubierto, y por dos veces fue

encarcelado, librándose por muy poco de la horca. Sin embargo volvió a

reconciliarse con Velázquez, en lo cual parece también haber estado

envuelto su matrimonio (con Catalina Juárez, cuñada de Velázquez), que

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   76   

   

probablemente le sirvió para hacer las paces. Tras la reconciliación fue

nombrado Cortés alcalde de la villa de Baracoa, actual Santiago de Cuba

(parece haber cierta confusión, pues según algunas fuentes se trata de dos

ciudades distintas. La Baracoa actual está en la provincia de Guantánamo,

fundada en 1511 como Nuestra Señora de la Asunción de Baracoa, y se

dice que fue inicialmente la capital de la isla y que su primer alcalde fue

Cortés. En otras fuentes sin embargo se afirma también que el primer

alcalde de Santiago, fundada en 1515, fue efectivamente Cortés. En alguna

fuente incluso se la llama Santiago de Baracoa (¿?)), y se estableció como

próspero encomendado y agricultor.

Mientras tanto, las exploraciones venían sucediéndose por todo el

litoral del continente, y así como las dirigidas hacia el sur (costas actuales

de Colombia, Panamá, etc.) solían tener un final desastroso, las dirigidas

hacia el norte volvían con excelentes noticias. En 1512 Ponce de León dio

con La Florida y buscó allí la fuente de la juventud. Mucho mayor éxito

tuvo en 1514 Francisco Hernández de Córdoba con el piloto Antón de

Alaminos (que ya había navegado como grumete en los últimos viajes de

Colón), al frente de una expedición pobre a la que Diego Velázquez dio

cierta ayuda. Hernández de Córdoba llegó a tocar en las costas de Yucatán;

pudo comprobar que en aquellas tierras abundaba el oro y, lo que era aun

más importante, los indios vivían organizados en auténticos poblados,

indicio de un alto grado de civilización. Esta pequeña expedición regresó a

Cuba con poco fruto material, pero con un conjunto de noticias que

causaron sensación en la colonia. Por eso Velázquez se apresuró a enviar

otra expedición al mando de Juan de Grijalva como capitán general, quien

llevaba instrucciones de dedicarse a “rescatar” todo el oro posible, y a

“poblar” si lo estimaba conveniente. Grijalva, excelente soldado pero

mediano político, tocó en la isla de Cozumel, y tuvo varios encuentros de

Page 80: Cronistas de Indias

   77   

   

guerra con los naturales, en los que pudo apreciar que tenía delante una

empresa muy superior a sus fuerzas. Grijalva envió a Cuba, con bastante

oro y magnífica cosecha de noticias, a Pedro de Alvarado, mientras el

capitán general seguía su tarea exploradora.

Preparativos de la expedición de Cortés. –

Ante las noticias de Alvarado, Diego Velázquez se apresuró a

gestionar directamente en la Corte el título de adelantado de Yucatán, para

lo cual despachó a España a personas de su confianza.

En seguida se planteó a Velázquez el problema de encontrar un jefe

adecuado para la expedición, puesto que él, por su obesidad, no era persona

adecuada para dirigirla. Cortés, que se había abstenido de participar en las

anteriores, creyó ahora llegada su ocasión; se esforzó por hacerse grato a

Velázquez para que le nombrase jefe del nuevo intento. Cortés además se

asoció con Velázquez, invirtiendo la mayor parte de su fortuna personal en

la empresa. Cortés se esforzó en presentarse ante Diego Velázquez como

persona leal y manejable, si bien fueron muchos los que desde un principio

se figuraron que tenía la intención de alzarse con la conquista, y sabemos

que así se lo advirtió un día a Velázquez un truhán o bufón (llamado

Cervantes el loco). Diego Velázquez redactó unas instrucciones muy

curiosas por las que se autorizaba a Cortés a “rescatar”, aunque dejaba en

términos ambiguos la posibilidad de que procediera a “poblar”, si bien en

los pregones de reclutamiento Cortés anunció abiertamente que se

procedería a “poblar”. Diego Velázquez estaba sin embargo cada día más

receloso de las intenciones de Cortés, y este, advirtiéndolo, decidió dar un

golpe y anticipársele. Para ello embarcó a la tropa a toda prisa, cuando aún

no estaban terminados todos los preparativos, y se dio a la mar. Sin

embargo se vio obligado a hacer varias escalas en puertos de la isla de

Page 81: Cronistas de Indias

   78   

   

Cuba para completar sus aprovisionamientos y cuidar los últimos detalles.

La partida definitiva tuvo lugar el 10 de febrero de 1519; llevaba Cortés 11

naves, 580 soldados, 100 marineros, 16 caballos, 10 cañones, 4 falconetes y

13 arcabuces (y unos 200 indios y negros como auxiliares. Por capitanes

iban Alonso Hernández Portocarrero, al que entregaría más tarde la india

doña Marina, Alonso Dávila, Diego de Ordás, Francisco de Montejo,

Francisco de Morla, Francisco de Saucedo, Juan de Escalante, Juan

Velázquez de León, pariente del gobernador, Cristóbal de Olid, Gonzalo de

Sandoval y Pedro de Alvarado. Muchos de estos eran veteranos de la

guerra de Italia. Por piloto principal iba Antón de Alaminos, con

experiencia en las dos expediciones anteriores de Francisco Hernández de

Córdoba y Juan de Grijalva y más tarde acompañaría a Alonso Álvarez de

Pineda).

Primeros contactos en el continente. –

Al cabo de unos días de navegación llegaron Cortés y los suyos a la

isla de Cozumel, ya visitada por las exploraciones anteriores. Costeó

después hasta llegar a Tabasco, donde también había estado Grijalva.

Encontraron dificultades para las aguadas, y tuvieron allí el primer choque

armado, precedido por una triple lectura del famoso Requerimiento del

doctor Palacios Rubios. Aquí fue donde Cortés tomó posesión de la tierra

en nombre de Carlos V tras una ceremonia jurídica consistente en

acuchillar un árbol. Siguieron varios combates, y pudo apreciarse la

enorme utilidad de la caballería como arma desmoralizadora. Según

Gómara, fue aquí donde el apóstol Santiago luchó a favor de los

españoles, aunque Bernal Díaz asegura que el principal socorro les vino de

persona menos ilustre, llamada Francisco de Morla (en la llamada

“batalla de Centla”; capitán de una de las once embarcaciones de la

Page 82: Cronistas de Indias

   79   

   

expedición, magnífico jinete, que murió más tarde en el episodio conocido

como “la noche triste”). Los caciques de aquella región terminaron por

someterse a Carlos V y, en señal de amistad, regalaron a Cortés varios

presentes de oro y veinte mujeres, entre las que estaba la famosa Doña

Marina, que Cortés cedió a Puertocarrero (Alonso Hernández

Portocarrero) (uno de sus hombres de confianza), y que después había de

ser su amante y la principal intérprete de los españoles, pues ella conocía la

lengua de Tabasco, que hablaba un español recogido por Cortés llamado

Aguilar (Gerónimo de, superviviente de una expedición anterior), y la

lengua propiamente azteca (el término “azteca” parece ser menos

apropiado que los de “mexica” o “nahua”, ya que rara vez es usado por

los indígenas para referirse a sí mismos, y empezó a usarse sobre todo a

partir del siglo XIX. El término nahua o náhuatl es más amplio que el de

mexica. Este término no ha estado incluido en el Diccionario de la RAE,

pero sí en su próxima vigésimo tercera edición. Al consultar a este

Organismo acerca de su pronunciación, responde que la “x” suena como

la de las otras palabras de su familia léxica, como “j”. Sin embargo la

Academia Mexicana, en su Diccionario Breve de Mexicanismos, especifica

que en dicha familia léxica la “x” suena como “j” excepto “mexica” y

“mexiote” o “mixiote”, donde suena como “sh”. Para más detalle sobre

los términos “mexica” y “azteca” ver http://es.wikipedia.org/wiki/Mexica

y http://es.wikipedia.org/wiki/Azteca). Cortés sigue siempre la misma

táctica: procura obtener por medio de negociaciones la sumisión de los

caciques, para lo cual le ayudaba el odio común hacia los dominadores

aztecas, de quienes prometía defenderlos; en el caso de lucha, la llevaba a

sangre y fuego, si bien siempre estaba dispuesto a aceptar una rendición

que ofrecía en condiciones generosas.

Page 83: Cronistas de Indias

   80   

   

Una vez sometido Tabasco, marcharon por tierra hasta San Juan de

Ulúa, donde siguieron la táctica acostumbrada para obtener el

sometimiento indígena. Allí obtuvieron noticias muy precisas sobre los

aztecas, que ejercían sobre aquellos pueblos un dominio feroz. Se recibió

allí la primera embajada de Moctezuma, el “emperador” azteca, quien

evidentemente se encontraba desconcertado acerca de la naturaleza de los

invasores, ya que unas antiguas profecías anunciaban la llegada del dios

Quetzalcoatl, o serpiente emplumada, que había de llegar desde oriente

para terminar con el dominio azteca. Cortés proyectó ya el dirigirse

personalmente a la capital azteca, cuestión a la que Moctezuma daba largas

diplomáticamente.

En el campo español seguían las disensiones políticas, causadas por

los partidarios de Velázquez. Se planteó la cuestión del rescate de oro, que

no debía permitirse a los soldados. Cortés dio órdenes en tal sentido a

requerimientos de los velazquistas, con lo cual arruinó la popularidad de

estos entre los soldados. Se planteó también el problema de la población,

que a instigación de Cortés comenzaron a reclamar muchos soldados.

Requirieron a Cortés para fundar una ciudad que había de llamarse la Villa

Rica de la Vera Cruz, y como Cortés no tenía atribuciones para ello,

dimitió de los cargos que ostentaba por delegación de Velázquez ante el

municipio recién constituido, de acuerdo con una práctica perfectamente

democrática. Entonces se impuso al concejo naciente la necesidad de elegir

un jefe militar y civil, y este fue el propio Cortés, que recibió por

aclamación los cargos de Capitán General y Justicia Mayor. Con los

velazquistas empleó Cortés una sabia política que combinaba la persuasión

y la mano dura. Poco después se recibieron emisarios de un pueblo

cercano, los totonacas, que requerían protección contra los aztecas, e

invitaron a los españoles a dirigirse a Cempoal (Cempoala), centro de su

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   81   

   

distrito. Se produjo entonces, y en lugar más adecuado, la fundación física

de Vera Cruz, y el mismo Cortés se ocupó en abrir sus cimientos como un

habitante más. Llegó a poco una carabela de Cuba con noticias de Diego

Velázquez, que había recibido de España la investidura de adelantado de

Yucatán, noticia que aumentó el descontento de los velazquistas.

La marcha sobre Méjico. –

Dicho descontento impulsó a Cortés a activar sus planes para dirigir

un golpe directo al imperio azteca, es decir, para introducirse en Méjico.

Antes de emprender la marcha decidió enviar a España a unos

agentes de su confianza para que, en nombre de todos, expusieran la

situación al Rey, a quien llevaban una sustanciosa cantidad de oro, y un

escrito no redactado por Cortés pero que reflejaba sus puntos de vista. Se

envió también una fuerte cantidad al padre de Cortés. Para terminar

definitivamente con la oposición velazquista concibió Cortés la idea de dar

al través con las naves, y todo ello, es lo interesante, presentado siempre

como iniciativas ajenas que él aceptaba.

Una vez sometido Cempoal sin mayores dificultades se presentó el

problema de someter a los vigorosos tlascaltecas, que habitaban en

Tlascala (parece que es más correcto “Tlaxcala” y “tlaxcaltecas”); tras

algunos combates, algunos de ellos muy duros, Cortés logró su alianza y

sometimiento voluntario, hasta el punto de que se convirtieron en

excelentes aliados. El paso siguiente fue la sumisión de Cholula, gran foco

de población indígena, de tales dimensiones que, por constituir un foco

religioso, tenía 360 teocallis (en náhuatl “casa de Dios”) o templos (hoy

hay allí el mismo número de iglesias). Los habitantes de Cholula, en

perpetua guerra con los pueblos cercanos, constituían un pueblo fuerte y

belicoso que traía en jaque incluso a los aztecas (según parece, en el tiempo

Page 85: Cronistas de Indias

   82   

   

de Cortés eran ya aliados de los aztecas o mexicas). Cortés consiguió, con

su táctica acostumbrada, que tras algunos choques se convirtieran en

aliados, y penetró en la ciudad tras dejar en sus afueras a los tlascaltecas,

que habían combatido como aliados. Una vez dentro de la ciudad, ante

ciertos signos de traición, Cortés decidió anticiparse, y tras caer sobre ellos

por sorpresa realizó una matanza de varios millares (parece ser que la

famosa india Doña Marina tuvo una intervención muy importante de

información que posibilitó anticiparse a la trampa preparada por los

cholultecas).

Page 86: Cronistas de Indias

   83   

   

La entrada en Méjico. –  

Tras mucha deliberación, Moctezuma decidió dar entrada en la

capital a los invasores, y Cortés vio en esto la mejor ocasión para poner en

práctica su idea de atacar el corazón mismo del imperio azteca, aunque

muchos de sus hombres lo consideraban una temeridad, coincidiendo en

esto con todos los indios aliados. Cortés rechazó la ayuda que le ofrecieron

los de Cholula, y llevó consigo solo unos cuatro mil auxiliares indígenas.

La entrada en Méjico se produjo el 8 de noviembre de 1519.

Tenochtitlán constituía un islote fangoso en el centro de un gran lago,

cuyas orillas estaban pobladas de grandes ciudades subsidiarias, reuniendo

en conjunto una población casi incalculable, pero que de seguro sumaba

cientos de miles de habitantes, Tenochtitlán estaba unida a las orillas

mediante tres calzadas principales, con lo cual se encontraba en magníficas

condiciones para defenderse de un ataque exterior. Los españoles entraron

Page 87: Cronistas de Indias

   84   

   

por la calzada de Iztapalapa, y quedaron maravillados ante la belleza y

perfección de la ciudad, que contenía en su recinto dos enormes y bellos

teocallis. Los españoles, atónitos, creían vivir, como dice Bernal Díaz,

algún capítulo de las fantasías del Amadís de Gaula.

En el acto mismo de su entrada en Tenochtitlán fueron recibidos por

el propio Moctezuma, que salió a su encuentro rodeado de un esplendor

increíble sobre unas andas de oro adornadas con plumas verdes.

Moctezuma ordenó que se alojaran en el palacio que había pertenecido a su

padre, y en el cual cupieron con toda comodidad todos los hombres de

Cortés, magníficamente atendidos y alimentados por orden del jefe azteca.

Sin embargo pronto llegaron noticias inquietantes. Algunos

establecimientos españoles de la costa fueron atacados, y Cortés vio en

peligro su línea de aprovisionamiento. Algunos aliados advertían

secretamente a Cortés de que los aztecas preparaban contra ellos una

encerrona similar a la de Cholula. En vista de tales peligros, Cortés decidió

ejecutar la acción más audaz: apoderarse del propio Moctezuma, secuestro

que efectuó felizmente después de varias horas de persuadir al jefe azteca.

Una vez alojado este con los españoles. Continuó gobernando

estrechamente vigilado por Cortés. Las relaciones, sin embargo, eran

exteriormente cordiales, y Moctezuma aprobó incluso que los españoles se

apropiaran de “la joyería”, cámara de su palacio donde secretamente se

guardaba el tesoro de su padre, de un valor incalculable. Finalmente, tras

muchas gestiones, Moctezuma abdicó su soberanía en el Emperador Carlos

V en una ceremonia solemne celebrada en diciembre de 1519. Este camino

era, sin embargo, muy peligroso, pues Moctezuma perdía así cada día más

su prestigio y autoridad de gobernante. Las relaciones con los aztecas se

hicieron mucho más dificultosas desde el momento en que Cortés se atrevió

Page 88: Cronistas de Indias

   85   

   

en un impulso imprudente a derribar los ídolos que recibían culto en el gran

teocalli de Tenochtitlán.

La situación se modificó con una gran noticia: Moctezuma enseñó un

día a Cortés unas punturas en que se veía un nuevo contingente de

españoles que acababa de desembarcar. Se trataba de Pánfilo de Narváez,

que traía consigo un fuerte contingente de 800 hombres para reducir a

Cortés a prisión y proseguir la conquista en nombre de Diego Velázquez.

Ante tan gran peligro, Cortés hubo de decidirse a dividir sus fuerzas,

y dejó en Tenochtitlán custodiando a Moctezuma una pequeña guarnición

al mando de Pedro de Alvarado, jefe tan valeroso como falto de dotes

políticas. Cortés marchó a toda prisa a enfrentarse con Pánfilo de Narváez,

que se mantenía acampado con su flamante ejército. Cortés comenzó a

mandarle emisarios, que bajo cuerda se dedicaban a corromper a loos

hombres de Narváez con promesas para que no prestaran apoyo a su

verdadero jefe. Entre esta política y un fulminante golpe nocturno sobre el

campamento de Narváez todos los hombres de este quedaron incorporados

al ejército de Cortés, que de esta manera vio duplicadas sus fuerzas.

La Noche Triste. –

Poco después del triunfo sobre Narváez llegaron noticias de Méjico.

Alavarado había sido incapaz de mantener buenas relaciones con los

aztecas, y tras una serie de imprudencias (intentó prohibir la celebración de

unos sacrificios y atacó de improviso unas danzas, causando gran cantidad

de muertos, según murmuraron algunos para despojar los cadáveres) quedó

sitiado en sus cuarteles. Moctezuma había sido depuesto, y durante un

ataque en que intentó hablar a sus antiguos súbditos el joven caudillo

Cuauhtemoc lo malhirió de un flechazo que le produjo la muerte al cabo

de algunos días.

Page 89: Cronistas de Indias

   86   

   

La llegada de Cortés al frente de sus refuerzos no sirvió para evitar

este estado de ánimo ni aún siquiera para impedir hechos tan lamentables

como la muerte de Moctezuma. Por el contrario, sobrevinieron una serie de

espantosos ataques por parte de oleadas de indios que, materialmente,

aplastaban a los españoles. Por eso, tras cuatro días de lucha incesante

Cortés, a requerimiento de la tropa, dispuso la retirada. Esta se preparó para

efectuarse durante la noche y en el mayor sigilo, empleando un puente

portátil para pasar los cortes de las calzadas. Antes de abandonar el

acuartelamiento, los soldados pudieron elegir a su placer entre los tesoros

de la joyería, grave error por parte de Cortés. Los dos primeros cortes se

atravesaron sin dificultad, pero advertidos los mejicanos comenzó en la

oscuridad una horrible lucha desordenada, tan cruenta que los cortes de las

calzadas se rellenaron materialmente de cadáveres (en este contexto se

cuenta la leyenda de que Alvarado se salvó saltando usando una lanza

como pértiga para saltar el canal, según López de Gómara. Probablemente

tal hecho no es cierto, y Bernal Díaz del Castillo, que estaba presente, lo

desmiente como improbable por las características del sitio. No obstante,

el “salto de Alvarado” ha dado nombre a sendas calles en Méjico y en

Sevilla). Este fue el famoso desastre de la Noche Triste, en junio de 1520

sobre la calzada de Tacuba. A la mañana siguiente Cortés comenzó a

reunir a los dispersos supervivientes, y comprobó que había perdido

alrededor de 600 hombres (según otras fuentes las bajas españolas fueron

más de 800, así como unos dos mil aliados tlascaltecas). Cortés se dirigió

entonces a reunirse con contingentes de aliados, y poco después sobrevino

la batalla de Otumba, donde se enfrentó en campo abierto a una enorme

masa azteca, y tras muchas horas de lucha consiguió derrotarla; en esta

acción, Cortés demostró un altísimo valor personal, y parece ser que

intervino en forma decisiva en la victoria al desarmar a un jefe indio

adornado con un maravilloso penacho de plumas. Las tropas de Cortés se

Page 90: Cronistas de Indias

   87   

   

rehicieron en la aliada Tlascala, desde donde se inició una labor muy

inteligente de dominio y exploración de las comarcas vecinas. Llegaron

también refuerzos de Cuba, y se procedió a fundar la segunda ciudad, que

se llamó Segura de la Frontera, uno de cuyos primeros actos fue enviar a

la península a dos de sus magistrados para que elogiasen la actitud de

Cortés.

Pronto empezaron los preparativos para iniciar la ofensiva. Se

hicieron multitud de esclavos, que se marcaron a fuego, y Cortés mandó

construir en tierras de Tlascala 13 bergantines que más tarde se trasladarían

en piezas a la laguna de Méjico. Vino a ayudarle también una providencial

epidemia de viruelas que causó en los indios multitud de bajas, una de ellas

el mismo Cuitlahuac, que vino a sustituir a Moctezuma. A la muerte de

Cuitlahuac (parece ser que en la epidemia de viruela) vino a sucederle

Cuauhtemoc o Guatemocín, jefe del partido más radical en su actitud

antiespañola.

Conquista definitiva. –

Cortés, aliado esta vez con una crecida cantidad de auxiliares

indígenas, estableció un cerco estrechísimo sobre Tenochtitlán. Para ello

comenzó por dividr sus tropas en dos contingentes, uno al mando de

Alvarado y otro bajo sus órdenes inmediatas. Se estableció un control

estrecho sobre las poblaciones ribereñas y se bloquearon las calzadas a

excepción de la de Tepeyac, que se mantuvo abierta durante algunos días

para que actuase como arma psicológica, incitando a la huida. Se armaron

los bergantines, que habían sido transportados en piezas por cerca de

10.000 cargadores, y pronto consiguieron un dominio casi absoluto en los

combates sobre las aguas de la laguna.

Page 91: Cronistas de Indias

   88   

   

La defensa de los mejicanos fue heroica y desesperada, durante

varios meses. La rivalidad en proezas establecida entre el grupo de Cortés y

el de Alvarado estuvo varias veces a punto de acarrear un nuevo desastre.

Una acción que casi estuvo a punto de serlo ocurrió precisamente en el día

aniversario de la Noche Triste.

La lucha fue siempre de una extremada crueldad. Cortés hubo de

permitir a los aliados que practicasen la antropofagia con los vencidos

mejicanos. Estos sacrificaban también, sin piedad, a todos los prisioneros,

sobre todo españoles, que morían sobre el teocalli a la vista de sus propios

compañeros. Cerca de un centenar de españoles corrieron esa suerte. Sin

embargo hubo un momento en que la resistencia fue ya materialmente

imposible; Cortés les había cortado los suministros de víveres y de agua

dulce, y Tenochtitlán estaba materialmente cubierta de cadáveres

insepultos. El ataque definitivo se dio el 13 de agosto de 1521.

Guatemocín, tras haber resistido hasta el último minuto, fue también hecho

prisionero.

Organización de la Nueva España. –

Se emprendió inmediatamente la tarea de limpiar la ciudad y de

trazar la nueva urbanización de la futura capital del territorio, que Cortés

quiso conservar allí tanto por razones sentimentales como por cálculo

político. Se verificaron repartos del botín, que resultaron mezquinos y

fueron causa de murmuraciones. No se pudo recuperar el primitivo tesoro.

Se llegó al extremo de que contra la opinión de Cortés se atormentó a

Guatemocín (quemándole los pies) para que revelase los escondrijos de su

oro.

Se procedió a una labor sistemática de exploraciones, sobre todo de

las costas. Cortés tenía la obsesión de la mar del Sur, es decir, el Pacífico, y

Page 92: Cronistas de Indias

   89   

   

cifraba sus ilusiones en encontrar el paso entre el Atlántico y el Pacífico. Se

hicieron también repartimientos de indios, ya que Cortés consideraba

imposible controlar de otra forma a los indígenas. Sin embargo procuró

establecer restricciones que modificaban mucho estos repartimientos en

relación con los practicados en las Antillas; sobre todo, prohibió el

dedicarlos a extraer oro y el sacarlos de sus lugares de origen. Prohibió

también que los españoles se ausentaran sin autorización especial de sus

lugares de residencia. De esta forma el país venía a quedar organizado bajo

un sistema parecido al viejo feudalismo europeo. Cortés creía que el

sistema sería bien aceptado por los indígenas, debido a que en realidad era

más suave que el yugo a que anteriormente habían estado sometidos. Por

supuesto no se descuidó tampoco el envío a España de sucesivos

procuradores bien provistos de oro para que el Emperador confirmase a

Cortés. En 1522 llegó a Méjico un gobernador nombrado por Carlos V,

llamado Cristóbal de Tapia, hombre insignificante, cuyo único mérito era

el de representar los intereses del obispo Juan Rodríguez de Fonseca, que

era quien realmente gobernaba los asuntos de Indias y que, favorable a

Velázquez, era muy enemigo de Cortés. Sometido Tapias a una política

dilatoria por parte de Cortés y de los demás conquistadores, Tapia terminó

por retirarse.

Triunfo de Cortés. –

Aún quedaba por resolver el problema básico de cómo reaccionaría

la Corte ante el acto de rebeldía que había cimentado la carrera de Cortés.

La acción diplomática de los procuradores que hasta entonces habían sido

enviados con informes y regalos para el Emperador había encontrado

múltiples obstáculos por parte de la camarilla presidida por el casi

omnipotente obispo Fonseca.

Page 93: Cronistas de Indias

   90   

   

Sin embargo en verano de 1522 el Emperador se ocupó seriamente

del asunto, y confió su estudio a una junta presidida por Gattinara y no por

Fonseca. La deliberación fue justa y sensata, y de ella salió Cortés

completamente rehabilitado. En octubre de 1522 se le nombró capitán

general y gobernador de la Nueva España. Cortés procedió a un

repartimiento del país y comenzó a poner en práctica sus proyectos de

explorar el mar del Sur, de organizar una próspera vida económica en todo

el país (introducción de nuevos cultivos, exportación e importación, etc.), y

de “ennoblecer” la Nueva España con centros de beneficencia, religión y

cultura.

La conquista espiritual. –

Es este el nombre que el erudito francés Ricard ha dado al intenso

proceso de evangelización y de españolización a que se somete

pacíficamente todo el Méjico indígena. Con Cortés marcharon desde Cuba

algunos clérigos que desempeñaron desde el primer momento un papel

moderador, como el padre Olmedo, que en más de una ocasión hubo de

contener, por prudencia, los intempestivos afanes de conversión forzosa por

parte de los conquistadores.

El proceso de conquista espiritual es muy complejo, y en él le

corresponde un lugar privilegiado a las órdenes religiosas que obtuvieron

permiso para establecerse en la tierra. La primera en acudir y en haber

realizado la tarea más importante es la de los franciscanos. Llegaron,

primeramente, algunos naturales de Flandes, y Cortés, muy devoto de esta

orden, gestionó el que enviasen otros frailes más. En 1524 llegaron doce

franciscanos a las órdenes del padre Martín de Valencia, afortunada

selección de hombres de auténtico espíritu apostólico. Llegaron a Méjico

harapientos y extenuados, y Cortés salió a recibirlos rodeado de sus

Page 94: Cronistas de Indias

   91   

   

capitanes, y se arrodilló para besarles las manos, lo cual produjo el mayor

asombro entre los indios que contemplaban la escena. El sistema de

encomiendas facilitó el asentamiento de multitud de conventos, que se

convirtieron en focos del mayor esplendor cultural. Durante el siglo XVI se

construyeron así magníficos monasterios de espléndida arquitectura, y

especialmente planeados para servir a su destino evangelizador (capillas de

indios, posas en los atrios, etc.) (Capilla de indios: capilla construida en el

testero del atrio abierta hacia el patio, donde asistían al culto los indios a

la sombra de los àrboles, similar a la musalla o sauría hispanomusulmana.

Se ha comparado con las congregaciones de indios prehispánicos para

presenciar sacrificios en los teocalli. Posa: pequeño templete abierto por

los lados exentos ocupando los ángulos del atrio, similar a los

humilladeros como la Cruz del Campo de Sevilla. Todo ello perdió su

razón de ser cuando los indígenas perdieron el horror a los espacios

cerrados). Se inició un vasto movimiento de estudio de las lenguas

indígenas para poder predicar en ellas, y de ahí la enorme cantidad de

“artes” (especie de gramática), “vocabularios” (especie de diccionario) y

catecismos que conservamos y que constituyen un tesoro para los lingüistas

actuales.

Además de los franciscanos, intervinieron también en la conquista

espiritual los agustinos, que construyeron los templos más bellos, y los

dominicos. Es curioso que también pasaran a América algunos

mercedarios, quienes, lejos de interesarse por los indígenas, se inclinaron

siempre y de manera poco ejemplar del lado de los conquistadores. Lo

común era que los frailes, defensores del indio, no mantuvieran con los

españoles buenas relaciones.

Méjico se llenó de instituciones benéficas (hospitales, etc.) y muy

poco después de la conquista se abría el primer centro docente, el colegio

Page 95: Cronistas de Indias

   92   

   

de San Juan de Tlatelolco, dirigido por Fray Pedro de Gante, pariente

lejano del Emperador. La figura más importante de este proceso de

conquista espiritual es el primer arzobispo de Méjico, Fray Juan de

Zumárraga. Este fue el centro de un activo movimiento espiritual, y

constituyó uno de los mejores nombramientos eclesiásticos realizados por

Carlos V; su actividad arzobispal se extendió desde 1527 hasta 1548.

Interesa advertir que Zumárraga era hombre muy afín a las ideas

erasmistas, que tuvieron una importancia decisiva en la génesis de todo este

movimiento de conquista espiritual.

Cortés hasta su primera vuelta a España. –

En 1524 tomó Cortés la decisión de preparar dos fuertes

expediciones que consolidaran el poderío español en Centroamérica,

regiones que se creían de extraordinaria riqueza. Por eso envió a Pedro de

Alvarado a la conquista de Guatemala, y a Cristóbal de Olid a la conquista

de las Hibueras (actual Honduras) (La intención era adelantarse a la

expedición de Gil González Dávila, que pretendía conquistar Honduras).

Se trataba también de encontrar un paso marítimo entre el Atlántico y el

mar del Sur.

La expedición de Olid tomó pronto un giro desagradable, porque este

se sublevó y tomó respecto a Cortés (precisamente seducido por Diego

Velázquez) la misma actitud que Cortés respecto a Diego Velázquez. Cortés

reaccionó de una manera temperamental, por eso decidió armar una

expedición que lo persiguiera y mandarla personalmente. Dejó los asuntos

de Méjico a una junta de gobierno cuya actuación desde el día de la marcha

de Cortés fue desastrosa. La marcha a las Hibueras constituyó una

operación penosísima; hubo que atravesar selvas impenetrables, pantanos

interminables y obstáculos imposibles de imaginar, aunque constituye por

Page 96: Cronistas de Indias

   93   

   

eso una brillante operación militar (los puentes construidos se mantuvieron

en pie durante mucho tiempo). En un momento de apuro en que se creía

que era inminente un ataque indio se ejecutó a Guatemocín. Cristóbal de

Olid no fue encontrado, pues había ya muerto a manos de sus propias

tropas (existen varias versiones acerca del final de Olid, pero se admite

que en ello tuvo un papel un pariente de Cortés, Francisco de las Casas,

que aquel había enviado antes para frenar a Olid y que tuvo varios

episodios de lucha con este. Ver más detalles en el tema VI, en el apartado

“Otras expediciones a América Central”). En 1526 Cortès regresó a

Méjico, donde encontró una situación desastrosa que repercutió en su

prestigio y motivó el envío desde la península de un juez de residencia, el

licenciado Ponce de León (Luis, no confundir con Juan Ponce de León,

descubridor de La Florida), que murió a poco de llegar. La Corte decidió

relevar a Cortés de sus mandos, y envió para gobernar a una Audiencia

presidida por Nuño de Guzmán. Fue mal recibida y no le faltaron a Cortés

estímulos para que se declarara independiente (a raíz de que Cortés fuera

más adelante rehabilitado por Carlos V con el nombramiento de Capitán

General de la Nueva España, el siniestro personaje Nuño Beltrán de

Guzmán (calificado como “gran tirano” por Las Casas y como “el

aborrecible gobernador del Pánuco y quizás el hombre más perverso de

cuantos habían pisado la Nueva España” por el escritor mexicano del

siglo XIX Vicente Riva Palacio) se dedicó a la actividad de conquista por

el noroeste de México, lo que se llamaría Nueva Galicia, en una empresa

sangrienta, pero fue a su vez sometido a juicio, encontrado culpable y

encarcelado en la península. Ver más detalles en el tema VI, apartado

sobre “Expansión del virreinato por el Norte”).

En vista de que no podía mantenerse más tiempo al alcance de la

Audiencia, Cortés regresó a España.

Page 97: Cronistas de Indias

   94   

   

Cortés en la península. –

Desembarcó en Palos con un brillante séquito, y decidió marchar en

seguida al monasterio de Guadalupe para entregarse a devociones. Allí se

encontró con la esposa del secretario real Francisco de los Cobos, con

cuya hermana inició un coqueteo frustrado que fue para él origen de

dificultades políticas.

Cortés fue recibido por el Emperador y recibió grandes mercedes,

entre ellas el título de marqués del Valle de Oaxaca, con 23000 vasallos, y

el título de capitán general de la Nueva España, pero no el cargo de

gobernador. Hizo también algunas capitulaciones para explorar el mar del

Sur, y durante una enfermedad recibió el singular honor de ser visitado por

Carlos V.

Contrajo también matrimonio con Doña Elena de Zúñiga, de la

familia del duque de Béjar. Regresa a Nueva España en 1530.

Últimos años de la vida de Cortés. –

Durante su estancia en España le convenció el Emperador del mal

gobierno de la primera audiencia, y nombró una segunda, cuyos miembros

fueron elegidos cuidadosamente y que presidía el obispo de Santo

Domingo. Esta segunda audiencia mantuvo buenas relaciones con Cortés

pero tuvo ciertos roces con el capitán general y surgió además un pleito por

asuntos internos del señorío de Oaxaca. Por eso en 1535 decidió Cortés

entregarse de lleno a la vieja tentación del mar del Sur, a donde había

enviado varias expediciones con resultados nulos. Desde Tehuantepec

dirigió la preparación de las armadas y exploró la costa hasta la Baja

California, donde intentó realizar asentamientos que constituyeron un

Page 98: Cronistas de Indias

   95   

   

fracaso. Estos trabajos de exploración no constituyeron un último término,

más que una fuente de trabajos.

Mientras tanto había ocurrido un gran cambio en Nueva España. A la

segunda audiencia sucedió el nombramiento de un virrey, que fue el gran

gobernante Don Antonio de Mendoza (bisnieto del Marqués de

Santillana. El nuevo virrey fue quien sometió a juicio de residencia a Nuño

Beltrán de Guzmán bajo la acusación de corrupción y maltrato a los

indígenas).

Sin embargo, tampoco le faltaron los roces con Cortés, y este,

incansable, se dedicó ahora a ayudar con envíos de naves a la empresa de

Pizarro. Soñaba también con la conquista de Quivira y las siete ciudades.

En 1540 regresó por segunda vez a España para arreglar aquí sus asuntos.

Fue recibido con honores pero con frialdad. Participó en 1541 en el

desastre de la toma de Argel. El conquistador de Méjico se desgastaba sin

gloria en la Corte en medio de pleitos que lo arruinaban. En esta situación

Cortés, enfermo y amargado, buscaba consuelo en reunir a su alrededor un

círculo de estudiosos y de espíritus selectos con los que gustaba reunirse

para charlar y discutir sobre temas filosóficos; uno de los que asistían a

estas reuniones publicaría años más tarde un libro en el que reproducía el

ambiente y el espíritu de estas tertulias.

Desalentado de sus gestiones en la Corte marchó a Sevilla con

propósito de marchar de nuevo a Méjico para morir en la tierra que había

conquistado, pero por diversas razones fue dilatándose su viaje hasta que

sobrevino su muerte, en el pueblo de Castilleja de la Cuesta el día 2 de

diciembre de 1547. Su testamento cuidaba en primer término de la

restitución de todos aquellos bienes sobre cuya legítima pertenencia

pudiera existir alguna duda; mandaba enterrarse en Méjico y manifestaba

Page 99: Cronistas de Indias

   96   

   

su voluntad de realizar diversas fundaciones benéficas, entre ellas un

colegio-universidad que se constituyese en un gran foco de cultura

superior. Manifiesta también en su testamento un gran cariño hacia todos

sus familiares, y sorprende el verle preocupado por el futuro de todos sus

hijos, sin excluir los naturales, en su mayoría mestizos. Su testamento

constituye así una última actitud digna de la vida que Cortés había llevado.

Lecturas. –

En el epílogo del último capítulo de la biografía de Cortés de Don

Salvador de Madariaga se puede advertir que el final de Cortés, como el de

muchos hombres de acción, es el de un fracasado. Un fracasado, pues

ninguno de sus ideales ha llegado a ser realidad. Además, quizás han

contribuido a ello los grandes errores en que incurrió a veces, como fue

dejar a Pedro de Alvarado en Tenochtitlán mientras él iba a hacer frente a

Pánfilo de Narváez, lo cual fue causa del enfrentamiento de los indios por

la falta de tacto de Alvarado; otro error es el de lanzarse en persecución de

Olid, cuya rebelión constituía como un reproche a Cortés por su

comportamiento con Diego Velázquez.

Desde el principio Cortés había tratado de ennoblecer el nuevo país.

En poco tiempo hubo allí estudiosos, latinistas, músicos insignes, una

imprenta, etc. Tlascala y las demás ciudades prosperaron rápidamente, y los

indios eran tratados mucho mejor de lo que fueron tratados por los aztecas.

Pero a pesar de ello el odio hacia los españoles se hacía mayor cada vez,

hasta el punto de erigir una estatua a Guatemocín y pintar en las fachadas

del palacio de Cortés calumniosas escenas de la conquista.

Page 100: Cronistas de Indias

   97   

   

TEMA V: LOS CRONISTAS DE LA CONQUISTA DE MÉJICO

Introducción. –

La conquista de la Nueva España se convierte en tema de una serie

muy interesante de obras historiográficas destinadas a narrarla. Puede

decirse que este ramillete de crónicas es quizás el más interesante y el de

más esplendor literario que se puede apreciar en el vasto campo de la

historiografía indiana.

Cortés como cronista. –

Su labor en este campo reviste la forma de cartas de relación, es

decir, de documentos redactados por él para servir de información al

Emperador y a su corte. Esta finalidad define por sí misma el carácter de la

obra historiográfica de Cortés. Se trata de justificar en ellas todos los actos

de su autor, presentándolos como acciones desinteresadas y hechas sin

otras miras que el deseo de servir a Carlos V. La persona de Cortés aparece

como el centro de cualquier iniciativa heroica o noble, mientras que todo lo

adverso a los designios del gran conquistador se presenta como reprobable

y contrario a los intereses de la corona.

El estilo de Cortés es francamente brillante. La frase fluye con un

ritmo de musicalidad y de moderada elegancia, como corresponde a la

expresión de un guerrero culto y letrado. No cabe la menor duda de que al

escribir sus cartas de relación tenía Cortés en la memoria el ejemplo de

César al historiar en artístico lenguaje sus propias campañas.

Las Cartas de Relación son cinco, y han sido enviadas a España en

distintos momentos de la conquista. No es preciso encarecer su altísimo

valor como fuente histórica: gracias a ellas sabemos con detalle la reacción

Page 101: Cronistas de Indias

   98   

   

de Cortés en los distintos momentos de la conquista, y, lo que a veces es

todavía más interesante, cómo deseaba este que se interpretasen sus actos.

La primera Carta de Relación sabemos que fue escrita en Vera Cruz

en el mes de julio de 1519. Esta relación sin embargo se ha perdido, pero se

suele remediar este hueco con la relación enviada por el Regimiento y las

Justicias de la Villa Rica de la Vera Cruz, que con toda probabilidad

reproduce los puntos de vista y los extremos más sobresalientes del escrito

de Cortés.

La segunda Carta de Relación se escribió el 30 de octubre de 1520,

desde la villa de Segura de la Frontera. Es una de las más interesantes, por

narrarse allí algunos de los hechos más sobresalientes de la conquista, la

marcha sobre Méjico, primera entrada en la ciudad, el triunfo sobre Pánfilo

de Narváez, la Noche Triste, la batalla de Otumba, etc. En el momento de

escribirla, Cortés está reorganizando sus tropas para proceder a la conquista

definitiva.

La tercera Carta de Relación está redactada en mayo de 1522, y

relata las múltiples incidencias del cerco de Tenochtitlán y su toma

definitiva.

La cuarta se escribe desde Coyoacán en octubre de 1524. Da cuenta

de la labor de dominio y de organización puesta en marcha, y menciona la

salida de las expediciones de Alvarado y de Cristóbal de Olid.

La quinta carta fue enviada desde Méjico (que todavía se llamaba

Tenochtitlán) en septiembre de 1526. Su incidencia principal es la rebelión

de Cristóbal de Olid y la odisea de la marcha de Cortés a las Hibueras.

Algunas de estas cartas fueron editadas contemporáneamente. La

segunda fue impresa en Sevilla por Cromberger en 1522, y en 1524

Page 102: Cronistas de Indias

   99   

   

también en Zaragoza y en Nuremberg. Sin embargo no se hizo una edición

definitiva hasta 1868, en que las publicó en París el erudito Don Pascual de

Gayangos. Se han conservado manuscritas en un códice de la Biblioteca

Imperial de Viena.

Bernal Díaz del Castillo. –

No nos son bien conocidas las fechas de su vida, pero debió de nacer

a fines del siglo XV y de morir hacia el año 1582 (esta fecha varía según

las fuentes). Era natural de Medina del Campo, hijo del regidor Francisco

Díaz del Castillo, a quien sus compatriotas llamaban “el galán”. Pasó a

Indias en la armada de Pedrarias Dávila en 1514. Estuvo en los intentos de

conquista del Darién, y más tarde volvió arruinado y pobre a la isla de

Cuba, gobernada entonces por Diego Velázquez. Buscando mejorar

fortuna, participó en la expedición de Grijalva, que había de relatar

minuciosamente, y después en la de Cortés.

Fue de los pocos que realizaron toda aquella campaña, y él mismo

narra que participó en, nada menos, 119 combates. Sin embargo tampoco

logró salir de su pobreza, por lo cual marchó a la conquista de Guatemala.

Esta vez consiguió que se le entregara la rica encomienda de Chamula, con

cuyo producto vivió hasta el fin de sus días. Fue uno de los primeros

pobladores de la ciudad de Santiago de los Caballeros, y a pesar de su

próspero estado conservó hasta sus últimos años el hábito de dormir con las

armas puestas.

Bernal Díaz nos ha dejado la más simpática de todas las crónicas de

Indias. En el año 1552 leyó la crónica redactada por Gómara y se indignó

ante la excesiva importancia que en ella se atribuye a la actuación de

Cortés, hasta el punto de dar la impresión de que fue él solo quien realizó la

Page 103: Cronistas de Indias

   100   

   

conquista. Aquello le decidió a tomar la pluma y a redactar su visión de los

hechos de la conquista tal como se desarrollaron para el soldado de filas,

que llevó sobre sí la parte más dura de la tarea. Sin embargo Bernal Díaz es

un gran admirador de Cortés y la gloria de este aparece allí más brillante

que en ninguna otra obra. El título de la crónica de Bernal Díaz es el de

Verdadera Historia de los Sucesos de la Conquista de la Nueva España

(recientemente el autor francés Christian Duverger, catedrático de

Antropología Social y Cultural de la École des Hautes Études en Sciences

Sociales, ha declarado que Bernal Díaz no fue el autor de esta obra, y

asegura demostrarlo en una extensa obra publicada en 2013, a la cual este

editor no ha tenido acceso. Sin embargo, sus argumentos han sido

desmontados hace muy poco tiempo en un estudio del profesor Guillermo

Serés). Permaneció inédita hasta que, muchos años después de su muerte,

la editó en Madrid (1632) Fray Alonso Ramón.

Bernal Díaz no es, como Cortés, un hombre de gran cultura. Es un

soldado que sabe leer y escribir y que conocía lo más difundido y popular

de la literatura de su tiempo, Romancero, libros de caballerías, etc. Su

estilo carece por completo de la menor afectación. En medio de un

pintoresco desaliño nos narra en encantadora lengua conversacional la

conquista tal como él la vio. Tenía una memoria excelente, por lo cual su

relato es un modelo de veracidad en todos los órdenes (nombres propios,

lugares, etc.). Bernal Díaz no era solo un gran observador, sino también un

psicólogo innato, por lo cual los detalles que suministra acerca de Cortés y

de las principales figuras de la conquista resultan de un valor inapreciable

para captar el tono humano de aquella gesta histórica. Por eso su crónica

resulta incomparable con ninguna otra. Hay en ella magníficos arranques

de espontaneidad, como cuando habla de la historia particular de cada uno

de los caballos que llevó Cortés en su expedición, como su confesión del

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   101   

   

miedo que sentía en ser llevado al sacrificio por los mejicanos y su deseo

de que sus nietos conocieran de un modo exacto lo que su antepasado había

sido capaz de hacer.

Menéndez Pidal ha reflexionado con gran acierto acerca de la figura

de Bernal Díaz, que puede considerarse como típica de muchos

conquistadores anónimos. Como Bernal Díaz, estos hombres no serían ni

unos apóstoles, como ha querido presentarlos la Leyenda Rosa, ni unos

monstruos de rapacidad, como ha querido presentarlos la Leyenda Negra;

como Bernal Díaz, muchos de ellos al final de su vida, tras haber logrado

solo un modesto bienestar, se entusiasmaban primordialmente con la idea

de la fama y de la gloria que habían conquistado con su brazo.

Lecturas: Segunda Carta de Relación de Cortés. –

Esta carta, como las demás, está escrita dirigiéndose a Carlos V. Al

relatar la primera entrada en Tenochtitlán advierte que no lo van a creer,

pues a los mismos conquistadores les parecían increíbles todas las cosas

que allí vieron. Describe la comarca, advirtiendo que el lago de

Tenochtitlán de agua salada era tan extenso que incluso poseía mareas.

Afirma que la ciudad era tan grande como Sevilla y Córdoba, y en el

centro existe un gran mercado donde existe absolutamente de todo: desde

toda clase de alimentos hasta joyas, objetos de pluma, pieles, etc. Según

Cortés el gran teocalli es “mayor que la torre de la Iglesia Mayor de

Sevilla”, es decir, la Giralda.

Es interesante el relato que hace de la Noche Triste. Este hecho lo

pasa sin detenerse demasiado en él, y procurando justificarse en los demás.

Cuenta que, gracias a un puente que hicieron de madera llevado por

cuarenta hombres, pudieron pasar el primer corte, pero que al segundo les

Page 105: Cronistas de Indias

   102   

   

atacaron los aztecas. Afirma que perdieron toda la artillería y casi todos los

caballos, y que los españoles y tlascaltecas sufrieron una enorme cantidad

de bajas. En este relato se aprecia el gran valor de Cortés, que no cesa de

luchar cubriendo la retaguardia junto con los pocos caballos que quedaban

y un pequeño número de infantes.

Bernal Díaz: Retrato de Cortés. –

Afirma Bernal Díaz que su jefe era de buena estatura, de barba

oscura y moreno, algo travieso con las mujeres, por las cuales tuvo más de

una riña en su juventud, de una de las cuales conservaba una cicatriz en la

barbilla que cubría con la barba. Vestía con elegancia, pero no

ostentosamente. Sabía latín y era algo poeta. Por su educación y cultura no

gustaba de blasfemar; cuando se enojaba con algún soldado le decía: “Oh,

mal pese a vos”, y cuando juraba decía “en mi conciencia”. Habla también

de su tozudez, que en más de una ocasión costó bajas a los conquistadores.

Con el afán de Bernal Díaz de hacer justicia a todo el mundo

ingenuamente relata las características, cualidades y defectos de cada uno

de los caballos: uno era buen corredor, aquel era sumamente resistente, etc.,

etc. Es curioso el contraste del episodio de la entrada en Méjico relatado

por él comparado con el relato de Cortés. Dice que veían magnificencias

increíbles, las cuales parecían sacadas de un libro de caballerías. Temían un

ataque a traición, lo que le sirve para manifestarse en su obra orgulloso de

que los españoles se hubieran atrevido a entrar allí, donde podían sufrir una

matanza a traición en cualquier momento. Moctezuma sale a recibirlos

rodeado de riquezas y lujo; afirma Bernal Díaz que la suela de su calzado

era de oro. Los indios no se atrevían a mirarle a la cara, y no permitían a

Cortés abrazarlo. En este fragmento Bernal Díaz da gracias a Dios por

haber podido contarlo, pues muy pocos lo pudieron hacer.

Page 106: Cronistas de Indias

   103   

   

En la obra de Cortés advertimos más elegancia en el lenguaje, pero

falta la espontaneidad y la ingenuidad propia del hombre sencillo y sincero

que es Bernal Díaz.

Francisco López de Gómara. –

No estamos completamente seguros de las fechas de su nacimiento y

muerte, pero parece que las más probables son las de 1511 y 1572. Era

natural del lugar de Gómara, en la provincia de Soria. Fue hombre letrado y

capellán de Cortés en la época de su mayor esplendor, detalle humano que

explica su defensa a ultranza del conquistador de Méjico.

Su obra como historiógrafo es bastante dilatada. Escribió una

Historia de las conquistas de Cortés que no se publicó hasta 1826, pero su

obra primordial se titula Historia de las Indias y Conquista de Méjico,

que se imprimió en Zaragoza en 1552. Su historia posterior fue azarosa

porque el Consejo de Indias la prohibió en 1566, por lo cual el propio autor

la enmendó de acuerdo con las interpretaciones gratas al Consejo de Indias

en la reedición que de ella hizo en Salamanca el año 1568, que en general

difiere bastante de su primitiva redacción. Gómara escribió además una

Crónica de los Barbarrojas y una colección de datos en forma de anales,

útiles para la historia de Carlos V y que no fueron publicados hasta 1912.

El valor de la obra historiográfica de Gómara es muy discutible. En

su concepto es solo el cerebro dirigente quien actúa como motor de la

Historia, como si se anticipara, con este concepto, a algunos historiadores

románticos, como Carlyle (Es conocido el desprecio de Thomas Carlyle

por la democracia y su idea de que el avance de la Historia se basa en los

héroes). De esta manera nada puede extrañarnos el carácter de su historia,

concebida toda ella como una alabanza de Cortés. Gómara destaca mucho

por su carácter de estilista de la prosa, que es siempre en él de una noble

Page 107: Cronistas de Indias

   104   

   

resonancia clasicista. Pudo Gómara habernos dejado una obra maestra en

su historiografía, pero su estrechez de plan malogra casi siempre los

resultados. Por supuesto, la parte más importante de su obra es la que hace

referencia a Cortés y a Méjico. Interesa también advertir el hábito de

Gómara de dedicar siempre varios capítulos a describir las características

geográficas y las costumbres y hábitos de los indios que habitan las

regiones en que se desarrollan los sucesos que narra en su Historia.

Lecturas. –

Gómara acostumbra a describir muy bien los pasajes, costumbres,

características geográficas, etc. Cuando habla de Masaya, el volcán de

Nicaragua, afirma que el fuego del volcán se divisa a 20 o 30 leguas a la

redonda. Cuenta que un fraile llamado Fray Blas, acompañado de otros dos

españoles, bajó al fondo del volcán en un cesto para sacar una parte de la

masa ígnea del fondo, que creían era de oro. Al tratar de sacar un cazo

colgado de una cadena, lleno por la masa, se fundió el cazo y parte de la

cadena, por lo que no pudieron averiguar lo que era.

Habla profusamente de los productos de la tierra y del mar cercano a

Nicaragua. Afirma que en el océano había ballenas, y peces de extrañas

especies.

Igualmente dedica una gran parte de su obra a describir costumbres.

Describe a los naturales de Nicaragua, de los que afirma que tienen

deformada la cabeza por dispositivos que se colocan desde pequeños, que

hacen que sus cabezas sean de las más extrañas formas (Según parece

Gómara no estuvo nunca en las Indias, por lo que sus relatos deben estar

forzosamente basados en relatos o escritos de otros, Cortés entre ellos).

Page 108: Cronistas de Indias

   105   

   

Afirma que se agujerean los labios, orejas y nariz los naturales del

país. Describe los sacrificios de forma bastante real, dedicando un extenso

fragmento a esta descripción.

Page 109: Cronistas de Indias

   106   

   

TEMA VI: EXPLORACIONES Y CONQUISTAS EN AMÉRICA CENTRAL Y SEPTENTRIONAL

Introducción. –

El punto de partida para el conocimiento y exploración de estas

regiones está situado lógicamente en Méjico, desde donde partieron todos

los intentos de penetración en estas regiones.

Actividades marítimas de Cortés. –

Apenas terminada la conquista de Méjico, soñaba Cortés con nuevas

empresas descubridoras. El mar del Sur le atraía profundamente, y sabemos

que en 1524 construía ya dos navíos en el puerto de Zacatula, que pensaba

enviar a las islas de la Especiería, en litigio entonces con Portugal, y a

China. En 1526 le ordenó Carlos V enviar dos navíos a las islas de la

Especiería para socorrer con su refuerzo a dos expediciones enviadas desde

la península a través del estrecho de Magallanes, bajo el mando de Loaísa

(Francisco José García Jofre de Loaísa. Uno de sus barcos, el mandado

por Francisco de Hoces, fue el primero en descubrir el cabo de Hornos,

muchos años antes que Drake, por lo cual el llamado pasaje de Drake por

los ingleses es llamado mar de Hoces en España) y Sebastián Cabot (o

Caboto, navegante italiano al servicio de España en aquellas fechas),

respectivamente. Cortés, entusiasmado, nombró jefe a su primo Álvaro de

Saavedra, pero la primera Audiencia, en su estúpido y malévolo afán de

poner dificultades a Cortés, echó a perder el proyecto (según algunos

(http://www.ixtapa-zihuatanejo.com/info/espanol.htm?http://www.ixtapa-

zihuatanejo.com/info/historia1as.htm), este viaje en realidad sí tuvo lugar y

fue la perdición de Saavedra, ya que su barco se perdió al tratar de

regresar. Antes del naufragio parece ser que llegó hasta a Nueva Guinea y

Page 110: Cronistas de Indias

   107   

   

a las Molucas. En un viaje anterior llegó hasta Panamá y sugirió que allí

podría hacerse una conexión entre ambos océanos. Curiosamente el lugar

coincide con la localización actual del canal de Panamá, así como con el

punto en el que Colón en su cuarto viaje inició un reconocimiento de

aquellas costas).

Aquel mismo año comenzó a invertir enormes sumas y entusiasmos

para instalar dos astilleros en Tehuantepec y en Acapulco. Desde este

puerto partió en 1532 Diego Hurtado de Mendoza (parece ser que

también primo de Cortés) con dos naves, una de la cuales regresó con la

tripulación amotinada, y de la otra no se volvió a saber nada. A buscar este

barco marchó Diego Becerra de Mendoza; hubo una terrible sublevación,

sufrieron penalidades sin cuento (Becerra fue asesinado por su segundo

Fortún Jiménez en un motín, y fue su lugarteniente Hernando de Grijalva,

al mando del otro barco de la expedición, quien pudo regresar. Fortún

Jiménez fue el primer europeo que desembarcó en la Baja California,

aunque su descubrimiento se atribuye normalmente a Cortés) y al regreso

contaron historias fabulosas acerca de una isla repleta de perlas.

En vista de tales fracasos, Cortés se trasladó a Tehuantepec en 1535,

y decidió dirigir personalmente las expediciones exploradoras. El objetivo

era ahora la isla de Santa Cruz, que en realidad era la península de la Baja

California. Tampoco faltaron esta vez roces con la segunda Audiencia, pero

por fin pudo zarpar con tres naves en 1535. El desembarco se efectuó en

Santa Cruz, extremo sur de la península. Los barcos regresaron por más

gente y bastimentos, pero la travesía fue desastrosa y solo uno de los navíos

logró regresar, aunque sin víveres. Ante la amenaza del hambre, Cortés se

hizo de nuevo a la mar y logró a fuerza de habilidad y diplomacia reunir

abastecimientos en los puertos mejicanos del Pacífico y volver con este

socorro a Santa Cruz. Allí estaba Cortés, que desesperaba ya de aquella

Page 111: Cronistas de Indias

   108   

   

conquista, cuando llegaron dos navíos que enviaba su mujer y en los que

llegó también una carta del recién llegado virrey Mendoza, que le instaba a

regresar a Méjico.

Si estas actividades marítimas de Cortés constituyeron un fracaso,

sirvieron en cambio para comenzar el descubrimiento y estudio científico

de la costa norteamericana. El actual golfo de California se llamó durante

mucho tiempo, y con entera justicia, mar de Cortés.

Penetraciones en América Central: Pedro de Alvarado. –

Cortés comprendió muy pronto la necesidad de dominar la parte sur

de Méjico, región rica y habitada por un pueblo numeroso e inteligente,

autor de la más elevada cultura autóctona americana, el complejo grupo

étnico que llamamos hoy mayas. Es probable que también influyera en su

decisión el temor a que los establecimientos españoles más al sur, hacia el

istmo de Panamá, avanzaran hacia el norte atraídos por el éxito de su

conquista y se le introdujeran así en sus territorios. De ahí su inteligente

decisión de establecerse en Centroamérica mediante las pinzas de dos

expediciones, la de Cristóbal de Olid a Honduras y la de Pedro de Alvarado

a Guatemala.

Pedro de Alvarado era natural de Badajoz, donde había nacido en

1485, hijo, como Cortés, de un hidalgo pobre y cargado de hijos (en total

11 hermanos, de los que cinco varones marcharon a América). En el año

1510 marcharon Pedro y sus hermanos a la isla de Santo Domingo, donde

un tío suyo llamado Diego de Alvarado y Mexía era hombre acaudalado.

Participó Pedro en la conquista de Cuba y logró algún repartimiento de

indios. Marchó más tarde en la expedición de Grijalva al mando de la nave

San Sebastián, que fue la primera que regresó a Cuba con noticias acerca

de los descubrimientos en Yucatán.

Page 112: Cronistas de Indias

   109   

   

Alvarado y sus hermanos participaron desde el primer momento en

los proyectos de Cortés, a quien apoyaron con absoluta lealtad durante toda

la conquista de Méjico, durante la cual llegó a ganarse la lugartenencia de

Cortés, como se vio al quedar en Tenochtitlán mientras este marchaba

contra Pánfilo de Narváez. Durante la conquista se ganó Alvarado el

sobrenombre de Tonatiuh (hijo del sol) (parece ser que en náhuatl

significa “el sol”, dios del sol), que le dieron los indígenas por su apostura

varonil y sus cabellos rubios.

En 1523 lo envía Cortés a Guatemala al frente de un cuerpo de 300

hombres, mientras que Olid se dirigía hacia Honduras. La conquista de los

territorios de Guatemala resultó una empresa extraordinariamente dura; la

guerra se llevó a cabo con auténtica ferocidad y abundaron las matanzas,

los incendios y los esclavos marcados a fuego. El primer pueblo organizado

que hubo que someter fue el de los quichés, cuya capital, Utatlán, fue

incendiada (Parece ser que “Utatlán” es la traducción al náhuatl del

nombre original de la ciudad. Los quichés son parte de los pueblos mayas).

Hacia la región de la costa del Pacífico se hizo preciso luchar contra otro

pueblo extraordinariamente belicoso llamado pipil (a los cuales derrotó

Alvarado en una sangrienta batalla en Acajutla, pero resultó herido en una

pierna y quedó cojeando el resto de su vida). Siguiendo la pauta trazada

por Cortés, consiguió Alvarado aliarse con los cakchiqueles contra el

grupo de los tzutuhiles. El mismo Bernal Díaz reprocha a Alvarado la

excesiva dureza con que efectuó estas campañas. En 1524 fundó Alvarado

la primera ciudad del territorio, que llevó el título de Santiago de los

Caballeros, y se alzaba sobre el solar que había ocupado antes la capital de

los cakchiqueles.

Las relaciones de Alvarado con Cortés se enfriaron notablemente

cuando aquel se vio en posesión de una conquista valiosa, y no llegó a

Page 113: Cronistas de Indias

   110   

   

reunirse con su antiguo jefe durante su expedición a las Hibueras. Por todo

ello nada extraña el que en 1527 estimara conveniente venir a España,

mientras su hermano Jorge de Alvarado gobernaba con poder de Cortés.

En España contrajo matrimonio con una sobrina del duque de

Alburquerque. Obtuvo la protección de Don Francisco de los Cobos, que

le resultó muy valiosa y recibió por fin una encomienda de la Orden de

Santiago. Se le nombró también capitán general y gobernador de

Guatemala.

A su vuelta a Méjico perdió pronto a su mujer y se encontró con el

lamentable gobierno de la primera Audiencia, que llegó a cometer la

insolencia de apresarlo, porque intentó desafiar en duelo a uno de sus

componentes, que había comentado con palabras sediciosas la intención de

Carlos V de restaurar el gobierno de Hernán Cortés.

A su vuelta a Guatemala encontró que se le había formado un partido

adverso que le causó bastantes dificultades. En 1532, incapaz de

permanecer inactivo, decidió intervenir en la conquista del Perú y ayudar a

Pizarro. Gastó una fortuna en construir barcos y en 1533 marchó con una

magnífica expedición a la conquista del reino de Quito. Esta experiencia de

Alvarado fue horrorosa. Aunque al principio encontró oro y esmeraldas,

carente de informes precisos acerca de la localización geográfica de Quito

hubo de atravesar durante meses las más espantosas selvas y pantanos y

escalar uno de los tramos más difíciles de la cordillera andina, sufriendo

enormes pérdidas. Y lo peor fue que cuando dieron con la región de Quito,

un valle riente y delicioso, donde abundaba el oro, lo encontraron ya

conquistado por Belalcázar. Alvarado se vio envuelto en la maraña de

intrigas civiles que convirtieron la conquista del Perú en un avispero, y

desalentado regresó a Guatemala, que encontró muy alborotada. En 1537

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   111   

   

preparó una segunda venida a España, donde contrajo matrimonio con una

hermana de su primera mujer. Regresó en 1539, y con su eterna inquietud

se dispuso a construir otra flota que le permitiera probar suerte con las

Molucas y con China. La armada partió por fin del puerto de Acajutla,

pero en una escala que realizó en Manzanillo oyó hablar del mito de las

siete ciudades que acababa de lanzar Fray Marcos de Niza, se encandiló

con su conquista y realizó para reservársela un acuerdo con el virrey

Mendoza. Sin embargo, ante una sublevación de indios que ponía en

peligro la colonización española en la comarca de Nueva Galicia hubo de

marchar para socorrer a los españoles en peligro; Alvarado, impaciente por

esta inoportuna pérdida de tiempo, habló despectivamente de los españoles

que se dejaban amilanar por “cuatro gatillos” encaramados en las

montañas, y se jactó de restablecer el orden en pocos días. Atacó con

auténtica temeridad el peñol de Nochistlán, aunque al cabo de varias horas

de lucha fue rechazado por los indios. Precisamente en la confusión de la

huida fue arrollado por el caballo de un escribano de nombre Montoya, lo

cual le produjo heridas de tal gravedad que murió al cabo de pocos días.

Era el año 1541.

Alvarado como cronista. –

También Alvarado escribió acerca de sus propias hazañas, bajo la

forma de dos relaciones que envió a Cortés con noticias de la conquista de

Guatemala. La primera de ellas está escrita en abril de 1524, y lleva el

subtítulo siguiente: “Guerras y batallas para pacificar las provincias de

Chapotulam, Checialtenango y Utlatán, la quema de su cacique y

nombramiento de sus hijos para sucederle, y de tres sierras de acije, azufre

y alumbre”. La segunda relación se escribió en julio de 1524 desde la

ciudad de Santiago de los Caballeros y su subtítulo, que resume bien su

contenido, dice así: “Conquista de muchas ciudades, las guerras, batallas,

Page 115: Cronistas de Indias

   112   

   

traiciones y rebeliones que sucedieron, y la población que hizo de una

ciudad, de dos volcanes, uno que exhalaba fuego, y otro humo, de un río

hirviendo, de otro frío, y cómo quedó Alvarado herido de un flechazo”.

Estas relaciones fueron publicadas en el siglo XIX en el tomo XXII de la

Biblioteca de Autores Españoles. Alvarado relata con un criterio

estrictamente informativo, claro y bien cortado. La extensión de ambas

cartas es reducida, y tiene mucho mayor interés la segunda, que alfinal

inculpa a Cortés y se enfrenta duramente con él.

Otras expediciones a América Central. –

Después de la de Alvarado, que fue la más fecunda, es preciso

ocuparse de la de Cristóbal de Olid. Olid partió en 1524 hacia las Hibueras

con 400 hombres, cinco navíos y un bergantín, de modo que la mayor parte

de su viaje pudo hacerla embarcado. Pero apenas se vio fuera del poder de

Cortés y con la perspectiva de una buena conquista por delante, se rebeló

contra su jefe y pretendió actuar por su cuenta. Estando ya en las Hibueras

fue atacado por Francisco de las Casas (enviado por Cortés), que recaló

por allí con una armada, pero Olid se incorporó las fuerzas de Las Casas,

como Cortés había hecho con Pánfilo de Narváez. Con este refuerzo atacó

y venció a otro jefe español, Gil Dávila, que había empezado a actuar allí

también por cuenta propia. Sin embargo Olid tuvo un fin trágico, pues Las

Casas lo malhirió durante una comida, y a continuación le abrió un proceso

que lo llevó a la horca por desleal (Según otras fuentes este dato es erróneo

y fue decapitado tras huir herido y ser encontrado. Ver por ejemplo las

crónicas de Bernal Díaz o López de Gómara, y el texto de X. L. Medellín,

http://www.motecuhzoma.de/olid.html).

La rebelión de Cristóbal de Olid motivó como sabemos la marcha de

Cortés en persona para castigar al traidor. Cortés, tras pasar muchas

Page 116: Cronistas de Indias

   113   

   

penalidades, logró llegar a la pequeña ciudad de San Gil de Buenavista,

fundada por Gil Dávila antes de regresar a Méjico (como hizo también Las

Casas). Aunque el objetivo inmediato de Cortés se había desvanecido le

tentó la exploración de aquellos terrenos y realizó con extraordinaria

pericia y organización la de toda la zona del Golfo Dulce, en una brillante

operación anfibia. Le llegaron entonces noticias de la mala situación de

Méjico y durante unos días permaneció indeciso, haciendo rogativas para

que Dios le ayudase en su elección. Decidió quedarse y enviar a Méjico un

plenipotenciario. Ideó entonces penetrar en Nicaragua, para lo cual hubo de

empezar por negociar con Pedrarias Dávila, que se había establecido allí.

Entonces le llegaron noticias del empeoramiento de la situación en Méjico

y decidió regresar allí sin dilación alguna. De esta manera la expedición a

las Hibueras no produjo ningún resultado definitivo.

También hay que tener en cuenta la conquista del Yucatán, que fue

comenzada por el extremeño (este dato es erróneo: según todas las fuentes

consultadas nació en Salamanca) Francisco de Montejo, llegado desde

España con título de adelantado. La labor fue larga y penosa, de tal modo

que hubieron de continuarla sus descendientes. En 1542 se fundó Mérida

(por Francisco de Montejo “el mozo”, hijo del anterior. Un tercer

Francisco de Montejo, sobrino del primero, estuvo con ellos desde el

principio, fundó Valladolid, en el Yucatán, y fue regidor de la Mérida

fundada por su primo al final de su vida), futura capital del territorio, que

en 1584 quedó agregado al virreinato de la Nueva España.

Page 117: Cronistas de Indias

   114   

   

Expansión del virreinato por el norte. –

La primera expansión por el norte tuvo como objetivo la Nueva

Galicia. Corrió su conquista a cargo de Nuño de Guzmán, ex-presidente de

la Audiencia de Méjico. Se trataba de territorios situados al oeste y al norte

de Méjico. La conquista tuvo como principal resultado práctico la

fundación de Guadalajara. La labor de Nuño de Guzmán fue completada

por Cristóbal de Oñate (padre de Juan de Oñate, explorador de Nuevo

México y fundador del primer asentamiento europeo al norte del río Bravo.

Aunque inicialmente fue uno de los subordinados del sanguinario Nuño de

Guzmán, parece ser que el comportamiento de Cristóbal fue mucho mejor

que el de su jefe) y Diego de Ibarra (que se incorporó a la tarea

conquistadora siguiendo a su hermano Miguel, que fue otro de los

subordinados de Nuño de Guzmán). Esta conquista fue rematada hacia la

mediación del siglo.

La conquista de la Nueva Galicia permitió la explotación de una

magnífica zona minera que se centró en torno a la villa de Zacatecas,

fundada en 1548. En esta conquista tuvo también importancia el hallazgo

de un nuevo procedimiento para beneficiar la plata mediante la amalgama

con azogue, sin el cual no se hubieran podido beneficiar aquellas minas.

En la segunda mitad del siglo XVI, desde 1554 a 1566, Francisco de

Ibarra (sobrino de Diego de Ibarra), atrayente personalidad de la

conquista, tan valiente como humano, realizó la incorporación de la Nueva

Vizcaya.

Durante todo el siglo XVI no cesó este proceso de anexión de nuevas

tierras al virreinato de Méjico. El acicate de estas nuevas conquistas fue la

minería de la plata, muy abundante en la zona norte. Este minería se

Page 118: Cronistas de Indias

   115   

   

convirtió en el eje de un interesante proceso de puesta en marcha de

recursos económicos, y constituyó un éxito completo. Las últimas tierras

incorporadas, ya muy avanzado el siglo XVI, fueron las del Nuevo León,

que durante muchos años habían de marcar el límite del virreinato.

La penetración en los Estados Unidos. –

El actual territorio norteamericano se exploró en sus zonas

fundamentales durante el siglo XVI. Si no se establecieron allí núcleos

españoles de importancia se debió en primer término a dos factores: la

escasa abundancia de metales preciosos y también la escasa población

indígena, en su mayor parte nómada, pobre y de ínfimo nivel cultural.

El primer intento de penetración corrió a cargo del gobernador de

Jamaica, Francisco de Garay, quien envió en 1519 a Alonso (Álvarez) de

Pineda a explorar la costa norte del golfo de Méjico; se buscaba un paso

entre el Atlántico y el mar del Sur, que naturalmente no se encontró, pero

se recorrieron muchas leguas de tierra desde Florida hasta Tampico.

Existen noticias de que se descubrió también la desembocadura de un gran

río que se bautizó con el nombre de río del Espíritu Santo, si bien se duda

de si se trataba del Mississippi o del Mobile.

En 1528 Garay capituló la conquista de aquellos territorios bajo el

nombre de Amichel, propósito que sin embargo no llegó a realizar.

En 1524 Lucas Vázquez de Ayllón, oidor de la Audiencia de Santo

Domingo, obtuvo una concesión de 800 leguas de costa en la misma zona

norte del golfo y pretendió además buscar la comunicación entre los

océanos. El único resultado práctico fue la fundación de la colonia de San

Miguel, situada en las cercanías del cabo Fear, que por su escasa

prosperidad hubo de abandonar en 1536.

Page 119: Cronistas de Indias

   116   

   

Desde la península se hicieron también intentos de buscar tierras en

la costa atlántica norteamericana. La empresa mejor lograda fue la del

piloto Esteban Gómez (Estêvâo Gomes, navegante portugués al servicio

de España), quien en 1525 trató de buscar el paso al mar del Sur, sin otro

resultado que explorar la costa desde la zona del Labrador hasta el cabo

Cod y descubrir la desembocadura de los ríos Hudson y Delaware.

En 1526 capituló Pánfilo de Narváez la colonización de la costa

desde el límite norte de Méjico hasta la Florida. Fue una empresa de las

más desgraciadas, y solo se salvaron Alvar Núñez Cabeza de Vaca y tres

compañeros más (ver más detalles en el apartado sobre Cabeza de Vaca).

Soto y Coronado. –

Las expediciones de mayores alientos realizadas en Norteamérica

durante el siglo XVI corresponden a estos dos hombres que, si bien no

pudieron realizar ninguna conquista permanente ni valiosa, merecen

contarse con toda justicia entre los más grandes exploradores que han

existido.

Hernando de Soto nació en Villanueva de la Serena (Badajoz) en

1496 (estos datos varían ligeramente según las fuentes). En 1514 pasó a

Indias con Pedrarias, y a pesar de su extremada juventud rindió magníficos

servicios en Castilla del Oro, sobre todo en una expedición a Nicaragua

para reducir a un rebelde. Participó después Soto en la conquista del Perú,

con tal distinción que fue uno de los que se apoderaron de la persona de

Atahualpa y después llegó a ser amigo personal del desdichado inca. La

noble personalidad de Hernando de Soto resplandeció incontaminada en el

avispero de las pasiones que se desataron entre los españoles a raíz de la

conquista del Perú. Obtuvo como botín de la conquista del Perú la fabulosa

suma de 18ooo onzas de oro, lo que le permitió regresar a la península y

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   117   

   

avecinarse en Sevilla casado con una hija de Pedrarias. Sin embargo su

espíritu repudiaba la quietud y pronto se encandiló con los exagerados

relatos que corrían acerca de la Florida. Por eso se apresuró a capitular su

nombramiento de adelantado de la Florida, y a preparar una de las

expediciones más numerosas y mejor equipadas, pues llegó a los mil

hombres. Entristece pensar en una de las estipulaciones del documento

suscrito por los reyes, donde se prometía a Soto un señorío con título de

marqués en la provincia que él conquistara.

Soto marchó primero a Cuba, pues también había sido nombrado

gobernador de esta isla. Con excelente prudencia y espíritu científico Soto

envió varias naves ligeras para efectuar reconocimientos previos. Salió

Soto de Cuba en 1539 y desembarcó en Tampa. Siguieron dos años de

marcha con infinitas penalidades y combates. La reconstrucción del viaje

de Hernando de Soto resulta impresionante, y en 1541 cruzó el río

Mississippi en las cercanías de la actual Memphis. Muy poco después

moría el gran explorador a consecuencias de unas fiebres, y su cadáver fue

arrojado al gran río que había descubierto en el interior de un tronco de

árbol. Quedó al frente de los españoles Luis de Moscoso de Alvarado,

quien decidió la retirada en unos bergantines que construyeron ellos

mismos y con los que bajaron el curso del río, y en 1543, tras costear el

golfo de Méjico, llegaron a Pánuco.

En 1539 el virrey Mendoza envió a fray Marcos de Niza a encontrar

las siete ciudades de Cibola, viaje que no rindió nada práctico, pero sí un

conjunto de mentirosísimas noticias acerca de la riqueza del país. En vista

de las maravillas que relataba Fray Marcos se envió el año siguiente otra

expedición mucho mejor preparada bajo el mando de Francisco Vázquez

de Coronado, un salmantino nacido en 1510. Esta expedición procedió con

un sentido geográfico admirable, mediante un sistema de dispersión

Page 121: Cronistas de Indias

   118   

   

organizada. Y así, Alarcón descubrió la desembocadura del río Colorado;

Díaz exploró el norte del golfo de California; y el propio Vázquez de

Coronado descubrió el Gran Cañón (parece ser que en realidad lo vieron

primero un grupo de exploradores enviado por Coronado al mando de

García López de Cárdenas), y recorrió Arizona y Nuevo Méjico hasta

llegar a la región donde debían de encontrarse las fabulosas ciudades, poco

más o menos a la altura de la actual Kansas City. Vázquez de Coronado

sufrió una grave caída del caballo y dio orden de regresar, convencido de

que todas aquellas tierras no encerraban las riquezas que refería la leyenda,

aunque constituían una espléndida promesa para el día en que se pudieran

aprovechar racionalmente sus riquezas naturales. Vázquez de Coronado fue

recibido injustamente, con una extremada frialdad, y no volvió a tomar

parte en ninguna otra tarea descubridora.

Alvar Núñez Cabeza de Vaca. –

Sabemos acerca de él muy poco más de lo que nos relata en sus

obras. Sabemos por estas que era nieto del conquistador de las Canarias,

Pedro de Vera, e hijo de Doña Teresa Cabeza de Vaca, natural de Jerez

de la Frontera. El 17 de junio de 1527 salía de Sanlúcar de Barrameda con

la armada de Pánfilo de Narváez, que marchaba con 600 hombres y cinco

navíos a la conquista y población de la costa norte del golfo de Méjico. La

armada se dirigió a Santo Domingo, donde desertó un buen número de

soldados, y después a Cuba, donde tenía que ultimar los preparativos,

embarcar pilotos y completar el abastecimiento. La compra de vituallas

forzó a dividir la armada y Cabeza de Vaca, como capitán, hubo de

marchar con dos navíos a cargar provisiones en la villa de Trinidad.

Sorprendidos los navíos en este fondeadero por un furioso tornado,

desaparecieron sin dejar rastro, y Cabeza de Vaca se salvó por haber

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   119   

   

desembarcado unas horas antes para resolver sobre el terreno los detalles de

la compra. Tal desastre y el temor de otros nuevos los obligó a invernar

frente a las costas de Cuba. Cuando decidieron la partida otra tremenda

serie de tormentas maltrató a la expedición y terminó por lanzarla desde

las cercanías de La Habana hasta las costas de la Florida. Allí el

gobernador Narváez realizó la toma de posesión en nombre del rey de

España y planeó los últimos detalles de la conquista. Decidió penetrar en el

país desde aquel mismo punto y enviar los barcos en busca de un buen

puerto, pues toda aquella costa, de formación geológica coralina (cayos),

carecía de abrigo para las naves; Cabeza de Vaca consideró temeraria esta

decisión, pero el gobernador no aceptó sus sugerencias. Una vez adentrados

en tierra firme la encontraron muy inhóspita y pobre, y desde el primer

momento sufrieron bajas por los ataques de los indios semínolas, muy

diestros en el manejo del arco. Decidieron, ya sin víveres, ir a buscar un

territorio llamado el Apalache, muy abundante, según los indígenas, en

oro, pero que resultó ser un lugar muy pobre donde se cultivaban algunos

maizales. Regresaron a la costa en lamentable estado, y comenzaron a

morir en gran número por una epidemia. En situación tan desesperada,

Pánfilo y los suyos decidieron construir unas barcazas con las que dirigirse

a Pánuco, que ellos creían muy cercano, y las construyeron como pudieron,

pues carecían de clavos, velas, estopas, etc.

Las barcas se lanzaron al mar en situación precaria y con mil

penalidades, y diezmados por estas fueron costeando hasta recalar en

lamentable estado en la desembocadura del río Mississippi, donde Pánfilo

de Narváez, desesperado, renunció a toda idea de mando. En aquella zona

permanecieron invernando en una isla que llamaron del Mal Hado, donde

permanecieron hasta quedar reducidos de 80 a 15, y donde llegaron al

extremo de practicar el canibalismo. Desde este momento quedaron muy

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   120   

   

pocos supervivientes, que emprendieron una lamentable peregrinación, y

unas veces como prisioneros de los indios sioux, actuando otras veces

como buhoneros, otras como médicos, etc. El pequeño grupo formado por

Cabeza de Vaca, Dorantes, Maldonado y el negro Estebanico (negro

marroquí al que se considera el primer hombre nacido en África que pisó

el territorio que sería Estados Unidos) recorrió todas las regiones de Tejas

y Rio Grande del Norte, hasta llegar a Sinaloa y encontrarse, al cabo de

ocho años, con las avanzadillas españolas que ascendían desde Méjico, y

que les permitieron reintegrarse a la cristiandad.

De todo este increíble viaje nos ha dejado Cabeza de Vaca una bella

narración, llena de calor humano, en que las increíbles peripecias se narran

con la mayor sencillez. Precisamente por esta sencillez es por lo que nos

conmueven detalles emocionantres, como cuando ven a un indio que lleva

un cascabel de cobre, señal de que no estaban ya muy lejos de tierras de

españoles. Consigna Cabeza de Vaca multitud de noticias acerca de las

tierras por donde pasa, y costumbres de sus naturales. Él fue el primero en

describir a los indios de las praderas, en mencionar los búfalos, que él

llama vacas corcovadas. En conjunto, la relación de Cabeza de Vaca es, en

unión de la crónica de Bernal Díaz, una de las obras de más interés y

actualidad que nos ha dejado la literatura de la conquista.

Años adelante, en 1540, fue Alvar Núñez adelantado del Río de la

Plata, adonde se trasladó con 400 soldados. Exploró el Brasil meridional

hasta internarse en el Matto Grosso, y también exploró el río Paraguay y el

Gran Chaco, donde encontró feroz oposición de los indígenas. Esta etapa

de la vida de Cabeza de Vaca fue recogida por su secretario Pero

Hernández en unos Comentarios que recogen sus conversaciones con el

gobernador (Durante este viaje fue el primero en describir las cataratas de

Iguazú, donde una placa conmemora su presencia allí. En el tema X se dan

Page 124: Cronistas de Indias

   121   

   

más detalles a este respecto). Alvar Núñez se vio envuelto en terribles

intrigas entre españoles y terminó su vida de fraile (hay muy pocas

referencias a este último hecho, por lo que debe tomarse como poco

seguro).

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   122   

   

TEMA VII: LA PRIMERA VUELTA AL MUNDO

El comercio de las especias. –

Antes de iniciar el estudio de la expedición de Magallanes conviene

disponer de algún conocimiento del tráfico de las especias, que fue causa

inmediata de los primeros descubrimientos geográficos, y muy

especialmente de este atrevido proyecto de alcanzar la Especiería por el

camino de occidente.

Las especias constituían el comercio más rico de la Baja Edad

Media. Su consumo era indispensable porque gracias a ellas se podían

conservar las carnes que, de otra manera, no hubieran podido consumirse

en el momento del sacrificio (embutidos, etc.). Las clases nobles de toda

Europa se alimentaban a base de carnes, sobre todo de caza, para cuyo

condimento el paladar de la época consideraba indispensables las especias

más variadas, que se mezclaban incluso con el vino y las bebidas. Conviene

tener en cuenta que el término “especias” no tenía entonces el mismo

significado actual, pues incluía también variadísimas mercancías, como

materias tintóreas, tejidos exóticos, piedras preciosas, gomas y productos

medicinales (así se consideraba en principio el azúcar); en realidad se

llamaba así a todo producto de origen oriental. Sin embargo, el 70 % de

este comercio lo abarcaba la pimienta, que llegaba a alcanzar el valor de su

peso en oro, y que se estimaba hasta el punto de que la de mejor calidad

recibía el nombre de “granos del paraíso”. La mayoría de las especias se

producía en Extremo Oriente, en las actuales islas Molucas, donde se

producían espontáneamente y su valor era nulo, de modo que solo había

que pagar a los trabajadores que la recogían. De allí los comerciantes

malayos las transportaban a los centros de contratación de la península de

Malaca, aunque tenían que eludir la piratería china. En Malaca las

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   123   

   

adquirían comerciantes hindúes, que las llevaban por mar hasta Calicut

(actual Kozhikode, en la costa de Malabar, actual estado de Kerala, al

suroeste de la India), donde el jefe local, llamado el zamorín, cobraba un

elevado tributo. De la costa de Malabar eran llevadas por traficantes árabes

al mar Rojo hasta el puerto de Massana (en el actual Yemen), de donde

partía una ruta caravanera, que se internaba en Abisinia y enlazaba a través

de desiertos y de infinitos peligros con el puerto de Alejandría o con Beirut.

El sultán de Egipto cobraba sobre ellas un tributo equivalente a una tercera

parte de su valor. En los puertos mediterráneos se disputaba la adquisición

de la mercancía multitud de comerciantes cristianos, aunque eran los

venecianos quienes tenían casi el monopolio de su compra. De estos

puertos se transportaban las especias a Venecia o a Florencia, y desde estos

lugares se difundían por toda Europa. A lo largo de toda esta ruta el

encarecimiento de la mercancía alcanzaba un 10.000 %.

En Europa existían dos grandes redes de distribución de especias. La

de los comerciantes venecianos veremos que llegó a ser completamente

controlada por los Fugger de Augsburgo, y llevaba su expansión por toda

Alemania, Países Bajos, puertos hanseáticos, Escandinavia y Rusia

(Novgorod). La otra red era la de los florentinos (los Centurione, Di Negro,

y sobre todo Marchioni). A lo largo de estas dilatadas rutas distribuidoras la

pimienta seguía encareciéndose y sufriendo elevados impuestos. Ambas

redes se profesaban una competencia mortal, practicando artificialmente la

subida y bajada de los precios. Los florentinos dominaban el mercado en

Italia, Francia, España y Portugal.

Todo este delicado equilibrio se alteró cuando los portugueses

comenzaron a llevar a Lisboa pimienta africana de calidad excepcional. Y

más aún cuando establecieron comunicación directa con la costa de

Malabar (tras el viaje de Vasco de Gama en 1499).

Page 127: Cronistas de Indias

   124   

   

Este acontecimiento hizo que ambas redes comerciales establecieran

en Lisboa grandes factorías, y que emprendiesen una lucha a muerte para

hacerse con el monopolio de las especias de origen portugués. Los reyes de

Portugal, que controlaban las especias mediante organismos estatales

llamados Casa de Guiné y luego Casa da India, supieron coquetear

hábilmente con unos y otros durante mucho tiempo. Sin embargo en 1516

el rey Don Manuel se inclinó mucho a los florentinos en perjuicio de los

Fugger, de modo que el agente de estos en Lisboa, el español Cristóbal de

Haro, huyó precipitadamente a Castilla con el dinero y las existencias de

más valor.

Datos biográficos de Fernando de Magallanes. –

Este es el nombre castellanizado del apellido portugués Magalhaes,

detentado por una familia de abolengo noble, aunque de no excesiva

prestancia económica, de la comarca de Ponte da Barca, en las cercanías

de Oporto. El nacimiento del gran navegante debió ocurrir hacia el año

1480. Se conocen muy pocos datos acerca de su infancia, pero se sabe que

fue educado en Lisboa, en la corte de Juan II, y que perteneció a la casa de

la reina Doña Leonor. En esta época estaba en todo su auge la fiebre

descubridora, y los jóvenes de la nobleza recibían instrucciones de náutica

desde la edad más temprana. El viaje de Vasco de Gama en 1499 llevó al

extremo el interés por las lejanas tierras asiáticas, que ahora quedaban en

comunicación directa con Lisboa. En este ambiente apasionado parece que

el joven Magallanes estuvo siempre obseso con la idea de alcanzar las

fuentes del mercado especiero por el camino de Occidente, una especie de

modificación de la vieja idea colombina. Sin embargo tales teorías no

gozaban de mucha popularidad, puesto que la ruta del este acababa de

convertirse en una espléndida realidad.

Page 128: Cronistas de Indias

   125   

   

Magallanes pretendió embarcar para la India, en la flota de trece

navíos que llevó en el año 1500 Pedro Álvares Cabral, pero no lo

consiguió por carecer de suficiente influencia para obtener un puesto en

ella (esta flota alcanzó la costa noreste de América del Sur, y Álvares es

considerado el descubridor del Brasil. Después continuó su viaje al este

hacia la India). No consiguió marchar a Oriente hasta 1505, en que marchó

a la India el virrey Don Francisco de Almeida. La flota de Almeida no se

dirigía directamente hacia la India, sino que una vez traspuesto el cabo de

Buena Esperanza llevaba el cometido de someter y dejar guarniciones

portuguesas en la costa oriental de África, donde abundaban las bases

comerciales de los traficantes musulmanes que operaban más o menos de

cerca en el comercio especiero. Lo más duro de esta labor fue la sumisión

del foco de Quiloa; en ella se quedó algún tiempo Magallanes, quien

desempeñó brillantes servicios al mando de un barco que vigilaba aquella

costa.

En 1507 fue llamado por el virrey Almeida a la capital de los

dominios portugueses en la India, que era entonces Cochín (también en el

actual estado de Kerala). Durante el viaje una tormenta desvió a

Magallanes hacia la isla de Ceylán, que fue uno de los primeros europeos

en pisar. A las órdenes del virrey actuó en el cañoneo y saqueo de la ciudad

de Dabul (o Dabhol).

Pronto se presentó una gran amenaza para la India portuguesa,

consistente en la reacción de los musulmanes, que veían perdido su

lucrativo comercio. Como la ruina de los árabes implicaba también la de

los comerciantes venecianos se verificó una alianza entre ambas potencias.

En las costas del mar Rojo se establecieron astilleros para construir bajo

técnicos venecianos naves modernas equipadas con potente artillería

manejada por cristianos. La primera de estas armadas exterminó por

Page 129: Cronistas de Indias

   126   

   

completo, y en medio de la mayor sorpresa, una armada portuguesa

mandada por el hijo de Almeida. Ante tan peligroso descalabro el virrey

reunió todas sus fuerzas y logró deshacer en 1509, en la batalla de Diu, la

flota de sultán de Egipto y de los venecianos. En este combate, que

consolidó definitivamente el poder portugués en la India, peleó Magallanes

bravamente y recibió una herida peligrosísima.

Algún tiempo después llegó a la India un influyente portugués

llamado Diego (Diogo) Lopes de Sequeira, quien traía permiso especial

para acometer la toma de Malaca, el fabuloso mercado donde afluían todas

las riquezas de Extremo Oriente. Magallanes se sumó a la expedición de

Sequeira, que llegó a Malaca con toda felicidad, pero que estuvo a punto de

ser objeto de una encerrona a no ser por la perspicacia del propio

Magallanes y alguno de sus amigos. Sequeira tuvo que hacerse a la mar

precipitadamente y sus planes quedaron, de momento, fallidos. Ante

semejante fracaso Magallanes pretendió regresar a Portugal pero no lo

consiguió porque acababa de llegar un nuevo virrey, Alburquerque, que

pretendió trasladar la capital de Cochín a Goa, empresa muy dificultosa,

para la que necesitó todas las fuerzas. En 1511 se emprendió la toma

definitiva de Malaca, empresa en la que participó Magallanes, quien

consiguió un botín fabuloso, que sin embargo se perdió en una tempestad.

Magallanes permaneció en Malaca y se sabe que emprendió, medio por su

cuenta, un viaje de larga duración y de objetivo todavía no bien conocido.

Parece ser que este viaje, poco menos que misterioso, lo realizó bajo la

protección inconfesada de Giovanni da Empoli, agente en la India de la

casa Fugger. Se sabe que Magallanes navegó muchas leguas con dirección

a Oriente y que encontró multitud de islas, sobre todo un enorme

archipiélago. El más reciente biógrafo de Magallanes, el senador

norteamericano Charles McKew Parr, estima que tal archipiélago debía

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   127   

   

ser las actuales Filipinas, y de este modo sería Magallanes el primer

hombre que dio la vuelta completa al globo, puesto que en su gran viaje

alcanzaría las Filipinas por la vía de Occidente.

Desde este momento Magallanes comenzó a expresar su convicción

de que las islas de la Especiería quedaban sin la menor duda al este del

antimeridiano fijado por los tratados hispano-portugueses, y que por lo

tanto su posesión correspondía al monarca español. Tal vez fuera esta

opinión, expresada con imprudencia, lo que le hizo caer en extraordinaria

antipatía con las autoridades portuguesas de la India, y ser reclamado a

Lisboa, donde desembarcó después de muchos años de ausencia,

empobrecido y con su vida aún sin resolver.

Magallanes en Portugal. –

A su llegada a Lisboa se encontró desamparado y falto de

influencias. Reanudó su servidumbre en la casa del Rey, y realizó una

visita a su tierra natal, donde sus familiares no le prestaron mucha atención.

Sin pertenecer a la Orden de Cristo, que monopolizaba toda suerte de

cargos en Portugal, no podía abrirse camino. Durante algunos años lleva

una vida oscura hasta que participa en la expedición portuguesa contra el

rey moro de Azamor. Dirigía la parte náutica de esta empresa el piloto

Juan de Lisboa, considerado entonces como el mejor del mundo, y que

había estado a punto de conducir secretamente una expedición portuguesa a

las Molucas por la ruta de Occidente. Magallanes desempeñó un papel

importante en esta batalla, recibió una herida en la rodilla que lo dejó cojo

y fue objeto, en cambio, de un infame proceso que le amañaron sus

enemigos políticos, que sin embargo no pudieron probar sus acusaciones.

Ante este panorama se decidió Magallanes a dirigir al rey Don

Manuel una petición pública para que recompensase sus servicios, pero el

Page 131: Cronistas de Indias

   128   

   

monarca lo trató de una manera insultante y despectiva delante de toda la

Corte. Magallanes recibió incluso el permiso para pasar al servicio de otros

reyes.

Magallanes en España. –

La repulsa de que había sido objeto por Don Manuel le condujo a

entrar en contacto con marinos portugueses que habían pasado al servicio

de España. Se sabe que tuvo en esta época nuevas entrevistas con el piloto

Juan de Lisboa, quien le suministró datos secretos y noticias sobre la

expedición al estuario del Plata realizada por Juan Días de Solís, otro

portugués al servicio de España (hay dudas de si este personaje es un

portugués llamado Juan Días o un sevillano, de Lebrija, de nombre casi

idéntico, Juan Díaz de Solís). Magallanes reunió un magnífico equipo de

pilotos que embarcaron todos en una nave sin más tripulación, y llegó a

Sevilla en 1517. Su llegada coincidió con la crisis que había obligado a huir

de Lisboa a Cristóbal de Haro, el lugarteniente de los Fugger, muy

interesado ahora en hacerse con una fuente especiera distinta de la

portuguesa.

El obispo Fonseca hacía tiempo que acariciaba el proyecto de

encontrar especias en la zona concedida a España por los tratados. En 1515

había enviado a Solís en busca de un paso del Suroeste. Este piloto creyó

haberlo encontrado en el río de la Plata, donde murió. Cristóbal de Haro le

proponía ahora un nuevo intento de ese tipo. Al pensar en una persona

adecuada para dirigir la empresa se barajaba el nombre de Esteban Gómez

o Magallanes. Esteban Gómez, que en principio tenía más probabilidades,

fue rechazado por su fracaso en una audiencia con el joven Emperador.

Magallanes en cambio produjo al monarca una excelente impresión; de tal

forma que el obispo Fonseca y Cristóbal de Haro tuvieron que aceptarlo

Page 132: Cronistas de Indias

   129   

   

como jefe de la expedición contra su gusto, puesto que su carácter les

parecía demasiado altivo, y sus peticiones casi tan excesivas como las que,

años antes, había impuesto Colón. La capitulación con Magallanes se

celebró el 22 de mayo de 1518. El viaje sería íntegramente costeado por la

Corona y los Fugger, que comprometieron la elevada cantidad de 10.000

ducados.

Magallanes se dirigió inmediatamente a Sevilla para ultimar los

preparativos. Contrajo matrimonio con Beatriz Barbosa, hija de un

compatriota muy influyente en Sevilla y que le había ayudado a entrar en

relación con Fonseca. Con ella residió como jefe de la armada en el alcázar

sevillano. No faltaron los contratiempos; la reparación de las naves se hizo

en el muelle de las Mulas de Sevilla y progresaba a un ritmo lentísimo. El

espionaje de Don Manuel acechaba constantemente, y consiguió que los

proveedores de víveres defraudaran a la armada en cantidad y calidad, lo

cual no se descubrió hasta el momento mismo de la partida. La botadura de

uno de los barcos produjo también otro ruidoso incidente. Mientras tanto el

poderoso Fonseca trabajaba por minar la autoridad de Magallanes.

Consiguió que una serie de puestos clave no fueran detentados por

portugueses amigos de Magallanes sino por personas de su confianza. Se

otorgaron grandes y ambiguos poderes a un personaje llamado Juan de

Cartagena, cortesano joven e inexperto, que pasaba por sobrino de

Fonseca, aunque es posible que fuera su hijo sacrílego. Todo parece indicar

que existía una conjura para que una vez perdidas de vista las costas de

España se prendiera o asesinara a Magallanes para conceder el mando a

Juan de Cartagena con la colaboración del piloto Esteban Gómez.

Las últimas instrucciones de Carlos V se recibieron en mayo de

1519. La armada partió con cinco naves desde Sevilla durante el verano de

dicho año, pero hasta algún tiempo después no pudo partir de Sanlúcar de

Page 133: Cronistas de Indias

   130   

   

Barrameda por la necesidad de remediar los defectos de última hora y por

tener que completar el aprovisionamiento.

El gran viaje de Magallanes. –

La primera etapa tenía como meta la isla de Tenerife, primera escala

obligada de los navegantes españoles. Allí se completaba el abastecimiento

de salazones, cueros y queso. En Tenerife Juan de Cartagena y su partido

realizaron el primer intento para deponer a Magallanes, intento que este

logró sortear con la más refinada diplomacia. Tras la escala en Canarias

buscó Magallanes un rumbo muy extraño que le condujo a una zona de

calmas ecuatoriales, donde las tripulaciones sufrieron terriblemente, pero

donde también se logró eludir una flota enviada por el rey Don Manuel

para destrozar la expedición española. Proseguía la oposición de Juan de

Cartagena, que cometió un acto de insubordinación y fue apresado por

Magallanes.

Sin embargo el partido fonsequista continuó siendo fuerte y

amenazador. Las primeras tierras que se avistaron fueron las del Brasil,

donde Magallanes no permitió desembarcar. Continuó hacia el sur con

ánimo de salir lo antes posible de tierras de Portugal, y realizó una escala

indispensable para mantener la buena salud de las tripulaciones y hacer

aguada y aprovisionamiento en la actual bahía de Río de Janeiro, que él

llamó bahía de Santa Lucía. Magallanes continuó después costeando en

dirección sur, hasta encontrar el cabo de Santa María, donde concibió las

primeras esperanzas de encontrar el paso. Sin embargo las exploraciones

confirmaron sin el menor lugar a duda que se trataba del estuario de un

inmenso río, lo cual desalentó mucho a Magallanes. En contra del parecer

de las tripulaciones, que deseaban invernar en Río de Janeiro, insistió

Magallanes en navegar en dirección sur en medio de terribles fatigas. Tuvo

Page 134: Cronistas de Indias

   131   

   

que realizar una escala en un puerto que él llamó de San Julián, donde

sobrevinieron dramáticos incidentes. La mayor parte de las tripulaciones

hicieron causa común con el partido fonsequista y estuvieron a punto de

destituir a Magallanes, quien logró rehacer su prestigio gracias a una

decisión y energía poco comunes. Entre los condenados por rebelión se

encontraban el capitán Antonio de Coca y hasta el propio Juan Sebastián

Elcano; a algunos se les commutó la pena de muerte por la de trabajos

forzados. En el puerto de San Julián intentó Juan de Cartagena, que se

encontraba preso, otra rebelión contra Magallanes, quien lo condenó a ser

abandonado en aquella tierra inhóspita junto con su cómplice principal, un

clérigo llamado Sánchez de Reina. En el puerto de San Julián se descubrió

que los bastimentos estaban mucho más escasos de lo que se había

pensado, pues el fraude cometido por los proveedores sevillanos ascendía a

un 50 %; en vista de ello se imponía el aprovechar hasta el máximo el

invierno austral (agosto de 1520), contra la opinión de casi todos los

capitanes y pilotos, partidarios de invernar en clima más templado o

dirigirse a las Molucas por la ruta oriental. Se impuso la opinión de

Magallanes y continuamente se procedía a hacer el mayor acopio posible

de pescado y de carnes. Durante un reconocimiento naufragó una de las

naves, aunque pudo salvarse toda la tripulación.

Durante una horrible tormenta dos barcos, el San Antonio y el

Concepción, se vieron arrastrados al interior de un estrecho canal y durante

algún tiempo Magallanes los dio por perdidos, pero poco después quedó

sorprendido al verlos aparecer engalanados: habían descubierto el paso del

Suroeste (noviembre de 1520). Poco después desertó el San Antonio

llevándose consigo la mayor parte de los alimentos. El paso resultó ser de

navegación dificultosísima, pero los tres navíos restantes llegaron con

facilidad al mar libre, al que se dio el nombre de Pacífico. En este punto se

Page 135: Cronistas de Indias

   132   

   

encontraba Magallanes sin embargo completamente desorientado, pues no

existían los menores indicios acerca de la situación. Aparecieron nuevos

cuerpos celestes, entre ellos la nebulosa que se ha llamado de Magallanes.

Este puso proa al norte y después al oeste, alcanzando pronto la zona

ecuatorial. Con una mala suerte casi inexplicable, no encontró ninguna de

las muchas islas que se encuentran en aquellas zonas, pues solo pudo hacer

una escala en la pequeña isla de San Pablo. Los víveres llegaron a agotarse

por completo y la mortandad por escorbuto y depauperación fue espantosa.

Hubo un momento en que las naves marcharon ya sin gobierno.

Así estuvieron hasta llegar a la isla de Guam, donde pudieron

reavituallarse y cubrir la navegación hasta las Filipinas, donde hicieron una

larga estancia en la primavera de 1521. En Filipinas encontraron ya

musulmanes y el esclavo de Magallanes Enrique de Malaca sirvió ya de

intérprete en la “lingua franca” de aquella zona. Se comenzaron tratos con

los señores de las islas para que se sometieran al rey de España, y algunos

incluso se hicieron cristianos. Uno de estos reyezuelos, llamado

Chilapulapu, se opuso a las sugerencias de Magallanes, quien decidió

realizar una expedición de castigo en condiciones insensatas, que

motivaron las advertencias de todos sus consejeros. El navegante portugués

moría al día siguiente en Mactan, frente a la isla de Cebú. De su grupo

solo se salvaron cuatro hombres, entre ellos Enrique y Pigafetta, el futuro

cronista.

El resto del viaje. –

Resultó elegido capitán general Duarte Barbosa, quien tuvo nuevas

dificultades con los filipinos y murió en una encerrona con 38 hombres

más. Fue preciso abandonar el navío Concepción y se eligió capitán general

a un portugués llamado Carvalho, hombre brutal que hubo de ser depuesto

Page 136: Cronistas de Indias

   133   

   

y sustituido por Gonzalo Gómez de Espinosa, magnífico caudillo. Este

dirigió las dos naves restantes (Trinidad y Victoria) a la isla de Tidore, en

las Molucas, donde realizaron un espléndido acopio de especias (parece ser

que por el estado en que se encontraba la nave Trinidad, acordaron que

tratarían de regresar en dirección a América, mientras que Elcano

seguiría con la Victoria). Espinosa y el Trinidad no pudieron regresar por

la ruta del cabo de Buena Esperanza, y tras muchas vicisitudes cayeron en

manos de los portugueses. En cambio, el Victoria, bajo el mando de

Elcano, llegó a Sevilla con solo 18 hombres de tripulación el 8 de

septiembre de 1522. Su cargamento de especias se valoró en 45.000

ducados, unos 700.000 dólares actuales (aquí, como en otros puntos del

texto, hay que tener en cuenta el año de origen de este. Probablemente en

cifras de 2013 la cantidad sea mucho mayor).

Las Molucas fueron objeto de un largo pleito entre Portugal y

España, hasta que en 1529 Carlos V cedió sus derechos a Portugal por la

mísera cantidad de 35.000 ducados, venta que resultó impopular y motivó

las protestas de las Cortes castellanas.

Antonio Pigafetta. –

Se trata de un noble y culto italiano natural de Vicenza y de

formación veneciana que consiguió ser incluido en la expedición de

Magallanes, según Parr, a ruegos de la república de Venecia, si bien este

dato dista de hallarse comprobado. Incluido en concepto de

supernumerario, realizó todo el viaje en la capitana de Magallanes, quien

llegó a estimarle profundamente y a confiarle delicadas misiones. Fue por

último uno de los pocos supervivientes que regresaron en el Victoria. A su

vuelta fue nombrado caballero de la orden de Rodas y recibió el encargo de

trasladarse a Valladolid para hacerle personalmente el relato de la

Page 137: Cronistas de Indias

   134   

   

expedición a Carlos V. Este mismo relato hubo de hacerlo ante otros

monarcas, como el de Portugal, la reina madre de Francia, y en 1523 en la

corte de los Gonzaga, en Mantua. Su relación del viaje de Magallanes está

escrita en italiano y debió de escribirse entre 1524 y 1525, para dedicarla al

gran maestre de la orden de Rodas. Su valor histórico es enorme, pues,

como se han perdido la mayoría de los documentos referentes al viaje, este

sería casi desconocido en su desarrollo si no conservásemos la obra de

Pigafetta. Este es historiador honesto, que admira sobre todo a Magallanes,

cuya nobleza, valentía y dotes de mando le impresionaron vivamente. Es un

excelente observador de los pueblos, paisajes y fauna que encontraron

Magallanes y sus compañeros, si bien algunos lamentan su impericia en

materia náutica y geográfica, circunstancia extraña, porque se sabe que

escribió también un tratado de navegación.

Durante el siglo XVI se realizaron tres ediciones impresas de su

obra, una en francés y dos en italiano. La más importante es la de Venecia

de 1536. En cuanto a ediciones españolas, es la mejor con mucho la

traducción realizada por la Sociedad Geográfica de Madrid (1896-1899).

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   135   

   

TEMA VIII: LA CONQUISTA DEL PERÚ

Introducción. –

Desde el descubrimiento del mar del Sur por Balboa tentó su

exploración a los conquistadores, propósito que empezó a convertirse en

realidad poco después de la fundación de Panamá en 1519. Pronto se

tuvieron noticias de una región de enorme riqueza situada muy al sur, y que

se llamaba el Perú. El primer intento de importancia estuvo encomendado

a Pascual de Andagoya (distintas fuentes atribuyen a Andagoya y a

Pedrarias Dávila la fundación de la ciudad de Panamá. Parece ser que

Andagoya fue el primero en emplear el nombre de Perú, o Birú, por

interpretar incorrectamente la información que recibió de indígenas, pues

ese era el nombre del jefe de una región al sur del Panamá), quien costeó

hacia el sur y comprobó las noticias sobre el fabuloso país; sin embargo,

como su equipo era insuficiente y él mismo se encontraba cansado y viejo,

regresó a Panamá sin resultado práctico. La conquista del Perú estaba

reservada para otro soldado.

Francisco Pizarro. –

Nació en Trujillo en 1471, y era pariente lejano del propio Hernán

Cortés. Contra lo que se ha creído (leyenda del expósito, etc.) era de linaje

ilustre, pues su padre era capitán y perteneciente a una familia de regidores

de Trujillo. Sin embargo su niñez transcurrió en la comarca campesina del

Berrocal sin recibir instrucción literaria, aunque no es cierto que se

ocupara como porquero.

Desde el año 1498 hasta 1501 marchó a Italia, donde peleó como

soldado a las órdenes del Gran Capitán. En 1502 intenta nueva fortuna

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   136   

   

marchando a Indias con el comendador Ovando. Años más tarde, en 1509,

marcha con Alonso de Ojeda a la conquista de Castilla del Oro (hay

contradicciones entre diversas fuentes, pero parece ser que Ojeda no fue

realmente quien se hizo cargo de la conquista de Castilla del Oro, sino

Diego de Nicuesa, con quien hubo de dividir aquella costa,

correspondiendo Nueva Andalucía a Ojeda y a Nicuesa la parte occidental,

Castilla del Oro. El piloto Juan de la Cosa intervino en la distribución), en

la cual comenzó ya a destacar, hasta el punto de que cuando Ojeda tenía

que ausentarse de la región lo dejaba en ella como lugarteniente. En 1513

realizó con Ojeda el cruce del istmo, y entró después al servicio de

Pedrarias Dávila, quien creyó encontrar en él al personaje ideal para

encargarle de la exploración y conquista de las tierras fabulosas del Perú.

Desde los primeros momentos contó Pizarro con la colaboración de dos

socios, el capitán Diego de Almagro y el clérigo Hernán Luque (o

Hernando de Luque). La primera intentona se realizó en 1524. Pizarro

llevaba un barco con cien hombres, y Almagro mandaba otro buque. La

expedición navegó hasta la altura del río San Juan, donde tropezó con una

fuerte hostilidad indígena que los obligó a regresar. En 1526 el trío Pizarro-

Almagro-Luque resolvió sus diferencias mediante un contrato en toda

regla, en el cual correspondía a Luque la aportación de 20.000 pesos de

oro. La cuantía de esta aportación ha dado que pensar a los investigadores,

y hoy se estima que en su mayor parte no pertenecían al clérigo Luque, sino

a un personaje oficial que lo empleaba como testaferro para ocultar su

participación en semejante negocio. La capitulación con el emperador

Carlos V, destinada a poner en regla la conquista ante el poder real, tardó

bastante en realizarse, pues no se firmó hasta el año 1529.

Como resultas del acuerdo se realizó inmediatamente un nuevo

intento. Pizarro, al encontrar dificultades insuperables en su navegación

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   137   

   

hacia el sur, se retiró a una isla que llamaron del Gallo (1526), y allí esperó

refuerzos mientras el grueso de la expedición regresaba a Panamá. Allí

encontraron que Pedrarias Dávila había sido sustituido por Pedro de los

Ríos, que no era nada favorable a los proyectos de conquista de Pizarro.

Ríos envió un barco a la isla con la orden terminante de recoger a Pizarro y

los suyos, a quienes encontraron en situación lamentable, a pesar de lo cual

Pizarro se negó a regresar, decisión en la que le acompañaron 13 soldados,

que cruzaron la raya trazada por su jefe en la arena, y que más tarde

habrían de ser conocidos bajo el nombre de “los trece de la fama”. Ríos

envió un segundo barco para recoger a Pizarro, pero este consiguió que en

vez de regresar se dirigiera para el sur alcanzando el puerto de Guayaquil.

En 1527 se impuso el regreso a Panamá, y Pizarro marchó a España

para capitular la conquista de un reino tan prometedor. No le faltaron aquí

grandes dificultades, pues incluso lo encarcelaron a causa de viejas deudas

que no había satisfecho. Sin embargo en 1529 se firmó el documento con la

emperatriz Isabel en nombre de Carlos V. El acuerdo era muy ventajoso

para Pizarro, hasta el punto de que disgustó mucho a Almagro. Pizarro se

llevó consigo a muchos familiares, entre los que se encontraban sus

hermanos y hermanastros.

La conquista definitiva. –

En Panamá (en aquel momento Pedro de los Ríos ya había sido

destituido por su mala gestión en Castilla del Oro, y llegó a formar parte

de la nueva expedición de Pizarro) se preparó una pequeña expedición

integrada por 180 hombres y 27 caballos, que partió en 1531. Planeaban

desembarcar en Tumbes, pero tuvieron que hacerlo mucho más al norte, en

San Mateo. A pesar de ello decidieron adentrarse en tierra. Encontraron

algunos pueblos de indios cuya población había huido, y hallaron oro y

Page 141: Cronistas de Indias

   138   

   

esmeraldas. Los barcos regresaron por víveres y refuerzos mientras que la

tropa marchaba por la costa en dirección sur, con la buena suerte de que

antes de llegar a Guayaquil encontraron inesperados refuerzos y

abastecimientos que se enviaban desde Panamá.

Al llegar a Tumbes decidió Pizarro esperar una ocasión favorable

para lanzarse sobre el imperio incaico, acerca del cual tenía ya reunida

mucha información. Sabía que el gran imperio atravesaba una época de

crisis debido a la lucha por el trono de dos hermanos: Huáscar y

Atahualpa, quien había terminado por encerrar a su hermano en una

fortaleza. Pizarro pretendía sacar partido de estas diferencias de forma

semejante a como Cortés había actuado con los aztecas. Fundó entonces la

ciudad de San Miguel, y envió a Hernando de Soto a efectuar

exploraciones; Soto regresó con un emisario de Atahualpa, a quien Pizarro

comunicó que se dirigiría a visitarlo en su residencia de Cajamarca.

La marcha fue agotadora, pues hubo que atravesar la cordillera

andina por sus peores pasos; Atahualpa no cesaba de enviar mensajes

ambiguos, y cuando Pizarro y los suyos divisaron por fin el valle de

Cajamarca quedaron asombrados al ver la enorme extensión del

campamento de las tropas reunidas por el Inca. Cajamarca apareció vacía, y

Pizarro envió a su hermano Hernando, a Hernando de Soto y varios jinetes

a llevar una embajada a Atahualpa, que residía allí cerca, y les prometió

salir a su encuentro al día siguiente en la plaza de Cajamarca.

El Inca se presentó, en efecto, en la tarde del 16 de noviembre de

1532 rodeado de una escolta de varios centenares de guerreros y conducido

en una litera de oro a la que se acercó el dominico Fray Vicente Valverde,

conminándolo a abrazar la fe católica; el Inca contestó con desdén y arrojó

al suelo la Biblia que le tendió el religioso, acto que constituyó la señal

para los españoles, que comenzaron a disparar sobre la escolta y se

Page 142: Cronistas de Indias

   139   

   

apoderaron en poco tiempo de la persona del Inca, que quedó prisionero

exactamente en la misma situación del jefe azteca con Cortés.

Teóricamente se mantenía el poder incaico, pero su actuación estaba de

hecho mediatizada por Pizarro. Atahualpa, a pesar de que se hallaba bien

tratado, y aunque los españoles hacían lo posible por distraerlo, cayó en

una profunda tristeza. En una ocasión ofreció a Pizarro una inmensa

cantidad de oro (todo el que cupiese en una habitación determinada) a

cambio de su rescate, propuesta que fue aceptada inmediatamente. Se le

permitió una cierta libertad para dar a sus súbditos las órdenes necesarias

para su rescate, pero parece indudable que Atahualpa aprovechó la ocasión

para dar órdenes de asesinar a su hermano Huáscar, y para disponer una

rebelión contra los españoles. Estos fueron, al menos, los cargos que se

adujeron para no ponerlo en libertad después de reunir el oro. La tensión

llegó al punto de abrírsele un proceso en que fue condenado a muerte. El

Inca se convirtió al cristianismo momentos antes de morir con el fin de

evitar el suplicio de fuego que le amenazaba. Pizarro se dice que lloró la

muerte de Atahualpa, aunque no sabemos con qué sinceridad (según todos

los indicios la muerte, o asesinato, de Atahualpa fue uno de tantos

episodios lamentables que pueblan la conquista de Indias, ya que muy

probablemente los españoles sencillamente no cumplieron su parte en el

trato, mientras que Atahualpa sí lo hizo). Quedaba aún en poder indígena

el gran foco político y cultural de los Incas: la ciudad de Cuzco, a donde se

dirigió Pizarro en unión de Manco Inca (enemigo de Atahualpa) en 1533.

La marcha fue muy penosa y se dieron además varios combates. El Cuzco

cayó intacto en manos de los españoles con sus inmensas riquezas, cuyo

botín parece que superó al del rescate de Atahualpa. En el Cuzco se fundó

una ciudad española y un obispado, que Pizarro ofreció al dominico

Valverde.

Page 143: Cronistas de Indias

   140   

   

Las guerras civiles. –

A España marchó Hernando Pizarro para llevar el quinto real,

además de un presente de joyas escogidas por su valor y belleza. Pizarro

quedó confirmado como gobernador del Perú, llamado ahora Nueva

Castilla, mientras que Almagro recibía la gobernación de un territorio

situado al sur, llamado Nueva Toledo (al sur de Nueva Castilla),

decisiones que disgustaron a Almagro, que sin embargo se dirigió a

conquistar el territorio asignado (durante dos años Almagro exploró zonas

del actual Chile, al sur de su concesión).

En 1534 recorrió Pizarro la región de la costa y fundó a orillas del río

Rimac la Ciudad de los Reyes, nombre que no prosperó (actual Lima, y

futura capital de aquellos territorios). Esta correría de Pizarro trajo malas

consecuencias para los que quedaron en el Cuzco, donde se sublevó el Inca

Manco. El asedio fue durísimo y se prolongó hasta 1536; durante él murió,

en defensa de la fortaleza Sacsayhuamán, Juan Pizarro.

En 1537 regresó de Chile Almagro, quien reclamaba para sí el

Cuzco, que decía estaba incluido en su gobernación. Poco después se

apoderaba violentamente de la ciudad. En esta situación se recurrió al

arbitraje de Fray Francisco de Bobadilla, quien dispuso sensatamente la

mutua devolución de prisioneros y que Almagro se retirase del Cuzco

mientras se resolvía la cuestión de límites. El rebelde Almagro solo accedió

a poner algunos prisioneros en libertad, y Pizarro envió a su hermano

Hernando con 800 hombres para tomar el Cuzco. Almagro mandó a su

lugarteniente Rodrigo de Orgóñez con 600 hombres para oponerse a los

de Pizarro. La batalla se dio en Las Salinas, en las cercanías de la ciudad,

en 1538, y en ella quedaron derrotados en un par de horas los partidarios de

Almagro, quien cayó prisionero y fue ejecutado poco después. Pizarro

Page 144: Cronistas de Indias

   141   

   

envió inmediatamente a su hermano Hernando para que diera cuenta al rey

de los sucesos, pero los partidarios de Almagro se anticiparon y Hernando

fue enviado a prisión, estado en que permaneció hasta el reinado de Felipe

II.

En el Perú Pizarro repartió entre sus amigos los bienes y cargos del

rebelde. En esta época envió también a Valdivia para someter el reino de

Chile. Sin embargo la oposición almagrista continuaba, encabezada por su

hijo. Se supo que existía una conspiración para matar a Pizarro el 26 de

julio de 1541, cuando este saliera a misa. Como Pizarro no saliera, los

conjurados entraron violentamente en su casa durante el almuerzo, con lo

cual lo sorprendieron desarmado. A pesar de su ancianidad, logró Pizarro

matar a varios de sus enemigos, pero terminó por sucumbir ante el ataque

de muchas espadas y puñales. Los conjurados, triunfantes, proclamaron

gobernador inmediatamente a Diego de Almagro, el mozo.

En este punto intervino el representante de la Corona Vaca de

Castro, que solicitaba ser proclamado gobernador (parece ser que

Cristóbal Vaca de Castro solicitaba tal cosa por orden del Rey, pues había

sido enviado como “juez pesquisidor” por Carlos V con el propósito de

resolver la pugna entre almagristas y pizarristas. Sin embargo, aunque

parece ser que se le esperaba desde antes de la muerte de Francisco

Pizarro, fue su tardanza (casi llegó a naufragar al llegar) lo que impulsó a

los almagristas a la acción contra Pizarro). Con las tropas que consiguió

reunir derrotó en 1542 a los partidarios de Almagro en la batalla de

Chupas. Almagro fue ejecutado.

Page 145: Cronistas de Indias

   142   

   

La intervención de Pedro de Lagasca. –

En 1542 promulgó Carlos V las Leyes Nuevas de Indias, cuyo

extremado liberalismo en relación con el problema del indígena motivó un

fortísimo descontento en el Perú. La situación empeoró con la llegada del

primer virrey, Don Blasco Núñez de Vela, persona de genio irascible e

impolítico (incluso, posiblemente, asesino: llegó a matar con sus propias

manos a puñaladas a un factor o administrador de la Real Hacienda, Illán

Suárez de Carbajal, a quien acusaba de haber permitido que unos

familiares se unieran a los rebeldes de Gonzalo Pizarro. Existen

referencias de otras diversas arbitrariedades e injusticias atribuibles a este

personaje. Un hermano de Illán tuvo la oportunidad de vengarlo más

tarde, haciéndolo decapitar tras la batalla de Iñaquito), quien declaró su

intención de imponer a rajatabla lo dispuesto en las Leyes Nuevas; ante la

advertencias que le hizo Vaca de Castro respondió encarcelándolo (parece

ser que Vaca de Castro, aunque consiguió librarse de las iras de Vela, fue

después encarcelado a su regreso a España bajo la acusación de

enriquecimiento indebido, si bien fue absuelto después de varios años).

La rebelión no se hizo esperar, y la acaudilló Gonzalo Pizarro, que se

sublevó en el Cuzco, y se dirigió a Lima con sus partidarios, pero antes,

Núñez de Vela había sido destituido por la Audiencia (Real Audiencia de

Lima, establecida en 1523 por Carlos V junto con el virreinato del Perú),

que otorgó el poder a Pizarro. El virrey fue despachado preso a Panamá,

pero en Tumbes logró escapar del barco (convenciendo al oficial a cargo

de quien había sido confiado) y reunir algunas tropas con la ayuda de

Belalcázar, el conquistador de Quito; el choque armado sobrevino el año

1546 en Añaquito (o Iñaquito), batalla en la que murió Vázquez de Vela.

Page 146: Cronistas de Indias

   143   

   

En la península causaron estos sucesos del Perú fuerte impresión. Se

imponía enviar allí un hombre que uniera la más hábil diplomacia y la

mayor dureza. Esta persona se encontró en el clérigo Pedro de Lagasca,

quien recibió el nombramiento de presidente de la Audiencia con los más

amplios poderes.

Lagasca comenzó a desempeñar su tarea de gobierno en Panamá,

donde logró que le entregase el mando el jefe de la escuadra que Pizarro

tenía anclada en aquel puerto. Desde Panamá envió también mensaje a

Gonzalo Pizarro, que se mantenía en una actitud ambigua, sin declararse

rebelde contra el Rey pero también sin someterse a la autoridad de Lagasca,

que actuaba en su nombre (Lagasca demostró su habilidad ganándose el

apoyo incluso de algunos de los líderes de los diversos bandos, como el

propio Sebastián de Belalcázar o Pedro de Valdivia). Lagasca proponía a

Pizarro el perdón de todas sus responsabilidades y la enmienda de los

desmanes del virrey Núñez de Vela a cambio de que reconociera su

autoridad.

Mientras tanto hacía Lagasca sin excesivas prisas sus preparativos

militares, y en 1547 desembarcó en Tumbes con tropas tan bien instruidas y

pertrechadas que no encontraron la menor resistencia.

Ante semejante perspectiva, Gonzalo Pizarro decidió retirarse a

Chile, pero en la región del lago Titicaca encontró resistencia opuesta por

el leal Diego Centeno, que le cerraba el paso. Sobrevino el cgoque

sangriento, y los pizarristas destrozaron a sus oponentes. Este éxito

embriagó por completo a Gonzalo Pizarro, que abandonó su primitivo

propósito para dirigirse al Cuzco y presentar batalla a las tropas del

presidente Lagasca. Este no avanzó contra el Cuzco hasta encontrarse

magníficamente preparado, razón por la que no sobrevino el choque hasta

el mes de abril de 1548, en Xaquixaguaco (en la mayoría de las fuentes el

Page 147: Cronistas de Indias

   144   

   

lugar es llamado “Xaquixahuana”). Los soldados de Pizarro quedaron

impresionados al advertir la calidad, armamento y disciplina de las tropas

de Lagasca, por lo cual decidieron abandonar en grupos sus banderas y

pasarse a los del representante legal de la Corona. Desamparado, Gonzalo

Pizarro hubo de entregarse y pagó con la vida su imprudente rebelión.

Lagasca no pretendió continuar actuando una vez cumplida su

misión, que se limitaba a terminar con las rebeldías y las contiendas civiles,

por lo cual entregó el mando a la Audiencia y regresó a la península en el

año 1550. Fue muy bien acogido por el rey, y recibió como premio el

obispado de Sigüenza, sin volver a intervenir en los asuntos de Indias. Su

figura y su actuación han sido muy discutidas, pero no sus magníficas

cualidades de diplomático y de político, su claridad de juicio y su

desinterés (los hechos ocurridos durante las guerras civiles que siguieron a

la conquista del Perú fueron algunos de los ejemplos negros de la

conquista de Indias. En aquellos hechos tuvo una importante influencia la

cuestión de las encomiendas y la resistencia a cambiar su naturaleza,

sometidas a revisión a partir de las llamadas Leyes Nuevas de Indias).

Lagasca puede decirse que liquida con su actuación la etapa de

conquista y pacificación del Perú. Le sucedió en el gobierno el virrey Don

Antonio de Mendoza, que llegó a Lima en 1551 y murió al año siguiente.

Mendoza inauguró una serie regular de virreyes que no se interrumpió

hasta el final de la dominación española en Indias.

Page 148: Cronistas de Indias

   145   

   

TEMA IX: CRÓNICAS DE LA CONQUISTA DEL PERÚ

Introducción. –

La conquista de estas tierras originó un brote de obras

historiográficas del más alto interés. Aunque no encontremos ninguna obra

en que aparezca la gracia y sinceridad sin par de Bernal Díaz del Castillo,

hallamos en cambio una mayor pureza de concepción artística, correlativa

quizás al hecho de ser, en general, más avanzadas en el tiempo; la

conquista de Chile, aún más tardía, originará ya un poema épico de la

mayor envergadura.

Francisco de Jerez. –

Aunque Pedro Pizarro, hermano del gran conquistador, escribió

también alguna obra de alcance historiográfico, fue Francisco de Jerez

quien nos dejó una visión más cercana de los hechos, que presenció y pudo

conocer profundamente por haber actuado en muchas ocasiones como

secretario de Francisco Pizarro.

Era natural de Sevilla, donde nació en 1504, mientras que la fecha de

su fallecimiento es desconocida; en general escasean mucho los datos que

puedan servir para esclarecer su biografía. Lo poco que acerca de ella se

sabe proviene, sobre todo, de una serie de quintillas insertas al final de su

obra, y en las que un amigo hace de él los mayores elogios (en esas

quintillas se le atribuye la fecha de nacimiento de 1504, pero se cree que la

verdadera fue 1497. En algunas fuentes se atribuyen estas quintillas a

Gonzalo Fernández de Oviedo). De creer dicha fuente, marchó a América

sobre 1519 (según otros fue en 1514 en la armada de Pedrarias Dávila), y

Page 149: Cronistas de Indias

   146   

   

logró al cabo de muchas penalidades hacer, de golpe, una gran fortuna,

nada menos que 110 arrobas de plata.

Su obra se imprimió en Sevilla el año 1534 y se titula Verdadera

Relación de la Conquista del Perú y Provincia del Cuzco, llamada

Nueva Granada. Se reimprimió varias veces, y llegó a ser traducida al

italiano y al alemán (esta última ya en el siglo XIX).

Pedro Cieza de León. –

No conocemos con seguridad su lugar de nacimiento, aunque lo más

probable es que fuera sevillano (fuentes actuales consideran Llerena, en

Badajoz, como su lugar de nacimiento). Su vida transcurre entre las fechas

de 1518 y 1554. Tampoco abundan los datos acerca de Cieza de León. Se

sabe que pasó joven a Indias, y que sirvió bajo las órdenes de Jorge

Robledo. Participó en la fundación de Santa Ana de los Caballeros, y sirvió

también a ´Belalcázar en Quito. Belalcázar le ordenó conducir un refuerzo

de tropas al virrey Núñez de Vela, pero por el contrario se pasó con ellas al

bando de sus enemigos. Acompañó a Lagasca, por el que fue muy

apreciado. Como se ve, Cieza de León estaba en magníficas condiciones

para reconstruir la complicada historia de las luchas civiles del Perú.

En 1547 recorrió toda la tierra, llevado del deseo de estudiar a fondo

todo lo concerniente a costumbres y organización interior del imperio

incaico, en el momento en que este se hallaba a punto de hundirse en el

olvido. Tal empresa mereció la simpatía de Lagasca, que gustó tanto de

algunos fragmentos de sus escritos que le franqueó cuantos datos y

conocimientos obraban en su poder. En el año 1550 había escrito ya en

Lima una buena parte de su obra, por lo cual regresó a España para

disponer su impresión, que se realizó en Sevilla en 1553 bajo el título de

Parte Primera de la Crónica del Perú. Como indica el título, se trataba

Page 150: Cronistas de Indias

   147   

   

solo de un fragmento de la obra definitiva, cuyo plan se establece en el

proemio de esta edición, y en el que interesa destacar su proyecto de

dedicar la parte cuarta, subdividida en cinco libros, a la relación de las

guerras civiles del Perú. Por desgracia, las partes restantes no alcanzaron a

ser editadas en fecha contemporánea, y solo nos han llegado de ellas

fragmentos dispersos, aunque siempre de extraordinario valor. En 1877 se

publicó por fin el Tercer Libro de las Guerras del Perú, que constituye

una fuente histórica de inapreciable interés. En 1880 se publicó la segunda

parte de su obra, cuyo objeto es el estudio concienzudo de todo lo referente

a los Incas.

Cieza de León es un narrador de primer orden, formado en la lectura

de los historiadores romanos, que pretendía imitar. El nivel artístico de su

lenguaje lo expresa elocuentemente el hecho de haber sido aceptado por la

Academia Española como autoridad en la materia.

En cuanto a su valor historiográfico hay que resaltar el valor de su

información, toda de primera mano y escrupulosamente depurada, hasta el

punto de que cuando ha de relatar algo que él no presenció declara quién le

informó acerca de ello, y hasta en ocasiones cita textualmente las palabras

mismas del informador.

Otro rasgo interesante que caracteriza bien a Cieza de León es su

auténtico entusiasmo por lo referente al Nuevo Mundo, hacia el que siente

un gran cariño. De ahí dimana su interés en reunir datos geográficos y

etnológicos que lo convierte en fuente de primer orden para el estudio del

Perú prehispánico (incluso parece ser que fue el primero que describió

algunas especies animales y vegetales). Cieza es un admirador a su modo

del imperio incaico, y proclama con valentía su sentimiento fraternal hacia

los indios, cuyas costumbres, religión y conocimientos llegó a dominar por

completo. Cieza de León es el único quizás que, a pesar de ser soldado y no

Page 151: Cronistas de Indias

   148   

   

fraile, comparte los puntos de vista de estos últimos en relación con el

problema indígena.

Agustín de Zárate. –

Son muy escasos los datos que acerca de él conservamos. Ignoramos

incluso las fechas y lugares de su nacimiento y muerte. Lógicamente debía

de ser hombre de edad madura cuando pasó a Indias, en compañía del

virrey Núñez de Vela. Para esa fecha había desempeñado un cargo de

secretario en el Consejo de Castilla, y también había servido al Emperador

en el oficio de Contador de Mercedes. Fue esta competencia suya en

asuntos de Hacienda lo que motivó su elección para poner en orden la

hacienda real en el Perú, sumida entonces en el mayor desbarajuste. Una

vez en Indias no se limitó Zárate a cumplir su misión burocrática sino que

también actuó como diplomático, por lo menos en una ocasión: la

Audiencia le encomendó la difícil y expuesta misión de pedir a Gonzalo

Pizarro que licenciara sus tropas y no entrara en la ciudad. Su actuación

política fue siempre de la mayor circunspección, pues siguió desde el

primer momento sin la menor vacilación los intereses de la Corona y de sus

representantes legales.

Después de la pacificación del Perú, terminada ya su misión, regresó

a la península, donde siguió dedicado a sus tareas habituales. Se sabe que el

Emperador le dio un cargo de Hacienda en Flandes, y en 1560 se

solicitaron sus servicios para estudiar un problema hacendístico muy

embrollado, fecha tras la cual se pierde su rastro casi por completo.

Page 152: Cronistas de Indias

   149   

   

La obra historiográfica de Zárate. –

Su gran obra se titula Historia del Descubrimiento y Conquista de

la Provincia del Perú, y se publicó en Amberes el año 1555.

Desde el momento de su llegada a Indias cuidó Zárate de reunir datos

acerca de las luchas que presenciaba y de sus antecedentes, tarea penosa e

incluso llena para él de peligros, pues los rebeldes habían manifestado que

harían pagar caro todo intento de poner en escritura los lamentables

acontecimientos que ellos estaban causando. Por ello Zárate llevó adelante

su obra en el mayor secreto. Aunque su primitivo plan solo consistía en el

relato de las luchas civiles, decidió después ampliarlo a los principales

episodios del descubrimiento y de la conquista, aunque no los había

presenciado. Su relato merece la más alta consideración como obra

histórica, debido a su objetividad y buen juicio, aunque desde luego se ve

que toma partido contra los rebeldes. La honestidad de Zárate llegaba hasta

el extremo de proponerse no publicar su obra hasta después de su muerte,

cuando los sucesos del Perú hubieran dejado de constituir una actualidad y

no pudiera achacársele el menor interés personal en las opiniones lanzadas

en su obra. Este propósito no pudo cumplirse porque Zárate prestó el

manuscrito de su historia al emperador Carlos V, quien se entretuvo

durante un largo viaje por mar de leerlo, y le pareció tan interesante que

ordenó al autor su inmediata publicación. La posteridad ha refrendado por

completo el juicio del Emperador. Durante el siglo XVI se hizo además de

la Princeps de Amberes otra edición en Sevilla el año 1577, y también se

imprimió durante el siglo XVIII, en 1740. Durante el siglo XVI se

realizaron versiones al francés, al inglés y al holandés, lo cual da idea del

interés suscitado por la obra de Zárate.

Page 153: Cronistas de Indias

   150   

   

El autor era hombre muy culto, que conocía sobre todo a los

historiadores clásicos, cuyo ejemplo y consejos procura seguir muy de

cerca. El panorama del Perú durante las guerras civiles le recuerda el de la

antigua Roma, y así comenta que: “hay pocos que no estén más aficionados

a una de las dos parcialidades de Pizarro o de Almagro que en Roma

estuvieron por César o Pompeyo, o, poco antes, por Sila o Mario” (esta

frase aparece en la dedicatoria que dirigió al Emperador al publicar la

obra, en la que hace referencia a la lectura por parte del Emperador y en

la que también explica sus temores antes citados: “No pude en el Perú

escribir ordenadamente esta relacion (que no importara poco para su

perfecion), porque solo haberla allá comenzado me hubiera de poner en

peligro de la vida con un maestre de campo de Gonzalo Pizarro, que

amenazaba de matar á cualquiera que escribiese sus hechos, porque

entendió que eran mas dignos de la ley de olvido (que los atenienses

llamaban amnistía) que no de memoria ni perpetuidad.”). También le

interesan el paisaje y la geografía americana y el problema etnológico de

los indios. Debemos a él una de las primeras descripciones de la coca.

También fue de los primeros en ocuparse de la cuestión tan debatida hasta

hoy del origen de los indios americanos. De Agustín de Zárate se conoce

también una Censura de la obra Varones Ilustres de las Indias de Juan

de Castellanos.

Page 154: Cronistas de Indias

   151   

   

TEMA X: DESCUBRIMIENTO DEL AMAZONAS Y OTRAS CONQUISTAS EN AMÉRICA DEL SUR

Introducción. –

Como vimos en el caso de Méjico, también en América del Sur el

núcleo del Perú actuó como un centro de dispersión desde el cual se

realizaron grandes exploraciones y conquistas, que vamos a estudiar con

algún detalle.

La exploración del Amazonas. –

La iniciativa más importante corrió a cargo de Gonzalo Pizarro,

quien partió de Quito el día de Navidad de 1539 con 240 españoles y 4.000

indios, encargados de conducir la impedimenta y de vigilar una gran

cantidad de llamas y de cerdos que marchaban a retaguardia para subvenir

las necesidades de la tropa. La empresa resultó muy dura desde el primer

momento; hubieron de cruzar los Andes por los pasos más ásperos, donde

además sufrieron ataques de indios enemigos e incluso padecieron un

espantoso terremoto, desgracias que se unieron al frío y a la altura para

causar muchas bajas a los españoles.

Una vez atravesada la sierra penetró Pizarro en la selva, donde

experimentó terribles sufrimientos producidos sobre todo por la hostilidad

de la naturaleza. Al cabo de tres semanas de lenta marcha llegaron alas

orillas del río Coca, afluente del Napo, cuyas cataratas producían un ruido

espantoso desde muchas leguas. Tras atravesar la tremenda garganta del

Coca mediante un puente improvisado, hicieron un alto para atender a los

muchos enfermos deliberar acerca de la decisión que convenía adoptar. Se

acordó entonces construir un bergantín en el que pudieran marchar los

Page 155: Cronistas de Indias

   152   

   

enfermos graves y la impedimenta, mientras que los demás marchaban por

la orilla del río. La construcción del barco causó enormes dificultades, que

se vencieron a fuerza de tesón y de genio improvisador, pues faltaban hasta

los elementos más indispensables, sobre todo clavos, que se fundieron de

las herraduras de los caballos, ya inútiles, y que solo servían para abastecer

con su carne a los españoles. La expedición y el barco marcharon juntos

por algún tiempo, hasta que el avance por tierra se hizo casi imposible.

Algunos indios aseguraron que a unas diez jornadas de navegación se

encontraba un lugar en el que el río se ensanchaba y la selva era menos

hostil, y donde para colmo abundaba el oro. Ante tales noticias mandó

Gonzalo Pizarro a uno de sus mejores oficiales, Francisco de Orellana,

que se adelantase con el bergantín hasta aquel lugar. Sin embargo Orellana

no volvió. Al cabo de dos meses se encontró a un superviviente de sus

hombres que informó de cómo Orellana había continuado la expedición por

su cuenta. Ante estas noticias Gonzalo Pizarro decidió volver a Quito,

donde regresó para el otoño de 1542, tras haber realizado una de las más

arriesgadas marchas militares de que se tiene noticias.

Francisco de Orellana. –

Orellana navegó durante algunos días hasta encontrarse con el lugar

de que habían hablado los indígenas, en el que no había ni rastro de oro. El

regreso era casi imposible debido a la dificultad de navegar contra una

fuerte corriente. El regreso significaría además la renuncia a continuar la

exploración, por lo cual Orellana y sus cincuenta hombres decidieron

seguir navegando por cuenta propia. Ante la anchura que iban adquiriendo

las corrientes de agua, dedujeron equivocadamente que debían encontrarse

muy cerca de la desembocadura en el océano, y como el bergantín estaba

ya muy trabajado temieron que no pudiera resistir el oleaje, por lo cual

decidieron construir otro bergantín más sólido y mejor. Su armazón resultó

Page 156: Cronistas de Indias

   153   

   

aún más difícil de formar que en el caso anterior, pero con ingenio

asombroso lograron hacer una embarcación magnífica.

El nuevo bergantín llegó a la desembocadura del río Napo, y penetró

en otro completamente desconocido de unas proporciones increíbles.

Durante una gran parte del camino fueron hostilizados desde las orillas por

gran número de indios, hombres y mujeres, que les lanzaban flechas

envenenadas, lo cual motivó que bautizaran aquella corriente con el

nombre de Río Amazonas.

En agosto de 1541 salieron por fin al océano, y hubieron de costear

durante algún tiempo el continente, hasta llegar a la isla de Cubagua,

donde fueron recibidos por unos españoles estupefactos que habían

establecido una pesquería de perlas.

Orellana se trasladó a la península, donde gestionó con la Corona una

capitulación para la conquista definitiva de las regiones que había

explorado, pues conviene tener en cuenta que toda la Amazonia quedaba

dentro de la línea de demarcación española, según los acuerdos hechos con

Portugal. Orellana reclutó medio millar de hombres y comprometió en la

empresa la fortuna de sus amigos, pero su muerte acaecida cuando se

dirigía a las Indias impidió realizar sus proyectos (según algunas fuentes,

Orellana murió en las proximidades del Amazonas en su segundo viaje a

Indias, que en ese caso sí alcanzó antes de morir. El relato de su primer

viaje parece ser se debe a Gaspar de Carvajal, capellán que lo acompañó

en la exploración del Amazonas).

Page 157: Cronistas de Indias

   154   

   

Lope de Aguirre, el traidor. –

Era de familia noble, y no le faltaba cierta cultura. Pasó a Indias (en

Perú) alrededor del año 1536, con un cargo de regidor. Desde el primer

momento se hizo famoso por sus violencias y caprichos, que le hicieron ser

conocido con el sobrenombre de “el loco” y “el traidor”, apelativo este

último que le resultaba agradable. En ocasiones también usó el

sobrenombre de “el peregrino”. Su crueldad encontró campo adecuado en

la época de guerras civiles, pues estuvo varias veces condenado a muerte

por sus asesinatos, aunque siempre logró ser indultado o escapar.

Entusiasta del rebelde Pizarro, lo traicionó después ignominiosamente.

Una vez pacificado el Perú, decidió el virrey alejar de aquellas tierras

a varios centenares de conquistadores levantiscos e ingobernables, producto

del ambiente de las guerras civiles. Para ello armó una expedición que, bajo

el mando de Pedro de Ursúa, se internaría en la selva amazónica en busca

del fabuloso imperio de Eldorado y de las no menos ricas tierras del

Marañón y de Omagua.

La expedición marchó por el río Huallaga hasta desembocar en el

Amazonas. El carácter casi delincuente de los soldados y la laxitud de

Ursúa motivó entre la tropa un ambiente de indisciplina y de formación de

pandillas, lo mismo que en la época de las guerras civiles. Lope de Aguirre,

hábil, enérgico y simpático cuando quería serlo, fue pronto el jefe auténtico

de aquellos hombres. Nombraba cargos a su antojo y terminó por asesinar a

Pedro de Ursúa y a su amante Inés de Atienza. Entonces realizó Lope de

Aguirre una comedia de elección democrática de un jefe, y salió elegido un

jovenzuelo llamado Fernando de Guzmán. Poco después concibió Lope

de Aguirre un proyecto aún más atrevido, que consistió en elegir a Guzmán

rey del Perú, tras levantar acta de que negaban el vasallaje a Felipe II, y

Page 158: Cronistas de Indias

   155   

   

enviar a este una carta cínica en que se le trataba de traidor y tirano.

Guzmán se reunió como pudo de un esplendor regio en medio de la selva

amazónica y llegó a reprender a Aguirre por sus violencias, lo que motivó

su asesinato. Lope de Aguirre siguió su camino hasta llegar a tierras de la

actual Venezuela, según algunos, pasando de la cuenca del Amazonas a la

del Orinoco a través del río Casiquiare, si bien el profesor Jos (Emiliano

Jos, investigador español, que dedicó mucha atención a este personaje, en

especial su tesis doctoral de 1927. El Orinoco fue descubierto por Colón

en su tercer viaje, en lo que sería el primer contacto europeo de tierra

firme) ha demostrado que recorrió el Amazonas hasta su desembocadura y

salió después al océano. En Venezuela se titulaba caudillo de los fuertes

marañones, cometió enormes crímenes, sobre todo en la isla Margarita;

proyectaba invadir el Perú y sus hombres le fueron ya abandonando. Por fin

fue acorralado en Barquisimeto, donde sus marañones lo mataron a

arcabuzazos. Antes de morir había matado a un fraile, con el que intentó

confesarse, y a su propia hija, según él decía para que después de su muerte

nadie la llamara la hija del traidor (según otra versión, lo justificó diciendo

que alguien a quien quería tanto no debía llegar a acostarse con personas

ruines. Antes había matado a su amante, y se dice que llegó a asesinar a 72

miembros de su propia expedición. Curiosamente, pese a su siniestro

historial, este personaje cuenta con calles con su nombre en varias

ciudades españolas. Puede comprobarse este hecho fácilmente). Su muerte

ocurría en 1561.

A través de su evidente desequilibrio mental late en Lope de Aguirre

la personalidad psicológica del conquistador, el resentimiento dejado por la

guerra civil del Perú, la antipatía del hombre que ha dado al Rey nuevas

tierras y que no quiere después que este limite su autoridad y sus

privilegios. De ahí su rebeldía, sus insultos, su antipatía hacia los frailes y

Page 159: Cronistas de Indias

   156   

   

los oidores (jueces), etc. No debe interpretarse nunca su figura como la del

primer emancipador de América, según han pretendido ciertos autores

(según varias fuentes, ya Simón Bolívar consideró la rebelión de Aguirre la

primera declaración de independencia de una región de América, y el

escritor venezolano Miguel Otero lo llama “príncipe de la libertad”).

Las aventuras de Lope de Aguirre tuvieron también su crónica,

titulada Relación de todo lo que sucedió en la Jornada de Amagua y

Dorado, que escribió Francisco Vázquez (este cronista formó parte de la

expedición. Posteriormente se escribió otro texto por Pedrarias de

Almesto, también miembro de la expedición, que pretendía complementar

el de Vázquez).

La conquista de Chile. –

Ya sabemos cómo esta empresa quedó reservada a Diego de

Almagro, el Viejo, quien la acometió en 1535. Llevó consigo 500

españoles y varios miles de indios. Trató de aprovechar la estación del

invierno austral, a pesar de lo cual hubieron de sufrir bastantes penalidades;

desde los primeros momentos se advirtió que los indígenas ofrecían una

resistencia mucho más tenaz y organizada que cuanto hasta allá habían

conocido.

Almagro penetró hasta el valle del Aconcagua, donde se dispersaron

para explorar el territorio. Juan de Saavedra llegó hasta la bahía de

Valparaíso, donde se fundó una ciudad. Gómez de Alvarado (hermano de

Pedro de Alvarado, compañero de Cortés) penetró 500 km por el valle del

Maule. El mismo Almagro llegó al valle de Maipó. A fines de 1536

Almagro, desalentado, regresó al Cuzco para combatir contra Pizarro.

Page 160: Cronistas de Indias

   157   

   

En 1535 había llegado al Perú un militar veterano de las guerras de

Italia, llamado Pedro de Valdivia, natural también de Extremadura. En

1539 Pizarro le encargó de la conquista de Chile. Partió del Cuzco con solo

150 españoles y unos mil indios. Valdivia, militar de primer orden, hizo

una larguísima marcha hasta Copiapó sin perder un solo hombre.

Descansaron allí tres meses, y en febrero de 1541 fundaron la ciudad de

Santiago de Chile, que poco después fue arrasada por los indios araucanos,

en uno de aquellos ataques por sorpresa tan peculiares de esta guerra.

Desde el año 1542 al de 1546 la ciudad fue reconstruida por el esfuerzo y el

talento de Francisco de Aguirre. Valdivia siguió el ejemplo de Cortés y se

hizo elegir gobernador y capitán general por el Cabildo de la ciudad.

En 1547 Valdivia marchó al Perú para intervenir en las guerras

civiles y, mientras tanto, dejó el gobierno a su lugarteniente Francisco de

Villagrán (o Villagra según otras fuentes). Hubo las conspiraciones de

rigor, que costaron la vida a un personaje revoltoso llamado Sancho de la

Hoz. Aguirre repartía encomiendas de indios. En 1549 regresó Valdivia

tras haber ayudado a Lagasca con su sabiduría militar. Pronto decidió

continuar sus campañas hacia el sur del país, a pesar de la competencia que

hacían los araucanos. Se fundaron en 1550 ciudades avanzadas que, como

Concepción, eran en realidad pequeños fuertes militares. La resistencia

araucana se organizó magníficamente gracias a la presencia de magníficos

jefes, como Caupolicán, inmortalizado por Ercilla, Colocolo y Lautaro,

antiguo criado indígena de Valdivia llamado Felipe. Los ataques a estas

ciudades avanzadas fueron muy frecuentes y Valdivia hubo de acudir para

restablecer el orden, lo que consiguió en parte con su victoria en Tucapal,

a orillas del río Lebu (1554). Sin embargo tuvo la desgracia de caer

prisionero y los araucanos lo mataron con la mayor crueldad tras cortarle

los brazos con conchas de molusco. Su muerte fue vengada por Villagrán,

Page 161: Cronistas de Indias

   158   

   

quien tuvo la desgracia de ser vencido por Lautaro, quien sin embargo

murió en el ataque por sorpresa de Villagrán. Sin embargo no fue Villagrán

el sucesor de Valdivia, pues la gobernación de Chile fue concedida a Don

García Hurtado de Mendoza, joven de 20 años hijo del Marqués de

Cañete, virrey del Perú. Hurtado de Mendoza se trasladó a Chile en 1557,

y llevó consigo a 250 hombres, entre los que iba el poeta Ercilla (Los

hechos de la conquista de Chile hasta este momento se relatan en la obra

de Jerónimo de Bibar, que formaba parte de las fuerzas de Valdivia y de

Villagrán, llamada “Crónica y relación copiosa y verdadera de los reinos

de Chile"). Las operaciones militares fueron muy complicadas y estuvieron

llenas de asaltos, escaramuzas y sorpresas por ambas partes. Los araucanos

sufrieron un rudo golpe con la pérdida de su caudillo Caupolicán, que fue

hecho preso por el capitán Alonso de Reinoso y ejecutado cruelmente.

Reviste mucho interés el hecho de que se realizaron exploraciones de

gran valor geográfico para explorar el archipiélago de Chiloé y las

cercanías del estrecho de Magallanes. La rebeldía de los araucanos no

estaba aún del todo vencida cuando Hurtado de Mendoza regresó al Perú en

1561 tras haber realizado una estimable obra de gobierno (esta valoración

parece errónea, pues hay datos del carácter violento y orgulloso de este

personaje, que fue incluso sometido a juicio de residencia por las

arbitrariedades cometidas durante su gobierno. Parece ser que fue

condenado, pero pudo zafarse del cumplimiento de la condena, al parecer

por sus triunfos militares).

La conquista de Venezuela. –

Presenta la peculiaridad de haber sido realizada en parte por una

familia de banqueros alemanes, de apellido Welser. En 1525 habían sido

autorizados por el Emperador a abrir casa en Sevilla para comerciar con las

Page 162: Cronistas de Indias

   159   

   

Indias como si se tratase de españoles. En 1528 se capituló con ellos la

conquista de las tierras desde Vela a Maracapana (costas de Venezuela), a

excepción de las tierras conquistadas por el español Juan de Ampués,

fundador de la ciudad de Coro, que era el único centro estable del dominio

español en aquellas tierras.

Los Welser parece que fueron atraídos por el mito de Eldorado, que

se radicaba en aquellas tierras. Enrique Ehinger y Jerónimo Sayler se

trasladaron a Coro y desde allí exploraron las orillas del lago Maracaibo

entre los años 1531 a 1533, y sus actividades se distinguieron por una

lamentable crueldad hacia los indios.

A Ehinger y Sayler sucedieron Jorge de Spira (forma españolizada

de Georg von Speyer) y su lugarteniente Nicolás Federmann, que

continuaron las exploraciones hasta 1540. Su gestión se caracterizó por tal

número de abusos con los naturales que Don Carlos les retiró sus

nombramientos, con lo cual se inició la actuación de los gobernadores

españoles en Venezuela.

La conquista del reino de Quito. –

La ciudad indígena de Quito había sido el gran baluarte de

Atahualpa, y era de esperar que en ella se encontrara un botín tan valioso

como el de Cajamarca y el Cuzco. Por eso su conquista tentó al

lugarteniente de Cortés, Pedro de Alvarado, que marchó al Perú con

quinientos hombres, realizó una marcha increíblemente larga y dura y

encontró por fin que Quito había sido conquistado por Sebastián de

Belalcázar, enviado por Pizarro y que había sido también ayudado por

Diego de Almagro.

Page 163: Cronistas de Indias

   160   

   

Era de temer un choque armado por causa de la ambición de los

conquistadores, pero esta vez lograron un acuerdo pacífico: Alvarado se

retiraría a cambio de una crecida indemnización de 100.000 castellanos de

oro, y dejaría a Belalcázar sus soldados, pertrechos y armada (estas

condiciones las recoge López de Gómara en su Historia General de

Indias). Belalcázar llegó a ser nombrado gobernador de Quito por la

Corona, pero aun así ambicionaba emular a Pizarro y romper toda

dependencia con él.

La conquista de Colombia. –

Llevado de este propósito, decidió Belalcázar iniciar conquistas en la

frontera norte de su gobernación, con lo cual penetraba ya en la zona de la

actual Colombia. Sus primeros esfuerzos alcanzaron éxito, y en 1536 fundó

la ciudad de Popayán. En 1538 alcanzó la altiplanicie de Bogotá, pero se

llevó la sorpresa de encontrar establecido allí al conquistador Jiménez de

Quesada, e incluso con una tercera expedición de conquista que había

partido de Venezuela y que mandaba Nicolás Federmann.

Jiménez de Quesada. –

Era natural de Córdoba, y supo reunir en todo momento de su vida la

habilidad militar con el sentido político. Era hombre muy culto y muy

versado en cuestiones jurídicas. En 1535 pasó a Santa Marta con el

adelantado Pedro Fernández de Lugo, al que servía de asesor jurídico y

juez. Como el litoral comprendido entre la desembocadura del río

Magdalena y la frontera venezolana era inhóspito y había sido explorado en

1525 por Rodrigo de Bastidas, decidieron penetrar en el interior. El primer

intento, realizado por el adelantado, encontró enormes dificultades y

constituyó un fracaso. Sin desalentarse preparó una segunda expedición

Page 164: Cronistas de Indias

   161   

   

con 800 hombres para marchar aguas arriba del Magdalena. Se decidió esta

vez dividir el contingente en dos grupos, el primero iría vía fluvial con

cinco barcos y el resto marcharía a unirse con los otros por tierra. Solo dos

de los barcos llegaron a efectuar todo el viaje, en medio de grandes

penalidades. Cuando por fin lograron salir de las selvas del llano y entrar

en una meseta, quedaban solo 166 hombres. El terreno sin embargo era de

buena tierra de labor, muy cuidada, abundaban las piedras preciosas y el

oro; lo habitaba un pueblo indígena de cultura muy avanzada, comparable

con la de los mayas y los incas. Jiménez de Quesada, con su tropa

extenuada, rehuyó la lucha con los indígenas, pero estos cayeron una vez

por sorpresa sobre su retaguardia y recibieron terrible castigo por parte de

los españoles. Este único combate sirvió para que los chibchas renunciaran

a oponer resistencia armada. En la región de Tunja encontraron un discreto

botín de oro, y en el verano de 1538 se procedió a fundar la ciudad de

Santa Fe de Bogotá, capital del Nuevo Reino de Granada. Fue entonces

cuando aparecieron en escena los alemanes de Venezuela y Belalcázar de

Quito. Entró en funciones la habilidad diplomática de Quesada, quien logró

un acuerdo pacífico con todos ellos. Este éxito se debía en parte al hecho de

que los tres conquistadores estaban, en la práctica, alzados en rebeldía

contra sus jefes inmediatos (Spira de Federmann, Pizarro de Belalcázar y

Fernández de Lugo de Quesada). Decidieron exponer sus casos ante el

Consejo de Indias. De todos ellos fue Belalcázar el más favorecido, pues

obtuvo del Rey la confirmación como gobernador de Popayán. Quesada

hubo de entregar el mando a un hijo del adelantado (se trata de Alonso Luis

de Lugo, que fue adelantado entre 1542 y 1544).

Quesada había tenido que regresar a España para presentar sus

asuntos al Consejo de Indias. Desde 1539 a 1550 permaneció en la

península dedicado a ocupaciones literarias. Mientras tanto la gobernación

Page 165: Cronistas de Indias

   162   

   

de Bogotá iba de mal en peor en manos del adelantado, que se vio obligado

a abandonar el gobierno (Tuvo que defenderse Alonso de Lugo en la

península de las acusaciones del visitador Armendáriz, del que se habla

más adelante, por sus atropellos y constantes excesos. Fue desterrado,

pero mantuvo su categoría militar y participó en las guerras en Italia,

donde murió). La situación que siguió se caracteriza por una anarquía

práctica debida al complejo sistema de grupos de conquistadores en lucha

por deshacer a los demás. Por eso fue necesario enviar allá al consejero de

Indias Miguel Díez de Armendáriz, que pasó a Indias en 1546 para

someter a juicio de residencia a los principales cabecillas. Terminado su

intento, aconsejó Armendáriz que se crease una Real Audiencia de Santa

Fe de Bogotá (que se creó en 1549 y empezó a funcionar en 1550), y esta

vez se encontró una solución excelente al enviar con la Audiencia, en

calidad de capitán general, al propio Jiménez de Quesada, quien vivió

respetado por todos en las tierras que había conquistado hasta 1579, en que

murió enfermo de lepra en la localidad de Mariquita. Belalcázar tuvo un fin

desastroso, que contrasta con el de Quesada, pues murió ejecutado por ser

culpable del asesinato de un rival (parece ser que también se incluyeron

cargos por malos tratos a los indígenas).

De Gonzalo Jiménez de Quesada sabemos que dedicó muchos afanes

a tareas de carácter literario, pero la mala suerte ha impedido que, a pesar

de que algunas incluso fueron impresas, sus obras no hayan llegado hasta

nosotros. Se sabe que compuso una obra en la pequeña finca de Suesca

donde solía retirarse a descansar, y la tituló Ratos de Suesca. Conservamos

una relación de la conquista de Colombia titulada Epítome de la

Conquista del Nuevo Reino de Granada, que algunos eruditos atribuyen

a Jiménez de Quesada, aunque esa opinión es contradicha por otros (las

razones de las opiniones en contra se basan en que algunos párrafos del

Page 166: Cronistas de Indias

   163   

   

“Epítome” parecen evidenciar un desconocimiento de algunos hechos que

no sería probable en Quesada). Recientemente se ha publicado (conviene

recordar que estas referencias temporales se deben interpretar como

dichas en 1959, fecha del texto original en que nos basamos) una obra de

Gonzalo Jiménez de Quesada llamada el Antijovio, obra de polémica

mantenida con el humanista extranjero Jovio (Paolo Giovio, escritor

italiano que criticó la actuación de las tropas españolas en Italia).

Conquista de los territorios del Plata. –

El primer contacto de los españoles con esta región se produjo en

1515, con ocasión del viaje de Díaz de Solís, quien llamó al estuario del

Plata el “mar dulce”, impresionado por su enorme extensión. Un soldado de

la expedición llamado Alejo García se quedó vagando por muchos años

por la región del Chaco hasta llegar a las cercanías del Perú y murió en el

actual Paraguay (se le considera el descubridor del Paraguay, y parece ser

que murió luchando con los indios). Sabemos también cómo fue explorado

el río de la Plata por Magallanes, que abandonó la empresa tan pronto

como se convenció de que no era aquel el paso que buscaban. En 1525 se

autorizó al navegante Caboto (Sebastiano Caboto o Gaboto, navegante

veneciano, hijo del también famoso Giovanni Caboto. Ambos estuvieron

relacionados con Inglaterra, donde se les conoce como Cabot) a repetir el

viaje de Magallanes, pero Caboto decidió establecerse en estas regiones del

cabo de la Plata (llamado entonces también río de Solís), pues le alucinaba

la perspectiva de encontrar la legendaria tierra del “Rey Blanco”. Caboto

exploró los ríos Paraná y Paraguay y un bergantín bajo el mando de Miguel

Rifos exploró el río Bermejo, con lo cual llegó a tenerse una idea bastante

clara acerca de la cuenca fluvial del Plata.

Page 167: Cronistas de Indias

   164   

   

Caboto fundó a orillas del Paraná el fuerte de Sancti Spiritu, donde

se vio un día sorprendido por la llegada de Diego García de Moguer,

excelente piloto, superviviente del viaje de Magallanes y que había firmado

una capitulación para conquistar aquellas tierras. Como surgieron

abundantes roces (el mal trato que recibieron los indígenas hizo que

acabaran asaltando y destruyendo el lugar, mientras ellos dos estaban

lejos), decidieron regresar a la península para aclarar su situación jurídica

en 1530, pero ninguno de los dos consiguió ser confirmado por Carlos V,

quien en 1534 concedió otra vez la conquista del río de Solís a un noble

perteneciente a la más alta aristocracia, Don Pedro de Mendoza, que

recibió el título de adelantado.

Don Pedro de Mendoza fondeó en el Plata el año 1536, y decidió

construir un fuerte y un grupo de casas que recibieron el título de Villa de

Nuestra Señora de Buenos Aires o de Santa María del Buen Aire.

Desde allí envió Mendoza a Juan de Ayolas y a Domingo Martínez de

Irala para que con tres barcos remontara el río Paraná y buscasen una

comunicación terrestre con el Perú. Don Pedro de Mendoza regresó a

España y dejó encargado el gobierno a Ruiz Galán. El adelantado murió en

las Azores durante el viaje de regreso (según varias fuentes estuvo enfermo,

probablemente de sífilis, prácticamente todo el tiempo de la expedición

desde el principio). Ayolas subió hasta Candelaria en 1537 y pasó al Perú,

donde murió (según algunas fuentes, murió al volver a Candelaria atacado

por indígenas, según relato de algún superviviente). Juan de Salazar

conquistó la región norte y fundó, también en 1537, Asunción. Mientras

tanto Buenos Aires era víctima de continuos ataques de los indios y

arrastraba una existencia tan mísera que terminó por ser abandonada. Este

abandono desplazaba hacia el norte, hacia Asunción, el centro de gravedad

del territorio.

Page 168: Cronistas de Indias

   165   

   

El Consejo de Indias nombró un nuevo adelantado, Alvar Núñez

Cabeza de Vaca, quien llegó a Asunción en 1541. Durante 1543-44 buscó

nuevas rutas de comunicación con el Perú, pero los vecinos de Asunción se

sublevaron en 1544, eligieron gobernador a Martínez de Irala y obligaron a

retirar a Cabeza de Vaca (parece ser que entre los motivos de la rebelión

estaban los esfuerzos de Cabeza de Vaca para que se cumplieran las Leyes

de Indias en defensa de los indígenas. Fue procesado en la península, y

parece ser que el resto de su vida estuvo esforzándose para rehabilitar su

buen nombre. Refiriéndose a la deposición de Cabeza de Vaca y las

acusaciones contra él, el historiador argentino moderno Gustavo Sorg ha

escrito que fue “el paso más indecoroso que se lee en la historia del Río de

la Plata”. El cronista del siglo XVII Antonio de Herrera lo calificó como

“un caso atroz y abominable”. Su proceso fue revisado y fue parcialmente

rehabilitado). Martínez de Irala no fue confirmado por la Corona hasta diez

años después (según parece fue depuesto y vuelto a ser nombrado

adelantado unos años después, con algunos sucesos entremedias derivados

de la lucha por el poder, pero el intervalo de tiempo parece ser fue más

corto), pero se acreditó como uno de los mejores colonizadores de su

época, pues realizó una labor admirable de exploraciones, fundación de

pueblos, apertura de caminos, establecimiento de centros de cultura, etc.

(Aunque la labor colonizadora durante su mando parece que fue

ciertamente eficaz, esta valoración no parece ser unánime. Demostró

bastante habilidad política, e incluso cuando Cabeza de Vaca fue depuesto

pudo mantenerse al margen, aunque según algunos estuvo enfermo en

aquellos días. Supo fomentar la mezcla de razas entre los españoles y la

población guaraní. Una de sus hijas mestizas fue madre del cronista Ruy

Díaz de Guzmán. Pero algunas fuentes hablan de gobierno despótico, con

abuso tras abuso y tropelías con los indígenas. Durante los disturbios en

los que se vio envuelto Irala fueron asesinados varios aspirantes al poder,

Page 169: Cronistas de Indias

   166   

   

entre ellos Francisco de Mendoza, al que no debe confundirse con Gonzalo

de Mendoza, que fue nombrado sucesor de Irala al morir este).

En 1561 quedó constituido el Paraguay en un gobierno independiente

del de las demás tierras del Plata. A pesar de su abandono, Buenos Aires

seguía siendo considerado como mun lugar de futuro relativamente

próspero, y un oidor del Perú, de apellido Matienzo, era decidido

partidario de su repoblación para que actuara como el principal

establecimiento español de las orillas del Plata. Esta corriente de opinión

condujo al nombramiento de un nuevo adelantado, que fue Juan Ortiz de

Zárate. La figura de este vino a quedar oscurecida por la del alguacil

mayor (de las provincias del Plata) Juan de Garay, que desempeñó una

gran actividad como fundador. Llegó a ser capitán general del territorio, y

fundó Santa Fe. Antes de ser muerto por los indios efectuó también la

segunda y definitiva fundación de Buenos Aires el 11 de junio de 1580.

Desde aquel día la importancia de esta población no hizo sino aumentar, y

con el tiempo vino a ser cabeza del más joven de los virreinatos españoles

en América. El valor de los territorios del Plata no fue excesivamente

grande durante el siglo XVI, pero aumentó su población, su valor

económico y estratégico durante el XVII, hasta el punto de convertirse

durante el siglo XVIII en uno de los motivos esenciales de la alta política

internacional de los reyes de la casa de Borbón.

Page 170: Cronistas de Indias

   167   

   

TEMA XI: LA OBRA DE ESPAÑA EN AMÉRICA

Introducción. –

Implica esta una serie complejísima de actividades, a las que

trataremos de pasar revista muy brevemente. En cuanto al concepto político

de las Indias, se impone advertir que no estaban conceptuadas como

colonias, sino como reinos, que teóricamente se encontraban en la mayor

igualdad respecto a los españoles. El vínculo de todos ellos era puramente

personal, y residía en la persona física del rey de Castilla, pues ya sabemos

cómo los Reyes Católicos se esforzaron con gran sentido político en

considerar los reinos indianos como vinculados a la corona de Castilla.

En cuanto a la actitud del gobierno español respecto a las Indias,

cabe distinguir dos momentos. El primero abarca los años correspondientes

a la colonización antillana, durante los cuales, a pesar de algunos esfuerzos

loables como el de Cisneros, se pone en práctica un criterio de extremado

aprovechamiento económico, relativamente parecido a lo que actualmente

se llama colonialismo. La experiencia demostró ser desastrosa, pues

condujo a un rapidísimo agotamiento de la población indígena, que

desapareció en pocos años.

Una modificación muy clara se advierte desde la conquista de

Méjico. Desde ahora no hace sino avanzar el punto de vista más liberal en

lo referente al problema de los indios, y se realiza un esfuerzo espléndido

para reproducir en aquellas tierras las condiciones de vida en la propia

España. El título de Nueva España dado a Méjico por Cortés convendría

perfectamente al resto de la obra española en Indias. Se procura erigir una

estructura social y política fundamentada en normas jurídicas, teniendo en

cuenta sobre todo la convivencia entre los dos grandes estratos humanos de

Page 171: Cronistas de Indias

   168   

   

aquellas tierras. Nuestros tratadistas clásicos se refieren a esta peculiaridad

de las Indias con las expresivas frases de la república de indios y la

república de españoles (es la división que los españoles hicieron de la

sociedad en Indias, cada una con sus derechos y sus obligaciones. La

separación entre ambas era más teórica que real, como prueba el proceso

de mestizaje que tuvo lugar en todo momento. Los africanos que habían

venido como esclavos o sirvientes ocupaban una posición ambigua entre

las dos. La república de españoles representaba el poder y la nueva

religión, pero a su vez dependía en gran medida de los indios y de la

organización de estos. Aunque la corona reconoció a los indios como

súbditos del Rey, “libres e iguales a los españoles”, y no como extranjeros

o enemigos como ocurría en otras colonizaciones, desde el principio se

trató de separarlos como dos comunidades aisladas). Como se ve, el

concepto de colonia no aparece nunca, ni en teoría ni en la práctica.

División territorial. –

Esta quedó constituida durante la mayor parte de la dominación

española en dos grandes virreinatos, el de Nueva España y el del Perú. El

primero comprendía cuatro Audiencias: La Española, Méjico, Nueva

Galicia y Guatemala. Dentro de estas audiencias se distinguían 18

gobernaciones territoriales. El virreinato del Perú se dividía en cinco

audiencias, Panamá, Nueva Granada, que durante el siglo XVIII ascendió a

virreinato, Quito, Lima y Charcas (parece ser que más tarde se añadirían

al virreinato del Perú las audiencias de Chile, Buenos Aires y Cuzco. En

alguna fuente se cita la de Nueva Granada como de Santa Fe de Bogotá).

Se subdividían además en diez gobiernos territoriales. Durante el siglo

XVIII Buenos Aires se convirtió en un nuevo virreinato, el del Río de la

Plata.

Page 172: Cronistas de Indias

   169   

   

La autoridad suprema radicaba en el virrey, representante personal

del monarca español, que solía elegir para estos cargos a nobles de alta

alcurnia. En realidad la autoridad del virrey quedaba contrapesada por la de

la Audiencia, ante la cual era posible recurrir contra la actuación del virrey.

En caso de fallecimiento del virrey se hacía cargo de las funciones de

gobierno temporalmente la Audiencia con su presidente. Otra limitación

muy efectiva del poder del virrey y de los demás gobernantes era el juicio

de residencia, que se hacía a todos los funcionarios cuando expiraba su

mandato. Las audiencias tenían teóricamente una función de gobierno

además de su misión judicial, aunque en realidad esta función correspondía

solo al presidente, mientras que la audiencia propiamente dicha solo

actuaba como cuerpo consultivo en ciertas ocasiones.

En aquellos lugares en que, por sus especiales circunstancias, el

aspecto militar alcanzaba primordial relieve, ejercían el mando

gobernadores y capitanes generales, por lo común hombres de formación

militar, aunque asesorados por juristas en los asuntos de importancia civil.

El Consejo de Indias. –

El sistema español de gobierno estaba basado en realidad sobre el

sistema de los consejos. Estos eran organismos colegiados a cargo de los

cuales corría la solución de casi todos los asuntos que se presentaban

dentro de una especialidad determinada. Todos los consejos derivaban del

primitivo Consejo Real que siempre sirvió de asesoramiento a los reyes de

Castilla, herederos en esto de una antigua tradición germánica. Los

consejos se multiplicaron durante el reinado de los Reyes Católicos y el de

Carlos V (Consejo de Castilla, de la Inquisición, de Hacienda, etc.). El

sistema logró su mayor eficacia bajo Felipe II, que le dio su forma

Page 173: Cronistas de Indias

   170   

   

definitiva, respetada supersticiosamente por los demás monarcas de la Casa

de Austria.

Los consejeros eran por lo común personas maduras y de gran

experiencia y conocimiento previo de los asuntos que habían de manejar.

Como la sustitución de los consejeros no se verificaba nunca de una vez, el

organismo se aprovechaba así de una tradición eficaz para resolver los

asuntos. El Consejo carecía en realidad de atribuciones propias, se limitaba

a estudiar los asuntos y a recomendar al Rey las soluciones más apropiadas,

si bien en la práctica el Rey las aceptaba y las convertía en medidas de

gobierno.

Desde la época misma del descubrimiento existieron en la Corte

personas a las que de preferencia solían encomendárseles los asuntos de

Indias. Entre estos personajes fue el más importante, con mucho, el obispo

Juan Rodríguez de Fonseca, dueño de todos los resortes del poder durante

muchos años (Este personaje estuvo muy duramente enfrentado con Colón,

quien intentó incluso, sin lograrlo, que Fonseca fuera destituido, y en

cambio creó una fuerte hostilidad contra la familia Colón, quien, como es

sabido, llegó a ser encarcelado por no cumplir las órdenes de los Reyes

Católicos acerca del respeto a los indígenas, aunque fue perdonado por los

Reyes. Fonseca fue el impulsor de la creación de la Casa de Contratación,

de que se habla más adelante). Entre 1518 y 1520 se procede a la

constitución del Consejo de Indias (hemos comprobado que la cédula real

que lo creó como parte del Consejo de Castilla es de 1519, pero en 1524 se

organizó ya con carácter independiente), que necesitó varias veces ser

reorganizado y visitado por orden real, la primera vez desde 1534 a 1542, y

la segunda ya en tiempos de Felipe II.

El Consejo de Indias estaba compuesto por un presidente, un

canciller, ocho consejeros, un fiscal y dos secretarios (esta composición fue

Page 174: Cronistas de Indias

   171   

   

en realidad variable). Para cumplir debidamente con sus fines mantenía

también algunos cargos de carácter técnico: un Cronista Mayor, un

Cosmógrafo Mayor, y un profesor de matemáticas (El cronista mayor,

existente desde 1571, tenía la misión de escribir la historia oficial de las

Indias. El primero fue Juan López de Velasco, citado más adelante, autor

de la Geografía y Descripción Universal de las Indias, primer estudio de

conjunto de aquellas tierras, hecho a partir de informaciones de primera

mano enviadas por las autoridades indianas). El Consejo se rigió por

varias ordenanzas, de las que la más importante es la de 1571. También se

dieron nuevas ordenanzas en 1636.

La Casa de la Contratación. –

Al adquirir cierta importancia y volumen el comercio con las Indias,

se siguió el modelo establecido por la corona de Portugal, que canalizaba a

través de un organismo estatal el tráfico con las nuevas tierras (Casa da

India). La Casa de Contratación se estableció a principios del siglo XVI y

realizó una labor muy activa, sobre todo durante sus atribuciones fueron

tomando un carácter muy técnico, sobre todo en lo concerniente a la

preparación de barcos y armadas (preparación de personal, artillado de

buques, etc.), y también como tribunal de comercio y organismo fiscal para

encargarse del traslado del oro y de la plata (custodia de fondos de

particulares, bienes de difuntos, etc.). La Casa de Contratación radicaba en

Sevilla durante la gran época de los siglos XVI y XVII (A partir de su

creación en 1543, el “Consulado o Universidad de Mercaderes” (llamada

también “Casa Lonja”) supuso la transferencia de algunas funciones de

arbitraje o mediadoras, que no cubría la Casa de Contratación ni la

propia Corona, al ámbito de un gremio privado. Para su sede se construyó

el edificio del actual Archivo de Indias en Sevilla, sobre planos de Juan de

Herrera).

Page 175: Cronistas de Indias

   172   

   

Los ataques de piratas ingleses y franceses primero, y más tarde

holandeses, motivaron que el tráfico con Indias se organizara a base de un

sistema de convoyes, que hacían el viaje en épocas fijas y facilitaban la

defensa, medida esta de enorme trascendencia pues indicaba ya una

disposición psicológica meramente defensiva. Ya desde 1522 se dieron

órdenes para que los buques que marchaban a Indias estuviesen

debidamente artillados, pero hasta 1561 no se hizo obligatorio y exclusivo

el sistema de flotas. Teóricamente la flota debía partir de Sanlúcar el día 1

de abril. Su armamento se verificaba en Sevilla bajo la inspección de la

Casa de Contratación. La ruta oceánica incluía una escala en las Canarias,

donde se ultimaban los preparativos. Al llegar a las Antillas se dislocaba en

dos grupos, la flota de Nueva España, que rendía viaje en San Juan de

Ulúa, y la flota de tierra firme, que anclaba en Cartagena de Indias y en

Portobelo, y que en realidad se destinaba a asegurar las comunicaciones

con el virreinato del Perú, pues las mercancías eran transbordadas a la costa

del Pacífico y de allí marchaban por mar al Callao (puerto de Lima) y a los

puertos intermedios. Las ferias, que se celebraban en los puertos en época

de llegada y salida de flotas, hacían subir enormemente la cifra de la

población de estos lugares. La comunicación con las Indias para asuntos de

urgencia se hacía mediante barcos muy rápidos llamados navíos de aviso

(el concepto de “navío de aviso” o simplemente “aviso” es general y no

está limitado al tráfico con Indias. Era un barco rápido de las marinas de

guerra de muchos países empleado hasta el siglo XIX como buque auxiliar,

de enlace o para transmitir órdenes).

La población. –

Hasta la conquista de Méjico no es excesivamente elevado el número

de españoles que pasaron a Indias, pero a partir de las grandes conquistas

en el continente se dio una auténtica riada humana. Azorín creía que este

Page 176: Cronistas de Indias

   173   

   

trasvase de energías humanas constituyó una causa de decadencia para la

península, punto de vista discutible pero no exento de cierta justificación

(algunos autores han estimado en un total de 85.000 los españoles que

pasaron a América entre 1506 y 1560, y hasta 480.000 hasta 1700, con un

10 % de mujeres en los primeros años y hasta un 23 % después. Algún

autor habla de 5013 mujeres registradas solo entre 1560 y 1579).

La población española en América (conviene aclarar que el nombre

de América, que como se sabe procede del de Américo Vespucio, que fue el

primer europeo que propuso que se trataba de un continente nuevo distinto

de Asia, parece ser que lo utilizó por primera vez un geógrafo flamenco en

1538, mientras que para España eran los “reinos castellanos de Indias”)

era muy heterogénea. Cervantes se refiere a cómo muchas personas

fracasadas e inmorales se refugiaban en las Indias. Sin embargo el español

que pasaba a ellas lo hacía con miras a prosperar y a convertirse en

miembro de una especie de aristocracia territorial. Los conquistadores

fueron los más beneficiados, gracias a los repartimientos de indios, de

tierras y de solares. Sin embargo la Corona los miraba con cierta

prevención por razón de sus deseos de constituir una aristocracia feudal.

Por eso los altos cargos del gobierno y de la milicia rara vez recaían sobre

ellos, y motivaban una permanente riada de funcionarios españoles que

habían de servir los cargos de gobierno. En tiempos muy tempranos

comenzaron a tomarse precauciones para que no fuesen a Indias

descendientes de penitenciados por el Santo Oficio, ni tampoco extranjeros,

gitanos, ni gente maleante. En tiempos de Felipe II se adoptaron medidas

muy restrictivas para evitar complicaciones de carácter religioso y político.

Una disposición de importancia muy especial era la que prohibía el paso a

Indias de mujeres solteras. Para marchar a Indias se necesitaba una

autorización destinada a justificar los motivos, y se llevaba un registro que

Page 177: Cronistas de Indias

   174   

   

tiene hoy una importancia excepcional para los historiadores (pese a todo

ello se estima que la emigración ilegal fue probablemente incluso mayor

que la legal).

La escasez de mujeres españolas motivó un fenómeno cultural

importantísimo, que fue el mestizaje. Ya Fernando el Católico autorizó en

1514 el matrimonio legítimo con mujeres indígenas. El mestizaje se

complicó con la presencia de elementos étnicos muy diversos, sobre todo

los negros. De ahí se desarrolló una complicada terminología para designar

tan complicadas mezclas (mestizos, zambos, cuarterones, tornatrás,

tentenelaire). Como se sabe, casi todos los conquistadores tuvieron

descendencia mestiza que llegó en ocasiones a heredarles legalmente. El

mestizaje es una característica esencial de la colonización española, y ha

señalado uno de los rasgos esenciales de la vida en estas regiones hasta la

fecha actual.

Según el cosmógrafo Juan López de Velasco, que realizó un estudio

sobre las Indias en 1571 y 1574 (Geografía y Descripción Universal de las

Indias), existían en ellas más de 200 ciudades y villas regidas por

españoles. Los cargos municipales eran desempeñados con frecuencia por

el elemento criollo; otro rasgo importante de la vida municipal en Indias

fue la práctica del llamado Cabildo Abierto (reunión abierta de los

vecinos de la población en situaciones especiales, por contraposición al

“cabildo”, concejo o ayuntamiento), en época en que no se practicaba ya

en España; esta costumbre adquirió especial importancia en relación con

los años de la independencia.

La fundación de ciudades estaba sujeta a normas muy estrictas. En

las capitulaciones solía pactarse el número de ciudades y de villas cuya

fundación autorizaba la Corona. El ceremonial de la fundación implicaba la

asistencia de los vecinos y futuras autoridades a la erección del rollo, que

Page 178: Cronistas de Indias

   175   

   

simbolizaba la justicia (y autoridad) real (el rollo era la columna de piedra,

generalmente rematada con una cruz, que en la Baja Edad Media

representaba la categoría administrativa del lugar, indicando si se trataba

de un señorío real, concejil, eclesiástico o monástico, y era el primer acto

de fundación de una ciudad. También se usaba como las picotas), y la

lectura de las correspondientes actas de fundación. En el año 1523 y en

1575 se dieron normas especiales acerca de las condiciones materiales de la

fundación: se habrían de buscar sitios sanos, donde hubiera abundancia de

alimentos, fáciles de defender y con buenas vías de acceso. El elemento

básico de la ciudad era la plaza, gran cuadrilátero, uno de cuyos frentes lo

cerraba el gran solar que después ocuparía la catedral; los otros lados eran

ocupados por los edificios públicos (palacio de los virreyes o gobernadores,

audiencia, cajas reales, municipio, etc.); se aconsejaba que estuviera todo

porticado, y de la plaza habrían de partir al menos cuatro calles, a lo largo

de las cuales se disponían los solares de las manzanas o islas, que se

repartían gratuitamente a los conquistadores y primeros pobladores. Este

sistema urbano constituye todavía hoy la fisonomía normal de las ciudades

de Hispanoamérica.

Los indios vivían a menudo en pueblos llamados reducciones, en

cuyo territorio solo se permitía vivir al corregidor y a los doctrineros

españoles, idea nacida del deseo de preservar al indígena de todo contacto

perjudicial con los europeos; si bien a veces, se convirtió en fuente de

abusos, especialmente por la facultad del corregidor de procurar

abastecimiento a la población. El criterio de la Corona fue el de extinguir

poco a poco las encomiendas de indios a particulares, autorizando solo su

permanencia por dos o tres vidas, ya que se vio que no se podía terminar de

una vez con el sistema de repartimientos. Sin embargo tanto en Méjico

como en Perú fue necesario implantar un sistema para obligar a los indios a

Page 179: Cronistas de Indias

   176   

   

trabajar obligatoriamente durante un periodo determinado de tiempo en

trabajos que se consideraban de utilidad común, especialmente en el

laboreo de las minas. Este sistema se designó con la palabra mita, y

afectaba por turno a un reducido porcentaje de indios (1,7 % en el Perú y

un 4 % en Méjico). A menudo se ha fustigado el sistema de la mita, pero

existen testimonios de que los mitayos no trabajaban en circunstancias

inferiores a las del minero europeo de aquella época, pues incluso recibían

un salario por su trabajo; la designación de los mitayos corría a cargo de los

caciques indígenas (ciertamente en términos actuales no se puede decir que

aquel sistema fuera muy justo. El beneficio lo recibía el encomendero con

la obligación a cambio de catequizar a los que le habían sido

encomendados. El servicio así forzado causaba mucho daño a la población

y muchas víctimas, en especial en las minas. A partir de esto se generalizó

el empleo de esclavos negros).

En las Indias existieron también negros esclavos importados de

África, cuyo empleo sistemático aconsejaba el padre Las Casas para

sustituir la mano de obra indígena, idea entonces normal y aceptada en

todas partes (ya se ha comentado al hablar de Las Casas acerca de

opiniones que creen que Las Casas no apoyó tal uso de esclavos negros.

En su última obra “De Thesauris”, de 1563, explica y trata de corregir su

error: "Yo creía que los negros eran más resistentes que los indios, que yo

veía morir por las calles, y pretendía evitar con un sufrimiento menor otro

más grande"... Su proyecto había sido "un error y una culpa imperdonable,

que era contra toda ley y toda fe, que era en verdad cosa merecedora de

gran condenación el cazar a los negros en las costas de Guinea como si

fueran animales salvajes, meterlos en los barcos, transportarlos a las

Indias Occidentales y tratarlos allí como se hacía todos los días y a cada

momento"). En 1516 Cisneros prohibió el envío a Indias de nuevos

Page 180: Cronistas de Indias

   177   

   

contingentes de negros, pero lo hizo llevado solo por razones de seguridad

política. La introducción de negros no se generalizó hasta 1531, en que se

reglamentó el comercio de esclavos, que dio origen a contratos especiales

con los llamados asentistas de negros. La población negra no llegó a

adquirir un número importante más que en la zona de las Antillas. En

Méjico y Perú solo se empleaba a los negros para el servicio doméstico de

casas ricas.

El intercambio de plantas. –

En las Indias eran desconocidos todos los cereales con la sola

excepción del maíz (que no es fácilmente panificable). Por eso fue

necesario introducir rápidamente multitud de cultivos. El trigo empezó a

producirse fácilmente en la Nueva España y en algunos valles andinos del

Perú. Las primeras expediciones solían llevar consigo semillas y plantones

de árboles frutales. En Perú la primera espiga de trigo fue conseguida en

una maceta por Inés Muñoz, esposa de un conquistador (fue la esposa de

Francisco Martín de Alcántara, hombre de confianza y medio hermano de

Francisco Pizarro, que murió defendiéndolo cuando sufrió el ataque de los

partidarios de Almagro que acabó con su vida. Ella se ocupó de que el

cadáver de Pizarro se enterrara debidamente y de los hijos de este hasta

que fueron trasladados a España. A ella se le atribuye la primera

preparación de pan. Según otros autores, es a María Escobar, viuda de

Francisco de Chaves (que también murió junto a Pizarro) y esposa después

de Pedro Portocarrero, a quien se atribuye la introducción de unos kilos

de trigo para repartirlo con sus familiares, y a Beatriz de Salcedo, mujer

del veedor García de Salcedo (antes de eso era su esclava morisca, y le dio

libertad al llegar a América, casándose con ella más tarde), la siembra de

unos granos en su casa).

Page 181: Cronistas de Indias

   178   

   

Durante los primeros años, todos los frutos españoles eran objeto de

enorme aprecio; el inca Garcilaso nos cuenta cómo su padre convidó a

comer a varios amigos para compartir con ellos los tres primeros

espárragos que, tras varios intentos, había logrado cultivar en el Perú. La

vid se introdujo con éxito en los valles interandinos del Perú y en Chile, y

las primeras cosechas de uva se vendieron casi al peso de oro. Bernal Díaz

del Castillo fue el primero en sembrar semillas de naranja con pleno éxito

(el propio Bernal Díaz lo relata en su crónica). También se introdujo la

caña de azúcar, llamada a convertirse en la base económica de las Antillas.

También el olivo se aclimató, aunque en escasas proporciones, en regiones

de clima mediterráneo.

Pero también de las Indias se importaron multitud de plantas y

cultivos útiles, en primer término el maíz. Las Indias suministraron un gran

número de productos agrícolas para la exportación, sobre todo las maderas

tintóreas (palo de Campeche) (que fue tan estimado por los españoles que

llegó a producir ambiciones y enfrentamientos, adquiriendo fama

internacional con ese nombre), algodón, hierba mate, y sobre todo el cacao,

cuyo consumo llegó a hacerse indispensable para la mayoría de los

españoles. Lo mismo ocurrió con el tabaco. Es lástima que la introducción

del cafeto no se realizara hasta época muy tardía, pues como sabemos su

uso no se divulgó hasta muy entrado el siglo XVIII (aquí el texto original

resulta equívoco, pues da la impresión de que lo supone oriundo de

América. Parece ser que el café se conocía en África desde al menos el

siglo XIII, y fue introducido en Europa en el siglo XVII, quizás por

traficantes venecianos. Según algunas opiniones fue introducido en

América por franceses en las Antillas).

Capítulo aparte merecen las plantas medicinales, tan numerosas que

el médico sevillano Nicolás Monardes (médico y botánico sevillano del

Page 182: Cronistas de Indias

   179   

   

siglo XVI) dedicó todo un libro a describirlas. Las más importantes eran el

guayaco o palosanto de las Indias y sobre todo la quina, la primera droga

milagrosa conocida por la humanidad, y que ha permitido al hombre blanco

la colonización de todas las regiones ecuatoriales; era conocida de los

indios peruanos, quienes guardaban celosamente el secreto, hasta que un

poético azar lo reveló a la condesa de Chinchón, esposa de un virrey del

Perú ( pudo ser doña Ana de Osorio o doña Francisca de Rivera, esposas

primera y segunda del virrey del Perú Don Luis Jerónimo Fernández de

Cabrera y Bobadilla. Esta conexión de la condesa con la quina es más bien

legendaria y hay distintas opiniones. De todas formas al árbol de cuya

corteza procede se le ha llamado Chinchona), que a su regreso introdujo en

Europa el uso de la quinina como febrífugo, por lo cual durante muchos

años se designó con el nombre de polvos de la condesa (también se ha

atribuido a los jesuitas su introducción en Europa, por lo que también se le

conoció como “polvos de los jesuitas”). Otras medicinas entran en mayor o

menor grado en el campo de lo fabuloso, como las piedras bezoares (los

bezoares o bezares son cálculos que se forman en el aparato digestivo de

los animales, y también en humanos. El nombre viene del persa para

“antídoto”, pues se les atribuía en la antigüedad efectos curativos contra

cualquier veneno) y las uñas de la gran bestia. Similar a lo ocurrido con

las plantas, es lo que se advierte en la introducción de ganados, sobre todo

el caballo, la vaca y la oveja. De pocos animales originarios se formaron

inmensos rebaños, sobre todo en la región del Plata, donde se originó con

ellos un comercio de exportación que por entonces se limitaba solo a los

cueros. En los primeros años adquirían altos precios todos los animales

importados de Castilla; se dice que Valdivia pagó 500 pesos de oro por el

primer gato que se llevó a Chile.

Page 183: Cronistas de Indias

   180   

   

Las Leyes Nuevas de Indias. –

Estos trascendentales textos jurídicos fueron promulgados por el

Emperador en Barcelona el 20 de noviembre de 1542. Se caracterizaban

como ya sabemos por convertir en doctrina legal el punto de vista más

extremo a favor de los indios, tal como había venido defendiéndolos desde

hacía muchos años el padre Las Casas. Se condenaba en ellos la

servidumbre personal de los indios en repartimientos y encomiendas, cuyo

aumento se prohibía en adelante, además de condenarse a extinción los ya

existentes.

Las Leyes Nuevas contenían también otras medidas de largo alcance

político, pues se suprimía la Audiencia de Panamá y se creaba el virreinato

del Perú, donde tales medidas requerían más urgente aplicación. Aunque

las guerras civiles del Perú mostraron la imposibilidad de aplicarlas

extensamente, los nobles principios jurídicos y morales que las inspiraron

continuaron ejerciendo saludable influjo durante mucho tiempo.

No menos interesantes son otros aspectos de la labor jurídica

referente a las Indias. El caudal de disposiciones legales referentes a ellas

llegó a ser tan abundante que su conocimiento y manejo llegó a

transformarse en un verdadero problema, con el consiguiente

entorpecimiento. Por eso se vio la necesidad de realizar una codificación

que hiciera fácil la consulta de aquella maraña jurídica. Ya a fines del siglo

XVI se realizó un intento por parte de un funcionario llamado Diego de

Encinas, quien recogió los textos principales en un cedulario, que resultó

imperfecto y tuvo escaso éxito (el Consejo de Indias le encargó tal tarea

tras la muerte de Juan de Ovando – no confundir con Nicolás de Ovando,

citado varias veces en este texto - , a quien Felipe II nombró visitador del

Page 184: Cronistas de Indias

   181   

   

Consejo de Indias e inició la labor de recopilación que interrumpió su

muerte en 1575). La labor de recopilar la legislación indiana la realizó por

fin un excelente jurista llamado Antonio de León Pinelo (de ascendencia

judía conversa, su familia emigró a América, donde se crió y estudió,

volviendo a España, donde recibió el encargo del Consejo de Indias de

recopilar las leyes de Indias), quien le dio fin en el año 1634 (años

después, Pinelo llegó a ser nombrado Cronista Mayor de Indias). Sin

embargo la obra no se imprimió hasta después de muchos años, ya durante

el reinado de Carlos II, quien le dio fuerza de ley. La versión impresa no

apareció hasta 1681, puesta al día por otro jurista llamado (Juan de)

Solórzano Pereira. La Recopilación de Indias contiene más de 6.000

leyes, distribuidas en 9 libros, y constituye un auténtico monumento para la

Historia del Derecho.

La enseñanza y la cultura en las Indias. –

Como en otros aspectos, las Indias tendieron también en lo cultural a

reproducir los moldes españoles. Desde época muy temprana vemos cómo

se fundan centros de enseñanza que aseguran una especie de autonomía

cultural. La fundación de tales centros adquiere especial importancia a

partir de la conquista de Méjico. Ya en 1533 fundó allí un colegio de

estudios humanísticos el franciscano Pedro de Gante (Pieter van der

Moere o Pedro de Mura dedicó su vida a la enseñanza de los indios de

México, y algunos lo han llamado “el primer maestro de América”. Se dice

que rechazó el nombramiento como arzobispo de México), pariente lejano

de Carlos V (se cree que era hijo de Maximiliano I de Habsburgo, y por

tanto hermano de Felipe el Hermoso). Importantísima es la labor cultural

del primer arzobispo de Méjico, fray Juan de Zumárraga, que en 1536

fundó otro colegio de estudios superiores en Tlatelolco. Desde época

temprana se ocuparon de la misma manera en fundar centros de enseñanza

Page 185: Cronistas de Indias

   182   

   

los principales prelados, entre los que abundaban personas de ideas

originales y de gran cultura, como el obispo de Michoacán, Don Vasco de

Quiroga. Abundaban las instituciones para la instrucción de indígenas,

sobre todo cierto tipo de colegios para hijos de caciques, y otros en los que

se enseñaban artes y oficios europeos, en los que los indios destacaron muy

pronto y realizaron técnicas propias. Los indios de Méjico se revelaron

sobre todo como excelentes músicos, por lo cual sus catedrales estuvieron

dotadas con capillas musicales comparables a las mejores de Europa.

En fecha muy temprana se procedió también a fundar universidades.

En Méjico se realizó la fundación en 1551, con rentas ofrecidas en parte

por el arzobispo, aunque la Corona contribuía también con mil pesos de

oro. Teóricamente disfrutaba de los mismos privilegios académicos que la

universidad de Salamanca, aunque como es lógico no llegara nunca a

alcanzar el esplendor de esta (llegó a gozar de los títulos de “Real y

Pontificia”). Entre sus particularidades estaba la de disponer de cátedras de

lenguas indígenas.

Muy poco tiempo después, en 1555, se fundó la universidad de Lima

bajo la advocación de San Marcos, organizada de una manera similar a la

de Méjico. En 1598 se fundó otra universidad en el Cuzco, y en Nueva

Granada en 1629.

A partir del tercer cuarto de siglo, comenzó la actuación en Indias de

la Compañía de Jesús, que fundó numerosos centros de enseñanza de

organización eficaz y moderna, y que, por ello, tuvieron gran éxito.

La imprenta. –

Tan importante elemento difusor de cultura existió en Indias casi

desde los primeros años de la conquista. En Méjico reclamaba ya, en 1534,

Page 186: Cronistas de Indias

   183   

   

el obispo Zumárraga que se estableciera una imprenta , y es indudable que

esta funcionaba ya en 1534, regentada por impresores sevillanos (aquí

conviene hacer una corrección y algunas puntualizaciones. El obispo

Zumárraga estuvo a su vez apoyado en su petición por el virrey Antonio de

Mendoza, pero la primera imprenta no se estableció hasta 1539, según

diversas fuentes consultadas. La estableció Juan Pablos de Bresca, o

Giovanni Paoli, nacido en Brescia, trabajando bajo contrato con el

impresor alemán Juan Cromberger, radicado en Sevilla. Solo después de

morir Cromberger apareció el nombre de Pablos en las publicaciones

editadas allí, quien trajo de España entonces a más personal para el taller.

Como antes Cromberger, obtuvo la exclusiva de la impresión en México).

La producción bibliográfica de las primitivas imprentas americanas no

suele ser de excesiva calidad tipográfica. En cambio son muy abundantes.

La mayoría de las obras impresas en América son libros relacionados con

la evangelización: catecismos en español o en lengua indígena y, sobre

todo, artes, es decir, gramáticas para facilitar a los predicadores el

aprendizaje de las lenguas indígenas. La impresión de libros profanos

estaba prohibida para evitar que los indios pudieran aprender en ellos malos

ejemplos. Incluso se prohibía también que estos libros se trajeran de la

península, pero lo cierto es que pasaban a Indias toda suerte de impresos, y

que las obras profanas que obtenían éxito en la península eran conocidas en

América a los pocos meses. En Lima la imprenta se introdujo en

condiciones similares a las de Méjico en 1584 (parece ser que esta fecha es

solo aproximada. Se cree que fueron los jesuitas los que la impulsaron,

encargando al impresor turinés Antonio Ricciardi – castellanizado Ricardo

– de su dirección).

Peculiaridad de la imprenta americana es la temprana aparición de

las hojas con noticias europeas, impresas por lo común a los pocos días de

Page 187: Cronistas de Indias

   184   

   

la llegada de las flotas. De esta manera el periodismo surgió con precocidad

y con fuerza. Durante el siglo XVIII se activó la publicación de periódicos

en los principales territorios, en forma que contribuyeron a la creación de

un estado de ánimo favorable a la independencia.

La lengua española. –

El castellano se expansiona de un modo insospechado con la

conquista de los reinos de Indias. De esta manera la lengua española se

vuelve ecuménica y se transforma en una de las más importantes del

mundo en cuanto a extensión geográfica y número de hablantes. El español

hispanoamericano conserva hoy rasgos peculiares, que reflejan en cierto

modo el estado de la lengua española vulgarmente hablada durante el siglo

XVI, que por ser algo arcaizante refleja muchas características del español

preclásico, medieval, del siglo XV. Los especialistas discuten si en la

formación del español hispanoamericano influyó la procedencia geográfica

de los conquistadores. La teoría clásica afirma que, por ser estos en su

mayoría de origen andaluz y extremeño, el hispanoamericano quedó

definitivamente caracterizado por el dialectalismo de estas regiones. En

efecto, los dos caracteres más visibles del habla hispanoamericana actual

son el seseo y el yeísmo, coincidentes ambos con la pronunciación

andaluza; de esta manera, cualquier español de hoy puede confundir a un

hispanoamericano con un andaluz, pero no con un catalán o un gallego. Sin

embargo los estudios realizados por lingüistas como Amado Alonso y

Max Leopold Wagner no han confirmado esta teoría clásica. Sin embargo,

de nuevo se señalan hoy esfuerzos críticos de última hora que conceden

nueva validez a la teoría andaluza (aquí parece notarse el tiempo

transcurrido desde que se escribió este texto original en que se basa el

presentado aquí. Actualmente las teorías de Wagner están discutidas,

principalmente contradiciendo la uniformidad que aquel autor suponía

Page 188: Cronistas de Indias

   185   

   

para el español hispanoamericano, al que negaba diversidad y

originalidad. El mismo Amado Alonso parece ser que criticó esas teorías

de Wagner. De hecho, la teoría de que el lenguaje vulgar y popular es el

origen del actual español americano no se sostiene si se tiene en cuenta

que muchos de los conquistadores eran personas instruidas, jóvenes nobles

aventureros, hidalgos sin fortuna, funcionarios reales, monjes y clérigos,

etc., y no eran frecuentes campesinos rústicos ni artesanos analfabetos).

Es curioso que el español no llegara a extinguir las grandes lenguas

indígenas. En algún caso, como ocurrió con el quechua, los españoles

favorecieron la difusión de una lengua indígena común para impedir las

dificultades del tremendo fraccionamiento lingüístico indígena. El contacto

con las lenguas indígenas no ha dejado de influir en las características del

español hispanoamericano, e incluso en el peninsular. Así lo comprobamos,

sobre todo en el vocabulario, donde gran número de productos específicos

de las Indias conservan sus nombres indígenas. Desde los primeros años

del descubrimiento está atestiguado el uso de la palabra arahuaca “canoa”.

Otras palabras de origen indígena son las que designan el tabaco, hamaca,

cacao, coca, quina, mita, cacique, etc.

Influjos más profundos son los fenómenos producidos por el sustrato

lingüístico indígena. La presencia de “ll” en el español de Chile se ha

atribuido a la presencia de dicho fonema en la lengua araucana. En el habla

vulgar de algunas regiones andinas se producen las más extrañas

perturbaciones fonéticas debidas a la inexistencia de la “f” en el quechua.

Sin embargo, el aspecto en que más ha podido influir el sustrato indígena

es el de la entonación, que varía según las áreas geográficas: rápida e

incisiva en los mejicanos, lentísima y dulzona en el área antillana, con

grandes inflexiones y relajación en el Plata, etc.

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   186   

   

TEMA XII: LA CONQUISTA DE AMÉRICA EN LA LITERATURA ESPAÑOLA

La vida literaria en Indias. –

Pronto presenciaron las tierras recién conquistadas un notable

florecimiento literario, aunque a decir verdad no abundó en América la

producción de obras de primera fila. En 1538 se celebraron en Méjico unas

justas poéticas y concurrieron a ellas cerca de 300 poetas. Cervantes de

Salazar nos ha dejado también animadas pinturas del alto ambiente

cultural de Méjico (ya se ha citado antes que este escritor dejó una

“Crónica de la Nueva España” de gran valor desde el punto de vista

antropológico). En el campo de la poesía lírica encontramos como temas

más frecuentes los de carácter áulico, es decir los destinados a ensalzar

poéticamente acontecimientos de carácter oficial (nacimiento de príncipes,

muerte de reyes, bienvenidas a los virreyes, etc.). Por lo común tales

acontecimientos originaban certámenes y justas poéticas. Con el progresivo

arraigo del arte barroco aumentó la producción de poesía de este género. En

el siglo XVII era frecuente la erección de arcos triunfales llenos de versos y

de figuras alegóricas que constituían un verdadero alarde de erudición

literaria. Es significativa la ausencia casi total de un romancero

específicamente americano. Probablemente la conquista americana no fue

sentida como empresa de suficiente empuje épico; cabe pensar si la

continua revisión de la justicia de la conquista por parte de los españoles no

habrá sido causa parcial de esta ausencia casi completa de América en el

romancero.

La vida literaria transcurría a menudo en el seno de academias

poéticas, reuniones de personas cultas en las que se hablaba de temas

literarios, normalmente bajo la presidencia de algún prócer, y donde cada

Page 190: Cronistas de Indias

   187   

   

concurrente había de presentar a plazo fijo alguna obra original. Estas

academias, que en realidad no eran más que tertulias de aficionados,

proliferaron sobre todo en Lima, donde algunas llegaron a alcanzar fama y

auténtica importancia, como la Academia Antártica. La vida universitaria

también daba origen a fiestas poéticas en las que se presentaban obras

castellanas o latinas, por lo común en honor de algún santo o con motivo de

alguna festividad religiosa.

Conviene tener en cuenta la doble corriente de poetas que marchan a

Indias y de poetas nacidos en Indias que vienen a España. En el caso

primero, tenemos a Gutierre de Cetina, que marcha a Méjico (donde

muere trágicamente) (parece ser que este sevillano murió a consecuencia

de las heridas sufridas en un lance amoroso) y forma allí algunos

discípulos, siendo el más importante Francisco de Terrazas. También

vivió en Méjico algún tiempo el dramaturgo Juan de la Cueva (cuya

carrera como dramaturgo parece ser que empezó tras su regreso a

España). En el caso de Lima hay que tomar en cuenta a Ercilla, aunque su

actividad literaria parece haber sido escasa durante la época en que estuvo

en Chile de soldado.

En cuanto a poetas nacidos en Indias que realizan su obra en España,

el caso más importante es el de Juan Ruiz de Alarcón, nacido en Méjico.

Algunos críticos se han planteado el problema de buscar en él la

peculiaridad literaria inducida por su origen criollo, la cual es, a decir

verdad, muy escasa. Apenas si se ha podido señalar más que su afición a

sacar en su escena el tipo del perulero o indiano enriquecido y su timidez

personal, reflejo quizás lejanamente debido a ese origen criollo.

Una faceta de interés para el perfil de la vida literaria americana es el

teatro, al que existió una afición no menos intensa que en la península. Las

obras principales del teatro español fueron representadísimas en toda

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   188   

   

América, especialmente en Méjico y en Lima, donde existieron compañías

y corrales de comedias que en nada envidiaban a los de la península. Sin

embargo, el teatro de origen específicamente indiano es muy pobre. Solo

merece la pena mencionar a Fernán González de Eslava (en realidad

tampoco este escritor puede considerarse de origen indiano, ya que parece

ser que nació en Toledo y cuando pasó a Indias tenía ya más de 20 años),

quien publicó en 1610 sus Coloquios Espirituales, que en realidad son

autos o farsas cortas de tema religioso, pero en los que el autor sabe

introducir notas de color local con gran humor y desenfado.

La mujer en la literatura de Indias. –

Es curioso que en el campo de la poesía lírica hayan sido

precisamente las mujeres quienes han señalado la nota de mayor

importancia y originalidad. El caso más notable es el de sor Juana Inés de

la Cruz, que llegó a ser conocida en su tiempo como “la décima musa

mejicana” (se le ha llamado “el Fénix de América”, y se le ha considerado

la mayor figura literaria de la época colonial hispanoamericana.). Vive

entre 1651 y 1695. Su historia intelectual es asombrosa, pues desde su

primera niñez se distingue por un afán desatentado de adquirir toda suerte

de conocimientos. En beneficio del estudio se imponía los más duros

sacrificios, como cortarse el pelo y abstenerse de las golosinas favoritas.

Llegó a pensar seriamente en disfrazarse de varón para concurrir a la

universidad. Cuando era aún una niña fue presentada en la corte del virrey

de Méjico Marqués de Mancera, quien llamó a los hombres más doctos y

a sus tertulios para que la examinaran, prueba de la que salió triunfante la

muchacha. A pesar de que su ingenio, su belleza y la protección de los

virreyes le ofrecían buenas perspectivas matrimoniales, ella las rechazó

todas para poderse dedicar mejor al estudio. Aquí comienza la tragedia de

sor Juana, pues la sociedad de su tiempo carecía por completo de una

Page 192: Cronistas de Indias

   189   

   

posibilidad de vida que permitiera a la mujer el dedicarse de lleno a la vida

intelectual. Como mal menor, probablemente sin demasiada vocación,

profesó en un convento de la capital. Su celda, a la que llamó su

“quitapesares”, se llenó pronto de libros e instrumentos matemáticos, y en

ella se refugiaba durante las horas en que podía aislarse del resto de la

comunidad. Sin embargo era objeto de duras críticas, que llegaron al colmo

cuando sor Juana rebatió en un opúsculo ciertas teorías expuestas en un

sermón por uno de los predicadores más famosos de su tiempo, el padre

Antonio Vieira, en el púlpito de la corte de Portugal. Se admitió la

superioridad de sor Juana, pero se consideraba inmoral e inadmisible que

una simple monja rebatiera a un hombre tan sabio (que la mujer no debía

empeñarse en temas filosóficos fue defendido por el obispo de Puebla,

Manuel Fernández de Santa Cruz, bajo el seudónimo de “sor Filotea de la

Cruz”. Curiosamente sin embargo, el propio obispo fue quien había

instado a sor Juana a escribir su crítica al sermón, con el título de “Carta

Atenagórica”. Parece ser que utilizó a sor Juana en su enfrentamiento con

el obispo de México). Amargada, sor Juana renunció a sus estudios, vendió

sus libros y se dio por completo a la práctica de la caridad durante una

epidemia que azotó Méjico, cuyo contagio la llevó al sepulcro (la razón por

la que abandonó la actividad intelectual para dedicarse a la espiritual no

está clara, y la razón misógina es solo una de las posibilidades. También

se ha especulado sobre una mayor entrega a Cristo a partir de la

renovación de sus votos).

Sor Juana realizó una obra literaria abundante y variada (Se han

atribuido influencias gongorinas y de Calderón de la Barca en su obra).

Desde su celda llevaba una activa vida social, que le planteaba

compromisos constantes para escribir obritas de circunstancias destinadas

sobre todo a fiestas religiosas y a acontecimientos de la corte virreinal. Con

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este mismo fin escribió incluso una buena obra dramática llamada El

Divino Narciso y una comedia que se llamó Los Empeños de una Casa.

Cuenta sor Juana que por su voluntad solo escribió una obra en verso

titulada El Sueño, poema extraño, sumamente fantástico, cuyo tema son las

maravillas de la Creación, que durante un sueño se revelan claramente a su

ansia de conocimiento. El crítico Karl Vossler admira muchísimo este

poema medio fantástico medio filosófico, que parece anunciar ya el Fausto

de Goethe. También es muy interesante la carta en prosa dirigida a sor

Filotea de la Cruz, que narra su historia intelectual (en este texto nombra,

rebatiendo los argumentos del obispo de Puebla escritos bajo tal

seudónimo, a diversas mujeres doctas, como la famosa Hipatia, asesinada

en Alejandría por cristianos, al parecer por instigación del patriarca

Cirilo).

Guardando las distancias, también el Perú produjo una refinada

poetisa, cuyo verdadero nombre no conocemos con certeza, pero que puede

ser una monja llamada María de Alvarado. Conocemos de ella una sola

obra, una bellísima carta en verso donde firma con el nombre poético de

Amarilis y que dirige a Lope de Vega en 1621 para solicitar del poeta su

amistad literaria y que le enviase sus versos para celebrar cierta fiesta

religiosa en su convento (no he encontrado referencias de “María de

Alvarado”, mientras que sí se atribuye a ese sobrenombre la identidad de

María de Rojas y Garay, que se exclaustró, se casó y tuvo hijos. La carta a

Lope de Vega se publicó muy poco antes de la muerte de su autora con el

título de “Epístola a Belardo”).

“La Araucana” de Ercilla. –

Este poema constituye el fruto más logrado que en nuestra literatura

dan los esfuerzos para constituir una poesía épica culta, imitada de los

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grandes poemas de este tipo que durante el Renacimiento surgen en Italia,

sobre todo del Orlando Furioso de Ludovico Ariosto. Estos poemas épicos

del Renacimiento eran extraordinariamente largos y complicados;

contenían infinidad de personajes, cada uno con sus aventuras propias, y se

entrelazan continuamente. Aunque hacen referencia al pasado caballeresco

medieval, y aunque, como en los libros de caballerías, interviene

continuamente el elemento maravilloso (brujerías, encantamientos,

transformaciones, etc.), en realidad se da en ellos una visión humanista y

satírica de los ideales de la Edad Media. Estos poemas se dividen siempre

en cantos, y estos a su vez emplean como estrofa invariable la octava real,

combinación métrica muy sonora de origen italiano, que obliga al poeta a

encerrar dentro de cada una el completo desarrollo de un pensamiento.

En España el poema épico renacentista solo produce una obra, La

Araucana, de Alonso de Ercilla (1533-1594). Pertenecía a una familia de

burócratas artesanos de ascendencia vasca. De niño residió en la Corte, y

muy joven acompañó a Felipe II (como paje del todavía príncipe Felipe) en

su viaje a Flandes y a Inglaterra, en el séquito en que también iba otro gran

poeta, Jorge de Montemayor. Al año siguiente, en 1555, pasó a Indias con

el adelantado Alderete, que marchó a la conquista del reino de Chile (aquí

parece haber algunas inexactitudes, pues Ercilla fue a Chile acompañando

a García Hurtado de Mendoza - hijo del virrey de Perú Andrés Hurtado de

Mendoza - como gobernador de Chile, en sustitución de Alderete, que

había muerto antes de tomar posesión. El lugar ya había sido

conquistado, aunque tuvieron que combatir revueltas de los araucanos).

Ercilla se destacó allí como soldado valeroso; asistió a muchos combates,

fundaciones de ciudades y viajes exploratorios, en los que llegó hasta las

cercanías del estrecho de Magallanes. En 1560 fue recompensado con un

repartimiento, pero en 1563 lo tenemos en Europa viajando por Alemania.

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En 1570 contrajo un ventajoso matrimonio con una señora que llevaba una

dote de 8 millones de maravedíes. En 1571 fue nombrado caballero de

Santiago, y hasta su muerte desempeñó brillantes cargos ceremoniales,

especialmente como acompañante de príncipes extranjeros durante sus

estancias en la Corte. Al mismo tiempo sabemos que no descuidaba sus

finanzas, pues muy a menudo se le encuentra en los documentos actuando

como prestamista. Su gran obra, La Araucana, tiene como tema la

conquista de Chile. Pero en contraste con el despliegue de fantasía que es

característico de la épica culta italiana, este poema narra las incidencias de

la guerra con tal precisión que hace pensar más bien en el espíritu

historicista esencial en nuestra épica de tradición medieval. El mismo

Ercilla cuenta que redactó su obra a base de multitud de apuntes tomados

durante los descansos después del combate, en pedazos de cartas, de cuero

o de cortezas de árbol. Para colmo el primer canto es una descripción

geográfica del reino de Chile. Se imita a los poemas épicos italianos con la

inserción de muchos episodios; pero mientras que en Ariosto estas

digresiones constituían alardes de libertad creadora, una delicia para el

lector, en la Araucana se caracterizan por su aridez y escasa fantasía, como

puede apreciarse en los episodios que contiene el alegato jurídico de Felipe

II para suceder a la corona de Portugal, o en el que relata la verdadera

historia de Dido, en repulsa de la versión dada por Virgilio en la Eneida,

pues según él Dido y Eneas no fueron personajes contemporáneos. En el

poema figuran dos bandos, el de los españoles y el de los araucanos. En el

bando español se describen los hechos de los capitanes más destacados,

como Valdivia, Villagrán, el forzudo Reinoso, y el general don García

Hurtado de Mendoza, que no desempeña un papel demasiado importante,

probablemente porque sus relaciones con Ercilla sabemos que no fueron

muy buenas. Sin embargo se advierte la ausencia de un protagonista

español. En realidad es más interesante el bando araucano, donde aparecen

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los principales caudillos de la insurrección: en primer término Caupolicán,

auténtico protagonista, y en otro plano Rengo, Colocolo, Galvarino,

Lautaro, etc. También son figuras muy conseguidas las de algunas mujeres

indias, como Guacolda, Tegualda y, sobre todo, Fresia, esposa de

Caupolicán y la única que tiene un carácter indígena de cierta

verosimilitud. La admiración generosa con que están descritos estos

enemigos es uno de los mayores atractivos de La Araucana. Es

característico de todo el poema el escasear la nota verdaderamente

americana; paisajes, caracteres y personajes están vistos radicalmente como

europeos y podrían darse en cualquier otro ambiente. El magnífico filón del

paisaje americano permanece casi por completo inédito.

En nuestra época un crítico ha llamado a Ercilla un Garcilaso

frustrado. Lo mismo que el gran poeta toledano pretendía modernizar la

poesía lírica mediante la introducción del tema italianizante, intentó hacer

Ercilla con la épica. Pero este no supo comprender que la esencia de

aquella literatura estaba en lo que tenía de libre juego de la fantasía, de

humor y de espíritu crítico, elementos que para nada aparecen en Ercilla,

quien en el fondo está mucho más cerca de la vieja tradición, ya gastada, de

la épica medieval.

Si no una obra maestra, sí es La Araucana un buen poema, con

fragmentos de calidad muy alta, y ejerció una gran influencia hasta el punto

de suscitar una nube de imitadores. El más destacado fue Pablo de Oña

con su Arauco Domado.

Hernán Cortés en la literatura posterior. –

Es curioso que la figura de Hernán Cortés no haya tenido excesiva

fortuna en cuanto a su repercusión literaria. Sin embargo es de los pocos

conquistadores que dieron origen temático a algunos romances, aunque

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escasos tanto en número como en importancia. Desde el siglo XVI la figura

del conquistador de Méjico fue cantada en varios poemas épicos, aunque

por lo común de muy escasa calidad. Uno de los primeros es el poema de

Gabriel Lasso de la Vega, titulado La Mejicana, escrito alrededor de

1588.

Al siglo XVI pertenece también un poema de la misma clase escrito

por Antonio de Saavedra Guzmán, corregidor de Zacatecas, en Méjico.

Se titula El Peregrino Indiano y Menéndez Pelayo la califica con acierto

en la siguiente frase: “Pocas lecturas conozco más áridas e indigestas”. Sí

tiene sin embargo cierto valor un poema que dedicó a Cortés el poeta

mejicano Francisco de Terrazas, pero que, desgraciadamente, solo ha

llegado hasta nosotros en unos cuantos pequeños fragmentos.

Durante el siglo XVIII se escriben también poemas épicos sobre

Cortés, aunque siguen teniendo poco valor, pues casi todos profesan un

barroquismo retrasado que les da apariencias de obras del siglo anterior.

Tenemos así el titulado La Hernandina, de Francisco Ruiz de León,

escrito hacia 1755. También escribió otro poema similar Juan de

Escóiquiz, el famoso preceptor de Fernando VII. De estos poemas del

XVIII parece el más aceptable el titulado Las Cortesíadas, del jesuita

Juan Cortés Ossorio. Algo más afortunado ha sido Cortés en el campo del

teatro. Lope, que no dejó de tratar ningún tema que interesara a los

españoles de su tiempo, dedicó a Cortés una obra dramática que no se ha

conservado, pero cuyo título era La Conquista de Cortés y el Marqués

del Valle, que algunos críticos consideran como dos comedias. Más

frecuente es la aparición de Cortés en la obra de dramaturgos secundarios

del ciclo de Calderón. Fernando de Zárate escribió una comedia titulada

La Conquista de Méjico, y Gaspar de Ávila otra con el largo título de El

Valeroso Español y Primero de su Casa, Hernán Cortés. El prolífico

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José de Cañizares trató con cierto éxito la figura de Cortés durante sus

últimos años, en una comedia titulada el Pleito de Hernán Cortés con

Pánfilo de Narváez. Agustín Cordero trató un episodio de la conquista en

su Cortés Triunfante en Tlascala. Durante el siglo XVIII y XIX continuó

Cortés con su mala fortuna literaria, y a pesar de que son muchos los títulos

de obras dramáticas relacionadas con su vida casi ninguna merece la pena

de ser mencionada. Sin embargo es curioso cómo Cortés ha sido un tema

preferido en un género algo inesperado, en la ópera. El musicólogo Subirá

ha catalogado casi dos docenas de óperas de tema cortesiano. Entre ellas

hay algunas de fuerte interés musical, como el Montezuma (aunque citada

así en varias fuentes, recientemente se ha visto que el nombre original en

los manuscritos del autor era “Motezuma”) escrito en 1733 por el gran

músico veneciano Antonio Vivaldi. El famoso Paisiello escribió otro

Motezuma, y ya en el siglo XIX estrenó el músico Spontini un Fernand

Cortez, que alcanzó cierta popularidad.

El tema de Cortés resultó interesante también en la literatura

extranjera (donde casi siempre lo llaman Cortez). Es curioso que mientras

que la figura de los conquistadores se presenta casi siempre como odiosa, la

de Cortés ha tenido mejor fortuna y aparece por lo común adornada de

valentía y caballerosidad. Citaremos una obra titulada La Conquista de

Méjico escrita por el dramaturgo inglés de XVII Dryden.

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APÉNDICES

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A esa tierra la llamó Florida

Fernando Pajares (de El País Semanal, 31 de marzo de 2013) ¿Sabía que la bandera de España ha ondeado en el territorio que hoy es Estados Unidos durante 308 años frente a los 237 de la enseña de las barras y estrellas? Los tres siglos de presencia española en Norteamérica fueron una aventura tan extraordinaria como desconocida. Centrémonos, obviando Canadá y México, en la tierra que hoy ocupa EE UU. La historia europea del hoy país más poderoso del mundo empezó cuando Juan Ponce de León llegó el 27 de marzo de 1513, hace 500 años, a las costas de una península que llamó Florida por la frescura de su vegetación y porque, como hoy, era Domingo de Resurrección, Día de la Pascua Florida. Ponce fue el descubridor oficial de Florida, pero hoy sabemos que cuando él y sus hombres pisaron tierra, después de ser recibidos a flechazo limpio por los indios, encontraron al menos a uno de ellos que chapurreaba el español. Se cree que hubo una partida de españoles que recorrió aquella tierra (¿1499?) en busca de esclavos. Repasemos la vida y milagros de Ponce antes de acercarnos a la asombrosa huella de España en Estados Unidos. En sus Mitos y utopías del Descubrimiento, el profesor Juan Gil, miembro de la Real Academia Española, dice que, según el cronista de Indias Gonzalo Fernández de Oviedo, Ponce nació “hacia 1474”. Otros autores apuntan a 1460. Su lugar de nacimiento pudo ser Santervás de Campos (Valladolid) o San Servos (León). Guerreó en la Reconquista hasta que, en 1493, pasó a Indias. Ayudó primero a colonizar La Española y en 1508 conquistó la isla de Borinquen, hoy Puerto Rico, de la que fue gobernador. En 1513 pone proa a la misteriosa isla de Bimini, pero llega a la costa de Florida. Bordea sus cayos y es el primero en enfrentarse a la corriente del Golfo, clave para la navegación en los siglos venideros. Ponce no busca la fuente de la juventud. Esta fábula, como las siete ciudades de Cíbola, hechas de oro, venía de atrás. Hubo aventureros que hablaban de baños relajantes en una isla paradisíaca, llena de árboles, flores y mujeres, por supuesto desnudas. El de 1521 fue su último viaje. Los indios volvieron a recibirlo con el arco presto. Herido de un flechazo, regresó a Cuba para morir en La Habana a los 61 años. Su tumba está en la catedral de San Juan de Puerto Rico. Ponce fue el descubridor oficial de Florida, pero no el primero en llegar. Cristóbal Colón también descubrió oficialmente América en 1492. Pero tampoco fue el primero. Según el historiador estadounidense David J. Weber, hubo exploradores asiáticos que llegaron por el estrecho de Bering. Y grupos nórdicos que se instalaron hacia el año 1000 en Terranova. Es verdad que españoles fueron los primeros europeos en toparse con el impresionante río Misisipi (río Espíritu Santo, lo llamaron), si bien en aquel momento no estaba Hernando de Soto, como siempre se ha escrito, sino uno de sus hombres, Álvarez de Pineda. El descomunal Gran Cañón del Colorado (Arizona) también fue descubierto por españoles, aunque entre aquellos no figuraba Francisco Vázquez de Coronado, de quien

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se ha dicho que fue el primero en verlo: fue una partida que él envió bajo el mando de García López de Cárdenas. San Agustín, en Florida, es la primera ciudad permanente de EE UU. Fundada por Pedro Menéndez de Avilés en el año 1565, en su impresionante castillo de San Marcos aún ondea la Cruz de San Andrés o Cruz de Borgoña, bandera de España en el siglo XVI. Al rebuscar en la historia nos encontramos con tres asentamientos que, aunque no prosperaron, son anteriores a San Agustín: San Miguel de Guadalupe (1526), Santa María de Filipino (1559) y Santa Elena (1560), sobre la que Weber dice que sus restos estuvieron hasta finales de 1990 “¡bajo el hoyo ocho del campo de golf de los marines estacionados en Parris Island, en Carolina del Sur!”. La investigadora María Antonia Sainz Sastre (La Florida en el siglo XVI. Exploración y colonización; Fundación Mapfre) sostiene que Menéndez de Avilés “lleva consigo al primer negro libre en la historia de Norteamérica, Juan Garrido”, y que “dispuso de tanta confianza de Felipe II que este le ofreció en 1574 comandar una gran armada para luchar contra los herejes en Flandes y donde fuera necesario”. Pero el conquistador murió aquel mismo año de tabardillo, una especie de tifus. San Agustín desmiente que el Thanksgiving Day, la gran fiesta familiar estadounidense, proceda de la primera comida de acción de gracias que hicieron los pioneros ingleses en Plymouth en 1621, al año de bajarse del Mayflower. Según el historiador de Florida Michael Gannon, la primera misa, celebrada por el padre Francisco López de Mendoza, y la primera comida de acción de gracias fueron en San Agustín, donde los españoles comulgaron y compartieron sus alimentos con los indios. Fue en 1564, 57 años antes del Thanksgiving Day. La gesta española empieza en Florida y se extiende por el territorio. California, por ejemplo, le debe mucho al conquistador catalán Gaspar de Portolá y a fray Junípero Serra. El primero, desde los presidios (fortalezas militares), y el segundo, desde sus misiones. Ahí tenemos San Francisco, Los Ángeles o San Diego. Todo empezó con el apoyo de tres grandes hombres: el rey Carlos III, el conde de Aranda y el ministro de Indias José de Gálvez. Gálvez es apellido respetado en EE UU. Más que nada por el sobrino de José, Bernardo de Gálvez. Al general Washington le hubiera costado ganar la Guerra de Independencia contra los ingleses (1775-1783) si no hubiera sido por la campaña de este joven brigadier en 1779. España apoyó a los americanos contra una Inglaterra dispuesta a devolver Gibraltar si se mantenía neutral. Según el profesor José Manuel Pérez Prendes, “este dato, que aún hoy sorprende, está recogido en documentos oficiales del Ministerio de Asuntos Exteriores del año 1966”. La intervención de Gálvez y su flotilla fue crucial para los patriotas: despejó el puerto de Nueva Orleans y tomó la mayor base inglesa en el sur, Pensacola. Atravesó la bahía de Mobile bajo el fuego cruzado de los cañones enemigos. Lo hizo solo. Nadie más se atrevió. Por eso Carlos III le permitiría más tarde llevar el lema “Yo solo” en su escudo de armas. La ciudad de Galveston, en Tejas, lleva su nombre. El menorquín Jorge Farragut también luchó en aquella guerra. Acabó de comandante del Ejército americano. Y de tal palo, tal astilla. Su hijo David Farragut, ya nacido en

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EE UU, tuvo un papel extraordinario en la guerra civil (1861-1865) al lado de la Unión, presidida por Abraham Lincoln, cuando arrebató Mobile Bay y Nueva Orleans a los confederados. Como Gálvez antes, cruzó en barco la bahía mientras bramaba: “¡Al carajo los torpedos! ¡A toda máquina!”. David Farragut, de sangre española, fue, nada menos, el primer almirante de la Armada de Estados Unidos. Por cierto: cuando George Washington jura su cargo como primer presidente de EE UU (Nueva York, 30 de abril de 1789), en la ceremonia, muy bien sentado, está el embajador de España, Diego de Gardoqui. Curiosa historia la del dólar. Se llamó Spanish dollar. Aún lleva en su signo las dos columnas de Hércules. Según Pérez Prendes, la moneda es de origen mexicano: al ocupar parte del territorio de la Nueva España, los gringos exigieron a sus habitantes un peso como tributo. A este impuesto los lugareños lo llamaron “un dolor”. Y qué decir del ‘cowboy’ americano, que no es sino un trasunto descarado del vaquero español desde el sombrero del jinete hasta las pezuñas del caballo. Como españoles eran el pastoreo, la trashumancia y el propio ganado: vacas, ovejas o cerdos llevados a América desde las marismas del Guadalquivir. Abramos un diccionario inglés: buckaroo (vaquero), sombrero, Spanish saddle (silla de montar), lasso (lazo), bronc (bronco), mustang (mesteño), cinch (cincha), chaps (chaparreras), lariat (la reata), hackamore (jáquima, cabestro). Por no hablar de corral, hacienda, plaza o siesta. ¿Le sorprende que un pionero americano como Daniel Boone (1734-1820) adoptara la nacionalidad española y fuera nombrado por un gobernador español comandante de un distrito de Misuri? Volvamos al principio: la bandera española se plantó en Florida en 1513 y se arrió en 1821, 308 años más tarde, aunque la inmensa mayoría de los americanos cree que todo empezó con la colonia de Jamestown (Virginia) en 1607. Olvidan que los jesuitas establecieron allí sus misiones 37 años antes. No es extraño: la, por otra parte, magnífica Enciclopedia Británica, en su entrada sobre la historia de EE UU (Global Edition, 2009), despacha a Ponce con una línea; dedica un párrafo a Hernando de Soto y un tercero, compartido, a Menéndez de Avilés y Coronado. Reconoce como españolas San Agustín y Santa Fe (de Los Ángeles o San Francisco, ni pío), y remata el brevísimo texto con una frase que produce sonrojo: “Pese a estos comienzos, los españoles tuvieron poco que ver con el desarrollo inicial de los Estados Unidos”. Dicen los americanos que España fue al Nuevo Mundo buscando “tres ges” (God, gold and glory: Dios, oro y gloria). No está mal visto. Pero si conocieran a fondo sus orígenes europeos, a lo mejor se daban cuenta de que el famoso “sueño americano” empezó siendo un sueño español. En recuadro aparte en el original: Las mujeres que moldearon el Nuevo Mundo Quién más, quién menos ha oído hablar de Colón, Cortés, Pizarro y otros conquistadores. Pero ¿y las mujeres? El Museo Naval de Madrid ofreció en 2012 una exposición titulada No fueron solos. Como dice una de sus comisarias, Mariela Beltrán, “los hombres descubrieron y

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conquistaron América, pero es la presencia de la mujer la que permite la colonización. Es la mujer la que se queda, la que establece la familia, la que hace posible que el asentamiento permanezca”. En el siglo XVI, entre los más de 45000 viajeros a América, 10118 son mujeres. Nos suena el nombre de Catalina de Erauso porque fue la famosa Monja Alférez. Pero hay ejemplos sorprendentes: Isabel Barreto, única almirante de la Armada, dirigió en 1595 la hasta entonces más larga expedición por el Pacífico. María Escobar fue la primera en llevar trigo a América. Beatriz de la Cueva llegó a ser gobernadora de Guatemala. Inés Suárez, quizá la más guerrera, luchó espada en mano contra los araucanos junto a su amante, Pedro de Valdivia, fundador de Chile. Mencía Calderón viajó con sus tres hijas a Sudamérica, se puso al frente de la expedición cuando murió su marido, Juan de Sanabria, y cruzó, ahí es nada, el Mato Grosso brasileño. Todas fueron valientes. Y muchas, de armas tomar.

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Balboa y el Mar del Sur

Francisco Moreno Mejías (artículo pendiente de publicar en la revista Lotería, de Panamá)

Vasco Núñez de Balboa nació en 1475 en Jerez de los Caballeros, provincia de Badajoz, comunidad autónoma de Extremadura. Extremadura es una región de España situada entre Portugal y Castilla, al Sur del antiguo reino de León y al Norte de Andalucía. Esta tierra fue por mucho tiempo el extremo, la avanzada de las tropas cristianas en su lucha contra los musulmanes. De ahí su nombre. Concluida la Reconquista su gente, acostumbrada durante generaciones a la guerra, fue un semillero de combatientes dispuestos a empuñar las armas en Italia, Flandes, las Indias o dondequiera que se necesitaran. Los hechos más importantes de la conquista de América fueron realizados por extremeños como el primer gobernador de la América española Nicolás de Ovando, el conquistador de Méjico Hernán Cortés, el conquistador de Guatemala Pedro de Alvarado, el conquistador del Perú Francisco Pizarro, el conquistador de Chile Pedro de Valdivia, el descubridor del río Misisipi Hernando de Soto, el primero que atravesó los actuales Estados Unidos de Este a Oeste Álvar Núñez Cabeza de Vaca, el primero que navegó a lo largo del Amazonas Francisco de Orellana, el primer europeo que vio el Gran Cañón del Colorado García López de Cárdenas, el fundador de la ciudad de La Paz Alonso de Mendoza y, como ya dije, el descubridor del océano Pacífico Vasco Núñez de Balboa. Se me dirá, y con razón, que llamar descubrimiento a esto es muy relativo. Claro está que mucho antes ya conocían este océano los numerosos habitantes que poblaban sus costas e islas. Ni siquiera podemos decir que Vasco Núñez fue el primer europeo que lo vio, pues se sabe que Marco Polo navegó por sus aguas en el siglo XIV y los portugueses llegaron a China el mismo año en que Balboa llegó al golfo de San Miguel. Aunque exceptuemos de dicho descubrimiento las costas asiáticas de este océano, no podemos negar la gran importancia que tuvo dar a conocer al mundo civilizado de su tiempo la enorme masa de agua que existía entre el Nuevo Mundo y Asia. Apenas empezaba el siglo XVI cuando salió de Cádiz una expedición de dos barcos al mando del escribano de Sevilla Rodrigo de Bastidas. En uno de ellos venía Vasco Núñez, un muchacho ejerciendo de marino o soldado, que, igual que sus compañeros, fue uno de los primeros europeos que vieron lo que hoy se llama República de Panamá. Después este joven se estableció en la isla Española, donde se dedicó unos años a la agricultura y donde adquirió tantas deudas que tuvo que escapar el año 1510 escondido en uno de los barcos de Martín Fernández de Enciso, que había sido nombrado gobernador del Darién y llevaba ayuda y refuerzos a una colonia que pretendió fundar Alonso de Ojeda en la costa de Urabá (actual Colombia). La expedición encontró a los supervivientes mandados por Francisco Pizarro, pero Ojeda había partido. Balboa los trasladó a través del golfo de Urabá hasta Darién, donde sabía que los indios no envenenaban las flechas. Los colonos pronto depusieron a Enciso, lugarteniente de Ojeda, y formaron en 1511 un cabildo eligiendo a Balboa como uno de los dos alcaldes del primer asentamiento estable europeo que se fundó en el continente americano: el municipio de Santa María la Antigua, llamado así en memoria de una

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advocación de la Virgen que se venera en Sevilla. En diciembre de ese año el rey Fernando II de Aragón y V de Castilla dio orden de nombrar a Balboa gobernador interino y capitán general de Darién, pero ya Enciso estaba de regreso en España gestionando su destitución. Los indios les dijeron a los españoles que hacia el sur había un mar y una provincia muy rica en oro. Los informantes aseguraban que la conquista de esa tierra requeriría no menos de mil hombres. Balboa se apresuró a mandar emisarios a España a buscar refuerzos. Los refuerzos no llegaban y Balboa, anticipándose a los proyectos de la corte española, se trasladó el 1 de septiembre de 1513 con 190 españoles a Acla, con el fin de llegar desde allí al mar que señalaban los aborígenes al otro lado de aquellas tierras. En lucha constante con tribus hostiles y venciendo innumerables dificultades, atravesó Balboa el Istmo a través de una espesa selva, de ríos y pantanos, y subió a la cordillera. Desde allí contempló el Mar del Sur el 25 de septiembre de 1513 en unión de 67 compañeros, entre los cuales estaba Francisco Pizarro. Cuatro días después alcanzaron la costa del golfo de San Miguel, que denominó así por haber llegado a él el 29 de septiembre, día en que la Iglesia conmemora a ese arcángel. Tomó posesión del mar recién descubierto en nombre de España metiéndose en el agua hasta las rodillas y llevando en una mano el pendón real y en la otra la espada desnuda. Varios historiadores han hecho llegar hasta nosotros crónicas de este descubrimiento y de esta posesión quijotesca, siendo la más antigua la que escribió Gonzalo Fernández de Oviedo en el tomo VII, libro décimo, páginas 99 y siguientes de la Historia General y Natural de las Indias, que copio a continuación en la misma grafía con que fue escrita:Y a los veynte e nueve de aquel mes, dia de Sanct Miguel, tomó Vasco Nuñez veynte e seys hombres con sus armas, los que le paresçió que estaban mas dispuestos, e dexó allí en Chape a los restantes, e fuése derecho a la costa del mar Austral al golpho quél havia nombrado de Sanct Miguel, que podía estar media legua de allí. Y en unos grandes ancones y llenos de arboledas, donde el agua de la mar cresçía e menguaba en grand cantidad, llegó a la ribera a hora de vísperas, e el agua era menguante; y sentáronse él y los que con él fueron, y estuvieron esperando quel agua cresçiesse, porque de baxa mar havia mucha lama e mala entrada; y estando assi, cresçió la mar a vista de todos mucho y con grande ímpetu. Y cómo el agua llegó, el capitán Vasco Nuñez, en nombre del Sereníssimo e muy Cathólico Rey don Fernando, quinto de tal nombre, e de la Reyna Sereníssima e Cathólica doña Johana, su hija, e por la corona e çeptro real de Castilla, tomó en la mano una bandera y pendon real de Sus Alteças, en que estaba pintada una imagen de la Virgen Sancta Maria, Nuestra Señora, con su presçioso Hijo, Nuestro Redemptor Jesu-Chripsto, en braços, y al pié de la imagen estaban las armas reales de Castilla e de Leon pintadas; y con la espada desnuda y una rodela en las manos entró en el agua de la mar salada, hasta que les dio a las rodillas o començóse a passear, diciendo: «Vivan los muy altos e muy poderosos Reyes don Fernando e doña Johana, Reyes de Castilla e de Leon e de Aragon, etc., en cuyo nombre e por la corona real de castilla tome e aprehendo la possesion real e corporal e actualmente destas mares e tierras e costas e puertos e islas australes, con todos sus anexos e reynos e provinçias que les pertenesçen o pertenesçer pueden en cualquier manera e por qualquier raçon e título que sea o ser pueda, antiguo o moderno, e del tiempo pasado e presente o por venir, sin contradicion alguna.Regresaron los

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expedicionarios a Santa María el 19 de enero de 1514 y Vasco envió a España una relación de su descubrimiento. Sus cartas y las de un agente real que había sido enviado a Darién a preparar la llegada de un nuevo gobernador, anunciaron en España el descubrimiento del Mar del Sur. Estas noticias crearon grandes expectativas, pero los enemigos de Balboa pusieron al Rey contra él. El rey Fernando mandó en abril de 1514 una gran armada de dos mil personas según Fernández de Oviedo o de mil quinientas según otros historiadores. Venía como gobernador general el viejo y poderoso noble segoviano Pedro Arias de Ávila, llamado también Pedrarias Dávila, acompañado por Martín Fernández de Enciso. Balboa fue nombrado adelantado del mar del Sur, pero permaneciendo sujeto a la autoridad del nuevo gobernador, que llegó a Darién, ahora una colonia de la corona rebautizada como Castilla del Oro, en junio de 1514. Las relaciones entre Pedrarias y Balboa fueron desde el principio tensas. El primer obispo de Darién, Juan de Quevedo trató de mediar y logró una reconciliación temporal. Pedrarias, en señal de amistad, le prometió a Balboa el casamiento con su hija María que estaba en España, pero se renovaron las causas de fricción. El suspicaz Pedrarias siguió una política tortuosa para frustrar los deseos de Balboa y le dio de mala gana el permiso para explorar las costas del Mar del Sur. Haciendo enormes esfuerzos Balboa construyó barcos y los transportó en piezas a través de las montañas hasta las costas del Pacífico Con ellos exploró el golfo de San Miguel en los años 1517 y 1518. Mientras tanto los cargos de mala conducta e incapacidad denunciados por Pedrarias le impedían a éste el buen gobierno. Pedrarias tuvo noticias de la inminente llegada de un juez de residencia que lo sometería a una revisión judicial de su conducta. Éste temió que la presencia y el testimonio de Balboa causaran su ruina y decidió eliminar a su rival. Lo convocó con el pretexto de discutir unos asuntos con él, lo apresó y acusó de rebelión, alta traición y maltrato a los indios entre otras cosas, aunque el cargo de mayor gravedad que se le hizo fue la muerte del gobernador Diego de Nicuesa, que desapareció en el mar después que Balboa lo suplantó. Hubo un juicio amañado presidido por Gaspar de Espinosa, justicia mayor de Pedrarias, fue hallado culpable, condenado a muerte y decapitado en enero de 1519. La masa de agua que Balboa contempló desde un cerro de Darién tiene ciento sesenta y seis millones de kilómetros cuadrados, ocupa un tercio de la superficie de nuestro planeta y supera en extensión a la totalidad de las tierras emergidas. Fue mal llamado Mar del Sur por la dirección que siguieron sus descubridores y peor llamado Océano Pacífico por Fernando de Magallanes porque el 28 de noviembre de 1520, después que él salió del estrecho que lleva su nombre, lo encontró tranquilo. La navegación en el siglo XVI era algo totalmente distinto a lo que es hoy. Más que una ciencia era un arte. Aquellos barquitos de madera poco más grandes que los remolcadores que vemos en el Canal de Panamá, eran unas auténticas cáscaras de nuez expuestas a los caprichos del viento, a las corrientes marinas y a la broma, un molusco que carcomía la madera de los cascos. Aquellos capitanes de barcos, aquellos pilotos, atesoraban conocimientos náuticos debidos a su propia experiencia mientras bregaban con el mar sin más instrumentos que una brújula para saber en qué dirección iban, un astrolabio para medir la altura de los astros y saber en qué latitud se hallaban y poco más; víctimas del escorbuto y otras enfermedades debidas a su mala alimentación; encomendando sus cuerpos al mar y sus almas a Dios como auténticos quijotes. Los que

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se embarcaban arreglaban cuentas y hacían testamento antes de lanzarse al mar porque sabían las pocas posibilidades de sobrevivir que existían. Ilustres marinos como Fernando de Magallanes, Juan Sebastián Elcano, García Jofre de Loaisa, Ruy López de Villalobos, Álvaro de Mendaña o Álvaro de Saavedra perdieron la vida tratando de atravesar ese inmenso mar que descubrió Balboa. El historiador australiano Robert Langdom ha resuelto el misterio de los individuos con rasgos europeos que desde tiempos remotos han habitado entre los polinesios demostrando que son descendientes de náufragos de barcos españoles perdidos en el siglo XVI. Así como los romanos llamaron al mar Mediterráneo Mare Nostrum, los españoles bien podrían haber nombrado Mar Nuestro a este inmenso océano, pues durante dos siglos fue prácticamente un lago español. Panamá fue el origen de muchas de las expediciones que lo cruzaron. De Panamá salieron Francisco Pizarro y Diego de Almagro a la conquista del imperio inca, así como Pedro de Valdivia y Francisco de Orellana. Obispo de Panamá fue Tomás de Berlanga, que descubrió las islas Galápagos. En Panamá nació en 1520 Diego de Almagro llamado el Mozo, hijo de Diego de Almagro el Viejo y una india, que ayudó a su padre en la conquista del Perú. También salieron de Panamá en 1521 siete naves de Andrés Niño camino de las Molucas, de las cuales nunca más se supo. Desde España partió el 20 de septiembre de 1519 Fernando de Magallanes con 270 hombres en cinco barcos. El 28 de noviembre de 1520, cuando salió del estrecho que lleva su nombre, ya había perdido dos barcos, el 27 de abril de 1521 murió Magallanes en las Filipinas y el 8 de septiembre de 1522 diecisiete europeos y cuatro indios llegaban a las costas españolas al mando de Juan Sebastián Elcano, después de dar la primera vuelta al planeta Tierra en la nao Victoria de 85 toneladas. Cuatro barcos y 253 hombres se había tragado el mar durante los tres años que duró la travesía. Desde España también salió en 1525 García Jofre de Loaisa con siete barcos y 450 hombres. Un solo barco llegó a las Molucas y sólo 24 hombres regresaron, quedando 426 por el camino. De Méjico salió Álvaro de Saavedra en 1527 con tres barcos y llegó a las Molucas en 1528 con un solo barco. De Méjico también salió Ruy López de Villalobos en 1542 con cuatro barcos y murió en las Molucas en 1545. En 1566 Andrés de Urdaneta descubrió los vientos favorables para la ruta de regreso desde Manila hasta Acapulco. De Perú salió Álvaro de Mendaña en 1567 con dos barcos y 150 hombres. Regresó en 1569 y volvió a salir en 1595 para morir en las islas Salomón en 1596. A su muerte tomó el mando de la expedición con el título de gobernadora y adelantada su viuda Isabel Barreto, caso único en la historia de la navegación. Además de los mencionados, también atravesaron el Pacífico en varias direcciones Toribio Alonso de Salazar, Martín Íñigo de Garquizano, Pedro Fernández de Quirós, Luis Váez de Torres y otros muchos marinos al servicio de España, que pusieron en el mapa prácticamente todos los archipiélagos que surgen de sus aguas, algunos de los cuales son conocidos aún por los nombres con que los bautizaron sus descubridores y otros, por los nombres que les dieron siglos después navegantes de otras nacionalidades. Exceptuando la contienda con los portugueses por la posesión de las Molucas, que resolvió Felipe II a favor de Portugal cuando fue rey de ambas naciones, durante dos siglos ningún país europeo osó desmentir la proclamación de Balboa cuando tomó posesión del Mar del Sur en nombre de la corona española. Cuando Francis Drake navegó alrededor del

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mundo ya habían hecho eso los españoles sesenta años antes. Mucho tiempo después, en los siglos XVIII y XIX, cuando el imperio español entró en decadencia, navegaron por estas aguas el holandés Abel Tasman, el inglés John Byron, el francés Louis de Bougainville, los ingleses Samuel Wallis y James Cook y los franceses La Pérouse y Dumont d´Urville entre otros. España solamente pudo mantener en su poder hasta finalizar el siglo XIX las islas Filipinas, las Marianas, las Carolinas y las Palaos; lo demás se lo repartieron otras potencias europeas. En el siglo XX el océano Pacífico fue escenario de cruentos hechos bélicos durante la guerra de los Estados Unidos contra el imperio japonés, como el ataque a Pearl Harbor, la batalla de Midway, la batalla de Guadalcanal y la rendición de Japón después del lanzamiento de las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki. Pocos saben que la isla de Guadalcanal, donde se dio la célebre batalla, lleva el nombre del pueblo español donde nació su descubridor. Nuestro Canal es vital para las comunicaciones comerciales y de todo tipo entre el Pacífico y el Atlántico y Panamá puede estar orgullosa de poseer en su tierra el lugar desde donde se descubrió el mayor océano del mundo y la llave que lo comunica con el que le sigue en extensión e importancia.

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