crónicas de oslo 3 - el pecado
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Título: Crónicas de OSLO 3 : El PecadoAutor: W. J. RaldeGénero: Fantasía homoeróticaFormato: PDFVolúmenes: 4SINOPSIS:Oslo es el único continente en todo el planeta Desmir. Eso al menos es lo que creen sus habitantes. Hasta que un cierto día, muy cerca de la ciudad de Ca-na, son divisados en medio del océano un centenar de cuerpos humanos.La llegada de una nueva raza traerá consigo una serie de conflictos para Oslo...Respetar la ley no será la mejor opción para muchos que cayeron en la tentación...Sin embargo existe un SS, que tiene la convicción, el odio marcado en sus venas para mantener el orden y el secreto a voces de querer eliminar a cada Semi que viva en Oslo. Su nombre es Byron Knight y va a hacer todo lo que esté a su alcance para devolver el orden en Oslo..TRANSCRIPT
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OSLOOSLOEl PecadoEl Pecado
W. J. RALDEW. J. RALDE
©todos los derechos reservados
Crónicas de OSLO:Crónicas de OSLO: El Pecado El Pecado – W. J. Ralde – W. J. Ralde
1.
La puerta se abrió con suavidad.
Ahyran, que hasta ese instante se
encontraba levemente dormido, abrió los ojos,
consciente de que había llegado la hora. Al
instante agudizó sus oídos, adivinó que Knight,
aguardaba inmóvil a unos diez pasos de la
cama. Sin embargo, desde esa distancia podía
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sentir su aroma peculiar. Entonces, sin salir de
la cama giró sobre si mismo. Sus ojos se
toparon con los ojos fríos del SS.
Esta vez desvió la mirada a causa del glacial
reflejo de esos ojos celestes, quitándole casi de
inmediato, toda voluntad por exigirle una vez
más su libertad.
–¿Qué quieres?– Ahyran, se atrevió
preguntar.
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En cambio Knight, ignorándole por
completo, se acomodó en el mismo sillón suave
y aterciopelado en el que se sentaba cada vez
que venía. Tal parecía que no pretendía
contestar.
Para Ahyran esa era la actitud que más
detestaba en el SS. Le hacía sentirse irritado,
furioso, en ese instante aborrecía al SS. En ese
estado podía perder el control, y eso era lo que
no debía hacer nunca en especial con Knight.
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Sabía que por su propio bien debía
mantener el control, por lo que decidió
ignorarlo de la misma forma. De inmediato se
acomodó en la cama y en la misma posición de
antes se cubrió la cabeza con las sábanas, con
la mera intención de seguir durmiendo.
–¿Esto es lo que haces, cada día?– preguntó
Knight, con un tono menos relajado del que
aparentaba.
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Ahyran sintió un leve estremecimiento en la
nuca, al escucharle hablar. Se mordió lo labios,
pero decidió no contestar. ¿A qué venía esa
pregunta?
Sin embargo podía estar seguro que el SS. le
haría pagar por haberlo ignorado.
–No tengo todo el día para perder el tiempo.
Levantate ahora.– ordenó Knight, con la
misma actitud anterior.
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Pero para Ahyran, tener que obedecer
aquella orden, significaba hacer pedazos su
propio orgullo. Aunque ya no podría perder
nada más, le costaba obedecer. Pero ya lo
había entendido. No, más bien, Knight se había
encargado de enseñarle con mucho dolor que
siempre, siempre, podía ser peor, si no
obedecía sus ordenes.
Sin embargo, Ahyran no ocultó su fastidio, y
se incorporó de mala gana. Y mientras lo
hacía, observó con detenimiento el rostro de
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Knight, que para ese momento prestaba
atención a algún punto en el espacio.
Ciertamente Knight no parecía tener buen
ánimo ese día, Ahyran se esforzó por adivinar
qué ocultaba aquél rostro serio y probó suerte.
–¿Viniste a cumplir con tu palabra?–
preguntó Ahyran, con un cierto tono
confianzudo y provocador.
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–No recuerdo haberte dado permiso para
hablar.– dijo Knight, sin prestarle ni el más
mínimo interés.
Ahyran se arrepintió de inmediato, pero no
lo iba a demostrar. Sin embargo por sus
testarudéz pretendió volver a la cama, a sus
cálidas sábanas.
–¿Qué haces?, ¿A caso di permiso para que
te muevas?– increpó Knight, una vez más.
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En ese preciso instante Ahyran se detuvo de
un golpe. Sintió su estómago revolverse, temía
por lo que iba a ocurrirle a continuación.
Esta vez no intentó darse la vuelta para ver
al SS, de frente, sin embargo no hizo falta que
lo hiciera, Knight se había incorporado ya y lo
había tomado del brazo con demasiada fuerza.
–Lo siento... no lo haré más.– murmuró
Ahyran, arrepentido.
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Al escucharle, Knight por primera vez le
miró a los ojos. Este sintió de repente que algo
había cambiado en el Semi, y de alguna forma
comprobar aquello mejoró su humor.
–Al menos tienes la inteligencia necesaria
para saber qué es lo que te conviene.–
comentó Knight, ahora susurrando a
centímetros de su rostro bronceado.
Ahyran podía sentir cómo su piel bronceada
rozaba la del rubio SS. Sintió la tentación de
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dejarse llevar por esa sensación... Si después de
todo, era su dios, y lo sería siempre, ¿Por qué
no darle placer?
En medio de aquella ensoñación, Ahyran
giró creyendo que no estaría mal y se atrevió a
tocar el torso del SS. Sin embargo, Knight lo
apartó de inmediato, como una clara señal de
repudio.
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–Deja de comportarte como un sub
humano.– sentenció esta vez Knight, que se
disponía a dejar atrás la habitación.
Completamente arrepentido, Ahyran se
maldijo por dentro.
Al escuchar aquello, sintió cómo ese
asfixiante resentimiento se congelaba ante esa
silenciosa y fría mirada, esta vez ni una
palabra brotó de sus labios. Tan sólo el
malestar por su propia torpeza se
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arremolinaba en el fondo de su corazón. En
ese momento curvó sus labios en una irónica
sonrisa y ya no sentía miedo.
–¿Para qué vienes cada día?, ¿Para
recordarme que soy un sub humano? Ya no
deberías perder tu valioso tiempo, si sólo lo
haces para eso. O, mejor aún... ¡Cumple con
tu promesa!
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EL PECADOEL PECADO
Unos días más tarde...
En medio de un planeta desconocido, todo
alrededor era oscuridad.
No era una oscuridad como en las que uno
se deja llevar presa de la angustia.
Era una oscuridad en la que se podía
distinguir el contorno de las cosas.
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En medio de la nada, una nave desmir
descansa camuflada.
A dentro, Stand de Lind que se preguntaba
cuánto tiempo llevaban en ese lugar,
ingresaba por fin a su habitación privada.
Desde la orilla de la fría cama, Zet giró
dedicándole una mirada tímida y se incorporó
por completo, demostrando claramente que le
emocionaba verlo.
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Aquella actitud era una de las tantas que le
costó entender en el Semi.
¿Acaso era lo que los Semis llamaban amor?
Al menos era consciente que sentía lo mismo.
Pero si aquello era amor... estaba perdido, y lo
sabia demasiado bien.
Al enterarse que no podría retornar a
Valquiria por algunos días, no soportó la idea
de no verlo más y en un acto desesperado
decidió llevárselo consigo, a pesar de todo, y a
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pesar de encontrarse en una misión bajo las
órdenes de Knight.
Pero ahora, la expresión en el rostro de Zet
cambió de repente. Ahora se lo veía
claramente disgustado. No sólo era eso, no
permitía que se acercara, por lo que tuvo que
ir por él para saber qué ocurría.
–Si eres un SS, ¿Por qué no vienes antes
conmigo?, ¿Acaso hasta los SS, tienen quién les
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mande?– increpó Zet, con un tono burlón y
ajeno a él, mientras cruzaba los brazos.
Stand de Lind lo contemplaba en completo
silencio, pensando que por ser un Semi, nunca
podría entender que un SS, cargaba con
demasiadas obligaciones, incluso, mucho más
que cualquier otro ciudadano de Oslo.
Stand de Lind sabía muy bien que ser un SS,
significaba anteponer sus deberes a sus
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necesidades personales, y él, por llevarlo
consigo había atrasado bastante los suyos.
–No lo comprenderás nunca.– respondió al
final, con tono sereno.
Sacándose de la cabeza todo aquello,
comenzó a acariciar la espalda suave y
bronceada de Zet, que le hacía sentir
demasiadas cosas. Y en ese preciso momento
Zet, olvidando su molestia se entregaba a sus
dedos...
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Ambos disfrutaban el momento, ignorando
que pronto algo muy grande se les vendría
encima, algo que no podrían evitar.
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ث
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3.
Al contrario de Stand de Lind, Knight aún
debía pasar unos cuantos días fuera de casa.
Sin embargo y gracias al ojo visor que había
dejado instalado adentro, observaba cada tanto
a Ahyran. Lo hacia de manera inconsciente.
No era que lo extrañara ni nada menos, sólo
que sentía un cierta incomodidad... Al menos
eso era lo que pretendía creer.
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Aún con todo eso, no lograba evitar que los
oscuros ojos de Ahyran, llenos de esa ira que le
obligaban a volver por él, cada vez que no
conseguía controlar ese impulso desconocido,
invadiera su mente, distrayéndole por
completo. Mucho menos en momentos como
ese, en el que se encontraba al lado de
Cardenal, quién le había solicitado su
compañía para incursionar en las minas
submarinas de Oslo, dónde grupos
especialistas de Mirs extraían zerich, mineral
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base de toda fabricación en Desmir, que en su
estado puro brillaba e irradiaba energía.
Era la primera vez que Knight tenía el
mineral en sus manos. La importancia de
aquello lo obligó a dejar atrás la sombra del
Semi, y comenzó a sentir el poder revitalizante
que irradiaba el zerich en su propio cuerpo,
nunca se había sentido tan bien.
Al menos por ese instante fue consciente de
que era uno de los poco privilegiados en todo
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Oslo al tener uno en las manos. Aquello le
hinchó el orgullo.
–Son los últimos pedazos que encontramos.–
comentó el Cardenal, acostumbrado a sentir
en su cuerpo el poder del zerich.
–¿Dices que se están agotando?– preguntó
Knight, notando cierta preocupación en la voz
del Cardenal.
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–En esta mina sí. Tenemos al menos siete
grupos de exploradores que están en la labor
de encontrar lotes de zerich.– respondió el
Cardenal, mientras contemplaba las inmensas
paredes desgastadas. Se veía preocupado.
–Sin éxito.– agregó un Sim que había
permanecido hasta ese momento en completo
silencio detrás de ellos.
–Entiendo.– respondió Knight pensativo,
mientras admiraba el mineral.
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–Existe un mineral con las mismas
características en Dewn-continuó el
Cardenal-Pero como sabemos... es un entorno
hostil. Hace dos días que el Adp, ha perdido el
contacto con la nave que realizaba el
reconocimiento...
–¿Iban SS?– interrumpió Knight, girando la
cabeza hacia él.
–Claramente no. Era un grupo de Sims y
Mirs, pero teníamos esperanzas de que
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consiguieran recolectar ese mineral... No
imaginas lo que significaba para Oslo.–
lamentó el Cardenal, calculando por dentro la
reacción de su interlocutor.
Knight no cambió de expresión, tampoco
esta vez lo miró a los ojos como solía hacer.
Sin embargo comprendía muy bien lo que
pretendía decirle entre líneas.
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–Estamos a un paso de firmar el tratado con
Cracktar. No creo que sea prudente
postergarlo.
–Ya que lo mencionas…– el Cardenal
cambió de tema de inmediato, ahora mucho
más tranquilo que antes–Noto que tienes una
cierta simpatía con ellos… y debo decir que
siendo tú, me sorprende.
–No es que me agraden... Sólo soy un
diplomático que busca servir a su nación.
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Knight mintió descaradamente, por que
claro, no pretendía brindarle herramientas en
su contra. Sabía y de sobra que el Cardenal no
dudaría en sacar provecho de la debilidad
ajena, y él no pretendía servirle de títere.
Mientras tanto, a un lado, el Cardenal con
una previa mirada escudriñadora, dejó de
observarlo.
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–No sé si escuchar eso me debe tranquilizar,
o tal vez... ¿Debería preocuparme?.– apuntó al
final el Cardenal.
–Hago mi trabajo y lo hago bien, eso es lo
que importa.– respondió Knight, tajante.
El Cardenal sonrió al escucharlo, creyendo
que Knight era el mismo arrogante de siempre,
aunque... no se lo creía del todo.
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Unas cuantas horas más tarde, al retornar a
la superficie, Knight tuvo un breve encuentro
en los pasillos de la torre de Sun, con su amigo
Stand de Lind, a quién pudo observar a simple
vista que no se veía del todo normal, pero no
le dió importancia, tenía asuntos mucho más
importantes para ocupar su mente.
Sin embargo, esa misma noche pudo
regresar a casa con la idea fija de que Stand de
Lind le ocultaba algo. Con el paso de las horas
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aquella idea se le fue borrando poco a poco de
su cabeza.
Mientras descansaba aislado en su
recámara, observaba con cierta atención el
lienzo que su amigo había obtenido de manera
ilícita de los depósitos de Sun. Aunque su
primer impulso fue obligarlo a devolverlo a su
lugar, la imagen que tenía grabada llamaba
bastante su interés, por única vez pasó por
alto el asunto de su procedencia. Desde
entonces pasaba interminables horas
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contemplando aquél cuadro. Podría decir que
esa imagen le decía algo, pero no sabía qué y
pretendía descubrirlo.
Eso era lo que habitualmente hacía en sus
tiempos libres, hasta que se vio forzado a
meter a su casa a ese Semi rebelde.
Con todos esos pensamientos de por medio,
veía pasar las horas, y de a ratos bebía
lentamente el bril traído de Sira.
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Absorto en sus pensamientos, escuchó por el
intercomunicador que tenía una visita.
No era común la presencia sin previo aviso
de Stand de Lind y menos a esas altas horas de
la noche en su casa, sin embargo se lo
agradeció en silencio.
Lo recibió mucho más animado que de
costumbre, pero después que intercambiar
opiniones acerca de lo que acontecía en Oslo,
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Knight parecía ausente. Stand de Lind
aprovechó la oportunidad.
-¿Que sucede?, ¿Estás así por ese Semi?-
preguntó, tratando de aparentar cierto
desinterés en el asunto.
Knight escuchó aquella pregunta con cierta
sorpresa y aunque meditó antes de responder,
no conseguió contener su evidente frustración.
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–Es sólo que no consigo domesticarlo... es
demasiado testarudo.– reveló.
–¿Por qué te empeñas con él?... ¿No los
detestabas?– Stand al final había escupido las
preguntas que lo tenía intranquilo, sin
preocuparse mucho por cómo lo tomaría
Knight.
Esta vez Knight no cambió de expresión,
pero se tomó su tiempo para responder.
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–Sigo pensando igual de siempre. No te
confundas, los detesto como siempre, ¿Por qué
sería diferente? Esos Semis no son más que
sub-humanos… que ocupan el suelo de Oslo.
Sólo se trata de un experimento nada más.–
esquivó Knight, a sabiendas que su amigo,
poco o nada se lo creería.
–¿Experimento?, ¿Sabes que te puede salir
mal?.– preguntó, ahora Stand de Lind, que le
miraba detenidamente, como buscando una
verdad oculta detrás de sus palabras.
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Pero al ver que Knight esta vez no
respondía, decidió aguardar en silencio,
expectante, como tanteando el terreno para
darse pie al tema real que le había llevado con
él, a esas altas horas de la noche.
Después de algunos minutos, al fin Knight
habló.
–Tengo todo bajo control... dentro de poco lo
dejaré en poder del Adp, o del Cardenal, a
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menos que tu lo quieras, claro.– agregó,
sonriendo.
Knight miró de reojo a Stand, y volvió a
percibir que ocultaba algo. Lo conocía
bastante bien como para estar seguro. Por un
instante quiso confrontarlo.
Para Stand de Lind, quedó claro que aquella
proposición no era más que una trampa que
tenía como propósito revelar su verdadero y
genuino interés sobre el Semi que tenía en su
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poder. O quizás... ¿Sólo eran sus celos
expresados de alguna forma?
Con esa pregunta en la mente, Stand
comenzó a sentir curiosidad, por saber qué
pensaba, qué era lo que sentía Knight. ¿Cómo
hacía para tenerlo controlado? Aquellas ancias
que un Semi despertaba en cualquiera, por
que después de todo… Byron Knight era un SS,
que al igual que él, estaba cayendo en la
tentación de la carne.
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–Hem, no gracias…– Stand, respondió al
final, contemplando la sonrisa maliciosa en el
rostro de su amigo. Confirmó así su teoría.
Al final de cuentas, se vió obligado a
quitarse de la cabeza compartirle su secreto.
Algunos minutos después, como huyendo de
sus deciciones, los dos amigos salieron a la
parte trasera de la casa, desde dónde podían
ver el cielo de Oslo despejado.
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Luego ambos se fijaron hacia a bajo y
contemplaron la grandiosa Valquiria, con sus
habitantes selectos y casas elegantes, dónde
además sólo podían vivir gente como ellos.
A esa altura de la noche, brillaban las luces
platinas que iluminaban cada centímetro de
las calles dando una impresión de seguridad.
Mientras tanto, Stand de Lind era testigo
mudo de cómo su amigo de toda la vida, de
tanto en tanto, dirigía su mirada hacia la
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ventana, por dónde pretendía ver al Semi
rebelde que lo tenia encaprichado, y no
lograba evitar preguntarse una vez más…
¿Cómo lo puede negar?
Por que era demasiado evidente para él, que
ese Semi lo tenía intranquilo. Él entendía bien
cómo se sentía Knight, sólo que no se animaba
a confesárselo. Sin embargo había notado algo
más en su amigo que no lograba decifrar...
aún.
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Esta vez, sus ojos se clavaron
inconscientemente en Knight, que tenía la
mirada perdida en el espacio.
Al contemplarlo así, sintió cómo su propio
ánimo poco a poco declinaba...
Esa mirada perdida... ya la conocía desde
antes.
Hace mucho tiempo atrás, cuando ambos
aún eran estudiantes, deambulando por los
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pasillos de la escuela a altas horas de la noche,
lo encontró parado, inmóvil al pie del ventanal
de uno de los pasillos.
Se fue acercando lentamente, hasta que
pudo comprobar que sus ojos se encontraban
fijos en algo.
Ese algo, él no podría ver jamás.
Al asimilar aquello, un sentimiento
completamente extraño y diferente para él, le
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llevó a tomarlo de inmediato por los hombros
y sacudiéndolo con toda su fuerza consiguió
que reaccionara.
¿Qué sucede? Había preguntado Knight
aquella vez, con una mirada aún ingenua e
inocente.
Aquella vez no pudo explicar el motivo que
lo había llevado a actuar de esa manera
impulsiva, pero ahora, muchos años después,
que volvía a tener esa sensación, ya conocía
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demasiado bien la respuesta; podría protegerlo
del mundo entero, pero no de sí mismo, y eso
le perturbaba de tal forma que le taladraba la
cabeza.
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ث
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4.
Knight no volvió a casa después de aquél
enfrentamiento. A Ahyran, eso al principio le
pareció lo mejor, pero al tercer día, algo en su
interior se quebraba.
Y entre las sombras, sentado en la fría y
húmeda esquina de la habitación, se
encontraba en completa soledad. Derrotado,
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veía pasar los días, las horas, los minutos, los
segundos...
De pronto ya no daba más... la necesidad de
verlo entrar una vez más lo superaba.
Pero... ¿Dónde estaba el dios frío Byron
Knight?, Acaso lo ha abandonado?
Tal vez sólo se aburrió de su rebeldía...
Lo extraña, pero no lo sabe...
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¿Cómo saberlo, si nunca ha sentido algo
parecido a un resquebrajamiento en el alma?
¿Acaso está afligido?
Lo que siente es demasiado intenso que le
obliga a doblarse en dos, y en medio de esa
sensación, su impaciencia innata le juega
sucio...
En ese momento sabe muy bien que podría
ceder ante el arrogante Knight.
Crónicas de OSLO: El Pecado – W. J. Ralde
Más tarde, en la noche, distingue sus pasos
lentos y seguros que se detienen justo en frente
de la puerta.
Con los ojos rojos inyectados de sufrimiento
incontrolable, aguarda a que el dios frio entre
al fin.
Está dispuesto a rendirse a sus pies...
solamente implora que vaya con él...
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Sin embargo, después de aguardar un
minuto, dos, o tres, siente que va a
desfallecer… Escucha sus pasos alejándose y
ese desfallecimiento se transforma en furia
nuevamente.
–Maldito... – Ahyran, murmura en agonía y
soledad.
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ث
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5.
En Oslo, un grupo de Mirs estrictamente
seleccionados eran los encargados de
custodiar la residencia de cada SS. Esos Mirs
eran sus fieles servidores, por lo que nunca
objetaban sus ordenes. Así habría sido siempre,
pero un SS, debía absoluta fidelidad y su vida a
Oslo. Por eso, tener en casa a Zet era más
prudente que llevarlo consigo por segunda
vez.
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Sólo que su carne pudo más y confiando
una vez más en su suerte, Stand de Lind no
pensó en las consecuencias de sus actos.
Una noche, en medio de una misión, a tan
sólo unos días para retornar a Oslo, por algún
motivo que él ignoraba, Byron Knight, entró
en su recámara sin previo aviso y lo encontró
junto a Zet.
–Necesito hablar.– avisó Knight, después de
repasar el escenario con la misma frialdad de
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siempre. Luego abandonó la recámara, sin
mirar atrás.
Antes, Zet había percibido claramente la
mirada de odio que le había dedicado el
intruso y cuando vio a Stand salir casi detrás
de aquél, entendió completamente lo que
ocurría.
A Stand de Lind, al principio no le preocupó
que Knight los descubriera. De hecho se sentía
apenado por que no había logrado reunir el
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valor necesario para contarle todo sobre Zet,
hasta ese momento, en que sólo bastó verlo a
los ojos para ponerse a hablar.
Knight lo escuchó en completo silencio.
Silencio que Stand confundió perfectamente.
–Bien, felicidades... Nunca creí que te
atrevieras a romper las reglas de Oslo, de esa
forma.– Knight comentó, claramente con
sarcasmo–Escúchame muy bien; lo que creas
que tienes con ese Semi, te aconsejo que lo
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quites de tu cabeza de inmediato.– agregó
Knight al final.
A Stand de Lind, aquellas palabras le
dolieron más de lo esperado, al comprobar que
Knight hablaba demasiado en serio. Sabia muy
bien lo que no debía jugar con fuego, pero aún
así insistió.
–Él es diferente...
Crónicas de OSLO: El Pecado – W. J. Ralde
La mirada inexpresiva en el rostro de Byron
Knight, le hizo comprender que era inútil
continuar hablando. Debía parar ahí, al menos
ser prudente.
Por unos días dejó a Zet en casa y aunque
era lo que menos deseaba, no era inteligente
llevarlo consigo nuevamente. Con todo el
dolor del corazón, aceptó que tendría que
controlar sus necesidades.
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Unos días despues, Stand de Lind no dejaba
de pensar en Zet, y cada tanto repetía su
nombre, suspirando en la soledad de la nave.
Estaba molesto consigo mismo por permitir
que Knight se enterase de esa forma. Al menos
podía confiar que no lo iba a denunciar ante el
Adp.
Pasó otros cuatro días más, lejos de Zet, y
“ese vacío” había regresado con mucha más
fuerza que antes.
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Si es que algo ignoraba Stand, era que
Knight era el responsable directo de que el
mismo día en que retornaba a Valquiria, se le
ordenara formar parte del grupo de SS. de
elites destinado a explorar Dewn, en busca de
metales similares a zerich.
No tuvo tiempo para negarse, aunque sabía
muy bien que eso era algo imposible. Siendo
un SS. élite, vivía en función a las necesidades
de Oslo.
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Unos días más tarde, en medio de aquella
tierras hostiles, se sentía demasiado
intranquilo y frustrado, porque aquello estaba
tardando más de la cuenta y no marchaba
bien. A eso le sumaba el hecho de que pensar
en Zet no le hacía bien.
¿Qué estaba haciendo,?, ¿Acaso sufriría más
de lo que él lo hacía?
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Necesitaba su cuerpo, necesitaba tocar su
piel bronceada... necesitaba sentir su mirada
lasciva y suplicante...
Pero había algo más en su interior... algo así
como una corazonada que lo mantenía
intranquilo.
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ث
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6.
Zet no durmió ninguno de los cuatro días
que Stand de Lind estuvo ausente.
Tenia permitido ir a dónde quisiera siempre
que sea dentro de la casa. Afuera el mundo lo
podía devorar. De eso, él mismo era testigo,
pero no tenia intenciones de abandonar
aquella casa, menos a Stand, a quién
aguardaba con impaciencia.
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Aunque en más de dos veces había
preguntado al Mir, custodio de la casa, acerca
de Stand, el Mir, nunca sabia qué decirle. Y su
corazón intranquilo no lo dejaba en paz,
ciertas dudas comenzaron a taladrar su ya
estresado cerebro:
¿Por qué no volvía?, ¿Y si llegó a pasarle
algo malo?
Y peor aún, no le ayudaba recordar al SS,
que los había interrumpido en la cama.
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A ése sí que le temía, por que nunca en su
vida había visto un rostro tan frío, debía ser un
demonio blanco.
Sí, debía ser por eso que no volvía a casa,
pero no podía quedarse con los brazos
cruzados. Le debía mucho más que eso y
estaba dispuesto a hacer lo que hiciera falta
para ayudarlo.
En su ignorancia creía que podría hacer
algo por Stand de Lind.
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Al abrir la puerta principal, se armó de
valor para cruzarla.
En Valquiria nunca había puesto un pie, y
ahora ver toda esa elegancia le hacía sentirse
insignificante. A lado de Stand de Lind era eso,
pero nunca pensaba en ello, aunque fuera la
realidad.
Comenzó a caminar con holgura al darse
cuenta que nadie se detenía para verlo.
Crónicas de OSLO: El Pecado – W. J. Ralde
Ahí, en medio de Valquiria, no tenía ni la
menor idea de a dónde ir.
Un tiempo después, al darse cuenta que no
conseguiría nada de esa forma, quiso volver a
casa. Y en el camino de retorno escuchó la
sirena de una patrulla detenerse demasiado
cerca de dónde se encontraba.
Maldijo en voz baja, comenzó a caminar
rápidamente y luego se puso a correr.
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Sólo quería salir de ahí a toda prisa. En
realidad lo había hecho por mero instinto,
después de todo, no había hecho nada malo,
¿Cierto?
De todos modos, para sacarse las dudas se
dio la vuelta, confirmó que iban por él.
Chocó con algunos Semis, que esta vez lo
miraban con desprecio.
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Continuó corriendo sin detenerse, mientras
un policía estaba a punto de derribarlo.
¡Maldición!, ¿Por qué habré huido?
Se reprochaba a si mismo, pero era un
hecho de que ese policía iba a derribarlo. Y
cuando ocurrío, vió de reojo que un
transportador demasiado elegante se detuvo a
unos pasos de dónde estaban, haciendo que el
policía se sintiera confundido, y por algún
motivo dejó de lastimarlo.
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Zet miró de reojo y alcanzó a ver que un SS.
descendía del transportador. Miró a
continuación al policía, este se detuvo para
saludarlo con respeto.
Tal vez se trataba de Stand, pensó Zet,
emocionado. Giró por completo la cabeza, y
vio el rostro del SS.
No, no era Stand de Lind. Se decepcionó.
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–Déjalo yo lo llevo, se ha escapado de Sun...–
ordenó el extraño al policía.
De inmediato el policía lo incorporó con
facilidad.
Ahora Zet pudo observar mejor el rostro y el
atuendo del SS. De inmediato lo reconoció.
–¿Dónde está Stand?
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Fue lo que primero que preguntó Zet. Pero
la mirada glacial de Byron Knight, hizo que
desistiera de hablar.
Minutos después, se encontraba dentro del
transportador. Nada menos que al frente del
SS. Tenía muchas preguntas que hacerle. De
alguna forma tenía la firme esperanza de que
al menos, dónde sea que lo estuvieran
llevando, fuera a ver a Stand.
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La voz relajada del SS, interrumpió sus
pensamientos.
–Dime una cosa... ¿Qué es lo que te hace,
para tenerte tan... dócil?
Zet sintió que aquella pregunta no tenía
ningún tono malicioso. De hecho hasta él, en
su ignorancia, podía notar cierto interés
genuino. Pero los ojos del SS, ellos eran el
problema. La frialdad de sus ojos no dejaban
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creer lo que su voz transmitía, por lo que
simplemente no respondió.
–¿Me llevas con Stand?– Zet, insistió
afligido.
Esta vez la mirada del SS, cambió. Ahora lo
miraba con desprecio. Aquello sólo logró
inquietarle más.
Algunos minutos más tarde las puertas del
transportador se abrieron, y Knight ordenó a
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los dos Mirs que le aguardaban que se lo
llevaran a una celda.
El par de Mirs obedecieron, mientras Knight
se quedaba observando cómo doblegaban al
Semi.
Knight estaba al tanto que su amigo no
podría hacer nada al respecto. Personalmente
se había encargado de mandarlo lejos. No
lograba imaginar la cara que iba a poner al
enterarse que ya no tendría más en su poder a
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su querido Semi. Pero eso era culpa suya, por
que nunca debió equivocarse de esa forma.
¿Qué era eso de relacionarse con un sub-
humano?
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ث
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7.
Unos días despúes…
Zet despertó con la sensación de seguir en
una pesadilla.
Miró alrededor. Recordó que no estaba en
casa. Sin embargo, tampoco permanecía en la
celda en la que lo arrojaron unos días antes.
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Por la apariencia de todo cuanto lo rodeaba,
parecía que se encontraba encerrado en un
lugar demasiado importante.
En todo ese tiempo, en ningún momento
había dejado de pensar en Stand de Lind, y en
lo que le esperaba en ese lugar.
Después de un par de horas, o más, los
mismos Mirs de antes lo llevaron ante Knight.
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En el trayecto pretendió adivinar dónde
rayos estaba. Todo a su alrededor le era nuevo,
pero estaba seguro que no se encontraban en
tierra firme.
Cuando lo ingresaron a un salón ostentoso,
sus ojos no pudieron evitar clavarse en Knight,
que se encontraba sentado en un sillón
demasiado hermoso.
Esta vez Knight lo miraba como si fuera un
insecto. Y como respuesta Zet entre cerró sus
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ojos y le devolvió la mirada con el mismo
desprecio, pero ésta vez se fijó un poco más en
él...
Notó que la expresión en el rostro del SS.
había cambiado. Ahora no le decía nada, nada
de nada, como si se tratara de un androide. Y
al ver que nadie le exigía que dejara de verlo,
lo siguió haciendo con detenimiento.
El SS, que tenía al frente era muy diferente a
todos los demás, no sólo porque no tenía la
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apariencia de un SS, ni de un Sims, mucho
menos de un Mir. Sentía algo en él que le
causaba verdadero temor, pero… ¿Qué o
quién era en realidad?
A continuación, interrumpiendo sus
pensamientos, vio que los Mirs de antes
ingresaban a un par de Semis igualmente
aterrados que él.
Entonces sintió que algo muy malo estaba a
punto de sucederle.
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¿Acaso nunca mas vería de nuevo a Stand
de Lind?
Y si fuera así...
Deseaba estar muerto.
Miró por última vez al SS, de la mirada fría.
Por un instante creyó que dormía con los ojos
abiertos. En ese instante pudo advertir en él.
un indicio de sufrimiento, y aquello le dejó
consternado.
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A miles de kilómetros de distancia, a Stand
de Lind, que al fin retornaba de Dewn, le
llegaba el mensaje de que Zet había
desaparecido.
Aterrizó en Valquiria totalmente
descontrolado y lleno de ansiedad, ¿Dónde
podía estar?
No había pasado ni siquiera un par de
horas, desde que pisó el suelo de Valquiria, y
ya tenía que unirse a la tripulación
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comandada por su amigo. Sabia muy bien que
de ninguna forma debía fallar.
Al final se animó y llamó a Knight,
inútilmente, porque no contestaba. Seguro que
ya había arribado en la nave, aunque faltaban
unas cuantas horas para que partieran rumbo
a Cracktar, a la reunión más importante para
Oslo.
Aquello carecía de importante para él, sólo
pensaba en hallar a Zet cuanto antes.
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Aún así, al comprobar que no lo
encontraban por ninguna parte, como medida
desesperada ordenó a todos sus soldados
buscarlo por todo Oslo. Mientras él, resignado
se dirigiría a la nave de Knight para cumplir
con su deber de SS, élite de Olso.
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ث
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8.
Algunas horas más tarde...
Desde que descendió de la nave, hasta llegar
a la sala, dónde habitualmente se reunía con el
Sheva, Knight percibía un aire bastante
extraño a su alrededor.
Se puso en alerta ante cualquier anomalía.
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Sólo cuando pudo ver al Sheva a unos
cuantos pasos, se vio rodeado de o seis
soldados Infires, armados, que le apuntaban a
la cabeza. En cualquier momento, bien podría
morir ahí mismo.
Ignorando todo aquello, se fue acercando
con ese aire peculiar que le caracterizaba.
Claramente no temía por su vida, ¿O sólo
menospreciaba a tal punto la capacidad del
Sheva?
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Sea lo que sea, Byron Knight le miró de
frente, y el Sheva le devolvió la mirada llena
de fuego.
Le vino de repente a la cabeza la idea de que
los Semis tenían algo en común con los Infires;
los ojos oscuros y rebeldes de Ahyran se
apoderaron por un segundo de su mente, pero
consiguió sacárselo de la cabeza justo a
tiempo.
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–Una extraña bienvenida.– Knight, comentó
con cierta cautela disfrazada de tranquilidad.
Sin embargo, la mirada del Sheva no
revelaba nada bueno para él.
–Byron knight, te abrí la puerta de mi casa y
brindé contigo y a pesar de eso... ¡Te atreviste a
mandar a espiar dentro mi propia casa!
Al escuchar aquella inesperada acusación
Knight se quedó completamente mudo. Por
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dentro su cerebro analizaba la situación; un
centenar de posibles reacciones adversas, por
consiguiente decidió ganar tiempo para
indagar a fondo. Calculó sus siguientes
movimientos.
–Realmente no sé de que hablas... pero,
solicito que ordenes a tus guardias que dejen a
un lado sus armas...
Con un tono nada extraño insinuó sus
intenciones.
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Sin embargo, el Sheva que era sabio, desde
un principio había sospechado que detrás de
todo aquello, algo no estaba del todo bien, y
que el desmir, si quisiera, podía de una sóla
vez arrasar con todos en esa sala. En cambio
seguía inmóvil como si nada.
Entonces el Sheva, con un movimiento de
cabeza ordenó a sus soldados que bajen las
armas. Sin embargo los guardias
permanecieron en sus lugares.
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–Te lo agradezco. Me resulta un tanto
incómodo ser el centro de toda la atención.–
Knight, agradeció con una leve sonrisa en los
labios.
–Las cosas siguen igual Byron Knight… –
advirtió el Sheva, serio y desviando la cara
resentido. Y casi de inmediato, con un
movimiento de sus manos activó una especie
de pantalla semi transparente, en el que
Knight y todos los presentes pudieron divisar
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imágenes de ojos visores, rodeando todos los
lugares estratégicos en Cracktar.
Knight entrecerró los ojos, al comprobarlo.
No cabía duda, eran ojos visores, de tecnología
desmir.
–Está en lo cierto, claramente son visores de
Oslo.– confirmó Knight, inesperadamente. En
ese momento, los ojos del Sheva se clavaron en
él, sorprendido–En nombre de Oslo le pido
perdón.– agregó Knight, bajando la cabeza.
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El Sheva sabía muy bien que aquello era la
máxima señal de súplica para un desmir. Sin
embargo con algo tan simple como aquello,
no le quedó más que aceptar sus disculpas, un
tanto sorprendido por la simpleza con que el
diplomático desmir tomaba la situación. Por
uno largo tiempo se quedó pensativo.
–¿No fue tu idea Byron knight, cierto?–
preguntó, después de un buen tiempo.
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Byron Knight confirmó con un leve
movimiento de cabeza.
–¿Acaso tienes enemigos entre tu propia
gente?
–Al parecer, así es.
–Te plantaron una trampa… Ciertamente
ibas a morir hoy.– reveló el Sheva y se quedó
en silencio.
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Sin demostrar ningún signo de contrariedad,
Knight caminó hasta llegar a la mesa dónde se
encontraba el bril.
–¿Puedo?– Knight, preguntó con aparente
serenidad.
Pero por dentro, la única imagen que
permanecía fija en su mente era la de Ahyran.
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–Me sorprende que Byron knight, el
diplomático de Oslo, beba el bril de los Infires
y no tema ser envenenado.– reveló el Sheva.
Knight pudo notar en su mirada, que tenía
ciertas dudas. En cambio él estaba convencido
que aquella insinuación era una prueba de
confianza.
–Sheva es sabio, no creo que me quisiera
muerto... al menos no, hasta desentrañar todo
este asunto...
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Acto seguido Knight bebió sintiendo el sabor
dulce que tanto le gustaba.
–El pueblo de Infires tanto como el Sheva,
que los gobierna, no se deshonrarían
cometiendo actos como ese.– Knight, agregó
después, y con ese acto de confianza consolidó
su inocencia.
–Byron Knight, con este acto de traición,
Sheva de los Infires... ¿Puede confiar en Oslo?
Crónicas de OSLO: El Pecado – W. J. Ralde
Knight tardó en responder. Era consciente
que se trataba de una pregunta sincera.
–El que infiltró visores lo hizo a espaldas del
Adp, eso es seguro. Encontraré al o a los
responsables y haré que paguen por su
traición.– respondió Knight, con suma
seriedad.
El Sheva le miró atentamente.
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–Será la única vez que dejaré en el olvido
todo esto. Si vuelve a ocurrir tendré que
cerrarles las puertas de Cracktar para siempre.
Y a Byron Knight lo mataré con mis propias
manos.– advirtió el Sheva.
–Lo comprendo.
Para ese entonces, Knight sentía una ola de
ira que pretendía tomar en ese preciso instante
el control de su cuerpo y de su mente; ¿Quién
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en Oslo, se había atrevido a hacer semejante
cosa, sin su previo conocimiento?
Sin embargo su mirada serena era la ironía
en todo aquello.
El Sheva permitió que volviera a su nave,
empero, Knight sabia que en cualquier
momento podría cambiar el escenario en su
contra si descubrían que demás ahí mismo, en
la gran sala de los Infires, existía un ojo visor
oculto que él mismo se había encargado de
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introducir en su primera visita. Lo había
hecho con suma cautela. Él más que nadie era
consciente de que el Sheva podía ser
sumamente letal.
Aunque ese ojo visor era de alta gama,
estaba seguro que nunca podría ser
descubierto, si se diera el caso sabía muy bien
que seria el fin de toda relación con ellos.
Al retornar a la nave, Knight notó que toda
su tripulación junto a Stand de Lind,
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aguardaban una señal suya para atacar
Cracktar.
Knight contaba con un comando importante
en la nave. Ni siquiera el mismo Sheva
sospechaba que siempre viajaba muy bien
resguardado.
Knight no pronunció ni una sola palabra,
pero Stand de Línd, pudo percibir aquella leve
sonrisa en sus labios, dejándole un sensación
de mal augurio en todo aquello.
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Tras haberse acomodado en su puesto de
mando, Knight llamó a uno de sus guardias y
le ordenó algo que nadie más pudo escuchar.
Minutos después, Stand de Lind vio regresar
al guardia con tres Semis bien cuidados y con
vestimentas elegantes.
Aquello le pareció un tanto curioso, por que
no tenía idea del motivo por el que los
llevaban abordo.
Crónicas de OSLO: El Pecado – W. J. Ralde
En ese ambiente tenso, Stand de Lind, como
toda la tripulación se encontraba expectante a
lo que su líder iba a hacer con aquellos Semis.
Nadie se animaba a preguntar qué ocurriría a
continuación.
Stand de Lind volvió a mirar a esos Semis.
Uno en especial le parecía demasiado familiar,
entonces comenzó a inquietarse.
–¿Qué piensas hacer?– preguntó alarmado,
y sin poder controlarse.
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Mientras veía cada tanto al Semi, que
dócilmente seguía dónde se lo había dejado, de
alguna forma tenía un cierto parecido con Zet.
No. Era él mismo.
Aún así decidió aguardar. No sabía qué
pensar, pero debía ser cauteloso, ¿Qué hacía
Zet ahí?, ¿Cómo había llegado hasta la nave?.
Sin embargo el atuendo que llevaba le daba
mala espina, ¿Qué pretendía hacer Knight?
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Sentado en la silla dorada de mando, dónde
sólo los SS, superiores podían hacerlo, Knight,
ignorando a todos a su alrededor, se comunicó
con el Sheva.
–Recibe como una demostración de nuestras
buenas intenciones, éste obsequio de Oslo.–
con un movimiento de mano llamó al soldado
de antes.
–Aguarda Byron... ¿Qué pretendes hacer?–
Stand de Lind preguntó sin moverse de su
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lugar. Aunque se veía consternado, no tenía ni
la más mínima idéa sobre lo que estaba
sucediendo en sus narices. Sin embargo por
su ingenuidad, decidió confiar en su amigo, y
se limitó a observar.
Mientras tanto, el soldado de antes se acercó
a la puerta de la nave individual, dónde
introdujo a los tres Semis, luego abordó.
Se dirigía a Sira, capitál de Cracktar.
Crónicas de OSLO: El Pecado – W. J. Ralde
Al ver aquello, Stand de Lind se dió cuenta
de lo que pasaba. Aunque le era dificil
creérselo del todo, reaccionó; y pretendía
impedirlo.
Sólo que dos Sims por detrás suyo lograron
detenerlo antes de que pudiera hacer algo.
–¡¿Por que lo hiciste?!– gritó Stand de Lind,
mientras luchaba por soltarse.
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Cuando al fin lo consiguió, se fue acercando
amenazante a Knight, quién se limitaba a
verlo, despreocupado.
Para Knight, la rabieta de Stand de Lind no
representaba ni la más mínima molestia, pero
cuando éste se atrevió a pronunciar el nombre
de Ahyran, se llenó de furia y en voz alta
ordenó que lo arrestaran.
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–¡No puedes hacerme esto!, ¡Soy un SS. igual
que tú!– gritó incrédulo e impotente Stand de
Lind, mientras lo llevaban a rastras.
–De hecho no. Yo soy un SS, superior y tú
has violado la ley de Oslo... ¡Te lo advertí!
Nadie de la tripulación sabía por qué Knight
actuaba así. Tal vez ni siquiera él mismo lo
sabía, pero ahora, para Knight lo único que
consideraba realmente importante era poner
las cosas claras con el Adp.
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Ni bien descendió de la nave fue directo a la
torre de Sun. Antes, había ordenado que al
insurrecto lo encierren hasta que dé nuevas
órdenes.
Estaba al tanto que era la primera vez en
mucho tiempo que un SS. era castigado de esa
forma tan humillante.
Al llegar a la torre de Sun, se encontró con
las puertas herméticamente cerradas. Y a
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pesar de que los guardias le impedían ingresar
se las arregló para abrirse paso.
Adentro encontró en medio de una reunión
al Cardenal y a todos los miembros del Adp.
Todos dejaron a un lado lo que hacían y sus
ojos se clavaron en él. Knight exigió
explicaciones.
–Era indispensable hacerlo, no es fácil
digerir que un pueblo mediocre e insano como
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Cracktar, esté a nivel de Oslo– se excusó el
Cardenal, mientras sorbía un poco de elixir.
–No lo tomes personal... todo es por el
bienestar de Oslo, no lo olvides.– agregó
usando un tono despreocupado, pretendiendo
minimizar el insidente con el Sheva.
Pero Knight, poco o nada se lo creía, empero
decidió ser cauteloso, aún su puesto dependía
del Adp.
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–Lo tomaré como lo pides, pero no cuenten
conmigo si descubro que hay más.– advirtió
Knight, desde la otra esquina del salón.
Esta vez el Cardenal se fue acercándose a
Knight, con una clara intensión de suavizar la
situación.
–Byron, Byron, sabes muy bien que un SS.
superior como tú es necesario para mantener
en alto a Oslo, no lo olvides nunca–insinuó
con astucia, mirándolo a los ojos.
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Confiaba que aquél hecho no cambiaría su
duro carácter.
–Y sobre aquellos Semis...
–Una buena forma para demostrar nuestras
buenas intenciones ante el Sheva de los
Infires.– Knight, se adelantó en responder con
un tono indiferente, mientras observaba el
mapa de Cracktar en la pantalla principal, en
el medio del salón dorado, dónde
habitualmente se reunía todo el Adp.
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–No olvides lo que significa la amistad entre
camaradas...– insinuó por último el Cardenal,
dando a entender que estaba al tanto de todo
lo ocurrido en la nave.
A Knight no se sorprendió aquello, por que
estaba al tanto de que el Cardenal contaba con
espías dentro, como a fuera de Oslo.
Ahora, como queriendo leerle la mente, el
Cardenal lo escudriñaba, intentando adivinar
el motivo por el que había traicionado a Stand
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de Lind, su único amigo, y al advertir que no
encontraría respuestas, decidió que lo más
sensato era preguntarle a él mismo, y así lo
hizo.
Knight respondió casi de inmediato.
–Le hice un favor. Contaminarse con un
Semi es un delito. Se lo advertí a tiempo.–
Knight, se excusó carente de remordimiento.
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Sin embargo el Cardenal se guardó para sí
mismo sus dudas al respecto.
–A esta altura de la situación seguro estás al
tanto lo que conlleva ese tipo de actos… –
advirtió.
–Lo sé. Mi trabajo nunca será fácil.–
respondió Knight, haciendo un gesto irónico y
despreocupado.
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ث
Crónicas de OSLO: El Pecado – W. J. Ralde
9.
A Byron Knight le fascinaban desde siempre
las armas. Era el mejor capacitado en todo
Desmir, por lo que no pudo controlar su
terrible temperamento, ni su ira, cuando el
Adp. hace poco más de un año, decidió
nombrarlo ministro de relaciones comerciales.
¿Qué tenía que ver él, con asuntos de
papeles?
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Debía tratarse de un error. Pero incluso él,
un SS, de élite, estaba atado a un poder
superior en Oslo.
En Oslo, era costumbre que el responsable
de elegir el destino de cada SS, era el mismo
consejo del Adp. Ahora ignoraba que aquella
decisión había sido fuertemente influenciada
por el mismo Cardenal.
Esa vez fue una de esas pocas veces, en toda
su vida que tuvo que tragarse el orgullo y
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simplemente obedecer las ordenes en
completo silencio. Y con la expresión de
fastidio en la cara terminó de leer la misiva.
“Diplomático” No quería un puesto de
burócrata. Odiaba la diplomacia y todo lo que
con referente al trato con otras especies.
Sintiéndose sumamente frustrado, comenzó
a cuestionarse si en verdad el Cardenal
deseaba que fuera el futuro líder de Oslo,
como se lo iba diciendo desde siempre.
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Sólo al ocupar su nuevo puesto, se dió
cuenta que no era un trabajo demasiado
sencillo como lo había previsto. Y no tardó en
tomarlo como un reto más.
Para cuando logró sus primeras
negociaciones, tuvo que aceptar que en la
materia era muy hábil, eso hinchó aún más su
ego.
Ahora, un año después, en privado podía
disfrutar del fruto de su arduo trabajo. Un par
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de horas antes había recibido el tan mentado y
esperado sobre dorado. Conociendo su
importancia, sintió placer.
Era consciente de que nunca lo habría
logrado tan rápido, de no ser por haber
aceptado el puesto de burócrata, pero lo había
hecho, y demostrando su capacidad, había
llegado hasta ese día: El mejor de toda su vida.
Hace poco más de un par de horas, había
sido nombrado representante oficial del Adp.
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Lo que significaba que su poder e influencia
en Oslo se incrementaría.
Era consciente que su trabajo recién
empezaba. No pensaba perder tiempo,
comenzaría de inmediato a regularizar todos
los conflictos internos en Oslo. Y ciertamente
tenía sus prioridades.
Desde hace mucho tiempo que era testigo de
ciertas conductas irregulares en ciertos
miembros del comité, y ahora, y se sentía
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entusiasmado por que se encargaría
personalmente en regularizar todas esas
anomalías.
Con toda las buenas nuevas en su vida, por
un tiempo Knight se olvidó de Ahyran, a quién
practicamente había dejado de visitar, más por
que no decidía de una vez por todas
entregárselo al Adp. Pero sabía que era
cuestión de tiempo.
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En la primera reunión como representante
del Adp. Knight propuso la prohibición para
todo ciudadano de Oslo, a tener cualquier
contacto físico con los Semis.
Si bien no podía hacer nada (aún) con
respecto a la presencia de estos en Oslo,
expuso su “preocupación” de que ciertos
estudios científicos demostraban que los Semis,
eran portadores de ciertos virus, que estaban
afectando el sensible medio ambiente de Oslo.
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Aunque todos en el Adp, estaban al tanto de
que Byron Knight sentía desprecio por esa
especie. Lo que había expuesto en aquella
reunión logró captar su interés, despertando
la preocupación y el miedo en todos, consiguió
la aprobación de su proyecto.
Con esta victoria Knight se sintió satisfecho,
sabía muy bien que era el inicio para el gran
cambio que anhelaba dentro de Oslo.
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Byron Knight estaba convencido de que su
especie debía permanecer pura, ser perfecta
por excelencia. Creía que ningún ciudadano
de Oslo debía interactuar con otras especies,
salvo en temas comerciales, que les favorecía.
Knight no negaba que ese tipo de trato era un
mal necesario para los desmires, pero aquello
era un comienzo favorable.
Luego se enfocaría en borrar la simpatía que
tenía su gente con los inferiores Semis.
Después vendría la expansión de la raza
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desmir que dominaría los multiversos. Ese era
su plan secreto.
–Estas cometiendo un grave error, tarde o
temprano pasará lo que nunca antes y todo
recaerá sobre ti.– dijo el Cardenal,
interrumpió sus pensamientos.
Knight le dedicó una mirada. Notó que
además estaba nervioso, pero no le dió
importancia.
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–No estoy de acuerdo. El Adp. me dio el
poder de decidir lo mejor para Oslo, y eso es lo
que pretendo hacer.– respondió Knight, sin
cambiar el tono.
–¡¿Quitarles lo único que hace su vida
llevadera?!, ¡Es un terrible error!- ahora el
Cardenal se veía claramente descontrolado.
–Lo que hacen es una aberración.– se
justificó Knight, sin inmutarse ni un poco.
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–Escucha Byron... sabes muy bien que los
Mirs tienen fuertemente arraigados en su
genética, esa necesidad sexual…
Esta vez Knight notó que el tono de la voz
del Cardenal era de súplica.
Knight contempló a cada uno de los
presentes, no daría su brazo a torcer.
–Creo que por ser un Mir no comprendes
que Oslo esta indefensa. Carecemos de
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ejercito, ¿Nombra una sola nave de ataque que
tengamos?, ¡No existe!. Oslo se ha dedicado a
vivir con demasiada holgura, mientras allá en
el universo existe alguien capaz de
eliminarnos–ahora la mirada de Knight se
tornó mucho más oscura–Lo peor de todo no
es morir, es volvernos sus esclavos… ¡Y eso no
voy a permitirlo! Cueste lo que cueste, la
supremacía de Oslo debe ser total.
Todos en el salón dorado aguardaron en
silencio, conscientes de que por más doloroso
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que fuera, Byron Knight tenía razón. Ellos
simplemente no querían dejar atrás lo que
hasta ese día era una vida ligera.
Después de algunos minutos de un silencio
incómodo, el Cardenal volvió a dirigirse a
Knight.
–Si vamos a exigir su máximo rendimiento,
al menos deja que tengan un disfrute.
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Pero la mirada glacial de Knight, significaba
sólo una cosa, que no iba a dar paso atrás.
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10.
Desde que se impuso la ley marcial en
Desmir, no eran buenos tiempos para los Mirs
en Oslo; obligados a trabajar por mucho más
horas.
Prohibidos a ejercer sus propias costumbres
y necesidades. Además de una imposición
miliciana, que para ellos era injusta.
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Sin embargo, en secreto deseaban tanto la
independencia del Adp.
Este deseo, con el pasar del tiempo se hizo
mucho más fuerte, incluso tangible cuando
Byron Knight, como medida de sumisión ante
sus leves protestas, quitó las provisiones de
alimento.
Aquello no fue suficiente para el cruel
representante del Adp, que había mandado
grupos de contención a realizar batidas en los
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salones clandestinos de placer, que los Mir
creían su secreto bien resguardado.
Como si se tratara de ajedrez, Byron Knight
demostró superioridad, atacando dónde más
les dolía.
Los Mirs, sometidos y apretando un puño
por detrás, aceptaron las imposiciones del
nuevo representante del Adp, Byron Knight.
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Pero... que no se quejaran no significaba que
estuvieran de acuerdo, y mucho menos
conformes con la situación.
Por eso, bajo el nombre de Pithón, algunos
ciudadanos importantes se reunían en total
hermetismo, para tratar el problema:
“Byron Knight”
Para tener todo bajo control, Knight sabía
muy bien que lo mejor era repartir ojos visores
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por toda Desmir, y así afectar la psiquis de
quien intentara sublevarse. Esto lo hacía sobre
todo para ahorrarse tiempo y no malgastar su
ya escaso tiempo en berrinches.
Cuando confirmó que las protestas de los
Mirs sesaron, creyó conveniente mandar un
mensaje al Sheva.
"He castigado al traidor"
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Ahora sólo tenía que ser paciente y esperar
la invitación del mismo Sheva.
Cracktar era el único planeta vecino que
podía superarlos. Por eso, para Oslo era
sumamente urgente negociar con ellos y
afianzar sus lazos.
El Cardenal le había informado que si
conseguía el metal que guardaban las minas
de Cracktar, los expertos Sims, podrían sacarle
provecho para fabricar una defensa adecuada,
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contra las nuevas armas que hasta ese día los
Infires de Crackar estaba perfeccionando.
Knight, frunció la frente al recordar el
incidente anterior con el Sheva, y que como
consecuencia estaba sufriendo el inevitable
retraso de sus planes...
Una vez más cayó agotado en el suave sillón
rojo, en medio de su nuevo centro de poder, el
salón ambar. Era un hecho que necesitaba
descansar.
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De alguna forma, al relajarse, después de
mucho tiempo, volvió a sentir el aroma del
cuerpo de Ahyran. Agitó la cabeza para
sacárselo de encima, debía decidir qué hacer
con él. Se forzaba a sí mismo a conciderar
olvidarse de él por completo. Incluso ahora
negaba admitirse a sí mismo lo que sentía.
Levantó la copa con el delicioso bril que el
Sheva le labia obsequiado y brindó en silencio,
para luego ingerirlo todo de una sola vez,
necesitaba sentirse mejor.
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11.
Ahyran llevaba la cuenta en su cabeza, ya
no soportaba esperar, odiaba hacerlo.
El resentimiento que gobernaba su cuerpo y
mente por ausencia del dios frío, se había
convertido en su único alimento para subsistir.
En ese momento, como en todos, sólo
pensaba en vengarse.
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¿Por qué no valía nada ante sus ojos?
Se iba a encargar de quitarle esa sonrisa de
la cara, cueste lo que le cueste. Porque ya nada
tenía que perder.
Ahyran sabía que el Sim que se encargaba
de la casa le tenia confianza. Incluso podría
asegurar que sentía un cierto tipo de afecto,
que según él, no había hecho nada para
merecer. Ese Sim, muchas veces había dejado
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la puerta entre abierta y él tontamente no se
había marchado.
¿Por qué no se había ido mucho antes?
Sintió un dolor en el vientre al pensar en
eso, pero ahora iba a huir.
Después de algunos minutos en los que
había vacilado, por fin llegó a la puerta de
salida y se estremeció al darse cuenta de lo que
estaba a punto de hacer.
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Y sin quererlo recordó a Byron Knight, lo
añoraba, incluso su mirada indiferente,
frívola, su sonrisa y sobre todo su olor
comenzaban a llamarlo... Casi desistió al
último segundo.
Agitó la cabeza como si haciendo aquello
lograría sacárselo de encima. Dió el siguiente
paso y abrió la puerta principal.
¿Abría permanecido siempre abierta para
él?
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–Maldito.
¿Era acaso otro tipo de burla? Ahora
entrecerró sus ojos sintiéndose humillado. Con
un gesto depresivo dejó aquella casa.
Libre al fin.
Afuera, un mundo frío le esperaba. Aunque
la gente caminara de aquí para allá, nadie
reparaba en él, ni siquiera en su carencia de
ropa.
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Ahyran caminó sin rumbo fijo, lo primero
que le pasó por la cabeza era volver a Kan, su
antiguo refugio, pero incluso él era consciente
de que sería el primer lugar dónde buscaría
Byron Knight.
Ahyran está solo, pero es libre. Sabe que no
hay paso atrás para él, si acaso diera un paso
en falso, Byron Knight se encargaría de
castigarlo hasta ver su orgullo abatido
nuevamente...
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Como acto reflejo, bajó el rostro cuando un
transportador cruzó velozmente la avenida.
¿A dónde ir?
Alguien le había mirado de reojo, y aunque
lo deseó no pudo dejar de oír aquellas
palabras.
–¿Y éste sucio?
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Lo peor de todo era ver que aquellas
palabras salían de la boca de otro como él, que
a diferencia suya iba bien vestido, y que
caminaba detrás de un SS.
Aquél sentimiento de inferioridad lo golpeó
de repente.
Entendió al instante que ahí valía menos que
un insecto. Aunque sabía que lo iba a
lamentar, decidió que lo mejor era volver a
Kan, además por que no tenía otra opción.
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Se puso en marcha, caminó con sus sueños
destrozados, dejando caer los hombros con
desaliento.
Sin recursos para traspasar el muro del
rechazo, sólo le quedaba matar el tiempo en
las alcantarillas, mientras se arrastraba
tambaleante entre los remordimientos y la
desesperación.
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12.
Dos meses después...
Pasada la medianoche un tumulto de Mirs se
reunían en secreto, siempre en el mismo lugar,
quizás subestimaran a la policía, o
simplemente no podían con la urgencia del
vicio. Como sea, conscientes de que si la
policía los pillaban serían víctimas de una
terrible reprimenda.
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Byron Knight se encargaría de ello, lo sabían
muy bien, después de todo ¿Quién no había
escuchado hablar de la mano fulminante del
oscuro líder?
Aun así, manejados por el gusto que
significaba el contacto de sus cuerpos con el
de otro, estaban ahí, reunidos bebiendo licores
baratos, esperando que ése día no fuera su
última noche de libertad.
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Cada tanto, recibían la visita alarmante de
un SS, que intentaba pasar desapercibido,
cubriendo su cabellera o vistiendo como si
fuera uno de ellos, de manera ilusa, ya que
hasta el más ignorante podía distinguirlos de
lejos. Sin embargo, a la mayoría sólo les
importaba nada más que pasar la mejor noche
de su vida.
“En Ca–Na, ciudad de doble moral, lasnoches son pecadoras”
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Como era de esperar, aquél rumor no tardó
nada en llegar a los oídos del propio Byron
Knight, quién tras comprobarlo con sus
propios ojos, controlaba personalmente y en
secreto aquellas actividades.
Así fue que descubrió que Ahyran rondaba
por Ca-Na, pero... ¿Cómo habría llegado hasta
ahí?
Hace un poco más de un mes le había dado
la oportunidad de huir y lo había hecho, aún
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siendo consiente de que era muy probable que
lo hiciera, le había herido el orgullo. Pero
ahora se encontraba satisfecho por su
hallazgo:
-Suelto como un conejo, mejor corre, que
pronto te cazaré...
Esa noche en particular, miró el cielo y
comprobó que las estrellas brillaban más que
nunca, quizás, alegres testigos de sus actos.
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Se había encargado de dar la orden, media
hora antes. Ahora, por el ojo visor que
rondaba Ca–Na, podía ver cada acción que la
policía ejercía en contra de los Mirs
infractores.
Por un ojo visor vio a Ahyran, lascivo, fácil,
y aún así, resintiéndose fieramente, derribando
a quién se ose tocarlo.
Por un instante, Ahyran se topó de frente
con un ojo visor, y Knight, que lo observaba
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desde el otro lado, pudo sentir el brillo de furia
en sus ojos, causando que algo se removiera en
su subconsciente. Por primera vez sus labios
formaron una sonrisa completa, aunque sus
ojos expresaran completa frialdad, ponían en
duda a este último. Sólo cuando comprobó que
Ahyran había logrado burlar a los policías,
demostró su amargura.
Estaba a un paso de ir por él en persona, sólo
que una llamada frenó ese impulso.
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Adoptó nuevamente una expresión fría
serena en su rostro.
Recordó que era tiempo de la reunión tan
esperada con el líder de Cracktar.
Sólo que no podía dar un paso adelante. Su
cuerpo sabía lo que quería hacer, y lo que en
realidad deseaba era ir con urgencia por el
rebelde Ahyran.
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Inhaló aire con suficiente fuerza y luego
arrastró un pie a la vez, para hacer lo que
debía hacer por el bienestar de Oslo.
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13.
Nadie podría imaginar lo que Knight
realmente sentía por dentro. Ese factor era su
as bajo la manga, pero a veces, sólo a veces ese
aspecto de frialdad le cobraba caro y esta vez
era una de esas.
Altivo y con la mirada inexpresiva, saludó a
su tripulación, a cambio recibió las venias de
sus hombres más fieles de Oslo. Era
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afortunado por aquello, pero ni siquiera
importaba.
Una vez acomodado en el sillón dorado,
desde dónde comandaba la nave, aguardando
el segundo exacto para dar la orden de partir,
rumbo a Cracktar.
Había llegado el momento de firmar el
tratado con los Infires, con el que Cracktar y
Oslo consolidarían su amistad con sangre, lo
que significaba que por mucho tiempo serían
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aliados comerciales y si todo salía bien, se
convertiría en un futuro aliado político.
Aun así, con todo eso en la cabeza, la idea de
ir en busca del rebelde Ahyran, jugaba en su
contra...
No terminó de dar la orden de partir,
cuando presintió que ahí mismo algo andaba
mal. Sin embargo, no tuvo el tiempo necesario
para reaccionar.
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Sólo sintió que tenía a alguién por detrás
suyo. Giró la cabeza lo suficientemente rápido,
pero era inutil.
Reconoció en ese rostro desprolijo, a su
antiguo amigo Stand de Lind.
Lo tenía demasiado cerca, a centímetros,
incluso podía saber que no se había aseado
desde que lo había mandado a encerrar.
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De pronto, Knight sintió un agudo dolor en
el vientre…
Bajó la mirada y no tardó en comprobar que
tenía una daga clavada en el centro de su
abdomen.
El rojo intenso de su sangre sólo consiguió
que recordara a Ahyran, cuando lo había
herido la primera vez...
Alzó la cara sorprendido…
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Nunca había esperado tal acto de coraje en
Stand de Lind. Quiso decirle algo, pero se le
cerraron los ojos y cayó de inmediato al suelo.
A continuación, quince Mirs redujeron al
grupo de comando que lideraba Knight.
Mientras tanto, Stand de Lind contemplaba sin
aliento el cuerpo inerte de Byron Knight, y
comprendió lo que había hecho.
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La semilla del mal había germinado en su
interior, hasta convertirse en algo peligroso el
mismo día que había sido traicionado.
Con la mirada vacía, observó por última vez
la nave. Comprobando que no quedaba nadie
con vida ordenó abandonarla.
Continuará...
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Próximo Libro:
Crónicas de OSLO: Redencíon
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Bibliografía: –Serie Sin LímitesSin Límites vol 1 (2013)Sin Límites vol 2 (2014)Sin Límites vol 3 (2014)Sin Límites vol 4 (2014)Sin Límites vol 5 (2015)
–Otros títulosEn La Carretera (2014) Greg (2014)
–Crónicas de OSLOCrónicas de OSLO , la Sangre (2015)Crónicas de OSLO , la Carne (2015)Crónicas de OSLO, El Pecado (2015)
–Próximas Publicaciones:
Crónicas de OSLO, Redención (201?)RedlovE (2015?)
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