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CRÓNICA TARDÍA DEL TOUBKAL
ALGUNAS FOTICAS DE LA EXPEDICIÓN:
Aeropuerto de Alicante,
listos para partir…
Valle de Imill, por donde comienza la ruta de ascenso
Continuamos el ascenso y vamos ganando altura… el objetivo ya se ve
al fondo.
- Hemos llegado a la cima¡¡¡ Viernes, 22 de octubre de 2010
- Maravillosas vistas del macizo del Atlas desde la cima del Toubkal
- Sábado 23, no ha sido posible conquistar la cima del Ras y el
Timezguida ¡Cosas del tiempo¡ Todos corriendo para el refugio
Hemos llegados a Tacheddirt, pueblo situado a 2.314 metros… No hay
restaurantes, no hay mesones, no hay bares… pero tenemos mucha
hambre, y no tenemos comida… Pues se negocia la comida en una casa
particular, el marido le dice a la señora que deje de lavar y se ponga a
toda pastilla a cocinar un tayín.
- El futuro del pueblo berebere nos contempla mientras nosotros
llenamos nuestros vacíos estómagos antes de salir pitando con la
noche en los talones cruzando valles y collados entre montañas.
Después vendrían los días de relajación y turismo por la ciudad de
Marrakech…, pero eso ya es otra historia.
CRONICA TOUBKAL
Si has llegado hasta aquí, tienes tiempo, estas… y te interesa saber
más de la expedición puedes pasar a leer la siguiente crónica escrita a
modo de pequeño diario…
Miércoles 20 de octubre de 2010.
Nada más terminar de comer, con Nino como taxista voluntario,
especialista en esquivar atascos y cortes de autovías, se inicia la aventura
marroquí.
Vuelo puntual a Marrakech. Mientras aterrizamos el sol aprovecha para
esconderse. Nos esperan para acercarnos al Riad Nomade, donde
pasaremos la primera noche. El riad está dentro de la Medina y su acceso
por calles estrechas, oscuras y laberínticas me acojona un poco. Dan ganas
de meterse en la cama y no salir hasta que sea de día, pero… la noche es
joven y estamos sin cerveza, así que hay que salir hacía la zona turística, es
decir hacia su famosa plaza de Jamaa el Fna (o algo parecido). Pienso en
ese laberinto que es la medina, seguro que nos perdemos (conecto el GPS).
Llegamos a la plaza, cenamos, tomamos cerveza, y tomamos té; Me doy
cuenta de que en ese ambiente, José Miguel se maneja como pez en el
agua y que se movía como si hubiera vivido allí toda su vida (apago el
GPS).
Jueves 21, tras duras negociaciones (por su puesto por José Miguel)
tenemos taxi para Imill (270 DH, 1 € =11 DH) Imill es el pueblo donde se
inician las ascensiones a las cumbres del Alto Atlas de Marruecos, está
situado a 1.740 m. de altura y sus pobladores son de la etnia berebere.
Llegamos al pueblo y negociamos la mula (150DH) para subir las
mochilas. Comienza la ascensión hasta el refugio. Son unos 15 kilómetros
y 1500 m. de desnivel, en su mayor parte por una senda en buen estado.
Llegamos al Refugio del Toubkal, situado a una altura de 3.207 m. El
refugio es cutre. La cena es escasa. No hay cervecita, no hay vino…. Sólo
té -bebida omnipresente por todo el país (vamos, que té jodes).
Viernes 22, he pasado parte de la noche en vela. Ya sé el motivo, no ha
sido el café (inexistente) sino el Té, Té, Té (y ahora no Té jodes, sino que
me ha jodido. Desayunamos, un desayuno más bien ligero para la
actividad que nos esperaba. Salimos del refugio a las nueve y media (ya se
que es un poco tarde…). Nos unimos con los compañeros valencianos
(Luís y Amparo) que están en el refugio vecino del Mouflon y nos van a
acompañar toda la semana marroquí (el refugio del Mouflon, es más
moderno y un poco más caro que el nuestro). Hacemos un ascenso con
tranquilidad y eso me va a permitir llegar a la parte final de la ascensión en
buenas condiciones y disfrutando. La subida es dura pero sin ningún paso
complicado. A partir de los 3.500 metros hay nieve pero se puede hacer el
ascenso sin crampones (para bajar si hicimos uso de ellos y nos vinieron
muy bien). Llegamos a la altura de un collado a casi 4.000 metros donde
tenemos a la derecha el Toubkal Oeste (4.030 metros) y a la izquierda el
Jebel Toubkal con sus 4.167 metros y en frente una espesa niebla que sube
por el valle-acantilado rocoso que amenaza con cubrirlo todo. Aceleramos
el paso y avanzamos a toda velocidad hasta tocar la famosa pirámide de
hierro que corona el Toubkal y sus 4167 metros, cima del Norte de África.
Luego lo de siempre, alegría, felicitaciones, abrazos, fotos….mientras,
todos los que habían madrugado más que nosotros, salían corriendo
montaña abajo antes de que la niebla avance. Nos tomamos nuestro tiempo
de disfrute e iniciamos el descenso hasta el collado, donde tenemos una
pequeña discusión sobre si se subía el Toubkal Oeste o no, la niebla que
en ese momento lo cubre nos indica que en la montaña es mejor pecar de
prudentes, así que le dijimos aquello de “hasta luego”. La niebla nos va
pisando los talones pero la muy puta no consigue alcanzarnos.
La tarde en el Refugio es larga y tediosa. No hay vino, ni cerveza, ni tapita
de jamón… solo Té. No hay nada que hacer, el interior del refugio está
lleno y resulta incómodo; Fuera, la niebla lo cubre todo.
Sábado 23. Hoy hemos decidido madrugar más. El objetivo de hoy es
coronar el Ras (4.083 m.) y el Timezguida (4.089 m.). Comenzamos el
ascenso, por delante llevamos a una pareja de catalanes (Jordi y Anna) que
comparten con nosotros, y algún otro forastero, la habitación del refugio.
La sensación es que hace más frío que el día anterior y que el cielo está
más inestable. A medida que vamos ascendiendo comienza a caer una
nieva muy fina, como pequeños granizos. La ascensión me está gustando
más que la del día anterior, pero el tiempo mucho menos. Aparecen nubes
negras –con mala pinta- Aumenta el viento y el grosor de los copos de
nieve. Cuando llegamos a la cuota 3.700, ya muy cerca del collado, la
situación se pone muy complicada: fuerte tormenta de nieve y truenos (es
la primera vez en mi vida que veo nevar con truenos, y si los truenos en
casa a veces acojonan, imaginaros allá en lo alto con la caja de resonancia
que hacen las montañas). Todos los que estábamos ese día en la montaña
dimos la media vuelta y para abajo. La nieve nos acompaño toda la bajada
y cuando llegamos al refugio ya estaba cubierto de nieve.
La idea de pasar todo el día aburrido en el refugio en espera de ver como
amanece el día siguiente no nos seduce a ninguno y menos después de la
experiencia de la tarde anterior. Hacemos las mochilas y comenzamos el
descenso junto con los valencianos y la pareja de catalanes al pueblo de
Imli, esta vez sin mula. Fue un descenso “atmosférico”, me explico, tiempo
de todas las clases. Salimos con nieve, luego frío, luego sol e incluso calor
y para terminar una increíble tormenta de agua y granizo. Llegamos
empapados al refugio del CAF en Imli donde nos alojamos los siete
componentes del grupo. La tarde sería mucho más amena que la que nos
esperaba en el refugio del Toubkal. La cena y la velada jugando a las
cartas estuvieron muy divertidas y sirvió de preámbulo al concierto
nocturno de ronquidos compartidos.
Domingo 24, el día anterior, con mucho pesar, dijimos a dios a la alta
montaña, así que hoy era el día de realizar un trekking por los pueblos
bereberes perdidos en la falda de la montaña y en el tiempo. Resultó un día
muy bonito, más de 25 Km., con un nivel superior a los 1.000 metros,
pasando por varios valles, collados, pequeños pueblos… descubriendo la
dureza de la vida en esas montañas, el esfuerzo y sacrificio de los niños,
desde muy temprana edad ya cuidan ganado o llevan cargas de leña a casa.
Nos sorprenden sus bonitos y grandes ojos, lo mismo nos pasa con las
mujeres; Los hombres salen peor parados, amenazan ruina, la cual suele ser
total en sus bocas (llegamos a la teoría que la culpa la tenía el consumo de
té, al que le echaban toneladas de azúcar). La comida creo que la hicimos
en un pueblo que se llama Tacheddirt, está situado a 2.314 metros de altura
y fue toda una experiencia el tomar un tayin en una casa particular de un
berebere, después de negociar el precio, el tiempo, el camión de vuelta…).
Todo salió bien excepto el camión devuelta, nos la quiso meter, nos
enfadamos y le dijimos: ahí te quedas, que nos volvemos andando.
Metimos la sexta, encendimos el turbo y subimos las montañas aún ritmo
que ya le gustaría al Ferrari de Fernando Alonso; Conseguimos llegar a
nuestro destino con la noche en los talones; El bereber aún nos debe estar
buscando por las montañas. Semejante gesta nos hizo ser más osados y
meternos al bar de un hotel y reclamar una botella de vino tinto para
celebrarlo. Luego vendría más cerveza y más vino…, es lo que tiene la
montaña que hay que hidratarse bien para sobrevivir a los esfuerzos.
Lunes 25, Fin de la montaña, regresamos a Marrakech y el grupo creado
inicia sus jornadas de turismo. Tras sobrevivir el primer día a la anarquía
total de gentes, ruidos y olores (a gasolina o gasoil mal quemado del millón
de motos ruidosas y apestosas que circulan en medio del caos de tráfico y
de gente en el interior de la medina). A partir del segundo día la adaptación
es total y nos movemos por el zoco, por la plaza, en medio de las gentes y
las motos sin ningún problema. Hemos dejado la ciudad sin cerveza y
hemos experimentado lo que es beber un té con jengibre y mentol…
Miércoles 27, termina nuestra estancia en el Norte de Africa, regresamos.
Volvemos a casa, hogar dulce hogar pero, aún nos quedaba la sorpresa del
recibimiento en el aeropuerto: Ángel y su nevera, Merce, Salva, Reme -
gracias por recoger a los hijos pródigos- y hasta la próxima.