CRÓNICA DE UN VIAJE MUY ANUNCIADO Y ESPERADO

Llegar a mi tierra, encontrarla tranquila, pacífica, recorrer las calles de mi ciudad, sin la preocupación de ser el blanco de una bala perdida, sin encontrar a los niños jugando a los balazos y hacer el malo de la película de terror que estamos viviendo, fue reconfortante. En los periódicos las noticias siguen siendo las mismas, el silencio.

Todo fluye en una tensa normalidad, el gobernador de mi estado declara en los periódicos que Tamaulipas le apuesta a la paz, se empiezan a destapar los que quieren ser presidentes de este mi país tan vapuleado últimamente por esta guerra que a nada conduce, sólo a olvidos, a tumbas compartidas, a miedos, a historias de terror que ha vivido el vecino de al lado, todos tenemos algo que contar, pero en bajito, que no te oigan porque no sabes a que oídos llegará tu historia. No sabemos nada, todo se llena de especulaciones, no entendemos quienes ni por qué iniciaron realmente este proceso de violencia, qué negociaciones, a qué convenios firmados acá en lo oscurito nos enfrentamos.

Pero después de estos días, del 21 al 29 de mayo del año 2011. En este retiro espiritual que fue el Primer Festival Internacional de Teatro en la Gran Carpa de la Paz en Barrancabermeja, la desesperanza desapareció casi por completo.

En diciembre fue la invitación a través de Rocío Galicia, investigadora del CITRU, quien noblemente se ha dedicado a investigar, a difundir el teatro del Norte, amiga de mil batallas, ser humano maravilloso…. Un festival de teatro por la paz, todo sonaba

tan utópico en aquellos momentos, cuando la violencia recorría azotando con sus fauces de sangre las calles de mi pueblo, cuando se descubrían las narcofosas en San Fernando, cuando en Durango destapaban de la tumba de aguas hirvientes a no se que tantos cadáveres, cuando Nuevo León era azotado por balaceras, muertos y bloqueos continuos, cuando en Coahuila se desataban los demonios, cuando el presidente Calderón anunciaba que miles y miles, y miles habían caído ya en esta guerra contra el narcotráfico… llegó esta invitación, Yolanda Consejo Vargas, junto con Guido Ripamonti, habían tenido fe, fe en el teatro como vehículo de libertad de conciencias, de paz, de sueños… y se echaban a cuesta un festival de esta magnitud.

Fuimos invitados con dos montajes: ¿Quién es, Macbeth? Versión personal sobre la obra de William Shakespeare, con el grupo Norte Sur de Reynosa y Jauría de Enrique Mijares, con mi grupo Tequio, las dos bajo mi dirección. El compromiso lo asumieron los actores desde un principio, no hay recursos, cada uno debe buscarlos, pagar su propio pasaje.

Algunos acudieron a instituciones, otros a instituciones bancarias a solicitar préstamos, otros a casas de empeños, otros rompieron sus cochinitos, se organizaron los de Reynosa junto con el señor de Andar, dueño del periódico El Mañana y llamaron a los artistas plásticos que donaron sus obras para hacer una subasta. Además, en los dos municipios acudieron al llamado Libertad García, Elsa Sánchez de Gutiérrez, Miguel Ancona, Onésimo Gallardo, Cielo Ramos, Lety Terán, Artemio Guerra, María del Carmen Salinas de Villarreal, los padres y familiares de los actores, etc, etc.

La verdad que no fue sencillo, dos días antes del viaje aún no se tenían todos lo boletos. Pero estaba la ilusión planteada desde el principio, no podíamos dejar de acudir a un festival que le apostaba al teatro en tiempos difíciles, que se llevaría a cabo en una de las comunidades donde estaba dando resultado, donde una carpa de la paz nos esperaba, 14 países, 50 espectáculos, 20 talleres y 12 charlas dictadas por importantes conferencistas de varias partes del mundo… Los ánimos se calentaban, los desánimos afloraban, pero el deseo de representar a nuestro país, a nuestro estado, aunque suene cursi, nos movía, aún cuando las dificultades apretaban el paso y los cerrones de puerta en las narices eran cada vez más continuos.

Y el 20 de mayo todos nos encontramos en Barrancabermeja, en el aeropuerto pequeño, de una ciudad pequeña, donde nos esperaba Yolanda Consejo Vargas.

Y por fin el viaje adquirió su verdadero sentido: Nos adentrábamos en una región selvática, lluviosa, tremendamente calurosa, húmeda. Y ahí, sentada en el asiento del frente de la buseta, Yolanda, explicando el ideal del festival; cómo habían logrado

realizarlo; cómo los sueños no son sólo una utopía; cómo en el lugar de una masacre tan dolorosa de Colombia, el 16 de mayo, en el festejo de las madres llegaron las fuerzas ocultas y se llevaron a algunos habitantes del barrio María Eugenia y los desaparecieron. Preciso allí, lograron levantar un centro cultural en una comuna, la siete, donde no se podía entrar porque estaba ocupada por fuerzas subversivas, guerrilleras y paramilitares, logrando abrir su espacio, abrieron una escuela, se unieron las madres de los desaparecidos y tiene mucho que ver en ello el teatro que realiza el grupo cultural Horizonte.

Yolanda, hablaba y hablaba, incluso sorprendida de lo que se había logrado: Cómo se fueron uniendo primero las mujeres de la OFP y ofrecieron que ellas harían la comida para los más de cuatrocientos invitados; cómo los hoteleros ofrecieron sus servicios para hospedar a los extranjeros; cómo su gran salón de teatro se convirtió en dormitorios comunales para los invitados regionales y nacionales; cómo la compañía petrolera dio el auspicio para la Gran Carpa de la Paz; cómo el alcalde se sumó al proyecto; cómo el pueblo de Barrancabermeja hizo suyo el festival y acudieron siempre abarrotando la carpa y aplaudiendo generosos a toda obra aunque algunas adolecieran de calidad; cómo la televisión daba cobertura diaria; cómo la Iglesia le apostaba al evento y estaba abierta a cualquier propuesta, y cómo llegaron los de Israel, los de Italia, los de estados Unidos, los de Canadá, los de cuba, los de Venezuela, los de México, los de Francia, los Ingleses, los chilenos, los de Alemania, los argentinos, los de Irán…

Y la Gran Carpa de la Paz apenas se estaba levantado, pero el pueblo de Barrancabermeja citaba a un desfile, a un carnaval, se había organizado la comunidad para dar la bienvenida a todos sus invitados y por supuesto que el vallenato y la cumbia colombiana, y la pollera colorada, y el desfile de caballos, y las caderas cadenciosas, y el ritmo de Colombia se dejó venir por las calles ardientes del pueblo.

La carpa instalada minutos antes, ya lucía con aire acondicionado, con platea y galería, con escenario, sonido e iluminación, con sus camerinos a los lados y con una orquesta de jovencitos colombianos como preludio a lo que nos enfrentaríamos, al compromiso con el teatro, con las artes que es lo que se les está inculcando a los niños de aquellas tierras y en esto tienen que ver mucho Guido y Yolanda, se demostró cuando los aplausos de recibimiento para ellos fueron atronadores y tranquilizadores para todos sus invitados. Estábamos en buenas manos.

Veinte años, fue su proceso para ir saliendo de su violencia, dijo un orador, cerremos los ojos, e imaginemos que todos nuestro muertos y desaparecidos, están aquí en esta carpa, cerremos los ojos y descubramos que aún está anidada la esperanza y las

lágrimas no se pudieron detener y el corazón no dejó de latir, día a día, cuando veías la entrega, el compromiso, hacer el teatro con el compromiso que lo hace el Centro Cultural Horizonte, que eran actores, que montaban la carpa, que hacían canalitos de lodo para darle cauce al agua y que sus invitados especiales no se llenaran de zoquete cuando la lluvia arreciaba y se metía a la carpa, que recibían el camión cargado de comida, o cuando organizaban en los jardines, en el piso, en las mesas, en el pasto los convivios.

Los deseos de aprender, de chuparse las experiencias de las obras vistas o las conferencias dictadas, o los talleres impartidos.

Y la magia del teatro se hizo en esa gran carpa, cómo olvidar los momentos memorables de la propuesta de Yolanda y su actor juntando las piedritas porque ahí estaba anidada el espíritu, el alma de todos los muertos y desaparecidos, su entrega en el escenario, su petición de cúbrete, arrópate el corazón o los jovencitos de Medellín con su parodia de la escuela de sicaritos, ojalá que podamos lograr que vengan a México y nos traigan esa imagen de paz. O la propuesta de los Italianos, perfecta, limpia y sus deseos de libertad y el niño que conoció Marte en Israel, o el monólogo del estadounidense, o el pájaro Dziú volando entre el fuego para rescatar la última semilla de maíz. La función a la una de la mañana de ¿Quién es Macbeth?, la entrega de los actores de mis dos obras, la conferencia de Mijares, las palabras de Rocío, los talleres…. Imposible en tan poco espacio narrar todo lo aprendido, todo lo vivido.

Los mexicanos se reunieron para ver como trasladar este fenómeno a nuestras tierras que están iniciando el proceso de violencia que ya sufrió Colombia. Las condiciones estoy seguro tendrán que salir de las propias comunidades, cuando entendamos que el teatro no debe ser un vehículo de enajenación ni de evasión, ni mucho menos complaciente, cuando estemos en esto con el verdadero compromiso por la existencia de esta arte noble en la existencia del ser humano.

Difundir lo que pasó allá, como la palabra fe no se quebrantó, como los sueños no fueron comprados, ni manipulados. Ese es nuestro deber: Fortalecer un festival que es ejemplo ya para todos los festivales del mundo, un festival donde primero, y siempre

primero, están los orígenes del teatro, los orígenes y el desarrollo del ser humano. Felicitémonos todos por el hecho de haber sido testigos y participantes. Gracias Yolanda, gracias Guido, gracias Barrancabermeja. Nos vemos el próximo año.

Texto elaborado por Medardo Triviño de México, perteneciente a Norte Sur Teatro y Tequio Teatro,

quienes presentaron “¿Quién es, Macbeth?” y “Jauría”.

¿ESPEJO DE NUESTRO FUTURO?

Debo decir que la vivencia del Primer Festival Internacional de Teatro en la Gran Carpa de la Paz, en Barrancabermeja Colombia, fue más allá de hermosa y entrañable para los que la vivimos y por ello viene a cuento compartirla. También más allá de lo teatral.

Uno se forma como gente de teatro en un camino siempre cambiante, la idea con que se ingresa a una escuela o a talleres empieza a modificarse con las clases, de ahí, que con las primeras experiencias, los proyectos, los años y los motivos de seguir adelante surgen los cambios. Menciono esto porque la experiencia del Festival por la Paz me volvió a sacudir y a destapar los sentidos de nuestro quehacer teatral.

Surge la invitación de ir a Colombia en un momento de guerra como el que atraviesa nuestro país, y Colombia se presenta como un espejo futuro habitado por terribles dolores compartidos, muy similares, que nos hace sentir susto del camino que aún nos espera en México y parece no tener fin. Por dentro en silencio nos hace casi rezar: “No, que así no sea”, “No, que así no sea”.

Pero también vimos en ese espejo futuro algo sorprendente: Barrancabermeja, una comunidad reconstruida, donde el arte, particularmente el teatro, está jugando un papel fundamental.

Yolanda y Guido como los detonadores, creadores con experiencia, a quienes se les sumó un grupo de 20 jóvenes radiantes, sus alumnos, a la cabeza de toda la organización del Festival.

La participación de los grupos nacionales e internacionales, los ponentes, los talleristas, la iglesia, las organizaciones independientes como la Organización Femenina Popular, entre otras, el público de Barrancabermeja que acudía sin tapujos, todos con un mismo propósito.

Pero algo que fue muy impresionante y revelador fue cuando escuchamos las experiencias de jóvenes que acudieron de otras comunidades del país, y que también

están haciendo teatro para el desarrollo de la paz. La enjundia, la convicción con la que lo hacen es avasalladora, impactante, contagiosa.

¿Pero qué de esto es verdaderamente lo que me impresiona al nivel de querer compartirlo en mi país?

Acá también tenemos jóvenes entusiastas, organizaciones múltiples trabajando por diversas causas, gente con conciencia, luchando y alzando la voz… Artistas empeñosos y arriesgados preocupados por un país que se desmorona en tinta roja…

Tal vez sea esa claridad en el rostro y la contundencia de cuando ya ha pasado todo… y de un pueblo que no se dejó caer y se reconstruye de los cimientos, utilizando sus herramientas; y el arte, el teatro, es una valiosísima.

No es la decisión de hacer “teatro político”, sea lo que sea que esto quiera decir, sino la redimensión del arte teatral como diálogo comunitario, que conversa con el pasado y el presente para poder visualizar un futuro, un futuro como el que queremos en este México en el que cada día parece más borroso.

Encontramos comunidad, porque se mira a la gente trabajando junta por un todo que les pertenece, que es su país, con esa total conciencia.

Entonces, no es sólo de una experiencia profundamente fraternal entre teatreros y creadores que les queremos hablar, de esas tendremos afortunadamente muchas aún, sino de un pueblo despierto, adolorido, que se reconstruye y trabaja por la paz. Logrando resultados concretos y utilizando las herramientas a su alcance, es ahí donde es profundamente conmovedor ver preguntar a una chiquita de 11 años cuando escucha las narraciones de desapariciones y desplazados: ¿Pero ya había teatro? como una referencia contundente, inequívoca de una transformación.

Jóvenes casi niños que utilizan palabras que nuestros jóvenes en México las aprenden en la universidad, si es que tienen la suerte de asistir a una; y las usan conociendo sus significados, que se saben capaces de construir cosas, dueños de sus ideas, libres de expresarlas, conscientes de sus derechos, y el arte, reitero, es uno de ellos.

Días después, pasado el festival, regresa la mirada a nuestro país… y espero que la fase del egoísmo extremo, esto es, donde sólo somos capaces de mirar nuestra propia desgracia, pase… para muchos mexicanos, artistas, teatreros. Y que no tengamos que tener un muerto, un desaparecido, un desplazado en nuestro entorno para tomar nuestras herramientas y usarlas.

Con respecto a la función que dimos, me sentí platicando con alguien que le ha ocurrido lo mismo… donde las mujeres asesinadas de Juárez, en nuestra obra “Los Trazos del Viento” eran las mismas que las de “Jauría”, obra de Enrique Mijares dirigida por Medardo Treviño, y las mismas mujeres ultrajadas en Colombia y las mismas muertes injustas y tristes de hombres y mujeres que laten la historia de nuestra América Latina, hoy hermanada también con colegas de otros países que desprecian la guerra. Y que vinieron a encontrarse en este tiempo hermoso y absolutamente revivificador que se llamó: Primer Festival Internacional de Teatro en la Gran Carpa de la Paz.

Gracias Guido, soñador permanente, gracias Yolanda, cómplice, compañera… gracias grupo del Centro Cultural Horizonte Ciudadela Educativa, gracias Barrancabermeja, gracias a todos los artistas y participantes.

Gracias Colombia: espero, ahora sí, espejo de nuestro futuro en ese trabajo de transformación.

Texto elaborado por Dana Stella Aguilar de México, perteneciente a Conjuro Teatro, quienes presentaron “Los trazos del viento”.

Para mí la experiencia del Primer Festival Internacional de Teatro en la Gran Carpa de la Paz, es con el miedo que me da decirlo, un parte aguas, es como haber descubierto el teatro por segunda vez en mi vida, por un lado es haberlo visto en bruto en un gesto en un guiño, hablándome, y mostrándose con la brutalidad y la franqueza que puede tener; por otro lado es haber observado y ser testigo de su maleabilidad y permeabilidad para dejarse impactar y ponerse al servicio de las dinámicas sociales humanas, y es ahí en donde aparecen la figura de Yolanda y Guido... quizá sólo decir me impactaron, me es impresionante la labor y la contundencia de su trabajo y el reflejo en ello de lo que creen.

En este punto no sé que más decir, sólo recuerdo la honestidad y la transparencia de Guido diciendo me dormí, pero.... abriendo clara y honesta una relación con el público y los hacedores de teatro, y quizá es esa honestidad y esa verdad tan contundente lo que le da esa fuerza y peculiaridad al festival, en la que me siento invitada a entregarme y a dejarme tocar por lo que ahí va a pasar y ahora ya pasó. Doy gracias a quienes hicieron que este festival fuera posible, gracias a la vida por haberme dado la oportunidad y gracias a mí por haberla tomado.

P.D.: Me enamoré de Colombia.

Texto elaborado por Frida Islas de México, perteneciente a Conjuro Teatro, quienes presentaron “Los trazos del viento”.

NO HAY BIEN QUE POR BIEN NO VENGA

Dicen que los viajes ilustran… creo que el viaje que hicimos a Barrancabermeja ha sido uno de los mejores regalos de la vida… no sé por qué. Bueno, a veces razono y me respondo varios por qué’s, pero de pronto parecen ser tantos, que no sé por cuál iniciar la explicación, si es que quisiera explicarlo.

Si como en otros festivales vas, presentas tu trabajo, aprecias el de otros, hay charlas, conferencias, recibes o impartes talleres, conoces a gente brillante, gente de tu país que no conocías, o de otros países, hay diversidad de intercambios, en fin, un Festival de Teatro. Y sí, de algún modo uno regresa siempre enriquecido, renovado, con una experiencia que contar, e incluso con ánimo o inspiración para continuar el propio trabajo.

No sé, tal vez a veces la palabra festival se acerca a sinónimo de feria…como una feria del libro… o una feria de alimentos o de productos artesanales de alguna región…

Pero algo había en este Festival que por lo visto y comprobado en tantos compañeros que asistimos, fue algo más que entrañable, interesante, aleccionador, inspirador, conmovedor, prácticamente un parteaguas.

Estando en las actividades que nos ocupaban, a veces volteaba a ver a mis compañeros para ver si ellos estaban sintiendo algo parecido a lo que yo estaba sintiendo, los veía para corroborar si yo estaba demasiado sensible, o qué pasaba conmigo, y volteaba al cielo, para ver si no sería que había luna llena y la marea de mi sangre estaba demasiado elevada… pero sólo comprobaba, al verlos, que algo muy grande estaba

pasando, pues entre todos nos volteábamos a ver, sorprendidos de lo que a veces veíamos o escuchábamos…y no sólo a mis compañeros les sucedió, a mucha otra gente, quizá a toda. ¿Cómo podía haber tanta belleza?

Realmente se convirtió en un encuentro humano excepcional.

Hasta el momento ya es algo inevitable… cierro los ojos por un momento, me toco el pecho, percibo mi corazón, recordando la experiencia y vuelve a subir la marea de mi sangre que me vuelve a conmover y vuelvo a agradecer a la vida, a la casualidad y a la causalidad, al devenir de la historia, que nos ha puesto en ese cruce de caminos, es ese hermoso encuentro humano.

¿Qué poder inmenso desató esto?

Tal vez lo que bien repite la querida Yolanda: la fe. Eso y supongo que la unión de tantos soñadores, que seguimos pensando que un mundo mejor es posible, y que a estas alturas de la complicada historia de la humanidad confiamos en el poder del teatro, con su sencillez y su magia.

Por nuestra parte, Conjuro Teatro participamos en el Primer Festival Internacional de Teatro en la Gran Carpa de la Paz, presentando una de nuestras puestas en escena: “Los Trazos del Viento” que habla sobre las mujeres asesinadas y desaparecidas en Ciudad Juárez, Chihuahua, México, que estrenamos en el 2003, en el Foro de las Artes, del CENART (Centro Nacional de las Artes) en la Ciudad de México.

También impartimos el taller “Teatro para la Memoria Histórica” con gente de entre 15 a 33 años, algunos hacían teatro en sus comunidades, otros era su primer acercamiento al teatro.

Como siempre el teatro nos deparaba sorpresas. Aunque nada es por casualidad, lo primero fue encontrarnos “por casualidad” con Yolanda en la Ciudad de México a finales del 2010; nos contó sobre el festival, nos gustó su idea y nos involucramos con ella y anduvimos el camino necesario para poder asistir.

Esto fue porque nos encontramos en la presentación del libro del maestro Enrique Mijares en que reúne con una ardua y amorosa labor las obras completas de Víctor Hugo Rascón Banda; un guerrero del teatro y de las letras que luchó y defendió siempre los espacios y los derechos del arte, del teatro y su gremio; amigo y compañero de lucha con quien tuvimos la oportunidad de compartir creación teatral en una de nuestras producciones “Los Niños de Morelia”, estrenada en 2005 en la ciudad de Morelia, Estado de Michoacán, México, que también por casualidad (sin que nadie lo supiera, hasta que un niño de Morelia que asistió al estreno, un señor entrado

en los setenta y últimos años, nos lo informó ahí mismo), el estreno y primer temporada se realizó en una antigua bodega, convertida en teatro, que antes de teatro y bodega, justo fue, asombrosamente, el Internado de aquellos niños que en los años treinta llegaban como el primer grupo de exiliados de españoles a México, solos , sin sus padres quienes los habían mandado fuera de España para protegerlos de la brutalidad y horror de la guerra. Fue mágico comenzar a contar a través del teatro esa historia en uno de los sitios más importantes donde sucedió en la vida real, sin saber que así seria. Como unos años antes fue mágico el encuentro con el maestro Víctor Hugo Rascón, que de hecho él se acercó a saludarnos al final de una presentación de nuestra obra “Los Trazos del Viento”, quiso entrar a los camerinos y ahí lo conocimos, y en adelante nos unió finalmente en amistad y trabajo la magia del teatro. Luego de su muerte le hemos rendido homenajes y reconocimientos por su labor y su entrega, además de todo el cariño que le tenemos, incluso una de las últimas producciones de Conjuro Teatro es una adaptación a la novela “Contrabando” del Maestro Víctor Hugo, que trata sobre el narcotráfico en una zona fronteriza de México, desde lo humano, quiero decir desde las historias de vida de la gente. En fin, todo esto para decir que por eso asistimos a aquella presentación del Libro del Maestro Mijares, y ello nos llevó, sin saber que así sería, a Barrancabermeja. Incluso vuelvo a agradecer ahora por esta experiencia al mismo Víctor Hugo Rascón.

Como dice la Investigadora mexicana Rocío Galicia, gracias a la historia de la que uno viene, uno confluye o coincide en momentos y puntos de la historia colectiva. No hay bien que por bien no venga.

Entre otras cosas nuestros espectáculos han tenido un perfil temático que muy bien se ajustan a los temas que se tratarían en el Festival. Pues “Los niños de Morelia”, o “Historias de Contrabando” y la misma obra “Los Trazos del Viento” terminan por reflexionar y señalar cuestiones sobre violencia, memoria histórica, necesidad de paz.

Nuestra expectativa sobre lo que sucedería en el Festival en Barrancabermeja era muy buena, ya lo intuíamos, pero, como ya lo he dicho, la realidad nos sobrepasó por mucho, la experiencia vivida fue mucho más allá de la obra presentada, la charla, o el taller impartido.

De todo esto, tal vez la delegación mexicana en Barrancabermeja nos sentimos muy responsables de lo que estábamos viviendo, pues nos sentíamos reflejados, confrontados, conmovidos, con preguntas y respuestas, en fin, impactados. Pero algo fundamental es que al ver cómo se está trabajando con la sociedad civil, con el arte y la educación, y lo que eso ha generado en términos de sensibilización y apertura de la consciencia, y en términos de resultados concretos de construcción de paz, nos abre una luz, una visión de esperanza para un pueblo latinoamericano golpeado como nuestro México que necesita una gran sanación. Y por eso allá, los que ya nos conocíamos y los que no nos conocíamos pero que ahí nos fuimos a conocer, nos organizamos y nos reunimos, pensando en un modo de compartir todo aquello al regresar a nuestro México. Resultó así la pasada Rueda de Prensa para medios de comunicación, instituciones culturales, comunidad artística y público en general, en el teatro Salvador Novo, de la Escuela Nacional de Arte Teatral en el CENART, Ciudad de México, el pasado 10 de junio de 2011.

Entre otras cosas, quizá palpamos con claridad cuánto nos duele nuestro México. Justo porque es un gran país, con gente brillante, hay un enorme talento, mucha generosidad, riqueza cultural y natural impresionante, lleno de esa magia que tienen los pueblos latinoamericanos y que a tantos atrapa y enamora.

Todo ello muchas veces ensombrecido por la acción y la ambición del poder, del interés económico pautado por el vecino gringo del norte, por el egoísmo, por el silencio, por el cuidado y compromiso político e hipócrita, por cuidar el puestito, el sueldito y la “comodidadcita”, por las complicidades y mancuernas de décadas entre

instituciones públicas y privadas de educación, justicia, comunicación, con élites de poder, gobernantes, organizaciones criminales, el juego y negocio más que a la vista de la corrupción aunque lo siguen negando, la omisión y la mentira, en fin por la falacia del sistema que conocemos bien. Todo aquello descompuesto que casualmente ronda sobre todo en los lugares donde aseguran cuidar o apoyar a la ciudadanía y sus intereses. Y que como lo estamos viviendo: el impulso y cuidado real a la educación y a la cultura es lo que en el fondo menos importa. (Lo sabemos y vimos el ejemplo en Colombia; la educación y cultura son factores esenciales que han generado procesos de paz; vimos que prácticamente todos los organismos civiles trabajan de la mano con la educación y con el arte).

Sí, en México sí hay muchos programas de gobierno educativos, culturales, sociales, pero hay muchos connacionales a quienes hay que decir: no seamos ingenuos y egoístamente cómodos; aunque se diga o se crea que se está haciendo más, o mucho, el rezago real es brutal… basta asomarse a los diversos rincones del país, no por fotos y lecturas de internet, verlo con los ojos.

No demerito de ninguna manera el valioso y arduo trabajo de organismos civiles que hacen mucho y hasta donde pueden por la construcción de mejores condiciones de desarrollo en diversas comunidades. Sólo que los dejamos solos. Y hay quienes preferirían su desgaste y disipación, lo sabemos.

Pero la pregunta es para todos: ¿qué vamos a hacer con todo lo que está pasando? Sociedad civil, instituciones públicas, artistas, organizaciones, medios de comunicación, todos, ¿cuándo vamos a despertar a la verdadera unidad?

¿Hasta que lleguemos al extremo?

Si ya estamos en un extremo, tenemos el agua hasta la nariz. Por la miseria, por la guerra, por los niveles paupérrimos de desarrollo; no por nada miles de mexicanos intentan migrar al norte a la pesadilla americana que realmente les toca por allá a los que logran llegar, pero seguro que la pesadilla es peor acá, si no, no se arriesgarían como lo hacen.

Nadie puede cerrar los ojos ¡Es hora de despertar!

¿O hasta que tengamos la necesidad de resurgir de las cenizas, de algo igual o peor de lo que pasó en Colombia?

¿Y sólo hasta que nos sintamos totalmente hundidos, entonces podremos tomar la mano del de al lado para ver si juntos hacemos algo que nos saque a flote, entre cadáveres y ya que pasó el naufragio y con todo perdido?

Cuándo vamos a sentir que el otro es mi gente, los del norte, los del sur, este, oeste, los de las costas, los de las fronteras, los del centro, que lo que les pase allá, me pasa a mí, son los míos.

La trinchera del teatro es muy poderosa. Sí, se trata de trabajo estético, de la forma, de lo bello, por supuesto las técnicas, y la elaboración fina, eso está bien, pero no puede ser sólo para el ego, para la competencia. Es una comunión: sacude el alma, abre los ojos, nutre la consciencia, abre preguntas, reencuentra con uno mismo, libera, plantea realidades, posibilidades, reluce la verdad, provoca a la acción.

En el Primer Festival Internacional de Teatro en la Gran Carpa de la Paz encontré gente hermosa, también sé que encontré algo en mí y al pisar de nuevo tierra mexicana me encontré con unas enormes ganas de abrazar a mi pueblo, abrazarlo con mi hacer cotidiano, con mi trabajo como gente de teatro.

Gracias Yolanda, Gracias Guido y gracias a todo su grupo de jóvenes, crecimos con ustedes y con todos los asistentes a las diversas actividades del Festival, un encuentro humano de soñadores que luchan por otro mundo, por uno que se acerque a sus sueños y acá en México ya desatamos nuevas piezas para compartir por allá más teatro y trabajo; nos vemos el año que entra para la parte que sigue.

Texto elaborado por Héctor Hugo Peña de México, perteneciente a Conjuro Teatro, quienes presentaron “Los trazos del viento”.

El Primer Festival Internacional de Teatro celebrado en la Gran Carpa de la Paz, en Barrancabermeja Colombia, significó un acercamiento a la consciencia del impacto artístico en los procesos de construcción comunitaria, de cara al fortalecimiento social, cohesión y desarrollo emocional de los individuos, inmersos en circunstancias de alto riesgo, en este caso, desplazados internamente y condiciones de movimientos armados. Lo más importante de la perspectiva de este festival es la posibilidad de conjuntar a la sociedad civil, organizaciones nacionales y locales, cuyo trabajo es el resultado de la participación organizada para legitimar y fortalecer lo que el estado o autoridades no supieron brindar, seguridad, garantías y derechos plenos en dichas circunstancias a su población. Así su organización se vuelve punto focal y ejemplo de resiliencia comunitaria, desde, con, para y por cada grupo vulnerado por la guerra, la violencia, desapariciones, asesinatos y los desplazamientos forzosos. Destacando el protagonismo de mujeres, adolescentes, niños y niñas. Es un hecho que el arte y la educación en regiones en conflicto armado, alta marginación y/o violencia generan un entorno de cohesión, seguridad y sublimación, en ciertos casos una catarsis y un crisol de opciones para la reflexión y posibles soluciones ante un fenómeno de inequidad y exclusión. Un medio de resistencia organizada. El arte y la educación es la resistencia de la humanidad ante lo más bajo de los instintos: la destrucción por poder, la humillación... Es muy importante destacar que en México la circunstancia de violencia, narcotráfico, desplazamientos forzosos por parte del ejército, feminicidios, incorporación de jóvenes a brazos armados etc, plantea una semejanza a la situación de Colombia en los años noventa, lo que plantea un gran referente de progreso en cómo resistir desde la unidad. De ahí creo que parto para decir que la experiencia en la Gran Carpa de la Paz, como mexicanos, como investigador y activista social, como ciudadano, pero principalmente como ser humano, me acerca a asegurar que las coincidencias con Colombia no son en las situaciones armadas, sería una manera miope de ver a dos culturas, reducirlas a las similitudes de síntomas, es preciso asentar que las coincidencias están en la manera de cómo organizarse en colectivo, en comunidad, mediante experiencias empáticas que sirvan de referente y espejo para afrontar, resistir con solidaridad, unidad y participación de todas y todos. Me parece que la trascendencia del Primer Festival Internacional de Teatro en la Gran Carpa de la Paz, el enorme compromiso de Yolanda y Guido en la organización y prospección del dicho, unió a las voces latinoamericanas participantes en un gesto de renovación para llegar a nuestros lugares de origen, fortalecidos, conscientes de acciones medulares para la creación, prevención y la corrección de estrategias de incidencia comunitaria, amor, lucha y vitalidad, tanta vida donde la muerte despierta. Además conocer, tanta fuerza y tanta experiencia de cada persona, me ha nutrido

inmensamente y a limado en algunos casos mis propias aristas del torturador que llevo dentro.

Héctor Aristizábal, comentó: "hay que danzar para matar al terrorista que llevamos dentro" a lo que yo agrego hay que cantar para apagar las balas que arrasan al corazón. El arte es el camino.

Gracias a cada uno de los jóvenes que con su ejemplo dan esperanza y fuerza. Gracias a cada colega que abrió su corazón y nos compartió su valioso sentir y pensar, me siento dichoso de conocer a cada mujer y hombre que tocó mi humanidad con su música, su danzar, su accionar y su plasmar. Gracias a Yolanda, que quiero, admiro y llevo en el corazón. Gracias a Guido por su gran corazón, luz y alma. Gracias Barrancabermeja, viva el Centro Cultural Horizonte Ciudadela Educativa, viva el palpitar de Latinoamérica por la paz y la humanidad. La paz no es un concepto ni una promesa política, tampoco es un derecho, es una condición inherente al ser humano.

Gracias.

Texto elaborado por Aldo Quintero de México, Consultor de “Ciudadanía a través del arte”.

Barrancabermeja, un espejo en el que se me estaba olvidando mirarme…

Me quedé prendada de Barrancabermeja… puedo decir que ahí sucedieron cosas

maravillosas: comenzaron a florecer semillas de esperanza sembradas hace tiempo,

semillas cultivadas por personas llenas de fuerza y amor, niños valientes, grandes

seres humanos que levantan la voz en medio de este mundo revuelto para decirnos

que hay más posibilidades, muchas más preguntas que hacernos y ¡qué bien! muchas

respuestas para responsabilizarnos.

Una multitud de recuerdos mágicos me llegan de golpe y me enchinan la piel, así,

entre llantos, temblores y demases, pienso en los montajes de teatro sin miedo que nos

inundaron y llenaron la Gran Carpa de la Paz de discursos valientes y comprometidos

que reivindican nuestra labor y la muestran como una necesidad humana.

Por allá se quedó una parte importante de mí. Redescubrí el discurso del arte como

trinchera necesaria en este mundo infestado de violencia y terror, pero en el que,

afortunadamente, sigue habiendo pequeños rincones, grandes ventanas donde se

puede salir de la asfixia cotidiana para respirar distinto; extrañas trincheras en las que

artistas levantan con valentía la voz de sus pinceles, de sus tambores, de sus cuerpos,

de sus plumas, de sus complicidades cargadas de fe y no de balas comunes.

Llena de orgullo, puedo decir que mi arma más poderosa es el teatro, que me

maravilla saber que a pesar del “progreso” sigue habiendo lugares donde el sentido de

comunidad y la construcción de paz son y seguirán siendo posibilidades latentes que

de ninguna manera debemos dejar morir, donde el arte es un espejo que sublima la

realidad y nos pone frente a nuestro propio reflejo.

Sembremos más espejos, el mundo sigue siendo tierra fértil.

Texto elaborado por Anick Pérez de México,

perteneciente a Aquelarre Teatro y Espejo Mutable, quienes presentaron” El pájaro

Dziú” y “Bixxá: un cuento antiguo para niños contemporáneos”.

RESEÑA DE LA COMPAÑÍA ESPEJO MUTABLE EN EL PRIMER FESTIVAL INTERNACIONAL DE TEATRO EN LA GRAN CARPA DE LA PAZ

Cuando llegamos al encuentro del Primer Festival Internacional de Teatro en la Gran Carpa de la Paz, encontramos una relación entre el teatro y la construcción social. Entendimos que hay un sentimiento que nos une y es compartir, dejándose guiar por el tomar y el dar. Nos encontramos con el despertar de una generación de ‘pelados’ habitantes de la comuna siete quienes se reúnen a diario en Paloca y han dado vida al Centro Cultural Horizonte junto a sus maestros Guido y Yolanda. Aprendimos que valorar el pasado hace posible que las expresiones artísticas tomen cuerpo y provoquen una pregunta o una verdad. En el desarrollo del Festival nos metimos a la esencia del Llanito: con talleres para niños descubrimos que el ritmo se lleva en la sangre; aprendimos y regresamos con una actitud ante la vida valiente, cumpliendo nuestro fin, refrescamos el nosotros en nuestra memoria ancestral y en cada uno nos vimos reflejados. Gracias chicos y chicas; Paloca; Barrancabermeja; Colombia; México; gracias teatro, gracias vida, gracias fe.

Claudia Santiago. Directora y actriz Compañía Espejo Mutable Teatro: Diez días en mi vida que hoy cambiaría por otros exactamente iguales. Intuía que en Barrancabermeja y en el Festival en la Gran Carpa de la Paz había una experiencia poderosa, valiente que me atraparía sin dejarme tiempo a la razón. Los abuelos de la memoria abrazaron nuestro trabajo y se creó la correspondencia. Tengo claridad en el camino, agradezco al teatro, a mis compañeros de México y del mundo; a personas como ustedes, a Barranca y su público, que este cielo se vaya poblando de más flores, estrellas, ríos y amores…

Adrian López. Director Musical: Tuve la fortuna de viajar a Barrancabermeja, Colombia con el grupo Espejo Mutable, proveniente de México, con una puesta en escena para niños acerca de la tradición oral del Istmo. El temor al ir a Colombia era inminente, ya fuera por el bombardeo de nota roja al que estamos expuestos o a las veladoras que prendió tu abuela para que no te pase nada, aparte, íbamos a un Festival por la Paz, pero la sorpresa fue más que grata, la calidez humana y la hermandad, la tranquilidad de la cuidad, a muchos creo que nos cambió la vida. El darnos cuenta que todos hablamos una lengua, la del arte, y que sólo así se puede llegar a la paz, seas del país que seas, fue una gran fraternidad cultural. Sigamos haciendo el amor al arte para que nazca la paz.

Jorge Valdivia. Actor / Asistente de Dirección: “…Favor de abrocharse sus cinturones…” Lo siguiente fue Barrancabermeja. Llegué con la compañía Espejo Mutable de México. Dispuestos a compartir en una función, a escuchar, a dialogar… Nuestro discurso está en la tradición oral, en lo que nos cuentan nuestros abuelos. Ahora yo podré contar que conocí gente que te abraza en una sonrisa, que cree en tí, que juega y construye un futuro lleno de justicia. Que no olvida y aún así, sigue creyendo en la gente. Que juntos encontramos verdades, las nuestras, las de todos. Que encontré un futuro bello escondido en El Llanito, lo cuidaban niños con nuestra esperanza en su sonrisa y las manos de grandes seres humanos. Podré contar que durante diez días olvidamos nuestro lenguaje y territorio y hablamos Teatro y delimitamos una carpa, donde llegaron amigos ahora hermanos para la vida. Donde te conté cosas y me confiaste las tuyas. Al cabo de esos días desarmamos la carpa llevándonos cada quien una semilla, con la promesa de plantarla por todo el mundo. Ahora la carpa es tradición oral sin fronteras y en cualquier momento, en algún lugar del mundo escucharemos a una multitud gritar: ¡Viva la Carpa de la Paz! Estemos atentos.

Ignacio Velasco. Actor: EL MUNDO DESDE ARRIBA

Tantas cosas por hacer, tantas palabras por decir, acciones por emprender. Esa era parte de la reflexión en mi vuelo de regreso a México. Desde donde estaba, viendo las nubes, el mundo me parecía una sola cosa, un ser único, pensé. Desde el lado que me toca habitar, procurar un lugar mejor, vivir sin miedo, ser libre.

Barrancabermeja abrió una puertita que deja para siempre prendida una luz que desvela una experiencia maravillosa con la gente que construye paz, unidad, fortaleza, entendimiento. Y precisamente desde donde me encuentro yo, desde el Teatro; Colombia, México, el mundo entero necesita justo eso, quiero creer y tener la esperanza de que el Teatro, el arte, pueda influir a ser mejores humanos, abrir conciencias, generar emociones, abrir puertitas.

De Colombia me llevo mil cosas, mucha luz, como la de los pequeños de nuestro taller, esa que sus ojos irradian o lo que sus voces vibran y que piden tan sólo crecer,

mejorar cada día, tener amor en sus vidas. Me quedo con la sensación de que sigo allá, me quedo con la sensación de que me traje algo acá, que se quedará en mi corazón

para siempre…

Texto elaborado por la Compañía Espejo Mutable Teatro de México, quienes presentaron “Bixxá: un cuento antiguo para niños contemporáneos”.

Queridos participantes del I Festival Internacional de Teatro en La Gran Carpa de La Paz, queridos Miembros del Centro Cultural Horizonte, queridos todos:

Un beso es un beso es un beso, es una propuesta contemporánea, vanguardista y experimental. Es una obra basada en historias personales y de mi comunidad (Santiago, Chile) que ocurrieron en una época marcada por la dictadura militar y sus consecuencias: La llegada del capitalismo y con él la globalización. La obra habla principalmente desde la voz de los jóvenes de mi generación, quienes marcados por el fracaso de los ideales de nuestros padres, abandonamos a Dios, a nuestras familias, a los héroes, al amor. Pero estos temas no están planteados de una manera estructurada y concreta. Los conceptos son poetizados, y como dice mi directora y maestra, Josefina Báez “Aquí danzamos el teatro y jugamos con el texto. Aquí el teatro es danza y poblamos el espacio”. En la interpretación teatral que hicimos de las historias, hay una rebelión explícita contra el lenguaje racional y dominante en nuestra cultura. También hay una invitación al espectador a ser activo y crear su propia versión – interpretación de la obra. Esta interpretación y diálogo con la obra es muy diverso y cada quién construye, desde su propia identidad, la otra mitad del diálogo con el espectáculo.

Debido a que es una obra no tradicional, sumado al hecho de que yo soy una actriz relativamente joven, he tenido que luchar mucho para poder hacerla. Me han dicho que es un lenguaje hermético, que nadie la va a entender. Por este motivo se me han cerrado muchas puertas, pero se me han abierto otras, como las de este festival. Yo me siento contenta con el trabajo porque lo hago con amor, con compromiso, con honestidad. A pesar de que me digan que el público objetivo en este caso serían sólo los intelectuales y los estudiantes de teatro, yo quiero hacerlo para todas las personas de todos los pueblos del mundo. Esas son las personas que quiero. Personas que como nosotros, por diferentes motivos, han sufrido violencia, han sufrido indiferencia y discriminación. Los que luchan con alegría y con el corazón abierto, para mantener y ganar el espacio que tienen y merecen en la comunidad. No quise hacer esta obra para intelectuales expertos en teatro. Quise hacer mi obra para el pueblo, para los trabajadores, los artesanos y los artistas que transforman lo cruel del cotidiano en pan, en canto, en herramientas de trabajo. Apuesto a que el diálogo no fue desde lo racional, si no desde el alma. Aposté a compartir una experiencia en común, que me dio la posibilidad de hablarles de otra manera, con una rebeldía hacia el lenguaje tradicional. Es por esto que les agradezco con todo el cuerpo, mente, espíritu, el que me hayan dado la oportunidad y se hallan sentado aquí, en la Gran Carpa de la Paz a escucharme, a verme, a sentirme; respetando y aceptando mi manera extraña de contarles una historia. Agradezco que le hayan abierto una puerta y una ventana a la experimentación y al juego. Agradezco que no hayan tenido el prejuicio de que el arte

experimental es elitista, negando así la oportunidad al artista de crear nuevos códigos de comunicación. Agradezco haber compartido con ustedes diez maravillosos días que se transformaron en un hito en la historia de mi vida; donde tuve la oportunidad de ver hechos realidad los sueños y constatar cómo se trazaban caminos para la realización de otros nuevos. Agradezco la calidez humana, la fortaleza y la generosidad. Agradezco haberme encontrado con ustedes, quienes en su cotidiano crear, reflexionar y construir redes de apoyo y solidaridad le dan un sentido potente y transformador a nuestra existencia y a nuestras vidas.

Texto elaborado por Andrea Lagos de Chile, quien presentó “un beso es un beso es un beso”, perteneciente a Naom Teatro.

CONSTRUYENDO LA PAZ

En México, de donde provengo, estamos pasando por una situación de violencia sin freno en este momento. Es producto de muchos factores. Entre los principales es la decadencia de las instituciones. No tenemos confianza en el sistema político ni en la justicia. Hay poco empleo y poca remuneración. Una educación de calidad sólo está disponible para unos cuantos y unas cuantas. A los jóvenes ahora les llaman ninis

porque la mayoría no tienen opciones ni de trabajo ni de estudio. Hay una migración masiva en condiciones de grave riesgo, un desplazamiento forzoso por razones económicas y por la “guerra” entre narcos, policías, ejército y políticos quienes

justifican las torturas, matanzas, secuestros y desapariciones. El gran negocio de drogas, armas y cuotas de protección florece en un páramo de terror. Las campañas No + sangre, la Marcha por la Paz y la Justicia con Dignidad, además, la Caravana del

Consuelo que surgieron este año, promueven el activismo pacífico. Y si los pactos civiles y planteamientos ante las autoridades no logran parar la violencia, prometen implementar metodologías de acción directa y desobediencia civil pacífica siguiendo

el ejemplo de Gandhi.

Frente a este panorama pensamos ¿qué papel puede desempeñar el artista, teatrero(a), performero(a), maestro(a), ciudadano(a) de a pie para contrarrestar el vacío paralizante del miedo y la sensación fatal de inutilidad, de que ninguna acción puede lograr el cambio?

La denuncia, la representación o presentación de la violencia y la confrontación ayudan a circular la información y promover la indignación. Las herramientas de la organización, la colaboración, la imaginación, la comunicación, el ejemplo de otra manera de vivir nos pueden estimular y ayudar a cohesionar para asumir el riesgo de actuar.

Necesitamos crear símbolos que nos conecten y proyecten emotivamente, vivencialmente, hacía la meta tantas veces pospuesta de paz y bienestar en la tierra, un trato humano entre humanos y frente a nuestra madre tierra.

Justamente, el Primer Festival Internacional de Teatro en la Gran Carpa de la Paz organizado por el Centro Cultural Horizonte Ciudadela Educativa y el Programa de Desarrollo y Paz del Magdalena Medio nos impulsó hacia esta meta. Nos demostró que con el esfuerzo de muchos y de muchas maneras, podemos organizarnos y colaborar, imaginar, comunicar y vivir por la paz y el teatro, la performance, las acciones artísticas de toda índole, son uno de los medios más efectivos para cultivar la esperanza movilizadora y derrotar la desesperanza fatal.

Para mí, el grupo de teatro y el círculo literario del Centro Cultural Horizonte Ciudadela Educativa, dirigidos por Guido Ripamonti y Yolanda Consejo son modelo de los milagros que pueden crear dos maestros, iluminados, y un grupo de jóvenes dedicados. Conocí el grupo hace tres años cuando visitaron a México. En una conferencia sobre su trabajo me reencontré con Yolanda Consejo (quién había sido mi alumna en un diplomado de Análisis de Movimiento Laban). Ahí conocí a Guido y a varios de los jóvenes teatreros de la Comuna 7 de Barrancabermeja. Los acompañé en una actuación en la Universidad de la Ciudad de México. Me conmovió su entusiasmo y afecto. Al año siguiente, después de asistir al Encuentro Hemisférico de Performance y Política en la Universidad Nacional de Colombia los busqué en su sede, la Paloca de la Comuna 7. Me recibieron generosamente. Yolanda me presentó con gente de la localidad y pude observar el trabajo, apoyar un ensayo e impartir un breve taller para madres de familia. Presencié los inicios de la obra 7 comunas sobre la historia local. Yolanda me habló de los trágicos acontecimientos y los esfuerzos de la población para sobreponerse y desarrollar actividades y actitudes de paz que contrarrestaran en lo posible a la violencia y el desánimo. Volví a abrazar a los jóvenes que ya conocía y tuve oportunidad de conocer a otros. En tan sólo un año, habían crecido enormemente como personas y como teatreros.

El Primer Festival Internacional de Teatro, me ofreció la oportunidad de regresar. Encontré a los jóvenes aún más maduros, tanto en escena como en habilidades organizativas y de interacción con los cientos de personas que asistimos al Festival como actores, talleristas, conferencistas y público. En tres años, su desarrollo como creadores y anfitriones me pareció asombroso. Reflexiono que si unos treinta jóvenes de un barrio pequeño como la Comuna 7 y con un historial colectivo tan estrujante pueden lograr tanto en tan pocos años, entonces otros jóvenes de otros barrios urbanos o rurales con oportunidades semejantes podrían lograr algo parecido. Sobre todo, con guías poseedores de tanta experiencia y convicción de que el arte, la creatividad, la responsabilidad y la acción pueden cambiar el mundo. Yolanda y Guido están modelando esta opción al formar a los jóvenes en la reflexión crítica, la imaginación abierta y el esfuerzo constructivo. Pienso que todos los que participamos en este Primer Festival, tanto hombres como mujeres, salimos fortalecidos por esta muestra de lo que puede ser posible y nos motiva para intentarlo, cada quien a su manera y en sus lugares, pero unidos por el deseo de otro mundo posible. Además de gozar con los eventos, impartí un taller de coros de movimiento y acciones rituales. Con exploración de movimiento e improvisaciones individuales y grupales, alternando roles de guía y coro, los participantes se prepararon para crear acciones con partes planeadas experimentalmente y otras abiertas a interacciones surgidas en el momento. Encontrar temas significativos para el grupo ayudó a mover y hablar desde el corazón usando códigos compartidos, inventados y reciclados. Buscamos convertir a los posibles interlocutores en copartícipes más que en espectadores o consumidores pasivos. Todo el grupo, que incluyó un contingente de visitantes del programa internacional Educación por la Paz, tuvo una participación muy propositiva. Nos acomodamos en un pasillo de la Biblioteca Galvis Galvis y pudimos extender nuestro horario. Para el cierre del taller se presentaron acciones creadas por el grupo que también participó en reciclajes de las acciones Plegaria, Hojas de Nueva Vida y Ciclos. Carlos Lenkersdorf (en Los Hombres Verdaderos: Voces y testimonios tojolabales. 166, Editorial Siglo XXI) resume así: los rasgos de las artes para el pueblo maya “1) manifiestan lo que piensa el corazón; 2) fortalecen la comunidad de los participantes; 3) señalan lo verdadero (tojol) de mujeres y hombres, de la comunidad (cósmica) y de la cosmovisión; 4) no ensalzan lo extraordinario, sea de individuos creadores o solistas ni de obras artísticas…; 5) señalan que las artes no representan una esfera apartada y autónoma, sino que están incorporadas en la comunidad cósmica tojolabal donde se reúnen los varios aspectos de la realidad: lo social, lo religioso y simbólico, lo natural, la vida exigente del trabajo, lo pedagógico y lo político…En las artes, pues, los

hombres verdaderos reflejan la vida comunitaria participativa, señal del estilo democrático de su vida.” El P. Francisco de Roux, S.J., asevera que “El desafío del Magdalena Medio es continuar construyendo, en medio del conflicto, la sociedad equitativa y participativa que basada en la dignidad humana va forjando entre todas y todos la manera como un pueblo quiere vivir su identidad” (p. 248 de “Dignidad Humana, Región, Globalización y Desarrollo”, en La vía ciudadana para construir la paz: Más allá de la derrota o la negociación, Coedición de Conciliation Resources e Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz, Bogotá 2010). Creo que combinando el desafío que plantea el P. Roux, S.J. con los rasgos del arte indígena que delinea Lenkersdorf y que yo también he observado en comunidades indígenas como las zapatistas de Chiapas en México, nos puede inspirar a crear arte con más que para nuestras comunidades. La creatividad para vivir se puede ejercitar y aprender a través de la práctica de las artes, siempre y cuando se enseñan como herramientas abiertas a las culturas locales y las posibilidades y convicciones de los grupos e individuos. La repetición de formas ya creadas tiene valor pero, a mi parecer, se puede actualizar y complementar o reemplazar lo ya existente con la creación de formas propias que nos enseñan a valorarnos por nosotros mismos y a interactuar para construir en colaboración. Estas actividades nos enseñan que, practicando procesos y produciendo experiencias positivas, se pueden producir cambios, con la alegría de la convivencia en paz. El Festival me dio la oportunidad de relacionarme con la gente de Barrancabermeja y también, ya que había viajado tanto, pude dar talleres, performances, y conferencias en Bucaramanga y Quito. Compartí la acción de Hojas de Nueva Vida con un plantón para desaparecido(a)s de la Red Pacífica de las Mujeres de Santander, frente a la Catedral de Bucaramanga. Unos 60 transeúntes y convocantes escribieron sus pensamientos para la paz en hojas que dieron nueva vida a un arbolito. Ahora me pidieron ayudar a idear una acción simbólica por la paz para un coloquio internacional de esta organización. Colaboraciones así son un resultado enriquecedor del Festival. Los mexicanos y las mexicanas que participamos en el Festival regresamos al país decididos y decididas a tratar de poner en acción nuestras vivencias en Barrancabermeja y trabajar entre nosotros y con otros, hombres y mujeres, para crear experiencias y acciones simbólicas a través de las artes que puedan apoyar a los movimientos civiles de paz que tanto urgen en nuestro país. Buscaremos dar consuelo y proyectar la voz de la gente, mostrar la convicción de que sí es posible cambiar, con unión y determinación, volver nuestras artes herramientas para servir a las necesidades tan urgentes de justicia, democracia y paz, con sinceridad, solidaridad y amor al prójimo y a nosotros mismos. Los jóvenes de la Comuna 7 guiados por

Yolanda y Guido, el Centro Cultural Horizonte, el Programa de Desarrollo y Paz del Magdalena Medio y el Padre Francisco de Roux, S.J., nos inspiran en la convicción de que, por más negro que parezca el panorama, es posible el amanecer. Algo que me gustaría ofrecer para un próximo Festival es el uso del método de la respuesta crítica desarrollado por la organización Raíces Alternas de artistas “comprometidos con su comunidad” del sureste de los EU. Lo usan para hablar de los trabajos escénicos que sus integrantes presentan en las reuniones anuales. Coordino el programa Diálogos de percepciones: Qué viste, qué sentiste, qué pensaste en el Centro Nacional de las Artes de México. Ha servido para propiciar un diálogo fértil entre artistas y públicos enfocados en aspectos específicos de las obras. Plantea el uso de preguntas en vez de juicios. Podría entrenar a algunos interesados en el uso de este método y que la experiencia fuera una opción para los participantes. Una sugerencia que tengo para el próximo Festival (porque queremos muchos festivales más ya que sentimos que serían fructíferos y necesarios) es que hayan grupos de discusión e intercambio de experiencias sobre las problemáticas concretas que hemos enfrentado y resuelto al tratar de hacer teatro o arte comprometido con la paz. La paz requiere justicia con dignidad, participación, memoria, movilización, fe que el cambio y la paz son posibles. Trabajar para lograrlo es ya un camino pacífico pero difícil. Los grupos que propongo, serían opcionales y no muy grandes, pudiéndose reunir varios días a intercambiar experiencias e ideas, hacer una relatoría y promover relaciones y hasta intercambios que aporten y que permitan compartir.

Texto elaborado por Anadel Lynton de México, Co-fundadora e investigadora titular del Cenidid-Danza INBA.

¡Aquí estamos! ¡Posponer es siempre fácil!

Más pospongo mi cita con la reflexión escrita y más las emociones que me invadieron estando con ustedes magnifican y amenazan con desbordar.

¿Por dónde empezar? por las gracias a que me salen del corazón. De las gracias por lo que son y por cuantos son. Por como saben dar y también recibir. Por como saben vivir. Agarrados de la vida. Sedientos. Hambrientos. Enamorados. Vivos.

Cada vez que vuelvo de Colombia quedo confundida por días y semanas, metabolizo lentamente sus inmensidades.

Y esta vez es todo mucho más difícil. Todo ha sido demasiado, más grande de mí. Todo aquello que son y hacen es tan alto que me siento una enana. Con tenacidad he intentado saltar, una, cien, mil veces, para lograr arrancar aunque sea un pedacito de lo que estaba viviendo… un trocito… un fragmento… Continuos saltos de la duración de un relámpago que cada vez me llevaban inexorablemente nuevamente abajo. Pero siempre con un pedacito en la mano… muchos pedacitos en mis manos que me han hecho crecer, que apaciguaron mi sed. Cada uno de esos trocitos los llevo a dentro de mí… los guardé con cura “maniacal”… ¿La razón? Hacerlos caos para luego reunirlos en un rompecabezas que muestre al mundo que también un sólo fotograma de aquella fuerza, pura, única, que son todos ustedes, juntos… Sí, aunque sea un único fotograma, yo ya estaría satisfecha.

Y aquí estamos, esta es la primera pieza, el primer trocito. El caos se está disolviendo. El primer punto es solido. El camino será largo, el resultado incierto. Pero la energía está asegurada. Es la de ustedes… como decir… ¡es garantizada!

Gracias por haberme permitido estar con ustedes y por haberme dado un rol.

Nos vemos a la próxima.

Los extraño.

Texto elaborado por Stella Spinelli de Italia, Periodista de PaceReporter.

Hablando con una actriz mexicana en el medio de una de las pausas entre los espectáculos del Festival le contaba cómo en el Teatro Europeo las tendencias dominantes, sean por un lado la comercial atada al mundo televisivo y casi siempre superficial, y del otro lado, aquella del llamado “Teatro de Investigación” fundamentalmente cerebral y poco interesado en involucrar a un público distinto a los de los operadores del sector, convergen en un panorama que dificulta enormemente proponer un teatro popular de calidad en Europa. Con muy grande estupor de mi parte, ella me dijo: “Claro, es normal, allá donde viven ustedes no existe el pueblo” He reflexionado muchísimo a esta simple constatación, me he preguntado si es cierto que así sea… y me puse por enésima vez preguntas sobre el sentido de hacer teatro, sobre su utilidad social. En el medio de muchas incertidumbres, nunca he dudado de algo: La participación del Teatro dell’Elce en el Festival de Barrancabermeja ha sido llena de sentido. Un sentido que no se cuenta con las palabras, sino que se manifiesta en una consciencia serena y cotidiana. Cada respiro en Barranca ha sido un respiro lleno de sentido. Por esta razón estamos agradecidos a la suerte y orgullosos de haber participado al Primer Festival Internacional de Teatro en la gran Carpa de la Paz. Creo que en Europa el pueblo no ha desaparecido definitivamente. Pueda que esté solamente hipnotizado y siga esquemas de vida absurdos e infelices como si hubiera sufrido un triste encantamiento. La tarea del Teatro es sacudirlo, gritarle “¡Despierta!”. Y si nosotros, de nuestro lado, tendremos la fuerza para hacerlo, una cantidad importante la debemos a la experiencia que vivimos en Barrancabermeja…

Texto elaborado por Marco Di Costanzo de Italia,

Perteneciente al Teatro dell'Elce.