crítica y aufklärung [“qu’est-ce que la critique?”] michel foucault

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  • 8/9/2019 Crtica y Aufklrung [Quest-ce que la Critique?] Michel Foucault

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    Revista de Filosofa-ULA, 8, 1995

    Crtica yAufklrung[Quest-ce que la Critique?]1

    Michel FoucaultTraduccin de Jorge Dvila

    PREAMBULOLes agradezco infinitamente el haberme invitado a esta reunin de la

    Sociedad Francesa de Filosofa. Creo que hace una decena de aos present ante

    esta misma Sociedad una reflexin sobre el tema Qu es un Autor?

    Al tema del que quisiera hablarles hoy, no le he colocado un ttulo. El seor

    Gouhier, al presentarme ante Ustedes, ha querido decirles, con indulgencia, que hasido a causa de mi estada en el Japn. Pero, eso no es ms que una muy amable

    atenuacin de la verdad. Digamos que, efectivamente, hasta estos ltimos das yo no

    haba encontrado el ttulo; o ms bien, que haba uno que me obsesionaba pero que

    no lo he querido escoger. Ustedes vern por qu: hubiese sido indecente.

    1. INTRODUCCIONEn realidad el asunto del que quera y quiero hablarles es relativo a la

    pregunta: Qu es la Crtica? Habra que intentar tener a la mano algunos

    propsitos en torno a un cierto proyecto que no ha dejado de formarse, prolongarse,

    renacer en los confines de la filosofa muy cerca de ella, contra ella, a susexpensas, en direccin de una filosofa por venir, en el lugar, quizs, de toda

    filosofa posible. Entre la alta empresa kantiana y las pequeas actividades

    polmico-profesionales que llevan el nombre de crtica, me parece que ha habido en

    el Occidente moderno (ubicado, toscamente, empricamente desde los siglos XV y

    XVI) una cierta manera de pensar, de decir, de actuar, una cierta relacin con lo que

    existe, con lo que se sabe, con lo que se hace, una relacin con la sociedad, con la

    1 Traduccin de la conferencia sin ttulo dictada por el autor el 27 de Mayo de 1978 ante la Sociedad Francesa

    de Filosofa. La misma Sociedad public, en su Boletn de Abril-Junio de 1990, una transcripcin de laconferencia, dejando intacto el estilo oral de la presentacin del autor. Jams Foucault revis el texto de esa

    conferencia. El ttulo Qu es la Crtica?fue colocado por la Sociedad para efectos de la publicacin. Enesta traduccin libre se han hecho algunas modificaciones a la puntuacin propuesta por los transcriptores,

    tambin se ha modificado ligeramente el estilo oral del autor (intentando adecuarlo a su propia forma de

    escribir) y en pocos casos se han cambiado o aadido algunos trminos propios del autor intentando

    mantener la coherencia de sus ideas. La divisin en secciones, y sus sub-ttulos, es un aadido del traductor.

    Se omite en esta traduccin la discusin que se di despus de la presentacin del autor en torno al tema

    expuesto y que aparece acompaando la transcripcin de la conferencia. El texto original puede consultarse

    en:Bulletin de la Socit Franaise de Philosophie, 84 anne, N 2, Avril-Juin 1990, pp.35 - 63.

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    cultura, una relacin, tambin, con los otros y que se pudiera llamar, digamos, la

    actitud crtica.

    Por supuesto que Ustedes se asombrarn al escuchar que haya algo como una

    actitud crtica y que sera especfica de la civilizacin moderna cuando, como

    sabemos, ha habido tantas crticas, polmicas, etc. y que incluso los problemas

    kantianos tienen, sin duda, orgenes ms lejanos que los siglos XV y XVI. Sersorprendente tambin, ver que se intente buscar una unidad a esta crtica mientras

    que ella parece consagrada por naturaleza, por funcin, y dira que hasta por

    profesin, a la dispersin, a la dependencia, a la pura heteronoma.

    Despus de todo, la crtica no existe sino en la relacin con algo distinto a

    ella misma. Ella es instrumento, medio para un porvenir o una verdad que ella ni

    sabr ni ser. Es una mirada sobre un dominio en el que quiere jugar el papel de

    polica y en el que no es capaz de hacer la ley. Todo ello hace que la crtica sea una

    funcin que est subordinada a lo que, positivamente, constituyen la filosofa, la

    ciencia, la poltica, la moral, el derecho, la literatura, etc. Al mismo tiempo,

    cualesquiera fuesen los placeres o las compensaciones que acompaan a esta curiosaactividad de la crtica, parece que ella lleva consigo muy regularmente, casi siempre,

    no slo alguna firme utilidad que reivindica para s, sino tambin que a ella subyace

    una suerte de imperativo ms general, ms general an que el de apartar los errores.

    Hay algo en la crtica que guarda parentesco con la virtud. En cierto modo, de lo que

    yo quera hablarles era, precisamente, de la actitud crtica como virtud en general.

    2. UNA HISTORIA DE LA ACTITUD CRITICA: CRITICA YAUFKLRUNG

    Hay muchsimos caminos para hacer la historia de esta actitud crtica.

    Quisiera simplemente sugerirles este que, repito, es un camino posible entre muchosotros. Propondra la siguiente variacin.

    La pastoral cristiana, o la iglesia cristiana en cuanto ella desplegaba una

    actividad precisamente y especficamente pastoral, desarroll la siguiente idea, por

    lo dems, singular y completamente extraa a la cultura antigua. Cada individuo,

    cualquiera fuese su edad, su status, y a lo largo de su vida y en el detalle de sus

    acciones, deba ser gobernado y deba dejarse gobernar. Es decir, ser dirigido hacia

    su salvacin (salut) por alguien a quien estuviese unido mediante una relacin

    global, pero al mismo tiempo meticulosa, detallada y obediente. Esta operacin de

    direccin hacia la salvacin bajo una relacin de obediencia, debe ocurrir en una

    triple relacin con la verdad: verdad entendida como dogma; verdad en la medida enque esta direccin implica un cierto modo de conocimiento particular e

    individualizante de los individuos; y finalmente, en la medida en que esta direccin

    se despliega como una tcnica reflexionada que implica reglas generales,

    conocimientos particulares, preceptos, mtodos de examen, confesiones, entrevistas,

    etc.

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    No hay que olvidar, despus de todo, que aquello que, durante siglos, se

    llam en la iglesia griega techn technn y en la iglesia romana latina ars artium, era

    precisamente la direccin de consciencia; era el arte de gobernar los hombres. Por

    supuesto que este arte de gobernar permaneci mucho tiempo ligado a prcticas

    relativamente limitadas, incluso en la sociedad medieval, ligado a la existencia

    conventual, ligado a y practicado sobre todo en grupos espirituales relativamenterestringidos. Pero creo que, a partir del siglo XV y antes de La Reforma, se puede

    decir que ha habido una verdadera explosin del arte de gobernar los hombres;

    explosin que puede entenderse en dos sentidos. Primero, como un alejamiento de

    su original ncleo religioso; digamos, como laicizacin, expansin hacia la sociedad

    civil de este tema del arte de gobernar los hombres y de los mtodos para hacerlo.

    Segundo, como una diseminacin de este arte de gobernar en dominios variados

    tales cmo gobernar los nios, los pobres y los mendigos, una familia, una casa, los

    ejrcitos, las ciudades, los Estados, su propio cuerpo, su propio espritu.

    Cmo gobernar?; creo que ha sido esta una de las preguntas

    fundamentales entre todo lo acontecido en el siglo XV o en el siglo XVI. Preguntafundamental cuya respuesta ha sido la multiplicacin de todos los artes de gobernar

    arte pedaggico, arte poltico, arte econmico y de todas las instituciones de

    gobierno, en el amplio sentido que la palabra gobierno tena en esa poca.

    Ahora bien, esta gubernamentalizacin (gouvernamentalisation),2

    que me

    parece bastante caracterstica de esas sociedades del Occidente europeo en el siglo

    XV, creo que no puede ser disociada de la cuestin relativa a la pregunta cmo no

    ser gobernado?. No quiero decir con ello que a la gubernamentalizacin se habra

    opuesto, en una suerte de cara-a-cara, la afirmacin contraria: no queremos ser

    gobernados, y no queremos ser gobernados en absoluto. Quiero decir que en esta

    gran inquietud en torno a la manera de gobernar y en la investigacin sobre lasmaneras de gobernar, se destaca una perpetua pregunta que sera: cmo no ser

    gobernado de este modo, por tal cosa, en nombre de estos principios, con mira a

    tales objetivos y por medio de tales procedimientos; no as, no para eso, no por

    ellos? Entonces, si se le otorga la amplitud e insercin histrica que creo le

    corresponde a ese movimiento de gubernamentalizacin, tanto de la sociedad como

    de los individuos, parece que se pudiera colocar, aproximadamente, del lado de esta

    ltima pregunta lo que llamara la actitud crtica.

    Frente y como contraparte de las artes de gobernar, o ms bien como

    compaera y adversaria a la vez, como manera de dudar de ellas, de recusarlas, de

    limitarlas, de encontrarles una justa medida, de transformarlas, de buscar un escapede esas formas de gobernar o, en todo caso, un desplazamiento a ttulo de reticencia

    2 Aunque en espaol existe el trmino gobernacin, su significado nos parece demasiado general para

    traducir la idea del autor. Esta se corresponde, ms precisamente, y como se notar ms adelante en el

    texto, con una acentuacin operativa del significado del adjetivo gubernamental; a saber, perteneciente

    al gobierno del Estado; respetuoso o benigno para con el gobierno o favorecedor del principio de

    autoridad (D.R.A.E., 1970).

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    esencial, pero tambin y por ello mismo como lnea de desarrollo de las artes de

    gobernar, habra habido algo que naci en Europa en ese momento, una suerte de

    forma cultural general, actitud moral y poltica a la vez, manera de pensar, etc. que

    simplemente llamara el arte de no ser gobernado o, incluso, el arte de no ser

    gobernado as y a este precio. Propondra entonces, como primera definicin de la

    crtica esta caracterizacin general: el arte de no ser gobernado de una cierta manera.Me dirn que esta definicin es, a la vez, tan vaga, tan general, tan dbil. Por

    supuesto! Pero creo, no obstante, que ella permite resaltar algunos puntos de anclaje

    precisos para lo que intento llamar actitud crtica. Son puntos de anclaje histricos,

    claro est, y que pudieran fijarse del siguiente modo.

    1 ) En una poca en que el gobierno de los hombres era esencialmente un arte

    espiritual o una prctica esencialmente religiosa ligada a la autoridad de una

    Iglesia, al magisterio de una Escritura no querer ser gobernado de tal modo,

    era esencialmente buscar en las Escrituras una relacin distinta a la que estaba

    ligado el funcionamiento de la enseanza de Dios. No querer ser gobernado, era

    una cierta manera de rechazar, recusar o limitar (dgase como se quiera) elmagisterio eclesistico; era el retorno a la Escritura; era la cuestin relativa a lo

    autntico de la Escritura, de lo que haba sido efectivamente escrito en la

    Escritura; era la pregunta por la especie de verdad de la Escritura en la Escritura a

    pesar, tal vez, de lo escrito, y hasta llegar incluso, finalmente, a la pregunta muy

    simple: es verdadera la Escritura? En resumen, desde Wycliffe hasta Pierre

    Bayle la crtica se desarroll, en buena parte, que me parece de primera

    importancia y no exclusiva por supuesto, en relacin con la Escritura. Digamos

    que, histricamente, la crtica es bblica.

    2 ) No querer ser gobernado, no querer ser gobernado de un cierto modo, es

    tambin no querer aceptar esas leyes invocadas porque ellas son injustas, porqueen su antigedad, en la magnitud ms o menos amenazante que les da el soberano

    hoy da, esconden una ilegitimidad esencial. La crtica es, por tanto, desde este

    punto de vista, frente al gobierno y a la obediencia que exige, la oposicin de los

    derechos universales e imprescriptibles a los que todo gobierno, cualquiera sea

    monarca, magistrado, educador, padre de familia deber someterse. En

    resumen, si se quiere, encontramos aqu el problema del derecho natural.

    3 ) Finalmente, no querer ser gobernado es, por supuesto, no aceptar como

    verdad lo que una autoridad dice que es la verdad; o, al menos, es no aceptarlo

    por el simple hecho de que una autoridad diga que sea verdad; es no aceptarlo a

    menos que uno mismo considere como buenas las razones esgrimidas paraaceptarlo. En este caso la crtica coloca su punto de anclaje en el problema de la

    certidumbre frente a la autoridad.

    Tenemos as una triple correspondencia. La Biblia, el derecho, la ciencia; la

    escritura, la naturaleza, la relacin consigo mismo; el magisterio, la ley, la autoridad

    del dogmatismo. Se ve como el juego de la gubernamentalizacin y de la crtica, uno

    con respecto al otro, han dado lugar a fenmenos que son, creo, claves en la historia

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    de la cultura occidental, ya se trate del desarrollo de las ciencias filolgicas, del

    desarrollo de la reflexin, del anlisis jurdico o de la reflexin metodolgica. Pero,

    sobre todo, se ve que el ncleo de la crtica es, esencialmente, el haz de relaciones

    que ata el poder, la verdad y el sujeto, uno a otro, o cada uno a las otros dos. Y si la

    gubernamentalizacin es ese movimiento por el cual se trataba, en la realidad

    misma, de una prctica social de sujecin de individuos por medio de mecanismosde poder que reclaman para s una verdad; pues bien, dira que la crtica es el

    movimiento por medio del cual el sujeto se arroga el derecho de interrogar a la

    verdad sobre sus efectos de poder y al poder sobre sus discursos de verdad. En otras

    palabras, la crtica ser el arte de la in-servidumbre voluntaria, el arte de la

    indocilidad reflexiva. La crtica tendra esencialmente por funcin la des-sujecin en

    el juego de lo que pudiramos llamar la poltica de la verdad.

    En relacin con esta definicin de la crtica, y a pesar de su carcter tanto

    emprico como aproximado y deliciosamente lejano en relacin con la historia que

    sobrevuela, tendra la arrogancia de pensar que no es muy diferente de aquella que

    daba Kant; no precisamente de la crtica sino de algo distinto. No es muy lejana, endefinitiva, de la que l daba de laAufklrung.

    En efecto, resulta caracterstico que, en su texto de 1784 sobre qu es la

    Aufklrung3, Kant haya definido la Aufklrung en relacin con un cierto estado de

    tutela (minora) en el cual se habra mantenido, y mantenido autoritariamente, la

    humanidad. En segundo lugar, l defini tal estado de tutela; lo caracteriz como

    una cierta incapacidad en la que se tendra a la humanidad, incapacidad de servirse

    (cada quien) de su propio entendimiento sin la direccin de otro. El trmino que

    emplea aqu es leiten (gobernar) que tiene un sentido religioso histricamente bien

    definido. En tercer lugar, creo que es de particular importancia el que Kant haya

    definido esta incapacidad mediante una cierta correlacin entre, por una parte, unaautoridad (o exceso de autoridad) que se ejerce y que mantiene a la humanidad en

    ese estado de minora y, por otra parte, algo que l llama falta de decisin y de

    coraje. En consecuencia, esta definicin de la Aufklrung no va a ser simplemente

    una suerte de definicin histrica y especulativa; habr algo, en ella que, sin duda,

    resultara ridculo llamar prdica; es ms bien, en todo caso, un llamado al coraje

    que Kant lanza en esa descripcin de laAufklrung.

    No hay que olvidar que el texto de Kant era un artculo de peridico. Habra

    que hacer un estudio sobre las relaciones de la filosofa con el periodismo a partir de

    3 Esta es la primera referencia explcita y pblica del autor al conocido texto de Kant. Cinco aos ms tarde,

    Foucault volver a insistir, ms cristalinamente, en su interpretacin del texto kantiano con ocasin del

    inicio de su curso del College de France de 1983. En esa leccin aprovecho el texto de Kant en un sentido

    muy similar al de esta conferencia del ao 1978. Esa leccin di origen a dos textos cuyas referencias se

    indican aqu en sus versiones originales (en la segunda de ellas es en la que, explcitamente, se reinterpreta

    el texto de Kant):

    Un cours indit;Magazine Littraire, N 207, 1984. Quest-ce que les Lumires?; Magazine Littraire, N 309, 1993. (Vese mi traduccin comentada

    en Actual,N 28, 1994, Mrida).

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    fines del siglo XVIII... Es muy interesante notar a partir de qu momento los

    filsofos intervienen en los peridicos para decir algo que para ellos resulta

    filosficamente interesante y que, sin embargo, se inscribe en una cierta relacin con

    el pblico con efectos de llamado, de solicitud.

    En fin, no es casual el que, en este texto sobre la Aufklrung, Kant seale

    como ejemplos del mantenimiento de la humanidad en estado de minora y, enconsecuencia, como ejemplos de puntos sobre los que la Aufklrung debe levantar

    ese estado de minora y hacer mayores de algn modo a los hombres precisamente

    la religin, el derecho y el conocimiento.

    Lo que Kant describa como laAufklrung, es lo que intentaba describir, hace

    un rato, como la crtica, como esa actitud crtica que vemos aparecer como actitud

    especfica en Occidente a partir, creo, de lo que ha sido histricamente el gran

    proceso de gubernamentalizacin de la sociedad. Y, en relacin con estaAufklrung

    (cuya divisa, bien conocida y que Kant recuerda, es Sapere Aude; no sin que otra

    voz, la de Federico II, diga en contrapartida que razonen tanto como quieran

    siempre y cuando obedezcan), cmo va a definir Kant la crtica? O, en todo caso,puesto que no tengo la pretensin de retomar aqu lo que era el proyecto crtico

    kantiano en todo su rigor filosfico no me lo podra permitir delante de semejante

    auditorio de filsofos, no siendo yo mismo filsofo sino apenas crtico, con

    respecto a estaAufklrung cmo podra situarse la crtica propiamente dicha?

    Si, efectivamente, Kant llama Aufklrung todo el movimiento crtico

    precedente, cmo va a situar l lo que entiende por crtica? Yo dira y esto son

    cosas completamente infantiles que en relacin con laAufklrung la crtica ser, a

    los ojos de Kant, lo que l va decir al saber: Sabes bien hasta dnde puedes saber?,

    razona tanto como quieras, pero sabes bien hasta dnde puedes razonar sin peligro?

    En resumen, la crtica dir que nuestra libertad se juega menos en lo queemprendemos, con ms o menos coraje, que en la idea que nos hacemos de nuestro

    conocimiento y de sus lmites. En consecuencia, en lugar de dejar decir a otro

    obedeced, es en ese momento, en el que uno tendr una idea justa de su propio

    conocimiento, que se podr descubrir el principio de la autonoma y no tendr que

    escuchar ms el obedeced; o, ms bien, que el obedeced estar fundado en la

    autonoma misma.

    No me detendr a mostrar la oposicin que habra, en el caso de Kant, entre el

    anlisis de laAufklrung y el proyecto crtico. Creo que sera fcil mostrar que, para

    Kant mismo, el coraje verdadero de saber que era invocado por la Aufklrung

    consiste en reconocer los lmites del conocimiento. Sera fcil mostrar que para l laautonoma est lejos de ser opuesta a la obediencia a los soberanos. Kant fij a la

    crtica, en su empresa de des-sujecin en relacin con el juego del poder y de la

    verdad, como tarea primordial, como prolegmeno a toda Aufklrung presente y

    futura, conocer el conocimiento.

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    3. UNA DEFENSA HISTORICA DE LA VIGENCIA DE LA ACTITUD

    CRITICANo quisiera insistir ms en las implicaciones de esta suerte de desplazamiento

    entreAufklrung y crtica que quiso marcar Kant. Simplemente, quisiera insistir en

    el aspecto histrico del problema; aspecto sugerido por cuanto aconteci en el siglo

    XIX. La historia del siglo XIX ha dado mucha ms importancia a la continuacin dela empresa crtica, tal como Kant, en cierto modo, la haba situado en retiro con

    respecto a la Aufklrung, que a la Aufklrung misma. Dicho de otro modo, la

    historia del siglo XIXy por supuesto, la historia del siglo XX ms aunpareca

    deber, si no dar la razn a Kant, al menos ofrecer una solidez concreta a esta nueva

    especie de actitud crtica, a esta actitud crtica en retiro con respecto a la

    Aufklrung y cuya posibilidad haba abierto Kant.Tal concrecin histrica, que pareca mucho ms una ofrenda a la crtica

    kantiana que al coraje de la Aufklrung, corresponda simplemente a estos tres

    rasgos fundamentales: en primer lugar, una ciencia positivista; es decir, dndose

    confianza fundamentalmente a s misma, cuando al mismo tiempo eracuidadosamente crtica en relacin con cada uno de sus resultados; en segundo

    lugar, el desarrollo de un Estado o de un sistema estatal que se daba a s mismo

    como razn y como racionalidad profunda de la historia y que, por otra parte,

    escoga los procedimientos de racionalizacin de la economa y de la sociedad como

    sus instrumentos. De all se desprende el tercer rasgo; en la juntura de ese

    positivismo cientfico y del desarrollo de los estados surge una ciencia de un Estado

    o, si se quiere, un estatismo. Surge entre ellos un estrecho tejido de relaciones en la

    medida en que la ciencia va a jugar un rol cada vez ms determinante en el

    desarrollo de las fuerzas productivas y, por otra parte, en la medida en que los

    poderes de tipo estatal van a ejercerse cada vez ms a travs de conjuntos tcnicosrefinados.

    Por ello, la interrogante kantiana de 1784, Was istAufklrung? (o ms bien la

    manera en que Kant en relacin con esa pregunta y con la respuesta que de ella

    ofreci intent situar su empresa crtica); esa interrogante sobre las relaciones entre

    Aufklrung y Crtica va a tomar, de manera legtima, la postura de una desconfianza

    o, en todo caso, de una interrogacin cada vez ms suspicaz. Interrogante que se

    resume en esta pregunta: De cules excesos de poder, de cul

    gubernamentalizacin (cada vez ms amplia e inaprehensible en cuanto se justifica

    tomando como base una cierta razn) no es esa misma razn histricamente

    responsable?Ahora bien, creo que el devenir de esta ltima pregunta no ha sido el mismo

    en Alemania y en Francia. Ocurri as por dos razones histricas y dignas de anlisis

    dada su complejidad.

    Grosso modo pudiera decirse lo siguiente. En Alemania, quizs menos por

    causa del reciente desarrollo de un Estado nuevo y racional que por causa de la muy

    antigua pertenencia de las universidades a la Wissenschaft y a las estructuras

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    administrativas y estatales, se desarroll esa sospecha de que hay algo en la

    racionalizacin, y quizs incluso en la misma razn, que es responsable del exceso

    de poder. Esa sospecha se desarroll sobre todo en lo que pudiera llamarse una

    izquierda alemana. En todo caso, desde la izquierda hegeliana hasta la Escuela de

    Frankfurt ha habido toda una crtica del positivismo, del objetivismo, de la

    racionalizacin, de la techn y de la tecnificacin. Se trata de una crtica delproyecto fundamental de la ciencia y la tcnica teniendo como objetivo hacer

    aparecer las conexiones entre una presuncin ingenua de la ciencia, por una parte, y

    las formas de dominacin propias de la conformacin de la sociedad

    contempornea, por la otra. Puede tomarse como ejemplo el caso de Husserl, el cual,

    sin duda, fue, entre todos, el ms alejado de lo que pudiera llamarse una crtica de

    izquierda. En efecto, no hay que olvidar que Husserl en 1936 refera la crisis

    contempornea de la humanidad europea a una situacin en la que se destaca el

    problema de las relaciones entre conocimiento y tcnica, entre pistm y techn.

    En Francia las condiciones del ejercicio de la filosofa y de la reflexin

    poltica han sido muy diferentes. Por ello la crtica de la razn presuntuosa y de susefectos especficos de poder no parece haber sido llevado de la misma manera.

    Pienso que sera del lado de un cierto pensamiento de derecha, en el curso de los

    siglos XIX y XX, donde se encontrara la misma acusacin histrica a la razn o a la

    racionalizacin en nombre de los efectos de poder que ella conlleva. En todo caso, el

    bloque conformado por la Ilustracin y por la Revolucin impidi, sin duda, de

    manera general que hubiese un cuestionamiento real y profundo de la relacin entre

    racionalizacin y poder. Quizs tambin, el hecho de que la Reforma es decir, lo

    que creo que ha sido en sus races ms profundas, el primer movimiento crtico

    entendido como arte de no ser gobernado no haya tenido en Francia la amplitud y

    el xito que conoci en Alemania permiti que, en Francia, esta nocin deAufklrung, con todos los problemas que planteaba, no haya tenido una

    significacin tan amplia ni una referencia histrica de tan largo alcance como en el

    caso de Alemania.

    Podra decirse que, en Francia, nos conformamos con una cierta valoracin

    poltica de los filsofos del siglo XVIII al tiempo que se descalifica el pensamiento

    de la Ilustracin como un episodio menor en la historia de la filosofa. Por el

    contrario, en Alemania, lo que se entendi comoAufklrung fue considerado para

    bien o para mal, poco importa; pero, ciertamente, siendo un episodio importante

    como una suerte de manifestacin espectacular del profundo destino de la razn

    occidental. En todo el perodo que sirve de referencia a la nocin de la Aufklrung,desde el siglo XVI al XVIII, se intent, por una parte, descifrar o reconocer la lnea

    de pendiente ms marcada de la razn occidental, mientras que, por otra parte, fue

    ms bien la poltica a la que estaba ligada la Aufklrung la que fue objeto de un

    examen de sospecha. Esta es, de manera muy general, la divisin que caracteriza el

    modo como, en Alemania y en Francia, fue planteado el problema de la Aufklrung

    en el curso del siglo XIX y durante la primera mitad del siglo XX.

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    Ahora bien, en Francia la situacin ha cambiado en estos ltimos aos en

    relacin con este problema de laAufklrung (con la inmensa importancia que este ha

    tenido para el pensamiento alemn, desde Mendelssohn y Kant pasando por Hegel,

    Nietzsche, Husserl, la Escuela de Frankfurt, etc...). Me parece que en Francia ha

    llegado una poca en la que, precisamente ese problema de laAufklrung, puede ser

    retomado en una vecindad muy significativa con, digamos, los trabajos de la Escuelade Frankfurt. Para ser breve, podemos decir que y esto no debiera sorprender

    gracias a la fenomenologa, y a los problemas que ella plantea, nos fue devuelta la

    pregunta por la Aufklrung. En efecto, esta nos fue devuelta a partir de la pregunta

    por el sentido y por lo que pueda constituir al sentido. Cmo puede ocurrir que

    haya sentido a partir del sin-sentido? Cmo nos llega el sentido? Preguntas estas

    que son perfectamente complementarias de esta otra: Cmo es que el gran

    movimiento de la racionalizacin nos condujo a tanto ruido, a tanto furor, a tanto

    silencio y mecanismo sombro?

    Despus de todo no hay que olvidar que La Nause es, con una diferencia de

    escasos meses, contempornea con la Krisis. Fue slo despus de la guerra, graciasal anlisis de la idea de que el sentido no se constituye sino por sistemas de

    restricciones caractersticos de la maquinaria significante, y gracias al anlisis del

    hecho de que no hay sentido sino por efectos de coercin propios de estructuras que,

    por una extraa perspectiva, se reencontr el problema entre ratio y poder. Delmismo modo, pienso (y esto, sin duda, es un estudio por realizarse) que los anlisis

    de historia de las ciencias, toda la problematizacin de la historia de las ciencias

    (que tambin, por supuesto, tiene sus races en la fenomenologa pero que, en

    Francia, tiene otra historia muy diferente a travs de Cavaills, Bachelard, Georges

    Canguilhem), vale decir, el problema histrico de la historicidad de las ciencias no

    deja de tener ciertas relaciones y analogas haciendo eco, hasta cierto puntocon el problema de la constitucin del sentido. Esto puede formularse con la

    pregunta: cmo nace y cmo se forma esta racionalidad (cientfica), a partir de algo

    que es otra cosa? He aqu la recproca y el inverso del problema de la Aufklrung:

    cmo ocurre que la racionalizacin conduzca al furor del poder?

    Ahora bien, parece que tanto las investigaciones sobre la constitucin del

    sentido con el descubrimiento de que el sentido no se constituye sino por

    estructuras de coercin del significante, como los anlisis hechos sobre la historia

    de la racionalidad cientfica con los efectos de restriccin ligados a su

    institucionalizacin y a la constitucin de modelos no han hecho otra cosa que

    verificar, como por un corto da y a travs de una especie de resquicio universitario,lo que fue, despus de todo, el movimiento de fondo de nuestra historia desde hace

    un siglo. A fuerza de tantos cantos sobre la falta de racionalidad de nuestra

    organizacin social o econmica, nos encontramos frente a no se si demasiada o

    insuficiente razn pero, en todo caso, seguramente frente a exagerado poder. A

    fuerza de escucharnos los cantos sobre las promesas de la revolucin, no se si donde

    ella se ha producido sea buena o mala, nos encontramos frente a la inercia de un

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    poder que se mantena indefinidamente. A fuerza de escuchar los cantos de la

    oposicin entre las ideologas de la violencia y la verdadera teora cientfica de la

    sociedad, del proletariado y de la historia, nos hemos reencontrado con dos formas

    de poder que se parecan como dos hermanos: fascismo y estalinismo. Retorno, en

    consecuencia, a la pregunta Qu es la Aufklrung? Y de ese modo se reactiva, para

    nosotros, la serie de problemas que marcaron los anlisis de Max Weber; a saber,Qu hay de esa racionalizacin de la cual convenimos que caracteriza no solo al

    pensamiento y a la ciencia occidentales desde el siglo XVI, sino tambin las

    relaciones sociales, las organizaciones estatales, las prcticas econmicas y, tal vez,

    hasta el comportamiento de los individuos? Qu hay de esa racionalizacin en sus

    efectos de restriccin y, quizs, de obnubilacin, de implantacin masiva y creciente

    y nunca cuestionada radicalmente de un vasto sistema cientfico y tcnico?

    Este problema de Qu es la Aufklrung?, que estamos completamente

    obligados en Francia a retomar sobre nuestras espaldas, se puede abordar por

    diferentes caminos. El camino por el que quisiera abordarlo quisiera que me

    creyeran no lo trazo, absolutamente, ni en un espritu de polmica ni tampoco decrtica

    4. En consecuencia, he all dos razones que hacen que yo no busque otra cosa

    que marcar diferencias y, de algn modo, ver hasta dnde se puede multiplicar,

    desmultiplicar, demarcar unas con respecto a otras, desencajar, si as se quiere, las

    formas de anlisis de este problema de laAufklrung que es, quizs, despus de todo

    el problema de la filosofa moderna.

    Al abordar este problema que nos hace fraternos con la Escuela de Frankfurt

    quisiera hacer notar que, de todas maneras, tomar la Aufklrung como la cuestin

    central quiere decir, con toda seguridad, varias cosas.

    En principio, quiere decir que uno se compromete con una cierta prctica que

    llamara histrico-filosfica y que no tiene nada que ver ni con la filosofa de lahistoria ni con la historia de la filosofa. Una cierta prctica histrico-filosfica

    quiere decir que el dominio de experiencia al que se refiere ese trabajo filosfico no

    excluye de la reflexin ningn otro dominio de experiencia. No se trata all de la

    experiencia interna ni de las estructuras fundamentales del conocimiento cientfico,

    pero tampoco de un conjunto de contenidos histricos elaborados en otra parte,

    preparados por los historiadores y retomados, de manera elaborada, como hechos.

    De hecho, se trata, en esta prctica histrico-filosfica, de hacerse su propia historia,

    de fabricar, como por ficcin, la historia que estara atravesada por la pregunta sobre

    4Quiz sea til recordar que, ms arriba, el autor ha hecho notar claramente su distanciamiento de la faena

    crtica en el sentido transcendental kantiano, sin apartarse, desde luego, del profundo sentido anlitico que

    la caracteriza. Tambin pudiera resultar de inters referir lo que ms tarde clarific como su

    distanciamiento de la polmica: Es cierto que no me gusta estar involucrado en polmicas... Quien sea

    polmico, procede encapsulado en privilegios que posee de antemano y que nunca aceptara que se

    cuestionen... la persona que l confronta no es un copartcipe en la bsqueda de la verdad, sino un

    adversario, un enemigo que est equivocado, es peligroso y, por ende, es alguien cuya propia existencia

    constituye una amenaza. (M. Foucault, Polemics, Politics and Problematizations in P. Rabinow (Ed.)Foucault Reader, 1984, pp. 381-2)

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    las relaciones entre las estructuras de racionalidad que articulan el discurso

    verdadero y los mecanismos de sujecin ligados a esos discursos. Es esta una

    prctica en la que, sin dificultad, se nota un desplazamiento desde los objetos

    histricos, habituales y familiares para los historiadores, hacia el problema del sujeto

    y de la verdad del que no se ocupan los historiadores. Igualmente puede notarse que

    en esta prctica se invierte el trabajo filosfico, el pensamiento filosfico, el anlisisfilosfico en contenidos empricos diseados por ella misma.

    Por ello es que los historiadores, frente a este trabajo histrico o filosfico,

    dirn: S, s, por supuesto, puede ser... en todo caso, eso no es nunca,

    completamente, historia; esto es el efecto ruidoso de aquel desplazamiento hacia el

    sujeto y la verdad al que me he referido. Los filsofos, por su parte, si bien no todos

    toman aires de presa de cacera herida (pintades offenses), generalmente piensan:

    la filosofa, a pesar de todo, es francamente otra cosa; esto se debe al efecto de

    cada debido a ese retorno a una empiricidad que, incluso para s misma, no est

    garantizada por una experiencia interior. Demos a estas voces laterales todo la

    importancia que tienen; por lo dems, grandsima. Indican, al menos negativamente,que estamos sobre el buen camino; es decir, que a travs de contenidos histricos

    que uno elabora y a los que se est ligado, porque son verdaderos o porque valen

    como verdaderos, se plantea la pregunta: Qu es lo que, entonces, soy yo que

    pertenezco a esta humanidad, quizs a esta franja, a este momento, a este instante de

    humanidad que esta sujeto al poder de la verdad en general y de verdades en

    particular?

    El propsito de desubjetivar la cuestin filosfica recurriendo al contenido

    histrico y de liberar los contenidos histricos gracias a la interrogacin sobre los

    efectos de poder que los afecta en virtud de la verdad que dicen revelar, corresponde

    a la primera caracterstica de esta prctica histrico-filosfica.En segundo lugar, esta prctica histrico-filosfica se encuentra,

    evidentemente, en una relacin privilegiada con una cierta poca empricamente

    determinable. Aunque la definicin de esa poca es relativa y necesariamente floja,

    est designada, sin embargo, como el momento de formacin de la humanidad

    moderna; Aufklrung en el sentido extenso al que se referan Kant, Weber, etc. Es

    un perodo sin fecha fija y con mltiples entradas, puesto que se le puede definir por

    la formacin del capitalismo, la constitucin del mundo burgus, la puesta en

    prctica de sistemas estatales, la fundacin de la ciencia moderna con todos sus

    correlatos tcnicos, la organizacin de un cara-a-cara entre el arte de ser gobernado

    y el de no serlo de ese modo. Ese perodo define, en consecuencia, un inmensoprivilegio de hecho para el trabajo histrico-filosfico porque all aparecen, de algn

    modo, en vivo y en la superficie de las transformaciones visibles, las relaciones

    entre poder, verdad y sujeto que dicho trabajo se propone analizar. Se agrega otro

    privilegio en el sentido de que se trata de formar, a partir de aquel trabajo, una

    matriz para el recorrido de toda una serie de otros recorridos posibles.

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    Digamos que no es tanto porque se privilegie al siglo XVIII, porque nos

    interesemos en l, que reencontramos el problema de laAufklrung; dira, ms bien,

    que es porque se quiere plantear, de manera fundamental, el problema de Qu es la

    Aufklrung? que reencontramos el esquema histrico de nuestra modernidad. No se

    tratar de decir que los griegos del siglo V son un tanto como los filsofos del siglo

    XVIII, o que el siglo XII ya era una especie de Renacimiento, sino de intentar verbajo qu condiciones, al precio de cules modificaciones o de cules

    generalizaciones, se pueda aplicar a cualquier momento de la historia esa pregunta

    de laAufklrung, a saber, relaciones de poderes, verdad y sujeto.

    Este es el marco general de la investigacin que llamara histrico-filosfica.

    En lo que sigue, intentar mostrar cmo puede conducirse esa investigacin hoy da.

    4. UN RESCATE DE LA ACTITUD CRITICA: LA INVESTIGACION

    HISTORICO-FILOSOFICA Ms arriba me refera a que mi proposicin consiste en trazar, muy

    vagamente, otras vas posibles en relacin con las que me parecen que han sido,hasta el presente, las de mayor empeo. En ningn modo debe entenderse esto como

    una acusacin a esas vas de no conducir a nada o de no aportar ningn resultado

    vlido. Quiero simplemente decir y sugerir lo siguiente:

    Me parece que este asunto de laAufklrung desde Kant, a causa de Kant y,

    con toda la apariencia de verdad, a causa de esa separacin entre Aufklrung y

    Crtica que l introdujo ha estado esencialmente planteado en trminos de

    conocimiento. Es decir, se ha partido de lo que fue el destino histrico del

    conocimiento en el momento de la constitucin de la ciencia moderna; o tambin, se

    ha buscado lo que ya, en ese destino, marcaba los efectos de poder indefinidos a los

    que ese mismo destino iba a estar necesariamente ligado por el objetivismo, elpositivismo, el tecnicismo, etc.; o se ha relacionado ese conocimiento con las

    condiciones de constitucin y de legitimidad de todo conocimiento posible o,

    finalmente, se ha buscado cmo en la historia se haba operado el paso fuera de la

    legitimidad (ilusin, error, olvido, recubrimiento, etc.)

    En una palabra, es el procedimiento de anlisis lo que me parece que, en el

    fondo, qued comprometido con el alejamiento de la Aufklrung, en el retiro de la

    Crtica en relacin con la Aufklrung operado por Kant. Me parece que a partir de

    all tenemos un procedimiento de anlisis que es, en el fondo, el que se ha seguido

    con mayor frecuencia; un procedimiento de anlisis que se podra denominar una

    indagacin sobre la legitimidad de los modos histricos del conocer. En todo casofue as como tanto un cierto nmero de filsofos del siglo XVIII como tambin

    Dilthey, Habermas, etc. lo han entendido. Dicho de un modo ms simple, ese

    procedimiento de anlisis alejado de la Aufklrung se formula como pregunta

    esencial la siguiente: Qu idea falsa se ha hecho el conocimiento de s mismo, a

    qu uso excesivo se ha encontrado expuesto y, en consecuencia, a qu dominacin

    se encuentra ligado?

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    Pues bien, en lugar de este procedimiento que toma la forma de una

    indagacin sobre la legitimidad de los modos histricos del conocer, se podra, tal

    vez, proyectar un procedimiento diferente. Este procedimiento podra tener como

    entrada en el asunto de la Aufklrung no el problema del conocimiento, sino el del

    poder. Avanzara no como una indagacin sobre la legitimidad, sino como algo que

    llamara una prueba de eventualizacin.5 Y, qu quiere decir esto? Entendera porprocedimiento de eventualizacin y aqu los historiadores debieran gritar de

    espanto los siguientes aspectos metdicos:

    4.1 El Carcter Arqueolgico de la Investigacin Histrico-FilosficaEn primer lugar, tomar conjuntos de elementos donde se pueda descubrir, en

    primera aproximacin, o sea, de manera completamente emprica y provisional,

    conexiones entre mecanismos de coercin y contenidos de conocimiento. Me refiero

    a mecanismos de coercin diversos y, puede ser tambin, conjuntos legislativos,

    reglamentos, dispositivos materiales, fenmenos de autoridad, etc. En cuanto

    concierne a los contenidos de conocimiento, se tomarn igualmente en su diversidady heterogeneidad, escogindolos en funcin de los efectos de poder de los que son

    portadores, en la medida en que estn validados por ser parte de un sistema de

    conocimiento. Lo que se busca, entonces, no es saber lo que es cierto o falso,

    fundamentado o no, real o ilusorio, cientfico o ideolgico, legtimo o abusivo. Lo

    que se busca es saber cules son los lazos, las conexiones, que pueden ser

    desencubiertas, entre mecanismos de coercin y elementos de conocimiento; los

    juegos de envo mutuo y de apoyo que se desarrollan entre esos mecanismos y estos

    elementos; lo que hace que un cierto elemento de conocimiento pueda tomar efectos

    de poder al estar inserto en un sistema como un elemento verdadero, probable,

    incierto o falso, y lo que hace que un cierto procedimiento de coercin adquiera laforma y las justificaciones propias de un elemento racional, calculado, tcnicamente

    eficaz, etc. En este primer nivel, en consecuencia, no se trata de separar

    legitimidades ni de asignar errores o ilusiones.

    An en este mismo primer nivel, me parece que pueden usarse dos palabras

    que no tienen por funcin designar entidades, potencias o algo como

    transcendentales, sino nicamente permitir operar, en relacin con los dominios a

    los que se refieren, una reduccin sistemtica de valor; digamos, una neutralizacin

    en cuanto a los efectos de legitimidad y una clarificacin de lo que, en un cierto

    momento, los hace aceptables y que hace que, efectivamente, hayan sido aceptados.

    Estas dos palabras sonsaber y poder.Con la palabra saber me refiero a todos los procedimientos y todos los

    efectos de conocimiento que son aceptables en un momento dado y en un dominio

    definido. Por su parte, el trminopoderno hace otra cosa que recubrir toda una serie

    de mecanismos particulares, definibles y definidos, que parecen susceptibles de

    5... venmentialisation, Pardonnez lhorreur du mot!, dijo Foucault. El autor se ha referido a esta nocin, almenos explcitamente, desdeLArchologie du Savoir(1969).

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    inducir comportamientos o discursos. Puede notarse enseguida que el papel que

    cumplen estos dos trminos no es ms que metodolgico; es decir, no se trata de

    descubrir, por su intermedio, principios generales de realidad, sino de fijar, de algn

    modo, el frente del anlisis, el tipo de elemento pertinente para este ltimo. De este

    modo, se trata de evitar la temprana entrada en escena de la perspectiva de

    legitimacin como lo hacen los trminos de conocimiento o de dominacin.Igualmente, se trata, en todo momento del anlisis, de poder darles a los trminos

    saber y poder un contenido determinado y preciso; tal elemento de saber, tal

    mecanismo de poder. Nunca se debe considerar que existe un saber o un poder; peoran, el saber o el poder que seran operativos en s mismos. Saber y poder noconstituye ms que un marco (grille) del anlisis.

    Notemos que ese marco de anlisis no est compuesto por dos categoras de

    elementos que sean extraos uno al otro; por un lado lo que sera saber, y por otro

    lado lo que sera poder. Lo que deca de ellos hace un momento, los hace exteriores

    uno al otro. Mas no son extraos, puesto que nada puede figurar como elemento de

    saber si, por una parte, no est en conformidad con un conjunto de reglas y derestricciones caractersticas, por ejemplo, de un cierto tipo de discurso cientfico en

    una poca dada y si, por otra parte, no est dotado de efectos de coercin o,

    simplemente, de incitacin propias de lo que est validado como cientfico, como

    simplemente racional o como simplemente recibido de modo comn, etc. Viceversa,

    nada puede funcionar como mecanismo de poder si no se despliega segn

    procedimientos, instrumentos, medios, objetivos que puedan ser validados en

    sistemas de saber ms o menos coherentes. No se trata, por lo tanto, de describir lo

    que es saber y lo que es poder y cmo uno reprimira al otro o cmo el otro abusara

    del primero; ms bien se trata de describir un nexo de saber-poder que permita

    aprehender lo que constituye la aceptabilidad de un sistema, ya sea el sistema de laenfermedad mental, de la penalidad, de la delincuencia, de la sexualidad, etc.

    En resumen, me parece que el camino, para nosotros, de la observabilidad

    emprica de un conjunto (de un sistema6) a su aceptabilidad histrica (en la poca

    misma en que efectivamente es observable) pasa por un anlisis del nexo saber-

    poder que lo sostiene, que lo retoma a partir del hecho de que es aceptado y en

    direccin de lo que lo hace aceptable, no en general, por supuesto, sino solamente

    all donde es aceptado como tal sistema. Es slo esto lo que pudiera caracterizarse

    como una comprensin en su positividad. Tenemos aqu, por tanto, un tipo de

    procedimiento que, fuera de la inquietud de legitimacin y, en consecuencia,

    apartando el punto de vista fundamental de la ley, recorre el ciclo de la positividad,yendo del hecho de la aceptacin al sistema de aceptabilidad analizado a partir del

    juego saber-poder. Digamos que este nivel corresponde, aproximadamente, a la

    Arqueologa. Pasemos a un segundo nivel.

    6 Aadimos este trmino, aun cuando algunas veces no lo usa explcitamente el autor. Sin duda, Foucault se

    refiere aqu a la nocin de sistemas prcticos que, posteriormente, us en otros textos. Cf. Quest-ce que

    Les Lumires?, op. cit.

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    4.2 El Carcter Genealgico de la Investigacin Histrico-FilosficaEn segundo lugar, se ve enseguida que, a partir del tipo de anlisis descrito,

    surge, como amenaza, un cierto nmero de peligros que no pueden dejar de aparecer

    como las consecuencias negativas y costosas de semejante anlisis.

    Primera consecuencia. Esas positividades son conjuntos (sistemas) que no

    estn dados por s mismos, en el sentido de que cualquiera sea el hbito o el intersque nos lo han podido hacer familiares, cualquiera sea la fuerza de cegamiento de

    los mecanismos de poder que ponen en accin o cualquiera sean las justificaciones

    que hayan elaborado, ellos no han llegado a ser aceptables por algn derecho

    originario. Lo que se trata de sacar a flote, para comprender bien lo que los ha

    podido hacer aceptables, es que justamente todo eso no estaba dado por s mismo,

    no estaba inscrito en ningn a priori, no estaba contenido en ninguna anterioridad.

    Hay dos operaciones que son correlativas; a saber, desprender las condiciones de

    aceptabilidad de un sistema y seguir las lneas de ruptura que marcan su emergencia.

    Que la locura y la enfermedad mental se superpongan en el sistema institucional y

    cientfico de la psiquiatra no estaba dado por s mismo; tampoco estaba dado el quelos procedimientos punitivos, el encarcelamiento y la disciplina penitenciaria

    vinieran a articularse en un sistema penal; del mismo modo no estaba dado que el

    deseo, la concupiscencia, el comportamiento sexual de los individuos deban

    efectivamente articularse unos sobre otros en un sistema de saber y normalidad

    llamado sexualidad. El desencubrimiento de la aceptabilidad de un sistema es

    indisociable del desencubrimiento de lo que lo haca difcil de aceptar: su

    arbitrariedad en trminos de conocimiento, su violencia en trminos de poder, en

    suma, su energa. Por todo esto es necesario tomar en cuenta esta estructura para

    seguir, de mejor modo, los artificios.

    Segunda consecuencia, tambin costosa y negativa. Esos conjuntos (sistemas)no son analizados como suerte de universales a los que la historia aportara, con sus

    circunstancias particulares, un cierto nmero de modificaciones. Est claro que

    buena cantidad de elementos aceptados, buena cantidad de condiciones de

    aceptabilidad, pueden tener tras de s una larga carrera. Pero, lo que se trata de

    comprender con el anlisis de esas positividades son, de algn modo, singularidades

    puras; ni encarnacin de una esencia, ni individualizacin de una especie.

    Singularidad, como la locura en el mundo occidental moderno; singularidad

    absoluta, como la sexualidad; singularidad absoluta, como el sistema jurdico-moral

    de nuestras puniciones.

    No acudir a ningn recurso fundador ni permitirse un escape haca una formapura, constituye, sin duda, uno de los puntos ms importantes y ms contestables de

    este camino histrico-filosfico: si no quiere inclinarse ni hacia la filosofa de la

    historia ni hacia un anlisis histrico, debe mantenerse en el campo de inmanencia

    de las singularidades puras. Y, en ese entonces, qu? Ruptura, discontinuidad,

    singularidad, descripcin pura, cuadro inmvil, ausencia de explicacin, falta de

    paso a otra cosa; todo eso se conoce. Dira que el anlisis de esas positividades no

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    hace valer los llamados procedimientos explicativos, a los que se otorga un valor

    causal, si estos se ubican bajo alguna de estas tres condiciones:

    1) no se reconoce valor causal sino a las explicaciones que se proponen conseguir

    una ltima instancia, y slo ella, valorada como profunda; economa para unos,

    demografa para otros,

    2) no se reconoce como teniendo valor causal sino lo que obedece a unaestructuracin piramidal que apunta hacia la causa o el ncleo causal, hacia el

    origen unitario,

    3) finalmente, no se reconoce valor causal sino a lo que establece una cierta

    inevitabilidad o que, al menos, aproxime a la necesidad.

    El anlisis de las positividades en la medida en que se trata de

    singularidades puras puestas en relacin, no con una especie o una esencia, sino con

    simples condiciones de aceptabilidad supone el despliegue de una red causal,

    compleja y estrecha a la vez, pero sin duda, de otro tipo. Una red causal que no

    obedecer, justamente, a la exigencia de saturacin por un principio profundo

    unitario, que obliga a una estructuracin piramidal y exige la necesidad. Se trata deestablecer una red que de cuenta de la singularidad como un efecto; por ello, la

    necesidad de la multiplicidad de relaciones, de la diferenciacin entre tipos de

    relaciones, de la diferenciacin entre formas de necesidad de encadenamientos, del

    desciframiento de interacciones y de acciones circulares y la necesidad de tener en

    cuenta el entrecruzamiento de procesos heterogneos. No hay nada ms extrao a

    este anlisis que el rechazo de la causalidad. Pero lo que es importante es que, en

    tales anlisis, no se trata de reducir el conjunto de fenmenos derivados a una causa,

    sino de hacer inteligible una positividad singular, precisamente, en lo que ella tiene

    de singular.

    Digamos, grosso modo, que por oposicin a una gnesis que se orienta haciala unidad de una causa principal cargada de una descendencia mltiple, se tratar, en

    el caso de aquellos anlisis, de una Genealoga; es decir, de algo que intenta restituirlas condiciones de aparicin de una singularidad a partir de mltiples elementos

    determinantes, en relacin con los cuales esa singularidad aparece, no como el

    producto, sino como el efecto.

    4.3 El Carcter Estratgico de la Investigacin Histrico-FilosficaLa inteligibilidad que se propone en la genealoga no funciona segn un

    principio de cierre. Hay un cierto nmero de razones para que no sea as. Veamos

    algunas de ellas.Primero que nada, porque las relaciones que permiten dar cuenta de ese

    efecto singular son, si no en su totalidad al menos en una porcin considerable,

    relaciones de interacciones entre individuos o grupos; es decir, que implican sujetos,

    tipos de comportamientos, decisiones, escogencias. No es en la naturaleza de las

    cosas donde se podra conseguir el sostn, el soporte de esa red de relaciones

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    inteligibles; es en la lgica propia de un juego de interacciones con sus mrgenes

    siempre variables de no certidumbre.

    En segundo lugar, no hay cierre porque esas relaciones que se intenta

    establecer para dar cuenta de una singularidad como efecto, esa red de relaciones no

    debe constituir un nico plano. Son relaciones que se encuentran en perpetuo

    desprendimiento unas con respecto a otras. La lgica de las interacciones, en unnivel dado, se establece entre individuos que, a la vez, pueden mantener sus reglas,

    su especificidad y sus efectos singulares, al tiempo que constituyen, con otros

    elementos, interacciones que se juegan en otro nivel; de modo que, hasta cierto

    punto, ninguna de esas interacciones aparece como primaria o como absolutamente

    totalizante. Cada una puede ser reemplazada en un juego que la desborda e,

    inversamente, ninguna, por local que sea, est libre de efecto sobre aquella de la que

    forma parte y que la encierra. Por lo tanto podemos designar esto,

    esquemticamente, como una movilidad perpetua, como una fragilidad esencial o,

    ms bien, como una intrincacin entre lo que reconduce al mismo proceso y lo que

    lo transforma. En breve, se tratara de desprender toda una forma de anlisis quepudiramos llamar estratgicos.

    4.4 Relacin de los Tres Caracteres de la Investigacin Histrico-FilosficaAl hablar de arqueologa, de estrategia y de genealoga no pienso que se trate

    de descubrir en ello tres niveles sucesivos que seran desarrollados unos a partir de

    otros. Ms bien se trata de caracterizar tres dimensiones necesariamente simultneas

    del mismo anlisis; tres dimensiones que deberan permitir, en su simultaneidad

    misma, comprender, siempre de nuevo, lo que haya de positivo, esto es, las

    condiciones que hacen aceptable una singularidad cuya inteligibilidad se establece

    por el desencubrimiento de las interacciones y de las estrategias a las que esasingularidad se integra.

    (En este punto se dej de grabar algunas frases debido al cambio de cinta7)

    Finalmente, eventualizacin en aquello en lo que uno se involucra con algo

    cuya estabilidad, cuyo enraizamiento, cuyo fundamento no es, nunca, tal que no se

    pueda, de una u otra manera, si no pensar su desaparicin, al menos desprender

    aquello por lo que, y a partir de lo que su desaparicin se haga posible.

    Haba dicho antes que, en lugar de plantear el problema en trminos de

    conocimiento y de legitimacin, se trataba de abordar el asunto, ms bien, por el

    pliegue del poder y de la eventualizacin. Pero, ntese que no se trata de hacer

    funcionar el poder entendido como dominacin o maestra, a ttulo de un dadofundamental, de un principio nico, de explicacin o de ley imposible de trazarle

    fronteras. Por el contrario, se trata de considerarlo siempre como relacin en un

    7 Es posible que en este momento el autor haya resumido, muy brevemente, la caracterizacin metodolgica

    del trabajo histrico-filosfico (la eventualizacin), primero, como anlisis arqueolgico (la singularidad

    como juego de relacin saber-poder) y, segundo, como anlisis genealgico (la singularidad como efecto, y

    no como producto, de una red causal) antes de resumirla, en la siguiente frase, como anlisis estratgico.

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