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CRITICA DE LIBROS J. E. RODRÍGUEZ IBÁÑEZ La perspectiva sociológica (Madrid, Taurus, 1989) Es un hecho notable, a tener en cuenta por los sociólogos, el que frente a la proliferación bibliográfi- ca referida a los diversos aspectos que abarca la sociología se encuen- tre tan descuidado el campo de la teoría sociológica. Sin embargo, no voy a aducir las diversas razones y circunstancias que configuran dicho resultado, pues no es éste el lugar para dilucidar tal cuestión y, ade- más, como ha ocurrido en otras oca- siones, hay que hacer notar que a pesar de ese probable y presunto olvido consciente o falta de dedica- ción especializada, por suerte se publican de cuando en cuando obras que, dado su alcance y eximiedad, suplen con creces a partir de sus cualidades inherente esa falta de can- tidad. Comprendida entre esas mí- nimas pero fecundas obras se en- cuentra, por la entidad de sus méri- tos, La perspectiva sociológica, de José Enrique Rodríguez Ibáñez. Este autor, continuando la línea de aciertos iniciada con sus obras Teoría crítica y sociología (Siglo XXI, 1978) y El sueño de la razón (La mo- dernidad a la luz de la teoría social) (Taurus, 1982), nos presenta, a par- tir del rigor y la reflexión, ahora un producto tan elaborado que en mi opinión supone, por una parte, la realización de las potencialidades teóricas contenidas en aquellas pro- ducciones y, por otra, un destacado avance en el progresivo desarrollo de la teoría sociológica española. Con el ánimo de lograr una ade- cuada y objetiva aproximación in- formativa, a causa de las posibilida- des que suscitan las reiteradas apor- taciones que se vierten en este dis- Reís 56/91 pp. 333-369

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CRITICA DE LIBROS

J. E. RODRÍGUEZ IBÁÑEZ

La perspectiva sociológica(Madrid, Taurus, 1989)

Es un hecho notable, a tener encuenta por los sociólogos, el quefrente a la proliferación bibliográfi-ca referida a los diversos aspectosque abarca la sociología se encuen-tre tan descuidado el campo de lateoría sociológica. Sin embargo, novoy a aducir las diversas razones ycircunstancias que configuran dichoresultado, pues no es éste el lugarpara dilucidar tal cuestión y, ade-más, como ha ocurrido en otras oca-siones, hay que hacer notar que apesar de ese probable y presuntoolvido consciente o falta de dedica-ción especializada, por suerte sepublican de cuando en cuando obrasque, dado su alcance y eximiedad,suplen con creces a partir de suscualidades inherente esa falta de can-tidad. Comprendida entre esas mí-nimas pero fecundas obras se en-

cuentra, por la entidad de sus méri-tos, La perspectiva sociológica, de JoséEnrique Rodríguez Ibáñez.

Este autor, continuando la líneade aciertos iniciada con sus obrasTeoría crítica y sociología (Siglo XXI,1978) y El sueño de la razón (La mo-dernidad a la luz de la teoría social)(Taurus, 1982), nos presenta, a par-tir del rigor y la reflexión, ahora unproducto tan elaborado que en miopinión supone, por una parte, larealización de las potencialidadesteóricas contenidas en aquellas pro-ducciones y, por otra, un destacadoavance en el progresivo desarrollode la teoría sociológica española.

Con el ánimo de lograr una ade-cuada y objetiva aproximación in-formativa, a causa de las posibilida-des que suscitan las reiteradas apor-taciones que se vierten en este dis-

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curso, he considerado convenienteproceder de un modo fragmentario—sin perder de vista, en ningúnmomento, el contexto y el horizon-te global del que forman parte y enel cual se encuentran perfectamenteinsertados— a fin de poder cumplircon el propósito planteado. En esteáéntido y siguiendo, a grandes ras-gos, el índice de La perspectiva socio-lógica he realizado, con fines pura-mente analíticos y de exposición, elsiguiente esquema interpretativo:

a) Advertencia y presupuestosteórico-metodológicos.

b) Emergencia, desarrollo y ac-tualidad de la sociología.

c) Metodología y modelos: pano-rámica actual.

d) Conclusiones.

a) El primer apartado abarcauna nota que antecede al texto yque es necesario destacar con el finde evitar confusiones posiblementeproducto de apuradas lecturas. Di-cha acotación se refiere a que, ad-mitida la amplitud y característicasdel tema, éste ha requerido seguirun criterio selectivo —toda elecciónes una reducción— que conducirá ala exposición, dado el estado actualde la cuestión, de lo que, a juiciodel autor, se ha considerado másnotable y significativo. Al mismotiempo, se insería ^na áedaiaáonque tiene por objeto manifestar quesu intención es «contribuir con ri-gor al debate propio de la cienciasocial» (p. 13) y «suministrar un ins-trumento didáctico que pueda re-sultar útil, como manual o texto deapoyo, en cursos universitarios de

Sociología, Teoría Sociológica y Fi-losofía y Metodología de las Cien-cias Sociales» (p. 13) y una puntualy sobresaliente introducción en laque, de manera concreta y detalla-da, señala sus objetivos y las limita-ciones que derivan de tan dilatada ycompleja problemática. Por último,establece singularmente el campo ylas reglas que rigen su disertación.

He transcrito alguna de las inte-resantes observaciones que se expo-nen en el texto, pues nos facilitanacceder, a través de lo escrito, a lossupuestos y principios sobre los quese ha construido el discurso. Así, seformula sobre el conocimiento so-ciológico en relación con otro tipode saberes, el acertado consejo deque «el complejo de inferioridad delsaber sociológico frente a otras dis-ciplinas debe desaparecer» (p. 15).En la coetaneidad no hay lugar paralo que antaño eran eternas discusio-nes sobre si la sociología era o noera una ciencia, pues hoy, admitidala cientificidad de la sociología, elmotivo de la controversia se centraen discernir lo que es sociología cien-tífica frente a todo aquello que sepretende tal y no es más que simplesucedáneo, es decir, literatura o es-tadística. En la actualidad, es obli-gado admitir que los logros alcanza-dos por la Sociología en su procesode constante desarrollo —tanto a

me-todológico— le van a permitir «ana-lizar cómo los hechos sociales seconvierten en hechos de conocimien-to social, es decir, cómo los elabora-mos según un conjunto de catego-rías sistemáticas y qué relación exis-te entre esas categorías y los hechos

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que se estudian y la licitud que en elorden del conocimiento científico ode una estructura metodológica cien-tífica tenga esa relación»1 y así sus-traerse de la condición o papel dedisciplina subalterna e ingresar, asu-miendo su autonomía, con plenoderecho en el espacio que ocupanlas demás disciplinas científicas.

Reducidas a sus propias limita-ciones todas aquellas concepcionesde la realidad que pretendían darcuenta a partir de sus visiones uni-laterales —por lo tanto, parciales yaque inciden en este o aquel factorsubordinando al resto de los elemen-tos que la componen a esta o aque-lla determinante conclusión— de lasociedad en su totalidad, la sociolo-gía, con transparente vocación cien-tífica aceptó sociológicamente comoun hecho ineludible la necesidad dereconocer el pluralismo como pro-ducto de los diversos procederesexistentes y por existir (su propiahistoria es reveladora de la exis-tencia, desde su propia genealogía,de diferentes modos de tratar lo so-cial según sea el supuesto o puntode partida adoptado: Rousseau-Montesquieu, Saint-Simon-Comte,Marx-Durkheim, etc.) que, en sudiversidad unitaria, convergen y fa-cilitan un mayor conocimiento de larealidad social. El contraste entrelos diversos paradigmas amplía laperspectiva que se traduce positiva-mente en un incremento del acervosociológico y en una mayor eficaciay rigor de nuestra disciplina.

Hemos asistido y estamos asis-

1 E. TIERNO GALVÁN, Conocimiento yCiencias sociales, Madrid, Tecnos, reimp.,1973, pp. 15-16.

tiendo, sin duda alguna, a la caídade los tradicionales dogmas y a ladefenestración de sus administrado-res inquisitoriales que en su conjun-to desvirtuaban el status, la entidady las funciones de la sociología: laevidencia de los hechos hace insos-tenibles las actitudes dogmáticas ysus correspondientes aspiracionesabsolutistas. De ahí que «la presen-cia de diversos paradigmas conten-dientes y posturas pro-teóricas o pro-empíricas no sólo no cierra la plau-sibilidad del debate sociológico, sinoque constituye la savia nutricia detodo debate científico, dentro y fue-ra de la sociología. Ningún saberorganizado incluye entre sus metasla búsqueda de Absolutos y, cuandolo hace, se desvirtúa a sí mismo»(pp. 16-17).

La sociología, como ciencia, ne-cesita tener en cuenta que una desus atribuciones fundamentales esrevelar —producto de su desarro-llo—, por medio de la explicación yla comprensión, que su propio obje-to de estudio está sometido a unalógica dialéctica —frente a la lógicamecánica—, lo que supone, inevita-blemente, que en su dinamicidad seha complejizado. E. Lamo de Espi-nosa apunta que «la actitud usualha sido, y sigue siendo, estudiar enprofundidad cómo la sociedad hainfluido e influye en la sociología ylas restantes ciencias sociales. Lo quepropongo es que comencemos a in-vestigar también la causalidad con-traria, tomando a la ciencia socialcomo variable independiente y lasociedad como variable dependien-te, para indagar cómo esta cienciaes capaz de alterar la sociedad que

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trata de captar neutralmente y ello,a menudo, sin saberlo, es decir, queanalicemos cuáles son las consecuen-cias no intencionadas de la acciónsocial investigadora»2. Además, con-viene desvelar de manera coheren-te y reflexiva que, probablemente,el medio más idóneo de aproxima-ción a la realidad social, desde elpunto de vista de las ciencias socia-les, es la aceptación de la comple-mentariedad recurrente de las dis-tintas visiones —parciales— que seofrecen sobre lo social: de la correc-ta utilización de este pluralismo exis-tente obtendremos como beneficioun mayor conocimiento de nuestropropio objeto de estudio. No hacemucho tiempo que la situación esta-ba definida, como muy bien alegaLudolfo Paramio, por «la concien-cia de que las ciencias sociales eranmultiparadigmáticas, lo que no erasino una forma educada de confesarque en ellas reinaba un llamativocaos teórico»3. Sin embargo, en laactualidad, a partir del reconoci-miento y aceptación de lo que hasido muy bien fundamentado porRomán Reyes, nos encontramos enla posición y perspectiva de que«llamamos ahora pluralismo a loque antes registrábamos como ob-jetividad. La objetividad era uncompromiso, el pluralismo es unprograma»4. Así pues, ahora nosólo la sociología y la sociedad dis-

2 E. LAMO DE ESPINOSA, «Predicción,reflexibilidad y transparencia», en REÍS,núm. 43, julio-septiembre, Madrid, Centrode Investigaciones Sociológicas, 1988, p. 73.

3 Ludolfo PARAMIO, Tras el diluvio,Madrid, Siglo XXI, 1988, p. 6.

4 Román REYES, Filosofía de las cienciassociales, Madrid, Ediciones Libertarias, 1988,p. 247.

ponen de mayores posibilidades,sino que también los sociólogos noshallamos libres de aquellos corsésinterpretativos y etiquetas defini-doras que en su unilateralidad dog-mática no permitían la plausibilidadde otros planteamientos.

La sociología, al contrario de loque piensan los pesimistas y rela-tivistas, desde la admisión de lacomplejización de su objeto de es-tudio y de la reciprocidad de lasinfluencias va a mostrar, qué dudacabe, sus debilidades e insuficien-cias. No obstante y por paradójicoque resulte, dicha inexcusabilidadla convierte cada vez en más aptacomo ciencia, pues todo ello supo-ne, sin duda alguna, reducir las po-sibilidades de la mera ideología y decualquier tipo de seudosociología.La sociología, como ciencia social yde lo social, tiene que asumir quesu objeto de estudio no le permiteser definitiva en sus conclusiones so-bre la realidad, ya que dicho objetoresulta, por el momento, inconmen-surable en su totalidad y dinamis-mo.

Con relación a esto, manifiestael profesor Rodríguez Ibáñez que «lasociedad no es un objeto de conoci-miento dócil, sino un objeto suigeneris, receptivo y reflexivo, quereincide sobre las propias propues-tas sociológicas elaboradas a partirde su estudio» (p. 17). A mi juicio,es necesario asumir plenamente estaobservación porque no sólo implicaampliar la perspectiva de futurosanálisis, sino que, de igual forma,permite superar las deficiencias pre-sentes en los distintos enfoques quese han hecho sobre la sociedad a

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causa de no tener en cuenta estaimportante faceta, junto a las de-más, de la organización social. Poreso, probablemente, el error dealgunas concepciones sociológicas—como, por ejemplo, el positivis-mo de lo establecido, el normati-vismo cosificador, el marxismo vul-gar de la simple mecánica y algunasderivaciones de la fenomenologíaque reproducen la superficial coti-dianeidad— ha sido intentar redu-cir la sociedad en su globalidad a unsimple objeto inerte y, por lo tanto,fácilmente traducible a operativosconceptos olvidándose de la incon-mensurable dinamicidad reflexiva,receptiva, adaptativa y deseante deque disponen los hombres. Sin olvi-darnos de que los citados modelos,en su parcialidad fragmentaria, hansupuesto inequívocamente notableslogros y la configuración de la ac-tual ciencia sociológica —aunquesería mejor decir que ellos mismosconstituyen la propia sociología—;considero que es necesario destacarque el aludido progreso de la socio-logía ha tenido como supuesto bási-co de análisis la delimitación preci-sa y controlada de las regularidadessociales existentes en la sociedad.Esto es, se asume el estudio, a partirde la racionalidad instrumental, dela sociedad —esa vasta construcciónsocial que socializa y resocializa, pormedio de sus poderes e institucio-nes, a los hombres y que éstos, a suvez, como espléndidos actores so-ciales la producen y reproducen demanera racional y esquizofrénica-mente— como ente fácilmente con-trolable en sus aspectos funciona-les: el punto de partida de estos

modelos no ha sido otro que la con-sideración determinante y por sepa-rado de lo estructural o de lo simbó-lico en los quehaceres sociales.

Sin detenernos por más tiempoen este punto, y a falta de otros tér-minos más adecuados, se puede ar-gumentar que la sociología tiene queir más allá de la simple considera-ción de su objeto como una cosa(determinada estructural o simbóli-camente y por separado); aunque,eso sí, manteniendo siempre presenteque todo sistema social está someti-do a la lógica del control que esquien permite su supervivencia. Enotros términos, la dominación exigeactitudes, comportamientos y adap-taciones que en su constancia socialpermiten su sistematización científi-ca. Si antes hablaba de errores, aho-ra realizo la observación de que loséxitos de muchos paradigmas son elproducto de los coherentes y acer-tados análisis que se han realizadosobre estas reificaciones. Sin embar-go, los procesos de cambio econó-mico, sociocultural y político a queestamos asistiendo en las sociedadesdesarrolladas y el actual estado delos conocimientos sociológicos obli-gan a un replanteamiento de estascuestiones y a la necesidad de anali-zar la sociedad a partir de procedi-mientos conjuntos (estructurales ysimbólicos, a la vez), pluralistas ydinámicos de la sociedad.

Establecida su oportuna impor-tancia, destaco las siguientes propo-siciones que resumen singularmentelas concepciones a partir de las cua-les el autor construye esta meritoriaobra:

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— «Renunciar al afán de uni-versalidad equivaldría a renunciar alpropio proyecto sociológico» (p. 17).

— «La disciplina sociológica, enmi opinión, debe aspirar al mayorrigor en el conocimiento de la socie-dad, entendida como proceso cons-tante de producción de sí misma»(p. 18).

— «En cuanto al método, creoque la sociología se debe proponerser analítica y crítica a partes igua-les: analítica por exigente en lo querespecta a penetración y fiabilidadde los estudios, y crítica por cons-ciente de la peculiaridad del objetosobre el que trabaja» (p. 18).

— «El ideal de la sociología pasapor un constante replanteamientoradical de sus datos y de sus méto-dos» (p. 21).

En otro orden de cuestiones pro-pone «la obligación de intentarsimultanear en los estudios socioló-gicos el análisis cuantitativo y el cua-litativo, para que ambos, en su mu-tuo cruce, puedan corregir eventua-les sesgos» (p. 21), y nos dice que«la suerte de la sociología corre pa-reja a la de la era moderna nacidade la Ilustración, pues forma partedel proyecto mismo de esta última,y los sucesivos avatares teóricosmetodológicos de la disciplina seenmarcan también en las modu-laciones peculiares del ethos de lamodernidad (p. 22).

Algo que debemos tener muy encuenta, y que a la postre sirve dehilo conductor del discurso que con-tiene La perspectiva sociológica, es loque el autor nos comunica, en losprolegómenos, refiriéndose a que «el

despliegue argumental que me dis-pongo a entablar se remonta a sugénesis y se va sustanciando en par-te a partir precisamente de tal géne-sis. Ahora bien, no se trata de lamención de unos simples anteceden-tes; al contrario, si la historia apare-ce es porque la discusión acerca deteoría y método no puede prescin-dir de ella» (p. 22).

Aunque, por su propia transpa-rencia, las citadas proposiciones nonecesitan de comentario alguno, hede recalcar de ellas las siguientesconsideraciones generales al respecto.

Es un hecho o realidad necesa-ria la mundialización del plan de lasociología como ciencia. Sin embar-go, es preciso tener en cuenta quedicha universalidad no quiere deciren ningún momento que no se reco-nozca el existente pluralismo confi-gurado a partir de las distintas so-ciedades que producen sus propias,adecuadas y específicas culturas (de-jamos para otra ocasión las cuestio-nes relativas a la internacionalizaciónprogresiva de las sociedades capita-listas y sus consecuentes tendenciashomogeneizadoras). Al mismo tiem-po, esta globalidad que pretende ladisciplina sociológica se puede con-vertir en una valiosa instancia críti-ca frente a muchas sociedades yseudosociologías, que no respondeno se desvían de la lógica de dicho yeventual paradigma sociológico uni-versal y emancipador de los sereshumanos.

Conviene precisar, para evitarmalentendidos, que por paradigmaentendemos lo formulado reciente-mente por L. Racionero y L. Medina,a saber: «un conjunto de acuerdos

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sobre cómo considerar e investigarla realidad»5 y que «una vez conso-lidado el paradigma, la realidad que-da definida por él. La realidad escomo es, pero, para los humanos, larealidad es función del paradigmacon que se mira. La realidad es crea-da por el paradigma»6; de ahí que«si se cambia el paradigma, se cam-bia la realidad»7. De este modo ydesde el momento en que se reco-noce la diversidad y el pluralismode los planteamientos a partir de lavariedad de los procedimientos seintenta, por una parte, alcanzar laconfluencia positiva de las visionespor medio de una estrategia condu-cente a reconocer lo inacabado y lono sabido del objeto de nuestra cien-cia y, por otra, se desecha a uno delos mayores males, consistente enfomentar indiscriminadamente lasinclusiones ideológicas en la disci-plina según sean los intereses a de-fender y los objetivos a destruir, quecasi siempre ha planeado sobre eldiscurso sociológico y que ha impe-dido y sigue impidiendo —aunquecada vez menos por su insosteni-bilidad— el desarrollo del conoci-miento científico-social.

Sin duda alguna, los paradigmascambian, y son estas fluctuacioneslas que permiten el ingreso en elnuevo o en los actuales paradigmasde otros puntos de vista también cien-tíficos sobre la realidad. Para evitarcaer de nuevo en discusiones im-

5 L. RACIONERO y L. MEDINA, El nuevo

paradigma, Barcelona, Promociones y Publi-caciones Universitarias, 1990, p. 16.

6 L. RACIONERO y L. MEDINA, op. cit.,

p. 16.7 L. RACIONERO y L. MEDINA, op. cit.,

p. 16.

procedentes y contribuir a la uni-dad de criterios de la sociología apartir de una realidad social —comohemos dicho— diversa, pluralista,cambiante e irresistible, necesitamostener siempre presente y recordarcon Max Weber que «nuestra in-tención no es tampoco sustituir unaconcepción unilateralmente "mate-rialista" de la cultura y de la histo-ria por una concepción contraria deunilateral causalismo espiritualista.Materialismo y esplritualismo soninterpretaciones igualmente posibles,pero como trabajo preliminar; si, porel contrario, pretenden constituir eltérmino de la investigación, ambasson igualmente inadecuadas paraservir la verdad histórica»8. Deboinsistir, aunque sea repitiendo, quea causa de que la sociedad no es unobjeto acabado, inexcusablementetendrá que ocurrir lo mismo con lostratamientos de que disponemos paraanalizar la realidad social: dialécticay mecánica del objeto y del medioque apunta el dinamismo indefini-do de ambos. De aquí los replan-teamientos y renacimientos de «nue-vas» perspectivas en la sociología yla necesidad de cambiar el dog-matismo improductivo por las posi-bilidades que ofrece la cooperacióna partir de las afinidades y delenfrentamiento, polémica y conjun-ción constructiva de los paradigmasexistentes: sin duda alguna, actuali-zación y relevancia del discurso teó-rico y metodológico weberiano. Pero,también, revisión de los discursosclásicos y contemporáneos a partir

8 M. WEBER, La ética protestante y elespíritu del capitalismo, Barcelona, Península,4.a ed., 1977, pp. 261-262.

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de la aceptación selectiva de las in-eludibles aportaciones que se vier-ten en ellos, para que de esta formadispongamos de un medio más ade-cuado que facilite una mayor aproxi-mación a la compleja realidad socialen cuanto a comprensión, explica-ción y conocimiento de la misma serefiere.

Evidentemente, debemos evitarcaer en uno u otro tipo de re-duccionismos, pues como se ha de-mostrado hasta la fecha —la reali-dad ha sido uno de los más agudoscríticos— son inoperantes en su ais-lamiento, y para ello nada más efi-caz que reconocer que la sociedadno se reduce a este o aquel factor,causa, punto de vista o cualquierotra denominación y, además, admi-tir que es la propia sociedad quienexige a la sociología y a los sociólo-gos un continuo replanteamiento y,a su vez, que es la dinámica propiadel conocimiento quien reivindicala complementariedad de las viejas ynuevas formulaciones sobre lo so-cial. Y hemos de seguir dicho dina-mismo —de la realidad social y delconocimiento— en nuestros análisisde forma pluralista y unitaria, puesde lo contrario ahondamos y facili-tamos la permanencia y el surgimien-to de las ya criticadas visiones unila-terales, con sus consecuentes sacra-lizaciones de los factores o elemen-tos que son o constituyen el puntode partida de tales concepciones:caída en el reduccionismo de las pers-pectivas y parcialización de los re-sultados incrementando, por lo tan-to, los espacios del relativismo re-trógrado.

La sociología, para progresar en

su cientificidad, necesita ser riguro-samente analítica en el estudio de suobjeto, deslindándose así de aque-llos acercamientos seudosociológicosque, en su exceso de idealismo oempirismo, la reducen paradójica-mente a su ineficacia científica y crí-tica. De ahí que, asimismo, esta dis-ciplina tenga que ser crítica por ra-zones de su propio objeto y de laspremisas lógico-objetivas de su con-dición de ciencia que, entre otrossupuestos, no le permiten ser acríticaante los oscurantismos interesados.Esta circunstancia —el ser funcio-nal y no crítica para el sistema esta-blecido— que ha ocupado y ocupaciertos espacios y tiempos de la his-toria de la sociología (desde el es-tructural-funcionalismo hasta el pro-pio marxismo) ha demostrado quedicha situación conduce al anqui-losamiento y regresión de la socio-logía y, a su vez, al ejercicio de unafunción ideológica. Como ya hemosdicho, se han producido grandesavances en esta ciencia; no obstan-te, es probable que dicho desarrollofuese más intensivo y extensivo si lasociología no fuese alcanzada de for-ma tan plena por los límites que leimpone toda y cualquier organiza-ción política, económica y social.Este hecho resulta ineludible parael funcionamiento de la ciencia so-ciológica, puesto que y a pesar deque su objeto incluye, de un lado, ladinamicidad de la sociedad y, deotro, la estática de la misma que co-rresponde a las instituciones y suscorrespondientes elementos acceso-rios que controlan los diversos as-pectos de lo social. Parece obvio quese deberían atender por igual una y

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otra dimensión de los social; sinembargo, resulta que (son las para-dojas que ofrecen las otras realida-des más consistentes y que determi-nan de alguna forma los quehaceresde la ciencia obstaculizando su pro-pio proceso de desarrollo) general-mente se atiende más (son las pre-ocupaciones interesadas del statuquo) a los elementos estáticos; enotros términos, son las razones ideo-lógicas y no las científicas las quesuelen primar en detrimento de loselementos dinámicos de la sociedad.De este modo se produce el típico yya estructural desajuste entre am-bos aspectos de lo social: estos des-iguales tratamientos se traducen enuna diferente oferta de conocimien-tos sobre los mismos. En este senti-do podemos resaltar, a partir de lacertidumbre que ofrece su propiaevidencia, el dicho popular referidoa que «la realidad social va por de-lante de la realidad institucionali-zada».

En fin, una de las bases paralograr la superación —posible perocada vez menos probable— de estasituación es aportada por esa nece-saria relación complementaria quetiene que existir entre la analítica yla crítica, puesto que, de esta forma,la sociología se consolida como cien-cia «dura» y cumple su función detransparencia: la reflexión y el aná-lisis sociológico abarcará en todossus ejercicios lo social en su frag-mentaria plenitud.

Frente a ciertas opiniones verti-das sobre esta obra, somos de la opi-nión de que un texto de las caracte-rísticas y especialidad de que trataLa perspectiva sociológica necesita

recorrer, por decirlo de algún modo,el itinerario que aquí se recorre, esdecir, los autores más relevantes dela teoría sociológica: se analizan ycomentan discursos sociológicos que,en uno u otro sentido, están presen-tes en los razonamientos actuales —por méritos propios— que se estánproduciendo en la singularidad so-ciológica.

b) «El despliegue histórico-con-ceptual de la sociología» (p. 25) cons-tituye el segundo apartado de nues-tro esquema operativo, y la primeraparte de este libro. Aquí he consi-derado conveniente acudir al autor,en todo momento, puesto que deeste modo evito el exceso media-tizador y el futuro lector dispon-drá de suficientes referencias infor-mativas sobre los contenidos y co-nocimientos ofertados en este volu-men.

La precitada obra comprendelos siguientes capítulos: «La socio-logía, producto de la modernidad:dimensiones básicas y precursores»(p. 27); «Positivismo y evolucionis-mo» (p. 37); «Alexis de Tocqueville,un gran anticipador» (p. 54); «KarlMarx, compendio de la sociologíadecimonónica» (p. 69); «La funda-ción de la sociología actual» (p. 86);«Las dos grandes direcciones de lasociología contemporánea» (p. 162);«Persona y sociedad: notas sobre ladimensión psicosocial» (p. 204).

En este apartado, J. E. Rodríguezexpone su modo de proceder y laestrategia seguida en el tratamientode los temas. En este sentido propo-ne las siguientes consideraciones:

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— «El pensamiento social de laIlustración, que es el crisol del pen-samiento social moderno, era plu-ral... advirtiéndose claramente en éluna determinada tensión» (p. 29).

— «Montesquieu y Rousseau...anticipa, a través de sus penetrantesanálisis, dos formas alternativas depracticar la actividad científico-so-cial que perduran hasta nuestros días.En efecto, no me parece arriesgadohacer arrancar de Montesquieu yRousseau, más allá de la común co-incidencia de ambos en torno a losideales de la Ilustración, dos con-cepciones sociológicas que primanen la sociedad: bien el factor nor-mativo-estructural, bien el intersub-jetivo y comunitario» (p. 30).

— «La "dimensión Gemeinschaft"—"rousseauniana"— prima la ver-tiente "personalista", volitiva, ge-nerativa o in statu nascendi de lo so-cial. La "dimensión Gesellschaft" —"montesquiana"— prima la facetaorganizacional, de estructuras y he-chos consolidados, de la sociedad.Pues bien, una de las posibles lectu-ras del desarrollo de la teoría socio-lógica, la que yo efectúo, descubreun debate entre ambas visiones fun-damentales, con intentos periódicosde lograr una síntesis entre ambas»(pp. 33-34).

c) La segunda parte del librose refiere a las «cuestiones me-todológicas y modelos teóricos re-cientes» (p. 217) e incluye los capí-tulos que a continuación presento:«De Popper a Kuhn: el giro dela metodología de la ciencia en el si-glo XX y su recepción sociológica»(p. 219); «El ideal de autorre-

flexividad en la sociología» (p. 226),que abarca: «La alternativa de laetnometodología» (p. 227) y «El ra-dicalismo antipositivista de la teoríacrítica» (p. 230); «Codificación ver-sus teorización» (p. 241), que secompone de: «Los lastres de lametodología sistémica» (p. 241), y«La teoría de sistemas de Luhmanny su polémica con Habermas»(p. 243); «El retorno de la historia»(p. 255), que agrupa: «La teoría "na-rrativa" de Hübner» (p. 256), «Lateoría de la "estructuración" deGiddens» (p. 257) y «La recupera-ción sociológica de Ortega y Gasset»(p. 263); «El nuevo naturalismo»(p. 270), donde se incide: «Sobresociobiología y modelos genéticos»(p. 271) y «"Ciencia cognitiva" ysociedad» (p. 281).

Para ser breve, aludo a loscontenidos de que trata esta parteutilizando (de nuevo) las propiasobservaciones del autor cuando se-ñala que: «¿ecYicaré esta segundaparte a exponer críticamente algu-nas de las alternativas epistemoló-gicas en que todavía se halla inmersacontemporáneamente la ciencia dela sociedad. Como introducción, mepermitiré enmarcar el moderno de-bate sobre el método de la sociolo-gía en el debate más amplio desa-rrollado por la reciente filosofía dela ciencia» (p. 217).

Finalizo la presentación de haperspectiva sociológica con unas con-clusiones relativas al conjunto for-mado por el autor y su obra, ya queconsidero que el tratamiento de estarelación resulta ineludible para com-prender óptimamente los discursossociológicos. En suma, siendo con-

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secuente con la lectura de este sin-gular ejemplar de sociología, del cualtan sólo he ofrecido una esquemáti-ca referencia, he de decir que setrata de una obra que destaca porlas siguientes cualidades (son éstaslas que generan adicción a la socio-logía) de que disponen el sociólogoy la sociología que construye:

1) Demuestra por qué en la teo-ría sociológica es imprescindible darcuenta de los precursores, fundado-res y contemporáneos si se desearigurosamente comprender el alcan-ce y significación que puedan tenero no las producciones que ofrecenlos discursos actuales al respecto.Es indudable que, de una u otramanera, los autores anteriormentealudidos (de los que expone susideas clave y posibles desarrollos)siguen constituyendo el referenteinexcusable para cualquier sociólo-go que no pretenda asumir comopropio lo que es ajeno. Por expe-riencia profesional sabemos que di-sertar sobre la sociología sin haber-nos previamente referido a la histo-ria de la disciplina y su crecientecomplejidad es producir reducidossociólogos que en su disminuciónsociológica producen y reproducenesta ciencia social en su dimensiónde eterna compañera de lo estable-cido. De este modo, como ideologíacientífica trata abstractamente cier-tos aspectos de la realidad y se ocu-pa exclusivamente de formalizar deforma positiva los intereses domi-nantes. Sin embargo, J. E. R. Ibáñezde manera paradigmática relacionael discurso con la realidad con talidoneidad que lo abstracto se ofrece

en su real concreción, limitando asílas posibilidades a todo tipo deoscurantismos. Tal proceder permi-te explicitar correctamente algo, alparecer, no suficientemente aclara-do, sobre todo en la enseñanza de lasociología, como es: que explicar so-ciología sin aludir a los autores quecomprenden las susodichas perio-dizaciones en relación al proceso defundación, desarrollo y actualidadde la sociología es transmitir y ense-ñar en la unilateralidad, parcialidady cualquier otra arbitrariedad pro-ducto de la subjetividad.

2) La erudición unida a la luci-dez genera obras del tipo como laque estamos tratando, es decir, pro-ducciones que son no sólo recomen-dables para los alumnos, sino tam-bién para los docentes. Asimismo,constituye una rica fuente de suge-rencias para todos los interesadosen la sociología y preocupados se-riamente por la desparalización ydesarrollo de la ciencia sociológica.Se trata de una obra que impele aconocer sin mediatizaciones insis-tiendo en los discursos básicos y clá-sicos para que, de esta manera, cadauno pueda ir construyendo su pro-pia metodología y epistemología. Laperspectiva sociológica tiene, además,una de las condiciones que actual-mente asiste a muy pocas produc-ciones: estimula al estudio porquemotiva, regenerando el entusiasmopor esa faceta tan olvidada que es lateoría sociológica.

Propone puntos de vista enrique-cedores para el conocimiento socio-lógico porque J. Enrique aborda deun modo inusual la lectura de losdiscursos ofrecidos por los autores

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más destacados de la teoría socioló-gica y en dicha inusualidad estánsus aciertos, porque va más allá ensus planteamientos y propósitos. Poreso se ofrece aquí algo más que loque suelen ofertar otros tipos deplanteamientos. Es éste un libro que,en todo momento, induce a insistiren la necesidad de cuestionar cier-tas afirmaciones o encasillamientosque se han realizado sobre los dis-cursos tratados y que, en su inepti-tud, no producen más que ciertostópicos o lugares comunes que inex-plicablemente siguen vigentes a pe-sar de la mencionada inoperancia yobstaculización. No obstante, JoséEnrique pertenece a esa alcurnia deautores que no se detiene ante losprecitados tópicos ejerciendo la ima-ginación en beneficio de la sociolo-gía y, consecuentemente, de sus lec-tores.

Fruto del dominio de que dispo-ne de la materia profundiza en losdiscursos y a partir de su conoci-miento traduce y actualiza los análi-sis obteniendo resultados enrique-cedores sobre los mismos. Por su-puesto que las interpretaciones queformula no siguen los cánones de laortodoxia y, así, mina las interpre-taciones obsoletas que tanto abun-dan y que tanto han tergiversadolos discursos de los llamados clási-cos. En este sentido, es crítico conlo caduco y ya revisado por la reali-dad: camina hacia la certidumbre através de intuiciones precisas y ri-gurosas que obligan a una necesariarelectura de los autores tratados y,al mismo tiempo, muestra los em-briones de algunas teorías contem-poráneas. Evoca a los viejos maes-

tros reconociendo sus aportacionesy, en algunos casos, su permanenteactualidad y posibilidades que siguenengrandeciendo nuestros discursosy análisis.

3) En la obra se ofrecen unosesquemas fecundos y esclarecedoresde la materia que se está analizandoy, aunque resulte algo raro en lasobras de esta índole, he de decirque las reducciones interpretativaso clasificadoras —que no pretendenmás que facilitar los acercamientos—son abiertas y flexibles y de ahí suproductividad en enseñanzas y po-sibilidades. J. E. Rodríguez se man-tiene dentro de los límites posiblesde la objetividad y elude en todomomento las concesiones a la retó-rica improductiva.

La utilización de las citas, porparte del autor, es precisa, permi-tiendo una correcta explicación delo que se comenta, puesto que lacorrespondencia es exacta. Para lo-grar una mayor transparencia, losautores son tratados en sus justostérminos (aciertos y errores) ponde-rando, sobre todo, los aciertos y re-legando los errores a una condiciónque no resurgirá por su ineficaciademostrada, contribuyendo de estemodo (práctica y teóricamente) alacervo de la teoría sociológica. Asi-mismo, expresa y comunica cuestio-nes y posibilidades nuevas sobre losautores analizados, cuestión impor-tante ya que amplía el horizonte dela teoría y de los que nos dedicamosa ella. En el capítulo de las afinida-des establece unas relaciones entrelos autores que no sólo son origina-les sino que, y esto es lo importante,incrementan la perspectiva permi-

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tiendo observar detenidamente cier-tas tendencias sociológicas que, apesar de su distancia en el tiempo,son constantemente reactualizadasy readaptadas.

Los ejemplos utilizados cumplenadecuadamente su función porqueestablecen una precisa conexión en-tre la teoría y la realidad y, además,dicha relación resalta la pertinenciade los planteamientos que en estevolumen se suscriben. Muestra elinagotable caudal teórico de los clá-sicos y resalta, ésta es la lectura quehe realizado, el vacío en que noshan dejado años de polémicas in-fructuosas y que en ciertas ocasio-nes sólo respondían al afán de prota-gonismo de ciertos mandarines dela disciplina.

4) La reflexión acompañada porla rigurosidad científica y el espíritucrítico producen inexcusablementelibros de la categoría de que dispo-ne La perspectiva sociológica, siendo,al mismo tiempo, un ejemplar pletó-rico en enseñanzas de todo tipo: pe-dagógicas, modos de hacer, modosde divulgar, modos de entusiasmar.En fin, cualidades todas ellas queincitan al desarrollo de la «curiosi-dad científica», la crítica y la trans-parencia.

Además de la solidez de sus ar-gumentos, J. E. R. Ibáñez elabora sudisertación no desde la censura, elcercenamiento o el silencio solapa-do, sino desde el conocimiento y lalucidez. Siendo un legítimo conti-nuador de esa tradición sociológica,lamentablemente no tenida muy encuenta, y que, sin embargo, es pro-bablemente una de las más fructífe-ras en los últimos años. Establece

alusiones acertadas y da cuenta delas perspectivas, limitaciones y rela-ciones que puedan tener los distin-tos discursos que se ofrecen, y auto-res cuyas obras han sido tantas ve-ces profanadas son escrupulosamenteauscultados y reconocidos en su pro-pia valía de tal manera que los tras-nochados prejuicios o tópicos se des-moronan ante los argumentos pre-sentados en uno u otro sentido. Porotra parte, debo reconocer que seconsigue lo que desde un principiose propone: solicitar y conseguir laparticipación activa del lector, úni-co modo para éste de conseguir elconocimiento. En el nivel de lo pu-ramente pragmático, también tengoque asumir que este texto facilita laslabores del docente porque es unmedio sumamente eficaz para ir sus-tituyendo los periclitados apuntes —que en las aulas se traduce por o enfalta de atención/participación de losalumnos— por las explicaciones lec-tivas que relacionan la teoría con larealidad presente y actual, que vi-ven cotidianamente los receptores delas mismas: se posibilita activamen-te la adquisición del conocimientosobre la sociedad en que se vive qui-zá del modo más asequible y, por elmomento, más exitoso.

Desde siempre, este autor ha so-bresalido por su independencia decriterio y la rigurosidad en el análi-sis de los temas: independencia yrigurosidad que personifica J. E. R.Ibáñez; por una parte, grandes do-tes imaginativas y, por otra, profun-do conocimiento del tema, acompa-ñados por sus dotes pedagógicas,divulgadoras, explicativas y com-prensivas.

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5) La perspectiva sociológica esuna obra coherente y constituye unafecunda disertación a partir de queen la misma se hermanan el saber yel buen hacer dando como resulta-do un discurso que destaca en suespecialidad porque reúne, en miopinión, además de los requisitosbásicos, otras importantes caracte-rísticas como pueden ser: la motiva-ción que oferta, la flexibilización delos discursos y recuperación de losmismos, facilitación del aprendizajey, algo que es fundamental, en Laperspectiva sociológica se ofrece másque nada conocimiento y ésta es larazón del éxito logrado. En síntesis,este libro constituye un medio efi-caz y a tener en cuenta por todosaquellos que deseen seriamente es-tudiar, analizar y aprender teoría

sociológica. Tan sólo me resta decirque, por razones obvias, he realiza-do un breve acercamiento a La pers-pectiva sociológica y lo lamento, puesconsidero que esta obra necesita deun tratamiento más pormenorizado—por lo que supone y representa enel campo de la sociología— para quede esta forma se puedan resaltar ymostrar los numerosos logros queen ella se encuentran y que, sin dudaalguna, amplían el conocimiento so-ciológico. En fin, nada mejor queleer este trabajo para poder apreciarque lo dicho en esta recensión noalcanza a demostrar suficientemen-te la importancia que tiene para nues-tra sociología este texto.

Manuel J. RODRÍGUEZ CAAMAÑO

JOSEP A. RODRÍGUEZ y JESÚS M. DE MIGUELSalud y poder

(Madrid, Centro de Investigaciones Sociológicas y Siglo XXI, 1990)

La Medicina se ha ocupado tra-dicionalmente de resolver los pro-blemas sobre la salud y la enferme-dad (tal vez más la segunda que laprimera). En los Estados Unidos elinterés se transforma en una necesi-dad de diversas profesiones, entrelas que cabe destacar la Sociologíade la Salud. El problema de la saludde la población se transforma en unapreocupación de análisis desde laperspectiva de la formación de laenfermedad en las personas y decómo se establecen relaciones entre

grupos interesados en un supuestobienestar para la población. En Es-paña el análisis de la salud y la en-fermedad tiene una corta tradición,y sin embargo empieza a tener yafrutos positivos. Este es el caso dellibro Salud y poder.

Pocas personas se detienen apensar que lo que entendemos porsalud como un valor positivo puedaser empleado como una forma decontrol social. De la misma maneraque la religión y el derecho fueronconcebidos durante largo tiempo

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como actitudes nobles para poten-ciar el desarrollo de la sociedad. Vi-vimos en una época de desmis-tificación de valores considerados enel pasado como intocables. El análi-sis de la salud entendida como unalucha de poder constituye un avan-ce para comprender las necesidadesque tienen algunos grupos para le-gitimar una determinada ideología.Ante esta perspectiva el análisis cien-tífico tiene como objetivo averiguarcómo se dan las alianzas y choquesentre las personas, descubrir lo quehay detrás del Estado de Bienestar.

El caso español es peculiar parapoder ser entendido. Se parte de uncambio reciente a la democracia, conun partido de características neo-liberales y socialista. Después de ladictadura el Estado español es elcampo de batalla de grupos y aso-ciaciones que se mantuvieron reza-gados en la participación social de-bido a la centralización de poder.Con la apertura del sistema renacenestos grupos en busca de un espacioque les proporcione autonomía yseguridad. La Medicina es un ejem-plo de esta búsqueda, inmersa enlas mismas contradicciones que pro-duce una situación de cambio acele-rado. El mito de la salud es, dentrodel análisis de la relación entre sa-lud y poder, una base para definir eldiscurso sobre salud y enfermedad.«El sistema sanitario empieza a gi-rar en torno a la educación sanitariade la población, pero también delpersonal sanitario, e incluso de los/as políticos»(Rodríguez y De Miguel,1990). La tarea de la Sociología dela salud es la de reconocer las con-tradicciones que se derivan de esasrelaciones de poder.

El problema de la salud escondelos conflictos e intereses de profe-sionales, corporaciones, partidospolíticos. Las personas también ne-cesitan desarrollar una definiciónmás amplia sobre salud y enferme-dad, lo que deben esperar de unaenfermedad y de las limitaciones quetiene la vida. Por desgracia, en Es-paña todavía se oculta la muertecomo si la evasión resolviera las li-mitaciones de la vida. Los refranescomo de algo hay que morir y salud,dinero y amor son parte de las metá-foras que se utilizan para cubrir lacompleja forma en que se vive. Di-versos autores estudian desde susposiciones ideológicas y políticas esteproblema. En Salud y poder son re-sumidos y analizados dentro del con-texto de la sociedad española. Enotra cultura, Susan Sontag desarro-lla dos ensayos donde plantea la en-fermedad como metáfora (Sontag,1978 y 1989). Critica la idea pre-concebida de la enfermedad comoalgo que es susceptible de ser cu-rada.

Otros autores como Vicente Na-varro (1976) e Ivan Illich (1976) lla-man la atención sobre el control quese genera a través del poder de unosgrupos para determinar lo que essalud y enfermedad. Critican el for-talecimiento de las desigualdadessociales y la desorganización apa-rente de los sistemas sanitarios mun-diales. Freidson (1978) analiza elpoder de los especialistas, quienesdefinen «lo que es la enfermedad, laterapia o terapéutica que debe apli-carse, y también la distribución delos recursos sanitarios» (Rodríguezy De Miguel, 1990). Para España se

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crea una nueva opción de análisisque surge de las ideas originales dequienes tienen una visión interna-cional del problema de la salud y laenfermedad. Salud y poder es unamuestra del análisis, síntesis y antí-tesis de esas perspectivas. Muestrauna metodología congruente con larealidad española y plantea una al-ternativa, casi siempre olvidada porotros/as autores. Una de las pro-puestas más interesantes que se ofre-cen en el primer capítulo es sobre lanecesidad de que los médicos/asaprendan Ciencias Sociales y los so-ciólogos (varones y mujeres) apren-dan Medicina.

Uno de los factores que impidenque la salud sea no sólo una necesi-dad de todos/as, sino una metaalcanzable, es la desigualdad social.España, al igual que otros países,tiene la dura tarea de enfrentar esarealidad. Por desgracia, los políti-cos sanitarios y los médicos han tar-dado en reaccionar a esa verdad.No se trata de un debate de ideolo-gías, ni tampoco de quién cometelos errores; es típico de las culturaslatinas «echarle la culpa al de allado». El objetivo para disminuir lascarencias y, por tanto, de mayor in-cidencia de enfermedad es reducien-do las desigualdades sociales. Lasclases sociales bajas enferman más,mueren antes y son susceptibles demayor cantidad de accidentes du-rante su trabajo. La sociedad ha ge-nerado una mecánica de distribu-ción de gratificaciones de acuerdoal nivel de vida que se tiene. Lasconsecuencias de la democracia enEspaña son las de no admitir que,de una forma sutil, hay un sector de

la población desprotegido. El capí-tulo segundo tiene como tarea des-cubrir las variables que hacen másevidente la desigualdad social. Seconsideran niveles de ingreso y esti-los de vida para determinar algunosde los problemas que producen unaumento del consumo de tabaco, al-cohol y otras drogas. Todos ésosafectan y desgastan la salud de lapoblación.

Las limitaciones para analizar lasdesigualdades sociales empiezan conuna información deficiente sobre eltema. Existen pocos trabajos queanalicen detenidamente el contextoen que se generan discapacidades,no sólo para investigar los proble-mas de las clases bajas, sino tam-bién para entender los problemasdel envejecimiento y la falta de ser-vicios que atienden a ese sector dela población. Hay una carencia gra-ve de especialistas encargados deenfrentar el envejecimiento, que au-menta en España en la misma medi-da en que se va integrando a lassociedades desarrolladas. La pobla-ción infantil es otro de los proble-mas de desigualdad social. El capí-tulo segundo realiza una llamada deatención sobre los servicios sanita-rios. A pesar de los avances alcan-zados por el gobierno socialista es-pañol, los pobres siguen muriendo an-tes.

Dado que gran parte de la pro-puesta para resolver parte de losproblemas de salud y enfermedadviene de las tomas de decisión polí-tica, el tercer capítulo, sobre políti-cas sanitarias, tiene como objetivoanalizar la forma en que la sociedadespañola se organiza en la transi-

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ción de la dictadura a la democra-cia. En primer lugar se encuentra latransformación de una constituciónmonárquica que pasa a ser parla-mentaria. Esto transforma por com-pleto la idea posterior sobre las de-cisiones que va a tomar el sectorsanitario, ya que al mismo tiempo lasociedad se reorganiza. Grupos so-ciales que antes habían sido relega-dos por la dictadura empiezan a rei-vindicar posiciones dentro de la so-ciedad.

Las instituciones se modifican yatraviesan por una serie de crisis,generando nuevas opciones, en unoscasos, y retrasando el proyecto dedesarrollo social, en otros. Se re-construye el sector sanitario espa-ñol pensando en la heterogeneidaddel territorio, con zonas más atrasa-das en el norte y sur del país. Lospartidos políticos más importantesson el PSOE y el Partido Popular(este último como una coalición dederechas). De la lucha política eideológica surgen los nuevos pro-yectos para hacer frente a una po-blación con un reducido número decamas —mal distribuidas— y unexceso de médicos/as sin empleo.Además, existe un creciente núme-ro de estudiantes que cada año com-piten por entrar en las Facultadesde Medicina.

La revisión sociohistórica de lasalud en España demuestra que laspolíticas sanitarias han avanzado enel control de enfermedades. A pesarde las epidemias como la del síndrometóxico, a principios de los ochenta,el sistema ha podido hacer frente alas problemáticas que genera la so-ciedad respecto a la salud y la en-

fermedad. Comparado con otrospaíses de Europa, España tiene unode los niveles más altos de salud,luego puede pensarse que las políti-cas del gobierno socialista tieneneficacia en la realidad de la pobla-ción. Sin embargo, una de las preo-cupaciones que son presente y fu-turo de España son el envejecimien-to de la población, bajo crecimientode la natalidad, y las nuevas epide-mias como el caso del sida. Esta úl-tima está demostrando que el sectorsanitario español es todavía lentopara crear políticas de atención a lapoblación. El análisis que se realizaen el capítulo sobre políticas sanita-rias es exhaustivo, con ideas clarassobre lo que se puede esperar de latransición de las políticas del actualgobierno socialista. Es también unallamada de atención a la poblaciónpara que asuma una actitud respon-sable respecto a sus propias necesi-dades. Que el gobierno no ha podi-do crear un lugar en el que la socie-dad pueda organizarse para exigirmejoras en la asistencia primaria yhospitalaria. Para aquellas personasinteresadas en el buen uso de la es-tadística, ese capítulo resume las di-versas variables que se tienen quetener en cuenta para realizar un aná-lisis del sector sanitario español. Siacaso, habría que pedirle a los auto-res que evitasen el uso exageradode siglas, ya que dificultan la lec-tura.

Al término de la dictadura, losgrupos profesionales empezaron aejercer presión sobre los gobiernosdemocráticos (poder profesional). Unode los más importantes fue la profe-sión médica, que durante la dicta-

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dura estuvo controlada por su capa-cidad de alianza con las clases altas.La actitud del gobierno franquistafue la de mantener un poder centra-lizado y, para sorpresa de los/as de-más, con un sector sanitario sociali-zado. Con el gobierno socialista, lasprofesiones sanitarias empiezan areivindicar su papel en el control dela salud del país. Los choques másimportantes se dan durante el se-gundo gobierno socialista, cuandose pone en marcha la Ley Generalde Sanidad. Una forma de frenar loschoques fue la de destinar parte delas responsabilidades a las adminis-traciones autonómicas.

Otro de los problemas es el au-mento de la población de estudian-tes en las Facultades de Medicina, yun núcleo importante de médicos/as sin empleo. Algunos/as de esosprofesionales cambian a trabajosadministrativos. Lo que no quedaclaro es cómo se reorganiza la for-mación de profesionales sanitarios.Con el paso del tiempo se demostróla incapacidad para que los médi-cos/as se hiciesen cargo de la saluddel país. En parte, se debió a lasalianzas creadas por el gobierno conotros grupos profesionales y, tam-bién, a las contradicciones de la pro-fesión médica, con fuertes tenden-cias conservadoras que no se adap-taron en su momento a la transiciónde la población. Los médicos/as re-trocedieron en su campo de accióna su lugar de trabajo tradicional: alhospital y a la atención primaria dela salud. Sin embargo, las huelgasde los profesionales sanitarios obli-garon al segundo gobierno socialis-ta a reorganizar la distribución de

recursos para hacer frente a las ne-cesidades de los grupos organiza-dos.

Entender el poder que generanlas profesiones permite analizar lapresión que se crea dentro de unasociedad para satisfacer las necesi-dades de la población. La síntesispresentada por los autores repre-senta un inicio importante en eseanálisis. El objetivo de las profesio-nes es el de avanzar de acuerdo alos requerimientos de las personas.Curiosamente, la mayoría de las pro-fesiones tienden a crear un poder, yasociaciones, que frenan su capaci-dad de modernización. De ahí quela misma población ejerza una pre-sión para que las profesiones res-pondan a las necesidades concretasa partir de sus campos de conoci-miento. Con vistas al año 2000, lasprofesiones parecen ser una de lasalternativas formales al desarrollo delas naciones.

Por último, el libro de Salud ypoder llama la atención sobre el pro-blema del aborto provocado y em-barazos no deseados. En el capítulode Minorías y salud se exponen losproblemas que tienen que enfrentarlas mujeres cuando tienen un emba-razo no deseado. Se ponen en juegolos valores más esenciales de las per-sonas, las relaciones de pareja y elconflicto que genera someterse a unaborto o convertirse en madre sol-tera. Por lo general, se piensa queel problema debe ser tratado porprofesionales sanitarios, ya que esun asunto de salud pública. En rea-lidad, constituye un asunto indivi-dual y social. La Sociología se haocupado poco de este tema, por lo

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que el libro resulta innovador. So-bre todo, cabe destacar las diversassituaciones que pueden conllevar aun embarazo no deseado. En partehay irresponsabilidad, pero tambiénmisticismo, hipocresía y amor. Lasmujeres se ven sometidas a una granpresión, por lo que atravesar poreste problema es a la vez un paso demadurez en el desarrollo de las mu-jeres.

Salud y poder es un libro que sepuede calificar como redondo, com-pleto, por abarcar las problemáticasde la salud que se viven en la socie-dad contemporánea española. Es unanálisis científico riguroso de lo que

puede generar desequilibrios parala sociedad. Critica las posicionesconservadoras de los partidos polí-ticos, gobierno y clases sociales. Plan-tea la necesidad de formar una so-ciedad con una menor desigualdadsocial. Combina metodologías diver-sas para interpretar la realidad y con-tiene datos que pueden ser utiliza-dos por científicos/as sociales u otrasprofesiones, con un lenguaje accesi-ble. El trabajo presentado en estelibro es el resultado de los años quelos dos autores han dedicado a laSociología de la Salud en España.

Ornar G. PONCE DE LEÓN

La humanidad cuarteada

ENRIQUE GIL CALVO

La mujer cuarteada. Útero, Deseo y Safo(Barcelona, Anagrama, 1991)

«Ojalá que cuando termine estecurso seamos un poco más ignoran-tes y un poco menos necias y ne-cios.» Los ojos de asombro y per-plejidad de las alumnas y alumnosvan relajándose al tiempo que re-flexiono a su lado sobre cómo lasabiduría se impacta de todo lo quesabe que ignora y cómo la necedadse jacta de todo lo que cree saber.Tiempos modernos éstos en los que,flotando en la sobreabundancia deinformación, seguimos transmitien-do de forma mecánica las ideas re-cibidas sin la reflexión ni el diálo-go, sin la distancia y el compromisootrora tan ilustrada y románticamente

ambicionados, entonces cuando elsaber prometía fidelidad a la expe-riencia contrastada.

Las relaciones sociales entrehombres y mujeres a lo largo de lahistoria de nuestras sociedades hasido una de las cuestiones que hapermanecido durante más tiempo enla necedad, resistiéndose a ser abor-dadas con el rigor de la experienciacontrastada. Y las razones socioló-gicas de tales resistencias vienenconstituyendo un importante retopara el desarrollo actual de las cien-cias sociales. De hecho, las investi-gaciones sobre la génesis de dichasrelaciones nos revelan desde diver-

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sos ángulos el cuarteamiento funda-dor de nuestra condición humana ydel conocimiento de/desde dicha con-dición, que en la civilización occi-dental se expresa radicalmente a tra-vés de nuestra cuarteada concepciónde las relaciones naturaleza-cultura,afectando, por tanto, a ambos géne-ros la imagen tan acertada que eltítulo de esta obra atribuye a la mu-jer genérica.

La lectura de La mujer cuarteadanos conduce por distintos caminosa explorar la génesis de aquello quepermanece (la asimetría) y aquelloque cambia (las causas, efectos yfunciones de tal asimetría) en lasrelaciones sociales de género a tra-vés de un encomiable ejercicio deimaginación sociológica, que no aho-rra esfuerzos en el empeño de des-velar la lógica social oculta que me-dia las relaciones entre hombres ymujeres. Se podrá o no estar deacuerdo con los planteamientos y lasconclusiones que el autor va desgra-nando a lo largo de la obra, pero lacreativa tensión intelectual que escapaz de mantener sobre referentesteóricos y empíricos abiertamentedetallados garantiza un cualificadoantídoto contra las apresuradas va-loraciones y la visceralidad de adhe-siones o rechazos que, a menudo,no aciertan a expresar nuestros-as co-razones cotidianas que, por compar-tidas, requieren ser comprendidas,sean o no socialmente generalizables.Además, el sociólogo Enrique GilCalvo, al conjugar valientemente di-versos enfoques teóricos (funcio-nalismo, marxismo, etología, semió-tica estructural...), algunos de loscuales se mantienen herméticamente

distanciados por escrúpulos o inte-reses acientíficos y no tanto por unaradical incompatibilidad epistemo-lógica, contribuye a superar barre-ras intelectuales y, por tanto, arevitalizar la investigación socioló-gica.

Esta obra está estructurada endos partes diferentes en su enfoqueanalítico y complementarias en sucontenido (¿cómo las mujeres y loshombres que analiza el autor?), peroaun siguiendo la primera una víaanalítica más empírica y la segundamás especulativa, en ambas, las con-clusiones a las que llega el sociólo-go E. Gil le sirven de fundamentode algunas propuestas para el com-promiso público actual, emprendien-do una tarea intelectual tal cual lavocación científica y la vocación po-lítica de Weber, amparándose en sucomún ciudadanía, se pusieran a tra-bajar distanciadamente juntas. Así,mientras las conclusiones de la pri-mera parte se orientan a fundamen-tar una política de cambio social(reivindicativa, legislativa...) que ac-túe sobre las causas económicas dela vigente asimetría entre los géne-ros, en línea con el materialismo his-tórico de Marx, en la segunda partese trata de apuntar la oportunidadde algunos criterios morales funda-mentados en la razón macrosocio-lógica, al igual que desde otros larespretendía la original sociología dur-kheimiana, que en este caso, permí-taseme el atrevimiento, se traduciríaen una especie de solidaridad orgá-nica derivada de la división del tra-bajo sexual: los que miran y las quese exhiben impersonal y cercanamenteen la esfera pública para reconocer-

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se personal y certeramente en la esfe-ra privada. Las razones micro omacrosociológicas de los que, ade-más o no, se exhiben ante otros o/yotras y las que, además o no, mirana otros o/y otras deberán esperarotras investigaciones: mostrar que undiscurso es prevalente no es mostrarque es plenamente efectivo.

En la primera parte, el autor ana-liza la transformación de la asimetríaentre los géneros antes y despuésde la revolución industrial a travésde la relación entre la hipergamia yla moda, entendidas, respectivamen-te, como la preferencia por el empa-rejamiento con varones superioresen algo y la exhibición de pavoneoal servicio, entre otros, de los ritua-les de cortejo. Para ello analiza lasfunciones culturalmente adaptativasque ambos fenómenos realizan a tra-vés de las relaciones de género con-sideradas nucleares por su capaci-dad generadora del tejido social, eco-nómico y político. Así, las formaspre-modernas de hipergamia exigenescasez de mujeres (infanticidio,poliginia, sacralización de la virgini-dad-celibato...) y competencia entrevarones mediante la exhibición deconductas que van desde el machis-mo belicista de los yanomano, lapaideia efébica de los atenienses ilus-trados o la moda varonil galante ycortesana de las sociedades estamen-tales (cuyo equivalente etológico se-ría el pavoneo arrogante y coloristade las aves y mamíferos en el cortejoy las paradas nupciales). Las formasmodernas de hipergamia muestranuna inversión de estas pautas deasimetría exhibicionista, siendo lasmujeres las que, tomando el relevo

de los varones, se especializan enhabilidades seductoras y expresivasa fin de realizarlas en el mercadomatrimonial mediante la rivalidadestética y la competencia amorosa.Este gran cambio es el resultado deun largo proceso histórico del queE. Gil destaca la desaparición delmodelo europeo de matrimonio (quepermite analizar la inversión exhi-bicionista en términos de ajuste en-tre el tamaño relativo de uno y otrocontingentes parcialmente intercam-biables en el mercado matrimonial)y las nuevas oportunidades urbanasderivadas de la revolución industrialque hacen que los varones se espe-cialicen en habilidades instrumen-tales pasando a competir en el siste-ma meritocrático —educativo, for-mal, profesional—, lo que se reflejaen el hecho de que desde 1775 a1830 la moda se desviriliza. De estemodo, se pasa de una serie de cohor-tes de príncipes azules que se ofrecenen demanda de novias casaderas, re-lativamente escasas en la etapa prein-dustrial, a otra etapa ya industrialen la que son las mujeres, que entérminos relativos sobreabundan,quienes se ofrecen en demanda debuenos partidos.

¿Qué ocurre en nuestras socie-dades capitalistas, democráticas eindustrialmente avanzadas? Para elautor, perviven formas tradiciona-les y modernas de asimetría entrelos géneros readaptadas funcio-nalmente. Así, siguiendo con su lí-nea de análisis, el actual matrimo-nio por amor es todavía una pruebade hipergamia, ya que, como demues-tra el superviviente mito del prínci-pe azul, las mujeres siguen esperan-

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do que el amor coincida con el éxitosocial. Sin embargo, en este tipo desociedades, y desde la segunda mi-tad del siglo xx, se ha producido unenorme cambio en la situación dediscriminación social de las muje-res, como así demuestran tanto lasignificativa reducción de su depen-dencia familiar (descenso de tasas denatalidad, nupcialidad y del tiempode trabajo doméstico) como el im-portante aumento de su independen-cia personal (tasas de escolaridad,actividad económica...). En este sen-tido, E. Gil destaca que en 1988 latasa de actividad económica de lasmujeres españolas de 25 & 29 añosalcanza el 62 por 100, dato especial-mente significativo si se consideraque en estas edades se concentra lamayor parte de las tareas repro-ductoras. Los nuevos ingresos de tra-bajadoras de esa franja de edad su-peran en términos netos a las retira-das por crianza o matrimonio, pro-duciéndose un acercamiento a lapauta ocupacional masculina, quenunca se ha visto afectada por nece-sidades reproductoras. En esta últi-ma mitad de siglo se ha pasado, pues,de una asimetría entre los génerosque orientaba a los varones a la ca-rrera ocupacional y a las mujeres ala carrera familiar a la actual articu-lación de la trayectoria vital de lasmujeres sobre ambas, dando lugar auna nueva forma de asimetría entrelos géneros: los varones tienen másoportunidades de fracasar y de triun-far en lo público y un sector cre-ciente de mujeres tienen más opor-tunidades de esquivar su fracaso (am-parándose alternativamente en unau otra carrera en caso de riesgo o

impotencia), pero también de notriunfar en ninguna y escindirse endos mitades.

Superadas las causas históricasde la asimetría entre los géneros (es-pecialización reproductora de lasmujeres, superioridad muscular delos varones) en sociedades donde elpoder depende más del control so-bre la información y que se repro-ducen con menos de dos hijos pormujer, persisten las causas econó-micas, segregación ocupacional feme-nina y discriminación salarial entrehombres y mujeres, que producenla casi total feminización del trabajodoméstico, el mantenimiento de lahipergamia femenina como posibleestrategia de integración social encontradicción con la actual estrate-gia ocupacional (posible para lasmujeres de estratos socioeconómicosmedios y altos de sectores técnicos yprofesionales). Así, la actual asime-tría entre los géneros en el hogarresulta ser un efecto inducido de lanecesidad de adaptarse a las condi-ciones del mercado de trabajo; ladesigualdad de géneros, pues, no esindependiente de la desigualdad declase: «... para los hogares de clasetrabajadora más desfavorecida es másracional el seguimiento de estrate-gias de complementariedad y coope-ración porque tales hogares paraobtener recursos de subsistencia de-ben adaptarse a un mercado de tra-bajo donde mayor resulta la segre-gación ocupacional y la discrimina-ción salarial entre hombres y muje-res... puesto que a través del maridoella accede a mayores ingresos percápita que los obtenibles por sí sola...raíz de toda hipergamia». De ahí que

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E. Gil insista en la prioridad de con-centrar las energías reivindicativasen la eliminación progresiva de lascausas económicas de la actual asime-tría entre los géneros y no tanto enel hogar, puesto que se requiere cier-to nivel de reciprocidad con los varo-nes para plantear abiertamente elconflicto.

En la segunda parte de este en-sayo sociológico, el autor desarrollauna atrevida línea de análisis sobrela posible funcionalidad del vigenteantagonismo sexual asimétrico comodispositivo estratégico que provocauna tensión ética hacia la acción.Y ello mediante la disyunción cultu-ralmente establecida entre el deseomasculino, que representa la dimen-sión instrumental de la sexualidadorientada a la explotación depreda-dora, y la seducción femenina, querepresenta la dimensión expresivaorientada a la cooperación solida-ria. Así, E. Gil relaciona la mayorcapacidad lingüístico-verbal de lasmujeres (obtienen media superior alos varones en los test de inteligen-cia) con su precoz desarrollo bio-psico-social (que conlleva una me-nor polarización cerebral y domi-nancia hemisférica), lo que las pre-dispone a ser consumidoras de feti-ches orales-morales (palabras, pro-mesas). Además, destaca su especí-fica capacidad biológica de recepti-vidad sexual a lo largo de todo elciclo ovulatorio y la de tener orgas-mos sin principio ni fin marcadosgracias a la novedad filogenética quesupone el clítoris como órgano deplacer no vinculado a la reproduc-ción. Todo ello faculta a las mujerespara una sexualidad basada en la

cooperación solidaria y moldeada porlos roles socialmente atribuidos enasimétrica oposición a la sexualidadde los varones, basada en la explo-tación depredadora: su tardío desa-rrollo bio-psico-social en relación alas mujeres les procura mayores ca-pacidades espacio-visuales (mayorlateralización cerebral y dominanciahemisférica), lo que les predisponeespecialmente a ser consumidores defetiches visuales (descuartizamientovisual del cuerpo de las mujeres enórganos o partes y en objetos ofetiches: medias, pechos, faldas,vulva, piernas, tacones...), a la vezque su órgano genital vinculado a lareproducción les potencia una sexua-lidad productivista (orgasmos concomienzo y fin marcados: erección yeyaculación) basada en el cálculoracional del placer.

Al pasar por alto la distincióncategorial sexo/género, que tan fe-cunda ha resultado para analizar larelatividad cultural de los roles atri-buidos a hombres y mujeres (y lasactitudes, expectativas, actividadesy habilidades desplegadas realmen-te en el desempeño de los mismos),no afronta directamente los retos quedicha distinción plantea al discursopatriarcal ni se beneficia de los ca-minos abiertos por ella, sorteando,a su vez, los riesgos y los inconve-nientes que suponen los esquemascategoriales que inciden en la dua-lidad naturaleza (sexo)/cultura (gé-nero). Los hombres, por un lado, ylas mujeres, por otro, aparecen enesta obra como unidades bio-psico-sociales que evolucionan en sus iden-tidades relacionadas al compás desu adaptación social al medio am-

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biente circundante, lo que no es po-co mérito, pues supone incorpo-rar la perspectiva filogenéti-ca y etológica para explicar la cons-trucción social de la sexualidad hu-mana integrando la biología comoun agente y receptor de la adapta-ción al medio ambiente cambiante.Pero las mujeres y los hombres deesta obra resultan demasiado feme-ninas, por un lado, y demasiado mas-culinos, por otro: excesivamente ge-néricos y generados por una per-cepción dualizada de la realidad yun esquema explicativo dicotomi-zado.

De ahí que esta segunda parte,repleta de sugerencias especulativasinteresantísimas, resultaría muy fe-cunda si fuese planteada o conside-rada como una serie de construccio-nes tipológico-ideales en sentidoweberiano, reconociendo así su fun-cionalidad para conocer y com-prender la realidad social a la quese refieren y la posibilidad de sercualitativa y/o cuantitativamente máso menos adecuadas para explicar par-cialmente su inconmensurable com-plejidad. De lo contrario, la contun-dente imaginación sociológica delautor resultaría excesivamente en-cauzada por el viejo carril de ladualidad, a menudo indiferente ociego hacia el reconocimiento de laexistencia de una variedad de inter-subjetividades que no casan con larazón macrosociológica que tan em-píricamente desvela en la primeraparte y tan especulativamente recreaen esta segunda: existencias disiden-tes de los grandes condicionantessocioestructurales de la razón socialmasculina escindida de la razón so-

cial femenina. De esta forma, el lec-tor/a, experto o lego en sociología,no tendría que interpretar todas susintuiciones, vivencias, sensaciones yobservaciones, sistemáticas o no perorazonables, a través del carril de ladualidad sistemáticamente aplicadaa las relaciones entre hombres ymujeres.

Evidentemente, E. Gil se sitúaen la perspectiva macrosociológicay la asimetría entre los géneros, en-tendida como las relaciones de des-igualdad entre el hombre genérico yla mujer genérica, es un hecho so-cial en el sentido durkheimiano y,como tal, coercitivo y generalizableque se impone a las voluntades in-dividuales que no pueden cambiar-lo caprichosamente de forma global,de la misma forma que se le recono-ce como hecho social porque su im-posición no es total a todos los in-dividuos sociales que, siendo impo-tentes para cambiar la generalidadde su coerción, no lo son para de-mostrar la relatividad de dicha ge-neralidad en cuanto a la posibilidadsocial más funcionalmente adaptativapero no la única socialmente exis-tente. Desde esta perspectiva, E. Gilcontribuye a hacer atractiva y útil lasociología a quienes tienen empeñoen entender la lógica social ocultaque atraviesa sus vidas cotidianas,aprendiendo a ensartar (pero no aagotar) la percepción, comprensióny valoración de las relaciones huma-nas en el sereno análisis de suscondicionantes estructurales (léaseel también espléndido artículo delautor «El acosador y la provocado-ra», El Vais, 7-XI-91, p. 13, interpre-tando el caso de acusación de acoso

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sexual al juez Thomas por parte deAnita Hill).

La perspectiva weberiana es, sinembargo, retomada por el autorcuando se refiere a la compulsivabúsqueda de la impersonal atracciónque está en la base del fetichismomasculino y femenino (lo pomo y lorosa, respectivamente, alimentadospor fuertes industrias) acorde conel imparable crecimiento de los pro-cesos de abstracción y racionaliza-ción anónima y despersonalizada queavanzan, en detrimento de los ple-namente humanos procesos de atri-bución de sentido y significado. Pre-cisamente por ello, resulta más ur-gente constatar las disidencias inter-subjetivas que expresan contradic-ción con respecto a la escisión arque-típica entre el deseo físico masculi-no instrumental y la seducción mo-ral femenina expresiva, aunque esosea lo socialmente imperante. ¿Nohay mujeres y hombres que deseanmoralmente ser seducidas/os física-mente? ¿No hay acaso hombres ymujeres que desean físicamente paraser o no ser moralmente seducidos/as? Para el autor, la dimensión ex-presiva del comportamiento huma-no siempre proporciona una ganan-cia absoluta por su carencia de cál-culo anticipado, por no venir acom-pañado de expectativas que se pue-dan frustrar; se refiere, pues, al tiem-po de fiesta, procura satisfacción mo-ral o expresiva y abarca actividadescomo dormir, soñar, reír, llorar, bai-lar, jugar, convertirse religiosamente,comprometerse políticamente, sedu-cir, enamorarse... Por el contrario,la dimensión instrumental del com-portamiento humano se refiere al

tiempo de trabajo, se produce deacuerdo con un previo cálculo es-tratégico de futuro y procura satis-facción material o instrumental, yabarca actividades como aprender,estudiar o trabajar, ahorrar, produ-cir, administrar, disciplinarse... Sinembargo, podríamos objetar, depen-de del tipo de trabajo o de fiesta: lasfiestas navideñas, cuyo objetivo esfundamentalmente expresivo, procu-ran grandes estipendios económicos;asimismo, hay trabajos que procu-ran inquietud y satisfacción moralal tiempo que poca material (estareseña, por ejemplo, no exenta, sinembargo, de objetivos instrumenta-les), de la misma forma que se pue-de llorar o comprometerse políticao amorosamente por intereses mate-riales e instrumentales y no por ellodeja de ser una conducta expresiva(¿acaso la estrategia hipergámica nodemuestra la coexistencia de loinstrumental-expresivo en la espe-cie humana?). Hombres y mujeresse pueden masturbar para dormirmejor o echarse a dormir para tra-bajar al día siguiente. Dependerá delsentido que se le atribuya en cadacaso para saber realmente si con-ductas sociales particulares respon-den fundamentalmente a una u otradimensión o son expresión de am-bas dimensiones al mismo tiempo,por mucho que no estemos equipa-dos culturalmente para reconocer-lo. Creo que lo mismo ocurre con laidentidad femenina o la identidadmasculina, la sexualidad femenina ola sexualidad masculina, en cuantotipologías ideales que deben ser con-trastadas con la realidad permanen-temente. Aún iría más lejos: consi-

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derar como hipótesis de trabajo quecualquier conducta social lleva imbri-cada ambas dimensiones presuponeuna actitud más científica que el par-tir de dos polaridades, por muchoque nuestro pensamiento científicoesté dicotomizado desde sus propiasbases epistemológicas. En esta línease halla el autor cuando se refiere alas paradojas de la seducción, quepara que surta efecto debe ser, o almenos parecer, espontánea, no in-tencionada, una consecuencia noquerida. Ambivalencia que no sóloafecta a la complejidad de la seduc-ción erótica, sino a la generalidadde la comunicación y de las relacio-nes humanas, a los hechos socialesentendidos como resultantes queri-dos y/o no, intencionados y/o no,conscientes y/o no de la acción so-cial. Si no podemos expresar me-diante nuestro lenguaje lógico todoaquello que se puede hacer o sentiraunque no se pueda decir (como laexpresión «nos amo» que E. Gil citade A. García Calvo), si nuestra ra-zón sociológica nos impide recoger loque nos habita al tiempo que habi-tamos vitalmente, habrá que desen-teirar muestras co-razones sociopoé-ticas.

De las tres líneas de relaciónposibles entre ambas sexualidadesque E. Gil cita al final de la obra(¿por qué no tres líneas de relaciónentre las posibles sexualidades?),comparto la exclusión de la prime-ra, el racismo sexual, por excluyentede la emancipación de hombres ymujeres (una mujer es un no hombre,o viceversa). No descartaría, sin em-bargo, la segunda, que concibe elerotismo como la ambivalencia de

las dos dimensiones de la sexuali-dad, la expresiva y la instrumental,que pueden expresarse simultánea-mente en hombres y mujeres (lo queno significaría confundir las dos di-mensiones, sino reconocer su coexis-tencia tanto en hombres como enmujeres en un grado de combina-ción distinta para cada ser huma-no). De esta forma sería compatiblecon la tercera modalidad de rela-ción, por la que E. Gil apuesta, peroreplanteándola como relación entrelas posibles sexualidades. Así, estaúltima modalidad incluye: 1) el re-conocimiento de la androginia comointegración tardía de las dos dimen-siones de la sexualidad en una per-sona (¿por qué no apostar por sutemprano reconocimiento indagandosu posible funcionalidad para laemancipación de hombres y muje-res?); 2) el pacto sexual en términosde intercambio de la libertad de mi-rar por la de exhibirse (¿por quéconstreñir la libertad a la de unos ya la de otras, respectivamente, y noreferirse a sujetos que deseen serseducidos y sujetos que deseen se-ducir?), y 3) por último, la creaciónemergente de un nuevo espacio públicoa través de la sexualidad, lo que signi-fica hacer recaer en el anterior pac-to sexual la encrucijada que distin-ga el ámbito público del privado.Depositar el reconocimiento del es-pacio público en los símbolos de se-ducción que representan las muje-res (en exclusividad) y en el correla-tivo compromiso de respeto y con-trol del deseo por parte de los varo-nes, supone institucionalizar aún másel profundo temor a lo femeninoarquetípico que nos pertenece a

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hombres y mujeres, alienta la ten-dencia a exorcizarlo a través de larepresentación de las hembras e im-pide reconocer estrategias más perso-

nales de seducción y deseo de hom-bres y mujeres.

Isabel ALER GAY

RICARDO MORAGAS MORAGAS

Gerontología social(Barcelona, Herder, 1991)

Cuando se escriba la historia dela gerontología social en nuestro país,sin duda, Ricardo Moragas será unode sus pioneros. Desde que se inicióen esta ciencia con RogelioDucastella, autor de la primera en-cuesta general sobre la «TerceraEdad» en Cataluña (1975), el profe-sor Moragas ha asistido a numero-sos congresos internacionales, haconocido de cerca estudios origina-les sobre el tema (como los de laUniversidad de Berkeley, donde es-tuvo como profesor visitante), haintroducido la gerontología comoasignatura en el tercer ciclo de laUniversidad y, desde 1989, dirigeun Master de Gerontología queaglutina a personal sanitario, traba-jadores sociales, directores de resi-dencias geriátricas, psicólogos yotros profesionales que trabajan enlos diferentes servicios a la vejez quehan ido proliferando, sobre todo enestos últimos años. No exagera JuanJ. Linz cuando lo califica, en la in-troducción a esta obra, de «sociólo-go engagé».

Precedida por dos libros ante-riores {Introducción a la gerontologíasocial, 1981, y La jubilación, 1988),amén de numerosos artículos y tra-

bajos, hemos de considerar esta pu-blicación como el mismo autor nosla propone: un «estudio... accesiblea una variedad de profesionales ypúblicos cada vez más interesadosen el envejecimiento». Es decir, unmanual con un objetivo claramentepedagógico en el que se describen yarticulan los principales descubri-mientos actuales sobre el procesode envejecer en las sociedadestardocapitalistas. Confiesa el autor,en un capítulo introductorio, que elmaterial inicial se ha reducido a lamitad. De modo que el manual seha convertido en un breviario sinté-tico y enjundioso sobre el estado dela cuestión, visto desde las princi-pales ciencias implicadas.

Un buen manual o breviario dis-ta mucho de ser una pequeña enci-clopedia. El secreto está en el difícillogro de la interdisciplinariedad—algo que los académicos prego-nan a la saciedad, aunque casi siem-pre queda relegado a la síntesis per-sonal de los alumnos—. Esto se con-sigue enfocando los mismos proble-mas (básicamente, el envejecimien-to normal y el patológico) in cres-cendo, desde su aspecto biológico alsocial, pasando por la medicina y la

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psicología. Se completa así el cua-dro del envejecimiento saludablecomo bienestar no sólo físico, sinopsicosocial. Luego se abordan losproblemas legales y políticos de laancianidad (sobre todo de la jubila-ción, las pensiones y la política so-cial y asistencial). De esta forma selogra un producto ajustado, claro ysin lagunas, sin prolongar excesiva-mente ninguna disciplina o cuestióndebatida. De modo que el lectorpuede hacer un recorrido por los cono-cimientos teóricos básicos, centrán-dose, como dijimos, en la sociologíacomo punto de arranque de los pro-blemas de la vejez y el envejecimien-to en las sociedades avanzadas.

Por supuesto que no sólo la for-mación del autor, sino la trayectoriade la gerontología (más afín en susinicios con la biología y la psicolo-gía, aunque siempre preocupada porel problema social del acelerado en-vejecimiento en las sociedades mo-dernas), contribuyen a que los capí-tulos propiamente sociológicos (roly status de la ancianidad, mitos yprejuicios en la construcción socialo definición colectiva de la vejez,ocio y trabajo, familia y jubilación)sean los centrales, si bien tambiénde forma sintética y pedagógica.Todo ello precedido de una buenarepresentación de las principales teo-rías biológicas sobre el envejecimien-to fisiológico y un capítulo bien lo-grado que registra los principalestemas de una psicología evolutiva dela vejez, todavía tímida en este te-rreno (la psicología conoce muchomejor la infancia y la adolescencia ylo normal a través de lo anormal).El hecho de abordar, desde la psi-

cología, las principales teorías sobreel envejecimiento y la pérdida de al-gunas funciones, con la posibilidadde compensarlas con otras, despejano pocos prejuicios colectivos en esteterreno y contribuye a difundir elestado actual de esta ciencia con bre-ves epígrafes sobre la memoria, lapsicomotricidad, la capacidad deaprendizaje, racionamiento y percep-ción, así como la dinámica específi-ca de la personalidad y autoestima,en la llamada Tercera Edad.

En realidad, la vejez es una eta-pa más de la vida, con sus posibili-dades y limitaciones, aunque paraello el autor deba distinguir, capítu-lo tras capítulo, la vejez normal y lapatológica, preocupándose sobretodo de la primera y tratando deprevenir la segunda. Algo excusa-ble según más de un punto de vista,porque se trata de combatir el ex-tendido prejuicio social (y ancestral)que asimila el envejecimiento con ladecadencia, la enfermedad, la negati-vidad y la muerte, en una sociedaddarwinista que encumbra la fuerza,el trabajo, el poder y, por encima detodo, la «eterna» juventud supersti-ciosamente prolongada.

Nuestras poblaciones envejecena ritmo acelerado y cada vez se com-prime más el porcentaje de los jóve-nes y laboralmente activos. Paraquienes, desde singulares institucio-nes, ópticas y especializaciones, sededican profesionalmente al bien-estar de las personas jubiladas, eltexto resulta imprescindible a fin deevitar el peligroso sesgo «intradis-ciplinar» o «intrainstitucional» quesuponen las mejores teorías, prácti-cas o experiencias en este campo.

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Pero el libro tiene un alcancemás vasto aún, porque, en definiti-va, todos tenemos que habérnoslascon los ancianos, no sólo en la fami-lia, extendida aunque neolocal (esdecir, que ya no convive en un mis-mo techo), que hoy abarca ya a me-nudo cuatro generaciones, sino enla sociedad, donde los ancianos, másque una categoría estadística ya depor sí impresionante, son un colec-tivo específico y excesivamente de-limitado e incluso apartado, debidoa este doble vínculo o proceso porel que, primero, se los estigmatizay, luego, son tratados como pobla-ción marginada.

Debido a todo ello, el ancianovive en un vacío societal («un rolsin rol», dice Moragas en la jergasociológica o teoría de los juegos) y,aun diferenciando clases y nivelessociales, marginalidad y senectudson dos términos que no dejan deconverger, por más que, histórica-mente y considerando el colectivoanciano aisladamente, su situacióneconómica y bienestar físico no handejado de mejorar.

La jubilación es el verdadero ori-gen del término «tercera edad». Peropara jubilar forzosamente a las per-sonas hay que definirlas como an-cianas cronológicamente, es decir,señalar la edad mítica de los 65 añoscomo fecha de una jubilación legalo incluso rebajar este tope con laprejubilación cuando aumenta lapresión por los puestos de trabajo.Sucede entonces que el paso abrup-to del trabajo al ocio en plena capa-cidad física y mental, a pesar de ciertaeuforia inicial (Moragas la llama eta-pa de «luna de miel»), es un salto al

vacío, sin ritos de transición ni so-cialización adecuada. Por esto mis-mo, el «júbilo» inicial desembocapronto en desazón: cambio de rolsin pautas determinadas en la mis-ma familia, pero, sobre todo, en elentorno social más amplio. Por su-puesto que la jubilación es una con-quista social de largo alcance histó-rico, pero su modalidad actual,abrupta, forzosa y desestructurada,constituye un salto desproporcionadoy la naturaleza teme el vacío, comodecían los clásicos. Nadie envejecede golpe, y la vejez normal consisteen adaptarse lentamente a una etapade la vida como las otras, con algu-nas disminuciones pero con su pro-pia funcionalidad psíquica y socialque requieren institucionalizarse.Que un tribunal americano haya de-clarado anticonstitucional la jubila-ción forzosa no debería extrañar aninguna sociedad democrática. Nosólo debe prepararse la jubilación,dice Moragas, sino que ésta debeser gradual y voluntaria. «A la car-ta», en definitiva, porque cada unoenvejece según como ha vivido.

Como dijimos, el paso a la Ter-cera Edad no tiene ritos ni procesosde ajuste social. Es, por tanto, unhecho asocial o desestructurado. Ellorepercute hondamente en los gru-pos primarios (la familia y las rela-ciones intergeneracionales, a las quese dedica un importante capítulo).Pero el punto desencadenante, elcese en el trabajo, es asunto de polí-tica económica. ¿Cómo lograr quelas leyes se encaminen a un procesode jubilación voluntario y gradual?En el texto se nos ofrecen experien-cias de otros países y se abren alter-

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nativas a la jubilación o prejubilacióntotal y forzosa, tal como se da toda-vía hoy mayoritariamente. Jubilarsedebe ser un proceso que dependade las posibilidades externas y op-ciones personales. Las primeras de-ben enriquecerse y hacerse más plu-rales, democratizando, aunque sólofuera en este aspecto, la economía.En el fondo, se está tratando de unasociología política de la vejez, estecolectivo que tanto pesa electoral-mente y que tiende a cierto conser-vadurismo, pero que, a veces, se haorganizado espléndidamente parareivindicar sus derechos en unasociedad que se quiere joven y pro-ductivista (como ejemplo, Moragasnos habla de las «pantras grises»norteamericanas).

En un manual eminentementepráctico, aunque no pragmático (y,por tanto, lleno de teorías), no po-día faltar un amplio capítulo dedi-cado al ocio y las actividades pro-pias de esta etapa de la vida, tenien-do en cuenta todo lo dicho sobresus posibilidades vitales y sociales.Es aquí donde los trabajadores so-ciales de las más variadas proceden-cias (asistentes sociales, psicólogos,personal sanitario, educadores, etc.)encontrarán las experiencias y posi-bilidades más fructíferas. Se tratade conseguir para nuestros ancia-nos y para todos, cuando lleguemosa esta etapa de nuestras vidas, unocio activo y creativo, porque la pa-sividad es el peor enemigo de la ve-jez y precipita su declive. La prepa-ración explícita a la jubilación re-sulta imprescindible, aunque remo-tamente la mejor preparación es todala vida anterior. Hay tantos modos

de envejecer como de vivir, y cadauno envejece según el estilo de vidaelegido desde la juventud o quizádesde la misma infancia.

El libro se cierra con una brevereferencia a la última etapa de lavida, la muerte, desdramatizada yconsiderada como hecho natural.Algo de agradecer en estos tiempossociales en que la muerte tambiénha perdido sus ritos de pasaje y suslenguajes de duelo, mientras trata-mos con desproporcionados mediosde prolongar vidas clínicas sin dig-nidad ni sentido. El problema socialde la muerte, a mi modo de ver, esel aislamiento del moribundo (hayuna excelente obra, en este sentidode Norberto Elias, La soledad de losmoribundos), porque nos desvela ensu cuerpo y su apagada mirada másallá de la vida, aquello que se hatransformado en indigno y que to-dos queremos ocultar. Moragas noshabla de la experiencia anglosajonade los hospices, que, a nuestro en-tender, bien podrían convertirse enotro encierro social para no abor-dar la muerte del anciano colectiva-mente.

El problema (o neurosis) socialde la muerte lo encara el autor so-bre todo como hecho personal, loque ya es mucho en la perspectivade quienes quieren prepararse cons-cientemente a envejecer y morir.Para todos, la muerte debe entraren el proceso del vivir y, si quere-mos vivir plenamente, también deella debemos hacernos cargo, pre-viéndola más que tratando de evi-tarla, al fin infructuosamente. El«buen morir» o la «buena muerte»,como se decía antes, debe plantear-

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se como término del buen vivir o lavida buena. No es otro el sentidoprofundo del concepto de «eutana-sia» que se aborda someramente ensu doble aspecto médico consabido(eutanasia activa y pasiva), como lajubilación «a la carta». Se logra así,respetando la decisión de cada cual,aquello que fue el lema inicial de lasociología, «saber para prever».

Y, sin embargo, el buen vivir y elbien morir no se logran finalmentesin dar un cierto sentido a la vida.El concepto de salud que dominaéste, como la mayoría de los textosde gerontología, no se propone irtan lejos. Sería como traicionar ladivisión actual de tareas entre lasciencias sociales y la filosofía.

Pere NEGRE RIGOL

AA.VV.Symposium Internacional de Emigración y Retorno

(Cádiz, Ed. OCAER, 1990)

Los movimientos migratorios enEspaña y Europa son un fenómenode gran actualidad en nuestro país.Los diferentes cambios que se estánproduciendo en este aspecto, comoen el caso de España, que pasa deser un país de emigrantes a uno deinmigrantes, hacen necesaria unamayor profundización a este respec-to. Un claro ejemplo de esto lo tene-mos en el libro que aquí se reseña.Es justo señalar que en esta obratambién se analizan, junto a la emi-gración, aspectos tales como la si-tuación de los españoles en Europao los aspectos teóricos de la circula-ción de la mano de obra.

El Symposium Internacional deEmigración y Retorno, del que naceeste libro, tiene su origen en unasjornadas celebradas en Sevilla ennoviembre de 1989, las cuales fue-ron organizadas por la Oficina deCoordinación de Asistencia a Emi-grantes Retornados, en colaboración

con la Diputación Provincial deCádiz.

En la conferencia inicial, el pro-fesor Cazorla Pérez puso de mani-fiesto cómo la gran oleada de emi-grantes españoles hacia Europa cen-tral entre 1950 y 1973 contribuyó asolucionar uno de los graves proble-mas de esos años en España: la ba-lanza de pagos. Es importante re-cordar que de no haberse dado di-cho condicionante económico hu-biese sido más difícil que se pro-dujera este masivo proceso migra-torio. Además, ello mitigaría consi-derablemente el problema del paro,el cual habría supuesto tambiénmúltiples conflictos sociales y polí-ticos. Esta emigración hacia Europageneró una estructura social com-pleja: por un lado, trabajadores es-tables y asegurados y, por otro, tra-bajadores inestables y desprovistosde estos derechos. Ante esta situa-ción, ya en 1986 —como apunta el

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profesor Cazorla—, la CEE decidiórealizar una política de protecciónpara los emigrantes europeos, facili-tando así el equilibrio de la oferta yla demanda de los países comunita-rios.

En este mismo sentido, la profe-sora Mehrlander incide sobre el sig-nificativo descenso que la inmigra-ción experimenta en los últimos diezaños en la RFA. Tal descenso ha idoacompañado de un cambio en eltiempo de estancia, pasando a tenerun carácter más estable.

Con respecto a las característi-cas demográficas y económicas delos emigrantes españoles en la RFA,el profesor Gunter Mertins deter-mina que la mayoría de este colecti-vo se encuentra entre los 40 y 60años, siendo la mayor parte de ellosde la industria mecánica y ligera; deigual forma, la mayoría de nuestrostrabajadores emigrantes no se en-cuentran asegurados, hallándosenuestro país, en lo referente a es-tos últimos, en la posición penúlti-ma de entre los países del Mediterrá-neo.

La socióloga Carlota Solé anali-za, seguidamente, la situación estruc-tural y la importancia del colectivode emigrantes extranjeros en Euro-pa. Así, tras estudiar el desarrollodesigual de mano de obra que seproduce en el mundo, expone cómoEspaña —más en concreto Catalu-ña— adquiere una importancia no-toria como lugar de encuentro deuna variada amalgama de emigran-tes. De este modo elabora una tipo-logía de los inmigrantes en Cataluñaen función de sus diversas caracte-rísticas, que parece interesante re-coger en estas páginas por su exce-

lente claridad. Atendiendo al Esta-tuto jurídico del emigrado, distin-gue entre los emigrantes no docu-mentados (de los cuales las dos ter-ceras partes son del Tercer Mundoy de Portugal), los refugiados políti-cos y los extranjeros nacionalizados.Según el criterio del lugar de ori-gen, hay fundamentalmente inmi-grantes de Portugal y del TercerMundo, aunque empieza a aumen-tar cada vez más el número de ma-rroquíes, los cuales se encuentranen peores condiciones conforme vapasando el tiempo. Por último estánlos magrebíes, latinoamericanos y deÁfrica negra, que son, hoy por hoy,minoritarios.

Otro de los bloques temáticosque trata este libro es el de los dife-rentes procesos migratorios en algu-nos países de Europa. De la manode los profesores Catanzaro y Ferrei-ra, nos acercamos a ía problemáticaconcreta italiana e ibérica, respecti-vamente. En el primero de éstos seseñalan dos de los factores más im-portantes para el estudio de la emi-gración y el retorno: la movilidadprofesional, territorial e intersectorialy sus consecuencias para el desarro-llo económico. En cuanto a la movi-lidad, es necesario destacar que seproduce básicamente entre las per-sonas con un trabajo cualificado,siendo prácticamente inexistenteentre los que no tienen una mínimacualificación. Respecto a los cam-bios originados en la economía, pa-rece claro que el sector servicios esel más beneficiado; siendo, por elcontrario y como era de esperar, elde la agricultura el menos preferidopor los emigrantes cuando retornana su país de origen.

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Hay otro aspecto dentro del es-tudio de los procesos migratorios quese refiere a la mayor o menor efecti-vidad en la movilidad de los trabaja-dores. Así, como pone de manifies-to Ferreira, para que ésta tenga real-mente una notable efectividad debede ir acompañada de una política dediscriminación hacia los trabajado-res provenientes del exterior de lazona que se tome como referencia.

Para finalizar estas notas es ne-cesario dedicar unas breves palabrasa los capítulos referidos a los pro-blemas teóricos planteados por Cas-tillo respecto a conceptos como emi-gración, emigración de retorno,reemigración y nueva emigración.Esta conceptualización, si bien pue-de llevar a una mayor claridad de larealidad, no hace más que mostrar-nos justamente su propia compleji-dad. Es más, pese a las múltiplesdefiniciones que nos ofrece, conclu-ye que la comprensión del retornomigratorio es todavía hoy limitada,dificultándose así su conocimientoexhaustivo.

A modo de conclusión, es opor-tuno destacar una de las caracterís-ticas más sobresalientes de la publi-cación que aquí se comenta. La pro-fundidad con la que se abordan lostemas es notoria, aunque hay quesubrayar que, aun mostrando sucomplejidad, dificultad y diversidaddel tema, se sientan las bases paracualquier estudio relacionado conesta materia, al recoger las aporta-ciones necesarias realizadas hastaeste momento.

Igualmente, no podemos olvidarla importancia de libros como éstepara las Ciencias Sociales, y más aún

si tenemos en cuenta la trascenden-cia que puede tener esta problemá-tica para el futuro de la construc-ción europea. No obstante, los lo-gros producidos por los autores delSymposium no pueden hacer obviarque quedan interrogantes sin res-ponder. Entre éstos podemos desta-car, por ejemplo, las consecuenciasprimarias del aumento de la pobla-ción de los países del «sur» en laEuropa comunitaria y su posibili-dad de control por parte de los pro-pios países"; los aranceles que sevan a establecer a emigrantes queno sean europeos frente a los comu-nitarios, originando bolsas de tra-bajo precario; los posibles enfren-tamientos que se pueden originar,de forma más concreta, por cuestio-nes de color de piel o de posicióneconómica. A este último respectosería positivo y saludable no olvidarque, con anterioridad, España hasido un país de inmigrantes, lo quenos debe de servir de acicate, comoseñaló en la conferencia inicial elprofesor Cazorla Pérez, para que norepitamos las mismas actitudes quesufrieron algunos de nuestros y nues-tras emigrantes en tiempos pretéri-tos.

F. FERNÁNDEZ-LLEBREZ GONZÁLEZ

* Esta problemática ha sido extensamentetratada en el Congreso sobre «Explosióndemográfica, empleo y trabajadores emi-grantes en el Mediterráneo Occidental»,celebrado en la Universidad de Granada losdías 6, 7, 8 y 9 de febrero de 1990, yorganizado por la Asociación de PeriodistasEuropeos, IEGA y la Facultad de CienciasPolíticas y Sociología de Granada, estandopatrocinado por el Instituto de Cooperacióncon el Mundo Árabe.

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SHIRLEY DEX

La división sexual del trabajo.Revoluciones conceptuales en las Ciencias Sociales

(Madrid, Ministerio de Trabajo y SS, 1991)

La atención prestada al estudiodel trabajo de las mujeres en la últi-ma década —principalmente por lainvestigación feminista— y los re-cientes cambios producidos en el em-pleo femenino han posibilitado elsurgimiento de nuevas formas deaproximación a las relaciones eco-nómicas entre hombres y mujeres.

En este marco situamos la obrade Shirley Dex como una de las másrecientes contribuciones al debatesobre la necesidad de reconcep-tualización del trabajo en las Cien-cias Sociales. La autora lleva a caboun análisis crítico de las últimas apor-taciones sobre el trabajo de las mu-jeres en campos de estudios comolas Sociología Industrial y la Econo-mía, analizando comparativamentelos casos de Gran Bretaña y EE.UU.

El desafío de enfrentarse a la re-visión conceptual del papel de lamujer en la economía tuvo un im-pulso inicial en el ámbito de investi-gación anglosajona. Asimismo, losestudios en torno al trabajo de lasmujeres se han implantado en losdiferentes países europeos. Por ejem-plo, en la tradición italiana, los tra-bajos de Adele Pesce se han orien-tado hacia una aproximación a laidentidad del trabajo femenino,adoptando el concepto de «diversi-dad» como un valor positivo y acu-diendo a nuevas categorías de inter-pretación1. Igualmente, en nuestro

país se han hecho importantes es-fuerzos en este sentido. La contri-bución de los estudios impulsadospor el Instituto de la Mujer y el nú-mero monográfico de la revista So-ciología del Trabajo, número 3, «Eltrabajo a través de la mujer», dise-ñado por Adele Pesce con la estre-cha participación de M.a AngelesDuran, son algunos ejemplos que hanpuesto de manifiesto el interés quedespierta la reflexión sobre la rede-finición del trabajo a partir de laconsideración del trabajo de las mu-jeres en España. Una tentativa quese incluye en la «construcción o en-trenamiento de una forma de mirar»la realidad social, para decirlo conpalabras de M.a Angeles Duran, enor-memente renovador en las cienciassociales2.

El interés de este libro procede,por un lado, de la riqueza y densi-dad del material examinado, que esen sí mismo un buen estado de lacuestión, aunque limitado —princi-palmente a la sociología industrial yla economía laboral y a la literaturaanglosajona—, y, por otro lado, delsugerente análisis que se realiza so-bre un rico abanico de cuestionesrelacionadas con la complejidad dela experiencia laboral femenina.

1 Véanse A. PESCE y Vittorio CAPECHI,«Si la diversidad es un valor», en Debats,

núm. 10, Madrid, diciembre 1984, pp. 29-41, y, también, «Los caminos de la diferenciay de la igualdad», en Alfoz, núm. 7, Madrid,1987, pp. 38-50.

2 M.a Angeles DURAN y otras, De puertasadentro, Madrid, Instituto de la Mujer, 1988,p. 19.

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La obra está estructurada en tor-no a tres ejes de análisis que se su-ceden en el siguiente orden. En pri-mer lugar, la consideración de la expe-riencia subjetiva de trabajar y no tra-bajar. Para ello, la autora realiza unrecorrido cronológico por la histo-ria de la Sociología Industrial, ana-lizando las causas del desconocimien-to y la marginación de las orienta-ciones de las mujeres frente al tra-bajo. A continuación se aborda lacuestión de la división ocupacional deltrabajo y la división salarial que éstaconlleva. En este punto se señala lacontribución que ha supuesto el inte-rés por el trabajo de las mujeres enla reconversión conceptual so-bre eltrabajo y las ocupaciones, influyen-do muy positivamente en el desarro-llo más próximo de la Sociología delTrabajo. Por último se revisan lasdiferentes teorías del cambio social,haciendo especial hincapié en el aná-lisis de clases. A este respecto, Dexmatiza que la discusión sobre el tra-bajo doméstico ha surgido precisa-mente en el seno de la polémica so-bre el lugar que ocupa la mujeren el análisis de clases. En el capí-tulo final se analizan algunas teo-rías del cambio socioeconómico—cambios en el mercado de traba-jo, estructura industrial y ocupacio-nal, y en las tasas de participaciónfemenina durante el ciclo de activi-dad económica— bajo las perspecti-vas que se han dedicado a ello, re-conociendo la valiosa contribucióndel estudio de la actividad económi-ca femenina (bajo la interpretacióndualista: trabajo mercantil y trabajodoméstico) para ampliar los análisisdel cambio socioeconómico, direc-

ción de trabajo e investigación queen España representa, especialmen-te, la obra de M.a Angeles Duran3.

De los muchos temas de graninterés que se plantean a lo largo dela obra nos parece interesante des-tacar especialmente dos que, dispo-niendo de espacio, merecerían unaconsideración más detenida.

ha reconceptualización del trabajo.La necesidad de replantear la no-ción misma de trabajo, acudiendo anuevas categorías de análisis, ha sidouna característica común en los es-tudios sobre el trabajo femenino.Tener presenta la realidad femeninaen la Historia del trabajo suponeprimeramente acabar con la nociónde «trabajador unisex», asumida(conscientemente o no) en gran partedel análisis tradicional. Superadaesta etapa, comienza a estudiarse deotro modo el trabajo de las mujeres(plantear preguntas similares a lasque se hacen a los trabajadores va-rones, utilizar la variable sexo comouna variable explicativa...). Sin em-bargo, el gran avance sólo se consi-gue al rescatar la identidad laboralfemenina que estimula el cambio enlos conceptos fundamentales delanálisis: principalmente, consideraral hogar como una unidad de pro-ducción y origen de la orientaciónal trabajo. Llegado a este punto, lasdiferentes perspectivas coinciden entratar al hogar como unidad de pro-ducción/reproducción, entrando de

3 M.a Angeles DURAN, «El dualismo dela economía española. Una aproximación ala economía no mercantil», en InformaciónComercial Española, Madrid, marzo 1988,pp. 9-25.

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lleno en la discusión en torno al tra-bajo/economía doméstica4.

La introducción del término «tra-bajo de las mujeres» (doméstico ymercantil) en los análisis socioeco-nómicos de las últimas décadas haido planteando problemas en rela-ción a la definición misma del con-cepto «trabajo». El punto de parti-da —o de mirada— que supone eltrabajo, todo el trabajo, de la mujertermina, en las mejores investigacio-nes actuales, llevando a la recon-sideración de todas las formas de tra-bajo5.

La mujer invisible. Una revisiónhistórica de la trayectoria de los es-tudios de Sociología Industrial y delTrabajo referidos a las orientacio-nes de los trabajadores frente al tra-bajo (taylorismo, Escuela de Rela-ciones Humanas, etc.) pone de ma-nifiesto —según la autora— la invisi-bilidad/marginación de la mujer tra-bajadora como sujeto de análisis in-dependiente.

Estudios de casos posteriores,sobre todo a partir de la década delos años ochenta, han conseguidorescatar —siguiendo a Dex— lasorientaciones de las mujeres traba-jadoras del destierro de la ignoran-cia y el olvido incorporando nuevoselementos de análisis (las actitudes

4 Véanse, nuevamente, los trabajos deM.a Angeles DURAN, especialmente De puertasadentro, y el texto incluido allí de FranceCAILLAVET, «El trabajo gratuito de las muje-res: de la economía familiar a la economíanacional» (pp. 379-452).

5 Véanse R. E. PAHL, Divisiones deltrabajo, Madrid, Ministerio de Trabajo ySS, 1991, cap. 5, pp. 149-180: «Nuevasformas de enfocar el trabajo», y J. J. CASTILLO,«Crisis del trabajo y cambios sociales», enREÍS, núm. 38, 1987, pp. 7-20.

laborales de las mujeres, el contextode los mercados de trabajo locales,etc.) al estudio de las orientacionesfemeninas frente al trabajo.

Así, por ejemplo, en las valora-ciones de las experiencias de desa-rrollo de la economía doméstica aso-ciadas a procesos de reorganizaciónproductiva, del tipo que se ha deno-minado Tercera Italia (Emilia Romanao el distrito industrial de Prato), sepone de manifiesto el importantepapel que desempeña la mujer enlas nuevas formas de organizaciónde la actividad económica. Dondese observa algo similar a una sínte-sis entre la vieja organización do-méstica de la preindustrialización yla organización muy concentrada delfinal de la era industrial6.

Asimismo, recientes estudios so-bre la interdependencia entre elmercado de trabajo y la organiza-ción familiar (poco frecuentes enEspaña) señalan el protagonismo delas mujeres —compartido por an-cianos y jóvenes— en la elaboración(consciente o no) de «estrategias fa-miliares» en el mercado de trabajo7.

Por último, cabe hacer referen-cia al impacto de las nuevas tecno-logías y los cambios que la sociedadindustrial impone a una serie de ofi-cios y profesiones femeninas, obli-gando a replantearse el papel de lamujer en los profundos procesos de

6 PIORE y SABEL, La segunda rupturaindustrial, Madrid, Alianza Editorial, 1990,pp. 190-192.

7 Remitimos al trabajo de Ch. SARACENO,«Estrategias familiares en el mercado detrabajo», en M. Marvami, E. Reynaud yC. Romani (eds.), La flexibilité en Italie,París, Syros-Alternatives, 1990, p. 116 (pró-xima publicación por el Ministerio de Tra-bajo y SS).

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transformación del trabajo. En estesentido avanzan proyectos como elsugerido por Cockburn, en el cualse plantea la necesidad de que elanálisis social feminista destape la«caja negra» del paradigma tecnoló-gico8.

Como conclusión de esta rese-ña, hay que apuntar la valiosa (ypoco habitual) labor realizada porDex al tratar ordenadamente lasprincipales cuestiones relacionadascon el debate en torno a la divisiónsexual del trabajo bajo una perspec-tiva de renovación conceptual en las

8 Cynthia COCKBURN, «Re-opening theblack box: feminist Sociology AnalysesTechnology», ponencia presentada en laMesa Redonda «Les usages sociaux destechnologies», dentro del Congreso Lessociologues dans le debat social en Europe,París, 30-9 a 3-10 de 1991, organizado porSabine Erbés (IRESCO-CNRS, París).

Ciencias Sociales. Ofrecer un pano-rama del estado de la cuestión de lasinvestigaciones accesible al públicouniversitario fue uno de los objeti-vos del libro, que, en nuestra opi-nión, se ha conseguido. Creemos queeste trabajo será, por algún tiempo,de gran utilidad como introduccióna los debates sobre la división sexualdel trabajo, tanto en Sociología yEconomía como en Estructura yCambio Social, ayudando a recon-siderar las teorizaciones estableci-das.

Desde luego, el concepto con-vencional de «trabajo» tiene muypocas probabilidades de salir indem-ne de una crítica como la que en elconjunto de trabajos que Dex anali-za, y este mismo La división sexualdel trabajo, suponen.

Paloma CANDELA

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