critica al uso de la biomasa como fuente de energia

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  :: portada :: Ecología social :: 25-04-2007 Resulta mucho más razonable el uso de la materia orgánica para la mejora de los suelos Biocombustibl es y uso energético de la biomasa: un análisis crítico Óscar Carpintero El ecologista Muchos análisis científicos y pensadores ecologistas ponen en cuestión los supuestos más comunes sobre el uso de la biomasa como fuente de energía, por lo que parece razonable un análisis detallado de sus ventajas e inconvenientes. El autor hace un repaso de varios de estos estudios para rebatir los hipotéticos beneficios de esta energía, al tiempo que apuesta por un uso de l a biomasa y de los residuos orgánicos que permita cerrar los ciclos de materiales, devolviendo a la tierra la materia orgánica que se le extrajo, para aumentar su fertilidad y reducir la erosión de los suelos. Hemos pedido un cambio de civilización, y nos ofrecen porcentajes de biodiesel.  Jorge Riechmann ( [1] ) Los movimientos sociales activos y con cierta vitalidad -y el movimiento ecologista lo es- presentan a veces tensiones entre el análisis honesto de la situación ambiental y la elaboración de propuestas y alternativas que sean viables técnica y económicamente. Esta tensión en ocasiones da lugar a contradicciones internas o a incoherencias. A pesar de que no siempre es fácil eliminar esas inconsistenc ias, parece razonable hacer un intento por minimizarlas. En un afán -inicialmente bienintencionado- por plantear alternativas renovables al uso de los combustibles fósiles, venimos asistiendo desde hace años a propuestas que ponen en un lugar destacado el uso de los biocombustibles y de la biomasa como elemento importante de la transición hacia un modelo energético más sostenible. Efectivamente, una parte importante del movimiento ecologista y algunos trabajos científicos que discutiré más adelante, se han esforzado en ofrecer una visión cautelosamente positiva del aprovechamiento energét ico de la biomasa y de las posibilidades de los biocombustibles. Sin embargo, me parece que las dudas y las críticas frente a estos planteamientos -que proceden también tanto de una parte del movimiento ecologista, como de científicos y académicos con una larga experiencia en cuestiones energéticas y ambientales- no han sido suficientemente atendidas ni valoradas. Esto es aún más lamentable habida cuenta que el marco institucional que se está imponiendo en nuestro país, y que más tarde comentaré, es claramente favorable a la extensión e intensificación en el uso de la biomasa y los biocombustibles como fuentes energética s. page 1 / 13

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materia de la ULA VENEZUELA trujillo de fuentes de energia para la agricultura

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  • :: portada :: Ecologa social ::

    25-04-2007 Resulta mucho ms razonable el uso de la materia orgnica para la mejora de los suelosBiocombustibles y uso energtico de la biomasa: un anlisis crticoscar CarpinteroEl ecologista

    Muchos anlisis cientficos y pensadores ecologistas ponen en cuestin los supuestos ms comunessobre el uso de la biomasa como fuente de energa, por lo que parece razonable un anlisisdetallado de sus ventajas e inconvenientes. El autor hace un repaso de varios de estos estudiospara rebatir los hipotticos beneficios de esta energa, al tiempo que apuesta por un uso de labiomasa y de los residuos orgnicos que permita cerrar los ciclos de materiales, devolviendo a latierra la materia orgnica que se le extrajo, para aumentar su fertilidad y reducir la erosin de lossuelos.

    Hemos pedido un cambio de civilizacin, y nos ofrecen porcentajes de biodiesel.

    Jorge Riechmann ( [1] )

    Los movimientos sociales activos y con cierta vitalidad -y el movimiento ecologista lo es- presentana veces tensiones entre el anlisis honesto de la situacin ambiental y la elaboracin de propuestasy alternativas que sean viables tcnica y econmicamente. Esta tensin en ocasiones da lugar acontradicciones internas o a incoherencias. A pesar de que no siempre es fcil eliminar esasinconsistencias, parece razonable hacer un intento por minimizarlas.

    En un afn -inicialmente bienintencionado- por plantear alternativas renovables al uso de loscombustibles fsiles, venimos asistiendo desde hace aos a propuestas que ponen en un lugardestacado el uso de los biocombustibles y de la biomasa como elemento importante de latransicin hacia un modelo energtico ms sostenible. Efectivamente, una parte importante delmovimiento ecologista y algunos trabajos cientficos que discutir ms adelante, se han esforzadoen ofrecer una visin cautelosamente positiva del aprovechamiento energtico de la biomasa y delas posibilidades de los biocombustibles.

    Sin embargo, me parece que las dudas y las crticas frente a estos planteamientos -que procedentambin tanto de una parte del movimiento ecologista, como de cientficos y acadmicos con unalarga experiencia en cuestiones energticas y ambientales- no han sido suficientemente atendidasni valoradas. Esto es an ms lamentable habida cuenta que el marco institucional que se estimponiendo en nuestro pas, y que ms tarde comentar, es claramente favorable a la extensin eintensificacin en el uso de la biomasa y los biocombustibles como fuentes energticas.

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  • Resumidamente, las dos opciones que protagonizan la controversia son las siguientes. De un lado,los partidarios de la utilizacin energtica (cautelosa) de la biomasa y los biocombustibles apoyansu opcin sobre tres supuestas ventajas: a) los biocombustibles presentaran un balance energticopositivo (es decir, la energa obtenida es superior a la invertida en la produccin del cultivo de basey en su fabricacin); b) desde el punto de vista de las emisiones de CO2 la biomasa y losbiocombustibles tendran un efecto neutral, esto es, emitiran a la atmsfera el carbono quepreviamente habran absorbido en el proceso de fotosntesis; y c) dadas las condiciones de crisisestructural de la agricultura y de despoblamiento del medio rural, la alternativa de losbiocombustibles (a travs de cultivos energticos) servira para fijar poblacin en esos territorios yfrenar un proceso demogrfico tan negativo ( [2] ).

    Desde una perspectiva diferente, los contrarios al uso energtico generalizado de la biomasa (parausos trmicos o elctricos) y de los biocombustibles (para el transporte) hemos venido razonandoen un doble sentido. De una parte, negando la validez real de las tres razones esgrimidasanteriormente y, en segundo lugar, resaltando el mejor uso alternativo que, concretamente en unpas como Espaa, tiene la biomasa y sus residuos, a saber: cerrar los ciclos de materiales,devolviendo a la tierra, en forma de nutrientes, la materia orgnica que se le extrajo y, de paso,frenar el grave proceso de erosin que sufre una fraccin considerable de nuestro territorio ( [3] ).A desarrollar estos argumentos dedicar el resto del artculo.

    Razones para rechazar (desde un punto de vista ecologista) el uso de los biocombustibles

    Comencemos primero por discutir la veracidad de las bondades y ventajas ofrecidas por losbiocombustibles.

    a) Es realmente cierto que los biocombustibles presentan un balance energtico positivo? Lacontroversia en el movimiento ecologista sobre este punto era previsible pues tampoco la polmicaha sido ajena al mbito cientfico. Algunos estudios de los aos noventa y comienzos de estadcada han tratado de demostrar que, en concreto, el bioetanol obtenido a partir del cultivo decereales (sobre todo maz) y su posterior fermentacin y destilacin, aporta mayor energa que laconsumida en su produccin y fabricacin. Los resultados varan, segn los estudios, desde unrendimiento neto adicional positivo del 34% -esto es: por cada kilocalora gastada en la produccindel biocombustible, obtenemos 1,34 kilocaloras en forma de etanol- ( [4] ), al 36% ( [5] ), o hastaincluso el 49% ( [6] ). Bajo supuestos tecnolgicos e hipotticos diferentes, las ltimas estimacionesarrojaron ratios de eficiencia positivos de 1,98; 1,21; y 1,05 ( [7] ).

    Sin embargo, estos resultados contrastan con varias estimaciones que arrojan un panorama muydiferente. Por ejemplo, David Pimentel y Tad Patzek han puesto de relieve que se utilizan 1,29kilocaloras de combustibles fsiles por cada kilocalora obtenida en forma de etanol (es decir unrendimiento negativo del -29%); ratio que empeora si en vez de maz se utiliza mijo, ya que en estecaso el rendimiento alcanza el -50%, llegando incluso hasta el -59% cuando se utiliza maderaaunque sea procedente de bosques gestionados de manera sostenible. Y la cosa no mejoratampoco cuando, en vez de etanol, hablamos de biodiesel: aqu los rendimientos negativosalcanzan el -27% si se obtiene a partir de soja o del -118% si se produce utilizando cultivo degirasol ( [8] ). De esta manera, los trabajos de Pimentel y sus colaboradores se vienen a sumar a

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  • otras investigaciones que, con diferencias en los porcentajes, ofrecen tendencias similares ( [9] ).

    En la explicacin de las diferencias aparecen dos tipos de elementos. Una parte cabe achacarla alas distintas hiptesis mantenidas para la conversin en trminos energticos de los factoresproductivos de la agricultura (fertilizantes, maquinaria, herbicidas, etc.). Este sesgo se puedediscutir y estara razonablemente acotado. Sin embargo, el grueso de la discrepancia entre ambostipos de estudios descansa, sobre todo, en la contabilizacin o no de toda la energa que directa eindirectamente se utiliza en la produccin del etanol o el biodiesel ( [10] ), es decir, el ciclo de vidacompleto: incorporando, por ejemplo, la energa necesaria para producir y reparar la maquinariaagrcola (y no slo el combustible que utiliza sta para funcionar), o la maquinaria del proceso dedestilacin y fermentacin, etc. Y es precisamente al incorporar todos estos elementos cuando elbalance negativo hace su aparicin ( [11] ).

    Pero, incluso aunque el resultado de los balances energticos fuera positivo, la proliferacin decultivos energticos no tiene ningn sentido por una sencilla razn que ya puso de relieve hace dosdcadas Jos Fras: "dados los elevados consumos energticos de la agricultura actual procedentesde combustibles fsiles [...] aun en los casos en que la eficiencia energtica sea superior a launidad se trata simplemente de cambiar por ejemplo, 10 toneladas de petrleo (energa norenovable) por el equivalente de 12 toneladas de petrleo en alcohol obtenido a partir de labiomasa. As pues, el punto ms dbil para el desarrollo de la agroenergtica lo constituye sudependencia de los combustibles fsiles, por lo que en definitiva el proceso resulta equivalente aun pequeo aumento del rendimiento energtico del petrleo" ( [12] ) (nfasis mo).

    Se podra alegar que, al proponer cultivos energticos, se est pensando en recurrir a prcticas deagricultura ecolgica -o cultivos como el cardo-, menos intensivas en el uso de combustibles fsiles.Pero sera paradjico que se pusiera un empeo especial en recurrir a esta estrategia cuando sequiere dedicar la superficie agrcola a producir energa, y en cambio se le preste escasa atencin yrecursos cuando se trata de reconvertir ecolgicamente los sistemas agrarios para mejorarsustancialmente la calidad de los alimentos y la salud de los ecosistemas.

    b) En todo caso, los partidarios de los biocombustibles argumentan la reduccin de las emisionesde CO2 como una ventaja indiscutible de esta opcin energtica, que equilibrara los inconvenientesanteriores. Ahora bien, es realmente cierto que la produccin de biocombustibles resulta neutradesde el punto de vista de las emisiones de CO2? Aunque la explicacin de la neutralidad ya ha sidoexpuesta anteriormente, cabe de todas formas hacer una importante matizacin. Tanto el procesode cultivo como las fbricas de destilacin y fermentacin de etanol utilizan combustibles fsilespara su funcionamiento, a lo que habra que aadir la energa necesaria para la recogida y eltransporte de las cosechas hasta la planta industrial.

    Si se hacen bien las cuentas, cul es entonces el balance neto de emisiones de CO2 de unbiocombustible como el etanol? Son de verdad neutras? Patzek (2006) ha realizado este clculo demanera exhaustiva, es decir, incorporando el resto de emisiones de gases con efecto invernadero(xidos de nitrgeno, metano, etc.), que tambin se generan en el proceso de cultivo y fabricacin,y las ha transformado en toneladas de CO2 equivalente. El resultado al que ha llegado es muyilustrativo: en trminos netos, por cada hectrea de maz dedicada a la produccin industrial de

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  • etanol en EE UU se generan 3.100 kg de CO2 equivalente, lo que quiere decir que, si se quisierasatisfacer nicamente el 10% del consumo de combustible en ese pas con etanol, las emisionesalcanzaran los 127 millones de toneladas ( [13] ).

    c) Existe, por ltimo, un tercer argumento que defiende los cultivos agroenergticos como vaspara mantener la poblacin en el medio rural. Conociendo la historia del entorno rural y lastransformaciones sufridas por el sector agrario en las ltimas dcadas, su utilizacin no me parecemuy afortunada. Sinceramente, no creo (ms bien lo contrario) que con la difusin y generalizacinde los cultivos energticos -ya sea poniendo en produccin tierras abandonadas, o desviandoaprovechamientos actuales hacia otras vocaciones ms energticas-, se frene la despoblacin y elabandono del campo.

    Y ello por varias razones. En primer lugar, y paradjicamente, la agricultura moderna se haconvertido en un potente instrumento de expulsin de poblacin del medio rural. El nfasisproductivista ( [14] ) de la actual agricultura -espoleada en Europa por la PAC- ha fomentado untipo de negocio agrario en el que el factor trabajo se va convirtiendo en un elemento marginal,donde predominan las grandes explotaciones de monocultivos, altamente dependientes de laindustria tanto para la compra de inputs (maquinaria, fertilizantes, herbicidas...) como para la ventade su output o produccin. Y all donde exista un sector autnomo y excedentario econmica yfinancieramente, nos hemos encontrado con una actividad profundamente deficitaria -cuyas ayudasvan a parar finalmente a pagar los prstamos para comprar los inputs que le vende el sectorindustrial-, y que no cumple ninguno de los objetivos por los cuales podra ser merecedora deayudas: mantenedora de poblacin rural, socialmente justa, y ecolgicamente compatible.

    La PAC no satisface ninguno de estos requisitos como se puede ver claramente, por ejemplo, con lainjusta asignacin de las subvenciones entre las explotaciones, o el deterioro y la contaminacinambiental de los agrotxicos. Y la puesta en marcha de cultivos energticos dentro del mismomarco institucional seguramente no va a cambiar nada de eso. Posiblemente ampliar ladependencia de la agricultura respecto de la industria, incorporando ahora los intereses de lasempresas energticas.

    Las tres objeciones planteadas tienen, a mi juicio, suficiente peso para relativizar las bondades delos biocombustibles. Incluso aunque se pudiera discutir algn aspecto como el del balanceenergtico, la sola presencia de anlisis divergentes sobre esta cuestin debera ser ya motivo paraaplicar, al menos, el principio de precaucin en la produccin de biocombustibles. Sobre todocuando, al salirnos del mbito especfico de la energa, se observa que la produccin de etanol obiodiesel no hace sino agravar directa e indirectamente la erosin y degradacin del suelo (algoespecialmente importante para Espaa), adems de ser un proceso muy exigente en utilizacin deagua (lo que tambin debera preocupar en nuestro territorio): se estima que para la produccin deun litro de etanol se requieren entre 10-12 litros de agua en la fase de destilacin, y entre 20-25litros en la fase de fermentacin, lo que supone en total una exigencia de entre 30 y 37 litros deagua por cada litro de etanol ( [15] ) .

    No parece, por tanto, que la consideracin de otros aspectos como la erosin o las exigenciashdricas de los cultivos que sirven de base a los biocombustibles jueguen a favor de esta

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  • alternativa. Mxime cuando se aaden algunas consideraciones relacionadas con la desmesuradaocupacin de espacio que exigira satisfacer el consumo de energa para el transporte conbiocombustibles: lograr el 10% del consumo de combustibles en EE UU con etanol requerira, porejemplo, 22 millones de hectreas ( [16] ).

    Y cuando las cifras de consumo de grano para combustible se comparan con la cantidad necesariapara alimentar a una persona durante un ao, el resultado es si cabe ms demoledor: suponiendoque cada coche recorre por trmino medio 20.000 km/ao con un consumo de 7 litros/km, estosupondra la utilizacin de 1.400 litros de etanol producido a partir de 3.500 kilos de grano. Esdecir, aproximadamente siete veces ms grano que el que necesita un individuo para alimentarsedurante un ao ( [17] ). Lo que nos lleva directamente al ltimo de los efectos nocivos de laproliferacin en el consumo de biocombustibles. Habida cuenta de que los pases ricos no van aponer en cultivo esos millones de hectreas necesarias para satisfacer su consumo debiocombustibles, ya se estn desarrollando proyectos en pases pobres de Latinoamrica, Asia yfrica para que stos destinen una parte importante de su superficie agrcola a la plantacin decultivos energticos destinados al consumo de los pases ricos, poniendo en mayor riesgo suseguridad alimentaria y aumentando sus servidumbres ambientales con los pases "desarrollados" ([18] ).

    Argumentos contra el uso de la biomasa como opcin energtica

    Una vez analizado el caso de los biocombustibles, resta por debatir los motivos que llevan tambina dudar del uso de la biomasa con fines principalmente energticos. Es cierto que elaprovechamiento trmico y (parcialmente) elctrico de la biomasa (residual) no se enfrenta con lasobjeciones de eficiencia energtica que, por ejemplo, se han detectado en el caso de losbiocombustibles. Al tratarse, principalmente, de residuos agrcolas, ganaderos o forestales - y,como tales, subproductos de la actividad principal - no se les debe computar ningn consumoenergtico, por lo que su quema s que arrojara un balance positivo.

    Pero la razn ms importante para dudar de una estrategia energtica como sta descansa en otrohecho. Con las caractersticas edficas de un territorio como la Pennsula Ibrica, en el que avanzande manera importante los procesos de erosin y desplazamiento de materia orgnica vinculados aactividades antrpicas (agricultura, urbanizacin y construccin de infraestructuras) ( [19] ),sabemos que existe un destino alternativo ms provechoso para esos residuos agrcolas, ganaderosy forestales, que contribuira a cerrar los ciclos de materiales de las actividades agrarias, y a paliarlos procesos erosivos: la elaboracin de compost y la devolucin al terreno de aquella parte quepreviamente se ha extrado en forma de materia orgnica y nutrientes con la recoleccin de loscultivos.

    Como se ha recordado ya hace varios lustros, dada la preocupante situacin de nuestros suelos, siquisiramos elevar hasta el 2% su contenido de materia orgnica, necesitaramos un aporte anualde 232 millones de toneladas, equivalentes a 6,5 t/ha/ao durante una dcada ( [20] ). Una partede ellos estn representados en los ms de 40 millones de toneladas de residuos de cultivos, a losque podramos sumar los casi 90 millones de estircol ganadero y los ms de 15 millones deresiduos slidos urbanos que incorporados arrojaran una cifra cercana a los 150 millones de

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  • toneladas. Slo as se podra contribuir a reducir tanto los efectos erosivos de origen antrpicocomo aquellos relacionados con fenmenos meteorolgicos naturales ( [21] ).

    Ahora bien, la magnitud del dao se hace ms patente si caemos en la cuenta de que el suelo frtiles un recurso renovable un tanto especial, pues el tiempo necesario para su renovacin loconvierte a efectos prcticos en un recurso no renovable. "En condiciones naturales de cubiertavegetal -recuerda Robert Allen- [...] se necesitaran de 2.000 a 8.500 aos para generar suelo hastauna profundidad de 20 cm. As pues el suelo, a efectos prcticos, una vez desaparecido, hadesaparecido para siempre" ( [22] ).

    En un pas donde la agricultura sigue ocupando una fraccin importante del territorio, la erosinsigue siendo preocupante, y la materia orgnica no abunda especialmente, resulta un lujocompletamente innecesario quemar la biomasa para obtener energa. Sobre todo porque el costede oportunidad es muy alto. El uso energtico de la biomasa compite con su aprovechamiento enforma de compost y lo ms inteligente, dadas las circunstancias, es emplearlo en aquello queofrece mejores resultados desde el punto de vista de la conservacin de los ecosistemas y la propiaagricultura. La energa se puede obtener utilizando ms eficientemente la ya disponible, o de formarenovable con tecnologa solar o elica, pero es obvio que ningn panel fotovoltaico o molino deviento nos va a proporcionar la materia orgnica necesaria para abonar nuestros campos ( [23] ) .

    No hay que olvidar, adems, otro elemento fundamental. Si queremos tener una visin integradade la gestin ambiental, y a la vez ser coherentes con nuestras propuestas para alcanzar unaeconoma sostenible, la transformacin ecolgica del sistema agropecuario necesitar del abonoorgnico necesario para nutrir los cultivos de la propia agricultura ecolgica. Pero si decidimosquemarlo, cmo abasteceremos de materia orgnica a nuestras explotaciones de agriculturaecolgica? Cmo lograrn proporcionarnos alimentos saludables y conservar adecuadamente losecosistemas agrarios?

    Reducir nuestras contradicciones y calibrar la bondad de las dos alternativas

    Seguramente, la mejor manera de reducir las contradicciones internas en un asunto importante-como lo es ste para el movimiento ecologista-, sea comparar cada una de las alternativaspropuestas con los principios generales que inspiran nuestros anlisis y prcticas como talmovimiento social. As, de paso, se calibra hasta qu punto las dos posibilidades presentan rasgosms o menos contradictorios con esos principios, y se puede elegir con mayor coherencia.

    Si, para empezar, tuviramos que sintetizar en un puado de rasgos los elementos que, desde elpunto de vista ecologista y de la economa ecolgica, caracterizan a una economa industrial comosostenible, es probable que, como mnimo, estuviramos de acuerdo en estos tres principios (por lodems bien conocidos): 1) Como cuestin general, la reduccin en el uso masivo de los recursosnaturales (energa y materiales) y, por lo tanto, en la generacin de residuos en todas sus formas(slidos, lquidos o gaseosos); 2) Desde el punto de vista energtico, la articulacin de los modos deproduccin y consumo sobre fuentes de energa renovables; y 3) En lo tocante a los materiales,

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  • afanarse en cerrar los ciclos convirtiendo los residuos de nuevo en recursos aprovechables a travsde su reutilizacin y reciclado. Han sido precisamente las condiciones 2) y 3) las que han permitidodefinir como sostenible el modo de produccin propio de la biosfera durante millones de aos, y aeso mismo debemos aspirar si queremos cumplir el manido objetivo de "satisfacer las necesidadesde la generacin presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras parasatisfacer sus propias necesidades".

    Cul, entonces, de las dos alternativas discutidas se corresponde en mayor medida con losprincipios enunciados? En primer lugar, y aunque siempre hacemos nfasis en la necesidad de reducir el uso de recursos y, por tanto, la generacin de residuos, las discusiones y presionesordinarias nos suelen llevar sin solucin de continuidad hacia el mbito de la gestin. No me parecerazonable entrar a discutir formas adicionales de abastecimiento energtico (aunque sean"renovables") sin antes exigir que se acometan seriamente planes de ahorro y eficiencia quereduzcan el uso de energa. Obviamente, esta medida proporciona un amplio margen siendoEspaa el pas de la UE ms despilfarrador e ineficiente en el uso energtico.

    Por eso mismo, en segundo lugar, me parece ms necesario que nunca revitalizar el enfoque degestin de la demanda, en la lnea del Plan de ahorro y eficiencia en el consumo elctrico.Horizonte 2015, presentado recientemente por Ecologistas en Accin ( [24] ), y al que se podranacompaar otra serie de medidas en el mbito del transporte, la industria y el uso residencial.Siendo tantas las posibilidades por explorar en este terreno no sera sensato dar alas al viejoenfoque de oferta, es decir, de ampliacin de la disponibilidad energtica (aunque sea conbiocombustibles y biomasa), pues el nfasis y la discusin sobre la "bioenerga" evitara, porensima vez, prestar atencin al ahorro y la reduccin.

    Por otro lado, se minimizaran las incoherencias de nuestro discurso si simplemente trasladsemosal mbito energtico lo que llevamos tiempo defendiendo en la gestin del agua en Espaa. Seradeseable, adems, no caer aqu en la trampa que la administracin y los regantes han queridotendernos en materia hdrica, y que sabiamente hemos evitado. En efecto, en los debates sobre elltimo Plan Hidrolgico Nacional se dijo que el trasvase era necesario puesto que el "dficit hdrico"del litoral no se cubra con los hectmetros cbicos adicionales obtenidos con medidas de ahorro yeficiencia (reparacin de redes de distribucin, riego por goteo, etc.) que ya haban sidoconsiderados. Por lo tanto, las necesidades seguan siendo superiores a las disponibilidades, y estojustificara el trasvase. Afortunadamente, la falacia del argumento fue puesta de relieve, con vigor ybuenas razones, por el movimiento ecologista y la nueva cultura del agua. Y si este razonamientode vieja cultura del agua nos pareci inaceptable en el caso hdrico -porque es preciso poner coto alas demandas injustificables, pues los trasvases antes y las masivas desaladoras ahora sirven paracebar la bomba de un modelo agrario, productivo y turstico ampliamente destructivo del litoral-,igual de inaceptable nos lo debe parecer ahora cuando discutimos sobre energa.

    En segundo lugar, la articulacin del modo de produccin y consumo sobre fuentes de energarenovables (y no emisoras de gases con efecto invernadero) nos lleva directamente a poner unmayor nfasis en la sustitucin de los combustibles fsiles y la energa nuclear por tecnologassolares y elicas, que ofrecen menores impactos ambientales y costes de oportunidad que losbiocombustibles o la biomasa. La defensa ecologista de la energa solar y de la elica es un hechodemostrado desde hace tiempo, pero dado el actual marco institucional de expansin de labiomasa y los biocombustibles se hace ms necesario que nunca redoblar el nfasis en estas

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  • energas, sobre todo la solar.

    Por ltimo, convendra saber cul de las dos alternativas responde mejor al objetivo de cerrar losciclos de materiales. En este asunto, y teniendo en cuenta los argumentos previos, existen pocasdudas de que el aprovechamiento de la biomasa en forma de abono y compost, que devuelve a latierra los nutrientes y materia orgnica que previamente se extrajeron de ella, cumple mejor eserequisito que el uso energtico de la misma. A estas razones habra, adems, que sumar otras dos.De un lado, la aportacin de la biomasa y los biocombustibles al consumo energtico global sermuy reducida, comparada en cambio con el gran servicio que prestara como enmendante y abonopara la agricultura. Por otra parte, perseguir este ltimo uso para la biomasa resulta coherente conla poltica de gestin de residuos urbanos que Ecologistas en Accin viene defendiendo desde haceaos: la separacin en origen de la materia orgnica compostable para su aprovechamiento comoabono ( [25] ). Cmo defender la separacin en origen de la fraccin orgnica si luego va a teneruna finalidad energtica? Difcilmente.

    Frenar algunos despropsitos de las polticas energticas pblicas

    Despus de todas estas consideraciones, resulta triste que, a pesar de los esfuerzos del Ministeriode Medio Ambiente, las previsiones pblicas en materia energtica -algunas de ellas plasmadas enla Estrategia de Ahorro y Eficiencia Energtica en Espaa (2004-2012) y, sobre todo, el Plan deEnergas Renovables (PER 2005-2010) ( [26] ) - hayan hecho odos sordos de las cautelas yargumentos anteriores. Hay varias razones para pensar as:

    1) En relacin con la citada Estrategia, mal se empieza si se asume de partida -y sin ningunajustificacin razonable- que el consumo de energa aumentar un 3,3% anual acumulativo entre2000 y 2012. Y que, una vez fijado esto, se plantee como objetivo estratgico que el consumo aumente finalmente "slo" un 2,5%, anual, quedando as como un logro del ahorro y la eficiencia el0,8% anual restante.

    2) Por otra parte, este incremento final se hace coincidir con una expansin general de lasrenovables, pero tambin con un hecho sorprendente y paradjico que no parece haber sido objetode mucha reflexin crtica. El PER 2005-2010 prev llegar al final del perodo con una produccin de10.481 ktep, de las cuales 3.488 ktep seran aportadas por centrales de biomasa, 1.552 porco-combustin de biomasa, y 1.972 ktep con biocarburantes. Es decir, el 66% de la produccinenergtica de fuentes renovables se har con cargo a la biomasa y sus derivados (biocombustibles), mientras que la aportacin de la energa solar (fotovoltaica, termoelctrica y trmica de bajatemperatura) sera marginal: 882 ktep, esto es, slo el 8,4% de la produccin ( [27] ) .

    3) Igual de criticable resulta que, con los costes ambientales de los biocombustibles, ya descritosen trminos de consumo de energa y emisiones, se salude positivamente la posicin rcord queEspaa ocupa en la produccin de bioetanol a escala europea. Produccin que se pretendecomplementar con un incremento sustancial de biodiesel con cargo a aceites vegetales puros -nousados- (sobre todo colza) ( [28] ). Si a esto aadimos que, como reconoce el propio Ministerio de

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  • Agricultura, ms de la mitad del aceite necesario para la produccin de biodiesel procede delexterior ( [29] ), quedan claras las amenazas de servidumbre ambiental que esta opcin energticaest generando sobre los pases ms desfavorecidos, que ven incrementadas sus hectreas detierra destinadas a la plantacin de cultivos energticos para consumo de los pases ricos.

    4) Tampoco es razonable el nfasis en vincular los cultivos energticos no slo a la fabricacin debiodiesel, sino tambin a incrementar la biomasa disponible para usos energticos ms all de losresiduos agrcolas, ganaderos o forestales disponibles: concretamente 1.908.300 tep se pretendenlograr con cargo a cultivos energticos, es decir, casi la mitad de la produccin energtica conbiomasa en 2010. De esta manera, desaparece incluso el supuesto "balance energtico positivo"del uso de estos residuos, incorporndose todos los inconvenientes ya expuestos para el casoestricto de los biocombustibles.

    5) Finalmente, estas prioridades equivocadas tienen tambin su paralelo presupuestario. As, lasayudas pblicas (directas, primas y exenciones) al aprovechamiento energtico de la biomasa y debiocarburantes alcanzarn en 2005-2010 los 6.513 millones de euros, es decir: 5,8 veces ms quelos 1.107 millones destinados a la promocin de la energa solar en todas sus formas. Esta es sinduda una asignacin de dinero pblico y de prioridades muy desafortunada, habida cuenta denuestras mejores condiciones y ventajas para la expansin de la energa solar en comparacin conla biomasa. Por ello es difcil comprender, por ejemplo, cmo el Ministerio de Industria, Comercio yTurismo est financiando con ms de 22 millones de euros de dinero pblico, por cuatro aos, a ungrupo de empresas lideradas por Repsol-YPF para la realizacin de un Proyecto de Investigacin yDesarrollo sobre biodiesel. Un proyecto que, por s solo, supone el equivalente a la mitad del apoyopblico a la inversin en instalaciones de energa solar fotovoltaica para 2005-2010, cifrado en 42millones de euros ( [30] ).

    Una propuesta final para avanzar

    En las pginas previas he tratado de aportar razones y argumentos para reconsiderar la posicinfavorable al uso energtico de la biomasa y sus derivados (biocombustibles) tanto de una parte delmovimiento ecologista como de las polticas pblicas en materia energtica. Resumiendo, estareconsideracin debera incluir varios aspectos que, por otro lado, forman parte de nuestra propiatradicin desde hace aos:

    - Redoblar los esfuerzos, realizados desde hace tiempo, en promover una "nueva culturaenergtica" de gestin de la demanda -por analoga con lo defendido en materia hdrica-, queponga el nfasis en el ahorro, la eficiencia, la reduccin de la movilidad y la ordenacin delterritorio como elementos clave para reducir el consumo energtico. Ante la pasividad de lospoderes pblicos en esta materia, parece obligado que, desde el movimiento ecologista, pongamosesta cuestin sobre la mesa antes de discutir cualquier ampliacin de la oferta energtica cuyoscostes ambientales parecen claros.

    - Un decidido apoyo a la energa solar en sus diferentes modalidades como vehculo de sustitucin

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  • de los combustibles fsiles, habida cuenta las ventajas comparativas de nuestro territorio, su menorimpacto ambiental, y el escaso apoyo pblico recibido.

    - Conectar la poltica de residuos con la biomasa y con el principio de cerrar los ciclos demateriales en los procesos productivos, la promocin de la agricultura ecolgica y la lucha contra laerosin. Por esta razn, el uso ptimo de la biomasa y sus derivados debe ser la elaboracin deabono orgnico que resulta, claramente, la utilizacin ms idnea en nuestro pas ( [31] ).

    Estoy convencido de que aquellos que, dentro del movimiento ecologista, proponen el usoenergtico de la biomasa y los biocombustibles piensan honestamente que es una buena solucin.Pero, con la ayuda de los argumentos presentados, espero que logremos clarificar y reconsiderarnuestra posicin sobre este notable asunto. Nos van en juego cosas importantes. Entre ellasavanzar, aunque sea con pequeos pasos, hacia una economa y sociedad ms sostenibles. Nodejemos, pues, que "el porcentaje de biocombustibles" que nos proponen desde arriba se conviertaen una rmora de la que luego tengamos que arrepentirnos.

    Notas y referencias

    [1] Con los ojos abiertos. Ecopoemas (1985-2005), Ediciones Baile del Sol, Lanzarote (en prensa).

    [2] En lo que atae a Ecologistas en Accin, esto es lo que se desprende, por ejemplo, de lostextos: Comisin de Energa (Ecologistas en Accin Madrid): "Utilizacin energtica de la biomasa", El Ecologista, n 32, pp. 41-43, 2002; y el ms matizado de Begoa Mara-Tom Gil : "Losbiocarburantes o biocombustibles lquidos", El Ecologista , n 47, pp. 24-26, 2006.

    [3] Que la controversia se da en el mismo seno de Ecologistas en Accin lo demuestra lapublicacin, tambin en nuestra revista, de dos lcidos artculos de Alfonso del Val en los que sedefiende un aprovechamiento muy diferente de la biomasa y los residuos orgnicos: "Elaprovechamiento de los residuos orgnicos fermentables", Gaia, n 16, pp. 28-32, 1999; y "Questamos haciendo con nuestros residuos?", El Ecologista , n 30, pp. 44-47, 2002 (vase, para msdetalle su texto El libro del reciclaje, Ed . Integral). En la misma lnea: Ecologistas Martxan, (2002):Incidencia ambiental del empleo de biomasa con fines energticos, Irua. Por otro lado, variaspropuestas de organizaciones regionales de Ecologistas en Accin han hecho suyos estosplanteamientos en materia de gestin y aprovechamiento de residuos de biomasa con usos muydiferentes a los energticos (v.gr, Madrid, Castilla y Len,..). Vase tambin: scar Carpintero ,(2005): El metabolismo de la economa espaola: Recursos naturales y huella ecolgica(1955-2000), Lanzarote, Fundacin Csar Manrique, pp. 306-321.

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  • [4] Vase, por ejemplo: Shapouri, H., J.A. Duffield, M. Wang , (2002): The Energy Balance ofCorn-Ethanol: An Update, U.S. Department of Agriculture, Agricultural Economic Report No. 814.

    [5] Wang, M., C. Saricks, D. Santini (1999): Effects of FuelEthanol Use on Fuel-Cycle Energy andGreenhouse Gas Emissions. U.S. Department of Energy, Argonne National Laboratory, Center forTransportation Research, Argonne, IL.

    [6] Lorenz, D., and David Morris , (1995): How Much EnergyDoes it Take to Make a Gallon ofEthanol? Revised and Updated. Institute for Local Self-Reliance, Washington, DC.

    [7] Farrell A. E, Plevin RJ, Turner BT, Jones AD, O'Hare. M and Kammen D. M., (2006): "Ethanol cancontribute to energy and environmental goals", Science, vol. 311, pp. 506-508. Junto a este trabajode Farrell, et al., este nmero de Science de 27 de enero de 2006 incorpor otros dos textosfavorables a la utilizacin de los biocombustibles: Koonin , S.E: "Getting serious about biofuels"; y elde Ragauskas , A.J, et al: "The path forward for biofuels and biomaterials". Las reacciones y crticasno se hicieron esperar y el nmero de 23 de junio recoga ya numerosas cartas de protesta decientficos diversos. Vid. "Letters", Science, Vol. 31. 23 de junio, pp. 1743-1748.

    [8] Pimentel, D., T.W. Patzek , (2005): "Ethanol Production Using Corn, Switchgrass, and Wood;Biodiesel, Production Using Soybean and Sunflower", Natural Resources Research, 14, pp. 65-76.Este trabajo complementa y actualiza investigaciones previas del propio Pimentel. Vase, porejemplo: Pimentel , D., (2003): "Ethanol fuels: energy balance, economics and environmentalimpacts are negative", Natural Resources Research, 12, pp. 127-134; y "Ethanol fuels: energy,security, economics and the environment", Journal of Agriculture, Environment and Ethics, 4, pp.1-13. En un plano ms general, vase tambin el excelente texto de: Giampietro, M., K. Mayumi, yJ. Ramos-Martin , (2006): " Can biofuels replace fossil energy fuels? A Multi-scale integrated analysisbased on theConcept of societal and ecosystem Metabolism: part 1", International Journal ofTransdisciplinary Research Vol. 1, No. 1, pp. 51-87.

    [9] Keeney, D.R., and T.H. DeLuca . "Biomass as an Energy Source for the Midwestern U.S." American Journal of Alternative Agriculture, Vol. 7 (1992), 137-143; Giampietro, M., S. Ulgiati, D.Pimentel , (1997): "Feasibility of large-scale biofuel production", BioScience, 47, pp. 587-600.

    [10] A la posibilidad de utilizar los aceites vegetales usados para la elaboracin de biodiesel mereferir al final del artculo.

    [11] Algunas diferencias entre el estudio de Shapouri , et al. (2002) y Pimentel (2003, 2005) seencuentran en Pimentel , (2005), p. 69.

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  • [12] Fras San Romn , J, (1985): "Posibilidades de aprovechamiento econmico de la biomasaresidual", Agricultura y Sociedad, 34, p. 219.

    [13] Patzek (2006), op.cit, p. 50.

    [14] O mejor, produccionista, como acertadamente ha recordado Enric Tello.

    [15] White, P. J. and Johnson , L. A. (eds.), (2003): Corn Chemistry and Technology Handbook,American Association of Cereal Chemists: citado en Patzek , T. (2004): "Thermodynamics of theCorn-Ethanol Biofuel Cycle", Critical Reviews in Plant Sciences, 23(6):519-567. Versin actualizadade 2006 en: www.petroleum.berkeley.edu/papers/patzek/CRPS416-Patzek-Web.pdf.

    [16] Pimentel , D., (2003), op.cit, p. 129.

    [17] As lo calculan D. Connor, I. Minguez , (2006): "Letter to Science", Science, vol. 312, p. 1743.

    [18] Vanse, por ejemplo, los artculos firmados por Mae-Wan Ho y Elizabeth Bravo en: Institute ofScience and Society, (2006): Which energy?, (www.i-sis.org.uk).

    [19] Vase, no obstante, el interesante artculo de Julia Martnez y Miguel ngel Esteve , (2006):"Desertificacin en Espaa: una perspectiva crtica", El Ecologista, 48, pp. 40-42, donde se matizanrazonablemente algunos tpicos sobre esta cuestin.

    [20] MOPU, (1980): Estudio sobre aprovechamiento de basuras, produccin y utilizacin decompost, Madrid. Cfr. Del Val , A., (1999): "Aprovechamiento de residuos orgnicos fermentables",GAIA, 16, p. 30.

    [21] "Cuando el 20% de la superficie del suelo se cubre de residuos, la erosin ser un 50% menorque en ausencia de ellos, y una cobertura del 90% puede reducir la erosin hdrica en ms del 93%en comparacin con el suelo al descubierto". Smil , V., (1999): "Crop residues: Agricultures largestharvest", BioScience , vol. 49, p. 303.

    [22] Citado por Lpez Linage , J., (1987): "Crecimiento urbano y suelo frtil. El caso de Madrid enel perodo 1956-1980", Pensamiento Iberoamericano, 12, p. 260.

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  • [23] Cabra hacer un matiz sobre el aprovechamiento trmico de ciertos residuos forestales enncleos rurales cercanos al monte.

    [24] Y en el que se plantean reducciones en el consumo elctrico de hasta el 35%.

    [25] Esto es lo que se propuso sin xito en el caso de Madrid, y se logr en ciudades comoCrdoba o Valladolid, evitando, de paso, la proliferacin del famoso contenedor amarillo que tantoperjuicio est creando en la gestin sensata de los residuos municipales.

    [26] Ambos documentos estn disponibles en www.idae.es.

    [27] Llama la atencin el escaso nfasis en las excepcionales condiciones que en energa solartiene Espaa en comparacin con los pases de nuestro entorno. As, resulta sorprendente queAlemania -con mucha menos irradiacin que Espaa- est a la cabeza europea en potenciainstalada solar fotovoltaica (403 MW en 2003), mientras que Espaa aparezca con una potencia 15veces inferior (26,9 MW), tal y como se refleja en: Ministerio de Industria, Turismo y Comercio/IDAE,(2005): Plan de Energas Renovables (2005-2010), Madrid, p. 158.

    [28] El objetivo a cumplir en 2010 es llegar a las 1.221.000 tep de biodiesel, con 1.021.000 tep deaceites puros y 200.000 tep procedentes de aceites usados. Como se puede ver, no parece que elargumento del reciclaje de aceites usados sea determinante para la generalizacin del biodiesel.

    [29] Vid. Nota de Prensa de 15 de junio de 2006 (www.energas-renovables.com).

    [30] PER 2005-2010, p. 183 y 270.

    [31] Se podran valorar dos excepciones, muy bien tasadas: a) El uso trmico de la biomasaforestal en poblaciones rurales, ligadas al territorio donde se genera el residuo, y quetradicionalmente la han dado ese uso; y b) el reciclaje de aceites vegetales usados mientras no seencuentre una alternativa mejor para su reutilizacin. En ambos casos se tratara de opcionesminoritarias que no justificaran los ambiciosos planes de aprovechamiento energtico de labiomasa y los biocombustibles.

    scar Carpintero, es miembro de Ecologistas en Accin y Profesor de Economa en la Universidadde Valladolid

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