crisis del antiguo regimen

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La crisis del Antiguo Régimen La construcción del Estado liberal vino acompañada de la crisis final de la sociedad estamental de Antiguo Régimen, por lo que se realizó en medio de profundas tensiones, de las cuales la Revolución Francesa constituyó su ejemplo más trascendente. En España, además, fue necesario superar la pérdida de las colonias americanas y, por supuesto, el primer gran proceso descolonizador del Occidente contemporáneo, pues España, en tanto que una de las monarquías más extensas de Europa, había dispuesto del mayor imperio colonial de Occidente. El dinero que llegaba de las colonias era lo que permitía equilibrar una hacienda tradicionalmente pobre. A comienzos del s. XIX, la población española sumaba algo más de 11.5 millones de habitantes de la que el 80% de la población activa era del mundo rural.

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La cris is del Antiguo RégimenLa construcción del Estado liberal

vino acompañada de la crisis final de la sociedad estamental de Antiguo Régimen, por lo que se realizó en medio de profundas tensiones, de las cuales la Revolución Francesa constituyó su ejemplo más trascendente. En España, además, fue necesario superar la pérdida de las colonias americanas y, por supuesto, el primer gran proceso descolonizador del Occidente contemporáneo, pues España, en tanto que una de las monarquías más extensas de Europa, había dispuesto del mayor imperio colonial de Occidente.

El dinero que llegaba de las colonias era lo que permitía equilibrar una hacienda tradicionalmente pobre. A comienzos del s. XIX, la población española sumaba algo más de 11.5 millones de habitantes de la que el 80% de la población activa era del mundo rural.

Indice

El último período del reinado de Carlos IV

El reinado de Fernando VII y el retorno del absolutismoEl mundo liberal y la construcción del nuevo EstadoLa crisis del reinado de Isabel II

EL ÚLTIMO PERÍODO DEL REINADO DE CARLOS IV

Las guerras contra Inglaterra (1797-1803) y (1805-1808) y sobre todo la derrota naval de Trafalgar (1805) debilitaron la hacienda e impidieron que el dinero siguiera fluyendo de las colonias con regularidad. El empobrecimiento general se sumó al malestar de los sectores señoriales y eclesiásticos. Éstos vieron cómo el monarca intentaba superar la crisis aumentando la presión tributaria y desamortizando las primeras tierras.En el plano político, el descontento se vio acrecentado por la concentración de poder en manos de Godoy, quien arrinconando a Carlos IV, pactaba con Napoleón una política que cada vez interfería más la de la monarquía. Este hecho terminó por concretar un partido señorial que desde 1802 tuvo por jefe al príncipe Fernando. En octubre de 1807 se produjo un primer complot (El Escorial), que se repitió acrecentado en Aranjuez en marzo de 1808, cuando ya habían empezado a penetrar en el país las primeras tropas napoleónicas. Obligado a abdicar Carlos IV, la subida al trono de su hijo Fernando VII acabó de precipitar la debilidad de la monarquía

La invasión napoleónicaEl reinado de José I y el dominio FrancésLas Cortes de Cádiz y la constitución española

La invasión napoleónica

Napoleón fraguó una hábil estrategia política para forzar la abdicación de ambos en Bayona. Estas noticias, mas el traslado de parte de la familia real a Francia, produjeron el levantamiento popular en Madrid (2 de mayo). Los levantamientos se repitieron en muchos puntos de la Península, con lo que se iniciaba el conflicto que la historiografía romántica conocido como la “Guerra de la independencia”Las tropas napoleónicas mandadas por Murat eran parte del mejor ejercito del mundo. Frente a ellas, el ejercito español se hallaba disperso y a menudo sin mandos. No obstante, la resistencia inicial fue muy grande (escaramuzas en El Bruc, sitios de Girona y de Valencia, resistencia en el puente de Alcolea, etc.) En julio de 1808 se produjo la victoria española de Bailén, que comprometió el dominio francés.

La reacción de Napoleón fue rápida. Trasladó a la Península a uno de sus mejores ejércitos, unos 250000 soldados bajo su mando directo; anexionó Cataluña al Imperio para defender la frontera y se dispuso a aplastar al ejército español, que contaba con la ayuda de los ingleses. Tampoco puede olvidarse la acción de las partidas de guerrilleros, algunas muy importantes, tanto por su número como por la importancia y el alcance de las acciones que emprendieron, como las mandadas por Espoz y Mina o por Juan Martín Díaz “El Empecinado”.

Los exitos de Napoleón se vieron frenados por el inicio de la campaña de Rusia (1812), que le obligó a dividir los efectivos. A partir de este momento las derrotas francesas se sucedieron con rapidez. Napoleón terminó por verse obligado a pedir la paz, primero en ValenÇay, en diciembre de 1813, y definitivamente en abril de 1814

El reinado de José I y el dominio Francés

Finalmente, después que las tropas mandadas por Wellington consiguieran abrirse paso franco hacia Madrid (batalla de Arapiles,1812), José I se vio forzado a abandonar la Corte. Después de un período itinerante, marchó definitivamente del país en junio de 1813.

Dado su origen y el aislamiento en que debió desarrollarse -popularmente se le conoció con el apodo de “Pepe Botella” -. el reinado En España del hermano de Napoleón, José I (1808-1813), fue complejo. Se basó en la nueva constitución de Bayona (1808) y en todo momento debió recurrir a la protección del emperador.

Su acción de gobierno se orientó, con éxito escaso, a implantar la división departamental en España, a racionalizar la hacienda y el sistema tributario, a modernizar la administración y el sistema educativo y a fomentar las obras de infraestructura. Debió competir con la Junta Central y resistir los ataques del sector nibiliario. Con todo, la modernización iniciada por Jose I contó con la simpatía y colaboración de los denominados “afrancesados”

Las Cortes de Cádiz y la Constitución española

Durante esta etapa,las condiciones de interinidad en que se vivió acabaron por adquirir una dimensión revolucionaria respecto ala legalidad del Antiguo Régimen. La guerra favoreció la aparición de algunas Juntas Provinciales que solo en teoría ejercieron su poder,coordinadas por la Junta Central de Gobierno.

Esta Junta,que gobernaba en nombre de la nación -hecho de por sí revolucionario-, en mayo de 1809 convoco Cortes y abrió un periodo de reflexión sobre su naturaleza,circunstancias y personas que debían acudir a las sesiones.

Las Cortes se reunieron a partir de1810 en Cádiz y tuvieron un carácter constituyente. A sus sesiones acudieron representantes del brazo nobiliario y eclesiástico.

También acudió una nutrida representación del mundo burgués emergente,abogados y comerciantes. Estos últimos,aunque no fueran mayoría acabaron por determinar poderosamente el redactado final.

La constitución (10 títulos y 384 artículos) se promulgó el día de san jose de 1812, motivo por el que popularmente se la conoció como “la pepa” . Aunque muy moderada en aspectos esenciales como la reforma de la propiedad,el texto fijaba como España como una monarquía constitucional con la división clara de los tres poderes y la defensa de las tres libertades individuales y de la igualdad. Ademas unificaba los fueros y códigos tradicionales,suprimía casi to de octubre de 1813dos los privilegios estamentales,modernizaba la hacienda y la política fiscal y emprendía la reforma a fondo de la administración y del municipio.

A partir de octubre de 1813 ,las Cortes ordinarias o poder legislativo iniciaron su labor normal y hasta pudieron trasladarse a Madrid siguiendo la retirada de las tropas francesas . Pero en 1814 su tarea se vio frenada por el re-greso de Fernando VII ,dispuesto a reimplantar de forma violenta el sistema absolutista en España.

EL REINADO DE FERNANDO VII Y EL RETORNO DEL ABSOLUTISMO

Fernando VII regresó a España en marzo de 1814. Con la ayuda de parte del ejército y la nobleza se hizo con el poder (mayo), disolvió las cortes y declaró la obra de Cádiz. Sin apenas resistencia ,su actuación inicial fue fulminante: destituyó a los cargos militares , políticos, y administrativos nombrados en su ausencia, repuso a los antiguos y a las viejas instituciones (restituyo hasta el tribunal de la Inquisición), anuló las desamortizaciones decretadas durante los seis años de revolución y procedió a una dura represión y deportación de liberales y afrancesados .

Esta represión añadida a varios miles de emigrantes y al anterior coste económico y humano producido por la guerra acabó de debilitar al país. Esta situación es la que explica el nulo protagonismo español en la constitución de la Europa de la restauración, surgida del congreso de Viena de 1814-1815, y el hecho de que solo se adhiera nominalmente a su brazo militar o Santa Alianza.

Con todo y la voluntad real, el absolutismo no pudo reponerse de forma lineal y completa. Se imponían reformas, si es que se pretendía relanzar el país y superar las dificultades creciente que provenían de las colonias. Entre 1816 y 1818 fueron los equipos dirigidos por Martín De Garay los encar-gados de esta apertura y modernización sin embargo sus prácticas recordaban la obra de Cádiz y sirvieron para encolerizar a los elementos mas reaccionarios.

Después de la destitución de Garay y hasta 1820, se abrió un periodo de pug-nas palatinas y de conspiraciones crecientes. No puede olvidarse que las tensiones interiores se conjugaban con los levantamientos en Sudaméri-ca y con la oleada revolucionaria liberal que tendría su primera gran ex-plosión en 1820.

La crisis colonial y el Trienio Liberal

La “Década Ominosa”

La sucesión de Fernando VII y el inicio del conflicto carlista

La crisis colonial y el Trienio Liberal

Aprovechando la tensión e inquietud que invadía a unas tropas acuarteladas en espera de partir hacia las colonias, el coronel Riego se sublevó en Cabezas de San Juan en enero de 1820 y proclamo la constitución de 1812. En América, desde 1810 se había iniciado el movimiento emancipador, liderado en el plano militar por José de San Martín y, sobre todo, por Simón Bolívar, “el Libertadora. Este movimiento culminó en 1825 con la independencia de México y Perú.A pesar de la incertidumbre inicial, la sublevación de Riego pudo aprovechar el creciente descontento popular y, a fines de febrero, se había generalizado por todo el país: Fernando VII tuvo que jurar la Constitución (7 de marzo)La junta provisional convocó Cortes para el verano, pero ya en este período inicial pudieron apreciarse las divisiones que afectaban al mundo liberal: el enfrentamiento entre exaltados y moderados fue aprovechando por el rey y los sectores reaccionarios (dirigidos militarmente por Fernández de Córdova) para desestabilizar el nuevo régimen desde su mismo comienzo. Ni la acción de moderados reconocidos, como -martinez de la Rosa, pudo frenar esta escalada de tensiones que halló su punto culminante en 1822.El gobierno liberal intentó una plítica de reformas en medio de un clima nada favorable. La política religiosa se convirtió en uno de sus principales caballos de batalla: control de la Iglesia regular, nueva expulsión de los jesuitas, supresión en casi 300 monasterios, política de secularización de ecliásticos, control de las actividades económicas, nueva oleada de desamortizaciones, etc. Paralelamenet, el gobierno liberal intentó un principo de liberalización de la propiedad, de reforma de la hacienda y de neutralización del sistema señorial que levantó grandes presiones.

Los levantamientos contrarrevolucionarios contaron con la ayuda de la nobleza y la Iglesia, y hallaron justificación en el creciente descontento del mundo rural: las partidas realistas señorearon por Levante, Cataluña, y Navarra. Esta situación se benefició de la ayuda internacional de la Santa Alianza, aprobada en el Congreso de Verona de noviembre de 1822. La intervención del ejército conocido como los Cien Mil Hijos De San Luis, restituyó a Fernando VII en el trono, controló el país y dejó unas guarniciones en Cataluña durante unos cuantos años

La “Década Ominosa”

La tradición liberal denominó como “década ominosa”(1823-1833)a este segundo periodo del reinado de Fernando VII .esta etapa se caracterizó por la dura represión de inspiración absolutista que las Juntas de Purificación y las Juntas de la Fe llevaron a los lugares mas reconditos -,y por la cerrazón del monarca. Ante esta situación y volvió a producirse una nueva oleada masiva de emigrantes entre los que,en esta ocasión se hallaban el pintor Francisco Goya.

La presión internacional, las dificultades de la hacienda y la necesidad de pacificar el pais forzaron al rey a realizar una política de tímida apertura de modernización (1825-1826) .Esta situación provoco la creación de un grupo ultrarreaccionario en la propia Corte, centrado en la figura del hermano del rey, proclamado por sus partidarios como Carlos V, y dio alas a la gran sublevación de los Agraviados (1827) que afectó el Levante y aprovechó el malestar campesino.

La sucesión de Fernando VII y el inicio del conflicto carlista

El nuevo matrimonio de Fernando VII con Maria Cristina de Borbón, del que nació la princesa Isabel (1830), y las presiones de los absolutistas encabezados por Carlos, inclinaron al monarca a reponer la Pragmática Sanción que permitía la sucesión femenina. Este hecho puso al país al borde de la guerra civil. Pese a las presiones, el bloque moderado que dirigía Cea Bermúdez consiguió el reconocimiento de Isabel en junio de 1833.

Este hecho y el aperturismo de los últimos meses del reinado provocaron la reorganización y el alzamiento de los partidarios de Carlos. A la muerte del rey (septiembre), la sublevación de los carlistas estaba ya en marcha. Se iniciaba así la Primera Guerra Carlista, que se prolongaría en las regiones del norte peninsular hasta 1839 ( Abrazo de Vergara) y en Cataluña, hasta 1840. Las operaciones militares afectarían, de manera especial, el País Valenciano, Cataluña, Aragón, Navarra y el País Vasco.

EL MUNDO LIBERAL Y LA CONSTRUCCIÓN DEL NUEVO ESTADO

La transición hacia un régimen liberal debió producirse en las duras circunstancias de la guerrra civil carlista y tras la pérdida de las colonias. En un primer momento, la reina re-gente quiso controlarlo a través de Cea Bermúdez y de Martínez de la Rosa. Este úl-timo promovió la redacción de un Estatuto Real (1834) que representaba el primer paso en la consolidación de un régi-men parlamentario, aunque fuertemente mediatizado por la Corona.

La regencia de Espartero y la nueva conflictividad social

La consolidación de un Estado liberal moderado

La regencia de Espartero y la nueva conflictividad social

Desde 1837, el enfrentamiento entre moderados y progresistas se había radicalizado mucho: el énfasis en la lucha contra el carlismo, la lucha por la ampliación del sufragio censitario, la resistencia del municipio frente a los intentos de control por parte de la regencia moderada, o la resistencia de las milicias nacionales a ser disueltas fueron los grandes caballos de batalla.

Barcelona fue uno de los grandes escenarios de este enfrentamiento, y desde 1835 prácticamente cada año presenció cruentos motines popularesque representaban unas Juntas locales de signo radical. En otoño de 1840 y ante la crisis política general, estas juntas se extendieron por muchas ciudades españolas. El general Espartero capitalizó este movimiento progresista y, gracias a su gran popularidad como artifice de los carlistas ( había sido nombrado duque de la Victoria), fue designado jefe de gobierno e, inmediatamente, regente, María Cristina marchó a Francia (octubre 1840).

Espartero aplicó el programa progresista de manera muy personal. Este personalismo, en 1841, ya había mo-lestado a todo el mundo

Desde el exilio, Maria Cristina alentaba el alzamiento moder-ado y ya en el otoño se reprim-ió con gran dureza un pronun-ciamiento iniciado por el gen-eral O´Donnell. A fines de 1841 Barcelona protagonizó un motín antiesparterista, que se repitió con más fuerza en 1842. Espartero no dudó en sofocarlo con gran violencia llegando a un bombardeo de la ciudad que sólo se interrumpió por la presión internacional.

La consolidación de un Estado liberal moderado

La generalización de la lucha contra Espartero fue capitalizada por los moderados (acción militar de Narvaez). Su control del gobierno entre 1844 y 1854 constituyó la denominada “década moderada”. Basado en un control social y político muy rígido, el nuevo período se basó en la Constitución moderada y católica de 1845 (mayo), Los grandes protagonistas políticos de la etapa fueron el propio Narváex, Istúriz y Bravo Murillo.

En base al nuevo texto constitucional, el poder moderado procedió a la consolidación definitiva del Estado Liberal centralista en España. Se dotó de los medios represivos de control (creación de la Guardia Civil en 1844); restringió el censo electoral censitario; determinó ferrreamente la vida municipal y provincial; intentó la uniformización jurídica ( Código Penal de 1848 y proyecto de Código Civil de 1851); reformó, modernizó y uniformizó la administración, la educación y la política tributaria y financiera; intentó la primera planificación de las grandes infraestructuras del Estado (ferrocarriles, puertos, carreteras, etc.) y, entre otros aspectos, estableció el Concordato que regulaba las relaciones con la Santa Sede (1851).

La cerrazón progresiva de la Corona, la acción de las camarillas palac-iegas y el miedo de los más moderados a reaccionar frente a las transformaciones del país y a los efectos de los cambios eu-ropeos que reflejaban las revolu-ciones democráticas de 1848, generalizaron las protestas popu-lares frente al inmovilismo y precipitaron la caída de los mod-erados.

LA CRISIS DEL REINADO DE ISABEL II

El “Bienio Progresista”

La Unión LiberalLa compleja crisis

final de una reinado

El momentáneo fracaso del pronunciamien-to moderado dirigido por O´Donnell (junio de 1854) vino seguido del Mani-fiesto de Manzanares, que favoreció la colaboración de los progresistas en la lucha contra los los gobiernos ultra-moderados y oligárquicos de Isabel II. Los levantamientos y las juntas se ini-ciaron de nuevo en Barcelona, en co-laboración con una sublevación social dirigida por los federales y las organi-zaciones obreristas, y no tardaron en extenderse por numerosas capitales. La reina se vio obligada a llamar de nuevo a Espartero y a abrir de este modo un nuevo período de predominio progre-sista.

El “Bienio Progresista”

Con todo y su brevedad, y a pesar de las divisiones internas del bloque progresista, los gobiernos del Bienio intentaron la modernización política y económica del país. La Constitución de 1856 no llegó a promulgarse pero demostraba el afán progresista de liberalizar la vida municipal y de ampliar el censo electoral, como elementos imprescindibles para cerrar la consolidación del Estado liberal en España.

Pero donde el esfuerzo fue mayor fue en un plano económico. Por iniciativa de Madoz se culminó el proceso desamortizador con la entrada en el mercado de los bienes civiles, se lanzó un plan de obras públicas y se redactaron las leyes que permitían la extensión del trazado ferroviario, se modernizó la legislación financiera y se dieron facilidades con el fin de favorecer la entrada de capitales extranjeros.

La intranquilidad social, que alcanzó una extraor-dinaria virulencia en el Levante y en Cataluña, acabó desestabilizando el período y favoreciendo un nuevo levantamiento moder-ado de O´Donnell

La Unión Liberal

Tras un primer momento de represión moderada muy virulenta (Narváez), entre 1858 y 1863 ocupó el poder una formación política nueva que dirigían O´Donnell y Posada Herrera. Se denominaba Unión Liberal y pretendía excluir a los exaltados, tanto moderados como progresistas, y reunir a la gente comprometida en la modernización del país (como se dijo en la época, “un misterio práctico”): reforma de la administración, moderada descentralizada provincial y municipal, estabilidad política, dinamización de la economía, mejora de las infraestructuras (ferrocarriles, canales, carreteras, puertos),etc.

Uno de los elementos con los que el gobierno de la Unión Liberal pretendió prestigiar su política y asimilarla a la de los países burgueses y liberales de su entorno, fueron las nuevas iniciativas coloniales: campañas en Filipinas y México y, sobre todo, la guerra contra marruecos, a la que la prensa oficial llegó a presentar como la culminación de la reconquista.

Era evidente que España carecía del potencial militar, humano y económico para soportar este tipo de “aventuras”, pero durante un tiempo diversos sectores de las burguesías españolas, tradicionalmente alejadas de la política oficial, se interesaron por el proyecto unionista y se integraron en él. Tal fue el caso de sectores catalanes que llegaron a financiar parte de la campaña de Marruecos y a mandar tropas al mando del general Prim.

La esterilidad del esfuerzo y el hecho de que el poder ni se descentralizase según lo prometido, enfriaron este acuerdo y debilitaron el gobierno de la Unión Liberal: Las movilizaciones sociales en la ciudad y en el campo inquietaron de nuevo a los partidarios del orden y volvieron a imponerse los gobiernos fuertes y represivos.

La compleja crisis final de una reinado

La inestabilidad política y la crisis económica generalizada enmarcan los últimos años del agitado reinado de Isabel II. La vuelta a los gobiernos represivos y la cerrazón de la Corona dieron alas al Partido Progresista y enojaron a los líderes, especialmente a los militares, de la Unión Liberal. La crisis industrial y financiera se unió a la crisis definitiva de las compañías ferroviarios. Así, cuando a partir de 1866 las crisis agrarias de subsistencias dejaron sentir sus efectos, al descontento burgués se unió una gran intranquilidad social que se generalizó entre toda la población.

Los complots y los pronunciamientos se sucedieron desde este momento. En 1866, además, adquirieron una dimensión política con iniciativas como la del Pacto de Ostende, donde la oposición pactaba el destronamiento de la reina – a la que ya se conocía como el “obstáculo tradicional” - y el inicio de un nuevo período en el que, a través de la instauración del sufragio universal masculino, se entraría en una fase constituyente. La confluencia de la crisis, el complotismo, la movilización política y el pronunciamiento de los militares estuvieron en el origen de la denominada “Gloriosa Revolución” de septiembre de 1868, con la cual se iniciaba el Sexenio democrático.