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p página 1 CRIMINOLOGÍA núcleo temático uno Primera etapa - Capitalismo originario (1300-1900) Introducción .............................................................................. 2 1. Primer período (1300-1650) ................................................. 5 1.2. La criminología originaria 1.3. La Inquisición 1.4. Cambios en la estructura económica 1.5. Ciencia religión y conquista 1.6. Maquiavelo, Hobbes, Bodin, Richelieu 1.7. El Otro 1.8. Antiguo Régimen- reforma Contrarreforma 1.9. Disciplinamiento, encierro 2. Segundo período (1650-1815) ............................................. 17 2.1. Locke - Rousseau - Montesquieu - Voltaire - Beccaria - Marat- Bentham 2.2. Final del período del Higienismo. Malthus 3. Tercer Período (1815 – 1900) .............................................. 27 3.1. El pensamiento criminológico 3.2. Corrientes criminológicas positivistas 3.3. El positivismo e Argentina. José Ingenieros Bibliografía ................................................................................ 34

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    CRIMINOLOGA

    ncleo temtico uno

    Primera etapa - Capitalismo originario (1300-1900)

    Introduccin .............................................................................. 2

    1. Primer perodo (1300-1650) ................................................. 5

    1.2. La criminologa originaria

    1.3. La Inquisicin

    1.4. Cambios en la estructura econmica

    1.5. Ciencia religin y conquista

    1.6. Maquiavelo, Hobbes, Bodin, Richelieu

    1.7. El Otro

    1.8. Antiguo Rgimen- reforma Contrarreforma

    1.9. Disciplinamiento, encierro

    2. Segundo perodo (1650-1815) ............................................. 17

    2.1. Locke - Rousseau - Montesquieu - Voltaire - Beccaria -

    Marat- Bentham

    2.2. Final del perodo del Higienismo. Malthus

    3. Tercer Perodo (1815 1900) .............................................. 27

    3.1. El pensamiento criminolgico

    3.2. Corrientes criminolgicas positivistas

    3.3. El positivismo e Argentina. Jos Ingenieros

    Bibliografa ................................................................................ 34

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    Primera etapa - Capitalismo originario (1300-1900)

    Introduccin

    Antes de comenzar con el desarrollo de las etapas y perodos es necesario introducirnos en el marco interpretativo desde donde se analizar el desarrollo de los pensamientos criminolgicos.

    En este sentido, teniendo en cuenta que nuestro marco con-ceptual de anlisis se enmarca dentro del materialismo histrico dia-lctico, consideramos muy esclarecedora la explicacin realizada por el Dr. Mariano Ciafardini en su ltimo libro, Globalizacin, tercera [y ltima] etapa del capitalismo. Un anlisis desde el materialismo hist-

    rico (Ediciones Luxemburg, 1 Ed., Buenos Aires, 2011).

    Indica Mariano Ciafardini que Des-de el marxismo, y particularmente desde el materialismo histrico, re-sulta evidente que para conocer un objeto o un proceso es necesario considerarlo en su movimiento, en surgimiento y desarrollo, pues slo relevando las etapas principales que atraviesa en su desarrollo es posible comprender y explicar las propiedades y nexos necesarios, las caractersticas cualitativas y cuantitativas que le son inherentes (obra citada, pgs. 17 y 18, ltimo

    y primer prrafo, respectivamente). Por lo tanto, si se respeta la inicial periodizacin del capitalismo hecha por Lenin, este se divide primeramente en grandes etapas o fases, trminos que Lenin us indistintamente. Si se profundiza el anlisis de las periodizaciones y se pretende dividir a su vez internamente estas etapas, lo cual ni Marx ni Lenin abordaron explcitamente, debera hablarse de pero-dos. Si el anlisis pretende hacerse desde el marxismo, lo deter-minante en la diferenciacin de las etapas y de los perodos ha de estar necesariamente vinculado a las formas del movimiento de lo que es esencial a todo el proceso histrico que se analiza: el capital y sus formas de acumulacin. Y, fi nalmente, sera coherente con

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    un anlisis marxista que la lgica del movimiento de estas etapas y perodos, y las relaciones entre ellos, estuviera dialcticamente im-pulsada, en el sentido de afi rmaciones, negaciones y negaciones de las negaciones (obra citada, pg. 19, segundo prrafo).

    Teniendo en cuenta que, como describe Ciafardini, el ma-terialismo histrico sigue siendo aun as el nico mtodo que permite aproximarse lo ms posible a la descripcin y sobre todo a la compren-sin de aquellos lejanos perodos histricos, particularmente en su sig-nifi cacin respecto del presente pero que, siendo muy sinttico en el desarrollo de la teora, no puede reducirse todo a una periodizacin simplista entre, por ejemplo, esclavismo, feudalismo y capitalismocomo una evolucin mecnica de perodos sucedneos y homogneos (obra citada, pg. 28, tercer prrafo), en nuestra materia hemos de quedarnos a partir de una propuesta dialctica sobre la periodizacin general de la historia humana con una gran divisin en dos grandes eras: la del comunismo primitivo (horda salvaje) y la era de la violencia (desde las guerras tribales primitivas hasta nuestros das).

    Ambas eras son divisibles en edades. Nos resulta imposible re-ferirnos a la primera [comunismo primitivo], y en cuanto a la segunda [era de la violencia], no caben dudas de que dos de sus edades o pe-rodos internos son la antigedad y la modernidad capitalista.

    Tampoco podemos decir ac demasiado de la antigedad y sus divisiones internas ms que, indudablemente, el esclavismo y el feuda-lismo son parte de ellas (obra citada, pg. 40, ltimo prrafo).

    Es decir, de las eras de la humanidad, en este marco conceptual histrico desde donde desarrollaremos los pensamientos criminolgi-cos, describiremos la era de la violencia y, dentro de ella, la edad correspondiente a la modernidad, porque consideramos que es en esta edad en donde el par confl icto/control -el control del confl icto a travs de herramientas de dominacin- se despliega.

    Ahora bien, siempre en trminos dialcticos, la edad moderna se dividir en tres etapas y estas a su vez en tres perodos. La primera etapa, a la que denominaremos del Capitalismo Originario o Mercan-til, estar comprendida entre los aos 1300-1900; la segunda, Capi-talismo de Estado o Imperialismo, entre 1900 y 1980; y la ltima, Ca-pitalismo Financiero o Globalizacin, desde 1980 hasta la actualidad. Y, en cada una de las etapas, se irn desarrollando los tres perodos correspondientes a cada etapa.

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    Esta primera etapa, de acuerdo al desarrollo dialctico explicado, se dividir en tres perodos que refl ejarn el momento afi rmativo (tesis), la instancia negativa del perodo anterior (anttesis) y, cerrando la etapa, se desarrollar el perodo de la negacin de la negacin (sntesis) que contendr los dos anteriores pero con una proyeccin distinta.

    Cada perodo de la etapa que se analiza est caracterizado por un desarrollo de los medios de produccin que comprende la estruc-tura econmica capitalista, adems de un sistema de dominacin de los dueos de los medios de produccin, que establece un discurso de poder sobre el confl icto y el control social.

    De esta forma, tal como lo refl eja el grfi co de lneas inferiores, el primer perodo de la primera etapa lo desarrollaremos bajo el pa-radigma de la inquisicin y tendr una duracin de unos trescientos cincuenta aos, aproximadamente desde el ao 1300 al 1650; el se-gundo perodo estar signado por el pensamiento iluminista, que dura-r desde el ao 1650 al ao 1815; y, fi nalmente, el perodo que cierra sintticamente la etapa, bajo el paradigma positivista, perdurar entre los aos 1815 al 1900.

    Siempre sern fechas aproximadas, que marcan tendencias y proyecciones de cada uno de los sistemas de dominacin, donde estar en disputa el confl icto y el control del mismo.

    PRIMERA ETAPA - CAPITALISMO ORIGINARIO o MERCANTIL

    1300 1650 1815Tercera Perodo

    Positivismo

    Segunda Perodo

    Iluminismo

    Primera Perodo

    Inquisicin

    1900

    Era de la Violencia - Edad de la Modernidad

    Etapas de la Modernidad o Capitalismo

    13001900 1980 Actualidad

    Tercera Etapa

    Capitalismo

    Financiero o

    Globalizacin

    Segunda Etapa

    Capitalismo de Estado o

    Imperialismo

    Primera Etapa

    Capitalismo Originario o Mercantil

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    1. Primer Perodo (1300-1650) - Inquisicin. Criminologa originaria

    Nos encontramos en este primer perodo de la primera etapa del capitalismo originario con un momento histrico donde comienzan a desaparecer los resabios de la Edad Media y se asientan los pilares de la Modernidad como era histrica, que durar hasta nuestros das y estar caracterizada por la violencia intra-genrica. Desaparecido el Imperio Romano e incluidas las invasiones br-baras al desarrollo econmico-social europeo, los reinos dispersos del medioevo se disputaron el poder imperial sin poder lograr vencerse entre s, conformndose un virtual empate que en defi nitiva concluir en las fronteras de los estados nacionales. Es un perodo histrico donde el organicismo religioso proyec-tar sus sombras sobre la estructura capitalista en cierne y ser la In-quisicin, el instrumento de poder necesario para la resolucin del par confl icto-control del momento que se analiza.

    La revolucin mercantil de fi nes del siglo XIII, liderada por las bur-guesas genovesas y venecianas que transformaron la economa

    agro-pastoril de la Europa central desde el Mar Medi-terrneo, la instalacin del circuito fi nanciero como herramienta de poder que fi nanci las expediciones a Amrica y la expoliacin de los recursos naturales desde sta hacia Europa, conjuntamente con el dis-ciplinamiento social, sern

    las bases fundamentales para el desarrollo de la revolucin industrial y para la instalacin del capitalismo como sistema en forma defi nitiva.

    En este perodo, adems, acontece un cambio signifi cativo en las relaciones de poder entre la sociedad y el Estado: la confi scacin del confl icto social por parte de ste ltimo. Esto conlleva a la necesi-dad de un nuevo mtodo de bsqueda de la verdad y esa necesidad, surgida en el contexto de una alianza entre el Estado monrquico y la Iglesia, arroja como resultado el surgimiento de la inquisicin como procedimiento de bsqueda de la verdad.

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    1.2. La Criminologa originaria Por eso, si bien la criminologa surge como ciencia en el siglo XIX, con la aparicin del Estado moderno y las instituciones que cubren el ac-cionar penal aparece, junto al capitalismo originario, el poder punitivo estatal como forma de gestin y resolucin de los confl ictos sociales (criminologa originaria). Esta prctica punitiva centralizada reemplaz los ejercicios de justicia locales a travs de un proceso de racionaliza-cin que no redujo la violencia, como generalmente se cree, sino que hizo ms visible el sistema represivo.

    En este proceso de destruccin de las culturas y poderes locales, remplazando la idea imperial, que por otra parte esta unidad no pudo reconstruirse luego de la cada del Imperio Romano hasta la aparicin de la de soberana de los Estados Nacionales -nueva forma de ejercicio concentrado del poder dentro de fronteras fi cticiamente delimitadas- la fuerza fsica es menos valorada que la capacidad de administrar el confl icto. Son estas burocracias administrativas y sus intelectuales de derecho las que en nombre del rey sepultarn las costumbres cotidia-nas locales. Se consolida la persecucin de ofi cio, mientras que la vctima y las comunidades son desplazadas del proceso de resolucin de los confl ictos. Se produce exactamente la expropiacin del confl icto, el surgimiento del monopolio por parte del Estado.

    Sin dudas, esto ocasiona el breakdown -quiebre- del sistema acu-satorio y se impone el derecho cannico con el sistema procesal inquisiti-vo. Aqu nace entonces la nocin de delito y de castigo porque la lesin de un individuo sobre otro se transforma en un dao ocasionado al Es-tado y ste exige una reparacin. La sentencia ser el fundamento que defi na la existencia del delito y del castigo. Es la verdad revelada, pero ya no a travs de una cuestin azarosa como lo era el juicio de Dios o las pruebas de las ordalas, con la observancia de la comunidad sobre la no violacin de las reglas. Ahora, el proceso necesita de una investigacin previa -origen de lo que hoy denominamos instruccin o indagacin-.

    1.3. La Inquisicin

    Es as como la lucha o la disputa es remplazada como prctica judicial en la resolucin de los confl ictos entre personas o grupo de personas por la inquisitio. El Estado moderno, con poder centralizado y burocratizado, ya no poda dejar librado a la lucha el nuevo modelo pu-nitivo. El procurador -fi gura nueva que procura en nombre del rey- apa-recera en cada oportunidad en la que se infl igiera un dao, que ya no

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    sera sobre otra u otras personas, sino que sera el Estado el afectado, expropindole a la vctima el confl icto y transformando al victimario en objeto o cosa (reo).

    Este cambio es importante porque el acusado, al no ser sujeto de la relacin es objeto de prueba y, como tal, disponible para la con-fesin. Confesin que necesariamente sera extirpada al acusado a travs de la tortura, como forma de proceder sistemtico e inseparable del modo represivo estatal.

    Como hecho relevante en cuanto a lo mencionado es importante sealar la intervencin del Papa Inocencio III -en funciones desde el ao 1198 al 1216- porque modifi c el derecho cannico al enclavar en la organizacin jerrquica papal la Inquisicin. Nacida con la intencin de investigar la mala conducta de los clrigos -determinada por el ale-jamiento de la ortodoxia-, denominados herejes, con el tiempo fue asu-miendo ms poder y con l la necesidad de investigar ms casos, am-pliando los motivos por los cuales se podra cometer una hereja. Debido a la organizacin jerrquica su actuacin era secreta y la necesidad de documentacin en forma escrita dio impulso al nacimiento de expertos. Estos tecncratas del conocimiento sern los glosadores que a travs de sus estudios conformarn un discurso universal poltico-religioso que asociar la nocin de delito con la de pecado. Confi scado el confl icto, a quin cometiera una infraccin se lo consideraba enemigo del Estado y sobre l deba caer todo el poder punitivo moderno.

    La Inquisicin, entonces, como institucin surgida en el ao 1215 en el Cuarto Concilio de Letrn, ha sido la primera agencia esta-tal en crear un discurso criminolgico. Y, en ese sentido, el libro por ex-celencia del perodo es el Malleus Malefi carun -ms conocido como el Martillo de las Brujas-, escrito por los dominicos Heinrich Kramer (1430-1505) y James Sprenger (1436-1495), manual del buen inquisi-dor que legitimar la tortura como mtodo de bsqueda de la verdad.

    El libro se divide en tres par-tes, siendo la primera de ellas un verdadero discurso de legitima-cin de poder. Se analiza y se confi rma en este primer tramo que el delito de brujera existe, siendo este crimen de extrema gravedad y muy contagioso, por lo que se justifi ca su represin

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    hasta las ltimas consecuencias. Se asienta tambin en este contexto la fi gura del diablo como el gran seductor que tienta a las personas biolgicas ms dbiles, buscando su complicidad. De ms est decir que este verdadero tratado punitivo se encarga de someter an ms y disciplinar al sexo femenino, a la mujer, que es peligrosa no slo por su permeabilidad a las acechanzas del diablo, sino tambin por ser la primera transmisora cultural del ser recin nacido.

    En su segunda parte, el Malleus desarrolla lo que solemos de-nominar como derecho penal de autor. Se describen las conductas de las brujas -slo detectadas por los inquisidores, claro- que son impro-bables debido a que estn sopesadas en base a la relacin con el dia-blo. Esto es clave, porque al no poder probarse, slo se poda acceder a la verdad a travs de la confesin que, de esta forma, legitima el accionar punitivo. Al estar totalmente seducida por el diablo no quedan conductas sin penar: comadronas, prostitutas, dominadoras de con-ductas propias de los hombres, seguidoras de otros cultos, utilizadoras de mtodos de curacin alternativos a la medicina y toda no sujecin a la Iglesia eran perseguidas y penadas en la hoguera.

    Por ltimo, la tercera parte se sustenta en el mtodo necesario para la averiguacin de la verdad. Aparece con todo su tenacidad el sistema inquisitivo. Sin acusacin, sin defensa, con actuacin de ofi cio o denuncias annimas, la tortura se legitima como mtodo para ob-tener la confesin de la verdad. Toda manipulacin de las supuestas pruebas, todo engao o mentira, se considera aceptable para la con-secucin del fi n ltimo inconfesable: el disciplinamiento del hereje.

    En defi nitiva, el sistema represivo que an pervive se instala defi nitivamente en la sociedad y cambiar con el tiempo sus formas, ms no su sustancia.

    1.4. Cambios en la estructura econmica

    Ahora bien, simultneamente al despliegue punitivo represor del Estado de fi nales de la Edad Media, propio de los inicios del capitalis-mo, es la estructura econmica la que cambia y necesita de este dis-curso de dominacin. El surgimiento del lujo como smbolo de poder y diferenciacin social, la necesidad de gastos cada vez ms altos para el mantenimiento del ejrcito, el ascenso de la burguesa en la Europa central, hace trizas el modelo econmico agro-pastoril y emerge el pa-trn mercantil como forma de acumulacin del capital.

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    Para la nueva forma de acumulacin los castillos y los muros son inefi cientes para la circulacin de bienes y luego del acuerdo tci-to -al no poder los reyes derrotarse entre s- con la disminucin de la inseguridad en los caminos que comunicaban los reinos amurallados, surgen los burgos -ciudades- que, bajo el perfi l mercantil y con el do-minio de la burguesa, ser el nuevo escenario de la transformacin estructural de la sociedad medieval.

    Sin embargo, que el sistema econmico sustentado en el vasa-llaje se hiciera aicos no signifi ca que sus benefi ciarios perdieran su poder en el inicio del capitalismo originario. El reparto y la posesin de la tierra -valor supremo- le permitieron a la nobleza acordar la transi-cin y su supervivencia en trminos convenientes -aunque ya no con todo el poder en sus manos- con la burguesa.

    En un movimiento de pinzas el movimiento capitalis-ta ahog y destruy la estruc-tura econmica agro-pastoril de la Europa central desde los Pases Bajos, por el norte; des-de el Mediterrneo, por el sur; y, desde Londres, por el oeste. Las ciudades, espacio nuclear para el intercambio de bienes muebles y la consiguiente acumulacin, dieron nacimiento a la agremiacin y al fortalecimiento de clase domi-nante de los comerciantes y los artesanos que vendan sus manufac-turas -manus, manos; factus, hecho; ura, resultado-.

    La simbiosis entre lo poltico y lo econmico, entre la poltica y la economa, gener una alianza indisoluble porque para instalar e im-poner el mercado es necesario crear un tipo de estado de situacin poltico y jurdico. Es decir, un Estado afn a sus intereses. Y, ese Esta-do, que est concebido por ideas de relaciones sociales, polticas y de poder, para obtener su legitimidad -en el perodo analizado- necesita del fi nanciamiento y de la existencia del libre mercado.

    La burguesa ser la clase dominante surgida del crecimiento de las ciudades y como resultado de la relacin entre los mercaderes y el Estado, por lo que el Mercantilismo ser la estructura del pensamiento econmico del capitalismo originario. Asentada esta relacin con el descubrimiento de Amrica por parte de Europa, los mercaderes se preocupaban por el avance y asentamiento del comercio internacional

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    -que desembocar en la divisin internacional del trabajo, aos ms tarde- y las fi nanzas; mientras que el Estado llenaba sus arcas con lo producido en el comercio de especias y con la brutal expoliacin de recursos naturales de los nuevos territorios conquistados -acumulacin que servir, en defi nitiva, para el avance de la revolucin industrial-.

    Esta apertura econmica y centralizacin de poder poltico faci-lit el accionar punitivo del Estado y el disciplinamiento de la sociedad y ser la burocracia estatal y el ejrcito las herramientas concentracio-narias de este perodo.

    1.5. Ciencia, religin y conquista

    Tambin desde el principio del siglo XIV hasta mediados del XVII se producir un desarrollo cientfi co importante y el surgimiento del protestantismo -escisin o cisma del catolicismo- como sustento moral del capitalismo, provocando el resquebrajamiento del sistema religioso basado en la jerarqua vertical catlica apostlica romana.

    La persecucin de determinados cientfi cos provoc un movi-miento de resistencia no organizado que empuj el cambio. En este sentido, entre otros, Galileo Galilei (1564-1642) vivi en carne propia la persecucin del poder absolutista y religioso. El nuevo mtodo cient-fi co elaborado por Roger Bacon (1210-1292) ms humano, ms racio-nal, pero no por eso menos inquisitivo, se fue imponiendo en el mundo europeo y con la expansin hacia nuevos mercados incluy y globaliz a todo el mundo no conocido por el centro del mundo capitalista.

    Las Cruzadas primero y el descubrimiento de Amrica despus conform la estigmatizacin del otro estableciendo en la raza enemi-ga el combate ms cruel y sangriento para el establecimiento de los nuevos mercados.

    Esta idea globalizadora -que como vemos no surge a fi nales del siglo XX, sino muchos siglos antes- se asentar con la empresa viaje-ra efectuada por Marco Polo (1254-1324) y la expansin de Portugal, uno de los primeros nuevos estados que har confl uir la imagen de las cruzadas con la conquista de nuevos territorios y los intereses comer-ciales. Finalmente, los viajes de Cristbal Coln (1451-1506), ponen a la pennsula ibrica en la cresta de la ola globalizante.

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    La conformacin de territorios ultramarinos descubiertos, con-quistados y esclavizados bajo la rbita de las metrpolis, con la ya establecida idea del otro en Europa, no necesitar mucho desarrollo terico y aplicacin prctica para llevar a cabo uno de los mayores

    genocidios de la historia de la humanidad. Las personas de las nuevas ciudades y civi-lizaciones descubiertas sern consideradas no humanas o sub-humanas; por lo tanto, pasibles de ser ultrajadas y exterminadas. La religin, a travs de la evangelizacin de los salvajes, brindar la paz de conciencia de los conquistadores. Lo mismo sucede-r con los negros africanos, considerados mercancas en trnsito y sin derechos ci-viles, mucho menos polticos o econmicos. Simples objetos pasibles de apropiacin.

    1.6. Maquiavelo, Hobbes, Bodin, Richelieu

    Al igual que en los otros perodos y etapas que explicaremos en la materia, no tenemos el tiempo de desarrollar el pensamiento cri-minolgico, poltico, social y econmico de una larga lista de autores que pensaron la sociedad de su poca. Trataremos de explicar sint-ticamente la refl exin de aquellos ensayistas que son referentes de la poca y que al ser contemporneos del proceso que viven son par-tcipes necesarios y comprometidos con los cambios que analizan y proyectan para su sociedad.

    En este contexto e ingresando en los procesos que se darn sobre el fi nal de este perodo, es destacable la teorizacin de la nueva forma poltica de Nicols Maquiavelo (1469-1527). Su pensamiento, propio del Renacimiento, se apartara de las motivaciones morales y religiosas para efectuar una de las ms importantes teoras sobre el or-den poltico basado en el poder -de hecho, es considerado uno de los padres de la Ciencia Poltica-. Basndose en la historia y la actualidad de su poca e indagando sobre la naturaleza del poder de los jefes de Estado, centraliza en El Prncipe (escrito en 1513 y publicado en 1532) -una de sus obras ms importante junto a los Discursos sobre la primera dcada de Tito Livio (1531) - toda la actividad del lder pol-tico en esa organizacin poltica denominada Estado, separada de la sociedad. La virt ser la cualidad que representar el poder de este prncipe y comprender los elementos necesarios para su desarrollo:

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    la habilidad, la inteligencia y la decisin. Si bien sus modelos tericos se basan en lderes absolutistas como Fernando el Catlico o Cesa-re Borgia, Maquiavelo consideraba conveniente el establecimiento de Estados republicanos ya que estaba convencido de que en manos del Pueblo la libertad de todos estara mejor asegurada. Es uno de los primeros tericos que aceptan el confl icto como base de las relaciones interpersonales en una sociedad al tratar de describir un orden un po-sible. El poder poltico es el resurgente de la lucha constante para con-trolar el confl icto y estar continuamente presente esta lucha porque siempre existirn personas que obtengan el poder y permanentemente habr seres humanos que querrn alcanzarlo.

    Thomas Hobbes (1588-1679) -que si bien su pensamiento ser tomado en comparacin a los dems contractualistas del iluminismo-, por el contrario, representaba a otra visin poltica del orden y el Es-tado. Defensor terico del absolutismo monrquico, desarrolla en una de sus obras relevantes, el Leviatn (1651), la necesidad de un Estado fuerte para el mantenimiento del orden y la seguridad social basada en el egosmo natural del ser humano que sin el poder centralizado estatal termina-ra destruyndose a s mismo -el hombre es el lobo del hombre-. A diferencia de Maquiavelo, el consenso y no el confl ic-to ser la base de la naturaleza del po-der del Estado moderno. Los individuos en estado natural liberan sus impulsos y deseos y provocan la lucha de todos contra todos dando como re-sultado el surgimiento del miedo y la inseguridad social. El contrato debe estar basado en el consenso de entrega total de la soberana individual al soberano quin establecer el orden, la paz y la seguridad necesaria para la convivencia social. El Estado o Leviatn proteger con la voluntad centralizada a todos los individuos de las luchas inter-nas y de las invasiones extranjeras. El miedo crear la sumisin de todos los individuos que acechados por ese sentimiento entregarn sin cuestionamientos la soberana que cada uno posee a favor de un orden incuestionable y proveedor de la paz social.

    En este desarrollo del pensamiento centralizador del poder del perodo analizado se destaca tambin Jean Bodin (1529-1596), para quin tambin el rey soberano ser el que impida el surgimiento de confl ictos. Ser, adems, el teorizador del concepto de soberana, entendido como poder absoluto sobre la cosa pblica, tratamiento que realizar en sus Seis libros sobre la repblica (1576). En el mismo

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    sentido, el cardenal de Richelieu (1585-1642) defender la centrali-zacin poltica y administrativa del Estado soberano y la aplicacin de mtodos inquisitivos como herramienta del poder punitivo estatal.

    1.7. El otro

    Las marcas en el cuerpo, la expulsin y la exclusin sern las herramientas del derecho y la justicia penal, necesarias para el mante-nimiento del poder del perodo que denominamos inquisitivo. Estigma-tizar a otros era una cuestin de gobierno, que a travs de distintas marcas sealarn el poder soberano sobre los individuos: creacin de pasaportes y papeles de identifi cacin; ropas, peinados u otras sea-les para identifi carse a primera vista; cortes en el cuerpo o tatuajes de letras o dibujos para identifi car a los convictos, locos, enfermos, men-digos, mujeres sin familia y creyentes de otras religiones, etc. Intentar disimular la propia identidad u ocultarla ser un delito de alta traicin en momentos de expansin de mercados realizada a fuerza de conquistas y guerras y provocar expulsiones y encierros ms all de los lmites imaginables. Asegurar la identidad de las personas para el soberano no era un dato menor: signifi caba asegurar la propiedad. La marca en el cuerpo del condenado era tan importante para el reo -derivacin de la palabra griega res, (cosa)- y su conciencia como para la sociedad, porque quedaba establecido el poder del monarca.

    1.8. Antiguo Rgimen - Reforma - Contrarreforma

    Debido al ininterrumpido proceso de industrializacin capitalista que comienza a darse a fi nes del Antiguo Rgimen en todos los pases, pero principalmente en los autodenominados centrales, se consolida la necesidad de aplicacin de una poltica criminal sanguinaria y ejem-plifi cadora que a travs de la horca, la marca a fuego y el exterminio sepultara la creciente amenaza al orden constituido. El avance de la tcnica en el campo, la delimitacin de la propiedad, la desaparicin de los espacios comunes, provocaban grandes migraciones desde el campo hacia la ciudad y exceda en mucho las posibilidades de absor-cin de la fuerza de trabajo necesaria para las primeras producciones de manufacturas. Eran necesarias y justifi cadoras, entonces, las elimi-naciones fsicas de muchos y el terror para los dems como sosteni-miento del fi n poltico y econmico impuesto en este perodo.

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    Sin embargo y a pesar de este movimiento concentrador de po-der poltico y justifi cador del orden monrquico el cisma religioso y la rasgadura en la superestructura dominante que produce la Reforma religiosa encabezada por Martin Lutero (1483-1546) y Jean Calvino (1509-1564), proporciona el nacimiento del movimiento protestante -religin ofi cial del capitalismo-, que catapultar a la cima del poder a la clase burguesa, encontrando en ese movimiento reformador religioso la oportunidad de desarrollar un discurso de dominacin que apuntale sus aspiraciones. La Contrarreforma catlica, con Ignacio de Loyola

    (1491-1556) a la cabeza, equilibrar la balanza po-ltica en disputa y luego de una sangrienta guerra de treinta aos la Paz de Wetsfalia (1648) consoli-dar el poder estatal y re-forzar la tendencia abso-lutista. Pero la burguesa ha llegado al poder, se lo disputa a la monarqua y ya no ser lo mismo que

    antes. La moral protestante que justifi caba y dignifi caba las ideas bur-guesas sobre el lucro comercial, una vez en el poder aplicaron nuevos mtodos de disciplinamiento y auto-disciplinamiento, necesario para el nuevo orden que comenzaba a aparecer.

    1.9. Disciplinamiento y encierro

    Luego del intento de expulsin de las fuerzas de trabajo exce-dentes en el primer momento de la industrializacin, dnde se deriva-ban a las personas hacia las actividades de conquista y navegacin, se hizo necesario incorporar a estas medidas excluyentes la estrategia del disciplinamiento social. Esta otra forma poltica de disciplinar se suma con el criterio econmico de menor costo y mayor benefi cio a la exclusin hacia adentro a travs del encierro de los otros en una do-ble instancia que producir los primeros dispositivos de disciplinamien-to a travs del secuestro institucionalizado: el encierro de personas en hospicios, casas de trabajo -workhouse, en ingls-, de correccin o de caridad, etc. Este nuevo dispositivo disciplinario cumple con la funcin de separar al pobre bueno, apto para trabajar; del pobre malo, in-disciplinado social al que se encerrar, se aprovechar su mano de obra y se lo convertir en un proletariado disciplinado. Esto permitir

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    un uso ms efi ciente del tiempo y la conducta de las personas que los azotes, las ejecuciones pblicas y el destierro, apareciendo cada vez ms casas de trabajo o de correccin. Se pudo distinguir entonces en-tre aquellos que seran mantenidos por la comunidad y entre los que se ganaran su sustento en las casas de correccin o de trabajo. Dos consecuencias econmicas importantes que resultan de este nuevo mtodo: el disciplinamiento de los cada vez ms sujetos sujetados y el aseguramiento del mximo nivel de plusvala a travs de la reduc-cin de los salarios de los trabajadores libres.

    Tambin, estas casas eran ideales para los jvenes que ha-ban elegido transitar el camino no elegido por Dios y Dios era el temor subyacente en el mtodo disciplinario. La duracin de la pena estaba regulada por el administrador que poda redimirla en funcin del traba-jo realizado y la conducta ejercida por el penado. Un salario simblico recibido, el empleo del tiempo, la disciplina y la vigilancia permanente, preparaban a estos penados para el ejercicio de la vida libre como obreros sometidos al sistema.

    Este tipo de encierro, ms parecido a la necesidad de escla-vizacin de la naciente industria manufacturera, ser el antecedente de la prisin. Y, cuando la prisin utilice este mtodo, de ella surgir la tcnica de sujecin de las conductas que se replicar en las es-cuelas, los hospitales, el ejrcito, etc. El nuevo sujeto ser adecua-do a la normalizacin disciplinaria propia del sistema capitalista que se estaba imponiendo. El sometimiento y el aprovechamiento de la fuerza de trabajo a favor del Estado convertirn a ste ltimo en el dueo de los cuerpos condenados.

    Si bien el encierro en este primer perodo no era considerado una pena en s misma, esta prctica fue muy extensa. Se encerraba a quienes esperaban juicio, a los que tenan deudas pblicas o privadas y no podan pagarlas, a los mendigos y vagos, para hacerlos trabajar; se encerraba a nios o mujeres considerados perturbadores, a dis-capacitados fsicos o mentales; fi nalmente, se encerraba a personas que por el motivo que fuera no se los podas matar, mutilar o hacer trabajar -a veces mujeres o ancianos-. Sin embargo, no hay que creer que este secuestro institucional desarrollado a partir del siglo XVI su-plantaba los castigos corporales sino que por el contrario se ampli mucho ms su utilizacin y empeor gravemente las condiciones de vida de amplias capas de la poblacin.

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    Al mismo tiempo, como contrapartida, cuando las demoras del proceso prolongaban el encierro, la muerte se produca como si ver-daderamente fuera la pena prescripta. As moran, con-siderados como un peligro social y encerrados pero sin ser condenados locos, leprosos, sifi lticos, prostitu-tas y personas que no po-dan sustentarse un alimen-to diario o vivan de la limosna. Prdida de vida que se produca por las condiciones de vida en las crceles: oscuridad, hambre, sed, enferme-dad, promiscuidad, desnudez, privacin de aire puro, etc., propias de este perodo.

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    2. Segundo Perodo (1650-1815) - Iluminismo. Criminologa acadmica

    El Estado absolutista enquistado en el perodo anterior ser fuertemente criticado a partir de fi nes del siglo XVI y principios del XVII. La negacin dialctica del momento anterior opondr luz a las sombras, la razn a la religin y denominados bajo el rtulo de pensamiento iluminista o ilustrado transformarn el proceso judicial privado en pblico y el cumplimiento de la pena pblica en privada. La burguesa se desprende defi nitivamente de la nobleza, se instala en el poder con un nuevo paradigma y necesita un nuevo acuerdo social para el nuevo orden econmico comercial y fi nanciero. El sim-blico contrato social ser el instrumento disciplinario que ajustar los confl ictos surgidos en este perodo.

    Los lmites al Estado punitivo anterior, necesarios para el desarrollo econmico capitalista, crear para este nuevo discurso de dominacin una legitimidad distinta: la legitimidad democrtica, que reemplazar a la innecesaria y pesada legitimidad monrqui-ca. Los conceptos de delito, pena, proceso y juicio estarn dentro de un orden jurdico acorde a los intereses de la clase bur-guesa surgida al calor del nuevo sistema de acumulacin produci-do en el perodo anterior.

    La estructura econmica sufre durante el siglo XVIII y, par-ticularmente en Inglaterra, los cambios producidos por la primera Revolucin Industrial. La reforma de la explotacin agraria, las nue-vas tecnologas y el transporte establecen las bases de una econo-ma verdaderamente industrial. La idea econmica que sustentar este impulso ser la del capitalismo liberal, representada por la obra clsica de Adam Smith (1723-1790) La riqueza de las naciones (1776). En apretada sntesis Smith proyectaba un sistema de liber-tad natural en el que cada cual -mientras no vulnere la ley- debe quedar libre para perseguir su propio inters y destinar sus propie-dades hacia la competencia con la de otros individuos; el gobierno -Estado- slo debe ocuparse del mantenimiento de la seguridad, la justicia y de determinadas obras e instituciones pblicas. El objetivo era el de dejar al individuo en libertad para la bsqueda y obtencin de privilegios -crendose un orden natural de las cosas- que pro-ducira el mayor aumento de la riqueza de las naciones.

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    En este siglo, en un rgimen de libertad econmica sin reglas aparentes, se producirn las ms altas tasas de injusticia social y ex-plotacin econmica y cultural so-bre una porcin importante de la poblacin que ser denominada desde entonces como proletariado. En condiciones de trabajo infrahu-manas ser esta clase social la que mayor aporte otorgue al enriqueci-miento de los dueos de los medios de produccin que se apropian de la ganancia de la transformacin que aquellos hacen de la materia prima en producto fi nal de venta en el mercado.

    Aqu, como veremos ms adelante cuando analicemos el discur-so que sostendr el neoliberalismo en la dcada del ochenta del siglo XX, surge la falacia de la no intervencin del Estado, Nunca existi la falta de control estatal en la economa y en los dems rdenes de la vida de las personas, sino que el control se ejerci sobre las personas ms vulnerables, las excluidas, las dominadas. Porque el capitalismo incuba en su ncleo la necesaria desigualdad para la obtencin de ganancia y de su propia existencia como sistema econmico, poltico, cultural y criminal. Las estrategias de resistencia de los trabajadores que operarn por sobre la explotacin generalizada ser la organiza-cin en sindicatos y en el ejercicio de la huelga. La intervencin estatal, entonces, se produce declarando ilegal este tipo de actividades. Los Estados sern funcionales a este tipo de produccin econmica e in-tentarn controlar y contener a travs de distintas herramientas puniti-vas a quienes se les ocurra desafi ar la autoridad y al sistema.

    Para este cambio de produccin econmica el castigo brutal y exponencial sobre el cuerpo ya no es til y la disciplina se efectuar sobre un nuevo molde de cuerpo y alma. Ambos deben entrenarse para que subsistan y sean funcionales a las necesidades del sistema. Nuevos valores son necesarios, porque una nueva clase de domina-cin se instala.

    2.1. Locke - Rousseau - Montesquieu - Voltaire - Beccaria - Marat - Bentham

    Desde el punto de vista poltico, los pensadores de la Ilustracin son el resultante de la reaccin al diagrama de poder del Estado absolutista.

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    Los contractualistas sern los moldeadores de este nuevo pac-to, necesario para la nueva clase en el poder -la burguesa-. El con-trato de Hobbes que si bien es contractualista, pero justifi cador del orden absolutista- no se enmarca en este cambio porque su objetivo era afi rmar la legitimidad monrquica del Estado, entendiendo que los individuos deban ceder por miedo todas sus capacidades al monarca -soberano- y que ste, una vez concentrado el poder en su autoridad, utilizarlo como le plazca.

    El liberalismo poltico -al cual nos referiremos en primera instan-cia en este perodo- estar mejor refl ejado en la teora contractualista

    del mdico John Locke (1632-1704) que har foco en la tolerancia y en los derechos natu-rales -hoy derechos humanos- como lmites al poder del Estado y sus distintos gobiernos. Inglaterra, en el siglo XVII, se afi rmaba polti-camente sobre la base del parlamentarismo y resolva sus problemas polticos internos con mayor velocidad y premura que los dems pa-ses centrales de Europa. Condicin, sta, que

    le permitir liderar, como veremos, la revolucin industrial que impac-tar en el mundo entero.

    Locke, en el Segundo Tratado sobre el gobierno civil (1690) teoriza sobre un Estado liberal en lo poltico y en lo econmico que slo justifi ca su existencia si sus lmites no atraviesan los derechos que ya existan en el estado de naturaleza. Su funcin, en todo caso, es asegurar esos derechos prexistentes. El contrato, para este autor, tiene dos partes: en una primera instancia todos los individuos crean entre ellos la autoridad superior; y luego pactan con esa autoridad la entrega de algunos intereses para que los administre, con la salvedad de que los derechos naturales no estarn bajo la rbita de esa institu-cin. Es interesante destacar que entre estos derechos prexistentes y que subsisten a la constitucin del Estado est el derecho a la propie-dad. Es decir, es un Estado que petrifi ca la desigualdad en la posesin de la tierra -que exista antes a su creacin- y adems lo asegura para el futuro. A travs de la libertad individual, la igualdad y la racionalidad se producirn el dictado de leyes racionales y el juzgamiento imparcial para las relaciones entre todos los individuos libres. Por tanto, los lmi-tes no los tienen las personas, sino el Estado y el concepto de demo-cracia liberal de Locke ser aqul que reconoce la validez de derechos intransferibles y superiores al mismo Estado.

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    Desde el punto de vista penal, la teora de Locke sera, compa-rada con la de Hobbes y la de Rousseau, la ms limitativa del poder punitivo al justifi car la emergencia de garantas para el individuo.

    Para el ginebrino Jean Jacques Rousseau (1712-1778) es el propio con-trato el que crea el Estado, los derechos y obligaciones de los individuos, todos so-metidos a la voluntad general. Idea inspira-dora de la Revolucin Francesa, la misma expresa el acto originario de una forma so-cial de convivencia y de un gobierno que entrelaza los controles de poder y legitima su campo de accin: el sistema democrti-co. Esta voluntad general consensuada se fundamentar en la ley que, al ser constituyente de las obligaciones, ser civil ms no natural. En el Contrato Social (1762) afi rma que los derechos humanos ya no sern naturales, sino que surgirn del propio pacto poltico y por ello sern ms importantes para satisfacer todas las necesidades de las personas. Surge esta concepcin social de la idea moral optimista de Rousseau que sostena que en el estado de naturaleza los hombres vivan felices y sin confl ictos, siendo la sociedad con sus lujos, artes y mercados la que los pervierte al implantar un extremo egosmo generador constante de desigualdades. La soberana rousseauniana est constituida por el poder soberano expresado en la voluntad de cada uno y de todos.

    Por otra parte, adems de los contractualis-tas, distintos pensadores hicieron su aporte para contrarrestar al decadente absolutismo expre-sado en el perodo anterior. Entre ellos, Charles Secondat, barn de Montesquieu (1689-1755), refl ej dos caractersticas polticas bsicas de la nueva clase en el poder: moderacin y lmi-tes. Este equilibrio poltico ya se fortaleca en la Inglaterra imperial. Montesquieu entenda que

    asegurar la armona social y la libertad poltica era indispensable para sostener la expansin y conquista de nuevos mercados, elementales para el desarrollo de la industria de manufacturas. Es por este motivo que dise- una divisin de funciones del poder -ms conocida y mal interpretada como divisin de poderes, porque el poder es uno slo- para mantener el equilibrio necesario y evitar el abuso de una funcin por sobre las otras. En su obra al respecto, Del espritu de las Leyes (1748), aparece este estndar de balanza de poder o de pesos y contrapesos.

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    En cuanto a lo estrictamente criminolgico Montesquieu se anti-cipara al clebre Beccaria -autor central del perodo- al criticar la injus-ta proporcin entre los delitos y las penas y la sancin de determinados delitos basados en supersticiones (magia, brujera, etc.). Sostena, en contra posicin, que las penas deban estar ponderadas segn el bien jurdico afectado y que slo se deberan juzgar las conductas externas, considerando intil y contraproducente el castigo severo. Por ltimo, planteaba una reforma procesal que aboliera las denuncias annimas, los delatores y las torturas.

    Obviamente, mientras la burguesa -sin sospechar que Montes-quieu refl exionaba poltica, social y criminolgicamente por miedo a la tirana- celebraba el advenimiento de este pensamiento, la Iglesia inmediatamente prohibi su obra por el contenido crtico efectuado so-bre las supersticiones, la Inquisicin espaola y la tajante diferencia-cin entre derecho y moral.

    Otro pensador que luch contra las supersticiones religiosas, Franois-Marie Arouet, ms conocido como Voltaire (1694-1778), fi j su inters en las instituciones y en el progreso econmico basado en la ciencia. Este autor, en su pensamiento penal, defenda la presuncin de inocencia, el derecho a la defensa, la publicidad de los juicios y criticaba adems la tortura y los castigos corporales. Sostena que los delitos eran producto de las propias leyes punitivas y las persecucio-nes que se realizaban en el rgimen autoritario de forma arbitraria.

    Sin dudas, Cesare Bonesana, marqus de Beccaria (1738-1794), en su nica obra dedicada a la cuestin penal, De los delitos y de las penas (1764), ser junto a Marat uno de los reformadores ms importantes de la cuestin punitiva en este nuevo tiempo bur-gus y democrtico. Sostendr que el progre-so tcnico no podr ser llevado a cabo sin un proyecto penal que abandone el castigo y la ejecucin arbitraria de cualquier persona sin las garantas que pongan lmites al Estado punitivo existente. Su tra-bajo fue uno de los primeros compendios que articulaba el derecho y el proceso penal y la criminologa, regido por sus conocimientos fi los-fi cos polticos. Rechazado por los juristas acadmicos y prohibido por la Iglesia por ms de doscientos aos, los iluministas se encargaron de ensalzar sus conocimientos y adosarlos a su programa poltico penal.

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    Para Beccaria la pena deba estar justifi cada en la utilidad, en la prevencin de los delitos y no en la venganza -como suceda en el Antiguo Rgimen-. La base de su pensamiento estar anclada en las ideas contractualistas ya que para l el origen de las penas estar en el contrato social. Por lo tanto, ser el poder legislativo el encargado de sealar a qu se denomina delito y cul es la pena que le corres-ponde. En su afn por limitar el poder del soberano sentar las bases de las garantas penales y procesales que por derecho le corresponde a todo individuo: principio de legalidad, certidumbre, ofi cialidad, impar-cialidad, prontitud y publicidad. En cuanto a la ejecucin de la pena -y teniendo en cuenta su sentido utilitario para que el detenido y cualquier otra persona no cometa un nuevo delito- se opona a los castigos crue-les, excesivos y degradantes que produce insensibilidad en el cuerpo y alma de los hombres y propona remplazarlos por otros que sean ms efi cientes en la prevencin del delito, acorde con la penalidad de los nuevos tiempos democrticos: el encierro, la privacin de la libertad.

    Como mencionaba anteriormente, Jean Paul Marat (1744-1793), ser el otro autor importante del iluminismo relacionado con la raciona-lidad de la ley como deidad de este perodo. Antes de ocupar el rol de lder en la Revolu-cin Francesa present su Plan de legisla-cin criminal (1779), donde criticaba la idea contractualista de la pena en clave ilustrada. Afi rma en forma concluyente que la desigual-dad que proporciona el sistema econmico vigente, con personas explotadas, que nada poseen y que nada bueno obtienen de la aso-ciacin contractual, no obliga a estos ltimos a respetar las leyes que tienden a proteger la propiedad antes que la vida y/o la libertad. Deslegitimador del orden burgus, critica la aplica-cin del poder punitivo como herramienta de sometimiento a los que no poseen propiedad justamente porque stos estn en una posicin desfavorecida desde el mismo origen del simblico contrato social. Pro-pona un nuevo modelo de convivencia donde los delitos podran existir slo y en tanto que las desigualdades econmicas y sociales no existie-ran. Entonces s existiran los delitos, pero por haberse violado lo que considera como la ley justa, mientras que la ejecucin de la pena deba estar orientada hacia la correccin del culpable.

    Con Beccaria, autor que justifi caba la pena en tanto y en cuanto esta cumpliera forma utilitaria y Bentham, el utilitarismo aparecera en escena. Para ambos autores la pena deba ser la necesaria y la m-

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    nima en relacin a la prevencin de los nuevos posibles delitos. Para esta corriente de pensamiento la utilidad es el principio del placer, por eso la legislacin del Estado deba estar adecuada a la mayor felicidad

    para el mayor nmero de personas. Entonces, la pena se puede justifi car en tanto y en cuanto sirva, sea til para disuadir la conducta lesiva y para evitar la imitacin de la misma.

    En defi nitiva, Bentham nos est hablando de la proporcionalidad entre el disvalor de la conducta lesiva y el castigo -pena- que a esa conducta se debe aplicar. En este sentido, el aporte ms original

    o por lo que es ms conocido este autor es el proyecto del Panptico (1791), tecnologa que afectar muy pronunciadamente las diversas teoras futuras sobre el castigo.

    En este invento se observa el ncleo del pensamiento iluminista, donde la razn y la transparencia le presentan batalla al oscurantismo inquisitivo. La prisin supera a la crcel en el sentido de que la primera es el lugar donde se ejecuta la pena impuesta, mientras la segunda te-na la funcin de encierro pasajero hasta la produccin de la pena. Por eso, el Panptico es el diseo disciplinador en contexto de encierro por excelencia. El proyecto fue realizado por Bentham para alojar a los presos que al Rey de Inglaterra, Jorge III, le sobraban. Sin embargo, el Parlamento ingls no autoriz su construccin, pero el proyecto ideo-lgico no qued trunco.

    Elemento bien utilitario y disciplinario, el Panptico permita el mejor resultado con el mnimo de esfuerzo. La armona del diseo ar-quitectnico y el gobierno interno confl uan en el mismo objetivo: la pe-

    riferia estaba construida en forma de anillo con pequeas celdas totalmente iluminadas que convergan en un centro nuclear, donde se elevaba una torre con anchas venta-nas que permitan observar todas las celdas y en toda su dimensin, ya que la luz in-

    gresaba de forma tal que la celda siempre estaba iluminada. Desde el centro el ojo que todo lo ve vigilaba toda la periferia y su presencia se haca presente aun cuando no se vigilaba, debido al impedimento de visin que se tena desde la periferia al centro. Al no saber si estaba

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    siendo vigilado el controlado se comportaba como si siempre estuviera siendo visto por su carcelero. De esta forma, se internaliza al guardin y se genera la autodisciplina como conducta.

    Foucault, muchos aos despus, sealar que este mecanis-mo de disciplina no slo se produce intra-muros, sino que atraviesa a toda la sociedad en los distintos mbitos de control: escuela, fbrica, ejrcito, etc.

    2.2. Final del perodo: El discurso del higienismo. Malthus

    Se origina en este fi nal de perodo el desarrollo -junto al utilitaris-mo y el disciplinarismo- del discurso higinico, antecedentes impor-tantes de la ideologa positivista. Las pestes y el crecimiento de las ciu-dades, junto al hacinamiento que produca, facilitan el surgimiento de este discurso. La prisin se generalizar y se extender a lo largo del siglo XIX, justifi cada por las necesidades disciplinarias y productivas que tienen como una de sus fuentes ideolgicas el pensamiento puri-tano ingls -que luego ser tan importante en el desarrollo capitalista imperial en EE.UU.-. El discurso mdico, el de la psiquiatra alienadora y el del higienismo, junto al pensamiento puritano, sern las usinas de pensamiento del nuevo discurso burgus justifi cador: hacer algo con determinados sujetos portadores de anomalas o imperfecciones. La preminencia de la ciencia mdica, el desarrollo del mtodo cientfi co, la clasifi cacin y determinacin de las ciencias naturales conformarn un paradigma en el cual el ser humano es objeto de estudio y, como tal, posible de ser modifi cado y domesticado. Asistimos a un momento histrico donde las instituciones como el manicomio o el asilo -junto a la penitenciaria- provocarn un gran encierro. Es tambin cuando las ciudades comienzan a incorporar trazados urbanos limpios y con-ductas higinicas para erradicar enfermedades, pestes, profesiones denominadas peligrosas -como la prostitucin- y el desarrollo de una profi laxis general que incluye a las posibles personas violadoras del contrato social, como sistema de prevencin. Ahora no son los glosa-dores los que determinarn quines son peligrosos, sino que sern los mdicos los nuevos consejeros de la sociedad. El peligro real de ste perodo es el contagio, por lo que toda medida preventiva ser relevan-te para evitar el descontrol y la epidemia. Los trminos, el lenguaje, el mtodo y las investigaciones mdicas se montarn sobre las ciencias sociales y analizarn las conductas humanas como un objeto ms de la naturaleza, pasible de clasifi cacin y dominacin. Comienza a exa-minarse a la sociedad como un todo y se generarn serios intentos de modifi caciones del hbitat.

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    Thomas R. Malthus (1766-1834), justamente, ha sido uno de los ilustrados que alertara sobre la necesidad de controlar el au-mento de la poblacin. En el desarrollo de su teora se vislumbra el pesimismo que tena en relacin al progreso humano al reclamar casi a gritos el control sobre el aumento de la poblacin para evitar una guerra por la supervivencia. Su pensamiento conservador queda evidenciado en el tipo de control que recomendaba: la continencia sexual. Crea cientfi camente que mientras la poblacin aumentaba en forma geomtrica los alimentos lo hacan en progresin aritmti-ca, con lo cual arribaba a la conclusin de que no habra alimentos para todos en un futuro inmediato. En su Ensayo sobre la poblacin (1803) sostena que la tendencia de la poblacin a aumentar era pro-porcionalmente mayor que la misma tendencia en los ali-mentos y que la naturaleza, a travs de la miseria, las guerras y las enfermedades mantenan un delicado equi-librio. A Malthus le desagra-daba esta solucin natural y propona reemplazarla con una accin no natural ms civilizada -segn su concepcin social-: la moderacin moral -a travs de la continencia sexual- que, adems de combatir el vicio, permitira una reproduccin del cuerpo social equilibrado.

    Estos ltimos autores, como vemos, en defi nitiva buscaban ms que una revolucin poltica una reforma del poder que estableciera las bases de un nuevo discurso de dominacin, ahora encabezado por la burguesa, que justifi cara la distribucin del ingreso desigual del ya consolidado capitalismo como expresin econmica en la sociedad.

    Ya se vislumbra, en esta relacin social higinica como an-tecedente del pensamiento positivista, el rol que se le debe asig-nar al denominado delincuente. El que delinque no viola el contrato sino que su conducta demuestra su naturaleza asocial. Por lo tan-to, comparando al cuerpo social con el cuerpo humano -paradigma cientfi co mdico aplicado a las ciencias sociales-, ante esta con-ducta enferma slo queda recetarle una curacin o eliminacin en el caso de una conducta incurable. As, el cuerpo social a travs del tratamiento del cuerpo individual se mantiene sano con las medidas mdicas apropiadas. La ciudad toda es tratada como un organismo y se ejecutan medidas higinicas tanto en el mbito p-blico -limpieza, ventilacin y remocin de aguas estancadas en hos-

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    picios, cuarteles, hospitales, cementerios, etc.-, como en el privado -saneamiento de viviendas particulares y fomento de la familia como grupo esencial de la sociedad-.

    En relacin a la prostitucin, cabe agregar que era necesario perseguir la actividad por la propagacin de la sfi lis que afectaba primordialmente a los jvenes, fuerza de trabajo indispensable para el desarrollo del capitalismo.

    Ahora bien, como sabemos, la revolucin industrial tuvo como lder en su desarrollo al Estado que durante ms tiempo mantuvo y ejerci el discurso de dominacin imperial sobre la tierra hasta nuestros das: Inglaterra. No es casualidad, entonces, que el movimiento higie-nista haya tenido en ese pas el impulso hacia otras latitudes.

    Aunque todava no ingresamos a la tercera etapa -capitalismo fi nanciero o globalizacin-, que ya veremos, es importante sealar que el neoliberalismo tendr en cuenta el espacio urbano y el apropiamien-to del mismo para ejercer un control ms sutil, tecnolgico y ecolgico para el control del confl icto y de los desviados.

    Todo este escenario, toda esta forma de organizacin, tena la intencin de naturalizar el orden burgus y sera el sedimento para la bsqueda de una fundamentacin cientfi ca; argumento que ser en-contrado en el perodo inmediatamente posterior al iluminista y que como sntesis cerrar la etapa que estamos analizando.

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    3. Tercer Perodo (1815-1900). Positivismo. Criminologa Cientfi ca

    3.1. El pensamiento criminolgico: Darwin, Spencer, Gall. Lombroso, Ferri, Garfalo

    El pensamiento criminolgico de la clase ya no revoluciona-ria, sino conservadora del poder poltico-econmico -la burguesa in-dustrial- pretender ser un pensamiento no poltico, alejado de todo romanticismo utpico y cercano a toda conducta cientfi ca. Los po-sitivistas y su criatura, la criminologa biolgica, sern la sntesis, la negacin de la negacin dialctica que comprender sin anular a los dos perodos anteriores. La cuestin criminal se reducir a la fi gura del autor penalmente responsable. El delincuente y no el delito ser el objeto de estudio de los mdicos, biologicistas, antroplogos y policas que buscarn conductas patolgicas individuales para explicar el par confl icto-control y el desborde social provocado por la expansin de la revolucin industrial de la poca.

    Las preocupaciones por la salubridad, por la sexualidad y esen-cialmente por el control del ser humano que se produjo en el siglo XIX sentaron las bases para fundamentar la existencia de una inferioridad natural en todos los hombres que no compartieran las mismas carac-tersticas morales, religiosas, estticas, etc., de la burguesa.

    La teora evolucionista de Charles Darwin (1809-1882) desple-gada en El origen de las especies (1859) sin dudas ha infl uido; pero tambin, otros autores de la poca pensaban que los hombres per-tenecan a distintas especies y que como primera medida no deban cruzarse para evitar producir razas degene-radas. Fundamento esencial para el impul-so del racismo, ya que esta teora permita considerar a todo ser humano no blanco y no burgus inferior y, por lo tanto, fuera de toda consideracin fi losfi ca, humanita-ria, moral y religiosa. Como a un animal, su apropiacin, dominio y castigo seran formas naturales de tratamiento.

    Pero no fue Darwin el creador del denominado darwinismo so-cial, sino un importante autor del perodo que aplic los conocimientos de aqul sobre las especies al desarrollo evolutivo del ser humano: Herbert Spencer (1820-1903). Efectivamente, Spencer sostena que

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    las sociedades fueron evolucionando desde un estado primitivo hacia uno con mayor grado de civilizacin; teora que justifi caba el dominio

    de los burgueses ingleses en el orden interno y en el mundial. Serva para explicar que el Estado no deba interferir en la seleccin natural de los ms fuertes en el mercado; de lo contrario, al intervenir a favor de los ms perjudicados, slo provocara su empeo-ramiento porque evitara la produccin de tcnicas de superacin y supervivencia.

    Siendo ms las ciencias biolgicas que las creencias religiosas las que mayor aporte realizaron al desarrollo de la teora racista, no podemos dejar de mencionar a Franz Joseph Gall (1758-1828), iniciador de los estudios que se ocu-paban de observar, medir y comparar diferentes aspectos fsicos, en especial los crneos de los seres humanos -frenologa-. Segn el tamao y el desarrollo del crneo se determinaba que su porta-dor posea un tipo de personalidad o carcter pre-dominante que impulsaba su conducta social.

    Obviamente, al frenlogo le parecan muy interesantes los cr-neos de los delincuentes, llegando a estudiarse un universo de perso-nas que mostraban ciertas caractersticas propias de ellos y de nin-guna otra persona fuera de ese colectivo estudiado. As, se llega a explicaciones extraas como las que pregonaban que de la autopsia de los individuos considerados pendencieros surga que sus cabezas eran ms bombeadas y anchas que la de los cobardes, entre otras. El hecho es que para la frenologa la delincuencia no estaba determinada por un tema intelectual o moral, sino por un condicionamiento biolgi-co, por lo que los esfuerzos penales deban atender estas cuestiones y no tanto el hecho, que sera considerado como una mera consecuen-cia de la conducta enferma del individuo.

    En este orden, el mdico Cesare Lombroso (1836-1909) es con-siderado el fundador de la criminologa cientfi ca a travs de su obra El hombre delincuente (1876). Lombroso, como mencionamos con ante-rioridad, dej de lado el delito y se centr en el delincuente. Sostena que no exista diferencia entre ste ltimo, el loco y el que tena alguna insania moral. Tenan en comn algn grado de atavismo en su natu-raleza, idea que le surge de una de las tantas autopsias que realizaba; en este caso, la producida al delincuente Vilella. Escrutando su crneo crey haber encontrado una peculiaridad muy propia de los homnidos

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    no desarrollados -los monos- o de aquellos fetos que no completaron su desarrollo. Este atraso, este atavismo explicaba -segn crea e impuso por estos tiempos- la conducta del hombre delincuente, considerado un ser anormal y, lo que es muy importante, esta anormalidad es recono-

    cible en sus rasgos fsicos -ayuda indispensable para la polica cientfi ca-.

    Su teora explicativa de la conducta primitiva del hombre delincuente

    abonara las ideas racista ya presentes. De esta forma, la nueva disci-plina cientfi ca se concentra, gracias a la infl uencia de Lombroso, en el estudio clnico del individuo delincuente.

    Otro autor del movimiento italiano en materia criminal, Enrico Ferri (1856-1929), present una tesis en la que buscaba demostrar la fi ccin del libre albedro. A la teora de Lombroso le sumar la idea de la defensa social, por lo que la pena para este autor era una represin necesaria para defender el organismo social, debido a la peligrosidad de algunos individuos.

    En un recorrido ideolgico extrao, Ferri fue un socialista que se acerc al conservadurismo para terminar adhiriendo al fascismo. En una de sus obras principales, la Sociologa crimi-nal (1892) y, tambin en la posterior Principios de derecho criminal, deja en claro que el libre albedro no tiene lugar en el derecho penal y que la defensa social debe ser el objetivo de la justicia criminal. Ade-ms aport, entre otros temas, los tres tipos de fac-tores en la causalidad del crimen y la clasifi cacin de los criminales en cinco clases siendo considerado, en consecuencia, el divulgador de la versin ms conocida y elaborada del positivismo.

    La clasifi cacin de los delincuentes, justamente, hizo famosa a la escuela positivista. Ferri los separ en delincuentes natos, locos, ha-bituales, ocasionales y pasionales. Al delincuente nato lo consideraba como una persona no resocializable por poseer una carga congnita y natural hacia el delito; al loco, un individuo con una anomala psquica que lo lleva a delinquir; al habitual, un sujeto con tendencia a delinquir en forma frecuente; al ocasional, como a aqul que cede a la posibili-dad de delinquir pero que si el contexto no es el propicio abandona la idea de realizar tal accin; y, por ltimo, al pasional como un individuo con facilidad para exaltarse.

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    Lo interesante del desarrollo de la clasifi cacin de Ferri es que liga las conductas humanas, sean honestas o deshonestas, al ambien-te fsico y social que lo rodea. Lo que da cuenta de la subordinacin de la criminologa no slo a las cuestiones biolgicas, sino tambin a las sociolgicas. En defi nitiva, propone que bajo un riguroso mtodo cien-tfi co el proceso penal y todo el sistema deberan accionar en forma objetiva la defensa social ante el que est determinado a delinquir.

    Por ltimo, pero que no agota la cantidad de pensadores que inten-taban infl uir desde el positivismo italiano, Rafaelle Garfalo (1851-1934), a travs de su obra ms importante, Criminologa (1855), es-taba abocado a encontrar el concepto de delito natural; o mejor dicho, a demostrar la existencia del delincuente natural bajo una ideologa ms racista que cientfi ca. Entenda Garfalo que los delitos no son los mismos y que varan segn la sociedad. En realidad pensaba en las sociedades no europeas, a quienes las consideraba degeneradas. Por el contrario, las sociedades europeas eran las nicas capaces de

    poseer los sentimientos bsicos y naturales de piedad y probidad. Cuando el sentimien-to de piedad era lesionado se afectaba a la vida o a la salud y cuando se lesionaba el de probidad se atentaba contra la propiedad. Por lo tanto, para Garfalo los delincuentes naturales eran aquellas personas que vio-laban esos sentimientos. En este sentido, para estos individuos no existira medida de resocializacin posible. Inclusive, se cree que es el primero en utilizar el concepto de peligrosidad, al incluirlo en un artculo del

    ao 1878 y defi niendo a esta temerit -peligrosidad- como una actitud perversa constante y activa, debiendo ser la pena proporcional a la pe-ligrosidad del individuo y no al dao ocasionado. Por supuesto, estaba de acuerdo con la pena de muerte y con la expulsin de la sociedad del enemigo peligro.

    3.2. Corrientes criminolgicas positivistas. Italianos y franceses. Lacassagne

    Otras corrientes criminolgicas positivistas se desarrollaron en otros pases, siendo la francesa la que ms disputa intelectual le pro-puso a la italiana. En oposicin al inters antropolgico escrutado por los autores italianos, los franceses hacan ms foco en lo social. Es decir, como buenos positivistas, centraban la atencin en el hombre

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    delincuente pero mientras que los italianos pensaban que el hombre nace determinado, la escuela francesa sostena que ste se hace, se construye en sociedad. Esta diferencia provoc fuertes crticas ha-cia Lombroso y sumergi a los criminlogos franceses en el estudio del medio y no de la herencia del hombre delincuente, denominndose por estos lugares a la nueva disciplina como mesologa criminal, en vez de la antropologa criminal italiana.

    Esta escuela tuvo como fundador y autor notorio al mdico le-gista Alexandre Lacassagne (1843-1924), destacndose entre sus obras El hombre criminal comparado con el hombre primitivo (1882), donde expresa que el hombre criminal llega a este estado por degeneracin y no por el famoso atavis-mo, concepto que tom prestado del campo psiquitrico. Degeneracin de tipo patolgica que se puede desarrollar en un medio propi-cio -como los grmenes, los delincuentes no producen dao a menos que se encuentren en un medio propicio-, la teora de Lacassagne ha sido denominada teora microbiolgica del delito. El ambiente social es el medio en el que se cultiva la delincuencia, por lo que este autor sostena que en la etiologa del crimen existan dos factores que se combinaban para producir el hecho delictivo: el individual y el social.

    3.3. El positivismo en Argentina Jos Ingenieros

    En nuestra regin el positivismo aparece y se consolida luego de las luchas internas -en nuestro pas, despus de la derrota de Rosas en la batalla de Caseros- en donde el surgente paradigma de domina-cin centralizado se organiza bajo una estructura estatal conforme los dictados de la divisin internacional del trabajo. Para ello, el estableci-miento y enquistamiento de oligarquas terratenientes y extranjerizan-tes sern necesarias para abortar cualquier intento de creacin de una burguesa nacional y soberana como s lo haban propiciado los pases autodenominados centrales.

    Muchos autores han contribuido al desarrollo positivista en La-tinoamrica y en Argentina, particularmente. Por estos pagos el ele-mento comn, el delincuente enemigo, era el inmigrante, objeto de xenofobia y represin bajo la concepcin peligrosista positiva europea. Muestra acabada de esta actitud ha sido en la Argentina la Ley de Residencia de 1902 -vigente en el centenario, tan republicanamente

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    declamado en los ltimos aos- que autorizaba la expulsin de anar-quistas y de todo otro elemento indeseable proveniente del extranje-ro y obstaculizador del orden y el progreso.

    El ms destacado criminlogo positivista argentino, entre otros, ha sido Jos Ingenieros (1877-1925) que cumpli con las mximas

    sostenidas hasta hace muy pocos aos por profesores acadmicos que cuando vean que algn joven tena ideas de izquierda se rean socarronamente y explicaban que estaba bien que en la juventud se tuvieran esas ideas por-que eran un berretn de la propia inmadurez de esos aos juveniles, pero una vez que se sen-taba cabeza no exista alternativa poltica que la de ser conservador. Ingenieros de joven te-

    na preocupaciones socialistas y -se dice- hasta muy cercanas al anar-quismo, siendo miembro del Partido Socialista, secretario del fundador del partido, Juan B. Justo (1865-1928) y activo participante en huelgas mientras los dems positivistas las criminalizaban.

    Pero luego de especializarse mdicamente en patologas men-tales y siendo receptivo al pensamiento de Jos Mara Ramos Meja sentara cabeza y desde el rol de profesor en psicologa y desde el servicio de alienados de la Polica se convertira en el mayor apstol de la fe positivista en Argentina. Tanto es as que en 1907 fue nom-brado director del primer Instituto de Criminologa que, como anexo, funcionaba en la Penitenciaria Nacional de la calle Las Heras.

    En su tratado de Criminologa (1912) hace gala del cono-cimiento que tena sobre el positivismo mdico europeo -conoca la obra de Lombroso, pero tambin la de sus crticos- diferenciaba, como lo hacan los criminlogos franceses, a los delincuentes por sus anomalas morales -congnitas en los delincuentes natos, ad-quiridas en los habituales y transitorias en los ocasionales-; tambin por sus anomalas intelectuales -congnitas en las locuras constitu-cionales, adquiridas en las locuras adquiridas y transitorias en alco-hlicos u otros intoxicados- y, por ltimo, por sus anomalas volitivas -congnitas en los epilpticos, adquiridas en los alcohlicos crnicos y transitorias en los impulsos pasionales-.

    Como pionero en el sentido criminolgico positivista argenti-no, Ingenieros propuso un programa que esbozaba tres momentos: un momento etiolgico criminal que buscaba las causas biolgicas

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    y las determinadas por el ambiente; otro, que prev una clnica cri-minal para determinar la temibilidad del delincuente; y, por ltimo, el que contiene una teraputica criminal, la pena, que deba asegurar la defensa social a travs de medidas preventivas y el asilamiento en instituciones segn el grado de peligrosidad del delincuente.

    Como se puede observar, el positivismo, sntesis de la etapa que se acaba de describir, sostenido en la ciencia mdica y la crea-cin de instituciones represivas -cuerpo policial, penitenciario, etc.- y de aislamiento -hospitales, hospicios, manicomios-, sienta las bases del discurso de dominacin poltico, econmico y social de la burgue-sa en la cima del proceso de toma de decisiones. Esto cambiar en la prxima etapa, cuando se analice, en el siglo XX el surgimiento del capitalismo imperial, con su propia criminologa que estar basada ms que nada en la cuestin social que en la individual, pero que mantendr los pilares ideolgicos, polticos y econmicos de los tres perodos analizados de esta etapa. La criminologa europea cruzar el atlntico y ser el escenario estadounidense el que desplegar una nueva visin criminolgica. De un contexto en decadencia -el euro-peo- se pasar a estudiar al delincuente en un tejido social marcado por el ingreso masivo de inmigrantes a un pas consolidado en el modelo industrial -Estados Unidos-, luego de dirimir esa disputa en la guerra civil de fi nes del siglo XIX.

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    Bibliografa

    ANITUA , Gabriel Ignacio. Historia de los pensamientos criminol-gicos, Editores del Puerto S.R.L. (2006), primera edicin, Buenos Aires, Argentina.

    CIAFARDINI , Mariano. Globalizacin. Tercera (y ltima) etapa del capitalismo, Ed. Luxemburg, (2011), primera edicin, Buenos Aires, Argentina.

    MARX , Karl - Engels Friedrich. La Ideologa Alemana, Nuestra Amrica (2010), primera edicin, Buenos Aires, Argentina.

    ZAFFARONI, Eugenio Ral. La palabra de los muertos. Conferencias de criminologa cautelar, Ediar, (2011), primera edicin, Buenos Aires, Argentina.