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REVISTA SEMESTRAL DE LA ESCUELA DE CIENCIAS AMBIENTALES diciembre 2012 • issn: 1409-2158 Costa Rica y el mundo ante el cambio climático

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Page 1: Costa Rica y el mundo ante el cambio climático Semestral de la Escuela de Ciencias Ambientales 3 Sumario Editorial. ¿Detener el calentamiento global con las artes de Al Gore? José

revista semestral de la escuela de ciencias ambientalesdiciembre 2012 • issn: 1409-2158

Costa Rica y el mundo ante el cambio climático

Page 2: Costa Rica y el mundo ante el cambio climático Semestral de la Escuela de Ciencias Ambientales 3 Sumario Editorial. ¿Detener el calentamiento global con las artes de Al Gore? José

Diciembre 2012 - Nº 44 - ISSN 1409-2158Ambientales, revista semestral de la Escuela de Ciencias Ambien-

tales de la Universidad Nacional, fue creada en 1980. Su objetivo

es estimular y difundir la investigación y la discusión científica en

el campo de lo ambiental. Publica resultados de investigación re-

ferentes a situaciones ambientales y, secundariamente, ensayos

teóricamente consistentes con algún enfoque científico atinentes

a problemas de ese mismo ámbito temático. Se dirige principal-

mente a académicos, estudiantes de nivel superior y funcionarios

e integrantes de organizaciones gubernamentales y no guberna-

mentales con competencias en lo ambiental.

Revista semestral de laEscuela de Ciencias Ambientales, Universidad NacionalTeléfono: (506) 2277-3688Fax: (506) [email protected] postal: 86-3000Heredia, Costa Rica www.ambientico.una.ac.crConsejo editor Marielos Alfaro, Universidad NacionalGerardo Budowski, Universidad para la PazEnrique Lahmann, UICNEnrique Leff, Universidad Nacional Autónoma de MéxicoOlman Segura, Instituto Nacional de Aprendizaje Rodrigo Zeledón, Universidad de Costa Rica Director y editor Eduardo Mora, Universidad NacionalFotografía www.galeriaambientalista.una.ac.cr Asistencia Rebeca Bolaños Foto de portada:Tomada de ciudadania-express.comDescripción: Huracán Carlota, costa de México

COSTA RICA YEL MUNDO ANTE ELCAMBIO CLIMÁTICO

Ambientales/ Escuela de Ciencias Ambientales.—No. 44 (2012) – Heredia, C.R.

Semestral

1. Ecología Publicaciones periódicas. I. Universidad Nacional. Escuela de Ciencias Ambientales.

634.9C569C

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Revista Semestral de la Escuela de Ciencias Ambientales3

SumarioEditorial.

¿Detener el calentamiento global con las artes de Al Gore?

José A. RetanaEventos hidrometeorológicos extremos

lluviosos en Costa Rica desde la perspectiva de la adaptación al cambio en

el clima

Roberto JiménezEnfoque y propuestas de política para

enfrentar el cambio climático

José R. RojasAnálisis de las amenazas e implicaciones del cambio climático sobre los tiburones

Armando Escobedo-Galván, José A. Retana, Cristina Méndez y José González-Maya

Efecto potencial del cambio climático en la proporción de sexos del caimán

en Costa Rica

Raquel SalazarManejo de la demanda eléctrica para aumentar la sostenibilidad del sector

eléctrico en Costa Rica

Normas editoriales

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3

¿Detener el calentamiento global con las artes de Al Gore?

EDItoRIAl

Editorial: Costa Rica y el mundo ante el cambio climáticoISSN 1409-2158. Ambientales 44 |Pp. 3-4|

El calentamiento global causado por los ga-ses de efecto invernadero que ciertas ac-tividades humanas generan fue por fin

aceptado como una realidad, por los expertos en climatología y los científicos de campos afines, en el segundo lustro de los años ochenta del siglo XX. Como consecuencia casi inmediata, en 1988 la Organización de Naciones Unidas y la Organiza-ción Meteorológica Mundial fundaron el Panel In-tergubernamental sobre Cambio Climático para monitorear e interpretar el cambio en el clima; y una década después, en 1998, con auspicio nueva-mente de Naciones Unidas se estableció el Proto-colo de Kioto, firmado por casi todos los países del mundo, cuyo propósito es revertir la tendencia al aumento de los gases de efecto invernadero. Des-de entonces, el conocimiento de la problemática del calentamiento mundial ha avanzado sustan-cialmente y los medios de comunicación, la opi-nión pública y los políticos se han puesto bastante al tanto.

El papel de los medios de comunicación ante la problemática del cambio climático es conside-rado sumamente importante por su función de divulgación de los hallazgos científicos corres-pondientes y, concomitantemente, por su obvia influencia en la opinión pública. Y es que se cree que la presión que la opinión pública ejerza sobre los líderes de la política y de la economía puede

ser clave para que se acometan programas de ac-ción que verdaderamente frenen el aumento de la emisión de gases de efecto invernadero.

Los políticos ambientalistas y las organiza-ciones ambientalistas tienen muy claro que sin el involucramiento cognitivo y afectivo de la opinión pública la clase política y la clase capitalista no actuarán suficientemente contra las causas del cambio del clima, por lo que nunca será dema-siado lo que los comunicadores profesionales co-muniquen sobre esa problemática, siempre que lo hagan hábilmente.

La eficacia de la comunicación que cualquier medio (TV, prensa, radio…) establece con la am-plia opinión pública en enorme medida estriba en impactarla emocionalmente y entretenerla para realmente mantener su atención, y esto es difí-cil cuando de lo que se trata es de informarle de asuntos de dificultosa comprensión y para nada divertidos, como la problemática del cambio cli-mático. Fuera de los mensajes muy cortos con for-mato de anuncio publicitario, en los que por cierto la información transmitida es absolutamente mi-serable, eso es muy duro de lograr.

Excepcionalmente sí lo lograron Davis Gu-ggenheim, reconocido y laureado cineasta, y Al Gore, quien ante la galería se llevó todos los aplausos. Ellos, en 2006, hicieron en DVD el do-cumental “Una verdad incómoda”, en el que Gore

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Editorial4

Diciembre 2012. Número 44

Revista Semestral de la Escuela de Ciencias Ambientales

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5

“actúa” y pone los textos y el otro sordamente di-rige. Ese año la obra ganó el Oscar al mejor do-cumental, y el año siguiente Gore ganó el Premio Nobel de la Paz por su aporte al enfrentamiento del cambio climático y también el Premio [espa-ñol] Príncipe de Asturias por una razón similar. Y es que, efectivamente, en ese momento y aún varios años después el documental conmocionó a los ambientalistas de todo el mundo y a otros que todavía no lo eran, o no lo eran mucho hasta entonces pero luego sí más, y removió emociones y conciencias y cambió la actitud de numerosos políticos. El modo de comunicar de Guggenheim y Gore debiera ser seguido por muchos, para tal vez posicionarnos mejor contra el cambio climático.

Es incómoda la verdad de que para comu-nicar eficazmente a la opinión pública sobre el complejo tema del calentamiento global haya que ponerse al (más o menos bajo) nivel de la TV. Per-mítase aquí recordar aspectos básicos del docu-mental de Gore y Guggenheim a fin de vislumbrar qué es lo que hay o no que hacer para abortar la catástrofe.

Como en todos los programas de TV actua-les, en “Una verdad incómoda” la “personaliza-ción” está muy marcada: En este caso el relato del cambio climático -que es claro y conceptualmente preciso, pero resumible en 10 minutos aunque la película dure una hora y media- se entrelaza o funde con el relato de los más conspicuos pasajes de la vida de Al Gore: como padre, hijo y herma-no amantísimo, como político de linaje impoluto y sobresaliente mundialmente, como miembro de una familia acaudalada que practica la respon-sabilidad social empresarial y como incansable ambientalista. El “científico” y el ambientalista expositor se fusionan con el político y la perso-na honorabilísima que él es. El personaje es tan admirable que nadie osaría poner en duda lo que sostiene respecto del cambio climático ni nadie podría sospechar intereses torcidos o malicia de su parte. Pero, a la vez, sus fuentes científicas no

son informes helados e impersonales que enfria-rían y alejarían al espectador televisivo común, sino que -dice Gore varias veces- sus fuentes son (más “personalización”) científicos “amigos” su-yos, ardid este que hace al público aproximarse inmoderadamente a las verdades que él pregona sin que su exposición pierda nada de legitimidad. El auditorio o recinto en que Gore expone, y donde están las cámaras, se confunde con un plató de TV (se parecen excesivamente), y el público invitado allí presente (presente en el plató, como en uno de TV) se comporta con la alegría y el desenfado propios del público presente en los “talk shows” y “reality shows”, lo cual en el espectador teleadicto desata un irreprimible sentimiento de familiari-dad, solo que en este caso el “talk show” es un mo-nólogo o un “stand-up comedy” muy ameno y fácil de tragar, cargado de recursos pedagógicos que convierten la disertación del conferencista y actor en diversión, aunque antes que pedagógicos sean acaso más recursos de entretenimiento. Encima de eso, la exposición de Gore va entreverándose con vistas espectaculares de huracanes, de glacia-res y de otros paisajes naturales hasta hacer del mensaje (la película) un espectáculo de “goce” vi-sual. Como todos los programas de TV, de princi-pio a fin y sin falta, “Una verdad incómoda” apela a la emoción del espectador, en ocasiones despre-ciando la razón, o haciendo uso del patrioterismo para zarandear afectivamente al espectador raso, como cuando se afirma que por el calentamiento global el monumento en memoria de los muertos en el ataque terrorista al World Trade Center, en 2001 en New York, quedará borrado por las aguas.

En cuanto a su cometido, la obra de Gore y Guggenheim es magistral; caro aporte a la causa en contra del calentamiento global. Que la lucha por la supervivencia se dé por todas las vías. El entretenimiento es la continuación de la política por otros medios; o sea, por los medios.

Resumen Los eventos hidrome-teorológicos extremos que provocan mayores impactos por exceso de lluvias en Cos-ta Rica son los huracanes del Caribe (efectos indirectos), los sistemas de bajas presio-nes y los frentes fríos. Los huracanes son los fenómenos que individualmente generan más precipitación. La mayor frecuencia de aparición es en-tre septiembre y noviembre y sus impactos normalmente se presentan en la vertiente del Pacífico. Los frentes fríos son los fenómenos más fre-cuentes. Se concentran entre diciembre y enero e impactan la Región Norte y el Caribe. Los sistemas de bajas presio-nes se presentan principal-mente entre abril y noviem-bre y sus efectos se pueden sentir tanto en el Caribe como en el Pacífico. Los fren-tes fríos tienden a disminuir, lo que provocará escenarios más secos en el Caribe y la región Norte entre los meses de noviembre y febrero. Los sistemas de bajas presiones

Eventos hidrometeorológicos extremos lluviosos en Costa Rica desde la perspectiva de la adaptación al cambio en el clima

José Alberto Retana

El autor, ingeniero agrónomo, es investigador en climatología aplicada en el Instituto Meteorológico Nacional de Costa Rica.

Summary The indirect effects from a Caribbean hurri-cane, low pressure systems and cold fronts, are the Extreme Hydrometeoro-logical Events (EHE) that cause greater impacts due to excessive rains in Costa Rica. Hurricanes are the events that individually generate more precipita-tion. The highest frequency is between september and november and its impacts are in the Pacific side. Cold fronts are the most common phenomena. Usually, they are concentrated between december and january and impact the northern and the Caribbean regions. The low pressure system occurs between April and Novem-ber and its effects can be felt in the Caribbean and the Pacific. Cold fronts tend to decrease. That means progressive drier scenar-ios in the Caribbean and Northern Region between november and february. The low pressure systems

Introducción

El clima debe ser entendido desde una nueva perspectiva con el fin de ade-cuar su significado al marco del ac-

tual calentamiento global y a las acciones de adaptación que se deben emprender. Clásicamente, el clima se ha conceptuali-zado como el valor medio de los diferentes elementos meteorológicos que caracterizan una región. La Organización Meteorológica Mundial (OMM) ha recomendado un regis-tro de por lo menos 20 años para obtener promedios robustos de los valores climáti-cos. Hasta hace poco tiempo, esta definición monolítica soportaba la idea de un clima poco cambiante, estable y constante en el tiempo. Sin embargo, durante la segunda mitad del siglo XX se produjo una gran canti-dad de estudios científicos sobre variabilidad climática que surgieron a partir de la influen-cia de las fases de El Niño Oscilación Sur. El aumento del conocimiento de El Niño y los diferentes fenómenos de variabilidad climá-tica empezaban a erosionar el mal entendi-do concepto de un clima estático. A finales del siglo pasado, los pensamientos, teorías y primeros estudios sobre el cambio climático

J. Retana. “Eventos hidrometeorológicos extremos lluviosos en Costa Rica desde la perspectiva de la adaptación al cambio en el clima”, Ambientales No. 44, diciembre 2012. Costa Rica. Págs. 5-16.

[Fecha de recepción: abril, 2012. Fecha de aprobación: julio, 2012.]

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Eventos hidrometeorológicos extremos lluviosos en Costa Rica desde la perspectiva de la adaptación al cambio en el clima

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evoluciona y cambia, transformando la vida que de él depende. Las variaciones del clima sosteni-das en el tiempo hacen migrar especies, fortale-cer y desaparecer otras, transformar y adaptar aquellas de respuestas elásticas. El clima es un modulador de vida.

Una de las características de este clima os-cilante y que más influye en los sistemas de vida es los eventos extremos. Algunos autores (IPCC, 2007; Houghton et al., 2001) los definen como fe-nómenos raros en determinado lugar y época del año con bajas frecuencias de aparición de acuerdo a su curva de distribución estadística. De acuerdo con esta definición, las granizadas en los cerros altos de Costa Rica son eventos extremos. Sin embargo, en la actualidad los eventos extremos están referidos principalmente por la magnitud del impacto y no tanto por la frecuencia con que aparecen (IMN-CRRH, 2008; DPA 2007, citan-do reportes de la OMM; Salinger and Penehuro, 2005). Dependiendo de la magnitud del fenómeno y la vulnerabilidad del sistema, el impacto final puede ser catastrófico, afectando sensiblemente la estabilidad socioeconómica de los países. Por

tanto, el efecto indirecto de un huracán en Cos-ta Rica puede ser considerado un evento extremo solo si causa un impacto negativo en los sistemas, aun cuando el fenómeno atmosférico sea frecuen-te durante los meses de junio a noviembre en la cuenca del Caribe.

Los eventos extremos deben ser entendidos en tres direcciones: el fenómeno de variabilidad climática que se presenta, su intensidad y su con-secuencia. De esta forma, no todos los fenómenos meteorológicos de variabilidad climática produ-cen un evento extremo. Un frente frío puede solo generar un aumento en la velocidad de los vientos y baja temperatura sin que la precipitación aso-ciada a él cause mayores impactos. Un evento de El Niño no siempre trae como consecuencia una sequía. El paso de un huracán cerca de nuestras costas no representa siempre una inundación. Incluso, fenómenos meteorológicos de moderada intensidad pueden desencadenar desastres en un sistema altamente vulnerable. Por tanto, fenó-meno, magnitud y consecuencia hacen en su con-junto un evento extremo.

Ahora bien, los eventos extremos pueden estar referidos a cualquier elemento del clima,

desde la precipitación hasta la tem-peratura o el viento. Los eventos hi-drometeorológicos extremos están re-feridos solo a aquellos que involucran alguna forma de precipitación (líqui-da o sólida) y relacionados con sus valores umbrales o extremos, tanto el déficit como el superávit. Los even-tos hidrometeorológicos extremos que producen un exceso de lluvia en Costa Rica pueden ser producto de frentes fríos, tormentas locales o efectos in-directos de sistemas ciclónicos, entre muchos otros. Sus consecuencias van desde inundaciones hasta erosiones edáficas y estructurales por arrastre o fricción de agua.

y huracanes del Caribe tam-bién tienden a disminuir, sin embargo la tendencia de los últimos 30 años muestra un leve aumento. Estas carac-terísticas de los eventos hi-drometeorológicos extremos debe ser base para estrate-gias de adaptación sectorial.

Palabras clave: eventos ex-tremos, variabilidad climáti-ca, cambio climático, adapta-ción.

and hurricanes in the Carib-bean, also tend to decrease, but the trend of the past 30 years shows a slight in-crease. These features of the EHE should be the basis for adaptation strategies.

Key words: extremes events, weather variability, climate change, adaptation.

acuñados en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático descubren la verdad de un clima dinámico, evolutivo y altamente sensible a motores de cambios exógenos como la radiación so-lar, cambios orbitales de la Tierra, y a cam-bios endógenos como la actividad volcánica y las acciones contaminantes del hombre.

El clima es la expresión final de un conjunto de elementos atmosféricos que va-rían su magnitud desde valores centrales hasta extremos. Las oscilaciones de estos elementos a lo largo del tiempo han contri-buido a modelar paisajes a través de su ac-ción erosiva, de arrastre y sedimentación. Han dado soporte a ecosistemas complejos, donde las interrelaciones de sus miembros han sido construidas a lo largo de cientos de años de coexistencia bajo rangos climá-ticos específicos. Han definido también el curso de las actividades productivas del hombre, condicionando patrones sociales y culturales, impregnando un aire particular a cada región del planeta. El clima varía,

Río Sixaola Costa Rica. Comisión Nacional de Emergencias Quepos, Costa Rica. Comisión Nacional de Emergencias

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Eventos hidrometeorológicos extremos lluviosos en Costa Rica desde la perspectiva de la adaptación al cambio en el clima

José Alberto Retana 98

tabla 1. Estaciones meteorológicas seleccionadas.

N° Región climática Estación Número Latitud Longitud Promedio precipi-

tación anual (mm)

1

Región Norte

San Miguel de Sarapiquí 69506 1019 8411 4429

2 Ciudad Quesada 69510 1020 8426 4542

3 Zarcero 69512 1011 8424 1695

4 Quebrada Azul 69515 1024 8428 3296

5 Upala 69538 1054 8501 2409

6

Pacífico Norte

Peñas Blancas 69534 1113 8537 1745

7 Nicoya 72101 1000 8520 2158

8 Santa Cruz 74003 1016 8535 1754

9 Liberia 74020 1036 8532 1590

10 Tilarán 76002 1028 8458 1965

11 Monteverde 78002 1018 8448 2545

12 San Miguel de Barranca 80002 1000 8442 2015

13 Cascajal de Orotina 84067 1000 8358 2607

14

Pacífico Central

Palo Seco 88004 932 8418 3035

15 Pócares 90001 931 8415 2901

16 Quepos 90003 926 8409 3829

17 Cerritos 90005 930 8409 3917

18 Bartolo 92001 926 8406 3890

19 Llorona 92002 924 8405 3910

20

Pacífico Sur

Palmar Sur 98002 857 8328 3623

21 San Vito 98007 850 8259 3686

22 Repunta 98009 918 8339 2598

23 Cedral 98010 922 8333 4328

24 Golfito 100034 839 8311 4982

25 Coto 47 100035 836 8259 4056

26 Coto 44 100058 835 8259 3962

27 Coto 49 100062 838 8259 4459

Los eventos hidrometeorológicos extremos lluviosos en el futuro tienen una alta probabili-dad de que aumenten su frecuencia y magnitud como producto del calentamiento global (IPCC, 2007; Klein et al., 2009). Obviamente, el compor-tamiento medio de los elementos climáticos va a cambiar en un futuro, si sus extremos varían. Aquí tenemos entonces dos panoramas de adaptación: uno a largo plazo marcado por la variación de las clases centrales del clima, donde las medidas de adaptación autónoma propia de la evolución de los sistemas aparecerán espontáneamente; y, por otra parte, la urgencia de una adaptación a corto plazo, por motivo de la variación de las clases ex-tremas del clima que son más desgastantes que las variaciones medias, exige una mayor planifi-cación y comprensión. Ante ambos panoramas el conocimiento del clima actual, la experiencia pa-sada por la atención de emergencias y las proyec-ciones modeladas del clima futuro, son las prime-

ras armas para diseñar una estrategia coherente de adaptación. Nos enfrentamos a un conjunto de episodios meteorológicos de gran magnitud, sos-tenidos en el tiempo, que son altamente erosivos del sistema social y productivo, pudiendo debili-tar cualquier orden social no preparado.

En este artículo se presentan características importantes de los tres eventos de lluvia extrema más importantes en nuestro país, sus tendencias en las últimas décadas y las perspectivas futuras proyectadas por los escenarios de cambio climá-tico. Este detalle de información puede servir de base para la toma de decisiones que deben ane-xarse a estrategias de adaptación sectorial ante el cambio de clima.

Metodología

De la base de datos sobre eventos extremos del Instituto Meteorológico Nacional (IMN) se extrajo información sobre huracanes, bajas pre-siones y frentes fríos que han impactado al país entre 1980 y 2007. La fuente de información de esta base de datos son los boletines meteorológi-cos mensuales, y se hace referencia solo a eventos hidrometeorológicos que han causado algún im-pacto en la economía o la sociedad costarricenses. A partir de la ubicación temporal y espacial de los fenómenos atmosféricos, se estableció una re-lación con el percentil 90 de la precipitación men-sual y anual de 48 estaciones meteorológicas de la base de datos del IMN, representativas de las zonas afectadas. Las estaciones meteorológicas seleccionadas cuentan con un registro cercano a los 50 años (1960-2010) y permiten tener una co-bertura aceptable del territorio nacional, dividido en las seis regiones climáticas (tabla 1). La mayor parte de estas estaciones no presentan cambios tecnológicos ni de ubicación, a pesar de lo cual al-gunas han variado a formato automático y otras han cerrado entre el 2008 y el 2010.

Río Sixaola, Costa Rica. Comisión Nacional de Emergencias

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Diciembre 2012. Número 44 Revista Semestral de la Escuela de Ciencias Ambientales

Eventos hidrometeorológicos extremos lluviosos en Costa Rica desde la perspectiva de la adaptación al cambio en el clima

José Alberto Retana 1110

N° Región climática Estación Número Latitud Longitud Promedio precipi-

tación anual (mm)

28

Región Central

Sanatorio Durán 73011 956 8353 1478

29 Linda Vista 73018 950 8358 1431

30 Pacayas 73022 955 8349 2224

31 Paraíso 73024 950 8352 1863

32 Villa Mills 73033 934 8343 2632

33 Asunción 83003 954 8310 3908

34 San José 84000 956 8405 1896

35 La Argentina 84003 1002 8421 2083

36 Atenas 84004 959 8423 1880

37 Avance, Tres Ríos 84005 956 8358 2565

38 Hacienda Concepción 84006 955 8400 2402

39 Naranjo 84016 1006 8423 2369

40 Rancho Redondo 84018 957 8357 2484

Los frentes fríos se presentan entre no-viembre y marzo, pero excepcionalmente se han registrado en forma temprana en octubre (1989, 1990), o tan tarde como abril o mayo (2000-2005 y 1992). Los meses de mayor probabilidad de apari-ción son diciembre y enero. Los sistemas de bajas presiones se distribuyen más uniformemente a lo largo del año, pudiendo presentarse desde enero hasta diciembre, siendo entre abril y noviembre el período de mayor probabilidad de aparición. Los huracanes tropicales del Caribe se concentran entre junio y noviembre y es entre septiembre y noviembre cuando la probabilidad de su influen-cia es mayor. Cada uno de estos tres eventos tie-ne un espacio geográfico de afectación. Mientras que los frentes fríos impactan sobre las regiones Norte y Caribe y ocasionalmente la Central, los sistemas ciclónicos que se producen en el Cari-be (desde bajas presiones, tormentas tropicales y huracanes tropicales) normalmente impactan so-bre el litoral pacífico de Costa Rica. Los sistemas de bajas presiones pueden presentarse tanto en el mar Caribe como en el océano Pacífico y sus efec-tos se localizan en la vertiente correspondiente.

Tal y como se presenta en la figura 2, no existe proporcionalidad entre la frecuencia de aparición de estos eventos y su aporte individual a la lluvia anual. Los frentes fríos son los fenó-menos más frecuentes para el período estudiado, pero no son el evento que individualmente pro-duce más lluvia. Mientras que entre 1980 y 2007 los frentes fríos aparecieron en un 37% del total de casos de eventos hidrometeorológicos extre-mos, cada frente frío aportó a la lluvia anual tan solo un 3%. Por otra parte, el huracán tropical es el fenómeno que individualmente aporta más lluvia. Su frecuencia de aparición en el período de estudio fue de apenas un 11%, pero el aporte de cada uno de estos eventos fue de un 6% de la lluvia anual. A pesar de ser sistemas ciclónicos que generan vientos de gran velocidad (desde 118 a 249 km/h), el impacto que se percibe en Costa

Rica es indirecto, por lo que el efecto que se pro-duce es básicamente debido a la gran cantidad de agua precipitada. De acuerdo con Pacheco (2011), los huracanes Joan (1988), César (1996), Mitch (1998) y Tomás (2010) han sido cuatro de los más destructivos que han afectado al país. Tomás es el sistema que mayor precipitación provocó durante los cinco días de afectación: 1 800 mm promedio por estación meteorológica (Pacheco, 2011), y dejó las mayores pérdidas económicas en la historia: 142 mil millones de colones (Alfaro, 2011).

Figura 2. Frecuencia (número de eventos entre 1980-2007) y magnitud (precipitación que excede el promedio por evento individual) de tres tipos

de fenómenos meteorológicos.

En el caso de los sistemas de bajas presio-nes, al año se pueden presentar más de dos de ellos que pueden generar eventos extremos. Su ventana de aparición es amplia, ocho meses, y su poder de descarga es significativo. Muchas de las emergencias que se atienden en el país producto de inundaciones han sido generadas por sistemas de bajas presiones frente a nuestras costas. De acuer-do con lo que reporta Flores et al. (2010), el 14% de los eventos de lluvias fuertes (excluyendo eventos ciclónicos) que han provocado situaciones de emer-gencia en el período 1988-2009 se pueden asociar con sistemas de bajas presiones. En el cuadro 2 se presentan algunas estadísticas de estos tres fenó-menos océano-atmosféricos cuando han generado eventos extremos.

Se trabajó con los valores mensuales de llu-via ya que, de acuerdo con Retana y Villalobos (2000, 2003) y Retana (2010), normalmente se puede capturar la señal de los eventos extremos diarios en los valores mensuales e incluso anua-les. Se parte del supuesto de que la lluvia que ex-cede el promedio mensual corresponde con la llu-via aportada por el fenómeno de variabilidad. De esta forma se caracterizó cada evento en cuanto a su magnitud, frecuencia de aparición, aporte al total de la lluvia anual, regiones del país históri-camente más afectadas y tendencia histórica del período de estudio. Las características de estos eventos extremos se relacionaron con algunos de los resultados generados por estudios de escena-rios de cambio climático para Costa Rica desarro-llados por Alvarado et al. (2011).

Resultados

Período 1980-2007 De acuerdo con lo ya observado por IMN-

CRRH (2008), los tres fenómenos océano-atmos-féricos que causan mayor impacto por lluvias en el país son los sistemas de bajas presiones, el im-pacto indirecto de huracanes del Caribe y los fren-tes fríos. En la figura 1 se presenta la frecuencia mensual de cada uno de estos eventos.

Figura 1. Frecuencia mensual de tres fenóme-nos meteorológicos. 1980-2007. Costa Rica

(IMN-CRRH, 2008).

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Diciembre 2012. Número 44 Revista Semestral de la Escuela de Ciencias Ambientales

Eventos hidrometeorológicos extremos lluviosos en Costa Rica desde la perspectiva de la adaptación al cambio en el clima

José Alberto Retana 1312

Figura 4. Tendencia anual de sistemas de baja presión asociados con eventos extremos en

Costa Rica.

Figura 5. Tendencia anual de huracanes tropi-cales del Caribe asociados con eventos extremos

en Costa Rica.

Los frentes fríos muestran una tendencia de disminución en las dos últimas décadas. Zárate (2005), IMN-CRRH (2008) y Alvarado (2011) con-cuerdan en que los frentes fríos han disminuido en la región centroamericana. De hecho, el ciclo 2011-2012 se caracterizó por la ausencia casi to-tal de frentes que impactaran nuestro país. Solo se presentó uno en enero de 2012 cercano a Costa Rica y provocó inundaciones aisladas en Guatuso (IMN 2011, 2012).

Los sistemas de bajas presiones y huracanes del Caribe tienen una leve tendencia de aumento, aunque no es significativa. Igualmente, Alfaro y Quesada (2010) no encuentran evidencia estadís-

tica del aumento en el número de huracanes en el Caribe que afecten a Costa Rica. El IPCC (2007) advierte que los cambios en la frecuencia e inten-sidad de tormentas tropicales y huracanes están influenciados por la gran variabilidad que se ha presentado. Aun así, el número de huracanes en el Atlántico Norte ha estado por encima de su va-lor promedio en los últimos años.

Perspectivas

Alvarado et al. (2011) actualizaron el esce-nario climático futuro para Costa Rica mejorando la resolución espacial. Una de las explicaciones que los autores dan para justificar el resultado de una disminución de la precipitación en la región Norte y el Caribe entre los meses de noviembre y febrero es precisamente la disminución en la in-cursión de frentes fríos a nuestro país. El análi-sis de los resultados modelados matemáticamen-te concuerda con lo observado en los últimos 27 años. La tendencia es coherente entre lo observa-do y lo proyectado.

En el caso de los sistemas de baja presión y los efectos indirectos de huracanes en el Cari-be, Alvarado et al. (2011) no particularizan su comportamiento. Sin embargo, de acuerdo con las disminuciones de la precipitación simuladas por el modelo para la temporada de lluvias de las re-giones del Pacífico, los autores suponen condicio-nes similares pero más permanentes a las que se producen cuando se desarrolla un fenómeno de El Niño: el monzón desaparece, lo mismo que los oes-tes ciclónicos (debido a la ausencia de huracanes en el mar Caribe). Esta proyección no concuerda con las tendencias mostradas en los últimos años.

Conclusiones

En términos de adaptación, las evidencias presentadas pueden ser base para conducir ac-ciones coherentes. Evidentemente, se debe hacer

Cuadro 2. Características de eventos hidrometeorológicos extremos lluviosos. Costa Rica. 1980-2007.

Fenómeno

Número de eventos promedio por año

Aporte de lluvia con relación al promedio anual (%)

Meses de mayor fre-

cuencia

Regiones climáticas más afectadas

tiempo de afectación promedio

(días)

Frente frío 4 3,4 De diciem-bre a enero

Caribe, región Norte y valle Oriental 2,8

Baja pre-sión

2 4,9 De abril a noviembre

Pacífico Norte, Pa-cífico Central, valle

Occidental2,9

Huracán tropical del

Caribe1 6,5

De sep-tiembre a noviembre

Pacífico Central, Pa-cífico Norte y región

Norte4,0

tendencias

Un período de registro de eventos hidrome-teorológicos de 30 años por sí solo no puede ser un indicador del cambio climático a pesar de que los valores promedio hayan variado. Se requieren registros más extensos que capturen señales de variabilidad climática de muy amplia frecuencia para obtener estadísticas robustas que justifiquen los cambios encontrados. Sin embargo, esto no quiere decir que la información de estos registros no deba ser utilizada en el tema del calentamiento global actual. Los cambios y las tendencias de los eventos extremos se deben entender como uno de los retos más importantes que enfrenta nuestra sociedad en el marco del cambio de clima (Klein et al., 2009).

Las tendencias de fenómenos que eviden-cien alteraciones importantes en los eventos hi-drometeorológicos extremos deben ser base para establecer planes, programas y estrategias de adaptación en el corto y mediano plazo. No se puede esperar a encontrar la explicación sobre el origen de un evento para tomar medidas precau-torias ante sus efectos. Además, hasta que no se altere la dinámica atmosférica a raíz del calenta-

miento global, los fenómenos de variabilidad que hemos conocido se seguirán presentando en las próximas décadas. En el caso de los tres fenóme-nos de variabilidad analizados en este estudio las tendencias estadísticas se presentan en las figu-ras siguientes.

Figura 3. Tendencia anual de frentes fríos aso-ciados con eventos extremos en Costa Rica.

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Diciembre 2012. Número 44 Revista Semestral de la Escuela de Ciencias Ambientales

Eventos hidrometeorológicos extremos lluviosos en Costa Rica desde la perspectiva de la adaptación al cambio en el clima

José Alberto Retana 1514

análisis más profundos y dar seguimiento a los resultados. La tendencia pasada y la proyección futura sobre el impacto de frentes fríos presentan el mismo signo. Esto quiere decir que la varia-bilidad climática experimentada en las últimas décadas se seguirá repitiendo con una tendencia continua de disminución. De hecho, existen evi-dencias documentadas de recientes sequías en la zona que han impactado negativamente la activi-dad agropecuaria, principalmente la producción de granos básicos (Retana et al. 2011; Retana, Al-varado y Pacheco, 2009). La disminución de fren-tes fríos va a alterar el equilibrio ecológico de una zona que históricamente se ha caracterizado por su humedad constante durante casi todo el año.

Si bien los problemas de inundaciones pueden verse disminuidos, el impacto de períodos secos repetitivos en los sectores usuarios del recurso hí-drico van a minar progresivamente la economía y los medios de vida de los pobladores de la región Norte y el Caribe.

En el caso de sistemas ciclónicos, la ten-dencia pasada de sistemas de bajas presiones y huracanes del Caribe no presenta el mismo signo que se podría deducir de las proyecciones futuras presentadas por Alvarado et al. (2011). Mientras que las primeras aumentan, las segundas parece que disminuyen. Asumiendo que las proyecciones futuras sean ciertas, esto quiere decir que aún no hemos entrado en una señal de cambio de clima.

De hecho, en estos momentos no existe eviden-cia de que todos los elementos climáticos tengan ya una señal evidente de cambio. En este aspecto solo la temperatura nocturna parece haber inicia-do una tendencia acorde con la teoría del cambio climático en algunas regiones del planeta (Agui-lar et al. 2005). Ahora bien, si se considera que el corto plazo es una extensión de la experiencia reciente, las tendencias de este tipo de eventos hidrometeorológicos extremos lluviosos pueden ser un insumo de planificación de actividades y estrategias de adaptación en las zonas que histó-ricamente han sido más afectadas por este tipo de eventos, los cuales se seguirán presentando.

El aumento de los desastres por fenómenos hidrometeorológicos relacionados con lluvias in-tensas es evidente y demostrable (Alfaro y Que-sada, 2010; Flores et al., 2010; CNE, 2010). Las últimas tres décadas han marcado un ascenso en los eventos hidrometeorológicos extremos, que evi-dentemente han respondido a fenómenos de varia-bilidad climática de gran magnitud, pero también sumados a un aumento de las vulnerabilidades sociales que potencian los escenarios de desastre. Ahora bien, la conexión de esta tendencia con el cambio climático no puede ser demostrada actual-mente. Sin embargo, el principio precautorio ad-vierte de la necesidad de adaptarnos a condiciones de variabilidad, a las cuales no estamos tan bien adaptados como deberíamos (Street, 2007).

La amenaza del clima -ejemplarizada en los eventos hidrometeorológicos extremos- no puede ser controlada. Incluso, si estos momentos de am-plia variabilidad que estamos viviendo son pro-ducto del calentamiento del planeta, la concen-tración de gases de efecto invernadero que están alterando el equilibrio radiativo de la Tierra va a permanecer -junto a sus efectos- los próximos 200 o más años. La vulnerabilidad de los sistemas que históricamente han sido más afectados debe ser el tema de fondo en la estrategia de adaptación a los eventos hidrometeorológicos extremos.

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Revista Semestral de la Escuela de Ciencias Ambientales17

Diciembre 2012. Número 44

José Alberto Retana16

Enfoque y propuestas de política para enfrentar el cambio climático

Roberto JiménezEl autor, especialista en gobierno y políticas y en política económica y eco-nomía ecológica, es director de Planeamiento Ambiental del Instituto Cos-tarricense de Electricidad e investigador del Centro de Investigación en Cultura y Desarrollo de la Universidad Estatal a Distancia.

Resumen En el presente artícu-lo se hace una evaluación de las políticas de mitigación del cambio climático desde una perspectiva crítica sus-tentada en algunos concep-tos de la economía ecológica y en ciertos planteamientos de la economía ambiental. Las políticas actuales no han sido efectivas debido a que parten de premisas no nece-sariamente ciertas o realis-tas. El uso de instrumentos de mercado, sin contar con parámetros o estándares del mundo físico, además de no tener metas ni obligación de acatamiento por parte de los países, consumidores y em-presas, provocan un divorcio entre la sustentabilidad físi-ca y los resultados a que los mercados en la esfera de los intercambios desde la pers-pectiva financiera pueden lograr. Existe la necesidad de adoptar políticas que in-tegren obligaciones mediante estándares, combinadas con políticas de mercado y otras medidas. Es relevante la

Abstract This paper provides an assessment of mitiga-tion policies for climate change (CC), from a critical perspective, based on some concepts of Ecological Eco-nomics and an analysis of certain approaches from Environmental Economics. Current policies have not been effective due to they start from premises that are not necessarily accurate or realistic. The use of mar-ket instruments, without parameters or standards of the physical world, be-sides not having goals and compliance obligations by countries, consumers and companies, causes a sepa-ration between the physical sustainability and results that markets in the area of trade from a financial pers-pective can achieve. There is a need to adopt policies that integrate obligations through standards, combi-ned with market policies and other measures. Is rele-vant that developing coun-

¿Qué es el cambio climático?

En los últimos 150 años se ha evi-denciado un calentamiento a escala mundial. Según instancias interna-

cionales encargadas de discutir y analizar el tema, como la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (CMNUCC o UNFCCC, por sus siglas en inglés), este calentamiento ha sido de al menos 0,6 °C desde finales del siglo XIX y representa una variación térmica que no tiene precedentes en miles de años (Pnuma & UNFCCC, 2004). No obstante, es impor-tante tener presente que los cambios climá-ticos son por sí mismos una condición natu-ral del planeta, con una historia de factores naturales que han alterado la composición y dinámica de la atmósfera, provocando des-censos y aumentos globales en la tempera-tura. Prueba de ello son los períodos fríos, conocidos como glaciaciones.

El Grupo Intergubernamental de Ex-pertos sobre Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) define que el cambio del clima “se debe a cambios internos del siste-ma climático o de la interacción entre sus

R. Jiménez. “Enfoque y propuestas de política para enfrentar el cambio climático”,Ambientales No. 44, diciembre 2012. Costa Rica. Págs. 17-32.[Fecha de recepción: mayo, 2012. Fecha de aprobación: agosto, 2012].

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Enfoque y propuestas de política para enfrentar el cambio climáticoRoberto Jiménez 1918

Diciembre 2012. Número 44

componentes, o a cambios del forzamiento externo debidos a causas naturales o acti-vidades humanas” (IPCC, 2001). Es decir, el cambio climático que experimenta el planeta obedece no solo a factores natura-les sino también al componente humano.

En efecto, el cambio climático actual se diferencia de los fenómenos naturales por estar asociado a la influencia de las actividades humanas sobre las condicio-nes del sistema climático. Dentro de las causas está el aumento significativo del consumo de combustibles fósiles iniciado en la Revolución Industrial, de los que se continúa teniendo una alta dependencia y cuyo consumo cada día rompe récords, así como las consecuentes emisiones de gases efecto invernadero.

Potenciales consecuencias del cambio climático

De forma general, las principales consecuencias que podría tener el cambio climático sobre la humanidad son las si-guientes (Jiménez, Vindas y Amit, 2010): daños a la infraestructura por inundacio-nes, deslizamientos, tormentas, huracanes. aumento de incendios forestales; disminu-ción en la productividad agropecuaria por eventos meteorológicos extremos; afecta-ción de actividades pesqueras por cambio en las condiciones oceánicas; consecuente riesgo de disminución de la producción ali-mentaria; amenazas a la salud humana por proliferación de enfermedades y epide-mias; aumento de mortalidad por efecto de eventos meteorológicos extremos; aumento de la demanda energética para refrigera-ción y calefacción; desabastecimiento de

agua potable; tensión política por acceso a recur-sos hídricos, y desplazamiento y disminución de las actividades turísticas.

Muchas otras y más complejas relaciones so-cioeconómicas y ambientales podrían aflorar con el cambio climático, y una gran cantidad de éstas generarían efectos en cadena, lo que dificulta esta-blecer su amplitud y complejidad. El crecimiento de la población, la demanda de energía y recursos naturales, la contaminación, la deforestación y la fragmentación de hábitats, la pérdida de biodi-versidad, la desertificación de tierras, la produc-ción de alimentos, el crecimiento económico y los problemas políticos son solo algunos de los factores que componen la compleja trama de interrelacio-nes entre el ser humano y la naturaleza.

Aunque los modelos de predicción climática tratan de incluir las variables indicadas, los ver-daderos efectos del cambio climático podrán cons-tatarse solamente con el tiempo, y los resultados podrían ser mejores o peores que los predichos hasta el momento. Hasta ahora, lo único que es seguro es que la humanidad y la Tierra experi-mentarán cambios significativos en los próximos 100 años como efecto de los vertiginosos procesos que se están llevando a cabo actualmente.

La conclusión del estudio “La economía del cambio climático en Centroamérica” es que “[e]l cambio climático es una seria amenaza para las sociedades centroamericanas por sus múltiples impactos previstos en la población y en los secto-res productivos. En términos fiscales constituye un pasivo público contingente que afectará las fi-nanzas públicas por varias generaciones” (Cepal y otros, 2010, p. 15).

La vulnerabilidad de los países está determi-nada en parte por la capacidad de las sociedades de prepararse y adaptarse para prevenir y miti-gar los potenciales efectos. Las sociedades en vías de desarrollo, en particular la centroamericana, muestran una capacidad de llevar a cabo acciones para adaptarse al cambio climático muy bajas. En-

tre las causas de ello están la baja capacidad de gestión de las organizaciones públicas y privadas, la pobreza y la fragilidad socioeconómica de un ele-vado porcentaje de la población y la falta de recur-sos económicos y capacidad política para planificar e implementar un ordenamiento del territorio que prevenga desastres y que construya la infraes-tructura requerida suficiente y en los lugares más apropiados. En esencia, es por ello que, pese a que los efectos del cambio climático se darán en todo el planeta, hay regiones más frágiles que recibirán los efectos de una forma más fuerte.

Distribución de los costos del cambio climático

En 2010, la Comisión Económica para Amé-rica Latina y el Caribe (Cepal) proyectó que sin acciones internacionales de mitigación, Centro-américa podría sufrir, a fines del siglo, pérdidas cuantiosas en el sector agrícola y en la biodiversi-dad. Aunado a esto, habría fuertes presiones so-bre la infraestructura e incremento en la inten-sidad de eventos extremos que se acumularían hasta representar cifras importantes del produc-to interno bruto actual. “Las consecuencias de no hacer nada son irreversibles, quizás catastróficas y probablemente afectarían más a los países po-bres que a los desarrollados. Además, incluso si cesara de inmediato la acumulación atmosférica de gases de efecto invernadero que calientan el clima, las temperaturas seguirían subiendo du-rante algunas décadas debido a las emisiones ya acumuladas” (Tamirisa, 2008, p. 18).

Una pregunta que surge cuando se dan las acciones que causan esos efectos es: ¿cómo se integraron a los precios?, o, si esto no se hizo: ¿algunos tuvieron costos privados más bajos que los costos sociales que la sociedad tendrá que asumir en el mediano y el largo plazo? Es decir, todo el proceso de decisión económica basado en precios incorrectos ha llevado a un daño grave

adaptación en los países sub-desarrollados, dado que estos son los menos preparados, los que menos beneficios han te-nido en el modelo económico vigente y los que recibirán los costos más altos de los efectos posibles del cambio climático.

Palabras claves: cambio climático, mitigación, gases efecto invernadero, mecanis-mo de desarrollo limpio, eco-nomía baja en carbono, ins-trumentos de mercado.

tries can adapt, as these cou-ntries are the least prepared, those which have fewer be-nefits than of current model and those who receive the highest costs of the possible effects of CC.

Kay words: climate change, mitigation greenhouse gases, clean development mecha-nism, low carbon economy, market instruments.

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Enfoque y propuestas de política para enfrentar el cambio climáticoRoberto Jiménez 2120

Diciembre 2012. Número 44

en los ecosistemas cuyos costos lamentablemente serán asumidos de forma distinta a la distribución de beneficios que obtuvieron quienes realizaron los procesos de producción, consumo y apropiación del excedente económico.

Los países en vías de desarrollo -o subdesa-rrollados- se ubican por lo general en los trópicos, con características biofísicas, infraestructura y localización de los asentamientos humanos que los hacen más vulnerables a los desastres natura-les y específicamente a los efectos negativos que se darán por el cambio climático. Unido a ello, la falta de planificación, la desigualdad social y la baja capacidad de gestión institucional hacen que la preparación y las medidas para adaptar-se oportunamente y de forma satisfactoria a ese fenómeno sean muy bajas en estos países. “La vulnerabilidad socioeconómica de Centroamérica se exacerba por su ubicación geoclimática en un istmo estrecho que sirve de puente entre dos con-tinentes, situado entre dos sistemas oceánicos, el Pacífico y el Atlántico, con sus correspondien-tes procesos climáticos. La región es gravemente afectada por sequías, ciclones y el fenómeno El Niño-Oscilación Sur” (Cepal y otros, 2010, p. 13).

¿Es cooperación internacional, o indemniza-ción por acciones que no han contemplado los efec-tos ecológicos globales, lo que deben pedir los países que serán afectados por el cambio climático? Pese a que no existe ambiente internacional siquiera para la colaboración hacia el Sur para adaptarse al cambio climático, pareciera que lo más ético se-ría no pedir cooperación sino exigir compensación por los daños causados por los países desarrolla-dos que en la actualidad disfrutan del bienestar y la riqueza que han producido basados en la no consideración de las externalidades ambientales globales, cuyos costos tendrán lamentablemente que asumir los países que no han tenido a su dis-posición las fortunas generadas.

Unido a ello, como se ha mencionado, los países en desarrollo tienen menos capacidad para

poder asumir los grandes retos que plantea el cambio climático. Y en esta encrucijada no pare-ciera existir la voluntad política ni las orientacio-nes de políticas internacionales y nacionales para modificar el esquema de crecimiento económico actual y los efectos que sobre el clima ha tenido y tendrá (Stern, 2007). La falta de consenso sobre la aplicación de diferentes instrumentos y la fina-lización de los plazos para negociar -diciembre de 2012-, e instrumentos como el mecanismo de de-sarrollo limpio, ponen en evidencia la visión poco colaborativa y la ausencia de una gobernabilidad mundial para enfrentar los problemas ambienta-les globales que acontecen en la actualidad.

Abordaje económico del cambio climático. Crítica desde la economía ecológica

En general, parte de los obstáculos para lo-grar cambios relevantes que puedan modificar las tendencias de las emisiones de gases de efecto in-vernadero en el planeta están asociados a la apli-cación de instrumentos ligados al mercado, donde las bases teóricas de las acciones se basan en la eco-nomía ambiental. El siguiente cuadro compara la economía ambiental y la economía ecológica en al-gunas variables relevantes para efectos analíticos.

Comparación de variables básicas de la economía ambiental y la economía ecológica.

Variable Economía ambiental Economía ecológica

Precio

Como parte de la economía neoclásica es el indica-dor que asigna los recursos. Si está distorsionado busca internalizar los costos y beneficios (externa-lidades) para que sea mejor indicador.

Plantea las limitaciones de los precios y el mercado para asignar los recursos. El precio de los recursos naturales y el ambiente, por lo general, no considera su verdadero valor, llevando a una asignación incorrecta.

ValorAsume que es igual al precio, con excepción de las fallas del mercado por externalidades.

Debería ser la base para orientar la economía, debe in-cluir los costos financieros, sociales y ambientales de tal forma que aseguren la sostenibilidad a largo plazo del ecosistema.

Capital na-tural

No hay una clara distinción de este, se ve como un insumo productivo, sin tener en cuenta su vulne-rabilidad.

Es finito, limitado y las acciones del ser humano pueden dañarlo irreparablemente, causando alteraciones a las funciones ecosistémicas.

Capital crea-do por el ser

humano

Le da gran importancia, se le asigna una alta posi-bilidad de sustituir el capital natural.

Útil, necesario, pero necesita el complemento del capital natural, con baja capacidad de sustitución del capital na-tural.

Tecnología

Hay una gran confianza en la evolución de la tec-nología y en que esta dará soluciones a los grandes problemas ambientales, sociales y aumentará el bienestar.

Necesaria, pero en algunos casos puede generar proble-mas ambientales más complejos. Se le ve con cuidado y algunas corrientes la consideran un posible problema am-biental por tener mayores entropías y contaminación.

EcosistemaNo hay una definición del mundo físico, se concen-tra en el intercambio.

Parte de que este es finito, que hay restricciones al creci-miento desmedido del subsistema económico.

Sistema económico

No le establece límites, sería un sistema sin res-tricciones. Se concentra en el estudio de este y sus relaciones con el ambiente.

Plantea la necesidad de cambios en los patrones de cre-cimiento y que hay límites a su crecimiento por factores físicos y ambientales.

BienestarSe tiende a medir en términos cuantitativos a tra-vés de indicadores como el PIB per cápita.

Es subjetivo, entran en juego aspectos materiales como la dotación de recursos e ingresos, pero considera que a partir de cierto momento el bienestar depende de aspectos subje-tivos, como la calidad ambiental y la cultura, entre otros.

Sostenibili-dad

Se puede lograr mediante ajustes en el sistema de precios (con el uso e instrumentos económicos de mercado) que llevarían a modificaciones en las de-cisiones económicas, no hay una clara relación con la sostenibilidad biofísica.

Está ligado a la base material biofísica del planeta, de tal manera que los procesos económicos no pongan en peli-gro el capital natural y las relaciones ecosistémicas en el futuro, permitiendo la vida.

Generaciones futuras

Las decisiones racionales de los agentes económicos y sus prioridades al optimizar su función de utili-dad integrarían o no a las generaciones futuras.

Preocupación central es cómo lograr que las decisiones presentes no afecten significativamente a las personas en el futuro, esto mediante el mantenimiento de las condi-ciones ambientales básicas para sostener la vida. Parte para ello de una nueva ética en la relación con la natura-leza, para considerar su sostenibilidad y el derecho de los seres humanos sobre estos en el futuro.

Fuente: Jiménez 2011.

Costa Rica. Proyecto Conservación y uso sostenible del gaspar

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Enfoque y propuestas de política para enfrentar el cambio climáticoRoberto Jiménez 2322

Diciembre 2012. Número 44

Cabe destacar que los dos últimos son los denominados mecanismos basados en proyectos, debido a que las unidades de reducción de las emisiones resultan de la inversión en proyectos adicionales, ambientalmente encaminados a re-ducir las emisiones antropógenas por las fuentes o a incrementar la absorción antropógena por los sumideros de los gases de efecto invernadero. En efecto, la elaboración de estos mecanismos en el Protocolo de Kioto tuvo un objetivo doble: por un lado, con carácter general, facilitar a los países del Anexo I del Protocolo el cumplimiento de sus compromisos de reducción y limitación de emisio-nes y, por otro lado, apoyar el desarrollo sosteni-ble de los países en desarrollo, países no incluidos en el Anexo I, a través de la transferencia de tec-nologías limpias.

Los incentivos económicos pueden enten-derse como una forma de intentar internalizar las externalidades que provocan daño o beneficio al ambiente. Al elevar el precio de la actividad noci-va se obliga a las empresas o a los consumidores a pagar parte de los costos ambientales de la pro-ducción o del consumo. Fundamentalmente, hay tres tipos de políticas de incentivos: (1) impuestos

y subsidios, (2) per-misos negociables de descarga y (3) depó-sitos reembolsables (Jiménez, 2002b).

Se han llevado a cabo investigacio-nes que buscan es-tablecer los costos que para la economía tendrían diferentes escenarios de cambio en el clima y, por otra parte, los costos de llevar a cabo medidas que permitan dismi-

nuir las emisiones y posibiliten aspirar a escena-rios menos negativos para el planeta mediante la adaptación (Cepal, 2009). “Los costos estimados del deterioro ambiental entre los que resaltan los problemas climáticos, con sus secuelas destructi-vas del capital humano, físico y natural, se hacen cada día más evidentes. Sin embargo, desde una perspectiva de sostenibilidad ambiental, actual-mente existe el imperativo de lograr ese sendero de crecimiento con el menor consumo de energía por unidad de producto y con menores impactos sobre el medio ambiente” (Cepal, 2010, p. 22).

El fenómeno del cambio climático ha puesto en evidencia las limitaciones del modelo de cre-cimiento económico de la sociedad moderna. Los efectos del calentamiento global causado por el au-mento sostenido de los gases de efecto invernadero afectarán a todos los seres humanos sin importar las emisiones per cápita que cada país, región, co-munidad o persona esté realizando (Banco Mun-dial, 2009a). Por ello es que, en este contexto, la búsqueda de soluciones para este proceso se torna realmente necesaria y relevante.

Las soluciones para el cambio climático pasan, en primera instancia, por un replantea-miento del modelo de producción y consumo de la

De lo antes expuesto se debe recalcar, para efectos de análisis de políticas, los siguientes as-pectos (Jiménez, 2011):

a. La falta de consideración de los límites de los ecosistemas es determinante en las pro-puestas pues hay una tendencia al creci-miento infinito o, al menos, a no considerar los límites físicos.

b. Hay una concentración en el intercambio fi-nanciero dejando de lado la realidad física; es decir, un precio de equilibrio para una tonelada de gases de efecto invernadero de-finida en el intercambio poco tiene que ver con el precio que genere el tener emisiones sostenibles.

c. El precio no siempre incluye todo el valor de un bien, recurso o función ecosistémica. Las externalidades, en especial las negativas, son lo más común y no la excepción.

d. Hay una confianza desmesurada en la tec-nología como solución, teniendo esta limita-ciones, como igual o más es la capacidad de sustitución del capital natural por el capital creado por el ser humano.

e. Los procesos de toma de decisiones basados en las técnicas convencionales de costo-be-neficio y rentabilidad, entre otros, muestran una racionalidad egoísta que atenta contra el ser humano al darle más valor al corto plazo que al largo plazo, al asignar tasas de descuento elevadas que van en contra de proyectos sostenibles y buenos, pero con un horizonte de largo plazo.

f. Otra crítica común es que los agentes eco-nómicos racionales y egoístas toman sus decisiones con información parcial, lo cual afecta la consideración correcta de aspectos como el cambio climático.

las políticas propuestas en el ámbito internacional

Ante el fenómeno de cambio climático se han planteado diferentes políticas internaciona-les (implementadas también a nivel nacional) para tratar de disminuir las emisiones. Una de las formas que se ha propuesto es el uso de tec-nologías limpias, pagos por emisiones evitadas y remuneraciones a sumideros. En esencia, el ins-trumento más importante es el Protocolo de Kio-to, que establece tres mecanismos de flexibilidad para facilitar a los países del Anexo I de la Con-vención (países desarrollados y con economías en transición de mercado) la consecución de sus ob-jetivos de reducción y limitación de emisiones de gases de efecto invernadero. Los tres mecanismos corresponden a:

a. El comercio de emisiones: Según el artículo 17 del Protocolo, los que reduzcan sus emi-siones más de lo comprometido podrán ven-der los créditos de emisiones excedentarias a los países que consideren más difícil o más oneroso satisfacer sus objetivos.

b. El mecanismo de desarrollo limpio: Es la po-sibilidad de inversión de un país Anexo I en un país no incluido en el Anexo I, en proyec-tos de reducción de emisiones o de fijación de carbono. El país Anexo I recibe los cré-ditos de reducción del proyecto, que utiliza para alcanzar sus compromisos obligatorios del Protocolo.

c. Mecanismo de aplicación conjunta: Permi-te la inversión de un país Anexo I en otro país Anexo I, en proyectos de reducción de emisiones o de fijación de carbono. El país receptor se descuenta las unidades de re-ducción de emisiones del proyecto, las cua-les son adquiridas por el país inversor.

Costa Rica. Comisión Nacional de Emergencias

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Enfoque y propuestas de política para enfrentar el cambio climáticoRoberto Jiménez 2524

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humanidad. Además, existe un fuerte componen-te ético que muchos han tratado de obviar en sus discusiones pero que es fundamental plantearlo junto a la necesidad de crear instancias más efec-tivas de gobernabilidad planetaria para la sos-tenibilidad. Mientras eso no ocurra, los caminos para enfrentar el fenómeno del cambio climático estarán cerrados. Por tanto, seguidamente se rea-lizará una evaluación crítica de las medidas plan-teadas en el ámbito internacional para enfrentar el cambio climático.

tecnologías limpias

En general, las medidas han estado orienta-das a la mitigación de los gases de efecto inverna-dero, por lo que se ha enfatizado la búsqueda de fuentes energéticas y tecnologías que generen un menor nivel de ellos. En esencia, se han investi-gado opciones energéticas en fuentes solares (tér-mico y fotovoltaico), en el hidrógeno, en el viento y en la biomasa. Estas iniciativas han buscado sustituir la generación eléctrica con fuentes fó-siles y desarrollar combustibles limpios para el transporte. Asociado a esto también se ha inclui-do la producción de equipos más eficientes en el uso de la energía.

Para efectos de los países en vías de desarro-llo, la mayoría de fuentes renovables no conven-cionales de generación eléctrica tienen una serie de limitaciones. Por una parte, se encuentran en muchos casos apenas en procesos de investiga-ción y desarrollo y, por otra, los componentes tec-nológicos son en una alta proporción importados y sujetos a patentes y costos elevados. Las solu-ciones planteadas son en muchos casos limitadas, costosas y no cumplen con el concepto de tecnolo-gía apropiada (aplicable al contexto, dados los re-cursos y capacidades de los potenciales usuarios). Unido a ello se crean nuevas dependencias tecno-lógicas si los países no integran esas soluciones a

sus procesos de mejoramiento tecnológico y desa-rrollo industrial.

Los países desarrollados han impulsado las fuentes no convencionales de energía mediante políticas públicas de estímulos (subsidios) que van desde los procesos de fabricación hasta la de-finición de tarifas elevadas para fuentes como la eólica y la solar, como forma de hacerlas viables. Ejemplo de ello es Europa, donde países como España cuentan con un parque de fuentes solar y eólica alto basado en los estímulos, los cuales ante la crisis económica actual han sido dismi-nuidos, poniendo en peligro la continuidad de la generación con estas fuentes (Moselle, Padilla y Schmalensee, 2010). En general, los países que explotan energía eólica gracias a que los costos son competitivos requieren servicios complemen-tarios (capacidad instalada con energía firme, en-tre otros) para que puedan ser de utilidad para los sistemas eléctricos.

La mayoría de países en vías de desarrollo no podrán acceder a las fuentes nuevas de energía si no es en proyectos piloto exploratorios finan-ciados por cooperación internacional. Además, es necesario evaluar las capacidades de cada país y evitar la inclinación hacia tecnologías costosas existiendo otras potenciales, como la biomasa y

los ríos, que son de menor costo y con mayor com-ponente local y más sostenibles. Muchas tecnolo-gías y soluciones energéticas pierden su atractivo al ser analizadas en todo su ciclo de vida, ya que presentan altos daños ambientales en la extrac-ción de materias primas o bien contaminación cuando cumplen su vida útil. Es por ello que los enfoques de ecología profunda han insistido en que la mayoría de soluciones tecnológicas llevan implícitamente mayores problemas ambientales. Para algunos, los procesos productivos más con-taminantes, las entropías generadas y la depen-dencia del Sur respecto del Norte, perpetúan y profundizan la insostenibilidad y el subdesarrollo (Lomborg, 2009).

Emisiones evitadas

Algunas consideraciones conceptualesMediante proyectos debidamente certifica-

dos, en el sector emisor por lo general, se ha bus-cado desarrollar opciones que eviten la emisión de gases de efecto invernadero. La base para llevar a cabo estas acciones es la posibilidad de que en los países en vías de desarrollo (preferiblemente) se desplieguen proyectos que eviten la emisión neta de gases de efecto invernadero, con un menor cos-to del que se daría en un país desarrollado. Estas emisiones evitadas son cuantificadas y certifica-das, valorándoseles a precios que se definen in-ternacionalmente en sofisticados mercados.

La necesidad de empresas y países de poder cumplir con las metas de la Convención de Kioto (Anexo 1) ha llevado a compensar las emisiones que se hacen, cuyo costo de evitarlas es alto, con otras que se evitarían en otro país, en donde su costo es significativamente menor. Por ejemplo, se puede llegar a tener proyectos cuyo costo de evitar una tonelada de carbono es 30 dólares en el país desarrollado, mientras que en un país en vías de desarrollo podría ser menor a 10 dólares.

Por supuesto, detrás de este instrumento está la lógica de la negociación entre agentes en un mercado tipo Coase. Este mecanismo tiene la dificultad de poseer un alto costo de transacción, pues la información, los contactos y la prepara-ción los han acaparado ciertas empresas consul-toras internacionales, haciendo más costosos y menos efectivos estos instrumentos. En términos teóricos, sería la búsqueda de un óptimo econó-mico paretiano en el intercambio de emisiones evitadas entre países del Norte y el Sur. En pri-mera instancia, efectivamente puede llevar a que el costo por evitar emisiones sea menor en el pla-neta. No obstante, hay elementos como el acceso a la información, los altos costos de transacción, lo poco desarrollado de los mercados y las condicio-nes de partida de negociación (baja capacidad) de los países del Sur, que hacen visibles las nuevas formas de intercambio desigual en los servicios ambientales prestados por los países en vías de desarrollo.

Mecanismo de desarrollo limpio, situación actual y perspectivas post 2012

El Protocolo de Kioto tenía como principal objetivo reducir 5,2% las emisiones de gases de efecto invernadero entre los años 2008 y 2012, to-mando como base el año 1990. Es decir, en 2012 vence el primer período del convenio (Unctad, 2009). En este contexto, los países industriali-zados, para cumplir con metas de reducción de gases de efecto invernadero, pueden también in-vertir en proyectos de reducción de emisiones en países en vías de desarrollo, bajo el esquema del mecanismo de desarrollo limpio. Puesto que 2012 es la fecha límite, a partir de 2013 es de esperar -dados los resultados de Durban- un nuevo acuer-do que podrá tener cambios en los objetivos, pro-cedimientos y reglas.

En efecto, han existido diferentes posiciones sobre la efectividad del mecanismo de desarrollo

Costa Rica. Proyecto Conservación y uso sostenible del gaspar

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Enfoque y propuestas de política para enfrentar el cambio climáticoRoberto Jiménez 2726

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limpio. Algunos lo consideran un buen medio para disminuir las emisiones, otros indican que puede continuar pero con modificaciones y hay quienes lo consideran un instrumento inefectivo que no ha permitido una verdadera disminución de los gases de efecto invernadero. No obstante, en general, los expertos y organismos han mos-trado la voluntad para que el mecanismo de desa-rrollo limpio siga funcionando y mejore. Junto a sus logros (como su capacidad de reducir las emi-siones, estimular la participación del sector pri-vado y transferir tecnología e identificar opciones eficaces con respecto a los costos, entre otros) el mecanismo de desarrollo limpio presenta algunos problemas.

Por ello, los proyectos que entren a la pri-mera fase del acuerdo (2012) no están exentos de una mayor rigurosidad para comprobar la adicio-nalidad financiera y ambiental. Esto por cuanto, por un lado, se han recibido importantes críticas al mecanismo de desarrollo limpio y, por otra par-te, quienes lo promueven están obligados a de-mostrar que efectivamente los proyectos son de la calidad suficiente para seguir empleando ese instrumento en una segunda fase (post 2012).

Diferentes organismos y expertos conside-ran que hay oportunidades reales para el mer-cado de carbono y que los próximos meses antes de cerrar el año 2012 constituyen un espacio de oportunidad para posicionar proyectos. En esen-cia, diciembre de 2012 es la fecha límite para presentar proyectos de mecanismo de desarrollo limpio que generen certificados de reducción de emisiones para compensar emisiones; y vence el primer período del acuerdo de Kioto que planteó la meta de disminución de emisiones indicado previamente.

La situación actual abre algunas opciones para la presentación de proyectos, aprovechando la demanda existente sobre oferta basada en una cartera en aumento de proyectos que aplicarían a los certificados. Sin embargo, la falta de acuerdos

claros en Copenhague y Cancún, y la ambigüedad de Durban, han creado incertidumbres que son interpretadas de forma distinta por los actores re-lacionados con los mercados de carbono. En gene-ral, hay especulación sobre lo que pueda suceder.

Para el Banco Mundial la legislación pro-puesta en materia de cambio climático por Esta-dos Unidos puede tener un impacto importante en el ámbito internacional. Por otra parte, es po-sitivo el conjunto de normativa que recientemen-te aprobó la Unión Europea, donde establece una serie de compromisos que entrarán en vigencia a partir de 2012, con el fin de disminuir las emi-

siones, más allá de los acuerdos establecidos en Copenhague.

Entre las observaciones que se puede hacer al mecanismo de desarrollo limpio están: (1) El costo de tener un proyecto que evite emisiones y pueda certificarse es alto. El proceso de certi-ficación tiene un costo de transacción elevado, estando dominados generalmente estos procesos por empresas de los países desarrollados, en es-pecial europeas. (2) La alta oferta y la ausencia de orientaciones y compromisos claros para los países desarrollados ha llevado a que se dé una competencia por proyectos que ha disminuido el precio de los certificados de absorción de carbono. (3) Hay una alta complejidad en los procesos, y falta de información y de normativa internacional que permitan el desarrollo de estos mercados. (4) Se aprecia en estos casos que quienes más aporta-rían serían los países en desarrollo, en los cuales la tendencia es vender cada tonelada de carbono a precios bajos. (5) La falta de acuerdo durante 2010 y 2011 ha creado incertidumbre ante la po-sibilidad de que, con el vencimiento de la primera fase de Kioto, no se renueve este mecanismo en su vencimiento en diciembre de 2012.

Remuneración a sumiderosEste instrumento plantea una oportunidad

para el sector forestal. La evolución que ha teni-do en el ámbito internacional ha conducido a que se vayan disminuyendo las opciones para secto-res forestales de países pequeños. Las opciones de venta de certificados por absorción de carbono en el sector forestal han quedado para grandes países que tienen bosques en gran escala. Países pequeños con bosques cuyo tamaño no sea re-levante, pese a la calidad de su biodiversidad y transparencia de sus ofrecimientos, han quedado en segundo lugar.

Los acuerdos de DurbanEl panorama a nivel mundial en cuanto a

los acuerdos internacionales ha sido bastante complejo y constituye un proceso extremadamen-te lento, ejemplificado esto con el fracaso que ellos han sufrido: Copenhague 2009 y Cancún 2010, y vacío legal para la redacción de un nuevo tratado por parte de la Organización de Naciones Unidas. No obstante, en diciembre de 2011 a través de los acuerdos de Durban se estableció una serie de medidas que pretendían subsanar ese faltante, incluyendo así el hecho de que se extendieran las medidas del Protocolo de Kioto.

Entonces se fijó un segundo período de com-promiso para la reducción de emisiones que iría desde inicios de 2013 a finales de 2017 (conti-nuando con la primera fase que rige desde 2008 hasta 2012). Además, se diseñó un Fondo del Cli-ma Verde con el objetivo de canalizar hasta 2020 un monto de 100.000 millones de dólares hacia los países más pobres, aunque no se estableció claramente la fuente de tal dinero. Se acordó, sin embargo, elaborar en 2012 las normas para defi-nir algunos mecanismos nuevos para operar en el mercado, bajo los estatutos de la Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Naciones Unidas para el Cambio Climático, aplicándolos de forma pertinente según se trate de países de-sarrollados o en vías de desarrollo. Y, por último, se aceptó tomar en cuenta aportes privados y los mecanismos de mercado como formas para finan-ciar el programa de reducción de emisiones por deforestación y degradación de los bosques, de forma tal que se permita el ingreso de una suma cuantiosa de dólares de inversión.

En esencia, los acuerdos de Durban han sido la base para seguir avanzando en el corto y el mediano plazo. Y es que los delegados de más de 190 países concertaron medidas para hacer que los grandes países contaminantes establezcan un plan de acción para el año 2015 para aplacar los efectos del calentamiento global; lo que se aúna al

Incendio Parque Nacional Palo Verde, Guanacaste. Manrique Montes

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Enfoque y propuestas de política para enfrentar el cambio climáticoRoberto Jiménez 2928

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planteamiento de la necesidad de reducir el nivel de emisiones de gases de efecto invernadero, de amparar la subida de la temperatura media glo-bal a menos de 2 °C y de colaborar con los países en desarrollo para adaptarse a los efectos inevita-bles del cambio climático.

No obstante, no todo ha sido muy positivo. Los acuerdos adoptados en Sudáfrica repiten las versiones anteriores (2009 y 2010) y las solu-ciones propuestas para la problemática. Y exis-te cierto recelo porque las negociaciones se han realizado a puerta cerrada entre representantes de una cantidad limitada de países, asociado al hecho de que algunos grupos ambientalistas pre-tenden que en la próxima cita, que se espera se realice en Doha-Qatar, no se incluya a naciones como Estados Unidos, Canadá, Japón y Rusia, que son quienes más responsabilidad han tenido en el calentamiento global.

Múltiples ecologistas afirman que la Cumbre de Durban fue un fracaso y un retroceso respec-to de lo logrado en las negociaciones sobre cambio climático desde Río 92. En Durban, consideran, se debió acordar una reducción de las emisiones para el 2020 de por los menos un 40% respecto de las de 1990, como exige la ciencia y la justicia.

En efecto, la complejidad de las negociacio-nes, las implicaciones económicas y la distribu-ción de las cargas de las medidas necesarias para mitigar efectivamente los gases de efecto inver-nadero impiden establecer acuerdos pertinentes y oportunos para la toma de la acción que el plane-ta está exigiendo a gritos. Además, en asociación con ello, la discusión sobre la responsabilidad de los países desarrollados y la de los países en de-sarrollo ha tomado fuerza. La tendencia actual es que todas las partes deben asumir compromi-sos y lograr metas; sin embargo, está por verse en qué medida serán diferenciadas las cargas y cómo se establecen instrumentos económicos y de financiamiento a los proyectos que dichos países

requieren llevar a cabo para combatir los efectos de los procesos productivos que ejecutan.

Nuevas políticas para el cambio climático

Las medidas planteadas previamente ha-cen referencia estrictamente al uso del mercado en el ámbito internacional. No obstante, la falta de firma de los convenios internacionales (Kioto) y la ausencia de compromisos y metas cuantifica-bles para su cumplimiento, han dejado a la deriva gran parte de estos instrumentos, aplicándose de forma voluntaria y como planes pilotos en diver-sos países, sin desarrollarse en la magnitud que el planeta lo requiere.

Según algunos expertos en el tema, el én-fasis en impuestos a las emisiones no es el cami-no, como se aprecia en la siguiente cita donde se hace mención de una confianza importante en el desarrollo de las tecnologías: “La estrategia ac-tual contra el calentamiento global -basada más en los impuestos que en la tecnología- es ilógica. En lugar de las tensas negociaciones para reducir las emisiones, las autoridades deberían acordar invertir en I & D para que la tecnología responda a las necesidades, algo que probablemente arroja-ría más réditos tanto en el campo ambiental como en el político” (Lomborg, 2009, p. 14).

Ante el desafío que se presenta actualmen-te, debe de existir un cambio de orientación de las políticas. En esencia, el Banco Mundial planteó una serie de medidas para determinar la vulne-rabilidad del sistema agrícola de América Latina ante el cambio climático. Para ello, consideró la necesidad de diseño de estrategias proactivas de mejoramiento del sector agrícola para adaptarse y desarrollar mayor fortaleza. Además, estableció la necesidad de (Banco Mundial, 2009b): (1) Me-jorar los sistemas de información climática para

efectuar escenarios de predicción más robustos. (2) Desarrollar tecnologías de administración del agua, por ejemplo: captación de agua, drenaje, irrigación y sistemas de distribución. (3) Mejora-miento integrado de los sistemas de producción y administración de los recursos naturales: admi-nistración del agua, agricultura conservacionista, rotación de cultivos, entre otros. (4) Tecnologías innovadoras que minimicen el riesgo climático: desarrollo de plantas resistentes, mejoramiento de la infraestructura de irrigación. (5) Mejora-miento e innovación institucional: sistemas de alerta temprana, mejoramiento de la regulación para agua, agricultura y riesgo de catástrofes.

Pese a sus limitaciones, es posible afirmar que estas propuestas van por el camino correcto. Ahora bien, se debe aclarar que: (1) Hace falta una inversión sostenida en los países en desa-rrollo para tener mejor capacidad de contar con escenarios robustos de pronósticos del cambio cli-mático (Jiménez, Vindas y Amit, 2010). (2) Los países desarrollados son los que tienen las me-jores bases de datos, las grandes computadoras capaces de construir estos escenarios y gran parte del personal capacitado. Si no se establece una política y apoyo de los organismos internaciona-les para fortalecer las capacidades regionales y nacionales será oneroso y poco viable que los paí-ses pobres puedan desarrollar estos sistemas de información climática y contar con escenarios que ayuden a la toma de decisiones. (3) Los sistemas de gestión del agua son urgentes de desarrollar y es poco posible hacerlo con las capacidades de los países en desarrollo. La falta de voluntad política y la debilidad en la capacidad de gestión de las instituciones relacionadas son parte de las caren-cias por subsanar urgentemente. (4) La investiga-ción para contar con cultivos más resistentes y la aplicación de la biotecnología está relativamente concentrada en los países desarrollados. Pocos países en desarrollo, que serán seriamente afec-

tados, podrán innovar y desarrollar por su propia cuenta cultivos resistentes a los nuevos escena-rios del cambio climático. Nuevamente, ante los derechos de propiedad intelectual, pareciera que los países en desarrollo tendrán que pagar doble: por los efectos del cambio climático, cuyos bene-ficios no han recibido, y por las medidas mitiga-doras a precios generalmente altos; a menos que medie una política mundial en este sentido.

Por tanto, es necesario contar con políticas mandatarias que establezcan normas y metas cla-ras a los países. Para que los instrumentos de mer-cado usados en la política económica ambiental puedan surtir efectos positivos deben tener claros parámetros físicos basados en estudios científicos. Además de que los costos sean asumidos por los autores intelectuales del caso; es decir, por quienes generaron el problema climático global.

Las fases de las políticas ambientales las podemos clasificar de la siguiente manera: (1) Protección absoluta de ciertos espacios para la creación de parques nacionales y otro tipo de ca-tegorías, que en un pasado han sido de gran utili-dad. (2) Establecimiento de entidades nacionales en el campo ambiental que con normativas vigen-tes pueden establecer medidas de comando y con-trol de las actividades (política que se llevó a cabo con anterioridad). En efecto, este mecanismo fue influenciado por la creación de las agencias na-cionales de ambiente en los países desarrollados, que luego fueron establecidas en los países en de-sarrollo con algunas deficiencias. (3) En la década de 1990, con el auge del mercado y a través de las llamadas políticas implícitas, se buscó darle el for-talecimiento necesario a los mecanismos de merca-do con el fin de alcanzar los objetivos ambientales. El progreso de los mecanismos de desarrollo limpio para atacar el problema de las emisiones de gases de efecto invernadero es un ejemplo de ello. (4) Es importante la participación social en la conside-ración de los asuntos ambientales y es un valioso

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Enfoque y propuestas de política para enfrentar el cambio climáticoRoberto Jiménez 3130

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instrumento para enfrentar el cambio climático a nivel local, regional, nacional y mundial. Es de esperar que los movimientos ambientales globales puedan tener más influencia en la adopción de po-líticas climáticas y generales.

Consideraciones finales

Los procesos de decisión en el campo econó-mico han estado influenciados por una serie de in-dicadores y criterios que no consideran elementos fundamentales para la sostenibilidad del planeta. El criterio de bienestar a partir del producto in-terno bruto per cápita, el crecimiento económico en términos monetarios como indicador positivo sin tener en cuenta el deterioro de variables biofí-sicas de stock, son debilidades gruesas que hacen que los países, y por ende el planeta, vayan por caminos contrarios a la sostenibilidad.

Es por ello que el camino que se debe seguir consiste, en primer lugar, en el establecimien-to riguroso (con base en estudios científicos) de las capacidades de los ecosistemas para soportar determinadas demandas de recursos y contami-nación, buscando los mecanismos más efectivos para cumplir con esos parámetros, los cuales a su vez se deben definir en el mundo físico y no en el intercambio. A partir de ello, la aplicación de instrumentos de mercado, de comando y control o mixtos, es bien recibida, en tanto logre cumplir las metas establecidas.

En general, las medidas de mitigación del cambio climático han estado influenciadas por el desarrollo de instrumentos económicos de merca-do, como el mecanismo de desarrollo limpio, el de-sarrollo del mercado de certificados, donde implí-citamente la categoría económica que ha estado presente ha sido la aplicación del costo marginal de la reducción de emisiones de menor costo entre tecnologías y países. En este sentido, la utiliza-ción del instrumental de la teoría económica con-vencional, en especial los óptimos marginales y

paretianos en las relaciones de intercambio, en el mejor de los casos lleva a una optimización en el ámbito monetario. No obstante, la existencia de ecosistemas finitos, una capacidad de asimilación de los ecosistemas restringida y limitaciones en la dotación de recursos y funciones de los ecosis-temas traen consigo ciertos aspectos que deben ser considerados. Por ejemplo, si no se toma en consideración los aspectos fundamentales para la vida en el planeta, el mundo de la economía se-guirá viendo los intercambios monetarios, mien-tras que la base material que sustenta todas las actividades se irá destruyendo de forma constan-te y en muchos casos más rápido de lo que la eco-nomía podría revertir.

En general, las políticas ambientales para el logro de metas que han mostrado más posibi-lidades de éxito han sido aquellas que combinan diferentes instrumentos. Así, pues, para poder usar instrumentos económicos es básico definir una normativa regulatoria que establezca, por ejemplo, máximos de emisiones a la atmósfera. Unido a estos instrumentos, en la primera década del siglo XXI se han fortalecido los mecanismos de participación social en temas ambientales, y es posible observar cómo las personas cada vez son más conscientes y tratan de participar en di-ferentes acciones cuando ven que sus intereses y los del ambiente no son considerados.

Ahora bien, pese a que las políticas interna-cionales relacionadas con el cambio climático han apostado en gran medida al uso del instrumental económico, este, aunque puede ser de gran utili-dad, no es el único y requiere condiciones previas para tener impacto positivo relevante en el pla-neta. La falta de acuerdos y la fijación de metas obligatorias han sido factores que han incidido negativamente en el desarrollo de un mercado mundial de carbono.

La falta de un acuerdo internacional ha te-nido un efecto negativo sobre los países en desa-rrollo principalmente, quienes han estado sujetos

a cambios en las reglas del juego, la normativa y la aplicación de metodologías muy complejas y poco constantes que tienen costos de transac-ción elevados. Estos hechos hacen que las escalas de los proyectos (de absorción de carbono, tecno-logías limpias o sumideros en el sector forestal) deban ser muy grandes para poder justificar me-dianamente esos costos elevados, actividades de certificación y auditoría que generalmente son funciones desarrolladas por empresas especiali-zadas europeas. Y es que, efectivamente, los ba-jos precios de los certificados de carbono, la alta complejidad y los costos de transacción, junto con la especialización de países desarrollados en ello, hacen que el mercado mundial del carbono no sea un lugar apropiado para lograr mitigar los gases de efecto invernadero, además de que es poco jus-to en cuanto a cómo pagar el daño ambiental cau-sado a los países en desarrollo.

El uso de tecnologías en el campo energé-tico, el conocimiento y otras aplicaciones para apoyar medidas de mitigación y de adaptación al cambio climático, reflejan las nuevas relaciones de dependencia de los países en desarrollo. Por lo anterior, es fundamental incluir en la agen-da internacional para la preparación del cambio climático la transferencia tecnológica, el conoci-miento y nuevas formas de acceso a los derechos de propiedad intelectual. En esencia, el empleo de tecnologías apropiadas al contexto de los paí-ses, la cooperación para esto, junto con una fuerte labor en el mejoramiento de la gestión de los pro-cesos, es un camino necesario de los países en de-sarrollo. Por ello, el ordenamiento territorial, la gestión integral de las cuencas y del agua, junto con la gestión integral del riesgo, son instrumen-tos al alcance de los países una vez que se haya fortalecido la capacidad institucional y se tenga la voluntad política; y es aquí donde cobra rele-vancia la economía ecológica.

Por último, resalta el hecho de que la adap-tación al cambio climático ha estado altamente

ausente en los acuerdos sustantivos en el ámbito mundial y no es hasta recientemente que algunos organismos, ante la gravedad de la situación, han planteado la temática en la agenda de la política internacional. Los mecanismos de cooperación o compensación para los países en vías de desarro-llo han sido escasos, por lo que se requiere una importante voluntad política alrededor del mun-do y la asunción de una nueva ética para abor-dar la problemática del cambio climático. Solo así llegarán los recursos necesarios a los países en desarrollo, que son los que menos han visto los beneficios del crecimiento económico, causante de tal cambio en alta proporción, y más han recibido los efectos nocivos de este.

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Roberto Jiménez32

Diciembre 2012. Número 44

Revista Semestral de la Escuela de Ciencias Ambientales

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33

Alicia miró alrededor suyo con gran sorpresa.-Pero ¿cómo? ¡Si parece que hemos estado bajo este árbol todo el tiempo! ¡Todo está igual que

antes!-¡Pues claro que sí! -convino la Reina-. Y, ¿cómo si no?

-Bueno, lo que es en mi país -aclaró Alicia, jadeando aún bastante-, cuando se corre tan rápido como lo hemos estado haciendo y durante algún tiempo, se suele llegar a alguna otra parte...

-¡Un país bastante lento! -replicó la Reina-. Lo que es aquí, como ves, hace falta correr todo cuanto una pueda para permanecer en el mismo sitio. Si se quiere llegar a otra parte hay que

correr por lo menos dos veces más rápido.Lewis Carrol, Alicia a través del espejo.

Análisis de las amenazas e implicaciones del cambio climático sobre los tiburones

José Rodrigo RojasEl autor, biólogo marino especialista en ictiobiogeografía, es profesor aso-ciado en la Escuela de Ciencias Biológicas de la Universidad Nacional.

Resumen La vulnerabilidad es una función que depende de la exposición, la sensibilidad y la capacidad de adaptación. Este concepto es aplicado al estudio de las amenazas que enfrentan los tiburones por las modificaciones ecotróficas causadas por el cambio climá-tico. El enfoque de esta inves-tigación discute la dicotomía que existe entre las carac-terísticas evolutivas, estra-tegias de vida y dominio de estos condrictios versus las transformaciones sistémicas

Abstract The vulnerability is a function depending on exposure, sensibility and adaptative capacity. This concept is applied to the study of the threats facing sharks for eco-trophics changes caused by clima-te change. The approach of this research discusses the dichotomy between the evolutionary characte-ristics, life strategies and domain of these chondri-chthyan versus systemic and irreversible transfor-

Introducción

El objetivo de esta investigación es re-flexionar sobre las implicaciones del cambio climático en los tiburones,

grupo que desde el punto de vista filogené-tico y sistemático pertenece a la clase Chon-drichthyes y que, junto a las mantarrayas y quimeras, conforma la subclase Elasmo-branchii. Para cumplir el propósito, se ar-ticulan aspectos generales de la evolución y morfología con el estado actual de sus pes-querías, y sobre la base de estas relaciones se analiza la vulnerabilidad a la que se ven

J. Rojas. “Análisis de las amenazas e implicaciones del cambio climático sobre los tiburones”,Ambientales No. 44, diciembre 2012. Costa Rica. Págs. 33-48.

[Fecha de recepción: mayo, 2012. Fecha de aprobación: julio, 2012].

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Análisis de las amenazas e implicaciones del cambio climático sobre los tiburones35José Rodrigo Rojas34

Diciembre 2012. Número 44

placoideos, ausencia de vejiga natatoria, ale-ta caudal heterocerca, de cinco a siete hen-diduras branquiales, fertilización interna a través de myxopterigios en los machos, de-sarrollo embriológico (oviparía, ovoviviparía y viviparía), mecanismos eficientes de alerta temprana y detección de presas y amenazas mediante ámpulas de Lorenzini (Rojas et al., 2000).

Tal como señala Bonfil (1994), fue cru-cial en el éxito evolutivo de los tiburones las modificaciones que les posibilitó avanzar y dejar de ser peces succionadores y/o ramo-neadores para convertirse en carnívoros polí-fagos oportunistas. El acceso a nuevos nichos alimentarios y la ampliación de la gama de presas y recursos, que antes eran imposibles, lo resolvieron cuando lograron la conexión mandibular. La posibilidad de abrir más las mandíbulas y desarrollar fuertes hileras de dientes óseos les permitió la captura de pie-zas cada vez más grandes así como la defen-sa frente a otras criaturas marinas extintas (Compagno, 1984). La conexión hiomandibu-lar incrementó la eficiencia alimentaria y res-piratoria; al cerrar las mandíbulas se resolvió el problema de atrapar, tragar y evitar el re-flujo que ocurre cuando el agua pasa por las aberturas branquiales (Fowler, 1996).

Al éxito evolutivo se suman el control efectivo de la flotabilidad, las adaptaciones natatorias, la cola heterocerca, la forma del cuerpo y la efectividad respiratoria. Además, son poiquilotermos con capacidad para regu-lar su temperatura corporal, adaptaciones os-mo-reguladoras y alta eficiencia respiratoria. Son un arquetipo morfológico con una suma de atributos que los han hecho evolutivamen-te exitosos, con un amplio rango de conquis-ta y con presencia en estuarios, lagos y ríos (Compagno et al., 2005).

e irreversibles que impone este fenómeno de megaesca-la. La evidencia mundial in-dica que el cambio climático es un vector propagador de modificaciones ecosistémicas tan intensas y constantes que supera las estrategias de vida de los tiburones, llevan-do al límite de su resilencia los ciclos reproductivos, ofer-ta alimentaria, acceso a re-fugios, tasas de crecimiento y patrones de dispersión. La ruta evolutiva que llevó a los tiburones a dominar los am-bientes acuáticos los enfren-ta con amenazas que superan las capacidades de respuesta efectiva.

Palabras claves: cambio cli-mático, tiburones, vulnerabi-lidad, adaptaciones, implica-ciones.

mations imposed by this megaescala phenomenon. Worldwide evidence shows that climate change is an in-tense and constant vector of eco-systemic modifications even beyond of shark’s life strategies, pushing them to resilience limits over repro-ductive cycles, food supply, refugia, growth rates and patterns of dispersion. The evolutionary roadmap that led the sharks to dominate aquatic environments con-fronts them with threats ex-ceed the capacity to effective answer.

Key words: climate change, sharks, vulnerability, adap-tations, implications.

enfrentados los tiburones debido a sus ras-gos de historia de vida y las afectaciones eco-sistémicas provocadas por la eventual remo-ción del grupo. Con base en este conjunto de antecedentes, y lo expuesto en referencias especializadas, se discuten las afectaciones que están experimentando los tiburones por el cambio climático. Finalmente, se expone una serie de implicaciones ecológicas, ali-mentarias, económicas y legales asociadas a esta amenaza de megaescala.

Características evolutivas y morfológicas de los tiburones

Evolutivamente hay consenso en que los tiburones están emparentados con los Placodermos, peces que datan del Paleozoi-co (550 millones de años), con cuerpos ro-deados de una pesada coraza, grandes es-camas óseas, fuertes espinas en las aletas y con limitaciones de movimiento por ausen-cia de articulaciones céfalo-mandibulares (Bonfil, 1994).

La historia evolutiva de los tiburones se caracteriza por una compleja combina-ción de niveles sucesivos de modificaciones morfológicas y continuas radiaciones adap-tativas hacia la conquista de un vasto am-biente marino poco poblado y con grandes posibilidades de colonizar nichos pelágicos y bentónicos, así como por la dispersión por todos los mares y oceános. Esa libertad adaptativa los preparó para mantenerse casi sin modificaciones por millones de años (Compagno, 1984). Los caracteres anató-micos que les han otorgado esa supremacía incluyen: suspensión mandibular, esqueleto axial, cuerpo cubierto de escamas y dientes

tiburón martillo, isla del Coco, Costa Rica. Avi Klapfer

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Análisis de las amenazas e implicaciones del cambio climático sobre los tiburonesJosé Rodrigo Rojas 3736

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Estado actual de los tiburones

Aunque no existe consenso, se reconocen aproximadamente 400 especies de tiburones; 17% se encuentran en la categoría de amenazados, 13% en la de casi amenazados y 47% en la cate-goría de datos insuficientes (UICN, 2011; Cites, 2011). De acuerdo con Zarate & Hearn (2008), en el Pacífico Oriental Tropical se han registra-do aproximadamente 88 especies en diferentes ambientes marinos; por ejemplo, el tiburón toro (Carcharhinus leucas) se encuentra en aguas sa-lobres y estuarios, el punta blanca (C. longima-nus) en aguas abiertas, y en aguas profundas el reciente tiburón gato (Bythaelurus sp.). El tiburón azul (Prionace glauca) es altamente migratorio y cosmopolita, mientras que otros son de hábitos más sedentarios e incluso endémicos, como He-terodontus quoyi que habita las islas Galápagos (Compagno, 1984; Bonfil 1994; Rojas et al., 2000).

La pesca descontrolada ha afectado fuerte-mente las poblaciones de algunas especies que son capturadas por sus aletas. Casos bien documenta-dos de pesquerías colapsadas son el marrajo sardi-nero -Lamna nasus- en el Atlántico Norte, el cazón Galeorhinus galeus en las costas de California y el tiburón peregrino -Cetorhinus maximus- (Mu-sick & Bonfil, 2005). A pesar de estas evidencias, el volumen de captura registrada de tiburones ha aumentado más de cuatro veces (220%) y las ex-portaciones alcanzaron la cifra récord de 100 500 toneladas en 2010 y un valor de $ 280 millones. Las aletas siguen siendo el producto con mayor va-lor económico en el mercado; su volumen de ventas creció a un ritmo de 8% anualmente entre 1995 y 2010. Estos datos pudieran subestimar la realidad, ya que están basados en estadísticas incompletas que no consideran la mortalidad resultante de los descartes y no necesariamente reflejan todos los productos de tiburón transados (Compagno, 2008; Dulvy et al., 2008).

A pesar de esta condición, la expansión glo-bal de las pesquerías sigue alterando los registros en puerto, ya que las capturas de especies apare-cen agrupadas en categorías comerciales, lo que tergiversa la presión de pesca que realmente hay detrás de un taxón específico. En la región cen-troamericana no se cuenta con códigos de adua-nas para registrar el comercio internacional de tiburones, productos y/o derivados, dificultando indagar los volúmenes y, por tanto, su impacto sobre las poblaciones locales. Otro inconveniente es la existencia de stocks transfronterizos, migra-torios o de alta mar que son compartidos por va-rias flotas y los datos biológicos son insuficientes para desarrollar adecuadamente investigación y gestión orientada al manejo (Rojas et al., 2000). A pesar de la importancia económica de esta pesquería, los tiburones siguen siendo un grupo desconocido, con información fragmentada, par-cial, poco sistematizada y en el mejor de los casos producto de capturas incidentales (Rose, 1996; Rojas et al., 2000; Simpfendorfer, 2008; Camhi et al., 2009). Se trata de una actividad carente de administración y regulación a todo nivel, donde la extracción sigue con poca o escasa supervisión y donde las regulaciones tampoco parecen estar surtiendo el efecto esperado.

Comercio de tiburón en Costa Rica

De acuerdo con Misión Tiburón (www.mi-siontiburon.org), en aguas costarricenses habitan alrededor de 40 especies de tiburones, siendo las más conocidas y estudiadas las del litoral pacífico (Rojas y Zanella, 2006). Sobresalen por su abun-dancia los tiburones del género Mustelus, conoci-dos como mamones, le siguen los tiburones picudos (Nasolamia velox y Rhizoprionodon longurio) y los martillo (Sphyrna sp.). El tiburón toro (Carcharhi-nus leucas) es visitante común de las desemboca-duras de ríos y ecosistemas de manglares, y el más

frecuente en los ambientes pelágicos es el tiburón sedoso (Carcharhinus falciformis), representando cerca del 95% de todas las especies capturadas. (En el cuadro 1 se presenta una lista ampliada de las especies de mayor importancia comercial.)

Cuadro 1. Especies de mayor aporte comercial en Costa Rica (Araya, 2006; Rojas y Zanella,

2006).

Nombre común Nombre científico

Tiburón grisCarcharhinus falci-formis

Tiburón perroCarcharhinus lon-gimanus

Tiburón punta negraCarcharhinus lim-batus

Tiburón azul Prionace glaucaTiburón tigre Galeocerdo cuvierTiburón cornuda gigante Sphyrna mokarranTiburón cornuda común Sphyrna lewiniTiburón cornuda Sphyrna zygaenaTiburón zorro o thresher pelágico

Alopias pelagicus.

Tiburón zorro ojónAlopias supercilio-sus

Tiburón mako o mako real Isurus oxyrinchus

En Costa Rica, la pesca es dirigida casi ex-clusivamente al comercio de aletas (Rojas et al., 2000). Lo que fuera una labor artesanal costera es actualmente una pesca de altura, donde la cap-tura ocurre cientos de millas lejos de la costa (Ro-jas, 1999; Rojas et al., 1999; Arauz et al., 2004; Rojas et al., 2000; Pradepesca, 1999). La práctica del desaleteo sigue estimulada por el alto y cre-ciente precio de las aletas en los mercados de Tai-wán, Hong Kong, Japón y Estados Unidos (Araya, 2006; Cajiao, 2006). Aparejadas al incremento del precio de la aleta hay una serie de circunstancias

que han complicado esta actividad: (1) el agota-miento de la pesca tradicional costera (camaro-nes, pargos, corvinas), (2) la evolución y diversi-ficación comercial que ha experimentado la flota nacional palangrera, (3) la exploración y explota-ción de zonas de pesca cada vez más alejadas de la costa, (4) el creciente mercado y los atractivos internacionales en la comercialización de aletas y (5) los incentivos nacionales a la exportación de productos no tradicionales, entre ellos la aleta de pescado (cats, ley 7092) (Rojas et al., 2000; Rojas y Zanella, 2006). Todo lo anterior explica por qué en los últimos años ha surgido una flota pesquera capacitada con las mejores condiciones de inde-pendencia, navegación, bodegaje y sistemas de enfriamiento (Porras et al., 1993; Myers & Worm, 2003).

Como si lo anterior fuera poco, las esta-dísticas de Incopesca, de 1999 a 2009, indican que la pesca de tiburón en ambos litorales dis-minuyó revelando problemas de disponibilidad, pero inexplicablemente la carne sigue comercia-lizándose como “chatarra” a precio muy bajo y no existe aprovechamiento integral del recurso. Aunque es una actividad que genera millones de dólares, es inviable e insostenible porque no hay suficiente sistematización de la información sobre el producto capturado, las bases de datos sobre flotas, permisos y volúmenes de pesca es-tán desactualizadas, falta normalización de las categorías comerciales que se utilizan en los re-gistros comerciales, hay desconocimiento de la composición específica de las capturas que llegan a los diferentes centros de acopio, no hay defini-ción de políticas específicas para la planificación, conservación y manejo, no existe fiscalización de la extracción, transporte y comercialización y se carece de incentivos para la investigación y ge-neración de una base de datos biológicos que per-mita categorizar por especies los desembarques nacionales e internacionales (Araya, 2006; Kohin et al., 2006; Rojas y Zanella, 2006).

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Análisis de las amenazas e implicaciones del cambio climático sobre los tiburonesJosé Rodrigo Rojas 3938

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Finalmente, investigaciones en la zona eco-nómica del Pacífico demuestran una disminución del 60% en la abundancia relativa de tiburones entre 1991 y 2001 (Arauz et al., 2004). La adop-ción del Plan de Acción Internacional para la Conservación y Gestión de los Tiburones (Pan-Tiburones) y la legislación vigente tampoco ga-rantizan su protección (Araya, 2006; Rojas, 2006; Rojas y Zanella, 2006; Segura y Rojas, 2006).

Vulnerabilidad evolutiva

Aunque no hay duda de que los tiburones ejemplifican un grupo exitoso, con alta capacidad de adaptación y una historia de vida que conju-ga elementos morfológicos, fisiológicos y etológi-cos que les han permitido desarrollar supremacía prácticamente en todos los ambientes acuáticos del mundo, son esas mismas características las

que actualmente los convierten en un grupo su-mamente frágil y vulnerable a cambios exógenos -como puede ser el cambio climático o la sobre-pesca- y a cualquier amenaza de origen antrópico.

Esta condición de vulnerabilidad ha sido magnificada por su misma tabla de vida. Los ti-burones son especies estrategas K que se caracte-rizan por presentar extensos ciclos de vida, pro-longada longevidad, poblaciones muy constantes, competencia intra e interespecífica muy intensa, lento desarrollo reproductivo, largos períodos de madurez y gestación, baja fecundidad, frecuencia reproductiva variable, compleja estructura espa-cial por tamaños y segregación por sexos, y una estrecha relación stock-reclutamiento (Pratt y Casey, 1990; Bonfil, 1994). Como son depredado-res primarios con relativamente pocos enemigos naturales, en sistemas no perturbados los tibu-rones solo necesitan pocas crías que sean capa-

ces de llegar a la madurez para poder mantener sus poblaciones estables. Todas estas estrategias reproductivas son apropiadas y exitosas en un medio en el que los principales depredadores son otros tiburones más grandes. Sin embargo, esto también impone límites a la reproductividad que, aunados a la tendencia mostrada por muchas es-pecies de tiburones a agruparse por edades y se-xos, vuelven a algunas especies vulnerables a la sobreexplotación (Shotton, 1999). Los tiburones son susceptibles a la sobrepesca, la extinción lo-cal y el colapso poblacional; sus poblaciones están amenazadas por la disminución de sus presas y por la destrucción de hábitats marinos esenciales (Fao, 1995, 1996 y 1999).

A diferencia de los peces óseos, los tiburones no tienen plasticidad para asumir cambios (gené-ticos, fenotípicos, etológicos) para adaptarse con velocidad e intensidad a las alteraciones que el ser humano está imponiendo. Tal como lo indican Fowler (1996) y Frid et al. (2007), sus rasgos de historia de vida parecen convertirse en la condi-ción de mayor debilidad frente a las aceleradas modificaciones ecosistémicas que se dan como resultado de la destrucción de ambientes acuáti-cos, de la contaminación y de la explotación in-discriminada de tiburones y de las presas usadas como alimento. Como lo señala Hall (1996), los tiburones están siendo irremediablemente arrin-conados en nichos cada vez más vulnerables, frá-giles y geográficamente reducidos. Según Hughes (2000), hay un peso en las evidencias científicas que predice, con un alto grado de certeza, una sobrevivencia muy comprometida para los tibu-rones. La amplitud de nicho que han gozado por millones de años es cada vez más una condición ecológica difícil de demostrar y de aplicar (Dulvy et al., 2004).

Efectos sistémicos de la remoción de tiburones

Recientemente se ha comenzado a estudiar la función ecológica de los tiburones y su influen-cia en la estructura de las comunidades ícticas. Se parte del funcionamiento de las redes tróficas en donde los tiburones se desempeñan como con-troladores de presas y organizadores de los flujos de energía hacia niveles inferiores. Stevens et al. (2000) indican que la remoción de depredadores como los tiburones en ecosistemas tropicales está asociada con serias disminuciones de especies de importancia comercial. Musick (1999) documentó uno de los casos mejor conocidos relacionados con la pérdida de abundancia de atunes (Thunnus sp.) como consecuencia de la erradicación de tibu-rones tigre (Galeocerdo cuvier), y sostiene que los tiburones mantenían marginadas a las poblacio-nes de depredadores que afectaban a los atunes.

Aunque es consenso de expertos (Musick, 1997 y 1999; Myers & Worm, 2003) que existen vacíos respecto de los efectos de los depredadores en las redes tróficas oceánicas, con certeza indi-can que es probable que los taxones top afecten de manera significativa el tamaño poblacional de las especies presa, así como la estructura y com-posición hacia los niveles tróficos inferiores. La remoción de los tiburones como depredadores api-cales de los ecosistemas está vinculado, en primer orden, con una reducción natural de la presión de pesca sobre sus principales presas, así como con una secuencia de desajustes y efectos inesperados de segundo y tercer grado que se dispersan hacia y entre la organización impactada (Simpfendor-fer, 2004; Ransom et al., 2007). Estas alteracio-nes tróficas desatan una serie de consecuencias negativas que desestabilizan las poblaciones in-terconectadas naturalmente, generando desequi-librios ecosistémicos que se evidencian en la pér-dida de resilencia, conectividad y propagación de especies oportunistas y plagas (Musick, 2004).

tiburones martillo, isla del Coco, Costa Rica. Avi Klapfer

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Análisis de las amenazas e implicaciones del cambio climático sobre los tiburonesJosé Rodrigo Rojas 4140

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En el escenario de eliminación de los tiburo-nes, la capacidad de carga y el reordenamiento de los encadenamientos tróficos son transformacio-nes esperables, ya que estos depredadores, ade-más de ubicarse cerca o en la cima de las redes tróficas, tienen una abundancia naturalmente limitada a la capacidad de carga del ambiente (Camhi et al., 1998; Ransom et al., 2007). La des-aparición de estos condrictios vulnerará la estabi-lidad ecotrófica y la capacidad ecosistémica para recuperarse de disturbios. Si la magnitud del dis-turbio supera el tiempo de respuesta (en este caso la capacidad de las poblaciones de tiburones de recuperarse) se alterará permanentemente la es-tabilidad del vecino o la estabilidad local, y enton-ces el ecosistema bloqueará toda respuesta y será más difícil regresar a su estado original (Frid et al., 2007). Incluso, como lo discute Sergio (2001), la erradicación de tiburones puede superar la es-tabilidad global y dejar sin efecto la capacidad de que estos peces se recuperen después de grandes disturbios, generando un vacío ecotrófico que ten-drá que ser compensado mediante un nuevo flu-jo de energía, un reordenamiento ecotónico y la imposición de nuevas reglas depredador-presa. En forma semejante, y de acuerdo con lo indicado por Pacala y Kinzig (2002) y Srivastava y Vellend (2005), la eliminación temporal o permanente de tiburones alterará al menos tres funciones especí-ficas de los ecosistemas: complejidad estructural (riqueza de especies y especímenes), reserva de energía (producción de vida en forma de biomasa) y procesamiento de materia (redes de productivi-dad y tasas de descomposición).

Reforzando lo indicado por Hall (1996), por su carácter de especies clave (keystone species) y su condición de depredadores apicales, los tiburo-nes tienen pocos enemigos naturales, por lo que su desaparición es sinónimo de devastadoras modifi-caciones sobre la forma en que se transmite la vida y la sostenibilidad de los océanos en el corto y me-diano plazos. Es en ese mismo sentido que Frid et

al. (2007) indican que sin tiburones es predecible el quebranto de la armadura ecosistémica marina y el debilitamiento de todo un eslabón de la cadena ali-menticia. Solo algunas poblaciones podrían verse favorecidas por la ausencia de estos depredadores, manifestando explosiones demográficas impresio-nantes, tan solo para sucumbir ante epidemias o hambrunas. Es indiscutible el colapso ecosistémi-co, social y económico (Jackson et al. 2001).

Finalmente, la remoción de tiburones no solo generará una serie de consecuencias sobre los ecosistemas sino que además afectará su con-figuración; los nichos experimentarán una reo-rientación de sus funciones hacia ensamblajes donde ocurrirán nuevos procesos en torno a la productividad, a la dinámica poblacional y a la abundancia y distribución de especies. En concor-dancia con lo indicado por Hall (1996) y Hughes (2000) sobre las consecuencias biológicas del ca-lentamiento global, los nuevos ensamblajes serán aprovechados por grupos con ventajas evolutivas impuestas por el cambio climático.

Escenarios de cambio climático e implicaciones sobre los tiburones

El Cuarto Informe de Evaluación presenta-do por el Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) confirmó varias de las hipótesis anteriores y actualizó con mayores rangos de con-fianza los pronósticos futuros (IPCC, 2007). Entre otras cosas afirma que la concentración de CO2 en la atmósfera ha aumentado hasta las 379 partes por millón (una cifra jamás alcanzada en los últi-mos 650 mil años de historia del planeta), que han aumentado las concentraciones de metano y óxido nitroso, que el mar está 17 cm por encima de lo que estaba a principios del siglo XX y la temperatu-ra 0,7 ºC más arriba que en 1850. Para el caso de Costa Rica los resultados obtenidos se basan en

dos escenarios de emisiones futuras de gases efec-to invernadero (A2-ASF y B2-MESSAGE); estos son los que mejor reflejan las condiciones y pers-pectivas regionales de las principales fuerzas que impulsan las emisiones de tales gases. Todos los modelos coinciden en representar la temperatura en 2020 con anomalías positivas (calentamiento) oscilando entre +0,5 °C y +2,0 °C. En lo que res-pecta a la precipitación, las anomalías variarían desde -20% (seco) a +35% (muy lluvioso) mostran-do una gran variabilidad en las tendencias futu-ras (DCC- Minaet, 2011).

Estas afectaciones nacionales se acoplarán con predicciones mundiales sobre aumento del ni-vel del mar por derretimiento de los polos, daños físicos y ecológicos sobre los sistemas costeros, inundaciones, pérdida de humedales, erosión, in-trusión de agua salada y aumento en los niveles freáticos (Bernal, 1993; Teng, 2005; Nerem et al., 2006). La temperatura del agua de mar se ele-vará alterando los regímenes de precipitación, la trayectoria, la frecuencia y la intensidad de las tormentas y los eventos de El Niño y La Niña. En las zonas tropicales las aguas más calientes causarán decoloración de corales y migración de especies costeras hacia latitudes más altas, afec-tando los hábitats marinos esenciales que los ti-burones costeros utilizan como zonas de crianza,

alimentación, reproducción o refugio (Baker et al., 2004). Todas estas alteraciones serán tras-ladadas hacia las cohortes que viven en aguas abiertas, modificando las relaciones ecológicas de las especies con hábitats pelágicos como los con-drictios que residen en el domo de Costa Rica, la dorsal oceánica de Cocos y la fosa oceánica meso-americana (Brenes, 2000).

Todo el mar patrimonial de Costa Rica se verá afectado y es predecible que las aguas super-ficiales tropicales, que normalmente presentan temperaturas superiores a los 25 °C y salinidades bajas, se calienten más. Los eventos de “lenguas frías” que se extienden hasta 500 km afuera de la costa (Brenes et al., 2003) dejarán de distribuir aguas de menor temperatura sobre el golfo de Papagayo y se bloquearán los afloramientos que permiten el enriquecimiento de sales nutritivas y productividad primaria. También se afectarán las tasas de biomasa (en forma de larvas, juve-niles y adultos) asociadas con las surgencias del domo térmico de Costa Rica y el sustento de las poblaciones de tiburones pelágicos en estas áreas. La elevación de la temperatura del agua del mar se convertirá en un vehículo propagador de una cadena de impactos que vulnerarán irremediable-mente a estos condrictios.

Vulnerabilidad climática mundial: amenazas de megaescala

De acuerdo con el IPCC (McCarthy et al., 2001), la vulnerabilidad climática es “el grado en el que un sistema es susceptible o incapaz de enfrentarse a efectos adversos del cambio climá-tico”. El concepto es esencial para interpretar las implicaciones y amenazas que hay sobre los tiburones debido al aumento en la temperatura del agua y las modificaciones de otros parámetros físico-químicos (gases, corrientes y mareas). De acuerdo con lo indicado por Smith & Pilifosova

tiburones, isla del Coco, Costa Rica. Avi Klapfer

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Análisis de las amenazas e implicaciones del cambio climático sobre los tiburonesJosé Rodrigo Rojas 4342

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(2003) y Smith & Vandel (2006), la vulnerabili-dad climática tiene al menos tres ejes de interés en esta investigación: exposición (aumentos de temperatura, cambios de salinidad, gases), sen-sibilidad (afectación de un sistema trófico, cam-bios en la distribución de especies) y capacidad de adaptación (plasticidad fenotípica, migración o aclimatación) (Hughes, 2000).

Para los tiburones son críticas las consecuen-cias que se derivarán del cambio climático asocia-do al aumento de temperatura. La condición de estrategas K inactiva mecanismos de respuesta rápida para enfrentar alteraciones producidas por el calentamiento planetario. En ese mismo sentido Gitay et al. (2002) y Julius & West (2008) conclu-yen que la capacidad adaptativa y evolutiva de es-tos peces es insuficiente para los cambios previstos y proponen tres posibles escenarios: (1) moverse hacia nuevos ámbitos de distribución, (2) mante-nerse en el mismo lugar, acelerando transforma-ciones fenotípicas mediante plasticidad genética y (3) resistir extinciones locales en algunas poblacio-nes disyuntas. El incremento de décimas de grado en la temperatura atmosférica no solo hará más calientes los océanos sino que causará cambios ra-dicales en las propiedades físicas y químicas, em-pujando los ecosistemas hacia transformaciones en la forma en que se procesa y fluye la energía desde los niveles tróficos productores hasta los consumidores primarios y viceversa. Es esperable un reordenamiento jerárquico que impactará la actual posición de los tiburones (McCarthy, 2001; Smith & Pilifosova, 2003; Ramson et al., 2007).

Otra consecuencia será las perturbaciones sobre las corrientes marinas, ya que desde el pun-to de vista oceanográfico los patrones de circula-ción oceánica superficial dependen de los vientos que soplan sobre las capas superiores, de los flujos de calor y de la rotación del sol y la luna (Rahm-storf, 2002). Los movimientos de aguas profundas y la circulación termohalina están supeditados a la transmisión de calor y gradientes de salini-

dad a lo largo de la columna de agua (Rahmstorf, 2003). Ante escenarios de cambio climático se es-pera alteraciones en toda esta dinámica de trans-ferencia de energía y nutrientes y en la estruc-tura y función de las cadenas tróficas de las que dependen los tiburones.

Si las corrientes marinas se alteran, el mar podría estratificarse permanentemente confor-mando un bloque de agua capaz de separar stocks poblacionales de especies con poblaciones cosmo-politas o disyuntas, e incluso impedir la migra-ción latitudinal de peces que usan las corrientes superficiales y profundas como carreteras y vías marinas utilizadas por los tiburones para su dis-persión hacia nichos fundamentales de su ciclo de vida. Un bloqueo modificaría la capacidad de com-portarse como especies transzonales altamente migratorias que dependen de rutas preestableci-das para el cumplimiento de etapas críticas en su desarrollo. Aguas estratificadas podrían generar señales erróneas sobre los tiempos de reproduc-ción y/o migración o bien el debilitamiento de la cadena trófica por reducción de la productividad primaria como consecuencia de un incremento en la frecuencia de El Niño y/o intrusiones de agua del Pacífico Occidental hacia el Pacífico Oriental (Timmermann et al., 1999). Aguas más calien-tes afectarán la solubilidad del CO2 y es posible que se reduzca el pH. La acidificación afectará la sobrevivencia de larvas de peces, moluscos y crustáceos, así como las poblaciones naturales de tiburones, incluso de especies que están adapta-das a ambientes estables, como los tiburones bati-pelágicos (Martín & Treberg, 2010). Finalmente, una mayor temperatura en el agua cambiará los sistemas biogeoquímicos encargados de la trans-formación de nutrientes para las cadenas tróficas (Bernal, 1993). (En cuadro 2 y figura 1 se exponen otros ejemplos de cómo el cambio climático es el agente directo de la modificación de condiciones físicas, químicas y bióticas que impactarán direc-tamente a los tiburones.)

Cuadro 2. Algunas implicaciones del cambio climático sobre los tiburones.

Parámetros asociados con el cambio climático

Explicación/consecuen-cia/alteraciones

Implicaciones proyectadas para los tiburones

Fuente

Altas concentracio-nes de CO2.

Se alterará la química del carbonato y los procesos biológicos fundamentales del mar.

Alteración de la cadena alimenti-cia, acceso a nichos alimentarios, más gasto energético en busca de comida.

Bernal, 1993; Kleypas et al., 2006; Hitz & Smith, 2004.

Se reducirá el pH y bajará el estado de saturación de los minerales carbonatados como la calcita y aragonita.

Estos minerales son utilizados para construir arrecifes de coral y el exoesqueleto de muchas espe-cies de fito y zooplancton que son consumidas por peces que forman parte de la dieta de los tiburones costeros tropicales.

Impacto directo so-bre el ambiente ma-rino.

Se modificará la dinámica natural de los ecosistemas marino-costeros.

Cambios en los patrones y rangos de distribución, reclutamiento, tasas de crecimiento y épocas de reproducción.

Hughes, 2000; IPCC, 2007; Julius & West; 2008.

Modificación de los patrones de vientos y tormentas.

El debilitamiento de los vientos y el aumento de tormentas alterarán el flu-jo y distribución de ener-gía en aguas superficiales, así como las surgencias de nutrientes que mantienen afloramientos como el domo térmico de Costa Rica.

Los centros de alimentación son modificados, hay un gasto ener-gético extra en búsqueda de comi-da. Los patrones ictiogeográficos cambian con respecto a rutas de migración y dispersión.

Aumento del nivel del mar.

Alterará hábitats marinos esenciales.

Pérdida de zonas sensibles para el apareamiento, reproducción y en general la ontogenia de tibu-rones.

McCarthy et al., 2001; IPPC, 2007.

Reducción de la pro-ductividad primaria.

Modificará de las fuentes de energía marina.

Se alteran las cadenas tróficas que transforman la energía (en forma de biomasa) que requieren los tiburones.

Soto, 2002; Martin & Treberg, 2002; Rahm-storf, 2002, 2003; Ner-em et al. 2006; Smith & Wandel, 2006.

Cambios en el reclu-tamiento y stocks poblacionales.

Habrá cambios en los patro-nes demográficos.

Cambian los patrones sociales, distribución por tallas, edades y sexos. Como consecuencia el acce-so a hembras viables y eventos de apareo también se modifican.

Reducción de las pesquerías.

Se reducirá la captura por unidad de esfuerzo.

Es previsible un aumento en la densidad y esfuerzo de pesca e in-novación en la aplicación de nue-vas tecnologías de captura.

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Revista Semestral de la Escuela de Ciencias Ambientales

Análisis de las amenazas e implicaciones del cambio climático sobre los tiburonesJosé Rodrigo Rojas 4544

Diciembre 2012. Número 44

Conclusión

En la última década, quizás con mayor ce-leridad y claridad, se ha generado una carga de prueba que confirma las modificaciones climáticas de megaescala que están ocurriendo en el planeta producto del calentamiento global, y despeja las dudas sobre las alteraciones ecosistémicas que los grandes depredadores, como los tiburones, están experimentando. Particularmente, hay consenso mundial en que los ecosistemas acuáticos siguen siendo irremediablemente empujados hacia con-diciones de inestabilidad y funcionamiento muy cerca o en el límite de la capacidad de resilencia,

modificando sus procesos biogenéticos y dinámica en la forma de producir y distribuir energía.

Literalmente, el aumento de temperatura global es considerado como la fuerza más clara, determinante e influyente que está ejerciendo sobre los ambientes acuáticos una presión exó-gena creciente de proporciones inimaginables, y la inestabilidad ecosistémica es el denominador común que mejor define la situación en la que ac-tualmente viven los tiburones. No hay duda de que la Tierra ha entrado en una nueva era, la del cambio climático, en que las concentraciones de CO2 en el mar están provocando cambios desde el nivel micro, con la interrupción de la asimila-ción de carbonatos y silicios por parte de especies

carbono-dependientes, hasta el nivel macro, como ocurre con la alteración de las cadenas tróficas, corrientes y grandes masas de agua marina.

¿Qué es lo predecible para los tiburones? Aunque se requiere un mayor nivel de detalle en las evidencias y profundidad en los estudios, los expertos señalan que a pesar de las modifi-caciones evolutivas que les han capacitado para permanecer por millones de años, estos condric-tios tienen escasas defensas ante los embates del cambio climático. Los tiburones son tremenda-mente vulnerables, su estrategia de vida no tiene mecanismos de respuesta temprana que les per-mitan evadir los cambios ecosistémicos que están transformando irremediablemente sus nichos. Serán desplazados porque no son lo suficiente-mente efectivos para combatir a un enemigo prác-ticamente invisible. Las ámpulas de Lorenzini, la línea lateral, el olfato y las modificaciones morfo-fisiológicas y etológicas resultan poco útiles para enfrentar los impactos que genera el aumento de la temperatura global. La velocidad del cambio en las condiciones físico-químicas del agua superan las reacciones de estos elasmobranquios.

Al igual que lo hicieron hace millones de años en que fue necesario cambiar de alimenta-ción mediante la liberación de los arcos mandi-bulares, a los tiburones les espera un período de transformaciones adaptativas en la forma de ob-tener alimento, reproducirse y dispersarse.

¿Qué podemos hacer? Reforzar todas las ini-ciativas nacionales, regionales y mundiales para reducir la emisión de gases de efecto invernadero y enfocarnos en las actividades humanas que afec-tan directamente el ambiente marino, en especí-fico todas las formas de contaminación acuática, sedimentación, control del crecimiento demográ-fico en zonas costeras, mortalidad por pesca debi-da al uso de artes de pesca prohibidos y desaleteo. Relacionado con los ambientes marinos será im-portante proteger y restaurar hábitats esenciales (arrecifes coralinos, manglares, estuarios) y mejo-

rar el conocimiento sobre aspectos demográficos y patrones de dispersión. La permanencia de los ti-burones en la Tierra está comprometida, su conti-nuidad dependerá de la velocidad con que logren adaptarse, de lo contrario la evolución seguirá su rumbo.

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• Los patrones y rangos de dis-tribución

• Las rutas migratorias• Las épocas de reclutamiento• Las tasas de crecimiento• Las épocas de reproducción• Los procesos ontogénicos• La distribución de tallas• La distribución de sexos

• La competencia intra e inte-respecífica

• Los patrones de depredación• Los patrones demográficos

Cambio climático

Figura 1

Temperatura

Deshielo de los polos

Afectará

Clima

Vientos Precipitación

Disponibilidad de nutrientes

Sugerencias

Aumenta

Productividad primaria

Producción Fito yZoo-planctónica

Complejidad estructural

Estructura ecotrófica

SE CAMBIARáN

SE MoDIFICARáN

Estibilidad de la columna de agua

• Las cadenas tróficas• Los accesos a energía en for-

ma de biomasa• Los patrones alimentarios• La oferta alimentaria• Los stocks reproductivos

SE AltERARáN

tiburones, isla del Coco, Costa Rica. Avi Klapfer

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Revista Semestral de la Escuela de Ciencias Ambientales

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tiburones, isla del Coco, Costa Rica. Avi Klapfer

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José Rodrigo Rojas48

Diciembre 2012. Número 44

Revista Semestral de la Escuela de Ciencias Ambientales49

Resumen Las especies que ex-hiben determinación sexual ambiental son vulnerables a los cambios continuos en las condiciones ambientales. Para evaluar cómo las pobla-ciones silvestres de cocodri-los podrían verse afectadas por las condiciones ambien-tales y el cambio climático, se consideró las relaciones entre las variables climáticas y la proporción de sexos en una población natural de caima-nes, Caiman crocodilus, en el Refugio Nacional de Vida Sil-vestre Caño Negro, en el nor-te de Costa Rica. Se observó un sesgo en la proporción de sexos a favor de los machos para el caimán en nuestro es-tudio. Estos resultados sugie-ren que el aumento de la tem-peratura y la disminución de la precipitación asociada con eventos climáticos de El

Efecto potencial del cambio climático en la proporción de sexos del caimán en Costa Rica

Armando Escobedo-Galván, José Alberto Retana, Cristina Méndez y José González-Maya

A. Escobedo es biólogo. J. Retana, ingeniero agrónomo especialista en agrometeorolo-gía, es investigador del Grupo Técnico de Cambio Climático del Instituto Meteorológico Nacional de Costa Rica. C. Méndez, bióloga, es funcionaria del Refugio Nacional de Vida Silvestre Caño Negro. J. González, biólogo especialista en conservación y biodi-versidad, es director de Sierra to Sea Institute & ProCAT Internacional/Colombia, Las Alturas, Coto Brus, Costa Rica.

Abstract Ectotherm species that exhibit environmental sex determination are vulnera-ble to changing environmen-tal conditions. To address how wild populations of cro-codilians could potentially be affected by environmen-tal conditions and climate change, we considered the relationship between clima-te variables and sex ratio in a natural population of Spectacled Caiman, Caiman crocodilus, in Caño Negro National Wildlife Refuge, in northern Costa Rica. We found a high male-biased sex ratio for the spectacled caiman in our study. Our results suggest that this bias was partly explained by increases in temperature, and decreases in precipita-tion associated with El Niño events in this region. Speci-

Introducción

El Panel Intergubernamental de Cam-bio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), en su cuarto informe, da

una nueva definición de cambio climático y determina que dentro de las cambios cli-máticos más probables están el aumento en la precipitación media en las zonas tropica-les y una disminución en las regiones sub-tropicales. Al mismo tiempo, se espera un aumento en los eventos extremos lluviosos, donde el estado promedio del Pacífico Tro-pical se volverá similar a un evento de El Niño permanente, siendo las temperaturas máximas más frecuentes y los extremos de temperatura mínima más escasos (IPCC, 2007); sin embargo, el cambio climático ac-tual no ocurre de forma homogénea entre los diferentes ecosistemas. Loarie et al. (2009) sugirieron que la velocidad del aumento de temperatura en ecosistemas de pastizales inundables, manglares y desiertos, es ma-

A. Escobedo, J. Retana, C. Méndez y J. González. “Efecto potencial del cambio climático en la proporción de sexos del caimán en Costa Rica”, Ambientales No. 44, diciembre 2012. Costa Rica. Págs. 49-60.

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Revista Semestral de la Escuela de Ciencias Ambientales

Efecto potencial del cambio climático en la proporción de sexos del caimán en Costa Rica51Armando Escobedo-Galván, José Alberto Retana, Cristina Méndez y José González-Maya50

Diciembre 2012. Número 44

no ser una ventaja adaptativa ante la rapidez con que ocurren los cambios ambientales (Hulin et al., 2009). Sin embargo, hasta la fecha existe poca información disponible que evalúe los efectos po-tenciales sobre la proporción de sexos en cocodri-los y sus implicaciones ecológicas y evolutivas. Por otro lado, conocer los factores que afectan la proporción de sexos en cocodrilos es importante para promover e implementar políticas de con-servación y manejo que permitan mantener la viabilidad de las poblaciones y actuar sobre los posibles efectos del cambio climático en estas es-pecies. El conocimiento del efecto del clima sobre la determinación y proporción de sexos en coco-drilos, como medida para conservar la viabilidad de sus poblaciones naturales a futuro, constituye uno de los aspectos relevantes para el manejo de sus poblaciones en función de un bienestar eco-nómico, ambiental y cultural de las comunidades aledañas a las zonas donde habitan los cocodrilos. El objetivo de este estudio fue determinar el efec-to del clima sobre la proporción de sexos del cai-mán (Caiman crocodilus) en el Refugio Nacional de Vida Silvestre Caño Negro –Costa Rica- y las implicaciones potenciales del cambio climático.

área de estudio

El estudio se realizó en el Refugio de Vida Silvestre Caño Negro, localizado en el norte de Costa Rica (10°54’N, 84°47’W), el cual cuenta con una extensión de 9 969 ha de pastos, humedales y parches de bosque tropical (Méndez, 2004). En esta región, durante la temporada de lluvias (de mayo a diciembre) los niveles de agua pueden su-bir más de 2 m, y durante la estación seca (de enero a abril) el río y las lagunas se reducen has-ta secarse en su mayoría (Castillo y March, 1993).

Especie de estudio

El caimán, Caiman crocodilus, está amplia-mente distribuido en el Neotrópico; en el Pacífico se encuentra desde Oaxaca (México) hasta Ecua-dor, mientras que en el Atlántico abarca desde Honduras hasta la región del Amazonas y el sur de Brasil (Velasco y Ayarzagüena, 2010). La tem-porada de puesta e incubación de huevos va de ju-nio a agosto, durante el incremento de los niveles de agua al comienzo de la época lluviosa, y la eclo-sión ocurre de septiembre a octubre en Caño Ne-gro (Allsteadt, 1994). Los nidos son montículos de vegetación construidos en la base de los árboles en zonas boscosas cercanas a los cuerpos de agua (Álvarez del Toro, 1974; Cintra, 1988). El periodo de incubación varía entre 73 y 90 días (Allsteadt, 1994). En Caño Negro, el tamaño de puesta re-portado por Allsteadt (1994) fue 27 huevos (rango de 17 a 40 huevos), mientras que Junier (2000) reportó un tamaño promedio de nidada de 21 hue-vos (rango de 12 a 32 huevos). El tamaño de las hembras anidando varía entre 1,4 m y 1,5 m (Ju-nier, 2000).

Métodos

temperatura de incubación en nidos silvestres

Durante la temporada de anidación 2004 de C. crocodilus en Caño Negro, se hicieron re-corridos a pie en zonas donde se había observado nidos. Una vez localizado el nido, se procedió a abrirlo para confirmar la presencia de los huevos (los caimanes en ocasiones construyen nidos sin ovipositar -Álvarez del Toro, 1974-). Con base en el ancho de banda opaca alrededor del huevo (Ferguson, 1987) se calculó el tiempo transcurri-do desde la ovoposición hasta el momento en que fue localizado, estimando un tiempo de desarrollo embrionario de entre 35 y 45 días. Esto sugiere que los nidos fueron localizados al final del perío-

Niño podrían explicar parte del sesgo. Específicamente, se encontró evidencia de que el aumento de la temperatu-ra mínima del aire produce aumento de la temperatura de incubación, lo que podría favorecer la producción y la supervivencia de machos so-bre las hembras. Además, se reveló que la disminución de la precipitación se asocia con una mayor producción de ma-chos. El sesgo en la propor-ción de sexos no parece ser explicada por otros procesos, tales como la presión de caza, que pueden ser un factor que afecta a las poblaciones de cocodrilos. Se concluye que el cambio climático previsto en esta región probablemente conducirá a un menor núme-ro de hembras reproductoras, lo que podría comprometer la viabilidad de esta población de caimanes a largo plazo.

Palabras claves: caimán, Caiman crocodilus, cambio climático, Costa Rica, tempe-ratura de incubación, deter-minación sexual.

fically, we found evidence that increased minimum air temperatures produced increased incubation tem-peratures, which favored production and survival of males over females. Addi-tionally, we found that de-creased precipitation was associated with increased production of males. Our results do not seem to be explained by other proces-ses, such as differential hunting pressures, which may be more important for other crocodilian popula-tions. We conclude that the forecasted climate change in this region will likely lead to fewer reproductive females, potentially under-mining the viability of this caiman population on the long term.

Key words: Caiman croco-dilus, climate change, Cos-ta Rica, nest temperature, sex determination, specta-cled caiman.

yor que en ecosistemas montañosos, por lo que el efecto de las modificaciones del cli-ma sobre las especies y los ecosistemas será consecuencia del lapso de tiempo en que ocurra y la intensidad con que se manifies-te, así como de la capacidad de respuesta de los sistemas naturales. Algunas respuestas de la biodiversidad al cambio climático tie-nen que ver con variaciones en la distribu-ción espacio-temporal, relaciones tróficas y sobrevivencia (Parmesan, 2006), mientras que cambios a nivel genético, como respues-ta adaptativa, pueden darse en especies con periodos de vida cortos y tasas altas de re-producción (Bradshaw y Holzapfel, 2001).

En los últimos años se ha sugerido que las especies de vertebrados ectotérmicas po-drían ser uno de los grupos más vulnerables al cambio climático debido a sus ámbitos de distribución limitados y nichos tróficos es-pecializados (Laurance et al., 2011). En el caso particular de los reptiles con deter-minación sexual por temperatura, las con-diciones ambientales afectan las caracte-rísticas fenotípicas de las crías durante el desarrollo embrionario, lo cual repercute en la reproducción y sobrevivencia a futuro (Booth, 2006). Algunos estudios publicados han mostrado cambios en la época de re-producción y anidación en los últimos años como respuestas a los cambios en las con-diciones ambientales (Hawkes et al., 2007; Mazaris et al., 2008; Pike, 2008; Tucker et al., 2008; Weishampel et al., 2004; Zhang et al., 2009). Algunos investigadores han suge-rido que el cambio climático podría conducir a un desequilibrio en la proporción de se-xos y, por consiguiente, poner en peligro la viabilidad poblacional de reptiles con deter-minación sexual por temperatura (Janzen, 1994; Wapstra et al., 2009), ya que la de-terminación sexual por temperatura podría

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do termo-sensible (periodo en que se determina el sexo). A pesar de que no se evaluó la temperatura de incubación durante el período termo-sensible, la temperatura del nido se mantiene constante durante el período de incubación (Rhodes y Lang, 1996), lo que permite asumir que la temperatura de incubación es similar a la temperatura duran-te el periodo previo a la localización del nido. En tres nidos de C. crocodilus se colocó un sensor de temperatura (HOBO®, StowAway TidbiT Temp Logger) en el centro de cada nidada para regis-trar la temperatura de incubación cada diez mi-nutos hasta el momento de la eclosión. Los datos de temperatura fueron promediados por día para facilitar el análisis y la interpretación.

Estructura poblacional y estimación de edad

Se capturaron 103 caimanes durante 22 re-corridos nocturnos a partir de mayo de 2004 has-ta mayo de 2005 (cinco recorridos en la época seca y 17 en la época lluviosa). Los caimanes fueron localizados por el reflejo de sus ojos usando linter-nas de 4,8 voltios. Los caimanes menores de 1 m de longitud total fueron capturados con la mano, animales de mayor tamaño fueron capturados utilizando lazos. Cada individuo capturado fue medido ventralmente, desde la punta del hocico hasta el extremo de la cola (LT) y desde la pun-ta del hocico hasta el final de la cloaca (LHC). El sexo fue determinado mediante el examen cloacal (Brazaitis, 1968). El sexo no fue identificado para los neonatos (<40 cm de longitud total). La edad de los caimanes se estimó mediante el modelo de Von Bertalanffy (Rebêlo et al., 1997). Debido a que la tasa de crecimiento difiere entre sexos (Chabreck y Joanen, 1979) se utilizó un modelo para machos y otro para hembras. El modelo de Von Bertalanffy ha sido utilizado comúnmente en estudios de caimanes y cocodrilos (e.g., Webb et al., 1983; Rebêlo et al., 1997: Cupul-Magaña et al., 2004).

Datos meteorológicos Se obtuvo datos de temperatura del aire

(°C), temperatura mínima diaria (°C), tempera-tura máxima diaria (°C), precipitación (mm), pre-cipitación acumulada (mm) y humedad relativa (%), para la época de anidación (junio-octubre de 2004), de la estación meteorológica del Instituto Meteorológico Nacional en Caño Negro (10°54’N, 84°47’O). También se obtuvo datos de las precipi-taciones medias mensuales y anuales para el pe-riodo de enero de 1987 a diciembre de 2004 de la estación meteorológica Upala (10°54’N, 85°01’W, aproximadamente a 30 km de la zona de estudio).

Análisis estadístico Se evaluó la relación entre la temperatura

del aire de la estación meteorológica de Caño Ne-gro y la temperatura de incubación por hora, uti-lizando una regresión lineal simple. Además, un modelo a priori de regresión múltiple (Mallow’s CP model; Mallows 1973) se utilizó para exami-nar la relación entre la temperatura media dia-ria de incubación con los datos meteorológicos de Caño Negro (temperatura mínima diaria, tempe-ratura máxima diaria, promedio de la temperatu-ra diaria máxima y mínima, precipitación diaria, precipitación acumulada y humedad relativa).

Posteriormente se realizó una regresión múltiple para evaluar las relaciones entre las variables de mayor correlación según el modelo Mallow’s CP.

A partir de la estimación de la edad de los caimanes, se evaluó la relación entre la edad y la longitud total de caimanes mediante una re-gresión logarítmica. Se utilizaron los datos de la estructura de edades para calcular la proporción de sexos en los últimos años, asumiendo que los mecanismos que afectan la mortalidad en etapas tempranas de desarrollo y el reclutamiento de nuevos individuos para la población están ausen-tes o no son suficientemente fuertes para produ-cir algún cambio en la proporción de sexos de las

camadas (Kallimanis, 2010). Se comparó la fre-cuencia de hembras y machos entre los años con una prueba de Chi-cuadrado. También se evaluó si el número de machos y hembras nacidos cada año se correlacionó con la precipitación anual desde 1987 hasta 2004.

Resultados

Relación entre temperatura de incubación y clima

La temperatura de incubación se registró en tres nidos, N1, N2 y N3 durante 32, 31 y 20 días, respectivamente, desde el 15 de septiembre hasta el 16 de octubre de 2004. La temperatura de incubación más alta se registró en el nido 3 (33,6 ± 0,95 °C), seguido del nido 2 (32,5 ± 0,77 °C), y el nido 1 (32,1 ± 0,92 °C). La temperatura promedio del aire durante el periodo de estudio fue 26,5 ± 3,40 ºC, con una fluctuación de entre 22,0 ºC y 35,4 ºC. No se observó una relación im-

Figura 1. Temperatura del aire y temperatura de incubación durante septiembre y octubre 2004. La línea punteada muestra el intervalo de temperatura de transición (intervalo en que se producen ambos

sexos en diferente proporción).

portante entre la temperatura promedio del aire y la temperatura de incubación en los tres nidos de C. crocodilus (R2 < 0,12; P > 0,05, en los tres ni-dos -figura 1-). La relación entre la temperatura promedio de incubación y las variables climáticas durante el periodo de estudio no fue significativa (R2 < 0,11; P > 0,05, en todos los casos). Sin em-bargo, la temperatura de incubación de los nidos 1 y 2 se relacionó significativamente con la tem-peratura mínima promedio (figura 2). Con base en el modelo de regresión múltiple se determinó que la precipitación y la temperatura mínima afectan significativamente la temperatura de in-cubación con el nido 1 y 2 (N1: R2 = 0,53; F2, 29 = 16,9; P < 0,0001; N2: R2 = 0,30; F2, 28 = 6,2; P < 0,006). El nido 3 no mostró relación con los datos de la estación meteorológica de Caño Negro. La temperatura promedio de los tres nidos mostró una relación con la temperatura mínima y máxi-ma y la precipitación acumulada (R2 = 0,41; F3, 16= 3,9; P = 0,030).

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Relación entre edad, proporción de sexos y clima

La tasa de encuentro de las hembras duran-te los muestreos nocturnos fue menor que la de los machos tanto en la época seca (1 hembra; 7 machos) como en la época lluviosa (1 hembra; 5,8 machos) en Caño Negro. Se observó una relación significativa entre la edad de los caimanes y la longitud total de cada individuo con base en el modelo de Von Bertalanffy (relación logarítmica, R2 = 0,971; P < 0,05). Esta relación permitió esti-mar que la mayoría de los caimanes capturados (n = 67) tienen entre 4 y 12 años. El caimán de mayor tamaño fue una hembra de 2,10 m y el mo-delo predice una edad de 17 años. La frecuencia de machos estuvo significativamente asociada con la estructura de edades (X2 = 35; g.l. = 8; P < 0,005 -figura 3-).

Con base en la edad de los caimanes, la fre-cuencia de hembras como indicativo no varió sig-nificativamente entre los años (X2 = 20; g.l. = 20; P > 0,05), mientras que la frecuencia de los machos varió entre los años (X2 = 54; g.l. = 20; P < 0,005), observándose un incremento durante la década de 1990, pero esta no se asoció con la precipita-ción (r = -0,42; P = 0,11 –figura 4-). Durante el pe-ríodo 1993-2011 se observó una disminución de la precipitación anual relacionada con el fenómeno El Niño (figura 5).

Discusión

El sesgo en la proporción de sexos hacia los machos podría ser explicado en parte por las dis-minuciones en las precipitaciones debido al fe-nómeno El Niño. El número de machos nacidos desde 1992 se asoció con una disminución de la precipitación anual, la cual a su vez se asocia a los eventos de El Niño durante 1994 y 1997. Rho-des y Lang (1996) observaron que la proporción de sexos en condiciones naturales se relaciona con la variabilidad climática local anual, en el

Figura 2. Relación entre la de incubación y la temperatura mínima diaria del aire (N1: r= 0,58, R2 = 0,34, F1,30= 15,48, P < 0,0005; N2: r= 0,47, R2

= 0,22, F1,29= 8,50; P < 0,006; N3: R2 = 0,01, F1,18= 0,23, P > 0,05). La temperatura de incubación se registró durante 32 días en el N1, 31 días para el N2 y 20 días para el N3 (15 septiembre al 16

octubre 2004).

Figura 3. Estructura de edades de Caiman crocodilus en el Refugio Nacional de Vida Silvestre Caño Negro, Costa Rica.

Figura 4. Porcentaje de machos y hembras, estimando la edad con base en el modelo Von Bertalanffy y la precipitación anual de 1987 a 2004 en Caño Negro (r= -0,42; P = 0,11, para machos).

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31,5 ºC produce un 10% de machos, mientras que temperaturas superiores a 31,5 ºC, producen en-tre 80% y 100% de machos (Campos, 1993); mien-tras que para Caiman latirostris, temperaturas alrededor de 33 ºC producen 100% machos (Piña et al., 2003). Estudios previos sobre la ecología de anidación de C. crocodilus en el Refugio Nacio-nal de Vida Silvestre Caño Negro determinaron que la temperatura de los nidos presentaron una media de 31,8 ºC, con una variación entre 30,5 ºC y 32,8 ºC en 1988 (Allsteadt, 1994 -n = 9-), y durante los años 1992 a 1994 la temperatura de incubación promedio fue de 31,6 ± 0,2 ºC (Junier, 2000 -n = 43-). En ambos casos, las temperaturas

registradas están dentro de los rangos reportados para producir una mayor proporción de machos. La temperatura de incubación reportada en este estudio mostró un aumento promedio de 0,5 °C en los últimos 10 años comparado con los dos es-tudios previos (Escobedo-Galván, 2006), por lo que la temperatura de incubación podría haber favorecido un mayor nacimiento de machos entre 1992 y 2004 en Caño Negro.

Las altas temperaturas en los tres nidos ubicados en el Refugio se asociaron con el aumen-to de la temperatura mínima de la zona Huetar Norte. Retana (2005) determinó que las tempe-raturas máximas y mínimas de la región Huetar

Figura 5. Anomalía de la precipitación a partir de los datos de precipitación de la estación meteorológi-ca de Upala, para el periodo 1963-2004. Las flechas indican los eventos extremos relacionados con los

episodios cálidos de El Niño-Oscilación del Sur.

que fuertes lluvias producen una baja temperatu-ra de incubación generando un proporción de se-xos sesgada hacia las hembras, mientras que las condiciones secas generan una mayor proporción de machos. Por lo tanto, una disminución de la precipitación durante los episodios cálidos de El Niño en Caño Negro puede influir en la tempera-tura de incubación produciendo un mayor núme-ro de machos. La relación entre eventos extremos y la variabilidad climática en la región Huetar Norte de Costa Rica no puede predecirse (Villa-lobos y Retana, 2001) debido a que la variabili-dad y la duración de los eventos extremos varía cada año (Alfaro y Soley, 1999; Mora y Amador, 2001). Algunas tendencias han mostrado que los eventos de El Niño tienen altas probabilidades de disminuir la precipitación en el Pacífico Norte y el Valle Central de Costa Rica (Retana y Villalobos,

2000), lo cual podría afectar el porcentaje de ma-chos nacidos en cada nido durante el período de anidación. Además, la pérdida de cobertura vege-tal podría afectar potencialmente los patrones de precipitación. Este efecto no ha sido evaluado en este estudio, pero se estima que en Caño Negro 7 738 ha de vegetación natural se han perdido de-bido a los incendios forestales entre 1997 y 2003 (A. Delgado, comunicación personal). La combi-nación de la disminución de la cobertura forestal y los eventos de El Niño podría haber afectado los patrones de precipitación en la región Huetar Norte, lo cual pudo repercutir en la proporción de sexos de caimanes en el sitio de estudio.

El mayor número de machos capturados po-dría estar relacionado con la temperatura de in-cubación. En Caiman crocodilus yacaré, por ejem-plo, la temperatura de incubación entre 30,5 ºC y

Caimanes, Caño Negro, Costa Rica. Paulo Valerio

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Norte se han incrementado en los últimos años. Se ha observado una relación positiva entre la temperatura media en dos nidos de C. crocodilus en Caño Negro y la temperatura mínima ambien-tal, por lo que el aumento de la temperatura mí-nima en la zona podría producir un aumento en la temperatura de incubación. Magnusson (1979) observó que un aumento de 3 °C en la temperatu-ra del aire produce un aumento de 1° C en el nido.

La cacería ha sido propuesta como un fac-tor que afecta la proporción de sexos, esto dado que las hembras pasan más tiempo fuera del agua en los sitios de anidación siendo más vulne-rables ante los cazadores (Crawshaw, 1991); sin embargo, se ha demostrado en otros estudios que la caza es selectiva sobre animales adultos que en su mayoría son machos, por lo que ella no po-dría ser considerada un factor para justificar los resultados de este estudio. Las diferencias en el uso de hábitat entre ambos sexos es otro factor que podría afectar la proporción de sexos. Thor-bjarnarson (1997) sugirió que las diferencias en la proporción de sexos pueden estar relacionadas con diferencias de selección de hábitat por parte de ambos sexos. Lance et al. (2000) observó que la proporción de sexos de A. mississippiensis varió entre año y sitio de muestreo. En el caso de Caño Negro, no se han observado diferencias en la pro-porción de sexos entre sitios y épocas de muestreo (Junier, 2000; Escobedo-Galván, 2008). Por consi-guiente, en el caso de Caño Negro las variaciones en la proporción de sexos parecen estar relaciona-das principalmente con las condiciones ambien-tales, mientras que la cacería y el uso de hábitat son factores secundarios que pueden influir en la captura de uno u otro sexo, pero sin generar un sesgo en la proporción de sexos por alguno de los dos factores. En conclusión, los aumentos en la temperatura y la disminución de la precipitación probablemente han contribuido a una proporción de sexos sesgada hacia los machos del C. crocodi-lus en Caño Negro. Dados los resultados, el cam-

bio climático previsto en esta región podría llevar a un menor número de hembras reproductoras, lo cual podría afectar la viabilidad poblacional a futuro, afectando la estructura poblacional y re-duciendo la tasa reproductiva y el reclutamiento a largo plazo.

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Armando Escobedo-Galván, José Alberto Retana, Cristina Méndez y José González-Maya60

Diciembre 2012. Número 44

Revista Semestral de la Escuela de Ciencias Ambientales61

Resumen El artículo invita a re-flexionar sobre la teoría de manejo de la demanda eléc-trica como una alternativa para mejorar la sostenibi-lidad del sistema eléctrico nacional y avanzar en la dis-cusión del modelo eléctrico. La sostenibilidad del futuro energético apunta a la inte-gración de redes inteligentes, generación distribuida, alta penetración de energías re-novables no convencionales y tecnologías eficientes. El artículo propone el manejo de la demanda eléctrica como la base de una política públi-ca a largo plazo que apoye e integre las estrategias antes mencionadas. A lo largo del artículo se reconoce la vul-nerabilidad del sistema eléc-trico nacional, se explica el marco conceptual del manejo de la demanda eléctrica, las ventajas y obstáculos para su implementación, así como una serie de acciones claves para facilitar el desarrollo de una cultura alineada con el manejo de la demanda eléc-trica.

La autora, abogada, es especialista en ambiente y sostenibilidad.

Raquel Salazar

Manejo de la demanda eléctrica para aumentar la sostenibilidad del sector eléctrico en Costa Rica

Abstract The article calls to re-flect on the demand side ma-nagement framework as an alternative to improve the sustainability of the Costa Rican electricity system, as well as an alternative to move forward the debate about the electricity model. The future of a sustaina-ble electricity sector points towards the integration of smart grid, distributed ge-neration, high penetration of non-conventional re-newable energies, and ener-gy efficient technologies. This article advocates for demand side management as the core of a public policy with a long-term vision that supports and integrates the strategies previously men-tioned. The article recogni-zes the vulnerability of the Costa Rican national elec-tricity system, explains the demand side management conceptual framework, as well as the advantages and potential hurdles for its implementation. Lastly, it

Introducción

Desde finales del siglo XX se ha veni-do construyendo un nuevo paradig-ma de la administración del servicio

eléctrico que busca adaptar la demanda a la generación, contrario a la estrategia clásica de incrementar la capacidad de generación hasta abastecer la demanda. La lógica tra-dicional todavía predomina en gran parte de la industria eléctrica; sin embargo, a me-dida que la amenaza del cambio climático y la escasez de los hidrocarburos se hace más evidente, la seguridad energética cobra cada vez más relevancia en las agendas de los Gobiernos. Los países son cada vez más conscientes de la importancia de adoptar es-trategias multidimensionales para enfren-tar el reto del suministro eléctrico a corto, mediano y largo plazo. El manejo de la de-manda eléctrica es un componente clave en dicha estrategia.

Costa Rica tiene un alto porcentaje de cobertura eléctrica y de energías renovables en su matriz eléctrica, sin embargo el siste-ma eléctrico nacional es vulnerable. Desde hace varias décadas, la reforma del modelo eléctrico se encuentra entrabada por intere-

R. Salazar. “Manejo de la demanda eléctrica para aumentar la sostenibilidad del sector eléctrico en Costa Rica”, Ambientales No. 44, diciembre 2012. Costa Rica. Págs. 61-72.

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Agradecimientos Agradecemos al Instituto Meteorológico Na-

cional de Costa Rica por el apoyo con el equipo de campo, y a los funcionarios del Refugio Nacio-nal de Vida Silvestre Caño Negro por el soporte logístico y las facilidades brindadas durante la realización del estudio, principalmente a Alberto Delgado. Al Ministerio de Ambiente por el permi-so de investigación científica.

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Manejo de la demanda eléctrica para aumentar la sostenibilidad del sector eléctrico en Costa Rica63Raquel Salazar62

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Palabras clave: manejo de demanda eléctrica, eficiencia energética, sector eléctrico, modelo eléctrico, debate eléc-trico.

identifies some key actions to facilitate the develop-ment of a demand side ma-nagement culture.

Key words: demand side management, energy effi-ciency, electricity sector, electricity model, electricity debate.

ses gremiales y posiciones ideológicas. Mien-tras se realizan esfuerzos por superar la opo-sición social y las trabas legales y financieras para continuar expandiendo una matriz eléc-trica verde y segura, el consumidor es testigo de un constante escalamiento de los precios de la electricidad. En ese contexto, el manejo de la demanda eléctrica se vislumbra como parte de la solución al problema energético.

El manejo de la demanda eléctrica es un principio de administración sano. Es tomar en consideración los dos lados de la ecuación (oferta-demanda) y, con base en eso, tratar de hacer un uso más eficiente de los recursos. A pesar de ser una idea tan sim-ple, el manejo de la demanda eléctrica es un concepto complejo de llevar a los hechos. Se requiere de alta inversión en tecnología, par-ticipación y compromiso del usuario final, así como un marco legal y regulatorio que per-mita alinear los intereses nacionales y las empresas eléctricas.

Si bien es cierto que hay obstáculos al manejo de la demanda eléctrica, también hay soluciones. Dinamarca, Países Bajos, Nueva Zelanda y Reino Unido son países ejemplo de que con regulación e invención estratégica esos obstáculos se pueden sor-tear. El común denominador de estos países es un compromiso nacional vinculante de reducción del consumo energético, así como la disposición de fondos nacionales para la promoción de programas de manejo de la de-manda eléctrica. Razones que han sido clave para generar propuestas innovadoras de ne-gocios eléctricos y el desarrollo continuo de nuevas tecnologías.

En ese sentido, se propone el manejo de la demanda eléctrica como la base de una política pública a largo plazo que acompañe e impulse programas y acciones en eficien-cia energética, manejo de carga, generación

distribuida y desarrollo de redes inteligentes. El marco legal y regulatorio que permita lo anterior puede adoptar diferentes enfoques y alternativas, por lo que sus características van a estar definidas por el proceso de negociación política. Dependien-do de las “reglas del juego” todos pueden ganar: el país mejora la seguridad energética, se promue-ve el desarrollo de nuevos mercados y negocios, se obliga a las empresas eléctricas a ser más efi-cientes, se reducen costos de generación, los con-sumidores pagan menos por el servicio eléctrico, colaboran a solucionar el problema energético y mejoran la competitividad de sus productos y ser-vicios.

Así, este artículo invita a reflexionar sobre el manejo de demanda eléctrica como una alter-nativa para mejorar la sostenibilidad del sistema eléctrico nacional (entendido como un sistema eficiente, estable, seguro, competitivo y con una baja huella de carbono).

Marco conceptual de manejo de la demanda eléctrica

La teoría del manejo de la demanda eléctri-ca se apoya en una lógica de eficiencia y rentabi-lidad económica: “el kW ahorrado es más valioso que el kW consumido” (Sani, 2004).

Se puede encontrar múltiples definiciones de manejo de demanda eléctrica en la literatura. Sin embargo, la idea central del concepto se refie-re a un conjunto de acciones y prácticas dirigidas a modificar la cantidad y/o el tiempo de consumo de la electricidad con el objetivo de reducir la de-manda eléctrica. En ese sentido, el manejo de la demanda eléctrica es un término sombrilla que comprende (Gellings, 1995): (a) eficiencia energé-tica: promueve programas y acciones que tienen como objetivo reducir el consumo de electricidad en forma permanente a través de la instalación

tendido eléctrico, Costa Rica. Alfredo Huerta

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Manejo de la demanda eléctrica para aumentar la sostenibilidad del sector eléctrico en Costa RicaRaquel Salazar 6564

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de tecnologías eficientes y modificación de patro-nes de consumo, y (b) manejo de carga: los progra-mas buscan afectar la curva de carga, su princi-pal meta es redistribuir la demanda y uniformar los picos diarios y estacionales -generalmente son promovidos a través de tarifas y mecanismos de mercado que mediante señales económicas (in-centivos o recargos) pretenden alterar los hora-rios de consumo eléctrico-.

Adicionalmente, este artículo entiende ma-nejo de la demanda eléctrica como una estrategia de planificación que mediante un portafolio per-manente de proyectos busca: (a) crear una nueva fuente de energía, (b) flexibilizar la demanda y lograr reducir la necesidad de almacenar electri-cidad, (c) incorporar más eficientemente energías renovables no convencionales y (d) mejorar la ca-pacidad del sistema de transmisión nacional.

La teoría de manejo de la demanda eléctrica ha sufrido varias olas de críticas a lo largo de las tres últimas décadas, las cuales lejos de debilitar el concepto han fomentado su evolución y adap-tación a las nuevas estructuras de los mercados eléctricos. Incluso, el manejo de la demanda eléc-trica es parte explícita de la estrategia energéti-ca en países que han liberalizado sus mercados (Gehring, 2002; Yu, 2010; Wikler, 2000). Actual-mente, la Agencia Internacional de Energía tie-ne 18 países miembros alrededor del mundo que trabajan activamente en impulsar el manejo de la demanda eléctrica. Y hay evidencia de que el marco conceptual del manejo de la demanda eléc-trica está siendo utilizado, por ejemplo, en Améri-ca Latina y en Asia. Esto demuestra que, a pesar de las críticas, la lógica del manejo de la demanda eléctrica sigue teniendo vigencia entre los regula-dores y diseñadores de políticas.

Situación del sector eléctrico en Costa Rica

Costa Rica se ha distinguido por tener un servicio eléctrico con alto grado de cobertura y seguro. A pesar del evidente éxito del Instituto Costarricense de Electricidad (Ice) no es posible obviar que existen grandes retos para mantener la sostenibilidad del sistema eléctrico actual. El marco legal y la dinámica social, ambiental y fi-nanciera en las que se encuentra inmerso el sec-tor eléctrico costarricense lo coloca en una posi-ción de vulnerabilidad.

La planificación del sector está basada en acciones del lado de la oferta. Esto es preocupan-te si se considera que el Ice enfrenta cada vez mayores obstáculos para ampliar la capacidad de generación. Por ejemplo, el Ice ha determina-do que las localidades óptimas y más accesibles para desarrollar proyectos hidroeléctricos ya han sido usadas. El desarrollo de nuevos proyectos hi-droeléctricos y geotérmicos es cada vez más difícil y el potencial va a ser limitado después de 2030. Boruca, Pacuare y El Diquís ilustran la situación anterior. El atraso en la entrada en funciona-miento del Proyecto Térmico Garabito por razo-nes de política económica refleja que no solo la oposición social atrasa los proyectos sino también la discordancia entre planes nacionales y la ca-pacidad financiera de las instituciones. La insol-vencia política para introducir reformas legales (por ejemplo, permitir una mayor participación de generadores privados y aprovechar la energía geotérmica en parques nacionales) es otro factor que debilita la capacidad de respuesta del sector ante situaciones de crisis.

Adicionalmente, cerca del 78% de la electri-cidad generada en el país es de fuente hídrica. Y debido a que el 60% de las plantas hidroeléctricas son a filo de agua, la capacidad de generación se reduce significativamente durante la época seca. En este período hay suficiente capacidad instala-

da pero no materia prima para generar electrici-dad con base en fuentes renovables, y el faltante es abastecido con plantas térmicas. A pesar de ello, en 2011 el porcentaje de generación térmica fue de 9,3%, indicador superado por pocos países en el mundo. Pero esto no es sinónimo de seguri-dad. Si se proyecta esta situación a algunas déca-das por delante, en un escenario con un aumento continuo del consumo eléctrico, altos precios del petróleo y una reducción en los niveles de precipi-tación debido al cambio climático, la seguridad del sistema eléctrico nacional podría estar en riesgo.

La crisis energética de 2007 y las recientes alarmas en el sector eléctrico ratifican la impor-tancia de explorar nuevas alternativas para me-jorar los problemas del modelo eléctrico actual: alternativas innovadoras que se relacionen con acciones del lado del consumo y no se centren en la ampliación de la capacidad de generación.

Experiencia en el manejo de la demanda eléctrica en Costa Rica

La necesidad de actuar sobre la demanda es explícitamente reconocida en distintos instru-mentos de política pública; por ejemplo, la Políti-ca Nacional de Energía, la ley 7447 y la directriz número 17. No obstante, este reconocimiento que-da solo en el papel porque los esfuerzos guberna-mentales reales del lado de la demanda han sido dispersos y débiles.

El marco regulatorio del país apoya la con-servación y el uso racional de electricidad pero no promueve el manejo de la demanda eléctrica. La diferencia es que el manejo de la demanda eléctri-ca incluye acciones de manejo de carga y eficien-cia energética con visión a largo plazo bajo una lógica de rentabilidad. Contrario a las acciones en conservación de energía, el manejo de la demanda eléctrica requiere dar continuidad a las medidas de ahorro implementadas para poder considerar

su efecto en la estrategia de planificación del ser-vicio eléctrico.

La implementación del marco jurídico para conservación de energía tampoco es alentadora. Desde 1994, Costa Rica ha estado implementa-do programas de conservación de energía, pero estos esfuerzos han sido considerados insuficien-tes, cortoplacistas, fragmentados y con ausencia de dirección. Consecuentemente, los resultados son poco visibles (Cepal, 2009). Dos ejemplos: (1) Inaplicación de la ley 7447, Ley de Conservación y Uso Racional de Energía: Esta es el principal instrumento jurídico para la conservación de energía; no obstante, 17 años después de su crea-ción carece de un órgano de ejecución, por lo que los grandes consumidores presentan las declara-ciones de eficiencia energética voluntariamente y la Dirección Sectorial de Energía no les da nin-gún seguimiento. El país cuenta con 15 estánda-res técnicos voluntarios para equipos eficientes en lugar de un sistema de etiquetado tal y como lo señala la Ley, y el Programa Nacional para la Conservación de Energía (Pronace) no tuvo éxito y actualmente está suspendido1. (2) Instrumentos de política intermitentes e insuficientes: en abril de 2011 el Gobierno anunció un plan de 12 me-didas para reducir el consumo de hidrocarburos (Villegas y Loaiza, 2011), por lo menos cinco de las cuales tienen que ver con el consumo eléctrico, y ninguna de ellas es novedosa2. Adicionalmente,

1 El tema de Pronace es interesante porque estaba lidera-do por una Comisión Nacional de Conservación de En-ergía (CNCE) que agrupaba a las instituciones claves del sector energético y constituía el único espacio de co-ordinación, por lo que actualmente hay gran interés en reactivarlo. Algunas de las razones por las cuales se con-sidera que Pronace no funcionó son: (a) CNCE no tenía presupuesto propio para implementar los proyectos, (b) Pronace no tenía metas cuantitativas, por lo que no se llevó a cabo ninguna evaluación, (c) falta de interés de los participantes a quienes se les asignó una nueva respon-sabilidad sin ningún tipo de compensación (Chato, 2011).

2 Medidas: (a) mandato a las instituciones públicas de apagar las luces durante la noche, (b) incentivar a las familias a instalar paneles solares, (c) campaña de di-

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Manejo de la demanda eléctrica para aumentar la sostenibilidad del sector eléctrico en Costa RicaRaquel Salazar 6766

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el Gobierno ha tratado de usar directivas para lo-grar ahorros de energía (por ejemplo la directriz 17 requiere de las instituciones públicas elaborar un plan de ahorro energético), pero tiene un alcance limitado ya que solo aplica al sector público. Ade-más, su evaluación es complicada, por lo que no se le da ningún seguimiento a su implementación.

Sobre la actuación del Ice y de la Compa-ñía Nacional de Fuerza y Luz (CNFL) en temas de manejo de la demanda eléctrica hay algunas diferencias. El Ice tiene una noción clara y sólida de lo que significa un programa de manejo de de-manda eléctrica, para él el manejo de esta es una actividad comercial con visión a largo plazo que le debe traer beneficios económicos a la empresa y al cliente; además es una actividad que requiere un conocimiento técnico avanzado donde el com-ponente de evaluación de resultados es indispen-sable para la sostenibilidad del programa. Otro aspecto interesante es que el Ice limita el enfoque de manejo de demanda eléctrica a acciones de efi-ciencia energética. Actualmente, el Ice solo está implementando programas de conservación de energía. Internamente, en el ICE todavía existe cierta percepción de que un programa de manejo de la demanda eléctrica puede afectar el negocio de las empresas eléctricas al reducir el volumen de electricidad vendida.

Por su parte, parece que CNFL no tiene una visión tan estricta sobre un programa institucio-nal de manejo de la demanda eléctrica como el Ice, pero tiene claro que es económicamente rentable para la institución reducir el volumen de electri-cidad comprada al Ice en horas punta mediante la reducción de la demanda eléctrica. Es por ello que CNFL promueve el uso de tarifas horarias, ofrece auditorías energéticas, y programas para la sustitución de tecnologías. Sin embargo, CNFL no evalúa la efectividad de estas acciones ni tiene

vulgación sobre ahorro energético, (d) impulso a ley para extraer energía geotérmica de parques nacionales y (e) sustitución de lámparas de alumbrado público.

un programa permanente de manejo de demanda eléctrica con objetivos claros, cuantificables y de largo plazo.

Por qué una política de manejo de la demanda eléctrica en Costa Rica

De conformidad con el Ministerio del Am-biente y Energía (Minaet) las acciones en manejo de demanda eléctrica tienen un potencial de aho-rro del 10-20% de la demanda eléctrica proyecta-da al 2015. Dicho porcentaje varía dependiendo del grado de penetración de los equipos eficientes, su uso y los ahorros en el manejo de carga (De la Torre, 2010).

Un programa de manejo de la demanda eléctrica podría traer múltiples beneficios al país, a las empresas eléctricas y a los consumidores. A la fecha no se ha generado la información para cuantificar la mayoría de ellos, por lo que es di-fícil defender estos beneficios en concreto. A pe-sar de que lo anterior reduce significativamente el atractivo de invertir en manejo de la demanda eléctrica, es posible discutir su potencial en tér-minos generales.

El costo de expansión del sistema eléctri-co es cada vez más alto, lo cual se transmite al usuario final en las tarifas eléctricas. El manejo de la demanda eléctrica beneficia al país y a las empresas eléctricas pues retrasa la necesidad de expansión del sistema eléctrico, y también a los consumidores, quienes podrían percibir una re-ducción de sus facturas eléctricas y/o un aumento en la competitividad de sus negocios.

Actores claves del sector eléctrico nacional han reconocido la relevancia de estudiar con más detalle los siguientes beneficios: (1) liberación de potencia para aprovechar mejor las oportunida-des en el mercado eléctrico regional; (2) desarro-llo de demanda por productos, servicios y pro-gramas en eficiencia energética; (3) retraso en la

inversión para ampliar la capacidad del sistema eléctrico nacional; (4) mejoría del factor de carga del sistema eléctrico nacional; (5) reducción de los costos de generación al disminuir los picos de con-sumo diarios y el problema estacional de energía, y (6) reducción de emisiones de carbono.

Otros posibles beneficios que una política en manejo de la demanda eléctrica puede gene-rar son: (1) aumento de la seguridad energética al reducir la dependencia del petróleo; (2) re-ducción de la necesidad de implementar planes intermitentes para reducir el consumo de hi-drocarburos cada vez que el precio del petróleo sube de manera irregular; (3) posible reducción de la incertidumbre al calcular la tarifas eléctri-cas; (4) facilitación del período de transición de agotamiento de hidrocarburos; (5) socialización de la responsabilidad en la solución del proble-ma energético; (6) incremento de la habilidad de los operadores para manejar el sistema eléctrico nacional al reducir la congestión del sistema de transmisión y distribución; (7) ayuda a los con-sumidores a reducir la factura eléctrica, y (8)

mejoramiento de la competitividad de los produc-tos y servicios nacionales.

En el contexto internacional se está promo-viendo el manejo de la demanda eléctrica no solo como una fuente adicional de energía sino tam-bién como un mecanismo para integrar de mejor manera las energías no convencionales y aumen-tar el valor de la generación distribuida. De esta forma, las políticas energéticas modernas buscan promover la generación distribuida y la utiliza-ción de energías limpias sobre una plataforma de redes inteligentes e integrando medidas de mane-jo de la demanda eléctrica.

obstáculos para implementar una política de manejo de demanda eléctrica

En 2001 el Ice canceló un proyecto para de-sarrollar un programa de manejo de demanda eléctrica. En ese momento esa institución no tenía

tendido eléctrico, Costa Rica. Alfredo Huerta

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Manejo de la demanda eléctrica para aumentar la sostenibilidad del sector eléctrico en Costa RicaRaquel Salazar 6968

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la obligación ni los incentivos gubernamentales para implementar un programa de esa naturale-za. Los proyectos de manejo de demanda eléctrica debían ser económicamente rentables, y un con-junto de razones le dificultaron al Ice defender la rentabilidad económica de esos programas. Esta experiencia ilustra en gran medida los obstáculos para desarrollar un programa de manejo de de-manda eléctrica en Costa Rica.

Primeramente, las tarifas estaban muy distorsionadas y el precio de la electricidad era muy bajo, lo que dificultaba motivar a los usua-rios a participar en los programas. Adicionalmen-te, el precio de los equipos eficientes era muy alto, pues los incentivos fiscales para comprarlos ha-bían sido derogados por la ley 8114. Asimismo, la oferta de productos eficientes en el mercado era muy baja. También había una ausencia de estándares técnicos para certificar la eficiencia energética de los equipos.

Consecuentemente, era muy difícil plan-tear programas de sustitución de equipo inefi-ciente, porque se requeriría subsidios muy altos. Otra razón era el clima en Costa Rica, pues como no hay inviernos ni veranos largos ni fuertes, en comparación –por ejemplo- con países europeos, la lista de medidas factibles de implementar con un impacto importante y evidente en el consumo sería comparativamente mucho más reducida que –por ejemplo- en tales países. Por último, se consi-deraba que el sector residencial era el que ofrecía mayor potencial de ahorro, sin embargo los costos de transacción y agregación de un programa de manejo de demanda eléctrica son altos, y el Ice no tenía la tecnología, los recursos financieros ni la capacidad administrativa para dar seguimiento a los programas y evaluar los resultados.

Considerando lo anterior, parece razona-ble la posición del Ice en cuanto a que un pro-grama de manejo de demanda eléctrica requiere un esfuerzo muy grande para llevarlo a cabo ins-titucionalmente sin apoyo del Gobierno y de un

marco jurídico apropiado. Actualmente, algunas de las circunstancias mencionadas han mejorado, por ejemplo: (1) la calidad y la oferta de produc-tos en eficiencia energética han mejorado consi-derablemente; (2) los equipos y materiales que promuevan la conservación y el uso racional de la electricidad poseen un incentivo fiscal con la puesta en vigencia de la ley 8829; (3) desde 2008 los precios de la electricidad han aumentado sig-nificativamente, por lo que la gente parece estar prestando más atención al consumo eléctrico; (4) empresas multinacionales están liderando pro-cesos de eficiencia energética y motivando a em-presas nacionales a hacer lo mismo, y (5) actual-mente Costa Rica tiene 15 estándares voluntarios para equipos de eficiencia energética y el Ice tiene un laboratorio acreditado para certificar que los equipos cumplen con los estándares.

Sin embargo, todavía hay obstáculos im-portantes:

1. Bajo precio de la electricidad: La señal de precios es esencial para el manejo de la de-manda eléctrica. El precio de la electricidad no refleja el costo actual de la generación eléctrica. El modelo de precios está basado en las características del usuario y no en los costos de producción ni los patrones de consumo. Las tarifas de generación y distri-bución históricamente han respondido a ra-zones sociales o políticas oportunistas pero no a criterios técnicos. Desde 1990 el Ice y la Autoridad Reguladora de Servicios Públicos (Aresep) iniciaron un proceso de rebalanceo de tarifas, el cual continúa pero es lento y complicado porque es muy político (Salazar, 2011).

2. Falta de claridad sobre los beneficios e im-plicaciones de un programa nacional de manejo de la demanda eléctrica: A niveles estratégicos en reuniones informales en el Ice y Minaet se ha reconocido que una estra-

tegia de manejo de la demanda eléctrica es ventajosa para Costa Rica, pero la falta de cuantificación de su potencial le resta atrac-tivo. Adicionalmente, en el país el concepto de manejo de la demanda eléctrica suele li-mitarse a medidas de eficiencia energética, para ayudar a reducir el nivel de carga y el problema energético estacional. Sin embar-go, se deja por fuera acciones para promover el manejo de carga, que son útiles para re-ducir los picos diarios de consumo (Sauer et al., 2001).

3. Ausencia de un marco jurídico estable que promueva el manejo de la demanda eléctrica: Las empresas eléctricas no están obligadas a implementar acciones del lado de la deman-da ni tienen incentivos para hacerlo. El mar-co actual se queda en promover la conserva-ción de energía. No hay competencias claras, no hay órgano ejecutor ni coordinador.

4. Ausencia de capacidad administrativa para ejecutar políticas: Se percibe que los actores del sistema están fragmentados y que nadie toma la responsabilidad real por el conjun-to. La Dirección Sectorial de Energía carece de la capacidad administrativa y financiera para monitorear y ejecutar programas, por lo que los esfuerzos de conservación de ener-gía son cortoplacistas y carentes de evalua-ción (Ramírez y Mora, 2010; Cepal, 2009).

5. Falta de recursos financieros: Este factor ha sido un obstáculo para implementar acciones de conservación de energía y también lo se-ría para implementar programas de manejo de demanda eléctrica. Es muy evidente la desconexión entre el discurso y la capacidad humano-financiera de las autoridades com-petentes para llevar a los hechos el discurso.

Otros obstáculos que dificultan el avance de políticas de manejo de la demanda eléctrica son:

6. Estructurales: falta de un sistema de eti-quetado y estándares que le faciliten al con-sumidor tomar decisiones informadas; falta de incentivos económicos, y falta de expe-riencia del sector comercial bancario sobre cómo estructurar y promover créditos.

7. Empresas eléctricas: percepción de que el manejo de la demanda eléctrica afecta el negocio de las empresas eléctricas al redu-cir la electricidad vendida; alta inversión en tecnología y capacidad administrativa; riesgo de planificar el servicio eléctrico con-siderando ahorros energéticos generados por el manejo de la demanda eléctrica; falta de conocimientos técnicos, y altos costos de transacción y agregación para ver ahorros energéticos significativos.

8. Usuario final: falta de conocimiento sobre tecnologías y buenas prácticas; miedo de costos ocultos; ausencia de una evaluación comprensiva de sus beneficios, y potencial de ahorro poco atractivo.

Acciones clave para desarrollar una cultura de manejo de demanda eléctrica

El manejo de la demanda eléctrica es una propuesta que requiere una visión a largo plazo, ubicar al país y al sector eléctrico dentro de los re-tos globales de las próximas décadas y tener cons-ciencia de que se deben analizar e implementar nuevas estrategias para avanzar en la discusión de reforma del modelo eléctrico.

Según se explicó anteriormente, el manejo de la demanda eléctrica puede traer beneficios a cada eslabón de la cadena de producción eléctrica: generación, transmisión y distribución a los consu-midores. En ese sentido, la propuesta es estable-cer un compromiso nacional de ahorro energético

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Manejo de la demanda eléctrica para aumentar la sostenibilidad del sector eléctrico en Costa RicaRaquel Salazar 7170

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anual para obligar e incentivar a las empresas eléctricas a implementar programas de manejo de demanda eléctrica y así promover el desarrollo de un mercado nacional de productos y servicios en eficiencia energética mejorando la competitivi-dad del sector eléctrico y del país en general.

Para llegar a ello se identificó una ruta que apunta a crear las condiciones necesarias para establecer un programa de manejo de la demanda eléctrica en Costa Rica. Esta ruta de acción plan-tea seis pasos claves. Establecer una cultura de manejo de demanda eléctrica es un proceso lento y dinámico, las acciones están interrelacionadas entre sí, por lo que no es un proceso lineal a pesar de que así se describe:

1. Establecer el tema de manejo de deman-da eléctrica en la agenda política: La falta de interés político puede estar relacionada con el desconocimiento sobre las ventajas de implementar acciones del lado de la de-manda eléctrica. Para iniciar una discusión constructiva y seria sobre las posibilidades de implementar una política de manejo de demanda eléctrica es recomendable: (a) ge-nerar un movimiento para congregar acto-res y grupos sociales interesados en hacer presión política para generar un cambio cultural dirigido al aprovechamiento más eficiente de nuestros recursos eléctricos, y (b) investigar sobre las ventajas de imple-mentar programas de manejo de demanda eléctrica3 y documentar su caso de negocios.

3 El manejo de la demanda eléctrica debe ser analizado individualmente según cada uno de los actores. Por ejem-plo, en el grupo de las empresas eléctricas hay grandes diferencias entre la situación del Ice y el resto de las dis-tribuidoras estatales y las cooperativas de electrificación (porcentaje de generación eléctrica, volumen de clientes, subsidios, áreas y sectores de distribución rural/urbano, residencial/industrial). Consecuentemente, los beneficios y los obstáculos para cada una de estas empresas pu-eden variar. Es necesario: recolectar información sobre las necesidades, características y patrones de consumo

Esta información es necesaria para cons-truir confianza entre los reguladores, las empresas eléctricas y otros actores interesa-dos. Además, para sustentar el argumento de que el manejo de la demanda eléctrica es un recurso viable, costo-eficiente y una al-ternativa para complementar la estrategia de expansión de generación.

2. Creación de un ente operativo encargado de impulsar el manejo de la demanda eléctrica: Una entidad interesada en impulsar conti-nua y sistemáticamente las condiciones ne-cesarias para desarrollar el manejo de la demanda eléctrica es clave para que el tema prospere. En ese sentido sería importante garantizar la independencia política de la organización y el financiamiento nacional para el desarrollo de la agenda en manejo de demanda eléctrica. Este ente también debería tener capacidad técnica para super-visar la obtención de resultados de las accio-nes en manejo de la demanda eléctrica.

3. Precio de la electricidad: El proceso de co-rrección de tarifas debería continuar. To-davía hay subsidios que no consideran los costos de distribución, generación y trans-misión. Es evidente que la fijación de las ta-rifas es un tema muy sensible, pues impacta las finanzas del Ice y la seguridad social del país. Sin embargo, es ampliamente acepta-do que las tarifas más eficientes son las que mejor reflejan el costo real de generación y se debe avanzar en ese sentido. Adicional-mente, es claro que un programa de mane-jo de la demanda eléctrica necesita señales claras de precios para sostenerse.

4. Creación de un marco regulatorio para es-tablecer ahorros energéticos: Quizás uno de los temas más importantes de abordar en

de los consumidores, estudio de mercado y análisis de penetración de tecnologías eficientes, análisis costo-ben-eficio de portafolios de generación con y sin programas de manejo de la demanda eléctrica.

este nivel de discusión es el marco regulato-rio para facilitar una cultura de gestión de la demanda eléctrica; principalmente hay dos enfoques: un marco basado en instrumentos públicos y otro basado en la lógica del mer-cado. En el primero el Gobierno impone la obligación de ahorro energético sobre actores que no necesariamente tienen un incentivo natural para desarrollar esta actividad; por consiguiente, le concede a las empresas eléc-tricas incentivos para implementar acciones en el lado de la demanda. Mientras que la idea principal de una política de manejo de demanda eléctrica desde una óptica de mer-cado es sentar la responsabilidad de gene-rar ahorros energéticos en entidades que no tengan pérdidas financieras si el consumo de electricidad se reduce; los actores que reci-ben la mayor responsabilidad de implemen-tar acciones para gestionar la demanda tie-nen una motivación financiera para hacerlo, por lo que no hay recuperación de costos a través de tarifas ni apoyo económico del Go-bierno. Es claro que la realidad no se arregla con una ley, muestra de lo cual es la inefec-tividad de la Nº 7447. Sin embargo, incluir en una ley la obligación de gestionar la de-manda y el establecimiento de metas cuan-titativas de ahorro energético mostraría de forma inequívoca el compromiso del Gobier-no de apoyar una cultura eléctrica que tenga como pilar lograr una demanda eléctrica más eficiente. Además, genera mayor estabilidad y evita la intermitencia de programas por cambios de Gobierno. Lo anterior a su vez da seguridad a las empresas eléctricas y a los consumidores sobre el futuro, lo cual podría contribuir a reducir la inacción. También ayudaría a establecer una línea política clara para desarrollar otras acciones complemen-tarias. Obligaría a las empresas distribuido-ras a abandonar la planificación tradicional centrada en extender la capacidad de gene-

ración y moverse a incorporar otras formas más modernas de planificación. Por último, la ley podría asegurar financiamiento a largo plazo, que es un elemento esencial para de-sarrollar un modelo eléctrico que incluya el manejo de la demanda.

5. Financiamiento: Señales de precio adecua-das, políticas apropiadas y la creación de un ente operador no son suficientes para crear una cultura de manejo de la demanda eléc-trica. Principalmente se necesita voluntad política para destinar financiamiento per-manente y permitir la implementación del marco jurídico. Las posibilidades de financia-miento e incentivos están relacionadas con el enfoque político para implementar progra-mas de gestión de la demanda eléctrica. Hay dos posibilidades: (a) dar a los actores obli-gados mecanismos de recuperación y (b) no facilitar ninguno de estos mecanismos, pero invertir en crear las condiciones para fomen-tar el desarrollo del mercado de productos y servicios en eficiencia energética.

6. Otras medidas complementarias: Es im-portante trabajar en otras medidas para facilitar la implementación de acciones en el lado de la demanda eléctrica: desarrollo de mecanismos de comunicación como es-tándares y etiquetas, regulaciones de efi-ciencia energética para edificios y acuerdos voluntarios. Adicionalmente, continuar con investigación para identificar las barreras del mercado y evaluar su magnitud con el objetivo de determinar si es posible diseñar políticas públicas para reducir esas fallas de mercado sin comprometer el bien común.

Conclusión

Para mejorar la sostenibilidad del sistema energético nacional se requiere algo más que ase-gurar la expansión de la capacidad de generación.

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Raquel Salazar72

Diciembre 2012. Número 44

Normas editoriales73

No hay una única solución, se necesita una estra-tegia multidimensional que integre en la planifi-cación del servicio eléctrico estrategias del lado de la oferta y la demanda.

La sostenibilidad del futuro energético apunta a la integración de redes inteligentes, la generación distribuida, la alta penetración de energías renovables no convencionales y las tec-nologías eficientes. Contar con una política de manejo de la demanda eléctrica con visión de lar-go plazo puede ser un buen marco para alinear esas estrategias y así facilitar su implementación e integración. Por ello, si la gestión de la deman-da eléctrica no se incluye como un componente esencial del nuevo modelo eléctrico, desde ya el esquema está atrasado.

Lograr que se reconozca la importancia de desarrollar un sistema eléctrico que incluya como uno de sus componentes esenciales la gestión de la demanda es un reto grande pero atractivo. Es preciso buscar nuevos enfoques para avanzar en la discusión; el manejo de la demanda eléctrica podría ser un punto de encuentro y un motor de cambio en el debate energético, pues podría traer beneficios para los diferentes grupos de interés.

Trabajar el tema a nivel de política públi-ca es necesario, pues hay un efecto cascada. Pri-meramente, es clave que el Estado establezca las condiciones macro para obligar o incentivar a las empresas eléctricas a implementar un programa de manejo de demanda eléctrica, y que ellas a su vez promuevan acciones del lado de la demanda en el usuario final.

En este artículo se ha discutido el potencial de incorporar la lógica del manejo de la demanda eléctrica como elemento esencial en el sistema de planificación del sector eléctrico y posibles accio-nes para desarrollar una cultura alineada con esa lógica. No obstante, la acción más inmediata es crear interés por discutir la conveniencia o no de desarrollar este paradigma.

La teoría de manejo de la demanda eléctrica es un tema que como mínimo merece ser discuti-do seriamente. Atrevámonos a investigar nuevas alternativas para mejorar la sostenibilidad de nuestro modelo eléctrico. Costa Rica ha sido líder regional en temas de energía, ¿por qué renunciar a esa posición?

Referencias bibliográficasCepal (Comisión Económica para América Latina y el Ca-

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Yu, Y. (2010). Policy redesign for solving the financial bott-leneck in demand side management in China. Energy Policy. Pp. 6101–6110.

NoRMAS MÍNIMAS PARA lA PRESENtACIÓN DE ARtÍCUloS A lA REVIStA AMBIENTALES CoN

VIStAS A SU PUBlICACIÓN

Formato de presentaciónEl artículo ha de ser presentado en soporte informático –a espa-cio sencillo– en lenguaje Word.

Resumen y abstractEl artículo debe estar precedido por un resumen de no más de 120 palabras (no debe contener información adicional al artícu-lo, ni debe ser de presentación de él, sino meramente resumen) con su traducción al inglés, o sea, el abstract..

Palabras claves y key wordsDebajo del resumen habrá de colocar las palabras clave; de-bajo del abstract las key words que indiquen al lector los temas principales del documento.

tamañoEl artículo no debiera exceder las 9 000 palabras (lo que ven-dría a ser, digamos, unas 12 páginas tamaño carta a espacio sencillo escritas en letra Times New Roman tamaño 11).

Apoyos gráficosLas figuras e ilustraciones co-loreadas que el artículo contu-viera habrán de ser entregados en dos versiones, ambas en for-

mato JPG: la primera en alta resolución, en blanco y negro, y la segunda en mediana resolu-ción y a color (esta última para la versión digital de la revista). Respecto de tales figuras e ilus-traciones es importante que en el texto venga señalado, entre corchetes, los lugares en que preferiblemente deben aparecer. Los cuadros sí pueden entregar-se en el mismo archivo del texto del artículo en lenguaje Word.A los gráficos, figuras, cuadros e ilustraciones que se incluya debe corresponder una o varias referencia(s) en el texto.

Estilo de los subtítulosEn el artículo puede haber sub-títulos de tres rangos distintos –todos escritos en minúsculas- que deben distinguirse clara-mente:

Los subtítulos de primer rango deberán escribir-se en letra relativamente grande.

Los de segundo rango en letra de tamaño menor que la de los de primer rango, pero más grande que la del texto del artículo, y en ne-grita.

Los de tercer rango en letra del mismo tamaño que la del texto del artículo y en cursivas (sin negrita).

Citas textualesCitas textuales no han de poner-se en cursivas, ni usando san-gría ni en párrafo aparte, sino entrecomillando.

Notas al pie de páginaAparte de las referencias biblio-gráficas, y solo en casos impres-cindibles, podrá hacerse notas a pie de página con el fin de ir aclarar o ampliar lo muy necesa-rio al lector.

Uso de cursivas y uso (excep-cional) de comillas (nunca negritas, ni subrayado)Se usará cursivas para enfatizar conceptos, pero no negritas ni subrayado ni mayúsculas. Vo-cablos no aceptados por la Real Academia Española de la Len-gua han de escribirse también en cursivas.

Uso de números y unidades de medidaCuando las cantidades sean es-critas numéricamente ha de

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Revista Semestral de la Escuela de Ciencias Ambientales

Normas editorialesNormas editoriales 7574

Diciembre 2012. Número 44

usarse un espacio en blanco para separar los grupos de tres dígitos en la parte entera del nú-mero. Las unidades de medida, en caso de consignarse abreviadamente, habrán de escribirse en singular y en minúsculas. Ejemplo: “... la bestia, de 100 k de peso, recorrió 90 m antes de caer exangüe...”.En cualquier cifra con decima-les, entre estos y las unidades se usa coma (esto rige también en cuadros y figuras).Las unidades de medida, en caso de consignarse abreviadamente, habrán de escribirse en singular y en minúsculas.

Uso de acrónimos Los acrónimos lexicaliza-dos y devenidos nombres pro-pios (como Unesco y Minaet, por ejemplo) se escriben con solo la letra inicial en mayúscula. Los acrónimos lexicalizados que son nombres comunes (como ovni y mipyme, por ejemplo) se escri-ben con todas las letra minúscu-las. Los acrónimos no lexicaliza-dos y que, por tanto, se leen des-tacando cada letra por separado (como UCR y FMI, por ejemplo) se escriben con todas las letras mayúsculas.

originalidadLos artículos publicados en la re-vista deben de ser estrictamente originales, es decir, no pueden haber sido publicados con ante-rioridad en ninguna otra revista o medio de comunicación escrito.

Información del autorDado que la revista, en la prime-ra página de cada artículo hace una muy breve presentación del autor, en dicha página, abajo del nombre del autor, habrá de con-signarse la especialización cien-tífica y los cargos –académicos, gubernamentales o de otro tipo– de él. Ejemplo: El autor, biólogo especialista en manejo de vida silvestre, es director del Institu-to de Investigaciones sobre Ani-males Hipotéticos.

Referencias bibliográficas (dentro del texto)A partir del Manual de la Ame-rican Psychological Association (APA) (2010), se exponen los si-guientes lineamientos con res-pecto a la citación de referencias bibliográficas. Existen dos modalidades de pre-sentación para las referencias bibliográficas intercaladas en el texto:Acuña (2008) asegura que el sis-tema de áreas protegidas.Los problemas ambientales han resultado el principal foco de conflicto (Morales, 2009).

1. Obra con un autor Entre paréntesis, se coloca el apellido del autor al que se hace referencia separado por una coma del año de publicación de la obra: (Pacheco, 1989)

2. Obra con múltiples autores Cuando la obra posee dos auto-res, se citan ambos siempre, se-parados por la conjunción “y”: (Núñez y Calvo, 2004)

Cuando la obra posee tres, cua-tro o cinco autores, se cita todos los autores en la primera refe-rencia; posteriormente, solo se coloca el apellido del primer au-tor seguido de “et al.”, sin cursi-va y con punto después de “al.”: (Pérez, Chacón, López y Jimé-nez, 2009) y luego, (Pérez et al., 2009)

3. Obra con autor desconocido o anónimoSi la obra carece de autor explí-cito habría que consignar, en vez de este, entre comillas las pri-meras palabras del título: (“Onu inquieta”, 2011). Otra opción es colocar el nombre del volumen en que va contenida y, seguida-mente, la fecha de publicación, separada por una coma: La Na-ción (2011).Solo cuando se incluye una cita textual debe indicarse la(s) página(s):(Pérez, 1999, p. 83)

Presentación de la bibliogra-fíaAl final del artículo, debajo del subtítulo Referencias bibliográ-ficas –que es de segundo rango (ver arriba), habrá de consignar-se todas las obras referenciadas, en letra un tanto menor que la del texto del artículo.

1. LibroPrimero se anotará el apellido del autor, luego, precedido de una coma, la inicial de su nom-bre; después, e inmediatamen-te luego de un punto, el año de publicación de la obra entre

paréntesis; seguidamente, y en cursivas, el título de la obra; posteriormente, y después de un punto, el lugar de publicación de la obra (si la ciudad es interna-cionalmente conocida no hace falta señalar el país; pero si no, solo el país), y, finalmente, ante-cedido por dos puntos, el nombre de la editorial:Pérez, J. (1999). La ficción de las áreas silvestres. Barcelona: Ana-grama.

2. Artículo contenido en un libro Se enuncia el apellido del autor seguido de una coma y la inicial del nombre con un punto; inme-diatamente, entre paréntesis, la fecha y, fuera ya del parénte-sis, un punto. Enseguida ha de ponerse la preposición “En”, y, luego, el apellido seguido de una coma y la inicial del nombre del editor o compilador de la obra; entre paréntesis “Ed.” o “Comp.” como sea el caso; inmediatamen-te, separado por una coma se indica el nombre del libro con cursivas y, entre paréntesis, las páginas del artículo precedidas por la abreviatura “p.” o “pp.” seguido de un punto; posterior-mente, el lugar de publicación de la obra, y, antecedido por dos puntos, la editorial: Mora, F. (1987). Las almitas. En Ugalde, M. (Ed.), Cuentos fan-tásticos (pp. 12-18). Barcelona: Planeta.

3. Artículo contenido en una re-vista Se indica el apellido del autor; precedido por una coma, se co-loca la letra inicial de su nom-

bre; luego de un punto, entre paréntesis, la fecha y un punto; el título del artículo finaliza con punto. El nombre de la revista se enuncia en cursivas, lo mismo que el número de volumen, sepa-rado de este por una coma; pos-teriormente, delimitado por pa-réntesis, se indica el número de la edición, que se separa por una coma de las páginas que consti-tuyen el artículo, en seguida, se coloca el punto final:Fernández, P. (1999, enero). Las huellas de los dinosaurios en áreas silvestres protegidas. Fau-na prehistórica, 6(39), 26-29.

4. Artículo contenido en un pe-riódicoSi la referencia fuera a un diario o semanario, habría de proceder-se igual que si se tratara de una revista, con la diferencia de que la fecha de publicación se consig-nará completa iniciando con el año, separado por una coma del nombre del mes y el día, todo en-tre paréntesis. Antes de indicar el número de página se coloca la abreviatura “p.” o “pp.”:Núñez, A. (1999, marzo 16). Des-cubren vida inteligente en Mar-te. La Nación, p. 3A.

5. Autores múltiplesCuando el texto referenciado tenga dos autores, el apellido de cada autor se separa por una coma de la inicial de su nombre; además, entre un autor y otro se pondrá la conjunción “y”: Otárola, A. y Sáenz, M. (1985). La enfermedad principal de las vacas. San José: Euned.

Tratándose de más de tres auto-res, se coloca el apellido de cada autor separado por una coma de la inicial de su nombre con un punto; y, entre uno y otro autor media una coma. Antes del últi-mo autor se coloca la conjunción “y”:Rojas, A., Carvajal, E., Lobo, M. y Fernández, J. (1993). Las mi-graciones internacionales. Ma-drid: Síntesis.

6. Material en líneaEn caso de que el material con-sultado provenga de internet, la referencia se realiza en el mismo orden y con los mismos elemen-tos de una fuente impresa y, al final, precedido por un punto, se coloca la frase “disponible en” seguido de la dirección electróni-ca, sin punto al final. Es necesario consignar la fecha de visita a la página web que se cita en los casos en que esta, por su “política editorial”, suela transformar o suprimir sus con-tenidos inopinadamente:Brenes, A. y Ugalde, S. (2009, noviembre 16). La mayor ame-naza ambiental: dragado del río San Juan afecta el río Colorado y los humedales de la zona. La Nación. Disponible en http://wvw.nacion.com/ln_ee/2009/noviembre/16/opinion2160684.html

7. Sin autor ni editor ni fechaSi el documento carece de autor o editor, se colocará el título del documento, al inicio de la cita. Al no existir una fecha, se especifi-

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cará entre paréntesis “s.f.”, abre-viación de sin fecha. La fuente se indica anteponiendo “en”. En caso de que la obra en línea haga referencia a una edición impresa, incluya el número de la edición entre paréntesis después del título:Heurístico. (s.f.). En diccionario en línea Merriam-Webster’s (ed. 11). Disponible en http://www.m-w.com/dictionary/heuristicTitulares Revista Voces Nues-tras. (2011, febrero 18). Radio Dignidad, 185. Disponible en http://www.radiodignidad.org/index.php?option=com_content&task=view&id=355&Itemid=44Existe la posibilidad de utilizar los paréntesis cuadrados para aclarar cuestiones de forma, co-locándolo justo después del títu-lo, y poniendo en mayúscula la primera letra: [Brochure] , [Pod-cast de audio], [Blog], [Abstract], etcétera:Cambronero, C. (2011, marzo 22). La publicidad y los cantos de sirena. Fusil de chispa [Blog]. Disponible en http://www.fusil-dechispas.com

Comunicaciones personales o entrevistasLa mención en el texto de comu-nicaciones personales o entre-vistas se hará así: luego de una apertura de paréntesis se consig-na la inicial del nombre, se colo-ca un punto seguido del apellido del entrevistado, sucedido éste, inmediatamente, por una coma y, posteriormente, por la frase “comunicación personal”; luego se coloca el nombre del mes y el día, que se separa con una coma del año en que se efectuó la co-municación cerrando, entonces, el paréntesis:(L. Jiménez, comunicación per-sonal, septiembre 28, 1998)Las comunicaciones personales no se consignan en la sección de “Referencias bibliográficas”.

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