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77 Documentación Social 135 RESUMEN En el siguiente texto se reflexiona sobre algunas ideas que son centrales para articular prácticas concretas en la línea de promover ciudadanía desde la cotidianidad, desde distintos espacios de trabajo, de desarrollo e implementación de políticas sociales. Por tanto, en primer lugar hemos se reflexiona brevemente sobre la evolución del concepto de ciudadanía y algunos elementos sobre la actual crisis/reestructuración del Estado de Bienestar que hemos conocido hasta nuestros días. En segundo lugar, se pone en el centro de la reflexión una mirada educativa que nos permita configurar un nuevo marco relacional entre los distintos actores implicados en la concreción de las políticas sociales. Desde las prácticas concretas se puede encontrar un común denominador a distintos intentos de generar procesos de participación comunitaria, como estrategia para la transformación de territorios vulnerables; la necesidad de generar una cultura de colaboración entre dis- tintos agentes de un territorio basada en la corresponsabilidad, el respeto y la con- fianza. Atanasi Céspedes Educador y psicólogo (coord.) Elisenda Vegué Psicóloga y máster en mediación Ismael Blanco Doctor en sociología (UAB) Sumario 1. El concepto de ciudadanía y la emergencia de las Políticas Sociales 1.1. El concepto de ciudadanía 1.2. Crisis y/o reestructuración del Estado del Bienestar 1.3. ¿ Un nuevo concepto de ciudadanía? 2. Corresponsabilidad y ciudadanía 2.1. Por un enfoque educativo de las políticas sociales 2.2. Proceso educativo y trabajo conjunto Corresponsabilidad, ciudadanía y políticas sociales 4

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Corresponsabilidad, ciudadanía y políticas sociales

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RESUMEN

En el siguiente texto se reflexiona sobre algunas ideas que son centrales para articular prácticasconcretas en la línea de promover ciudadanía desde la cotidianidad, desde distintos espacios detrabajo, de desarrollo e implementación de políticas sociales.

Por tanto, en primer lugar hemos se reflexiona brevemente sobre la evolución del concepto deciudadanía y algunos elementos sobre la actual crisis/reestructuración del Estado de Bienestarque hemos conocido hasta nuestros días. En segundo lugar, se pone en el centro de la reflexiónuna mirada educativa que nos permita configurar un nuevo marco relacional entre los distintosactores implicados en la concreción de las políticas sociales.

Desde las prácticas concretas se puede encontrar un común denominador a distintos intentosde generar procesos de participación comunitaria, como estrategia para la transformación deterritorios vulnerables; la necesidad de generar una cultura de colaboración entre dis-tintos agentes de un territorio basada en la corresponsabilidad, el respeto y la con-fianza.

Atanasi Céspedes

Educador y psicólogo (coord.)

Elisenda Vegué

Psicóloga y máster en mediación

Ismael Blanco

Doctor en sociología (UAB)Sumario

1. El concepto de ciudadanía y la emergencia de las Políticas Sociales1.1. El concepto de ciudadanía 1.2. Crisis y/o reestructuración del Estado del Bienestar

1.3. ¿ Un nuevo concepto de ciudadanía? 2. Corresponsabilidad y ciudadanía 2.1. Por un enfoqueeducativo de las políticas sociales 2.2. Proceso educativo y trabajo conjunto

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ABSTRACT

The following text contains reflections upon some ideas that are central to articulating specificpractices in regard to promoting Citizenship from daily life, from various areas of work, deve-lopment and implementation of Social Policies.

Consequently, the paper begins with a brief consideration of the evolution of the concept of citi-zenship and some elements of the current crisis/restructuring of the Welfare State as we havehitherto known it. Secondly, education takes centre stage of the reflections to enable us to confi-gure a new framework of relationship between the various players involved in devising SocialPolicy.

Based on specific practices, there is a common denominator to the various attempts at genera-ting processes of Community Participation, as a strategy to transform vulnerable territories: theneed to generate a culture of collaboration between the various agents of a territorybased on joint responsibility, respect and trust.

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1EL CONCEPTO DE CIUDADANÍA Y LA EMERGENCIA DE LAS POLÍTICASSOCIALES

1.1. El concepto de ciudadanía

El concepto de ciudadanía es un concepto relativamente reciente en la his-toria de la humanidad. Más allá de su significación literal —el ciudadano entanto que ser urbano—, conlleva, en su concepción política, moderna y occi-dental, la posesión de unos determinados derechos frente al Estado. TheodorMarshall, un conocido sociólogo inglés de mediados del siglo XX, teorizó afondo sobre el concepto de la ciudadanía y remarcó que éste ha ido evolucio-nando a lo largo de la historia occidental moderna, evolución que, según superspectiva, conllevaba una progresiva ampliación de los derechos implícitosen la ciudadanía.

Así, la Revolución Francesa marcó el asentamiento progresivo del conceptode la ciudadanía civil: la ciudadanía civil se asoció a la posesión de una serie dederechos individuales frente al Estado, como el derecho al libre pensamiento, elderecho a la libertad de expresión, el derecho a la libertad religiosa... derechosque aún hoy configuran lo que en el mundo occidental identificamos comoderechos humanos básicos. La asunción de estos derechos conllevaba aseguraruna serie de libertades básicas del individuo que restringían el poder absolutode las instituciones del Estado, marcaban unos límites a su actuación, y exigíanal Estado su garantía. La política, de hecho, cumplía una función básica en estecontexto: la garantía que tales derechos no podrían ser soslayados por ningunaclase de poder (político, religioso, militar...).

Sin embargo, a lo largo del siglo XIX y de la primera mitad del siglo XX, elconcepto de la ciudadanía fue profundizándose y ampliando sus contenidos.Para Marshall, este nuevo contexto histórico enmarcó el asentamiento de unnuevo concepto de la ciudadanía: lo que él llamó la ciudadanía política. La ciu-dadanía política conllevaba el reconocimiento de nuevos derechos, fundamen-talmente, aquellos que se refieren al derecho de los ciudadanos a participarpolíticamente en las instituciones del Estado. El sufragio universal fue la prin-cipal conquista histórica asociada a esta nueva concepción de la ciudadanía. Elderecho de «todos» los miembros de la sociedad a participar en la elección de

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sus representantes políticos comportó que el «ser ciudadano» no sólo estuvieraasociado a la posesión de determinados derechos individuales frente al Estado,sino también, a la capacidad de participar en la configuración de la voluntadcolectiva.

Pero a mediados del siglo XX, las luchas obreras, dentro y fuera de las insti-tuciones del Estado, consiguieron poner en evidencia un hecho fundamental:no pueden garantizarse derechos civiles ni políticos si no existe una garantía dederechos sociales básicos. Desde esta perspectiva, por lo tanto, la emergenciade las políticas sociales y su asentamiento en lo que conocemos como el Estadodel Bienestar debe interpretarse como consecuencia del desarrollo de un nuevoconcepto de la ciudadanía: la ciudadanía social. No hay libertad sin igualdad, elcapitalismo genera grandes desigualdades sociales que restringen la capacidadreal de los individuos de ejercer determinados derechos civiles y políticos y elEstado debe responder ante esta situación garantizando a las personas el acce-so a determinados bienes básicos. La vivienda, la salud, el trabajo digno, la edu-cación... no pueden continuar siendo privilegios de unos pocos, sino derechossociales básicos que la política debe ayudar a asentar.

Esta interpretación de cómo el concepto de la ciudadanía ha ido evolucio-nando a lo largo de la historia ha sido sometida a profundas críticas por partede historiadores, sociólogos, politólogos... Críticas que aquí no tenemos espa-cio para sistematizar. Pero se nos ocurren, como mínimo, tres interrogantes quenos parece importante remarcar. Sólo los apuntaremos:

• En primer lugar, este tipo de interpretación nos hace pensar en una visiónde la historia lineal, unidireccional, cuando sabemos, en cambio, que lahistoria está marcada por profundos vaivenes. La emergencia, en las dosúltimas décadas, de nuevas y dramáticas realidades de exclusión social,por ejemplo, nos obliga a replantearnos hasta qué punto la conquista dederechos sociales básicos es un hecho consumado o por (re)construir.

• En segundo lugar, este tipo de interpretación no tiene en cuenta las pro-fundas contradicciones implícitas en el concepto de la ciudadanía a lolargo de la historia, en sus distintas acepciones. Las mujeres, por ejemplo,han estado marginadas durante buena parte del siglo XX de cualquier tipode derecho de ciudadanía, civil, político o social. Los nuevos inmigrantesde la Europa Occidental sufren, también, una dramática exclusión res-pecto a derechos civiles, políticos y sociales que parecían estar consolida-dos en nuestros Estados.

• Finalmente, este tipo de interpretación nos deja en un punto muerto en lahistoria. No creemos lo que preconizó Fukuyama después de la caída del

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muro de Berlín, que estemos asistiendo al fin de la Historia. Hoy existennuevos retos colectivos que nos obligan, con toda seguridad, a continuarrepensando y a profundizar en el concepto de la ciudadanía.

1.2. Crisis y/o reestructuración del Estado del Bienestar

A mediados de los años 70, en toda la Europa Occidental, el Estado del Bien-estar se ve sometido a fuertes presiones de cambio. Desde entonces, abundarála literatura sobre la llamada «crisis del Estado del Bienestar», y las institucio-nes políticas deberán hacer frente a un nuevo contexto estructural que obliga arepensar las políticas sociales. El debate ha sido y es intenso y suscita perspec-tivas teóricas muy diversas. Desde nuestro humilde punto de vista, sin embar-go, entendemos que hay tres grandes interrogantes a plantearse:

• En primer lugar, ¿hasta qué punto podemos hablar de la «crisis del Esta-do del Bienestar» o bien debemos hablar de «reestructuración»?;

• en segundo lugar, ¿cuáles son los factores que nos llevan a pensar en la«crisis del Estado del Bienestar» o en la necesidad de reestructuralo?;

• finalmente, ¿hacia dónde apuntan esas presiones de cambio?, ¿haciadónde debemos caminar si convenimos que no podemos seguir hacien-do las cosas al modo tradicional?

Preguntas muy ambiciosas sobre las cuales sólo pretendemos apuntar algu-nas ideas. Así, entendemos que los retos que hoy debe abordar el Estado delBienestar pasan tanto por un replanteamiento en profundidad de sus conteni-dos sustantivos, como por un replanteamiento de las formas de gobernar. Nose trata sólo de qué hacer, sino también de cómo hacerlo.

En el terreno de qué hacer, habrá que repensar la agenda del bienestar: regu-lar la flexibilidad laboral, promover las capacidades de inserción laboral de laspersonas, ampliar las prestaciones sociales hacia nuevos servicios sociales deproximidad, capaces de atender a las nuevas necesidades...

En el terreno del cómo hacerlo: reforzar los espacios de proximidad, mejorarlas dinámicas de intercambio entre niveles de gobierno, promover la transver-salidad, generar espacios de cooperación entre el sector público y privado quepromuevan la corresponsabilidad de los diferentes actores implicados, y sobretodo, fortalecer la participación ciudadana, en todas sus múltiples formas posi-bles, sin caer en la tentación de reducirla a aquellos agentes que hasta ahoraaún creen tener el monopolio representativo de la ciudadanía.

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1.3. ¿ Un nuevo concepto de ciudadanía?

Para terminar, nos preguntamos si debemos dar un nuevo salto cualitativoen el concepto de la ciudadanía que Marshall dio por culminada con la ciuda-danía social. Creemos que sí. Como mínimo, en una triple dirección:

1. En primer lugar, en un escenario de complejidades e incertidumbres, elciudadano no puede seguir siendo considerado un objeto pasivo de laspolíticas sociales, sino más bien un sujeto activo con múltiples ideas yrecursos a aportar en las tareas de gobierno.

2. En segundo lugar, en éste nuevo escenario ya no podemos seguir pen-sando en grandes agregados sociales con necesidades homogéneas.Debemos reconocer y respetar la diversidad social, no en un sentidotolerante, sino creando activamente espacios donde esa diversidad semanifieste, en toda su conflictividad, porque es en esos espacios dediversidad conflictiva donde mejoraremos nuestra capacidad paraentender cuáles son los problemas y encontrar soluciones a ellos.

3. Finalmente, y como punto culminante de todo lo anterior, tenemos queafrontar un nuevo reto para con la ciudadanía: promover su capacidadpersonal para convertirse en sujeto activo de los procesos de transfor-mación social.

2 CORRESPONSABILIDAD Y CIUDADANÍA

La promoción de ese ser humano activo, corresponsable, integrado..., desdela autonomía personal, el respeto y la confianza hacía si mismo y hacia «losotros», debería constituir el eje central donde se articulen y sostengan las inten-ciones y voluntades de las políticas sociales.

Las políticas sociales son eficaces, si los tres actores implicados (técnicos,políticos y ciudadanos) interactúan sobre la base del respeto mutuo, desde losroles y la responsabilidad de cada uno. En el núcleo de este tipo de relación estáel desarrollo de actitudes y valores, como la autonomía, el respeto y el recono-cimiento, de las distintas partes implicadas en cualquier proceso social concre-to. Esto es muy fácil de decir, pero no es tan sencillo de practicar a no ser queexista una voluntad real y consciente de cambio.

Esta necesidad de replantear nuestros modelos de desarrollo y de relacióntienen en su base un componente cultural básico. La educación y el ser huma-no son el motor del cambio de todo este proceso.

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2.1. Por un enfoque educativo de las políticas sociales

Desde nuestro punto de vista, uno de los aspectos esenciales a resolver, atrans-formar, es el desarrollo innovador de políticas sociales que centren susestrategias y sus prácticas en una relación educativa que promueva el desarro-llo del ser humano y su autonomía; frente al «asistencialismo paternalista», queasiste a los «desposeídos».

Es necesario desarrollar políticas sociales con un enfoque más relacional yeducativo con la ciudadanía (como estrategia socializadora), con la finalidad depromover, facilitar, valores y actitudes ciudadanas que movilicen ese potencialen cada ser concreto, favoreciendo su autonomía, su desarrollo creativo y susingularidad dentro de su comunidad.

Este enfoque educativo necesita incluir a las personas, de forma activa, ensu desarrollo personal y comunitario, promoviendo su capacidad de cambio,que a su vez se retroalimenta con la promoción de una actitud activa y partici-pativa.

Valores como la autonomía, la (co) responsabilidad, el respeto y reconoci-miento del otro, son pilares de este desarrollo, estando en la base de cualquierproceso comunitario de cambio de una comunidad.

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Gráfico 1.

LIBERTAD

Responsabilidad Autonomía

Respeto-Reconocimiento

IGUALDADDIVERSIDAD

EDUCACIÓNY

CIUDADANÍA

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1. Autonomía: entendida como la capacidad de la persona para pensar yactuar libremente, de forma consciente y voluntaria, enfrentando sus obje-tivos y comunicándolos a los otros, asumiendo las consecuencias de susactuaciones. La autonomía es una característica dinámica, que cambia degrado (puede aumentar o disminuir) en diferentes momentos y por dife-rentes motivos en la vida de una persona. Favorece la creencia en unomismo, da seguridad y confianza en la propia capacidad de cambio.

2. Respeto y reconocimiento: valor necesario en la comunicación y la cons-trucción conjunta. El respeto hacia el otro como sujeto con capacidadpropositiva/constructiva. En muchas ocasiones el reconocimiento nosacerca a la comprensión, que por otro lado no debe confundirse con elestar de acuerdo o el compartir formas de hacer u opiniones.

3. (Co)Responsabilidad: para ser ejercida hay que ser consciente de que setiene. En muchas ocasiones, en general, somos más conscientes de laresponsabilidad del otro y menos de la nuestra. Esto tiene que ver conque la responsabilidad del otro conlleva externalizar el problema y atri-buir culpabilidades (cultura de la queja), mientras que la responsabili-dad de uno necesita de la identificación de la propia capacidad de cam-bio y a la vez de la humildad necesaria para aceptar el error que puedadevengar su ejercicio. Las responsabilidades compartidas por los dis-tintos miembros que formamos parte de cualquier proceso de trabajoconjunto, nos enseña a trabajar colectivamente en entornos complejos,siendo conscientes de que cada parte tiene su cuota de responsabilidadpara transformar una situación y sólo mediante la acción compartida detodos conseguiremos nuestro objetivo.

Estos valores tienen una naturaleza relacional, se construyen y desarrollancon la interacción con «el otro» y es, por tanto, muy necesario que dicha inter-acción se dé desde el respeto, la escucha activa y el reconocimiento.

El sujeto va configurando su subjetividad sobre la base de aquello que necesita paraindividualizar su expresión y alcanzar sus objetivos. El medio no participativo —sustitutivo de la responsabilidad individual—, no estimula el desarrollo de la per-sonalidad, sino que lo bloquea e induce pasividad, conformismo, reproducción einseguridad. La creación de una atmósfera social participativa, pasa por la forma-ción de ambientes institucionales también participativos en la familia, en las escue-la, el centro laboral y todo tipo de organización e institución de cada sociedad con-creta. La creación de una cultura participativa donde se respeta y estimula la comu-nicación es la antítesis de la cultura de la conducta que durante tanto tiempo ha pre-valecido.(1)

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(1) GONZÁLEZ REY, Fernando. Comunicación, Personalidad y Desarrollo. C. Habana: Pueblo y Educación, 1995.

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En definitiva, apostamos por una educación:

— Encaminada al desarrollo de la capacidad consciente, es decir, de un conoci-miento y búsqueda reflexiva de las cosas y fenómenos que nos sucedenen la vida cotidiana, darnos cuenta de…, tener conciencia de…

— enfocada al desarrollo emocional-afectivo del ser humano, a su autoestima ya su capacidad para vivir y convivir en armonía con uno mismo y conlos otros. Aprender a ser más felices es una tarea educativa a la que tene-mos que prestar más atención.

— como promoción de la capacidad volitiva, es decir, del desarrollo de la voluntadpara hacer en lo concreto aquello que deseamos y nos proponemos cons-cientemente, para construir desde un punto de partida, voluntad comointención sincera de cambio y que, a su vez, orienta la dirección del mismo.

Potenciando desde el proceso educativo el papel activo del sujeto en su autodeter-minación para vivir plenamente su historia personal, desde la autonomía, elrespeto y la responsabilidad, a través de un clima de confianza en las relacio-nes que se establecen, son un objetivo estratégico de la tarea educativa.

Pasar del «sujeto objeto» de las políticas sociales al «sujeto activo» protago-nista en su desarrollo requiere de una profunda reflexión educativa. Por tanto,entendemos la educación como un proceso orientado al desarrollo pleno de la per-sona; de su autoestima, de su seguridad emocional, de su capacidad reflexiva ycrítica, de sus motivaciones, de su capacidad para comunicarse con los otros...Estos elementos dinámicos se configuran de forma permanente en las distintasactividades y relaciones que la persona va construyendo en su historia perso-nal, y es, por tanto, en los sistemas concretos de actividad y de comunicacióndonde el ser humano se construye como sujeto activo, y él es parte integrantede su propio proceso educativo.

En coherencia con estas concepciones de educación y personalidad debe-mos reflexionar sobre el poder educativo de las políticas sociales, y la granoportunidad que éstas nos ofrecen para promover un tipo de desarrollo de laspersonas acorde con un desarrollo de la comunidad hacia una mejora de la cali-dad de vida de un territorio.

2.2. Proceso educativo y trabajo conjunto

Venimos de una cultura y de una práctica relacional excluyentes, con bajosniveles de comunicación y con un abordaje destructivo del conflicto. Sólo desde

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el desarrollo de una nueva cultura relacional inclusiva y tolerante, que seacapaz de aprovechar el conflicto para crecer y avanzar intentando promoversoluciones consensuadas, donde las distintas partes ganen, es posible construirdinámicas de trabajo compartido en un clima de confianza. Para ello es nece-sario:

• En primer lugar, la información y el conocimiento conjunto y compartidoque permitan tener ideas precisas sobre las diversas necesidades de cadacolectivo, a través de procesos de investigación participativa continuada.

• En segundo lugar, la colaboración conjunta en el diseño de objetivos yprogramas, donde es necesario saber utilizar los conocimientos técnicos,pero también la experiencia de la gente y su implicación.

• En tercer lugar, el seguimiento y la evaluación de los objetivos y progra-mas acordados.

Conseguir trabajar conjuntamente implica reconocer los intereses y necesi-dades de los distintos actores, sin olvidar que cada actor tiene un rol en el pro-ceso y que todos tienen su nivel de responsabilidad. Éste reconocimiento, a suvez, implica legitimación. Legitimar las necesidades del otro nos lleva a com-prenderlo y poder ver la realidad desde otra visión distinta a la nuestra. Paraello es necesario superar las posiciones, determinadas por el tipo de relaciónpreexistente entre actores, dicha relación puede ser fruto o resultado de la his-toria, del hábito, del concepto de poder ligado a la jerarquía; en definitiva delmodelo y/o cultura relacional excluyente, dominada por la ley del más fuerte,o del más sabio, o del más importante, o el más poderoso, etc.

Para superar las posiciones iniciales, hay que tener en cuenta también lasemociones y los afectos, ambos muy ligados a las percepciones subjetivas. Porlo tanto las subjetividades —cómo uno se ve a sí mismo y cómo cada uno creeser percibido por el otro—, conforman la relación.

Al impulsar y desarrollar el trabajo conjunto suelen aflorar distintas cues-tiones que conviene tener presentes y trabajar:

1. Conflicto: como oportunidad de cambio. Es un indicador de que algo noanda bien, normalmente ese algo tiene mucho que ver con la relaciónentre los actores inmersos en el conflicto. La relación es un proceso diná-mico, co-construido por sus participantes y, por tanto, éstos tienen laresponsabilidad y capacidad para transformarla y moldearla hacia elbeneficio de todos. Bajo éste concepto de conflicto, éste es necesario enla relación y el trabajo conjunto, como instrumento de trabajo hacia laefectividad.

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2. Co-construcción: construir entre varios significa sumar aportaciones,pero a su vez requiere grandes dosis de capacidad inclusiva, respeto ycapacidad de escuchar. La co-construcción, tal como nosotros la enten-demos, necesita de las aportaciones de todos los participantes, por loque es necesario saber respetar la participación de cada uno. Para elloayuda reconocer el origen de cada aportación, el rol del participante yla importancia de todos los saberes o conocimientos: técnicos, vivencia-les, de gestión, organizativos, etc.

3. Combinación entre identidad colectiva e identidad individual: creemos que elreto está en la compaginación de ambas identidades, la individual y lacolectiva. Muchos han sido los movimientos que intentan subyugar una ala otra, nosotros creemos que la cuestión está en saberlas hacer compati-bles. Ambas son necesarias en cualquier proceso de transformación social.

En definitiva, y para concluir, el trabajo conjunto permite obtener resultadoscompartidos y, por lo tanto, duraderos.

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Gráfico 2.

LA PERSONA Y LA COMUNIDADCOMO SUJETOS ACTIVOS,

MOTORES DE SU PROPIA TRANSFORMACIÓN

Promoción y desarrollode valores:Autonomía

Respeto/re-conocimientoResponsabilidad

Promoción de una nuevacultura relacional:Trabajo conjuntoCo-construcción

Co-responsabilidadGestión del conflicto

ENFOQUEINNOVADORDE LASPOLÍTICASSOCIALES

ciudadaníatécnicos

políticos

PLENO EINTEGRALDESARROLLODEL SERHUMANO

DESARROLLOCOMUNITARIO

DESARROLLOPERSONAL

PROCESO EDUCATIVO TRANSFORMADORHACIA LA SOSTENIBILIDAD