corpus ideológico franquismo 2015-1

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11 El corpus ideológico del franquismo: principios origi- narios y elementos de renovación The ideological corpus of francoism: inial principles and elements of renewal Miguel Ángel Giménez Marnez 1* Resumen Dada su larga duración y la pluralidad de grupos en que se apoyó, resulta complicado identicar una única ideología o un claro programa político dentro de la dictadura de Franco. Al contrario que el fascismo italiano o el nacionalsocialismo alemán, el franquismo levantó su repertorio ideológico sobre la base de unos principios diversos, en cuya defensa coincidieron las distintas «familias» del régimen. Estos fundamentos doctrinales, sin embargo, no permanecieron inmutables, sino que se adaptaron a las circunstancias de cada momento y evolucionaron al compás de la necesidad del sistema por sobrevivir. El objetivo de este este corpus de ideas, recogiendo buena parte de la dispersa literatura existente para generar una propuesta ordenada e integrada. * Estudios Internacionales

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ideología franquismo

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    El corpus ideolgico del franquismo: principios origi-narios y elementos de renovacin

    The ideological corpus of francoism: initial principles and elements of renewal

    Miguel ngel Gimnez Martnez 1*

    Resumen

    Dada su larga duracin y la pluralidad de grupos en que se apoy, resulta complicado identificar una nica ideologa o un claro programa poltico dentro de la dictadura de Franco. Al contrario que el fascismo italiano o el nacionalsocialismo alemn, el franquismo levant su repertorio ideolgico sobre la base de unos principios diversos, en cuya defensa coincidieron las distintas familias del rgimen. Estos fundamentos doctrinales, sin embargo, no permanecieron inmutables, sino que se adaptaron a las circunstancias de cada momento y evolucionaron al comps de la necesidad del sistema por sobrevivir. El objetivo de este USBCBKPFTTFBMBS MPTFMFNFOUPTEFDPOUJOVJEBEZ USBOTGPSNBDJOEFeste corpus de ideas, recogiendo buena parte de la dispersa literatura existente para generar una propuesta ordenada e integrada.

    1&TQBBEJDUBEVSBEF'SBODPQPMUJDBJEFPMPHB

    * *OWFTUJHBEPS EFM%FQBSUBNFOUP EF)JTUPSJB EF MB6OJWFSTJEBE"VUOPNBEF.BESJENJHVFMBOHFMHJNFOF[NBSUJOF[!HNBJMDPN3FDJCJEPFMEFNBZPEFBDFQUBEPFMEFFOFSPEF

    Estudios Internacionales *44/ r *OTUJUVUP EF &TUVEJPT *OUFSOBDJPOBMFT 6OJWFSTJEBE EF $IJMF

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    Abstract

    Due to its long duration and to the plurality of groups it relied upon, it is hard to identify a single ideology or a clear political program within Francos dictatorship. In contrast with Italian Fascism or German Nazism, Francoism based its ideological conglomerate on various principles, UIFEFGFODFPGXIJDIXBTBHSFFECZSFHJNFjGBNJMJFTv)PXFWFSUIFTFdoctrinal grounds did not subsist unvaried, but adjusted to circumstances and evolved according to the systems survival needs. The aim of this article is to point out the elements of continuity and change of this corpus of ideas by gathering a good share of the dispersed existing literature so as to generate an organized and integrated proposal.

    ,4QBJO'SBODPTEJDUBUPSTIJQQPMJUJDTJEFPMPHZ

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    .(. &MDPSQVTJEFPMHJDPEFMGSBORVJTNPQSJODJQJPTPSJHJOBSJPTZFMFNFOUPTEFSFOPWBDJO

    %FTEF RVF +VBO +PT -JO[ TFBMBSB MB FYJTUFODJB EF VOBmentalidad peculiar en el franquismo en contraposicin a la ideologa elaborada y directora propia de los regmenes totalitarios, los estudiosos se han dividido en torno a la cuestin de si haba o no una ideologa franquista. &OFTUBMOFB"NBOEPEF.JHVFMMMFHBJEFOUJDBSIBTUBPODFmentalidades ideolgicas presentes en FM SHJNFO EF 'SBODP BVUPSJUBSJTNPbsico, regeneracionismo corporativista, conservadurismo nacionalista, tercerismo utpico, triunfalismo imQFSJBMOPTUBMHJBMJCFSBMOBDJPOBMDBUPlicismo, catastrofismo antropolgico, paternalismo elitista, tecnocratismo desarrollista y populismo aperturista. Tambin Salvador Giner y Eduardo 4FWJMMB(V[NOQFOTBCBORVFal franquismo le faltaba una ideologa oficial, e incluso hablaban, a este respecto, de analfabetismo ideolgico. Ideologa, comentaban, tena Falange, pero tras su marginacin del poder tras la II Guerra Mundial se acab su capacidad para trasmitirla a la dictadura. As que a la ideologa restringida no le qued otro remedio que asumir los segmentos ideolgicos ms tpicos, es decir, el rechazo de los partidos, la exaltacin de la familia, el clericalismo, la santidad de la propiedad privada, la glorificacin de las Fuerzas Armadas, el paternalismo tradicional catlico y las ideas corporativas a fin de acabar con la conflictividad.

    En contraste, la existencia de una clara ideologa, y no mentalidad, en

    el franquismo ha sido subrayada por otros muchos autores, aunque no todos coincidentes en su caracterizacin. Como propiamente fascista fue definida QPS$BSNF.PMJOFSPZ1FSF:TT

    EBEPTTVOBDJPOBMJTNPSBEJDBMDPOvocacin imperialista, su antimarxismo, su antiliberalismo y su anticapitalismo formal, aunque no dejaron de apuntar la singularidad del fuerte peso del tradicionalismo catlico y el protagonismo militar. Ms frecuente, incluso entre aquellos que han afirmado el carcter fascista de la dictadura, es la atribucin de una ideologa no fascista. As, Ral .PSPEP JOTJTUJ FO MBimportancia del nacionalismo catlico ZSFBDDJPOBSJPEF"DDJO&TQBPMB:BBOUFT'FSOBOEP6SCJOB IBCBidentificado en el franquismo un conglomerado ideolgico, nacionalcatliDPRVFFOUSBBSBVOBDPODFQDJOFTFODJBMJTUBEFMBOBDJOFTQBPMBFOMOFBDPOVOBJEFOUJEBEDBUMJDBZFTQBPMJTUBque en ltima instancia remita al siglo XVI como modelo histrico. De manera TJNJMBS"MGPOTP#PUUJha localizado en el nacionalcatolicismo la esencia ideolgica del rgimen, aunque subrayando los elementos econmicamente modernizadores de ese pensamiento polticamente reaccionario. En general, puede hablarse de la existencia de un amplio consenso entre los historiadores sobre los fundamentos nacionalcatlicos del discurso ideolgico dominante en el franquismo. Sobre esta base y reconociendo la centralidad del ideario de Marcelino Menndez 1FMBZPQSJNFSPZEF"DDJO&TQBPMB

    Vane

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    despus, Pedro Carlos Gonzlez Cuevas IB TVCSBZBEP MP RVF EFtradicional, catlico y atvico haba en la ideologa franquista, mientras que *TNBFM4B[IBincidido en la modernidad de la misma y en su proximidad a las ms renovadas corrientes del pensamiento reaccionario y contrarrevolucionario europeo.

    1

    Al igual que sucede con el debate sobre la naturaleza del rgimen de Franco, no se puede ofrecer una respuesta unvoca y global a la pregunta sobre DVM GVF MB JEFPMPHB EFM GSBORVJTNPDPOFMQBTPEFMPTBPTZBUFOPSEFMBTcircunstancias polticas, econmicas, sociales y culturales, esta experiment una permanente evolucin o adaptacin. As pues, ms que una ideologa del franquismo, solo resulta posible TFBMBSMPTSBTHPTPFMFNFOUPTJEFPMgicos comunes vlidos para todos estos BPTRVFTJFOEPDBQBDFTEFBTVNJSMBTmatizaciones que dichas circunstancias impusieron, concuerdan con la relacin de fuerzas y el dominio ejercido por la coalicin reaccionaria en el poder. El problema de la configuracin ideolgica del rgimen lleva necesariamente al recuerdo de los momentos finales de la Guerra Civil, pues la ideologa NPEVMBEBBQBSUJSEFSFTVMUEFla articulacin de los intereses convenientes para los grupos triunfantes en el conflicto blico. Vencedores fueron

    los representantes del capitalismo y del tradicionalismo en sus variadas manifestaciones, desde los grandes poseedores de tierras a la burguesa conservadora, pasando por los sectores ms DBSBDUFSTUJDPTEFMJOUFHSJTNPDBUMJDPBestas fuerzas correspondi elaborar los postulados ideolgicos fundacionales que informaron los primeros pasos del j/VFWP&TUBEPv (JNOF[.BSUOF[

    Sin embargo, lo heterogneo del bloque de poder dej clara su incapacidad para elaborar por s mismo una ideologa que, en conjunto, sirviera para realizar la defensa comn de unos intereses concretos que eran los que mantenan la unin. Por un lado estaba el tradicional empobrecimiento JOUFMFDUVBMEFMBEFSFDIBFTQBPMBQSJmitiva y apegada a sus incumbencias JONFEJBUBTQPSPUSPjMBJODBQBDJEBEEFlos sectores ms retardatarios de la burguesa para elaborar una ideologa que legitimara su dominacin y fuera capaz de dar una explicacin mnimamente convincente de la realidad presente #P[BM"TMBTDPTBTMBTGVFSzas dominantes necesitaron acudir a las fuentes que en aquellos momentos y en los posteriores podran suministrarles un aparato ideolgico, ms o menos slido, con sedimento superestructuSBM$VBUSPFSBOFTBTGVFOUFT'BMBOHFtradicionalismo, catlicos integristas de orientacin monrquica y Asociacin Catlica Nacional de Propagandistas %B[%FBIOBDJMBBQFlacin y el contenido ideolgico de un bloque de poder que pas a justificar

  • .(. &MDPSQVTJEFPMHJDPEFMGSBORVJTNPQSJODJQJPTPSJHJOBSJPTZFMFNFOUPTEFSFOPWBDJO

    y a justificarse con elementos tomados de estas citadas fuentes. Lo abigarrado de los sectores que integraban el rgimen impidi clase alguna de pureza o intencin de fidelidad en el respeto a las citadas fuentes, y oblig a una interpretacin acomodaticia de todas ellas, sobre todo del falangismo, bajo el arbitraje poltico de Franco.

    Al servicio de este consensus que se trataba de crear estuvieron todas las herramientas de expresin ideolgica del Nuevo Estado. El control de la QSFOTBZEFMTJTUFNBFEVDBUJWPMBBQBricin de revistas como Escorial, Arbor o la Revista de Estudios Polticos, en las que curtieron sus armas los ms EFTUBDBEPT JEFMPHPT EFM SHJNFO MBVUJMJ[BDJOEFMPTQMQJUPTMBDSFBDJOEFM4FSWJDJP&TQBPMEF.BHJTUFSJPPlas pretensiones iniciales del Consejo Superior de Investigaciones Cientficas TPONVFTUSBTEFFTUFFNQFPEFJOUFHSBcin y transmisin de ideologa. Como MBT MVDIBT JOUFSOBT FYJTUJFSPO MBT EFfalangistas y catlicos no dejaron de manifestarse en cuantas ocasiones chocaban sus intereses, solo resueltas por la intervencin o la apelacin mediadora EFM +FGF EFM &TUBEP

    FM SFTVMUBEP OPpudo ser un todo muy articulado. Y precisamente esa era una de las notas que cualificaban ms distintivamente la estructura del aparato ideolgico montado por el rgimen. As, con rasgos imprecisos, con escasa originalidad, con continuas mezclas de atencin al pasado y llamadas al futuro, con muchos ingredientes de arma defensiva frente a enemigos reales o inventados,

    el conglomerado ideolgico franquista llen casi cuatro decenios de la vida QPMUJDBFTQBPMBZTJSWJQBSBDVNQMJSsu funcin legitimadora.

    1.1. Nacionalismo espaol y vocacin imperial

    El bando rebelde se hizo pronto con el control del discurso nacionalista, fiel a una visin conservadora del mismo. Desde el primer momento, aunque no sin roces y disputas, convergieron en la &TQBBGSBORVJTUBFMOBDJPOBMJTNPSFgeneracionista, el de tradicin catlica ZFMGBTDJTUB4B[(BMMFHP 'VF TJHOJDBUJWBigualmente la adhesin del catalanismo conservador al Alzamiento Nacional. Fracesc Camb, por ejemplo, tild la Guerra Civil de Cruzada, y personajes como Joan Estelrich, Fernando Valls Taberner, Josep Pla o Ignacio Agust, entre otros, colaboraron en los servicios de propaganda del Gobierno instalado QPS 'SBODP FO #VSHPT 'POUBOB5BSSBUT 4JO FNCBSHPla concepcin nacionalista del nuevo Estado no admiti hechos diferenciales, ni pluralidades lingsticas en pie de igualdad, ni descentralizacin de los poderes estatales, ni concesiones de autogobierno. Y es que el desenlace de la Guerra Civil fue considerado por los vencedores no solo como la victoria del PSEFODBUMJDPUSBEJDJPOBMTPCSFMPTSFvolucionarios, sino de la unidad nacional frente a los separatismos. El rgimen suprimi los estatutos de autonoma y rescat la fraseologa joseantoniana

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    QBSBEFOJSB&TQBBDPNPjVOJEBEEFdestino en lo universal y para advertir a los separatistas de estar cometiendo jVOQFDBEPvJNQFSEPOBCMF1SJNPEF3JWFSB*

    Como reforzamiento del ingrediente nacionalista se apel a la voluntad de *NQFSJPvMBSFDMBNBDJOQBSB&TQBBde un puesto preeminente en Europa y, respecto de Amrica Latina, su condicin de eje espiritual del mundo hispnico como ttulo de preeminencia en las empresas universales. La vocacin imperial del Estado franquista y su expansin ms all de las fronteras y del ocano, entronc con la necesidad de estrechar lazos con determinados pases amigos, lo que disimulaba y sustitua la hostilidad de otros, cuyas estructuras polticas quedaban oficialmente condenadas. Ya antes de la Guerra Civil, Ramiro Ledesma haba propugnado, en este sentido, una alianza con la "MFNBOJB EF)JUMFS MB SFDVQFSBDJOde Gibraltar, la unificacin de la Pennsula Ibrica y la aproximacin al gran bloque hispnico de nuestra "NSJDBv -FEFTNB 3BNPT )FSFEFSB EF FTUF QMBOUFBNJFOUPes la obra Reivindicaciones de Espaa, redactada por Jos Mara de Areilza y 'FSOBOEP.BSB$BTUJFMMB

    RVFatribua la decadencia nacional al papel de Francia e Inglaterra, y reclamaba Gibraltar, Marruecos, Argelia, frica occidental y territorios del Mar Rojo y de la Cochinchina.

    El Nuevo Estado extendi igualmente sus miras hacia Latinoamrica, apelando al pasado, la lengua y la

    religin comunes. Bajo la idea de la )JTQBOJEBEZEFMBj3B[BvMPRVFOPdejaba de ser nostalgia por el imperio perdido, Franco encuadraba a las naciones que haban brotado de un mismo tronco, unidas por una comn historia, fundidas en una sola fe, vinculadas por lazos de familia y lenguaje, y partcipes de una misma cultura y anloga idioTJODSBTJBv'SBODP#BIBNPOEF -B VOJWFSTBMJEBEEFM DBTUFMMBOPy de nuestra verdad tendra como especiales destinatarios a aquellos pases que, como la Argentina de Pern, haban entendido y apoyado mejor a la dictadura franquista. Para privilegiar estas relaciones con las hijas de la madre patria se cre, en noviembre EFFM$POTFKPEFMB)JTQBOJEBESin embargo, la pretendida influencia FTQBPMBDIPDDBTJEFTEFFMQSJODJQJPcon las suspicacias de los propios pases JCFSPBNFSJDBOPTFTQFDJBMNFOUF.YJDPZEF&TUBEPT6OJEPT1BSEP4BO[

    La derrota del Eje en la II Guerra .VOEJBMEJTPMWJFMTVFPEFVO&TUBEPtotalitario y de un hipottico imperiaMJTNPFTQBPMQFSPFYBDFSCFMOBDJPnalismo hacia el interior debido a la actitud adoptada por las potencias vencedoras. El aislamiento al que fue soNFUJEBMB&TQBBEF'SBODPUVWPDPNPefecto no deseado el fortalecimiento del sentimiento nacionalista del rgimen, que reaccion al boicot internacional con aire de dignidad ultrajada. A la gran tradicin histrica que alimentaba este recelo de cara al exterior, se uni en no escasa medida la simpata que

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    .(. &MDPSQVTJEFPMHJDPEFMGSBORVJTNPQSJODJQJPTPSJHJOBSJPTZFMFNFOUPTEFSFOPWBDJO

    algunos de estos pases prodigaron a la II Repblica durante su vigencia y en la posterior contienda. Y a todo ello se sum, en fin, la conciencia histricamente labrada de un pueblo perdedor de un imperio y de su correspondiente situacin de primaca internacional. "T3BNO4FSSBOP4FSBMVEBDPOGSFDVFODJB BM jHSVQP BOHMPGSBODTvque en la historia reciente haba despreciado a una nacin desmesuradamente orgullosa, sentencindola a ser un pueblo de tercer orden, un mero satlite, un mercado, una fuente EFDPOUBEBTNBUFSJBTQSJNBTv4FSSBOP4FS

    Otra nota que igualmente cualificaCBFMOBDJPOBMJTNPFTQBPMGSBORVJTUBera la preocupacin continua por el pasado y su diversa y acomodaticia interpretacin en funcin del presente. El nacionalismo va a servir, de esta forma, como aglutinante ideolgico a travs del cual va a ser posible una reJOUFSQSFUBDJOEFMBIJTUPSJBEF&TQBBque viniera a rescatar los aspectos que NTJOUFSFTBCBOBMSHJNFOMBVOJEBEnacional, la construccin del imperio, MBTHFTUBTEF MPTISPFTZ MBTIB[BBTpatriticas. Se pasar a sobreestimar VOPT FMFNFOUPT 7JSJBUP FM $JE MPT3FZFT$BUMJDPTZBPMWJEBSTFEFPUSPTaspectos que no convenan al discurso nacional. Una historia, as pues, obra de genios, hroes y hombres providenciales cuyas gestas la haban configurado. Todo ello se conectar con el inmediato pasado y con la Guerra $JWJM+PT$BMWP4PUFMP+PT"OUPOJPPrimo de Rivera o el propio Franco se

    consideraban continuadores recientes de dicha tradicin heroica. La nacin era, en resumen, una herencia sacrosanta administrada por el rgimen, y el nacionalismo una consecuencia de ese legado, que requera la defensa a VMUSBO[BEFjMPFTQBPMv#PZE

    Aunque nunca desapareci, el paso del tiempo fue debilitando la importancia del discurso nacionalista en el rgimen de Franco. As, desde finales EF MPT BPT DJODVFOUB TF BCSJ QBTPuna nueva ideologa tecnocrtica que aspiraba a sustituir la vieja legitimidad nacionalista, lo que entroncaba con una mayor permeabilidad al ideal europesUBNBUFSJBMJ[BEPFOFM.FSDBEP$PNOFOTFDSFFM$FOUSP&VSPQFPEFDocumentacin e Informacin, como plataforma del europeismo conservaEPS (PO[MF[$VFWBT )VCPigualmente que adecuarse al proceso descolonizador, dando la independencia a Marruecos, a Guinea y, finalmente, al 4IBSBTJCJFOMPTEFOPEBEPTFTGVFS[PTEF MB EJQMPNBDJB FTQBPMB OP DPOTJguieron dar una solucin al contencioso de Gibraltar. Permaneci en todo momento, sin embargo, la enemiga a MBUSBEJDJOMJCFSBMEFNPDSUJDBZNTabiertamente, hacia los nacionalismos perifricos. Una hostilidad al catalanismo y al nacionalismo vasco que no fue incompatible con el fracasado intenUPEFSFDPOTUSVJSVOBJEFBEFj&TQBBregional de conformidad con el influjo NFOFOEF[QFMBZJTUB$BMWP4FSFS1SF[&NCJE%VSBOUFMPTMUJNPTBPTEFMBEJDUBEVSB

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    la oposicin asoci mayoritariamente el OBDJPOBMJTNPFTQBPMDPOFMSHJNFOEFFranco y se solidariz con los nacionalismos subestatales, mientras que tras el Concilio Vaticano II gran parte del clero apoy las reivindicaciones particularisUBTEF$BUBMVBZFM1BT7BTDP"QBSUJSde la transicin, las fuerzas procedentes de la derecha tuvieron gran inters en subrayar su ruptura con el pasado, se instalaron en el concepto de patriotismo constitucional y reconstruyeron su discurso nacional sobre bases como la Constitucin de Cdiz, el pensamiento EF.BOVFM"[BBPMB*OTUJUVDJO-JCSFEF&OTFBO[B&MOBDJPOBMJTNPFTQBPMidentificado con el franquismo, vivi a partir de entonces una etapa de fuerte EFTDPODJFSUP%F#MBT

    1.2. Autoritarismo

    Un rgimen autoritario ejerce el poder pblico sin atender a la aprobacin que reciba por parte de los gobernados. De ah que su aplicacin a un sistema poltico sea sinnimo de dictadura y expresin de su carcter antidemocrtico, potencialmente arbitrario y represivo EFMBPQPTJDJOQPMUJDB.PMJOB"EJGFSFODJBEFMBTGPSNBTEFMHPbierno democrtico, que se fundamentan en un modelo ideal construido a partir de valores absolutos y universales como la libertad y la igualdad, el origen de los regmenes autoritarios est en TJUVBDJPOFTDPODSFUBTQPSFKFNQMP MBagudizacin de conflictos polticos o el deterioro econmico en una experiencia democrtica fallida. Es decir, se definen

    a partir de una calidad esencialmente pragmtica y se distinguen porque en ellos no tiene cabida la utopa, aun cuando sus objetivos sean situaciones ideales. As pues, el concepto de autoritarismo designa en primer lugar lo que es, ofrecindose implcitamente como una negacin del deber ser, que es la EFNPDSBDJB-PBF[B

    -BDPODFQDJOKFSSRVJDPBVUPSJUBria de la vida poltica y social va a ser una constante durante el franquismo, en buena medida como resultado de su antiliberalismo y de su propia identificacin con el bien. Desde estos supuestos, quienes mandaban en la familia, en la escuela o en el mundo laboral, en tanto que portavoces de esas parcelas del bien y de la verdad intrnseca universalmente comprendidas, hacan derivar su indiscutible autoridad precisamente de su presunta incapacidad de error. La configuracin de una visin elitista de la sociedad comportaba, igualmente, la estructuracin de un universo fuertemente jerarquizado en el que algunos ordenaban y los dems obedecan. La verdad poltica se volvi absoluta y dogmtica, de modo que frente a ello solo cupo la obediencia y la participacin entusiasta, entendida esta ltima como simple cumplimiento de lo NBOEBEP'FSSBOEP#BEB

    El autoritarismo impide la validez de la discrepancia, sencillamente porque esta concepcin la considera fruto de la maldad o, todo lo ms, del error. Los cabezas de familia, los maestros en las escuelas, los jefes de los talleres o MPTEVFPTEFMBTFNQSFTBTFSBOSFFKPT

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    .(. &MDPSQVTJEFPMHJDPEFMGSBORVJTNPQSJODJQJPTPSJHJOBSJPTZFMFNFOUPTEFSFOPWBDJO

    de esa aureola de posesin de la verdad que comenzaba en los jefes polticos del rgimen y se extenda a todo el contexto social, porque ello era consecuencia de un mundo de valores y creencias monolticamente estructurado. Se trataba de un universo que no poda tambalearse con concesiones a la opinin de cada uno, porque se entenda que la nica opinin vlida era la de quien mandaba y la de quien serva a lo mandado. La opinin pblica se sustitua, as pues, por la opinin, hecha decisin, de la jerarqua del rgimen, sobre cuyos hombros recaa la interpretacin y el cumplimiento de lo infaliblemente CVFOPv3BNSF[

    En ese ambiente, conceptos como libertad u opinin pblica estaban vedados en el discurso oficial del franquismo. Para el Nuevo Estado la libertad solo exista subordinada al bien comn magistralmente interpretado por las autoridades del rgimen, lo que impona el sacrificio del inters particular al inters general, y de la liberad individual a la libertad colectiva. En 1946, el propio Franco consideraba que, dentro de esta cosmovisin autoritaria, para los FTQBPMFTjMBTEPTMJCFSUBEFTQSJODJQBles eran la libertad contra la miseria y la libertad contra el terrorismo1. Desde entonces, la reiteracin de un QVBEPEFMVHBSFTDPNVOFTFYFDSBDJOde la libertad como muestra de insolidaridad y de egosmo, distincin estricta entre la verdadera libertad y el

    1 Boletn Oficial de las Cortes Espaolas (BOCE)OEFEFNBZPEFp. 2.982.

    peligroso libertinaje, acotamiento de MBjMJCFSUBEEFOUSPEFVOPSEFOvFUD

    QSPMPOHBEBDPOQFRVFBTWBSJBDJPOFThasta las postrimeras del rgimen, va a dibujar el inconfundible marchamo del discurso autoritario franquista.

    Es cierto que desde principios de MPT BPT DVBSFOUB MBT BVUPSJEBEFT TFpreocuparon por conocer la opinin latente entre la poblacin, para lo cual pusieron en marcha, en 1942, el 4FSWJDJP &TQBPM EF"VTDVMUBDJO EFMB0QJOJO1CMJDBBOUFDFEFOUFJONFEJBUPEFM*OTUJUVUPEF0QJOJO1CMJDB

    que llev a cabo numerosas encuestas. Pero el verdadero fin de tales sondeos no era otro que dar una mayor eficacia a la propaganda del rgimen y facilitar la misin de los hombres superiores EFPSJFOUBSZWFSUFCSBSBMBNBTB4FWJMMBOP$BMFSP"NFEJBEPTEF MPT BPT DJODVFOUB FMNJOJTUSP EF*OGPSNBDJOZ5VSJTNP(BCSJFM"SJBTSalgado, descalificaba frontalmente el concepto de opinin pblica, afirmando que se trataba en realidad de una gran GBMBDJBjMBUSJTUFWFSEBEvBSNBCBjFTque la opinin pblica se ha mostrado destructoramente equivocada en todas las coyunturas histricas importantes. -PT FTGVFS[PT EF"SJBT4BMHBEP QPSarticular una doctrina de la informacin de carcter autoritario pretendan transformar la vieja opinin pblica en opinin popular u opinin nacional, entendida como gran acumulador de afanes de cooperacin, cuyos pronunciamientos, en ningn caso, podan dar lugar a la crtica negativa ni a la oposicin frontal al sistema.

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    As pues, los medios de comunicacin se entendan como rganos de los intereses de la sociedad, sometidos a la obediencia de la autoridad del EsUBEPv"SJBT4BMHBEP

    Pese a la voluntad inmovilista de una parte de sus idelogos y dirigentes, el rgimen franquista conoci una eviEFOUFFWPMVDJOBMPMBSHPEFMPTBPTacelerada en la dcada de 1960 con las grandes transformaciones socioeconmicas bajo los llamados Gobiernos tecnocrticos, las cuales llevaron al OJNPEFNVDIPTFTQBPMFTMBDPOWJDcin de que haba que procurar a toda costa la homologacin y la convergencia con Europa. La Ley de Prensa e Imprenta de 1966, ms conocida DPNPj-FZ'SBHBvQPSFMOPNCSFEFsu promotor, Manuel Fraga, a la sazn ministro de Informacin y Turismo enUSFZ

    FODVZPQSFNCVMPZBse anunciaba que, entre los postulados fundamentales del nuevo cdigo legal, estaban la libertad de expresin y la libertad de empresa, supuso sin duda un importante, aunque insuficiente, paso hacia la relajacin del integrismo autoritario. La menor intervencin del Estado y la desaparicin de la censura previa permitieron empujar la legalidad del sistema hacia mayores cotas de MJCFSUBEZKVTUJDJBv+VMJ

    si bien la puesta en prctica de la Ley mostrara muy pronto los lmites de una libertad de expresin tan restrictiva DPNPQSFDBSJB 'VFOUFT Z 'FSOOEF[4FCBTUJO -P DJFSUP FTRVF EVSBOUF MPT MUJNPT BPT EF MBdictadura, pese a todas las dificultades

    e intransigencias y al mantenimiento de la esencia autoritaria del Estado, se toleraron las llamadas a la apertura del rgimen, incluyendo numerosas tomas de posicin a favor de ampliar sustancialmente la libertad, el pluraMJTNPZMBQBSUJDJQBDJOQPMUJDB4PUP$BSNPOB-BSFMBKBDJOEFlos instintos autoritarios del rgimen se hizo ms patente conforme se aproximaba la muerte del Caudillo. As, los sectores ligados al franquismo que haban comenzado a evolucionar en un sentido democrtico, recomendaban al Gobierno que se abriera a las crticas y las discrepancias. El diario catlico Ya aconsejaba el abandono de la dictadura a ultranza y la introduccin de un gran compromiso social que otorgara legitimidad democrtica al sistema y reconociera algunas liberUBEFTCTJDBTv(BSDB&TDVEFSP)BDJB MB EFNBOEB EFmayores cotas de libertad se hizo tan habitual en medios como Triunfo, Cuadernos para el Dilogo, Madrid o Informaciones que esta expresin no tard mucho en convertirse en un lugar comn til para el ensanchamiento de los viejos lmites autoritarios impuestos por el sistema. Las colaboraciones semanales en prensa del grupo de publicistas Tcito pueden ser vistas, en este sentido, como una suerte de solucin de continuidad entre el tardofranquismo y los primeros estadios de la transicin EFNPDSUJDB1PXFMM

  • .(. &MDPSQVTJEFPMHJDPEFMGSBORVJTNPQSJODJQJPTPSJHJOBSJPTZFMFNFOUPTEFSFOPWBDJO

    1.3. Corporativismo

    El corporativismo promueve el fortalecimiento del Estado y el fomento de corporaciones profesionales verticales subordinadas a l, donde se integran trabajadores y empresarios. Frente a lo propugnado por el marxismo, niega la posibilidad de lucha entre clases econmicas y afirma la armona entre ellas MPRVFTFIBEBEPFOMMBNBSjBSNPOJDJTNPv

    QPSMPRVFQBSBNBOUFOFSUBMficcin, se hace necesaria la existencia de un Gobierno con mentalidad autoritaria. Lgicamente, en una sociedad moderna de masas esta estrategia solo puede adoptarse bajo regmenes dictatoriales, y de hecho forma parte tanto de los sistemas fascistas, que justificaban as la no celebracin de elecciones democrticas, como de las sociedades tradicionales donde domina una cultura jerrquica y organicista. El corporativismo de veta tradicionalista y catlica se puso como objetivo la restauracin del orden social frente al comunismo ZBMMJCFSBMDBQJUBMJTNP"MBMV[EFMBTencclicas Rerum Novarum de Len 9***ZQuadragesimo Anno de 1P9*

    MBT MOFBT QSJODJQBMFTde este pensamiento se resumen en DVBUSPFMFNFOUPTCTJDPT FM DPOJDUPse resuelve siempre en la colaboracin FOUSFQBUSPOPTZPCSFSPT UJFOFDPNPsoporte legal un marco institucional KPOPIBZPQDJOMJCSFBQBSUJDJQBSPno, pues patronos y obreros se integran OFDFTBSJBNFOUF FO MBT DPSQPSBDJPOFTy estas tienen carcter monopolista respecto de los intereses de los afiliados 1SF[:SVFMB

    Bajo la influencia de la Iglesia, el traEJDJPOBMJTNPFTQBPMJODPSQPSFOTVcorpus doctrinal la teora corporativa. En efecto, fueron los carlistas los que influyeron en la Organizacin Corporativa Nacional instaurada por Primo de Rivera para estimular y favorecer la organizacin corporativa, hasta conseguir que todas las actividades se agrupen por este sistema [...] como medio de resolver armnicamente las diferencias y conflictos que susciten en la vida social. Ya durante la II Repblica, en el Manifiesto del BloRVF/BDJPOBMvEFTFEFGFOEBMBnecesidad de encuadrar la vida econmica en corporaciones profesionales, y en el programa de la Confederacin &TQBPMBEF%FSFDIBT"VUOPNBTQBSBMBT FMFDDJPOFT EF TF QPTUVMBCBuna economa dirigida a travs de la organizacin corporativa de la misma "SUPMB **Z&Mfascismo hispano incluira igualmente una defensa cerrada del corporativismo, si bien en este caso su principal fuente de inspiracin se hallaba en la doctrina mussoliniana. Esta influencia se evidenciaba ya en el manifiesto poltico de las Juntas de Ofensiva Nacional 4JOEJDBMJTUBEFEPOEFTFBCPHBCBpor robustecer las corporaciones dentro de un Estado nacionalsindicalista. Junto a la ilegalizacin de la lucha de clases, se proclamaba la sindicacin obligatoria de productores y se elevaron las corporaciones a la categora de JOTUJUVDJPOFTQCMJDBT%FWJMB"TJNJTNP 'BMBOHF EFGFOEJEFTEFTVGVOEBDJOFOMBTVQF

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    racin de la lucha de clases haciendo que todo trabajador se organizara en sindicatos y gremios, como rganos directos del Estado. Su programa de Veintisiete Puntos giraba en torno a la creacin de un Estado totalitario formado, en lo econmico, como un gigantesco sindicato vertical de productores organizado corporativamente por ramas de produccin. Algunas de estas ideas seran plasmadas en el Fuero del 5SBCBKPBQSPCBEPFOFOFSPEFcuyo prrafo XII declaraba que la Organizacin Sindical se constituye en un orden de sindicatos industriales, agrarios y de servicios, por ramas de actividades a escala territorial y nacional, que comprende a todos los factores de la produccin. Los sindicatos tendrn la condicin de corporaciones de derecho pblico de base representativa [...]. Dentro de ellos se constituirn las asociaciones respectivas de empresarios, tcnicos y trabajadores.

    El nacionalsindicalismo, versin FTQBPMBEFMDPSQPSBUJWJTNPBSNBCBir incluso ms all. Jos Antonio Primo de Rivera afirmaba que el Estado corQPSBUJWPFSBjPUSPCVVFMPBMWJFOUPvaduciendo que la prctica italiana dejaba intacta la herencia capitalista al no superar la brecha entre patronos y obreros y hacer del Estado el enlace entre las federaciones de estos. A su juicio, la nica manera de resolver la cuestin social es alterando de arriba abajo la organizacin de la economa 1SJNPEF3JWFSB&Oel mismo sentido, Jos Luis Arrese, el economista falangista mejor prepara

    do, afirmaba que las diferencias entre corporativismo y nacionalsindicalismo FSBO TFOTJCMFT FM QSJNFSP TFSB VOBsolucin parcial, exclusivamente econmica, que diferenciaba adems las corporaciones del Estado, sin renunciar a la lucha de clases. Por el contrario, el segundo sera una solucin total, que iba ms all de la economa, que haca de las corporaciones parte del Estado y que superaba, adems, la lucha de clases, considerando a patronos, obreros y tcnicos una sola clase formada por elementos igualmente interesados en la QSPEVDDJO"SSFTF

    Consecuencia de la asuncin de estos planteamientos por el Estado franquista fue su concepcin armnica de la realidad poltica, social y econmica, y la difusin de una imagen del pueblo FTQBPMQFSGFDUBNFOUF WFSUFCSBEP FOel que cada persona ocupaba su lugar no como individuo sino como miembro de las entidades naturales de la TPDJFEBEvMBGBNJMJBFMNVOJDJQJPZFMsindicato. Segn este organicismo, cada cual tena su funcin, sin cuestionar las bases ni las consecuencias de esta supuesta armona. Dentro de ella, el capital tena el valor social de promover la prosperidad general, as como el trabajador se ennobleca en la tarea de con su esfuerzo contribuir a la grandeza de la patria y de la sociedad como esfuerzo comn, lejos por lo tanto de las visiones dialcticas o conflictivas de la realidad. Como forma de mantener unido este juego de intereses que sostenan al rgimen, fue implantndose y divulgndose una concepcin unitaria

  • .(. &MDPSQVTJEFPMHJDPEFMGSBORVJTNPQSJODJQJPTPSJHJOBSJPTZFMFNFOUPTEFSFOPWBDJO

    de la vida social, en la relacin de las regiones, en la nocin de empresa y en MBFTUSVDUVSBTJOEJDBMWFSUJDBM'BHPBHB-BQFSGFDUBBSNPOBFOUSFjMBTtierras, los hombres y los pueblos ser, a la vez, punto de partida y meta de llegada, y bajo ella quedarn ocultos los conflictos y las tensiones existentes en la prctica.

    1.4. Anticomunismo y antiliberalismo

    Puesto que el franquismo justific la Guerra Civil como un enfrentamiento EF&TQBBDPOFMQFMJHSPDPNVOJTUBFTUFEFTFNQFBSBEVSBOUFUPEBMBIJTUPSJBdel rgimen una funcin clave como chivo expiatorio utilizado como origen de todo tipo de conflictos. Al pasar los BPTBEFNTFMFNQMFPEFTJOOJNPTcomo bolchevique o, mucho ms frecuente, rojo, se fue reduciendo en beneficio de la palabra comunista, cuyo carcter radicalmente peyorativo ahorraba cualquier adjetivo. Por otro lado, el comunismo se asoci a un significado de conspiracin, formando junto al judasmo y la masonera la trada de ideologas enemigas a la sociedad QMBOFBEB QPS FM GSBORVJTNP MWBSF[$IJMMJEB4FHOFMQSPQJPFranco, que transmiti su obsesin anticomunista al Estado que diriga, el comunismo integraba tres aspectos funEBNFOUBMFTMBJEFBMBBDDJODMBOEFTUJna internacional y el Ejrcito sovitico. En torno a la amenaza conspirativa, surgi durante la dictadura un lenguaje especfico, elaborado y difundido con

    QSPGVTJOEFTEFMPTBPTUSFJOUBQBSBEFOJSFMDPODFQUPFMDPNVOJTNPFSBel terrible mal de aquellos tiempos por su carcter satnico, era Lucifer en la tierra, adems de un virus DPSSPTJWPvEFMRVF&TQBBFTUBCBjWBDVOBEBv 'SBODP#BIBNPOEF 5FOBQPSPUSPMBEPVODBSDUFSajeno al ser nacional, que se filtraba, incluso penetraba, a travs de las quintas columnas comunistas, y parasitaba todas las organizaciones 3PESHVF[$BTUJMMP "EFms, al halagar tanto las pasiones, captaba y atraa con el fin de incitar a la subversin, disfrazando y enmascarando sus propsitos al ocultar su WFSEBEFSBDBSB 4JNB1PSeso, la dictadura franquista constitua el castillo roquero ms seguro, que QSPUFHBB&TQBBEFUPEPNBM(NF[EF"SBOEB

    Cuando se desataron los enfrentaNJFOUPTMBCPSBMFTEFMPTBPTTFTFOUBcomo la gran huelga de la minera asturiana de 1962, las autoridades franquistas aplicaron a sus protagonistas la vieja teora conspirativa anticomunista en torno a la cual vena girando el discurso oficial. Segn esta, los comunistas se estaban infiltrando en todas las instituciones, como la Iglesia, y tenan cmplices de todo tipo, incluidos los DBUMJDPT:TT"MPTNJMJtantes de organizaciones de apostolado TFHMBSDPNPMB)FSNBOEBE0CSFSBEF"DDJO$BUMJDB)0"$PMB+VWFOUVE0CSFSB$BUMJDB +0$

    MBQSFOTBEFMMovimiento empez a llamarles filocomunistas, paracomunistas, pro

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    DPNVOJTUBTvjDPNQBFSPTEFWJBKFvZhasta tontos tiles. Estos calificativos remitan en ltima instancia a la temida capacidad de los comunistas para infiltrarse en todo tipo de ambientes, hasta aquellos que en principio se podan suponer ms resistentes al contagio $BTUBP$PMPNFS$POTVTactividades reivindicativas en el mundo PCSFSP FTPT jDPNQBFSPT EF WJBKFvestaban modificando el concepto de comunista, al colaborar con miembros EFM1BSUJEP$PNVOJTUBEF&TQBB1$&en la lucha contra la dictadura. Antes de la II Guerra Mundial, las encclicas papales, como Divini Redemptoris de 1P9*

    BCVOEBCBOFOFMDBSDUFSperverso y amenazador del comunismo y negaban cualquier colaboracin con sus seguidores. Pero a partir del Concilio Vaticano II, tanto Juan XXIII como Pablo VI distinguieron entre la doctrina, que condenaba el comunismo por materialista y ateo, y la prctica real, que poda dar lugar al dilogo Z MBDPMBCPSBDJO %PNOHVF[

    El anticomunismo ser una idea visceral predominante desde el principio y hasta el final del rgimen. Aunque esta persecucin se corresponda poco con la fuerza real que el comunismo venDJEPvIBCBUFOJEPFO&TQBBEVSBOUFla II Repblica, los idelogos oficiales agruparon bajo esta denominacin condenatoria un amplio espectro de actitudes polticas que no tenan que ver en realidad con el comunismo, como el socialismo, el catalanismo, el republicanismo o, a veces, la mera

    discrepancia. Franco vea en los comunistas una doble amenaza que una la negacin de la patria a la destruccin del orden econmico, poniendo de manifiesto la mixtura de intereses que este anticomunismo comportaba 'SBODP#BIBNPOEF*ODMVTPdespus de la muerte del Caudillo el anticomunismo se mantuvo vivo entre los legitimistas del rgimen encuadrados bajo el denominado bnker. Se subray la identificacin del PCE con la Guerra Civil y con hechos dramticos como la matanza de Paracuellos del Jarama, as como la cara oculta del comunismo y su estrategia de penetraDJO%F4BOUJBHP(VFSWTLos dirigentes comunistas, sin embargo, respondieron a estas crticas y al lenguaje franquista con la renuncia explcita a la conquista insurreccional del poder, la aceptacin de la Monarqua como forma de gobierno y la participacin del PCE en la competencia poltica electoral. De esta manera, el sentido del anticomunismo fue poco a poco perdindose, pues nadie poda alegar seriamente el tan cacareado peligro DPNVOJTUBv$BSSJMMP

    Los vencedores de la Guerra Civil, herederos del antiliberalismo de veta tradicionalista, catlica y fascista, se propusieron barrer tambin cualquier vestigio liberal que pudiera quedar en &TQBB1BSB'SBODPFMjTJTUFNBMJCFSBMparlamentario de partidos no haba trado ms que inestabilidad poltica y EJWJTJPOFTFOUSFMPTFTQBPMFTBEFNTde la prdida del imperio. El liberalismo era, segn el Caudillo, una farsa

  • .(. &MDPSQVTJEFPMHJDPEFMGSBORVJTNPQSJODJQJPTPSJHJOBSJPTZFMFNFOUPTEFSFOPWBDJO

    extranjerizante que, controlada por unos cuantos oligarcas, haba permitido el reinado del materialismo y la anarqua, agravada hasta el lmite con MB**3FQCMJDB)BDBGBMUBBTVKVJDJPrectificar los errores de un siglo con un rgimen como el suyo, que haba de beber en las fuentes de nuestras tradiciones, nuestras instituciones, nuestra alma [...], fuentes que haban sido perdidas o contaminadas por el liberalismo, y retornar as a las grandezas de MB&TQBBJNQFSJBM'SBODP#BIBNPOEF*&OSFBMJEBEFMMJCFSBMJTmo no era sino un eslabn ms en una retahla de males que se completaban con el comunismo o el separatismo. Los crculos nacionalcatlicos encontraban a los culpables de tanto desafuero en la masonera o, con mucha frecuencia, FO MB *OTUJUVDJO-JCSFEF&OTFBO[Bencarnacin del liberalismo escptico y frvolo que contradeca la esencia DBUMJDBEFMBQBUSJB7JMMBSPOHB/PGBMUBCBUBNQPDPFOMPTEJTDVSsos del propio Franco la denuncia del espantajo capitalista y liberal que, a TVFOUFOEFSSFQVHOBCBBMQVFCMP$JMMO"QBMBUFHVJ-PTQPDPTintelectuales que en aquel clima an se atrevan a decirse liberales reducan el significado del liberalismo a un cierto talante de tolerancia y generosidad con el contrario. Como afirmaba Gregorio .BSBOjTFSMJCFSBMFTQSFDJTBNFOUFFTUBTEPTDPTBTQSJNFSPFTUBSEJTQVFTUPa entenderse con el que piensa de otro NPEPZTFHVOEPOPBENJUJSKBNTRVFel fin justifica los medios [...]. El liberalismo es, pues, una conducta y, por lo

    tanto, es mucho ms que una poltica .BSBO

    El recelo hacia lo liberal tena una doble connotacin en la ideologa del rgimen. En primer lugar, era una reaccin contra las instituciones republicanas a las que con la Guerra Civil se haba puesto fin. El sufragio universal y el parlamentarismo van a constituirse en objetivos a atacar y desprestigiar. Se les denigra por ineficaces y consumidores estriles de energas, y se les contrapone con la imagen enrgica de la lite de la dictadura, pintada con aureola de infalibilidad traducida en el sacrificio por la patria o en el prestar serviDJPTB&TQBBv/PIBCBPUSBWJTJOEF&TQBBOJBFTUBTFMBQPEBTFSWJSdesde otros planteamientos polticos, lo que incrementaba las perspectivas de obediencia sin discusin al rgimen. El Caudillo, el Generalsimo, nunca poda equivocarse al interpretar lo que convena al pueblo, pues el error se encontraba en la mera suma de opiniones no cualificadas expresadas a travs del sufragio. Los Parlamentos, fruto de este sufragio, se revelaban campo de manejos para los intereses torpes y reflejo de ideas disgregantes Z FOWJMFDFEPSBTv (JNOF[.BSUOF[-BQPMUJDBFO&TQBBQBTBba por las difanas y trascendentales consignas expresadas desde el poder, para que en un futuro el pueblo sea, de verdad, uno y libre, porque no ser DPOTVMUBEPTJOPEJSJHJEPv%F&DIBSSJ&OFMNVOEPBMFKBEPEFMideal franquista, lleno de egosmos, tradicional enemigo del bien que el

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    rgimen supona, se colocar junto al liberalismo el peligro de la masonera, a la que se acusar de seguir conspiSBOEPDPOUSB&TQBBEFQPSTJFNQSFcomo tantas veces recordara Franco DPOQFOTBNJFOUPDBTJPCTFTJWP 7BMO'FSOOEF[

    La segunda connotacin que el elemento antiliberal del franquismo supona iba unida a la necesidad de distinguirse e impedir el eco de las llamadas nefastas democracias liberales de la Europa circundante. Y ello por USFTSB[POFTTFIBCBODPMPDBEPKVOUPBla II Repblica durante la Guerra Civil, haban aislado luego al rgimen recin nacido y lo seguan despreciando a pesar de ser un socio til en el contexto de la Guerra Fra. En ellas, y concretamente en sus sistemas demoliberales, estaba la maldad esencial. Los partidos polticos eran intrnsecamente perversos, porque se consideraban partes que intentaban destruir o poner en cuestin un todo que se presentaba indisolublemente unido. Frente a ese posible eco nacer la necesidad de una forma orgnica de configurar la realidad y la vida poltica, forma de cuya originalidad y de cuya mayor idoneidad para la JEJPTJODSBTJBEFMQVFCMPFTQBPMTFIBSDPOUJOVBNFOUFQSPQBHBOEB'FSSBOEP#BEB

    1.5. Catolicismo y clericalismo

    Aunque parece que la Iglesia como JOTUJUVDJOOPQBSUJDJQ FO FO

    la preparacin del golpe de Estado militar, lo recibi con alivio y, adems, es innegable que sus protagonistas, en concreto los ms influyentes, como el general Franco, tenan muy interiorizado el concepto de Iglesia tradicional, por ende, rechazaban de plano la poltica religiosa de la II Repblica. La ayuda de la Iglesia catlica a los rebeldes fue de gran importancia, no solo por el simbolismo de la declaracin de la Guerra Civil como Cruzada santa Z KVTUBv $BTBOPWB

    sino tambin porque proporcion una base ideolgica cercana para amplios sectores del campesinado y de la burguesa urbana, quienes identificaron el mantenimiento de la Iglesia tradicional ZFMDBSDUFSDBUMJDPEF&TQBBDPOFMverdadero patriotismo. Las matanzas EFDMSJHPTjNSUJSFTvZMPTBUFOUBEPTa edificios y smbolos religiosos en las zonas fieles a la Repblica proporcionaron argumentos tiles adicionales "OEST(BMMFHP

    -B WJDUPSJB EF 'SBODP FO abri un nuevo tiempo de recatolizacin. Tal cosa se entendi, sobre todo, como la recuperacin de los derechos de que haba sido privada la Iglesia durante el dominio del atesmo marxista republicano, como se predic con insistencia y sin matices. Se volvi al QSPHSBNBEFQSJODJQJPTEFMTJHMP99unin entre Iglesia y Estado, identificacin de catolicismo y nacionalismo FTQBPM SFHFOFSBDJO EF MB TPDJFEBEbajo la moral catlica y afirmacin del clericalismo. El Estado franquista no solo dej de ser enemigo de la Iglesia,

  • .(. &MDPSQVTJEFPMHJDPEFMGSBORVJTNPQSJODJQJPTPSJHJOBSJPTZFMFNFOUPTEFSFOPWBDJO

    sino que se convirti en una sociedad perfecta en su orden, con la que deba BDUVBSFOjDPNQMFUBBSNPOBvIglesia, Estado y Movimiento Nacional &M j/VFWP &TUBEPv EFDMBSBEPcatlico, haba sido establecido por un Caudillo, considerado hombre providencial destinado a salvar la fe y la nacin frente al peligro comunista. En consecuencia, la Iglesia se puso a su servicio.

    La unin de la espada y de la cruz, bajo la divisa Santiago y cierra EspaBv FSJHJ BM QBT FO TBMWBHVBSEBEFla civilizacin cristiana en una Europa corrompida por la democracia y amenazada por el marxismo y por aquellos que conspiraban histricaNFOUF DPOUSB MB QBUSJBv (PN5PNT MJCFSBMFTNBTPOFTanarquistas, socialistas, racionalistas y un largo etctera, hasta completar todo el espectro ideolgico contrario al rgimen de Franco. Este tiempo result especialmente favorable para la Iglesia entendida en sentido tradicional. Las autoridades civiles y eclesisticas cooperaron, pese a algn roce puntual, para imponer los preceptos religiosos y obligar a individuos y asociaciones a guardar la moral catlica en todos los BDUPTQCMJDPTMPTPSHBOJTNPTFTUBUBMFTconcedieron todo tipo de facilidades para recuperar los signos externos catlicos y realizar actividades religiosas DFSFNPOJBTNJTBT QSPDFTJPOFT FTUBT

    TFSFDPOTUSVZFSPOUFNQMPTDPOFMpresupuesto del Estado, mejoraron las finanzas y fueron rescatados los privilegios econmicos de establecimientos

    e individuos eclesisticos, se increment el nmero de curas, asociaciones religiosas y devociones laicas, se garantiz MBPCMJHBUPSJFEBEEFMBFOTFBO[BSFMJgiosa en todos los niveles educativos y, en suma, la Iglesia recuper todo MP QFSEJEP "OEST(BMMFHP Z 1B[PT

    En contrapartida, la Iglesia como institucin adquiri un estrecho compromiso con el rgimen, lo cual tuvo consecuencias importantes a medida que este se prolong. Desde una concepcin providencialista, se entenda que las fuerzas vencedoras en la Guerra Civil eran las del bien y las perdedoras las del mal. Y dado que el bien era lo querido por Dios y lo que dogmticamente se define e interpreta, el poder representante de ese bien en &TQBBIBCBTJEPBZVEBEPQPSMBEJvinidad para alcanzar el triunfo blico. Ello comportaba que Estado y pueblo tenan, a su vez, que ser brazo armado de la representacin de Dios y de la Iglesia catlica. As qued dibujada una unin indisoluble y permanente FOUSFjUSPOPZBMUBSvBVORVFFMUSPOPestuviera ahora ocupado por un dictaEPS

    EFMBRVFTFEFTQSFOEBFMNVUVPapoyo como indiscutible consecuencia. Surgi as el nacionalcatolicismo, defensa comn de los intereses del nuevo rgimen constituido, que eran tambin los del Estado, y los de la Iglesia. El DBUPMJDJTNP&TQBBZ MBEJDUBEVSB TFpresentaban de esta forma como algo JOUPDBCMF MPT EPT QSJNFSPT QPS TVDPNO DBNJOBS IJTUSJDP FM j/VFWPEstado por ser la expresin actual,

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    WJHPSPTBZGVFSUFvEFFTBVOJO5PSSFT

    %VSBOUFMPTBPTDVBSFOUBTFJODPSpor a la jerarqua eclesistica a la alta asesora de la direccin del Estado, por primera vez desde el fin del Antiguo Rgimen. Los prelados ocupaban un lugar tanto en el Consejo de Estado como en el nuevo Consejo de RegenDJBDSFBEPFOPUSPTIBCBOTJEPincorporados a las Cortes por Franco, y haba dos sacerdotes tambin entre los procuradores elegidos por otros tercios en la I Legislatura de la $NBSB (JNOF[.BSUOF[ C-BNTOPUBCMFFYDFQDJOFOUSFMPTEJSJHFOUFTEFMB*HMFTJBFTQBPMBEFla poca que, por lo general, se mostraban profundamente identificados con el rgimen, fue el ultrarreaccionario cardenal Pedro Segura, arzobispo de Sevilla, muy crtico con Falange y con el propio Franco, que vea en la actitud del rgimen un intento de regalismo PjTVQSFNBDBEFMQPEFSDJWJMv4FHVSB &M QVOUP DVMNJOBOUF EFMnacionalcatolicismo se alcanzar con la firma del Concordato con la 4BOUB 4FEF FO KVOJP EF 5VTFMM "VORVF FO WFSEBEel Concordato haba innovado pocas cosas y se limitaba a dar carcter pacticio a las actitudes adoptadas por el Estado dentro de una lnea catlica y a incorporar [...] los acuerdos celebrados EFTEFBv.BSUO.BSUOF[

    BQBSUJSEFFOUPODFTTFDPOsagra la presencia de la Iglesia en todos MPTNCJUPTEFMBWJEBFTQBPMBFOFMhogar y en la escuela, en la oficina y en

    la calle, en la fbrica y en el cuartel, en la Universidad y en los espectculos, en las diversiones, en las costumbres y IBTUBFO MBTSFMBDJPOFT OUJNBT#PUUJ

    Esta actitud provoc, en materia teolgica y pastoral, un evidente desfase respecto de otras Iglesias europeas, desarrolladas en sistemas polticos democrticos y en contacto con otras creencias. Tambin fue la causa de mltiples fisuras al interior de la IgleTJB FTQBPMB Z OP QPDBT UFOTJPOFTincluso con el Vaticano, en especial al final del franquismo, hasta el punto de que, por primera vez en el siglo XX, ciertas actitudes de la jerarqua FDMFTJTUJDBFTQBPMBOPDPOUBSPODPOel beneplcito de la Santa Sede. Por otra parte, los sectores sociales ms crticos con la dictadura franquista se alejaron de la Iglesia. Esta situacin de aislamiento doctrinal y pastoral, de parlisis y de tensin con los sectores ms dinmicos de la sociedad, qued muy patente durante la celebracin del Concilio Vaticano II. Los obispos FTQBPMFTMMFHBSPOBM$PODJMJPDPOWFODJEPTEFRVFMB*HMFTJBFTQBPMBFSBVOFKFNQMPQBSBFMDBUPMJDJTNPVOJWFSTBMunidad catlica, rechazo de las teoras democrticas, alianza con el poder civil para imponer la moral cristiana. Pero quedaron desconcertados ante las decisiones conciliares, fundamentalmente porque del Vaticano II surgi un nuevo concepto de Iglesia, diferente de aquel de la sociedad perfecta defendido durante tanto tiempo por la jerarqua FTQBPMB(NF[1SF[

  • .(. &MDPSQVTJEFPMHJDPEFMGSBORVJTNPQSJODJQJPTPSJHJOBSJPTZFMFNFOUPTEFSFOPWBDJO

    -B SFBDDJO FO &TQBB BOUF FTUBnueva forma de entender la Iglesia fue muy variada y provoc un autntico conflicto en los medios catlicos. Unos, pronto denominados preconciliaSFTv TFNPTUSBSPO SFUJDFOUFT PUSPTlos progresistas, interpretaron la doctrina conciliar como una forma de legitimacin de algunas ideas expresadas hasta entonces casi de forma DMBOEFTUJOB DPNQBHJOBDJO EF GF Zrazn, ecumenismo, solidaridad con los pobres, asuncin de los valores humanos y, en particular, de la demoDSBDJB $IBP3FHP $POel tiempo, se fue perfilando un tercer grupo, radical, que desde una mentalidad secularizadora neg la estructura jerrquica y la capacidad normativa de la Iglesia y rechaz cualquier privilegio %B[4BMB[BS-B*HMFTJBFTQBPMBTVGSJFOEFOJUJWBVOBDPNpleta convulsin y su divisin interna, profunda, desmont de facto el espritu dominante del nacionalcatolicismo. Ya no existan argumentos para manteOFS MB SNF BEIFTJO BM GSBORVJTNPpor el contrario, el Concilio abra un camino para el dilogo con el mundo, incluidos los marxistas, y con las otras religiones para asumir abiertamente la democracia.

    "TQVFTBQBSUJSEFMPTBPTTFTFOUBun sector de la Iglesia se uni al amplio espectro de oposicin al franquismo y, al mismo tiempo que particip en la crtica a la dictadura, organiz asociaciones, asambleas, conferencias, etc., donde se formularon propuestas OPWFEPTBT TFQBSBDJOEF MB *HMFTJB Z

    el Estado, libertad de cultos, autofinanciacin de la Iglesia, ausencia de los obispos en las instituciones polticas del rgimen, reduccin de las distancias jerrquicas entre obispos y sacerdotes para alcanzar la democratizacin interna de la Iglesia, mayor papel para los laicos o seglares, y reconocimiento EFMQBQFMQBSUJEJTUBEFTFNQFBEPQPSla Iglesia durante la Guerra Civil, entre PUSBT .POUFSP-PTobispos que se atrevieron a asumir algunas de estas reivindicaciones, como el cardenal Vicente Enrique y Tarancn, presidente de la Conferencia Episcopal, recibieron tantas invectivas del sector preconciliar y de los ltimos reductos del franquismo como los grandes enemigos anteriores, ateos y marxisUBT TF IJDJFSPO DMFCSFT MPT HSJUPT EFTarancn al paredn o Fuera los obispos rojos, que pudieron orse en el entierro de Luis Carrero Blanco, en -B DPOWVMTJO TVCTJHVJFOUF BMVaticano II produjo serias fracturas en FMJOUFSJPSEFMB*HMFTJBFTQBPMBZQSPpici un cambio en las ideas teolgicas y pastorales de buena parte del clero, as como en las costumbres y actitudes de los fieles, que tuvo como resultado una suerte de reconciliacin entre la Iglesia y los sectores ms dinmicos de MBTPDJFEBEFTQBPMB(SBDJBTBFMMPMBIglesia estuvo en condiciones de asumir sin graves problemas el restablecimiento de la democracia tras la muerte de Franco y, por primera vez en la historia DPOTUJUVDJPOBM EF &TQBB BDBU VOBConstitucin, la de 1978, que declaraba la no confesionalidad del Estado y la

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    MJCFSUBEEF DVMUPT %B[4BMB[BS

    3

    %VSBOUF MBEDBEBEF MPTBPT TFsenta se produjeron, dentro del sistema, importantes modificaciones en la estructura de relacin entre las familias del rgimen. El proceso de consolidacin en las esferas de dominio de una nueva clase de expertos, el declinar de la lite tradicional y su sustitucin por otra modernizadora, el paso a un segundo plano de la oligarqua agraria, el nuevo aire que el capitalismo comenz a insuflar en la poltica de pervivencia del rgimen y, en fin, la inspiracin de VOBQVKBOUFDMBTFNFEJBQSPOUPJEFOUJDBEB DPO MBjNBZPSB TJMFODJPTBv

    supuso no solo una profunda evolucin FOMBTPDJFEBEFTQBPMBTJOPUBNCJOun cambio en la estructuracin ideolgica del rgimen. El aperturismo de esta poca y la bsqueda de nuevas legitimidades de ejercicio, van a forzar a los grupos dominantes de la dictadura a una empresa de supervivencia basada en la actualizacin de los ingredientes ideolgicos fundacionales de la dictadura. A pesar de ello, la consistencia de esta mutacin siempre se mostrar frgil, en parte por la subsistencia de los viejos aparatos de poder heredados de pocas anteriores, en parte por la debilidad del nuevo convencionalismo ideolgico a que se acudi. As, la coexistencia en la escena poltica de las fuerzas del Movimiento y de las que

    desde este momento aspiraban a un capitalismo aperturista y de desarrollo, supusieron no poco lastre para el xito de la citada transformacin ideolgica y produjeron tensiones como las del jBTVOUP.BUFTBv#P[BMC

    Esta compatibilizacin de lo viejo y lo nuevo har cambiar el panorama poltico. El autoritarismo seguir manifestndose tanto a nivel de las estructuras del rgimen cuanto a nivel del comportamiento real del mismo y, a pesar de ciertos momentos de flexibilidad, aparecer cuando las circunstancias amenacen con poner en peligro los intereses dominantes o las bases inalterables del sistema. Junto a esta realidad empezaron a introducirse algunos cambios que interesaban al desarrollo econmico del pas, el cual senta la necesidad de nuevos mercados y ms altas cotas de consumidores. As pues, trat de procurar eliminarse todo aquello que condenaba al rgimen ante la Europa democrtica, lo que pona en peligro el turismo en auge y lo que ahuyentaba la inversin del capital FYUSBOKFSP .PZB La aristocracia financiera, los nuevos directores, los tecncratas y los ejecutivos, grupo minoritario con un enorme QPEFSQPMUJDPv5F[BOPT

    influirn decisivamente en esta nueva etapa, atrayendo hacia el rgimen a los nuevos segmentos de clases medias, que acabarn bebiendo de los nuevos ingredientes ideolgicos elaborados por la dictadura.

    &OFGFDUPFMFNQFPSFOPWBEPSJCBdirigido fundamentalmente a imbuir

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    .(. &MDPSQVTJEFPMHJDPEFMGSBORVJTNPQSJODJQJPTPSJHJOBSJPTZFMFNFOUPTEFSFOPWBDJO

    en la clase media de ascenso incontenible las apetencias de una sociedad EF DPOTVNP Z EFTBSSPMMP .VSJMMP'FSSPM -B FTQFSBO[B EFconsolidar una mesocracia que evite extremismos, que crea que se afirma a s misma afianzando el rgimen poltico y econmico en el que se desenvuelve, TFS FM BOTJBEP TFVFMP EF MB JEFPMPga tecnocrtica dominante. Todo un imaginario del tardofranquismo gir en torno al mito del triunfo mesocrtico, elemento de estabilidad social que permita augurar el fin de la lucha de clases, convertida en un atavismo histrico definitivamente superado, lo mismo que los radicalismos polticos derivados de ella. El propio Franco se vanagloriaba de que la clase media y su ensanchamiento haban sido obras de su rgimen a travs del desarrollismo EFMBEDBEBEFjMBDMBTFNFEJBllega a los puestos ms encumbrados de todas las profesiones [...]. Se ve en el Ejrcito, en la magistratura, en la medicina, en la ingeniera. Todos los que han sobresalido proceden de ella, y aun de la NTNPEFTUBPTFBMBQPCSFv'SBODP4BMHBEP"SBVKP&TUFTFDUPSesencialmente conservador, al ser el ms sensible a las alteraciones sociales y econmicas que parecieran poner en peligro su grado relativo de bienestar subjetivo, mostrara una especial sensibilidad para el orden pblico .VSJMMP'FSSPM&MBOEBmiaje ideolgico para ella montado BTQJSBCBQSFDJTBNFOUFFTPRVFVOJFSBsu preocupacin por el orden pblico con el riesgo de sus intereses y con la

    conservacin a ultranza de la situacin encarnada por el rgimen.

    La combinacin de aquellos elementos ideolgicos que al capitalismo tecnocrtico y desarrollista interesaba, con el respeto al legado de lo intocable heredado de las dcadas anteriores, mostrar, sin embargo, una complicada tarea que terminara revelando el elevado grado de incoherencia de la ideologa resultante. El problema lleg a hacerse especialmente difcil cuando se enfrent la visin rgida, paternalista y elitista del pasado con otra en la que las circunstancias exigan ilusionar a las clases medias con el reclamo del protagonismo econmico y social. Dejar deliberadamente en una permanente minora de edad poltica a estas clases mesocrticas result una contradiccin que pronto fue percibida y comenz a manifestarse a diario, cuando la dictadura tuvo que frenar autoritariamente las demandas democrticas que estos nuevos sectores comenzaron a expoOFSZEFGFOEFS3BNSF[&Mcontinuo juego de avanzar y retroceder propio del tardofranquismo termin socavando la credibilidad misma sobre lo viable de la nueva ideologa, contestada QPSBNCPTMBEPTQPSFMRVFQSPDFEBEFMBQBSBUPJOTUJUVDJPOBMZQPMUJDPFMMMBNBEPjCOLFSv

    RVFTFBGFSSBCBBMmismo, y por el que se encontraba fuera y aspiraba a entrar en l. La crisis de este dilema encontr su ms evidente expresin a comienzos de la dcada de FOMPTBPTRVFKBMPOBSPOFMOBMdel rgimen de Franco y lo dibujaron como un camino sin futuro.

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    2.1. Desarrollismo y tecnocracia

    El concepto de desarrollo, que incluye los cambios sociales, polticos y culturales a que da lugar la prosperidad material, comenz a ser discutido tras MB **(VFSSB.VOEJBM Z MPT BPT JOmediatamente posteriores, cuando los QBTFTJOEVTUSJBMJ[BEPTSJDPTEFTBSSPMMBEPTEF0DDJEFOUFTFJOUFSFTBSPOZBen el marco de la Guerra Fra, por las condiciones de pobreza, analfabetismo, enfermedad y alta mortalidad de los QBTFT BUSBTBEPT QPCSFT TVCEFTBSSPMMBEPT

    EPOEFQSFEPNJOBCBVOTFDUPSagrario poco productivo. La bsqueda de caminos por los que los habitantes de estos pases pudieran escapar de la miseria y disfrutar de una prosperidad creciente, dio lugar a un cuerpo de diversas doctrinas con una fuerte carga EFDPOUSPWFSTJBFOUSFFMMBT#FMM 4VSHJFSPO FOUPODFT FYQSFTJPOFTrelacionadas, como pases en vas de desarrollo o como desarrollismo, que serviran para caracterizar la corriente de pensamiento econmico que ha hecho del desarrollo material el centro de sus reflexiones, con evidentes influencias sobre otras disciplinas TPDJBMFTQFSPUBNCJOWBMESBOQBSBEFsignar polticas aplicadas por gobiernos de diferente signo poltico en los pases atrasados al objeto de resolver sus QSPCMFNBT#PCCJPZ.BUFVDDJ*

    TJOPMWJEBS UBNQPDPRVF DPOfrecuencia han sido trminos usados con sentido peyorativo por sus crticos )PEBSB

    &O&TQBBMBMPDVDJOjEFTBSSPMMPeconmico comenz a cobrar protagonismo en el lenguaje poltico de MPTBPTDJODVFOUBDVBOEPFMQBTEJPlos primeros sntomas de crecimiento despus de la Guerra Civil, y particuMBSNFOUFEFTEFDVBOEPMMFHBSPOal Ejecutivo algunos miembros del Opus Dei, los denominados ministros tecncratas. Se produjo entonces un giro radical en la poltica econmica franquista, cuya manifestacin ms claSBGVFFM1MBOEF&TUBCJMJ[BDJOEFque abri las puertas al intenso desaSSPMMPFDPONJDPEFMPTBPTTFTFOUBZprimeros de los setenta. La influencia del Opus Dei, una suerte de doctrina catlica neocalvinista defensora de la sacralizacin de la riqueza econmica y, por tanto, promotora de una nueva WJTJO EFM DBUPMJDJTNP FTQBPM USBEJcionalmente anti o precapitalista, fue decisiva en este cambio, pues consigui imponer en la accin de los gobiernos franquistas principios de racionalidad y eficiencia econmicas que haban esDBTFBEPIBTUBFOUPODFT3BNB%PT EF TVT JEFMPHPTNTrepresentativos, Gonzalo Fernndez de la Mora y Laureano Lpez Rod, trataron de fundamentar tericamente, FOMPTBPTTFTFOUBFTUFOVFWPDPOTFSvadurismo autoritario basado en la UFDOPDSBDJBFMj&TUBEPUFDOPBVUPSJUBrio. Ambos partieron de considerar el desarrollo econmico y su correlativa modernizacin social como necesidades prioritarias del pas, para lo que eran imprescindibles formas de organizacin poltica y econmica ms racionaliza

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    .(. &MDPSQVTJEFPMHJDPEFMGSBORVJTNPQSJODJQJPTPSJHJOBSJPTZFMFNFOUPTEFSFOPWBDJO

    das que las vigentes hasta entonces. Lpez Rod, incluso, lleg a plantear una nueva forma de legitimidad para la figura carismtica de Franco como catalizador de los impulsos endgenos IBDJBFMEFTBSSPMMPFDPONJDP(PO[MF[$VFWBT

    Sobre estas bases, el Estado asumi la responsabilidad de favorecer el deTBSSPMMPFDPONJDPFTQBPMZMPIJ[Pa travs del modelo de planificacin indicativa, tomado de Francia, pas de donde provino la principal influencia terica al respecto, la del economista 'SBOPJT 1FSSPVY 1SBEPT"SSBSUF&OUSFZTFFTtablecieron tres Planes de Desarrollo, pero, como paso previo, en los primeSPT BPT TFTFOUB IVCPVO BMVWJOEFpublicaciones por parte de polticos y DVBESPT EFM SHJNFO .BOVFM 'SBHB"MCFSUP6MMBTUSFT)JHJOJP1BSJT&HVJMB[P-BVSFBOP-QF[3PEEFGFOEJFOEPZjustificando la planificacin econmica como la nica posibilidad para lograr FM EFTBSSPMMP FTQBPMv BVORVF IVCPtambin crticas procedentes de entidades como las Cmaras de Comercio P MB0SHBOJ[BDJO 4JOEJDBM 1FSEJDFTEF#MBTZ3FFEFS-Bimportancia del desarrollo en el universo ideolgico del franquismo tuvo un claro reflejo en el organigrama del &TUBEPFOMB$PNJTBSBEFM1MBOde Desarrollo, adscrita hasta entonces a la Presidencia del Gobierno, adquiri SBOHPEF.JOJTUFSJPZFOQBTBdenominarse Ministerio de Planificacin del Desarrollo.

    El rgimen franquista consigui as una nueva legitimacin, y su objetivo poltico de desarrollo a ultranza se convirti en una ideologa, el desarrollismo, que sustituy parcialmente a las EFNT%F.JHVFM*ODMVTPlos falangistas, otrora defensores de la revolucin nacionalsindicalista, se BEIJSJFSPOBMBNJTNBj-BSFWPMVDJOse llama hoy desarrollo, sostena Jos Miguel Ort Bords, vicesecretario general del Movimiento en 1969, mientras que el propio Franco deseaba aglutinar todas las familias polticas del rgimen en la nueva empresa naDJPOBMvBMEFDJSVOBPBOUFTRVFjFMdesarrollo no puede ser obra exclusiva de unos gobernantes o tcnicos. Es VOBFNQSFTBOBDJPOBMv3FCPMMP5PSP&OFGFDUPFMj$BVEJllo introdujo en los sesenta el trmino desarrollo en sus discursos, aunque no solo con un sentido econmico, sino tambin social y poltico. En 1961 hablaba de acrecentar la prosperidad y desarrollo material, cultural y moral de la colectividad2FOJOTJTUBFOFMesfuerzo de crear una gran obra de justicia social y de desarrollo econmico, y en 1967 asuma que as como hay un desarrollo econmico y cultural, ha de haberlo correlativo y paralelo, de tipo social y poltico, reconociendo que en los ltimos tiempos se ha hablado bastante, como una necesidad del desarrollo poltico, de la oposicin

    2 BOCEOEFEFKVOJPEFQ14.624.

    BOCE, n 848, de 8 de julio de 1964, p. 18.047.

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    JOTUJUVDJPOBMJ[BEBv$JMMO"QBMBUFHVJ

    Verdaderamente, el desarrollo econmico trajo consigo profundas transGPSNBDJPOFT FO MB TPDJFEBE FTQBPMBque junto con otros cambios de orden general, como la secularizacin y la crisis del catolicismo, sumieron al rgimen en una grave crisis de identidad. Desde su interior, algunos de los polticos ms sensibles a estos cambios, como Manuel Fraga, trataron de definir el tipo de desarrollo poltico que convena al desarrollo econmico alcanzado por el pas, identificando una opcin de centro consistente en incorporar polticas graduales y reformistas de evolucin hacia la democracia, que era el rgimen poltico ms apropiado para la nueva clase social, la clase media, predomiOBOUF FO &TQBB (PO[MF[$VFWBT%FFTUBNBOFSBEFTEFMPTMUJNPTTFTFOUBZIBTUBMPTBPTEFla transicin, el desarrollo poltico un concepto que haba tomado carta de naturaleza en la sociologa poltica en el decenio de 1960, entendido como un proceso de aproximacin gradual a la EFNPDSBDJBPDDJEFOUBM(BSDTBMDBO[ FO &TQBB UBOUB SFMFWBODJBcomo el desarrollo econmico. Pero en el desarrollo poltico de finales del franquismo no se pretenda llegar a una verdadera democracia, sino a la consolidacin de la democracia orgnica que haba consagrado la Ley Orgnica del Estado en 1967. Se trataba, as pues, de permitir un cierto pluralismo y de reconocer la capacidad de asociarse a las diferentes familias polticas del

    rgimen, facilitando lo que entonces se llam eufemsticamente contraste de pareceres, pero en modo alguno tolerando la existencia de los grupos polticos de oposicin al rgimen. De ah que para algunos estudiosos, el EFDFOJP EF QVEJFTF DBMJcarse como de desarrollo econmico ZTVCEFTBSSPMMPQPMUJDPv%B[ PRVFjFM EFTBSSPMMP FDPONJDPfuera muy por delante del desarrollo QPMUJDPv%F.JHVFM

    Muy ligado al concepto de desarrollo, el trmino tecnocracia apareci en el mbito poltico, primero en Estados Unidos y despus en Europa, FO MPT BPT USFJOUB QBSBEFTJHOBS VOnuevo sistema y una nueva filosofa de gobierno que propugnaba desplazar a los polticos profesionales de los puestos dirigentes de la Administracin y los Estados, y colocar en ellos a tcnicos, cientficos o expertos en sectores productivos o de conocimiento, a quienes se crea ms capacitados para racionalizar la actividad poltica y asegurar el EFTBSSPMMPTPDJBMZFDPONJDP(BSDB1FMBZP

    La incorporacin definitiva al lenHVBKF QPMUJDP FTQBPM EFM DPODFQUPtecnocracia se produjo durante la dictadura franquista. Ello coincidi con el renovado predicamento que la ideologa tecnocrtica alcanz en el mbito acadmico tras la II Guerra Mundial, particularmente en los BPT TFTFOUB DVBOEP MB QSPTQFSJEBEeconmica hizo que en algunos pases pareciera posible erradicar definitivamente la miseria y atenuar los conflictos

  • .(. &MDPSQVTJEFPMHJDPEFMGSBORVJTNPQSJODJQJPTPSJHJOBSJPTZFMFNFOUPTEFSFOPWBDJO

    TPDJBMFT .FZOBVE &Oesta ola se inscribe el libro El creps-culo de las ideologas

    EPOEFFMdiplomtico y futuro ministro de Obras Pblicas Gonzalo Fernndez de la Mora afirmaba la progresiva superacin de las ideologas y de la poltica, como consecuencia del desarrollo econmico propiciado por la ciencia y la tcnica.

    Otros autores, en cambio, tildaron estas tesis de materialistas desde una QFSTQFDUJWB DBUMJDB 1FSFB.PSBMFT7BMMFUEF(PZUJTPMPPSFDPOPDJFOEPMBJODJEFODJBEFMfenmeno tecnocrtico en la poltica, propugnaron frmulas ms equilibradas que hicieran compatible la democracia con las exigencias de una socieEBEEPNJOBEBQPSMBUDOJDBv.BSDPTEFMB'VFOUF&OFMUFSSFOPdirectamente poltico, la definicin de tecncratas se aplic habitualmente al grupo de tcnicos y polticos, la mayora de ellos miembros de la organizacin catlica Opus Dei, que dirigieron la FDPOPNBFTQBPMBFOUSFOBMFTEFMBEDBEBEFMPTBPTDJODVFOUBBQBSUJSEFMBFOUSBEBFOFM(PCJFSOPFOde Alberto Ullastres y Mariano Navarro Rubio como ministros de Comercio y )BDJFOEB SFTQFDUJWBNFOUF IBTUB MPTQSJNFSPTBPTEFMEFDFOJPEF-Bpalabra tecncrata lleg a convertirTFFOjQBMBCSBUFTUJHPvDMBWFFOFMWPDBCVMBSJPQPMUJDPFTQBPMEFMBQPDB3FCPMMP5PSP -B SFWJTUBCuadernos para el Dilogo afirmaba, en 1964, que se haba hecho presente en el mundo de la cultura occidental un nuevo mito [...] de tecncratas y tec

    OPDSBDJBvZBMBPTJHVJFOUFTFBMBCBque la tecnocracia es el gobierno de los expertos, pero sin el control de la democracia. Algo despus, en 1971, el economista Funes Robert insista en la revista ndice en que los gobiernos tecnocrticos eran aquellos que situaban la capacidad de hacer y resolver por encima de la capacidad de hablar y EJBMPHBSv-VDBT7FSE*De esta poca data, asimismo, la obra El desarrollo poltico de Manuel Fraga, prdiga en crticas a los excesos de la tecnocracia, una tecnocracia fra y absolutamente absorbente, que haba llenado el lenguaje de expresiones como estructura, componente, etcUFSBv'SBHB *SJCBSOFZ-B JOTJTUFODJBEFMFYNJOJTUSPEFInformacin y Turismo en sus crticas a la tecnocracia debe enmarcarse en su antagonismo personal y poltico con el sector tecncrata del Gobierno, que le haba ganado claramente la batalla en la crisis poltica de 1969, provocada por el affaire Matesa. Tales fueron tambin las motivaciones del periodista Emilio Romero, director del diario Pueblo, en su ofensiva ideolgica contra la tecnocracia ascendente. Suya sera una despiadada caracterizacin EF MPT UFDODSBUBT GFDIBEB FO eran los solucionadores, los gerentes, los muchachos que se han hecho estos MUJNPTBPTFOMBT6OJWFSTJEBEFTvFOdefinitiva, esa nueva clase de polticos que pedira urgentemente Stalin para hacer los planes quinquenales [...], mientras purgaba a la vieja guardia de MPTSFUSJDPTv.PZB

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    Ms all de la feroz diatriba de los azules contra los tecncratas del rgimen, el trmino, cargado con frecuencia de una connotacin peyorativa, tendr una utilizacin asidua en los ambientes polticos contrarios a la dictadura. Para la izquierda radical, sera un instrumento al servicio del capital en las sociedades industriales, dirigido a la despolitizacin de las masas y a asegurar el control del poder de los grupos econmicos dominantes. A DPNJFO[PTEFMPTBPTTFUFOUBFMFDPnomista Juan Martnez Alier se refera con frecuencia a los tecncratas del Opus Dei, ironizando sobre su escasa cualificacin tcnica y denunciando la fragilidad del modelo econmico que promovan, basado a su juicio en la acumulacin de capital a expensas de MBDMBTFPCSFSB&TUFCBOEF7FHB$POTVTFNJOFOUFTBQUJUVEFTZel don de la eficacia, al tecncrata se le otorgaba la capacidad de descubrir las soluciones a los problemas precisos planteados por la prctica y ordenaba su remedio. Pero, en realidad, la tecnocracia no decida, sino que dispona de VO DBNQPEF BDDJO MJNJUBEP jJOHFnieros convertidos en administradores, ejecutan las rdenes del poder poltico que dispone de estrategias variables. As pues, el poder se impona a la tecnocracia sin delegar las opciones decisivas. Los tecncratas proponen soluciones a los problemas oficialmente reconocidos y formulados, y el poder estatal elige FOUSFFMMBTv-FGFCWSF

    2.2. Apoliticismo y desmovilizacin

    La poltica sin poltica apadrinada por los tecncratas encaj a la perfeccin con la dictadura por cuanto esta quiso ser siempre, por encima de sus azares y avatares, un rgimen antipoltico, cuyo ideal era la despolitizacin EFMPTFTQBPMFT'SBODPJEFOUJDBCBBla poltica y a los polticos con el liberalismo decimonnico, un siglo que el dictador hubiera querido borrar de la IJTUPSJBEF&TQBB1BSBMMBQPMUJDBera prcticamente sinnimo de intrigas, conspiraciones, corruptelas y charlatanera. Una actitud que se resume bien en la famosa ancdota en la que el Caudillo no dudaba en aconsejar a un joven interlocutor preocupado por cierta situacin delicada, potencialNFOUFDPOJDUJWBj)BHBDPNPZPOPTFNFUBFOQPMUJDBv3FEPOEP"TQVFTFMSHJNFOCVTDTBMWPen los momentos en los que por alguna circunstancia interesaba la movilizacin de grandes sectores del pas en algn aspecto concreto y siempre en beneficio EFMBQPMUJDBEPNJOBOUFFMQSPCMFNBEF(JCSBMUBSDBNQBBTNPWJMJ[BEPSBTcontra Europa durante la etapa de ostracismo internacional, manifestaciones espontneas de lealtad en la 1MB[BEF0SJFOUF

    FMBQPMJUJDJTNPZMBapata entre la sociedad. Ambas notas acabaron originando en la mentalidad EFMPTFTQBPMFTOPTPMPVOSFDIB[PBla poltica sino tambin un profundo escepticismo hacia el mismo sistema instituido.

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    .(. &MDPSQVTJEFPMHJDPEFMGSBORVJTNPQSJODJQJPTPSJHJOBSJPTZFMFNFOUPTEFSFOPWBDJO

    La despolitizacin, fruto de un querido proceso de alienacin basado en aspectos y asuntos que abiertamente SFGPS[BCBOFMTJTUFNBJCBBDPNQBBEPde un cierto tinte de desprecio hacia los QPMUJDPTJEFMPHPT3BGBFM$BMWP4FSFSperteneciente al sector liberal del Opus Dei, el lobby FDMFTJTUJDPQPMUJDPRVFFO MB EDBEBEF MPT BPT TFTFOUB JNpulsaba desde el Gobierno una honda USBOTGPSNBDJOEFMBTPDJFEBEFTQBPMBmanifestaba que el poltico necesitaba ser en cierto modo tcnico y cientfico [...]. El progreso no se logra mediante revoluciones, sino a travs de tecnificacin y de la aplicacin de los avances cientficos. El tenor literal de estos y otros escritos del momento generaban una no poltica, planteada como la consecuencia obligada de la revolucin cientfica que estaba afectando al mundo moderno y que supona la definitiva superacin del liberalismo y el advenimiento de un nuevo tipo EFIPNCSFQPMUJDP %B[ Eran tiempos en los que Fernndez de la Mora aseguraba que estamos en el orto de un entendimiento ms humano y ms racional de la poltica, una racionalizacin que implicaba el vaciado de contenido de la poltica y su sustitucin por la economa y las DJFODJBTTPDJBMFT'FSOOEF[EFMB.PSB

    La provocada apata, imprescindible para la pervivencia de las pautas polticas autoritarias, corri mucho ms all del campo estrictamente poltico, llegando a constituir un fondo de escepticismo de gran parte de la

    sociedad hacia todo el rgimen en s NVOEPTJOEJDBMBHFODJBTEFCVSPDSBDJBFTUBUBMTJTUFNBTEFTFMFDDJO-MFHBSPOa ser buenas pruebas de ello los elevados ndices de abstencin en gestiones locales y provinciales, y las dudas sobre la utilizacin de la participacin en consultas electorales a nivel municipal. Se IJ[PDJFSUBEVSBOUFMPTMUJNPTBPTEFMfranquismo, la mxima segn la cual el grado de participacin corre parejo al grado de creencia en la utilidad de MBNJTNBv-JQTFU:DMBSPest, la conciencia de la inutilidad fue muy grande en una estructura en la que las decisiones y las personas se daban ya tomadas o designadas desde las instancias superiores del poder.

    Franco se sinti satisfecho con esta masiva despolitizacin que haba afectado, sobre todo, a la mentalidad EF MPT USBCBKBEPSFT j)PZ FM PCSFSP[...] viste decentemente, va al cine, al ftbol, a los toros, tiene televisin 'SBODP 4BMHBEP"SBVKP El consumo sirvi, en efecto, como sustitutivo de la poltica y como meta colocada ante los ojos de los nuevos beneficiados por el desarrollismo. Los medios de comunicacin social jugarn un papel muy importante, sobre todo la televisin, que entrar en los hogares no con asepsia, sino como firme sostn de lo establecido y como herramienta consolidadora de la JEFPMPHB WJHFOUF 1BMBDJP %Figual modo, el rgimen instrument el EFQPSUFFTQFDUDVMPZFTQFDJBMNFOUFFMftbol, como elemento de legitimacin del poder y de la desmovilizacin social.

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    Convertido en smbolo de la rehabilitacin internacional del rgimen y de los xitos econmicos de los sesenta, el Real Madrid se convertira en medio de propaganda a escala popular, dentro y fuera del pas. El ministro secretario general del Movimiento, +PT 4PMT BSNBCB FORVF jFMMadrid haba hecho mucho ms que muchas embajadas desperdigadas por esos mundos de Dios. El rgimen se rindi, pues, a los enormes beneficios que le reportaba el deporte de masas, al mismo tiempo como factor de cohesin social y vlvula de escape de todo tipo de frustraciones. Es por eso que afirmaba el escritor falangista Rafael Garca Serrano en el diario Arriba jy/P TFadivina el esplndido porvenir de la )JTQBOJEBETJNQMFNFOUFDPOQBTBSMPTdomingos un par de horas en cualquier FTUBEJP v4IBX

    As pues, apoliticismo, apego a los hbitos tradicionales, inmadurez poltica, confianza en las autoridades fuertes, supersticin del orden pblico y estabiMJEBE3PESHVF[*CF[hicieron del franquismo una forma EFWJEBEFMPTFTQBPMFTBTPDJBEBa un curso histrico involutivo y una poltica aberrante, caracterizada por el despotismo, [...] la obsesin por el orden y el moldeamiento de la sociedad a la propia imagen y semejanza como DPOTFDVFODJBv -QF[ 1JOB Z -QF["SBOHVSFO4FHOVOsondeo mensual realizado entre 1971 y FMOJWFMNFEJPHFOFSBMEFJOUFSTQPSMBWJEBQPMUJDBFOUSFMPTFTQBPMFTFSBDBTJOVMPMPTRVFDPOGFTBCBOUFOFS

    NVDIP JOUFST QPS MB QPMUJDB jQPMJUJ[BEPTv SFQSFTFOUBCBO TPMP FM El nmero de ciudadanos sensibles a la poltica, con poco inters o regular BMDBO[BCBVOZBRVFMMPTBCTPMVtamente despolitizados superaban el EF MB QPCMBDJO 4BTUSF(BSDB-BDPNQBSBDJOEF MPTresultados del sondeo con la informacin respecto al inters por la poltica en otros pases durante aquella poca, proporciona una idea de la dimensin de la despolitizacin inoculada a la TPDJFEBEFTQBPMBQPSMBEJDUBEVSB&Mporcentaje de los politizados era nueve veces menor que el que registraba EstaEPT6OJEPTFOPDIPWFDFTNFOPSque el que se daba en Inglaterra, once veces inferior al que registraba Alemania, cinco veces inferior al de Mxico y aproximadamente cuatro veces ms QFRVFP RVF FM EF *UBMJB "MNPOE Z7FSCB 1PS DPOTJHVJFOUFla transicin poltica vino precedida de un estado anmico social que estuvo dominado por la apata poltica.

    $

    Ya se apunt al comienzo del artculo que resulta imposible definir una cerrada ideologa franquista. A la vista del abanico ideolgico que se acaba de desplegar no cabe ms que confirmar esta hiptesis. Sin embargo, esta primera conclusin no debe hacernos caer en el error de pensar que el franquismo careci por completo de ideologa y se refugi en lo que Theo

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    EPS(FJHFSEFOPNJOBCBjNFOUBMJEBEFTvNPEPT EF QFOTBS Psentir, ms emocionales que racionales, predisposiciones psquicas que proporcionan frmulas generalmente estereotipadas de reaccionar ante diferentes situaciones. Es verdad que los elementos que acabamos de ver eran plurales y ambiguos, a veces incluso contradictorios, pues surgieron de la confluencia de varias lneas de penTBNJFOUP Z UBNCJO MP FT RVF UPEPTellos posean un carcter de concepcin difusa, escasamente elaborada, orientada hacia el pasado, de tenue densidad terica, todo ello en la medida en que eran compartidos por un amplio grupo de familias polticas. Pero, a la vez, no puede obviarse la capacidad de coherencia que esos postulados ofrecieron tras ser codificados por los idelogos del sistema, a veces intelectuales bien asentados en las estructuras del poder, de acuerdo con los intereses muy especficos de supervivencia y progreso de ciertos grupos, y conforme a un esquema terico. La unin y sistemtica de todas las piezas que conformaban el corpus ideolgico del franquismo puede parecer floja o inexistente a un observador superficial, pero no es as cuando se las contempla desde un punto de vista cientfico. En definitiva, aunque a nivel de la base popular el rgimen de Franco careci efectivamente de una ideologa articulada, a nivel de lites de pensamiento y sin que hagamos intervenir MB EJNFOTJOjPSJHJOBMJEBEv T IVCPuna minora creadora de un repertorio de conceptos que dieron sentido

    y coherencia a determinadas polticas conformadoras de la realidad pblica.

    En principio, cada una de las familias de la dictadura aport al conjunto la parte ms caracterstica de su credo. As, los militares se distinguan por el autoritarismo, los monrquicos por el conservadurismo nacionalista, los falangistas por el tercerismo anticomunista y antiliberal, los tecncratas por el desarrollismo, etc. Si la correlacin hubiera sido perfecta o si no hubiese existido esa pluralidad de familias y de versiones predominantes en cada una de ellas, el rgimen se habra deslizado hacia una sola ideologa totalitaria o hacia una estructura muy mecnica entre las diferentes lneas de pensamiento. En la prctica ocurri que casi todos los componentes ideolgicos que hemos SFTFBEP DPNP GVOEBNFOUBMFT BQBSFDBOFODBTJUPEBTMBTGBNJMJBTFTEFDJSque las distintas familias se hallaban ideolgicamente emparentadas. Franco actu como armonizador de todas ellas y la unificacin en torno al Movimiento Nacional facilit a los diversos grupos su perpetuacin en el poder. El hecho de que los sucesivos Gobiernos de Franco fueran de concentracin o multicolores no era ms que una consecuencia obligada de ese planteamiento poltico. Su supervivencia dependa de que tuvieran representantes de las distintas familias y que estos expresaran los particulares elementos de su respectiva ideologa. La tendencia monocolor de BMHVOPTHPCJFSOPTDPNPMPTGBMBOHJTtas de la inmediata postguerra o el de EFQSFEPNJOJPUFDODSBUBEFCF

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    ser consideraba como algo excepcional e indicador de momentos de crisis. Un completo monopolismo ideolgico habra representado el fin conceptual del franquismo.

    Las tradicionales dificultades taxonmicas en la materia han obedecido, sobre todo, a la expresa oscuridad del propio objeto de investigacin. De ah la tentacin mostrada por algunos esUVEJPTPTmDPNPFMQSPQJP-JO[de agarrarse al concepto geigeriano de mentalidad, porque en la prctica hasta los ms notables idelogos evitaban atribuirse ese rol. No era tanto que con el franquismo hubiera llegado el fin de las ideologas, como pretenda 'FSOOEF[EFMB.PSB

    TJOPRVFdesaparecieron los idelogos que se hicieran responsables de la definicin de un sistema con cuyo credo no se sentan por completo solidarios. Sirvan a este respecto las ilustrativas palabras EF.BOVFM'SBHBB1PSDFMj:Pnunca he sido un hombre de ideologa [...]. Yo nunca he credo que la solucin EF&TQBBOJMBEFOJOHOQBTFTUFOuna ideologa estrecha [...]. Ms que en funcin de una ideologa, he operado en funcin de la realidad, y lo he hecho con optimismo, para mejorar. Si alguna ideologa alcanz su crepsculo durante el franquismo, esta fue la de aceptar el factor comn a todas ellas, el no situar ninguna posicin en contra, el sustituir con truismos la aceptacin de polticas alternativas y el hilvanar las QBMBCSBTRVFNFKPSTPOBCBO)BCSRVFrepetir una vez ms que el franquismo fue todo menos una ideologa mine

    SBMJ[BEB UFOBVOBMHPEFBEBQUBDJObiolgica que lo hizo particularmente escurridizo para ser analizado.

    As pues, el sutil juego poltico del rgimen franquista consisti en la cooperacin de una serie de intereses ideolgicos preocupados no tanto en poner en marcha, en implantar su propia concepcin poltica, como en evitar que se destacara el perfil de la ideologa contraria. Se trataba de un poder para poner obstculos a que triunfaran los otros, en lugar de procurar llevar a cabo lo que se consideraba realizable. De ah las veces que en los discursos polticos importantes se apelaba a la Guerra Civil, al enemigo, a los contrarios, los traidores, los que se oponan a una u otra medida, los que se desviaban de la unidad, los tontos tiles y los jDPNQBFSPTEFWJBKFvDBTJTJFNQSFEFforma innominada.

    Otra manifestacin paralela de ese hecho era que las ideologas que hemos estudiado solan afirmarse negando su contrario. As, por ejemplo, se expresaban ms contra la forma republicana que en pro de la monarqua, contra el sufragio universal que a favor del sistema orgnico, etc. Esto era as a pesar de que en muchas declaraciones UQJDBNFOUF MBT EF +PT"OUPOJP1SJNPEF3JWFSBTFIBDBVOBNFODJOBRVFjOPTPNPTBOUJOBEBvjTPNPTFMBOUJQBSUJEPvFOUSFPUSBT&OSFBMJEBEeste modo de proceder concordaba perfectamente con un corpus ideolHJDPDJFSUBNFOUFNVZBNCJHVPMMBNBla atencin la ausencia casi total de la QBMBCSBjQSPHSBNBvDVZBTEJGFSFOUFT

  • .(. &MDPSQVTJEFPMHJDPEFMGSBORVJTNPQSJODJQJPTPSJHJOBSJPTZFMFNFOUPTEFSFOPWBDJO

    piezas deban cohabitar en un estrecho espacio poltico, en obligada colaboracin y con el consiguiente peligro de conflicto entre ellas. El rechazo de las declaraciones afirmativas llegaba al extremo de la no identificacin con la propia ideologa, la que con mayor o menor entusiasmo se apoyaba. Era muy corriente la manifestacin expresa de los tradicionalistas que deseaban pasar por falangistas, de los tecncratas que detestaban esa etiqueta, de los monrquicos que se acogan al amplio amparo del Movimiento, de los catlicos que intentaban pasar por tcnicos, etc. En suma, todos estos mecanismos no IBDFGBMUBEFDJSMPIBDFONVZEJGDJMMBlabor de entomologa ideolgica del franquismo que hemos ensayado en las anteriores pginas. Distribuir etiquetas en estas condiciones resulta una labor harto desagradecida para el cientfico social, como ya habr concluido el lector.

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