córdoba reflejo de roma

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Córdoba reflejo de Roma

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  • EXPOSICIN

    Produccin

    Diputacin Provincial de Crdoba y Fundacin

    Provincial de Artes Plsticas Rafael Bot

    Proyecto

    Carlota lvarez Basso

    comisario

    Gerardo Mosquera

    comisario asistente

    scar Fernndez Lpez

    coordinacin General

    Vicente Rabasco Bravo

    Diego Ruiz Alcubilla

    Mercedes Tirado Pastor

    ProGrama educativo

    Jos lvarez Gmez

    colaboran

    Archivo Municipal de Crdoba

    Asociacin de Amigos de los Patios Cordobeses

    Asociacin de Patios Cordobeses "Claveles

    y Gitanillas"

    Ayuntamiento de Crdoba

    Consejera de Cultura de la Junta de Andaluca

    Delegacin de Cultura del Ayuntamiento

    de Crdoba

    Delegacin de Presidencia y Turismo

    del Ayuntamiento de Crdoba

    Facultad de Filosofa y Letras

    de la Universidad de Crdoba

    Fundacin Cajasur

    Instituto Municipal de Desarrollo Econmico

    y Empleo de Crdoba

    Museo Arqueolgico y Etnolgico de Crdoba

    Museo de Bellas Artes de Crdoba

    Museo Julio Romero de Torres

    Palacio de Viana

    Universidad de Crdoba

    Rafael Barn

    Manuel Cachinero

    Blanca Ciudad

    Luisa M Garca

    Araceli Lpez

    Mara Isabel Navajas

    Julia Sesma Gutirrez

    asistencia en Produccin

    Lillebith Fadraga

    Azahara Garca Galiot

    Juan ngel Gmez y Anja Tiedemann

    Sascha Andre Hahn

    Sara Moyano Reina

    Rafael Obregn Romero

    Kalin Serapionov

    Ramn Torres Piernagorda

    asistencia en montaje y exPosicin

    Pedro Domnguez Asensio

    Francisco Javier Fernndez Garca

    Juan Muoz Prez

    Ana Isabel Ocaa Martn

    Sixto Rodrguez

    Esther Virginia Salguero Lucena

    Davy Wihelmus Heuvel

    diseo

    Zum Creativos S.L.

    iluminacin

    Lnea Iluminacin

    medios audiovisuales

    Congress System S.L.

    montaje

    Emilio Caldern Mrquez

    Casares S.L.

    ngel Crdoba (Manmaku)

    Daniel Egea Pea

    Juan Marn Gil

    Carpintera Obregn

    Pinturas y Barnizados Zea S.L.

    Francisco Rubio Rodrguez

    Jos Antonio Ruiz Caballero

    Viveros Santa Marta S.L.

    Servisector S.L.

    Tragacanto S.L.

    Arte 21, S.L.

    transPorte

    Fundacin Provincial de

    Artes Plsticas Rafael Bot

    Transal S.L.

    seGuro

    International Broking S.L.

  • CATLOGO

    edita

    Diputacin Provincial de Crdoba y Fundacin

    Provincial de Artes Plsticas Rafael Bot

    textos

    Jess Alcaide

    Carlota lvarez Basso

    Mara de Corral

    Lillebith Fadraga

    scar Fernndez Lpez

    Glenda Len

    Francisco Mellado Caldern

    Gerardo Mosquera

    coordinacin

    Miguel lvarez Bernal

    diseo y maquetacin

    Zum Creativos S.L.

    Fotomecnica

    Fotograbados Casares S.L.

    FotoGraFa

    Tete lvarez, Jos Carlos Nievas

    traducciones

    Eurolingua, S.L

    imPrime

    Servicio de Ediciones y Publicaciones de la

    Diputacin Provincial de Crdoba. Imprenta

    Provincial

    i.s.b.n.

    XXXXXXXX

    dePsito leGal

    XXXXXXXX

    de los textos: sus autores

    de las fotografas: sus autores

    de la presente edicin: Diputacin Provincial

    de Crdoba y Fundacin Provincial de Artes

    Plsticas Rafael Bot

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  • 14

    urbanismoy poder

    urbanismo y poder

    comisariado

    Carlos mrquez moreno

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    urbanismoy poder

    1 a modo de introduccin

    La investigacin arqueolgica en la bsqueda del conocimiento de la ciudad romana de Crdoba no es ms que una cuestin de matices. Cuestin crucial y necesaria para entender la evolucin histrica posterior hasta nuestros das, sin lugar a dudas; pero siempre matizada por la investigacin y los avances por parte de quienes indagan en el tema. Es por ello que debe festejarse la celebracin de esta exposicin como una nueva aproximacin a la Crdoba romana Y cules seran esos matices a los que antes nos referamos? La respuesta viene de la mano de todas aquellas novedades respecto al corpus terico que la investigacin ha planteado hasta justamente este momento. La investigacin va sacando a la luz nuevos datos, ideas, que deben ser interpretadas por el arquelogo y colocadas, en su sitio y momento exactos, en el esquema aceptado por la crtica hasta ese momento para poder as progresar.

    La que aqu se presenta no es ms que la modesta aportacin de un Grupo de In-vestigacin del Seminario de Arqueologa1 de la Universidad de Crdoba que tiene como objetivo el presentar la nueva imagen (nueva por ser la ltima) del sector intramuros de la Crdoba romana. El objetivo de esta Muestra es el intentar explicar del modo ms asequible posible, el funcionamiento del centro monumental de la ciudad romana de Crdoba teniendo como hilo argumental las vinculaciones que ella pudiera haber tenido con la capital del imperio, la Urbs por excelencia, Roma.

    Resulta fundamental para poder evaluar qu tuvo Roma de modelo y cmo lleg a perfilarse su difusin por provincias el trabajo recientemente publicado por Pilar Len-Castro2 que tiene como principal mrito el haber sistematizado en algunas carac-

    1 LA PERVIVENCIA DE NUESTRAS RAICES CLSICASCarlos Mrquez y Ana Felipe Colodrero

    1 Este trabajo se es resultado

    del Proyecto HAR2008-04840/

    HIST, La presencia del princeps,

    dirigido por el Prof. Angel Ventura

    Villanueva y del Grupo HUM-882

    del Plan Andaluz de Investigacin.

    1 LA PERVIVENCIA dE NuEstRAs RAICEs CLsICAs urbanismo y poder

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    tersticas el complejsimo y variado mundo de la difusin del modelo Roma en toda la amplitud del imperio. Destaca la autora, de forma muy acertada, el relevante papel que las lites provinciales tuvieron en este proceso: Conservadora y pragmtica, la sociedad provincial jug esta baza sabedora de que era la manera de afirmar y consolidar su posi-cin en el nuevo orden social. Pues es justamente aqu donde nace nuestra exposicin, analizando de qu modo Roma fue modelo para Crdoba.

    Pero tan interesante como la emulacin del modelo representado por la Urbs, y tal vez como consecuencia del mismo, se nos presenta la capacidad por parte de la capital de provincia, Crdoba, de actuar como centro de poder3 y transmisora de esos mismos modelos. A tal fin, y protagonizado por elementos arquitectnicos, se nos presentan por parte de Ana Felipe unas reflexiones que ponen de manifiesto de qu modo ciudades del entorno (cija en este caso, pero podra extrapolarse a otros ejemplos) reciben las influencias de la capital del imperio y tambin de la capital provincial, en un proce-so donde intervienen realidades distintas segn el momento y las posibilidades de la ciudad: importacin de manufacturas, creacin de talleres locales y estilos En el caso astigitano es tambin digno de relieve la importancia que tuvo la arquitectura astigitana en el periodo adrianeo, consecuencia indirecta de la cercana de Itlica.

    La primera aportacin al tema de la emulacin viene dada de la mano de Antonio Monterroso, quien comienza advirtiendo la veterana del concepto materializado por Roma-modelo como objeto de estudio. La primera reflexin viene motivada por la futi-lidad de querer evaluar a Roma, y as lo reflejan las fuentes escritas. Hay que buscar en el detalle esta emulatio, en lo que Monterroso denomina citas parciales. La imposibi-lidad de copiar a Roma se debe a la especificidad del modelo al tratarse de una mega-lpolis y por la diversidad de sus habitantes que all viven. En realidad, lo que se quiere copiar es la majestad del pueblo romano; aunque tambin nos sorprende una particular vinculacin de nuestra ciudad a la figura de Augusto a travs de los mensajes que la ceca patriciense acu en sus monedas. Si bien es cierto que el modelo Roma puede encon-trarse a algunos edificios o complejos edilicios de mayor o menor monumentalidad, lo concluyente del trabajo de Monterroso es que la calidad e influencia del pensamiento de los hombres de Crdoba es el verdadero reflejo de Roma.

    Toda ciudad romana fue concebida como entidad destinada a explotar el terri-torio circundante, del que proceda su riqueza: agricultura, ganadera, minera, etc: la ciudad haba sido previamente planificada para seguridad y comodidad de sus habitan-tes; pero adems deba estar perfectamente dotada de una serie de edificios destinados a cumplir con las obligaciones sociales, polticas y religiosas a los que sus ciudadanos es-taban obligados. No vamos a entrar a definir el urbanismo de la ciudad romana de Cr-doba, porque de ello se encarga Angel Ventura, quien nos ayuda a visualizar los distintos elementos urbanos que componen la ciudad: foros, templos, teatro, etc: La imbricacin de cada uno de ellos, el antes y el despus de tan monumentales enclaves, requiere de un anlisis histrico que explique las circunstancias ms importantes que esta ciudad vivi en poca romana. El autor deja constancia documentada de los artfices de las

    2 LEn 2011, 23-42.

    3 Aplicado a las lites, queda

    de manifiesto la atraccin de la

    capital provincial para las lites

    de las localidades de la provincia.

    Vid. MELCHOR 2006 y en general

    sobre el tema de las lites, RODR-

    GUEZ nEILA-MELCHOR 2006.

    urbanismo y poder1 LA PERVIVENCIA dE NuEstRAs RAICEs CLsICAs

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    tres fundaciones de nuestra colonia y de las vicisitudes que tuvieron que sortearse en los primeros siglos de existencia.

    La Crdoba romana cont con un foro desde el momento de su fundacin, el foro colonial, lugar por excelencia de representacin del poder, a travs de los retratos y escul-turas de los miembros de la familia imperial, donde las lites se autorrepresentaban, ade-ms, mediante inscripciones y esculturas, fundamentalmente togadas. Sobre las funciones del mismo y sobre su imagen nos habla J. M. Almoguera en un trabajo donde, no puede ser de otro modo, la historiografa tiene mucho peso dada la escasez de excavaciones en esa parte de la ciudad. All se nos cuenta la modestia del foro republicano, pavimentado con tierra pero contando ya con elementos que facilitaban el paso a quien por all cru-zaba, como por ejemplo los prticos y los canales perimetrales para desalojar el agua de lluvia. Las guerras civiles nos hablan, estratigrficamente, de destruccin; pero tambin de esperanza al ver la monumental plaza erigida y pavimentada en poca de Augusto, cuando la llegada de agua con el nuevo acueducto trae como consecuencia la construccin de fuentes de uso pblico. Pero ser el periodo julio-claudio el que ms brillo d a la colonia y a su foro colonial, pues ser entonces cuando adquiera el grado de monumentalidad y colosalidad de la que dan fe los restos all localizados. Los edificios, mal conocidos y que componen el permetro de nuestro foro son los que albergan las distintas funciones urbanas, entre ellas destacara la baslica y los arcos honorficos, con los que se cierra ese brillante ciclo desarrollado en las dcadas centrales del siglo primero de nuestra Era.

    Sin lugar a dudas, el teatro es uno de los edificios ms emblemticos de la ciudad romana en el primer periodo imperial. A l dedica Juan de Dios Borrego sus reflexiones informndonos en primer lugar de la historia del descubrimiento del yacimiento para, a continuacin, sealar de forma pormenorizada el entorno urbano y la caracterizacin arquitectnica del edificio que demuestra de forma fehaciente una clara voluntad por monumentalizar la capital de la Provincia Baetica. La vida del monumento se inicia en el cambio de era y sera un terremoto en el siglo III (del que quedan seales incuestiona-bles en la estratigrafa) quien sealara el fin de sus actividades. El reaprovechamiento del material arquitectnico sera el ltimo de los latidos del monumental edificio.

    Como verdadero hpax aparece en el urbanismo cordobs el colosal conjunto forma-do por prtico, plaza y templo, localizados al sur del Foro Colonial y que se conoce como Forum Adiectum o Forum Novum. Al templo en concreto dedican su atencin ngel Ventura, Antonio Pea y Ana Portillo; el anlisis detallado del mismo les conduce a vincular su cons-truccin con el culto imperial en la capital de la provincia Btica, destacando el importante papel que tuvo este recinto en los circuitos procesionales ldico-religiosos de la ciudad.

    Vinculado con este complejo edilicio se presenta por parte de Sandra Torreras y Angel Ventura un nuevo edificio, inserto con toda probabilidad en el Forum Novum, que sirvi de marco arquitectnico de actividades culturales y judiciales: se trata de una construccin de planta semicircular compuesta por un banco corrido dentro de un lu-joso marco arquitectnico. Concluyen los autores que formara parte del Forum Novum cordobs por el empleo de mrmol de Carrara y las marcas de cantero all localizadas,

    urbanismo y poder1 LA PERVIVENCIA dE NuEstRAs RAICEs CLsICAs

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    ambiente donde se llevaran a cabo bien juicios, o bien actividades de oratoria y litera-rias que tenan el foro como sede.

    El siguiente hito urbano que aqu planteamos tiene al templo de la calle de Clau-dio Marcelo como protagonista. Tras una introduccin historiogrfica, J.M. Almoguera nos pone al da de los principales hitos en su estudio, analizando la todava proble-mtica que rodea al edificio en lo que a funcin, cronologa e incluso modelos tiene el mismo. A todas las teoras anteriores se suma la que propone A. Monterroso en su trabajo. El principal argumento del que parte Monterroso en esta nueva interpretacin del templo de la calle de Claudio Marcelo viene dado por el anlisis de lo excepcional de su ubicacin: ocupando una zona donde previamente estaba la muralla. A travs de una serie de relaciones con lo sucedido en esas mismas fechas en Roma, se plantea que este edificio acta a modo de elemento urbano expiatorio precisamente por haber derribado parte de sus sagrados lmites pomeriales. A partir de esta reflexin, concluye con que es un elemento que debe vincularse a la colonia ms que a la provincia.

    Tema controvertido donde los haya es el que analiza M Camino Fuertes: el Pa-lacio Imperial de Cercadilla. La interpretacin como tal desde los primeros momentos de su descubrimiento puso a Crdoba, una vez ms, como centro del poder en el tercio meridional peninsular en un momento en que, de forma tradicional, se aceptaba ya su decadencia. La idea defendida por Hidalgo y sostenida por Fuertes ha sido desde el pri-mer momento sometida a crtica, si bien, al menos para quien esto escribe, sigue siendo vlida por los argumentos esgrimidos: la creacin de un Palacio por parte del empera-dor Maximiano Hercleo, palacio llamado a tener desde pronto otros usos. Las distin-tas funciones que la crtica ha ido concediendo al conjunto vienen expuestas de forma resumida por la autora as como la vida que dicha zona tuvo en momentos posteriores.

    Importante es la aportacin que hace Isabel M Snchez sobre la desfiguracin de la ciudad clsica; la autora demuestra una continuada vinculacin a Roma en un urbanismo ya muy transformado respecto al clsico, donde el cristianismo tendr una enorme impor-tancia generando una nueva arquitectura sacra de carcter monumental, y donde figuras como Osio, Acisclo, Zoilo cuentan con papeles protagonistas en la nueva ciudad. Impor-tante fue la basculacin que el centro de poder de la ciudad tiene hacia la zona sur, donde se mantendr varios siglos. Como importante fue tambin la sustitucin de edificios civiles por otros eclesisticos que demuestran el nuevo poder urbano. A pesar de las muchas lagunas que la arqueologa no ha podido hasta ahora resolver, el trabajo de Isabel Snchez aclara de forma notable el panorama en unos siglos cruciales de transformacin urbana.

    Por novedoso, destaca mencionar el trabajo que cierra nuestro apartado y que ha sido encargado a Antonio Pea, siendo protagonista el reaprovechamiento de material. En el caso de Crdoba, tiene un especial inters el terremoto detectado por las estrati-grafas a mediados del siglo III de C y la construccin de la Mezquita Aljama, sin olvidar el problema planteado por el Palacio de Cercadilla. Pea aporta en este trabajo una explicacin plausible y probable de los edificios a los que afectara este fenmeno hist-rico llegando, como veamos, hasta el periodo visigodo e islmico.

    urbanismo y poder1 LA PERVIVENCIA dE NuEstRAs RAICEs CLsICAs

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    2 el reflejo de la capital provincial: el caso de Astigi

    El proceso de romanizacin no deja de ser un proceso de conquista del territorio que, para su mantenimiento, requiere de la insercin en el mismo de una serie de estructu-ras materiales y, sustentadas sobre stas, culturales, que aseguren la continuidad y el arraigo de esa conquista. Pero el objetivo de Roma no tiende slo a la explotacin ciega del territorio, Roma se propone reproducirse, en la medida de lo que las circunstancias lo permiten, en todo territorio ocupado. Esta labor produce en su desarrollo una gran diversidad de resultados, pero siempre presenta un marcado carcter de capilaridad, en la mayora de los casos a travs de la unidad administrativa superior, lase caput provin-ciae, y que no consiste en una mera copia del modelo de la Urbs, sino en una recepcin y asimilacin en profundidad que a su vez facilita su difusin4. Cabe preguntarse por qu estos modelos fueron tan exitosos. Y la respuesta viene de la mano de otra pregun-ta: qu beneficio se alcanzaba con ello? En primer lugar, se consolidaban los valores y ventajas materiales que la propia romanizacin llevaba consigo y en segundo lugar, se comparta una suerte de arbitraje estatal en el que las provincias aceptaban, en gran medida, la supervisin como forma de gestin para sus sociedades. De lo anteriormente dicho se deriva que la organizacin urbana se llev a cabo gracias a la copia de mode-los que previamente se haban ensayado con xito, con diferentes grados de desarrollo segn los territorios. Podemos afirmar que para el caso que nos ocupa en la Baetica la romanizacin fue un proceso muy eficaz donde todos los mecanismos de traslado de modelos se manifiestan con fidelidad.

    En lo que a la arquitectura se refiere, un modelo debe ser capaz de crear una ima-gen que estticamente quede asociada a un edificio, imponiendo un canon determinado. Si buscamos un modelo ste deber ser conocido y, a la vez, lo ms concreto posible, en el que las interacciones no afecten, es decir, no se produzcan cambios o variables que puedan alejarse del esquema terico marcado. Como prueba de la validez del mecanismo de recepcin del modelo5, vemos que alcanza todos los aspectos de la imagen urbana, quedando reflejado hasta en el ltimo detalle de la decoracin arquitectnica de los edifi-cios6. El estudio de la decoracin arquitectnica de la Colonia Augusta Firma Astigi (cija, Sevilla) nos ha permitido constatar este hecho. En la gnesis del desarrollo de la entidad propia astigitana observamos las caractersticas que se derivan de este proceso:

    Pronta introduccin de formas itlicas y Productos de imPortacin

    Las primeras formas itlicas llegan en el momento fundacional y se realizan en materiales locales, siendo ste el caso del capitel de influencia corintio-itlica Lm. 1, fIG. 1 realizado en calcarenita estucada y que atribuimos al templo fundacional de la colonia7. El orden empleado es el corintio de formas itlicas, todos sus rasgos morfolgicos nos hablan de ese sabor helenstico8. Pero la evocacin del modelo se manifiesta con particular energa en el empleo del mrmol como consecuencia de un fenmeno de recepcin ideolgica9. El nuevo material requera un cambio en el estilo arquitectnico10, surgiendo la necesidad de abastecerse de materiales importados realizados en mrmol, al menos, hasta el momento en el que los talleres

    4 Una profunda y acertada revi-

    sin sobre el tema de la transmi-

    sin de modelos en: LEn, 2011,

    23 y ss.

    5 Definido por P. Len como arte

    romano en provincias: LEn,

    2011, 35.

    6 Para M. Bendala esta elevada ti-

    pificacin de elementos y modelos

    arquitectnicos materializaba un

    lenguaje poco equvoco (BEnDA-

    LA, 2000, 428), expresin afortu-

    nada del proceso que observamos

    en el caso de las copias porque

    implica el establecimiento de una

    serie de reglas a las que deben

    atenerse los talleres y redunda en

    la mayor o menor capacidad para

    evolucionar a partir del modelo

    preexistente.

    7 FELIPE, 2006, 127; 2008a, 132.

    8 DRERUP, 1972, 95-96; PEnSA-

    BEnE, 1973, 52, n 198, Tav. XVIII;

    CAVALIERI, 1978, 56, n 21; HES-

    BERG, 1981, 23, figs. 8-9; SPERTI,

    1983, 40-41, n 34; PEnSABEnE,

    1986, 362, figs. 24 a y b; GUTI-

    RREZ BEHEMERID, 1986, 23 y ss.,

    figs. 23-26; LAUTER- BUF, 1987,

    49, kat.158; MRQUEZ 1993a, 33,

    n 35, lm. 15; MARTnEZ, 1998,

    330, n 14, lm. 9. Se encuadra en

    la transicin del siglo I a.C.- I d.C.

    9 GUTIRREZ BEHEMERID, 1992,

    137; TRILLMICH, 1998, 187; LEn,

    2011, 23.

    10 WARD PERKInS, 1951, 95.

    urbanismo y poder1 LA PERVIVENCIA dE NuEstRAs RAICEs CLsICAs

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    1

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    locales consigan el dominio, con ayuda de talleres urbanos, del nuevo material11. En Astigi la introduccin del mrmol, como elemento de prestigio, se realiza a comien-zos del siglo I d.C. al igual que ocurre en Colonia Patricia12. Uno de los primeros ejemplos es un capitel jnico excepcional Lm. 1, fIG. 2 y 3, cuyas dimensiones eviden-cian su funcin pblica y que ha sido fechado por C. Mrquez en la transicin de eras13. El segundo es un capitel compuesto Lm. 1, fIG. 4 que ha de considerarse como

    LmINA 1 y 2

    Introduccin de formas itlicas y productos de importacin.

    LmINA 3

    Asimilacin de modelos de los centros productivos de la Caput Provinciae.

    11 Como establece C. Mrquez

    para el caso de la capital provin-

    cial: MRQUEZ, 2008a, 30.12 MRQUEZ, 2004a, 117.

    13 MRQUEZ, 2001, 342-343.

    urbanismo y poder1 LA PERVIVENCIA dE NuEstRAs RAICEs CLsICAs

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    obra de importacin, o bien, obra de un autntico maestro itlico perfectamente conocedor de los modelos augusteos, al igual que ocurre con el capitel de pilastra Lm. 1, fIG. 5. El fragmento de relieve decorado con un roleo acantiforme Lm. 1, fIG. 6, de mrmol blanco y realizado con un gran naturalismo nos remite a modelos augus-teos14. El friso acantiforme de espirales contrapuestas Lm. 2, fIG. 7, es un ejemplar selecto por la finura del trabajo de labra y el equilibrio en la distribucin de la vegetacin, que puede considerarse como una sntesis decorativa de los caracteres de los roleos augusteos anteriores al Ara Pacis15. El remate de altar Lm. 2, fIG. 8 ha sido ampliamente estudiado por C. Mrquez16, considerado como obra importada y perteneciente adems a un mbito sacro. Para mayor detalle remitimos al catlogo (n 267) en este mismo volumen. Este fenmeno de la importacin lo vemos refleja-do nuevamente en un capitel corintio asitico Lm. 2, fIG. 9 que presenta una datacin ms tarda, finales del siglo II d.C. o principios del siglo III d.C.17.asimilacin de modelos de los centros Productivos de la Caput provinCiae

    En el desarrollo de este proceso de recepcin, Astigi dependi estrechamente de la produccin arquitectnica de talleres localizados en Colonia Patricia18, don-de previamente se haba asimilado el modelo de Roma. Esta dependencia pudo tomar forma en un primer momento en la presencia de talleres itinerantes. Se de-tecta con posterioridad el trabajo de talleres locales que se caracterizan por poco arraigo a las tradiciones locales, perduracin de estilos y un evidente conservadu-rismo. Prueba de la existencia de estos talleres son las piezas que a continuacin presentamos: un fragmento de la corona de un arquitrabe Lm. 3, fIG. 10 datado en la primera mitad del siglo I d.C., que cuenta con un pednculo que une los lbulos del Scherenkymation, motivo que Von Hesberg vincula con talleres neoticos presentes en Colonia Patricia19. El fragmento Lm. 3, fIG. 11 es un arquitrabe de la primera mitad del siglo II d.C.: el motivo del pednculo que decora su Scherenky-mation es un recurso que vemos repetido en una cornisa augustea procedente del Templo de la Concordia en Roma y que tambin se halla en Crdoba20. Un remate de altar decorado con un gran anthemion Lm. 3, fIG. 12 presenta detalles que vemos reproducidos en los materiales procedentes de Colonia Patricia21. Esta dependen-cia con los talleres patriciences se prolonga a lo largo del tiempo como demues-tran cinco capiteles vinculados a la produccin del taller cordobs del siglo II d.C.22, entre ellos un fragmento Lm. 3, fIG. 13 con paralelos en los reutilizados en la Mezquita-Catedral de Crdoba23 y un jnico24 Lm. 1, fIG. 14 y 15 realizado en caliza blanca y cuyo carrete se decora con hojas acantizantes25. En cuanto a la importa-cin de capiteles corintizantes desde la capital provincial26, el ejemplar Lm. 4, fIG. 16 sigue las tendencias que muestra el taller de Colonia Patricia27.Un aspecto interesante deriva de la evidente transmisin de estos modelos que de-bi seguir su curso hacia las ciudades que componan el rea de influencia del con-ventus astigitanus. Un capitel corintizante, indito, expuesto en el Museo Histrico y Arqueolgico Municipal de Baena (Crdoba) es un fiel reflejo de un capitel Lm. 4,

    14 MRQUEZ, 2001, 344, II.3, lm.

    4; FELIPE, 2005, 54, n 67, lm.

    34; HESBERG, 2006, 299, nota a

    pie n 20; FELIPE, 2006, 133, n

    20, fig. 20.

    15 SCHRnER, 1995, 36.

    16 MRQUEZ, 2001, 344.

    17 MRQUEZ 2001, 345, (II.6), lm.

    8; FELIPE, 2005, 37, n 39, lm. 20;

    FELIPE, 2008a, 144, n 32, lm. VII.

    18 Talleres que elaboraban piezas

    de los rdenes Jnico, Corintio y

    Corintizantes: MRQUEZ, 1993a,

    213.

    19 HESBERG, 1996, 161-162. C.

    Mrquez aporta nuevos paralelos

    en Aquileia, Roma y Tarragona:

    MRQUEZ, 1998, 159.

    20 LEOn, 1971, 262, Taf. 119, 2;

    HESBERG, 1996, 160, fig. 9c.

    21 HESBERG, 1996, 161; MRQUEZ

    1998, lm. pg. 25. 40, 3-4, 159.

    22 MRQUEZ, 1993a, 125 y 182;

    1993b, 1280; 1998, 126.

    23 PEA, 2004, 77, n 62, lm. 37.

    24 Con paralelos en Colonia Patricia: MRQUEZ, 1993a, 27, n 21 e Itlica:

    AHREnS, 2005, 100, n h5, Taf. 44.

    Hay que vincular tambin este capi-

    tel italicense al taller de Crdoba.

    25 La decoracin del pulvino con

    hojas acantizantes slo encuentra

    paralelos en Colonia Patricia: MR-QUEZ, 1993a, 214, nos 6, 7, 9, 11,

    12, 18 y 28, o bien, hay que buscar

    ejemplos en Cherchel (PEnSABE-

    nE, 1982, 19, n 17) y el Asia Menor.

    26 MRQUEZ, 2004b, 350.

    27 Dado que sus volutas nacen de

    la palmeta de la corona inferior:

    MRQUEZ, 1993a, 217.

    urbanismo y poder1 LA PERVIVENCIA dE NuEstRAs RAICEs CLsICAs

  • 22

    28 Para P. Pensabene se habra

    constituido una tradicin decorati-

    va derivada de la existencia de este

    edificio (PEnSABEnE, 2006, 120).

    29 PEnSABEnE, 2002b, 61. Queda

    claro que los intereses de la

    evergesa astigitana propiciaron

    esta tendencia a la imitatio urbis, por ejemplo con la compra de los

    granitos de importacin, por lo

    que no estamos ante una simple

    realidad provinciana.

    30 Influencias que se plantean

    tambin para el caso del Capi-tolium de Ostia (PEnSABEnE, 2002a, 249).

    fIG. 17 vinculado al citado taller del siglo II d.C. Sera por tanto necesario realizar, en el futuro, una revisin en este sentido de las ciudades del conventus.dePendencia de la iconografa de las grandes emPresas Pblicas de la urbs

    En los inicios del siglo II d.C. son apreciables nuevos tipos arquitectnicos y modelos decorativos derivados de las obras adrianeas, obras que encontramos en este momento en la Baetica, pues notoria debi ser la influencia que ejercera el edificio de mayor relieve ideolgico28 de Itlica, el Traianeum, sobre los talleres hispanos de la poca. La asimilacin del modelo de la arquitectura oficial y del material que la caracteriza, el granito29, debi suponer toda una novedad para la ciudad respecto al tradicional canon que prescriba la utilizacin del mrmol blanco. El prestigio inherente en la introduccin del granito y la nueva esttica presente en el programa decorativo, por la combinacin de colores, nos hace re-flexionar sobre la existencia de nuevas exigencias que llegan de lo que vemos que ocurre, al mismo tiempo, en Roma, Ostia e Itlica. El punto lgido en la monu-mentalizacin de la colonia su floruit est servido. La adscripcin adrianea de los capiteles asociados a los fustes de granito Lm. 4, fIG. 18 y 19, nos hace plantearnos si no estamos ante la adopcin de maestranzas itlicas30 derivadas de la nueva situacin poltica que impera durante el siglo II d.C. en la Baetica, momento en el que las huellas de la influencia de Colonia Patricia se reducen.

    16

    18

    1917 LmINA 4 Asimilacin de modelos de los centros productivos de la Caput Provinciae (figs. 16-17). Reflejo de la arquitectura oficial en los fustes de granito y los capiteles adrianeos (figs. 18-19).

    urbanismo y poder1 LA PERVIVENCIA dE NuEstRAs RAICEs CLsICAs

  • 23

    En tanto que smbolo, Roma siempre fue argumento de exhorto. En el pasado como en la actualidad, la riqueza y pluralidad de valores formales y semnticos del orbe romano, de ese sistema social cuya finalidad primera era la de unificar, en tanto se pudo, las diversas etnias y pueblos mediterrneos bajo una gida poltica y cultural aunadas2, siempre fue cauce de adopcin y reflejo para no pocos sistemas sociales a lo largo de la historia posterior, inclui-do el nuestro. Desde las costumbres a los monumentos, desde la lengua a la religin, claro es que el modelo central irrig y penetr en todos los universos multiculturales a los que se enfrent, paulatinamente, al mismo tiempo que avanzaba en su expansin territorial.

    Roma como smbolo, por tanto, y algunas ciudades privilegiadas de provincias como reflejos. Es esta una cuestin de amplio respiro, de dilatadsimo recorrido biblio-grfico, y por ello, completamente fuera de moda en trminos tradicionales, sobre todo tras unos ltimos veinte aos que han sido muy fecundos en historiografa arqueolgica dedicada a este argumento3. No por ello, naturalmente, el tema arqueolgico que concita este libro y esta exposicin revisten un inters menor.

    Pero pasado el tiempo, y siendo conscientes de ser parte activa de un discurso muy agotado, esta cuestin del modelo-mulo directo desde Roma a las provincias (sobre todo en un sentido preponderantemente formalista) puede resultar algo superficial sin un eje director que convenga en orientar conceptualmente esta lgica atrayente del querer ser como o parecerse a Roma. Porque el modelo central fue siempre limitado en su oferta. Y porque las ciudades provinciales tuvieron no menores inconvenientes a la hora de querer reflejarse en un espejo que, en su concavidad, siempre las hizo pequeas.

    2 EL SmboLo DEL moDELo CENTRAL y SUS LmITES EN CoRDUbA/CoLoNIA PATRICIAAntonio Monterroso Checa1

    1 Este trabajo es resultado del

    proyecto de investigacin que

    desarrollamos en el Instituto de

    Historia del Centro de Ciencias

    Humanas y Sociales (CSIC) gracias

    a un contrato JAE-DOC.

    2 Cfr. Gros, 2005 a 2005a, 155.

    3 Cfr. Len, 2011, 23-42.

    La ciudad que llaman Roma cre yo, melibeo, tonto de m, que era semejante a esta nuestra, adonde los pastores acostumbramos tantas veces a llevar nuestras ovejas. Del mismo modo entenda que los cachorros son semejantes a los perros y los cabritos a sus madres; del mismo modo

    sola comparar lo grande con lo pequeo. Pero esta ciudad ha levantado la cabeza entre las otras tanto como los cipreses suelen entre las mimbreras flexibles. Virgilio, Buclicas. 1.19-25

    2 EL smboLo dEL modELo CENtRAL y sus LmItEs EN CoRdubA / CoLoNIA PAtRICIA urbanismo y poder

  • 24

    La literatura latina, el pensamiento romano hecho forma, esos laudes Urbis, por ejemplo, de algunos de los escritores oficiales ms destacados, nos sitan ante la justa medida de las cosas y nos permiten comprender una banalidad, que por ser tal, quizs bien fuerza al siguiente recuerdo como prevencin ante distorsiones u olvidos: Roma fue el nico centro efectivo de poder poltico, rector del Imperio, cuya extensin, vitalidad y esplendor condenaban material y jurdicamente toda esperanza de parte de aqullas ciudades dispuestas a rivalizar con ella, por suficiente o vasta que fuera la cantidad y riqueza de medios logsticos con los que contasen. Slo Constantino, quizs, con la nueva Roma de Oriente (la as llamada Bizancio) podr enfrentar una aventura de tal dimensin4.

    Tanto Virgilio en su primera gloga5 y en su segunda gergica6 (por no citar la Eneida), como Propercio7, como Ovidio8, Marcial9 o Frontino10, como Plinio11, Ausonio12, o desde l, Amiano Marcelino y los escritores romanos ya tardos, permiten intuir que, en concepto y mentalidad, de existir, el reflejo (en el mejor de los casos) es slo cita o apelo y nunca igualdad; no parecen pertinentes por tanto, creemos, todas las comparaciones di-rectas con Roma en trminos ponderativos de simulacrum, imitatio, speculum, aemulatio

    As las cosas, este camino temtico que aqu afrontamos slo puede tomar dos sentidos, si es la comparacin en trminos cualitativos de los monumentos de la Cr-doba romana la gua de desarrollo de este concepto. Por un lado, se puede comparar fisionmicamente Crdoba con el resto de colonias occidentales de su rango, y ver cul de ellas refleja ms Roma; es decir, establecer un escalafn, y decidir cul es ms ro-mana, se parezca o no con propiedad en concepto y mentalidad a la metrpoli. O, ms debidamente, se puede intentar ver qu rasgos, tomados de Roma, hacen algo distinta a una colonia del resto, y la acercan semnticamente (sin necesidad de comparaciones y sin obcecarse en la materia) a la mentalidad de la Urbs. Esta parece una opcin quizs ms interesante. La primera en cambio tendr que disfrutar una justa posicin privile-giada para Corduba/Colonia Patricia, que en todo caso nunca ser superior en reflejo romano a la de Tarraco, Mrida, Arles o Cartagena, entre otras ciudades, ms all de que un templo pueda ser dos o tres metros ms alto, un anfiteatro algo ms grande o de que un teatro pueda medir diez o quince metros ms13.

    Las citas parciales y aisladas a Roma, por tanto, a conceptos y aspectos materiales de la urbanstica de Roma, ms all de la literatura y la mentalidad, es quizs la spectio, la orientacin ms apropiada, para abordar semnticamente este camino, comprendiendo y asumiendo las restricciones impuestas por el modelo central. Sobre todo porque Roma siempre fue un muestrario formal y conceptual limitado y limitativo, por varios caracte-res que slo a ella le son inherentes, adems de su grandeza como centro de poder14.

    El primer carcter limitativo de Roma que difiere a las colonias, siguiendo a Pierre Gros, concierne a su emblema de megalpolis ya desde mediados de poca republicana, sobre todo desde el cambio de. III a. C a s. II a. C; aos que preceden el nacimiento de Crdoba. Las consecuencias de ello, y la fisionoma y funcionamiento de una ciudad tal, no son extrapolables (ni son necesarias) en las pequeas ciudades a fundar en provincias.

    4 Cfr. Gros, 2005a, 156 y ss.

    5 Verg., Ecl. 1.19-25. Vase el texto en el encabezado de este trabajo.

    Se refiere el autor a las ciudades

    italianas de Cremona y Mantua,

    colonias triunvirales de asiento de

    veteranos de las Guerras Civiles. 6 Verg. Georg. 2.534-535: Roma se convirti en lo ms hermoso que existe, y para ser una, rode con un muro sus siete colinas.7 Prop. 3.22.17-18: Todas las maravillas cedern a la tierra de Roma, ya que aqu la naturaleza dispuso cuanto de hermoso hay en todas partes. 8 Ov. Fast. 5.91-96: Aqu, donde ahora est Roma, cabeza del mun-do, haba rboles y hierbas y unos pocos ganados y escasas chabolas. Cuando llegaron a este lugar, su proftica madre (n.d.a. la ninfa Carmenta, madre de Evandro)

    dijo: Deteneos, pues este campo ser la sede del Imperio. 9 Mart. 12.8.1-2: Roma, diosa de las tierras y de las gentes, a la que nada iguala ni se le aproxima. La me-jor interpretacin de estos versos

    de Marcial en: Rodrguez Almeida,

    2003, 35 y ss.

    10 Front. Aq. 88.1 : Reina y seora del Universo, que se erige cual diosa de la Tierra, a la que nada puede igualar o emular.11 Plin. Nat. 36.101: Cuando se juntan todas (n.d.a: las maravillas de Roma), como si reunidas en un solo bloque, su altura har que hablemos de algo de otro mundo.12 Aus. Urb. 1 : La primera de las ciudades, morada de los Dioses, la urea Roma. Tambin en: Ovid., Ars.3.113 y Mart.9.59.2.13 Y sin duda, muy lejana de la vitali-

    dad y diversidad urbana de las gran-

    des metrpolis egipcias u orientales

    como Alejandra, feso o Mileto, que

    estarn siempre a otro nivel.

    14 Para cuanto sigue: cfr. Gros,

    2005a, 155-232.

    urbanismo y poder2 EL smboLo dEL modELo CENtRAL y sus LmItEs EN CoRdubA / CoLoNIA PAtRICIA

  • 25

    El segundo carcter exclusivo de la Capital, consecuencia del anterior, es la diver-sidad humana: inmensa en una ciudad inmensa, donde conviven ciudadanos romanos de todos los estratos sociales junto con peregrinos de mltiples procedencias; todos ellos con numerosas variantes raciales, culturales y religiosas, amalgamadas entre el Oriente y el Occidente. Corduba/Colonia Patricia, como el resto de ciudades similares, no ofrece una fisionoma urbana necesaria para una tal contingencia, ni le sirve la que ello ocasion en Roma.

    Estas dos cuestiones explican complementariamente que una ciudad descomunal, desordenada, no regularizada hasta mediados de s. I. d.C. (y slo en algunos sectores15), que no revisti nunca una estructura monumental y urbanstica claramente definidas durante la mayor parte de su historia, no pueda ofrecer un modelo urbanstico extrapola-ble a las regulares, salubres, dogmticas, reducidas y uniformadas colonias fundadas por los romanos en provincias. En su complejidad vital, Roma nunca pudo ser exportable.

    A ese caos terico de Roma, que no es sino solemnidad por comprender (como ocurre en la actualidad) se une un componente ms, de nuevo exclusivo: el enquista-miento sagrado a su solar de origen. Un enraizamiento atvico, sacro, a sus caracteres agrcola y militar ancestrales, a los viejos mores republicanos, que impidi a Roma, por muchos siglos, un desarrollo urbano libre y comparable, por ejemplo, al de las grandes ciudades de Oriente; a las que Roma difcilmente se pareci globalmente. Y que nunca constri a las nuevas colonias.

    Roma, sus romanos, y al contrario que notables urbes orientales, siempre fueron conscientes de que la inmovilidad inmanente de Roma era la grandeza futura de Roma, y condicin innegociable para su hegemona y subsistencia como mximo centro de poder. Y ello debido a que los dioses protectores de la Ciudad no pueden actuar ms all de los lmites sagrados de la ciudad, donde ellos se haban asentado, desde siempre, y por voluntad propia. Ya lo deca la Ninfa Carmenta en palabras de Ovidio: Deteneos, pues este campo ser la sede del Imperio. Ese campo, y no otro.

    A ese campo, lo quisieron los dioses pues en un lugar determinado, con una forma, valores y caractersticas concretos. Violar eso, es querer otra ciudad, de la que no es predecible ya su grandeza, roto el pacto donde esta se fundamentaba. Por eso los romanos creyeron tanto en los auspicios. Por ello cada acto urbano en Roma tiene ca-rcter sacro: o se hace en paz con los dioses, o es mejor no llevarlo a trmino, a riesgo de prdida de su favor y por tanto de nuestra grandeza. As se explica que Roma, y la socie-dad romana, vivieran plenos en un cors de ritos y tradiciones ligados al solar terrenal de Roma, que difcilmente son extrapolables a unas ciudades provinciales cuyos solares de ubicacin no son un terreno sacro reservado por los Dioses a un ningn Rmulo fundador, vstago de los descendientes de aquel Eneas hijo de la Venus Generadora al que el Cielo concedi el Lacio, alcanzado el xito en su viaje desde la mtica Troya. No morir por completo canta Horacio y mucha parte de mi se librar de Libitina (Diosa de los funerales); yo crecer sin cesar renovado por el elogio de la posteridad, mientras al Capitolio ascienda el pontfice acompaado de la silenciosa vestal16. Virgilio, en la Eneida,

    15 Cfr. Panella, 2011, 76-91.

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    auguraba la inmortalidad a Niso y Eurialo mientras la casa de Eneas habite la inamovi-ble roca del Capitolio17.

    Ninguna colonia en Occidente cuenta con una tierra mtica a estos niveles. Y por ello vivieron un urbanismo de nuevo mucho ms libre y desenvuelto, por desarraigado, en trminos de mito e historia. Esto no impide que la Ciudad, Roma, cambie y evolu-cione, pero siempre, en modo terico, lentamente y en paz con los dioses por obra casi exclusiva de los nuevos dioses: los emperadores de Roma, esos Csares que hemos aportado nosotros a esos dioses que hemos recibido por tradicin18.

    Para intentar avanzar entonces, quizs la pregunta debe ser: qu citas o acopios de argumentos, contenidos, liturgias o conceptos plasmados en usos, formas o aspectos relacionados con los modos urbanos de Roma, queremos buscar en la imagen monu-mental de la Crdoba romana? Y desde dnde queremos comprenderla y/o explicarla.

    Comencemos, en primer lugar, por incardinarla con propiedad dentro de la famosa cita de Aulo Gelio (coloniae quasi effigies parva simulacraque) tan repetida y distorsionada a la hora de estipular las colonias como simulacros de Roma. Gelio dice: La condicin de las colonias, aun estando ms expuesta a controles y siendo menos libre (n.d.a que la de los municipia), es ms preferida y tiene mayor prestigio debido a la grandeza y majestad del Pueblo Romano, del cual estas colonias parecen ser casi modes-tas efigies o figuraciones19. Gelio nunca dice Roma. Slo cita copias de la Majestad del Pueblo Romano, ms digna del orden y sentido cvico de las colonias romanas que de todos esos municipia, de mltiples orgenes y proveniencias, que para su poca, y haca tiempo, haban sido asimilados al orbe romano slo por trmite y gracia de un privilegio honorario del (verdadero) Pueblo Romano20.

    Es pues la Majestad Romana, sus matices y transfiguraciones, la referencia a perseguir y no slo sus formas. Majestad, que como exhortaba Vitrubio a Augusto en el prefacio de su De Architectura, se puede extender tambin a partir de la gran coloniza-cin post-Actium a travs de la arquitectura y la monumentalidad. Por eso, justificaba ante el Princeps la no dilatacin de la publicacin de su tratado teniendo presente que l se ocupara no slo de regular la vida cvica y de la salvaguarda del Estado, sino tambin de sacar valor a la edilicia pblica en modo que la republica no slo se engrandezca con provincias, si no que la Majestad del Imperio sea honorada con un incremento extraordina-rio de edificaciones: para las que l se postula a dar las pautas a seguir.

    Pero para respetar e incrementar la Maiestas Populi Romani citada en ambos textos, no es necesario ni prescriptivo que estas edificaciones y estas colonias reflejen o deban ser iguales o mimticas a Roma. Basta con que sean dignas del ms alto valor de su Pueblo. Y Crdoba, claro es, que fue colonia digna de tal majestad romana, siendo obra de ciudadanos romanos, con derecho romano al menos a partir de su segunda deductio.

    Para justificar esa dignidad, los romanos ejecutores de la primera Crdoba fundacional se segregaron de la vieja ciudad turdetana de Colina de los Quemados, de la cual slo atrajeron a ciertos indgenas selectos, amn del topnimo Corduba, incor-porado desde entonces a la majestad romana21. A diferencia de otros casos de simbiosis

    16 Hor. Od., 30. 8-9. Se refiere a la Gran Vestal que acompaaba al

    Pontfice Mximo al Capitolio en

    las grandes ocasiones festivas.

    17 Verg. Aen. 9. 448-449.18 Val. Max. 1.1.

    19 Gell. 16.13.9: Quae tamen condi-cio, cum sit magis obnoxia et minus libera, potior tamen et praestabilior existimatur propter amplitudinem maiestatemque populi Romani, cuius istae coloniae quasi effigies parvae simulacraque esse quaedam videntur20 Gell. 16.13.9.

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    o sincretismo, sobre todo en ciudades de histrico o mtico pasado, Roma opt aqu por comenzar la historia de Crdoba desde el origen, refundndola en un nuevo solar frontero y cercano al antiguo, auspiciado a la romana, que a diferencia de cuanto nos contaba Ovidio respecto de los siete montes de Roma, nunca incorpor aqul viejo solar ancestral a la muralla de Crdoba, siendo ajeno por siempre a la realidad sacra donde la nueva Corduba quiso reconocerse como entidad urbana; y de ah quizs la explicacin de su escasa pervivencia en el tiempo.

    A partir de ah Corduba es slo y simplemente una colonia ms, aunque privile-giada ciertamente, en el conjunto de primeras colonias romanas en Occidente. Ordena-da ortogonalmente, con sus equipamientos normativos tipo estndares de las colo-nias (foro, puertas, capitolio, insulae), esta Corduba nada tena que ver con la Roma coetnea: colinosa sta, casi por completo con un tejido domstico y pblico en madera, con calles estrechas y retuertas empinadas en su mayora insalubres, presa de las aglo-meraciones y los incendios; pero ya con varios acueductos y monumental, variada y majestuosa como ninguna otra ciudad por entonces en Occidente22.

    Habr que esperar al gobierno de Quinto Cecilio Metelo Pio para ver en Crdoba el siguiente rasgo de cosas que slo pasan en Roma; nos referimos al suceso narrado por Salustio y Valerio Mximo23 en el cual el cnsul patricio de ms larga duracin en la Provincia Ulterior fue agasajado con un triunfo, honorfico de su adventus, al modo del que l mismo, junto a Pompeyo, vivira en Roma hacia el ao 71 a. C con motivo de sus victorias conjuntas ante Sertorio. Claro es que del mismo no qued prueba material, pero ciertamente, se trat de un suceso slo destinado a ciertos imperatores victorio-sos a su regreso a Roma, que no debi nunca ocurrir en esta provincia tan alejada del centro de poder; regida a veces, como este suceso documenta, como cierta satrapa independiente de cuanto jurdicamente poda o no suceder.

    De nuevo, ms en mentalidad que en monumentalidad, un suceso digno de ser entendido en esta dinmica, es la deductio de la Colonia c. R. (quizs entonces ya lla-mada Patricia) al modo ritual romano, en teora con el rito etrusco con el que Rmulo fund Roma, tal y como prescrito en la literatura anticuaria de los tiempos finales de la Repblica. ngel Ventura lo ha estudiado perfectamente, y a sus trabajos remitimos24 para comprender la extrapolacin de un rito de fundacin completamente romano, del que si nos ha quedado una huella material de no escaso valor: una lastra Campana con figuraciones augurales, slo digna de ser trada a estos lares por un romano destinado a fundar fcticamente colonias de Roma en provincias. En este caso quizs, como expone Ventura, Asinio Polin; siendo por tanto esta nueva colonia de una cronologa muy poco posterior a la muerte de Csar.

    En relacin con esta ciudad Patricia, y la intervencin, re-dedicacin o nueva deductio llevada a cabo en ella ya en tiempos de Augusto, quizs hacia el ao 19 a. C, y conmemorada en la emisiones monetales de la ceca imperial de Occidente25, instalada en ella, antes del ao 15 a.C., cabe decir que se trat de una actuacin completamente ligada a la mentalidad monumental caracterstica de la primera Roma de Augusto26.

    21 Para la fundacin de Corduba, por ejemplo: Rodrguez neila,

    1988.

    22 Aunque aun as, ni siquiera por

    los momentos de la fundacin de

    Corduba (los aos de los inicios de la conquista romana del Oriente

    Clsico) Roma se asemejaba en

    dignidad urbana a esas grandes

    metrpolis orientales, o la gran

    Alejandra de Egipto, a las que

    poco a poco acabara ciertamente

    igualando y /o superando.

    23 Coarelli, 1997, 563-556; Ventura,

    2002, 29-31.

    24 Ventura, 2008, 85-106 y en este

    mismo volumen.

    25 Garca-Bellido, 2006, 251-266.

    26 Monterroso, 2011, 149-154.

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    Esa Roma que vea erigirse en nuevo Sol al Apolo de Actium. Los signos y distinciones otorgados por el Senado a Augusto en virtud de su condicin de salvador del pueblo romano, son los mismos que se pueden observar en esta monedas conmemorativas de la ceca de Corduba; el clpeo de la virtud, los laureles dispuestos a la entrada de su Casa en el Palatino, la corona cvica colgada en su puerta, son signos de directa relacin per-sonal con Augusto, que en Occidente, como caso ms sobresaliente, slo se documentan arquitectnicamente en modo amplio y programtico en el teatro de Arles. Y esto, s que se puede considerar un nexo directo, en mentalidad, entre la eterna ciudad del Baetis y aqulla del Tber.

    Finalicemos con los edificios, los ms esperados, si bien los ltimos; esos a los que Vitrubio haca corresponsables de la difusin de la Majestad del Imperio.

    El foro colonial de Corduba es demasiado desconocido todava como para caer en comparaciones. Lo mismo se puede decir de la urbanstica general, de los pequeos templos, baos, o edificios pblicos normativos que hubiese en Crdoba, que no cono-cemos, y que poco aportan a este debate.

    Yendo a los grandes de Crdoba, por ejemplo a los de espectculo, se puede decir que la majestad del pueblo romano estaba convenientemente salvaguardada, habida cuenta sobre todo del tamao del teatro, del circo de Orive y del an no demostra-do para el anfiteatro. Pero ninguno de ellos muestra un nexo directo, claro, mimtico, repetitivo, reflejo, de ningn edificio de espectculo de su Roma coetnea, en su estado actual de conocimiento.

    El teatro sigue el modelo constructivo de los teatros de Pompeyo y Marcelo, al modo en que lo pueden hacer otros teatros itlicos u occidentales, no siendo ms exclu-sivo en ello que en su enorme tamao. Pero no tenemos (quizs todava) por el contrario, por ejemplo como en Arles, una estatua marmrea de Augusto a la manera de Apolo, o unos altares con laureles, que nos lleven directamente al Palatino; al significado celeste de la casa del nuevo Rex, Augusto. Pero esto no es nada negativo, habida cuenta de la importancia que el teatro romano de Crdoba tiene en la conformacin de la tipologa teatral romana, mucho ms evolucionada en provincias que en la capital, y responsable directo, precisamente, de la difusin y gnesis de esa majestad arquitectnica en la nueva edilicia de los romanos27. El Circo de Orive, como entidad global, es un edificio com-pletamente desconocido materialmente, y no caben comparaciones puntuales, ms all de su unin con el templo de la c/ Claudio Marcelo, y de ah, quizs, con el Palatino. El anfiteatro, aun llegando a ser tan enorme como se postula, es un edificio que no est a la vanguardia de la edilicia, al contrario que el teatro, el mismo complejo templo de la calle Claudio Marcelo-Circo de Orive y que, por supuesto, el templo, prticos y decoracin del llamado forum novum o adiectum de la c/ Morera. Se trata de un edificio que repite una tipologa constructiva que arranca en primera instancia de los teatros de Campania construidos casi tres siglos antes que l, en concreto del teatro de Capua (theatrum terra exaggerandum) es decir, concebido a base de casetones terrizos que soportan el gradero, sin demasiada permeabilidad y organicidad interna como ocurre en este caso.

    27 El teatro de Cartagena, por

    ejemplo, sigue una misma dinmi-

    ca aun sin parecerse, casi en nada,

    a ninguno de los de Roma. Cfr.

    Monterroso, 2010, 15-55.

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    Si hay ciertos complejos monumentales en Crdoba que remiten directamente a cuanto los emperadores hacan en Roma, debemos dirigir en primer lugar nuestras miradas al templo, enorme, de la C/ Morera. Este s, de un tamao y vanguardia acordes con cuanto se poda hacer en Roma, al ser el centro principal de un complejo destinado a expandir, con todo el lujo posible, la mentalidad mtica y dinstica en la que se ancl, y revivi a partir de poca de Augusto, el mito de la fundacin de Roma en las ciudades ms dignas para ello, como es nuestro caso.

    El siguiente hito, si cabe algo menos colosal, es el templo de la Calle Claudio Marcelo: testigo directo, y este s reflejo ntido, de la refundacin pomerial de Roma de poca de Claudio o Vespasiano28. Un reflejo que transmite con exclusividad a Crdoba (y quizs a Tarragona) un suceso que es indito para el resto de las grandes colonias occi-dentales, y que vincula, directamente, la refundacin de Corduba que se simboliz con la construccin de este templo, con la refundacin simblica de Roma puesta en prctica por los dos emperadores citados.

    El ltimo hito concierne al complejo ulico de Cercadilla. Si en verdad fue proyecto de un emperador (y buenos motivos hay para pensar en ello) sobraran los comentarios para argumentar la cuestin del reflejo.

    Pero, en la bsqueda de un certero reflejo de Roma en la Crdoba romana, en esta dicotoma, a veces tan diluida como extravagante y polmica, Marcial nos antece-di a todos, hace ya tiempo. Romano de provincias, vividor fecundo y por ello pontfice mximo de la Roma de todos los das, esa que hace al romano y la que hace romano, la de calles y retuertas, las de incendios y foros, la de bullicio y toga, Marcial ya dijo que Crdoba fue locuaz por sus letras29. Y ciertamente, quizs por encima de sus piedras.

    La calidad e influencia del pensamiento de los hombres de Crdoba en Roma es el verdadero reflejo de Roma en Crdoba; en tanto que salto, que evolucin, desde un mundo provincial al capitalino, y con mximo xito. Los cambios y azotes de mentalidad, el salto de vanguardia de la ciudad en ello, el xito, mximo, de los provinciales de esa Crdoba de plumas y espadas en la ciudad del Tber, es lo que ms acerc nunca esta ciudad hesp-rica a la eternidad mtica y sacra de la Urbs. Ellos, Sneca, Lucano, Latrn., no fueron el reflejo, ni el simulacro, ni la copia de Roma: fueron simplemente Roma, y nada menos que ello. Ellos dignificaron all, sin desconexin con el aqu, el logos, el numen, el genio btico, luego andaluz, de una tierra de origen que ya ellos comenzaron a hacer universal.

    Cordobeses, pioneros, en el vientre de la diosa de las tierras y las gentes.

    28 Tal y como argumentamos en el

    captulo monogrfico contenido

    en estas actas.

    29 Mart. 1,61: Duosque Senecas uni-cumque Lucanum facunda loquitur Corduba.

    urbanismo y poder2 EL smboLo dEL modELo CENtRAL y sus LmItEs EN CoRdubA / CoLoNIA PAtRICIA

  • 30

    Corduba, colonia Patricia cognomine, inde primum navigabili Baete. Con tan escuetas palabras alude el naturalista Plinio el Viejo2 a la ciudad que protagoniza esta Exposicin y las pginas del correspondiente Catlogo. Nos cumple ahora esbozar su nacimiento, de-sarrollo y transformaciones durante quinientos aos de esplndida romanidad, aspectos que son prcticamente silenciados por las fuentes literarias, pero cuyo conocimiento ha avanzado de forma espectacular en los ltimos decenios gracias a la labor de historia-dores y arquelogos, tanto locales como forneos3. Resumiremos al mximo la tarea de describir la realidad material; las sucesivas imgenes urbanas que la ciudad ofreci en cada etapa de este largo proceso histrico, pues existen excelentes sntesis recientes al respecto4, actualizadas en su conjunto con el presente volumen colectivo. Ms bien ha-remos hincapi en facetas menos conocidas por el gran pblico, como son las reiteradas re-fundaciones de la urbe, sus fechas concretas, causas y protagonistas5; profundizando especialmente en la personalidad de stos ltimos: los fundadores. No podemos olvidar que en el Mundo Antiguo el nacimiento de una ciudad responda a la voluntad indivi-dual de un Hroe, amparada, en el caso de Roma, por las instituciones, leyes e intereses geopolticos de la Metrpoli y sus dirigentes6. Toda ciudad romana tuvo un momento de alumbramiento, un dies natalis de un ao concreto, plasmado en un ritual religioso preciso7 fIG. 1, a partir del cual se celebraban peridicamente sus natalicios o efemrides ms significativas: decennalia, vicennalia, centenarios8. Tambin tena un Genius o una Tych, entidades divinas que representaban su espritu y su buena fortuna fIG. 2, a los que se levantaban estatuas o capillas y renda un culto cvico9. Pero sobre todo, tena un

    3 CARACTERIZACIN DE LA CRDobA RomANA, DE SUS FUNDACIoNES, FUNDADoRES y FUNCIoNESngel Ventura Villanueva1

    1 Este trabajo es resultado del

    Proyecto: La presencia del Prin-ceps: modelos edilicios y prototipos en la monumentalizacin de las ciudades romanas de Andaluca, HAR 2008-04840, financiado por

    el Ministerio Espaol de Ciencia e

    Innovacin con fondos FEDER.

    2 Nat. Hist. 3,10: Crdoba, colonia de apellido Patricia, desde donde comienza a ser navegable el Gua-dalquivir. 3 Entre los primeros destacan S. de

    los Santos Gener, A. Marcos Pous,

    A.M Vicent, J.F. Rodrguez neila,

    A. Ibez, P. Len, C. Mrquez,

    R. Hidalgo D. Vaquerizo o J.F.

    Murillo. Y entre los segundos R.

    C. Knapp y, especialmente, A.U.

    Stylow, a quien se debe el comple-

    to catlogo de las inscripciones

    romanas recuperadas en la ciudad

    y la provincia publicado en 1995

    CIL II2/7 y 1998 CIL II2/ 5.

    4 Ventura, 1996; Len, 1999,

    Murillo-Jimnez, 2002, Mrquez,

    3 CARACtERIzACIN dE LA CRdobA RomANA, dE sus fuNdACIoNEs, fuNdAdoREs y fuNCIoNEs urbanismo y poder

  • 313 CARACtERIzACIN dE LA CRdobA RomANA, dE sus fuNdACIoNEs, fuNdAdoREs y fuNCIoNEs

    patrono humano antonomstico: el fundador, que se obligaba por ancestrales normas ticas de fidelidad a defender los intereses de su creacin, tanto l mismo como sus descendientes10. En terminologa latina al fundador de una ciudad se le denomina condi-tor, deductor (el que conduce a los colonos a su nuevo asentamiento fIG. 3), o nuncupator (el que pone nombre a la nueva ciudad).

    1 la fundacin originaria de marco claudio marcelo (169-168 a.c.)

    Las que ms auge han adquirido son Corduba, fundacin de Marcelo por la fertilidad y amplitud de su campia, a lo que contribuye en gran medida el ro Betis; desde un principio

    2005, Vaquerizo (coord.), 2003;

    Vaquerizo, 2008; Vaquerizo-

    Murillo 2010.

    5 Para una primera aproximacin

    a estos aspectos en el caso con-

    creto de Corduba: Ventura, 2008b.6 Espejo, 1997; Gros-Torelli, 2007.

    7 La auspicatio-inauguratio y trazado del sulcus primigenius o permetro pomerial murario con

    un arado marcaban el nacimiento

    fIGurA 1 Ritual de fundacin de una colonia romana, trazando con su arado el sulcus primigenius que delimita el pomerium y posteriormente el permetro amurallado.

    fIGurA 2

    Tych o estatua de la "buena fortuna ciudadana" de la colonia de Itlica. La corona en forma de muralla y torres (corona muralis) es el atributo iconogrfico de una personificacin de la ciudad.

    fIGurA 3

    Inscripcin CIL II2/7, n 32, de Cerro mquiz, mengbar (Jan): pedestal de estatua dedicado al "fundador" de Iliturgi.

    fIGurA 4

    Plano de Corduba prerromana y de la Colonia Latina romana (segn J. F. murillo).

    fIGurA 5

    Ritual de fundacin de una colonia romana: orientacin de la red viaria segn el orto solar.

    fIGurA 6

    Pedestal de estatua de Luna (Carrara, Italia), dedicado al fundador de Corduba.

    urbanismo y poder

  • 32

    la habitaron gentes escogidas de los romanos y los indgenas, y adems fue sta la primera colonia que enviaron a estos lugares los romanos. Este texto del gegrafo Estrabn es el nico que alude a las circunstancias de la primera fundacin de Crdoba y a la identidad de su fundador11. La hiptesis tradicional, establecida de forma articulada por R.C. Knapp y seguida en sus lneas generales por J.F. Rodrguez Neila y A.U. Stylow12, identifica a este Marcelo estraboniano con M. Claudius M.f. M.n. Marcellus, cnsul en 166, 155 y 152 a.C., quien estuvo en dos ocasiones en la Pennsula Ibrica: en 169/8 como pretor y propre-tor de ambas Hispaniae y en 152/1 como cnsul y procnsul de la provincia Hispania Citerior. Por el historiador Polibio sabemos que durante su segunda estancia, tras firmar un acuerdo de paz con los celtberos, se retir a invernar con su ejrcito a Corduba13. La ciudad habra sido fundada por l con el status de Colonia Latina, probablemente en la fecha alta14, con colonos escogidos romanos, itlicos e indgenas del oppidum turdetano existente en el yacimiento denominado colina de los Quemados: la Corduba prerro-mana de la que la ciudad romana hereda el nombre fIG. 4. De este modo se entendera la informacin de Estrabn de que se trat de la primera colonia enviada por los romanos a la Turdetania15. Dicha hiptesis tradicional ha sido ratificada, pese a ciertas opiniones crticas16, tanto por el registro arqueolgico17, como por la informacin epigrfica, que desmiente otras alternativas posibles en relacin al Marcelo fundador19. Slo podemos aadir que, si para el trazado urbano se sigui la orientacin del orto solar en el hori-zonte el da de la inauguracin urbana fIG. 5, como se propone para otros casos, la del decumano mximo cordobs apunta prcticamente hacia el Este geogrfico, con ligera desviacin de pocos grados hacia el SE., lo que indicara que el natalicio tuvo lugar unos das despus del equinoccio de otoo (23 de septiembre), o bien unos das antes del equinoccio de primavera (21 de marzo). Teniendo en cuenta el perodo de mandato como propretor de Marcelo, el dies natalis de la Crdoba romana debera situarse a finales de septiembre del ao 169 a.C. o mediados de marzo del 168 a.C.1.1 Perfil biogrfico y familiar del fundador

    III Marcellos novies coss20. Con tal sentencia condens nuestro protagonista la nobleza de su cuna, hacindola grabar en un pedestal estatuario levantado en el santuario familiar del Honor y la Virtud sito junto a la romana Porta Capena. Demostr as un carcter orgulloso y modesto a un tiempo, pues los nueve consulados manifestaban a las claras la preemi-nencia poltica de l mismo (con tres), su padre (con uno) y su abuelo (con cinco) durante casi un siglo, en el que los Claudii Marcelli haban regido los destinos de la Urbs. Pero a la vez disimulaba piadosamente, silenciando con humildad el reparto de tales honores, la algo mediocre carrera del padre, palidecida ante la grandeza, de tintes heroicos, del abuelo homnimo: el gran Siracusano. ste fue el mayor general romano de todos los tiempos. Cnsul en 222, 215, 214, 210 y 209 a.C., antagonista de Anbal, espada de Roma y mulo del mismo Rmulo al conseguir los spolia opima: las armas de un rey enemigo vencido en combate singular, que se ofrecieron, por ltima vez en la historia, como sagrado tributo en el templo de Jpiter Feretrio capitolino tras la celebracin de un triunfo sin parangn21. Venci a los cartagineses en Sicilia, reduciendo la isla a la primera provincia romana de

    de la ciudad romana. Para el epi-

    sodio mitistrico de la fundacin

    romulea de Roma: Carandini-

    Capelli, 2000 y Carandini, 2003.

    Sobre el significado cosmol-

    gico de las pautas urbansticas

    etrusco-latinas: Gotarelli, 2003 a;

    2003 b y 2005.

    8 La tradicin historiogrfica y

    analista romana consideraba que

    la fundacin de Roma tuvo lugar

    un 21 de abril, da festivo consa-

    grado a la diosa Pales, de dnde

    su nombre: las Palilia: Ovid. Fasti, 808-863. En general, para estos

    aspectos rituales: Hidalgo-Mr-

    quez-Ventura, 2008, 64-71. Una

    aproximacin reciente desde esta

    perspectiva al caso de Emerita Augusta: Ventura, 2009 b.9 Bertelli, 1999, 129 ss.

    10 David, 2006 y LCGI cap. 97.11 Strab. Geog. III,2,1. 12 Knapp, 1983, 9-14 y 27-30;

    Rodrguez neila, 1988, 210 ss;

    Stylow, 1996.

    13 Polib. 35,2,2.

    14 A favor de la fecha del 151:

    Rodrguez neila, 1988. Stylow deja

    abierta esta cuestin de la fecha

    exacta, argumentando la imposi-

    bilidad de aclararla a travs de los

    contextos cermicos recuperados

    en las excavaciones, por tratarse

    de un lapso muy exiguo de

    tiempo el que media entre ambas

    posibles.

    15 Ante la imposibilidad de tratar-

    se de una colonia civium romano-rum, por ser las primeras extra-itlicas de este status Carthago en 122 a.C. y Narbo Martius en 118 a.C., y no entrando en consideracin

    ni Carteia, que aunque fundada en 171 a.C. no se encuentra en la

    Turdetania; ni Itlica, que aunque

    ubicada en la Turdetania no cont

    con el status colonial hasta poca

    de Adriano.

    16 Canto, 1989; 1991 y 1997, aun-

    que sin tener en cuenta la

    urbanismo y poder3 CARACtERIzACIN dE LA CRdobA RomANA, dE sus fuNdACIoNEs, fuNdAdoREs y fuNCIoNEs

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    ultramar, cuyo trigo estipendiario aliment a la plebe por siglos. Durante la toma de Sira-cusa morira el gran sabio Arqumedes a manos de un soldado romano, contra los deseos y rdenes de Marcelo, quien deseaba preservar su vida y talento singular.

    El hijo del Siracusano, padre de nuestro fundador, particip en la embajada a Carthago promovida por el Senado para prevenir un nuevo levantamiento en armas de Anbal y, en calidad de censor, frenara la extensin por Italia de los inmorales cultos bacanales, falleciendo en el 177 a.C. mientras ocupaba el cargo de pontfice. Respecto al fundador de Crdoba, nacido hacia 210 a.C., su vida pblica, hazaas durante el desem-peo de los tres consulados, papel en la guerra de Numancia y triunfos obtenidos, remi-timos a la magnfica biografa publicada en 1977 por R. Contreras de la Paz. Slo aadi-remos aqu que, una muerte desgraciada y prematura a causa de un naufragio frente a las costas de Mauritania, cuando se diriga en embajada diplomtica a la corte del rey Massinisa en 148 a.C., le impidi igualar los mritos de su abuelo para con la Repblica y le priv incluso de sepultura. Similares azares adversos nos impiden conocer su retrato fisionmico, que tampoco se ha conservado o identificado a da de hoy en ninguna obra escultrica antigua, aunque subsiste el basamento de una de sus estatuas conservado en el lapidario de Luni (Carrara) fIG. 6. Y un curioso descubrimiento reciente, que qui-zs tenga mucho que ver con los nobles auspicios celestes bajo los que naciera nuestra Corduba: parece ser que Claudio Marcelo portaba consigo en sus viajes el famoso Pla-netario de Arqumedes, maravilla de la mecnica y astronoma antiguas que calculaba y predeca las rbitas de los planetas. Dicho instrumento autmata, precedente y modelo para el conocido mecanismo de Antikithera, se salv del saqueo de Siracursa, siendo llevado a Roma y heredado por nuestro protagonista, quien con seguridad lo posea en 169-166 a.C. cuando el cnsul Sulpicio Gallo lo pudo contemplar en su casa, segn transmite Cicern22. El descubrimiento de un particularsimo engranaje en la ciudad sar-da de Olbia, en claros contextos arqueolgicos de mediados del s. II a.C., ha conducido a los investigadores a plantear su pertenencia inequvoca al ingenio arquimediano, que se habra deteriorado en dicha escala portuaria durante el retorno de Marcelo de Hispa-nia en 151 a.C. Estuviera o no el planetario en Crdoba, se hubiera o no empleado para su fundacin, debemos contentarnos por ahora con la nobleza indubitable de nuestro deductor y su familia, evocada de manera magistral por el poeta Virgilio23. 1.2 forma urbana y funciones de la caPital de la Hispania ulterior

    Un fenmeno destacable es que la fundacin romana mantuvo el nombre turdetano, Corduba, lo que implica que Marcelo actu como conditor, pero declin ser el nuncupa-tor, tal vez por respeto a la larga historia y al prestigio de la ciudad indgena, cuyas lites fueron incorporadas al cuerpo ciudadano colonial24. El nuevo estatuto de Colonia Latina conllevara el otorgamiento de una constitucin o carta legal que rega el funcionamien-to administrativo municipal autnomo, con el establecimiento de unas magistraturas e instituciones semejantes a las de la Metrpoli; todo lo cual desconocemos completa-mente por ausencia de informacin epigrfica. En cualquier caso, la ciudadana latina privilegiaba a sus habitantes, tanto colonos inmigrantes como autctonos, respecto al

    informacin estratigrfica y

    arqueolgica.

    17 Murillo-Jimnez, 2002.

    18 Ventura, 2008, 89-90 y Ventura,

    2009, 377 n. 17 y 385-388.

    19 Gotarelli, 2003 b; Le Gall, 1975.

    20 Asconio, Pis. 11: Tres Marcelos, nueve veces cnsules. Para todo

    lo que sigue vase la biografa del

    Siracusano de Plutarco y, sobre

    todo, Contreras de la Paz, 1977.

    21 El rey galo gesata Viridomaro

    en la batalla de Clastidio. Sobre el

    episodio, Ruz de Elvira, 1974.

    22 DOrianoPastore, 2010.

    23 Eneida VI, 847-859: Labra-rn otros con ms gracia bronces animados (no lo dudo), sacarn rostros vivos del mrmol, dirn mejor sus discursos, y los caminos del cielo trazarn con su comps y describirn el orto de los astros: t, romano, piensa en gobernar bajo tu poder a los pueblos (stas sern tus artes), y a la paz ponerle normas, perdonar a los sometidos y abatir a los soberbios. As, el padre Anquises, aade ante su asombro: Mra cmo llega Marcelo sealado por opimo botn y vencedor sobresale entre todos los soldados. ste los intereses de Roma en medio de gran revuelta afirmar a caballo, tumbar a los pnicos y al galo rebelde, y colgar el tercero al padre Quirino las armas capturadas. Y entonces Eneas (pues a su lado marchar vea a un joven de hermoso aspecto y armas brillantes, mas ensombrecida su frente y los ojos en un rostro abatido): Quin, padre, es aqul que as acompaa al hroe? Su hijo o alguno de la gran estirpe de sus nietos? 24 Ventura, 1993, 136-138.

    25 Murillo-Jimnez, 2002.

    26 Durante ms de un siglo, en la

    mitad Sur de la Pennsula Ibrica

    slo cont con un modelo urba-

    nstico similar Itlica, fundada en

    206 a.C. Y, tal vez tambin, Carteia,

    fundada en 171 a.C., donde sin

    urbanismo y poder3 CARACtERIzACIN dE LA CRdobA RomANA, dE sus fuNdACIoNEs, fuNdAdoREs y fuNCIoNEs

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    resto de Hispani, a nivel civil, comercial y procesal. Junto a la ciudad indgena del Par-que Cruz Conde surge en el segundo cuarto del s. II a.C. una realidad urbana de carcter netamente romano, con un permetro poligonal fuertemente amurallado elaborado mediante agger, murum en opus quadratum con hiladas alternas a soga y a tizn a la maniera romana fIG. 7, turres semicirculares y fossa, de circa 48 hectreas de extensin, dotada de una urbanstica hipodmica ortogonal estructurada por kardines y decumani fIG. 8, en la lnea de otras coloniae latinae itlicas contemporneas como Cosa, Fregellae o Luna25 y sin parangn en la regin en estas fechas tan altas26. Tal cronologa, repeti-da en numerosas estratigrafas, coincide con las estancias del triple cnsul M. Claudio Marcelo en la Turdetania. Esta realidad material debe ser la Markellou ktsma estrabo-niana: un nuevo oppidum junto y en contraposicin al prerromano de Colina de los Quemados, que languidecer a su sombra hasta verse completamente abandonado unos decenios ms tarde.

    Al interior de las poderosas murallas de la colonia la arqueologa documenta casas y edificios fundacionales de escasa monumentalidad: muros de planta rectangular con zcalos de mampuestos o cantos de ro y alzados de tapial o adobes, techumbres lgneas y suelos de tierra batida. Pero ms all de esta materialidad humilde es indu-

    embargo parece que se respeta-

    ron las trazas de la ciudad pnica

    subyacente en mayor grado.

    27 Salinas, 1995; Ventura, 2009a.

    28 Vase aqu Almoguera, infra.29 Ventura, 2007b, 392-394; Cha-

    ves, 1977.

    30 Ventura et ali, 2002, 29-31.31 Bell. Hisp. 31: eius provinciae caput ese estimabatus. 32 Ruda y guerrera, en palabras

    de Valerio Mximo, 9.1, 5. La pu-

    janza de la ciudad se demuestra en

    que se repuso sin dificultad de un

    fuerte terremoto acontecido hacia

    76 a.C.: Sall. Hist. II, 28. 33 Entre los que estaran el padre

    de Sneca el Viejo y Clodius

    Turrinus, en cuya casa cordobesa

    plantara Julio Csar el famoso

    pltano cantado por Marcial:

    fIGurA 7

    Cimentacin y comienzo del alzado de las murallas romano-republicanas de Corduba, en el stano del edificio Ryhad (c/ Cruz Conde esquina Tejares). fotogRAfA ARChIVo mAECo

    fIGurA 8

    Trazado urbanstico en la Corduba romano-republicana (segn J. F. murillo).

    fIGurA 9

    Lastra Campana que decoraba la casa de Augusto en el Palatino, elaborada en las fbricas de Asinio Polin (segn F. Coarelli, Antiquarium del Palatino).

    urbanismo y poder3 CARACtERIzACIN dE LA CRdobA RomANA, dE sus fuNdACIoNEs, fuNdAdoREs y fuNCIoNEs

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    dable el papel protagonista de la ciudad en la administracin y explotacin romana de todo el sur peninsular que entonces arranca: puerto fluvial, centro de exportacin y redistribucin de importaciones, cuartel general del pretor, campamento de invierno del ejrcito de ocupacin y conquista, sede del mximo tribunal de justicia, almacn de los tributos y archivo administrativo27. Funciones muchas de ellas que se debieron concen-trar en el Foro, tan desconocido ms all de su mera situacin urbana28.

    Un par de generaciones ms tarde la ciudad ya muestra una arquitectura monu-mental de clara raigambre itlica: edificios construidos con sillera estucada, suelos de mosaico o signinum, tejados de terracota; lujosas casas de atrio y peristilo. Por entonces se levantara una baslica forense para acoger las actividades mercantiles de las podero-sas compaas mineras y se acuaran las primeras monedas en su ceca29. La profunda aculturacin romana, teida de cierta luxuria helenstica, ya se haba operado en su cuerpo cvico, segn manifiestan los oradores y poetas cordobeses de rudo acento latino que cantaron las alabanzas de Cecilio Metelo Po30 en fastuosos banquetes all por los aos 70 a.C. Corduba, reconocida por todos capital de la Hispania meridional31 brillaba con luz propia en una provincia horrida et bellicosa32.

    2 CordubA pompeyana y su destruccin en las guerras civiles (45 a.c.)

    Durante las turbulencias polticas y enfrentamientos civiles que acabaron con la Repbli-ca, la ciudad se mantuvo entre dos aguas, como la misma Metrpoli. Leal en principio al bando pompeyano, que encarnaba la continuidad constitucional, se rinde sin embargo con facilidad en 49 a.C. a un Csar que aspira a la monarqua, pero que mantiene lazos de hospitalidad con algunos cordobeses ilustres desde sus estancias en la provincia, como cuestor y propretor, unos lustros antes33. Sern los abusos del legado cesariano Casio Longino los que enfurezcan a los provinciales que, capitaneados por las lites cordo-besas, llegan a materializar un fallido complot para acabar con su vida34. La represin ulterior provocar un cambio de fidelidad de trgico destino, convirtindose Crdoba entonces, entre 47 y 45 a.C., en el ms firme bastin de los hijos de Pompeyo y su causa en la guerra contra Csar. Hasta su total derrota tras la batalla de Munda: Csar, habien-do rodeado Munda con una forticacin despus de la batalla, llega a Corduba Por su parte los de la ciudad, pompeyanos y cesarianos, tan pronto como Csar levant su campamento frente a la plaza, comenzaron a manifestar sus discrepancias tan violentamente que las voces casi llegaban a nuestro campamento Los nuestros, al dejar ellos ya de luchar, ocupa-ron parte de las torres y la muralla Al advertirlo los desertores, comenzaron a incendiar la ciudad. stos fueron vencidos por los nuestros, muriendo veintids mil hombres, adems de aqullos que cayeron fuera de la muralla. As, Csar se apoder de la plaza35.

    3 la deduCtio colonial cesariana a cargo de cayo asinio polin (43 a.c.)

    Tras tamaa destruccin y masacre Corduba emprende un lento renacimiento, que acaba por transformar por completo su estructura social y urbanstica. Las abundantes tierras disponibles, por las muertes y proscripciones de los antiguos habitantes pompe-

    Ventura, 2009a, 390-391.

    34 Bell. Alex. 51-53.35 Bell. Hisp. 33-34.36 As, Knapp, 1983; Canto, 1997 y

    Ventura, 2008b.

    37 Dio, 43.35, 5. Sobre el programa

    de colonizacin cesariano sigue

    siendo de utilidad Vittinghoff,

    1952. Visiones ms actualizadas

    del proceso legal y agronmico en

    Moatti, 1993 y Keppie, 1983.

    38 CIL X, 6087.

    39 Suet. Tib. 4.1; Gros, 2008.40 Garca-Bellido, 2003.

    41 Ruiz de Arbulo, 2002 y 2010.

    42 Alfldy, 2003 y Abascal, 2004.

    43 Caballos, 2005 y 2006. Prota-

    gonismo de Polin ya intuido por

    Canto, 1997

    44 Cf. Galsterer-Krll, 1972.

    45 Gonzlez, 2005.

    46 Caballos, 1978.

    47 Livio 1,8: Rmulo...Centum creat senatores, sive quia is numerus satis erat, sive quia soli centum erant qui creari patres possent.Patres certe ab honore patriciique progenies eorum appellati. As, Ventura, 2008b, 100. Contra la atribucin cesariana del

    cognomen Patricia y su atribu-cin augustea: Canto, 1991 y 1997,

    Garca-Bellido, 2006 y, muy recien-

    temente, Vaquerizo-Murillo, 2010,

    462-463, aunque sin tener en consi-

    deracin esta visione d insieme.48 Que se encuentra en la orilla

    derecha del Guadalquivir, pero

    justo donde se ubic el ltimo

    puente de su curso y con un am-

    plio territorio que se extenda por

    ambas riberas.

    49 Morgan, 2000, 51.

    50 Firmus proposito et Iulianis partibus fidus, Pompeianis adver-sus, tal como lo definira Veleyo Patrculo 2,63,3. Para su biografa

    completa: PIR2 A-1241.

    51 Quintil. 12, 6, 1; Tac. Dial. 3452 Cic. Fam. 10, 31-33. Sobre su estancia en Hispania: Amela, 2001

    y Caballos, 206, 338 ss.

    urbanismo y poder3 CARACtERIzACIN dE LA CRdobA RomANA, dE sus fuNdACIoNEs, fuNdAdoREs y fuNCIoNEs

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    yanos, su envidiable situacin estratgica y acrisolado prestigio, fueron sin duda tenidos en cuenta por Julio Csar a la hora de decidir la instalacin en su carbonizado solar de una nueva colonia, esta vez de ciudadanos romanos, tal como unnimemente opina la investigacin ms actual36. 3.1 el Programa de colonizacin cesariano tras munda

    El programa poltico del vencedor fue contundente: premiar a sus soldados veteranos y a la plebe romana con tierras en Italia y las provincias, a los provinciales leales con la ciu-dadana y castigar con la desposesin a los opositores37. El caso de la Colonia Patricia no debe analizarse de manera aislada, pues se enmarc en un proyecto colonizador estrat-gico de amplios vuelos, ralentizado por el asesinato del dictador, aunque materializado de manera pstuma por sus legados. As, en la Galia Comata deducir Lucio Munacio Planco las colonias de Raurica y Lugdunum (45-43 a.C.)38; en la Galia Narbonense, Tiberio Claudio Nern (padre del futuro emperador Tiberio) deducir varias colonias, inter quas Arelate y Narbona39 (46-45 a.C.); en Hispania Citerior, Emilio Lpido, fundar las colonias de Celsa Iulia Lepida40 (44-42 a.C.), Tarraco Urbs Triumphalis41? (44-39 a.C.) e Ilici Iulia42 (44-42 a.C.). Y, por ltimo, sabemos ahora gracias al descubrimiento del nuevo bronce de Osuna y a los estudios al respecto de A. Caballos, que fue el legado-procnsul Cayo Asinio Polin (44-43 a.C.) el encargado de deducir la colonia Genetiva en Urso y, conse-cuentemente tambin, opinamos nosotros, el resto de colonias cesarianas de la Ulterior43. A l deben atribuirse las fundaciones coloniales en Hasta, Hispalis, Urso, Ucubi y Cordu-ba. La onomstica con que bautizara a las nuevas colonias andaluzas resulta, vista en su conjunto, significativa y programtica44; respectivamente: Regia, Romula Iulia, Genetiva Iulia, Claritas Iulia y Patricia. Regia por las aspiraciones monrquicas de Csar, truncadas precisamente los idus de marzo del 44, o bien en honor a su madre, de la familia de los Marcii Reges. Romula y Genetiva en referencia a los antepasados de la gens Iulia, saga que inicia el mismo fundador de Roma; Claritas46 y Patricia por ser aqul Rmulo el creador de las instituciones del Senado y el Patriciado47. Incluso la distribucin geogrfi-ca de las mismas parece cuidadosamente estudiada, pues sobre el mapa se disponen de forma equilibrada, a intervalos regulares, a lo largo de las feraces campias situadas en la orilla izquierda del Baetis, desde Corduba48 hasta el mar.3.2 Perfil biogrfico del deduCtor c. asinius Pollio.

    El nuevo fundador de la colonia Patricia en Corduba fue tambin un personaje de altos vuelos pero, a diferencia de los Claudii Marcelli, ms un hombre de cultura y letras que de armas: The most eminent Roman art collector of the first century B.C., en palabras de J.J. Pollit; A Renaissance man, en palabras de Ll. Morgan49. Se completa con ello, curiosa-mente, el lema moderno de la ciudad: casa de guerrera gente, y de sabidura clara fuente. Nacido hacia 76/75 a.C. de una familia oriunda de Teate Marrucinorum (actual Chieti), desde sus primeros pasos en poltica fue un firme partidario de Csar50. Ya antes del ingre-so en el senado como cuestor particip en importantes procesos judiciales, como acusa-dor y abogado, demostrando grandes dotes oratorias51. Acompa a Csar en la batalla de Munda, cuando visitara una Crdoba en desgracia por vez primera. Tras la muerte del

    53 Para calibrar esta relacin con

    los Anneos y el clan cordobs en

    Roma, consltense los ndices de

    personas de las Controversiae y las Suasoriae de Sneca el viejo, as como Len, 1982.

    54 Fasti Triump. Capitol., CIL I2 p. 50.55 Steinby, LTUR, s.v. (Coarelli).56 Morgan, 2000.

    57 Bosworth, 1982; Hieron. Chron. ad a. Abr. 2020: LXXX aetatis suae anno in villa Tusculana moritur. Sus descencientes se documentan

    tambin en un epgrafe de Tuscu-lum: CIL XIV, 2599. 58 Las figlinae tuscolanas de Polin, y el anexo negocio de

    construccin, habran sido he-

    redados por su nico hijo, Asinius Gallus cos. 8 a.C., como demuestra la existencia de libertos suyos

    profesionales especializados

    del gremio: tectores, fabri y fabri balneatores: CIL VI, 38041, 9385, 9395, 9396 y AE 1926, 54.

    59 Strazzulla, 1990. En los recientes

    trabajos arqueolgicos en la casa

    palatina del Princeps se han recu-perado numerosas tgulas, algunas

    in situ, idnticas a las descubiertas all en el siglo pasado, con el sello

    alfarero: Teg(ula) C(ai) Cosconi / fig(lina) Asini Poll(ionis) (CIL XIV, 4090, 07 c). En el s. XIX se identifi-

    caba al productor con el cnsul del

    23 d.C. Pero la pertenencia segura

    de las tejas al Templo de Apolo

    Palatino asegura, por su cronolo-

    ga, la identificacin con el abuelo

    homnimo: Coarelli, 1984, 129 y ss;

    Carandini, 2008. Otros sellos de

    sus productos latericios, firmados

    por diferentes officinatores, se han recuperado en Frascati: CIL XIV,

    4090, 04 a, 05, 06 y 08 a.

    60 Pollionisque Asinii ferociam retineret, Tcito, Ann, I 12,4: Y de Polin haba heredado la feroci-

    dad su hijo. Hendrickson, 1915.

    61 Temporibus triumviralibus Pollio cum Fescenninos in eum

    urbanismo y poder3 CARACtERIzACIN dE LA CRdobA RomANA, dE sus fuNdACIoNEs, fuNdAdoREs y fuNCIoNEs

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    dictador fue destinado como procnsul a la provincia Hispania Ulterior, llevando como cuestor a L. Cornelio Balbo el Menor. Con tres legiones a su cargo, su misin aqu fue, adems de materializar el programa colonizador de Csar, luchar contra Sexto Pompeyo quien, superviviente a las derrotas, pretenda rehacer el partido pompeyano y recuperar la herencia de su padre. Sera tentado en esos aos 44-43 a.C. por Cicern y el Senado me-diante varias cartas, para que abandonara la lealtad al partido cesariano, ahora liderado por Marco Antonio. Se conservan sus tres epstulas de respuesta al Arpinate, fechadas en Corduba el 16 de marzo, fines de mayo y el 8 de junio del ao 43 a.C.52 Por esos aos forja-ra su amistad con Sneca el Viejo y otros cordobeses como Sextilius Ena o Porcio Latrn, a los que despus acogera en su crculo de Roma53. Constituido el segundo triunvirato por Antonio, Lpido y Octavio, en buena medida gracias a su mediacin, alcanzara el consulado en el ao 40 a.C. y, destinado a Macedonia, celebrara un triunfo ex Illiricis el 25 de octubre del 39 a.C. por sus victorias como Imperator54. Con el botn de guerra construy la primera biblioteca pblica de Roma55: el Atrium Libertatis, al tiempo que se retiraba de la poltica para escribir una Historia de las guerras civiles; obra de referencia tremenda-mente alabada por los contemporneos y la historiografa posterior, aunque desgraciada-mente perdida56. Defensor de la libertas y la latinitas (latine loqui), mantuvo una postura independiente durante el enfrentamiento entre Antonio y Octavio. Con posterioridad a Actium y durante el principado de Augusto, destacara como gran orador y amigo ntimo del Princeps hasta que falleciera, ya octogenario, en su residencia familiar de Tusculum (Frascati)57. Hombre de negocios, tambin, pues en sus fincas tuscolanas posea fbricas de ladrillos y terracotas decorativas de altsimo nivel artstico58, con los que abasteci de material constructivo a la casa de Augusto en el Palatino59 fIG. 9. Para terminar estas breves notas biogrficas, diremos que hizo gala de un carcter muy franco y, por eso mismo, algo insultante60, como manifiestan algunos de sus ingeniosos dicta memorabiles61.

    Augustus scripsisset ait: at ego taceo. Non est enim facile in eum scribere qui potest proscribere: Cuando Augusto atac a Polin con versos

    insultantes durante el triunvirado

    ste dijo: Callo. no es fcil respon-

    der a quien puede proscribirte,

    Macr. Sat. 2.4.21. Pollio reprehendit in Livio patavinitatem: reprendi al gran historiador Tito Livio por

    su acento localista de Pava,

    Quint. I.5,56. Itaque discrimini vestro me subtraham et ero praeda victoris: yo me desentiendo de vuestras querellas y ser el botn

    del vencedor, cuando se le exigi

    decantarse por Antonio u Octavio

    en vsperas de Actium, Vell. 2,86,3.

    Yo no dej de cenar el da que

    perd a mi hijo Herio, en respues-

    ta al mismsimo Augusto, que le

    recrimin que haba asistido a un

    banquete el da que muri su nieto

    L. Caesar, Sen. Cont. IV praef. 62 Para todo lo que sigue, Ventura,

    2008b.

    63 Se conserva en el Museo Ar-

    queolgico Provincial de Crdoba,

    con n de inventario 13083. El

    fragmento conserva parte de su

    borde superior original, rematado

    c(ontraria ave) en(ebra) re(more

    ave) sin(ente ave)

    fIGurA 10

    Lastra Campana hallada en Crdoba.

    fIGurA 11

    Inscripcin cordobesa de Deceitia Rstica, descendiente de alfareros de Asinio Polin.

    urbanismo y poder3 CARACtERIzACIN dE LA CRdobA RomANA, dE sus fuNdACIoNEs, fuNdAdoREs y fuNCIoNEs

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    3.3 testimonios de la auspiCatio-inauguratio o ritual religioso de la fundacin de Colonia

    patriCia en Corduba

    La actividad de Asinio Polin como deductor de una colonia Civium Romanorum en Corduba, ha sido recientemente demostrada, a partir de la reinterpretacin de un humilde testimonio arqueolgico, a todas luces excepcional62. Se trata de un fragmento de sima de terracota del tipo Lastra Campana, decorada a molde por su cara anterior fIG. 10, que fue recuperado por S. Santos Gener a mediados del s. XX en las inmediaciones del Grupo Es-colar Enrquez Barrios, extramuros a poniente de la ciudad histrica63. Este tipo de mate-rial decorativo arquitectnico toma su nombre de la coleccin y edicin que de l hiciera, a principios del s. XIX, el Marqus Gianpietro Campana64. Se trata de placas de revestimien-to, de coronamiento, simas o cimacios de terracota, en las que prima la decoracin figura-da en relieve a molde, posteriormente policromada con vivos colores. Fueron fabricadas mayoritariamente en talleres romanos o laciales entre la poca silana y finales del s. I d.C., con un especial florecimiento en poca augustea65. Los estudios ms recientes destacan que la produccin de estos elementos de cierto nivel artstico estaba ntimamente ligada a la ms amplia de material latericio, fabricndose las lastras Cam