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1 Instituto de Investigaciones Gino Germani 5º Jornadas de Jóvenes Investigadores 4, 5 y 6 de noviembre de 2009 La cuestión del método en los Grundrisse y en el prólogo de 1859. Una aproximación al estudio del papel de la dialéctica en la obra de Marx. Ariel Mayo Universidad Nacional de San Martín José Gómez Di Vincenzo Universidad Nacional de San Martín 1. Introducción: El período comprendido entre 1857 y 1859 fue fundamental para la conformación de la teoría social de Marx, tanto en lo que respecta a su concepción de la sociedad como a la elaboración de los principios de su crítica de la economía política 1 . Luego de un laborioso examen crítico de la economía política 2 , Marx redactó los Grundrisse (1857- 1 Los Grundrisse, redactados por Marx entre julio de 1857 y diciembre de 1857, constituyen la obra principal de este período. Dussel sostiene que “los Grundrisse permiten una entrada a la producción teórica esencial de Marx porque se sitúa, por vez primera, en el discurso definitivo de Marx. Si se entrara (…) por las obras de juventud, como los Manuscritos del 44, en realidad se estudiaría la etapa «preparatoria», feuerbachiana y antihegeliana (aunque desde un marco teórico hegeliano), económicamente incipiente. Por el contrario, los Grundrisse son ya (…) el descubrimiento de las principales categorías y su orden definitivos.” (Dussel, 1985: 12). Rosdolsky, por su parte, afirma que “así como en El capital de Marx la influencia de Hegel sólo parece manifestarse, a primera vista, en algunas notas al pie, cabe señalar a los Grundrisse como una gran remisión a Hegel, y en especial a su Ciencia de la lógica, demostrando la forma radicalmente materialista en que se revirtió a Hegel en este caso. Por ello, después de la aparición de los Grundrisse, a los críticos académicos de Marx ya no les resultará prácticamente posible escribir sobre su obra económica sin haber estudiado previamente su método y su relación con Hegel.” (Rosdolsky, 2001: 13-14). Mandel, por su parte, escribe: “Los Grundrisse, que constituyen con la Contribución a la crítica de la economía política, el punto culminante de la obra económica de Marx antes de El capital, representan una suma enorme de análisis económicos. Concebidos como los trabajos preparatorios de El capital o más exactamente como un desarrollo del análisis del capitalismo en todos sus aspectos, del que habría de nacer la obra maestra de Marx, contienen, a la vez, los materiales de construcción de todo lo que Marx habría de desarrollar después y multitud de elementos que no sirvieron más tarde de fermentos de obras nuevas.” (Mandel; 1974: 111). Por último, Negri, luego de destacar los aportes de los Grundrisse al desarrollo de la teoría económica de Marx, señala que “la excepcional importancia de los Grundrisse para la definición del pensamiento marciano se refiere también al método. Con la Einleitung de 1857 y su aplicación creativa al proyecto de los Grundrisse Marx efectúa, también en el plano metodológico, una síntesis de las pulsiones metodológicas que lo habían agitado. (…) Basta decir que el cuaderno M elabora de manera explícita el método de la abstracción determinada y de la tendencia, la metodología del materialismo histórico, y que la investigación de los Grundrisse efectúa una primera aplicación de la misma, conectando el método materialista con una refinada práctica dialéctica.” (Negri, 2001: 25). 2 Iniciado, según sus propias palabras, hacia 1843, luego de abandonar la redacción de la Rheinische Zeitung. Los Manuscritos de 1844 son la expresión más importante de este primer encuentro con la economía política. Posteriormente, y partir de su exilio en Londres (1849), Marx retomó los estudios de economía, a los cuales dedicó largas horas en el British Museum. Para una exposición del desarrollo de

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1

Instituto de Investigaciones Gino Germani

5º Jornadas de Jóvenes Investigadores

4, 5 y 6 de noviembre de 2009

La cuestión del método en los Grundrisse y en el prólogo de 1859. Una

aproximación al estudio del papel de la dialéctica en la obra de Marx.

Ariel Mayo

Universidad Nacional de San Martín

José Gómez Di Vincenzo

Universidad Nacional de San Martín

1. Introducción:

El período comprendido entre 1857 y 1859 fue fundamental para la conformación de la

teoría social de Marx, tanto en lo que respecta a su concepción de la sociedad como a la

elaboración de los principios de su crítica de la economía política1. Luego de un

laborioso examen crítico de la economía política2, Marx redactó los Grundrisse (1857-

1 Los Grundrisse, redactados por Marx entre julio de 1857 y diciembre de 1857, constituyen la obra

principal de este período. Dussel sostiene que “los Grundrisse permiten una entrada a la producción

teórica esencial de Marx porque se sitúa, por vez primera, en el discurso definitivo de Marx. Si se entrara

(…) por las obras de juventud, como los Manuscritos del 44, en realidad se estudiaría la etapa

«preparatoria», feuerbachiana y antihegeliana (aunque desde un marco teórico hegeliano),

económicamente incipiente. Por el contrario, los Grundrisse son ya (…) el descubrimiento de las

principales categorías y su orden definitivos.” (Dussel, 1985: 12). Rosdolsky, por su parte, afirma que

“así como en El capital de Marx la influencia de Hegel sólo parece manifestarse, a primera vista, en

algunas notas al pie, cabe señalar a los Grundrisse como una gran remisión a Hegel, y en especial a su

Ciencia de la lógica, demostrando la forma radicalmente materialista en que se revirtió a Hegel en este

caso. Por ello, después de la aparición de los Grundrisse, a los críticos académicos de Marx ya no les

resultará prácticamente posible escribir sobre su obra económica sin haber estudiado previamente su

método y su relación con Hegel.” (Rosdolsky, 2001: 13-14). Mandel, por su parte, escribe: “Los

Grundrisse, que constituyen con la Contribución a la crítica de la economía política, el punto culminante

de la obra económica de Marx antes de El capital, representan una suma enorme de análisis económicos.

Concebidos como los trabajos preparatorios de El capital o más exactamente como un desarrollo del

análisis del capitalismo en todos sus aspectos, del que habría de nacer la obra maestra de Marx, contienen,

a la vez, los materiales de construcción de todo lo que Marx habría de desarrollar después y multitud de

elementos que no sirvieron más tarde de fermentos de obras nuevas.” (Mandel; 1974: 111). Por último,

Negri, luego de destacar los aportes de los Grundrisse al desarrollo de la teoría económica de Marx,

señala que “la excepcional importancia de los Grundrisse para la definición del pensamiento marciano se

refiere también al método. Con la Einleitung de 1857 y su aplicación creativa al proyecto de los

Grundrisse Marx efectúa, también en el plano metodológico, una síntesis de las pulsiones metodológicas

que lo habían agitado. (…) Basta decir que el cuaderno M elabora de manera explícita el método de la

abstracción determinada y de la tendencia, la metodología del materialismo histórico, y que la

investigación de los Grundrisse efectúa una primera aplicación de la misma, conectando el método

materialista con una refinada práctica dialéctica.” (Negri, 2001: 25). 2 Iniciado, según sus propias palabras, hacia 1843, luego de abandonar la redacción de la Rheinische

Zeitung. Los Manuscritos de 1844 son la expresión más importante de este primer encuentro con la

economía política. Posteriormente, y partir de su exilio en Londres (1849), Marx retomó los estudios de

economía, a los cuales dedicó largas horas en el British Museum. Para una exposición del desarrollo de

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58) y publicó la Contribución a la crítica de la economía política (1859). De este modo

pasó de la etapa de investigación a la de la formulación de su concepción de la sociedad.

En esta época, Marx manifestó una gran preocupación por las cuestiones del método.

De hecho, en la Introducción a los Grundrisse (1857)3 formuló su exposición más

sistemática del método dialéctico con el que abordó la crítica de la economía política4.

La cuestión del método ocupó un lugar importante en los debates acerca de los alcances

y el contenido de la teoría de Marx en las últimas décadas. En especial, se ha debatido

intensamente en torno a la relación entre la dialéctica hegeliana y la dialéctica marxiana.

Así, para algunos autores (Althusser es el ejemplo paradigmático de esta posición), el

método de Marx es una dialéctica totalmente diferente a la hegeliana, a punto tal que

resulta insuficiente plantear la cuestión en términos de una simple inversión de la

misma5. Para otros, en cambio, la dialéctica es una especie de metafísica inútil que nada

aporta al examen marxista de las relaciones sociales capitalistas y que, por tanto, debe

ser desterrada de la teoría social. En este lugar, no disponemos de espacio suficiente

para desarrollar los puntos principales del debate. Basta con decir que la dialéctica

constituyó la base teórica desde la cual Marx pudo emprender su crítica de la economía

política. Sin ella, es imposible comprender cabalmente el significado del concepto de

totalidad en Marx, ni tampoco entender la forma en que Marx concibe las

contradicciones internas de esa totalidad. En pocas palabras, sin la dialéctica no existe el

marxismo como teoría social diferenciada de los programas de investigación de las

ciencias sociales burguesas. De ahí que en esta ponencia abordemos con especial

atención el problema de las características principales del método dialéctico, tal como

aparece en los textos del período 1857-59.

En el presente trabajo, se examina el desarrollo del método de Marx, tal como aparece

en la Introducción de 1857 y en el prólogo de 1859 a la Contribución, con el objetivo de

los estudios económicos de Marx puede consultarse Mandel (1974). Para una historia de la redacción de

los Grundrisse, ver Rosdolsky (2001: 27:35), Negri (2001: 14-19) y Dussel (1985: 22-26). Para una

presentación del marco general en que se desenvolvieron los estudios de Marx, ver Riazanov (2003). 3 Se trata del texto con el que se inician los Grundrisse y es conocido como la Einleitung (Introducción en

idioma alemán). Su redacción se llevó a cabo entre el 23 de agosto de 1857 y mediados de septiembre de

ese mismo año. El manuscrito es conocido como Cuaderno M. Ver Dussel (1985: 29-63) 4 Marx abordó por primera vez los problemas del método en su obra Miseria de la filosofía (1847). En la

sección siguiente realizaremos un breve resumen del planteo formulado en dicha obra, para luego marcar

las diferencias con el desarrollo contenido en la Einleitung. 5 En su artículo "Contradicción y sobredeterminación" (1962), Althusser sostuvo que Marx había

efectuado una revolución teórica al elaborar una dialéctica distinta a la hegeliana. Con esto habría

creado la ciencia de lo social, claramente demarcada de las concepciones ideológicas. Según esta

interpretación, el abandono del hegelianismo permite establecer la distinción entre el Joven Marx y el

Marx maduro.

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dar cuenta de las diferencias existentes entre ambos escritos, encuadrándolas en el

marco general de la elaboración marxiana de un “método de exposición” con el que

formular los hallazgos en el terreno de la crítica de la economía política (entendida ésta

como teoría burguesa de la sociedad capitalista). En especial, se aborda la cuestión de la

manera en que está formulada la dialéctica en ambos escritos, para comprender la raíz

de las variaciones en la concepción de la misma.

La estructura de la ponencia es la siguiente. En primer lugar se desarrollarán

brevemente los puntos fundamentales del método tal como aparecen formulados en la

Miseria de la Filosofía. Luego, en el apartado siguiente se exponen las líneas

fundamentales contenidas en la Einleitung. Finalmente, en el penúltimo apartado se

examinan los problemas del prólogo de 1859 en lo que hace a la manera en que está

formulada la dialéctica. Luego, en las conclusiones, se esboza un panorama de conjunto

de la problemática del método en Marx.

2. El tratamiento del problema del método en Miseria de la Filosofía:

En líneas generales, puede decirse que el proceso de transición del pensamiento de

Marx desde el liberalismo hacia el socialismo se dio en el marco de una constante

crítica y/o diálogo con el pensamiento de Hegel. No es este el lugar para abordar la

cuestión de la llamada “ruptura” entre Marx y Hegel, ni tampoco para examinar

cuidadosamente las continuidades que se dan entre el pensamiento de ambos autores6.

Para los fines de esta ponencia, basta con indicar que Marx llevó adelante una revisión

exhaustiva de la filosofía hegeliana desde la primera mitad de la década de 1840, y que

los primero frutos este trabajo se encuentran en el manuscrito conocido como Crítica de

la filosofía del Estado de Hegel (1843). En los escritos de dicha década, Marx (y

también Engels) expresaron su distanciamiento del sistema hegeliano en una serie de

textos en los que se remarca el carácter materialista y la orientación revolucionaria de su

teoría social, en contraposición al idealismo y al conservadurismo que habían sido la

marca tanto del Hegel maduro como de sus discípulos conservadores conocidos como

Viejos Hegelianos. La ideología alemana (1845-46) expresa con agudeza la ruptura con

el sistema hegeliano, así como también la separación definitiva respecto al grupo de los

6 El lector interesado en este tema puede consultar el texto de Balibar (2000), que ofrece una buena

introducción al problema.

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Jóvenes Hegelianos, que habían intentado rescatar el carácter revolucionario de la

dialéctica insertándose en los estrechos marcos del liberalismo alemán7.

En las obras de este período (en que se produjo también la primera aproximación

marxiana a la economía política, plasmada en los Manuscritos de 1844) la cuestión del

método no es tratada por separado. Marx y Engels se hallaban tan preocupados por

polemizar con el enfoque idealista de los hegelianos, que pusieron en primer lugar la

discrepancia entre el materialismo de la concepción marxiana y el idealismo de las

distintas corrientes del liberalismo y la filosofía alemanas8. En pocas palabras, Marx

estaba más preocupado por precisar su nuevo punto de partida que por aclarar la manera

en que concebía a la dialéctica como herramienta metodológica privilegiada para

acceder a la totalidad social. Sin embargo, Marx se vio obligado a abordar directamente

la cuestión del método en el marco de su polémica con Proudhon (1809-1865),

plasmada en la obra Miseria de la Filosofía (1847)9. Para poder criticar la concepción

filosófica de Proudhon, Marx tuvo que confrontar su método con el hegeliano, pues

Proudhon se consideraba en esta época un discípulo del filósofo alemán. A diferencia de

otros textos en los que Marx había discutido las tesis hegelianas, en Miseria de la

Filosofía debió exponer, aunque en forma crítica, su concepción de la dialéctica.

En primer lugar, Marx criticó el idealismo de la dialéctica hegeliana, siguiendo en esto a

los demás escritos de este período: “Se imagina que construye el mundo, por mediación

del movimiento del pensamiento, pero en realidad no hace más que reconstruir

sistemáticamente y disponer con arreglo a su método absoluto los pensamientos que

anidan en la cabeza de todos los hombres.” (Marx, 1981: 88). Sin embargo, en este texto

Marx asumió como propios toda una serie de postulados dialécticos que se encontraban

presentes en la obra de Hegel. Así, en la segunda observación planteó el carácter

histórico y transitorio de todas las relaciones sociales10

; en la tercera, sostuvo que la

7 Para un breve esbozo de las características de los Jóvenes Hegelianos (y de la izquierda hegeliana en

general) pueden consultarse Rubel (1970: 119-124) y Therborn (1980: 322-325) 8 Esto supone, por cierto, reducir la riqueza de la concepción filosófica de Marx a un esquema bastante

chato. Sin embargo, para los fines de este trabajo el esquema es de utilidad, pues apunta a destacar la

principal línea de divergencia entre Marx y los hegelianos. Ahora bien, la afirmación de que Marx es

materialista es parcialmente verdadera. En verdad, y esto se ve sobre todo en la 1º de las Tesis sobre

Feuerbach, Marx propone una superación tanto del materialismo mecanicista como del idealismo

subjetivista de los siglos XVII y XVIII. Al centrarse en la relación social y no en los extremos polares de

sujeto y objeto (propios de las teorías gnoseológicas tradicionales), Marx planteó una problemática bien

diferente a la contenida en las expresiones “materialismo” e “idealismo”. Sería interesante rastrear como

un intento de superación análoga se encuentra en la obra del mismo Hegel. 9 Ver en el capítulo II de la obra las siete observaciones sobre el método (Marx, 1981: 83-103).

10 A punto tal de escribir que “lo único inmutable es la abstracción del movimiento” (Marx, 1981: 89).

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totalidad tiene que ser el punto de partida de la teoría social11

; en la cuarta destacó la

importancia que tiene la contradicción en el estudio de la totalidad social, pues ella es el

motor del desarrollo social12

. En definitiva, Marx volvió a insistir en que su punto de

partida era el estudio de las condiciones de producción de los seres humanos, pero

plasmó con mayor precisión los supuestos metodológicos en los que se apoyaba su

teoría. Como puede observarse del breve repaso realizado, Marx retomó los puntos

centrales de la dialéctica hegeliana, pero aplicándola a la historia de las formas de

producción y no a la historia de las ideas. En este terreno, la dialéctica demostró ser

especialmente fructífera, pues permitió acceder a una concepción de la totalidad social

que superaba la metáfora del “organismo social”, para pasar a concebirla como un todo

complejo constituido por relaciones históricas y transitorias y en el cual, los

antagonismos eran los factores del desarrollo. Si bien esta concepción de la totalidad

aparece de manera fragmentaria en Miseria de la Filosofía, dado el carácter polémico

del texto, se encuentran aquí las líneas generales que luego serán desplegadas en los

Grundrisse y en las obras posteriores.

3. Los Grundrisse: el laboratorio de escritura de El Capital.

En 2008, se cumplió el 150º aniversario de la finalización de la redacción de Los

Grundrisse der kritik der politischen ökonomie, también conocidos como los

Manuscritos de 1857/58 o simplemente, los Grundrisse, y en 2009 se conmemora el

11

“En cada sociedad las relaciones de producción forman un todo” (Marx, 1981: 89). Aquí también

avanzó en la caracterización de la totalidad social, afirmando que en ella “todas las relaciones existen

simultáneamente y se sostienen las unas en las otras” (Marx, 1981: 89). 12

“La coexistencia de dos lados contradictorios, su lucha y su fusión en una nueva categoría constituyen

el movimiento dialéctico. El que se plantea el problema de eliminar el lado malo, con ello mismo pone fin

al movimiento dialéctico.” (Marx, 1981: 91). Más adelante, en la séptima observación, Marx nos da un

ejemplo de cómo aplicar esta tesis de la centralidad de las contradicciones en la totalidad social a una

forma social determinada, en este caso el feudalismo: “para formarse un juicio exacto de la producción

feudal, es menester enfocarla como un modo de producción basado en el antagonismo. Es menester

mostrar cómo se producía la riqueza en el seno de este antagonismo, cómo se iban desarrollando las

fuerzas productivas al mismo tiempo que el antagonismo de clases, cómo una de estas clases, el lado malo

y negativo de la sociedad, fue creciendo incesantemente hasta que llegaron a su madurez las condiciones

materiales para la emancipación. ¿Acaso no significa esto que el modo de producción, las relaciones en

las que las fuerzas productivas se desarrollan, no son en modo alguno leyes eternas, sino que

corresponden a un nivel determinado de desarrollo de los hombres y de sus fuerzas productivas, y que

todo cambio operado en las fuerzas productivas de los hombres lleva necesariamente consigo un cambio

en sus relaciones de producción? Como lo que importa ante todo es no verse privado de los frutos de la

civilización, de las fuerzas productivas adquiridas, hace falta romper las formas tradicionales en las que

dichas fuerzas se han producido. Desde ese instante, la clase antes revolucionaria se hace conservadora.”

(Marx, 1981: 99). Marx resumió su punto de vista en una expresión célebre: “La producción feudal

también tenía dos elementos antagónicos, que se designan igualmente con el nombre de lado bueno y

lado malo del feudalismo, sin tener en cuenta que, en definitiva, el lado malo prevalece siempre sobre el

lado bueno. Es cabalmente el lado malo el que, dando origen a la lucha, produce el movimiento que crea

la historia.” (Marx, 1981: 98).

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150º aniversario de la Crítica de la Economía Política. Los Grundrisse constituyen, en

efecto, la primera redacción sistemática de El Capital y representan, a pesar de su

carácter de manuscrito no preparado para la publicación, uno de los textos

fundamentales de Marx. No tenemos espacio aquí para referirnos a la enorme variedad

de temas contenidos en estos textos, y a la riqueza de las soluciones teóricas

desplegadas13

. Para ceñirnos al tema principal de esta ponencia, hay que decir que los

Grundrisse, el famoso prólogo a la Contribución a la Crítica de la Economía Política

(1859), las observaciones metodológicas expuestas en el capítulo II de Miseria de la

Filosofía (tratadas en el apartado anterior de este trabajo) y alguna aclaración en

prólogos o prefacios de El Capital, constituyen los pocos casos en los que Marx realiza

un tratamiento explícito de los problemas epistemológicos y de las cuestiones

relacionadas con el método. En rigor, los Grundrisse se destacan por sobre todos los

textos mencionados por su profundidad y alcance, y en especial porque allí encontramos

desarrollado puntillosamente el método en cuanto al orden de la investigación y el orden

en la exposición, una primera aproximación o plan de escritura de El Capital.

¿En qué consiste el carácter revolucionario de la obra? En la introducción de 1857

encontramos expuesto el método mediante el cual, Marx emprenderá el estudio de la

sociedad capitalista. Se trata, como señaláramos más arriba, de uno de los poquísimos

textos en los que Marx se refiere directamente al método (un antecedente se encuentra

en Miseria de la Filosofía).

Coincidiendo con Vargas Lozano (2008), sostenemos que las tesis expuestas no pueden

tomarse en forma aislada sino que deben ponerse en contexto y articularse con las obras

publicadas. Los pasajes metodológicos de la Introducción de 1857 clarifican el método

seguido por Marx en su crítica de la economía política. Con estos textos inconclusos,

más la correspondencia de Marx y Engels, es posible adquirir una visión más acabada

del conjunto de la teoría de Marx. Esta aparece alejada de la imagen de dogmatismo y

de determinismo económico que construyó el marxismo de la II Internacional (1889-

1914) y que fuera retomada por los partidos comunistas del período estalinista.

En opinión de Vargas Lozano (2008), los Grundrisse (particularmente, su introducción)

contienen explicaciones, aclaraciones y profundizaciones en torno a los aspectos

13 Entre otras cuestiones, se encuentran en ellos: el célebre análisis de las formaciones sociales

precapitalistas (publicado en volumen aparte por el historiador británico Eric Hobsbawm); la exposición

de la categoría de enajenación que había sido abandonada, luego de ser presentada en los Manuscritos de

1844 y que es reformulada en “El Capital” en el capítulo sobre El fetichismo de la mercancía; El primer

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7

metodológicos mediante los cuales, Marx emprendió el estudio de la economía política;

análisis que se plasmó en su obra cumbre, El Capital. Es por esto que debemos tener en

cuenta el estudio de los manuscritos de 1857/58, considerándolos como un aporte

sustancial para la comprensión de los principales conceptos y principios metodológicos

del materialismo histórico.

En este apartado nos proponemos analizar la Introducción de 1857 a los Grundrisse. El

abordaje de la misma permite tratar temas fundamentales para la comprensión de la

teoría de Marx. Comenzaremos con las premisas ontológicas desde las que parte la

elaboración metodológica. A continuación, veremos la relación estructura –

superestructura y el lugar central que ocupa el proceso de producción. Trataremos de

exponer el problema del determinismo o la autonomía relativa de la superestructura,

planteando una crítica de la metáfora espacial de la base – superestructura, para pasar a

analizar luego las diferencias entre las determinaciones generales abstractas y las

determinaciones dialécticas. Veremos la dialéctica de las categorías y el movimiento

histórico de las mismas. Por último, procuraremos realizar una síntesis que de cuenta de

aquellos aspectos que consideramos centrales para la comprensión del método

marxiano.

a) Los principios ontológicos:

Las premisas ontológicas desde las que parte Marx para elaborar el método ya habían

sido expuestas en otro de los textos manuscritos conocidos con posterioridad a su

muerte. Se trata de las famosas “Tesis sobre Feuerbach” (redactadas por Marx en

Bruselas hacia marzo de 1845, y publicadas por primera vez por Engels en 1888, en su

trabajo Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana).

La primera de estas premisas ontológicas sostiene que la realidad, las cosas, lo concreto

real, tiene una existencia anterior a la captación conciente y a la práctica del ser

humano. En rigor, se trata del principio materialista. Sin embargo, es importante tener

presente que no se trata del viejo materialismo, basado en la pasividad del sujeto y en la

negación del papel de la práctica. En este sentido, es significativo que el “materialista”

Marx rescate en las tesis el aspecto positivo del idealismo, es decir, el énfasis en el rol

activo del sujeto (aunque considere que enfoca la cuestión de manera abstracta,

unilateral).

desarrollo de la categoría de plusvalor (a punto tal que puede decirse que los Grundrisse constituyen un

punto de llegada en la crítica de la economía política emprendida por Marx en la década de 1840).

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8

En la introducción a los Grundrisse, Marx realiza un comentario acerca de la posición

adoptada por Hegel y da cuenta de su propio punto de vista. Mientras que para Hegel la

realidad es puesta por el concepto, para Marx el concepto surge de la realidad. El

pensamiento del ser humano actúa como mediador entre el objeto y el concepto. Hegel

piensa la totalidad concreta “como producto del concepto que piensa y se engendra a sí

mismo, al margen de y por encima de la intuición y de la representación”. Marx nos

dice que “lo concreto es concreto porque es la síntesis de múltiples determinaciones,

porque es, por lo tanto, unidad de lo múltiple. En el pensamiento lo concreto aparece,

consiguientemente, como proceso de síntesis, como resultado, y no como punto de

partida, a pesar de que es el punto de partida real y, en consecuencia, también el punto

de partida de la intuición y la representación.” Vemos entonces que, mientras para

Hegel existe una idea que se encarna en lo concreto, en Marx lo que tenemos como

punto de partida es la realidad concreta, lo real concreto existente como síntesis de

múltiples determinaciones a las que el pensamiento mediante un proceso de síntesis nos

permite tener acceso.

La dialéctica marxista implica la unidad de dos procesos: uno que va desde lo abstracto

a lo concreto, otro que se dirige de lo concreto a lo abstracto. El resultado abstracto solo

puede ser considerado verdadero si se reproduce la unidad de lo diverso, la síntesis de

las múltiples determinaciones que se encuentra en lo concreto. Como sostuviera Lenin,

la dialéctica en Marx consiste en un doble análisis deductivo e inductivo, lógico e

histórico. La dialéctica integra y explica la relación entre la esencia del fenómeno y la

apariencia. En términos de Kosik (1976) ésta se plasma como el proceso que va de la

parte al todo y del todo a la parte; del fenómeno a la esencia y de la esencia al

fenómeno; de la realidad a la contradicción y de la contradicción a la realidad y del

objeto al sujeto y del sujeto al objeto.

La segunda premisa ontológica, que también podemos encontrar desarrolla da en las

Tesis sobre Feuerbach, en particular en la segunda tesis14

, es la de la primacía que debe

tener la actividad práctica en la reflexión sobre la sociedad. Es mediante la actividad

práctica que los hombres logran construir una nueva realidad: la realidad social. Por otro

14

“El problema de si el pensamiento al humano se le puede atribuir una verdad objetiva, no es un

problema teórico sino un problema práctico. Es en la práctica donde el hombre tiene que demostrar la

verdad, es decir, la realidad y el poderío, la terrenalidad de su pensamiento. El litigio sobre la realidad o

irrealidad de un pensamiento que se aísla de la práctica, es un problema puramente escolástico.”

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9

lado, como ya se había expresado en la segunda tesis es la práctica la que aporta los

criterios de verdad sobre el pensamiento humano15

.

Es a partir de estas premisas que Marx elaborará su método de investigación. Mandel

(1979) realiza una excelente descripción del mismo al sugerir una articulación de seis

procesos que darían cuerpo a la dialéctica marxista. Estos podrían enumerarse de la

siguiente manera:

1- La apropiación abarcadora del material empírico y un dominio de este

material en todas sus determinaciones históricas pertinentes.

2- Progresión de lo concreto a lo abstracto que consistiría en la división

analítica del material para obtener sus elementos abstractos constituyentes.

3- Exploración de las conexiones entre estos elementos abstractos

constituyentes que expliquen su esencia.

4- Progresión de lo abstracto a lo concreto o reproducción de lo concreto en

el pensamiento como síntesis de múltiples determinaciones. El descubrimiento

de los vínculos intermedios que efectúan la mediación entre la esencia y las

apariencias superficiales del material.

5- Verificación empírica de los pasos 2,3 y 4 en la historia concreta.

6- Descubrimiento de datos nuevos y pertinentes empíricamente y de

nuevas conexiones a través de la aplicación de los resultados en la práctica

transformadora.

b) La relación estructura – superestructura. Centralidad de la producción.

Tal vez la mejor forma de comprender la importancia de los Grundrisse consista en

comparar la concepción de la totalidad social que se encuentra en su introducción, con

la expuesta en el prólogo a la Contribución a la Crítica de la Economía Política (1859).

En un pasaje famoso, Marx presenta a la sociedad como una estructura, un todo

organizado, formada por un conjunto de relaciones complejas que se subordinan o

determinan entre sí: “en la producción social de su existencia, los hombres entran en

relaciones determinadas, necesarias, independientes de su voluntad; estas relaciones de

producción corresponden a un determinado grado de desarrollo de su fuerzas

productivas materiales. El conjunto de estas relaciones de producción constituyen la

estructura económica de la sociedad, la base real, sobre la que se eleva una

15

Posteriormente, en el Libro I de El Capital (1867), Marx desarrollará esta tesis acerca de la primacía de

la práctica, al analizar el proceso de trabajo (que constituía para Marx la forma principal de práctica) en el

capítulo 5.

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superestructura jurídica y política y a la que corresponden determinadas formas de

conciencia social.” Para poder describir esta estructura, Marx apela a la metáfora del

edificio (base-superestructura). Esta metáfora posee un indudable valor didáctico, pues

enfoca la atención hacia el proceso de producción, tradicionalmente ignorado por la

mayoría de los teóricos sociales. También es cierto que, hacia 1859, Marx era casi un

desconocido en el plano de las ciencias sociales puesto que sus escritos principales o

bien eran manuscritos o bien eran textos que no habían sido vueltos a editar (sólo a

partir de la décadas de 1870 y 1880 se produjo una difusión masiva de las principales

obras de Marx – no así de los manuscritos -). De ahí que al publicar la Contribución, se

propusiera exponer en su prólogo las principales tesis de su teoría de la sociedad.

Sin dejar de tener en cuenta lo anterior, hay que decir que la metáfora del edificio deja

de lado buena parte de la riqueza del análisis marxista de la sociedad, pues contiene en

sí misma la tendencia a presentar la relación entre base y superestructura como una

relación de determinación unilateral, donde las modificaciones en la base se traducen

automáticamente en cambios en la superestructura. Es en este sentido que puede decirse

que la metáfora del edificio opera como una metáfora epistémica16

cuyo fin es la

divulgación y en la que el tipo de imagen presentada conlleva una forma particular de

concebir la realidad. Es decir, no se trata sólo del uso de una metáfora sino de toda una

forma de pensar la totalidad social. Así, en el pasaje citado del prólogo de 1859, vemos

que en la base se desarrolla la contradicción entre las fuerzas productivas y las

relaciones de producción y que esta contradicción determina el movimiento y la

dirección de la superestructura. Aquí, Marx percibe el sesgo determinista de esta

afirmación y aclara que la dialéctica social se reproduce en todos los niveles y que en

muchos casos, las cuestiones superestructurales condicionan parcialmente los

movimientos de la base. Más adelante, volveremos sobre este punto.

En la introducción a los Grundrisse (1857), Marx desarrolla una concepción más rica y

compleja de la totalidad social, que permite eludir los riesgos del determinismo. Así, las

16 Consideraremos una metáfora epistémica como todo concepto, teoría, estructura, nociones, etc., que

sufre un desplazamiento o traslado de un ámbito científico a otro o bien que ingresan a la ciencia desde el

lenguaje y las concepciones corrientes en el contexto sociocultural y agregan conocimiento. Las

metáforas en general y específicamente, las metáforas epistémicas poseen un plus de significado el cual,

podemos considerar como extensión, ampliación, interacción o desviación del original del cual es tomada

la metáfora. Las metáforas agregan sentidos, crean nuevos mundos. Pero no se trata sólo de una cuestión

relativa a la semántica puesto que para dar cuenta de la eficacia de la metáfora debemos extendernos al

ámbito de la pragmática del lenguaje. Las metáforas dicen algo del mundo, y aunque no todas las

metáforas tienen valor para las ciencias, ellas no sólo tienen una función estética sino que pueden en

muchos casos disputar un espacio en el ámbito cognoscitivo con expresiones de otro estilo.

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relaciones que se dan en el marco de la estructura social son concebidas

condicionándose mutuamente en forma dialéctica. En la introducción de 1857, Marx

explica cómo se dan las relaciones entre la producción, distribución, intercambio y

consumo en la sociedad capitalista y llega a la conclusión de que estos cuatro procesos

se condicionan dialécticamente dentro del todo de sus relaciones.

Esto no quiere decir que Marx supere el determinismo para caer en el relativismo. En la

introducción de 1857, Marx no pierde de vista la preponderancia lógica y ontológica de

la producción social por sobre los demás elementos y relaciones: “En todas las formas

de sociedad hay una producción determinada que asigna a todas las demás su rango e

influencia. Es una iluminación general en la que se sumergen todos los demás colores y

que los modifica en su particularidad.” Con esto, Marx quiere decirnos que la

producción trasciende a todos los demás elementos e imprime en ellos características

especiales. Este hecho no puede soslayarse a la hora de realizar un análisis complejo de

las formaciones sociales. Para entender claramente este punto, hay que tener en cuenta

que Marx define a la producción de una manera ampliada; es decir, que la producción

implica tanto producción de bienes y servicios, como producción de relaciones sociales

e ideología.

Veremos, a continuación, cómo una lectura detallada de la introducción de los

Grundrisse nos permite entender la complejidad de esta cuestión, puesto que para no

caer en el determinismo economicista, debemos reconocer cierta autonomía relativa a

nivel superestructural y estudiar qué consecuencias trae aparejadas metodológicamente

a la hora de abordar el estudio del capitalismo17

.

c) Determinismo o autonomía relativa de la superestructura:

Ahora bien, retomaremos esta idea claramente expresada en la introducción de 1857

acerca de la autonomía relativa de la superestructura. Tal vez, esta sea una de las

cuestiones poco aclaradas en el trabajo de 1859 y que debe tenerse en cuenta puesto que

no existe desde la óptica de Marx, un determinismo o una formulación simple de la

causalidad en la influencia que recibe la superestructura social de parte de la estructura.

En la introducción Marx nos da el ejemplo del arte griego: “Es sabido, por lo que al

arte se refiere, que determinadas épocas de florecimiento del mismo no están en modo

17

Nótese que a pesar de las críticas formuladas a la metáfora del edificio, seguimos moviéndonos en el

terreno marcado por esta, pues al hablar de autonomía relativa de la superestructura estamos aceptando

implícitamente el valor descriptivo de la metáfora. Somos concientes de esta situación pero por el

momento, no encontramos mejores conceptos para elaborar la cuestión. Es por ello que corresponde

apuntar que se trata de un problema no resuelto.

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alguno en relación con el desarrollo general de la sociedad, y, por lo tanto, tampoco

con el fundamento material, con el esqueleto de su organización. [...] Es sabido que la

mitología griega no sólo era el arsenal del arte griego, sino además el terreno del que

se alimentaba. ¿Es posible la intuición de la naturaleza y de las relaciones sociales que

sirve de base a la fantasía griega y, por lo tanto, a la mitología griega, con las

máquinas de hilar automáticas, con los ferrocarriles y locomotoras y con los telégrafos

eléctricos?”

Si bien todo arte se construye, por así decirlo, a partir de la influencia de las condiciones

materiales dadas en la estructura social propia de su época; esta influencia no es

absolutamente determinante pero además, trasciende su tiempo para conformar valores

permanentes. Esto puede darse también de esta manera si tomamos otros modos del

saber tales como por ejemplo: la filosofía, la ciencia, etc. De allí, que la metáfora del

edificio nos parece insuficiente para describir la concepción de la sociedad de Marx. En

todo caso, para poder avanzar en la comprensión de esta última, hay que partir de una

concepción ampliada del proceso de trabajo, del papel de las relaciones sociales y de la

caracterización de la política como una lucha de resultados indeterminados (en la que el

resultado no se conoce de antemano, es el producto de la lucha de clases). En este

trabajo, sólo podemos limitarnos a apuntar estos elementos.

Determinaciones generales abstractas y las determinaciones dialécticas

A continuación, y una vez planteado ya el problema del efecto no determinante (en

sentido fuerte) de la producción sobre la superestructura (y esto sin perjuicio de

reconocer el carácter central del proceso de trabajo), sino el carácter relativamente

autónomo de esta superestructura por sobre las condiciones materiales, estamos en

condiciones de avanzar en el tratamiento de otro de los problemas que Marx debe

resolver para dar forma al método que le permitirá construir todas sus

conceptualizaciones sobre la sociedad capitalista. Se trata del problema del tránsito de

las determinaciones particulares, que son válidas para un solo momento histórico, y las

generales abstractas, válidas para todo momento o época histórica.

En este punto es importante detenernos un poco para realizar un rodeo. Marx quiere

fundamentar su método de tal manera que quede claro que lo que está construyendo es

ciencia en sentido fuerte. Las discusiones sobre el status científico de la historia están

presentes en el ámbito académico desde fines del siglo XVIII. Por una cuestión de

espacio, no desarrollaremos una descripción y análisis de cada postura pero sí es preciso

destacar que Hegel, por ejemplo, subordinaba la historia a una filosofía de la historia

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que permitía al investigador volver inteligible los hechos y datos históricos

permitiéndole ver cómo el espíritu absoluto se encarnaba en ellos. Lo que se discutía

desde el punto de vista epistemológico era la transhistoricidad de las categorías y la

autonomía de la historia como ciencia. Marx apunta justo al centro de la discusión

aportando un método que permite precisamente estudiar las categorías desde una

postura autónoma: el materialismo histórico.

Marx plantea el problema de las determinaciones generales abstractas utilizadas por la

economía burguesa clásica y nos dice que debemos tener mucho cuidado a la hora de

comenzar el estudio de la economía política en general. El ejemplo de la población es

bastante gráfico: “Parece correcto empezar por lo real y concreto, con el presupuesto

efectivo; y en consecuencia, empezar, por ejemplo en la economía con la población, que

es el fundamento y sujeto de todo acto de producción social. Sin embargo, […] esto se

manifiesta como falso. La población es una abstracción, si dejo, por ejemplo, de lado

las clases de las que se compone...”

Para Marx, la generalidad población debe ser abordada teniendo en cuenta todas sus

determinaciones las cuales, pueden pertenecer sólo a algunas épocas históricas o por el

contrario, a todas ellas.

Siguiendo a Vargas Lozano (2008), aquí tenemos definida claramente la diferencia entre

el método de la Economía Política Clásica y el que construye Marx para su análisis:

“Mientras la economía Política inglesa hace uso de las abstracciones generales como

un apoyo ideológico a su teoría al hipostasiar las relaciones sociales burguesas, Marx,

por el contrario, utiliza las generalidades siempre sometidas a los procesos materiales

específicos y determinadas por la historia tanto en sus alcances como en sus

limitaciones.”

En la introducción de 1857, Marx nos dice que el método de “elevarse de lo abstracto a

lo concreto” es el verdadero método científico para apropiarse de lo concreto tal como

se nos aparece. En este sentido, al comenzar por la población debe prestarse atención a

las determinaciones más simples que la componen. Si por el contrario, avanzamos

pasando por alto este proceso reproduciendo una imagen ideal difusa, llegaremos solo a

confusiones.

Entonces, vemos que en el plan de trabajo siempre esta presente la idea de elevarse de

lo abstracto hacia lo concreto. Se trata de tener siempre en cuenta las relaciones del todo

con las partes, de lo universal sometido a las determinaciones y de las determinaciones

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sometidas a la influencia de lo universal. Marx considera a la economía como una

totalidad, como un todo organizado.

Por medio del pensamiento es posible partir de lo concreto real (población) para llegar a

las determinaciones simples que la componen. Pero es fundamental también tener en

cuenta que las determinaciones no son mentales e independientes de la realidad sino que

se configuran en la conciencia a partir de las relaciones reales que se dan en el marco de

la estructura social.

Una vez llevado a cabo el primer paso del análisis, Marx nos propone volver a

emprender el camino de regreso hasta llegar nuevamente a la población sólo que esta

vez, esta no será una representación caótica de la realidad sino “una totalidad rica de

múltiples determinaciones y relaciones”.

En resumen, Marx propone partir de lo concreto teniendo en cuenta que lo concreto es

síntesis de múltiples determinaciones, unidad de lo múltiple. Como esto se hace visible

a través de un proceso de síntesis o la reconstrucción de lo concreto a partir de sus

determinaciones abstractas simples, lo concreto parece el punto de llegada aunque en

realidad, a la hora de realizar el trabajo teórico, sea el punto de partida.

d) El orden histórico de las categorías:

Queda aún un tema por resolver. En efecto, hay que distinguir la diferencia que existe

entre la forma en la que se organizan las categorías en la realidad y la manera en que las

mismas aparecen históricamente.

“La categoría más simple puede expresar las relaciones dominantes de un todo no

desarrollado, relaciones que existían ya históricamente antes de que se desarrollaran

en el sentido expresado por la categoría más concreta.” Con estas palabras, Marx nos

quiere decir que debemos tener en cuenta que ciertas categorías, como por ejemplo el

dinero, ya existían como categorías simples en sociedades anteriores y antes de ocupar

su posición como mediador universal de mercancías en la sociedad capitalista. Pero

también, debemos advertir que existen formas sociales y categorías muy desarrolladas

en sociedades históricamente no desarrolladas, como por ejemplo, la cooperación y la

división del trabajo en sociedades asiáticas. En palabras de Marx: “Así, a pesar de que

la categoría más simple puede haber existido históricamente antes que la más concreta,

en su pleno desarrollo intensivo y extensivo, sin embargo puede pertenecer

precisamente a una forma de sociedad compleja, mientras que la categoría más

concreta estaba ya plenamente desarrollada en una forma de sociedad menos

desarrollada.”

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Por lo tanto, sería incorrecto tomar las categorías en el orden en que fueron

históricamente determinantes. Marx expresa, claramente, que “su orden de sucesión

está más bien determinado por la relación que tienen entre sí en la moderna sociedad

burguesa, y que es exactamente el inverso del que se presenta como natural o que

corresponde al orden de [sucesión en el] desarrollo histórico.” Es preciso, entonces,

tener en cuenta desde el principio, cómo se articulan y determinan las categorías en la

sociedad burguesa.

La sociedad burguesa capitalista es la sociedad más desarrollada y compleja en cuanto

al proceso de producción. La comprensión de las categorías que expresan sus relaciones

proporciona la manera de estudiar al resto de las sociedades pasadas, sus relaciones de

producción, sus formas de organización. Marx lo expresa de este modo: “la economía

burguesa suministra, por lo tanto, la clave de la economía antigua, etc. Pero, en modo

alguno, de la forma en que proceden los economistas, que cancelan todas las

diferencias históricas y ven en todas las formas de sociedad la forma burguesa. Se

puede comprender el tributo, el diezmo, etc., cuando se conoce la renta de la tierra.

Pero hay que no identificarlas. (...) Marx marca la diferencia con el abordaje estándar:

“El llamado desarrollo histórico descansa en general en el hecho de que la última

forma considera a las formas pasadas como estadios que conducen a ella misma; y,

puesto que ella rara vez y sólo en condiciones completamente determinadas es capaz de

criticarse a sí misma (...) las concibe siempre de forma unilateral.

El ejemplo de la categoría trabajo es interesante. Marx nos demuestra que el trabajo

como una categoría simple ha existido en toda época. Pero tomarlo de este modo

consistiría en una verdad a medias del tipo de las generalidades abstractas. Se hace

necesario entonces, tener en cuenta el proceso dialéctico e histórico de su constitución

como categoría compleja.

La generalización de la categoría trabajo es posible sólo en la sociedad capitalista:

sociedad en la cual, la categoría trabajo ha llegado a un nivel de generalidad que

trasciende la distinción entre distintos tipos de trabajo. Marx sostiene que “la

abstracción más simple de la economía moderna coloca en la cúspide, y que expresa

una relación antiquísima y válida para todas las formas de sociedad, se presenta, sin

embargo, en esta abstracción, como verdadera en la práctica sólo en cuanto categoría

de la sociedad más moderna.” Vemos, entonces, que la categoría más abstracta es

producto de determinadas condiciones históricas.

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16

4. El Prólogo de 1859, o las dificultades de las metáforas epistémicas.18

De más está decir que este texto constituye uno de los escritos más difundidos y leídos

de Marx. En muchos casos, tanto en el plano educativo como en el político, ha sido

utilizado como puerta introductoria a la teoría marxiana. Más arriba hicimos referencia

a la especial situación que ocupa el prólogo en la vasta producción teórica de Marx. El

hecho de formar parte de la primera versión en ser publicada de las investigaciones

críticas de Marx sobre la economía política y la producción capitalista no es un dato

menor y contribuye a la comprensión de los aportes y las limitaciones del texto. Marx

intentó presentar para el público tanto su trayectoria intelectual como el núcleo

fundamental de su teoría social, y este esfuerzo marcó la estructura del texto.

Ahora bien, dejando a un lado las referencias autobiográficas (Marx, 2000: 3-4 y 6-7)

y/o referidas a la historia de los estudios económicos de Marx elaboración del Corpus

DK (Marx, 1981: 3 y 7), los puntos fundamentales son los siguientes:

1) El Derecho y las formas políticas – v.gr., la organización constitucional de un Estado

– no son autónomos, no surgen a partir de principios propios o de normas trascendentes

a la sociedad. Su naturaleza y forma dependen de las relaciones sociales que entablan

los seres humanos en el proceso de producción. Y la centralidad de la producción se

deriva del hecho de que es ella la que permite la reproducción de la sociedad en su

conjunto. Marx retoma aquí el contenido principal de su crítica del idealismo de los

hegelianos y los liberales alemanes, que había desarrollado ampliamente en la primera

parte de la Ideología Alemana. El énfasis en el proceso de trabajo (como dijimos arriba,

entendido en una versión ampliada, no limitado a lo estrictamente económico) y en la

totalidad social representan dos logros para las ciencias sociales, pues permiten dejar

atrás tanto las posiciones idealistas, que derivan el desarrollo de la historia del

despliegue de algún principio trascendente o ético, como las concepciones

individualistas metodológicas, que sostienen que la historia es el resultado de las

características que posee la naturaleza de los seres humanos.

2) En el proceso de producción, los seres humanos establecen relaciones sociales

independientes de su voluntad. Es en este sentido que puede decirse que las relaciones

sociales son “independientes” de los seres humanos. Todos nosotros nos enfrentamos,

desde que nacemos, a una realidad que no hemos creado, y que se nos impone a través

de una infinidad de mecanismos que están más allá de nuestro control. Durkheim

18

En este apartado se ha empleado la versión del prólogo de 1859 incluida en Marx (2000: 3-7). La

traducción fue realizada por León Mames.

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17

(1858-1917) vio eso cuando sostuvo que la sociedad se manifiesta como coerción, como

resistencia a nuestra voluntad. Esta independencia de las relaciones sociales respecto a

los individuos es la base de las regularidades verificables de los hechos sociales.

Contiene en sí misma la posibilidad de las ciencias sociales.

3) Las relaciones sociales que se establecen en el proceso de trabajo son también

“necesarias”, es decir, mantienen una correspondencia con el nivel de desarrollo de las

fuerzas productivas. Aquí Marx introduce un matiz diferente al de “independencia”,

pues no se trata, simplemente, de que las relaciones sociales existan independientemente

de la voluntad de los individuos (por lo menos de la voluntad individual, no organizada

políticamente), sino de que las relaciones sociales están determinadas exclusivamente

por factores materiales (no humanos). Marx promueve esta interpretación al agregar que

se refiere a las fuerzas productivas “materiales”. En este punto, aparece una

contradicción en el pensamiento marxiano, pues si esto fuera así, poco o nada es lo que

pueden hacer los revolucionarios para cambiar la realidad, y hay que recordar que la

teoría tenía sentido para Marx en la medida en que servía para contribuir a la

transformación revolucionaria de la realidad capitalista. En definitiva, sólo los

tecnólogos (al crear nuevas fuerzas productivas) tendrían esta potestad transformadora.

En esta línea se ubicaron los dirigentes y/o intelectuales de la II Internacional. Hay que

decir, que este determinismo por las fuerzas productivas predomina en el prólogo de

1859 y es fuente permanente de malentendidos sobre la obra de Marx. Sin entrar en la

discusión pertinente, hay que indicar que en ninguna parte del prólogo Marx establece

concretamente qué entiende por fuerzas productivas. La cuestión se vuelve más

interesante si se tiene en cuenta que en Miseria de la filosofía Marx había afirmado que

los seres humanos constituyen la principal fuerza productiva19

.

4) Derivada del punto anterior, está la concepción de la revolución social que aparece en

el prólogo (en rigor, se trata de una concepción de la política), la que es pensada como

un producto de las relación entre fuerzas productivas y relaciones sociales de

producción. Ahora bien, en todo el prólogo de 1859 esta relación no aparece expresada

en términos dialécticos; por el contrario, hay un único factor dinámico (las fuerzas

productivas), que opera como variable independiente. Las relaciones de producción, en

cambio, parecen acompañar los cambios en las fuerzas productivas, actuando como una

19

“De todos los instrumentos de producción, la fuerza productiva más grande es la propia clase

revolucionaria. La organización de los elementos revolucionarios como clase supone la existencia de

todas las fuerzas productivas que podían engendrarse en el seno de la vieja sociedad.” (Marx, 1981: 142).

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18

variable dependiente. Es cierto que Marx contempla el caso en que las relaciones

sociales pasan, de ser un factor de desarrollo de las fuerzas productivas, a fungir como

ataduras para las mismas (Marx, 2000: 5). Pero la relación sigue pensada en términos de

primacía de las fuerzas productivas.

5) Derivada de los puntos 3) y 4) está la metáfora del edificio (o metáfora espacial), que

es el recurso empleado por Marx para graficar las relaciones entre fuerzas productivas y

relaciones sociales de producción. El principal defecto de esta metáfora radica en que

presenta la relación en términos no dialécticos, deslizándose hacia una causalidad

mecánica causa-efecto, donde la causa todopoderosa es el desarrollo de las fuerzas

productivas. Así y todo, la frase “el modo de producción de la vida material determina

el proceso social, político e intelectual de la vida en general” (Marx, 2000: 4-5) expresa

la ambigüedad que, a pesar de todo, subyace al determinismo de las fuerzas productivas

que campea en el prólogo. El modo de producción es la combinación de las fuerzas

productivas y de las relaciones de producción, de manera que no sólo las fuerzas

productivas determinan el proceso social. Sin embargo, y pesar esta aclaración, resulta

evidente que el tono general del prólogo apunta a fortalecer la tesis de que las fuerzas

productivas son el factor causal que genera el desarrollo histórico. En nuestra opinión,

esto no refleja la posición de Marx, mucho más compleja y que se encuentra

desarrollada, por ejemplo, en la introducción de 1857. El esfuerzo por presentar

públicamente sus tesis sobre el proceso histórico, llevó a Marx a optar por una metáfora

que contiene una carga fuertemente determinista. En este sentido, hay que decir que las

metáforas no son instrumentos neutrales que pueden utilizarse para usos múltiples, sino

que su misma elección implica el adoptar una determinada posición epistemológica. Es

así que puede decirse que la metáfora del edificio funciona como una verdadera

metáfora epistémica, es decir, un tipo particular de metáfora en que “una expresión

(término, grupo de términos o sistemas de enunciados) y las prácticas con ella

asociadas, habituales y corrientes en un ámbito de discurso determinado socio-

históricamente, sustituye o viene a agregarse (modificándola) con aspiraciones

cognoscitivo-epistémicas, a otra expresión (término, grupo de términos o sistemas de

enunciados) y las prácticas con ella asociadas en otro ámbito de discurso determinado

socio-históricamente” (Palma, 2004: 56). La imagen del edificio actúa como metáfora

epistémica de dos modos distintos, conectados entre sí: a) la noción de edificio, en la

cual los cimientos sirven de base y sostienen toda la construcción, lleva su carga

determinista al ámbito de las relaciones sociales, transformando la dialéctica en una

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19

mera relación causa-efecto; b) la imagen del edificio conlleva un contenido espacial,

según el cual las distintas partes de la construcción ocupan lugares físicos determinados.

En el caso de la aplicación de esta imagen a lo social, el efecto logrado es muy distinto a

la concepción dialéctica de Marx, pues mientras que este sostiene a lo largo de los

Grundrisse (y el conjunto de su producción teórica) que lo importante son las relaciones

sociales y no los polos, en la metáfora espacial parece sobreentenderse que las distintas

instancias de lo social cristalizan en polos y ocupan lugares específicos dentro de la

estructura social. De esta manera, la estructura dialéctica se transforma en una pesada

estructura monocausal, en la que las instancias cristalizan en instituciones que tienen

casi un contenido físico (así, por ejemplo, la escuela deja de ser un lugar donde se

entablan relaciones específicas y pasa a denominar una institución que ha cristalizado en

un estadio determinado de su desarrollo).

6) Observación general. Los defectos y problemas del prólogo de 1859 no deben

hacernos olvidar que constituye la primera exposición pública de los principios

fundamentales del materialismo histórico. En este sentido, el contenido esencial del

prólogo es la demostración de que las ideas no son el motor de la historia y que, por el

contrario, éstas están condicionadas por las relaciones sociales que entablan los seres

humanos al encarar la reproducción de su existencia.

7) La lectura del prólogo de 1859 tiene que ser complementada con la Introducción de

1857, pues esta última presenta la concepción dialéctica que falta en el prólogo.

5. Conclusiones.

En el período comprendido entre 1857 y 1859 Marx desarrolló las categorías

fundamentales de su teoría del modo de producción capitalista, entre ellas, su

concepción del plusvalor. Paralelamente, repensó las herramientas metodológicas con

las que abordaba el estudio de lo social, y retomó algunas de las principales categorías

de la dialéctica desarrollada por Hegel. Es por esto que sostenemos, a diferencia del

planteo de autores como Althusser, que no puede hablarse cabalmente de ruptura entre

Hegel y Marx en cuanto a la dialéctica, sino, más bien, de un desarrollo de los

conceptos hegelianos en el marco de un estudio que exigía categorías y formas de

análisis muy distintas a la de la filosofía idealista. En este sentido, la “ruptura” principal

tiene que ubicarse en la década de 1840, cuando Marx asumió que el proceso de trabajo

era la llave para comprender la sociedad como totalidad. Sus hallazgos en esta dirección

se hallan plasmados en la introducción de 1857, en la que define a la totalidad como un

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20

conjunto de múltiples determinaciones, en la que las relaciones sociales son el elemento

creador, dinámico, y las cristalizaciones (por ejemplo, instituciones determinadas) son

meros momentos de esa realidad. Posteriormente, y ya en las cercanías de la fecha de

publicación del Libro Primero de El Capital (1867), Marx retomará esta discusión en su

correspondencia con Engels, al plantear la distinción entre modo de investigación y

modo de exposición. Este último constituye el intento de expresar conceptualmente el

carácter dialéctico de la realidad social.

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