contrastes de la tierra interior
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CONTRASTES
DE
LA TIERRA INTERIOR
Por Fidel Bilbao
*TIERRAS DE ZAMORA
*MAR Y TIERRA
*SOBRE EL AMOR Y LA MUERTE
*EL CANTO DEL BODHISATTVA
Por Fidel Bilbao
TIERRAS DE
ZAMORA
de Fidel Bilbao
A MODO DE PROLOGO
No es fácil explicar el arte. Surge por muy diferentes motivos: por constancia,
por inspiración, por ambos métodos... En mi caso ese es mi trabajo artístico: la
inspiración.
Esta surge como una estrella fugaz en la noche de la mente. ¿Como surgió este
libro? se preguntará usted. ¡Yo que sé!
Desde hacía años, mis amigos Aitor, Paco y Miguel, cuyas raíces de sus
ancestros estaban en Villaralbo, me hablaban de ese lugar y sus rostros se iluminaban
con cada frase. Por otro lado también encontré una grata referencia sobre Zamora en el
romancero medieval: “Zamora la bien cercada, por un lado la cerca el Duero y por el
otro Peñatajada”. Además tenía en la mente los libros de Antonio Machado sobre
Castilla y el Duero y el sabor entre colorista y modernista que algunos autores de “La
Generación del 27” dieron a sus obras (sobre todo Lorca destaca con su poema sobre
Córdoba).
Cuando fui a Zamora invitado por mis amigos y me encontré con las
inconmensurables llanuras de esos lugares y el sol casi perpetuo de algunas estaciones
climáticas, avivaron mi imaginación y comenzaron a surgirme los versos.
Eran, en un principio, versos descriptivos, sin rima, que junté con otros sobre el
mar, muy parecidos a estos de Zamora. Era una obra en principio muy ambiciosa que
acabó durmiendo en el sueño de los benditos y en la siesta de los poetas desconocidos
(tal es mi caso). Titulé a ese libro “Vida, mar y tierra (plegarias a la existencia)” y lo
guardé por casa sin saber que hacer con él. Pero el tiempo pasaba. Pero una extraña
espina estaba clavada en mi cabeza cada vez que recordaba a Zamora y me daba pena
que los zamoranos no pudiesen leer y degustar los poemas escritos para ellos. Y pensé
“Yo, vasco nacido en Munguia (la Euskadi profunda) y con apellidos vascos, gallegos
y castellanos, ¿como voy a escribir algo sobre Zamora y que ellos lo acepten sin mas?”
y también pensé “¿Porque no hacerlo? los escritores debemos de bendecir con nuestro
arte los lugares que visitamos y que a su vez nos bendicen con su esencia y con su
historia”.
Saqué los versos sobre Zamora de mi anterior libro y les añadí poemas nuevos.
Los retoqué todos otra vez y ahora forman parte de este libro. Han sido escritos entre el
2000 y el 2002, esperando y buscando ese momento especial de la mágica inspiración
(si bien el tiempo total de su escritura no ha superado el mes). He esperado a que mi
mente buscase elementos de mi recuerdo en esas tierras para que cada poema fuese una
pequeña joya digna de ser leída.
Termino, pues, con este prologo introductorio y pido perdón a los zamoranos, si
diese lugar, por apropiarme de su esencia para llevarla al papel. Y si omito algún lugar
es porque no lo visité: ha de saber que no tengo coche propio.
Si me preguntan de nuevo ¿porque un vasco describe la tierra zamorana? volveré
a decir: “¡Yo que sé!
¿Porque no se puede escribir sobre algo que es hermoso?
Porque la vida, porque es vida es diversa y extraña.
Porque quien piensa que el caminar solo tiene un camino, descubrirá algún día,
si lo descubre, que siempre hay senderos diversos para caminar, senderos diversos que
su mente nunca hubiese divagado.
A Novalis, Byron, Shelley y Keats, por lo que comenzaron.
A Becquer por sus rimas, a Antonio Machado por sus “Campos de Castilla”, a
Lorca por su poema sobre Córdoba.
A Joaquín Sabina y a Rosendo por estar ahí en forma de CD mientras escribo.
A la infinidad de Castilla y León.
Al romancero medieval.
Al cantar del Mio Cid.
A Zamora, la bien cercada...
A Toro por la magnifica colegiata...
A Villaralbo, el microcosmos...
A la familia González Gato: Daniel, Paca, Miguel, José, Maite, Paco, Arantxa,
Aitor, Mª Jesús.
A todo aquel que le guste este libro.
1
A MACHADO
Sin patio de Sevilla, ni huerto ni limonero
con montañas húmedas y siempre verdes,
sin la milenaria Soria pero con el Nervión
con los campos utópicos en la memoria,
sin Guardia Civil y con la Ertzaina
con el grato recuerdo en mi cuaderno,
sin la castilla tan cerca como quisiera
con el Mio Cid en mi angosta biblioteca,
sin las nieves que pueblan la meseta
con el murmullo del Duero en la almohada,
sin la dulzura del sol castellano en mi cara
con el viento fresco de la mar salada,
sin ser Machado pero acordándome de él
con mi cabeza definiendo la inmensidad,
sin Machado cerca para enviarle una epístola
con Joaquín Sabina y Rosendo en el CD,
sin poder trabajar por culpa del ordenador
con la informática hasta en la sopa,
sin hablar el euskera como otros quisieran
con una leve dislexia en mi cabeza,
sin estudios grandes en mi parco currículum
con un mal castellano pulido por la insistencia,
sin saber si soy un gran literato garabateo
con la confianza de que tal vez lo sea,
sin la pretensión y con intensidad escribo esto
con el ardor de inmortalizar mis letras.
2
Del masón que pude ser pero no soy,
del cristiano que fui pero dejé de serlo,
del budista que no debiera de ser pero que soy,
hablo de paz y de hermandad entre los pueblos,
escribo del rojo del atardecer y no de la sangre,
poetizo de la luna antes que del orgullo,
reboso con besos de amor el antiguo odio
que llenan el antagonismo de las banderas.
Sustituyo el oro de los dioses por el trigo,
prefiero el canto de las marinas sirenas a la droga,
olvido las armas gracias a mi amnesia,
dejo el sol y a las estrellas por su vitalidad,
hablaré hasta mi muerte de paz sin secuelas,
de horizontes infinitos sin saña ni violencia.
Porque los hombres estamos desde antiguo
y las fronteras son una marca de tiza blanca
que el tiempo cambia por diferentes motivos,
porque nuestra presencia es hollín y cenizas,
y un reguero de ausencia después del final.
Por eso hablo de varias tierras en mi literatura
por eso viene de mi voz la palabra PAZ,
porque nuestra gloría se esfuma en cada esquina
y todo se halla tan efímero como el respirar,
porque todo el planeta se halla tan hermanado
porque cuando se vive hay que vivir en paz.
3
A veces siento que estoy entre varias tierras,
que varias patrias cobijan mi cuerpo,
liberada ya mi mente, libre mi ser de toda cuna,
navegando con las olas de la imaginación.
Pienso a veces, que yo soy de todos los lugares,
y que todas las naciones y pueblos,
vieron nacerme por primera vez.
Siento que el arte no posee patria ni génesis
y que el artista duda siempre de su origen
y que este se haya donde necesiten
de sus palabras por primera vez y le escuchen.
Ignoro, de donde vengo, a donde voy, quien soy;
quiero pensar que yo soy de todos los lugares,
todos los pueblos vieron nacerme y mi patria
sea ahí donde escuchen mi letra emborronada,
o que mi voz sea también de los desheredados
que nunca pueden hablan aunque quieran.
Yo soy el que no posee nombre definitivo,
el que aun muriendo físicamente, no morirá;
yo soy de todos los lugares,
de todos los pueblos, de todas las naciones,
mi patria se llama eternidad,
quiero pensar, que nací no solo para vivir
si no para dar un sentido a algún trozo de la vida
y apagar la ignorancia que no puede verse,
esa ignorancia que, peligrosa, nos cautiva;
caminaré invisible con los largos siglos,
a donde vaya el tiempo ahí estaré yo.
Gritaré al sonido cuando nadie lo oye y seré,
solamente, su negra y sutil sombra.
4
A mi tierra, a cualquier tierra,
a la tierra grande de color marrón,
al desierto dorado o a la tierra rojiza,
al campo verde, terso y diamantino,
a los eternos tapices de trigo.
Por tí, mi tierra, cualquier tierra,
trota indómito el rudo potrillo,
sobrevuela sobre tus esperanzas el gorrión,
cambia el cielo de colores por tí,
el sol te acaricia con su luminosidad.
Y por tí, en mi tierra, en todas las tierras,
viven jubilosas miles de almas sin destino,
con un mañana incierto e invisible
y un presente insulso y teñido,
con los colores sucios y barrosos
de nuestra vulgar y áurea tierra.
A mi tierra, a cualquier tierra,
a esos valles ficticios entre la niebla
donde navega el mítico barco fantasma,
a esos colores que permanecen bajo las nubes
y que solo cambian de tono, ocasionalmente,
al compás de la muda música de las estaciones
que canta inmóvil la madre naturaleza.
5
La tierra es tan enorme que parece pequeña
y cada rincón es un tono distinto
de esa luz blanca que siempre nos ilumina,
de ese infinito convertido en frondoso valle
en esas diferencias que a la larga se marchitan.
Todo está inundado por el mismo cielo y el sol
pero en verdad parecen distintos sobre otra tierra,
donde el firmamento semeja al gran arcón
del que surgen la virtud y el efímero paraíso
y puede mi ojo mortal ver el infinito cual desierto,
aunque sea solo un campo de trigo en la cosecha.
En el calor Helios expulsa sus besos,
y yo me pregunto una vez más:
¿Por qué a simple vista parecen distintos?
¿Acaso encierran sus nubes inciertas
el misterio que yo buscaba y no entendía?
Pero ¡Ay! no existe semilla primigenia
ni jardín donde nace el autentico paraíso,
todos los lugares tienen su encanto,
su cielo, siempre el mismo, su adorable amanecer,
su firmamento estrellado, su luna plateada,
el fresco rocío al llegar la mañana.
Y yo, que sé el sitio en donde vine al mundo,
y se hacia donde me lleva mi destino,
no comprendo mi suerte y a veces me apena,
pues con la certeza del lugar que me vio nacer
he de decir, en verdad, que no tengo patria.
6
Me vio nacer mi tierra junto al mar,
el mar turquesa los días sin nubes,
grisáceo en el tiempo de la tempestad
en ese Cantábrico húmedo y lloroso,
que no conoce los campos teñidos de oro,
de ese oro que alimenta, trazado por el infinito
en forma de desafiante horizonte.
En la noche, estrellada, enorme,
aparece absurda una estrella errante y moribunda
y desaparece en la nada como se esfuma el deseo.
Mi alegría tiene forma de campo de trigo
y mi tristeza de cometa efímero,
mi recuerdo de agitado y bravo Cantábrico,
el mañana ni tiene forma ni existe,
aunque se quiera verlo como se ve la materia,
como aparecen los labios de una mujer en la mente
así sorprende a un extraño la amplia Castilla.
Tan amplia como el mar, pero es la tierra,
tan desbordante a la vista, tan grande,
que por ser grata la aprecio como a mi vida,
como un inculto se enamora de una vajilla
y un enamorado mira su amor en la luna,
yo miro en sus campos mis sueños
y veo en su eternidad la mía,
y no despreciando la tierra que me vio nacer
ante sus campos digo simplemente: me fascinan.
7
VILLARALBO DESDE PORTUGALETE
Solo era una foto en un periódico,
una canción de amor apenas contada,
un pueblo con campanario y cigüeña,
cerca de la Zamora del Cid campeador,
un grupúsculo de calles con anciana,
generaciones escondidas en un portal.
Era solamente el pueblo de mis amigos,
un recuerdo que me sonaba y no viví,
un leño negro extinguido tiempo ha,
cien días de sol y un solo invierno,
un gato que pasea su pequeña soledad.
Tan solo lo vi en una foto hace tiempo,
tan pronto lo olvidé antes de llegar,
vi que la dignidad tiene su pueblo
y que el silencio se puede beber.
Lejos de las luces de neón de mi Bilbao
vi que Villaralbo existe a pesar de todo,
que las golondrinas no las inventó Becquer,
que los gorriones hacen un pacto al volar
y el cielo es tan grande como Neptuno.
Solo era una fotografía arrugada,
como una ola traída hacia la mar,
Villaralbo me sonaba tan lejos, tan cerca,
como una imagen de vieja postal.
8
CAMINOS BURGALESES
Girasoles se agitan en la meseta,
mil olores duermen en la retina,
sabores múltiples en la llanura,
un castillo en ruinas al fondo.
Se derrite de negra pasión el asfalto
la naturaleza duerme en la cantina,
el sol se mete en sábanas blancas,
un puticlub al fondo nos recuerda
el mundo en el que todos vivimos.
Hoy se puede ir a muchas partes
pero no se llega mas que a una,
la noche se desploma suavemente,
una línea de luz se ve en el infinito,
parece que uno halla muerto
pero está tan vivo como al principio.
Los girasoles se resecan al sol,
una semana tras otra los miran,
y luego mustios son olvidados,
cuando lleguen las crudas heladas
el fantasma de la ausencia camina
por las carreteras castellanas.
Unos toros pastan pacíficos
junto a las ovejas descarriadas.
9
EN LAS CARRETERAS DE CASTILLA
Sobre el polvo del árido camino
la tierra castellana emite su silencio
y las dunas de cebada bajo el calor
se mecen besados por el firmamento.
Una guitarra suena al final de la primavera
y unos chopos esperan en la carretera
las lluvias tórridas cuando llora el cielo,
y hay esencia de fiesta en la meseta.
En la noche las miradas se apagan
y las estrellas pululan enardecidas,
en ausencias de lunas brillantes y blancas,
el atardecer multitonal de escalas degradadas
pone su luz, incandescente y polvorienta,
sobre le camino, sobre la cebada.
Los fantasmas de los días deambulan callados
por el calor que la tierra recogió y aun mantiene.
La brisa ensancha los tontos sentidos,
y la noche despliega al infinito las fronteras
que tímidas comienzan en el polvo del camino
que aun sigue en las colinas de Castilla.
10
PUEBLOS ABANDONADOS
Con mi becqueriana mente,
con un Machado en el pensamiento
y un Lorca en el recuerdo,
deambulo por las esquinas funestas,
entre los campos infinitos.
Sobre pueblos que son grandes
y quedaron reducidos,
a una mención en un mapa,
a un silencio maldito,
tan inmensa es esta tierra,
que miles de pueblos la llenan
como estrellas en la estepa
o luciérnagas en la explanada.
Tantos momentos vivídos,
tantas esperanzas vanas,
que recogerlo todo es difícil
e imposible escribirlo al completo:
como semillas de cereal
siembran la tierra incontenida,
cromática semblanza de vida
se mece en las entrañas,
lugares olvidados y ruinas,
roído paraje y tierra dorada,
caminos que siendo caminos
no conducen ya a nada.
11
MURMULLOS DE ZAMORA
Ví aquella tierra zamorana en sus ojos
y rechacé la hermosura de mi añorado Bermeo,
con sus marinos y sus sirenas en el mar,
por un océano en forma de suelo reseco,
mientras el verano goza en todo su esplendor,
ante un sol sin compasión, sin olor a sal,
en una Zamora con memoria visigoda
con presencia árabe y esplendido románico.
Lo ví en sueños como si hubiese visto
a mis todos mis apergaminados antepasados,
al perro que aprecié y se fue, a mi gato,
a mis bisabuelos que nunca pude conocer.
Vi a Zamora en un sueño de sutil esencia,
en un sueño oscuro con tinta del amanecer,
todo de luz en la oscura noche calurosa,
con la luz y el brillo opaco del metal cobrizo
de los atardeceres olvidados por los hombres
y los amaneceres queriendo simular un soneto:
kilómetros respaldando miles de vidas.
Pero cuando busque el universo entero
Castilla se verá demasiado pequeña,
y Zamora su ámbar tallado por el sol,
y cuando los ojos retornen de nuevo a mí,
por su iris inmenso veré sus nobles tierras
y sus cereales cagados de viva esperanza.
12
ZAMORA
La añeja Zamora, la medieval Zamora,
doncella ensortijada de cabellos dorados,
miel y ausencias en tus fuertes murallas,
mil esencias en tus viejas calles ennoblecidas,
la vieja Zamora “por el Duero cercada”,
la eterna ciudad por donde se extienden
colinas de pan y vino, quebrantadas praderas,
con su sol indestructible sobre la meseta,
el viento agita los ausentes pendones,
gritos de guerra en tu espigada silueta
de honores medievales de romancero castellano.
La ciudad amanece silenciosa y altanera
de entre el polvo de los antiguos caminos,
la doncella amurallada abre sus puertas,
al ave de la juventud que siempre regresa
por las gratas callejuelas de sol e historia,
por entre las sombras que mueren al alba,
el Duero rodea solemne su figura espigada,
que se torna entrañables risas y llantos
de vidas que se fueron a tierras lejanas.
A ti te canto, como un extraño, Zamora,
ciudad estrangulada por los avatares,
por la árida esencia de la abrupta Castilla,
nobles sueños, sueños rotos en el Duero,
por el anónimo trabajo de la tierra cobriza.
Sobre tu atardecer, veraniego y reseco,
el sol incandescente martillea tu contorno,
tu agrietada y pétrea esencia visigoda.
Mi Zamora histórica... mi Zamora poética
por tu Duero navegan como frágiles truchas,
todos los días perdidos en el duro pasado
que nosotros nunca veremos al nacer el día.
13
ZAMORA ARABE
Háblame, hermosa y eterna Zamora,
dime con tu morisco silencio de ambrosia,
cuchichéame sobre tu nombre árabe
con destellos de apergaminado Corán,
con sabor a beso de muchacha mora.
Tu suelo aun retiene los cánticos hacia Alá
para rememorar las colinas del desierto
que se mecen en el remanso del padre Duero.
Tan lejos, tan lejos, tan cerca y melodioso,
pues aun escucho la música de oriente
en el viento ululante de la península,
los perfumes exóticos del campo andalusí
y los rezos fervorosos al profeta Mahoma.
En mis recuerdos se mece alegre la azucena
y se exhibe fresca la fuente junto a la mezquita,
tan lejos, pero en verdad tan cerca,
que tengo el Sahara en el pensamiento,
Argel en mi corazón, Arabia e las venas.
Y por siempre, aun pervive el sabor morisco
en lo profundo de mi memoria y de tu tierra.
14
A DOÑA URRACA
Mujer de cuerpo enlutecido
con murallas en las entrañas,
en medio de varios hombres,
con sangre azul de la realeza:
ella gobernó Zamora en su época
y su poder perdura, aunque poco.
Con mercaderes en las plazas
y monjes en las esquinas,
torreones en las mejillas
y sabor a tierra en su alma.
Sobre su piel blanquecina
se mece el trigo enamorado,
tras su estela sombría
se escriben libros cansados,
caminando por su memoria
mil batallas se relatan:
Almanzor saqueando Zamora
los conversos cultivándola,
Doña Urraca de cabellera negra,
aunque sea al imaginármela,
en tu ausencia medito
con tu belleza adornada,
de campos de trigo mestizo
y tus mañanas recias
en la Zamora de alma blanca.
15
CAMPOS DE ZAMORA
También hay oleaje en los campos de cebada,
amarillentos y dorados en el tiempo de la cosecha,
dorados y arrogantes, doblados por el sol,
allá donde la liebre hace de tierno delfín
y sustituye a la gaviota el cuervo carbonado,
y el barco insigne de ese ocasional y duro océano
es una lenta cosechadora que navega sin agua,
en esa tierra seca que si tuviese cerca el mar
hubiese perdido su encanto de océano espigado,
de olor a polvo adormilado en el camino,
a ovejas asomando por la cerca de su establo,
mirando, tímidamente, el crudo exterior.
Porque tan bello es el océano plagado de cebada
que me querré llevar a Zamora en un solo poema,
sin que ni aun miles de imágenes puedan captarlo,
no habrá palabras para contener esos campos,
como imposible resulta describir el mar azul
con sus atunes y sus estrellas en la arena,
en varias frases que se atrevan a resurgir su belleza.
Y no podré introducir, pese a mi pesar,
ese oro comestible en forma de cereal,
dentro de ese ánfora que acaba siendo una palabra.
Mirando y luego recordando el ayer, comprendo,
porque el hombre, mirando la clara lejanía
puede creer en Dios o en el alma; y lo escrito
como el paisaje deseo que permanezca eterno,
y por que lo efímero es habitual en la existencia,
me quedo con ese bello e impresionante momento
de la espiga ladeándose con el tórrido viento,
inclinándose en la tierra reseca de la vieja Zamora.
16
TIERRA
Tierra... Siempre tierra... Tierra...
Tierra de pan, tierra de campos alegres,
tierra de vino, tierra de caminos llanos,
tierra de ovejas, tierra de pura lana,
tierra de penurias, tierra de gozo y alma.
Tierra... Siempre tierra... Tierra...
Tierra de vivos, tierra con recuerdo,
tierra engalanada, tierra de aromas,
tierra de pimentón y sombras largas,
tierra de pasos deshechos con escarcha,
tierra de embutidos, de sol y de sustancia.
Tierra... Siempre tierra... Tierra...
Tierra de olor intenso que hacen degustarla,
tierra de León y de Castilla, tierra ancha,
tierra de iglesias, de credos y procesiones,
tierra con colinas por el sol abotargadas,
tierra que al hombre siempre sobrepasa.
Tierra... Siempre tierra... Tierra...
Tierra de meseta soleada ¡tan inmensa!
tierra de Zamora, su reina junto al río,
tierra de Toro, su joya almibarada,
tierra es todo lo que la vista alcanza,
tierra lo que vemos en la distancia.
Tierra... siempre tierra... Tierra...
17
VILLARALBO
Era un simple paraje de la vida
como cualquier otro de la tierra,
entre carreteras de tercera
y almas de primera calidad,
con gente sencilla e iglesia local.
Villaralbo apareció sobre el camino,
mientras el coche luchaba enérgico
con el primitivo y duro asfalto,
las calles estaban vacías
junto a rudos campos curtidos,
oliendo a cercana arqueología
y a leña ardiendo en la cocina,
a densidad en los momentos,
a rutinas enriquecidas al sol.
Para meditar sobre el mundo
no es necesario ir a la India,
los paisajes de Zamora
tienen la misma armonía,
pequeña amatista de León
tierra que huele a Castilla
Villaralbo de mis escritos,
Villaralbo la dulce y bendita:
ojos azules como el zafiro
calor del sol en mi mejilla.
18
NOCTURNO EN VILLARALBO
Cuando la morena noche navega
y está cercano el sopor del sueño
y al mirar al amplio cielo se advierte
un puzzle enorme lleno de estrellas,
con luna llena y aureola plateada
que se trasforma al llegar el alba
en el leve piar de un pájaro alegre
te avisa, junto al sol, que ha llegado el día
hasta que la noche, de nuevo, vuelve.
Y cuando de nuevo el cielo se apaga
y vuelve, inmutable, la eterna noche,
apagándose el sol como un tizón,
engalanado de perlas el cielo negro,
indicado el campo de estrellas,
el camino hacia Santiago de Compostela.
A la luz del calor la iglesia sonríe
con su luz, ahora tenebrosa en la noche,
hasta que surja de nuevo la mañana
y todo, aunque no se quiera, regrese.
Y volverán miles de días con sus noches,
miles de soles y lunas que son la mismas,
y tan hermoso es el rostro de la luz
como la pálida luna y las candentes estrellas,
que se diluirán como la noche,
tan cálida y grande, como negra,
en los momentos perdidos del presente
que llegado el momento serán del pasado.
19
LA IGLESIA DE VILLARALBO
Tan hermosa es la iglesia de Villaralbo
con su veraniega cigüeña y su cielo estrellado,
sin plomo en el aire, lleno de libertad,
y con espantapájaros en los campos,
con su luz en el mediodía, su sol tornasolado,
sus calles silenciosas sin el paso del tiempo,
sin las prisas de Bilbao, sin Nervión brumoso,
con la anciana sentada en la tarde,
con los murmullos de los pájaros en el silencio,
sus murciélagos en la tórrida noche
y la presencia cercana del Duero gozoso,
el histórico Duero en el estío, sedado,
con la amplia meseta, tan amplia
que parece al extraño un desierto ajardinado,
un desierto apaciguado, dorado de espigas,
después, en la primavera, verde como el cristal,
frío y blanco, en invierno, como el cuarzo.
Tan impresionante parece su nieve,
como el campo, aterciopelado y dorado,
bajo el calor, de nuevo con el buen tiempo
y el retorno de la cigüeña al campanario,
sus calles nocturnas en noctámbulo silencio,
bañando la tierra preciosa e intensa,
tan rubia y sugestiva como un lienzo al óleo,
sin que, aunque se quiera, aunque se intente
pueda ser, en verdad, Villaralbo captado.
20
LA CIGÜEÑA DE VILLARALBO
La cigüeña dormitaba escuálida
en su nido allá en lo más alto,
sobre la vieja iglesia, junto a la veleta,
al lado del vetusto campanario.
El niño la mira, sobre el cielo, planeando
con la ráfaga de viento, indómita,
delante del enorme cielo azulado.
Y cuando la tarde llega, pues va llegando,
y el azul a lo lejos se torna encarnado,
las sombras se vuelven fantasmales
cuando se va lentamente caminando.
Y en el ocaso rojizo, rojizo y hechizado,
para dormir sigue la cigüeña mirando,
mirando a las golondrinas juguetear
en un cielo que se torna violado.
En la tarde corcupiscente, que ya se ha ido,
el sol se esconde tan rojo como apagado,
dando paso a una noche horneada
con estrellas, junto a su Vía Láctea,
y su grillo noctámbulo y enamorado.
Tan grande era esa imagen que la he guardado,
dentro de mi metropolitana mente,
para que me ilumine mis insomnes noches
y vuelva por un breve momento
al lugar de donde me he marchado.
21
SOPAS DE AJO EN VILLARALBO
(a la familia González Gato)
Sopas de ajo en el fogón,
leña ardiendo junto a la cocina,
se enhebra una conversación
y se teje un dialogo tranquilo,
embutido zamorano en el cocido,
olor a madera chamuscada,
aroma de campo en la puerta,
trigales guardados en la retina.
Después del día viene la noche
tras la noche canta el gallo altanero,
el sol se asoma en la lejanía,
un perro ladra a su sombra
y arde la lumbre en la cocina.
No estaba ahora en mi casa
y la casa de mis eternos amigos
era tan acogedora como la mía,
en Villaralbo, en Zamora,
donde en un pueblo pequeño
el estrés se toma una tila.
Una vieja se sienta en la calle,
mientras, se habla de la vida,
de los hijos que viven lejos,
de lo que siempre importa.
Sopas de ajo en el fogón,
conversación en la cocina,
la noche se te mete de nuevo,
la vida camina tranquila.
22
SAN PEDRO DE LA NAVE
Templo mítico de visigótico aroma
concebido cuando el mundo era joven
y las máquinas eran solo una pesadilla,
pequeño, emblemático, alejado del bullicio,
despuntando rezos que fueron abandonados
por la calida tierra de de claros tapices,
con árboles ocasionales entre la hierba seca.
Aun, con el eco de la imaginación,
se puede oler el incienso de los siglos
y el crudo golpear de espadas en guerra,
hace tiempo, hace años, se halla tranquila,
en su siesta estival que se ha merecido,
y la vihuelas y las flautas han silenciado
sus tonos festivos por el actual reposo,
desaparecidos los godos de antaño
los labradores permanecen modernizados,
los elfos danzan temblorosos en su presencia
y las flores le miran por ser quien es,
ha sobrevivido al tiempo, a las generaciones
a un embalse de agua que lo iba a matar,
por eso escribo este verso inmundo,
porque cuando a Zamora fui, me dije:
“Quiero ir a verlo; lo quiero, solo, admirar”.
23
WAMBA (A Paco)
La tierra se extiende de nuevo al infinito,
dorada, calurosa, monótona, siempre audaz,
un ave rapaz por su cielo vuela sigilosa
y un firmamento sereno, suave y azul,
se extiende hasta mas allá de nuestra vista.
Una nube se enseñorea ahora majestuosa
y su sombra acaricia el terso y lejano suelo
como un fantasma sombrío, triste y errante,
a la nube le acompañan otras nubes aisladas,
el viento agita el trigo dorado y armónico.
Desde el pequeño monte junto a Wamba
se divisan claras las tierras dispersas,
vidas ocultas entre las casas lejanas,
con la rareza en el carácter del hombre
que trae la eterna soledad de los pueblos.
Sobre la cima de ese singular montezuelo
un repetidor de televisión irradia, sin descanso,
señales a la seca atmósfera zamorana
para llenar un insípido y artificial monitor.
El sol se ocultó, nosotros debíamos de irnos,
así es la vida, en el gozo como el desengaño,
a un año le sigue otro año, a un día otro día,
y lo que queda inmóvil, es la tierra firme
bajo nuestros pies cansados y doloridos.
24
MONASTERIO DE MORERUELA
En los pasillos de un claustro derruido,
rodeado de árboles moviéndose al viento,
aun perduran en cada piedra las plegarias,
los rezos de antaño ahora fantasmales,
entre la piedra dormida afloran los pilares
y las ventanas desdentadas piden abrirse
cuando todo se abalanza hacia el mañana
y el hoy perdura tan poco como una sonrisa.
Enmudecidas las campanas que tocaron raudas
invisibles los salmos que fueron pronunciados,
entre el abrazo omitido de lo visible e intocable,
tan solo un coche a lo lejos rompe ese lugar
y revive en un solo instante las ruinas:
esa tumba artística que ahora, desolada,
acoge en la noche estelar a búhos plateados
y a espectros que deambulan con un rumbo fijo.
Con el rocío de la mañana desaparece el temor,
manteniéndose inmóviles las ruinas del templo,
que permanecerán solitarias entre lagartijas,
hasta que el tiempo, implacable y señorial,
despedace en polvo cualquier recuerdo visible
y disuelva en el aire, desgastándolo todo,
royendo las desdentadas piezas del puzzle
que aun perduran del pasado y no para siempre,
entre los campos resecos de una poética Zamora.
25
TORO
Aun llega el oleaje de los tiempos,
el ayer en forma de calles estrechas;
sobre la carretera los camiones navegan
entre las nubes Marte duerme escondido.
Emerge de la tierra entonces la Colegiata
e inunda la vista (ésta cansada de la vida)
de detalles románicos sobre piedra;
en los callados rincones de las calles,
en las oscuridades de los viejos templos
resurgen trémulas las preguntas de siempre,
todos los interrogantes sin respuesta;
la niebla del albor de los tiempos existe
y tiene ahora forma de verraco esculpido,
de un desolado trozo de piedra dejado ahí.
La famosa Toro de la que hablan los libros,
aun permanece agazapada tras su esplendor,
tras la inercia de una tierra tan enorme,
con los cambios de la marea del tiempo,
el ruido de los motores de gasolina
y las guitarras eléctricas tocando heavy
hacen más ruido que el órgano sacro.
Duerme y al rato despierta, agraciada Toro,
la que cargó sobre sus espaldas el peso
y fue gran ciudad y sigue siéndolo aun,
la que a pesar de su pequeñez es grande,
pues no sigue la agitada banalidad
de nuestro aparente pero efímero presente.
26
A LOS SEFARDIES DE TORO
Cantad desde Gaza, profetas de Israel,
los salmos de David, el que fue ungido,
hablad del Duero y de sus tierras
que son tan hermosas como las de Jericó,
bendecid los campos del trigo apelotonado,
el frío de la mañana al besar su semblanza,
decid: “Esta tierra es bendita como la nuestra,
cundo el sol tuesta lentamente la gavilla”,
cantad su gloria enmudecida, profetas de Israel.
Bendecid a Zamora, la bien creada,
y a Toro que nos ha acogido sin más,
hablad de los corderos que comen de ella,
de los infortunios que oye la hoguera
y los sueños de un grato dormir.
Bendecid esa tierra tan grande y fuerte,
que siendo de ellos es como nuestra,
bendecid a los judíos que vivimos en ella,
en una España mezclada desde tiempo ha,
en sus tierras a ratos se huele con ternura
la mirra de oriente entre las colinas
y se leen trozos dispersos de la Torá,
ahora que no estamos en la Jerusalén amada
amemos esta tierra y su eterna claridad.
27
A LA CRUELDAD DEL TIEMPO
A las estirpes de reyes visigodos
que vinieron del norte con su azulado iris,
su rubia cabellera y su ansia de lucha,
a los templos que se fueron aunque estén,
a las monedas de oro que siembran el suelo,
a los romanos que cedieron el terreno,
a los dioses del pensamiento y de la paz,
a la bendita Ceres que permite la cosecha,
a los sueños de Morfeo que todo lo puede,
a los menhires que no duraron un día,
a las lascas de piedra que se tallaron,
a la gloria del ayer ahora marchita,
a los sueños efímeros de parca libertad,
en recuerdo de un noble romano enterrado
y de su esclavo traído de la antigua Judea,
a un legionario patrullando un camino,
cuando la estatua de Septimio Severo,
tan gallarda, hace tiempo fue rota,
a los momentos que parecían inmutables
y se fueron, roídos, casi olvidados,
menoscabados como un mosaico, roto,
después de siglos de fuerte inanición.
28
Del norte, del norte, de más al norte,
vinieron los godos de rubias cabelleras,
pálidos y fuertes cuerpos, ojos color zafiro,
con recuerdos de tierras frías y sufrimiento.
Siempre hay un pasado para bien o para mal
un lugar aparentemente primigenio, oxidado,
con olor a cristianismo juvenil de año cero,
gracias a la decadencia de la loba romana.
Se cambiarán acueductos por iglesias,
los señores de la guerra forjarán espadas
por una vida insostenible pero duradera,
se oirá el ruido de los metales en la guerra
para traer la caja de todas las miserias.
La edad media y sus claros oscuros llegó,
tras los godos y sus olvidadas victorias:
la historia es grande, demasiado grande...
y siempre un extranjero llegará, cansado,
de algún lugar muy distante del nuestro...
29
TIERRA DE PAN
Las nubes pasan sobre el peinado campo
y el trigo despunta sereno en sacras gavillas,
sobre la lejanía las nubes planean suavemente
y su lobreguez acaricia los campos amarillentos,
mientras el asfalto hace amagos de derretirse
y descansa del vuelo la loca golondrina,
el aire trae gratos olores de cualquier rincón
y regresa transparente el agua del riachuelo,
podría estar en cualquier sitio, en cualquier lugar,
pero la tierra que emana pan me sostiene,
la Zamora extensa de palomares solitarios,
de trozos de pensamiento sobre las colinas
y campesinos trabajando con el frío invernal
y luchando contra el bochorno de agosto.
En lo peor del verano surge la tenue sonrisa,
en lo peor del trabajo emerge la broma,
los campos zamoranos piden ser cuidados,
el pan pide sacrificio antes de llegar a la mesa.
Y como vienen, desoladas y a la vez blancas,
se van las nubes dejando en el suelo su sombra,
desde la planicie contemplo la tierra sembrada
y los múltiples pueblecitos con sus iglesias;
y mis ojos hacen un breve amago de llorar,
porque no pueden husmear todos esos lugares
que desde lejos llegan a mi gafosa vista.
30
TIERRA DE VINO
Ya quisiera Baco beber tu esencia
de viejas glorias entre sagrados pilares
y bañar su cuerpo en el manto de tu barro,
recorrer todos esos caminos viejos
por donde asoma la liebre furtiva
y la vid sustituye al trigo aterciopelado.
Ya quisiera Baco ser tu cadencia
de jolgorio enmudecido por la brisa,
de pastor encanecido llevando las ovejas,
con su fulgor en los eternos prados rubios,
donde el ratoncillo campestre corretea
entre los interminables laberintos de pan.
Ya pudiera ser Baco tu existencia,
con los rumores godos en la carretera
y monedas de Adriano en tu subsuelo,
en verdad con gozo me cambiaría ahora
por ser quien eres, tu, tierra de vino,
tierra de vino que no lo bebe la tristeza.
Ya pudiera morir Baco en tu tierra,
trasformándose su cuerpo en tu maleza
y cantar canciones alegres de borrachera,
ya quisiera morir el placer en tu vera
y enterrar los luceros del alba en tu meseta,
mágica, ancestral, vinícola, altanera...
31
A LOS AGRICULTORES QUE SIGLOS ATRÁS
TRABAJARON EN EL CAMPO
En la siega caen las gavillas de trigo
que con las manos estropeadas por el trabajo,
los campesinos, ayer, recogieron la cosecha;
el sol naciendo y muriendo, calor tras calor,
sin ninguna compasión para su amargura,
doblando su dignidad ante la semilla del pan,
cayendo, a la noche, bajo la derrota del cansancio
y mañana recobrando la fuerza para la lucha.
Tierra ingrata de incomparable dureza,
tierra pulida de dorada voluptuosidad
que te cobraste vidas en vano esfuerzo
para vivir un poco más cada amanecer,
sin hueco para un trozo de humana ternura,
huérfano de compasión, desolada semblanza,
gota a gota cae la vida en el amarillento trigal,
y la siega año tras año volverá penosa y alegre,
hasta que la técnica ponga fin (no punto y final)
a la danza macabra de la siega en el verano,
el trigo macerado por el sol, rubio y deseado,
sobre las colinas resecas de la tierra pajiza,
del ahora seco polvo cercano al camino,
donde reina el saltamontes y juega el viento
y donde años atrás, gentes perecieron
tras las agotadoras jornadas de la cosecha.
32
DUERO
Duero largo, Duero recio,
Duero, amigo perpetuo,
sobre tu camino sin polvo
se mece agua y silencio,
entre murmullos sin sonrisa
y brisa serena en la alameda,
largo te alejas en la noche
y sigues alejándote en la mañana,
con las hierbas de tu sendero
y el croar de tus ranas,
las tardes despuntan terrones
de azúcar en leche blanca,
junto a tu figura eterna
colinas se extienden como si nada,
donde convive la nieve
y se hallan dispersas las casas,
con hogares avivados por sus luces
y los fulgores de las hadas,
serpentino te alejas solo,
con miles de campos en agosto
que tienen seca la garganta.
33
MIRANDA DO DOURO
Más al este el Duero se hace portugués
y se vuelve fiero entre acantilados,
al son de Camoes con sus sonetos.
Miranda Do Douro presagia el Atlántico
y sus barcos majestuosos hacia América,
la Zamora de la frontera lusitana
se vuelve extraña e indefinible,
tan desnuda en sus campos como antes
y con una tristeza añadida en su atmósfera.
Portugal está cerca con su apreciada Lisboa,
con el mar verde, casi siempre embravecido,
colinas turquesas, olas con sazonadas algas,
galeotes fantasmas en el horizonte,
almas en una tierra demasiado dura.
La Zamora fronteriza con Portugal
tiene extraños árboles en sus colinas
tintadas color pirita y sol de verano,
toros pastando en sus praderas lánguidas,
secas aun de toda lluvia crepuscular,
simulando un jardín de suave arena,
la esmeralda portuguesa está cerca
pasando la discreta línea fronteriza.
34
RÉQUIEM
Tras la puerta del mudo camposanto
se descubre la muerte en lápidas negras,
silencios de tierra estéril castellana,
cipreses esbeltos, serios y llorones;
en las antiguas trincheras del 36
que aun quedan de las dos españas,
la muerte lenta y cenicienta camina
con su mueca de eterno hastío,
y se notan las grandes ausencias
de todos los que al final se fueron.
Tras la verja negra y metálica,
las flores se marchitan en el mármol,
las plegarias se olvidan sin piedad,
cada generación tiene sus esquelas
y las esquelas del ayer las del mañana,
sobre el papel desnudo de palabras
despunta pronto una leve lágrima
y la muerte sonríe muda y solitaria,
ni siquiera el alegre trigo espigado,
que luce en la extensa colina iluminada,
amortigua la honda ausencia
de todos los que se fueron en el ayer,
todos esos que no degustaron nuestro ahora
y nosotros que no veremos el mañana.
35
INVIERNO CASTELLANO
Nieve virginal, página en blanco,
inicio del invierno, el frío se convierte en decisión,
el hermano mayor del cubito de hielo
toca el arpa heladora y se convierte en manto,
papel equinoccial, añorando el verano,
lejos de lo pasional, es ahora lo gélido,
los copos de nieve caen al suelo, terribles,
las miradas trasformando en ensueño.
No se puede, la noche llega pronto, inhóspita,
en su corazón, plagado de constelaciones, no ama
ni hace agitar el pecho, emocionado y pasional,
por la boca no sale Cupido si no vapor,
en las cumbres no hay añoranza sino blancura.
Y el fuego, en el hogar, con alguna leña
rememora impertinente los besos del pasado,
los instantes plagados de verde humedecido,
de rojo florecido, de azul brotado, inconsciente
a cada llama del leño se visiona cualquier cosa,
los duendes fatuos resplandecen, un momento,
mientras afuera sigue la tormenta
y la naturaleza sueña con primaverales ninfas
y alegres caramillos y flautas dulces y alegres.
Y descubro, necio de mí, después de tanto tiempo,
que el ocaso del calor sirve para avivar la añoranza
y besar el frío con la mejilla engrandece el futuro,
ese futuro que se llena de días soleados y de color
y de vida que no se puede absorber totalmente.
36
PRIMAVERA CASTELLANA
Euforia vegetal, orgiástica naturaleza,
árboles brotando del oscuro letargo,
semillas inocentes que desean vivir,
el ratoncillo corretea por los arbustos,
el polen sobrevuela la atmósfera y las alergias,
las ninfas ríen sobre los sucios riachuelos,
algo sobrevive a los siglos, aparte de nosotros.
Los pajarillos agradecen los nuevos rayos solares,
el viento no es tan soberbio y se vuelve dulce,
nace algo de nuevo, florecedor de sensaciones,
olores a tierra engalanada, festiva, feliz,
el mundo se agita su abrigo siniestro.
Se derrite la nieve, se derrite la melancolía,
la luz altanera y endiosada reparte caricias,
cosquilleos abrumadores, ingenuos y aniñados,
alguna última tormenta ataca el asfalto,
los penitentes, enfundados en sus capirotes
sacan a Cristo y lo pasean por la ciudad
en un acto que se llena de tetricidad y de misterio.
Y en el monte, altivo y visceral, inerte,
se mueven los animalillos y los saltamontes,
la lagartija inquieta y la lechuza plateada
y los elfos narran cuentos sobre el letargo invernal.
Ya pasó todo pero ya retornará de nuevo,
ciclo inerte que mantiene la vida, solo eso,
ilusiones incontables que van hacia delante...
37
VERANO CASTELLANO
Por tierras de Zamora, en verano,
la meseta anda desnuda y descalza
sobre los cojines de las colinas
y sus abrasadoras madrugadas,
está arisca la hierba por el sol
el ocaso ruge en llamaradas,
silencioso camina el viento
para entrar en la sobria casa.
La noche se edulcora con fogatas
se quema la tristeza que empaña,
el ave Fénix resurge de las cenizas
de la madera vieja de las entrañas.
Trinos indecorosos sobre el árbol,
ocios que buscan la pereza,
sueños tórridos e hilarantes...
buscando, tras la comida, la siesta.
Corren los faunos al atardecer
y sonríe el ocaso buscando estrellas,
lo abrasador no desea apagarse
sin dejar un rastro en el cielo.
La duda irresoluble murió hoy,
sé que muchas cosas son posibles
ya no me importa tener que existir,
solo deseo vivir este momento,
escuchar al sapo croar distante
dentro de un arroyo reseco,
al grillo gritar su gran amor
y yo recordar aquel que fue mío.
38
OTOÑO CASTELLANO
La vida parece marchitarse, tan cerca,
el follaje quedará marrón, aburrido en la maleza,
traicionado por la naturaleza dormitante,
deseosa de cerrar los ojos, no para siempre.
Y el miedo a que no vuelva la luz
se apoderarán de las almas que dicen serlo
y el gnomo que trabaja en nuestro cerebro
sintiendo el fresquillo de la tarde se adormece.
He visto el futuro, he visto el pasado,
¿qué va a ocurrir si no lo que ocurrió ya?
una estación le sucede a otra, el color se esfumó,
la lluvia golpea el suelo y mi animosidad;
aunque a mí ¿Qué me importa todo eso?
Busco un beso del sol antes de cerrar los ojos,
el calor suficiente para dormirme sin pensar,
era el ayer: sin cama fría, sin adaptación al otoño;
la luminosidad perdida, poco a poco, olvidada ya.
Pero mejor, cerrar la boca hasta que venga,
con su viento, su octubre gélido y otoñal,
y como ha de venir, sin duda, al final, vendrá.
39
Se esconde el jabalí en lo profundo del bosque,
ya viejo, cansado de tantos años,
arropado por el verde intenso de los árboles,
sus ojos apenas pueden ver ya, su olfato le guía,
la vida lo acompaña hasta el último momento,
suspira, por la juventud perdida pero no olvidada,
sepultado bajo la vejez traidora de los años,
besada tiernamente por el olor de la tierra.
Ya no habrá mas trotes ingenuos y juveniles,
se fueron los juegos infantiles del jabato,
el recuerdo que quiere olvidar pero no puede.
Cualquier cosa se desvanecerá menos la memoria,
se irá la tierra, finalizará eso que llamamos cielo,
pero miles de momentos, aunque no los queramos,
no dejarán de volver una y otra vez al final de todo.
No tuvo tumba ni funeral el viejo jabalí,
si obtuvo, de la vida, un fenomenal olvido,
de esa vida que todos admiramos y que es hermosa
pero tiende a sufrir amnesia ante sus hijos,
como cualquier humano tiende a olvidar una deuda.
Quiero pensar que habrá un cielo para los jabalíes
donde correrán y buscaran raíces por siempre...
No siempre deseo un cielo para los humanos,
(las cosas del hombre no son gratas de recordar)
pero busco un paraíso para las bestias del campo,
ellos tienen la inocencia que indagamos
pero nunca encontramos a pesar de todo.
40
Los rumores en Santiago el Viejo
reviven al Cid como a una primavera,
cristalina en albores y flores aromáticas.
Allí donde fue armado el héroe campeador,
donde los cristianos piensan en cruzadas,
con armaduras brillantes y armas de acero,
moros en las rudas tierras paneras,
cantares de gesta en hogueras rancias,
los pendones hablan por los señores
y la guerra es una desdicha cotidiana,
¡Hay Cid! mi Cid de poemas lánguidos,
de leyendas castellanas en la nieve,
cabalgando sobre la tierra llana,
la Zamora, por el Cid enriquecida,
con el galope agazapado de Babieca
y campanarios riendo con euforia,
por Zamora pasó el Cid y fue armado
caballero que fue y seguirá siéndolo,
aunque sea en los laureles de la literatura,
la iglesia donde sucedió este hecho
sigue aun en pie, para generar misterios,
aunque solo hubiese ocurrido
en los rincones de un pensamiento,
inquieto, excitante, gemelo a la fantasía.
41
Aun cabalga el Cid por Castilla
a lomos de Babieca, no habrá caballero igual,
empuñando una espada que parece mágica,
deslizándose su figura por el frío matutino
de unos inviernos cercados por monasterios vacíos,
pasiones llenas de tierra incontenible
que sostiene un tren eléctrico con pasajeros ociosos
e imágenes en movimiento, mudas y asépticas.
Se siguen oyendo los cascos de Babieca,
arrullando al viento que muerde la catedral,
insigne estandarte del viejo Burgos,
testigo sin voz de lo que fue y pudo ser,
pero, hay, también los espectros caminan
silenciosos empapando cada lugar y cada piedra,
cada blasón y cada frase olvidada,
y todas las palabras que no se perdieron.
Pero que hermoso, aun lo escucho,
hablar a Rodrigo Díaz de Vivar con Doña Jimena
y decirla frases de amor en tiempos imposibles
ver llorar al Cid por estar tan lejos de casa,
por morir y matar en tierras de nadie,
y sollozando, despierto de mi sueño desvelado,
de mi soñar consciente sin cerrar lo ojos
y me embarga la emoción de no vivir en el ayer,
en no cargar con tantos sufrimientos inútiles
en un presente que es, sin duda, menos duro.
42
Camina el Cid desterrado y desolado
por caminos de nadie, solitario,
con su gente a la espalda, silencioso,
pide alojo para él y los suyos,
pero nadie quiere hablarle por miedo
a las iras del rey Alfonso de Castilla.
Y una niña le salió al paso y le dijo:
“Nadie te dará cobijo, mi buen Cid,
te lo daríamos nosotros pero tememos
el castigo de nuestro poderoso rey,
ve con Dios, los senderos son tuyos,
y tu soledad compañera de la mía,
sea invierno con sus heladores gemidos
o verano con el grillo altanero cantando,
tu serás mas popular que tu Señor”.
Se fue galopando Babieca y con él, el Cid,
con la pesadumbre que asoma en la tristeza,
con el frío que se asoma en el otoño
y el invierno en las azules venas,
se fue apenado el Cid con su corcel
y su gente le siguió, todos enmudecidos,
y alguien dijo para si, al verles,
“En verdad que gran caballero sería
si tuviera a un buen señor a su lado”.
43
Ah, mi Doña Jimena, mi dulce cielo,
me esperarás en nuestro castillo de arena,
lejos de la batalla que siempre me persigue,
roto mi pecho sigo sintiendo perderte,
nuestros rostros llenos de perras arrugas,
las dos esencias siempre bebiendo lejanía.
Doña Jimena, mi dulce arroyo cristalino,
aquel beso que pude darte se esfumó
con los días que pudieron volver y no lo hicieron,
y ya nada se escapa a mi silencio inerte,
a mi amor dorado que se mezcla con el tuyo,
inerte la piedra, viva la pasión, aun veo,
tu primer parpadeo me besó antes que tu boca.
Yo, Don Rodrigo, mucho he ganado,
sin ti ya nada tengo en el presente,
tu calor en mis manos, mis manos en las tuyas,
han pasado, traidores, tantos años,
y no hay lágrimas que se sientan perdidas.
Ah, la espada aun empuñada, vanamente,
sin poder conquistar los años que nos matan.
Mi querida Doña Jimena, mi bendito cielo,
mi armadura para el alma, ya sin corazón,
envejecida de vanidad cualquier ilusión,
solo me queda una imagen tuya que acaricie
el pozo fastuoso de todos mis deseos.
Ah, Doña Jimena, mi cándido amor,
madre de mis hijos, llave de mi camino eterno.
44
El trovador canta alegre con su laúd,
canciones de gesta en la nieve cerrada,
sobre como el Cid es desterrado por Alfonso,
sobre amores imposibles entre un cristiano
y su mora al otro lado de la eterna frontera,
el trovador espera la primavera, con versos,
declama poemas sobre la ruda Castilla,
canta sobre el fuego consumiendo los leños,
anhelando la calidez sobre la ancha tierra.
Pero el trovador detiene sus estrofas,
vencido por el amable sueño pacificador...
una vez dormido, por sus sueños cabalga
el Cid henchido de juventud y nobleza,
la canícula venciendo al frío y a la nieve,
las lanzas poniendo sabor a la guerra,
sueños de trovador en la noche cerrada
cantigas en la mente, en las tinieblas,
imágenes de la juventud que no existieron,
vivencias escritas para ser cantadas.
Uno a uno los sueños desaparecen,
uno tras otro se inclinan ante el día,
pero por culpa del frío el laud enmudece,
y en las colinas gélidas y silenciosas
viven sin vida todos los versos recitados,
los personajes que murieron al bajar la voz
del rapsoda que pone su calor al mismo frío.
45
Tiembla tierra castellana por lo ocurrido,
ha muerto tu hombre más ilustre,
el hombre que se sabe quien es
pero del que tanto se fabuló,
yace en tierra Rodrigo Díaz de Vivar,
el héroe a quien llamaron el Cid
los moros que vivían en tierras conquistadas.
Llora Burgos, llora Zamora, llora Valencia,
la sombra de tu caballero ya no se verá
junto a los sembrados madurando al sol
ni degustando el pan de tu tierra,
que los monjes canten gregoriano,
que los árboles lloren su antigua figura
tan mítica y sugestiva como terrenal,
ya no habrá más Cid, ni más Babieca,
ni poemas épicos en rugoso papel,
tierra llana, tiembla de nuevo,
tu hijo más famoso acaba de fallecer,
con la cara cansada, en su ocaso final,
su rostro, frío por la mano del hades,
descansa dulcemente en tierras de Castilla,
su océano angosto por el que luchó.
Que la muerte venga con su capucha blanca
a llevarse su alma y dejar su recuerdo,
que la tarde sea de nieve bajo el estío
y llueva en silencio la fatalidad,
que se recuerde su figura en letras granates
y que la muerte no vuelva jamás.
46
ANTES DE VOLVER A CASA
Solo deseo antes de volver a casa
que las dos españas no se hagan la guerra
y el otoño deje la hoja caer,
navegue el vehículo por la carretera
monótona y clara, siempre lineal,
que el invierno se vaya muy pronto
y las aves vuelvan al pueblo a volar,
tras un viaje que parece de bodas
con muchas lunas y muy poca miel.
Que el sur no parezca tan lejano y seco
y un poeta llame a esto paraíso,
jueguen las flores en los solitarios parques
y rían las gentes junto a los altos chopos
antes de volver a casa y cenar.
Que el invierno se vista de estío
y los palomares se llenen de vida,
que el trigo me hable como a un amigo
y el sol no pierda su encanto y vuelva
con un recuerdo grato y a la vez sutil,
que todas la noches piense en Zamora
y sus atardeceres no tengan fin.
47
DE REGRESO A PORTUGALETE
Me llevaré a casa, en mi mente,
esos caminos castellanos casi sin curvas,
tan rectos como la conducta de un ángel,
derretido el asfalto por el asfixiante calor,
alegrado su paisaje por colinas amarillentas,
árboles lejanos y castillos en la meseta.
Echaré de menos la húmeda brisa cantábrica,
el frescor y el calor apagado del norte,
pero será tan gris la visión de todo aquello,
que no me importará beber de su clima
si me llevo un trozo de esa tierra.
Sustraeré para mi futuro un pedazo de trigal,
con sus chopos ocasionales formando hileras,
bebiendo de su grato calor y su seco clima
oliendo a tierra tostada y dorada armonía.
Llevaré a mi casa un pedazo de recuerdo,
un poco de luz de la tierra zamorana,
con románico añejo pasando por Toro,
a camino rectilíneo castellano, en coche,
conduciendo en el ocaso del otoño virginal,
con aves ya en sus refugios y días agónicos,
cerca ya de Burgos, con su catedral, desafiando,
y esperando, tras unos kilómetros más,
volver a ver mi hogar, junto a las galernas,
en un Cantábrico inestable, azul pero furioso;
llevaré a mi casa, en mi mente, todo lo vivido
todo lo experimentado que mantendré siempre
hasta que mi mente, ya vieja, olvide el ayer.
48
OTRA VEZ EN EL CANTÁBRICO
Una vez en casa el cantábrico me saluda,
huelo a sal marina en mis entrañas,
Bilbao se vuelve melancólico y gris,
aunque el cielo se tiña de azul y oro.
La noche se torna en un desfile de farolas,
el Nervión en una carretera a medio hacer,
Portugalete en el centro de mis novelas,
las tormentas frías en una forma de depresión.
Desde el gran Bilbao no podré ver las estrellas
por la contaminación y las luces de artificio,
todo mi pasado es un recuerdo pasivo,
los campos de Castilla un olvido avivado.
Los árboles desnudos agitan sus pobres ramas,
sobre un invierno vasco, mate y entristecido,
la ausencia de Castilla y de sus campos,
se vuelve recuerdo inquietante y vivo.
El amarillo de los campos de frágil trigo
se vuelve metal preciado a los sentidos,
me abrazo a la ausencia de su esplendor
cuando llega el otoño y el lánguido frío,
mi tierra vasca es hermosa y la quiero,
pero admiro la Castilla seca e infinita
que evoca cualquier cosa imaginable
mas allá de la línea del eterno horizonte,
lejos de playas brumosas con acantilados
y barcos de pesca danzando con el mar;
la Castilla de mis sueños en verdad existe,
aunque sea tan solo en la fugaz literatura,
pero cuando viajo la encuentro pletórica
con sus trigales de gran claridad.
49
MEMORIA CASTELLANO LEONESA
A la memoria de la Castilla inconmensurable
donde el león pacta con el rugoso castillo
y el mar es un lago de dulce trigo,
y el cielo hace amistad con ese océano,
a ese territorio tan extenso como infinito,
a esos ocasos con línea azul violeta
donde los pasos se convierten en vida
y la vida eterna tiene hoy su frontera.
A Castilla y León por lo que pudieron ser
por lo que fueron y ya no son,
a las ovejas trashumantes de los sueños,
al ave que siempre estará en el firmamento
y a la carretera que parece no acabar.
Castilla y León en mi literario bolsillo,
Zamora sobre un breve, pero intenso libro,
León para poder en el futuro recordar:
historias de batallas siempre sangrientas,
olor a tierra tostada, aroma a tierno pan.
Volveré alguna vez a Castilla en un soneto,
a León en un cuadro de óleo fresco,
a Zamora en una canción de gesta,
a los recuerdos que llevo junto al mar;
a Castilla y León por lo que fueron,
a esos caminos extensos y sin miedo,
por hacerme ver toda la inmensidad.
50
PLEGARIA (Jeremías 31, 31 – 34)
Naceremos una y mil veces si es necesario,
caminaremos hacia la luz y no a las tinieblas,
perdonaremos a los demás sus errores,
y con la compasión crearemos un nuevo mañana.
Dejaremos atrás la ignorancia que nos mata,
beberemos el agua que calma para siempre la sed
viviremos sin sentir odio, sin acaparar fortuna,
llevando sobre nuestra mente buena voluntad.
No necesitaremos enemigos en las alforjas,
ni espada ensangrentada para hablar de la guerra;
miraremos al cielo como a nuestra morada,
hablaremos con Dios igual que a un buen amigo,
utilizaremos el amor para los días buenos y malos
y buscando justicia en la tierra hallaremos libertad.
Y ya no hará falta soñar con los días futuros
pues será hermoso ver como el futuro ha llegado,
colmada la estupidez, trasformada la ignorancia,
en inmensa sabiduría que traspase la muerte.
Y no lloraremos a los muertos en su umbral,
porque sabremos, con el corazón, su paradero,
y no nos dolerá oír la verdad sea esta cual sea
y tampoco nos importará convertir en alegría
el lodo que no nos llevaba a ningún lugar;
y tan luminosa como una estrella parecerá una vela,
si trasformamos un trozo de nuestra soberbia,
en una tenue fuerza que se llame compasión
y de la que no nos importe recibir nada a cambio
si nada nos dan por lo que nosotros ofrecemos.
INDICE
1: A MACHADO: Sin patio de Sevilla, ni huerto ni limonero
2: Del masón que pude ser pero no soy
3: A veces siento que estoy entre varias tierras
4: A mi tierra, a cualquier tierra
5: La tierra es tan enorme que parece pequeña
6: Me vio nacer mi tierra junto al mar
7 VILLARALBO DESDE PORTUGALETE: Solo era una foto en un periódico
8: CAMINOS BURGALESES: Girasoles se agitan en la meseta
9: EN LAS CARRETERAS DE CASTILLA: Sobre el polvo del árido camino
10: PUEBLOS ABANDONADOS: Con mi becqueriana mente
11: MURMULLOS DE ZAMORA: Vi aquella tierra zamorana en sus ojos
12: ZAMORA: La añeja Zamora, la medieval Zamora
13: ZAMORA ARABE: Háblame, hermosa Zamora, dime con tu silencio
14: A DOÑA URRACA: Mujer de cuerpo enlutecido
15: CAMPOS DE ZAMORA: También hay oleaje en los campos de cebada
16: TIERRA: Tierra de pan, tierra de campos
17: VILLARALBO: Era un simple paraje para la vida
18: NOCTURNO EN VILLARALBO: Cuando la morena noche navega
19: LA IGLESIA DE VILLARALBO: Tan hermosa es la iglesia de Villaralbo
20: LA CIGÜEÑA DE VILLARALBO: La cigüeña dormitaba escuálida
21: SOPAS DE AJO EN VILLARALBO: Sopas de ajo en el actual fogón
22: SAN PEDRO DE LA NAVE: Templo mítico de visigótico aroma
23: WAMBA: La tierra se extiende de nuevo al infinito
24: MONASTERIO DE MORERUELA: En los pasillos de un claustro derruido
25: TORO: Aun llega el oleaje de los tiempos,
26: A LOS SEFARDIES DE TORO: Cantad desde Gaza, profetas de Israel
27: A LA CRUELDAD DEL TIEMPO: A las estirpes de reyes visigodos
28: Del norte, del norte, de más al norte
29: TIERRA DE PAN: Las nubes pasan sobre el peinado campo
30: TIERRA DE VINO: Ya quisiera Baco beber tu esencia
31: A LOS AGRICULTORES QUE SIGLOS
ATRÁS TRABAJARON EN EL CAMPO:
En la siega caen las gavillas de trigo
32: DUERO: Duero largo, Duero recio
33: MIRANDA DO DOURO: Mas al este el Duero se hace portugués
34: Tras la puerta del callado camposanto
35: INVIERNO CASTELLANO: Nieve virginal, página en blanco
36: PRIMAVERA CASTELLANA: Euforia vegetal, orgiástica naturaleza
37: VERANO CASTELLANO: ¿Dónde esta? Deseo recordarlo ahora... ¡ya!...
38: OTOÑO CASTELLANO: Profetizaré que a partir de mañana
39: Se esconde el jabalí en lo profundo del bosque
40: Los rumores en Santiago el Viejo
41: Aun cabalga el Cid por Castilla
42: Camina el Cid desterrado y desolado
43: Ah, mi Doña Jimena, mi dulce cielo
44: El trovador canta alegre con su laúd
45: Tiembla tierra castellana por lo ocurrido
46: ANTES DE VOLVER A CASA:
Solo deseo antes de volver a casa
47: DE REGRESO A PORTUGALETE:
Me llevaré a casa, en mi mente
48: OTRA VEZ EN EL CANTÁBRICO:
Una vez en casa el cantábrico me saluda
49: MEMORIA CASTELLANO LEONESA:
A la memoria de la castilla inmensa
50: PLEGARIA: Naceremos una y mil veces si hace falta
MAR Y TIERRA
POR
FIDEL BILBAO
1
Tan infinito y tan ilimitado, siempre enorme,
y sin embargo lleno de diminutas gotas,
descarado gigante de tonos azul y verde,
suspiro helador de caricia cruel y salada,
bastión de animales que nadan y viven,
teatro donde muchas vidas viven y desaparecen,
alfombre tempestuosa sembrada de barcos,
música inquieta rezumando sobre las olas...
¡ah!, no es mi vida, es la mar inimaginable,
algo indescriptible que muchos soñaron describir,
tan cercano que no molesta su presencia,
tan mitológico que asombra al incauto,
maravilloso, espectacular, sorprendente.
Veneno mortífero que se ha llevado demasiado,
descarada caracola, semejando la propia alma,
chiste mal contado con naufragio y hundimiento,
segador de risas ingenuas, mal amante,
tazón ingenuo donde se ampara la esperanza y el adiós,
metáfora inacabable de la eternidad añorada,
ese algo que sueña a interminable es, acallada,
la mar angosta y dicharachera con letanía salada,
solo eso y, aunque no lo pensemos, aun demasiado.
2
Quisiste ser tierra pero naciste mar,
hubieses deseado tener un camino
lleno de bajeles y de aves migratorias,
pero solo tuviste camino al navegar,
quiso la tierra ser mar y melancólico océano,
y se transformó en campo de trigo,
quiso el cielo, tan solo, ser apasionado
y volvió su paz en tempestad,
deseó el mar ver su amplio y azul destino,
pero solo sintió a la gaviota volar.
Pensantes que ser océano seria un atino
y solo vistes veleros tristes naufragar,
deseó mi ojo ver por siempre el infinito
y solo consiguió ver el inicio del fin.
Tal vez imaginaste que siendo agua serias vino,
pero solo a los que vivimos en tierra
nos haces embriagar con tu sustancia,
quiso mi pensamiento su blanca libertad
y tan solo pudo ser barco en tu imaginación;
ansiaba también el perro ser hombre,
pero no pudo nunca dejar de ladrar,
deseó también el can ser delfín
y solo consiguió nadar, nada más.
Yo nunca quise ser marinero, pero proyecté,
mi mente sobre tu espejo, azulado y finito,
y poder viajar, con mi imaginación,
con mi alma hueca sin poderte del todo amar.
Por eso quiso el mar volverse tierra,
quiso la alondra dejar de cantar,
pero no pudo, en verdad no pudo
dejarse nunca de transformar
3
Pude estar en la mar o estar en tierra,
haber visto el día o haber contemplado la noche,
aterciopelada y elegante, siempre misteriosa,
haber robado para mí las estrellas del firmamento
o dormirme sin llegar a ningún lugar.
Ser navío salvaje en medio de un monte nevado,
viajero entre las olas del verde océano imaginado,
contemplar los barcos hundidos por los siglos,
plagado el fondo de monedas de oro
y estatuas de Neptuno desgastadas de hastío.
Cantarán para siempre las sirenas susurrando
lo que nunca pude escribir con mi fantasía
y con cada respiro, la mar se agitara valiente y alegre,
por cada ola habrá miles de gotas de agua,
haciendo de séquito a los dioses del mar,
a cambio de un calamar muerto por nosotros,
un sueño que se perdió sin remedio alguno.
Hallaré el mar en el interior de una botella de agua,
surcará mi mente un efímero barco de papel,
sellado con este poema, tierno y altivo,
diremos que era el mar cuando eran en verdad
dos pupilas azules y verdes como el agua,
que embiste el galeón en medio de la galerna.
Y hallaremos un puesto y miles de puertos
y como hay estrellas de mar el mar será el cielo,
porque tan azul como el mar es el fondo de la luna
y tan llena de despojos, de barcos hundidos,
está mi mente cuando se puebla de fantasmas,
que la mar, por estar llena de ánforas vacías
y aviones de guerra que cayeron en desgracia,
es como lo que gané, perdí con gran dolor,
pero que jamás recuperaré aunque quiera.
4
Amaré el mar, aunque no quiera,
aunque viva en tierra, aunque muera en tierra,
a pesar de no saber nadar,
a pesar de poder como mucho andar
tímidamente por una verde vereda.
Amare el mar porque no tiene fronteras,
aunque el hombre ponga siempre sus banderas,
a pesar de vivir en suelo firme,
aunque de la tempestad quiera irme,
cantaré sin miedo a la mar en mis poemas.
Amaré por siempre a la mar, la amaré,
aunque la tenga lejos no la perderé,
la tendré en mi mente como espejo
y mi pluma será como del marino el catalejo,
que no desperdiciará del mar ni una sola de sus olas.
Amaré como siempre lo que no me incumbe,
como amo de la montaña la cumbre,
de la mujer su ausencia y su mirada,
de la guerra la limpia e inmaculada espada
y de la mar todo lo que de ella oí pero nunca percibí.
Y miraré a la mar como a mi tierra y la amaré
y la miraré como a un azulado ajedrez y la entregaré
todo lo que nunca me pidió pero la di,
y según la di un trozo de mi vida perdí,
queriendo ansiosamente ser marinero sin lograrlo.
5
Eres grande, eres bello y a la vez infinito,
que no tenía ojos suficientes para verte.
Eras el Cantábrico que saludaste a mis ancestros,
azul e interminable; a veces gris, a veces triste;
a veces alegre, en ocasiones mío,
en ocasiones de toda la humanidad.
Enorme lagrimón plagado de nubes,
copia humedecida del gran desierto africano,
pupila azulada que de mi recuerdo nunca perdí.
Recordaré por siempre tu ola espumosa,
el mascaron de proa de un viejo barco
el canto de una sirena, un canto de amor,
el golpear de la tormenta en tu oscuro sueño.
Tan grande eres, infinito azul,
que no quisiera despertar de tu imagen,
del impulso sobre tus aguas de un barco rojo,
girando a babor o a estribor, siempre a algún sitio,
vagando sobre la tierra inestable de tus olas,
vagabundeando como lo haría cualquier estrella,
dejando en el vacío la estela de unos humanos
queriendo sobrevivir hasta que la vida se acabe.
6
Se mecen las olas pausadamente
con su color azulado reflejo del cielo,
angosto y grande, tan profundo,
que ni miles de espejos podrían reflejar
el amplio libro que hay sobre nuestras cabezas.
Sus estrellas son miles de barcos
que abren destinos sobre las aguas,
sus aves son palabras sin significado,
los barrancos de las costas un grito grisáceo,
las playas, amarillentas, cabellos infinitos
que besan sin cesar las lejanas olas.
Y una y mil veces escribiré en mis tristezas,
sobre la mar y el océano que calman las penas,
cantando con su silencio una tórrida melodía
con sabor a sal y a momento incierto,
pensativo instante sentado en la arena,
acariciando con mi imaginación sinuosa
un trozo de Túnez y el agua del Pacifico.
Y no habrá nada que recoja tu momento
y no existirá nada que impida mi extinción,
como nada impide que yo escriba este poema
sin saber para que existe, o si navega al olvido.
Y tanto admiro esta vida como la temo,
y tan grato es el existir, como penoso y pesado,
y aunque todo lo posible ocurra, incluso lo indeseable,
me quedaré, entre otras cosas, con recuerdos,
recuerdos de la tierra, de cualquier tierra,
del mar, de cualquier mar que parece el mismo,
del amor, que fue, pero al final, existir, no pudo.
7
Tan grande eres, enorme copa de cristal azul,
que tu grandeza se cobra miles de vidas,
navegando, sobreviviendo, atrevidas,
queriendo arañar el horizonte
o simplemente llenar estómagos vacíos.
Eres frío como el zafiro, o cálido,
según los rayos de sol que te iluminen,
eres alegría o sepultura, según te miren,
poesía, dibujo o película en technicolor.
Eres tantas cosas que a veces no eres nada,
pues los que viven en ti rechazan tu ferocidad
y los que te contemplamos hablamos sin pensar,
en tu belleza que se ha fraguado tantas muertes.
Eres amplio, tan amplio como el cielo,
pero siempre y, que pena, finito,
eres reflejo de lo que nunca vio mi imaginación
el dulce hogar para un ágil chicharro,
con tu húmedo sopor, cuyo pensamiento,
tiene forma de olas blancas e impetuosa tempestad
y tu fantasía es un diminuto y simple velero.
8
Se repite siempre el azul,
el azul del cielo en el cálido verano,
el azul de las pupilas que nunca olvidaré,
el azul del vestido que deseaba ser cielo,
el azul del diamante teñido de esperanza,
el azul del futuro que se hizo presente,
el azul de la flor que quiso ser pajarillo,
el azul que decoraba el plumaje de la avecilla,
el azul del atardecer que coge colores rojizos.
Pero el mar,
el azul del mar es el mas extraño de todos,
el mar femenino de mujer fatal,
azul como el paño de un trozo de mi vida,
azul, siempre azul, y como todo en este mundo,
ánfora de lo bueno y lo malo,
recipiente del dragón reflejo del entusiasmo,
color intenso salpicado de momentos,
de olas blancas embravecidas por la tormenta,
embriagadas por el ayer en forma de gotas de lluvia,
en forma de vidas que siempre, siempre,
vuelven al mar azul de donde partieron.
9
Dime, ola de mar,
si vienes a tierra o vas al océano,
si eres algo o no eres nada,
si te agitas al son del viento
o si sigues la calma de la mañana,
si buscas la noche azabache y estrellada,
si bebes los rayos del sol al llegar el alba.
Dime, ola de mar,
si eres estrella fugitiva sin calma,
si meces con malicia al viejo galeote,
si vienes o vas a alguna parte,
si forma parte de tu alma la ameba
o es un aparte de tu pesadilla el tiburón,
si se esconde en tus entrañas la bella sirena.
Dime, ola de mar,
si eres el bucle del cabello azulado,
si hablas con tu rugido en el eco de la caracola,
si eres blando colchón para el alegre delfín
o si mirando a tu silueta veré mi mañana,
si te contemplaré para luego quedarme sin nada
y llenarme tu azul intenso teñido de verde agua.
O mejor, no digas nada,
que guardando silencio es cuando lo has dicho todo,
con tu voz tersa y suave, siempre húmeda y salada.
10
Nunca apartaré la vista del cielo,
jamás podré apartar los pies de la tierra,
ni quitar de la mente el mar intenso
que sube el nivel de la marea de mi pensamiento.
Cada una de mis ideas son como atunes,
plateados e inconstantes sobre las frías aguas,
que se tornan azuladas al reflejarse con el firmamento,
morada del rudo cimarrón y la ágil sardina.
Nunca apartaré la vista del azulado cielo,
para no perderme ni una gota de la mar tenebrosa,
grisácea y temible al llegar la gran galerna,
cuando cruza el cielo un relámpago sobrecogedor.
Y cuando tenga un cuarzo azulado en mi mano,
tan intenso y tan hermosos como el del ponto,
pensaré que tendré la mar y el cielo en forma de piedra
y será tan grata la sensación y el recuerdo,
que tendré el cielo y el mar en la tierra.
Por eso no quiero apartar la vista de la vía láctea
como mis pies nunca dejarán de buscar
las cuevas subterráneas de la fantasía,
podré ver el mar y el cielo en cualquier sitio
siempre que hayan un azul como espejo,
en la materia que rodea a la materia.
11
Levantarás el vuelo, cormorán mío,
verás el cielo, la mar y la tierra,
corvada y sombría, o de vivos colores;
ambos azules te parecerán el mismo,
aunque los veas a leguas y leguas de distancia.
Levantarás el vuelo corazón mío
o fallecerás como lo ha hecho otras veces,
navegaras por entre las nubes con la imaginación
como un bogavante la haría entre las olas.
Levantarás una vez más el rumbo,
entre el eco de la victoria o la derrota,
los sinsabores de la vida te atacaron
como una batalla mil veces ganada.
Te levantaras una vez mas, corazón,
te elevarás entre el cruel desengaño,
serás polizón en la gran barca
o derrotado en la tierra de tu mente.
Y por ultima vez levantarás el vuelo,
aunque el corazón se te parta en el intento,
ya no veras la tierra corvada o sombría
por tener siempre la amplia distancia.
12
No podrás apartar la tempestad en tu alma marchita,
pues tu alma ahora es un grupo de neuronas
salpicando de electricidad un trozo de lo que fue,
de lo que podría ser el mañana si el que llega.
Tampoco podrás evitar la terrible tempestad
que se cierne sobre el mar tumultuoso y gris,
o la tempestad que saluda a la montaña,
o la electricidad cerebral que ataca al epiléptico.
Pasará el tiempo y no podrás evitar,
tantas cosas que juraste en tu juventud
y que el destino o la naturaleza te impidió,
o tal vez no estaba en tu camino evitar.
Y ya sé, que ni yo mismo, aun deseando puedo,
evitar, aunque quisiera, tantas cosas
y me amargo por ello y le hablo a Dios,
esperando que este exista pero nadie contesta.
Y digo, solo digo, que no me importa evitar la belleza
y la justicia y todo lo bello que hay sobre la tierra,
pero todo lo demás, la injusticia, el dolor, la muerta
quiero luchar contra ello, pero no me quedan armas
para seguir, todos los días, luchando y luchando.
Y yo, como mortal que soy, hay veces,
que deseo tirar la toalla pero no puedo;
y lucho y lucho en mi mente para llegar a alguna parte
y cansado, solo puedo contemplar la tempestad,
rodeada de tierra mientras la tempestad se agita
y la tierra calla y observa, como los humanos,
que observamos en silencio y no podemos hacer nada.
13
Se encuentra entristecido el mar, aunque lo neguemos,
se partió en dos el gran petrolero, el titán del mar,
y las inocente olas verdosas se trasformaron
en un fango extendido, viscoso y siempre negro.
Aun siendo día, llegó la noche al ponto, acartonado,
la muerte al inocente pez que allí vivía dichoso,
la melancolía al delfín juguetón y dicharachero;
de nuevo se trasformó la luz en desengaño,
lo que era vida, es ahora un maloliente recuerdo,
la antigua mar es ahora un charco inmundo,
una cloaca donde se baña apenada la confusa foca
y muere en la negra playa el envenenado cetáceo.
Se encuentra triste el océano del que surgió la vida
y no llora ni el cielo porque ya no tiene lágrimas,
para echar de menos a tantos de sus hijos
que murieron por el hombre y para el hombre,
para llenar estómagos llenos de hambruna,
por soportar el ansia humana de tenerlo todo,
o como ahora, por un descuido carente de amor.
Lo que era azul, ya no lo es, tal vez lo será
la vida que antes era, es ahora incertidumbre.
14
Fue oculto en una isla perdida,
el botín fabuloso de un viejo pirata
que perdió su galeote en un combate
y hubo de huir en una inmunda chalupa.
Era el pirata, avaricioso y viejo,
tenía una pata de palo y un mal pasado,
un mal alcoholismo, una débil historia de amor,
y el mar mezclado con la sangre de sus venas.
Pero nunca fue hallado el tesoro
y era tan viejo el pirata que se le fue la vida,
buscando el brillo del sol en el oro
de unas monedas metidas en un cofre.
¡Que chillen los cañones con fuerza!
¡Que se hundan los barcos y su botín!
Fue enterrado en la miseria el pirata
y el secreto de su valioso tesoro
se fue con él, en la tumba de su playa.
¡El tesoro de oro plata y piedras preciosas!
Y que terrible, siempre que terrible,
que le verdadero tesoro, la vida, toda ella,
sea tan grande y fácil de coger, de tener,
y se prefiera el dorado y brillante oro,
aunque engañe su tacto magnifico,
antes que engrandecerse, mirando,
tan solo la delgada línea del azul infinito.
15
Sobre las olas que el mar empuja apasionado,
entre bateles, y barcos pesqueros, y angustias,
la mar emana con su mirada de gata sigilosa,
de ojos azul zafiro, impenetrables siempre,
vacíos de amor y de toda posible ternura.
Los pescadores salen hacia la mar impenetrable,
en sus barcos coloristas plagados de antenas,
con sus redes casi infinitas y siempre mortales;
ellos, los hombres del mar, los épicos arrantzales,
esquivan los abrazos traicioneros del océano,
los besos gélidos y humedecidos de la marea,
que rodea sus existencias siempre anónimas,
sus manos agrietadas y ásperas por el trabajo,
el pelo encanecido por el paso del tiempo.
Su alma de héroe cotidiano quedó fatigada,
por ver tempestades a lomos del furiosos viento,
de contemplar las tormentas del alma en el mar
y sentirse solo por estar en medio del agua.
Escribiré con letras de oro los puertos y su gente,
Castro Urdiales, Ciervana, Bermeo, Guetaria,
con sus perfiles marinos de ciudad de sal,
de atardeceres donde el sol juega con la marea
y la mar brilla con destellos luminosos y dorados.
A ti te evoco ciudad del mar, ciudad marinera,
poética Atlántida de intrépidos navegantes,
lugar que te susurra, sin más, cuando se contempla.
16
Me siento, simplemente, hechizado,
por el beso de amor de la ría al mar,
los remolcadores, serenos, surcando
al agua macilenta que dejó de ser agua,
tiempo atrás...
El ayer, pero escribo ahora, sosegado,
mientras bebo la brisa cantábrica
y repaso en la mente glorias y miserias
para escribir con un mínimo de justicia;
todo está en calma.
Duermen los peces soñando con el alba,
el cielo se agria como la leche cortada,
en el horizonte, en forma de tormenta,
hechizado estoy, sin motivo aparente
o con motivo...
Mientras paseo contemplando el abra,
con Santurce, brillando en la noche,
el puente de hierro, oscuro y negro,
con los botes flotando sobre el agua,
curiosa armonía...
He paseado, muchas, demasiadas veces,
por esta ría que está de nosotros cansada,
aun rezuma en el aire el olor férreo,
que salió de los contaminantes hornos
y que aun perdura...
17
Ría vacilante de aguas ennegrecidas,
pupila venenosa cautivadora y altiva,
marcapasos acuoso de olas que vienen y van.
Quise escucharte, en las noches de invierno,
y solo conseguí un viento helador sobre la cara,
las barquichuelas zarandeándose sin risa,
mis ojos queriendo mirar entre las farolas,
mis pensamientos sumergidos en sus aguas.
Por un momento, siento la vida y eso me alegra,
instantes después lo pierdo todo por el soplo existencial
que acaricia mi cara aunque solo sea el viento;
desearé ponerle alas a la ría inútilmente,
engañado por mi imaginación, caótica y acuosa,
pero mis ojos solo ven un mundo decadente.
La caída de los dioses puede ser algo cotidiano,
el adiós del ayer, algo que se saborea cada minuto,
los sinsabores abismales algo divertido y alegre,
el silencio una canción para los que no quieren oír.
Y mañana, miles de generaciones deseando inmortalidad,
solo añorarán algo de aliento para subsistir,
no hay vino que calme esa sed, ni agua,
por eso contemplo, en silencio, el agua de la ría,
de la ría que dicen del Nervión, decadente cauce,
y algo escucho, aunque sea mi fantasía arrinconada,
algo que me dice: “Escucha, hay algo mas allá del mañana”.
18
Bruma sobre aguas turbulentas,
reflejos dorados sobre el río oxidado,
lloviendo a las puertas del invierno,
paseando a su vera gentes ociosas,
almas, se dicen a sí mismas, pero vacías,
cuerpos marchitos rezumando ancianidad,
mujeres jóvenes, tan cerca, que son distantes,
caudales incipientes, sin pizca de armonía,
cuchicheos de voces, aun triunfantes y alegres,
que destilan cuchilladas de anonimidad, fantasmales.
Es de noche, la cara oculta de la luz nos traiciona,
antes éramos vivos surcando la tierra
en pos de algo, aunque solo sea una ilusión,
y la oscuridad nos trasforma sin rumbo.
Espíritus con carne, lejos de su final,
zombis con olor a colonia o a espuma de afeitar,
enfundados en trajes tenebrosos, paraguas en mano,
sin lugar para la ilusión verdadera, solo lo vano,
aguantando las gotas de agua mojando el suelo,
los automóviles fingiendo ser seres mitológicos,
riada de vida no sabiendo que proyectar
salvo la metáfora de la ría en nuestros cuerpos,
extinguiéndonos con ella sin ninguna compasión,
pues tan negras como sus aguas están nuestras almas
a diferencia que nosotros pensamos vivir eternamente,
y ella, en su inercia, vive mas que todos nosotros juntos.
19
Río Ibaizabal, mugriento río, aplomado caudal,
cenizo pensamiento para miles de almas,
maloliente semblante, antes bello y marinero,
cloaca vigorosa con pictóricos espejismos,
evocador paisaje de un pasado menos mugriento
pero más duro a pesar de contemplar las limpias aguas.
Te llevaré conmigo hasta... que “ella” me lleve
y viviré una y otra vez, cansado, tu desencanto,
mezclado con aire del Cantábrico y la contaminación,
muerto ya Altos Hornos, vivo aun el grisáceo cielo,
menos asfixiante, pero más alocado, finalizando un siglo.
Pasan ante mí Santurce, Algorta, Guecho, Portugalete...
Y luego Sestao, Baracaldo, Erandio, Zorroza...
Y cuando llego a Bilbao, a la Gran Vía, a las Siete Calles,
el Arriaga me desafía y el Arenal me acoge
y veo al fondo el puente de San Antonio, y la ría...
De nuevo la ría, tan amarronada como pasional,
con miles de gentes que se fueron, ella se dibuja antigua,
carcomida, y nos dice: “Esto ocurrió, ya no será mas”
nuestro presente está demasiados días en entredicho,
lo que ahora es, en verdad, ¿Cuanto aguantará?
pero la ría quedará, aunque nos pese, limpia o sucia.
¿Qué mas da? La ría, esa ría, que muchos miran sin mirar,
pero el pasado ya se ha ido, y el presente queda sin mas;
alma mía, llora, por lo que ves y no puedes ver ya.
20
No negaré que es hermosa la ría del Nervión
tanto de día como de noche, incitadora de mar,
con el sol, preciosa fotografía en tono plomizos,
con su puente trasbordador uniendo las orillas,
tras el ocaso fantasmal con sus farolas anaranjadas
semejando a la Santa Comparsa de almas en pena,
con miles de lucecitas al fondo como si fuesen hadas
sin estrellas en el cielo por la contaminación,
con su luna insignificante y acatarrada,
y el sol, cansado, destilando depresión y estrés.
No negaré que eran hermosos los barcos
que navegaban por sus horillas hasta Bilbao,
ni que su contorno, serpenteante y acuoso,
aunque elegante en su complicada esencia,
no tenía tanta fascinación que el de una mujer.
No negaré que el viento que sentía en mi cara
era el viento más hermoso de mi estrecho mundo,
desde Santurce hasta las míticas Siete Calles,
advirtiendo desde cada rincón de la ría
un paisaje de industria ferruginoso y gris,
donde los pájaros vuelan sin tanta alegría,
en donde mi vida transcurrió viendo ese oleaje
tan entristecido que me volví de filosofo a payaso,
de transeúnte apagado en habitante feliz.
Y no negaré que todo era hermoso aunque era feo
y de su semblante apagado también había una luz,
como esas que nadie las ve pero aseguran contemplar
cuando deseas mirar cosas más hermosas de las que ves
y solo puedes observar un mundo apelotonado y sombrío,
construido con asfalto y hormigón, carente de belleza.
21
PORTUGALETE
Dime ¿quién te vio y quien te ve?
con tu ría ahora mugrienta antes cristalina,
con tus antiguas barquichuelas yendo a pescar,
con el aire salado a mar interminable,
con sus naufragios y su triste muerte,
con sabor a anchoa del mismo abra.
Dime ¿Cuántos ojos te vieron y cuantos te ven?
Trasformaste tu alma de inocente gorrión
en el piar alocado de gentes en busca de nada,
tú intentas recordar tu pasado con tu presente
y tus gentes beben el elixir del olvido,
y esa ánfora llena de liquido azul del Cantábrico
ya no serán recordados por las generaciones
que prefieren un vaso de cerveza
antes que mirar lúcidamente al infinito.
Gloria a tu pasado, loor a tu cuerpo incorrupto,
porque quiero equivocarme y no creo hacerlo,
al pensar que aquel pasado del ayer
se fue para siempre y no volverá,
y en vez de aquel pasado tendremos una máquina
que pensará por todos nosotros
lo que por desidia no lleguemos a pensar.
22
Saboreo la espera, cansado, aguardo el bus,
monótono y largo, desde Bilbao a Santurce,
las gentes me miran sin mirarme, están ahí,
ellos no me ven, pero yo los miro, fascinado,
por cuantos somos en esta urbe, apiñados,
nuestros rostros son diferentes, y nuestras vidas.
Espera, corazón, el autobús no ha llegado,
espera, ya viene lento, ronroneando.
Al subir al bus, me siento de cara a la gente
y luego miro por la ventanilla, seco paisaje,
Bilbao abarrotado de prisas, Bilbao agobiado traje,
donde las golondrinas dejaron de jugar
y se viste el gato callejero de ocupado empresario
y suena los juegos de agua de las fuentes públicas.
Espera, corazón, recréate en Zabalburu,
espera, llévate a Moyúa en la retina.
Y arranca el bus y rueda saliendo de las calles
comiendo el asfalto con sus ruedas,
y veo la ofídica ría y su tristeza de ocaso
sus recuerdos a férreo imperio industrial
y a tantas cosas tragadas por el polvo del tiempo;
pero luego, llego a mi ciudad, se acabó el viaje
Espera corazón, el autobús ha llegado,
espera, ya se va, a lo lejos sigue ronroneando.
23
No duró tanto, ¿Quién lo iba a pensar?
se disipó la calma de la marea,
la mirada del perro vagabundo que me miró,
cortina de niebla en la brumosa mañana,
ojos melancólicos sin ningún llanto
del perrillo, que aullando está en la calzada.
Aire, me falta el aire, de la ría,
me falta el aire, lóbrego y triste, como la vida.
El barco volvió, era la hora del alba,
tocaba en el eco la ronca sirena,
la marea estaba alta, el otoño vivaz,
los ojos cabizbajos no saben dónde mirar
y las grúas semejantes a cigüeñas
descargaban, antaño, las mercancías.
Aire, me falta el aire, que es la vida,
me falta la ría turbia y triste, antes cristalina y altiva
Ya no hay barcos en la misma ría,
el sonido de los barcos se fue y el silencio
es puro desgarro de un mundo perdido,
de paisaje ya desaparecido entre las aceras,
pero el perrillo de ojos tristes sin llanto
sigue aullando por mí en la calzada
Aire, me falta el aire, de la ardiente y fría ría,
aire, me falta el aire, el aire que no se olvida
Era verdad, era verdad, no duró tanto,
el barco no volvió, ya no hay barcos.
Aire, me falta el aire, de la ría,
de mi turbia ría, lóbrega y triste, como la vida.
24
Brillo metalizado en tu distante silueta ,
caballo grisáceo con su airosa e impulsiva crin,
sonrisa amarga de áspera y seca despedida
rápida como un espontáneo y rápido colibrí;
alma salada que te vendiste, tu bien lo sabes,
a ese Mefistófeles del impresionante porvenir,
con un reguero dispar de empresas cenicero
y su humo tosco de hierro luminoso y candente,
camino absurdo a no se sabe bien para qué.
Fénix resucitado de tu delirante inconciencia,
ahora con turistas y paranoico Gugenheim,
por fin quieres despertarte de tu tristeza
con putas cubanas y polvo de ángel esnifado,
besar el mañana con cajeros automáticos
Con tu figura virtual exagerada eres autentico,
tus calles dispersas de ratoneras acogedoras,
eres, Bilbao, con tu ría asquerosa y entrañable
y el cuadro amargo de tus sutiles distancias,
de personas taciturnas, con prisas, desconfiadas,
del Bilbao que diré “pertenezco, aunque no quiera”
el Bilbao que no es mi bella Italia soñada
el Bilbao que no me puede, fácilmente, sonreír.
25
ATARDECIENDO EN BILBAO
Color anaranjado sobre edificios de hormigón,
es la tarde,
es el ocaso y atardece con la fatiga cotidiana,
del sol trastornado.
Sobre el cielo el azul se enturbia de violeta,
de la noche,
que encamina los cuerpos al simple descanso,
y hace calor,
algunas nubes tienen aun colores tórridos,
de oro y blanco.
Y Bilbao se duerme entre las largas farolas,
encendidas,
bajo el firmamento con su negro y tupido manto,
vive aun la esencia,
de lo que fue una jornada brillante y acalorada,
de bochorno y sudor.
Entre la ría sucia y el denso y maloliente tráfico,
la noche llega,
pero se disolverá pronto en el áspero asfalto.
Bilbao duerme,
y se despertará perezoso, con vigor renovado.
26
SESTAO
Helios sobre la marea indecisa de la ría,
espíritu decrepito en la espuma virginal,
el fantasma de Altos Hornos permanece
en la estrecha frontera de la imaginación.
Sestao buscando los ríos, buscando los mares,
buscando siempre los despertares.
Calles viejas de rancia y apolillada madera,
el Nervión serpenteante a tu gélido lado,
los duendes del ayer en todavía acechan,
queriendo fundir nuestro propio metal.
Sestao buscando ríos, buscando los mares,
buscando siempre despertarse.
Sobre el inexistente “Desierto” de Sestao,
un coche navega despistado en su rutina,
calles silenciosas, humo apagado,
el olor de una mini acería en la frontera.
Sestao buscando los ríos, Sestao buscado los mares,
Sestao anhelando los despertares.
Y hoy, aun con todo lo ocurrido algo perdura
y viven las dudas en las dunas del alma,
querré darte un tierno abrazo por tu tristeza,
pero sé que saldrás victorioso cada mañana.
Sestao buscando los ríos, buscando los mares,
buscando siempre los despertares.
27
Aun pervive el olor de la miseria de las minas,
el sabor a hierro, sudor y sufrimiento,
Gallarta a lo lejos, Somorrostro marinero,
el recuerdo pulula en invisibles vagonetas,
oxidado y ferroso, olor y dolor hermanados,
en las entrañas de una gruta minera.
Aun grita en el corazón el deseo de huelga
y se vuelve, el perro guardián, proletario,
aun cuando las minas dejaron de rugir
y ya no hay motivo de luchar por la anarquía.
En La Arboleda, los fantasmas de los accidentados
caminan silenciosos buscando su ansiada paz,
y los gritos de la tierra, perforada y humillada,
no se puede disimular con tanta facilidad
aunque ahora parezcas una ninfa virginal
y antes solo tenías fauces para la miseria.
Han fallecido los tiempos malignos de antaño
y tú, zona minera, te levantas tímidamente,
esperando no tropezar con los augurios venideros,
pero no descuides la sombra de tu pasado,
pues ya sabes que quien olvida sus errores
acostumbra a repetirlos con ancha holgura,
y prefiero que se recuerde de ti tu pasado minero
y tu hado revolucionario de continua derrota,
pero con todo, camina, ambos podemos hacerlo,
no dejes de cantar los sones de aquellas canciones
que te levantaron sobre el yugo del empresario.
28
A Timoteo
Demasiadas veces he caminado por el rompeolas,
al amparo del abra y de la ría, con sus remolcadores,
mientras paseaba por el histórico muelle de hierro,
desgranando pensamientos sobre la vida misma
al son de los vaivenes del agua juguetona y arrulladora;
demasiadas veces las luces de Algorta se han vestido,
de fiesta en la insólita noche de la tosca ría,
al amparo de la negrura abisal del abra del Nervión,
y los pensamientos nocturnos y perezosos de la gente
que prepara la cama para albergar a las alas del sueño;
Muchas veces el ocaso se ha vestido de aurora
y las nubes turbulentas se han teñido de tonos rojizos,
el viento ha susurrado su fuerza en la espuma del mar,
y las gaviotas han volado ingenuas y aniñadas;
demasiado tiempo hemos perdido divisando las aguas,
excesivas fueron las horas respirando el aire arrebatador
que teñido con leves olores sucios, aun permanece.
Demasiadas veces la luz se ha vestido de tinieblas
y el azul se ha degradado a tonalidades grises
que evoca el plomo de aun subyace en fondo de la ría;
como una película en blanco y negro, a ratos filmada,
a ratos vivida con ese misterio del ojo del alma,
a pesar de los días, a pesar del recuerdo, después de todo,
me queda un trozo de la ría en el rincón de la palabra,
y la reproduciré a pesar de quien me llame idiota,
y la extenderé con toda mi insólita voluntad,
en ese universo donde se avivan los bellos pensamientos.
29
SANTURCE
Huele a sardinas y a chicharro asado, a libertad,
ese trozo de tierra rodeado de mar y de tormenta,
sabe a amores con sal, a besos de amor incipientes,
a barquichuelas flotando sobre la ría amarga,
se dibuja una pasión rutinaria en su vieja silueta,
con el Serantes como atalaya vetusta y verde,
que mira inquieta a la dudosa mar ensangrentada.
Se dibujan ausentes los palangreros, pasados de moda,
los remos perfilados por el ingenio del carpintero,
el corazón indómito del aguerrido marinero
que se deja su fidelidad en todos los puertos;
todos los días emerge en el puerto santurzano
evocadores cantos de orcas y sirenas mitológicas,
y en ese espectáculo cualquier paseante, yo mismo,
puedo ser un hombre de mar dejando caer la vista,
sobre el paisaje conmovedor que impulsa al gozo
y sumerge al espectador en un valle de emociones.
Así, como con todo, el vigor de mi joven existencia
decide, en mi atardecer, atracar el barco de mi vida,
y, como puerto, como cualquier puerto, busco alguno,
y echo las amarras y dejo caer el ancla, cansado,
porque no hay barco libertino, que eternamente,
desee navegar por la marea de los bruscos sentidos.
30
Bilbao, el vagón de un tren en la estación,
cerebros estáticos empapados en rutinas,
melancolías que suenan a spot publicitario,
el tren comienza a andar, una vez mas,
mi alma, que la creía inerte, se metamorfosea
en sardina enlatada sin principio ni final,
da igual el día o la noche, es solo un tránsito,
un lugar para ir, posiblemente, a alguna parte,
una ciudad que te espera sin aplaudir tu llegada,
el paisaje se mueve a 25 fotogramas por segundo,
la rapidez descompone las formas, nada es igual,
el tren ya no es una locomotora humeante,
el plástico traspasa mis sentidos, el futuro presente,
la culebra repta veloz por los raíles, aun queda algo,
veo miradas perdidas y oigo palabras vacías, desafinadas,
alguien ha comprado a Dios un disco compacto,
en las mentes se retuerce una imagen pornográfica
que aun no se ha disipado del todo, ahora,
el tiempo es solo una metáfora de la prisa,
el estrés una urraca impertinente que te mira.
Las puertas del vagón, electrónicas y automáticas,
se abren para mí como en la cueva de Ali Babá,
de la ilusión de la tecnología insípida y sobrecogedora
el insospechado e inevitable regreso a la realidad,
a la realidad grisácea y colorista que debemos colorear
y a la que, a veces, debemos trasformarla inútilmente
todos los días de nuestra larga vida.
31
Hay veces en las que, hastiado, tan joven,
por culpa de la falta de dinero, por mi enfermedad,
por no poder salir de la tierra que me cobija,
(me cansan los viajes, me cansa la vida)
salgo a respirar ese aire contaminado
a beber las imágenes metalizadas sin futuro
que incluye esa cesta plomiza, ese álbum,
de fotografías olvidadas que es la realidad,
a esa vena no tan azulada que es el Nervión.
La contemplo de día y de noche, engalanada,
artificial en sus palabras y su luz eléctrica,
verdadero e intenso en una tarde lluviosa,
quejumbroso por la falta de sol en sus aguas
en los atardeceres solsticiales cargados de añoranza.
La ría del Nervión se viste de todo
ignorando ella, como vena insinuante,
el hoy que la inunda y la desborda,
el presente cargado de decadencia luminosa
de canción electrónica caminando al olvido.
32
Ya no volveré a ver tus aguas virginales,
cristalinas y sin el pecado de demonio progreso,
en los que tantas gentes se bañaron... ayer...
ya no volveré a ver la ría como la amaron
todos aquellos que vieron tu fulgor en el pasado,
tu etapa dorada con cara de penumbra y hambre,
tu rostro famélico de rata desnutrida.
Acallaron los violines y los laúdes gloriosos,
o tal vez nunca existieron, ni ahora,
en los que tus aguas soportan suciedad,
fiel reflejo de almas negras y mentes putrefactas,
efecto retardado de cincuenta mil cuerpos apiñados
al son de un puente trasbordador, fantasmal,
que pone broche trenzado a tu remanso nocturno.
Ahora es de noche, con luna blanca, sin nubes,
con reflejos ensoñadores sobre el agua
sobre la cara, el viento del sur te acaricia,
el viento invisible, siempre el viento, revoltoso,
embrujo de lo inalcanzable, del verbo inaudible,
igual que la luna, ese trozo de queso imposible,
esa roca de luz, esa roca desierta y sideral,
ese beso para la vista en medio de la oscuridad,
en medio de un remanso mágico y ennegrecido.
33
Un atardecer de un día de invierno;
resucitan poco a poco las luces artificiales,
las nubes, gozosas, se dejan acariciar por la luz
plomiza y azul tristona, sin el sol, distraído,
el pavimento de las calles parece una alfombra envejecida,
las gentes son soldaditos de plástico, orgullosos y altivos,
los niños juegan a ser mayores eternamente,
los adultos a perpetuar la juventud perdida y efímera,
y mirando al viento se ve las nubes endulzadas
y un avión presuroso y monótono cruzando el horizonte.
Esta es la noche de Reyes, aunque sean reyes republicanos,
se saquearon las tiendas para simular la ilusión
que se envuelve en un papel de regalo con ositos rosas
simulando el entusiasmo que falleció al crecer;
pero un acartonado espectáculo llega al anochecer...
la cabalgata monótona de Reyes Magos comienza,
y los niños, inocentes, miran esperando el milagro,
el milagro de un juguete con recibo y marketing
a lomos de unos Reyes que no se ven nunca,
a los que la cabalgata pone su punto de teatralidad,
de alegría bañada en confetis multicolores,
bajo un cielo nuboso, antes teñido de azul,
de azul oscuro crepuscular con frío y sin nieve,
con su Cantábrico arisco musicando silencio,
donde la esperanza perdida sobrevive en cualquier lugar
y hay que saberla escuchar, aunque no se oiga nada,
aunque solo se escuche el viento; eso es esperanza.
34
Que fascinante es el final del cotidiano día
y a la vez que tenebroso nos resulta,
caverna de las mejores proyecciones mentales,
infinitos caminos atizonados llenos de luciérnagas
intentando crear de nuevo un cosmos nebuloso,
vagina espantosa de las pesadillas deformes,
pizarra insinuante del abismo sin fondo,
trasfondo para el final de un roce carnal,
decorado vacío en el que se escriben las fantasías,
las buenas y las malas; las nubes de tormenta
y el tiempo placido que deja trasparentar la luna.
Cantará el hombre a la noche mientras pueda
sin esperar derrotarla y sin esperar el día,
tocando las cuerdas necesaria para vibrar la existencia,
da igual el violín o la mente de un niño.
Y contemplaremos, intensamente, enrojecer el sol
y enamorase, una vez mas, de la luz del ocaso,
de los tintes pecaminosos rasgando la conciencia
apareciendo el universo estelar, alucinado paisaje,
la emoción, inevitable, de estar vivo y vivir siempre.
Y que pena que la noche se acabe, sin mas,
los ojos somnolientos quieren cerrarse, la mente no,
se mira una y otra vez, desesperado, silencioso,
queriendo atrapar el entorno en nuestro pensamiento
pero poco puede hacer nuestra nebulosa mente,
tan tibia y confusa que demasiado espera y poco logra,
a pesar de lo que, constantemente, contempla.
35 (I)
Quise narrar algo hermoso pero no encontraba nada
desee describir, aunque fuese sobre la luz del cielo,
pero eso ya había sido escrito miles de veces.
Entonces pensé narrar la historia de mi vecino:
hace años, tuve un vecino al que nunca pude hablar,
un diminuto vecino que habitaba en el tejado
y fabricaba su nido para vivir su desvalida condición
y era grata su presencia aunque no fuese humano.
Era un gorrión diminuto y rechoncho. Grácil,
estaba alejado de las arrogancias de los hombres,
de la pomposidad de los mortales príncipes,
del orgullo del muerto de hambre que finge ser rey.
Alejado de esas banalidades, tal vez porque era así,
tal vez porque no podía elegir ser otra cosa,
tal vez porque mi mente era tan retorcida,
que algo tan simple como un gorrión me maravillaba.
Él era regordito y pomposo como una pelotita de lana
y miraba, con sus ojitos negros, el enorme mundo
que su alrededor siempre le ofrecía en demasía.
No supe nunca lo que él pensaba de mí condición
o si él se pudo percatar de mi presencia,
o qué pensaría si supiese de mi admiración.
Era tan pequeño que no parecía importarle a nadie,
que sin yo quererlo era la metáfora perfecta de la vida,
de ese absurdo que nos empeñamos en darle coherencia,
de ese milagro que significa estar despierto,
en este juego, en apariencia, interminable y hermoso
en el que no se entiende porque unos son tanto
y otros, como el desvalido gorrión, tan poco.
36 (II)
Y te preguntarás, gorrión, porque gasto palabras
para engrandecer tu figura pues nadie lo hace.
Yo te lo diré, y tantas cosas tendría que escribir de ti
que ni todos los libros de este mundo podrían
abarcar ni el más tosco y simple de tus vuelos.
Te admiro por tu simpleza, por tu insignificancia,
porque con un agujero en el tejado tienes hogar,
porque para caminar tienes de compañero a las nubes,
por no querer construir castillos ni pirámides
con sudor de miles de obreros tiranizados.
Admiro tu suave cuerpo, blandito como una almohada,
tu pequeñez embrujadora de duende mágico y burlón,
con alegría y secretos inmateriales con sabor a suspiro.
Porque eras tan simple que no exiges a la vida
mas de lo que ésta te da y no te enfrentas al mundo
pidiendo oscuridad a la luz y luz a la noche,
ni te complicas la existencia diciendo lo que no eres,
ni inventando historias fabulosas para mentir al mundo
para creerte inmortal siendo mortal y recibes
a la muerte dejando caer tu cuerpo sobre la tierra.
Porque no tienes un Dios, como nosotros, para pedirle,
para rogarle que nos haga mejores sin nosotros intentarlo,
porque sin reírte la sonrisa la llevas en las alas
y consigues quitarle la monotonía al cielo azul
aunque tu plumaje sea el más soso del mundo.
Porque eres tan pequeño como un beso robado,
como una sonrisa verdosa que trae a lo ocre la esperanza
que como el suspiro vuela en el alma del enamorado,
tú, cual verso de amor, navegas por los tejados,
haciendo brillar las tejas, grises e inciertas,
de miles de casas que pretenden ser paraísos sin lograrlo.
37 (III)
Estaba el gorrión en el alero de su tejado
y miraba la calle con sus diminutos ojos,
con su figura empequeñecida e insignificante,
rechoncho su amarronado y plumífero cuerpo.
Y saltó para volar, todo resuelto y decidido,
oteando desde el cielo la ciudad entera,
dominando todo el cielo azul sembrado de nubes
y agita las alas, sus diminutas alas
y tan grande es a pesar de su pequeñez,
que con su insignificante grandeza de gorrión
podrá divisar con sus ojitos negros los contornos
anaranjados y sucios de cientos de tejados.
Desafía al viento con ignorada osadía,
revolotea una y otra vez y resiste la fatiga,
hasta que ésta le venza y le obligue a bajar
posando sus patitas sobre la rama de un árbol.
Ahora las hojas del viejo chopo le protegen
y se esconde de los hombres porque los teme,
tan grandes son ellos y él tan pequeño,
que aunque ambos viven juntos, se ignoran,
en un mundo tan enorme para él y tan inmenso,
que el pequeño gorrión no podía abarcarlo con la vista.
38 (IV)
El gato callejero, atigrado, gris, ágil,
de ojos profundos de color verdoso, inquietantes,
miraba al gorrión mientras el gato estaba escondido
y el pajarillo saltaba alegre sobre el césped del parque.
No era malo el gato. Era así. Era su carácter.
Necesitaba comer y un gato solo come carne;
en su opinión el gorrión estaba apetitoso
y en verdad la hora del desayuno estaba cerca.
Movía el felino los bigotes ante su posible presa
y esperaba agazapado hasta que el pajarillo, despistado,
se acercaba al gato, poco a poco, sin prisa,
dejando que corra el tiempo, desayunar sigilosamente,
como que no quiere la cosa, pues era lo más natural del mundo.
Y cuando vio el gato que la presa estaba cerca
saltó sobre ella con toda su agilidad posible,
con toda su destreza, con todo su arte de felino,
con toda la grandeza de depredador que le era posible.
Pero falló. El gorrión emprendió el vuelo rápidamente
y prefirió ser protegido por el cielo y no por la tierra,
mientras el gato, sin inmutarse, camina silencioso,
por entre los matorrales y la hierba, en busca de otro manjar,
que llene, en lo posible, un estomago molesto y vacío.
39 (V)
Tan grande era la ciudad en la noche,
toda ella oscura y llena de luminarias
que parecía que la misma urbe en su negrura
hacía amagos por desplegarse al infinito.
Las artificiales luces que emitían las casas
y las farolas amarillas que jalonaban las calles
o el simple y monótono circular de los coches,
daban al asfalto y al cemento un aire distinto.
Era entonces cuando el gorrión dormía
y cerrando sus ojos, simplemente, descansaba,
sintiendo pinceladas de rápidos sueños,
de vuelos hacia el futuro que fue pasado,
sintiendo en sus alas la esperanza del mañana.
Tal vez no habrá ningún paraíso en su sueño
y puede que ni Dios mismo esté detrás
de los lugares de la tierra a los que llamamos paraísos.
Aun sabiendo que la ciudad no es ningún Edén,
aunque nos guste sus calles en la oscuridad,
plagados de letreros luminosos y reflejos de neón,
de luces aterciopeladas luchando contra la noche.
Y aunque no parezca a simple vista, pero ocurra,
también un gorrión está en los brazos del dulce sueño,
arropado por el blando plumaje que es su cuerpo,
que fabricó, espontáneamente, ese milagro
que llamamos “la vida”: tan bella, tan simple...
40 (VI)
Tengo hambre de cielo y no se como aplacarlo,
de nubes algodonadas y firmamento azulado,
de alas pardas y de libertad, fingida o imaginada,
ansioso todo mi ser de ver o entrever en la fantasía
el cielo a donde van las aves cuando respiran por ultima vez
y saber, a ciencia cierta, si en la escalera de Betel
bajaban gorriones en vez de luminosos y tópicos ángeles.
Desafiareis al viento, ángeles míos, volando hacia arriba o abajo,
da igual la estación o el frío, da igual el recuerdo o el olvido.
Ya es lo mismo veos en mi mente o en los tejados,
contemplar vuestro vuelo, desafiante, en un libro,
o degustar vuestra silueta en una amable acuarela.
Dadme el cielo que nunca tuve, dádmelo con vuestra presencia,
con vuestro vuelo que es tan hermoso como el del águila,
tan hermosa vuestra silueta como la del plateado mochuelo,
tan empapado vuestro aletear del mismo y azulado cielo
que me basta la presencia de tu diminuto cuerpecillo
para ver en él todo la magnitud de miles de cielos.
Contigo no habrá fronteras, pues no las quiero,
en cada una de tus plumas hallaré la nube gris de la tormenta,
la tempestad salvaje que precede a cada uno de los silencios
y que sucede a cada uno de los mundos dirigido al infinito.
Hallé hambre en mi pasado y ya se como aplacarlo,
mirando hacia el firmamento después del cielo estrellado
y contemplar a los gorriones saludar al nuevo día,
ofreciendo al mundo la añorada y perdida inocencia,
dando al mundo lo que éste, por su tosca y gran maldad,
nunca jamás, hubiese, ni de lejos, haber imaginado.
41 (VII)
Se hallaba el jilguero en su supuesta jaula de oro
trinando alegremente con el calor del verano,
porque él era así, porque un jilguero siempre trina,
porque canta a la mañana con colorida euforia
y saluda a la tarde al ver el sol teñir de rojo el horizonte.
Con un plumaje más llamativo picotea, ocasionalmente,
el alpiste que sus dueños dejan en el comedero
y bebe agua cuando tiene sed y salta inquieto
de un travesaño a otro para calmar la ansiedad,
o por costumbre, y trina una y otra vez para no sentirse solo,
o tal vez, quiero pensar, tal vez porque él es así
aunque, la verdad, a nadie le agrada ser prisionero.
A poco que cante, cantará para siempre y el gorrión le mira
y el gorrión, astuto, se acerca sibilino a su jaula
para robarle el trozo de manzana que colocaron sus dueños
y el jilguero mira al gorrión enfadado, pues enjaulado,
no podrá defender el dorado trozo de manzana,
manjar sabroso que mitiga él ansia del estomago
o el ansia de cielo que no podrá tener nunca, jamás.
Cantará para siempre a poco que cante, y su trino
será más hermoso que el piar seco y tosco del gorrión
y como todo lo hermosos es encerrado por el hombre,
da igual que sea un diamante, un cuarzo o un fringílido.
Y tan hermoso era y en apariencia tan insustituible,
que cuando desapareció el jilguero fue sustituido
por un pajarillo más bonito de plumaje y más cantarín,
algo exótico para cubrir una ausencia o un error
que fue la desaparición de un grato y amable jilguero
que vivió tal y como a nosotros nunca nos gustaría vivir.
42 (VIII)
Golpeaba la lluvia el suelo aquella tarde de primavera
aquella tarde gris, pero sin frío, llena de nubes grises
gotas de agua acariciando el asfalto, coches corriendo,
semáforos parpadeando, iluminando las prisas de la ciudad.
Se formaron charcos en la acera, junto a los árboles,
los árboles mustios que sobreviven al humo de los automóviles,
al tedio de los paseantes, a la frustración del mundo.
Pero, cuando muchos huían del agua y se refugiaban,
algunos gorriones fueron a los charcos y chapoteaban alegres,
felices por el revolcón que les aliviaba del calor,
frescos ahora sus rechonchos cuerpos mojados.
¡Que feos estaban mojados pero en verdad que encantadores!
pues saltaban despreocupados, salpicándose,
recibiendo en sus plumas las gotas de la tormenta,
rebosante su cuerpecillo de gozo y de alegría,
de entusiasmo vital por la creación, por lo creado,
por tantas cosas que existen en la vida pero olvidamos.
Y según cesó la tormenta y las nubes se fueron,
los gorriones alzaron el vuelo como si la vida fuera de ellos,
con el mismo entusiasmo que debería añadir a mi existencia
reinando en el aire como yo me muevo en las palabras.
Y nadie dijo nada y ni yo supe que hacer, ni que pensar,
volví a escribir como si no hubiese pasado nada,
pero equivocado estaba y equivocado estaré siempre
al no saber apreciar en su justa medida aquello,
los trozos de inocencia que existen sobre la tierra,
entre la tierra y las ilusiones que proyectamos al cielo
y que tienen alas y forma de escuálido gorrión.
De gorrión marrón y pardo, con alas de algodón.
43 (IX)
Piad cada día. ¡Mas fuerte! ¡Que yo os oiga!
exigid a la vida vuestro caminito de arena,
arrullad a la luna si es preciso, en vuestro sueño,
piad tan fuerte que parezca vuestra alegría el trueno,
vuestro aletear el viento que mece a la azucena.
Piad de nuevo ¡no os oigo! ¡que os escuche la gente!
tantos son los que nada valen y exigen la gloria
que vosotros, tan encantadores, nunca la tendréis.
Exigid a la noche un cuento para soñar y dormir,
pedidle al sol la sonata digna de su presencia,
al calor un poema para los momentos gélidos,
al alba la alegría que le falta al sauce llorón,
a las secas dunas, una lágrima para calmarles la sed.
¡Piad todos al mismo tiempo! ¡Piad mas alto! ¡Más fuerte!
que nada es la mar pero por ser ella se impone
y si el océano puede ser ruidoso con una ola
¿No podéis ser vosotros mas con tantos que sois?.
¡Piad cada día! ¡No seáis así! ¡Piad! ¡Qué yo os oiga!
decidle al olvido que se valla de una vez,
a la muerte que su presencia no sirve para nada,
decidle a la vejez que recupere los días de la juventud
a la juventud que no sea loca y beba sensatez.
Pedid a Mercurio sus alas de raudo mensajero,
a Venus su belleza, a Marte su férrea valentía
y pedidle a la vida todo lo que no se le pida,
que un segundo y un ahora tengan miles de siglos,
pedid, que vosotros podéis, por ser inocentes y tímidos,
y yo y los míos nunca podremos alzar la vista al cielo
porque, simplemente, nuestros ojos, desde hace tiempo,
están cegados por la mentira que atrae a la mentira.
44 (X)
Salieron los polluelos del cascarón por primera vez
después que mamá gorrión los incubara mucho tiempo
¡Que graciosos estaban y que feos eran abriendo los picos!
pidiendo un trozo de alimento para ir animando la vida.
Veían por primera vez las ilusiones y la tierra,
el cielo se les hará tan grande como espléndido,
el sol semejará a la pelotita con la que juega el gato
y la luz del amanecer será un tierno cuento para despertar.
Seguramente yo sea demasiado mayor para entenderles,
para saber lo que sienten sus infantiles y tiernos ojitos,
y quisiera saber que tipo de hambre es su primer hambre,
pues yo, aunque la tuve hace años, ya no la recuerdo.
Surgieron del huevo oscuro rompiendo el cascarón,
naciendo una vez más, como hace nacer tantas cosas la natura,
arropados por el frío o por el calor, no importa,
si naces humano o animal de otra especie, siempre has de luchar
por todo lo bueno, por todo lo malo, por el conjunto,
por la risa o el llanto, el calor o la nieve del invierno,
el recuerdo o el olvido, naciendo o viendo nacer,
naciendo de nuevo con cada nacimiento ajeno,
muriendo y afligiéndose, un poco, en cada muerte ajena,
riendo con la alegría del prójimo, entristeciéndote
con cada lágrima oculta en la mente que sufre.
Pero hoy es un día alegre porque nacieron ellos,
los polluelos de mamá gorrión, y bostezan y pían
y piden comida como mañana pedirán volar
y exigirán a la vida su trocito de libertad,
su pedazo de cielo después de extinguirse en el olvido
y dirán en su piar asonante que desearan vivir en el arco iris,
y aunque nunca lo tengan al alcance de su ala,
aunque ninguno de sus sueños se pueda realizar,
yo escribiré y diré en su nombre, como un escriba,
todo lo que nunca consiguieron trasmitir al mundo.
45 (XI)
A Txomin Hermosilla.
Tan grande era el edificio del mercado
y tan vacío se hallaba en algunas ocasiones,
que el eco del piar de los gorriones se oía
como un grato divertimento, estrepitoso y sin sentido.
El pescadero colocaba a primera hora sus sardinas
y el frutero ponía en su sitio las naranjas,
el carnicero hacía con la carne las salchichas
que compraban de tarde en tarde las mujeres.
Con el aguacero, se oía el agua salpicar en el tejado
construido con planchas de plástico traslúcidas
que dejaban entrar la luz del alba y del mediodía.
Y sobre el techo, los gorriones volaban y se refugiaban
en invierno del frío, en verano de la canícula,
en la noche de la noche, en el día del propio día,
mientras las mujeres iban a comprar o se marchaban
con el eco de fondo de los pardos gorriones,
de su piar monótono y desafinado, como triste
cuando se oculta el sol en la eterna llovizna.
Desolado paisaje de horas interminables y efímeras,
de eterna estampa con olor a cabracho de ojos fijos,
a fragancia de limón y a enrojecidas fresas del sur,
a simpatía radiante ofrecida por el tendero amigo,
y aunque a la hora de recordar preferimos recordar lo bello,
también la estampa del mercado será evocada,
por su mínima persistencia y alimentar al hambriento,
resistirá al tiempo en la memoria de nuestro pasado
por el simple hecho de haber estado ahí día tras día.
46 (XII)
La alegría del cachorro era tan grande
que el perrillo correteaba contento de vida,
entusiasmado por haber nacido, feliz,
trotando acera arriba, acera abajo,
sin importarle el cansancio o la sed,
moviendo la cola, tan satisfecho de él mismo,
tan resplandeciente como su propio ángel guardián,
desbordante como el torrente de una catarata,
pincelada incontenible de su propia juventud,
luz cegadora en su ingenuo corretear,
estela canina de nobleza e ingenuidad.
Yo vi al perrillo, apenas unas semanas, recién nacido,
disfrutar de su trozo vital como nadie lo hizo,
sin pedir diamantes en su fortuna,
ni lingotes de oro sosteniendo su cuenta bancaria,
ladrando al amanecer chillonamente como saludo,
durmiendo, en un sueño sin pizca de insomnio,
sin ensoñaciones, con forma de playas y palmeras,
solo con lo que su ser pueda, sin mas, aportar,
sin Vía Láctea su sueño, sin planetas su cielo.
Y corrió de nuevo el animalillo hasta cansarse
y bebió agua de un cuenco, y quedó saciado
mirando a la lejanía pudiendo pensar
en un nuevo trote que le empujara a la madurez,
a esa madurez que nos impulsa a... ¡valla usted a saber!
y con la que todos dejamos de ser impulsivos cachorrillos.
47 (XIII)
También regresaron las oscuras golondrinas
e hicieron sus nidos con la misma facilidad que el hombre
fábrica imperios o trasforma la naturaleza en artificio.
Regresaron juguetonas, gráciles y estilizadas,
de vuelos impecables y piruetas asombrosas
sobre el cielo anaranjado ya sin nubes, lejos del invierno.
Únicamente molestaba ese perro odioso que se llama calor
y que te persigue con insistencia haciéndote sudar,
da igual que refresques la sed con un vaso de agua
o un helado jugoso que recrea el sabor de las fresas.
Regresaron las aves migratorias y también las fiestas,
el estío festivo que se excusa en los santos para divertirse,
tantos hay que no cabrían todos en un solo libro
y tanta alegría produce el calor en las gentes
que los fuegos artificiales iluminan con su colorido
el cielo nocturno y los sueños de mentes hastiadas
por ese dragón que, traicionero y sutil, se llama monotonía.
Regresaron los días felices que huelen a sudor y alegría,
a procesiones de vírgenes, a comidas familiares,
a despedida melancólica al llegar el arisco otoño.
Se irán las golondrinas pero al año volverán,
volverán para volar y nosotros veremos su figura oscura
y la sensación a ensueño en cada vuelo,
volverá la sensación del paso del tiempo, ingrata,
la mirada inevitable de un paso hacia la vejez implacable,
por eso, solo por eso, me es más grato el tosco gorrión,
aunque despida la golondrina más belleza que él,
aunque haga cabriolas y planee sobre las nubes con mas gracia,
pero el gorrión, más cotidiano y urbano, de piar monótono,
fue creado para no recordar a nadie el paso de los años.
48 (XIV)
Vi algo tan hermoso aquella mañana,
en realidad tan hermoso era, que no tenía ojos para creerlo,
ni sentidos para degustarlo en su magnitud.
Los rayos del sol acariciaban el suelo, y los pájaros
revoloteaban como si nada extraordinario pudiera ocurrir;
pero sucedió que un niño, en su inocencia y ternura,
estaba logrando lo que miles de sabios nunca pudieron.
Cogiendo el niño un pedazo de pan y dejándolo caer,
daba de comer a los gorriones con gloriosa libertad,
y estos, sin miedo, sin temor alguno por su vida,
se acercaban al infante y comían de su mano, felices.
Y el niño abría la palma de su mano, y acudían
los gorriones sabiendo que aquel chiquillo nada les haría,
y le respetaban y le veían como a uno de los suyos.
Aquella era la imagen de nuestro mundo perdido,
de nuestro Edén cargado de inocencia y de fruta almibarada,
de besos en la frente, sin pasiones que nos aten y dominen,
aquella infancia primigenia sin barca de Caronte ni final.
Y cuando hubieron comido las migajas, piando,
se dejaron acariciar por los tiernos dedos del niño,
y piaban contentos, casi tanto como si viesen el sol,
como si la luna brillase con mas belleza que el universo,
como si el mismo universo estuviese en un solo piar.
Y se terminó el milagro cuando la madre, asustada,
se llevó a su hijo, temiendo, que este peligrase;
y ya nunca, nunca más pude ver lo que vi aquel día,
ni hubo santo capaz de repetir esa misma hazaña,
y los gorriones, los pequeños y tiernos gorriones,
perdieron el único amigo humano que lograron tener.
49 (XV)
Yo sé que desde mi ciudad, plagada de edificios y prisas,
ya nunca volveré a ver las estrellas en la oscura noche,
plagado el firmamento de contaminación y azufre,
plomizo el aire por los tubos de escape de los coches,
murmullos de sosas palomas y enanos gorriones,
perros paseados por sus dueños en las horas ociosas
de una urbe que desea ser tan grande y a la vez poderosa,
que despliega sus tentáculos hasta mas allá de sus fronteras
y no solamente tiene en su recuerdo a la Roma de Augusto,
si no que pretende tener en su terreno los jardines de Versalles
y solo puede tener un trozo de tierra parco y desolado.
Cantaré a mi asfalto aunque sea tan feo como una pesadilla,
al hormigón que sustenta edificios, a los cristales,
que relucen con artificial fulgor cuando brilla el sol,
al calor asfixiante que produce la contaminación en el verano.
Darán saltitos los gorriones en el parque cercano,
comerán chucherías prefabricadas que los niños dejan por hastío,
los viejos se sentarán en el parque a disfrutar del calor de la tarde,
la gente pensará que vive en el mejor de los mundos posibles
pero arrastrara la monotonía indigna par muchos de nosotros.
Será entrañable ojear una vez mas, sentado, al atardecer,
aquel libro que leí miles de veces, amarillento y envejecido,
y me preguntaré una vez más ¿qué haré con el paso del tiempo?
¿cómo me enfrentaré a algo que vence a un fuerte libro
y que apergaminará mi rostro en los años de la vejez?
Grisáceo, dibujaré el cielo con sus nubes de ancha euforia,
o su firmamento encapotado y sin las perennes estrellas,
ciudadanos bebiendo de un estrés con la luz de los semáforos,
en la ciudad de soledad y estilizado hormigón,
donde muchos besos ardientes se perderán sin remedio;
y cuando hablemos de amor en vez de escuchar latidos
sentiremos a un gorrión chapotear en los charquitos del parque
y no habrá nada más bello que nos deleite los sentidos.
50 (XVI)
Que llegase ese momento nunca pensé en ello,
cuando llegó no me sentí ni alegre ni triste,
tal vez porque reprimí mi sentimiento, tal vez,
o porque un adiós nunca es grato para nadie.
Cuando miré al tejado ya no estaba, se fue,
el nido estaba vacío de su presencia, fue así.
No sé que fue de él, si voló con sus alas de ángel
o voló al cielo definitivamente por culpa de Thanatos,
ni volví a ver su nido lleno como hubiese deseado,
tan vacía quedó la calle sin su presencia,
aunque estuviese llena de personas con prisa y arrogancia.
Recordaré su piar aunque no pueda, aun olvidando,
Y volará en mi cabeza en las noches de verano,
en la dulce primavera, en el crudo invierno.
Y aunque no quiera veré su figura rechoncha
cruzar los cielos en una hoja de papel acartonado,
teñida con ocasionales líneas azules con sabor a tinta
y tan grato se me hace evocar su tierna presencia,
que no podré evitar oír el susurro de sus alas
con el viento mudo ante su ilusionada presencia,
ante un atardecer, ante un amanecer, ante la brisa,
que mece las hojas del castaño que dormita en el parque,
y aunque nadie lo recuerde yo lo haré tímidamente,
aunque me digan pierdes el tiempo recordándole,
porque si nadie lo hace, si nadie perdura su memoria,
será como si hubiese desaparecido asquerosamente
un buen trozo dorado y precioso de la naturaleza.
INDICE
1: Tan infinito y tan ilimitado, siempre enorme,
2: Quisiste ser tierra pero naciste mar
3: Pude estar en la mar o estar en tierra
4: Amaré el mar, aunque no quiera
5: Eres grande, eres bello y a la vez infinito,
6: Se mecen las olas pausadamente
7: Tan grande eres, enorme copa de cristal azul,
8: Se repite siempre el azul
9: Dime, ola de mar
10: Nunca apartaré la vista del cielo
11: Levantarás el vuelo, cormorán mío
12: No podrás apartar la tempestad en tu alma marchita
13: Se encuentra entristecido el mar, aunque lo neguemos,
14: Fue oculto en una isla perdida,
15: Sobre las olas que el mar empuja apasionado,
16: Me siento, simplemente, hechizado
17: Ría vacilante de aguas ennegrecidas
18: Bruma sobre aguas turbulentas
19: Río Ibaizabal, mugriento río, aplomado caudal,
20: No negaré que es hermosa la ría del Nervión
21: PORTUGALETE, Dime ¿quién te vio y quien te ve?
22: Saboreo la espera, cansado, aguardo el bus,
23: No duró tanto, ¿Quién lo iba a pensar?
24: Brillo metalizado en tu distante silueta
25: ATARDECIENDO EN BILBAO. Color anaranjado sobre edificios de hormigón,
26: SESTAO, Helios sobre la marea indecisa de la ría,
27: Aun pervive el olor de la miseria de las minas,
28: A Timoteo. Demasiadas veces he caminado por el rompeolas,
29: SANTURCE. Huele a sardinas y a chicharro asado, a libertad,
30: Bilbao, el vagón de un tren en la estación
31: Hay veces en las que, hastiado, tan joven,
32: Ya no volveré a ver tus aguas virginales
33: Un atardecer de un día de invierno
34: Que fascinante es el final del día
35 (I): Quise narrar algo hermoso pero no encontraba nada
36 (II): Y te preguntarás, gorrión, porque gasto palabras
37 (III): Estaba el gorrión en el alero de su tejado
38 (IV): El gato callejero, atigrado, gris, ágil,
39 (V): Tan grande era la ciudad en la noche,
40 (VI): Tengo hambre de cielo y no se como aplacarlo
41 (VII): Se hallaba el jilguero en su supuesta jaula de oro
42 (VIII): Golpeaba la lluvia el suelo aquella tarde de primavera
43 (IX): Piad cada día. ¡Mas fuerte! ¡que yo os oiga!
44 (X): Salieron los polluelos del cascarón por primera vez
45 (XI): Tan grande era el edificio del mercado
46 (XII): La alegría del cachorro era tan grande
47 (XIII): También regresaron las oscuras golondrinas
48 (XIV): Vi algo tan hermoso aquella mañana
49 (XV): Yo sé que desde mi ciudad, plagada de edificios y prisas,
50 (XVI): Que llegase ese momento nunca pensé en ello
SOBRE EL AMOR
Y LA MUERTE
por Fidel Bilbao
1
Escribí el dolor en un papel, blanco y pobre,
naciendo así los poemas que ahora selecciono,
entre alegrías, fracasos, crisis y desmayos,
surgieron baladas de amor y desolación
y párrafos retocados con sutil paciencia,
una música sin música, un arte extraño e ingente.
Creé obras enteras para embellecer el mundo,
palabras nacidas de la lengua áspera y fea,
sonidos paridos de un caos primigenio,
deseando que alguien, a lo mejor, los lea.
Lord Byron y otros, hace ya tiempo escribieron
y yo, como ellos, escribiré hasta desfallecer,
con poemas que, aun sin rimar, algo riman,
describiendo mi vida estival e invernal.
Al abrigo de la vanidad del literato, realzo
tantas cosas intensas que me fueron otorgadas,
eternas primaveras de cálidas frases febriles,
de tantas palabras enfermizas por la angustia.
Pero ahora, ahora que he despertado a la luz
y puedo cruzar el bosque de mis tinieblas,
escribiré sobre el ancho tapiz del mundo
y el estrecho agujero del alma humana.
Pero un poema, como este, no es eterno
y como la vida, empieza y pronto se acaba,
como finaliza la vida lo hace el fulgor,
que deja triste el cuerpo y el alma atacada.
2
A LORD BYRON
Ayer miré en un libro tu retrato dibujado
sin saber quién eras tú en realidad,
en esas páginas estaban los amigos que apreciaste
y el arte que brotaba de tu turbia caligrafía.
Nos parecemos, en la epilepsia, en los versos
en los amores fracasados, en las palabras perdidas.
¿Recuerdas aquella ironía que la vida despedía
con un grato beso de sabor perdurable?
Aquel dolor que la vida siempre exige,
ese amor escrito en el parco silencio.
Y después, tan solo después.. pasando las horas,
la noche te besa gimiendo en las entrañas,
una copa cerca, unas cuartillas de amor,
en la mesa un tétrico cráneo sonriente.
¿Recuerdas aquel tobillo que te atormentó?
ahora ha dejado de gritar definitivamente
y puedes imaginar sin tus cárnicos párpados
la hermosura que marchitó el efímero tiempo
de aquella endiosada doncella que empalideció
junto a su tumba y tus versos apasionados.
Después, todo pasará y puede que seas olvidado
y de Shelley, ¿Te acuerdas de Shelley ahora?
aquel amigo tuyo que la tormenta devoró,
ese fue el ateísmo compartido por la rebeldía
Y, cuando mi perro muera, como tú del tuyo,
no le olvidaré y podré recordarle con un epitafio
aunque no tenga tumba para sepultarle.
¿Que más da? Mil sentimientos desaparecen
y se alejan dejando la duda que nos envuelve.
Tú y yo recordaremos aquellas mejillas sonrosadas,
ese verso romántico, aquella mujer pálida y fría.
”Adiós para siempre” Adiós mi apreciado escritor
¿Ahora no lo entiendes? Pero lo comprendo yo.
3
A BÉCQUER
Cuantas veces las musas rondaron tus sienes,
cuantas veces las golondrinas tocaron tu alma,
dime las veces que reposaste tu tuberculosis
al son de tus rimas desde tu dorada celda;
escríbeme desde el cielo de los poetas desventurados
tú que hiciste sonar el arpa tiempo ha olvidada
y dejaste salir a las pletóricas náyades
para que nos deleiten con su belleza vaporosa;
eres tú el que rezaste a los muertos una plegaria
tan hermosa que nunca será igualada por nadie.
Ven, bajaremos a los infiernos para verlo todo,
subiremos al cielo para redimirnos con la prosa,
atravesaremos la esencia humana y como el fénix
haremos renacer de sus cenizas al hombre moderno;
he podido escribir gracias a tu ejemplo espinoso
los amores quiméricos entre lo imposible y ella,
esa mujer de ojos penetrantes y cabellos atizonados
con la que perdí todo, su presencia de musa de platino,
a la que daría tantas cosas que ya no podría dar,
y con todo abrazaremos, entre risas espontáneas,
los amores imposibles de nuestra fértil literatura.
Cuantas veces he leído tus versos trasnochados,
cuantas veces he deseado escribir sin poder igualarte,
demasiadas son las hojas que acarician las ramas
de tu cautivadora esencia de brujo literario,
numerosas sombras recorren por tu poética tinta,
muchas son las tristezas que producen esos amores
que imposibles nos rondan por esta, nuestra cabeza.
4
A CHOPIN
Sonó melancólico el piano en el suntuoso salón,
se realzó la soledad siempre compartida,
a tu lado los besos de Aurora Dupín fueron ciertos
y como no, ¡tu final fue tan breve y tan intenso!;
las teclas del piano tocarán un nocturno en tu nombre,
una polonesa recordará la libertad del espíritu
y un vals sonará por el solfeo de tus venas.
Las partituras de Liszt darán fe de su amistad,
aunque él, anciano, muriese en otra época,
pero nada traicionará los estudios y los preludios,
donde miles de gotas de música bañan los oídos,
siempre fatigados de sentirse vivos todos los días
y cuando, cansado, huyas de los salones vanidosos,
querrás viajar hacia tus rarezas interiores para escuchar
la música que el silencio emana continuamente.
¿Sabes que lo que escribiste no es música?
¿Sabes que tus corcheas son poesía que emana
de ese rincón que es la tormento por el existir?
Entre sudores moriste presa de la tuberculosis,
entre aplausos viviste gracias a tu deliciosa música,
en tu vida se sintetizan, mágica e increíblemente,
toda la duda y la tragedia que marca al hombre,
que surge del amor, viene a la vida y desaparece,
pero tras de sí deja un rastro luminoso e imperecedero
resumiendo, cruelmente, la esencia de la vida.
5
Escuchad, hijos del precioso mañana,
hablo huérfano de gloria y de mundanal fama.
Aun no ha sido creada la nación que ansío,
lo será cuando los pueblos no se odien,
cuando las diferencias sean parte del recuerdo
y ningún idioma nunca nos separe,
y sea el limite el nacer y el morir.
Escuchad, mi carne es de un pueblo
pero mi mente abarca todo el mundo:
veo cientos de luceros como marchitos deseos,
centellas brillantes sin la noche,
paisajes olvidados sobre la mente dormida
con bosques fantásticos iluminados de azul.
Dentro de mi se hallan todos los lugares,
tierras que nunca conocí, ojos que jamás vi,
miradas ajenas que me eran propias,
vidas lejanas que se hallaban dentro de mí;
generaciones nacen y mueren, una y otra vez,
mientras algo termina, algo empieza y continúa,
ese algo maravilloso que nos hace reír o sufrir
esa oda no escrita a cualquier tierra:
todas las tierras son por igual hermosas
y algunos solo las vemos con los ojos de la mente,
y vosotros, hijos del mañana, mis descendientes,
de vosotros son los días venideros que nunca veré
responderéis a nuestra pregunta ¿qué sucederá?
y nosotros dejaremos escrito con clara línea
todo lo que pudimos evitar, pero sucedió.
6
Nacido para vivir, en este mundo;
caminando por las sombras, sin amanecer,
entre las dudas del nacer y el morir
que las estrellas añoran mientras me miran.
Nacido para beber, en triste sorbo,
del conocimiento de la vida, si es que existe,
néctar grato e invisible, así son las cosas,
mientras se vierte, insípido, en el cansado paladar.
Tal vez nacido para perder, perder riendo,
la perdida en sufrimiento gana, aun no sé qué,
la vida, en algo se enriquece, aunque yo pierda;
el ahora se vive pero no el mañana inexistente.
Ahora nacido para algún despertar, ¿cuándo?;
que a los ojos no se muestra y sí al alma
y existe en lo etérico, se afirma por ahí;
aquel amanecer que, dicen, no necesita sol
y siempre es eterno; eterno, demasiado eterno,
afirman los que nunca vieron nada y lo contaron.
Yo viví hace tiempo, en esta tierra,
desde el ayer amé, con el ahora sentiré
en el mañana duraré con mi obra poética.
Veo con mis sentidos, torpes en verdad,
que el ahora es una sutil copia rugosa
de los siglos que desfallecieron sin arañar el mañana
Transporté con mi alma lo bueno y lo malo,
a través de tanto tiempo que ya no recuerdo
lo que sucedió; ni quiero ya, prefiero el olvido.
Ahora pudiendo elegir, añoro el pasado.
Viví hace siglos y me fui, ahora he vuelto
el presente parecía descansar, mi mente no;
mientras el corazón, ahora, se agita; de nuevo...
7
Aun siendo joven no tengo por que ser alegre,
cuando sea anciano no necesitaré albergar tristeza,
me eligió un día el elixir de la reflexión
y no pude rechazarlo porque me enriquecía,
aunque veía a los demás perder el tiempo en risas
yo buscaba las risas inteligentes que no te hacen perder.
Si hubiese podido beber alcohol, que no puedo,
tal vez tenga en vez de sangre ese vino matarratas
que desprestigia a los otros vinos y hace tanto mal,
pero yo, desamparado por la risa artificial de Baco
ya no busco, apasionado, ni la alegría ni la tristeza,
si no que como un arqueólogo busca en la tierra
yo me afano en escarbar en el fondo de la vida
la belleza ignorada por nuestros ciegos ojos
para no dejar, para no consentir, que pase el tiempo
por nada, banalmente, por entre las rendijas,
e intentar, aunque no lo consiga, desdichado,
quitarme la venda de la cara y ver el mundo
en su hermosura y en su insensatez, estar vivo
y no dejar que tanta alegría me mate en vida
y el barullo de la risa continua me haga olvidar
la infinitud de caminos que inevitables suceden
a cada uno de nuestros inciertos pasos.
8
¡Largo pasa el tiempo! ¡Lento transcurre el momento!
la arena que grano a grano cae; como el recuerdo;
que precede al silencio con rítmico descenso.
Dios sucede al abismo, el presente al vacío,
gritan las arenas egipcias que sin viento anudan,
dentro de mí, viendo iluminar la parte de mi sol interior.
Mis oídos no escuchan su voz y la mía muere al nacer,
quiero que mi sonido vea y que mis ojos oigan el ayer.
Y ahora me diré: “¿Que seré yo mañana?”
si mi luz como el sol del amanecer al sonido acompaña.
Mañana en el cielo cruza la gran barca y su luz es el sol
las nubes dejan el cielo y yo volando iré.
Yo caí desde arriba desde un lugar sin olvido,
la tierra sin ojos me mira y la luz es todo silencio
¡Largo pasa el tiempo! ¡Lento transcurre el momento!
Antes contemplé la vida y la vida en sí misma
es todo un lago de reseco y lejano recuerdo.
En el cielo cruza la gran barca que transporta al dios Horus
que es el sol y brilla su rayo palpitante de árido desierto,
y su calor que es tan grato como el reflejo de las pirámides,
es el mismo sol y la misma estatua hierática, fría y cálida
que nos acompaña desde siempre como ángel guardián
haciendo de esfinge en nuestras esperanzas.
9
Se caían las hojas con acompasado ritmo
y se iba la lluvia a morir al eterno río,
mecianse las nubes con el huracanado viento
mientras la luna subía rítmicamente al tiempo.
Y pensé: “¿Quien pudiera revivir su vida
en tan solo un minuto...? y ¿qué sucedería?:
cada año sería un segundo, tal vez demasiado
y un segundo algo tan eterno como la nada,
o que tal vez el tiempo fuese largo e interminable
como un solo instante de una insignificante vida,
y puede que acuda a la colorista memoria
el lago reflejado existente solo en los sueños”.
Pero que mas da, el pensamiento es tan frágil
como la quebradiza mente o el efímero amor,
y seguro que la memoria tendría dudas
y los recuerdos serían estatuillas que se perdieron
en el pasado, mas allá del bosque de los años.
Me paré un instante y medité un momento:
“Bien parece que este planeta, azul y blanco,
no sufre ni un momento, ni ríe ni llora,
pero la verdad es que su agonía la sufre, y mucho,
ni se molesta tan siquiera en sollozar en silencio
por todas las muertes inevitables que ocurrieron
de las que ocurrieron y pudiendo ser evitadas”.
No obstante, si alguien piensa en ello
que lo haga, aunque le crean loco y lo rechacen
porque muchos, en sus vacuidades, dirán:
“¡Que extraños y corrompidos pensamientos!”
10
La vida, mi vida, lo único que tengo,
lo único que hace despertarme cada mañana,
tan pequeña, tan insignificante, tan grande
que no hay nada que no esté fuera de ella,
que nosotros no conozcamos: alegría, tristeza,
el infinito como punto sublime de imaginación,
la divinidad o la carne más maloliente,
nuestra identidad, millones de especies, diferentes a mí,
el amor, la ternura, el deseo más infantil,
unos ojos a los que mirar, una sonrisa que compartir,
mi sueño para el futuro, mi fracasado presente,
billones de voces que hablan sin poder hacerlo,
vivencias interminables que se pierden a lo lejos.
Por eso, matar, hacer sufrir, morir por algo
¡Que aberración más espantosa es todo eso!
Ante las injusticias, pedir perdón, que no lo hacemos,
cuando hay diferencias, acercarnos, tirar fronteras,
ante la falta de entendimiento, obligarnos a ello,
si hay cicatrices en el alma, silencio para curarlas,
con la ignorancia, todo para erradicarla,
el asesinato, renegar de él, no somos quien para realizarlo.
Vida, nada soy sin ti, contigo solo uno más,
sin tu ayuda solo una posibilidad, nada,
aléjame la muerte y el sufrimiento, que no es poco,
el mal vendrá solo algún día, que tarde en llegar,
contigo tengo mucho más de lo que me da la muerte,
y ahora quiero lo que tengo, o lo que puedo conseguir
y solamente lo puedo hacer contigo, junto a ti.
11
Vida, hermosa vida, tanto me das, tanto me quitas,
me das el sonido y el color gozoso,
el verano caluroso y las nubes plateadas,
la luna brillante con un fondo de estrellas,
mil cosas por la que reír, alguna por la que llorar,
tantos momentos, sin duda, para olvidar.
Me das el olvido como ultimo recurso,
las naranjas sabrosas en el húmedo otoño,
los campos llenos de flores en algún mes,
el melancólico violín, el romántico piano,
las aves en el aire jugando a ser hadas,
el gato mojándose bajo la lluvia en primavera,
miles de canciones que aun no se han escrito,
miles de baladas que se perdieron para siempre.
Me das un cuerpo achacoso con el que subsisto,
cientos de motivos para seguir vivo,
un saco lleno de esperanzas también vivas,
una hoja de papel en blanco en donde puedo garabatear,
un amor de esos que pudieron ser pero no fueron,
una vida que, aun no siendo de las mejores no es tan mala,
me das tantas cosas como en un manto oscuro
plagado de rutilantes y coloridos planetas...
pero vida, hermosa y absorbente vida, cruel eres,
porque aunque no lo quieras, todo me lo das,
y tan pronto pasen los años, todo me lo quitas.
12
Se fueron las épocas en las que podía haber nacido,
catedrales apergaminadas, retazos inciertos,
idiomas imposibles hoy, ayer lenguas vivas,
cuerpos posibles lejos del arcón en el que me hallo,
podredumbre rondando un estomago hueco,
la suciedad como compañera de tristes viajes,
seca mi mente de libros o música electrónica,
acompañado siempre de la ley del tirano esperma.
¿Por qué nací en el hoy? nunca lo supe,
tal vez los imanes de las maquinas me atrajeron
y quise ver la luz en el futuro de Julio Verne,
mas deshumanizado y plagado de espejos,
con una ciencia que se vende en grandes almacenes
y donde ofreces tu alma a un ordenador personal.
Ya no habrá serpiente tentadora ni misterio
en este “compro y vendo” del dios dinero,
un rico cada vez más rico, y un pobre... siempre pobre.
Quien compra pasión encuentra un coño saldeado,
el que pide paraíso una cerveza o “polvo de ángel”,
el listillo encuentra una raya de la que se ha pasado
y decepción por lo que creía poseer, solo mentira.
Esos son los retazos de mi mundo, los otros se fueron
¿Quién sabe si ya estuve en ellos?, ah mi vanidad
rechaza y añora, ¿Quien soy yo para hacerlo?
y la noche me envuelve, acogedora y sin alas,
observo el silencio, por todo eso que perdí,
por todos los momentos nunca vividos.
13
Nunca estaré solo, siempre tendré mi sombra,
nunca tendré nada, tengo un destino algo trágico,
mi cuerpo esconde vida, aunque exhalada,
de mis ojos, cansados, vieron, pero no todo,
mi palabra emergió, no siempre para decir algo.
Quise amar a la vida pero ella lo hizo por mí
desee atrapar la luz en una pantalla de cinemascope
y solo dominé la imagen que emerge de la tinta,
en los oscuros infiernos de las páginas de un libro;
intenté hablarle a la existencia con un piano
y solo logré aburrir a mis vecinos
sin poder poner en el papel ni una nota.
Es mi sueño agitado, tormentoso y frío,
mi futuro incierto cargado de semillas frondosas.
Pero no habrá pesadilla que destruya mis ilusiones,
ni montaña interior que no deba ser escalada,
aunque mi ángel se haya ido hace tiempo,
a pesar de que Dios no habla desde hace milenios,
no miraré atrás en el desierto de mi existencia,
pues donde esté el sol allí estará mi sombra
y aun desolado, encontraré mi paisaje,
aunque mi futuro esté muerto antes de nacer,
que se le va a hacer, hay que seguir adelante,
tengo que cuidar a mi negra sombra.
14
Quien pida la cima del mundo hallará desolación,
quien pida eternidad obtendrá oscuridad sin velas,
mirar hacia delante es tan solo una ilusión
y cuando creas que tu ángel guardián esté vagueando
se pondrá en huelga espiritual por falta de algo
y ese “algo” no se encontrará en la tierra nunca,
y pretenderás mirar al cielo para encontrar
en la noche misteriosa un trago estelar
que te calme la sed del vivir, sin conseguirlo,
pues todo eso, son tan solo, brasas inmensas,
polvo gigante que desea ser ensueño sin lograrlo
algo que siendo accidental pretende ser consciente
y que nosotros le hablamos de tú a tu, desesperados,
intentando encontrar a alguien al otro lado,
desear con nuestro teléfono hablar con otra galaxia
en nuestros sueños conversar con dios, saludarle,
en nuestras pesadillas crear un amanecer,
sembrar de respuestas un lago de dudas,
que los dragones alados no sean tenebrosos,
que inunden nuestros jardines junto a los gatos,
y los perros nos hablen reflexiones inimaginables;
pero, a pesar de todo, por desgracia, el limite
es tan solo nuestra propia mente, que no es poco,
y haciendo preguntas nada hallamos,
y a las respuestas nunca las hacemos caso,
entonces, en nuestra cima del mundo, allá arriba,
solo tendremos una gran desolación teñida
de colores verdes dibujados con futuros imprecisos.
15
Que importa vivir y no ser comprendido,
respirar y tarde o temprano dejar de hacerlo,
pasar hambre y no remediarlo,
tener angustia y dolor, poseer solo calmantes,
drogas benévolas que acarician tus nervios,
que masajeen en tu cerebro en el sitio exacto;
pero que impotencia que desolación,
que angustia por hacer algo y no conseguir nada,
luchar por una batalla inexistente y vana,
hablar y ver cuando somos ciegos y loros,
sentir al altísimo sin saber que sentimos,
construir una guitarra solo para adornar,
concebir sonidos orquestados y sublimes
para que el mejor oyente sea un mísero gato.
Amasar con nuestro cerebro ingenios celestes,
telescopios inmensos, microscopios fabulosos
que nunca nos descubrirán que somos ahora mismo,
solo para responder nuestra propia soledad.
Que silencio tan atroz es ese silencio
y a la par que fascinante y hermoso es,
el silencio de la ciudad en la noche,
un monte moteado con luceros febriles,
una iglesia sin un cura que rompa el silencio,
pero que angustia produce eso que no parece vida,
que impotencia desgarradora nos araña
el sendero mudo de la existencia que nos dice:
“Hola, tu te quedas... tu te vas... hasta otra...”
sin pronunciar palabras vacuas que se extinguen sin más.
16
Yo vi una noche, febril, bañado en sudor,
cientos de mentes en un lejano futuro
deseando escucharme y leer mis obras,
vi el inicio virginal de los siglos,
la pasión desenfrenada de donde brotan
las palabras y los sonidos de nuestra mente;
música infecta y monótona que precede a la alegría.
Tuve visiones, sueños, premoniciones,
imágenes orgiásticas que no iban a ninguna parte,
vi el principio de mí mismo y el final,
contemplé la creación del fuego, luminoso,
el suspirar de las estrellas como un solo ser.
Una noche, todo lo vi una noche,
fría, melancólica, abisal y profunda,
vi el principio de mi poema y mi futuro,
el final inerte de un soneto alabando al sol,
el volcán gélido de donde sale el deseo,
o la imagen de un gato durmiendo, feliz,
plácidamente sobre mi áspera tumba.
17
A veces busco el fresco manantial
de las cristalinas y preciosas palabras
que brota, ocasional, en algún aparte de mi cerebro,
ingrata fuente pues cuanto más bebo
más sed de palabra y de pensamiento obtengo,
cuanto más cierro los ojos para olvidarlo
más claro veo brotar el liquido verborreico,
cuanto más lo ignoro mas fuerte grita,
solo escribiendo sus instantes lo hago callar.
Y me dice la gente que tiene mérito tal cosa
cuando yo no entiendo porque escribo lo que escribo,
ni para que, pues no me sirve para nada.
Y yo sé que algún día la fuente se secará
sin que a nadie le importe, tal vez ni a mí,
porque lo que un día llegó sin yo proponérmelo
se irá tan silenciosamente como acudió,
dejando tras de sí un rastro tan grato
que tal vez no habrá sido en vano su presencia
de la que beberán ansiosas muchas personas,
que no pudieron disfrutar de una fuente así
y yo, por tenerla, no la disfrutaba en su medida.
18
Hoy no veo mas allá de lo que mis ojos ven,
y el color es invisible, a ese sol no visible
del que se despertó insensible hoy mi pupila.
La vida no va mas allá de lo que mis sentidos aprecian,
cayendo el sentido, al morir, igual que el río,
en el principio, formando aquella catarata.
Hoy nada existe si no se ve, nada veo,
lo invisible no tiene sentido para mí, y solo sé,
que mi corazón sigue latiendo y un día parará;
después ya no estaré aquí viendo la luz y las miserias
y aun por eso mismo dudo sobre el mas allá,
porque sé que el corazón dejara mañana de latir
y se secarán las lágrimas y las sonrisas.
No puedo ver mas allá, incrédulo soy, lo siento.
Tal vez mi mente sea insípida, y mi luz sea fría,
aunque brille con mis obras por siempre
y que a ti te parezca ser una estrella,
amada mía, si es que en tu mente me mantienes.
Dime, ¿para qué quieres el recuerdo de mí?
¿Para que querré yo el recuerdo sobre ti a donde valla?.
Intentara recordar alguno mi olvidado arte,
pensarán que mi vida sirvió para algo antes del fin,
imaginarán que soy algo especial por ser yo mismo,
pero en realidad nada soy y nada seré,
porque aun en vida soy ciego creyendo ver,
soy inculto creyéndome sabio; pero nada soy,
porque mis ojos, mas allá de la materia,
simple y llanamente, no pueden ver.
19
Una copa, un pensamiento, un verso efímero
que permanece entre nosotros más de una vida,
el decir “jamás” o “lo siento”, esa voz que jamás duerme.
Yo quise escribir con el alma pero esta no quiere palabras
y miles de poesías son inútiles ante el destino,
cuando la letra realmente nunca significa nada.
Aun escribiendo la perfección, cual diamante tallado,
tampoco el alma se comunica porque el silencio prefiere.
Por eso la poesía de nuestra alma emerge sigilosa,
es compás y música acallada y su voz nunca tiene voz
y su sonido siempre es mudo como rincón empolvado.
Por eso no dejes que tu voz enmudezca sigilosa
ni que tu pluma se vuelva totalmente vacía
no quieras que el poeta desaparezca y con ello la poesía
Lucha en la vida y con la voz llena el silencio,
la ignorancia es injusticia, la verdad como un nuevo viento,
por eso aun garabateando frases sin vida perviven,
la pluma siempre ha de trascender al vacío
porque ese es el poder de la palabra armoniosa,
aunque al oírlo no lo encuentres sentido
El silencio es también la nada, tu y yo lo sabemos
y que la nada es también ignorancia, triste y grande,
por la que siempre, al final, perecemos.
20
PARA UN CUMPLEAÑOS
Siempre que miro hacia atrás y lo hago en demasía,
veo un pasado lleno de posibilidades, no cumplidas,
en donde la literatura no existía ni por asomo,
hasta que tú, bella y radiante, apareciste en mi senda.
Fulminaste con tu luz mi alma jaquecosa y cansada
y como el trueno me heriste, quitándome el sosiego,
vi al conocerte algo más, que jamás llegue a concebir,
comprendí que el amor del que hablan lo viejos poetas
no era una mentira escrita en libros anticuados.
Gracias a ti aprendí, que los humanos nos perdemos,
en fatuidades y destellos engañosos que nunca permanecen,
y en nuestro regazo, aun teniendo el oro del sentir,
enterramos nuestra conciencia y llamamos amor
a cualquier cosa que no requiera mucha paciencia
Pero caminando entre la literatura, en este instante,
alguien me pregunta como empecé en este oficio
entonces solamente miro hacia atrás y pienso en ti,
espero mientras te recuerdo durante unos instantes
y revivo el momento de ese primer poema, ya olvidado,
que después de tantos años aun permanece.
A ti, mujer, que naciste en un uno de septiembre,
a ti a quién la noche envidia la bella oscuridad de tu cabello,
para ti es el testamento literario de mi peculiar obra,
a ti, en tu cumpleaños, te deseo con toda mi bondad,
tantas cosas llenas de dicha y de eterna ternura
que no hay palabras suficientes para ser escritas.
21
Se esfumó la luz en las tardes de septiembre
al son de una melodía que es otoñal
con hojas marchitas que son los deseos,
subrayado por palabras de tinta negra,
rebrotando ahora las tibias velas iluminadas
de lo que fue y ya no pudo volver,
evadido en los pasillos del pecho
que quiso rugir en su silencio despiadado.
Aun no sé por qué, pero pensé en ti,
con tu belleza femenina y cristalina,
en tu hermosura de sonata de amor
y el grato recuerdo de tu aterciopelado cabello,
negro intenso, semejante al tupido nocturno.
Hablo de ti, mi amor, base de mi obra,
A ti te debo la posible gloria de mi arte,
a ti, relámpago áureo que apareciste,
brizna incandescente en aquel septiembre,
año cero para mi vida, uno más para la tuya;
cuando la noche dominaba al día, ayer,
evocando lo que pudo ser y nunca fue,
camino precioso que conduce a... el futuro.
Ahora, guardo tu halito vital en mi cabeza
y no me apena tu ausencia y tu evocación
porque, en verdad, nunca me dejaste.
22
Quien me iba a decir que te debiese tanto,
tantas risas, tantos libros, tantas sonrisas,
tantos momentos oscuros de silencioso llanto.
Como iba a suponer que tu pelo negro
contuviese para mi tantos mundos,
tanta belleza inmortal con regusto agrio
Nadie iba a suponer en su momento
que tu significarías para mí demasiado,
alondra mágica del placer; alegría y tormento.
Dime, destino infecto que me distes los ojos,
para ver la belleza cautivadora y femenina
y solo tuve tiempo para contemplarla de lejos.
Quien me iba a decir, quien me iba a decir
que a pesar de los años seguiría sintiendo algo,
seguiría sintiendo tu lejanía; tu ausencia al no verte reír.
Como iba a suponer que tu esencia turbadora
me diese los hijos de la fértil literatura
tu, mi diosa terrestre hija de la aurora.
Sí, mi luminaria terrestre; te debo tanto,
tantos recuerdos; tantas carencias; tantos vacíos,
cientos de versos para el futuro, sin ti; ¡Que espanto!
23
ACRÓSTICO PARA ELLA
Mirarás atrás, siempre atrás, aunque no quieras.
Inerte, buscando ese fuego escondido, esa vida
Resplandeciente que se esconde en el baúl,
En donde se esconde la luz del ayer.
No volverás a vivir todo lo que sucedió,
Tendrás, aun así, toda la existencia por delante;
Xanadu, lo descubrirás, no existe si no en la mente
Universo interminable de grandezas y miserias.
Universo interminable de grandezas y miserias.
Xanadu, lo descubrirás, no existe si no en la mente
Tendrás, aun así, toda la existencia por delante;
No volverás a vivir todo lo que sucedió
En donde se esconde la luz del ayer.
Resplandeciente que se esconde en el baúl
Inerte, buscando ese fuego escondido, esa vida.
Mirarás atrás, siempre atrás, aunque no quieras.
24
Brisa del mar, embravecida y angosta,
sensación de amar por toda la eternidad,
la luna asomará su pálida cara
desde el fondo del horizonte ya negro.
Sueños eternos que luego volverán
y como el fuego quemará mi espíritu,
brasas de amor que volverán y quemarán,
la sensación de amor, rosa del mar.
Respiración de oro, alas de dulce plata,
rayos de luna asoman el alba,
la rosa roja de la mañana profetiza,
puñales de odio descargan sus entrañas.
Desierto de arena, rosa de amor, silencio,
brilla el sol, de nuevo, siempre de nuevo,
agua cálida, cándida flor, ahora trasmutada
bella imagen de mi cansado corazón.
El arpa llora, igual que la guitarra,
triste y sola, la luna de blanca plata
puñales de odio esconden sus entrañas,
la luna plateada esconde amores perdidos,
mientras la noche se cierne sobre tu mirada,
pronto se notará el aire helador del alba,
el sol saldrá tenue por la orgullosa montaña
y tu, reina mía, presidirás el cielo ruborizado,
como siempre, en mis pensamientos, lo hacías.
25
Y pensar que el agua que cae del cielo
pueda ser el mismo que brote de tus ojos
mediante las lágrimas cual océanos interminables;
porque, puede morir el río, morir la muerte,
morir el amor, morir tus tiernas lágrimas,
morir la patria y nuestra libertad.
¿Qué mas da? puede morir el cielo y las estrellas,
morir el mar y toda la ancha tierra...
puede todo eso fallecer en verdad...
pero tu celestial sonrisa, jamás...
Tu nombre es el único nombre que resuena,
no se disipa, nunca muere, nunca perece,
parece inmóvil y sin vida, pero no es así:
ama, se apasiona, se consume en llamas,
solo con el simple hálito de su voluntad
renace de sus cenizas y comienza el ciclo,
otra vez, y otra vez y otra vez...
de esa forma existe el hoy, el ayer y mañana,
Y el “todos los días” y “todos los años” y los siglos,
eternamente y siempre por siempre,
su recuerdo vivirá con el mío
su vida será la mía, sus sueños los míos,
y nuestra muerte aun tiempo la misma,
y el agua que cae del cielo es la de tus ojos,
el resplandor de la mañana tu mirada,
y la muerte, que ya no existe, porque se apagó,
será el renacer del amor de nuestras almas.
Porque, puede morir el río, morir la muerte,
morir el amor, morir tus tiernas lágrimas,
morir la patria y nuestra libertad.
Pero tu celestial sonrisa, jamás...
26
El día se acaba, duerme el sol, el día finaliza,
duerme en los brazos de mi arte, tu, mi amor.
En tu recuerdo se apagan mis lánguidas penas,
solo mirándote a los ojos puedo terminar dichoso;
guardo la espada clavada en el cálido pecho,
nadie sabrá nada, en verdad no ocurrió nada.
Sobre la luna duerme el sol, el día se termina,
sobre la luna, duerme en mi arte, tú, mi amor.
El sueño va dormitando en las alas de tu noche
la fogata se extingue por la luz del firmamento
amor ciego ¿No ves el final ante todo? es igual
si no se ve, se siente por dentro y no se ve.
El día se acaba, duerme de nuevo el sol,
se acaba el día, pero no duerme sobrio mi corazón.
Se asoma la luna por el horizonte que calla y fracasa
y llena de fulgor una volátil nube otoñal,
ahí fue, entonces, donde más te pude amar yo,
sacando este poema de mi entonces breve calma.
El día se acaba, duerme el sol, el día finaliza,
duerme en los brazos de mi arte, tu, mi amor.
Lágrimas de plata derrama la luna, la grata luna,
sobre el horizonte de la noche, tétrica y cerrada;
en el color rojo de mi sufrido corazón
se rompe una vena que late, y me duele el alma.
27
Sus cabellos eran como la cálida noche,
sus ojos poseían mas belleza que el diamante
mas caro que existe sobre la tierra,
sus labios eran suaves tintados de rojo
recordaban a las rosas y a un sol en el ocaso.
Apenas la vi un instante y su recuerdo
se me quedó grabado en esa maquina llamada encéfalo,
intenté volverla a ver, pero no pude,
y mi vida se volvió algo monótona y triste.
Eran sus cabellos como la mística noche
y sus ojos resplandecían como simples estrellas,
sus labios eran tan suaves que parecían mil rosas
y superaban al color del amor en su rostro,
y su silencio era más ardiente que una espada
en la fragua rubidiscente del herrero.
Apenas la vi un instante y no la olvidé,
retornando cíclicamente como calurosa primavera
en imágenes imposibles de inusitada maleza,
llena de luz invisible y de negra cabellera.
Sus cabellos eran como la cálida noche
sus ojos poseían mas belleza que el diamante
mas caro que existe sobre la tierra,
sus labios eran suaves tinteados de rojo
que recordaban a las rosas y a un astro moribundo.
Apenas la vi un instante y su recuerdo
se me quedó grabado en esa maquina llamada encéfalo,
intenté volverla a ver, pero no pude,
y mi vida se volvió algo monótona y triste.
28
Tal vez hubiese sido mejor así, tal vez,
sin ver envejecer tu inimitable materia
tu casi inmortal en mi pensamiento,
sin tener que aguantarnos los días amargos,
no necesitando recordar el ayer
para demostrar nuestra felicidad presente.
Ahora eres un simple poema, poca cosa,
efímero pero más inmortal que todos nosotros,
abstracto concepto sin la marchita carne,
eres hermosa sucesora de la diosa Atenea
con un mochuelo plateado en tu sombra embrujadora.
No parece concebible, pero es mejor así
¿A quien le hubiese importado un amor posible?
Cierto es que las generaciones beberán de este verso
y aunque malo, será más grato que otros muchos
por tener bajo su sombra de mal agüero,
el característico sabor de la decepción,
de lo que hubiese sido posible pero no fue,
con tu semblante de néctar de ambrosía
en las líneas negras de mis palabras,
que no consiguen dibujar, aunque lo intente
la más simple y vulgar de tus miradas.
29
Busqué afanosamente en otras mujeres
lo que encontré en ti; pero nada hallaba
salvo algo que se parecía a ti sin serlo.
Encontré belleza donde la había,
sensualidad en cuerpos dignos de ser tocados,
simpatía tras sonrisas alegres,
vida bajo el arcón de un cuerpo joven.
Mas aun, no encontré el sabor de tu sombra
en ninguna de ellas y no me interesaban,
la sensación a diamante oscurecido,
a cuarzo envejecido con el universo,
a siglos y siglos encerrados en tu frente
a tu imitación que pudiese competir
con tu presencia aunque joven, milenaria.
A cambio de tu ser, te tengo en mis versos,
ese intento vano e inútil por atrapar
todo aquello que es imposible de conseguir.
Y tu, aunque material y llena de defectos,
no podrás evitar que defina en forma de libro
lo que solo los locos de nuestra especie nos atrevemos:
poner nombre a tu luz invisible, en mi recuerdo.
30
Entre todos los días de la existencia
ella apareció como un simple amanecer,
igual que una luna siguiendo al día
haciendo mi lengua enmudecer.
Daba igual que ella fuese hermosa
porque su esencia era lo que veían mis ojos,
no importaba quien era, de donde venia
y quien fuese su amor, aunque yo no lo fuese.
Yo creía en su alma, me daba igual la mía,
y que su corazón podía sustituir al mío,
nuestras almas eran iguales a mis ojos
y mirarla era volver a verme en el espejo.
Pero ella era indiferente al trato, su palabra fría,
abrumadora, y al mirarla, sentí un relámpago
que dentro de mí me retorcía, diciéndome:
“Ella es distinta, es distinta, es distinta”.
Descubrí entonces ese trozo de cielo que yo busco,
el paraíso, la realidad, el universo, el todo.
Esa fue mi suerte. Así se escribió mi destino.
31
Alas de juventud, te soñé, asfalto duro y cruel,
labios de sangre y de coral, volveré y te veré,
te veré junto al mar de mis entrañas.
Ojos de cristal y de luz; lluvia ácida, sepulcral;
mañana el trueno será azul, mi boca sabrá a sal
pero no sabré cual es el sabor de tu mirada.
Memoria pasada sin cruz, blanco y negro al recordar;
yo te veré otra vez, y volveré regresando al mar,
al mar negro que se mece en tus pestañas.
Sombras y verdades; adolescentes; que duelen igual,
equivocaciones que fueron y son... ¡tan amargas!
palabras marchitadas antes de vivir... ¡queman el alma!
Tal vez fue ayer lo sucedido, creí que era el mañana,
y lo fue; creeré ahora que ocurrió mucho y no pasó nada,
salvo un rayo silencioso parando la garganta.
Yo murmuraba una simple frase: “Te veré siempre”
aunque no sea en la realidad en el espejo de la palabra
y que quieres que te diga, la letra nunca me habla.
Hielo inerte en el hoy, calidez ficticia y espectral,
besos que no existieron, algo me quema, sin mas,
plegaria, por lo que terminó antes de empezar.
Impertinente imagen coloreada, inestable imagen sin final,
de lo que te quise tal vez aun te quiero, eso es verdad,
y gracias a ti creo en Dios y en el Cielo, la herida seguirá.
Icono inimitable, berilo resplandeciente como la alta mar,
¿Qué importa ya si no te tengo? solo soy un mortal
pero te pude conocer deslumbrante, mucho tiempo atrás.
Y yo volveré al ayer y podré verte, una vez más,
tal vez quiera irme de ese tiempo, pasar página,
pero no, aunque quisiera, ya no te puedo olvidar.
32
Tu me distes, la vida que inerte se me escapaba,
el jardín multicolor opuesto a la inercia,
el fulgor místico que por cercano no miraba,
ese oro que emerge en la existencia atronadora,
me acercaste a la mente el Grial y su magia,
la resplandeciente Excalibur y su Dama del Lago,
el final de los tiempos en forma de mirada,
la luz, pues estaba ciego, y no te encontraba.
Me diste una luz diurna que dentro se apagaba,
el medallón de las ilusiones que traspasa el tiempo,
el relámpago que desde mis adentros explotaba,
cientos de emociones que eran un manto azulado.
Pero era ese universo infinito, mi anhelo,
ese dolor producido por tu ausencia, eso fue
lo que ocurrió, a pesar de todo, mi esperanza
acuchillada como vil gorrión en su último día,
a pesar de lo que me distes, aun guardo, a mi pesar
tantos mundos que arrojaste en tu mirada,
demasiadas frases de amor que no fueron escuchadas,
tal vez las tuyas a otras personas o las mías,
oídas ya por demasiadas personas, ya demasiadas,
pasos interminables en el camino del alma,
el eco de una mujer y una fragancia, un vacío,
que hube de llenar con tu imagen de eternidad,
ofreciendo al aire un invisible beso. Para que llegue
a tus lugares que yo nunca pude alcanzar.
33
Dime, ¿Por qué no pudo ser si ocurrió?
me pregunto tantas veces que ya no sé nada
y veo el transcurrir el mundo a mi alrededor
y no hallo respuestas ante los acontecimientos
no sabiendo ya porque hay vida en la mirada,
fulgor en la oscura noche, silencio en el furor de la mañana.
Dime, ¿por qué no pudo ser si le fue? ya nada,
se ha evaporado el arroyo construido con lágrimas
dejado de vibrar, por obligarle, mi hueco pecho
arrinconado el amor para no sufrir más.
Dime, ¿dónde nos veremos otra vez? ¿Ocurrirá?
te estaré esperando en cualquier esquina,
no con los brazos abiertos, sí con los ojos agrandados
aun sin vida por no tenerte, vivo por guardarte en mí,
dispuesto a darte ternura por todos mis poros,
Dime, ¿por qué no pudo ser, si por poderse si se pudo?
y ya mi consciencia no sabe respóndeme, confusa,
mi aliento me tartamudea silencios que te ofrecí
timideces traidoras que me hundieron en mi barro,
parado mi corazón, por amar sin ser correspondido.
Dime, hermosa dama ¿por qué ocurrió todo?
¿Por qué queriendo la cima obtuve una espada?
¿Por qué queriendo la gloria una herida ensangrentada?
¿Por qué no pudo ser si tantas cosas se han podido?
¿Por qué la más sencilla ha fallado? responde
¿Por qué tantas cosas han sido solamente eso
y lo nuestro nada, después de plantearse tantas cosas?
34
No pudo ser, ¿me oyes?, lo sé, ¿qué quieres?
no se pudo teñir el resplandor de lodo,
el cuco no consiguió cantar desafinado nunca,
el girasol solo pudo volverse feo al marchitarse,
el fuego volverse opaco al apagarse en cenizas,
dormirse el sol para siempre cuando halla acabado
su vida tan valiosa para miles de átomos en movimiento.
Y puede que sea todo una simple mentira,
y el amor algo de magnetismo, pura electricidad,
y sea entonces que yo me halla, por ti, electrificado
con diminutos electrones que desean existir
alrededor de tu brillante aura de ternura.
Pero si, pudo ser, recibir tu beso sin tu boca,
si escuchas las ondas que pululan en el espacio,
besando y besando siempre que te acarician,
volando como las mariposas salidas de la metamorfosis,
deseando ver el infinito antes de extinguirse.
¿Cómo va a poder ser? lógico, no me quieres,
pero eso no importa, nada importa tanto,
pude llenar el vaso de dulzura etérea y alzarlo a Dios
y alegrarme de lo que salió de la nada,
de las miles de palabras que se armonizaron
formando páginas y páginas de sólida armonía.
Y ya, ahora, maravillado, no me importará esperarte,
pues tanto te debo que no sé como pagarte,
y no es suficiente el darte mi vida, poco vale,
para devolverte la fuente de la eterna juventud
que interiorizada la guardo para todo lo que realizo
y de la que probé su primer sorbo cuando te vi.
35
No habrá mas tristeza ni agonía
en un enlutado amor no correspondido,
no será un cometa invisible sin marcha militar,
golondrina buscadora del sur sin lograrlo;
he conseguido bañar la negrura en oro
la esperanza perdida en plata, lechuza voladora,
cuerda umbilical de la citara melancólica.
Descubrí hace tiempo en el amor, la tierra,
de la pasión su estanque lleno de patos,
sin lobos que aúllen a la madre luna,
al caos atormentado mirando, como un cachorrillo,
después de descubrir la sensación de estar vivo.
Adiós mi tristeza y mi crucifixión,
se termina todo con tan solo un retrato,
una guinda rojiza para una tarta sin boda,
una joya preciosa para la Corona de la Reina
Los fuegos de artificio ya no son espirituales,
no hay tormenta en el alma, sí un rayo de alegría
descubrí que, inaudito, amar es amar,
y no hace falta para ello ser correspondido;
la puerta a otros mundos es suficiente
para divisar una y otra vez tu rostro, magnifico,
el amor es cosa mía, lo extenderé por las praderas,
donde salta la liebre y la ardilla corretea.
Todas las briznas de hierba dirán tu nombre,
el mío, por conocido, no hace falta ¿para qué?
me basta no olvidar el tuyo, torrente inmenso,
donde mi mente debió comenzar su creación,
la mía, por insípida, no vale ni una gota,
comparada con el templo extasiador de tu belleza..
36
Hay algo de embrujador en este amor
¿Acaso no lo ves? ¿Acaso no lo lees?
las vocales se agolpan para homenajearte
y un himno de batalla canta a tu rostro,
tus cejas de ébano sosteniendo el cosmos
que sostiene tu blanca frente despejada
¿No lo ves? nunca se ha descrito así el alma,
el calor de vida que existe sin ser acariciado,
la melodía escondida en tu cabello enmudecido,
acallada la risa de lo que parecía banal,
bebido, hace años, el filtro de amor de Tristán,
mi Isolda, en verdad tu no bebiste como yo.
Siempre habrá algo mágico, en tus labios,
en la tinta que sale de mis manos.
¿Lo lees? ¿Lo entiendes acaso? yo sí,
expulsado ha sido todo, ya engendrado,
el ancho universo que contienen tus pupilas,
inmenso animal, ardiente y atigrado
que salta al mundo sin ti o contigo.
¿Entiendes la magia o yo soy el hechizado?
¿No ves que algo que no se ve no puede ser narrado?
¿No ves que veo en tus sueños, al alba,
unas enormes montañas con su cielo encapotado,
su blanca nieve jalonado la cumbre
con todo su frío, ya sin mas, desolado?
¿Te has fijado en la magia? ¿Lo ves?
y que tantas cosas se han escrito por ti
que sin duda debo de estar embrujado.
37
De mi primer paraíso, la infancia,
ya sabes, poco o nada ha perdurado,
y mi sombra de zampón y simplón me delata
no sabiendo que ofrecerte, como otros,
ya que el arte se revaloriza con el tiempo
(a veces, no todo) las palabras bonitas no llenan
un estomago ni aseguran la vida.
De mi segundo paraíso, antes de la epilepsia,
ya sabes, de él solo me han quedado las jaquecas
(lo llamo paraíso por llamarlo de alguna manera)
y mi sombra de tímido aun llama a la puerta,
nada puedo ofrecerte, cien ilusiones, ninguna propuesta,
lo que buscaba al fin lo encontré
y en él había algo que nunca me encajaba.
De mi tercer paraíso ¿necesitas saberlo?
ya sabes, en él solo hallé un rostro de hermosura,
perdí la sombra por un centelleante despertar
y nada podía ofrecerte, ya había otros,
que te abrían puertas que estaban cerradas,
no como yo, reflejo de la apagada melancolía,
intentando hablarle de ti a toda la eternidad.
De mi cuarto paraíso, ah, nunca lo hubo,
ya sabes, con el último se calmaron todos,
te ofrecí mi sombra de sigiloso escritor
para alabar la joya que no tuve nunca,
bueno, ya sabes, esa es mi vida, poca cosa
va uno de paraíso en paraíso, hasta que...
encontramos uno que nos ciega por completo.
38
Nunca digas no, nunca digas se terminó, nunca digas jamás.
Las pisadas del tiempo poseen el ruido silencioso,
la belleza se marchita cuando el color se pierde en tus ojos.
Por eso no digas no, nunca digas jamás o hasta mañana.
La isla de nunca jamás solo existió aquí en la nada;
no pienses que la luz dura siempre, pues no lo hace,
también se marchita, aunque no lo creas, tu voz y la mía.
No hables, guarda silencio, que tu mente acalle,
aun ignoras si dios existe, ni te importa, si a mí,
y no permitas que tu voz, al final de todo,
silencia disipándose, pero nunca digas jamás o adiós.
Y yo te recordaré como un recuerdo despojado de pétalos
en el que la lluvia tan solo será una lágrima altiva,
y un árido desierto tu seca garganta lastimera,
pero ni llueve en tu llanto, ni en tu ojo llora el dolor.
Como la luz, tu navegas sin pudor alguno, mi Beatriz,
y cabe la posibilidad que el sol muera agonizante
en tan solo un momento, como nosotros dos.
¡En la luz que arriba pervive abajo no permanece,
ahora el adiós significa, entonces, lo eterno!
Y sé que el viaje del adiós no dura un instante,
y puede que el mañana olvide tan solo lo que deseo:
el olvido, Dios, o mi dorado y mortal presente.
Y Diré que la palabra fallece con el viento
y con el corazón la verdad permanece arropada
en el silencio que les sobra a las montañas,
y solo pensaré, que, tal vez, la belleza y los suspiros
al morir no mueren, piensan que viven y permanecen
si no en la materia en eso que llamamos lo eterno.
Permite que el tiempo avance, aunque nunca lo veamos,
decir adiós es un triste final, y el final, ahora o mañana,
es un duro y patético trance que destila lo efímero.
39
Cuando al pasar el tiempo contemplo,
aquel instante eterno en mi mente, en mi recuerdo;
a pesar de todo camino en silencio, entre las dudas
aun cuando viese una luz encenderse a lo lejos
y con la llama blanca clarearse el cielo, efímera,
teniendo la luz mirada de mujer, mirada de lo eterno.
Y yo, suspiro, amo y muero en su recuerdo,
por poder contemplar las nubes en su imagen,
sobre el espíritu inquieto que nos arrastra,
viendo recuerdos en mi pasado, solitario y serio;
pero suspiro, amo y muero en su recuerdo,
con su sonrisa apagada y hermosa de suave Lámia.
Y oí una voz al oído, traicionera, que susurrando me decía:
-“La claridad es falsa, solo es luz, aun de noche o de día,
y la luz es tan solo una mentira y se esfuma al anochecer.”
Todo volvió a las tinieblas y nada pudo verse,
ni comprenderse, ni oírse, ni verse por mas que se pueda.
En eso comprendí; en verdad no comprendí nada:
Entonces me dormí, amparándome en las alas
que la dulce ignorancia por fin me ofrecían.
Por eso decían las escrituras: “Escuchad ahora,
el que tenga oídos que oiga, ojos el que desee ver”.
Pero por eso ni vemos ni oímos, ni pensamos,
tal oscura es nuestra cárcel aunque tengamos luz,
tan insípida nuestra celda aunque sea divertida,
tan inseguro nuestro futuro aunque lo veamos firme
y nuestro amor, como nuestra existencia tan nula,
que caminando va... y se acaba... se acaba
y nosotros, que nos vemos como titanes inmortales,
no sabremos que pasará de nosotros, mas tarde...
cuando los ojos tendremos que, simplemente, cerrar.
40
¿Dónde están las esperanzas perdidas?
¿Dónde los momentos olvidados en mi recuerdo?
¿Dónde el arcón de las penas que regresaron?
¿Dónde se haya la eterna sonrisa que se fue para siempre?
¿Dónde la chalupa que navega hacia el mañana?
¿Dónde esta el libro nunca escrito por mano alguna?
Yo sé donde están los lugares que nunca vi,
las mujeres que nunca besé con los labios de mi boca,
los amores desplegados que jamás germinaron,
en la tierra inhóspita de mi febril corazón
que recibió menos de lo que había entregado,
bebido el agua de la fuente fresca y eterna,
cuyo liquido, aunque agradable, no tenía ningún sabor.
¿Dónde están las cosas que jamás volvieron?
¿Dónde los valles que no pude retener en mi retina?
¿Dónde las flores que surgieron en primavera?
¿Dónde? ¿Dónde? ¿O es que nada puede responderme?
¿Dónde están los amaneceres que aun no han nacido?
¿Dónde las olas de los pensamientos que nunca tuve?
¿Dónde los años que perdí escribiendo versos?
¿Dónde los años que no podré vivir aunque quiera?
41
Tantas cosas tendremos que desaparecerán algún día,
sin que tu ni yo las hayamos probado,
sin ninguna oportunidad para realizarlo en él mas allá,
momentos evaporados tras cerrar los ojos,
solo alguna palabra resistiéndose a envejecer
sin que ni tu ni yo estemos presentes
ante las generaciones que nos defiendan.
No sabremos si después de todo hay algo más
o si habrá vida después de la vida
o si la reencarnación tuviese algún sentido,
sin saber si seremos tu y yo los mismos seres
que ahora mismo una y otra vez se ignoran.
Si puedo, recordaré tanto como me sea posible,
beberé de la inmortalidad que tanto me aburre,
formaré nubes en mi pensamiento con tu rostro
y reviviré tu presencia en la negra eternidad.
Pero hasta que todo eso sea posible, si lo es,
solo puedo fijarme en el único retrato que de ti conservo,
los momentos dorados que se fueron
sin llegar nunca, ni una sola vez, a realizarse,
proyectados en la gran maquina de mi imaginación,
donde están todas las cosas aunque no hayan existido.
42
Réquiem a los rostros difuminados del pasado,
a los que nacisteis en el ayer y ya nada sois,
a los que vivís en los Campos Elíseos, lejos del hoy,
Dios mío: ¡Cuantas veces me acuerdo de vosotros!.
Cuantas veces intento imaginar vuestra imagen,
lejos vuestras vidas de la carnosidad del presente,
sin apenas una piedra insípida que os señale en la tierra,
con mucha suerte una fotografía anónima y fantasmal
que olvide lentamente vuestra biografía y vuestros defectos.
Y ahora, poco o nada: solo la vanidad del mundo,
¿qué importa si fuisteis campesinos o soldados,
monjes o amas de casa, navegantes o embusteros?
¿Dónde estáis ahora? ¿Qué sois si alguna vez algo fuisteis?
Y en verdad: ¡Cuánto me acuerdo de vosotros!
porque me apena vivir en un mundo de estómagos llenos
en un mundo tecnológico lleno de prisas
sin que vosotros pudieseis calmar vuestra hambre,
y teníais derecho a llenar vuestro vientre decapitado,
si no fuese el orden del universo como lo es ahora,
nosotros que tenemos tanto nada merecemos:
ordenadores pequeños, coches rápidos, televisores grandes,
un orden alocado y superficial, tan deshumanizado...
Y yo, que soy el que soy, consciente de la “desaparición”,
del vacío que sobreviene a la mente cuando ocurre todo,
aquello que desemboca en algún final aunque no nos guste,
evoco los rostros fantasmales del pasado que se fueron
y me apena no volverlos a ver ahora, en el hoy,
disfrutando de las muchas maravillas del presente
que por cotidianos simplemente despreciamos.
43
RÉQUIEM POR LO EFÍMERO
Réquiem a un cochinillo segoviano,
réquiem por ti mi tocinillo de cielo,
descanse en paz tu rastro de gula,
tu sonrisa que fue y nos ha dejado.
Réquiem por ti, me quito el sombrero,
a mil ilusiones desperdigadas
que te acogen al final de tu tiempo,
ya sin sueño, el tuyo es todo eterno,
tus carnes blancas y blandas emiten
sabores y sinsabores que te hacen efímero.
Duerme por fin, en tu sueño sin sueño,
derramada tu grasa porcina en un plato
lo que pudo ocurrir ya no ocurre,
lo que es, ya no te es tan grato.
Réquiem por ti, cochinillo segoviano,
réquiem por ti, lechoncillo desgraciado,
por tantas cosas que no pudiste ver,
por tantas cosas que nos ofreces, ya asado;
duerme ya, sin pesadillas que despierten,
tu cuerpo tierno, joven y sonrosado.
44
La vida viene; viene pero también se va,
se va el presente, las alegrías, las penas,
y el pasado que ya se ha ido: ese no volverá.
Se irán las estaciones, se irán los sueños,
el cielo lleno de estrellas también cambiará,
y el dolor que nos atormenta, mañana,
será un simple recuerdo, si es que hay algo que recordar.
Pensamos que es todo eterno ¿lo es en verdad?
si nada es, a la larga, la vida y el ego, decidme
¿A que cosa de la existencia nos debemos agarrar?.
Volará el amor carnal para desaparecer
y no tendrá ni infierno lo que creímos paraíso
¿A dónde irá nuestra fe si no sabemos si Dios vive
ahora que es una simple alucinación la mística?
Pero, ¡ah!. Se irán las cosas, los sentimientos,
desaparecerán los campos de trigo y la amistad,
morirá la música, los colores y el buen yantar,
se irá la poesía, los besos apasionados,
la sonrisa inocente de un ángel terrenal...
porque, todos lo sabemos, así es la vida,
así es la vida que tal y como viene, así se va,
se va el presente, las alegrías, las penas,
y el pasado, ese pasado que miramos sin cesar...
pero el pasado, ese pasado que ya se ha ido...
ese valioso ayer... ¡ese, ya jamás volverá!
45
Casi todo se me ha dado y lo he perdido,
la juventud, el ayer, los dorados años del pasado,
la salud que perdí sin yo desearlo,
la felicidad que, insospechada, guardaba no sé dónde,
tal vez en un simple día de verano, ya tibio,
cuando los ratos de sol ya no son tan largos,
cuando la noche recuerda al respirar del invierno.
Todo lo he perdido, perdido está ya; sentenciado
sobre la palma de mi mano solo tengo el vacío,
desaparecieron los granos, interminables, de arena
y mi madurez en un gélido reloj que rallado golpea
una campana de oro que existió, pero ahora
se perdió para siempre, es verdad, se perdió.
Se me escapó como las horas en un reloj de arena
lo que quise atrapar pero no pude, porque ¡ay!
se me ofreció mirar el cielo, mirar el sol, el mañana,
besar los labios, amar sin mas, quererla a ella,
coger las montañas, en mi retina, oler a eucalipto,
recordar de por vida el trinar de un pájaro que canta,
vaciar las nubes, llenar los sueños, al alba...
hacer con las estrellas una larga capa, en primavera...
beber de un arroyo, cristalino, calmar la sed.
Pero todo eso, a pesar de mis esfuerzos se me escapó,
me quedé con mi ego, con mi cuerpo marchito
después de todo; y nunca sabré, en realidad, nada,
si hoy es el hoy, si el ayer es el ayer, si mañana mañana,
ni sabré a donde voy, levemente de donde vine... por eso
sobre lo que está por venir, si es que viene,
ya perdido todo, que venga como le venga en gana.
46
La muerte es una dama de hermoso semblante
de cálido beso incluso cuando hay dolor,
con su sorprendente presencia de ave agorera
incluido un rostro de amarga impresión.
De un adiós a la vida, a lo que fue ayer,
a los que fue los actos cotidianos, buenos o malos,
lo depositado en la tierra para las siguientes generaciones;
a pesar de nuestra negación de su existencia,
aunque miremos aun lado para no ver un ataúd
queriendo evitar nuestro futuro más evidente,
dejando a nuestros hijos un hueco para su vida.
Querremos evitar un pensamiento oscuro,
una angustia a “no ser” a desaparecer en la duda,
a enfrentarnos a que no somos nada ni nadie
y que seguramente poco dejaremos para el mañana.
Pero queramos o no la muerte también es vida,
lo que es muerte son los actos arrogantes,
los orgullos fatuos que no van a ningún sitio
porque, aunque no lo parezca, perduran muchas cosas,
aunque en verdad no todas para siempre.
Quedan los granitos de arena de buena voluntad,
esparcidos por la tierra coloreados de esperanza,
de una esperanza a la que cualquier ser agradecido
aunque sea un simple ratón mísero e inculto
pensará sin ninguna duda a equivocarse:
“Gracias por haber dejado esto, aunque sea poco,
antes que no haber dejado nada, si no tristeza”.
47
Te vi, muerte, te vi en la agonía,
vi tu presencia fría y gusanosa,
tu presencia de rigor mortis ennegrecido,
sombra de ataúd y aire funerario,
suenas a sollozos inútiles por lo que se fue,
violonchelo vibrante para calmar el dolor.
Alabo tu presencia porque nos igualas
siegas tanto la cabeza del pobre la del rico,
porque en la mente del virtuoso existen
pensamientos de lo que arrepentirse,
iguala al inteligente y la del necio,
al vanidoso y al humilde santurrón;
pero ah, siegas mi vida y la estimo,
quisiera ser tramposo pero no puedo
jugarme la inmortalidad a los dados,
porque siempre fui tan desafortunado
tanto en el juego como en el amor.
Puedes venir, pero tarda cuanto quieras,
con tu manto fétido de impía mortaja,
tu beso frío de buitre desconfiado y carroñero,
perfumado tu aliento de espectros y fantasmas,
con misterios insondables a “Más Allá”
nebulosa niebla con calavera y carcajada,
esperando que los violines dejen de sonar
y se detengan, ¿Para siempre?
Tras tu paso dejarás un rastro de desolación,
bosques esqueléticos en la mente dolorida
y algo que llamado tumba para que nos recuerden,
pero, hay, ocurre que no siempre nuestros hechos
merecen ser recordados, esa es la desgracia.
48
Tal vez, tras esta vida solo contemple
ese abismo profundo del que hablan los corazones,
al que van eternamente todas las almas
y que, aun existiendo, dudo si irá la mía.
Creí en dios pero me arrastré en el desconsuelo,
quise ser santo pero la carne fue superior a mí,
desee ser tan perfecto que solo conseguí imperfección,
después de sumergirme en la nada conseguí el todo.
Puede que solo beba de la fuente de esta tierra,
espero calmar la sed en la posteridad pero dudo,
tan solo la injusta fama puede hacerme inmortal
aunque esa inmortalidad tenga fecha de caducidad.
Besando unos labios afirmaré haber besado siempre,
aun sabiendo si todas las bocas saben igual,
después de haber amado, en verdad, a una mujer solo,
lo que venga ¡Que venga si ha de llegar!.
Y aunque la verdad no esté en ninguna frase,
aun cuando mil mundos son de un mismo color,
a pesar que con una sola tinta se diga tanto,
solo puedo esperar que, tras esta vida, halla algo mejor.
Mas amores, mas ausencias, mas ternuras,
otro cielo, aunque gris, más grato al despertar
en otro mundo, con su sonrisa, con su alegría,
su abismo intenso que nadie puede mirar,
por eso, pensar siempre pensamos, inevitablemente
que tras esta vida haya otra para disfrutar.
49
Si nací otras veces ¿qué importa?
satisfecho estoy por vivir de nuevo, ahora,
por sentir el aire en mis pulmones,
llena mi mente de dicha, de otros horizontes,
de colores nuevos para volver a recrearme,
de firmamentos eternos con los que soñaré.
Y ahora que vuelvo otra vez al todo,
a la morada de Osiris y Anubis, de Plutón,
al nimbo cristiano donde se hallan todas las almas,
miles de voces cantan mi llegada, cualquier llegada,
como se recibe cualquier nuevo nacimiento
en la tierra, los ángeles brillan entusiasmados,
en el cielo mis antepasados callan emocionados.
Tal vez nada ocurra, pero ¿qué importa?
la luz se ha de poner cuando exista oscuridad,
música ante la ausencia de sonido,
alegría frente a la desagradable tristeza.
Que canten los arcángeles una melodía,
ya viejo, desnudo, emigro hacia lo desconocido,
da igual que en la tierra me olviden,
no hay memoria suficiente para todo lo creado,
seré feliz aunque tan solo sea un recuerdo fugaz,
un trozo de energía incandescente y estelar,
algo que nada importa y navega en el universo;
aunque no puedo imaginarme que ocurrirá,
cuando todo el universo vuelva a crearse de nuevo
y yo no sea yo, si no cualquier otra cosa,
quién sabe...
50
Inmortalidad sobre el papel, vana posteridad,
mis huesos dando de comer a la tierra,
mi infantil mente arañando el mañana inútilmente
con una palabra, una frase profunda pero vacía
que no soportará la oxidación de los siglos;
vanidad en lo humano, orgullo inútil,
jamás crearé ningún universo ni firmamento, nada,
solo un libro que parece una gran hazaña
entre los simios de mi especie, sollozo,
en ninguna de mis acciones está dios
ni por supuesto el imbecil del demonio,
sombra de lo que deseamos ser sin lograrlo.
Sonreiré desesperado volviendo sobre nuestros pasos
e intentaré volver a los árboles de donde bajamos
y en cada reflejo de mi espejo veo un orangután
escribiendo lo que ve, intentando algo, pero nada,
la propia sentencia de nuestra efímera existencia
lo dice todo sin soltar palabra alguna.
Silencio al silencio, polvo al polvo, olvido,
ni mis huesos dirán todo lo que de mí sucedió
cuando la tierra se extinga en el universo,
cuando el sol deje de ser una buena estrella
y yo, querré buscar en una palabra lo eterno,
porque yo no soy la eternidad, y no me gusta
intentar garabatear un trozo de lo posible
que nosotros llamamos imaginación, todo se caduca,
incluido el polvo en donde yo reposaré,
y que desaparecerá a no ser que dios haga algo,
y esperando nada ocurre, salvo mi letra arrogante.
ÍNDICE
1: Escribí el dolor en un papel, blanco y pobre,
2: A LORD BYRON: Ayer miré en un libro tu retrato dibujado
3: A BÉCQUER: Cuantas veces las musas rondaron tus sienes,
4: A CHOPIN: Sonó melancólico el piano en el suntuoso salón
5: Escuchad, hijos del precioso mañana,
6: Nacido para vivir, en este mundo;
7: Aun siendo joven no tengo por que ser alegre
8: ¡Largo pasa el tiempo! ¡Lento transcurre el momento!
9: Caianse las hojas con acompasado ritmo
10: La vida, mi vida, lo único que tengo
11: Vida, hermosa vida, tanto me das, tanto me quitas,
12: Se fueron las épocas en las que podía haber nacido
13: Nunca estaré solo, siempre tendré mi sombra
14: Quien pida la cima del mundo hallará desolación
15: Que importa vivir y no ser comprendido
16: Yo vi una noche, febril, bañado en sudor
17: A veces busco el fresco manantial
18: Hoy no veo mas allá de lo que mis ojos ven,
19: Una copa, un pensamiento, un verso efímero
20: PARA UN CUMPLEAÑOS: Siempre que miro atrás, y lo hago en demasía,
21: Se esfumó la luz en las tardes de septiembre
22: Quien me iba a decir que te debiese tanto
23: ACRÓSTICO PARA ELLA: Mirarás atrás, siempre atrás, aunque no quieras.
24: Brisa del mar, embravecida y angosta
25: Y pensar que el agua que cae del cielo
26: El día se acaba, duerme el sol, el día finaliza,
27: Sus cabellos eran como la cálida noche
28: Tal vez hubiese sido mejor así, tal vez,
29: Busqué afanosamente en otras mujeres
30: Entre todos los días de la existencia
31: Alas de juventud, te soñé, asfalto duro y cruel,
32: Tu me distes, la vida que inerte se me escapaba
33: Dime, ¿Por qué no pudo ser si ocurrió?
34: No pudo ser, ¿me oyes?, lo sé, ¿qué quieres?
35: No habrá mas tristeza ni agonía
36: Hay algo de embrujador en este amor
37: De mi primer paraíso, la infancia
38: Nunca digas no, nunca digas se terminó, nunca digas jamás
39: Cuando al pasar el tiempo contemplo
40: ¿Dónde están las esperanzas perdidas?
41: Tantas cosas tendremos que desaparecerán algún día
42: Réquiem a los rostros difuminados del pasado
43: La vida viene; viene pero también se va,
44: RÉQUIEM POR LO EFÍMERO: Réquiem por un cochinillo segoviano.
45: Casi todo se me ha dado y lo he perdido
46: La muerte es una dama de hermoso semblante
47: Te vi, muerte, te vi en la agonía
48: Tal vez tras esta vida contemple
49: Si nací otras veces ¿qué importa?
50: Inmortalidad sobre el papel, vana posteridad
EL CANTO DEL
BODHISATTVA
Por Fidel Bilbao
“A veces los hombres más sabios se encuentran con que a veces los sentidos se rebelan
y arrastran a la mente en su corriente. Entonces la mente es como un bote sacudido de
aquí para allá por una tempestad”.
Bhagavad Gita
“Por lo que dije en mi corazón: Si yo he de morir lo mismo que el necio, ¿de qué me
sirve haberme aplicado con mayor desvelo a la sabiduría? Y discurriendo para
conmigo, inferí que aun esto por sí solo era vanidad. Porque no ha de ser eterna la
memoria del sabio, como no lo es la del necio; y los tiempos venideros sepultarán en el
olvido todas las cosas, muriendo así el docto como el ignorante”.
Eclesiastés (2, 15 - 16):
1
Se me permitió huir de la muerte,
pero contemplarla,
surcar el dolor y narrarlo en verso
y sonreír al alba,
tener la enfermedad y el sufrimiento,
demasiado cerca,
y contar a la “Dama de Negro”
chistes de poca gracia.
Se me ha dado el don de la inteligencia,
aunque nadie lo quiera,
y ver el futuro, tan hermoso y tan oscuro,
aunque no suceda,
oír en sueños las sonrisas de los difuntos,
porque sonríen,
y ver despierto el llanto de los vivos,
porque estos lloran.
Soy un místico, con métodos de científico,
que busca la certeza,
dejo la fe y los milagros en estado puro
a los simples,
yo, simplemente, sé de que va este mundo,
pero no digo nada...
Porque siempre desconfío de mis palabras.
2
Yo, al igual que en el mito de Buda,
he visto desfilar ante mi a la enfermedad,
la vejez, el dolor, el sufrimiento y la muerte,
como a él, pero sin ser ni un profeta ni un santo,
recibí el trozo del despertar del poeta,
del escriba de la vida y de las vivencias.
He contemplado, el ánfora de las tristezas,
miles de soles han nacido y muerto en mi vida,
he garabateado frases perdidas y vacías
y he llenado con los libros del mundo,
mi mente, antes vacía, ahora algo inteligente,
y he tenido un pequeño despertar a mi medida
por culpa de un mal que fue llamado “sagrado”.
Hice las plegarias pertinentes en mi silencio,
recité los precisos mántras de la duda
y comprendí, tiempo después, que mi intelecto,
ya no contemplaba de la misma manera el gozo
y ya no me arrastraba al fango la tristeza.
Con el perdón a mis enemigos, me imploro,
(pues todos nos hallamos en la misma oscuridad)
tantas veces como mi ego me deja.
Encontré, en mi, el despertar del Bodhisattva
el arquetipo del hombre que, desprendido del egoísmo,
nace para iluminar compasivamente a los demás;
y me dije, yo soy un pequeño Bodhisattva
porque desperté, y es necesario el despertar ajeno,
y todos somos Bodhisattvas porque despertaremos
y comprendí que el don de la iluminación caminaba
en todos nosotros esperando ser avivado,
y escuchando a mi minucioso pensamiento
escribí el eterno canto interior de todos nosotros,
el Bodhisattva que desprende su extensa sabiduría.
3
No fue un milagro, no fue una aparición,
la enfermedad me hizo ver la cotidianidad
de una manera tan diferente, tan dura,
que entendí como podría ser la iluminación
de la que hablan los santos y los lamas budistas;
así creció en mi el intentar ser un Bodhisattva,
por la lucha constante por superar un cuerpo enfermo
y la comprensión de que, ser un Bodhisattva,
no implica la necesidad de ser alguien importante,
porque todos estamos destinados al despertar,
desde el rico al pobre, desde un gato a una rata,
todos ayudaremos en ese camino a los nacidos
en los albores del final de nuestro presente.
No hay gloria, no hay medallas, ni prestigio,
solo el recuerdo de que no hay nada permanente
y que cualquier imperio es pasto de cenizas;
solo es útil la semilla que brota de la bondad,
solo sirve la pincelada que aliente la esperanza.
Así me trasformó la impía enfermedad,
de esa manera me condujo un amor no correspondido,
de mucho me sirvió contemplar la angustia
para saber que puede la voluntad cambiarlo todo.
Sacad de vuestro interior el candil que anhela
ser encendido para caminar con coherencia,
no esperéis el milagro, no existen los milagros
que no puedan surgir del sudor de vuestra mente;
sabed aguantar el dolor y el eterno sufrimiento
y no penséis que por mucho que luchéis, al final,
no seréis siempre vencidos por vuestra debilidad,
pero a poco que logremos, sin divinos milagros,
es así como se construye esa paz interior
y ese intento por conseguir que la tierra
sea ese paraíso que, tal vez, tuvimos.
4
Dice el Bhagavad Gita: “El hombre es una balsa
en un mar de pasiones”, a la deriva vamos,
dice el Eclesiastés “Los tiempos venideros
sepultarán en el olvido todas las cosas”.
Esa es la esencia de toda nuestra vida,
de ahí viene el dolor de nuestra existencia,
el placer nos embriaga en su tormenta
y nos pierde igual el miedo al olvido,
es la envidia una pasión más de nuestro ego
y la mentira un río torrencial que nos aplasta.
No queramos forjar endebles torres de Babel,
con el endeble material del que estamos hechos,
no queramos apostar por querer ser eternos
cuando el oro no corre raudo por nuestra sangre;
ahí estará nuestra pericia, evitar las lágrimas
que nuestro efímero deambular por la tierra
nos cause por creer ser lo que no somos.
Evitar el sufrimiento y observarlo requiere
una constante reflexión que siempre evitamos,
porque nuestro ego nos anima a tener la razón
y a provocar la rivalidad por pequeñas tonterías;
nos parecemos a las arenas del tiempo,
ahora aquí, mañana allí, nunca estables,
parecemos eternos y no sabemos nuestro futuro,
nos podemos engañar, pero no nos engañemos,
en eso consiste querer despertar, en dudar,
de si realmente tenemos la verdad
o realmente nos estamos equivocando.
5
La juventud y la infancia perdí cuando mi mente cambió,
al adquirir conciencia, al llegar a la turbulenta pubertad,
llegó la enfermedad al trasmutarse mi infancia.
Adiós, mis años de niñez perdidos, que os alejasteis pronto,
ya para siempre, momentos inocentes, desprendidos,
alejados del mísero presente, que perdura día a día.
Pero no es el pasado, sin sabor y mágico, el que ha de volver,
si no que ha de volver ese mal que yo no quiero sentir,
esa epilepsia, ese caos sin color y sin piedad que me ahoga.
Dios no quiera concederte la espada de la epilepsia,
que te ata como un nudo y te deja el semblante pálido;
en ella yo siento que desaparezco, lentamente y que me hundo,
y me parece no volver a existir jamás cuando me despierto;
me veo yo mismo desfallecer, ya sin mente ni vida,
y parece que nunca volveré, nunca mas, a despertar.
Pero pasado el tiempo, regreso de esa nada eléctrica y cerebral,
y que se esfuma como un ingrato beso mal besado,
como un mal amor que nunca nació de su semilla.
Mi propia batalla es contra mí, contra mí es la lucha,
aunque me venza el abismo y la epilepsia tenga que soportar,
los ingratos espasmo, intensa vida de personal batalla;
pero mientras hay vida seguiré adelante, sin desfallecer,
con la epilepsia, sin ella, luchando siempre y para siempre,
enseñando a la adversidad mi semblante, cansado de todo,
riendo, serio, afeado o llorando, con esperanza, valentía,
con fe en mi voluntad que, humilde, todo lo puede.
6
El cielo es azul cuando el sol luce
y la noche es oscura tras el atardecer,
la epilepsia existe; el porqué nadie lo sabe.
El firmamento es gris en un día de lluvia,
la tormenta precede al aguacero
y la epilepsia permanece; el porqué nadie lo sabe.
El hombre llora ante el dolor,
y la amargura planea sobre la vida,
la epilepsia perdura; el porqué nadie lo sabe.
La luna reina sobre noches estrelladas
y su luz es hermosa al contemplarla,
la epilepsia existe; el porqué nadie lo sabe.
Las flores se visten de color en primavera
y los arboles en el monte escriben nuestra esperanza,
la epilepsia es; el porqué nadie lo sabe.
El río, apasionado, mueve sus aguas
y su final es el principio del mar,
la epilepsia permanece; el porqué nadie lo sabe.
El amor vive y su luz ciega los ojos,
para ofrecernos las cosas bellas a la vista,
la epilepsia existe; el porqué nadie lo sabe.
La humanidad nace y la humanidad muere,
la epilepsia en la siguiente generación renace,
y el porque de todo esto; nadie lo sabe.
7
Lucharé hasta con el último respiro de mi vida
por desterrar de este planeta el sufrimiento,
enterrando bajo el lodo las canciones de guerra
dejando las miserias en el pasado para no retroceder.
Lucharé siempre por devolverle al hombre su dignidad,
con mi sueño de evitar la esclavitud de las banderas,
la humillación que el hombre causa al hombre,
evitando la vergonzosa condición de rebaño.
Lucharé aunque sea para mirarle a los ojosa mi epilepsia
y enseñarle los dientes al lobo de la mísera enfermedad
y levantarme una y otra vez, porque será necesario,
cada vez que me desmaye de nuevo y me encuentre mal.
Lucharé por la dignidad del hombre o del perro,
por la dignidad de los que se fueron en el pasado,
por la dignidad de los que no han nacido pero lo harán,
irradiando compasión y exigiendo la paz para siempre.
Lucharé por dejar mi huella en la tierra, fértil o estéril,
no para hablar de necedades que se las lleva el viento
si no gritando al cielo mis ansias de justicia para todos,
diciéndoles a todos que la utopía, si queremos, puede existir.
Lucharé por siempre hasta cuando no pueda hacerlo,
lucharé por amor, lucharé por sentir compasión,
lucharé por luchar, por seguir luchando, por seguir vivo,
lucharé para que mis descendientes sigan luchando.
Lucharé por ser un digno heredero de los que son humillados
de ese esclavo llamado Espartaco y que luchó hasta el final.
8
Durante muchos instantes he esperado tantas cosas
que recordarlas no siempre quiero, pero lo haré hoy:
en la sala de espera de mí medico, aséptica, solemne,
sigo esperando, sigo esperando y espero, la medicina.
Es lo mismo que sea el médico de cabecera que el neurólogo,
he esperado siempre que se comportasen como un amigo
pero los médicos tienen mucha sabiduría en su cerebro
menos la cualidad de sonreír a tiempo, de consolar,
de lanzarme palabras amables ante la dura aflicción
de sufrir esta enfermedad de la que ahora escribo.
Tantas cosas he esperado, poco recibí, pero fue mucho,
de Dios esperé un milagro, pero su correo se retrasa,
de la ciencia una solución y me dieron pastillas
que una voz tomadas no me hicieron mal, si no bien,
y solo me quedaron los amigos que me comprendían.
Pero cuando vuelvo a donde mi neurólogo, ese sabio,
aunque sea científico tiene alma de obispo solemne,
de él es la última palabra, de él es el último silencio,
veo en él a un hombre que nunca te explica nada,
nunca te dice porque se dedica a eso y porque no a otra cosa,
por qué fría y asépticamente escribe lo que le cuentas
y en vez de palabras te regala discreciones solapadas,
sin darse cuenta que cuando no hay palabras cálidas
más sufre la esencia humana con el vacío de la dulzura,
anhelando ese calor que es la preocupación de un amigo.
9
Si me preguntan alguna vez, por curiosidad,
¿Cuales fueron los peores momentos de tu vida?
yo le contestare, porque contesto cuando me lo piden.
“Sin duda el tener la asquerosa y turbia epilepsia”.
Es desagradable sentir como la mente se detiene,
en cada espasmo, en cada ausencia, en cada vacío,
y mi cuerpo lucha constantemente por sobrevivir
a ese pequeño calvario del valle de las sombras.
Y yo noto que dejo de pensar, de amar, de sentir,
no pudiendo cavilar nada, aunque lo quiera,
y noto, cuando viene, su victoria una vez más,
mientras parezco una vil presa entre sus garras.
Y no puedo hablar ya del desmayo, pues nada siento,
cuando dejas, por unos instantes, de vivir por ese mal
y ni soñar con cualquier cosa me deja ese maldito rayo,
que al abandonarte parece sonreír cínicamente.
Y si mareado, luego, recobro a la ingenua vida,
lo que se fue parece reírse de ti, pero no oyes las risas,
te preguntas, lógicamente, si el trozo de realidad perdida
habrá volado a algún otro y maravilloso confín.
Pero sabes, que como se fueron los besos del pasado,
todo el mal y el sufrimiento también desaparecerá,
solo hay que esperar a que pase el tiempo y sonreír,
porque las tristezas y el dolor, ellas solas vendrán,
y como descubrirás que a veces se secan las lagrimas
por culpa de todo lo que al hombre le hace sufrir,
no pienses que la batalla está perdida y lucha,
porque la luz y el enorme futuro dependen de ti.
10
La epilepsia es un caballo negro del Hades al galope,
no tiene compasión, su relincho y su galopar te paraliza;
sumerge en convulsiones su mirada, te causa espanto
y cada vez que despiertas no sabes cual es tu mundo
porque te sientes tan solo y tan desnudo, y preguntas:
“Y todo esto ¿Como lo aguanto? ¿Merezco esto?”.
A pesar de lo sucedido hay alegría en las canciones,
aunque el mundo, a veces, se te pare de repente,
y solamente, después, resurja de nuevo la ilusión
y poco a poco de nuevo invades la tópica realidad.
Y el caballo negro vuelve, regresa... con su galopar,
tan oscuro y siniestro, cabalga con renovada energía,
con extraña prisa, y ataca, con la duda todo tu mundo
Y luego, a veces, cuando no puedo dormir, de noche,
y siento el cerebelo como una alcachofa, inútil,
veo en mi mente pasajes de ese mosaico agrietado
que es el “cada día” y después “cada noche”;
recordando a gente fea, teatralmente, maquillándose,
queriendo ser atractiva sin tan siquiera conseguirlo...
Y yo epiléptico no quiero disimularlo tan siquiera,
y por defecto es lo primero que digo, simplemente,
ya ves, aunque no sirva de nada, aunque te mientan,
para que, si llega a pasarme algo, yo te pueda decir:
“¿Ves? Te avisé de lo que me podría pasar”.
Y cuando a veces no puedo dormir, en mis noches,
pienso en cientos de mentes color tedio alcachofa
que despiertos parecen dormidos e inertes, sosos,
y aun sin epilepsia duermen el sueño de los despiertos,
danzando por las calles, sin danzar, caminando,
creyendo que están, tan solo, despiertos,
pero (en realidad) duermen en el sueño de su ego.
11
A LA CIVILIZACIÓN QUE NOS ACOGE
Listos o tontos somos un completo fiasco,
nacimos todos como hijos ilegítimos del fracaso,
sanos o enfermos, estamos en el mismo saco,
de la torpeza mezclada con gloria; acaso
¿No se adoró inútilmente a Baco?
¿Acaso los más listos no levantan el vaso?
Resucitad, incautos de la tierra
salid, desventurados, de vuestra guerra.
Decimos todos que somos la luz,
pero no tenemos luces en la cabeza
cuando hablamos de paz traemos la cruz,
ponemos a una la gloria y la bajeza
y cuando colocamos nuestra vida al trasluz
nadie por nosotros, con razón, reza.
Resurgid de vuestras cenizas, desventurados,
si el sano grita sus insensateces al cielo
ya no merece la pena que estemos callados.
12
Nadie te pidió permiso ni para vivir ni para odiar,
la naturaleza decidió por ti tu eterno presente,
epilepsia se llama tu estigma y siempre será el mío,
no tiene sombra tu cuerpo aunque el sol te la dibuje
pues eres invisible al mundo para no “contagiarles” tu mal.
Caminas y no “sin sentido”, por entre los que se dicen vivos,
cada paso tuyo en un acto de valor que no reconoces,
se secaron atrás tus lágrimas en el pozo de tu sufrir,
en el lago de las eternas preguntas sin ninguna respuesta.
Y sonaron los violines desafinados, la música de la vida,
con cada espasmo de tu cabeza, con cada crisis de epilepsia,
tú yo caminamos por la senda gris de la verdad del mundo,
nosotros sabemos el dolor que ha de venir, por que lo tenemos,
Vivimos al amparo de pastillas y comprimidos,
pero tu luz y la mía, puede iluminar la oscura tierra:
¡Levántate y grita, noble epiléptico! Hermano en mi sufrir.
¡Háblale al mundo e ilústrale! Porque les ha cegado el gozo,
diles a todos que los placeres de la vida no serán eternos,
que el mundo es aparente y vivimos en la mentira,
no cerréis la boca salvo para exhalar vuestro último aliento.
Tu silencio será peor que el caos de una tempestad,
la sociedad, engalanada en vanidades, ya no escucha
y menos si le das motivos para encerrarse en su fantasía;
hermano, camina de nuevo por tu interior, ese es tu don,
puedes trasformas tu duro asfalto en un floreciente jardín,
por eso, nunca detengas tu inmensa experiencia
y usa la boca para algo más que para el silencio.
13
Hermano del pozo oscuro, de la copa vacía,
de los ojos cerrados para mirar a tras,
las neuronas falleciendo con cada espasmo,
cada desmayo es una entrada al Mas Allá interior,
cada regreso un renacer ingrato y doloroso.
Una vida con cientos de pequeñas muertes,
un sueño sin sueño se hace realidad con cada desmayo
la muerte sin muerte ha llamado a la puerta,
en ella ni los antepasados te miran ni te sonríen,
cuando vuelves en ti piensas ¿qué broma es esta?
has vuelto del agujero negro de tu mente,
la naturaleza se ríe de su inocentada
y halla placer en confundir tu mente en la epilepsia.
Y Dios no es más que una neurona cabezota,
y los ángeles la electricidad juguetona de tu cerebro,
alguien se ríe en alguna parte, menos tu, menos yo,
pero la risa del absurdo es contagiosa
y acabo riéndome pues en ello hallo placer.
Dicen que debemos de salir del armario, sonrío,
la humanidad entera necesita hacerlo,
a mi no me gustan ni los armarios ni los lugares cerrados
pero prefiero cambiar de historia y de final:
las aves viajan volando en el dorado ocaso,
soñarán con otras tierras al día siguiente
y más adelante, cuando mi vida halla terminado,
habrá historias más fascinantes que las mías.
14
JULIO CESAR
Salve, oh César, yo te saludo en este momento,
evocando en estas líneas tu histórica persona,
tus victorias en las Galias y en Farsalia
tu epilepsia que ahora también es la mía,
tus besos ardientes sobre la boca de Cleopatra,
el placentero navegar por el terso Nilo
junto a la reina de Egipto en el tórrido verano.
Salve, oh Cesar, yo te saludo, ahora y siempre,
pues no estuve cuando entraste en Roma
triunfalmente con el botín de tus victorias,
ni estuve a tu lado para socorrerte en tus desmayos
cuando tu cuerpo se recreaba en espasmos
y la espuma de saliva caía por tu afeitada barbilla.
Salve, oh César, yo te saludo desde el futuro,
por tu vida y por tu trágica muerte,
apuñalados por los senadores partidarios de Pompeyo
cuya estatua acariciaste antes de fallecer,
bañado tú en tu propia sangre, ya no importa...
Pompeyo y tú estaréis jugando a las cartas en el mas allá
para quitaros el aburrimiento de encima.
Por eso, Cesar, y por todo lo que ocurrió,
yo te saludo ahora y siempre, ¿cómo no hacerlo?
desde ese trozo de eternidad que es un verso.
15
A MIRENTXU
Siempre recordare mi enfermedad
con un viejo amor que me hizo ver
las tardes doradas y crepusculares junto al Nilo.
La dulzura de la juventud que perdí
estará atada de por vida a unos desmayos
y a un amor indescriptible de ojos negros.
Podré memorizar su rostro una vez mas
poniendo alas a las nubes y voz al zafiro,
y haciendo poemas eternos de cabellos oscuros.
Imaginaba un futuro que se llama eternidad
en unos verso que no parecían míos,
mientras la epilepsia rondaba en solitario.
Escribí flechas para herir al sol
y llame soledad a lo que fue mi destino,
y mi sino no fue otro que escribir.
Recordare las tardes imaginarias en el Nilo,
con un Julio Cesar que no era yo,
en un atardecer fotografiado en cinemascope.
A veces quise imaginar que en mi enfermedad
estaban tus ojos rodeados de eternidad,
pero ahí donde te imaginaba solo estaba yo.
16
Demos gracias por la somnolencia de la vida,
deus gratia por las enfermedades y la poca ayuda,
por la epilepsia y su silencio bajo la manta,
la libertad de decir lo que tienes nadie lo aguanta,
bienvenido al mundo de las eternas sonrisas blancas,
bajo las alfombras multicolores se esconden los problemas,
welcome al mundo donde la locura pasa por cordura
y la realidad es un spot publicitario que poco dura,
y nada dice si no vendernos el universo a buen precio
tapados nuestros ojos por la ganga vamos al precipicio.
Y yo, como otros, aguantamos en silencio la epilepsia,
en desmayos crueles con convulsiones o con sutil ausencia,
pero el mundo viene y va mirando a otro lado,
a las vacaciones en la playa, junto al mar o en el prado,
a Dios gracias por no aceptar reclamaciones ni dar factura
y colar la sensatez y la inteligencia como forma de locura,
por tantos siglos y siglos para conseguir, no se sabe qué,
un coche lujoso, una vacaciones, una casa con hermoso parqué,
después del torrente de lágrimas y sonrisas huecas,
el dolor y el placer no saben su destino, son muchas las quejas:
dices tus problemas, el ego les ensordece, no desean escucharte
¿Quién te quita la epilepsia? ¿Quién desea en verdad ayudarte?
no obtendrás una mano en la oscuridad, o puede que si,
la naturaleza sitúa a cada hombre en su sitio. O algo así.
17
De frustraciones y de restos, se compone,
la materia de la vida que nos rodea,
del vino de la victoria beben pocos
de los tropezones del camino mamamos el resto,
este es un cuento entre alegre y funesto,
la tierra llena está de cuerdos que son locos,
de esfuerzos, cruel e ímproba tarea
que a todos, el destino final, nos impone.
De la verdad y la vanidad poco se sabe
y mucho se cata acallando la lengua,
los enfermos aguantan, a veces en solitario,
pero de ellos será el cielo que sucederá a la tierra,
el sano con su vida regalada todo lo hierra,
derrocha el dinero inútilmente el millonario
el belicista huye incesante de la paz y de la tregua
y el egocéntrico solo desea que se le alabe.
Tan solo, esperando, pasará todo esto,
tal vez algo podríamos hacer, pero la carne sucumbe,
a las vanidades del mundo, esto es lo cierto,
pero un cometa en nuestra esperanza nos descubre,
que es mejor estar, mientras vives, despierto,
luchar por la vida y la justicia, es la mejor cumbre.
18
A los hijos de la desesperación que claman en silencio,
a los olvidados que tejen la ropa de la esperanza,
a los que callan por el miedo a hacer el ridículo,
a los que viven sin vivir en si cuando les ataca la enfermedad,
a los vientos de ilusión que trae siempre el mañana,
al niño que aun no ha nacido para opinar de la vida,
a los sueños nebulosos que jamás pudieron cumplirse,
a los epilépticos que la ciencia no podrá sanar,
a los años venideros donde lo imposible por fin se cumple,
a las alas de la mente que todo lo concibe,
a los estigmatizados que viven el dolor con una sonrisa,
a los ángeles de la tierra que no murieron en vano,
a las hordas de la alegría para mitigar la angustia,
a todo aquello por lo que lucho, porque es injusto,
a la balanza de la justicia del final de nuestros días,
a la sombra que nos persigue por un viejo y vano recuerdo,
a los que sufren, que son tantos como las estrellas,
a los que están ahí, aunque les ofrezcan a beber
el vaso de la gloria envanecida que corrompe al mundo.
19
Cuando la vida te sonríe y te hallas lejos del médico
afloran a tus labios temas banales y sonrisas vacías,
donde el fútbol y el cotilleo son el centro del universo;
pero al sentir el cuerpo el sufrimiento, todo cambia,
y buscas en el existir otro sentido antes oculto,
comprendes que las ramas de los árboles, agitadas,
producen una melodía que antes nunca estaba,
comprendes que el dolor de los afligidos es intenso
y que la desesperanza se come con cuchara grande,
que la sociedad de la felicidad enlatada, es mentira.
Yo, que siempre le pedí a dios que me hiciese sabio,
tal vez me ha respondido viendo la vanidad de la vida,
dándome cuenta que es grande luchar por la dignidad
y que este planeta, por atroz, no puede ser cosa definitiva.
Los egos inventados se marchitarán, auque no se quiera
las catedrales del orgullo no existirán, algún día,
pero hoy, en la actualidad de nuestra estéril sociedad,
donde la diversión es no mirar a lo que suceda mañana,
caerán muchos, por ser débiles, aplastados por el insensato
y las palabras hermosas no llenan las verdaderas aflicciones,
pero luchar por los que aun sufren y seguirán sufriendo,
los que nacimos sin la protección de la naturaleza,
te hace digno de inhalar el aire que respiras.
20
Volverán las nubes del mañana sin remedio
y tal vez no hagamos hoy nada por solucionarlas,
tan solo volarán por el cielo jugando con el viento
los cometas de la vanidad queriendo resolverlo todo,
acudirán a nuestras mentes vacías la amargura
por preferir un circo, como solaz y recreo,
antes que un hospital para solucionar las heridas.
De los años perdidos por desear la velocidad
notaremos su ausencia sin decir gran cosa
y sentiremos haber perdido el tren de nosotros mismos;
como perros buscamos, prefiriendo el placer al dolor,
la siesta al pensamiento, el gozo a la penuria,
la escuela de la vida fue un eterno recreo,
con la televisión desparramando morbo en forma de luz
y funcionarios reteniendo las soluciones de la sociedad
porque se acabó el presupuesto por un capricho personal.
Lloverán agua amarga las nubes de nuestro mañana
por lo que hicimos y evitamos, se nos juzgará,
y será más dura su sentencia que la nuestra,
tal vez más intensa su lejana victoria,
tal vez nuestra sociedad se halle en el lodo
del pantano de la indigna y eterna decadencia.
21
Nos acordamos de la primavera en el invierno
de nuestras vidas, luminosas y tal vez oscuras,
donde reina algún día las arrugas y los achaques
y ya la lozanía hace tiempo que se marchó.
Volaron para muchos, tiempo ha, el esplendor
y en cuerpos jóvenes no existe el calor de la lozanía,
no asoman en sus mejillas las rosas sonrosadas,
ni la viveza se escapa por sus ojos cansados,
en el invierno perpetuo de muchos jóvenes,
cansados de las lacras de una cruel natura
se haya una espera perpetua hacia el mañana,
pero la luz de ese mañana nunca es primaveral;
asomarán por su mirada un tiempo de espera
su canto de ruiseñores mudos entre el alboroto
el compás de espera que dura toda una vida.
Canto a la espera del mundo, porque es mi espera,
canto a las nubes que ya no volvieron al cielo,
al sendero que dejó de iluminarse hace tiempo,
a las ingenuas personas que confían en su salud
pensando que ésta durará por siempre.
22
Dirán “ya te llamaremos algún día”
cuando muchas palabras ya no tienen mañana
y el diccionario se plaga de vocablos bienintencionados
y de espacios en blanco que no serán llenados...
apestados sin sombra, hombres que son invisibles,
sobre nuestra tierra extendida en la lejanía,
donde estaba el mar se extiende ahora la melancolía,
la insolidaridad de una sociedad que se cree moderna
plagada de gente queriendo ser hermosos,
ansiando por jugar a ser robots con carne y hueso.
A veces beber de la vida significa tan solo soledad,
cuando a tu lado la sociedad juega a ser perfecta
y tus das señales de no tener la máscara de Afrodita
y los coches “último modelo” que aseguran la virilidad
pasan de largo por las calles de la imperfección...
Untaron bellas palabras de mermelada en tu cerebro,
pero dejarán que recorras el camino en solitario
pues ellos no tienen tiempo, han de vivir su suerte,
palabras vacías, huérfanas de la aurea esperanza,
sobre una urbe llena de gente y de grandes promesas
ahora, tu silencio, mi silencio, cualquier silencio,
es tan criminal como el mayor de los asesinatos.
23
En el tiempo sin tiempo de la memoria,
en una región de algún lóbulo cerebral,
emergen las noches sin luna y los días sin sol
y la alegría junto a la tristeza, en palabras,
en letras multicolores que no podrán escribirse nunca,
en el abismo sin cielo que es el recuerdo,
entre las tinieblas con tenues atardeceres, brotan
los contornos fallidos de la realidad ensombrecida,
fantasmas imaginarios de brazos invisibles,
placeres que nunca existieron sobre cuerpo alguno,
un océano de plegaria y engaños, dilatado e interminable.
A la lluvia sobre el asfalto le ensombrece el sueño,
al ingenuo atardecer la pesadilla de la noche anterior
unos ojos te miran desde alguna parte, pero no,
no hay nada salvo una imaginación fecunda,
y cuando el vacío del tiempo sin tiempo termina,
empieza la realidad degradante, diaria y cotidiana,
esa verdad que te obliga a envejecer y que te conduce,
a algún sitio del espacio tiempo que no deseas;
pertinaz es la sequía del ahora, del alma inexistente,
el “poder”de mi mente por escribir compulsivamente
(Aunque la palabra escrita no tenga sentido, aunque...
cualquier ilógica palabra compense el tiempo sin tiempo,
aunque el abismo sin fondo duerma con nosotros
todas las noches de nuestra extensa vida).
24
El viento va entre las nubes, en el atardecer,
en nuestro mundo interminable y sin rumbo,
tan hermoso y tan absurdo y voluble,
donde, entre el leve calor y el ocio de la tarde,
las sonrisas y la complacencia de las cafeterías
tratan de tapar los problemas de la vida,
como puede ser el existir y el final de todo...
Cuando el sol muere y su gemir en el horizonte
proyecta sus últimos rayos amarillos y decadentes
sobre una nube multiforme que navegaba
como la nube del Apocalipsis sobre el cenizo sueño
lleno de apergaminados fantasmas que no existieron.
Y cuando la luz se viste de luto, ya gris,
cuando el color no contiene más luz que la ausente,
cuando los pájaros no pueden volar felices,
ya con todo, la persiana de nuestros deseos se baja,
todo eso indica que la metáfora es insuficiente,
que todo el placer del mundo no brota para ser felices,
que la tierra gira por el universo sin lógica,
como el caos de los nubarrones en la tormenta,
y en silencio, las lágrimas de los pobres se callan,
por cualquier cosa que demuestre, aun mintiendo,
que no es tan malo vivir como se puede demostrar.
25
Paisajes que nunca vio mi retina,
zonas heladoras en la lejana Siberia,
una pirámide majestuosa y maldita,
la catarata desbordante en pasiones y agua
sabana africana donde caza el león
y el leopardo corre tras su presa.
Tan distantes, como la selva de Corea,
tan dispares, como el largo Nilo,
tan hermosos, como el Amazonas y su secreto.
Viajero insípido buscando el Dorado,
a la madre Roma para buscar los fantasmas
que deambulan por el solitario Vaticano;
instantes desaparecidos impregnan el hoy
vacío y angosto, sombra de New York o los Ángeles,
alma infantil de un Hollywood mentiroso de celuloide.
Catedrales e iglesias por toda Europa, forjadas,
con sudor y desesperación a partes iguales,
estamos al final tan solos que lo olvidamos
y construimos ciudades y ciudades, polvo...
paisaje sobre paisaje, para una postal
sin sello y sin escritura, nada que decir,
que nos la enviamos a nosotros mismos.
Y sobrevolando Machu Pichu, un ave impertinente,
y bajo nuestros pies cualquier cosa,
llegando a cualquier sitio, ¿por qué no a Madrid?
a la estación de Atocha con un tren en marcha
dispuesto a irse sin haber vuelto;
es mejor ver que estar ciego, mejor no viajar
que fingir que vamos a alguna ninguna parte.
26
Buscadme en el jardín de las flores marchitas,
insuflando prosa al papel prematuramente viejo,
no quiero el engaño de un mundo fantasioso,
halladme en cualquier lugar fuera del lujo,
de los trajes altivos y las corbatas de gala,
dejadme estar con el viento que dejó de soplar
y con el tiempo perdido en un viejo armario.
Permitidme rastrear en los deseos perdidos,
en las lágrimas envejecidas que no se recuerdan,
en el sufrimiento tapado con un papel de regalo,
en la virtuosa paciencia de los olvidados.
No rastreéis mi presencia en la materia de la tierra,
me hallo en el limbo de la bondad rechazada,
en el desierto encontrando belleza entre la arena
e indagando un paraíso enorme entre las aceras.
Pero en este tiempo de la noche, cuando escribo,
se torna la luz en tiempo negro de espera
y aunque mi mente busque el nirvana sin encontrarlo,
hay algo de mí, que dice simplemente:
“El paraíso en la tierra ya no existe,
lo que buscas debes, con esfuerzo, crearlo”.
27
El bodhisattva descansa sereno,
sentado en las orillas del orden interior,
cuando el amor y la muerte ya no gimen
y el dolor del tiempo se ha desvanecido.
Las carcajadas de lo efímero aun resuenan
entre la ley del final de las cosas,
aunque poco, se huele a ceniza
porque el esplendor guarda algo de decadencia;
la euforia y la alegría tienen sombra de cuervo
y algo de traicionera vanidad.
Las palabras del bodhisattva son tranquilas
y van más allá del caos de la tierra,
para él la muerte y la amargura
son luces efímeras que no tienen importancia
y el mar de las pasiones algo a vigilar.
Sobre la línea del infinito vuela lo sereno,
tal vez esperando nacer una y mil veces
con tal de traer la luz a mentes oscuras.
No hay verdad por la que merezca matar,
no hay verdad por la que merezca morir,
no hay pensamiento hermoso que traiga la muerte,
sobre las palabras de esperanza navegan
los maullidos mimosos de un simple gato,
porque junto a las palabras de un bodhisattva
navega cualquier cosa que traiga ternura.
28
Todo pasa, no solo el tiempo,
el viento se aleja ojeroso,
el amor se desvanece tarde o temprano,
los ojos pierden su lozanía,
a los años le salen arrugas,
a la muerte una novia legañosa,
en las letras de los instantes
las hojas mustias se revuelven
en un atardecer que suena a final,
de los que ahora estamos
ninguno permanecerá siempre,
esa es la broma de la efímera vida
el chiste mal contado del vivir,
por los rincones de las brumas sonríe
la sombra negra del hades oscuro,
por ti, por mí, por nosotros,
mientras las arenas del reloj se agotan
y los orgasmos se detienen en la vejez,
pasa el tiempo, pasa el tiempo,
nosotros nos diluimos ya caducos
en los rincones grises de ninguna memoria.
29
El ángel de la muerte anuncia su llegada
con antelación, cuando la vida se apaga,
pero nadie quiere ver su presencia,
ni su llegada se celebra con festejos,
aunque la muerte de algunos produzca una sonrisa.
Abrid los ojos, el ángel llega, tenebroso,
con su hado de ceniza y mudo llanto,
no le importa tener amigos, no para llevarlos,
porque el ángel se siente tan solo como tú.
Quién quiera verlo que lo vislumbre,
en el crepúsculo de una vida él está,
cuando las golondrinas se tiñen el ánimo
y las flores se trasforman en metal
y la alegría de los simples decide apenarse...
Pero no, no trae el ángel tristeza si no cambio,
y es nuestro llanto producto de nuestra comodidad,
se nos advirtió, al nacer, que todo se trasforma
y la metamorfosis de la vida camina junto a lo eterno,
que tan solo lo que vemos es vil apariencia,
¿Por que llorar entonces ante una muerte
cuando nunca sabes donde va a parar el difunto?
Sabes que lloras por ti, por tu eterno ego infantil
porque al orgullo le duele perder lo que tiene,
no le eches la culpa al ángel, él solo cumple,
con lo que la natura le ha impuesto.
30
Vi en sueños la ciudad de los muertos,
donde nadie dice palabra, no se habla,
el viento trasporta frases perdidas;
no les oyes pero ellos quieren explicarte
todo el caudal de una vida que fue y ya no es,
ahora esperan, silenciosos, su hora,
su hora de hablarte de tú a tu
como amigos que fueron de ti toda una vida;
por sus esquinas oníricas se escapa el tiempo,
su lugar es una tierra grisácea que no da frutos
donde existen unas casas sin vigas,
porque esas son las moradas del pensamiento,
son antros donde vive la esperanza al fallecer,
pero ellos, los habitantes de la ciudad de los muertos,
solo quieren hablar contigo de cualquier cosa,
no desean darte miedo, tú les temes,
temes sus voces en sueños demasiado extraños,
donde la luz no proviene del sol;
en las esquinas de su ciudad dormitan
ansiosos de que alguien les despierte de su sueño,
esperando tu voz amiga en este lado,
deseando que solo les trates como a personas.
31
A las esquinas inestables del mundo,
al pensamiento siempre inconstante,
al hervidero de ideas que desaparecieron al nacer,
a esta realidad que nunca está quieta,
a las gotas de lluvia que no volvieron,
a los muertos que vivieron al morir,
al dibujo realizado con tiza en la acera,
a la materia que nunca perdura,
al color de los amores casi eternos,
a los altibajos de la alegría y la firmeza,
a las constelaciones que se apagaron,
a lo eterno que cambió de opinión,
a la gloria que fue olvidada,
a la fama caducada a los pocos días,
a los días eternos que no volvieron,
al dolor evaporado por el paso del tiempo,
a la cortina de humo de la memoria,
a la historia que siempre traiciona,
a la arena que acaba transformándose
en ese desierto efímero de cualquier momento.
32
METÁFORA DE LA VIDA
La vida no es más que un juego serio y solemne,
un ajedrez bicolor de piezas rancias y enmohecidas
donde no importa, con el paso de los siglos,
nacer o haber nacido, amar o haber amado,
sufrir, haber sufrido o seguir perpetuamente sufriendo.
El amor es solo un juego de adultos en pos del placer,
el matar una broma cruel de niños grandes enfermizos,
el hambre algo que solo existe para quien quiera verlo.
En el computo del universo, de ese gigante ancestral,
somos tan efímeros que, prácticamente, no existimos,
ese es el chiste de la vida, creer que existe un futuro.
El sexo es algo que solo siento yo, un simple ego,
los árboles no gritan porque no les puedo oír,
donde estamos es tan solo un teatro de marionetas,
una película en color y ancho Cinemascope,
un tablero de rol, un efímero y cruel espectáculo.
Se nos escapa y se nos escapará el juego de las manos,
no hay tregua en las leyes de la vejez y el sufrimiento
en los dados que deciden cuando terminar la partida.
Ni la tierra es eterna, ni sé si tengo alma con la que pecar,
es un mal trago sentir que todo esto es absurdo,
pero no te importe, mortal, luchar y mover pieza,
para una esperanza que se desvanece poco a poco
en la tierna bruma de la sutil melancolía;
y cerrando los ojos nunca sabremos, esa es la duda,
si estaremos vivos o iremos con los muertos.
33
Cuantos animales, para sí, quisieran,
levantarse altivos sobre sus patitas traseras
y usar las delanteras como usamos las manos,
para tocar un laúd, aunque sea desafinado,
gritarle al áspero viento del norte sus penas,
perseguir metas irrealizables y cumplirlas,
poder dormir con la luz encendida y volar
para trasformar el tiempo y la vida entera.
Aunque nosotros persigamos sueños efímeros,
ellos, para sí, quisieran levantarse de la tierra,
todos esos seres que tienen patas para caminar
o las aves que solo tienen un bello canto
pero no pueden solfear una habanera...
Levantémonos pues nosotros del suelo,
miremos al cielo y leamos un soneto en las estrellas,
si nosotros que podemos, sanos o enfermos,
no hacemos nada por alcanzar la luna llena,
enseñar al iletrado, ayudar al necesitado,
traer a la tierra seca el agua que le faltaba...
Si nosotros que podemos, no lo hacemos,
nadie lo hará, pues los otros solo pueden,
ladrar, maullar, rugir, volar entre los árboles,
porque, esa fue su suerte, ese fue su destino.
34
En el albor de los espacios infinitos
navegan las sombras luminosas sin destellos,
los besos sin sal de las sutiles ausencias,
el vuelo de las aves que siglos a se extinguieron,
los huesos de la vanidad duermen en el polvo
de la tierra, que resquebrajada, yace estéril
sobre la concupiscencia de la luz agonizante
y el final de un tiempo en donde todo
hace tiempo que inerte, ha desaparecido.
En el fulgor de los tiempos de la decadencia,
en el ahora, ególatra, infantil y vanidosillo,
yace somnoliento el mañana que todo lo vence,
la muerte infecta que todo, sutilmente, lo abraza.
En un solo punto se encuentra el alfa y el omega,
en los instantes interminables de un momento
en el que miles de universos nunca se crearon
y se agazapa insomne el ungüento que fundamenta
el caos de la vida y la muerte simulando coherencia.
En el tiempo donde las estrellas se apagaron,
en ese lugar que parece infinito y solo dura
un solo momento y luego es olvidado,
en el lugar de la luz que nace y muere oscura,
cuando el dolor es solo un trozo de espacio y tiempo,
en el final de los espacios infinitos se esconcen
el vuelo de los días que nunca tuvimos.
35
Más allá de la vida y de la duda,
en nuestro horizonte, está la cárcel ósea
y nuestros pensamientos navegan libres,
porque solo en el pensamiento hay libertad.
En los límites de un cuerpo envejecible,
al final de nuestro propio reloj interior,
los recuerdos van al borde del amor y la muerte,
al mundo invisible donde la vida no es vida,
el amor dejó sus alas de cupido tiempo atrás
y la muerte murió por sí misma de inanición.
Porque no puedo ser libre en cuerpo alguno,
porque en nos la libertad es tan solo un espejismo
con el cual se entretienen los niños grandes;
porque no existe un mañana sin la ansiada libertad,
porque tan caduco es nuestro cuerpo sin esperanza
y tan grande es la esperanza, que escasa,
solo los ilusos podemos degustar sin miedo.
Y más acá de la duda duerme la vida,
y más insólita que la vida es el despertar,
porque creemos que somos libres, sin serlo,
y en este sueño nos creemos despiertos,
pero tan solo dormimos, solo dormimos...
36
Adultos con cerebro de mosquito dirigen las televisiones,
llevan las riendas del rebaño, las risas se multiplican,
como cuando de niños nos reíamos de cualquier cosa.
En los programas basura salen trastornados mentales
queriéndose mofar de otros infelices trastornados,
como los subnormales servían de mofa en la Edad Media;
aberración y salvajismo se dan la mano, todos contentos,
ricos, gente guapa y pobres de espíritu ríen felices,
pero la locura y la cordura tienen una suave frontera
y la anormalidad puede ser hija de un simple percance.
Ah, televisión, maldito tesoro, inhumana vestidura,
solo realza la audiencia el morbo y unas jóvenes tetas,
solo merece la pena reírse tontamente calcando la demencia.
Tal vez estemos locos, pero algunos lo disimulan
saliendo por la tele y haciendo ingrata telebasura;
ahora comprendo, por qué perdí amigos en la enfermedad,
por qué muchos pierden tantas cosas: esto es el medioevo,
tengo alma de bufón, y siempre alguien se me aparta,
y eso que llaman compasión, es una moderna fachada;
por eso cuando deseo gritar al viento mis miserias
el eco me responde con un “índice de audiencia”.
El tango de la vida es un paso adelante y tres hacia atrás,
en las pocilgas televisivas los cerdos no se hallan cómodos,
los hombres si, aunque halla que sacar tarados para divertirnos;
por suerte, yo, aun me siento incomodo con cierta basura,
aun no renuncio a intentar ser, simplemente, una persona.
37
Me vendieron de todo para mi existencia,
historias de amor para un hombre desconsolado,
bellezas cristalinas que se rompen al envejecer,
una música estridente que me resultó hermosa,
un televisor para ver el mundo desde mi casa,
unas gafas con las que veo el mundo de color de rosa,
el detergente con el que limpio mi conciencia,
una película porno con la que bajo a los infiernos.
Ese sexo fácil que solo llega pagando de antemano,
un ramo de constelaciones con forma de farolas,
el mañana perfecto regado de inestabilidad,
el vino como último recurso si me falla algo
(caramba, ahora me doy cuenta que no puedo beber)
y un cartel que pone “Drogas no, comida basura sí”.
Si lo miras así el cáncer tiene su gracia,
no importa las ganas de vivir que tenga uno
con lo que respiramos de los coches y la gasolina
no creo que se viva con demasiada salud,
me río y no sé si consigo algo con mi risa,
una metáfora de la libertad fingida, con envoltorio,
un caramelo que sabe tan rico, lleno de aditivos,
un placer que puede consumirte como tú a él
y la Babilonia prostituida te exprime,
te ordeña todo el dinero y te promete... el mundo,
y se consumirá la existencia, sin rumbo,
el hombre solo podrá verse a sí mismo cerrando los ojos,
lo demás, una imagen deformada que todo te promete,
invitándote a llevar el corazón en una bolsa de plástico,
con marca comercial, con precio incluido.
38
Tenemos la conciencia muy satisfecha
de tanto ordenarla callar para hablar nosotros
y satisfecha por lo poco que hicimos bien,
aunque tantas cosas las hicimos demasiado mal.
También poseemos una caja de Pandora
donde guardamos la soberbia y la terquedad,
la bondad la tiramos al cubo de la basura
y todos nuestros defectos emergen a menudo.
Bailamos en nuestro camino que es lengua de fuego,
lo que llamamos profundo es una hermosa mentira,
lloramos y reímos o reímos para no llorar
y tal vez dormimos y nos olvidarnos de nosotros mismos.
Sabemos hablar para decir cosa, nunca importantes,
nuestro pensamiento más sincero sigue oculto
(lo queremos decir pero se niega a volar)
por miedo a herirnos o al que dirán, de la gente.
Poseemos tantas cosas, además de una sopa caliente
mientras la verdad enmudece poco a poco
y lo otro se envanece sin que ocurra algo
y la cuerda de nuestras vidas se desgasta.
Y más tarde la cuerda se rompe por sorpresa,
no existía otra cuerda igual, sollozamos por eso,
la conciencia nos grita: “¿Ves? ¿Qué te dije?
Algo pasaba y no me hacías caso”. Entonces
pensamos que es tarde para hablar y nos callamos,
cuando hay tantas cosas que piden ser remediadas.
39
Nadie quiere los juguetes rotos de la vida,
lisiados o cojos, feos y gente de mal ver,
epilépticos extremos, paralíticos, subnormales,
gentes con defectos que parecen no tener fin,
gordos con cara de ballena para un mal chiste,
pringados sin un puto duro en su raquítico bolsillo,
desdentados o bajitos que incitan al repelús,
depresivos o tarados, locos con pedigrí,
sordos que son como el muro de Berlín,
ciegos que no ven y no porque no quieran,
desheredados sin tierra, sin presente ni mañana.
Es más escuchado un banquero degenerado,
un putero gorrón adicto al mal vivir,
figurones anoréxicos sin fuste ni talento,
con pocas neuronas y bolsillos anémicos;
condes de polla larga y mente corta,
músicos que primero cantan y luego esnifan,
presentadoras de televisión con canalillo,
pobres hombres con mucha fama, nulo futuro,
timadores sin fortuna que sonríen bien.
Este es el contraste de nuestra época,
da igual que hayas nacido roto o con fortuna,
lo raro es ser honrado y estar es su sitio,
el que quiera chupar del bote, ese chupará.
40
Vamos siempre a donde nosotros vamos.
¡Que martirio no escapar de nuestro propio ego!
de nuestro cuerpo cargado de invisibles cadenas,
de nuestra cabeza simulando la gran respuesta.
Por mucho que pisemos otros lugares para huir
siempre nos encontraremos a nosotros mismos,
a nuestro duende respondón de pecados menores,
a la conciencia que dice ser la menos viciosa,
a la voluptuosidad inerte enmascarada en manzana.
Pasaremos del dolor al placer, dulce ternura,
del pensamiento trágico a la risa angelical,
pero... nada dura lo que deseamos que dure
y la ilusión en forma de chispa se terminó
hace tanto tiempo que la buscamos,
fingiéndonos inteligentes cuando viajamos,
en busca de nuevas tierras y nuevas emociones
que la rutina nunca nos puede ofrecer.
Por eso el horizonte se vuelve tentador
y nuestros ojos fingen alegría por lo desconocido,
pomposidad por lo conocido que no agradó,
y una manera de justificar la perdida de tiempo.
Todo se nos va, las arrugas son polvo de estrellas,
los momentos, arena ondulando sobre la arena,
la juventud semeja a un murciélago dormido,
nuestro paso, un soplo desaparecido ayer,
ese es el problema y nuestra ansia por todo
que antes estábamos y ya no estaremos.
41
No maquilles demasiado tu rostro,
envejecerá y se llenará de arrugas
de amargor o de alegría
según te hayas comportado en el lejano ayer.
No podrás evitar que pase tu tiempo,
que este te olvide por mucho que seas
y nos olvidará a los dos, aunque no nos guste,
dejando los violines de sonar, silenciándose.
Pasarán los años, pasará la juventud,
la lozanía se trasformará en madurez,
la piel suave en áspera cáscara de nuez,
la ternura en añoranza y en olvido.
Pero no sé si tu yo estaremos juntos
y no importa según hallan pasado los años
y seamos victimas del dios Cronos,
porque los dos sabemos, no existe eterna juventud.
Y después, pasaran los cielos y la tierra,
descubrimos, que nada es para siempre, ya tarde,
querremos arreglar los momentos imperfectos,
trasformar la rutina en un valle de color,
mirar a la ventana y ver caer la lluvia
en un grandioso arco iris diferente;
aunque ahora no nos demos cuenta, ignorantes,
del paso del tiempo siempre rutilante,
del adiós que le damos al ayer y al mañana,
donde terminaremos nuestra existencia
con el rostro lleno de arrugas y un típico final.
42
Soy tan solo un peatón de la vida,
un caminante que deambula entre los senderos
de las miserias y las grandezas del hombre. Bebí
del ánfora del dolor y tragué la copa de la felicidad
en rápidos sorbos... en verdad, la eterna dicha
no es duradera. Vivo en cualquier parte, en vosotros,
podéis inventaros cuando nací, cual es mi nombre,
son cosas que importan más bien poco, o casi nada.
Ahora solo me importa que, tiempo atrás, desperté,
de este largo sueño desgarbado e inmundo,
descubrí, que el estar vivo, mi cuerpo, el tuyo,
es una cárcel de doradas paredes, sin sentido,
una prisión llena de traicioneros placeres
que nos hacen zozobrar como un barco a la deriva.
Descubrí, bien tarde, que la personalidad es un lastre
y que miles de cosas podríamos ser, y no somos;
no perdí la alegría ni me entristecí por la noticia,
como hacen otros al descubrir sus muchas miserias,
y, sereno, sondeé la luz amatista de mis semejantes
y les vi tan trasparentes como aun simple cristal,
y según miré a mi alrededor estaba todo en blanco
inmaculado, cono una ingenua cuartilla sin escribir,
y me dije, esa es la verdad, no está todo hecho,
miles de cosas aun quedan por hacer, por decir,
pues es la vida una página, siempre por rellenar.
43
Recorre los senderos de la vida y de la muerte,
haz frente al dolor y a la virtud,
sueña con la paz como inquebrantable frontera
y reza, si has de rezar, sin pedir rencor.
Equilibra, si puedes, tu ansia de pasión
y recuerda que siempre vamos a naufragar
a cualquiera de nuestras islas de la miseria.
Saluda con cariño a los gusanos del fin,
no pienses que sonreír al poderoso es positivo
y cambia periódicamente algo de tu pensamiento
para que tu cabeza no críe las telarañas del tedio.
Si eres de ideas fijas, tu serás tu laberinto,
desenreda tu mente de inútiles obsesiones
porque la vida es un mar que no admite límites.
En el camino, al andar, haz florecer la vida,
y que tu pensamiento sea como un arbusto
cuyos errores no tengan espinas ni angustia
y sus flores sobrevivan al cruel invierno.
Escucha al viento cuando te susurre
y acaricia el suelo con tu mente despierta,
porque la vida puede ser un eterno engaño
haz un gesto limpio que uno no deba limpiar,
porque uno camina hasta estando quieto
y puede besar la mente sin usar la boca
y herir mortalmente con una sola palabra;
camina hacía algún sitio, a alguna parte,
y procura no arrepentirte, como suele suceder,
por haber sembrado la maldad en tu pensamiento
y haber tratado a tu prójimo con desprecio.
44
Es la vida un laberinto de espejos,
un engaño sutil, una sinuosa trampa,
solo la bondad y la compasión nos salva,
al desterrar el odio nos inunda la luz,
apagar la guerra nos abre los ojos.
Vivir es caminar por engañosos reflejos,
imágenes que surgen y se evaporan
como los deseos de un niño antes de dormir,
cualquier cosa nos parece grande siendo pequeña
y no daremos importancia a la grandeza.
Por eso despierta ya de ese agujero,
tu mayor enemigo es tu propia vanidad,
tu mejor amigo tu propia paciencia.
Tu puedes a voluntad sembrar el futuro
y si el pasado es sombrío cambiar el mañana,
puedes romper los reflejos de la mentira
(tu mentira, la peor de las mentiras)
y traer de nuevo el paraíso a la tierra,
aunque la muerte nunca nos abandone.
Ah, que pena que la risa no signifique felicidad,
que alegría que la solemnidad pomposa
no represente a la serenidad ni a lo divino,
y que triste que dios nos grite desde dentro
para romper el engaño de nuestros días
y que pena que no hagamos nada por remediarlo.
45
EGO PERPETUO
Fuera de la razón, al borde de la locura,
se encuentra el ego perpetuo, el yo,
encerrado en nuestra celda de huesos,
igual que se halla el corazón entre los pulmones,
es el broche de oro que nos envalentona
y hace creer al grillo que es un elefante,
y a la ignorante pulga atreverse a enseñar,
inválidos, como somos, de todo entendimiento,
atrapados nuestros músculos en la decadente materia,
pues aunque son muchas nuestras primaveras
éstas siempre llegan a su apoteósico final...
El ego perpetuo nos toca con su euforia,
nos hace creernos dioses y somos mierda,
las lucecitas de la realidad nos contradicen
y de la película que nos inventamos día a día,
solo queda unos despojos que huelen a vanidad.
Porque nos es dado ser simples piojos,
y las ratas son mas dignas que los hombres,
y hay garrapatas que necesitan ascender en la sociedad
y ser queridos y admirados... sin haber hecho nada;
el ego perpetuo escribe nuestras miserias,
en esa charca patética que puede ser nuestra mente,
en ese orín cósmico que es nuestra alma.
46
No tiene fin el nebuloso pasado,
ni tiene sentido el futuro indefinible.
Aunque todo forme parte de un mismo sopor
y la tierra parezca el mejor de los mundos,
también la belleza tiene su engaño
y el dolor es mellizo con el placer,
igual que la noche nunca mira al día
los ojos sanos pueden contener oscuridad.
Todo cuerpo sano arrastra la muerte,
y las excesivas palabras no tienen claridad,
el que no vuela ansía imitar al pájaro,
y a cuantas aves les cansa el volar.
Puede ver la mente más allá de la materia
y puede cegar la materia en demasía,
y la lengua hablar estando callada,
puede una fértil existencia ser estéril
y la muerte enseñarte lo que vale la vida
(tan valiosa es como el oro del Dorado).
De las palabras ingenuas de un insensato
puede surgir, a veces, una coherente sabiduría,
del silencio (la frase más hermosa),
un latido de música siempre necesaria;
y de esto, surge, en el papel virginal, sin escribir,
tantas cosas como el futuro conciba.
47
ASHOKA (I)
Nacido en la riqueza, hijo de un rey,
así era el rey Ashoka, el rey piadoso,
quién cambió, en su madurez, la espada
por una ley que desterrase la violencia
y todo el mal que pueda evitarse con la bondad,
siguiendo la senda de la búsqueda de la virtud,
la iluminación del justo que prometió Buda.
Y descubrió, que se puede ser grande en la tierra,
sin derramar una sola gota de sangre,
que tan hermanos eran de él su familia
que el más mísero de sus criados.
No hay ser vivo, por insignificante que parezca
que no se le pueda aplicar la ley de la compasión,
no hay motivo, ni por nada, ni por nadie,
para romper la armonía de una buena acción.
Demos, pues, de comer al necesitado,
ayudemos al perro a no tener frío en la noche,
dibujemos con una sonrisa, un sol en el alma,
la bendición de los santos puede ser nuestra.
Dios o la natura no veta a nadie sus dones,
más los reparte con equilibrio, comúnmente;
pongamos una ley en nosotros, un orden,
para desterrar incertidumbres y malas acciones.
48
ASHOKA (II)
Su nombre, Ashoka, el piadoso rey,
apodado “el de la benévola mirada”,
su reinado, un periodo de paz:
todo ocurrió en el octavo año de su regencia;
se alzó el territorio de Kalinga en armas
y Ashoka, cruelmente, atacó el lugar;
ciento cincuenta mil fueron los prisioneros
otros cien mil fueron pasados a cuchillo.
Y el clamor del dolor y la sangre derramada
cambió el semblante interior del rey;
aborreciendo el infierno que él había creado,
rechazó la violencia y abrazó la recta conducta
que Buda había promulgado siglos atrás.
Esta fue la promesa del “Amado de los dioses”,
el rey guerrero convertido en humilde rey:
“Nunca, jamás, ni yo ni mis sucesores,
emprenderemos una guerra de conquista
que siembre el país de dolor y lágrimas,
rompiendo suciamente la hermandad
que tenuemente habita en los hombres”.
E instauró la ley de la no violencia,
de la caridad, la compasión y el respeto,
porque esto lo reclaman los textos antiguos:
Si no tengo caridad, nada soy...
si no tengo amor, no soy nada...
49
¿Por qué no empezamos a edificar
un mañana esperanzador y sin mentiras?
Sería como una alianza en nuestros corazones,
sin violencia, sin ira, sin engaños,
sin sexo vendible en cualquier esquina;
ya, ya se que mi cabeza es pura utopía,
pero sueño con la violencia y con la armonía
de un mundo sin conflictos ni guerras,
ni con drogas que quiebren familias.
¿Para qué atraer el dolor y la angustia?
Los peores engaños son de nuestra cosecha,
los más angustiosos dolores del ánimo
son nuestro fruto de vivir en la falsedad.
¿Para que vivieron Francisco de Asís?
Gandhi, Ashoka, o tu vecino de al lado,
o ese abuelo, bueno y bonachón que murió
y que demostró que se puede vivir con poca cosa.
Ya, te arrastra la vanidad de la cima del mundo,
te hipnotiza tu ego, envidioso e inservible
y tus sentidos te sumergen en un río de placeres.
Pero siéntate un rato y tranquilo, espera,
que todo ha de pasar, y pasará la vileza
de todo corazón acosado por la duda;
y recuerda, que la búsqueda te hace fuerte,
y la verdad, cuando la encuentres, aun dolorosa
o a dosis pequeñas, siempre te hará libre.
50
Aprovecha la visión de las desgracias,
el dolor, la enfermedad, la desdicha, la muerte,
te pueden despertar de tu ego aletargado;
somos animales complacientes y vagos
en lo que concierne a buscar algo de virtud,
y aunque ella (la virtud) no se obtenga completa
comer de ella unos cuantos pedacitos,
aunque cueste, nunca nos vendrá nada mal.
Puede estar la obtención de la sabiduría
en saber mirar las cosas sencillas y cotidianas,
y el querer ser el más sabio sobre la tierra
solo destapará el absurdo de tu vanidad
y se oirán risas silenciosas junto a ti.
Pero a nuestro pesar, todos nos morimos,
con más ignorancia que conocimiento
y se nos oculta todo lo que no hizo nuestra mano
y son tantas las cosas que nos son ajenas
que la precaución obliga a cerrar la boca
a pesar de que nos agrada pasar a la posteridad
y dejar un reguero de palabras sin importancia.
Sin embargo, espero que, de todo esto,
quede algo sensato o coherente, o valioso;
fatigado de envanecerme para iluminar al mundo
termino este reguero de palabras armónicas
y espero que, alguna, tenga su hueco en el futuro.
INDICE
1: Se me permitió huir de la muerte
2: Yo, al igual que en el mito de Buda
3: No fue un milagro, no fue una aparición,
4: Dice el Bhagavad Gita: “El hombre es una balsa
5: La juventud y la infancia perdí cuando mi mente cambió
6: El cielo es azul cuando el sol luce
7: Lucharé hasta con el último respiro de mi vida
8: Durante muchos instantes he esperado tantas cosas
9: Si me preguntan alguna vez, por curiosidad,
10: La epilepsia es un caballo negro del Hades
11: A LA CIVILIZACIÓN QUE NOS ACOGE. Listos o tontos somos un fiasco
12: Nadie te pidió permiso ni para vivir ni para odiar
13: Hermano del pozo oscuro, de la copa vacía,
14: JULIO CESAR. Salve, oh César, yo te saludo en este momento,
15: A MIRENTXU. Siempre recordare mi enfermedad
16: Demos gracias por la somnolencia de la vida
17: De frustraciones y de restos, se compone,
18: A los hijos de la desesperación que claman en silencio
19: Cuando la vida te sonríe y te hallas lejos del médico
20: Volverán las nubes del mañana sin remedio
21: Nos acordamos de la primavera en el invierno
22: Dirán “ya te llamaremos algún día”
23: En el tiempo sin tiempo de la memoria
24: El viento va entre las nubes, en el atardecer,
25: Paisajes que nunca vio mi retina
26: Buscadme en el jardín de las flores marchitas
27: El bodhisattva descansa sereno
28: Todo pasa, no solo el tiempo
29: El ángel de la muerte anuncia su llegada
30: Vi en sueños la ciudad de los muertos
31: A las esquinas inestables del mundo
32: METÁFORA DE LA VIDA. La vida no es más que un juego serio y solemne
33: Cuantos animales, para sí, quisieran
34: En el albor de los espacios infinitos
35: Más allá de la vida y de la duda,
36: Adultos con cerebro de mosquito dirigen las televisiones
37: Me vendieron de todo para mi existencia
38: Tenemos la conciencia muy satisfecha
39: Nadie quiere los juguetes rotos de la vida
40: Vamos siempre a donde nosotros vamos
41: No maquilles demasiado tu rostro
42: Soy tan solo un peatón de la vida,
43: Recorre los senderos de la vida y de la muerte
44: Es la vida un laberinto de espejos,
45: EGO PERPETUO. Fuera de la razón, al borde de la locura,
46: No tiene fin el nebuloso pasado,
47: ASHOKA (I). Nacido en la riqueza, hijo de un rey,
48: ASHOKA (II). Su nombre, Ashoka, el piadoso rey,
49: ¿Por qué no empezamos a edificar
50: Aprovecha la visión de las desgracias,