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El conocimiento de la historia del que fue Real Mo- nasterio benedictino de San Millán de la Cogolla se ha incrementado en los últimos años con nuevos es- tudios a partir de ser declarado Patrimonio de la Hu- manidad por la UNESCO en 1997. La mayoría de es- tos estudios han sido motivados por las tareas consiguientes de conservación y restauración de los dos edificios monásticos emilianenses, el de Suso y el de Yuso. 1 Centrándonos en la iglesia del edificio de Yuso, no se ha podido conocer hasta el momento el autor de su traza, quien adoptó un modelo «hallenkirche» de gran envergadura (60 × 30 m aprox. sin contar la ca- becera), que se presenta como pionero en el ámbito local por la cronología de la fábrica (h. 1504–1540), así como por el tipo de soporte cilíndrico liso en el que se enjarjan los nervios de las bóvedas de crucería que cubrían sus tres naves (fig. 1). En origen debió tener cabecera ochavada de cinco paños y un cuerpo de seis tramos, cuya longitud correspondería aproxi- madamente a un tercio de la anchura, siendo la nave central cuatro décimos de ésta y cada una de las late- rales, tres décimos (considerando ejes de muros y pi- lares), sistema proporcional que se acerca al propues- to por Rodrigo Gil de Hontañón, conocido a través del tratado de Simón García (García 1681, cap. 2: f. 4). Este hecho y el derrumbe de su nave norte en 1595 nos conduce a plantear los problemas técnicos de la construcción del modelo, tan ventajoso econó- micamente y seguro en opinión de los arquitectos de la época como Juan de Rasines o el propio Gil de Hontañón (Moya 2000, 86–87 y 92). Por otro lado, la historia de su conservación nos ha permitido conocer las soluciones constructivas propuestas para devol- verle la solidez que necesitaba, bien las no realizadas de nueva planta, bien las de reconstrucción con apro- vechamiento de medios y partes conservadas. A ello se han unido últimamente los datos comprobados en el transcurso de las obras de restauración de las bó- vedas de la nave y crucero. El conjunto de esta infor- mación se trata de sintetizar en la presente comunica- ción. LA CONSTRUCCIÓN DEL SIGLO XVI Es bien sabido en la actualidad que la construcción de la iglesia de Yuso estaba en marcha en 1504 y que la última piedra de sus bóvedas se colocó en 1540 (Peña 1972; Peña 1980; Moya 2000). Según los pa- dres de la orden, la iniciativa se debió al abad Miguel de Alzaga (1500–1511), dado el mal estado de con- servación de la fábrica medieval (Salazar 1607, cap. 12; Romero 18, 286). 2 Pese a no conocer el autor del proyecto, sí sabemos que la fábrica la dirigía en 1533 maestre García y que el abovedamiento de naves fue contratado en 1538 con Juan Martínez de Mutio (Moya 1980, 2: docs. 30 y 331). El primero todavía no identificado con seguridad, y el segundo, uno de los maestros vizcaínos más influyente en las cons- trucciones religiosas de la primera mitad de siglo en La Rioja, que debió continuar trabajando en San Mi- Construcción, ruina, reconstrucción y conservación de la iglesia del Monasterio de San Millán de la Cogolla de Yuso (La Rioja) Begoña Arrúe Ugarte Óscar Reinares Fernández Actas del Cuarto Congreso Nacional de Historia de la Construcción, Cádiz, 27-29 enero 2005, ed. S. Huerta, Madrid: I. Juan de Herrera, SEdHC, Arquitectos de Cádiz, COAAT Cádiz, 2005.

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Page 1: Construcción, ruina, reconstrucción y conservación de la ...verle la solidez que necesitaba, bien las no realizadas de nueva planta, bien las de reconstrucción con apro-vechamiento

El conocimiento de la historia del que fue Real Mo-nasterio benedictino de San Millán de la Cogolla seha incrementado en los últimos años con nuevos es-tudios a partir de ser declarado Patrimonio de la Hu-manidad por la UNESCO en 1997. La mayoría de es-tos estudios han sido motivados por las tareasconsiguientes de conservación y restauración de losdos edificios monásticos emilianenses, el de Suso yel de Yuso.1

Centrándonos en la iglesia del edificio de Yuso, nose ha podido conocer hasta el momento el autor de sutraza, quien adoptó un modelo «hallenkirche» degran envergadura (60 × 30 m aprox. sin contar la ca-becera), que se presenta como pionero en el ámbitolocal por la cronología de la fábrica (h. 1504–1540),así como por el tipo de soporte cilíndrico liso en elque se enjarjan los nervios de las bóvedas de cruceríaque cubrían sus tres naves (fig. 1). En origen debiótener cabecera ochavada de cinco paños y un cuerpode seis tramos, cuya longitud correspondería aproxi-madamente a un tercio de la anchura, siendo la navecentral cuatro décimos de ésta y cada una de las late-rales, tres décimos (considerando ejes de muros y pi-lares), sistema proporcional que se acerca al propues-to por Rodrigo Gil de Hontañón, conocido a travésdel tratado de Simón García (García 1681, cap. 2: f.4). Este hecho y el derrumbe de su nave norte en1595 nos conduce a plantear los problemas técnicosde la construcción del modelo, tan ventajoso econó-micamente y seguro en opinión de los arquitectos dela época como Juan de Rasines o el propio Gil de

Hontañón (Moya 2000, 86–87 y 92). Por otro lado, lahistoria de su conservación nos ha permitido conocerlas soluciones constructivas propuestas para devol-verle la solidez que necesitaba, bien las no realizadasde nueva planta, bien las de reconstrucción con apro-vechamiento de medios y partes conservadas. A ellose han unido últimamente los datos comprobados enel transcurso de las obras de restauración de las bó-vedas de la nave y crucero. El conjunto de esta infor-mación se trata de sintetizar en la presente comunica-ción.

LA CONSTRUCCIÓN DEL SIGLO XVI

Es bien sabido en la actualidad que la construcciónde la iglesia de Yuso estaba en marcha en 1504 y quela última piedra de sus bóvedas se colocó en 1540(Peña 1972; Peña 1980; Moya 2000). Según los pa-dres de la orden, la iniciativa se debió al abad Miguelde Alzaga (1500–1511), dado el mal estado de con-servación de la fábrica medieval (Salazar 1607, cap.12; Romero 18, 286).2 Pese a no conocer el autor delproyecto, sí sabemos que la fábrica la dirigía en 1533maestre García y que el abovedamiento de naves fuecontratado en 1538 con Juan Martínez de Mutio(Moya 1980, 2: docs. 30 y 331). El primero todavíano identificado con seguridad, y el segundo, uno delos maestros vizcaínos más influyente en las cons-trucciones religiosas de la primera mitad de siglo enLa Rioja, que debió continuar trabajando en San Mi-

Construcción, ruina, reconstrucción y conservación de la iglesia del Monasterio

de San Millán de la Cogolla de Yuso (La Rioja)

Begoña Arrúe UgarteÓscar Reinares Fernández

Actas del Cuarto Congreso Nacional de Historia de la Construcción, Cádiz, 27-29 enero 2005, ed. S. Huerta, Madrid: I. Juan de Herrera, SEdHC, Arquitectos de Cádiz, COAAT Cádiz, 2005.

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llán en la ejecución de las bóvedas bajo el coro altoentre 1540 y 1549 (Moya 1980, 1: 44, 91, 95, 98–99;Moya 2000, 81).

Las bóvedas encargadas a Martínez de Mutio co-rrespondían a los cuatro últimos tramos de las navesy en ellas debía imitar las tres capillas del crucero dela iglesia, diseñadas y realizadas con anterioridad a1538. De estas bóvedas se conservan las correspon-dientes a la nave central, crucero y brazo sur de éste,y el examen que de ellas ha permitido la restauraciónconfirma una ejecución diferente en las del crucero.En efecto, las bóvedas son copia de las precedentespero con una labra menos elaborada en los nervios yclaves. Además, y a partir del actual segundo tramode la nave, en el encuentro de las crucerías con losarcos fajones y formeros, existen claves decoradascon motivos variados (rosetas, veneras, bustos huma-nos y ángeles alados), algunas tan singulares como elrostro de perfil de un hombre barbado (posible retra-to de un maestro de la obra) o la curiosa figura fron-tal de un monje leyendo un libro (fig. 2).

El dibujo que trazan los nervios de la crucería entodas las bóvedas demuestra un afán de originalidad

y complejidad por parte de su autor. Su identifica-ción podría conducirnos a él pero no se ha encontra-do ninguno semejante, siendo más común y difundi-do el que posteriormente se siguió en las bóvedasbajo el coro alto. Consiste en combados curvos queunen las claves de los arcos formeros y perpiañoscon los nervios cruceros y terceletes, formando al ex-terior un octógono de lados cóncavos que enmarcados conopios generados por otros combados que ro-dean la clave central, uno inscrito en otro en diferen-te sentido, en una combinación de líneas sinuosas degran movimiento (fig. 3). Por la escritura de contratosabemos que Martínez de Mutio tenía a su disposi-ción moldes, uno mayor y otro menor, para utilizaren todos los arcos nuevos, formeros y perpiaños,conforme a lo ya enjarjado y con la misma moldura.Los cascos o plementería los construiría con piedratoba y del mismo grosor de los existentes, y en el en-samblaje de los nervios de la crucería utilizaría el sis-tema de cola de milano.

Una condición expresa se refería a la pintura de lasbóvedas: «Yten que las dichas capillas las aya de lu-zir e pinçelar de blanco e negro por las juntas de las

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Figura 1Igl.ª de S. Millán de Yuso. Reconstrucción hipotética de la planta original sobre la planta baja actual, con representación delas bóvedas de nave, crucero, presbiterio y capillas

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piedras, ansy la canterya como los pilares torales yquel pinzel negro aya de llebar o llebe su cola»(Moya 1980, 2: doc. 331). Así se llevó a cabo, tal ycomo demuestra el análisis por cromatografía en faselíquida realizado durante las recientes obras de res-tauración, en el que se constata el empleo de colaanimal como ligante orgánico del pincelado (fig. 4).3

El frecuente pincelado de las plementerías, no lo estanto cuando se ejecuta como en Yuso sobre las jun-tas de la propia sillería en pilares, arcos y crucerías.Lo cierto es que a estos pincelados no se les prestademasiada atención, tal vez por las dificultades de suconservación, pero no dejan de ser parte del acabadofinal de la fábrica y de la policromía del conjunto delespacio.

Tal vez por ello y porque las condiciones espacia-les de la iglesia cambiaron considerablemente con elproyecto de reconstrucción, las plementerías de lasprimitivas bóvedas fueron enlucidas de forma unifor-

Construcción, y conservación de la iglesia del Monasterio de San Millán 89

Figura 2Igl.ª de S. Millán de Yuso. Clave en la bóveda del tercertramo de la nave

Figura 3Igl.ª de S. Millán de Yuso. Bóvedas de la nave

Figura 4Igl.ª de S. Millán de Yuso. Detalle de bóveda del crucerodespués de su restauración (2003–2004)

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me, ocultando los pincelados de sillería, no así los dearcos y crucerías, cuyo despiece llegó a nuestrosdías. Hoy se ha podido confirmar que bajo el enluci-do azul que mostraban, los cascos habían recibidoanteriores blanqueos tras los que permanecía ocultoparte del pincelado en blanco y negro de su fingidaestereotomía (fig. 5).4 Al desvelar el aspecto originalde las bóvedas, descubrimos otra variación introduci-da por Juan Martínez de Mutio y que no constaba enninguna condición contractual: las dimensiones delpincelado original del crucero remarcaba los plemen-tos en piezas de 10 × 55 cm, siguiendo el sistema dela escuela francesa,5 mientras que Martínez de Mutioejecutó despieces del mismo modo pero con dimen-siones de 14 × 59 cm, al menos en las cuatro bóvedasconservadas de la nave central.

LA RUINA

El padre Salazar dejó escrito en 1607 que poco des-pués de fundarse la iglesia comenzó a resentirse suestabilidad, lo que se evidenció en casi toda la navede San Pedro o colateral norte, cuyo abombamientoal interior llegó a ser en algunas partes de más de unavara (835,9 mm). El peligro fue creciendo y tuvo queser apeada por dentro, permaneciendo así durantemuchos años (Salazar 1607, cap. 5). Se constata unapeo en 1585 encargado al maestro de cantería Juande Zubiauz, que debió incluir un paso protegido demadera a lo largo de toda la nave (ASM 1585, f.11v.–12v.). Un proyecto de apeo de las naves centraly norte, datado en 1589, realizó el ingeniero italianoGiovanni Vincenzo Casale, llamado a la Cogollapara dar su parecer sobre la iglesia cuando trabajabapara Felipe II en El Escorial. Además, elaboró dostrazas en las que proponía sendas iglesias de carácterclasicista, de una nave con capillas entre contrafuer-tes, amplia nave de crucero destacada en planta y ca-becera profunda de testero plano, flanqueada por ca-pillas o dependencias a ambos lados, ocupando todasu longitud (Bustamante y Marías 1991, C152–154).Esta transformación del espacio de la primitiva «ha-llenkirche» ya ha sido comentada por otros autores(Moya 2000, 83–85; Peciña 2000, 257–258) y, aun-que no se llegó a realizar, sin duda, sirvió de pautapara los trabajos de reconstrucción que se hicierondespués.

El proceso de las obras necesarias de reparación oderribo se inició en mayo de 1595. Las condicionesconstructivas las elaboran Juan de Ribero Rada, veci-no de Salamanca, Pedro de la Torre Bueras, residenteen Burgos, y Juan Pérez de Solarte, hijo del que fueoficial de Martínez de Mutio y construyó el claustrobajo del monasterio entre 1549 y 1561, continuandola labor de su padre en otras dependencias monásti-cas, entre ellas las de la sacristía y claustro alto, tra-zadas por el italiano Andrea Rodi. En el mes de juniose inició el remate, al que se presentaron estos maes-tros y también Francisco de Odriozola, cantero de lasobras del monasterio de Santa María la Real de Náje-ra (ASM 1595, f. 52r.–53r., 54r.–61v.). El procesoquedó interrumpido por la ruina de la fábrica los días3 y 10 de julio, según el relato del padre Salazar querecogerán posteriormente los padres Mecolaeta y Ro-mero con alguna variante (Salazar 1607, cap. 5; Me-colaeta 1724, 145–146; Romero 18, 401). Al parecer,

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Figura 5Igl.ª de S. Millán de Yuso. Detalle de pincelados y enluci-dos de las bóvedas durante las obras de restauración(2003–2004)

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ante la caída de piedras grandes, los oficiales resol-vieron deshacer la viguería de la nave central paraevitar el derrumbe del tejado sobre las bóvedas. He-cho esto, el mismo día, al tiempo que los monjes en-traban en el coro alto, se cayeron tres bóvedas con elmuro, quedando muy resentida la cuarta capilla y elestribo entre ésta y la tercera que, finalmente, tam-bién se arruinaron. Al margen de precisar si la últimabóveda en desplomarse fue la de los pies o la máspróxima al crucero, la fábrica cayó hacia fuera, sindañar los pilares, pese a la deformación que presenta-ba el muro hacia el interior (fig. 6).

Teniendo en cuenta que la esencia de la construc-ción como disciplina es la consecución del equilibriomediante la ordenada disposición de acciones y reac-ciones confrontadas, es claro que la pérdida de equi-librio fue el detonante de la grave ruina que sufrió la

iglesia de Yuso. Sin embargo, resulta más complejoestablecer la razón primera de aquella catástrofe.Fray Lorenzo de San Nicolás dirá: «De dos causasresultan los daños en las fábricas, y aunque otros danmuchas, solo hallo que sean dos. La una es de partedel Artífice, por no estar bien experimentado. La otraes de parte del tiempo» (San Nicolás 1796, cap. 68).Si tenemos en cuenta lo dicho por el padre Salazar,debemos descartar la influencia del paso del tiempoen la inestabilidad de las fábricas pues éstas ya die-ron muestras de debilidad antes de que se cerraranlas bóvedas. Las deformaciones que se describen ensu crónica podrían corresponder al efecto de un fallode cimentación del muro norte y sus estribos, combi-nado con el desplazamiento que debió sufrir la cabe-za del muro como consecuencia de los importantesempujes horizontales a la altura de las bóvedas y conuna, más que probable, debilidad dimensional yconstructiva de los muros y contrafuertes. Durantelos estudios previos realizados con anterioridad alinicio de las recientes obras de restauración de laiglesia se pudo comprobar que el perfil del terrenodonde se cimenta el edificio consiste en un nivel de 4m de profundidad de relleno heterogéneo, bajo elcual existe una capa de espesor variable con matrizarenosa-limosa (donde en realidad se apoya la igle-sia) y, finalmente, en torno a los 6,5–9 m de profun-didad, una roca limolítica-arcillosa rojiza con bajaspropiedades geomecánicas.6 Es verosímil pensar queel muro norte pudo sufrir asientos originados por elcolapso de las arenas como consecuencia de las suce-sivas inundaciones sufridas desde el inicio de lasobras o, incluso, por fenómenos vibratorios deriva-dos de movimientos sísmicos cuya implicación en laruina final no hemos llegado a descartar.7

El colapso de la nave norte motivó la reanudacióna mediados del mes de julio de 1595 del remate delas obras de reedificación y reparo de la iglesia, enlas que se incluía torre y portada, y su adjudicaciónfinal a Juan Pérez de Solarte y Pedro de la TorreBueras (ASM 1595, f. 62r.–69r.). Como es sabido,estas obras, aunque se iniciaron, fueron paralizadasen 1596, con la consiguiente anulación del contratode mutuo acuerdo, por considerar conveniente labúsqueda de una solución mejor (Calatayud 1991, 2:doc. 532). No obstante, las repetidamente citadas 47condiciones constructivas de este proyecto de las quehabla el padre Peña (Peña 1972, 122), han podido sercomprobadas en los legajos del archivo del monaste-

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Figura 6Igl.ª de S. Millán de Yuso. Detalle de la incidencia de losdesplomes del muro norte en las bóvedas de la nave central

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rio y, no pudiendo ser expuestas aquí por su proliji-dad, merecen ser destacadas en algunos aspectos téc-nicos. El número total es 49, de las que 43 fueron fir-madas por Juan de Ribero Rada y los adjudicatarios,y las restantes, referidas a la zona occidental y torre,sólo por éstos últimos; es de lamentar que no se con-serve la planta a la que hacen referencia (ASM 1595,54r.–61v.).

En la primera se expone como solución principalpara dotar a la fábrica de mayor firmeza la de acortarsu longitud: «todo el largo que tiene la capilla mayorahora y la capilla de la torre vieja con la capilla desan Pedro, como muestra la planta». La cabeceraquedaría trasformada al convertir el espacio del pres-biterio en capilla mayor flanqueada por otras dos demenor altura, comunicadas con él mediante arcos,sirviendo la norte de capilla para los Cuerpos Santosy reliquias (actual de San Agustín), y la sur de ante-sacristía (actual de San José). Dos estribos serviríande refuerzo a la sacristía y otro contrarrestaría la di-ferencia de altura entre ésta y la nueva capilla mayorque también se recalzaría. Los derribos afectarían ala primitiva, sus anejas del norte, las dos paredes tra-viesas de la cabecera, el muro norte completo y la ca-pilla baja del coro correspondiente al mismo lado.Todas las partes hundidas y derribadas se reconstrui-rían con las mismas medidas y bóvedas de igual or-den y montea. Previamente se fortalecerían los apeosexistentes y se cimbrarían las bóvedas para poderdesbaratarlas a mano y guardar la piedra.

Las condiciones hacen hincapié en la cimentaciónque en el testero de la capilla mayor y las paredes dela nave norte tendría la misma profundidad que la delos pilares torales y un grosor de algo más de 2,5 m,decreciendo con retallos de la superficie arriba hasta1,96 m en la primera y desde 2,1 a 1,96 m en las se-gundas; las otras paredes de la cabecera tendrían estaúltima medida de anchura en los cimientos y subiríandesde 1,52 a 1,4 m. Curiosamente se apunta la solu-ción que se construirá después, de convertir las naveslaterales en capillas hornacinas, al proponer en lacondición décima: «además de lo que se ha de haçerde salida para las medias columnas fuera de ellas seçimentará vna bara de salida hasta la superfiçe conotra bara de grueso porque si quisieren echar trabie-sas para haçer las ornaçinas no lleguen a los çimien-tos de los medios pilares». Otras condiciones tratandel apeo de las naves mayor y sur, del sistema dedesmonte de paredes y tejados, la naturaleza de los

materiales, las canteras, el uso de los despojos, labuena ligazón de la fábrica vieja con la nueva y sumímesis, el enlucido y pincelado de las paredes nue-vas, altares, gradas y otros pormenores contractuales.Los maestros proponían iniciar la obra con la fábricade las tres paredes de la capilla mayor y la pared tra-viesa de la antesacristía, pues con ello se asegurabamucho la iglesia, lo cual se haría de forma conjuntacon la pared que se había desplomado.

LA RECONSTRUCCIÓN

Desde 1596 la iglesia del monasterio debió mante-nerse en precario hasta que se abordó a mediados deseptiembre de 1617 su definitiva reconstrucción,cuya historia nos ofrece una minuciosa relación deprescripciones constructivas. Los derrumbes no sólohabían afectado a las bóvedas de los cuatro tramos dela nave norte, sino que se extendían al primer tramoy cabecera, zona cuya reforma ya se había planteadoen 1595. El trasmerano Francisco del Pontón Incera,al que se menciona como maestro de arquitectura,elaboró un primer proyecto con 13 condiciones ypoco después, el 19 de septiembre, el vizcaíno Juande Olate las revisó y aumentó, de acuerdo con el pro-pio Pontón (ASM 1617, f. 49r.–53v.). En ellas Olatemenciona el rasguño y capítulos que el abad fray An-drés de Arce le entregó del arquitecto real Franciscode Mora (†1610), y la planta y alzados realizados porPontón, que sí eran válidos para el reparo de los edi-ficios:

Y digo yo Juan de Olate que su paternidad del señor pa-dre abad me entregó vn rasguno y capitulado del dichoFrancisco de Mora, que al tienpo que él bisitó la dichaobra estaba en pie sin se aber caydo cosa alguna, y ansíno trata enteramente de lo que agora es necesario se agapor cuya racón no es a propósito la traca y capituladopara el rremedio que agora conbiene se aga en la dichayglesia. (ASM 1617, f. 51).

Desconocemos el proyecto de Francisco de Mora,pero tenemos que enmarcarlo entre los que debió so-licitar el convento con anterioridad a los derrumbesde 1595, como el del italiano Casale. Sin duda, todosfueron tenidos en cuenta en el aceptado de Pontón yOlate, al que el convento añadió otras 38 condicio-nes, procediendo al remate de las obras el 18 de no-viembre (ASM 1617, f. 55r.–63r). Adjudicadas en

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principio por 25.100 ducados a la compañía de maes-tros trasmeranos formada por Juan de Solano Pala-cio, Pedro de Aguilera, Pedro de la Cuesta y el pro-pio tracista Pontón Incera, a partir de 1619 fueroncontinuadas sólo por los dos últimos, desestimándoseese año una nueva postura presentada por Pedro deRuiseco (ASM 1617, f. 65r.–76r.; ASM 1619, f.29r–32v., 144r.–145v.). Las escrituras se multiplicana lo largo de los años con subcontratas de los traba-jos, encargos de extracción de piedra, ejecución decaleras y ladrillos, detalles del estado de las obras yrectificaciones al proyecto inicial en 1619 y 1620.Trataremos de resumir los datos más significativosde la reconstrucción en relación con la minuciosa ve-rificación de lo efectuado, condición por condiciónconcertada, escriturada en septiembre de 1631 (ASM1631, f. 176r.–186v.).

En primer lugar se derribaron las paredes norte yeste de la iglesia, volviéndolas a edificar sobre ci-mientos profundizados hasta peña o tierra firme, conun grosor de seis pies (1,68 m aprox.). Aunque enprincipio el alzado de muros y torre se proyectó enmampostería con refuerzos de piedra labrada en es-quinas, cornisas y ventanas, se decidió construir todoel edificio en sillería, así como el cuerpo de campa-nas, planteado anteriormente en ladrillo y con chapi-tel de hoja de plomo (todavía no concluido en 1631).Fue en diciembre de 1619 cuando se estableció dis-poner en la sillería tizones de un mínimo de tres pies,pero preferentemente los de tres pies y medio, o cua-tro (entre 0,84 y 1,12 m aprox.), cada seis de altura,que serían en cada hilada y al menos hasta los quinceo dieciséis de altura del muro (sobre 4 ó 4,5 m), se-gún las condiciones de 1620 (ASM 1619, f.152r.–157v.; ASM 1620, f. 72r.–73v.). Expresamen-te se prohibió el aprovechamiento de materiales en lafábrica nueva, puesto que los maestros atribuían par-te de la ruina a «ser salitrosa alguna parte de la pie-dra y cal» utilizada en la anterior. Así mismo, seobligó a la perfección de la obra de mampostería,«debastando las aceras» o paramentos, y al uso de unmortero de dos partes de arena y una de cal, mezcla-do y amasado ocho o seis meses antes de su aguado,mezcla que se prescribió a partes iguales en 1619.

En cuanto al abovedado, se siguió a Pontón, man-teniendo las bóvedas de crucería conservadas de lanave mayor, en las que se repararían algunos tercele-tes y rampantes hundidos, enrasándolos bien con sucal. Sobre el crucero y capilla mayor se dispuso una

cúpula, que no creía conveniente Olate por asentarseel edificio sobre «tierra montanosa y úmeda» y tenersuficiente luz el templo.

Respecto a las naves colaterales, Pontón sólo reba-jaba la altura de las del norte y Olate lo extendió alas del sur, con sus correspondientes tejados, dandomayor coherencia al conjunto. Sus bóvedas (de hor-no sobre pechinas en los esquinazos) apearían en pa-redes transversales de un grosor aumentado en 1619de cuatro a seis pies. Este sistema de contrafuerte en-tre los pilares exentos y el muro perimetral, que sehabía iniciado en parte, daría lugar a capillas horna-cinas, en un principio planteadas cerradas y final-mente comunicadas entre sí mediante arcos (fig. 7).Olate lo detalla de esta manera:

Nobena condición se goarde con que la obra aneja a lascolunas del suelo arriba subirá de buena piedra vna baray lo demás será de ladrillo, y para más seguridad se aránlos cimyentos de coluna a coluna asta los allar firmescon dos pies más ancho que las pilastras, los quales cim-yentos se renchirán de buena piedra y cal. Y por quantoen la planta y alcados de las ornecinas se muestra que losarcos mayores de las colaterales tienen de ancho beyntey quatro pies, conbiene no tengan más de beynte y dos.Otrosí como por la planta se muestra ay paso y entradade vna ornecina a otra por un lado y tiene quatro pies yno más, conbiene que sea de diez pies con el alto necesa-rio, cuyo grueso se ará en medio de las dichas ornecinas.Y en quanto lo que dice la condición, se guardará el ses-to capítulo los pies derechos o pilastras que se an de su-bir arrimados a las colunas y pilares, se asentarán los la-drillos con buena cal asta las ynpostas, y los arcos ybóbedas, ynpostas y cornysas, se asentarán los ladrilloscon buen yelso (ASM 1617, f. 51r.–53v.).

Todavía no se habían construido en 1631 las bóve-das colaterales, pero entonces ya se indicó cómo debíaser su acabado, así como el entablamento de orden co-rintio que debía correr por encima de todos los arcosde la nave central. Fue en el contrato de 1633 con elmaestro de obras de la catedral de Calahorra Juan deUrruela, cuando se detalló el modo de hacerlo:

Yten es condiçión que en las colunas que al presente es-tán en dicha yglesia, correspondientes a la nave principaly en su cruzero, se ayan de haçer veinte capiteles corin-tios, sobre los quales se aya de forxar y correr alrrededorde la naue prinçipal y cruzero de dicha yglesia, un alqui-traue, frisso y cornixa de dicho orden corintio.Yten es condición que las capillas de dichas colateralesse ayan de çerrar todas ellas de dos falfas de ladrillo con

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vuelta vayda con sus faxas para cuyo eleximiento se co-rrerá vna ynposta al pesso de los xarzamientos de dichascapillas y arcos, en conformidad de la traza (AHPLR1633, f. 3r.–12r.).

También de ladrillo y yeso se reconstruirían lascorrespondientes al crucero y coro, con la mismacrucería de las demás «y con el mismo color de pie-dra . . . y los capuchos blancos». Las comprobacio-nes de la restauración nos indican que así se hizo, aexcepción del acabado de las plementerías de la bó-veda del bajo coro norte en las que se imitó la piedra.

No se llevó a cabo la cámara bufa proyectada porPontón, paralela a la pared norte, ni tampoco la se-gunda zanja añadida por Olate, que desde los pies de

la iglesia se orientaría hacia el arroyo que bajaba delmolino, lo que tal vez hubiera evitado los problemasde filtrado de aguas que se mantuvieron hasta el sigloXVIII. Esta construcción se describe así en lo capitu-lado por Pontón:

Es condiçión que en el nibel de dicho cimiento se harávna çanja a la parte del setentrión que tenga quatro piesde ancho, tan honda y larga como los çimientos del dichoedificio, en la qual canja se hará vna pared de dos pies degrueso arrimada al terreno, la qual dicha pared se ha delebantar quatro pies de alto toda ella, ençima la qual sehará vna bóbeda contra la pared del templo de ladrillo ycal, a medio círculo tan larga como el dicho edifiçio, elqual andito a de seruir para que por él se purgue el aguaque de los cerros baxare a ofender al dicho edifiçio, dán-dole su corriente de argamasa en el suelo, y para que porallí baya la dicha agua al oriente, todo lo qual es para laseguridad del dicho templo (ASM 1617, f. 49).8

Las condiciones añadidas por el convento respectoa los fundamentos, el refuerzo de la fábrica y el gro-sor de los muros, fueron derogadas, así como la quemodificaba la ubicación de la torre a los pies, cuyaconstrucción en la cabecera, tras el altar mayor, con-forme a la traza de 1617, se volvió a acordar en juniode 1619 (ASM 1619, f. 122r.–123v.). Y fue en di-ciembre de ese año cuando se estableció el diseñodefinitivo del conjunto de la cabecera. Así, se con-certó la edificación de una estancia al norte, en co-rrespondencia con la de la sacristía al sur, por 400ducados añadidos al precio contratado. Esta cons-trucción, correspondiente a los espacios tras la actualcapilla de San Agustín, se concretó en el convenioque firmaron los maestros en julio de 1620. En ellase abriría una puerta enfrente de la existente de la sa-cristía, sirviendo ambas de acceso a la capilla mayor.Así mismo, se levantaría un arco y bóveda paraasiento del altar mayor, y en el espacio situado de-trás, o planta baja de la torre, se dispondrían sendaspuertas en los muros norte y sur. También se obliga-ban los maestros a abrir otra puerta al zaguán de lasala capitular (ASM 1620, f. 72r.–73v.). De estemodo, se creaba una circunvalación entre las capillaslaterales y sacristía, que rodeaba la mayor, pasandopor el cuerpo bajo de la torre, donde por último seubicó la capilla relicario, custodia y razón de ser dela edificación monástica desde su fundación en el si-glo XI por el rey García de Nájera (1053).

Si el inicio de las obras se concertó en mayo de

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Figura 7Igl.ª de S. Millán de Yuso. a) Reconstrucción hipotética dela sección transversal original por el primer tramo de lanave. b) Sección transversal actual por el segundo tramo dela nave

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1618,9 en agosto de 1622 se procedió al peritaje de lorealizado por parte de los canteros vizcaínos Domin-go de Alluitiz, Juan de Olate y, un tercer maestro ar-quitecto, Mateo de Astiazu (ASM 1622, f.60r.–61v.). En dos extensos informes detallaron al-gunos aspectos de la obra y aprobaron, en general, loconstruido hasta entonces, justificando la caída deuna bóveda y el antepecho del coro durante el proce-so constructivo, por razones de la ruina la primera yestar mal trabado el segundo, no siendo culpables losmaestros (AHN 1622, f. 15r.–23r.). Éstos firmaronun nuevo convenio con el convento en 1626, paraproseguir la fábrica de la zona norte, como la del sur,de modo que el tejado de las colaterales confluyeseen una misma corriente con la central, y elevar almismo nivel de ésta el crucero (ASM 1626, f.9r.–10v.). Tras la revisión comentada del estado delas obras en 1631 y el contrato del acabado conUrruela de 1633, el abad Hernando de Amescua sevio obligado a paralizar los trabajos, que fueron rea-nudados durante el abadiado de su sucesor Miguel deAndueza (1637–1641), pero no por Urruela, que sedesentendió del convenio, sino por el maestro arqui-tecto de Nájera Miguel Cenzano en 1639 (ASM1639, f. 71 r.–72 v.). Finalmente, en marzo de 1642el convento, liberado por la escritura de 1631 deconstruir la portada occidental que trazaran Pontón yOlate en 1617, contrató a los trasmeranos Pedro Ez-querra de Rojas y Francisco de la Iglesia para que larealizaran, siguiendo la traza de Juan Bautista de Ve-lasco (ASM 1642, f. 34 r.–37 v.).

Por tanto, la reforma consistió en la transforma-ción del modelo «hallenkirche» en una iglesia de unanave con capillas hornacinas profundas a menor altu-ra comunicadas entre sí, crucero ligeramente acusadode la misma altura de la nave y cabecera rectangular.Ésta quedó configurada por un amplio presbiterio cu-bierto con cúpula, flanqueado por capillas bajas aambos lados, abiertas a él y a la nave crucero, la ca-pilla mayor de testero plano con acceso a la plantabaja de la torre, o capilla camarín, situada tras él, ycapillas al norte y sur completando el rectángulo. Elmantenimiento de las crucerías del siglo XVI exis-tentes y la no conclusión del proyectado enmascara-miento de yesería de orden corintio, interrumpido deforma brusca en los frentes de los pilares torales ha-cia el crucero, probablemente por razones económi-cas, podrían hacer pensar en un alejamiento de laconcepción clasicista de los espacios resultantes tras

la reconstrucción. Sin embargo, este clasicismo seobserva en todo el perímetro exterior y convive deforma natural al interior con la rotunda espacialidadde la cruz del abovedamiento primitivo (fig. 8).10

LA CONSERVACIÓN

En 1665 se concluye el chapitel de la torre que su-pondrá la finalización del proceso de reconstrucciónde la iglesia de Yuso. A partir de entonces se docu-mentan contratos de ornato, amueblamiento y laboresde conservación, siendo las principales las llevadas acabo en 1750 consistentes en la reparación de la pa-red maestra de los pies y de la bóveda del coro alto,afectadas por la inestabilidad de esta parte del temploal ser insuficiente el contrarresto que proporcionabala sencilla fachada de poniente.11

Las desamortizaciones que se suceden durante elsiglo XIX implicarán el abandono intermitente delmonasterio hasta que en 1879 se establece definitiva-

Construcción, y conservación de la iglesia del Monasterio de San Millán 95

Figura 8Igl.ª de S. Millán de Yuso. Perspectiva cónica del interiordesde el presbiterio, a partir de modelo fotogramétrico en3D (Leandro Cámara y Pablo Latorre)

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mente la orden de Agustinos Recoletos que acomete-rá las primeras obras de rehabilitación propiamentedichas, con arreglo de cubiertas y blanqueo de laiglesia entre otras.

Durante el siglo XX se intervendrá de nuevo a lospies de la iglesia, siendo en 1966 Manuel Lorentequien trasdose de hormigón la bóveda del coro, ati-rantando el arco formero septentrional y recalzandoel muro y uno de los pilares. Tres años después, elmismo arquitecto sustituyó las cubiertas de la navecentral y crucero por otras con estructura metálicasobre zunchos de hormigón en la coronación de losmuros. En 1973, 1975 y 1978, Fernando Chuecacompletará la renovación de las cubiertas de la igle-sia, torre y otras dependencias del monasterio. En1983 y 1985 Manuel Manzano-Monis consolida labóveda del crucero entre otras reparaciones urgentesy, finalmente, en 1997 Esperanza Rabanaque y Aso-ciados actúan una vez más en los pies de la iglesia,con el cosido de las nervaduras de la bóveda delcoro, la construcción de un nuevo forjado con estruc-tura metálica y el recalce generalizado mediante pilo-tes de hormigón en masa.

En la actualidad se encuentran en curso de ejecu-ción las obras de restauración de las bóvedas de cru-cería de la nave y crucero a las que nos venimos refi-riendo, y que incluyen, además, la rehabilitación decubiertas y la restauración de la pila bautismal romá-nica y del basamento del pilar sur bajo el coro alto.

NOTAS

1. En 1997 la Consejería de Cultura del Gobierno de LaRioja adjudicó el Plan Director del monasterio de Yusoa los arquitectos Domingo García-Pozuelo y José Igna-cio Rodríguez. El mismo año, el Instituto de EstudiosRiojanos, bajo la coordinación de Ignacio Gíl-Díez, de-dicó a ambos monasterios el número 133 de su revistaBerceo y, en 1998, las Sextas Jornadas de Arte y Patri-monio Regional, a las que siguieron las Séptimas en2000, sobre el pintor fray Juan Andrés Rizi(1600–1681), con importante obra conservada en el deYuso, y al arte de su tiempo en La Rioja (Arrúe 2002;Reinares 2002). Entre 1999 y 2001 la Consejería deCultura encargó los «Estudios Previos y redacción delproyecto de ejecución de refuerzo estructural y/o res-tauración de la iglesia de la Asunción de Nª Sª en elmonasterio de San Millán de Yuso en San Millán de laCogolla (La Rioja)», al arquitecto Óscar Reinares y un

corpus de fuentes manuscritas a las historiadoras delarte Mª Jesús Martínez Ocio y Mª Cruz Navarro Bre-tón: «Estudio de fondos documentales relativos a losmonasterios de Suso y Yuso en San Millán de la Cogo-lla». En 2003 se abordó el «Proyecto de ejecución delas obras de restauración parcial (Fase I) de la iglesiade la Asunción de Nuestra Señora en el monasterio deSan Millán de Yuso en San Millán de la Cogolla (LaRioja)», dirigido por Óscar Reinares, adjudicado a CO-RESAL, y patrocinado por la Fundación San Millán dela Cogolla.

2. Las obras manuscritas de fray Andrés de Salazar y frayPlácido Romero, conservadas en el Archivo de San Mi-llán de la Cogolla, son fuentes imprescindibles para elconocimiento de su historia. Agradecemos las facilida-des para su consulta al padre archivero Juan BautistaOlarte, así como la amabilidad y el apoyo de los RR.PPAgustinos, que regentan en la actualidad el monasterio,en todos los trabajos que hemos realizado en sus de-pendencias.

3. Informe de Enrique Parra Crego, Dr. en CC. Químicas,«Análisis químico y estudio de la superposición de ca-pas de las pinturas murales de las bóvedas de la iglesiadel monasterio de Yuso en San Millán de la Cogolla(La Rioja)» redactado por CORESAL en 2003, dentrodel Proyecto de ejecución de las obras de restauraciónparcial (Fase I), citado en la nota 1.

4. En el contrato de 1633 que firma el monasterio para elacabado de las obras de reconstrucción con Juan deUrruela se documenta la reparación y blanqueo de loscascos: «se rrecorrerán las endazas y quievras, y algu-nos cruçeros que están caydos se forxarán de ladrillo yyesso, en confformidad de los demás, y los capuchos sevlanquearán de vlanco». De igual modo, se verifica elpincelado de la sillería: «Yten es condiçión que todoslos rrelieves, como son capiteles, alquitraue y cornixa,y arcos, formas, pies derechos, esconçes y capialzados,ynpostas, rrepisas y xarjamentos, enffaxamentos de ca-pillas, pilastras y colunas, con todo lo demás que fuererrelebado y convenga a todo ello, se aya de dar y de co-lor de piedra finxida, y todo se pinzelará en forma desillería» (AHPLR 1633, fols. 3 r.–12 r.). Otros tresblanqueos generales de la iglesia se llevaron a caboposteriormente: en 1760, en 1790 (AHN 1760; AHN1790) y entre 1879 y 1880 (Hermosilla 1983,103–104). El enlucido azul podría corresponder a cual-quiera de estos momentos. También se documenta unalimpieza de las bóvedas y paredes de la iglesia en 1760,mediante el izado con una maroma de un oficial dentrode un cestón (AHN 1760, Lib. 6035).

5. En él las juntas siguen la línea de las generatrices de lassuperficies regladas. Son diversos los estudios referidosal sistema de despiece de la estereotomía, cabe citar,

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entre otros los de Javier Gómez y Enrique Rabasa (Gó-mez 1998, 158–159; Rabasa 2000, 65–96).

6. Informe redactado por LABEIN en 2000, dentro de losEstudios Previos y redacción del proyecto de ejecuciónde refuerzo estructural y/o restauración de la iglesia, ci-tado en nota 1.

7. Sabemos por el padre Romero que durante el procesode construcción, en agosto de 1529 y mayo de 1532,tuvieron lugar fuertes tormentas (a las que se refierecomo el terremoto venido de Suso), que provocaron lainundación de la iglesia nueva y múltiples daños esti-mados en seis mil ducados (Romero XVIII, 363–364).

8. Olate añadió a esta condición una menor anchura y ma-yor altura de la cámara (0,84 × 1,96 m alto aprox.) parafacilitar su limpieza, un aumento del grosor de la paredcontra el terreno (de 0,56 a 1,35 m aprox.) y el uso dela toba en lugar del ladrillo para la bóveda, así como labuena corriente de la zanja, con una longitud de 110varas reales, algo más de 92 m. Para la segunda zanjaestimó un grosor de paredes algo menor, entre 1,12 m y0,56 m aprox. (ASM, 1617, f. 51r–53v).

9. Con los canteros de Noja Mateo y Pedro Alonso de Pe-droso, Pedro y Juan Gómez de Riz, y Andrés de Bote-ro, quienes desmontarían los muros de la cabecera(ASM 1618, f. 78r.–79 v.).

10. La solución adoptada en San Millán viene a ser la mis-ma que la proyectada en el siglo XIX en la «hallenkir-che» de Leciñena (Zaragoza) con problemas similaresde desplome. En ella el arquitecto diocesano Pedro Es-teban y Romeo propuso en 1859 rebajar la altura de lasnaves laterales y reforzar con muros el espacio entreestribos y columnas exentas, abriendo vanos de comu-nicación entre las capillas así formadas, aunque, dadala época, diseñó arcos apuntados de imitación gótica(Pano e Ibáñez 2003, 46–49; Arrúe 2004, 145).

11. Para esta obra dieron su parecer un lego maestro deobras del monasterio de Oña, que hizo una planta,Francisco Basteguieta, maestro de la catedral de Bur-gos, quien la inició, y el maestro Ignacio Lejalde (AHN1750).

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