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52 LETANIAS DE SAN JOSÉ (*Aprobadas el 21 de marzo de 1935 por el Papa Pio XI) -Señor, ten piedad de nosotros. -Cristo, ten piedad de nosotros. -Señor, ten piedad de nosotros. -Cristo, óyenos. -Cristo, escúchanos. -Dios, Padre celestial -Dios Hijo, Redentor del mundo -Dios Espíritu Santo -Santa Trinidad, un solo Dios -Santa María -San José *Ilustre descendiente de David *Luz de los patriarcas *Esposo de la Madre de Dios *Custodio purísimo de la Virgen *Nutricio del Hijo de Dios *Diligente defensor de Cristo *Jefe de la Sagrada Familia *José justo *José casto *José prudente *José fuerte *José obediente *José fiel *Espejo de paciencia *Amante de la pobreza *Modelo de obreros *Gloria de la vida doméstica *Custodio de vírgenes *Sostén de las familias *Consuelo de los desdichados *Esperanza de los enfermos *Patrono de los moribundos *Terror de los demonios *Protector de la Santa Iglesia Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo 1 CONOZCAMOS A SAN JOSÉ ESPOSO DE LA VIRGEN MARIA «Al igual que cuidó amorosamente a María y se dedicó con gozoso empeño a la educación de Jesucristo, también custodia y protege su cuerpo místico, la Iglesia, de la que la Virgen Santa es figura y modelo» (Exhortación Apostólica Redemptoris Custos, No.1). CONTENIDO : 1- INTRODUCCIÓN P2 2- BIOGRAFIA DE SAN JOSÉ P6 3- LO QUE SABEMOS DE SAN JOSÉ P12 4- SAN JOSÉ ESPOSO DE MARÍA Y A QUIEN JESUS LLAMABA “PADRE” P14 5- LA UNION VIRGINAL DE MARÍA Y JOSÉ P16 6- AMOR VIRGINAL DE SAN JOSÉ P19 7- EL CORAZÓN DE SAN JOSÉ UNIDO AL CORAZÓN DE JESÚS Y MARIA P24 8– SANTIDAD Y DEVOCIÓN A SAN JOSÉ P29 9- PATERNIDAD Y CULTO A SAN JOSÉ P30 10- CURIOSIDADES SOBRE SAN JOSÉ P33 11- SAN JOSÉ EN EL MILAGRO DEL SOL DE FÁTIMA P33 12- PATRONAZGO DE SAN JOSÉ P35 13- SAN JOSÉ PATRONO DE LA VIDA RELIGIOSA P38 14- ANTIGUA ORACION A SAN JOSÉ P51 15- LETANIAS DE SAN JOSÉ P52 www.agentedepastoral.wordpress.com

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LETANIAS DE SAN JOSÉ (*Aprobadas el 21 de marzo de 1935 por el Papa Pio XI) -Señor, ten piedad de nosotros. -Cristo, ten piedad de nosotros. -Señor, ten piedad de nosotros. -Cristo, óyenos. -Cristo, escúchanos. -Dios, Padre celestial -Dios Hijo, Redentor del mundo -Dios Espíritu Santo -Santa Trinidad, un solo Dios -Santa María -San José *Ilustre descendiente de David *Luz de los patriarcas *Esposo de la Madre de Dios *Custodio purísimo de la Virgen *Nutricio del Hijo de Dios *Diligente defensor de Cristo *Jefe de la Sagrada Familia *José justo *José casto *José prudente *José fuerte *José obediente *José fiel *Espejo de paciencia *Amante de la pobreza *Modelo de obreros *Gloria de la vida doméstica *Custodio de vírgenes *Sostén de las familias *Consuelo de los desdichados *Esperanza de los enfermos *Patrono de los moribundos *Terror de los demonios *Protector de la Santa Iglesia Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo

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CONOZCAMOS A SAN JOSÉ

ESPOSO DE LA VIRGEN MARIA

«Al igual que cuidó

amorosamente a María y se dedicó con gozoso empeño a la

educación de Jesucristo, también custodia y protege su cuerpo místico, la Iglesia, de la que la Virgen Santa es figura y

modelo» (Exhortación Apostólica Redemptoris

Custos, No.1).

CONTENIDO : 1- INTRODUCCIÓN P2 2- BIOGRAFIA DE SAN JOSÉ P6 3- LO QUE SABEMOS DE SAN JOSÉ P12 4- SAN JOSÉ ESPOSO DE MARÍA Y A QUIEN JESUS LLAMABA “PADRE” P14 5- LA UNION VIRGINAL DE MARÍA Y JOSÉ P16 6- AMOR VIRGINAL DE SAN JOSÉ P19 7- EL CORAZÓN DE SAN JOSÉ UNIDO AL CORAZÓN DE JESÚS Y MARIA P24 8– SANTIDAD Y DEVOCIÓN A SAN JOSÉ P29 9- PATERNIDAD Y CULTO A SAN JOSÉ P30 10- CURIOSIDADES SOBRE SAN JOSÉ P33 11- SAN JOSÉ EN EL MILAGRO DEL SOL DE FÁTIMA P33 12- PATRONAZGO DE SAN JOSÉ P35 13- SAN JOSÉ PATRONO DE LA VIDA RELIGIOSA P38 14- ANTIGUA ORACION A SAN JOSÉ P51 15- LETANIAS DE SAN JOSÉ P52

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1- INTRODUCCIÓN Según diversos textos del nuevo testamento, San José es el esposo de María, la madre de Jesús de Nazaret y, por tanto, padre putativo de Jesús. Según el Evangelio de Mateo, era de oficio artesano (Mateo 13:55a), lo que ya en los primeros siglos del cristianismo se concretó en carpintero, profesión que habría enseñado a su hijo, de quien igualmente se indica que era "artesano" (Marcos 6:3a).

Era de condición humilde, aunque las genealogías de Mateo 1, 1-17 y Lucas 3, 23-38. lo presentan como perteneciente a la estirpe del rey David. Se ignora la fecha de su muerte, aunque se acepta que José de Nazaret murió cuando Jesucristo tenía más de 12 años pero antes del inicio de su predicación. El Evangelio de Lucas menciona a «los padres» de Jesús cuando éste ya cuenta con 12 años (Lucas 2, 41-50), pero no se menciona a José de Nazaret en los evangelios sinópticos durante el ministerio público de Jesús, por lo que se presume que murió antes de que ésto tuviera lugar. Las Escrituras señalan a José como «justo» (Mateo 1, 19), que implica su fidelidad a la Torá y su santidad. La figura de José fue contemplada y admirada por diversos Padres y Doctores de la Iglesia y es hoy objeto de estudio de una rama particular de la teología, la Josefología. La exhortación apostólica "Redemptoris custos", escrita por Juan Pablo II y publicada el 15 de agosto de 1989, es considerada la carta magna de la teología de San José.

1.1. José de Nazaret en el Nuevo Testamento Según el Evangelio de Lucas José era hijo de Helí o Elí (Lucas 3, 23). Según el Evangelio de Mateo Jacob fue padre de José (Mateo 1, 16). El Evangelio de Mateo 1, 18-24 muestra parte del drama que vivió José de Nazaret al saber que María estaba embarazada. Iba a repudiarla, en secreto porque era hombre justo, porque no quería que fuera apedreada según lo dispuesto en la Torá (Deuteronomio 22, 20-21). La Escuela bíblica y arqueológica francesa de Jerusalén interpreta que la justicia de José consistió en no querer encubrir con su nombre a un niño cuyo padre ignoraba, pero también en que, convencido de la virtud de María, se negaba a entregarla al riguroso procedimiento de la ley de Moisés.

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ancianos, los sacerdotes, los consagrados (as), los migrantes, los pobres, los trabajadores, los educadores, las mujeres, los laicos,... .porque todos encuentran un lugar preferencial en su corazón, pues él conoció las realidades que ellos experimentan diariamente, cuando vivió al lado de Jesús y de María sirviéndolos por amor.

14- ANTIGUA ORACION A SAN JOSE

(Esta oración fue encontrada en el año 50 de nuestro señor. En el año 1505 el Papa envió esta nota al emperador cuando este esta-ba en camino a una batalla: “Quien diga esta oración, la escuche o la lleve en su persona no morirá de muerte repentina, ni se ahoga-rá, ni le afectará ningún veneno; tampoco caerá en manos del enemigo, no será quemado en el fuego o perecerá en batalla”. Re-zarla por nueve mañanas consecutivas por lo que se pida, rara-mente ha fallado).

“OH SAN JOSÉ, CUYA PROTECCIÓN ES TAN GRANDE, TAN PODEROSA Y EFICAZ ANTE EL TRONO DE DIOS. EN TUS MANOS ENTREGO TODOS MIS INTERESES Y MIS DESEOS. OH SAN JOSÉ, AYÚDAME CON TU PODEROSA IN-TERCESIÓN. OBTÉN PARA MÍ, DE TU DIVINO HIJO, NUES-TRO SEÑOR, TODAS LAS BENDICIONES ESPIRITUALES QUE NECESITO. A FIN DE QUE, HABIENDO CONSEGUIDO, AQUÍ EN LA TIERRA LA AYUDA DE TU PO-DER CELESTIAL, PUEDA OFRECER MI GRATITUD Y HOMENAJE AL PADRE MAS AMOROSO. OH SAN JOSÉ, NUNCA ME CANSARÉ DE CONTEMPLARTE CON EL NIÑO JESÚS DORMIDO EN TUS BRAZOS. NO ME ATREVO A ACERCARME MIENTRAS EL NIÑO JESÚS REPO-SA SOBRE TU CORAZÓN. ABRÁZALE FUERTEMENTE EN MI NOMBRE; Y DE PARTE MÍA, BESA SU FINA Y DELICADA CABECITA. LUEGO, SUPLÍCALE QUE ME DEVUELVA ESE BESO A LA HORA DE MI ÚLTIMO SUSPIRO. SAN JOSÉ, PATRONO DE LOS MORIBUNDOS, RUEGA POR NOSOTROS. AMÉN”.

Material preparado por Camilo Acosta Agente de Pastoral - Parroquia San José Obrero

Soyapango, San Salvador, El Salvador 1ro de Mayo, 2018, 1ra edición

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pascual, sangre de la alianza que hace fecunda la misión, dulce nombre impuesto por la autoridad paterna de José: “no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres por el que nosotros debamos salvarnos” (Hch 4, 12). Por eso, los consagrados (as) cumplen su misión invocando y anunciando el Nombre de Jesús, “Dios con nosotros”, y difundiendo su Reino, y san José desde el cielo mira complacido esa misión evangelizadora y santificadora de los consagrados y les muestra su patrocinio. Cuando Jesús es presentado al Templo por María y José, el anciano Simeón toma al Niño en sus brazos y lo proclama como “Luz de las naciones” y anuncia los futuros sufrimientos de Cristo, en los que María y José van a participar. El Señor quiso darles a probar anticipadamente su pasión, pero también la alegría de su gloria. Muchos han interpretado la huida de Egipto como un hecho misionero: José lleva a Jesús a Egipto, tierra de paganos, y cumple la profecía de Isaías: “Allá va Yavé cabalgando sobre nube ligera y entra en Egipto, se tambalean los ídolos de Egipto... Será conocido Yavé de Egipto y conocerá Egipto a Yavé aquel día... Se convertirán a Yavé y Él será propicio y los curará” (Is 19, 1. 21-22). Si el nombre de José significa “aumento”, la misión de san José, al alimentar y proteger a Cristo, contribuye verdaderamente al aumento y crecimiento del Pueblo de Dios, a través de la Iglesia misionera. Por eso, no es extraño que muchos Institutos de vida consagrada, conscientes de su pertenencia a la Iglesia misionera, hayan optado por abrir casas de misión en países no cristianos, poniéndolas bajo el patrocinio de san José, a quien invocan como “Protector de las misiones”, “San José de la Misión”,… Los consagrados (as) pueden invocar a san José y encomendarle su vida y sus obras apostólicas, sabiendo que él escuchará desde el cielo sus súplicas y bendecirá con abundantes frutos su labor evangelizadora y misionera en favor de las familias, los jóvenes, los niños, los matrimonios, los

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Según el Evangelio de Mateo, el ángel del Señor le manifestó en sueños que ella, concibió por obra del Espíritu Santo y que su hijo «salvaría a su pueblo de sus pecados», por lo que José aceptó a María (Mateo 1, 20-24). Luego, antes que Herodes I el Grande ordenara matar a los niños menores de dos años de Belén y de toda la comarca, José tomó al niño Jesús y a su madre y huyó a Egipto (Mateo 2, 13-18). Al morir Herodes, José entró nuevamente con el niño y su madre en tierra de Israel pero, al enterarse de que Arquelao, hijo de Herodes el Grande, reinaba en Judea, tuvo miedo de ir allí y se retiró a la región de Galilea, a Nazaret (Mateo 2, 19-23). Según el Evangelio de Lucas, Nazaret había sido el lugar de residencia de María, ya desposada con José, cuando acaeció la Anunciación (Lucas 1, 26-38).

1.2. Significado del nombre, y oficio de San José José (o Joseph en su transcripción arcaica al español, usada hasta inicios del s. XIX) es un nombre masculino de origen hebreo que deriva de yôsef «añada», del verbo lehosif «añadir». La explicación del significado de este nombre se encuentra en el libro del Génesis. Entonces se acordó Dios de Raquel. Dios la oyó y abrió su seno, y ella concibió y dio a luz a un hijo. Y dijo: «Ha quitado Dios mi afrenta.» y le llamó José, como diciendo: «Añádeme YHWH otro hijo.» Génesis 30,22-24. El hecho de que José de Nazaret sea mencionado como padre putativo de Jesús, habría dado lugar en castellano al acrónimo Pepe, resultante del conjunto de ambas iniciales. Sin embargo otros piensan que se trata de una versión reducida de Jusepe (antigua versión del nombre en español). El Evangelio de Mateo en griego señala que Jesús de Nazaret era «hijo del artesano» (Mateo 13:55a) y el Evangelio de Marcos expresa que a Jesús mismo le hacían de ese oficio: «¿No es éste el artesano?» (Marcos 6:3). El término griego usado en ambos casos, no corresponde específicamente a «carpintero», sino a «artesano», a «obrero», aunque más frecuentemente se diga de José que era carpintero. De hecho, así se lo suele traducir en la mayoría de las Biblias, incluyendo la Biblia de Jerusalén: «¿No es éste (Jesús) el hijo del carpintero?» (Mateo 13:55a).

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1.3. José de Nazaret en la Patrística Los Padres de la Iglesia fueron los primeros en retomar el tema de José de Nazaret. San Ireneo de Lyon señaló que José, al igual que cuidó amorosamente a María y se dedicó con gozoso empeño a la educación de Jesucristo, también custodia y protege su cuerpo místico, la Iglesia, de la que la María es figura y modelo. A San Ireneo se sumó San Efrén de Siria con un sermón laudatorio, San Juan Crisóstomo, San Jerónimo de Estridón, y San Agustín de Hipona, quien apuntó de forma taxativa refiriéndose a José y a María: “Lo que el Espíritu Santo ha obrado, lo ha obrado para los dos. Justo es el hombre, justa es la mujer. El Espíritu Santo, apoyándose en la justicia de los dos, dio un hijo a ambos” (San Agustín, Serm. 51, c. 20). De acuerdo con San Hegesipo, el hermano de José era Cleofás, padre de Simeón. El obispo de Salamina, Epifanio agrega que José y Cleofás serían hermanos, hijos de Jacob.

1.4. San José en la Iglesia católica Numerosos autores cristianos, varios de ellos doctores de la Iglesia, se refirieron a lo largo de la historia a San José de Nazaret (Beda el Venerable, Bernardo de Claraval, Tomás de Aquino en su Summa Theologiae, 3, q. 29, a. 2 in c). El Papa Sixto IV (1471-1484) introdujo la festividad de San José en el Calendario romano, y el Papa Inocencio VIII (1484-1492) la elevó a rito doble. El Papa Juan XXIII en 1962 incorporó su nombre al Misal, al Canon Romano. También desde el comienzo de la Orden de Frailes Menores, los franciscanos se interesaron en San José de Nazaret como modelo único de paternidad. Distintos escritores franciscanos desde el siglo XIII al XV (Buenaventura de Fidanza, Juan Duns Scoto, Pedro Juan Olivi, Ubertino da Casale, Bernardino de Siena, y Bernardino de Feltre) fueron sugiriendo progresivamente cómo José de Nazaret podría convertirse en un modelo de fidelidad, de humildad, pobreza y obediencia para los seguidores de Francisco de Asís. Sin embargo, fue Santa Teresa de Ávila quien dio a la devoción a San José el apoyo definitivo en el siglo XVI. Esta mística española relata su experiencia personal referida a San José de Nazaret en su "Libro de la Vida".

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La misión de los Institutos de vida consagrada está en íntima relación con su carisma y espíritu, y responde a la naturaleza de la Iglesia, apostólica y misionera. Alguien puede pensar que es difícil considerar a san José como modelo de la misión y del apostolado de la vida consagrada si la actuación de san José se desarrolló en el silencio de Nazaret y antes de que Jesús iniciara su vida pública. Sin embargo, el patrocinio de san José sobre la misión actual de la Iglesia y de los Institutos religiosos no tiene su razón de ser por el hecho de que él haya realizado algún apostolado externo, sino porque preparó la misión de Jesús alimentándolo, cuidándolo y educándolo desde la infancia, adolescencia y juventud, hasta la edad adulta. San José se dedicó como padre a hacer posible el crecimiento de Jesús hasta la madurez corporal para que a su tiempo pudiera realizar su obra evangelizadora y redentora. Y en esto, hay una semejanza admirable con el apostolado de los religiosos y de todos los consagrados, porque “según la vocación propia de cada uno, les incumbe el deber de trabajar fervorosa y diligentemente en la edificación e incremento de todo el Cuerpo místico de Cristo” (Congregac para la Doc de la Fé 33). Todos sabemos que “antes que en las obras exteriores, la misión se lleva a cabo en el hacer presente a Cristo en el mundo mediante el testimonio personal. ¡Este es el reto, éste es el quehacer principal de la vida consagrada” (VC 72), como fue el quehacer principal de san José. 13.8. Conclusión Si recorremos la vida de san José al servicio de Cristo tal como nos la presentan los Evangelios, descubrimos una dimensión apostólica y misionera en varios de los hechos ahí narrados, que ofrecen al consagrado una clara inspiración de su misión. Mencionemos brevemente algunos: A José se le revela la concepción virginal de Cristo y se le manda que le imponga el nombre de Jesús, que quiere decir Salvador, porque Él salvará a su pueblo de sus pecados. A los ochos días de nacido, José cumple con este mandato y le impone al Niño el nombre de Jesús y recibe su primera sangre derramada: Dolor y gozo, preludio de salvación

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13.7. Espiritualidad

De esta unión con Jesús, fluye toda la vida de la gracia que fortalece al consagrado para vivir su compromiso con Cristo y con la Iglesia en la práctica de las virtudes: la fe, la esperanza y la caridad; la humildad y obediencia, la fortaleza y castidad. Si el consagrado debe tener en sus manos diariamente la Sagrada Escritura, para adquirir el ‘sublime conocimiento de Jesucristo’ (PC 6), contemple a san José que tiene en sus manos al “Verbo eterno de Dios, hecho hombre”.

Si busca alimentar su vida espiritual con la Eucaristía, escuche el “Vayan a José”, pues él ofrece el Pan de la vida al pueblo necesitado (Gén 41, 55; Jn 6, 42). Si desea encontrar un “Maestro de oración”, acuda a san José, el mayor de los santos, porque tiene en su casa y en su taller de trabajo al mismo Hijo de Dios, en una experiencia cotidiana de Dios al estar junto a Jesús.

Si sufre, ofrezca al Señor su dolor y considere que Cristo lo asocia a su misterio pascual de muerte y resurrección para dar la vida al mundo; y sepa que los sufrimientos de san José al lado de Jesús y de María no son un castigo sino amor entrañable de Dios. Porque el dolor en realidad es momentáneo y viene enseguida el gozo; “Sufrimos con Él, para ser también con Él glorificados (Rm 8, 17). Si san José fue un varón justo y estuvo siempre unido a Dios, su dolor se explica en el contexto de la redención.

El dolor de José está unido al dolor de su hijo Jesús por la salvación del mundo. Dios quiso probarlo con dolores y sufrimientos (dudas, pobreza, derramamiento de sangre, anuncio de la pasión, persecución, temores, separación) para darle después la alegría de la Pascua, y lo hizo pasar de la duda a la seguridad de su misión paternal; de la pobreza a la posesión de Cristo, su tesoro; de la sangre derramada a la miel del nombre de Jesús; del anuncio profético de pasión y muerte a la certeza de la salvación humana; de la persecución y huida a la liberación de los peligros; del temor de un rey sanguinario a la tranquilidad y paz del hogar nazaretano; de la búsqueda angustiosa la posesión total de Jesucristo.

Estos “dolores y gozos” de san José son su participación anticipada en el misterio pascual de Jesús, y al mismo tiempo, son el modelo para el consagrado en el camino de su fidelidad a Dios y de su vida espiritual.

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En 1889, el Papa León XIII publicó la encíclica "Quamquam pluries" acerca de San José, y en 1989, al cumplirse su centenario, el papa Juan Pablo II le dedicó la exhortación apostólica "Redemptoris custos".

En ocasión del inicio de su ministerio petrino en la solemnidad de San José de 2013, el papa Francisco refirió en su homilía los alcances de la custodia que en la Iglesia católica se atribuye a este santo.

José de Nazaret fue declarado patrono de la familia y es considerado por antonomasia el patrono de la buena muerte, atribuyéndosele el haber muerto en brazos de Jesús y de María.

El papa Pío IX lo proclamó en 1870 patrono de la Iglesia universal. Debido a su trabajo de carpintero es considerado patrono del trabajo, especialmente de los obreros, por dictamen de Pío XII en 1955, que quiso darle connotación cristiana a la efeméride del Día internacional de los trabajadores.

La Iglesia católica lo ha declarado también protector contra la duda y el papa Benedicto XV lo declaró además patrono contra el comunismo y la relajación moral. Ha sido proclamado patrono de América, China, Canadá, Corea, México, Austria, Bélgica, Bohemia, Croacia, Perú y Vietnam. 1.5. San José en la Sagrada Familia José constituye uno de los tres pilares que componen la familia cristiana modelo, tanto en su aspecto interno (en las relaciones entre los distintos miembros que la integran) como en el externo (la familia en la sociedad). Se puede afirmar que José no era padre adoptivo en sentido estricto pues no hubo ninguna adopción, ningún negocio jurídico equivalente a ello. José fue la persona que, según la tradición cristiana, Dios eligió para constituir una familia para Jesús. Y tal familia se caracterizó por sólo tres elementos, destacando que de ellos, José asumió el rol paterno. San José, un hombre justo, se caracterizó en sus relaciones familiares, por dar un trato de máximo respeto y apoyo a María y por servir de modelo, por voluntad de Dios, a Jesús. Son estas notas las que constituyen el aspecto fundamental de la familia cristiana vista internamente.

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Y nos llevan a afirmar que San José es una de las figuras centrales del cristianismo, un hombre excepcional.

2- BIOGRAFIA SAN JOSE (Enciclopedia Católica)

2.1. Las fuentes de información sobre san José Las principales fuentes de información acerca de la vida de San José son los primeros capítulos de nuestros primer y tercer Evangelios; estas también son prácticamente las únicas fuentes confiables, ya que mientras que tanto en la vida del santo patriarca así como en varios otros temas relacionados con la historia del Salvador que fueron dejados sin tratar por los escritos canónicos, la literatura apócrifa está llena de detalles, la no admisión de dichos trabajos dentro del Cuerpo del Canon de las Sagradas Escrituras lanza una fuerte sospecha sobre sus contenidos y aún cuando se pueda dar por acordado que varios de dichos hechos así recopilados puedan estar fundados en tradiciones confiables, en la mayoría de los casos es casi imposible discernir y tamizar tales partículas de verdadera historia de entre los componentes imaginarios con los cuales están asociados. Entre dichas producciones apócrifas tratando más o menos vastamente algunos episodios de la vida de San José pueden destacarse el así llamado “Evangelio de Santiago”, el “Pseudo-Mateo”, el “Evangelio de la Natividad de la Virgen María”, la “Historia de José, el Carpintero”, y la “Vida de la Virgen y Muerte de José”.

2.2. Genealogía de San José San Mateo (1:16) llama a San José como el hijo de Jacob, de acuerdo con San Lucas (3:23), Elí fue su padre. Este no es el lugar apropiado para recitar los distintos y variados esfuerzos en resolver las irritantes incógnitas que surgen de las divergencias entre ambas genealogías, ni tampoco es necesario puntualizar las explicaciones que mejor responden a todos los requerimientos del problema (ver Genealogía de Cristo), es suficiente con recordar que, contrariamente a lo que fuese anteriormente afirmado, los escritores más modernos admiten prestamente que en ambos documentos poseemos la genealogía de José, y que es bastante factible conciliar ambos datos. 47

Jesús, el Hijo de Dios Padre, es también el Hijo de María, confiado al amor paternal de José. José fue llamado para hacer las veces de padre para con Jesús, pero también para hacer las veces del Padre, por su autoridad en la Familia de Nazaret. Por eso, la unidad de la Sagrada Familia es la luz que ilumina la vida comunitaria y fraterna de los consagrados (as). Jesús, que prometió estar en medio de los que están unidos en su nombre (Mt 18, 20), está presente en medio de María y de José, y está presente en la Iglesia y en cada familia religiosa. La Iglesia, misterio de comunión, porque une a los hombres con Dios y también une a los hermanos entre sí, es la prolongación de la Sagrada Familia, y por tanto, el jefe de esta Familia es, con toda razón ahora (y así lo proclamó el Papa), el Patrono y Protector de toda la Iglesia, y Padre, por amor, de las comunidades religiosas. La Iglesia sigue invitando a los consagrados (as) que buscan alimentar la unidad y la fraternidad de sus comunidades, con las palabras del antiguo Faraón de Egipto: “Vayan a José, hagan lo que él les diga” (Gén 41, 55). En Nazaret, tienen los consagrados el modelo de su unidad. Los treinta años de convivencia familiar, sobre todo después del regreso de Egipto y su establecimiento en Nazaret, constituyen la vida gozosa y tranquila de la Sagrada Familia, en un hogar donde todo es unidad, amor recíproco, oración, trabajo, respeto, confianza, comunicación, sencillez, silencio interior, y todas las virtudes domésticas, que invitan a la santidad personal y comunitaria. “Nazaret es la escuela donde empieza a entenderse la vida de Jesús, es la escuela donde se inicia el conocimiento de su Evangelio” (Pablo VI, Alocución en Nazaret, 5 de enero de 1964). En Nazaret se encuentran todos los valores de la vida consagrada, y el consagrado que quiera vivir en plenitud su vocación tiene que dirigir su mirada hacia ese santuario nazaretano donde reina la paz y la unidad, y dejar que su luz se proyecte sobre la vivencia diaria de la comunión fraterna.

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Jesús y María, por su parte, se someten con amor a la autoridad de José y le obedecen. En esta autoridad que Dios le concedió a José, la Iglesia ha reconocido la razón de ser de su Patrocinio sobre ella y sobre los que en su seno se consagran a Dios en la obediencia. José es, pues, obediente a Dios, y al mismo tiempo, cumple su oficio como autoridad, sirviendo con amor a Jesús y a María: “José, obediente al Espíritu, encontró justamente en Él la fuente del amor” (RC n.19). La Liturgia del 19 de marzo, fiesta de san José, presenta (2ª lectura de la Misa) la fe de Abraham como figura de la fe inquebrantable de José, que lo llevó a aceptar con obediencia la voluntad de Dios y recibir en su casa a María, su esposa, encontrándose así la fe de María con la fe de José. Lo que él hizo es genuina “obediencia de la fe” (RC n.4). El consagrado (a), a través de su obediencia, se encuentra con la fé de María y la fé de José, y se siente fortalecido por éstas. El voto de obediencia tiene como fuente la fé en Dios del consagrado, que se confía libre y totalmente a Él, y por Él acepta la obediencia a sus superiores (as), a semejanza de José, varón justo, humilde y obediente, que aceptó la voluntad de Dios que se le manifestaba en sueños, o en las leyes civiles o religiosas, o en las circunstancias a veces dolorosas de la vida ordinaria. 13.6. Fraternidad La unidad se vive en familia, y es la que ahora sostiene y anima a las comunidades religiosas. Buscando un modelo, muchos consagrados (as) han vuelto sus ojos a Nazaret y han elegido a san José, esposo de María, padre virginal de Jesús y jefe de la Sagrada Familia, como intercesor de su unidad, porque también es, desde hace casi 140 años, el Patrono y Protector de la Iglesia Universal. Desde luego que el modelo supremo de la unidad eclesial y de la vida consagrada es la Santísima Trinidad, y por eso podemos decir con razón que “la vida consagrada es anuncio de lo que el Padre, por medio del Hijo, en el Espíritu, realiza con su amor, su bondad y su belleza” (VC 20). Este misterio inefable de nuestro Dios Uno y Trino tiene su expresión visible en la Sagrada Familia, verdadera Trinidad de la tierra.

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2.3. Lugar de residencia de San José En todo caso, Bethlehem, -Belen- la ciudad de David y sus descendientes, aparenta haber sido el lugar de nacimiento de José. Cuando, sin embargo, la historia del Evangelio comienza, unos pocos meses antes de la Anunciación, José era situado en Nazaret. Cuándo y por qué él abandonó su tierra natal para radicarse por sí mismo en Galilea no ha sido averiguado; algunos suponen -y la suposición no es de ningún modo improbable- que las entonces humildes circunstancias de la familia y la necesidad de ganarse la vida pueden haber motivado el cambio. San José, por cierto, fue un tekton, como podemos aprender en Mateo 13:55, y Marcos 6:3. Esta palabra significa tanto mecánico en general como carpintero en particular; San Justino se inclina por la última acepción (Dial. cum Tryph., lxxxviii, in P.G., VI, 688), y la tradición ha aceptado esta interpretación, la cual es seguida por la Biblia Inglesa.

2.4. El matrimonio de San José Es probablemente en Nazaret que José comprometió y desposó a aquella que sería luego la Madre de Dios. Cuándo el matrimonio tuvo lugar, si antes o después de la Encarnación, no es materia fácil de establecer, y en este punto los maestros de la exégesis han disentido en todo tiempo. La mayoría de los intérpretes modernos, siguiendo las huellas de Santo Tomás, entienden que, para la época de la Anunciación, la Santísima Virgen estaba solamente comprometida con José; tal como Santo Tomás informa, esta interpretación se adapta mejor a todos los datos evangélicos. No será poco interesante de recordar acá, a pesar de lo poco confiable que son, las extensas historias concernientes al matrimonio de San José que podemos encontrar en los escritos apócrifos que dicen que cuando contaba con cuarenta años de edad, José desposó a una mujer llamada Melcha o Escha para algunos, Salomé para otros, con quien convivió cuarenta y nueve años y con quien tuvo seis chicos, dos hijas y cuatro hijos, el menor de los cuales fue Santiago (el Menor, llamado “el hermano del Señor”).

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Un año después de la muerte de su esposa, cuando los sacerdotes anunciaron por toda la Judea que ellos deseaban encontrar en la tribu de Judá algún hombre respetable para desposar a María, de entonces doce a catorce años de edad, José, quien ya tenía en dicho momento noventa años, fue a Jerusalén entre los candidatos, un milagro manifestó la elección de José realizada por Dios, y dos años después la Anunciación tuvo lugar. Estos “sueños”, como los caracteriza San Jerónimo, a partir de los cuales varios artistas Cristianos han dibujado su inspiración (ver, por ejemplo, “Los Esponsales de la Virgen” de Rafael), están viciados en su autoridad; a pesar de ello adquirieron con el correr de los años cierta popularidad, en ellos algunos escritores eclesiásticos buscaban la respuesta a la bien conocida dificultad surgida a partir de la mención en los Evangelios de “los hermanos del Señor”, de ellos también la credulidad popular, contrariamente a toda probabilidad así como también a la tradición atestiguada por viejos trabajos artísticos, ha retenido la creencia de que San José era un hombre anciano en el momento de su matrimonio con la Madre de Dios. 2.5.Figura de San José en La Encarnación de Jesus Este matrimonio, verdadero y completo, estaba pensado, en la intención de los esposos, para ser un matrimonio virginal (cf. St. Aug., “De cons. Evang.”, II, i in P.L. XXXIV, 1071-72; “Cont. Julian.”, V, xii, 45 in P.L.. XLIV, 810; St. Thomas, III:28; III:29:2). Pero pronto, la fe de José en su esposa iba a ser dolorosamente probada: ella iba a tener un hijo. Pese a lo doloroso que el descubrimiento debió haber sido para él, sin conciencia de lo que significaba el misterio de la Encarnación, sus delicados sentimientos le prohibieron a sí mismo difamar a su prometida, y resolvió “abandonarla en secreto; pero mientras pensaba en dichas cosas, el ángel del Señor se le apareció en sueños, diciendo: José, hijo de David, no temas recibir a María como esposa, ya que lo que ha sido concebido en ella, es obra del Espíritu Santo. Y José, levantándose de su sueño, hizo tal como el ángel del Señor le encomendó y la tomó por esposa” (Mateo 1:19, 20, 24).

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Familia de Nazaret, ejemplar modelo, por su humildad, sencillez y pobreza, por su unidad y por su amor, de toda comunidad consagrada, que habiéndolo dejado todo, encuentran su tesoro en Cristo Jesús, que vive en medio de ellos. 13.5. Obediencia Jesus se somete a a la autoridad de sus padres: “Bajó con ellos a Nazaret, y vivía sujeto a ellos” (Lc 2, 51). María, en la Anunciación, se reconoce la esclava del Señor, para obedecer con amor la Voluntad de Dios, pero también, como esposa, obedece a José y colabora con él en la vida diaria para alimentar y educar a Jesús. Y aquí brilla también el ejemplo de san José, siempre atento a los mensajes directos que Dios le comunica en sueños, pero también, siempre obediente a las disposiciones de la autoridad civil (Censo en Belén, Lc 2, 1-5) y de la ley religiosa de Israel (Circuncisión, Presentación en el templo, celebración de la Pascua: Lc 2, 21-24. 41-42). Así, los consagrados (as) saben que su obediencia fundamental es a Dios, cuya Voluntad descubren en su Palabra, y le dan el asentimiento de la fe, pero también obedecen a sus Superiores por amor de Dios, viendo con espíritu de fe en sus disposiciones la Voluntad de Dios. José, como esposo y padre, recibe de Dios la autoridad para dirigir a su familia, y aun reconociendo que Jesús y María son mayores que él en dignidad y santidad, ejerce con amor y prudencia el cargo que se le ha confiado: “Si Jesús, el Hijo de Dios, se somete a María y José, ¿yo no me someteré al Obispo que me fue dado por Dios como padre? ¿No me someteré al presbítero que por una dignación del Señor se me ha dado como superior? José entendía que Jesús era mayor que él, y que, aun así, se le sometía a él, y sabiendo que era mayor, con temblor ejercía sobre él la autoridad. Sucede con frecuencia que una persona inferior sea puesta al frente de personas mejores que ella. Si este personaje colocado en un rango superior se da cuenta de tal situación, que no se llene de soberbia a causa de su dignidad oficial, sino que reconozca que su súbdito es mejor que él, como sucedió cuando Jesús se sometió a José” (Orígenes, Homilía 20, 5; Benedicto XVI, 19 de marzo de 2009, en Camerún).

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Inmenso fue el dolor de san José al ver a su esposa reducida a dar a luz a su Hijo en un establo, pero más grande todavía fue su gozo al ver nacido al Salvador y adorado por los ángeles y pastores. En medio de la mayor pobreza descubrieron el valor inapreciable del tesoro que Dios les confiaba. Más tarde, José, el carpintero de Nazaret, enseñó a trabajar en su taller a Jesús, quien así, manifestó que el trabajo es ley común para todos los hombres, y por eso lo asumió al encarnarse, y lo hizo un medio de santificación. “El trabajo humano, y en particular, el trabajo manual, tienen en el Evangelio un significado especial. Junto con la humanidad del Hijo de Dios, el trabajo ha formado parte del misterio de la Encarnación, y también ha sido redimido de modo particular. Gracias a su banco de trabajo sobre el que ejercía su profesión con Jesús, José acercó el trabajo humano al misterio de la Redención” (RC n.22). La Iglesia, al exhortar a los consagrados (as) a sentirse obligados a la ley común del trabajo para procurarse lo necesario para su sustento y sus obras, los invita a alejar de sí toda solicitud indebida y ponerse en manos de la providencia del Padre Celestial. Esto significa volver los ojos a Nazaret y ver cómo san José, con su humildad y sencillez, con su espíritu de laboriosidad, con su mansedumbre y justicia, con su misericordia y pureza de corazón, realiza en sí mismo las bienaventuranzas que Jesús proclamó en el sermón de la montaña, o como dice el Papa Pablo VI, él es el “introductor del Evangelio de las bienaventuranzas” (homilía del 19 de marzo de 1968). Los consagrados, desde su vocación a la santidad, deben testimoniar con su vida, y especialmente con la práctica de la pobreza, el Evangelio de las Bienaventuranzas. Cuentan, pues, para ello con el ejemplo y patrocinio de san José. La pobreza evangélica vivida en común hace más hermosa la unidad de los hermanos. En la Iglesia primitiva, los primeros cristianos ponían todo en común y eran todos un solo corazón y una sola alma (He 4, 32-35), prolongación de aquella incipiente Iglesia doméstica, que fue la Sagrada

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2.6. El Nacimiento de Jesus y la Huida a Egipto Unos pocos meses más tarde, llegó el tiempo para José y María de ir a Belén (Bethlehem), para ser censados, de acuerdo con el decreto emitido por el César Augusto: una nueva fuente de angustia para José, puesto que “sus días se habían cumplido, ella debía ser asistida para el parto”, y “no había lugar para ellos en la posada” (Lucas 2:1-7). Cuáles han sido los pensamientos de este santo varón en el nacimiento del Salvador, la venida de los pastorcitos y de los sabios, y en los sucesos ocurridos durante la Presentación de Jesús en el Templo, solamente podemos adivinarlos; San Lucas únicamente dice que él estaba “admirado de las cosas que se hablaban de El” (Lc 2:33). Nuevas pruebas seguirían pronto. Las noticias de que un rey de los Judíos había nacido bastó para encender en el malvado corazón del viejo y sangriento tirano, Herodes, el fuego de los celos. Nuevamente, “un ángel del Señor se apareció en sueños a José, diciendo: Levántate, y toma al niño y a su madre, y huye a Egipto: y permanece allí hasta que te sea avisado” (Mateo 2:13). ¿Como habrá sido aquella huida a Egipto? José protegiendo a María y al niño Jesús. Habrá pasado hambre, dándoles lo poco que encontrase

para comer. Estaría agotado, cargando con lo poco que tenían sin

saber por cierto a donde iban. Pasaría noches sin dormir, ya que acampaban al raso, en

caminos muy peligrosos. El estaría al tanto, despertando al menor ruido.

Sufriría humillaciones, tratando de buscar algún trabajo sin siquiera conocer el idioma…

La Sagrada Familia sufrió como toda familia de inmigrantes, viviendo día a día sin saber el próximo paso de la providencia. ¿Como habrá correspondido María?, con que agradecimiento y dulzura. María no se quejaba por las dificultades, mas bien las pasaba de alto.

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Su forma de ser, llena del Espíritu Santo le daría a José la fuerza para seguir adelante. Sí José cobraba fuerza al contemplar a María con el niño. Todo trabajo y sufrimiento tenía entonces sentido para el. José y María confiaron en Dios sin poder entender las difíciles circunstancias en que debían vivir. CONFIAZA PLENA EN DIOS les llevó a vivirlo todo con amor.

2.7. Regreso de la Sagrada Familia a Nazaret La citación para regresar a Palestina llegó recién después de unos pocos años, y la Sagrada Familia se estableció nuevamente en Nazaret.

La vida de San José es, de aquí en adelante, la simple y apacible vida de un humilde Judío, que se mantenía a sí mismo y a su familia con su trabajo, y observando fielmente las prácticas religiosas prescriptas por la Ley u observadas por los Israelitas piadosos.

El único incidente digno de mención, recogido en los Evangelios, es la pérdida y angustiosa búsqueda de Jesús, de entonces doce años de edad, cuando El se extravió durante la peregrinación anual a la Ciudad Santa (Lucas 2: 42-51).

2.8. Muerte de San José Esto es lo último que escuchamos acerca de San José en las Sagradas Escrituras, y bien podemos suponer que el padre adoptivo de Jesús falleció antes del comienzo de la vida pública del Salvador. En varias circunstancias, los Evangelios nos hablan de la madre y hermanos (Mateo 12:46; Marcos 3:31; Lucas 8:19; Juan 7:3), pero nunca hablan acerca de Su padre en conexión con el resto de la familia, solamente nos cuentan que Nuestro Señor, durante Su vida pública fue sindicado como el hijo de José (Juan 1:45; 6:42; Lucas 4:22) el carpintero (Mateo13:55). ¿Es posible pensar que Jesús, además, cuando estaba a punto de morir en la Cruz, haya confiado Su madre al cuidado de Juan, estando San José todavía con vida? De acuerdo con la apócrifa “Historia de José el Carpintero”, el santo hombre había alcanzado los ciento once años cuando murió, el 20 de Julio (del Año del Señor 18 ó 19). San Epifanio le asignaba noventa años de edad en el tiempo de su deceso, y si vamos a creerle a San Beda el Venerable, él fue enterrado en el Valle de Josafat. 43

“Oh guardián y padre de vírgenes, san José, a cuya fiel custodia fue confiada la misma inocencia, Cristo Jesús, y la Virgen de las vírgenes, María; por este doble y carísimo depósito, Jesús y María, te ruego y suplico me concedas que, libre de toda inmundicia, con una mente limpia, con un corazón puro y un cuerpo casto, siempre sirva castísimamente a Jesús y a María. Amén.”

El matrimonio de María y José es signo de las bodas de Cristo con su Iglesia: María, figura de la Iglesia; José, figura de Cristo, “el Esposo celestial” (S. Pedro Crisólogo, s.V, Sermón 146; RC n.19).

Así, José se convierte en el Protector de la Iglesia y de todos los consagrados en ella. Al volver sus ojos a Nazaret, los consagrados descubren en el “castísimo José” el modelo de su entrega y el fuerte intercesor, siempre cercano, en el camino de la santidad.

13.4. Pobreza En la práctica de la pobreza evangélica que por vocación profesan, los consagrados (as) encuentran también su modelo e intercesor en san José “amante de la pobreza” (Letanías). María y José era un matrimonio sencillo, humilde y pobre en bienes materiales, pero inmensamente rico por el tesoro que tenían en su propia casa: Jesús. El mismo Jesús, Hijo de Dios, que descendió del cielo a la tierra, abrazó una vida pobre desde su nacimiento, trabajó como artesano en su vida oculta, y durante su vida pública se rodeó de gente sencilla, a quienes enseñó con su ejemplo el camino de la pobreza, proclamando bienaventurados a los pobres de espíritu, “porque de ellos es el Reino de los Cielos” (Mt 5, 3) e invitándolos a confiar en la Providencia.

Fue solidario con los pobres y murió pobre en una cruz... Su llamado “Ven y sígueme” despertó en muchos el deseo de seguir el camino de la pobreza para llegar a poseer las verdaderas riquezas de Dios. Y nació en la Iglesia la vida consagrada, y dentro de ella, el compromiso de la pobreza evangélica: “su primer significado consiste en dar testimonio de Dios como la verdadera riqueza del corazón humano” (Juan Pablo II, Exhortación apostólica Vita Consecrata -VC 90- 1996). María y José, padres de Jesús, fueron los primeros discípulos de su Hijo en el camino de la pobreza, y viceversa, Jesús vivió la experiencia de la pobreza en su propia familia en Belén y en Nazaret.

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San José, jefe de la Sagrada Familia, intercede con su patrocinio en favor de todos aquellos y aquellas que sintiendo el llamado de Cristo, han emprendido el camino de la santidad, consagrándose a Dios para seguir a Cristo casto, pobre y obediente, y servir a sus hermanos. El patrocinio de san José no sólo se manifiesta sobre aquél que es llamado y consagrado, sino que se extiende a la práctica de los Consejos Evangélicos de castidad, pobreza y obediencia, que expresan dicha consagración. 13.3. La castidad San José es modelo de castidad porque, habiendo sido llamado por Dios a ser el esposo de la Virgen María, madre del Salvador, él mismo conservó su virginidad y la consagró a Dios para poder cumplir la misión que Él le había dado. San Jerónimo escribió contra Helvidio: “Tú afirmas que María no permaneció virgen, pero yo voy más allá: el mismo José fue virgen por María, para que de su matrimonio virgen naciera un hijo virgen”. También san Agustín afirma la castidad virginal de José: “Como ella fue madre sin concupiscencia carnal, así él fue padre sin trato carnal... Su máxima pureza confirma su paternidad..., porque si fue un marido casto (virgen), también fue padre casto (virgen): tanto más firmemente padre, cuanto más castamente padre” (Sermón 51, 20). Aunque en los evangelios apócrifos se dice que san José tuvo otros hijos de un matrimonio anterior, y esto, para explicar la expresión “hermanos” de Jesús y salvaguardar la virginidad de María, estas afirmaciones fueron desde un principio rechazadas por la Iglesia, y en cambio, siempre se ha presentado a san José como el “Esposo virgen de la Virgen Madre” (Himno de Vísperas, 19 de marzo) y por lo tanto, como modelo de pureza y castidad, y como padre y custodio de quienes siguen a Cristo por el camino de la virginidad consagrada: Es conocida la oración del Papa Benedicto XIV (1675-1758), “Vírginum Custos”:

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A decir verdad no sabemos cuándo murió San José, es bastante improbable que él haya alcanzado semejante madurez de edad de la cual nos hablan la “Historia de San José” y San Epifanio. Lo más probable es que haya muerto y sido enterrado en Nazaret.

Su partida se conoce como el ejemplo perfecto de una "muerte feliz" La mayoría de eruditos bíblicos creen que San José falleció antes de la crucifixión de Jesús. Esta creencia se debe a que José no estaba presente en el momento de la crucifixión y, en el Evangelio de Juan, Jesús le confía su madre a alguien ajeno a la familia (cf. Juan 19,27). Teniendo en cuenta este argumento histórico, muchas tradiciones mantienen que San José murió en brazos o en presencia de Jesús y María. Es una imagen hermosa, lo que ha motivado a la Iglesia a proclamar a José el santo patrón de una “muerte feliz”. Existen numerosas representaciones de este momento, pero existe una particularmente conmovedora que pertenece a los escritos de la Venerable Madre María de Jesús de Ágreda, también conocida como la monja con el don de la bilocación. Escribió acerca del episodio en Mística Ciudad de Dios, y se encuentra registrado como una revelación privada. Entonces, este hombre de Dios se giró hacia Cristo, nuestro Señor, y en una profunda reverencia, deseó postrarse ante Él. Pero el dulce Jesús se acercó y lo recibió en sus brazos y, reclinando su cabeza hacia él, José dijo: “Mi altísimo Señor y Dios, Hijo del eterno Padre, Creador y Redentor del Mundo, dad vuestra bendición a vuestros siervos y el trabajo de sus manos. Oh Misericordioso, perdona los errores que he cometido en vuestro servicio y relación. Le alabo y magnifico y lo represento eterno y comprensivo. Gracias por haberme elegido, con condescendencia inexpresable, para ser el esposo de la verdadera Madre, que sea su grandeza y gloria mi acción de gracias para toda la eternidad”.

El Redentor del mundo le dio su bendición y añadió: “Padre mío, descanse en paz y en la gracia de mi eterno Padre y mía, y para los profetas y santos que lo esperan en el limbo, lléveles las felices nuevas de la llegada de su redención”. Ante estas palabras de Jesús, y reclinado en sus brazos, el afortunado San José falleció y el propio Señor cerró sus ojos.

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Ocurriera lo que ocurriese, José debió haber fallecido felizmente rodeado de la esposa e hijo más afectuosos de todo el universo. A continuación una breve oración a San José, donde se le pide que medie por nosotros para que nuestra muerte también sea feliz.

¡Oh, bienaventurado José!, que exhalaste tu último

suspiro entre Jesús y María, concédeme la gracia, oh José, para que yo pueda respirar mi alma en alabanza en espíritu, si no puedo hacerlo de palabra: “Jesús, María y José, os doy mi corazón y el alma mía”

3- LO QUE SABEMOS DE SAN JOSÉ

Las principales fuentes históricas que tenemos sobre San José son los Evangelios, en particular los primeros capítulos de Mateo y Lucas. Existe además una amplia literatura apócrifa que narra muchos detalles de la vida del Santo Patriarca, como “El Evangelio de Santiago”, el “Pseudo-Mateo”, el “Evangelio de la Natividad de la Virgen María”, “La Historia de José el Carpintero”. Sin embargo, nos vamos a centrar en los elementos que ciertamente sabemos sobre San José, gracias a los relatos evangélicos. 3.1. Sabemos que era un carpintero, un trabajador. Los escépticos nazarenos preguntaban sobre Jesús: “¿No es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María, y sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas?” (Mateo 13,55). 3.2. San José no era rico Puesto que cuando llevó a Jesús al templo para ser circuncidado y a María para ser purificada ofreció el sacrificio de dos tórtolas o un par de palomas, permitido sólo a aquellos que no podían pagar un carnero: “Cuando se cumplieron los días de la purificación de ellos, según la Ley de Moisés, llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarle al Señor, como está escrito en la Ley del Señor: «Todo varón primogénito ha de ser consagrado al Señor» y para ofrecer en sacrificio «un par de tórtolas o dos pichones», conforme a lo que se dice en la Ley del Señor.” (Lucas 2,22-24).

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“San José ha sido llamado por Dios para servir directamente a la persona y a la misión de Jesús mediante el ejercicio de su paternidad; de este modo él coopera en la plenitud de los tiempos en el gran misterio de la Redención y es verdaderamente «ministro de la salvación». Su paternidad se ha expresado concretamente “al haber hecho de su vida un servicio, un sacrificio, al misterio de la Encarnación y a la misión redentora que le está unida; al haber hecho uso de la autoridad legal que le correspondía sobre la Sagrada Familia, para hacerle don total de sí, de su vida y de su trabajo; al haber convertido su vocación humana al amor doméstico con la oblación sobrehumana de sí, de su corazón y de toda capacidad, en el amor puesto al servicio del Mesías, que crece en su casa”. También por su matrimonio con María, san José expresa su consagración a Dios y es el modelo de los consagrados: “En la liturgia se celebra a María, unida a José, el hombre justo, por un estrechísimo y virginal vínculo de amor. Se trata, en efecto, de dos amores que representan conjuntamente el misterio de la Iglesia, virgen y esposa, la cual encuentra en el matrimonio de María y José su propio símbolo... Mediante el sacrificio total de sí mismo, José expresa su generoso amor hacia la Madre de Dios, haciéndole don esponsal de sí” (RC n.19). Tanto María como san José nos dan un ejemplo admirable de consagración a Dios en la Persona de su Hijo amado, Jesús: María como madre, José como padre, pero formando unidos la familia santa de Nazaret. En virtud de la unión hipostática, hay una estrecha unidad entre las tres personas de la Sagrada Familia. En efecto, junto con la asunción de la humanidad en la unidad de la Persona divina del Verbo-Hijo, Jesucristo, está también “asumido” todo lo que es humano, en particular, la familia, como primera dimensión de su existencia en la tierra. En este contexto está también “asumida” la paternidad humana de José. Las palabras de María a Jesús en el templo: “Tu padre y yo... te buscábamos” indican toda la realidad de la Encarnación, que pertenece al misterio de la Familia de Nazaret. O también, podemos decir “La Familia de Nazaret está inserta directamente en el misterio de la Encarnación” (RC n.21).

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comunicadas a cualquier criatura racional que, cuando la gracia divina elige a alguien para algún oficio especial o algún estado muy elevado, otorga todos los carismas que son necesarios a aquella persona así elegida, y que la adornan con profusión. Ello se realizó de un modo eminente en la persona de san José”. La vocación de Dios es gratuita y su llamado es para ser felices y para ser santos y por lo mismo es irrevocable, pues nos ha destinado a gozar de Él para siempre, y quiere que con los dones recibidos, los demás sean también enriquecidos, ya que vocación y misión van indisolublemente unidas. La vocación de Dios lleva a veces el sello del dolor, como sucede en san José, pero esta prueba va acompañada siempre del gozo de servir a Cristo, de estar con Él. Y al llamado no lo deja solo en sus dudas y temores, en su debilidad. “No temas, le dice, yo estaré contigo”. Y le da su Espíritu para que Él sea su luz y fortaleza, y pueda responder a la vocación y a la misión que ha recibido. La vocación de san José y la vocación del consagrado(a) presentan un paralelismo admirable: vocación al amor, al servicio, a la santidad, presencia de Cristo y de María, unión de corazones, entrega plena y total por la vida del mundo, respuesta generosa de fe para cumplir con alegría la voluntad de Dios. Por eso, el consagrado tiene como modelo a san José en el horizonte de su vocación, y para llevarla a feliz cumplimiento cuenta con su patrocinio e intercesión. San José dedica su vida al servicio de Cristo y de María, y al mismo tiempo recibe de ellos, en un recíproco intercambio, un aumento y crecimient de su fe y de su amor, como lo dice RC n.5: “José es el primero en participar de la fe de la Madre de Dios, y haciéndolo así, sostiene a su esposa en la fe de la divina anunciación”. Hay que notar que, aunque el texto nos presenta como modelo supremo del religioso a Cristo y a su santísima Madre, sin embargo, podemos añadir “y su padre san José”, ya que él a semejanza de su esposa María se consagró también a seguir a Cristo, y su consagración se realizó a través de su paternidad para con Jesús y de su matrimonio con María, como lo dice la exhortación apostólica Redemptoris Custos (No. 8):

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No obstante su humilde trabajo y lo escaso de sus medios de subsistencia, José provenía de un linaje real. Lucas y Mateo discrepan acerca de los detalles de su genealogía, pero ambos subrayan su descendencia directa de David, el más grande rey de Israel (Mateo 1,1-16 y Lucas 3,23-28). De hecho el Ángel que le anuncia el milagro de la Encarnación a José le llama “Hijo de David,” un título real usado también para Jesús. 3.3. San José el Santo del Silencio Sabemos que San José fue un hombre de profundo silencio y visión sobrenatural para percibir la acción de Dios. En efecto, cuando María queda encinta, decide repudiarla debido a su conciencia del origen divino del Niño, para no dar ocasión de escándalo o para no interferir en la obra del Señor. Así leemos en la Escritura: “Su marido José, como era justo y no quería ponerla en evidencia, resolvió repudiarla en secreto. Así lo tenía planeado, cuando el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: «José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer aunque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque Él salvará a su pueblo de sus pecados». Todo esto sucedió para que se cumpliese el oráculo del Señor por medio del profeta: «Ved que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel, que traducido significa: Dios con nosotros». Despertado José del sueño, hizo como el Ángel del Señor le había mandado, y tomó consigo a su mujer. Y no la conocía hasta que ella dio a luz un hijo, y le puso por nombre Jesús. (Mateo 1,19-25). 3.4. Sabemos que San José era un hombre de Fé Obediente a lo que Dios le pidiese aún sin saber lo que podría suceder después. Cuando el Ángel vino a San José en sueños y le dijo la verdad acerca del niño que María traía en su seno, inmediatamente y sin cuestionamientos ni murmuraciones tomó a María por esposa. Cuando el Ángel de nuevo se le aparece en sueños, esta vez informándole que su familia estaba en peligro, inmediatamente dejó cuanto poseía, su familia y amigos y huyó a un país extraño con su joven esposa y el niño.

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Esperó en Egipto sin poner en duda la voluntad de Dios hasta que el Ángel del Señor le indicó que era seguro regresar (Mateo 2,13-23). 3.5. Sabemos que San José amaba al Señor Jesús Su primera preocupación era la seguridad del niño que le fue confiado. No sólo dejó su hogar para proteger al Señor sino que a su retorno se estableció en las afueras de Nazaret por temor a su vida. Se indica también en las escrituras que cuando Jesús se perdió en el Templo, José junto con María le buscaron con gran ansiedad por tres días (Lucas 2,48). Además sabemos que José trató a Jesús como su propio hijo puesto que el pueblo de Nazaret repetía: “¿No es éste el hijo de José?” (Lucas 4,22). 3.6. Sabemos que San José respetaba a Dios Cumplió la ley resolviendo su situación con María y llevando a Jerusalén a Jesús para ser circuncidado y a María para ser purificada después del nacimiento del Señor. También sabemos que llevaba a su familia todos los años a Jerusalén para celebrar allí la Pascua, algo que no debió ser fácil para un simple trabajador como José. Debido a que San José no aparece durante la vida pública de Jesús, hasta su muerte y resurrección, muchos historiadores creen que José murió antes que Jesús comenzara su ministerio público. Hay muchísimas cosas que quisiéramos saber sobre San José, pero las Escrituras nos han dejado el dato más importante: Que José era un “hombre justo” (Mateo 1,18).

4- SAN JOSÉ ESPOSO DE MARÍA Y A QUIEN JESUS LLAMABA “PADRE” (Enciclopedia Católica)

Modelo de padre y esposo, patrón de la Iglesia universal, de los trabajadores, de infinidad de comunidades religiosas y de la buena muerte. A San José Dios le encomendó la inmensa responsabilidad y privilegio de ser esposo de la Virgen María y custodio de la Sagrada Familia. Es por eso el santo que más cerca esta de Jesús y de la Santísima Virgen María. Nuestro Señor fue llamado “hijo de José” (Juan 1:45; 6:42; Lucas 4:22) el carpintero (Mateo 12:55).

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Y no podía ser de otra manera si la vida consagrada hace referencia necesaria al Evangelio y a la vida misma de la Iglesia, fuentes de donde dimanan la teología y la espiritualidad Josefina que muchos Institutos han descubierto y adoptado como suyas. Sin el Evangelio, la vida consagrada no tiene sentido pues es en él donde se inspira y fundamenta, ya que es seguimiento radical de Jesucristo y entrega total a su servicio por la vida del mundo. Es precisamente en el Evangelio donde vemos la actuación de san José, su vocación y misión al servicio de Cristo y de María, en la realización del misterio de la Encarnación y de la Redención que son los que dan origen a la Iglesia; por lo cual, podemos afirmar que san José desde el principio colaboró en la obra de nuestra salvación, y por lo tanto, está también relacionado con la Iglesia, y sigue desde el cielo intercediendo por los que formamos el Cuerpo místico de Cristo, ya que la Iglesia no es sino prolongación de la Familia de Nazaret. Esta fue la razón por la que el Papa Pío IX proclamó a san José como Patrono y Protector de la Iglesia Universal. 13.2. La vocación La primera realidad que debemos analizar es la vocación. Cuando Dios quiso realizar su obra de salvación, llamó a María para que fuera la Madre del Mesías. Ella aceptó plenamente la voluntad de Dios, recibiendo al Hijo de Dios, que se encarnó en su seno por obra del Espíritu Santo. Y para que cuidara de María y de su Hijo Jesús, llamó a José de Nazaret y lo hizo esposo de María y padre de Jesús. En la vocación Dios tiene siempre la iniciativa, como sucedió en el Antiguo Testamento a Abraham, a los Patriarcas y a los Profetas, y en el Nuevo, a María, a José, a los doce Apóstoles, a san Pablo. Tratándose de los consagrados, Dios llama por amor para comunicar sus dones, para darse a sí mismo, para manifestar su voluntad, para enriquecer a aquel que es llamado, pues la vocación de Dios no premia a los más capaces sino que capacita a los que Él llama. Así lo dice san Bernardino de Siena en su Sermón 2 sobre san José: “Es norma general de todas las gracias especiales o

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todos los hombres a acercarse a través de él a Dios, Creador y Redentor, a participar en sus planes salvíficos respecto al hombre y al mundo y a profundizar en sus vidas la amistad con Cristo, asumiendo mediante la fe una viva participación en su triple misión de sacerdote, profeta y rey». 12.4. Se trata, en definitiva, de la santificación de la vida cotidiana, que cada uno debe alcanzar según el propio estado y que puede ser fomentada según un modelo accesible a todos: «San José es el modelo de los humildes, que el cristianismo eleva a grandes destinos. San José es la prueba de que para ser buenos y auténticos seguidores de Cristo no se necesitan “grandes cosas”, sino que se requieren solamente las virtudes comunes, humanas, sencillas, pero verdaderas y auténticas».

13- SAN JOSÉ PATRONO DE LA VIDA RELIGIOSA

(Enciclopedia católica) 13.1. Vida Consagrada El Papa Benedicto XVI, en su viaje a Camerún relacionó la figura de San José con la Vida Consagrada, haciendo resaltar la actuación de San José al lado de Jesús y de su Madre María, tal como el Evangelio nos la presenta, para después considerar el camino de la Vida Consagrada en la Iglesia de hoy y descubrir la íntima relación que ésta tiene con el Patriarca de Nazaret. En varios de sus discursos en aquel país africano, el Papa subraya y contempla los rasgos característicos de la vida y de la misión de San José a través de las palabras de la Sagrada Escritura y los va aplicando a diversos sectores del Pueblo de Dios: los sacerdotes, las personas consagradas, los movimientos eclesiales, las familias, los enfermos. Otros Sumos Pontífices han relacionado a San José con la Vida Consagrada, como el Papa San Juan Pablo II en la Exhortación Apostólica “Redemptoris Custos”, sobre todo en los dos últimos capítulos: “El primado de la vida interior” (cap. V) y “Patrono de la Iglesia de nuestro tiempo” (c.VI). Pero han sido, ante todo, los mismos Institutos de Vida Consagrada, los que, tanto en épocas pasadas como en el momento presente, han relacionado los elementos esenciales de la vida consagrada y sus carismas fundacionales con San José.

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No era padre natural de Jesús (quién fue engendrado en el vientre virginal de la Santísima Virgen María por obra del Espíritu Santo y es Hijo de Dios), pero José lo adoptó y Jesús se sometió a el como un buen hijo ante su padre. ¡Cuánto influenció José en el desarrollo humano del niño Jesús! ¡Qué perfecta unión existió en su ejemplar matrimonio con María! 4.1. San José es llamado el “Santo del silencio” No conocemos palabras expresadas por él, tan solo conocemos sus obras, sus actos de fe, amor y de protección como padre responsable del bienestar de su amadísima esposa y de su excepcional Hijo. José fue “santo” desde antes de los desposorios. Un “escogido” de Dios. Desde el principio recibió la gracia de discernir los mandatos del Señor. Las principales fuentes de información sobre la vida de San José son los primeros capítulos del evangelio de Mateo y de Lucas. Son al mismo tiempo las únicas fuentes seguras por ser parte de la Revelación. San Mateo (1:16) llama a San José el hijo de Jacob; según San Lucas (3:23), su padre era Heli. Probablemente nació en Belén, la ciudad de David del que era descendiente. Pero al comienzo de la historia de los Evangelios (poco antes de la Anunciación), San José vivía en Nazaret. Según San Mateo 13:55 y Marcos 6:3, San José era un “tekton”. La palabra significa en particular que era carpintero. San Justino lo confirma (Dial. cum Tryph., lxxxviii, en P. G., VI, 688), y la tradición ha aceptado esta interpretación. 4.2. Si el matrimonio de San José con La Santísima Virgen ocurrió antes o después de la Encarnación aun es discutido por los exegetas. La mayoría de los comentadores, siguiendo a Santo Tomás, opinan que en la Anunciación, la Virgen María estaba solo prometida a José. Santo Tomás observa que esta interpretación encaja mejor con los datos bíblicos. Los hombres por lo general se casaban muy jóvenes y San José tendría quizás de 18 a 20 años de edad cuando se desposó con María. Era un joven justo, casto, honesto, humilde carpintero, ejemplo para todos nosotros. La literatura apócrifa, (especialmente el “Evangelio de Santiago”, el “Pseudo Mateo” y el “Evangelio de la Natividad de la Virgen María”, “La Historia de San José el Carpintero”, y la “Vida de la Virgen y la Muerte de San José) provee muchos detalles pero estos libros no están dentro del canon de las Sagradas Escrituras y no son confiables.

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4.3. Solo a un hombre tan puro y humilde como San José pudo encomendar el Señor la llamada de ser esposo de la Madre de Dios. Que lazo tan sublime, formado por el Espíritu Santo; el mas sagrado después del que une la humanidad con la divinidad en Cristo, o como el lazo que unía a MARÍA con Jesús. El matrimonio de San JOSÉ y de MARÍA Santísima está lleno de virtudes, de armonía de dos corazones que viven para amar primariamente a Dios y a su misión de ser padres del Dios hecho hombre. Abnegación profunda de estas dos vidas, la una para la otra, compartiendo los dolores y alegrías; las espinas, la pobreza, el amor, el respeto, santidad, luz, paz… virginidad de JOSÉ, trajera al mundo nada menos que al Salvador, al Hijo de Dios, al deseado de las naciones, al Redentor de la humanidad, que se dignó someterse no solamente a MARÍA, su verdadera madre fisica, sino también a JOSÉ, a quien respetaba y honraba con el dulcísimo nombre de padre.

5- LA UNION VIRGINAL DE MARÍA Y JOSÉ (San Juan Pablo II, 21 de agosto de 1997)

5.1. El evangelio de Lucas, al presentar a María como virgen, añade que estaba “desposada con un hombre llamado José, de la casa de David” (Lc. 1, 27). Estas informaciones parecen, a primera vista, contradictorias. Hay que notar que el término griego utilizado en este pasaje no indica la situación de una mujer que ha contraído el matrimonio y por tanto vive en el estado matrimonial, sino la del noviazgo. Pero, a diferencia de cuanto ocurre en las culturas modernas, en la costumbre judaica antigua la institución del noviazgo preveía un contrato y tenía normalmente valor definitivo: efectivamente, introducía a los novios en el estado matrimonial, si bien el matrimonio se cumplía plenamente cuando el joven conducía a la muchacha a su casa. 5.2. En el momento de la Anunciación, María se halla, pues, en la situación de esposa prometida. Nos podemos preguntar por qué había aceptado el noviazgo, desde el momento en que tenía el propósito de permanecer virgen para siempre.

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Exhortación Apostólica Redemtoris Custos (Numerales 22-24 del Sumo Pontífice San Juan Pablo II sobre la figura y la misión de san José en la vida de Cristo y de la Iglesia.) El trabajo es expresión del amor, expresión cotidiana de este amor en la vida de la Familia de Nazaret es el trabajo. El texto evangélico precisa el tipo de trabajo con el que José trataba de asegurar el mantenimiento de la Familia: el de carpintero. Esta simple palabra abarca toda la vida de San José. Para Jesús éstos son los años de la vida escondida, de la que habla el evangelista tras el episodio ocurrido en el templo: «Bajó con ellos y vino a Nazaret, y vivía sujeto a ellos» (Lc 2, 51). Esta «sumisión», es decir, la obediencia de Jesús en la casa de Nazaret, es entendida también como participación en el trabajo de José. El que era llamado el «hijo del carpintero» había aprendido el trabajo de su «padre» putativo. Si la Familia de Nazaret en el orden de la salvación y de la santidad es ejemplo y modelo para las familias humanas, lo es también análogamente el trabajo de Jesús al lado de José, el carpintero. En nuestra época la Iglesia ha puesto también esto de relieve con la fiesta litúrgica de San José Obrero, el 1 de mayo. El trabajo humano y, en particular, el trabajo manual tienen en el Evangelio un significado especial. Junto con la humanidad del Hijo de Dios, el trabajo ha formado parte del misterio de la encarnación, y también ha sido redimido de modo particular. Gracias a su banco de trabajo sobre el que ejercía su profesión con Jesús, José acercó el trabajo humano al misterio de la redención. En el crecimiento humano de Jesús «en sabiduría, edad y gracia» representó una parte notable la virtud de la laboriosidad, al ser «el trabajo un bien del hombre» que «transforma la naturaleza» y que hace al hombre «en cierto sentido más hombre». La importancia del trabajo en la vida del hombre requiere que se conozcan y asimilen aquellos contenidos «que ayuden a

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12.2. Patrono de los moribundos La devoción cristiana ha considerado siempre a San JOSÉ como Patrono y Abogado especialísimo de los moribundos, ya que Él tuvo la muerte mas privilegiada que jamás haya experimentado criatura alguna: entre los brazos de Jesús y de María. Esta piadosa creencia ha sido comprobada en la practica con muchos testimonios de personas que han visto claramente la intercesión de San JOSÉ a la hora de la muerte de un familiar. La Iglesia ha confirmado esta devoción. Vemos al Papa Benedicto XV, el 25 de julio de 1920, diciendo: “Habiendo aprobado esta Sede Apostólica diversos modos de honrar al Santo Patriarca JOSÉ….celébrese principalmente a San JOSÉ como patrón de los moribundos, pues a su muerte estuvieron presentes el mismo Jesús y María. Fomenten, pues, las asociaciones piadosas, que fueron fundadas para orar a San JOSÉ por los moribundos como la de la Buena Muerte, la del Transito de San JOSÉ. 12.3. SAN JOSÉ OBRERO El 1 de mayo la Iglesia celebra la Fiesta de San José Obrero, patrono de los trabajadores, fecha que coincide con el Día Mundial del Trabajo. Esta celebración litúrgica fue instituida en 1955 por el Papa Pío XII, ante un grupo de obreros reunidos en la Plaza de San Pedro en el Vaticano. El Santo Padre pidió en esa oportunidad que “el humilde obrero de Nazaret, además de encarnar delante de Dios y de la Iglesia la dignidad del obrero manual, sea también el próvido guardián de vosotros y de vuestras familias”. Pío XII quiso que el Santo Custodio de la Sagrada Familia, “sea para todos los obreros del mundo, especial protector ante Dios, y escudo para tutela y defensa en las penalidades y en los riesgos del trabajo”. San Juan Pablo II, por su parte, en su encíclica a los trabajadores “Laborem exercens” destacó que “mediante el trabajo el hombre no sólo transforma la naturaleza adaptándola a las propias necesidades, sino que se realiza a sí mismo como hombre, es más, en un cierto sentido ‘se hace más hombre’”. Posteriormente, en el Jubileo de los Trabajadores en el 2000, el Papa de la Familia dijo: “Queridos trabajadores, empresarios, cooperadores, agentes financieros y comerciantes, unan sus brazos, su mente y corazón para contribuir a construir una sociedad que respete al hombre y su trabajo”.

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Lucas es consciente de esta dificultad, pero se limita a registrar la situación sin aportar explicaciones. El hecho de que el evangelista, aun poniendo de relieve el propósito de virginidad de María, la presente igualmente como esposa de José constituye un signo de que ambas noticias son históricamente dignas de crédito. 5.3. Se puede suponer que entre José y María, en el momento de comprometerse, existiese un entendimiento sobre el proyecto de vida virginal. Por lo demás, el Espíritu Santo, que había inspirado en María la opción de la virginidad con miras al misterio de la Encarnación y quería que ésta acaeciese en un contexto familiar idóneo para el crecimiento del Niño, pudo muy bien suscitar también en José el ideal de la virginidad. 4.4. El matrimonio de José y María Santísima fue real y verdadero, con una característica excepcional y singular (virginidad), pero así de excepcional y singular era la finalidad intentada por Dios con este matrimonio santísimo: Salvaguardar la virginidad de MARÍA con la virginidad de San JOSÉ. Veamos lo que nos dice un autor sobre San JOSÉ: “MARÍA pertenece a JOSÉ y JOSÉ a la Santísima MARÍA; con tanta verdad, que su matrimonio es muy verdadero, puesto que se han entregado el uno al otro. Mas, ¿como se entregaron? En Pureza. Se entregan mutuamente su virginidad, y toda la fidelidad de este matrimonio consiste en guardar la virginidad del otro. La vida de estos esposos es como la de dos estrellas, mutuamente se iluminan con sus rayos dorados y plateados, pero sin nunca tener contacto. Jamas matrimonio fue tan maravillosamente fecundo como este matrimonio virginal. El Espíritu Santo realizo el milagro de que la virginidad de MARÍA, amparada y salvaguardada por la El ángel del Señor, apareciéndosele en sueños, le dice: “José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo” (Mt. 1, 20). De esta forma recibe la confirmación de estar llamado a vivir de modo totalmente especial el camino del matrimonio. A través de la comunión virginal con la mujer predestinada para dar a luz a Jesús, Dios lo llama a cooperar en la realización de su designio de salvación.

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5.4. El tipo de matrimonio hacia el que el Espíritu Santo orienta a María y a José es comprensible sólo en el contexto del plan salvífico y en el ámbito de una elevada espiritualidad. La realización concreta del misterio de la Encarnación exigía un nacimiento virginal que pusiese de relieve la filiación divina y, al mismo tiempo, una familia que pudiese asegurar el desarrollo normal de la personalidad del Niño. José y María, precisamente en vista de su contribución al misterio de la Encarnación del Verbo, recibieron la gracia de vivir juntos el carisma de la virginidad y el don del matrimonio. La comunión de amor virginal de María y José, aun constituyendo un caso especialísimo, vinculado a la realización concreta del misterio de la Encarnación, sin embargo fue un verdadero matrimonio (cf. exhortación apostólica Redemptoris custos, No. 7). La dificultad de acercarse al misterio sublime de su comunión esponsal ha inducido a algunos, ya desde el siglo II, a atribuir a José una edad avanzada y a considerarlo el custodio de María, más que su esposo. Es el caso de suponer, en cambio, que no fuese entonces un hombre anciano, sino que su perfección interior, fruto de la gracia, lo llevase a vivir con afecto virginal la relación esponsal con María. 5.5. La cooperación de José en el misterio de la Encarnación comprende también el ejercicio del papel paterno respecto de Jesús. Dicha función le es reconocida por el ángel que, apareciéndosele en sueños le invita a poner el nombre al Niño: “Dará a luz un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados” (Mt. 1, 21). Aun excluyendo la generación física, la paternidad de José fue una paternidad real, no aparente. Distinguiendo entre padre y progenitor, una antigua monografía sobre la virginidad de María -el De Margarita (siglo IV)- afirma que “los compromisos adquiridos por la Virgen y José como esposos hicieron que él pudiese ser llamado con este nombre (padre); un padre, sin embargo, que no ha engendrado”. José, pues, ejerció en relación con Jesús la función de padre, gozando de una autoridad a la que el Redentor libremente se “sometió” (Lc. 2, 51), contribuyendo a su educación y transmitiéndole el oficio de carpintero. Los cristianos hemos reconocido siempre en José a aquel que vivió una comunión íntima con María y Jesús, deduciendo que

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que regresemos al Señor. San José, al igual que María, hace el papel del misionero. En su encíclica Quamquam pluries (Devoción a San José) de 1889, El Papa León XIII pidió "al pueblo cristiano que invoque a San José continuamente, con gran piedad y confianza, junto con la Virgen Madre de Dios, su casta Esposa". Debido a que fue de “gran importancia la devoción a San José” se incluyó en las prácticas diarias de los católicos, El Papa León XIII prescribió y ofreció una oración a San José para recitar después del Rosario en octubre. Mantener el santo ejemplo de San José en mente es una parte clave de la devoción católica. Como escribió el Papa Leo: “El Beato Patriarca mira a la multitud de cristianos que componen la Iglesia confiados especialmente en su confianza: esta familia ilimitada se extendió por la tierra.

12- PATRONAZGO DE SAN JOSÉ

12.1. Patrono de la Iglesia Universal El Papa Pío IX, atendiendo a las innumerables peticiones que recibió de los fieles católicos del mundo entero, y, sobre todo, al ruego de los obispos reunidos en el concilio Vaticano I, declaró y constituyó a San JOSÉ Patrono universal de la Iglesia, el 8 de Dic. de 1870. ¿Que guardián o que patrón va darle Dios a su Iglesia? pues el que fue el protector del Niño Jesús y de MARÍA. Cuando hubo llegado el tiempo de fundar la familia divina, San JOSÉ fue elegido por Dios para padre nutricio y protector, y cuando se trató de continuar esta familia en el mundo, esto es, de fundar, de extender y de conservar la Iglesia, a San JOSÉ se le encomienda el mismo oficio. Un corazón que es capaz de amar a Dios como a hijo y a la Madre de Dios como a esposa, es capaz de abarcar en su amor y tomar bajo su protección a la Iglesia entera, de la cual Jesús es Cabeza y MARÍA es Madre. ¡Pidamos a San JOSÉ que custodie a la Iglesia entera!

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11.1. La importancia del papel de San José dentro de la iglesia se reitera con esta aparición. La presencia de San José en esta aparición dice mucho para nuestro mundo de hoy. Es el gigante silencioso, el amigo olvidado que está constantemente presente . La presencia de la Sagrada Familia en la última aparición de Fátima es un recordatorio oportuno para las familias de hoy. Necesitamos esto en las familias, el reflejo de lo que será la Iglesia, la familia de Dios. San José, que es el jefe de la Sagrada Familia, nos da una gran instrucción sobre el plan de Dios. San José enseñaba y reflejaba la imagen de la paternidad de Dios en su papel como cabeza de la Sagrada Familia. Fátima, por todos sus otros significados, también es un recordatorio de la importancia de la paternidad. La paternidad de San José, como todos los padres humanos, es el reflejo en una criatura, de la paternidad de Dios el Padre, enfatizó Mons. Joseph Cirrincione en su folleto de 1989, San José, Fátima y Paternidad. La visión de San José y el Niño Jesús que bendice al mundo, con María al lado del sol, que no ha dejado su lugar, es la seguridad de Dios de que aunque el hombre lo rechace, Dios nunca rechazará al hombre. 11.2. Durante el milagro del sol, cuando la escena familiar pacífica se ve interrumpida por los giros del sol, es un presagio siniestro de las consecuencias para el mundo, que seguramente se sentirán si la verdadera paternidad de Dios y el tradicional y fuerte papel del padre de la familia son rechazadas por la humanidad. El Milagro del Sol representa no tanto una amenaza de males como un presagio del destronamiento de Dios el Padre y una indicación de las terribles consecuencias a seguir. Monseñor Cirrincione explicó: “Dado que la paternidad humana, como reflejo de la paternidad de Dios, fue diseñada para ser el pilar de la familia, la desaparición de la estima por la paternidad ha llevado al colapso de ese pilar y a la desintegración de la familia”. La presencia de San José, especialmente en Fátima, es un recordatorio de que Dios el Padre nos está buscando, esperando

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también en la muerte gozó de su presencia consoladora y afectuosa. De esta constante tradición cristiana se ha desarrollado en muchos lugares una especial devoción a la santa Familia y en ella a san José. Custodio del Redentor. El Papa León XIII, como es sabido, le encomendó el patrocinio de toda la Iglesia.

6- AMOR VIRGINAL DE SAN JOSE (Padre Jordi Rivero)

6.1. Algunos libros apócrifos cuentan que San José era un viudo de noventa años de edad cuando se casó con la Santísima Virgen María quien tendría entre 12 a 14 años. Estas historias no tienen validez y San Jerónimo las llama “sueños”. Sin embargo han dado pie a muchas representaciones artísticas. La razón de pretender un San José tan mayor quizás responde a la dificultad de una relación virginal entre dos jóvenes esposos. Esta dificultad responde a la naturaleza caída, pero se vence con la gracia de Dios. Ambos recibieron extraordinarias gracias a las que siempre supieron corresponder. En la relación esposal de San José y la Virgen María tenemos un ejemplo para todo matrimonio. Nos enseña que el fundamento de la unión conyugal está en la comunión de corazones en el amor divino. Para los esposos, la unión de cuerpos debe ser una expresión de ese amor y por ende un don de Dios. 6.2. San José y María Santísima, sin embargo, permanecieron vírgenes por razón de su privilegiada misión en relación a Jesús. La virginidad, como donación total a Dios, nunca es una carencia; abre las puertas para comunicar el amor divino en la forma mas pura y sublime. Dios habitaba siempre en aquellos corazones puros y ellos compartían entre sí los frutos del amor que recibían de Dios. El matrimonio fue auténtico, pero al mismo tiempo, según San Agustín y otros, los esposos tenían la intención de permanecer en el estado virginal. (cf.St. Aug., “De cons. Evang.”, II, i in P.L. XXXIV, 1071-72; “Cont. Julian.”, V, xii, 45 in P.L.. XLIV, 810; St. Thomas, III:28; III:29:2). Pronto la fe de San José fue probada con el misterioso embarazo de María. No conociendo el misterio de la Encarnación y no queriendo exponerla al repudio y su posible

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condena a lapidación, pensaba retirarse cuando el ángel del Señor se le apareció en sueño: (Mat. 1:19-20, 24) “Su marido José, como era justo y no quería ponerla en evidencia, resolvió repudiarla en secreto. Así lo tenía planeado, cuando el Angel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: «José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo. Despertado José del sueño, hizo como el Angel del Señor le había mandado, y tomó consigo a su mujer”. Unos meses mas tarde, llegó el momento para San José y María de partir hacia Belén para apadrinarse según el decreto de Cesar Augustus. Esto vino en muy difícil momento ya que ella estaba en cinta. (cf. Lucas 2:1-7). 6.3. En Belén tuvo que sufrir con La Virgen la carencia de albergue hasta tener que tomar refugio en un establo. Allí nació el hijo de la Virgen. El atendía a los dos como si fuese el verdadero padre. Cual sería su estado de admiración a la llegada de los pastores, los ángeles y mas tarde los magos de Oriente. Referente a la Presentación de Jesús en el Templo, San Lucas nos dice: “Su padre y su madre estaban admirados de lo que se decía de él”. (Lucas 2:33). Después de la visita de los magos de Oriente, Herodes el tirano, lleno de envidia y obsesionado con su poder, quiso matar al niño. San José escuchó el mensaje de Dios transmitido por un ángel: «Levántate, toma contigo al niño y a su madre y huye a Egipto; y estate allí hasta que yo te diga. Porque Herodes va a buscar al niño para matarle.» Mateo 2:13. San José obedeció y tomo responsabilidad por la familia que Dios le había confiado. San José tuvo que vivir unos años con la Virgen y el Niño en el exilio de Egipto. Esto representaba dificultades muy grandes: la Sagrada familia, siendo extranjera, no hablaba el idioma, no tenían el apoyo de familiares o amigos, serían víctimas de prejuicios, dificultades para encontrar empleo y la consecuente pobreza. San José aceptó todo eso por amor sin exigir nada. 6.4. Una vez mas por medio del ángel del Señor, supo de la muerte de Herodes: “«Levántate, toma contigo al niño y a su madre, y ponte en camino de la tierra de Israel; pues ya han muerto los que buscaban la vida del niño.» El se levantó, tomó consigo al niño y a su madre, y entró en tierra de Israel.

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10- CURIOSIDADES SOBRE SAN JOSÉ

El motivo de que su día también se celebra el día del padre en Europa es el carácter que se le da a San José como buen padre y protector. En Estados Unidos sin embargo, se celebra el tercer domingo de junio debido a que Sonora Dodd una mujer estadounidense vio en su padre un referente de valor, cariño y sacrificio ya que enviudó mientras su mujer daba a luz a su sexto hijo. Tras ello él sólo sacó adelante a toda la familia en una granja. Por este motivo, Sonora Dodd propuso celebrar el día 19 de junio, fecha del nacimiento de su padre, una festividad en honor a los padres. En el año 1924 el presidente Calvin Coolidge lo convirtió en celebración nacional. Finalmente en 1966, Lyndon Johnson proclamó el tercer domingo de junio día oficial del padre en todos los EEUU. Esta fecha fue adoptada por la mayoría de los países del continente Americano. Es típico representar a San José como un hombre mayor y con un cayado del que nacen flores en su extremo. Esto es debido a las diversas leyendas que se pueden conocer en la vida de San José. Los Pepes. El motivo de que a las personas con nombre José se les conozca también como Pepe, es que, al no ser el padre biológico de Jesús era por tanto su padre putativo, y en las diversas pinturas, esculturas o al leer algo en las escrituras sobre él, se añadía tras su nombre las iniciales PP (padre putativo). Esposo de la Santísima Virgen María y padre adoptivo de Nuestro Señor Jesucristo.

11- SAN JOSÉ EN EL MILAGRO DEL SOL DE FÁTIMA

(National Catholic Register)

Con el centenario de Fátima, muchas personas hemos escuchado sobre el “Milagro del Sol” en la aparición de octubre de 1917. Pero pocos conocemos que San José se apareció en esa visión. La Sierva de Dios Lucía Santos, la vidente de Fátima más longeva, describió la bendita apariencia en sus Memorias: “Después de que Nuestra Señora había desaparecido en la inmensa distancia del firmamento, contemplamos a San José con el Niño Jesús y Nuestra Señora ataviados con túnicas blancas con un manto azul, al lado del sol. San José y el Niño Jesús parecían bendecir al mundo, ya que trazaron el Signo de la Cruz con sus manos “.

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Evidentemente todo esto entra en el apartado de las leyendas y de los evangelios apócrifos. 9.3. En lo referente a su profesión siempre se le consideró carpintero aunque probablemente se tratase de lo que hoy llamaríamos un “hombre para todo”, atendiendo a diversas necesidades de reparaciones, ya que exclusivamente la carpintería en una población de unas 50 familias no sería viable. Según algunos evangelios su muerte se produjo a los 111 años, algo altamente improbable en aquellos tiempos. Lo más probable es que su muerte se produjese antes y fuese enterrado en Nazaret. La tradición en el culto a San José tardó en tomar fuerza dentro del mundo cristiano, a pesar de ser el padre elegido para Jesús. El motivo más probable es que en sus orígenes los cristianos sólo rendían algún tipo de culto a los mártires y no era el caso de San José. En los principios del siglo IV ya comenzaba a aparecer el culto a San José entre los Coptos, apareciendo su festividad en el día 20 de julio del calendario Copto. En el mundo occidental aparecen las primeras referencias a su culto en el año 1129 donde se encuentra una Iglesia dedicada a su nombre en Bolonia. Los padres Carmelitas fueron los primeros en trasladar su culto desde Oriente hasta Occidente de una manera completa y tras su aparición en el calendario Dominico fue ganando cada vez más fuerza. Durante los años posteriores, grandes personalidades que después fueron santos, en algunos de los casos, tuvieron una gran devoción por San José, lo que hizo que su culto tomase más fuerza. Es significativa la aportación de Jehan Charlier Gerson que en 1400 compuso un Oficio de los Esponsales de San José. En el pontificado del Papa Sixto IV, San José fue introducido en el calendario romano, que es el que ha llegado hasta nuestros días, en el día del 19 de marzo. Esto fue fundamental y a partir de ese momento se convirtió en fiesta simple, pasando a fiesta doble por Inocencio VIII, fiesta doble de segunda clase por el Papa Clemente XI. Finalmente el Papa Pío IX le nombró patrono de la Iglesia Católica. También entre los obreros ganó mucha popularidad durante el siglo XIX. De hecho el Papa Pío XII instauró la fiesta de San José Obrero el día primero de mayo, el día del trabajo.

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Pero al enterarse de que Arquelao reinaba en Judea en lugar de su padre Herodes, tuvo miedo de ir allí; y avisado en sueños, se retiró a la región de Galilea”. Mateo 2:22. Fue así que la Sagrada Familia regresó a Nazaret. Desde entonces el único evento que conocemos relacionado con San José es la “pérdida” de Jesús al regreso de la peregrinación anual a Jerusalén (cf. Lucas 2, 42-51). San José y la Virgen lo buscaban por tres angustiosos días hasta encontrarlo en el Templo. Dios quiso que este santo varón nos diera ejemplo de humildad en la vida escondida de su sagrada familia y su taller de carpintería. Lo mas probable es que San José haya muerto antes del comienzo de la vida pública de Jesús ya que no estaba presente en las bodas de Canaá ni se habla mas de él. De estar vivo, San José hubiese estado sin duda al pie de la Cruz con María. La entrega que hace Jesús de su Madre a San Juan da también a entender que ya San José estaba muerto. 6.5. Según San Epifanius, San José murió en sus 90 años y el Venerable Beda dice que fue enterrado en el Valle de Josafat. Pero estas historias son dudosas. La devoción a San José se fundamenta en que este hombre “justo” fue escogido por Dios para ser el esposo de María Santísima y hacer las veces de padre de Jesús en la tierra. Durante los primeros siglos de la Iglesia la veneración se dirigía principalmente a los mártires. Quizás se veneraba poco a San José para enfatizar la paternidad divina de Jesús. Pero, así todo, los Padres (San Agustín, San Jerónimo y San Juan Crisóstomo, entre otros), ya nos hablan de San José. Según San Callistus, esta devoción comenzó en el Oriente donde existe desde el siglo IV, relata también que la gran basílica construida en Belén por Santa Elena había un hermoso oratorio dedicado a nuestro santo. 6.6. San Pedro Crisólogo: “José fue un hombre perfecto, que posee todo género de virtudes” El nombre de José en hebreo significa “el que va en aumento. “Y así se desarrollaba el carácter de José, crecía “de virtud en virtud” hasta llegar a una excelsa santidad. En el Occidente, referencias a (Nutritor Domini) San José aparecen en el siglo IX en martirologios locales y en el 1129 aparece en Bologna la primera iglesia a él dedicada.

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Algunos santos del siglo XII comenzaron a popularizar la devoción a San José entre ellos se destacaron San Bernardo, Santo Tomás de Aquino, Santa Gertrudiz y Santa Brígida de Suecia. Según Benito XIV De Serv. Dei beatif., I, iv, n. 11; xx, n. 17), “La opinión general de los conocedores es que los Padres del Carmelo fueron los primeros en importar del Oriente al Occidente la laudable práctica de ofrecerle pleno culto a San José”. 6.7. En el siglo XV, merecen particular mención como devotos de San José los santos Vicente Ferrer (m. 1419), Pedro d`Ailli (m. 1420), Bernadino de Siena (m. 1444) y Jehan Gerson (m. 1429). Finalmente, durante el pontificado de Sixto IV (1471 - 84), San José se introdujo en el calendario romano el 19 de Marzo. Desde entonces su devoción ha seguido creciendo en popularidad. En 1621 Gregorio XV la elevó a fiesta de obligación. Benedicto XIII introdujo a San José en la letanía de los santos en 1726. 6.8. San Bernardino de Siena “siendo María la dispensadora de las gracias que Dios concede a los hombres, ¿con cuánta profusión no es de creer que enriqueciese de ella a su esposo San José, a quién tanto amaba, y del que era respectivamente amada? ” Y así, José crecía en virtud y en amor para su esposa y su Hijo, a quién cargaba en brazos en los principios, luego enseñó su oficio y con quién convivió durante treinta años. 6.9. Los franciscanos fueron los primeros en tener la fiesta de los desposorios de La Virgen con San José. Santa Teresa tenía una gran devoción a San José y la afianzó en la reforma carmelita poniéndolo en 1621 como patrono, y en 1689 se les permitió celebrar la fiesta de su Patronato en el tercer domingo de Pascua. Esta fiesta eventualmente se extendió por todo el reino español. La devoción a San José se arraigo entre los obreros durante el siglo XIX. El crecimiento de popularidad movió a Pío IX, el mismo un gran devoto, a extender a la Iglesia universal la fiesta del Patronato (1847) y en diciembre del 1870 lo declaró Santo Patriarca, patrón de la Iglesia Católica. San Leo XIII y Pío X fueron también devotos de San José. Este último aprobó en 1909 una letanía en honor a San José. 31

evangelios, de la figura de José no se dice mucho si no es al principio cuando se dan pequeños detalles sobre la infancia de Jesús. 9.2. Sin embargo en los evangelios apócrifos, que la Iglesia no reconoce como validos, hay más datos sobre la figura de este hombre. La leyenda o historia que cuentan estos evangelios, es que José era un hombre mayor y viudo que tenía ya 6 hijos de un anterior matrimonio. La joven María que tendría 15 ó 16 años, necesitaba ser desposada y se convocó a los viudos del pueblo para que se reuniesen con un cayado. Entre todos ellos, y tras las oraciones del sacerdote, brotó en el cayado de José vegetación y fue e elegido. De ahí que se le represente siempre como un hombre mayor con un bastón que florece en la parte superior. Otras versiones cuentan que al recoger cada uno de los hombres sus cayados apareció una paloma y se posó sobre José por lo que fue el elegido. Otro de estos evangelios, “Historia de José el Carpintero”, que en teoría fue contada por Jesús a sus discípulos en el monte de los Olivos, cuenta que José era un joven viudo que conservaba toda su vitalidad, y que acogió a María de 12 años como una hija más. De aquí de nuevo que siempre se represente la figura de San José como un afable anciano. Otra de las preguntas que pueden surgir en torno a la figura de José y María es su supuesto embarazo por “obra de Dios”. El motivo de que la sociedad de aquella época no se escandalizara es que los matrimonios se celebraban en dos fases; una primera en la que ya estaban desposados y una segunda en la que se consumaba el matrimonio. El hecho de que sus conciudadanos no se extrañasen es que aunque no era lo habitual y seguramente generase comentarios, no era motivo de escándalo ya que se encontraban entre la primera y segunda fase según las escrituras. En cuanto a los motivos por los que José no criticó el supuesto embarazo, se cree que el hecho de que María no intentase excusarse era el motivo por el cual este la creía ciegamente. Además José pudo pensar que durante el viaje a visitar a su prima pudo ser violada y que ese era el motivo de su silencio, lo que no le dejaba en muy buen lugar a José por lo que no levantó la voz sobre el asunto, hasta que días más tarde se le explicó en un sueño el motivo del embarazo por “la gracia de Dios”.

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abogado y protector al glorioso San JOSÉ, y encomendándome mucho a Él. Vi claro que así de esta necesidad, como de otras mayores, este padre y señor mío me sacó con mas bien de lo que yo le sabia pedir. No me acuerdo hasta ahora haberle suplicado cosa que la haya dejado de hacer. Es cosa tan grande las maravillosas mercedes que me ha hecho Dios por medio de este bienaventurado Santo, de los peligros que me ha librado, así de cuerpo como de alma; de este santo tengo experiencia que socorre en todas las necesidades, y es que quiere el Señor darnos a entender que así como le fue sujeto en la tierra, que como tenia nombre de padre, y le podía mandar, así en el cielo hace cuanto le pide. Querría yo persuadir a todos que fuesen devotos de este glorioso santo por la gran experiencia que tengo de los bienes que alcanza de Dios.” – Su primer convento le llamo “San JOSÉ”.

9- PATERNIDAD Y CULTO DE SAN JOSE

Sus celebraciones: MARZO 19: Esposo de la Virgen María, MAYO 1: San José Obrero, Domingo después de Navidad: La Sagrada Familia 9.1. San José es cabeza de la Sagrada Familia. El hombre en quien Dios confió sus mas valiosos tesoros. Esposo de María Santísima, padre virginal de Jesús. No hay en el cielo santo mas grande después de su esposa, María. El Papa Pío IX nombró a San José, en 1847, Patrono de la Iglesia universal. Si la fiesta, 19 de marzo, cae en Semana Santa, se anticipa al primer sábado anterior a ella. Esta festividad, que ya existía en numerosos lugares, se fijó en esta fecha durante el siglo XV y luego se extendió a toda la Iglesia como fiesta de precepto en 1621. La paternidad de San José alcanza no sólo a Jesús sino a la misma Iglesia, que continúa en la tierra la misión salvadora de Cristo. El Papa Juan XXIII en 1962 incorporó su nombre al Misal, al Canon Romano, para que todos los cristianos -en el momento en que Cristo se hace presente en el altar- veneremos su memoria. La figura histórica de San José está un poco olvidada dentro de los documentos que la Iglesia católica considera validos. Al igual que de la Virgen María se tienen más datos y aparece en los

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6.10. Santa Teresa de Jesús “Tomé por abogado y señor al glorioso San José.” Isabel de la Cruz, monja carmelita, comenta sobre Santa Teresa: “era particularmente devota de San José y he oído decir se le apareció muchas veces y andaba a su lado.” “No me acuerdo hasta ahora haberle suplicado cosa que la haya dejado de hacer. Es cosa que espanta las grandes mercedes que me ha hecho Dios por medio de este bienaventurado santo…No he conocido persona que de veras le sea devota que no la vea mas aprovechada en virtud, porque aprovecha en gran manera a las almas que a El se encomiendan…Solo pido por amor de Dios que lo pruebe quien no le creyere y vera por experiencia el gran bien que es encomendarse a este glorioso patriarca y tenerle devoción…” -Sta. Teresa. 6.11. San Alfonso María de Ligorio nos hace reflexionar: “¿Cuánto no es también de creer aumentase la santidad de José el trato familiar que tuvo con Jesucristo en el tiempo que vivieron juntos?” José durante esos treinta años fue el mejor amigo, el compañero de trabajo con quién Jesús conversaba y oraba. José escuchaba las palabras de Vida Eterna de Jesús, observaba su ejemplo de perfecta humildad, de paciencia, y de obediencia, aceptaba siempre la ayuda servicial de Jesús en los quehaceres y responsabilidades diarios. Por todo esto, no podemos dudar que mientras José vivió en la compañía de Jesús, creció tanto en méritos y santificación que aventajó a todos los santos. 6.12. San José y la Sagrada Familia Jesús se encarnó y quiso ser como nosotros en todo menos en el pecado. Como nosotros, siendo niño, dependió completamente sus padres. María su madre no estaba sola. Tenía José, su esposo. Meditemos sobre la virtud de San José, custodio de la Sagrada Familia. Sin San José, Jesús hubiese muerto en el vientre de su madre. Pero San José reconoció a María como su mujer, aun sabiendo que aquel niño no era su hijo. El creyó que era del Espíritu Santo. ¿Cuantos hombres lo hubiesen hecho? Sin San José, Jesús hubiese muerto, asesinado por Herodes junto a los otros niños de Belén. Cuantos pequeños corazones fueron traspasados aquel día. Cuantas madres desconsoladas. Pero Gracias a José.

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Jesús y María pudieron llegar al día del Calvario. ¿Cuantos hombres hubiesen sacrificado todo para llevar a la Madre y al niño a una tierra extranjera y vivir allí sin saber hasta cuando? 7- EL CORAZÓN DE SAN JOSÉ UNIDO AL CORAZÓN DE

JESÚS Y MARIA (Madre Adela Galindo, SCTJM ) Después del de la Virgen, el corazón de San José es el que mas cerca estuvo del Corazón del Redentor. San José amaba con verdadero amor paternal a Cristo. Su corazón estaba unido de tal forma al de Jesús, que mucho antes que San Juan se recostara sobre el pecho del Señor, ya San José conocía plenamente los latidos del Corazón de Cristo y aún mas, Cristo conocía perfectamente los latidos del corazón de su padre virginal, puesto que toda su niñez la pasó recostado del pecho de su padre, San José. En esta comunión de “corazón a Corazón”, ¿qué secretos insondables habrá descubierto San José en el Corazón de su Hijo? El Ángel le había revelado en sueño que el Hijo de María era quien “salvará a su pueblo de sus pecados” (Mt 1:21). Entendió que el Corazón del Emmanuel era un corazón humilde, misericordioso y redentor. Era el Corazón de Dios, formado por el Espíritu Santo, que vino a salvar a su pueblo. No para una salvación meramente temporal, sino mucho mas profunda; era la salvación del mal que había entrado en el corazón humano: el egoísmo, el desamor, la división, la injusticia…. el pecado. 7.1. El corazón de San José unido al Corazón de María, su Esposa. El corazón de San José vivió en plena comunión con el Inmaculado Corazón de María. Ella fue para el, igual que lo es para todos nosotros, el camino que lo condujo al misterio del Dios hecho Hombre. En el sueño del ángel, oyó éstas palabras: “No temas tomar contigo a María tu mujer porque lo nacido de ella es del Espíritu Santo.” (Mt 1: 20) Con esto, es introducido no solamente en el misterio de la Encarnación, sino también en el misterio del corazón excepcional de la Virgen Santísima, escogida para ser Madre de Dios. San José se dio cuenta que el Mesías y Salvador, tan esperado por su pueblo, había de llegar al mundo a través del

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8- SANTIDAD Y DEVOCION A SAN JOSÉ 8.1. Santidad de San José Santo Tomas de Aquino estableció un principio: “Cuanto alguna cosa recibida se aproxima mas a la causa que la ha producido, tanto mas participa de la influencia de esa causa”. O sea, que cuanto mas nos acercamos al fuego, que produce calor, mas intensamente nos calentamos. Ahora bien, la causa única de donde procede toda santidad es el mismo Dios. Luego cuanto mas próxima o cercana a Dios este una criatura, tanto mas participará de su infinita santidad. Y como después de la Virgen María nadie se ha acercado tanto a Dios como San JOSÉ, en virtud, precisamente de su singularísima llamada de ser esposo de MARÍA y padre virginal de Jesús, hay que concluir con toda seguridad, que la santidad de San JOSÉ no puede compararse con ninguna otra criatura después de MARÍA. Hay dos razones para probar esto: “Dios da a cada uno la gracia según aquello para lo que es

elegido” “Una misión divina excepcional requiere una santidad

proporcionada” Se ha tratado de definir muchas veces las virtudes de San José: “Brillan en Él, sobre todo las virtudes de la vida oculta: la virginidad, la humildad, la pobreza, la paciencia, la prudencia, la fidelidad que no puede ser quebrantada por ningún peligro, la sencillez y la fe; la confianza en Dios y la mas perfecta caridad. Guardó con amor y entrega total, el deposito que se le confiara con una fidelidad propia al valor del tesoro que se le deposito en sus manos. San JOSÉ es también modelo incomparable, después de Jesús, de la santificación del trabajo corporal. Por eso la Iglesia ha instituido la fiesta de S. JOSÉ Obrero (Mayo 1), presentándole como modelo sublime de los trabajadores manuales. 8.2. Devoción a San José Como es sabido una de las mas fervientes propagadoras de la devoción a San JOSÉ fué Santa Teresa de Avila. En el Capítulo Sexto de su Vida, escribió uno de los relatos mas bellos que se han escrito en honor a San JOSÉ: “Tomé por

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mundo a través del Inmaculado Corazón de María. Fue la misma Virgen María la que anunció, en su aparición del día 13 de septiembre, de que en octubre no solo haría un milagro para que todo el mundo creyera, sino que San José vendría con el Niño Jesús a bendecir al mundo. La Virgen le dijo: “Continúen rezando el rosario para obtener el fin de la guerra. En octubre, Nuestro Señor vendrá, así como nuestra Señora de los Dolores y Nuestra Señora del Carmen. San José aparecerá con el Niño Jesús y bendecirá al mundo.” 7.7.¿Por qué Dios hizo de la presencia de San José en Fátima, un elemento visible en el misterio del triunfo que se avecina? Porque San José es el modelo para toda la humanidad de unión con los Sagrados Corazones de Jesús y de María. Y además, lo que fue su misión en la tierra, continúa siéndolo en el cielo: él fue y es el protector de los Dos Corazones. Él protegió el Corazón Inmaculado de María y el Sagrado Corazón de Jesús, que latía en el seno de la Virgen. Los protegió celosamente y por eso ellos triunfaron en su corazón. ¿Cómo no va a ser ahora quien los proteja, asegurando su triunfo en los corazones de todos los hombres? San José, dado como protector de los Dos Corazones en el principio, es ahora encomendado por Dios como protector de toda la familia humana. De forma particular, San José es protector de todos aquellos que aman a los Dos Corazones, que se han unido a ellos y que promueven su pronto Reinado en la humanidad. 7.8. Es San José el que enseña de forma mas plena a los apóstoles de los Dos Corazones, a tener plena unidad interior con el corazón de Jesús y el de María, porque fue precisamente él, el tercer corazón, que se unió a ellos en amor, en servicio y en fidelidad. Son los apóstoles de los Dos Corazones los que de una manera nueva deben acogerse a la protección de San José y pedirle a él que les enseñe a amar, a servir, a sacrificarse y a permanecer unidos a éstos Dos Corazones como él lo hizo toda su vida. ¡San José, Custodio de los Dos Corazones…. Ruega por nosotros!

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seno maternal de María, la mujer a quien Dios le había dado por esposa. ¿Cuál fue la respuesta de San José? “Despertado José del sueño, hizo como el Ángel del Señor le había mandado, y tomo consigo a su mujer” (Mt 1:24). En otras palabras, San José se consagra a María, a su persona, a su corazón, y a su misión. Accedió a la voluntad de Dios quien designó que el, y todo el genero humano, había de recibir al Redentor por manos de María. Mucho mas que todas las generaciones que llamarán bendita a la Virgen por las maravillas que Dios ha hecho en ella (cf. Lc 1:48-49), San José las supo ver, ponderar, y amar, levantándose así en su corazón, un profundo deseo de protegerla. San José vivó en perfección la consagración al Inmaculado Corazón de María. Es él, el perfecto devoto de la Virgen, y nosotros debemos aprender de él. El es el primer ejemplo del mensaje que San Juan Eudes escuchó del Corazón Eucarístico de Jesús: “Te he dado este admirable Corazón de Mi Madre, que es Uno con el Mío, para ser Tu verdadero Corazón también, para que puedas adorar, servir y amar a Dios con un corazón digno de su Infinita Grandeza”. Debemos pedirle que nos enseñe como amar con todo nuestro corazón a la Santísima Virgen, a quien amó con todas las fuerzas de su corazón y de quien recibió, con profundo agradecimiento, el Sagrado Corazón de Jesús, el Salvador. 7.2. San José, custodio y protector de los dos corazones Cuando hablamos de San José, hay un silencio que envuelve a su persona; silencio que vivió toda su vida. Su misión fue, después de la Santísima Virgen María, la mas importante que Dios le haya encomendado a criatura alguna, y al mismo tiempo la mas escondida: salvaguardar “los tesoros de Dios” -Jesús y María- y proteger con su silencio, presencia y santidad el misterio de la Encarnación y el misterio de la Santísima Virgen María. En la primera venida del Hijo de Dios al mundo, las vidas de María y José fueron radicalmente escondidas; ahora –en estos momentos tan difíciles de la historia– han salido a relucir para dar a los hombres testimonio del amor de Dios

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por la humanidad, y de lo que hace en los corazones de aquellos que son fieles a Su voluntad. Y así vemos como se ha despertado en estos tiempos, un nuevo interés en la persona de San José, en su santidad, en su misión y en su intercesión. 7.3. Los papas y San José: el Papa León XIII escribe “Quamquam Pluries” reafirmando su patrocinio sobre toda la Iglesia. El Papa Pío XII instaura la fiesta de San José, Obrero, el día primero de mayo. El Papa Juan Pablo II escribió ”Redemptoris Custos”; donde habla de la misión de San José especialmente en estos tiempos donde la Iglesia enfrenta grandes peligros. De manera particular, Dios quiere hacer relucir la persona y misión de San José en su relación con los Sagrados Corazones de Jesús y María. La primera indicación de ello fue dada en las apariciones de la Virgen de Fátima, en Portugal. En la última aparición de la Virgen, el 13 de octubre, San José aparece junto con el Niño Jesús y bendice al mundo. Sor Lucía, la principal vidente, relata lo sucedido: “Mi intención [en gritar a la gente que miraran hacía arriba] no era llamarles la atención hacia el sol, porque yo no estaba consciente de su presencia. Fui movida a hacerlo bajo la dirección de un impulso interior. Después que Nuestra Señora había desaparecido en la inmensidad del firmamento, contemplamos a San José con el Niño Jesús y a nuestra Señora envuelta en un manto azul, al lado del sol. San José y el Niño Jesús aparecieron para bendecir al mundo, porque ellos trazaron la Señal de la Cruz con sus manos. Cuando un poco mas tarde, esta aparición desapareció, vi a nuestro Señor y a la Virgen; me parecía que era Nuestra Señora de los Dolores. Nuestro Señor apareció para bendecir al mundo en la misma manera que lo hizo San José. Esta aparición también desapareció y vi a Nuestra Señora una vez mas, esta vez como Nuestra Señora del Carmen.” Ese día en Fátima se hicieron presente los Dos Corazones y San José. Dios nos revela los Corazones de Jesús y María pues ellos son la esperanza de la humanidad. 7.4. Es el amor y la misericordia de estos Dos Corazones la que salvara al mundo del pecado y de la muerte. Pero el misterio de la presencia de San José revela que, unido al amor de los Dos Corazones, Dios espera y busca el amor y la respuesta del hombre para con su hermano. 27

El hombre, con su amor, intercesión y reparación, sumergidos en el amor de Jesús y María, también debe alcanzar gracias de conversión para la humanidad. Dios salvará a la humanidad por medio del amor: el amor de Jesús y María y de todos aquellos que, como San José, se unan y vivan dentro de este amor. 7.5. La Unión del Corazón de San José con los Dos Corazones. Así, como por designio de Dios, el Corazón Inmaculado de la Santísima Virgen está unido “indisolublemente al Corazón de Cristo”, de manera que estos Dos Corazones permanecieran unidos para siempre y por ellos nos llegara la salvación, así mismo, por designio de Dios, el corazón que mas de cerca vive en alianza con éstos Dos Corazones es el corazón de San José. Cuando contemplamos el corazón de San José, contemplamos un corazón puro, que dirige todos sus afectos y acciones hacia aquellos que le fueron encomendados, cuya grandeza él supo leer y entender. Todos los movimientos del corazón de San José tenían un solo objetivo: el amor de los Dos Corazones. Por ellos trabajó; por ellos obedeció; por ellos sufrió; a ellos los defendió y protegió sin interrupción. Su vida era para amar, consolar, proteger y cuidar a los Dos Corazones. Hay que recordar que San José no era Dios hecho hombre, ni tampoco fue concebido inmaculado; el nació con el pecado original igual que todos nosotros. Pero su corazón se hizo uno con el Corazón de María y a través de ella, con el Sagrado Corazón de Jesús. Veamos como se da en San José esta misteriosa unidad. Estos secretos insondables fueron conocidos plenamente por San José, por la intimidad de contemplación de los corazones de Jesús y María. Lo encontramos al lado de la Santísima Virgen en los misterios gozosos del Santo Rosario. Al convivir y contemplar lo que se desarrollaba en la vida de Jesús y en la vida de su esposa, su corazón crecía en admiración y amor a Dios y en ardientes deseos de participar plenamente en su obra. 7.6. San José y el Triunfo de los Dos Corazones. La presencia de San José en dos de las apariciones de la Santísima Virgen aprobadas por la Iglesia –Knock y Fátima– muestran el deseo de Dios de que se reconozca a San José. En la aparición de Fátima vemos como Dios no dejó duda alguna de la importancia de San José en su plan para la conversión del