conjugando el presente

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  • Conjugando el presentePersonas sin hogar en laCiudad de Buenos Aires

  • Conjugando el presentePersonas sin hogar en laCiudad de Buenos Aires

    Griselda Palleres

    S O C I E D A DA R G E N T I N A D EA N T R O P O L O G I A

  • Coleccin Tesis de Licenciaturadirigida por Lidia R. Nacuzzi

    2004 by Griselda Palleres

    Sociedad Argentina de AntropologaMoreno 350. (1091) Buenos Aires

    Reservados todos los derechos. Queda rigurosamente prohibida, sin la autorizacin escrita delos titulares del "copyright", bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproduccin parcialo total de esta obra, por cualquier medio o procedimiento, incluidos la reprografa y eltratamiento informtico.

    ISBN 987-20674-4-9

    Queda hecho el depsito que marca la ley 11.723Impreso en la Argentina - Printed in Argentina

    La Tesis de Licenciatura Conjugando el presente. Personas sin hogar en la Ciudad de BuenosAires fue dirigida por Cecilia Hidalgo y su defensa se llev a cabo en la Facultad de Filosofay Letras de la Universidad de Buenos Aires el 24 de julio de 2002. Fueron sus jurados CarlosHerrn y Beatriz Kalinsky.

    Comit Asesor

    Carlos A. Aschero (Universidad de Tucumn / CONICET)Luis A. Borrero (Universidad de Buenos Aires / CONICET)Claudia Briones (Universidad de Buenos Aires / CONICET)Francisco R. Carnese (Universidad de Buenos Aires / CONICET)Vctor A. Durn (Universidad Nacional de Cuyo / CONICET)Cecilia Hidalgo (Universidad de Buenos Aires)Ana Mara Lorandi (Universidad de Buenos Aires / CONICET)Gustavo Politis (Universidad de La Plata / CONICET)Alejandra Siffredi (Universidad de Buenos Aires / CONICET)Myriam Tarrag (Universidad de Buenos Aires / CONICET)Hugo D. Yacobaccio (Universidad de Buenos Aires / CONICET)

    Asistente editorial: Pablo E. Fisher

    Foto de tapa: Griselda Palleres

    Realizacin de tapa y composicin de originales Beatriz Bellelli

    Palleres, Griselda

    Conjugando el presente: personas sin hogar en la ciudad de Buenos Aires. 1. ed.

    Buenos Aires: Sociedad Argentina de Antropologa, 2004.

    150 p.; 21x15 cm. (Tesis de licenciatura)

    ISBN 987-20674-4-9

    1. Personas sin Hogar I. Ttulo

    CDD 305.569

  • A mi familia por estar siemprea mi lado, a pesar de la distancia

  • INDICE

    9

    11

    15

    21

    29

    30

    4345

    46

    59

    6364

    AGRADECIMIENTOS

    PRLOGO

    INTRODUCCIN

    PRIMERA PARTELA CIUDAD Y SUS HABITANTES EN LOS ESTUDIOS URBANOS

    1. Marginales, informales, excluidos, desafiliados

    2. HomelessEspacio y tiempo de los homeless:ghettorizacin, desterritorializacin y plurinuclearizacin

    SEGUNDA PARTEPROGRAMAS E INSTITUCIONES GUBERNAMENTALESY REDES NO GUBERNAMENTALES

    3. Sin techo: Gobierno de la Ciudad de Buenos AiresPrograma Buenos Aires PresentePrograma Sin Techo

    4. DeambulantesServicio Interparroquial de Ayuda Mutua

    Peridico DiagonalEjrcito de SalvacinAsociacin Civil Hecho en Buenos Aires

    59

    61

  • 66

    69

    89

    Caritas Buenos AiresProyecto San Francisco de Ass

    TERCERA PARTELA VIDA EN LA CALLE

    5. Vivir en la calle

    6. Circuitos y redesComedorDuchas

    CONSIDERACIONES FINALES

    ANEXO

    BIBLIOGRAFA CITADA

    127127132

    139

    145

    147

  • Agradecimientos

    Agradezco a los responsables de distintos organizaciones institucio-nales tales como Servicio Inter-Parroquial de Ayuda Mutua, AsociacinCivil Hecho en Buenos Aires y encargados y voluntarios de Proyecto SanFrancisco de Ass por permitirme ingresar e interiorizarme acerca de lasactividades que llevan a cabo a los fines de esta tesis. Asimismo, mi reco-nocimiento hacia el Gobierno de la Ciudad de BuenosAires por la publi-cacin de documentos referentes a los distintos programas que funcio-nan bajo su rbita, los cuales me han sido de suma utilidad para el anli-sis de los aspectos institucionales de mi trabajo. Sin embargo, lamentoprofundamente el no haber tenido la oportunidad de comentar el conte-nido de estos documentos con ningn funcionario responsable.

    Mi reconocimiento a Pablo Slemenson (mdico psicoanalista) por suasesoramiento especializado con relacin a las diferentes patologas men-tales a las que se hacen referencia en este trabajo, as como de su profe-sin en sentido amplio.

    Sin pretender retribuir con esto en modo alguno su colaboracin, de-seo agradecer a todas aquellas personas que viven en la calle cuya parti-cipacin hizo posible este trabajo quienes, mencionados o no, se hallanpresentes en esta tesis.

    Muchas gracias a Valeria por haber tolerado mis ideas desde el ini-cio de esta historia, y a Vero, por haber compartido conmigo largas char-las de madrugada que me permitieron comprender y resignificar tiem-pos y espacios difciles.

    Muy especialmente quiero expresar mi gratitud a Cecilia Hidalgo,quien ha significado para m una fuente de ininterrumpido estmulo,principalmente brindndome su afecto y apoyo en este largo pero fasci-nante proceso.

  • 11Introduccin

    Prlogo

    Acompaar a Griselda Palleres en la realizacin de su tesis sobre laspersonas sin hogar en la Ciudad de Buenos Aires ha constituido para muna experiencia intelectual y humana sin precedentes. Acept su direc-cin interesada por el desarrollo de una antropologa del presente y lapropia sociedad, la temtica elegida por la joven tesista me pareca idealpara asumir el desafo y las enseanzas de Grard Althabe de erradicarprcticas etnogrficas estructuradas sobre el modelo de lo extico y laextranjerizacin del investigador. Lo que no poda estimar entonces eralo que conllevaba la desaparicin de esa ajenidad en casos como los estu-diados por Griselda Palleres. Pero de esto hablar unos prrafos msadelante.

    Al repasar los enfoques antropolgicos de la ciudad y sus habitantesms desfavorecidos su trabajo muestra recurrencias, generalmente inad-vertidas, en las polticas pblicas respecto de los pobres urbanos. Comosi todo convergiera en una bsqueda pertinaz de ocultamiento, los sinhogar -que ni siquiera son registrados como indigentes, pues hastapara eso se necesita un domicilio fijo- han sido objeto de las mismas es-trategias de ghettorizacin, desterritorializacin y plurinuclearizacin queaquellos otros pobres de la ciudad conceptualizados sucesivamente des-de la dcada de 1960 como marginales, informales, excluidos ydesafiliados.

    Aun cuando muchas personas sin hogar se nos presentan como po-bres visibles, que tornan ostensible su sufrimiento y sus carencias, GriseldaPalleres nos hace concientes de la inmensidad de nuestra ceguera. Loque estamos viendo es solo una porcin infinitesimal, la de los crni-cos, los que llevan ya largo tiempo -quiz ms de dos aos- viviendo enla calle. Son muchas las etapas previas y muchos los que, invisiblementepara el ojo inadvertido, comienzan a transitar el da a da de la calle concarencias y sufrimientos disimulados. Aquellos para los que lo provisio-nal no se ha transformado todava en una nueva situacin estable, paralos que la crisis, el hito que marca un antes y un despus alrededor de la

  • 12 Griselda Palleres

    prdida del hogar, est prxima y parece reversible. A ellos se dedicaprincipalmente Griselda Palleres, destacando el carcter procesual delfenmeno y lo inconveniente de tomarlo en consideracin solo en susetapas terminales. Muchos viven en albergues, otros lo hacen en hotelesde mala muerte dentro y fuera del sistema de ayuda de la Ciudad o sonayudados temporariamante por parientes y allegados y, lo que es funda-mental, cuentan con habilidades y posibilidades de evitar el camino ha-cia la cronicidad.

    La cotidianeidad, el da a da de la vida en la calle permite a nuestraautora confrontar, de manera sencilla pero elocuente, macroestructuras ymicroprocesos. A travs de la experiencia de las personas que estudia setransparentan claramente cuestiones estructurales como el desempleo ylas serias limitaciones materiales y de todo tipo de los lazos familiares ocomunitarios de los sectores ms vulnerables. Se ven tambin las dife-rencias del fenmeno presente con antecedentes histricos de pobresitinerantes, fundamentalmente trabajadores golondrina u otros que in-tentando evitar la explotacin elegan modos no convencionales de vida.Ya no se trata de incertidumbres laborales pasajeras que dificulten inter-mitentemente acceder a un refugio convencional o cuestiones ideolgi-cas o existenciales. Pero quienes viven en la calle tampoco son la meraexpresin de la locura o la esquizofrenia de nuestra poca.

    Luego de una esclarecedora exposicin y crtica de los distintos pro-gramas pblicos y de redes no gubernamentales en vigencia en la Ciu-dad de Buenos Aires, su trabajo de campo sigue los circuitos y redes decomedores, duchas, refugios y hogares, recorridos incansablemente porsus agentes. Las condiciones y procesos que van experimentando aque-llos que viven en la calle son desplegados apartndose del discursoinstitucional. El compromiso etnogrfico de Griselda por brindar unareconstruccin adecuada desde el punto de vista de estas personas develael carcter mistificador de los nmeros, supuestamente exactos, con quese pretende medir el fenmeno y sobre todo del enfoque patologizanteprevaleciente. El lector llegar a entender con los agentes el por qu, lasrazones por las que evaden algunos o usan otros de los planes de ayudaque proporcionan los agentes pblicos y no gubernamentales. Llegar aadvertir tambin la falta de diseo de programas que propongan solu-ciones duraderas, que se basen en la solidaridad y la voluntad de inclu-sin, ms que en la caridad.

    Su trabajo nos deja preocupados e incmodos. El distanciamiento y elabandono ya no son solo ajenos. La respuesta social que como ciudada-nos hemos confiado a las instituciones y los programas pblicos de los

  • 13Prlogo

    que somos parte necesaria, muestra su endeblez: no cuentan con presu-puestos acordes a la importancia del problema, se apoyan en explicacio-nes patologizantes inaceptables, son insuficientes, refuerzan las ms delas veces las limitaciones de redes no gubernamentales fundadas envoluntariados sin la formacin y los recursos adecuados. Nos sentimosincmodos porque lo menos que podemos esperar de nosotros mismoses instar a la modificacin de las premisas que guan las polticas pbli-cas y el accionar colectivo de nuestra propia comunidad. Sabemos quelos ciudadanos de Buenos Aires pueden pasar fcilmente de la simpataal resentimiento con respecto a la pobres urbanos, que es ms cmodo nover, ser caritativo que solidario. Pero no podemos terminar de leer estetrabajo sin sentir que lo importante es promover un sentido de inclusin,comprometer presupuestos e ideas, recursos materiales y herramientassociales para lograr la participacin y el empleo de gente que tiene mu-cho para dar en fuerza, afecto, habilidad e imaginacin, tal como lo prue-ban da a da superando los innumerables obstculos de su situacin. Ycuando se advierta que a su problema se le suman cuestiones referidas ala salud mental, preexistentes o generadas por la extrema experienciaque les ha tocado vivir, es de esperar que servicios especializados de-muestren su capacidad de contribuir a una solucin.

    Hoy que la pobreza se hace visible como un hecho flagrante de la vidacotidiana y crece da a da el riesgo de que incluso familias completasdeban vivir en la calle; hoy que no hay trabajo, faltan viviendas de bajocosto que puedan afrontarse, estn prcticamente agotadas las redes ho-rizontales de cooperacin y devaluada la ayuda social pblica, las expli-caciones psicolgicas patologizantes, la ceguera ante la gnesis estructu-ral del problema y aun ante su dinmica de evolucin nos resulta inacep-table. Es como si ms que una ceguera expresara una negacin a ver.Griselda Palleres no nos permite no ver, su trabajo nos fuerza a un cam-bio no solo explicativo e interpretativo sino prctico, su tesis nos trans-forma y nos reclama, como personas y como ciudadanos, revisar las ac-ciones y polticas pblicas y no gubernamentales en las que estamos com-prometidos.

    Cecilia Hidalgo

  • 15Introduccin

    La presente investigacin trata sobre adultos que se encuentran vi-viendo en la calle. Si bien no existe una categora especf ica y nica quedefina a quienes tienen la calle por nico domicilio, siempre es posibleencontrar una designacin que los agrupe y diferencie.

    A lo largo de la historia aparece una y otra vez la figura de la personaque abandona a la familia, la vivienda, el trabajo y la vida sedentariapara nomadizarse por cuenta propia. La necesidad de auto-expresin yla bsqueda de una verdad ms all del trabajo fijo o la rutina socialfueron algunas de las razones que justificaron este modo de actuar. Tal esel caso de los linyeras o crotos 1 -denominados as en nuestro pas a partirde 1920- a quienes se les permita, a travs de reglamentaciones guberna-mentales, viajar gratuitamente en los trenes en busca de trabajo. Si bienmuchas personas se han dedicado a andar por la va de la vida en busca deun ideal, tambin es muy probable que hayan sido obligados a recorrercaminos alternativos en busca de su subsistencia. Sin embargo, a estossiempre se los asoci con rasgos personales socialmente condenados, demodo que fueron vistos como vagos, sucios, delincuentes, alcohlicos o locos.

    En este trabajo mostrar que al vincularse a la persona que vive en lacalle con conceptos tales como vagancia (que conlleva la voluntad deeludir cualquier tipo de responsabilidad laboral) o, en caso extremo, conla delincuencia, se produce y precipita el surgimiento de: 1) estereoti-pos creados a partir de atributos negativos o exteriores, 2) conceptualiza-ciones que responden a gran cantidad de prejuicios e imaginarios confor-mados a travs de la memoria colectiva y del sentido comn y 3) catego-rizaciones que apuntan a la exclusin y que sealan al individuo comopeligroso y culpable de su situacin.

    Introduccin

    1 Los crotos y linyeras fueron definidos como los monarcas de los caminos del ferro-carril, [] una especie de lite de los mrgenes, una cultura itinerante que se sentalibre, fluida y flexible frente al poder, el patrn y la polica (Baigorria 1998: 32).

  • 16 Griselda Palleres

    A pesar de la falta de investigaciones que analicen y profundicen as-pectos de la historia y actualidad del problema que representa el vivir enla calle, existen programas e instituciones, creadas y en curso, que pon-deran este tipo de problemtica y brindan asistencia. En este trabajo nosreferiremos a los programas del Gobierno de la Ciudad de Buenos Airesy de diversas Organizaciones No Gubernamentales (ONG) que operanen el rea.

    Desde el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires se denomina sintecho a sus potenciales beneficiarios. Como individuos definidos a travsde la carencia de vivienda es posible encontrarlos en lugares pblicos oprivados, exceptundose aquellos que pueden acceder a la proteccinque brindan las residencias u hogares temporarios de esta entidad gu-bernamental.

    Por su parte, las organizaciones no gubernamentales los denominandeambulantes describiendo el continuo movimiento llevado a cabo porlas personas, a travs de redes institucionales y parroquiales, en la bs-queda de lo mnimo indispensable para subsistir (alimento, ropa e higie-ne personal).

    Sin embargo, veremos cmo a pesar de emplear estas denominacio-nes supuestamente neutras o descriptivas, los discursos y las prcticasinstitucionales no dejan de ser estigmatizantes y hasta condenatorios. Esms, destacaremos hasta qu punto estos mbitos han creado perfiles queresponden ms a los imaginarios colectivos que a las condiciones realescon las que las personas deben enfrentarse a diario.

    Defender la idea de que an cuando, en una primera instancia, esposible identificar a las personas a travs de sus caractersticas exteriores(aspecto personal, vestimenta, higiene, actitudes, etc.) solo es posible de-finirlas -en caso de querer hacerlo- a travs de sus relatos y vivencias per-sonales. Para ello es necesario tener en cuenta y analizar las respuestasque elaboran frente a su actual situacin, el modo en que van constru-yendo y resignificando el espacio al cual fueron confinados y la actitudque toman frente a este, la manera en que constituyen la cotidianeidadpresente a travs de sus vivencias y la forma en que se conciben a s mis-mos.

    Es as como la reflexin propuesta en esta investigacin gira en tornoa la pertinencia de un anlisis antropolgico de problemticas tan rele-vantes para la comprensin de nuestra propia sociedad y del presente,donde los agentes, las instituciones y los programas estudiados no sonotros ni pertenecen a comunidades distantes (Hidalgo 1998).

    La presentacin de esta investigacin se ordena en tres partes. En la

  • 17Introduccin

    primera de ellas sealo los marcos conceptuales a travs de los cuales, alo largo del tiempo, los estudios urbanos fueron definiendo y constitu-yendo la ciudad y sus habitantes. Tambin describo y analizo distintasinvestigaciones que, desde las ciencias sociales, han tratado la problem-tica. En la segunda y tercera parte detallo mi trabajo de campo, llevado acabo dentro de los lmites de la Ciudad de Buenos Aires, tomando encuenta no solo las instituciones sino los agentes mismos, en particular laspersonas sin hogar. De esta manera, describo en primer lugar el funcio-namiento de dos programas dependientes del Gobierno de la Ciudad deBuenos Aires creados para asistir a las personas que se encuentran vi-viendo en la calle. Luego, teniendo en cuenta las organizaciones no gu-bernamentales que ofrecen asistencia a estas personas, explicito el fun-cionamiento de las distintas instancias de asistencia con las que cuentan(servicios, proyectos, micro-emprendimientos, etc). Por ltimo, recons-truyo la cotidianeidad de las personas en el mismo lugar donde se en-cuentran, a travs de la observacin participante y considerando no solosus acciones sino tambin, y principalmente, los dilogos que he mante-nido con ellos as como los testimonios que han producido, tales comopoemas y dibujos.

  • Primera Parte

    LA CIUDAD Y SUS HABITANTESEN LOS ESTUDIOS URBANOS

  • Es en la ciudad y por medio de la ciudad donde latensin social se coagula y se manifiesta, es en laciudad y por medio de la ciudad donde las clases ylos grupos subalternos y en particular los gruposmarginados se organizan y ejercen esa cuota depoder contractual que logran expresar.

    Amalia Signorelli (1995)

    En las pginas que siguen desplegar los antecedentes tericos y con-ceptuales en los que se ha apoyado y con los que discute esta investiga-cin. Me referir en primera instancia a los estudios urbanos y su evolu-cin con respecto a la manera de conceptualizar la situacin de los habi-tantes de las ciudades en desventaja social y econmica.

    Los estudios urbanos suelen concebir a la ciudad a partir de la nega-tividad que representa la vida en ella, al punto de convertir a la granciudad en una dimensin espacial consustancial del fenmeno de la mar-ginacin. Este aparece como hecho social reconocible y autoidentificable(aun cuando no siempre se exprese como hecho de protesta) de tal formaque los marginados se vuelven portadores de una presin social a la queel sistema responde de distintas formas, segn la clase de marginados ala que se dirija (Signorelli 1995).

    Los estudios sobre marginalidad inauguran los estudios urbanos enLatinoamrica en la dcada de 1950. Entonces, la marginalidad como ca-tegora de anlisis se relacionaba con las teoras del desarrollo econmi-co. Sin embargo, el significado del concepto de marginalidad fue variandocon la urbanizacin y la no participacin o no absorcin de un sector de

    1

    Marginales, informales, excluidos,desafiliados...

  • 22 Griselda Palleres

    la sociedad en el sistema de produccin, consumo de bienes y serviciosde la sociedad global. Segn la ideologa del desarrollismo, grandes ma-sas de la poblacin se encuentran retrasadas o en vas de desarrollo (Alayn2000) y corresponde a las polticas pblicas llevar el desarrollo al conjun-to de la comunidad. En efecto, en este periodo el Estado, entonces bene-factor, cumpli un rol fundamental como encargado de asegurar el creci-miento de las poblaciones menos favorecidas dentro de la ciudad. Sinembargo, y a pesar de los intentos estatales, el crecimiento esperado nose logr sino que, por el contrario, la distribucin del ingreso se concen-tr cada vez ms en algunos sectores sociales. El abismo entre pobres yricos se hizo cada vez ms marcado. Como consecuencia los anlisis delo urbano se dedicaron, principalmente, a sealar las deficiencias de laspolticas implementadas por el aparato estatal.

    As, Manuel Castells nos habla de crisis urbana para destacar cmo larapidez y aceleracin del proceso de urbanizacin trajeron aparejadodesequilibrios regionales, concentracin del crecimiento industrial, deservicios y comercial en unos pocos polos, al tiempo que produjeron undeterioro masivo de las condiciones colectivas de la vida cotidiana enforma de la llamada urbanizacin marginal (Castells 1985: 113). A partirde esta crisis urbana, los habitantes de las ciudades reclamaron ms lagestin del Estado, en tanto encargado de la produccin y distribucinde los medios de consumo colectivos: vivienda, transporte, hospitales.Segn Castells:

    la formacin del capitalismo monopolista conduce a un proceso de desa-rrollo desigual del territorio, a la concentracin espacial de creatividadesy de poblacin formando las grandes reas metropolitanas y a la sociali-zacin de los procesos de consumo, organizados en torno a una serie depblicos estrechamente interdependientes (Castells 1985: 305).

    En la Argentina en particular, los estudios urbanos sobre marginalidadse centraron en el anlisis de enclaves denominados villas de emergen-cia (Oszlak 1991). A travs de la sistematizacin lograda en estos traba-jos es posible rastrear la conformacin progresiva de la poblacin margi-nal, la participacin del Estado y el surgimiento de los movimientos con-testatarios.

    Las polticas de Estado cumplieron, a lo largo de la conformacin delas villas de emergencia, un rol fundamental. Si bien la crisis en estosenclaves se manifest por el dficit creciente -deterioro fsico,hacinamiento y falta de equipamientos adecuados- del nmero de vi-

  • 23Marginales, informales, excluidos, desafiliados...

    viendas del que puede disponer la poblacin, a travs de la intervencinestatal se control, supervis y hasta foment la conformacin y elpoblamiento de las villas mediante continuas negociaciones (Herrn yMedrano 1996).

    La formacin de estos asentamientos es vista como la continuidad delconventillo de principios de siglo (Ratier 1985, Oszlak 1991, Herrn yMedrano 1996), al que se le suman las fuertes migraciones internas desdeel interior del pas debidos a la aceleracin del proceso de industrializa-cin y a la concentracin de oportunidades de empleo. La localizacininicial de muchas villas se relacionaba con la posibilidad de obtener em-pleo en sus proximidades (Ratier 1985, Oszlak 1991). A pesar de que laocupacin de los espacios no pasaba desapercibida, la existencia de lavilla no se originaba en un hecho de violencia y en la mayora de loscasos su permanencia dependa de la benevolencia estatal (Ratier 1985).Durante el gobierno de Pern (1945-1955) el habitante de la villa no eradiferenciado del resto de la gente que padeca el problema de la carenciade vivienda en el pas. El poblamiento de la villa fue incluso promovidoa travs de planes para la construccin de viviendas populares (Ratier1985). En la medida en que la accin del Estado garantizaba mnimamentela permanencia en los terrenos ocupados, el desarrollo de las villas seorient hacia el mejoramiento de la situacin precaria y al surgimientode formas de organizacin interna (Oszlak 1991).

    Desde mediados de la dcada de 1960, coincidiendo con la reduccinde la posibilidad de adquirir un empleo estable, creci la importancia deestos conglomerados (Oszlak 1991). A travs de una ambigua polticagubernamental se propona, por un lado, el mejoramiento de las condi-ciones de vida y la resolucin de los principales problemas que afectabana los pobladores -construccin de viviendas2 y facilidades en crditos- y,por otra parte, se intentaba por ley la erradicacin definitiva de las villasde emergencia3. De esta manera los asentamientos eran consideradosaberraciones urbansticas, cuya erradicacin permitira continuar con losplanes de ordenamiento urbano y el progreso de la ciudad (Oszlak 1991).A partir de este perodo la erradicacin de las villas fue la meta principalde los gobiernos subsiguientes y, por ello, la forma de relacin que adop-taron las organizaciones villeras y el gobierno fueron el enfrentamiento y

    2 Los Ncleos Habitacionales Transitorios (NHT) fueron construidos para alojar tran-sitoriamente a aquellas personas que carecan de alguna otra solucin habitacional.3 Plan de Erradicacin de Villas de Emergencia (PEVE).

  • 24 Griselda Palleres

    la negociacin. Las villas se constituyeron pues, simultneamente, enobjeto de promocin y eliminacin. Incluso con el regreso del peronismo algobierno en 1973, la erradicacin sigui siendo la modalidad fundamen-tal de accin gubernamental, pese a que entraba en franca contradiccincon las expectativas de participacin de los habitantes de las villas deemergencia (Oszlak 1991).

    Desde el golpe militar y durante el Proceso de Reorganizacin Nacio-nal iniciado en 1976 se continu con las designaciones empleadas en losplanes anteriores (erradicacin4 y congelamiento), pero en esta oportuni-dad se exclua toda forma de asistencialismo o promocin social. A travs defuertes campaas publicitarias, se intent probar al resto de la sociedadque los habitantes de las villas no solo eran pobres sino tambin margi-nales voluntarios, deshonestos y culturalmente ineptos para la vida ur-bana (Oszlak 1991, Herrn y Medrano 1996). De esta manera, el proble-ma de las villas no se reduca a una cuestin habitacional sino queinvolucraba, adems, aspectos estticos y morales que trascendan losintereses y carencias de los sectores directamente implicados, afectandoal conjunto de la vida urbana. Todas estas condiciones implicaban unasistemtica negacin del derecho al espacio: las personas eran desplaza-das, llevando consigo la ilegalidad y la miseria a nuevos asentamientos(Oszlak 1991).

    A fines de 1983, con el regreso de la democracia se renov la concep-cin de la ciudadana, entendindosela como un derecho al cual se acce-da -entre otras cosas- a travs de la vivienda digna urbana. En esteperodo el Estado se plante un programa de relocalizacin in situ y node erradicacin. Aunque el Estado estaba en crisis se consideraba quedeba proveer bienes de consumo colectivos urbanos y hacerse cargo detareas impostergables de infraestructura (Campanini y Neufeld 1995).De esta manera, para el resto de la sociedad los villeros se transformaronen los marginales por antonomasia (Herrn y Medrano 1996).

    Segn Sassen, el crecimiento econmico y el desarrollo urbano traje-ron aparejados dos movimientos concomitantes: el primero, relacionadocon el crecimiento de la poblacin y la calidad de vida de las personas yel segundo, relacionado con la rpida modernizacin que llevaba a que

    4 El plan de erradicacin en este perodo comprenda tres etapas: congelamiento (sedeba establecer las dimensiones de los asentamientos y la poblacin objeto de laerradicacin); desaliento (mediante amenazas y prohibiciones motivaban a las per-sonas a no encontrar razones para permanecer en la villa); erradicacin (liberacinde los terrenos ocupados).

  • 25Marginales, informales, excluidos, desafiliados...

    algunos sectores de la poblacin encontraran mayor comodidad mien-tras otros eran desplazados (Sassen 1991). En la ciudad global se dieronnuevas formas de centralizacin y, por ende, cambios en los lugares decontrol y administracin. A su turno, la reduccin del aparato del Estado,la racionalizacin de las empresas privatizadas, la adopcin de innova-ciones en las grandes empresas y el quiebre de las economas regionalesprovoc una apertura comercial indiscriminada y produjo un fulminan-te crecimiento en la desocupacin (Pucciarelli y Castellani 1999, Murmis1999). As, fue necesario dar cuenta de cmo se articulaba con la sociedadnacional la masa de la poblacin que se encontraba al margen de la acu-mulacin capitalista. Se hablar entonces de la existencia de sectores queestn al margen de los beneficios del sistema, pero no del sistema mis-mo (Alayn 2000: 68).

    Los procesos mencionados permitieron conceptualizar la ciudad apartir de las (re)estructuraciones espaciales urbanas. Durante el desarro-llismo la ciudad se presentaba apelando a la dualidad sectores desarrolla-dos/sectores en proceso de desarrollo, luego se admitir que no solo existeuna divisin dentro de la ciudad misma sino que comienzan a estable-cerse relaciones entre las ciudades del mundo. Es ms, gran parte de lospatrones en el desarrollo de la economa global se expresarn en trminosterritoriales. El rpido crecimiento de las finanzas y los servicios empresa-riales redundar as en la toma de lugares y esa localizacin de los patro-nes estar caracterizada por altas concentraciones en las ciudades msimportantes (Sassen 1991).

    El proceso de aceleracin de la urbanizacin permiti entrever des-igualdades que se tornaban cada vez ms patentes, haciendo necesario elsurgimiento de renovados estudios que ponderaron la manera en que losdistintos sectores de la poblacin se conforman (Low 1996). Tales estu-dios permitiran dar cuenta de cmo los centros de tecnologa, produc-cin financiera y soportes de servicios -que dependan de fuerzas econ-micas translocales- tuvieron ms peso que las polticas locales en la con-figuracin econmica urbana, y cmo las ciudades experimentaron ma-sivos y paralelos cambios en la economa bsica, la organizacin espacialy la estructura social (Sassen 1991, Low 1996).

    Para abarcar los dos ltimos tipos de cambio, los estudios de lamarginalidad fueron reemplazados por los de la informalidad (Quirs ySarav 1994). De esta manera comenz a incluirse a toda la poblacindesempleada en el anlisis de la generacin de riqueza nacional (Quirsy Sarav 1994, Alayn 2000). Los personas que desempeaban tareas in-formales junto a las economas domsticas, que en un comienzo no ha-

  • 26 Griselda Palleres

    ban sido tomadas en cuenta por las estadsticas y en la conformacin delProducto Bruto Interno (PBI), pasaron a formar parte de la estructuranacional y mundial (Sassen 1991, Quirs y Sarav 1994, Alayn 2000).

    Coincidimos con Signorelli en que la ciudad es un espacio colectivocuyo uso puede ligarse al surgimiento de estructuras de relaciones socia-les, capaces de actuar en la satisfaccin de necesidades a travs del inter-cambio y confrontacin de experiencias (Signorelli 1995). De este modo,cuando se incorpora la economa poltica a los estudios antropolgicosde las ciudades se esclarece cmo las fuerzas estructurales configuran laexperiencia urbana. Se permite as un mayor entendimiento de las rup-turas y continuidades que se producen en la ciudad, re-definiendo losespacios y las estructuras sociales a travs de estos. El examen de losefectos sociales del capitalismo industrial y la deconstruccin de la des-igualdad producen un nuevo paradigma o imaginario urbano: el exclui-do, el desafiliado o el desplazado (Low 1996, Castel 1997).

    As, el creciente aumento de pobres en las ciudades no solo aparececomo manifestacin de una crisis urbana (Castells 1985, Sassen 1991) sinoque representa una progresiva precariedad de las estructuras sociales queafecta todos los aspectos de la vida: no solo el acceso a los medios mate-riales necesarios para la subsistencia (vivienda, escuelas, hospitales, trans-portes) sino tambin las formas mismas de convivencia y los mecanis-mos de gestin social y cultural. Como consecuencia se produce una si-tuacin de aislamiento y exclusin de un sistema social; se trata de gru-pos o de individuos que ya no participarn ni gozarn de los privilegiosde los dems miembros de la sociedad. Los agentes son situados en unasituacin de inestabilidad constante -en ocasiones leda como una faltade- que les impide acceder a los recursos materiales y sociales.

    La categora de persona excluida no solo se conecta con la marginacinocupacional (desempleo, subempleo, pasividad) sino tambin con aspec-tos polticos y culturales que devienen en la denominada exclusin social,dando lugar a condiciones de vulnerabilidad social, apartamiento y es-tigma (Villarreal 1999). El aislamiento puebla cada vez ms espacios ur-banos y sociales y se atribuye al inmigrante y al trabajador ilegal, a laspersonas sin hogar, al villero, a los jvenes, a los ancianos, a las personasencarceladas, entre otros. El excluido se va conformando como aquellapersona que se ve en la obligacin de seguir viviendo donde antes, aun-que en condiciones de no-presencia, en un no-lugar y sin posibilidades desortear los escollos que cualquier acto no legal puede acarrear (Kalinsky1996: 92).

  • 27Marginales, informales, excluidos, desafiliados...

    Segn Castel, la nocin de desafiliado connota la disociacin, la desca-lificacin o la invalidacin social. En sus trminos:

    hay riesgo de descalificacin cuando el conjunto de las relaciones de proxi-midad que mantiene un individuo sobre la base de su inscripcin territo-rial, que es tambin su inscripcin familiar y social, tiene una falla que leimpide reproducir su existencia y asegurar su proteccin (Castel 1997: 36).

    Ello explica que al aumento de los niveles de desempleo se agregueahora la vulnerabilidad, la precariedad, la inestabilidad, la informalidad. A suturno, la cada de las remuneraciones produjo no solo un deterioro deltrabajo sino tambin de las condiciones de vida de la inmensa mayorade la poblacin (Pucciarelli y Castellani 1999, Castel 1997, Beccaria 2000).En este marco se dan dos procesos simultneos: polticas laboralesdefinidamente negativas para quienes estn ms conectados con el mer-cado y con la explotacin capitalista directa, y tambin se desarrollanpolticas sociales de proteccin, generalmente paliativas y asistencialistas,para los grupos excluidos y ms aislados (Sassen 1991, Signorelli 1995,Susser 1996, Castel 1997, Murmis 1999).

    Las polticas laborales favorecen la acumulacin flexible, la cual vaacompaada por un crecimiento de la economa informal, sindicatos de-bilitados, menor seguridad para los trabajadores (incluidos los profesio-nales), la disminucin de los beneficios sociales, estatales, y laintensificacin de la pobreza. En el mundo posmoderno uno de los secto-res sociales menos favorecidos, los pobres y su desempleo, son irrele-vantes en la economa global. No solo son invisibles sino que su labor noes vista como relevante a largo plazo. No obstante, la definicin de qui-nes deben trabajar cambia hasta incluir a las mujeres, los nios, losinmigrantes ilegales y los pobres. El nuevo orden mundial busca manode obra barata, dbil, desorganizada y flexibilizada. Una reserva masivade mano de obra deprime los salarios de todos los trabajadores (Susser1996).

    Las polticas sociales corresponden a un Estado que, a partir de losajustes neoliberales, en ocasiones inicia una decidida retirada (Herrn yMedrano 1996) y en otras solo procura cubrir las necesidades mnimasde los sectores menos favorecidos (Alayn 2000). El ejercicio de los dere-chos retrocede hasta transformarse en mero beneficio, en una especie desplica que apela a la caridad del Estado (Alayn 2000: 75). La capacidadde modificar los derechos en beneficios solo aumenta las desigualdades,sometiendo a las personas a mayores niveles de segregacin.

  • En la presente investigacin daremos cuenta tanto de las polticas p-blicas como de las de Organizaciones no Gubernamentales. Ms adelan-te analizaremos las redes de asistencia y la narrativa de las personas sinhogar de la Ciudad de Buenos Aires. Este captulo referir a los antece-dentes del tratamiento de la problemtica de los homeless.

    En los estudios urbanos el espacio admite fcilmente un tratamientodialctico; as, la exclusin es vista y definida en oposicin a la inclusin(pertenencia a una sociedad armnica y participativa). En una sociedad/ciudad donde no hay lugar para todos, irremediablemente se dar el des-plazamiento de algunos hacia otros lugares fuera de ella o bien -en elcaso extremo- a ningn lugar.

    Veamos cmo se ha explicado el fenmeno de la carencia de hogar5.En primer trmino, la persona sin hogar es concebida como el fiel repre-sentante del fracaso de los estados o de las distintas polticas socialesinsertas en una economa global. En segundo trmino, se apela a la inca-pacidad de las personas para adaptarse a los cambios. As pues, la exis-tencia de personas sin hogar sera el resultado de fuerzas estructuralesy/o de diferentes circunstancias individuales.

    Cuando se refuerza la tesis de que el nico problema de la personaque se encuentra viviendo en la calle es el de ser pobre, la causalidad

    2

    Homeless

    5 En este captulo emplear a menudo la expresin homeless del ingls pues su signi-ficado, traducible como que carece de hogar, destaca matices de sentido afectivasadems de materiales, resultndome mucho ms adecuada que la expresin sintecho o cualquiera de las variantes usuales en castellano. Asimismo, rechazo elempleo de la nocin gente sin hogar como si refiriera grupos sociales y, en este estu-dio, tan solo admitir la existencia de personas sin hogar.

  • 30 Griselda Palleres

    resulta unidireccional e individual: las condiciones estructurales de lapobreza -sumadas a algn otro problema individual- traen aparejado te-ner que vivir en la calle y la inestabilidad psquica conduciendo, en algu-nos casos, a la bebida y la droga. Se pueden aducir dos tipos de fracasos:uno dentro de la economa global y el otro dentro de la economa indivi-dual, es decir, la de cada una de las personas (Desjarlais 1996, Kawash1998). Todo se encuentra regido por el poder estructural de las fuerzaseconmicas, del Estado y de los factores culturales y sociales, identifica-dos en trminos de normas comunitarias y leyes (Ruddick 1996).

    Esta explicacin sugiere que si las personas se encuentran en esas cir-cunstancias hay algo de su propia individualidad que debe tomarse encuenta a la hora de los por qu: estn as porque ellos as lo quieren.Ahora bien, en una sociedad donde ya no se puede pretender que quie-nes se encuentran en estado de pobreza extrema o indigencia lo haganintencionalmente suele recurrirse a la atribucin de enfermedades men-tales. Estas enfermedades seran las que los inhabilitan para adaptarse aun sistema de normas y reglamentaciones comunitarias, acentuando elestigma y la desigualdad.

    En el caso de los homeless el estigma se relaciona habitualmente con lavagancia, la delincuencia, el alcoholismo y a veces con el aspecto perso-nal (Jencks 1995, Ruddick 1996). En el mejor de los casos, el querer estaras concuerda con una visin romntica -muy extendida a principiosdel siglo XX- de la persona que abandona familia, vivienda, trabajo yvida sedentaria para nomadizarse por cuenta propia, como si respondie-ra a una necesidad de auto-expresin y bsqueda de una verdad a serencontrada ms all del trabajo fijo o la rutina social.

    Espacio y tiempo de los homeless: ghettorizacin, desterritorializacin yplurinuclearizacin

    Vemos pues cmo el espacio, en una primera instancia, es considera-do como el lugar de negociacin donde la conciencia o la falta de con-ciencia de los conflictos sirve para diferenciar, dentro de una misma so-ciedad, a sus miembros/integrantes normales de otros que no lo son(Ruddick 1996).

    La cuestin del espacio urbano es crucial en el tratamiento de la pro-blemtica de los homeless. Repasaremos a continuacin diversas contri-buciones en este sentido. Dear y Wolch (1987) analizan la relacin exis-tente entre los procesos sociales y el espacio de las personas sin hogar.

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    Examinan las relaciones existentes entre las dinmicas sociales y las es-paciales, que han contribuido a la construccin social de los proveedoresde servicios sociales alrededor del homeless.

    En distintos perodos, el anlisis de estos procesos ha operadocomplementariamente en espacios sociales diferentes y ha descendidoen dinmicas de jerarquas espaciales6. El primero de estos perodos es elde la larga historia de las polticas promovidas por el Estado Benefactor.El segundo concierne a los procesos de sub-urbanizacin que se produje-ron activamente hacia adentro de la ciudad. El tercero es la estabilizacinde las redes sociales y los procesos activos que se produjeron a travs dela asistencia de los servicios sociales. Muchos de los trabajos contempo-rneos (Jencks 1995, Ruddick 1996, Susser 1996, Lovell 1997) se basanexplcita o implcitamente en el anlisis de estos tres perodos.

    El primero de ellos corresponde al denominado perodo de ghettoriza-cin: cuando sectores adinerados de la ciudad se asientan en el centrodando lugar al desmantelamiento de los hogares cntricos pobres, la con-siguiente conformacin de los barrios bajos (skid-rows) y la segregacinde las personas sin hogar. En esta etapa comienza la conformacin de losservicios sociales y de instituciones especficas que tratarn con homeless.A mediados de 1950 Estados Unidos hospitaliz a una gran parte de estafraccin de la poblacin por considerarlos enfermos mentales (cf. Jencks1995: 23). Para Jencks el proceso era casi siempre igual y muy simple: sedetena a hombres y mujeres que tenan el aspecto de locos. Puesto quedormir en lugares pblicos era ilegal, el supuesto enfermo mental sinhogar era contactado por la polica. Si la persona no tena domicilio fijo yactuaba como loco era llevado usualmente al hospital estatal para unaevaluacin. Una vez admitido, los psiquiatras vean signos de enferme-dad mental y lo trasladaban a otra institucin alegando que la personanecesitaba de cuidados especiales (cf. Jencks 1995: 24). De esta manera sepreparaban espacios exclusivos para gente sin hogar.

    El segundo perodo corresponde a la desterritorializacin. La rpidaurbanizacin y reestructuracin econmica de mediados de la dcada de1970 resultaba bsicamente incompatible con la localizacin de refugios

    6 Confirman este punto los estudios urbanos argentinos sobre villas de emergenciacuyos habitantes ven definida espacialmente su identidad: viven en un espacio es-tigmatizado y son ellos mismos estigmatizados (cf. Herrn y Medrano 1996). Ade-ms, la conformacin de tal identidad no puede dejar de tomar en cuenta las distin-tas instancias de asistencia y no-asistencia que se han ido sucediendo progresiva-mente a lo largo del tiempo.

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    en reas cntricas o ciudades principales, razn por la cual se oblig a laspersonas sin hogar a dispersarse a lo largo de la ciudad. Los habitantesde vecindarios residenciales, comerciantes, autoridades y otros actoresurbanos incitaron y, en algunos casos, desarrollaron servicios para sacara las personas sin hogar de los espacios pblicos. De esta manera es comose promueve el perpetuo movimiento de los homeless dentro y fuera delos espacios urbanos (Lovell 1997). As la nueva reestructuracin econ-mica no permite un lugar para todos, razn por la cual este proceso escontrario al previo de ghettorizacin. Los anlisis de este perodo brindanen su mayora una visin apocalptica de la desterritorializacin y de laforzada marcha de las personas sin hogar a un lugar no especfico, quemarca una nueva relacin entre el estigma y el espacio: la geografa de laspersonas sin hogar se va constituyendo a travs de la fragmentacin espa-cial (heterotopas) y ellas son estigmatizadas en el espacio (Ruddick 1996).

    La rpida urbanizacin lleva a las personas sin hogar a sufrir conti-nuas contradicciones entre el tiempo y el espacio (Susser 1996). Tienenque reconfigurar continuamente ambos aspectos para sobrevivir en laciudad. De esta manera, el nuevo pobre urbano carga con tiempos jerrqui-cos, tiempos de resistencia y tiempos de restablecimiento. Es una partede la re-creacin de la clase y del desigual capitalismo global. Si se admi-te que la temporalidad de los homeless no se encuentra determinada usual-mente por la planificacin del trabajo regular, esta se presenta con varioscontratiempos. Depende continuamente de las limitaciones de los eventosinstitucionales y de las planificaciones del trabajo institucional para ac-ceder a la comida y a los lugares para vivir (shelters).

    En algunos servicios los empleados -usualmente voluntarios- solo tra-bajan los das hbiles de la semana, lo que torna la bsqueda de aloja-miento y de comida muy difcil los fines de semana. Las personas homelesspasan estos das solos, con fro y hambre, esperando que lleguen los daslaborales y, por consiguiente, el acceso a los recursos (cf. Susser 1996:418). Un contratiempo similar ocurre entre la noche y el da. Segn desta-ca Susser, durante el da los espacios pblicos solo son utilizados poraquellas personas que poseen hogares cuando trabajan, estudian o con-curren a establecimientos comerciales. Durante la noche los homeless vuel-ven a poblar el centro de la ciudad. Por ello, para el sin hogar terminasiendo ms importante medir el tiempo que mantener una rutina fiable. Lagente tiene que estar siempre lista para reaccionar ante cada cambio aza-roso o el surgimiento de un imprevisto. El movimiento y la flexibilidadde los cuerpos parece adaptado y acorde a la economa flexible y globalque los ha dejado en la calle.

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    Llegados a este punto, para autores como Samira Kawash el homelessrepresenta una figura lmite en relacin con lo pblico: es el que marca ladistincin entre la sociedad armnica y la sociedad de los excluidos, con-formndose como una totalidad o identidad social (cf. Kawash 1998: 327).Para nuestra autora, la materialidad en el espacio pblico se encuentra atravs de lo que denomina sugerentemente cuerpo sin hogar (homelessbody), que vive en una no-existencia, en un no lugar. La principal diferen-cia entre las personas sin hogar y el resto de la sociedad se encuentradada por la vestimenta, el acarreo de bolsos o pertenencias, las distintasactividades informales que pueda realizar tales como la bsqueda deobjetos entre la basura o, en ltima instancia, el mendigar. Es as como lapersona sin hogar termina tambin siendo definida por propiedades es-paciales, en este caso su cuerpo, el envase, y sus particularidades materia-les (Kawash 1998: 324).

    Si bien la metfora de Kawash no refiere directamente a la identidadde la persona, las condiciones mencionadas obstruyen el paso hacia laconsideracin de esa identidad. La persona sin hogar se convierte en sn-toma y smbolo, en la forma ms visible y extrema en la que han falladolas promesas de progreso y prosperidad (Kawash 1998: 320). El cuerpo sinhogar es un modo particular de corporeidad que surge en circunstanciascontingentes y marca la exclusin de la persona de los espacios pblicos.Excluidas de tales espacios, las personas se ven en la necesidad de man-tenerse en continuo movimiento, presentndose como una amenaza cons-tante para el espacio pblico y el uso del mismo. Dicha amenaza es a lavez ideolgica -con su sola presencia la persona cambia la definicin delos espacios- y fsica porque el cuerpo utiliza los espacios. Se produce asuna doble minimizacin en lo fsico (lo pblico) y en lo psquico (el cuer-po): la persona se ve minimizada en su ser y en su extensin.

    Samira Kawash lleva al extremo la divisin entre lo pblico y el cuer-po de la persona sin hogar. La divisin resulta tan violenta que el cuerpose resiente al punto de que solo le quedan constricciones y exigencias.Los baos pblicos imponen o hacen cumplir la divisin entre lo pblicoy los cuerpos sin hogar, forzando a las personas a violar las normas socia-les y el control del cuerpo, interpretado como un signo propio o adecua-do del sujeto social. La capacidad de regular o de moderar los movimien-tos del cuerpo es considerada un signo de auto-posesin (self- possession),de madurez y responsabilidad que se manifiesta en el hecho de cumplircon las necesidades corporales en tiempos y espacios apropiados (Kawash1998: 332).

    Sin embargo, el tiempo y el espacio de las personas sin hogar se ven

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    afectados por las contingencias del cuerpo: el movimiento del cuerpo sinhogar puede mapearse de acuerdo a las exigencias de las funciones cor-porales. Las satisfacciones son estticas y temporales (Kawash 1998: 335).Segn seala Kawash, la persona necesita el espacio y cuando lo obtienese genera un lugar. Sin embargo, esto no da resultados satisfactorios cuan-do se tienen en cuenta las exigencias del cuerpo. De all, la lucha de laspersonas sin hogar por la recuperacin de los espacios pblicos perdidosque, de no resolverse, terminara de cerrar el crculo de la exclusin.

    Por ltimo, el tercer perodo es el de la polinuclearizacin que se carac-teriza por la estabilizacin de las redes sociales en diferentes partes de laciudad.

    Fsicamente los servicios de ayuda mental no tienen un nico lugarde operacin. Los potenciales clientes son localizados en los lugares endonde ellos viven o se encuentran cada da. Se manejan con mviles pordistintos lugares de la ciudad (estaciones terminales, parques y plazas,frentes de tiendas o edificios o en las partes abandonadas de la ciudad).A cargo de los servicios estn los equipos de emergencia de ayuda men-tal que trabajan en combinacin con los refugios (Ruddick 1996, Lovell1997). Los lugares habituales donde es posible encontrar a las personassin hogar son dos:1) Lugares annimos, sin historia o identidad colectiva, que permiten su

    apropiacin por parte de la gente que vive en la calle solo de maneratemporal, ya sea para vivir o bien para usos diarios. Se trata de lotesvacos entre edificios residenciales, zonas neutrales a lo largo de lascalles, tneles abandonados, estaciones de subterrneos, etc. (Lovell1997).

    2) Sedes de programas de ayuda mental que funcionan en los mrgenesde las instituciones hospitalarias y psiquitricas, con unidades mvi-les de ayuda psiquitrica que interceptan a estas personas. Se trata deorganizaciones cuyas prcticas se encuentran entre los modelos reco-nocidos de los institutos psiquitricos y los servicios sociales. Con fre-cuencia, su funcin queda relegada a realizar tareas que proveen so-luciones de emergencia (psiquitrica o no), identificacin de poten-ciales clientes, convencindolos de la conveniencia de la utilizacinde los servicios de ayuda mental o refirindolos a otros servicios (Jencks1995, Ruddick 1996, Lovell 1997).Los estudios realizados al respecto cuestionan la manera en que la

    persona llega a conformarse como sin hogar y los grados de concienciade la situacin que puede atribuirse a los afectados. El uso del espaciodepender en este perodo de la negociacin que lleven a cabo los homeless,

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    y sus formas de supervivencia variarn segn sea la red social y los usosdel espacio que realicen. En este perodo la persona no solo es estigmati-zada en el espacio sino tambin a travs de l (Ruddick 1996).

    Los estudios que corresponden a este perodo plantean la important-sima cuestin de la agencia de las personas sin hogar, ya sea a travs delanlisis de sus relatos, del tipo de dilogo que establecen o dejan de esta-blecer con sus interlocutores y, finalmente, del surgimiento, al menos enlos Estados Unidos, de movimientos sociales particulares. En las pginasque siguen desarrollar con algn detalle diversos trabajos dedicados aesta temtica que constituyeron antecedentes de gran valor para la in-vestigacin que aqu presento.

    Lovell (1997: 357) analiza las narrativas de personas sin hogar quehan sido designadas oficialmente como esquizofrnicas y afirma que lasmismas permiten encontrar un nexo entre la persona sin hogar y laesquizofrenia. A travs de las narrativas de un joven llamado Rod, quienvive tanto las anomalas cognitivas de la esquizofrenia como las condi-ciones forzadas del desplazamiento en las personas sin hogar, Lovell ex-plora la constitucin del sujeto y del s mismo (self). Segn la autora, losrecursos temporales estticos del discurso esquizofrnico impiden la cons-titucin de la identidad a travs de las narrativas culturales sancionadas,ms an cuando estas son rotas por las condiciones de la vida en la calley la marginalidad. Lovell critica las nociones occidentales del self por serunitarias, individualistas e impermeables a la espiritualidad. La imagende lo normal, del individuo normal racional, que subyace en los siste-mas de clasificacin terica de la psiquiatra occidental, niega la subjeti-vidad de las personas que experimentan esquizofrenia, disminuyendo laposibilidad de comunicacin tanto en los ambientes clnicos como en lasrelaciones de todos los das. En tal contexto cultural, las personas etique-tadas como esquizofrnicas son, conceptualmente, situadas fuera de lossignos compartidos y de las nociones de autoconstruccin, quedando porlo tanto fuera de toda posibilidad de reciprocidad e intercambio. De estemodo son vistos como exiliados morales por el mundo pblico (Lovell1997: 356).

    Lovell propone una comprensin diferente de la alteracin esquizo-frnica, construida tanto a travs del discurso hablado como del movi-miento en el espacio, en la que el discurso se sita en el transcurrir de lavida diaria (Lovell 1997: 357). Es as como los relatos son analizados porLovell como una estrategia a travs de la cual las personas sin hogar creanidentidades para dar respuesta a las estigmatizaciones. Los delirios en-contrados en las narrativas responderan a la necesidad de las personas

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    de escapar a la propia estigmatizacin o bien de responder a la mismasupervivencia, en su diario recorrer y sufrir (Lovell 1997: 363).

    Como hemos dicho, los estudios de este perodo sitan a las personasen distintos espacios, pblicos o institucionales, donde diariamente en-frentan su situacin por medio de continuas negociaciones a travs del es-pacio. Para ello emplean diversas tcticas y estrategias. La conceptuali-zacin y definicin de estas ltimas va a dar lugar a distintas formas deagencia y de consecuentes resultados. Propongo el anlisis de dos autores-Desjarlais (1996) y Ruddick (1996)- para la revisin de estos conceptos.

    Ambos toman como referente la distincin entre estrategias y tcticaspropuesta por Michel De Certeau. Para De Certeau (1996), las estrategiasresiden en el clculo (o la manipulacin) de las relaciones de poder. Im-plican propsitos y locus que permiten a la persona, grupo o institucinmantenerse a s mismos y proveen las condiciones necesarias para la au-tonoma y un plan sustentable. Las tcticas, por el contrario, se encuen-tran ausentes de poder, proveen acciones aisladas y varios trucos y ardi-des retricos (Desjarlais 1996: 885). El espacio de las tcticas es el espaciodel otro. Por consiguiente, los agentes tienen que obrar en y dentro deterrenos impuestos, tomando ventajas de las oportunidades y dependien-do de ellas, sin ninguna posibilidad de tener reservas o ganancias. Lasestrategias colocan sus esperanzas en la resistencia que ofrece el estable-cimiento de lugares a la erosin del tiempo, las tcticas son un inteligenteuso del tiempo (Ruddick 1996: 58). Las estrategias brindan resultadospermanentes mientras las tcticas solo lo hacen temporalmente.

    Desjarlais (1996), realiza su estudio en refugios donde residen perso-nas sin hogar y mentalmente enfermas. Para el autor, cuando las perso-nas se encuentran en la calle pierden el deseo de socializarse a travs dedilogos. Es ms, afirma que cuando las personas llevan mucho tiemposin encontrarse bajo un techo seguro poseen un pobre discurso social,algo propio de las condiciones de estar en la calle. En cambio, entre losmiembros de los refugios y otras instituciones sociales la cercana que segenera los obliga a mantener formas de lenguaje racionales y razonables.Nuestro autor considera, por lo tanto, que los refugios y otros serviciosde ayuda mental promueven que las personas hablen, piensen y actensiguiendo caminos directos y razonables.

    Desjarlais se centra as en los recursos lingsticos utilizados por losmiembros de equipos de refugios para homeless en Estados Unidos, loscuales cuentan con un lenguaje referencial y directo que promueven enlas personas sin hogar, as como con formas de agencia activas. Sin em-bargo, los residentes tienden a responder a travs de continuas tcticas y

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    ponen en prctica diversos y variados trucos o ardides a travs de accio-nes calculadas. Miden la pequea oportunidad para ellos y mantienen yunifican, en apariencia, las acciones solicitadas por los miembros del equi-po del refugio. Algunos residentes tienden a hablar, actuar y expresardeseos en distintas formas de acuerdo con el miembro del equipo conquien estn hablando. Empero, sus tcticas persuasivas no siempre sonefectivas: el residente insulta, insiste, teatraliza, pregunta, blasfema, sedefiende o miente. De esta manera es como surgen nuevas y distintasformas de agencia que responden a diversos motivos para distintas sub-jetividades y personalidades y dan como resultado una variedad de ca-pacidades (Desjarlais 1996: 886).

    Los miembros del equipo del refugio trabajan con lneas de consenso,acierto y prevencin. Sus orientaciones promueven una forma de agen-cia caracterizada por la actividad, la franqueza, la consistencia y laconfiabilidad. La geometra de las acciones es directa y lineal en propsi-tos, tiempos e intencionalidades. Lo hablado refleja una semitica de sin-ceridad y transparencia y la terapia se focaliza en aciertos, planes y con-secuencias de las acciones a largo plazo. Por su parte, los residentes tien-den a actuar en trminos de negociacin y oportunismo. Esta orientacinpromete formas de agencia caracterizada por la reaccin, la falta de di-reccin, la desviacin, la contradiccin, la espontaneidad y la inmediatez.La geometra de las acciones es sinuosa, oblicua, extrema: los residentestienden a contar con usos indirectos del discurso y los actos responden ala capacidad o autoridad de los otros (dependen de con quien hablen).Los actos se basan en caminos indirectos, frases singulares y prcticastemporarias. Cada persona acta en caminos acertados en la medida enque logra u obtiene un beneficio o ganancia de algo. Al mismo tiempo,las tendencias no son duraderas, consistentes, ni responden a reglaspredecibles para el desarrollo o la accin (Desjarlais 1996: 893).

    De esta manera, los residentes trazan ideas de sinceridad, razn y res-ponsabilidad personal, pero en caminos improvisados o provisionales.La falta de direccin de las acciones, la necesidad de preguntar, hablar yactuar en caminos oblicuos dan como resultado permanentes tensionesque son resueltas a travs de continuas negociaciones. La interaccin esnegociada y siempre existe el dar para recibir (cf. Desjarlais 1996: 886).Existe un espritu mercantilista de los cambios que tiende a lo condicio-nal, dialgico e incidental. La reaccin de los residentes se liga a comple-jas relaciones de poder en las que se ven envueltos no solo ellos, sinotambin los miembros del equipo.

    Para Desjarlais, las fuerzas pragmticas de los refugios y la manera en

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    que la gente responde a ellas son externas, ocurren a travs de la reacciny de formas extrapersonales de agencia. Si bien la agencia emerge por fuerade los contextos y del conjunto de prcticas, no es ontolgicamente ante-rior a ellos. No se trata de elementos pragmticos o persuasivos de agen-cia personal: son las fuerzas polticas las que crean las condiciones propi-cias a tales elementos. Para Desjarlais (1996: 894) la agencia es una cria-tura poltica de pies a cabeza.

    Ruddick (1996) estudia a jvenes homeless en la ciudad de Hollywoode intenta reformular los imaginarios sociales que se han ido conforman-do a lo largo de distintos procesos histricos y que los considera comoesquizofrnicos. Para ello toma en cuenta la capacidad de agencia de es-tos jvenes y la manera en que diariamente transforman el espacio paraobtener lo que consideran necesario o desean. Ruddick retoma la distin-cin conceptual entre estrategias y tcticas propuesta por De Certeau, enun sentido diferente al de Desjarlais: el homeless, tcticamente a travs desu andar, realiza un uso transitorio del espacio que ha sido estratgica-mente organizado por otros actores (cf. Ruddick 1996: 59). La personasolo tiene la posibilidad de negociar su supervivencia y no tiene nunca laposibilidad de transformar su acontecer ya que las tcticas son de usocolectivo y de limitados recursos. Segn Ruddick las tcticas reconocidaspor De Certeau sirven en una primera instancia para comprender cmose fijan o logran, en un corto plazo, cambios en y a travs del espacio(Ruddick 1996: 195). En este caso, las tcticas solo expresan negociacin yno estn incluidas dentro de la estructura de agencia, ya que solo repro-ducen estructuras especficas.

    Podra objetarse que esta posicin ignora el comportamiento en lascalles, as como los mltiples y singulares actos de resistencia llevados acabo por las personas sin hogar y su dedicacin a confrontar y transfor-mar los lugares que ocupan. Sin embargo, para Ruddick existen numero-sas tcticas particulares y concretas que los homeless emplean con el soloobjetivo de permanecer en un lugar. Considera que esas tcticas posible-mente contribuyan a la transformacin de estrategias de reconstruccinde esos espacios, ya que los homeless constante y conscientemente nego-cian significados e intentan transformar sus relaciones a travs de ellas(Ruddick 1996: 60-61). El empleo de las tcticas permite a los jvenes sinhogar resistir la situacin y, a su vez, transformar el espacio; les da laposibilidad de superar el estigma y la victimizacin de sus personas. Lasformas tcticas de resistencia normalizan la condicin de la persona mar-ginada, humanizando una de las caras de la pobreza en el sentido de unademanda que no va ms all de la accin puntual. Para Ruddick (1996:

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    194) se encontrara un acercamiento alternativo si se focalizara en las di-versas maneras que la persona sin hogar desarrolla para confrontar lamarginalidad, reconociendo que las actividades prcticas que realiza adiario le brindan una mayor comprensin del mundo.

    Por ltimo, y como ejemplo de formas de agencia todava inditas enla Argentina, dedicaremos el ltimo apartado de esta revisin de los an-tecedentes del tema que nos ocupa al trabajo de Snow y Cress (2000).Estos autores dan cuenta de la existencia de movimientos sociales orga-nizados por personas sin hogar. Su anlisis intenta sistematizar los resul-tados perseguidos por distintos movimientos de homeless. Los autoresestudian la movilizacin y actividades de protesta de quince Movimien-tos Sociales Organizados (SMO)7 que fueron activos en ocho ciudades deEstados Unidos, desde mediados de la dcada de 1980 hasta la de 1990(Snow y Cress 2000). Los resultados, buscados y obtenidos por los movi-mientos, eran de dos clases: los referidos a la organizacin y los que con-ciernen a los beneficiarios.

    Los organizacionales valen principalmente para aquellos que partici-pan activamente o para los movimientos en s mismos. Incluyen resulta-dos representacionales (formas de participacin de los miembros de losmovimientos en juntas y comits que son los objetos de influencia) y re-cursos (concesiones materiales recibidas por los movimientos y los gru-pos colectivos de accin, sea dinero, provisiones o materiales para loslugares donde viven).

    Respecto de los beneficiarios -sin exclusin de los no participantes enlos movimientos- buscan dos tipos de resultados: a) el reconocimiento dederechos (se protege a las personas sin hogar de las prcticasdiscriminatorias basadas en el estatus de pobre): se solicita proteccin dela persecucin policial y de la discriminacin comercial y, al mismo tiem-po, se exige el derecho al voto y la aplicacin de beneficios de asistenciasocial; b) el otorgamiento de subsidios o beneficios: provisin de las necesi-dades bsicas a las que la persona se debe acomodar diariamente parasobrevivir en la calle y la creacin de facilidades restaurativas que posibi-liten el cambio para salir de la calle como por ejemplo, organizacin derefugios, comedores, duchas, baos y trabajo, capacitacin laboral, vi-viendas temporarias y rentas bajas permanentes.

    Para el logro de estos resultados, las personas sin hogar han puesto enprctica tcticas que les permiten llegar a determinados niveles de nego-

    7 Social Movements Organizations (SMO).

  • 40 Griselda Palleres

    ciacin o mediacin poltica. Los autores distinguen dos tipos de tcticas:las disruptivas (se rompe intencionalmente con las leyes y existe el riesgode arresto de los participantes, se trata de barricadas o sentadas, toma deviviendas o campamentos no autorizados) y las no disruptivas comopetitorios, reuniones, negociacin (Snow y Cress 2000: 1078).

  • 41Homeless

    Segunda Parte

    PROGRAMAS E INSTITUCIONES GUBERNAMENTALESY REDES NO GUBERNAMENTALES

    Hogar Flix Lora

  • En Argentina es difcil realizar un seguimiento de las personas sinhogar debido a que no se encuentran registradas en las distintas estads-ticas nacionales, provinciales o municipales. Si bien existe una definicinestadstica de lo que significa ser una persona pobre o indigente, esta noconsidera a las personas que se encuentran viviendo en la calle. Los nive-les de indigencia se miden a travs de la Encuesta Permanente de Hoga-res (EPH) llevada a cabo por el Instituto Nacional de Estadstica y Censos(INDEC). A travs de un seguimiento sistemtico a determinados hoga-res a lo largo del tiempo, es posible medir los niveles de pobreza e indi-gencia de los mismos y por extensin de las personas que viven en ellos:una persona es pobre o indigente si pertenece a un hogar pobre oindigente (INDEC 2001b: 1). El seguimiento:

    procura establecer [y definir] si los hogares cuentan con ingresos suficien-tes como para cubrir una canasta de alimentos capaz de satisfacer unumbral mnimo de necesidades energticas y proteicas. De esta manera,los hogares que no superan ese umbral o lnea, son considerados indigentes(INDEC 2001a: 8).

    As la principal variable estadstica tomada es la del ingreso de loshogares. Si se tiene en cuenta que las personas que viven en la calle: 1) noreciben un ingreso fijo y 2) no tienen hogar, no podramos considerarlosdentro de o por debajo de la lnea de pobreza (LP) o de la lnea deindigencia (LI). Paradjicamente estaramos frente a personas que si bienson indigentes, no son considerados en la muestra.

    El Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires (GCBA) ha elaborado dosprogramas para la asistencia de las personas sin hogar. El primero de

    3

    Sin techo: Gobierno de laCiudad de Buenos Aires

  • 44 Griselda Palleres

    ellos, denominado Buenos Aires Presente, tiene como objetivo la deriva-cin de las personas que se encuentran viviendo en la calle a las distintasinstituciones, sean gubernamentales o no gubernamentales. Por otro ladoel Programa Sin Techo, con sede central en el Hogar Flix Lora, es el msespecfico de ambos. Los dos programas dependen de la Secretara dePromocin Social del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.

    En el mbito del GCBA se denomina sin techo a:

    toda persona que se halle pernoctando en lugares pblicos o privados,sin contar con infraestructura tal que pueda ser caracterizada como vi-vienda, aunque la misma sea precaria8. Carecen de alojamiento fijo, regu-lar y adecuado para pasar la noche, y encuentran residencia nocturna enalojamientos dirigidos por entidades pblicas o privadas que brindan al-bergue temporario (Malanca 2001: 17).

    Entrar a estas instituciones fue difcil e imposible. Solo se pudo acce-der mediante llamadas telefnicas, por ejemplo, al Servicio Social de Aten-cin Telefnica (SAT) del Programa Buenos Aires Presente. En una ocasinasist a la Secretara de Promocin Social de la cual dependen estos pro-gramas y durante ms de dos horas camin por la Institucin hasta darcon el piso y la oficina del Programa Buenos Aires Presente. All fui atendi-da durante menos de dos minutos por una de las recepcionistas quientom mis datos y me asegur que se iban a comunicar conmigo. Esto fuea comienzos de 2001 y aun espero su respuesta. Con respecto al ProgramaSin Techo, la nica manera de acceder es a travs del Hogar Flix Lorasolicitando entrevista telefnica con el director de la institucin. Solicitdicha entrevista en cuatro oportunidades, pero nunca fue otorgada. Elprocedimiento fue similar al del Programa Buenos Aires Presente: tomaronmis datos y prometieron comunicarse a la brevedad. Evidentemente lostiempos institucionales son muy distintos a los de los ciudadanos. Porende, intent contactarme a travs de llamadas telefnicas, faxes, correoelectrnico, website, sin obtener respuesta por parte de las autoridades deestas dependencias.

    Sin embargo, y a travs de la atencin de ocasionales representantestelefnicos comprend, esquemticamente, el funcionamiento de los pro-gramas. Por lo tanto, la informacin que se presentar ms adelante fue

    8 Vivienda precaria supone al menos, paredes y techo que otorguen ciertaprivacidad, permitan albergar pertenencias y generen una situacin relativamenteestable: quien la posea no es sin techo (Calcagno 1999: 5).

  • 45Sin techo: Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires

    obtenida a travs de estos dilogos y de la pgina electrnica de estosProgramas.

    Programa Buenos Aires Presente

    El Programa Buenos Aires Presente que surgi en 1999 tiene como obje-tivo general reforzar los dispositivos de primer nivel de atencin socialde la Secretara de Promocin Social. De esta manera no solo tiene comodestinatarios del mismo a quienes se encuentran en situaciones proble-mticas, sino que tambin informa y asesora a los ciudadanos con res-pecto a los diversos servicios que brindan la Secretara de PromocinSocial en particular y el GCBA en general. Funciona como un servicio dederivacin de todos los programas con los que cuenta la Secretara.

    Consta de dos componentes que trabajan asociada y complementa-riamente:1. Servicio de Atencin Telefnica (SAT) centraliza las llamadas o denun-cias telefnicas a travs de una lnea gratuita de relativo pblico conoci-miento. Las denuncias las pueden realizar tanto los afectados como ter-ceros que ven a personas que se encuentren en situacin vulnerable. Elservicio funciona las 24 horas y todos los das del ao. Sus principalesfunciones en esta primera instancia son: Recepcin y resolucin de demandas de atencin a personas en situa-cin de calle, riesgo social y/o derechos vulnerados. Atencin personalizada ante emergencias sociales y/o situaciones decrisis fuera de los horarios normalizados de atencin de los servicios so-ciales. Informacin, orientacin y asesoramiento acerca de los servicios so-ciales existentes. Derivacin de la demanda pertinente a la Unidad Mvil de Aten-cin Social (UMAS). Derivacin planificada de la demanda a los servicios especializados dela Secretara de Promocin Social (Defensoras de Nios y Adolescentes,Servicios Sociales Zonales, Programa Sin Techo, Programa Chicos de la Ca-lle, Programa de Apoyo a los Centros de Jubilados, Centros Proteger, etc).

    2. Unidad Mvil de Atencin Social (UMAS) este servicio tambin funcio-na las 24 horas y todos los das del ao. La UMAS no solo recibe del SATlas demandas de las personas, tambin recorre la ciudad buscando de-tectar y diagnosticar los grupos en riesgo.

    Cuenta con diez unidades mviles de las cuales solo dos son destina-

  • 46 Griselda Palleres

    das al Programa Sin Techo. El resto se distribuye entre los otros programasy servicios de la Secretara: Programa Chicos de la Calle, de familias ensituaciones de desalojos y desastres (derrumbes, incendios, inundacio-nes, etc.), servicios que promueven a familias y personas con derechosvulnerados (Defensoras, Proteger, Tercera Edad, etc.) y apoyo a las dis-tintas direcciones generales de la Secretara de Promocin Social.

    En esta segunda instancia las funciones son: Mejorar la capacidad de deteccin y diagnstico de las poblaciones ensituacin de calle y/o riesgo social. Llevar asistencia alimenticia, vestimenta, abrigo y contencin profe-sional a personas en situacin de calle y/o abandono. Intervenir en situaciones de emergencia habitacional (desalojos). Brindar asistencia sanitaria a las personas sin techo. Derivar y, en los casos en que sea necesario, trasladar a las personasatendidas a los servicios especializados de la Secretara de PromocinSocial o servicios pertinentes. Colaborar en la atencin de personas y/o familias afectadas por gran-des emergencias sociales. Promover y difundir los derechos sociales, civiles y polticos de lapoblacin a travs de campaas informativas.

    Programa Sin Techo

    El Programa Sin Techo surgi en 1997 y su sede central se encuentra enel Hogar Flix Lora. Para acceder a este Programa los requisitos son: serpersona adulta de entre 21 y 60 aos, sola o que conforme grupo familiar,estar en situacin de desamparo, aprobar el examen psicofsico realizadopor profesionales y no padecer enfermedad alguna que imponga indica-ciones de reposo absoluto y/o cuidados higinicos y profilcticos. Tam-bin se debe presentar documento de identidad o constancia de trmitedel mismo y deben conocerse y aceptarse las pautas de convivencia delos Hogares.

    El Programa cuenta con varios ejes metodolgicos bsicos entre loscuales se encuentran:

    Abordaje y Contencin Inicial con el Equipo Mvil.Como se vio antes dos de las unidades mviles con las que cuenta el

    Programa Buenos Aires Presente se encuentran destinadas a este Programa.Los sin techo, sean individuos o grupos, son detectados y derivados a las

  • 47Sin techo: Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires

    distintas instituciones gubernamentales o no gubernamentales de acuer-do al problema o dificultad que presenten. Esta tarea tambin se realizacon aquellos que no ingresan a las instituciones brindando seguimientoy asistencia bsica in situ.

    Servicio de tratamiento, rehabilitacin y reinsercin psicosocial en los distin-tos Hogares.

    Una vez que los sin techo han ingresado a los hogares pertenecientes alas redes institucionales que proporciona el Programa se les brinda aloja-miento, alimentacin y prestaciones bsicas adems del tratamientopsicosocial a cargo de equipos interdisciplinarios (trabajadores sociales,psiclogos, mdicos, psiclogos sociales y enfermeros).

    Los hogares para hombres son: el Centro de Noche Costanera, el Ho-gar Flix Lora y el Hogar Monteagudo (Hogar convenido con la ONGServicio Inter-Parroquial de Ayuda Mutua, SIPAM). El GCBA cuenta conun solo lugar para mujeres, el Hogar 26 de Julio. En este ltimo caso sibien aceptan mujeres solas, las personas de sexo femenino a presentarsedeben tener uno o ms hijos a cargo y carecer de vivienda.

    Las personas mayores de 60 aos son trasladadas al Hogar de Ancia-nos Guillermo Rawson en el cual se aceptan personas de ambos sexos.Para acceder a cualquiera de estos hogares, adems de los requisitos yaenumerados, debe contarse con la admisin tramitada ante el sector Ser-vicio Social de la Secretara de Promocin Social encargada de la deri-vacin. Una vez lograda la admisin deben aprobarse los exmenespsicofsicos, como ya se vio en el caso del Hogar Flix Lora. Todos los ho-gares son gratuitos y los sin techo tienen una permanencia limitada en ellos.

    Unidades de alojamiento que conforman la Red de Ayuda en los Hogaresacordados con Organizaciones No Gubernamentales (ONG).

    A travs de los convenios entre el GCBA y las Organizaciones NoGubernamentales se aumenta la capacidad de albergue a los sin techo. Esimportante tener en cuenta que en la mayora de los hogares dependien-tes de las ONG se cobra un arancel mnimo por la permanencia. En la me-dida en que la persona costee su estada no existe lmite de permanencia.

    En estos hogares se proporciona alojamiento, tanto a familias como apersonas solas, y tambin se realiza un seguimiento por parte de equiposinterdisciplinarios de profesionales.

    Entre los hogares acordados con las ONG se encuentran el HogarCopahue, el Hogar OBrien, el Hogar Senz a cargo del Ejrcito de Salva-cin y el Hogar Cardenal Ferrari del SIPAM.

  • 48 Griselda Palleres

    Si bien el Hogar Monteagudo es, como se vio antes, un hogar conve-nido con el SIPAM, se encuentra ubicado en una explanada del GCBApor lo tanto su funcionamiento es igual a cualquier hogar dependientedel Gobierno salvo que es administrado por personal de esta ONG.

    Refuerzo alimentario a comedores de la Red SIPAM.Se proporciona alimentos de refuerzo a los comedores parroquiales

    que atienden no solo a personas solas sino tambin a familias.

    Estada transitoria en sistemas de hoteles.Dentro de la primera etapa de egreso de los hogares se brinda aloja-

    miento en hoteles por perodos limitados.

    Acuerdos interinstitucionales.Con el fin de obtener una cobertura de servicios mayor se crean redes

    con diversas reas del Gobierno de la Ciudad (Secretara de Salud, Direc-cin General de Programas Especiales, Direccin de Salud Mental)y tam-bin con Instituciones y ONGs.

    Coordinacin con otros programas y reas de la Secretara de Promocin So-cial.

    Coordinacin permanente de recursos con diversas reas y progra-mas de la Secretara tales como los Programas de Empleo, Micro-emprendimientos y otorgamiento de recursos para Problemticas de Vi-vienda.

    Conteo y administracin de encuestas psicolgicas y socialesEn un trabajo conjunto entre este Programa y la Subsecretara de Pro-

    mocin y Desarrollo Comunitario se disean planillas observacionalespara la implementacin de encuestas y conteos de los sin techo, que seencuentran viviendo en la va pblica en la Ciudad de Buenos Aires. Losdatos arrojados permitirn a la Institucin realizar una evaluacin psicosocialde los sin techo.

    El Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires llev a cabo dos conteos delas personas que se encuentran viviendo en la calle. Estos ltimos, juntocon la metodologa empleada, se analizarn con mayor detenimiento msadelante.

    A pesar de que el Programa Buenos Aires Presente surgi dos aos des-pus del Programa Sin Techo, lo he presentado en primer lugar ya que se

  • 49Sin techo: Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires

    trata principalmente de un servicio de derivacin de aquellas personasque se encuentran viviendo en la calle. En otras palabras dicho Programarefuerza y, en cierta medida, facilita las funciones del Programa Sin Techopues trabaja complementariamente con este.

    Esquemticamente los programas funcionan como se describe a con-tinuacin:

    El Servicio de Atencin telefnica (SAT) del Programa Buenos Aires Presenterecepciona la llamada o denuncia y deriva la misma a la Unidad mvil deAtencin Social (UMAS). A travs de la localizacin de los sin techo -seanindividuos o grupos- se les brinda Contencin Inicial con el Equipo Mvil yse los traslada a los hogares dependientes del GCBA que correspondan. Apartir de entonces comienza el accionar del Programa Sin Techo. Una vezque fueron aceptados e ingresan al hogar deben superar tres etapas antesde lograr la reinsercin en la sociedad. La primera de ellas consiste en la Satis-faccin de Necesidades Inmediatas (alojamiento, alimentacin y aseo), y el Se-guimiento psicofsico a cargo de un equipo interdisciplinario (trabajadoressociales, psiclogos, mdicos, psiclogos sociales, y enfermeros) que mar-carn las pautas de convivencia entre los destinatarios y el Programa engeneral. La segunda etapa consiste en la Recuperacin de Hbitos Perdidoscomo consecuencia de la vida en la calle. Esta recuperacin apunta princi-palmente a la posibilidad de reinsertar a los sin techo en el mbito laboral.Por ltimo, est la etapa de Pre-egreso aplicable en la medida en que el sintecho haya cumplido satisfactoriamente su estada en el Programa/Ho-gar. Esta etapa brinda alojamiento en hoteles por perodos limitados comoestrategia para lograr la tan ansiada reinsercin en la sociedad. Estainstancia tiende a la independencia econmica de la persona y del Pro-grama en s mismo y tambin es acompaada con su correspondienteseguimiento psicosocial a cargo del equipo interdisciplinario.

    A pesar de que el GCBA cuenta con un hogar para mujeres, el segui-miento de reinsercin no existe para las mujeres solas. Esto ocurre porqueen el Hogar 26 de Julio tienen prioridad aquellas mujeres con hijos meno-res a cargo por lo tanto la aceptacin de mujeres sin familia est condicio-nada a la disponibilidad de plazas. Los objetivos del Programa en estecaso se circunscriben a promover la escolarizacin de los menores, larevinculacin familiar teniendo en cuenta el lazo madre-hijo/s, y por l-timo, la asistencia en la bsqueda de trabajo.

    Al momento de realizar esta investigacin, para el GCBA existan conprecisin 1.389 sin techo que se encontraban viviendo en la calle, en con-diciones de indigencia extrema como ellos lo denominan (aunque no

  • 50 Griselda Palleres

    existe an un dispositivo que mida esta ltima). Se arrib a esta cifra atravs de una investigacin llevada a cabo por el Programa Sin Techo. Comose detall en la descripcin del Programa, este tipo de investigacin seencuentra contemplada dentro de su metodologa de trabajo. Se realiza-ron dos conteos: uno en abril de 1997 y otro en junio de 1998.

    A partir de la implementacin de las encuestas se realiz una evalua-cin de las personas que no poseen un domicilio fijo. Esta representa laprimera y nica aproximacin que brinda un estimativo de la cantidadde personas sin techo en el mbito de la Ciudad de Buenos Aires.

    Se plantearon dos objetivos bsicos: 1) relevar datos que permitanprecisar los alcances del problema y 2) indagar acerca de las caractersti-cas personales de los sin techo, a travs de una encuesta.

    El primero de estos objetivos consiste en la elaboracin de una nocincuantitativa de las personas que se encuentran viviendo en la calle. Elconteo se realiz a travs del mtodo punto en el tiempo (point in the timescounts)9 que consiste en contar las personas que se encuentran sin techoen un momento dado, en el presente. Debido a que las personas no siem-pre se encuentran a la vista o duermen en lugares de difcil acceso sepresuma que poda existir una sub-numeracin de las mismas. Por estarazn la investigacin requiri de la ayuda de las ONGs que trabajan conquienes se encuentran viviendo en la calle (SIPAM, Caritas, Ejrcito deSalvacin). Estas organizaciones participaron facilitando informacinacerca de las personas que acuden a diario a los servicios que ellos brin-dan (comedores, duchas, ropero) y de esta manera se obtuvo una nocinde las zonas donde habitualmente duermen. Tambin se consult a losServicios Sociales Zonales y a los Centros de Gestin y Participacin Ciu-dadana (CGPC), ya que: Estos servicios estrechamente relacionados consus zonas geogrficas de influencia, tenan un conocimiento ntimo delas mismas y los vnculos con redes institucionales (Calcagno 1999: 7).

    Por otra parte, se cont con la ayuda de la Polica Federal que a travsde un sondeo previo y sus rondas de rutina visualiz y contabiliz 825sin techo. Todo esto se realiz con el fin de contar con informacin cualita-tiva previa que permitiera tener una nocin de los lugares en donde seencontraban los mayores asentamientos de los sin techo. Tambin se soli-

    9 Se prefiri esta tcnica frente a la de period prevalence counts la cual permitirasaber cuntas personas han experimentado la situacin de vivir en la calle en ciertoperodo. Esta tcnica arroja datos probabilsticos que solo permiten captar el dina-mismo propio de una situacin, no as la cantidad de personas que se encuentran sintecho en la actualidad.

  • 51Sin techo: Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires

    cit la ayuda de personas que se encontraban en los distintos hogares delGCBA. Adems se recopilaron las fuentes oficiales de la Ciudad de Bue-nos Aires donde figuraban los espacios verdes, lugares de culto (se optpor las iglesias de culto catlico), estaciones y terminales de subterr-neos, ferrocarriles y mnibus.

    Por ltimo, con toda la informacin obtenida se realiz un plano agran escala de la Ciudad (tarea que fue llevada a cabo por la DireccinGeneral de Estadstica del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires). Eneste se indicaban los puntos de mayor densidad de asentamiento de lossin techo y los recorridos que llevaran a cabo los encuestadores, disen-dose en total diecinueve recorridos.

    Luego de dos salidas exploratorias y una prueba piloto se puso enmarcha el proyecto, realizndose en el horario nocturno comprendidoentre las 0 y las 4 horas debido a que la probabilidad de visualizar a laspersonas en los lugares donde habitualmente duermen es mayor.

    El resultado del primer conteo indic 967 personas que fueronvisualizadas por los equipos programados, 332 albergadas en los hoga-res y 90 registradas por la Polica Federal en lugares de difcil acceso. Deah resulta el total de 1.389 sin techo. Con respecto al segundo conteo, lacifra fue menor registrndose solo 629 personas. En este ltimo caso nose tuvo en cuenta a quienes se encontraban en los hogares, ni se contcon la ayuda de la Polica Federal. Adems el ltimo conteo se realiz enel mes de junio mientras que el primero fue realizado en abril. Como lascondiciones climticas y la temperatura diferan de un conteo a otro sepresumi una sub-numeracin en los estimativos.

    El segundo objetivo del relevamiento a travs de una encuesta, tomaaspectos relacionados con la familia, el trabajo, la salud y necesidadesdiversas:

    Se confeccion, por un lado, un cuestionario con preguntas abiertas y ce-rradas, con alternativas fijas en algunos casos y mltiples en otros. Por elotro, se construy una planilla observacional en la que se deba consignarla presencia o ausencia de una serie de sntomas psiquitricos. De estamanera, a lo declarado por el entrevistado sobre las enfermedades quesufri o sufre en la actualidad, se sumaba un registro desagregado deindicadores de una posible patologa mental (Calcagno 1999: 11).

    A travs de esta informacin tambin se intent arribar a las posiblescausas que llevaron a los sin techo a encontrarse en esta situacin. Los ejestemticos del cuestionario fueron:

  • 52 Griselda Palleres

    Caractersticas sociodemogrficas: sexo, edad, lugar de origen, estado ci-vil, nivel educativo.

    Historia familiar Estado de salud: enfermedades declaradas. Adicciones Situacin en la calle: tiempo y causa del estar viviendo en la calle, acti-

    vidades laborales. Necesidades, atencin recibida: lugares donde comen, reciben ropa y se

    asean. Uso del Programa Sin Techo

    Del anlisis del material recolectado se concluy10 que prevalecen va-rones (84,7 %) sobre mujeres (15,3 %) y el promedio de edad de las perso-nas es de 47,7 aos. Esto se obtuvo a travs de la agrupacin de edades enintervalos de 10 aos cada uno, posicionando a la mayora de los indivi-duos dentro del segmento de adultos (tramo etario comprendido entrelos 36 y 55 aos).

    Con respecto a la nacionalidad, si bien el 90 % es argentino, la granmayora proviene del interior del pas (51 % frente a un 16 % de residen-tes de la Ciudad de Buenos Aires). Por otra parte y teniendo en cuenta eltiempo promedio de permanencia en la calle (4,38 aos) se realiz unarelacin, directa y significativa, con el nivel de educacin alcanzado. Selleg a la conclusin de que:

    a medida que aumenta el grado de escolaridad los porcentajes van decre-ciendo, de manera tal que el 45.7 % de aquellos que tienen hasta el secun-dario incompleto, y el 28.6 % de los que llegaron hasta universitario com-pleto [frente a 65.7 % de quienes tienen menor nivel de instruccin] hacems de un ao que estn sin techo (Calcagno 1999: 20).

    A travs de la discriminacin de las preguntas por tipo de vnculo sedetermin con exactitud los lazos familiares que conservan los encuesta-dos. El 81 % reconoci tener familia a pesar de que solo el 46 % mantienecontacto con algn miembro de la misma. Sin embargo el 33 % del totalque tiene familia, por diversos motivos, han pasado aos sin verla o bienno tiene intenciones de hacerlo.

    Por otra parte, las razones por las que argumentaron encontrarse enla calle fueron principalmente: la prdida de trabajo (46 %) y, en menormedida, problemas familiares o de vivienda (15 %). Teniendo en cuenta

    10 Se tom en cuenta el total del primer conteo.

  • 53Sin techo: Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires

    este ltimo dato y la cantidad de sin techo que no mantiene contacto consu familia (54 %) se concluy que el alto porcentaje de desafiliacin delgrupo familiar aparecera, desde esta perspectiva, como una de las tantasconsecuencias de la vida en la calle (Calcagno 1999: 17).

    Con respecto al estado civil de las personas el porcentaje ms alto fueel de solteros con un 42 % frente a un 29 % de casados o unidos, 19 % deviudos y 10 % de divorciados. Sin embargo, y a pesar de reconocer queexisten varias razones por las cuales hay mayora de solteros, se intentexplicar esta circunstancia a travs de tres interpretaciones: la primerase relaciona con el hech