conflicto de lealtades

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 El  ejército  de Amé rica  y  la  descomposición  del  orden  colonial  La  otra  mirada en  un  conflicto  de  lealtades Juan  MARCHENA  FERN4N1)EZ (*) A  la  memoria  de  Sir  .Iack  Holmes,  caballero de  honores  y  fidelidadesí. Al  paso  de la  revisión  historiográlica  suscitada  con  motivo de los  qui - nientos  años, y a  pesar  de ser  abundantes,  novedosos  y esclarecedores  los nuevos  trabajos  que han  aparecido  acerca del difícil  entramado  que  cons- tituyó el  Orden Colonial español  en  América,  como  u na forma  de  acercar- nos a  una int erpr etac ión más adecu ada  del  presente, podemos concluir que siguen siendo  realmente  escasos los  estudios  que han  tratado  de  posi- cionar con  mayor  exactitud  el  lugar ocupado  por  la  Institución  Militar  en el  contexto  de  este  Orden  Colonial, especialmente  en  cuanto  a la  impor- tancia  de  su  participación  en la  construción  del  mismo,  en su  manteni- miento,  y  también  en su  extinción. Respecto  de este  último  punto,  el ocaso del  Orden  colonia] y de l  Ejér- ci to de  América  —sucesos  obviamente  coincidentes  e n el  tiempo—  ha querido  relacionarse, tanto  por  parte  de la  historiografia  española  como americana,  casi  exclusivamente  con  las  guerras  de  Independencia  (1810- 1825);  como  si  el  conflicto  surgiera  entonces  o  finalmente  tuviera  en  es - tos  enfrentamiento s  bélicos  su  único mareo  de  operación—;  o  incluso co- mo  si  la  existencia  del  Orden Colonial  dependiera con  exclusividad  de la (*)  Dpto.  Historia  de  América.  Universidad de  Sevilla. 1.  Jack  HOLMES.  caballero  de la  Orden  de Isabel la  Católica,  historiador  de la Luisia- na  española y  autor  de, etitre  otros.  uno  de los mejores  trabajos  sobre   ejé rcito español  en el  Sur  de  los  actuales  Estados  Unidos,  Honor  and  Fidelirv:  ¡he  Laulsiana  !nfanr,y  Regimenr ant)  ¡he  Loaisiana  Milito  Compan ies. 1766 -182 1.  (Birmingban,  1965),  ha  querido poner  fin a sus ~nvestigacíones y  a su  vida con  la misma  pasión con que abrazó  a ambas, pero también con eí  níismo  honor y la  misma  lealtad  a sus ideales que  acuñé  en sus  obras. Sirvan  estas páginas como mínimo homenaje. MILJT4RLI.  Revista  dc  Cultura  Militar,  mii>  4.  Edit.  Universidad  Compiutense.  Madrid,  1992

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    Elejrcito deAmrica y la descomposicindelorden colonialLa otra mirada

    en un conflicto de lealtades

    Juan MARCHENA FERN4N1)EZ(*)

    A la memoria de Sir .IackHolmes, caballerode honores y fidelidades.

    Al paso de larevisin historiogrlicasuscitadacon motivo de losqui-nientos aos, y a pesar de ser abundantes, novedosos yesclarecedores losnuevostrabajosque hanaparecido acercadel difcilentramadoquecons-tituy elOrden Colonial espaol enAmrica,comouna forma de acercar-nos a una interpretacin ms adecuada del presente, podemos concluir

    quesiguen siendo realmente escasoslosestudiosquehan tratado de posi-cionarconmayorexactitud ellugarocupado porla Institucin Militarenel contexto de este Orden Colonial, especialmente en cuanto a la impor-tancia de su participacin en la construcin del mismo, en su manteni-miento, ytambin en su extincin.

    Respecto de esteltimo punto, el ocaso del Orden colonia] y del Ejr-cito de Amrica sucesos obviamente coincidentes en el tiempo haquerido relacionarse, tanto por parte de lahistoriografia espaola comoamericana, casi exclusivamente con lasguerras de Independencia (1810-1825);como si elconflicto surgieraentonceso finalmente tuviera en es-

    tosenfrentamientosblicos su nico mareo deoperacin; o incluso co-mo si la existencia delOrden Colonial dependiera con exclusividadde la

    (*) Dpto. Historiade Amrica. Universidad de Sevilla.1. JackHOLMES. caballero de la Orden deIsabella Catlica,historiadorde laLuisia-

    na espaolay autor de, etitre otros.uno de los mejores trabajos sobree ejrcito espaol enel Sur de los actuales Estados Unidos, HonorandFidelirv: he Laulsiana !nfanr,y Regimenrant)heLoaisiana MilitoCompanies. 1766-1821.(Birmingban, 1965), ha queridoponer fin asus ~nvestigaconesy asu vidacon la misma pasincon que abrazaambas, perotambincon enismo honory la mismalealtad a susidealesque acu en sus obras.Sirvan estas

    pginas comomnimo homenaje.MILJT4RLI. Revista dc Cultura Militar, mii> 4. Edit. Universidad Compiutense.Madrid, 1992

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    permanencia enAmricade unejrcito realista. Algunosautoreshan rea-

    lizado excelentestrabajos quedesarrollanesta cuestin2.

    Sin restarun pice a la importancia de estosconflictos postreros, enloscualesvienea basarse nadamenosque la esencia de las nacionalida-des americanas, otras consideraciones, otras perspectivas de anlisis, nosllevan aplantearnos el ocaso del Ordencolonial desde larbita del po-der militar que segn se ha argumentado tradicionalmente lo sustenta-ba,como un cmulo decircunstancias econmicas, sociales y polticasentendidas apartir de lasactuacionesentrediferentesgrupospor lacon-secucin del poder poltico administrativo, quetuvieron en elEjrcitode Amrica campo abonado de accin y reaccin. En definitiva,parecequesiguesiendonecesarioestudiar yenmarcar en losparmetros adecua-

    dos larealidad del Ejrcito deAmrica, su participacin en la conforma-cindel Orden Colonial y el asalto al mismo que. desde muchoantes de1810,realizaron las lites socialesy financieras criollas,consolidando asisucontrol sobrelarealidad americana, que, desdeentonces yhacia e fu-turo incluidas desde luego las guerras de Independencia obtendrandel mismoel papelprotagnico en la determinacin del rumboque ha-bria detomar la historia americana.

    Enresumen,tratarde explicar,en elcontexto de lomilitarcolonial, es-ta pugna de intereses y lealtadesque constituye la mdula del problemadel EjrcitodeAmrica.una institucin clavepara entender larealidad de

    lo quesucedi en el continente americano antesy despus de l8l0~.

    1. EL PROBLEMA FINANCIERO

    1.1. Pesos, libranzas ymercaderesde sueldos

    Aparte de laoperatividad yrendimientonetamente militar, elms gra-ve problema quese plante entorno a la defensa americana dcl s.XVIIIfue el de su financiacin. En la lgica de laadministracin colonial, un

    ms efectivo esfuerzo defensivo necesitaba de mayores desembolsos decapital, yello, por tanto,requera incrementar la presin fiscal,conlo queelproblema militarpas a ser no slo unacuestin metropolitana en de-fensa de sus intereses, sino un tema queafect y con cierta rotundi-dadal orden colonial en su conjunto, y a la economaamericana en

    2. Deben citarse. por compendiarlasobrasms importantes sobretan interesante lena.losmagniticos trabajos de ALBI.Julio.1990. Banderas o/viciadas:el EjrcitoRealistaenAmri-ca, Madrid:y II AMNETT. Bria m1978. Revolueh5n econtrarevolacinenMxico y el Per(i.ihcra/ismo. realeza y separatismo. 18(4)-18241

    Mxico,3. MARCHENA FERNNDEZ, Juan: Ejrcito eMilicias en el Mundo (%looial atnerica-no. Madrid,

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    particular. Y sin duda quelo ms caracterstico del mismo fue, desde el

    principio, el complejoy confuso rgimen deSituados4.

    Desde el s. XVII. y en elcasode las guarniciones enviadas desde Espa-a, o para aquellas tropas que se ordenaban levantar en las ciudades ypuertos amencanos. unavez quese fijaban los sueldos queestas guarni-ciones devengaban ms los gastos deaviamientoy reposicin de equipo,laAdministracin Colonialexplicitaba dequ Ramos de la Real Hacien-da deban obtenerse anualmente los caudales necesarios. El total delmonto deba serabonado por lapropia Caja Real dela Plaza: pero, casoque faltasen dichos caudales en los ramossealados, deban situarsecantidadeso partidas dedinero en otras Cajas, que deban ser remitidascompletas ypuntualmente cada ao con destinoal ramo de Guerradela Caja deficitaria, en concepto de Situado. atendindose as al gastocompleto de la guarntcon.

    En la Recopilacin de 1680 aparecen estas cantidades fijas que debanserenviadas donde estn fundados y situados castillos o presidios, congentede guerra, armas ymuniciones, ytenemosconsignada su dotacinen nuestra Real Hacienda5. En cada unodeestasCajas Reales recepto-ras desituados debaconstituirse unapartidaexclusiva donde seconsig-naban, dela que deban abonarse los suelos cadacuatro meses,aparte delos gastospara la artillera yconservacin del material,quehaban de Ii-brarsemediante certificacin del gobernador Lospagos a la tropa se rea-

    lizaran en las revistas o alardes, y en presencia y de mano de losoficiales reales.La financiacin de lasfortificaciones corraporcaminos paralelos. En

    algunos lugares se estableca un situado especial para la obras, dadoqueel alto coste de lasmismas necesitaba elconcurso devarias Cajas pa-ra poder hacerle frente6.

    Lasgrandes Cajasmatrices emisoras deestos situados,normalmen-te cabeceras de reales de minas o de importantes aduanas, activaron unimportante flujo decapitales alinterior delmundo americanoypusieronen circulacin notables sumas desde zonas productivas hacia otras ms

    deprimidas. El rgimen de situados constituye, pues,uno de losescasotransvases decapital intaramericanos, especialmente teniendo en cuentaque cl Situado no slo afectaba al sector militar, sino queataa al totalde laciudad y readonde se reciban.

    4. MARCHENA ERNANDEZ J. (1979): introduccin al estudio de la financiacinmilitar en Indias,Anuario deEstudio,sAmericanat vol.xxxvi.verigualmnente, MARCHE-NA FERNNDEZ. i.(1982) LaInstitucin Militaren Cartagena de Indias 1700-1810 Sevilla.Capitulo dedicado ala Real Hacienda, situados y sueldos

    5. Recopilacin Get,eralde/asLevesde Indias. Librolii, Tt. IX, ley lA.Ao 1582.

    6. Apane los ingresosque se establecan en la Caja Real de la propiaciudad, ms lasaportaciones (le los vecinos, voluntaria u obligatoriamente, mediante imnpuestos directosoindirectos.

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    Como demuestran las cifras,laexistencia deuna guarnicin generaba

    riqueza a nivellocaleinclusoregional.Cuando los gastos de laestmcturaofensivaen unaPlazaeranasumibles porsuCaja Real, estosignificaba elempleo local deuna capital que de otramaneraemigrara,oinclusono segenerara o circulara. Pero su importancia econmica aumentaba anms si era necesaria la aplicacin de un Situado procedente de otrasCajas, puesto que en este casouna partede la liquidezen el sistema eco-nmico dela ciudad proceda del exterior; y, en muchas ocasiones, estaaportacin vena a significar el principal soporte financiero del mismo.De ah que la propia lite local, en cuyasmanos venan a quedar losme-canismos de control econmico de la ciudad, tendiera a incrementar loms posible el gastomilitar. Desde laotraparte,las Cajas emisoras de si-tuados, losgrupos decapital localesprotestabanenrgicamente contra es-tasangra continua de sus recursos querepresentaba el rgimen de situa-dos.especialmente desde el momentoenque estosenvosse multiplicaronsincesar.Cuando seproduca alguna interrupcin en las remisiones.loque,dados losmedios de transporte y lasdificultadesgenerales en las Ca-

    jas Reales para acopiar los caudales necesarios, era ms que corrientehasta hacerse consustancial al sistema, se utilizaron otros canales fi-nancieros,prstamos,crditosy libranzas, que,conel respaldo econmicode la Corona, fueron tambin motores dinmicos de la economa regional.

    Es decir, queaunque el sistema lleg a sercatico, nodej de favore-cer a determinados sectores de lasociedad colonial, a aquellos quecon-trolaban el comercio o posean un capital lo suficientemente importantecomopara librar oprestar bieneso caudales,y aaquellosquevivan dela demanda queproducia unaguarnicin numerosa.

    Sea como fuere, lo cierto es que. incrementndose a medida que au-mentabanloscostos defensivos, loscanalesde financiacin militarfueroncada vez ms importantes a pequea y a gran escala.

    Enalgunoscasos,los pagosde sueldos en metlicofueron sustituidospor el pago en raciones, es decir, cantidades de alimento y vestuarioquedeban servirpara la subsistencia de la tropa.y consumir ellos mtsmos o

    sus familias, aunque en muchos casos los propios receptores se encarga-ban de revender a fin de obteneralguna liquidez. Fueton una forma depago si no legal. s bastante comn en muchas plazas americanas. Eranlos capitanes, o incluso a veces losOficiales Reales, losque las compra-ban a lossoldados, apesar deestar expresamente prohibido7,utilizandoaunatercera personacomointermediario. Tambin eracomn laespecula-cin sobreel precio de estas raciones,ya que al soldadono lequedaba op-cin sobrela adquisicin de losproductos, aldescontrseles directamentedel sueldo 8

    7. Recopilacin..., L. III, Tt. VIII. Ley 20.. 1582.8. Ibdem. Tt.VII, Ley 5,; Tt. XVII, Ley3.. De 1618 a 1633.

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    Igualmente se prohiba, pero era fenmenoms que corriente, com-

    prar los sueldos a lossoldados, pues aldrseles las pagas tanespaciadas(cuatro meses, un ao,ocuandono llegabanlossituados an ms), lama-yorade ellosse endeudaban, ydeterminadaspersonaslescompraban susprximossueldos por menos de lamitad; no sepermita que los propiosOficiales Reales descontaranlas deudasdirectamente de lossalarios, sinoquehaban depagar al soldadopor entero y luegoste solucionara susproblemas,pero el sistema erams que ineficaz. Lomismo se produciracon las libranzas que daba la Contadurqcuandoexista un retraso en elsituado. Nopodacobraras otra persona que el soldado,y con ellaspodacompraren cualquier tienda omercader sin podrselesobligar a hacerlo

    en alguno en concreto~.

    Esto generaba dos problemas: uno, en que(. De 1613 a 1627. Ley 52, De 1613.lO. Ibdem. Tit. XII, Ley 43, De 1662.II. MARCHENA FERNNDEZ. J. (1979): introduccin al estudio de la tinancia-

    cin.... Cit.; idem. 1983. La defensa del Caribe en el s. XVII: ingenieros, soldadosy pe-sos. En: La influencia de Espaa en el Caribe. Florida y Luisiana. 1500-1810. Madrid; Idem.1987 LAr,nee et changesocial daus LAmerique des Lumieres. En: LAmerique Espagnole a

    lepoque desLuniieres. Paris: idem. 1988.Financiacin militar.Situados y flujos decapitalesa fines del perodo colonial. En: Actas del II Congreso Internacional de Historia MilitarZaragoza.

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    percusionesque sobre el conjunto dela economatuvieron los mecanis-

    mos de financiacinmilitar, sus fluctuaciones e indecisiones, fueron cadavezms extensasydeterminantes. ygeneraron unatupiday amplia red deintereses detodo tipo, comerciales.polticos, sociales,etc.; red deinteresesquemuestra los diferentes niveles de uso y manejo de este complejo cir-cuito financiero tanto a nivel local, regional o continental porpartedeciertos grupossocioeconmicos coloniales, a la vezquese observa c-mo estecircuitodeterminaba, en muchos aspectos.larealidadeconmicade las reas sobre lasquese desarrollaba.

    Seguramente, y a nivelesgenerales, el anlisis de la financiacin mili-tar es elanlisis deuno de lossumandos ms cuantiosos del gasto total de

    la Administracin colonial. Pero ms que esto, elestudiodelcircuito eco-nmico generado por este flujocontinuo de caudales destinado a cubrirgastosfundamentalmentedefensivos,permite conocermejorlos mecants-mos decapitalizacin de laeconoma americana,especialmente en elpe-rodocomprendido entre1770 y1810. ascomoanalizarel funcionamien-to del binomio capital comercial-capitalfinanciero en los centros de podereconmico americanos a nivel regional. Debe,adems, relacionarse esteprocesocon losacontecimientos dendole poltica quese estaban produ-ciendo en el seno de losdiferentesgrupos depoder en elmundo america-no, yobservarlo como factorimportantepara el desarrollode sectores oli-grquicos fuertemente capitalizados en torno a estos principales centroscomerciales. Por supuesto, debiendo ser enmarcado este proceso en elcomplicado yturbulentodesarrollode las llamadas Reformas Borbnicasque. desde su misma formulacin, vincularon y relacionaron estrecha-mentepoltica, hacienda y defensa I2~

    Losmecanismos definanciacinmilitar, cadavez ms complejosy de-sarrollados, cada vez afectando einvolucrando a sectores masextensos eimportantesdela RealHacienda y de la economaamericana engeneral.desbordaron ampliamenteloscaucestradicionalesestablecidospor la Ad-ministraeincolonial a tal efecto: lacual se vio obligada biena su pe-sar, hastadonde puede deducirse a recurrir a la participacin en estoscircuitosfundamentalmente decapitalesde personas,grupos ocomo-raciones prvadas o semipblicas (comerciantes, asentistas, sectores delpatriciadourbano,hastaConsulados deComercio oincluso Cabildos):endefinitiva, del capital privado. Personas, grupos y corporaciones. que sevieron en inmejorable situacin para realizarunaslida inversin. de gran-

    12. KUETHE. A i. (1978): Militan Re/orn in tIme Viceroyafty efNew Granada. 1773-1808. 37: BARBIER. JA. (1980>: Re/hm ant)Po/Pies in Roarbo Chile. 1755-1796.Ottawa: CAMPBELL, L. Ci. (1978): TIme Military ant)Societr in Colonial Peri, 1750-1810 Phi-ladelphia; KUETHE, A. J. 1988: Cuba, /753-/SIS Crown. Militareand Societr Knoxville.

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    des proporciones, basada en la plata de la Real Hacienda, garantizada

    por sta,y desde laque poda establecerse, mediante unadecuado manejode la deuda estatal, una clara relacin de dependencia de la HaciendaReal paracon los grupos de poder locales.

    Es decir, queel propiocircuito financiero militar, desbordado porlosmontos a los quedebahacer frente,por supropia complejidad,por la fal-ta de eficacia desde el punto de vistaadministrativo, en general por loserrores en su planificacin y porla pugna deintereses entre los diversosgruposdecontrol regionalesy de stos asu vezconlas autoridadesmetro-politanas. gener un extenso circuito econmicoy financiero ms all delopuramentemilitar,de granimportanciacomo factorcapitalizadorde la

    economaamericana, de claraincidencia en las relacionesentre elcapitalcomercial y el capital financiero,y utilizando fundamentalmente la platadelaReal Hacienda. Un activo sistema de flujos y reflujos decapital queactu a nivel interregional yque relacion entre s a distantes y diversasareasdelcontinente. Adems,como valoraadido. el sistema se revelabacomo un formidable instrumento depresin de loscapitales privados so-bre laCorona, en salvaguarda de sus intereses particulares.

    Las transferencias de capital que se llevaron a cabo entre los focosproductivos fundamentalmente mineros, pero tambin incluyendo im-portantes ramos de otros ingresos fiscales y la metrpoli, por supuesto

    que no dejaron de tener importancia: pero las transferencias entreestosfocosproductivosy otrasreasamericanas quecentralizabanbuenapartedel gasto de laAdministracin,especialmente en lo referente a la defensa.fueron cada vez ms relevantes; y, en montos totales, incluso sobrepasa-ron a lasanteriores. Es decir, lamayor partedel ingresofiscal de laszonasproductivas msimportantes comenz a circular hacia las reas de apli-cacin del gasto, en un circuito de capitales netamente amencano queredistribuy, en forma de flujos de capitales, ingresosantao exclusiva-mente predispuestospara su remisin alotroladodel mar.Dc la acelera-cin de estos flujos decapital a lo largo de las tres ltimas dcadasdel s.XVIII. de la extensin de este circuito a cada vez tns amplias zonas delcontinente,y d e laacaparacinquelas lites locales(mediante elmanejode la deuda pblica) realizarn de estos flujos financieros,devendr unestrecho control por parte de stas hacia el total de la estructura militaramericana, deamplias repercusionessobre loshechos de 1810 en adelan-te. As, en este proceso de capitalizacin netamente americano, debemosdescubrir a las lites locales como los principales beneficiarios. y en lamayor partede lasreas estudiadas como los msdecididosinstigadoresy favorecedores de este tipo de facilidades financieras otorgadaspor loscapitales privados a la Real Hacienda paraincrementar el gasto militar.Cabra detectar razones y repercusiones.

    Los situados, y en general todoslos rubros delaHacienda destinadosa gastosmilitares, aparecen como uno de los determinantes econmicosms importantes para laciudad o cl rea sobrelas quese aplicaron.pues-

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    toque lariadade caudales que va a llegar a ellas procedente de otras zo-

    nas redundar en su beneficio, cubriendo gastos efectuados exclusiva-mente all,y sin esfuerzoproductivo paragenerar elcapital. Y ellotendrinteresantesconsecuencias.

    Por una parte, un extraordinario incremento de la liquidez en estosmercados locales receptores desituados.Efectivamente, en la mayorpartede lasreas sobre lasquese aplicaron los situadosparaatendergastosde-fensivos o militares en general, dada la imposibilidad real o ficticiadela Hacienda localparahacerfrentea losmismos, estosingresossignifi-caron la puesta en circulacin anualmente en elcircuito local o regionaldegrandescantidades demetalprocedentede otraszonas productivas; re-

    mesasque,por su importancia,forzosamentetenanque alterar cuandono dislocar el mbito financiero propio del rea.Obviamente, cualquier modificacin al alza de los costos defensivos

    (loque no dejar de suceder a lolargo del perodo), repercutira sobreeldficit de la Caja Real local, demaneraquedeberan ser incrementadoslossituados (bien deformageneral, losSituadosOrdinarios, bien excepcio-nalmente, los SituadosExtraordinarios 3)paralograr el cierre de laCaja. Elincremento de losbienes decapital producto de estas nuevasentradasge-neruna mayorliquidez en elcircuitolocal-militar(proveedoresy sumi-nistradores, receptores de sueldos, economas domsticas de las familias

    militares,etc...). Pero esta liquidez afect tambin al total dela estructuraeconmica del rea local (habida cuenta el monto de estos caudales, enfrancaexpansin a lo largo delperodo,quellegaron a superarla cifra deveinte millones de pesos anuales).

    Porotra parte,dado elprecario funcionamiento delcircuito de Situa-dosentreCajas Matrices(suministradoras delos caudales)y CajasRecep-toras(destinatarias de los mismos),conforme los gastos fiteron creciendo.las remisiones sufrieron cada vez mayores retrasos y mermas, siendo lamayor parte de ellas parciales e incompletas.

    Ante elproblema del dficit de lasCajas locales, slocaban dos solu-ciones: a)Presupuestar el dficit en elsituadodelprximo ao,incremen-tando ste o solicitando la remisin de un Situado Extraordinario, decla-rando suspensin de pagos hasta la llegada de losmismos. b) Solicitarprstamos a loscapitales privados locales, bajola garantade devolucinala llegada de los caudales. Lasdos opciones fueron empleadas comn-menteen el s. )(VHJ i4, con desiguales resultados segn lascaractersticas

    13. Cantidadesque debanremitirseindependientemente del situadoordinariopero uti-lizando ci mismoconducto, para hacer frente a gastos extraordinanos no incluidos en lospresupuestos. Enverdad, estos Situados extraordinarios sehicieron tancomunes yascen-dierontanto en frecuenciay montos queconstituyeron unade laspartidas msimportantes

    parapoder hacerfrente algastomilitar, ascomo unode losmotivos del descalabroy ruinade laHacienda Real.14. MARCHENAFERNNDEZ, J. (1983): La defensa delCaribe en el s. XVttt...,

    Cit.

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    del rea,la coyunturaeconmicay lasposibilidades de lasCajasMatrices

    de actualziar sus pagos ysaldar la deuda contrada. Sin embargo, en lamedida que en la segunda mitad del XVIIIla aceleracin del circuito desituados fue cadavez mayor, producto del desaforado incremento de loscostos del sistema, ambas soluciones tuvieron que ser aplicadas simult-neamente. Esta combinacin result letal para la Real Hacienda, en lamedida que la acumulacin de la deuda practicamente entreg el poderde lasremstones de metal procedentes de lossituados (Ordinariosy tam-bin los Extraordinarios) al grupode prestamistas.

    Comoresultadode este proceso, encontramos a estosgruposlocales decapital que concedieron prstamos, ofrecieron crditos o firmaron li-branzascontra la Contadura, controlando la deuda pblica de la RealHacienda local, ascomoabsorbiendodirectaoindirectamenteelflu-

    jo decaudales procedentes de los situados; o lo quees lo mismo, mane-jandobuenapartede la liquidez en elmercadolocal.Otras consecuenciasde estas medidas fueron el encarecimiento de los productos deconsumoenestas reas,medida tomada por estos comerciantes ysus distribuidores,vendiendoa precio sobrevalorado susartculos. resarcindosea lallegadadel situado; la transformacin rpida deestos comerciantes-prestamistasen especuladores decapital, convirtiendo sus ganancias encapital finan-ciero; el incremento delademandainterna enestas zonas receptaras, conla incorporacin de nuevos grupos deconsumidores; la mayor participa-

    cin de los grupos econmicosy financieros locales en los circuitos eco-nmicos exteriores, tanto interregionales como trasatlnticos...

    En definitiva,elrgimen de situadospuede ser entendido en la prcti-ca como un sistema de capitalizacin externa de estos circuitos locales.primando aunaszonas(lasreceptoras desituados)sobreotras(las emiso-ras de situados o las queno los reciban), actuandocomo mecanismo deredistribucin interna americana fenmeno pocas veces repetido en lahistoria del continentey dedonde puedededucirsela lgicadeloscon-flictosentrelas Cajas Realesemisoras y lasreceptaras. quedeben ser en-tendidos no slocomoproblemas dejurisdiccin oentreentidades admi-

    nistrativas. sino enmarcadosen la largaycomplejapugna entablada entrezonasproductoras y focos decontrol comercial, especialmentecaracters-tica de este perodo que estudiamos (Lima-Buenos Aires, Bogot-Cartage-na,Mxico-La Habana. etc...) i.t

    15. CESPEDES DEL CASTILLO, 0.(1946): Limay BuenosAire& Sevilla: LYNCH, 1.1967: Administracin Colonial espaola 1782-1810 El sistema de Intendencias en el Virreinatodel Ro dela Plata. Buenos Aires: KOSSOK,M. (1972): ElVirreinatodel Ro de la Plata. Bue-,,o,s Aires: CHIAR4MONTE, .7. (7. (1987>: Laetapa ilustrada 1750-1806. En: Historia Ar-gentina. vol. 2. Buenos Aires:MARCHENAFERNNDEZ, J.(1990): The SocialWorld oftheMilitary in Peru andNew Granada: theColonial Oligarchies in Conflict. En: Reforma~md Insurrection in Boarbon ew Granadaant)Pera. BatonRouge: MCFARLANE.A. (1987):Comerciantes y Monopolio en Nueva Granada. El Consulado de Catagena de Indias.En:Annario deHistoriaSocialyde la Cultura>,. Num. II.Bogot: KUETI-1E.A. (1988): Cuba,

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    2. LAGUERRAPARALOS OFICIALESILUSTRADOS: ALGO MS

    QUE UNACUESTIN DEEFICACIAElEjrcito deAmricafue creciendo a lo largodel s. XVIIIconformado

    por tres grandes colectivos 6:

    a) ElEjrcito deDotacin, compuestoporunidades veteranas oregula-res Fijas,de guarnicin en las principales ciudades americanas, funda-mentalmente defensivo, de idntica estructura a las unidades peninsula-res,pero cuya composicin a nivelhumanolo caracteriz como un ejrci-to netamente americano; era ci ncleo fundamentaldel Ejrcito deAm-rica.

    b) El Ejrcito de Refuerzo, tambin llamado en algunos momentosEjrcito deOperacionesen Indias, compuesto por unidades peninsula-res remitidas temporalmentecomorefuerzode algunasplazasamencanasamenazadas deinvasin ocon motivo de revueltas internasimportantes.o para realizar alguna campaa ofensiva contra posiciones britnicas,mantenindose, mientras el Ejrcito de Dotacin quedaba en posicionesdefensivas: al finalizar lasoperaciones regresaba a Espaa.

    c) Las Milicias; conjunto dcunidades regladas y decarcterterritorialque englobaban al total de la poblacin masculina de cada jurisdiccincomprendida entre los 15 y45 aos;se lasconsideraba un ejrcitode re-

    servay muyraravez fueron movilizadas,salvocasosconcretosdeataquesexteriores, o con ocasin cada vez ms frecuentes en la segunda mitaddel s.XVIII detumultos.disturbios o sublevacionesde la poblacin in-dgena o mestza.

    Elesquemabsico decadauna de lasguarnicionesasentadas entornoa las principales Plazas Fuertes,consideradas como llaves obasesdc ladefensa, qued estableedo a todo lo largo del siglo mediante los Regla-

    1735-1815... Cii; BARBIER. i. (1984): Anglo-American investitorsanpaymens un Spa-

    nsh imperial treasuries. 1795-1808. En: The Norrh-Americ:an Role in tIme S,onish Imperial

    Economy. 1760-l819.). Manchester. Otrostrabajos deinters parazonasconcretas: FLORESMORON. B. L.(1988): Los Situados del Rio de la Plata en cl s.XVIII. En: TemasdcHisto-rio Militar. Vol. 2? Madrid: Idem. 1994.Finanzas militaress economa en el marcedel Re-formismo: el Ride la Plata a fines delperiodo colonial. En:Actas de las 1Jornadas Nacio-aa/esdeHistoriaMilitar Sevilla: Idemy MARCHENAFERNNDEZ.i. 1992. Los laberin-tos de la fortuna: El ocaso del OrdenColonial en Venezuela y la generacin militar de Si-mn Bolivar.En: Bolivar y Europa Vol, II. Caracas. Pg. 43 y ss.: HALPERIN DONOI-Il.T. (1982): Guerra y Finanzas en los orgenes del Estado argentino. 1791-1850. Buenos Aires.Cap. 1.: GELMAN.JI). 1987: El grancomerciante y el sentido de lacirculacinmoneta-ra en el Rio de la Platacolonialtardo. Revistade Historia Econmica, BuenosAires, NP 3.Pg. 485 y 55; MARRERO.L.(1976): Cuba:Economa y sociedad Barcelona.Vol.8. Pg. 67yss; FLORES GALINDO, A. (1984): Aristocracia yplebe Lima. 1760-1830. 1istnjctura de clasesy sociedadcolonial. Lima,

    16. MARCHENA FERNNDEZ. .7. (1985): La poltica militar de Espaa en Amri-ca. En: Historia Social de las Euerza~ Aramadas espaolas. Madrid. Vol. II. Pgs. 26-27.

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    mentos dePlaza, oconjunto dedisposiciones deaplicacin a nivellocal

    quereganla vida deguarnicin, sueldos ysalarios,estructura de las uni-dades yrgimen interior de las mismas.Sin embargo, las Reformas Borbnicas, aplicadas al terreno concreto

    de lomilitar en laAmricade fines del s. XVIII,transformaron alEjrcitode Amrica en una institucin que no estuvo exclusivamente al serviciodel inters defensivo de la Corona Espaola para con las provincias deUltramar, sino que terminpor asumir la representacin dela autoridadReal en lasmismas, ascomorespaldar laejecucin de estapoltica de re-formas, a nivel general, en que estabaempeada la Administracin.

    Revisin ytransformacin de estructuras iniciadas tanto en Espaa

    como enAmricay que en lo militar debanalcanzaraspectosbienvaria-dos: desde laelaboracin de un nuevo concepto dela defensa, la implan-tacin de un nuevo orden tctico, laformulacin de nuevos proyectos deestrategia defensiva a nivel regional y supraregional, la creacin de nue-vas unidades, nuevos organismos de coordinacin, nuevas redes logsti-cas, etc... Pero queen Amrica,dadas lasespeciales condiciones enqueseencontraba la Administracin colonial en las ltimas dcadas del s.XVIII,y lanecesidad imperiosade reforma ycontrolquese desprenda delos acontecimientosde 1760-65 y.sobretodo 1780-83.llev ala decisindeaplicarla estructura militar ala reorganizaciny racionalizacin del es-pacio americano ~.

    17. MARCHENAFERNANDEZ. i. (1991): Reformas Borbnicas y poder popularenla Amricace lasLuces. El temor al puebloen armas a fines dei periodocolonial. Revistade Historia de la Universidadde Murcia. Murcia. Vol. 4. 1992.

    18. Sobre esteaspecto concreto,muy poco eslo que se ha trabajado. Sinembargo, basteconsultarlos lisiados de funcionarios americanosen la segunda mitad dcl s. XVIII (desdevirreyes a corregidoreso intendentes y Presidentes deAudiencias) paracomprobarel pesoce los oficiales militares en laAdministracincolonial. Ellose hace especialmente patentedespus de 1780-85. Ennuestraopinin, aunquee temaestsujetoa una investigacin enprofundidad,ello no obedece exclusivamentea lanecesidadmetropolitana de incrementarcl control operativo (militar en si mismo) sobre las distintasjurisdicciones. sino, despren-

    diendo el cuerpo administrativo de un funcionariosecularmentecorrupto, depositario so-bre un colectivo que gozaba, o parecagozarde la confianza de lamonarqua y sus m,ns-tros: la oficial militar, a prioricon un nivel deformacin intelectualy prctica superiora aldc loscuernosburocrticos tradicionales, en teoria. con menos intereses creados en los dis-tritos, fcilmenteremovibles y acostumbradosa bruscos traslados y sujetos auna jerarqui-zacin ydisciplina militar msefectiva ata horadesu control.Esta prctica,usada comun-mente en el resto de los paseseuropeos del momento, tuvo sin embargo unagran impor-tancia y trascendencia en la Amrica colonial, en la medida que se impuso a partir de laoficialidad militar un nuevoconceptoy prctica de laautoridad Real, enfrentada y contra-puesta a la propiaautoridady coniroleconmico, social ypolticode las lites locales, cadavez ms profundamenteacriolladas. Un conflicto queprodujo enfrentamientos yactitudesencontradas, llevando al extremo la dicotoma poder metropolitano-poder colonial. Enaquellas zonas dondelas lites criollasy stos nuevos funcionarioslograron algn tiempode entendimiento o reparto de funciones o respecto en lasdiferentes parcelas de poder,eOrden Colonial permaneci estable, en el seno de un acuerdo tcitoque posibilitaba em-prcndimicntos comunes (an estableciendo alianzas familiares que tendieronu identificar

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    Elsistemadefensivoamericano, trazadoporlosestrategas de FelipeV.

    funcion relativamentebiendurantela primera mitaddel siglo yhasta laGuerra de losSiete aos. Se basaba en la defensa de las Plazas Fuertesms importantes,objetivo de los ataques enemigos al ser los principalescolectores del trfico comercial. Amparados en las fortificaciones trasimportantes modificaciones y obras nuevas que se superpusieron a lasobras delXVII yutilizando la flotaencerrada en el puerto a manera decastillos flotantes, unidades militaresveteranas espaolas apoyadas porlosvecinos agrupados enunaheterogneay variopinta milicia, debanen-frentarse a unidades britnicas recin desembarcadas de losnavos trasvarios meses de navegacin y cuya aclimatacin haba de producirse enplena batalla: lasposibilidades derealizaruna buena defensa eraneleva-das.AssucedienCartagena deIndias, enPuertoCabello,en Guantna-mo,etc.,llevando a la AdministracinColonial aconsiderar que,estudia-dala relacincostos-efectividad,parecaconveniente continuarconel es-quemadefensivo hastaentonces desarrollado.

    Sin embargo, la Guerra de losSiete aos trastoc completamente lasituacin.Cuando en 1792se suceden lasderrotasen La Habana y Manila,que, siendo dosplazas fuertes muy bien dotadas y fortificadas, verdade-ros enclaves en la estructura defensiva, fueron finalmente conquistadaspor los britnicos, se demostr fehaciente yestripitosamente la fragilidadde la posicin espaola en los territorios de ultramar. La defensa de LaHabana, por ejemplo. se haba sostenido durante dos semanas ms queen Cartagena deIndias: laguarnicin veterana, muysuperior a la qtie ha-bavencido a Vernonen Cartagena en 1741. sucumbi casi ntegramenteante las unidades del Ejrcitoingls. (De2.330soldadosdefensores. final-mente se rindieron 631 supci-vivientes la armada britnica abri variosfrentes,desembarc las tropas ytrajocontinuamente refuerzoscon solda-dos aclimatados en las Trece Colonias del Norte: la flota espaola fuehundida en el puertoporlospropios defensoresante la imposibilidad derealizaralgn tipo de maniobra, y los marinerosse destinaron a los cast-los porque faltaba infantera; las miliciassirvieron de muy poco, huyen-

    do a losprimeros disparospor su falta deexperiencia en elcombate, im-posibilitadaspara enfrentarse a unidades deun ejrcito veterano. No pu-dieron enviarse refuerzos porque no haba previsin de ellos,estando to-daslas plazas delCaribe preocupadasy volcadas sobre su propia defensa

    cuando no a integrarambos sectores). Pero en aquellas otras zonas dondepor razones decoyuntura, o incluso cuestiones deambicin personal o grupal esteentendimiento, alianzao integracin no fue posible, todos sembraron los vientos que. poco despus.transforma-ranse en tempestades. Debemos citar, porsu importancia, el trabajo queaclualmenle estllevando a cabo sobre el tema del funcionariadoamericano en la segunda mitad del s.XVItI unequipo dc la Universidad de Sevilla dirigido porla Dra. GmezPrez. en colabo-racin con otros investigadores de la Maison des Pays tberiques(C.N.R.S. Rurdec>s). dirigi-dos porel Dr. J. P. Dedieu.

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    ante el desconocimiento de losmovimientos e intencionesdel enemigo; nisiquiera se pudieron obstaculizar sus rutas de suministros.

    El sistema defensivoamericano, que debamanteneralguna coordina-cin entre las diferentes plazas, se mostr inconexo, esclerotizado y sinposibilidad alguna derespuesta anteun ataquepreparadoa la moderna,con losmediosadecuados, sinduda slo elprimero delosqueInglaterrapodra organizar a partir de entonces contra las posesiones espaolasdeultramar t9

    Losresultados de laguerra,adems,mostraron la debilidadde la posi-cin espaola enAmrica a la firmade la Paz de Pars,perdindose unaposesinimportante LaFlorida.amplindose el poderobritnico enelCaribe y en los territoriosdel Norte,y extendindoseuna amarga sensa-cinde derrotaentre lastropas espaolas decara a futurosenfrentamien-tos.

    Fn Mxico, yengeneral en todaNueva Espaa, laguerratambin ha-ba mostrado lafragilidaddel sistema. Cuandoseenviarontropas a Vera-cruz tras lacada de laHabana, en previsinde que el enemigoquisieraprofundizar su ataque contra elcorazn del sistema comercial espaol, elvirrey Cruillas pudo contemplar una catstrofe20: los soldados moran adecenascada da,por la falta deaclimatacin de las tropas del interor alascondiciones de la costa;producindose unaumento voraz de lasdeser-ciones queredujeron a la nada o inutilizaron a las unidades veteranas;abandonando el servicio lasmilicias localesantela falta deapoyoquepo-dan recibir de las tropas regulares: extendindose la sensacin de pavorante un enemigoal que consideraban invencibledespus dehaber conse-guido conquistar La Habana;incrementndose laresistencia de las litescriollas y de los sectores populares delpas a la movilizacin, ante el te-rror a lo queles aguardaba en Veracruz, etc...

    Por otra parte, el interior de los territorios, queno haba ofrecidopro-blemas deseguridadms all de algunas sublevaciones enazonaandinacentro-peruana, comenz a convulsionarseantelaaplicacin dedetermi-nadas medidas claramente antipopulares relacionadascon el incre-mento de lapresin fiscal,necesariapara llevaradelante elplande refor-mas. Lacorrupcin dealgunos administradoresy la malapoltica seguidaen general de cara asatisfacerdeterminadas demandas largamente desea-das por diversossectores, produjeron en Espaa yAmrica un conjuntodemotinesy alzamientos queterminaronde convulsionar un ya depor sisombro panorama. En la pennsula, los disturbios conocidos genrica-mente como Motn de Esquilache sin duda msgeneralizados y pro-fundos que los acontecimientosde Madrid 2 W, mostraron un haz decon-

    19. KLJETHE,A. J.(1988): Cuba 1753-1815.. Cit. Pg. 23 y ss.20. ARCHER, C. 1(1983): El Ejrcitoen elMxicoBorbnica., (it: VELAZQUEZ. MC.

    (1954):El Estadode Guerraen Nueva Espaa. 1700-180& Mxico.2!. X~ILAR. 1. (1982): Coyunturas. Motn deEsquilachey crisisde Antiguo Rgimen.

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    flictosy problemas a losque la Administracindebadarsolucincon ur-gencia.y ademsextendidosala mayorpartede los sectores yestamentosde la sociedad espaola y americana. En 1765. el Reino de Quito se vioenvuelto en un grave conflicto para cuya sofocacin decidieron enviarunidades veteranas desde Panam y Lima22; en Popayn y las zonas deCali,Cartagoy Buga. se sumaronotros problemaslocales al ambiente ge-neral de disconformidad con las reformas borbnicas: en el Per. a losconflictosde la sierra centraly luego a los deArequipa, siguieronlas gran-des sublevaciones serranas dirigidas por Tupac Amaru y Tupac Catan.que no slo incendiaron todo el surperuano y el total del Alto Per, sinoque alcanzaron regiones y jurisdicciones bien distantes23. La situacintornse tan crtica para la Administracin colonial que desde Tucumn.

    Salta yJujuy hasta Abancay. en ellmite de lasierri central peruana, lasnicasciudades que permanecan bajola autoridad Realy ello recorda-ba los aos remotos de la conquista y de la sublevacin de GonzaloPizarroeranPotos, LaPlata y Cochabamba (yambas cercadaspor loshermanosCatan), La Paz(cercadaporTupacCatan), Puno y Ctzco (cer-cadaspor TupacAmaru). yArequipa. Entre BuenosAires y Lima slopu-dieron movilizarsequinientossoldadosveteranos. El resto de latropaconquetenanquecontarlas autoridadescolonialesparaorganizar larecupe-raciny pacificacin de las provincias alzadas eramiliciana,normalmen-te formada por campesinos indgenas de lasmismas zonas alzadas, que.

    en opinin de losjefes militares, se pasaban al campoenemigo con masfacilidad queeran reclutadaspor sus oficiales24. Tambin en 1781 estallla sublevacin de losCmuneros del Socorro,que seextendipor el inte-nior de la Audiencia deNueva Granada. a lapar que surgan otros con-flictos en Venezuela y en Nueva Espaa5.

    Este complejo conjunto decircunstancias oblig a laAdministracinColonial a ir tomando medidas algunas ms que precipitadamentepara reorganizarla defensa, no slo atendiendo alpeligro extertor,sno.como una importante novedad en el mundo colonial, al problema inter-no. Con el envo dc militarespeninsularespara llevar lacabo la necesariareforma ynueva planificacin, desde elConde de Ricla, OReilly.Juan de

    En: Hidalgos, amotinados y guerrilleros. Pueblo y poderes e, la Historia deEspaa. Madrid. Pg.93 y ss.

    22. MCFARLANE, A. (1990): Ibe Rebellion of the Barrios: Urban insurrection inBourl,>nQuito. En: Re/orn, andItisurrectio,, un Bourbon New Granada andPer. Babo Rooge. Pg. 197 y ss.

    23. MARCHENA FERNANDEL, .1. (1990): libeSocial World... Cii. Pg. 54 y ss.24. Actualmente, en colaboracin con la Prof? Ana Maria Bascarv de la Universidad

    Nacional de rucumn n,>s encontramos trabajandoene! tema de la participacin cte litesy sectorespopulares en la sublevacinaltoperuana a travs de las milicias.

    25. PEREZ. 1.(1977): los movimientos precursores de It, Emancipotin enHispanoan~ertca.Madrid.

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    Villalba, etc... se intent adaptar la estructura defensiva a la nueva situa-cin.

    Riclaparti inmediatamenteparaCuba,sinduda ellugarmsafecta-do por los problemas defensivos, tan pronto como las tropas inglesasabandonaron La Habana. Junto con l partieron de Cdiz un grupo deoficialesveteranos para ayudarenlareorganizacin tctica de las unida-des, incrementar la instrucciny averiguar exactamente culeshaban si-do los errores cometidos. Ibaen laexpedicin un hombre deconfianza deRicla.el Mariscal de CampoAlejandro OReilly. Mientras el Conde deAranda realizaba enMadrideljuicio alGobernador Juande Pradopor laprdidade La Habana26 Riclaquedaba encargado,como nuevoCapitnGeneraldeCuba, dereorganizarlas finanzas, mientras todo el Ejrcito de

    Amricaquedaba a las rdenes deOReilly, quien deba encargarse de re-fonnarlo, modernizarloy dejarlo en estado operativo27. ElTeniente Gene-ralJuan de Villalba yAngulo fue enviado a Nueva Espaa con idnticopropsito. como Inspector General de las Tropas,pero all se estrellcasitnmediatamente con la autoridad del VirreyCruillas, el Capitn Generalde las tropas del Virreinato y cabeza natural de la cadena de mando, aquien disgustaron extraordinariamente las medidas que elInspector co-menz a tomar sinconsultarle,con loquese sumun problema dejuris-diccin nunca resueltolos dos volvieron aEspaa en el mismobarcosin haber logrado entenderse a los graves conflictos queatravesaba elterritorio 28~ Igualmente, al Rio de laPlata se enviaron severas instruccio-nesparaqueel Gobernador, elOficial MayorPedrodeCeballos. desarro-lIasecon rapidez las medidas dereforma, dado elconflicto en la fronteraconel Brasil portugus y la presin inglesa en elrea29. En el Per, elVi-rrey Amat.tambincon motivo de laGuerra yconsiderando laimportan-cia de losdisturbios ocurridos en el interior de sujurisdiccin, seapresta cumplir las rdenes de reorganizacin llegadas desde Madrid y desdeCuba, iniciando una gigantescamovilizacin de efectivosmilicianos, yaque nocontabapara la defensa detodo el Peryel Alto Per ms que conun Regimiento deInfantera acantonado en El Callao. dos compaas deartilleray unos piquetes dedragones guardando la frontera deTarma30.Por suparte, elmismoOReilly marcha la isla dePuerto Rico areformarladefensa, insistiendo en la necesidad de mejorarla instruccin eincre-mentar la disciplina de lasunidades 3i~

    26. Archivo (jeneral de Indias (AGI).Santo Domingo 1576 al 1588.27. KUETHE. A. J. (1988): Cuba 1753-1815.. (it.28. BONILLA. Antonio(1776): Prontuariopara conocimientodcl estadoenque seha-

    yan las Milicias del reino deNueva Espaa. Mxico.29. RealesOrdenesa Cevallos. Expediente sobre el envo de oficiales veteranos, tropas.

    armas y pertrechos. Ao 1764. AGI. Buenos Aires, 524.

    30. MARCHENAFERNANDEZ. i. (1990): The Social World...Cit. Pg. 72.31. Informes de OReillydesde Puerto Rico. AGI. Santo Domingo 2501.

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    Cadauno de estosreformadoresytcnicos,despusde conocerla rea-

    lidad de ladefensa en lasreas a las quefueron enviados,elaboraron unaserie deconclusiones que resultaronser mysimilares:era necesario con-tarcon un sistema dedefensa quegarantizara no slolaseguridad de lasprovincias de ultramar ante la penetracin britnica, sino asegurar quelasdirectricesdelapolticaborbnicaeranaplicadas entoda su extensinyprofundidad. De nada servan, argumentaban. que setomasen determi-nadas medidas en Madrid o en loscentros de poderamericanos, no sloen materiadefensiva sino, en generat,en poltica territorialy administra-cinprovincial, si estas medidas no podanaplicarse en Amricapor noexistirquien las hiciese cumplir; y este argumento deba ser tenido encuenta dentro yfuera de las unidades militares, a la hora dedecidir elpa-pel quele corresponda alEjrcitode Amrica. De estamanera. secomen-z autilizar elaparatomiltiarcomo apoyoy sostn de laautoridad y de lapoltica reales. El Virrey de Nueva Granada. Messa dc la Cerda. porejemplo, escriba al respecto en su Relacin deGobierno que, en el inte-rior,ms all de las Plazas fuciles, losdictmenes yprovidencias de la ad-ministracin acababanpor no aplicarse al no tener con qu obligar a sucumplimiento:

    La obedienciade los habitadores no tiene otro apoyo en este Reino..,que lalibre voluntad y arbitrio con queejecutanlo que se lesordena, pues siemprequefaltesu beneplcito no hay fuerza, armas ni facultades paraquelos supe-riores sehagan respetar yobedecer;porcuya causaes muyarriesgadoe man-do...obligando estaprecisadesconfianza a caminarcon temor y a veces sinentera libertad acomodndose pornecesidad a las circunstancias 32

    Porsu parte,el VirreyCaballero yGngora, insista en idntico senti-do, argumentandoque las tropasveteranas,convertidas en unaespecie depolica deorden pblicoal interior de los territorios, conseguiran quepu-dieran llevarse a la prctica aquellas medidas reformadoras que la Mo-narqua,con slo su prestigiomoral o la simplepersuasin,no poda de-sarrollarentresus sbditos:

    Antiguamente se hallaban lasfuerzas reconcentradas en lasPlazasMarti-mas, cuando lapolica de lasprovinciasinteriores, laadministracin de justi-cia y la autoridad delos Ministros del Rey descansaban en lafidelidadde lospueblos. Pero perdida una vez la inestimable inocencia original. necesit elGobierno y desearon los fieles vasallos (que finalmente lovinieron a ser to-dos) elestablecimiento deCuerpos Militares para perpetuar el ordeny seguri-dadconseguida 3 ~.

    32. MFSSIADE LACERDA. Pedro: Relacin del estaddelvirreinato deSantaFe. Ao1772. En: Relaciones de Mando: Memoriaspresentadaspor los Gobernantesdel NuevoReino deGranada.Bogot, 1910. Pg. 113.33. CABALLERO YGONQORA. Ar>tonio: Relacin dcl estadodel Nuevo Reino deGranada>. En Relaciones de Mando,,. Cii. Pg. 268.

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    Enteramente intiles.., por ser tos ms de ellos unos vagantes cuya mejorocupacines la de sirvientes en las diversas faenas y cultivos de lashaciendas

    de campo, variando frecuentementesu residencia, como que no tienen domi-cilio fijo nialgnarraigoque les contenga, ypor tanto les es violentaygravo-sa lasujeciny obligacindelaislamiento,a que tambin les excitasu generalrepugnancia,acostumbrada por naturalezaa la desidia, ociosidady libertina-je. Su rusticidade inculturanecesitaba ms continuas asambleas para impri-mirles algunadisciplina e instruccin militar, y esto lo estorban sus propiosclamores porel abandono de su trabajopersonal y de lasubsistencia de suspersonas y familiasa causa de lasdesmedidas distanciasque comprende cadauno de losexplicados cuerpos, sealadamente los que se dicen de caballera,pues an los de esta capital(Santiago) tienen la mayor parte de los soldadosdispersos ms omenos hasta 15 leguas deella, yconsiguientemente lasde lasprovincias de afuera con mucho mayor exceso,tocndosecon elloel inconve-

    menteintolerable de que an en todoel ao no seconozcan, ni anse veanporlosjefes amuchos de los soldados y a no pocos oficiales,> ~.

    Enrealidad. el estado general de las Milicias cuando no delastropasveteranas era lamentable en casi todas lasguarniciones: o al menos aslesparecieron a lostcnicosyvisitadoresenviados,recinllegadosde Eu-ropa,sinmayoresconocimientos sobre elmundoamericano,con planillasymanuales detcticay movimientos detropasensus bales de viaje,queterminaron por informarpositivamente sobre el proyecto debasar toda ladefensaamericana enla tropa peninsular,enviando decenasdeunidadesdesdeEspaa a custodiar lasplazasms importantes.. EnMadrid. a partirdc 1767, este proyectopaso. casi.de la teora a la prctica.En primer lugar, todoslos Regimientos de infantera se dividieron endoslistas paralelas,segnaparece en la minuta de laSecretaradeGuerra(ycon notables emborronaduras, pasando varias veces un regimiento deuna lista aotra, comodiscutiendo por ellos)37, cada unabajoel nombre dedos Inspectores Generales, los Mariscales de Campo Antonio Manso yAlejandroOReilly. Pareca crearse. en realidad,un Ejrcitode Campaaquedebia ser elquecubriera las posiciones enAmrica. LosRegimientosde Guardias Espaolas, Lombarda. Galicia. Saboya. Zamora, Sevilla.Irlanda, Ultonia, Espaa. Aragn. Granada. Murcia, los de InfanteraLigera deCatalua,los Dragones de la Reina. Sagunto.Numanciay diezRegimientos deCaballera,deban aprestarse para cruzar elmar.

    Contra esta alternativa se plantearon numerosos inconvenientes,situndoseentre los ms importantes su elevadsimo costo, queya habaacarreado ms que profundos disgustos ycalenturas a la Administracincuando intent subir los impuestos en Amrica para pagar estas tropas:pero tambin figuran la imposibilidad de incrementar lareclutade solda-dos en Espaa. la negativa de gran parte de la oficialidad peninsular amarchar a Amrica.y la complejidad de tales envos detropas no slo a

    36, Expediente sobre las Milicias del Reino de Chile, Ao 1783, AGI. Chile, 436.37. Archivo General de Simancas,(AGS). Seccin GuerraModerna, 7301.

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    travs del Atlntico. sino su distribucin y mantenimiento a nivelconti-

    nental.Josde Glvez,ya como Ministrode Indias,comunicaba al VirreyFlores:

    El editicar todas lasobrasde fortificacin que se proyectan en Amrica co-moindispensables, enviar las tropasque sepiden para cubrir losparajes ex-puestos a invasin y completar lasdotacionesde pertrechos detodas las Pla-zas, seria una empresaimposible an cuando el Rey de Espaatuviese asudisposicin todos los tesoros,los Ejrcitos y los almacenesde Europa. La ne-cesidad obliga aseguir un sistema de defensa acomodado anuestrosmedios.Ensuposicin que es imposible defendercontropasveteranaslos puntos im-portantesce esosinmensos dominios, lanecesidad y la politica exigenque sesaque de los naturales del pas todoel partido que sepueda.Para estoes pre-cisoque losque mandan lostraten conhumanidady dulzura,que a fuerza dedesinters yequidadles infundanamor al servicio,y leshagan conocerque ladefensa de los derechos delRey estunida conla desus bienes.su familia,supatria y su felicidad ~

    De esta manera el primitivoproyectoquedaba.cuandomenos, puestoenentredicho. En PuertoRico,se experiment la desmovilizacin delFijodela islaysu reemplazopor dosbatallonesdel Ejrcitopeninsular de Re-fuerzo.Elresultadofue la duplicacin de losgastos, sinconseguiren cam-bio ninguna ventaja, puesto que a los seis meses deestancia de losbata-llonesen San Juan ya habla muerto odesertado la mitad de los efectivos.ycomo indicaba el propio OReilly quelos inspeccion:

    Los nuevos siguieron las industrias delos antiguos y en poco tiempo cadauno compra ylleva lo que quiere, y los ms visten sombrero de paja ycalzncortoentregando su prest a quien les alimenta, viviendo cada soldado conunamulata ~.

    EnPanam,dadala inutilidad quedemostrabalatropa de dotacinysus continuassublevaciones,tambinsedecidisustituirlaspor tropaspe-ninsulares del Refuerzo, envindose a los Regimientos de la Reina ydeNpoles. El gobernador de la Plaza. Guil. informaba al Secretario deIndias:

    Pero SeorExcelentsimo, \J, E. desconoce cuantoconsumen dos regimien-tos en este reino, Voy experimentandocada dia ms, como a y.E. le es bienmanifiesto, que la tropa del Rey muda mucho con slo venir a Amrica delsistema conquesirve en esos reinos, y quees de la mayor importanciase lesasista puntualmente y sin la menordemora con cuanto tiene asignado, y lomuchoque conviniera quelos mismos oficiales quela traen asu cargofuesenlos que la sacasende los regimientos. puesdescomisadoa otros de los mismoscuerpospordejar en ellos la tropa mejor. enviamuchaparte de la quevienede mala calidad, reclutas y muchosviciosos queestaban para desecharelloscomo tengoya bastantesejemplares 4.

    38. 461. Santa Fe, 577-A39, iniorme de OReilly. AGI. Santo Domingo 2501,40. informe del gobernador. AOl. Panam. 357.

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    En suma, la experiencia yla realidad demostraban que el Ejrcito de

    Dotacin, formadopor los Fijos Americanos,pareca irreemplazable,m-xime cuando tras los primeros ocho aos de reformas mantenaun totalde casi 35.000hombres encuadrados en ms decincuenta unidades 4t

    3. LA MILITARIZACIN DE LA SOCIEDADAMERICANA. DELORDENCOLONIALALPODERMILITAR ENHISPANOAMRICA

    La escasa entidad del Ejrcito de Dotacin frente a la magnitud dclobjetivo acubrir,y laimposibilidadpormotivoseconmicos demantenerel Ejrcito de Operaciones peninsular permanentemente en Amrica,obligaba a reorganizar el sistema de milicias, dotndolas de un Regla-mentoy transformndolas en Disciplinadas,al igualquelas peninsula-res. conoficialesveteranos quelas mantuvieseninstruidas, incorporandoa las lites locales en suscuadros de oficiales y animando a los sectorespopulares a integrar los distintos batallones y regimientosquese forma-ran. Siguiendo este organigrama, diseado y puesto en prctica porOReilly enCubayPuerto Rico mediante elReglamentoparalasMiliciasdeCuba4, y luego aplicado aotraszonas (Buenos Aires43,Per~. NuevaEspaa45,NuevaGranadat etc...), se organiz a la mayor partede lapo-blacin urbana yrural americana en multitud deunidades milicianas,re-

    partidasportodo elcontinente,atendiendoa lademografa local y en fun-cin de las distintastniasque la conformaban: blancos, pardos, more-nos, cuarterones, zambos,etc. Sc dot atodoslos milicianos del fuero mi-litar47(exencin de lajurisdiccinjudicialordinaria, entre otrosimportantesprivilegios)y. encasos concretos, seconcedieronbeneficiosy dispensas alas lites locales acambio de asegurar su pertenencia a la oficialidad,deobligarse a sufragar algunos de sus gastos. apotenciar y a facilitar la re-cluta. y a ejercer un control efectivo sobre esta poblacin a sus rdenes.comprometindose ascon la administracin colonial a sergarantesy de-fensores de la poltica reformadoradc laCorona.

    En elcaso de Cuba, porejemplo, del caos organizativo enque vivanlas milicias, se pas en pocos aos a un funcionamiento operativo real-mente excepcional: tanto que. cuando la tropa veterana habanera tuvo

    41. Relacin de toda la fuerza de Amrica. Ao 1771. AGI. Indiferente Genetal1885.

    42, Reglamento para las Milicias de la isla de Cuba, MU. Indiferente General. 1885.43. Informe de Ceballos, AOl. Buenos Aires 153.44, Informe del C

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    queintegrarse en el Ejrcito de Operaciones de Bernardo de Glvez en

    Panzacola yLuisiana, la responsabilidaddela defensayguarnicin delaHabanapas a las milicias48. Ello se consigui obviamente slo apartirdelmomento en que las lites dela isla, especialmente elpatriciadourba-no, pusieronlos medios econmicos,humanos y el fundamental factordesuprestigioy presin social adisposicin delplanmiliciano. Ypara ellolos privilegios quese les concedieron llegaron a ser consideradoscomoparte de un acuerdo tcito entre las lites y la Corona; pacto poltico-econmico-militar que asegurara logros importantespara ambas partes.Se abrieron para estos comerciantes, financieros y productores cubanoslos puertos peninsulares (an antes del comerciolibre) y obtuvieronmuchas facilidadesdurantelos perodosde guerra en elllamado comer-

    cio deneutrales.Adems,lamayor partede los gastosdefensivos,gigan-tescospor otra parte,y en continuo incremento,se cargaron sobrelos si-tuadosmexicanos,sin tocarapenaslasCajas Reales locales,aumentandoelcirculante en la isla ydejando en sus manosgrandes parcelas de la ad-ministracin militar abastecimiento, suministros, pertrechos, etc, ascomo lo msimportante el control sobrela deudagenerada por losgastos militares, cada vez msexorbitados49.

    Evidentemente, no entodas lasreassucediigual.Si en NuevaEspa-a,Cruillas oVillalbatuvieron seriosproblemas ala hora deconvenceralas lites localespara que participaran del sistema, en Per,por ejemplo.

    Amat no slo no tuvoinconvenientes, sino que. segn seindic en laSe-cretariadel virreinato:

    Esta providencia surtitodosu efecto enlos caballeros,ttulosy personasdeesplendor, quienes a porfa, desde elmomento prefinido, corrieron a alisarse,ofreciendosus personas, las de sus hijos. los que los tenan, armas,caballos ytodo cuantoes permitan sus facultades sacrificar, en defensa de la Religin,del Rey y de la Patria..,empendosela nobleza hasta los sumo,a que concu-rr,ese personalmente a la defensa de unos pases que supieron conquistarsus mayores ~o.

    La aplicacinyaceptacin de los privilegios del fueromilitarvariaron

    en funcinde lasposibilidadesquetenanestas lites decontrolarel siste-ma a nivel local.As, en loscasosen quelas autoridades consolidaban enlacpuladel sistemamilicianoa ungrupo poderosode peninsulares, fue-ran militaresocomerciantes, las litescriollas rechazaban deplanola per-tenenciaalainstitucin, puesentendanque el fueromilitar, ms quede-fenderles. les hara rehenes de lacompetencia comercial y social de los

    48. KUETHE. XI. (1988): Cuba, 1753-l8I5... Pg. 125.49. MARCHENAFERNANDEZ, J.(1988): FinanciacinMilitar.Situados... Cit, Pg.

    261 y ss.

    50. Compendio de lasprevenciones tomadas por el Excmo. Sr. D. Manuel Amat. Vi-rrey del Per. para la defensadel Reino,Lima 1762.AGI. Lima 1490.

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    chapetones ~. Tales fueron loscasosde Nueva Granada yNueva Espa-a. en ladcada de los setenta yprimerosochenta ~. Encambio, en otraszonas donde los peninsulareseranescasos y en verdad se dej enmanosde losgruposlocales criollos elcontrol de las unidadeslo queequivalaatransformarlas enunaguardia pretoriana al serviciode sus interesesyde lostribunales militares, las lites americanas se incorporaron rpida-mente:como sucedi en Per,por ejemplo,donde ms del 80% de losofi-ciales de las miliciaserancriollos adinerados ydueos de la tierra en ca-dajurisdiccin ~

    AsHumholdt escrba al respecto sobrelo que aconteca en el Per ~:

    No esel espiritu militar ce la nacin si no la van Liad dc un peq cieo nmero

    de familias cuyosjefesaspiran a titulos de Coronel o Brigadier.lo que ha fo-me,, lado las milicias en lasColonias espaolas ombra ver, hasta en tasciudadeschicasde provinciasa lodoslos negociantes transformadosen Coro-neles. en Capitanes y en Sargentos Mayores... Como el grado de Coronel daderecho al tratamiento y Piulo dcSenria. que repite la gente sin cesar en loconversacin familiar, yase concibeque sea el que ms contribuye a lafelici-dad ce la vida (lomstica. y por el que los criollos hacenlos sacrificios dc fortuna ms extraordinarios,

    Esta situacin, por una parte, origin que las Milicias setransforma-ran en un fabuloso instrumento de control social y poltico de las liteshacia los sectores populares (tantourbanoscomocampesinos) encuadra-dos en las unidades a su mando (en muchoscasos lospropios peonesdesus haciendas o sus aparceros), generando unas fuertes relaciones declientelismo poltico, y usando esta fuerza como presin parasalvaguar-dar sus interesesen caso deproblemas consussubordinados~: ode recIa-mos de stosante las injusticias yabusos que contra elloscometan en lavida civil sussuperiores militares, normalmente los dueos de latierra.

    Pero, porotra parte. el sistema milicianogener tambin notables re-celos en algunosaltosfuncionarios de laadministracin colonial, civilesymilitares, para los cuales la idea dcarmar a los sectores populares me-diante las milicias, instruirlos militar ytcticamente, sobre todo despus

    de lasgrandes sublevaciones de la dcada de los ochenta, era totalmenteerrada, diablica ydescabellada: ancuandoestas masas estuvieran bajounsupuestocontrol delas lites criollas,opinaban algunos: precisamenteporeso, argumentaban otros.

    Si. Espaoles nacidos en la pennsula.52. Expedientespromovidos por y contra el Coronel del Regimiento de Milicias Disci-

    plinadas de Blancos de Cartagena de Indias D. Juan Fernndez Moure, AOl.Santa Fe,1007. ver tambinKUETHE. A. (1978): Mili/arrReform in he Vierovaltv.., (it.

    53. MARCHENA FERNANDEZ.. J. (1990>: 11w Social World..,(it. Pg. 63.54. Ibdem, Pg. 57.55. ibdem, Pg.66.

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    As, el virrey deNueva EspaaMarqus de Cruillas, escribe aJulindeArriaga. Secretario de Indias:

    MediteVE, si las cosas estn ahora en tan criticoestado, si la plebe desar-mada desunida sehallaya insolentaday va acabando de perderel temor y elrespeto. Cual ser la suerte de este Reino cuando a esta misma plebe de quese han de componerlas tropas milicianasse lepongael fusil en la manoy sele ensee el modo de hacerse ms temible? ~

    Gil y Lemos. virrey de Nueva Granada. indicaba en su Memoria deGobierno:

    Vivirarmados, entresemejantegente y conservarseen un continuoestadode gurra.es ensearles lo que no saben: es hacerles quepiensenen lo que de1romodojamsimaginan: esponerlos enla precisin de medir susfuerzas, yen la ocasindeque se sirvan de los recursos que lespuedanpresentar favo-rabIesla comparacin. De modoque, siadems delos gastos indispensablesque elRey debehacerparala seguridad ceestos dominios respecto die un ene-migo exterior, se pone en semejante pie de defensa interior, la posesin deellos noslo c llegara a ser intil, sino gravosa.

    Esta sensacin de peligro quesentan algunos altosoficiales peninsu-lares al mantener a los sectores populares armados adems a un altsi-mo costo yque aconsejaba no insistir en mejorar su preparacin mili-tar. se contradeca conel hecho de queesas Milicias resultaban del todo

    intiles si no se las instrua. En la conviccinde queeran necesanas encaso de inminente invasin, se propona mantenerlas en cuadro y quesimplemente se las reuniera con motivo de un peligroconcreto (en reali-dad lomismoquese haca antes de 1762y que tanmalos resultadoshabaproporcionado). En una minuta de la Secretara de Guerra aparececlaramente:

    Ciertoes que un mes antes de habersede emplearestatropasela debe uniryejercitar. Ocurren casos imprevistos y no debe esperarse a ensear aquelloque yaconviene saberseentonces. Pero porotraparte ya sesabequecuandoguarnecenplazas y otro puesto se las ejercita allmismo, pues nunca el ene-

    migo viene por las nubes y da tiempo para ello. Por lfimo, la principal ms-tmccin consisteen la uniny certezade los firos. y esto pueden adquirirloenlos quincedios de asamblea, siendocomo son porlo regular todos cazado-res

    Esta discusin entre los que consideraban ms o menos ventajoso.mso menos improcedentey peligroso, ms o menos costoso, un sistemadefensivointernoyexterno en elque el peso recayera sobre las tropas pe-

    56. Archivo General de la Nacin. Mxico. Cartas de Virreyes.1. lO. E. 1064. f267,57. Memoria deGobierno,Anuario deEs/udios Americanos, Vol. VIII. 1941.58. Minuta annima de la Secretaria de Indiasa unapropuesta sobre incrementarla

    instnccin de las Milicias.AGS. Guerra Moderna 7301.

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    ninsulares, las dedotacin o las milicias, en realidad nunca se dio por fi-nalizada.Andespusde 1810.se segua argumentando a favoro encon-tra deunas yotras medidas, pero paraentoncesel EjrcitodeAmricaeraun ejrcitocriollo en elque eljuego de lealtades e intereses no haba he-cho ms que comenzar.

    La misma normativa que reglamentaba el ingreso a la oficialidad delEjrcito de Amrica no hizo sino evolucionar, y en muy breve plazo,adaptndose a las circunstancias: No se admitirn Cadetes no siendoHijos deOficiales, oper~onas deque se tengaconocimiento evidentequesean bien nacidos ~>,complementada por la Real Orden de 1760 (29 denov.)que indica: Exclusivamentese permitir sentar plazadecadetes enlas unidades de Amrica a los Hijosde Oficiales, Hijos de Ministros delas RealesAudiencias.Hijosde Oficiales Reales, y aaquellosnaturales deAmricaque haganconstarlimpieza de sangre,porpapeles einstrumen-tos fidedignos dcambas lneas%. Sinembargo, msadelantese aclaraba:(

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    lamayorpartede ellosse casaron enAmrica con extraordinaria rapidez.

    Del estudio de losexpedientesmatrimonialesse deduceque estos matri-monios fueron siempre concriollas de elevado nivel econmico, puestoquelas autoridades militares exigan, antes de darconsentimiento al ofi-cialpara la boda,quela damaelegida fuera defamilia deprestigio y apor-taraunadote importante, queestabaestipuladaporla legislacin militar,adems de tener que mediarautorizacindel Virrey.Todo ello nosest in-dicando cmo el oficial peninsularobtenadel Ejrcitoel acceso al podereconmico americano, ya que las hijas dc terretenientes y comerciantescriollos casaban con estos oficiales de escasa fortuna pero de evidenteprestigio, encuanto a su condicin demilitares, espaoles, yrepresentan-tes de la autordad,cuando no ejecutores directos de la misma. Losdes-cendientesde stoseran, por tanto,criollos,hijos demilitares, jvenesofi-ciales,nobles,yconestrechasvinculacionescon los mecanismos depodereconmico americano. En definitiva, integrantes natos y al primer nivelde lasoligarquiascriollas.

    Con respecto a la tropa que compona el Ejrcito de dotacin, unamuestra porcentual delamisma en laquese estudia suorigengeogrfico.arroja los siguientesporcentajes:

    Siglo XVII 1740-1759 1760-1779 1780-1800

    Total soldadosestudiados 72663 1.063 1.098 2.690M

    Peninsulares 58780.85

    32831,23

    17315.75

    44216,43

    Criollos 9513.08

    73168,76

    91886,04

    2.17180,70

    Extranjeros 172,34

    00,37

    00,63

    652.41

    La transformacin es importante. Sipara el s.XVII la supremacia delospeninsulares es total, a finales del siglo XVIII los americanos compo-nen prcticamente la totalidad de la tropa.

    caclona mi facultad, se me destierra aun parajeque ni es de honra ni de provecho,y queyo no he pretendido: antes se mefuerza:y no ignoro queel sueldosealado alcapitn deesacompaa no basta parapan en Indias. y quede steno seda msque lamitad, convi-niendo todos en que voy a morirmede hambre.,, conlo que suplico a VE. me dispense deesteviaje, aplicandomi personaa otras partes donde estla guerrapendiente. AGI.Santa

    Fe. 938.63. Desconocemos el datoorigen geogrfico en27 soldados de la muestra (3.73%).64. Desconocemos el datoorigengeogrfico en 12soldados de la muestra(0.46%).

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    Es, por tanto, un cambio radical el quese produce a lo largo del s.

    XVIII,o si se quiere, en la segunda mitad del siglo, fenmeno dc impor-tantes repercusones sociolgicasy polticas, especialmente decara a losacontecimientosde 1810.

    Si consideramos que de los35.000 soldados del Ejrcito de Dotacinen 1800 slo 5.500cran peninsulares,llegaremos a la conclusin quedu-rante cuarenta aos (1760-1800), fueron absolutamente ineficaces todaslas disposiciones sobre leva peninsularemanadas de la Administracincolonial. El Orden Colonial, en este sentido,pareca sustentarse al me-nosporpartede estastropasque debanvelarpor sumantenimiento enel inters de las lites criollas y de lamisma administracin colonial por

    continuar una poltica que favoreca a ambas paites. Al tneno~, hasta1810.Sinembargo,laidentificacin entreestossoldadosy los sectores popu-

    laresurbanos es cuestinque no deja lugar a dudas65. Su calificacin so-cial, desde elpunto devistadcla lite. enfuncin de losmodosy proced-mentosde la recluta enEspaa yAmrica, nopoda ser otra.Y enbuenamedida esta calificacin surge de la misma oficialidad que la mandaba:Las tropas son muymalas,sin claseni disciplina ni buenas costumbres...siendounos hombres enigmas. ni bien soldados ni bien paisanos... con-fundidos en la especie deinfima calidad, casados con mulatas delapeorcondicin...y quese niegan a hacer ejercicios pues consideran se lesest

    usurpando el tiempo... ~t Es cierto que algunosprocedan deldesecho del ejrcito peninsular, pero la mayorparte de lastropas noeran sinovecinos de lasciudades americanas, reclutados en sumayora al amparo del sueldo, del fuero y de las posibilidades de sumar

    algunas monedas a sus menguadas economas domsticas, dedicndose aotras actividades cuando no vestan el uniforme, lo cual fue ms quecorriente.

    Por ejemplo,segn un informe del Gobernador de Panamdc 176619:

    65. MARCHENA FERNANDEZ.J. y GOMEZ PEREZ. C. (1992): I.a oVo dcguarnieinen lasnlinw>25

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    Al soldado se lesealan en la Real instruccinochopesosmensuales, divi-diendosu distribucin en darlescuarentay dos reales cadames paracomeryenretenerles dospesosy seis realesparavestuario yentretenimiento(hospital.lavanderas, etc.)... El soldadopara el rancho compuestode carney menestrapone un real diado, con lo cualcomenlo suficiente sin encontrarlo super-tiun, pero para el pan le faltarian tres reales al mespara comerlo todos losdas,El comerpan no les es posible y antansiquiera pltanos, acausade nollegar asu prestdiarioa real y medio, sin que pueda verificarsequea este po-bre soldadole quedeuna tenue sobra opara comprar un tabaco(costumbretanestablecida en lastropas que casi sele puededarel ttulo de alimento) opara beber decuandoen cuandoun trago,que le es tanprovechoso...Y esto esen Panam, que en Porfobelo(dondeseproveen de vveres deestaplaza), porsu consecuencia, son mucho ms caros, entanta diferenciaque lacarnealii sevende ms dcl doble que aqu,y es moralmenteimposible que ni aun porel

    real y medio puedancomer....

    No debepensarse queestesea un caso aislado:ladedicacin dela tro-pa a otros menesteres extra-militares, la desercin continua, las subleva-ciones.el apoyoalcontrabando, los robos,hurtos eintimidaciones de lossoldados a los civiles,las.bancarrotas continuas de las unidades, etc., fe-nmenos corrientes en las guarniciones americanas, nos indican que estarealidad era ms que general. Si a estose aade elhecho de quemuchosde ellosmantenan una familia, debanpor fuerza buscar otrasactivida-des retribuidas,ya fueran legales o no2.parapoder subsistir. En definiti-va, elsoldado. pers yarrastradopor lascircunstancias, aparece como un

    habitante msde la ciudad.Por otra parte, lasMilicias, comoya comentamos, se transformaronenel exponentemsclaro delaexteriorizacin de lasrelacionesde poder delas lites locales,ya fundamentalmente criollas, para con los sectores po-pulares. Y ello tanto en el mundo urbano como en elmundo rural: ununiverso de artesanos,dependientes decomercioy campesinos sujetos alcontrol de lasprincipalesfamilias de cadajurisdiccin, al servicio de ellasydc sus intereses, yreguladas por lasinterpretaciones que realizaban susmismos jefes,es decir, el patriciadolocal, del fuero militar

    Enel perdido interior de los territorios,o en elcomplicado mundo de

    los barrios urbanos, los milicianos es decir, los sectores popularesapenas si pudieron manifestarse sino fueporbocade losquemandaban.armabany pagaban; es decir, laslites rurales,hacendados oestancieros,o las lites urbanas,comerciantes, rentistasy especulaciones financieros,que aprestaron gruesos contingentes de peones, campesinos,comuneros.indgenas., mestizos o pardosinclusoesclavos, paradefender las ban-derasquemejorrepresentaban sus intereses:al fin y a la postre, elquees-tasbanderas acabaran siendo realistas ono dela independencia, novino

    70. Estasactividadeseran ilegales de pors puesto queningn soldado podadedicarseaotraprofesinmientraspermaneciese en filas, segntodas las Ordenanzas y Reglamen-tos, tanto Generales como deGuarnicion.

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    a teneral principio sino relativaimportancia. encomparacin con los in-tereses concretos que. enverdad,estaban en juego.

    Claro ejemplo de ellosonlas unidades demilicias enla cordillera an-dinaperuana y altoperuana, obligadas porlas lites locales criollas a seracrrimasdefensoras delOrden colonial despusde 1810. ysoporte defi-nitivo de la permanencia de una hipottica autoridad real en loscentrosurbanos, agrcolasy mineros dela reginandina, en realidadempeadasenuna defensadecidida de la autonoma dehacendados. azoguerosy Se-oresde Minas e Ingenioscomo rectoresde la produccinserrana, frentea losespeculadores y financieros de los puertos de Lima y Buenos Aires.representantesdelprimer capitalismo criollode dimensin internacional:o las miliciasmexicanas,bajo un estricto control del Cabildo de lacapitaly de los hacendados criollos mspoderosos del valle y de las provinciascircunvecinas, quienes las lanzaron sin contemplaciones contra otroscampesinos,alzadosen reclamos de tierras,justicia y libertad traslas ban-deras de Hidalgo y Morelos.

    Ante esta realidad,casifinalizadoel siglo XVIII, los ltimosobjetivosde la reforma militar atendieron fundamentalmente a aspectosrelaciona-doscon el espritu castrense. Eljuego de intereses de todo tipo econ-micos, polticos,sociales,ideolgicoshabaafectado a la institucin mi-litarcolonial hasta hacer prcticamentedesaparecer la identificacin deeste Ejrcito como Ejrcito Real, especialmente en laoficialidad y tropade Dotacin y muyclaramente en las Milicias; elEjrcitode Refuer-zo era inexistente dado elagravamiento de laguerra en Europa.especial-mente traslas batallas delcaboSan VicenteyTrafalgar,debido a la prc-tica inexistencia de unaArmada que transportara las escasastropas quepudieran remitirse. Se trat entonces de potenciarel sentido de lealtad ydisciplina en las unidades, conscientes las autoridades peninsulares deque lacausa realista penda decuestiones difcilmente evaluables. al me-nos como lohaban sido en elpasado.Desde locuantitativo, lasesperan-zas parecan perderse para los analistas ms despiertos, sagaces y. sobretodo, ms informados. La Administracin colonial poco pareca rescatar

    dela hecatombe que se avecinaba?i.En resumen, analizar desde esta perspectiva el funcionamiento, com-

    posicin yactitudes del Ejrcitode Amrica, o mejor. de losdiversos gru-pos ycolectivoshomogneos odispares quelo compusieron a lo lar-go de laseguna mitad del s. XVIII,es estudiar enbuena medida elprocesoagnico del Orden Colonial; y sin duda, abre o posibilita nuevos hori-zonts de interpretacin para entender mejor al menos con elementosms depuradosymenoslastrados elconvulsoy revuelto siglo XIXame-ricano, comenzandopor los acontecimientos dc 1810 a 1825. Laherencia

    71. MARCHENA FERNANDEZ. i. (1992>: EjrcitoyMilicias en emundocolonial ameri-cano. Cit. Pgs. 310y ss.

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    colonial,entendida nocomoherencia metropolitana exclusivamente, sino

    comoelconjunto defactores que generaron yconsolidaron unaestructuradepoder detan larga pervivencia ene] tiempo,forjada enlaesencia mis-ma de la estructura socioeconmica ypoltica delcontinente americano.acab por transformarse en una pesada losa quegravitada sobre losaos futuros.

    El haz de conflictos algunos latentes, otros apenas reprimidos porbanderas ycaudillismos, otros en plena efervesceneta, que surgecomoconsecuencia delaconsolidacin enla estructura de poderdel patriciadocriollo, fraguada definitivamente en losltimos aos delperodocolonialyhabiendoutilizado para ello elandamiaje delEjrcito deAmrica. mar-car definitivamente la historia de los pueblos americanos, generandouna conmocin permanente de la quean en nuestrosdastenemos msquesealadas evidencias.