conferencia: el contenido social de la evangelii gaudium

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1 El contenido social de la Evangelii gaudium (EG) Miércoles 12 de Marzo de 2014 (Borrador) Buenas noches y muchas gracias de nuevo por esta invitación. Nos reúne el comienzo de la Cuaresma de 2014, con la Exhortación Apostólica de Francisco, Evangelii gaudium en el centro La Alegría del Evangelio- y el Plan Diocesano de Evangelización al fondo. Se me ha pedido que presente la ya mentada y ensalzada EG, bajo el título de “el contenido social de la Evangelii gaudium”. Hace poco y también en nuestra Diócesis, la misma Exhortación fue presentada por dos veces en el aula Juan XXIII, en una consideración eclesial y pastoral de ella, dejando a un lado y para este momento lo que llamamos su “contenido social”. Lo hizo, Luis Mari Goikoetxea. Me consta que Ángel Mari Navarro prepara un texto sobre la EG, para el ciclo de conferencias que en Villa-Suso está ofreciendo la Facultad de Teología en colaboración con la Fundación Catedral Santa María; yo mismo he entregado a la revista Lumen de nuestra Facultad un artículo que titulo La teología social de Francisco: Evangelii gaudium. Estoy seguro de que otros profesores, sacerdotes, religiosos y laicos, de uno u otro modo, han reflexionado sobre el tema y están ofreciendo su punto de vista particular. La Diócesis, finalmente, preparó unos materiales de trabajo sobre el conjunto de la EG, y ahora mismo, con ocasión de Cuaresma y Pascua, otros específicamente “sociales”, que resumen perfectamente el texto y el diálogo pastoral que La Alegría del Evangelio quiere provocar. Entrando en materia, y bajo el título que me han sugerido -El contenido social de la EG- hay cuatro pasos sencillos que podemos dar en ella: 1) Importancia de la dimensión social de la fe para EG y sus motivos o fundamentos (nn 176-185). 2) Algunos desafíos del mundo actual (nn 52-75), en línea con un discernimiento evangélico de la realidad, diferente a un análisis social a secas (nn 51-52). 3) Dos grandes cuestiones sociales que Francisco elige porque determinarán el futuro de la humanidad (n 185): la inclusión social de lo pobres y la paz que es fruto del bien común y el diálogo social . En ambas apela a la justicia social y ellas constituyen una especie de clave hermenéutica de todos los otros fenómenos sociales que destaca y de toda la pastoral misionera que reclama (nn 186-216). 4) El quehacer social concreto de la fe en EG. Antes de recorrer el primer paso, una tesis general. La EG no es una encíclica social. Lo dice Francisco expresamente, “este no es un documento social” (n 184), en el sentido de reconocerse como parte de la DSI. A ella remito, viene a decir, y de ella daré cuenta más adelante, en las reflexiones pertinentes (nn 217-237). Sin embargo me atrevo a adelantar añado por mi cuenta- que este es un documento con fortísima condición social en su eclesiología, en su ética personal y social, y en su propuesta de pastoral misionera por las razones

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Conferencia pronunciada por José Ignacio Calleja ( Natxo) el miércoles, 12 de marzo de 2014 en Vitoria/Gasteiz

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Page 1: Conferencia: El contenido social de la Evangelii Gaudium

1

El contenido social de la Evangelii gaudium (EG)

Miércoles 12 de Marzo de 2014

(Borrador)

Buenas noches y muchas gracias de nuevo por esta invitación. Nos reúne el

comienzo de la Cuaresma de 2014, con la Exhortación Apostólica de Francisco,

Evangelii gaudium en el centro –La Alegría del Evangelio- y el Plan Diocesano de

Evangelización al fondo.

Se me ha pedido que presente la ya mentada y ensalzada EG, bajo el título

de “el contenido social de la Evangelii gaudium”. Hace poco y también en nuestra

Diócesis, la misma Exhortación fue presentada por dos veces en el aula Juan XXIII, en

una consideración eclesial y pastoral de ella, dejando a un lado y para este momento lo

que llamamos su “contenido social”. Lo hizo, Luis Mari Goikoetxea. Me consta que

Ángel Mari Navarro prepara un texto sobre la EG, para el ciclo de conferencias que en

Villa-Suso está ofreciendo la Facultad de Teología en colaboración con la Fundación

Catedral Santa María; yo mismo he entregado a la revista Lumen de nuestra Facultad

un artículo que titulo La teología social de Francisco: Evangelii gaudium. Estoy seguro

de que otros profesores, sacerdotes, religiosos y laicos, de uno u otro modo, han

reflexionado sobre el tema y están ofreciendo su punto de vista particular. La Diócesis,

finalmente, preparó unos materiales de trabajo sobre el conjunto de la EG, y ahora

mismo, con ocasión de Cuaresma y Pascua, otros específicamente “sociales”, que

resumen perfectamente el texto y el diálogo pastoral que La Alegría del Evangelio

quiere provocar.

Entrando en materia, y bajo el título que me han sugerido -El contenido

social de la EG- hay cuatro pasos sencillos que podemos dar en ella:

1) Importancia de la dimensión social de la fe para EG y sus motivos o

fundamentos (nn 176-185).

2) Algunos desafíos del mundo actual (nn 52-75), en línea con un

discernimiento evangélico de la realidad, diferente a un análisis social a

secas (nn 51-52).

3) Dos grandes cuestiones sociales que Francisco elige porque

determinarán el futuro de la humanidad (n 185): la inclusión social de lo

pobres y la paz que es fruto del bien común y el diálogo social. En ambas

apela a la justicia social y ellas constituyen una especie de clave

hermenéutica de todos los otros fenómenos sociales que destaca y de toda

la pastoral misionera que reclama (nn 186-216).

4) El quehacer social concreto de la fe en EG.

Antes de recorrer el primer paso, una tesis general. La EG no es una

encíclica social. Lo dice Francisco expresamente, “este no es un documento

social” (n 184), en el sentido de reconocerse como parte de la DSI. A ella remito,

viene a decir, y de ella daré cuenta más adelante, en las reflexiones pertinentes

(nn 217-237). Sin embargo me atrevo a adelantar –añado por mi cuenta- que

este es un documento con fortísima condición social en su eclesiología, en su

ética personal y social, y en su propuesta de pastoral misionera –por las razones

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que ahora mostraré -, pero por una primera y decisiva: al decir que los pobres

pasan al centro de la Iglesia y se sienten como en su casa (n 199) –como

sucede en el corazón de Dios-; al proclamar que los pobres nos evangelizan (n

197) –en todos los sentidos de evangelizar y ser evangelizados-, y al darle al

concepto los pobres un sentido muy histórico y realista –no exclusivamente (n

189), pero sí sustancialmente como justicia social incluyente y no solo

redistributiva-, toda la Exhortación cobra significado social; en su defecto, sin

ellos en el centro, la evangelización peligra (n 199).

No hablo de rupturas doctrinales o morales con el pasado, sino de

giro antropológico (los excluidos), teologal (los bienaventurados de Jesús),

teológico (el Dios de la Misericordia) y pastoral (la alegría del evangelio en

las periferias).

I. Importancia de la dimensión social de la fe en EG y sus motivos o

fundamentos

De alguna manera ya he adelantado lo que ahora he de decir. Pero la pregunta

es qué dice directamente la EG de la dimensión social de la fe y por qué le da esa

importancia.

En cuanto a qué dice expresamente, es sabido que la EG reza así. He querido

–dirá Francisco casi al final de la Exhortación EG-, “a partir de algunos temas

sociales, importantes en orden al futuro de la humanidad, explicitar una vez más la

ineludible dimensión social del anuncio del Evangelio, para alentar a todos los

cristianos a manifestarla siempre en sus palabras, actitudes y acciones” (n 258). Con

anterioridad, se ha referido a lo mismo y expresamente en los números 88, 177-178 y

180.

“Muchos renuncian al realismo de la dimensión social del Evangelio” (n 88),

prefiriendo el trato on line con el prójimo y sus problemas. Y el capítulo cuarto, el título

expreso es la dimensión social de la evangelización, “y si esta dimensión (social) no

está debidamente explicitada, siempre se corre el riesgo de desfigurar el sentido

auténtico e integral que tiene la misión evangelizadora” (n 176). Y prosigue, “el

kerigma tiene un contenido ineludiblemente social… El contenido del primer

anuncio del Evangelio tiene una inmediata repercusión moral cuyo centro es la

caridad” (n 178); “su redención (la de Cristo) tiene un sentido social”, “desde el

corazón del Evangelio, reconocemos la íntima conexión que existe entre evangelización

y promoción humana” (n 178) y “esta inseparable conexión”, hecha amor fraterno la

avala la Escritura por doquier (n 179).

En las citas recién leídas ya hemos entrado en el porqué. Repasemos algunas

razones que, por lo demás, están en el índice de EG, (cfr., capítulo IV. Apartados I-IV,

nn 177-258.

- “Evangelizar es hacer presente en el mundo el Reino de Dios” (n 176) y

hacerlo, especialmente, como buena noticia de salvación para los pobres, y por

tanto, también como noticia de su inclusión social (nn 48-49); esta es la señal

de Jesucristo (n 186) y es la señal para San Pablo (Gal 2,2); la opción por los

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últimos, por aquellos que la sociedad descarta o desecha, no debe faltar nunca

(n 195).

- El primer anuncio del Evangelio (n 177) y el contenido sustancial de ese

primer anuncio o proclamación – la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor –

convoca a vivir como comunidad de caridad o amor (n 178), porque nace

del Amor, crece en el Amor y traslada al Amor.

- La Redención de Cristo tiene un significado social porque la acción salvífica

de Dios en él, alcanza a las personas y las relaciones sociales, alcanza a todas a

todo lo creado y a todas las situaciones (n 178).

- Porque la Encarnación rige como ley de la única Historia Universal de

Salvación y, así, entre evangelización y promoción humana la relación es

intimísima, como lo fue en Jesús.

- Porque fuimos hechos a imagen de Dios, todo Él misericordia y comunión, y

esta es la condición humana (n 178), corresponsabilidad solidaria.

- Porque la caridad y la lucha por la justicia es dimensión constitutiva de la

misión de la Iglesia y expresión irrenunciable de su propia esencia1 (n 179).

- Porque esta íntima conexión de la evangelización con el amor fraterno bien

real, la avala la Escritura del mil maneras y en mil lugares (n 179). La

Escritura toda y la Tradición Viva de la Iglesia prueban que la propuesta del

Evangelio es el Reino de Dios (Lc 4, 43) (n 180), y éste hay que entenderlo en

línea con “buscad ante todo el Reino de Dios y su Justicia, y todo lo demás

vendrá por añadidura” (Mt 6, 33). ¿Por qué complicar lo simple y para qué

oscurecer lo que está claro? (n 194).

- Porque la DSI –sin dejar de ser objeto de discusión en lo concreto- no puede

dejar de ser concreta para que los grandes principios no queden en

generalidades. Hay que sacar consecuencias prácticas y arriesgar. En absoluto la

religión puede recluirse o ser recluida en el ámbito privado y “espiritualista” (n

182). La lucha por la justicia nos incumbe a todos (n 184), con la debida

conciencia de lo local (OA 4)2.

Un teólogo diría que EG aporta razones de soteriología, de teología de la

Trinidad, de cristología, de eclesiología, de antropología y de ética. De ética,

en el sentido de que toa la EG está hilvanada en la idea de lo que le debemos

a la dignidad humana.

II. Algunos desafíos del mundo actual (nn 52-75), en línea de un

discernimiento evangélico (nn 51-52)

Antes de hablar de la acción evangelizadora en salida misionera, “conviene

recordar brevemente cuál es el contexto en el cual nos toca vivir y actuar… Lo que

quiero ofrecer va más bien en la línea de un discernimiento evangélico (n 50), (pues) no

es función del Papa ofrecer un análisis detallado y completo sobre la realidad

contemporánea (pero es vital hacerlo bien) ya que algunas realidades del presente, si no

son bien resueltas, pueden desencadenar procesos de deshumanización difíciles de

revertir más adelante” (n 51). De hecho, me fijaré en algunos aspectos de esa

1 En cita de Benedicto XVI, y referida, una de las pocas veces a “el servicio de la caridad”, sin mentar la

lucha por la justicia. Lo deduzco por mi cuenta. 2 Pablo VI Octogesima adveniens (14 de Mayo de 1971).

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realidad que afectan a la vida y la dignidad de la gente (“a la vida y la dignidad del

Pueblo de Dios) y a los agentes de pastoral (n 51).

2.1. Y aquí EG elige atender, como gran desafío social, a la estructura

económica de la realidad; lo cual me recuerda a algún maestro moral contemporáneo

preguntando qué hay en ese ámbito –la economía- para generar tanto sufrimiento; por su

parte, Francisco sospecha que sus palabras perturbarán a los llamados poderes

fácticos del sistema social capitalista (n 208), y por tanto, veamos, cómo ha descrito

a esos poderes entre los desafíos del mundo actual y explicarnos su sospecha (nn

52-75)3.

1. Parte de la observación de que “la mayoría de los hombres y mujeres de

nuestro tiempo, vive precariamente el día a día, con consecuencias funestas…”, (n 52).

Es un dato o una observación.

2. El dato lo valora de inmediato, “la inequidad es cada vez más patente”, la

“desigualdad es creciente” y “la exclusión se enseñorea del mundo social (n 53):

grandes masas de la población mundial se ven excluidas y marginadas (n 53)

3. En cuanto a esa injusticia social, a esa desigualdad, a esa exclusión, a esa

precariedad, a ese consumismo, ¿Qué los causa? ¿Solo una ideología de la libertad de

mercado? No, más concretamente, unas estructuras sociales injustas como son la

efectiva libertad absoluta de los mercados –divinizados-(n 54), y otras como la

corrupción ramificada, la deuda externa (impagable), la evasión fiscal con

dimensiones mundiales, la especulación financiera, los Estados sometidos al dinero

y una ideología liberal que los justifica. Se cierra así un panorama desolador (n 56).

4. Y ¿no hay actitudes de pecado? Sí, lo subrayo por mi parte – las que Juan

Pablo II reconociera en la Sollicitudo rei socialis4, “el afán de ganancia exclusiva y

la sed de poder”5, actitudes de pecado social donde las haya -más que estructuras,

como allí se dice- y capaces de subordinarlo todo por mor del beneficio privado. 5. En el seno de esa sociedad se genera “una nueva tiranía invisible, a veces

virtual” a favor de la organización económica sobre la política, pues los Estados

mismos son cuestionados en su capacidad y legitimidad de control del proceso social,

6. En este contexto social, las teorías del “derrame”, apelando a que “todo

crecimiento económico, favorecido por la libertad de mercado, logra provocar por sí

mismo mayor equidad e inclusión social en el mundo” (n 54), representan a las claras

una falacia.

3 La síntesis es mía; el texto de EG no es tan lineal en su argumentación, y está lleno de vaivenes

entre lo social y lo personal, lo estructural y lo ético, y, además, va añadiendo nuevos elementos, o

dejando otros, o hablando de algunos sin concretar en cada paso, por ejemplo, en cuanto a las

estructuras de pecado o causas estructurales de los males sociales. (En este sentido defiendo que EG

no es tan clara como se dice. Lo es frase por frase, pero no tiene desde el punto de vista social la

lógica aplastante de ir ordenando, estos son los hechos, estas sus causas, estas la personales y estas

la sociales, a esto llamo estructuras y a esto actitudes, y aquí lo antropológico, aquí lo político y

aquí lo teológico). En realidad, lo mismo, lo va considerando ahora desde las estructuras sociales,

ahora desde las actitudes morales, ahora lo leo en clave religiosa, y ahora en clave social, o cultural,

o política, o antropológica, etc. Esto es muy común en las encíclicas y demás literatura eclesial. Un

texto de profesor sería más lineal. Pero siempre es lo mismo, el sistema social y su inequidad de

raíz, desde varias y nuevas claves de lectura; eso sí, en EG, la social o económica tiene una fuerza

inusitada. La raíz es la inequidad, enquistada en las estructuras sociales, (además de en los corazones). 4 JUAN PABLO II, Sollicitudo rei socialis, 1987, n 37.

5 Rememoradas a su modo en EG n 54, como afán de poder y de tener sin límites.

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7. En consecuencia, el ser humano aparece sin más como un bien de usar y

tirar; no sirve ni se le necesita en muchos casos ni para ser explotado, solo importa

como consumidor (n 54); en caso contrario, sencillamente sobra; la cultura del

“descarte” está aquí, en medio de la vida cotidiana de todos, y los excluidos son

población sobrante (n 53).Y, ahí, su famoso, sin derechos y trabajo (n 192), esa

economía mata (n 53).

8. Solo “la globalización de la indiferencia” puede hacer que muchos lo demos

por bueno y nos pasen desapercibidos los millones de vidas truncadas; es una forma de

nuevo “paganismo individualista” (n 195); y es una ingenuidad suponer tanta bondad

innata en las personas y mecanismos que rigen tal sistema económico (n 54). Por eso

molesta la palabra sobre las causas de la pobreza (n 283).

9. La crisis financiera y económica que atravesamos representa “en su origen

una profunda crisis antropológica” –leo en EG-, en la que el dinero y el consumo son el

objeto de una nueva idolatría a la que someterlo todo en vidas y vocaciones personales

(n 55).

10. indudablemente –afirma EG-, al fondo de estas actitudes y estructuras de

pecado están “el rechazo de la ética y el rechazo de Dios” (n 57), del Dios verdadero

que cuestiona de raíz los absolutos como el mercado y el dinero, las divinidades de la

religión economicista que nos gobierna. Por eso molesta que se hable de Dios (n 57), el

único absoluto.

11. ¿Por dónde escaparemos de esta? Una ética “no ideologizada”, es decir, no

sometida al dictado de los intereses de pocos frente a las mayorías, es la única

posibilidad de todos para reconducir la situación de inhumanidad. La ética que la

sustente, vendrá de un cambio de actitud profunda en los dirigentes políticos (n 58) –

nótese que Francisco está apelando aquí a una solución ética, con apenas incidencia en

la clave estructural del conflicto, como aparecerá en números sucesivos de EG-, y

vendrá –prosigue la apelación ética en los remedios- de que los ricos ayuden, respeten y

promuevan a los pobres,… de la solidaridad desinteresada y de la vuelta de la economía

y las finanzas a una ética a favor del ser humano” (n 58). La misma idea aparece como

la revalorización de la política y los políticos, lo financieros y los empresarios, por la

caridad como dolor por el pueblo, y hasta por la apertura a Dios, como sentido último (n

205).

(Primera observación). Este planteamiento de corte estricta y exclusivamente

ético en sus propuestas de solución –digo que no es el más común en la exhortación

apostólica en cuanto a la economía y por eso mismo sorprende bastante ese número 58).

12. Y de inmediato, EG, añade en cuanto a cómo saldremos de esta, la clave

estructural: indudablemente esto pasa por cuestionar la libertad de mercados

absoluta, y la posesión privada de los bienes contra los derechos de los pobres (n

57), y pasa por una reforma financiera internacional y pasa por una práctica

política democrática; ahora sí, el Papa piensa en la suma de la clave ética y política.

Está claro, la inequidad6 es (la) raíz de los males sociales” (n 202). La inequidad,

6 La EG utiliza de continuo este término “inequidad” que por sí mismo requeriría un pequeño estudio.

Conocemos mejor el concepto equidad y epiqueya, que no su contrario, inequidad. Aquí lo traducimos

por injusticia básica. Y nos sirve bien. Primero es más común entre nosotros, y, además, en moral social

cristiana, el concepto justicia ha adquirido un significado muy rico; pues no es solo reconocer y dar a

cada uno lo suyo legal, sino lo suyo como su derecho de persona con dignidad incondicional e igual, y

teniendo muy en cuenta su particular debilidad o necesidad. Este significado, tan alejado del igualitarismo

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“es el mal cristalizado en estructuras sociales injustas, a partir del cual no puede

esperarse un futuro mejor” (n 59). Para concluir así: “el sistema social y

económico es injusto en su raíz” –la inequidad – y hasta esa raíz tiene que llegar el

cambio social (y personal)7 –estructuras en que enquista-. Somos una sociedad

enferma de inequidad desde la raíz (n 202). “Mientras no se resuelvan radicalmente

los problemas de los pobres, renunciando a la autonomía absoluta de los mercados

y de la especulación financiera, y atacando las causas estructurales de la inequidad,

no se resolverán los problemas del mundo y en definitiva ningún problema” (n

202).

13. Y, ¿la violencia social tan fuerte? La inequidad da también lugar a la

violencia; no sólo, pero sí fundamentalmente; por tanto, la violencia en todas sus

formas será imposible de erradicar en serio, sin erradicar la injusticia social. La

represión violenta de la lucha por la justicia crea nuevos y peores conflictos, cuya única

salida real es la justicia (n 60). La violencia no procede de la respuesta popular a la

inequidad y la exclusión social – en lo fundamental – sino que el sistema la lleva en

su raíz como hija de la inequidad (n 59). Las dos se desarrollan “enquistadas en las

estructuras sociales básicas” (nn 59-60). Las dos se juegan sus cartas a la vez.

14 y última. En suma, la inequidad es (la) raíz de los males sociales, y

también de la violencia, y juntas impregnan desde la raíz las estructuras básicas del

sistema social, se enquistan en ellas (n 60 y 202). Del cambio de estructuras injustas

deriva la posibilidad cierta de la justicia y la paz social (n 59). Pensar que la solución

es una educación que acomode a los pueblos y los pobres al sistema, humilla (n 60) y se

equivoca.

(Segunda observación). Es claro que EG no evita el sentido histórico y

plenamente concreto de su consideración económica. Tanto que para algunos círculos

del catolicismo político y económico ha incurrido en un craso atropello moral de la

economía de mercado libre y de su gestión liberal. Pienso que no es para tanto8; si bien

es verdad que el Papa se expresa con dureza extrema sobre la estructura social

capitalista en el punto en que ella existe –y desde una lógica que le pertenece muy

abstracto neoliberal, lo aproxima mucho a la equidad. En la equidad opera un sentido de la justicia donde

se busca el espíritu mismo de la igualdad real para cada excluido y persona - partiendo de ellos -, por

encima de la propia ley, pues en no pocos casos su aplicación estricta provocaría injusticia. Cuidar ese

espíritu de la justicia es vital. Por su parte, la inequidad, puede representar una injusticia social manifiesta

a todos y resultar fácil su denuncia, pero a menudo suele aparecer como cumplimiento normal de la ley

común -dando por recto este proceder - y favoreciendo así la estructura social en que la desigualdad ha

cristalizado. La inequidad y la violencia quedan, al cabo, enquistadas y ocultas en la estructura socio-

económica de los pueblos, socapa de normalidad en el derecho comparado. Sin tanta sutileza, seguiremos

pensando la inequidad de EG como injusticia social radical. 7 Pienso que en EG cambia el orden que venía primando en la DSI sobre personas y estructuras; el

acento, las insistencias “sociales” vs. las morales. 8 Sobre cómo interpreto esta cuestión puede haber debate. Creo que en EG hay un populismo político de

base que no confía en el liberalismo económico ni en su forma neoliberal, por supuesto, ni en su forma

“suave” de liberalismo “social”. Pero afirmo que decirlo, no lo dice. Al contrario, dice que no es un

“populista irresponsable” (n 204). Su forma de cuestionar la libertad de mercado y la propiedad privada

siempre es con el añadido de que no sean “absolutas”. Valora el crecimiento económico y al buen

empresario, (nn 203-204), pero hay liberalizaciones del trabajo que son puro veneno (n 204).

Precisamente he leído reflexiones liberales en las que se dice que EG no está en la realidad, porque no

existe ese mercado y propiedad de libertad absoluta. El árbol no les deja ver el bosque.

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profundamente-, siempre añade el concepto “absoluta” a la libertad de mercado como

condición del mal; y añade a la propiedad, como es lógico, su uso social, con los pobres

en el centro; la posesión privada que niegue este destino común de los bienes -hecha

trabajo y vida incluyente de todos- es inaceptable. Ahora bien, sabedor de que estos

detalles serían obviados, Francisco reclama que se reconozca el afecto y buena

intención que conducen sus palabras (n 208), pero a la vez, que todo el mundo sepa que

no puede callarlas porque está en juego la vida de los pobres, la vida de todos (n 58) en

una economía que mata (n 53)9.

2.2. El otro gran hecho social al que atiende la EG con el propósito de situar a

los evangelizadores misioneramente en el mundo de su tiempo, es la conquista de la paz

social como fruto del bien común y el diálogo social. Lo vemos en el apartado

siguiente, pues más que describirlo como “hecho”, lo reflexiona como “concepto o

categoría” moral.

III. Dos grandes cuestiones sociales que elige porque determinarán el futuro

de la humanidad (n 185): la inclusión social de lo pobres, y la paz que es fruto del

bien común y del diálogo social

Como he dicho, ambas se sustentan en la justicia social y constituyen una

especie de clave hermenéutica de todos los otros fenómenos sociales y de toda la

pastoral misionera de EG (nn 186-216).

En este significado social de la evangelización, la EG reconoce que el Papa no

puede ni pretende tener esa palabra moral concreta o definitiva en lo social (y personal),

para cada situación y experiencia local, pero Francisco quiere arriesgar más y dice

que hay “dos grandes cuestiones que me parecen fundamentales en este momento,

(y que) considero que determinarán el futuro de la humanidad. Se trata en primer

lugar, de la inclusión social de los pobres y, luego, de la paz y el diálogo social” (n

185). Veamos.

3.1. La inclusión social de los pobres, después de lo dicho hasta aquí, es sin

duda el hilo conductor más decisivo de la EG en su clave social; y yo diría, que en

su sentido general. Es verdad que este tipo de afirmaciones tiene un punto de exceso,

pues no admiten medida ni peso objetivos, pero creo que la recepción de los pobres

como “destinatarios privilegiados del Evangelio” (n 48), (primer) signo del Reino que

Jesús vino a traer, es definitiva para Francisco.

Por eso será necesario afinar en el concepto “los pobres” y comprender que

en EG cobra una diversidad de significados muy rica –y no solo el económico y el

político-pero afirmo que nunca abandona una clave social y bien tangible como

dimensión de referencia. Sí, para la Iglesia los pobres son primero una categoría

teológica antes que cultural, sociológica, política o filosófica, pero eso, “antes que” (n

198). Los pobres y enfermos, los excluidos y marginados, los despreciados y olvidados,

9 Puede verse un texto tan reciente como interesante, GIRAUD, G., La crisis financiera, Santander, Sal

Terrae, 2013.

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los desesperados y sin sentido en su existencia, las poblaciones de las periferias, los

hambrientos de comida y los hambrientos de Jesús, los más frágiles, los lentos y menos

dotados (n 209), las mujeres excluidas y maltratadas (n 213), los niños por nacer, “que

son los más indefensos e inocentes de todos” (n 213)10

, los sin techo, los toxico-

dependientes, los migrantes, las diversas formas de trata de personas (n 210), los

refugiados, los pueblos indígenas, los ancianos abandonados, las demás criaturas de la

entera creación (n 215)…, las precisiones y matices son incontables –espero que

alguien lea la EG bajo esta simple pauta de los conceptos en que define a los

pobres-, pero siempre mantiene Francisco un sentido muy concreto y tangible de la

exclusión e inclusión del ser humano11

. Aspiro –repetirá-, no solo a asegurar a todos la

comida, sino lo que conviene a una vida digna en educación y salud, en trabajo decente

y salario justo (n 192). Luego “¿para qué complicar lo que es tan simple?” (n 194) –

concluye-. En medio de la duda y de nuestra propia incoherencia con la belleza del

evangelio, remacha, “hay un signo que no debe faltar jamás: la opción por los últimos,

por aquellos que la sociedad descarta y desecha” (195).

Más claro no puede decirse. El sentido histórico que Francisco da al evangelio

de las pobrezas, es único. Es la ortodoxia de la misericordia con los más pobres y

sencillos del mundo, frente a otras hermenéuticas tan sofisticadas y cautas que

terminan por ocultar el ser del evangelio de Jesús. Este sentido concreto de las

pobrezas y los pobres tiene que operar subjetivamente como estremecimiento de

entrañas ante el dolor ajeno –concluirá-, secreto de la resistencia profética del

cristinismo en todos los tiempos, y germen de una contraculturalidad evangélica de

la evangelización (n 193).

Pero no siempre la EG utiliza el concepto “los pobres”. En otros momentos

del texto, los sujetos de la pobreza injusta por inhumana y no elegida, son “los

pueblos” y “las regiones del propio país” (n 190), y en ello, Francisco se manifiesta

en una tradición muy firme dentro de la moderna doctrina social de la iglesia que

juega con ganas su voluntad de justicia para todas las personas –vivan donde vivan-

y con el sentido de respeto y aprecio muy decidido a los pueblos (n 190) –sabiendo

que el Planeta es único (n 215), y a las naciones que están a la base de los Estados,

cuidando de su solidaridad con todos los pueblos, junto a su identidad y

autonomía12

, (n 206-215). Este es un tema social que hay que trabajar más

10

Cfr., sobre el aborto y la respuesta social-eclesial justa, nn 213-214. Hay que poner estos números en

relación con el 65, donde el Papa se queja de cuánto nos cuesta mostrar que en estas cuestiones éticas tan

discutidas somos los mismos que nos empeñamos en la solidaridad de caridad, y apelando “a las mismas

convicciones sobre la dignidad humana y el bien común”. 11

Sólo el número 200 de EG cobra un tenor incoherente con el resto -innecesariamente por otro

lado-, al decir que “la peor discriminación que sufren los pobres es la falta de atención espiritual…

La opción preferencial por los pobres debe traducirse principalmente en una atención religiosa

privilegiada y prioritaria”. Yo puedo interpretar este pasaje sin ruptura con lo anterior, pero con

muy pocas cartas para que se me acepte. No era necesario destacarlo con este trazo tan fuerte y

equívoco. 12

Cfr., por ejemplo, EG 206. A mi juicio, ninguno de los Papas ha vivido la problemática de la

diversidad identitaria (cultural y nacional) en el seno de su país de origen, y esto hace que den una

solución muy ligera al principio de los derechos de los pueblos. Trabajan con el supuesto de que

cada uno de estos pueblos ha de ser una sola nación y un solo Estado, o ser varios, pero sin

discusión nacional y estatal de fondo; más o menos importante y diverso, pero un Estado. Del

mismo modo, este aprecio de lo nacional propio, el patriotismo del Papa de turno, le hace estar en

un vaivén bastante ingenuo entre la comunidad internacional de los iguales en derechos y deberes -

Page 9: Conferencia: El contenido social de la Evangelii Gaudium

9

decididamente en moral cristiana. No lo considero un asunto solamente político ni

resuelto sin más con el reconocimiento del derecho de autodeterminación de los

pueblos, o ahora, “derecho a decidir”. Está bien planteado en la lógica de “llegar a ser

por sí mismos artífices de su destino” y donde cada ser humano pueda desarrollarse en

plenitud, pero el encaje político de estas dos perspectivas, unida a la responsabilidad

con la comunidad internacional, lo considero lejos de lograrse en la moral social

cristiana y la DSI.

Cierra la EG, finalmente, una tercera manera de referirse a los pobres. La

evangelización con alma –con Espíritu- requiere estar entre la gente, con pasión

por el pueblo, sintiendo con su corazón, “hombres y mujeres de pueblo” (n 271),

entregados a la gente, siendo pueblo, “de tal modo que nuestra identidad no se

entiende sin esta pertenencia” (n 268). Al entregarnos a la gente concreta –

prosigue-, al misionar en el corazón del pueblo (n 273), “vivimos la intensa

experiencia de ser pueblo, la experiencia de pertenecer a un pueblo” (n 270)13

, y,

por el contrario, la perdemos, al separar nuestras dedicaciones y reservarnos el espacio y

tiempo de privacidad como lo otro y distinto que la tarea evangelizadora (n 273). El

amor a la gente, el ser pueblo, es una fuerza espiritual que facilita el encuentro con

Dios para no buscarlo entre tinieblas, y así, permanecer en la muerte y no

conocerlo jamás (1Jn 3, 14) (n 272). Mística de ojos abiertos a la vida de los pobres

para poder ver al Dios de Jesús y ser misioneros, de algo así se trata.

3.2. La otra gran cuestión social a la que atiende la EG con el propósito de

situar a los evangelizadores misioneramente en el mundo de su tiempo, es la conquista

de la paz social como fruto del bien común y el diálogo social. En Moral Social

Cristiana hablar de estos tres grandes conceptos o categorías vertebradoras del discurso

moral conlleva mucho esfuerzo y no poca teoría en su distinción expresa14

. La EG no va

a terciar, obviamente, en tal aspecto del diálogo moral sino que se concentra en

presentar la paz social en relación definitiva con la distribución de la renta, la

inclusión social de los pobres y el respeto de los derechos humanos (n 218). No es la

paz, por tanto y sin más, la ausencia de guerra y violencia en la ciudad –dirá el

Papa-, sino el fruto social que nace de un orden social justo, es decir, el que realiza el

bien común de un pueblo y de todos juntos (n 220). Porque cada persona tiene que

trabajar con todos los demás para construir un pueblo en justicia y paz, que es más

que coincidir o estar al lado de otros; es querer integrarse, aprender a hacerlo y

articular “una cultura del encuentro en una pluriforme armonía” de la sociedad (n

220)15

.

y de los bienes que nos debemos todos con todos- y la idea de los derechos fundamentales de la

nación-Estado y su soberanía. Todo es de todos, salvada la soberanía de la nación, viene a decir. 13

Es claro que el concepto “pueblo” tiene aquí el doble sentido de “construir un pueblo justo” y, en este

momento de EG, más directamente, ser hombres y mujeres del pueblo llano y sencillo, y no príncipes en

él. El contexto de n 271 lo aclara. 14

Cfr., Una síntesis sencilla, en mi Moral social samaritana I, Madrid, PPC, 2004, 68 y ss. 15

En EG, Francisco distingue entre ser nación, ser pueblo que sustenta con implicación y pluriforme

armonía esa realidad política, y ser gente. No es que dedique tiempo a estas distinciones, sino que en su

uso se deducen algunos matices que repetirá. Véase nn 268, 270 y 273. Leídos de seguido puede

percibirse la pasión que confiere a la ideas pueblo-gente, Pueblo de Dios y ser gente, justicia y construir

pueblo. No debemos equivocarnos en lo de construir pueblo en EG, con la idea del nacionalismo

emergente de construir nación y pueblo. Siendo legítimos ambos procesos, según y cómo se realicen y

definan, no está hablando de lo mismo.

Page 10: Conferencia: El contenido social de la Evangelii Gaudium

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Para avanzar “en esta construcción de un pueblo” (n 221) –prosigue

Francisco- “hay cuatro principios relacionados con tensiones bipolares propias de

toda realidad social. Brotan de los grandes postulados de la Doctrina Social de la

Iglesia” (n 221) y orientan la construcción de un pueblo en convivencia justa y en

paz.

Me adelanto con honestidad a la relación de esos cuatro principios y digo

que es la parte de la EG que me parece más artificialmente prolija y complicada.

Estos principios adquieren el siguiente tenor. EL TIEMPO ES SUPERIOR AL

ESPACIO16

y ello se traduce en que el bien común de un pueblo requiere de sus

actores tiempo para ir plasmándolo, en vez de competir por ocupar cuanto antes

espacios sociales y mirar por metas cortas y momentáneas; siempre se trata de

crear pueblo en justa y pluriforme armonía -con base en la plenitud humana- pero

el modo es este: frente a la prisa y el rédito político fácil, hacerlo con tiempo,

dedicación y generosidad; el tiempo abre a los pueblos a sus grandes fines y, por

ello, es superior al espacio social ocupado a la ligera y en un momento perecedero

(nn 223-225). LA UNIDAD PREVALECE SOBRE EL CONFLICTO17

, tal es el

segundo principio que Francisco propone, y se verifica como la convicción de que

el conflicto por la solidaridad y la paz siempre puede ser trasladado a un plano

social nuevo, donde la confrontación de contrarios cobra la forma de una síntesis

acomodada a lo mejor de todos ellos (n 228). Requiere de personas muy generosas

al sufrir el conflicto, hasta transformarlo en el eslabón de una nueva realidad social

(n 227). Para un cristiano, no ha de ser difícil pensar estas realidades con la clave

de que todo ha sido reconciliado en Cristo (n 229) y sabedores –dice- de que el

Espíritu armoniza todas las diversidades (n 230) y opera en todos los espacios

posibilitando “una diversidad reconciliada” (n 230). LA REALIDAD ES MÁS

IMPORTANTE QUE LA IDEA18

, es la expresión del tercer principio y que puede

traducirse así: nunca permitamos que la idea distorsione o encubra la realidad,

hasta hacerla desaparecer como historia y vida de las personas; que lo haga con

sencillez y muy pegada a la vida, porque su destino es encarnarse; la mejor teoría

crece siempre preñada de realidad y para mejorar la realidad social en justicia (nn

231-232). Para el cristiano esto ha de ser fácil de entender, pues la Palabra nace de

la encarnación y encarnarse es su destino (n 233), y, en su defecto, su vida queda

estéril. El cuarto y último principio que EG propone en este momento dice que EL

TODO ES SUPERIOR A LA PARTE19

-una formulación delicada en política y

moral que yo hubiese evitado- y su significado que entre la globalización y la

localización se produce una tensión no pocas veces peligrosa, pero enriquecedora si

acertamos a elevar la mirada y vernos con los otros, en corresponsabilidad justa

con todos ellos y con nuestras raíces (nn 234-235). La vida social, en suma, es un

poliedro, donde cada uno conservamos nuestra originalidad –abierta a todos, y a

los pobres en particular-, hasta lograr el bien común, universal y local, como

realidad moral y social que facilita la de cada uno de sus miembros. Está hablando

del concepto bien común en la más reciente DSI, que a mí me parece tan

importante en la definición de una política justa, y que, sin embargo, está muy

denostado en el pensamiento político moderno.

16

EG, nn 222-225. 17

Ibíd., nn 226-230. 18

Ibíd., nn 231-233. 19

Ibíd., nn 234-237.

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11

Esta paz que es camino y, sobre todo, fruto del cumplimiento del bien

común, recibe la contribución de valor inapreciable del diálogo social20

. En la

perspectiva de la dimensión social de la evangelización, el pasaje aquí citado es

muy interesante, tanto más si participamos de la tesis de que la paz en el mundo

requiere de la paz entre las religiones21

. Especial responsabilidad siente la Iglesia

por el fruto social del diálogo ecuménico, como aporte de credibilidad sustantiva

del mensaje de la paz en la familia humana (n 245), y de responsabilidad en “la

custodia de lo creado” (n 257)22

. Una mirada muy especial atrae el diálogo con el

Judaísmo y lo que socialmente también ha de se suponer para el justo desarrollo de los

pueblos; y en la misma dirección de la paz justa, el diálogo interreligioso es para EG

definitivamente importante, pues “a pesar de los fundamentalismos por ambas partes…

Este diálogo interreligioso, y particularmente con el Islam (n 253), es una condición

necesaria para la paz en el mundo, y por lo tanto es un deber para los cristianos, así

como para otras comunidades religiosas” (250). La finalidad social de ese diálogo

interreligioso es clara y de mil modos repetida, “servir a la justicia y la paz…, lo cual es

un compromiso ético que crea nuevas condiciones sociales” (n 250). No obstante, el

diálogo con quienes no se reconocen parte de alguna tradición religiosa es igual de

importante para los cristianos, pues somos aliados en la misma tarea irrenunciable

de la dignidad humana, la paz y la custodia de lo creado (n 257).

4. El quehacer social de la fe en concreto en EG

La última vez que nos vimos en este lugar intenté responder a esta cuestión.

Obviamente, no con la EG en mano pues yo no lo conocía. Aquello de constituirnos en

red de nudos solidarios y justos para acompañar y compartir, para ayudar y

promover, para denunciar y luchar, algo ha seguido sonando por ahí.

Ahora habría que leer EG con este prisma y ver qué aporta en concreto en cuanto

al hacer y el talante en el hacer social justo y en misión en salida a las periferias. Invito

a hacerlo. Ahora concluyo así y aquí.

En cuanto a la caridad y el compromiso por la justicia con los pobres, para

Francisco, no hay trampa ni cartón. Los pobres son su obsesión porque lo son para el

Evangelio de Dios, Jesucristo, y para el sentido moral común. Francisco no admite

espiritualizaciones de la realidad de los pobres que eviten hablar que se trata de

excluidos sociales; ni admite solidaridades que no se traduzcan en ser pueblo-gente

con los más vulnerables y débiles de cada lugar; se trata de vivir con ellos y como

ellos, amarlos con la hondura de Jesús, y empeñarse en su inclusión social contra la

inequidad estructural que los margina y excluye.

20

Ibíd., nn 238-258. 21

Cfr., Un clásico, KÜNG, H., Proyecto de una ética mundial, Madrid, Trotta, 1990, 93 y ss. TAMAYO-

ACOSTA, J. J., Conflicto y paz en las religiones, en http--www.diegodemedellin.cl-phocadownload-

dakarsenegal-conflictoypazenlasreligionestamayo.pd 22

Pronto veremos -según dicen- una encíclica social de Francisco centrada en la sostenibilidad integral de

la vida y la tierra. Entonces hablamos.

Page 12: Conferencia: El contenido social de la Evangelii Gaudium

12

La radicalidad de la Exhortación en esta condición social de la evangelización –

desde, con y para los pobres, enfermos y excluidos- es tan rotunda que representa a las

claras un giro inapelable. No tanto en el análisis social, pues Juan Pablo II lo había

llevado muy lejos, cuanto en el peso dado al factor “estructuras sociales” y a las

actitudes sociales que se reclaman de la Iglesia y sus agentes de pastoral23

. En este

aspecto tan fundamental, no me extraña que buena parte del Episcopado –y de la

Iglesia-esté/estemos tiritando de vértigo ético y teologal. Excuso contar lo que piensa

“la inteligencia económica neoliberal” de las veleidades de Francisco con la libertad de

mercado y la propiedad privada (absolutas), con la tiranía política del capital y con que

este sistema económico mata. Eso de que la persona en cuanto tal ha desaparecido, los

pobres son excluidos, y pueblos enteros pasan a la situación de sobrantes, es un

sacrilegio para el sistema, pero es así. Y si no abordamos el cambio de las estructuras

de injusticia a la par que la conversión de nuestras conciencias –lo comparto- no

hay salida justa y en paz.

Puede que sus prácticas públicas y eclesiales subsiguientes nos sepan a poco

o parezcan inconcebiblemente lentas. Pero ya no podremos renunciar a este

mandamiento pastoral y moral, “los pobres nos evangelizan”.

Son palabras, es verdad, pero aquí hay una intención de fondo que vamos a

ver si la Iglesia Católica la puede digerir. No se trata solo o primero de cómo vayan

a cambiar algunas normas de la Iglesia –especialmente, en cuanto a la igualdad de

la mujer en la Iglesia y en cuanto a la Comunión Eucarística-, es que la opción

evangélica de fondo va en serio y alguien tiene que ceder y mucho, si esto va a salir

adelante. ¿Habrá tiempo? ¿Lo asumirá la Iglesia de hoy y de pasado mañana,

cuando Francisco no esté? ¿Podremos imprimir este “Espíritu” en Roma y en las

iglesias locales? ¿Se echará a un lado mucha gente que en la Iglesia ha pretendido

una noción pastoral y social muy distinta, por no decir contraria? ¿Estamos en

condiciones muchos de nosotros de flexibilizar nuestra mente y hábitos de vida ante

llamadas como ésta? ¿Está la teología más reconocida y académica en condiciones

de dar un vuelco epistemológico a los lugares de la fe, a partir de que los pobres nos

evangelizan? Sigue la vida.

José Ignacio Calleja (Natxo)

23

Generalizando un tanto, pienso lo que he dicho de la DSI de Juan Pablo II -en su contenido de análisis

social-, como también creo que declina el sentido crítico del análisis en la DSI de Benedicto XVI -aun

considerando el cambio en el ciclo económico, o si se quiere, de época económica-; y lo mismo sucede en

el Compendio de DSI y mucho más en el Catecismo de la Iglesia Católica, mientras que el Pontificio

Consejo Justicia y Paz últimamente ha dado muestras de saltar sobre su sombra, y adivinar el Papa que

llegaba. Hablando en serio, ha considerado sin más que la injusticia de la crisis económica y financiera

requería una palabra moral social más firme y exigente, y lo hizo al final del pontificado de Benedicto

XVI. ¿Con su apoyo? Quizá.