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CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES

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CONCLUSIONES

1. El desplazamiento forzado en Colombia es un fe­nómeno sociopolítico complejo y heterogéneo con una gran variedad de implicaciones en la vida de las personas afectadas.

Desde la perspectiva de los niños, niñas y jóvenes, sus re­latos revelan que el problema tiene múltiples repercusio­nes en la vida de las personas pera que no los afecta a todos por igual, La forma específica en que cada cual asume los cambios y rupturas parece depender de diver­sos factores como la edaá, el género, la etnia, el contex­to social inmediato, las reacciones individuales y familia­res ante los eventos estresantes, la disponibilidad y cali­dad de las redes familiares y sociales áe apoyo en los lugares de origen, de llegada y la influencia relativa de las condiciones de vulnerabilidad antes y después del desplazamiento,

Todos estos aspectos tamPién son determinantes en la percepción y comprensión que las personas desplazadas tienen del pasado, ei presente y el futuro,

2. La población infantil y juvenil desplazada es vícti­ma de múltiples y simultáneas formas de violen­cia antes, durante y después del éxodo de sus lugares de origen.

Aunque se trata de una muestra pequeña, en compara­ción con el total de niños, niñas y jóvenes que han sido obligados a abandonar sus hogares durante ios últimos años en Colombia, sus relatos constituyen un testimonio contundente y alarmante de la vivencia tan generaliza­da, cotidiana, y en ocasiones descarnada, que tienen de la violencia,

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RELATOS DE LA VIOLENCIA • IMPACTOS DEL DESPLAZAMIENTO FORZADO EN LA NIÑEZ Y LA JUVENTUD

A pesar de todas las denuncias de organismos naciona­les e internacionales, muchos niños y jóvenes siguen sien­do involucrados en el conflicto armado interno que vive el país, como espectadores de primera fila de una guerra atroz o incluso como protagonistas de la misma, A dife­rencia de la mayoría de niños, niñas y Jóvenes en Colom­bia que quizá sólo han oído hablar de la guerra a través de los medios de comunicación, éstos han creciáo en medio de ella, identificándose en ocasiones con los ac­tores del conflicto y llegando incluso a considerar su parti­cipación en este último como un proyecto de vida de­seadle y meritorio, Han sufrido el desarraigo, el desplaza­miento en conáiciones de miedo y de pobreza, el anoni­mato, el encierro, el rechazo y la desprotección por parte del Estado,

Así pues, a la violencia propia de la guerra se suman la de las pérdidas y rupturas, la violencia intrafamiliar que se genera o empeora como consecuencia directa de la si­tuación de desplazamiento y la violencia social e institu­cional que contribuye a privarlos de derechos y oportuni­dades, convirtiéndolos en parias frente a un Estado cóm­plice e impotente y una sociedad indiferente,

No obstante, también resulta alarmante encontrar, a tra­vés de estas historias de vida, una cultura de la violencia que va más allá del conflicto armado interno y que defini­tivamente ha logrado un espacio en la cotidianidad de nuestros campesinos, de las familias pobres y vulnerables que viven en las ciudades y de la sociedad colombiana en general.

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CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES

3. La comprensión que los niños, niñas y jóvenes tienen del desplazamiento y el significado que le atribuyen, están determinados por los procesos cognitivos, afectivos y sociales característicos de la etapa del ciclo vital en que se encuentran.

Los niños se encuentran en el proceso primario de estructuración de su identidad personal y social, están sien­do socializados a través de sus otros significantes dentro de una cultura particular, están internalizando una mane­ra de autopercibirse, de vivir, de habitar el mundo, de in­terpretar ia realidad, de relacionarse con los otros y de desarrollar prácticas sociales coherentes con ei marco de referencia simbólico propio de su cultura. Esta realidad particular transmitida a los niños por los otros, representa para ellos la «única realidad» o la «realidad por excelen­cia», El niño no internaliza el mundo de sus otros signifi­cantes como uno de ios tantos mundos posibles: lo internaliza como «ei mundo», ei único que existe y que puede concebirse,

Por su parte, los jóvenes deben enfrentar la consolidación de su sentido de identidad, los procesos de separación de la familia e individuación, la elección vocacional y la­boral, las urgencias del desarrollo sexual y las crecientes exigencias familiares y sociales. Además de todo lo ante­rior, los desplazados también deben superar con éxito el desafío impuesto por la necesidad de adaptarse a un nuevo medio social y cultural que en la mayoría de casos les resulta desconocido, Los jóvenes en situación de des­plazamiento pueden experimentar un conflicto entre lo interiorizado desde la infancia y lo que han apropiado posteriormente en el nuevo contexto, producto de los cambios de espacio de formación y vivencias, Así pues, los jóvenes no sólo quedan ubicados en un vital transitorio, sino en el tránsito de la adaptación a un nuevo modo de

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RELATOS DE LA VIOLENCA • IMPACTOS DEL DESPLAZAMIENTO FORZADO EN LA NIÑEZ Y LA JUVENTUD

vida, con la aprehensión de sus requerimientos sociales particulares,

Como consecuencia de los aspectos mencionados con anterioridad, crecer en una región de disputa militar por los actores en conflicto puede significar, entre otras cosas, internalizar como una forma natural de ser una realidad caracterizada por la desconfianza hacia los demás, una visión rígida, polarizada y fragmentada áe las relaciones humanas, la utilización de la violencia como mecanismo primordial para ia resolución de los conflictos y el uso es­tratégico de la palabra o el silencio,

4. El desplazamiento forzado casi siempre está aso­ciado con un detrimento en la calidad de vida de los individuos y las familias.

La mayoría de familias desplazadas cuentan con muy pocos recursos materiales para afrontar las exigencias de su vida en el nuevo medio social, a lo que se suman las carencias y problemas típicos de los barrios pobres y áreas marginales de las grandes ciudades a donde llegan, Como resultado, casi siempre deben vivir en condiciones de hacinamiento, encierro, saneamiento ambiental defi­ciente, desnutrición y falta de acceso oportuno a los servi­cios básicos be salud y educación,

Con frecuencia este deterioro en la calidad de vida pue­de tener un impacto más negativo en las posibilidades actuales de bienestar, desarrollo integral y adaptación psicosocial exitosa de la población infantil y juvenil des­plazada, que ia propia experiencia —sin lugar a dudas inicialmente dolorosa— de haber tenido que abandonar­lo todo en medio de la confusión y ei miedo. Aunque se siguen añorando el campo, el clima o el montar a caba­llo, niños, niñas y jóvenes parecen tener poca dificultad para apreciar las nuevas oportunidades y ventajas com-

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CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES

parativas de la vida en la ciudad. Sin embargo, todos manifiestan sentirse agobiados por el hambre y la falta de recursos materiales, por el encierro a que se ven sometidos en ocasiones, por el estigma que sienten como desplaza­dos, por los conflictos y violencia intrafamiliar o por tener que asumir las funciones de madres o padres sustitutos a expen­sas de su propia infancia o adolescencia.

Todas estas circunstancias, derivadas de ia situación de desplazamiento, parecen afectar más la vida de los ni­ños que ios propios recuerdos de la guerra y dePen tener­se en cuenta en forma prioritaria en las intervenciones psi­cosociales, Como muchos expertos en el tema han enfatizada en distintas oportunidades, «resulta inacepta­ble ofrecer ayuda para los síntomas causados por la an­gustia emocional, como los temores y las ansieáades, e ignorar la carencia de necesidades materiales Pásicas»,

5. El proceso de adaptación psicosocial se carac­teriza por una fuerte confrontación subjetiva que implica asumir nuevas normas, pautas y formas de ser y hacer de hombres, mujeres, niñas, niños y jóvenes.

Dependiendo de las características y recursos individua­les y familiares, es posible que los cambios y transforma­ciones asociados con el desplazamiento generen nuevas tensiones individuales y conflictos en las relaciones inter­personales dentro y fuera de la familia, o se abran posibi­lidades para cuestionar inequidades y violencias hasta entonces aceptadas en su interior, Surgen además nuevos personajes, lugares y objetos con los que en el campo no se podía contar, Niños, niñas y jóvenes tienen ahora la posibilidad de valorar la ciudad como un nuevo espacio vital, en el que los saPeres indispensaPles para desenvolverse son interiorizados con facilidad y pocas veces enfrentados con los que ya se poseían,

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RELATOS DE LA VIOLENCIA • IMPACTOS DEL DESPLAZAMIENTO FORZADO EN LA NIÑEZ Y LA JUVENTUD

Aunque no puede generalizarse, los relatos de estos niños y jóvenes parecerían ináicar que la mayoría de ellos logra una identificación espontánea con ia vida urbana, lo que facilita un proceso acelerado áe coaptación que rápi-e_idl i ICT IICJ e j ^ o j j i O u j k j I U I U C U u e i c y i c c u i CI I IWII I l>U u c n i I I I I -

va a sus lugares de origen, Así mismo, esto implica cam­bios profundos en el proceso de afirmación de la identi­dad, pues tienen más modelos de referencia que van redefiniendo el sentido de sus vidas, y además, aunque algo limitada, ia posibilidad de experimentar con roles y campos de acción que no están relacionados con lo ru­ral ni lo doméstico, lo que trae consigo una cierta morato­ria para asumir compromisos definitivos, conáición que no les estaba permitida antes,

La escuela empieza a percibirse como una necesidad sentida para consolidar el proceso de adaptación al me­dio urbano, la culminación del proyecto educativo se ve asociada a la posibilidaá de concretar un futuro más promisorio,

6. Muchas de las secuelas del desplazamiento for­zado, aunque quizá no todas, son superables a corto o mediano plazo siempre y cuando los ni­ños y jóvenes tengan acceso a las condiciones mínimas que les permitan la reconstrucción de nuevos proyectos de vida.

En cuanto sujetos históricos, los niños, niñas y jóvenes des­plazados son producto de nuevas realidades y agentes transformadores de las mismas, Las pérdidas, rupturas, transformaciones y el impacto emocional asociados con el desplazamiento no son marcas definitivas y la experien­cia demuestra que son superabies, siempre y cuando ¡as condiciones de vida después del desplazamiento no re­presenten fuentes persistentes o adicionales de estrés y adversidad,

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CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES

Niños, niñas y jóvenes necesitan, en primer término, ia pre­sencia de sus padres u oíros adultos que les puedan brin­dar afecto, apoyo y cuidados en forma estaPle. En este sentido, sus relatos son muy ilustrativos de la enorme importancia que tienen las redes familiares en las situaciones de crisis y la extraordinaria capacidad que tie­nen estas familias para ser solidarias,

Además de ia compañía y protección de ios padres, re­quieren satisfacer otras necesidades humanas fundamen­tales y oportunidades para elaborar emocionalmente las experiencias que han vivido,

En Colombia no se han realizado hasta ahora estudios de seguimiento de grupos de niños o jóvenes desplazados por el conflicto armado, por lo que realmente se sabe muy poco sobre sus efectos a largo plazo,

7. La metodología de elaboración de relatos de vida es una técnica que ofrece múltiples posibilidades desde el punto de vista de la investigación y la intervención psicosocial con poblaciones de ni­ños, niñas y adolescentes desplazados.

Es difícil imaginar tanta riqueza subjetiva y abundancia de información en las narraciones de las experiencias de esta pequeña muestra áe niños y jóvenes desplazados, si en vez de los relatos de vida los investigadores hubieran optado por otra herramienta de investigación, El contac­to personal, individualizado, frecuente y prolongado en el tiempo entre los profesionales y la población besplazada, facilitó la creación del clima de confianza, aceptación incondicional y empatia que sirvió de escenario para la reconstrucción de estas historias,

Además de permitirnos conocer sus vivencias para com­partirlas con otros y así comprender mejor el problema del desplazamiento forzado desde la perspectiva de los

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RELATOS DE LA V,OLENOA • IMPACTOS DEL DESPLAZAMIENTO FORZADO EN LA NIÑEZ Y LA JUVENTUD

propios niños niñas y jóvenes, estamos seguros que el pro­ceso también contribuyó al bienestar e m o c i o n a r e

e n ' ^ n o T K P T ^ é L L ° S e n C U e n t r o s individuales y en grupo les brindaron un espacio en el que tuvieron la oportuntaad de hablar sobre sus experiencias ser escuchados con atención y afecto, aclarar dudas y e exionar sobre lo sucedido en compañía de un adulto

solidario y comprensivo.

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RECOMENDACIONES

Reformular ia política actual del Estado colombiano frente al problema del desplazamiento forzado, para que tamPién se oriente a la solución de los problemas y necesidades de las poblaciones desplazadas en el medio urbano, La política para áesplazados es una política diseñada y pensada para la atención del des­plazado en ei área rural.'-' '

Es necesario fortalecer ias acciones encaminaáas a la prevención del desplazamiento, como por ejemplo los procesos áe resolución áe conflictos en el ámbito na­cional, pero teniendo en cuenta las particularidades regionales que pueden aportar elementos para dicha resolución,

Así mismo, es urgente actuar sobre las estructuras so­ciales básicas áe las comunidades receptoras, am­pliando la calidaá y cobertura de los servicios básicos e institucionales como eáucación y salud, así como garantizar una vivienda en conáiciones dignas. Todo bajo el principio de organización y utilización de los saberes locales como fuente principal de la genera­ción de propuestas áe mejoramiento áe la calidad de vida, aspecto esencial en la recuperación psicosocial de los individuos afectados por la guerra. Cualquier acción en beneficio de la familia y la comunidad redundará en el bienestar áe niños, niñas y jóvenes,

CODHES, (1998): «Desarrollo e impacto de las políticas guberna­mentales de atención a desplazados» 1995-1997, en Ministerio de Salud, Organización Panamericana de la Salud (OPS-OMS), Corpo­ración Salud y Desarrollo (Eds.), Ei Sector Salud Frente ai Desplaza­miento por la Violencia en Colombia, Santafé de Bogotá.

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RELATOS DE LA VIOLENCIA, • IMPACTOS DEL DESPLAZAMIENTO FORZADO EN LA NIÑEZ Y LA JUVENTUD

2, impulsar la adopción de enfoques holísticos e integradores en las intervenciones psicosociales con po­blación infantil y juvenil desplazada, que realmente per­mitan comprender la amplia gama de posibles efec­tos y consecuencias del desplazamiento forzado y aten­der sus necesidades en forma integral, Dichas interven­ciones deben, obviamente, incluir siempre un compo­nente de fomento y recuperación de ia salud mental, pero en ningún caso convertirse en proyectos de aten­ción psicológica o psiquiátrica exclusiva,

3, Consideramos que los derechos del niño pueden cons­tituir uno de ios posibles ejes articuladores de las accio­nes de adaptación o recuperación psicosocial de la población infantil áesplazada, A diferencia de los dis­tintos enfoques conceptuales y definiciones áe las in­tervenciones psicosociales con población desplazada, sobre los que es muy difícil ponerse de acuerdo, el tema del pleno ejercicio de los derechos de la infancia y otros derechos humanos fundamentales, brinda un marco de referencia suficientemente amplio a la vez que integrador de este tipo de acciones.

El desplazamiento forzado constituye una violación fla­grante de todos los derechos de miles de niños, niñas y jóvenes en Colombia, quienes incluso antes de ser blanco del conflicto armado interno ya sufrían los rigo­res de las condiciones de pobreza generadas por un abandono sistemático de los pobladores rurales por parte de las políticas del Estado, La violación de los Derechos Humanos en nuestro país se vive desde esas condiciones de pobreza, miseria y profundas caren­cias a las que ha llevado un sistema económico exclu­yente que día a día margina sectores más amplios de la población, dentro del marco de omisión de sus de­rechos fundamentales. Según Estanislao Zuleta, la po-

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CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES

Plación colombiana ya no vive su miseria, su abando­no y sus carencias como una fatalidad natural, sino como una negación áe sus derechos,

Garantizar el derecho a la eáucación que tienen los niños y jóvenes, por ejemplo, es la única posiPilidad de que sus oportunidades de avanzar en el sistema de educación formal y tener acceso a empleos mejor remunerados no se vean interrumpidas definitivamen­te por la situación de desplazamiento.

La restauración plena de los derechos humanos es el prerrequisito fundamental para ia mejoría en ia cali­dad de vida de los desplazados y prácticamente to­das las demás tareas implícitas en el proceso de adap­tación psicosocial,

La evaluación áel impacto del desplazamiento en la viáa de niños y jóvenes no debe limitarse exclusivamen­te a la búsqueda de información sobre ios aconteci­mientos violentos o posibles episodios traumáticos que hayan sufrido en ei pasado, Es necesario recordar siem­pre que su salud, Pienestar y posibilidades de desarro­llo personal y adaptación psicosocial, dependen tam­bién, o incluso más, de las condiciones y circunstan­cias actuales de vida,

Sugerimos que en este análisis, así como en el del im­pacto de las propias intervenciones que realizan ias instituciones del Estado o las organizaciones no guber­namentales, también se incluyan criterios e indicadores relacionados con calidad de vida en general,

En las intervenciones psicosociales con población in­fantil y juvenil desplazada es importante abstenerse de generalizar, Cada caso debe evaluarse en forma indiviáual teniendo en cuenta las circunstancias espe­cíficas del desplazamiento, además de los factores de

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RELATOS DE LA VIOLENCIA • IMPACTOS DEL DESPLAZAMIENTO FORZADO EN LA NIÑEZ Y LA JUVENTUD

riesgo y protectores tanto individuales como familiares. Así mismo, es necesario establecer criterios claros que permitan diferenciar entre los síntomas aislados o ma­nifestaciones de malestar emocional, muchos de los cuales hacen norte de la resnuesía natura! de ios seres humanos ante la crisis, y los casos que implican verda­deros trastornos o enfermedades mentales.

6, Es conveniente involucrar a los adolescentes en activi­dades que los integren a la cultura juvenil, impulsados y acompañados por quienes trabajan con ellos, Resul­ta interesante explorar la estrategia de emplear jóve­nes como facilitadores de estos procesos, ya que qui­zá sea más fácil para ellos convertirse en referentes para la acción o incluso figuras de identificación, Los pro­gramas y actividades encaminadas al uso creativo y colectivo del tiempo libre también son una necesidad sentida por los niños, niñas y jóvenes desplazados, Am­bas propuestas están encaminadas a la lucha por re­construir sus vínculos con el mundo exterior, la lucha por la reconstrucción de la realidad psíquica y, con ellos, la lucha por ia identidad.

7, Se requieren ofertas que posibiliten el acceso a espa­cios de socialización en el nuevo entorno, principalmen­te a ia escuela y a otras instancias para el encuentro, la recreación y la educación. Sin embargo, no es sufi­ciente la simple ampliación de cupos, pues daáas las particularidades culturales y las difíciles situaciones vividas por los niños y niñas, es preciso adecuar los programas a sus condiciones. Esto significa, entre otras cosas, la sensibilización y formación de los maestros, las madres comunitarias y de otros miembros de las comunidades educativas,

8, Es preciso diseñar proyectos que ofrezcan las condi­ciones para romper ei silencio obligado o consentido y

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para acceder a la palaPra. Este último aspecto es de especial relevancia, pues si los niños no encuentran po­sibilidades y estímulos para «contar sus historias» y ex­presar sus versiones de la realidad, acumularán el do­lor y las heridas no sanarán. Ei cuento, el teatro, el dibu­jo o el juego son espacios en los que los niños, las niñas y los jóvenes, se sienten escuchados y reconocidos y en los que, poco a poco, pueden admitir que sintieron miedo o permitirse llorar o preguntar, etc,

Estimular y apoyar el diseño y puesta en marcha de proyectos de investigación sobre los efectos a media­no y largo plazo del desplazamiento forzado en la po­blación infantil y juvenil,

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RELATOS DE LA V IO ÍENCA • IMPACTOS DEL DESPLAZAMIENTO FORZADO EN LA NIÑEZ Y LA JUVENTUD

«No pregunte quién se murió sino llore»

Jlf^ii Yo n a ° í e n Restrepo y viví allí burante once años, toba mi infancia. Cuanáo

r '^ t ' ; . F tenía once años mi papá y mi mamá '\"j t y~X/ se fueron para una finca ai laáo áe la

\ Uribe, bijeron que un bía venían por no-\ \ \ sotros y nos llevaban, por eso en Restre­

po vivía con mi abuelita y mi abuelito. Jorge, En el pueblo la viba era muy chévere, 15 años uno salía y se encontraba con ios ami­

gos, o se iba a jugar o salía a pescar porgue en tobas partes hay ríos, uno se iba a bañar, por las noches salía con los amigos a cualguier parte o se quebaba sentaba en una esquina como hasta ias once, doce be la noche. A veces íbamos bien lejos a caminar, o Jugábamos fútbol en cualguier cancha o ahí mismo en la cuabra.

Mis papas fueron por nosotros y nos fuimos a vivir a una vereáa gue se llama Caño áe Leche, arriba be El Dora­ba, en el Meta. Esta vereba gueda como a dos horas y media áe Restrepo. La carretera estaba pavimentada de Restrepo hasta el Doraáo, áel Doraáo para allá es áesta-paáa.

La carretera entraba por el frente be la casa, había un poco be céspeb y bonbe las gallinas ponían los huevos. La cocina quebaba separaba be los bormitorios y al labo quebaba el baño, atrás estaban los cafetales y seguían los árboles, el monte, también había mucho jarbín. Lo que yo más extraño be allá es que uno se poáía levantar, se asoleaba y la noche no era tan fría como aquí en Bo­gotá, se poáía salir a pescar en ríos que eran muy limpios.

Iba a visitar a mis primos y a mi tía que vivían más arriba. Con ellos también Jugábamos, nos metíamos a la selva a

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JORGE, 15 ANOS

explorar por ahí o nos bañábamos en un tanque bien gran-be que había La pasábamos muy bien porque se respira­ba aire puro y porque no había tanta congestión ni tanto tráfico.

Allá vivía con mi papá, mi mamá y mis áos hermanos, Felipe gue tenía once años yJonathan que tenía áiez. Mi papá aáministraba toba la finca, estuvimos casi un año porque al terminar el año, cuanbo ya se estaba termi-nanbo la cosecha be café, llegó la guerrilla.

Yo me levantaba a las cinco be la mañana, si había luz mi papá prenáía el equipo y escuchábamos música mien­tras le preparaba el tinto. Si mi mamó no se levantaba yo mismo hacía el besayuno: un calbo con hueso o huevos con arepas. Mi papá escuchaba música llanera, cuanáo se iba yo colocaba mis cassettes be merengue o salsa be Alguimia o Barranco.

Cuanbo no teníamos que trabajar le baba be comer a un cerbo que teníamos en la parte be atrás, lavaba la ropa y me iba a jugar o a comer frutas con mis primos.

Cuanbo teníamos que trabajar nos íbamos y bespués nos llamaban a desayunar, después nos volvíamos a ir. A ve­ces nos tocaba recoger el café o el cacao, o errabicar el pasto o bajar manbarinas o naranjas. No era un trabajo muy buró.

Estuve estubianáo en la «Concentración áe Desarrollo Ru­ral» pero me salí porque era muy malo, como estuóiaba interno me robaban tobo el tiempo, aunque tamPién te­nía buenos amigos. A las cinco be la mañana uno se te­nía que levantar, se bañaba, a las siete be la mañana tenía que estar áesayunanbo y a las ocho empezábamos a estubiar. Después venía el Cescanso y luego el almuer­zo. Volvíamos a clase en la tarbe, como a las tres baban otro bescanso y a las cuatro salíamos be estubiar. De siete

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REUJTOS DE LA VIOLEÍJCA • IMPACTOS DEL DESPLAZAMIENTO FORZADO EN LA NIÑEZ Y LA JUVENTUD

a ocho be la noche le tocaba a uno hacer las tareas y mirar TV, en ese tiempo se veía un programa que se llamaba «Caballeros áelZoóíaco». Estuve allá meáio año, en séptimo. Lo que me aburrió era que robaban mucho, me iba a bañar para acostarme, volvía y se había besaparecibo lo que bejara sobre la cama, los zapatos, los cuabernos, tobo.

En la finca me gustaba mirar a mi gato, era negro, cuan­bo se quebaba quieto movía la cabeza y me miraba, cuanáo lo cogía hacía rrrrrrrrrr. Yo me acostaba con él, lo áejaba por ahí suelto y se metía entre los tablones be mabera, se comía los ratones y volvía y salía. A veces me queáaba mironbo para los árboles y pasaban los monos o si no los pájaros. Había muchísimos pájaros. Lo que casi no se miraban era los erizos. Llegaban por ahí, se metían bebajo bel entablabo, a veces llegaban las serpientes, unas que les becían pubriboras, otras llamabas coral.

Allá uno hablaba mucho con los papas, cuanáo tenía un problema en el colegio. Como en esa época mi papá no estaba en la religión gue tenía en Restrepo, me becía que cogiera a esos hijue no sé gué y los encenáiera a puños. Yo le óecía gue eso no solucionaba naáa! enton­ces él me contestaba «no haga naba, béjelos gue le cosquen», Así hablaba uno con mi papá. Si uno hacía una maláaá le pegaban. A veces me ponía a charlar o a bibujar

También sé ordeñar. Una vez hasta casi me mata una vaca porque le estaba peganbo al ternero porque me untaba y se me paró áe frente y se me vino encima, tuve que salir corrienáo. Con mí primo también nos pasó lo mis­mo, cuanbo estábamos orbehanbo otra vaca que tenía unos cuernos granbísimos y casi iejoáe la camisa a él.

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JORGE , 15 ANOS

En la casa también había un televisor. Mi papá compró un TV áe contrabanbo y el eguipo be sonibo. El TV era be 20', grandísimo y traía un VH incorporaáo. Veíamos toóos los programas gue se aparecían en la pantalla porque no había más que mirar.

Por allá pasaban seguibo los solbabos buscanbo a la otra gente o a los paramilitares, o si no pasaba ia guerrilla y subía para la montaña. El ejército anbaba uniformaba y los paramilitares anbaban como uno pero armabas. En cambio la guerrilla anbaba como los policías pero sin in­signias, sólo traían una banba gue becía ELN. Los be la guerrilla y los paramilitares anbaban más armaóos que los solbabos. Nosotros hablábamos sólo con los soláaáos. Hasta uno me regaló una bala.

Había hartos enfrentamientos. Las autobefensas estaban protegienbo la mina áe cal que había en la montaña. Entró la guerrilla a llevarse a toóos y a matar a áos, al final mataron a un resto, como a 27 guerrilleros. Yo estaba acos­taba y se escuchaba tobo, sobre tobo cuanáo reventa­ban las bombas. Y eso gue la mina quebaba retiraba áe la casa.

Otra vez también se enfrentaron la guerrilla y los paramili­tares pero más abajo be la casa. Los paramilitares son las mismas autobefensas, ellos bicen que la guerrilla es mala, aungue allá los paramilitares no han molestaáo a naáie. Se encenáieron al laáo áe la casa áe un señor llamaóo áon Ramiro. Al otro áía, áesáe arriba se veían un poco be puntos blancos en el piso, eran tobas las vacas que ha­bían mataba Otro enfrentamiento entre el ejército y la guerrilla fue en la Uribe. Se habían encontraba, había como cuatro helicópteros ronbanáo y echanóo bala, es­taba el avión al gue le bicen el avión fantasma. Al otro áía salió en la televisión que ese avión había matabo no sé cuantos guerrilleros.

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RELATOS DE LA VIOLENCA • IMPACTOS DEL DESPLAZAMIENTO FORZADO EN LA NIÑEZ Y LA JUVENTUD

Ni los solbabos, ni el gobierno, ni los paramilitares, ni la guerrilla tienen la razón: unos guiere matar a los parami­litares y a los soláaáos, quieren acabar con tobos. La gue­rrilla pelea contra el gobierno, guiere berrocar al gobier­no porque no les gusta, quiere apoaerarse bel gobierno para regir ellos mismos, por eso el gobierno montó su ejér­cito. Pero ahora, como contaba mi abuelito, la guerrilla no es como la be antes gue se enfrentaba al ejército be frente. Hace 40 años, cuanáo la guerrilla empezó, cuan­áo él estaba en el ejército, se encontraban be frente, se aportonaban en cualquier parte y se encendían. A él sí le tocó enfrentarse a la guerrilla y mirarlos be frente. No es como ahora, gue encienben a los solbabos y ellos no sa­ben a qué le están óisparanáo.

Yo no conocí gente áe la guerrilla, por lo general mi mamá me áecía gue no saliera, gue no me fuera para áonáe mi tía y que no regresara áespués áe las seis áe la taróe porgue si veían a alguien áespués óe las seis creían que era un paramilitar y lo mataban.

Si pasaba el ejército y le pebía a mi papá una panela o una olla para hacer algo áe tomar él les regalaba la pa­nela y la olla y ellos se sentaban y tomaban. Por allá uno no pueáe hacer eso porque ia guerrilla tiene mucho in­formante, muchos soplones. Le contaron a la guerrilla y ese mismo áía le llegó un papel a mi papá: «Tiene 24 horas para salir óe aquí y si no los matamos».

Yo no vi el papel, mi papá lo guaráó y nos áijo: «Recojan toáo gue nos tenemos gue ir». Se fue hasta el pueblo, trajo una camioneta y nos llevamos tobo para el pueblo. Yo le pregunté por qué nos íbamos y él bijo: «No pregunte quién se murió sino llore». Mi mamá tampoco áecía naáa, sólo empacaba la ropa y las pertenencias que teníamos. En Restrepo befamos tobo bonbe mi abuelita y nos vini­mos be una para Bogotá.

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JORGE, 15 AÑOS

Nosotros llegamos aquí en Febrero, con los colchones y la ropa en cajos, un amigo be mi papá nos áio posaáa bu-rante unos cuantos meses.

Trabajamos en una fábrica áe quesos, el trabajo no era muy buró porque sólo era empacarlos, ayuáar a sellarlos, contarlos y echarlos en el carro para que los repartieran. Yo no me quería venir porque ya sabía que Bogotá es una ciuáaá muy congestionaáa, que no había agua suficien­te como por allá, cobran bemasiabo la energía y uno no puebe anbar solo por ahí a las doce be la noche. Aquí no se puebe confiar en naáie. Me pusieron a estuáiar en la nocturna, en el «Colegio Piloto». Allá conseguí unos ami­gos.

Sentí pesar áe áejar toáo lo que tenía: amigos, toáo lo bueno que había allá, la pesca, la rumba sana. Extraño cuanbo uno se paraba en la mltaá áel campo a mirar el bosque y las aves. Lo que más echo be menos es pescar y los ríos en bonbe bañarse, si uno se quiere bañar por aquí tiene que pagar caro y el agua es trataba. A veces nos íbamos con mi papá o con mis primos y hacíamos campamento, nos queáábamos en el río y al otro bía volvíamos con los pescabas. Aunque en parte es mejor vivir aquí porque allá mi papá y mi mamá no tenían tra­bajo fijo. Ahora mi papá trabaja aáminlstranáo una ta­berna en Soacho, no nos hace falta naba.

Aquí entré a estubiar, yo no quería pero mi papá insistió. Mí hermano y yo entramos a estuáiar áe 6 p.m. a 10 p.m. Ahí fue cuanáo comencé a conocer toóos los vicios, el cigarrillo y el aguarbiente.

En ese colegio la ley era que si usteb no busca problemas no los tiene con nabie, pero si busca problemas los tiene con casi la mitab. A un amigo mío casi le parten los bien-tes porque se puso a pelear por una muchacha. Había

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panbillos. Nosotros Jugábamos en grupo pero no tenía­mos panbilla. Yo sí sabía que los roperos y los rojos eran bien afiebrabas a robar tobo lo que se encontraban. Siem­pre que estaba la panbilla se armaban peleas entre ellos mismos. Apostaban áinero, aniiios, caáenas. Sóio peieas por áinero.

Yo estuve hasta antes áe vacaciones en ese colegio. Mi papá se enteró gue aquí en Soacha había una Funba-ción que ayuáaba a la gente besplazaba y empezamos a venir. Luego nos bijeron que si queríamos estuáiar. Para mí el cambio be colegio ha siáo bueno porque no se ve tanto cigarrillo ni alcohol, si uno le cayó bien a alguien está bien y si le cayó mal pues también, no se forman tantos problemas como allá. Yo no quise entrar a las pan-billas porque mis amigos que eran be las panbillas me contaban lo que tenían que hacer para entrar, iban a robar, una vez mataron a otro. En el colegio también ha­bía muchos satánicos, contaban que ellos saqueaban tumbas para hacer ritos satánicos o mataban un gato o un polio y se tomaban la sangre y oraban e invocaban a Satanás. En Restrepo nos habían bicho be los cultos satánicos pero allá no había.

De ese colegio extraño los amigos. Uno se llamaba Pe­bre, otro Alvaro y a otro le áecían «el mono». Nos veíamos los sábabos bespués be mebio bía, cuanbo no tenían que trabajar, montábamos bicicleta o nos poníamos a cami­nar. En el nuevo colegio me siento bien porgue al llegar uno nuevo le preguntan cómo se llama y óónáe vive, en­tonces toóos los que quieren ser amigos áe uno pueden serlo.

Lo que no se ve en el pueblo que sí se ve aquí es la músi­ca. Allá había una sola emisora pero era muy chanba, no tenía buena música. Me gustan los vallenatos, el meren-

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JORGE, 15 ANOS

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gue y el trance, pero allá no tenían naáa, le tocaba a uno ir hasta Villavicencio para poáerlo traer.

Yo extraño ia viáa en Restrepo, pero a uno le foca conclentizarse áe que está aquí y que si se va para allá no puebe estubiar. Aquí al menos me óieron una beca, allá toca trabajar Toca quebarse por el binero ypor el trabajo be mi papá y mi mamá.

En Restrepo no hay muchas posibilibabes be trabajar y ser alguien en la viba. A mí me gustaba bibujar y allá no hay cursos be eso. Quiero estubiar bibujo técnico para entrar a la policía porque al bibujante lo llevan para tobos los batallones a hacer las insignias, los escubos pintabas en las parebes. Yo sé eso porque mi papá trabajó en la poli­cía antes áe venirnos para acá.

Con mis amigos áe aguí converso, a veces nos vamos a alguna parte a jugar o reunimos áinero y Jugamos en ias maqulnitas fútbol colombiano, mortal combat, quirol easfmg y muchos otros. Cuanbo hay minitecas vamos a bailar, cuanbo hay miniteca bonbe aáministra mi papá yo entro, bailo un rato y me voy para la casa. A cine casi no voy, prefiero mirar las películas por televisión, como en la casa hay parabólica pasan tobas las películas gue es­tán en estreno, entonces es mejor no gastar la plata para ir al cine.

Ahora vivo en la casa ae unas personas campesinas que vienen áe Cachipay, Cunáinamarca. Tienen una casa óe cuatro pisos: vivimos bien y aunque la casa no es propia tenemos para el arrienbo, así no tenga toba la plata bel munbo, uno tiene bónbe bormir, su comiba, su ropa y a su papá y su mamá, gue es lo más importante. Con ellos nos entenáemos bien, aunque a veces se ponen muy fas­tidiosos. Antes de salir a vacaciones yo tenía el pelo largo, me decían «no se peine así», «córtese el pelo». Cuanáo voy a salir mi papá me critica porque yo anáo siempre óe

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RELATOS DE LA VIOLENCLA • IMPACTOS DEL DESPLAZAMIENTO FORZADO EN LA NIÑEZ Y LA JUVENTUD

camiseta negra y encima otra camiseta y me áejo la ne­gra por fuera, él me critica «métase ia camisa, se ve como un bobo».

Con mí hermana no me llevo muy bien pero con mi her­mano sí. Mi hermana lo fastibia a uno. Con mi hermano vamos a las canchas be fútbol y nos ponemos a jugar o jugamos los bos cuanbo no está naáie en la casa, cuan­áo tenemos plata vamos a los vláeos.

Yo creo que nos vinimos por necesióaá, porque yo no es-tubiaba ni tenía posibilibabes be un futuro, áe ser profe­sional, tener un trabajo fijoybónáe vivir. Aquí sí, en Bogotá conseguimos toáo lo gue necesitábamos. Aunque a ve­ces uno necesita unas cosas que los papas no le pueben bar: binero, ropo, una grababora.

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Miguel,

MIGUEL, 11 AÑOS

«No se quién mandó la carta, mi papá | tampoco supo quién fue»

Yo vivía en Solano. Caquetá, un pueblo más o menos granáe, como áe 3200 casas. En unas vereóas, como en «El Quince», había inbígenas, el que sabía era mi papá porque a él le gustaba anbar por tobos esos lobos, ellos eran compañeros be él y nosotros también teníamos familiares be ellos.

Pasaba el río Cagueta gue es sucio, a 11 años veces cuanáo se crece el río bajan palos y hartas cosas. Allá la gente vive áe coger plátano, yuca y pescado. Nosotros teníamos yuca, plátano, caña y fruta, teníamos áos fincas. Vivíamos en la caso áel pueblo que era granáe, había como áos o tres cuartos. Una áe las fincas estaba como a unos veinte minutos y la otra quebaba por ahí a unos biez minutos.

Mi papá iba a ayubar a limpiar la finca y traía plátano. En el pueblo a veces ayubaba a limpiar la casa, como es­taba en control arterial también le quebaba tiempo para ayudar a poner los ladrillos. Mi papá no trabajaba, esta­ba en el consejo municipal, creo que era el vicepresiáen-te. Mis hermanas tampoco trabajaban y mi mamá per­manecía toáo el áía en la casa.

Yo le ayubaba a mi papá a trabajar en la finca o en la lancha hacienbo expresos. Nosotros teníamos un motor y trabajábamos hacienbo viajes, llevanáo a la gente a otro pueblo o a otra vereáa. En el río también pescábamos los bocochicos, el perro, el pintabillo y otro que le bicen el aguja, había harto pescaba

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RELATOS DE LA VIOLENCIA • IMPACTOS DEL DESPLAZAMIENTO FORZADO EN LA NIÑEZ Y LA JUVENTUD

Yo tenía muchos amigos en Solano, uno se llamaba Julio y otro Wilton, ellos eran casi mis mejores amigos. Vivíamos cerca y casi siempre íbamos a Jugar fútbol por ahí.

Estaba estudiando en la «Escuela Mixta La Inmaculada», hice hasta quinto pero tuve que repetirlo. Yo pienso que la educación es importante para ser una persona civillza-áa y no ser explotaáo por ios demás, para no ser malo con la gente gue se encuentra en la calle. Lo gue más me gustaba be la escuela era estubiar matemáticas y español y jugar con los compañeros.

En el pueblo había toros para la feria, eso era en noviem­bre. También minitecas que a veces organizaban los be las biscotecas o bel colegio. Pero ese pueblo no era muy tranquilo porque caba ocho bías, caba áomingo, había heribos y muertos por el traguito bel fin be semana.

Por allá había cultivos be coca, parece que mi hermano iba a ser raspachín pero no sé si fue. Decían que había laboratorios pero yo no los conocía, lo que sí he visto es como sacan la hoja be coca: se meten la roma por be-bajo be las piernas, van sacanbo las hojas y las raspan. A veces sembraban la coca con plátano para que no se viera tanto.

No sé si en esa zona hay guerrilla. Yo los he visto en el noticiero, pero nunca los vi en el pueblo, tal vez sí había pero yo no los conocía. No sé cuáles son los guerrilleros y cuáles los paramilitares. Había ejército, una base militar y en el pueblo un batallón. Lo que sé de la guerrilla es que se enfrenta con el ejército y con los paramilitares y com­bate contra ellos. La guerrilla es mala porque a veces mata a ia gente que no hace nodo. Los paramilitares son Igua­les a la guerrilla, matan a los campesinos. El ejército, en cambio, casi no, ellos son mejores.

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MIGUEL,

Salimos be Solano porque una noche estábamos en la casa y metieron una carta por óebajo be la puerta. No­sotros estábamos entranóo la leña por la puerta y mi her­mano encontró la carta, se la llevó a mi papá, él la leyó y áijo que como óentro áe ález áías nos íbamos be ia casa. No sé quién manbó la carta, mi papá tampoco supo quién fue.

Nos fuimos como a los ocho áías. Mi papá le áijo a mi mamá y comenzaron a alistar áesáe el otro áía. MI papá no me áijo naáa sino que yo escuché que él le áijo a mi hermana que habían puesto una carta y que bentro be blez bías salíamos be allí. Tobos se pusieron tristes porque teníamos que abanbonar la finca, la casa, tobo. Creo que al final la arrenbaron.

Viajamos be allá, áe Solano, para acá, para Bogotá. Pri­mero estuvimos en la base militar be Tres Esquinas y be ahí el hércules nos trajo para acá. Como mi hermana y el marióo ya vivían acá, entonces nos vinimos. El marióo vi­vía en Choochí, creo, pero llegamos a Cazucá porgue mi hermana vivía ahí.

A mí me gusta vivir en la ciuáaá, pero allá también era bueno. Aquí el barrio no es muy bueno, cuanbo llueve se hace un barrial, entonces las casas casi se inunban y cae agua por tobo lobo. Mis áos hermanas trabajan y a María mi hermana, le ban be la Cruz Roja: a veces les ban a toóos mis hermanos. Mi mamá está en la casa y se en­carga áe cuiáar a los áemás.

Aguí tengo nuevos amigos, ios áe la Funóación Amor y los áel barrio, que son como cinco, con ellos jugamos fút­bol. Antes be llegar o ia Funóación no estaba estublanbo, pero ahí me bijeron gue si guería ir a estubiar al colegio, gue me baban tobo ypor eso he aprenbibo muchas co-

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RELATOS DE LA VIOLENCLA • IMPACTOS DEL DESPLAZAMIENTO FORZADO EN LA NIÑEZ Y LA JUVENTUD

sas. Es biferente a áonáe estuáiaba antes porque acá enseñan más que en el pueblo.

Lo malo es que estanbo ya en el barrio mataron a mi papá. No sé en qué momento porque yo estaba bormi-bo y al otro áía mi mamá me contó. Mi papá era evan­gélico, o sea que él no tomaba trago, no tenía proble­mas con ningún vecino, pero igual lo mataron en el barrio con una pistola.

A veces nos llama mí tío be Solano y bice gue el pueblo ya está más caimaáo. No hemos pensaáo en volver, no sé si óe pronto mi mamá: A mí me gustaría volver por mi familia, ir al pueblo y si se calma queáarme.

Un áesplazabo es que a la gente la sacan a la fuerza be sus casas, ellos no tienen bonbe guebarse y se van, no sé para bonáe, a áonáe no corran peligro. Esa situación me parece injusta, no hay paz. Aóemás con el presiáente que tiene Colombia no es posible lograr la paz porgue no ayu-áa a la gente como áebe, para alcanzar la paz se ne­cesita hablar, así como hizo Anbrés, pero él no hizo la propuesta bien, hay gue hacerla para que no haya más violencia.

Me gustaría seguir estuóianáo y ayuáarie a mi mamá y a mis hermanos en cualguier cosa que ellos necesiten. Tam­bién me gustaría ser futbolista, me gustaría casarme, te­ner hijos, por ahí unos tres, para que le ayuáen a uno, para eóucarlos y hacer hartas cosas con ellos.

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ADRIAMA, 15 ANOS

«Donde vivía también mataban gente, pero no todos los días»

Nací en Saláaha, Tolima, pero allá casi no estuve, me crié más en los Llanos, •ó ] N ; en Mapiripán, Meta, y acá en Bogotá áonáe también me quedé un poco. %^4

En Mapiripán teníamos una casa áe / -'¡ \ palos y tejas, era pequeña vivíamos ¿ r 'r J

sólo nosotros. Había un poco be '• -árboles, siempre quebábamos Adriana, retirabas áe los vecinos, anáábamos 15 años más por el monte. Vivíamos mí mamá, mi papá y mis hermanas, sembrábamos yuca, plátano, maíz, arroz y papas, toáo lo que se poáía sembrar ahí. La casa quebaba cerca bel pueblo. Nosotros nos íbamos en bicicleta y nos veníamos camlnanbo, a veces mi papá iba a hacer mercaba al pueblo en la bicicleta.

Había sólo una pieza y la cocina estaba afuera, la sala y las camas estaban abentro. Teníamos bos, la be mi papá y mi mamá y la óe nosotras. Luz no había, nos tocaba con velas: agua tampoco, tenía uno gue ir en burro a recogerla be un pozo como a bos horas. En esa época no teníamos televisor, ni grababora, ni naba, sólo un rabio be pilas bonáe escuchábamos música. Nosotras le ayu-bábamos a mi papá y a mí mamá vienáo por las cosas y por los animales, las gallinas y los marranos.

Nos levantábamos a las siete y mi mamá nos hacía el áesayuno, nosotras no lo hacíamos porque mi papá no nos óejaba arrimar a la estufo, le baba miebo que nos fuéramos a quemar. Nosotras nos íbamos con ellos a tra­bajar, ellos nos enseñaron a sembrar el maíz y el arroz. Mi papá hacía los huecos y nosotros metíamos los granos áe

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RELATOS DE LA VIOLENCA • IMPACTOS DEL DESPLAZAMIENTO FORZADO EN LA NIÑEZ Y I A JUVENTUD

arroz y los tapábamos, una echaba el maíz y la otra venía tapanbo.

Otras veces nos guebbbamos en la casa juganbo a las cogiáas, las escondidas, la gallina ciega, arepita de maíz tostado. A veces nos dejaban descansar, otras teníamos que ayudarle a mi mamá a lavar. Ayuáábamos a cargar agua, a hacer el oficio, barrer, tenber las camas, Juntar las cosas, cuibar las niñas cuanbo ellos se iban a trabajar Mi mamá trabajaba con mi papá, lo que sembraban ellos lo cogían y lo Juntaban en costales, lo vendan y con esa plata hacían mercaba. Él se iba a negociar por allá, ven­d a y traía plata, a veces venía como tomabito.

Ellos también conseguían carne, mi papá y mi mamá se iban a matar animales al monte y traían tortugas y vena­bas, ponían trampas. Abemos be eso comíamos pesca­ba bocachica, o nosotras a veces cogíamos las sarbinas en el río con unas lanzas puntubas y bespués ias asába­mos.

Los áomingos nos íbamos para el pueblo, mi papá nos llevaba al porgue, comíamos conos, íbamos al río y nos bañábamos, o íbamos a visitar a los amigos be mi papá que nos invitaban a comer. O nos llevaban y be d a Jugá­bamos un rato en el porgue y óe noche nos aojaban bon­be una abuelita y ellos se iban a bailar en el pueblo.

Yo estubié cuanbo nos pasamos más cerca bel pueblo. Una vez mi mamá y mi papá se pelearon unos áías, en­tonces mi mamá se vino para el pueblo, arrenáó una casa y estuvimos vivienáo unos áías ahí, áespués vino mi papá, áejó la finca sola, le pialó peráón a mi mamá y volvieron. Yo la iba bien con mi papá porque él nos trataba muy bien y nosotras lo queríamos mucho. Nunca nos castiga­ba, por ahí cuanbo le contestábamos mal a mi mamá nos pegaba en la boca. Si mi mamá nos a iba pegar mi

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ADRIANA, 1 5 ANOS

papá ia regañaba, le becía gue ella no tenía berecho a pegarnos, que tenía que reprenbernos. Yo no conocí a mi papá áe verbab, yo sólo sé que mis hermanas son óe mi otro papá, mi mamá me ha dicho que si yo lo quiero conocer, pero yo le algo que no, que ya cuanáo uno está granáe para qué, uno siempre lo necesita pero no, ya que.

Hice hasta segunóo, es que allá casi no estudié, o mejor estudiaba pero no salía be un año. En primero buró bos años y en segunbo tres. Había poquitos profesores, por eso a veces venían y nos enseñaban los be la policía. Los profesores nos ponían una tarea pero no nos explicaban, se iban a tomar tinto y nos bajaban que jugáramos. El recreo áuraba como una hora y media y bespués entrá­bamos a ciase, sólo ponían en el tablero, se iban y nos Cejaban copianáo.

Una taráe mi papá se fue a comprarnos unos cuaáernos y yo no lo acompañé porque él áijo que no quería que naáie lo acompañara, estaba bravo. Yo me fui Cetras, un señor venía persiguiénáome a mí y miránáome, enton­ces yo me hice áetrás áe unos lazos, estábamos un poco be gente más varios policías. De pronto, ese hombre tiró una bomba, él la sacó pero yo no sabía qué era eso, la tiró contra ellos, mi papá y una señora se acurrucaron, los policías saltaron be una vez. El guerrillero me empujó con­tra el anáén, yo me queáé quieta porque veía puras estrellitas, salió la policía y arrancó a perseguir esa persona.

Eso explotó durísimo, me quedé como un poco soróa y un policía me ayuóó a llegar hasta la casa, me dijo: «va­yase gue aquí va a haber peligro», entonces me llevó hasta la casa, yo golpeaba tobas las puertas y por fin encontré mi casa, le conté a mi mamá y ella no sabía qué hacer, solo gritaba.

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Mi papá estaba muerto, lo tenían tapabo. Al otro bía lo arreglaron en el hospital y bespués nos lo mostraron, cuan­bo lo vimos tenía huecos por tobas partes, tenía bespe-bazabos los bebos, igual que la otra señora, que era una profesora. Era un ataque a la policía y mi papá estaba justo ahí, ellos querían matar a los policías porque había hartos.

Cuanbo se murió mi papá, mi mamá le ayubaba a los policías, les lavaba la ropa. Fue cuanbo me tocó apren-áer a cocinar. Ella le trabajaba a los policías y ellos, abe-más áe pagarle, le ayuáaban con mercaba

Nosotros íbamos a donde los policías y escuchábamos gue tenían gue enfrentarse a los guerrilleros cuanbo ve­nían al pueblo. Siempre se reconocían por los pantalones arremangabas y porque no hablaban, nosotros nos que-áábamos viénbolos, ellos se entraban a las tienbas, tomaban y se ponían a pelear, bespués se iban y le buscaban problema a la policía. Venían hartos, cuanbo comenzaba a llegar la gente áe la guerrilla los vecinos avisaban, entonces las señoras se asustaban por los hijos. Después, por la noche, se iban por el lobo bel río, pero uno no sabía cómo, si se iban nabanbo o en una canoa. Un bía los perseguimos pero siempre se besaparecían.

También íbamos al batallón cuanáo los soláaáos estaban ensayanbo y hacienbo ejercicios, les poníamos cu/do-do. Allá teníamos amigos que nos áaban comíba, eso que ellos traen en lata, y nos becían que trajéramos para la casa pero a esconbibas bel capitán porque si no los regañaban. El ejército era buena gente, los gueríamos mucho, a veces Jugaban con nosotras pero nunca nos llegaron a irrespetar.

Por allá tenía hartos amigos áe mi eóaá, cuanáo mi mamá hacía cosas para sacar a venáer como empanaáas, yo

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A D R A Ñ A , ] 5 AÑOS

me juntaba con unas amigas y vendamos. Nos entrába­mos a bonbe estaba tomanbo la gente y tobos esos bo­rrachos siempre nos compraban. Después caba una co­gía para su casa y le entregaba cuentas a la mamá.

En ese tiempo los policías nos ayuáaban, nos baban con­sejos, que nos viniéramos para Bogotá, gue allá era peli­groso. Mi mamá áecía que no, que no poáía áejar al marióo aquí enterraáo. Le áecían «pero qué se pueáe hacer señora Mery, ya lo mataron, ya que», entonces mi mamá se puso a pensar y áijo que iba a venber esa finca para irnos bel pueblo.

A mi mamá le tocó venáer la finca para venirnos, allá estaba tobo feo, había muchas matanzas. Lo vendó y le queáaron áebienbo plata, mi mamá tenía mieáo áe que nos puáieran matar. Mi mamá áijo «empaquen la ropa que pueóan, toáas las camas y las cosas áe valor». Toáo eso lo áejó guaróaáo áonáe una amiga, le áijo: «algún áía regresaré por mi plata y por mis cosas». Nos vinimos en el primer bus que cogimos.

Primero llegamos a bonbe mi tía, la bel Tolima, a la casa be mi abuelita. Mi mamá tiene una finca allá pero es una parte áe mi tía y la mitaá áe mi mamá. La casa queáa en Guayaquil, nos queáamos como un año, allá hasta estuáiamos, yo estuáié el tercero, el cuarto y acá vine a hacer el quinto. Mi mamá arregló esa casa. Toáo la fami­lia se puso contenta áe vernos, que a mí me vieron óe pequeña y que cómo estaba be granbe, mi mamá se puso a llorar y le contó toáo a mi tíaAáriana. Con la plata que le sobraba hizo un mercaba, consiguió trabajo, ella sabe hacer bizcochos, envueltos y empanabas, mi mamá iba al otro pueblo y venda

Alió el oficio no era como en Mapiripán. Me tocaba cui­dar mucho a mis hermanas, hacer la comida, arreglar la

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casa, lavar y estuáiar Casi no tenía amigos, anóaba con mis primos porgue mi mamá nos prohibió hablar con la gente, ella nos becía que no habláramos con las perso­nas, que eso era para problemas, que le traían chismes a ella y que no le gustaría tener que pegarnos.

Nos vinimos para Bogotá porgue mi tía Ligia áijo que por­qué no nos veníamos para acá, aáemás lo casita áonáe estábamos vivienbo ya estaba para caerse, era áe las antiguas, áe esas áe barro.

En la flota en gue nos vinimos una señora nos estaba di­ciendo que por acá era muy áuro, mi mamá le preguntó gue cómo hacía para no pagar arrienóo tan coro, en­tonces la señora áijo: «yo vivo por ahí arriba en Cazucá, ahorita cuando lleguemos a Bogotá nos bajamos ahí y sube conmigo y be una vez le arriendo una casita». Ella era la dueña óe la caso óe latas áonáe vivimos primero, en ese tiempo el arrienóo costaba $15.000.

Sólo traíamos la ropa, naáa más. En la casa había una cama be palo, la señora nos prestó un colchón. Mi mamá comenzó a buscar trabajo el primer áía y le fue bien por­gue encontró uno, se puso pilas y nos traía comiáa: fue compranáo su estufa, su colchón, sus cosas. Trabajaba en un restaurante a bomicilio, llevanáo almuerzos en el San Anóresito óe San José, mi mamá trabajó mucho allá, por eso ahora se va por allá a venáer, perqué tiene ami­gos que le compran o que la óejen hacer en un puesto para venáer

Estanáo allí nos robaron cuanbo ya mi mamá se estaba organizanbo, nos robaron el cilinbro bel gas, el televisor, una muñeca que le valió a mi mamá $20.000 y mis pati­nes, menos mol que no nos robaron la estufa. Después nos contaron que fueron los vecinos be por ahí.

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ADRIANA, 15 AÑOS

Aquí a mí me tocaba más áuro, como mi mamá trabaja­ba tenía que hacer tobo el oficio, si no teníamos el oficio hecho ella se ponía brava, igual que si no les baba el almuerzo a las niñas como era y a la hora que era. A mi mamá no le áaban quejas, antes le becían que esa niña tan buena porque me veían cuanbo anbaba con el bulto be ropa para irme a lavar allá abajo, como por acá no había agua yo iba a lavar con unas vecinas que me de­cían que me daban el cupo. Yo le ayudaba a mi mamá, cuanáo llegaba por la noche encontraba a las niñas co-mlbas y dormidas. Yo le servía la comida, a veces llegaba muy cansaba, le bolía la espolba, pues claro tobos los bías carganbo semejante banbeja llena be comiba por tobos lobos, áecía que la sobara y yo la sobaba, le áaba la comiba, se acostaba se levantaba bien temprano y se iba a trabajar.

Yo me levantaba como a las nueve be la mañana. El ofi­cio lo hacíamos mi hermana Diana y yo. Primero nos la­vábamos los blentes, nos peinábamos y nos arreglába­mos, bespués una tendía la cama y hacía el oficio y la otra el besayuno. Teníamos que cargar el agua en galo­nes, llenar el tanque y una caneca para cocinar y bañar­nos y tenerle agua a mi mamá para que se bañara.

Nosotras no salíamos. A mi mamá le tocaba trabajar un bomingo si y otro no, cuanbo no tenía que ir nos llevaba abajo, al parque. Jugábamos un rato con un balón be voleibol y áespués nos áevolvíamos, en ese tiempo nos teníamos que venir a pie porque los carros casi no subían.

Fue cuanbo empezamos a pelear con mi mamá, a ve­ces me trataba mal, me becía que no servía para naba, me pegaba: a mí no me gustaba porque mi papá casi no nos pegaba, ni bejaba que nos pegara ella, entonces me áaba rabia y áecía que me iba be la casa. A veces

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RELATOS DE LA VIOLENCA • IMPACTOS DEL DESPLAZAMIENTO FORZADO EN LA NIÑEZ Y LA JUVENTUD

me venía para bonbe mis amigos, cuanáo me volé la segunóa vez me ful a áonáe una amiga áe mi mamá y le bije: «yo no guiero volver a mi casa y quiero trabajar inter­na», ella me ayuáó y fue cuanáo estuve trabajanbo inter­na.

Trabajé en una casa áe familia, en el norte, por el laáo óe la calle 187, en Marantá, gastaba bos horas y media de Cazucá hasta allá. En esa casa tenía que levantarme a hacerles el áesayuno y toóos salían a estuáiar, áespués teñóla las camas, me ponía a aspirar, limpiaba el polvo de toóas las cosas que tenían y echaba la ropa en la lavabora como la patrono me enseñó.

En esa casa vivían cinco personas, conmigo eran seis. Era una familia, la señora y el marióo eran evangélicos, me cogieron mucho cariño, yo les conté lo que pasó con mi mamá y ellos me sacaban, o la señora me llevaba cuan­bo iba a hacer compras. Los hijos eran tres hombres ya granbes, con ellos me la llevaba bien y nunca hubo faltas óe respeto. Alcancé a óurar como áos o tres meses.

Ya me había compraba colchón, grababora, ropa. Con el suelbo ahorraba y compraba cositas para mí, aretes, anillos, golosinas. Iba a cumplir los quince años cuanbo estaba trabajanbo allá y la señora me los iba a celebrar, pero como me vine con mi mamá entonces fue ella la que me los celebró.

Vine a visitar a mi mamá un áía que ellos se fueron a viajar. Le llevé frutas, galletas y le ói plata, cuanáo me comenzó a hablar ya no me trataba tan mal ni me pega­ba, buré como un mes con mi mamá, entonces ya no me quería ir otra vez, ella me áijo que me queáara. Con­seguí trabajo por áías con otra amiga áe mi mamá, áon­áe una señora que venóla pollos en San Anáresito.

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ADRIANA, 1 5 AÑOS

Lo que más extraño áe Mapiripán es que había muchos amigos y amistab entre los vecinos. Aguí no, casi no hay vecinos que compartan, cuanbo a una persona le falta­ba algo allá le ayuáaban, la gente era muy amable. En cambio acá casi no tengo amigas y amigos muy pocos.

Con el nuevo esposo óe mi mamá, Alberto, no me la llevo bien. Antes éramos amigos, pero él es muy mentiro­so, se puso a inventar cosas be mí, que se juntó a vivir con mi mamá porque él me quería, porque cuanáo lo conocí me áijo que si quería ser la novia óe él, yo le áije que no, en esos áías se puso toáo bravo y creo que por eso fue que se besquitó conmigo y se juntó a vivir con mi mamá.

Cuanáo teníamos problemas con mi mamá yo siempre me volaba ae la casa. Jorge, mi novio, me estaba bicien-bo besbe antes que me fuera a vivir con él, un áía me áecióí, le áije que no quería seguir v'Menáo con mi mamá, Jorge fue y habló y áijo que se iba a hacer responsable be mí. Yo me la llevo bien con él, es muy celoso pero nunca me ha trataba mal y no me ha golpeaba jamás porgue me respeta mucho. Él opina lo mismo gue yo, que toóavía hijos no, que trabajemos, que acabemos be organizamos bien y gue ahí si miramos si pobemos tener niños, cuanbo tengamos un trabajo seguro caba uno.

Ahora me levanto cuanbo él se va o trabajar, a las cinco y meóla, me acuesto otra vez, me levanto por ahí a las ocho o nueve y áesayuno, me pongo a hacer el oficio y áespués el almuerzo para tenérselo caliente a las áos y meóla. Los áomingos, cuanáo le pagan la quincena, nos vamos para el cementerio a visitar a la abuelita be él, me invita a comer un cono y bespués cogemos un bus que vaya para alguna parte.

Mi mamá viene y hablamos, trae el niño gue tuvo con Alberto y me blce gue si le hago el favor be cuibárselo o

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RELATOS DE LA VOLENCIA • IMPACTOS DEL DESPLAZAMIENTO FORZADO EN LA NIÑEZ Y LA JUVENTUD

que si le ayuáo a lavar la ropa. Si les puedo áar una aguaáepanela a mis hermanas se las áoy pero sin que Jorge se dé cuenta porque áe pronto se pone bravo.

Me gustaba más cuanáo vivíamos en Mapiripán, era más chévere, allá hacíamos muchas fiestas, celebraban mu­chas cosas, no faltaba casi naba. A mime gustaría volver a vivir allá. De la ciuóaó casi no me ha gustaáo naáa, sólo lo que he conocióo, Monserrate, parques áe diver­siones, la mina de sal y Bojacá.

En los noticieros presentan que matan mucha gente, que los óesplazaáos, tantas cosas así, por eso no me gusta Bogotá. Donáe vivía también mataban gente, pero no toóos los áías, antes no era así, toáo era tranquilo. He vuelto a escuchar óe Mapiripán por televisión, pasan los muer­tos, la gente que se va porque está feo y la estación áe policía áestrozaáa. Mi mamá ha pensaáo en volver pero a recoger sus cosas ypor la plata gue le áeben pero como no tiene plata no ha poblbo ir.

Yo ahorita guiero seguir trabajanbo, tener mis cosas, áar-me mis lujos, gue naáie me pregunte por qué estoy com­prándome las cosas, para que no le echen después a uno en cara. También me gustaría seguir estudanbo para terminar ei bachillerato y hacer una carrera como enfer­mería. Conocer otras partes, como lo que sale en televi­sión. Más aáelante me gustaría que mi viáa fuera feliz, tener un hogar que fuera respetable, tener buenas rela­ciones con mi pareja y con las otras personas.

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EDUARDO, 16 AÑOS

«De pronto los paramilitares pueden cogerme a mi para encontrar a mi papá»

Nosotros vivíamos en Paujil, Caquetá. Era un rancho viejito, cuanáo llovía uno se mojaba más aáentro que afuera, . - ' ^ N jé­tenla las tejas rotas, el patrón óe \ 1 | j \ -F ' / nosotros tenía plata pero no hacía r~jy¡

caso. Nosotros teníamos toáo, áe tele­visión a nevera. Había áos cuartos, uno en donde dormían mis hermanas con Eduardo nosotros, se repartían los hombres en 16 años dos camas y las mujeres en las otras dos. En el otro cuarto áormían mi papá y mi mamá.

Trabajábamos en la finca bonáe vivíamos. Allá cocinába­mos con leña, teníamos luz y baño, pero el agua había que traerla be una quebraba, se llevaba para la casa en bos canecas que cargaba un caballo.

Yo me levantaba a las tres be la mañana con mi papá y mis hermanos a oróeñar cuarenta vacas, acabábamos a las seis o a las seis y media, be ahí nos íbamos a la casa y besayunábamos. Cuanbo nos tocaba trabajar, casi siem­pre era arrancanbo matorro para que el ganabo comie­ra sólo pasto y no hierba. Cuanbo no trabajábamos nos quebábamos en la casa, nos poníamos a montar bici­cleta o a mirar televisión. A veces jugábamos con toóos los muchachos a la vaca cogiáa, con un lazo cogíamos a uno áe nosotros y nos amarrábamos entre tobos los her­manos.

Yo estubié, hice hasta tercero pero no aprendí naba y mi papá áijo que él ya no nos iba a meter más piafa, que no aprenóimos naáa, entonces no nos pusieron más a estu­áiar, yo le áecía a mi papá que cuanáo estuviera granáe.

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RELATOS DE LA VOLENCIA • IMPACTOS DEL DESPLAZAMIENTO FORZADO EN LA NIÑEZ Y LA JUVENTUD

cuanáo trabajara, iba a conseguir para seguir estuálan-áo.

Cuanáo áejé áe estuáiar tenía diez años. Dejé el colegio y empecé a trabajar. Mi papá nos buscaba trabajo arran-canbo matorro, orbeñanbo, a veces salíamos a las nueve o áiez a trabajar y hasta las cuatro be la tarbe. A mí caba quince bías me baban $25.000 y a mi papá $ 140.000 pero como a mi papá eso no le alcanzaba para la reme­sa, be la plata que nos baban a nosotros nos quitaba diez mil o quince mil pesos. Un d a ya nos quitaba toba la pla­ta y no nos boba naba, o cuanbo nos bejaba plata la guaráábamos hoy y ya al otro bía mi papá la peala para irse al pueblo, a veces se iba por allá a hacer vueltas, a llevar papeles, entonces nosotros nos queáábamos sin cinco.

La última vez que trabajé antes áe venirnos fue en una finca, iba los áomingos a visitar y a mirar cómo estaban ellos y áespués me áevolvía para allá. En las áos semanas que estuve me gané $110.000. Tenía un potro que me había regalaba mi mamá, cuanáo nos íbamos a venir lo venáí en $200.000, mi papá áijo que se los prestara y se queáaron prestaáos. Yo vivía en la finca áonáe trabajaba. Tobas las mañanas nos parábamos a las cuatro áe la mañana para oráeñar las vacas, áespués áesayunaba y me iba a volear pala, a arrancar el matorro hasta las cua­tro be la tarbe, áespués no hacía naáa más.

Los áomingos íbamos a orbeñar y ahí llegaba la quince­na, entonces mi papá se iba a remesar y nos íbamos con él, como teníamos bicicleta nos íbamos para bonbe Nancy mi hermana: ella mantenía en el pueblo estubian-bo y allá nos queáábamos un rato hablanbo.

Entre hermanos y con mis popas nos llevábamos bien. Mi papá nos regañaba y nos pegaba a veces porgue no le

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EDUARDO, 16 AÑOS

hacíamos las cosas bien. Un bía me pegó buró, me cuenta mi mamá que cuanáo estaba pequeño me tumbó los bientes, como llovía y a mí me gustaba salir afuera a mojarme, a mi papá le áio rabia, me pegó y me hizo caer contra una piebra que me tumbó toóos los áientes y queáé mueca De granáe, me regañaba porque no ha­cía caso, un bía me agarró y me pegó buró con un zu­rriago, un fuete grueso y enrollaba, hasta que me reven­tó. Otras veces no nos pegaba, nos regañaba no más, mi mamá nunca nos pegó pero sí nos regañaba.

Nos vinimos be Paujil porque los paramilitares mataban la gente que le ayubaba a la guerrilla. Mi papá alce que cuanáo estaba más joven la guerrilla lo manáaba a ha­cer un manbaáo y él lo hacía, los paramilitares se entera­ron y lo anotaron en una lista granáe que tenían. A un amigo óe mi papá gue estuvo en la cárcel le mostraron la lista y le preguntaron que si conocía a esos señores, él áijo que no, pero vio a mi papá en esa lista.

Los áías en que nos íbamos a venir mataron a bos amigos be mi papá, entonces a él le áio mieáo y áijo que mejor nos veníamos. Les pegaron áos tiros, los sacaron áe la casa áe noche y los llevaron por allá a un potrero, les sacaron lo que sabían y áespués los mataron.

Yo si conocí a la guerrilla pero nunca a los paramilitares. Allá si había guerrilleros, eran más buenos que los para-militares, hacían reuniones para hablar con la gente, no sé sobre qué, pero ellos nunca fueron a matar a un señor ni nada. Mi papá si Iba a esas reuniones, mi mamá no. El ejército iba a quebarse al pie de la casa. No más fueron áos veces, pero nunca vimos enfrentamientos entre el ejér­cito y la guerrilla.

Mi papá sólo nos áijo que no le fuéramos a contar a na­d e por qué nos veníamos para acá. A lo último él ya no

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RELATOS DE LA VIOLENCIA • IMPACTOS DEL DESPLAZAMIENTO FORZADO EN LA NIÑEZ Y LA JUVENTUD

quería venirse, yo le lloraba que nos viniéramos, que no quería que lo mataran por allá, por eso fue que nos vini­mos. Desáe que mi papá supo que estaba en la lista has­ta que nos vinimos pasó un mes. A él le tocó venáer el ganaáo y toáo lo que tenía para poáernos venir. Dejamos allá una becerrita, be resto trajimos unas gallinas, bos chi­vos y tobo lo be la casa.

A mí me gustaba vivir allá pero guaría conocer Bogotá, en el televisor veía la Plaza áe Bolívar, áonáe están toáas esas palomas. Me gustaba porque era bueno vivir allá, pero ahora me gustaría iráe paseo naáa más. Me gusta Bogotá, aóemás si me vuelvo a ir óe pronto los paramili­tares me pueáen coger a mí para encontrar a mi papá.

Llegamos a Soacha y como no sabíamos áónáe era Ciu-áaá Latina esperamos como meóla hora a que llegara óoña Sixto, la esposa áe mi tío: ella nos recogió y nos vinimos para acá.

Llegamos a áonáe estamos vivienáo ahora, esa casa es de un tío nuestro. Es áe áos pisos, arriba viven bos mucha­chas, las hijas be la esposa be mi tío. Vivimos abajo, en bos piezas. En la sala bormlmos nosotros, tobos los her­manos, mi papá y mi mamá en ia otra pieza.

Casi a los áos meses óe llegar mi papá consiguió trabajo be celabor. Trabajaba be noche, be siete a siete. Mi mamá estuvo trabajanbo limpianbo ventanas be ebificios. Como mi mamá tiene plata allá áonáe estábamos vivienbo, la manbó traer para vivir tobo este tiempo, se la manbaron, ella puso a trabajar bos millones be pesos y con esa plata estamos comienóo, ya no le queban sino $250.000.

Desáe que estoy aquí casi no he trabajaba, la última vez que trabajé fue limpianbo remolacha y lechuga con un azabbn. También hacienbo chambas para el teléfono. Allá áuré como una semana no más porque eso es muy

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EDUARDO, 16 AÑOS

aburribor, mi papá también trabajó ahí. Entre los áos nos pagaban como $50.000 caba quince bías, trabajába­mos áe siete a cinco.

Un áía hicimos una fiesta en la casa con Mauricio, mi cuñado, el hermano áe mi novia. Compramos cerveza, nos tomamos áos canastas entre cuatro, ese áía tenía­mos plata y nos áio por comprar. Mauricio tiene 17 años, me ha presentaáo un poco be amigas que tiene, pero naba más.

Mauricio sabe karata y me está enseñanóo. Lo primero que hicimos fue irnos a un potrero a escuchar los pajari­tos, los árboles y el viento. El me becía «ahora le toca juntar tobas esas tres cosas a ver qué música le saca», yo no le pube sacar naba porque lo carros no bajaban es­cuchar bien. Tobo eso era para ver si estoy bispuesto a recibir los golpes gue me va a bar.

Me gusta vivir en la ciubab pero no por tobo, aguí uno mantiene encerraba, allá era libre para bonáe quisiera coger. Aáemás, en la casa no se pueáe hacer bulla por­que los bel piso be arriba be una vez le ponen quejas a mi papá. Lo único que extraño es que aquí no pueáe montar a caballo, si no nos hubiéramos venibo montaría a caballo tobos los bías, yo vivía amansanbo el caballo que tenía.

Es difícil compartir lo casa con otras personas, a mi papá le toca irse a las cinco áe la mañana a trabajar y él esta­ba enseñaba a levantarse a las tres áe la mañana ha-cienóo ruióo, aquí no es así, le toca callanáito porque áonáe haga bulla se bespiertan los bel piso be arriba y comienzan a alegar.

A mí me gusta la gente be la misma cuabra, son buena gente aunque o veces se agarran porque se ponen aju-

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RELATOS DE LA VIOLENCIA • IMPACTOS DEÍ DESPLAZAMIENTO FORZADO EN LA NIÑEZ Y LA JUVENTUD

gar fútbol en un parquecito y le pegan a las puertas y a las ventanas.

Me gustaría ser chofer áe un carro, me gusta manejar, pero ninguno nació aprenbibo. Mi cuñaba ya ha mane-Jaáo una buseta be esas rojas be Compartir. Quiero ha­cer no más hasta quinto áe primaria para sacar el pase. También me gustaría ser celabor be una bobega, me parece fácil. Me gustaría pagar servicio militar porque enseñan muchas cosas, cómo manejar esos fusiles, cómo tirarse por el pasto, como subirse por un palo.

En este momento no me hace falta naba, lo único es el trabajo, estoy aburribo be estar ahí en la casa. Me gusta el trabajo en la Funóación, las profesoras áe allí lo tratan a uno de una forma bonita, no como esas profesoras be allá que lo regañaban a uno y hasta le pegaban.

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LILANA, 13 AÑOS

«Empaque es lo que ha de hacer, y no pregunte»

Nosotros vivíamos en el campo, mi ,... m familia y yo venimos de la Vereda El i(f\¡S) Palmar, que queda en el municipio de 0)' ¥' í Maripí, en Boyacá. La gente por allá y/Jsis / era chévere porque uno Iba y les peda "/ x X un favor y se lo hacían o nosotros a ¿..~:-r^ ellos, cuanbo necesitábamos algo nos ci t , ayudábamos. Liliana,

Mi mamá me contó que antes ella y 13 años mi papá tenían una finca que era áe ellos, pero mi papá la venóla, entonces vivimos en otras dos casas, de toáas la última era la que más me gustaba, no era be nosotros pero era muy bonita. El bueno be la casa sólo iba cuanbo era el corte be caña para repartir la miel, si salían bos canecas una era para él y otra para mi papá. Allá la gente no tenía casa propia porque los propietarios se iban a otros sitios y bespués volvían y le empeñaban a alguien, cuanbo terminaba el empeño iban por su parte y a mirar cómo estaba la casa.

La casa estaba hecha en mabera y abemos el piso lo habían hecho entablar, tenía bos cuartos, uno para el bueno be la casa o para un amigo be mi papá cuanáo iba, y el otro era para nosotros. Tobos, mis papas, mis her­manos y yo nos queáábamos en el mismo cuarto, bor-míamos en unas esteras, mi mamá en una y nosotros en otra. La finca tenía luz y agua, cerca queóaba un pocito bonbe nos tocaba ir a traer el agua cuanbo se iba, telé­fono no teníamos, en el campo casi no hay, sólo había un Telecom y si queríamos llamar nos tocaba ir hasta allá.

Allá sembrábamos caña, café, yuca, fríjol, que se enre-baba en la caña, yguatila. Abemos había una vaca que

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RELATOS DE LA VIOLENCIA • IMPACTOS DEÍ DESPLAZAMIENTO FORZADO EN LA NIÑEZ Y LA JUVENTUD

yo orbeñabo por la mañana y gallinas a las que tobos los bías les cocinaba bore para que comieran.

Cuanbo teníamos naranjas en la casa mi mamá las baja­ba, nosotros le ayubábamos, la empacábamos, nos va­líamos be un caballo y la llevábamos para el pueblo, ahí sí les tocaba ir a mi mamá o mi papá, allá unos señores compraban por bultos y le baban a uno plata, ocho mil o diez mil pesos por un bulto be naranja, be ahí tocaba sacar para el mercaba. Lo que más me gustaba be mi casa era ir a ver la vaca, orbeñarla, cocinarle la comiba a mis gallinas, me gustaban los animales, también tenía­mos piscos y patos.

Como teníamos obreros cocinábamos guatila, nopaces, yuca, arroz seco y pasta, be resto lo que hubiera, les ba­ban eso be comiba, be almuerzo siempre era sopa y al besayuno era calbo con papa y plátano.

También comíamos carne que comprábamos en el pue­blo, nos tocaba mabrugar para ir a traerla hasta Maripí, que quebaba siempre lejos. Los bomingos comprábamos el mercaba, a mime tocaba ir casi tobos los bomingos a hacer mi mercaba, sólita o a veces con mi hermano. Nos íbamos caminanáo, a veces le peala ayuáa a alguno óe los vecinos, pero cuanáo traían ocupaáo el caballo en­tonces no me traían el mercaba y me tocaba traerlo o bejarlo a guardar.

De mercado áe plaza compraba yuca cuanbo no había en la casa, papa, zanahoria, tomate y cebolla, el pan también tocaba traerlo. En la tienba compraba la carne, arroz, pasta, arveja, galletas para comer nosotros tobos los bías, panela y manteca. El resto lo cogíamos áe lo que áaba la finca, cuanbo no había íbamos bonbe una tía mía que nos regalaba yuca.

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LILIANA, 13 ANOS

Obreros había cinco, bos, tres, bepenbía bel trabajo que hubiera, era que mi papá iba y prestaba ei trabajo be él para que ellos vinieran y le ayubaran a él, hacía contratos y mi mamá le ayubaba a trabajar, ella besyerbaba caña. A mí a veces me tocaba cocinarle a los obreros, mi her­mano cortaba caña y la sacaba. Sanbra, la pequeñlta, se quebaba en la casa conmigo o con mi mamá y nos ayubaba a lavar la loza, arreglar la cocina y barrer.

Caba ocho das hacíamos el aseo bel patio, la casa si se limpiaba todos los días, el patio era toáo áe tierra y lo arreglábamos con mi mamá o si no, cuanáo yo me gue-baba sola, me ponía a jugar con mis hermanos a que yo era la mamá o la comaóre y Sanóra también era mi co­rnado y que ella estaba arreglanbo un pebacito be la casa que era be ella y otro pebacito era mío y teníamos que arreglar porque ia comabre iba a llegar a la casa. Mientras íbamos Juganbo arreglábamos. Con mi herma­no jugábamos a que él era el esposo y le tocaba trabajar o era el hijo.

Para hacer el oficio íbamos y cortábamos las escobas, las traíamos y las amarrábamos y nos poníamos a hacer el aseo, cuanbo llegaba mi mamá ya bebíamos tener tobo arreglaba porque si no nos regañaba y nos castigaba, nos pegaba con una cotiza, becía que cuanbo ella se quebaba lavaba, arreglaba, hacía la comiba y que si nosotros nos quebábamos teníamos que hacer lo mismo.

El pueblo quebaba lejos, como a mebia o una hora. La escuela si me quebaba cerquita, como a unos diez mi­nutos. Yo estubié en tres escuelas pero no me acuerbo el nombre be la primera ni be la segunda que era la bel pueblo, la última fue Escuela Nueva La Batey Luis Alberto Castro Torres.

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RELATOS DE LA VIOLENCA • IMPACTOS DEL DESPLAZAMIENTO FORZADO EN LA NIÑEZ Y LA JUVENTUD

Estaba hacienbo quinto cuanbo nos vinimos, me gustaba estubiar, allá uno aprenóía a respetar a los mayores y a los profesores, a no ser grosera, ser compañerista, tenía que aprenáerme toáo eso que le enseñan a uno. A veces no Iba a la escuela porque se me hacía tarbe y me toca­ba esconáerme, a la hora que era me iba para la casa y becía que estaba estubianbo. Siempre me esconbía por ahí en un barranquito porque me baba pena llegar tar­be. SI en la casa se baban cuenta me regañaban y me pegaban porque no ayubaba a hacer oficio, a traer la leña o algo.

Allá tenía poquitos amigos, sólo salía áe la casa cuanáo mi papá cortaba la caña y nos tocaba ir a sacar el baga­zo, entonces había unos niños y nosotros nos quebába-mos con ellos y Jugábamos, o a veces ellos iban a jugar con nosotros a las comabres ya ia mamá y al papá.

Nosotros teníamos un poco óe platos áe plástico y jugá­bamos a venber la comiba, pero que mi mamá no se áiera cuenta porgue a ella no le gustaba vernos jugar, becía que nosotros estábamos en la escuela y allá Jugá­bamos, entonces cuanbo ella llegaba lo tapábamos y como ella se la pasaba trabajanbo entonces no se baba cuenta.

Entre semana me levantaba siempre a las cinco y media, hacía el tinto, mi mamá me manbaba a orbeñar la vaca y a echarles be comer a los pollitos y a las gallinas y des­pués o bañarme al charquito, si había agua en la casa me bañaba en la casa, bajaba lavaba mi ropa y me iba para la escuela.

Salíamos a las doce / entrábamos otra vez a las bos, en­tonces a ias boce venía y almorzaba, a veces le ayubaba a mi mamá a hacer el almuerzo porque ella estaba tra­bajanbo, a mi hermano le tocaba ayubarie a coger ei

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LILIANA, 13 AÑOS

caté, así le ayubábamos entre tobos. También le bejaba arreglaba la cocina pero a veces ella becía gue no nos pusiéramos a hacer oficio porque nos ensuciábamos y no bebíamos Ir sucios al colegio.

Entraba a las bos y salía a las cinco, cuanbo llegaba ayu­baba a bespachar la comiba be los obreros y bespués a arreglar el besorben. Las tareas las hacía por la noche cuanbo terminaba be hacer tobo. Primero alzaba la loza que bejaban tiraba en la mesa, limpiaba y traía la leña porque cocinábamos con leña, hasta ahorita es que te­nemos una estufa. Una vez la señora, ia mujer bel dueño de la casa, trajo una estufa áe gasolina y ahí cocinába­mos pero sólo cuanáo ella traía gasolina, áe resto conse­guíamos la leña.

Trabajé un tiempo bonbe elAlcalbe, buré como bos me­ses cuibanáo un bebé que había tenlbo la mujer, ellos me habían bicho que me quedara allá, que me iban a bar el estubió, mi papá no me quiso áejar, áijo que él me iba a manbar a estubiar. Yo me quería quebar por el estu­bió, pero no porque ya no poáría ver seguiáo a mi mamá ni a mis hermanas y a mi papá.

A mi papá, toóos ios áías le tocaba salir a las seis y mebia, esa era la hora be entraba al trabajo, le tocaba irse a conseguir contratos porque caba ocho áías tenía que áar plata para el mercaóo. Él trabajaba consiguienbo con­tratos para áesyerbar o cortar caña, coger café o bajar naranja.

Otras veces, cuanbo mi papá se iba áe la casa llegaba tarbe con los amigos, entraban y prendan la grababora se ponían a escuchar música y a tomar guarapo. Los so­babas o los bomingos mi papá se tomaba una galonaba áe guarapo él sólito, a nosotros nos tocaba traérselo. No­sotros lo hacíamos y yo tomaba porque allá no hacían

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RELATOS DE LA VKDLEÑCIA • IMPACTOS DEL DESPLAZAMIENTO FORZADO EN LA NIÑEZ Y LA JUVENTUD

más, la panela que uno compraba era para ei chocola­te por la mañana.

Cuanbo no estaba con mi papá, mi mamá trabajaba con bon Orlanbo, que era el señor que tenía más plata allá. Trabajaba cocinanáo, lavanáo loza y arreglando la carne. Don Orlando tenía hartos empleaáos que vivían en unas cabanas, unas señoras arreglaban las cabanas y otras hacían la comiba.

Cuanbo iba visita y cuanbo llegaba bon Orlanbo había mucha comiáa porque él manáaba a hacer harto y cuan­bo uno iba le baban comiba. A mi mamá le baban arroz con polio y ella lo llevaba para la casa, a veces nos toca­ba echárselo a los pollos porque ya era mucho, lo que aojaban en los platos nos lo llevábamos para las gallinas.

Claro que no siempre era así, mi mamá Iba allá sólo cuan­áo había trabajo, los señores no iban entre semana sino los fines be semana, entonces ella trabajaba sábabos y bomingos también.

No le gustaba llevarnos al pueblo porque mi papá siem­pre se emborrachaba, mi mamá iba con uno solo y los bemás tenían que quebarse a hacer la comiba.

Salíamos al otro pueblo cuanbo mi mamá iba a visitar a mis abuelitos que vivían en Chiquinquirá, yo le algo Chiquinquirá pero ellos áicen que es Simijaca Ellos tenían una finca y allá había arveja, papa y ganaba La familia, mis otros tíos, vivían en otra vereda más o menos cerca óe la casa áe nosotros,

A las fiestas y ferias áel pueblo tampoco íbamos, a mi papá no le gustaba Ir a ninguna fiesta. Él es tobo aburrl-bo, en año nuevo sólo se quebaba a escuchar cuanbo empezaban a gritar por la rabip. Manbaba a comprar vino y galletas y nosotros tomábamos y había otros seño­res que nos acompañaban, vecinos be mi papá que ve-

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LILIANA, 13 AÑOS

nían. o nosotros íbamos allá pero cuanáo mi papá quería porque a él no le gusta salir a fiestas. A mi mamá sí, pero a mi papá no: salía el áomingo gue le tocaba ir a venber algo, la miel gue salía be la caña o la naranja y si había manbarina, el café lo llevaba en bultos y lo venda, ahí sí era mi papá mismo o mi mamá porque áe pronto a mí me robaban.

Con mi papá la llevábamos como siempre, él no nos ha­bla ni naáa y cuanáo le hacemos un mal él nos pega áuro, con la cubierta, eso es la funba que se pone para meter la peinilla y nos pegaba con tobo y peinilla. Siem­pre que me pegaban yo salía a correr pero me caía y me pegaban, a veces mi hermano se salvaba.

Mi papá tampoco habla casi con mi mamá. Cuanáo mi mamá le iba a becir algo entonces no le hablaba sólo le movía la cabeza y cuanbo se ponía furioso le pegaba unos gritos y a veces también le pegaba.

Yo me acuerbo que cuanbo era pequeña la gente pasa­ba con unas cosas tobas feas y echaban tiros, yo me es-conbía áetrás áe las palmas porque me áaba miebo, igual que cuanbo mi mamá se peleaba con mi papá.

Ellos peleaban mucho, cuanbo vivíamos en Muzo mi papá guaquiaba, como tenía una escopeta amenazaba a mi mamá con matarla.

Las peleas entre la gente áe por ahí eran los sábabos y los bomingos porgue tobos estaban en el pueblo, hacienbo el mercaba para la casa y para llevarle a los obreros, como había muchos actos en el pueblo se empezaban a venir tardísimo, por ahí a las nueve o diez be la noche.

Los tiroteos eran porque estaban buscanbo a bon Orlanbo para matarlo, yo no sé por qué querían matarlo. Él saca­ba esmeralbas y hacía fiestas, venía con los alcalbes y con los guarbaespalbas, bespués tobos se emborracha-

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RELATOS DE LA VDLENCÍA • IMPACTOS DEÍ DESPLAZAMIENTO FORZADO EN LA NIÑEZ Y LA JUVENTUD

ban y siempre empezaban a tirotear, era segulbo y había harto tiro, a uno le baba miebo porque nuestra casa que­baba cerquita a la be él.

Mi mamá ó ice que la guerrilla también estaba en los tiro­teos pero yo no sé. Ella áecía que se enfrentaban, como había una montaña granbe que por ahí se escondan. Mi mamá nos manáaba a traer leña y nosotros nos subía­mos para ver pero no veíamos naba. Yo nunca me los encontré, ni llegaron cuanbo yo estaba ahí. En esa vere­áa fue en la única que empezó toáo eso. Don Orianáo iba a parar la guerra porque peleaban por tobo, hasta por mujeres.

Yo si había escuchado antes que la guerrilla anáaba por ahí, a los vecinos les pasó lo mismo, unos quisieron que-óarse, otros se vinieron. Antes que nosotros nos viniéramos ya había otra gente que se había Ibo be allá, óecían que se iban para las casas be los papas, áe los hermanos.

Nosotros salimos por culpa óe la guerrilla, mi mamá me contó que la guerrilla venía a sacarlos áe las cosas. Una noche llegaron y tirotearon, ella estaba en la pieza y le gritaban que tenía que salirse áe la casa si no quería que la mataran. Mis hermanos y yo estábamos bonbe mi tía porque cuanbo nos manbaban a traer la yuca nos beja-ban quebarnos allá. Al otro áía cuanáo llegamos mi mamá estaba toba asustaba y lloranbo, becía que nos íbamos a venir para acá, que le ayuááramos a empacar, le pre­gunté a mi mamá por qué nos íbamos, pero ella bija «em­paque es io que ha be hacer y no pregunte».

Eso pasó hace muchos bías, cuanbo nosotros nos vinimos ya había pasabo tres veces antes. La primera vez que hubo amenazas be la guerrilla mataron a mi tío. La segunba vez mi mamá nos contó que la guerrilla llegó óesbara-tanbo tobo, ella nos cogió a nosotros que éramos

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LILIANA, 13 ANOS

pequeños y nos metió áebajo be una cama muerta bel susto, ella lloraba y gritaba que no se metieran, que no nos mataran, que nosotros éramos muy chiquitos, que no nos hicieran naba.

La guerrilla estaba allá por bon Orlanbo, querían sacarlos a él y a los otros para apoberarse be lo be ellos ypor algo be las minas.

La otra vez escuché por rabio que áe áon Orlanáo había hablaba con la gente porque toba la gente áe la vereáa se estaba yenbo por tanta pelea por las esmeralbas, en­tonces él, al ver que la gente se iba, habló y áijo que no iban a pelear más, que volvieran a sus vereáas y a sus casas.

Empacamos las cobijas, la ropa más necesaria y una cama, toáo en lonas. Allá aojamos ropa vieja, las ollitas más viejas, una cama y unos cubrelechos, eso fue rápi-áo, no tuvimos casi tiempo áe empacar, a mi papá le bebían una plata y dijo que la iba a cobrar para irnos.

A mí me baba miebo porque becían que ia guerrilla se iba a meter a las casas a sacar a la gente, entonces lo que hice fue ayubarie a mi mamá y rápiáo empacamos y nos fuimos para el pueblo.

Nos tocó llamar a unos tíos míos que tenían caballos para sacar las cosas, ya en el pueblo cogimos un expreso. Ese bía nos tocó pasar casi toba la noche en la corretera por­que el carro se áañó, pero ya como a la meóia noche lo tenían arreglaáo y llegamos aquí como a las nueve óe la mañana.

Nosotros nos vinimos y áejamos la casa sola, como el áueño estaba con el hijo en el pueblo mi papá le dijo que ahí le bejaba la casa, que él ya no se quebaba más. Mi papá no nos áecía naáa, él no nos habla.

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RELATOS DE LA V O L E N C A • IMPACTOS DEÍ DESPLAZAMIENTO FORZADO EN LA NIÑEZ Y LA JUVENTUD

Cuanáo nos vinimos mis hermanos sí estaban alegres, mi hermano estaba aburribo porque le tocaba trabajar mu­cho, Sandra casi no entendía

Aquí llegamos a bonbe una hermana be mi papá que vive en Villa Rica, luego de allá nos vinimos para la caso óe mi tío, ahí buscaron pieza y nos vinimos a Soacha, al barrio Los Ducales.

Ahora estamos vivienbo en una casa be dos pisos, el pri­mero lo tiene arrenbabo una señora que tiene una tien­da, en el segundo mi mamá y mi papá ayuáan a arren-áar las piezas porque es la casa óe la hermana. Nosotros ocupamos un solo cuarto y le pagan a mi maárina por­que ella nos lo arrenáó.

En la casa áonde vivimos ya no dormimos tan incómoóos porque mi papá nos arregló una cama. Unos señores que habían arrenbabo ahí se fueron peleabas y la señora no se llevó toáo, entonces mi mamá le áijo que le regalara la cama y el colchón y mi papá nos arregló bien la cama y en esa estamos burmienbo ahorita. Antes, recién llega­mos, bormíamos en el piso, en un tapete, mi papá com­pró dos colchones, nos pusieron uno y ahí dormíamos. La cama que trajeron del pueblo la tenían mi papá y mi mamá, pero como es granáe nos la áejaron a nosotros, ahí si nos poóemos acostar toóos bien, en la otra buer-men mi papá y mi mamá.

En la casa tenemos toóos los servicios, teléfono también. Lo gue más me gusta áe esa casa es que casi no falta el agua. En la finca cuanáo no había agua nos tocaba subir como una hora para llegar a bonbe quebaba el agua y ver qué le pasaba a la manguera, cuanbo no teníamos tiempo nos tocaba ir al pocito a hacer los oficios.

Aquí mi papá trabajó en construcción y ahorita creo que trabaja hacienbo oseo. MI mamá no tiene trabajo. Ella sí

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LILAÑA, 13 ANOS

quiere trabajar, busca y le bicen que si le sale la llaman y siempre espera la llamaba, pero hasta ahora naba segu­ro.

Lo que más me gusta es que no hay tanto oficio que ha­cer y que no tengo que trabajar. Sólo me toca arreglar la pieza, tienáo las camas, arreglo la cocina y lavo la ropa, también hago los manbabos. A veces me toca mabru-gar, levantarme y hacerle el almuerzo a mi papá y a mi mamá para que se vayan a trabajar, be resto solo mirar televisión.

Estuóio sólo meólo áía, óesáe la una hasta las seis. El co­legio óe aquí es bonito, tiene más profesores que áonáe estuáiaba antes, ese era una chocita y aquí es be tres pisos.

Tengo bos amigas bel colegio, con ellas hacemos las ta­reas y hablamos, cuanbo no voy a clase vienen y me pre­guntan por qué no fui, me bicen qué hicieron, me pres­tan los cuabernos, yo también voy a la casa de ellas.

En el colegio estoy aprendienóo cosas óiferentes a las que veía antes: trabajar en computabor, hacer los trabajos be mecanografía, hacer en hojas be block dibujos y plan­chas, cosas raritas y trabajos en plastilina, ecosistemas y toáo eso áe biología.

Mi papá era muy brusco con mi mamá, aguí no es así, ya no pelea ni la grita. Mi papá también ha cambiaba con nosotros, le pebimos plata y nos bice gue no tiene o cuan­áo tiene nos la áa, pero no nos grita ni nos pega. Mi mamá sí nos pega, pero a mí casi no, cuanbo yo era pequeña ella siempre me pegaba, yo era la gue llevaba toba ia carga. Aguí ya casi no nos castigan ni se pelean como antes, mis hermanos y yo nos llevamos bien, como siem­pre.

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RELATOS DE LA VIOLENCA • IMPACTOS DEL DESPLAZAMIENTO FORZADO EN LA NIÑEZ Y LA JUVENTUD

Antes be llegar aquí me imaginaba que las casas eran bonitas, cuando llegué me daba miebo porque bicen que hay muchos gemines, casi no salía. Ahora tampoco, prefiero quebarme en la casa miranbo televisión y no ve­nirme para la calle a tontiar. Allá no teníamos televisor pero aquí sí.

Sólo conozco Soacha, el Veinte áe Julio pero sólo la Igle­sia, porque mi papá iba tobos los bomingos allá, también bonbe vive mi mabrina, que no me acuerbo como se llama, conozco el Salitre, bonde me llevó elAlcalóe una vez en semana santa, yel aeropuerto áe aviones. Me gus­taría conocer el porgue Jaime Duque.

A mí me gustaría volver a vivir allá otra vez, a la viáa que tenía antes, allá es más bonito, es más rico. Me gusta mucho el campo porque allá uno estaba mejor, hay más libertab y más espacio. Aquí uno casi no hace naáa, aáe-más me gustaría volver a echarle comiáa a mis gallinas, a criarlas y ayuáar a bajar naranja: tener libertab be mover­me, be estar con los animales, be subirme a los árboles.

En el campo yo sólo pensaba en estubiar porque no me iban a bar sino hasta quinto, yo quería seguir estudanbo porgue había compañeras gue estudiaban y becían que era rico estubiar en el colegio. También había muchas muchachas que quebaban embarazabas y ya no las re­cibían a estubiar. Yo pienso que primero acabar el bachi­llerato y bespués sí, be pronto, tener un hijo. Me gustaría estubiar en la Universibab. Mi mamá también me becía que tenía que ponerme a estubiar para que no tuviera que pasar la viba que ella estaba pasanbo, para pober ser alguien.

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MARCOS, 12 AÑOS

«Todo pasó por un malentendido» I

Mi familia y yo venimos áe una vereáa áe Buga, en el Valle, gue se llama Río ^ f i f ^ Loro La Mesa, cerquita al páramo. Eso p r n l es cerca a La Línea, en límites con ,^-w{ ¿, Tolima. Vivíamos en una casa con un A¡((; t j ? / lote, más lejos quebaba bonbe orbe- k....J ñábamos las vacas, el terreno be mi \ \ \ abuelito y el páramo óe nosotros. j 4 A Teníamos ganaáo y la finca, mi papá .. había acababa otra, entonces ya ,-, ~ '

i ¿ anos temamos bos fincas. En el pueblo montaba bicicleta, jugaba, tenía amigos, estubiaba en una escuelita que se llamaba «Escuela Ru­ral La Mesa», no había sino tres bías be clase a la sema­na. Yo era el único que estaba en cuarto y que iba a pasar a quinto, sólo había una profesora para toba la escuela porque no eran sino quince niños. Me enseñaban conjuntos, dvlsiones, multiplicaciones: en sociales nos en­señaban cuanbo llegaron los españoles que acabaron con los indos. Los inbígenas son los primeros colombia­nos, yo me consibero indígena y español, como los es­pañoles preñaban a las indas, españoles e indos termi­naron en un revoltijo. Mi mejor amigo en la escuela se llamaba Raúl, él vivía lejos de mi casa, por eso casi no lo visitaba pero nos veíamos en el colegio. Mi mamá es la mabrina be él. Yo no tenía novia, es que por ahí casi no había niñas, vivían lejos. Esa era una zona áominaóa por la guerrilla, el quinto y el sexto frente be las Farc: no había paramilitares porque entonces si habría masacres. La guerrilla era buena, cuan­bo iba el ejército nabie becía naba, preguntaban si han visto guerrilleros -por allá les llaman muchachos- enton-

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RELATOS DE LA VIOLENCA • IMPACTOS DEL DESPLAZAMIENTO FORZADO EN LA NIÑEZ Y LA JUVENTUD

oes uno áecía «no, por acá no han pasaáo», áespués llegaba la guerrilla y preguntaba gué les habíamos bicho a los solbabos. A veces los solbabos becían gue eran gue­rrilleros y preguntaban por los compañeros, pero era para sacarnos información. En esa zona los guerrilleros no ha­cían baño a los niños, ellos ios invitan, a mí nunca me invitaron pero hay hartos niños que se iban con ellos, be trece o catorce años para arriba.

La guerrilla cuiba y protege al pueblo, ellos no sembra­ban coca ni naba be eso. La guerrilla protege porgue el ejército para los campesinos es malo. Uno siempre está vienóo a la guerrilla y ya le parecen amigos. Los parami­litares sí son malos, ellos masacran mucha gente, a los antioqueños, a los chocoanos. Donáe ven la guerrilla y a los gue son amigos áe la guerrilla los matan, hacen eso para ganar más espacio en los pueblos, para com­prarse a la gente. Una masacre es bonbe torturan gente y la hacen sufrir mucho, la matan porque es amiga be la guerrilla, entonces a las personas les bicen sapos.

El ejército no hacía naba por allá, pasaba caba ocho áías, la Policía no llegaba. El ejército bebería proteger y explicarle a los niños, nosotros por allá no sabíamos lo que es violencia ni naba be eso, bajábamos caba año a Buga.

Los paramilitares, la guerrilla y el ejército están en pelea, la guerrilla no masacra, solo masacran los paramilitares. Los campesinos apoyan a la guerrilla, son los que más sufren porque están en meáio áel resto, entre la espaáa y la pareó, tienen que soportar toáo. Para proteger a esos campesinos beberían hacer la paz. Paz es cuanbo con­vivan tobos, cuanbo no nos tengamos odio, no seamos envidiosos, cuanbo se entregue la guerrilla, que tobos es­temos bien.

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MARCOS, 12 AÑOS

En ese pueblo no había muertes hasta que pasó la guerri­lla, ahí se pusieron ajober a la gente y bespués mataron a muchos. En esos das no nos molestaban a nosotros hasta gue se inventaron unos chismes, empezaron por mi papá que era el primero en la lista y áespués otros, por allá mataron como a cinco personas, a todos por malos en­tendióos.

Nos quitaron la finca, nos echaron porque Iban a matar a mi papá. Nos hicieron un atentaáo, a él y a mi. Mi papá compraba ganabo para venber en Buga, una vez se fue para una finca que se llamaba «La Armería», betrás be él iban bos manes que eran guerrilleros, mi papá sospecha­ba y cuanbo se bio cuenta le estaban bisparanbo, se encontró con el señor al que le ¡ba a comprar el gana­bo, o él le bispararon en la cara, mi papá se salvó áe milagro.

Toáo pasó por un malentenáiáo, porque los guerrilleros pensaron que mi papá robaba ganabo. MI papá se es­capó para Buga, nos óejo una carta con un primo di­ciendo que estaba vivo y que lo alcanzáramos, al otro áía una niña se la entregó a mi mamá y ese mismo áía arran­camos. Mi mamá estaba besesperaba, estaba en em­barazo y sólo lloraba. Dejamos las fincas, el ganabo, un perrito gue se murió, teníamos que salvarnos nosotros, por eso cuanáo salimos no sacamos naáa.

Mi mamá no me áijo naáa, solamente que teníamos que irnos y áejar el resto, tanto que había luchaba mi papá. A mis amigos no les áije naáa porgue la noche gue nos áieron esa carta nos fuimos para áonáe el primo, ese áía nos encontramos con unos señores gue venían a no ao­jarnos salir, mi mamá se asustó mucho.

Mi papá no puóo explicar naáa, áespués se áieron cuen­ta que mi papá era Inocente, pero áe toóos maneras si

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RELATOS DE LA VKXENCLA • IMPACTOS DEL DESPLAZAMIENTO FORZADO EN LA NIÑEZ Y LA JUVENTUD

subía por allá lo mataban. La situación siguió muy fea, cuanáo nosotros nos vinimos siguieron matanáo más gen­te, gente amiga, al que se inventó el chisme también lo mataron. Él se inventó el chisme por envióla, porque mi papá era presiáente áe la Junta óe Acción Comunal: por esos áías también mataron en su casa al tesorero, el papá áel muchacho que iba conmigo.

A los bos bías subimos con mi mamá a La Mesa para traer algunas cosas, mi papá se queóó en Buga porque al socio áe él también io mataron. íbamos para la casa y vi a un señor orbeñanbo,. oí que bispararon y le pegaron un tiro, entonces yo arranqué a correr. A mí me bispara­ron, eran manes encapuchabas, en un montoncito be recebo vi un balastro, salió como canáela y era que esta­ban dsparanáo, el señor hizo uf.., le óispararon en toáo el pecho. Seguro querían secuestrarme porque si me cogían a mí entonces ahí estaba mi papá. Era la guerrilla, mi papá los vio el áía que le hicieron el atentaáo, eran los muchachos. Allá conocíamos a los guerrilleros, ellos mantenían por ahí y los áel atentaáo eran áe los gue ya habíamos visto.

En Buga nos quebamos áos áías áonáe un abuelito por parte be mi papá porque mi mamá no tiene familia por ahí, mi mamá es áel Tolima y mi papá valluno. Mi papá se queóó, nos manáó a Bogotá para protegernos, no nos fuimos para Cali porgue gueáaba muy cerquita.

En Bogotá me pongo a pensar en lo gue pasó, hay gente enviáiosa por ahí, tengo rabia. Sueño con tobo lo que paso. Un bía soñé que la guerrilla Iba a la finca y que yo estaba en un combate. En esa vereba una vez pasó el ejército y venían aos guerrilleros por Río Lobo, que queba en la finca al labo be la nuestra, entonces se oyeron unos relampazos horribles y tobos se esconderán bebajo be

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MARCOS, 12 AÑOS

las camas hasta que se calmó. Me soñé que estaba en una finca cuanbo llegaron, llevaba un barco que se lla­maba «El Titanic» y tenía que cubrirlo, la guerrilla lo hizo orillar, me lo iban a robar, había un señor gue me bispa-raba entonces yo le blsparaba a él. Yo era el bueno por­que tenía que betenber a los pasajeros be ese barco, mi mamá estaba lejos, iban lleganbo más guerrilleros y la cubría para que no nos mataran.

Mi mamá tiene un hermano que ya vivía en Bogotá. El áía que llegamos pasé un gran susto porgue nos bajamos en Bosa, en La Estación, y me óejaron a misólo con un poco áe cajas mientras mi mamá llamaba a ver bonbe que­baba la drección. Yo estaba asustaba, era la primera vez que veía una clubaá tan granáe, llegamos a las cinco áe la mañana, tenía frío. Llamamos a mi tío y él nos recibió, llegamos al barrio León Trece que queba en Bosa. Acá teníamos áos tíos, uno que nos áio una pieza, la comiáa nos tocaba a nosotros. El otro, que vivía más al sur, nos ayubaba mucho, nos llevaba galletas, chocolate y arroz. Mi mamá no trabajó en esos bías, por eso tuvimos que irnos para Tenjo.

Nos fuimos para Tenjo, Cundinamarca, porque estábamos aburribos acá. Allá nos resultó una finca para cuióar, du­ramos seis meses o un año. Regresamos a Soacha, al barrio Los Girasoles. Mi papá áijo que ya se había arregla­ba un poguito la situación y se fue para Buga pero se áevolvió porgue lo seguían buscanáo.

En Bogotá mi papá es el único gue ha trabajabo, es vigi­lante. Mi mamá culóa ias niñas y no trabaja. Con lo gue gana mi papá se pagan $80.000 áe arrienóo, se compra mercaóo y guaráa lo áel pasaje, no le quedo naáa, le toca resignarse. Donáe nosotros vivíamos mi mamá siem-

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RELATOS DE LA VDLENCIA • IMPACTOS DEÍ DESPLAZAMIENTO FORZADO EN LA NIÑEZ Y LA JUVENTUD

pre nos áaba plata para cuanbo salíamos al bescanso y acó no.

Yo había escuchaba hablar be Bogotá. Una vez unos ni­ños estuvieron acá con el papá y áijeron gue Bogotá era lejísimos, yo me la imaginaba una cluáaó granáe y boni­ta, pero no me imaginaba esos buses, yo no sabía qué era, me ia imaginaba con edificios, con hartos carros. Mi viáa en Bogotá es buena. Bogotá es bonito y Soacha tam­bién. Lo único gue no me gusta es gue hay mucho ratero, hay personas que cuanbo uno va pasanbo lo miran feo, son gamincitos que mantienen por ahí fumanbo.

El barrio León Trece me pareció como raro el primer áía que llegamos, es un barrio pobre pero bonito. Aquí no teníamos naba, en esos bías pensé que era mejor vivir en La Mesa aunque estuviéramos amenazabas.

Ahora ya no volvería a vivir a La Mesa, nos vamos a que­dar acó, ya nos resignamos. Lo que me gusta be vivir en Soacha es gue puebo ir a la ciclovía, también que hay gente muy humana, la gente aquí no es envlbiosa, no han calumniabo a nable. Tengo amigos en el barrio, son chéveres, son buenos conmigo, igual gue acá en el cole­gio.

Aguí juego más pero vivo más encerrada allá tenía áon­áe correr, montaba harto a caballo, eso es muy rico. Yo tenía una potranca que estaba para embarazar, era muy bonita y en esos bías nos echaron. Tenía caballos, uno se llamaba la Potranca, otra la Gacela, la Acomobaba y la Mora, también tenía ganabo. Allá me tocaba trabajar, tenía que ir a bejar ganabo a la finca, nade me enseñó, áesáe pequeñito, áesóe que tengo unos cua­tro años iba lejos, me montaban en una yegua y ablós.

Desbe que vivimos acá mi hermana se volvió más peleo­na, la pequeña es más cansona, ya nos coge y nos pega.

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MARCOS, 12 AÑOS

Mi mamá y mi papá no pelean porque por lo que nos pasó tenemos que estar más unióos. En La Mesa mi mamá alegaba con mi papá cuanbo llegaba borracho, yo be­cía que me iba y se calmaban. Mi papá es buen esposo porque no nos tiene aguantanbo hambre ni le pega a mi mamá. Mi mamá es responsable con sus gue-haceres, es buena mamá porgue es responsable con nosotros.

Me gusta estar en la Funbación porque me enseñan a estubiar y aprenbo más. En la casa no hay naáa que ha­cer, el viernes hago las tareas, áespués le ayuáo a mi mamá a hacer oficio o cualquier cosa y cuanáo acabo me voy a pasar un rato alegre en la Funbación.

Cuanáo crezca quisiera ser piloto o manejar un bus gran-be. Desbe pequeño me han gustaba mucho ios aviones, siempre pasaban altísimo y me gustaban, quiero estubiar eso en la Fuerza Aérea. También quisiera tener solo novia, esposa no porque casarse es mucho compromiso, no quiero hacerme responsable be unos niños.

Un besplazabo es una persona que tiene que salir be la tierra por la violencia, acá casi toáas las personas ricas nos rechazan porque nos tienen mieáo, porque los áes­plazaáos no tienen absolutamente naba. Cuanbo uno va a comprar algo lo miran como con esa cosa. Nosotros no becimos gue somos besplazabos porque aquí hay un señor que se llama Osear que se vino be un punto que se llama El Cruce y si nos encuentra es peligroso. Él no sabe que nosotros estamos acá, pero si llega a enterarse es capaz áe llamar y avisar, es gue a mi papá tienen ganas óe matarlo.

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