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Durante siglos, la iglesia católica ha sostenido que el origen del hombre es totalmente divino. En el siglo XIX, el inglés Charles Darwin presentó la teoría de la evolución, que propone tesis totalmente contrarias a las eclesiásticas; el rechazo de la iglesia a la idea nueva fue total y contundente. A continuación presentamos una síntesis de esta teoría, y del desarrollo de los postulados que Pierre Teilhard de Chardin sostuvo para encontrar un punto de conciliación entre la ciencia y el pensamiento religioso: En 1859, el inglés Charles Darwin propuso en su libro El origen de las especies, una nueva teoría de la evolución que se resume en las siguientes ideas: 1. Las formas de vida no son estáticas sino que evolucionan; las especies cambian continuamente, unas se originan y otras se extinguen. 2. El proceso de la evolución es gradual, lento y continuo, sin saltos discontinuos o cambios súbitos (Pueden pasar varias generaciones para que un cambio se dé) 3. Los organismos parecidos se hallan emparentados y descienden de un antepasado común. Todos los organismos vivientes pueden remontarse a un origen único de la vida. 4. La selección natural es la llave, en dos fases, que explica todo el sistema: La primera es la producción de variabilidad, que se traduce en la generación de modificaciones espontáneas en los individuos. La segunda, es la selección a través de la supervivencia en la lucha por la vida, en la que los individuos mejor dotados, los que han nacido con modificaciones espontáneas favorables para hacer frente al medio ambiente, van a tener más posibilidades de sobrevivir, de reproducirse y de dejar descendencia con estas ventajas. Pierre Teilhard de Chardin y el Punto Omega

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Durante siglos, la iglesia católica ha sostenido que el origen del hombre es totalmente divino. En el siglo XIX, el inglés Charles Darwin presentó la teoría de la evolución, que propone tesis totalmente contrarias a las eclesiásticas; el rechazo de la iglesia a la idea nueva fue total y contundente.

A continuación presentamos una síntesis de esta teoría, y del desarrollo de los postulados que Pierre Teilhard de Chardin sostuvo para encontrar un punto de conciliación entre la ciencia y el pensamiento religioso:

En 1859, el inglés Charles Darwin propuso en su libro El origen de las especies, una nueva teoría de la evolución que se resume en las siguientes ideas:

1. Las formas de vida no son estáticas sino que evolucionan; las especies cambian continuamente, unas se originan y otras se extinguen.

2. El proceso de la evolución es gradual, lento y continuo, sin saltos discontinuos o cambios súbitos (Pueden pasar varias generaciones para que un cambio se dé)

3. Los organismos parecidos se hallan emparentados y descienden de un antepasado común. Todos los organismos vivientes pueden remontarse a un origen único de la vida.

4. La selección natural es la llave, en dos fases, que explica todo el sistema: La primera es la producción de variabilidad, que se traduce en la generación de modificaciones espontáneas en los individuos.

La segunda, es la selección a través de la supervivencia en la lucha por la vida, en la que los individuos mejor dotados, los que han nacido con modificaciones espontáneas favorables para hacer frente al medio ambiente, van a tener más posibilidades de sobrevivir, de reproducirse y de dejar descendencia con estas ventajas.

Pierre Teilhard de Chardin y el Punto Omega

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En 1950 fueron publicados los libros de Pierre Teilhard de Chardin, filósofo, sociólogo, antropólogo y paleontólogo francés que cumplió la doble función de sacerdote jesuita y científico, quien mantuvo como hilo conductor de su vida el unir el pensamiento científico con el pensamiento cristiano; dichos libros son Le Milieu divin (El medio divino) y Le Phénomène humain (El fenómeno humano), escritos en 1920 y en 1930, pero cuya publicación fue prohibida por sus superiores religiosos.

En su obra, Teilhard de Chardin intenta combinar el pensamiento cristiano con la ciencia moderna y la filosofía tradicional, lo que despertó un amplio interés, así como una acalorada controversia cuando su pensamiento fue conocido. Teilhard apuntó hacia una metafísica de la evolución, sosteniendo que era un proceso de convergencia hacia una unidad final que él llamó el Punto Omega, al que describe como el punto más alto de la evolución de la consciencia, considerándolo como el fin último de la misma.

Trató de mostrar que lo que tiene de valor permanente en el pensamiento filosófico tradicional puede mantenerse, e incluso integrarse con una cosmovisión científica moderna, si se acepta que las tendencias de las cosas materiales están dirigidas, totalmente o en parte, más allá de las cosas mismas, hacia la producción de seres superiores, más complejos, y perfectamente unificados.

Como resultado de lo anterior, Chardin interpretó y concilió los descubrimientos científicos con la leyenda bíblica del origen del hombre, con su teoría de que el hombre no fue hecho de tierra; es decir, no es el resultado de un montón de barro, sino el producto de la Tierra toda: su oxígeno, su agua, sus elementos químicos, los animales, los mecanismos de la herencia, las mutaciones, la selección natural, combinados todos estos elementos con el recurso imprescindible que es el Tiempo.

A manera de síntesis, sostuvo que el universo es una evolución, la evolución va hacia el espíritu, el espíritu se realiza en algo personal, y lo personal supremo es el Cristo Universal.

Casi cien años después de publicarse la teoría de la evolución, el Papa Pio XII, máxima autoridad del catolicismo, publicó la Encíclica De

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Humanis Generis, en la que se acepta la posibilidad de tomar dicha teoría como válida. Sin embargo, esa conciliación no es aprobada del todo por la misma iglesia.

CONCLUSIONES DEL EQUIPOLas dos corrientes generadas acerca del origen del hombre, en un tiempo polarizadas, se concilian cuando Teilhard de Chardin reconoce la teoría darwinista como parte inicial y fundamental en la evolución de la conciencia, la que considera como el fin superior del hombre (Punto Omega).

Consideramos que la conciliación de esta controversia es un problema cultural, porque al paso de los siglos prevalece en la iglesia católica el postulado original de la creación del hombre, aún cuando la misma iglesia haya aceptado desde 1950 la compatibilidad entre las creencias religiosas católicas y la investigación científica. La solución definitiva se alcanzará cuando alcancemos el Punto Omega propuesto por Teilhard de Chardin.

Bibliografía

ARREDONDO MUÑOZ LEDO, Benjamín. “¿Qué es el Hombre?”. Editorial Porrúa, 1987. México.

Encíclica De Humanis generis, Papa Pio XII, 1950.

Ninguna verdad que la mente humana haya podido descubrir mediante una investigación sincera puede estar en contradicción con la verdad ya conocida, porque Dios, Suma Verdad, ha creado y tolerado la inteligencia humana no para que oponga cada día nuevas verdades a las verdades firmemente adquiridas, sino para que una vez eliminados los errores surgidos, esa inteligencia añada verdades en el mismo orden y con la misma organicidad que constatamos en la naturaleza misma de las cosas de donde nace la verdad.

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