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1 TEMA 23. LAS DEMENCIAS 1. INTRODUCCIÓN Así el término “demencia” se utilizó para designar el deterioro patológico de la inteligencia. Actualmente, significa pérdida o deterioro de la capacidad cognitiva. En general se aplica un conjunto de síntomas, que definen el llamado síndrome demencial. Es preciso subrayar que las demencias no son una consecuencia natural del envejecimiento. Su elevada prevalencia en personas mayores de 65 años (afecta al 10%) junto al progresivo aumento de ancianos justifican la necesidad de una mayor profundización en su estudio, tanto por razones científicas como sociales. 2. CONCEPTO DE DEMENCIA A. Generalidades A comienzos del siglo XX se consideraba la demencia como un proceso de deterioro patológico de inteligencia, inexorable e irreversible, ocasionado por lesiones anatomopatológicas difusas del sistema nervioso central. En la actualidad se conceptualiza como un síndrome de carácter orgánico y etiología múltiple, que da lugar a déficit cognitivos, motores y sociales muy diversos y que también implica cambios en la personalidad del sujeto. El deterioro cognitivo al limitar la capacidad intelectual del sujeto, va a originar desadaptación social. El DSM-IV-TR y la CIE-10 subrayan que la demencia incide negativamente en la capacidad de adaptación personal, social y laboral del sujeto y que la duración de la sintomatología este 3 a 6 meses. El primer criterio (criterio de desadaptación) permite clasificar la demencia como mínima, ligera, moderada y severa. El segundo criterio (criterio de cronicidad) permite diferenciar la de otros cuadros clínicos (delirium, depresión, alcoholismo).

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TEMA 23. LAS DEMENCIAS

1. INTRODUCCIÓN

Así el término “demencia” se utilizó para designar el deterioro patológico de la inteligencia. Actualmente, significa

pérdida o deterioro de la capacidad cognitiva. En general se aplica un conjunto de síntomas, que definen el llamado

síndrome demencial.

Es preciso subrayar que las demencias no son una consecuencia natural del envejecimiento. Su elevada prevalencia

en personas mayores de 65 años (afecta al 10%) junto al progresivo aumento de ancianos justifican la necesidad de una

mayor profundización en su estudio, tanto por razones científicas como sociales.

2. CONCEPTO DE DEMENCIA

A. Generalidades

A comienzos del siglo XX se consideraba la demencia como un proceso de deterioro patológico de inteligencia,

inexorable e irreversible, ocasionado por lesiones anatomopatológicas difusas del sistema nervioso central. En la

actualidad se conceptualiza como un síndrome de carácter orgánico y etiología múltiple, que da lugar a déficit

cognitivos, motores y sociales muy diversos y que también implica cambios en la personalidad del sujeto. El deterioro

cognitivo al limitar la capacidad intelectual del sujeto, va a originar desadaptación social.

El DSM-IV-TR y la CIE-10 subrayan que la demencia incide negativamente en la capacidad de adaptación personal,

social y laboral del sujeto y que la duración de la sintomatología este 3 a 6 meses. El primer criterio (criterio de

desadaptación) permite clasificar la demencia como mínima, ligera, moderada y severa. El segundo criterio (criterio de

cronicidad) permite diferenciar la de otros cuadros clínicos (delirium, depresión, alcoholismo).

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B. Demencia y vejez

Demencia no es sinónimo de envejecimiento, existen muchas dificultades para precisar las diferencias entre la vejez

normal y la vejez patológica.

De las investigaciones longitudinales realizadas, se desprende que buena parte de la población anciana mantiene

estables las puntuaciones en los tests que evalúan las funciones intelectuales. No obstante, el 10% de las personas

mayores de 65 años padece demencia y según aumenta la edad el riesgo se incrementa. Pero, conviene destacar que

cerca del 80% de las personas que alcanzan edades avanzadas no sufre una pérdida significativa de memoria, ni otros

síntomas característicos de la demencia. La línea que separa al anciano normal del que tiene un leve deterioro cognitivo

(denominado clínicamente como deterioro cognitivo ligero, DCL), y este del que realmente tiene una demencia

(deterioro cognitivo con desadaptación social), no se ajusta un patrón fijo.

Por otra parte, el deterioro cognitivo fisiológico en sujetos con buena salud es mínimo, sobre todo antes de los 70

años, a excepción de algunas funciones psicológicas específicas muy unidas a la memoria a corto plazo o referidas a la

rapidez con que se ejecuta determinadas actividades. También es cierto que algunos estudios longitudinale subrayan

que se sufre un declive claro, especialmente para ciertas capacidades cognitivas, aunque este declive no afecta a todas

las personas y tampoco todas las capacidades. Sin embargo, debido a ello, desde un punto de vista neuropsicológico se

viene hablando de la existencia del llamado déficit de memoria ligado a la edad y también del deterioro cognitivo ligero.

En relación a la definición de vejez patológica también nos encontramos con la falta de una delimitación precisa.

Ajuriaguerra solía distinguir entre senencia (vejez normal) y senilidad (vejez patológica).

Desde la neuropsicología, una de las opciones acordes con los datos recientes apoyarían modelo del declive de

capacidades específicas en el cual las diferencias interindividuales de los sujetos ocupan un lugar preferente.

C. Deterioro cognitivo ligero

Es el término más utilizado para denominar la pérdida progresiva de memoria, más allá de lo que cabría esperar,

considerando la edad y el nivel educativo del sujeto. Difiere de la simple pérdida de memoria asociada a la edad porque

ésta no suele ser progresiva. En los pacientes con DCL NO hay demencia ni tampoco alteración significativa de otras

funciones cognitivas.

El DCL se refiere a un estado transitorio entre la normalidad y la demencia, que no interfiere significativamente en la

adaptación personal y social del sujeto.

El DCL parece delimitar un grupo heterogéneo de individuos que se encuentran en una situación de riesgo, superior a

la observada en la población general, para el desarrollo de una demencia, especialmente la EA.

Los criterios diagnósticos del DCL propuestos por Petersen y cols. Incluyen:

- Alteración subjetiva de la memoria, a poder ser confirmada por un informador fiable.

- Alteración objetiva de la memoria, valorada mediante test con datos normativos de personas de la misma edad

y nivel de escolaridad.

- Función cognitiva normal.

- Realización normal de las actividades de la vida diaria.

- Sin demencia.

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La distinción de los tres tipos de DCL TIENE implicaciones terapéuticas pronosticas, dado que pueden corresponder a

entidades nosológicas diferentes. Su valor estriba en las posibilidades de avanzar en el diagnóstico precoz de la

enfermedad y en su tratamiento preventivo.

3. CLASIFICACIÓN

A. Clasificación etiológica

Las demencias que se deben a una enfermedad

degenerativa del cerebro son las más frecuentes. Se

conoce como degenerativos aquellos procesos en los

que se produce una pérdida de neuronas sin una causa

inflamatorio o muscular a este término se le añade el

calificativo de primario cuando la causa reside en la

propia neurona. La EA es por excelencia el prototipo

enfermedad degenerativa primaria. Las demencias

secundarias son aquellas en las que se establece el

diagnóstico de causalidad, tras aplicar los

procedimientos clínicos apropiados. Éstas pueden

subdividirse en reversibles y las irreversibles, entre las

que destaca por su frecuencia la demencia vascular.

En relación a la epidemiología, la prevalencia

representa la proporción de la población que tiene la

enfermedad en un momento determinado, mientras

que la incidencia es una estimación de la probabilidad

o riesgo de desarrollar la enfermedad en un intervalo

definido de tiempo. Tanto la prevalencia como la

incidencia de las demencias son datos poco

consistentes debido a la disparidad de los criterios

diagnósticos utilizados y a la dificultad que supone el

diagnóstico de los casos incipientes.

B. Clasificación neuroanatómica

Las demencias un trastornos mentales de base orgánica, en su mayoría de implicación cortical bilateral y/o

subcortical. La sintomatología puede ser muy variable y, en general, poco dependiente del lugar y extensión del tejido

cerebral destruido. Desde este enfoque se pueden diferenciar dos patrones básicos de afectación neuropsicológica que

se correlacionan en parte con las estructuras anatómicas cerebrales más afectadas. El primer tipo de patrón es el de la

demencia cortical, representada por la enfermedad de Alzheimer, la demencia con cuerpos de Lewy y la enfermedad

de Pick. En la EA es característico la presencia del llamado síndrome “afaso-apracto-agnósico”. Dicho síndrome es la

expresión de la desintegración conjunta y homogénea de las funciones corticales superiores. El segundo tipo de patrón

es el de la demencia subcortical, que es característico de algunos síndromes extrapiramidales (por ejemplo, la

enfermedad de Parkinson) en las que predominan las lesiones el tálamo, ganglios basales y tronco cerebral.

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La diferencia fundamental entre estos dos patrones está en que los pacientes con demencia subcortical muestran

una lentificación muy marcada de la ideación y procesamiento de la información, con alteración de la motivación y

atención. En contraste, los pacientes con demencia cortical tienen, además de la amnesia, combinaciones variables de

afasia, apraxia y agnosia que puede correlacionarse con las alteraciones de las áreas corticales de asociación.

Existe, según esta clasificación, una categoría mixta, que incluye algunas formas de demencia por infartos múltiples,

enfermedades tóxico-metabólicas e infecciones por virus lentos que afectan a las estructuras corticales y subcorticales.

C. Clasificación clínica

Se han establecido pautas para clasificar su progresión según el grado de intensidad del trastorno. Se distinguen

cuatro niveles:

a) Demencia mínima: el sujeto refleja un déficit limitado y variable en la adquisición de nueva información, así

como déficit mnésicos a corto plazo y ligeros déficit de orientación.

b) Demencia leve: se observan déficit en la adquisición de nueva información, déficit en la capacidad de orientación

corporal y espacial, dificultades evidentes en la resolución de problemas, y además ligeras alteraciones

lingüísticas e incapacidad para realizar tareas de la vida diaria y de cuidado de sí mismo.

c) Demencia moderada: importante incapacidad para retener y recordar nueva información, junto con amnesia de

hechos recientes asociada a confabulación, disminución de los índices de orientación, incapacitación para

resolver problemas, lenguaje incoherente, e incapacidad evidente para rendir en su vida diaria así como en las

tareas de vestirse o de comer, con un nivel de higiene deteriorado.

d) Demencia severa: pérdida muy importante de los procesos mnésicos, rellenando estas lagunas con cuadros

confabulatorios; los índices de orientación están intensamente afectados, la incapacidad de resolución de

problemas es total, el lenguaje es notoriamente incoherente, siendo incapaz el paciente de subsistir

independientemente. Se detectan, en ocasiones, pensamientos delirantes fugaces. El enfermo es incapaz de

reconocer a los parientes cercanos, se da una falta de control de esfínteres, pobreza emocional, apatía e inercia.

Conviene subrayar que la desintegración conjunta y homogénea es propia de las demencias degenerativas primarias,

tipo Alzheimer, mientras que el curso fluctuante por etapas lo es de la demencia vascular.

4. PRINCIPALES TIPOS DE DEMENCIA

A. La enfermedad de Alzheimer

La EA fue descrita por primera vez en 1907 por Alois Alzheimer, se refería a una mujer de unos 50 años y por

entonces se la denominó demencia presenil.

La EA, sea de inicio temprano o de inicio tardío, es la más común de las demencias; generalmente conduce a la

muerte en un periodo de 7 a 10 años, aunque puede progresar rápidamente (de 2 a 4 años) o lentamente (15 años).

1. Clínica de la enfermedad de Alzheimer

1.1. Déficit cognitivo ligero: En la EA existe una fase durante la cual aparecen déficit cognitivo ligero, principalmente

de tipo amnésico. El reconocimiento de la EA en un estadio precoz permite una mejor aproximación enfermedad y

también la búsqueda de nuevos fármacos y terapias de estimación que frenen y/o retrasen la progresión del

deterioro cognitivo.

1.2. Curso evolutivo de la EA: Sigue un curso evolutivo progresivo característico, pudiéndose hablar de tres fases,

niveles o estadios. La duración en años de las fases es siempre aproximada y varía de unos pacientes a otros.

� Primer estadio (fase inicial)

Con una duración que puede oscilar entre 2 y 4 años y un comienzo generalmente insidioso, presenta como principal

característica una alteración mnésica, referidas sobre todo a fallos en la memoria a corto plazo. También son frecuentes

los cambios de la personalidad. Estas personas se vuelven apáticas, egoístas, descorteses, maleducados, irritables,

agresivos y rígidas. El sujeto todavía puede ser consciente de su enfermedad y observar que va perdiendo facultades

psíquicas en la rutina diaria, que su capacidad de concentración disminuye y que aumenta su fatiga psicológica. Se

observa pérdida de la iniciativa y desinterés por actividades cotidianas, así como trastornos afectivos, generalmente

depresión, aunque todavía no está claro si la depresión es una reacción psicológica o una parte intrínseca del mismo.

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� Segundo estadio (fase moderada)

Suele durar de tres a cinco años. El deterioro cognitivo dará lugar a alteraciones en las fasias, praxias y gnosias

(“síndrome afaso-apracto-agnósico”). La amnesia anterógrada dará paso a la amnesia retrógrada. Se deterioró la

capacidad de juicio y el pensamiento abstracto. En relación a los síntomas afásicos, los sujetos pueden hacer uso de

neologismos y es frecuente la perseverancia en los errores, así como las respuestas automáticas y estereotipadas. Sin

embargo, la capacidad para leer en voz alta y para repetir palabras o frases puede estar intacta o levemente alterada.

Los cambios en la personalidad se hacen más evidentes, y además de la sintomatología depresiva pueden manifestarse

síntomas psicóticos. La desorientación espacio temporal es muy acusada. El paciente es incapaz de sobrevivir sin

supervisión, aunque pueda defenderse en algunas actividades cotidianas.

� Tercer estadio (fase avanzada)

La duración es variable y en parte viene determinada por la intensidad con que se haya manifestado la enfermedad,

de la prontitud con que se haya llevado a cabo el tratamiento de los procesos que lleva asociados, así como los cuidados

asistenciales. Se agudizan los signos neurológicos y se observa mayor rigidez, espasticidad, paratonía y exageración de

los reflejos osteotendinosos. También puede verse la prensión forzada, las estereotipias gestuales, el reflejo cutáneo

plantar en extensión, etcétera. No se reconoce ante el espejo, hablan con su imagen especular y no distinguen a las

personas más allegadas. Las caídas y fracturas son muy frecuentes debidas sobre todo a los trastornos de la marcha, y

es característica la “marcha a pequeños pasos”. Finalmente, el paciente no podrá mover sus miembros inferiores

(apraxia de la marcha) y precisarán de ayuda para todas las actividades básicas de la vida diaria (ABVD), y tal vez no

sea suficiente la existencia de familiares y se requiera la atención de algún centro especializado.

El tercer estadio suele terminar con el encamamiento del paciente, siendo característica la adopción de la postura

“central” que propiciara úlceras depresión. El enfermo entra en una especie de estadio vegetativo y la muerte puede

sobrevenir por septicemia de foco urinario y respiratorio, desnutrición-deshidratación, caquexia, traumatismos, o por

complicaciones del encamamiento, generalmente procesos de tipo cardiovascular.

2. Diagnóstico de la EA

La clave radica en seguir un enfoque multidisciplinar. Una vez confirmado deterioro cognitivo, se ha de llevar a cabo

una valoración múltiple: biológica, psicológica y social.

La EA es la única demencia degenerativa que debuta como una afección de las regiones temporomesiales. No

obstante, el diagnóstico definitivo requiere confirmación anatomopatológica. Sólo puede hacerse con certeza mediante

un estudio patológico que demuestre el número decreciente de neuronas corticales (atrofia), la abundancia de placas

seniles, la degeneración neurofibrilar y granulovacuolar, y la acumulación creciente de lipofuscina. Esto exige una

biopsia cerebral o autopsia post mortem.

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Los criterios diagnósticos se basan en las directrices establecidas por la APA en el DSM-IV-TR, por la Organización

Mundial de la Salud en la CIE-10. Los criterios clínicos para el diagnóstico establecidos por la NINCDS/ADRDA (National

Institute of Neurological and Communicative Disorders and Stroke y la Alzheimer Disease and Related Disorders) fueron

adaptados de los propuestos por McKhann y cols., en 1984. Estos criterios son los más empleados y diferencian los

casos posibles, probables y ciertos.

3. Factores de riesgo para la enfermedad de Alzheimer

Se confirma que existen varios factores de riesgo que pueden aumentar la probabilidad de desarrollar la EA, y que

un estilo de vida saludable puede ayudar por retrasar, o incluso evitar, su aparición.

El envejecimiento es el factor de riesgo más poderoso para desarrollar la enfermedad; también el sexo femenino y

algunos genotipos, como el de la apolipoproteína E4; asimismo, tener niveles elevados de colesterol o de la proteína

homocisteína. La diabetes, traumatismos craneoencefálico graves, estrés psicológico, la hipertensión y el tabaquismo

también aumenta la probabilidad de desarrollar la EA.

También hay varios factores que se asocian con un menor riesgo para desarrollar la EA como tener un nivel de

educación alto y mantenerse física y mentalmente activo mediante la participación en actividades de ocio, practica

ejercicio físico regular y seguir una dieta con alto contenido en antioxidantes.

4. Hipótesis sobre origen de la EA

La causa de la EA es desconocida, aunque se han postulado diversas teorías que intentan integrar aspectos

biológicos, psicológicos y sociales. No obstante, el mayor peso explicativo recae sobre las teorías biológicas. Una de ellas

parte de una hipótesis genética, al haberse constatado varios casos de transmisión genética en una misma familia. Pero

esta hipótesis sólo explicaría un 5% de los casos. Para hipótesis tóxica, el origen hay que buscarlo en algunos metales,

como el aluminio y el silicio, que aparecen en exceso en la masa cerebral estos pacientes. Otras investigaciones hace

sospechar que determinados “virus lentos” pueda ser la causa. Por último, otra línea de trabajo se ha centrado en

analizar qué factores explicarían la involución cerebral, y en este sentido se han estudiado determinados

neurotransmisores que pueden estar jugando un papel decisivo a nivel cerebral (hipótesis del déficit de acetilcolina). En

el ámbito psicológico social destacar que un estilo de vida poco saludable puede contribuir a desencadenar la

enfermedad a aunque per se sólo el estilo de vida es difícil que la cause.

B. Demencia vascular

Corresponde a un estado demencial secundario a lesiones cerebrales de origen vascular. No siempre es fácil

establecer la relación causa-efecto entre la demencia y las lesiones vasculares.

Tradicionalmente se creía que la demencia del anciano estaba causada por una arterioesclerosis cerebral; en la

actualidad esta postura no se mantiene, y se sabe que en la demencia vascular (DV) se producen repetidos infartos

cerebrales que destruyen pequeñas zonas del mismo, siendo el efecto acumulativo de estas lesiones lo que conduce a la

demencia. Constituye sólo el 15% de todas las demencias de las personas mayores de 65 años. Se puede decir que la

DV ES un síndrome muy causal, ya que un gran número de agentes etiológicos pueden provocar lesiones vasculares

cerebrales que derivan en demencia.

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1. Manifestaciones clínicas

Para poder afirmar la existencia de DV debe manifestarse en déficit cognitivo amplio. Este déficit afecta a diversas

funciones intelectuales, tales como la memoria, la coordinación motora o el lenguaje, aunque los síntomas pueden variar

ligeramente según el área cerebral que esté lesionada.

La DV evoluciona por etapas o en forma de brotes. Su curso es fluctuante o remitente. Puede ocurrir que durante un

período de tiempo el paciente aparentemente no empeore, o también que permanezca estable durante años, e incluso

que presente una discreta mejoría. Pero en un gran número de casos, la demencia empeora conforme pasa el tiempo.

Como síntomas patológicos se observa relativa preservación de la personalidad, la habilidad e incontinencia

emocional, confusión nocturna y depresión.

Como abordaje terapéutico es fundamental la prevención de la enfermedad cerebrovascular. También es importante

la actividad física y mental regular, por lo que se debe evitar siempre “el sedentarismo crónico”. Y por último, se ha de

llevar a cabo un buen control de los factores de riesgo, entre los que destaca la arterioesclerosis, la diabetes, el

tabaquismo y la hipertensión arterial.

C. Otras demencias frecuentes

1. Demencia con cuerpos de Lewy (DLw)

Es una demencia degenerativa cuya lesión histológica característica lo constituye la presencia la corteza cerebral de

los cuerpos de Lewy, que son inclusiones citoplasmáticas eosinofílicas, constituidos por neurofilamentos que se

acumulan por un defecto de la fosforilizacion. Su acumulación en las neuronas de la corteza cerebral y de otros núcleos

subcorticales ocasiona demencia.

Los síntomas de la enfermedad incluyen la presencia de deterioro cognitivo, similar al que pueden conservar en la qu

EA, aunque el déficit de memoria no es tan acusado como en ésta. Es significativo, en cambio, la presencia de un déficit

grave de la atención, además de síntomas de parkinsonismo (lentitud de movimientos, rigidez articular y a veces

temblor), alucinaciones visuales y delirios. Otros síntomas incluyen también trastornos del sueño depresión. La

sintomatología es muy fluctuante pudiendo variar incluso lo largo del día. Se trata de una demencia de evolución más

rápida que la EA.

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2. Demencia frontotemporal

La conceptualización de la demencia frontotemporal se fundamenta en dos requisitos esenciales:

- La presencia de una demencia cortical degenerativa de comienzo focal como una aceptación frontal y/o temporal

- La ausencia de lesiones neuropatológicas tipos Alzheimer

La demencia frontotemporal está constituida por un abanico enfermedades que tienen en común la degeneración de

los lóbulos frontales, la parte anterior de los lóbulos temporales o la destrucción de ambos y que se diferencian entre sí,

tanto por sus manifestaciones clínicas como por las lesiones que las sustentan. Se distinguen tres variantes principales:

la demencia frontotemporal propiamente dicha o variante frontal, la afasia primaria progresiva y la demencia semántica.

La DFT no tiene un etiología claramente conocida.

Los síntomas son variables, de acuerdo con el área cortical afectada. La variante frontal representa el 90% de los

casos y su manifestación más importante son los cambios de personalidad, así como alteraciones comportamentales, del

afecto, de lenguaje o de las funciones ejecutivas. La demencia semántica se caracteriza por una pérdida de significado

de las palabras, pero se conservan los aspectos fonológicos y sintácticos del lenguaje. Los pacientes con afasia

primaria progresiva generalmente consultan por dificultades para la nominación; anormalidades en el discurso, con la

disminución en el tamaño de las frases; parafasias fonológicas; alteraciones en la velocidad del lenguaje, la articulación

y la prosodia, y errores gramaticales.

La variante frontal y la demencia semántica son más frecuentes en hombres, mientras la afasia primaria progresiva

es más frecuente en mujeres. Desde el momento del diagnóstico la progresión de la enfermedad es rápida en la variante

frontal; (3-4 años de promedio); en cambio, los pacientes con demencia semántica viven más de seis años.

La DFT debe distinguirse, principalmente de la EA con la que ha sido frecuentemente confundida.

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3. La enfermedad de Parkinson con demencia

De etiología desconocida, se manifiesta aproximadamente el 30% de pacientes con enfermedad de Parkinson (EP),

aunque pueden llegar hasta 60%.

De acuerdo con el DSM-IV-TR la EPD debería describirse como una disfunción progresiva de la capacidad de

ejecución o síndrome disejecutivo ligado a una pérdida de memoria, pero en ausencia de signos característicos de la

demencia cortical como son la afasia, agnosia o apraxia.

El lenguaje hablado suele presentar una disminución de fluencia verbal con tendencia a la perseveración y anomia. El

lenguaje escrito es pobre, con frases cortas, y estructuras gramaticales simples y de carácter mecánico. Las alteraciones

visoespaciales y visoconstructivas son múltiples de forma que hay alteraciones en la discriminación visual compleja, en

la localización de un objeto en el espacio y en la discriminación de la constancia de la forma oposición y tamaño de los

objetos en el espacio.

Existen una serie de factores que aumentan el riesgo para desarrollar EPD, tales como síntomas extrapiramidales

severos, edad avanzada, mayor duración, género masculino, escasa respuesta a la levadopa.

El diagnóstico diferencial frente a otras entidades neurodegenerativas puede ser especialmente difícil,

fundamentalmente con la demencia con cuerpos de Lewy y la EA.

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Aparte de las demencias expuestas, el DSM-IV-TR cita también otros tipos de demencias, entre ellas las demencias

debidas a: enfermedad por VIH, traumatismo craneal, enfermedades Huntington, enfermedad de Creutzfeldt-Jakob,

hidrocefalia crónica del adulto, hipotiroidismo, tumor cerebral, deficiencia de determinadas vitaminas, irradiación

intracraneal; la inducida por sustancias o la debida a etiologías múltiples.

5. EVALUACIÓN Y DIAGNÓSTICO DE LA DEMENCIA

.La evaluación un paciente con posiblemente demencia comprende un número importante de exploraciones y

pruebas.

Por otra parte, para poder realizar una valoración adecuada

de la demencia debemos tener presentes los siguientes

aspectos:

- La naturaleza exacta de la enfermedad.

- Si el cuadro es irreversible o se puede ser tratado.

- La naturaleza y el alcance de su incapacidad.

- Las áreas las que el enfermo aún puede desenvolverse

satisfactoriamente.

- Si el paciente padece otras enfermedades que tengan

tratamiento y que puedan estar agravando sus problemas

mentales.

- Las necesidades psicológicas y sociales, así como los

recursos de que dispone el informe su familia, o quien se haga

cargo de él.

- Los cambios que acontecen en el futuro.

Es muy frecuente el uso escalas cognitivas para evaluar de forma objetiva y estandarizada el deterioro mental. Son

de fácil aplicación y puede ser utilizadas en el seguimiento clínico.

Por otra parte, también debe realizarse una evaluación funcional del paciente. Evaluar la capacidad funcional es

evaluar el conjunto de capacidades que permiten a las personas e independiente en su entorno y mantener relaciones

sociales. La evaluación en este campo detectará las competencias o habilidades funcionales en muchos comportamientos

básicos que son necesarios para la vida individual o la vida en contextos sociales.

Estas habilidades necesarias para cuidar de sí mismo y del entorno más próximo son denominadas actividades de la

vida diaria (AVD). Comprende el conjunto de conductas que una persona realiza casi todos los días y que le permiten

vivir de forma autónoma e integrada en su medio ambiente y cumplir con su papel social. Según su complejidad se

divide en tres tipos:

� Las actividades básicas de la vida diaria: son aquellas habilidades esenciales para llevar a cabo actividades

de autocuidado e independencia de movimientos, entre las cuales se encuentra bañarse, ducharse, vestirse,

comer, observar las normas deseo e higiene personal.

� Las actividades instrumentales de la vida diaria: se refieren a las destrezas y comportamientos necesarios

para sobrevivir en la comunidad y se consideran como tales las siguientes: uso del teléfono, realizar los

quehaceres domésticos, preparación de la comida, ir de compras, utilización de medios de transporte, cuidado de

la salud, manejar los pequeños asuntos económicos o cuidar de la seguridad.

� Las actividades avanzadas de la vida diaria: representan las competencias relacionadas con destrezas

superiores, tales como la resolución de los nuevos problemas que se presentan día a día, la posibilidad de

aprender nuevas tareas, la ejecución de tristeza psicomotora las más complejas.

Por lo que se refiere al diagnóstico existen una serie de variables que, si no se tienen en cuenta y se controlan como

pueden dar lugar a una valoración errónea del deterioro cognitivo. Dichas variables puede ser internas, referidas al

propio paciente, como son la edad y el nivel cultural, y externas, como la organización familiar, la profesión o el

contexto en el que vive.

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A. Diagnóstico diferencial

Síntomas como alteraciones cognitivas,

incapacidad para el aprendizaje, pérdida del

control emocional, trastornos de lenguaje, ideas

delirantes, alucinaciones etc., son comunes no

son las demencias, sino también en otros cuadros

clínicos, por lo que es preciso realizar un

diagnóstico con claridad y prontitud de cara a

una intervención eficaz.

1. Delirium

Las alteraciones de memoria, el deterioro

intelectual y la desorientación son síntomas

comunes al delirium y a la demencia, y con

frecuencia pueden conducir a errores

diagnósticos. Sin embargo, la persona con un

cuadro confusional agudo (delirium) manifiesta

una disminución del nivel de conciencia. Puede

estar mermada su habilidad para focalizar o

mantener la atención. También puede presentar

problemas para interpretar correctamente la

realidad, ideas delirantes, alucinaciones, o

lenguaje incoherente. Hay un incremento o

decremento de la actividad motora, así como

somnolencia durante el día o insomnio durante la

noche.

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El curso de esta sintomatología se desarrolla un tiempo breve, que puede oscilar desde unas horas hasta días, y

presenta fluctuaciones en el desarrollo del mismo.

En la demencia existe deterioro intelectual de una persona que está totalmente vigil. la duración del cuadro se sitúa

entre 3 y 6 meses como mínimo, el inicio no están brusco, aunque esto vendrá dado por el tipo de enfermedad que

cause la demencia.

De cualquier forma, esta dicotomía no es tan clara como sobre todo porque el paciente con demencia presenta un

riesgo elevado de padecer un delirium. Además, algunas demencias pueden iniciarse con un cuadro confusional agudo,

que una vez remitido hará más evidente el deterioro cognitivo.

2. Pseudodemencia

La depresión es un trastorno relativamente frecuente en la población anciana, y algunos de sus síntomas, como el

enlentecimiento físico y mental, el trastorno de atención y concentración, el abandono del cuidado personal y la

tendencia al aislamiento, se observa, asemejan o solapan en numerosas ocasiones a los que componen el síndrome

demencial. Se comprobó que, aproximadamente la cuarta parte de los pacientes con síntomas de demencia padecía una

depresión.

Realizado por Rosa María Gato

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