comentario del proyecto
DESCRIPTION
Comentario del Proyecto de psicología, de FreudTRANSCRIPT
ACCION LACANIANA-TEORICO
TEMA: CLINICA DEL GOCEDICTADO POR: GERARDO ARENASFECHA: 12/7/2006
La idea de la reunión de hoy es hacer una introducción al proyecto de
Freud de 1895 –esencialmente no para verlo en detalle, sino para tratar de
transmitirles los lineamientos generales de esta construcción que realiza Freud
como una especie de transacción entre su conocimiento neurológico y su
primera o casi primitiva clínica, su experiencia clínica de la neurosis –de
manera tal que el Seminario VII de Lacan, que ya de por sí plantea sus
dificultades, no resulte tan difícil. Porque la primera parte de ese Seminario
apela constantemente a lo que Lacan llama una re-lectura del Proyecto, del
Entwurf (como se llama en alemán).
Entonces, voy a tratar de presentarles este proyecto en términos de un
modelo, tratar de darles las líneas básicas de ese modelo que plantea Freud,
en este manuscrito que nunca publicó y del cual encontramos cosas que
reaparecen en toda la obra posterior de Freud, cosas que han sido planteadas
casi sin diferencias en este Proyecto original – y uno se pregunta ¿qué es lo
que no le gustaba a Freud de ese Proyecto?
Entonces, plantear estas líneas básicas del Proyecto de Freud en
términos de un modelo que sirva como instrumento, es decir que sea útil para
pensar las cuestiones de la clínica.
A Freud evidentemente le sirvió, por eso hice este comentario de que en
todos sus escritos, a lo largo de su obra, reaparecen referencias más o menos
explícitas a este primer Proyecto de psicología para neurólogos.
Es un modelo árido, digamos. Incluso, por algunas referencias que tuve,
es uno de los modelos más formalizados que se ha hecho de un aparato
psíquico, uno de los más formalizados para la época en que lo escribió. Con un
nivel de abstracción, por un lado, y por otro de apego a las imposiciones de la
experiencia clínica, muy altos.
Es decir, es un modelo bastante exitoso el que realiza Freud, por más que
muchas de las cosas que diga allí no sean en absoluto ciertas ni se parezcan a
cómo son las cosas en el cerebro de todos nosotros.
1
Sin embargo, es un modelo que sirve. Y un modelo quiere decir eso, no
es una representación de la realidad sino un instrumento para el abordaje de la
realidad.
Vamos a tratar de meternos un poco con este Proyecto y tratar de
explicitar con cuidado qué implicaciones tiene cada una de las hipótesis que va
realizando Freud en estos primeros capítulos de la primera parte del Proyecto.
La introducción de este Proyecto muestra cuál es el objetivo de Freud:
quiere hacer un modelo de un aparato psíquico exclusivamente en términos de
neuronas y cantidades.
Su idea de representar los procesos psíquicos como estados de las
neuronas es una idea que ha sido muy fructífera. De hecho todos los que hoy
en día se conocen como los modelos de la mente, tanto en la fundamentación
de las terapias cognitivo-comportamentales como en los temas un poco más
áridos de la inteligencia artificial, se basan en esa idea: en la idea de pensar los
procesos psíquicos como estados de cosas que podrían representar un modelo
de una neurona.
En el primer apartado, que es el que Freud llama “La concepción
cuantitativa”, la primera hipótesis arranca de una observación clínica, que es la
existencia, en sus observaciones patológicas, de ciertas representaciones
hiperintensas.
Y estas representaciones nos muestran, con su dinámica, la posibilidad
de la existencia de procesos de estímulo, sustitución, conversión, descarga,
etc., que brindan a Freud la concepción, como él dice, de la excitación neuronal
como cantidades fluyentes, una cantidad que fluye a lo largo de una neurona.
Entonces, la proposición principal de este punto de vista cuantitativo
consiste en pensar que las neuronas están afectadas por cantidades fluyentes.
Y el principio que rige el movimiento de esas cantidades fluyentes a lo largo de
las neuronas es el que llama “principio de inercia”, el principio de inercia
neuronal, y lo enuncia de esta manera: “Las neuronas procuran aliviarse de la
cantidad”.
Esto ya empieza a plantear un problema, aunque parezca lo más sencillo
del mundo. Plantea varios problemas interesantes desde el principio en la
medida en que se trata de un proceso automático, de un proceso que no tiene
2
intencionalidad, que no está regido, en su principio, por la relación de este
aparato psíquico con algún otro ni, en particular, con las palabras del otro.
Esta tendencia primaria de las neuronas a descargarse, a aliviarse la
cantidad, sería una característica del organismo, anterior a cualquier modo de
procesamiento de la cantidad que estuviera vinculado a la relación de este
sujeto con el otro, con su deseo, con esas cosas con las que trabajamos
habitualmente.
Lacan hace una referencia explícita a esto en el capítulo sobre “Placer y
realidad”, en la primera parte, cuando, en la página 43 del Seminario VII, habla
del abordaje de lo real. “El procesamiento de lo real sólo puede hacerse en
primer término por la vía de una defensa primaria”. Esto es una referencia clara
a lo que les acabo de decir del principio de inercia. Las neuronas parecen tener
el principio de movimiento que las lleva a descargarse de aquello que les ha
venido de lo real. O sea, el abordaje que tienen estas neuronas del aparato
psíquico del proyecto, el abordaje que hacen de lo real, se realiza bajo la forma
de una defensa primaria. Es una defensa que no tiene nada que ver con los
mecanismos del deseo y la represión.
Así lo dice Lacan: La ambigüedad profunda de este aparato es tal que el
“abordaje de lo real”, se inscribe primero en términos de defensa. “Defensa que
existe incluso ya antes de que se formulen las condiciones de la represión
como tal” (p. 43).
Me detengo un poco en este primer punto; hago un rodeo y después lo
retomamos. Es un problema este “antes de que estén formuladas las
condiciones de la represión como tal “. Es un problema no tanto para Freud
como para Lacan. Porque Lacan estuvo machacando durante más de quince
años de su enseñanza, diciendo que el significante preexiste al sujeto y es una
condición para él, y ¿cómo podríamos tener allí algo que conforma al sujeto
antes de que estén dadas las condiciones de la represión como tal? –que son
las condiciones del lenguaje.
Hay un problema que se le plantea a Lacan –algo que vengo trabajando
en un seminario de Acción Lacaniana hace algunos meses, que es tratar de
entender la última enseñanza de Lacan como una respuesta a este problema.
Digamos, de alguna manera: ¿Cuáles son las condiciones del goce antes de
3
que el goce quede vinculado al significante, al Otro, y todo lo que viene a
continuación?
Vuelvo ahora a Freud. Él dice que ése es el principio más básico que
regula el movimiento de las cantidades fluyentes por las neuronas –cantidades
fluyentes que, por supuesto, con un poco de arrojo y valentía, podríamos
asimilar a cuestiones como la libido y el goce. (Vamos a ver que las neuronas
no, pero sí algo relacionado con las neuronas podría vincularse a lo que será la
batería del significante).
Entonces hay algo que conformaría ciertos caminos para la libido y el
goce, y que existiría antes de las condiciones para que exista la represión
como tal. Digamos que hay elecciones del ser que preexisten a la entrada del
sujeto en el mundo simbólico.
Si nosotros pensamos en esta línea el Proyecto desde sus primeras
páginas, tal vez podamos entender este proyecto como un intento de poner
bajo el microscopio ese famoso sujeto mítico de la necesidad que está en el
origen de la dialéctica del grafo del deseo en Lacan.
Entonces, tenemos una primera paradoja: las neuronas están hechas
para recibir cierta cantidad y el principio que las rige es aliviarse de esa
cantidad, descargarla.
La segunda paradoja aparece en la segunda página. Hablando de esta
descarga, que es la función primaria de los sistemas de neuronas, dice Freud:
“Aquí hay lugar para el desarrollo de una función secundaria, pues entre los
caminos de descarga son preferidos y mantenidos los que conllevan un cese
del estímulo, una huída del estímulo”.
Es decir, si en la vía de la descarga de la cantidad, casualmente,
contingentemente, por azar, sucede que esa vía de descarga al mismo tiempo
ocasiona un cese del estímulo que la provocó, eso es preferido.
Sin embargo, este principio de inercia, dice Freud, es quebrantado desde
el principio por otra constelación de cosas –o sea, es un principio violado de
entrada por la existencia de ciertos estímulos endógenos de los cuales el
organismo no se puede substraer.
Es decir, si la tendencia es a la descarga –que preferentemente va por la
huida respecto del estímulo–, entonces esta función primaria es invalidada por
la existencia de los estímulos endógenos, de los cuales no se puede huir. Es
4
más, para poder huir de un estímulo como el hambre, por ejemplo, necesito
procurarme el alimento, algo tengo que hacer como para conseguir esa x que
haría cesar el estímulo, pero para poder lograr eso necesito disponer de una
cierta cantidad. Si yo me hubiera aligerado de toda cantidad, de toda energía,
entonces no dispondría de ningún recurso como para enfrentar este estímulo
endógeno.
Algo de la cantidad debe permanecer. Entonces resulta ser que las
neuronas tienen que aliviarse de la cantidad, pero no demasiado. Porque si se
alivian de toda la cantidad, no pueden realizar esa acción específica que
modifica de alguna manera el mundo exterior para incorporar algo en el cuerpo
que provoque la huida temporaria del estímulo endógeno.
Si tengo un estímulo, una cierta excitación neuronal, por la vía del
principio de inercia esto tendría que ir a cero. Pero si me quedo en cero habrá
ciertas excitaciones que no voy a tener cómo saldar.
Entonces, este principio de inercia neuronal, que me llevaría al cero, es
quebrantado por la necesidad de mantener algún cierto nivel de energía
disponible para realizar esa “acción específica”, como le llama Freud.
Por eso dice: “En el modo en que esto se realiza, se muestra la
perduración de la misma tendencia, modificada en el afán de mantenerse al
menos la cantidad más baja posible y defenderse de cualquier
acrecentamiento, es decir, mantenerla constante”. (Ya no es a cero sino a una
constante). “Todas las operaciones del sistema de neuronas se deben situar
bajo el punto de vista de la función primaria o bien el de la función secundaria
que es impuesta por las necesidades de la vida”.
En el segundo apartado sobre la teoría de las neuronas, dice Freud que
todo este cuadro que acaba de trazar se puede resumir en la idea de la
existencia de ciertas neuronas investidas. Ciertas neuronas que no se aligeran
del todo de la cantidad, sino que mantienen un cierto acopio de cantidad.
Habría, de alguna manera, neuronas investidas –que mantienen su
cantidad, que no la descargan completamente–, y otras desinvestidas –vacías
de cantidad.
Y esta función secundaria, que se opone al principio de inercia, demanda
un almacenamiento de cantidad.
5
Entonces: ¿Cómo se podría lograr este almacenamiento de cantidad? Ahí
Freud recurre a algo bastante novedoso en esa época, donde todavía no
existía la teoría de las sinapsis. Se empezaba a hacer modelos, y un año
después del proyecto se encuentran en el microscopio las primeras imágenes
de las sinapsis, es decir de los contactos entre las terminales del axón de una
neurona y las dendritas del núcleo de la otra, la “barrera de contacto”.
Si la barrera de contacto deja pasar toda la cantidad, la primera se vacía,
cumpliendo el principio de inercia. Si en la barrera de contacto hay un cierto
umbral que atravesar, puede ser que parte de la cantidad quede en la primera
neurona y entonces quede investida, y no todo pasa a la segunda.
Por eso es que Freud habla, en la p. 342, de la concepción de unas
barreras de contacto entre neuronas. Esas barreras de contacto serán
fundamentales para todo lo que vendrá después. Como dice Freud en el
capítulo 7 (dedicado a las barreras de contacto), éstas serían los candidatos
firmes para establecer sobre esta base, dentro de este modelo, una
representación de la memoria.
Si no fuera por la existencia de estas barreras de contacto, cualquier
cantidad que entra, sale. Las neuronas quedan igual antes que después de
este proceso, y entonces no hay manera de aprender sobre algo, no hay
registro de ninguna experiencia.
Para que exista una memoria la experiencia debe dejar huellas. Y, dado
que la neurona siempre vuelve al estado anterior, sólo puede dejarlas en la
barrera de contacto. Por eso es que Freud introduce ahí una noción que es la
de “facilitación”, término que fue muy fecundo en la neurología y se sigue
usando hoy en día.
De hecho, los medicamentos antirrecurrenciales, como se llaman, se
basan en la hipótesis de que se podría producir una saturación de la facilitación
en la sinapsis entre una neurona y otra, por la vía de agotar el combustible que
facilita el paso del estímulo de una a la otra. Entonces se mete una especie de
barrera entre una neurona y la siguiente para que uno no se haga tanto el
bocho... (Uno se sigue haciendo el bocho, pero no tanto como antes.) Digamos
que eso, de alguna manera, sería introducir un inhibidor de la recaptación de
serotonina (IRS).
6
Entonces dice así: “Cualquier teoría psicológica atendible tiene que
brindar una explicación de la memoria”. Y no se olviden de lo que dijo en la
primera página de este Proyecto: “Existen representaciones hiperintensas”, es
un dato clínico.
Acuérdense que en esta época el neurótico padecía de reminiscencias,
de un recuerdo que no cesa, que está muy recargado de energía, de cantidad,
en los términos del Proyecto. Entonces Freud está tratando de establecer un
modelo que dé cuenta de cómo podría ser que quede tanta libido, tanta
cantidad entrampada en una cierta memoria. Una manera de entenderlo es por
la vía de que algo sucede en esta barrera de contacto.
Para poder fundamentar esta teoría de la memoria recapitula un poco lo
anterior diciendo que las neuronas podrían dividirse en dos clases. No por su
estructura, sino por las cantidades fluyentes con las que tienen que
arreglárselas. Digamos que si mi barrera de contacto mide un centímetro y la
ola de cantidad que pasa de una neurona a la otra mide cinco metros, esa
barrera de contacto me importa un bledo, pasa todo.
Ahora, cuando la cantidad con la que tengo que arreglármelas en esa
barrera de contacto sea de menos de un centímetro, ahí va a entrar a tallar esa
barrera de contacto. Algo va a implicar como diferencia el hecho de que exista
o no esa barrera de contacto.
El aparato que se imagina Freud es un aparato que recibe estímulos,
tanto del interior como del exterior del organismo, y tiene todo el tiempo esta
tendencia a la descarga, a sacarse la cantidad de encima. Esto lo puede hacer
de muchas maneras. Una de ellas es la de diversificarse: una neurona, por
ejemplo, le pasaría su cantidad a cuatro o cinco. Cada una de estas cuatro o
cinco tienen menos que la anterior, y cada una de ésas puede ramificarse en
otras descargas. De esta manera, por la vía de la diversificación se va
aligerando la cantidad. Y, al ir reduciéndose esa cantidad, en determinado
momento va a entrar a tallar esta diferencia en los niveles de facilitación entre
una neurona y la siguiente. De los cinco metros al centímetro del final, en algún
momento lo que funcionaba dejando pasar la cantidad va a funcionar como no
dejando pasar la cantidad. Es decir que las neuronas son todas iguales, pero
en ciertos contextos de cantidad se comportan como pasaderas y en otro
7
contexto como impasaderas, dejan pasar la cantidad o no dejan pasar la
cantidad.
Y, por supuesto, en las neuronas pasaderas no podemos fundar ningún
modelo de la memoria, porque ésas no permiten registrar nada de la
experiencia. La experiencia solamente se registra por la vía de las
facilitaciones. Y esas facilitaciones tienen algún sentido cuando nos
manejamos con cantidades chiquitas, es decir cuando estamos en el terreno de
las neuronas impasaderas.
Por lo tanto, en función de su ubicación tópica en el aparato, que
implicará necesidades económicas diferentes para las diversas neuronas,
podemos dividir las neuronas de este aparato psíquico, de este modelo que
está haciendo Freud de la mente, en dos grupos: el grupo de las neuronas
pasaderas y el grupo de las neuronas impasaderas. Respectivamente Freud
las llama sistema φ (phi) y sistema ψ (psi).
Las barreras de contacto serán la frontera entre las neuronas pasaderas e
impasaderas. φ y ψ son absolutamente idénticas en cuanto a su estructura,
pero por su ubicación y su relación con el mundo exterior o con los estímulos
endógenos, tendrán que barajar cantidades mayores o menores. Y en función
de eso se comportarán como pasaderas o como impasaderas.
Entonces, una vez hecha esta distinción, dice Freud que la memoria en
este aparato está constituida por las facilitaciones entre las neuronas ψ. Es una
memoria de lo más interesante ésta que él plantea, porque si la memoria está
constituida por las facilitaciones entre las neuronas ψ, es una memoria que no
solamente memoriza, sino que lleva a repetir. ¿Qué quiere decir que la
memoria está constituida por las facilitaciones entre las neuronas ψ? Quiere
decir que, si hay un estímulo, ese estímulo recorrerá más las vías que estén
más facilitadas, y menos las menos facilitadas (o inhibidas) para el curso de la
cantidad.
Cuando vuelva a aparecer otro estímulo, recorrerá las mismas vías. Lo
hará incluso más facilitadamente que la primera vez porque, a medida que este
proceso se repite, la facilitación aumenta. O sea que ésta no es una memoria
neutral, no es una memoria como un mero registro, es una memoria que lleva a
la repetición. Y esto es muy importante para Freud. Porque Freud ve que no
solamente estas representaciones hiperintensas están vinculadas a ciertos
8
recuerdos que en aquél momento él llamaba traumáticos. Sino además que la
evocación era sustituida por la repetición. Como lo dice en sus escritos
técnicos, la repetición viene en lugar de la evocación, en lugar del recuerdo. Es
un aparato que ya está destinado para que, si algo lo marcó una vez, eso se
repita. Y no importa si es bueno o malo. No hay ninguna guía moral, digamos,
que indique si las cosas funcionan en el sentido del bien o el mal para el sujeto.
Inmediatamente después de haber dicho esto, Freud avanza un poco más
en eso que les digo que nos va a hacer entender correlativamente a las
neuronas como el sistema del significante tal como lo concibió Saussure,
porque dice que es evidente que si yo tuviera todas las neuronas igualmente
facilitadas –digamos, todos los umbrales de un centímetro–, este aparato no
tendría ninguna posibilidad de memorizar nada. Sería lo mismo que dejara a
todas pasaderas, que no registren nada, pues si todas quedaran igualmente
marcadas no habría memoria diferencial. Entonces, para que haya una
memoria, lo importante no son las facilitaciones que haya, sino las diferencias
entre las facilitaciones. Es allí donde se ubica la memoria.
Por eso después se corrige: “La memoria evidentemente es, en relación
con el decurso excitatorio, uno de los poderes comandantes que señalan el
camino. [Y] está constituida por los distingos dentro de las facilitaciones entre
las neuronas ψ” (pp. 344-5).
Es decir que tenemos una memoria cuya estructura formal es la
estructura que Saussure encontró en el significante, es decir un sistema formal
de diferencias. “Formal” porque no tiene absolutamente ninguna relación con
aquello que es representado en este sistema de memoria, es absolutamente
arbitraria la relación entre lo recordado y las huellas que dejan las
facilitaciones, lo mismo que la arbitrariedad del significante. Y al mismo tiempo
es absolutamente “diferencial”, es decir que se basa en las diferencias y no en
los valores específicos propios de cada una de esas facilitaciones. Lo único
que influye en la memoria es la diferencia que cada facilitación tiene con todas
las demás facilitaciones.
Otra cosa muy interesante, al final de la página 345. Una vez que
concluye con esta relación entre las facilitaciones, las neuronas, las barreras de
contacto, los distingos entre las facilitaciones, da un primer modelo de lo que
sería una memoria y la posibilidad de que en esa memoria algo de cantidad
9
quede retenido. Porque está tratando de entender las famosas
representaciones hiperintensas de la primera página, su problema clínico.
Entonces, una vez que dice esto, agrega algo muy interesante: “En esto se
muestra, pues, la cantidad como el factor eficaz y la facilitación como un
resultado de la cantidad y al mismo tiempo como aquello que puede sustituir a
la cantidad”.
¿Qué quiere decir esto? Primero quiere decir algo muy sencillo: el factor
eficaz, lo que causa algo (una modificación en el aparato) no es la facilitación
sino la cantidad: es en la medida en que hubo cantidad que habrá facilitación.
Si ustedes lo piensan en términos de que la cantidad representaría algo así
como la libido o el goce y las facilitaciones (o más bien sus diferencias) el
significante, está hablando de que en primer lugar está el goce, y en segundo
lugar el significante. Algo distinto al modo en que Lacan intentó concebir la
relación entre el significante y el goce a lo largo de sus primeros dieciocho años
de enseñanza. Es al revés como lo planteaba Lacan. Y, en última instancia,
Lacan termina rindiéndose ante Freud en este punto.
Uno podría decir que la síntesis de toda la primera enseñanza de Lacan
sería que el significante es causa del goce. Y Freud en 1895 dice: La cantidad
es causa de la facilitación –que, si lo retraducen a los términos lacanianos, está
diciendo justamente la fórmula inversa.
Ésta es una de las dificultades enormes que plantean el Seminario VII y,
tres años más adelante, el Seminario sobre La angustia, que son dos
seminarios que, de alguna manera, rompen con una serie de estereotipos del
propio Lacan, entran en contradicción con algunas de las categorías con las
cuales Lacan intentaba formalizar la experiencia analítica.
En el Seminario X es más clara esa contradicción cuando habla de
cuestiones del cuerpo sin relación con marca alguna del significante.
Aquí, en el Seminario VII, en cambio, por lo menos tenemos la
articulación entre el significante y el goce, como una especie de cohabitación
entre ambos.
En este capítulo sobre placer y realidad del Seminario VII, Lacan dice por
qué le parece fundamental iniciar este Seminario sobre La ética del
psicoanálisis leyendo este Proyecto de una psicología para neurólogos. Ya en
la clase anterior había dicho que, para entender el estatuto que tiene el
10
problema ético dentro del psicoanálisis, había que tener claro la dinámica que
une y separa entre sí el principio del placer y el principio de realidad. Y luego
explicita que para ver la dinámica entre estas dos cuestiones, nada mejor que
el Proyecto. Lo dice así: “Se trata de explicar el funcionamiento normal de la
mente. Para hacerlo, parte de un aparato cuyos datos primeros están en
máxima oposición con la culminación en la adecuación y el equilibrio. Parte de
un sistema que, por su propia inclinación, se dirige esencialmente hacia el
señuelo y el error. Este organismo parece hecho enteramente para no
satisfacer la necesidad, sino para alucinarla. Conviene pues que se le oponga
otro aparato, que entra en juego para ejercer una instancia de realidad, y que
se presenta esencialmente como un principio de corrección, de llamado al
orden” (pp. 39-40).
Esta búsqueda de entender la relación entre principio de placer y principio
de realidad es un objetivo de Lacan a lo largo de todo el Seminario VII. Al
principio, mordiendo un anzuelo que Freud tira ya desde el Proyecto –que es
establecer al principio de realidad como una especie de correlato del principio
del placer–, pero muy hacia el final del Seminario VII recién Lacan dice que “la
realidad no es en lo absoluto el correlato dialéctico del principio del placer”
(p. 271).
Entonces, el objetivo por el cual Lacan intenta entender lo que plantea
Freud en el Proyecto es el de tratar de comprender la dinámica y la relación de
oposición dialéctica (no oposición en el sentido de contradicción, sino en el de
relación dialéctica) entre principio del placer y principio de realidad. Pero, al
mismo tiempo, nos muestra este aparato, tal como es concebido por Freud,
para dar cuenta de los hechos de la clínica. Es un aparato del que se puede
decir cualquier cosa menos que esté hecho a los fines de la adaptación. Más
bien, digamos que no es un aparato que se pueda fundamentar biológicamente
desde la perspectiva de ningún darwinismo, de ninguna teoría de la evolución
adaptativa al medio. Es decir, algo que choca frontalmente con las hipótesis
que manejan las terapias cognitivo-comportamentales, que presuponen, como
decía Chomsky, que el lenguaje es un órgano y, como decía Pinker, que si es
un órgano entonces está sometido a las leyes generales de la evolución, es
decir la adaptación.
11
El supuesto freudiano de este aparato, tal como se lo dicta la experiencia
clínica, contradice la idea de que un aparato psíquico pueda estar
biológicamente determinado en términos de la evolución por selección natural.
No es algo que esté preparado para adaptarse al medio, más bien entra
constantemente en disonancia con el medio. Si tengo un estímulo, por ejemplo,
endógeno (el cuerpo es exterior a este aparato psíquico), un estímulo
endógeno de hambre, y lo que obtengo –como resultado del funcionamiento
automático de este aparato– es la alucinación de una teta o de un biberón,
¡evidentemente este aparato no está muy bien adaptado a las necesidades de
la vida! Y, de hecho, los neuróticos en general somos bastantes inadaptados,
digamos que no nos dejamos regir por las leyes de la razón práctica. Más bien,
estamos comandados por fuerzas bastantes oscuras, incluso ridículas.
Entonces, tenemos que las facilitaciones sirven a la función primaria,
porque permiten la descarga, la facilitan. Y, digamos, la facilitan con un costo,
que es este lastre de la memoria que lleva a la repetición. Lo que queda
retenido, que no pasa por la facilitación, esa cantidad con la que la neurona
queda investida, es la que sirve para la función secundaria.
Bueno, el aparato se explica un poco más en el § 4, “El punto de vista
biológico”, donde dice que “no situamos el distingo [entre φ y ψ] en las
neuronas, sino en las cantidades con que ellas tienen que habérselas” (p. 348).
Y señala el hecho de que el sistema ψ “no tiene conexión con el mundo
exterior; solamente recibe Q [cantidad], por una parte, de las neuronas φ
mismas, y, por la otra, de los elementos celulares situados en el interior del
cuerpo” (p. 349).
Voy a tratar de darles una pequeña representación que les puede servir
de guía para figurarse lo que viene a continuación. Freud arma un esquema
compatible con una representación de este aparato en la que tendríamos el
interior del cuerpo por un lado, el exterior del cuerpo por el otro y, sin frontera
entre exterior e interior, sino rodeado de una manera difusa, tendríamos el
aparato psíquico donde hay una primera diferenciación: Si el aparato ψ no tiene
conexión con el mundo exterior y solamente recibe cantidad, por una parte, de
las neuronas φ mismas, y, por la otra, de los elementos celulares situados en el
12
interior del cuerpo, la única manera de representarnos este sistema ψ es por la
vía de figurarnos el sistema ψ y el sistema φ de esta manera (ver figura):
Las φ (que son las neuronas pasaderas, las que tenían que habérselas
con cantidades enormes), ésas son las que están vueltas hacia el mundo
exterior. Reciben estas enormes cantidades y empiezan a diversificarlas –la
forma más rápida es por la vía del arco reflejo (descarga inmediata y además
ventajosa, porque lleva a la huída del estímulo). Descargan, y en la medida que
descargan, la cantidad que circula por las neuronas es cada vez menor. En
algún momento los umbrales empiezan a ser relevantes. Cuando eso suceda
diremos que estamos frente al paso del sistema φ al sistema ψ. Las neuronas
son iguales, las de este lado (izquierda) y las de aquél (derecha). Pero estas
(las ψ) empiezan a hacer valer sus umbrales, sus facilitaciones diferenciales,
su memoria. Por eso Freud dice que la memoria está ubicada exclusivamente
en el sistema ψ.
Y fíjense que entonces un sistema ψ, ubicado topológicamente de esta
manera, responde a la descripción que hace Freud en la página 349 del
Proyecto, donde las neuronas ψ reciben la cantidad, o bien de las neuronas φ,
o bien del interior del cuerpo, y no tienen conexión directa con el exterior.
Ahora, esto sería una representación… ¿de qué cosa? Uno puede pensar
que esto es una representación del cuerpo; de la relación, más bien, entre este
aparato psíquico –constituido por células, neuronas, que están en algún lugar
del cuerpo–, y el resto del cuerpo –metido en un mundo exterior y que tiene un
interior (el del organismo).1
1 Como decía Schreber: “El alma humana está contenida en los nervios del cuerpo”. No hay división cartesiana entre cuerpo y alma.
13
Si nosotros imaginamos que el cuerpo es equivalente a una especie de
bolsa que permite separar un mundo exterior de un mundo interior, como dice
Lacan en el Seminario 21, nos estamos equivocando mal, porque tenemos
orificios en el cuerpo que conectan ese exterior y ese interior –por ejemplo, la
boca y el ano.
Entonces, ¿dónde está la diferencia entre exterior e interior, si todo está
conectado? La frontera entre lo que es de adentro y lo que es de afuera es
inestable, difícil de definir. ¿Dónde empieza el exterior y termina el interior? De
esta manera tenemos una representación del organismo humano donde la
diferenciación entre lo que pertenece al exterior y al interior no está bien
definida. El exterior está comunicado con el interior, no hay frontera. Y lo que
constituye esas zonas difusas de pasaje del exterior al interior son las zonas
erógenas. Las zonas erógenas estarían en el borde entre el interior y el exterior
(ver figura).
Por lo tanto sería un poco complicado definir para ellas qué es exterior y
qué es interior –problema que Freud se plantea en el Proyecto. Por ejemplo,
trata de fundamentar cómo el aparato psíquico puede reconocer la diferencia
entre un objeto exterior y uno interior, y dice que de los objetos no tengo
noticias más que por los estímulos que producen; los exteriores son aquellos
que pueden cesar, no son constantes, son esporádicos, pero los estímulos
endógenos son los que están todo el tiempo insistiendo; podré darme cuenta
del estímulo un poco antes o un poco después, pero el estímulo está todo el
tiempo. Para que el estímulo sea situado afuera, tendría que ser un estímulo
discontinuo, pero si tengo hambre estoy estimulado, el objeto que viene a
satisfacer el hambre es un objeto que, en el momento en que me lo ponen en la
boca, produce una excitación de la zona erógena oral y, por lo tanto, a ese
14
objeto lo veo afuera pero, desde la perspectiva de las categorías que rigen el
aparato, es un objeto interior, porque su estímulo es constante, no cesa. Por lo
tanto, desde la perspectiva de este modelo primario, no habría manera de
distinguir si ese objeto está afuera o está adentro.
Retomemos. Entonces, tenemos este aparato por ahora diferenciado en
dos partes: el sistema φ (que da al exterior) y el sistema ψ (que se relaciona
con el interior del cuerpo o con el sistema φ). Y la memoria está ahí, ubicada
en los distingos entre las facilitaciones de las neuronas ψ.
Lo que resta del § 5 van a poder leerlo. Mi idea es darles una introducción
para que lean después el Proyecto, que no les resulte tan árido.
El apartado siguiente (§ 6) trata acerca del dolor. Y es de lo más
interesante porque ¿recuerdan que antes habíamos dicho que la cantidad era
lo que estaba en causa y las facilitaciones eran la consecuencia? Bueno, el
dolor es un ejemplo de cómo la cantidad funciona como causa para la
provocación de las facilitaciones y distingos entre las facilitaciones. Dice Freud:
¿En qué consiste el dolor? “Consiste en la irrupción de grandes cantidades Q
hacia ψ”. Recuerden que el sistema ψ sólo se manejaba con pequeñas
cantidades, las que vienen del interior del organismo o las que ya han sido
tamizadas, moderadas por el sistema φ. Pero ¿qué pasa si, en determinado
momento, una cantidad enorme, desacostumbrada, llega al sistema ψ? Ésa es
la vivencia del dolor: la aparición de una cantidad exorbitante en el sistema ψ,
enorme para los niveles con los cuales se las tiene que arreglar habitualmente
el sistema ψ. Y, por lo tanto, esa cantidad pasará por encima de los umbrales
de las barreras de contacto anteriormente preestablecidas por las facilitaciones.
Al pasar por encima, baja los niveles de esos umbrales, produce facilitaciones,
y esas facilitaciones son huellas, es decir, son facilitaciones permanentes.
O sea que, en última instancia, nuestro aparato psíquico es hijo del dolor,
porque en todo momento han sido cantidades hipertróficas las que han dejado
esas huellas que luego se repetirán. Ya de entrada se plantea que la repetición
que está en juego en este sistema llamado ψ, es una repetición que no tiene
nada que ver con el placer, es la repetición, esencialmente, de una vivencia de
dolor.
15
Y no es casual que Freud aborde en este Proyecto, en primer lugar el
dolor y luego la satisfacción. Porque es el dolor lo que marca las primeras
memorias repetitivas en este aparato.
O sea que se trata de un aparato absolutamente inadaptado, porque no
solamente no sirve a los fines de la acción específica, sino que encima lo voy a
repetir ¡y con sufrimiento! Porque si algo quedó marcado como un dolor, ese
dolor se repetirá.
Así funciona este aparato. Por eso Lacan, en la página 40 de este
Seminario, dice: “Ninguno [como Freud] había extremado tanto la explicación
del organismo en el sentido de una inadecuación radical, en la medida en que
el desdoblamiento de los sistemas está hecho para ir contra la inadecuación
fundamental de uno de los dos”. Y yo agregaría: incluso contra la inadecuación
del principio que está en la base del funcionamiento de ambos –ya que no hay
distinción entre las neuronas de uno y otro sistema.
Freud concluye este apartado (p. 352) diciendo: “El dolor deja como
secuela en ψ unas facilitaciones duraderas, como traspasadas por el rayo;
unas facilitaciones que posiblemente cancelan por completo la resistencia de
las barreras-contacto y establecen ahí un camino de conducción como el
existente en φ”.
Es decir que la vivencia de dolor correría, de alguna manera, la frontera
de φ entrando sobre ψ. Introduciría una neurona que antes era ψ, y pasaría a
ser parte de φ. Por lo tanto, la memoria que está en juego queda alterada
completamente, ya que ella está constituida por la diferencia entre todas las
facilitaciones: si cambio una, entonces cambio toda la memoria.
¿Cómo pensar la eficacia terapéutica del psicoanálisis? Es decir, ¿cómo
el psicoanálisis puede hacer algo en relación a esto?
En primer lugar, todos ustedes pasaron, pasan o pasarán por la
experiencia analítica, y sabrán que ella no es, precisamente, una experiencia
de placer. Es, a veces, una experiencia tremendamente dolorosa. Los analistas
no son containers de las lágrimas de los pacientes, más bien son sus
provocadores. No son muy homeostáticos –por suerte.
La experiencia analítica es una experiencia que va dejando sus marcas,
que va produciendo inclusive una cierta memoria de la experiencia misma. No
solamente bajo la forma de la transferencia, sino también bajo la forma de esa
16
especie de “campanadas” que pueden ser ciertas interpretaciones inolvidables
en un análisis, que quedan resonando en la vida del sujeto y hacen que su vida
cambie a partir de eso.
¿Cambia a partir de qué? ¿De haber eliminado una huella anterior, o de
haber agregado una nueva? Las huellas, en este aparato psíquico, no se
borran nunca. Entonces, si algo queremos cambiar, algo nuevo tendrá que
aparecer. Y eso nuevo sólo deja su marca por la vía del dolor.
La satisfacción nunca es garantía de la adecuación de la interpretación al
objetivo de la dirección de la cura. Es más bien una experiencia de dolor la que
acompaña, por así decirlo, la creación de un cambio en la constelación libidinal
del síntoma para un sujeto, un cambio en la economía libidinal del síntoma para
ese sujeto. Solamente se puede cambiar algo en la economía libidinal del
síntoma por la vía de la introducción de una marca nueva. Y las marcas se
producen por la vía de una experiencia dolorosa.
Por lo tanto, el análisis no sólo deja por fuera la prosecución de algún
Bien para el sujeto, sino que además es una experiencia que no se deja regir
por el placer ni por su principio.
Expresiones tan usuales como algunas que los pacientes dicen –“La
interpretación me hizo mierda”, “Cómo me pegó la interpretación”, etc.– no me
parecen causales. No me parece casual que las imágenes que simbolizan este
impacto sean ésas. En general, el paciente que ha sido conmovido por el
análisis no sale con maripositas en el corazón, más bien sale con una especie
de nuevo sufrimiento. Pero es un nuevo sufrimiento que algo cambia.
De allí también la búsqueda de Lacan de pensar qué tienen que ver todos
los principios morales –el Bien Supremo, etc.– con la ética del psicoanálisis.
Y, en resumen, el Seminario VII va en la dirección de que la ética del
psicoanálisis es una ética del mal, por así decir. No es una ética que se pueda
regir por el principio del Bien Supremo o una experiencia que podría transcurrir,
digamos, por la vía del principio del placer.
Ese proceso primario que llevaba a la descarga, ese principio de inercia
neuronal, es un principio cuya realización misma sería equivalente a la muerte.
Freud volverá sobre esto insistentemente. Si se cumpliera completamente
el principio de inercia, la descarga a cero sería fatal.
17
El análisis no va en esa dirección, dada por el principio del placer y la
tendencia a la descarga. Tiene que introducir algo más bien inquietante. El
analista siempre, en este sentido, es molesto, perturbador.
Pasemos al § 7, “El problema de la cualidad”. Este apartado prepara el
distingo entre principio del placer y de realidad (o de irrealidad), que va a surgir
a partir del problema de la cualidad, porque aquí se define esencialmente
dónde está situado el registro del placer y el displacer.
El registro del placer y el del displacer es algo complicado para Freud, y lo
resuelve con una especie de pirueta. Digamos primero que el registro de que
algo es placentero o displacentero es similar a algo del orden sensorial, es una
cualidad.
Evidentemente el problema de la cualidad no puede ser resuelto por las
facilitaciones, porque las facilitaciones trastornan la cantidad. Al ir variando la
cantidad, la cualidad no se podría conservar. Tendría que haber alguna otra
variable dentro de los estímulos que permitiera distinguir una cualidad visual de
una placentera, una placentera de una táctil, etc.
Como hasta ahora solamente había trabajado con cantidades fluyentes, la
peripecia que hace Freud es decir que esas cantidades al mismo tiempo deben
tener ciertas cualidades, y que el registro de esas cualidades tiene que estar en
un sistema que no esté sometido a las leyes generales de la cantidad.
¿Cómo lo resuelve? Se basa en una distinción bastante corriente en esa
época. Freud hace referencia a la inducción. En la época ya se hablaba de
corrientes por las cuales transcurría una cantidad de carga. Incluso la letra que
Freud utiliza para la cantidad es la Q –letra que en la época se utilizaba para
simbolizar la carga eléctrica. Cuando habla de “neuronas investidas”,
evidentemente está pensando en una cantidad de carga que queda en un lugar
y no se conduce a otro. Cantidades, barreras de conducción, etc., todo hace
pensar en un modelo eléctrico. Y es lógico pensar en esos términos, porque los
estímulos neuronales son eléctricos.
Entonces, pensando en este sentido, se le ocurre a Freud que en la
electrodinámica existe una distinción entre lo que es la amplitud de una
corriente y su frecuencia. Uno podría decir: la amplitud corresponde a lo que
venía llamando la cantidad, y la frecuencia de la oscilación podría ser la
18
cualidad. Esas diferencias de frecuencia nos permitirían distinguir sensaciones
táctiles, olfativas, etc.
Ahora bien, ¿dónde está el registro? ¿Qué registra esto? Lo que lo
registra es la conciencia. Y ¿dónde está la conciencia? Ésta es otra de las
paradojas interesantísimas del aparato freudiano. La conciencia no puede
dejarse guiar por la memoria, porque la conciencia tiene que renovarse
constantemente. Tiene que ser algo homólogo a una percepción pura. Por lo
tanto los distingos entre las facilitaciones ψ no tienen que funcionar allí. Sin
embargo, donde no funcionan es en el sistema φ, que trabaja con las
cantidades en bruto y al cual las cualidades le importan un bledo, porque recibe
como dolor tanto un estímulo hipertenso táctil, como uno visual u olfativo.
¿Cómo resuelve Freud esta paradoja? Diciendo que debe haber un
ámbito diferenciado del sistema ψ en el cual no llegue cantidad alguna y al que,
sin embargo, lleguen las cualidades.
Entonces, el modelo que usa es el modelo de la inducción
electromagnética, o sea lo siguiente: Entre una antena emisora y mi radio, no
hay una cantidad que fluya, no pueden registrar en el medio el paso de una
cantidad. Lo único que ustedes tienen es una onda con una cierta frecuencia
que va de un lado a otro, así funcionan todas las antenas. Entonces Freud dice
que de una neurona a la siguiente en algún momento la cantidad ya no pasará,
pues como la cantidad que pasa es cada vez es más chiquita, en algún
momento llegará a cero. Pero cuando llega a cero, no se terminó allí el
proceso, porque puede pasar, de una neurona a la siguiente, su frecuencia.
Habrá un ámbito separado de todo el sistema ψ donde directamente no va a
entrar ninguna cantidad, donde solamente van a entrar las cualidades.
Este sistema lo llamará el sistema ω, y es el sistema de la conciencia en
este aparato freudiano. Allí localiza la conciencia, que es lo que está más
alejado en el aparato del mundo exterior (ver figura).
19
El sistema ω no tiene relación alguna con el mundo exterior. Del mundo
exterior sólo le llegan pálidos reflejos por la vía de las distinciones cualitativas,
además reguladas por el problema de las facilitaciones duraderas que hacen,
por medio de sus distingos, a la memoria.
Las sensaciones conscientes, entonces, son explicadas de esta manera
(pp. 352-354), y el § 8, dedicado a la conciencia, desarrolla esto.
Tendríamos así un sistema de tres capas –sistema ψ, sistema φ, sistema
ω– donde tendríamos el aparato psíquico esencialmente constituido por el
sistema ψ. Una parte diferenciada, casi desconectada del mundo exterior –el
sistema ω o sistema de la conciencia–, muy precario, sólo se maneja con las
cualidades. Y un sistema φ que no tiene ninguna memoria, que es
absolutamente pasadero, donde vamos a dejar ubicadas todas las neuronas
que tienen que ver con la percepción.
La percepción está de un lado, la conciencia está del otro. Casi como el
esquema mal llamado “del peine”, el esquema óptico de La interpretación de
los sueños.
El apartado siguiente trabaja la diferenciación entre mundo exterior y
mundo interior, la frecuencia de los estímulos, etc. Todo lo que les resumí un
poco antes. Desarrolla un poco más la cuestión de las facilitaciones y las
barreras de conducción. Y todo esto desemboca, después de cinco apartados,
en la vivencia de satisfacción. El punto 6 era la vivencia de dolor, recién el 11
es la vivencia de satisfacción. O sea que todo lo que desarrolla desde el punto
6 al 11 son las consecuencias que implica el dolor como formador del aparato
psíquico.
20