comentario crítico dawkins - el relojero ciego. josé miguel serrano gil
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Análsis de El relojero ciego de DawkinsTRANSCRIPT
Comentario crítico. Texto nº 2: RICHARD DAWKINS: El relojero ciego.
José Miguel Serrano Gil. Problemas filosóficos de la Biología.
Las tesis evolucionistas de Dawkins en el capítulo IV, “Trazar sendas a través del espacio animal”,
de El relojero ciego, se centran en un gradualismo evolutivo que rebate las principales tesis
saltacionistas y la contumacia de la “propaganda antievolucionista” a partir de un entramado de
argumentos bien diferenciados:
1) Solo es posible hablar de gradualismo en “términos” geológicos, esto es, en miles de millones de
años. Es posible ver afinidades y mutaciones que diferencian X de X' fácilmente si entre ambas
existe escasa distancia temporal. El problema se agrava cuando resulta difícil ver parecidos entre X
y X'', cuando la distancia temporal aumenta en términos “geológicos” entre ambas . El problema
encuentra una solución cuando rastreamos una serie “creíble” de gradaciones.
Las gradaciones son pasos intermedios que muestran la evolución de las características -variables
continuas- de un órgano u organismo a través del tiempo, que también es una variable continua, por
lo que el espectro evolutivo y sus variables son continuas, graduales.
Las funciones de los órganos, perfectibles, no son operativas en términos de “todo o nada”. No es
preciso que un órgano alcance su plenitud de desarrollo en la evolución para poder decir que este
funciona, o que es útil. Por el contrario, cada avance fue siempre una ventaja respecto del estado -o
estadio- anterior: es mejor tener un 5% de visión a no tener nada. Y es mejor tener un 20% a tener
un 10%.
2) Frente al saltacionismo del “todo o nada” (que sostiene que un órgano funcionará únicamente
cuando esté 100% formado) de Goldsmidt-Gould, Dawkins esgrime numerosos ejemplos, algunos
de ellos muy curiosos:
- En primer lugar, el ejemplo del insecto-ramita. ¿Su sistema de camuflaje, su parecido a la rama,
únicamente le será útil cuando se haya desarrollado al 100%, cuando haya alcanzado su “plenitud”
de desarrollo, el máximo parecido posible a la ramita? Parece ser que no. Por el contrario, en cada
fase del desarrollo evolutivo dicho sistema de camuflaje mostró una creciente efectividad frente a
posibles depredadores. La visión de estos fue asimismo evolucionando, al tiempo que el camuflaje
de los insectos que le servían de alimento también lo iba haciendo.
- Ocurre otro tanto de lo mismo con la visión. Como señalamos, es preferible un 5% de visión a
nada: en cada una de sus fases evolutivas, el ojo funcionó lo suficientemente bien como para
contribuir a la supervivencia de la especie en cada estadio evolutivo, en cada medio. En este
sentido, podríamos considerar la cámara oscura -el ojo- del Nautilus como ejemplo de un estadio
intermedio entre la ausencia de visión y la visión plenamente desarrollada en especies afines al
Nautilus, como el pulpo o el calamar, que a diferencia del Nautilus sí poseen cristalino y retina.
3) Los argumentos en contra del saltacionismo también podrían aplicarse en contra de todo tipo de
la literatura antievolucionista. En numerosas ocasiones, dicha corriente cree dar por zanjada la
cuestión, a su favor, exponiendo ejemplos de especies y organismos que no podrían haberse
desarrollado si su constitución actual hubiese dependido de estadios intermedios evolutivos
precedentes. A veces -asegura Dawkins- este tipo de afirmaciones responden no tanto a pretensiones
científicas cuanto a creencias personales.
Para ilustrar esta situación, Dawkins recurre al ejemplo del escarabajo bombardero. Biólogos
antievolucionistas sostienen que la mezcla de hidroquinona y peróxido de hidrógeno, mezcla que
conforma la sustancia explosiva que el escarabajo expulsa en defensa propia, no podría almacenarse
en el cuerpo de dicho escarabajo sin que este hubiera desarrollado un antiinhibidor, que le impide
estallar en mil pedazos. Si en cualquier momento hubieran coexistido ambas sustancias en un
mismo organismo, este hubiera saltado por los aires. Debe, pues, existir el escarabajo -y la mezcla
de sustancias, incluido el antiinhibidor- como un todo, de una vez por todas, al 100%. No han
existido, por tanto, gradualismos pretéritos.
No obstante, Dawkins prueba empíricamente que la mezcla de ambas sustancias, hidroquinona y
peróxido de hidrógeno, es inocua, siendo así que nunca existió en antiinhibidor. La explosión solo
será resultado de la fusión de ambas con un catalizador, que se mezcla a posteriori, exteriormente,
con la hidroquinona y el peróxido de hidrógeno, a raíz de lo cual se producirá la reacción explosiva.
De nuevo en defensa del gradualismo evolutivo, nuestro autor vuelve a la carga con nuevos
ejemplos. Retoma una vez más el argumento del porcentaje (mejor un tanto por ciento de un órgano
en proceso de evolución que nada), y mejor el estadio intermedio en la evolución de un órgano que
su inexistencia, en tanto en cuanto que aquel contribuirá a favorecer su adaptabilidad al medio.
En la misma línea argumentativa, se sitúa el ejemplo del sistema hidrostático que contribuye al
desplazamiento de los peces en el agua, a caballo entre las branquias y el pulmón de los mamíferos
en su plenitud de desarrollo evolutivo, y el ejemplo del veneno en las serpientes, trasunto
plenamente especializado de aquella primigenia saliva corrosiva y alérgena de los ancestros de los
reptiles.
Siguiendo un proceso similar se constituyeron las orejas en los mamíferos. En principio, cualquier
tipo de piel vibra cuando cerca de ella se produce ruido. Tanto más cuanto mayor sea la intensidad
del mismo. En este ámbito, la especialización evolutiva va más allá y alcanza nuevos y
sorprendentes niveles de optimización en lo que a adaptación a un determinado medio se refiere, a
con la utilización del sistema auditivo para orientarse por parte de algunas especies de aves, desde
la primitiva orientación a partir del eco que determinados graznidos producían por causa del relieve
hasta el complejo sistema de ecolocalización desarrollado por ballenas dentadas y, más aún, por
murciélagos.
4) Sin embargo, en la mayoría de itinerarios evolutivos estudiados ocurre frecuentemente que los
niveles evolutivos alcanzados no son mejores que sus precedentes, lo que no quiere decir que de
alguna manera sean, en tanto que más imperfectos, más ineficaces a la hora de sobrevivir y
adaptarse al medio. Por el contrario, esto demuestra que ningún órgano ha podido formarse sin una
previa “sucesión de ligeras modificaciones”, en palabras del propio Darwin. Esta aseveración (la
eficiencia adaptativa no depende exclusivamente del nivel de desarrollo evolutivo alcanzado) ha
sido explicada explicada por diversos autores en numerosas ocasiones, desde la “ley de Dollo”, que
afirma la improbabilidad de que dos trayectorias evolutivas se repitan o que una misma especie
repita exactamente el mismo itinerario evolutivo, hasta el conocido “pulgar del panda” de Gould,.
A continuación, Dawkins, fiel a su estilo, enumera ejemplos de organismos “imperfectos” plena y
eficazmente adaptados, que refutarían tesis como la de un “diseñador” divino que, en su sano juicio,
jamás habría podido concebir “monstruosidades” como el pez óseo plano con los dos ojos en un
lado de la cara (acedía e hipogloso, frente a la perfección de la raya, especie no ósea que procede
del tiburón).
5) Para completar el argumentario gradualista, Dawkins dedica la última parte del capítulo a
exponer, a partir de la ley de Dollo, cómo incluso especies alejadas en el tiempo, pero sobre todo en
el espacio, han seguido trayectorias evolutivas muy parecidas, en lo que se ha denominado “líneas
evolutivas convergentes”. Resulta asombroso comprobar cómo el fenómeno de la convergencia
evolutiva se da tanto si tenemos en cuenta la teoría de la deriva continental de Wegener como si no,
aunque la convergencia no sea total. Así, “el razonamiento básico es que, si un diseño es lo
suficientemente bueno para evolucionar una vez, el mismo principio sería suficientemente bueno
para evolucionar dos veces”: grupos lejanos de especies, como murciélagos, delfines, ballenas, los
peces débilmente eléctricos, las cigarras de aparición periódica, desarrollan “ocupaciones” similares
en diferentes lugares y continentes. Dichas ocupaciones o modos de habitar y comportarse en un
medio determinado, son similares, convergentes, provengan o no las especies en cuestión de una
misma rama genealógica: los caminos evolutivos seguidos por las especies citadas más arriba han
sido convergentes.
Resulta poderosamente llamativo el ejemplo de las plagas de cigarras (langostas) de aparición
periódica, y el comportamiento social de hormigas y termitas en diferentes y lejanas localizaciones.
En el caso de las plagas de cigarras, aparecen cada 13 o 17 años, números primos -curiosamente- o
números que solo son divisibles por sí mismos. Resultan asimismo sorprendentes las explicaciones
que los biólogos evolucionistas han aportado al respecto: si las langostan apareciesen en periodos
divisibles en mitades, por ejemplo cada 14 o 18 años, a las especies que son “atacadas” por las
langostas les sería más fácil adaptarse, evolucionar y desarrollar mecanismos de defensa.
Hormigas y termitas, por último, han desarrollado ocupaciones sociales convergentes en diferentes
continentes. Digno de mención es el ejemplo autobiográfico, rayano en lo literario, de Dawkins
cuando narra las experiencias vividas en torno a las hormigas “legionarias” en África, cuando era
niño, y en Sudamérica, en la edad adulta. La especialización evolutiva llega en estas colonias hasta
niveles inimaginables: las obreras trabajan, las guerreras defienden y la reina procrea y dirige
transmitiendo patrones conductuales a través de la herencia genética, que ella misma almacena, al
resto de la sociedad, como si de una perfectamente engranada utopía platónica se tratase.