comandos 602

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Alberto N. Manfredi (h) 562 LA COMPAÑÍA DE COMANDOS 602 ENTRA EN ESCENA Cerca de las 18.00 horas del miércoles 16 de mayo, el jefe del Estado Mayor del Ejército, general José Antonio Vaquero, revisaba unos documentos en su despacho del 5º piso del Edificio Libertador, cuando el mayor Ángel León ingresó presurosamente para entregarle unos radiogramas que el alto oficial debía firmar. En aquellos días, el magnífico edificio de estilo academicista francés, sede del Ministerio de Guerra (años después Ministerio de Ejército y en la actualidad de Defensa), era escenario de un movimiento febril propio del comando de una nación en guerra, con gente que iba y venía llevando documentos, solicitando instrucciones, dictando disposiciones y otorgando audiencias. Mientras el general firmaba los despachos, su subalterno le dijo en tono grave que lo que estaba ocurriendo era una verdadera lástima, e inmediatamente después, calló. Vaquero alzó la vista y con el ceño fruncido preguntó, mirando fijo a su subalterno: -¿Por qué dice que es una lástima lo que está ocurriendo? Extremadamente serio, el mayor dijo con tono grave que los hombres más preparados para la lucha estaban desperdiciados en puestos pasivos y secundarios después de haberse preparado toda su vida para un momento como el que se estaba viviendo y que se desaprovechaba una oportunidad única de ponerlos a prueba. Se refería a los comandos que habían quedado en el continente esperando ser enviados al frente en tanto los cuadros que traía el enemigo eran, en su amplia mayoría, profesionales y no jóvenes conscriptos como los que la Argentina había desplegado en el teatro de operaciones. A toda costa había que enviar esa gente especializada, preparada para la guerra, como lo estaban demostrando los hombres del mayor Castagneto, si lo que se quería era alcanzar el objetivo. Además, en cualquier momento la Compañía de Comandos 601 iba a protagonizar enfrentamientos de envergadura, con muertos y heridos y eso la dejaría extremadamente debilitada. Cuando León terminó de hablar, el general Vaquero quedó un momento en silencio, sumido en profundos pensamientos, como evaluando lo que acababa de escuchar e inmediatamente después tomó un papel de su escritorio, anotó algo en él y se lo entregó al mayor que con profunda satisfacción, se dio cuenta que había ganado la partida. -Tome –dijo el general mientras extendía el brazo con el papel en la mano- póngase a trabajar en una lista con los hombres que considere más adecuados para pasar a las islas 1 . León tomó el escrito y salió presurosamente, lleno de entusiasmo, para dirigirse a la oficina de la División Coordinación, donde le ordenó al mayor Olascoaga que se pusiese a trabajar en la lista. Al mismo tiempo, llamó al coronel Federico Antonio Minicucci, jefe de la Escuela de Infantería y le pidió que tuviera todo listo para transformar a esa dependencia en órgano ejecutivo. En realidad, el tema había sido tratado a comienzos de mes con el mayor Aldo Rico, brillante oficial de Infantería que gozaba de gran prestigio y reputación entre los comandos, de los que había sido instructor junto a su antiguo jefe, el teniente coronel Mohamed Alí Seineldín. Durante aquella charla Rico, que en esos momentos era jefe de un regimiento de infantería que vigilaba los pasos cordilleranos en San Juan, manifestó a León su desagrado por el papel pasivo que se le había encomendado y su deseo de pasar al teatro

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  • Alberto N. Manfredi (h)

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    LA COMPAA DE COMANDOS 602 ENTRA EN ESCENA

    Cerca de las 18.00 horas del mircoles 16 de mayo, el jefe del Estado Mayor del Ejrcito, general Jos Antonio Vaquero, revisaba unos documentos en su despacho del 5 piso del Edificio Libertador, cuando el mayor ngel Len ingres presurosamente para entregarle unos radiogramas que el alto oficial deba firmar. En aquellos das, el magnfico edificio de estilo academicista francs, sede del Ministerio de Guerra (aos despus Ministerio de Ejrcito y en la actualidad de Defensa), era escenario de un movimiento febril propio del comando de una nacin en guerra, con gente que iba y vena llevando documentos, solicitando instrucciones, dictando disposiciones y otorgando audiencias. Mientras el general firmaba los despachos, su subalterno le dijo en tono grave que lo que estaba ocurriendo era una verdadera lstima, e inmediatamente despus, call. Vaquero alz la vista y con el ceo fruncido pregunt, mirando fijo a su subalterno:

    -Por qu dice que es una lstima lo que est ocurriendo?

    Extremadamente serio, el mayor dijo con tono grave que los hombres ms preparados para la lucha estaban desperdiciados en puestos pasivos y secundarios despus de haberse preparado toda su vida para un momento como el que se estaba viviendo y que se desaprovechaba una oportunidad nica de ponerlos a prueba. Se refera a los comandos que haban quedado en el continente esperando ser enviados al frente en tanto los cuadros que traa el enemigo eran, en su amplia mayora, profesionales y no jvenes conscriptos como los que la Argentina haba desplegado en el teatro de operaciones. A toda costa haba que enviar esa gente especializada, preparada para la guerra, como lo estaban demostrando los hombres del mayor Castagneto, si lo que se quera era alcanzar el objetivo. Adems, en cualquier momento la Compaa de Comandos 601 iba a protagonizar enfrentamientos de envergadura, con muertos y heridos y eso la dejara extremadamente debilitada. Cuando Len termin de hablar, el general Vaquero qued un momento en silencio, sumido en profundos pensamientos, como evaluando lo que acababa de escuchar e inmediatamente despus tom un papel de su escritorio, anot algo en l y se lo entreg al mayor que con profunda satisfaccin, se dio cuenta que haba ganado la partida.

    -Tome dijo el general mientras extenda el brazo con el papel en la mano- pngase a trabajar en una lista con los hombres que considere ms adecuados para pasar a las islas1.

    Len tom el escrito y sali presurosamente, lleno de entusiasmo, para dirigirse a la oficina de la Divisin Coordinacin, donde le orden al mayor Olascoaga que se pusiese a trabajar en la lista. Al mismo tiempo, llam al coronel Federico Antonio Minicucci, jefe de la Escuela de Infantera y le pidi que tuviera todo listo para transformar a esa dependencia en rgano ejecutivo. En realidad, el tema haba sido tratado a comienzos de mes con el mayor Aldo Rico, brillante oficial de Infantera que gozaba de gran prestigio y reputacin entre los comandos, de los que haba sido instructor junto a su antiguo jefe, el teniente coronel Mohamed Al Seineldn. Durante aquella charla Rico, que en esos momentos era jefe de un regimiento de infantera que vigilaba los pasos cordilleranos en San Juan, manifest a Len su desagrado por el papel pasivo que se le haba encomendado y su deseo de pasar al teatro

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    de operaciones a la mayor brevedad posible. Hombre de accin, valiente en extremo, temperamental y decidido, no poda concebir la idea de estar varado en un punto distante, lejos de la guerra mientras jvenes conscriptos de entre 18 y 20 aos se encontraban en el frente, listos para morir. No poda entender esa poltica y que gente preparada para la lucha, como l, permaneciese en el continente a resguardo de todas las contingencias, ms cuando se tena la certeza de que Chile jams atacara a la Argentina y menos por ese punto. Y no era para menos pues llevaba en su sangre la fogosidad de una raza en extremo belicosa como hijo de padre asturiano y madre gallega, dos pueblos combativos que junto a navarros, castellanos, extremeos y aragoneses, haban forjado el imperio ms grande de la historia2. Prueba del temperamento de Rico era su hermano, Ricardo Roberto, un valeroso mdico del Ejrcito Argentino muerto en accin durante las guerras centroamericanas, en 1981. El currculum de Aldo Rico hubiese sido impecable si su carcter no lo hubiese llevado, en ms de una oportunidad, a producir roces con sus superiores e incluso, en una oportunidad, a la desobediencia. Nacido en Buenos Aires (ms precisamente en el barrio e Palermo) el 4 de marzo de 1943, al terminar la escuela primaria ingres en el Colegio Militar donde revel condiciones excepcionales para el entrenamiento y sacrificio. Debido a su personalidad, en especial su intolerancia hacia las actitudes que se apartaban de la disciplina castrense, fue dado de baja por haber incurrido en insubordinacin en 1962, cuando era cadete (cursaba el 3er. Ao) y figuraba en el Cuadro de Honor. Para su fortuna, al ao siguiente fue reincorporado aunque obligado a repetir el ao perdido. En 1964 egres como subteniente siendo designado escolta de la bandera del establecimiento y encargado de la compaa, ello en base a sus excelentes calificaciones. Su primer destino fue Uspallata, en la provincia de Mendoza, donde naci su amor por la montaa y el andinismo. All realiz el curso de paracaidista y poco despus, debido a sus cualidades, fue maestro de salto. En 1974 se lo destin a la Divisin Aerotransportada del ejrcito peruano y en 1975 fue incorporado al Regimiento de Infantera 5 (RI5) donde, segn sus palabras, aprendi a ser soldado. El curso de comando lo realiz en 1968 con Seineldn como instructor, complementndolo con experiencias de buceo en el Delta del Paran y perodos de supervivencia en lugares inhspitos y de clima riguroso. Finalizado el mismo, pas a desempearse como instructor del Colegio Militar, adiestrando a jvenes camadas de soldados, etapa en la que protagoniz nuevos altercados con la superioridad. Al ao siguiente, con el grado de capitn, ingres en la Escuela Superior de Guerra y una vez finalizados sus estudios, mereci el siguiente juicio que Isidoro Ruiz Moreno reproduce en su libro: Oficial de adecuados conocimientos profesionales y rpida reaccin mental, posee un carcter fuerte e individualista que dificulta su integracin. Debe ser ms cuidadoso en los aspectos formales, fundamentalmente en su forma de expresarse. Recibi su diploma en 1979. De excelentes aptitudes fsicas y deportivas, meses antes de la guerra escal las laderas del cerro Tronador, de 4000 metros de altura, alcanzando su cima junto a sus alumnos del curso de comandos, para efectuar desde all su recordado contacto radial con la Escuela de Infantera. Era realmente inconcebible que el Alto Mando argentino hubiese prescindido de un oficial como ese ya que Aldo Rico poda ser todo lo vehemente, individualista e

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    insubordinado que fuera, incluso altanero y soberbio, pero se trataba de un soldado excelente, dotado de las condiciones necesarias para enfrentar situaciones extremas como la que se estaban viviendo. En una palabra, era el hombre indicado para la ocasin y lo iba a demostrar con creces. Al medio da del viernes 21 el mayor Len, el coronel Minicucci y Aldo Rico conversaban en el despacho del primero, antesala del general Vaquero, cuando lleg al lugar el teniente coronel Juan Carlos Mugnolo, segundo ayudante de aquel. En esos momentos, Rico comentaba que era un despropsito retener en el continente a paracaidistas y comandos y eso llam la atencin del alto oficial, que se detuvo a escuchar. Cuando el mayor hubo terminado de hablar, Mugnolo golpe la puerta del general y sin esperar, entr.

    -Con permiso, mi general.

    El jefe del Estado Mayor del Ejrcito conversaba en esos momentos con el general Enrique Podest, jefe de la Divisin de Personal, quien se volvi hacia la puerta para saludar al recin llegado.

    -Adelante respondi Vaquero.

    -Seor, afuera se encuentra el jefe de la Compaa de Comandos 602- dijo Mugnolo despus de los saludos de rigor.

    Vaquero, un tanto sorprendido, pregunt quien era, a lo que su par le respondi:

    -Es el mayor Aldo Rico.

    -Hgalo pasar.

    Mientras Vaquero y Podest intercambiaban unas palabras, Mugnolo volvi a salir y le pidi a los que estaban afuera que entrasen. Se saludaron, se presentaron y sin esperar ms, el general Vaquero fue directamente al grano.

    -Dgame, mayor Rico, podra juntar unos veinte comandos para enviar a Malvinas?

    -Podra juntar ms de cuarenta, mi general, y formar con ellos una segunda compaa.

    -Y cuanto tiempo le llevara?

    -Lo que se tarde en traer al personal de las distintas unidades del interior.

    -Y con que la remontamos, mayor?

    -Con el equipo individual de Intendencia existente en la Escuela de Montaa de Bariloche y la Escuela de Infantera, mi general.

    La respuesta satisfizo a Vaquero que, sin esperar ms, autoriz a Rico a proceder de inmediato. Se estaba dando forma a la segunda compaa de comandos que operara en Malvinas.

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    Sumamente emocionado, Rico sali del despacho de su superior convertido en jefe de la nueva unidad y de manera inmediata, puso manos a la obra asistido por su amigo, el mayor Len. Lo primero que hizo fue llamar desde el despacho de este ltimo a San Juan para pedir que enviasen su equipo a Buenos Aires lo ms rpidamente posible. Inmediatamente despus, se comunic con la Escuela Militar de Montaa, en la lejana Bariloche, para determinar su capacidad de equipamiento. Lo atendi un antiguo discpulo y gran admirador suyo, el capitn Mauricio Fernndez Funes, ayudante del director del establecimiento, coronel Juan Luis Pasqualini. Rico le pregunt a Fernndez Funes si la escuela estaba en condiciones de equipar a cincuenta hombres y aquel le respondi afirmativamente. En vista de ello, el flamante jefe de la 602 solicit uniformes de camuflaje, anoraks, impermeables, ponchos para la lluvia, pasamontaas, gabanes de Duvet, guantes, borcegues, carpas, mochilas, cascos, boinas y bolsas de dormir. Todo lo concedi Fernndez Funes por lo que, en determinado momento, el coronel Pasquialini, all presente, le pidi que parara la mano. Cuando termin la conversacin, Fernndez Funes se despidi con un rutinario hasta luego, saludo que Aldo Rico contest:

    -A lo mejor hasta muy pronto, capitn dejando al hombre de Bariloche bastante desconcertado e ignorante de que en poco tiempo iba a ser convocado para pasar al campo de batalla.

    Al igual que la Compaa de Comandos 601, su similar debera alojarse en dependencias de la Escuela de Infantera, hacia la que Rico parti ni bien abandon el Edificio Libertador. Por orden del general Vaquero, el general Podest curs los radiogramas correspondientes convocando al personal seleccionado y de esa manera se puso en marcha la operacin. Segn contara tiempo despus Aldo Rico, se tena poca idea de lo que realmente ocurra en las islas, tan poca, que hasta su charla con Len y Minicucci, solo conoca lo que transmitan los medios de prensa, es decir, puras falacias y distorsin. Sin embargo, a partir de ese momento, sabra un poco ms, aunque hasta que no pis el archipilago no se dara cuenta de lo mal que estaban la situacin. En esos momentos, el Estado Mayor Conjunto emita el comunicado N 68 dando cuenta del desembarco britnico en San Carlos y que las fuerzas argentinas estaban resistiendo. Todo aquel comando que no haba sido llamado a marchar al frente comenz a experimentar malestar y angustia, de ah el elevado nmero de ofrecimientos voluntarios que recibi Rico para integrar la flamante compaa y que no pudieron ser satisfechos en su totalidad. Hubo un caso muy especial, que vale la pena relatar, el del capitn Jos Arnobio Vercesi, que hasta el momento se desempeaba en Crdoba como polica militar. Vercesi se present un da al comandante del III Cuerpo de Ejrcito, general Eugenio Guaabens, para solicitar la baja y cuando el sorprendido oficial le pregunt los motivos, aquel le respondi que se senta profundamente frustrado porque despus de haberse preparado toda una vida para combatir, en el momento que se presentaba la oportunidad no solamente que no se lo convocaba sino que en lugar de ello, enviaban al frente a conscriptos inexpertos, dejndolo a l en el continente.

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    Guaabens trat de calmarlo y le prometi ponerlo al frente de un cursillo para corresponsales de guerra pero Vercesi se neg porque no quera quedar fuera; a partir de ese momento, buscara todos los medios para hacerse convocar. Su compaero, Marcelo Sbert, pensaba igual y tambin se las ingeni para ser llamado. Todos deseaban marchar al frente, aunque el enemigo fuese una superpotencia de magnitud como era Gran Bretaa. A medidas que se cursaban las citaciones, iban llegando los destinatarios con uno o dos das de diferencia. Ruiz Moreno reproduce el texto de la convocatoria, que deca textualmente: A partir de la recepcin de la siguiente orden, deber presentarse, primer medio, Escuela de Infantera, de combate, con casco, equipo de campaa, dotacin reglamentaria, pistola, segn corresponda. Dejar declaracin jurada para recibir haberes. La lectura de Comandos en Accin nos permite conocer casos realmente singulares, uno de ellos el del teniente primero Horacio Losito, que el sbado 22 de mayo por la noche se hallaba de guardia en el cuartel del Regimiento de Infantera 11 de Tupungato, provincia de Mendoza, cuando recibi el telegrama de citacin. A medida que avanzaba en la lectura, su corazn comenz a palpitar aceleradamente a causa de los nervios y la emocin. Su alegra no tuvo lmites cuando vio que desde Buenos Aires se lo convocaba para marchar al frente y por esa razn, sali corriendo con el telegrama en la mano, deseoso de mostrrselo a sus compaeros. Algo similar ocurri con el capitn Andrs Ferrero de la Escuela Militar de Montaa en Bariloche al enterarse que junto a sus compaeros, el capitn Mauricio Fernndez Funes y el teniente primero Luis Alberto Brun, se los llamaba para alistarse y partir inmediatamente hacia las islas. Cuando Losito y el sargento Luis Gerardo Luna (que tambin haba sido convocado por Rico) se aprestaban a abordar el jeep que los llevara hasta el aeropuerto de la ciudad de Mendoza, notaron que el jefe del regimiento los esperaba en su despacho. Se trataba de un hombre duro y poco expresivo que aquel da tena lgrimas en los ojos y que despus de estrecharlos en un abrazo les dijo:

    -Como profesional los envidio. Que tengan mucha suerte y no olviden que llevan en sus mochilas el prestigio del viejo regimiento del general Las Heras.

    En el arco de entrada al cuartel los aguardaba una formacin especial en su honor, algo que los emocion y enorgulleci profundamente. La tarde de aquel domingo 23, una caravana de automviles acompa el jeep que transportaba a los comandos hasta el aeropuerto, donde los esperaban el director y los jefes de la Escuela Militar de Montaa adems de funcionarios civiles y sus respectivas esposas. Despus de las despedidas, emotivas por cierto, abordaron un avin de Aerolneas Argentinas en medio de aplausos y a poco de instalarse en sus asientos, el piloto se acerc a saludarlos. A ellos tambin les caus muy mala impresin el clima que imperaba en Buenos Aires. Ni bien llegaron a la gran capital, los efectivos se encontraron con un ambiente despreocupado, distante y ajeno al drama. La gente en las calles pareca enfrascada en otros asuntos, yendo a restaurantes y cafs, pensando en divertirse y en pasarla bien y distancindose cada vez ms del conflicto. Una vuelta por las avenidas Santa Fe y Callao les mostr los cines repletos, la gente haciendo cola, las discotecas al tope, bares y restaurantes concurridos y el total de la poblacin en la suya, como si la crisis fuese algo ajeno.

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    El lunes 24 de mayo se iniciaron los preparativos en la Escuela de Infantera. Un detalle a tener en cuenta era el hecho de que si bien gran parte del personal conoca los cursos de comandos y paracaidismo, pocos haban practicado juntos. Si la Compaa 601 haba tenido como base al equipo Halcn 8, la 602 no era ms que un conjunto homogneo de gente voluntariosa y decidida pero con poca experiencia en la materia. Por mencionar un ejemplo, el sargento primero Omar Medina haba sido custodio durante dos aos del general Vaquero, vistiendo de civil y manejando el automvil asignado al alto jefe militar, pese a tener aprobados con buen promedio los cursos de paracaidismo, ser experto en explosivos y haberse desempeado como instructor del grupo Halcn 83. Por su parte, el capitn Hugo Ranieri, mdico de la unidad egresado de la Universidad de La Plata, era un individuo extremadamente fuerte, imbuido de espritu de combate que para la ocasin era ms que ideal. Cuando se le solicit designar a dos enfermeros para completar la unidad, este escogi al sargento primero Rogelio Pedrozo y al sargento ayudante Hctor Albornoz, que no eran comandos pero que, saba, estaban preparados para afrontar la misin. Para proveer sus botiquines, ech mano de donde pudo acaparando drogas, medicamentos, cintas adhesivas, vendajes, algodn y todo lo necesario para una campaa de alto riesgo. Aldo Rico encomend el lanzamisiles Blow Pipe al teniente Losito pero ste desconoca su uso ya que ese tipo de armas era exclusiva de la Escuela de Infantera. En vista de ello, Brun y Oneto se ofrecieron a realizar un curso acelerado y con la autorizacin del jefe de la flamante compaa, comenzaron a impartirlo en Campo de Mayo a partir del mircoles siguiente, desde muy temprana hora. Pese a ello, Rico temiendo que sus hombres no hicieran a tiempo, termin convocando al teniente primero Carlos Alberto Terrado, instructor de cadetes del Colegio Militar, con tres suboficiales como apuntadores: el sargento Ramn Galarraga, el cabo primero Carlos Delgadillo y el cabo Ral Valdivieso4. Como su antecesora, la Compaa de Comandos 602 tambin recibi armamento moderno. Los efectivos prcticamente se abalanzaron sobre el depsito del Comando de Arsenal cuando el oficial a cargo les franque la puerta. Tomaron todo lo que necesitaban, fusiles Weatherby 300 Magnum con sus respectivas miras telescpicas, pistolas ametralladoras FM K3 con linterna lser, ametralladoras pesadas MAG, lanzamisiles Blow Pipe, municiones perforantes y radios Thompson. Fue en esa oportunidad, que se produjo un altercado con el teniente a cargo, quien se puso a insistir con la firma del formulario 2404, necesario para la entrega del armamento.

    -Salga de aqu, burcrata de mierda le grit el capitn Toms Fernndez fuera de s- no ve que vamos a la guerra!

    Uno de los individuos ms compenetrados era el sargento Mario Perro Cisneros, seversimo instructor de cursos se comandos, que se adue de una de las ametralladoras pesadas con todos sus componentes. El bravo suboficial tom los elementos, arm la MAG en el piso e hizo las primeras prcticas de puntera para comprobar sus condiciones. Se trataba de un hombre alto, fuerte y corpulento que a los 26 aos, soltero an, estaba extremadamente identificado con su profesin. Oriundo de Catamarca, estaba dotado de un espritu de sacrificio que lo haca un cuadro sumamente eficaz, completamente despreocupado de cualquier peligro. Lamentablemente, jams volvera de las islas.

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    Pasados algunos minutos, el capitn Fernndez se tranquiliz y dirigindose al responsable del depsito, le dijo que no se hiciera problema, que l se iba a hacer responsable de todo. Los das fueron pasando con gran despliegue de ejercicios, prcticas especiales, entrenamiento, gimnasia, marchas forzadas, lucha cuerpo a cuerpo y ejercitaciones de tiro. El 25 de mayo, mientras en el Atlntico Sur se combata con extrema violencia, Rico hizo formar a su gente y pronunci palabras alusivas en conmemoracin del Da de la Patria. Finalizado el acto, se encamin al Edificio Libertador para ultimar los detalles, dejando en su lugar a su segundo, el capitn Eduardo Villarruel, un santafecino de 35, aos egresado del Liceo Militar General Manuel Belgrano. Una vez de regreso, Rico anunci que en diez das se efectuara el cruce a Malvinas y que por esa razn haba que extremar los ejercicios y alistar el equipo para tenerlo en las mejores condiciones. Al da siguiente, mircoles 26, en horas de la madrugada, llegaron desde Bariloche el equipo y todo el personal, ello gracias a la labor desplegada por el teniente coronel Balda. Sin embargo, de manera repentina y cuando nadie se lo esperaba, se imparti desde el alto mando una nueva directiva; haba que acelerar los preparativos porque la situacin en las islas haba empeorado y de no efectuar el cruce lo antes posible, la compaa perdera la oportunidad de llegar a la zona de combate. Ese mismo da a las 13.00, la 602 se hallaba lista en la Base Area de El Palomar, para abordar el Fokker F-28 que los llevara al sur. A las 09.40, los efectivos asistieron a misa y cincuenta minutos despus caminaban hacia la plataforma para subir a la aeronave, provistos de rosarios y escapularios bendecidos, cosa que les dio mucha tranquilidad y confianza. Los ltimos en incorporarse a las filas fueron el teniente Daniel Martnez, el sargento Miguel ngel Castillo y el teniente Ernesto Espinosa, ste ltimo poco antes de que partiera el avin. Antes de abordar, el coronel Minicucci se despidi de cada uno de los efectivos y Rico pronunci una arenga con la tropa formada frente a personal militar y a sus familias. Inmediatamente despus, los comandos, portando su equipo, comenzaron subir las escalerillas del avin ante el llanto de madres, esposas, novias y hermanos. Era un momento realmente emotivo y sumamente difcil pero los cuadros demostraban tal estado de emocin que no pareca que estuviesen yendo a la guerra. A las 14.30 horas el avin comenz a rodar hacia la pista, cinco minutos despus se ubic en su cabecera y tras recibir la autorizacin de la torre de control, inici el carreteo, elevndose sin problemas para poner proa a Comodoro Rivadavia, centro neurlgico de las operaciones. El resto del equipo, con cuatro efectivos ms, partira horas ms tarde en un Hrcules C-130. El F-28 aterriz a las 18.00 y a poco de estacionar en la plataforma asignada, comenz a descargar a la tropa. Rico y sus hombres fueron alojados en un galpn cercano al edificio del aeropuerto y mientras los cuadros se deshacan de sus armas y mochilas, el jefe de la compaa les orden a sus oficiales que los mantuviese ocupados para que no comenzase a incidir en ellos el desnimo y la nostalgia. Tema, aunque infundadamente, que la lejana y el recuerdo de sus seres querido hicieran mella en ellos. Mientras la tropa se dedicaba a asear el lugar, Rico se dirigi a las oficinas del comandante del V Cuerpo de Ejrcito, general Osvaldo Jorge Garca, acompaado por el capitn Villarruel. Conversando con el alto oficial que haba tomado parte importante en el Operativo Rosario, escucharon asombrados palabras que en la mente de Rico dejaron en evidencia

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    lo poco que conocan los altos oficiales el rendimiento de sus medios. Garca esperaba que la intervencin de los comandos revirtiera la comprometida situacin de las fuerzas argentinas en las islas, un absurdo en todo el sentido de la palabra ya que esa no era la funcin de las tropas de elite. Acto seguido, el general les explic como se estaban desarrollando los acontecimientos en el teatro de operaciones y despus les comunic que el objetivo principal de las fuerzas especiales era la pista de aterrizaje que los britnicos haban desplegado en San Carlos para operar desde all sus aviones. El clima en Comodoro Rivadavia no era frvolo como el de Buenos Aires pero evidenciaba mucha desorganizacin. Los cuadros all apostados demostraban estar sumamente distantes de sus funciones y parecan desconocer la realidad de lo que estaba aconteciendo. Todos crean que los ingleses estaban cercados en San Carlos y que faltaba poco para que fueran arrojados nuevamente al mar. Incluso se hablaba de una fcil victoria, algo completamente ajeno a la realidad ya que el enemigo estaba consolidando sus posiciones e iniciaba su incontenible avance mientras la estrategia argentina mantena a sus hombres aferrados a las posiciones. Los comandos de la 602 continuaron su entrenamiento con extensas caminatas y marchas forzadas que se prolongaron hasta las 19.30, cuando regresaron al aeropuerto para abordar el avin Hrcules que los llevara directamente a las islas. Una vez acomodados dentro la bodega, la mquina comenz a rodar y a poco de alcanzar la cabecera, despeg, dando mxima a potencia a sus motores. Adems de la tropa, la gigantesca aeronave trasladaba diversos elementos, entre ellos, pertrechos para la Brigada Aerotransportada, una hlice de repuesto para un barco que haba sufrido averas (posiblemente el Ro Cincel), raciones que voluntarios civiles haban embalado en cajas provistas por la Sociedad Rural Argentina y otros elementos. Despegaron sin inconvenientes directo a Puerto Argentino pero al cabo de cuatro horas, el avin comenz a experimentar fallas por lo que el piloto, decidi regresar, provocando con ello el consabido fastidio de los comandos. Se pens poner rumbo a Ro Gallegos porque era el aeropuerto ms prximo pero la presencia de una fragata enemiga disuadi al comandante que enfil hacia la ciudad chubutense, donde aterriz cerca de las 20.00. Los comandos fueron alojados en el mismo galpn que haban ocupado la noche anterior. Cuando descendieron del avin haca mucho fro, el cielo estaba encapotado y soplaba fuerte el viento del sudeste. Volvieron a partir al medioda siguiente, en el mismo aparato, un blanco fcil y visible para los cazas enemigos pero que como los Fokker y otras aeronaves de la Fuerza Area y la Aviacin Naval, vena burlando el bloqueo desde la llegada misma de la fuerza de tareas britnica. La tripulacin volaba atenta a sus controles, especialmente a lo que indicaba la gran pantalla del radar, rezando por no detectar ningn eco desconocido. Los comandos, por su parte, se apretujaban en el receptculo de la carga, sin hablar, cortando el silencio, de tanto en tanto, con alguna palabra o un breve dilogo. Mientras la gigantesca aeronave se deslizaba por encima del mar, el panel de control comenz a sealar una nueva falla, indicando la prdida de lquido hidrulico, cosa que pona en peligro la maniobra de aterrizaje. El copiloto inform la novedad al comandante y este decidi regresar. La pesada mquina inici un lento viraje y puso proa al continente en tanto su piloto informaba la novedad al pasaje, provocando airadas y sonoras protestas. Despus de un intercambio de palabras se resolvi buscar algn tipo de solucin para evitar tener que regresar y as fue como se recurri a unas latas del preciado lquido que

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    haba sobre unos paneles. Volcando su contenido en el conducto a medida que se vaciaba, pudieron seguir adelante. Para la tarea fue elegido el teniente Fernndez Funes, a quien se provey de auriculares, para que volcase el lquido cuando desde la cabina se le indicase que el sealador haba descendido. El caracterstico poder de improvisacin de los argentinos dio excelentes resultados ya que la primera prueba mostr efectos positivos. Y para alivio de Rico y su gente, el avin volvi a arrumbar hacia las islas y eso tranquiliz los nimos. El jefe de los comandos fue invitado por el comandante del Hrcules a visitar la cabina, cosa que aquel acept de buena gana. Y grande fue su sorpresa al ingresar, cuando vio lo bajo que estaban volando.

    -Qu es esto, un avin o una lancha?! pregunt sobresaltado.

    Era un viaje lleno de expectativas; la tripulacin se hallaba en permanente estado de alerta, atenta a la pantalla del radar y efectuando observaciones con largavistas mientras los pasajeros, en la bodega, rogaban para que nada entorpeciese su arribo al archipilago. A las Malvinas no las pudieron ver bien porque cuando aparecieron en el horizonte, era prcticamente de noche pero la emocin embarg a todos cuando el piloto les inform que estaban por iniciar el descenso. Aterrizaron a las 18.00 y ni bien la compuerta trasera se abri, los hombres procedieron a descargar el equipo lo ms rpidamente que pudieron ya que el gigantesco transporte solo permanecera en el lugar unos quince minutos, con sus motores en funcionamiento y luego partira de regreso, llevando consigo al personal evacuado. All tuvieron su primer contacto con la crudeza de la guerra ya que cuando descargaban el material, los camilleros llegaron corriendo transportando a los heridos, algunos de ellos graves, a quienes acomodaban en el interior del avin con la ayuda de los tripulantes. Cuando el Hrcules despeg, un pesado silencio invadi el lugar. La vista de los crteres producidos por la aviacin enemiga y los aviones Pucar destruidos junto a la pista no hicieron ms que aumentar la extraa sensacin de que haban llegado a la guerra. Las imgenes trajeron a los recin llegados a una dura y triste realidad, que no mitigaba, por cierto, la emocin que sentan por encontrarse en el teatro de operaciones. Al descender del avin, el teniente primero Rubn Mrquez bes el suelo; Losito, por su parte, sinti una extraa sensacin, como si el general San Martn, a quien tanto admiraba, estuviese a punto de aparecer para impartir directivas. Los dems cuadros vivieron sus propias emociones, de acuerdo a sus temperamentos y estados de nimo. Sin embargo, casi enseguida, las palabras de un oficial de la Fuerza Area volvi a todos a la realidad:

    -Nos estn dando con todo. Aqu vivimos en alerta permanente, corriendo a refugiarnos a los pozos llenos de agua. Al parecer, el aeropuerto es el objetivo principal. Los ingleses en San Carlos hacen lo que quieren porque nos resulta imposible llegar hasta all. Carecemos de medios para ello.

    -Y si vamos caminando? pregunt el teniente Daniel Martnez.

    -Esper a conocer el terreno y vas a ver. No solo te hunds en l sino que adems las Malvinas son muy grandes.

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    Cuando el avin que los haba trado desapareci en el horizonte, lleg hasta el lugar una columna de camiones que fue virtualmente abordada por los comandos quienes, a esa altura, se haban quitado las boinas para reemplazarlas por sus cascos de acero con el objeto de engaar a posibles espas e infiltrados. Al abandonar el aeropuerto, vieron grupos de soldados que les hacan gestos. En un primer momento creyeron que se trataba de saludos pero enseguida comprendieron que les estaban pidiendo alimentos. Fue una sensacin desagradable, que demostraba ausencia de disciplina y graves problemas de logstica ya que si las tropas apostadas en la capital estaban mal alimentadas, cuanto peor lo estaran las que se hallaban en los puestos adelantados. Otra sorpresa fue ver las calles de la ciudad iluminadas, hecho que facilitaba el reglaje del bombardeo naval enemigo. La situacin era extremadamente grave y dejaba al descubierto una terrible realidad: los mandos argentinos en las islas eran altamente ineficaces. Cmo era posible semejante negligencia? En el gimnasio contiguo a la iglesia catlica tuvo lugar el encuentro entre los efectivos de las compaas 601 y 602. Hubo abrazos, gritos y mucha algaraba ya que compaeros de muchos aos se reencontraban en la zona de combate para entrar en accin. Una vez acomodados sus equipos, los veteranos de la 601 relataron a los recin llegado sus experiencias y les informaron que esa noche iba a dar comienzo una gran batalla en el istmo de Darwin, cosa que Rico y sus hombres ignoraban por completo. All se encontraba el capitn Jndula junto a los suboficiales que lo haban acompaado al monte Simmons, sucios y desalineados, prueba de que acababan de llegar haca poco del frente de batalla. El relato de su experiencia impresion mucho a Rico y su gente. Despus de racionar y conversar sobre diversos temas, todos relacionados con el conflicto, los comandos desplegaron las bolsas de dormir y se dispusieron a pasar la noche, dejando apostada una guardia rotativa que se deba turnarse cada una hora. Para comprender la mentalidad de los generales que tenan a su cargo la conduccin de la guerra vale la pena detenerse en un hecho puntual. Poco antes de racionar, Castagneto y Rico se encaminaron a las oficinas del general Menndez para informarle que la CC602 acababa de llegar y que solicitaba instrucciones. El gobernador militar los recibi con la cortesa que le era caracterstica, lo mismo el mayor Doglioli, que se hallaba junto a l. Tras las salutaciones, procedieron a poner a Rico al tanto de la situacin. El jefe de los comandos no tard en comprender que a esa altura y tal como se haban dado las cosas, un triunfo argentino era una utopa pero se cuid de hacer conocer esa opinin. Inmediatamente despus, Menndez los envi a ver a su par, el general Parada, para que se pusieran a sus rdenes y recibiesen las primeras instrucciones, tal como lo haba hecho en su momento con la Compaa de Comandos 601. Cuando Rico lleg al puesto de mando de Parada, abri la puerta, ingres y despus de hacer el saludo correspondiente se present con nombre y grado, informando que se encontraba all enviado por el general Menndez para ponerse a sus rdenes. Para su asombro y desconcierto, Parada lo mir con gesto hurao y de muy mala manera, le orden retirarse inmediatamente agregando a continuacin que cuando l quera ver a alguien lo haca llamar. Desconcertado y molesto, Rico sali al exterior preguntndose, seguramente, si aquello era real o se trataba de un sueo.

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    Cuando Parada lo recibi, el jefe de la 602 manifest algunas de sus inquietudes, la principal, las falsas expectativas que haba percibido en el alto mando, durante su estancia en Comodoro Rivadavia, respecto al desempeo de los comandos, lo que se esperaba de ellos y algunos puntos de vista con respecto a las tcticas a emplear y para su desconsuelo, su superior pareca pensar de la misma manera. La Compaa de Comandos 602 tuvo su bautismo de fuego esa misma noche cuando sumidos sus componentes en un profundo sueo, una fuerte explosin sacudi al edificio del gimnasio. Trozos de la mampostera y pedazos del cielorraso se desprendieron sobre ellos al tiempo que los resplandores de nuevos estallidos iluminaba ttricamente el interior del edificio. El caoneo ingls haba comenzado ms cerca que nunca esa noche y constituy la bienvenida adecuada para los aguerridos hombres de Rico. Los comandos se incorporaron velozmente y tomando sus armas quisieron salir al exterior, pero sus compaeros de la 601 los contuvieron.

    -Tranquilos. No pasa nada. Permanezca todo el mundo en su lugar! orden con voz potente un jefe de seccin.

    Los soldados intentaron recuperar la calma mientras los hombres de Castagneto, guindose por el sonido, indicaban a los recin llegados donde iba a caer cada proyectil, demostrando as, con cierto orgullo, su bien ganada veterana. De todas maneras, la situacin revesta peligro ya que el gimnasio era un verdadero polvorn, pero como no se poda hacer nada al respecto, algunos hombres matizaron el momento haciendo bromas.

    -Hay dos cosas que me molestan en esta vida dijo el sargento Brun los mosquitos y el caoneo naval ingls chiste que fue sonoramente festejado.

    Al cabo de unas horas, los disparos cesaron y los efectivos se dispusieron a dormir un rato ms. El ataque haba sido el ms cercano a la poblacin desde el inicio de la guerra.

    El 28 de mayo por la tarde parti de Comodoro Rivadavia el segundo escaln de la CC602 al mando del capitn Francisco P. de la Serna y el teniente primero Enrique Stel. Lo conformaban cuatro hombres (dos oficiales y dos suboficiales) con sus correspondientes municiones y armamento de distinto calibre. Llegaron a Puerto Argentino en horas de la noche y durante la descarga, algunos de los conscriptos rompieron varias cajas en busca de alimentos. Minutos antes haba llegado otro avin transportando a los 65 efectivos de la Gendarmera Nacional que conformaban el Escuadrn Alacrn de Fuerzas Especiales, al mando de su jefe, el comandante Jos Spadaro, todos ellos comandos, quienes deban reforzar a las compaas 601 y 602 y tendran una accin destacada durante el conflicto. Por la maana, Rico y su gente procedieron a recorrer Puerto Argentino y sus alrededores con la idea de familiarizarse con el terreno y el clima de las islas. Bajo la molesta y helada llovizna y una temperatura cercana a los 8 grados bajo cero, procedieron a probar su armamento disparando contra la costa opuesta y una boya que flotaba frente a la rada, a la que finalmente lograron hundir. Inmediatamente despus hicieron ejercicios de marcha y trote en direccin al aeropuerto y una vez de regreso, recibieron la primera y ltima orden del general Parada ya que, a partir de ese momento,

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    pasaban a depender del general Oscar Jofre, comandante de la X Brigada y virtual mxima autoridad del archipilago. La aludida directiva consista en enviar una seccin de la Compaa a las cimas del monte Simmons para instalar all una emboscada con Blow Pipes, destinada a neutralizar el corredor areo y favorecer un ataque a San Carlos. Estudiando la posicin y viendo que el mencionado cerro constitua un punto aislado a unos 40 kilmetros al oeste de la lnea defensiva, Rico explic que un ataque argentino a San Carlos careca de sentido y que por esa razn, todo el esfuerzo deba concentrarse en la defensa de la capital. Aquello enfureci a Parada que, a los gritos, recrimin a su subalterno preguntndole de que estaba hablando. El alto oficial no crea que los ingleses atacasen desde esa direccin ya que, al igual que Menndez y Jofre, estaba convencido que lo haran desde el sudeste, por va martima y como Rico volvi a insistir, Parada se levant de su silla y sin dejar de gritar le dijo:

    -Pero que sabe usted, si apenas tiene dos das en las islas!

    El jefe de la 602 no volvi a insistir; solo se limit a saludar, dio media vuelta y se retir dispuesto a cumplir la orden. La patrulla deba efectuar tareas de observacin y pasar la informacin por radio, dos veces por da. Rico saba que solo tres hombres bastaban para aquella tarea pero, dado el clima que imperaba en el comando de la III Brigada, prefiri no dar a conocer su opinin. Una vez de regreso en el gimnasio seleccion a la gente que deba tomar parte en la misin y despus del almuerzo les orden preparar sus equipos informando adems, que a partir de ese momento, la unidad se subordinaba al general Jofre. Los hombres designados por Rico, el capitn Jos A. Vercesi y los tenientes primeros Brun y Losito, tenan que presentarse en el puesto de mando de la X Brigada en el Town Hall, para recibir directivas. Los recibi un oficial de Inteligencia que los hizo pasar y los condujo hasta una mesa sobre la que se hallaba desplegada una carta topogrfica. El oficial en cuestin, teniente coronel a cargo, pareca un hombre de carcter liviano que desconoca por completo la situacin real. Una vez sobre la carta, procedi a explicar que se careca de informacin precisa sobre la ubicacin exacta de los efectivos enemigos y que solo se supona el lugar donde se hallaban posicionados. Y al as decirlo, seal con la mano el rea donde se presuma que podan estar. Los comandos quedaron azorados al ver que el oficial marcaba toda la parte norte de la Isla Soledad cuando se les haba dicho que los britnicos solo dominaban San Carlos y que de all no se haban movido. Vercesi, Brun y Losito pensaron lo mismo al mismo tiempo: qu haba sido de la informacin que haba pasado Negretti desde la Gran Montaa sobre el constante trfico de helicpteros que los ingleses llevaban a cabo en cercanas del monte Simmons? Era evidente que no se la haba tomado en cuenta o que ese oficial la ignoraba pero y Prado del Ganso?, no se estaba combatiendo ah en esos momentos? Realmente el alto mando argentino en la capital de las islas viva una irrealidad absoluta; prueba de ello fueron las palabras que el coronel Jorge Flix Aguiar, segundo jefe de la X Brigada, le dijo al teniente primero Losito:

    -Tenga la plena seguridad de que vamos a obtener una gran victoria.

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    Los comandos recibieron sus rdenes en un trozo de papel junto con un rollo que contena la cartografa britnica e inmediatamente despus, fueron despachados. En el papel se lea, de manera escueta, que haba que hostilizar el corredor areo con los lanzamisiles Blow Pipe y efectuar exploracin en el monte Simmons, otra prueba de que las autoridades no tena la ms mnima idea del tipo de peligros a lo que expona a sus hombres o, lo que era peor, no le importaba en absoluto. Vercesi y sus acompaantes regresaron al gimnasio y se abocaron a la tarea de estudiar la forma de encarar la misin. Al entrar, vieron con alivio que el segundo escaln logstico de la Compaa al mando del capitn De la Serna, se hallaba en el lugar y eso fue motivo de abrazos y efusivas demostraciones de afecto. El 29 de mayo por la maana, mientras en Prado del Ganso y Puerto Darwin se segua combatiendo, los hombres de la seccin del capitn Vercesi esperaban a su jefe, formados frente al edificio del gimnasio. Previamente se les haba asignado la funcin que deba desempear. El teniente primero Luis Alberto Brun, hara las veces de navegante, el teniente Ernesto Emilio Espinosa, las de tirador especial por lo que fue provisto de una Mgnum con mira telescpica; el teniente primero Juan Jos Pepe Gatti, operara la radio; el cabo primero Carlos B. Delgadillo, sera el encargado de los misiles y el cabo Ral Roberto Valdivieso tendra a su cargo las tareas de asistente. A ltimo momento, el mayor Castagneto decidi sumar al sargento primero Juan Carlos Helguero porque conoca bien el monte y porque era un hombre con mucha experiencia en las campaas antrticas. Los efectivos de la 601 se haban levantado temprano para despedir a sus compaeros y darles algunas indicaciones, entre ellas, no sobrecargarse de peso porque iban a moverse constantemente. Cuando el mayor Aldo Rico pas revista a la formacin not que, debido a los nervios, el cabo Valdivieso haba olvidado nada menos que el Blow Pipe que fue a buscar corriendo cuando su superior se lo hizo notar. Fue entonces que el jefe de la Compaa pronunci una arenga en la que dijo, entre otras cosas, que solo iban en misin de exploracin y que por esa razn, los esperaba para emprender misiones de combate juntos. Y luego agreg:

    -No olviden que el lugar ms caliente para que el soldado de la Compaa 602 tenga sus pies es el vientre de un ingls!

    Recibida la orden de partida, los comandos, con sus trajes de camuflaje, sus gorras de lana y sus manos enguantadas, treparon a la parte posterior del camin Unimog 416 que aguardaba estacionado sobre el asfalto y partieron hacia Moody Brook. Sus compaeros los despidieron con los brazos en alto en seal de saludo, ignorando que no volveran a ver a ninguno hasta finalizada la contienda.

    Poco despus de la partida, los mayores Castagneto y Rico decidieron planificar una misin propia de comandos consistente en el establecimiento de avanzadas en territorio controlado por el enemigo, a efectos de entorpecer sus operaciones y combatirlo desde la retaguardia. Los dos jefes decidieron adelantar a sus hombres para ocupar las alturas circundantes, colocando una patrulla en la cima de uno de los cerros, formando un arco con los montes Estancia, Kent y Bluff Cobe Peack, sin descuidar las alturas de Enriqueta (Monte Harriet), Wall y Dos Hermanas.

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    De acuerdo a lo planificado, las avanzadas deban permanecer en esos puntos para dejarse sobrepasar por el enemigo e inmediatamente despus, atacarlo por la espalda en lo que iba a ser la primera contraofensiva argentina desde el desembarco britnico en San Carlos. De esa manera, se lograra dificultar su avance y se lo obligara a distraer unidades para contrarrestar su accionar. En este punto ocurri un hecho que no hace ms que enaltecer la figura del valeroso mayor Castagneto. Como las compaas 601 y 602 se hallaban disminuidas5, el jefe de la primera se subordin a Rico, por ser ms antiguo en el rango. Esto deja en claro que entre los comandos no solo haba voluntad y valenta sino tambin inteligencia pues, de esa manera, se evitaran roces y competencias que no haran ms que perjudicar y entorpecer el desarrollo de las operaciones. Rico jams ejerci autoridad sobre Castagneto (no se debe olvidar que el jefe de la 601 tena mayor experiencia que su colega en el teatro de guerra) y siempre decidieron las cosas entre ambos, como caballeros que eran y verdaderos soldados profesionales. A poco de la partida de Vercesi, Rico y Castagneto se encaminaron al despacho del general Amrico Daher, jefe del Estado Mayor de Menndez, para exponerle el plan que acababan de elaborar6. Daher, mucho ms accesible que Jofre y el desagradable Parada, estuvo de acuerdo y lo aprob de inmediato por lo que ambos comandos abandonaron el lugar extremadamente satisfechos y se dirigieron presuroamente al gimnasio, para acelerar la partida. Decidieron entre ambos, que las dos compaas marcharan juntas, en dos etapas, llevando un poco ms de la mitad de los efectivos a su mando. Hacia el noroeste lo hara una seccin al mando del teniente Alejandro Brizuela, de la 601, que deba alcanzar las cimas del monte Estancia para establecer all un nuevo PO (puesto de observacin); por el sur, ms precisamente hacia el monte Kent, lo hara una seccin de la Compaa 602 al mando del capitn Andrs Ferrero y delante de aquella, dos de la misma unidad (CC602), a las rdenes de los capitanes Eduardo Villarruel y Toms Fernndez respectivamente, quienes tomaran posiciones en las alturas que dominaban Baha Agradable, dejando detrs las elevaciones Wall, Enriqueta, Longdon y Dos Hermanas, defendidas por diferentes regimientos de infantera. El 29 de mayo por la noche, perdido el istmo de Darwin, despegaron de Moody Brook (suerte de plataforma de lanzamiento de las fuerzas especiales argentinas) dos helicpteros con las secciones de avanzada de las compaas de comandos a quienes seguiran, al da siguiente, el Escuadrn Alacrn de la Gendarmera Nacional. Inmediatamente despus, el mayor Rico recibi una escueta citacin en la que se le ordenaba presentarse en el despacho del general Jofre. Hacia all se dirigi el jefe de los comandos sin imaginar lo que le esperaba. Ni bien lleg se hizo anunciar y una vez adentro, vio que, adems del jefe de la X Brigada, se encontraba el mismo gobernador militar. Fue este ltimo el que comenz a hablar preguntando quien haba impartido la orden de poner en marcha aquella operacin. Rico explic que haba sido ideada junto con el mayor Castagneto y que el general Daher haba dado su autorizacin, pero a mitad de su explicacin fue interrumpido bruscamente por el general Jofre, que elevando su potente voz dijo:

    -Entonces usted debi haber esperado la orden!

    -La orden ya fue dada, mi general respondi Rico indignado- y la operacin ya est en marcha.

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    Jofre increp duramente al jefe de la Compaa 602 en tanto Menndez permaneca callado. Por su parte, Castagneto tambin viva situaciones desagradables. Preocupado por la suerte de sus hombres, el jefe de la CC601 se dispona a abordar un helicptero para ir en busca de la seccin de Garca Pinasco cuando el capitn Jorge Svendsen, piloto del Puma que deba trasladarlo, le inform que su superior, el ya mencionado teniente coronel Reveand, haba dispuesto, una vez ms, que las aeronaves regresasen inmediatamente despus de dejar a los comandos en sus puntos de destino. Era una orden absurda, sin ninguna duda, porque si iban a buscar gente, lo lgico era que las aeronaves esperasen a que los efectivos fuesen recuperados y los trajesen de regreso a la capital. Castagneto trep hecho una furia en la aeronave, en primer lugar por la absurda orden de la Brigada y porque haba tenido que dejar su mochila en tierra a causa del exceso de peso. Una vez a bordo, la nave se elev, seguida por el Bell UH-1H del teniente primero Horacio Snchez Mario y ambas partieron hacia el oeste, volando a baja altura y gran velocidad. En Bluff Cove Peak fue depositada la seccin del capitn Toms Fernndez y 20 kilmetros ms adelante sobrevolaron monte Simmons, donde los hombres del capitn Vercesi se encontraban apostados desde la maana. Virando hacia el norte se elevaron unos metros y enfilaron directamente a Big Mountain en busca de Garca Pinasco cuya seccin se preparaba a pasar otra terrible noche a la intemperie.

    Siguiendo su costumbre, el capitn Negretti volvi a encender su equipo de radio y comenz a emitir. Debido a los infructuosos intentos anteriores, tena pocas esperanzas de establecer contacto pero cuando menos se lo esperaba, enganch a uno de los helicpteros que se acercaban y despus de corroborar que se trataba de fuerzas propias indic su posicin, solicitando ser evacuado. La respuesta no se hizo esperar; una voz, a travs e la radio, le inform que estaban a menos de 10 kilmetros del cerro y que en diez minutos estaran el en lugar. Movido por la emocin, el capitn se acerc a sus compaeros y les comunic que iban a ser rescatados y mientras lo haca, comenz a llegar hasta ellos el familiar eco de los rotores. Minutos despus, las aeronaves aterrizaban en un caadn y los hombres de Garca Pinasco corrieron hacia ellas con gran celeridad pues exista la posibilidad de que los ingleses hubiesen detectado las emisiones de Negretti. El Bell y el Puma levantaron vuelo en el preciso momento en que caa sobre el sector una tormenta de nieve y granizo que en cierta medida los puso a cubierto del enemigo. Viraron hacia el este y volando muy bajo, con las luces apagadas, se dirigieron a Puerto Argentino con el consabido riesgo de estrellarse contra uno de los cerros. El momento ms angustiante se vivi al sobrevolar monte Kent en cuya cima los fogonazos de las trazadoras daban cuenta que la gente de la Compaa de Comandos 602 al mando del capitn Andrs Ferrero, se hallaba empeada en combate. Sumamente preocupados por lo que acababan de ver, tripulantes y tropas divisaron a lo lejos las primeras luces de Puerto Argentino y eso gener un gran alivio porque significaba que estaban a salvo, o al menos eso crean porque repentinamente, a solo 10 kilmetros de la ciudad, apareci frente a ellos un Sea King enemigo que despus de encender sus luces apunt y les dispar.

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    El misil pas muy cerca del Bell de Snchez Mario sin alcanzar a impactarlo gracias a las hbiles maniobras que realiz el piloto. El proyectil sigui de largo y el helicptero argentino sali indemne, aunque perdi su ametralladora MAG al desprenderse y caer al vaco durante uno de los virajes. Por fortuna los britnicos se alejaron y eso les permiti seguir hasta el campo de futbol contiguo a Moody Brook donde se posaron suavemente. La felicidad de haber llegado sanos y salvos, se vea opacada por la incertidumbre que les generaba la suerte de sus compaeros que en esos momentos combatan en monte Kent. De todas maneras nada podan hacer, excepto esperar.

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    Referencias 1 Isidoro Ruiz Moreno, op. cit. La mayor parte de los datos referentes a los comandos han sido extrados de su obra Comandos en Accin. El Ejrcito en Malvinas. 2 El mayor imperio de la antigedad fue el romano, que tambin fue el ms duradero ya que si se toma al imperio bizantino como su prolongacin, abarc cerca de 2000 aos, desde el establecimiento de la Repblica hasta la cada de Constantinopla. En la Edad Media los mongoles forjaron un imperio que abarc el 90% del continente asitico y buena parte de la Europa del este. Su expansin comenz tras la unificacin de su pas, Mongolia por su fundador, Gengis Khan que rein entre 1206 y 1227 y conquist buena parte de China, Quaresem, Persia, Afghanistan y Asia Central. Sucedido por su hijo Ogedei, alcanz su apogeo bajo el reinado de su nieto Kubilai Khan hasta unos aos despus de su muerte, acaecida en 1294. En 1370 se produjo una suerte de resurgimiento el gran imperio de la mano de Tmerlan, un supuesto descendiente de Gengis Khan nacido en Samarkanda. Bajo el reinado de los Reyes Catlicos, los espaoles dieron forma a un vasto imperio que se extendera por los cinco continentes y que alcanzara su apogeo en 1581 cuando Felipe II, hijo y sucesor de Carlos I, anex Portugal y todas sus colonias. Su decadencia se iniciara bajo el reinado de los Borbones y finalizara en 1899, tras la derrota en la guerra contra los Estados Unidos, en la que se perdieron las ltimas posesiones ultramarinas. 3 En febrero de 1978 fue constituido el grupo de elite Halcn 8, a instancias de la Junta Militar, unidad de comandos del Ejrcito Argentino cuyo objetivo principal era impedir y/o contener acciones subversivas de diferente tipos previstas por el Servicio de Inteligencia (SIDE) durante el Campeonato Mundial de Ftbol que se desarroll en el mes de junio de ese ao. Se trataba de una fuerza de adiestramiento especial a cargo del entonces mayor Mohamed Al Seineldn, especializada en acciones en el mbito urbano y destinada a priorizar la prevencin. Su primera sede fue la Escuela de Infantera de Campo de Mayo donde tambin se hallaba alojada la Compaa de Comandos 601 que ya haba combatido en Tucumn. Por sugerencia de Seineldn, se autoriza su emblema de comando pero con fondo azul. 4 La seccin Blow Pipe no participara en las acciones por que iba a ser empleada solamente en emboscadas antiareas en los alrededores de Puerto Argentino. 5 La CC601 tena una seccin operando en Puerto Howard y la otra en los alrededores de San Carlos. 6 Asistan al alto oficial los coroneles Francisco Machinandiarena, Francisco Cervo e Isidro Cceres.