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Letras L

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    LETRAS LIBRES JUNIO 2015

    andbamos de vacaciones, estbamos junto a una alber-ca, y, por alguna razn, tenamos que esperar, y mi pap, de manera caracterstica, desplazndose hacia una silla que ah estaba, dijo sonriente: voy a pensar en algo... Se sent, encendi un cigarro y se qued un rato ah, sosegado, con-tento, porque era una persona a la que le gustaba pensar.

    Y en qu le gustaba pensar? Ante todo en cosas precisas, arduas pero claras: problemas de geometra o de nmeros (los nmeros son mis amigos, recorda-ba desde que era chico). Fue muy aficionado a los puzzles o acertijos matemticos que formulaba Martin Gardner en ScientificAmerican.

    Tena facilidad, y gusto, por las matemticas. Un da me cont que al final de sus estudios de ingeniero tom en la Facultad de Ciencias, recientemente fundada, entre otros, por su maestro, el Prometeo mexicano, Sotero Prieto, unos cursos, anlisis matemtico y otras materias (de seguro inci-tado por su amigo Roberto Vzquez, compaero suyo en ingeniera, que se decant hacia las matemticas y lleg a ser toplogo notable). Disfrut mucho los cursos y se sin-ti tentado a dedicarse a las ciencias formales, pero no. Por qu no?, inquir. Porque me atraa demasiado salir, caminar en el campo y sobre todo hacer cosas, actuar. Y s, una definicin escueta del personaje sera: era una perso-na que pensaba con precisin y actuaba a consecuencia de sus razonamientos.

    Estar alerta, pensando. Someter todo a juicio crti-co: si toda la gente asegura que algo es cierto, debe de ser falso, sostena. Accin, pero racional. Deca, por ejemplo, que es absurdo preocuparse por lo que no tiene remedio; si no tiene remedio, no tiene remedio y ya. Argumentos como el que Unamuno recordaba del griego que llora-ba (al que le preguntaron: Por qu lloras si llorando no remedias nada? A lo que contest: Por eso lloro, porque as no remedio nada) le parecan, a lo ms, una ocurren-cia vaca, una boutade, como dicen los franceses, y no algo digno de meditarse.

    Muchas cosas de l me asombraron. Por mencionar una, esta: a nadie menos que a l le importaba la opinin de los dems, era inmune a ese espejo, y esta es la razn de que fuera tan modesto. No buscaba engrandecerse porque la imagen que suscitara en los dems lo dejaba en absoluto sin cuidado. Por eso no fue vanidoso. En cambio, fue orgulloso. Tuvo ese orgullo callado, que se siente a solas, pero nunca se exhibe, cuando nos decimos en la noche, pasados los suce-sos: lo hice bien o s, no me dej ningunear.

    De su capacidad de trabajar, concentrado e incansa-ble, solo les recordar a quienes lo conocieron que fue descomunal.

    Sufri, como todo humano, grandes aflicciones, pero ninguna desdicha pudo doblegarlo, y si es cierto el juicio que le en Vasco Pratolini que dice que el mayor valor que puede alcanzar una persona es el de sobrevivir dichoso a la adversidad, entonces l alcanz un triunfo porque su don de felicidad fue grande, invencible.

    Podra seguir y seguir porque, como dice el poema de Csar Vallejo, el instante ms importante de mi vida fue aquel en que descubr a mi padre de perfil, pero este escri-to tiene que ser breve.

    Naci mi padre en Santa Brbara, breve ciudad cercana a Parral, Chihuahua, dentro de una familia de mineros. Y ah estudi, con los jesuitas, la primaria. Los curas no logra-ron acercar a mi padre a la religin. Desde los ocho aos me di cuenta de que todo eso eran puros cuentos, me dijo cuando era yo mayor tendra unos veintiocho aos y le confes, como jugando, que ya era catlico. Pero cmo, hijo, hay todava quien se interese en esas cosas?

    De adolescente tena ansiedad de que mi padre me apreciara y se sintiera orgulloso de m. Cosa que no logr parcialmente sino muchos aos despus, cuando ese aprecio ya no me haca falta, ni me importaba gran cosa, la verdad.

    Pero entre tanto intent lograr ese aprecio, cmo no, fin-giendo oscuramente un inters por las ciencias formales y naturales que no senta. Senta no solo escaso inters, sino que para ellas no mostraba ninguna aptitud y era una com-pleta nulidad.

    Despus, cuando estudi filosofa, le con inters y ale-gra la Introduccinalafilosofamatemtica de Bertrand Russell y el prodigioso libro de Gottlob Frege sobre aritmtica, y solo entonces me fascinaron las matemticas, sin que ese inters disminuyera para nada mi tradicional ineptitud en la materia. 6

    Diario infinitesimal

    HUGO HIRIART

    BOCETO A LPIZ DE MI PADRE