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BOLETÍN DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE ESPELEOLOGÍA Y CIENCIAS DEL KARST / NÚMERO 9 SEDECK / SEPTIEMBRE 2013
SOCIEDADESPAÑOLADE ESPELEOLOGÍAY CIENCIASDEL KARST
La cova de les Cendres (Teulada-Moraira): Cambios culturales y paisajísticos durante 25.000 años de ocupación humanaDídac Román y
Valentín Villaverde Bonilla
Consideraciones sobre karst y cuevas hipogénicas, con referencias al ámbito valencianoPolicarp Garay Martín
Extensión y límites del ecosistema subterráneoAlberto Sendra y
Ana Sofia P.S. Reboleira
Pesqueras en los acantilados de la Marina AltaJaume Buigues i Vila
Las cuevas del Saliente, norte de Almería. Un ejemplo de cavidades generadas por procesos gravitacionalesGonzález Ramón, Antonio; Carra Vélez, Rubén; Segura Herrero, Andrés; Sánchez Díaz, Tomas J.; Gea López, D. Raul; Pérez Martínez, Pedro; Belmonte Jiménez, Gonzalo y Carra López, Juan Carlos
Colaboran:
Patrocinan:
Asociación Española para la enseñanza de las
Ciencias de la Tierra
Ajuntament de Benitaxell
Federació d’Espeleología de la Comunitat Valencina
Teulada Moraira
SOCIEDAD ESPAÑOLADE ESPELEOLOGÍA Y CIENCIAS DEL KARSTFUNDACIÓN GÓMEZ PARDOC/ ALENZA, 1 • 28003 MADRIDwww.sedeck.org
EDITASOCIEDAD ESPAÑOLA DE ESPELEOLOGÍA Y CIENCIAS DEL KARSTFUNDACIÓN GÓMEZ PARDOC/ ALENZA, 1 • 28003 MADRIDemail: [email protected]
COMITÉ CIENTÍFICOAna Isabel Ortega MartínezJosé Antonio Cuchí OterinoAntonio González RamónJuanjo Bertomeu OllerFrancisco Ruíz GarcíaMiguel Ángel Martín MerinoVicente Aparici SeguerMiguel Ánguel Rioseras Gómez
DISEÑO Y MAQUETACIÓNVicente Aparici Seguer
Depósito Legal: NA-1351-2003ISSN: 1696-1897
Fotografía de portada: Cala del Moraig (Poble Nou de Benitaxell)/Juanjo Bertomeu
BOLETÍN Nº 9 SEDECK / AÑO 2013 / SOCIEDAD ESPAÑOLA DE ESPELEOLOGÍA Y CIENCIAS DEL KARST
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editorialPresentamos el número 9 del Boletín de la SEDECK, coincidiendo con las XXIV Jornadas Científicas de la Sociedad Española de Espeleología y Ciencias del Karst que se celebran en Moraira (Alicante), centradas en el Paisaje y cuevas costeras de la Marina Alta. El Karst Litoral.
Cuando se cumplen los 15 años de la creación de la SEDECK, sus Jornadas vuelven al Mediterráneo, dándonos una nueva oportunidad de disfrutar de su entorno mientras diferentes especialistas nos muestran las peculiaridades de algunas de sus cavidades: su Geomorfología e Hidrogeología, la riqueza de su Biología subterránea, su ocupación humana en la Prehistoria y la adaptación actual del hombre a ese peculiar entorno, así como el desarrollo de las investigaciones espeleológicas, con especial incidencia en las exploraciones subacuáticas de la Cova del Moraig.
En esta ocasión contamos con la colaboración de la Universidad de Alicante, la Asociación Española para la Enseñanza de las Ciencias de la Tierra, la Federació d’Espeleología de la Comunitat Valenciana y el Grup Valenciá de Quaternari, así como con el patrocinio de la Diputación de Alicante, los Ayuntamientos de Benitaxell, Teulada y Benissa y de “la Caixa”.
Una vez más hemos aprovechado para incluir en este número otros artículos realizados por diferentes socios de la SEDECK en otras zonas geográficas distintas del litoral alicantino.
Ana Isabel Ortega MartínezPresidenta de la SEDECK
Sociedad eSpañola de eSpeleología y cienciaS del KarSt
BOLETÍN Nº 9 SEDECK / AÑO 2013 / SOCIEDAD ESPAÑOLA DE ESPELEOLOGÍA Y CIENCIAS DEL KARST
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índice01 La cova de les Cendres (Teulada-
Moraira): Cambios culturales y paisajísticos durante 25.000 años de
ocupación humana.Dídac Román y
Valentín Villaverde Bonilla
02 Consideraciones sobre karst y cuevas hipogénicas, con referencias
al ámbito valenciano.Policarp Garay Martín
03 Extensión y límites delecosistema subterráneo.
Alberto Sendra y Ana Sofia P.S. Reboleira
04 Pesqueras en los acantilados de la Marina Alta.
Jaume Buigues i Vila
05 Las cuevas del Saliente, norte de Almería. Un ejemplo de
cavidades generadas por procesos gravitacionales.
González Ramón, Antonio; Carra Vélez, Rubén; Segura Herrero,
Andrés; Sánchez Díaz, Tomas J.; Gea López, D. Raul; Pérez Martínez, Pedro; Belmonte Jiménez, Gonzalo
y Carra López, Juan Carlos
página 04
página 16
página 30
página 42
página 52
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BOLETÍN Nº 9 SEDECK / AÑO 2013 / SOCIEDAD ESPAÑOLA DE ESPELEOLOGÍA Y CIENCIAS DEL KARST
2Consideraciones sobre karst y cuevas
hipogénicas, con referencias al ámbito
valenciano.
Considerations about hypogenic karst and caves,
with special referents at Valencia region (Spain).
Garay Martín, Policarp
CITMA, Generalitat Valenciana. Email: [email protected]
RESUMENTomando como punto de partida los inventarios espeleológicos del territorio valenciano, se plantea por primera vez un enfoque de espeleogénesis hipogénica (karst hipogénico) para poner de manifiesto una muestra de estas cavidades cuyas características responden a procesos y estructuras de tipo hipogénico. Pero, más que un conjunto de descripciones o una exposición de resultados concretos sobre estudios realizados, lo que se aborda es sobre todo un repaso sobre ideas y conceptos a través de los cuales, y con los ejemplos que se aportan, poder dotar de argumentos “diferentes”, sobre espeleogénesis hipogénica, al espeleólogo acostumbrado a observar y estudiar las cuevas y el karst con criterios “tradicionales” y propios del karst epigénico.
El karst hipogénico es entendido aquí como un nuevo modelo natural (sensu Eraso, 1975-76) cuyos procesos de karstificación, sin ser absolutamente diferentes a la mayoría de los descritos en el karst tradicional, producen, sin embargo, formas espeleogenéticas y patrones de cavernamiento (redes laberínticas, salas gigantes, cúpulas ramificadas y drenes ascendentes), sensiblemente distintos a los modelos descritos para el karst epigénico.
Asimismo, entre las cuevas claramente epigénicas y las cuevas típicamente hipogénicas, se dan formas de transición y casos intermedios, especialmente cuando se incorporan flujos hipogénicos agresivos a determinadas redes o sistemas espeleológicos propios de la cinética kárstica de acuíferos libres o freáticos. Este es el caso de las redes freáticas con influencias hipogénicas, en el sentido dado por Ginés y Ginés (2011) en el karst balear.
ABSTRACTTaking as a starting point the Valencian territory caving inventories it is proposed for the first time a focus on hipogenic speleogenesis (Hipogenic Karst) and a sample of hipogenic caves is exposed. Rather than a set of descriptions or an exposition on particular results from carried out studies, what is dealt by is mainly a review on ideas and concepts to provide the speleologist, used to observe and study karst and caves with traditional criteria, with different arguments about hipogenic speleogenesis.
The hipogenic karst is understood as a new natural model (sensu Eraso, 1975-76) which its karstification processes, without being absolutely different to most of those described by the traditional karst, produce, however, speleogenic shapes and cavernating patterns (laberynthic networks, gigant rooms, ramified domes, big ascending conducts) sensibly different to the models described in the epigenic karst.
Additionally, amongst clearly epigenic caves and those tipically hipogenic, transition states and intermediate cases also form, specially when aggressive hipogenic flows incorporate to determined speleological networks or systems, characteristical of the karstic kinetics and the free aquifers. This is the case of the freatic networks with hipogenic influences, in the sense given by Ginés y Ginés (2011) at the Balear karst.
Palabras clave: karst epigénico, karst hipogénico, cuevas hipogénicas, acuífero kárstico confinado. Keys words: epigenic karst, hypogenic karst, hypogenic caves, karstic confined aquifer.
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BOLETÍN Nº 9 SEDECK / AÑO 2013 / SOCIEDAD ESPAÑOLA DE ESPELEOLOGÍA Y CIENCIAS DEL KARST
Haciendo repaso a los diferentes tipos de
cuevas y simas que hemos tenido ocasión
de explorar y estudiar durante décadas
en el País Valenciano, los espeleólogos
disponemos hoy de una muestra
representativa de los diferentes procesos
espeleogénicos y zonas hidrogeológicas que
se pueden encontrar en un macizo kárstico;
tanto en lo que respecta a morfologías
espeleológicas típicas o representativas
de condiciones hidrodinámicas concretas
como en lo referente a cavidades más o
menos complejas y evolucionadas en las
que es posible diferenciar distintas etapas,
fases o secuencias ligadas a una evolución
geológica y paleoclimática cambiante a lo
largo del tiempo, especialmente durante
el Cuaternario. En conjunto, son miles de
cavidades que constituyen un excelente
e interesante laboratorio para realizar
investigaciones científicas de todo tipo.
En el karst tradicional (epigénico) las
cavidades son el resultado de la espeleo-
génesis actuante en los mismos acuíferos
kársticos (calizas, dolomías o yesos) que
observamos en superficie, en los cuales
se diferencia una zona no saturada (ZNS),
donde hay aire y el movimiento del agua
lo determina la ley de la gravedad, de otra
zona saturada (ZS), totalmente inundada y
sin aire, moviéndose el agua en función de
los gradientes hidráulicos. También se puede
diferenciar, entre las anteriores, una zona
intermedia o de fluctuación de los niveles
piezométricos (ZFP), también denominada
zona epifreática, en la cual suelen formarse
los ríos subterráneos de cierto desarrollo,
como la Cueva del Toro (Alcudia de Veo)
o la de Sant Josep (la Vall d’Uixó). En este
esquema de zonificación hidrogeológica
resulta relativamente fácil encajar todas
y cada una de las cavidades conocidas y
catalogadas en el ámbito del País Valenciano
(v.g. Pla, 1953; Donat, 1966; Fernández et
al., 1980 y 1982; Arenós, 2004, etc.). La
mayoría de ellas (especialmente las simas) se
localizan en la ZNS, mientras que sólo unas
pocas son cavidades fluviales o sumergidas
que se sitúen dentro de la ZS o la ZFP.
Pero, más allá de las formas y tipologías
tradicionales y fáciles de explicar, han
persistido en nuestro recuerdo y en nuestras
notas casos “atípicos” que nos hacían pensar
en condiciones hidrodinámicas especialmente
forzadas o extraordinarias. Eran cavidades
que “sorprendían” bien por sus curiosas
morfologías de crecimiento o bien por
su complejo desarrollo. ¿Quién no se ha
preguntado por qué no se han descubierto
más cuevas laberínticas como la Cova de
l’Autopista (Real de Gandia; Valencia)?, ¿o
por qué la Cueva del Perro (Cox; Alicante)
tiene ese espectacular y extraño pozo que
parece atravesar diferentes pisos de la
cueva?, ¿o por qué la Cova de les Calaveres
(Benidoleig; Alicante) tiene esas curiosas y
extraordinarias cúpulas cenitales? En fin,
son cuevas que no concuerdan bien con
los esquemas del karst tradicional, pero que
Fotografías 1 y 2: Dos de los numerosos “pozos alimentadores” (feeders) de la Cova de l’Autopista.
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realmente no son tan extraños si tomamos
como referentes otros ejemplos más remotos
y exóticos. Es, pues, el momento de hablar
de las cuevas hipogénicas, que suponen otra
manera de entender la espeleogénesis.
Es conocido que frente a los acuíferos
kársticos libres (también llamados freáticos)
también hay en la naturaleza los acuíferos
kársticos confinados (también llamados
cautivos), cuyo carácter kárstico queda
puesto de manifiesto tanto por las columnas
de los sondeos como por los parámetros
hidráulicos medidos en ensayos de bombeo.
Sin embargo, el espeleólogo generalmente
pensaba que ni la espeleogénesis ni las
posibles cuevas contenidas en ellos podrían
resultar de su interés por no ser fácilmente
accesibles. Craso error, si tenemos en
cuenta que precisamente han sido acuíferos
confinados los responsables de la formación
de muchas de las mayores cavidades del
mundo, en recorrido.
Durante las últimas décadas del siglo XX,
la mayoría de los espeleólogos españoles y
europeos presenciábamos atónitos, como
verdaderas excepciones y rarezas, las lejanas
cuevas sulfúricas y termales formadas en el
SW de USA (las de Carlsbad, Lechuguilla,
Jewell cave, Wind cave y otras), las cuevas de
origen hidrotermal formadas en el entorno
de la capital de Hungría (como las del
Castillo de Buda, Pál-Völgyi, Szemló-Hegy...)
o los grandes sistemas en yesos de la región
de Podolia, en Ucrania (Optimisticheskaja,
Ozernaja, Zolushka...). Sin embargo, la
reciente difusión, en lo que llevamos de siglo
XXI, de un nuevo enfoque general sobre el
karst y las cuevas hipogénicas, especialmente
vinculado a los acuíferos confinados, ha
supuesto un punto de inflexión importante
en las investigaciones espeleológicas. A mi
entender, el trabajo conjunto de Klimchouck,
Ford, Palmer y Dreybrodt (2000) y la
difusión de numerosos trabajos a través de
internet (particularmente a partir de www.
speleogenesis.com) marcan el inicio de
esta nueva etapa de investigaciones, pues
se descubren y se reinterpretan como de
origen hipogénico muchas cuevas que hasta
entonces no estaba del todo claro que lo
fueran. En todos los continentes se multiplican
nuevos ejemplos de cuevas hipogénicas y de
ello va quedando constancia en una creciente
y abundante bibliografía. Otra publicación
que también ha alcanzado gran difusión
corresponde a las actas de la conferencia
internacional de Chernivtsi (Ucrania) sobre
Espeleogénesis hipogénica e Hidrogeología
kárstica de acuíferos confinados (Klimchouk
y Ford, 2009), si bien, la lista de referencias
de renombre es ya muy amplia.
Hasta aquí venimos diferenciado tácitamente
dos tipos de cuevas (epigénicas e hipogénicas)
y dos modalidades de karst (epigénico
e hipogénico); y estos dos conceptos
(epigénico versus hipogénico) los hemos
relacionado y atribuido, respectivamente, a
los acuíferos kársticos libres y a los confinados
Fotografía 3 (izda.)Pared de tipo boxwork en la Cova de l’Autopista. La pared de dolomía se areniza y desprende, mientras que la calcita de las venas resiste y sobresale.
Fotografía 4 (dcha.)Pequeña galería cegada (dead ends) por las arenas dolomíticas de la Cova de l’Autopista.
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o cautivos. En mi opinión, ésta es la clave
del asunto, a pesar de que en la bibliografía
encontraremos opiniones de otro tipo,
como las que consideran que lo hipogénico
responde siempre a determinados procesos
corrosivos endógenos (emanaciones de SH2
que evoluciona a sulfúrico, oxidación de
sulfuros metálicos, que también generan
ácido sulfúrico y CO2, ascenso de aguas
termales, etc.) aunque el escenario de
actuación sea un acuífero libre (Audra et alii,
2009; Palmer, 2011).
Hace bastantes años que Eraso (1969) incidía
en explicar con detalle la diversidad de
mecanismos de corrosión que se pueden dar
en el karst (en aquel momento considerando
especialmente el karst epigénico que se
desarrolla en rocas carbonatadas): corrosión
clásica (por carbónico), corrosión por
oxidación-reducción, corrosión por mezcla
de aguas (Bögli), corrosión climática (cambios
de estado aire-agua-hielo), oxidación de
la pirita (y de otros sulfuros), sustitución
(dolomitización...) y, además, diferentes
procesos orgánicos (corrosión bioquímica)
que se dan casi exclusivamente en el epikarst
por efecto de la vegetación o de los suelos
(ácidos húmicos, nítrico…), etc.
A estos mecanismos de corrosión de
carbonatos se podrían añadir otros como
el de la karstificación por ácido sulfúrico,
no ya el citado, que resulta de la oxidación
de sulfuros, sino el generado –entre otras
teorías (ver Jagnow et alii, 2000)- a partir
de emanaciones de SH2 relacionadas con
yacimientos petrolíferos; o los procesos
de karstificación ligados a emanaciones
volcánicas, flujos hidrotermales, etc.
Sin embargo, a pesar de que estos
mecanismos (especialmente el de la
karstificación sulfúrica de origen profundo)
han sido tradicionalmente vinculados a
sistemas kársticos hipogénicos, entiendo
e insisto en que la principal diferencia
entre un karst hipogénico -o una cueva
hipogénica- de otro que no lo sea no es
solamente el mecanismo particular de la
karstificación, sino, sobre todo, los controles
físico-químicos y estructurales bajo los cuáles
ésta se produce. Es decir, que la principal
diferencia estaría en el carácter cinético de
la karstificación epigénica (ligada a los flujos
vadosos o freáticos de un acuífero libre)
frente al balance de masas que se da en la
karstificación hipogénica, debido al contacto
reposado entre la roca (las paredes de los
huecos) y el agua agresiva, en un medio
extraordinariamente tranquilo y lento.
Aquí, la karstificación se produce de forma
extensiva y penetrante (incrementando
notablemente la porosidad total y el
Fotografía 5 (izda.)Restos de un tabique de roca (partitions) debido al crecimiento “coalescente” de galerías.
Fotografía 6 (dcha.)Outlets en la Cova de l’Autopista
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BOLETÍN Nº 9 SEDECK / AÑO 2013 / SOCIEDAD ESPAÑOLA DE ESPELEOLOGÍA Y CIENCIAS DEL KARST
coeficiente de almacenamiento del acuífero),
si bien, ocasionalmente pueden llegar a ser
notables los flujos corrosivos ascendentes
(fluidos poco densos, ascenso de gas, flujos
térmicos...) que son habituales bajo estas
condiciones.
El primer caso (karst epigénico = acuífero
libre) corresponde a un sistema abierto, ya
que intercambia energía y materia con el
exterior (recarga hídrica, solutos, materia
orgánica, carga terrígena, CO2...). En
cambio, el karst hipogénico (= acuífero
confinado) se comporta prácticamente como
un sistema cerrado, que no interactúa con el
exterior y consume sus propios recursos. Éste
es el principal y determinante aspecto para
concretar estos conceptos (epigénico versus
hipogénico), y con esta concepción podemos
también entender que nos hallamos ante un
“nuevo” MODELO NATURAL en el que
se da una CONVERGENCIA DE FORMAS
características claramente diferentes de las
observadas en los karsts hipogénicos; todo
ello en el sentido que ha venido propugnando
Eraso (1975-1976) y Eraso y Pulina (2011).
Si tenemos en cuenta que, además de la
corrosión de los carbonatos, hay otros
procesos de karstificación que actúan sobre
otros tipos de rocas (disolución iónica
responsable del karst salino y del karst en
evaporitas, o la hidrólisis que actúa sobre
los feldespatos, etc.), y que en estas rocas
(al menos en yesos, notablemente), también
se dan cavernas y morfologías hipogénicas
cuando constituyen acuíferos confinados,
se demuestra que la citada teoría de “los
modelos naturales y la convergencia de
formas” funciona, una vez más.
Las formas características a las que me
refiero son ampliamente conocidas (véase,
por ejemplo, Klimchouk, 2007 y 2009) y
entre ellas se comprueba que existe una
clara semejanza dinámica a pesar de que
las rocas en las que se dan sean distintas
(calizas, dolomías, yesos...) y los agentes y
procesos de karstificación también lo sean
(disolución iónica, corrosión clásica, procesos
hidrotermales, corrosión sulfúrica, etc.).
Siguiendo los ejemplos de estas publi-
caciones, las formas características de las
cuevas hipogénicas se pueden resumir grosso
modo en puntos de alimentación (feeders),
morfologías de huecos y galerías (a menudo
formas de conductos coalescentes y restos
de tabiques o partitions, etc.), marcas de
pared (como las texturas de boxwork, y
especialmente marcas de ascenso de flujos
corrosivos: rising wall channels) y formas de
bóveda o descargas ascendentes (outlets).
De todas estas formas se muestran ejemplos
Fotografía 7 (izda.)Elongación vertical de un conducto de la Cova del Far, atribuida al efecto de la fluctuación piezométrica en la zona de “descompresión” del acuífero confinado.
Fotografía 8 (dcha.)Desarrollo de conductos inclinados en la Cova del Far. Foto: José Manuel Ros.
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en las fotografías 1 a 16, que se incluyen en
este trabajo, todas ellas correspondientes a
cavidades valencianas citadas en el texto.
UNA PRIMERA APROXIMACIÓN AL
“MODELO NATURAL” DE LAS CUEVAS
HIPOGéNICAS
De forma simple y eludiendo detalles,
podemos decir que en un acuífero kárstico
libre, el agua se desplaza a través de
conductos que se originaron y agrandan a
su paso; asimismo, por disolución, el agua
en movimiento puede originar sobre las
paredes, techo y suelo de estos conductos
marcas y huellas de disolución (scallops,
flutes, acanaladuras, entalladuras de
corrosión...) y cuando coexisten depósitos de
sedimentación terrígena puede formar otro
tipo de estructuras de disolución (pendants,
canales de bóveda...) e incluso, entrando los
conductos en carga y quedando aire atrapado
contra la bóveda, pueden dar lugar a cúpulas
de disolución. En todo caso, el proceso de
karstificación es un proceso cinético que
viene determinado por el movimiento y
circulación del agua en el acuífero, tanto en
régimen vadoso como freático.
Por el contrario, en los acuíferos confinados,
la circulación del agua es extraordinariamente
lenta, y hasta podríamos decir que
casi inexistente, pues es sabido que la
permanencia del agua en estos acuíferos
(figura 1) puede llegar a ser de centenares
e incluso miles de años (Custodio y Llamas,
1976; p. 1273). Por ello, los procesos físico-
químicos de la karstificación es evidente
que ya no son de tipo cinético, sino que
responden a balances de masas que se
dan en un medio tranquilo y a lo largo y
ancho del contacto entre los huecos de una
roca soluble y un agua agresiva, capaz de
karstificarla (por corrosión o por disolución).
En consecuencia, en lugar de conductos de
circulación, la espeleogénesis que se dará
en estos acuíferos es más bien de cavidades
reticulares y laberínticas (network mazes) de
desarrollo marcadamente bidimensional o
tridimensional.
La mayoría de estas redes tienen tendencia
a crecer “hacia arriba” con una componente
ascendente que resulta relativamente fácil
de entender si tenemos en cuenta, por una
parte, que nos hallamos en situaciones de
sobrecarga hidráulica y elevada presión
confinante (por lo tanto es el techo de la
estructura el que soporta directamente esa
presión o empuje “hacia arriba”), y por
otra, que puede haber ascenso de gases
o de flujos menos densos y originados a
cierta profundidad, siendo éstos capaces
de desplazarse siguiendo vías ascendentes
existentes o de nueva formación.
En todo caso, no es habitual que encontremos
estructuras de flujo (circulación) más allá de
las que forman durante su ascenso los citados
fluidos agresivos y burbujas (gases). Sus
efectos son estructuras y morfologías “de
flujo ascendente” que resultan netamente
distintas a las que originaba la circulación
hidrogeológica ligada a los gradientes
hidráulico.
A menudo, la morfología de estas redes de
cavernas laberínticas se adapta a desarrollos
planares (uno o varios planos superpuestos)
y más o menos inclinados y paralelos a la
geometría de los contactos hidrogeológicos
y la estructura geológica del acuífero
confinado que las contiene. Sin embargo,
en los casos en que los ascensos de fluidos
y gases agresivos son importantes, el
desarrollo de la espeleogénesis puede tender
a un modelo más arborescente e irregular
Fig. 1Esquema de un acuífero confinado con una estimación del tiempo de permanencia del agua (tomado de Custodio y Llamas, 1976).
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BOLETÍN Nº 9 SEDECK / AÑO 2013 / SOCIEDAD ESPAÑOLA DE ESPELEOLOGÍA Y CIENCIAS DEL KARST
(tridimensional).
Evidentemente, estos sistemas son
prácticamente inaccesibles al espeleólogo –y
al espeleonauta- cuando se están formando.
Pero cuando el relieve evoluciona y los
acuíferos cautivos dejan de serlo (al vaciarse
y ocupar posiciones relativamente elevadas y
vadosas, en ZNS), cualquier abertura casual
se convierte en un punto de penetración (a
veces diminuto) que permite al espeleólogo
acceder a complejos y laberínticos sis-
temas, a menudo difíciles de topografiar
pero generalmente muy “agradecidos”
espeleométricamente hablando. Este es el
caso de la conocida Cova de l’Autopista
(GEM, SCAV y CUM, 1987), cuya múltiple
boca de acceso se abrió casualmente durante
la construcción de la autopista de peaje A-7
en el término municipal de Real de Gandia
(figura 2). Y es el caso también de la menos
conocida Cova del Far (en la Serra Gelada, en
término municipal de Alfàs del Pi), accesible
a través de una diminuta boca originada por
el retroceso reciente (Holoceno) de la ladera
donde se abre. Ambas cavidades han sido
objeto de un reciente estudio, coordinado
por Alberto Sendra, que esperamos poder
ver publicado en breve.
OTROS MODELOS NATURALES DE
CUEVAS HIPOGéNICAS EN ACUÍFEROS
CONFINADOS
Además del “modelo natural” que
representan las redes cavernarias de
desarrollo laberíntico (maze caves), más o
menos reticuladas (network maze caves) o
irregulares (spongework maze caves), hay
cuevas hipogénicas que responden a otros
patrones o modelos naturales claramente
diferentes, a pesar de que en todos ellos
suelen concurrir morfologías de detalle (de
crecimiento ascendente) similares.
Así, son de destacar gigantescas salas, como
las detectadas en el interior del macizo
montañoso de Rhodope, cerca de Chepelare
(Bulgaria). Sebev (1970) y Dublyansky (1974
y 2000) dieron a conocer la existencia, entre
otras, de una gigantesca sala de unos 238 hm3
de volumen, de unos 800x620x479 metros,
descubierta ya en 1959 y “explorada”
mecánicamente en las campañas de sondeos
de los años 1966 a 1969. Estas salas se
encuentran completamente inundadas por
aguas muy corrosivas, con una temperatura
en torno a 90ºC y con una presión de
hasta 170 atmósferas. La roca encajante
corresponde principalmente a mármoles
proterozoicos confinados por gneises que los
cabalgan.
Evidentemente no son cuevas accesibles al
espeleólogo, pero nos indican y reproducen
un nuevo modelo de cuevas hipogénicas:
grandes volúmenes debidos a una
karstificación intensa y concentrada, capaz
de consumir un gran volumen continuo de
roca a cierta profundidad y en un marco
geotérmico muy evidente.
Durante las XVII Jornadas de la SEDECK
(celebradas en Karranza, octubre de 2006),
Adolfo Eraso incidió en la importancia que a
menudo tienen los mecanismos de corrosión
por oxidación-reducción en el karst (Eraso
1969) y volvió a referir su ya conocida teoría
(Eraso, 1996) sobre la intervención de aguas
Fig. 2Red laberíntica de la Cova de l’Autopista, desarrollada sobre un plano inclinado unos 20º al Norte.
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BOLETÍN Nº 9 SEDECK / AÑO 2013 / SOCIEDAD ESPAÑOLA DE ESPELEOLOGÍA Y CIENCIAS DEL KARST
termales cargadas de Mg en el determinante
proceso local de dolomitización de caliza
Urgo-Aptiense que desencadenó la
formación de la impresionante Sala Jon Arana
(Torca del Carlista). Con este planteamiento
y ante la proximidad de los manantiales
termales del Molinar (Balneario Padres
Palotinos), algunos de los asistentes a las
jornadas comprendimos que nos hallábamos
claramente ante una extraordinaria cueva
hipogénica. Una reciente exploración a la
Torca del Carlista (con el club Espeleotorre,
de Torredembarra) nos ha permitido
completar el esquema, al comprobar que los
niveles dolomitizados están relativamente
profundos y por debajo de niveles margosos
y sabulosos (con un buzamiento medio de
43º al Sur) que habrían actuado como capa
confinante (es la estructura de un acuífero
confinado).
Y referido al territorio valenciano,
últimamente barajamos la hipótesis de si
la gran sala de la Sima del Campillo (Tous)
¿no podría responder al hundimiento de
una primera gran sala de origen hipogénico
que se habría formado en un acuífero
confinado, teniendo como techo las margas
blanquecinas de la Formación Margas de
Alarcón? En fin, por ahora esto no es más
que una simple conjetura, pero lo traigo a
colación para que el lector compruebe lo
“contagioso” y, asimismo, arriesgado que
puede llegar a ser una excesiva predisposición
mental por lo hipogénico. En todo caso, es
un nuevo punto de vista que se puede tener
en cuenta para futuros estudios, pues, en
definitiva, nadie hasta ahora ha dado una
explicación motivada sobre la formación de
la mayor sala subterránea natural del ámbito
valenciano.
Por otra parte, siguiendo los pasos de
la “escuela húngara”, entre las teorías
y modelos de cuevas hidrotermales que
durante décadas han sido desarrolladas y
propuestas, llama la atención una dualidad
de modelos (véase Muller y Sarvary, 1977):
• CuevasdeltipoSatorkopuszta: una sala
basal (límite de exploración) que puede
ser asimilada a una cámara magmática,
a partir de la cual se desarrolla una red
ascendente y arborescente de cúpulas.
• Cuevas laberínticas: formadasporagua
ascendente a través de una formación
caliza confinada (acuífero confinado).
Ejemplo: Cserszegtomajikut.
Collignon (1983) describe grutas termales
del norte de África (macizo des Bibans,
Argelia) que forman redes de cúpulas
coalescentes y yuxtapuestas. Quizá con
este modelo coincida la parte ascendente
(redes de cúpulas ascendentes) del “modelo
Fotografía 9 (izda.)Outlets en la Cova del Far.
Fotografía 10 (dcha.)Bóvedas corrosivas de la Cova de les Calaveres.
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BOLETÍN Nº 9 SEDECK / AÑO 2013 / SOCIEDAD ESPAÑOLA DE ESPELEOLOGÍA Y CIENCIAS DEL KARST
Satorkopuszta”. Sin embargo, mientras no
se demuestre la existencia de la gran cámara
inferior, podemos considerar también que se
trata de un modelo en sí mismo, separado
y diferente al de las grandes salas. En todo
caso, identifico con este modelo una serie
de pequeñas cavidades existentes en calizas
del Mioceno próximas al paraje del Tos Pelat
(Moncada; Valencia), posiblemente una
antigua zona de descarga ascendente del
acuífero calizo y parcialmente confinado
que se extiende hasta las proximidades
de Llíria, unos 20 km al Noroeste de este
sector. Se trata de un acuífero interesante
pero prácticamente olvidado en los estudios
hidrogeológicos regionales.
En este sector, la Cova Tubulada (Moncada;
Valencia) es, a pesar de sus modestas
dimensiones (unos 15 m de recorrido),
una expresiva muestra de cavidad formada
por un conjunto arracimado de cúpulas
coalescentes y yuxtapuestas, que forman
una “falsa galería” (figura 3). En los techos
de otras cuevas y abrigos cercanos siguen
proliferando formas similares: conductos
ascendentes y redondeados que perforan la
roca (outlets).
También presenta numerosas cúpulas
ascendentes y estructuras esponjosas
(spongework) casi todo el techo de la Cova
de les Calaveres (Benidoleig; Alicante).
Pero en este caso no observamos una red
coalescente ni arborescente de cúpulas,
tal como la hemos entendido y visto en
ejemplos anteriores, sino que se trata de un
verdadero conducto principal más o menos
rectilíneo y amplio (figura 4). Presenta un
desarrollo ascendente y de carácter surgente
(en gran parte inundado) por ser un punto
de descarga lateral del Subsistema Castell
de la Solana (Pulido, 1979), parcialmente
confinado, sobre todo en el sector donde
se produce esta descarga. Tanto por el
carácter ascendente de este dren (asciende
desde el acuífero confinado) como por la
espectacular morfología corrosiva de su
bóveda, no hay duda de que nos hallamos
ante una espeleogénesis de tipo hipogénico.
Hasta aquí hemos destacado varias modali-
dades de cavidades hipogénicas con los que
hemos podido identificar o asimilar diversas
cavidades valencianas (o españolas, en el
caso de la Torca del Carlista). Concretamente
hemos referido y diferenciado las siguientes
clases:
1. Redes laberínticas (aunque hay muy
diversas): COVA DE L’AUTOPISTA
2. Salas gigantes (Torca del Carlista): ¿SIMA
DEL CAMPILLO?
3. Salas con ramificaciones ascendentes (tipo
Satorkopuszta)
Fig. 3 (izda.)Topografía de la Cova Tubulada (publicada en Fernández et al., 1980)
Fig. 4 (dcha.)Arriba topografía de la Cova de les Calaveres (del Grupo Spéos, de Alcoi) donde se aprecia el carácter ascendente de la surgencia (drenada artificialmente por un túnel artrificial) y la abundancia de grandes outlets a lo largo de la cueva.Abajo detalle de la zona sumergida de Virgata i Sergi, 2008)
http://espeleologiabibliografia.blogspot.com.es/2009/10/las-calaveras-o-la-cueva-de-benidoleig.html
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3.b. Redes de cúpulas (coalescentes y
ramificadas): COVA TUBULADA
4. Drenes ascendentes y amplios: COVA DE
LES CALAVERES
En todos estos casos considero que siempre
hay una estructura de acuífero confinado
dentro de la cual se ubica o se desarrolla la
espeleogénesis hipogénica.
La primera de estas modalidades o clases
(REDES LABERÍNTICAS) engloba, a su vez,
diferentes tipos de sistemas laberínticos. En
principio resulta posible distinguir algunos
sistemas de carácter más ramificado y
tridimensionales (al parecer responden más
al predominio de flujos muy corrosivos
y ascendentes) de otros más reticulados
y de predominio bidimensional (planar
o multiplanar) que se desarrollan en
la proximidad o en contacto de capas
confinantes más o menos inclinadas. Este
segundo caso lo identificamos con las redes
yesíferas de Ucrania, pero también el de
la Cova de l’Autopista, que se desarrolla
en un acuífero dolomítico Cenomaniense
(Formación Dolomías de Alatoz) teniendo
como capa confinante a la Formación
Dolomías y margas dolomíticas de Villa de
Ves, que buzan unos 20º al Norte (figura 5).
Las citadas redes laberínticas se habrían
desarrollado en el seno de un acuífero
confinado, donde la inclinación dominante
de la red cavernaria (tanto si el desarrollo
es bidimensional como tridimensional)
viene a coincidir con la estructura principal
y/o el buzamiento de los contactos
litoestratigráficos.
En el caso de la Cova del Far (Alfàs del Pi;
Alicante), aunque la estructura geológica
es inclinada (Yébenes, 1996): un acuífero
calizo (calcarenitas), confinado por margas
del Albiense superior que buzan unos 30º
al NW, la parte explorada de la cueva no
se desarrolla en el contacto con la capa
confinante, ni tiene la inclinación de la
estructura, sino que presenta un carácter casi
horizontal (figura 6). Al parecer, la corrosión
habría actuado sobre todo en la parte superior
del acuífero confinado, donde la presión
disminuye (la desgasificación del CO2 se
completa o se agudiza) y éste pasa a adquirir
finalmente un carácter freático. Es decir, la
karstificación es intensa (por la llegada de
los flujos hipogénicos ascendentes) pero
se desarrolla sobre todo acoplándose a las
condiciones freáticas que se dan en el límite
y parte superior del acuífero, que deja de ser
confinado para convertirse gradualmente en
libre. La oscilación piezométrica se nota más
y ello redunda en un relativo recrecimiento
o elongación vertical de los conductos que
forman la red, manteniendo en todo caso su
morfología hipogénica: un laberinto reticular
(network maze) con sus canales verticales
de alimentación (feeders) y sus estructuras
de fuga ascendente (outlets), todo ello
formando una yuxtaposición –más que
superposición- de conductos.
Entiendo que la Cova del Far forma parte
de una red hipogénica, desde el punto de
vista de la espeleogénesis, y aunque distal
o relativamente elevada, todavía ubicada
dentro del límite y estructura geológica del
propio acuífero confinado.
Fig. 5 (izda.)Esquema que muestra el desarrollo y morfología general de la Cova de l’Autopista, excavada en el contacto entre dos formaciones litoestratigráficas.
Fig. 6 (dcha.)Corte geológico de la Serra Gelada (tomado de Yébenes, 1996), con la posición que ocupa la Cova del Far, desarrollada en la parte alta (calcarenitas) de la unidad C2, teniendo como capa confinante las margas de la unidad C3.
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BOLETÍN Nº 9 SEDECK / AÑO 2013 / SOCIEDAD ESPAÑOLA DE ESPELEOLOGÍA Y CIENCIAS DEL KARST
En la gran sala de la Torca del Carlista (y
opcionalmente en la del Campillo, si fuera
el caso) es evidente que lo que vemos hoy
es una traslación hacia arriba del hueco
hipogénico original (formado dentro de un
acuífero confinado), como consecuencia de
colapsos y de un proceso clástico remontante.
Es decir, realmente presenciamos la evolución
geomorfológica de lo que en origen pudo ser
una SALA GIGANTE en sentido hipogénico
Las cavidades ascendentes y ramificadas
de la tercera modalidad (CÚPULAS
RAMIFICADAS) se caracterizan por sus
formas redondeadas a modo de cúpulas
coalescentes, formando “pseudogalerías/
pseudopozos” cuyos desarrollos e
inclinación pueden variar considerablemente
de unos casos a otros. Sus irregulares
desarrollos tienden a ser ramificados o
incluso arracimados. Este modelo parece
ser el caso más claramente vinculado al
ascenso de gases o flujos corrosivos en el
seno del acuífero confinado, quizá ya cerca
de su límite y en transición hacia condiciones
freáticas normales (ZS).
La principal diferencia entre la modalidad
anterior y la de la clase 4 (DRENES
ASCENDENTES) es que ésta responde a una
descarga hídrica bien definida y localizada,
procedente de una unidad hidrogeológica
que, antes de surgir al exterior, recorre
un trayecto confinado, de manera que
hay un gran conducto ascendente (desde
un acuífero confinado y con aguas muy
agresivas) amplio y bien definido: en cierto
modo un manantial vauclusiano pero con
la salvedad de que procede de un medio
hipogénico (acuífero confinado) aunque
forme parte de un contexto regional más o
menos freático. Nuestro ejemplo más claro
es la Cova de les Calaveres, pero quizá la
situación no diste demasiado del caso de
la Cova del Moraig (Benitatxell; Alicante)
que constituye un interesante conducto
de descarga submarina del Subsistema de
la Depresión de Benissa después de haber
circulado el agua a cierta profundidad
y supuestamente bajo condiciones de
confinamiento, bajo las margas de “facies
tap”, del Mioceno marino de la región. Para
más detalles y discusión sobre este ejemplo
me remito a las intervenciones de José Mª
Cortés y de Juan José Rodes, previstas en
estas XXIV Jornadas de la SEDECK donde
presentamos también este trabajo.
CUEVAS O REDES FREÁTICAS CON
INFLUENCIA HIPOGéNICA
En sus clasificaciones morfogenéticas de
cavidades kársticas de Mallorca y de las
Islas Baleares, Joaquín y Ángel Ginés (2009
y 2011) diferencian, por una parte las
“cuevas hipogénicas”, refiriendo ejemplos
de pequeñas cavidades formadas por
Fotografía 11 (izda.)Grandes outlets en el vestíbulo de la Cova de les Calaveres. Uno de ellos (izquierda) alcanza el exterior (un espeleólogo da la referencia de escala), formando un pozo de unos 25 metros.
Fotografía 12 (dcha.)Cúpulas (outlets coalescentes) en el interior de la Cova Tubulada.
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BOLETÍN Nº 9 SEDECK / AÑO 2013 / SOCIEDAD ESPAÑOLA DE ESPELEOLOGÍA Y CIENCIAS DEL KARST
cúpulas coalescentes, y por otra una nueva
clase a la que denominan redes freáticas
con influencias hipogénicas. El prototipo de
esta modalidad es la ya famosa Cova des
Pas de la Vallgornera, una red laberíntica
de 67 km de recorrido, en parte aéreo y en
parte sumergido, ubicada en el acuífero libre
costero de la plataforma neógena del sur de
la isla de Mallorca, y desarrollada en calizas
recifales muy porosas. Resulta muy llamativo
que una buena parte del sistema (su sector
Oeste) presente evidencias geomorfológicas
de una intensa actividad hipogénica
(Merino y Fornós, 2010). La explicación
de estas formas ha sido entendida por la
incorporación al acuífero freático de aguas
hipogénicas profundas, ligadas a una
anomalía geotérmica descrita en este sector
de la isla (ops. cit.).
A diferencia de la Cova del Far (ligada a
la estructura de un acuífero cautivo), la
mallorquina es una red freática ubicada
en un acuífero libre, a pesar de las claras
influencias hipogénicas que manifiesta una
parte notable de la cavidad.
No conocemos en el territorio valenciano
ningún caso similar, pero la existencia de esta
modalidad, nos ayuda a entender mejor un
par de aspectos que habían llamado nuestra
atención en la Cova de Sant Josep (la Vall
d’Uixó; Castellón). Esta cueva es el dren
principal de un acuífero libre que se desarrolla
en dolomías triásicas (Muschelkalk), pero la
temperatura de 19ºC de sus aguas (casi 3ºC
por encima de lo esperable) es indicativa de
una anomalía geotérmica, cuyo origen está
en un aporte puntual de aguas termales
procedentes de un acuífero confinado
(areniscas y argilitas del Triásico inferior) en
el entorno de Alfondeguilla (Garay, 2001). A
lo largo de la cavidad se observan algunas
cúpulas ascendentes (outlets) que distaban
bastante de ser simples cúpulas de corrosión
de bóveda como las observadas en otras
cavidades freáticas. Entendemos ahora, que
en cierto modo hay una clara relación causa-
efecto entre los dos hechos expuestos.
Además de estos ejemplos, referidos a
redes freáticas que han recibido aportes
hipogénicos, se puede también citar un
caso singular, por tratarse de una cavidad
propia de la ZNS, realmente una fractura o
“diaclasa” (según el argot espeleológico),
que en uno de sus extremos y en sus cotas
más profundas (-60 m desde la boca),
alcanza un sector donde predominan las
formas hipogénicas con un carácter muy
restringido y local. Se trata del Avenc de
la Clapissa (Serra; Valencia), una fractura
de marcada dirección N-S y unos 150 m
de longitud, que en profundidad y en
uno de sus extremos alcanza una zona
donde el acuífero llegó a estar confinado,
y en ella se pasa hoy bruscamente de una
Fotografía 13 (izda.)Outlets en la boca de la Cova Tubulada.
Fotografía 14 (dcha.)Cuencos de disolución ascendente (solution pockets) e incipiente boxwork en el Avenc de la Clapissa.
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BOLETÍN Nº 9 SEDECK / AÑO 2013 / SOCIEDAD ESPAÑOLA DE ESPELEOLOGÍA Y CIENCIAS DEL KARST
morfología gravitacional y vadosa a una
morfología donde predominan estructuras
y formas típicas del karst hipogénico.
Lamentablemente no se alcanza ningún
desarrollo espeleométrico especial, pero
resulta interesante e ilustrativo como
referencia de una cavidad mixta (epigénica
con influencias hipogénicas): una sima que
llegó a alcanzar no ya la zona saturada de un
acuífero libre, sino la zona de desgasificación
(flujos corrosivos ascendentes) de un acuífero
confinado aledaño.
Antes de finalizar estas notas debo insistir
en que la clasificación que exponemos está
basada en una serie de casos y experiencias
concretas y, aunque conocemos otras
clasificaciones de cuevas hipogénicas,
como la de Audra et al. (2009), no se
ajustan estrictamente a nuestro concreto
planteamiento y marco regional, por lo cual,
y teniendo en cuenta nuestras limitaciones
de espacio y de objetivos, hemos eludido
entrar en más consideraciones al respecto.
CONCLUSIÓN
A través de un repaso a los catálogos
espeleológicos de la Comunidad Valenciana,
y habiendo realizado antes un recorrido
sobre bibliografía y ejemplos referidos a
la espeleogénesis hipogénica, se aportan
y comentan diferentes ejemplos de
cuevas hipogénicas en el ámbito territorial
valenciano.
Se pone de manifiesto la vinculación directa
que existe entre la espeleogénesis hipogénica
y los acuíferos confinados, defendiendo
que, más que los diferentes procesos de
karstificación, es la estructura hidrogeológica
(de acuífero confinado) y la dinámica del
proceso (más ligado al balance de masas que
a la cinética) lo que determina el MODELO
NATURAL de las cuevas hipogénicas.
Se sugiere y propone diferenciar hasta cuatro
clases o modalidades de cuevas hipogénicas
(redes laberínticas, salas gigantes, cúpulas
coalescentes y drenes ascendentes)
dentro de este modelo natural que queda
definido por una clara CONVERGENCIA DE
FORMAS: los diferentes tipos de morfologías
características de la espeleología hipogénica.
Fotografía 15 (izda.)Disolución hipogénica de tipo boxwork en el Avenc de la Clapissa.
Fotografía 16 (dcha.)Surcos ascendentes (rising wall channels) y micropits en el Avenc de la Clapissa.
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BIBLIOGRAFÍA
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BOLETÍN Nº 9 SEDECK / AÑO 2013 / SOCIEDAD ESPAÑOLA DE ESPELEOLOGÍA Y CIENCIAS DEL KARST
3Extensión y límites del ecosistema
subterráneo.Extension and limits of the Subterranean Ecosystem.
Alberto Sendra1 & Ana Sofia P.S. Reboleira2
1 Departamento de Ciencias de la Vida, Universidad de Alcalá, Alcalá de Henares, Spain.
Asociación para el Estudio del Patrimonio Subterráneo, Valencia, Spain. Email: [email protected]
2 Departamento de Ambiente e Ordenamento, Universidade de Aveiro, 3810-193 Aveiro, Portugal. Email:
RESUMENA lo largo del artículo, los autores intentan que el lector, con unos mínimos conocimientos previos de biología, pueda conocer la dimensión del ecosistema subterráneo. El texto comienza por definir el conjunto diverso de hábitats bajo la superficie denominado dominio subterráneo, donde sus habitantes no reciben luz alguna. Un mundo de perpetua oscuridad, donde la vida se abre camino en su interior. Hormigas, termitas, la fauna que habita el suelo, los organismos de las aguas intersticiales que deambulan por los estrechos espacios entre las gravas, son algunos de los habitantes subterráneos. Y por debajo de ellos, los cavernícolas se abren paso entre la red de grietas impracticables o las enormes galerías y salas de centenares de kilómetros visitables, formando el ecosistema subterráneo. En éste, sus moradores encuentran una vida de estabilidad pero con escasos recursos, donde los productores primarios que necesitan la energía solar no existen. Un elenco de invertebrados consumidores secundarios que permite la existencia de predadores, tanto invertebrados como algunos vertebrados, se alimenta sobretodo de la materia orgánica que se filtra con el agua desde el exterior.Toda esta fauna, denominada cavernícola, llega a extenderse desde las cavidades marinas hasta los acuíferos kársticos más profundos. La Sima Krubera-Voronya, la cavidad más profunda del mundo con sus más de dos mil metros desde la superficie, nos da una buena muestra de hasta donde son capaces de llegar los cavernícolas. Aunque esta extensión también tiene sus límites ya que la falta de entrada de energía del exterior en climas extremos (desiertos o tierras de suelos helados) limita o impide la existencia de vida en el ecosistema subterráneo. Por otra parte, como mostramos en la Cueva de la Autopista, las cavidades hipogénicas no poseen fauna cavernícola característica en su interior. En su formación no hubo contacto con la superficie del terreno y los conductos subterráneos permanecen aislados por una capa de litología adversa (impermeable) que impide la entrada de agua de filtración con nutrientes o simplemente la colonización de la fauna del dominio subterráneo.
ABSTRACTThroughout this article, the authors pretend to explain to readers with basic prior knowledge of biology, the dimension of the subterranean ecosystem. We begin with the definition of the diversity of habitats under the surface. The so-called subterranean domain is a world of perpetual darkness, where life finds its way. Ants, termites, soil and interstitial water inhabiting fauna, are some of the subterranean dwellers. Below the surface, the organisms make their way through the network of small cracks or through huge galleries and chambers with hundreds of miles, composing the subterranean ecosystem. Its inhabitants found stable conditions but limited food resources, since primary sun dependent producers can not develop. A cast of invertebrate secondary consumers allows the existence of predators, both invertebrates and even vertebrates, feed mainly of organic matter filtered with water from the surface. All this fauna called cave-dwellers, reach caves extended from sea to deeper karstic aquifers. Krubera-Voronja, the world’s deepest cave with more than two thousand meters deep from the surface, is a good example of how deep cave animals can be distributed. The extension of the subterranean ecosystem also has its limits and the lack of external energy input in extreme climates (deserts or frozen lands) prevents the existence of life. Moreover, as we show in the Autopista Cave, hypogenic caves in development do not posses charateristic cave-dwellers. These genetic processes that lead to the formation of those caves include the lack of contact with the surface, so their subterranean conduits remain isolated by a layer of different lithology (waterproof) that prevents water nutrient input and the fauna colonization of the subterranean domain.
Palabras clave: Dominio subterráneo, Ecosistema subterráneo, fauna cavernícola, Sima Krubera-Voronya, Cueva de la Autopista, colonización fauna subterránea.Keys words: Subterranean domain, Subterranean Ecosystem, dwellers fauna, Krubera-Voronya cave, Autopista cave, subterranean fauna colonization.
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BOLETÍN Nº 9 SEDECK / AÑO 2013 / SOCIEDAD ESPAÑOLA DE ESPELEOLOGÍA Y CIENCIAS DEL KARST
La vida se abre camino, y si no que se
lo digan a los actores de las películas de
Jurassic Park descuartizados por dinosaurios
que no deberían haber podido reproducirse
porque los clonaron sólo como hembras. Y
la vida se abre camino incluso en la perpetua
oscuridad de las cuevas, donde los animales
que allí habitan adaptan su morfología,
metabolismo y comportamiento a vivir en
ausencia de la luz solar. Este mundo bajo
nuestros pies, conocido como dominio
subterráneo o hipogeo, es complementario,
a la vez que opuesto, al denominado dominio
epigeo que abarca los ecosistemas sobre la
superficie terrestre. Las primeras definiciones
del dominio subterráneo, propuestas por
autores como Emil G. Racovitza (1907),
René Jeannel (1943), Albert Vandel
(1964), René Ginet & Vasile Decou (1977)
o Thomas C. Barr (1968), incluyeron un
conjunto heterogéneo de hábitats, con
características ambientales bien distintas.
No obstante, cuando la literatura científica
trata el dominio subterráneo, casi siempre se
centra en el hábitat más conocido: las cuevas
y simas, dejando en muchas ocasiones al
margen hábitats tan singulares como las
microcavernas: madrigueras de mamíferos u
otros vertebrados, hormigueros y termiteros.
Estos hábitats cuentan, además de con sus
moradores, con una fauna muy específica
de insectos oscurícolas e higrófilos (amantes
de la oscuridad y la humedad). El dominio
subterráneo, en ambientes terrestres,
también abarca hábitats de gran biodiversidad
como lo son los diferentes horizontes o
capas del suelo llamados hábitats edáficos
(relativo al suelo). De ellos destaca la capa
superior, compuesta por la hojarasca y
materia orgánica en descomposición, donde
viven los humícolas (amantes de la tierra
vegetal o humus); y la capa inferior de suelo
compacto donde predomina el componente
mineral, poblada por animales endógeos
(habitantes del interior del suelo) con formas
adaptadas a excavar o desplazarse entre
diminutos huecos gracias a su pequeño
tamaño. Son precisamente estos animales
humícolas y endógeos, los que muestran
mejores preadaptaciones o exaptaciones
para convertirse en potenciales candidatos a
invadir las cavidades y espacios subterráneos
profundos, de los que vamos a ocuparnos en
este artículo.
En los ambientes acuáticos del dominio
subterráneo, los límites entre distintos
hábitats se muestran más imprecisos. Desde
las aguas superficiales que se adentran
hacia el interior de la tierra, formando
ríos subterráneos, hasta que alcanzan los
acuíferos más profundos, existen diversos
grupos de organismos acuáticos que pueden
llegar a adaptarse a la vida en la oscuridad,
como son los anélidos, moluscos, crustáceos
y más raramente insectos.
Veamos algunos de estos hábitats
subterráneos acuáticos. Entre los más
superficiales y de mayor biodiversidad
tenemos los llamados intersticiales. Son
hábitats, que aparecen generalmente
bajo las aguas superficiales de circulación
libre, formados por partículas sólidas no
consolidadas de arenas o gravas. Entre
sus huecos o intersticios habita una fauna
particularmente rica de organismos acuáticos
que se extiende por los fondos de los litorales
marinos o a lo largo de los cursos fluviales.
Muchos de estos habitantes poseen cuerpos
estilizados, capaces de desplazarse entre el
laberinto de diminutos huecos: nemátodos,
varios grupos de crustáceos, ácaros e
incluso larvas de insectos se adaptan a
estos hábitats instersticiales. Estos son
hábitats muy vulnerables al impacto de la
actividad humana, dada su proximidad con
la superficie.
Esta visión de conjunto del dominio
subterráneo, compuesto por una
heterogeneidad de hábitats, es sin duda
muy completa y permite abordar las
interconexiones y migración de sus distintas
faunas. Sin embargo, ha sido escasamente
utilizada, en particular en trabajos llevados
a cabo en ambientes terrestres. Pese a ello,
existen excelentes estudios como los de Gers
32
BOLETÍN Nº 9 SEDECK / AÑO 2013 / SOCIEDAD ESPAÑOLA DE ESPELEOLOGÍA Y CIENCIAS DEL KARST
(1992, 1998) que nos muestran la capacidad
de la fauna terrestre del dominio subterráneo
para desplazarse entre distintos hábitats,
desde los hábitats edáficos hasta los más
profundos de las cavidades subterráneas.
En los ambientes acuáticos, con límites más
difusos, este planteamiento de estudios de
conjunto ha sido más frecuente, como nos
muestran por ejemplo los trabajos de Gibert
et al. (1990) y Ward et al. (2000) donde
se estudian las interrelaciones de las aguas
superficiales, los hábitats intersticiales y las
aguas subterráneas (también conocidas
como freáticas).
Una perspectiva más reduccionista,
pero con gran atractivo por la relevancia
científica de su fauna, ha conducido a
muchos investigadores, tanto los clásicos
ya mencionados, como los modernos: Horst
Wilkens, David Culver & William Humphreys
(2000) o Christian Juberthie & Vasile Decu
(1994, 1998, 2001), entre otros, a centrar
sus estudios en el mundo de las cavernas,
entendiendo el conjunto de cavidades y
conductos excavados bajo las capas del
suelo. Este hábitat esbozado, tanto en su
ambiente terrestre como acuático, posee
una singular extensión e interés biológico
que le ha permitido sea considerado como
un ecosistema propio: el ecosistema
subterráneo.
No obstante, no sólo el interés científico hace
que el estudio del ecosistema subterráneo
levante pasiones. Sin duda, la atracción
del ser humano por este mundo de las
cavernas, donde existe una parte importante
de aventura, es otra razón de peso para la
popularidad de su estudio. Para acceder a las
cuevas y simas, se hace uso de aparatos para
iluminación autónoma y se emplean equipos
de descenso para la exploración, además de
métodos específicos de muestreo. Todo ello
hace del estudio del ecosistema subterráneo,
algo más que una simple disciplina científica:
una ciencia acuñada por Armand Viré (1904)
con el nombre de bioespelología, y definida
pocos años más tarde por Emil Racovitza
(1907) como el estudio del dominio
subterráneo.
A partir de ahora, nos centraremos en el
ecosistema subterráneo, sin olvidar que es el
conjunto de hábitats del dominio subterráneo
el objeto de estudio de los bioespeleólogos.
En el ecosistema subterráneo, la ausencia
de luz solar no permite la existencia de la
base principal de nuestra cadena alimenticia:
organismos fotosintéticos como plantas y
algas. Esta ausencia, favorece en ocasiones
la multiplicación de microorganismos
quimioautótrofos (convierten materia
inorgánica en orgánica) que puedan llegar
a constituir la base de una rica pirámide
de consumidores y depredadores. Pero
estas ocasiones son extremadamente
escasas. En su lugar encontramos una
cohorte de invertebrados que ocupan
el papel de consumidores secundarios,
principalmente detritívoros y/o fungívoros, y
un nutrido número de depredadores, tanto
invertebrados como, en menor número,
vertebrados. Entre los primeros tenemos
los moluscos gasterópodos, crustáceos
isópodos, diplópodos, dipluros, colémbolos,
zigentomas o coleópteros leiódidos, entre
otros. Todos ellos aprovechan los restos de
materia orgánica procedente del exterior, las
deyecciones de algunas especies visitantes,
o los cadáveres de atrevidos invasores
poco afortunados. De forma excepcional,
algunas cavidades, poco profundas,
albergan consumidores primarios, como
es el caso de los insectos homópteros que
se alimentan perforando y succionando
las raíces de plantas del exterior. En
definitiva, todos estos consumidores
son pasto de una nutrida representación
de invertebrados depredadores, como
los arácnidos, quilópodos, crustáceos
decápodos y anfípodos o coleópteros
carábidos o estafilínidos, entre otros, y en
determinadas regiones algunas especies de
vertebrados como los anfibios, e incluso
peces cavernícolas.
La vida de estos organismos del ecosistema
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BOLETÍN Nº 9 SEDECK / AÑO 2013 / SOCIEDAD ESPAÑOLA DE ESPELEOLOGÍA Y CIENCIAS DEL KARST
subterráneo transcurre con una lentitud
especial. Los ritmos diarios y estacionales
dejan paso a ambientes muy estables, de
temperaturas casi constantes. La atmósfera
se halla saturada de agua en forma de vapor
o en los límites de la condensación. Un agua
portadora de los escasos recursos tróficos con
los que cuentan los organismos subterráneos,
que bien podríamos denominar, como nos
sugiere Vandel (1964) de cavernícolas. Un
término que quizá no sea el más apropiado,
ya que con el mismo sólo se hace referencia a
las cavidades accesibles para el ser humano,
sin considerar la real extensión del ecosistema
subterráneo a lo largo de la red de grietas y
fisuras, las cavidades artificiales o los hábitats
subterráneos superficiales que abordaremos
a continuación. El término cavernícola
podría ser una solución de compromiso, la
menos mala, para todo ser vivo que se aloja
en el hábitat subterráneo formando parte
de su ecosistema. Es un término que no
detalla el grado de adaptación al ecosistema
subterráneo, tema que no abordaremos en
nuestro artículo; pero de lo que si hablaremos
es de la vasta extensión del ecosistema
subterráneo y los límites a la colonización de
la fauna cavernícola.
UNA VASTA EXTENSIÓN
El ecosistema subterráneo se halla extendido
ampliamente, tanto en las tierras emergidas,
como a lo largo de los más profundos
acuíferos, adentrándose hacia el mar a través
de las cuevas marinas.
Entre estas cuevas marinas, revisten especial
relevancia biológica las denominadas
anquihalinas (Iliffe, 2000) por hallarse en
mayor o menor grado invadidas tanto por
agua dulce como salina que, al encontrarse
dan lugar a una sutil frontera donde ambas
coexisten, la haloclina. Esta peculiaridad
permite albergar una diversidad interesante
de fauna, con grupos arcaicos como los
crustáceos de la clase Remipedia, sólo
conocidos de estas cavidades. Muchas
de estas cuevas anquihalinas son tan
emblemáticas desde el punto de vista
biológico que hasta sus animales son
símbolos para el turismo, como por ejemplo
el “Jameíto” de los Jameos del Agua en
Lanzarote (Figura 1); o atraen por su belleza
como los cenotes y los agujeros azules (blue
holes) de América Central.
Mucho más desconocidos son los llamados
hábitats marinos creviculares, que forman
parte de los fondos marinos, o los laberínticos
conductos que recorren el interior de los
atolones de las islas oceánicas y los volcanes
sumergidos.
En ambientes continentales, el ecosistema
subterráneo se adentra tímidamente en los
terrenos no karstificables (Juberthie, 2000).
Granito, gneis u otras rocas cristalinas sólo
excepcionalmente contienen conductos
subterráneos capaces de albergar fauna
cavernícola. Mención aparte merecen las
cavidades desarrolladas en suelos lateríticos
de regiones tropicales, donde pese a su
biodiversidad, son escasos los estudios que
han sido emprendidos de forma sistemática
en esta tipología de cavidades.
Si queremos pistas de por dónde puede
extenderse el ecosistema subterráneo, hemos
de recurrir a la litología, la composición
geológica de las rocas. Una parte importante
de las tierras emergidas se halla cubierta de
rocas solubles, de carácter sedimentario.
Figura 1. Escultura dedicada al Jameito o cangrejito ciego de los Jameos del Agua (Munidopsis polymorpha) una especie endémica de esta cavidad volcánica de Lanzarote (Islas Canarias, España). Foto: S. Reboleira.
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BOLETÍN Nº 9 SEDECK / AÑO 2013 / SOCIEDAD ESPAÑOLA DE ESPELEOLOGÍA Y CIENCIAS DEL KARST
Calizas, dolomías y yesos son susceptibles de
ser disueltos por el agua conteniendo ácidos
como el carbónico, resultante de la reacción
del CO2 atmosférico con el agua. En estos
terrenos llamados karstificables, se encuentra
la mayor parte de las cavidades conocidas. Y,
si bien éstas existen en todos los continentes
a excepción de la Antártida, son América
del Norte y Eurasia los que cuentan con
mayor número de cuevas conocidas. Redes
de galerías entrecruzadas de centenares de
kilómetros de longitud, recorren muchas
de las regiones kársticas. Más de sesenta
cavidades en el mundo superan los 50
kilómetros de recorrido, siendo la más
larga Mammoth cave en Kentucky, USA,
con 643 Km de galerías interconectadas.
Esta es también una de las cavidades mejor
estudiadas de América del Norte, y lo es
desde principios del pasado siglo, una cueva
que cuenta con más de una cuarentena de
especies cavernícolas descritas (Culver &
Sket, 2000).
Pero la extensión del ecosistema subterráneo
también tiene lugar hacia el interior de la
Tierra, como lo demuestra el reciente hallazgo
de una comunidad de fauna cavernícola en la
cueva más profundad del mundo, la Sima de
Krubera-Voronya en el Cáucaso occidental.
Y aunque la vida, en este mundo de las
profundidades, no alcanza la imaginación
del relato de Julio Verne (Viaje al centro de la
Tierra), sí lo hace hasta alcanzar los más de
dos mil metros, donde llega la más profunda
de las cavidades.
CASO ESTUDIADO: SIMA KRUBERA-
VORONYA (Sendra & Reboleira, 2012)
La sima Krubera-Voronya, se estableció como
récord mundial de profundidad desde los
albores del nuevo siglo, y hoy día continúa
siéndolo con sus -2.197 metros: una nueva
inmersión, en 2012, aumentó en 6 m la
cifra de -2.191 m reportada por Klimchouk
et al. (2009). Sus profundas galerías, que
descienden casi verticalmente, sin apenas
desviarse unos pocos centenares de metros
de la sima de entrada, albergan una
comunidad de cavernícolas, recientemente
descubierta en la expedición Ibero-Rusa
en el verano de 2010. Hasta entonces, tan
solo unos pocos invertebrados se conocían
a gran profundidad. Es el caso del escorpión
y pececillo de plata a -750 metros y -920
metros en Huautla Plateau, en Oaxaca,
México (Espinasa & Voung, 2008; Prendinia
et al., 2010).
Un eficaz muestreo a lo largo de la red
principal de Krubera-Voronya, así como
la observación directa a lo largo de
varias incursiones, reveló una fauna de
elementos cavernícolas con diverso grado
de adaptación al ecosistema subterráneo.
Entre la fauna terrestre más profunda por
debajo de los -1400 se halló una especie
de pseudoescorpión (Neobisium birsteini),
dos colémbolos (Schaefferia profundissima
y Plotomurus ortobalaganensis) y un
coleóptero (Catops cavicis), así como
dípteros, diplópodos chordeumatida y ácaros
(Figura 2). En la superficie de las aguas del
sifón terminal donde, por el momento, ha
culminado la exploración de la cavidad,
hacia los -2.140 metros, se recogieron
dos crustáceos cavernícolas acuáticos,
un decápodo del género Troglocaris y un
anfípodo (o pulga del mar) del género
Zenkevitchia (Figura 2).
Pero existe otro tipo de cavidades, éstas
aparecen en rocas volcánicas, cuyo origen
nada tiene que ver con las formadas en
rocas solubles. Los tubos volcánicos son de
la misma edad que la formación de la roca,
es decir de la erupción volcánica. Surgen al
enfriarse la capa superior de una colada de
lava incandescente y al vaciarse su interior,
algo que sucede con cierta frecuencia en
las lavas basálticas fluidas tipo pahoehoe
(Becerra et al., 1997). Se hallan cavidades
volcánicas en diversas regiones continentales
como California, Oregón o Washington
(USA), y, en especial en islas o archipiélagos
de origen volcánico como Canarias, Islandia,
Azores, Madeira o las Islas Hawai, donde
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BOLETÍN Nº 9 SEDECK / AÑO 2013 / SOCIEDAD ESPAÑOLA DE ESPELEOLOGÍA Y CIENCIAS DEL KARST
Figura 2. Fauna cavernícola registrada a distintas profundidades en la Sima Krubera-Voronya. A. Pseudoescorpion Neobisium birsteini; B. Opilión, Nemaspela sp.; C. Coleóptero leiódido, Catops cavicis; D. Milpies chordeumátido; E. ColémboloPlutomorus ortobalaganensis; F. Anfípodo Zenkevitchia. (figura principal tomada de Sendra & Reboleira, 2012). Fotos: S. Reboleira y S. García-Dils.
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BOLETÍN Nº 9 SEDECK / AÑO 2013 / SOCIEDAD ESPAÑOLA DE ESPELEOLOGÍA Y CIENCIAS DEL KARST
aparece la cavidad volcánica de mayor
desarrollo, Kazamura cave, con sus 65 km de
desarrollo horizontal.
La formación de una cavidad volcánica
es muy rápida cuando se compara con
las cavidades kársticas, pero su erosión
también lo es. Muchas cuevas volcánicas no
superan unos pocos centenares o miles de
años, son poco profundas y, en ocasiones,
se hallan invadidas por penachos de raíces
de la vegetación arbustiva del exterior. La
presencia de estas raíces permite la aparición
de una rica comunidad, que incluye
consumidores primarios, como lepidópteros
y homópteros que se alimentan de raíces
(Stone et al., 2005). El estudio de la fauna
cavernícola de cuevas volcánicas reveló
secretos más interesantes que hicieron
tambalear, hace unas décadas (Howarth
1972, 1973), algunos paradigmas de la
bioespeleología como la creencia en la lenta
adaptación al ecosistema subterráneo o la
ausencia de fauna cavernícola en regiones
tropicales. Las cuevas volcánicas de las
regiones tropicales revelaron una exuberante
biodiversidad de formas cavernícolas cuya
edad no puede superar la edad de aparición
de las islas volcánicas, donde se formaron
cavidades. Edad que, en algunos casos, no
supera unas pocas décadas de miles de años
(Garcia & Lobo, 2000).
Pese a la grandiosidad y el interés biológico
de muchas de las cavidades conocidas y
accesibles al ser humano, el ecosistema
subterráneo no se entiende sin la
consideración de la red de grietas y fisuras,
algo que ya fue puesto en evidencia desde
el surgimiento de la bioespeleología. Para
entender la importancia de la red de grietas
y fisuras, basta con exponer un ejemplo
ilustrativo extraído de la obra de Ginet &
Decou (1977), en la que calculan que en
un área kárstica de grandes cavernas, como
la región pirenaica de Niaux-Lombrives-
Sabart, el volumen de espacios subterráneos
ocupados por las grutas se estima en 0.076%
del volumen del macizo, que se eleva al 0.3 –
0.4% si se incluyen la red de fisuras y grietas
presentes. Pese a esta clara importancia en
volumen, poco se ha podido hacer para
mejorar su conocimiento, ya que el acceso
a las mismas plantea problemas de toma de
muestras no resueltos por el momento.
En los últimos treinta años, el descubrimiento
y estudio sistemático de los llamados hábitats
subterráneos superficiales, los SSH, nombre
elegantemente propuesto por Culver &
Pipan (2009a) han permitido mostrarnos
una nueva perspectiva para entender la
extensión del ecosistema subterráneo. El
primero y mejor conocido se descubrió en
la década de los ochenta, cuando de forma
paralela, tanto bioespeleólogos japoneses
como europeos pusieron de manifiesto la
existencia de formas cavernícolas, propias
del ecosistema subterráneo en laderas de
coluviones, conocido actualmente como
medio subterráneo superficial “MSS”
(Uéno, 1987; Juberthie et al., 1981). Estos
coluviones, desprendidos de acantilados o
resultantes de la fragmentación de la roca
en zonas bajas, o bien consecuencia del
depósito de escorias de erupciones volcánicas
(Oromí et al., 1986) forman, por debajo del
suelo, una red de espacios vacíos donde la
fauna humícola, endógea y cavernícola llega
a coincidir. En estos espacios subterráneos
superficiales los cambios climatológicos
del exterior se amortiguan, y la entrada de
nutrientes se reduce.
El MSS hizo comprender a los bioespeleólogos
de la época la verdadera extensión del
ecosistema subterráneo, más allá de las
simples cavidades. Al mismo tiempo
descubrieron la existencia de cavernícolas
terrestres en el MSS, fuera de las regiones
karstificables (Juberthie et al., 1980),
dando una nueva dimensión a las áreas de
distribución de esta fauna.
Otro de estos hábitats superficiales con
formas cavernícolas, parece desarrollarse en
el llamado epikarst, término éste empleado
por los hidrogeólogos para denominar a
la red de grietas y conductos existentes
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BOLETÍN Nº 9 SEDECK / AÑO 2013 / SOCIEDAD ESPAÑOLA DE ESPELEOLOGÍA Y CIENCIAS DEL KARST
por debajo de la superficie del karst, donde
se podría acumular agua de infiltración
mucho antes de alcanzar el nivel freático.
Estos espacios contienen una comunidad
variada de diminutos invertebrados,
predominantemente acuá-ticos, cuyo
muestreo es posible gracias al trampeo con
depósitos provistos de filtros que recogen
el agua de filtración en cavidades activas
(Brancelj & Culver, 2005).
No cabe duda que, en gran medida,
estos SSH pueden ser considerados como
ecotonos, o hábitats de transición entre
el dominio epigeo, otros hábitats del
dominio subterráneo (v.g. suelo) y el mismo
ecosistema subterráneo (Gers, 1998; Pipan
2005), y como sugiere Moseley (2010)
las mismas cavidades pueden suponer un
ecotono.
En lo referente al ecosistema subterráneo
acuático, éste se extiende hasta los acuíferos
de rocas solubles o no solubles, formando
parte de las aguas subterráneas. Ello supone
una vasta extensión ya que más del 94%
del agua dulce en estado líquido se halla
almacenada en acuíferos subterráneos (Heath,
1982) de cualquier litología. El ecosistema
subterráneo en ambientes acuáticos, además
de poseer unos límites menos definidos
con los ambientes más superficiales, puede
también alcanzar grandes profundidades.
Uno de los ejemplos mejor conocidos de
acuíferos kársticos profundos nos lo ofrece
el acuífero de Edwards, que ocupa un área
de 10.000 km2 en Texas (USA). A través de
sus pozos artesianos, donde el agua alcanza
los 600 a 1000 metros de profundidad, ha
sido posible estudiar una rica comunidad de
moluscos, crustáceos anfípodos, con hasta
45 formas cavernícolas distintas (Culver &
Pipan, 2009b).
Otro ejemplo notable de acuífero kárstico
profundo, lo tenemos en la región del
Maestrazgo (Castellón, España). En sus
sondeos macánicos, a más de trescientos
metros de profundidad, y mediante el
Figura 3. Crustáceo decápodo, Typhlatya miravetensis, endémico de las aguas subterráneas del Ullal de Miravet (Cabanes, Castelló, España). Datos recientes extienden su área de distribución hacia el sector oriental del acuífero profundo del Jurásico en el Maestrazgo (Castelló). Foto: S. Montagud.
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BOLETÍN Nº 9 SEDECK / AÑO 2013 / SOCIEDAD ESPAÑOLA DE ESPELEOLOGÍA Y CIENCIAS DEL KARST
uso de redes que deben ser descendidas
manualmente, han sido capturados
crustáceos cavernícolas, como es el caso
de Thyphlatya miravetiensis (Figura 3) o
Thyphlocirolana troglobia previamente
descritos en un pequeño río subterráneo
cercano, que discurre a una decena de
metros de la superficie, el Ullal de Miravet
(Sendra et al., 2010).
Y por último recordar lo comentado más
arriba sobre la Sima Krubera-Voronya, donde
la fauna acuática habita por debajo de los
dos mil metros de profundidad.
LÍMITES A LA COLONIZACIÓN
Pero la vida no siempre se abre paso. Los
espacios subterráneos, los conductos y
cavidades, las complejas redes de grietas
y fisuras se hallan en ocasiones vacíos, sin
fauna o vida animal.
Antes de proseguir, debemos advertir
al lector que nuestro trabajo ha querido
dejar a un lado la existencia de flora o vida
microbiana, incluso a grandes profundidades
en los sedimentos detríticos (Frederickson et
al., 1989) que salvo muy pocas excepciones
es incapaz de mantener una red trófica de
animales. Evidentemente, la referencia
a estas “excepciones” son sumamente
interesantes, y para lectores interesados,
recomendamos a Sarbu (2000), que resume
los exhaustivos estudios emprendidos en
Pestera de la Movile (Dogrogea, Rumania),
un ecosistema subterráneo aislado, con más
de 48 especies de invertebrados cavernícolas
soportadas por abundantes poblaciones de
microorganismos quimioautótrofos.
Pero, regresemos al tema que nos ocupa,
los límites del ecosistema subterráneo a la
colonización de la fauna cavernícola. Tales
límites tienen una razón objetiva, y sencilla:
en ausencia de entrada de nutrientes, en
definitiva de energía del exterior en forma de
materia orgánica particular o en disolución,
no hay vida. El ecosistema subterráneo es
totalmente dependiente de estos flujos de
entrada de energía del exterior, salvo las
mencionadas “excepciones” de abundancia
de quimioautótrofos. Recordaremos a los
interesados que, para una detallada visión del
funcionamiento del ecosistema subterráneo,
lean a Poulson & Lavoie (2000).
Son varios los motivos por los que el flujo
del exterior deja de producirse, tal y como
detalla Holsinger (2000). Tenemos, por
una parte, la falta de agua de infiltración
capaz de llevar nutrientes, materia orgánica
particular o en disolución, del exterior
al interior de los espacios subterráneos.
Ello impide la existencia de vida animal
en el interior de cavidades en regiones
desérticas o extremadamente frías donde
el suelo permanece helado. Por otra parte,
la desaparición en climas extremos de los
hábitats más superficiales del dominio
Figura 4 (izda.). Vista en planta de la Cueva de la Autopista (Gandía, Valencia, España), una cavidad hipogénica formada por una red laberíntica de conductos anastomados con más de ocho kilómetros de recorrido (figura extraída de Sendra et al., 2012a).
Figura 5 (dcha.). Zanja abierta por la construcción de la autopista Alacant-València mostrando las entradas producidas a la Cueva de la Autopista (Gandia, València, España) y el contacto entre margas y dolomías tableadas (capa de confinamiento) y las dolomías donde la cavidad se desarrolla (figura extraída de Sendra et al., 2012b).
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BOLETÍN Nº 9 SEDECK / AÑO 2013 / SOCIEDAD ESPAÑOLA DE ESPELEOLOGÍA Y CIENCIAS DEL KARST
subterráneo y la falta de suelo o del MSS,
impiden no sólo la entrada de nutrientes
al medio subterráneo, sino también la
posibilidad de migración o adaptación de
fauna al ecosistema subterráneo. Diversos
autores atribuyen el incremento o la facilidad
de colonización de los espacios subterráneos
a la existencia de estos hábitats superficiales,
v.g. en las cuevas volcánicas de formación
reciente (Howarth, 1987) o en numerosas
regiones kársticas (Jeannel, 1943; Peck,
1980, entre otros).
En el ecosistema acuático subterráneo no
se dan las limitaciones de los ambientes
terrestres. Las aguas de acuíferos se adentran
incluso por debajo de los glaciares como lo
muestra el caso de los crustáceos anfípodos
cavernícolas Stygobromus canadensis en
Castleguard cave de Canadá o el Proasellus
cavaticus en norte de Europa (Holsinger et
al., 1997; Morvan et al., 2013).
Sin embargo, existe todo un dominio
subterráneo, menos conocido, donde la
ausencia de vida animal impera. Se trata
de las cavidades y conductos subterráneos
formados en profundidad, en estado de
confinamiento, donde el agua sometida a
mayor presión y temperatura, o con ácidos
más corrosivos se vuelve más agresiva,
generando amplias galerías y conductos
anastomosados. Algunas de las grandes
cavidades conocidas se han formados por
esta génesis, denominada hipogénica para
diferenciarla de la tradicional disolución y
génesis de cavidades epigénica (Klimchouck,
2007). Muchas de estas cavidades muestran
una situación azoica que desvela la
imposibilidad de la extensión del ecosistema
subterráneo en algunas regiones como
Carslsbad (USA) o Podolia (Ucrania).
CASO ESTUDIADO: CUEVA DE LA
AUTOPISTA (Sendra et al., 2012a, 2012b)
El estudio geomorfológico de la cueva de la
Autopista (Gandia, España), una compleja
red laberíntica de galerías con más de ocho
kilómetros explorados, mostró ser un claro
ejemplo de cavidad hipogénica (Figura
4) como hemos puesto de manifiesto
recientemente en un estudio en el que
también participa Policarp Garay, autor
de otro de los artículos publicados en esta
misma revista. En la Figura 5, se observan
las distintas entradas producidas al excavar
el talud que permitió el paso de la autopista
Alacant-València y, por encima de las mismas
un cambio de litología. La capa superior, de
margas y dolomías tableadas, actuó de nivel
de confinamiento, impidiendo que durante
la génesis de la cavidad y con posterioridad,
los conductos subterráneos se conectaran
con el exterior, el MSS o la red de grietas. De
esta forma, incluso después de treinta años
de la abertura de las entradas, la cavidad no
alberga especies cavernícolas. Un muestreo
mediante el uso de trampas de caída para
especies terrestres ha dado como resultado
la presencia en las galerías interiores
de especies recientemente introducidas
por los exploradores, como psocópteros
(Psyllipsocus ramburi) y dípteros sciáridos.
Agradecimientos
Dada la premura con la que ha salido a
la luz este artículo quisimos contar con
lectores críticos del mismo, y aunque no fue
posible conseguirlo en todos los casos, sí
que debemos agradecer sus correcciones a
dos personas, Policarp Garay Martín y Loles
Beltrán Barat que dedicaron su tiempo y
conocimientos a mejorar el texto que tienen
en sus manos. Aprovechamos también estas
líneas para felicitar al responsable de la
edición de este número de la SEDECK, Juanjo
Bertomeu, que ha conseguido que todos
podamos tener hoy la revista en nuestras
manos, pese a los nefastos tiempos que vive
la Ciencia y Cultura en España.
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NOTAS
BOLETÍN DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE ESPELEOLOGÍA Y CIENCIAS DEL KARST / NÚMERO 9 SEDECK / SEPTIEMBRE 2013
SOCIEDADESPAÑOLADE ESPELEOLOGÍAY CIENCIASDEL KARST
La cova de les Cendres (Teulada-Moraira): Cambios culturales y paisajísticos durante 25.000 años de ocupación humanaDídac Román y
Valentín Villaverde Bonilla
Consideraciones sobre karst y cuevas hipogénicas, con referencias al ámbito valencianoPolicarp Garay Martín
Extensión y límites del ecosistema subterráneoAlberto Sendra y
Ana Sofia P.S. Reboleira
Pesqueras en los acantilados de la Marina AltaJaume Buigues i Vila
Las cuevas del Saliente, norte de Almería. Un ejemplo de cavidades generadas por procesos gravitacionalesGonzález Ramón, Antonio; Carra Vélez, Rubén; Segura Herrero, Andrés; Sánchez Díaz, Tomas J.; Gea López, D. Raul; Pérez Martínez, Pedro; Belmonte Jiménez, Gonzalo y Carra López, Juan Carlos
Colaboran:
Patrocinan:
Asociación Española para la enseñanza de las
Ciencias de la Tierra
Ajuntament de Benitaxell
Federació d’Espeleología de la Comunitat Valencina
Teulada Moraira
SOCIEDAD ESPAÑOLADE ESPELEOLOGÍA Y CIENCIAS DEL KARSTFUNDACIÓN GÓMEZ PARDOC/ ALENZA, 1 • 28003 MADRIDwww.sedeck.org
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INTRODUCCIÓN: La cueva del Túnel de Navajas, fue des-cubierta durante los trabajos de construcción de uno de los túneles de la antigua vía minera de Ojos Negros. Esta línea de ferrocarril entró en servicio en 1907 y conectaba el Puerto de Sagunto con la zona minera de Teruel. En 1972 se clausuró el ferrocarril y actualmente se ha habilitado el trazado como vía verde. La cons-trucción del túnel y de la cantera de Navajas, de la que se extraía la piedra para la plataforma de la vía, dejó al descubierto varias bocas de la que ahora se conoce como cueva del Túnel. A finales de los años 1990, José Ramón Magdalena y Manuel Pavías, miembros del Grupo de Exploraciones Subterráneas del Alto Palancia (GESAP), descubren por casualidad el acceso a una nueva galería. De esta forma, se duplica el recorrido conocido hasta ese mo-mento y la galería, pasa a ser la principal de la cavidad. Posteriormente, en el año 2000, se realiza la topografía general de la cueva, resul-tando un recorrido en planta de 290 metros y -19 metros de profundidad. En el año 2012, también por miembros del GESAP, se retoma la exploración de la cue-va, consiguiendo forzar un paso que hasta el momento había permanecido sin explorar, en-contrando una continuación y un nue-vo tramo de galerías de 191 metros de longitud. En la actualidad, la cavidad posee un recorrido total de 481 me-tros, con un desnivel de -25 metros (desde las bocas B4 y B5). SITUACIÓN GEOGRÁFICA Y ACCE-SO: La cueva está situada en el tér-mino municipal de Navajas (Castellón). El acceso a esta importante gru-ta se puede realizar a pie desde la zo-na del camping de Navajas. Justo a la derecha de la entrada del camping, sale un camino hormigonado de fuerte subida y con una señal de la vía verde. Tras caminar por la vía verde 1,2 kiló-metros en sentido Jérica, se llega a la zona del túnel y la cantera.
Coordenadas de las bocas de acceso a la cavidad por la cantera de Navajas:
• Proyección UTM - ETRS89 - Huso 30S • X: 712188 - Y: 4417907 - Z: 413 Al resto de bocas de la cueva, se acce-
de desde el interior del túnel. En la actualidad, la boca principal de acceso desde el túnel, no está tapiada y supone el acceso más rápido a la galería principal y a las nuevas galerías. DESCRIPCIÓN DEL RECORRIDO INICIAL: La cueva tiene 5 bocas diferentes, 3 situadas en el interior del túnel y marcadas en la topografía con los números B1, B2 y B3, y otras 2 situadas al exterior, en una cantera junto al túnel, marcadas en la topografía como B4 y B5. Accediendo desde el exterior por boca B4, se avanza por una galería de reducidas dimensiones, que obliga a arrastrarse la ma-yor parte del tiempo y que conduce hasta la boca B3 situada en la bóveda del túnel de la vía verde. La boca B5, situada unos metros a la izquierda de la anterior, continúa en una pol-vorienta galería, muy estrecha en algunos
NUEVAS GALERÍAS EN LA CUEVA DEL TÚNEL DE NAVAJAS
Ana Muñoz y Guillem Nebot Grupo de Exploraciones Subterráneas del Alto Palancia (GESAP)
Vía verde en la zona donde se abren las bocas de la cueva.
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puntos y de techo bajo. Esta galería cruza por encima del túnel. Se llega a una rampa descen-dente, con materiales sueltos y seguida de un resalte. Para evitar la bajada por la rampa de estos materiales, se puede montar un pasama-nos en unos anclajes químicos instalados, y a continuación, instalar una cuerda para descen-der el resalte. Llegamos a una pequeña sala, a la que también se accede, de forma más sencilla, por la boca B1 del túnel. En esta sala encontramos dos posibilidades de continuación. La primera opción es un tubo situado en la pared, que nos permite bajar a unas salas inferiores con el fon-do de barro. La segunda opción es un pequeño aguje-ro en el suelo, por el que accedemos a la gale-ría principal y que tras un tramo inicial, con va-rios cambios de dirección y algunas zonas de techo más bajo, adopta finalmente dirección SO y nos permite avanzar con relativa comodi-dad hasta el final conocido de la cueva. La entrada a la cueva por el túnel resulte el acceso más cómodo y rápido. Para ello se utiliza la boca B1, situada al nivel del suelo en el lado sur del túnel. Las bocas B2 y B3, situa-das a pocos metros de ésta, son de difícil acce-so por estar situadas en la bóveda. DESCRIPCIÓN DE LAS NUEVAS GALERÍAS Y SU EXPLORACIÓN: En el año 2012, miembros del GESAP retoman la exploración de la cavidad, al poder forzar un paso que se daba como incógnita en la anterior topografía. El primer día de la exploración, los com-ponentes del grupo Txevi Bolumar y Guillem Nebot, accedemos desde el túnel por la boca B1 y nos dirigimos a la galería principal de la cueva. Situados al inicio de esta galería, avan-zamos por ella en dirección SO y, tras superar una rampa ascendente, nos encontramos a la derecha una estrecha galería, topografiada ya en sus metros iniciales, que se desarrolla en dirección N, . Se avanzan varios metros por esta gale-ría de paredes poco consistentes, hasta encon-trarnos con un gran bloque empotrado que pa-rece obstruir el paso. En su base hay una aper-tura situada sobre una rampa de arcilla que permite deslizarse y superar esta zona. Ya bajo de la zona del bloque, se avanza por oposición en una galería desfondada hasta llegar a una roca empotrada que permite ponerse de pié,
descansar y estudiar la situación. La diaclasa parece continuar por delante. Al desconocer la continuación y para asegurar el paso, instala-mos, no sin dificultad, dos spits, ya que cuesta encontrar zonas con roca consistente. Al cla-var los spits, toda la zona parece vibrar, cosa que hace poca gracia al estar situados aún, por debajo del gran bloque empotrado y que a partir de esta primera visita, lo conocemos con el nombre de “bloc de la Tranquil·litat”. Con la instalación terminada, Txevi avanza en oposición y con tendencia descen-dente por la galería desfondada. Tras varios metros, la galería se abre y aparece un pozo por el que podremos continuar nuestro avan-ce. Txevi consigue instalar un spit con dificul-tad al ser la galería muy estrecha y tener que aguantar todo el tiempo en oposición (en una visita posterior se instaló un segundo spit en la cabecera del pozo). Aunque este tramo no tiene una gran dificultad técnica, puede resultar delicado. La instalación de cuerdas en este punto, hacen que éstas actúan más como una ayuda moral, que como sistema de seguridad en sí mismo, debido a la imposibilidad de una mejor instala-ción por la poca consistencia de los materiales de las paredes y las reducidas dimensiones de la galería.
El gran bloque empotrado conocido con el nombre de “bloc de la Tranquil·litat”.
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En caso de caída podemos quedar em-potrados entre las dos paredes y resulta com-plicado recibir ayuda de los compañeros. Como anécdota comentar que en una visita posterior, una saca cayó en este punto y costó un buen tiempo y esfuerzo poderla recu-perar, con dos espeleólogos tirando por arriba y otro empujando por la zona inferior. Instalado el pozo baja Txevi y nos lleva-mos una gran alegría. La galería continúa en dos sentidos. Reunidos de nuevo los dos, avanzamos en dirección NNE a través de una galería con paredes re-cubiertas de anemolitos. La galería termina en una poza de aguas cristalinas, aunque con una capa de arcilla blan-ca en el fondo que se levanta rápidamente por la caída de pequeñas piedras. Alrededor hay algunos conductos que terminan a pocos metros. Volvemos a la base del pozo y proseguimos en senti-do opuesto. A nuestro avan-ce, el suelo cruje bajo nues-tros pasos, es el sonido de una primera exploración. De nuevo la galería parece terminar pero una gatera de abre a nuestra de-
recha, a nivel del suelo, y nos permite avanzar reptando. A la salida de esta galería en-contramos una estalagmita muy característica, bautizada como el “huevo frito”, en este punto desembocamos en una galería un poco más amplia que retoma la dirección prin-cipal de la cueva NNE-SSO. La galería continúa alternan-do zonas relativamente có-modas con tramos de peno-sas gateras. En nuestro avance, encontramos zonas con gran cantidad de fósiles en la pa-red que queda a nuestra iz-quierda. Al final de una de las gateras, encontramos una estalagmita blanca sobre un
suelo lleno de materiales sueltos. En este punto localizamos una sala que presenta hundimientos importantes. Las posi-bles continuaciones quedan bloqueadas, sal-vo si seguimos el sentido principal de avance de la galería. Delante nuestro, el suelo sube hasta poca distancia del techo, existiendo también un gran bloque plano que bloquea parte del paso. Este laminador lo bautizamos como “la apisonadora”. Es un paso muy selectivo por la escasa altura libre que queda entre el bloque y el techo de la galería.
Poza denominada “El lago”.
El selectivo paso de “la apisonadora”.
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Para poder forzar el paso en esta estre-cha gatera y seguir avanzando en la explora-ción, es necesario quitarse el material de pro-gresión vertical.
Después de varios intentos y con las indicaciones de Txevi, Guillem consigue su-perar el paso con los pies por delante. Txevi lo intenta a continuación, pero la estrechez del
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paso lo impide y de momento se queda a espe-rar, imaginando las nuevas e inmaculadas gale-rías existentes tras la gatera. A partir de este punto el avance es lento y con precaución, ya que toca avanzar por un tramo de gateras apartando piedras y peque-ños bloques que dificultan el paso. Finalmente se llega a una pequeña sala, en uno de sus extremos hay una posible conti-nuación por un resalte descendente y aparente-mente sencillo. Pero el hecho de ir en solitario y teniendo en cuenta que el paso de ”la apisona-dora”, tan selectivo co-mo para que difícilmente pueda superarlo alguien más, en ese momento se decide dar media vuelta y dejar la explora-ción para otro día. Nos reunimos de nuevo en “la apisonadora” y nos dirigimos al exterior. Hemos pasado 8 horas bajo tierra y aún no sa-bemos dónde está el final. Volveremos. En la segunda jornada de exploración Paco Mas se une al gru-po. Mientras Paco y Txevi se dedican a topo-grafiar, Guillem se dirige de nuevo a “la apisona-
dora” con martillo, escarpe y pata de cabra. Se trabaja sobre el bloque, eliminando la capa superficial de arcilla para ganar unos centíme-tros y se elimina un frag-mento de roca que dificulta la entrada al laminador. La desobstrucción es realmente incomoda por la falta de espacio para poder trabajar. Cuando llegan Txevi y Paco a “la apisonadora”, nos preparamos y tras su-perar el laminador llegamos hasta la punta de explora-ción del día anterior. Monta-mos una cuerda en un an-claje natural y bajamos el
resalte. En la base encontramos otro tramo de galería por la que avanzamos. El suelo está cubierto de pequeñas bolitas de arcilla. Llegamos a una sala cubierta parcial-mente por una colada y sobre parte de la cual ha habido desprendimientos. Mirar el techo no anima a seguir avanzando, pero lo hacemos y llegamos a la zona final y más espectacular de la cueva, formada por dos pequeñas salas llenas de formaciones reconstructivas, excén-tricas, estalactitas en bandera, sin lugar a du-das, es el premio final a una dura pero gratifi-
Espeleólogo en el inicio de la galería del “Río Seco”.
Formas litológicas de gran transparencia.
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cante exploración. La entrada a la sala del fondo se realiza por un paso muy estrecho, cerrado por banderas. Volvemos un tercer día acompa-ñados de Jesús Morcillo y seguimos los trabajos de topografía a partir del “bloc de la tranquil·litat”. Aprovecha-mos la visita para hacer la sesión de fotos a las salas finales. También se exploran dos agujeros en esta zona, ganando algunos metros de recorrido. En una cuarta visita, acompaña-dos esta vez de Miguel Oury, termina-mos de recoger los datos para elabo-rar la topografía, hacemos la sesión de fotos correspondiente y salimos satis-fechos al exterior. En total hemos realizado 4 visi-tas de entre 8-9 horas cada una para explorar y topografiar las nuevas gale-rías. Y si bien no se ha traducido en una gran cantidad de metros, seguro que estos no nos dejaran indiferentes y permitirán pasar una entretenida jor-nada de espeleo. Más si se combina la visita con el resto de galerías conoci-das de la cueva. En una posterior visita del GE-SAP realizada en 2014, se eliminó una de las puntas del “bloc de la Tran-quil·litat”, permitiendo de este modo la superación de este delicado paso sin necesidad de tocar el bloque.
Banderas con excéntricas.