claudio crusoe polina y las siete alondras

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POLINA Y LAS SIETE ALONDRAS ¡Así! ¡Así! Le decía Nicanor a Polina mientras comía uvas , y ella tiraba de la soga al hombro llevaba dos campanas a Nicanor. Llevaba el signo de la cruz en la frente. Todo olía a gasolina. Voló una alondra que salió del mar. Luego los ojos de Nicanor comenzaron a llorar. Fue regando el sendero de lágrimas. Hacía calor, como en un desierto a pleno sol. Polina seguía tirando. Al rato se cansó, dejó su sombrero de paja y colocó la campana en la iglesia. Luego fue el trueno el que hizo salir las cuatro alondras de otra piedra tatuada con una rosa. A veces el amor es como una rosa. Tiene perfume, color, y forma la rosa. ¡Nunca la rosa viene sin espinas! Pero es preciso ver a la distancia. Especular con los ojos y el oído. Escuchó un sonido eléctrico. Como un silbido. Era Nicanor que estaba hecho un cubo de hielo. ¡Siempre tan frío! ¡Tan silbante! ¡Cretino! Y escuchó un último silbido. Luego Nicanor murió. Dio el responso cerca de la iglesia y enterró el cubo en el que estaba muerto Nicanor. Hacía un calor del diablo. Polina recogió las lágrimas que había vertido su marido y las colocó en el tarro de un mendigo. De éste salieron dos alondras que fueron a colgarse del poste telefónico. El sol se erizó y largó su vapor. Las alondras lloraron y el bloque de hielo se quebró, se deshizo en el aire y desapareció. Luego desde el fondo del mar se escuchaba un estridente sonido. Sonaban las campanas con fuerza. Polina les preguntó a las siete alondras qué era lo que arreciaba con tanta fuerza desde

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Claudio crusoe Polina y Las Siete Alondras

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Page 1: Claudio crusoe Polina y Las Siete Alondras

POLINA Y LAS SIETE ALONDRAS

¡Así! ¡Así! Le decía Nicanor a Polina mientras comía uvas , y ella tiraba de la soga al hombro

llevaba dos campanas a Nicanor. Llevaba el signo de la cruz en la frente. Todo olía a gasolina.

Voló una alondra que salió del mar. Luego los ojos de Nicanor comenzaron a llorar. Fue

regando el sendero de lágrimas. Hacía calor, como en un desierto a pleno sol. Polina seguía

tirando. Al rato se cansó, dejó su sombrero de paja y colocó la campana en la iglesia. Luego

fue el trueno el que hizo salir las cuatro alondras de otra piedra tatuada con una rosa. A veces

el amor es como una rosa. Tiene perfume, color, y forma la rosa. ¡Nunca la rosa viene sin

espinas!

Pero es preciso ver a la distancia. Especular con los ojos y el oído. Escuchó un sonido

eléctrico. Como un silbido. Era Nicanor que estaba hecho un cubo de hielo. ¡Siempre tan frío!

¡Tan silbante! ¡Cretino! Y escuchó un último silbido. Luego Nicanor murió. Dio el responso

cerca de la iglesia y enterró el cubo en el que estaba muerto Nicanor. Hacía un calor del

diablo.

Polina recogió las lágrimas que había vertido su marido y las colocó en el tarro de un

mendigo. De éste salieron dos alondras que fueron a colgarse del poste telefónico. El sol se

erizó y largó su vapor. Las alondras lloraron y el bloque de hielo se quebró, se deshizo en el

aire y desapareció. Luego desde el fondo del mar se escuchaba un estridente sonido.

Sonaban las campanas con fuerza. Polina les preguntó a las siete alondras qué era lo que

arreciaba con tanta fuerza desde lejos. Ellas revolotearon y picaron el cielo, escribiendo, el

nombre del viento.