claudia hernández garcía

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Reunión de la Red de Popularización de la Ciencia y la Tecnología en América Latina y el Caribe FORMATO PARA PRESENTAR TRABAJOS 9ª Reunión de la Red Pop 8 al 10 de Abril, 2005 – Río de Janeiro, RJ - Brasil Título completo de la presentación La “ciencia” que vemos en el cine Modalidad de presentación: X Trabajo oral Cartel Línea temática: 1. Educación no formal 2. Museos y centros interactivos de ciencia 3. Producción de materiales X 4. Periodismo científico 5. Profesionalización de la divulgación de la ciencia Datos personales del(los) autor(es): Nombre del expositor Claudia Hernández García Otros autores Institución Dirección General de Divulgación de la Ciencia, UNAM Domicilio Quelite 79 depto. 301; Colonia La Draga Ciudad / Estado 1 Delegación Tláhuac; Distrito Federal C.P. / País 13200; México Teléfono Código: 55 Número: 21606398 Fax Código: Número: Correo electrónico [email protected] Nombre de otros autores 1 Estado = Provincia o Departamento

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9ª Reunión de la Red de Popularización de la Ciencia y la Tecnología en América Latina y el Caribe

FORMATO PARA PRESENTAR TRABAJOS9ª Reunión de la Red Pop

8 al 10 de Abril, 2005 – Río de Janeiro, RJ - BrasilTítulo completo de la presentación

La “ciencia” que vemos en el cine

Modalidad de presentación: X Trabajo oral Cartel Línea temática:

1. Educación no formal 2. Museos y centros interactivos de ciencia 3. Producción de materiales X 4. Periodismo científico 5. Profesionalización de la divulgación de la ciencia

Datos personales del(los) autor(es):Nombre del expositor

Claudia Hernández García

Otros autoresInstitución Dirección General de Divulgación de la Ciencia,

UNAMDomicilio Quelite 79 depto. 301; Colonia La DragaCiudad / Estado1 Delegación Tláhuac; Distrito FederalC.P. / País 13200; MéxicoTeléfono Código: 55 Número: 21606398Fax Código: Número:Correo electrónico [email protected] de otros autores Datos institucionales:Nombre de institución

Dirección General de Divulgación de la Ciencia, UNAM

Programa o centro Departamento de contenidos; Subdirección de Universum

Domicilio Circuito Cultural s/n; Ciudad UniversitariaCiudad /Estado Delegación Coyoacán; Distrito Federal

1 Estado = Provincia o Departamento

9ª Reunión de la Red de Popularización de la Ciencia y la Tecnología en América Latina y el Caribe

C.P. / País 04510; MéxicoTeléfono Código: 55 Número: 56227271Fax Código: 55 Número: 56654652Página Web www.dgdc.unam.mx / www.universum.unam.mx Miembro de Red Pop

X Titular Asociado Honorario

SI SE PROPONE PONENCIA PARA MESA DE TRABAJO:

Equipo de apoyo requerido para la presentación (en caso de mesas de trabajo):

Proyector de acetatos (retroproyector) Proyector de diapositivas (slides)

X Proyector de cañón (para PC) X Computadora (PC) con Office

TV + Video PAL Otro __________________________

TRABAJO PROPUESTO:

La “ciencia” que vemos en el cineClaudia Hernández García

Resumen

El siglo XX ha sido más visual que ninguna otra época de la historia, pues la ciencia y la tecnología han inventado una gran variedad de medios visuales de enorme potencial y una amplia posibilidad de extensión geográfica. Podemos considerar que la visualización del siglo XX, en particular la de los últimos años, ha sido la proliferación de medios que permiten la representación más allá de las imágenes estáticas sobre una superficie plana que permitieron el desarrollo del movimiento cinematográfico.

El cine es tal vez el hecho cultural que mejor define nuestra generación. Compuesto de imágenes y sonido constituyó un lenguaje idóneo para narrar historias de una forma totalmente nueva. El cine es, sobretodo, una nueva forma de arte y espectáculo que ha llenado más que ninguna otra manifestación cultural el ocio y la memoria de los hombres y de las mujeres del siglo XX. Porque hablar de cine es hacerlo también de una fabulosa fábrica de crear mitos y sueños colectivos, muchos de los cuales han quedado indeleblemente ligados a los principales avatares de nuestro tiempo, como la ciencia.

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La “ciencia” que vemos en el cineClaudia Hernández García

Los Lumière

El 28 de diciembre de 1895 en una lujosa avenida de París, un grupo de 35 personas se concentraron dentro de una pequeña sala para ver una demostración del cinematógrafo de los Lumière. Se escuchó un pequeño ronrone y apareció la imagen de una estación de tren sobre la tela. Por unos instantes la proyección no resultó innovadora a los ojos de la audiencia, pues ya se conocían aparatos capaces de proyectar fotografías sobre las paredes. Pero esta proyección escondía otra magia: de repente, ante los atónitos ojos de la audiencia, las personas proyectadas sobre la tela comenzaron a mover la cabeza, mirando de un lado a otro esperando la llegada del tren. El momento cumbre llegó cuando del fondo de la imagen surgió una locomotora avanzando en dirección de los espectadores. Algunos de ellos salieron huyendo hasta que se les aseguró que sólo se trataba de la imagen de un tren que se había detenido en la estación. Estas personas acababan de presenciar el nacimiento de un espectáculo que no nos ha dejado de fascinar desde ese día. Los responsables de este fenómeno, mitad experimento, mitad espectáculo de feria, fueron los científicos franceses Auguste y Louis Lumière. Aunque Thomas Alva Edison ya había desarrollado un aparato que reproducía imágenes en movimiento, éste era para una sola persona, mientras que el aparato de los Lumière proyectaba imágenes que podían ser vistas por grupos de personas a la vez. Fue una experiencia colectiva, y así ha sido el cine desde entonces.

Las primeras películas que se proyectaron, que en realidad eran muy breves y sólo mostraban actividades cotidianas como La llegada de un tren a la estación, La salida de los obreros de la fábrica, La salida del puerto, Juego de cartas, entre otras. Pero pronto se pensó en mandar a los operadores a los lugares remotos del mundo para captar realidades poco habituales a los ojos del público. Escenarios exóticos, gentes lejanas, acontecimientos de la vida política y social y escenas deportivas resultaron pequeños documentales en movimiento que cumplían la misma misión que las imágenes fotográficas, pero lo hacían con mayor espectacularidad.

Los Lumière estaban convencidos de que la moda de los documentales en movimiento sería efímera, que pasaría tan pronto como se agotara la capacidad de asombro del público. Según los hermanos, el cine no iba a pasar de ser una mera curiosidad científica. Pero el mago llamado Georges Méliès no estaba convencido y comenzó a aplicar sus propiedades ilusionistas y evocadoras del truncamiento para crear ficciones imaginarias pobladas de seres imposibles, con extravagantes decorados a mano y en los que se desarrollaban situaciones totalmente irreales como Le Voyage dans la lune (1902), Le Royaume des fées (1903), Le Voyage à travers l'Impossible (1904) o Á la Conquète du pole (1910).

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Un tema nuevo: la ciencia

La historia de la ciencia del siglo XX está frecuentemente relacionada con imágenes que relacionan a la práctica científica con contextos políticos e institucionales. Los historiadores de la ciencia se han dado cuenta de que la ciencia se puede caracterizar como una actividad social. Como la ciencia misma, la manera en que las imágenes se usan al contar su historia son objeto de la moda.Tras haber visto las primeras proyecciones de los Lumière Léon Tolstoï declaró que la cinematografía era un espectáculo inteligente, instructivo y con un inmenso valor como instrumento didáctico. Ya para 1998 el cine comenzaba a adquirir popularidad. Pensando en lo importante que sería poder estudiar la fisonomía a través de las imágenes en movimiento, el fisiólogo francés Etienne Jules Marey proponía que la cinematografía merecía un papel mucho menos frívolo, pues no era sólo una diversión o un juguete y que debía regresar a la ciencia. De igual manera, otros pensadores resaltaron la importancia de las películas por su papel como informador de masas, de manera que lograba contribuir a la elevación de la cultura popular y la comprensión de la ciencia y la tecnología.

Las primeras relaciones entre cine y ciencia se limitaban al uso del cine como apoyo de algunas investigaciones, pues la posibilidad de tener fenómenos naturales en video, les permitían revisar los procesos una y otra vez. Años más tarde, la ciencia comenzó a ser uno más de los temas y durante varias décadas estas películas con aspectos científicos desempañaron un papel importante en la difusión de la cultura, la información y la educación científica. Este tipo de películas, que realmente eran cortometrajes, se proyectaban en los cines como complemento de la película estelar, dejándolas en un papel secundario y hasta obligatorio. Tal fue el caso de cortos como Line describing a cone (1937) y Radio Dynamics (1942).

Pero se dieron cuenta que los aspectos científicos cuentan con muchas más posibilidades para ser exitosamente incluidos en las películas. El contenido científico podía introducirse tanto en programas de ficción como en los de comedia así que se comenzaron a realizar películas sobre los hombres de ciencia como Edison the man (1940) o de las predicciones de la investigación científica como en 2001: A space Odyssey (1968).

Es innegable que mucho de lo que aprendemos sobre la ciencia como actividad –sus practicantes, su equipo o sus edificios– se adquiere a través de varias formas de representación visual, muy notablemente de los medios masivos de comunicación. La imagen popular del científico, ya sea el bufón obsesionado vestido con una bata blanca que trabaja duro para combatir un virus mortal o el genio lunático agachado para construir un monstruo como el de Frankenstein, nos llega por medio de imágenes, a través de las pantallas del cine o de los aparatos de televisión.

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El lenguaje visual

Incorporar la ciencia a la cinematografía representaba un reto sin precedentes, pues había que hacer un uso muy especial del lenguaje visual. De manera que donde la ciencia manejara mensajes implícitos, era necesario construir una imagen visual con base en sistemas artificiales diseñados para distribuir códigos de representación –como líneas, sombras, texturas y espacios en perspectiva– que permitieran establecer una comunicación, más allá de lo verbal, entre las escenas en la pantalla y los espectadores. La musicalización de una película también es importante para crear un atmósfera alrededor de los personajes, la música adecuada puede hacer que la escena resulte perfecta o también puede arruinarla.

Estas imágenes van desde la simple representación hasta la más abstracta de las conceptualizaciones. En el primer extremo tendremos fotografías o representaciones directas de la vida de algo visible, que se puede ver como un tipo particular del registro de lo que el ojo realmente ve frente al objeto. En el extremo más conceptual están esas representaciones gráficas que dan una forma visual a las proposiciones teóricas o a los conceptos abstractos. Entre más abstracto y conceptual sea el sistema, es más probable que juegue un papel muy dinámico en el proceso de especulación que ocurre en la mente del científico, ya sea como una forma de experimentación visual en la mente o como algo realmente dibujado en un pedazo de papel.

El papel más importante que desempeña la película de ciencia está basado principalmente en esta necesidad de visualización. Cuando se logra un buen uso del lenguaje de las imágenes en movimiento, se transfiere información e impresión a los observadores mediante la percepción visual sin mediación o deformación del lenguaje verbal. En estas películas el lenguaje de los comentarios verbales debe ser muy sencillo y mantenerse al mínimo. Los directores han optado por hacer que la charla del científico sea cautivadora visualmente, aunque se sacrifique el contenido realmente científico. Como en las películas que manejan temas de ciencia se tienen que hacer más uso del lenguaje visual que del verbal, los directores han tenido que construir y recurrir a una imagen de la ciencia y el científico conocida. El director de estas películas tiene la responsabilidad de ser fiel a la realidad tanto de la ciencia como del científico y de identificarse con el interés del público. Pero más adelante veremos que no siempre ocurre así.

El científico

Las imágenes predominantes de la ciencia como actividad están centradas en los científicos como personas. La producción de retratos de los científicos comienza con dos factores importantes: la convicción de que el científico como individuo es importante, una especie de héroe de su empresa y el deseo social colectivo de establecer a los científicos como miembros de un grupo respetable y, por último, de la construcción de un registro para la posteridad. Durante los siglos XVIII y XIX era aceptado que los grandes científicos, particularmente aquellos

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que ocupaban altas posiciones en las instituciones, debían ser claros objetos de retrato, normalmente en pinturas al óleo. El retrato de un científico podía diferenciarse del de cualquier otra persona porque contenía un espécimen o un aparato, pero nada más. Tal ha sido nuestro interés por saber cómo eran estas personas que siempre tendemos a recurrir a los retratos tratando de buscar características en su fisonomía con el fin de encontrar pistas que expliquen porqué diferían de los otros miembros de la sociedad.

Las imágenes que podemos construir de los científicos pueden ser de dos tipos. La primera corresponde a la representación del objeto de la investigación científica, es decir, los fenómenos que se están estudiando o las teorías que se están exponiendo. El segundo tipo de imágenes conciernen la iconografía de la ciencia, es decir, la imagen que maneja la idea de la ciencia como una búsqueda. La imágenes más simples y recurridas son aquellas de científicos famosos, que aparecen en revistas y que permiten relatar una biografía. Las imágenes más complejas muestran a la ciencia que se está haciendo en un laboratorio con grupos de científicos y técnicos que están operando enormes máquinas –aunque en la realidad estas imágenes se publican más comúnmente para sacar la foto que para mostrar lo que realmente ocurre durante la labor científica.

Sin embargo, las películas sólo muestran la imagen de un científico loco, con aspecto desalineado, malvado, solitario, frío, calculador, despreocupado de los problemas del mundo, ajeno a las emociones humanas, y que su única ilusión es dominar el mundo, entre otras. La falta de contacto directo con los científicos o su trabajo hace que la sociedad los asocie con una entidad amorfa a la que se refieren como un distante “ellos”. Ellos trabajan fuera de los ojos de la sociedad, ellos hablan un lenguaje que es incomprensible para la mayoría de los ciudadanos, ellos desvelan los secretos del universo y se los guardan para sí. Como el trabajo real que realizan los científicos es generalmente desconocido por la mayoría y como muy pocos tienen la oportunidad de conocer a un científico real, lo que los espectadores tienden a hacer es creer que esta imagen que están viendo es verídica. Además de esta falta de contacto, otra razón para perpetuar esta imagen del científico es la confusión entre la ciencia y sus aplicaciones tecnológicas. Ya que la ciencia se relaciona inmediatamente con sus resultados, y porque no se ve a la ciencia como un medio importante para ayudar a la humanidad y para entender fenómenos naturales complejos, el científico popular se muestra como carente de cualidades y valores humanos, por lo que comúnmente se le relaciona con actividades anticientíficas.

La imagen del científico que se usa sus investigaciones por el bien de la sociedad generalmente es la de un individuo pálido, algo excéntrico o desagradable que está gobernado por la lógica y no tiene pasiones humanas. También tiende a tener problemas sexuales y a no poder relacionarse con las mujeres con las que se encuentra. Siempre lo asocian con el niño que, en vez de salir a jugar con sus amigos o pelearse con las niñas, se queda en casa jugando con su juego de química o resolviendo problemas. Cuando la reclusión científica ha sido suficiente, su capacidad intelectual es innegable y su inexperiencia amorosa lo hace verse poco atractivo hacia las mujeres. Es así como se justifica que la mayoría de los

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científicos de las películas sean divorciados, viudos o solteros. El patrón general es mostrar a un científico viejo que sólo tiene una fijación platónica con su hermosa asistente.

Cuando el científico no se muestra como una figura malévola, es muy probable que aparezca como un individuo débil de carácter que es fácilmente manipulable o dominable. Si el científico llegara a mostrar ambiciones personales, perderá perspectiva de las consecuencias de su investigación y la sociedad va a sufrir. Pero si se muestra muy ingenuo durante negociaciones políticas o sociales, como el Nutty Professor, es muy probable que alguien llegue a robarle sus resultados y se utilicen con fines perversos.

La labor del científico generalmente se asocia con aplicaciones dañinas para la humanidad, por eso los científicos rara vez son héroes. Además, en la cultura popular casi siempre se habla del villano científico que usa su conocimiento para deshacerse del héroe que sí tiene la simpatía del público, tal es el caso del Dr. Octopus y Spiderman. En las películas, el científico representa a un ser cuya inteligencia es superior a la del resto de la sociedad, así que su nombre siempre viene antecedido con el título de doctor o profesor.

Muchos directores han ayudado a perpetuar la imagen del científico como personas descorazonadas, sin conciencia e indiferentes al resto de los seres humanos y al planeta en el que viven. Esta imagen del científico es altamente consistente con la tradición que veía a los científicos como una figura peligrosa que tiende a la irresponsabilidad social de la década de 1940.

Qué ciencias se usan

Los instrumentos que se asocian a los científicos de las películas son generalmente los instrumentos que usan los físicos y los químicos. Estas son las dos profesiones han sido las más usadas por el cine para abordar temas de ciencia, sin embargo, el rápido desarrollo de la biología molecular ha hecho a la biología otro tema recurrente. Otras ciencias naturales, así como las sociales, apenas figuran entre los contenidos. Pero veamos qué ocurre con las matemáticas.

Algunos creen que las matemáticas juegan un papel predominante y universal en las ciencias y que su desarrollo genera herramientas con enorme potencial de ser aplicadas. Esta hipótesis que asocia la conceptualización matemática exclusivamente a la resolución de problemas ha corroborado que las matemáticas están profundamente ligadas a la cultura y que esta conexión no puede ser considerada aisladamente de factores sociales, políticos y económicos. Dos ejemplos que sirven muy bien para ilustrar esta idea son los descubrimientos de Einstein que popularizaron las matemáticas durante la guerra fría y el desarrollo de la lógica que permitió diseñar los sistemas computacionales que tanto usamos hoy en día.

Sin embargo, la percepción que tiene la sociedad de las matemáticas es que se han convertido en una actividad abstracta que ha roto cualquier relación con la realidad. La sociedad sigue temerosa de algunas posibles aplicaciones de otras ramas de la ciencia, como la biotecnología, pero al final sigue confiando en

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ella porque sabe que los científicos van a curar enfermedades, proveer agua limpia, salvar a los animales de la extinción y mucho más. Pero para los matemáticos la realidad es otra, principalmente porque la gente no sabe qué es y para qué sirve lo que hacen los matemáticos. Los acercamientos que tiene la sociedad a las matemáticas ocurren en el salón de clases y siempre resultan desagradables. Como, además, las matemáticas no tienen una aplicación directa, la gente no sabe muy bien porqué tiene que apoyar sus investigaciones y su desarrollo. Pero útiles o no, las matemáticas también son tema del cine.

Las matemáticas en las películas

Aunque las matemáticas han estado presentes casi desde los inicios, el cine del último cuarto del siglo XX las ha utilizado con más frecuencia. Esto ocurre cuando los directores y productores comenzaron a descubrir, finalmente, que las matemáticas son muy creativas, que son una creación de la humanidad y que por eso debían ser incluidas en los temas de las películas. Así que podemos encontrar a las matemáticas, a manera de curiosidades aisladas o como tema central en grandes producciones hollywoodenses como Beautiful Mind (2001) y en aclamadas películas independientes como (1998).

Antes de hacer películas con las matemáticas como tema principal, los directores las utilizaron como meros divertimentos intelectuales o para explicar la singularidad de la historia o de algún personaje. Por ejemplo, la gente que ve Alice in Wonderland (1951) generalmente no encuentra relación con las matemáticas a pesar de que consiste en hora y media de aberraciones lógicas. Saber que escritor, Lewis Caroll, era matemático justifica plenamente que la película sea tan confusa y extraña. Que Paul Rivers (Sean Penn) en la película 21 Grams (2003) sea un maestro de matemáticas es muy importante para entender porqué está obsesionado por saber quién donó el corazón que le trasplantaron. Para comprobar que el espantapájaros del Wizard of Oz (1925) si hará buen uso de su nuevo cerebro le piden que recite el teorema de Pitágoras. Aunque sólo unos cuantos se dan cuenta de que lo hace mal, pues dice triángulo isósceles en lugar de decir triángulo rectángulo, todos nos alegramos de que le den un diploma. La película Moebius (1996) apela a las propiedades topológicas de la banda de Moebius para afirmar que el buscado tren está perdido en otra dimensión y que andará infinitamente por todos los túneles de Buenos Aires sin ser detectado jamás. En The Prophecy (1995) Gabriel (Christopher Walken) hace una buena recomendación cuando se despide de unos niños: “estudien matemáticas... [ya que] son la llave al universo”. En Bedazzled (2000) la diabla (Elizabeth Hurley) juega a enseñar álgebra a un grupo de niños, pero antes necesita borrar unos garabatos escritos en el pizarrón. Dos segundos en pantalla son insuficientes para que los espectadores identifiquen y entiendan el significado de esos garabatos: xn + yn = zn, n>2. En la película It’s my turn (1980) Jill (Kate Gunzinger) platica con un niño superdotado sobre números primos. Aunque el diálogo del niño tendría que corroborar su inteligencia, los niños superdotados de esa edad pueden hacer comentarios mucho más profundos. Un dato

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interesante es que esta película incluye un breve diálogo sobre los grupos simples finitos que tenían pocos meses de haber sido clasificados por los matemáticos.

La primera película que trató a las matemáticas como objetivo principal fue Donald in mathmagic land (1959). En esta cinta de Walt Disney el pato Donald conduce al espectador en divertido viaje para encontrar las matemáticas escondidas en el mundo. Lo más destacable de esta obra es la presentación que se hace de las matemáticas sin tener que recurrir a los tediosos cálculos aritméticos.

Un buen pretexto para combinar las figuras geométricas con la relaciones humanas es la comedia The Dot and the Line: a Romance in Lower Matemáticas (1965). En este corto animado ganador del Oscar, una línea se enamora de un hermoso punto rojo. Sin embargo, el punto considera que la línea es muy plana, poco creativa y rígida. Así que prefiere pasar más tiempo con un garabato que es más divertido. Competir por el amor del punto le permite darse cuenta de que es capaz de doblarse y formar ángulos. Comienza formando polígonos y curvas, pero luego incursiona el mundo de tres dimensiones y construye algunos poliedros. Al ver todas estas habilidades, el punto entiende que la verdadera belleza viene de la disciplina y que el garabato no es para ella. (Como la obra está en inglés, el punto juega el papel de la mujer y la línea y el garabato los de dos hombres.)

El matemático

En estas películas podemos identificar a dos tipos de matemáticos: los que estudiaron o estudian la carrera de matemáticas o una afín y los que saben hacer cuentas –y si lo hacen sin usar calculadoras, mejor.

La película (1998) fue objeto de grandes ovaciones en el Sundance Festival de 1998 y obtuvo el premio a la mejor película hecha por un director nuevo, pero no fue muy bien recibida por los críticos. El argumento principal es que su uso de las matemáticas es poco creíble y, en realidad, no es sobre cómo trabaja un matemático, sino sobre cómo un hombre se vuelve loco. Max Cohen (Sean Gullete) es un matemático enfermo que vive exclusivamente para la ciencia y que comparte un pequeño departamento neoyorquino con una supercomputadora llamada Euclides. Convencido de que hay patrones por todos lados en la naturaleza, Max se propone encontrar uno en la productora más grande de caos: la bolsa de valores. Después de incluir en su disco al alfabeto hebreo, Euclides imprime un número de 216 dígitos que resulta ser el código que tanto había buscado. Este hallazgo provoca que lo persigan empresarios de Wall Street y extremistas judíos. La persecución intensifica sus migrañas, acentúa sus alucinaciones y lo hace más agresivo y paranoico, al grado de destruir su computadora y taladrarse un hoyo en la cabeza. Después de la crisis sobrevive, pero pierde su genialidad. La imagen de matemático en esta película es la un hombre atormentado, envuelto en un remolino de números, que tiene contacto con apenas 5 personas: Sol, Lenny, Devi, Marcy y Jenna. Sol es el maestro que trata de convencerlo, sin éxito, de abandonar su obsesión por los patrones. Lenny y Marcy son los que persiguen a Max para robarle el número. Devi es la hermosa vecina preocupada por la salud de Max, pero él siempre la rechaza. Por

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último está Jenna, una pequeña que se divierte retando la habilidad de Max para hacer enormes cálculos mentalmente.

Cuando las imágenes cinematográficas de los científicos y sus herramientas de trabajo confluyen en una sola, actúan como íconos que refuerzan la imagen de la actividad científica que se ha construido. Pero esta compleja imagen del científico como un genio agitado rodeado de una selva de cables, tubos y líquidos burbujeantes, manejando equipos electrónicos sumamente complicados y emanaciones de gases, no sirve para describir al matemático. (1998), sin embargo, refleja la perfecta imagen del matemático de las películas. Como el científico, sigue siendo aburrido, extraño y torpe con las mujeres, pero para convertirlo en un matemático hace falta quitarle la bata blanca y para dejar a la vista la camisa a cuadros, despeinarlo un poco más, sustituir la demencia por una enfermedad incurable y reemplazar toda la parafernalia del laboratorio por pizarrones llenos de símbolos, ecuaciones y fórmulas –que entre más ininteligibles sean, mejor. Este matemático no querrá controlar el mundo ni causar daños irreversibles a la sociedad, pero no dejará de ser un individuo excéntrico, solitario e interesado sólo en problemas que él mismo se plantea.

Las minorías

Las mujeres también aparecen en las películas de matemáticas. La película I.Q. (1994) gira entorno a los desesperados intentos de un mecánico llamado Edward (Tim Robbins) por ganarse el corazón de la matemática Catherine (Meg Ryan) que es sobrina de Albert Einstein. Alicia Nash (Jennifer Connelly) es la esposa que deja su carrera en física teórica por el bien de su matrimonio y su marido en Beautiful Mind (2001). En la película nominada al Oscar Antonia’s Line (1995), Therese (Veerle van Overloop) es presentada como una mujer que prefiere dar conferencias sobre topología diferencial que dar de comer a su bebé. En la película Presumed Innocent (1990) la esposa y asesina de la película (Bonnie Bedelia) es una matemática.

En sus actuaciones tanto Meg Ryan como Jennifer Connelly interpretan a mujeres abnegadas que están dispuestas a dejarlo todo por amor y por su familia. Aunque se trata de una imagen muy retrógrada de la mujer, hay que considerar que las historias de ambas películas se llevan a cabo en la década de 1950, tiempo en el que eso era lo que se esperaba de ellas. Las otras dos películas son atemporales, pero por los escenarios es válido suponer que se llevan a cabo en la década de 1990. En estas dos películas podemos ver que las protagonistas son mujeres que se ajustan muy bien a la imagen del matemático –salvo por el sexo, claro. En estas dos películas, no tan populares como las primeras, se presenta a las protagonistas dictando conferencias para hacer ver que las mujeres matemáticas son inteligentes frías y calculadoras. Una tercera imagen de mujer matemática es la que nos presenta Ellie Arroway (Jodie Foster) en Contact (1997). Ella tiene que hacer un enorme esfuerzo durante casi toda la película para ser tomada en cuenta y mostrar su devoción por la ciencia, pero al final no lo logra.

Se han hecho una gran cantidad de estudios para tratar de averiguar porqué a las niñas les gusta menos la ciencia que a los niños y porqué evitan

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escoger materias relacionadas con la ciencia en cuanto tienen la posibilidad de hacerlo. Es muy probable que estas imágenes de la mujer de ciencia, que vive a la sombra de algún científico o que es constantemente ignorada, está tan difundida que es en parte responsable de que las niñas prefieran no hacer una carrera en ciencias.

Otro grupo minoritario que mereció la atención de cine hollywoodense fue la comunidad latina del sur de California. Basada en una historia real, Stand and Deliver (1987) muestra a un grupo de 18 alumnos de una escuela preparatoria bilingüe que es acusado copiar durante un complicado examen de cálculo. No importó que los jóvenes hayan estudiado durante dos años, sacrificando incluso vacaciones y días festivos, para darles el beneficio de la duda, al sistema educativo simplemente le pareció irreal que todo el grupo haya podido obtener tan buenos resultados en un examen tan difícil. Los alumnos repitieron el examen y, aunque no obtuvieron los mismos excelentes resultados, todos lo aprobaron con al menos 8 de calificación. Esta película versa sobre los prejuicios hacia las clases más pobres y minoritarias, pero pretende dejar el mensaje que todos pueden aprender matemáticas y entenderlas si se esfuerzan un poco.

El cine de matemáticas que no tiene matemáticas

La tendencia de la cinematografía actual es dejar de centrar la atención en la persona de ciencia o su trabajo para comenzar a contar las historia en donde predominen las cualidades humanas. De manera que las matemáticas se quedan a fuera para poder transmitir todo lo que hay alrededor. Un buen ejemplo de ello es la película Morte di un matematico napoletano (1992). Esta historia relata las experiencias que vivió el gran matemático italiano Renato Caccioppolli. La película no fue hecha para describir la obra matemática de este genio, sino para narrar su última semana de vida, rodeado por el alcohol y atormentado por la pena de haber vivido algunos de los peores horrores del siglo XX. Los tres aspectos más importantes de la película son su papel en la vida política y cultural de Nápoles, su compromiso con su trabajo y la acumulación de las razones que lo condujeron a cometer suicidio en 1959.

Las películas siempre asocian al científico con su maldad, mientras que al matemático lo identifican con la singularidad de su mente. Las dos películas más populares acerca de matemáticos son Beautiful Mind (2001) y Good Will Hunting (1997). Los títulos con los que llegaron estas películas al mundo de habla hispana fueron mente brillante y mente indomable, respectivamente. En ambos casos se utiliza la palabra mente, pero cada película hace referencia una cualidad distinta de esas mentes. Cuando escogieron el nombre mente brillante, decidieron conservar el sustantivo del título original, pero cambiaron el adjetivo calificativo. Talvez lo hicieron porque una mente esquizofrénica no les parecía muy bella que digamos o porque no les permitieron traducir el nombre tal cual. El punto es que pareciera que mientras en países desarrollados, como Estados Unidos, la inteligencia es una forma de belleza, en países en vías de desarrollo la inteligencia es sólo una cualidad que hace resaltar a las personas por encima del resto de la sociedad. El cambio de Good Will Hunting a mente indomable es un poco más complicado. El título original es un

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juego de palabras entre el nombre del protagonista Will Hunting y la búsqueda de su “yo” interno. No se podría construir un juego de palabras similares en español, pero el título refleja las dos características de este matemático amateur: su mente y sus constantes afrentas contra lo establecido.

Para aquellos incautos que no hubieran podido averiguar la trama de Good Will Hunting antes de estar sentados en el interior de una sala de cine, los créditos iniciales, llenos de fórmulas, ecuaciones y portada de libros, les proveen una buena pista. Esta película relata el enorme esfuerzo que el eminente matemático Gerald Lambeau (Stellan Skarsgård) tiene que llevar a cabo por rescatar a un joven genio de los vicios y las calles del sur de Boston. Este profesor escribe difíciles problemas de matemáticas en los pizarrones del MIT para que sus alumnos traten de resolverlos, pero quien encuentra las soluciones no son los alumnos del instituto, sino un joven intendente que no ha recibido educación formal en matemáticas. La trama muestra lo frustrante que resulta darse cuenta de que muchos pasan años tratando de aprender lo que unos pocos hacen por instinto, pero lo más inquietante es ver que el genio está siendo desaprovechado porque no se reconoce a sí mismo. El personaje de este matemático innato no se ajusta a las descripciones anteriores: Will no sufre de enfermedades incurables, sí sabe cortejar a las mujeres y pasar buenos ratos con sus amigos. Pero la representación de las matemáticas está sobre simplificado. Aunque no se pueden leer muy bien los problemas del pizarrón, las soluciones parecen ser sólo derivadas y algunos árboles, así que las preguntas no deben ser muy difíciles. Además, algo que caracteriza a todos los científicos es su gusto por la ciencia. En el caso de Will este gusto es inexistente porque, aunque se muestra lo culto que es, no muestra ni la menor pizca de satisfacción intelectual. Esta característica nos hace pone a pensar: ¿de qué le sirvió haber leído tanto si ni siquiera parece haberlo disfrutado?

El científico es la persona que hace la ciencia, pero en estas películas no muestran cómo es que la hacen. La película que mejor describe el trabajo de los científicos es Andrómeda Strain (1971). Fue tanto el interés del director por ilustrar la labor científica que al final resultó ser una película especialmente aburrida. Después de este fracaso, el principal reto de los directores de cine, en tanto profesionales del entretenimiento, se enfocó en desarrollar y utilizar sus habilidades para contar una historia entretenida, ser fiel a la ciencia pasó a ser secundario. La propaganda anuncia que la película Beautiful Mind es que se trata de la biografía del matemático John Forbes Nash Jr. (Russell Crowe), sin embargo, la trama es una trillada historia de amor.

En esta película el director Ron Howard narra la historia de una brillante matemático que lentamente tiende a la locura por culpa de la esquizofrenia. Para demostrar lo poderoso que puede ser esta enfermedad muestran cómo las alucinaciones lo obligan a dejar sus clases en Princeton y lo incapacitan para hacer cosas tan sencillas como vigilar a su pequeño hijo mientras su mujer lava la ropa. A los ojos de muchos, la profesión de Nash es el pretexto ideal para fortalecer la idea de que la locura ataca a las personas que les gusta mucho pensar. Basada en la terrible enfermedad de un hombre, esta película se convierte en un absurdo cuento de hadas qué hace darnos cuenta, no sólo que no conocimos más al hombre, sino que lo entendemos todavía menos.

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Todas estas películas muestran a los matemáticos como personas extremadamente racionales, pero nunca exponen cómo fue que terminaron haciendo lo que hicieron. No cuentan las razones que los alentaron a seguir el camino de las matemáticas, si están satisfechos o se sienten frustrados. Una vez más, el cine presenta la imagen ficticia de un científico, pero estas películas por lo menos los hacen parecer de carne y hueso.

Una reflexión final

Usar estas caricaturas del científico es un recurso que permite a la gente sentirse en un ambiente conocido y se deje llevar más fácil por la historia. Es más cómodo para la gente identificar la imagen del científico que ya ha visto antes, que hacer el esfuerzo de entender lo que un científico realmente es. El tiempo en pantalla es tan preciado que los directores no se pueden dar el lujo de desperdiciarlo en esta explicación. Además, corren el riesgo de sólo perder el tiempo, pues es muy seguro que a la gente no le interese esta aclaración y simplemente la ignore.

Estas imágenes del científico están tan estructuradas en las mentes del público que lo primero que hacen cuándo conocen a uno es compararlo con la imagen preestablecida. Si el individuo se ajusta a la descripción cinematográfica no dudamos que esté diciendo la verdad acerca de su profesión. Pero si su apariencia no se ajusta a esa imagen, tenderemos a pensar que está mintiendo para hacerse el interesante y nos tendrá que comprobar que efectivamente se dedica a la ciencia.

Éstas son algunas de las tantas razones por las que estas imágenes siguen vivas. Entre más ficticia sea una representación, es menos probable que refleje el trabajo real de la actividad científica. Sin embargo, estas imágenes son altamente informativas, pues proveen un sentido más claro de la moda dominante en la ciencia: desde la regularidad del mundo de Spirals (1926) hasta la teoría del caos de finales del siglo XX que se expone en Jurassic Park (1993). Aunque parezca que dependen de la exageración y la caricatura, hay que considerar que estas representaciones resaltan aspectos importantes de la práctica contemporánea, porque de lo contrario no sería tomada en cuenta. Éstas también son un excelente espejo de la percepción pública de la ciencia y del científico. Los científicos podrán estar en contra de la simplicidad de estas caracterizaciones, pero los siglos pasan y no han hecho un esfuerzo porque la gente los perciba de otra manera.

Ya no podemos negar que la ciencia y el científico son una parte integral de la sociedad moderna, la cultura y la economía. Ya sean buenos o malos, los científicos son fácilmente identificables gracias a la cultura popular.

Poco a poco, la imagen del científico ha ido evolucionando, ya no se presentan como los seres desquiciados y cada vez se van haciendo más humanos y menos remotos. Talvez no se vistan con trajes y elegantes vestidos, pero ya no aparecen frente a las cámaras con suéteres tejidos y con el cabello hecho un desastre como Einstein. Los científicos siguen luchando contra las enfermedades, pero ya no son súper héroes o espíritus metafísicos. Ahora comienzan a ser personas inteligentes con habilidades especiales y debilidades humanas.

9ª Reunión de la Red de Popularización de la Ciencia y la Tecnología en América Latina y el Caribe

Referencias:

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Haynes, R. D., From Faust to Strangelove: Representations of the Scientist in Western Literature, Johns Hopkins University Press, 1994

Pestre, D. and Krige, J. (eds.), Science in the Twentieth Century, Harwood, 1997

El mundo del cine. Los grandes mitos del séptimo arte. Ed. Océano, España, 1999

The Internet Movie Databasehttp://www.imdb.com/

The Math in the Movies Pagehttp://world.std.com/~reinhold/mathmovies.html

MSRI's 20th Anniversary Celebrationwww.msri.org/20thanniversary/cinemath.html

The Changing Political Image of Scientists in the United Stateswww.aaas.org/spp/yearbook/chap25.htm