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TECNOLOGIA E INGENIERIA HETEROGENEA: EL CASO DE LA EXPANSION PORTUGUESA. John Law. Si quieres aprender a orar, hazte a la mar. Proverbio portugués, citado en Diffie y Winius (1977) ¿Cómo se estabilizan objetos, artefactos y prácticas técnicas? ¿Y por qué toman la figura o forma que adoptan? En este capítulo defenderé y ejemplificaré una aproximación a estas preguntas que enfatizan: 1) la heterogeneidad de los elementos involucrados en la resolución de problemas tecnológicos, 2) la complejidad y la contingencia de las vías a través de las cuales estos elementos se relacionan entre sí, 3) el modo en que las soluciones se forjan en situaciones de conflicto. Esta aproximación en ‘red’ continúa y está en paralelo a los trabajos de Callon (1980; 1989) y es desarrollado en relación a fuentes empíricas secundarias sobre la tecnología de la expansión marítima Portuguesa de los siglos quince y dieciséis. Para aclarar el fundamento de mi trabajo y situar mi argumento, comienzo comentando brevemente dos aproximaciones alternativas al estudio social de la tecnología. La primera aproximación es a veces llamada constructivismo social. 1 Este resultado de la sociología de la ciencia asume que los artefactos y las prácticas están subdeterminadas por el mundo natural y argumenta que son mejor vistas como construcciones de individuos o colectividades que pertenecen a grupos sociales. Debido a que los distintos grupos poseen diferentes intereses y recursos, tienden a poseer diferentes perspectivas de la estructura apropiada de los artefactos. De acuerdo a ello, la estabilización de los artefactos se explica por los intereses sociales que son imputados a los grupos implicados y a su capacidad diferencial para movilizar recursos en el Quisiera agradecer a Serge Bauin, Wiebe Bijker, Michel Callon, David Edge, Rich Feeley, Elihu Gerson, Antonine Hennion, Tom Hughes, Bruno Latour, Jean Lave, Mike Lynch, Chandra Mukerji, Trevor Pinch, Arie Rip, y Leigh Star, quienes leyeron y comentaron una versión previa de este artículo. Quiero agradecer también a la Universidad de Keele, la Ecole Nationale Superieure des Mines de Paris, la Fondation Fyssen, el CNRS, y la Leverhulme Foundation por el apoyo y la licencia de estudio. Finalmente, estoy agradecido con el bibliotecario de la Universidad de Keele por el permiso otorgado a la reimpresión de las ilustraciones de trabajos del siglo dieciséis que se encuentran en la Turner Collection de textos matemáticos de la Biblioteca de la Universidad. 1 Está plenamente descripto en Pinch y Bijker (1984; 1989). Ver también Bijker (1989) 1

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Page 1: Clase 3- Law

TECNOLOGIA E INGENIERIA HETEROGENEA: EL CASO DE LA EXPANSION PORTUGUESA. John Law.

Si quieres aprender a orar, hazte a la mar. Proverbio portugués, citado en Diffie y Winius (1977)

¿Cómo se estabilizan objetos, artefactos y prácticas técnicas? ¿Y por qué

toman la figura o forma que adoptan? En este capítulo defenderé y

ejemplificaré una aproximación a estas preguntas que enfatizan: 1) la

heterogeneidad de los elementos involucrados en la resolución de problemas

tecnológicos, 2) la complejidad y la contingencia de las vías a través de las

cuales estos elementos se relacionan entre sí, 3) el modo en que las

soluciones se forjan en situaciones de conflicto. Esta aproximación en ‘red’

continúa y está en paralelo a los trabajos de Callon (1980; 1989) y es

desarrollado en relación a fuentes empíricas secundarias sobre la tecnología

de la expansión marítima Portuguesa de los siglos quince y dieciséis. Para

aclarar el fundamento de mi trabajo y situar mi argumento, comienzo

comentando brevemente dos aproximaciones alternativas al estudio social de

la tecnología.

La primera aproximación es a veces llamada constructivismo social.1

Este resultado de la sociología de la ciencia asume que los artefactos y las

prácticas están subdeterminadas por el mundo natural y argumenta que son

mejor vistas como construcciones de individuos o colectividades que

pertenecen a grupos sociales. Debido a que los distintos grupos poseen

diferentes intereses y recursos, tienden a poseer diferentes perspectivas de la

estructura apropiada de los artefactos. De acuerdo a ello, la estabilización de

los artefactos se explica por los intereses sociales que son imputados a los

grupos implicados y a su capacidad diferencial para movilizar recursos en el

Quisiera agradecer a Serge Bauin, Wiebe Bijker, Michel Callon, David Edge, Rich Feeley, Elihu Gerson, Antonine Hennion, Tom Hughes, Bruno Latour, Jean Lave, Mike Lynch, Chandra Mukerji, Trevor Pinch, Arie Rip, y Leigh Star, quienes leyeron y comentaron una versión previa de este artículo. Quiero agradecer también a la Universidad de Keele, la Ecole Nationale Superieure des Mines de Paris, la Fondation Fyssen, el CNRS, y la Leverhulme Foundation por el apoyo y la licencia de estudio. Finalmente, estoy agradecido con el bibliotecario de la Universidad de Keele por el permiso otorgado a la reimpresión de las ilustraciones de trabajos del siglo dieciséis que se encuentran en la Turner Collection de textos matemáticos de la Biblioteca de la Universidad. 1 Está plenamente descripto en Pinch y Bijker (1984; 1989). Ver también Bijker (1989)

1

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curso del debate y la controversia. El ocasiones los constructivistas sociales se

refieren a este proceso como un proceso de ‘clausura’. La clausura es

alcanzada cuando el debate y la controversia sobre la forma de un artefacto

está efectivamente terminada.

Los méritos de la aproximación propia del constructivismo social son

obvios. Muchos artefactos son, en verdad, forjados a lo largo de controversias y

alcanzan su forma final cuando un grupo social. o un conjunto de grupos,

imponen su solución a otras partes interesadas por un medio u otro. El destino

del vehículo eléctrico en Francia (Callon, 1989) puede ser analizado de este

modo, tal como otros casos como el avión británico TSR-2 (Law, 1985), el

Concorde (Feldman, 1985), los tres aeropuertos de Londres y París (Feldman,

1985), la bicicleta (Pinch y Bijker, 1984; 1989), y algunos aspectos del

desarrollo de los sistemas de guiado de misiles (MacKenzie, 1989).2 En

verdad, es fácil pensar en ejemplos. Toda vez que hay controversias, la

naturaleza contingente y construida de los artefactos deviene manifiesta, y las

explicaciones en términos de poder diferencial e intereses sociales deviene

atractiva.

La segunda aproximación, que proviene de la historia de la tecnología y

en particular del trabajo de T.P. Hughes (1979a; 1983; 1989) entiende a la

innovación tecnológica y a la estabilización en términos de una metáfora

sistémica. El argumento es que aquellos que construyen artefactos no se

involucran sólo con artefactos sino que también deben considerar el modo en

que los artefactos están relacionados a factores sociales, económicos, políticos

y científicos. Todos estos elementos están interrelacionados, y todos son

potencialmente maleables. El argumento es, en otras palabras, que los

innovadores debe ser considerados como constructores de sistemas: juegan

con un amplio rango de variables mientras intentan relacionar las variables en

un todo durable. De tanto en tanto surgen problemas estratégicos que se

sostienen de modo tal que facilitan el funcionamiento o la extensión del

sistema. Utilizando una metáfora militar, Hughes habla de estos problemas

como salientes reversas, y muestra los modos en que los empresarios tienden

2 No estoy sugiriendo que todos estos autores usen una perspectiva propia del constructivismo social, pero su material es susceptible de ser analizado en estos términos.

2

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a focalizarse en tales problemas, yuxtaponiendo variables sociales, técnicas y

económicas en su búsqueda de una solución.

El estudio de Hughes sobre Edison ilustra tanto la naturaleza sistémica

de gran parte de la actividad tecnológica y la importancia de la noción de

saliente reversa. El problema de Edison (su saliente reversa) era

simultáneamente económico (cómo suministrar luz eléctrica a un precio que

pudiera competir con el gas), político (cómo persuadir a los políticos para que

permitieran el desarrollo de un sistema de energía eléctrica), técnico (cómo

minimizar el costo de trasmitir electricidad acortando las líneas, reduciendo la

intensidad de la corriente e incrementando el voltaje), y científico (cómo

encontrar una lámpara incandescente con un filamento de alta resistencia).

Que Edison tuviera éxito en resolver este conjunto de problemas revela su éxito

como constructor de sistemas, y también mostró que, tal como Hughes lo

señalo con la expresión “tejido sin costuras” –lo social está indisolublemente

ligado con lo tecnológico y lo económico.3

El constructivismo social y el enfoque de sistemas tienen mucho en

común. Primero, coinciden en que la tecnología no está solamente fijada por la

naturaleza. Segundo, acuerdan en que la tecnología no se encuentra en una

relación invariante con la ciencia. Tercero, y más importante, ambas

aproximaciones asumen que la estabilización tecnológica puede ser

comprendida sólo si el artefacto en cuestión es visto como interrelacionado con

un amplio rango de factores no tecnológicos y específicamente sociales. Sin

embargo, cuando estos autores comienzan a especificar la relación entre lo

tecnológico y lo social sus explicaciones comienzan a divergir. El

constructivismo social trabaja sobre el supuesto de que lo social se encuentra

detrás y dirige el crecimiento y la estabilización de los artefactos.

Específicamente, asume que la detección de intereses sociales rectores,

relativamente estables, ofrece una explicación satisfactoria para el progreso de

la tecnología. Por contraste, el enfoque de sistemas parte de asumir que lo

social no está especialmente privilegiado. En particular, presupone que los

intereses sociales son variables, al menos dentro de ciertos límites. Aún

cuando es cierto que incluso en este punto las dos aproximaciones están

3 Para otro estudio que utiliza la perspectiva de sistemas, ver MacKenzie (1989).

3

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comenzando a revelar cierto punto de convergencia,4 la diferencia básica

persiste: finalmente los sociólogos prefieren privilegiar lo social en aras de la

simplicidad explicativa, mientras que los historiadores no se sienten

constreñidos por este compromiso.5

En este artículo me alineo en la perspectiva de Callon y me sitúo junto

con los historiadores en lo que hace a este argumento particular. De manera

específica, quiero sugerir que en las explicaciones del cambio tecnológico lo

social no debería ser privilegiado. No debería ser descripto como ubicado

detrás del sistema que se está construyendo, ejerciendo una influencia especial

en su desarrollo. Aún cuando muchas veces puede ser un factor importante en

el crecimiento de un sistema –incluso el dominante- este es un asunto

puramente contingente y sólo puede ser determinado por medios empíricos.

Otros factores –naturales, económicos o técnicos- pueden ser más resistentes

que el social, y pueden resistir los mejores esfuerzos de reformulación

realizados por el constructor de sistemas. Es así como otros factores pueden

explicar mejor la forma de los artefactos en cuestión y, en verdad, la estructura

social que resulta. Para poner esto de manera más formal, estoy

argumentando, junto con Callon (1980b, 1986, 1989), que la estabilidad y forma

de los artefactos considerarse como una función de la interacción de elementos

heterogéneos en la medida que los mismos son formados y asimilados en una

red. Desde esta perspectiva, entonces, una explicación de la forma tecnológica

descansa en un estudio tanto de las condiciones como de las tácticas de la

construcción de sistemas. Debido a que las tácticas dependen, tal como lo ha

sugerido Hughes, de la interrelación de un rango de elementos dispares de

diversos grados de maleabilidad, llamo a dicha actividad ingeniería

4 Pinch y Bijker (1989) hablan de los efectos de la propaganda en la formación de grupos sociales. 5 A pesar de que he hecho referencia al trabajo de Hughes, creo que la misma señalización puede hacerse respecto a Constant. Su noción de coevolución (1978) parece representar también un intento por asir conceptualmente la vinculación de elementos heterogéneos interrelacionados y manejar el hallazgo de que lo social así como lo técnico está siendo construido. Añadido a ello, el análisis del desarrollo de tradiciones de ‘testeo tecnológico’ desarrollado por Constant (1983) puede ser visto como un estudio acerca del modo en el cual un amplio espectro de actores adviene a un acuerdo vinculante en torno a que ciertas relaciones sociales/técnicas son apropiadas y operativas.

4

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heterogénea y sugiero que el producto puede considerarse como una red de

componentes yuxtapuestos.6

Como es obvio, esta aproximación en términos de red debe mucho a la

perspectiva de Hughes acerca de la construcción de sistemas. Existe, sin

embargo, al menos una forma importante en que difiere de la aproximación de

Hughes, y esta diferencia surge del énfasis que pongo en el conflicto. De tal

modo, como lo revelan los ejemplos de los Portugueses, de Edison o de la

Renault, el éxito de la ingeniería heterogénea en gran escala es difícil. Los

elementos de la red pueden ser difíciles de domesticar o difíciles de posicionar.

La vigilancia y la supervisión deben ser mantenidas, o los elementos

comenzarán a desencajar y la red comenzará a desmoronarse. La

aproximación en términos de red enfatiza esta condición notando que siempre

hay algún grado de divergencia entre lo que los elementos de la red harían si

se los dejara libres a sus propias capacidades y aquello a lo que están

obligados, estimulados o forzados a hacer cuando son enrolados en la red. Por

supuesto, algunas de estas diferencias son más importantes que otras. Para el

propósito del análisis, sin embargo, el ambiente en el cual una red se construye

puede considerarse como hostil, y la ingeniería heterogénea puede entenderse

como la tarea de asociar elementos de difícil coordinación en redes auto-

sustentables que, como resultado, son resistentes a la disociación.

Esta sugerencia tiene una implicación metodológica importante: tiene

sentido tratar a los adversarios naturales y sociales en términos del mismo

vocabulario analítico. Más que tratar, por ejemplo, lo social de un modo y lo

científico de otro, se busca seguir la suerte de la red en cuestión y considerar

sus problemas, la resistencia de los elementos implicados en esos problemas,

y la respuesta de la red que busca resolverlos. Mientras uno se mueve de un

elemento a otro, no es necesario un cambio en el vocabulario; desde el punto

de vista de la red aquellos elementos que son humanos o sociales no

necesariamente difieren en su tipo de aquellos que son naturales o

tecnológicos. De tal modo el punto central no es, como en sociología, enfatizar

que un tipo particular de elemento, lo social, es fundamental para la estructura

6 Puede argumentarse que todos nosotros somos ingenieros heterogéneos, combinando, como lo hacemos, elementos dispares propios de las incumbencias prácticas de nuestra vida

5

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de la red; más bien es descubrir el patrón de fuerzas que es revelado en la

colisión que se produce entre los distintos tipos de elementos, algunos sociales

y otros de distinto tipo. Me dedicaré ahora a esta tarea.7

La batalla entre el Cabo Bojador y la Galera

En 1291 Ugolino y Vadino Vivaldi zarparon desde Génova en dos galeras,

pasaron a través de los Pilares de Hércules “ad partes Indiae per mare

oceanum,” y se desvanecieron, nunca fueron vistos de nuevo por un europeo

(Diffie y Winius, 1977: 24; Chaunu, 1979:82). En 1497 Vasco da Gama zarpó

desde el Tajo en Lisboa. También estaba orientado hacia las Indias por vía del

océano, pero a diferencia de los hermanos Vivaldi, sabemos lo que ocurrió con

esta expedición. El 20 de mayo de 1498, ancló en la Ruta de Calcuta de la

Costa Malabar en el sudoeste de la India. Entró en negociaciones para

comerciar con especies con el Samorín de Calcuta. Tan poco exitosas fueron

estas conversaciones que, en su segunda expedición en 1502, la flota ahora

fuertemente armada de Da Gama bombardeó la ciudad de Calcuta en un

esfuerzo por forzar a que el Samorín se sometiera (Parry, 1963: 153). El

comercio de especies portugués había comenzado y con él, su dominación en

el Océano Indico. Quiero sugerir que el proceso que condujo a esta dominación

puede observarse desde el punto de vista de la construcción de sistemas o de

la ingeniería heterogénea. Algunas veces los elementos opositores eran gente,

y otras eran objetos naturales. Permítaseme comenzar, entonces, hablando de

galeras.

Primitivamente la galera era un barco de guerra. Era ligera y

maniobrable, un método para convertir el poder de entre 150 y 200 hombres en

un eficiente mecanismo de movimiento. Para reducir la resistencia del agua, la

galera era larga y angosta –sus medidas típicas, al menos en Venecia, eran de

cerca de 125 pies de largo y 22 pies de ancho, incluyendo los soportes

exteriores para los remos (Lane, 1934: 3). El casco era de construcción ligera,

con los listones del casco yuxtapuesto, al modo de las carabelas, borde con

cotidiana. En el presente ensayo estoy interesado, sin embargo, sólo en la construcción de sistemas tecnológicos relevantes de gran escala.

6

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borde, para minimizar la resistencia al agua. La galera tenía la borda también

baja. Los remeros bogaban, tres por remo, entre veinticinco y treinta remos por

lado. El barco también llevaba un mástil (posiblemente más de uno; ver

Landstrom, 1978: 52), situado bien atrás, portando una vela latina triangular.

Esta vela asistía a los remeros, aunque nunca fue más que una fuente auxiliar

de energía. El navío era guiado por medio de uno o dos timones, y la popa

estaba ligeramente elevada en un “castillo”. Por contraste, la proa era baja y

puntiaguda, diseñada para abordar otros barcos. Una galera típica es ilustrada

en la figura 1.

Ahora señalemos lo obvio: la galera era un fenómeno emergente; esto

es, poseía atributos de los que carecían sus componentes individuales. Los

constructores de galeras asociaban madera y hombres, el cabeceo y la ropa de

mar, y construyeron una formación que flotaba y que podía ser propulsada y

guiada. La galera era capaz de asociar viento y fuerza humana para encontrar

su camino a lugares distantes. Devino en una ‘galera’ que permitía al mercader

o al capitán partir de Venecia, para llegar a Alejandría, negociar, para sacar

una ganancia, y de este modo llenar su palacio con obras de arte.

La galera es, por supuesto, un objeto tecnológico. Quisiera entonces

definir tecnología como una familia de métodos para asociar y canalizar otras

entidades y fuerzas, tanto humanas como no humanas. Es un método entre

otros para la constitución de una ingeniería heterogénea, para construir en un

ambiente hostil o indiferente, a partir de trozos y piezas relacionadas, un

sistema relativamente estable y que posee propiedades emergentes. Cuando

digo esto, no quiero decir que esos métodos son algo distinto a las fuerzas que

canalizan. La tecnología no actúa como una especie de policía de tránsito que

es por naturaleza distinto a ese tráfico que dirige. No es otra cosa que un

conjunto de fuerzas canalizadas o de entidades asociadas. De tal modo

siempre existe el peligro que las entidades asociadas que constituyen una

tecnología sean disociadas al ser enfrentadas a un sistema más fuerte u hostil.

Consideremos entonces las limitaciones de la galera.

Como una máquina de guerra en las aguas relativamente protegidas del

Mediterráneo, la galera era un gran éxito. Como un barco de carga, sin

7 Como lo he indicado, esta aproximación se encuentra en paralelo con la de Callon. Debe mucho también, sin embargo, al trabajo de Latour (1984).

7

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embargo, poseía sus desventajas. Su capacidad de transporte era

extremadamente limitada. Los rasgos que la hacían una buena nave de guerra

–era angosta y baja, y podía llevar una gran tripulación que podía repeler

abordajes- eran impedimentos para el transporte de carga (Lane, 1973: 122;

Denoix, 1966: 142). Más aún, la resistencia de la galera estaba limitada por el

tamaño de su tripulación. No podía navegar más que a la vista de la costa y

dependía de su capacidad de llevar agua y provisiones. A pesar de que los

venecianos y los genoveses usaban galeras para transportar cargas valiosas,

donde era necesaria la confianza, fueron reemplazadas para este fin por las

“grandes galeras” después de 1320 (Lane, 1973: 122,126).

Debe haber sido en estas galeras que los hermanos Vivaldi dejaron

Génova en 1291 para lo que debieron pensar que sería un viaje de 10 años

hasta las Indias (Diffie y Winius, 1977: 24-52). Tal vez sus galeras eran más

grandes que las normales, y eran precursoras de la gran galera. Tal vez

poseían una cubierta más alta. Pero su resistencia y su valor para navegar en

el mar deben haber sido limitadas – uno puede imaginar demasiado bien las

consecuencias de entrar en una tormenta en la costa del Sahara. Y, si en

verdad los hermanos Vivaldi estaban intentando rodear la costa oeste de

Africa, entonces tendrían que pasar lo que puede considerarse como el punto

de no retorno- el Cabo Bojador, o el Cabo del Miedo. Chaunu resume el

problema presentado por el Cabo Bojador:

A veintisiete grados norte, el Cabo Bojador ya está en el Sahara, por lo que no podía haber

apoyo desde la costa. El Cabo está a 800 kilómetros del Río Sous; el viaje de alrededor de

1600 kilómetros estaba justo al alcance de una galera, pero era imposible proseguir sin más

fuentes de agua potable. Existía además la dificultad ...[de] la fuerte corriente proveniente de

las Canarias, las nieblas persistentes, la profundidad del mar, y sobre todo la imposibilidad de

regresar siguiendo la misma ruta. (Chaunu, 1979: 118).

¡Qué valientes que fueron entonces los hermanos Vivaldi y sus hombres

cuando guiaron a sus galeras más allá de los pilares de Hércules y de la

historia! Desconocemos el modo en que el desastre finalmente los golpeó. Lo

que podemos considerar, sin embargo, es que las galeras, objetos emergentes

constituidos por una ingeniería heterogénea, fueron disociados en sus partes

componentes. El objeto tecnológico fue disuelto frente a un adversario más

8

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fuerte, uno más hábil que los constructores de sistemas italianos a la hora de

asociar elementos. Era un conflicto entre dos oponentes, una prueba de fuerza

en la cual una parte del mundo físico tuvo la última palabra. De acuerdo a ello,

es un caso paradigmático del problema fundamental que enfrentan los

constructores de sistemas: cómo yuxtaponer y vincular elementos

heterogéneos al punto que se queden en su lugar y no sean disociados por

otros actores del ambiente en el curso de las inevitables luchas – sean estas

sociales o físicas, o una mezcla de los dos. Y también sugiere por qué

debemos estar listos para manejar la heterogeneidad en toda su complejidad,

más que añadir lo social como una idea explicativa posterior, dado que un

sistema –en este caso la galera- asocia todo, desde humanos hasta el viento.

Depende precisamente de una combinación de ingeniería social y técnica en

un ambiente lleno de actores físicos o sociales indiferentes o abiertamente

hostiles.

Los Portugueses versus el Cabo Bojador: clausura y líneas de fuerza

En la batalla entre el Atlántico y la galera, el Atlántico fue el ganador. Podemos

decir que las fuerzas asociadas por los europeos no fueron lo suficientemente

fuertes como para disociar las constituidas por el Atlántico. La ingeniería

heterogénea de Europa necesitaba asociar y canalizar fuerzas mayores y

distintas si habían de disociar un oponente tan formidable y poner sus partes

componentes en su lugar. De tal modo, por cien años, el Cabo Bojador se

mantuvo como un punto de no retorno. ¿De dónde habrían de provenir los

nuevos aliados? ¿Cómo habrían de ser asociados con la empresa europea?

Fueron importantes tres tipos de innovación tecnológica.8 La primera de

ellas tomó la forma de una revolución en el diseño de los barcos en los siglos

catorce y quince. Los detalles de esa revolución permanecen oscuros,

circunstanciales, y en cualquier caso más allá del alcance este ensayo, pero el

resultado fue una embarcación marítima regida por fuerzas mixtas que poseía

mucha más resistencia y capacidad que sus predecesoras, una que era capaz

de convertir vientos de muchas direcciones en un movimiento de avance. No

8 Lo que sigue es un ejemplo de lo que llamo una reconstrucción racional. Ver las conclusiones de este capítulo.

9

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había remeros, por lo que la fuerza de trabajo era reducida, y por lo que era

posible llevar suficientes provisiones como para llevar un considerable pasaje

sin necesidad de reposición. Este fue el primer escalón para la construcción de

un conjunto de entidades aliadas capaces de poner el Atlántico Norte en su

lugar. El segundo fue el hecho de que a finales del siglo doce la brújula devino

disponible de manera generalizada en la Europa Cristiana. Los métodos de

navegación serán analizados en una sección posterior, pero aquí debe notarse

que la importancia inicial de esta innovación es que permitía una perspectiva

para navegar razonablemente consistente, ante la ausencia de cielos

despejados. Combinado con la navegación a la estima y los mapas

portulanos,9 la brújula se ocupaba de parte del trabajo requerido para la

navegación a larga distancia, y en particular significó que el marino no

necesitaba navegar con la costa a la vista para tener alguna idea de su

localización. Este fue el segundo paso decisivo hacia un cambio en el balance

de fuerzas. Cuando nuevos barcos combinaron vientos canalizados de un

modo distinto con nuevos métodos de navegación, el terreno estaba preparado

para un posible cambio en el balance de poder.

¿Cuál fue el tercer paso decisivo? Para contestar a esta pregunta

debemos aprender un poco acerca de las corrientes y los vientos entre

Portugal y las Islas Canarias. Es relativamente fácil navegar desde Lisboa o

Algarve en dirección sudoeste a lo largo de la costa atlántica de Africa. El barco

es transportado por la corriente de las Canarias y es también llevado por los

vientos alisios del noreste, que son particularmente fuertes en verano. Hasta

aquí, entonces, las fuerzas del viento y de la corriente asisten a los proyectos

del marino. Sin embargo es más difícil hacer el viaje de regreso precisamente

por las mismas razones. En un barco bueno para navegar contra el viento, sin

duda es posible adoptar cierta orientación noreste. Pero esto requiere un

cambio de rumbo frecuente, algo que era difícil en los barcos de velas

cuadradas de la época, que no podían, en ningún caso, navegar ceñidos al

viento. Si bien el viento sopla desde el sudoeste por un período en el invierno,

haciendo de tal modo simple el viaje de regreso (Diffie y Winius, 1977: 61, 136),

en cierto punto no registrado de la historia los marinos decidieron poner a su

9 La carta de portolano era trazada utilizando rosas de los vientos y líneas de rumbo a partir de líneas magnéticas constantes.

10

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favor los vientos y las corrientes adversas navegando mar adentro más allá de

la costa marroquí, reconociendo que, en la medida que se poseía un navío

adecuado, algún medio para determinar la orientación, y una dosis apropiada

de coraje, era mucho más fácil regresar a Lisboa o a Algarve por esta vía que

por la costa. El barco navega con una orientación noroeste, bien ceñida contra

los vientos alisios del noreste. Es posible gradualmente tomar un curso más

orientado al norte en la medida que los alisios van quedando atrás y hasta que

son encontrados los vientos que vienen del oeste y la corriente del Atlántico

Norte, cuando es posible orientarse hacia el este en dirección a la península

ibérica (Chaunu, 1979: 111-115). Fue la invención de este círculo, llamado la

volta por los Portugueses, lo que marcó el tercer escalón decisivo. Los barcos

no estuvieron forzados a navegar cerca de la costa. El Cabo Bojador, el clásico

punto de no retorno, no fue más el obstáculo que había sido previamente. Los

capitanes podían navegar más allá de aquel punto y tener expectativas de

volver.

La volta puede entonces verse como una expresión geográfica de la

lucha entre piezas y elementos heterogéneos vinculadas por los constructores

de sistemas portugueses y sus adversarios, es decir, los vientos, las corrientes

y los cabos, traza en un mapa la solución disponible para los primeros.

Describe lo que los portugueses eran capaces de imponer a las fuerzas

disociativas del océano por medio de las fuerzas de las que disponían, muestra

de un modo gráfico cómo fueron capaces de convertir las corrientes, vientos y

el resto de los opositores en aliados y cómo fueron capaces de asociar estos

elementos con sus barcos y técnicas de navegación de un modo apropiado y

eficaz.

Comenzamos a ver las ventajas y los problemas de la metáfora de los

sistemas en un contexto empírico. La metáfora enfatiza la heterogeneidad y la

interrelación, pero desvía la atención respecto a las tensiones que forman una

red de elementos heterogéneos y que se sostienen mutuamente. Los

constructores de sistemas tratan de asociar los elementos de lo que esperan

será un arreglo durable. Tratan de disociar los sistemas hostiles y reunir sus

componentes de un modo que contribuya a lo que está siendo construido. Pero

la forma particular que adopta esta (des)- asociación depende de la relación de

fuerzas. Algunos de estos elementos son resistentes: las corrientes y los

11

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vientos no pueden ser sobornados, esa es su fuerza. Algunos son

manipulables, pero sólo con dificultad: por ejemplo, los barcos de vela

cuadrada y las prácticas de navegación, aunque no eran inmutables, eran

difíciles de modificar. Otros, sin embargo, pueden ser más fáciles de alterar. En

este caso la ruta seguida por los barcos en su viaje de regreso era un asunto

discrecional. Como resultado de los avances en los 150 años anteriores en la

construcción de barcos y en la navegación, aquí había, en el sentido más literal

del término, nuevo espacio para maniobrar. El curso ya no estaba

sobredeterminado de manera rígida por el constructor de sistemas. De acuerdo

a ello, la volta puede considerarse de un modo literal como un trazado del

balance de fuerzas y una medición de sus capacidades relativas. Re-

presentaba el estado del arte en la construcción naval de los barcos, los

métodos de navegación, las destrezas de los marinos, y su colisión con las

fuerzas de la naturaleza. La volta fue el incremento de fuerzas que permitió que

la nueva red se estabilizara, dado que el curso fue de pronto el elemento más

maleable en el conflicto entre el deseo de los portugueses de retornar a Lisboa

y las fuerzas naturales del Atlántico.

La carabela y el litoral africano: clausura y adaptación

África, como lo habrían de descubrir los portugueses, no se reduce a Cabo

Bojador. La capacidad para bordear el cabo y retornar a aguas europeas

estaba muy bien, pero había más costa para explorar. Hacia el sur del cabo la

costa devenía aún más inhospitalaria hasta que eran alcanzados el Río

Senegal y el África Negra.

Para la mayor parte de esta intrincada exploración los portugueses

hicieron uso de carabelas. Aún cuando los orígenes de este tipo de navío están

sumergidas en el misterio (Landstrom, 1978: 100; Chaunu, 1979: 243; Parry,

1963: 65; Unger, 1980: 212-215) sus rasgos en el siglo quince son bien

conocidos. Pesando menos de 100 toneladas y midiendo tal vez de 70 a 80

pies desde la proa hasta la popa (Parry, 1963: 65), la carabela era inusual

como barco para la navegación a larga distancia, teniendo una razón entre el

ancho y el largo de 3.3 y 3.8 a 1 (Diffie y Winius, 1977: 118, sugieren 3 a 1). El

casco estaba construido con planchas yuxtapuestas, era bastante ligera y fina

12

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en sus líneas, tenía poco desplazamiento, fondo plano y poca obra muerta

(Parry, 1963: 65; Denoix, 1966: 143; Landstrom, 1978: 100). Poseía una única

cubierta e incluso a veces estaba abierta o tenía media cubierta. No tenía

castillo de proa, y la superestructura de la popa era modesta, en el mejor de los

casos conteniendo una sala (Parry, 1963: 65). A mediados del siglo quince y

con certeza en los viajes de descubrimiento iniciales, aparentemente la

carabela portaba normalmente velas latinas en todos sus mástiles.

Podemos decir que la carabela estaba bien adaptada al contexto de las

exploraciones de ultramar. De tal modo podemos notar (como lo han hecho

muchos historiadores, por ejemplo Denoix, 1966: 142) que para dicha tarea uno

necesita un navío que no encallará en los arrecifes, que sea liviana y

maniobrable, de poco desplazamiento, que navegaba bien a contra viento, y no

requiera una gran tripulación. Todos estos atributos eran atribuibles a la

carabela, que estaba en verdad bien adaptada a esta tarea. ¿Pero qué es lo

que estamos realmente diciendo cuando señalamos esto?

La respuesta a esta pregunta puede encontrarse en la noción de red.

Los constructores de sistemas buscan crear una red de elementos

heterogéneos pero que se sostienen mutuamente. Buscan disociar fuerzas

hostiles y asociarlas a su empresa transformándolas. El punto crucial, sin

embargo, es que la estructura de la red refleje el poder y la naturaleza tanto de

las fuerzas disponibles como las fuerzas con las que la red colisiona. Decir

entonces, que un artefacto está bien adaptado a su ambiente es decir que

forma parte de un sistema o red que es capaz de asimilar (o alejar) fuerzas

externas potencialmente hostiles. Como consecuencia, debe notarse, la red en

cuestión debe ser relativamente estable. Nuevamente, decir que un artefacto

como la carabela es adaptable, es señalar que una red de elementos

heterogéneos asociados que ha sido generada es estable debido a que es

capaz de resistir los esfuerzos disociadores de una amplia variedad de fuerzas

potencialmente hostiles y que es capaz de usar al menos algunas de ellas

transformándolas y asociándolas a su proyecto. Y esta es, precisamente, la

belleza de la carabela utilizada por los portugueses en el contexto del siglo

quince. Adecuadamente manejada y aprovisionada, era capaz de convertir

cualquier cosa que le opusiera el litoral occidental Africano en un movimiento

controlado y en un regreso controlado. Era una red de personas, mástiles,

13

Page 14: Clase 3- Law

tablas y velas que podía convertir un amplio rango de circunstancias en

exploración, sin caerse a pedazos en ninguna de las numerosas formas que le

podía ocurrir a los navíos cuando las cosas comenzaban a andar mal. Como la

volta, entonces, la carabela lograba estabilidad reflejando las fuerzas que la

rodeaban. Estaba bien adaptada debido a que mantenía relaciones estables

entre sus partes componentes asociando todo lo que encontraba con esa red a

medida que se desplazaba.

La navegación y el ascenso del sol: clausura y medición

Entre 1440 y 1490 los portugueses exploraron la mayor parte de la costa

africana occidental. En la medida que fueron más al sur y utilizaron cada vez

más largas voltas, los portugueses vieron que sus problemas de navegación

devenían más agudos. ¿Cómo podían determinar su posición cuando estaban

tan lejos de la costa? Debido a que los métodos europeos clásicos de seguir un

curso a través del compás, la carta oceánica y la navegación a la estima

resultaban de poca ayuda, este problema preocupó mucho a los portugueses.

En los años 1480 desarrollaron un método práctico para la determinación

astronómica de la latitud a bordo del barco. La idea general era que si la altura

sobre el horizonte del sol o de una estrella (normalmente la estrella polar) podía

ser determinada y comparada con la altura conocida en el puerto de destino,

entonces el barco podía navegar hacia el norte o el sur hasta alcanzar dicha

latitud, y luego navegar, si era apropiado, hacia el este o el oeste con la certeza

de hallar su punto de destino.

La medición de la altura era posible por medio del uso del cuadrante o

del astrolabio. Ambos dispositivos eran instrumentos universitarios habituales

de la astronomía y la astrología, e involucraban una gran cantidad de

información que era tanto innecesaria para el cálculo de la latitud como

incomprensible para el lego. En la parte trasera del astrolabio había, no

obstante, una alidada, que era una regla sobre una placa giratoria con dos

pequeños agujeros de mira. El observador sostenía el instrumento

verticalmente por medio de un anillo, atisbaba a lo largo de la alidada, y medía

la altura de la estrella estableciendo la posición en una escala marcada en el

canto de la placa. El cuadrante era un instrumento con funciones similares.

14

Page 15: Clase 3- Law

Tenía la forma de un cuarto de círculo, y la estrella observada era considerada

a través de uno de los ‘radii’. El horizonte artificial era provisto por una plomada

suspendida desde el centro del ‘círculo’ y era medida con una escala que

estaba situada en la circunferencia (Taylor, 1956: 158-159). En sus versiones

universitarias el cuadrante, como el astrolabio, también traían información

sobre el movimiento de los planetas, las estaciones y las horas. Ambos

instrumentos, una vez quitados todos sus accesorios, menos los elementos

esenciales, fueron usados por los exploradores portugueses, aunque parece

que el cuadrante, más simple, fue el primero en ser usado por los navegantes

(Taylor, 1956: 159).

Por sí mismos estos instrumentos, por supuesto, carecían de poder. El

mero hecho de mirar un cuerpo celeste a través de los agujeros de una alidada

no tenía nada que ver con la navegación per se. Esa mirada, o la lectura

correspondiente, debía atravesar un número de complejas transformaciones

antes de poder convertirse en una latitud. La construcción de una red de

artefactos y de habilidades para convertir las estrellas de puntos de luz

irrelevantes en el cielo nocturno en un aliado formidable en la lucha por

dominar el Atlántico, es un buen ejemplo de ingeniería heterogénea.

He mencionado ya la simplificación del cuadrante y el astrolabio. Esto

puede considerarse como el primer paso en el proceso.10 La segunda etapa

involucraba lo que puede denominarse ingeniería social – la construcción de

una red de prácticas que, cuando eran asociadas con los instrumentos en sí,

conduciría a la necesaria transformación del sol y la luz de las estrellas. Esta

ingeniería social en sí se desarrolló en tres etapas. Primero, en los tempranos

años 1480, el Rey Juan II convocó a una “comisión científica” para hallar

métodos mejorados para la medición de la altura. Esta se constituyó a través

de cuatro expertos: el Médico Real, Maestro Rodrigo; el Capellán Real, Obispo

Ortiz; el geógrafo, Martin Behaim; y José Vizinho, quien había sido discípulo del

astrónomo Abraham Zacuto de Salamanca (Chaunu, 1979: 257; Taylor, 1956:

162; Beaujouan, 1966: 74; Waters, 1980: 9-10). La convocatoria a una

10 En lo que sigue he sido altamente selectivo respecto al material con el fin de iluminar lo que considero esencial del proceso y evitar verse sumergido en los detalles. Por razones similares me he tomado la libertad de reorganizar la cronología de eventos hablando del establecimiento de latitudes de importantes puntos de la costa después de discutir el Regimento. Para una relación sociológica más completa, ver Law (1986a).

15

Page 16: Clase 3- Law

“comisión científica” con el propósito el transformar el conocimiento científico

esotérico en un conjunto de prácticas ampliamente aplicables es ya notable.

Más notable aún es el hecho de que estos cuatro hombres, y probablemente en

particular Vizinho, fueron capaces de efectuar esta transformación produciendo

un conjunto de reglas para el cálculo de la latitud por parte de marineros semi-

educados. Estas reglas, que forman la segunda parte de este experimento en

ingeniería social, tomó la forma del Regimento do Astrolabio e do Quadrante,

que estaba probablemente disponible hacia finales de los años 1480, al menos

en su forma manuscrita. El Regimento puede leerse como un instructivo acerca

de cómo transformar el navío y sus instrumentos en un observatorio –en otras

palabras, cómo crear una asociación estable, si bien heterogénea, de

elementos que poseen la propiedad de convertir la altura en una determinación

de la latitud.

Incluso esto, sin embargo, no era suficiente. Para adoptar el nuevo modo

de navegación, los navegantes requerían un tercer escalón: era importante

conocer las latitudes de los puntos costeros importantes y en particular, de los

principales puertos y cabos. En otras palabras, era necesario generar una

métrica a partir de la cual fuera posible atribuir un sentido norte-sur absoluto a

las observaciones y en función de las cuales pudiera localizarse el observatorio

en el que se había transformado el barco. La medición de latitudes costeras

importantes involucró una vez más un importante esfuerzo organizacional.

Involucró enviar observadores competentes armados con grandes astrolabios

de madera en los barcos de exploración y reenviar la información a Lisboa.

Hacia 1473 los astrónomos de Lisboa poseían una lista de latitudes que

alcanzaban al ecuador (Taylor, 1956: 159), una lista que fue extendida en la

medida que el siglo avanzaba. Ello a su vez requirió que las latitudes conocidas

fueran disponibles para los marineros, con lo cual fue añadida una sección al

Regimento.

El nuevo método de navegación probó ser difícil para la mayoría de los

marineros. Sólo los marinos más actualizados intentaron practicarlo y existe

evidencia de que Colón, entre otros, lo comprendía de manera sólo imperfecta.

A pesar de que los detalles permanecen poco claros, parece que en el siglo

dieciséis, y tal vez antes, fueron dadas clases de navegación a los pilotos en

Lisboa (Diffie y Winius, 1977: 142). Estas instrucciones, sin embargo, no fueron

16

Page 17: Clase 3- Law

invariablemente exitosas. Hubo quejas en el siglo dieciséis de que muchos

pilotos eran inexpertos. Parece entonces que, en el intento de crear una red

estable de elementos para la conversión de las estrellas en medidas de latitud -

en otras palabras, el intento de convertir los barcos en observatorios- los

marineros fueron el eslabón más débil. Las estrellas siempre estaban allí, así

como los océanos; no podían ser movidos. Una vez más, cuando los

instrumentos y las inscripciones se encontraban en su lugar, probaron ser

aceptablemente durables. Pero los instrumentos, las inscripciones y las

estrellas no eran suficientes. Parte de la asociación de elementos que permitía

convertir las estrellas en latitudes descansaba en las prácticas de los

marineros, y este elemento era el más propenso a las distorsiones. Era difícil,

aunque no en última instancia imposible, crear un nuevo grupo social necesario

para la clausura: el navegante astronómico.

Hasta aquí he asumido que, cuando se alcanza el éxito, el mismo se

transforma en algo obvio. Si uno llega al puerto de destino (o para este caso

encalla en los arrecifes de Cabo Bojador), el éxito (o el fracaso) de la empresa

se pone rápidamente en evidencia. Podemos decir que en último análisis la

capacidad de los Portugueses para retornar a su punto de partida era lo que

marcaba el éxito. El éxito de la navegación astronómica era que contribuía a

este retorno. Con todo, si bien mucho de la clausura final dependía de la

capacidad de retornar, las decisiones en el viaje no hubieran podido ser

tomadas sin una escala de referencia. El éxito de cualquier curso de

navegación podía ser medido en el transcurso del viaje sólo en relación a la

métrica realizada por los hombres, una métrica que dependía de inscripciones

y de la capacidad de interpretar esas inscripciones. Tenemos, entonces, la

construcción de un trasfondo contra el cual medir el éxito – algo parecido

aunque no idéntico con las tradiciones tecnológicas de comprobación

descriptas por Constant en el contexto de la ingeniería de turbinas (Constant,

1983). La historia de la navegación creo que puede comprenderse como la

construcción (local) de sistemas generales de medición en función de los

cuales pueden medirse la adecuación de rumbos particulares y las decisiones

de la navegación.

17

Page 18: Clase 3- Law

Los musulmanes y el cañón

El 8 de julio de 1497 la flota de Vasco da Gama levó las anclas del Río Tajo y

zarpó. Sus cuatro diminutas naves transportaban 170 hombres y 20 cañones.

También llevaban mercancías. Dos años después dos de las cuatro naves

originales retornaron a Lisboa. La ruta a las Indias por el cabo había sido

abierta, y se habían traído de regreso especies.

Los Portugueses encontraron varias dificultades, que surgieron en parte

de la hostilidad de los comerciantes Musulmanes en la India (Magalhaes-

Godinho, 1969: 558). Estos mercaderes organizaban y controlaban la sección

del Océano Indico del mercado de especies. Compraban especies en los

bazares de Calcuta y los embarcaban, a través del Golfo Pérsico o el Mar Rojo,

a los puertos de Arabia donde luego eran transportados al Mediterráneo o a

Venecia. La llegada de da Gama a la costa Malabar en Calcuta no fue

bienvenida con entusiasmo, de manera no sorprendente, por los Musulmanes.

Las negociaciones entre los Portugueses y el regente Hindú en Calcuta, el

Samorín, no fueron bien. Hubo muchas razones para ello, pero la más

importante parece haber sido la hostilidad de los negociantes Musulmanes en

quienes los Portugueses debieron confiar para la traducción. Los traductores

difundieron una variedad de rumores hostiles sobre los Portugueses, quienes

fueron forzados a negociar de manera directa con los mercaderes Hindúes

(Diffie y Winius, 1977: 182-183).

De regreso a Lisboa, los portugueses ponderaron las lecciones a ser

aprendidas. Una de las conclusiones a las cuales llegaron es que en el Océano

Indico iba a ser necesaria el uso de la fuerza. La primera expedición de Da

Gama había llevado cañones, pero iban a ser necesarios más si la hostilidad

de los Musulmanes habría de ser dominada. De hecho, los Portugueses habían

llegado a esta conclusión incluso antes del regreso de Da Gama. Una

expedición más grande y poderosa ya había sido enviada; la expedición

consistía en trece navíos con alrededor de 1000 a 1500 hombres, capitaneada

por Pedro Cabral. Las órdenes de Cabral eran claras: tenía que instalar un

agente para comprar especies en Calcuta y estaba instruido para desplegar

fuerza si era necesario, pero debía evitar la conquista (Magalhaes- Godinho,

1966: 561). Si bien las negociaciones comenzaron bien, las cosas fueron mal

18

Page 19: Clase 3- Law

de nuevo con rapidez. En respuesta, Cabral se hizo al mar, destruyó un cierto

número de navíos Musulmanes y bombardeó la ciudad de Calcuta. La historia

se repitió con la segunda expedición de Da Gama, la cual, sin embargo, utilizó

aún más fuerza. Estas tres salidas echaron la suerte del control Portugués

sobre el Océano Indico por los próximos años. El control habría de ser

mantenido primariamente por la fuerza, dado que no había lugar suficiente para

el comercio Musulmán y Portugués.

En el mar los Portugueses eran, al menos en el corto plazo, capaces de

ejercer el poder militar necesario y enfrentar el comercio marítimo Musulmán.

Los cañones Portugueses probaron ser mejores (pero no más numerosos) que

los cañones Asiáticos. Los avances Europeos en la tecnología propia de la

construcción de armas había sobrepasado muchos de los problemas que

acosaban al cañón medieval tardío. En particular, con el desarrollo de los

cañones de bronce fundido, el peso de los mismos fue reducido

sustancialmente, y si bien aún eran propensos a ser pesados, a diferencia de

las piezas soldadas que les precedieron, era menos habitual que explotaran en

la cara de los artilleros. Una vez más, los navíos Portugueses, construidos para

el poco hospitalario Atlántico, demostraron ser más sólidos que los de los

adversarios Musulmanes (Boxer, 1953: 196). Cipolla lo pone de este modo:

El navío armado, desarrollado por la Europa Atlántica en el curso de los siglos catorce y

quince, fue el diseño que hizo posible la saga Europea. Era esencialmente un dispositivo

compacto que permitía a una tripulación relativamente pequeña dominar una masa sin paralelo

de energía inanimada para el movimiento y la destrucción. (Cipolla, 1965: 137).

El cañón, el barco, el capitán, el artillero, la pólvora y las balas de cañón –

todos estos elementos formaban un conjunto relativamente estable de

entidades asociadas que alcanzaban una durabilidad relativa debido a que

juntos eran capaces de disociar las fuerzas hostiles encontradas sin ser

disociados ellos mismos. Es importante señalar aquí que algunas de estas

fuerzas hostiles eran físicas (los océanos), mientras que otras eran sociales

(los Musulmanes). La tecnología, como he sugerido, asocia y disocia de

manera simultánea, y la ingeniería heterogénea de los Portugueses estaba

19

Page 20: Clase 3- Law

diseñada para manejar fuerzas naturales y sociales de manera indiferenciada,

y asociar estas fuerzas de un modo apropiado para la clausura.

Habiendo dicho esto, sin embargo, es importante no caer en la trampa

del determinismo tecnológico asumiendo que fue sólo la tecnología la que trajo

el éxito de los Portugueses. Tal como fue el caso de la carabela, la volta, y la

práctica de la navegación astronómica, la durabilidad de la armada de guerra

era un función de la colisión entre las fuerzas de los constructores de sistemas

Portugueses y las fuerzas de los mares y, en este caso, los Musulmanes. De

tal modo Boxer (1953: 194-197) argumenta que “la superioridad naval y militar

de los Portugueses, allí donde existía, era relativa y limitada.” Ocurría que no

había navíos Musulmanes bien armados en el Océano Indico. Ocurría que los

Chinos se habían retirado a sus costas. Ocurría que las expediciones

Portuguesas eran expediciones estatales, combinando el poder y la habilidad

organizacionales de la corona con la búsqueda de beneficios. Ocurría que los

mercaderes Musulmanes comerciaban para sí mismos y no para sus

monarcas. Ocurría que había poca madera disponible para estos monarcas, a

fin de construir flotas que pudieran detener a los Portugueses. Bajo estas

circunstancias los Portugueses estaban en condiciones de controlar la

navegación en el Océano Indico. No estaban en condiciones de construir

colonias adecuadas en tierra (y sabiéndolo, nunca lo intentaron): allí, con el

balance de fuerzas en contra de ellos por el peso de la caballería y el número

de los hombres disponibles, arriesgaban a enfrentar la derrota.

Conclusiones

Comencé esbozando tres aproximaciones al estudio social de la tecnología. La

primera, el constructivismo social, proviene de la sociología de la ciencia.

Sugerí que, a pesar de sus méritos, su compromiso con una forma de

reduccionismo social es insatisfactoria. La segunda, la perspectiva de sistemas,

proviene de la historia de la tecnología. Enfatiza la heterogeneidad de la

actividad tecnológica y evita un compromiso con el reduccionismo social (o

tecnológico). Argumenté que esta aproximación, adaptada de un modo que

hace claro que los sistemas son construidos a través de la lucha, a partir de

elementos indiferentes u hostiles, ofrece un modelo de análisis satisfactorio de

20

Page 21: Clase 3- Law

la innovación tecnológica. Sugerí que los “ingenieros heterogéneos” buscan

asociar entidades que van desde las personas, pasando por las habilidades,

hasta los artefactos y los fenómenos naturales. Esto es exitoso si las

consecuentes redes heterogéneas son capaces de mantener cierto grado de

estabilidad enfrentadas a los intentos de otras entidades o sistemas para

disociarlos en sus partes componentes. Se sigue de esto que la estructura de

las redes (o los sistemas) en cuestión reflejan no sólo un interés en alcanzar

una solución operativa sino también una relación entre las fuerzas que pueden

reunir y aquellas que despliegan sus diversos oponentes. Podría escribir, si

utilizara más la metáfora de la fuerza, acerca de la relativa durabilidad o fuerza

de las diversas redes o de las diversas partes de la misma red. De tal modo he

intentado mostrar por medio de un ejemplo empírico que, en la colisión entre

las diferentes redes, algunos componentes son más durables que otros y que

el éxito alcanzado por un lado o el otro son una función de la fuerza relativa de

los componentes en cuestión.

¿Cuáles son las virtudes de las metáforas físicas tales como fuerza,

resistencia y durabilidad? Quisiera señalar que no estoy fuertemente

comprometido con estos términos. Sin duda otras metáforas pueden servir tan

bien o mejor que estas. Creo, sin embargo, que la fuerza del vocabulario

reposa en la capacidad para manejar, utilizando el mismo término, los diversos

elementos heterogéneos que están normalmente reunidos al interior de un

sistema. Como lo he señalado antes, el método busca tratar con lo social, lo

económico, lo político, lo técnico, lo natural y lo científico en los mismos

términos, basado en que (en la mayoría de los casos empíricos) todos ellos

deben ser reunidos de maneras apropiadas si la clausura ha de ser alcanzada.

Dentro de todas estas categorías (usualmente distinguidas), puede haber

entidades, procesos, cuerpos, objetos, instituciones o reglas que adquieren

fuerza respecto al sistema en cuestión y de aquí que sean relativamente

durables. Pueden adquirir la forma de verdades científicas, mercados

económicos, hechos sociales, máquinas o cualquier otra cosa. Forman,

entonces, un escenario relativamente coercitivo (aunque en última instancia

revisable) que ha de ser dominado si un sistema ha de ser construido. Debido a

que, sin embargo, la durabilidad no reside en una categoría única, he ignorado

las distinciones convencionales entre las categorías, y en particular, he

21

Page 22: Clase 3- Law

argumentado que no es bueno añadir lo social como una idea explicativa

posterior. Si las colisiones y las clausuras entre las fuerzas y las entidades ha

de ser comprendida, lo social (incluyendo lo ‘macrosocial’), debe más bien ser

ubicado entre todos los demás elementos

Como Callon he buscado presionar sobre el principio de simetría (Bloor,

1976) más allá de lo que es normal en la sociología de la ciencia. En la

sociología de la ciencia se establece que el mismo tipo de explicación debería

usarse tanto para las creencias falsas como para las verdaderas. Está

concebido para contrarrestar la tendencia habitualmente hallada en la

sociología del conocimiento, de explicar las creencias verdaderas en términos

de los modos en los cuales las mismas corresponden con la realidad, dejando

que las creencias falsas sean explicadas en términos de las operaciones

psicológicas o los factores sociales. La versión generalizada del principio de

simetría (Callon, 1986) que he adoptado aquí afirma que el mismo tipo de

explicación debiera ser usada para todos los elementos que van a constituir

una red heterogénea, aún si estos elementos son dispositivos, fuerzas

naturales, o grupos sociales. En particular el principio de simetría establece que

los elementos sociales en un sistema no deberían recibir un status explicativo

especial.11 La forma que toman estos elementos puede ser, y muchas veces

es, una función de los rasgos tecnológicos o naturales del sistema. Esto es un

asunto contingente, una función de cuáles son los componentes del sistema

que son asociados más durablemente y por lo tanto son menos susceptibles de

ser disociados.

Decir esto no es, por supuesto, sugerir que es siempre lo social lo que

es maleable y que lo tecnológico o lo natural es lo durable. Es más bien

enfatizar que la relación entre ellos es contingente, y que es importante

encontrar los modos de tratar todos los componentes de un sistema en los

mismos términos. Pero esto conduce a otra vía en la cual la perspectiva de red

se distingue de la que es propia del constructivismo social. En el

constructivismo social las fuerzas naturales o los objetos tecnológicos siempre

poseen el status de explanandum. El mundo natural o el dispositivo en cuestión

no son nunca tratados como explanans. No tienen, por así decirlo, una voz

11 Argumentos similares han sido planteados por Woolgar (1981), Yearley (1982), y Callon y Law (1982).

22

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propia en la explicación. La adopción del principio de simetría generalizado

significa que este no es más el caso. Dependiente por supuesto de las

circunstancias, el mundo natural y los artefactos pueden entrar en la

explicación como un explanans. Y en el caso que se piense que estoy dando

demasiado espacio al realismo, permítaseme decir que, en la medida que

estamos interesados exclusivamente en redes que están siendo construidas

por personas, entonces la ‘naturaleza’ revela su resistencia de un modo que es

relevante sólo para la red cuando está siendo registrada por los constructores

de sistemas. No es, por lo tanto, que la naturaleza está siendo promocionada a

un status especial. Más bien, como ya lo he sugerido, lo social está siendo

degradado. En la perspectiva de red ni la naturaleza ni la sociedad poseen un

papel especial a menos que choque con el constructor de sistemas. Este es el

motivo por el cual en mi explicación de la expansión Portuguesa, los cabos y

las corrientes se encuentran junto con los navíos y los marineros. Una vez que

se adopta el principio de simetría generalizado, no pueden ser excluidos. En

verdad, tratar de reducir una explicación del sistema Portugués a un número

limitado de categorías sociales sería fallar en el intento de explicar la

especificidad de la volta, la carabela, o el Regimento. Las perspectivas

portuguesas acerca del sol y los vientos adversos son necesarias para que

sirva la explicación.12

Otro principio metodológico deriva de esto. Es que el alcance de la red

que se está estudiando es determinada por la existencia de actores que son

capaces de hacer sensible su presencia. Si el constructor de un sistema es

forzado a atender un actor, entonces el actor existe dentro del sistema. Por el

contrario, si un elemento no hace sentir su presencia influyendo en la

estructura de la red de un modo evidente e individual, entonces, desde el punto

de vista de la red ese elemento en cuestión no existe. Es claro que la elección

12 Habiendo dicho esto, sin embargo, estoy dispuesto a conceder que, debido a la falta de datos acerca de las prácticas marítimas del medioevo y de la modernidad temprana, me he visto obligado a realizar una suerte de ‘reconstrucción racional’ con el fin de mostrar cómo la naturaleza y la sociedad afectó el análisis de los Portugueses acerca de sus problemas. Debe entenderse que utilizo la reconstrucción racional no con el propósito de realizar un juicio epistemológico sino para tratar, desapasionadamente, de establecer lo que parece haber ocurrido en los casos en los que faltan datos históricos. Para una discusión más extensa de la reconstrucción racional y la inadecuación de los datos, ver Law (1985). Es obvio que este procedimiento es menos que ideal, pero es inevitable a menos que neguemos la existencia de áreas empíricas enteras.

23

Page 24: Clase 3- Law

de la red en la cual uno se enfoca es entonces crucial. Si el foco está en un

sistema, entonces emerge un patrón. Si el foco está en otro sistema, o incluso

en un elemento que está dentro del sistema original, entonces otra estructura

diferente será vista. De tal modo el sistema de la expansión portuguesa, para

Enrique el navegante, contenía elementos tales como navíos y sus respectivos

capitanes. Un cambio del foco de Henry, al capitán y su navío, permitirá la

focalización de otra red, compuesta por marineros, mástiles y provisiones – una

red con su propia fuerza que, cuando es situada dentro del sistema de la

expansión Portuguesa, actúa como una simple unidad. Si el navío y su capitán

no juegan los papeles definidos para ellos en la red de la expansión, entonces

los elementos que permiten su construcción pueden, por supuesto, haber

devenido individualmente relevantes en Lisboa y haber sido construidos en la

red de expansión de Henry. Estos ajustes son consistentes y en verdad

ejemplifican la proposición original de que la extensión de una red es definida

por la presencia de actores que son capaces de hacer sentir su presencia

individual.13

Esto también significa, por supuesto, que la ingeniería heterogénea que

se encuentra en el corazón de su red no es un principio analíticamente

privilegiado. Es verdad que, para el propósito de este estudio particular, he

elegido seguir el esfuerzo de construcción de un sistema- el de los

planificadores de la expansión marítima Portuguesa. He realizado esto con el

fin de establecer límites prácticos al análisis. Al establecer esta decisión, sin

embargo, no me he comprometido con la noción de que los constructores de

sistemas son entidades primitivas incapaces de ser analizadas. Del mismo

modo que los navíos o los navegantes son producto de la interacción entre

redes de fuerza, del mismo modo lo son los ingenieros heterogéneos. En

verdad, el hecho de que éstos están en una posición adecuada para construir

sistemas es en sí mismo el resultado de un conjunto de interacciones entre

fuerzas de distinto grado de resistencia. Para ponerlo de manera más simple, el

rey de Portugal es tanto un efecto como una causa: es el efecto de un conjunto

interminable de transacciones que, en principio, pueden ser analizadas. En el

13 Está claro de lo que ha sido dicho que cualquier red se encuentra en la intersección y, si es relativamente estable, se beneficia de la fuerza a la que contribuye un conjunto sin fin de redes que han sido simplificadas en unidades individuales. Ver Callon (1981a) y Law (1984b).

24

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estudio presente elegí, por razones de simplicidad, tratarlo como una causa y a

la navegación como un efecto, pero en otro estudio estos papeles, u otros

como éstos, podrían ser fácilmente invertidos.

En resumen existen dos principios metodológicos estrechamente

vinculados para el estudio de redes heterogéneas. El primero, el de simetría

generalizada, afirma que el mismo tipo de análisis debería hacerse sobre todos

los componentes de un sistema, sean éstos humanos o no. El segundo, el de

definición recíproca, afirma que los actores son aquellas entidades que ejercen

una influencia que puede ser detectada sobre otros. Aplicado a sistemas

relativamente estables, podemos definir la extensión de ese sistema o red por

el rango de actores que operan como fuerzas unitarias para influir en la

estructura de la red. En este capítulo he intentado seguir estos dos principios

en un análisis de la expansión Portuguesa. Reinterpretando la noción de

sistema, adaptación y prueba tecnológica para un caso histórico, espero haber

logrado mostrar la relevancia de la perspectiva para el análisis de la innovación

tecnológica.

Bibliografía:

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