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CIUDADES, METRÓPOLIS, POSMETRÓPOLIS Y EL USO DE LA INTELIGENCIA COMPARTIDA PONENCIA presentada por Juan Fco. Ojeda Rivera en el CONGRESO “LA CIUDAD VIVA COMO URBS” (QUITO, julio 2009) 1.- PROCESOS, METÁFORAS Y CONCEPTOS Toda realidad compleja analizada, diagnosticada y gestionada por unas mentes simples, tiende a convertirse en una realidad complicada (E.Morin, 2000) La progresiva simplificación segregadora y homogeneizadora –pero también y paradójicamente complicadora- de las complejas realidades urbanas y metropolitanas fue el resultado de unos procesos que tendieron a irlas configurando como modelos mera y homologadamente mercantiles y que fueron consiguiendo desvincular a ciudades y metrópolis de sus respectivos territorios y paisajes fundantes. Pero, además, resulta cada día más evidente que en los espacios exteriores a las ciudades y a sus periferias aparecen y proliferan rápidamente funciones, antaño urbanas, que están generando una nueva realidad territorial, difícilmente comprensible y teorizable por la velocidad de sus cambios, pero que ha ido siendo bautizada con una serie de metáforas más o menos afortunadas (Delgado Bujalance, B. y García García, 2009): Naredo (2000) utilizó el término metástasis como símil de la proliferación de formas urbanas que invaden todos los espacios sin orden aparente, multiplicando descontroladamente un tejido indiferenciado que engulle y transforma otras formas territoriales preexistentes que tenían un importante grado de identidad y complejidad interna, generando un territorio construido crecientemente homogéneo, carente de personalidad concreta. Castells (2001, p. 476-478) habla de ciudad informacional, para referirse a una ciudad sin formas en la que los procesos y no las imágenes materiales son lo importante. Dichos procesos no se definen por un paisaje específico ni por los grupos sociales que les dan vida, sino por las redes y nodos que los facilitan. En cualquier caso, en este contexto impreciso, en el que se mezcla el doble fenómeno de expansión de la ciudad por todo el territorio y de ocultación de la matriz territorial subyacente, será al sustantivo ciudad al que se acompañará de distintos calificativos para bautizar las nuevas configuraciones: ciudad posindustrial o posfordista para definir un espacio sucesorio; ciudad región insistiendo en lo supramunicipal; ciudad periferal acentuando lo colonial; ciudad galáctica o tierra del mañana que destaca por sus aspectos técnicos; ciudad archipiélagica para centrarse en la dispersión; magma city, pantápolis, edge city, ciudad caníbal, heteropolis, ciudad difusa, ciudad dispersa, ciudad hojaldre (Gaja, F., 2004; García Vázquez, C., 2004; Capel, H., 2003; Benavides, J., 1999). Fernández Durán (2004, p. 2), identifica estos nuevos espacios con una segunda piel que va alterando todos los espacios preexistentes, en los que se incluyen “no sólo aquellos sobre los que se despliega lo construido, sino también territorios muy distantes que se ven afectados por la huella ecológica de los procesos urbanizadores”.

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CIUDADES, METRÓPOLIS, POSMETRÓPOLIS

Y EL USO DE LA INTELIGENCIA COMPARTIDA

PONENCIA presentada por Juan Fco. Ojeda Rivera en el CONGRESO “LA CIUDAD VIVA COMO URBS” (QUITO, julio 2009)

1.- PROCESOS, METÁFORAS Y CONCEPTOS

Toda realidad compleja analizada, diagnosticada y gestionada por unas mentes simples, tiende a convertirse en una realidad complicada (E.Morin, 2000)

La progresiva simplificación segregadora y homogeneizadora –pero también y paradójicamente complicadora- de las complejas realidades urbanas y metropolitanas fue el resultado de unos procesos que tendieron a irlas configurando como modelos mera y homologadamente mercantiles y que fueron consiguiendo desvincular a ciudades y metrópolis de sus respectivos territorios y paisajes fundantes.

Pero, además, resulta cada día más evidente que en los espacios exteriores a las ciudades y a sus periferias aparecen y proliferan rápidamente funciones, antaño urbanas, que están generando una nueva realidad territorial, difícilmente comprensible y teorizable por la velocidad de sus cambios, pero que ha ido siendo bautizada con una serie de metáforas más o menos afortunadas (Delgado Bujalance, B. y García García, 2009):

� Naredo (2000) utilizó el término metástasis como símil de la proliferación de formas urbanas que invaden todos los espacios sin orden aparente, multiplicando descontroladamente un tejido indiferenciado que engulle y transforma otras formas territoriales preexistentes que tenían un importante grado de identidad y complejidad interna, generando un territorio construido crecientemente homogéneo, carente de personalidad concreta.

� Castells (2001, p. 476-478) habla de ciudad informacional, para referirse a una ciudad sin formas en la que los procesos y no las imágenes materiales son lo importante. Dichos procesos no se definen por un paisaje específico ni por los grupos sociales que les dan vida, sino por las redes y nodos que los facilitan.

� En cualquier caso, en este contexto impreciso, en el que se mezcla el doble fenómeno de expansión de la ciudad por todo el territorio y de ocultación de la matriz territorial subyacente, será al sustantivo ciudad al que se acompañará de distintos calificativos para bautizar las nuevas configuraciones: ciudad posindustrial o posfordista para definir un espacio sucesorio; ciudad región insistiendo en lo supramunicipal; ciudad periferal acentuando lo colonial; ciudad galáctica o tierra del mañana que destaca por sus aspectos técnicos; ciudad archipiélagica para centrarse en la dispersión; magma city, pantápolis, edge city, ciudad caníbal, heteropolis, ciudad difusa, ciudad dispersa, ciudad hojaldre (Gaja, F., 2004; García Vázquez, C., 2004; Capel, H., 2003; Benavides, J., 1999).

� Fernández Durán (2004, p. 2), identifica estos nuevos espacios con una segunda piel que va alterando todos los espacios preexistentes, en los que se incluyen “no sólo aquellos sobre los que se despliega lo construido, sino también territorios muy distantes que se ven afectados por la huella ecológica de los procesos urbanizadores”.

Desde tal perspectiva de despliegue de lo urbano a territorios distantes, el geógrafo Edward Soja (2000) acuña el concepto de postmetrópolis para definir el resultado de los procesos de cambio de la ciudad globalizada. Una ciudad que ofrece una imagen poliédrica y de gran complejidad formal. Aquí coincide el desmantelamiento y la pérdida de significado de las realidades preexistentes con la aparición de nuevas realidades y con la incorporación de nuevos significados. En definitiva aparecen espacialidades hasta ahora inéditas en las que no es fácil diferenciar componentes o establecer límites. Así, interesado por la proyección espacial de las relaciones sociales generadas en la actual fase de desarrollo tardocapitalista, Soja propone distintos calificativos al sustantivo ciudad (flexcity, exópolis, polaricity, carceral city, simcity) para referirse a una ciudad flexible en sus límites y contenidos y en la que la fragmentación del lugar coincide con la homogeneidad global, una ciudad sin polis a la que falta la ciudadanía, una ciudad polarizada o marcada por la opresión y el encierro o una ciudad del simulacro y de la hiperrealidad.

Por su parte, el sociólogo François Ascher ya había establecido, en 1995, el término de metápolis para indagar más allá de los límites y de los significados de la ciudad del presente. En principio, este neologismo tuvo una gran acogida entre urbanistas y arquitectos para referirse a los nuevos territorios de lo urbano, ya que se adecuaba a la necesidad de dar nombre a nuevas realidades que, marcadas por la fragmentación, rompían el concepto de centro y periferia propio de la lógica christalleriana. El concepto evoluciona y va refiriéndose a un sistema polarizado de metrópolis globales conectadas por las redes de transporte de alta velocidad. Fuera de estos espacios heterogéneos y cotidianos, sólo queda -como consecuencia de un efecto “túnel”- el no man´s land: espacios inertes e invisibles situados entre los aeropuertos y estaciones de los trenes de alta velocidad; espacios que, ajenos a las miradas cotidianas, no existen (Ascher, 2005).

Se produce pues una enorme paradoja en relación con una ciudad que no sólo expande sus bordes y periferias, sino en la que proliferan y compiten sus centros, pero que al mismo tiempo ve mermados sus caracteres seminales de urbs, civitas y polis. Por lo tanto, las interpretaciones modélicas y concéntricas en relación a la organización de los espacios metropolitanos resultan insuficientes para aprehender los territorios de la postmetrópolis de Soja o de la metápolis de Ascher. En ellas, los espacios urbanos, suburbanos, periurbanos y rururbanos siguen existiendo, pero manifestándose con un nivel de promiscuidad territorial tal que no hay lugar para su delimitación clara.

2.- ESCENARIO RESULTANTE Y PERSPECTIVAS DE LECTURA DESDE LA CIUDAD INTELIGENTE.

Aquellas complicaciones de los órdenes urbano, metropolitano y postmetropolitano tiene unos consecuentes efectos perversos en la vida cotidiana de los ciudadanos, que, por una parte, pierden sus referentes o identificadores territoriales y, por otra, terminan sufriendo las contradicciones entre una teórica institucionalización normativa de los instrumentos participativos en la planificación de sus ciudades y territorios y un real y efectivo dominio de la misma por parte de los poderes fácticos. A través de la dispersión informativa con sobresaturación de la información cuantitativa y experta y ausencia de la cualitativa y comprensible, de la falta de cauces operativos de intercambio de saberes y conocimientos entre ciudadanos y profesionales y del excesivo protagonismo de algunos aspectos concretos y mercantiles en la planificación habitacional y urbanística como las primacías de las intervenciones especulativas o de la rápida movilidad del transporte privado, el mercado –apoyado en políticos profesionalizados- organiza y especula con todo el territorio.

Tales contradicciones entre lo teórica y políticamente correcto y lo real y mercantilmente ejecutivo en la configuración de los territorios urbanos, metropolitanos y metapolitanos están conduciendo a la consideración exclusiva del ciudadano como

cliente, tanto del mercado –por la vía del consumo- como de la política experta y profesional –por la vía de la teórica participación e incluso de la, a veces, cínica gobernanza- y no como un sujeto protagonista y efectivo en la planificación y gestión de su propia ciudad.

Ante tal cacotópico escenario, puede resultar interesante releer la ciudad y sus efectos territoriales desde la herencia que pueden ofrecer tanto la geografía y otras ciencias sociales, como la filosofía y sus consideraciones sobre el concepto de inteligencia compartida (Marina, J.A., 1993 y 2000) y también desde las intencionalidades de unos enseñantes e investigadores comprometidos con otras posibilidades de futuro de nuestras propias ciudades. Aprender a mirar no sólo analítica sino también compresivamente y a plantear y mostrar caminos transformadores en el discurrir de nuestras urbes, metrópolis y postmetrópolis es el objetivo final de estas reflexiones y la razón de esta ponencia, que -enmarcada en el mayor o menor grado de inteligencia compartida y secularmente acumulada que las entidades urbanas significan y como última expresión de una reflexión colectiva (∗) e inacabada- quiere desarrollarse a partir de las cuatro perspectivas e hipótesis siguientes:

1.- La ciudad en el territorio. Toda ciudad, como elemento o invariante territorial, constituye originariamente un nodo inserto entre redes y superficies. Ello la convierte sustancialmente en realidad ecotónica, fronteriza, intercultural y convergente. Pero, además, su propio emplazamiento la dota de unos paisajes fundantes, que el progresivo desarrollo de su inteligencia compartida irá convirtiendo en escenarios simbólicos o identitarios y en espacios libres para la autocomplacencia y el disfrute de habitantes y visitantes. La expansión de la ciudad más allá de su territorio metropolitano y el consecuente y banal ocultamiento de su matriz territorial subyacente son fenómenos constatados y repetidos que, en una ciudad inteligente, deberían ser contrarrestados por apreciaciones y representaciones que tiendan a resaltar el valor de las singularidades territoriales.

2.- La ciudad y el tiempo. Como cualquier ser vivo, la ciudad envejece. Saber envejecer dignamente, remozándose con equilibrados compases, es uno de los caracteres más significativos de una ciudad inteligente. Porque los tiempos de la ciudad son cambiantes, de manera que toda ciudad inteligente reconoce y sabe aplicar sus propios compases que, en su necesario y continuo proceso de remozamiento, a veces respeta y otras veces rompe consciente y arriesgadamente. Por otro lado, una ciudad inteligente en la gestión del tiempo será también aquella que, desde su propia morfología, sepa responder adecuadamente a los diferentes tiempos de sus ciudadanos (tiempo de los niños, tiempo de los paseantes, tiempo de los ejecutivos y productores, tiempo de los mayores, tiempo de los cuidados)

3.- La ciudad y el mercado. La ciudad es uno de los fenómenos más aquilatado de producción y reproducción del capitalismo. Ello la convierte en un ente espacialmente expansivo y absorbente, así como socioculturalmente segregador y tendente a la conflictividad. En aras de una convivencia ciudadana que conduzca a la autocomplacencia con sus improntas territoriales y a la comprensión mutua entre sus ciudadanos, gran parte de la energía inteligente de la ciudad deberá destinarse a desarrollar planes que corrijan las banalizaciones paisajísticas y las segregaciones sociales provocadas en ella y en sus territorios por el mercado y conduzcan a respetuosos procesos de inclusión sociocultural, favoreciendo la equidistribución de bienes y la rica diversidad sociocultural, así como el respeto y aprendizaje de la propia disidencia.

∗ OJEDA, J.F. y DELGADO, B. (2005), GARCÍA, A., DELGADO, B. y OJEDA, J.F. (2007), GARCÍA, A., OJEDA, J.F. y TORRES, F. J. (2008) y OJEDA, J.F. y VILLA, A.A. (2008 y 2009), DELGADO B. y GARCÍA (2009).

4.- La ciudad y la esperanza. Otra ciudad será posible si el desarrollo de su inteligencia le permite ir traduciendo ecologías y saberes de sus propias comunidades para ensayar y adoptar experiencias transformadoras y esperanzadoras en sus calles, barrios, distritos y zonas de influencia. El paso del lineal y dilemático si/no al dialéctico todavía no, pero... de Ernst Bloch (2004-07), marca el camino de una esperanza que puede conducir -en unos procesos de recuperación de la propia y secular inteligencia y de una construcción participativa- a ciudades, metrópolis y postmetrópolis paisajísticamente definidas, social y culturalmente integradoras y políticamente participativas e incluso autogestionadas.

3.- CIUDADES Y PRÁCTICAS INTELIGENTES

3.1.- La ciudad en el territorio

La ciudad se define como una entidad en la que confluyen elementos territoriales, sociales y políticos, relacionados originariamente por:

� La elección de un emplazamiento sustancialmente ecotónico y fronterizo, que, por un lado, la vincula con recursos o limitaciones naturales y con el dominio de un territorio y, por otro, la dota de la seguridad necesaria para desarrollar su función de redistribuidora de bienes básicos para la vida del grupo. El propio emplazamiento explica los paisajes fundantes de cada ciudad (deltas del Cairo o Tetuán, bahías de Cádiz, Ceuta, Atenas o Tánger, estuarios de Sanlúcar de Barrameda o Larache, vegas y campiñas fértiles de Carmona, Ronda, Meknes o Fez).

� La acogida de individuos libres, que, desvinculados de clanes y señoríos

rurales, se mezclan entre sí en una sociedad compleja económica y culturalmente que mantiene la individualidad, concede derechos colectivos de ciudadanía, incluido el de disentir. Una sociedad que suele expresar su voluntad de crear su propia memoria, como patrimonio común que le permita avanzar y perpetuarse (dibujos, jeroglíficos, contabilidades, saberes que irían desembocando en escrituras y números)

� La presencia de sedes de la identificación y del encuentro -ágoras, foros,

plazas o zocos- en las que se elabora y desarrolla la propia cultura ciudadana, del comercio, de la exhibición y del ejercicio de los deberes y derechos políticos de participación y de disidencia. Tales espacios libres y públicos -que funcionan como hitos de convergencias internas y voluntarias- se constituyen en escenarios simbólicos de los tejidos urbanos desde sus orígenes, dando fe de su importancia las intencionalidades estéticas y escenográficas que muestran (pórticos, escalinatas, edificios civiles-religiosos destacados…)

En definitiva, la ciudad puede ser considerada como una de las invenciones más

originales, complejas y exitosas de los humanos. Territorialmente, nació como nodo que, situado en un cruce de vías, domina las superficies adyacentes e incluso lejanas a través de un sistema cultural propio -civilizatorio- y con vocación de independencia de los ritmos naturales. Si bien hasta el siglo XIX en la periferia de las ciudades han permanecido villas, huertas, campiñas, almacenes, mataderos, establos, constituyendo una transición ilustrativa del secular diálogo entre ellas mismas y sus campos y generando unos bordes de cierta armonía en los que se manifestaba aquella interdependencia. Pero tales caracteres territorialmente originales de nuestras ciudades parecen haber sido olvidados a la hora de abordar sus actuales planificaciones urbanísticas, en aras de cubrir la necesidad de continua y acelerada intervención que tiene y sostiene al mercado inmobiliario. Aquellos olvidos terminan convirtiendo a nuestras ciudades y metrópolis en lugares de difíciles y complicadas habitaciones.

No obstante, si partimos de la hipótesis de que el grado de progresivo mantenimiento del significado de aquellos paisajes fundantes a través de su conversión en escenarios simbólicos o identitarios y en espacios libres para la autocomplacencia y el disfrute de habitantes y visitantes, puede constituirse en el indicador o signo más expresivo del desarrollo territorial de las inteligencias ciudadanas, encontraremos ejemplos de magníficas prácticas de tales desarrollos en cada uno de los espacios a los que quiere referirse este Congreso Internacional: El Norte de África, Latinoamérica y España:

� La ciudad marroquí de Marraquech y su Plaza de Xemaá-el-Fná -donde vive, escribe y medinea el escritor Juan Goytisolo- constituye un ejemplo de abierta y reconocida supervivencia de un patrimonio tangible e intangible en aquel zoco vivo y resiliente:

“El universo de chamarileros y azacanes, artesanos y mendigos, pícaros y chalanes, birleros de calla callando, galopines, chiflados, mujeres de virtud escasa, gañanes de andar a la morra, pilluelos de a puto el postre, buscavidas, curanderos, cartománticas, santurrones, doctores de ciencia infusa, todo ese mundo abigarrado, de anchura desenfadada, que fue enjundia de la sociedad cristiana e islámica -mucho menos diferenciadas de lo que se cree- en tiempos de nuestro arcipreste, barrido poco a poco o a escobazo limpio por la burguesía emergente y el estado cuadriculador de ciudades y vidas es sólo un recuerdo borroso de las naciones técnicamente avanzadas y moralmente vacías. El imperio de la cibernética y de lo audiovisual allana comunidades y mentes, disneyiza a la infancia y atrofia sus poderes imaginativos... Sólo una ciudad mantiene hoy el privilegio de abrigar el extinto patrimonio oral de la humanidad, tildado despectivamente por muchos de «tercermundista». Me refiero a Marrakech y a la plaza de Xemaá-el-fná, junto a la cual, a intervalos, desde hace veinte años, gozosamente escribo, medineo y vivo...

...Xemaá-el-fná resiste a los embates conjugados del tiempo y una modernidad degradada y obtusa. Los halcas no desmedran, emergen talentos nuevos y un público siempre hambriento de historias se apandilla jovial en torno a sus juglares y artistas. La increíble vitalidad del ámbito y su capacidad digestiva aglutinan lo disperso, suspenden temporalmente las diferencias de clase y de jerarquía. Los autobuses cargados de turistas que, como cetáceos, varan en él son envueltos de inmediato en su telaraña finísima y neutralizados por sus jugos gástricos. Las noches de ramadán de este año han convocado a decenas de millares de personas en su centro y calzadas, alrededor de las cocinas de quita y pon y en el regateo a grito herido de zapatos, prendas de ropa, juguetes y chucherías

Al claror de las lámparas de petróleo, he creído advertir la presencia del autor de Gargantúa, de Juan Ruiz, Chaucer, Ibn Zaid, al Hariri, así como de numerosos goliardos y derviches.La imagen zafia del bobo besuqueando su teléfono celular no afea ni abarata la ejemplar nitidez de su egido. El fulgor e incandescencia del verbo prolongan su milagroso reinado. Mas a veces su vulnerabilidad me inquieta y el temor

se agolpa en mis labios cifrado en una pregunta: ¿hasta cuándo?” (Goitysolo, J., 1997)

� Valparaíso (Chile): “Que nadie nos tape la vista”.

El derecho a ver, a paisajear, a disfrutar con los paisajes fundantes de su propia ciudad se convierte en objetivo prioritario de una de las acciones ciudadanas inteligentes que allí están surgiendo y desarrollándose:

A la ciudadanía de esta ciudad portuaria chilena se le plantea, mediante una campaña de concienciación, el reconocimiento del emplazamiento geográfico de Valparaíso -a modo de un anfiteatro ante su bahía- como su más genuino recurso. Contemplar el escenario o paisaje fundante desde cada lugar del anfiteatro, tiende a convertirse, así, en un derecho primario de los ciudadanos de Valparaíso.

La defensa del derecho a disfrutar con el paisaje, mediante la representación metafórica del escenario de un anfiteatro, se va transformando –a través de una campaña educadora y reivindicativa ciudadana- en discurso aceptado y propio de la ciudadanía inteligente, de manera que:

- El llamado valor del anfiteatro pueda llegar a constituirse en argumento y criterio que motive la implementación institucional de normativas reguladoras del crecimiento y la edificabilidad en Valparaíso.

- Pero, además, esta reivindicación ciudadana consigue ir otorgando a esta ciudad un específico marchamo o una genuina etiqueta de desarrollo urbano, que tenderá a convertirse en referente para otras ciudades chilenas, latinoamericanas y mundiales.

� Río de Janeiro (Brasil). Favela painting.

Las acumulaciones de pobres y desfavorecidos en las grandes ciudades han ido generando unos asentamientos que ocupan espacios traseros y devaluados, en los que no se cuenta con la posibilidad de disfrutar o identificarse con paisajes fundantes. En estos casos extremos, la inteligencia de la ciudad puede jugar con los mecanismos publicitarios de una sociedad mediática y megalómana para convertir las carencias, limitaciones o dificultades en recursos.

Tal tipo de conversión es la que plantea la experiencia Favela Painting, una de las que desarrolla la ONG Firmeza Foundation para atraer la atención de la comunidad internacional sobre los problemas que viven los habitantes de las favelas en Río.

Este Proyecto Favela Painting, se encuentra enmarcado en un conjunto de inteligentes y originales iniciativas, con las que se pretende combatir la exclusión y el estigma social a través de la distribución en redes de nuevas imágenes creadas por el arte -que puede jugar el hermenéutico papel de mediador entre la población local estigmatizada, pero potencialmente creativa, y el resto de los habitantes de la ciudad y del mundo– buscando cambiar la estigmatización, crear soluciones sostenibles y atraer la atención mundial. Liderado por los holandeses Jeroen. Koolhaas y Dre Urhahn y con la colaboración de entidades privadas, Favela Painting comenzó a funcionar a finales del 2006 y continúa vivo y creando paisajes urbanos para el disfrute, la identificación y la dignidad allí donde es difícil disfrutar y mantenerse digno.

� Ciudades mediterráneas españolas: Las Ramblas.

Los diseños y programaciones de algunos paisajes fundantes pueden producir, algunas veces, situaciones paradójicas y discutidas. Esto ocurre con las ramblas de muchas de las ciudades de la costa mediterránea española: Por un lado, podría decirse que sus soterramientos y urbanizaciones han sido operaciones aparentemente torpes, ya que suponen la pérdida de sus paisajes fundantes. Pero, por otra parte, hay que comprender que pueden conseguirse resultados inteligentes, al revertir un uso marginal de tales ramblas y reinsertarlas tanto en la animación ciudadana como en el imaginario colectivo, convirtiéndolas en escenarios simbólicos y representativos de aquellas ciudades (la Rambla de las Flores de Barcelona), estableciendo una red amplia y continua de espacios públicos longitudinales, donde recuperar el placer del paseo por el paseo y sirviendo de transición orgánica entre los centros y las primeras periferias urbanas.

La Rambla de Amatisteros, de Almería -como una de las últimas en soterrarse y urbanizarse- puede resultar un ejemplo interesante por varios motivos:

- Sus inteligentes diseño y dotación de contenidos, en los que se incluyen elementos para el uso y también recursos estéticos y arte público.

- La escasa complicación que ha supuesto plantear diferentes posibilidades, ya que lo reciente del “nuevo escenario encontrado” no ha planteado limitaciones.

- La creación de espacios para la acción, muy vivos y dinámicos en sus funciones, usos e imágenes.

3.2.- La ciudad y el tiempo

Una de las expresiones más significativas del proceso metonímico que ha ido

sufriendo la cultura occidental respecto de su matriz originaria es, sin duda, la referida al tiempo. El dogma de la productividad y la progresiva consolidación de la indolencia, como actitud soberbia y despreciadora de la historia y de las acumulaciones culturales, ha supuesto –según la tesis de B. de Sousa Santos (2005)- el olvido de todos aquellos tiempos que no sean el de la producción de mercancías, que es un tiempo mecánico, lineal y que suele confundir la rapidez y la velocidad con el progreso y el desarrollo.

Pero en la vida diaria de la ciudad y de sus territorios y ciudadanos hay múltiples tiempos: desde el cambiante y momentáneo tiempo atmosférico o el estacional y cíclico tiempo climático, hasta el discurrir envejecedor de la propia vida de la ciudad y de sus ciudadanos y los distintos tiempos del ocio y del negocio, de la ejecutividad y del paseo, del juego, del estudio, de los cuidados o de la diversión.

Los originales planteamientos sobre el uso inteligente de los tiempos por y en las ciudades son cada vez más conocidos y compartidos (Movimiento de ciudades lentas, Bancos de tiempo…). En su exquisito texto Del buen uso de la lentitud, Pierre Sansot (1999, p.34…36) argumenta: “Callejear no es detener el tiempo sino adaptarse a él sin que nos atropelle…la felicidad del callejeo no surge de lo que descubrimos a través de la mirada sino del mismo caminar, de una respiración libre, de una mirada no ofuscada por nada, del sentimiento de estar a gusto en este mundo, como si fuera legítimo que sacáramos de él el usufructo”

Nosotros aquí vamos a referirnos, por una parte, a la inteligencia de la ciudad respecto del afrontamiento de su propio tiempo como ser vivo que tiende a ir envejeciendo y que necesita remozarse continuamente y con dignidad. Y, por otro lado, a la gestión conducente a dar respuestas más o menos inteligtentes a los diferentes tiempos de sus distintos ciudadanos:

� Mantenerse viva es obligación de toda ciudad y para conseguirlo, como cualquier ser vivo, la ciudad necesita que sus planificaciones, reordenaciones y actuaciones puntuales se orienten hacia un continuo y equilibrado proceso de remozamiento, que sepa controlar su progresivo deterioro y también la calidad de sus cambios.

Pero en la ejecución de tal proceso serán necesarios al menos dos momentos para no caer en banalidades o intervenciones colonizadoras:

- En el primer momento, será irreemplazable tener un conocimiento certero de los compases o ritmos propios de cada ciudad y sus territorios anexionados o colonizados, así como de cada barrio, calle o edificio a lo largo de su vida.

- En un segundo momento y resuelto el conocimiento previo, se estará en condiciones de decidir responsablemente la elección de un camino entre estos dos: el que sigue adoptando tales compases para ese lugar y ese momento o el más arriesgado, pero plenamente consciente, de romper aquellos compases propios en algunos lugares y ciertos momentos dados para elegir otros moldes más valientes.

Sólo aquellos conocimientos y diagnósticos y estas decisiones sopesadas y sabias irán permitiendo a la ciudad inteligente una gradación vital armónica o unos saltos cualitativos sustanciales y aplicables a sus distintas escalas (ciudad, barrios o edificios).

Ello irá dando -como sucesivos o coyunturales resultados- escenarios viejos, rejuvenecidos o nuevos pero dignos (ni musealizados, ni horteras, ni excesivamente decadentes o deteriorados, ni demasiado limpios ni completamente sucios). Hay que considerar que -siguiendo con la metáfora orgánica y vital- la ciudad es un organismo acumulador, un totalizador histórico y un catalizador de sentidos, que -mostrando sus colores, sus texturas, sus olores, sus sabores y sus gustos- debe aprender a envejecer con dignidad.

Valgan los siguientes ejemplos, referidos a otras tantas situaciones de barrios, calles y edificios marginales de Andalucía (Torres,F.J. y Ojeda,J.F., 2004), así como a una intervención turística muy visible en una playa andaluza, para mostrar distintas caras del proceso de envejecimiento o remozamiento ajustado u hortera.

Calle remozada y viva de Bajo de Guía. Barrio decadente. Los Pajaritos (Sevilla) Sanlúcar de Barrameda (Cádiz)

Intervención hortera. Marbella (Málaga) Edificio muerto. El Puche (Almería)

� Por otro lado, una ciudad inteligente en la gestión del tiempo será también aquella que, desde su propia morfología, sepa responder adecuadamente a los diferentes tiempos de sus ciudadanos (tiempo de los niños, tiempo de los paseantes, tiempo de los ejecutivos y productores, tiempo de los mayores, tiempo de los cuidados, tiempo de las creencias…).

- La recuperación de las riberas de la dársena del Guadalquivir para el paseo y disfrute ciudadano o de sus propias aguas para el deporte náutico, la peatonalización del centro y el desarrollo de los carriles bicis quizás hayan sido las últimas decisiones más inteligentes del municipio de Sevilla, por lo que han supuesto de respuestas adecuadas a tiempos lentos, no productivos y de disfrute de su ciudadanía y de sus visitantes

- Otra experiencia ejemplar, menos visible, pero de la que puedo dar fe porque estoy implicado en ella, es la del proceso que pretende transformar el asentamiento de chabolas de Jnane Aztout en barrio del centro de la ciudad de Larache. Allí, el descubrimiento por parte del equipo de cooperantes de la necesidad de respetar el lento tiempo -de tranquilidad, silencio y reflexión- propiciado por el ramadán de Septiembre de 2008, supuso la asunción por los vecinos y su asociación o widadiyat de la responsabilidad autogestora en el futuro edificatorio de su nuevo barrio.

3.3.- La ciudad y el mercado

La ciudad es uno de los fenómenos más aquilatado de producción y reproducción del capitalismo y el mercado. Ello la convierte en un ente espacialmente expansivo y

absorbente, así como socioculturalmente segregador y tendente a la conflictividad. El mercado no sólo convierte a la ciudad en ameba -que deglute y metaboliza territorios cada vez más alejados-, sino también en cedazo –que selecciona distingue y distribuye a sus propios ciudadanos en función de sus capacidades adquisitivas y va colocándolos en espacios urbanos de diferente valor-. De manera que la ciudad, que en sus inicios debió caracterizarse por unos límites claros que marcaban la libertad frente a las servidumbres rurales y por una mezcla de individuos de distintas procedencias y clases, hoy se reconoce por su expansión territorial –metápolis- y por sus segregaciones espaciales en función de clases, etnias o culturas diferenciadas por mayores o menores niveles de consumo.

En estos seculares procesos de expansiones y segregaciones urbanas, los fenómenos más distintivos de la modernidad y la contemporaneidad en las grandes ciudades han tenido que ver, sin duda, con sus progresivas configuraciones y reconfiguraciones metropolitanas y postmetropolitanas. De manera que el paso de la ciudad moderna a la ciudad contemporánea viene marcado por la continuada ruptura de moldes que exige la expansión capitalista: “En el capitalismo tiene así lugar una eterna lucha en la cual el capital construye un paisaje material apropiado a su propia condición, en un momento particular, sólo para luego tener que destruirlo, generalmente en el curso de una crisis, en otro momento histórico. El flujo y reflujo temporal y geográfico de inversión en la planificación urbana sólo puede ser comprendido en términos de dicho proceso” (Harvey, D., 1977, p.124).

El establecimiento de unas fases o periodos que pudieran secuenciar tal proceso de geohistoria urbana ha constituido el objetivo de muchos economistas (Kondratieff, Schumpeter, Mandel), historiadores (Hobsbawn) y geógrafos (Hall, Berry, Johnston). Intentando conectar aquellas diferentes contribuciones, el geógrafo Edgard W. Soja (1989) elaboró unos prototipos de cartografía, referidos principalmente a ciudades norteamericanas, que ilustran la evolución de la forma urbana en el periodo comprendido entre 1820 y 1970 y proporcionan una forma útil de explicar la geohistoria del espacio urbano moderno hasta la emergencia contemporánea de una postmetrópolis, cuyos nuevos procesos de urbanización quedarán conceptualizados a partir de seis discursos o paradigmas, referidos –por pares- a tres tipos de categorías: el marco interpretativo (metrópolis postfordista y cosmópolis gobalizada), los resultados urbanísticos (exópolis y ciudad fractal), las estrategias sociales anexas (archipiélago carcelario y ciudad simulada o simcities) (Soja, W.S., 2008).

Pero aquel proceso no ha sido igual en todas las ciudades, ya que -en función del papel que cada urbe cumpliese en el conjunto territorial al que pertenecía- ha seguido modelos distintos. Algunas ciudades primeras o primadas en sus propias jerarquías urbanas –París en 1848, Barcelona entre 1859 y 1867, Nueva York en 1942- pudieron contar con modelos propios y endógenos o específicamente diseñados de algunas de sus sucesivas configuraciones y reconfiguraciones; mientras que la mayoría de las grandes ciudades y todas las situadas en rangos inferiores tuvieron y tienen que ir asumiendo las convulsiones del mercado y adoptando unas configuraciones sucesivas de origen exógeno o colonial, que se caracterizan por sus adaptaciones dictatoriales y compulsivas a las sucesivas coyunturas mercantiles.

Estos modelos de crecimiento podrían ser calificados de “coloniales”, retomando una clásica y crítica posición geográfica (Mombeig, P., 1950; Taylor,G.,1954) que ya describía lo colonial como un específico orden territorial similar o coincidente con el de estas actuales metrópolis y cuyos caracteres diferenciales eran y siguen siendo (Ojeda, J.F. y Villa, A.A., 2008):

• Adaptación al dictado expeditivo del mercado y sus coyunturas, sin tiempo de pensar o planificar y con el progresivo desarrollo de despilfarros urbanísticos y segregaciones sociales.

• Consolidación de la inestabilidad y el cambio rápido, que genera desorden creciente, normalización de lo transitorio y caos.

• Adopción de respuestas parcelarias y simples a realidades complejas, con sus consecuentes corolarios de incapacidad manifiesta para una gestión operativa y continua creación de incertidumbres, por desconocimiento e incomprensión del pasado e ignorancia del futuro.

Una ciudad inteligente sería aquella que, ante tales impactos mercantiles, destinase gran parte de su energía transformadora en planes que –diagnosticando sabiamente las distintas y complejas fenomenologías urbanas y metropolitanas- adquieran la autoridad que les permita ser capaces de corregir las marginalidades y segregaciones sociales y caminar hacia respetuosos, convincentes y efectivos procesos de inclusión, en pro de una convivencia ciudadana que tienda a la igualdad y, a su vez, favorezca la rica diversidad sociocultural y paisajística y respete y aprenda de la propia disidencia.

Son muchas y de muy distintas escalas las experiencias presentadas a este Congreso sobre procesos planificadores intencionados y con la autoridad suficiente –otorgada por sus historias efectivas, las convicciones de sus promotores y los desarrollos de procesos participativos y autogestionarios- para corregir algunos de los desmanes urbanísticos y sociales inducidos por el mercado en calles, barrios, ciudades y metrópolis. Vamos a elegir dos experiencias –latinoamericana y española- que, con distintas escalas y ciertos paralelismos y afinidades, nos han parecido significativas:

-Plan Maestro para Curitiba (Brasil)

Con casi 2 millones habitantes, la capital del estado brasileño de Paraná, es una ciudad que se desarrolla a partir de la llegada de muchos inmigrantes alemanes, japonenses, polacos, ucranianos e italianos a finales del siglo XIX y que inicia la década de los sesenta del siglo XX presentando los típicos problemas de las grandes urbes latinoamericanas: crecimiento urbano desordenado, sistema de transporte ineficiente, hacinamiento, carencia de zonas verdes, altos índices de desempleo, segregación social y espacial.

En 1965 se presenta un Plan Maestro para Curitiba, en el que se plantea el desarrollo de vías estructurantes, de transporte público de carril exclusivo y de peatonalización de calles y se crea una entidad –el IPPUC- para la ejecución de sus directrices.

Durante los años 1971-92, con la alcaldía de Jaime Lerner, se llevan a cabo cientos de pequeños proyectos urbanísticos y sociales articulados, de bajo presupuesto pero gran impacto: La primera isla peatonal del mundo (1972), el sistema de áreas verdes, la

consolidación de hitos urbanos culturales y la creación de pequeñas bibliotecas vecinales como faros del saber, el teléfono de la solidaridad, la concesión de microcréditos, la distribución diaria y gratuita de comida, la distribución de parcelas para huertas, el apoyo municipal a la autoconstrucción de las propias viviendas, un servicio de furgones que intercambia basura reciclada por bonos de comida o libros o billetes de transportes públicos….

Hoy es la capital ecológica de Brasil y de Latinoamérica, su desarrollo ambiental ha atraído a la industria automotriz limpia, lo que ha elevado la renta de sus habitantes y su producto interior bruto. Recoge y recicla el 96% de su basura y cuenta con un 96% de habitantes alfabetizados y hasta un 86% con educación superior, lo que le permite una vida cultural amplia y diversa, aprovechando e integrando su diversidad multiétnica.

- Plan Especial de Transformación del Barrio de la Mina en Sant Adriá del Besós

(Barcelona) En un barrio de aluvión –tipo “polígono”, presente en muchas periferias urbanas

españolas- cuyo origen responde a “contenedor de pobres”, llegados en sucesivos momentos de desahucios y erradicaciones chabolistas (años cincuenta y sesenta) y cuyas dotaciones infraestructurales y de equipamientos son muy escasas, a lo que se añaden las dificultades de integración en los tejidos urbanos, que generan una percepción de aislamiento de sus habitantes y una estigmatización social de los mismos (en el caso de La Mina son aproximadamente 20.000 en 2.721 viviendas), la espiral que conduce al máximo grado de exclusión y al estigma (Torres, F. J., 2005) se convierte en una historia repetida, inexorable y difícil de detener, por más inversiones coyunturales que puedan realizarse, si no se aborda desde un Plan Integral de Transformación

Urbanístico-Social como están siendo el de la Mina o el del Polígono Sur sevillano (Ojeda, J.F. y Torres, F.J., 2004).

Los objetivos explícitos del Plan Integral de la Mina, aprobado en 2003, son los siguientes:

-Enfoque integrado y generación de confianza hacia las actuaciones e iniciativas. -Implicación progresiva de agentes de la comunidad en los procesos en que es posible. -Implicación de técnicos, profesionales y servicios del barrio en acciones

suplementarias del Plan. -Participación de entidades y asociaciones del barrio en las actuaciones propuestas. -Desarrollo de actuaciones que tengan en cuenta las necesidades de todos los sectores

y colectivos del barrio. -Establecimiento de buenos niveles de información y comunicación de todas las

actuaciones del Plan.

Hoy, a casi seis años, de la aprobación definitiva del Plan, las actuaciones urbanísticas previstas están desarrolladas en más de un 80 %. El Plan de Transformación Integral va acompañado de un Plan de Actuación Social, estructurado en siete apartados: 1) Formación e integración sociolaboral, 2) Conciliación de la vida familiar y laboral, 3) Desarrollo económico, 4) Participación y desarrollo comunitario, 5) Mejora de la convivencia y civismo, 6) Apoyo social y educativo y 7) Espacio público y civismo, de los que se han realizado más de setenta acciones y programas, de manera que la Mina tiende hoy a ser un barrio normalizado, que mira al futuro con ojos nuevos.

3.4.- La ciudad y la esperanza.

En el gobierno de la ciudad resulta hoy habitual prescindir de la propia cultura o acumulación de saberes previos, en un alarde de indolencia, que analiza, diagnostica y gestiona la ciudad a través de la metonimia (que confunde el todo con una parte y tiende a la dicotomía jerárquica) y la proléptica (que -en función del progreso y la perpetuación en el poder, por las elecciones inmediatas- tiende a la linealidad, encogiendo el presente y ensanchando el futuro) (Sousa Santos, 2005):

Lo Local, lo ParticularLo GlobalLa Escala Dominante…

Lo Atrasado, lo TradicionalLo AvanzadoEl Tiempo Lineal…

Lo IgnoranteLo CientíficoEl Rigor…

Lo InferiorLo SuperiorLa Clasificación Social…

Lo ImproductivoLo ProductivoEl Productivismo…

PRODUCIENDO LA INEXISTENCIA DE:

SOBREVALORANDO:LÓGICAS QUE SE BASAN EN:

INTERPRETACIÓN DESDE LA RAZÓN METONÍMICA Y LA DICOTOMÍA JERÁRQUICA

Concepción lineal del tiempo. Sustracción del mundo, contracción del presente, ex pansión del futuro.

INTERPRETACIÓN DESDE LA RAZÓN PROLÉPTICA

Así, toda ciudad que se precie quiere hoy ser científica, avanzada, superior, global y productiva marcando nuevos y repetidos moldes, en olímpicos y soberbios desprecios de sus respectivas experiencias.

Frente a tal homologación indolente, Boaventura de Sousa Santos plantea un camino hacia la ciudad inteligente, que pasa por una gestión ciudadana que comience reconociendo las ausencias y continúe haciendo aflorar sus inmediatas emergencias… a través de una serie de propuestas alternativas basadas en un diagnóstico complejo y una buena y adaptada traducción de la propia cultura ciudadana

Lo Local / Particular

Lo GlobalEn la Escala Dominante…

Lo AtrasadoLo Avanzado

En el Tiempo Lineal…

Lo IgnoranteLo CientíficoEn el Rigor…

Lo InferiorLo SuperiorEn la Clasificación Social…

Lo ImproductivoLo Productivo

En el Productivismo…

PRODUCIENDO LA INEXISTENCIA DE:

SOBREVALORANDO:

LÓGICAS QUE SE BASAN EN:

INTERPRETACIÓN DESDE LA RAZÓN METONÍMICA Y LA DICOTOMÍA JERÁRQUICA

Concepción lineal del tiempo. Sustracción del mundo, contracción del presente, expansión del futuro.

INTERPRETACIÓN BASADA EN LA RAZÓN PROLÉPTICA

Recuperar lo singular, lo propio, poco o nada afectado por la globalización.

Ecología de las transescalas

La consideración de otras formas temporales: lo cíclico, lo estacional. Idea del ritmo y el compás. No confundir desarrollo con crecimiento, progreso, precipitación o velocidad.

Ecología de las temporalidades

Establecer la confrontación y el diálogo entre los saberes. Credibilidad contextual. No hay ignorancia en general ni saber en general.

Ecología de los saberes

Una nueva articulación entre el principio de igualdad y de diferencia. Diferencias iguales: Hombre/Mujer Mayoría/Minorías

Ecología de los reconocimientos

Apostar por sistemas alternativos de producción. Reestablecer mecanismos de redistribución, a través de organizaciones económicas populares, cooperativas y empresas autogestionadas, economía solidaria…

Ecología de la productividad

ESTO SIGNIFICA:LÓGICAS QUE SE BASAN EN:

PROPUESTA ALTERNATIVA. LÓGICAS DIFERENTES QUE HACEN AFLORAR LAS AUSENCIAS

Contraer el futuro. Observar posibilidades plurales y concretas en el presente, a través de señales de esperanza: “Del drástico si/no al todavía no, pero…” (E..Bloch). Para ello se necesita un trabajo de TRADUCCIÓN que permita el reconocimiento y aprovechamiento de EXPERIENCIAS y prácticas transformadoras

PROPUESTA ALTERNATIVA. SOCIOLOGÍA DE LAS EMERGENCIA S

- Proyecto barrios. Costa Rica. Enmarcado en un Plan Nacional de Desarrollo, en su línea estratégica de Desarrollo de las Comunidades y bajo los auspicios del Ministerio de Cultura y Juventud y del Museo de Arte Costarricense, el objetivo de este Proyecto es la puesta en valor del Patrimonio tangible (la arquitectura) e intangible (la memoria de los vecinos) de seis barrios emblemáticos de la capital San José y otros seis de otras tantas cabeceras provinciales.

Por medio de reseñas históricas, inventarios y entrevistas se desarrolla un proceso investigador y transformador que, destacando el patrimonio tangible (edificios emblemáticos y arquitectura vernácula) e intangible (memoria colectiva, leyendas, identidades, mitos, usos y costumbres específicos), coadyuva en la concientización del desarrollo y el papel de los barrios en la construcción de la identidad nacional y en la consolidación de la democracia. El rescate de valores, el interés por “el otro” y su ejercicio de solidaridad y tolerancia cobran vigencia de nuevo en la memoria colectiva al evocar historias de vida y anécdotas de esfuerzos comunales para ir estableciendo condiciones de mejoramiento urbano.

Todo ello va conduciendo a una acumulación de inteligencia y capital neuronal compartido: Colecciones plásticas de artistas reconocidos y de niños, que se exponen; tertulias y debates; concursos de ensayos; intervenciones experimentales en espacios

públicos; publicaciones de los libros de las memorias de cada barrio. Con ello se consiguen establecer alianzas interinstitucionales para ir desarrollando las propuestas concretas y participativas de transformaciones barriales.

Barrios de San José en los que se interviene

Ejemplos de colecciones plásticas Tipo de ficha

- Plan regulador municipal y proyectos estratégicos en San Cristóbal. Republica Dominicana.

Diagnóstico: Crecimiento poblacional acelerado desde hace tres décadas, en

función del éxodo campo-ciudad, que desborda la capacidad de acogida y rompe el funcionamiento secular de una planta urbana en cuadrícula, eficaz y bien ordenada, al quedar englobada por un hábitat informal, sin que el Ayuntamiento haya podido intermediar en el proceso. Ello ha supuesto el desarrollo de un aglomerado periurbano informal, que rodea a una ciudad histórica, constituyendo un conjunto inmanejable, cuya calidad está muy por debajo no ya de las expectativas de sus habitantes sino de las posibilidades reales de la economía local y de proceder a su recuperación en un tiempo prudencial.

La falta de dotaciones y de espacio para su construcción impide sancionar y

consolidar las dinámicas de crecimiento, por lo que los procesos de rectificación profunda parecen indispensables, pero las condiciones económicas no permiten el despilfarro de las inversiones y, por ello, es insoslayable ordenar el territorio municipal, para que la improvisación no obligue a realizar varias veces la misma tarea: Plan Regulador Territorial del municipio de San Cristóbal, sostenible, legitimado por la participación vecinal, como marco apropiado de seguridad jurídico-urbanística.

A partir del documento de Avance del Plan Regulador, ya puede el

Ayuntamiento ir canalizando inversiones para priorizar proyectos estratégicos: Red de mercados, polígono industrial, mejoras barriales, mejoras de espacios públicos y mejora de imagen.

Propuesta concreta aprobada y en ejecución

- Consolidación urbana participativa. Jnane Aztout, Larache (Marruecos).

Me permito terminar esta ponencia haciendo de nuevo alusión a este Proyecto de

Cooperación Internacional en el que me siento orgulloso de participar.

Proyecto de origen universitario y de carácter docente-investigador-transformador, que parte de tres principios básicos:

a.- Reconocimiento de la complejidad b.- Apuesta por la esperanza c.- Reto de una progresiva y creativa desaparición, hacia la autogestión.

Y del desarrollo de cuatro interacciones complejas de:

1.La universidad como docente, investigadora y transformadora. 2.La ciudad como urbs, civitas y polis 3.Los tipos de actores de la ciudad: ciudadanos, políticos, expertos

4.Los capitales de nuestra sobrevaloración, al servicio de la transformación del asentamiento chabolista en barrio: universitarios socialmente comprometidos, expertos rigurosos y coactores con los vecinos.

Proceso largo (2004-Hoy) con antecedentes, diagnóstico complejo, propuesta vecinal y convenio, encuadre en un Plan Nacional de “Villes sans Bidonvilles”, implicaciones institucionales hispanas y marroquíes y presencia estable en Jnane Aztout a través de la Oficina de Barrio.

Propuesta de Plan Urbanizador y Proyectos de Esperanza elaborados con cada una de las 100 familias chabolistas. Muchas dificultades y errores, algunas metáforas acertadas y siempre “una fábrica que construye sueños”.

Diagnóstico: Jnane Aztout no es sólo medina es algo más

Los convenios entre Universidades públicas de Sevilla y Delegación del Ministerio del Hábitat marroquí se traducen en devoluciones institucionales de unas sobrevaloraciones sociales de lo universitario

Sevilla, 21 de junio de 2009.

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Un proyecto de urbanización consensuado se convierte en la primera demostración de capacidad experta

Otro Jnane Aztout se está haciendo posible y la fábrica de sueños comienza a producir realidades

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