cioran - de lagrimas y de santos

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  • 8/14/2019 cioran - de lagrimas y de santos

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    E M CIORAN

    DE LAGRIMAS Y DE SANTOS

    (Lacrimi si Sfinti, 1937)

    Prefacio

    En sus Conversaciones con Chestov, Benjamin Fondane cita unas palabras de Chestov,segn las cuales la mejor manera de filosofar consiste en seguir solo el propio camino,sin utilizar como gua a otro filsofo, o, mejor an, en hablar de s mismo. Fondaneaade: el tipo del nuevo filsofo es el pensador privado, Job sentado sobre suestercolero. Cioran pertenece a esa raza de pensadores. Durante mucho tiempo

    ignorado, no fue ledo ms que por marginales.Si sus paradojas divierten o irritan a algunos de sus lectores, otros, los verdaderos,experimentan una extraa sensacin de euforia al borde del abismo, como esa jovenlibanesa que le lea en un stano de Beirut durante los bombardeos, pues su espritu leresultaba estimulante y su humor tnico en medio del desastre. O como aquella japonesaque, queriendo liquidarse, descubri a tiempo las palabras de Cioran sobre el suicidio y sepuso a escribirle, transformando as su obsesin en conversacin epistolar.Lo que descubren quienes se acercan a su obra es el don que tiene de arrastrarnos,mediante la escritura, hacia una aventura ms all de lo libresco. Es el tono, que lmismo define como lo que no puede inventarse, aquello con lo que se nace... una graciaheredada, el privilegio que tienen algunos de hacer sentir su pulsin orgnica, el tono esms que el talento, en su esencia (Del inconveniente de haber nacido).Cioran ha repudiado siempre el pensamiento terico como tal: Yo no he inventado

    nada, no he sido ms que el secretario de mis sensaciones. Sus lecturas le han hechoregresar constantemente a s mismo, sus congojas de siempre, que ha convertido en unade las materias de su obra. Su escepticismo se halla injertado sobre un temperamentoconstantemente al acecho. Lo que queda de un filsofo es su temperamento... cuantoms impetuoso es, ms arremeter contra todo, escribe en El aciago demiurgo. Maestrode la paradoja, de la negacin, de la denigracin, cortesano del vaco, segn unaexpresin que podra ser suya, Cioran es una paradoja: un escptico que no se hadesapegado de la vida y que ha sido siempre prisionero de su naturaleza. Esadependencia es ya perceptible en sus primeros ensayos escritos en rumano. Resultainteresante hojear hoy, a la luz de su obra posterior el Cioran lejano de los aos treinta.Relacionando esos ensayos de juventud con su obra francesa, aclaran el camino quetom tras su paso al francs con armas y bagajes, es decir tal como era al final de ladcada de los treinta, lector apasionado de Kierkegaard y de Chestov, y ms an delEclesiasts y de Job, sus libros de cabecera. En esos primeros libros descubrimos lo queCioran ha conservado de s mismo y aquello de lo que se ha desembarazado, y tambincmo era entonces y el personaje en que se transform tras su encuentro con la lenguafrancesa.A los veintitrs aos, cuando publica Sobre las cimas de la desesperacin (Pe culmiledisperarii, 1934), Cioran ya lo ha ledo todo y ha definido el objeto de sus reflexiones: lsolo enfrentado consigo mismo, con Dios y la Creacin. Desde el comienzo volvi sulucidez casi monstruosa contra s mismo: el pensar contra uno mismo y el aficionadoa los paroxismos se hallan ya en ese primer libro. Sus primeros captulos los titula de

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    manera reveladora: No poder ya vivir, El sentimiento del final, Lo grotesco y ladesesperacin, Presentimiento de la locura, Melancola, Extasis, Apocalipsis,Monopolio del sufrimiento, Irona y antiirona, Trivialidad de la transfiguracin,etc.Todo est ya ah; desde el sentimiento de lo irreparable y de lo irremediable, lainquietud, la angustia, el sentimiento de la nada, el elogio del silencio, hasta sus manas

    personales, sus insomnios, sus paseos nocturnos, su pereza, su pasin por la msica, laobsesin del suicidio.El da que cumpli veintids aos escribi al final de uno de loscaptulos de su primer libro: Experimento una extraa sensacin al pensar que a estaedad soy un especialista del problema de la muerte. Sobre las cimas de ladesesperacin trata el tema del exilio metafsico: Sera para nosotros la existencia unexilio y la nada una patria? -tema al que volver cuarenta aos ms tarde en Delinconveniente de haber nacido: Toda mi vida he vivido con el sentimiento de haber sidoalejado de mi verdadero lugar. Si la expresin "exilio metafsico" no tuviera ningnsentido, mi existencia hubiera bastado para darle uno. Sobre las cimas... revela unCioran que desea subrayar los recursos lricos de la subjetividad y para quien ellirismo es una forma brbara cuyo valor consiste en ser slo sangre, sinceridad y llamas,un Cioran que detesta las civilizaciones refinadas, anquilosadas en formas y marcos, ylos hombres que se imponen actitudes hasta en la agona. (Ms tarde, en La tentacin de

    existir, volver a esa idea y a esa imagen en el retrato que har de los franceses,caracterizados como un pueblo de comediantes, grandes especialistas de la muerte.)En un ensayo revelador compara la desesperacin enraizada en el ser con la duda, que esms cerebral, y escribe que los expertos en el Hombre acaban siendo escpticos.Repudiando el lirismo de su juventud, adoptando la duda y la sonrisa irnica delmoralista, el Cioran que ha cambiado de lengua no abandonar sus obsesiones, susmanas, sus tics.Continuar obsesionado por la degradacin del cuerpo, por la enfermedad y elsufrimiento que le hacan escribir en 1934: el problema del sufrimiento es infinitamentems importante que el del silogismo... una lgrima tiene siempre races ms profundasque una sonrisa. Y en el captulo Nada es importante, estas lneas, tan suyas: nuncahe llorado, pues mis lgrimas se han transformado en pensamientos. Y esos

    pensamientos, no son acaso tan amargos como las lgrimas? Veinte aos ms tarde,volver a utilizar dos trminos clave, silogismo y amargo, para convertirlos enfrancs en un ttulo que tendr gran xito: Silogismos de la amargura (1952).Publicado en 1937, ao en que lleg a Pars, De lgrimas y de santos (Lacrimi si Sfinti)estaba an impregnado de ese filosofar poticamente que propugnaba en Sobre lascimas de la desesperacin. Hallamos en ese libro su pasin por los msticos, los santos yla msica, temas de los que se acordar en el Breviario de podredumbre. (En rumano:Los nicos hombres que envidio son los confesores y los bigrafos de las santas, por nohablar de sus secretarios...). En francs: hubo un tiempo en que estimaba que ser elsecretario de una santa constitua la carrera ms alta reservada a un mortal.... En esesu cuarto ensayo, lleno de efusiones, contradicciones e imprecaciones tpicamente suyas,Cioran haca una curiosa hiptesis: entrever lo que l llamaba una hermenutica de laslgrimas que intentar descubrir sus orgenes y todas sus interpretaciones posibles...

    siendo la finalidad de semejante hermenutica el guiarnos en el espacio que separa elxtasis de la maldicin.Hay en todo autor una imagen clave que responde a una obsesin profunda yreveladora. En la obra de Cioran es la imagen de las lgrimas y de su corolario, losllantos. Esta curiosa fascinacin le perseguir incluso cuando ya nada le vincule a aquellapoca, ni a los autores que habrn encantado su juventud, y se piensa en primer lugaren Nietzsche. Convertido ms tarde en experto en decadencias, conservar nostalgiasmetafsicas violentas y la imagen de las lgrimas surgir con motivo de una reflexin,ascendiendo a la superficie de la conciencia como una evocacin constante. Ms tarde, las

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    lgrimas cristalizarn poco a poco, desembarazadas de las connotaciones de su juventudlrica. En De lgrimas y de santos prevee el da en que deplorar, en que se avergonzarde haber amado tanto a las santas y la mstica, esa sensualidad trascendente. Sealejar de ellas y de sus efusiones, pero el adis al lirismo no borrar en l elpensamiento y la imagen que le obsesionan. Se nos piden actos, pruebas, obras y todolo que podemos producir son lgrimas transformadas (El aciago demiurgo). El destino

    terrestre nos ha encadenado a esta materia morosa, lgrima petrificada contra la cualnuestras lgrimas, nacidas del tiempo, se rompen, mientras que ella, inmemorial, hacado del primer estremecimiento de Dios (Breviario de podredumbre). Deberamostirarnos al suelo y llorar cada vez que tenemos ganas; pero hemos desaprendido allorar... deberamos poseer la facultad de gritar un cuarto de hora al da por lo menos. Siqueremos preservar un mnimo equilibrio, volvamos al grito... la rabia, que procede delfondo mismo de la vida, nos ayudar a ello. (Ibid.) La msica, sistema de adioses,evoca una fsica cuyo punto de partida no seran los tomos sino las lgrimas (Silogismos de la amargura). Signo de que se ha comprendido todo: llorar sin motivo(El aciago demiurgo). La mentira, fuente de lgrimas! Esa es la impostura del genio y elsecreto del arte (Breviario de podredumbre).Entre el Cioran rumano que a los veintisis aos escriba en De lgrimas y de santos:Imposible amar a Dios de otra manera que odindolo. Quien no ha experimentado la

    emocin de lo absoluto con un pual en la mano no sospecha lo que significa el terrormetafsico de la conciencia, y el Cioran que escribe en Del inconveniente de habernacido: Desgarrado entre la violencia y el desengao, me doy la impresin de ser unterrorista que saliendo de casa con la idea de perpetrar un atentado se hubiese detenidoa medio camino para consultar el Eclesiasts o Epcteto, hay identidad y continuidad detono. A pesar de su escepticismo, sigue siendo un negador vido de algn catastrficos, un mstico que se resiste a serlo, un Job ms o menos curado, pero que antes hasido ese apestado evocado en De lgrimas y de santos: Job, lamentaciones csmicas ysauces llorones... llagas abiertas de la naturaleza y del alma... corazn humano, llagaabierta de Dios. Ms tarde en Silogismos de la amargura, la idea se precisa y la imagense condensa en francs: todo pensador, al comienzo de su carrera, opta a pesar suyopor la dialctica o los sauces llorones. Renunciando a la bsqueda de las cimas, Cioran

    ha optado, como lo indica el enunciado claro y brillante en francs, por la lucidez feroz,repudiando lo absoluto y los sauces llorones pero no sus caprichos y sus obsesiones,merodeando alrededor de s mismo, de sus abismos y de sus ansiedades que oculta conuna mezcla muy propia de humor, rabia y resignacin, volviendo siempre a sus estadosde nimo personales. Es culpa ma si no soy ms que un advenedizo de la neurosis, un Job en busca de una lepra, un Buda de pacotilla, un escita vago y extraviado?Escuchmosle definirse tomndose a s mismo como objeto de su burla: un fracasadodel desierto, un estilita sin columna, un erudito sardnico, un enterradorligeramente metafsico, un veleidoso del nirvana, un hastiado por decreto divino,un delirante loco de objetividad...Cioran se complace en un autorretrato de extranjero, en el cual reconocemos a unpersonaje familiar, real o imaginario, fascinado por el ocio (cuando se ha frecuentadoregiones donde el ocio era de rigor...), por el fatalismo erigido en camino (he mimado

    tanto la idea de fatalidad...) y por el tedio, un hombre que ha heredado del patrimoniode su tribu... la incapacidad de ilusionarse, un especialista del estragamiento, atradopor los ablicos, los veleidosos, obsesionado por los fracasados (ver la efigie de unfracasado en Breviario de podredumbre), y por los tarados -los adjetivos tarado,fracasado, aterrado, inaudito, incalificable, expresiones como nuestrosestupores cotidianos, se hallan con frecuencia en su obra, como los colores sombros ochillones de la paleta de un pintor. El sarcasmo cioranesco, con frecuencia dirigido contrasus propias tentaciones, esconde una forma de irrisin sutil, desarrollo de la irrisinbalcnico-latina que en rumano se denominazeflemea. Sus rabias y resignaciones son

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    el eco de un espritu de polmica y de renunciacin, dos rasgos que para MirceaVulcanescu, en un ensayo clebre sobre La dimensin rumana de la existencia (1944),constituan una de las claves del espritu rumano. Sealemos que ese ensayo estabadedicado a su amigo E. M. Cioran. El espritu rumano, deca Vulcanescu, tras haberatacado con virulencia y aniquilado al adversario (hombre, Historia, palabras), se resigna,cayendo en un fatalismo que le es propio.

    Cuando Cioran escribe: habra que volver a encontrar el sentido del destino, el gustopor la lamentacin, restablecer las plaideras en los funerales, o cuando dice no tenergusto ms que por el himno, la blasfemia y la epilepsia, creemos or detrs del brillo delestilo y la gesticulacin demostrativa, una tonalidad subyacente, una lejana lamentacindisfrazada de irrisin que toma del francs un sabor y un encanto extraos. Esasfrmulas donde las lgrimas a la manera oriental se encuentran con el espritu seco delfrancs, frases como: harto de extraviarme en los funerales de mis deseos, hacen oren estado puro el sonido o el tono cioranesco. Ms tarde, el aforismo dominar por subrevedad moderando, aunque nunca borrando, el eco de ese continuo lamentoso.Apostemos por la catstrofe, ms conforme con nuestro carcter y nuestros gustos,escribe en el ms puro estilo seco y breve de los moralistas franceses, resumiendo as enDesgarradura lo que siempre ha sido el fondo de su actitud.Por otra parte, desde la Carta a un amigo lejano, (Historia y utopa), donde se define

    explcitamente como procedente de otro lugar (Siento cmo Asia se mueve en misvenas... me considero en medio de los civilizados como un intruso, como un trogloditaenamorado de la caducidad, sumergido en plegarias subversivas, vctima de un pnicoque no emana de una visin del mundo sino de las crispaciones de la carne y de lastinieblas de la sangre), Cioran no ha cesado de proclamar sus orgenes y de renegar a lavez de ellos. Slo he experimentado una sensacin de verdad, un estremecimiento deser, en contacto con los analfabetos; algunos pastores de los Crpatos me han causadouna impresin mucho ms fuerte que los profesores alemanes o los estetas de Pars. Obien: Cmo dominarse, cmo ser dueo de s mismo cuando se procede de una reginen la que se ruge en los entierros?.Uno de los rasgos caractersticos de Cioran es que ha sabido tomar consigo mismo ladistancia necesaria para la creacin literaria, preservando a la vez y trasvasndolo al

    francs, algo del espritu del pensador visceral que fue en sus ensayos rumanos.Frente al hombre abstracto, que piensa por el placer de pensar, se alza el hombrevisceral, el pensador determinado por un desequilibrio vital que se sita ms all de laciencia y del arte. Me gustan los pensamientos que conservan un aroma de sangre y decarne. Los hombres no han comprendido an que la poca de las preocupacionessuperficiales e inteligentes se ha acabado y que el problema del sufrimiento esinfinitamente ms revelador que el del silogismo, un grito de desesperacin infinitamentems significativo que una observacin sutil... Por qu nos negamos a admitir el valorexclusivo de las verdades vivas? (Sobre las cimas de la desesperacin).La lengua francesa ha convertido a Cioran en lo que es mediante un efecto de frenado yde control impuesto a sus excesos, a sus violencias y a sus explosiones. Resultainteresante observar que la lengua en la que ha escrito sus libros rumanos es la lenguadesordenada de un joven intelectual balcnico de antes de la guerra. La forma, las

    frmulas, secreto del estilo de Cioran en versin occidental, son un don francs a eseJob civilizado en la escuela de los moralistas.Sanda Stolojan

    DE LAGRIMAS Y DE SANTOS

    No es el conocimiento lo que nos acerca a los santos, sino el despertar de las lgrimasque duermen en lo ms profundo de nosotros mismos. Entonces nicamente, a travs de

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    ellas, tenemos acceso al conocimiento y comprendemos cmo se puede llegar a ser santodespus de haber sido hombre.

    El mundo se engendra en el delirio, fuera del cual todo es quimera....Cmo no sentirse cercano a Santa Teresa, quien, tras habrsele aparecido Jess unda, sali de su celda corriendo y se puso a bailar en medio del convento, en un arrebato

    frentico, batiendo el tambor para llamar a sus hermanas a fin de que compartieran sualegra?A los seis aos lea las vidas de los mrtires gritando: Eternidad! Eternidad!. Decidientonces ir a convertir a los moros, deseo que no pudo realizar, a pesar de lo cual suardor sigui creciendo hasta el punto de que el fuego de su alma no se ha apagadojams, puesto que nosotros nos calentamos en l todava.

    Por el beso culpable de una santa, aceptara yo la peste como una bendicin.

    Ser un da lo suficientemente puro para reflejarme en las lgrimas de los santos?

    Resulta extrao pensar que varios santos hayan podido vivir en la misma poca. Intentoimaginarlos juntos, pero carezco de fervor y de imaginacin. Teresa de Avila, a los

    cincuenta y dos aos, clebre y admirada, encontrando en Medina del Campo a un SanJuan de la Cruz de veinticinco aos, desconocido y apasionado...! La mstica espaola esun momento divino de la historia humana.Quin podra escribir el dilogo de los santos? Un Shakespeare aquejado de inocencia oun Dostoievski exiliado en una Siberia celeste. Toda mi vida merodear en lasinmediaciones de los santos...

    Hubo una poca en que los hombres podan dirigirse en cualquier momento a un Diosacogedor que enterraba en su Nada los suspiros humanos. Hoy nos hallamosdesconsolados por no tener a quin confesar nuestros tormentos. Cmo dudar de queantao este mundo haya estado en Dios? La Historia se divide en un antao en el que loshombres se sentan atrados por el vaco vibrante de la Divinidad y un hoy en el que la

    nimiedad del mundo carece de aliento divino.La msica me ha dado demasiada audacia frente a Dios. Eso es lo que me aleja de losmsticos orientales...

    En el Juicio Final slo se pesarn las lgrimas.

    Los ojos no ven nada. Catherine Emmerich tiene razn cuando dice que ve con elcorazn. Puesto que el corazn es la vista de los santos, cmo no veran ms quenosotros? El ojo tiene un campo reducido, ve siempre desde el exterior. Pero, siendo elmundo interior al corazn, la introspeccin es el nico mtodo que existe para alcanzar elconocimiento. El campo visual del corazn? El Mundo, ms Dios, ms la nada. Es decir,todo.

    Frecuentar a los santos es como hacerlo con la msica o las bibliotecas. Desexualizados,ponemos nuestros instintos al servicio de otro mundo. En la medida en que resistimos ala santidad, demostramos que nuestros instintos estn sanos.

    El reino de los cielos invade poco a poco los vacos de nuestra vitalidad. El objetivo delimperialismo celeste es el cero vital.Cuando la vida pierde su direccin natural, busca otra. As se explica que el azul del cielohaya sido durante tanto tiempo el lugardel supremo vagabundeo...

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    Aadamos que el hombre no puede vivir sin apoyo en el espacio; ese gnero de apoyo lamsica nos lo niega totalmente. Arte del consuelo por excelencia, ella abre en nosotrossin embargo ms heridas que todas las dems.La msica es una tumba de deleites, una beatitud que nos amortaja...

    No puedo diferenciar las lgrimas de la msica (Nietzsche). Quien no comprende estoinstantneamente, no ha vivido nunca en la intimidad de la msica. Toda verdaderamsica procede del llanto, puesto que ha nacido de la nostalgia del paraso.

    Hasta el comienzo del siglo XVIII abundaban los tratados de perfeccin. Quienes sehaban detenido en el camino de la santidad se consolaban escribindolos, hasta el puntode que durante siglos la perfeccin fue la obsesin de los santos fracasados. Los otros,los santos que lograron serlo, no se preocupaban ya de ella, puesto que la posean.Ms recientemente, la perfeccin ha sido considerada con gran desconfianza y con unevidente matiz de desprecio. Optando por la tragedia, el hombre moderno tenanecesariamente que superar la nostalgia del paraso y dispensarse del deseo deperfeccin.Otras pocas, sometidas al terror y a las delicias cristianas, produjeron santos de los que

    se estaba orgulloso. Hoy, de lo ms que somos capaces es de apreciarlos. Cada vez quecreemos amarlos, no se trata ms que de una debilidad nuestra que durante ciertotiempo nos los vuelve ms cercanos.

    Cuando el comienzo de una vida ha estado dominado por el sentimiento de la muerte, elpaso del tiempo acaba parecindose a un retroceso hacia el nacimiento, a unareconquista de las etapas de la existencia. Morir, vivir, sufrir y nacer seran los momentosde esa involucin. O es otra vida lo que nace de las ruinas de la muerte? Una necesidadde amar, de sufrir y de resucitar sucede as al bito. Para que exista otra vida, senecesita morir antes. Se comprende por qu las transfiguraciones son tan raras.

    Despus de todo, podramos habernos dispensado de la obsesin de la santidad. Cada

    uno de nosotros se hubiera dedicado a sus ocupaciones, soportando alegremente susimperfecciones. La frecuentacin de los santos engendra un tormento estril, sucompaa es un veneno cuya virulencia crece a medida que aumenta nuestra soledad.No nos han corrompido acaso mostrndonos mediante el ejemplo que los infortuniostenan una finalidad?Nosotros estbamos acostumbrados a sufrir sin objetivo, fascinadospor la inutilidad de nuestros dolores, felices de contemplarnos en nuestras propiasheridas.

    La muerte slo tiene sentido para quienes han amado apasionadamente la vida. Morirsin dejar aqu nada...! El desapego es una negacin tanto de la vida como de la muerte.Quien ha superado el miedo de morir, ha triunfado tambin sobre la vida, la cual no esms que el otro nombre de ese miedo.No expirando en la cama, los mendigos no mueren, por as decirlo. Slo se muere

    horizontalmente, durante esa preparacin en la que el vivo supura la muerte. Cuandonada nos une a un lugar, qu nostalgias podramos tener en los ltimos instantes?Habrn escogido los mendigos su destino para no tener nostalgias que les torturen en laagona? Errantes en la vida, continan siendo vagabundos en la muerte.

    Durante el tiempo en que trabaj en el Mesas, Hndel se sinti transportado al cielo.Segn sus propias palabras, slo descendi a tierra al terminar su obra. Sin embargo,comparado con Bach, Hndel es de aqu abajo. Lo que en el primero es divino es heroico

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    en el segundo. La amplitud terrestre es la nota dominante hndeliana: unatransfiguracin desde fuera.Bach une la visin de un Grnewald a la interioridad de un Holbein; Hndel, la solidez ylos contornos de Durero a la audacia visionaria de Baldung-Grien.

    Imposible hacerse una idea precisa sobre los santos. Representan un absoluto al cual es

    preferible no apegarse, pero que tampoco conviene rechazar. Cualquier actitud noscondena. Tomando partido por los santos, estamos perdidos, sublevndonos contra ellosnos enemistamos con lo absoluto. Si no hubieran existido, cunto ms libres habramossido! Cuntas dudas menos hubisemos tenido! Qu ha podido ponerlos en medio denuestro camino? Sera intil querer olvidar el Sufrimiento.

    El rgano expresa el estremecimiento interior de Dios. Comulgando con sus vibracionesnos autodivinizamos, nos desvanecemos en El.

    Job, lamentaciones csmicas y sauces llorones... Llagas abiertas de la naturaleza y delalma... Y el corazn humano - llaga abierta de Dios.

    Toda forma de xtasis suplanta a la sexualidad, la cual no tendra ningn sentido sin la

    mediocridad de las criaturas. Pero como stas apenas poseen otro medio de evadirse deellas mismas, la sexualidad las salva provisionalmente. Dicho acto excede a susignificacin elemental -es un triunfo sobre la animalidad, dado que la sexualidad,fisiolgicamente hablando, es la nica puerta que se abre sobre el cielo.

    Levantar bajo la amenaza del ltigo bloques de piedra, pero verlos entrar en laeternidad y sentir nacer el vaco alrededor de las pirmides mediante la desercin deltiempo...! El ltimo esclavo estaba ms cerca de la eternidad que cualquier filsofooccidental. Los egipcios vivan en el xtasis del sol y de la muerte. Para nosotros, el cielose ha convertido en una lpida fnebre. El mundo moderno ha sucumbido a la seduccinde las cosas acabadas.

    Lograr un da no citar ms que a Dios? Ni los hombres, ni siquiera los santos, tienennombre. Slo Dios lo posee. Pero, qu sabemos nosotros de El, sino que es unadesesperacin que comienza donde acaban todas las dems?

    nicamente el paraso o el mar podran dispensarme del recurso a la msica.

    Las tristezas producen en el alma una sombra de claustro. Comenzamos entonces acomprendera los santos... Por mucho que ellos quieran acompaarnos hasta el lmite denuestra pesadumbre, no lo logran, y nos abandonan en pleno camino, justo en medio delas amarguras y los arrepentimientos.

    Las enfermedades han acercado el cielo y la tierra. Sin ellas se hubieran ignoradomutuamente. La necesidad de consuelo ha superado a la enfermedad, y en la

    interseccin del cielo con la tierra ha dado origen a la santidad.&&Hay hombres que han logrado imprimir una especie de elegancia a su muerte. Para ellosmorir fue una cuestin de estilo. Pero la muerte es materia y terror. No se puede morircon distincin sin soslayarla.

    Cada vez que pienso en el miedo enorme que tena Tolstoi a la muerte, comienzo acomprender el presentimiento del final en los elefantes.

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    El lmite de cada dolor es un dolor an mayor.

    Los hombres slo se reconciliaron con la muerte para evitar el miedo que ella les inspira;sin embargo, sin ese miedo morir no tiene el mnimo inters. Pues la muerte existenicamente en l y a travs de l. La sabidura nacida del acuerdo con la muerte es,frente a las postrimeras, la actitud ms superficial que existe. El propio Montaigne fue

    infectado por ella, sin lo cual sera incomprensible que haya podido vanagloriarse deaceptar lo inevitable.Quien ha superado el miedo puede creerse inmortal; quien no lo conoce, lo es. Esprobable que en el paraso las criaturas desaparezcan tambin, pero no conociendo elmiedo de morir, no moriran, en suma, nunca. El miedo es una muerte de cada instante.

    La muerte objetiva, exterior, para un Rilke, no significaba nada. Para Novalis tampoco.Pero despus de todo, existe algn poeta que haya muerto una sola vez?

    Soy como un Anteo de la desesperacin. La ma aumenta tras cada contacto con latierra. Ah, si pudiera dormirme en Dios a fin de morir para m mismo!El nico olvido verdadero es el sueo en la Divinidad.

    Seor, no eres t ms que un error del corazn, como el mundo es un error delespritu?

    Slo creemos en Dios para evitar el torturador monlogo de la soledad. A quin, si no,dirigirse? Al parecer, El acepta de buena gana el dilogo y no nos guarda rencor porhaberle escogido como pretexto teatral de nuestros abatimientos.

    Me apegu a las apariencias cuando comprend que slo haba algo absoluto en larenuncia.

    Habiendo agotado el contenido de la eternidad, la Edad Media nos da derecho a amar lascosas pasajeras.

    El cristianismo entero no es ms que una crisis de lgrimas, de la que slo nos queda unregusto amargo.

    Hacia el final de la Edad Media abundaban los escritos annimos titulados El arte demorir, cuyo xito era extraordinario. Semejante tema, puede an conmover a alguienhoy?Nadie prepara ya su muerte, nadie la cultiva, de ah que se escabulla en el mismomomento en que nos arrebata.Los antiguos saban morir. Elevarse por encima de la muerte fue el ideal constante de susabidura. Para nosotros, la muerte es una sorpresa horrible.La Edad Media conoci el sentimiento de la muerte con una intensidad nica. Pero supo,con un arte especial, incorporarlo al tejido ntimo del ser. Nadie intentaba hacer trampas

    con ella. Lo que nosotros, por nuestra parte, quisiramos, es morir sin el rodeo de lamuerte.

    La conciencia apareci gracias a los instantes de libertad y de pereza. Cuando estsacostado con los ojos fijos en el cielo o en un punto cualquiera, entre el mundo y t seorigina un vaco sin el cual la conciencia no existira. La inmovilidad horizontal es lacondicin indispensable de la meditacin. Cierto es que en esa postura apenas seconciben pensamientos alegres. Pero la meditacin es la expresin de unano-participacin y como tal de una no-tolerancia, de un rechazo del ser.

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    Dios ha explotado todos nuestros complejos de inferioridad, empezando por el que nosimpide creernos dioses.

    Cuando hemos aniquilado el mundo y nos quedamos solos, orgullosos de nuestrahazaa, Dios, rival de la Nada, aparece como una ltima tentacin.

    Que la especie humana haya resistido sin corromperse a las profundidades delcristianismo me parece ser la nica prueba de su vocacin metafsica. Pero hoy el hombreno soporta ya el terror de las postrimeras. El cristianismo ha legalizado sus angustias y loha mantenido en tensin. Slo un descanso de algunos milenios podra remozar a ese serdevastado por tantos cielos.

    Con el Renacimiento comienza el eclipse de la resignacin. De ah la aureola trgica delhombre moderno. Los antiguos aceptaban su destino. Ningn moderno se ha rebajado aesa concesin. El desprecio del destino nos es igualmente ajeno, dado que carecemosdemasiado de sabidura para no amarlo con una pasin dolorosa.

    La cada de Adn es el nico acontecimiento histrico del paraso.

    Preocuparse por la santidad: combatir la enfermedad con la enfermedad.

    Poseer la suficiente msica dentro de m como para no desaparecer jams? Hayadagios tras los que no puede uno ya pudrirse.

    nicamente los xtasis sonoros me producen una sensacin de inmortalidad. Hay dasintemporales en los que somos vctimas de reminiscencias de no se sabe qu ms all...Afligirse a causa del tiempo es entonces inconcebible.

    El vino ha hecho ms por acercar los hombres a Dios que la teologa. Hace tiempo quelos borrachos tristes -y los hay que no lo sean?- han superado a los eremitas.

    Llega un momento en que relacionamos todo con Dios. Pero sucede tambin que nosasustamos ante la idea de que deje un da de ser actual. Esa provisionalidad del principioltimo -idea absurda en s, pero presente en la conciencia -nos llena de una inquietudextraa. Dios sera nicamente una pasin fugitiva, una moda del espritu?

    Hay quien se pregunta an si la vida tiene o no un sentido. Lo cual equivale apreguntarse si es o no soportable. Ah acaban los problemas y comienzan lasresoluciones.

    La ventaja de pensar en Dios es poder decir sobre El cualquier cosa. Cuanto menosunimos unas ideas con otras, ms posibilidades tenemos de acercarnos a la verdad. Diosse aprovecha, en suma, de las periferias de la lgica.

    Shakespeare y Dostoievski hacen que persista en nosotros la nostalgia de no ser santoso criminales. Esas dos maneras de autodestruirse...

    Por qu los santos escriben tan bien? Es nicamente porque estn inspirados? Locierto es que poseen un estilo particular cada vez que describen a Dios. Les resulta fcilescribir estando como estn a la escucha de los susurros divinos. Sus obras poseen unasencillez sobrehumana, pero como en ellas no tratan del mundo, no pueden considerarseescritores. No les reconocemos como tales pues no nos hallamos en ellos.

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    Poseemos en nosotros mismos toda la msica: yace en las capas profundas delrecuerdo. Todo lo que es musical es una cuestin de reminiscencia. En la poca en queno tenamos nombre debimos haberlo odo todo.

    La aridez del corazn es una expresin que repiten sin cesar los santos cuando evocan

    sus crisis. Es entonces cuando imploran la gracia como una liberacin y la invocacin delamor se convierte en obsesin. Pero su corazn est rido nicamente por falta deamor? Se confunden cuando atribuyen a esa carencia su desierto interior. Si supieran quepagan con esa aridez los instantes vibrantes del xtasis, qu cobardes seran entoncesante Dios, cmo evitaran encontrarlo! No veo ms que ruinas alrededor del xtasis, puesmientras nos hallamos en El, nos hallamos fuera de nosotros mismos, y nuestro ser no esms que la ruina de un recuerdo inmemorial.

    Todo ha existido ya. La vida me parece una ondulacin sin sustancia. Las cosas no serepiten nunca, pero se dira que vivimos en los reflejos de un mundo pasado, cuyos ecostardos prolongamos nosotros. La memoria no slo es un argumento contra el tiempo, lamemoria acta contra este mundo, revelndonos confusamente los mundos probables delpasado y el paraso, su culminacin.

    Retroceder en la memoria nos convierte en metafsicos; volver a nuestros orgenes, ensantos.El gran mrito de Nietzsche fue haber sabido defenderse a tiempo contra la santidad.Qu habra sido de l si hubiera dado rienda suelta a sus inclinaciones naturales? - UnPascal con todas las locuras de los santos.

    Creer en la filosofa es un signo de buena salud. Lo que no lo es, es ponerse apensar.

    Nuestra ausencia de orgullo compromete a la muerte. Ha sido probablemente elcristianismo lo que nos ha enseado a cerrar los ojos -a bajar la mirada- para que lamuerte nos halle sosegados y sumisos. Dos mil aos de educacin nos han acostumbradoa una muerte sensata y comedida. Morimos postrados, atrados hacia abajo, nos

    extinguimos escondidos por nuestros prpados, en lugar de morir con los msculostensos como un corredor que espera la seal dispuesto a desafiar al espacio y a vencer ala muerte en pleno orgullo e ilusin de su fuerza! Sueo con frecuencia con una muerteindiscreta, cmplice de las vastedades...

    Durante las noches que pasamos en vela, remontando el curso del tiempo, revivimosterrores y alegras ancestrales, acontecimientos anteriores a nuestra historia y a nuestrosrecuerdos. Los insomnios operan un retorno a los orgenes y nos transportan al comienzode los seres, nos expulsan fuera de lo temporal y nos obligan a escuchar nuestros ltimosrecuerdos, que son tambin los primeros. En esta disolucin musical gastamos nuestrosantecedentes, agotamos nuestro pasado. No experimentamos entonces el sentimientode que hemos muerto llevndonos al tiempo con nosotros?

    Cuanto ms totalmente desaparece el tiempo de nuestra memoria, ms cercanos noshallamos de la mstica.La memoria se adhiere tanto mejor a las apariencias, a lo inmediato, cuanto ms frescay sana se halla. Su arqueologa nos descubre documentos sobre otro mundo a costa deste.

    Cuando pienso en mis noches, en tantas soledades y tantos suplicios en esas soledades,sueo con partir, abandonando los caminos trillados. Pero, a dnde ir? Hay fuera denosotros abismos comparables a los del alma.

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    Yo he debido vivir otras vidas. Cmo si no explicar tanto espanto? Las existenciasanteriores son la nica justificacin del terror. Slo los orientales han comprendido algosobre el alma. Ellos nos han precedido y nos sobrevivirn. Por qu nosotros, modernos,hemos suprimido nuestras peregrinaciones? Expiamos en una sola vida el devenir infinito.

    Comparado con Aristteles, un santo es un analfabeto. Por qu, entonces, nos pareceque podramos aprenderms de este ltimo? La filosofa carece de respuestas. Frente aella, la santidad es una ciencia exacta, dado que aporta respuestas positivas y precisas alas interrogaciones a las cuales los filsofos no han tenido el coraje de elevarse. Lasantidad tiene un mtodo: el dolor, y un fin: Dios. Como no es ni prctica ni cmoda, loshombres la han relegado al mbito de lo fantstico y la adoran a distancia. Conservan asu lado a la filosofa para poder despreciarla, con lo cual los mortales demuestran que soninteligentes. Pues todo lo que de vivo tiene la filosofa se reduce a prstamos de lareligin.Los filsofos tienen la sangre fra. Slo existe calor en las inmediaciones de Dios. A causade todo lo que posee de siberiana, nuestra naturaleza exige santos.

    Nada ms fcil que desembarazarse de la herencia filosfica, pues las races de la

    filosofa se detienen en nuestras incertidumbres, mientras que las de la santidad superanen profundidad al sufrimiento mismo. El coraje supremo de la filosofa es el escepticismo.Ms all de l, no reconoce ms que el caos.Un filsofo slo puede evitar la mediocridad mediante el escepticismo o la mstica, esasdos formas de la desesperacin frente al conocimiento. La mstica es una evasin fueradel conocimiento, el escepticismo un conocimiento sin esperanza. Dos maneras de decirque el mundo no es una solucin.

    En adelante, nuestro sufrimiento no podr ser ms que vano o satnico. Un poema deBaudelaire nos resulta ms cercano que los excesos sublimes de los santos.Abandonndonos a la ebriedad de la desolacin, cmo podramos interesarnos por laescala de las perfecciones a la que se llega mediante el ascetismo? El hombre moderno

    se halla en los antpodas de los santos, pero no a causa de su frivolidad, sino de sudesvergenza trgica y de su sed de decepciones eternamente renovadas. Ser incapaz deresistirse a s mismo: a eso conduce la ausencia de educacin en la eleccin de nuestrastristezas. Si Dios puede revelarse a nosotros a travs de sensaciones, tanto mejor:evitaremos as la disciplina inhumana de la revelacin. Los santos son irremediablementeinactuales y, si alguien se interesa an por ellos, es nicamente por desprecio deldevenir.

    De los filsofos, slo nos intrigan aquellos que, exasperados por los sistemas, sepusieron a buscar la felicidad. As nacen las filosofas crepusculares, ms consoladorasque las religiones, pues nos liberan de todas las prohibiciones. Una dulce lasitud emanade ellas; parecen un edn de incertidumbres, ms que necesarias tras la frecuentacininsalubre de los santos.

    El escepticismo es la estupefaccin ante el vaco de los problemas y de las cosas. Slolos antiguos han sido verdaderos escpticos. Sus dudas, impregnadas de una indulgenciaotoal y de una felicidad desengaada, tenan estilo, como todas las cosas delicadas ensu ocaso.

    El nico mrito de los filsofos es haberse ruborizado, de vez en cuando, de serhombres. Platn y Nietzsche son una excepcin: su vergenza no cesjams. El primerointent arrancarnos del mundo, el segundo hacernos salir de nosotros mismos. Ambospodran dar una leccin a los santos. El honor de la filosofa queda as salvado.

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    Si Dios cre el mundo, fue por temor de la soledad; sa es la nica explicacin de laCreacin. Nuestra razn de ser, la de sus criaturas, consiste nicamente en distraeralCreador. Pobres bufones, olvidamos que vivimos dramas para divertir a un espectadorcuyos aplausos todava nadie ha odo sobre la tierra... Y si Dios ha inventado a los santos-como pretexto de dilogo- ha sido para aliviar an ms el peso de su aislamiento.

    Por lo que a m respecta, mi dignidad exige que Le oponga otras soledades, sin lascuales yo slo sera un payaso ms.

    Hay seres de los que El no puede ocuparse sin perder su inocencia.

    Nuestra dicha estriba en haber descubierto el infierno en nosotros mismos. Adnde noshubiera llevado su representacin exterior? Dos mil aos de terror nos hubieranconducido al callejn sin salida o al suicidio. Cuando se lee la descripcin del Juicio Finalque hace Santa Hildegaard, se aborrecen todos los parasos y todos los infiernos y secongratula uno de su transposicin subjetiva. Lo que nos salva es la psicologa, esaprueba de nuestra frivolidad. Para nosotros el mundo no es sino un accidente, un error,un desliz del yo.

    La mejor prueba de que la msica no es de esencia humana es que nunca sugiere larepresentacin del infierno. Ni siquiera las marchas fnebres lo logran. El infierno espresente, actualidad; lo cual significa que conservamos solamente la memoria delparaso. Si hubiramos conocido el infierno en nuestro pasado inmemorial, noestaramos suspirando a causa del recuerdo del infiernoperdido?

    Comenzamos a saber lo que es la soledad cuando omos el silencio de las cosas.Comprendemos entonces el secreto sepultado en la piedra y despertado en la planta, elritmo oculto o visible de la naturaleza entera. El misterio de la soledad reside en el hechode que para ella no existen criaturas inanimadas. Cada Objeto posee su lenguaje propioque desciframos gracias a silencios inigualables.

    Cada vez que el tiempo es abolido y que la conciencia se agota en la percepcin delespacio, somos victimas de una disposicin eletica. Entonces, en esa petrificacinuniversal, los recuerdos se anulan en un instante infinito. Hasta tal punto el espacio nosposee, que miramos el mundo y todo para nosotros no es ms que espera intil y sin fin.Aspiramos entonces a otras petrificaciones, pues las tentaciones del espacio despiertantrmulos deseos de torpor.

    Dios se instala en los vacos del alma. Se le van los ojos tras los desiertos interiores,pues al igual que la enfermedad, se arrellana en los puntos de menor resistencia.Una criatura armoniosa no puede creer en El. Fueron los enfermos y los pobres quienesle dieron a conocer, para uso de atormentados y desesperados.

    Hay momentos en que, sintiendo bullir en m un odio asesino por todos los agentes

    del otro mundo, les infligira suplicios inauditos. Qu conviccin es esta que me dice quesi viviera entre los santos me armara de un pual? Por qu no confesar que unamasacre de ngeles me colmara? A todos esos fanticos de la desercin les colgara de lalengua y les dejara caer sobre un lecho de lis. Es posible que no tengamos la prudenciaelemental de cortar inmediatamente de raz toda vocacin sobrenatural?Cmo no detestar a toda esa ralea del paraso que provoca y alimenta esta sed mrbidade sombras y de luces procedentes de otro lugar, de consolaciones y tentacionestranscendentales?

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    Las lgrimas son el criterio de la verdad en el mundo de los sentimientos. Las lgrimas yno los llantos. Existe una disposicin para las lgrimas que se expresa mediante unaavalancha interiorHay iniciados en materia de lgrimas que nunca han llorado realmente.

    Quien no ha frecuentado nunca a los poetas ignora lo que es la irresponsabilidad y eldesorden del espritu. Cuando se les trata, se experimenta el sentimiento de que todo

    est permitido. No teniendo que dar cuentas de nada a nadie (salvo a s mismos), no van-ni desean ir- a ninguna parte. Comprenderlos es una gran maldicin, pues nos enseana no tener ya nada que perder. Los santos, dirigindose a alguien, en su caso a Dios,limitan fatalmente su genio potico. Lo indefinido de la poesa son precisamente losestremecimientos sagrados sin Dios. Si los santos hubieran sabido lo que su lirismoperda con la intrusin de la Divinidad, habran renunciado a la santidad y se habranconvertido en poetas. La santidad no conoce ms que la libertad en Dios. Pero losmortales slo se dejan poseer por el desenfreno potico.

    Si la verdad no fuera tan aburrida, la ciencia habra eliminado rpidamente a Dios. Peroal igual que los santos, Dios es una ocasin de escapar a la abrumadora trivialidad de loverdadero.Lo que me interesa en la santidad, quiz sea el delirio de grandeza que esconde detrs

    de sus delicadezas, los apetitos inmensos disfrazados de humildad, la insatisfaccin queoculta su caridad. Pues los santos han sabido explotar sus debilidades con una cienciapropiamente sobrenatural. Sin embargo, su megalomana es indefinible, extraa,turbadora. De dnde proviene, a pesar de todo, nuestra compasin inconfesable porellos? Creeren ellos apenas es ya posible.Admiramos sus ilusiones, simplemente. De ahesa compasin...

    No habra an suficiente sufrimiento en este mundo? Se dira que no, a juzgar por lacomplacencia de los santos, expertos en el arte de la auto-flagelacin. No existe santidadsin voluptuosidad del sufrimiento y sin un refinamiento sospechoso. La santidad es unaperversin inigualable, un vicio del cielo.

    Esta plenitud de lo efmero... Es imperdonable que los santos no hayan derramado unasola lgrima en seal de reconocimiento hacia las cosas perecederas.Cuando me domina una intensa pasin por la tierra, por todo lo que nace y muere,cuando lo frgil me fascina, me disimulo a mi mismo mi odio a Dios, y si soy indulgentecon El es a causa de un inmemorial reflejo de cobarda. Sin ese presentimiento de lanoche que es Dios, la vida sera un crepsculo cautivador.

    Cada vez que pienso en esas speras soledades en las que se perfilan monasterios sobreun fondo gris, intento comprender los momentos sombros de la piedad, el aburrimiento ala sombra del velo. La pasin de la soledad que engendra el absoluto monacal, esa seddevoradora de Dios, crece con la desolacin del ambiente. Veo miradas romperse a lolargo de las paredes, corazones a los que nada tienta, tristezas privadas de msica. Ladesesperacin nacida entre un desierto y un cielo igualmente implacables ha conducido a

    la exacerbacin de la santidad. La aridez de la conciencia de la que se quejan lossantos es el equivalente psquico del desierto exterior. Todo es nada: sa es la revelacininicial de los conventos. As comienza la mstica. Entre la nada y Dios no hay ni siquieraun paso, pues Dios es la expresin positiva de la nada.

    Quien no haya presentido lo que significa el enrarecimiento del aire en un convento y laevacuacin del tiempo en una celda, intentar en vano comprender la llamada de lasoledad, el gusto por la desesperacin. Pienso especialmente en los conventos espaoles,en los que tantos reyes y santos alojaron su melancola y su locura. El mrito de Espaa

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    ha consistido no slo en haber cultivado lo excesivo y lo insensato, sino tambin en haberdemostrado que el vrtigo es el clima normal del hombre. Hay algo ms natural que lapresencia de los msticos en ese pueblo que ha suprimido la distancia entre el cielo y latierra?

    Debemos pensar en Dios noche y da para desgastarlo, para trivializarlo. Slo lo

    lograremos provocndole sin cesar, hasta que nos hartemos de El y llegue a sernosindiferente. La insistencia con la que se instala en nuestro espacio interior acabaresultndole fatal.

    La novedad del cristianismo: lo siniestro ha vencido a lo sublime en esta religin decrepsculos incendiarios.Otras religiones han concebido la felicidad de una lenta extincin; el cristianismo hahecho de la muerte una semilla. Qu remedio imaginar contra esa muerte germinativa,contra la vida de esa muerte?

    La perfeccin sin fallos de un San Francisco de Ass lo convierte en un extranjero param. No le encuentro ningn punto dbil que me permita acercarme a l y comprenderlo.Su perfeccin es difcilmente perdonable. Creo sin embargo haberle encontrado una

    excusa. Cuando al final de su vida se qued casi ciego, los mdicos imputaron su mal auna sola causa: el exceso de lgrimas.

    La santidad es la superacin del estado de criatura. El deseo de ser en Dios no concuerdacon la existencia al lado o debajo de El que define nuestra cada....Y si yo no puedo vivir, al menos quisiera morir en Dios. O si no, combinar las doscosas: enterrarme vivo en El.

    Cuando se agota en nosotros un motivo musical, el vaco que se instaura en su lugar esilimitado. Nada ms propio para revelarnos la divinidad en las fronteras de la expansinsonora que la multiplicacin interior -mediante el recuerdo- de una fuga de Bach. Cuandoevocamos un motivo y su fiebre ascensional, acabamos precipitndonos directamente en

    lo divino. La msica es la emanacin final del universo, como Dios es la emanacin ltimade la msica.

    Soy como un mar que retira sus aguas para hacer sitio a Dios. El imperialismo divinosupone el reflujo del hombre.Abrumado por la soledad de la materia, El ha llorado los ocanos y los mares. De ah lallamada misteriosa de las inmensidades marinas y la tentacin de una inmersindefinitiva, como rodeo hacia El...Aquel cuya emocin en las inmediaciones de los cielos y de los mares no haya rozado laslgrimas, no ha frecuentado los turbios parajes de la divinidad, en los que la soledad estal que atrae a otras mayores an.

    Sin Dios todo es noche y con El hasta la luz se vuelve intil.

    Desprecio al cristiano porque es capaz de amar a sus semejantes de cerca. Para volver adescubrir al hombre yo necesitara el Sahara.Dado que no existe solucin a ningn problema ni salida a ninguna situacin, notenemos ms remedio que resignarnos a no poder avanzar. Los pensamientos,alimentados con sufrimiento, se vuelven aporas, ese claroscuro del espritu. La suma delo insoluble proyecta una trmula sombra sobre las cosas. La incurable gravedad delcrepsculo...

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    Todas las decadencias existen para sostenerme.

    La mstica oscila entre la pasin del xtasis y el horror del vaco. No se puede conocer laprimera sin haber conocido el segundo. Ambos suponen una ardua voluntad de tablarasa, un esfuerzo hacia una vaciedad psquica... El alma, una vez madura para unavacuidad duradera y fecunda, se eleva hasta la desaparicin total. La conciencia se dilata

    ms all de los lmites csmicos. La condicin indispensable del estado de xtasis y de laexistencia del vaco es una conciencia privada de todas las imgenes. No se ve ya nadafuera de la nada, y esa nada es todo. El xtasis es una presencia total sin objeto, unvaco lleno. Un estremecimiento atraviesa la nada, una invasin de seren la ausenciaabsoluta. El vaco es la condicin del xtasis, como el xtasis es la condicin del vaco.

    Hay en la obsesin de lo absoluto un gusto por la autodestruccin. De ah la fascinacinque ejercen el convento y el burdel. celdas y mujeres por todas partes. El asco devivir crece tanto a la sombra de las santas como de las putas.

    El apetito de Dios del que habla San Juan de la Cruz es en primer lugar negacin y enltimo solamente afirmacin de la existencia. Para quien, decepcionado, se resigne asoportar el mundo y sus tinieblas, la presencia de ese apetito y su grado de intensidad

    prueban hasta qu punto ya no nos apegamos al mundo. Cada vez que pensamos enDios instintivamente, confesamos una deficiencia y un desconcierto. La nada vital es elpunto de apoyo ideal de la Divinidad.

    La mstica es una irrupcin de lo absoluto en la historia. Al igual que la msica, ella es elnimbo de toda cultura, su justificacin ltima.

    Todos los nihilistas tuvieron problemas con Dios. Una prueba ms de la vecindad con lanada de la divinidad. Habindolo profanado todo, no nos queda ya ms que destruir esaltima reserva de la nada.

    Los mortales hablan de Dios para disimular su locura. Nuestros extravos tendrn excusa

    mientras nos ocupemos de El. Dios? Una demencia admitida, oficial.Cada vez que nuestro cansancio del mundo adopta una forma religiosa, Dios es un maren el que nos abandonamos para olvidarnos a nosotros mismos. La inmersin en elabismo divino nos salva de la tentacin de ser lo que somos.Otras veces le descubrimos como una zona luminosa en el extremo de un retrocesointerior, lo cual nos consuela bastante menos, pues encontrndole en nosotrosdisponemos de El en cierto modo. Tenemos un derecho sobre El, puesto que elasentimiento que le damos no excede de las dimensiones de una ilusin.Dios como un mar y Dios como una zona luminosa alternan en nuestra experiencia de lodivino. En ambos casos el nico objetivo es el olvido, el irremediable olvido.

    Cuando escuchamos a Bach, vemos germinar a Dios. Su obra es generadora de

    divinidad.Tras un oratorio, una cantata o una Pasin, El tiene que existir. De lo contrario toda laobra del Cantor sera una ilusin desgarradora....Pensar que tantos telogos y filsofos han perdido das y noches buscando pruebas dela existencia de Dios, olvidando la nica...

    La idea de Dios es la ms prctica y la ms peligrosa que se ha concebido jams. Acausa de ella la humanidad se salva o se pierde.Lo absoluto es una presencia corruptora en la sangre.

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    Es intil querer acabar de una vez para siempre con los santos, pues ellos nos legan aDios como la abeja su aguijn.

    Por qu se piensa tan raramente en los cnicos? Porque lo supieron todo y sacaron lasconsecuencias de esa suprema indiscrecin?

    Sin duda es ms cmodo olvidarlos. Pues su falta de consideracin por la ilusin lesconvierte en espritus vidos de lo insoluble.

    No comprendo cmo un Plotino o un Meister Eckhart pueden rechazar el tiempo hastaese punto, y sobre todo que no experimenten por l ninguna nostalgia. Lo que les torturano es la ruptura de los ltimos vnculos temporales, sino el hecho de no lograr romperlostodos y para siempre.

    ...La imposibilidad de no descubrir una vibracin fnebre en la eternidad.La vida de Dios equivale a la muerte de la criatura, no a una soledad con El sino en El. Esla soledad en Dios de San Juan de la Cruz. En l la unin entre la soledad humana y eldesierto infinito de Dios se vuelve delicia inexpresable, anunciadora de su identificacincompleta. Qu le sucede al mstico en su aventura divina, qu hace en Dios? Lo

    ignoramos, puesto que es incapaz de decrnoslo.Si existiese un acceso directo al jbilo en Dios -sin los tormentos que preceden alxtasis- la va sobrenatural se encontrara al alcance de todo el mundo. Pero a falta desemejante acceso, estamos condenados a ascender una escala sin alcanzar nunca elltimo grado.Al lado de la soledad en Dios propiamente dicha, existe otra que no es, en el fondo, msque un aislamiento en l: la sensacin de hallarse solo y abandonado en medio de unpaisaje desolado, la certeza de no estar en nuestra casa dentro de la Divinidad.

    La llegada del hombre equivale a una conmocin cuyos ecos alimentan la pesadilladivina. Pues el hombre aade una paradoja a la naturaleza situndose a medio caminoentre ella y la Divinidad. Desde la irrupcin de la conciencia, las relaciones entre el cielo y

    la tierra han cambiado. Y Dios ha aparecido como lo que realmente es: un cero ms.Salvo en los momentos en que la necesidad de consuelo se deja sentir, los poetas sepreocupan de los santos nicamente en la medida en que stos son interesantes.

    La memoria se vuelve activa en cuanto el tiempo deja de ser su dimensin... Laexperiencia de la eternidad es actualidad; se desarrolla ahora o en cualquier momento,sin referencia a nuestra vida pasada. Doy un salto fuera del tiempo, eso es todo; intilrecordar cualquier cosa. Pero cuando se trata de nuestro pasado esencial, de la eternidadque precede al tiempo, slo los recuerdos pretemporales hacen accesible ese pasado.Existe otra memoria, soolienta y profunda, que despertamos raramente, se remonta alos primeros latidos del tiempo, retrocede hacia los orgenes, es decir, hacia el lmitesuperior de los recuerdos. Es la memoria inteligible.

    Todo recuerdo es un sntoma mrbido. La vida como estado puro, como fenmeno noalterado, es actualidad absoluta. La memoria es negacin del instinto y su hipertrofia unaenfermedad incurable.

    La humanidad prescinde de Dios desde que le despoj de sus atributos como Persona.Queriendo ampliar el mbito de influencia del Todopoderoso, le ha sustrado, a Pesar des misma, de nuestra visin inmediata. Hacia quin volvernos si ha dejado de ser unapersona que pueda comprendernos y respondernos? Habiendo aumentado de extensin,Dios est en todas partes y en ninguna. Hoy es, como mximo, un Ausente universal.

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    Atribuyndole mayores dimensiones, lo hemos alejado de nosotros en la mismaproporcin. Por qu, en lugar de dejarlo tal como estaba en su modestia primordial, lohemos desfigurado? Incitados por un orgullo sin lmites, le hemos atribuido demasiadascualidades. Sin embargo, nunca ha sido menos actual que hoy. Somos castigados porhaberle exaltado demasiado! Quien le haya perdido no volver a encontrarle jams,aunque le buscase en otras formas de ilusin...

    Acudiendo en su ayuda, no hemos logrado ms que entregarlo a la envidia humana. As,por haber querido reparar un error enorme, hemos destruido el nico error de valor.

    El destino histrico del hombre consiste en llevar la idea de Dios hasta su final. Habiendoagotado todas las posibilidades de la experiencia divina, ensayado a Dios en todas susformas, llegaremos fatalmente a la saciedad y al asco, tras lo cual respiraremoslibremente. Hay sin embargo en el combate contra un Dios que ha encontrado su ltimorefugio en ciertos repliegues de nuestra alma, un malestar indefinible, malestar originadopor nuestro temor a perderle. Cmo alimentarse con sus ltimos restos, cmo podergozar con toda tranquilidad de la libertad consecutiva a su liquidacin?

    La religin es una sonrisa que planea sobre un sin sentido general, como un perfumefinal sobre una onda de nada. De ah que, sin argumentos ya, la religin se vuelva hacia

    las lgrimas. Slo ellas quedan para asegurar, aunque sea escasamente, el equilibrio deluniverso y la existencia de Dios. Una vez agotadas las lgrimas, el deseo de Diosdesaparecer tambin.

    Hay instantes en los que quisiramos deponer las armas y excavar nuestra tumba al ladode la de Dios. O si no, revivir petrificados la desesperacin del asceta que descubre alfinal de su vida la inutilidad del renunciamiento.

    Es extrao hasta qu punto la idea de Dios puede cansar. Equivale a una extenuacin dela conciencia, a una fiebre secreta y agotadora, a un principio destructor. Resultasorprendente que, con semejante obsesin, tantos santos hayan alcanzado una edadavanzada. Llegar hasta suprimir el sueo para pensar mejor en El!

    En el fondo, no hay ms que El y yo. Pero su silencio nos anula a los dos. Es posible quenada haya existido nunca.Puedo morir con la conciencia tranquila, pues no espero ya nada de El. Nuestroencuentro nos ha aislado an ms. Toda existencia es una prueba suplementaria de lanada divina.

    Cuntos saben lo que significa caer desde el abismo celestial a un abismo ms profundoan? Ninguna msica ha entonado an la ruptura con Dios...

    A veces lamentamos no saber ya lo que significa el temor religioso. Si al menospudiramos hacer renacer en nosotros el estremecimiento ancestral ante lo desconocido,el pnico ante lo indescifrable!

    Rebajarse a la sabidura supone llegar a un acuerdo con el ritmo universal, con lasfuerzas csmicas, es saberlo todo y adaptarse al mundo, nada ms. Todos los sabiosjuntos no valen una imprecacin del rey Lear o una divagacin de Ivan Karamazov. Elestoicismo como justificacin prctica y terica de la sabidura es lo ms anodino ycmodo que pueda imaginarse. Existe un vicio del espritu mayor que la resignacin?El desacuerdo con las cosas es un signo evidente de vitalidad espiritual, y ello es anms cierto tratndose del desacuerdo con Dios. Reconciliarse con El significara dejar de

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    vivir uno mismo para ser vivido por El. Asimilndonos a Dios, desaparecemos;rechazndole, perdemos toda razn de existir.Si yo estuviese cansado de vivir, El sera mi nico recurso; pero mientras consigaatormentarme, no podr dejarle en paz.Su destino es acabar incomprendido (como, por otra parte, el de las criaturas). Y sinembargo hay quien le comprende. Si no, a qu atribuir la certeza lancinante que nos

    sorprende a veces de no poder yaprogresaren El? Y esos desfallecimientos, esas largasvigilias, cuando nos parece que le hemos agotado a fuerza de reflexin yremordimientos... Pensar que todos le descubrimos tan tarde y que su ausencia dejasemejante vaco en el espritu...! nicamente pensando en El sin piedad, hasta el final,asaltando sus desiertos, salimos enriquecidos de nuestro conflicto con El. Si noscontentamos con quedarnos a medio camino, El slo ser para nosotros un fracaso ms.

    Cuanto ms nos preocupa Dios, ms perdemos nuestra inocencia. En el paraso nadie sepreocupaba de El. Fue la cada, y nicamente ella, lo que origin esa extraa curiosidad.Sin la falta, imposible la conciencia de la existencia divina. De ah que raramenteencontremos a Dios en las conciencias que ignoran los tormentos delpecado.Si el contacto con Dios anula nuestra inocencia, es tambin porque ocupndonos de El,nos inmiscuimos en sus asuntos. Quien vea a Dios morir. Las vastedades infernales

    de la Divinidad, turbadoras como un vicio.

    La teologa es la negacin de Dios. Qu idea descabellada ponerse a buscar argumentospara probar su existencia! Todos sus tratados valen menos que una exclamacin deSanta Teresa. Desde que la teologa existe, ninguna conciencia ha conseguido ganar conella una sola certeza, pues la teologa no es ms que la versin atea de la fe. El mnimobalbuceo mstico est ms cerca de Dios que la Summa teolgica. Todo lo que esinstitucin y teora deja de estar vivo. La Iglesia y la teologa han asegurado a Dios unaagona duradera. Slo la mstica le ha reanimado de vez en cuando.

    A veces experimento una especie de estupor ante la idea de que hayan podido existirlocos de Dios, que sacrificaron todo por El, comenzando por la razn. Con frecuencia

    creo vislumbrar cmo puede uno destruirse por El en un arrebato mrbido, en unadisgregacin del alma y del cuerpo. De ah la aspiracin inmaterial a la muerte. Algopodrido hay en la idea de Dios!

    La obsesin divina es incompatible con el amor terrestre. No se puede amarapasionadamente a la vez a una mujer y a Dios. La mezcla de dos erticas irreductiblescrea una oscilacin interminable. Una mujer puede salvarnos de Dios, igual que Diospuede librarnos de todas las mujeres.

    Toda revuelta est dirigida contra la Creacin. El mnimo gesto de insumisincompromete el orden universal aceptado por los esclavos del Creador. No se puede estarcon Dios y contra su obra; pero se puede por amor hacia El olvidar la creacin o inclusodespreciarla.

    Apenas es posible rebelarse en nombre de Dios, aunque fuese contra el pecado. Puespara el Reaccionario supremo, el nico pecado que existe es la anarqua, esa protestacontra el orden inicial.Toda rebelin es atea. La inadhesin a una fraccin infinitesimal de la Creacin equivalea una desintegracin de la infinitud divina. La anarqua no est prevista en los planes dela Creacin. Sabemos que en el Paraso los animales descansaban tranquilamente hastaque un da uno de ellos, no aceptando ya su condicin y renunciando a la felicidad, sehizo hombre. La historia entera se ha erigido sobre esa desobediencia inicial.

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    Si intento pensar en lo que podra an acercarme a Dios, siento una oleada de piedadque asciende hacia sus alturas abandonadas. Quisiera uno hacer algo por ese granSolitario.Tener piedad de El: la ltima soledad de la criatura.

    Un da el mundo, esta vieja chabola, acabar por derrumbarse de una vez. Nadie puede

    saber de qu manera, pero ello no tiene la menor importancia, pues desde el momentoen que todo carece de substancia y la vida no es ms que una pirueta en el vaco, ni elcomienzo ni el final prueban nada.

    Es posible que pensaren Dios sea la nica razn de ser del hombre. Si consiguieraignorarlo o amarlo, estara salvado. Cuando uno ha comenzado a profundizarlo, estperdido. Pero el hombre parece hecho justamente para profundizarlo, para hostigarlo.Nada tiene de extrao que en poco tiempo no haya quedado nada de El. Dios resistebien, pero ante el razonamiento pierde su substancia. Pensar que algunos filsofos le hanatribuido un pensamiento infinito... Todo lo que queda de la Divinidad son viejosandrajos, harapos que nos ponemos a falta de algo mejor.

    En el fondo, la historia humana es un drama divino. Pues no slo Dios se inmiscuye en

    ella, sino que padece, paralelamente y con una intensidad infinitamente incrementada, elproceso de creacin y de devastacin que define la vida. Una desgracia compartida que,habida cuenta de su posicin, le consumir quizs antes que a nosotros. Nuestrasolidaridad en la maldicin explica por qu toda irona dirigida contra El se vuelve contranosotros y se reduce a una auto-irona. Quin, ms que nosotros, mortales, ha sufridopor no ser El lo que debera haber sido?Dios es a veces tan fcil de descifrar que nos basta para ello examinar con una mnimaatencin la menor de nuestras reacciones interiores. Cmo explicar la impresin defamiliaridad y la ausencia de misterio que se instaura en esos raros momentos en que lodivino se vuelve accesible fuera de toda experiencia exttica?

    Toda versin de Dios es autobiogrfica. No solamente procede de nosotros, sino que es

    asimismo nuestra propia interpretacin. Se trata de una doble visin introspectiva, quenos descubre la vida del alma como un yo y como Dios. Nos reflejamos en El y El serefleja en nosotros.Podr soportar Dios todas mis carencias? No sucumbir ante semejante carga?Yo no me concibo ms que a travs de la imagen que me hago de El. Slo as elconocimiento de uno mismo puede tener un sentido y un objetivo. Quien no piensa enDios continuar siendo un extranjero para s mismo, pues la nica va del conocimientode s pasa por Dios, y la Historia universal no es ms que una descripcin de las formasque El ha adoptado.

    La meditacin musical debera ser el prototipo del pensamiento en general. Qu filsofoha seguido alguna vez un motivo hasta su agotamiento, hasta su lmite extremo? Slo enmsica hay pensamiento exhaustivo. Incluso tras haber ledo a los filsofos ms

    profundos, se experimenta la necesidad de volver a comenzar. Slo la msica nos darespuestas definitivas.

    Parece como si el pensamiento no pudiera conducir un motivo hasta el final y que slo eltema de Dios se prestase a variaciones infinitas. El pensamiento y la poesa le hanintimidado, pero no han penetrado ninguno de los misterios que le rodean. Lo hemos asenterrado con su lote de secretos. La aventura es alucinante, la suya en primer lugar, lanuestra luego.

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    De entre todos los hombres, el hroe es quien menos piensa en la muerte. Sin embargo,ninguno aspira a ella, aunque de una manera inconsciente, es cierto, tanto como l. Esaparadoja define su condicin: voluptuosidad de morir, sin el sentimiento de la muerte.

    El espritu es en s una renuncia. Qu sentido podra tener una segunda renunciamediante el herosmo? No es significativo que encontremos una gran profusin de

    hroes en la aurora de las civilizaciones? Ignorando la tortura del espritu, cmo hubiesensatisfecho los hombres su gusto por la renuncia sin su derivacin heroica?Nada une lo divino y lo heroico. Pues Dios no posee ninguno de los atributos del hroe.La cobarda sobrenatural de Jess...

    Qu hara yo sin el paisaje holands, sin Salomn y Jakob Ruysdael o Art van der Neer?Cada uno de sus lienzos despierta en nosotros sueos asociados a las nubes, a tonoscrepusculares y brisas marinas, a vastedades movedizas creadas para acompaar alsolitario. Cuadros que son comentarios sobre la melancola.Los rboles, aislados o apretados unos contra otros bajo un cielo demasiado grande; losanimales que no pacen la hierba sino lo infinito; los hombres que no van a ningn sitio,que esperan inmviles en los repliegues de la sombra, - todos participan en un mundodonde hasta la luz aumenta el misterio. Lo que Vermeer van Delft, el maestro de la

    intimidad, de los silencios confidenciales, nos revela en sus retratos y en sus interiores, loque en l hace palpable el silencio sin el recurso a un claroscuro de grandes proporciones,mediante pinceladas delicadas, Jakob Ruysdael, ms poeta que pintor, lo proyecta en elespacio sin lmites, en un claroscuro monumental. Se oye el silencio de los crepsculos -es el encanto desolado del paisaje holands, al que hay que aadir cierta vibracin sin lacual le faltara a la melancola el toque potico.

    Rusia y Espaa: dos naciones embarazadas de Dios. Otros pases se conforman conconocerlo, sin llevarlo en su seno.Un pueblo tiene la misin de revelar al menos uno de los atributos de Dios, de hacernosdescubrir una de sus caras. Lo cual slo puede hacerse si el futuro realiza una parte delas cualidades secretas de la Divinidad.

    Algunos milenios de Historia han producido una crisis seria del poder y de la autoridad deDios. Los pueblos se han superado para darlo a conocer, sin sospechar el mal que lecausaban. Si todos los pases se hubieran parecido a Rusia y Espaa, hace tiempo ya quelo habran agotado. El atesmo ruso y espaol est inspirado por el Altsimo. Mediante elatesmo, El se defiende contra la fe que le consume. Dios acoge con los brazos abiertos alos ateos, sus hijos...

    Alguien se ha acercado a El ms que el Greco mediante las lneas y los colores? Hasido Dios alguna vez asediado por figuras humanas con una insistencia ms agresiva?Lejos de ser el producto de una deficiencia ptica, el valo en el Greco es la forma queadopta el rostro humano alargndose hacia las alturas. Para nosotros, Espaa es unallama, para Dios un incendio. El fuego ha acercado los desiertos de la tierra y delfirmamento. Rusia con Siberia entera arde al mismo tiempo que Espaa y que el propio

    cielo.Al ruso o al espaol ms escptico le apasiona Dios ms que a cualquier metafsicoalemn. Todo el claroscuro de la pintura holandesa no iguala en intensidad dramtica lasombra ardiente de un Greco o de un Zurbarn.El claroscuro holands, con todo su misterio, es ajeno a la trascendencia. Es posible quela melancola sea refractaria a lo absoluto.Entre Espaa y Holanda existe la distancia inconmensurable que separa la desesperacinde la melancola. El propio Rembrandt nos invita a reposarnos en la sombra y todo su

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    claroscuro no es ms que espera de la vejez; difcilmente se encontrara artista msreflexivo y sosegado que l.Rembrandt es el nico pintor holands que comprendi a Dios. (Es sa la razn de quehaya pintado relativamente pocos paisajes?) Pero, lejos de ser una presencia quedeforma las cosas hasta desfigurarlas (como en el Greco), el Dios de Rembrandt emanadel misterio de las sombras.

    Existe en el arte otro criterio fuera del acercamiento al cielo? Pues el ardor y la tensinexigidos no pueden determinarse ms que en relacin con una pasin absoluta. Sinembargo, ese criterio nos deja desconsolados, dado que Rusia y Espaa nos muestranque nunca nos hallamos lo suficientemente cerca de Dios para tener el derecho de serateos...El tiempo es un consuelo. Pero la conciencia vence al tiempo. Y resulta difcil encontraruna teraputica eficaz contra la conciencia. Todo lo que niega al tiempo es enfermedad. Ylo que de ms sano y puro hay en la vida, no es sino una apoteosis de lo efmero. Laeternidad es una inagotable podredumbre y Dios un cadver sobre el que el hombresestea plcidamente.

    El rgano es una cosmogona. De ah sus resonancias metafsicas, ausentes de la flauta ydel violonchelo, salvo en la expresin lrica y las vibraciones infinitamente sutiles. En el

    rgano, lo absoluto se interpreta a s mismo. De ah la impresin que nos da de ser elinstrumento menos humano y de tocar siempre solo. El violonchelo o la flauta, por elcontrario, dejan aparecer las debilidades del hombre, pero transfiguradas como por unanostalgia supraterrestre.Penetramos por casualidad en una iglesia, echamos una ojeada indiferente alrededornuestro y de repente unos acordes de rgano nos sorprenden; o bien entramos por lanoche en una casa oscurecida por restos de humo de tabaco en la que omos unviolonchelo meditativo, o escuchamos en una tarde vasta y vaca las notas desgranadaspor una flauta, - podemos imaginar desamparo ms halagador?

    En el Greco, las figuras y los colores flamean verticalmente. En Van Gogh tambin losobjetos son llamas y los colores queman. Pero horizontalmente, esparcidos en el espacio.

    Van Gogh es un Greco sin cielo, un Greco sin ms all.En arte, el centro de gravedad explica, si no la estructura formal y los diferentes estilos,al menos la atmsfera interior. Para el Greco el mundo se precipita hacia Dios, mientrasque para Van Gogh prospera en el incendio...

    El asco nos embarga ante el espectculo del devenir humano y nos obliga a renunciar alos sentimientos, a liquidarlos. Ellos son el origen de las adhesiones ambiguas, de losestpidos s al mundo. Cuando estamos furiosos, tenemos ataques de santidad laicadurante los cuales elaboramos nuestro propio epitafio.

    El deber de un hombre solo es estar an ms solo.

    A la sombra de los monasterios, una sorda tristeza haca nacer en el alma de los monjes

    ese vaco que la Edad Media ha llamado aceda. Ese asco originado por el desierto delcorazn y la petrificacin del mundo es el tedio religioso. No un asco de Dios, sino unaburrimiento en Dios. La aceda son todas las tardes de domingo pasado en el pesadosilencio de los monasterios.El xtasis en sus primeros arrebatos se crea a s mismo un paisaje; la aceda lodesfigura, vuelve la naturaleza exange, la existencia insulsa, y suscita un aburrimientoenvenenado que slo nuestro estado de mortales privados de gracia nos permitecomprender. La aceda moderna ya no es soledad claustral -aunque todos llevamos unclaustro en el alma - sino el vaco y el espanto frente a un Dios lelo y abandonado.

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    Os habis mirado en el espejo cuando entre vosotros y la muerte ya nada se interpone?Habis interrogado a vuestros ojos? Habis comprendido entonces que no podismorir? Las pupilas dilatadas por el terror vencido son ms impasibles que pirmides. Unacerteza nace entonces de su inmovilidad, una certeza extraa y tnica en su misteriolapidario: t no puedes morir. Es el silencio de los ojos, es nuestra mirada encontrndose

    consigo misma, calma egipcia del sueo ante el terror de la muerte. Cada vez que eseterror os embargue, miraos en el espejo, interrogad a vuestros ojos y comprenderis porqu no podis morir, por qu no moriris jams. Vuestros ojos lo saben todo. Pues,impregnados de nada, nuestros ojos nos aseguran que ya nada nunca podr sucedernos.

    El ocaso de un pueblo coincide con su mxima lucidez colectiva. Al debilitarse losinstintos que crean los hechos histricos, el aburrimiento se expande sobre su ruina.Los ingleses son un pueblo de piratas que, tras haber saqueado el mundo, comenzaron aaburrirse. Los romanos no desaparecieron de la superficie de la tierra a causa de lasinvasiones brbaras, ni del virus cristiano; un virus mucho ms sutil les result fatal. Unavez ociosos, tuvieron que afrontar el tiempo vaco, maldicin soportable para unpensador, pero tortura sin igual para una colectividad. El tiempo libre, el tiempo desnudoy vacuo, qu es si no una duracin sin contenido ni sustancia? La temporalidad huera

    caracteriza el aburrimiento.La aurora conoce ideales; el crepsculo solamente ideas, y en lugar de pasiones, lanecesidad de diversin. La Antigedad que tocaba a su fin intent curar ese hastocaracterstico de todas las decadencias histricas mediante el epicureismo o el estoicismo.Simples paliativos, como la multiplicacin de las religiones del sincretismo alejandrino,que ocultaron, falsearon o desviaron el mal, sin anular su virulencia. Un pueblo colmadosucumbe vctima del tedio, como un individuo que ha vivido y que sabe demasiado.

    Imposible amar a Dios de otra manera que odindolo! Si probramos su inexistencia enun atestado sin precedentes, nada podra nunca suprimir la rabia -mezcla de lucidez y dedemencia- de quien necesita a Dios para aplacar su sed de amor y con ms frecuencia deodio. Qu es El si no un instante en el umbral de nuestra destruccin? Qu importa que

    exista o no si a travs de El nuestra lucidez y nuestra locura se equilibran y noscalmamos abrazndole con una pasin mortfera?

    Esa necesidad de profanar las tumbas, de animar los cementerios en un apocalipsisprimaveral! Slo la vida existe, a pesar del absolutismo de la muerte. Eso es algo quesaben los campesinos, ellos que fornican en los cementerios, ofendiendo con sus suspirosel silencio agresivo de la muerte. La voluptuosidad sobre una lpida mortuoria, qutriunfo!

    Imposible determinar en qu momento preciso la espera delJuicio Finalnos sorprende ycolma nuestros instantes. En medio de trivialidades abrumadoras, de gestos ordinarios ode vulgares accesos de humor, con mayor frecuencia en los bares que en otros lugares, aveces una emocin rara nos sorprende. Ser capaz de hablar durante horas de cosas

    alegres o indiferentes con gente a la que se desprecia, sin dejar entrever un solo instantela distancia insensible que nos separa del Juicio, la distancia que nos aleja del mundo, lasllamadas que nos agitan! Quien no sospecha lo que significa esta espera peca de timidezexcesiva y demuestra ser incapaz de comprender esa ltima provocacin, esa necesidadde afrontar por ltima vez al patrn de la estupidez unnime, al autor de un universosuperfluo.No se necesita ser cristiano para temblar ante el Juicio Final. El cristianismo no ha hechoms que explotar un temor, a fin de sacar el mximo provecho de l en beneficio de unadivinidad sin escrpulos que ha hecho del terror su aliado.

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    Para la conciencia, el Juicio Final es un momento indeterminado e imprevisible y sinembargo tambin un estadio de la angustia. Pensabais recorrer lo absoluto, temerosos yarrogantes, cuando de repente surge un nuevo obstculo: el Juicio Final! Querra Dioshacernos morir una segunda vez?

    El nico argumento contra la inmortalidad es el aburrimiento. De ah proceden, dehecho, todas nuestras negaciones.

    Busco lo que existe. Mi bsqueda no tiene objeto. Vayamos al Juicio Final con una flor enel ojal...

    Escucho el silencio y no logro ahogar su voz, que proclama: todo est acabado. Estasmismas palabras han presidido el comienzo del mundo, puesto que el silencio lo haprecedido...

    Todo es frvolo, incluido lo Ultimo. Cuando se ha llegado ah, toda interrogacin capitalavergenza.

    A pesar de que la idea absolutamente inteligible del Juicio Final sea para el intelecto unaclara provocacin, sirve no obstante para explicar, para definir nuestra nada. Tanto si esreligiosa como profana, la representacin de una resolucin final de la Historia esconstitutiva del espritu humano. La idea ms descabellada adopta as el carcter de unafatalidad.

    La irona es un ejercicio que revela la falta de seriedad de la existencia. El yo convierte elmundo en nada, pues la irona slo proporciona sensaciones de poder cuando todo hasido abolido. La perspectiva irnica es un subterfugio del delirio de grandeza. Paraconsolarse de su inexistencia, el yo se transforma en todo. La irona se vuelve seriacuando se eleva a la visin implacable de la nada. Lo trgico es el estadio ltimo de lairona.

    La pasin de lo absoluto en una alma escptica! Un sabio injertado en un leproso! Todolo que no es absoluto o lombriz de tierra es hbrido. Puesto que no puedo ser vigilante delo infinito, me queda la vigilancia de los cadveres.

    Pienso en una hermenutica de las lgrimas que intentara descubrir su origen, as comotodas sus interpretaciones posibles. Para qu? Para comprender las cimas de la historiay dispensarnos de los acontecimientos, pues sabramos en qu momentos y en qumedida el hombre ha logrado elevarse por encima de s mismo. Las lgrimas dan uncarcter de eternidad al devenir; ellas lo salvan. Qu sera, por ejemplo, la guerra sinellas? Las lgrimas transfiguran el crimen y lo justifican todo. Analizarlas y comprenderlases encontrar el secreto del devenir universal. El sentido de semejante estudio seraguiarnos en el espacio que une el xtasis a la maldicin.

    Lo que me separa de la vida y de todo es la horrible sospecha de que Dios podra ser unproblema de segundo orden. Esa duda -evidente hasta la locura- nos obliga a cruzarnosde brazos: qu hacer si no?Habr alcanzado la futilidad de la existencia al propio Dios? Habr la enfermedad de loinesencial afectado a la esencia? La sustancia divina debe de estar corrompida desdehace tiempo para que nosotros dudemos de su salud y de sus virtudes. Dios no se hallaya presente; ni siquiera las blasfemias logran reanimarle. En dnde reposa, en qu

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    hospicio? He comprendido: Dios es un Absoluto que se economiza. El mundo no hamerecido, en suma, ms que una Divinidad decrpita.

    Todas las campanas llaman al Juicio Final. Desde hace tantos siglos anuncian el fin,envolviendo con su solemnidad la agona a la que el cristianismo nos invita...! Cuandoresuenan sus llamadas dentro de nosotros es que ya estamos maduros para el Juicio

    Final, y si suenan a roto, la sentencia es irrevocable.El ms humilde de los cristianos tiene momentos en los que conversa con Dios de igual aigual. La propia religin tolera esos aires pretenciosos sin los cuales el hombre reventarade modestia. De ah que el atesmo halague la libertad humana, pues hablando desde loalto a Dios eleva el orgullo al rango de demiurgia. Quien nunca ha despreciado elprincipio supremo est predestinado a la esclavitud. Slo somos realmente nosotrosmismos en la medida en que humillamos al Creador.

    Quien no es naturalmente feliz no conocer sino la felicidad consecutiva a las crisis dedesesperacin. Temo una dicha insoportable de la que sera vctima y que, vengndomede un pasado de terror, me vengara de todo, incluso de la desgracia de haber vivido.

    Es superior, desde el punto de vista cristiano, el leproso que ama su lepra a aquel que laacepta, el moribundo que lucha a aquel que se resigna, la desesperacin a latransaccin... Legitimando la fiebre, el cristianismo cre las condiciones favorables paraun cultivo de santos. El ha elevado la temperatura del hombre...

    La edad de la inocencia. Cuanto ms se contemplan los cuadros de Reynolds, ms sepersuade uno de que slo existe un fracaso: dejar de ser nio. El Paraso proyecta en elpasado ese estadio de nuestra vida, nos consuela de nuestra infancia desaparecida. Miradesa mano delicada que el nio ha posado sobre su pecho como para defendertmidamente su dicha... Comprendi Reynolds todo eso? O esos ojos pensativosexpresan un vago espanto ante lo que deber perderse? Como los amantes, los niostienen el presentimiento de los lmites de la felicidad.

    Haber amado siempre las lgrimas, la inocencia y el nihilismo. Los seres que lo sabentodo y los que no saben nada. Los fracasados y los nios.

    El fracaso es un paroxismo de la lucidez; el mundo se vuelve transparente para el ojoimplacable de quien, estril y clarividente, no se apega ya a nada. Incluso inculto, elfracasado lo sabe todo, ve a travs de las cosas, desenmascara y anula toda la creacin.El fracasado es un La Rochefoucauld sin genio.

    Si yo fuera poeta, no parara hasta que Nern fuese vengado. Sabra lo que hay queescribir sobre la melancola de los emperadores locos. Sin un Nern, los imperiosagonizantes carecen de estilo, las decadencias pierden todo su inters.

    Nadie ha llevado ms lejos que Meister Eckhart el deseo de aniquilar sus instintos decriatura. Su total inadhesin a la creacin le Conduce a esa Abgeschiedenheit, esedesapego que es la condicin primordial del apego a Dios. Entre vida y eternidad,sacrifica sin dudar la primera, verificando terica y prcticamente la dolorosa disparidadde ambos trminos.

    Por qu se ha querido aadir a toda costa algo al Eclesiasts, que lo contiene ya todo?Mejor dicho: lo que no se halla en el Eclesiasts est tachado de error. Entonces micorazn se volvi hacia la desesperacin. Hacia la Verdad.

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    ...Pues cuanta ms sabidura, ms pesadumbre, y aumentando el saber se aumenta elsufrir.El Eclesiasts es un muestrario, una revelacin de verdades a las que la vida, cmplicede todo lo que es vano, resiste encarnizadamente.

    Ese temor repentino, surgido de ningn lugar, que crece en nosotros y confirma nuestro

    desarraigo, no es psicolgico, no pertenece ms que en ltimo lugar a lo que llamamosalma. En l resuenan los tormentos de la individuacin, el viejo combate entre el caos yla forma. No logro olvidar los instantes en los que la materia resista al Todopoderoso.

    El desapego a la vida engendra un gusto por la rigidez. Comenzamos a ver un mundo deformas rgidas, lneas precisas, contornos muertos. Cuando no se experimenta ya esaalegra que alimenta al Devenir, todo se acaba en simetras. Lo que se ha llamado elgeometrismo en numerosos tipos de locura, no sera ms que la exageracin de esapredisposicin a la inmovilidad que acompaa a toda depresin. El gusto por las formasrevela una inclinacin secreta por la muerte. Cuanto ms deprimido se est, ms sepetrifican las cosas, a la espera de que se hielen.

    El sufrimiento es la nica causa de la conciencia (Dostoievski). Los hombres se dividen

    en dos categoras: los que han comprendido eso y los dems.

    Cualquiera que sea nuestro grado de cultura, si no reflexionamos intensamente sobre lamuerte, no seremos ms que nulidades. Un gran sabio que no sea ms que eso es muyinferior a un analfabeto obsesionado por los grandes interrogantes. En general, la cienciaembrutece los espritus reduciendo su conciencia metafsica.

    Cuando paseamos por las calles, el mundo, mal que bien, parece existir. Pero miremospor la ventana: todo se vuelve irreal. Cmo es posible que la transparencia de un cristalnos separe hasta ese punto de la vida? En realidad, una ventana nos aleja ms delmundo que el muro de una crcel. A fuerza de contemplar la vida acabamos por olvidarla.

    Cuanto ms leo a los pesimistas, ms aprecio la vida. Tras leer a Schopenhauer,reacciono como un novio. Schopenhauer tiene razn cuando afirma que la vida no es msque un sueo. Pero incurre en una inconsecuencia grave cuando, en lugar de estimularlas ilusiones, las desenmascara haciendo creer que existe algo fuera de ellas.Quin podra soportar la vida si fuera real? Siendo un sueo, es una mezcla de encantoy de terror a la cual sucumbimos.

    Los paisajes y la naturaleza en general no son ms que una huida fuera del tiempo. Deah la sensacin de que nada ha existido jams cada vez que nos entregamos a esesueo de la materia que es la naturaleza.

    El trato con los mortales es un suplicio para un espritu lcido, una sangra sin fin. Si,tras haber vivido entre nuestros semejantes con los ojos abiertos, conservamos an

    sangre de reserva para otras llagas, es que no hemos comprendido nada de nuestrodesastre colectivo.

    Nos liberamos en la medida en que detestamos a los hombres. Hay que odiarlos parapoder apegarse a las perfecciones intiles, a los desgarramientos y a las beatitudes, fueradel tiempo, fuera de la historia. Hay en todo entusiasmo por el fenmeno humano comotal una falta de distincin y de gusto. Execrar al hombre nos hace considerar a lanaturaleza como una va de liberacin, de renuncia, y no, a la manera de los romnticos,como una etapa en la odisea del espritu. Tras habernos degradado rebajndonos al

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    Devenir, ya va siendo hora de que descubramos de nuevo esa identidad inicial que hemosroto mediante el delirio de grandeza que padece la conciencia. No puedo contemplar unpaisaje sin experimentar la necesidad de destruir todo lo que de a-csmico hay en m.Nostalgia vegetal, aoranzas telricas, ganas de ser planta sometida al ciclo mortal delsol.

    Hay en la vida una especie de histeria de final de primavera.Ni suficientemente desgraciado para ser poeta... ni suficientemente indiferente para serfilsofo, slo soy lcido, pero lo bastante para estar condenado.

    Vivo de lo que los dems mueren (Miguel ngel). No hay nada ms que decir sobre lasoledad...

    El mundo es slo un pretexto. Necesitamos pensar en algo y lo hemos escogido comotema de reflexin. De ah que el pensamiento no pierda una sola ocasin de destruirlo.

    Buda era un optimista. Es posible que no haya observado que el dolor define tanto alser como al no-ser? Pues la existencia o la nada existen nicamente a travs del

    sufrimiento. Qu es el vaco sino una aspiracin abortada al dolor? El Nirvanacorresponde a un estado de sufrimiento ms etreo, a un nivel ms espiritualizado detormento. La ausencia puede significar un dficit de existencia, pero no de dolor. Pues eldolor precede a todo, incluido el Universo.

    No creo haber perdido una sola ocasin de estar triste. (Mi vocacin de hombre.)

    Slo durante mis arrebatos de pasin por la vida he sentido que morira de verdad unda. El miedo me une a la vida mucho ms que la plenitud voluptuosa que acompaa aesos momentos de pasmo, de abandono misterioso en que los sentidos se vacan paraabsorber la vida que nos invade por todos los poros, haciendo callar las palabras y lospensamientos.

    Si no arrastrara mi muerte conmigo en mis esperanzas y en mis fracasos, me retirara avivir con los animales y me entregara al sueo bendito de la inconsciencia. La muerte...estoy unido a ella nicamente por una aspiracin secreta, una nostalgia vegetal, unacomplicidad con las ondulaciones fnebres de la naturaleza? No sera esto ms bienorgullo, la negativa a ignorar que vamos a morir? Pues nada es tan halagador como elpensamiento de la muerte - elpensamiento, y no la muerte.Renunciar a saber que voy a morir: por nada del mundo lo desear mientras viva, peroespero la muerte para poder olvidar ese saber.El horror de todo, objetos o criaturas, trae a la mente visiones desoladas. Se deplora quela tierra tenga tan pocos desiertos, se quisiera nivelar las montaas, se su